fanfictio

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Capítulo 1: Por arte de magia Para variar, Hermione Jean Granger estaba leyendo. Abstraída, pasaba página tras página, sin prestar atención a nada más. Leer era la manera más segura de evadirse, de dejar atrás los extraños acontecimientos del último día de escuela primaria. Había empezado la mañana alegre por el fin de etapa, pero su animo decayó al descubrirse tan invisible para sus compañeros como el primer día. Bueno, tal vez no tanto. Lizzie Bayer sí que la notaba, permanentemente buscando maneras de ponerla en ridículo. La escalada de bromas finalizó con un asqueroso bollo de papel masticado que aterrizó en el puré de su almuerzo. Hermione, que había visto a Lizzie arrojarlo hacia allí, se puso de pie, temblando como gelatina. Respiró hondo para calmarse, se alisó la falda, tomó el bollo y lo fue a depositar con decisión entre las arvejas que Lizzie fingía comer. Volvió a su sitio mucho más tranquila, pero no pudo quedarse allí porque la maestra la llevó, junto a una llorosa Lizzie Bayer, a la dirección. Al parecer, según el relato de Lizzie, las cosas habían ocurrido de un modo algo diferente. Lizzie contó que "accidentalmente" había tirado un bollo de papel en la comida de Hermione, quien se levantó violentamente y quebró con un puño el plato de Lizzie, mientras echaba chispas por los ojos. Otros testigos negaban lo de las chispas, pero confirmaban lo del plato y agregaban que, durante el episodio, las luces parpadeaban y algunas lámparas estallaron. Hermione tuvo que pedir disculpas y sus padres tuvieron que llevarla a casa mucho antes del final de la jornada.

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Page 1: Fanfictio

Capítulo 1: Por arte de magia

Para variar, Hermione Jean Granger estaba leyendo. Abstraída, pasaba página tras página, sin prestar atención a nada más. Leer era la manera más segura de evadirse, de dejar atrás los extraños acontecimientos del último día de escuela primaria. Había empezado la mañana alegre por el fin de etapa, pero su animo decayó al descubrirse tan invisible para sus compañeros como el primer día. Bueno, tal vez no tanto. Lizzie Bayer sí que la notaba, permanentemente buscando maneras de ponerla en ridículo.La escalada de bromas finalizó con un asqueroso bollo de papel masticado que aterrizó en el puré de su almuerzo. Hermione, que había visto a Lizzie arrojarlo hacia allí, se puso de pie, temblando como gelatina. Respiró hondo para calmarse, se alisó la falda, tomó el bollo y lo fue a depositar con decisión entre las arvejas que Lizzie fingía comer.Volvió a su sitio mucho más tranquila, pero no pudo quedarse allí porque la maestra la llevó, junto a una llorosa Lizzie Bayer, a la dirección. Al parecer, según el relato de Lizzie, las cosas habían ocurrido de un modo algo diferente. Lizzie contó que "accidentalmente" había tirado un bollo de papel en la comida de Hermione, quien se levantó violentamente y quebró con un puño el plato de Lizzie, mientras echaba chispas por los ojos. Otros testigos negaban lo de las chispas, pero confirmaban lo del plato y agregaban que, durante el episodio, las luces parpadeaban y algunas lámparas estallaron.Hermione tuvo que pedir disculpas y sus padres tuvieron que llevarla a casa mucho antes del final de la jornada.El señor y la señora Granger estaban algo decepcionados porque su hija había perdido la paciencia, pero no estaban asombrados. Para nada. No era la primera vez que explotaban los focos cuando Hermione enfurecía. La señora Granger podía saber si la chica estaba nerviosa, porque las tazas de té temblaban ligeramente.Lo que lamentaban era que ese hubiera sido el corolario para su último día de clases.Hermione también lo lamentaba. Hubiera preferido un final más discreto para su primaria.Llegó entonces, al recapitular sobre todo esto, un punto en el que no

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pudo seguir leyendo.Se tranquilizó, pensando que en un par de meses sería alumna de la Academia Wallburg para Jóvenes Dotados y que allí nadie tendría motivos para llamarla cerebrito. Y tal vez pudiera tener amigos.Con alivio, se dijo que la única incertidumbre en su futuro era qué haría para cenar su madre. Se equivocaba, claro. Su vida cambiaría por arte de magia.

Capítulo 2: Magia y hechicería

#Todo es JKR. Yo solo juego#El primer día de las vacaciones de verano se deslizaba plácidamente. Sobre el césped recién cortado, a la sombra del abeto, Hermione colocó una manta para leer un poco.No soplaba la más mínima brisa. Por eso, la sobresaltó el batir de las alas de la lechuza, que se posó a sus pies con un sobre de pergamino en el pico.El ave soltó el sobre, graznó y se alejó rápidamente. Iba dirigido a ella, su nombre escrito en tinta verde, con la misma caligrafía estilizada que consignaba el remitente: Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Parecía una broma. Leyó la carta, que explicaba que había una vacante para ella en el colegio y que existían medios para que ella y su familia pudiesen comprobar la seriedad de la propuesta educativa. Para eso, podían comunicarse al número que adjuntaban, para recibir el asesoramiento de uno de los docentes de la Institución.Azorada, le dio la carta a su madre. Más tarde, después de leerla su padre, discutieron el asunto seriamente.Finalmente se impuso la opinión del señor Granger. Debían solicitar el asesoramiento propuesto y juzgar luego si se trataba de una mentira o algo real. Así fue que llamaron y acordaron recibir la visita de Minerva McGonnagal, vicedirectora del Colegio.Hermione se negaba a creer en todo aquel cuento, al menos en voz alta. Pero pensaba que, por otra parte, era la única manera de explicar las cosas raras que ocurrían cuando estaba nerviosa o enojada.Las tazas temblaron mucho más de lo habitual en los días anteriores al

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viernes.Esa tarde, la señora Granger no fue a trabajar al consultorio, preparó, como excepción, unos scons caseros para el té y le pidió a Hermione al menos cuatro veces que repasara los muebles de la sala. El señor Granger imitó a su mujer y canceló todas sus citas, para hacer algunas tareas en el jardín.Hermione ayudó a sus padres, sobre todo para ocuparse y no pensar tanto. Por eso se asombró cuando se oyeron el timbre y luego la voz de su madre junto a la voz de una desconocida.Su padre la llamó desde la sala. Hermione bajó desde su cuarto, tratando en vano de alisarse el cabello.Sentada en el sofá estaba la profesora McGonnagal, supuso, una mujer de mediana edad, con oscuro cabello en un rodete tirante y anteojos cuadrados que enmarcaban una mirada severa.-Buenas tardes- saludó con voz casi inaudible.- Buenas tardes, señorita Granger.- respondió la profesora.Con seriedad y paciencia, durante las siguientes dos horas, la mujer respondió a sus preguntas y les demostró que no se trataba de un timo. Les propuso, además, acompañarlos al callejón Diagon, para que pudieran conocer algo del Londres mágico y comprar los útiles que Hermione necesitaría, en caso de aceptar la vacante en el Colegio.Los señores Granger agradecieron la información a la profesora, pero le explicaron que necesitaban discutir en privado el tema antes de decidir.La profesora aceptó. Le parecía sensato. Únicamente les pidió que se comunicaran con ella apenas decidieran, al número con el que ya se habían contactado.Una vez que la mujer se hubo ido, los Granger iniciaron su propia charla, al cabo de la cual se definió que, si todo resultaba bien en el callejón Diagon, Hogwarts contaría con una nueva estudiante.

Capítulo 3: Otro mundo

#Todo es de JKRowling. Yo solo juego #La profesora McGonagall los esperaba en la puerta de un pequeño y cochambroso bar, con el extraño nombre de "El caldero chorreante".Los Granger temieron haber cometido un grave error. Esa impresión se

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disipó un momento después, al cruzar el local y observar lo que se ocultaba tras el muro de ladrillos del patio trasero, revelado por arte de magia por McGonagall.Se trataba de una calle repleta de comercios hasta donde alcanzaba la vista, una sucesión de librerías, tiendas de mascotas, boticas y locales de artefactos mágicos. Hermione y sus padres estaban asombradísimos. No podían dejar de mirar curiosamente lo que los rodeaba.La señora Granger casi choca con un muchacho vestido con una túnica multicolor, que le entregó un volante de la tienda de túnicas a medida de madame Malkin. El señor Granger ahogó una risita, apretando la mano de Hermione.-Antes de iniciar el paseo y las compras, debemos visitar el banco mágico, Gringotts, para cambiar dinero, ya que nuestros comercios no aceptan libras.- explicó la profesora, señalando un edificio blanco de muchos pisos, que se sostenían de forma inverosímil unos sobre otros.-Se trata de una institución dirigida por duendes. Se los advierto porque suele impactar a los visitantes.- aclaró.Ingresaron a un amplio hall, caminaron hasta la ventanilla con el cartel que anunciaba "Cambio" y fueron atendidos por un pequeño duende muy anciano, con largos dedos nudosos.- Qué los trae por aquí, estimados muggles?- preguntó el hombrecito.El señor Granger se adelantó, se aclaró la garganta y dijo, muy digno:- Desearíamos cambiar dinero mogle.Fue el turno de reírse para la señora Granger. Solo su marido intentaría usar una palabra que acababa de oír para parecer sofisticado y quedaría taan torpe.- Muggle, cariño.- sugirió, tirándole suavemente de la manga.- Eso.- acordó el señor Granger.El duende esbozó una mueca que parecía remotamente una sonrisa y aceptó su dinero, dándoles abundantes monedas de oro, plata y cobre en una bolsa de cuero.- Tal vez- les recomendó- deberían abrir una cuenta aquí para la señorita.Los señores Granger aceptaron la sugerencia. De ese modo, Hermione tendría ahorros también en el mundo mágico y dispondría de ellos frente

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a cualquier inconveniente.La profesora McGonagall les entregó la lista de útiles y elementos que Hermione debía llevar con ella, les indicó la dirección de los comercios que necesitaban visitar, el valor de las monedas y el modo de regresar y les anunció que debía irse. Disimulando la aprensión que esto les causaba, se despidieron amablemente y la vieron perderse entre la gente.Primero visitaron la tienda de madame Malkin, que ajustó las túnicas a la talla de Hermione, parloteando alegremente:- Primer año en Hogwarts, cariño? Recuerdo el día en que llegó la carta a casa! Estaba tan nerviosa que no entendía lo que leía!Las compras en la botica fueron rápidas y expeditivas, pero fue muy difícil lograr que Hermione se decidiera a salir de la librería. Había libros tan interesantes sobre historia de la magia, sobre encantamientos y seres mágicos que la chica estuvo a punto de gastar todo su presupuesto. No se ajustó a la lista, sino que compró dos pequeñas colecciones de hechizos prácticos. Finalmente, sus padres la convencieron diciendo que aún faltaba comprar la varita y que seguramente habría una gran biblioteca en la escuela. También le aseguraron que podía elegir lo que quisiera para su cumpleaños.Así llegaron a la tienda de Ollivander, polvorienta y oscura. Ollivander parecía intimidante, con sus ojos y cabello plateados, pero resultó muy amable.- Así que es usted la primera bruja en si familia? Pues sí que es especial! No se preocupe, querida, encontraremos la varita perfecta para usted.Cuando agitó suavemente la vara de vid y fibra de corazón de dragón, todo se detuvo: el tiempo parecía congelado, mientras una lluvia de delicadas chispas doradas salía de su punta.Ollivander batió palmas y la felicitó, recibió su pago y los despidió con calidez. Para festejar, la señora Granger sugirió que tomaran un helado. Se sentaron en la terraza de Florean Fortescue e incluso se atrevieron a pedir gustos exóticos, como ensalada de palta o pavo al gratín.Cuando una hora más tarde, de vuelta en el Londres habitual, iban a casa lentamente, debido al tráfico, Hermione llegó a la conclusión de que

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no habían estado en otro mundo, como había creído por la mañana, sino en su   mundo.