estudio del discurso de eliÚ

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ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ (Job 32-37) COMENTARIO AL CAPÍTULO 32 EN DONDE ELIÚ JUSTIFICA SU DERECHO DE HABLAR Parece que la discusión ha llegado a su término y es el momento oportuno para que entre en escena un moderador, y Eliú es esa persona. Tenemos aquí, I. Una breve reseña de su persona y de su parentela, de su intervención en la disputa y de los sentimientos que le animan con respecto al tema que se ventila (vv. 1-5). II. Sus excusas por tener que intervenir en una discusión tan larga y eruditamente llevada por hombres de mucha más edad que él. Arguye, a. Que, aun cuando no tiene la experiencia que da la edad. Sí tiene la que da la inteligencia (vv. 6-10). b. Que ha escuchado pacientemente todo lo que ellos han tenido que decir (w. 11-13). c. Que tiene algo nuevo que ofrecer (w. 14-17). d. Que su mente está llena de este tema y sería para él un alivio expresar lo que lleva dentro (w. 18-20). e. Que ha decidido hablar imparcialmente (w. 21,22). OJO: Aunque a Eliú le faltó tino, y aun tacto, en su intervención, sin embargo dijo tales verdades que ni Job se atrevió a replicarle ni Dios le dio ningún reproche. Versículos 1-5 Cuando eran los viejos quienes habían estado disputando, se levanta en son de moderador un joven, como reproche por el acalorado debate que ellos habían llevado a cabo. 1. La razón por la que estaban ahora callados los amigos de Job (v.1): «Cesaron... de responder a Job. por cuanto él era justo a sus propios ojos» ; es decir, porque persistía en tenerse por inocente. No tenía ningún objeto seguir discutiendo con un hombre así. Pero el juicio de estos hombres acerca de Job no era ecuánime, ya que Job era realmente justo a los ojos de Dios, no sólo a sus propios ojos. 2. Las razones por las que Eliú intervino en este punto. Elihú (lit.) significa Mi Dios es él. Se dice que él era buzita, de Buz, hijo segundo de Nacor (Gn. 22:21); y de la familia de Rom. La paráfrasis caldea lee: de la familia de Abram, suponiendo que primero se llamó Rom que significa «excelso»; después, Abram, = «padre excelso»; y finalmente Abraham = «padre de una multitud». Pero esto no pasa de ser una suposición. (A) Eliú intervino porque estaba enojado y pensó que tenía motivos para estarlo. Estaba enojado con Job porque pensaba que no había hablado de Dios con la debida reverencia; esto era cierto (v. 2): «Por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios», es decir, había puesto mayor empeño en excusarse a sí mismo de la imputación de hipocresía al verse afligido, que de excusar a Dios de la imputación de injusticia al afligirle. Sin embargo, Eliú no condena a Job sin más, sino que pretende haber hallado razones que los tres amigos de Job no habían hallado para responderle; por eso, se había encendido su

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Page 1: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

(Job 32-37)

COMENTARIO AL CAPÍTULO 32 EN DONDE ELIÚ JUSTIFICA SU DERECHO DE HABLAR

Parece que la discusión ha llegado a su término y es el momento oportuno para que entre en escena un moderador, y Eliú es esa persona. Tenemos aquí,

I. Una breve reseña de su persona y de su parentela, de su intervención en la disputa y de los sentimientos que le animan con respecto al tema que se ventila (vv. 1-5).

II. Sus excusas por tener que intervenir en una discusión tan larga y eruditamente llevada por hombres de mucha más edad que él. Arguye,

a. Que, aun cuando no tiene la experiencia que da la edad. Sí tiene la que da la inteligencia (vv. 6-10).

b. Que ha escuchado pacientemente todo lo que ellos han tenido que decir (w. 11-13).

c. Que tiene algo nuevo que ofrecer (w. 14-17).

d. Que su mente está llena de este tema y sería para él un alivio expresar lo que lleva dentro (w. 18-20).

e. Que ha decidido hablar imparcialmente (w. 21,22). OJO: Aunque a Eliú le faltó tino, y aun tacto, en su intervención, sin embargo dijo tales verdades que ni Job se atrevió a replicarle ni Dios le dio ningún reproche.

Versículos 1-5

Cuando eran los viejos quienes habían estado disputando, se levanta en son de moderador un joven, como reproche por el acalorado debate que ellos habían llevado a cabo.

1. La razón por la que estaban ahora callados los amigos de Job (v.1): «Cesaron... de responder a Job. por cuanto él era justo a sus propios ojos» ; es decir, porque persistía en tenerse por inocente. No tenía ningún objeto seguir discutiendo con un hombre así. Pero el juicio de estos hombres acerca de Job no era ecuánime, ya que Job era realmente justo a los ojos de Dios, no sólo a sus propios ojos.

2. Las razones por las que Eliú intervino en este punto. Elihú (lit.) significa Mi Dios es él. Se dice que él era buzita, de Buz, hijo segundo de Nacor (Gn. 22:21); y de la familia de Rom. La paráfrasis caldea lee: de la familia de Abram, suponiendo que primero se llamó Rom que significa «excelso»; después, Abram, = «padre excelso»; y finalmente Abraham = «padre de una multitud». Pero esto no pasa de ser una suposición.

(A) Eliú intervino porque estaba enojado y pensó que tenía motivos para estarlo. Estaba enojado con Job porque pensaba que no había hablado de Dios con la debida reverencia; esto era cierto (v. 2): «Por cuanto se justificaba a sí mismo más que a Dios», es decir, había puesto mayor empeño en excusarse a sí mismo de la imputación de hipocresía al verse afligido, que de excusar a Dios de la imputación de injusticia al afligirle. Sin embargo, Eliú no condena a Job sin más, sino que pretende haber hallado razones que los tres amigos de Job no habían hallado para responderle; por eso, se había encendido su

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ira también contra ellos, porque no hallaban qué responder, aunque habían condenado a Job (v. 3). Como se ve, pues, Eliú quiere aparecer imparcial en su discurso.

(B) Eliú esperó pacientemente mientras los tres amigos de Job discutían con él, puesto que eran más viejos (v. 4); escuchó también a Job, y se enojó al ver que no sabían cómo responderle debidamente (v. 5). Por eso intervino cuando se acabaron las palabras de Job (31:40).

Versículos 6-14

Eliú aparece aquí:

1. Como hombre de gran modestia y humildad (v. 6): «Yo soy joven, y vosotros ancianos; por tanto, he tenido miedo y he temido declararos mi opinión». Temía ser inoportuno o cometer alguna equivocación. ¡Cuánto nos conviene ser prontos para oír, tardos para hablar (Stg. 1:19), en especial cuando nuestra opinión es contraria a la de aquellos que, por su edad, experiencia y piedad, merecen de nosotros respeto y veneración! «Yo decía: Los de más edad hablarán» (v.7). La edad y la experiencia confieren a un hombre gran ventaja en formar juicios, tanto por proveerle de mayor material en que ocupar su mente como por madurar y mejorar sus facultades. Siempre es bueno hospedarse con un discípulo antiguo (Hch. 21:16. Comp. Tit. 2:4). Eliú había prestado paciente atención a los tres amigos de Job, incluso cuando aparecían perplejos en buscar palabras (vv. 11, 12). Hemos de estar dispuestos a escuchar cosas que no nos gusten; de lo contrario, no podremos probarlo todo. Sólo los que escuchan bien pueden hablar, y sólo los que han aprendido pueden enseñar.

2. Como hombre de sentido y valentía, que sabía cuándo y cómo hablar, y cuándo y cómo guardar silencio. Aun cuando respetaba a sus amigos lo suficiente como para no interrumpirles, respetaba todavía más la verdad y la justicia (mejores amigos) como para no traicionarlos con su silencio. Como decía Aristóteles: «Amigo es Platón, pero más amiga es la verdad».

(A) El hombre es una criatura racional y, por ello, está dotado de juicio y discreción y se le debe permitir libertad de expresión cuando le llega su turno. A esto se refiere Eliú al decir: «Ciertamente hay espíritu en el hombre y el soplo del Omnipotente le hace que entienda» (v. 8, donde vemos que ruaj = espíritu y nishmat = soplo -Gn 2:7- son equivalentes por paralelismo). Viene a decir lo mismo que Job (12:3: «Pero también yo tengo entendimiento como vosotros»), pero se expresa con mayor modestia que él, dando a entender que nadie tiene el monopolio de la razón: «Por tanto.... Escuchadme» (v. 10). Nuestra alma es espíritu; espíritu inteligente. Tiene capacidad para descubrir y recibir la verdad, para discurrir y razonar sobre ella. y para decidir y actuar en consonancia. Este espíritu inteligente está en todos los hombres. Es el soplo del Omnipotente el que nos lo infunde.

(B) Aunque la antigüedad atribuía a la ancianidad cierta patente de sabiduría, Eliú declara que no siempre son los sabios los de mucha edad, ni los ancianos disciernen lo que es justo (v. 9). La sabiduría viene de Dios y de su Palabra, no de la edad (V. Sal. 119:99-100) ¡Ojalá los de más edad fuesen siempre sabios, pues así no harían jamás daño desde la posición de prestigio que ostentan y podrían hacer mucho bien con la sabiduría que poseerían! Tampoco el recto juicio es monopolio de la ancianidad; también los viejos pueden equivocarse y, por tanto, no han de tomar como una afrenta el que se les contradiga, sino más bien tomarlo como una fineza para ser instruidos por otros más jóvenes que ellos. «Por tanto, yo dije: Escuchadme» (v. 10). El que tiene buena vista puede ver desde el valle mucho más de lo que puede percibir el cegato desde lo alto de una montaña. «Más vale un muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos» (Ec. 4:13).

Page 3: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

3. Era menester que alguien interviniese para poner la discusión bajo una verdadera luz: «Tengo que hablar -dice Eliú, para que no digáis: Nosotros hemos hallado sabiduría (v. 13). No penséis que vuestros argumentos contra Job son concluyentes, como si no se le pudiese convencer y humillar con otras razones que las vuestras, pues lo refutará Dios, no el hombre (v. 13b). Si lo que sufre es por su pecado. Dios dirá la última palabra; vosotros no habéis sabido decirla».

4. Eliú piensa que tiene algo nuevo que ofrecer a la discusión: Él va a hablar con toda imparcialidad: ni Job ha presentado excusas que puedan convencer a Eliú, ni éste va a tratar de convencerle con las mismas razones que han empleado ellos (v. 14), para no ser tenido por impertinente o por apasionado.

Versículos 15-22

Tres razones aduce Eliú como excusa para intervenir en este debate:

1. La escena había quedado sin actores, por lo que él se creía en la oportunidad de intervenir: «Se les fueron los razonamientos... Callaron y no respondieron más» (vv. 15, 16). El juicio pertenece a Dios, y por él se ha de determinar quién tiene razón y quién no la tiene. Ellos ya habían expresado su opinión; él ahora va a exponer la suya.

2. Él se sentía constreñido a hablar. Estaba tan lleno de palabras (v. 18), después de haber escuchado a todos y haber reflexionado por largo tiempo, que en su interior bullían las razones como bulle el vino nuevo en los odres hasta reventarlos si no tiene respiradero (v. 19). Así que va a hablar y se desahogará (v. 20), no sólo para librarse de la presión interior, sino también para tener el placer de hacer el bien.

3. Había resuelto hablar sinceramente lo que pensaba ser justo y verdadero, no lo que fuese halagador para cualquiera de las partes (w. 21,22): «No haré ahora acepción de personas, ni usaré con nadie de títulos lisonjeros. Porque no sé hablar lisonjas; de otra manera, en breve mi Hacedor me consumiría». No va a ser como los jueces que se dejan sobornar por dinero o por halagos, pues el que nos creó aborrece el disimulo y la adulación y castigará los labios lisonjeros y la lengua jactanciosa (V. Sal. 12:3).

ENTRAMOS AHORA, EN EL DISCURSO DE ELIÚ PROPIAMENTE (CAPS. 33-37)

El discurso de Eliú no decepciona las esperanzas que su prefacio había suscitado. I. Pide a Job que acepte favorablemente lo que va a decir (v. 1-7). II. Le hace ver que, en el calor de la disputa, ha pronunciado palabras que daban a entender que Dios no le trataba como se merecía (vv. 8-11). III. Trata de convencerle de la necedad con que se ha portado en esto. Elihú pretende corregir las insuficiencia argumentarías de los tres amigos, asimismo, poner freno a la audacia de Job y a su manera de justificarse a sí mismo y denunciar a Dios (32:1-5).

LOS TEMAS JOBIANOS QUE CRITICA ELIHÚ SE PUEDEN REDUCIR A TRES:

1. LA RAZÓN DE JOB FRENTE A LA ARBITRARIEDAD DE DIOS: Esto significa que, según Eliú, Job ha acusado a Dios de no hacer distinción entre justos e injustos y de castigarlo sin razón aparente (Ej: Job 10:2-3; 19:6-11). Eliú insiste a Job en que él no puede justificarse

Page 4: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

ante Dios ni acusarlo de arbitrariedad. Frente a este concepto de Job, Eliú subraya insistentemente la perfección y la grandeza de Dios frente a la limitación del hombre (33:12; 36:22, 24). Por ejemplo, analicemos los siguientes pasajes del discurso de Eliú.

Job 33:8-13

1. Eliú acusa en particular a Job de algunas expresiones que se le habían escapado con respecto a la

justicia y a la bondad de Dios en el modo de tratarle (v. 8): «De cierto tú dijiste a oídos míos...». Lo había

oído él lo mismo que los tres amigos mayores que él. Cuando oigamos algo que tienda a deshonrar a

Dios debemos dar testimonio público en contra; debemos reprender lo que se diga impropiamente a

oídos nuestros. «Vosotros sois mis testigos, dice Yahweh» (Is. 43: 10, 12; 44:8) para confrontar a quien

se le oponga. Job se había declarado inocente a sí mismo (v. 9. V. 16:17). Es cierto que no lo había

dicho con tantas palabras, pero había asegurado (27:6): «Mi justicia tengo asida y no la cederé». Sin

embargo, Eliú no actuó correctamente al acusar a Job de haberse declarado limpio y sin defecto, pues

esto no lo había dicho (V. 14:4), sino sólo que estaba libre de una trasgresión que mereciera tal castigo

(13:23, 24). Tampoco había dicho: «Dios buscó reproches contra mí» (v. 10), aunque lo había insinuado

con otras palabras.

2. Se esfuerza por convencerle de que ha hablado impropiamente al expresarse así y que debía

humillarse ante Dios (v. 12): «Pues mira, en esto no has hablado justamente». Véase la diferencia entre

la acusación que Eliú presenta contra Job y la que habían presentado contra él sus tres amigos: ellos no

querían reconocer que fuese justo en modo alguno, pero Eliú se limita a decir: «En esto que has dicho,

no has hablado justamente». En efecto, Job había dicho acertadamente muchas cosas de la grandeza

de Dios, su poder irresistible, su soberanía indiscutible, su terrible majestad y su insondable inmensidad.

«Ahora», dice Eliú, «considera todo lo que has dicho de la grandeza de Dios y aplícatelo a ti mismo:

Mayor es Dios que el hombre (v. 12b); por tanto, mayor que tú; ve, pues, el motivo que tienes para

arrepentirte de las inconsideradas frases que has pronunciado contra él y tiembla al pensar en tu

presunción».

El pensamiento de que Dios es mayor que el hombre basta para silenciar todas nuestras quejas de los

procedimientos de su Providencia. Él es, no sólo infinitamente sabio y poderoso, sino también

infinitamente santo, justo y bueno, pues éstas son las cualidades y perfecciones trascendentes de la

naturaleza divina. Así que es absurdo e irracional tratar de hallar falta en él. Además, Dios no tiene por

qué damos cuenta de ninguna de sus acciones (v. 13) ¿Cómo podríamos nosotros, débiles, necios,

pecadores, contender con un Dios de sabiduría, fuerza y santidad infinitas?

Job 37:14-24

Eliú se dirige personalmente a Job para que se aplique a sí mismo las cosas que acaba de exponer. Le

Page 5: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

pide que preste atención a los prodigios de Dios (v. 14). Para humillarle, le muestra Eliú:

1. Que carece de intuición para penetrar en las causas naturales, ya que no puede ver sus

fuentes primeras ni prever sus efectos (vv. 15-17);

«¿Sabes tú, etc.?». Se nos enseña aquí:

(A) La perfección del conocimiento de Dios. Una de las más gloriosas perfecciones de Dios es su

omnisciencia. Además, su conocimiento es intuitivo, pues Dios lo ve todo y totalmente. Para su

conocimiento no hay nada distante, sino todo cercano; nada futuro, sino todo presente; nada oculto, sino

todo abierto y manifiesto.

(B) La imperfección de nuestro conocimiento. Los más ilustres filósofos están a oscuras en cuanto a la

esencia, el poder y las obras de la naturaleza. Somos una paradoja para nosotros mismos, y cuanto nos

rodea es un misterio. Nos conviene, pues, ser conscientes de nuestra ignorancia. Hay quienes confiesan

su ignorancia; y los que no quieren confesarla la demuestran por eso mismo ¡Y qué jueces tan

incompetentes somos de los métodos de la política divina, cuando tan poco es lo que entendemos de la

mecánica divina! Si es que podemos prever, con algunas horas de anticipación, los cambios de tiempo y

temperatura ¡Cuán poco es lo que esos cambios nos muestran de los designios de Dios mediante ellos!

No sabemos cómo se sostienen en el aire las nubes cargadas de agua, que es mucho más pesada que

el aire (v. 16). También es una maravilla el que el viento, que de suyo refrigera, caliente (v. 17. Éste

parecer ser el único sentido aceptable, dentro de lo paradójico).

2. Que él no tuvo parte alguna en la fundación del mundo (v. 18):

«¿Extendiste con él (Dios) los cielos, firmes como un espejo (de metal) fundido?». Esta era la noción, y

este era el concepto, que los antiguos tenían del firmamento, como vemos ya en Gn 1:6 y ss. En todo

caso, y tomándolo metafóricamente, podemos decir que los cielos son un espejo donde brilla la gloria de

Dios «Y el firmamento anuncia la obra de sus manos» (Sal. 19:1).

3. Que ni él ni ninguno de los asistentes eran capaces de hablar de la gloria de Dios de modo

proporcionado a lo que el tema se merecía (vv. 19, 20).

Y reta irónicamente a Job: «Muéstranos, si puedes, qué le hemos de decir (a Dios). Tú tienes intención

de argüir con Dios y querrías que nosotros contendiésemos a favor tuyo con él; dinos, pues, qué le

hemos de decir. Pero ten en cuenta que ni siquiera podemos ordenar nuestras ideas a causa de nuestra

ignorancia». Los que, por la gracia, conocen algo de Dios, todavía conocen muy poco en comparación

con lo que queda por conocer (V. 1. Co. 8:2) y con lo que se ha de conocer cuando venga lo perfecto (1

Co. 13; 10) y se rasgue el velo que nos impide la visión directa del Señor. «¿Se le comunicará que voy a

hablar?» -dice Eliú- (v. 20a lit.), como queriendo imponer a Dios las propias razones. La segunda parte

del versículo es difícil -nota del traductor-. La versión que mejor refleja el sentido literal en su contexto es

la que da Brates: «¿Puede decir uno que se le oprime con violencia?» ¡no! Nadie puede decir, como

insinúa Job, que Dios le aflige injustamente.

Page 6: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

Versículos 21-24

Concluye ahora Eliú su discurso con breves, pero espléndidas, frases acerca de la gloria de Dios,

quien había dicho que habitaría en densa nube (V. 2 Cr. 6:1; Sal. 18:11). Los versículos. 21 y 22 resultan

algo confusos, pero pueden entenderse siguiendo la versión de la New American Standard Translation,

que viene a decir así: «Y ahora los hombres no pueden ver la luz que brilla en el firmamento; pero

ha pasado el viento y lo ha limitado. Del norte viene un áureo resplandor; en torno de Dios hay

una terrible majestad» (M. Henry ha captado bien el sentido). Al principio, impresiona

desfavorablemente la visión de la densa nube que impide ver la luz y amenaza con un tremendo

aguacero; pero mirando al norte, presiente que el viento va a barrer las nubes y todo marchará bien.

Dios no guarda para siempre su enojo, sino que está presto a mostrar su misericordia. Ahora que Dios

está a punto de hablar, Eliú se da prisa por concluir y lo hace con las siguientes observaciones:

(A) Que Dios está rodeado de una majestad que impone pavor, por la transcendencia infinita de sus

perfecciones (v. 22).

(B) Que, cuando nos ponemos a hablar del Todopoderoso (v.23), hemos de reconocer que no

podemos alcanzarle: nuestra mente limitada no puede comprender sus perfecciones ilimitadas

¿Podremos meter en una cáscara de huevo todo el agua del mar?

(C) Que es excelso en poder (lit.).

(D) Que no es menos excelso en sabiduría y justicia, sin lo cual habría poca excelsitud en su poder.

(E) Que no hará violencia a la justicia y a la abundante rectitud (v. 23b. lit). Nadie puede acusar de

injusticia a Dios, pues es imposible que él viole la justicia: sería una contradicción consigo mismo.

(F) Que no tiene consideración con los que son sabios en su propia opinión (v. 24) y, por tanto, tiene

en nada las censuras que le puedan dirigir.

2. ¿DE QUÉ LE SIRVE AL HOMBRE NO PECAR? Elihú expresa su confianza en la justicia y lealtad de Dios, el cual no permitirá la injusticia, aunque el ser humano no puede, en su limitación, entender cómo es que Dios actuará de manera justa (34:9, 13-15; 35:3, 4-8) Por ejemplo, analicemos los siguientes pasajes del discurso de Eliú.

Job 34:10-12

El objetivo del discurso de Eliú era que Job tuviese paciencia en su aflicción, pues Dios no le hacía

ningún perjuicio con ella, sino que era para su provecho espiritual.

Page 7: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

En estos versículos, vuelve Eliú a dirigirse a todos los oyentes (v. 10):«Por tanto, varones de inteligencia

(lit. corazón), oídme» .El Dios justo nunca perjudica a ninguna de sus criaturas, sino que su conducta es

siempre ecuánime y recta; la nuestra no lo es.

1. Esta verdad queda expresada aquí enfáticamente, tanto en forma negativa como positiva (vv. 10-12):

lejos están de él la impiedad y la iniquidad (v. 10), pues no son compatibles con su naturaleza; por ello.

Dios no hace injusticias ni pervierte el derecho (v. 12). Aunque es Omnipotente, nunca usa su poder al

servicio de la injusticia. Es Shadday = el Dios Todo suficiente y, por eso, no puede ser tentado por el mal

(Stg. 1:13), sino que paga al hombre según su obra (v. 11).

2. Esto lo afirma Eliú fervorosamente: (A) Bien seguro de su verdad (v. 12): «Sí, por cierto» (B)

Aborreciendo aun el pensamiento de lo contrario (v. 10): «¡Lejos esté de Dios la impiedad, etc.!». Eliú

rechaza esta idea con la mayor indignación, como lo da a entender la partícula hebrea jalilah = «lejos de,

de ninguna manera», con la que los traductores del N. T. al hebreo han vertido la expresión griega de S.

Pablo «me génoito» («¡En ninguna manera!» -lit. «¡no sea así!» -V. por ej. Ro. 6:2,15; 7:7,13). Como

diciendo: «¡Y lejos esté de nosotros el imaginar tal cosa!».

Job 36:5-7

Hablando en nombre de Dios, Eliú muestra que las disposiciones de la Providencia están de acuerdo con

las normas eternas de equidad. Dios actúa como gobernador justo, porque:

1. No piensa que se rebaja por tener consideración con el más vil de sus súbditos (v. 5): «He aquí que

Dios es grande, pero no desestima a nadie». Pensaba Job que su persona y su causa no obtenían de

Dios la consideración debida, ya que Dios no se aparecía inmediatamente a favor suyo. «¡No!», dice

Eliú, «Dios no desestima a nadie», lo cual es una buena razón para que también nosotros prestemos el

debido honor a todos los hombres.

2. No tiene miramientos con los potentados si son malvados (v. 6): «No otorgará vida al impío».

Aunque la vida del malvado se prolongue, no es porque disfrute de un cuidado especial de la providencia

divina, sino por causas naturales.

3. Está siempre dispuesto a defender la causa de los oprimidos (v. 6b); si los hombres no defienden los

derechos de los pobres, Dios sí que los defiende.

4. Cuida y protege especialmente a sus buenos súbditos (v. 7). No sólo los mira, sino que no aparta de

ellos sus ojos. Aunque ellos se vean a veces menospreciados y olvidados de los hombros, los ojos

amorosos y compasivos de su Padre Celestial nunca se apartan de ellos. Es más, a veces, los pone en

lugares de honor y poder: «Como reyes los pondrá en trono para siempre» (v. 7b). Las gavillas de los

demás se han de inclinar ante las de ellos, como en el caso de José y sus hermanos. «Con el éxito de

Page 8: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

los justos la ciudad se alegra» (Pr. 11:10). El favor que Dios les otorga, no sólo es una bendición para

ellos mismos, sino también para el bien común.

3. EL SILENCIO Y AUSENCIA DE DIOS Finalmente, Elihú quiere demostrarle a Job que Dios sigue siendo soberanamente libre de utilizar el

cosmos para sus objetivos pedagógicos, “bien para el castigo (shebet), bien para la misericordia (hesed)”

(37:13). A juicio de Elihú, el sufrimiento enviado a los hombres es, ante todo, una medida educativa. Este

tema se convierte realmente, en Elihú, en el eje de su demostración. El sufrimiento se ve elevado al rango

de un medio de salvación y de revelación “Dios salva al desdichado por medio de su desdicha y le abre

los oídos por medio de su desgracia” (36:15). El SUFRIMIENTO se convierte así en EJE DE LA

PEDAGOGÍA DE DIOS.

Por ejemplo, analicemos los siguientes pasajes del discurso de Eliú.

Job 33:14-26

Job se había quejado de que Dios le tenía completamente a oscuras en cuanto al modo de portarse

con él, y de ahí concluía que se había vuelto enemigo suyo. «No», dice Eliú, «él te habla, pero tú no te

das cuenta; así que la falta es tuya, no de él; él tenía para ti designios favorables incluso en los métodos

de su providencia que tú juzgas tan duramente». 1. Dios mira siempre por nuestro bien: «De una u otra

manera nos habla Dios» (v. 14), Cuando no hacemos caso a un aviso suyo, nos ofrece otro. 2. Nosotros

nos procuramos nuestro mal: «Pero el hombre no entiende», no se percata de que es la voz de Dios. Se

tapa los oídos, mira las cosas con su propia luz y rechaza el aviso que Dios le da, al menos, por medio

de su conciencia.

1. Las sazones y oportunidades para estas comunicaciones divinas (v. 15): «Por sueño, en visión

nocturna, etc.», cuando los hombres se retiran del mundo y de los negocios del día. Ya lo hacía así

desde antiguo a los profetas (Nm. 12; 6).

Cuando los hombres se entregan al descanso y reflexionan sobre los asuntos del día o sobre los

proyectos para el día siguiente, es el momento apropiado para oír la voz de la conciencia en el silencio

de la noche. El poder y la fuerza con que llegan tales comunicaciones (v. 16): «Entonces revela al oído

de los hombres y les señala su consejo». Abre el corazón, como abrió el de Lidia (Hch. 16:14), y así abre

también los oídos y hace que se impriman con fuerza en su corazón las instrucciones que les da para

que se corrijan (v. 16b. lit. Y sella con la instrucción de ellos).

2. El objetivo de estas comunicaciones es doble: (A) Preservar del pecado a los hombres,

especialmente del pecado de soberbia (v. 17): «Para quitar al hombre de su obra (se entiende, mala) y

apartar del varón la soberbia»

Page 9: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

Más de uno ha sido detenido en el camino hacia el precipicio mediante la silenciosa voz de la

conciencia que le decía: «No hagas cosa tan abominable, que te puede acarrear fatales consecuencias.»

«Apartar del varón la soberbia» es atacar a la raíz de amargura de la que brotan tantos pecados. (B)

Librar de la ruina a los hombres (v. 18). Al apartar a los hombres del pecado, mediante los avisos de la

conciencia. Dios libra su alma, es decir, su vida, de caer en la fosa (comp. con Ro. 6:23) ¡Gran

misericordia es ponemos bajo los frenos de una conciencia despertada! Fieles son las heridas de tal

amigo.

Versículos 19-28

Dios habla por segunda vez para convencer y atraer a los pecadores y lo hace por medio de

circunstancias aflictivas y compasivas, en las que nos habla dos veces. Job se quejaba mucho de su

enfermedad y de ella infería que Dios estaba enojado con él; pero Eliú le muestra que Dios aflige el

cuerpo por amor, a fin de hacer bien al alma. Esta parte del discurso de Eliú nos será de gran utilidad

para sacar provecho de las enfermedades por medio de las cuales Dios habla a los hombres.

1. Véase la obra que la enfermedad lleva a cabo (vv. 19 y ss.), cuando Dios la envía con un designio

determinado. (A) «Sobre su cama es corregido por el dolor». El dolor y la enfermedad toman un lecho de

plumas en lecho de espinas. Frecuentemente, cuanto más fuerte es el paciente, más fuerte es el dolor.

No se queja uno de simple picor de la carne, sino del dolor profundo de los huesos; y no es sólo de un

hueso, sino de todos los huesos (v. 19b). Pero, por la gracia de Dios, el dolor del cuerpo se convierte con

frecuencia en un medio de favorecer al alma. (B) El enfermo pierde el apetito, lo cual es un efecto

comente de la enfermedad (v. 20): «Hace que su vida aborrezca el pan», es decir, el alimento. (C) Se

convierte en un esqueleto (v. 21), con sólo la piel y los huesos. (D) Su alma se acerca al sepulcro» (v.

22). Los que le rodean, y aún él mismo, se dan cuenta de que es un moribundo. Los dolores de la

muerte, llamados aquí los matadores (v. 22b. lit), están prestos para echarle mano.

2. La provisión que Dios ha designado para esta corrección, a fin de que, cuando Dios habla de esta

manera al hombre, se le escuche y se le entienda (v. 23). Dichoso es tal hombre si tiene cerca de él

algún elocuente mensajero muy escogido (lit. uno entre mil) que le explique el significado de la disciplina

que Dios le aplica, un sabio que conozca la voz de la vara de Dios y su interpretación. El consejo y la

ayuda de un buen pastor son tan necesarios y oportunos, y así deberían ser aceptados, en una

enfermedad, como los de un buen médico, especialmente cuando el ministro de Dios es un experto en el

arte de explicar los métodos que sigue la Providencia. Su oficio en tales ocasiones es enseñar al hombre

su deber. Si el enfermo es persona piadosa, el mensajero no actuará como los amigos de Job, los cuales

se empeñaban en demostrar que Job era un hipócrita y por eso le castigaba Dios, sino que le mostrará el

camino del deber o, como dice literalmente el original, lo que es recto para él.

3. La favorable acogida que le dispensa Dios, si él se halla con las debidas disposiciones (v. 24).

Dondequiera halla Dios un corazón bien dispuesto, le muestra su misericordia y su favor: (A) Da orden

de que la muerte suelte su presa, pues lo libra de descender al sepulcro, de la muerte que es la paga del

pecado (Ro. 6:23). (B) Declara la razón de dicha orden: Halló (el mensajero) redención; es decir, rescate.

Este rescate -nota del traductor- es la decisión del enfermo de convertirse. Por otras Escrituras sabemos

Page 10: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

que somos rescatados por la propiciación llevada a cabo en el Calvario, pero no es ésta la significación

literal del texto que comentamos.

4. Recuperación del enfermo como resultado. Cuando el paciente se vuelve penitente, este es el

bendito cambio que se realiza: (A) Su cuerpo recupera la salud (v. 25). No siempre le sucede esto a un

enfermo arrepentido, pero sí ocurre a veces. Y la recuperación de una enfermedad es una estupenda

misericordia de Dios cuando es efecto del perdón del pecado. La recuperación puede ser tan asombrosa

que el enfermo llega a obtener un grado de salud superior al de antes de la enfermedad (v. 25). (B) Pero

todavía es más importante la recuperación del alma (v. 26), puesto que, en respuesta a su oración, verá

con júbilo la faz de Dios, es decir, disfrutará de la íntima comunicación con Dios, que todo israelita

deseaba con afán (V. Sal. 24:6; 27:8). Todos los verdaderos penitentes se alegran de que Dios les

muestre de nuevo su rostro más que del disfrute de la prosperidad material (Sal. 4:6, 7).

Job 36:8-11

Cuando Dios alguna vez aflige a los justos es para su bien (vv. 8-10). «Cuando los ata con cadenas»,

como José en la cárcel, o «los aprisiona en las cuerdas de aflicción» (v. 8), confinándolos al lecho del

dolor o a la necesidad pecuniaria, es para beneficio de su alma. Tres cosas intenta Dios con la aflicción:

(a) Descubrimos los pecados pasados (v. 9): «Es para darles a conocer la obra de ellos, etc.». El

pecado es obra nuestra, (b) Disponer nuestro corazón a escuchar la instrucción de Dios (v. 10):

«Despierta además el oído de ellos para su corrección». Dios instruye al que corrige (Sal. 94:12), y la

aflicción dispone a los hombres a aprender y ablanda la cera para que reciba mejor la impresión del

cuño; no es que lo haga por sí misma, sino como instrumento de la gracia de Dios. (c) Apartarnos del

mal en lo sucesivo.

(C) Si la aflicción lleva a cabo su obra para la que fue enviada. Dios les visita de nuevo con sus

consuelos, conforme al tiempo en que les afligió (v. 11). Si servimos a Dios fielmente, (a) Tenemos

promesa de prosperidad exterior en la vida presente, con sus consiguientes consuelos en la medida que

conviene para la gloria de Dios y para nuestro propio bien, ¿qué más puede desear uno? (b) Tenemos

posesión de placeres internos, el consuelo de la comunión con Dios y de una buena conciencia, y la gran

paz de que disfrutan los que aman la ley de Dios.

(D) Si la aflicción no lleva a cabo su obra, han de esperar que el fuego consumidor haga la suya, si no

la hizo el fuego refinador, puesto que, cuando Dios juzgue, prevalecerá.

Page 11: ESTUDIO DEL DISCURSO DE ELIÚ

CONCLUSIÓN

Job se había quejado en especial de su enfermedad y de sus dolores; en cuanto a esto le muestra Eliú

que, lejos de ser señales de la ira de Dios, como opinaba Job, o evidencia de que él era un hipócrita,

como opinaban sus amigos, eran realmente métodos sabios y benévolos, de los que usaba la divina

gracia para incrementarle la comunión con Dios y ejercitar la paciencia, la experiencia y la esperanza (vv.

19-30)

APLICACIONES?

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