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Experimentos sociales

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Page 1: Experimentos sociales

Experimentos sociales

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AutoconceptoEstudios de gemelos indican influencias genéticas sobre la personalidad y el autoconcepto, aunque la experiencia social también tiene un papel importante.

El efecto del centro del universo significa que propendemos a vernos en el c entro del escenario sobreestimando la magnitud en que la atención de los demás se nos dirige. Thomas Gilovich, Victoria Medveck y Kenneth Savitsky (2000) le pidideron a estudiantes de la Universidad Coronel que vistieran ridículas camisetas antes de entrar a una habitación con otros estudiantes, los autoconscientes especularon que casi la mitad de sus compañeros las notaría, aunque en realidad sólo lo hizo el 23%

A menudo nos consideramos responsables de acontecimientos en los que tuvimossolamente un papel pequeño (Fenigstein, 1984)

Ser un estudiante negro en un campus donde la mayoría son blancos o visceversa, implica tener una mayor consciencia de la intedidad étnica y reaccionar de acuerdo con ella. En Canada la mayoría de las personas se identifican como canadienses, excepto en Quebe, donde la minoría de origen francés se considera mas provinciana (kalin y Berry, 1995)

Las personas que nos rodean nos ayudan a definir nuestro autoconcepto, nuestros estudiantes tienden a poseer un autooncepto académico más alto cuando acuden a una escuela con pocos estudiantes capaces (Marsh y Cols, 2000).

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Comparaciones sociales. Las personas que nos rodea nos ayudan a definir el parámetro por el cual nos consideramos ricos o pobres, inteligentes o torpes, altos o bajos. Después de terminar el bachillerato en los mejores lugares de la clase, muchos alumnos seguros de sí mismos académicamente ven amenazadas o autoestima escolar al entrar a grandes universidades selectivas, donde muchos de sus compañeros se graduaron siendo también de los mejores de su generación.

Una vez que las mujeres dominan las habilidades físicas necesarias para rechazar un ataque sexual, se siente menos vulnerables, ansiosas y con mayor control (Ozer y Bandura, 1982).

Generalmente nos sentimos más libres para elogiar que para criticar a los demás. Por lo tanto, es posible que los demás sobrestimen nuestra apreciaciones y que su autoestima se eleven en exceso (Shrauger y Schoeneman, 1979).

Colectivismo. Las culturas originarias de Asia, África, América central y Sudamérica cultivan lo que llaman el yo interdependiente. La gente es más autocrítica y tienen menor necesidad de autoconsideración positiva. La identidad se define más en relación con los demás (Heine y otros, 1999).

Cuando se les mostró una escena submarina animada, los japoneses recordaron, de forma espontánea, 60% más características del fondo marino que los estadounidenses, y establecieron las relaciones. En cambio, estos ponen mayor atención al objeto focal, como un gran es, y al entorno (Nisbett, 2003). Shinobu Kitayama y sus colegas (2003) también descubrieron que los japoneses responden más al contexto perceptual. Al mostrarles el estímulo de una figura de un cuadrado y pedirles que dibujaban en un recuadro vacío más pequeño una línea con las mismas proporciones, lo hicieron con mayor precisión que los estadounidenses. Al solicitarle a estas que divulgarán una línea de la misma longitud absoluta un, pusieran menos atención al contexto y plasmaron una línea idéntica. A partir de estos estudios, se concluye que los asiáticos del este y piensan de una manera más holística, es decir, perciben y piensan en los objetos y las personas con respecto a la forma en que se relacionan entre sí y con el entorno.

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Como señalan Heejung Kim y Hazel Markus (1999), el café con leche individualizado –” descafeinado, pequeño, ligero, muy caliente”-, que parece adecuado en una cafetería estadounidense, parecería un poco excéntrico en Seúl. En Corea la gente otorga menos su Valor a la expresión de la singularidad y más a la tradición y a las prácticas compartidas (Choy y Choy, 2002). En ese país los anuncios pocas veces acentúan la elección y libertad personales; más bien, con frecuencia muestran personas juntas.

In un estudio, cuatro de cada cinco estudiantes canadienses, y sólo uno de cada tres escolares chinos y japoneses, coincidieron en que “ las creencias que tienen acerca de quién eres (su yo interno) continúan siendo las mismas en distintas áreas de actividad” (Tafarodi y otros, 2004).

En algunos estudios, la gente ha atribuido erróneamente estar triste en un día lluvioso a la vacuidad de la vida, y su animación durante un puente laboral a su atracción por un transeúnte (Schwarz y Clore, 1985; Dutton y Aron, 1974).

Richard Nissbett y Stanley Schauter (1966) pidieron a estudiantes de la universidad de Columbia que recibirán una serie de choques eléctricos de intensidad creciente. Antes de la prueba, algunos tomaron una píldora falsa que, según se les dijo, produciría palpitaciones cardiacas, respiración irregular y mariposas en el estómago, las típicas reacciones al recibir choques eléctricos. Nissbett y Schachter anticiparon que los participantes atribuían esta sensaciones a la pastilla y, por lo tanto, tolerarían más los choques eléctricos y otros a quienes no se les suministró. De hecho, el efecto fue muy grande. Quienes ingirieron la píldora falsa toleraban cuatro veces más los choques eléctricos. Cuando se les preguntó por qué habían soportado choques de tanta intensidad no mencionaron la pastilla. Cuando se les mencionó al efecto del medicamento, aseguraron que tal vez otros pudieron haberse visto afectados por el, pero negaron su influencia sobre ellos.

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Sydney Shrauger (1983) descubrió, al pedirles a estudiantes universitarios predijeran la posibilidad que tenían de experimentar docenas de eventos distintos en los siguientes dos meses: que sus auto predicciones difícilmente eran más precisas que las basadas en experiencia de una persona promedio.

Cinco días antes de la actividad anual de calidad de la universidad de Cornell solicitaron un grupo de estudiantes que dijeran si, por ayudar, comprarían al menos un narciso, y también que predijeran qué proporción de sus compañeros lo haría. Más de cuatro de cada cinco estudiantes afirmaron que lo comprarían, pero sólo 43% lo hizo, lo cual se acerca la predicción de que 56% de los demás adquiriría una.

Al preguntarles cómo se sentirían si se les hicieran las preguntas sexualmente hostigadoras durante una entrevista de trabajo, la mayoría de las mujeres estudiadas dijeron que se enojarían. Sin embargo, cuando se les plantearon en realidad, experimentaron temor.

Gilbert y sus colegas (1998) pidieron a profesores adjuntos que predijeran su felicidad algunos años después de haber obtenido o no su cargo de vitalicio, la mayoría consideró que un resultado favorable era importante para su felicidad futura. Sin embargo, al encuestarlos tiempo después del suceso, aquellos a quienes se les negó el cargo estaban tan felices como los que lo recibieron.

En nueve experimentos, encontraron que en las actitudes expresadas hacia las cosas o hacia las personas solían predecir bastante bien el comportamiento posterior. Sin embargo, si primero decían a los participantes que analizarán los sentimientos, los reportes de sus actitudes se volvían inútiles (Wilson y sus colegas, 1989).

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Becca Levy (1996) expuso subliminalmente and 90 ancianos a palabras que activaban un estereotipo negativo o positivo de la vejez. Los participantes percibían de manera consciente sólo un destello una los. La observación de los términos positivos produjo una mayor autoeficacia de la memoria. La de los negativos tuvo el efecto opuesto.

Brad Bushman y Roy Baumeister (1998) pidieron a 540 estudiantes voluntarios que escribieran un párrafo en respuesta al elogio “¡Muy buen ensayo!”, o a la dura crítica “¡Uno de los peores ensayor que he leído!”, dadas por un supuesto estudiante. Luego, cada autor de los escritos jugó una partida de tiempo de reacción con su contraparte. Cuando el oponente perdía, aquél podía agredirlo con un ruido de cualquier intensidad y duración. Después de la crítica, las personas con el ego más envanecido se comportaron de forma “excepcionalmente agresiva”. Un orgullo herido motiva la venganza.

Después de escoger entre 30 tipos de mermeladas o chocolates, los individuos expresan menor satisfacción con su elección que aquellos que lo hacen entre 6 opciones (Iyengar y Lepper, 2000). En otros experimentos, la gente ha expresado mayor satisfacción con decisiones irrevocables que con elecciones reversibles.