estructura productiva y oferta laboral en mÉxico en...
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ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y OFERTA LABORAL EN
MÉXICO EN LOS AÑOS NOVENTA
Asesor. Dr. Albert Recio.
Mónica de la Garza Malo
Junio de 2014.
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INDICE
Página.
Introducción 3
El Sistema Educativo y la formación de la oferta de trabajo 4
Evolución de la Estructura Económica y Empleo 13
Comentarios Finales 27
Bibliografía 28
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Introducción.
Existen diversos enfoques que analizan la relación entre el sistema educativo y
el sistema económico a partir del impacto de la escolaridad en la retribución
recibida por los trabajadores, ya que el salario es el reflejo de la productividad
de los trabajadores y el diferencial de salarios entre ellos está asociado a la
escolaridad adquirida. Sin embargo, existen diferencias entre los que sostienen
que el salario es resultado fundamentalmente de la escolaridad y la experiencia
de los trabajadores (Teoría del Capital Humano) y, los alternativos (laboral, social
y multidisciplinario) que consideran que los salarios también son afectados por
otras variables que dependen del contexto en el que se desempeñan los
trabajadores.
Así, para la Teoría del Capital Humano, la escolaridad y la experiencia son las
variables clave en la determinación de los ingresos de los trabajadores, otros
autores como Groshen (1991), incluyen la variable ocupación, ya que permite
detectar otras características de los trabajadores no observables en la variable
escolaridad, al mismo tiempo que refleja parte de las tareas y los conocimientos
específicos que requieren poseer para desempeñar sus empleos.
Para las teorías alternativas, la relación entre escolaridad e ingresos no es
homogénea, ya que puede haber diferencias en la rentabilidad privada de la
escolaridad adquirida por los trabajadores, asociadas a las empresas y sectores
económicos en que se desempeñan, así como al papel que estos representan en
las estrategias de crecimiento de la economía nacional (Ashton y Green, 1996).
En las últimas décadas, diferentes enfoques teóricos (neo schumpeterianos, neo
institucionalistas, evolucionistas), destacan los procesos de innovación y de
aprendizaje como centrales para el desarrollo de un país, en el marco de la
denominada Economía del Conocimiento. Esta perspectiva distingue distintos
tipos de conocimiento (OCDE, 2000), en el que éste deja de ser una variable
“exógena” (Rullani, 2000) ya que se genera y transmite tanto en el sistema
educativo y de investigación como en las empresas, lo que provoca que los
sistemas escolares enfrenten una creciente competencia por conocimientos
generados por otras fuentes, al mismo tiempo que establecen fuertes relaciones
con ellas.
Desde esta perspectiva, el desarrollo de un país está asociado a su capacidad de
innovación y de incremento de la intensidad tecnológica de las actividades
económicas, que se vincula estrechamente con cambios en la estructura
productiva, en la medida en que generen heterogeneidades en los procesos de
aprendizaje tecnológico, que promueven la diversificación de la producción, y
permitan la incorporación de las actividades locales a las cadenas de valor
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globales, preferentemente en posiciones de mayor apropiación de ingresos
(CEPAL, 2008).
En este contexto, el presente trabajo tiene como objetivo evaluar si los cambios
en la estructura productiva de México en la década de los años noventa están
asociados a los cambios en la estructura de escolaridad de la oferta laboral y si
esto ha promovido una mayor participación de los egresados del Sistema
Educativo en actividades con más requerimientos de conocimientos que les
permita obtener mejores remuneraciones.
El Sistema Educativo y la Formación de la Oferta de Trabajo.
En el marco de las reformas estructurales impulsadas por el gobierno mexicano
en la década de los años ochenta, se buscó adecuar al Sistema Educativo a los
requerimientos que la estrategia de inserción de México en la economía global,
a través del cambio estructural y la apertura comercial, demandaba.
Así, en 1989 se aprobó el programa de Modernización Educativa, en el que se
consideraron prioritarias las medidas encaminadas a fortalecer la formación y
superación profesionales del magisterio; relacionar adecuadamente la
educación al sistema productivo; alfabetizar al mayor número posible de
ciudadanos; y atacar las causas de la deserción y fracaso escolar para
incrementar la escolaridad básica obligatoria a nueve años.
Se llevó a cabo la federalización de la educación, transfiriendo a los gobiernos
de los estados los servicios correspondientes a la educación básica y normal, con
el fin de mejorar la cobertura, pertinencia y calidad de la educación, promover
la participación de la comunidad y estimular el desarrollo regional.
Se elaboraron nuevos planes y programes de estudio con sus correspondientes
libros de texto conforme al principio de formar a los estudiantes en el dominio
de competencias básicas, que permitieran incorporar el conocimiento adquirido
en el sistema educativo a la producción de bienes y servicios.
Se buscó vincular la educación y la investigación científica y tecnológica con los
requerimientos del país, promover la calidad y apoyar el desarrollo tecnológico
a través de un esfuerzo de capacitación para el trabajo. En particular, se destacó
la necesidad de articular la educación tecnológica a la estructura productiva,
por lo que se promovió el fortalecimiento y consolidación de estos servicios
educativos, articulándolos con las necesidades económicas y sociales de cada
región del país. La educación tecnológica, en la medida que respondiera a las
necesidades nacionales, debería presentar un mayor crecimiento en su
matrícula respecto a la de otras modalidades educativas.
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En cuanto a la educación superior, se promovió la mayor articulación de los
planes y programas de estudio con las necesidades de desarrollo de la sociedad
y el fortalecimiento de las instituciones de educación superior de las entidades
federativas. La planeación de la educación superior debería establecer
mecanismos de coordinación con el sistema nacional y los sistemas estatales de
planeación del desarrollo.
Así, en 1993 entró en vigor la obligatoriedad de la educación básica de nueve
años; en las instituciones con formación bivalente de la educación media
superior, se establecieron estructuras y mecanismos para propiciar la
vinculación con el mercado de trabajo, replicándose espacios laborales como
talleres y centros productivos para enseñar a los alumnos a producir
produciendo (de Ibarrola, 1994).
Ese mismo año, el gobierno federal, de manera conjunta con los gobiernos
estatales, creó el sistema de universidades tecnológicas con el objetivo de
proveer en dos años de la formación de “técnico superior universitario” en
profesiones o campos de conocimiento diseñados de común acuerdo con los
empresarios del país (de Ibarrola, 2006).
En cuanto a la educación superior, se supeditó la asignación de los recursos
financieros a la dimensión de la población escolar y a los esfuerzos realizados en
favor de la calidad y de la eficiencia; además, se iniciaron procesos de
certificación de las instituciones y planes de estudio semejantes a los aplicados a
las empresas.
En 1994 se creó el Sistema Nacional para la Planeación y Evaluación de la
Educación Superior, que articula a las instancias evaluadoras y acreditadoras de
los estudios superiores tanto a nivel nacional como para el ejercicio de la
profesión en Estados Unidos de América y Canadá y, a nivel nacional, se creó el
Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior; ese mismo año,
con la incorporación de México a la OCDE, se suscribió el acta de educación de
dicha organización, con lo que se procedió a realizar las evaluaciones del
sistema educativo nacional con los criterios establecidos por ese organismo.
En la segunda mitad de los años noventa inició la participación de
México en proyectos internacionales de evaluación de estudiantes de educación
básica, con las pruebas del Tercer Estudio Internacional de Matemáticas y
Ciencias (TIMSS, por sus siglas en inglés) de la International Association for the
Evaluation of Educational Achievement, en 1995; las del Laboratorio
Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa (LLECE) de la Oficina
Regional de la UNESCO para América Latina y el Caribe, en 1997 y las del
Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas
en inglés) de la OCDE en el año 2000 (Instituto Nacional para la Evaluación de
la Educación, INEE, 2003).
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Los objetivos y estrategias del Programa de Modernización, se
articulaban con el Programa Nacional de Ciencia y Modernización Tecnológica
1990-1994, que establecía que “…la modernización tecnológica y la ampliación
de la base científica están indisolublemente ligadas y se retroalimentan
mutuamente; para que estos procesos sean acumulativos se deben apoyar en
un mejoramiento constante de los sistemas educativos y de adiestramiento,
especialmente los de alto nivel de calificación, y deben contar con la aplicación
selectiva de recursos suficientes para lograr objetivos bien definidos”. Así, se
definieron un conjunto de objetivos científicos y tecnológicos que involucraban
al sistema educativo, en este sentido, la política científica planteaba los objetivos
siguientes:
- Mejorar y ampliar la formación de recursos humanos para la ciencia y la
tecnología, para lo que era necesario incrementar la calidad de la docencia en
todos los ciclos educativos. Asimismo, se debía fortalecer la capacidad para el
trabajo autónomo, mediante el tratamiento crítico de los problemas planteados.
- Articular la actividad científica del país con las corrientes mundiales del
conocimiento.
- Contribuir al entendimiento de la realidad y de los problemas nacionales
en las diversas áreas de la actividad científica, beneficiándose del acervo de
conocimientos disponibles en el país y el extranjero, incorporando a la actividad
científica los más avanzados sistemas y equipos, apoyando a los investigadores
establecidos y de prestigio, así como estimulando a los jóvenes, a fin de
contribuir de manera eficaz a elevar la calidad de la formación científica.
Ambos programas buscaban impulsar conjuntamente un proyecto
definido de educación, en el que se le asignaba un papel relevante en la
formación de mano de obra capaz de insertarse en procesos productivos
caracterizados por el uso de nuevas tecnologías y la aplicación de nuevas
formas de organización para la producción, de tal manera que la habilitación de
los trabajadores colaborara con las estrategias de atraer capitales
internacionales que permitieran generar empleos y de incrementar la
productividad del país; además, se esperaba que las instituciones educativas, en
particular las de educación superior y los centros de investigación, participaran
en la generación, aplicación y adaptación del conocimiento e interactuaran con
los sectores productivos y con instituciones semejantes de otros países, con el fin
de incrementar la competitividad nacional.
El subsistema de educación e investigación tecnológica de la Secretaría de
Educación Pública (SEP), se constituyó como el encargado de la formación para
el trabajo en el país, en torno al eje de productividad y organización labora, a
través de la formación de técnicos de nivel medio: el técnico operario, el técnico
básico, el tecnólogo y el técnico profesional. En este proceso se da prioridad a la
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vinculación con el sector productivo inserto en la economía global como eje de
la modernización y los planes y programas que se instrumentan corresponden a
las empresas de este sector, con las que se introducen nuevas formas de
vinculación y estrategias para fortalecer las relaciones entre escuelas y
empresas.
En lo que respecta a la capacitación laboral en el empleo, es supervisada por la
Secretaría del Trabajo. La Ley Federal del Trabajo establece la obligatoriedad de
la capacitación y la creación de comisiones mixtas (entre sindicatos y empresas)
para su desarrollo; sin embargo muy pocas empresas lo cumplen, ya que el
mayor porcentaje de empresas del país son micro, pequeñas o informales que
no disponen de los medios para llevarlo a cabo.
La Secretaría del Trabajo ha establecido un programa de becas de capacitación
para el trabajo, que permite a los trabajadores desempleados asistir a cursos de
capacitación ofrecidos por la Dirección General de Formación para el Trabajo
de la SEP (Reynoso, 2007).
Por otro lado, en 1988 se creó el programa de Calidad Integral para la
Modernización que opera mediante dos estrategias básicas: a) ofrece a las micro
y pequeñas empresas servicios integrados de capacitación, consultoría de
procesos y consultoría industrial y b) opera mediante un esquema
descentralizado con base en unidades promotoras de capacitación establecidas
en regiones estratégicamente seleccionadas; se construyen los programas
dependiendo de las necesidades de cada empresa, apoyándose en instructores
e instituciones externas al programa. El programa subsidia hasta 70% de los
costos de la mayor parte de los servicios y hasta 35% de los costos de
capacitación (de Ibarrola, 2001).
En 1992 se creó el Consejo Nacional de Certificación de Competencias
Laborales, cuyo objetivo es certificar las competencias laborales que demuestren
los trabajadores, independientemente del proceso mediante el que las hayan
obtenido y de la escolaridad formal que acrediten, para lo que en 1993 se creó
el Consejo del Sistema Normalizado y de Certificación de Competencias
Laborales con la participación de varias secretarías de Estado, entre las que
destaca la participación de la SEP, asociaciones empresariales y de trabajadores,
que procura establecer lazos entre todos los programas existentes, escolares y
no escolares, con base en la noción de competencias laborales y de nuevas
interacciones entre ellos.
Así, la formación para el trabajo adquiere un lugar privilegiado tanto en las
políticas de educación como en las de empleo, surgen nuevos sujetos de la
formación en las políticas públicas, se multiplican y diversifican los actores de la
formación, las empresas se convierten formalmente en capacitadoras activas y
establecen alianzas con otras instituciones con fines de capacitación, surgiendo
múltiples interacciones entre el sector público y el privado, creando sistemas de
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formación en red en el que conviven la formación para el empleo y la formación
en el empleo. Sin embargo, este proceso se ha concentrado fundamentalmente
en el Sistema Educativo, ya que muy pocas empresas realizan programas
intencionales de capacitación y, cuando esto sucede, se orientan a los
trabajadores con mayor escolaridad (de Ibarrola, 2001 y 2006).
Como consecuencia de esta dinámica, en la década de los años noventa se
incrementó el promedio de años de estudio de la población en 1,1 años,
pasando de 6,5 años en 1990 a 7,6 años en el 2000, al ampliarse la cobertura
nacional e incrementarse la absorción de los egresados de la primaria, la
secundaria y la educación media superior.
Cuadro No. 1.
Cobertura.
1990 2000
Preescolar* (3-5 años). 40,0 50,4 Primaria* (6-12 años). 93,5 92,9 Secundaria (12-15 años). 67,1 81,6 Edu. Media Sup. (16-18 años). 35,8 46,5 Licenciatura (19-23 años). 13,9 19,2 *Incluye la matrícula extraedad.
Fuente: SEP, Sistema para el análisis de la estadística educativa.
Cuadro No. 2.
Absorción.
1990 2000
Secundaria. 82,3 91,8
Educación Media. Superior.
75,4 93,3
Educación Superior. 69,7 87,2
Fuente: SEP, Sistema para el análisis de la estadística educativa.
Este incremento de la matrícula y de los requerimientos básicos para atenderla
(maestros y escuelas) refleja, parcialmente, las políticas instrumentadas. En la
educación básica, se observa un crecimiento relativo de la matrícula en la
educación dirigida a las comunidades más rezagadas como la primaria indígena
y la telesecundaria; sin embargo destaca el decrecimiento de la matrícula en la
secundaria para trabajadores, que parece haber sido sustituida por un sistema
más flexible como la telesecundaria y, parcialmente, por la formación técnica.
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Cuadro No. 3. Tasa Media de Crecimiento Anual de la Educación Básica.
1990-2000.
Tipo/Nivel. Matrícula. Maestros. Escuelas.
Primaria. 0,25 1,48 1,85
General. 0,08 1,17 0,87
Indígena. 3,15 4,13 3,05
Cursos. Comunitarios.
5,20 13,06 10,58
Secundaria. 2,52 2,90 4,31
General. 0,90 2,07 2,39
Para trabajadores.
-4,74 -2,72 -2,33
Telesecundaria. 11,28 10,32 7,08
Técnica.1 3,12 2,84 2,38
1Inlcuye las opciones industrial, agropecuaria, pesquera y forestal.
Fuente: SEP, Estadística Histórica.
En cuanto a la educación media superior, el crecimiento de la matrícula indica
que los jóvenes mexicanos prefieren una formación que les permita una
incorporación posterior a la educación superior, en detrimento de los estudios
de profesional técnico; sin embargo, aun cuando el bachillerato general es el
que cuenta con una mayor matrícula total, el crecimiento de las opciones
bivalente y técnico es muy superior, lo que indica que la formación para el
empleo adquirió relevancia en el periodo.
Cuadro No. 4.
Tasa Media de Crecimiento Anual de la Educación Media Superior.
990-2000.
Servicio. Matrícula. Maestros. Escuelas.
Profesional
Técnico. -0,42 -0,82 -0,91
Bachillerato. 4,61 5,61 7,68
General.1 2,47 5,06 8,80
Bivalente.2 6,18 4,29 4,05
Técnico.3 8,49 7,57 7,55
1Incluye el bachillerato general de 2 y 3 años, el bachillerato por cooperación y el telebachillerato. 2Incluye al Colegio de Bachilleres, el bachillerato pedagógico y el de arte.
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3Ofrece las opciones industrial, agropecuaria, pesquera y forestal.
Fuente: SEP, Estadística Histórica.
En cuanto a la educación superior, la tasa media de crecimiento anual de los
egresados de licenciatura en el periodo 1991-2000 ascendió a 6,18%, mientras
que la de posgrado fue de 12,7% asociada a un importante proceso de
desconcentración territorial de los programas de estudio (ANUIES, 2003).
La tasa de crecimiento de los egresados por carrera refleja fuertes diferencias ya
que doce carreras presentaron tasas medias de crecimiento anual superiores al
10% ( Diseño Gráfico, Ecología, Enfermería, Biomédica, Letras y Literatura,
Teología, Ciencias Políticas y Administración Pública, Artes Plásticas, Música y
Danza, Administración, Mercadotecnia e Ingeniería en Computación), mientras
que ocho tuvieron crecimiento negativo (Ciencias del Mar, Agronomía,
Veterinaria, Forestales y Pesqueras, Geografía, Ingeniería Extractiva y
Metalúrgica, Ingeniería Aeronáutica e Ingeniería Topográfica e Hidráulica). Las
diferentes áreas de conocimiento de estos dos grupos de carreras, no parece
reflejar una tendencia a la mayor relación entre la formación de los egresados
de licenciatura y los requerimientos del aparato productivo nacional.
En cuanto a los posgrados, al área de conocimiento que presentó una mayor
tasa de crecimiento promedio anual fue la de Educación y Humanidades
(22,6%), seguida por la de Ciencias Sociales y Administrativas (18,7%), Ingeniería
y Tecnología (15%), Ciencias Agropecuarias (9,6%), Ciencias Naturales y Exactas
(4,1%) y un decrecimiento de 3% en las Ciencias de la Salud.
Las altas tasas de crecimiento de los egresados de los posgrados en Educación y
Humanidades parecen responder a la política de incrementar el nivel educativo
del personal académico, mientras las de los egresados del área de Ciencias
Sociales y Administrativas posiblemente responda a una cada vez mayor
exigencia del mercado de trabajo de diplomas adicionales a la licenciatura en
ciertos puestos de tipo administrativo financiero.
La evolución del sistema educativo se refleja en un mayor promedio de años de
estudio de la oferta de trabajo1, que se incrementó en 2,9 años, pasando de 7 a
9,9 en la década de los años noventa, con lo que para el año 2000, más de 60%
de la oferta de trabajo contaba con al menos la educación básica obligatoria,
destacando el incremento de la participación de los egresados de la educación
básica y, sobre todo, de los egresados de los grados posteriores en el mercado
laboral.
1 En la oferta de trabajo se incluyen los trabajadores empleados y los que conforman el desempleo
abierto.
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Cuadro No. 5.
Estructura de la oferta de trabajo por nivel educativo.
1990 2000
Sin Educación Básica concluída. 49,28 38,40
Educación Básica. 33,54 34,04
Educación Media Superior. 10,35 15,71
Educación Superior. 6,84 11,84
Total. 100,00 100,00 Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
Por otro lado, se observa un incremento en la participación de las mujeres en la
oferta total de trabajo, particularmente en el caso de las egresadas de la
educación superior, que incrementaron su participación en aproximadamente
10% del total de egresados de licenciatura.
Cuadro No. 6.
Estructura de la oferta de Trabajo por Nivel Educativo y Sexo
1990
2000
Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
Sin Educación Básica concluida 72,47 27,53 100 67,17 32,83 100
Educación Básica 68,63 31,37 100 67,70 32,30 100
Educación Media Superior 50,60 49,40 100 51,19 48,81 100
Educación Superior 71,58 28,42 100 59,19 40,81 100
Total 67,47 32,53 100 62,28 37,72 100
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
Otro indicador que refleja esta tendencia es la escolaridad promedio por
cohorte de edad, donde destaca el incremento en la escolaridad de los jóvenes,
particularmente de las mujeres.
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Cuadro No. 7.
Años de Estudio de la Oferta de Trabajo por Cohorte y Sexo
1990
2000
Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
16-20 años 7,26 6,14 6,82 8,98 11,02 9,67
21-25 años 8,10 6,59 7,54 11,16 11,57 11,33
26-30 años 8,86 6,81 8,16 10,25 10,76 10,43
31-35 años 8,72 6,28 7,92 9,42 10,73 9,88
36-40 años 7,91 5,59 7,18 11,25 9,51 10,51
41-45 años 7,13 4,72 6,45 9,85 11,36 10,25
46-50 años 6,41 4,25 5,85 8,86 8,70 8,78
51-55 años 5,71 3,87 5,25 6,48 8,76 7,83
56-60 años 5,19 3,16 4,75 7,15 3,56 6,48
61-65 años 4,59 3,40 4,36 7,15 5,84 7,03
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
Así, en la década se incrementó la escolaridad de los trabajadores, con un
crecimiento relevante de la participación de los egresados de la educación post
obligatoria y una tendencia creciente a la formación para el trabajo en la
educación media superior.
Evolución de la Estructura Económica y Empleo.
A partir de 1982, el país experimentó una revolución de libre mercado que
transformó por completo las políticas desarrollistas de los años anteriores. La
crisis de la deuda de ese año fue considerada por los organismos financieros
internacionales y las autoridades nacionales, como una oportunidad para
realizar reformas en la política económica orientándola a la economía de
mercado y a favorecer la inversión nacional e internacional (Babb, 2003). Se
inició un proceso de cambio estructural y de apertura comercial, la política
macroeconómica tuvo como principal objetivo la estabilización dejando el
crecimiento como variable de ajuste, se buscó reducir la intervención estatal,
disminuir distorsiones de los mercados e imprimirles mayor eficiencia a través de
una reforma tributaria y una política de privatizaciones (Clavijo y Valdivieso,
2000).
Las reformas se realizaron en dos etapas; la primera, de “ajuste estructural”, en la
que se abandonó el papel central que había tenido el Estado en la conducción
de la economía durante casi cincuenta años, dándose una reducción
generalizada del gobierno y una aplicación de austeridad fiscal y monetaria,
bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI), con la llamada
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política de las tres d: desprotección vía la liberalización de los mercados internos,
desregulación mediante la liberalización de los mercados internos y
desestatización a través de la privatización de las empresas públicas.
En la segunda etapa, iniciada a mediados de los años ochenta y profundizada a
principios de la década de los noventa en la gestión de Carlos Salinas (1988-
1994), se instrumentaron un conjunto de reformas institucionales que
promovieron la aceleración del proceso de privatizaciones, en el que destacan
algunas de las principales empresas del Estado y la reprivatización de la banca;
la liberalización del sistema financiero; la liberalización de la política de inversión
extranjera y, el otorgamiento de independencia formal del gobierno al banco
central, con el fin de fortalecer la confianza de los inversionistas.
Adicionalmente se abrió la economía al exterior con el ingreso de México al
GATT en 1986 y, posteriormente, el nuevo modelo volcado al exterior fue
presentado como mecanismo privilegiado que habría de conducir al país al
primer mundo mediante el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) (Salas, 2003).
Sin embargo, durante este periodo el país enfrentó fuertes desajustes
macroeconómicos que se reflejaron en un proceso acelerado de inflación, por lo
que el objetivo central de la política económica fue controlarla, aplicándose
programas de ajuste pactados con el FMI, lo que implicó que, en los hechos,
dominaran las reformas financieras.
Hacia finales de la década de los años ochenta, la política de control de la
inflación, administrada a través de una política de pactos (Pacto de Solidaridad
Económica y Pacto para la Estabilidad y el Crecimiento Económico), que
representó un fuerte control de precios de bienes y servicios y de los salarios; y
la disciplina fiscal, permitieron estabilizar las variables macroeconómicas, por lo
que se consideró que el país se encontraba en condiciones para iniciar la
recuperación, estableciéndose como objetivos principales el crecimiento con
estabilidad de precios y el mejoramiento productivo del nivel de vida, a través
de tres líneas de acción: a) la estabilización continua de la economía, b) la
ampliación de recursos para la inversión productiva y c) la modernización
económica.
El proceso de ajuste estructural se aceleró. La apertura comercial prácticamente
se generalizó, se profundizaron los procesos de privatización de empresas
públicas y de desregulación de la economía con el fin de incrementar la
productividad y competitividad del aparato productivo y ampliar la inversión
privada interna, atraer capitales del exterior e incrementar la eficiencia del sector
público, en esta misma dirección se promovieron nuevas formas de
organización del trabajo y de asociación para la producción, se mantuvo el
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control del gasto para fortalecer las finanzas públicas y se buscó disminuir las
transferencias al exterior a través de la renegociación de la deuda externa.
Al inicio de la década de los años noventa, México se presentó como un
ejemplo exitoso a nivel internacional del modelo de apertura y liberalización
económica; sin embargo, el déficit externo era muy elevado y a finales de 1994
se realizó una maxidevaluación de más de 100%, generando una profunda
recesión económica con una caída del PIB de 7%, la pérdida de casi un millón
de empleos, el incremento de la inflación (52% en 1995) y de la deuda externa
(162 mmd), al mismo tiempo que se incrementó el costo de la deuda bancaria
que condujo al rescate bancario en 1998 (Villarreal, 2005).
La crisis ocurrió antes de que se cumpliera un año de haber entrado en vigor el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en el que se
estableció el libre flujo de inversiones que redefinió el modo de participación de
México en la región y, a partir de ahí, en el mercado mundial. Esto se explica por
la concentración de las relaciones comerciales con Estados Unidos de América
(aproximadamente cuatro quintas partes del total) y por el origen del flujo de la
inversión extranjera directa (aproximadamente dos terceras partes), lo que
define muchos aspectos del sector industrial y la composición del producto que
se genera, dada su estrecha vinculación con los flujos comerciales.
La maxidevaluación permitió disminuir el déficit externo e iniciar la recuperación
en 1996, obteniéndose una tasa decrecimiento promedio anual de 3.6% en el
periodo 1995-2000; también cumplió un papel en la reestructuración de los
sectores productivos, de la competitividad de las empresas y del costo laboral,
que es una de las principales ventajas que ofrece el país.
Así, en este periodo el sector manufacturero se constituye como el motor de la
economía, sustituyendo a la demanda interna que había desempeñado ese
papel en el llamado periodo del “Desarrollo Estabilizador”.
En el periodo 1995-2000, la industria manufacturera creció a una tasa promedio
anual de 5,7%2, siendo el sector más dinámico de la economía, su participación
en el total del PIB alcanzó 28,7% en el año 2000 y representó más de 83% del
total de las exportaciones del país.
Al interior del sector manufacturero, destacan las exportaciones de las
actividades Automotriz, Fibras Duras, Metalmecánica, Café, Tequila, Cerveza y
Química-Petroquímica, por presentar coeficientes de exportación superior a la
media (21% de su producción); a su vez los sectores Automotriz y
Metalmecánico, que son los principales exportadores, también son de los
principales importadores de insumos, mientras que el resto, que son intensivos
2 INEGI. Sistema de Cuentas Nacionales.
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en el uso de recursos naturales, presentaron un bajo coeficiente de importación
y sus exportaciones, con respecto al total, son poco relevantes (García, Ma.
Beatriz y Velázquez, Leticia, 2003).
Los sectores que participan de manera relevante en las exportaciones, también
lo hacen en las importaciones, asociadas al predominio de filiales de empresas
transnacionales con un elevado comercio intra firma y al modelo de producción
basado en empresas ensambladoras (maquiladoras) que se incrementó de
manera significativa en la década y en el año 2000 representaron 45% de las
importaciones y 47,9% de las exportaciones totales.
Este proceso de crecimiento orientado a las exportaciones, generó una fuerte
concentración sectorial de las exportaciones, pero también en un número
reducido de empresas, ya que, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Empleos,
Salarios, Tecnología y Capacitación (ENESTyC) del INEGI, 2% de las empresas
exportadoras participaban con 80% del total de las exportaciones en 1998. Esta
orientación de la producción hacia el sector externo se presenta claramente en
las empresas grandes y, en menor medida, medianas.
Cuadro No. 8.
Porcentaje de ventas en el mercado interno
de las empresas manufactureras.
1988 1998
Grande 75,4 69,5 Mediana 89,7 81,1 Pequeña 93,4 93,4 Micro 99,3 99,2 Total 81,1 80,2 Fuente: INEGI, Cuentas Nacionales.
Las empresas grandes representaban 0,9% del total en 1998; sin embargo
absorbían 48,3% del total del personal ocupado en ese mismo año y
participaron con 70,3% de la producción bruta total de la producción
manufacturera; en el otro extremo, las micro empresas son las que tuvieron un
mayor crecimiento en cuanto a empleo y establecimientos, pero su participación
en la producción se incrementó muy poco, probablemente debido a que las
microempresas, particularmente las que emplean a menos de cinco
trabajadores, que son la mayoría, se consideran como una de las estrategias de
18
sobrevivencia de la población frente a la falta de empleos formales bien
remunerados (Bolvitnik, 1998).
El crecimiento del sector manufacturero no se acompañó de un incremento en
la proporción de los ingresos destinados a investigación y desarrollo, ni de
adquisición de maquinaria moderno; lo que, aunado a los cambios limitados en
la organización del trabajo, condujeron a un decremento de la productividad de
los factores en la década de los noventa (BID, 2002).
Cuadro No. 9.
Empresas Manufactureras.
Establecimientos % Empleo % Prod. Bruta %
1988 1998 1988 1998 1988 1998
Grande 1,5 0,9 50,4 48,3 68,1 70,3
Mediana 1,9 1,1 18,7 14,1 14,2 13,3
Pequeña 9,7 5,4 19,8 16,8 13,3 11,5
Micro 86,9 92,6 14,1 20,8 4,4 4,9
Total 100 100 100 100 100 100
Fuente: INEGI, Censos Económicos.
Cuadro No. 10.
Ingresos dedicados a la investigación y desarrollo %
1991
1998
Grande 0,7
0,4 Mediana 0,9
0,3
Total 0,8
0,5 Fuente: INEGI, ENESTyC.
Cuadro No. 11.
Valor de la maquinaria moderna en operación %
1991 1998
Equipo automático. 25,7 23,9 Máquinas de Control Numérico. 6,5 13,4 Máquinas de Control Numérico
Computarizadas. 6,2 5,5 Robots. 1,3 1,4 Fuente: INEGI, ENESTyC.
Así, el crecimiento económico de la década, parece haberse apoyado
fuertemente en la participación de un grupo reducido de empresas en las
19
cadenas de valor global, sin fortalecer las cadenas productivas nacionales, ni
promover un proceso de innovación tecnológica, ya que se estableció una
estratificación entre los sectores vinculados al mercado interno, que utilizan
tecnologías maduras, y los que se vincularon a las cadenas de valor global en
segmentos de mayor contenido tecnológico, fundamentalmente maquiladoras
y empresas transnacionales, sin establecer relaciones significativas entre ambos,
ya que los primeros se vinculan fundamentalmente con el exterior.
Un número importante de las empresas extranjeras y maquiladoras que
participan en las cadenas de valor globales, lo hacen aprovechando las
facilidades de localización y, por lo general, participan en el eslabón de menor
contribución de valor agregado (ensamblaje o subensamblaje de
componentes), utilizando mano de obra barata3.
Por otro lado, también existe un conjunto de actividades intensivas en el uso de
recursos naturales, que presentaron un crecimiento continuo de sus
exportaciones.
Si se consideran las ramas económicas que presentaron una tasa de crecimiento
de las exportaciones superior a 15% promedio anual, se confirma el proceso de
concentración del comercio internacional, ya que 14 ramas productivas
concentraron 91,6% de las importaciones y 97,8% de las exportaciones en el
año 2000, destacando claramente la producción de equipo y material de
transporte.
Al agregar las ramas seleccionadas considerando la clasificación de la UNCTAD,
se observa que siete de ellas corresponden a actividades primarias o
manufacturas con alta intensidad en el uso de mano de obra y recursos
naturales, mientras que sólo una se caracteriza por un uso intensivo en mano
de obra calificada y tecnología; sin embargo, el crecimiento en la participación
de estas ramas en el total, se debe claramente al crecimiento de las
exportaciones de las actividades que tienen una intensidad baja y media en el
uso de mano de obra calificada y tecnología, lo que confirma que las empresas
mexicanas se han insertado en actividades de baja generación de valor en las
cadenas globales.
Desde esta perspectiva, pareciera ser que el incremento en escolaridad de la
oferta laboral no se ve claramente reflejada en la evolución de las actividades
económicas en el periodo, por lo que es importante analizar el destino laboral
de los egresados de los diferentes niveles del sector educativo y evaluar su
participación en los diferentes sectores y empresas del país.
3 De acuerdo a los Censos Económicos, las remuneraciones totales al personal ocupado en la
manufactura disminuyeron 45,9% en términos reales entre 1988 y 1998.
20
Ramas Seleccionadas
Productos primarios y manufacturas intensivas en mano de obra y basadas en recursos naturales. (Grupo AB)
2 Ganadería
11 Carnes y lácteos.
13 Molienda de trigo
15 Beneficio y molienda de café
19 Otros productos alimenticios
26
Otras industrias textiles
43 Vidrio y productos de vidrio
(Grupo CD) Manufacturas de baja y media intensidad de mano de obra calificada y de tecnología.
47
Industrias básicas de metales no ferrosos
52 Maquinaria y aparatos eléctricos
56
Vehículos automotores
58 Equipo y material de transporte
(Grupo E) Manufacturas de alta intensidad de mano de obra calificada y tecnología.
38
Productos farmacéuticos
(Grupo F) No Clasificados
33 Petróleo y derivados
42 Artículos de plástico
21
Cuadro No. 12.
Comercio Exterior de las Ramas seleccionadas (precios de 1993)
1990
2000
TMCA
RAMA Importaciones Exportaciones Importaciones Exportaciones Imp. Exp.
Productos primarios y manufacturas intensivas en mano de obra y basadas en recursos naturales.
2 8,663,182.17 1,248,511.43 47,027,178.50 6,117,969.56 16.62 15.54
11 4,999,910.09 2,291,695.45 31,514,314.25 12,146,617.12 18.22 16.37
13 9,707,019.30 537,863.63 48,053,571.24 3,053,874.37 15.65 17.10
15 614,454.32 475,802.42 5,405,630.22 2,445,869.97 21.86 16.05
19 5,576,095.10 2,127,776.22 30,723,987.30 12,150,527.14 16.78 17.16
26 14,994,675.02 8,198,393.13 90,873,574.43 57,267,613.40 17.80 19.33
43 4,665,618.01 5,673,651.32 24,049,405.30 27,439,545.31 16.08 15.41
Total 49,220,954.02 20,553,693.60 277,647,661.24 120,622,016.87 17.03 17.45
% Ramas Selec. 10.27 3.51 1.06 0.14
% Nacional 4.14 1.86 0.97 0.14
Manufacturas de baja y media intensidad de mano de obra calificada y de tecnología.
47 1,695,199.50 1,329,303.00 8,945,598.36 7,295,796.83 16.32 16.74
52 281,596,701.45 299,283,070.28 1,429,007,109.22 1,467,525,395.56 15.91 15.55
56 92,801,791.48 180,477,553.74 548,514,286.05 8,712,454,357.00 17.53 42.25
58 16,385,437.02 18,729,685.01 23,696,465,701.00 73,727,731,598.46 93.77 112.24
Total 392,479,129.45 499,819,612.03 25,682,932,694.63 83,915,007,147.84 46.24 59.32
% Ramas Selec. 81.86 85.47 97.93 99.26
% Nacional 33.01 45.34 89.71 97.16
Manufacturas de alta intensidad de mano de obra calificada y tecnología.
38 5,343,323.78 3,740,383.32 37,419,447.44 24,850,029.30 19.36 18.79
% Ramas Selec. 1.11 0.64 0.14 0.03
% Nacional 0.45 0.34 0.13 0.03
Productos no clasificados.
33 16,848,583.94 55,294,890.75 152,144,835.13 451,279,685.14 22.15 21.03
42 15,562,584.87 5,398,780.66 76,277,953.39 25,239,358.93 19.36 18.79
Total 32,411,168.80 60,693,671.41 228,422,788.52 476,519,044.07 19.42 20.60
% Ramas Selec. 6.76 10.38 0.87 0.56
% Nacional 2.73 5.51 0.80 0.55
Total 479,454,576.05 584,807,360.37 26,226,422,591.83 84,536,998,238.08 43.88 57.17
Total Nacional 1,189,067,035.19 1,102,313,542.57 28,629,004,071.38 86,364,948,895.76 33.54 48.66
% Ramas Selec. 40.32 53.05 91.61 97.88
FUENTE: Secretaría de Comercio Exterior, Informes Anuales.
En el análisis del empleo se utiliza la información proveniente de la Encuesta
Nacional de Empleo Urbano (ENEU), elaborada por el INEGI, que proporciona
información tanto de las características de escolaridad de la población urbana,
como del mercado de trabajo; en particular, se considera la información
22
correspondiente a la población en edad laboral (entre 16 y 65 años),4 en el
segundo trimestre de cada año, que es en el que se da una menor movilidad en
el Sistema Educativo.
La encuesta presenta una cobertura superior al 48% de la población urbana del
país en 1990 y de 62% en el año 2000, si se consideran las poblaciones con
2,500 habitantes y más, y de aproximadamente el 85% y 93% respectivamente,
si se consideran las poblaciones de 100,000 habitantes y más (Documento
Metodológico de la ENEU).
En la década, el empleo nacional pasó 25,96 a 32,01 millones de trabajadores y
la cobertura de la encuesta, aplicando el factor de expansión, se incrementó de
40% a 59%.
En este periodo, el empleo pasó de 56% a 61,4% de esta población y el
desempleo abierto5 pasó de 1,46% a 1,35%; mientras que a nivel nacional se
redujo de 2,7% a 2,3% (Banco de México, 2001).
La estructura del empleo por escolaridad y género, refleja la evolución de la
oferta, ya que en el periodo se observa un incremento en la participación de los
egresados de los niveles post obligatorios. En el caso de las mujeres, la
participación de las egresadas de educación media superior y superior en el
total, es superior al de los hombres.
Esa misma tendencia se observa en la evolución del empleo por ocupación, ya
que se incrementó el porcentaje de mujeres profesionistas, técnicas y
funcionarias y directivas en el total del empleo femenino. Sin embargo, el
crecimiento de la participación de las ocupaciones que se caracterizan por
presentar mayores requerimientos de escolaridad, es muy inferior al incremento
de la escolaridad de la oferta laboral.
4 Aun cuando la Ley Federal del Trabajo permite que los jóvenes entre 14 y 16 años trabajen, siempre y
cuando hayan concluido la educación obligatoria y su contratación esté sujeta a un conjunto de restricciones; para los fines de este trabajo se considera la edad laboral a partir de los 16 años. 5 Se considera como desempleados a aquéllas personas, en edad laboral, que reportaron estar buscando
empleo, intentando ejercer una ocupación o establecer un negocio por su cuenta, al momento de ser encuestadas o en la semana anterior al levantamiento de la encuesta.
23
Cuadro No. 13.
Estructura del Empleo por tipo de estudios.
1990
2000
Hombre Mujer Total. Hombre Mujer Total.
Sin Primaria. 17.21 14.51 16.33 16.54 10.01 14.06
Primaria.
29.83 22.76 27.54 20.99 20.93 20.97
Estudios Técnicos. 1.15 3.99 2.07 0.08 2.99 1.18
Secundaria. 26.21 21.76 24.77 27.23 18.37 23.88
Carrera Técnica. 5.28 20.52 10.22 4.74 14.80 8.55 Preparatoria o Vocacional. 7.96 6.39 7.45 14.33 14.16 14.27
Licenciatura. 11.63 9.66 10.99 14.68 17.61 15.79
Postgrado.
0.73 0.42 0.63 1.42 1.13 1.31
Total.
100.00 100.00 100.00 100 100.00 100.00
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
Cuadro No. 14.
Estructura del Empleo por Ocupación.
1990
2000
Ocupación. Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
Profesionistas. 4.43 3.13 4.01 4.85 6.42 5.44
Técnicos. 2.95 5.58 3.80 2.50 8.13 4.63
Educación. 2.46 8.47 4.41 1.62 6.96 3.64
Arte, deporte. 1.25 0.51 1.01 2.36 1.01 1.85
Funcionarios y directivos. 4.05 1.12 3.10 4.68 2.27 3.77
Actividades primarias. 2.03 0.30 1.47 0.79 0.04 0.51
Jefes en actividades ind. 2.75 1.43 2.32 6.81 0.44 4.40 Trabajadores en actividades ind. 31.86 15.58 26.59 28.40 9.86 21.38
Peones en actividades ind. 6.98 0.41 4.85 4.87 2.50 3.97
Conductores. 8.18 0.07 5.55 6.33 0.02 3.94
Jefes del sector administrativo. 8.33 22.58 12.94 8.54 19.10 12.54
Ventas. 11.70 17.46 13.57 13.33 20.67 16.11
Ambulantes. 2.50 2.10 2.37 5.47 2.50 4.35
Trabajos personales. 6.82 10.82 8.11 6.33 11.69 8.36
Empleados domésticos. 0.46 10.18 3.61 0.17 8.30 3.25
Protección y vigilancia. 3.16 0.22 2.21 2.95 0.09 1.86
Otros no clasificados. 0.09 0.03 0.07 0.00 0.00 0.00
Total. 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
Al analizar el empleo considerando las características de las empresas, es claro
que las transformaciones del modelo económico iniciadas en los años ochenta,
tuvieron impacto en la estructura de la demanda de trabajo; en particular, los
procesos de privatización y de apertura comercial, junto con la desregulación
24
del funcionamiento de los mercados, generaron cambios en el sistema de
relaciones industriales, con modificaciones en la estructura del empleo.
Por un lado, se presentó un proceso de concentración del empleo en las
empresas privadas asociadas al gran capital, vinculado al proceso de
privatización de las empresas públicas y a la desregulación de la inversión
extranjera, que incrementaron su participación de 37,5% a 47,1% en la década,
mientras que las empresas públicas lo redujeron de 22,05% a 15,6% y las
empresas privadas no asociadas al gran capital lo hicieron de 39,6% a 36,8%.
Por otro lado, disminuyó ligeramente la participación de las grandes empresas
en el empleo total, mientras que se incrementó la de las pequeñas y medianas
empresas6.
Cuadro No. 15.
Estructura del empleo para diferentes características de las empresas.
1990
2000
Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
Situación legal de la empresa
Registradas 79.20 79.97 79.45 86.03 79.74 83.65
No Regist. 19.59 19.18 19.46 13.97 20.26 16.35
Propiedad de la empresa
Pública 19.25 27.85 22.05 12.37 21.24 15.57
Privada Grande 37.62 37.15 37.47 51.76 38.98 47.19
S. Social 1.10 0.46 0.89 0.14 1.20 0.52
Otras Privadas 42.04 34.54 39.59 35.73 38.63 36.78
Tamaño de la Empresa
1 persona 4.91 13.10 7.80 0.04 8.03 3.14
2-5 personas 16.33 13.16 15.21 15.97 15.33 15.72
6-10 personas 8.47 5.82 7.54 9.26 12.16 10.39
11-15 personas 5.23 3.81 4.73 4.44 5.06 4.68
16-50 personas 11.60 9.11 10.72 13.29 8.93 11.60
51-100 personas 6.45 5.12 5.98 12.87 7.82 10.91
101-250 personas 4.96 3.97 4.61 3.87 2.99 3.53
> 250 personas 42.06 45.91 43.42 40.26 39.68 40.03
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
La disminución del empleo público afectó de manera semejante a los hombres y
a las mujeres; sin embargo, el incremento de la participación del empleo de las
empresas asociadas al gran capital se sustentó mayoritariamente en el empleo
masculino, mientras que las mujeres incrementaron su participación en las
6 Para la clasificación de las empresas en grandes, medianas y micro, se utiliza la clasificación por
número de trabajadores establecida en el Diario Oficial de la Federación del 30 de diciembre de 2002 que señala que las microempresas son aquéllas que emplean hasta 10 trabajadores, las pequeñas ocupan entre 11 y 50 trabajadores, las medianas entre 51 y 250 y las grandes más de 250 trabajadores.
25
empresas privadas no asociadas al capital y, en menor medida, en el sector
social, lo que puede explicar su mayor participación en las micro y pequeñas
empresas.
Por otro lado, las modificaciones en la estructura económica que significaron un
acelerado crecimiento de las exportaciones de algunos sectores, no reflejan
variaciones importantes en la estructura laboral entre las actividades
económicas, el sector manufacturero mantiene su participación en
aproximadamente 50% con un moderado incremento en la participación de las
actividades de la industria metalmecánica y automotriz, por lo que la principal
modificación en la estructura laboral ocurrió entre el empleo público y privado.
Cuadro No. 16.
Empleo por actividad económica.
1990
2000
División Hombre Mujer Total Hombre Mujer Total
1 Agropecuaria 2.34 0.39 1.70 1.40 0.08 0.90
2 Minería 0.78 0.18 0.58 0.12 0.04 0.09
3 Manufactura 47.98 49.41 48.31 49.11 49.83 49.24
3.1 Alimentos, bebidas y tabaco 4.45 3.19 4.04 5.24 1.65 3.88
3.2 Textiles, vestido y cuero 5.89 7.41 6.38 4.98 7.97 6.11
3.3 Madera y sus productos 2.00 0.43 1.49 4.68 0.10 2.94
3.4 Papel y sus productos, imprenta y editoriales 1.62 0.84 1.36 1.97 0.22 1.31
3.5 Sust. Químicas, derivados del petróleo, caucho y plástico 2.96 2.33 2.75 2.70 0.46 1.85 3.6 Minerales metálicos excepto derivados del petróleo y del carbón 1.54 0.43 1.18 5.10 1.83 3.86
3.7 Ind. Metálicas básicas 0.86 0.18 0.64 0.25 0.05 0.17
3.8 Productos metálicos, maquinaria y equipo 8.86 8.46 8.73 13.09 2.89 9.23
3.9 Otras industrias manufactureras 8.83 0.81 6.23 3.67 1.08 2.69
4 Construcción 0.73 0.31 0.59 0.20 0.07 0.15
5 Electricidad y gas 22.56 29.46 24.80 25.26 35.91 29.29
6 Comercio, restaurantes y hoteles 8.22 1.90 6.17 8.04 2.16 5.81
7 Transporte, almacenaje y comunicaciones 1.88 2.66 2.13 1.92 3.04 2.34
8 Serv. Financieros, seguros, inmobiliarias 26.48 41.03 31.21 21.40 42.48 29.38
Total 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
En cuanto a los salarios, en términos generales se observa que se mantiene una
clara relación entre los salarios medios por hora y el nivel de escolaridad de los
trabajadores, destaca el caso de las mujeres egresadas de la educación básica
en el año 2000, que puede estar asociado a las remuneraciones de los
trabajadores con ese nivel de estudios en las ocupaciones de educación, arte y
26
deportes, ya que se dio un incremento en la participación de las mujeres en
estas.
Al considerar los salarios por tipo de empresa, destaca el hecho de que en el
año 1990 parecía haber una clara relación entre el tamaño de las empresas y los
salarios de sus trabajadores, sin embargo, en el año 2000 la situación se
modifica, ya que si bien los trabajadores del Sector Público son los que perciben
los mayores salarios, dado el proceso de privatización, las empresas privadas son
las que tienen más influencia en el sector y, en el caso de los trabajadores
egresados de la educación media y superior, sus salarios son superiores en las
micro empresas y en las privadas no asociadas al gran capital. Esto puede estar
asociado al crecimiento de las microempresas el periodo, como alternativo al
desempleo y a los bajos salarios en las empresas tradicionales, de los
trabajadores con mayores niveles de escolaridad. Por otro lado, es probable que
las grandes empresas privadas hayan desarrollado otras estrategias de pago
para sus trabajadores con más alta calificación.
En cuanto a las actividades productivas, el crecimiento de las exportaciones sólo
parece haberse traducido en mejoras salariales relativas de los trabajadores más
calificados del sector agropecuario y en el sector manufacturero se observa una
disminución relativa de los salarios de sus trabajadores.
Si se consideran las ramas seleccionadas por su crecimiento en las
exportaciones, se observa que su escolaridad promedio es semejante a la de la
media del conjunto de los trabajadores, las actividades con mayor nivel de
escolaridad son las que producen bienes con mayor intensidad en el uso de
tecnología y de trabajo calificado, al mismo tiempo son las que presentan
mayores salarios. En general, destaca el hecho de que las diferencias salariales
con el resto de los trabajadores es superior a las diferencias en escolaridad, lo
que puede indicar que, efectivamente, si los trabajadores participan en las
actividades más dinámicas y, sobre todo, con una mayor intensidad en el uso de
tecnología, sus capacidades se verán más compensadas que si trabajan en otro
sectores.
27
Cuadro No. 17.
Salario Medio por hora por nivel educativo.
Sin Básica. Básica. Media. Superior. TOTAL.
1990 2000 1990 2000 1990 2000 1990 2000 1990 2000
Hombre 12.42 60.95 13.34 59.34 18.27 99.98 32.79 183.00 15.80 87.81
Mujer 10.02 43.54 10.96 93.08 13.80 72.06 23.62 184.02 12.62 87.54
Total 11.86 56.39 12.64 69.17 16.13 90.52 30.47 183.28 14.85 87.73
Ocupación
Profesionistas, funcionarios y directivos. 27.94 139.04 31.01 118.38 32.58 129.89 35.85 227.03 34.97 212.27 Trabajadores de la educación, arte y deportes. 15.36 62.12 18.50 77.00 17.69 109.19 26.97 190.45 22.08 176.87
Técnicos y jefes administrativos e industriales. 14.54 78.69 14.56 85.03 15.77 111.71 27.37 159.16 16.82 108.31
Conductores y trabajadores industriales. 12.21 58.30 12.19 53.41 14.09 59.66 19.52 41.91 12.47 53.37
Ventas y trabajadores personales. 10.27 56.03 11.38 85.82 15.75 62.04 26.12 165.85 12.01 81.57 Act. Primarias, peones, ambulantes empleados domésticos y de protección y seguridad. 10.27 38.14 10.58 50.51 13.34 59.44 20.88 123.50 10.81 46.31
Tamaño de Empresa Micro 10.87 44.97 11.34 40.66 13.34 58.00 22.04 203.62 11.72 58.97
Pequeña 11.83 69.74 12.34 142.48 15.62 101.77 31.25 207.97 14.13 111.08
Mediana 12.35 55.02 12.39 56.36 16.68 106.60 33.94 188.51 15.38 96.78
Grande 12.52 66.18 13.54 68.68 16.96 74.65 30.77 171.44 16.63 93.04
Tipo de Propiedad Pública 13.15 82.53 14.71 88.21 16.44 97.90 27.41 144.02 17.76 105.36
Priv. Grande 12.13 63.27 12.90 76.94 17.24 93.70 37.45 191.54 15.93 97.65
Otra Priv. 11.60 50.02 11.70 41.26 14.17 66.03 27.28 203.34 12.79 67.18
Coop. 13.17 49.30 12.18 55.24 13.81 74.18 33.74 111.20 14.57 66.47
Sin Reg. 10.14 37.15 10.72 40.29 10.55 52.01 12.34 60.24 10.32 38.03
Actividad Económica (División) D. 1: Agropecuario, silvicultura y pesca. 9.48 40.58 10.65 51.29 13.87 82.35 26.31 177.40 12.27 43.12
D. 2: Minería. 14.99 86.49 16.55 94.08 21.03 159.27 37.36 273.69 19.81 161.25
D. 3: Manufacturas. 12.09 61.36 12.59 49.34 17.16 78.58 35.62 200.73 14.74 81.46
D. 4: Construcción 11.92 54.34 11.49 59.57 14.39 76.87 32.68 317.45 13.85 158.13
D. 5: Electricidad 16.22 84.79 15.63 89.40 18.90 135.60 27.92 174.07 19.72 126.61
D. 6: Comercio 10.85 66.68 11.78 87.70 14.81 10.88 29.96 163.41 13.31 100.15 D. 7: Transporte, almacenaje y comunicaciones 13.63 72.15 10.80 93.96 18.99 67.88 23.27 136.87 15.85 82.78
D. 8: Servicios financieros, seguros, actividades inmobiliarias y de alquiler. 16.21 77.19 20.33 75.08 19.31 145.66 35.78 181.07 23.27 144.73 D. 9: Servicios comunales, sociales y personales. 11.38 46.24 12.20 62.21 14.78 69.28 26.21 152.78 14.97 73.76
Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
28
Cuadro No. 18.
Escolaridad y Salarios de los Grupos de Ramas Seleccionadas
1990
2000
Esc. Salario Esc. Salario
Grupo AB 6,91 15,18 8,63 83,2
Grupo CD 8,00 17,15 9,74 93,6
Grupo E 9,11 19,78 10,30 118,28 Grupo F 7,68 16,42 7,61 105,15 Total 7,04 17,01 9,88 89,45 Resto 7,02 14,82 9,96 78,23 Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Empleo Urbano.
Comentarios Finales.
A lo largo de la década de los años noventa los sistemas económico y educativo
sufrieron modificaciones importantes con el objetivo de lograr una plataforma
adecuada para lograr la integración de México a la economía global. Este
proceso generó resultados previstos en cuanto al incremento del comercio
internacional en el periodo, también se obtuvieron avances en cuanto a los
objetivos de una mayor diversificación de la oferta educativa y su orientación al
mercado laboral, así como al incremento de la escolaridad de la oferta de
trabajo; sin embargo, la orientación del sector económico hacia la
concentración de la producción en un número reducido de actividades de
exportación, en lógicas supeditadas a los requerimientos de empresas
transnacionales y basado, fundamentalmente, en la oferta de mano de obra
barata, han limitado la capacidad de generar entornos de aprendizaje donde
los egresados del sistema educativo puedan desplegar sus habilidades y
participar en procesos que les permitan obtener mayores recursos.
La experiencia mexicana en torno a la llamada economía del conocimiento es
muy limitada, pareciera ser que cuando los trabajadores se insertan en
actividades con mayor intensidad en el uso de tecnología y de mano de obra
calificada, pueden aspirar a mejores salarios, lo que indicaría que en ese tipo de
procesos productivos, la formación adquirida en el Sistema Educativo (hasta
ahora el principal mecanismo de formación para el trabajo), jugaría un más
importante que en otros; sin embargo la información al respecto no es
suficiente para poder afirmarlo.
29
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