estrella digital, nº 4

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1 AÑO 2 NÚMERO 4 SEMANA SANTA 2012

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Publicación para la difusión de la Romería de la Virgen de la Estrella y de los usos y costumbres del pueblo de Navas de San Juan (Jaén)

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AÑO 2 NÚMERO 4

SEMANA SANTA 2012

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ESTRELLA DIGITAL La publicación mariana en Internet

EDITORIAL

La vida de la Virgen María alcanza su plenitud como mujer y como

Madre en los acontecimientos de la Pasión y Muerte de su Hijo.

Ella sabe estar al lado de Jesús cuando todos le abandonan, cuando

sus discípulos han huido, cuando los que horas antes le aclamaban en las

calles de Jerusalén ahora le increpan y piden su condena.

Entre un bosque de miradas de odio, Jesús siempre encuentra los ojos

de su Madre, con ese destello amoroso que le es tan familiar. El mismo que

contemplaba cuando era amamantado, cuando era vestido y aseado en su

casa de Nazaret. La misma mirada de amor que le despedía a la puerta de la

casa cuando salía a predicar la Buena Nueva. Con la misma que le recibía

cuando volvía de su predicación, lleno de polvo y cansado del camino.

María está al pie de la Cruz, cuando Jesús se siente más solo. Hasta el

mismo Padre parecía haberle dejado de su mano: “¿por qué me has

abandonado?” Sin embargo, su Madre estaba allí. Ella recibió al pie de la

Cruz el más valioso de los dones: el ser Madre de toda la Humanidad. “Ahí

tienes a tu Madre”-

Madre mía de la Estrella,

-con fe solemos cantar-,

danos tu amor en la tierra

y resérvanos un hueco

en la corte celestial.

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PORTADA

Bellísima foto de nuestro colaborador

M.Valenzuela

de un primer plano de la imagen de La Soledad

que se encuentra en nuestra Parroquia

y que cada año procesiona

en la Semana Santa de nuestro pueblo.

Viene a encabezar el 4 de Estrella Digital

que pretende ser un homenaje

al esfuerzo de las personas

que cada año hacen posible

la celebración de la Semana Santa

en Navas de San Juan.

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En el capítulo anterior dejamos a la Virgen María con tres años en el Templo, consagrada a

Dios por la promesa de su madre, Ana.

Ahora vamos a dar un salto en el tiempo y nos situaremos en sus doce años cumplidos y lo

que ello traía consigo.

PROTOEVANGELIO DE SANTIAGO

NATIVIDAD DE LA VIRGEN MARÍA

“VIII. 2. Cuando María cumplió los doce años en el Templo de Dios, los sacerdotes

analizaron la situación, pues se decían:

-«¿Cuál será la solución que tendríamos que tomar para que por ella no caiga el

deshonor sobre el templo?».

Y dirigiéndose al Sumo Sacerdote, le comunicaron:

-«Tu cargo te insta a pedir consejo a Dios. Rézale por María y lo que creas que el

Señor te induce, eso se hará».

Así lo hizo y, entrando en el “sancta sanctorum” ( lugar santísimo del templo judío,

donde sólo entraba el Sumo Sacerdote una vez al año para la expiación o fiesta del

perdón de los pecados) rezó por María. Un ángel del Señor se le apareció y le dijo:

-«Zacarías, Zacarías, reúne a todos los hombres viudos del lugar y que traiga cada

uno su vara. Al que el Señor le haga algún prodigio fuera de lo común, María, será su

mujer».

Y así se hizo, por toda Judea se convocó a los viudos y todos, según costumbre,

acudieron a la llamada.

IX. 1. José se unió a los demás viudos, cada uno tomó su vara y fueron a ver al Sumo

Sacerdote, que tomó todas las varas y con ellas entró en el Templo a orar al Señor.

Después salió y las repartió a cada uno la suya. José cogió la última y, de pronto, salió

una paloma de ella (como ocurrió con la vara de Aarón, que floreció) que revoloteaba

sobre su cabeza. Al verlo, el sacerdote le dijo:

-«Tú has tenido la suerte de quedarte con la Virgen del Señor».

2. José objetó:

CONOZCAMOS A LA VIRGEN MARÍA (4)

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-«Yo tengo hijos, soy viejo y ella es una muchacha, los demás hombres se reirían de

mí».

El sacerdote repuso:

-«Ten temor del Señor, tu Dios, pues bien sabes cómo fueron tragados por la tierra

aquéllos que se rebelaron contra Él».

3. José tuvo miedo de aquello y la acogió bajo su custodia.

Y le dijo a María:

-«Ahora vivirás en mi casa. Yo voy a supervisar mis obras. Mientras vuelvo, el Señor

tendrá cuidado de ti».

(En aquella época podía considerarse normal que una muchacha con voto de

castidad, viviese bajo la custodia de un hombre que hubiera elegido el celibato )”.

Aquí, en este capítulo, vemos a María dejar el Templo, para que no quedase mancillada la

santidad de éste, ya que ella pronto ‘se haría mujer’, pues estaba en la pubertad. Cómo ‘por

suerte de Dios’ se le concede a José su custodia y, al final, cómo se traslada con él a su casa.

Veremos, más adelante, y esta vez también por los Evangelios, otra faceta de la vida de la

Virgen María, más conocida por nosotros.

( Bibliografía.- Nota: Para todos los capítulos, salvo indicación contraria, será la misma que se indicó el

capítulo 3.)

Fernando González y Serrano

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Viernes Santo pasadas las diez de la noche. Un aire frío se adueña de la Plaza de la Iglesia cuando las puertas del templo parroquial están a punto de abrirse para dejar paso a la Procesión general de nuestro pueblo. El suave viento juega con el agua de la fuente y la lleva, convertida en fina lluvia, de un lado para otro. A la hora en punto las puertas se abren y poco después hace su aparición el primer Paso bajo el arco de piedra de la portada parroquial. Es la imagen del Jesús el Nazareno con la Cruz a cuestas que enfila la calle Pastores arriba hacia la Plaza del Ayuntamiento, donde las palmas se inclinan a su paso.

Para llegar hasta aquí ha tenido que pasar toda una noche entera y la madrugada intensas en acontecimientos y emociones. Atrás quedan las palmas y los ramos de olivo que le aclamaron como Mesías unos días antes, el domingo de ramos. Ahora sabe que su muerte es inminente porque sus enemigos habían decidido quitárselo de en medio. Ardientemente desea celebrar la última Cena de Pascua con sus amigos más íntimos. Habían transcurrido tres largos años de convivencia con ellos desde que un día se cruzara en la vida de cada uno de ellos: Pedro y Andrés, Santiago y Juan, Felipe y Bartolomé, Mateo…, y así, hasta un reducido grupo de doce hombres -llamados apóstoles- a los que Jesús llamaba sus amigos. Aquella noche iba a ser la última que pasaría con ellos en la tierra antes de beber el cáliz que

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su Padre le tenía preparado. Primero fue la Cena Pascual en medio de cantos, oraciones y acción de gracias. Pero no todo sería de color de rosa en aquellos últimos momentos. Uno de los suyos, sentado a la misma mesa y que metía la mano en su mismo plato, le había traicionado y había decidido venderlo por treinta monedas de plata. Cuando Judas hubo salido de la estancia donde estaban cenando Jesús volcó su corazón en aquel ambiente especial: “Esto es mi Cuerpo, que será entregado… Esta es mi Sangre, que será derramada… Haced esto en memoria mía”. Y a continuación: “Este es mi mandamiento nuevo: Que os améis como Yo os he amado… En esto conocerán que sois discípulos míos, si os amáis los unos a los otros como Yo os he amado…” Cuando leo, una vez más, estas palabras, que son el testamento de Jesús de Nazaret a los que creeríamos en él, con frecuencia me digo a mí mismo que a veinte siglos de distancia todavía no hemos asumido su mensaje la mayor parte de los que nos decimos seguidores suyos.

Cuando la cena hubo terminado, Jesús y los suyos se dirigieron hacia el Huerto de los olivos o de Getsemaní y allí, llevándose aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, se puso a orar y les dijo a sus amigos: “Me muero de tristeza; quedaos aquí y velad conmigo”, Y así, hasta en tres ocasiones. Pero ellos se habían quedado dormidos quizás por el cansancio o tal vez por la tristeza del anuncio de Jesús. De pronto, un tropel de gente se acerca, con espadas y palos, mandado por los sumos sacerdotes y los más ancianos del pueblo -¡ay, la responsabilidad de los que tienen autoridad y la utilizan para hacer el mal y cometer injusticias contra hombres justos y buenos!-, a los que el traidor les había dado esta contraseña: “Al que yo bese, ese es; detenedlo”. Jesús, en cambio, al verlo, lo miró a los ojos y le dijo: “Amigo, ¿con un beso entregas al hijo del hombre? Se acercaron a Jesús para detenerlo…, y en aquel momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron”. Entonces comenzó verdaderamente su pasión.

Primero en casa de Caifás, sumo sacerdote, y luego en la de Anás “…buscaban un falso testimonio contra Jesús para condenarlo a muerte”, hasta que lograron encontrarlo; como habían decidido que era un blasfemo por proclamarse Hijo de Dios, lo condenaron a muerte. Así que “al hacerse de día, los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para preparar la condena a muerte de Jesús. Y atándole lo llevaron y entregaron a Pilato, el gobernador”… Aquella mañana del primer Viernes Santo la ciudad de Jerusalén seguía con expectación el interrogatorio que Pilatos iba haciendo a Jesús. Los hombres se juntaron en la plaza, delante del tribunal, y de vez en cuando parecía como si un vendaval pasara por entre la muchedumbre. A los gritos de los agitadores, colocados estratégicamente, contestaba la muchedumbre casi a coro cuando Pilatos les preguntó: “¿A quién queréis que os suelte, a Barrabas -que estaba preso por haber iniciado una revuelta y cometido un homicidio- o a Jesús, a quién llamáis el Cristo? Suelta a Barrabas, respondió la masa. Y a Jesús ¿qué hago con Él?. Crucifícalo, a la Cruz con Él, contestaron hasta en dos ocasiones consecutivas la gente, ya descontrolada. Pilatos cedió ante aquel griterío y mandó azotar a Jesús”. Los soldados “desnudaron a Jesús y le pusieron un manto color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha -a modo de cetro- y doblando ante Él la rodilla se burlaban diciendo: Salve, Rey de los judíos. Luego le

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escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza, Y terminada la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar”.

Cuando contemplo esta imagen de “El Nazareno” con su Cruz a cuestas tengo la sensación de cómo si buscara con su mirada otro Simón de Cirene que le ayude a llevar su Cruz, instrumento de salvación y de entrega a los demás. Y siento como si me escondiera entre la muchedumbre para justificarme en hacer lo que hacen los demás: mirar desde la barrera el dolor y la injusticia sin comprometer la vida por los más necesitados.

A la imagen de “El Nazareno” con la Cruz a cuestas camino del Calvario le sigue la de Cristo de la Vera Cruz. Siempre que he repetido este advocación, “la Vera Cruz”, inevitablemente me acuerdo, por contraposición, de que junto a la Cruz verdadera -que eso significa el vocablo “Vera” en lengua latina-, que es la que salva y redime al hombre, existen otras cruces falsas que fabricamos los hombres no para redimir y dignificar a las personas sino para humillarlas. La opresión, la miseria, la incultura, el hambre, el paro…, no son cruces que redimen sino consecuencia de nuestras injusticias y egoísmos personales, institucionales y estructurales, al mirar para otro lado ante las necesidades de los demás en lugar de hacernos solidarios de los más débiles…

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Cristo fue despojado de sus vestidos y clavado en la Cruz. Los soldados se habían repartido su ropa haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y las echaron a suertes… En aquellas horas en la que Jesús pendía de la Cruz los hombres que estaban reunidos en el monte Calvario, los sacerdotes y rabinos, los soldados y verdugos, la gente del pueblo, no se sentían satisfechos con ver a Jesús clavado en la Cruz. A los tormentos físicos de su cuerpo desecho a golpes y latigazos y casi exhausto por el peso de la Cruz desde el Pretorio hasta el monte Calvario, quisieron añadir los escarnios del alma y se burlaban de Él recordándole los días en que el pueblo estaba entusiasmado con Él y le tenía como a un profeta e incluso por el Mesías prometido. Y le incitaban, “Tú, que decías que eras capaz de destruir el Templo y reedificarlo en tres días -estas palabras de Jesús hacían referencia a su muerte y resurrección-, sálvate a Ti mismo y baja de la Cruz y creeremos en ti”. Y hasta uno de los dos ladrones que habían crucificados con Jesús se mofaba de Él cuando ya se encontraba a las puertas de la muerte. El otro malhechor, en cambio, suplicó a Jesús más con el corazón que con sus palabras: “Señor, acuérdate de mi cuando estés en tu reino. Y al llegar el mediodía la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús exclamó con voz potente: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado…?” Tras este grito de angustia se adivina la tortura profunda del Hijo de Dios hecho Hombre. ¡Qué lejos están estas palabras de Jesús y el silencio de Dios de aquellas otras que Jesús había escuchado de su Padre durante su vida pública: “Este es mi Hijo amado en el que tengo puestas todas mis complacencias. Escuchadle”. “Y dando un fuerte grito, dijo: Todo está cumplido. E inclinando la cabeza expiró. Luego los soldados, para que los cuerpos no quedaran en la cruz aquél viernes, porque era un día grande, quebraron las piernas a los ladrones que habían crucificado con Jesús, pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas sino que uno de los soldados, con la lanza le traspasó el costado y al punto salió sangre y agua”

En la fotografía de la imagen de Cristo clavado en la Cruz apenas una luz mortecina y tenue acarician el cuerpo ya sin vida del Señor Jesús. Dice el evangelio que “era ya eso de mediodía cuando vinieron las tinieblas sobre toda la región hasta la media tarde y el sol se oscureció”. La oscuridad de la noche, negra como noche de lobo, rodea el cuerpo de Jesús muerto en la Cruz. Ahora bien recordar aquellas palabras de san Juan: Jesús es la Luz del mundo que vino a los suyos; y los suyos no la recibieron porque prefirieron las tinieblas a la luz. Siempre que muere un hombre justo una luz en el mundo, por pequeña que sea, se apaga y se convierte en tinieblas. Vosotros sois la luz del mundo, dijo el Señor a los suyos. Alumbren, pues, vuestras buenas obras ante los hombres, porque la luz no se enciende para meterla debajo de un celemín sino para ponerla sobre un candelero y que alumbre así a todos los de de la casa.

MARÍA JUNTO A LA CRUZ DE SU HIJO

A medida que fueron creciendo el odio de los fariseos y la oposición del pueblo contra Jesús, María pudo comprender cada vez con mayor claridad que el final de su hijo estaba cerca. Seguramente recordaría con un frescor especial la profecía que treinta años atrás le

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vaticinara el anciano Simeón cuando cumplió con el precepto de presentar su hijo primogénito al Altísimo en el Templo y rescatarlo por el precio de un par de pichones: “Mira -dijo, dirigiéndose a María- este niño será como una bandera discutida que pondrá en claro la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma”. Con el conocimiento cada vez mayor de los dolores que esperaban a su Hijo había aumentado también el amor de María a Jesús. Porque esto es lo admirable en el amor de una madre: que cada dificultad del hijo hace brotar en ella una nueva fuente de amor, de modo que cuanto más crece la angustia del hijo más grande se hace el amor de la madre. De esta manera la noche del jueves al viernes santo reservó a María dolor y angustia semejantes a los que hicieron entristecerse a Jesús en el Huerto de los olivos. La angustia que María padeció cuando se vio forzada a huir de Belén porque Herodes buscaba a su hijo para matarlo y la que tuvo que soportar cuando buscó a su hijo, que se le perdió en Jerusalén, cuando aún era un niño, fueron recuerdos que recobraron una trágica actualidad en su alma ante lo que se le venía encima a su hijo.

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“Junto a la Cruz estaba su Madre, la hermana de su Madre, la esposa de Cleofás, y María Magdalena”. En aquellas circunstancias en las que una madre pierde a su hijo querido de manera tan trágica hacía falta una fe recia y mucha fortaleza para mantenerse de pie y no derrumbarse al ver a su hijo, su único hijo, como una desecho humano. Si Jesús lloró ante la muerte de su amigo Lázaro, no podemos imaginarnos cuáles debieron de ser los sentimientos de la Virgen ante la muerte ignominiosa de su hijo. Me la imagino llorando profundamente conmovida y repitiendo al Padre en el silencio de su corazón las mismas palabras que le había oído susurrar a su Hijo: ¿Por qué nos has abandonado? No podemos más que contemplarla en silencio y tratar de comprender su dolor y, sobre todo, profundizar en el porqué de todo lo que estaba sucediendo.

(Manuel Valenzuela Díaz)

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Vio a su Hijo morir, su llanto no protestaba,

sabía que al morir su mundo a un universo salvaba.

Ella a un Dios amamantó y el Dios a su Dios quitaba. Su Hijo Dios se fue a Dios al tiempo que agonizaba,

para volver a ser uno que en Dios y con Dios reinaba. Madre de Dios, Madre eterna:

Dios que te llevó un Dios mira qué bien compensaba

que en ti engendró un mundo para que sobre él brillaras.

Cómo brillas, Madre Estrella, luz y camino del hombre

que vino a poblar la Tierra.

(Pedro M. Hermosilla Zamora)

LUZ Y CAMINO

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Colaboradores de Stella que por su importancia, renombre y

prestigio, merecen ser recordados aquí:

Juan Pasquau

Juan Pasquau Guerrero fue un escritor y docente español de origen andaluz. Nacido el 21 de

abril de 1918 en Úbeda, falleció el día 10 de junio de 1978 en Madrid. Gran parte de su

producción literaria estuvo dedicada a Jaén y a su provincia.

Fue cronista oficial de la Ciudad de Úbeda, que, en mayo de 1968, le nombró Hijo Predilecto,

por acuerdo unánime de la Corporación Municipal. En su labor como periodista, fundó y

dirigió la revista ‘Úbeda’, así como numerosos artículos en los diarios Jaén, Ideal y ABC.

Perteneció al Instituto de Estudios jienenses que, en 1971, le concedió el Premio ‘Cronista

Cazaban’. Fue elegido académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de

San Fernando y recibió la Cruz de Orden Civil de Alfonso X el Sabio.

Su bibliografía se compone de libros como "Biografía de Úbeda", "En busca del hombre

perdido", "2 Temas de Úbeda", "Todavía Corpus" y diversas recopilaciones de sus artículos

periodísticos. El escritor da nombre, a partir de 1979, a la Biblioteca Municipal de Úbeda,

donde fue archivero-bibliotecario. Asimismo, uno de los colegios de la localidad lleva su

nombre.

Francisco Palma Burgos (Málaga, 1918- Úbeda, 1985)

Escultor y pintor, nació en el barrio de la Victoria, Málaga, concretamente en la calle Cobertizo del Conde. Fue hijo del artista antequerano Francisco Palma García, que le transmitió sus primeras nociones de escultura, y completó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Málaga.

En 1940, con tan sólo 22 años, es nombrado Académico de Bellas Artes de San Telmo de Málaga, recibiendo los ánimos y la visita de Mariano Benlliure, escultor al que siempre admiró, y del que fue discípulo.

Profesor de la Escuela de Artes y Oficios de su ciudad natal, a comienzos de los años 40, inicia sus idas y venidas a Italia de forma intermitente, en donde asiste a los cursos de Bellas Artes que instruía Americo Bartoli.

En el año 1943, gana el concurso para la realización del trono de Jesús de Medinaceli, de Madrid, instalando un taller en la capital española, que alternaría con los ya establecidos en Andújar y Málaga.

¿Quién era quién en Stella?

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El 31 de diciembre de 1985, Francisco Palma Burgos fallece en Málaga, de un cáncer de higado, celebrándose el entierro en Úbeda el 1 de enero del año siguiente, con una comitiva por las calles ubetenses, y escoltado por los estandartes de las cofradías. Fue amortajado con un hábito de la hermandad de la Noche Oscura, de la que fue fundador y cuyo portentoso titular talló en 1966. y donde se creó una Escuela de Arte que honra su memoria.

Conocido fundamentalmente por sus obras de imaginería de la Semana Santa andaluza, especialmente la de de Málaga y Úbeda. Es un continuador de la estética de tradición barroca, caracterizada por una temática fundamentalmente religiosa, en la que predomina el gusto por la belleza corporal y sensitiva pero de expresividad contenida, que la distingue del dramatismo de la imaginería castellana.

(Cristo de la Noche Oscura, talla de Palma Burgos. Úbeda)

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Olvera, situada junto al río Guadalimar, geográficamente forma parte de territorios

que están incluidos dentro del ámbito de influencia de Navas pero que como veremos y pese

a la proximidad a nuestro pueblo, fue adscrita al término municipal de Úbeda.

Según J. Carrasco y J.A. Pachon, existen por esta zona indicios contrastados de

poblados de la Edad del Bronce, con enterramientos o cistas, construidos en la orilla del río

hacia el año 1450 antes de Cristo.

De la época romana hay restos evidentes. Nuestro querido y admirado paisano

Manolo Valenzuela los recoge gráficamente en su libro “Viaje por los cortijos de Navas de

San Juan”, haciendo referencia al antiguo poblado romano de Orva, en los tiempos en que

Ad Morum era un punto clave en el camino entre Cástulo e Ilugo, con la famosa “mansio”

que fue lugar de descanso enclavada dentro del Camino de Aníbal y que pudo estar ubicada

en el cortijo de “Rubializas” según algunos historiadores y que fue objeto de mi trabajo en el

nº 3 de esta revista titulado “Junto al moral de las Navas”.

Olvera en época musulmana queda integrada dentro del distrito administrativo de

Sant Astiban, siendo conquistada primeramente por Alfonso VI en 1108 y reconquistada

definitivamente para los cristianos por Fernando III el Santo en torno a 1246 en el transcurso

de la campaña militar contra los mahometanos y que les arrebató la jurisdicción de Baeza,

Iznatoraf, Chicalana, Torrealver y Santisteban.

Es en 1235 cuando el rey santo hace donación por juro de heredad “por siempre

jamás” al Concejo de Úbeda, a sesenta caballero de dicha villa, de las tierras de Olvera,

obligándose aquellos vasallos a edificar un castillo y a poblar el lugar, según datos aportados

por el erudito cronista D. Ginés Torres Navarrete, en base a pergaminos obrantes en el

Archivo Histórico de Úbeda (carpeta 4-4). Además por privilegio rodado consiente la

hermandad sobre el aprovechamiento de pastos entre Úbeda, Santisteban e Iznatoraf.

Según el mismo autor, Alfonso XI confirma estas donaciones así como Juan II desde la

villa de Arévalo en 1421.

Así pues Olvera no era tierra de señorío ni de órdenes religiosas sino de realengo.

Hay historiadores que sostienen que la donación a Úbeda es revocada por Sancho IV

en 1285 transfiriéndola a Santisteban. De hecho Joaquín Mercado Egea (al que tuve la suerte

de conocer y de tratar), nos hace referencia a una carta de D. Rodrigo Alfonso, alcalde

entregador de la Mesta datada en 1294 en la que se alude a esta zona diciendo: “por do

entren los ganados e salgan a los estremos en termino de San Esteuan del Puerto et dellas

Navas et Montizon, aldeas desee mismo logar…” , en clara alusión a su pertenencia a

Santisteban.

EL LITIGIO DE OLVERA

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Otros en cambio sostienen que permanece Olvera en realengo siendo propiedad del

Concejo de Úbeda hasta 1371, año en el que el rey Enrique II la entrega como Señorío a Men

Rodríguez de Benavides, donación confirmada por el mismo monarca en 1376. Cuentan los

mismos historiadores que también así lo refrendaron los Reyes Católicos con el citado Men

Rodríguez de Benavides.

Disiento de esta versión en base a un documento encontrado por mí en los

protocolos notariales fechado el 12-7-1429 en el que el Señor de Santisteban del Puerto y de

Fines y Caudillo del Obispado de Jaén, declara no tener derecho al castillo, término,

jurisdicción y demás pertenencias de Olvera “por ser de la ciudad de Úbeda a quien por esta

escritura restituyo”.

Esta escritura de restitución y traslado está suscrita en Baena (Córdoba) ante el

escribano Pedro Díaz de Navarrete.

Así pues queda demostrado documentalmente que los Reyes Católicos no

confirmaros la donación de Olvera al Señor de Santisteban sino que este renuncia en 1429 a

su posesión a favor de la ciudad de Úbeda. Este hecho lo ratifica Torres Navarrete en base a

otra documental de 21-7-1429 existente en el Archivo Histórico de Úbeda obrante en la

carpeta nº 1 de pergaminos.

En la propia Santisteban el 26-3-1431 se ratifica el pacto de hermandad vigente desde 1235

entre el Concejo, Úbeda y Men Rodríguez de Viedma o Benavides.

También he encontrado en la Real Chancillería de Granada un documento fechado

en 1563 (cabina 507, legajo 1814, nº 10) de denuncia contra el vecino de las Navas Juan

Fernández por haber causado daños unos puercos. En este documento queda

meridianamente claro que Olvera es término de Úbeda. Esta denuncia se instruye ante el

escribano público D. Pedro de Poblaciones.

Además en la misma Chancillería , caja 528 pieza 4, se conserva un pleito datado en

1579 entre Antón Sánchez, vecino de Úbeda con el Concejo de esta ciudad sobre la

construcción de un puente al sitio de Olvera. De pertenecer a Santisteban, lo habría

interpuesto contra el Concejo de esta ciudad.

De todo lo anteriormente expuesto, se deduce el interés de Úbeda por mantener el

sitio de Olvera dentro de la jurisdicción, frente a las peticiones de Navas y de Santisteban.

Olvera siempre la he asociado a un lugar espléndido a donde bajaba en mi infancia

desde el pueblo para visitar sus variopintos cortijos, hoy desiertos y sombríos, antaño

radiantes y llenos de buenas gentes, como tío Luis Garrido, su hijo Pepe y el buen amigo

Juan Antonio Parrilla, servicial y atento como él solo, entre otros, que oficiaban de

extraordinarios cicerones de aquellos entrañables parajes.

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Sirvan estas líneas para aclarar la historia de este lugar en base a documentos

contrastables y no a conjeturas, aportar algo a la historia de mi pueblo y como homenaje a

todos aquellos que habitaron estos lugares.

FERNANDO PAREDES SALIDO.

(Cortijada de Olvera, Foto Manuel Valenzuela)

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Aquella mañana de domingo, mi mujer y yo, tomándonos el café con leche-desnatada y las “pastillas” que nos tienen medio entorilados, tenemos por costumbre y solemos conversar un ratito cambiando impresiones acerca de la única obligación que nos queda: la manducatoria.

– ¿Hoy que va a ser el menú?- pregunté, siendo su silencio un poco prolongado, lo suficiente para hacerle seguidamente una proposición:

- ¿Comemos en el campo?

No mediaron décimas de segundo. La respuesta :

–Muy bueno

Preparamos un bolso nevera, cuatro cosuchas, nuestro chucho, al coche y a contemplar la naturaleza.

Esto de las “ cosuchas” me recuerda una anécdota que presencié en una boda. Era por aquellos tiempos que las bodas se daban por libre (el banquete era elaborado por los propios interesados). Aquella se celebró a base de jamón, queso y gambas (no estaba mal) aun cuando hubo algunas cosillas más, siempre rociado con buen vino y cervezas en abundancia. Hasta aquí normal, pero ya adentrado en el festín, empezó la cuestión. Los comensales que había frente a nosotros, ya mayores, no dejaban descansar al camarero.

-Camarero, tráigame un poco jamón para este poco pan.

Al momento:

–Camarero, traiga un poco pan para este poco jamón.

Y así, durante las tres horas y pico que duró el festín. Sí se comerían entre los dos kilos y medio de jamón.

Bueno a lo que vamos, acomodados en nuestro coche, protegidos con nuestro cinturón de seguridad, incluso el chucho que también tiene el suyo, tomamos dirección a nuestra Sierra Morena. Bien adentrado, como solemos decir “el corazón de la sierra”, divisé algo raro en la cuneta del carril, paré el coche, y efectivamente, había un cervatillo acostado. Busqué de inmediato la cámara de fotos para lograr sacarle una instantánea antes de que huyera, y cuál fue mi sorpresa, que no se inmutó siquiera; el animalillo permanecía allí quieto. Me aproximé cautelosamente y hasta lo toqué con la mano.

“Sierra del cervatillo”

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Me atreví a cogerlo y mostrárselo a mi mujer. Ella, al principio, no me dejaba aproximarme con el animal, le causaba cierto recelo. Ya se revistió de ánimo y hasta me fotografió con él.

Me puse en contacto con personas conocedoras y enteradas en estos animales, por si era necesario trasladarlo a algún lugar para que siguiera su trayectoria, pero me aconsejaron que mejor seria dejarlo allí, su madre no debía estar lejos y, en su hábitat sería mejor y más conveniente que siguiera su proceso.

Estas son las fotos .

(Mariano López Carrasco)

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Alberto Rodríguez Cerro, un pobre hombre que casi siempre vivió de la agricultura como jornalero, llegó a la edad de sesenta y ocho años con muy buena salud y sin tener casa propia. Él, desde hacía años, había vivido en un cuartucho que le había dejado su primo en un cocherón a las afueras del pueblo.

“Alberto no seas cabezón, hombre, ya eres mayor y necesitas una casa confortable para vivir a gusto, que no tienes veinte años”, le decían siempre sus amigos cuando iba a jugar la partida al bar de Manolo. Que era siempre que no iba al solar del cojo. Ellos se daban cuenta de que cada vez Alberto estaba más descuidado en su vestimenta y aseo. El cuartucho carecía de ventana alguna por donde airearse y el cocherón no tenía mayor lavadero que una pila en el antiguo corral posterior, y por supuesto carecía de agua caliente. Todos sus conocidos lo sabían, y eran conscientes de que cada día le era más difícil su higiene. “No me voy a morir nunca” les contestaba Alberto con su característico humor. Y cuando le preguntaban el por qué, él les respondía: “¡Porque no tengo dónde caerme muerto!”; haciendo referencia a sus nulas propiedades. Todos se reían y ponían su atención en el líquido que quedaba en la botella de vino, por si tenían que pedir otra a Manolo. Esto de que no tenía dónde caerse muerto, últimamente lo decía muy a menudo, pues a todos le hacía mucha gracia. Y como Alberto era una persona simpática, daréis cuenta de que eran harto normal sus elocuencias. Tenía muchos amigos, y nunca nadie sabía de que hubiera reñido con alguno. Se apreciaba fácilmente quién era amigo suyo y quién no lo era. Con las personas que no le gustaban o de las que no se fiaba, Alberto no hablaba casi nunca. Y si ellos le dirigían la palabra, él les respondía escuetamente y con cara agradable. Así nadie apreciaba su distanciamiento. Gervasio, el cojo, muchas tardes le tocaba en el portón del cocherón para que le ayudase a hacer algo en la huerta que tenía en un solar poco más arriba de la “vivienda” de Alberto. Ellos no hablaban mucho, no porque no se cayeran bien, sino porque ninguno de los dos era de mucho hablar. Trabajaron juntos de mozuelos en los pinos. Una vez Gervasio se

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resbaló por un barranco y se clavó el hacha en la rodilla. Eso le dejó cojo. Era por la causa de su minusvalía por lo que Alberto nunca le denegó ayuda. Por eso, y porque estaba solo, como él. Además de que siempre se llevaba algo para sí: una cesta de tomates, melocotones, almendras, albaricoques...según fuera la temporada. Los dos con sus despacios cuidaban y mimaban la huerta. -Cada día tardas más en salir. Cada día estás más viejo, claro. Va a ser verdad lo que decía mi tío: que a los muleros se le pega la parsimonia del mulo.-le dijo Gervasio.

Alberto salió con cara de haberse despertado de una profunda siesta. -Me había quedado un poco traspuesto. -¿Vamos? - Vamos-respondió Alberto-. Y ya no decían mucho más, alguna que otra razón de trabajo hortalero y ya está. Cuando Joaquín irrumpió en la cocina apresurado por la vitalidad propia de su edad (diez años), le dio sin querer a la silla que estaba en la entrada. Esta a su vez dio a la mesa, con lo cual se tambaleó el vaso en el que estaba bebiendo su padre, derramándose un poco de vino. Jesús se levanto enojadamente y cogió a su hijo del brazo dándole dos tozolones con la mano que le quedaba libre después de librar al vaso de su derrame completo. -¡¿Cuándo coño vas a saber estar en la casa?!- le reprocho el padre con rabia- ¡Aquí no se corre! Joaquín agachó la cabeza. Así su padre no vería sus ojos destellantes en una sensación que, el mismo, no podría describir si era de miedo o de rabia. Cuando lo soltó, cuidadosamente se dirigió al poyete de la ventana y cogió una tabla con una pinza pegada a un extremo. -¿Qué coño es eso?-le pregunto sin que se le hubiera pasado el cabreo. -Un cazasalamanquesas que me ha hecho el tío.-contestó sin levantar la cabeza. -¡Anda tira!-invitó a salir a su hijo. El chaval salió andando hasta que traspasó la puerta de la cocina, poniéndose otra vez a correr por el pasillo hacia la calle. Su madre en ese momento entraba en la cocina por la puerta que daba al patio. Llevaba una cacerola de metal en la mano. Miró a la mesa por si le faltaba vino o bacalao a su marido. Y como si estuviera hablando sola, dijo: -¿Quién era?, ¿Joaquín? -Sí, como un huracán -dijo cogiendo el vaso de vino- a por un cazasalamanquesas que le hizo tu Alberto. Este niño cada día está más insoportable, y eso es cosa de tu hermano. -No digas tonterías, el niño necesita jugar, son cosas de la edad. -¿De la edad?...-dijo con desdén - Tú por llevarme la contraria... Joaquín ya estaba en la calle. Allí esperaban sus amigos, cada uno con su cazasalamanquesas. No había duda de que los chicos esperaban ansiosos el anochecer para ir en busca de sus presas. Sus armas estaban compuestas de una tablilla con una punta clavada en un extremo, y una pinza de ropa pegada con dos puntas al otro. Su munición, se componía de varias gomas enlazadas a un muelle de pinza, de colgar la ropa también. Las gomas se colgaban en la punta del extremo de la tabla y el muelle se pillaba en la pinza. Cuando la pinza era presionada a modo de gatillo, la goma salía disparada en pos de su objetivo: la pequeña salamanquesa, que solía estar en las cercanías de los faroles de las calles. Cuando fue a cruzar la calle, Joaquín tropezó y se le disparó el arma. El proyectil salió de

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súbito dando de lleno en la pantorrilla de Juanito. Este después de dar un grito se retorció como si estuviera a punto de perder la pierna. Al ver que todos se acercaban a él para ver lo que tenía, intentó, sin conseguirlo, disimular las lágrimas que ya le caían por las mejillas. -¡Bu! ¿Sólo por eso te vas a poner a llorar?- le dijo Juanabro, el mayor de todos y el más machote. Joaquín se acercó para verlo y pedirle perdón. “Porque sé que no lo has hecho a posta, que si no...” le replicó Juanito secándose las lágrimas que aún brotaban. “Bueno, pues no llores más, hombre” le dijo Juanabro dándole con la punta de los dedos en la cabeza. -Si lloro no es por el dolor, que los pantalones son nuevos y ya verás mi madre cuando vea que me los he rasgado...- excusó Juanito provocando la risa en los demás. En ese momento Joaquín vio que su tío Alberto se acercaba. -¿Vais a cazar unas cuantas salamanquesas?- le preguntó a su sobrino sin esperar contestación- Tener cuidado a ver si os van a escupir y os quedáis calvos. -Por eso yo me he puesto una gorra.-dijo Seba, el menor de todos. Y cogiéndose la visera se metió aun más la gorra, satisfecho de su precaución. -Eso es una buena idea. Iros al calle de la alcayata, que por allí se ve siempre bastantes-les dijo Alberto-. ¡ Joaquín! -Dime tío. -¿Quieres que el domingo vayamos a Olvera a pescar? -¡Vale!- contestó el chico con una impulsa alegría. Y dicho esto, los muchachos salieron corriendo calle abajo. Alberto se volvió y después de quedarse mirando un momento la casa de su hermana se decidió a entrar. “¿Hay alguien en la casa?” gritó abriendo un poco más la puerta, que estaba entornada, y asomándose. “Pasa” le gritó la voz de su hermana desde el fondo del pasillo. Y allí se dirigió él. Cuando llegó a la cocina, su hermana le acababa de poner un vaso de vino en la mesa al lado de Jesús, que con el ceño fruncido miraba tosco al visitante. Este, sin que eso le importara miró hacia su hermana, sonrió y la saludó. Ella sonrió agradablemente y siguió diligente sus tareas sin decir palabra alguna. La cocina no era muy espaciosa, pero era cómoda. Se entraba desde el pasillo, a la izquierda, había una mesa con tres sillas junto a una ventana que daba al patio. Al fondo una puerta que también daba a éste. En la parte de la derecha estaba los fogones, los armarios y la fresquera. Alberto le preguntó a Jesús cómo iban las cosas por la Cooperativa, y él le respondió desganadamente que bien. Después se irguió en su silla y le dijo serio y condescendiente: -A ver, Alberto, ¿cuándo te vas a buscar una casa digna, hombre? María, echando sal en una hoya que estaba al fuego se volvió rápidamente. “¡¿Pero qué le dices, hombre?!” le reprochó a su marido. -Le digo la verdad, María. Tu hermano no puede seguir viviendo de esa forma a su edad-le contestó-. -Pues por eso mismo él ya es mayorcito para saber lo que tiene que hacer- dijo María enfadándose. Después miró a su hermano con un poco de lástima-. -Yo...-empezó a decir Alberto- hago allí muy bien mi vida. No tengo problemas de ningún tipo. -Me dijo tu primo, Alberto, que si tú te ibas podría poner un palomar. Al momento su mujer lo miró con cara de saber que lo que había dicho, lo había dicho por malicia; por molestar a su hermano. También Alberto se dio cuenta de tal cosa.

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Agacho la cabeza (siempre prudente) y terminó su vaso de vino. Se levanto pensativo. “Voy a ver al Teodoro” dijo cuando se dirigía a salir. “¿Qué vas a invitarle a un vino? Jaja.” le saltó Jesús, y Alberto le contestó un “O dos” pesado y triste, y salió de la casa. No se llevaba bien con su cuñado, eso estaba claro. Pero últimamente la cosa se estaba poniendo de una forma insoportable. Ya llevaba tiempo queriendo que se fuera de su antro en el cocherón. Alberto cuidaba el melonero, los cinco almendros y las matas de laurel que tenía en el corral del cocherón, cosa que a su primo sabía que le agradaba. De todas formas esas cosas no le importaban a su cuñado, y que si se le había metido en la cabeza que él se fuese, era porque quería utilizar el cocherón para algún particular; así que no pararía hasta que lo echara. Lo último que le dijo Jesús antes de que saliera de la casa, se lo había dicho con maldad. Como todo lo demás, claro. No hacía buenas migas con Teodosio, sólo había quedado con él para que le devolviera una azada que hacía ya tiempo le dejó al primo de este. Teodoro también trabajaba en aquellos años en los pinares con Gervasio y con él. Por entonces a Teodosio y a Alberto les gustaba la misma chica. Les gustaba a los dos, pero a Alberto mucho más que a Teodosio: que muchas veces al terminar la corta éste le comentaba a Alberto las cosas que tenía con la Paqui: que si le había mirado, que si su prima le había dicho…; como si fuera algún asunto de competitividad pachanguera del tute. Aquello, a nuestro buen Alberto le ponía de los nervios y ni siquiera le contestaba. Él la quería mucho y pensaba que siendo su amor tan grande no podía sino ser correspondido por el de ella; pero ni ella aprendió a quererlo jamás, ni él aprendió a querer a ninguna otra jamás. Es difícil de explicar aquí por qué no eligió Paqui a nuestro buen Alberto. Pero estoy seguro de que los lectores me perdonarán por ello, pues todos sabemos que en los lances del amor las ecuaciones de la conquista pueden alcanzar una complejidad desmesurada. Un día de verbena de descuido, una canción más antes de sacarla a bailar...y zas, ya está bailando con el Teodosio. Él después intentó acercarse alguna vez más, pero nada. Otra vez incluso él apreció un ademán de burla en el rostro de Paqui. Cosa que le hizo desanimarse por completo, ya que sus nulos conocimientos en estos asuntos no le dieron para pensar que a lo mejor no fue más que un reproche. El pueblo no es que fuera uno de los grandes. Además el éxodo ya estaba haciendo mella, y las muchachas no es que abundaran. Sólo dos cosas aprendió nuestro buen Alberto: una, que las oportunidades nunca vuelven; y otra, que el no estar solo bien no podría tener precio. Pero ya venían muy tarde sus conclusiones. Era domingo, y no había cantado el gallo cuando el viejo jornalero y su joven sobrino ya se dirigían al río. Se les veía casi sombras recorriendo los caminos de colores vagos del valle. Dos figuras negras: una alta y encorvada, y otra baja y derecha; el horizonte perfilaba el rojo amanecer con el negro mar de olivos. Los dos con sus cañas al hombro, el chico además con un cesto, llegaron al río. Decidieron el mejor sitio (que era el de siempre) y se instalaron. Aquel lugar era el que más le gustaba a Alberto. No era dónde más se pescaba, pero era su favorito. Justo enfrente estaba el cortijillo que siempre soñó tener. Con sus paredes blancas, sus tejas rojas y dos chaparros en la parte delantera. En la parte izquierda tenía un corral, a la derecha, una caballeriza. “Si existe un paraíso, no me cabe duda de que tiene que ser como ese, ¿verdad Joaquín?” le decía al muchacho siempre que iban allí. Y el muchacho, siempre que iba allí lo creía en verdad. Sólo porque lo decía su tío. Llevaban rato pescando y no aparecía trofeo alguno. Alberto todavía estaba

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ensimismado mirando el cortijillo de sus noches en vela. -Tío-le dijo el chaval-, el otro día estaba con Juanito jugando a las chapas en la puerta del bar de Manolo, y te escuché decir que no te morirías nunca porque no tienes dónde caerte muerto. ¿Dices eso porque no tienes casa? -No, digo eso para que no me den la tabarra la gente. -¿Por qué te da la tabarra la gente, tío?-le preguntó atento el muchacho. -Pues...-intentó contestar- porque la gente cuando no haces lo mismo que ellos, en sus adentros, y sin que ellos lo sepan, se ponen nerviosos. Como los borregos. -Tío, yo no quiero que te mueras nunca.- dijo el muchachote sin querer cerrar los ojos húmedos. -Ya verás como no –y cogió al chaval por la nuca y lo trajo para sí. Pasaron los meses a nuestro buen jornalero. Que si las mañanas en el campo, las tardes con el cojo Gervasio o con los amigos en el bar, y los domingos con su bien querido sobrino Joaquín. Una tarde llamaron a la puerta. Él cogió la gorra para ir a la huerta del cojo, pero cuando abrió vio que no era Gervasio, sino su hermana. Ella le pidió que la dejara pasar porque quería hablar con él. La dejó pasar a su cuartucho y le acercó una silla para que se sentara después de quitar de encima un azar con barro seco. Luego él se sentó en la cama y se dispuso a escucharla. -¡Hermano! Mira… vengo a hablar contigo, estoy preocupada. -Dime María-le dijo con tranquilidad-.¿Tú también quieres que me vaya de aquí? -No es que quiera que te vayas. Sabes que sólo quiero ayudarte, hermano. No tienes edad para vivir así. Necesitas una casa con cuarto de baño y todas las comodidades de las que todo el mundo hace uso -le explicaba María con cariño-. Tú siempre fuiste pulcro y vestiste bien. Ahora tienes faltas, que es normal, la edad nos pasa factura. En esto discutieron algún tiempo más hasta que se presentó el cojo. Pocas semanas después Alberto se compró una casa, su hermana se empeñó de veras en su mudanza cuando le dieron unos catarros con fiebres, y él al ver entonces la dependencia que tenía de su hermana, no pudo más que hacerle caso. Tenía algún dinero ahorrado, no muchos, así que no tuvo más remedio que comprarse una pequeña casa en la otra punta del pueblo. La casa era pequeña en comparación con las demás casas. Para él, era gigante. Sus dos habitaciones y su largo pasillo hacían que se sintiera muy sólo. Era demasiado vacío para él. Esos anchos pasillos de paredes pardas, con cuadrados blanquecinos que dejaron los cuadros y retratos de los anteriores inquilinos, no hacían más que recordarle todo lo que no tenía: no tenía una mujer, no tenía hijos…nada. No había tenido nunca intencionalidad para nada más que para trabajar. Siempre había sido feliz con poco y nunca tuvo necesidad de competir por nada. Divagaba por la casa con la cabeza gacha, tenía miedo de ver los huecos blancuzcos de las paredes. Cuando los miraba se los imaginaba cubiertos de fotografías, de las paredes le parecía que rebotaban risas y parloteos de niños jugando. Estas y otras tristes ilusiones destrozaron a Alberto. Gervasio al no pillarle de paso no podía avisarle para ir a la huerta. Alberto subía muchas veces; unas lo veía, otras no. Ahora se pasaba más tiempo en el bar. Un día estando con buenas cartas en la partida entró corriendo Juanabro (el amigo de Joaquín), diciendo que habían encontrado muerto a Gervasio el cojo en su huerta. Alberto no se lo podía creer, aquella tarde estuvo él allí para ayudarle y no lo vio. Mucho le dolió a nuestro jornalero aquel trance. Se creía culpable de la muerte de su amigo. “Nada de esto le hubiera pasado si yo le hubiera esperado allí un rato más”. Estos

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pensamientos se sumaron en su mente con las tristezas que ya tenía. Poco después enfermó. Su hermana bajó con el médico y le mandó reposo y unas pastillas. Ahí se quedó pues, con las pastillas, solo. Una noche lúgubre, de las muchas que pasaba, se despertó delirando por la fiebre. “¿Llaman a la puerta? ¿Paqui, eres tú?” Salió de la cama y, como no podía andar, se arrastró febril hasta la puerta. Por lo visto no existían tales golpes. Arrastrándose de nuevo a la cama se quedó mirando fijamente una de las viejas piedras desgastadas que formaban el suelo, como un mosaico, una grave tristeza le atravesó el cuerpo de los pies a la cabeza: una piedra, gris, inerte, ahí fijada; pasando por la vida, sin pena ni gloria, hasta ser desgastada. Y le atormentó el darse cuenta de que no tenían alma. Incorporó su cuerpo febril hacia la cama y vio un gran cuervo en el pollo de la ventana. “¿Qué es eso, un cuervo? Si en estas tierras no hay cuervos: estoy delirando” se dijo. El cuervo impasible e infernalmente negro, que para él seguía ahí, dijo: -¡Ahora sí! “¡Habla, ¿ahora sí?! ¿Ahora sí, qué?” se preguntó Alberto con temor. Mirando el endemoniado plumaje empezó a perdérsele la vista. Le invadió un profundo mareo y se desplomó del todo en el suelo. “Ahora sí que tengo dónde caerme muerto, ¿verdad?”, dijo en su último suspiro.

(Juan José López Toledo)

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En el año 1951 fue creado el Libro de Predicadores, destinado a contener los juicios y opiniones que, de la romería y fiestas dedicada a Nuestra Señora la Santísima Virgen de la Estrella, emitan los predicadores que en ellas intervinieren. Recogemos aquí los escritos de los primeros predicadores, entre los que se encuentran relevantes personalidades de la Iglesia.

JHS

«Es la Virgen de la Estrella -según dice San Bemardo- la Estrella Polar que en lo alto del Cielo brilla por sus méritos y con su ejempl o nos guía por el proceloso mar de este mundo. Luego la fiestas de la Excelsa Patrona de Navas de San Juan es la de la celebracion de sus méritos y al mismo tiemp o el compendio de nuestros ruegos y súpl icas a la Señora para que podamos, p or su intercesion llegar seguros a puerto de eterna salvación.

El Párroco, Mayo, 1951. Francisco del Moral

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«Alguien ha dicho que el amor no miente, exagera. Navas es el pueblo más «exagerao» en sus manifestaciones de admiración y fervor hacia la Stma. Virgen de la Estrella, y esto porque no hay corazones en los que arda más intensamente el fuego del amor a la Virgen que el de los buenos naveros.

Secundino Martínez, Pbro. Mayo, 1951

«Fervor Mariano; explosión de amor y ternura filial , es la concreción de lo que siente Navas de San Juan p or e su, Virgen de la Estrella. El que asiste a sus fiestas no puede contemplar aquel entusiasmo popular sin derramar lágrimas y enronquecer con sus hijos gritando: ¡¡Viva la Virgen de la Estrella!» Manuel Sánchez y Sánchez Canónigo de la S.I.C. de Jaén Mayo, 1951

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«Milagro de poesia, estallido de la fe es, Navas, la fiesta que has consagrado a María. iBendita la romería que vibra con la centella del may o y la llama bella del estadal protector. que el Amor borda al amor de la Virgen de la Estrella •.

1- V-52 Fray Justo Pérez de Urbel

«Espectáculo verdaderamente grandioso el que ofrece Navas de San Juan cuando festeja a su Patrona. «El justo vive de la f e”. Los naveros viven de la fe y del amor a la Virgen de la Estrella»,

Mayo, 1952. Fr. Pedro Díaz O. P.

(Continuará la publicación en los próximos números)

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Natural de la aldea burgalesa de Pedrosa del Río Urbel, nació el 08 de Agosto de 1895. Procedía de una familia campesina pero acomodada. Por línea materna eran varias las generaciones dedicadas al cultivo de las tierras. Su padre, sin embargo, procedía del Valle del Pas, en las montañas santanderinas dedicado con éxito a la práctica del pequeño comercio. Siendo aún un niño, sus padres le pusieron bajo la tutela de D. Victoriano, un sacerdote amigo de la familia que le introdujo en los rudimentos del latín. También fue este sacerdote quien sin duda supo despertar en el joven su vocación

monástica y sacerdotal para posteriormente cultivarla convenientemente A los doce años, convencido de su incipiente vocación, ingresa en la escuela monástica del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Recibió el hábito de San Benito de manos de DOM Ildefonso Guepin quien levanto el monasterio de Silos de las ruinas en la que se lo encontró 30 años antes y por quien Fray Justo guardaba una admiración y afecto sin límites. Recibió el hábito, como decimos, con 15 años de edad. Siempre tuvo una capacidad ilimitada para el estudio con un tesón a prueba de todo tipo de adversidades. Gustaba de leer sobretodo libros de historia y llegó a dominar con soltura lenguas como el latín, griego, árabe y las principales lenguas modernas. Una vez finalizó sus estudios eclesiásticos fue ordenado Sacerdote en la Iglesia de la Merced de Burgos el 24 de Agosto de 1918. Ofició de ordenante el Obispo misionero P. Vergés. Cuatro días más tarde celebraba Misa por primera vez. Desde esta fecha hasta el estallido de la guerra civil, continúa incansable sus estudios especializados en hagiografía, historia, liturgia y arte medieval. Es requerido por los párrocos vecinos para predicar en las fiestas patronales, debido a la oratoria fogosa y ferviente, de palabra cálida y en extremo convincente. Entretanto y en los mínimos ratos libres de que dispone cultiva una muy relevante faceta de su personalidad; la poesía.

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Fray Justo realiza bellas composiciones que años mas tarde tendría oportunidad de publicar. A Fray Justo se lo “rifan” para dar conferencias: Braga, Madrid, Gibraltar, Bilbao, Santiago de Compostela, Santander..... Desde 1930 acude son asiduidad a los cursos, que organiza su buen amigo el futuro Cardenal Ángel Herrera Oria en la Universidad Católica de Santander. Su fama una vez finalizada la contienda traspasa fronteras y mares y es requerido para impartir sus charlas y conferencias en toda Hispanoamérica: Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador..... En Argentina recibe en encargo de asumir el Priorato de la Iglesia de Montserrat de Madrid. Es duro trabajo pues tan solo encuentra ruinas que es necesario levantar de nuevo y reorganizar la comunidad de monjes. Construye además una residencia para doscientos estudiantes. Fray Justo dirige el priorato durante 10 años. Dentro de su frenética actividad encuentra tiempo para recorrer aldeas, pueblos, archivos, Iglesias y ermitas para poder realizar su sueño, escribe “HISTORIA DEL CONDADO DE CASTILLA”, en la que ha puesto todo su amor de castellano y su labor de investigador. En 1948 es nombrado catedrático de Historia Medieval de España en la Universidad Central, tarea que, como siempre, acomete animosamente con el deseo de hacer participe a sus alumnos de los conocimientos que posee. Ya en 1958 es designado primer Abad del recién inaugurado Monasterio del Valle de los Caídos. Poner en marcha supone ardua tarea, pero Fray Justo tiene experiencia en ello. Atiende solicito a los monjes, cuida con esmero las nuevas vocaciones que van surgiendo y recibe hospitalariamente las visitas que a cientos surgen atraídas por la arquitectura del monumento recién inaugurado.

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Los Reyes de Bélgica Balduino y Fabiola con Dom Justo Pérez de Urbel (1970)

En 1967 solicita la renuncia a la Abadía, petición que le es concedida. Fray Justo sigue escribiendo incansablemente hasta el mismo momento de su muerte acaecida el 29 de Junio de 1979. Es enterrado solemnemente en el Cementerio de los PP. Benedictinos del Monasterio de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.

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Entre su obra de erudición destacamos:

o Historia del Condado de Castilla (1944) o Las grandes abadías (1928-1949)

o Historia de la Orden Benedictina (1941) o Origen de los himnos mozárabes (1926)

o El Condado de Castilla (1970) (Ampliación de su obra de 1944)

Rara fotografía donde vemos a Fray Justo (sentado en el centro), con su Comunidad de Monjes y una de las

primeras promociones de escolanes

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ACEITE DE OLIVA: PRINCIPAL INGREDIENTE DE LOS JABONES NATURALES

El aceite de oliva es conocido desde siempre por sus propiedades hidratantes, regenerantes y suavizantes. Ya en el siglo I de nuestra era, el aceite de oliva se empleaba como un ungüento medicinal. Fenicios, cartagineses y griegos consideraban el fruto de los olivos "la panacea revitalizadora", por lo que se utilizaba tanto en la alimentación como en aplicaciones terapéuticas y embellecedoras. Posee virtudes anti-oxidantes que ayudan a luchar contra el envejecimiento de la piel. Son innumerables los productos que se pueden hacer a partir de la base del aceite de oliva virgen, sea éste ecológico o no: jabones, cremas hidratantes, aceite para masajes….Los jabones a base de aceite de oliva tienen una tradición muy antigua, en muchas zonas de España, su elaboración forma parte de la sabiduría popular aunque con ligeras variaciones. Cómo hacer jabón a partir del aceite de oliva virgen extra: 1. Se toma un kilo de sosa cáustica y se disuelve en seis litros de agua, dentro de un recipiente que no sea de estaño ni de aluminio. 2. Cuando ha terminado de deshacerse se van incorporando poco a poco seis litros de aceite, previamente colados, sin dejar de dar vueltas con un palo. 3. A medida que va pasando el tiempo, y sin dejar de remover siempre en la misma dirección, se irá solidificando, hasta alcanzar un punto semejante a la mayonesa casera. Sabremos que el jabón ya está listo cuando saquemos el palo limpiamente, sin que queden restos de la pasta adheridos a él. Este proceso puede acelerarse si colocamos el recipiente, una caldera, al fuego. El jabón así obtenido tendrá una mayor calidad.

Tres fases de la fabricación del jabón casero. Volcaremos entonces el jabón en un recipiente y lo dejaremos endurecer uno o dos días. Pasado este tiempo, cortaremos el jabón en cubos del tamaño que deseemos y los dejaremos orearse unas horas. Sobre esta regla básica, hay variantes según las zonas, como por ejemplo añadir un puñado de sal, de harina o unas gotas de añil para darle un color azulado. El buen jabón se caracteriza por una saponificación perfecta, no ha de dejar residuos en el agua, ni sustancias sin disolver. Debe ser una pasta firme, untuosa al tacto y homogénea.

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La clave está en la materia prima usada, el zumo de la aceituna ha de estar prensado en frío y embotellado en la época de recolección, ya que sólo así se asegura la pureza de las propiedades de la aceituna. Los jabones naturales equilibran el manto ácido de la piel y ayudan a mitigar los problemas dérmicos de alergias. Tienen olores naturales y puros, por los aceites esenciales que contienen. Son innumerables las variaciones posibles agregando aceites esenciales de productos naturales, con el beneficio que eso supone para el organismo. Entre sus beneficios destacan los exfoliantes, anticelulíticos, relajantes, terapéuticos, hidratantes... Algunas posibilidades de los jabones al aceite de oliva son: - Jabón de salvado. - Jabón de almendra. - Jabón de avena. - Jabón de algas marinas. - Jabón de té verde y limón. - Jabón de lavanda. - Jabón de manzanilla y naranja. - Jabón de melisa. - Jabón de vainilla. - Jabón de aceite de oliva 100%. - Jabón de aloe vera. - Jabón de piña. - Jabón de romero. - Jabón caléndula. - Jabón de miel, leche y avena. - Jabón de café. - Jabón de coco.

(De la web: Portal del aceite de oliva)

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(Por LUIS HEREDIA PALAZÓN)

DISCOS DUROS NAS

En este número quiero presentaros uno de los dispositivos cuya venta está creciendo

rápidamente. Hasta hoy seguro que muchos de vosotros conocéis o tenéis un disco duro externo

USB con el que salvaguardar fotos, ficheros, etc., incluso con la ventaja de transportarlo

cómodamente donde os desplacéis.

Pues bien, un Disco Duro NAS (Network Attage Storage) es muy parecido. Se trata,

simplificando, del mismo disco pero conectado al router, no a ningún ordenador. Es decir, es un

disco duro de red y por tanto accesible desde cualquier ordenador o dispositivo de nuestro hogar,

así como desde fuera.

Esto no es otra cosa que crear nuestra propia “nube” privada. Para aclarar, se denomina Nube

o Cloud (en ingles) al espacio en Internet donde podemos acceder a aplicaciones o datos que

podemos haber alquilado o comprado. Esto es, hay empresas como Amazon o Google que te

alquilan “espacio” en sus servidores para que tus programas, datos o lo que sea, sea accesible

globalmente por quién tu desees. Por eso se oyen términos como “trabajar en la nube”, o “residir

en la nube”… no es porque andemos embobados, no, sino el efecto globalización llevado a la

informática.

¿Cómo es el disco duro NAS?

Físicamente es parecido a los habituales discos USB que conocemos, salvo por la cuestión de

ser internamente discos de 3.5 pulgadas, y no de 2.5 como los USB (o Firewire). Esto se debe a

que tienen alimentación eléctrica externa, o sea con su transformador correspondiente, y no

mediante el cable USB como en los demás. Obvio, si tenemos en cuenta que no es necesario

conectarlo a ningún ordenador.

¿Qué mejora sobre un disco externo tradicional?

INTERNET

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Dado que lo tenemos en la red de casa y es independiente al ordenador, puede estar encendido

y “sirviendo” ficheros a cualquier ordenador de nuestra casa. Por ejemplo, podemos estar viendo

una película en la tele, y a la vez escuchando su música en el portátil por WiFi. Siendo ambos

ficheros servidos por el disco NAS. Como veis, suelen traer servicio de video en streaming, y

DLNA para poder acceder a ellos desde los televisores y dispositivos que lo tienen.

También, y me parece lo mas importante, podemos acceder desde cualquier lugar del mundo a

todos los datos que tengamos en él guardados. Esto es gracias a ciertas utilidades que los

fabricantes nos proporcionan, y que con solo escribir una dirección URL en cualquier navegador,

como por ejemplo: mynas.lacie.com/Chiringote, desde otros lugares, accederemos a nuestro disco

NAS a través de un password preconfigurado.

Esto incluye por supuesto el acceso también desde dispositivos móviles a todos nuestros

archivos de música, fotos, videos, etc.

¿Qué cuesta entonces?

Pues si después de lo leído alguno pensais en comprar este tipo de dispositivo, sabed que ya

hay una interesante variedad, que el precio comienza en los 100 euros para arriba, y que como

siempre dependerá del tamaño en almacenamiento y el prestigio del fabricante.

Os dejo los nombres de varios modelos y un enlace donde ver comparativas para este y otros

productos.

Algunos Discos duros NAS de tipo doméstico:

D-Link ShareCenter Shadow DNS-325 Servidor NAS - Serial ATA-300

My Book Live WDBACG0010HCH Servidor NAS

LaCie Network Space 2 Design by Neil Poulton Servidor NAS

Verbatim Gigabit NAS Servidor NAS

PogoPlug Series 4 (que ofrece espacio en la nube de la propia empresa).

Si lo que deseamos es un uso mas profesional de esta tecnología, tenemos:

Servidor NAS N3200XXX de Thecus

Comparativas de hardware (en ingles) : http://www.smallnetbuilder.com/nas/nas-charts/view

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(Por Herpi)

CRUCIGRAMA

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1

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HORIZONTALES:

1.- Pilar situado en las afueras del pueblo, en el camino de La Estrella. 2.- Uno de los cinco

sentidos, plural. Sumo sacerdote. 3.- Presos. Al revés, trampa. 4.- Terminación de los

alcoholes. Primera vocal. Ciudad española en África. 5.- Amansaban, mitigaban. 6.- Segunda

vocal. Primera vocal. Consonante. Misma consonante. Consonantes de una piedra preciosa.

7.- Arbusto muy abundante en la sierra.- Cinco vocales iguales. 8.- Natural de la India.

Nitrógeno. Señor. 9.- Ser superior, en plural. Vocal que da miedo. Consonante. 10.-

Pronombre personal. Persona que es firme sostén y ayuda de algo pesado o difícil.

PASATIEMPOS

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VERTICALES:

1.- Conjunto de personas que en una ópera u otra función musical cantan simultáneamente

una pieza concertada. Campo común de un pueblo, lindante con él, que no se labra, y donde

suelen reunirse los ganados o establecerse las eras. 2.- Pone o deja a alguien suspenso y

pasmado. Cierta bebida alcohólica. 3.- Chiflado. De cierto color. 4.- Arbusto tipo de la familia

de las rosáceas. Al revés, continente. 5.- Al revés, afirmación. Terminación verbal. Al revés,

nombre familiar masculino. 6.- Nitrógeno. Abreviatura de accesorio. Vocal. Sociedad

limitada. 7.- Andaran a gatas. Vocal. 8.- Bondadoso. Vocal. Artículo indeterminado. 9.-

Tartamudos (en navero). Consonante. 10.- Va delante de la procesión.

JEROGLÍFICO

(Soluciones a los pasatiempos: Última página)

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CHIRIN Y GOTE EN SEMANA SANTA

HUMOR

… CON ESTRAMBOTE

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En el año 1958, el genial humorista Antonio Mingote, recientemente fallecido, “colaboró” en la

revista Stella, como se aprecia en el siguiente documento:

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Relación de comercios y establecimientos

clasificados por categorías:

( Si desean personalizar sus anuncios deben dirigirse al administrador de esta

Revista.- PULSE AQUÍ)

COMERCIAL JIMENEZ CALLE REAL, 35 Y DUQUESA VICTORIA, 3

HERBOLARIO DEL VALLE Ctra. Arquillos, 16 LOMBARDO .- PAPELERIA, LIBRERÍA… DUQUESA VICTORIA, 4

MAHOSY-E&M-EDUARD.- PELETERÍA ANCHA, 17

PINTURAS MARTÍNEZ C/TERCIA, 19 CAPRICHOS (ARTÍCULOS DE REGALO) CTRA. DE ARQUILLOS 75

FLORISTERÍA ESTRELLA C/PABLO IGLESIAS, 15

FLORISTERÍA MARY C/REAl, 78

EURO CIEN LOLI C/ DONANTES DE SANGRE , 18

JUAN ABRIL ÁLVAREZ C/ PABLO OIGLESIAS, 28

JUAN J. COMINO NAVAS C/ LORITE ,61

MATICES CTRA. VILLACARRILO, 70

HIJOS DE FRANCISCO JIMENA C/ REAL , 82

JUAN OLIVARES PARRILLA C/ LORITE,155

JUAN FRANCISCO MORALES RUIZ CTRA. DE VILLACARRILLO, 35

ELECTRO- NAVAS C/ REAL, 76

PASTELERÍA PASCUALA BLAS INFANTE 20-LAS PARRAS 12

(Continuará esta relación en los próximos números. Fuente: Anuario Stella 2011)

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PÁGINA DE PUBLICIDAD DE STELLA…AÑO 1963

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C/ Duquesa de la Victoria, 4.- Navas de San Juan.- Jaén

C/ San Martín, nº 44.- Paterna (Valencia)

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SOLUCIONES A LOS PASATIEMPOS

CRUCIGRAMA

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10

1 C H I R I N G O T E

2 O I D O S A N A S

3 R E O S A T E R T

4 O L A C E U T A

5 A P L A C A B A N

6 E A R R J D

7 J A R A A A A A A

8 I N D I O N S R

9 D I O S E S U T

10 O S A T L A N T E

JEROGLÍFICO

¿Cuándo se pronuncia el Pregón de Romería?

EN LA VÍSPERA

(EN-LA VI(6=VI, en números romanos)S-PERA)

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