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Estancia Siguiman Este libro, por último, revela el origen común de las Estancias que se reparten en el Departamento Cruz del Eje y adyacencias, coadyuvando al desarrollo turístico de la región y a la puesta en valor de su importante patrimonio histórico.

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Título original : Estancia Siguiman

© Para esta edición : Esteban Castagna Ediciones, 2012www.ecastagnaediciones.com - [email protected]

© 2012, fotografías: Esteban Castagna - Vicente Manzi © 2012, textos: Emilio Crespo

Producción ejecutiva: Vicente ManziEdición de Textos: Emilio CrespoTraducción al Italiano: Ana María PanettaTraducción al Inglés: Juan Andrés Baquero - Texo S.R.L. - www.texott.com.ar

Diseño y diagramación: Alejandro [email protected]ía e impresión: Triñanes Gráffca S.AISBN : 978-987-25924-0-0

Primera Edición en el 2012, Esteban Castagna Ediciones.Esta obra se terminó de imprimir en Buenos Aires, en Marzo del 2012.

Todos los derechos reservados según convenciones internacionales de copyright.Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o utilizada, almacenada otransmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico,óptico, de grabación o de fotocopias, sin previo permiso del editor. Su infracción estápenada por las leyes 11.723 y 25.446.

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723

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Fotografia: Esteban Castagna- V icente Manzi Textos: Emi l io Crespo - i lustraciones: Juan Car los Quadr i Diseño: A le jandro Barbero

ESTANCIA SIGUIMAN

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Capítulo 1La provincia de Toco -Toco

• Entrada de Suárez de Figueroa• Expedición de Mejía de Miraval y rebelión de 1582

Capítulo 2Ocupación efectiva de Siguimán

• Expedición a las Salinas y Cantacalos. Antonio Suárez Mejía• Sebastián de Albornoz y la encomienda de Quilpo • Adoctrinamiento de los indios de Siguima. El padre Acosta• Las viñas de Siguimán.

Capítulo 3La Estancia Siguimán

• Títulos originarios.• Pedro Ladrón de Guevara• Las cinco Mercedes Reales• El casco de la Estancia• Producción de la Estancia• Pleitos sucesorios• Santiago de Allende• Pueyrredón embarga Siguimán• Felipe Crespo Allende• Siguimán, bastión unitario

Capítulo 4Siguimán y Cruz del Eje

• Felipe E. Crespo - Semanario “El Campesino”• Caminos y vías férreas para Cruz del Eje• Clementina Crespo y Antonio Del Viso.

Capítulo 5División de la Estancia

• Siguimán, Quilpo y Mogrovejo• Donación de la Estancia Mogrovejo. • El milagro de la Virgen del Quebracho.

Capítulo 6Siglo Veinte

• Manuel Cornú Allende• Últimos tiempos• Posada Estancia Siguimán

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Con honda sinceridad…

Llegan a mis manos, y de inmediato pican en mi curiosidad, las páginas de una futura publicación. Su autor, el doctor Emilio José Crespo, las ha titulado “ESTANCIA SIGUIMAN”. Así, con mayúscula. Apenas comienzo a recorrer esos pliegos, van apareciendo en mi mente recuerdos de toda índole. Es del caso que así debía ocurrir, porque con mi familia vinimos de la Ensenada de Barragán en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, a residir en Cruz del Eje a comienzos de la década de 1921. Nuestro viaje a esa población tuvo razones comerciales y yo de niño lo acompañé a mi padre en sus recorridas por una amplia región. Entre ellas, la de Siguimán, donde más de una vez nos detuvimos en conversación con los lugareños, como ocurrió también con los de San Marcos Sierra, Soto, Serrezuela y otros lugares del noroeste. Ni soñando iba a sospechar que varias décadas después me iba a encontrar con una descripción como la que ha hecho el doctor Emilio José Crespo. Y aquí la tengo frente a mí, con todos los avatares lógicos forjados por los años y con todas las esperanzas que ellos entregan. Desde el comienzo debo declarar al autor ser dueño de una honestidad intelectual envidiable. Su relato está apuntado por documentos y bibliografía, todo ello a pie de página y ayudando a otras consultas. De todos los panoramas presentados en la zona, este autor ha preferido la Estancia Siguimán. No para contar simplemente lo que había llamado la atención de otros escribas, sino para detenerse en ese lugar y mirar sus encantos y sus fallas hasta sus raíces. La actitud parece simple y, sin embargo, es de las que en la investigación requiere más trabajo. ¿Qué me queda por decir?... Simplemente que esta dedicación de mucho tiempo en la búsqueda de antecedentes no puede quedar en el olvido y dejar de ser de atracción profunda. Además, quienes lo hagan subrayarán excelente aprecio por el autor, el doctor Emilio José Crespo. Una felicitación sincera para que continúe su actividad de buscador del pretérito, especialmente en la zona elegida para esta obra y ¿por qué no?, en otras. Precisamente con ese sincero pensamiento clausuro estas palabras.

Efraín U. BischoffCórdoba, 9 de junio de 2011

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Entrada de Suárez de FigueroaDesde unas peñas, ocultos tras un tunal, unos niños contemplan incrédulos el prodigio que desfila ante ellos. El pavor paraliza a unos, la fascinación mantiene inermes a otros. Los estremece el fragor que producen los cien jinetes que marchan a paso cansino y quedan enceguecidos por el destello de los vestidos que tañen sonidos metálicos. Ven pasar, con estruendo de máquina bélica, cuarenta enormes cajas de madera arrastradas por animales titánicos, que se desplazan sobre –como llamarlos- unos extraños apéndices giratorios. Les siguen una larga fila de hombres morenos vestidos con camisetas y usutas, cargados de bultos. ¡A esos los conocen, son salavirones del Miski Mayu! 1. Cerrando la fila viene un arreo de mil caballos y decenas de animales que balancean sus cuernos, arrastrando sus hocicos babosos. Una cría se escapa de la tropilla, el arriero espolea a su caballo y da un rebencazo al aire; arremete hacia el tunal y los pasmados indiecitos no pueden contener sus alaridos de espanto.

Pasado el sobresalto y al caer la tarde, la columna hace “la dormida” a la vera de un arroyo que emerge en un bañado cubierto de totorales, y por ello los aborígenes llaman al paraje Linsacat 2. Alrededor del fogón los soldados comentan en tono de chanza la inocente caída del capitán Antón Berrú. El intérprete propone designar el lugar con un nuevo nombre: Cavisacate, “lugar de la caída”3.Pocos meses antes, desde Linsacat, cincuenta hombres escogidos de entre los más valientes del ejército del gobernador Cabrera, salían a reconocer las serranías en busca de un lugar propicio para establecer una ciudad que por nombre llevaría Córdoba de la Nueva Andalucía. Siguiendo un antiguo sendero indígena, el comandante Lorenzo Suárez de Figueroa se interna en la “provincia de los algarrobales”; va relevando lugares abrigados, ríos, arroyos, montes leñosos y canteras para edificar 4.

Capitulo 1

La Provincia de Toco-Toco Por el súbito alboroto uno de

los bueyes hace un movimiento brusco, la carreta se tambalea y los que van adentro dan voces de alarma. Los soldados se aprestan y uno de ellos, que monta dormido, no puede sofrenara su cabalgadura que caracoleahasta dar con el jinete en tierra.

1 Río Dulce. 2 Pueblo del Bañado, a los pocos años bautizado como Totoral.. 3 Cifras obtenidas de Monseñor Pablo Cabrera, “Ensayo histórico sobre la fundación de Córdoba”, Revista de la UNC, año VII, Nº 2, Cba. 1920, pag. 11.4 En la actual provincia de Córdoba existían 3 caminos indígenas: 1) el “camino de los comechingones” desde Nono hasta el cerro Champa-quí; 2) el “camino de los sanavirones”, desde Sumampa hasta Quilino; y 3) el “camino de los algarrobales”, desde la zona de Totoral hasta Cruz del Eje, pasando por el valle de Ongamira.

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En algunos valles imagina el lugar en donde pudiera tomarse una acequia o donde podría funcionar un molino harinero. En el valle de Ongamira anota la existencia de gente barbuda que mora en cuevas. Marcha sufriendo los calores agobiantes de ese mes de enero de 1573. Torciendo rumbo hacia el norte, cae al valle de Nonsacate regado por el río que los nativos llaman Conchuluca (Copacabana). Recorre los numerosos pueblos indígenas asentados a la vera de ese río y en la confluencia con el arroyo Saguión encuentra el de Nondolma con su cacique Yacanto y más allá el de Chimbosacate (hoy Cañada de Simbol) con mil aborígenes. A su paso se topa con indios “…comechingones, bárbaros, miserables, abyectos, pero que se distinguían, no obstante de sus circunvecinos, Quiloasas, Querandíes y Huarpes, Diaguitas, Juríes y Tonocotés, por la dulzura de su carácter, la sencillez de sus costumbres y otros rasgos étnicos que se singularizaban, sobre todo, por una sobriedad extraordinaria, maravillosa, que dotaba a su fisonomía de un sello aparte, de un relieve inconfundible”5. Los expedicionarios trasponen una cadena montañosa por un portezuelo y llegan a Masasacate (Estancia Masa).

Continúan hasta dar con el pueblo del cacique Tulián a orillas del río Olayón. Siguen el curso de la corriente hasta descubrir el ojo de agua, a donde se unen los ríos Olayón, Quilpo y Guamanes 7, en un paraje conocido como Siguimán, que en

4 En la actual provincia de Córdoba existían 3 caminos indígenas: 1) el “camino de los comechingones” desde Nono hasta el cerro Champaquí; 2) el “camino de los sanavirones”, desde Sumampa hasta Quilino; y 3) el “camino de los algarrobales”, desde la zona de Totoral hasta Cruz del Eje, pasando por el valle de Ongamira. 5 Monseñor Pablo Cabrera, “Ensayo His-tórico…”., pag. 11.- - 6 Según estima Aníbal Montes, se ubicaba en la actual población de Charbonier. Sobre esta “entrada” y la presencia española en tierra de comechingones por el año 1545, el cronista Diego Fernández el Palentino refiere por el año 1560: “Descubierta la provincia de esta nueva gente barbuda, volvieron a dar dello noticia al real y todos se apercibieron y pasaron por el río en balsas de enea, y de la otra parte pusieron el real en un sitio que después llamaron la Mala Ventura, de donde Francisco de Mendoza salió con la mitad de la gente y fue hasta la provincia que llaman Talamochita, y de allí prosiguió adelante con mucha necesidad y trabajo hasta dar en el Río de la Plata y fortalezas de Sebastián Gaboto, y vieron por el río muchos indios en canoas, y algunas dellas se llegaron a la orilla saludando a los cristianos y preguntaron por el Capitán en lengua española. Francisco de Mendoza se puso luego a la lengua del agua, y viéndole dijo un cacique ladino: “Muy mozo eres para Capitán”, y volviendo el rostro a los demás cristianos, les dijo: “¿Dónde váis, ladrones, desuella-caras, malos cristianos, robando todo el mundo?, los otros cristianos buenos son; vosotros sóis bellacos; los otros decir a nosotros: Daca pescado, toma tijeras; daca maíz, toma bonete; toca chaquira; y vosotros: Daca comida, daca indios, daca todo y toma lanzada; andá, andá, para bellacos”; y con estas palabras y otras tales los indios le daban la vaya jabonándolos desta suerte…” Cita textual de “Historia del Perú”, de Diego Fernández el Palentino (publicada en Sevilla en el año 1571) Ed. Biblioteca Hispania, Madrid 1913, tomo II, pag. 30/31. 7 Hoy, ríos San Marcos, Quilpo y La Candelaria.

Descienden luego a un valle grande y hermoso donde avistan los restos del Fuerte de Escoba abandonado en 1545 tras la fallida “entrada” de Diego de Rojas, que en su origen recibió el nombre de Real de Malaventura 6.

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lengua aborigen puede interpretarse como “junta de ríos” o “río del bajo”8. Cerca de allí son informados de la existencia otro poblado nativo de nombre Quilpo, con sus taperas semienterradas que llaman “butos”9, sus corrales de ramas y pequeñas sementeras. “Son indios que están en un pueblo y tienen sus chácaras en un valle... comen maíz, frijoles, quinoa y algarroba y chañar que alcanzan y otras raíces”10. La mayoría de los pueblos están abandonados en señal de hostilidad; las hogueras humean aún; las familias, con sus ganados y acopios de grano, a la primera noticia de la presencia española se han refugiado en los ásperos montes. Casi 30 años atrás repelieron con éxito a los “desuella-caras” que desde el Perú se atrevieron a asentar su real dominando el valle de Escobasacate y nunca regresaron; cinco años después desde Chile incursionó brevemente Francisco de Villagra con igual suerte 11; si éstos vuelven a intentarlo, les ofrecerán lucha… Pero los invasores no detienen su marcha y los dejan seguir. La expedición de Suárez de Figueroa descubre en el ojo de agua o juntura de ríos el poblado de Siguima. Avanza media legua por el río Olayón o Siguimán (hoy río Cruz del Eje) y llega hasta el pueblo de Toco Toco y más adelante al de Caviche 12, situado al lado de un cementerio indígena entre enormes algarrobales. El paisaje es duro; un monte reseco de quiebra-hachas, cocos y molles les impide avanzar; peñas afiladas, garabatos punzantes y un calor polvoriento mortifica de una manera indecible a los hombres y les obliga a emplear una semana completa para recorrer seis leguas. Al llegar al “gran desierto blanco o Chulun”13, los guías conducen a los expedicionarios hacia el sud, a un paraje a orillas de un río que llaman Llasta (río de Soto), un oasis en medio de ese piélago de árboles espinosos que acaban de cruzar, que los gratifica por su feracidad y la cantidad de asentamientos

indígenas diseminados por aquí y allá. El contraste con el paisaje que acaban de sufrir, hace que bauticen el lugar como Soto, que en castellano antiguo significa valle fértil. Una buena región sin dudas –piensa Suárez de Figueroa- para establecer la Córdoba del Tucumán, con buen suelo, muchos cursos de agua, abundante madera y multitud de pueblos indígenas, pero demasiado apartada de la línea imaginaria que trazaban las ciudades de Charcas, Tucumán y Santiago del Estero, rumbo al fuerte de Sancti Spíritu.

Sin detenersemás tiempo que el precisopara aprovisionar a su tropa, Suárez de Figueroa decidió remontar el río Llasta, atravesó una planicie elevadaque los pueblos originarios llamaban “pampa” de Olayón u Olahen y por la Punilla14 descendió al pobladode los indios de Camin Cosquín.

8 Paulí Alvarez, Carlos, en su obra “Toponimia aborigen de la provincia de Córdoba”, Ed. Del Copista, 2ª edición, Córdoba año 2007, pag. 103, nos dice: “Con este topónimo entramos en una dificultad. Dado que el término Siqui es un poco vago en su significado, si atendemos a ciertas traducciones que se han hecho de él. Montes Pacheco: siqui es “junta”; por lo tanto Siquimán es “junta de ríos” ya que man viene a ser un apócope de mampa (calchaquí), “agua que corre” (arroyo, río). Aníbal Montes: siqui es “angostura”. Y hace una traducción de Siqui hene como “Pueblo (hene) de la angostura”. Criterio que vuelve a aplicar a Siquigasta y Siqui halon, ambos traducidos “Pueblo de la angostura”. Gasta y halon son “pueblo”. Hallo una explicación a medias consultando el Vocabulario Kechua Aymara de Germán G. Villamar donde aparece una variante para la palabra “estrecho”, utilizable para el caso de “angosto”, con la voz chiqui del quechua. G.A. Terrera: Siqui es “unión”. Por lo tanto Siquigasta es “unión de pueblos”, ya que gasta según ya dije, se traduce como “pueblo”. E. Manera: siqui es “asentadero, lugar posterior, base”. Por lo que Siquigasta debe ser interpretado como “Pueblo de la base (de la ladera)”. Es quechua. Fríamente considerada la voz siqui, su primera acepción es “culo” (del latín: “culus”). Que se aplica sin rodeos al nombre de las hormigas, siquimira, “crea culo”, de siqui (culo) y mira (de miray, crear). A lo mismo los aimaraes le llaman China. Y por extensión, puede llegar a comprender conceptos como “base”, asentadero, fondo (referido a valle, por ejemplo), y hasta una parte baja. Si yo tuviera que elegir, preferiría “río del bajo”.9 Se traduce como “casa” en dialecto Henia. “Leyendas indigenas de la Argentina” por Lautaro Parodi seccion “Los Comechingones”. 10 Monseñor Pablo Cabrera, “Córdoba de la Nueva Andalucía”. Relación en suma y de la tierra y poblaciones que Don Jerónimo Luís de Cabrera Governador de estas provincias de los juries, a descubierto donde poblar en nombre de su magestad una ciudad. Revista de la Universidad. Años III y IV. Pags. 37-40. Córdoba ,1917 11 Monseñor Pablo Cabrera, “Córdoba del Tucumán”, pag. 48. 12 Uno en los suburbios sur y otro en los suburbios norte de la actual ciudad de Cruz del Eje. 13 Las salinas, según Aníbal Montes, en su “Nomenclador cordobense de toponimia autóctona” pag. 44. 14 Diminutivo de Puna.

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Un día de marcha lo separaba del valle de Quisquisacate, el lugar que tras las sierras del indio Saldán escogió para fundar la nueva ciudad, en la confluencia del arrollo Talayacochinta15 con el río Suquía16.

Expedición de Mejía de Miraval y rebelión de 1582Establecida la ciudad de Córdoba el 6 de julio de 1573, acto seguido se construyó un fuerte de madera en lo alto de las barrancas de la banda norte del río Suquía, dominando los pueblos de Chilisna y Cantacara que ocupaban el valle17. Al poco tiempo se mandó a llamar a las mujeres que esperaban en Santiago del Estero y el gobernador Cabrera repartió los solares a los cien hombres que lo habían acompañado en la fundación, entre los que se contaban Lorenzo Suárez de Figueroa, Antonio Suárez Mejía, Luis de Abreu, Juan Gómez de Ocaña, Tristán de Tejeda, Gaspar de Medina, Juan de Bustos, Juan Molina Navarrete y Hernán Mejía de Miraval. Este último, de carácter violento y “desalmado” había formado familia con una india santiagueña y una de sus hijas, Leonor Mejía, se casaría años más tarde con Tristán de Tejeda. Dos hijos de éste se volverían célebres: Leonor de Tejeda que fundó en Córdoba el monasterio de Santa Catalina y Juan de Tejeda que hizo lo propio con el monasterio de Las Teresas.Cuatro meses después, Jerónimo Luis de Cabrera mandó a Hernán Mejía de Miraval “salir por valle e pueblo de Camin Cosquín y pacificar los indios que estuvieren rebelados y castigar si hubieren hecho algún delito y visitar el fuerte de

Escoba y de allí hasta Toco Toco y valle de Soto”18. Sin duda alguna habrá reconocido los pueblos de Bombomgasta19 en el valle de Escobasacate y los de Chinsacat y Chalacas en la región de Cachipuri. No conocemos los pormenores de esta expedición, pero afirma Luque Columbres que no realizó “actos formales de carácter administrativo relacionados con las encomiendas repartidas en el distrito” 20. Probablemente se haya limitado a dejar algún cura doctrinero en la región y extraer indios de servicio para llevarlos a la ciudad.Lo que sabemos es que pocos años más tarde, en 1582, como consecuencia de los abusos que cometían los “pobleros” españoles contra las poblaciones nativas, se produjo un levantamiento general de indios 21

El capitán Tristán de Tejeda, que acababa de volver a Córdoba tras participar de la fundación de la ciudad de Salta, organizó una partida, sorprendió a los indios rebeldes en su campamento y los derrotó sin sufrir ninguna baja.

15 La Cañada 16 Según Calvimonte, existen dos opiniones respecto al itinerario que siguió la expedición adelantada de Suárez de Figueroa hasta el paraje donde se fundaría Córdoba. Monseñor Pablo Cabrera opina que bajó en línea recta por el bajo, pasando por Cavisacate, Sinsacate y Guanusacate. Aníbal Montes estima que siguió el recorrido que aquí se reproduce, sin poder precisar el periplo exacto, lo que también es compartido por Lozada Echenique. Me inclino por esta última alternativa, habida cuenta que tres meses después de la fundación de Córdoba, Jerónimo Luis de Cabrera despachó una partida hacia el fuerte de Escoba y Soto, yendo por el camino de Camin Cosquín. Esto revela que Cabrera conocía la existencia de esos pueblos al tiempo de fundar la ciudad y el modo de llegar hasta ellos desde el sur. 17 Mons. Pablo Cabrera, “Ensayo Histórico…”, pag. 16. Los indios de Chilisna y Cantacara fueron encomendados a Juan de Mitre (noviembre de 1573), con cargo de trasladarlos a un paraje ubicado a 3 o 4 leguas de su asentamiento primitivo. 18 Documento de Archivo de Indias. Teniente de Gobernador de Tucumán. Apéndice II – I, pag. 595, citado por Lozada Echenique Juan Carlos en “La Cruz del Eje”. 19 Probablemente se ubique en el mismo lugar que ocupa la actual localidad de Charbonier, antes conocida como “Carreras de Pum Pum”, de fonética similar a Bom Bom Gasta. 20 Lozada Echenique Juan Carlos, “La Cruz del Eje”, año 1964, op.cit. pag. 11.- 21 Los “pobleros” eran los encargados de traer en servidumbre a los indios del repartimiento, adoctrinarlos, ocuparlos en hacer sementeras y cuidar el ganado, además de hacerlos hilar, tejer y sacar miel. Tales eran los maltratos y excesos que cometían los pobleros contra las poblaciones nativas, que en 1606 se constata que en “el día de oy no ha quedado la décima parte” de los indígenas que poblaron la región, ya fuera porque eran trasladados a las ciudades o reducidos en los obrajes. Ya en la época indicada los pueblos estaban “disipados y destruídos”, entre otras causas porque existían vecinos feudatarios que “a carretadas sacavan el servicio, y estando enfermos los volvían al pueblo y sacavan otros por no curallos ni pagar tres pesos de entierro al cura…” Piana de Cuestas Josefina “Los indígenas de Córdoba bajo el régimen colonial. 1570-1620”, Ed. Universidad Nacional de Córdoba año 1992, pag. 245.22 Pedro de Angelis, “Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata”, tomo II, pag. 162, Imprenta del Estado, Buenos Aires 1886.

Un cura doctrinero fue asesinado y enterrado en las inmediaciones del pueblo de Caviche, colocando una cruz sobre su tumba. Se alzaron los indios “de Tintín, los de Cosle,los de Comara y Tulian, los de Nondolma, Conchuluca, Quisquizacat, Tunun y Cantacalo” 22.

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Capitulo 2

Ocupaciónefectiva de siguiman

Expedicióna las Salinas y CantacalosAntonio Suárez MejíaEn 1587 el teniente de gobernador de Córdoba, capitán Gaspar de Medina, recibió instrucciones de volver a incursionar por la zona “pareciendo os ser cosa necesaria y conveniente salir de dicha ciudad por los términos de ella, a facer algunas malocas, lo haréis, apercibiendo la gente necesaria y competente para ello y entrar con ella a las partes y lugares que viederes que conviene, yendo por caudillo y capitán de ella, que por tal os nombro”23. Determinado a civilizar la “provincia de Toco-Toco”24, llevó consigo a Antonio Suárez Mejía quien años atrás había sido beneficiado con la encomienda del paraje de Siguimán. Esta entrada se conoció como “expedición a las Salinas y Cantacalos”. Siguiendo el mismo camino trazado por las expediciones anteriores, Gaspar de Medina reconoció la región y desbarató una rebelión de los indios Cantacalos que se acantonaron en un fuerte de piedra construido sobre una serrezuela25. A posteriori y llegado que hubo al

pueblo indígena de Caviche lo bautizó “Jagüey de la Cruz”, probablemente porque vio allí la cruz bajo la cual estaba enterrado el cura asesinado en tiempos de la rebelión26. A tres leguas al naciente encontró el pueblo de Tulián, Tulianaha o Manampa sobre el río Olayón, cuyo cacique era Nolomo Charaba, y siendo 21 de octubre, día de Santa Ursula, lo designó como “Jagüey de las Once mil Vírgenes”27. La encomienda que se le otorgó a Suárez Mejía desde el Jagüey de la Cruz hasta el Jagüey de las Once mil Vírgenes (de Cruz del Eje hasta San Marcos) quedó asentada en el acta labrada por el escribano de la expedición Don Juan Nieto28. Antonio Suárez Mejía fue el primer español que tomó posesión efectiva de la región de Siguimán, aunque el primer encomendero fue Juan Gómez de Ocaña –expedicionario de la columna fundadora de Córdoba- quien no llegó a efectivizarla por ausentarse de la ciudad por diez años y haber fallecido en ese tiempo.

La acción de Suárez Mejía como dueño de la merced de Siguimán se limitó a extraer indios de los pueblos de su repartimiento para llevarlos a Córdoba para su servicio personal, hecho que constituía una infracción a las leyes de indias.

23 Luque Colombres Carlos, “Gaspar de Medina”. 24 Ubicada dentro de la “provincia de los algarrobales”, correspondía a la región de la actual ciudad de Cruz del Eje y zonas aledañas. Sobre el nombre “Toco Toco”, Carlos Paulí Alvarez en la obra citada (pag. 55) nos enseña que “Son varias las interpretaciones dadas a este nombre. Aníbal Montes encuentra que es “los hoyos”, de “toco”, hoyo (en lengua de los calchaquíes), que al estar repetida lo interpreta como un plural. Pero si se toma el término quechua “tocco” para decir “ventana”, el resultado sería “muchas ventanas”. Y una tercera posibilidad se encuentra en atribuir a Toco Toco el nombre de un cacique. Y de la ya mencionada lista de caciques y pueblos de Ferrari Rueda, tomo los siguientes: Tocto Sitón, Totoc charava, Nuluma Toctoc, Nini Toctoc, y finalmente en Cruz del Eje, como cacique del pueblo Colo hilis, a Toco Toco. Lo que no quita que las mencionadas traducciones pudieren ser acertadas. Sin embargo mi opinión viene a diferir señaladamente con las mismas. Entiendo que para los calchaquíes la voz “toctoc” nombraba al garrote, al bastón de mando del rango de cacique. Que se parece mucho al “tictac” o “tacataca” del quechua, significando “golpe, golpear”. 25 Según refiere Aníbal Montes en la obra citada, “los Cantacalos estaban en Serrezuela … frente a lo que hoy llaman Tuclame”. Allí “los esperaron en un fuerte de piedra a los españoles en la Expedición a las Salinas (año 1587) según la relación de Tristán de Tejeda”, pag. 53. 26 Lozada Echenique no cree que esta haya sido la causa por la que más de 1 siglo después se designara al paraje de Caviche y Toco-Toco como “La Cruz del Eje”. Supone que una cruz confeccionada con un eje de carreta pudo situarse allí como mojón para delimitar una propiedad, pero en definitiva concluye que no puede establecerse el origen cierto del nombre. 27 Según la leyenda, Santa Ursula fue una mártir cristiana de la ciudad alemana de Colonia, que fue sacrificada por los hunos de Atila en el año 449 junto a once doncellas vírgenes. Una lápida inscripta en latín que refiere este hecho, ubicada en la iglesia de Santa Ursula, fue mal interpretada en una de sus abreviaturass (XI.M.V.) y en lugar de transcribir “undecim martyres virgines” (once vírgenes mártires) lo hicieron como “undecim millia virginum “ (once mil vírgenes).28 Archivo Histórico de Córdoba, Escribanía 1, año 1589, leg. 8, Expte. 6.-

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Varios años después, el teniente de gobernador ordenó “constatar la existencia en la ciudad de indios e indias que los encomenderos han traído a ella, empleándolos en su servicio con lo que ocasionan perjuicios a los pueblos a que pertenecen al verse privados de ellos”. A tal fin “entró en la casa de la morada del capitán Antonio Suárez Mejía, ordenando juntar los yanaconas e indios y demás servicios de la dicha casa” y encontró a muchos indios de Caviche que declararon tener por caciques a Pedro Macanaba, Diego Casitamavache, Juan Cantapuca y Pedro Chilcachuctavi 29.Lo propio hizo el encomendero de los indios de Toco-Toco, Don Pedro Tello de Sotomayor: extrañó a sus indios a la estancia que poseía su hijo en Las Peñas, entre El Totoral y La Dormida, hecho que fue constatado por el visitador Francisco de Alfaro. El itinerario de los indios de Toco-Toco puede seguirse hasta el año 1689, cuando el gobernador Tomás Félix de Argandoña confirmó dicha encomienda a favor de una bisnieta de Tello de Sotomayor 30.Esta política seguida por Suárez Mejía sobre los indios de Caviche y por Sotomayor sobre los indios de Toco-Toco, produjo en menos de un siglo la extinción casi total de dichos asentamientos aborígenes. En 1681 se constata que “son seis los que se hallan en el padrón de indios del pueblo de Toco”31.

Sebastián de Albornozy la encomienda de QuilpoEventualmente el incumplimiento de las condiciones a que se sujetaban las encomiendas, causó la pérdida de la gracia

otorgada a Suárez Mejía. Consta documentadamente que en 1619 el capitán Sebastián de Albornoz recibió en merced una parte de las mismas tierras de Siguimán “que están en frente del pueblo viejo de Quilpo donde tenéis los indios de vuestra encomienda, de la otra banda del río hacia el camino de carretas una legua de tierras de largo y otra en ancho, en las cuales tierras podáis poblar estancias de ganados mayores y menores y hacer sementeras y vendello, dallo y donallo, y hacer dello como de cosa propia…”32Del documento transcripto surge que Sebastián de Albornoz anexó 1 legua cuadrada del paraje de Siguimán a su encomienda de Quilpo, vocablo indígena que significa “muchos dibujos” y se explica por las pictografías existentes en la región33. La merced de Quilpo había sido otorgada años atrás a Juan de Soria, quien con su padre y hermano –Pedro “el viejo” y Pedro “el mozo”-, asistieron a la fundación de Córdoba. Al fallecimiento de Juan de Soria producido en el año 1593, Quilpo pasó en herencia a su hijo menor de edad, Felipe de Soria, y a partir de 1595 comenzó a ser administrada por Luis de Abreu y Albornoz (1559-1612), casado en segundas nupcias con la viuda de Soria, en su calidad de tutor del heredero de la merced34. Los aborígenes de la región habían sido reducidos en un solo pueblo –el “pueblo viejo de Quilpo”-, que por esa época sumaban 100 “indios de doctrina”, es decir, varones mayores a 15 años y que reconocían como caciques a Cristóbal Quilpocan, Diego Hampinaban, Pedro Campudnaban, Miguel Chunchunchuctavi, Juan Ysicapayo, Miguel Hoypanchuctavi, Gaspar Padlinaban y Pedro Tahangaspan. Sobre la ubicación territorial de la reducción –que constaría de varios ranchos de adobe y techo de paja- es factible que coincida con el lugar en que hasta hoy se sitúa

29 Archivo Histórico de Córdoba, Escribanía 1, año 1598, leg. 8, Expte. 2.- 30 Archivo Histórico de Córdoba, Escribanía 1, año 1683, Leg. 155, Expte. 1.- 31 Archivo Histórico de Córdoba, Escribanía 2, año 1689, Leg. 7, Expte. 14.- 32 La legua es una unidad de longitud que equivale a la distancia que un hombre puede recorrer a pie en una hora. Su medida exacta varió en las distintas épocas y lugares en donde se empleaba. La legua cuyo uso se oficializó en España a partir del siglo XVI equivalía a 20.000 pies castellanos, es decir, 5.572,7 metros. Sin embargo, la legua que aún hoy se utiliza en la Argentina para mediciones rurales equivale a 40 cuadras, esto es 5.196 metros. En consecuencia, aplicando el sistema imperante en España “una legua cuadrada” equivale a 3.105 hectáreas, en tanto si utilizamos el sistema utilizado en argentina equivale a 2.700 hectáreas. La imprecisión de este sistema métrico nos permite fijar, para hacer cálculos aproximados, en 3.000 hectáreas la legua cuadrada. Esto se refuerza si consideramos que la Estancia Mogrovejo –que integraba Siguimán-, tenía 4 leguas cuadradas y en el año 1911 fue mensurada en 12.000 hectáreas. 33 Paulí Alvarez, Carlos, op. cit. pag. 54. Sobre “Quilpo” dice: “Muchos dibujos”, del quechua “quillca”, dibujos o grabados pictográficos (que después se hizo quellcana, escribir), convirtiéndose en quil mediante apócope; y “po” por “pu” como sufijo, indicando “muchos”. 34 Sobre este importante personaje se refiere que llegó con Cabrera siendo un niño de 15 años y participó en muchas “malocas” o expediciones pacificadoras en territorio indígena. Desde 1583 ocupó cargos en el cabildo de Córdoba y en 1601 fue designado Teniente de Gobernador. En recompensa por sus servicios obtuvo varias mercedes de tierra, una en el nacimiento del río Primero, otra en el valle de Cosquín y otra en la zona de Ischilín con 200 indios. En su calidad de tutor del menor Felipe de Soria –heredero de Quilpo- en 1598 inició pleito a Francisco López Correa por el cacique Ibacsitón del pueblo de Siguima. Abreu de Albornoz llegó a ser un fuerte comerciante de Córdoba, haciendo fletes con las carretas que se construían en el obraje de Escoba. En 1586 compró en Santiago del Estero 300 vacas y 30 yeguas. Terció con mercaderes de Brasil, Chile, Cuyo, Potosí y Lima. Compraba y vendía productos “de la tierra” o regionales tales como vinos de San Juan, varas de lienzo de algodón y vacunos en pié, y artículos importados como paños de Quito, terciopelos, tafetanes y guantes de Castilla. En 1602 con Pantaleón Márquez Correa abrió una tienda en Córdoba y en sociedad trajeron de Angola 118 esclavos, los que fueron remitidos a Lima vía marítima desde Chile. Allí fueron vendidos y con el producido compraron ropas y las remitieron a Angola para trocarlas por más esclavos. Poco tiempo después adquirieron un navío que hacía la ruta de Buenos Aires a Brasil, para llevar harina y biscocho y volver con piezas de esclavos.- Piana de Cuestas, Josefina, op. cit. pag. 206 y sgtes.

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el casco de la estancia Quilpo. Vale aclarar que los indígenas que no se consideraban aprovechables –ancianos, mujeres y niños- eran dejados en su asentamientos originarios y que los “indios de servicio” volvían a sus pueblos cada quince días, siendo reemplazados por la misma cantidad de hombres que prestaban servicios al encomendero durante una quincena completa y así sucesivamente.En el referido pueblo de Quilpo, Abreu de Albornoz, como administrador de los bienes de su pupilo, puso a trabajar a los indígenas en la confección de telas de sayal (lana de oveja) y lienzo (algodón), para lo cual debía adquirir en Córdoba y Santiago del Estero la materia prima. Despidió al “poblero” Simón Duarte 35, y entre 1595 y 1598 contrató sucesivamente para tal función a Juan Ramírez, Juan Suárez, Martín Sánchez y Pedro Lastur. Antes de hacerse cargo de la administración, como él mismo lo declaraba,

Enseñó a los indios a tejer, instaló 5 telares y 2 peines, y los dividió en dos grupos: el de “telacamayos” que eran los tejedores y el de los pastores. Al poco tiempo y para tornar más eficiente la explotación textil, adquirió 220 ovejas y 40 carneros que agregó a las 340 vacas, 48 yeguas y 9 bueyes existentes, más los animales recibidos a pastaje por parte de comerciantes de Córdoba y Chile. Para el año 1598 Abreu había aumentado notablemente la cantidad de animales: contabilizaba 178 cabras, 236 ovejas, 632 vacas, 89 yeguas y 28 bueyes domados. A más de ello, en las inmediaciones de la reducción, los indígenas cultivaban trigo, maíz y cebada en pequeñas sementeras con riego. A partir del año 1596 se instaló en el pueblo de Quilpo el sacerdote Miguel de Milla, a quien Abreu le pagó $ 112 por los estipendios de dos años de servicio en los pueblos de su repartimiento, más $ 98 por un tercer año en que sirvió la doctrina en el pueblo de Quilpo, a razón de $ 3 por cada entierro $ 2 por cada casamiento. Felipe de Soria y Bustos hizo formal abandono del repartimiento de indios de Quilpo en el año 1605, probablemente a causa de la peste de sarampión que entre los años 1597 y 1598 diezmó a la población indígena. Es con posterioridad al año 1605 que Sebastián de Albornoz pasó a ser el nuevo encomendero de Quilpo y poco después anexó tierras en el paraje de Siguimán que perdería 8 años más tarde a manos del encomendero de los indios de Nondolma36.

El pueblo de SiquimaLa legua cuadrada otorgada a Sebastián de Albornoz en la banda septentrional del río Olayón (San Marcos), lindaba

“los indios de la encomienda del menor jamás dieron

aprovechamiento ninguno hasta que el dicho mi parte se encargó de la tutela y con gran trabajo los

administró y acarició, a mucha costa de su hacienda, por donde vinieron

a dar el provecho y renta que hoy dan”.

35 Comerciante cordobés nacido en Portugal, que fuera padre del insigne presbítero Dr. Ignacio Duarte Quirós, fundador del Colegio de Monserrat. 36 La totalidad de los datos sobre la merced de Quilpo han sido obtenidos del trabajo publicado en 1986 por Gastón G. Doucet en una revista alemana, titulado “Los réditos de Quilpo. Funcionamiento de una encomienda cordobesa a fines del siglo XVI (1595-1598)”, quien se ha valido para su estudio del expediente de rendición de cuentas de la tutela de los hijos de Juan Soria, conservada en el Archivo Histórico de Córdoba en Expedientes Judiciales, Escribanía I, Legajo 11, expediente 2, folios 47 a 80 y que lleva el título siguiente: “Libro de la cuenta del menor Felipe Busto de Soria, hijo de Juan de Soria, vecino que fue de esta ciudad, de los réditos del pueblo de Quilpo, desde el día que entró en mi poder y me casé con doña Catalina Bustos, su madre, y de lo que se ha gastado con él y sus hermanos y servicio de la casa, pueblos y chácara….”

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por el sur con la merced de Quilpo, por el norte con potrero de los indios de Nondolma, por el naciente con el de los Tulián y por el poniente con el de los indios de Siguimán, pueblo que era conocido en las distintas lenguas aborígenes como Sigui Halon o Siguigasta (1576), y luego como Siguima o Siquima del cacique Ybac Citón (1585), o bien como Siguisac del cacique Haban (1591)37. Cotejando los documentos de las mercedes reales con mapas de la región y considerando el hecho de que su nombre “Siquima” alude a confluencia de ríos y “Siguigasta” a pueblo del bajo o de la angostura, podríamos afirmar que este pueblo indígena se ubicaba a escasa media legua del casco de la Estancia Siguimán, en el lugar en que el río San Marcos se unía con el Quilpo y La Candelaria, actualmente bajo las aguas del dique Cruz del Eje38.Estaba compuesto por miembros de una misma familia que se apellidaban Chicunin y bebían del jagüey o represa de Siquisaca39. El cacique Miguel Mocas refiere en el año 1585: “En este pueblo de Siquima obo tres caciques que fueron y son Sarbachuctavi y Toletusan, cuyo hijo es Ibacsitón; y asimismo ubo otro cacique llamado Nobon… y que ésta parcialidad se llamava Chicunin y que en la lengua de los sanabirones le llaman Chicunzacat, pero todos tres caciques con dicho Nobon son del pueblo de Siquima y los fueron siempre, porque sus padres y sus agüelos antiguos siempre estuvieron en el dicho pueblo de Siquima con sus casas y en un cerco y nunca conocieron ni tubieron otro pueblo” 40.No he logrado determinar a qué lugar fueron reducidos los indios de servicio de Siguima, dado que en 1598 como vimos, fueron reclamados por Abreu de Albornoz para el repartimiento de Quilpo, en juicio entablado contra de

Francisco López Correa41. Por su proximidad con el pueblo de Toco Toco podemos inferir que debían prestar servicios para Tello de Sotomayor, aunque no se puede descartar que a posteriori hayan sido reducidos en su mismo pueblo por Sebastián de Albornoz para trabajar en Siguimán, y por tal causa le quedara el nombre de “pueblo viejo de Siguimán”. Por la “Relación” de 1573 atribuida a Cabrera -donde se consignaron los datos recogidos por Suárez de Figueroa- nos ha llegado que

Estas casas eran unas taperas bastante amplias, bajas y chatas, construidas con palos y barro que emergían del suelo algo más de un metro porque eran moradas subterráneas o “casas-pozo”. Sobre el atuendo de los naturales se deja constancia que los indígenas eran hábiles tejedores y que vestían “con policia”. “Traen todos los más en las ticas de las cabezas y tocados que de lana hacen por gala, muchas varillas largas de metales y al cabo de ella como cucharas y todos los más con un cuchillo

37 Estos datos surgen del estudio efectuado por Anibal Montes, pag. 51 op.cit, valiéndose de documentación del Archivo Histórico de Córdoba, Reg. 36.307, Reg. 304 y Reg. 306. 38 Como dato adicional, agregamos que hace pocos años se encontraron restos indígenas remontando el curso del río San Marcos, en las inmediaciones de la toma de la acequia de Siguimán, precisamente en el fondo de una represa que actualmente existe a unos 1000 metros al este del casco de la Estancia, lo que revela la existencia de otro pueblo indígena sobre las márgenes del mismo río. 39 Los “jagüeyes” eran represas de agua llovediza “hechas a mano” por los indígenas. En algunos casos el agua se recogía “en unas lozas de peña” aprovechando una depresión natural del terreno. El jagüey de los indios de Nondolma era conocido con el nombre de “Sacalo”. El de los indios de Siguimán, se denominaba “Siquisaca” y cuando se agotaba iban a beber al de Sacalo. El jagüey de Chochoconahal, ubicado cerca de Toco-Toco era el más importante, y cuando se secaban los jagüeyes de la zona los demás pueblos “acuden a aquel manantial por agua”. Datos extraídos de Piana de Cuestas Josefina “Los indígenas de Córdoba bajo el régimen colonial. 1570-1620”, Ed. Universidad Nacional de Córdoba año 1992. 40 Archivo Histórico de Córdoba, Esc. 1, Leg. 6 Expte. 1, citado por Piana de Cuestas Josefina “Los indígenas de Córdoba bajo el régimen colonial. 1570-1620”, Ed. Univ. Nac. de Cba, año 1992, pag. 52. 41 Desconozco también cual sería la encomienda para la que Correa utilizaba a los indios de Siguimán. Francisco López Correa (Lisboa 1547- Córdoba 1629) participó en las guerras de Italia, Flandes y socorro de la Isla de Malta bajo las banderas del Rey de España. Pasó a Indias dónde ya se encontraba en 1573. Conquistador integrante de la expedición de Jerónimo Luis de Cabrera destinada a fundar la ciudad de Córdoba, Procurador General en 1576, Aguacil Mayor en 1577, Regidor y Tesorero de la Real Hacienda de Córdoba en 1581, Alcalde de Córdoba en 1586, Vecino “Encomendero” de Cavisacate (Totoral), en Río Segundo y recibió tierras de la repartición de solares en Córdoba en 1577. Recibió además una merced de Tierras Realengas el 12 de Agosto de 1625 sobre el arroyo Simpis. Fuente: Universidad Nacional de Córdoba, 1943, v.30 no.5-6, p. 490.

“cada pueblo no es más que una parcialidad o parentela… y tienen los pueblos puestos en redondo y cercados con cardones y otras arboledas espinosas que sirven de fuerza y esto por las guerras que entre ellos tienen… Viven en cada casa cuatro y a cinco indios casados y algunos a más…”.

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colgado con un fiador de la mano derecha que se proveen los más de ello y otras cosas de hierro tienen de rescates. Las camisetas que traen vestidas son hechas de lana y tejidas primorosamente con chaquira42 a manera de malla menuda de muchas labores en las aberturas y ruedo y bocamangas”. Pedro Sotelo de Narváez, en 1852, agrega: “se vestía de lana de ganado de Pirú, que tienen alguno, aunque más pequeño. Traen unas camisetas grandes y otras mantas solas con chaquira labradas las zanefas. Traen plumas de cobre y otros metales, brazaletes y patenas…”43 El estilo de vida y el avance cultural de los comechingones se correspondía con el período Neolítico, que en Asia se había desarrollado 8000 años antes de Cristo y en Europa tres milenios más tarde. Las mujeres se encargaban de las tareas domésticas y productivas: regar las sementeras, moler el grano, sobar cueros, hilar lana y encerrar a los “wanakus” en sus corrales de ramas. Los hombres, morenos, altos y barbados, si no estaban guerreando con otras parcialidades, se perdían el día entero en los montes recolectando huevos, leña, camoatís y frutos de los árboles, o bien acechando alguna presa a orilla de los ríos.

Adoctrinamiento de los indios de Siguiman El padre AcostaSebastián de Albornoz hubo de ser quien por el año 1620 introdujo en sus nuevas tierras agregadas a la merced de Quilpo, a un cura doctrinero que levantó una capilla de

adobe y techo de paja en el lugar en que años después se construiría el casco de la Estancia Siguimán. El padre Manuel de Acosta “intitulábase cura-vicario del partido de Soto y sus anexos”44 y podemos imaginarlo viviendo solo o con un ayudante de cura, en un rancho de adobe a metros de la modesta capilla que Albornoz le ayudara a construir con mano de obra indígena, en actitud de abrir la acequia para regar una quinta y un joven viñedo. Unos enormes algarrobos debían enmarcar esa imagen bucólica. ¿De qué medios hubo de valerse el padre Acosta para adoctrinar en la fe cristiana a esos aborígenes que recelaban del invasor y desconocían su lengua? Debió ganarse su confianza brindando atención a los enfermos, alimento a los hambrientos y justicia a los débiles; a otros los habrá fascinado con sus gallinas de Castilla, que los indios admiraban por la fidelidad con que diariamente depositaban su ofrenda en el mismo nido. El jesuita Manuel Ortega decía en el año 1593 que

Muchos hubieron de sucumbir al terror que imponía el capitán Tristán de Tejeda en toda la comarca, luego de que en Soto ejecutara al cacique Sitón tras su fallido intento

42 Las chaquiras eran pequeños botones hechos de metal o hueso, con que adornaban los vestidos. 43 Piana de Cuestas Josefina, op. cit. pag. 58. 44 Monseñor Pablo Cabrera, op.cit., nota de pag. 32. Añade el autor que tal título se extrae del apéndice de “Coronas Líricas” por Luis de Tejeda.

“para adoctrinarlos era indispensable buscarlos como conejos; una vez hallados colmarlos de regalos a fin de que se dignasen escuchar, y después hablarles por medio de intérpretes a causa de los distintos idiomas que usaban…”.

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de vengar la muerte de su hermano a manos del mismo encomendero. Algunas nociones de Quechua impartidas por los doctrineros anteriores -idioma que los comechingones aprendían con gran facilidad45 y servía de lengua común entre ambas culturas- facilitó su misión pastoral46. Las misas dominicales en su capilla de adobe bajo unos algarrobos imponentes, se habrán desarrollado ante una feligresía que intentaba comprender en quechua los intrincados misterios de ese Dios sufriente, y repetía mecánicamente: Yayayku (Padre Nuestro), Hanaq pachakunapi kaq, (que estás en el cielo) Sutiyki much´asqa kachun (santificado sea tu nombre) …. Yallinraq mana allinmanta quespichiwaycu (y líbranos del mal), Hinataq kachun Jesús (Amén)47. Pero los esfuerzos del padre Acosta debieron tropezar con ciertas costumbres arraigadas en esa cultura, “que son origen de idolatría y orribles incestos, principalmente en el tiempo que cogen algarroba, en el cual suelen matarse y herirse muchos…”. No sería de extrañar que el padre Acosta haya presenciado más de un tinkunaku o “tintunaco” –como se pronunciaba aquí- en los rancheríos de Siguimán, Quilpo, Caviche o Toco-Toco48. Ocurría que en tiempos de recolección de la algarroba los aborígenes producían además del Patay, un licor potentísimo llamado Aloja.

El historiador Lincoln Urquiza refiere que bajo los efectos de la aloja los indios danzaban frenéticamente alrededor de varios fogones, contorsionándose entre la polvareda que levantaban con sus pies, al son de tambores que aumentaban sin cesar su velocidad, girando y saltando al grito de ¡Oh, oh, Chiqui, Chiqui!.

La energía volcánica proveniente del dios que habitaba en los algarrobos, bajaba con la savia hasta las chauchas y liberaba su poder en ese líquido potente y aturdidor, que producía un trance místico tanto más intenso que el que podía transmitir el Dios invisible de los forasteros. En la puerta de la casa principal, sentados con las piernas cruzadas en torno a una fogata medio apagada, hallábanse el charaba o inchín49 y varios hechiceros de la tribu. Algunos echaban humo con sus pipas y otros aspiraban por la nariz un rapé hecho de semillas

45 Monseñor Pablo Cabrera, “Córdoba del Tucuman Prehispana y Proto-Histórica”, Revista de la UNC, año XIII, Nº 7 y 8, Cba. 1931. 46 Anibal Montes, sin embargo, estima que los indios fueron evangelizados empleando su propio idioma, el camiare. Agrega que sólo el cacique Lorenzo Yumba de Nondolma hablaba el quichua y que “los indios de Escobasacate (año 1575) sabían el quichua sin que los españoles se lo hubieran enseñado” (pag. 104). Con-cluye que tanto los Diaguitas como los Sanabirones “fueron los probables agentes de esta incipiente quichuización” (pag. 106), dado que “la provincia Tulian-Cabiche tenía una marcada influencia Diaguita puesto que allí existían varios pueblos de sufijo “aha”. Pero hasta aquí también llegaron los Sanabirones con su famoso “sacate”. 47 El Tercer Concilio Limense reunido en el año 1583 aprobó un “Cathecismo breve para los rudos y ocupados” aplicable al adoctrinamiento de los indígenas. En 1597 el obispo del Tucumán, Fernando de Trejo y Sanabria, convocó a un sínodo en Santiago del Estero para aprobar las pautas de evangelización en la provincia, siguiendo los lineamientos del referido Concilio. Se estableció que la enseñanza debía hacerse en quichua, pero los sacerdotes debían aprender otros idiomas nativos para poder hacer algunas preguntas sobre los vicios más comunes entre los indios. Debía impartirse la doctrina todos los domingos, fecha en que los naturales no debían trabajar. Como los pueblos estaban dispersos, se debía obligar a los encomenderos a reducirlos a un solo sitio para facilitar la evangelización. En cada poblado el doctrinero tendría a su servicio a no más de uno o dos muchachos de 7 a 14 años, un indio mitayo para el cuidado de las mulas y una india cocinera que no sea casada ni pase de 40 años. No podían adoctrinar a más de dos pueblos o número mayor a trescientos indígenas En 1587 el jesuita Alonso de Barzana, en su primer recorrido por el distrito, realizó 200 casamientos y 500 bautismos. Piana de Cuestas Josefina, op,cit., pag. 230 y 290. 48 Tinkunaku significa “reunión de personas”. Hasta el día de hoy se celebra anualmente en San Marcos Sierra la fiesta del “Tinku”, en la que los asistentes beben hasta emborracharse y dirimen públicamente sus pleitos a golpes de puño. 49 Trad: cacique.

Alguna noche de luna llena lo habrá despabilado el ladrido de sus perros

y llegado a sus oídos, con la brisa, el retumbar de los kultrunes.

Hombres, mujeres y niños bebían ese licor en grandes cuencos que pasaban de boca en boca, y se transformaban en faunos semidesnudos que emitían resplandores cobrizos, sudorosos, locos de alegría, en medio de una gritería generalizada, con el ¡Chiqui, Chiqui! que se repetía al ritmo de esos bombos atronadores y profundos.

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de Sebil. Una mujer vieja, desnuda, cubierta sólo con un pellejo de tigre, profería llantos junto a las cabezas sangrientas que servían de ofrenda50. Acosta pegó un grito desesperado y de un violento golpe volcó un cacharro con agua sobre las cenizas que explotaron en una bola de humo, enfurecido como Jesús con los mercaderes del templo. El rugido de la multitud paró en seco y se acallaron los tamboriles; alguien lanzó uno de esos alaridos agudos que dan los indios para darse valor. El cura cerró los ojos, con voz tonante invocó el poder de Cristo, y extendiendo sus brazos sobre la cabeza de los ancianos, desafió a los Mandingas con un conjuro51.

Las viñas de SiguimánPor la misma época en que el padre Acosta adoctrinaba a los indios de Siguima, la vecina merced de Toco-Toco había pasado a manos de Alonso Dias Caballero, quien cultivaba algodón “que le proporcionaba una cosecha anual de trescientas arrobas”52. En Quilpo se continuaba confeccionando tejidos y en Escoba se construían carretas. En el valle de Soto, que era conocido entonces con el nombre del cacique principal, Chuto Charaba (Valle de Chuto), y que en 1614 fuera concedido en merced a Tristán de Tejeda, se producían “maravillas textiles y optimas labores vitivinícolas, en una tierra que fluía leche y miel… y vinos generosos, comparables tan solo a los que cosechaba en los propios días el cura del partido, don Manuel de Acosta”53. En el mismo viñedo que hasta hoy –cuatro siglos después- subsiste en Siguimán, el padre Acosta habría producido los

primeros vinos de la comarca allá por el año 1625 según se desprende de “documentación vetusta”54. Era sabido que “los buenos curas, si pretenden merecer el nombre de tales, deben considerar como una obligación esencial entender de vinos y procurar destinar algunos ahorros a conservarlos en sus casas, pues son tantos a quienes puede hacerse inmenso bien procurándoselos como fortificantes”55.En el diario Los Principios del martes 1 de agosto de 1899, se publica el siguiente artículo: “Una verdadera curiosidad histórica he encontrado en mis giras por el Departamento de Cruz del Eje,

50 Los documentos antiguos son coincidentes en mencionar que a estas festividades las presidía una mujer anciana que se cubría únicamente con una piel de puma. También refieren que para aplacar a Chiqui, “divinidad maligna” que se manifestaba en las desgracias, los indígenas le ofrecían cabezas de animales recién cazados. Por último, todos los testimonios refieren la propensión de los indios a las “borracheras, danzas y llantos”. 51 Los Comechingones profesaban un panteísmo primitivo (deificación de la Naturaleza), asociado a una noción intuitiva del maniqueísmo (lucha entre dos poderes: el Bien y el Mal). Veneraban a los elementos benéficos de la naturaleza: al sol, a la luna y a los algarrobos, y temían a los perjudiciales: la peste, la muerte, la sequía, la inundación. “Chiqui” era el nombre que le asignaban a ese sino nefasto o poder maligno que producía todas las desgracias y debía ser aplacado con ofrendas y sacrificios. No obstante, Alonso de Barzana dice en 1594 que “Lo cierto desta gente es que no conocieron Dios verdadero ni falso, y ansí son fáciles de reducir a la fe y no se teme su idolatría, sino su poco entendimiento para penetrar las cosas y misterios de nuestra fe o el poder ser engañados de algunos hechiceros”. Piana de Cuestas, Josefina, op.cit. pag. 59. 52 La “arroba” equivale a unos 12 kilogramos. 53 Monseñor Pablo Cabrera, op, cit., pags. 31 y 32. 54 Monseñor Pablo Cabrera, op.cit – Archivo de Tribunales Córdoba, Prim. 238-7. 55 Monseñor Pablo Cabrera, op. cit., en nota al pie de la pág. 32, trae esta cita del cuento de Alberto del Solar “El vino del cura”.56 Esta gran tinaja se encuentra hoy expuesta en el Museo del Marqués de Sobremonte, en la ciudad de Córdoba.

visitando las viñas de Siguimán... He encontrado cinco vasijas de barro (tinajones), una de las cuales lleva la siguiente inscripción: “1626 – Acosta”56. Estas vasijas miden, la una mil litros aproximadamentede capacidad y las otrasson algo menores y de diversos tamaños.

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57 Artículo citado por Efraín U. Bischoff en una disertación que dio en Cruz del Eje el 13 de febrero de 1998, intitulada “Esos viejos tinajones…”. En la versión escrita de la misma, se consigna que “a pesar de las investigaciones que he hecho no he podido saber quien fue el tal Acosta, pero es de presumir que haya sido uno de los fieles servidores de la corona o alguno de aquellos sabios misioneros que sabían sacrificar cuanto tenían en bien de la humanidad … pero debo sospechar haber sido un avezado artesano al servicio del dueño de las tierras de Siguimán”. En mi opinión, estimo que por el formato, su capacidad y su ornamentación, esas vasijas debieron ser construidas en la fábrica de tinajas de la Estancia Jesús María. Cfr. P. Dreidemie S.J., “Ciudad de Jesús María, origen de su nombre. Su historia desde la fundación jesuita en 1618”, Boletín de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos históricos, año IX, Nº 9, Bs.As.-

Por curiosidad, y estudiando viejos papeles, he encontrado que esta fecha coincide con la concesión hecha por el gobernador y capitán general, a Don Luis Ladrón de Guevara, a nombre de su Majestad el Rey de España, del pueblo que fue de los indios de Siguimán. En los mismos papeles se cita la viña de Siguimán como límite a la posesión solicitada. Existía, pues, la viña en aquella época y, en efecto, en la actualidad se encuentran algunas cepas que son árboles y troncos que indican una larga existencia. En esos tinajones se construye actualmente vino y por referencias legadas por varias generaciones ha sido el empleo que siempre han tenido. De modo que esos tinajones fueron construidos en aquella época para ese fin y han sido fabricados allí pues es imposible que semejantes moles de barro hayan sido transportados de otra parte, cuando se carecía de caminos y de elementos de locomoción”57.De acuerdo a esta versión, que se hace eco de “referencias legadas por varias generaciones”, las viñas de Siguimán serían de las más antiguas de la provincia de Córdoba y del país, con la particularidad que hasta hoy continúan en producción. El viñedo que en 1599 se plantó en las Chacras de la Merced y los que por la misma época existían en las estancias de Jesús María (previo a su adquisición por los Jesuitas en 1618) Totoral y Quilino, son probablemente anteriores al de Siguimán, pero desaparecieron hace cientos de años. Al tiempo que la Argentina celebra su bicentenario, la viña de Siguimán se acerca a su cuatricentenario. Esta es una de las tantas singularidades que sitúan a la Estancia Siguimán en un lugar privilegiado de la historia de Córdoba.

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Capitulo III

la Estancia SiguimanTítulos originarios La merced de Siguimán, como vimos, fue otorgada en 1573 a Juan Gómez de Ocaña, que no llegó a usufructuar por ausentarse de Córdoba durante 10 años y recibirse noticias de su muerte. Ante el requerimiento de Antonio Suárez Mejía, le fue adjudicada dicha merced y en 1587 tomó posesión efectiva de la tierra y del repartimiento de los indios de la región, sin que obre constancia de que haya catequizado a los naturales ni explotado en forma alguna sus tierras, extralimitándose en sus atribuciones al desarraigar a los indios de sus pueblos para hacerlos servir en su casa de Córdoba. En el año 1619 parte del paraje de Siguimán (1 legua cuadrada) pasó a manos del capitán Sebastián de Albornoz, quien la anexó a su productiva merced de Quilpo y a juzgar por las fechas, es quien habría facilitado mano de obra al cura Manuel Acosta para construir la capilla y cultivar su viña en el lugar que ocupa el casco de la estancia. Sólo ocho años más tarde, en 1627, Bartolomé de Noguera ganó el juicio sucesorio sobre los bienes de su extinta esposa, Isabel de Quiroga, que se componían de “las estancias de San Antonio de la Buena Vista y otra llamada Nondolma” (esta última se superponía con la merced de Siguimán) y reclamó con éxito las tierras de Albornoz, “…y en señal de posesión arrancó algunas yerbas y cortó algunos ramos de los árboles que en las dichas tierras había…”58. Seis años después, en 1633, Noguera enajenó sus tierras

a favor de Luis Abreu de Albornoz (1603-1682, hijo del administrador de Quilpo que llevaba su mismo nombre, casado con Ana Céliz de Burgos), quien solicitó “se le mande dar posesión … en conformidad de la escritura de venta que le hizo Bartolomé de Noguera” … “de las tierras contenidas en la dicha merced de frente del pueblo viejo de Quilpo de la otra parte del río hacia el Camino Real de las Carretas según declaración de los indios de Nondolma que se hallaron presentes…” El escribano declara:

y de su pedimento lo certifico según lo tengo declarado y lo doy por testimonio”. En el año 1641 las tierras de Siguimán pasaron por dote a la hija del propietario anterior, Dª María Abreu de Albornoz, casada con el chileno Francisco

58 Al enviudar, Bartolomé de Noguera se desposó con Ana de Gamboa, viuda a su vez del dueño de laa mercedes colindantes de Masa, Copacabana y Moyos.

“A seis días del mes de junio de 1633 años como a las diez de la mañana habiendo visto el título y merced (…) tomé de la mano al dicho Luis de Abreu de Albornoz y metí en las dichas tierras y le di de ellas posesión judicial, real, corporal, actual, jure dómine belquasi … y en señal de posesión arrancó algunas yerbas y cortó algunos ramos de los árboles que en las dichas tierras había y hizo otros actos de posesión

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Fernández Pizarro59, quien en 1660 les habría anexado una suerte de tierras ubicadas en el paraje conocido como “Lemin Butos” o Casa de Pescado. De dicha unión nació una hija llamada Catalina Pizarro de Albornoz, quien por dote recibió Siguimán en el año 1674, parte norte de “Lemin Butos”, tornándose de este modo en la séptima titular de la merced60.

Pedro Ladrón de Guevara El día 17 de mayo de 1.666 Catalina Pizarro de Albornoz se desposó en la ciudad de Córdoba con el capitán Pedro Ladrón de Guevara, nacido en Mendoza en el año 1635, de padre chileno y madre cordobesa61. Era hijo del Maestre de Campo Juan Luis de Guevara (1601-1650)62, muerto en Mendoza en un combate contra los indios, y de Inés Aguilar Cornejo (1597-1674) quien al enviudar retornó a su ciudad natal con el hijo de ambos que por entonces tenía 15 años de

edad. No puedo precisar la fecha exacta en que Pedro Ladrón de Guevara adquiriera la merced de Siguimán a su suegra (María Abreu de Albornoz), pues el título se extravió o fue sustraído como veremos más adelante63. Pero la fecha de su casamiento y un documento del año 1690 nos permiten situar –con un margen de error de pocos años- la compra de Siguimán en torno al año 1680. Si seguimos la versión propuesta por el Monseñor Pablo Cabrera, Catalina Pizarro de Albornoz habría recibido en dote las tierras de Siguimán (parte norte del paraje “Lemin Butos”) en el año 1674, por lo que ésta sería la fecha en que su marido entró en posesión de las mismas. De lo que no quedan dudas es que

Vale aclarar que su iniciativa no fue un caso aislado. Devastados los pueblos nativos por el sarampión y la acción de los pobleros, a mediados del siglo XVII concluyó el período del repartimiento de indios y de los obrajes instalados en las mercedes reales: Quilpo y Toco son prueba de ello. Únicamente subsistieron, hasta fines del siglo diecinueve, las comunidades

Pedro Ladrón de Guevara fue quien fundó la Estancia Siguimán y quien le dio la dimensión y la importancia que conservaría durante los dos siglos venideros.

59 Nacido en Chile en el año 1619 y casado en Córdoba con María Abreu de Albornoz en 1641. 60 Archivo Histórico de Córdoba, Escribanía 1, año 1853, fs. 293 y sgtes. Documentos y datos extraídos de un estudio de títulos tramitado en expediente judicial requerido en 1853 por Felipe Crespo. Monseñor Pablo Cabrera nos informa que Francisco Fernández Pizarro adquirió por el año 1660 tierras en el paraje llamado “Lemin Butos” (Casa de Pescado) que interpreto –en ausencia de elementos que permitan una mayor precisión- abarcaba las tierras de Siguimán y Quilpo, a Manuel Correa de Saa, quien a su vez la había comprado en 1646 a Mariana de Villalba, hija de Lucrecia de Villalba que era viuda en 2das. nupcias de de Gabriel García Frías, propietario de la merced de “Lemin Butos” desde 1612. En el año 1674 Francisco Fernández Pizarro dividió en dos “Lemin Butos” y dotó a su hija Antonia -desposada con Luis de Bracamonte- con la parte sud de la merced (correspondería a Quilpo), y a su hija Catalina -casada con Pedro Ladrón de Guevara-, con la parte norte de la misma (correspondería a Siguimán). Monseñor Pablo Cabrera, “Córdoba del Tucumán”, pag. 218. 61 En el archivo genealógico de la página web “Family Search Record Search”, figura textualmente “Po. de Guebara” casado con “Catalina Abreu de Albornos” el día 17 de mayo de 1666. 62 Hijo, a su vez, del teniente regidor Juan Luis de Guevara, nacido en La Serena (Chile) y fallecido en Mendoza. 63 Al fallecimiento de su hijo, Luis Ladrón de Guevara, se encontraron entre sus papeles: “Una escritura de venta a favor de Pedro Ladrón de Guevara de las tierras en que está fundada la Estancia principal de Siguimán…”

Es un error, en consecuencia, seguir afirmando que Pedro Ladrón de Guevara, marido de ésta última, fue el primer europeo que se afincó en la región.

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indígenas de Nondolma y San Jacinto (al norte y este de la merced de Siguimán), y por tal causa los potreros que se reservaban para las restantes comunidades quedaron “vacos”, generándose un espacio que pronto fue ocupado por los encomenderos vecinos para ampliar sus tierras y organizar sus estancias. Las estancias de Soto, Nondolma, Masa, Copacabana, San Marcos y La Candelaria se fundaron en la misma época que la de Siguimán, en una indudable simbiosis que permitió un crecimiento sostenido de la región. Hacia 1680 en casi todas se habían construido o estaban en proceso de construirse los cascos y sus capillas, y comenzaron a plantarse quintas, viñedos y a establecer sementeras. En efecto, la merced de Soto conferida a Tristán de Tejeda en 1614, desde sus inicios fue una floreciente encomienda que luego se transformó en la estancia que dio origen a la actual Villa de Soto. La de Toco-Toco, de propiedad de Tello de Sotomayor y luego de Días Caballero, fue abandonada durante algunas décadas (tiempo en que Luis Ladrón de Guevara reclamó sus tierras sin éxito) y fue el núcleo de lo que hacia el año 1735 se transformaría en la Estancia Cruz del Eje de Francisco Baigorrí, en torno a cuyo casco creció la ciudad de Cruz del Eje 64. Colindante con esta última, hacia el naciente, se ubicaba la merced de Nondolma, de propiedad de Isabel de Quiroga, otorgada en 1653 al general Juan Pachecho de Mendoza quien la transmitió a su hijo y luego a su nieto, hasta que en 1689 la adquirió Ignacio de Cárdenas cuyo hijo en 1746 la vendió a José Clemente Olmos y Aguilera65. Seguía la merced de Masa, de 7 leguas cuadradas (21.000 hectáreas)66 otorgada en 1584 a Pedro de Candía y transmitida luego a Juan Franco y a Bartolomé de Noguera, casados en segundas y terceras nupcias, respectivamente,

con la viuda de Candía. En 1643 Noguera la cedió en pago al convento de los Mercedarios, quienes la enajenaron al fraile Luis de Mujica, el que a su vez la transmitió en propiedad al convento de Las Catalinas en 1675. Diez años más tarde Masa sería adquirida por José de Olmos y Aguilera. Tras la sierra de Masa se ubicaba la merced de Nonsacate y Moyos, también conocida como Cachipuri y que abarcaba el paraje de Conchuluca, que en 1573 fue concedida a Antonio Rodríguez, luego quedó para su hijo Francisco y pasó a propiedad de Tristán de Tejeda cuyo hijo, Juan de Tejeda y Miraval, la donó a su monasterio de Las Teresas. En 1642 fue conferida a Lázaro de Molina Navarrete, quien la transmitió ese mismo año a Francisco de Loza Bravo y éste a su vez la enajenó a favor de Bartolomé de Olmos y Aguilera quien la bautizó con el nombre de Estancia Copacabana por existir en la Estancia una capilla de las monjas Teresas consagrada a Nuestra Señora de Copacabana. Entre Copacabana y Masa sumaban unas 30.000 hectáreas, que sumadas a Nondolma completaban las enormes posesiones de los Olmos y Aguilera 67. En 1671 se desmembró parte de la Estancia Copacabana (dos leguas cuadradas) por venta efectuada por Olmos y Aguilera a Alonso Luján de Medina del paraje denominado Tay-Pichín, en donde comenzó a construir una capilla colocada bajo la advocación de San Marcos y sumando tierras adquiridas al cacique Tulián en el paraje de San Jacinto, dio comienzo así a la Estancia San Marcos 68. Por último, la merced adjudicada a Francisco de Vera y Mujica que comprendía el potrero de indios de Polotosacate y Quilambé (135 mil hectáreas en total), pasó en 1683 a propiedad de los Jesuitas por donación que les efectuara su propietario, desde el cerro grande de

64 Según la historiadora Vera de Flachs, en el solar que ocupaba el casco de la Estancia el Dr. Hermann Gassman (casado en 1878 con Deidamia Brión, hija del dueño de la Estancia Cruz del Eje), construyó por el año 1890 una casa nueva imitando el estilo de un castillo sajón. 65 Los Olmos y Aguilera pleitearon durante 1 siglo con los indios de Nondolma por la posesión de las tierras, hasta que triunfaron estos últimos por decisión del virrey Melo. En reconoci-miento, los caciques de Nondolma adoptaron el apellido Melo. 66 Según mensura del año 1883, Archivo Dirección de Catastro, Dpto, Ischilín 1883- Nº 1 – Díaz y Quiroga – Agron. Don José Narvaja, Juzg. 2ª nom. Civ. Cba. 67 Entre los años 1796 y 1798 Pedro Lucas de Allende compró Masa, Copacabana y Moyos a los Olmos y Aguilera Al fallecer Pedro Lucas en 1801, se inventariaron en dichas estancias 4071 mulas remitidas a Salta, 1700 mulas en los potreros, 197 caballos remitidos a Salta, 490 vacas, tres esclavos, las casas de la estancia: “una sola techada de teja, paredes de piedra y barro”, en la huerta “1200 plantas de durazno, 300 de manzano, 10 perales, 192 membrillos, 4 higueras y 200 parras viejas”, etc… Copacabana y Moyos quedó para su hija Teresa Allende y Masa para su hijo Faustino Allende. El viudo de Teresa Allende vendió Copacabana en 1852 a Francisco Ignacio Cabrera, quien construyó la iglesia actual, que sigue siendo de propiedad de sus descendientes (los Roque Córdoba). Al fallecer Faustino en 1865, Masa quedó para su yerno José Anselmo Díaz (casado Nicasia Allende), quien adquirió a los restantes herederos la totalidad de sus derechos. Al fallecer José Anselmo en 1893, Masa pasó a propiedad de sus hijos José Javier y Francisco Díaz, el primero de los cuales adquirió en 1890 los derechos y acciones del segundo. A la muerte de José Javier Díaz, Masa se dividió entre sus hijos y uno de ellos, Raúl Ernesto (casado con Clara Crespo Yofre), conservó el casco con parte de las tierras, que quedaron en poder de los Diaz-Crespo durante todo el siglo 20. 68 Abarcaba media legua a cada lado del río San Marcos por dos leguas de largo (6.000 hectáreas). Al norte de la Estancia, colindando por el oeste con Siguimán, se hallaba el paraje de San Jacinto de propiedad de los indios de Tulianaha o Manampa (Jagüey de las once mil vírgenes), que reconocían el cacicazgo de los Tulián. Este pueblo aborigen aumentó su importancia cuando en el año 1799 los indios de Nonsacate (afincados en el río Copacabana) fueron trasladados a San Jacinto y puestos bajo la influencia de los Tulián. Un enorme algarrobo (conocido como “algarrobo de Nonsacate) marcaba el límite divisorio entre el territorio indígena y San Marcos. Por el año 1805, habiendo sido abandonada la Estancia San Marcos por los Toledo Pimentel, los Tulián reclamaron las tierras de San Marcos y tras ganar el pleito el virrey Sobremonte se las asignó. En 1890, cuando se formó el pueblo de San Marcos Sierras –en torno al casco y la iglesia de la Estancia-, los solares les fueron adjudicados a los indios de San Jacinto.

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Achala hacia el norte dos leguas (10 kms) a cada lado del río Guamanes69. En 1685 comenzó a construirse el casco de la Estancia La Candelaria (denominación que luego adoptó el río Guamanes), que por sucesivas ventas y donaciones llegaría a abarcar trescientas mil hectáreas. Como puede constatarse,

Las cinco Mercedes Reales

Habiendo adquirido o recibido en 1674 de su esposa 1 legua cuadrada en Siguimán, en algunas décadas Pedro Ladrón de Guevara y su hijo Luis lograron multiplicar por diez la superficie de la “estancia vieja”, tal como se empezó a llamar a la merced de Siguimán, anexándole 5 mercedes: a) Los dos ojos de agua, b) Olayón, c) Pueblo nuevo de Quilpo, d) Pueblo viejo de Siguimán y e) Pueblo viejo de Quilpo. Ello así, en 1687 Pedro Ladrón de Guevara obtuvo del gobierno “un pedazo de tierra con dos ojos de agua, de dos leguas y dista uno de otro una legua de norte a sud, corriendo por medio de ellos un arroyo que llaman de la Candelaria, lindando al norte con tierras del pueblo de Toco, al naciente con las del pueblo de Quilpo y al ponente con las del potrero de los indios de Soto”. Esta merced, de 2 leguas cuadradas, era de 6.000 hectáreas. Algunos años más tarde, en 1702 consiguió que se le otorgaran “dos leguas de Olayón71 para abajo y otras dos para la parte del poniente”, 4 leguas cuadradas, es decir 12.000 hectáreas que abarcaban buena parte del potrero de los indios de Soto. En el año 1707 solicitó y recibió “unas tierras que comprende desde la junta de los ríos de Quilpo y el de la Candelaria para el sur hasta lindar con tierras de Quilambé y de oriente a poniente desde los linderos del Capitán Pedro de Arballo hasta lindar con el Potrero de Soto”, lo que hoy se identifica como Quilpo Sud y que por entonces eran del Pueblo Nuevo de Quilpo, que abarcaban aproximadamente 3 leguas cuadradas o 10.000 hectáreas.Su hijo, Luis Ladron de Guevara, obtuvo en merced las

69 Paulí Alvarez, Carlos, op.cit, pag 52, dice: “Guamanes es el río Candelaria que en sus nacientes en Cuchilla Nevada recibe tal denominación. Pluralización española de la palabra quechua “huaman”, halcón.70 Sobre las mercedes reales se consultaron los trabajos de Lincoln Urquiza, “Noticias Históricas de Ischilín” (1998) y de Luis Calvimonte, “Conquista y poblamiento hispánico en los departamentos del norte de Córdoba (1993). 71 Río Cruz del Eje.

al tiempo que Ladrón de Guevara

establecía la Estancia Siguimán, en las restantes mercedes

de la región los jesuitas, los Olmos y Aguilera,

los Tejeda y los Luján de Medina

estaban gestando los importantes establecimientos

cuyos cascos o capillas hasta hoy subsisten, si no se transformaron en ciudades como fue el caso de

las estancias de Soto, Cruz del Eje y San Marcos 70.

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tierras que correspondían a los indios del Pueblo Viejo de Siguimán, de superficie incierta (algo más de media legua cuadrada o 1.500 hectáreas), contiguas a la Estancia Vieja hacia el poniente, lindando con el pueblo de Toco Toco. Y finalmente adquirió en 1726 del monasterio de las Catalinas, tierras “en frente al pueblo nuevo de Quilpo y sobras de dicho pueblo, que comprenden desde el centro una legua a cada viento en cuadro”, o 3000 hectáreas que correspondían al Pueblo Viejo de Quilpo y abarcaban lo que hoy se conoce como Quilpo Norte. De este modo, para el año 1726 entre Pedro y Luis Ladrón de Guevara consiguieron que Siguimán alcanzara once leguas cuadradas, es decir 33.000 hectáreas regadas extensamente por los ríos Olayón o Siguimán (Cruz del Eje), San Marcos, Quilpo y La Candelaria. Prácticamente todo el territorio de la actual Pedanía San Marcos pasó a integrar la Estancia Siguimán. En el inventario que se levantó de la casa de Córdoba de Luis Ladrón de Guevara a su muerte (octubre de 1727), se relevaron los documentos que respaldaban los dominios referidos72.

El casco de la Estancia

Aprovechando lo construido por los anteriores propietarios de Siguimán, en torno al año 1680 Pedro Ladrón de Guevara debió componer o ampliar una casa de un solo cuerpo en sentido norte-sur, con cimientos de cal y piedra, paredes de adobe o “tapial” que medían más de tres metros de altura y ochenta centímetros de espesor (1 vara), y elevados techos con cabreadas, cañizo y terrado. Estaba dividida en 4 cuartos, uno destinado a sala, dos a aposentos y otro a cocina.

En 1690 Ladrón de Guevara comenzó a levantar la nueva capilla, un oratorio en realidad, cerrando por el sud el patio interno de la casa. Y con posterioridad a dicha fecha, por el año 1700, debió construir el ala norte de la misma, como se comprobará más adelante. Al mismo tiempo mandó calzar dos acequias tomadas del río Olayón, de 1400 metros de longitud cada una, una de ellas ya existente desde principios de siglo. En la “Memoria de los bienes de que hago capital” del año 1690, con que Pedro Ladrón de Guevara entró a su tercer matrimonio, se menciona la Estancia Siguimán, cuyo casco constaba por entonces solamente de una “sala, dos aposentos con tres puertas de tablas, cocina y horno”. Además tenía “las tapias levantadas para una capilla con toda la madera de ella bruta de quebracho y sauce”. Ya estaban construidos “un perchel todo cubierto de terrado y tapias” y “un molino … moliente y corriente”, a más de una Bodega. La casa estaba servida por cuatro esclavos: “Francisco, de 42 años. María, mulata de 22 años. José, negro de 19 años y Simona, mulata de 8 años”73. Esto es lo que declara Pedro Ladrón de Guevara en 1690. Ahora bien, en el “Inventario, tasación y partición de los bienes fincados por muerte de su hijo Don Luis Ladrón de Guevara” efectuado 37 años después, (en el mes de octubre

Los enormes algarrobos que cobijaban a la capilla arrumbada y a la bodega de Acosta, continuaban ampliando sus poderosas ramas y transformaban al casco en un lugar fresco y sombrío.

72 1) “Un título de Merced de tierras hecha a dicho difunto del Pueblo Viejo de Siguimán, con todo el derecho que a dicho pueblo compete, en seis fojas escritas…” 2) “Un título de Merced hecho a Pedro de Guevara de dos leguas de Olayón para abajo y otras dos para la parte del Poniente y de las demás sobras que hubiere… en seis fojas escritas”.3) “Una escritura de venta a favor de Pedro Ladrón de Guevara de las tierras en que está fundada la Estancia principal de Siguimán, con dos leguas de tierras, una en largo y otra en ancho”.4) “Un amparo y Merced de tierras hecha por el Gobernador de esta ciudad, al dicho capitán Pedro Ladrón de Guevara de unas tierras que comprende desde la junta de los ríos de Quilpo y el de la Candelaria para el sur hasta lindar con tierras de Quilambé y de oriente a poniente desde los linderos del Capitán Pedro de Arballo hasta lindar con el Potrero de Soto”.5) “Una escritura de venta de las tierras y Pueblo de Quilpo otorgado por el Monasterio de Santa Cathalina al dicho difunto en cantidad de cuatrocientos pesos”. 6) “Unos despachos de posesión tomada en virtud de ellos, de las tierras de Quilpo y sobras de dicho pueblo por el dicho difunto, en cuatro fojas…”7) “Los títulos y Merced de las tierras del Pueblo de Quilpo y sobras de dicho pueblo, que comprenden desde el centro una legua a cada viento en cuadro y los ejidos de dicho pueblo y otras de su circunferencia”. (Archivo Histórico, Escribanía 1, año 1728, Legajo 259, Expediente Nº 3.- “Inventario, tasación y partición de los bienes fincados por muerte de Dn. Luis Ladrón de Guevara”) 73 AHC, Esc. 1, año 1690, Legajo 168, Expte. 7.- En dicha manifestación de bienes se incluyen sus vestidos y además “una Estancia que linda con Salsipuedes con poco más de una legua de tierras. Llámase Tilín y Cupil”.

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de 1727), se constatan las mejoras introducidas en el casco, consistentes en los dos cuartos que se alinean en sentido este-oeste delimitando por el norte el patio de la casa y cerrándolo así por los tres frentes. Además se agregó una galería o corredor en el cuerpo central de la construcción, asentada sobre horcones de algarrobo74. Cabe aclarar que las galerías actuales y los pilares redondos de ladrillo datan del año 1830 aproximadamente, pues ya se verá que en el año 1810, con motivo de un embargo que se trabó sobre la Estancia, todavía se habla de galerías con horcones de algarrobo que servían de pilares.También por el año 1700 se agregaron dependencias de servicio y una casa para los esclavos. En efecto, adosado a la espalda del cuerpo central de la casa, con entrada independiente hacia el Oeste, se construyó “un cuarto cerca de la sala principal, que sirve de Almona75, que tiene de largo 5 varas y 4 ½ de ancho. Otro contiguo que sirve de cocina, con 5 varas de ancho y 5 de largo. Un horno de amasar contiguo a dicha cocina (adentro se hallaron treinta fanegas de maíz en mazorca, tres pailas de cobre de Coquimbo, un almirez grande de metal de bronce, etc). De esta construcción subsiste hasta hoy un fragmento de sus muros, ubicado entre la casa principal y la bodega.Luego se describe lo que debieron ser las habitaciones de los esclavos: “Un cuarto contiguo a la vivienda principal, con 6 ½ varas de largo y 4 varas de ancho, las paredes de piedra y barro … su puerta a la parte de oriente. Otro dicho que cae a la parte de adentro con su cocinita pegada, con 6 varas de largo y 4 de ancho… y la dicha cocinita de 3 ½ varas de largo por 2 ½ de ancho…”. Estas habitaciones se localizan en el vértice sudoeste del patio principal cerrándolo parcialmente por ese ángulo.

A la fecha del inventario (1727) la capilla levantada en 1690 contaba con objetos de culto tales como “una hechura del glorioso patriarca Señor San José de poco más de tres cuartas de alto, de bulto de madera y su ropaje esmaltado de algunos colores, en su nicho, de una vara de alto… Un sagrario dorado por dentro y por fuera con su rótulo de Jesús…Un crucifijo de nuestro Redentor, de bulto, con su cruz y peana de madera… El glorioso San Pablo, de bulto, con su manto nuevo de raso a flores verdes guarnecido de encaje de plata y oro … Un niño Jesús pequeñito con su diademita de plata… Una imagen de Nuestra Señora del Rosario en su tabernáculo, todo dorado… etc”. Se consignó además que existían “dos campanas de varios metales … con su badajo… colgadas y pendientes de un tirante a un lado de la Capilla”. A continuación del recuento de animales, venían los seis esclavos que servían en la casa: un negro llamado Martín de 45 años; Bernabé, mulato de 32 años; Mateo, mulato de 23 años; Paula, negra de 43 años y dos mulatos llamados Francisco, el uno de 8 años y el otro de 13 años.

Producción de la EstanciaEn las inmediaciones del casco, Pedro Ladrón de Guevara plantó por el año 1680 “una viña de trece mil cepas, las cinco mil fructíferas y las restantes en majuelo”, como así también “un Parral de media cuadra de largo”. Para la producción de vinos tenía “dedicada una casa para Bodega, de adobes”, en donde había “dos pailas grandes y dos medianas. Un alambique grande todo de cobre de Coquimbo y tendrá seis

74 Ello surge de la siguiente descripción contenida en el “Inventario…” de 1727:“…las casas de la morada de dicho difunto que se componen de una sala que tiene 8 varas y media de largo y 6 de ancho, las paredes de tapiales de 3 varas de alto con su puerta de tablas de algarrobo de 2 varas y media de largo con vara y cuarto de ancho al oriente… con su corredor a la parte del oriente con 9 horcones de algarrobo que sirven de pilares… Un aposento que sigue de dicha sala a la parte del sur… Otra sala contigua a la antecedente a la parte del Norte de 9 varas de largo y 6 de ancho con sus dos puertas de algarrobo muy maltratadas, una al oriente, la otra de la parte del poniente. Otro aposento que sigue de dicha sala a la parte del Norte con 7 varas de largo y 5 ½ de ancho. Otro aposento en el patio de dichas salas a la parte de oriente de 7 varas de largo y 5 de ancho… la puerta del norte toda de tablazón de algarrobo. Otro cuarto a la parte de oriente de 8 varas de largo y 4 ½ de ancho”. 75 “Almona” es un vocablo antiguo que significa fábrica de jabón. Del documento citado se desprende que en Siguimán Pedro Ladrón de Guevara fabricaba jabón a base de sebo de ganado vacuno.

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arrobas (70 litros), tres tinajas bodegueras que hacen a diez arrobas (120 litros) de caldo y sesenta botijas mendocinas”. Contiguas a las casas “se hallan las sementeras y tierras cultivadas debajo de riego y cerco de media legua en contorno (50 hectáreas aproximadas). Y dentro once fanegas de trigo (5 hectáreas aprox)”76. La producción se almacenaba en el perchel a que se hiciera referencia.En la quinta plantada al norte del casco, se contabilizaron “ochenta higueras frutales. Cincuenta y dos árboles de duraznos y melocotones. Once membrillos y veinte naranjos”. Había en 1690 “en dicha Estancia, ocho bueyes aradores. Un corral de estacada de madera. Un corral de ovejas de rama. Ochocientas ovejas. Un corral de cabras de estacada. Doscientos sesenta cabras. Trescientas vacas de rodeo mansas. Doscientos sesenta yeguas madrinas. Ciento cuarenta caballos mansos. Seis mulas baquianas. Treinta bueyes buenos y mansos”. El aumento de las mejoras y labores en los años que van de 1690 a 1727 son evidentes: se consigna que en 1727 existía “una huertita cercada de tejido de caña con 37 varas de largo y 31 de ancho, y dentro de ella cebollas, ajos, algunas matas de orégano…”. Contigua a la anterior, una quinta “cercada de rama, con 1 cuadra de largo y media de ancho, con 12 árboles de durazno y 14 higueras”, con “un rancho inmediato a la huerta con 5 ¼ de largo por 3 varas de ancho”. Y separada de aquellas, “Una huerta que mira a la parte del Norte de arboleda frutal con su cerco de rama y que tiene 1 cuadra de largo y otra de ancho…”, donde se contabilizaron: “97 higueras bien cargadas de brevas, con más en la parte del Molino 16 higueras fructíferas, 32 árboles de membrillos, 3 manzanos, 4 perales y 80 árboles de durazno”.Esto significa que se agregó un rancho junto a una huerta

bastante extensa y se aumentó la cantidad de árboles frutales: de 80 higueras se pasó a 127, de 52 durazneros a 92 y de 11 plantas de membrillo a 32.Pasan luego a “una Viña de 92 hileras de una cabecera a la otra, con 100 cepas cada hilera … bien cargadas de uva. Y a un lado de dichas cepas, 500 de majuelo nuevo”. Se constata entonces, que en el año 1690 había 13.000 cepas de las cuales daban fruto sólo 5000 y en 1727 había 9700 cepas, pero casi todas eran fructíferas.Para la producción de vinos Luis Ladrón de Guevara había construido en fecha reciente “una bodega … de 11 ½ varas de largo por 5 ½ de ancho con su ventana a la parte del sur. La puerta principal cae a la parte de oriente, y la otra a la parte del poniente. Tiene dos corredores (galerías) a cada lado, con pilares de algarrobo. La dicha bodega es nueva”. Dentro de la bodega nueva se inventarían “un lagar, 10 tinajas grandes, 13 dichas medianas y dos alambiques de cobre”.

76 La “fanega” es una unidad de medida antigua, que equivale a lo que dos bueyes pueden arar en un día. En Castilla la fanega era igual a 4.225 metros cuadrados de superficie. En consecuencia, “11 fanegas de trigo” es igual a menos de 5 hectáreas.

Se verificó la existencia de “otra bodega vieja, de 11 varas de largo por 5 ½ de ancho … un lagar de cal y ladrillo de 3 varas de largo y 2 ½ de ancho sin prensa, que actualmente está sirviendo”. ¿Sería ésta la mítica bodega del Padre Acosta, construida en 1620 por Sebastián de Albornoz?

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Luego el inventariador se constituyó en el “Molino, que se compone de la casa, de 9 ½ varas de largo y 4 ½ de ancho, de alto dos varas y media, con sus dos piedras voladoras, la una que al presente está moliendo, tiene de largo 1 vara y jeme y lo mismo de ancho, y de alto una cuarta, la cual es de ala de mosca, buena y maciza, y la otra es de lo mesmo y del mismo tamaño, con cuatro dedos de canto, desgortillado un pedacito bien remendado. El cajón donde cae la harina tiene de largo 3 varas y de ancho 1 ½ vara. Los marcos y el asiento de tablazón de algarrobo y de alto más de media vara … chiflón de algarrobo, todo nuevo. Las paredes la mitad de ellas de cal y piedra y la otra mitad de adobes. Puerta de cuero, armellas de fierro y candado, con sus bastidores umbrales batientes todo de algarrobo y su ventana a la parte del poniente”.Se toma nota de la existencia de 3 corrales: “Un corral de cabras y un rancho contiguo de 8 varas de largo y 3 ½ de ancho”. “Un corral de vacas, la mitad de él de piedra baja y la otra mitad de palo parado de algarrobo, de 80 varas de largo y otras tantas de ancho”. Y “un corral de encerrar ganados mayores, de 41 varas de largo por 35 de ancho”.Además se inventarían “un perchel con 29 varas y media de largo y 7 ½ de ancho”. Y “otro perchel de 10 varas de largo y 6 de ancho”. Se toma nota de la existencia de “un carretón y cinco carretas” y “dos telares”.Finalmente, se contabiliza la hacienda: 301 vacas de asta, 27 novillos, 10 lecheras mansas, 115 terneras de 1 año, 65 bueyes carreteros, 10 bueyes aradores, 75 ovejas, 44 borregas de 1 año, 24 carneritos, 16 corderitos, 78 cabras, 36 cabritos, 11 chivos capados y 3 enteros, 6 marranos, 160 yeguas chúcaras, 19 yeguas mansas, 20 mulas, 7 mulas baquianas y 2 echores buenos. Vemos, entonces, que en los años que median entre 1690 y

1727 la producción de animales mutó: se redujo la cantidad de ovejas y cabras (ganado menor), y por contrapartida se aumentó la de vacas, yeguas y mulas (ganado mayor). También resulta ostensible el aumento de bueyes aradores, lo que implica una ampliación de la superficie cultivada y de bueyes carreteros para transportar la producción.Esta enorme actividad transformadora se llevó a cabo con el trabajo de cinco o seis esclavos y multitud de criollos e indios de la zona que se llevaban en pago la mitad de lo producido una vez pagado el diezmo a la Iglesia. Del modo referido es que Pedro Ladrón de Guevara y su hijo Luis, en pocos años (de 1680 a 1727), llevaron a la Estancia Siguimán desde sus humildes orígenes, a ser la estancia más importante de la comarca y descanso obligado de todo viajero que pasara por el camino real a La Rioja.

PleitossucesoriosAl fallecer Pedro Ladrón de Guevara en el año 1716 dejó 13 hijos nacidos de los tres matrimonios que contrajo a lo largo de su vida. La merced de Olayón (o Estancia El Tránsito de 12.000 hectáreas) le había sido otorgada en dote a una de sus hijas, Petronila Ladrón de Guevara, casada con Francisco de Olmos y Aguilera, vecino de las estancias de Copacabana y Masa, con quien tuvo una hija llamada María Tomasina de Olmos y Guevara77.Luis Ladrón de Guevara, hermano de Petronila, recibió en herencia las restantes mercedes de Siguimán, Quilpo Nuevo y Viejo y Los dos ojos de agua (casi 20.000 hectáreas) y falleció, como sabemos, pocos años después que su padre, en 1727.

77 El nombre dado a esta estancia probablemente obedezca a que Don Pedro Miguel Bustos y Don Francisco Cevallos cercaban los caminos que de Córdoba se dirigían a San Marcos, San Jacinto, Cruz del Eje, y Siguimán, im-pidiendo el tránsito de las arrias de mulas. Fue el General José de Allende, como Alcalde Ordinario, al que en 1767 ordenó reabrir dichos caminos (AHC, Escribanía Nº 1, Leg. 359, Exp. 7), citado textualmente de: Eduardo R. Saguier (Universidad de Buenos Aires, Conicet). “El parentesco como mecanismo de consolidación política de un patriciado colonial. El caso de las provincias rioplatenses del virreinato peruano (1700 - 1776)”, pag. 68.

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De su matrimonio con María Ignacia de Cabrera nacieron, entre otros hijos, Josefa que se desposó con Francisco de Baigorrí, Antonia casada con Miguel Jerónimo de Caldevilla, y María que se casó con Luis de Tejeda, nieto o bisnieto del dueño de la Estancia de Soto. Retengamos los nombres de los yernos de Luis Ladrón de Guevara: Baigorrí y Caldevilla.En su testamento aquel comienza diciendo que “por muerte del referido mi padre se me adjudicó la dicha Estancia de Siguimán…”. Declara que a las tierras de Quilpo las tiene hipotecadas a favor de su yerno José de Palacios por cuatrocientos pesos y que en Siguimán lo tiene a su yerno Francisco Baigorrí en calidad de “empréstito para que se pueble un pedazo de tierras con la condición de que me haga ayuda a pagar y pague veinte pesos en cada año para la satisfacción de los censos a que estoy obligado”. Continúa diciendo que en “la Estancia del Tránsito que le fue adjudicada a doña Petronila de Guevara, mi hermana, mujer legítima de Don Francisco de Olmos, tengo ajustado contrato de venta con dicho don Francisco de Olmos y su mujer, de se la comprar y en señal de su venta me tienen entregados los instrumentos de su derecho… Es mi voluntad que mis herederos continúen en la satisfacción de su pago hasta el cumplimiento de su valor… En caso de que dicho Don Francisco de Olmos y su mujer se retractaran de la venta, es mi voluntad que restituyendo el monto que han recibido, se le vuelvan los títulos…” Finaliza diciendo que “en dicha Estancia del Tránsito tengo por vía de empréstito al maestre de Campo don Luis de Tejeda, como a marido y conjunta persona de Doña María de Guevara, mi hija. Mando a mis herederos no innovar cosa alguna sobre su estado en ella, porque así es mi voluntad”. Tras la muerte de Luis Ladrón de Guevara, su yerno Francisco

de Baigorrí (quien ocupaba parte de Siguimán para poblarlo), solicitó en 1735 al gobierno “me haga merced de una suerte de tierras llamadas comúnmente la Cruz del Eje, en la punta del agua de Siguimán… con media legua de tierras para la una y la otra banda del río”, es decir, una franja de tierra a ambas orillas del río Cruz del Eje de 5 km. de ancho con el río en medio, a todo lo largo de su curso.Otro de sus yernos, Miguel Jerónimo de Caldevilla, en 1757 requirió en merced “un territorio que se halla en el paraje de las Salinas, nombrado el manantial”, con “dos leguas y media a todos los vientos, que están en medio de las Salinas y la Cruz del Eje y los Manantiales, contiguas a las Salinas de dichos Manantiales, llamado el paraje Sunchal, señalando por centro de dicho paraje citado”78. Esto es, una extensión de tierra situada al finalizar el río Cruz del Eje, al borde de las Salinas, que comprendía un cuadrado de 12,5 kms. a cada lado, equivalente a 15.000 hectáreas.La imprecisa extensión y hasta superposición de estas mercedes colindantes, hizo que los descendientes de Luis Ladrón de Guevara se trabaran en largos pleitos para deslindar sus tierras. Caldevilla entró en conflicto con Baigorrí, aduciendo que éste había sustraído los títulos de la merced de Siguimán Viejo y pretendía quedarse con tierras que anteriormente habían sido adjudicadas a su suegro Pedro Ladrón de Guevara.

78 Lozada Echenique, Juan Carlos, pag. 24 y 25.

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Continúa diciendo que la Merced de Olayón (o Estancia del Tránsito) le fue otorgada en dote a Petronila Ladrón de Guevara y que luego se la compró su hermano Luis Ladrón de Guevara, teniendo “en dicha estancia, por vía de empréstito, al maestre de campo Don Luis de Tejeda”. Alegaba, en definitiva, que Baigorrí “ocultó los títulos que acreditaban ser las tierras de Olayón o Cruz del Eje del mismo Guevara y con este dolo mal pudo pedirlas en merced”79.El pleito debió resolverse en parte favorablemente para Francisco de Baigorrí, pues de hecho gozó de la merced de Cruz del Eje pero sólo en la banda norte del río Olayón o Siguimán, la pobló de ganado y construyó su hacienda con sus casas en el paraje de Caviche, que hoy ocupa la ciudad de Cruz del Eje.

Como puede constatarse, los Ladrón de Guevara no sólo ampliaron la “estancia vieja” de Siguimán con las mercedes ya referidas, sino que por vía de Caldevilla y Baigorrí siguieron extendiendo sus tierras hacia el nor-oeste, a lo largo de todo el río Olayón hasta el punto en que desaparece en el gran desierto blanco o Chulún.Petronila Ladrón de Guevara, como dueña de la merced de Olayón, y sus sobrinas casadas con Baigorrí, Caldevilla

y Tejeda, hicieron actos de posesión efectiva de sus tierras y con los años, a medida que se ampliaba la descendencia, poblaron el caserío establecido en la punta del agua de Siguimán. Algunas décadas más tarde, en 1778, se realizó el primer censo en Córdoba del Tucumán, resultando que en las estancias de Cruz del Eje y Siguimán, censadas en conjunto, había 39 personas de raza blanca, todos parientes entre sí (Ladrón de Guevara, Baigorrí, Olmos, Caldevilla, etc), más 33 indios y 64 esclavos negros80.Pero en 1795 se realizó un nuevo censo en el que se determinó que sólo en Cruz del Eje habitaban 92 personas, entre las que se contaban 15 indios y 5 esclavos negros. Comparando estos datos con los del censo anterior, podemos concluir dos cosas: que en 15 años la región había experimentado un fuerte progreso que llevó a nuevas familias a asentarse en el caserío del antiguo Toco-Toco, y que (dado que este censo se realizó sólo en Cruz del Eje) por defecto se puede establecer que la población de Siguimán para el año 1778 era de 18 indios y 59 esclavos negros, seguramente distribuidos en los distintos puestos de la Estancia.

Santiago de Allende Lejos de cumplir con la voluntad póstuma de Luis Ladrón de Guevara, que prescribía a sus herederos continuar pagando las deudas que pesaban sobre Siguimán y completar la adquisición de la estancia El Tránsito a su hermana Petronila, éstos entregaron en dación de pago la Estancia Siguimán al Convento de las Teresas y devolvieron los títulos de la estancia El Tránsito a su dueña. El Convento de las Teresas enajenó en el año 1762 la Estancia

Francisco de Baigorrí, marido de Josefa Ladrón de Guevara, fue quien le asignó

el nombre y puso el primer ladrillo del caserío que con el tiempo y más de un

siglo después (en 1856) se convertiría en el municipio de Cruz del Eje.

79 Lozada Echenique, Juan Carlos, pag. 26. 80 Lozada Echenique Juan Carlos, pag. 19.

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Siguimán (20.000 hectáreas) a favor de Santiago Allende81 y dieciocho años más tarde, el 6 de octubre de 1780, Allende adquirió en cuatrocientos pesos82 de Inés María Tomasina de Olmos y Guevara (hija de Petronila Ladrón de Guevara y Francisco de Olmos y Aguilera) “las tierras y Estancias llamadas comúnmente del Tránsito en el paraje de Siguimán, con todas sus entradas y salidas, usos, costumbres, derechos y servidumbres, y bajo los linderos que comprenden los instrumentos que han entregado a dicho Señor regidor Don Santiago de Allende”83.

Allende debió restaurar el casco dada “la notoria decadencia y deterioridad de la referida Estancia” cuando la adquirió en 1762 y de esta época es un valioso misal que se conserva hasta hoy en el oratorio de Siguimán. Cinco años después de la compra de Siguimán por parte de Allende, se produjo la expulsión de los jesuitas de América y la confiscación de todos sus bienes, entre los que se contaban la Universidad, el Colegio de Monserrat y las estancias de Santa Catalina, Alta Gracia, San Ignacio, Jesús María y La Candelaria (1767). A dicha fecha quedaron en la vecina estancia de La Candelaria los siguientes bienes semovientes:

60 esclavos varones y 94 esclavas mujeres, 4021 mulas, 6686 vacas, 5088 caballos, 3304 ovejas, 719 cabras y 2 bueyes aradores. Con los años, los comerciantes ricos de Córdoba fueron adquiriendo todas las posesiones de los jesuitas. Santa Catalina pasó a manos de Francisco Antonio Díaz. Alta Gracia fue adquirida por José Antonio Rodríguez. Jesús María quedó para Francisco Correa y La Candelaria se desmembró entre varios propietarios. Santiago Allende era un fuerte comerciante y regidor del Cabildo de Córdoba. Entre sus hijos se contaban el coronel Santiago Alejo Allende, jefe de milicias de la ciudad, Jenuaria Allende que estaba casada con José Javier Díaz (hijo del dueño de la estancia Santa Catalina), Águeda Allende casada con José Antonio Rodríguez (hijo del dueño de la estancia de Alta Gracia), y María del Rosario Allende casada con Felipe Calixto López Crespo, regidor del Cabildo y próspero comerciante, hermano del presbítero Dr. Juan Antonio López Crespo quien sería rector del Cabildo Catedral, provisor del Obispado de Córdoba y Rector de la Universidad en el año 1813. En 1790 falleció Santiago Allende y quedaron como herederas de las 30.000 hectáreas de Siguimán sus hijas Agueda, Mercedes, Tomasa, Ursula y María del Rosario Allende. Felipe Calixto López Crespo, marido de esta última, fue puesto en funciones como albaceas de su difunto suegro en cumplimiento de la disposición testamentaria por la que instituyó albaceas entre otros a su hijo Cnel. Santiago Alejo de Allende, y para el caso que este último “no quiera o no pueda servir por sí el dicho empleo, era su voluntad recayese dicho empleo en Don Felipe López Crespo y por defecto de ambos en don José Antonio Rodríguez…”84. A partir de ese momento, a sus 33 años de edad, Felipe López Crespo

De este modo volvió a unificar en un solo dueño las 6 mercedes que

componían la Estancia: 1) Siguimán, 2) Pueblo viejo de Siguimán, 3) Los dos

ojos de Agua, 4) Olayón (o El Tránsito), 5) Quilpo viejo y 6) Quilpo nuevo.

81 AHC, Escribania Nº 2, Leg. 31, Exp. 15, año 1762. En el instrumento de venta se deja constancia de que la dación en pago efectuada por María Ignacia Baigorrí, mujer de Domingo Irusta, a favor del monasterio deLas Teresas se realizó para cancelar una deuda de $ 1210 que había contraído Pedro Ladrón de Guevara y de $ 500 contraída por Luis Ladrón de Guevara. El importe total de la venta a favor de Santiago de Allende fue por $ 1.900, del cual entregó a cuenta la suma de $ 496 y el saldo debía pagarse a razón de $ 85 por año con un interés del 5% anual. 82 Llama la atención el precio pagado por semejante estancia (12.000 hectáreas), pues con cuatrocientos pesos sólo podía adquirirse un esclavo o dos espejos de cristal. 83 AHC, Registro 1, año 1780, fs. 203 vta.- 84 AHC, Reg. 4, año 1790, fs. 188. Testamento de Santiago Allende.

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comenzó a administrar la Estancia Siguimán hasta el día de su temprana muerte acaecida en el año 1799.Por sugerencia del administrador de Siguimán, durante ese período Pedro Lucas de Allende (sobrino de Santiago), compró a los Olmos y Aguilera las estancias de Masa (1796), Nondolma y Copacabana (1797)85. Estas adquisiciones convirtieron a los Allende en los grandes terratenientes del curato de Soto, relegando a un segundo plano a los Ladrón de Guevara y a los Olmos y Aguilera, que por un siglo dominaran la provincia de Toco-Toco.

Pueyrredón embarga SiguimánA la muerte de Felipe López Crespo, Siguimán quedó durante 10 años bajo la administración de su cuñado el coronel Santiago Alejo de Allende, asistido por el joven Felipe Crespo Allende, hijo del albacea anterior. Producida la Revolución del 25 de mayo de 1810, en Córdoba se gestó una contrarrevolución comandada por sus autoridades civiles, militares y eclesiásticas: el ex virrey Santiago de Liniers, el gobernador de Córdoba Gutierrez de la Concha, el obispo Manuel Orellana y el propio comandante Allende. El alzamiento fue prestamente sofocado y fusilados sus promotores en cumplimiento de una orden impartida desde la Junta por Mariano Moreno. Tras la derrota del brote reaccionario, el gobernador impuesto por la Primera Junta en Córdoba, Juan Martín de Pueyrredón, dispuso trabar embargo sobre los bienes de propiedad de los rebeldes. Fue así que en el mes de septiembre

de 1810 las autoridades del Cabildo, cumpliendo una orden de Pueyrredón, entraron a la casa del finado coronel Allende en Córdoba y la embargaron junto a todos sus bienes muebles, varios libros, 6 esclavos y los árboles frutales de la quinta. A fin de ese mismo mes, el día veinticuatro, se constituyeron en la Estancia Siguimán y fueron atendidos por el “esclavo capataz” quien les informó que la Hacienda era administrada por el Sr. Pedro Cáceres, que hacía 3 días partiera para Córdoba, y que el ganado estaba disperso y no se podía recoger “por lo ligero de dicho ganado como por el mucho monte en que pastea”. Acto seguido, la autoridad

Tres días después procedieron a hacer un prolijo inventario de los bienes que quedaban embargados y citaron a un vecino de la Cruz del Eje, José Segundo Villada, para que ejerciera el cargo de depositario judicial de los bienes. Villada pretendió excusarse aduciendo que era viudo y vivía “con sólo una negra enferma (y) con dos hijos menores de edad”, pero los enviados del gobierno no admitieron la excusa y “le obligamos a que recibiese el depósito por no haber otra persona en el lugar”.

dejó una orden a Cáceres “para que cuando llegue a la Estancia recoja el ganado en el modo posible y libre razón fundada a este Gobierno” … “fuera de las terneras que come el Tigre y los ladrones”.

85 Calvimonte Luis, op.cit. pag. 85.

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El acta de embargo consigna los siguientes bienes que se encontraron en la Estancia Siguimán: de la casa se embargaron unos pocos bienes muebles, 3 esclavos domésticos y las habitaciones con las galerías que circundaban el patio central, asentadas sobre 33 horcones de algarrobo. Entre los productos almacenados se tomó razón de algunas bolsas que contenían algodón, trigo y porotos que se producían en las chacras próximas al casco, varios cueros de vaca y una carga de duraznos secados a horno. En las inmediaciones de la casa se constató la existencia de un cañizo de cincuenta metros de largo para secar fruta, un algodonal de media hectárea, una hera de trigo, un viñedo de 2,5 hectáreas, una huerta de 6 hectáreas con unos 5000 durazneros y 87 higueras. Se relevó la bodega con su correspondiente alambique, lagar y botijas de barro y se embargaron también un perchel “parte lleno de trigo”, corrales, molino funcionando y su acequia, “muy corriente y no de las comunes”. El procedimiento se suspendió por lo avanzado de la hora y se retomó al día siguiente, constatándose: “Primeramente un rastrojo cercado de rama tendida en que asegura el Mayordomo que se ha estado haciendo diez a doce fanegas de trigo de sembradura con riego. Otro en que caben cuatro a cinco fanegas de trigo. Otro idem en que caben hasta ocho fanegas”. Acto seguido se le tomó declaración al molinero Olariaga para que informe sobre la existencia de otros bienes de propiedad del finado Allende y dijo que “de mulas, caballos, yeguas y vacas, no sabe. Pero que sabe que cosechas de Pelones y Pasas hicieron muchas y las tuvieron hasta estos últimos tiempos apiladas en el patio. Que ignora el destino que les han dado aunque está cierto que no han mandado nada a Córdoba”. Agregó que en su poder tiene un serrucho y una azuela de propiedad de Allende, con

las que ha trabajado las cucharas del Molino y “que no sabe más, por lo que se le previno que así el serrucho y la azuela quedaban embargadas y a disposición del Depositario y no de otra persona”. Se le tomó declaración asimismo a Mercedes Bracamonte, mujer del esclavo Francisco, para que dijera qué otros bienes de la sucesión existían y si era cierto que entregó a Mercedes Villada dos bolsas de dinero, un rosario que había en la Capilla y otros efectos, como pañuelos y listonería. A lo que dijo que sí, pero que el dinero salió en tres partidas una de las cuales “entregó a Don Felipe Crespo sobrino del referido su Amo, para que pagase unos peones que condujesen unas cargas de charque, carne salada, sebo y grasa a sus tías que están en la ciudad”.Prosiguió el inventario de la Estancia El Tránsito, “separada de la principal” y luego se tomó nota de los 25 o 30 “arrendatarios de la Hacienda de Siguimán y del Tránsito”: Tadeo Cabrera, José Domingo Olmos, Félix Heredia, Juan José Arias, Juan Esteban Luna, Enrique Núñez, Antonio Peralta, Pilar Ochoa, Benito y José Vidal, Pastor y Asensio Montoya en Quilpo, José Antonio Soria en Malota, Mercedes Ruiz en la Piedras Grandes, Bartolomé Ruiz en la Higuera, Ilario Olmos, Juan de Dios Bracamonte en la Población, Mariano Díaz en la Agua de la Esquina, José Ignacio González, Prudencio Córdoba, Pedro González, Manuel Sánchez y Enrique Vega en algunas chacras, entre otros.

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Concluye el procedimiento con el recuento de la “hacienda de Siguimán”, donde “se contaron veinticinco caballos estropeados y maltratados y dos dellos tuertos y dos potros mansos. Seis yeguas con dos potrancas. Seis mulas mansas. Ocho caballos de diferentes colores que andan en el campo. Cuatro yeguas, tres mancas y una chúcara. Dos bueyes y tres más que dice el Mayordomo que se han ido a la Cruz del Eje. Dos vacas con dos terneras al pié. Veinticuatro cabras grandes, tres chivatos y diez cabritas. Un par de grillos que están en la Cruz del Eje en poder de don Pedro Cáceres”86.De este inventario del año 1810 surge que a la casa se le habían añadido galerías sostenidas por horcones de algarrobo en las tres alas que cerraban el patio y que ya no existían la bodega vieja y uno de los percheles. El famoso viñedo todavía existía pero muy descuidado, y en la quinta se habían aumentado la cantidad de durazneros a 5.000 y todavía subsistían unas 87 higueras arruinadas. En la Estancia se criaban mulas y ganado vacuno, y además se producían pasas de uva, pelones, sebo y charque87.

Felipe Crespo AllendeLuego de la trágica muerte del Cnel Santiago Alejo de Allende, la Estancia pasó a ser administrada por Felipe Crespo, de 21 años de edad, hijo del primer administrador y de María del Rosario Allende, coheredera de Siguimán. Felipe Crespo (1789–1852) era el sobrino del coronel Allende que al tiempo del embargo recibió la bolsa de dinero para conducir la producción de Siguimán a Córdoba. Se educó en el Colegio Monserrat y cursó dos años de Teología en la Universidad, hasta que en el año 1808 abandonó los estudios

para administrar el patrimonio familiar. En el colegio era condiscípulo de sus primos Faustino Allende y José María Paz, quienes tendrían una destacada actuación militar durante las guerras civiles. Levantado el embargo dispuesto por Pueyrredón -pues los bienes eran de las hermanas del Coronel-, el joven Crespo tomó firmemente las riendas de la Estancia y llegó a querellar al administrador Pedro Cáceres a quien le inició un juicio por cobro de ganado88.A partir de esta época Siguimán recuperó su importancia en la zona y se convirtió en centro político del extenso curato de Soto. En el año de 1813 el gobernador intendente de Córdoba, Javier de Viana, nombró a Felipe Crespo en el cargo de Juez Pedáneo del Curato de Soto, con asiento en Siquimán. El Juez Pedáneo era un magistrado inferior encargado de entender en causas leves como robos, hurtos, desórdenes, abigeato, problemas de linderos, regadíos y deudas comerciales. Al poco tiempo de recibir sus despachos de Juez, le escribió al Gobernador el siguiente informe: “Con fecha 17 de noviembre recibí una recomendación de V.S. sobre que el pueblo de Soto se hallaba sin juez alguno que administrase justicia, ni menos celador que cuide el buen orden de los habitantes.

Desde el instante en que V.S. me honró con la comisión de Juez de aquel pueblo, incontinenti pasé allí, promulgué el título y la instrucción por donde debía dirigir sus operaciones; examiné la clase de personas, el haber y la ocupación de cada individuo, saqué los vagos y perniciosos que había y los entregué al Sargento Dn. Pedro Guevara en clase de reclutas que los buscaba por orden expresa de V.S.

86 AHC, Esc. 4, año 1811, Leg. 42, Expte. 3.- 87 Acta de embargo de Siguimán – Año 1810: “ESCLAVOS: Primeramente Francisco, mulato, de edad de cincuenta años, oficial sastre. Félix, negro, de edad de cuarenta años. Gregorio, negro, mayor de setenta años, enfermo”. “MUEBLES: quatro petacas viejas sin llave. Seis sillitas… Dos sillas viejas de brazos, asiento de suela rompido. Una mesa vieja de algarrobo de poco más de una vara de largo y de ancho más de dos tercios. Dos hachas viejas encabadas. Dos idem que sirven para quebrar güesos. Dos azadas viejas encabadas. Una pala vieja encabada. Una podadera. Dos marcas, una de ésta hacienda y otra en poder de Don Pedro Cáceres para herrar. Doce a quince libras de algodón ensacadas. Doce cargas y media de trigo ensacado limpio, cuatro de ellas de cuatro almudes y medio cada saco y lo restante de a cinco, según informe del mestizo Francisco que hacía de Mayordomo. Una azuela vieja y un gabilán quebrado. Una carga de duraznos pasados en horno. Una carga de chuchaca con diez almudes. Cinco sacos con veintitrés almudes y medio de Porotos rebajado el diezmo. Un alambique con tapa, servible. Dos pailas viejas augereadas de cobre. Dos barriles sin canillas, servibles. En una botija de barro, dos fanegas de trigo blanco. Siete botijas de barro grandes de diferentes tamaños, tres de ellas rajadas en el asiento. Un odre de vinagre. Un lagar de palo para pisar la uba, de algarrobo, de seis varas de largo y tres cuartos de ancho. Dos … de cuero para acomodar caldos. Una bodega pared de adobe techo de Jarilla torta de tierra, todo con seis varas de ancho y doce de largo, con dos puertas una al Poniente con tranca y otra al Naciente con dos manos con cerradura de cerrojo y candado. Veintiocho cueros servibles de vaca. Seis cargas de sacos, servibles. Cinco cañizos con cincuenta y tres varas de largo entre ambos, con sus correspondientes horcones, para secar fruta”.“ESTANCIA: Una sala de sur a norte de nueve varas de largo por cinco de ancho pared de adobe, techo de caña torta de barro con dos tirantes, con dos puertas de Naciente a Poniente de una mano con sus armellas correspondientes. Un cuarto de seis a siete varas de largo y cinco de ancho… Un corredor en las mismas piezas de quince a dieciséis varas de largo, techo de lo mismo, con su varazón de quebracho labrado y siete pilares de algarrobo. Un cuarto que le sigue de cinco varas de largo y otras tantas de ancho … con puerta de cuero. Una sala de siete varas de largo y más de cinco de ancho, pared de adobe, cielorraso de pintura jaspeada lo mismo que las paredes, con dos puertas de una mano cada una, la primera con cerradura y llave corriente y la otra sin ella con betún morado. El dormitorio que le subsigue de cielorraso, pared de adobe, de seis varas de largo y más de cinco de ancho, pared jaspeada de colores con dos puertas, una al patio principal y otra a la Huerta, pintada de color morado con sus armellas de fierro correspondientes. Un corredor en torno a las referidas piezas techo de cañizo, madera labrada de quebracho con sus correspondientes pilares labrados que ascienden a 20 de madera de algarrobo. Un cuarto de siete a ocho varas de largo y cuatro y media de ancho … con su corredor de ocho varas y en él seis pilares y rollizos.