eurovegas
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TEXTO de Jose luis de Blas para Teatro MinimoTRANSCRIPT
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EUROVEGAS José Luis de Blas Correa
PERSONAJES
MARIANO.
ESPERANZA.
ESPACIO ESCÉNICO
Despacho de Mariano.
Rueda de prensa de Esperanza.
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1.
Una rueda de prensa.
ESPERANZA. Buenos días. Muchas gracias por venir. Les he convocado a
esta rueda de prensa para anunciarles y a través de ustedes, a todos los
madrileños, mi decisión de dimitir de mis cargos de Diputada a la Asamblea,
y de Presidenta de la Comunidad…
2.
Despacho de Mariano, una semana antes. Entra Esperanza.
ESPERANZA. Buenos días, Mariano.
MARIANO. Siéntate, Esperanza.
ESPERANZA. ¿Querías hablar conmigo?
MARIANO. Siéntate, por favor.
Esperanza se sienta.
MARIANO. ¿Tú sabes el momento tan difícil que estamos pasando en
España?
ESPERANZA. ¿Los españoles?
MARIANO. No, el partido, Esperanza, el partido. Y los españoles, claro, la
crisis, el desempleo, y todo eso, por supuesto. Pero me refiero a nosotros,
concretamente, como gobierno, como empresa.
ESPERANZA. ¿Difícil, Mariano? ¡Estamos mejor que nunca!
MARIANO. No estoy hablando de fútbol ahora, Esperanza. Mira la pared
¿Qué ves?
ESPERANZA. A Juan Carlos.
MARIANO. No, al lado de Juan Carlos.
ESPERANZA. ¿Una mancha?
MARIANO. Eso es, una mancha. ¿Tú sabes por qué está ahí esa mancha?
ESPERANZA. ¿Había un cuadro encima?
MARIANO. Exacto, Esperanza. Había un cuadro ¿Y sabes por qué ya no
está el cuadro? ¿Por qué se ve la mancha?
ESPERANZA. No has pintado.
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MARIANO. No, no he pintado, Esperanza. No he pintado encima. Y no he
pintado porque esa mancha me recuerda algo importante. Miro la mancha y
me acuerdo de él. Lo tengo presente. Cuando quité su fotografía, quedó esa
mancha. La miré durante horas, días. Me encantaba esa fotografía. Su calva
elegante, su bigotito ceñido al labio, su estampa, su empaque, y siempre me
preguntaba, cada vez que un escollo se me cruzaba en el camino: ¿qué
hubiera hecho él? ¿cómo lo habría solucionado? Y ahora esa mancha… en
fin. ¿De qué estaba hablando?
ESPERANZA. ¿Por qué quitaste el cuadro, Mariano?
MARIANO. Me obligaron.
ESPERANZA. ¿Josemari?
MARIANO. No, esos periodistas.
ESPERANZA. ¿Te obligaron, los periodistas? ¿Qué periodistas?
MARIANO. Ninguno en particular, la coyuntura. De vez en cuando entran
aquí ¿sabes? Hacen preguntas, sacan fotos, me graban en vídeo. Y ahora
resulta que está mal visto tenerle en la pared, o en cualquier sitio. Retiran sus
estatuas ecuestres, renombran sus calles. Si el pobre levantara la cabeza. El
mundo está cambiando, Esperanza.
ESPERANZA. ¿Para qué me has hecho venir, Mariano?
MARIANO. ¿Qué fue de nuestros valores tradicionales?
ESPERANZA. Tenemos mayoría absoluta.
MARIANO. ¿Pero nos quieren, Esperanza? Nos votan, pero ¿nos quieren?
Pensé que lo mejor sería reeducar a la ciudadanía, para que llegara a amarle
como yo le amo. Tenía un plan, para acercarle de nuevo a las masas
¿Cómo? Dando ejemplo. Y ahí se me ocurrió lo de la canonización.
ESPERANZA. ¿Qué canonización?
MARIANO. ¿Cuál va a ser? La de Arias Navarro ¿Tú sabes la de problemas
que me estoy encontrando?
ESPERANZA. Es tarde, Mariano. Otro día, con más tiempo.
MARIANO. ¿Tú sabes qué queda de Arias Navarro en el imaginario popular?
ESPERANZA. ¿Qué queda, Mariano?
MARIANO. Su mote: “Carnicerito de Málaga”. ¡Qué falta de respeto!
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ESPERANZA. Mira, Mariano, tengo algunos negocios que resolver esta
mañana.
MARIANO. ¿En Alcorcón, Esperanza? (Pausa, tensión) ¿No será en
Alcorcón, verdad?
ESPERANZA. Al lado, en Móstoles. ¿Recuerdas Móstoles, verdad, Mariano?
MARIANO. Ya sabes que no recuerdo nada de aquello.
ESPERANZA. Yo lo recuerdo perfectamente.
MARIANO. ¿Qué negocios son esos, Esperanza? ¿Algo que yo deba saber?
ESPERANZA. No.
MARIANO. ¿Seguro?
ESPERANZA. ¿Por qué?
MARIANO. Por nada.
Saca un sobre.
ESPERANZA. ¿Qué es eso?
MARIANO. Un sobre, Esperanza.
ESPERANZA. Ya veo que es un sobre, Mariano.
MARIANO. Presidente.
ESPERANZA. ¿Qué?
MARIANO. Llámame Presidente, por favor. No me gusta que me llames
Mariano.
ESPERANZA. Otra vez te está calentado la cabeza la “primera dama”.
MARIANO. Deja en paz a Elvira, ella no tiene nada que ver.
ESPERANZA. Mariano.
MARIANO. No me llames Mariano.
ESPERANZA. Pero ése es tu nombre, Mariano.
MARIANO. ¿Te gustaría que te llamasen…? ¿cómo es tu segundo nombre?
siempre se me olvida.
ESPERANZA. Fuencisla.
MARIANO. Fuencisla. ¿Tú quieres que yo te llame Fuencisla?
ESPERANZA. Me encantaría, Mariano. Me chifla Fuencisla ¡Ojalá todo dios
me llamase Fuencisla! ¿Qué tienes en ese sobre, Mariano?
MARIANO. Información.
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ESPERANZA. ¿Información? Información ¿Qué quieres decir con
información, Mariano? ¡Me cago en la leche, Mariano! ¿Qué es eso de
“información”? ¿Qué tienes ahí, el catálogo de IKEA? Tengo cosas que
hacer, Mariano. No me hagas perder el tiempo. No pienso perder el tiempo.
¡Desde que me diagnosticaron el cáncer me prometí no volver a perder el
tiempo! Mariano, coño ya, ¡¿para qué me has hecho venir?!
3.
Volvemos a la rueda de prensa de Esperanza.
ESPERANZA. Y lo que en un principio creí que iba a ser un corto paréntesis
en mi vida de funcionaria, pues se ha convertido en casi una vida dedicada a
la política. Y he llegado a la conclusión de que éste es el momento adecuado
para dejarlo. Y tengo mis razones para llegar a esa conclusión.
4.
Continuamos en el despacho de Mariano.
MARIANO. Esperanza, ha llegado la hora de la verdad.
ESPERANZA. ¿Qué dices, Mariano?
MARIANO. Que ya basta, Esperanza. He tenido suficiente, se acabó.
ESPERANZA. ¿Qué se acabó, Mariano? Dime.
MARIANO. Se acabó darnos la espalda.
ESPERANZA. ¿A quién le estoy dando la espalda, Mariano?
MARIANO. ¡No me llames Mariano!
ESPERANZA. ¿A los españoles, Mariano?
MARIANO. ¡Deja ya de llamarme Mariano!
ESPERANZA. ¿A los madrileños?
MARIANO. ¡A nosotros, Esperanza, a nosotros! ¡A nuestra empresa, cojones!
¡A nuestro partido! ¡A nuestra familia! ¿Como coño tengo que decirlo para
que me entiendas? Se terminó hacer y deshacer sin consultarnos, cerrar
negocios. Se acabó ir por libre.
ESPERANZA. Soy Presidenta de la Comunidad de Madrid, elegida por los
madrileños como su líder en 10 elecciones consecutivas. ¿Sabes lo que eso
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significa, Mariano? Significa que tengo autoridad más que suficiente, de
hecho me sobra autoridad, para tomar decisiones en beneficio de la
comunidad ¿Te enteras?
MARIANO. ¿En qué has quedado con Nelson?
ESPERANZA. ¿Quién?
MARIANO. Nelson.
ESPERANZA. ¿Qué Nelson, Mariano?
MARIANO. Sherman Nelson.
ESPERANZA. ¿Sherman Nelson? Sheldon Adelson, Mariano. Sheldon
Adelson. Tu inglés es de pena, Mariano ¿Dejaste las clases de inglés? ¿No te
recomendé aprender inglés, Mariano? Educación bilingüe, esa es una de las
cosas que he conseguido para los madrileños. Porque yo me preocupo por
los madrileños, Mariano. Y ellos me quieren. Eso es lo que te jode. Que me
quieran. Porque a ti no te quieren, Mariano.
MARIANO. Ése es el problema. Esa es la raíz misma del problema. Tú te
crees el oso y el madroño, Esperanza, te crees las siete estrellas de la
bandera de la Comunidad de Madrid, te crees las campanas de la Puerta del
Sol en Nochevieja. Pero no, Esperanza. Te equivocas.
ESPERANZA. ¿Has terminado ya?
MARIANO. Me ha llegado un dossier.
ESPERANZA. Me alegro.
MARIANO. Sobre Eurovegas.
ESPERANZA. ¿Qué dossier?
Mariano saca el dossier en cuestión.
MARIANO. ¡Éste dossier!
ESPERANZA. ¿Ah, sí? ¿Y qué dice?
MARIANO. ¡No te rías de mí, Esperanza! Llevo tres días llamándote por
teléfono ¿Cuándo pensabas contarme de lo de Alcorcón? ¿No decías que
Barcelona era la favorita? No me informas, no me devuelves las llamadas
¿Qué tengo que enterarme de todo, por el ABC? Esta vez te has pasado tres
pueblos.
ESPERANZA. En serio, Mariano ¿para esto me has hecho llamar?
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MARIANO. ¿A qué te has comprometido?
ESPERANZA. ¿No lo pone ahí, en tu dossier?
MARIANO. Lo que pone, pido a dios que sea mentira. ¿Has prometido que
eliminaríamos la ley antitabaco?
ESPERANZA. Sí.
MARIANO. ¿Qué cambiaríamos la ley de prevención de blanqueo de
capitales?
ESPERANZA. También.
MARIANO. ¿Dos años de exención de la cuota de la seguridad social? ¿Diez
años sin pagar el IBI? Y sigue y sigue la lista, Esperanza. ¿Te has vuelto
loca?
ESPERANZA. El alcalde de Barcelona les dijo que sus turistas gastaban más
que los nuestros. ¿Tenía que darles algo, no?
MARIANO. Pero se lo has dado todo, todo. (Busca en el dossier) ¿Exención
del IVA, Esperanza? ¡¿El IVA?! ¿Pero qué quieres, que me crucifiquen? ¿Que
un día salga del Congreso y un desesperado sin trabajo, sin familia, y sin
futuro, me pegue un tiro en la cabeza?
ESPERANZA. Necesitamos Eurovegas, Mariano. Eurovegas significa
inversión, prosperidad económica, creación de empleo. Y debe construirse
aquí por el interés general de todos los españoles. Y de los catalanes
también.
MARIANO. Esperanza. Miro la mancha, estoy mirando la mancha ¿me ves,
Esperanza? No hago otra cosa que mirar la mancha, y no tengo ni puta idea
de qué hubiera hecho él de estar en mi pellejo. ¿Tú estás mirando la
mancha, Esperanza? Dime cómo se hubiera sentido el Caudillo, si Arias
Navarro le hubiera traicionado. Porque tú me has traicionado, Esperanza. Tú
me has querido clavar un cuchillo en la espalda, desde siempre.
ESPERANZA. Esto no es nada personal, Mariano.
MARIANO. Pero yo soy el que al final se lleva todas las ostias, el que se
come todos los marrones. Se me ha agotado la paciencia, Esperanza, y voy
a hacer algo, que debería haber hecho hace mucho, mucho tiempo.
ESPERANZA. ¿Vas a pintar, Mariano?
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MARIANO. Tienes una semana para dimitir de tus cargos.
Esperanza lanza una sonora carcajada.
ESPERANZA. Sí, Mariano. Dimitir, porque tú lo digas. Sigue soñando. Llevo
30 años en este negocio y ni el cáncer ha podido conmigo. Y tú, Mariano, no
llegas ni a dolor de cabeza. Con una aspirina, me olvido de ti.
5.
Continúa la rueda de prensa de Esperanza.
ESPERANZA. Y si nunca me he considerado imprescindible, menos
imprescindible me considero ahora, para que ese proyecto, el proyecto de
nuestro partido, se cumpla. Para que se cumplan los compromisos
electorales que adquirimos con los madrileños. (…) Y luego, es verdad que
en lo que a mí respecta, pues yo tengo la certeza de que para un político es
absolutamente esencial, elegir el momento de su retirada y la forma, de esta.
Y yo, he llegado a la conclusión de que éste era el mejor momento.
6.
Seguimos en el despacho de Mariano.
MARIANO. Una semana, Esperanza. Ya lo has oído.
ESPERANZA. Claro, Mariano, lo que tú digas. Por cierto, ¿quién te ha
pasado la información?
MARIANO. No voy a decírtelo.
ESPERANZA. Qué poco me gustan los chivatos. A ése, le voy a cortar la
cabeza.
MARIANO. No creo que te atrevas con la secretaria general.
ESPERANZA. ¿Maricospe?
MARIANO. Algunas, todavía son fieles a nuestra causa.
ESPERANZA. ¿Y cómo se ha enterado ella de las condiciones?
MARIANO. Por su marido.
ESPERANZA. Chivata de mierda.
MARIANO. José Ignacio está en el Consejo de Administración.
ESPERANZA. ¿Qué consejo de administración?
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MARIANO. El de Metrovacesa.
ESPERANZA. ¿Los dueños de los terrenos?
MARIANO. En realidad los dueños son BBVA, Santander, Popular, Sabadell,
Banesto, y Bankia. Al final, si una cosa he aprendido en política, Esperanza,
es que hay que llevarse bien con los Bancos.
ESPERANZA. ¿Y yo me he enemistado con ellos, acaso? Desde que
anunciamos hace tres días que Eurovegas se construiría en Alcorcón, las
acciones de Metrovacesa han subido como la espuma.
MARIANO. Pero metiéndote por medio y cerrando el trato por tu cuenta lo
has estropeado todo, con las prisas. Si tienes la gallina de los huevos de oro,
no haces un asado con ella, Esperanza. Pero en fin, eso no es lo peor.
También están las “malas lenguas”.
ESPERANZA. ¿Qué “malas lenguas”?
MARIANO. Dicen que te has asegurado una buena comisión, con el tal
Anderson.
ESPERANZA. ¡Adelson, coño!
MARIANO. Que no quieres compartir el pastel.
ESPERANZA. ¡Eso es mentira!
MARIANO. No hagamos un escándalo, Esperanza, ¿de acuerdo? Tienes una
semana para poner en orden tus cosas, y anunciar tu dimisión. Te acompaño
a la puerta.
ESPERANZA. Diciembre de 2005.
MARIANO. ¿Qué?
ESPERANZA. ¿Recuerdas, Mariano?
MARIANO. ¿A qué te refieres?
ESPERANZA. ¿Ya te has olvidado de la plaza de toros?
MARIANO. ¿Qué plaza de toros?
ESPERANZA. La de Móstoles, Mariano.
MARIANO. No recuerdo nada de aquello, ya lo sabes.
ESPERANZA. El helicóptero, Mariano, el helicóptero. Claro que lo recuerdas.
MARIANO. No digas ni una palabra más.
ESPERANZA. Caíamos.
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MARIANO. No sigas.
ESPERANZA. Caíamos del cielo.
MARIANO. Y volvimos a nacer, punto.
ESPERANZA. Un viento divino se levantó, envolvió al helicóptero que
despegaba, y nos estrelló contra el suelo. Y ni un rasguño.
MARIANO. Tú quizá. Yo me rompí la mano.
ESPERANZA. ¿Lo recuerdas, Mariano?
MARIANO. Rotura de un dedo y luxación de otro.
ESPERANZA. ¿Qué me dijiste, alto y claro, cuando nos íbamos a la mierda y
nos matábamos seguro, Mariano? ¿Cuando creías que nada te salvaría de
explotar contra el suelo y reventar en mil pedazos? ¿eh, Mariano? Cuando ya
nada importaba, cuando pasaba frente a tus ojos tu vida entera, como en
pompas de jabón, y supiste que ibas a reunirte con tu creador. ¿Qué me
dijiste, entonces, Mariano? ¡Por el amor de dios!
MARIANO. Hay que olvidar, y seguir adelante.
ESPERANZA. Nos miramos, como a cámara lenta, en plan película de
Tarantino, y me contaste tu mayor secreto.
MARIANO. Fue presa del miedo.
ESPERANZA. Me confiaste tu verdad.
MARIANO. Me confundiste, me malinterpretaste, la tensión del momento, la
adrenalina. No dije nada, te lo inventaste, seguro. Olvídalo. Nos vemos
dentro de una semana, para la rueda de prensa.
ESPERANZA. Un hombre que vive en la mentira, diciendo la verdad antes
de reunirse con Dios, precioso. Los helicópteros deberían llevar caja negra,
como los aviones.
MARIANO. Venga, Esperanza, deja de decir tonterías.
ESPERANZA. ¿Quieres que lo filtre, Mariano?
MARIANO. No te atreverás.
ESPERANZA. Esas cosas no les gustan a los votantes.
MARIANO. Qué votantes.
ESPERANZA. Los tuyos, Mariano. Los tuyos. Los que te han dado la
mayoría absoluta, y confían en ti. ¿No querrás decepcionarlos ahora?
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¿Quieres que todos te recuerden como a Arias Navarro, por su mote? ¿Eso
es lo que quieres que perdure de ti, Mariano? ¿“La Trotona de Pontevedra”?
MARIANO. ¡Cómo te atreves a pronunciar esas palabras, en mi propio
despacho! ¡En mi templo! ¡Frente a esa mancha, sagrada! ¡Soy el Presidente
del Gobierno, el Presidente de tu partido, tu Presidente, tu superior, y te
prohíbo que digas o hagas nada para divulgar lo que es privado y me
pertenece, cualquier detalle de mi intimidad, o bulo que pudiera aparecer en
los medios de comunicación, para infamia mía, de mi mujer o mis dos hijos,
y que redundara en escarnio de mi persona, mi nombre, mi familia, o mi
honor.
ESPERANZA. ¿Tu honor, Mariano? Tú no tienes honor. Eres un pueblerino.
Eres de baja cuna, eres feo, no tienes estilo, y no sabes inglés. Por no decir
que eres gallego, Mariano. Mi marido es un grande de España, mis hijos son
grandes de España, yo soy condesa consorte de Murillo, y grande de
España. Y no voy a dimitir, ni en una semana, ni en un año, ni en 20. La
gente va a votarme 50 años más, por lo menos, y ni tú, ni el partido, ni dios
resucitado, me mandará de nuevo a casa.
MARIANO. Lo sé.
ESPERANZA. ¿Lo sabes?
MARIANO. Sí. Por eso tengo esto.
Le enseña el sobre.
ESPERANZA. ¿El puto sobre, otra vez, Mariano? ¿me vas a decir de una
puñetera vez qué tienes ahí guardado?
MARIANO. Tu renuncia voluntaria.
ESPERANZA. Ni en un millón de años, ¿te enteras? Ya se lo puedes ir
diciendo a la mancha de la pared, a Elvira, a los Bancos y a tu puta madre.
Mariano le entrega el sobre. Esperanza lo abre y saca unos papeles. Los lee y
el rostro se le pone blanco. Silencio largo.
ESPERANZA. ¿De dónde has sacado esto?
MARIANO. Todos tenemos secretos. A veces basta con una pequeña ráfaga
de viento, y todo se desvela, ¿verdad? Tómatelo como una segunda
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oportunidad. Te veo dentro de una semana. Eso es todo, Esperanza. Venga,
te acompaño hasta la puerta.
7.
La rueda de prensa.
ESPERANZA. En fin, y el sentimiento de que, de que, de que yo siempre
pensé que la política era una actividad temporal. Y que nunca llega, el
momento de dejarlo… pues a… ahora ha llegado. Entonces ¿qué quiero?...
pues vivir más cerca de los míos, de mi marido, de mis hijos, de mi madre,
de mis siete hermanos, de… en fin. Y dedicarme, pues, eh..… Pues no sé
muy bien a qué.
Fin.