etica y deont. jur. 1ra. unidad

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ETICA Y DEONTOLOGÍA JURÍDICA.- PRIMERA UNIDAD. La ética y deontología jurídicas. A. Importancia y Necesidad de la Ética y Deontología Jurídicas. A.1 El mundo hoy A.2 Ideas filosóficas preponderantes en esta era posmoderna El Positivismo El Freudianismo El Marxismo A.3 Algunas características de esta época. Globalización Preponderancia de lo tecnológico Ética esencialista Perplejidad Relativismo Dimisión Permisivismo Doble moral Falta de personalidad A.4.- Necesidad de una Ética y deontología jurídicas. La libertad inteligente Propósito ético de las profesiones jurídicas Ética y Deontología jurídicas B. La corrupción causas y efectos. B.1. Concepto B.2 Causas y efectos B.3 El abogado y la corrupción C. El Bien común. C.1. Concepto C.2. Los Principios y los Valores a) Los principios éticos: 1.- Principio de Beneficencia 2.- Principio de Autonomía 3.- Principio de Justicia 4.- Principio de no Maleficencia b) Los Valores c) Las Virtudes 1

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Page 1: Etica y Deont. Jur. 1ra. Unidad

ETICA Y DEONTOLOGÍA JURÍDICA.-

PRIMERA UNIDAD.

La ética y deontología jurídicas.

A. Importancia y Necesidad de la Ética y Deontología Jurídicas.A.1 El mundo hoy

A.2 Ideas filosóficas preponderantes en esta era posmoderna El Positivismo El Freudianismo El Marxismo

A.3 Algunas características de esta época. Globalización Preponderancia de lo tecnológico Ética esencialista Perplejidad Relativismo Dimisión Permisivismo Doble moral Falta de personalidad

A.4.- Necesidad de una Ética y deontología jurídicas. La libertad inteligente Propósito ético de las profesiones jurídicas Ética y Deontología jurídicas

B. La corrupción causas y efectos.B.1. ConceptoB.2 Causas y efectosB.3 El abogado y la corrupción

C. El Bien común.C.1. ConceptoC.2. Los Principios y los Valores a) Los principios éticos: 1.- Principio de Beneficencia 2.- Principio de Autonomía 3.- Principio de Justicia 4.- Principio de no Maleficencia b) Los Valores c) Las Virtudes

D. La conciencia moral de la persona.E. La Doctrina Social de la Iglesia y las Profesiones.F. Justicia: Algunos conceptos básicos

Lectura Obligada: - Código de ética profesional del Colegio de Abogados de Arequipa. - Grande Yánez Miguel, Ética de las Profesiones Jurídicas, Universidad

Jesuitas, desclée. Bilbao 2006. Introducción, Capítulo 1.- Hortal Augusto. Ética General de las Profesiones. Centros Universitarios de

la Compañía de Jesús. Desclée. Bilbao 2002. Capítulo 4.

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Lectura Sugerida:- Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. Pontificio Consejo Justicia y

Paz. Ed, Paulinas 2005. Capítulo IV,

A.- Importancia y necesidad de la Ética y Deontología Jurídicas.

A.1. El mundo hoy.

Debemos partir del presupuesto que vivimos en un mundo globalizado y globalizante, que estamos ingresando a una nueva era en el desarrollo de la humanidad, que los pensadores de hoy han dado en llamar la posmodernidad; Así como que las características de los últimos tiempos de la era moderna han sido la deshumanización, debido al inimaginable crecimiento de la tecnología, que ha hecho pensar al hombre que lo importante es trabajar lo menos posible, ganar mucho dinero y pasarla bien, se busca el máximo placer, lo que conduce a un individualismo exacerbado, que solo puede llevarnos a las peores aberraciones (hedonismo); una sociedad en la que no importa y por tanto no se busca el bien común, lo que importa es lo que me favorece a mí, al dueño, al jefe; el culto al dinero que solo puede llevar a la inmoralidad y a la corrupción como lo ha demostrado nuestra más reciente historia política, de asesinatos, torturas y cualquier medio válido para eliminar opositores (Idolatría del dinero); una sociedad en la que el amor ha sido distorsionado confundiéndolo con idolatría, es decir colocar a una persona por encima de todo el resto, que nos hará ver que es ético solo aquello que favorece a la persona idolatrada; posición que solo conduce a la injusticia y al sentimentalismo y que lleva a la toma de decisiones que contradicen el bien común y la justicia general (Amor desordenado); se valora cada día más lo que distingue a una persona de las demás, se aclama las actuaciones extraordinarias por muy extrañas que sean, siendo complacientes con lo que antes fue considerado como aberraciones, justificándolas en que son derechos del individuo, dejando de lado el bien común, lo que constituye un favorecimiento a la autonomía desmedida del sujeto humano, que nos lleva a creer que cada quien puede hacer lo que le venga en gana y determinar por su cuenta lo que está bien y lo que está mal, haciéndonos creer que todo es posible y justificable, y que lo nuevo por el solo hecho de serlo es más apetecible que lo tradicional o antiguo (Excesiva autonomía); de esta excesiva autonomía no puede surgir otra cosa que el subjetivismo, manera de pensar que consiste en considerar que solo lo que uno piensa y decide e valedero, sin tomar en cuenta las realidades objetivas como la naturaleza de las cosas y el derecho de los demás. El “yo” pasa a ser el centro de universo y consecuentemente lleva a una “ética de situación” (Subjetivismo), que no es otra cosa que aquella que considera que la persona está autorizada a actuar solamente en función al momento, sin tener en cuentas las normas generales que trascienden al instante, el sujeto es visto como un absoluto sin relación alguna con el pasado ni el futuro y sin referencia alguna con algo superior, las leyes son para el momento (Ética de situación).

A.2 Ideas filosóficas preponderantes en esta era posmoderna

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Otro factor que incide en la concepción que pueda tener un profesional, sobre la ética, está determinado por las ideas filosóficas preponderantes en esta llamada era posmoderna. Por mencionar algunos, que seguramente no agotan toda la gama, pero por lo menos son los más importantes:

El Positivismo.- Corriente filosófica que aparece a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, favorecida por el decaimiento del sentido religioso, la Revolución Industrial y los cambios tecnológicos que marcan esa época. Se piensa que la religión no tiene la respuesta al por qué de las cosas, mientras la ciencia sí, ya que se considera que lo conocido por medio de la ciencia brinda seguridad, confianza y confort; la realidad queda enmarcada por las coordenadas del tiempo, espacio y masa o materia y solo puede estudiarse científicamente los hechos, los fenómenos, lo experimentable, observable y verificable para conseguir el desarrollo de la sociedad, que sólo puede alcanzarse con la ciencia. Se considera que es la objetividad frente a la subjetividad, en todas las ramas de saber humano y por tanto también en los hechos sociales.

Considera que no se puede llegar al conocimiento del hombre sino solo a través de la sociología, puesto que es una ciencia que permite la experimentación, y de allí surge como consecuencia la creación de unas normas descriptivas, luego externas, de lo que debería ser el comportamiento del hombre en la sociedad. El fundamento de la moral es exclusivamente lo que vive de hecho el grupo humano, por lo que su ética está restringida al pensamiento y al comportamiento común de la sociedad, en frecuente cambio e incluso decadente. El hombre queda sometido a las normas rígidas de la sociedad de la que forma parte. Será ético aquello que mande la sociedad, lo que imponga el grupo humano. Es una ética opresiva dentro de un marco de obligaciones externas que se constituyen en un yugo que oprime de manera insoportable, que esclaviza. (Augusto Comte, Emilio Durkheim).

En síntesis, de acuerdo a esta corriente filosófica solo se pueden admitir como científicamente válidos los conocimientos que proceden de la experiencia, toda noción a priori y todo concepto universal y absoluto deben ser rechazados. La única realidad científica es el hecho y la experiencia y la inducción son métodos exclusivos de la ciencia.

No tiene cabida una ética cuyas fundamentos son principios y verdades absolutas como el bien, la libertad, la verdad, la conciencia, Dios. No se quiere aceptar que “…hay valores reconocidos como buenos en todos los tiempos y culturas y que sus contrarios son malos”.1

El Freudianismo.- (S. Freud: Freiberg 1856, Londres 1939) Considera la conciencia como un simple mecanismo psicológico de represión de los instintos, negando la apertura del espíritu humano hacia el bien absoluto. Para sus seguidores, la ética es el fruto de una neurosis colectiva; la obsesión de una humanidad que se siente culpable que busca alivio en el conocimiento de lo vivido en su infancia. Una ética

1 José Ramón Ayllón. Ética Razonada. Ediciones Palabra S.A. Madrid 1999. Pág. 14

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centrada en lo psicológico, polarizada por el problema de los instintos, dominada por los principios del placer y la utilidad, encierran al hombre dentro de unas fronteras impuestas por el instinto sexual, la libido, que lo alejan de lo trascendental, y de su proyección hacia el futuro. (“Tótem y Tabú”; “El Malestar y la Cultura”.)

El Marxismo.- Marx, centró su ética en la lucha de clases, en los resultados económicos. De allí que será ético todo lo que favorezca la destrucción de la superestructura alienante que esclaviza al trabajador. La historia nos ha demostrado que esta manera de pensar solo ha conducido al odio, a las guerras fratricidas, al terrorismo.

A.3 Algunas características de esta época.

Como en cualquier período de la historia de la humanidad, esta época presenta algunas características que la distinguen y que marcan la manera de ser y el modo de actuar de los individuos y de las sociedades que conforman.

Globalización, no es un fenómeno nuevo ni una ideología en sí misma, sino más bien un proceso de interconexión y difusión de ideas y mensajes, así como patrones culturales, acelerado por el progreso de las nuevas tecnologías. Proceso multidimensional que abarca no solo la economía, aunque ésta pueda haber sido su origen, sino que llega a todos los ámbitos de la vida humana, sociales, políticos, religiosos, culturales, etc. (Parodi Trece, 2005), yo añado, específicamente, aspectos morales y jurídicos. En todo caso estoy más de acuerdo con aquella definición que considera la globalización como “un proceso (o una serie de procesos) que engloba una transformación en la organización espacial de las relaciones y las transacciones sociales, evaluada en función de su alcance, intensidad, velocidad y repercusión, y que generan flujos y redes transcontinentales o interregionales de actividad, interacción y del ejercicio del poder2”. (Held, David. McCrew, Anthony. Goldblatt, David y Perraton, Jonathan, 2002). El aspecto negativo de la globalización es que como producto de ella, se tiende a considerar inapropiado, y hasta criminal, o signo de resistencia al desarrollo, o señal de intolerancia, el no participar de los cambios que propone la globalización, aunque tales cambios afecten o pongan en peligro estructuras, valores y principios.3 (Bauman, 2001)

Preponderancia de lo tecnológico, la máquina es vista como un fin en sí misma, la investigación y los descubrimientos científicos han llenado tanto el interés de la humanidad que se ha perdido de vista cualquier otro horizonte, pareciera que la meta del hombre es el perfeccionamiento de las máquinas y no de sí mismo, y en ese contexto una ética basada en principios espirituales no tiene acogida, y genera

2 Held, David.McCrew, Anthony. Goldblatt, David y Perraton, Jonathan. Transformaciones Globales. Política, Economía y Cultura. OXFORD. Mexico 2002 L.

3 Bauman, Z. La Globalización. Consecuencias Humanas. Mexico. Fondo de Cultura Económica. 2001.

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como reacción el apego a normas de moral antiguas, aplicadas sin discernimiento.

Ética esencialista, como una reafirmación de la moral del pasado, construida sobre las esencias metafísicas, sin tener en cuenta las dimensiones existenciales de la vida y de la historia. El hombre no es libre porque está determinado por su esencia, por tanto sus decisiones no podrían ser malas. Ese enfrentamiento entre la vida, hecho real, y la historia como forma de ver los hechos del pasado, provoca esa actitud que conocemos como perplejidad.

Perplejidad, como resultado de encontrarse en una realidad en la que se mezclan distintas éticas, falta de ética, desinterés por la ética y la moral. Como resultado esta perplejidad, de este llenarse de dudas existenciales, de ambigüedades, se llega a la lógica posición de preguntarse si no dará lo mismo una que otra cosa, cayendo así en el relativismo.

Relativismo, que puede expresarse en un “todo da lo mismo”, o en la actitud facilista de no hacer nada es decir dimitir.

Dimisión, es decir en la renuncia a educar, y por tanto se incurre en el

Permisivismo, es decir niveles de tolerancia en la propia vida ética como en la de los demás, por comodidad, para no ser mirado como un retrógrado, por lo que cada circunstancia será afrontada con diversos criterios, según convenga, es decir el juego de una

Doble moral, estoy en contra de la pena de muerte, pero a favor del aborto; quiero vivir en paz, pero justifico las guerras; soy defensor de la familia pero admito el divorcio; critico los malos modales de los demás pero yo mismo trato mal a las personas de mi entorno; digo ser justo y honesto pero al mismo tiempo justifico las actitudes deshonestas de mis compañeros y el plagio y no soy capaz de denunciar estos hechos como injusticias. Si queremos más ejemplos solo tenemos que pensar en la ley del embudo. Esta falta de educación, de convicción, de formación, solo puede conducirnos a una falta de personalidad; queremos ser y actuar de un modo correcto, pero sentimos vergüenza de hacerlo, porque para los demás eso es ser retrogrado, fósil, “nerd”. Influye en nuestras decisiones el “qué dirán”, el temor al ridículo, la falta de madurez.

Falta de personalidad, sin embargo, afirma Hallet, de quien hemos tomados estas ideas previas, existe un gran número de personas que se rigen por normas éticas muy valederas, pero como les falta formación más profunda y sistemática, en parte su cumplimiento es por tradición, parte por intuición, siempre con algo de convicción, pero muchas de las veces con cierto pudor o vergüenza: saben que es importante vivir éticamente, pero les falta argumentos para defender su posición, lo que puede llevarlos a abandonar la moral, por temor al qué dirán, al ridículo,

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a la falta de espíritu crítico y de autonomía de pensamiento frente al grupo, es decir por falta de madurez ética. Frente a todo ello, no debemos olvidar que existe un patrimonio ético que nos ha sido legado por los grandes filósofos y por las religiones, y que la ley natural siempre se manifiesta en el corazón de cada uno de nosotros.4

A.4.- Necesidad de una Ética y deontología jurídicas.

El encuentro de esas ideologías, las características del mundo de hoy, nos lleva a constatar que vivimos en un mundo en permanente crisis, y no solo ética y moral, sino como resultado de catastróficos procesos económicos, sociales, políticos y ecológicos, que nos inducen a pensar que es necesario una reflexión sobre el talante ético, sobre el comportamiento moral del hombre, si es que no quiere seguir el camino de la autodestrucción, necesitamos de una ética que nos ayude a encontrar los valores y las normas que llevan a buen puerto nuestras acciones y nuestros proyectos, como señala Hans Kung5.

La libertad inteligente.

Lo que nos hace diferentes a los animales, es la libertad inteligente, y solo en esa condición de seres inteligentes y libres nos permite ver la realidad como el campo propicio para el desarrollo de nuestras posibilidades, infinitas posibilidades que nos permiten transformar nuestro entorno para generar el progreso, el desarrollo. Podemos escoger libremente incluso posibilidades negativas, y no con poca frecuencia elegimos el mal, porque por nuestra libertad sabemos que estamos obligados a elegir pero nada nos garantiza que vayamos a acertar en nuestra elección. Y en ese mundo que hemos visto constituye nuestro entorno, necesitamos de una brújula que nos oriente, para poder así hacer de nuestro mundo una realidad habitable, producto de buenas elecciones que impidan que acabemos mal, como dice José Ramón Ayllón: “…si el homínido se convierte en homo sapiens, no le queda más remedio que convertirse en homo ethicus. Es decir no le queda más remedio que diseñar un mundo habitable. Algo que requiere elegir bien para no acabar mal: respetar la realidad; respetarse a sí mismo; abrir los ojos y aprender a mirar; superar la ley de la selva; no ser lobo para el hombre; usar la brújula y el mapa; saber que el terreno está minado; estar dispuesto a sufrir. En resumen: sostener un esfuerzo inteligente al servicio del equilibrio personal y social. Y si se quieren emplear palabras diáfanas: hacer el bien y evitar el mal.”6

Y nos sigue diciendo que por el hecho de ser inteligentes y libres no somos gobernados ni por el instinto ni por la sensibilidad; y que hacemos honor a nuestra condición de sujetos al sujetar nuestros actos, al llevar la rienda de nuestra conducta, conduciéndonos, ya que nuestra composición de libertad e inteligencia es de dos piezas inestables que a veces no encajan bien e incluso a veces constituye una mezcla explosiva; porque como seres humanos llamados a vivir en sociedad tenemos que aprender a vivir bien, porque queremos ser felices y el mal sabemos que nos esclaviza. Somos seres

4 Carlos Hallet C. sj. El Profesional y la ética hoy. Introducción a la moral. Ed. Paulinas. S. de Chile.5 Hans Kung. Proyecto de una ética mundial. Ed. Trotta 1992.6 José Ramón Ayllón. Ética razonada. Libros MC Madrid 1999. pág.9.

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humanos y no animales y necesitamos del arte de saber construir nuestras vidas con autentica calidad. No vivimos aislados sino en comunidad, en sociedad y nuestro mundo no puede ser la selva y el caos.

Propósito ético de las profesiones jurídicas.

Siendo el propósito ético central de las profesiones jurídicas lograr la resolución pacífica de los conflictos privados, tiene que considerarse que el ejercicio profesional del abogado no puede ser visto como un negocio ni como una empresa, ya que en ellos el propósito es el enriquecimiento económico, la especulación y el lucro; finalidades que deben estar ausentes en el ejercicio profesional del abogado que ante todo es un servidor social de la paz y de la justicia, sin dejar de lado que es natural que su profesión le posibilite un medio de vida digno.

Como profesionales del derecho somos promotores del cambio de nuestra sociedad para con seguir su desarrollo integral y coherente y nos dice nuestra Santa Madre la Iglesia: “Los auténticos cambios sociales son efectivos y duraderos solo si están fundados sobre un cambio decidido de la conducta personal. No será posible jamás una auténtica moralización de la vida social si no es a partir de las personas y en referencia ellas: en efecto, “el ejercicio de la vida moral proclama la dignidad de la persona humana” (catecismo de la Iglesia Católica 1706). A las personas compete, evidentemente, el desarrollo de las actitudes morales, fundamentales en toda convivencia verdaderamente humana (justicia, honradez, veracidad, etc.), que de ninguna manera se puede esperar de otros o delegar en las instituciones. A todos particularmente a quienes de diversas maneras están investidos de responsabilidad política, jurídica o profesional frente a los demás, corresponde ser conciencia vigilante de la sociedad y primeros testigos de una convivencia civil digna del hombre”.7

Ética y Deontología jurídicas.

Si la ética es el saber ser o saber actuar la deontología viene a ser el deber ser de ese saber ser, es decir la guía de la actuación correcta del profesional y pretende resolver los dos principales problemas que se plantean en todo grupo social, en el colegiado: 1. la armonía interna: que el comportamiento individual de cada uno no haga estallar la cohesión del grupo; 2. el reconocimiento por los demás: que la profesión sea tenida como socialmente útil.8

La finalidad de los códigos deontológicos determina su necesidad, garantizar la confraternidad, la solidaridad entre los profesionales de un colectivo, en respuesta a la necesidad de armonía interna; y el respeto a las autoridades y al cliente que constituyen esa necesidad de reconocimiento. Las disposiciones de un código deontológico se dirigen a la conciencia de los individuos y a su buena voluntad de someterse al juicio de sus pares.

B.- La corrupción causas y efectos.

7 Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. E. Paulinas 2005. 134.8 Etienne Perrot. Ética Profesional, el discernimiento en la toma de decisiones. Libros MC, Paris 200. pág.29

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“La universalidad de la esperanza cristiana incluye, además de los hombres y mujeres de todos los pueblos, también el cielo y la tierra:”destilad cielos, como rocío de lo alto, derramad, nubes, la victoria. Ábrase la tierra y produzca salvación, y germine juntamente la justicia. Yo, Yahvéh, lo he creado” (Is. 45.8). Según el Nuevo Testamento, en efecto, la creación entera, junto con toda la humanidad, está también a la espera del Redentor: sometida a la caducidad, entre lo gemidos y dolores del parto, aguarda llena de esperanza ser liberada de la corrupción (Cf. Rm 8,18-22).9

B.1.- Concepto.

Aristóteles aplica este término para designar el cambio sustancial, o transformación de una realidad (sustancia) en otra.

Si se traslada esta definición filosófica al ámbito antropológico, social y político, explica la degradación de la persona “corrompida”, la corrupción social o política.10Uno de sus efectos es producir desmoralización general.

Cuando se refiere a la función pública se considera que es la utilización de bienes públicos para fines privados, es decir consiste en desvirtuar la naturaleza de lo político que es la promoción del bien común. El bien que se persigue con la actividad del Estado se deja de lado en beneficio de intereses privados.11

Entendemos también por corrupción, “la acción de dañar, pervertir, depravar y echar a perder manipulativa y utilitariamente a alguien con propósitos malsanos, alterando y trastocando su identidad, propiciando, consciente o inconscientemente, la complicidad en el logro de esa finalidad.12

B.2. Causas y efectos.

La principal causa de la corrupción no es otra que la crisis de valores, al desvincularse éstos de los principios éticos fundamentales. Se manifiesta por la actuación dentro de un clima de permisividad moral en el que parecen estar bien algunas conductas que antes eran reprochables desde el punto de vista ético, como señala Jorge Yarce en su obra “Valor para Vivir los Valores”13. El efecto de esta causa e la perdida de los puntos de referencia, lo que genera una ética inconsistente, sin bases sólidas, nos dice este autor, que lleva a la gente a hacer cosas malas creyendo que son buenas y por tanto los demás también las pueden pensar, hacer o dejar de hacer, porque lo que no está expresamente prohibido por una norma, se puede hacer.

9 Pontificio Consejo Justicia y Paz. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. E. Paulinas 2005. 123.10 Blásquez Carmona F., Devesa del Prado A., Cano Galindo M. Diccionario de términos éticos. Verbo Divino. Navarra 1999.11 Defensoría del Pueblo. Escuela Superior Antonio Ruiz de Montoya. Precariedad y Proyecto. Ética y Función Pública en el Perú. Lima 2002. 174.12 Peña K. Saúl. Psicoanálisis de la Corrupción. Política y ética en el Perú Contemporáneo. PEISA. Lima, 2003. 59.13 Jorge Yarce. Valor para vivir los valores. Ed. Norma 2004.

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Otra causa surge de las concepciones erradas como el hedonismo, la idolatría del dinero, el amor desordenado, la excesiva autonomía, el subjetivismo, la ética de situación, el relativismo, el permisivismo, la doble moral, la falta de personalidad, etc., cuyo efecto es trastornar la conducta de los individuos haciéndola incoherente con los valores y principios éticos es decir la corrompen, le cambian la esencia, la hacen “otra cosa” que no es lo que debe ser.

La corrupción no siempre será el producto de una conciencia mala y perversa. Muchas personas “buenas”, incurren en actos de corrupción y encuentran justificación para haberlo hecho, recurriendo precisamente a esa doble moral, al relativismo o al subjetivismo, o a cualquier otra de las concepciones erradas de la ética.

Cicerón dijo: “Lo peor de las personas importantes no es que sean viciosas, sino que tengan tantos imitadores. Pues basta con recorrer la historia para ver que, tal como fueron los principales ciudadanos de una república, así fue esa república, y los cambios que los grandes introdujeron en sus costumbres no tardaron en ser adoptados por el pueblo. Por eso los grandes, cuando tienen vicios, resultan particularmente perniciosos para el Estado, pues además de estar corrompidos, corrompen a los demás”.14

Este es el efecto principal de la corrupción, generar un círculo vicioso: el corrupto corrompe a otros y estos a su vez a otros y así hasta nunca acabar. León Trahtemberg, haciendo un análisis de la corrupción se pregunta “¿Cómo podríamos romper este círculo vicioso de inmoralidad? Primero, los gobernantes deben crear las condiciones para que todos los peruanos de buena voluntad puedan actuar de acuerdo a la ley y a los principios de la convivencia correcta sin tener que apelar a artimañas o transgresiones para resolver sus problemas, impidiendo y sancionando además los beneficios de las coimas y chantajes. Segundo, los ciudadanos debemos aprender a elegir autoridades que en su trayectoria personal hayan demostrado poseer estas calidades éticas…”15

B.3.- El Abogado y la corrupción.-

Considerando que el abogado es la persona a quien la sociedad ha habilitado, luego de lograr conocimientos especiales sobre el derecho, para que con prudencia jurídica asesore a las personas acerca de sus derechos y obligaciones, y reclame de los jueces el reconocimiento de sus pretensiones, recibiendo un pago equitativo por esos servicios,16su conducta será corrupta si no obtuvo esos conocimientos especiales que lo habilitan para ejercer la profesión, si la ejerce de manera imprudente y si la retribución que exige no corresponde de manera equitativa a los servicios prestados, y añadiremos, si incumple con los deberes que le impone su colegiado mediante su código deontológico: el pago de comisiones indebidas (soborno, coimas), el cohecho,

14 José Ramón Ayllón. Ética razonada. Libros MC Madrid 1999. pág.128.15 León Trahtemberg. La Moral como Privilegio. Arequipa al Día. 27 de marzo de 2005.16 Rodolfo Luis Vigo (H.). Ética del Abogado. Conducta Procesal Indebida. LexisNexis Abeledo Perrot. Buenos Aires.2004. Pág.65.

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los pactos indebidos con la parte contraria, el asumir conductas procesales indebidas, el uso de recursos dilatorios, de argumentos falsos, medios ilícitos, publicidad indebida, incitación al litigio; la dicotomía, que consiste en duplicar o multiplicar los ingresos u honorarios pasándose los profesionales de un mismo ramos los clientes de uno al otro, el mal uso de los pactos quota litis, de los que trataremos más adelante; la propaganda indebida del propio bufete.17

C.- El bien común.

Debido a las concepciones ideológicas, alguna de ellas brevemente enunciadas, y a las características de la sociedad moderna o pos moderna, como quiera llamársele, aunque pienso yo que esta época pasará a la historia como la de la globalización; hay algo que se ha perdido de vista, y que muy pocas veces es parte de las consideraciones generales a tenerse en cuenta para la consecución de los fines del hombre y por tanto para el desarrollo armónico de la sociedad, me refiero al bien común: Eso que permite la unión entre sí de los individuos procedentes de un origen común y que viven en similares condiciones ; “y también el modo en que se comparan las diferencias de sus peculiaridades e iniciativas individuales, los contrastes se complementan entre sí, etc. En definitiva el “modus convivendi” de las mayorías que allí se hace posible”. 18

C.1. Concepto.- El Papa Pio XX, en un radiomensaje del 24 de diciembre de 1942 definió el bien común con estas palabras: “conjunto de aquellas condiciones externas necesarias para que el hombre pueda desarrollar sus cualidades y sus oficios, su vida material, intelectual y religiosa, que el individuo, la familia y los demás organismos inferiores no son suficientes para perfeccionar.”19

El hombre por su natural imperfección busca relacionarse con sus semejantes, para complementarse y completarse, y ayudarse en la consecución de sus aspiraciones y de su fin último, que es la felicidad, que en definitiva se confunde con el bien común, por lo que también podemos decir que el bien común es el fin de toda sociedad y todos, gobernantes y gobernados tenemos la obligación de contribuir al bien común.

“…todo orden político se justifica y legitima únicamente en función de esta finalidad suprema: promover condiciones sociales que coadyuven a que cada ser humano pueda alcanzar libremente la meta definitiva de su existencia, a saber, llegar a la plena comunión de amistad con Dios. Comunión que, a su vez, es condición de posibilidad de relaciones auténticamente fraternas. Así, el orden racional contenido en la ley natural, accesible a todo hombre, señala unas pautas ético - políticas fundamentales tanto para los ciudadanos como para los gobernantes. Recordemos la insistencia con que Santo Tomás deposita en el legislador la responsabilidad primordial de desarrollar en los

17 Peinador C.M.F., Antonio. Moral Profesional. BAC, Madrid 1962. Pág. 271.18 Guardini, Romano. Ética, lecciones en la Universidad de Múnich. BAC, Madrid 1999. Pág.629.19 Peinador C.M.F., Antonio. Moral Profesional. BAC, Madrid, 1962. Pág. 84.

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ciudadanos las virtudes éticas. De hecho, remarca Dewan, “es una enseñanza constante de Tomás de Aquino que el fin, la meta o el bien de la sociedad política es la virtud, es decir, el bien humano, y que para lograr esto es necesario que los gobernantes sean virtuosos. …Y ser virtuoso no es más que seguir fielmente la voz de la naturaleza racional que nos inclina a la consecución de su telos o fin o bien propio. La consumación de nuestro ser individual y social no se alcanzará jamás si se desatiende dicha voz. Nuestro propósito al mostrar el valor decisivo de la vida social y del bien común para la plenitud humana, se encamina a evidenciar que resultados tan anhelados como son los de una convivencia justa y pacífica no podrán alcanzarse si no se atiende a estos elementos fundamentales de la vida individual y comunitaria. Tal como ha enseñado Lawrence Dewan, la naturaleza humana, obra de la divina sabiduría, marca el camino por seguir si queremos establecer relaciones justas, cuyo fruto es la paz.”20

C.2. Los principios y los Valores.

a) Los principios éticos son aquellos imperativos de tipo general que nos orientan acerca de qué hay de bueno y realizable en unas acciones y de malo y evitable en otras.

b) El principio moral es un imperativo universal que prescribe determinado tipo de acciones en razón de determinadas características descriptivas, que, siempre que se den y en igualdad de circunstancias (caeteris Paribus), obligan a actuar obedeciendo a ese principio. Los imperativos , aun siendo universales, tienden a prescribir actuaciones; los principios morales no prescriben actuaciones concretas de forma directa e inmediata, más bien apuntan a los temas y metas que no hay que perder de vista a la hora de actuar y sobre todo a la hora de formular cualesquiera normas o prescripciones morales.21

Los Principios se distinguen de las normas en que éstas son menos genéricas, las normas aplican los principios a situaciones concretas aunque no siempre queda clara la distinción.Sin ser los principios veredictos definitivos e independientes, nos ofrecen sin embargo, el punto de partida y nos hacen fijar en consideraciones básicas que se deben tener en cuenta para tomar decisiones o resolver casos problemáticos. La bioética ha aportado a la ética profesional aspectos fundamentales en la teoría de los principios, y de los tres que fueron consagrados: el de respeto a las personas, el de la beneficencia y el de la justicia, se ha llegado hoy a cuatro principios fundamentales: el de beneficencia, el de autonomía, el principio de justicia y el de no maleficencia.

1.- Principio de Beneficencia: Hacer bien una actividad y hacer bien a los otros mediante una actividad bien hecha.

20 Irizar, Liliana Beatriz. Los Fundamentos Metafísicos de la Ética y la Política en Lawrence Dewan: Elementos para la construcción de una comunidad democrática, justa y pacífica. Díkaion, Revista de Fundamentación Jurídica. Año 24, Vol. 19 Núm. 1/1-248-Chía, Colombia, Junio 2010. Universidad de La Sabana.21 Augusto Hortal. Ética General de las Profesiones. Universidad Jesuitas. Desclée. Bilbao 2002. Pág.92.

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Comprende pues el realizarse como profesional, la permanente actualización en conocimientos propios de la profesión, para realizar un servicio profesional eficiente que redunde en beneficio no solo del profesional, en cuanto que satisfaga su capacidad, así como del cliente, en cuanto que satisface su necesidad o interés, sino de la sociedad en general, en cuanto que satisface su aspiración ética de justicia. “El abogado no puede, no debe defender de tal manera a su cliente que dañe a todos los demás, al conjunto de la sociedad, a la administración de justicia y cause un deterioro serio en las instituciones dedicadas a administrarla conforme a las leyes”22 Implica Ser competente, diligente, responsable. La deontología será precisamente, a través del control de los colegios profesionales, la que califique las conductas, que ante una eventual denuncia, puedan ser calificadas de buenas, competentes, correctas, o malas y sancionables.

2.- Principio de autonomía: nada es verdaderamente humano si es impuesto a los hombres por otros hombres. La voluntad racional y libre de cada persona es la única fuente de la ley moral. Una moral que se considere adulta no puede aceptar un imperativo ético sin una explicación racional. Es necesario que sepamos dar razón de nuestra conducta, nuestro comportamiento debe tener una motivación autónoma. Mediante la autonomía el ser humano no obedece a ninguna instancia externa sino a su propia voluntad racional que le convierte en legislador, colegislador junto con los otros seres racionales y libres, de un reino de los fines en los que cada persona tiene dignidad y es insustituible, no tiene un precio que se le pueda poner y por el que se la pueda cambiar. Supone la libertad, la racionalidad, la responsabilidad, pero especialmente el respeto a la propia conciencia.Cabe poner como límite a la autonomía, la libertad de los otros y el daño que pudiera causarles en el ejercicio de mi propia libertad.

3.- Principio de Justicia: se debe procurar dar a cada quien lo suyo, lo que le corresponde.Supone un compromiso con el bien público y con los grandes problemas sociales, así como de servicio a la sociedad para ayudar a solucionarlos. Los profesionales para ser justos tienen que ser leales a las condiciones sociales en las que ejercen la profesión.

4.- Principio de no maleficencia: ante todo no hacer daño.Es el complemento necesario de los otros tres, el mal no puede ser justificado de ninguna manera, que el fin no justifica los medios y que en caso de doble efecto, es decir cuando un acto puede causar un efecto bueno y uno malo, se tenga en cuenta que deben darse las siguientes condiciones:

a. que el acto que va a realizarse sea bueno o al menos indiferente por su objeto.

b. Que los efectos buenos y malos se sigan inmediatamente del acto, es decir, que el objeto bueno no se obtenga por medio del malo.

c. Que se busque solamente el buen efecto y se limite a tolerar el malo.d. Que haya cierta proporcionalidad entre el efecto bueno y el malo, mejor

dicho, que el efecto bueno supere al malo, o al menos lo iguale.

22 Augusto Hortal. Op. cit. Cap.5 Pág. 128.

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“Hacer bien las cosas para hacer bien a las personas prestándoles un servicio profesional competente, responsable, adecuado a sus necesidades y deseos como forma de ayudarles a vivir la vida, a vivirla mejor o a no vivirla peor, es la caracterización que hemos ofrecido del que puede llamarse principio de beneficencia en el ejercicio de una profesión.Tratar a los clientes y usuarios de los servicios profesionales como personas, contando con su parecer, respetando sus derechos y convicciones, proponiéndoles las diferentes alternativas que su caso presenta y recabando su consentimiento tras haberles informado en términos inteligibles, es decir, relacionarse con ellos como con personas iguales y diferentes, merecedoras de respeto y consideración, puede asociarse con el principio de autonomía en ética profesional.Proceder con justicia, cumplir las obligaciones contractuales implícita o explícitamente contraídas, teniendo en cuenta el marco institucional público o privado y el rol que desempeña el profesional en él, así como los títulos que concurren en el cliente o usuario que acuden a los servicios profesionales, tomando en consideración también el contexto social y las obligaciones que de él se derivan a la hora de establecer prioridades y asignar recursos, es lo que proponemos como principio de justicia en ética profesional.El principio de no maleficencia, ya lo hemos dicho, es la sombra de los tres anteriores y de cualquier otro; propone ante todo no hacer daño, es decir, para empezar no hacer mal el propio oficio profesional, no perjudicar ni hacer el mal ni al cliente ni a otros, no manipularles ni ejercer violencia sobre ellos, no violar sus derechos ni ignorarles como personas; no cometer injusticias con ellos privándoles de lo que se les debe y corresponde.Para ser un profesional ético hay que serlo íntegramente; no valen los atajos ni las simplificaciones. El profesional que actúa éticamente tiene que cumplir con todos los principios en la medida en que las situaciones lo permiten. …”23

c) Los Valores son esas propiedades o calidades sui generis que poseen los seres y que se dan en un orden jerárquico, que determina que en caso de conflicto se prefiera el superior. Es la condición de algo que sirve y es deseable. Son realidades objetivas porque su existencia no depende del sujeto sino de la naturaleza misma del ser. Es en sí la perfección del ser y que debido a ello atrae nuestra potencia apetitiva, nuestro deseo de realizarla o de alcanzarla. Para la ética el valor es el bien. (Ser veraz, ser justo, ser responsable, ser tolerante, ser dialogante, ser solidario, trabajar honradamente, mantener la palabra dada, ser crítico y saber aceptar la crítica, estar abierto a la utopía…)

d) Las virtudes: - término que equivale a capacidad y aptitud -, en cambio, significan la habilidad, facilidad y disposición para llevar a cabo determinadas acciones adecuadas al hombre. Es un hábito operativo bueno. Puede decirse que la virtud es la repetida realización de un valor. Es esa fuerza interna que nos impele a actuar conforme a nuestros principios en el afán de alcanzar nuestro fin último. La virtud no es innata, pero se tiene una natural disposición

23 Augusto Hortal. Op. cit. Cap.10. Pág. 173.

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para ella, y se adquiere por el ejercicio constante, serio y duradero de esa capacidad y aptitud.

Si queremos ser prudentes deberemos practicar habitualmente la prudencia; si ser justos deberemos practicar la justicia; fuertes, la fortaleza; si ser honestos la honestidad; buenos, la bondad; fieles, la fidelidad… es decir, para ser virtuosos hay que practicar las virtudes.

D.- La conciencia moral de la persona.Nuestra condición humana de seres libres determina que estemos obligados a elegir, a lo que no estamos obligados, ni podríamos estarlo, es a acertar en nuestra elección. De allí que sea necesario contar con una herramienta o instrumento que oriente nuestra elección, y éste no es otro que la conciencia moral: la misma razón humana que juzga sobre la moralidad de los actos, sobre el bien y el mal. Es nuestra inteligencia, que por la recta razón nos manifiesta la norma ética objetiva, la ley natural.La conciencia moral puede ser cierta o dudosa, verdadera o errónea, y el error puede ser vencible o invencible.Se distingue de la conciencia sicológica, en que esta es la capacidad humana de conocer la realidad y conocerse a sí mismo (autoconciencia).La conciencia se presenta como una exigencia de nosotros a nosotros mismos, que algunas veces nos enfrentará con las exigencias del grupo o de la sociedad y no por rebeldía sino por convencimiento de que existen cosas que no se pueden o no se deben hacer. “…la conciencia se nos presenta sobre todo como orientadora de la acción moral e impulsora de la misma: me sugiere lo que debe hacerse y me impulsa a ello con fuerza variablemente obligante. En la conciencia se acaban así plasmando los ideales que me realizan, los valores y criterios de comportamiento que debo seguir, tanto en relación a mi mismo como en relación a los otros. Pero igualmente se acaban plasmando los “juicios morales en situación”, aquellos que me indican lo que debo hacer en el aquí y ahora, encarnando en ese aquí y ahora ideales y normas.La voz no siempre se oye con claridad. Como en todo proceso de comunicación, puede haber interferencias, dificultades, oscuridades. Para evitar las interferencias es importante que nos introduzcamos en un proceso educativo de maduración de la conciencia, que se consolida con la formación y la autonomía, enfrentándonos así a las diversas manipulaciones a las que puede ser sometida. Y ante las dificultades y oscuridades se impone el arte de la interpretación y el discernimiento, fiel y creativo a la vez, algo que debe acompañar todo proceso de conciencia.”24

E.- La Doctrina Social de la Iglesia y las Profesiones.La Iglesia, madre y maestra, no ha dejado de presentar su preocupación permanente por el papel de los laicos en la promoción del bien común. Para ello siempre ha apelado a la formación de la conciencia de todos y en especial de los profesionales, individualmente y agrupados en sus

24 Xavier Exteberria. Temas Básicos de Ética. Centros Universitarios de la Compañía de Jesús. Desclée. Bilbao 2005 Pág. 174.

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asociaciones o colegios profesionales, urgiéndonos a trabajar respetando los derechos humanos de todos, subordinando todos los derechos al principio del destino universal de los bienes, desvinculando las medidas a aplicarse, de un capitalismo desenfrenado, con conciencia profesional, sentido del deber, amor al prójimo, que hagan frente a su vez al egoísmo y a los enfrentamientos. Nos llama a educarnos para la justicia y con principios morales personales y sociales que luego se manifiesten en testimonios concretos, que ayuden a superar los obstáculos que plantean el individualismo, el afán desmedido de riqueza, la doble moral. Nos plantea exigencias concretas: renovación del corazón, humanismo, facultad crítica, solidaridad, etc.… que conduzcan a obtener frutos de responsabilidad, auto señorío y a la construcciones de comunidades verdaderamente humanas.

Esta doctrina social de la Iglesia está contenida en diversos documentos de la Iglesia que específicamente tocan el tema de los profesionales y la Doctrina Social de la Iglesia, y que en el Compendio de DSI, podemos analizar más detenidamente con la lectura de los siguientes numerales:

Rerum novarum y asociaciones profesionales, 89;Divini Redemptoris y cuerpos profesionales, 92;Pío XII y agrupaciones profesionales, 93;Vida social y responsabilidad profesional, 134;Pluralismo social e instituciones profesionales, 151;Expresiones agregativas de tipo profesional, 185;Familia, trabajo y decisiones profesionales, 249;Realización profesional de los jóvenes, 289;Empleo y capacidades profesionales, 290;Familia y organizaciones profesionales, 294;Mujer y formación profesional, 295;Sindicatos, trabajadores y profesiones, 306;Trabajadores y actualización profesional, 308;Trabajo, personas y profesión, 311;Innovaciones tecnológicas y profesiones, 313;Progreso y responsabilidad de los profesionales, 376;Profesionales de los medios de comunicación, 376, 562;Objeción de conciencia y daño profesional, 537;Laicos y compromiso profesional, 543;Laico y formación profesional, 546;Profesionales y comunidad cristiana, 529;Misión y ambiente profesional, 550.

El Santo Padre Benedicto XVI, en su mensaje a los Obispos Italianos reunidos en Asís durante la 55 Asamblea General el 10 de noviembre de 2005, señaló “En esta misión evangelizadora y humanizadora de la Iglesia participan los fieles laicos de un modo peculiar y acorde con su índole secular, pues viven y actúan allí donde se organiza la vida social, donde se toman las decisiones o se transforman las estructuras que condicionan la vida civil. Ellos han de seguir su vocación específica de "buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales" (Lumen gentium, 31) y, por tanto, poniendo sus capacidades profesionales y el testimonio de una vida ejemplar al servicio de la

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evangelización de la vida social, haciéndola al mismo tiempo más justa y adecuada a la persona humana. Para ello necesitan una sólida formación que les permita discernir en cada situación concreta, por encima de intereses particulares o propuestas oportunistas, lo que realmente mejora al ser humano en su integridad y las características que han de tener los diversos organismos sociales para promover el verdadero bien común. En este sentido, el Compendio, objeto de estudio en ese Encuentro, por su carácter orgánico y la formulación sintética de cada uno de los puntos tratados, es una ayuda preciosa para la formación de los fieles cristianos en las cuestiones sociales; sobre todo si va acompañado de una acción pastoral y catequética sabia, constante y capilar”.

En síntesis, a nosotros, los profesionales, nos cabe una mayor responsabilidad en la cuestión social del mundo, ya que se nos ha entregado los talentos de los que deberemos dar cuenta como nos dice Mt 25, 14-30.

F.- Justicia: Algunos conceptos básicosNo solo es conveniente, sino necesario, tener un claro concepto de lo que para nosotros, profesionales católicos, significa el término justicia, para no caer en el error de considerar que es el reparto de los bienes y recursos a todos por igual. Desde nuestra perspectiva ética constituye una virtud, que se define como la constante voluntad de dar a cada quien lo suyo (Ulpiano). Disposición permanente e irrenunciable de perseguir el bien común (Aristóteles). Es la garantía del bien individual (justicia conmutativa y justicia distributiva) y garantía del bien social (justicia legal). El presupuesto de la justicia es el derecho, puesto que si nadie tiene derecho a lo suyo, no habría qué darle. Existen tres obligaciones fundamentales que deben ser cumplidas para que se dé la justicia: la obligación que debe cumplirse entre los individuos, y es lo que conocemos como justicia conmutativa; las obligaciones de la sociedad para con el individuo, que es lo que conocemos como justicia distributiva; y, las obligaciones del individuo para con la sociedad, que es lo que conocemos como justicia legal.“Una persona justa es una persona ecuánime que no se deja llevar ni por la moda, ni por el “qué dirán”, ni por veleidades caprichosas. Ser justo hoy significa vivir radicalmente a favor de la dignidad de la persona humana, buscando su bien. …El valor ético de la justicia es un valor fundamental y, juntamente con la verdad, constituyen la piedra angular del edificio de la ética civil. Sin justicia y verdad no hay ética y, cuando la ética elemental falla, el incivismo se apodera de nuestras sociedades y estas resultan inhabitables.”25

25 Joan Bestard. Diez Valores éticos. PPC. Madrid 2004. Pág. 61

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