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Experiencias de inclusión social y laboral

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Experiencias de inclusión social

y laboral

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Buenos Aires para los Jóvenes:Experiencias de inclusiónsocial y laboral

La realización de este documento ha sido posible gracias al apoyo financiero de la Dirección General para la Cooperación al Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, en el marco del proyecto MLAL/7508/ARG.

Buenos Aires, diciembre de 2008

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EQUIPO DE SISTEMATIZACIÓN

Sonia VidalFundación SES

Francesco PulejoProgettoMondo Mlal

Marcelo KoyraAna Victoria BertonMaria Lourdes Farias, Cintia OrtegaFundación Crear desde la Educación Popular

TRABAJO DE CAMPO Y RECUPERACIÓN DE LAS PRÁCTICAS

Osvaldo Coria, Laura HoornFundación FOC

Gabriel “Elpidio” AmarilloRoberto ChávezAsociación Civil El Encuentro

Mara Bronckart, Javier ForlenzaFundación Crear vale la pena

Hugo BoariFundación Crear desde la Educación Popular

Diagramación y diseñoJorge Kurt Dreyssig | [email protected]ón de tapaDíptico del Programa Buenos Aires Para los Jóvenes, diseñado por equipo de comunicación de Fundación FOC.

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ÍNDICEIntroducción 91.1. La situación previa 131.2. La crisis de 2001 131.3. La recuperación 17

2. Los orígenes del proyecto 212.1 La conformación de alianzas 212.2 La situación de las organizaciones al empezar el proyecto 25

3. Metodologías utilizadas 313.1 La convocatoria a los jóvenes 313.2 Las actividades según los ejes de intervención 333.3 Innovaciones metodológicas 35

3.3.1 Elementos innovadores de la FOC 353.3.2 Elementos innovadores de Crear desde la educación popular 363.3.3 Elementos innovadores de El Encuentro 383.3.4 Elementos innovadores de Crear vale la pena 393.3.5 Notas sobre la capacitación en microemprendimientos 40

3.4 Refl exiones sobre los espacios de formación para el trabajo 423.5 Las intervenciones orientadas a la participación juvenil 44

4. Aprendizajes y cambios 494.1 La gestión de los territorios 494.2 Aprender en la acción 504.3 Las microempresas de jóvenes 524.4 Aprendiendo de las difi cultades 534.5 Cambios en la institución y en los jóvenes 56

5. Las voces de los jóvenes 615.1 Propuesta metodológica 61

5.1.1 Defi nición del grupo 615.1.2 Datos sociodemográfi cos 61

5.2 La vida en el barrio: marginación y derechos vulnerados 625.3 La escuela y la familia: ¿espacios perdidos? 63

5.3.1 Los jóvenes y el vínculo con su familia 645.4 Los jóvenes y el impacto del proyecto 65

5.4.1 Ámbito de formación para el trabajo 665.4.2 Ámbito de participación juvenil 70

6. Conclusiones 73

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Este documento relata el esfuerzo del equipo del proyecto “Buenos Aires para los Jóvenes. Lucha contra la exclusión juvenil en el Gran Buenos Aires” (BAJ) con el fin de ordenar, reconstruir y sistematizar el trabajo realizado en sus casi cinco años de duración (2003-2008). Este proyecto estuvo orientado desde su origen a contener los fenómenos de marginación de jóvenes en la región de-nominada Conurbano Bonaerense, en la provincia de Buenos Aires, Argentina, a través de la implementación de políticas de promoción de la ocupación juvenil y de la lucha contra la exclusión social y cultural. El diseño original del proyecto fue formulado a partir de rigurosos diagnósticos de la realidad de los sujetos con los que se iba a trabajar, de sus necesidades, problemas y potencialidades, tomando especialmente en cuenta el contexto de grave crisis social, económica e institucional que enfrentó Argentina a partir del año 2001.

Sin embargo el plan teórico de trabajo ha sufrido, como todo proyecto social, transformaciones que empezaron en el momento mismo de llevarlo a la práctica, lo que requirió de la técnica, el respaldo y el estímulo de nuestros compañeros y autoridades para alcanzar este objetivo de trabajo. Así, hubo constantes adap-taciones y reformulaciones del diseño original, que se debieron en primer lugar a la realidad que fue especialmente dinámica e imprevisible durante esos años, ref lejo de un país que atravesaba una profunda crisis institucional. En segundo lugar, a la particularidad de este proyecto: el BAJ fue implementado por cuatro organizaciones diferentes, ubicadas en diversos territorios del Conurbano Bo-naerense, con historias, identidades y enfoques distintos, junto con el acompaña-miento de dos organizaciones sociales, Fundación SES de la Ciudad de Buenos Aires y ProgettoMondo Mlal de Italia, responsables de la coordinación general. En tercer lugar, fue debido a las características mismas de todo proyecto social, que demanda ref lexionar cotidianamente sobre la relación dialéctica y dinámica entre la acción teorizada y la acción ejecutada.

El presente análisis intenta rescatar esta articulación entre teoría y práctica que se genera permanentemente a partir de la intervención en la realidad social, con el objetivo de reconstruir la experiencia y desarrollar un conocimiento com-partido que exprese toda la riqueza acumulada a lo largo del proyecto. A partir de este objetivo compartido por las organizaciones que conforman la alianza, se constituyó un equipo integrado por profesionales de la Fundación Crear desde la Educación Popular, la Fundación SES y la ONG italiana ProgettoMondo Mlal, encargado de llevar a cabo el proceso de sistematización. El trabajo de campo que implicó esta tarea fue realizado por la Fundación Crear desde la Educación Popular, la Fundación Organización Comunitaria (FOC), la Asociación Civil El Encuentro y la Fundación Crear vale la pena.

El objeto a sistematizar, mediante el análisis en profundidad de aquellos aspectos de la experiencia que produjeran conocimientos para mejorar las prác-ticas desarrolladas, se definió como (i) la observación de los cambios en las trayectorias de vida de los jóvenes, con énfasis en los ámbitos de participación juvenil, educación y trabajo; (ii) el rescate de los aprendizajes metodológicos más

Lectura de una carta colectiva. Fundación Crear desde la Educación Popular.

Introducción

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valiosos de las estrategias de formación de jóvenes para mejorar su inclusión so-cial; y (iii) la ref lexión sobre los procesos institucionales desencadenados en las organizaciones a partir de las acciones desarrolladas.

Una vez delimitado el objeto, los ejes de la sistematización identificados fueron:

Los jóvenes: las características sociodemográficas y económicas de los participantes del proyecto y las características educativas y laborales de su entorno familiar; los cambios en las percepciones y en los espacios de participación juvenil; las impresiones acerca del trabajo, los cambios en su empleabilidad e inserción laboral; los principales problemas y las respuestas posibles para enfrentarlos. Estrategias de intervención: los supuestos teóricos y metodológicos; las estrategias de intervención adoptadas que permiten comprender los procesos desencadenados y los cambios identificados; los principales aprendizajes de acuerdo a las estrategias desarrolladas.Las organizaciones, actores sociales en el territorio: los procesos de fortalecimiento y desarrollo institucional; las articulaciones con los ac-tores sociales públicos y privados.

A partir de la delimitación del objeto de estudio y de los ejes, se definió la metodología de sistematización a ser aplicada, la cual permitió la producción del presente documento. Se eligió una de tipo cualitativo, que combinara reco-lección y análisis de los antecedentes y producciones escritas del proyecto con talleres de ref lexión del equipo coordinador y entrevistas en profundidad a los distintos actores involucrados. Fue posible aplicarla a través de un plan de tra-bajo desarrollado según el siguiente esquema:

Conformación del equipo de sistematización.Recolección y análisis de los materiales y antecedentes del proyecto.Realización de un taller de revisión y ajuste metodológico, cuyos parti-cipantes fueron el equipo de sistematización y los integrantes de las or-ganizaciones aliadas, con el fin de construir las dimensiones de estudio en cada eje y las propuestas metodológicas y técnicas. Realización de un taller de recuperación y ref lexión de las prácticas, cuyos participantes fueron también el equipo de sistematización y los integrantes de las organizaciones aliadas, con el fin de identificar y ref lexionar sobre los supuestos conceptuales y metodológicos; las es-trategias de intervención más efectivas, transformadoras o de mayor impacto; los principales aprendizajes y desafíos.Diseño y ejecución de un estudio de seguimiento de los jóvenes partici-pantes y los actores sociales: realización en cada territorio de entrevistas en profundidad a un grupo de la 2º cohorte de jóvenes (año II del pro-yecto); entrevistas en profundidad a actores claves de la organización y a referentes de las instituciones con las cuales ha trabajado el BAJ. Procesamiento, análisis de la información.Diseño y redacción del documento final de sistematización.

Este plan de trabajo buscaba alcanzar el máximo nivel posible de profundi-dad en el análisis cualitativo, involucrando a todas las clases de actores en los procesos analizados. De esta forma, el equipo de sistematización pudo contar

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con una gran diversidad de visiones sobre los procesos desencadenados, y con la constatación de aciertos, logros, interrogantes y desafíos recopilados desde los distintos puntos de vista.

El presente trabajo se organiza en seis capítulos. En el primero se presenta una caracterización del contexto económico, político y social en el cual se inser-tó el trabajo desarrollado. En el segundo capítulo se describen los orígenes del proyecto y la alianza de organizaciones que se conformó para llevarlo a cabo. El tercero recupera las metodologías instrumentadas por cada organización social en el marco del BAJ. El cuarto capítulo presenta los principales cambios y apren-dizajes a partir de las metodologías adoptadas. El quinto acerca las voces de los jóvenes que participaron y en el último capítulo, las conclusiones, donde se co-mentan las principales lecciones de esta experiencia de intervención social.

Esta publicación es el fruto de un largo trabajo colectivo en el que colabo-raron los jóvenes, quienes brindaron su testimonio compartiendo sus alegrías, inquietudes y aprendizajes; los compañeros de FOC, Crear vale la pena, El En-cuentro y Crear desde la Educación Popular, que participaron activamente en los talleres de recuperación de las prácticas y realizaron las encuestas y entre-vistas en profundidad a los participantes; y los compañeros y autoridades de las organizaciones que conformamos el equipo de sistematización, Fundación SES, Fundación Crear desde la Ecuación Popular y ProgettoMondo Mlal, que nos facilitaron asistencia técnica, respaldo y estímulo; y por último, la Cooperación Italiana, que brindó el apoyo financiero necesario para alcanzar este objetivo. A todos ellos, va nuestro fuerte agradecimiento y el deseo de que encuentren en estas páginas los aprendizajes, los interrogantes, los desafíos y la renovación de la esperanza, del mismo modo en que nosotros los fuimos experimentando durante esta aventura de producción colectiva.

El equipo de sistematización del Proyecto Buenos Aires para los Jóvenes

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La reconstrucción de la historia de un proyecto de este tipo obligatoriamente tiene que considerar el contexto económico, social y político en cual se originó y desarrolló. Las condiciones externas inf luencian los proyectos en todos sus momentos, desde la ideación hasta la realización. En este capítulo analizaremos la profunda crisis y la sucesiva y rápida recuperación que experimentó Argentina entre los años 2001 y 2007, distinguiendo el impacto de este proceso en la socie-dad en general y en los jóvenes en particular. Esta descripción del contexto nos ayudará a comprender el punto de partida y la evolución del propio BAJ.

1.1. La situación previa

En la primera parte de la década del noventa, después de años de estanca-miento implícito, la economía argentina, al igual que la mayoría de las economías latinoamericanas, experimentó un renovado ciclo de expansión y crecimiento. Esta recuperación tuvo lugar en el marco de medidas de ajuste y de un proceso de transformación estructural y de redefinición del papel del Estado y de los mercados. Efectivamente, Argentina inició la transformación de su economía con la aplicación de un conjunto de medidas (privatización de muchas empresas públicas, saneamiento fiscal, apertura de la economía) destinadas a centrar la actividad económica alrededor del mercado. Dentro de esas medidas, tuvo un papel central la convertibilidad1 de la moneda entre el peso y el dólar.

El resultado fue la configuración de una sociedad con fuertes tendencias a la desigualdad, a la diferenciación social, económica y cultural de distintos grupos y sectores, y a la generación de las que se definieron como “nuevas formas de pobreza”. Estos términos surgieron para designar las diversas formas de preca-riedad originadas a raíz del deterioro del mercado de trabajo.2

Las consecuencias más sobresalientes de las transformaciones de esos años fueron el fuerte aumento del desempleo de carácter estructural, el alto grado de desigualdad en cuanto al acceso a los bienes y un marcado proceso de desin-tegración del tejido social. Además, creció el índice de personas por debajo de la línea de pobreza e indigencia, que estaban imposibilitadas de satisfacer sus necesidades básicas de vivienda, salud, educación y nutrición. Aunque la mayo-ría se ubicó en villas, asentamientos y barrios precarios de los centros urbanos, las nuevas formas de pobreza provocaron el surgimiento de una miseria difusa, dispersa, casi invisible, albergada en cualquier barrio y edificio de clase media.

1 La Convertibilidad en Argentina fue implementada a partir de la Ley 23.928, sancionada y promulgada el 27 de marzo de 1991 por el Congreso de la Nación. De acuerdo a esta norma se declaraba “la convertibilidad del austral con el dólar de los Estados Unidos de América [...] a una relación de diez mil australes (10.000 A) por cada dólar”, f ijándose así el tipo de cambio que luego se transformaría en “un peso = un dólar”.

2 La nueva pobreza es un concepto que se estableció, sobre todo a partir de un libro de Kessler, G. y A. Minujin (1995) La nueva pobreza en la Argentina. Buenos Aires, Editorial Planeta. Estos autores plantean la existencia de tres categorías de pobres en el país: “pobres estructurales, es decir, aquellos que nunca conocieron otra cosa que pobreza; nuevos pobres de los dos tipos, es decir, los hoy rigurosamente pobres y antes no y los empobrecidos, quienes cayeron pero sin perder el acceso a los bienes y servicios básicos. Todos ellos han debido resignar “algo”; en algunos casos, cosas vitales ; en otros cosas accesorias. Algunas de las pérdidas corresponden a los bienes y servicios a los que cada familia o individuo había logrado acceder en el pasado por su propia cuenta. Otras pérdidas, en cambio, se ref ieren a servicios que el Estado brindaba a toda la comunidad a través de la escuela, el hospital o los servicios públicos y que hoy han desaparecido, se han encarecido al privatizarse o simplemente su calidad se ha deteriorado” (Kessler y Minujin, 1995)

1. Contexto económico, político y social del proyecto

Comedor en Villa Alba, Fundación Crear desde la Educación Popular.

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1.2. La crisis de 2001“Por primera vez en la historia argentina, hay varios millones de personas que sufren

hambre, situación sin precedentes en un país que este año produce alimentos suficientes para 300 millones de personas”.

Rosendo Fraga, en Panorama Político, mayo de 2002.

Argentina inició el nuevo siglo con graves síntomas de agotamiento del mo-delo económico vigente. Esto generó un malestar general de la población, que a fines de 2001 se manifestó en fuertes protestas sociales, las cuales provocaron finalmente la renuncia del presidente de ese momento, el Dr. Fernando De la Rúa, y desembocaron en una crisis institucional que incluyó situaciones de ace-falía presidencial. Una síntesis del momento en el que se encontraba el país que-dó descrito crudamente en el discurso de asunción del Dr. Eduardo Duhalde, quien ocupó la presidencia interina de la Nación desde el 2 de enero de 2002 en medio del caos en las calles de Buenos Aires:

“…Es momento de decir la verdad. La Argentina está que-brada. La Argentina está fundida. Este modelo en su agonía arrasó con todo. La propia esencia de este modelo perverso terminó con la convertibilidad, arrojó a la indigencia a 2 mi-llones de compatriotas, destruyó a la clase media argentina, quebró a nuestras industrias, pulverizó el trabajo de los argen-tinos. Hoy, la producción y el comercio están, como ustedes saben, parados; la cadena de pagos está rota y no hay cir-culante que sea capaz de poner en marcha la economía”.3

Así, durante el periodo 2001-2002, el país experimentó una de las más seve-ras crisis económicas y sociales de su historia. Perdió cerca del 20% del Producto Interno Bruto y los niveles de pobreza se incrementaron en más de la mitad en un año, superando el 50% de la población. A comienzos de 2003, 3 de cada 4 niños que nacían en Argentina llegaban a un hogar pobre y, en mayo de ese año, 6.400.000 personas menores de 18 años estaban bajo la línea de pobreza, de los cuales casi 3 millones se encontraban en la indigencia.4 Sin duda, la crisis agudi-zó el proceso de deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares de todo el país y tuvo especial agudeza en los barrios urbanos marginales, lo que provocó situaciones dramáticas como las que fueron relatadas por los actores involucrados en el proyecto:

“Hay un episodio muy feo: en 2002, mis propios vecinos revolviendo la basura de mi casa, una escena espantosa, nunca me voy a olvidar” (integrante del equipo de Crear vale la pena).

“Familias de cinco hijos que de pronto no pueden pagar-le el boleto para ir a la escuela a los cinco y se queda afuera el más grande... No sé qué causa infl uyó más para que los pibes se fueran de la escuela, si la necesidad de conseguir

3 Duhalde, Eduardo (2002) “Palabras del Presidente de la Nación, Doctor Eduardo Duhalde, ante la Asamblea Legislativa”, Buenos Aires. Disponible: http://www.presidenciaduhalde.com.ar/system/objetos.php?id_prod=158&id_cat=36.Fecha de acce-so: 1/12/2008.

4 Datos elaborados a partir de INDEC (2007) “Incidencia de la pobreza y de la indigencia en 31 aglomerados urbanos. Resultados 2º semestre de 2006”. Información de Prensa, Buenos Aires, Ministerio de Economía y Producción. Disponible: http://www.in-foarg.org/employment/pobreza%20EPH%202%20sem06.pdf. Fecha de acceso: 1/12/2008.

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plata o de no tenerla para ir” (integrante del equipo de Crear vale la pena).

“En esa época muchos pibes trabajaban de planteros, vendían cajones de plantas por Capital, en toda la zona de Haedo, José C. Paz; varios de albañil. Eso implicaba que tra-bajaran todo el día. Después cambió, hubo varios que em-pezaron a cartonear” (integrante del equipo de El Encuentro).

El siguiente fragmento de un relato del escritor argentino Tomás Eloy Mar-tínez nos permite reconocer la violencia de la crisis sobre las familias, en espe-cial, sobre sus integrantes más frágiles, los niños. Al mismo tiempo alecciona sobre el surgimiento de una nueva actividad de supervivencia, la que desarro-llaban los “cartoneros”:

“Los últimos días de diciembre padecieron en Buenos Aires (Capital Federal) una lluvia implacable, con ráfagas violentas e inundaciones inesperadas en las zonas bajas de la ciudad. Una de las imágenes más desoladoras que vi entonces fue la de dos niños, de entre ocho y diez años, que clasifi caban la basura y separaban los cartones en unas ca-rretillas de aluminio. Arrastraban su carga de un montículo de residuos a otro.

Los chicos afrontaban la tempestad protegidos por unos bolsones negros de plástico, los mismos que sirven para acumular los desperdi-cios de las casas de departamentos. Ambos llevaban la carretilla hacia una concentración de otros cartoneros… donde venderían su colecta diaria a diez centavos el kilo.

Aunque la palabra cartonero es de uso ahora frecuente en Buenos Aires, la actividad de clasifi car y vender cartones y papeles desecha-dos se intensifi có hace sólo dos o tres años, al acentuarse el desampa-

Carro de cartonero. Villa Itatí.

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ro. Ahora se ven cartoneros casi por todas partes, sobre todo a partir del anochecer, en las calles del Centro, donde tienen sus depósitos a cielo abierto”.5

En el Gran Buenos Aires los niveles de pobreza alcanzaron en el año 2002 un 53,5% de hogares, lo que representaba el 64,4% de las personas, y la tasa de desempleo fue del 24,2%. La desocupación y la precariedad laboral afectaron particularmente a los jóvenes: en 2003 la tasa de desempleo se elevó al 37% en-tre los jóvenes de 18 a 23 años del Gran Buenos Aires y el 72% de los jóvenes ocupados estaban empleados en condiciones precarias.6

La crisis económica y en particular la crisis financiera del Estado tuvieron naturalmente una gran inf luencia sobre la educación. Se observó que el 42,9% de la población abandonó la escolaridad en los diversos niveles, pero siempre antes de completar la escuela secundaria. Entre los factores de naturaleza eco-nómica que incidieron en esta situación, se reconoce el deterioro del salario docente y de las condiciones de trabajo, que generaron conflictos sindicales y se limitaron así los días de clase; el deterioro y el poco mantenimiento de las instalaciones, y la ausencia de nuevas inversiones; la dispersión de esfuerzos en las tareas asistenciales que debía realizar la escuela; la deserción escolar y la no incorporación a la enseñanza media de los niveles de bajo ingreso.

Por otro lado, más allá de las condiciones coyunturales debidas al proceso de crisis económica, las políticas en materia de educación ligadas a las reformas del Estado encaradas en los años noventa, impactaron desfavorablemente en la eficacia del sistema educativo argentino. La Ley Federal de Educación7 intro-dujo modificaciones estructurales, entre las que se destacaron por sus efectos negativos las referidas a las funciones del Estado nacional en la materia y las que involucraban a la enseñanza técnica. El Ministerio de Educación de la Na-ción pasó de ser una agencia estatal prestadora en forma directa del servicio educativo a un “ministerio sin escuelas”: a partir de ese momento las provincias tuvieron a su cargo la gestión efectiva del servicio educativo y su correspon-diente financiamiento.

Una evaluación de la Reforma Educativa muestra que logró aumentar la tasa de escolaridad, pero como las provincias fueron aplicando la ley de manera muy desigual, los resultados entre las distintas jurisdicciones fueron muy heterogé-neos y en menoscabo de la calidad educativa. Además, las Escuelas Técnicas fueron el sector más golpeado por la Ley Federal de Educación. La formación técnica se redujo a un espacio curricular dentro de la enseñanza general básica (primaria) y a trayectos técnicos profesionales (TTP) de carácter no obligatorios en el nivel Polimodal (3º,4º y 5º años de enseñanza secundaria), de modo que se devaluaron los títulos obtenidos. Esta eliminación de la educación técnica de la estructura del sistema educativo fue fiel a un modelo de país que desconsideraba la producción propia con valor agregado.

5 Martínez, Tomás Eloy. “El país cartonero”, La Nación, Argentina. 25 de enero de 2003, pág. 19, Sección Opinión.

6 Datos elaborados a partir de INDEC (2007) “Incidencia de la pobreza y de la indigencia en 31 aglomerados urbanos. Resultados 1º semestre de 2007”. Información de Prensa, Buenos Aires, Ministerio de Economía y Producción. Disponible: http://www.entre-rios.gov.ar/dec/prensa/2007/comunicados_indec/lp_li_1sem.pdf. Fecha de acceso: 1/12/2008.

7 La ley Federal de Educación Nº 24.195, sancionada en abril de 1993, introdujo modif icaciones estructurales en el sistema educativo, como la ampliación de la obligatoriedad (de 7 años se pasó a 10), la reorganización de ciclos y niveles (sistema educativo basado en cuatro niveles: inicial, educación general básica (EGB), polimodal y educación superior, universitaria y no universitaria) y la reforma en los contenidos curriculares.

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1.3. La recuperación

Evolución de la situación económica y social durante el proyecto

Las autoridades políticas que tuvieron que enfrentar la crisis tomaron medidas drásticas con el objetivo de cambiar el modelo que había llevado el país a esa situa-ción: abandonaron la convertibilidad de la moneda y devaluaron el peso argentino, restringieron el gasto público y renegociaron la deuda pública, después de haber declarado el país en default. Al mismo tiempo, crearon un plan de ayuda contra la pobreza8, que alcanzaba a un millón de personas. Estas medidas, junto con un escenario de condiciones externas favorables, determinaron que los últimos cinco años hayan sido un período de marcada mejoría de la economía argentina: fuerte crecimiento, creación de empleo y reducción sustancial de la pobreza.

La siguiente infografía permite reconocer el proceso de reducción de la po-breza en el país en el período 2003-2006.

Fuente: Infografía publicada en Stang, Silvia. “Hay 1,64 millones de desocupados”,

La Nación. Argentina, 22 de noviembre de 2006, Economía.

Este proceso de recuperación también se observó en el Gran Buenos Aires: el porcentaje de hogares bajo la línea de pobreza pasó del 53,5% en 2002 al 15,6% en 2007, lo que representaba el 21,8 de la población de esa región. El índice de desempleo en el Conurbano pasó de 24,2% en 2002 a 7,7% en 2007.

8 El Plan Jefes y Jefas de Hogar fue establecido por el Decreto N y se basó en la propuesta del Diálogo Argentino, instan-cia de participación ciudadana convocada por el presidente Duhalde en 2002, con apoyo técnico del PNUD Argentina y logístico del Episcopado Argentino, para que los distintos sectores sociales generaran consensos y propuestas para superar la crisis (más in-formación en Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (2004) Evaluación del Diálogo Argentino, Buenos Aires, PNUD. Disponible: http://gsm.com.ar/clientes/PNUD/Sitio/informacion/libros_y_publicaciones.html. Fecha de acceso: 12/11/08). La prestación de este plan brindaba una ayuda económica mensual de $150 a todos los jefes y jefas de hogar desempleados con hijos menores, para garantizar el Derecho Familiar de Inclusión Social. Para más información véase AAVV (2003) Representatividad y funcionamiento de los Consejos Consultivos. Programa Jefas y Jefes de Hogar, Buenos Aires, AMIA/Caritas Argentina/Consejo Nacional Cristiano Evangélico/Foro del Sector Social/Grupo Sophia. Disponible: http://www.trabajo.gov.ar/programas/sociales/jefes/conaeyc/f iles/papercc.pdf. Fecha de acceso: 12/11/08.

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Fuente: Elaboración en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares, Dirección General de Estadísticas (2007) “EPH, Aglomerados de la Provincia de Buenos Aires”, La Plata, Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires.

Al enfocar el análisis en el grupo etario objetivo de las acciones del proyecto, se observa cómo los jóvenes, a pesar de la recuperación general, continuaban siendo el grupo más afectado por el desempleo: en el tercer trimestre de 2006 los jóvenes desocupados representaban a nivel nacional el 44% del total de los habitantes en esa situación. 9 Si bien en el periodo 2003–2006 la tasa de desocu-pación de los jóvenes entre 18 y 23 años bajó de manera muy consistente en el Gran Buenos Aires, pasando del 37,1% en 2003 al 25,1% en el tercer trimestre de 2006, duplicaba y más la tasa de desocupación general, que alcanzó en ese mismo periodo al 10,2%.

Actualmente, los jóvenes siguen siendo los que concentran una de las ma-yores proporciones de maltrato social: 3,5 millones de entre 14 y 24 años viven en hogares pobres; de ellos, 1,3 son indigentes. Hay más de 300.000 adoles-centes que no estudian ni trabajan y el 68% de los ocupados se desempeña en puestos informales.

Resulta evidente que este grupo ha sufrido con especial rigor las consecuen-cias del desempleo y la inserción precaria en el mercado laboral. En materia educativa, a mediados del año 200610, el 36% de los jóvenes no llegaba a com-pletar la educación secundaria y eran forzados a ingresar al mercado de trabajo con esa formación deficiente. Entre los no pobres, el 27% tenía el nivel medio incompleto mientras que entre los jóvenes pobres el 64% no había completado la secundaria.

La formación deficiente con la que las nuevas generaciones se incorporan al mercado laboral también indica que la fragmentación social se construye desde los inicios de la vida laboral y que el sistema educativo opera como un mecanis-mo de reproducción generacional de la pobreza. Entre los hogares de más bajos ingresos muy tempranamente los jóvenes sufren repitencia y su evolución dentro

9 Lépore, Eduardo y Diego Schleser (2005) “Diagnóstico del empleo juvenil”, en Trabajo, ocupación y empleo. Trayectorias, negociación colectiva e ingresos, Buenos Aires, Subsecretaría de Programación Técnica y Estdios Laborales, Ministerio de Trabajo.

10 Datos elaborados por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino en base a la EPH del INDEC del segundo semestre 2006. Para ver el informe completo, Instituto para el Desarrollo Social Argentino (2007) “Informe de Prensa: 2 de cada 3 jóvenes pobres no termina la secundaria” Buenos Aires, IDESA, 12 de agosto de 2007. Disponible: http://www.idesa.org/v2/noticias.asp?idnoticia=160. Fecha de acceso: 1/12/2008.

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del sistema educativo, en la mayoría de los casos, concluye con la deserción antes de terminar la educación media.

Del otro lado, entre 2003 y 2007 el mercado laboral argentino tuvo grandes mejoras en la posibilidad de crear puestos de trabajo. Sin embargo, se encontró con un inconveniente: cualquier pequeña reactivación o intento de localización de una nueva industria chocó con la falta de personal técnico especializado.11 Esta situación motivó a que el Estado promulgara en el año 2005 la Ley de Educación Técnica (Nº 26.058) con los objetivos de ordenar y regular la edu-cación técnico-profesional, a través de la mejora y el fortalecimiento de sus instituciones y programas con apoyo técnico y financiero; también ordenó la creación de un Fondo Nacional para su financiamiento. Las nuevas medidas tuvieron un rápido impacto, ya que se observó un incremento de la matrícula de las escuelas técnicas de la Provincia de Buenos Aires del 15,26% entre 2004 y 2006. En otras palabras, 15 mil alumnos se sumaron a este modelo educativo en los últimos años.12

Poco más tarde, dado el balance negativo de la Ley Federal de Educación para todo el sistema y como resultado de una ronda de consultas tanto dentro del sistema educativo como a distintos actores de la sociedad, a fines de 2006 se san-cionó una nueva Ley de Educación Nacional (Nº 26.206), que extiende la obli-gatoriedad hasta la finalización del nivel secundario, y que entre otros objetivos, impulsa la vinculación de la escuela con el mundo de la producción y el trabajo, lo que posibilita la realización de prácticas educativas en empresas, organismos estatales y organizaciones de la sociedad civil. Sin duda, esta ley, actualmente en vigencia, constituyó una respuesta a las consecuencias de la legislación imple-mentada en los noventa, que no generó soluciones a los problemas estructurales de la educación y que además agudizó las diferencias regionales, por grupos de ingresos y por tipo de educación.

Sin embargo estamos ante una solución de corto y mediano plazo que coadyu-va a frenar el deterioro y comenzar su reversión. Queda pendiente el debate de un nuevo modelo educativo como eje central de un proyecto. Para avanzar en esa dirección, se requiere además planes concretos que sirvan de instrumentos para acceder a los objetivos fijados. Son programas para evitar la repitencia como ante-cedente inmediato del abandono escolar, en cada tramo y en la continuidad de las etapas educativas, para garantizar que todos los adolescentes completen como mí-nimo la enseñanza media, para mejorar la calidad de la gestión educativa y el nivel de participación de la educación pública en los distintos segmentos de enseñanza.

“Los jóvenes con mayores necesidades económicas que van al se-cundario asisten a las escuelas más pobres en estructura edilicia, con menos recursos didácticos, baja formación y capacitación docente, poca inserción en la comunidad y escasa integración con los padres y organización interna. Por lo tanto, la segregación que se da en la es-cuela primaria se extiende al nivel medio”.13

11 El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) comenzó a publicar en 2004 el Índice de Demanda Laboral Insatisfecha. En el último trimestre de 2007 la demanda insatisfecha total ascendía al 45%. De este porcentaje, el 30% correspon-día a trabajadores calif icados y el restante 15%, a personal sin calif icación.

12 Datos producidos por la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires presentados en agosto de 2006 en el “Plan de mejoras a la educación técnica”, enmarcado en la Ley de Educación Técnico-Profesional.

13 Llach, Juan José. “El secundario esconde fuertes desigualdades”, La Nación, Argentina. 16 de noviembre de 2006, Sección Cultura.

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2.1 La conformación de alianzas

El contexto argentino de gravísima crisis económica, social y política pro-vocó que a principios de 2002 la organización italiana ProgettoMondo Mlal contactara a la Fundación SES de Argentina, con quien había trabajado en el pasado, a fin de profundizar las relaciones de cooperación para enfrentar la difí-cil emergencia. Efectivamente, a raíz de la dura crisis de 2001, las iniciativas de la Cooperación Italiana14 en el país, sensiblemente reducidas durante la década del noventa, retomaron centralidad cuando los gobiernos italiano y argentino replantearon la estrategia de intervención y definieron un nuevo conjunto de áreas prioritarias, lo que ofreció la posibilidad de apoyar proyectos enfocados en la formación y la inserción laboral de jóvenes del Gran Buenos Aires.

14 La Cooperación Italiana depende del Ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno italiano.

2. Los orígenes del proyecto

Jóvenes frente al mural pintado por la comunidad del Barrio San Roque. Fundación Crear Vale la Pena.

Fundación SES

Fundación SES (Sustentabilidad, Educación, Solidaridad) es una orga-nización social fundada en 1999 con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Su misión es trabajar por la inclusión educativa, social, política y económica de los adolescentes y jóvenes con menos oportunidades, impul-sando y acompañando procesos de desarrollo local sustentables. Participa activamente en distintas redes internacionales y se asocia con otras orga-nizaciones nacionales e internacionales para realizar campañas o impulsar actividades que promuevan la inclusión juvenil en sus distintas expresiones y modalidades. Desarrolla metodologías y genera propuestas a nivel nacio-nal y regional, que puedan incidir en la construcción de políticas públicas de educación, trabajo y juventud.

En colaboración con organizaciones sociales, empresas y organismos públicos trabaja en más de 50 pueblos y ciudades de Argentina. A nivel in-ternacional, articula acciones con organizaciones y organismos públicos del Mercado Común del Sur (Mercosur) e Iberoamérica, a la vez que participa en distintos espacios globales de cooperación y desarrollo. Desde su crea-ción, junto con organizaciones sociales, escuelas, empresas y organismos públicos de distintos niveles, Fundación SES ha posibilitado que 50.000 adolescentes y jóvenes vieran fortalecidas sus posibilidades educativas, sus competencias laborales y su protagonismo comunitario.

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El proyecto Buenos Aires para los Jóvenes, que rápidamente adoptó el nom-bre BAJ, se generó entonces como resultado de las relaciones de cooperación entre organizaciones no gubernamentales y con el apoyo del gobierno italiano. Se focalizó en las poblaciones de adolescentes y jóvenes en situación de alta vulnerabilidad. El territorio de intervención seleccionado, denominado Gran Buenos Aires, constituye la mayor concentración urbana de Argentina.15

Territorios de intervencióndel proyecto

A fin de ejecutar el proyecto, Fundación SES convocó a organiza-ciones sociales de larga trayectoria en el trabajo con adolescentes y jó-venes de los barrios más desfavoreci-dos de la zona y con reconocimiento en el territorio. Así se conformó una alianza estratégica entre las organi-zaciones del Gran Buenos Aires por la inclusión social juvenil.

15 El Gran Buenos Aires, también denominado Conurbano Bonaerense está conformado por diferentes localidades de la Provincia de Buenos Aires que rodean la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, capital del país que no pertenece a la provincia del mismo nombre.

ProgettoMondo Mlal

Es una asociación no gubernamental con sede en Verona, Italia, cons-tituida en 1966, que promueve y apoya procesos de desarrollo en América Latina y África. Trabaja en distintos ámbitos temáticos: defensa de los de-rechos humanos y promoción social, con atención especial a las minorías y a las cuestiones de género; salvaguardia del medioambiente y la seguridad alimentaria; desarrollo rural sustentable; formación profesional, autoges-tión de emprendimientos e inserción en el mercado del trabajo; tutela de la infancia en riesgo y defensa del derecho a la educación para niños y adoles-centes.

En Italia la ONG fomenta el encuentro y el intercambio entre culturas diferentes con seminarios, debates, actividades de formación y educación orientadas a la paz y al desarrollo, campañas de solidaridad y otras activida-des destinadas a estimular e involucrar a la sociedad civil.

A nivel internacional, en sus cuatro décadas de existencia, Progetto-Mondo Mlal ha realizado alrededor de 350 proyectos y ha enviado a Améri-ca Latina y África más de 870 voluntarios y profesionales que han trabajado y trabajan en las problemáticas sociales más urgentes de esas regiones.

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Las organizaciones aliadas

Asociación Civil El EncuentroLa Red El Encuentro nació a principios de los noventa, en plena crisis

de hiperinf lación. En ese momento, siete centros comunitarios decidieron hacer frente en forma conjunta a la difícil situación de tener que subsistir casi sin recursos y con muy poco apoyo del Estado, pensando en las ma-yores posibilidades que les daría hacer las gestiones en grupo y de forma organizada.

En sus comienzos, y durante mucho tiempo, dedicó sus esfuerzos a resolver las urgencias: brindó subsidios, donaciones de comida y artículos para niños, y cubrió otras necesidades de los centros comunitarios que la integran. Gradualmente y en la medida que estas gestiones lo permitían, la red se fue organizando y las actividades se multiplicaron, de modo que inte-gró en su accionar otros ámbitos del trabajo comunitario que le permitieron posicionarse como un interlocutor válido y con capacidad de inf luencia en la discusión de las políticas públicas.

Actualmente está conformada por unas 20 instituciones que nuclean a más de 4000 chicos y 200 adultos, y su zona de inf luencia incluye los dis-tritos de José C. Paz, General Sarmiento, Malvinas Argentinas, Cuartel V y Pilar, en la zona noroeste del Gran Buenos Aires.

Fundación Crear vale la penaEn 1993 la Fundación El otro implementó un programa de educación

artística, en el marco de sus proyectos de apoyo a la educación formal. A raíz del crecimiento del trabajo que se venía realizando en los barrios y de la necesidad de dar un paso más en las acciones emprendidas, en 1997 se formó la Fundación Crear vale la pena.

Esta institución propone consolidar un modelo de desarrollo social que contribuya al mejoramiento de la calidad de vida de las personas, y espe-cialmente de los jóvenes, recuperando el valor del arte y la cultura como motores de la vida social. Su área de acción son los distritos de San Isidro y San Fernando, en la zona norte del Gran Buenos Aires.

Las acciones se llevan adelante desde dos centros culturales comuni-tarios, concebidos como lugares privilegiados para la formación artística y organizativa de los jóvenes, de modo que estos se conviertan en miembros activos y protagonistas de su comunidad. Allí se dictan los talleres y se forma a los animadores socio-culturales, los docentes, los artistas y los téc-nicos. Están ubicados en barrios marginales de las localidades de Beccar y Boulogne en el distrito de San Isidro.

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Fundación de Organización Comunitaria - FOCLa FOC es una organización social que tuvo sus orígenes como un mo-

vimiento popular de mujeres en los primeros años de los ochenta, durante la dictadura militar. Su centro de acción se encuentra en Lomas de Zamora, distrito perteneciente al sector sur del Gran Buenos Aires, y actualmente despliega distintos programas de desarrollo social y acciones de asistencia técnica a otras instituciones y gobiernos de diversas provincias de la Ar-gentina.

La política institucional de la FOC da cuenta de la complejidad de los actuales escenarios sociales locales y nacionales. Para eso, la construcción de alianzas con actores significativos de la esfera pública (gubernamental, académica) y privada (cámaras, empresarios, empresas, sindicatos), la pro-moción y participación en redes de cooperación, la generación y sistemati-zación de conocimientos sobre la base de su experiencia son estratégicas en vistas a incidir en las políticas públicas.

A partir de las iniciativas desarrolladas en dos décadas de funciona-miento, miles de jóvenes pudieron capacitarse en oficios, desarrollar em-prendimientos productivos, participar en pasantías empresariales y realizar actividades ligadas a la cultura, la ciudadanía y los deportes, recuperando así la propia identificación como sujetos de derecho.

La Fundación CREAR desde la Educación PopularSe trata de una organización que trabaja ininterrumpidamente desde

el año 1987 con sectores populares del conurbano bonaerense y del Gran La Plata, contribuyendo a la organización de las personas y/o grupos que se asocian para hacer valer sus derechos y satisfacer sus necesidades. Ha impulsado actividades de desarrollo vinculadas con la atención de la niñez y la adolescencia en situación de alta vulnerabilidad social y con la forma-ción para el trabajo e inserción laboral de adolescentes, jóvenes y adultos. Asimismo, brinda asistencia técnica a organismos públicos y organizaciones sociales en prevención de la violencia social e institucional, promoción de los derechos ciudadanos y el acceso a la justicia, fortalecimiento del desa-rrollo local y la economía social, atención de grupos en situación de alta vulnerabilidad social y fortalecimiento de redes sociales.

En esta l ínea, a lo largo de su historia fundó 12 jardines comunitarios de atención a la primera infancia, capacitó a más de 300 mujeres en la aten-ción de niños en situación de riesgo biológico social, redactó la currícula del Curso de Asistente Infantil incorporado a las ofertas de Formación Profesional de la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, instruyó a más de 1000 jóvenes y adultos en la prevención de las adicciones, capacitó a 200 docentes en la prevención de la violencia en las escuelas, creó una red de 400 jóvenes y adultos competentes en el diseño participativo de estrategias de mejor acceso a la justicia y de promoción de derechos ciudadanos, puso en funcionamiento seis proyectos productivos gestionados integralmente por jóvenes, edita la revista comunitaria “V Si-glos Igual”, formó a más de 200 jóvenes en diferentes oficios (zapatería, apicultura, electricidad, lombricultura, tornería, nuevas tecnologías de la información, etc.) e implementó la creación de diez bancos populares que asignaron más de 600 microcréditos. Está conformada por profesionales y líderes comunitarios que comparten el objetivo de transformar las condi-ciones concretas de existencia de la población empobrecida, con especial atención en los jóvenes.

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Aunque el proyecto nació para hacer frente a la emergencia, fue concebido como un instrumento de promoción del desarrollo y la transformación social, y no como simple medio de contención. Pero además, la crisis había calado hondo en los jóvenes y eso obligó a las organizaciones sociales a buscar estrategias de largo plazo para hacer frente a problemas estructurales y profundos que involu-craban a una generación entera que estaba ajena al mundo laboral:

“Entrevistar a los jóvenes y preguntarles qué es una fábri-ca y te decían ‘ah, ese lugar que siempre está cerrado’...” (un integrante del equipo de FOC).

Estas estrategias de largo plazo se ref lejaron y reforzaron en el momento en que se definió el objeto central del proyecto BAJ: la participación de los jóvenes y su inserción en el mundo del trabajo de manera digna y calificada, buscando respuestas a un contexto que presentaba graves problemas a nivel económico y social.

2.2 La situación de las organizaciones al empezar el proyecto

La reconstrucción de la situación de partida de las organizaciones a través de sus líneas de trabajo, interrogantes y prioridades permite distinguir los primeros elementos conceptuales y metodológicos sobre los que se configuró el proyec-to BAJ, y las singularidades de los enfoques adoptados por cada organización. Como se ha detallado en su presentación, al momento de empezar el proyecto, las cuatro organizaciones venían trabajando hacía años en el Gran Buenos Aires, trazando caminos propios con enfoques distintos y muy específicos. Así, cada una tenía un desarrollo particular al iniciar el proyecto y estas circunstancias determinaron que lo ejecutaran adaptando sus líneas estratégicas.

Hasta ese momento, el objetivo común de la transformación social se había traducido en prácticas e instrumentos muy diversos. Crear vale la pena trabajaba para la integración social de jóvenes a través de actividades culturales y artísti-cas; la Red El Encuentro realizaba, a través de sus centros comunitarios, activi-

Estrategias del proyecto en su concepción original

El proyecto estuvo orientado a la inclusión social y laboral de adoles-centes y jóvenes con menos oportunidades de las periferias urbanas del Gran Buenos Aires mediante tres estrategias integradas:

Capacitación de adolescentes y jóvenes (para el trabajo y el l ide-razgo juvenil).Fondos para proyectos juveniles (destinados a iniciativas produc-tivas y de fortalecimiento de grupos juveniles) y para proyectos de fortalecimiento institucional (destinados a organizaciones de referencia de los jóvenes).Creación y desarrol lo de mesas de actores empresar ia les y socia les.

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dades de apoyo a las necesidades primarias, junto con acciones de formación en los ámbitos político-social y comunicacional; la Fundación Crear desde la Edu-cación Popular se enfocaba en las organizaciones de base para transformar las condiciones de los sectores populares; y la FOC trabajaba con redes de jóvenes para el desarrollo local.

La llegada de un proyecto común promovido por la Fundación SES como agente articulador constituyó una oportunidad propicia para enriquecer la re-f lexión que cada organización realizaba en su interior, en torno a cómo seguir trabajando en el contexto de crisis institucional y de escasez económica que se había instalado. Todas las organizaciones se vieron afectadas por la difícil situación del contexto, y se hacían preguntas sobre el contenido y el sentido de sus prácticas. Este proyecto sirvió para potenciar respuestas colectivas ante esas preguntas y en ocasiones se alcanzaron salidas y soluciones innovadoras a la situación de crisis.

Crear vale la pena: “Nosotros no somos un comedor”

“Desde los estatutos de Crear se habla del trabajo con jóvenes, así que para nosotros en ese momento no se nos apareció el tema de los jóvenes, no ocurrió que teníamos que

enfocarnos en ellos, Crear siempre trabajó con esa población. Pero no lo hizo tratando de contener en función de una crisis sino de generar una identidad, de reafirmar los dere-

chos de los pibes a pensarse diferentes en relación a como los pensaba la escuela, diferentes de cómo los pensaba el sistema en general”

(un integrante del equipo de Crear vale la pena).

Mural del centro cultural Puertas al Arte. Crear Vale la Pena.

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Crear vale la pena había realizado un diagnóstico participativo con los jó-venes con quienes ya trabajaba, para poder identificar posibles áreas, líneas y metodologías de intervención. La capacitación en oficios, la formación para el trabajo, el impulso de la participación y del liderazgo juvenil fueron las necesi-dades más fuertes que surgieron de este diagnóstico.

Pero también en ese momento, se hacía fuerte la presión por el asistencialis-mo: en los barrios donde se encuentran los centros comunitarios de Crear vale la pena, las urgencias necesitaban una respuesta y en la institución se abría un debate sobre la oportunidad de transformarse en comedor comunitario. Sin em-bargo, se afirmó finalmente la voluntad de seguir la misión institucional, para no perder la identidad sino potenciarla. Los centros culturales comunitarios promovidos y administrados por la organización se convirtieron en los pocos espacios de los barrios donde se realizaban actividades recreativas y culturales, y no solamente de simple asistencia o contención. Y con esa decisión tomada, se empezó a trabajar en el proyecto BAJ.

Crear vale la pena venía desarrollando hacía tiempo un programa de forma-ción profesional para adolescentes y jóvenes en el campo artístico y comunitario. Dicho programa estaba organizado en vías educativas diferentes y complementa-rias, una de las cuales era la de trabajadores del arte. Este campo incluía la forma-ción de técnicos de sonidos, iluminadores, realizadores de vestuario, escenografía, caracterización y producción de eventos. Los jóvenes interesados se acercaban a los talleres y, paralelamente a la formación, realizaban sus prácticas aplicando sus conocimientos e ideas en los proyectos de producción artística de la fundación.

En algunos casos surgió la oportunidad de que los jóvenes ingresaran al mercado de trabajo. Pero hasta ese momento, la inserción laboral no había te-nido que ver con un plan institucional preestablecido, sino con la aparición de oportunidades profesionales. En este sentido, las actividades realizadas en este campo fueron significativas solo desde un aspecto exploratorio. Sin embargo, su evaluación positiva impulsó a diseñar e implementar un plan de acción siste-mático para responder a un mercado de trabajo que demandaba iluminadores y técnicos de sonidos y a jóvenes vinculados al programa que manifestaban interés en desarrollarse profesionalmente en estos oficios. Asimismo, la fundación dis-ponía de una estructura, equipamiento y espacios culturales y comunitarios que podían potenciar el desarrollo del plan.

En ese contexto, el nuevo proyecto BAJ fue muy valorado, ya que permitía fortalecer y ampliar las acciones, así como brindar acompañamiento para el de-sarrollo de los emprendimientos en este campo, y de los procesos de formación y de facilitación para la inserción laboral de los jóvenes. Al respecto, se planteó necesario completar la formación en el desarrollo de emprendimientos produc-tivos y la capacitación específica en el oficio, para brindar las herramientas que les permitieran a los jóvenes generar emprendimientos artístico-comunitarios y ampliar su empleabilidad.

FOC: “La continuidad del programa Desafío”

En el año 2001 la FOC empezó a desarrollar el programa “Desafío”16, cuyos objetivos son crear un sistema de inclusión social para adolescentes y jóvenes,

16 El proyecto se realizaba en alianza con la autoridad educativa de la provincia de Buenos Aires, la Dirección General de Cultura y Educación, como socio principal. Se instrumentaba en escuelas secundarias que pertenecían a ocho distritos donde los jóvenes recibían capacitación en of icios y servicios. Al día de hoy, más de 6500 adolescentes y jóvenes volvieron a la escuela por

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consolidar una oferta educativa amplia orientada a retener en la escuela a los jóvenes excluidos del sistema formal y fortalecer espacios de participación. Te-niendo este programa como antecedente, la inserción del proyecto BAJ se realizó adecuando las estrategias y las metodologías a las que ya estaban en proceso de desarrollo y consolidación. Los ajustes para el BAJ se harían progresivamente, pero en principio estuvo claro que tanto esta iniciativa como la que venía ins-trumentando la organización buscaban enfrentar el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de los jóvenes, que en ese entonces eran “los más pobres entre los pobres”.

“Con el surgimiento del BAJ pudimos realizar proyectos más puntuales para la inserción laboral de algunos de esos grupos de jóvenes que estaban trabajando en ‘Desafío’, por ejemplo, para su reinserción escolar (...) Había que hacer un trabajo mucho más intensivo, incluso de expectativas de fu-turo” (una integrante de FOC).

Por eso, desde la perspectiva de la FOC se trataba de diseñar estrategias que no aportaran más fracasos a la vida de los jóvenes, teniendo en cuenta que iniciaban el proceso en situación de alta vulnerabilidad y con conductas autodes-tructivas vinculadas a las adicciones y la marginalidad. La apuesta era iniciar un proceso de tamización y revisión de conceptos desde lo vivencial y lo práctico, para que una vez constituidas la bases y la confianza, los jóvenes definieran e implementaran su proyecto microemprendedor. Los elementos que se recono-cían como clave eran: el acompañamiento y el asesoramiento de técnicos, y ani-madores sociales para fortalecer y sostener al joven en este proceso.

Fundación CREAR: “Falta de capital social”

En 2002, la Fundación Crear realizó un diagnóstico local con la participa-ción directa de los jóvenes de los barrios donde trabajaba. Esta iniciativa buscó fortalecer a las organizaciones vinculadas con la juventud, conformando una red que, progresivamente, articulara recursos y acciones, y desarrollara una mirada estratégica con objetivos a mediano y largo plazo a favor de los adolescentes del barrio. A partir de esta experiencia Crear inició una serie de actividades orien-tadas a la contención y la capacitación de jóvenes (filmación de eventos, talleres de ref lexión sobre su proyecto de vida, aspectos sociolaborales, etc.), creó un espacio de referencia en Villa Alba que brinda diversas actividades (taller de peluquería, música, pintura) y que organiza eventos (bailes, cenas, campamen-tos, videoproyecciones, etc.). Asimismo, gestionó un proyecto de capacitación en apicultura, con la intención de formar una cooperativa de producción, que obtuvo la financiación parcial del gobierno de la provincia.

Por otro lado, la Fundación Crear venía participando con otras doce organi-zaciones en un espacio de múltiples actores convocado por la ex Delegación de Menores de La Plata17 con el objetivo de desarrollar estrategias de contención y

medio del programa, que promueve la inclusión socio-educativa de adolescentes y jóvenes en situación de pobreza. Su objetivo es que los jóvenes puedan completar sus estudios secundarios (EGB o Polimodal), aprendan un of icio y se inserten en el mundo del trabajo a través de pasantías rentadas en empresas o emprendimientos productivos propios.

17 Depende de la Subsecretaría de Niñez y Adolescencia de la provincia de Buenos Aires cuya función es diseñar y coordinar la aplicación de políticas de responsabilidad penal juvenil.

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reinclusión educativo-laboral de los adolescentes en riesgo y/o en conflicto con la ley penal. Desde este espacio se proyectaron talleres de integración social por el arte; espacios de ref lexión sobre problemáticas vitales para adolescentes; y cursos de capacitación en electricidad y carpintería dictados por la Dirección de Educación de Adultos y Formación Profesional de la provincia.

En el inicio del proyecto BAJ se definieron como centrales las estrategias de formación para el trabajo y de participación juvenil, en sintonía con las iniciati-vas desarrolladas y proyectadas hasta ese momento:

“Las líneas del BAJ tuvieron que ver inicialmente con el diagnóstico participativo en tres localidades, y con visualizar por qué lado, cuales eran las estrategias para trabajar con jóvenes, cuáles eran las causas que llevaban a los jóvenes a la vulnerabilidad, cómo atacar esas situaciones. Y entonces la organización siguió trabajando en esas líneas que tienen que ver con las cuestiones de liderazgo, de participación ju-venil, con la situación laboral” (un integrante de Crear La Plata).

Sin embargo, hubo mucho por construir, en términos de relaciones, alianzas con instituciones públicas y privadas y con empresas, que serían clave para la efectividad del programa por comenzar. La construcción de una red de alianzas estratégicas intersectoriales constituía al mismo tiempo una de las primeras acti-vidades a emprender y una línea transversal de todo el desarrollo del proyecto.

El Encuentro: “Dar respuesta a las necesidades básicas”

Cuando comenzó el BAJ, El Encuentro tenía que enfrentarse a su historia, a su identidad, que estaban muy ligadas a la asistencia de necesidades básicas des-de su red de centros comunitarios en el partido de José C. Paz. Esta misión insti-tucional no se perdió al integrarse al proyecto y mantuvo su importancia hasta la actualidad, dado que aún siguen vigentes las mismas urgencias y necesidades.

Pero en coincidencia con la llegada del proyecto se hizo más fuerte la nece-sidad de impulsar un trabajo de formación más política, para poder entregar a los jóvenes respuestas sobre la realidad tan compleja que los rodeaba, profunda-mente agudizada por la crisis. En este sentido, la organización reconoció la ne-cesidad de revalorizar el concepto de trabajo como forma de fortalecimiento del sujeto social, creativo y productivo para sí mismo y su comunidad. Asimismo, se propuso fortalecer los conocimientos que estaban en las comunidades mediante su difusión y la mejora de su aplicación. De esta manera empezó un proceso de formación y crecimiento de los educadores y voluntarios de los centros, que en muchos casos vivían en las mismas condiciones que los jóvenes con quienes trabajaban. Fue en este trabajo sobre la identidad institucional donde se insertó el proyecto BAJ.

“Pero entonces, surge la necesidad de tener una mirada un poquito más política de la realidad, de la historia, y la ne-cesidad de formarse más para el trabajo, para un ofi cio. Eso empieza a surgir como una idea que hasta acá no había sur-gido así como grupo, como red. El BAJ se suma y ahí empe-zaron los talleres en los que se mira y analiza la realidad, en los que se mira cosas de historia” (un integrante de El Encuentro).

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La red El Encuentro trabajaba con jóvenes que, cuando eran chicos, asistían a sus centros comunitarios: concurrían a la guardería, comían en los comedores, después recibían apoyo escolar en la organización hasta que cumplían 14 años. A partir de allí, cuando dejaban los programas, de repente se convertían en “pe-ligrosos”. Al respecto, El Encuentro señala que las nuevas políticas sociales que aparecieron como programas o proyectos sectoriales focalizados hacia determi-nados perfiles demo-socio-culturales determinaban que los mayores de 14 años ya no podían participar de programas como el que sostenía el espacio de apoyo escolar, por lo que los jóvenes se quedaban sin un lugar donde participar en los centros comunitarios.

Sin embargo, frente a esta situación, los jóvenes no dejaron de hacer esfuer-zos para conquistar espacios propios en varios de los centros culturales de la red: se reunían informalmente en una canchita de fútbol, se juntaban a leer, y generaban de esta manera que los adultos se ocuparan de ellos. Progresivamente estas acciones impulsaron a la red, los centros comunitarios con apoyo escolar y los jóvenes a aunar esfuerzos para crear su propio espacio y surgió el “grupo de jóvenes” en los diferentes centros. Así, se fueron preocupando por su identidad, descubrieron experiencias de otros jóvenes y querían crecer. Cuando se creó el BAJ, vieron esta iniciativa como una posibilidad para generar algo propio.

Dado que El Encuentro ya contaba con un área de comunicación, que incluía la estación de radio “FM Tinkunako”, una radio móvil y ediciones de video, el BAJ apareció como una excelente oportunidad para que los jóvenes se integra-ran al proceso de comunicación, que investigaran, deliberaran, opinaran y reali-zaran producciones audiovisuales y radiales. En otras palabras, permitió que los jóvenes generaran con la práctica una estética propia, que realizaran la produc-ción de sus propios mensajes utilizando las consolas de sonido, trabajando en un laboratorio videográfico, tomando una cámara y desarrollando su propia visión de la realidad, dibujando, desdibujando su entorno.

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Hemos visto que el objetivo común de las organizaciones era mejorar la realidad de los jóvenes en su comunidad, favoreciendo el desarrollo de nuevas capacidades para insertarse en una sociedad que parecía rechazarlos y a la cual pertenecían con pleno derecho. Desde el principio, las organizaciones sociales tuvieron la intención de ir más allá de la contención de problemas puntuales o de la entrega de asistencia inmediata.

Por sus historias de vida, el lugar donde les había tocado nacer y vivir, y la situación económica y social que atravesaba Argentina, los jóvenes que partici-paron en el proyecto Buenos Aires para los Jóvenes tenían enormes desventajas a la hora de insertarse en el mundo del trabajo y en la sociedad en general. El proyecto se puso entonces como objetivo principal ayudarlos en la difícil tarea de integrarse en ese mundo que parecía tan hostil para ellos.

3.1 La convocatoria a los jóvenes

¿Cómo se lograría llegar a los potenciales participantes del proyecto que vivían en barrios empobrecidos? ¿Cuáles eran los mecanismos institucionales para garan-tizar la convocatoria de los jóvenes? Estas preguntas guiaron la sistematización de las modalidades asumidas por cada organización para asegurarse la llegada a la población objetivo. A continuación se presentan los detalles de cada experiencia.

Crear vale la pena: “En los centros culturales están los referentes”

Crear trabaja en barrios en situación de pobreza desde hace más de diez años y los referentes barriales de los centros culturales comunitarios son los respon-sables de la convocatoria. Ellos viven en los barrios cercanos a cada centro y, junto a los coordinadores y los integrantes de los equipos de gestión, tienen la tarea de convocar a los jóvenes a través de la difusión de las actividades que se realizan allí. La mayoría de estas personas son adultos que tienen un alto nivel de pertenencia institucional, lo que les permite difundir fácilmente la propuesta de trabajo social de la organización.

Para el BAJ, la fundación convocó a jóvenes que ya tenían algún tipo de conocimiento en las temáticas que se iban enseñar o que habían manifestado previamente su interés en participar. Se hizo una amplia campaña de difusión a través de carteles en los barrios y escuelas cercanas, se difundió en espacios de radios barriales y a través del contacto con otras organizaciones de la zona, y se realizaron reuniones informativas para los jóvenes.

3. Metodologías utilizadas

Jóvenes en clase de video. Asociación civil El Encuentro.

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Fundación CREAR: “La mesa barrial convoca”

En Crear, las “Mesas de Desarrollo Socioeducativo Local” (mesas barria-les) son una herramienta organizativa relevante, que está integrada por actores sociales del barrio, referentes del distrito escolar, del centro de salud, del cen-tro comunitario, etc. de cada lugar. Estas mesas desarrollan distintas acciones: llevan adelante proyectos puntuales relativos al desarrollo socio-educativo de los jóvenes, acompañan a los jóvenes insertos en algún proyecto, producen una verdadera “asociación” de actores para el diseño, la planificación y la gestión de políticas de desarrollo local, etc. Las organizaciones barriales de la mesa están también encargadas de convocar a los jóvenes a participar del BAJ y son responsables de la asistencia, el compromiso y las distintas dificultades que se le pueden presentar a cada participante durante su tránsito por el proyecto.

El Encuentro: “La vulnerabilidad juega en contra”

El Encuentro se apoyó en todas las instituciones integrantes de su red (cen-tros comunitarios, comedores, jardines infantiles) para convocar a los jóvenes del barrio que concurren allí. Asimismo organizó espacios comunes de inter-cambio (actividades recreativas o informales) con el propósito de incrementar el vínculo entre ellos y lograr su adhesión a las distintas propuestas de capaci-

Integrantes de la Red de jóvenes de FOC

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tación del proyecto. A su vez garantizó desde el principio que todos los jóvenes dispusieran de recursos monetarios para trasladarse a las actividades (talleres, encuentros, etc.).

FOC: “Los jóvenes convocan a otros jóvenes”

La FOC considera imprescindible que el joven que se percibe y se encuentra en situación de desventaja sea convocado a las actividades formativas por un par. Es decir, por otro joven de su misma comunidad que posea y comparta có-digos comunes y que ya haya transitado por espacios formativos, incorporando elementos que hayan aumentado su autoestima y su capacidad para desenvolver-se en espacios de trabajo y/o comunitarios. Esta convocatoria entre pares sirvió de espejo a los jóvenes que habían sido expulsados de espacios estructurantes de un proyecto de vida, permitiéndoles visualizar y experimentar nuevas oportuni-dades de inclusión social.

3.2 Las actividades según los ejes de intervención Todas las organizaciones tenían en claro que el objetivo de su trabajo coti-

diano era la transformación social. La manera de alcanzar este objetivo ambi-cioso fue parte del proceso específico que cada una llevó a cabo en el marco de un plan común. El proyecto permitió abrir distintos espacios conectados entre sí, para dar respuestas a los jóvenes que no solamente demandaban trabajo digno, sino también participación, formación, cultura y ayuda para comprender la realidad.

A los fines de establecer una clasificación de las acciones instrumentadas, se distinguen dos macro–ámbitos de intervención:

La participación juvenilLa formación para el trabajo

Estos ámbitos de intervención estuvieron presentes, ya sea en forma explícita o implícita, a lo largo del proyecto. En efecto, al profundizar el análisis con los responsables de las acciones, se reveló que la conexión entre los distintos espa-cios se había convertido en algo necesario. En la práctica existió una estrecha unión para poder alcanzar los objetivos fijados. Sin embargo, la necesidad de esta conexión como par indisociable de intervención, “formación para el traba-jo-participación juvenil”, no se advirtió desde un principio en todos los casos ni en todas las organizaciones. Entonces, a partir de las primeras experiencias se realizaron ajustes en las metodologías que llevaron a unir y complementar los distintos ámbitos.

Por eso se hace necesario un análisis por separado de estos espacios para po-der rescatar y valorizar las metodologías utilizadas y los resultados alcanzados. Para ello, se presenta en primer lugar la clasificación de las actividades realizadas por cada organización según los ámbitos de intervención anteriormente mencio-nados. Las actividades que se enumeran en el siguiente cuadro conformaron el universo sobre el cual se centró el proceso de ref lexión de esta sistematización.

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Ámbitos de intervención

Crear vale la pena El Encuentro FOC Crear desde la educación

popular

PARTICIPACIÓN JUVENIL

Capacitación en dere-chos y ciudadanía

Formación para el fortalecimiento de equipos de gestión y administración de centros culturales

Talleres de “video proceso”Encuentros de intercambio de jóvenes

Formación sociopo-lítica y sociolaboral para jóvenes que se integran a centros comunitarios

Talleres de radio para el equipo de jóvenes de la radio “FM Tihuanako”

Taller de iniciación a la comunicación radial

Encuentro de participación e intercambio con jóvenes de otras organizaciones y otros barrios.

Encuentros de intercambio e integración con participantes de otras iniciativas

Formación en pro-ducción de video

Formación en radio comunitaria

FORMACIÓN PARA EL TRABAJO

Capacitación en gestión de centros cul-turales comunitarios

Formación de forma-dores en arte y trans-formación social

Formación en produc-ción artística (obra “Interior americano”, grupo de “teatro foro”)

Formación de intér-pretes de la obra teatral “Argentina es afuera”

Capacitación técnica para producción y gestión de un empren-dimiento autogestio-nado (merchandising)

Capacitación en producción técnica (operación de luces, sonido, grabación de audio); producción ejecutiva

Capacitación en video y fotografía

Taller de radio avan-zado con prácticas en FM

Taller de radio para equipo de jóvenes de la radio FM

Taller de carpintería artesanal

Talleres de formación social y política para el fortalecimiento del rol de educadores y coordinadores de grupos de jóvenes

Talleres de actua-lización en proble-máticas juveniles e intervención para el fortalecimiento del rol de educadores de los espacios de jóvenes

Capacitación socio-laboral para la em-pleabilidad (empleo y autoempleo)

Capacitación de tutores para el acompañamiento de la primera etapa de emprendimien-tos juveniles

Capacitación en tornería e inserción laboral de jóve-nes formados en fábricas

Talleres de forma-ción sociolaboral

Apoyo a una inicia-tiva productiva ju-venil (apicultura)

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3.3 Innovaciones metodológicas

La implementación de las actividades en las organizaciones dio lugar a for-mas de abordaje que se fueron consolidando y perfeccionando con la prácti-ca. Muchas de ellas se convirtieron en verdaderas innovaciones metodológicas que contribuyeron, desde la perspectiva de los actores ejecutores, al proceso de aprendizaje de los jóvenes y al incremento de su participación e inclusión labo-ral. A continuación, se describen algunas de ellas.

3.3.1 Elementos innovadores de la FOC

Con el diseño de la capacitación para la empleabilidad (trabajo en relación de dependencia y autoempleo), la FOC buscó desde el inicio características distintas a las de la escuela y el aula. Para empezar, se plantearon horarios y modalidades diferentes: el espacio de capacitación era en lugares diversos y el horario también variaba. Por otro lado, se procuró crear situaciones que apelaran a la voluntad de los chicos, que les generaran exigencias en cuanto al día y el horario. A su vez, tenían que evitar la superposición de los tiempos de la capacitación con los de la educación formal. Por eso decidieron hacerla un día sábado por la mañana e ir rotando permanentemente los lugares de aprendizaje: un día en el aula de la escuela, otro día en un salón de una institución bancaria, otro en un sindicato, etc. Con esa circulación se pretendía que descubrieran distintos ambientes rela-cionados al ámbito laboral.

Jóvenes en la capacitación sociolaboral de FOC

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La FOC pedía a los jóvenes firmar al comienzo un contrato sin valor legal, para generarles una responsabilidad, que en este caso era un acuerdo formal entre ambas partes (joven y organización) sobre los compromisos asumidos en el marco del programa. Además, se incorporaron otras condiciones para in-crementar las exigencias a los jóvenes y contribuir a su crecimiento, como por ejemplo no informarles con antelación el lugar de la capacitación, por lo que tenían que comunicarse a la institución en un día y un horario en particular –los jueves entre las 12 y las 14 horas– para informarse adónde debían concurrir el sábado siguiente.

Asimismo, se incluyó en la capacitación un psicólogo porque se consideró que los jóvenes tenían que llevarse información de su persona, necesitaban tomar consciencia sobre las características de su personalidad, y de su conducta, para modificar aquellos aspectos no deseados. Esta asistencia se daba en el marco de encuentros que eran f lexibles en cuanto a las temáticas programadas. Podían abrir un encuentro planteando trabajar un tópico –por ejemplo, la discrimina-ción– desvinculado de la temática anterior –microfinanzas–. El psicólogo traba-jaba en forma individual y con el grupo, y su incorporación fue muy acertada.

La intervención se extendió al período post-capacitación a través de la rea-lización de un seguimiento y vinculación de los jóvenes egresados. Además, se elaboró una base de datos de perfiles y se los conectó con oportunidades laborales que llegaban a la institución. Para la ejecución de esta tarea, la FOC incorporó una educadora muy conocedora del área de recursos humanos y una psicóloga, quienes conjuntamente realizaban las evaluaciones de los perfiles de los participantes.

3.3.2 Elementos innovadores de Crear desde la educación popular

La Fundación Crear traba-ja estrechamente con las me-sas barriales para organizar e instrumentar la capacitación. Una vez aprobada la propues-ta, una de las organizaciones facilita el lugar y cada una convoca y acompaña a los jó-venes que participarán en el curso. La fundación requiere el 80% de asistencia a la capa-citación y cada organización tiene el compromiso y la res-ponsabilidad de acompañar e incluso “responder” por cada joven que ha convocado al curso.

Además, designa a una persona del barrio, un re-ferente, que tiene el rol de tutor y que funciona como

Práctica de tornería. Fundación Crear desde la Educación Popular

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bisagra entre los jóvenes, el capacitador y las organizaciones de la mesa. Tam-bién anima encuentros entre los que se están capacitando, con el fin de crear un clima de confianza para abordar temas de interés o preocupación, y se en-carga de detectar los motivos por los cuales los jóvenes se ausentan o tienen dificultades de participar, visitando su hogar u otros ámbitos que frecuenten. Un tutor con perfil de referente barrial favorece vínculos de mayor confianza con los jóvenes y está más disponible por su cercanía física que una persona externa al barrio, y que por tanto no puede verlos con asiduidad. La elección de un tutor barrial tiene también la intención explícita de fortalecer las capaci-dades y promover el empoderamiento de los actores que forman el entramado social donde viven los jóvenes.

En los territorios en los que la reactivación industrial se tradujo en una rápi-da demanda laboral insatisfecha y donde la Fundación Crear tenía experiencia de trabajo articulado con empresas18, se instrumentó un dispositivo de capacitación e inserción laboral denominado grupos de formación laboral: la formación téc-nica se ajusta a la demanda laboral detectada –la zona es un polo industrial de la actividad metalmecánica–, se conforman grupos de 20 jóvenes que realizan una capacitación técnico-profesional y sociolaboral durante el mismo período, y que culmina con una práctica laboral o pasantía en empresas que requieren el perfil laboral en el que se formaron. Cada grupo de jóvenes tiene asignado un tutor barrial que lo acompaña durante todo el proceso. Al finalizar la capacitación, los egresados reciben además orientación para su inserción laboral (contactos, asesoramiento legal).

La formación se instrumenta sobre la base de un arreglo institucional entre varios actores. Por un lado está la empresa que pone a disposición sus instala-ciones para la instrumentación del curso en su fase teórica y práctica (salón y talleres de producción), asesora técnicamente para la actualización de la currícu-la y dicta módulos técnicos “extra-curriculares”19 que se articulan con los pro-gramas oficiales. La empresa facilita también espacios para la instrumentación de pasantías y conecta a la fundación con otras empresas para que todos los jóvenes puedan realizar una experiencia laboral. Además asume el compromiso de incorporar a los egresados, de acuerdo con las vacantes a cubrir y según sus procedimientos de selección de personal.

Por otro lado, se cuenta con la acreditación del área de Formación Profesio-nal de la Dirección General de Escuelas, que otorga la certificación oficial de la capacitación técnica, cuya currícula desarrolla un docente que integra la planta de instructores de dicha institución. La Fundación Crear tiene a cargo la coor-dinación de todo el proceso, el desarrollo de la capacitación sociolaboral y de la tutoría, la vinculación con empresas para la inserción laboral de los jóvenes y la provisión de los materiales de capacitación.20

18 La Fundación Crear desarrolló en el pasado en la localidad de Berisso un programa de capacitación en tecnologías de la infor-mación para jóvenes en situación de vulnerabilidad, que culminaba con pasantías en empresas. Esa experiencia permitió establecer vínculos provechosos con empresarios y creó condiciones para nuevos arreglos interinstitucionales.

19 No integran la currícula of icial reconocida por la institución de formación profesional que extiende la certif icación de la formación.

20 Los materiales comprenden los equipos de trabajo (mameluco, zapatos especiales, anteojos de protección, algunas he-rramientas) para realizar las prácticas, materiales didácticos y refrigerios. Crear también asume el costo de los honorarios del equipo técnico (capacitador sociolaboral, tutor, etc.). Si bien estaba previsto que el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires facilitara becas a los jóvenes durante su capacitación, este compromiso no se cumplió debido a problemas externos a ese organismo.

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3.3.3 Elementos innovadores de El Encuentro

La formación sociopolítica y sociolaboral para los jóvenes que se incorpora-ban progresivamente a los centros comunitarios tenía como objetivo principal brindar herramientas conceptuales que les permitieran tener una mirada crítica con respecto a la organización actual de nuestra sociedad. La organización tomó como matriz de pensamiento la denominada teoría del conf licto, cuyas premi-sas eran no naturalizar el estado de las cosas ni legitimar la injusticia. Así, los ejes para el análisis y la ref lexión en los encuentros de esta capacitación eran:

La distribución social de la riqueza: ¿Entre quienes se distribuye y por qué se da de esta manera? ¿Quiénes definen esta distribución?Nuestra sociedad es una sociedad de clases: ¿Quién es quién en la so-ciedad de clases? ¿Cuáles son los intereses de clase? Los oprimidos y los opresores. Explotados y explotadores. Trabajo y empleo: La mirada antropológica del trabajo. El trabajo y el empleo en la sociedad capitalista. La situación actual del empleo. Una mirada crítica sobre el trabajo en la actualidad.Análisis de acontecimientos históricos y actuales relevantes desde las categorías de análisis construidas en el transcurso de los encuentros: fuerzas productivas, relaciones sociales de producción, clases sociales, intereses contradictorios de clase. Nuestros barrios: El proyecto comunitario, su incidencia en lo local. Nuestros centros comunitarios y la articulación en red.

Aprender jugando. El Encuentro.

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Para el desarrollo de las reuniones se planteó una metodología que contem-plaba el juego como herramienta pedagógica. Por ejemplo, representaciones que implicaban más dinamismo y ponían en escena los lenguajes (orales y corporales) más significativos para los participantes. Cada encuentro contemplaba un ma-terial de lectura o tarea de investigación / discusión que se trabajaba previa-mente en el espacio de jóvenes de cada centro comunitario. Esas instancias eran abiertas a la comunidad: podían participar los jóvenes que se habían anotado en la formación socio-política así como otros que se acercaban por curiosidad o inquietud por la temática trabajada.

La metodología de juegos también se extendió a los talleres de capacitación en video. Por ejemplo, en el “Baile de la cámara”: se creaba un ambiente de fies-ta, con música alegre y durante cinco minutos cada joven registraba libremente con la cámara diferentes escenas como un grupo bailando, conversando en un rincón, simulando algún romance, etc. Luego se analizaban los registros de cada uno y se identificaban los errores más frecuentes cuando se improvisa con una cámara. Esta metodología posibilitaba que los conceptos técnicos se instalaran con más fuerza, entre risas y reconocimientos.

La metodología acción-ref lexión-acción también se reveló efectiva en el pro-ceso de aprendizaje. La actividad “Los planos hablan” es ilustrativa al respecto: el grupo debía contar en diez tomas fijas hechas con la videocámara lo que su-cedía en algún espacio del centro comunitario. Luego se compartía el material y se explicaba el concepto de planos y su sentido narrativo. Posteriormente, se les pedía retornar al mismo escenario con la consigna de hacer los planos según la terminología técnica (tres planos detalles, dos planos generales, etc.). La puesta en común de esa producción permitía reconocer una mirada mucho más crítica en los jóvenes y profundizar sobre aspectos referidos al objetivo de la comuni-cación.

Los juegos eran concebidos como una herramienta que permitía integrar va-rios planos: el técnico, el simbólico, el político, el participativo. Así, cuando la actividad implicaba dramatizar y registrar una ficción elaborada por grupo (ya sea sobre los patovicas21 y la discriminación en las bailantas22, o sobre una sesión de espiritismo) se observaba una importante participación de los jóvenes en el análisis como consecuencia de haber creado la ficción. En la semana discutían cómo continuar la historia, qué final iba a tener, la duración, etc., y simultánea-mente analizaban la violencia en las bailantas o la presentación en los noticieros de los casos de muerte de jóvenes, manteniendo un equilibrio entre la fantasía y el sentido crítico frente a la realidad.

3.3.4 Elementos innovadores de Crear vale la pena

La instrumentación de un espacio sociolaboral dentro de una formación artística fue ciertamente el elemento más innovador. No abundaban las expe-riencias que tuvieran la intención explícita de vincular el campo artístico con el campo laboral y que estructurara la formación sobre esa premisa. Al introducir fuertemente el trabajo, la formación artística dejó de ser concebida como un pro-ceso de largo plazo y los procesos de formación y trabajo se percibieron como un proyecto próximo, por ejemplo, bajo el esquema de cooperativas de trabajo

21 Custodios de locales bailables que reiteradamente son denunciados por aplicar prácticas discriminatorias y ejercer violencia física sobre los jóvenes.

22 Locales bailables con música tropical.

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artístico. La articulación de ambas formaciones permitió reconocer habilidades y competencias que ayudaban a los participantes a descubrir otras habilidades que no eran estrictamente del campo artístico, es decir, cuestiones personales que antes no podían ver. Este enfoque posibilitaba entonces la apertura de pers-pectiva y vislumbrar otras formas de inserción.

Para la formación de los jóvenes en programación de espectáculos, produc-ción técnica y producción ejecutiva, Crear aprovechó con objetivo pedagógico los espectáculos que se presentaban en los centros culturales vinculados a la organización. El módulo de producción artística era instrumentado desde una metodología denominada capacitación-acción: se dividía a los participantes en pequeños grupos y cada uno era responsable de un evento. De esta manera cada participante tenía la posibilidad de desarrollar las competencias inherentes al proceso de producción, desde el inicio hasta el final del evento, así como de vincularse con los artistas invitados para organizar la agenda de horarios, a la gente el día del espectáculo, etc. El módulo de producción ejecutiva desarrollaba los contenidos de acuerdo a cada grupo artístico y sus necesidades. Así se podían abordar temas tales como la forma de organizarse en la distribución de roles correspondientes, de armar un presupuesto, de buscar alternativas de espacios, etc. Por otro lado, se organizaron visitas a diferentes teatros o grupos artísticos para conocer cómo se organizaban sus producciones.

3.3.5 Notas sobre la capacitación en microemprendimientos

Algunas organizaciones optaron inicialmente por la capacitación en microe-mprendimientos, con el supuesto de que esa modalidad de trabajo constituía para los jóvenes una alternativa posible de integrarse laboralmente ante la falta de respuestas del mercado de trabajo. Fue el caso de la FOC, cuya capacitación planteaba recuperar los conocimientos de los jóvenes provenientes de familias con prácticas emprendedoras y/o que tuvieran actitudes emprendedoras, para que brindaran herramientas para fortalecer las habilidades y las actitudes de sus pares necesarias en la actividad. El desarrollo de este enfoque se chocó con lo que les ocurría efectivamente a los participantes y exigió a operar giros en el abordaje metodológico:

“Nos dimos cuenta de que no todo el mundo quería ser emprendedor, o sea, el ‘emprendedorismo’ fue en un mo-mento, dada la necesidad ante la falta de respuestas de un mercado laboral, pero en realidad había muchos jóvenes que lo que pretendían era una inserción en un mercado la-boral formal. Fuimos detectando estas cuestiones y enton-ces nuestro trabajo dio un giro: comenzamos a trabajar las dos modalidades en conjunto porque en defi nitiva entrenar-se para el trabajo en relación de dependencia –como por ejemplo en habilidades y actitudes para la búsqueda de trabajo- requiere capacidades de emprendedorismo, impli-ca una metodología vinculada con el esfuerzo que tienen que poner en juego los jóvenes. Articulamos el desarrollo de capacidades emprendedoras con la orientación y refl exión sobre las vocaciones de los jóvenes y las oportunidades la-borales existentes” (un integrante de FOC).

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El caso de Crear vale la pena promovió la construcción de colectivos de trabajo ante las dificultades que percibían en los jóvenes para la obtención de un empleo. Esos emprendimientos no sólo tenían que buscar la sustentabilidad económica, sino también posibilitar la construcción de proyectos de vida para sus integrantes. En el mediano plazo, se esperaba la creación de una cooperativa de técnicos y productores artísticos que brindaría servicios de producción y de realización de eventos.

Finalmente se conformaron y consolidaron dos grupos: uno dedicado al merchandising23, que comenzó a desarrollar la actividad en relación a los espectáculos artísticos que montaba Crear vale la pena24y luego se orientó a nuevos clientes (empresas, comercios, etc.). El otro grupo, denominado “Tea-tro-foro”, está integrado por jóvenes artistas que generaron junto con Crear un producto original: se trata de una herramienta de intervención artístico-pedagógica para escuelas, que tiene por objetivo construir ciudadanía activa en adolescentes y jóvenes.

Los dos grupos fueron “incubados” por Crear, que facilitó sus equipos e instalaciones, consiguió clientes y brindó cursos de perfeccionamiento técnico, de gerenciamiento y de conformación del equipos de trabajo, hasta que alcan-zaron su autogestión. Luego de un tiempo se produjo el desgranamiento de los

23 Producción y comercialización de objetos promocionales.

24 Para los espectáculos en centros culturales y teatros en la ciudad de Buenos Aries y para giras de intercambio de los grupos artísticos de Crear con otras organizaciones de Europa.

Objeto promocional del grupo emprendedor de Crear Vale la Pena.

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integrantes del primer grupo, mientras que el segundo tuvo mayor continuidad desde el comienzo. Si bien cada uno fue singular, el segundo formaba parte del proyecto institucional, lo cual aceleró que los jóvenes entendieran desde el inicio la orientación laboral de la formación artística.

3.4 Refl exiones sobre los espacios de formación para el trabajo

Los espacios de formación para el trabajo significaron, para todas las orga-nizaciones, experimentar acciones novedosas y abordar temáticas y problemáti-cas nuevas. A nivel metodológico, la confrontación con el mundo laboral llevó a implementar actividades que permitieran a los jóvenes visualizar resultados concretos en el corto y el mediano plazo: se pusieron en marcha actividades de formación que combinaban aspectos técnicos con aspectos ligados al desarro-llo personal de los jóvenes, a la construcción y al fortalecimiento de proyectos de vida, donde el trabajo ocupaba el lugar que nunca había ocupado. Este enfoque que los profesionales de las organizaciones definieron “sociolaboral”, tenía un impacto importante en los participantes, que se manifestaba en el proceso de formación:

“La formación no se acota a lo técnico. En la capacita-ción sociolaboral se plantea cómo articular este proyecto de vida de la persona con este proyecto laboral, lo cual lo hace muy interesante porque ahí la persona empieza a entender cuestiones de la vida y esas cuestiones de la vida aplicadas al trabajo, qué cosas debe ir modifi cando y qué cosas debe ir aprendiendo, adaptándose a su vida desde el mundo del trabajo. Y eso hace muy rico el proceso, porque no solamen-te puede encontrar cambios a nivel profesional para el mer-cado, sino que encuentra también cambios a nivel personal que le permiten ir visualizando su vida también” (un integrante de Crear vale la pena).

“En la formación sociolaboral trabajamos el diseño del proyecto laboral de cada participante, revisando las capa-cidades con las que cuenta, las actitudes a desarrollar, los posibles obstáculos personales que podrían afectar la inser-ción en el empleo y el perfi l laboral deseado por cada uno. A su vez, facilitamos el desarrollo de los conocimientos y las capacidades necesarios para poder realizar una caracteri-zación adecuada del escenario laboral y las herramientas para incorporarse al mismo, dilucidando las reglas y meca-nismos que lo regulan. También trabajamos el desarrollo de actitudes emprendedoras tales como iniciativa, autonomía, responsabilidad. Pero sobre todo nos importa estructurar el espacio sociolaboral, porque sabemos que a través de él van a generarse otras cosas que de otra manera no se pro-ducirían. El espacio sociolaboral es un espacio de discusión, para hablar de las cosas, para que se puedan hablar” (un integrante de Crear desde la educación popular).

Cada organización desarrolló la temática de forma distinta. Sin embargo, se mantuvo en todas el concepto de ampliar la formación para el trabajo desde la simple entrega de herramientas técnicas para el desarrollo de distintas habilida-des que, retomando las palabras de un actor del proyecto, “ayudaran a salir del

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encierro cultural, social, familiar y hasta geográfico que mantiene a los chicos al margen de la sociedad”. Para eso, los espacios de capacitación técnica se integra-ban con espacios de formación en otras habilidades consideradas necesarias para enfrentar la realidad.

“Lo que estuvimos trabajando bastante es cómo brindar herramientas de comprensión y de análisis político, econó-mico… Como nosotros decimos, ‘para salir pícaros’ al mer-cado. Algo así como que el mercado es como es, tenés que conocer las reglas, tenés que trabajar comprendiendo esas reglas. Al menos tener una idea y, dentro del contexto que nosotros manejemos como organización, las revisamos, las discutimos, sobre todo lo que tiene que ver con la relación entre nosotros: la distribución de los ingresos, a quienes be-nefi cia, de qué manera” (un integrante de El Encuentro).

Los espacios de formación para el trabajo tenían que tomar en cuenta nece-sariamente aspectos del contexto en el cual los jóvenes habían crecido, así como las dificultades que enfrentaban a partir de ello. Este tipo de análisis inf luyó enormemente en la definición de los contenidos de las intervenciones.

“Al principio el BAJ se planteó como un proyecto de formación para el trabajo, donde el eje más fuerte estaba puesto en la formación, en la capacitación técnica, bási-camente. Como segundo aspecto del proyecto, apareció el tema de la producción, de escalar dentro de la organización y de estos grupos que se fueron formando, la capacidad de producir, desde una lógica de romper con una perspectiva asistencialista y con la mirada asistencialista del Estado y de los adultos respecto de los jóvenes” (un integrante de Crear vale la pena).

“Son chicos que se criaron, digamos, de los noventa para acá. Tenían en ese momento 18, 20 años y hacia 10, 12 que los padres no tenían trabajo. Habían crecido en ese contex-to, sin escuela, de paro en paro, en medio de la reforma edu-cativa que profundizó las desigualdades, sobre todo para los chicos en situación de vulnerabilidad. Entonces, lo que se hizo fue trabajar desde ese lugar, desde la generación de expectativas nuevas, de ver qué se les movía internamente, con esto de conseguir trabajo, de la posibilidad de conse-guir trabajo, qué signifi caba para ellos tener un sueldo o no tenerlo, ese tipo de cuestiones, de la cultura del empleo” (un integrante de FOC).

3.5 Las intervenciones orientadas a la participación juvenil

Abrir espacios a los jóvenes significa darles la posibilidad de expresar su identidad, sus deseos, sus dudas, sus talentos. El mundo del trabajo, con sus reglas y códigos pensados y estructurados por y para adultos, no es obviamente el único espacio de expresión posible, y el proyecto BAJ intentó valorizar las otras demandas legítimas de los jóvenes. La misma vocación institucional de las organizaciones hizo posible esta integración entre la formación para el trabajo y la participación, el fortalecimiento de la identidad y de la autonomía juvenil.

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La participación de los jóvenes se tradujo en formas prácticas diversas en el transcurso del proyecto. Algunas actividades se convirtieron con el tiempo en facilitadoras de esto, como aporte para sus vidas cotidianas, tomando un rumbo impensado al principio.

“Una de las mejores cosas que hicimos con el BAJ es que quedó instalada la posibilidad en el barrio de tener equipa-miento (video y audio), de tener gente que lo sepa operar, de gente que pueda cobrar por hacer ese trabajo. Me pa-rece que de verdad instaló una capacidad profesional in-teresante. Nosotros teníamos una sala de audio y gracias al BAJ pudimos comprar el equipamiento necesario para po-der grabar y pudimos hacer nuestro primer CD de música profesional. Está muy claro que los jóvenes han cobrado un enorme protagonismo en la gestión de los centros cultura-les comunitarios, si bien eso nos sigue pareciendo que es un trabajo infi nito, que no se termina nunca, porque los pibes se renuevan, cambian, crecen, se van, vienen otros y es un trabajo permanente. La idea del empoderamiento tiene que ver con el supuesto de que los pibes pueden, brindándoles los espacios, las condiciones y el acompañamiento necesa-rios” (una integrante de Crear vale la Pena).

La capacidad profesional quedó así instalada al interior del barrio y superó el ámbito de la institución. Los jóvenes se pudieron mover en su entorno con ma-yores herramientas que les permitían expresarse y participar de manera mucho más activa en su comunidad. Cada organización buscaba formas de hacer expre-sar la participación de los jóvenes en la vida de los barrios. Siempre queda claro la dificultad de los procesos, su lentitud, pero también sus potencialidades:

“Propiciamos lugares que funcionen como ‘nucleadores’ [en el sentido de congregar], donde estén los pibes más in-volucrados en diversas instancias o actividades, incluso de distintos proyectos, y que de alguna manera tengan interés o tengan posibilidades de hacerse cargo de participar; enten-diendo su participación no sólo en relación con un proyecto, sino como alguien que piensa para otros pibes también, que está más en la cuestión de la planifi cación organizacional.

Fuimos llamando estos lugares de distintas formas: un es-pacio, una reunión de los líderes. En ellos, los pibes van acu-mulando experiencia, se involucran más, pueden pensar en otras cosas, pueden participar en otras actividades” (un inte-grante de Crear desde la educación popular).

El impacto que se puede lograr con este alcance amplio que incluye ins-tancias de participación ligadas a la formación laboral no es de fácil lectura ni medición. Sin embargo, está presente y es reconocido por los ojos de quienes implementaron el proyecto en el terreno, cuya mirada, consideramos, es lo que más cuenta en este caso:

“Es un proceso largo y lento. Nosotros lo que vamos vien-do son resultados que no se pueden medir, que tienen que ver con el compromiso de muchos de los pibes, que ahora ya son bastante más grandes, con la propia organización, con los centros, con los espacios de la red. Estos cambios ya se perciben desde lo que dicen, lo que empiezan a decir, lo que incorporan dentro de su mirada. Hay varios que si vos los mirás en el proceso largo, en tres años, y observás lo que em-

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piezan a ver, a decir, descubrís que no tiene absolutamente nada que ver lo que empiezan a hacer, el compromiso con sus propios compañeros más chicos” (un integrante de El Encuentro).

Naturalmente, también asomaron efectos imprevistos, que no se podrían definir como indeseados porque se relacionan con un proceso de empodera-miento, del cual, una vez iniciado, no se podía prever el rumbo que tomaría. Un integrante del proceso apunta un ejemplo:

“A veces el tutor barrial torna las cosas más complejas. Por momentos, eso es enriquecedor, pero por otros aumenta la confusión. Muchas veces el tutor barrial no se identifi ca con la fundación, sino que lo hace con los pibes y esto com-plica el trabajo de intervención. Por ejemplo cuando tenés que resolver un problema y necesitás que el tutor tenga la misma mirada que vos, y no la tiene y está del lado del pibe como un becario más. Seguramente, un tutor con perfi l téc-nico no estaría tan implicado y se evitarían este tipo de pro-blemas, pero también perderíamos esa otra ‘pata’ o pilar que es la persona que conoce toda la zona” (un integrante de Crear desde la educación popular).

La autonomía como resultado de la participación La autonomía es el paso que sigue a la participación y el empoderamiento,

y es tal vez el más difícil a dar por parte de los jóvenes porque, entre otras ra-zones, aparece como el más complicado de visualizar. Desde la perspectiva de

Práctica en el uso del equipo de video. El Encuentro

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las organizaciones, la autonomía de los jóvenes fue valorada pero aparecieron diferencias en cuanto al énfasis que le otorgaban. En verdad, los efectos de esa autonomía no fueron evaluados de la misma forma. Las explicaciones de las siguientes organizaciones resultan ejemplificadoras de estos puntos de vista muy diversos:

“El tema de la autonomía lo vinculábamos a varias cues-tiones. A lo largo del proyecto siempre tuvimos la intención y la búsqueda para que los pibes hicieran parte de su forma-ción en un taller en el centro cultural de la fundación y la otra parte como una acción práctica, en otros espacios institu-cionales. O sea, que hubiera un ‘afuera’, en el cual pudieran empezar a relacionarse con otros espacios, con otras perso-nas, en otros contextos” (un integrante de Crear vale la pena).

“Nosotros tratamos todo el tiempo de que los pibes con capacidad se queden en la red, que no se vayan. Los ne-cesitamos para fortalecer El Encuentro, por eso tratamos de incorporarlos. Si hay un compañero que apuesta a la orga-nización, que ha hecho todo un proceso que lo fortalece, hacemos el esfuerzo para que no se vaya. Necesitamos in-corporar educadores para las áreas de trabajo con jóvenes. Como todos nuestros jóvenes pasaron por un proceso de capacitación en distintas entidades, tienen la dinámica y la experiencia del trabajo, y cuentan con algunas habilidades. Por eso los sumamos en la medida en que vemos que sirven y que los programas y la gestión nos lo permiten” (un integrante de El Encuentro).

La distinción por “tipo de organización”, es decir, en cuanto a la historia, la cultura, las posiciones políticas que caracterizan a una institución, esclarece las prácticas y las posturas diversas que se desprenden de las intervenciones precedentes. El Encuentro es una organización que tiene como característica un fuerte compromiso personal de sus integrantes, que va más allá del cum-plimiento de la labor profesional. Por esta razón, la integración de los jóvenes formados en y para el trabajo se considera un hecho muy positivo, no solamente porque constituye una alternativa laboral para ellos, sino sobre todo porque es un valioso aporte a la misma organización y a su constante proceso de fortaleci-miento. Además, para esta organización las condiciones ambientales que rodean a los jóvenes están caracterizadas por la pobreza, la degradación, la violencia, la falta de oportunidades y alternativas, por lo tanto, la integración es también una forma de enfrentar, incluso resistir, el entorno social, política y económi-camente adverso.

“La relación que tenemos con el municipio es muy com-plicada, todo el tiempo están las especulaciones, dejan dor-mir las propuestas. (...) Y en ese contexto es muy complicado articular cosas con esas personas en José C. Paz” (un integran-te de El Encuentro).

En la organización Crear vale la pena, en cambio, con el transcurso del pro-yecto empezó a surgir una inquietud distinta en relación a la autonomía de los jóvenes, gracias en buena medida a la incorporación de nuevos profesionales que cuestionaron y enriquecieron el sentido de algunas prácticas:

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“Desde un punto de vista, para nosotros es positiva la au-tonomía alcanzada por los jóvenes: los centros culturales se enriquecieron muchísimo a partir de la formación profesio-nal de los pibes. Hoy cuentan con una gran población que puede gestionar esos espacios con independencia técnica y profesional, pueden hacer las luces, el sonido, trabajos para los que al principio necesitábamos contratar a alguien de afuera. Pero al mismo tiempo, para muchos pibes ha sido un factor contraproducente pensarse en otra institución, en otro lugar.

(...) En la organización tenemos visiones diferentes. Unos plantean que es un error que la institución contrate a pibes que formó para trabajar. Esta postura desencadenó mucha discusión. Desde la perspectiva de quienes venimos llevan-do adelante el programa desde hace más tiempo, creemos que es bueno para la organización y es bueno para el pibe, ya que le permite consolidarse en múltiples aspectos. (…) Es interesante porque el educador está propiciando la autono-mía, pero al primer paso se choca justamente con lo que está propiciando” (integrantes de Crea vale la pena).

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A casi cinco años de instrumentación25 del proyecto, cambios importantes en la situación socioeconómica del país, diferencias en la implementación de las es-trategias, territorios muy diversos y jóvenes con expectativas, sueños y realidades distintas y cambiantes en el tiempo produjeron para las organizaciones, una gran acumulación de experiencias y muchos aprendizajes que no siempre son explícitos, pero que sin duda son valiosos. En la recuperación de estas lecciones, cada institu-ción aportó lo que consideraba más importante, para en conjunto armar un cuadro que ref lejara una cierta coherencia, considerando las diferencias ya mencionadas.

4.1 La gestión de los territorios

Uno de los temas comunes que apareció con fuerza fue la gestión de los territo-rios. La forma de trabajar de las organizaciones, ligadas al terreno, con participa-ción directa de los jóvenes en la programación y en la implementación de muchas de las acciones, posibilitó una rápida adaptación a los cambios que se conside-raron necesarios en virtud de las diferencias existentes en las localidades del proyecto. Sin embargo, las organizaciones reconocieron en general que la gestión de los territorios no fue planificada ni ponderada en el momento de iniciar las actividades y que su inf luencia en los resultados logrados fue un descubrimiento sobre la marcha, que condujo a cambios en la implementación del proyecto.

“El tema de los territorios es muy fuerte en Crear vale la pena. Hay marcadas diferencias, algunas de ellas represen-tan para nosotros valores positivos y otras contienen valores negativos. Hay cosas con las cuales estamos muy contentos y otras no. Así como en el tema ambiental se dice ‘pensar globalmente y actuar localmente’, porque el problema es del mundo pero la solución está en cada lugar, me parece que en lo social pasa lo mismo. Uno puede pensar las proble-máticas y las estrategias globales, pero después, el territorio, las personas, los saberes son particulares. Cuando me refi ero al territorio no hablo de Nicaragua o la provincia de Buenos Aires, sino de los barrios de Boulogne y La Cava, que tienen confi guraciones, historias y experiencias de vida totalmente diferentes. Por ejemplo, en La Cava, que es una villa, la gen-darmería está vigilando desde hace siete años. Desde esas cuestiones de vigilancia de la vida cotidiana hasta cuestio-nes de la vida particular de las personas, todo determina que cada territorio sea singular. Yo creo que nosotros no dimen-sionamos en absoluto el impacto a la hora de implementar el BAJ. No nos hacemos esta pregunta: ¿esta estrategia, en este contexto, con todas estas variables, cómo resultará?” (un integrante de Crear vale la pena).

25 El proyecto inició en julio del 2003. Complicaciones de orden administrativo y f inanciero implicaron extender el período de ejecución del proyecto, por lo que se debió transcurrir períodos de reducción de actividades hasta el reordenamiento de la situación. Su fecha de f inalización fue marzo 2008.

4. Aprendizajes y cambios

Taller con el equipo de sistematización del proyecto. Fundación SES

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“Lo más grave es que, cuando algunas veces las cosas no salen bien, no sabés por qué. Existen además muchas va-riables que son exógenas vinculadas a lo que sale bien y a lo que no funciona. A veces la misma estrategia con un de-terminado grupo funciona mientras que con otro grupo no, incluso con el que venís trabajando históricamente o en otro barrio, con otros pibes, con otros individuos. Sabemos que necesitamos considerar múltiples factores, tales como la his-toria de vida, la familia, el contexto del barrio, factores que obviamente no se pueden mantener constantes y mantenés constante lo estratégico. Ahí está el error: no fl exibilizar tu es-trategia” (un integrante de Crear desde la educación popular).

También permaneció la consideración de que el contexto local, del barrio o la villa, no siempre ref lejó los cambios que se reconocían a nivel macro, en el país, con respecto al mejoramiento de las condiciones de vida, de las oportunidades, del crecimiento económico.

“Por más que se afi rme, en realidad las condiciones de vida no cambian, el contexto no cambia” (un integrante de El Encuentro).

4.2 Aprender en la acción Los aprendizajes f luyen, no es fácil retenerlos. Las correcciones se pueden

hacer sobre la marcha, aprendiendo de los errores, pero no se pueden parar los procesos, y los proyectos tienen fechas de inicio y fin, actividades que realizar, compromisos que cumplir. Al momento de evaluar, no se pueden desconocer estas circunstancias: es importante retener y asimilar los aprendizajes que se pueden rescatar del accionar cotidiano de las organizaciones, pero no siempre es un ejercicio fácil con los recursos disponibles.

“Probás y te equivocás, la pegaste o no la pegaste. Digo,

es fácil hablar cuando no lo estás haciendo directamente, pero a la hora de instrumentar un proyecto, después de un tiempo podés saber con quién podés contar para que las acciones se lleven a cabo” (un integrante de Crear vale la pena).

“Es un aprendizaje que hicimos mientras ejecutábamos el BAJ: la estrategia ya la implementaste, el recurso econó-mico lo gastaste, mejor o peor; pero bien distinto hubiera sido si antes de lanzar la estrategia hubieras podido hacer una investigación, un diagnóstico serio del asunto, hacer la investigación del territorio de manera de poder ajustar la estrategia antes de ponerla en marcha, seguramente tu ni-vel del impacto hubiera sido mucho mejor. Pensamos esta estrategia en función de lo que conocíamos, la instrumenta-mos y fuimos viendo, en función de los resultados, los ajustes que era necesario ir introduciendo. Este ‘aprender sobre la marcha’ es lo que podemos hacer. No sé si es lo mejor, pero tiene una riqueza… No sé si vos podrías haber hecho en aquella época lo mismo que podés hacer ahora, porque ahora tenés una acumulación muy grande de experiencias, de alianzas” (un integrante del Encuentro).

“Aprender sobre la marcha” no significa dejarse llevar por las contingencias, sin frenar la inercia del contexto, de la cotidianidad, de la costumbre, ni repetir

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las mismas acciones sin ref lexionar sobre ellas. En los relatos de todas las or-ganizaciones queda claro que el proyecto tuvo un fuerte impacto en términos de aprendizajes, que obligó a la ref lexión, a tomar decisiones, a buscar caminos nuevos y respuestas a nuevos interrogantes.

Desde el principio el BAJ llevó a las instituciones a confrontarse con temáti-cas nuevas, relacionadas estrechamente con el mundo del trabajo. Para algunas de las instituciones, este fue el primer acercamiento decidido y fuerte al mundo de la inserción laboral, a la búsqueda de alternativas de empleo para los jóvenes a través de la formación de microempresas. Así, la instrumentación del proyec-to llevó a las organizaciones a cuestionar y enriquecer su misión institucional, visualizando nuevas perspectivas ligadas especialmente al mundo del trabajo como ámbito principal de acción. Y estos años de trabajo dejaron su huella.

“Empezamos con la difi cultad de no tener sufi ciente ca-pital acumulado, capital social, alianzas. En cada una de las líneas fuimos acumulando diversos recursos, desde cono-cimiento y mayor capacidad de hacer, hasta alianzas. Por ejemplo en el campo de formación profesional, nosotros te-nemos alianzas con cuatro centros de formación profesional, donde cada año planifi camos con ellos los grupos de jóve-nes que se capacitarán, donde intentamos hacer articula-ción con las empresas, con lo que se alcanza, a mi entender, más coherencia interna.

La experiencia de capacitación laboral que realizamos con la cooperativa metalúrgica COOPERTEI posibilitó que en el último año casi el 50% de los jóvenes obtuviera un empleo en el corto tiempo desde su egreso. Visto en perspectiva, nos parece que fuimos más efi caces que con la primera cohorte de jóvenes, con la cual tuvimos mayores difi cultades para sostenerlos, no teníamos sufi ciente información como para decidir hacia donde dirigirlos. Con el BAJ pudimos también apoyar algunos emprendimientos y en eso me parece que también fuimos avanzando. Entendimos que los emprendi-mientos con jóvenes resultan difíciles, que hay una alta pro-babilidad de fracaso, pero nosotros fuimos aprendiendo a partir de esos fracasos. Aprendimos que funcionan mucho mejor con participación de adultos en alguna medida que si son sostenidos únicamente por jóvenes.

Por eso buscamos apoyo técnico de una organización que se especializó en la temática, cuyo enfoque nos pa-reció superador. Continuamos apoyando varios empren-dimientos, algunos de los cuales siguen, otros fracasaron, pero esos también son aprendizajes acumulativos” (un inte-grante de Crear desde la educación popular).

“Nos dimos cuenta de que teníamos que trabajar muy fuertemente esto de entender el arte como un trabajo. En los primeros años, el arte era visto como una herramienta de formación, de transformación, de construcción de la identi-dad, pero no como una oportunidad de trabajo real y con-creto. Esto es un fenómeno cultural muy fuerte. Descubrimos al empezar a analizarlo que esta imposibilidad de relacionar el arte con el trabajo no sólo le pasaba a los jóvenes, sino más grave aún, a los que formaban a los jóvenes, que son artistas, que viven de su trabajo como artistas, pero que lo concebían como una especie de milagro. Eso es un punto interesante de discusión y de análisis. Por otro lado, lo pro-fesional recorre un aspecto formativo y un aspecto laboral; no es lo mismo tomar un taller para divertirme, simplemente

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para pasar el rato, que tomarlo con el propósito de que esa formación me instale en el mundo del trabajo” (un integrante de Crear vale la pena).

4.3 Las microempresas de jóvenes

Otro aprendizaje compartido por las instituciones tuvo que ver con las difi-cultades encontradas en el camino hacia el emprendimiento de microempresas creadas y sostenidas por los jóvenes. Al empezar el proyecto, esto parecía una alternativa válida para crear trabajo en momentos de crisis, pero con el tiempo se reveló bastante frágil.

“Fue cambiando la necesidad de la población. Al princi-pio, nosotros habíamos hecho un proyecto con dos líneas de acción: una vinculada al empleo y otra al trabajo indepen-diente (autoempleo y microemprendimiento). Luego le dimos más prioridad a lo que es primer empleo, porque además de la mayor inclinación de los jóvenes por el trabajo en relación de dependencia, también sabemos que se necesitan otros condimentos para que un microemprendimiento sea efecti-vamente exitoso, y algunos de esos condimentos tienen que ver con el contexto del país, sobre el cual nosotros no pode-mos hacer nada” (un integrante de FOC).

“Nos damos cuenta de que los emprendimientos aislados, perdidos ahí en la lontananza del Gran Buenos Aires, sin que nosotros nos involucremos en armar un sistema, no conducen al fi n esperado. Vemos que si no podemos avanzar en una lí-nea de mayor apoyo, donde articulemos a productores y con-sumidores, nos vamos a quedar a mitad de camino o vamos a fracasar” (un integrante de Crear desde la educación popular).

4.4 Aprendiendo de las difi cultades

Las dificultades y los obstáculos encontrados en el camino forman parte del proceso y el aprendizaje de las organizaciones. Cada una es consciente de los errores y las equivocaciones cometidos en el transcurso del proyecto, cuya revisión y análisis les permitió en buena parte asimilarlos para mejorar las es-trategias y las prácticas de trabajo. Entre los obstáculos encontrados, varios estuvieron vinculados con el contexto en el cual se desarrollaron las actividades, irrumpieron de forma inesperada y su abordaje resultó difícil.

Entre ellos, había un acuerdo general en considerar el “mundo exterior” como un obstáculo para los jóvenes, cualquiera fuera la formación que hubieran recibido o la actividad en la cual hubieran participado.

“Reconocemos como negativo no haber pensado o me-dido con claridad lo que signifi caba para muchos pibes la contradicción entre aquellos principios que Crear valora y promueve, y los que el mercado plantea e impulsa. El pibe era formado dentro de la organización con una visión críti-ca, con clara conciencia de sus derechos, con una visión respecto a lo que es justo y lo que no es justo, de lo que pue-de y lo que no puede; y cuando llegaba a la entrevista labo-ral, ocurría que el empleador o el selector de personal no lo

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respetaba, lo maltrataba por su origen, su aspecto, su edad. Entonces el pibe frente a esa situación se decía ‘me vuelvo a Crear porque se ve que para esto (el trabajo en el cual se postuló) yo no estoy, o no sirvo o no puedo, o yo en este mun-do no tengo lugar’” (un integrante Crear vale la pena).

“Nos resulta muy difícil hacer entender a un joven que un trabajo no es percibir un plan social como el Jefes y Jefas de Hogar26, aunque el INDEC [Instituto Nacional de Estadísticas y Censos] mida como un trabajo la contraprestación que se le exige al benefi ciario. Está muy arraigado en el barrio, en la vida de la familia, que es un trabajo por el que cobrás $ 150, aunque te quedes en casa y no hagas nada; o al revés, que te explotan por ese monto pidiéndote venir todos los días a repartir volantes o a pintar una pared, o lo que sea. Hay cuestiones de contexto con las que se hace muy difícil remar y, en ese sentido, es una variable que interviene en los terri-torios de intervención de todas las organizaciones, porque es algo que pasa en todo el Gran Buenos Aires” (un integrante Crear vale la pena).

Las dificultades debidas a este contexto tan adverso, y en completa contradic-ción con los valores y las propuestas promovidas por las organizaciones socias del BAJ, se manifestaron de distintas formas. La falta de trabajo y la necesidad inmediata de contar con un ingreso no son elementos abstractos y lejanos, sino que estuvieron y siguen estando presentes en la cotidianidad de los jóvenes y de sus familias, e inf luyeron en sus decisiones. El esfuerzo de las organizaciones en estos casos se orientó a que los chicos visualizaran que lo que se les ofrecía era más amplio, dándoles la posibilidad de participar en otros espacios, que no solamente resolvieran sus problemas puntuales (falta de trabajo, de comida, etc.), sino que también se permitieran abrir sus miradas hacia mejores posibilidades de crecimiento y participación.

“A veces pasa que los pibes se acercan por la oferta de formación. En el caso de la capacitación laboral en la coo-perativa metalúrgica, muchos pibes que participaron eran de los barrios en los que ya estábamos trabajando, pero se acercaban por esa oferta en particular, querían capacitar-se en una empresa. En ocasiones eso funciona como una referencia para que después se integren a otras cuestiones. Por ejemplo, se armaron grupos que participaban en activi-dades comunitarias y muchos pibes después empezaron a trabajar en actividades sobre los derechos.

En los cursos de formación profesional que nosotros está-bamos realizando en el barrio en articulación con el centro de formación profesional, había mujeres jóvenes y jóvenes adultas a las que a veces no teníamos la posibilidad de in-centivar, por ejemplo, con una formación sociolaboral. Sola-mente iban al curso que brindaba la parte técnica (cocina, artesanía). Progresivamente, gracias a la experiencia que fuimos acumulando, logramos su participación en ese tipo de cursos” (un integrante de Crear desde la educación popular).

“La primera enseñanza que nos dejó es que no se puede por sí solo orientar a un grupo hacia un objetivo. Cuando el capacitador o facilitador encausa al grupo hacia una direc-ción, puede ocurrir que no era realmente lo que quería ese

26 En la nota al pie de página Nº 15 se describe este plan.

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grupo. Tenemos que tener esto en cuenta, los jóvenes mis-mos te demuestran que no es por ahí la cosa. Si uno aprende a escuchar mejor al joven puede guiar mejor la situación.

Aprendimos que la formación profesional no basta. Si no desarrollamos proyectos en paralelo que fortalezcan la au-toestima, que promuevan cambios internos en los jóvenes, corremos el riesgo de volver al punto de partida.

Tenemos que darles otro tipo de herramientas, que se juegan en el plano personal, porque podemos enseñar-les a calcular un costo u otro conocimiento, pero si no los hacemos cambiar a ellos mismos, que descubran que pueden enfrentar situaciones diversas, confi ar en sus ca-pacidades, etc., que tienen las posibilidades de salir del encierro cultural, será muy difícil que puedan sostener su objetivo de trabajo.

Observamos que los chicos que participaban en el BAJ no tenían problemas cuando realizaban sus pasantías y mu-chos quedaban efectivos; mientras que aquellos que no participaron en el proyecto, cuando concluían la pasantía y aparecía la oportunidad de quedar efectivo te decían: ‘no, yo me voy’. ¿Cómo explicar este comportamiento? Entendi-mos que desde su perspectiva no se veían dentro del mer-cado laboral, que ellos mismos se terminaban excluyendo. En la diferencia entre uno y otro comportamiento se explica por qué los del BAJ se descubrieron a sí mismos y contaban con las fortalezas necesarias para enfrentar las condiciones que requiere un trabajo en relación de dependencia” (un integrante de FOC).

“El desarrollo de capacitación laboral en las instalacio-nes mismas de la empresa nos parece superador ya que fa-

jóvenes en la capacitación sociolaboral de FOC

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vorece el desarrollo de actitudes y aptitudes necesarias (se incorporan las normas de seguridad e higiene cuando se va al taller a hacer las prácticas, las formas de comunicación y conducta dentro de la empresa cuando se circula en su inte-rior, etc.), que contribuye a mejorar la empleabilidad de los jóvenes. Por otra parte, la articulación interinstitucional (em-presa, institución de formación profesional y organización) que requirió esta capacitación fue también un factor favo-rable para el éxito de la experiencia” (un integrante de Crear desde la educación popular).

Aprendimos que el seguimiento y la intermediación la-boral no sólo implicaba una tarea específi ca con los jóve-nes egresados, sino también con los empleadores. Antes nos llamaban y registrábamos la demanda laboral para luego vincularlos con el joven. Hoy no hacemos ninguna interme-diación sin antes visitar la empresa, al empresario, se ve el lugar donde va a trabajar el interesado. Esta evaluación se hace antes de seleccionarlo”.

“El seguimiento nos permitió detectar que había empre-sas en las que los jóvenes no estaban haciendo el trabajo que habíamos acordado; en esos casos lo retiramos. Los chicos no manifestaron en absoluto desacuerdo con esta decisión, aunque signifi cara estar eventualmente parado un par de meses hasta que pudiéramos encontrar otro trabajo. Apren-dimos que de no intervenir de esta manera generaríamos ‘vi-cios’, es decir, la creencia de que por ser joven o porque su capacidad es supuestamente limitada, tiene que acceder a trabajos por ejemplo con informalidad” (un integrante de FOC).

4.5 Cambios en la institución y en los jóvenes

Cada proyecto busca tener un impacto que pueda ser valorado como un apor-te por los actores que lo realizan y sus destinatarios. Especialmente este pro-yecto, nacido durante la crisis con el objetivo de aportar a su superación, tenía que cumplir con desafíos ambiciosos en el breve, el mediano y el largo plazo. Seguramente entre ellos estaba transformar en parte la forma de trabajar de las organizaciones involucradas, abordando directamente las temáticas relacionadas con el mundo del trabajo y su conexión con el universo juvenil. Cada una desde su punto de vista muy especifico y diferente de las demás, se vio obligada por la implementación del Proyecto BAJ a enfrentar dificultades nuevas y que conlle-varon cambios importantes en las organizaciones mismas.

“La realidad es la que manda”, expresaron de diversas formas y reiterada-mente los profesionales de las organizaciones. En este caso, la realidad, en cons-tante transformación, desde la crisis más profunda hacia una significativa re-cuperación, tuvo una relevancia extrema por las características de los objetivos a cumplir. A causa de eso, las organizaciones tuvieron que aprender a ser muy f lexibles, a cambiar en el transcurso de los años sus prácticas y metodologías, adaptándolas a las nuevas necesidades de los jóvenes.

“No solamente fue cambiando la población, sino que fue cambiando la necesidad de la población. Por eso nos enfocamos más hacia la búsqueda del primer empleo y que esa búsqueda sea exitosa. Este enfoque produjo fuer-tes cambios en las vidas de los participantes: cambiaron de ambiente, tuvieron que viajar en colectivo a nuevos lugares.

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Mejoró notoriamente su autoestima, observamos un creci-miento personal, fueron superando los obstáculos relativos al proceso formativo y la inserción laboral, incorporándose en la mayoría de los casos a empleos como administrativos, telemarketers, electricistas, torneros, soldadores, reparado-res de electrodomésticos, operadores de PC. Varios de ellos emprendieron carreras universitarias” (un integrante de FOC).

Enfrentar el mundo del trabajo inevitablemente desencadena también pro-cesos de ref lexión internos en las organizaciones, vinculados con su identidad y su forma de trabajar y relacionarse, y con la evaluación de los resultados que se van logrando en el camino.

“Cuando comenzamos el taller sociolaboral y a revisar el tema de los proyectos de vida, empezamos a preguntar: ‘¿vos, cómo ves el arte?’ Hicimos un trabajo interno con jóve-nes y adultos para ver qué era lo que nosotros pensábamos del arte y nos dimos cuenta de que el arte aparecía vincula-do a la identidad, a procesos comunitarios, a cuestiones de grupo, pero no vinculado al trabajo. Nos empezamos a pre-guntar por qué y resultó muy fuerte para nosotros mismos esta sensación de ser avalados por la propia cultura. Los mismos docentes, profesionales, que trabajan en Crear, por más que ellos viven de eso, en su concepción, el arte estaba lejos en cuanto a realización de decir ‘bueno, trabajo y vivo de esto’. Tiene que ver, me parece, con cómo uno concibe el trabajo. Uno lo concibe quizás como proyecto de vida, de estabili-dad, de crecimiento profesional y, debido a cómo funciona el arte independiente en Argentina, en Buenos Aires, es tan precario como cualquier otro trabajo precario” (un integrante de Crear vale la pena).

El proyecto tuvo también impacto en la organización interna de las institu-ciones ejecutoras y en su posicionamiento ante otros actores sociales:

“Se creó e impulsó el desarrollo del área de Educación y Trabajo, ampliamos nuestros vínculos con las empresas, fui-mos ganando su confi anza a partir de la incorporación de chicos que les proponíamos para realizar pasantías o para su inserción laboral. Además, percibimos un crecimiento a partir del reconocimiento de que las empresas confían en la institución, dado que la recomiendan a otros empresarios” (un integrante de FOC).

“El BAJ fue bastante estructurante en la vida de la orga-nización. En cada una de las líneas que desarrolló, fuimos revisando y buscando nuevas soluciones para ir haciendo las cosas mejor o, por lo menos, para renovar esperanzas. Esas líneas de trabajo se mantienen aunque el proyecto conclu-yó y en cada una estamos con una visión de futuro mejor; presiento que estamos dando pasos, que estamos mejor” (un integrante de Crear desde la educación popular).

“La red de El Encuentro mejoró muchísimo su posiciona-miento con respecto a las problemáticas de pobreza y se vinculó con otras organizaciones barriales, por lo que pudo llegar a otras familias. Dentro de ese crecimiento los jóvenes tienen un papel destacado: hay mayor participación, ma-yor interés. Nosotros observamos cambios vinculados con la participación y el intercambio entre jóvenes y adultos en dis-

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tintos espacios. Por ejemplo, las responsabilidades que asu-men los jóvenes en su centro comunitario, la consolidación y el dominio técnico de los equipos de comunicación, de los registros y el armado de videos, la animación radial, etc.” (un integrante de El Encuentro).

En el caso de Crear vale la pena, aprender a considerar el arte como una posible forma de salida laboral permitió también repensar la formación e incluir elementos de capacitación sociolaboral para otorgar a los chicos una visión más amplia del mundo del trabajo. En este sentido, después de las dificultades y ajustes iniciales, la organización decidió integrar al equipo de coordinación un profesional especializado en la temática.

“Decidimos incluir la formación sociolaboral junto con la formación artística e incorporar al equipo de coordinación a una persona con efectiva experiencia en formación pro-fesional, que pudiera ayudarnos a pensar sobre el tema del trabajo, aunque no supiera nada de arte. Esto produjo un gran lío pero la verdad es que fue un lío interesante” (un inte-grante Crear vale la pena).

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La intensa transformación que atravesó la sociedad argentina a partir de la crisis estallada en 2001 significó la alteración de los principales mecanismos que eran fuente de integración social. Los jóvenes y adolescentes fueron uno de los sectores más afectados por estas transformaciones y sus condiciones de vida sufrieron un gran deterioro, especialmente en lo que refiere a su inserción en el sistema educativo y en el mundo del trabajo, como ya hemos analizado en la descripción del contexto.

En este capítulo les damos, una vez más, la voz a los jóvenes para que a tra-vés de sus palabras relaten su experiencia en el BAJ, para intentar esclarecer los aportes de esa vivencia y las dificultades que enfrentan cada día para empezar a construir su propio proyecto de vida.

5.1 Propuesta metodológica

5.1.1 Defi nición del grupo

Se realizaron 20 entrevistas en profundidad a jóvenes que participaron en las actividades de las cuatro organizaciones sociales ejecutoras del proyecto. Para el análisis de las mismas se utilizó el software para análisis cualitativo Atlas.ti.

5.1.2 Datos sociodemográfi cos

Perfi l de los jóvenes entrevistados

Sexo Edad Estado civil Madres y/o padres

Mujeres 13 65% 19 a 25 años 13 65% Solteros 12 60% Con hijos 5 25%

Varones 7 35% 16 a 18 años 7 35% En pareja 8 40% Sin hijos 15 75%

20 20 20 20

Al momento de la entrevista, la edad de la mayoría era de entre 19 y 25 años (65%), y entre 16 y 17 años (20%). Su estado civil era soltero (60%) y el 35% estaba casado o en unión. El 25 % tenía hijos. Por último, el 55% estudiaba y dentro de este grupo, más de la mitad concurría a una institución de educación de adultos o terciaria (64%).

Situación laboral de los entrevistados

Estudio Trabajo

Estudia nivel terciario o adulto 7 35,2% Trabajan 15 75,0%

Estudia nivel medio 4 19,8% Inactivo 4 20,0%

No estudia 9 45,0% Desocupado 1 5,0%

20 20

5. Las voces de los jóvenes

Jóvenes en clase de radio. Fundación Crear Vale la Pena

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El 75% trabajaba y los que estaban inactivos (el 20% que declaró que no tra-bajaba ni buscaba trabajo) correspondían al grupo de jóvenes adolescentes (entre 16 y 17 años), que cursaban estudios secundarios. El 47% de los jóvenes ocu-pados trabajaba en relación de dependencia, el 27% con un contrato de trabajo declarado (en blanco) y el 20% con un contrato de palabra (en negro); otro 47% trabajaba por cuenta propia o en un emprendimiento productivo o de servicio social; finalmente, el 7% de los jóvenes trabajaba bajo la modalidad de beca o pasantía rentada o de un programa de empleo. En cuanto a la estabilidad de sus puestos, el 40% de los ocupados tenía una antigüedad de 19 meses ó más y el 33%, de 2 a 6 meses. El 53% trabajaba entre 20 a 32 horas semanales; el 27% entre 40 a 48 horas por semana; y el 20 % de 4 a 15 horas.

Situación de los hogares de los entrevistados

Jefe/a de hogar

Monoparental 5 25%

Madre y padre 15 75%

20

El 25% de los hogares eran monoparentales, es decir, que estaban conforma-dos por uno solo de los padres con uno o más hijos que dependen económica-mente de él o ella. El 40% de los hogares de los entrevistados tenían entre 6 a 13 integrantes, el 45% entre 3 a 4 integrantes y el 15% contaba con 2 integrantes.

El 80% de los jefes de hogar estaban empleados (no se captó si los empleos estaban registrados o no). El 45% tenía educación secundaria como máximo ni-

Presentación de grupo musical juvenil. Crear Vale la Pena

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vel educativo; el 25% tenía la primaria completa y el 15 % sin completar; el 15% restante incluye a quienes habían completado la educación terciaria y a aquellos casos de los que se desconoce el máximo nivel educativo alcanzado.

Finalmente, el 60% de los hogares no tenía ninguna cobertura de salud o tienía un solo integrante con cobertura.

5.2 La vida en el barrio: marginación y derechos vulnerados

“Hoy los jóvenes de los barrios con los que estamos trabajando no pueden decidir de nin-guna manera cómo quieren vivir. Viven como pueden, zafando siempre”

(Clara, integrante del equipo técnico de El Encuentro).

Esta frase resume con crudeza y eficacia la situación experimentada por los jóvenes. El contexto del país, traducido en las vivencias cotidianas de los barrios marginales del Gran Buenos Aires, se expresaba en conceptos repetidos por to-dos los entrevistados: situaciones diarias de discriminación, violencia, falta de educación, falta de salud, desocupación, exclusión. Todos estos problemas que atravesaban y todavía atraviesan su cotidianidad los llevaba a tener una precaria calidad de vida, donde la preocupación principal estaba en sobrevivir cada día.

“No se puede tener derecho a estudiar, a una comida y a un techo, a jugar, cuando es debido trabajar” (Rubén, joven de La Plata, que participó en Crear desde la educación popular).

En numerosos relatos aparecía el tema y los motivos de la discriminación: por ser joven, por ser pobre, por el aspecto físico. En la visión de jóvenes en pleno proceso de integración al mundo adulto y a la sociedad, esta discrimina-ción suena como un rechazo muy fuerte, que deja huellas profundas en ellos, en su proyección, en su autoestima, en definitiva, en la posibilidad de cada uno de construir su propio camino libre de condicionamientos.

“…En mi barrio hay discriminación por usar determinada ropa: o sos un ‘cabeza’ o sos un ‘cheto’. La discriminación está en todos lados y parece que no se va a ir” (Leandro, de José C. Paz, que participó en El Encuentro).

“Te das cuenta de cómo discriminan todo el tiempo, por

cualquier cosa. No como dicen todos por las zapatillas o la vestimenta que usás, no discriminan por eso, discriminan lo físico” (Carla, Lomas de Zamora, participó en FOC).

5.3 La escuela y la familia: ¿espacios perdidos?

Tradicionalmente la escuela y la familia siempre fueron lugares privilegia-dos de construcción de lo juvenil. Sin embargo, los testimonios obtenidos de los chicos participantes del BAJ nos invitan a repensar el rol de la escuela y a considerarlo como un espacio que se encuentra inobjetablemente en crisis en cuanto a su función educadora y de integración al mundo adulto y al mercado laboral. Si la familia y la escuela ya no son productoras de mecanismos de so-cialización por excelencia, entonces hay que pensar cuáles son las instituciones

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que pueden posibilitar la constitución de nuevas subjetividades, de nuevas iden-tidades juveniles.

En el discurso de los jóvenes se evidencia una postura muy crítica con res-pecto a las posibilidades y las herramientas que la educación secundaria les brin-da para su desarrollo personal. La visión instrumental de la educación se pre-sentaba fuertemente en los entrevistados. Según lo que ellos cuentan, estudiar sólo les servía para obtener la credencial educativa, que les abriera puertas en el mercado de trabajo, como un requisito formal. La oferta educativa que reci-bieron en algún momento se la ponderó como muy mala. Por eso, lo bueno de estudiar, de terminar el secundario, que es lo que la mayoría de ellos se propone, era la posibilidad de obtener con ese título un mejor empleo.

“Para mí sirve para algo porque gracias al estudio podés conseguir un trabajo, porque sin estudio no conseguís” (Mi-guel, de J. C. Paz, participó en El Encuentro).

“En realidad, las cosas que yo quiero hacer las voy a con-cluir después que termine el colegio porque es importante tener algo. El colegio es como una obligación: tengo que ir al colegio porque necesito esto y esto; y aparte una educa-ción para salir afuera, a conseguir el trabajo. Sin el estudio, sin el título del secundario, no tenés nada” (Adam, de Boulogne, participó en Crear vale la pena).

La mayoría consideraba que el nivel de la educación es malo y que fue empeo-rando en los últimos años. En este último punto, hablaban de la poca cantidad de días de clase, de la poca vocación docente y, la principal crítica, la educación que reciben no les enseña a pensar.

“La educación ahora es re mecánica, ahora no te per-mite pensar, la educación ahora no cría ingenieros, científi -cos… cría gente que estudia para ganar plata” (Manuela, de Quilmes, participó en Crear desde la educación popular).

Los cursos y alternativas que ofrece el sector no formal de la educación les parecían una mejor posibilidad. Evaluaron positivamente los cursos realizados en el marco del BAJ, a diferencia de las opciones ofrecidas por el sistema edu-cativo formal.

“En el BAJ hice el curso de marketing, de cómo armar un microemprendimiento, cómo evaluar si el proyecto es viable, cómo adaptarlo, todo eso. También aprendí algo sobre de-recho del trabajo y cómo armar un CV. Eso me sirvió, tengo un trabajo y puedo vivir de eso, y también seguir estudiando” (Yamila, de Villa Fiorito, participó en FOC).

5.3.1 Los jóvenes y el vínculo con su familia

Las representaciones acerca de la familia que presentaban los jóvenes dan cuenta de cómo la crisis social y económica tuvo su impacto también al interior de cada organización familiar. El abordaje de esta temática requiere tener una mirada integradora, debemos mirar a la sociedad en su conjunto para compren-der los procesos sociales que afectan al grupo familiar, dado que la familia

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como institución social siempre ref leja los cambios que se operan en el contexto socio-histórico.

Uno de los datos que resulta llamativo por el alto grado de coincidencia entre las respuestas de los entrevistados refiere a la ausencia de sus padres que sienten los jóvenes. La relación padre-hijo, sin duda, no está ausente de conflictos. Va-rios adolescentes manifestaron la recurrencia con la que se peleaban o discutían con ellos por temas diversos.

“Se pueden resolver los problemas teniendo a los (...) Hay padres que no comprenden a los hijos (…) pero donde veo más problemas es en el abandono de los padres, porque eso hace el problema, traen los problemas (…) y bueno, para mí sería un derecho de los jóvenes tener más contacto con los padres, más cariño” (Mayra, de José C. Paz, que participó en El Encuentro).

“Todos los pibes que están en la calle y a veces no tienen donde ir, y los padres no los ayudan. La familia misma no los contiene. Los adultos no hacen nada” (Jesica, de Berisso, que participó en Crear desde la dducación popular).

“Hay más chicos en la calle que en la escuela, en todos lados están trabajando y los padres están por ahí, esperando que ellos lleguen para poder comer… En lugar de ir a trabajar ellos los mandan a trabajar a los hijos” (Miguel, de José C. Paz, que participó en El Encuentro).

“Yo hablo mucho con los chicos y la verdad es que se crían solos, porque hoy por hoy tanto las madres como los padres tienen que salir a trabajar para llegar a fi n de mes y por ahí ni así llegan, y ellos se crían solos en la calle” (Marcela, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena).

“Lo que me gustaría cambiar es, no sé, el compromiso de los padres porque son muy pocos los que están re compro-metidos, y nada, eso, nada más. Mejorar el compromiso de los padres con sus hijos.” (Pamela, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena).

Es importante también resaltar que varios de los entrevistados reconocieron que participando en los talleres de BAJ pudieron mejorar el vínculo con sus pa-dres y generar espacios de diálogo que antes no tenían.

“Aprendí que puedo contar lo que me pasa. Yo antes lle-gaba a casa y me peleaba, me enojaba, después pude ver que podía contarles a mis viejos qué era lo que me enojaba” (Diego, de Lomas de Zamora, que participó en FOC).

“Es como que antes no sabían cómo hablarme, y ahora yo cambie mi actitud y puedo ir y charlar, aunque también discutimos, pero nos podemos sentar todos y hablar. Apren-dí a relacionarme mejor con mis viejos y con la gente” (Leandro, de José C. Paz, que participó en El Encuentro).

Siguiendo esta línea, se podría llegar a pensar la ausencia de los padres en otro nivel. Como bien explican las autoras Taber y Zandperl,27 la ausencia de los padres

27 Taber, Beatriz ; Zandperl, Ana, “¿Qué piensan los jóvenes?” en Cuadernos del UNICEF, Bs.As., Oficina de Argentina, 2001, 35.

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no se vincularía con la carencia de afecto, aunque sí con otras cuestiones funda-mentales como el diálogo y la falta de contención que les imparten a sus hijos.

5.4 Los jóvenes y el impacto del proyecto

Como vimos en un capítulo precedente, cada una de las organizaciones par-ticipantes del BAJ venía de una trayectoria y con un trabajo metodológico dife-rente. La forma de encarar la propuesta del proyecto fue muy disímil, intentando dar respuesta en esa diversidad al escenario social en la que cada una se ubicaba. De esta manera, podemos diferenciar, por un lado, las organizaciones que pu-sieron énfasis en el desarrollo de la participación juvenil y por otro, las que se propusieron trabajar la inclusión en el mercado de trabajo formal.

Al evaluar si la participación en el BAJ logró cambiar positivamente la vida y especialmente la trayectoria laboral de los jóvenes, tenemos que tomar en cuenta claramente estas diferencias entre las ofertas formativas de cada organización y los diferentes objetivos que cada una de ellas se propuso al empezar el proyecto. En este sentido, escuchar las palabras de los jóvenes aporta, aquí también, ele-mentos valiosos para marcar estas diferencias e intentar un balance final.

5.4.1 Ámbito de formación para el trabajo

La formación para el trabajo se tradujo en actividades muy distintas según la es-trategia elegida por cada organización. También por ello, las trayectorias laborales de los entrevistados son de las más diversas, difícilmente comparables entre sí.

Práctica de apicultura. Crear desde la Educación Popular

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Los jóvenes que realizaron la capacitación en tornería en la cooperativa me-talúrgica COOPERTEI de Berisso, La Plata, describieron una clara mejora en sus posibilidades de inclusión laboral, dado que han logrado insertarse en el mercado con un empleo formal, estable y bien remunerado. En la mayoría de los casos, el ingreso fue percibido como suficiente, no sólo para sus necesidades personales, sino que además les permitió contribuir a la economía familiar.

“Estoy trabajando, soy dibujante técnico, me encargo del dibujo de los planos. Estoy contento porque gano buena plata y es cómodo, no es nada pesado” (Rubén, de Berisso, que participó en Crear desde la educación popular).

Otro grupo de jóvenes tuvo una inserción precaria al mercado laboral. Sus empleos son de poca remuneración y no registrados. Sin embargo, algunos con-sideraron ese empleo como bueno, dado que lo visualizaban como transitorio y como una posibilidad económica mientras decidían qué hacer en su futuro. El presente para ellos es de tranquilidad, con un empleo que les demanda poco tiempo y no tanto esfuerzo físico. Valoran ese trabajo porque les permite cum-plir sus objetivos y, principalmente, les permite ser independientes económica-mente de sus padres.

“Estoy trabajando en un bazar, hace seis meses más o menos. Estoy contento porque gracias a ese trabajo me pue-do mantener solo, no preciso andar pidiendo plata” (Luciano, de Berisso, que participó en Crear desde la educación popular).

“Ahora estoy ayudando a mi tía en una tienda de ropa. Me gusta porque puedo ayudar a mi mamá, o por ahí com-prarme cosas para mí, aunque sé que no voy a trabajar de eso toda la vida” (Jesica, de La Plata, que participó en Crear desde la educación popular).

Algunos jóvenes presentan trayectorias laborales caracterizadas por insercio-nes endebles, de alta rotación, que tienden a reproducirse en el presente:

“Este año empecé a trabajar fuerte en febrero, pero de changas [trabajo ocasional y de breve duración]. El año pa-sado trabajé de albañil, de cortador de pasto. Y años ante-riores en el negocio familiar” (Leandro, de J. C. Paz, que participó en El Encuentro).

Los tránsitos por la desocupación preceden a empleos temporarios que parecen ser, en la perspectiva de ciertos jóvenes, la única posibilidad de in-serción laboral:

“Hace dos semanas que estoy sin trabajo porque era un trabajo temporario por tres meses y ya lo terminé. Casi siem-pre son así, temporarios” (Cintia, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena)

Entre los jóvenes que hicieron la capacitación y recibieron apoyo del BAJ (técnico, financiero, etc.) para la creación de emprendimientos productivos, en-contramos que algunos avanzaron con sus proyectos y hoy cuentan con alter-nativas concretas vinculadas con el trabajo que desarrollan, ya sea en forma in-dividual o asociativa:

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“Cuando hice el curso de gestión de microempresas pude visualizar que en mi barrio no había kioscos. Mi barrio es así como una cancha de fútbol que ahora esta construida y ahí no había kioscos, tenías que irte afuera para conseguir uno. Entonces yo empecé con el kiosco y sigo con eso. (…) La que mantiene la casa soy yo, del kiosco vive toda mi familia, así que estamos bien” (Natalia, de Villa Fiorito, que participó en FOC).

“Hice una capacitación de costura, serigrafía. Hoy es mucho el esfuerzo que estamos haciendo laboralmente. Es-tamos apostando a tener un salario, haciendo que el traba-jo sea más continuo, hacer una microempresa” (Graciela, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena)

Nos parece importante marcar la diferencia en las trayectorias laborales de los jóvenes que optaron por una carrera artística. Sus testimonios muestran las dificultades encontradas:

“Estoy bailando hip-hop. Yo quiero ser bailarín profesio-nal, siempre hice trabajos cortitos de uno o dos días, que te pagan en el momento. Me encantaría trabajar en el arte, bailando, dando clases, pero es difícil conseguir algo que dure” (Adam, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena).

Este tipo de ref lexiones, que muestran lo complejo de la inserción laboral para los jóvenes dedicados al arte, coinciden con las estadísticas producidas por la Universidad Nacional de La Plata sobre el seguimiento a los graduados de Bellas Artes. Allí se expone que se trata de uno de los grupos a los que más tiempo les lleva insertarse en el mercado laboral de manera estable. Al mismo tiempo, los jóvenes que participaron de los talleres de Arte, Radio, Serigrafía y Teatro Foro resaltaron otros aspectos valorados positivamente, como por ejem-plo, aprender a relacionarse y comunicarse con otros, adquirir conocimiento e información. Es decir, más allá de formar parte de un curso y de capacitarse, desarrollaron otro tipo de actividades que les permiten contar con nuevas herra-mientas que les facilitarán el día de mañana insertarse en el mercado laboral.

Los jóvenes entrevistados que se encontraban inactivos (no trabajaban ni buscaban trabajo), en la mayoría de los casos, se debía a que querían terminar sus estudios secundarios antes de ingresar al mercado laboral. Eran adolescentes o jóvenes de entre 16 y 17 años.

“A mi siempre me gustó estudiar y no trabajo porque mis padres me pueden mantener para que yo termine el cole-gio” (Manuela, de Quilmes, que participó en Crear desde la educa-ción popular).

Otros optaron por la inactividad para poder dedicarse tiempo completo a los proyectos de la organización en la que participan. Se trata de jóvenes, en su mayoría mujeres, que participan de instituciones que trabajan en los contextos sociales más adversos, donde el afuera se presenta como incertidumbre y ma-nifiestan el deseo de quedarse trabajando en actividades de la organización, sin proyectarse en otros espacios.

“No me gustaría empezar un trabajo y dejar el jardín ma-ternal. Fue sufrido dejar de trabajar, pero lo que ahora me parece es que sería peor si empiezo a trabajar y dejo el jar-dín” (Pamela, de José C. Paz, que participó en El Encuentro)

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La participación en el BAJ parece haber dejado en todos los jóvenes apren-dizajes positivos, que se vinculan con habilidades para la búsqueda de empleo, como por ejemplo, saber desenvolverse en una entrevista laboral, armar un CV, perder la timidez.

“Lo aprendido con el BAJ me sirve mucho, porque yo an-tes no sabía ir a una entrevista, cómo hablar, cómo armar un CV. Por eso yo siempre digo que me dio muchas herra-mientas, no sólo cómo armar una microempresa, sino que me prepararon para buscar un trabajo” (Yamila, de Villa Fiorito, que participó en FOC).

El nuevo contexto social argentino ha potenciado la consideración de la edu-cación y el trabajo como valores instrumentales para los jóvenes. El merca-do laboral fragmentado, excluyente y precarizado se les presenta sólo como un instrumento para la obtención de metas económicas. Sin embargo, el aspecto instrumental no aparece tan preponderantemente entre los jóvenes que conti-nuaron estudiando luego de concluir la escuela media, y combinan estudio y tra-bajo. Ellos proyectan empleos mejores, ligados a su vocación, y disfrutan la posibilidad de continuar sus estudios.

“No estoy buscando un nuevo trabajo, con el que realizo estoy más que contento. Me gustaría trabajar en un futuro de lo que estoy estudiando en la universidad, que es dise-ño industrial. (…) Estoy estudiando porque me gusta, nadie me está obligando a estudiar, estudio por que me encanta. Me gusta dedicarme a lo que estoy estudiando y acá, con este trabajo, lo puedo hacer” (Rubén, de Berisso, que participó en Crear desde la educación popular).

Es importante pensar en el impacto que han tenido los proyectos que com-ponen el BAJ, no sólo en la vida de los jóvenes, sino en la cotidianeidad de cada barrio, aportando a la construcción de relaciones sociales que trascienden la organización. Al relatar su paso por el BAJ y realizar una evaluación del mismo, los aprendizajes personales son valorados positivamente y se los relaciona fre-cuentemente a lo aprendido con las herramientas brindadas por el proyecto. Los principales aprendizajes a nivel personal identificados fueron:

Superar la timidezAprender a trabajar en equipoPoder demostrarle a los otros que sirven para algoDarse cuenta de que la capacitación les resulta útil para lograr un mejor trabajoMejorar la autoestima

Estos indicadores nos permiten abrir la ref lexión acerca de lo significativo, dada la integralidad, que es para los jóvenes participar de estos proyectos, ya que les permiten lograr cambios en sus actitudes, en las percepciones, en el ima-ginario, en sus perspectivas, que van más allá de la capacitación específica que recibieron durante los cursos.

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5.4.2 Ámbito de participación juvenil

Participar es encontrar espacios donde ser y sentirse reconocido legítimamen-te. Al preguntar por la participación, encontramos que los jóvenes valoraban, además del trabajo, otras esferas de la vida cotidiana; así apareció, por ejemplo, el encuentro con amigos como algo altamente estimado; los amigos brindan apoyo afectivo y comparten momentos de diversión. Otro de los aspectos que aprecia-ron es la participación comunitaria y los entrevistados que tienen hijos o viven en pareja mencionaron pasar tiempo con la familia como un espacio privilegiado.

“…Además de trabajar estoy en un grupo de jóvenes, es-tudio y después paso el tiempo con mi familia y mis amigos. Es importante preservar esos espacios…” (Pamela, de José C. Paz, que participó en El Encuentro).

“…Yo trabajo de lunes a viernes y además voy al gimna-sio, estoy con mis amigos, tomamos mate, nos divertimos jun-tos…” (Luciano, de La Plata, que participó en Crear desde la educa-ción popular).

Al mismo tiempo, los relatos recogidos sobre las condiciones de vida en los barrios muestran que es sistemática la violación de los derechos fundamentales. En muchos casos, identificaron claramente cuáles son estas violaciones, sus cau-sas y sus consecuencias. Las expectativas de los jóvenes están también en que los espacios ofrecidos por las entidades los ayuden a encontrar posibles soluciones.

Actividad de taller. El Encuentro

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“…Necesitamos el apoyo de las organizaciones. En reali-dad, hay muy poca gente (…) Las organizaciones suelen tra-bajar un montón (…) A veces yo lo veo y se mezcla un poco lo que es el tinte político. Necesitamos que las organizaciones están más ligadas…” (Manuela, La Plata, que participó en Crear des-de la educación popular).

“…[Los jóvenes] tienen el derecho a expresarse libre-mente, pero con respeto. Mientras vos respetes a los otros y puedas expresarte bien, eso está bueno (…) Creo que es el más importante (…) después del derecho a estudiar, a poder trabajar, porque cuando sos joven, primero te piden expe-riencia y tal vez no saliste de tu casa, te lo ponen así como primero. (…) Después, el derecho a poder divertirse, poder salir con tus amigos sin que te pare la policía por cualquier cosa… ” (Leandro, de Lomas de Zamora, que participó en FOC).

En función de las entrevistas se observa que los jóvenes, si bien reconocen que muchos de sus derechos son vulnerados, no realizan acciones de exigibili-dad por el cumplimiento de esos derechos. Fueron escasos los testimonios de participación en acciones de ese tipo. En ninguno de los jóvenes entrevistados se encontraron testimonios que den cuenta de que ellos planificaron alguna ac-ción de protesta. Los principales problemas que detectaban eran las situaciones cotidianas de discriminación, ser víctimas de violencia, la falta de educación, de trabajo, de salud, y la exclusión, entre otras; y relacionaron la imposibilidad de involucrarse, de comprometerse, de participar en acciones para exigir por esos derechos al estado de descreimiento generalizado que viven.

“Lo que pienso es que algunos chicos son así, rebeldes. No hacen caso a nadie ni van a la escuela por la discrimina-ción que hay y porque los padres les pegan mucho.” (Miguel, de Lomas de Zamora, que participó en El Encuentro).

Los jóvenes que participaron en los talleres de capacitación política fueron los que más valoraron la posibilidad de organizarse para exigir por sus derechos.

“…Participar de los talleres de formación política me per-mitió pensar en lo importante de organizarnos, luchar y par-ticipar por nuestros derechos, para que estos se cumplan…” (Mayra, de José C. Paz, que participó en El Encuentro).

La demanda más importante que expresó la mayoría de los jóvenes entrevis-tados fue la de generar un lugar para que ellos sean escuchados, para adquirir protagonismo en una sociedad que los segrega por su edad y por su condición socioeconómica. Es que, en su mayoría, consideran que en el BAJ aprendieron a trabajar en grupo y a valorar a los otros como necesarios para demandar por las necesidades y las problemáticas que vivencian cotidianamente, que lo importan-te es transmitir sus inquietudes a los otros, moverse, convocar, tomar la palabra, poder expresarse, estar informados, etc.

Desde la perspectiva de este grupo, para estar incluidos en la sociedad y que los adultos los reconozcan, se tienen que cumplir los derechos y para poder re-clamar por ellos, hay que estar informados. Consideraron que participar es fun-damental y que hace más rica sus vidas; que al trabajar en conjunto surgen nue-vos conocimientos, se produce el intercambio y el debate de ideas. Expresaron

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además que trabajar de manera conjunta con las organizaciones es una cuestión clave para reivindicar sus derechos.

“… Es necesario participar, informarnos sobre nuestros derechos. Trabajar con otros nos permite el intercambio, el aprendizaje…” (Manuela, de La Plata, que participó en Crear desde la educación popular).

“…El trabajo con las organizaciones es de mucha ayu-da para poder saber sobre nuestros derechos y cómo exigir-los…” (Miguel, de José C.Paz, que participó en El Encuentro).

Además, identificaron que a lo largo de los últimos años se fueron cerrando muchos espacios de participación colectiva en sus barrios, por lo que no hay mu-chos lugares en donde intervenir. Todos los jóvenes entrevistados, expresaron que las organizaciones barriales son el único espacio posible de participación, es decir, las ven como el lugar central para realizar sus reclamos.

“Nosotros tenemos derechos culturales, económicos, po-líticos y ambientales, y entre los cuatro cumplimos un dere-cho que es muy importante, la libertad de expresión. Pienso que a los jóvenes les tienen que dar esa libertad de expresión que a mí me sirve porque estoy con el arte, yo estoy con ese derecho. Son bastante violados los derechos en un barrio porque no hay calles, son sólo pasillos, y están la droga y el alcohol, y están cualquier día escuchando música hasta las tres, la cuatro de la mañana, sabiendo que la gente al otro día tiene que ir al colegio o a trabajar. Y la policía tiene me-nos respeto a las personas del barrio por más que tengan un trabajo bueno o estén fuera del alcohol y de la droga, por ser de los barrios ya es malo” (Adam, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena).

“Nosotros somos la mayoría jóvenes que llevamos ade-lante el centro y sentimos que los adultos no nos tienen en cuenta, piensan que lo que hacemos es solo para entre-tenernos. Queremos hacer contactos con otras organiza-ciones y no somos escuchados, porque somos menores. Me parece que uno de esos derechos que se viola es el de ser escuchado por otros” (Marcela, de Boulogne, que participó en Crear vale la pena).

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A lo largo de estos años y a partir de los aprendizajes realizados con los participantes del proyecto Buenos Aires para los Jóvenes, que se sistematizan en este documento, estamos en condiciones de afirmar que los procesos de in-clusión social y laboral deben pensarse teniendo en cuenta acciones e iniciativas de distinto nivel y que involucren a diferentes actores. Las organizaciones que intervinieron pusieron en tensión y en juego proyectos que comprendían desde el fortalecimiento de los jóvenes para el ejercicio de una ciudadanía plena hasta su inclusión en distintos tipos de procesos productivos. Se intentó, y con bas-tantes aciertos, no sólo capacitarlos para el trabajo, sino también mejorar sus condiciones de inclusión social.

Históricamente los programas de formación y capacitación laboral para jóve-nes fueron vistos exclusivamente como un arma de lucha contra el desempleo, con los que se buscaba además que el mercado oriente su sistema de capacita-ción. Sin embargo, no se analizaban cuáles eran las implicancias reales de esos procesos sobre la vida de los particiantes. Los proyectos se convertían así en una especie de “sala de espera” para los jóvenes desempleados (Beck, 199828 ), pero no podían cambiar la situación básica de la falta de trabajo.

Por eso sobresale a lo largo de la sistematización realizada que el eje organi-zador de las prácticas han sido los jóvenes como actores y verdaderos protago-nistas de este proyecto, ya que en gran medida ellos han creado las alternativas, las han intentado, las han puesto en práctica y pelearon por ellas. Además es po-sible advertir a través de este libro que una de las grandes fortalezas del proyecto ha sido no sólo el trabajo con los jóvenes, sino con todas las organizaciones, que directa o indirectamente los han ayudado a incluirse en el mercado laboral o a fortalecer su proceso de toma de decisiones.

Comprendemos que la capacitación, la educación o la formación, por sí mis-mas, ya no bastan para obtener una ocupación, ingresos o empleos estables, se hacen necesarios intentar otras opciones para mejorar no sólo las condiciones materiales de los jóvenes, sino también para abrirlos a la posibilidad de nuevos proyectos futuros.

El componente estructural, responsable de una parte importante del desem-pleo que golpea con mayor rigor a los jóvenes, exige inmensos esfuerzos crea-tivos para poner en marcha proyectos destinados a ellos. Ante la magnitud del problema, no es posible dar una amplia y oportuna respuesta a partir de acciones aisladas, tampoco con medidas de emergencia, que igualmente son importantes para aliviar las grandes desventajas que padecen los jóvenes de los sectores más empobrecidos. La situación exige una política integral y el compromiso de los actores sociales, políticos y económicos que se relacionan de manera directa e indirecta con la juventud.

Esto nos implicó como organizaciones a identificar no sólo la especificidad del grupo de población, sino también las condiciones económicas, sociales y cul-turales de las cuales provenían; conocer sus necesidades y expectativas cambian-

28 Beck, Ulrico: La sociedad del riesgo : hacia una nueva modernidad. Barcelona, España. Paidós,. 1998.

6. Conclusiones

Jóvenes en la puerta de la escuela donde hacen su ca-pacitación. Fundación Organización Comunitaria (FOC).

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tes, tratar de entender y respetar el ideario, la cultura y las formas de expresión que han construido y, sobre esa base, definir las estrategias más acertadas que, como se pudo observar en este análisis, fueron diferentes según las localidades y los territorios.

Consideramos, como fruto del trabajo realizado y en base a la experiencia de sistematización que, mas allá de los esfuerzos del sector privado, sigue siendo ne-cesario aportar ideas y fortalecer el rol de Estado para que los jóvenes puedan me-jorar la cobertura y la calidad de su educación básica, que garantice el desarrollo de competencias laborales que respondan a los nuevos retos del sector productivo.

La apuesta tanto de ProgettoMondo Mlal y de SES, como de cada una de las organizaciones que participaron en estos años fue gestar, a través del proyecto, sujetos colectivos con mayor alcance, envergadura y poder, que puedan disputar hegemonía y espacios de toma de decisiones en la vida pública y en la privada. Para eso, hemos apuntado a potenciar la posibilidad de inclusión de los jóvenes, entendiendo que este proceso exige articulaciones y transformaciones de distin-tos sectores, tanto de la sociedad civil como del Estado.

La propuesta ha articulado recursos materiales y humanos de distintos sec-tores, que enriquecieron el trabajo de todos en general y de cada uno en par-ticular. Es por eso que resulta fundamental agradecer a todos los jóvenes que participaron de la experiencia, a los técnicos, a los tutores, a los responsables de las organizaciones y a aquellos que siguen creyendo que otra sociedad es posible, donde el horizonte es la inclusión de todos.

Del análisis final de la experiencia BAJ en Argentina, puede afirmarse que los jóvenes de sectores populares no han encontrado una inserción laboral satis-factoria a través de su trayectoria por cursos cortos, que no tuvieran en cuenta las expectativas de ellos mismos como premisa básica. Sin embargo, no desco-nocemos que la formación de los jóvenes constituye una de las principales pre-ocupaciones de la sociedad en su conjunto, pues se encuen-tra directamente relacionada con la pobreza y la exclusión social, ambos fenómenos en aumento en las últimas déca-das en nuestro país y en toda América Latina. En otras pa-labras, el logro de la inserción social, no sólo laboral, de este grupo de la población dismi-nuye notoriamente el riesgo de exclusión social y el aumento de la pobreza. Obviamente, si la solución a los problemas relacionados con el desem-pleo juvenil fuera sencilla, ya se habría aplicado, creemos, hace mucho tiempo.

Apostamos, y este proyec-to ha sido un claro ejemplo, a que el fortalecimiento ins-

Práctica de carpintería. El Encuentro

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titucional evite que en las acciones no perduren las duplicaciones y las super-posiciones, la dispersión de recursos humanos y materiales, la puntualidad sin acumulación de experiencia, el desvío de los esfuerzos hacia jóvenes de otros sectores debido a una mala focalización de los beneficiarios, la ausencia de ges-tión sistematizada, monitorizada y evaluable. La calidad de la intervención de-pende en gran medida de la integralidad, la calidad, la eficacia y la pertinencia, siempre valorando las expectativas y las necesidades de los jóvenes.

Es cierto que el programa implementado no ha resuelto por sí solo todas las problemáticas planteadas, pero ha sido un factor esencial en el mejoramiento de algunas. La gravedad de las problemáticas no da espacio para la espera. El mundo adulto, segmento poblacional activo y responsable de los adolescentes y los jóvenes, no debe habilitar la instalación de la inmovilización. Joyce en las apostillas a “Dublineses” evoca la parálisis que Dublín representaba como sig-nificante desacreditador de la vida. El desafío ha sido superar la perplejidad ante el doloroso escenario imperante y abandonar la parálisis. Con sencilla humildad, podemos decir que algo hemos logrado.

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