estante numero 3 - final

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ESTANTE de libros, cómics, revistas y más Año 1. Número 3. Agosto-Setiembre 2012. Director: Víctor Coral Redactores: Jorge Giraldo, Julio César Zavala, Patricia Navaja, Gabriel Ruiz Ortega, Stuart Flores. Producción: Mabel Gálvez Gálvez Colaboradores: Marco Antonio Campos (México), Roberto Echavarren (Uruguay), Sandra Santana (España), Eduardo Varáscar (Ecuador), Sophie Canal, Martín Rodríguez Gaona (España). Mariafé Nevares. e-mail: [email protected] mishima. saramago. bukowski. pimentel. ybarra. zúñiga-rivera. santiváñez. iguíñez. _________________________________________ ¿Qué somos? ESTANTE es una revista de crítica literaria no académica, que tiene como objetivo fundamental, al menos en el mediano plazo, llenar el agujero negro que han dejado los medios tradicionales en cuanto a crítica literaria periodística se refiere. ESTANTE es un medio distinto, plural, que aunque tiene un pequeño staff de redactores y reseñistas, está abierto a colaboraciones de todo tipo, siempre y cuando los libros tratados sean de nuestro interés y se cumpla con un mínimo

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ESTANTE

de libros, cómics, revistas y más

Año 1. Número 3.

Agosto-Setiembre 2012.

Director: Víctor Coral

Redactores: Jorge Giraldo, Julio César Zavala,

Patricia Navaja, Gabriel Ruiz Ortega, Stuart Flores.

Producción: Mabel Gálvez Gálvez

Colaboradores: Marco Antonio Campos (México), Roberto Echavarren (Uruguay),

Sandra Santana (España), Eduardo Varáscar (Ecuador), Sophie Canal, Martín

Rodríguez Gaona (España). Mariafé Nevares.

e-mail: [email protected]

mishima. saramago. bukowski. pimentel. ybarra.

zúñiga-rivera. santiváñez. iguíñez.

_________________________________________

¿Qué somos?

ESTANTE es una revista de crítica literaria no académica, que tiene como

objetivo fundamental, al menos en el mediano plazo, llenar el agujero negro que

han dejado los medios tradicionales en cuanto a crítica literaria periodística se

refiere.

ESTANTE es un medio distinto, plural, que aunque tiene un pequeño staff de

redactores y reseñistas, está abierto a colaboraciones de todo tipo, siempre y

cuando los libros tratados sean de nuestro interés y se cumpla con un mínimo

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de calidad en el ejercicio de la crítica.

ESTANTE es una publicación autofinanciada que no mantiene relación con

ninguna institución pública o privada ni recibe apoyo económico de ningún tipo.

NARRATIVAS HOY

Mishima: estética, ética y homosexualidad El color prohibido. Yukio Mishima. Alianza Editorial, Madrid, 2011. 651 pp.

La literatura en Japón es dueña de una tradición sostenida, fértil, que

hunde sus formas en la transmisión oral, el teatro kabuki y la gran literatura

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cuyo espacio está habitado por los héroes. Esos héroes trágicos y a la vez

irónicos, cuyo refinamiento estético tiene su más alta cima en ese monumento

que es el Genji Monogatari.

Tras este período clásico, la literatura en Japón se verá trastornada por

los devastadores efectos de la Guerra Mundial y el estallido de la bomba

atómica, cuyas consecuencias no sólo se van a reflejar en la decadencia de la

nación económica y políticamente, sino en una fuerte occidentalización, en un

marcado cosmopolitismo a la manera europea que alcanzará a su más grandes

representantes.

La posguerra será así, el momento en el que saldrán a renovar las letras

japonesas grandes narradores como Tanizaki Junichiro, Ogai Mori, Soseki

Natsume, Yasunari Kawabata y, descollando entre ellos, Yukio Mishima.

La producción literaria de Mishima fue frenética desde sus inicios, y para

el momento de escribir la novela de la que nos ocupamos,1951, ya tenía

publicada una obra maestra, uno de los libros más desgarradores y

terriblemente introspectivos que se hayan escrito en el siglo XX: Confesiones de

una máscara.

Cuando ve la luz la primera parte de El color prohibido, el genial escritor

japonés llevaba editados seis títulos. Esto nos da una idea de la audacia y

amplitud de su escritura, de su trabajo intelectual y creador. Una mirada a sus

obras nos da una idea también de su peculiar estética, marcada ferozmente por

la belleza, la crueldad, el amor y la muerte.

El color prohibido fue publicado por primera vez entre 1951 y 1953. La

edición de la que nos servimos es la primera traducción íntegra al castellano. Y

es que este difícil pero admirable texto fue muchas veces podado en algunas de

sus traducciones a otras lenguas; por ejemplo la versión inglesa, en la que el

traductor eliminó algunos pasajes (al parecer con el consentimiento de Yukio

Mishima) que podrían parecer densos, casi ininteligibles al lector tanto de habla

inglesa, como al de habla hispana o japonesa.

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Y es que ―El color prohibido‖ es un libro que se lee con placer, pero

también con cierto grado de consternación.

Nos explicamos.

Mishima contaba veinte años cuando redacta esta novela; su audacia,

como dijimos anteriormente, estaba sazonada también con algo de ingenuidad.

Ingenuidad que podemos notar en esas largas disertaciones acerca de la mujer,

el arte o las pasiones que pueblan la novela, y que por momentos nos hace

perder el hilo de la narración, hilo al que Mishima, dueño de una maestría

innegable, vuelve siempre, para dejarnos absortos, con un dedo en la otra

página y la mente dando un vuelco perturbador.

Mishima tiene la valentía de deslizarse bajo la piel de un famoso y

respetado escritor sexagenario: Shunshuke. Decrépito, sin energía creativa, su

vida retomará fuerza cuando, alejado de la ciudad en la que fue abandonado por

su joven y hermosa amante, conozca a Yuichi, un homosexual cuya

extraordinaria belleza atormentará al escritor.

Shunshuke ha pasado su vida traicionado por las mujeres. Todas lo

abandonaron, se burlaron de él o lo llevaron a la locura y a la misoginia.

Ha estado tres veces casado y divorciado, y otras mil ha sido rechazado,

por ello, guarda en sus diarios escritos en francés, un odio terrible hacia las

mujeres, en ellos se esconde el verdadero misógino que hay en él. ―Siempre he

mantenido la teoría que detrás de la misoginia se han escondido los hombres

frustrados y rechazados, ya que no pueden tener a la mujer, la odian‖

Su vida transcurre y se desarrolla gracias al placer efímero que otorga la

vieja gloria literaria y las jóvenes amantes ocasionales que puedan apiadarse de

él. Cuando conoce a Yuichi, no puede soportar ni ser indiferente a su

sorprendente belleza, a la ―seducción que se desprendía de su cuerpo, suave y

dubitativa, que evocaba no tanto una estatua griega de la época clásica como un

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Apolo esculpido en bronce por un artista de la escuela del Peloponeso.‖ Así

describe Mishima al joven y hermoso Yuichi, cuya belleza será el instrumento

perfecto para que Shunshuke trame su venganza contra todas las mujeres, y en

especial contra aquella que lo ha abandonado recientemente. Instará a Yuichi a

que se case con ella y la haga la mujer más infeliz del mundo:

Todas se enamorarán de ti, pero tú no amarás a ninguna, puesto que

amas a los hombres, y harás de ellas unas desdichadas.

Con esta breve pero inmortal frase, Shunshuke afianzará su alianza con

Yuichi, alianza en la que habrán tanto vencedores como vencidos.

El color prohibido es un interesante recorrido por la tradición y la cultura

japonesas, así como una muestra del ambiente homosexual japonés de la

posguerra, de la conmoción que sufrieron el arte y la vida en Japón luego del

desastre de la bomba atómica; es un recorrido también a través de sus

libertades, costumbres y escrúpulos. Novela más que interesante en la que, al

vislumbrar el trasfondo estético que propone: el de la maldad que encierra la

fealdad, en ese rescoldo, más allá de todo, encontraremos al verdadero

Mishima, ese cuyo genio supo transmitir como ninguno la de los abismos más

profundos del alma humana.

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Buena intención e historia indiferente

Daniel Zúñiga-Rivera. Avenida Indlandsis. Lima, Arkabas, 2010. 145 pp.

Daniel Zúñiga-Rivera (Lima), autor de libros como Rigor Mortis o A mil

metros del invierno, y director del sello editorial Arkabas, nos presenta esta vez

su último trabajo que lleva por título Avenida Indlandsis, publicado por la

misma casa editora.

El argumento del libro aborda la historia de Tamara Jorquiera, una

muchacha de 14 años que se ve envuelta en una pesadilla constante. Su vida se

dividirá entre el mundo del sueño y el de la vigilia, ocurriéndole en ambos

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escenarios sucesos extraños. La meta de Tamara es encontrar una calle de

nombre ―Indlandsis‖ y el desarrollo de la novela se centra en esta búsqueda.

A lo largo de 35 cortísimos capítulos somos testigos del rápido tejido de la

trama. Tamara sale del colegio, duerme y en las imágenes del sueño una

prostituta muere de forma violenta por causa de una sombra. Al despertar,

encontrará en la cocina una foto de la mujer del sueño con el cuerpo destrozado.

Tanto la presencia de la sombra, que también busca herirla en el sueño, como la

aparición de fotografías luego de despertar, son patrones que se repetirán

incansablemente hasta el final de los acontecimientos.

El diseño del libro interviene también en la lectura. Cuando Tamara está

teniendo esos sueños a los que nos referimos, ciertos dibujos renegridos

acompañan la parte superior de la página. Como se trata de un texto que podría

clasificarse de terror onírico o misterio, hallamos imágenes de salpicaduras de

sangre de cabo a rabo (la portada del libro sugiere lo que vamos a encontrar en

su contenido). Esta parte de la edición —que interviene también en la

tipografía— busca resaltar la temática de la novela y ocasionar más impacto en

el lector, aunque no se pueda asegurar que lo consiga.

La prosa es otro punto que merece una mención. Zúñiga-Rivera realiza

un trabajo en el lenguaje de manera que quiere otorgarle una apariencia de

caos, fugacidad e inconsistencia, como suelen ser los sueños de las personas. En

este sentido, vierte en el texto cierto contenido lírico, desmiembra los párrafos y

usa las tres personas gramaticales.

El autor altera el texto de tal manera que la lectura resulta abrupta y, en

ciertos momentos, tortuosa. Ese tratamiento del lenguaje genera imágenes

inconsistentes que describen una historia ya de por sí bastante confusa. El

ambiente del libro logra ser siniestro, oscuro, húmedo y sucio, pero los

personajes secundarios que lo pueblan, y que aparecen con frecuencia, tienen

una aparición fugaz y mueren en cada capítulo.

Zuñiga-Rivera construye una historia en base a ingredientes habituales

en este tipo de literatura. Según esto, se podría afirmar que sigue una fórmula

trillada. Encontramos elementos como las fotografías misteriosas que aparecen

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de la nada, unas llaves que indican la apertura exclusiva de cierta puerta,

espejos que distorsionan el reflejo, un asesino en serie que aquí tiene apariencia

de sombra, cuadros que describen escenas que el personaje debe descifrar, el

hospital y la morgue. Esto se suma a elementos más básicos como la sangre y las

muertes violentas.

Hacia la mitad, la novela crece (o quizá es que uno se acostumbra a su

lenguaje). Sin embargo, la monotonía de lo narrado (sueño/vigilia, sueño/

vigilia) terminan por cansar. Sin mucha claridad, el libro llega a lo que podría

ser un desenlace, pero ya en esta instancia el lector se ha vuelto indiferente ante

una historia difícil de asimilar y una prosa que, a decir del propio autor al final

del texto, contiene mucho ruido. (Stuart Flores)

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MATAGENTE: mucho gore y pocas nueces

Rodolfo Ybarra. Matagente. Lima, Temática editores generales, 2012. 250 pp.

Rodolfo Ybarra (Lima, 1969) es autor de numerosos libros en los que

destaca su obra poética en textos como Sinfonía del Kaos, Ruptura de Heje y

Construcción del Minotauro. Asimismo, es un estudioso de distintos campos del

saber como la matemática pura, la electrónica y las comunicaciones. Matagente

se trata de su primera incursión en el campo de la novela.

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El libro se presenta con el rótulo de ser la primera novela gore escrita en

el Perú. Su título hace alusión al clásico juego infantil y encaja perfectamente en

la conducta del personaje central, un serial killer que empieza a cometer

homicidios casi como jugando.

Tenemos entonces un texto construido en base al testimonio de este

personaje llamado Atoj (zorro en quechua), quien relata los asesinatos que

cometió y elabora así, desde la institución psiquiátrica en la que está interno, un

«manual de autoayuda para cometer un crimen».

La estructura de la novela se compone de la narración del manual

propiamente dicho, un soliloquio en clave poética, y el relato acerca de los

crímenes que ha perpetrado el propio Atoj. Al final, encontramos un Bonus

Track en donde se da cuenta de la captura de este asesino en serie.

El personaje es un genio que usa su inteligencia superdotada para

satisfacer su sed de sangre. Sabe muy bien lo que busca y que todo es producto

de «la caída» o crisis, una especie de largo camino hacia su infierno interior. Se

trata de un personaje megalómano, racista y misántropo que interactúa con una

realidad enmarcada en una Lima implícita, aunque en ningún momento se

menciona alguna referencia geográfica.

Dentro de la novela, Atoj muestra un gran conocimiento sobre la cultura

gore o snuff, la vida de los asesinos más famosos, las técnicas de tortura y las

drogas. En muchas partes del libro hace disertaciones de tipo filosófico y

psicológico, y teoriza sobre el asesinato y el crimen. Cabe resaltar, sin embargo,

que en cierto pasaje se refiere a Gregorio Samsa como una cucaracha:

y así me violento, salto, retrocedo y es como si yo fuese la cucaracha, el maldito

animal, el Gregorio Samsa pudriéndose con la fruta en la espalda, perseguido a

zapatazos debajo de la cama o en la cocina o en el baño… (89).

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Este dato contiene un error, pues en la novela de Kafka nunca se

menciona en qué tipo de insecto se convierte Samsa.

La novela posee todos los ingredientes del gore relatados con minucioso

detalle: mucha sangre, antropofagia, necrofilia, sexo y muertes violentas. El

ambiente es sórdido y decadente, plagado de prostitutas, drogadictos, enfermos

terminales y ladrones. También podemos encontrar en el relato una dura crítica

a los medios de comunicación y las instituciones sociales. Es un texto, además,

que permite una lectura ágil y fluida.

Sin embargo, salvo Atoj que narra todo desde la primera persona, no

existe ni un solo personaje duradero a lo largo del libro. Su argumento es,

además, pobrísimo y monótono: se trata de una simple narración sin altibajos

sobre los crímenes de este asesino. No existe una trama o un anzuelo que atrape

al lector o que ponga en funcionamiento los mecanismos de la novela.

Las escenas violentas están colocadas una al lado de otra sin ningún plan

narrativo. De la misma forma, la narración en sí carece de pericia o destreza en

el manejo del lenguaje. En lugar de esto encontramos más bien una retahíla de

datos sobre el género gore, además de muertes absurdas y cansinas provocadas

por un personaje al que su autor no le brindó la oportunidad de pertenecer a

una trama o historia más elaborada. (Stuart Flores)

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Son cuentos

Geometría del deseo: sintiendo con la mente

Geometría del deseo. Sophie Canal. Borrador editores, 2012.

Si el desarrollo del estilo es la biografía de todo escritor, pues digamos que

Sophie Canal (Antony – Francia, 1967) ha llevado el legendario aserto nabokoviano a

un sendero muy exigente. No es para menos. Su primer libro de relatos, Geometría del

deseo (Borrador Editores, 2012), marca desde ya un saludable respiro para la narrativa

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peruana actual. Y no me sumo, ni hablar, a los saludos exaltados de Julio Ortega y Czar

Gutiérrez. La razón: no le doy mucho crédito a los textos de contraportada.

Un breve paneo por la narrativa peruana y, por qué no, latinoamericana, nos pone

de manifiesto la tendencia buscadora de sus nuevas voces. Cuando todo ya está dicho en

ficción, vale pues, y más que antes, la experimentación formal, ahondar en el viaje

interior y, en escritura misma, dotarla de densidad y peso. Hemos tenido resultados

dignos de destacar, aunque los más no han sido más que interesantes. Empero, muchos

de los textos que nos presentan adolecen de una evidente falta de madurez. Bien decía

Barthes que la forma es todo. Pero la forma tampoco puede ser usada como pararrayos,

no se puede recurrir a ella y pasar por alto falencias vergonzosas en el respiro narrativo.

Es en este detalle que Geometría del deseo marca la diferencia, porque no solo

estamos ante un cuerpo u artefacto literario, sino ante una pluma madura que llama la

atención desde las primeras líneas de cada uno de los relatos. Relatos nada

complacientes con el lector. En apariencia sencillos, si cometes la ingenuidad de

acercarte valiéndote por los meros títulos (que pudieron ser otros, dicho sea); pero que

una vez que comienzas a recorrerlos, sabes que poco o nada sirve la mera concentración

y te obligan a re-pensar en Canal, en qué es lo que hay en su cabeza para transmitir

tanto y tan bien, en la dificultad de su propuesta que no bebe de la narrativa como tal,

sino de la poesía y de la filosofía como catalizadores de su poética.

Mientras leía los relatos me preguntaba sobre la trampa de los mismos. Y lanzo

la especulación sobre su travestismo; es decir, estamos ante ensayos disfrazados de

relatos (“Visión erótica de un mono”, “Sacrificio de los gatos”, “Ossia”, “Vivir sola, ja,

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ja” y “Joven desnuda, de pie”), lo que no representa un óbice para el lector ducho,

puesto que la autora, de esta manera, nos brinda un festín de referencias ligadas a la alta

cultura, sin caer en la posería y el caletismo ilustrado. Canal es natural y esto en

narrativa breve es más que un punto a favor. Sin embargo, en ciertos textos abusa de un

forzado despliegue mental premunido de conceptos (“Al principio, el pollo”,

“Duplicidad de las velas” y “El amarillo es dudoso”).

Llevamos buen tiempo escuchando sobre la medianía en los libros de los autores

debutantes. Bajo todo punto de vista, Geometría del deseo se aleja de esa medianía,

colocándose en un pedestal de expectativa que nos lleva a esperar la publicación de una

novela, porque este cuentario encierra, de por sí, una novela entrelíneas. (Ruiz Ortega)

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POYESIS

Dulces y susurradas canciones

Roberts Pool/Crepúsculos. Róger Santiváñez. Hipocampo editores, 2011. 46 pp.

Luego de la aparición, metafórica y literal, de ese libro señero para el

barroco nacional que es Symbol (1998), la poseía de Santiváñez ha sufrido

extraños retorcimientos, desplazamientos religiosos, descentramientos

lingüísticos con pérdida de capacidad semántica, que felizmente tuvieron en la

compilación Dolores Morales de Santiváñez (2005) su expresión más redonda y

cabal.

Pasado un turbio disturbio en donde se entregó como una núbil

desesperada a la experimentación facilista y a la pérdida del sentido en el texto

–que no es lo mismo que el no sentido del buscador de nuevas formas poéticas--

: en libros como Labranda (2009) (señalé algunos reparos en mi blog, en su

momento, sobre este libro), nos topamos con este volumen ganador del Premio

Libro de Poesía Breve 2010, organizado por la editorial Hipocampo, dirigida por

su coterráneo Teófilo Gutiérrez.

El volumen está dividido en las dos partes sugeridas en el título, más dos

secciones tipo bonus track, aunque todas tienen una evidente articulación

formal. En general, se percibe un abandono de los excesos neologísticos y de los

rebuscamientos sintácticos en beneficio de una claridad expositiva y de la

eufonía clásica que Santiváñez conoce muy bien:

Los arbustos son perfectos danzan

Solitarios ante mi susurrada canción

No me dicen sino dulzura enhiesta

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En la finestra destinada a su infinito

Vaivén inescapable a esta hora mori

Sólo el sonido de las ramas cruzadas

Por el viento se perciben en el adviento…

Tercetos más o menos regulados, aliteraciones claras, tópicos célebres,

todo apunta a que, otra vez, Santiváñez ha aprendido la lección y ha afinado su

estro, ha acomodado el puente de su vieja guitarra y ha aclarado la voz con una

copita del viejo ron de los ochenta.

Sin embargo, aún insiste en partir las palabras dejando huérfanos de

sentido ambos versos y acaso perturbando la melopeia de los mismos:

Utópica horizonte alucinado & el viento preci

Pita cadencia recurrente en mis oído gigan

Tesco caracol a través del salino perfume el (pp. 34)

Alfombras de espuma sucesivas brinca barroca in

Vasión atropellándose deglusión ourobórea máquina (pp.35)

Cuando lo óptimo –y más difícil-- es partir la palabra final del verso otorgando

sentido a ambos versos, o al menos no perjudicando la eufonía de aquellos.

Edgardo Dobry ha afirmado en el metatexto que:

Santiváñez hace un troquelado ansioso de plegarse, un poema cubo-de-rubik (¡!)

en cuyas caras escuchamos un eco de los grandes expedicionarios hacia nuevos

territorios (…) Santiváñez da una vuelta nueva de amenidad o extrañamiento

sobre esa materia (la ―dicción clásica, la música suntuosa‖). (Signos de

exclamación nuestros)

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¡Vamos¡, desde sus inicios Santiváñez, por su formación en Literatura tal vez,

nunca estuvo alejado de esa dicción clásica ni de esa prestigiosa música. La

única vez en que se alejó con éxito de ello fue con el multiinvocado y ya lejano

Symbol.

Roberts Pool/Crepúsculos está particularmente lejos de aquel libro ya

nombrado y hoy inhallable; sin llegar a ser un volumen que sea inútil visitar. En

el mejor de los casos, puede ser visto como un texto de transición hacia la

ansiada simplicidad poética. Claro está, sin dejar el particular estilo neobarroco

que el poeta adoptó a finales de los noventa.

De todas maneras, bien por él: ganar un premio de poesía con un libro de

precario tránsito es inusual. ¿Quiénes habrán sido los jurados? El libro no los

revela. (Víctor Coral)

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Veinte años de un libro clave en la poesía peruana

Tromba de agosto. Jorge Pimentel. Lustra Editores, edición actualizada y con

aparato crítico. 2012.

Tras hacer un equilibrado, desapasionado y desideologizado repaso de la

poesía peruana del siglo veinte, no es difícil llegar a la conclusión de que el

Movimiento Hora Zero --con todos los reparos que puedan hacerse, algunos de

los cuales están expresados con calculada intención en un artículo de Luis

Fernando Chueca de hace algunos años—es el grupo poético más importante y

con más influencia hasta el momento.

Entrando al tema directamente, diré dos cosas tal vez algo poco polites:

es interesante que sea el prólogo a la primera edición, de 1992, a cargo del

recordado Pablo Guevara, el que siga siendo el gran texto sobre este libro

señero, y es interesante también que críticos tan agudos como Víctor Vich

recurran a otros poemarios: Ave Soul y Palomino, para tratar de explicar la

poesía de este libro de Pimentel.

Y es que este volumen, si me permiten una figura fácil, sigue siendo una

piedra en el zapato del literato peruano, una performance verbal mal asimilada

y peor linqueada con la realidad nacional en su conjunto, y con la realidad que le

tocó sentir durante su concepción.

Ello, por un lado. Adicionalmente, es remarcable que las intuiciones, solo

un poco hipostasiadas de Guevara, sigan vigentes hasta ahora, pues la situación

general del poeta no ha cambiado en lo esencial en estos veinte años y tal vez no

cambie en los próximos decenios. Porque ser poeta en el Perú –como lo sugiere

uno de los famosos poemas de Pimentel-- es vivir agazapado detrás de una

maceta sin haber pagado el agua, la luz, sin dinero para el pasaje, sin confort, a

veces, sin siquiera un amigo que te invite un almuerzo en lugar de un trago o

una cerveza:

No sé adónde voy, no sé qué hago aquí.

Alzo la vista y siempre el mismo personaje

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pidiendo, suplicando de rodillas, de codos,

Que ordena:

córtenle el agua, córtenle la luz.

Jódanlo sin matarlo, sin cansarlo, cánsenlo.

Reviéntenlo sin reventarlo, sin ahogarlo ahóguenlo.

Que sufra sin matarlo, sin destruirlo, destrúyanlo.

(…)

De codos, con el ceño fruncido, con sueño, cansado,

con los pies que me duelen,

con los pies que me estallan en mil pedazos.

Como porque si no como patéenlo.

Acaricio porque si no beso fusílenlo.

Te quiero, porque si no te amo mátenlo

(―Tromba de agosto‖)

Esa es la dimensión que llamaré existenciaria-comminatoria que el poeta

en una suerte de iluminación terrestre (oxímoron) expone, denuncia,

desnuda(se) en Tromba de agosto, y es lo que recuerdo que sentí claramente en

cierta noche de los noventa, cuando el libro fue presentado en el desaparecido

CC Peruano-Ruso, con el acompañamiento de las tamboras del gran Cuco Valoy,

si mi memoria no me traiciona.

¿Por qué, pues, con la mejor voluntad, los críticos, los académicos no

terminan de llegar a la masmédula de este libro tan importante para la poesía

peruana como sí lo hizo Guevara?

Arriesgo una respuesta acaso demasiado sencilla (para los académicos, en

muchos casos, todo lo que no les dé la razón es demasiado sencillo). Porque

para sentir, comprender, y somatizar este maravilloso grito de S.O.S. a la vida

verdaderamente humana –grito jamás respondido- hay que ser poeta, y no solo

eso, hay que haber estado si un medio en el bolsillo, trajinado calles en busca de

dinero para pagar la luz, el agua, el colegio, estar mal con la mujer, y encima

tener que crear, que es prácticamente para lo único que uno sirve.

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Saludo, en consecuencia, desde aquí, la iniciativa del editor joven y

estupendo poeta Víctor Ruiz Velasco, por haberse atrevido a reeditar, con textos

nuevos y metatextos valiosos, un libro que ira creciendo con el tiempo como ya

lo ha venido haciendo. Gracias por eso. (Víctor Coral)

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AVIESAS

Poniendo a Saramago en su nivel

Por Gabriel Ruiz Ortega

Fines de 1998. Me encontraba en el Instituto Raúl Porras Barrenechea,

en una suerte de lecturas condimentadas de insoportable jerigonza académica.

No sé qué hacía allí, el mundo académico jamás me ha interesado. Sin embargo,

aquella vez más de un ponente mencionó a José Saramago. Y claro, estas

recurrentes referencias no eran gratuitas, tenían toda la pinta del oportunismo.

Saramago no llevaba más de un mes como Nobel de Literatura, y más de un

dizque ‗caleta‘ de la lectura juraba conocer su obra. Sus libros empezaron a

reeditarse por doquier y más de uno quería leer hasta ese entonces a esa

escondida pluma.

Salí de la casa de la calle Colina rumbo a Larco. Fui a la librería La

Familia. Pregunté por alguna novela de Saramago y compré El año de la muerte

de Ricardo Reis. Días después la leí y quedé impresionado. Y debo decirlo: si no

fuera por ella, no me hubiera animado a buscar la obra de Pessoa, a la fecha,

uno de los poetas que más admiro.

Esta vez no se han equivocado con el Nobel, pensé durante algunas

semanas. Por lo tanto, decidí buscar más títulos del portugués.

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La decepción empezó poco después, cuando llegó a mis manos El

evangelio según Jesucristo. No me gustó para nada. Y no se debió por reparos a

la prosa del autor que, dicho sea, refulgía en una pesadez debido no solo debido

a sus interminables digresiones, sino a su discurso, que tenía todos los atavíos

de la ensayística sobre la paz, el amor, el ágape y la justicia social. El evangelio…

no es más que un tratado de lo que debería ser el buen hombre contemporáneo.

Moralina a granel. Aún así, no me decepcioné de la poética de Saramago. Y

decidí darle una tregua. No leerlo en algún tiempo.

En los años que no lo leí, me topaba con personas a las que tampoco les

gustaba Saramago. Pero había lectores, había hasta críticos literarios, serios,

pero de izquierda, que defendían, bajo argumentos risibles, la poética del Nobel,

izquierdista y comunista declarado. Ser de izquierda es un sentimiento, no valen

Page 23: Estante Numero 3 - Final

las réplicas, empezaba a darme cuenta. Saramago en ese entonces se había

convertido en una suerte de cura o mensajero de la justicia social; valía más el

contenido de sus tópicos que lo literario.

Y me acerqué a Todos los nombres, Ensayo sobre la ceguera, La

caverna, El viaje del elefante, El hombre duplicado y un par más que ahora no

recuerdo. En síntesis: Saramago era un ensayista que usaba la ficción como

pretexto. Fue un escritor comprometido con su tiempo. Por ejemplo: es harta

conocida su postura contra la globalización capitalista, al punto que no pocos de

sus textos de El último cuaderno, en el que reunió sus posts del blog que

administraba en El Boomerang, pueden dar fe de esta aseveración.

No creo que Saramago sobreviva a esta generación de lectores. Me

gustaría que se le recuerde como un buen escritor, y no un Nobel menor. El

Nobel es su estigma. Fácilmente se lo merecían otros. Obviamente, no fue su

culpa que los ancianos de la academia sueca le hayan otorgado el galardón, tan

preocupados, la mayoría de las veces, en aspectos extraliterarios y no en lo que

debiera importar en literatura.

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DOXA

De la mala reputación del deseo en la filosofía

occidental

Por Sophie Canal

Filosóficamente, el deseo se define como una tendencia que ha tomado

conciencia de sí. Necesita una representación anterior a su fin, que sea producto

del conocimiento racional o de la imaginación. En este sentido, Malebranche

hacía del deseo ―la idea de un bien que uno no posee pero que espera poseer‖, lo

que hace del deseo propiedad esencial del hombre, porque solo el hombre tiene

la capacidad de pensar.

Antes de acceder al nivel de una pregunta, bien a menudo el deseo ha

sido considerado por la filosofía clásica como un problema, seguramente porque

es el único concepto de naturaleza realmente contradictoria o, en todo caso,

ambigua. De hecho, el deseo es la búsqueda de un objeto que uno imagina o que

considera ser origen de una satisfacción. Se acompaña desde luego de un

sufrimiento, de un sentimiento de privación, pero al mismo tiempo el deseo

parece rechazar su satisfacción ya que, a penas satisfecho, vuelve a renacer. Es

que también entretiene con su objeto una relación bien ambivalente: quiere y no

quiere satisfacerse. Desplazándose de un objeto a otro, el deseo no tiene límites,

dejándose ir del extremo del círculo vicioso a su otra extremidad, la

insatisfacción radical. Es por eso que toda una larga tradición filosófica lo

condena. Pero igual cuando lo que llamamos filosofía contemporánea trata de

volver a darle al deseo su nobleza y se le otorga un valor positivo (poder de

afirmación, el deseo sería la esencia del hombre, creador de sí mismo y de sus

realizaciones) a la vez lo niega, lo que hace de él, el héroe trágico de una epopeya

filosófica que jamás gana.

Page 25: Estante Numero 3 - Final

Si hacemos de Ulises la figura simbólica del deseo queriendo y no

queriendo llegar a su Ítaca natal (¿porqué habrá demorando tanto si no?), y

porqué no de Penélope, su doble femenino manteniendo vivo su deseo al tejer y

destejer su trabajo, podremos seguir con mejor claridad su transcurso en la

historia de la filosofía, considerándola como una epopeya cuyo héroe se vuelve

trágico a medida que afronta a los monstruos de la razón occidental en una

batalla perdida desde su inicio.

Primera batalla contra el monstruo de la sabiduría

Platón, en el Gorgias, compara el deseo al tonel de las Danaïdas, siempre

lleno, siempre vació, imposible de llenar. Desde luego, ¿si es que así estamos

condenados a la agitación perpetua, como llegar a la serenidad? Es decir, a la

felicidad para la filosofía antigua. Así se plantea el problema para las dos

escuelas griegas de sabiduría, las más reconocidas de la época: el estoicismo y el

epicureísmo. Las dos proponen una moral de la renunciación o en todo caso de

la sobriedad, y ven, en el uso ordenado del deseo, la condición esencial de la

felicidad. Para el estoicismo, se trata de someter siempre nuestros deseos a la

razón, y así de acordar nuestro querer con nuestro poder. Para el epicureísmo,

hay que someter nuestros deseos a la naturaleza operando una clasificación

compleja entre los deseos naturales y necesarios de un lado, y los deseos

artificiales innecesarios del otro lado.

Pero, buscando llevar el deseo hacia la voluntad, en lo que se refiere al

estoicismo, o identificándolo a las necesidades primarias en el caso del

epicureísmo, esas dos filosofías no logran reconocer la verdadera naturaleza del

deseo. En efecto, no se puede confundir el deseo con la voluntad, aunque se le

indica sus fines a veces (pero no necesariamente, ni siempre). Menos aún se

puede identificar con las necesidades sencillas. La necesidad es el estado de

carencia en que se encuentra un ser viviente cuando está privado de lo que

asegura su conservación. Se satisface con un objeto que se le está naturalmente

adaptado. El deseo, al contrario, no tiene objeto predefinido. Puede tomar

formas múltiples e inesperadas, y sobre todo, nunca está harto. Ahí, ni siquiera

Page 26: Estante Numero 3 - Final

Ulises puede combatir porque no tiene existencia; los sabios griegos, tomando

ahí el papel de Zeus, lo han condenado al suplicio de Tántalo.

Batalla perdida.

Segunda batalla contra el monstruo del idealismo

Si así excede las necesidades, es que el deseo procede de una carencia

radical. Platón ya subraya tal característica cuando, en el Banquete, cuenta la

historia de sus orígenes a través del mito del nacimiento de Eros, hijo de Penia

(pobreza), su madre, y de Poros (riqueza), su padre. Entre indigencia y plenitud,

el deseo se vuelve búsqueda, y la filosofía como amor de la sabiduría nace de

ello. Pero para Platón, si el deseo es esa carencia radical, es que expresa la

nostalgia de un mundo divino perfecto. El alma, prisionero del cuerpo, debe

desatarse de él para dirigirse hacia su verdadera patria, la de las Ideas y la

Verdad, eternales e incorruptibles.

Para la filosofía contemporánea, si el deseo es carencia y negatividad, es

que demuestra, al contrario, la inscripción de la existencia humana en la

temporalidad.

Sartre, por ejemplo, le otorga un valor especial porque ve en él la

expresión por excelencia de la finitud humana; es decir, la apertura de la

conciencia a la dimensión del tiempo y a lo trascendental que nos lleva a un mas

allá siempre reconducido.

Pero definir el deseo por la negatividad, la privación o la carencia no

agota su significación. De esa significación depende toda una forma de ver el

hombre y su relación con el mundo. Batalla perdida.

Page 27: Estante Numero 3 - Final

Tercera batalla contra el monstruo de la ética

Spinoza es sin duda el filósofo que afirma con más vigor el valor positivo

del deseo. Al no considerarlo como subordinado al valor del objeto deseado,

(habría deseos buenos y malos), resulta al contrario que el deseo es productor

de valor. ―No deseamos una cosa porque es buena, pero una cosa es buena

porque la deseamos‖ (Libro III de la Ética). Todo deseo es, en el fondo, deseo de

realizarse. Ese oscuro objeto del deseo, soy yo.

El hombre sabe que desea pero no sabe por qué desea. Cree desear por un

decreto libre, cree que su deseo tiene un origen libre aunque esté producido por

causas de las cuales no es conciente. Así, se define la libertad, según Spinoza,

como ignorancia de las causas que nos determinan. De ahí la necesidad de

conocer el orden de la naturaleza y de nuestra naturaleza. Spinoza combate las

ideas de pecado y perversión, no quiere un hombre culpable y sometido, sino

feliz y libre. Su reto es llegar al Bien absoluto, eternal, infinito. Aprender a

pensar debería permitir que nos encontremos con ese Bien mayor, el verdadero

bien que pueda comunicarse y ofrecernos lo que el llama beatitud. Ese bien es

una vida llevada según la razón que nos salvará de la confusión de las pasiones.

Hasta ahí todo perfecto. Pero tenemos la intuición de que, en esta batalla

contra la ética, el deseo pierde, más que todo, siendo reconocido como medio y

no como fin. ¿Al final lo que propone la ética de Spinoza no será librarse del

deseo por medio del conocimiento de sus reglas internas? ¿No se tratara ahí

como dirá mas tarde Hegel de una ―astucia de la Razón‖ que consiste en usar las

fuerzas del enemigo (en su caso, las pasiones de los hombres) para finalizar su

gran plan histórico racional? En otros términos, sociológicos esta vez, ¿no será

la propuesta de Spinoza una manera de asimilación1 del deseo a la razón? En

fin, es como si ahí, para llegar a su reconocimiento universal, Ulises hubiese

debido volverse troyano.

1 Se habla de asimilación social para definir el proceso a través del cual personas o grupos de diverso

origen llegan a constituir un todo homogéneo. En el campo de la inmigración, según J. Zubrzyscki, la

asimilación se refiere a la "condición a la que se llega cuando el grupo inmigrante se incorpora de una

forma tan completa a la sociedad donde vive, que su identidad se pierde. Un grupo inmigrante asimilado

deja de verse como un grupo distinto, y se integra en la vida cultural común de la sociedad autóctona".

Page 28: Estante Numero 3 - Final

Batalla perdida.

Cuarta batalla contra el monstruo del psicoanálisis

―En el inconciente de mis pacientes, nunca he encontrado un no‖ dice

Freud en uno de sus escritos sobre el trabajo analítico. Al descubrir esta caja de

Pandora a la que llama el inconciente, es cierto que el padre del psicoanálisis

hubiera podido obsequiar al deseo un lugar de alta elección, ya que en la teoría

freudiana el deseo ―siempre está‖. Proviene de la huella mnésica que dejó la

experiencia; es decir, de los recuerdos en parte inconcientes de experiencias de

placer y satisfacción. Son entonces experiencias del pasado que quiere volver a

vivir todo deseo.

Lo que permite explicar por primera vez que si el deseo nunca se satisface

totalmente es porque no puede alcanzar su objeto; su objeto ya no existe, es

fantasma de un pasado que por definición nunca va a volver. Pero, al mismo

tiempo, según Freud el deseo busca menos el objeto que cree desear, que el

fantasma inconciente de lo cual tal objeto es el soporte. El fantasma nace en el

vacío que ocasiona la posición de lo prohibido. Mejor dicho: es de lo prohibido

que surge el deseo. No habría deseo sin prohibición, lo que podría hacer de

Ulises el holandés volante de la versión de Wagner, condenado a errar en el mar

por la eternidad por haber blasfemado (prohibición absoluta), a menos que la

fidelidad de una esposa logre liberarle.

Batalla perdida.

Page 29: Estante Numero 3 - Final

En El anti-Edipo (1972), escrito en colaboración con el ex psiquiatra Félix

Guattari (nacido en 1930 y muerto en 1992), Deleuze estudia la noción de

inconsciente (una de las condiciones de su noción de presubjetividad), y aborda

la relación del psicoanálisis con la política y la historia. En esta obra se afirma

que el psicoanálisis, en tanto que se sustenta en un modelo familiarista

tradicional (lo que se manifiesta en la misma importancia otorgada al complejo

de Edipo), no es más que un instrumento de represión, entre otros, incapaz de

comprender la realidad del deseo individual, que Deleuze y Guattari muestran

multiforme, creador e imposible de canalizar. Deleuze y Guattari cambian

radicalmente el concepto de deseo que había sido mantenido casi siempre -con

excepción de Spinoza y Nietzsche- como simple carencia de algo. Por el

contrario, el deseo es producción, voluntad de poder; afecto activo, diría

Spinoza. El deseo como carencia es un concepto idealista, en realidad de

raigambre platónica. La producción de deseos es inconsciente, como bien vio

Freud.

Pero en lugar de la producción de deseos, Freud instauró un teatro

burgués, porque instauró en el inconsciente la mera representación. En cambio,

el deseo tiene poder para engendrar su objeto. Las necesidades derivan del

deseo, y no al revés. Desear es producir, y producir realidad. El deseo concebido

Page 30: Estante Numero 3 - Final

como potencia productiva de la vida.

La economía capitalista organiza la necesidad, la escasez, la carencia. El objeto

depende de un sistema de producción que es exterior al deseo. El campo social

está atravesado por el deseo. La máquina social es también producción

deseante. "Sólo hay deseo y lo social, nada más".

La máquina deseante es un sistema de producir deseos; la máquina social

es un sistema económico-político de producción. Las máquinas técnicas no son

independientes ni exteriores a la máquina social. Cada técnica forma parte

esencial de la máquina social. La tecnología capitalista es esencial al sistema de

explotación capitalista. Son grandes máquinas las que son usadas para la

explotación de grandes masas de trabajadores. No hay una necesidad intrínseca

de cierta tecnología. Más bien la tecnología evoluciona con la máquina social de

la que forma parte. En la máquina deseante ven Deleuze y Guattari ante todo

flujos. Toman la idea de Lawrence: la sexualidad es flujo. Todo deseo es flujo y

corte. Flujo de esperma, de orines, de leche, etc. Freud descubrió este flujo de

deseo. Ricardo y Marx descubrieron el flujo de producción, el flujo de dinero, el

flujo de mercancías; todo ello como esencia de la economía capitalista. Lo que

caracteriza al sistema es la apropiación del producto por parte del capital.

Quinta batalla contra el nihilismo

Había entonces que esperar (o retornar) a Nietzsche para que el

triunfalismo de la razón caiga frente a las influenzas del viejo pensamiento

oriental budista que, al romper con la tradición tan fuerte del dualismo

cartesiano entre cuerpo y alma, razón y pasión, propone una visión del deseo

como motor esencial de la vida, alcanzando por primera vez una metafísica

autentica del deseo como voluntad de poder, así que tenemos una primera

esperanza de batalla ganada...

Atravesado por la voluntad de poder (concepto que hay que entender en

realidad como poder de la voluntad, ello para evitar la ―recuperación‖ por el

nazismo de la obra de Nietzsche, el cual ha sido víctima de ese sistema nefasto),

Page 31: Estante Numero 3 - Final

el universo es relaciones de fuerzas, siempre inestables, precarias y reversibles,

formas que se mueven sin parar nunca, construyéndose y reconstruyéndose,

mundo dionisíaco de contradicción, de dolor y de borrachera. ¿Cómo un tal

mundo podría soportar jamás algo como el ―ser‖, ya que es un porvenir

perpetuo? ¿Cómo también no desesperar de este mundo condenado a la

destrucción y a la recreación perpetua? ¿Cómo podría la voluntad individual

aún sostener una afirmación, ya que se desvanece, apenas puesta, en los

torbellinos del porvenir? Es ahí, pues, que Nietzsche convoca las figuras del

artista, y del superhombre. El artista, por sus creaciones de formas se inscribe

en el movimiento mismo de la voluntad de poder (el deseo como fuerza

fundamental). En ese mundo donde todo es apariencia, el artista repite la

apariencia por sí misma. Las ficciones del metafísico-occidental eran

mistificaciones; querían hacer olvidarnos la voluntad de poder, el deseo que

transcurre a través de las cosas, para privilegiar un ser verdadero trascendental

y fijo.

Las ficciones del artista, al contrario, nos la revelan. El superhombre

siente con intensidad, pero sus pasiones están frenadas y reprimidas por la

razón. Centrándose en el mundo real más que en las recompensas del mundo

futuro prometidas por las religiones en general, el superhombre afirma la vida,

incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia humana. El

superhombre es un creador de valores, un ejemplo activo de "eticidad maestra"

que refleja la fuerza e independencia de alguien que está emancipado de las

ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad cristiana, excepto de

aquellas que él juzga vitales. Nietzsche sostiene que todo acto o proyecto

humano está motivado por la voluntad de poder. La voluntad de poder no es

tan solo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es

necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del

superhombre, en su creatividad y coraje.

Así, considerado como ―artista-superhombre‖, ¿podrá Ulises ganar su

primera batalla?

Page 32: Estante Numero 3 - Final

Parece que las varias formas del declive de la civilización occidental ya

anunciadas por Nietzsche en Así habló Zaratustra no terminan de confirmarse.

¿Habrá que esperar el final de este proceso de destrucción para que el deseo

llegue a ser totalmente creativo? ¿Para que aparezca en fin ese nuevo hombre

capaz de conectarse tan creativamente con sus fuerzas fundamentales que podrá

construir en lugar de destruir? ¿Podrá la filosofía sobrevivir a la perdida de la

Razón como medio y objeto de su pensamiento?

*Sophie Canal (Francia, 1967). Estudia filosofía en la Universidad de Tours

(Francia). Se especializa en Estética y Religiones y obtiene un doctorado sobre

Nietzsche y el budismo en 1991. Llega a Lima en 1998 para enseñar filosofía en el

colegio Franco Peruano. Ha escrito dos novelas, una obra de teatro y cuentos. En

el 2005, crea junto a tres amigos el sello editorial Matalamanga. Ha publicado

críticas sobre literatura, filosofía y poesía en revistas virtuales como

Resonancias y Letralia.

Geometría del deseo (Borrador Editores, 2012) es su primer libro publicado en el

Perú.

Page 33: Estante Numero 3 - Final

GRÁFICAS

El gris no es el límite Lima Gris, revista cultural de Lima, N° 03, 54 pp.

El solo hecho de que exista una revista cultural impresa en Lima, y con

una calidad aceptable, a pesar de algún ―cherry‖, es completamente plausible y

hay que tratar de sostener el esfuerzo.

Page 34: Estante Numero 3 - Final

Parte de eso es criticar, que es por lo que me pagan en esta revista. En

primer lugar, es noble y bienvenido el caso de Rodolfo Muñoz, pero habría que

conseguir portadas más llamativas. Luego, la nota a Josep Curich, aunque sea

amigo personal del director de esta revista, deja un sabor a fragmentario; se

pudo haber ahondado en el personaje y reducido las buenas fotos, o al revés:

apenas unas referencias al personaje y una gran cantidad de fotos. Ni lo uno ni

lo otro; la nota queda un poco a medias.

La nota a Fernando Mieles mejora todo, sin embargo. Cabellos sí sabe

sacar al personaje, ponerlo frente al lector. Lo mismo sucede con la enjundiosa

entrevista al pintor Giuseppe Mendiola, hecha por el escritor Rodolfo Ybarra: se

intenta sacar las entrañas al entrevistado y si en eso se van las propias

(entrañas) no importa.

Lo de Vallejo y su condición de visionario en el artículo de Yparraguirre

no termina de convencer, como nunca lo hizo históricamente Vallejo en tales

términos. Se trata de un espacio enorme donde se le han dado grandes

facilidades al crítico para que demuestre lo que asevera, pero solo parece

bastarle su palabra, como si fuera Coyné o alguien más autorizado. Es un texto

bien estructurado, pero menor.

Mis aplausos se los llevan Moreno Córdova, con un extraordinario

artículo sobre John Fante, el papá del hipervalorado Bukowski, y la nota de José

Rosas Ribeyro sobre el supuesto hombre más feo del mundo; pero lo que me

mata por el estilo, los lugares y la calidez es la crónica de Eloy Jáuregui sobre ―la

piel lunática de Lima‖, bares, guariques y viejas remembranzas contadas con

sabor y control.

La entrevista de Martínez a la poeta Karina Valcárcel es un besamanos

innecesario; su nuevo poemario es interesante a pesar de no haber recibido el

apoyo crítico: ni del amiguismo del que habla en la entrevista, ni de sus

enemigos (si es que los tiene). Para otra vez será. (Patricia Navaja)

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Page 36: Estante Numero 3 - Final

OTHER WORDS

El viejo cisne no deja de cantar More notes of a dirty man. Charles Bukowski, City Lights Books. San Francisco, 2012. 247 pp.

Luego de muchos años de ejercer el periodismo escrito, por fin en 1967

Bukowski encontró la fama con su columna de corte autobiográfico llamada

―Notas de un viejo indecente‖. En 1969 publicó un libro donde compiló esas

columnas hasta aquella fecha, pero continuó escribiéndola unos 20 años más.

Este libro recoge algunas joyas que el autor de Mujeres dejó pasar

durante esos años postreros de periodismo, todas ellas abundando en sus tres

Page 37: Estante Numero 3 - Final

obsesiones principales: el sexo, la bebida y el juego. En estas columnas también

se expresan otras obsesiones, como la política, la literatura, su torturada

relación con las prostitutas e incluso sus esporádicas incursiones en el mundo

de la cinematografía.

Casi todas las páginas de More notes of a dirty man giran en torno a los

autores que desprecia o respeta (―los antiguos, esos tipos sí sabían lo que es la

soledad‖), las mujeres que amó, pareció amar o que nunca lo amaron, las

opiniones que dio, lo que en realidad quiso decir, la guerra, el mal periodismo y

un extenso e interesante etcétera. Todo escrito con una prosa fluida,

encantadora y, cuando es necesario, contundente y viva.

Pero lo más inusual e interesante del libro, al menos para mí, que no soy

un experto bukowskiano, es una serie de aforismos. Para que tengan una idea,

trataré de traducir algunos de ellos:

1

Las personas que llaman estúpidos a los demás, generalmente lo son ellos.

2

Cuando has considerado todo, has considerado demasiado.

3

Las relaciones humanas no funcionan.

4

Los hombres brillantes son creados por circunstancias desesperadas; los idiotas

también.

5

Cuando te casas con una mujer también te casas con toda su familia.

6

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Muchos hombres que se acuestan tarde, por la mañana son de una especie

superior.

7

Las mujeres son más valientes en situaciones que tienen que enfrentar solas; los

hombres tienden a ser más valientes rodeados de gente o entre la gente.

8

Nuca conocí un gato no inmaculado.

9

Los poetas hacen lo menos posible para ser conocidos.

10

La fama es con demasiada frecuencia el resultado del mal gusto del público; la

inmortalidad es con frecuencia un asunto de pobre juicio crítico.

16

La religión no es el opio del pueblo. Es un sándwich de pepinos con mantequilla

en pan blanco.

17

Una puta es una mujer que recibe más de lo que da. Un hombre que recibe más

de lo que da es un negociante.

22

He conocido tanto a ricos como a pobres y los he hallado igualmente innaturales

en sus posiciones.

Page 39: Estante Numero 3 - Final

PIPOLANART

LA VERDAD DE LAS MENTIRAS

(análisis de un texto artístico)

1) preámbulo

2800 afiches pegados clandestinamente en Lima: ―Si caminas por la calle

/ y te gritan perra... / tienen razón / porque te pusiste / una falda muy corta / y

traicionera‖, ―Si dos chicos / están convencidos de / que eres una perra / es

verdad / porque estuviste / calentando uno de ellos / o a los dos‖ y ―Si tu ex / te

dice perra / tiene derecho / está dolido / porque lo dejaste‖. Anónimos, el único

vínculo con el receptor es una dirección electrónica.

La reflexión gira en torno a la verdad. La manipulación de la verdad en

las puertas del cambio de siglo. La sociedad de la época regida por un estado de

cosas donde el ―envoltorio‖ o la forma como vienen presentados los millones de

mensajes cobra más importancia que el contenido. Es decir, en cuanto el

Page 40: Estante Numero 3 - Final

mensaje no colma sus expectativas sino que éste se define cada vez más por sus

circunstancias. La nueva era de la publicidad, la propaganda y el marketing.

El anonimato duró dos semanas. Natalia Iguíñiz, egresada de la Facultad

de Arte de la Pontificia Universidad Católica del Perú es la autora intelectual del

suceso. La prensa escrita asume una postura expositiva. Se relata el fenómeno,

se justifica y se explica. La Alcaldesa de Barranco denuncia el hecho ante la

fiscalía de la nación. La prensa televisiva se pliega a las diatribas de políticos

oficialistas.

Yo no pensé cuando vi los afiches que se tratara de un hecho artístico.

Pensé que se trataba de un hecho político. Una suerte de comidilla de la prensa

al mejor estilo de los casos de la Marihuana de Lettersten, la Virgen que Llora o

Alan Vuelve. Imaginé una mente truculenta detrás.

2) equívocos

Existen distintas maneras para hacer de un mensaje un mensaje

ambiguo. Una de ellas es el anonimato del emisor. Al desconocer al emisor del

texto, la intención de éste se sitúa dentro de una zona que en el proceso de

comunicación podemos llamar lícitamente limbo. El anonimato es una forma de

declaración asociada siempre con la provocación. Es un vacío que el receptor

debe llenar. A través de este vacío la intención se vuelca sobre el mensaje,

apoderándose de él y cobra la importancia que su ausencia le otorga. Las pintas

de Alan Vuelve son un caso de doble ambigüedad. En una 1ra instancia por la

intención escondida en el anonimato y en un 2do nivel por cómo se traduce en

la mente la palabra vuelve (llamado a Alan a que vuelva o advertencia sobre el

peligro de la vuelta de Alan). Mensaje que contempla deliberadamente las dos

posibilidades excluyentes, forma actual de contradicción. La descodificación de

la palabra vuelve en la mente del receptor se hace harto difícil si no imposible

dada la forma anónima. Muy diferente a: Alan vuelve, viva el APRA

compañero, versión única de la cuadra 49 en la avenida Javier Prado Este.

Page 41: Estante Numero 3 - Final

Debido a la identificación del emisor (un aprista) se atribuye un significado

específico a la palabra vuelve.

No sólo al código debe referirse el receptor en el proceso de

descodificación de un mensaje. El código como posibilidad sintáctica se inserta

en combinación con el contexto. Para el caso de Alan Vuelve el mensaje mismo

postula su contexto: la pinta política. El caso de la perra es ambiguo no sólo por

ser anónimo sino porque el factor contexto se ve alterado. La perra no oculta

deliberadamente un contexto artístico pero no postula tampoco un contexto

específico. La artista Natalia Iguiñiz había recurrido para su trabajo al consejo

del sociólogo Sandro Venturo.

El mensaje unívoco es aquel que la semántica define como proposición

referencial. Aquel cuyo significado corresponde exactamente a lo que se ha

querido comunicar. El mensaje artístico es característicamente ambiguo porque

altera a propósito su función referencial, se sitúa fuera de las reglas

convencionales del código, elimina la univocidad y obliga al receptor a deducir

el código del contexto del propio mensaje. El raciocinio funciona al derecho pero

al revés se complica. Todo mensaje artístico es ambiguo pero no todo mensaje

ambiguo es artístico. En el proceso de descodificación el receptor común no

tiene cómo prever el contexto artístico a partir de la ambigüedad. La perra toma

el factor ad hoc y genera el equívoco, la descodificación aberrante. Por eso la

perra es un fenómeno.

3) la política del arte

La historia del escándalo en el arte se puede rastrear en un párrafo

dentro del círculo de artistas en Lima. Me refiero al conjunto de actitudes que

hacia el arte han adoptado conscientemente los artistas en los últimos 50 años.

Los primeros surrealistas limeños de la década del 50 no tuvieron la intención

de generar obras de arte. El carácter artístico de la ideología radicó en la fuerza

de la praxis misma y en la natural tendencia a la exhibición. El primer

Page 42: Estante Numero 3 - Final

escándalo en la prensa lo constituyó un grupo de jóvenes liderados por Rodolfo

Milla. El asalto a la Asociación Nacional de Escritores y Artistas tenía entre sus

objetivos el de escandalizar a la opinión pública. La decoración clandestina

consistió en papel higiénico desenrollado, las consabidas pintas ―Después de

escribir jalen la cadena‖, una bacinilla ―Copa dedicada a los ganadores de los

Premios Nacionales de Fomento a la Cultura‖ y unos zapatos viejos dedicados al

entonces presidente de la institución, entre otros. La Prensa, La Crónica,

Ultima Hora y el semanario 1951 cubrieron el evento a su manera

El juego del pensamiento ajeno a toda preocupación estética o moral ha

empezado con la exteriorización de la psique. Se sientan las bases de una

intención política radical de declaración, dilucidación, explicación y proposición

de una de las principales dimensiones de la actividad creadora entendida como

ingenio. El proceso de desacralización de la obra ha sido ya activado: en los

últimos 40 años la proposición de antaño quiere competir contra el

sensacionalismo periodístico y el poder sugestivo de la propaganda. Para que el

arte llegue a las grandes masas de consumo, los artistas adoptan los mismos

recursos del aviso publicitario, el afiche, el comic, el titular del periódico, etc.

Entonces encontramos transformaciones y apropiaciones de las imágenes del

logotipo de Texaco, Inca Kola, Sublime, pinturas que copian el estilo de la

publicidad de la agencia de viaje donde en una playa una pareja gay descansa en

el último resort de moda. Aún más: el espacio artístico se ve ampliado al

pasquín, al afiche en la calle, a la interacción del performer con el transeúnte y a

los productos derivados de la acción denominados registro. El germen de la

exhibición y en última instancia el escándalo ha sido sembrado ab initio ad

litem et ad infinitum. Una de sus formas más refinadas es la performance de

salón. De vez en cuando un artista echa mano de la clásica fórmula del

escándalo. Los asistentes a la inauguración de la muestra de Félix Álvarez

―Complejo-Mi Perú‖ en la Casa Museo José Carlos Mariátegui fueron los

asistentes a su clausura por el INC. Los hechos adquieren las características de

suceso. La crítica apologética los encomia -o los diatriba- y son aquellos y la

consecuente exhibición de tales registros los que constituyen la obra de arte. De

la obra no queda sino la documentación, y en muchos casos la obra es la

Page 43: Estante Numero 3 - Final

documentación. Esta es una de las tantas formas del arte conceptual. Y el artista

y el crítico de fin de siglo no son inocentes.

La particularidad del caso de la perra, es su múltiple incidencia: la

apropiación no ya de un ícono o lenguaje en particular; sino de toda una

estrategia de comunicación social, la ampliación del espacio de la galería a las

calles y a la red electrónica de correo y, el precursor debate abierto sobre la

cuestión del género desde el campo de la sociología y el arte. Es aquí que al

híbrido de arte y sociología al que se le hace sujeto de análisis. El valor radica en

que la sociología trabaja para el arte, y dota a la obra de interés tanto artístico

como sociológico.

El colectivo La Clínica, dentro del margen del terreno de experiencia 1 se

apropiará también del espacio urbano pero dentro de un contexto

exclusivamente artístico. Los afiches pegados por La Clínica eran el anverso y

reverso del periódico El Invasor, -pasquín que detalla las peripecias del

colectivo en el terreno, ubicado en la esquina de Larco y Diez Canseco, durante

el lapso que duró la experiencia-. Las imágenes del reverso captaban la atención

con un afiche en blanco y negro (1). El interesado podía acercarse al anverso y

leer el periódico en cuestión en el que se le remite al espacio de la galería. Así el

receptor se incluye dentro del circuito artístico. En correspondencia, la prensa

cubre convencionalmente el evento desde el periodismo cultural. Las acciones

realizadas por el colectivo Sociedad Civil son otro caso de apropiación del

espacio urbano por parte de un conjunto de artistas y es al igual que la perra un

híbrido de arte y -en este particular caso- manifestación política. Estas y otras

propuestas señalan a la ciudad como un bastión –quizá aún no tomado-, un

campo de acción propicio y con mucho que explorar dentro de las tensiones en

la pugna por el poder simbólico. Las acciones de Sociedad Civil amplían el

debate político no sólo dentro del periodismo cultural. La cobertura trasciende

al hecho artístico –la prensa lo asume como suceso simbólico- y las actividades

(2) son analizadas con una perspectiva que va desde el noticiero al segmento

televisivo de análisis político. La perra cuenta en mayor o menor medida con

estos alcances: la ―pegatina‖ de afiches incorpora a los sectores b c y d, la

televisión incluye a todos. El arte se cuela en las calles, en nuestros televisores,

Page 44: Estante Numero 3 - Final

en el periódico, incluso es denunciado públicamente y su registro llega hasta los

libros municipales (3). Está dilucidado que es el arte mismo el que delimita y

trasciende sus límites. Hay pretensiones más humildes, más alegres o más

íntimas: el arte viene en carteras, posavasos, tazas –incontables cerámicas-,

cajas, tarjetas navideñas, lámparas, llaveros, percheros, espejos y un sinfín de

objetos utilitarios que se proclaman o se camuflan como objeto artístico. Nadie

puede decirle al arte su lugar como no sea él mismo y de un tiempo a esta parte

parece que quisiera estar en todos lados.

Estamos acostumbrados a observar el arte. O a observar en el arte. Desde

el des-contexto en el que se sitúa, es la perra quien observa la estructura social a

través de la encuesta y lleva además una estadística de las personas integradas

al circuito. Pero este poder real se cierne a su vez sobre los artistas exigiendo

respuestas para el arte.

4) verdad vs. mentira

En términos lógicos el mensaje está compuesto de tres falacias. En

términos éticos es falso (Iguíñiz declaró no compartir los postulados del afiche;

Venturo la inexistencia de mensaje en éste). ¿Cuál es aquí el valor de la mentira?

¿Es efectivamente una mentira? Se habla de mentira cuando existe la intención

de engaño, independientemente del valor de verdad de los postulados. Para que

exista mentira, debe haber, por lo tanto un conocimiento previo de la verdad. En

realidad basta una creencia sobre lo que es verdad. Ejemplo: Si pienso que A es

cierto y digo lo contrario con ánimo de engañar a quien me escuche, aún siendo

A falso y lo que he dicho verdadero, estoy mintiendo. La existencia de mentiras

con un objetivo se opone a la fórmula kantiana. Se abre el espacio al concepto de

autoengaño. Sabemos que Iguiñiz no comparte lo expuesto ¿es por eso mentira?

¿hay intención de engaño? El mensaje se sitúa en un contexto borroso, el

anonimato anula la intención. En caso de crimen, las pistas han sido

cuidadosamente borradas. Examinemos la congruencia interna sobre la base de

las declaraciones a la prensa (asumiendo que los autores no mienten): La

intención de la obra es crear un espacio de comunicación. Este espacio

Page 45: Estante Numero 3 - Final

comunicativo se logra con la provocación. La provocación se plantea en

términos de fuerza de contenido, efecto sorpresa, violencia y anonimato. Otra

intención es develar la forma de las relaciones de género actuales y la conducta

ante la violencia. El contenido postula una ofensa. La intención de la ofensa no

es ofender -sino sacar hechos a la luz mediante una hipérbole, un estado de

cosas real y aberrático-. Las dos intenciones han sido colmadas. El correo

electrónico recibió cientos de mensajes que ponen sobre el tapete diferentes

posiciones dentro de la sociedad sobre la cuestión del género.

A nadie se le dijo que era una encuesta pública. A aquellos que querían

manifestar solidaridad machista no se les dijo que la perra no compartía tales

ideas. A los que se sintieron ofendidos no se les informó que iban a ser sujetos

de examen. Sobre todo a ninguno se le preguntó si quería que sus ideas formen

parte de un producto de consumo (el arte) cuyos posibles beneficios no

compartirían. En última instancia, ninguno de los miles de emisores recibió un

correo de respuesta u otro estímulo que los acercase al circuito artístico. Si

algún punto débil encuentro en la construcción Iguiñiz-Venturo es el siguiente.

Si existe una estafa ética es ésta. Aunque la responsabilidad ética la asuma el

artista, ésta se comparte con un riesgo que asume -sin embargo- el receptor

cuando quiere continuar con el proceso de comunicación y emite otro mensaje,

cuyo único remitente es otra dirección electrónica, anónima. Riesgo que se corre

al escribir a un hotmail desconocido.

Surge un arte que se predica hacia las masas y que simultáneamente

muestra a la masa satirizada. El sociólogo Venturo declara que el hecho de que

se haya asumido el mensaje, como una ventana abierta por un anónimo que

busca establecer comunicación con otro anónimo, es una reacción reflexiva.

Rompe los prejuicios que nos dicen que los sectores populares no piensan,

afirma. La exposición en galería de la perra expone verazmente los distintos

puntos de vista sobre el machismo. Y refleja, estando en contra del machismo,

que las masas son machistas. O que se acepta el ―feminismo burocrático‖ que la

perra implícitamente diatriba. O satiriza al feminismo popular por ingenuo.

Aquí ya no se trata solamente de una cuestión de descortesía hacia la

reivindicación de las masas.

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Al tratar la cuestión del machismo -los anuncios de cerveza, el periódico

La Chuchi y otros similares- la perra pone en relieve que el cuerpo de la mujer

se utiliza, que no le pertenece. Postula un uso del sexo que no beneficia al sexo

sino a un producto -la cerveza, por ejemplo- como explotación del sexo. Queda

la pregunta de si la referencia a las masas beneficia a la masa, o si por el

contrario el objetivo de la interpelación queda –una vez más- al alcance de unos

pocos. La sátira ridícula es una forma de arte refinado tanto como popular. Los

artículos de Rafo León son un claro ejemplo. Pero el humorista no se sitúa desde

un contexto de trabajo con las masas, más bien, parte de un reducido tiraje de

élite. Mostrar verazmente una parte negativa de la sociedad bajo una forma

ingeniosa es todo un estilo. El humorista León delimita quiénes son sus

interlocutores. Y no significa que recurra a la explotación de tal o cual sector

social o que lo denigre, ya que establece una correspondencia circunscrita al

campo de acción.

Venturo e Iguiñiz se declaran en contra de aquellos que subestiman a los

sectores populares ―los ilustrados‖ y contra una clase dominante vinculada al

estado ―feminismo burocrático‖. Pero es como si dijeran: ―Es un prejuicio

afirmar que los sectores populares no piensan: miren he aquí nuestra obra que

refleja las bestialidades que piensan, no sólo los sectores populares sino las

grandes masas en su conjunto‖. Esta es la paradoja. Iguíñiz y Venturo

atraviesan, como muchos artistas un proceso de descubrimiento de los

mecanismos de poder. Pero jugar con el arte es una cosa y jugar con los

mecanismos de poder es otra. Si el arte de hoy en día pretende detentar el

mismo derecho de expresión que la política o la prensa, debe ser tan cuidadoso

como los políticos o los periodistas. Porque a los políticos y periodistas

corruptos se les destapa. La perra es precursora en este sentido, y detenta un

viso experimental aun habiéndose detenido detalladamente en la construcción

del circuito comunicativo. Así se declaran, experimentales, y por lo tanto se

postula que pueda haber algún hiato. La misma idea de desacralización de la

obra de arte, el rechazo a la gran obra maestra admite esta posibilidad. El arte

no tiende a un ideal. Y estas ideas son las ideas que conciernen a la reflexión

sobre el trabajo de la perra.

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5) paradojas

Surge un arte que se postula como necesidad de expresión y como

necesidad de conocimiento. En la exploración artística se asienta un doble

cuestionamiento: hacia el arte y hacia la sociedad. He aquí las preguntas. El

formato de encuesta no es en vano, y si bien la encuesta no agota la obra -pues

se apoya en el concepto de escultura virtual, integrada por el intercambio de

mensajes- sin ésta la obra no existe. Tras el develamiento del suceso como hecho

artístico cabe especular sobre la creación de un personaje-autor antagónico

respecto al autor original. También cabe especular sobre el artista en su rol de

manipulador. Aparentemente la exposición en galería (4) reproduciría fielmente

y / o en escala la totalidad de mails recibidos. Así lo podría creer el espectador

inocente. Y así debería haberlo creído. El espectador entrenado hubiera dudado

como mínimo de la autenticidad de los mails y alguno podría –incluso- dudar

de la autenticidad de las infografías y reproducción de los documentos. Nada

hay en la naturaleza de la obra de arte, ni en la galería, que nos lleve a creer que

la obra de arte es verdadera o refleja la verdad. En último término una obra de

arte puede ser o no verosímil, pero nunca verdadera. El campo de la verdad

corresponde convencionalmente a la crítica. La obra es creación, modificación,

alteración a menos que se especifique lo contrario. La intención del trabajo de la

perra no es una encuesta sociológica encubierta bajo la tarjeta de presentación

del arte. Y por lo tanto la presentación de la encuesta como producto tiene

también fines artísticos y está sesgada hacia tales fines. Pocas personas saben de

la gran cantidad de mails recibidos en torno al tema artístico y que soslayaban el

debate sobre el género. Sin embargo el valor agregado de la perra permite

vislumbrar de una manera verosímil la estructura latente de la sociedad. La

manipulación de imágenes y textos es en este caso herramienta dentro de la

estrategia, como también lo son la interpelación, la polémica y el escándalo de

prensa.

Al fin y al cabo, debo decirlo éste es un trabajo universitario (5). Por ello

no puedo olvidar mencionar que bajo ningún aspecto la forma de la falacia, la

ofensa (aún no intencionada), la agresividad, la ambigüedad, el hecho de no

contar con permiso municipal, la inclinación al escándalo y la adopción de

Page 48: Estante Numero 3 - Final

estrategias de poder dentro de la comunicación sea congruente con el modelo

ético convencional del artista profesional y mucho menos con la moral cristiana

de los grupos dominantes. En estos casos la falta de moral no se exhibe –como

en el caso de la perra, sino que todo lo contrario, se esconde-. El interés en el

caso de la perra se debe a su carácter polémico y a una inquietud personal hacia

la estética en el arte. La palabra escrita es pieza clave dentro del arte. Los

artistas visuales usan la palabra escrita para ampliar su campo de acción.

Incluso la palabra hablada con la cantidad de conferencias que organiza la

crítica apologética, la conferencia informativa y/o el performance. El trabajo

pretende hacer una reflexión sobre los alcances de la palabra escrita en el arte

como proceso de comunicación, la intervención de la crítica, y de los medios de

comunicación como integrantes de la obra de arte misma.

6) de estética

¿Existe una ética para el arte? ¿Una ética para el artista? ¿Para la crítica?

¿Está el artista eximido de un juicio ético? ¿O sólo lo está la obra de arte? La

noción de corrupción dentro del arte no es nada nuevo. Simplemente es un tema

poco tratado. Hay algunas tendencias generalizadas que a manera de ejercicio

son saludables: el concepto del artista ―vendido‖ a la fama, a los premios

académicos y al privilegio del dinero antes que a otra cosa. Andy Warhol acaba

con este mito. ―El éxito es una profesión‖ y abre un concepto sobre el nuevo rol

que cumple el artista en la sociedad. La obra de arte se concibe cada día más

como el producto de un planeamiento estratégico, el tema sin embargo debería

ser hacia dónde se dirigen estas estrategias. La noción del artista como virtuoso

técnicamente termina con la inserción de procesos mecánicos en el arte. Su

despersonalización y su revaloración empiezan con obras creativa y de ingenio.

El artista no es ya más un artesano o un obrero como lo fue en el renacimiento,

o un desadaptado social, o un isolado como lo fue con el expresionismo. No es

tampoco un duende iluminado como en el romanticismo. Si es un comunicador,

un intelectual, un estratega e incluso un político. Si el artista es una figura social

a la que se le respeta, o se le rinde culto. Si pretende incidir en los cánones de

pensamiento de la sociedad y precisamente sobre aquellos que no se refieren al

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arte en sí ¿Debe regirse por algún tipo de ética? ¿A quién le debe respuestas?

¿Se sentarán precedentes al respecto? Este nuevo tipo de arte necesita también

un nuevo tipo de crítica, casuística, que perfilo como solución en la última mitad

de siglo.

En este punto es inevitable hablar de la censura. Este engendro de la

crítica es una pieza importante, que se desplaza como reina entre los escaques

del damero. La censura no es sólo una institución. Su poder trasciende a la

crítica, a la universidad y al estado y se sitúa dentro de la colectividad en los

medios de comunicación a través de la exclusión o indiferencia y como

contraposición radical al favoritismo entre los grupos dominantes. (6) La

censura individual, moral o intelectual, se aprecia en la manera como se acoge a

la obra de arte. Este poder operante, es como institución, la máxima

manifestación de su fuerza. Su legitimidad kantiana radicaría en la coacción

(Zwangsgesetze) hacia el natural y libre respeto del trabajo artístico. La censura

en su doble función protege la moral colectiva y determina qué pertenece al

circuito –arte, ciencia, religión- y qué no. Decide qué es dañino dentro de su

campo de acción y para ello cuenta con la consulta especializada (7). Es muy

raro un caso actual de censura intelectual que prohíba.

Finalmente, puede acudirse a un espacio alternativo. Pero es esta

incidencia en el desplazamiento de cierto tipo de obra hacia las márgenes la que

marca la pauta de lo accesible, así como también lo hace con el futuro desarrollo

de las obras. La perra en su cuestionamiento al arte, pone en tela de juicio si es

posible un debate vivo y abierto sobre la cuestión de género. Esta cuestión aún

está por resolverse. El casto tabú ha sido desvirgado, lo que no implica que

continúe activo. La perra, en su interpelación, lleva una moraleja no sobre el

género como sobre el derecho al debate, y sobre cuáles son los términos en los

que se debe y puede plantear tal debate. Si la censura es un derecho bajo la

forma de control del circuito artístico, la perra esgrime este derecho para

eliminar el tabú, en una censura a la censura. Uno de los hiatos de la obra es el

de circuito artístico abierto –no todos los participantes se benefician con el

conocimiento de la obra de arte, muchos ni siquiera imaginarán el suceso como

tal, sumado a que el hecho artístico no es llevado hasta sus últimas

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consecuencias- pero es precisamente esta tensión no liberada dentro del circuito

artístico la que repercute en la censura, despojándola de su poder, ahora

detentado por el artista.

7) Notas

(1) Se pegaron: “Si ves un espacio invádelo. Construye una casa. Y rómpela de una patada.

Repite: este es mi mapa, el resto es simulacro. Escribe cinco letras inkomprensibles. Repite:

este será mi nombre ahora, he matado al cómplice. Señala un muro de concreto. Repite: no

creo en nada, dudo de todo. El espacio sólo existe si lo atacas / el lugar sólo existe si lo

nombras. Atácalo. El Invasor”, “Tu cuerpo es un campo de batalla” afiche que sobre la

imagen de Sarita Colonia era también una cita a la artista norteamericana Barbara Krueger

y “Si todo es posible, pidamos lo imposible”, clara alución a las Noticias del Mes de Mayo de

Julio Cortázar, en este caso la frase es la cita de una cita.

(2) Lava la Bandera desde abril del 2000 en la feria por la democracia y posteriormente en

la Plaza Mayor todos los viernes hasta el gobierno de transición, el embasuramiento

sistemático de el secuestrado Canal 2, de las casas del entonces ministro de economía

Carlos Boloña, la congresista oficialista Marta Chávez y la presidenta del congreso Marta

Hildebrant *** con bolsas negras de basura rellenas de papel y las imágenes de los presos

Fujimori y Montesinos. Anteriormente a su constitución oficial el entierro de la ONPE y

Cambio no Cumbia-no nos mesan.

(3) Dos trabajos de la pareja Iguíñiz-Venturo han sido censurados: la perra con el retiro

de los afiches por efectivos de la Municipalidad de Barranco y una multa de 900 soles. Una

representación de Santa Rosa de Lima a partir del análisis de la Santa Rosa del pintor Lazo

en el Centro de Artes Visuales de la Municipalidad de Lima –curador Luis Lama- donde la

muestra colectiva se cerró en su totalidad por la intermediación de Monseñor Juan Luis

Cipriani, arzobispo de Lima, hoy primer cardenal Opus Dei del Perú. El díptico presentó a

la Santa desnuda y la Santa vestida bajo la frase: “¿Es posible una religiosidad reconciliada

con el cuerpo?”

(4) Emergencia Artística 1999, curaduría de Gustavo Buntinx. Incluye reproducción de los

mails, infografías de declaraciones en televisión sobre el tema por personajes públicos y

una reproducción ampliada de la denuncia penal ante la fiscalía de la nación. No se

presentó afiche.

(5) Modificado para el Seminario-Taller de Crítica de Arte en SUR, Casa de Estudios del

Socialismo, verano del 2001.

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(6) Hablando, de una censura espontánea y natural, y no de aquella que con fines

estratégicos detentan los grupos de poder.

(7) Jacques Derrida hace una antropología de la censura con el Edicto de Religión que

instaura la censura en Berlín en 1788 y la filosofía contemporánea –y el rol de la censura

dentro de ésta-. Trasladar acomodaticiamente estas ideas al arte contemporáneo no es tan

sencillo como pertinente.

Nota a la publicación:

Este ensayo se escribió a fines del año 1999, tras la circulación de los afiches en Lima, y la

exhibición en galería del trabajo con una serie de infografías llamadas perrahabl@. Para

un segundo trabajo llamado“Quién manda a quién” Natalia Iguíñiz y Sandro venturo se

autodenominaron colectivo “La Perrera” de forma oficial, si bien este nombre ya había

sido voceado con anterioridad, preferí conservar el de La perra, que fue el que circuló en

la época. Este ensayo se escribió basado en entrevistas a los artistas en el momento del

suceso.