estado y sociedad en el pensamiento clásico

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 i &H§i iWWAW& •••• Colección de Es tudios Socio-Poti cos Di rig ida po r Carl os Orest e Cansanell o Editorial Cántaro agradece a: Fondo de Cultura Económica por l autorización para publi car los texto s pertene ie nte s a Max Weber y a Al ex is Tocqueville. Siglo XX por la autorización para la publicación de los te xt os de Ant on io Gramsc i. Ediciones Guadarrama por la autorización para la pub li ca ción del fr agmento pertenecie nt e a Talcott Parsons. . La tra ducción Je los textos de Friedrich Engels y Karl Marx pertenecen a E itoria l Progreso, de Moscú. La tra ducción del texto de V. 1.Ulianov pertenece a Ediciones en Lenguas Extranjeras, de Pekín. Dis o de Tapa: Luis Juár ez LS.B.[\ ; 95 0- l.)9091-}-..t © por Editori al Cánta ro 1987 Avda. Díaz Véle z 5125 (1 405), Cap. Fed. Hecho del de sito qu e marca la Ley 11 72 3 Impr eso en Ar ge nt ina - Pr in te d in Argenti na \ I Juan Carlos Portantiero y Emilio de Ipola Introducción I \

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Introducción

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    Coleccin de Estudios Socio-Polticos

    Dirigida por

    Carlos Oreste Cansanello

    Editorial Cntaro agradece a:Fondo de Cultura Econmica por la autorizacin parapublicar los textos pertenecientes a Max Weber y a AlexisTocqueville.

    Siglo XX por la autorizacin para la publicacin de lostextos de Antonio Gramsci.

    Ediciones Guadarrama por la autorizacin para lapublicacin del fragmento perteneciente a TalcottParsons. .

    La traduccin Je los textos de Friedrich Engels y KarlMarx pertenecen a Editorial Progreso, de Mosc.La traduccin del texto de V. 1.Ulianov pertenece aEdiciones en Lenguas Extranjeras, de Pekn.

    Diseo de Tapa: Luis Jurez

    LS.B.[\; 950- l.)9091-}-..t

    por Editorial Cntaro 1987Avda. Daz Vlez 5125 (1405), Cap. Fed.Hecho del depsito que marca la Ley 11723Impreso en Argentina - Printed in Argentina

    \I

    Juan Carlos Portantiero yEmilio de Ipola

    Introduccin

    I

    \

  • J. C. PORTANTIERO - E. de lPOLA

    Los conceptos de sociedad y de Estado, ..~pt'y}Jdidoscomo recprocos, complementarios, claramente e~fre~-tados entre s, caracterizan a esa etapa de l.a historiasocial de Occidente, que llamamos modern.ldad, eta-'pa cuyo momento inicial se sita entre los siglo XV yXVI. . 11 d

    Su aparicin se liga, en pr~mer. ~ugar, al desarro .? ~la forma capitalista de orgamzacion d~ la prOdUC~I?~,)del intercambio, a la extincin progresiva de ~a d~vIs~~nen rdenes estamentales de la sociedad, a la mStltuc,IOnde la igualdad jurdica entre las pers

  • J. C. PORTANTIERO - E. de lPOLA

    sujectionis; por el otro, el pactum societatis.El pacto de sujecin caracterizar a'la visin contrae-

    tualista de Thomas Hobbes (1588-1679), que ser quienprimero tratar de responder a la pregunta sobre el origende la sociedad y del poder de manera laica, planteandoas el interrogante fundamental de la filosofa polticamoderna: por qu y en que condiciones eligen loshombres construir un orden que reemplace al estado denaturaleza.Librados a s mismos --dir Hobbes- los individuos

    slo aspiran a satisfacer sus impulsos, sus pasiones, 'susdeseos. El resultado de ello no puede ser otro que unadescarnada "lucha de todos contra todos". La permanen-cia en el estado original no tiene..otra conclusin que .laguerra, el caos, la anarqua, la muerte. Para poderproteger el derecho fundamental, que es el derecho a lavida, los hombres "deciden" pasar del status naturalis ~la sociedad civil que, como sealamos, equivale en Hob-bes a la sociedad poltica. En la figura del Leviathan,sociedad y Estado coinciden.Este pacto descripto por Hobbes es lo que hemos

    llamado un pactum subjectionis: los hombres enajenan susoberana a un monarca quien, al sacarlos del estado denaturaleza, les restituye el derecho a la vida. Se trata,ciertamente, de la fundamentacin terica del ab-solutismo que Hobbes, en medio de la enorme crisis in-glesa del siglo XVII, vea como la nica frmula polticapara la articulacin de un orden, pero ya no desde elpunto de vista del tradicional derecho divino sino, enconcordancia con la revolucin filosfica llevada a cabopor sus contemporneos Francis Bacon y Rene Descar-tes, a partir de un razonamiento naturalista.

    Pero el contractualismo servir tambin para fundaruna tradicin poltica muy diferente: la del liberalismopoltico. La figura de John Locke (1632-1704) esejemplar al respecto. Para Locke, lo mismo que paraHobbes, estado denaturaleza y sociedad civil se oponen,pero a diferencia de ste el estado de naturaleza, si bienperfectible, no tiene el carcter apocalptico -que le

    INTRODUCCION

    atribuye Hobbes. El hombre es para Locke naturalmentepacfico; la guerra es slo una posibilidad de 'corrupcindel status naturalis, no su expresin necesaria. En todocaso, el contrato que genera la sociedad tiene la funcinde evitar esa corrupcin posible, instaurando formas deregulacin de los conflictos.En ese sentido, el Estado no necesita la forma absoluta

    que le ..exiga Hobbes. Aquello que' busca el contrae-tualismo lockeano es ms bien colocar el problema de loshmites de la autoridad, del control que los ciudadanosdeben ejercer sobre el poder poltico. Por eso el pueblo,en su esquema, conserva el derecho de rebelin frente alos gobiernos injustos. El pacto, en Locke, no es desujecin: es el pactum societatis, que configura algobierno como un "juez imparcial", en el que loshombres no enajenan su soberana.

    Si la imagen del contrato servir para la argumentacintanto del absolutismo cuanto del liberalismo, tambinayudar a construir la tercera gran vertiente del pen-samiento poltico moderno, la democracia, representadaliminarmente por Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).En Rousseau dicha imagen adquirir otros matices. A

    diferencia de Hobbes y Locke, no cree en un orden socialgenerado a' partir de los intereses de los hombres con-siderados como individuos. La nocin que Rousseau in-corporar es la de comunidad, concebida como "voluntadgeneral". A la distincin clsica entre naturaleza ysociedad se aadir, as, un tercer espacio conceptual.Primero el estado de naturaleza, luego la sociedad: porfin, la comunidad.Como en Hobbes, la sociedad es en Rousseau la

    negacin 'radical del estado de naturaleza, pero convaloraciones diferentes. Recordemos que para el primeroel estado, de naturaleza era el caos y la sociedad laposibilidad de .la vida. Para Rousseau, en cambio, lasociedad, al introducir la divisin del trabajo y lapropiedad, abre el reino de la desigualdad, de la envidiay, finalmente, de la guerra. La guerra, pues, no nace en lasociedad natural sino en la sociedad civil, en donde la no-

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  • J. C. PORTANTIERO - E. de lPOLA

    cencia original del hombre es sustituida por el egosmo yel clculo. Pero -la solucin para Rousseau no es elretorno a la pureza casi animal del hombre natural; im-posible adems de conseguir una vez que este ha ac-cedido a la sociabilidad. Se trata de encontrar una formade asociacin que haga posible la expresin dela "volun-tad general", superadora del individualismo egosta.Unindose a los dems, el hombre se har libre, in-tegrndose directamente con la comunidad, como en elestadio primitivo lo estaba con la naturaleza (1).La comunidad poltica as creada no deba ser ab-

    solutista a la manera de Hobbes, pero tampoco-represen-tativa en el sentido del liberalismo lockeano. Rousseau esel primer pensador moderno que plantea a la democraciadirecta como forma de articulacin entre sociedad y Es-tado, abriendo una tradicin que el socialismo recuperaren el siglo XIX y que se desarrollar en los planteospolticos del "consejismo" de Lenin y Gramsci a prin-cipios de este siglo. .Este universo ideolgico del contractualismo habr de

    caracterizar una larga etapa del pensamiento, coincidentecon la expansin del orden burgus. La idea de que lasociedad es una creacin del hombre se estructurar apartir de un individualismo metodolgico que habr de en-contrar en Rousseau a su primer contradictor, con suproposicin segn la cual el hombre es un producto de lasociedad, idea que preside tanto "El Contrato Social"como el "Discurso sobre la Desigualdad".El individualismo metodolgico alcanzar su cima en

    el pensamiento escocs del siglo XVIII, que da origen,con Adam Smith (1723-1790), a la economa poltica y,con el "Ensayo sobre la Historia de la Sociedad Civil" deAdam Ferguson (1724-1816), al antecedente ms cons-picuo de la disciplina que en el siglo XIX ser bautizadacon el nombre de Sociologa."No es de la benevolencia del carnicero o del panadero :

    que esperamos nuestra comida sino de su preocupacinpor sus propios intereses", dice SJ!\t!,Q.en una frasefamosa de "La Riqueza de las Naciones" en la que

    10

    INfRODUCCION

    resume la idea moral -mucho ms cercana alutilitarismo que a la doctrina del Derecho Natural- deque la fuerza motor del progreso es el provecho in-dividual. "Vicios privados, virtudes pblicas", em-blematizar Mandeville en su "Fbula de las Abejas",libro clsico de esa corriente individualista. Al buscar supropio beneficio el hombre es conducido por una manoinvisible a promover un fin que no entraba en supropsito. As, con la teorizacin del mercado se coronaun mundo conceptual que haba dado luz a otraspalabras-clave, inexistentes hasta entonces O bien rede-nidas, como individuo, propiedad, contrato, sociedad yEstado. Todas ellas, ncelos de sentido de la modernidad.Pero en el siglo XIX aparecern voces discordantes.

    Una ser la de la sociologa; otra la del socialismo. Am-bas, unidas por preguntas comunes, discreparn. en lasrespuestas. Sociologa y socialismo sern;' casi siempre.campos en agria disputa (2).

    Qu cuestionamiento los una? En la Europa delochocientos se desencadenan dos fenmenos, con formade cataclismo social. Sera difcil subestimar la trascen-dencia que para la vida de esas colectividades encierra elestallido de la revolucin industrial y, en el planopoltico, de la revolucin democrtica. En esos dosniveles, el siglo XIX asistir a la emergencia de lasmasas, eclosionando en los grandes centros urbanos,como. productos de las nuevas relaciones tcnicas yeconmicas de produccin y, potencialmente, comosujetos activos de transformaciones polticas.La sociedad se presenta as como una realidad objetiva,

    a menudo resistente a la voluntad humana (3), y no yacomo un artificio de la razn. Esto lo advertir el pen-samiento conservador y ser tambin, en el entierroterico del contractua.ismo, un presupuesto delsocialismo. La crisis social y poltica derivada de la ex-pansin del industrialismo no podr ser ya tratada con elinstrumental terico generado en el mundo ms simple dela primera fase del desarrollo capitalista, que diera lugar ala filosofa poltica clsica y la economa poltica liberal.

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  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA

    I?e~de esta ~isi?n compartida de la crisis, sociologa ysocialismo, coincidentes en la necesidad de abrir nuevosc~mpos al conocimiento de lo social, construirn susdivergentes respuestas. Si la primera tratar dereconstruir el problema del orden en una sociedad que yano es de individuos sino de masas, el segundo colocar elproblema del cambio centrado tericamente en lacapacidad explicativa de la moderna lucha de clases.

    DURKHEIM: EL ORDEN Y LA DEMOCRACIACOMO TEMAS DE LA NACIENTE SOCIOLOGA

    En el terreno de la sociologa, la obra de EmileDur~heim (1858-1917) ilustra de manera arquetpica lasopcrones fundamentales que habran de dar sentido a lanueva ~i~ncia,definiendo al mismo tiempo su objeto ysus ?bJetIvos. Es sabido que el ncleo central del pen-sarmento durkheimiano, fiel en este punto al de su an-tecesor Auguste Comte, es el tema del orden social y quealreded.or de ese tema, van tomando su lugar los concep~.tosbSICOSque remiten, por una parte, a la naturaleza dellazo social como tal (conciencia colectiva solidaridadsocial~ d~v~sin del trabajo y hasta la opos'icin mismaentre m~lvIduo y socie~d) y, por otra, segn una lneade reflexin menos conocida pero no menos importante, ala naturaleza y el papel del Estado (Durkheim 1966' 44-105). ' .La operacin terica, pero con alcances que exceden lo

    meram~n~e terico, asumida por la sociologadurkheimiana, consistir en dar razn del orden socialnuevo (ya consolidado, pero tambin, como vimosamenazado por la crisis) surgido de la revolucin in-dustrial y del consiguiente desarrollo del modo deproduccin capitalista. Se tratar ante todo de fundamen-tarlo en tanto que orden, esto es, de insertarlo _respetando su especificidad- en una realidad ms ampliaque. los espectaculares avances de las ciencias naturalesvan revelando de manera cada vez ms ntida. Frente al

    12

    INTRODUCCION

    vertiginoso descubrimiento de leyes naturales que en unafrmula concentraban un saber inmenso sobre eluniverso, frente al hallazgo continuo de nuev~spropiedades y regularidades desconocidas en la ma.tenainorgnica y en la orgnica, frente a ~a crecientecapacidad de traducir en innovaciones tcmcas al saberrecientemente adquirido, la hiptesis clsica del pacto odel contrato como origen de la sociedad aparecer comouna inconsistente ingenuidad, slo explicable por el op-timismo ligeramente presuntuoso del Iluminismo. ., Pero se tratar tambin de fundamentar el orden SOCIalen un segundo sentido, a saber, como un orden legtimo,moralmente valioso, .positivo. En sntesis, la doble inte-rrogacin a la que la obra inaugural de Durkheim inten-tar responder -marcando as el lugar asignado en susorgenes a la sociologa dentro del campo del sabe~-ser, por una parte, la de mostrro::c~~ ~l orde~ ~OCI~:aun poseyendo una. realidad propia - sui generis , dirDurkheim-, se inscribe en el orden natural y, por otraparte, la de justificarlo en tanto ~rden ~.oral, en tanto"buen" orden, digno del aprecio emcluso de laveneracin de los hombres.

    As pues, si -como Ioha se.alado Michel Foucault(1965)- es desde los comienzos del siglo XIX y durantesu transcurso que el hombre se convierte en objeto ~ediferentes ciencias empricas, se debe tener presente, sinembargo, que, en el caso del conocimiento sociolgicode '10 humano, este proceso de objetivacin CO~oSClt1Vasolo cobra su pleno' sentido en tanto aparece articulado alproyecto "tico" de valorizar en trminos positivos alnuevo objeto as progresivamente develado.

    A partir de este objetivo, Durkheim habr ~e e.sfor-zarse por hallar un criterio slido con el cual justificaresta doble naturaleza de la ciencia' social. Es aqu dondeentra en juego esa suerte de complicidad que mantiene laincipiente sociologa con la ciencias biolgicas y susmodelos. La manera en la cual se verifica esa com-plicidad en la obra de Durkheirn (sobre todo, el jovenDurkheim) es sensiblemente diferente de la de sus

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  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA

    predec~s~res HerbertSpencer y el ya mentado Comte.~stos ltimos toman en particular de dichas ciencias laIdea d~ "evolucin". ~u~kheim no rechaza esa idea: alcontrario, el tema darwiniano y spenceriano de la "1 h

    1 . 'da" uc apor a VI ., es uno de los eslabones esenciales de lademostracin desarrollada por Durkheirn en "La D' . .,r1I 1T b . S . rvisioncei ra ajo OCiar' (1893).Pe~o aquell? q~e sobre todo Durkheim busca en las

    ffienclOn~d~ ciencias, y particularmente en la biologa (4)e.s un cnteno seguro, "cientfico" si se quiere, para ar-acular d.e.manera coherente, por una parte la dimensincognoSCItl~ayyor otr~ la dimensin normativa, tica, dela nueva, c~encIa.La c.elebre oposicin entre lo normal ylo patologlco, proporcionar, como se sabe, ese criterio,que perdurara mas all de las relaciones, a veces amis-tosas, a veces polmicas, que mantendr con lasmel:f~rasde cu~o organicista y, en general, biolgico (5).La 1I..ffip0rtanclade esta oposicin en la sociologa

    durkheirniana es capital. .En efecto, por una parte cumpleun ~apel de orden, .~Igamos, epistemolgico, en lamedId,:!en qu~ .la nOCIOnde "patolgico" permite (condemasiada facilidad, por cierto) desembarazarse de loshec~os que contradicen a las leyes presuntamente des-CUbl~n::Spor el s.ocilogo. Pero, por otra parte, dichaoposicion proporciona a Durkheim un criterio para fun-~ de ~~nera a la vez sencilla y unvoca una moral so-cial posrtiva que guarde coherencia con la ciencia socialYa qu.e,ex hypothesis, lo patolgico es malo, indeseable~negativo, y lo normal, bueno, deseable y positivo. Y,puest

  • J. C. PUKIANTIERO - E. de IPOLA

    laicis~o, de la tolerancia religiosa, de la libertad y delpluralismo; de un orden parcial, pero tambincrecrenternenrc democrtico. Entendemos que es en elm':ll"Co~e .esta perspectiva que deben justipreciarse tericae ideolgicamente, por una parte, el enftico y reiteradoplanteo de la oposicin individuo vs. sociedad y la con-siguiente opcin por el segundo trmino que constan-t~~ente afirma Durkheim y, por otra parte (tema, comodijimos; poco explorado), su concepcin del Estado.Con respecto al primer punto, es preciso, creemos, in-

    terpretar la posicin de Durkheim no slo como unasuerte de defensa de la "dignidad ontolgica" del objetode. su propia ciencia y de su primado respecto del de lapsicologa .\aun~ue !la haya que excluir totalmente estainterpretaci n) ( ), m tampoco como la afirmacin de unaoposicin empricamente verificable e irreductible entreel individuo -realidad extraa-a la colectividad (y, enesa medida, realidad daina)- y la sociedad como en-tidad superior, depositaria de todas las virtudes (entreellas la de ser pasible de un conocimiento cientfico). .Ms all de algunas frmulas, productos de la eferves-cencia polmica ms que de la gramtica terica de supensamiento, aquello que Durkheim se empea enafirmar y reafirmar constantemente es la aparenteperogrullada -grvida sin embargo de consecuencias-segn la cual toda sociedad es social o no es sociedad. Encierto modo, no estaramos traicionando a Durkheim sidijramos que, para l, toda sociedad es "socialista", noen el sentido histrico-poltico concreto del trmino, sinoen el de que toda sociedad est organizada con vistas a supreservacin como sociedad instituida y subordina todo(o si se quiere "socializa" todo) con arreglo al objetivo deesa preservacin -:-que es siempre preservacin, conser-vacin, reproduccin de "esta" sociedad determinada-oIncluso aquella sociedad que se autoafirmara como msfanticamente individualista no dejara de ser por ello"socialista", en la medida en que reivindicara e im-pondra esta significacin, este "valor" social (ni natural,ni trascendente) que es el individuo (9).

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    INfRODUCCION

    Cuando Durkheim afirma, como una consignametodolgica, que "lo social. se explica por lo social" ycuando, por otra parte, define a la sociologa como laciencia que estudia las creencias,' los juicios, las normas-de conducta instituidos por la colectividad (Durkheim,1967: XXII) anticipa, como en el planteo que hace de larelacin entre individuo y sociedad, enfoques sobre losocial-histrico que sern validados y desarrolladosmuchos aos mas tarde y que conservan hoy actualidad:'en particular, la concepcin de lo social como realidadsui generis y autnoma y la tesis del carcter instituidode las creencias, las reglas y en general las formassociales.Estas posiciones tericas son coherentes con uno de

    los aspectos poco .conocidos del pensamiento .deDurkheim: nos referimos a su concepcin de las estruc- .turas polticas y, ante todo, del Estado. En su obra ps-tuma "Lecciones de Sociologa" estos temas son desa-rrollados in extenso. Se destaca en su anlisis el sutilproceso de "reduccin fenomenolgica" -mtodo yautilizado en sus estudios ms conocidos- por medio delcual Durkheim va acotando y ciendo progresivamente laespecificidad del Estado, para luego definir a este ltimoen.trmnes-pestvcs."(,El sentido com~it;t opinin espontnea o adquiridade"asi"todo"el'mund~ la terminologa misma (que nosremite a "gobierno", a "poder ejecutivo" a "gestinpblica", etc.) hacen pensar en el Estado cOlEoenu~-tancia eminentemente 'practca,_ v~Jcada casi por enteroh'G.ia:I-=~f.!9l!~Y.J~_~kcucinen gran escala. Se suponeque ese rol activo est sustentado en reflexiones, enproyectos, en deliberaciones, pero tal suposicin no esbice para mantener la idea de que el rol activo en cues-tin es el rol esencial y especfico del Estado.Para Durkheim esa idea es falsa y deriva de una confu-

    sin fcilmente detectable, producto de lo que podramosllamar -con palabras algo diferentes a las de Durk-heim- una indebida identificacin entre el Estado y laAdministracin. Es a esta ltima a quien le corresponden

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  • J. C. PORTANTIERO - E. delPOLA

    las tareas propiamente ejecutivas; en cu~~to al Estado,entendido en sentido estricto, toda su funcH:mse agota. enla produccin de representaciones. Como d~ceDurkheirn ,"el Estado es, hablando rigurosamente, el organo mismodel pensamiento social" (Durkheim, 1966: 52). Esto nosignifica, sin embargo, que el paRel d~l Estado seameramente especulativo; el Estado no p~en~aP?r pen-sar ... sino para dirigir la conduc~ colectiva (~bld.). Setrata pues de un pensamiento q~e nene c0n:t0mua la ac-cin. De todos modos, queda srernpre en pie que su fun-cin especfica es la de pensar. .. . ...

    Su pensamiento est, como se dIJO,destmado a dirigirla conducta colectiva. Ello descarta, P?r un lado, todaposicin individualista sobre esta matena. Pero, por otrolado, sena un error concluir de al~ qu~ el Estado selimita a traducir o simplemente a difundir las. r~presen-taciones de la colectividad. Sus ideas y sus vohclO~es -.-siempre mas ntidas y elaboradas.que las de la concrencracolectiva- conciernen a la sociedad, pero no son unaemanacin o un producto de la s~ciedad. "C~ando el Es-tado piensa y se decide -escnbe D~rkhelm- no. sedebe decir que es la sociedad la qu~ piensa y s~ decidepor l, sino que ste piensa y se decide por ella . El Es-tado no es pues un instrumento para expresar el pen-samiento de otros -sea este otro la SOCIedad~ntera-. o un factor actuante, productor de rcpresentacrones o,sm . ificaci oen un lenguaje ms moderno, de sIgn.1caciones que nson obra de la colectividad, pero que ~nte~e~any afectana esta ltima. "Podemos, pues, resumir dciendo: e:l Es-tado es un rgano especial encargado de elaborar .cI~rtasrepresentaciones que tienen va~o~para la colectividad.Estas representaciones se distinguen de las otrasrepresentaciones colectivas por su mayor grado de con-ciencia y reflexin".

    En este plano, como una suerte de anillo o d~ eslabnse plantea el tema de Ia democracia. Hemos dicho que,

    , D kheim el Estado "piensa" y_, _~~pro~ll:~"~,";__.~.~~6f:~erii~\~x?i~~'~~E;--e~sascondlaO~eSe,~cundo el Es-tado es democrtico? Cuando la conctericra gubernamen-

    .0

    INTRODUCCION

    tal es mayor; y cuando la comunicacin de esta con-ciencia con la masa de conciencias individuales es msestrecha. Democracia, pues, significa posibilidad de co-municacin entre esas dos esferas del saber y del sentir:el especializado y el difuso. No se trata de que todo elmundo gobierne o que se llegue a una sociedad polticasin Estado para hablar de democracia. Se trata de que elpoder gubernamental, en lugar de replegarse sobre smismo, est en permanente contacto con las capasprofundas de la sociedad, reciba respuestas y reeaboreas sus decisiones. Cuanto ms slida y fluida sea la co-municacin entre esos dos registros del Estado y la con-ciencia colectiva y, por lo tanto, cuanto ms central sea elpapel de la reflexin crtica en la gestin de los asuntos .pblicos, ms democrtica ser la sociedad.

    Sobre este punto, el pronstico de Durkheim es op-timista. Diferentes en grado, el Estado y la sociedadmoderna se identifican en su calidad: son luces radialesde un nico centro moral. El.Estado.no __es.para.Durkheirnu~ ini'~nc~~2l?I~-!.~1,~in,l!Q~:q~Q.2-t~.Y_loes tanto msc2,..~Jlto"q~tiend~aasegurar.el.mxrno d-li1.diyj(juacinposible; su func,!_~f,~[lg-'ll,.,~~.es. otra que la de liberar alIaspersonalddcs individuales de"la inuenciaopresivade-las'cc)1ectivldidespartlclares, Iocales y (Iniliares. ..."Sierribargo; para que esa libi:Cion"se prOduz'ca, lacomunicacin democrtica no puede abarcar al Estado ya los ciudadanos individualmente tomados. Entre el in-dividuo y el Estado existen grupos secundarios, indispen-sables tanto para que el Estado no pueda abusar de supoder contra el individuo cuanto para que quede libre del.individuo. Es aqu donde encuentra su lugar la famosatesis de Durkheim sobre el papel de los gruposprofesionales. Desarrollada en el Prefacio a la segundaedicin de "La Divisin Gel Trabajo Social", esta tesiscerrar el discurso durkheimiano sobre la democraciacomo forma moderna de la relacin entre Estado ysociedad. Cierre que abrir el camino a un desarrollomuy actual de la teora poltica: el que marca el pasajedesde. el contractualismo clsico, individualista, al

  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA

    neocorporativismo basado en el pacto entre Estado y or-ganizaciones sociales. " .

    Si tuviramos que ofrecer una sntesis del pensamIent.odurkheimiano a partir de su concepcin del Estado, di-ramos que es sobre todo en los rasgos principales y a lavez ms novedosos de esta concepcin donde se revelacon mayor claridad la modernidad de dicho pensamiento,ms all de los lmites tericos o ideolgicos que seatribuyan a este ltimo.

    En efecto, hay una coherencia profunda entre esta con-cepcin que no oculta, sino que "desp~ja", lo.s aspectoscoercitivos del Estado (no porque no existan, SIllO porq~e.no le son esenciales) y la concepcin que se forjaDurkheim del orden social. Un orden basado, por unaparte, en la solidaridad orgnica engendrad~ por ~l de-sarrollo de la divisin del trabajo en la sociedad indus-trial (10), pero, por otra parte, sostenido y consolidado enbase al consenso, obra de la conciencia colectiva. (que enel Durkheim maduro recobra derechos que el Joven lehaba negado) y tambin en base a la funcin de direc-cin tica e intelectual _. "hegemnica", diramos- delEstado en tanto productor de ideas, normas y valoresasumidos por la sociedad.Partidaria de un orden no represivo, consensual,

    basado en la tolerancia, la sociologa nacer conser-vadora, liberal y, por lo general, inclinada _a val?~izarpositivamente las formas poltic~s d~mo.c~atIcas.Preferir esos valores a los del cambio, la justicia y laigualdad sociales. La opcin inversa ser la adoptada porel socialismo, movimiento poltico e intelectual en elseno del cual el marxismo ha ocupado y ocupa, de plenoderecho, un lugar de privilegio.

    KARL MARX: FILOSOFIA DE LA HISTORIAY CRITICA TEORICO-POLITICA DEL CAPITALISMO

    El pensamiento y la praxis poltica socialistas, en. susmltiples y casi antagnicas variantes, son a la vez an-

    !

    INTRODUCCION

    teriores, coetneos y posteriores respecto de la obra deKarl Marx y de Friedrich Engels. Ello no impide quedicha obra haya constituido un momento culminante, uninstrumento intelectual extremadamente poderoso y unpunto de referencia privilegiado (y aun vigente paramuchos) en el interior de la tradicin socialista.

    Se dice que la primera edicin de "El Capital" fue deapenas mil ejemplares y que tard una dcada enagotarse. Hubiera sido absurdo prever entonces quemedio siglo despus tendra lugar en la dilatada Rusiauna de las revoluciones sociales y polticas ms impor-tantes de la historia humana y que- esa revolucin serasoada, pensada y llevada a cabo por hombres que es-taban fervientemente convencidos de que el pensamientoexpuesto en dicha obra era la _expresin de la Verdadmisma, de la Verdad a secas, vlida no slo para lassociedades humanas, sino-incluso para el Universo todo.En todo caso, esa "absurda" prediccin era materia de fepara aquellos mismo que la hicieron realidad y quizsfuera secretamente compartida por el propio pensadorque haba elaborado ese laborioso e inconcluso tratadocientfico. Se ilustraba as irnicamente esa constantetensin entre el determinismo y la accin, la ciencia y lapraxis, la creencia y la voluntad que habran de marcar almarxismo desde su nacimiento hasta hoy.En lo que respecta a la obra de Marx dicha tensin es-

    tar siempre presente, de manera abierta o silenciosa. Es .incluso uno de los motores, de los factores movilizan-tes de su pensamiento. Tensin obstinada, irreductible;irresoluble en el lmite, que manifiesta sin duda lasdebilidades y las aporas de dicho pensamiento, perotambin su terca pasin de conocer y al mismo tiempomodelar la realidad, de pensar el mundo y de cambiarlo,de fundar a la vez una ciencia que d cuenta de las leyesde la historia y de la sociedad y una poltica cuya metasea transformar radicalmente a ambas.De ah que, para todo aquel preocupado por la cuestin

    de la sociedad, el contacto con el marxismo -asuma steuna forma apologtica o polmica- es inevitable. Ms

    21

  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA INTRODUCCION

    an si se tiene presente que, en muchos aspectos, el mar-xismo ha dejado de ser una teora particular o unprograma poltico levantado por un grupo definido, pa-ra convertirse en parte de la atmsfera ideolgica que.se respira desde que se accede al mundo social y se viveen l.

    La manera ms adecuada de acercarse al marxismo esdesplegar en sus rasgos ms salientes esa tensin que,segn sealamos, lo habita; veremos al mismo tiempoque ella atraviesa profundamente las tesis marxistassobre la sociedad y el Estado.

    Hay en el marxismo dos elementos opuestos que,tomados cada uno de ellos como puntos de referencia,acuerdan un sentido muy diferente a las proposiciones dela teora en su conjunto. Una teora que es, en su dimen-sin de mayor alcance, una descripcin y un intento deexplicacin del funcionamiento del sistema capitalista,pero que en su filosofa implcita y en su lgica comportauna concepcin de la historia y de las sociedadeshumanas cuya validez excede ampliamente el caso delcapitalismo. Es en este plano general que los dos elemen-tos a que hacemos referencia se tornan ms visibles.

    Tras el nombre de marxismo se presentan:Por una parte, una teorizacin autodefinida como

    cientfica de-la historia en su conjunto, teorizacin cuyastesis centrales son las siguientes:

    1) El motor y la clave de funcionamiento y latransformacin de las sociedades es el desarrollo de lasfuerzas productivas materiales. Por estas ltimas se en-tiende los llamados "factores" tcnicos de la produccin,esto es, las materias primas y auxiliares, la fuerza detrabajo humana y los medios de trabajo. Entre estos tresfactores, hay uno en ltimo. trmino determinante: losmedios de trabajo (es decir, los instrumentos, utensilios,mquinas, etc.);

    II) Tales fuerzas productivas son definidas, por unaparte, como poseedoras de la virtud intrnseca de tendera desarrollarse continuamente y, pOI' otra, como so-cialmente "indeterminadas", esto es como susceptibles

    de ser caracterizadas, en principio, con independencia delas rela~t~nes sociale.s en el marco de las cuales se desa-n:oIlan . Ocurre sm embargo que, sobre la base y enVIrtud de ese desarrollo. mismo, los hombres van con-tray~ndo y consoldan?o relaciones entre s y con laspropras fuerzas productivas (en particular, con los mediosde produc~in). Esos vnculos sociales entre los hombresy los medios de produccin y entre los hombres mismosson, .c0r;!0 es sabido, las relaciones de produccin (12). Lapareja fuerzas productivas-relaciones de produccin"define el concepto restringido de "modo de produccin".El modo de produccin es la base material de la sociedady, a su vez, las fuerzas productivas son la base materialdel modo de produccin.

    IlI) Entre las fuerzas productivas y las relaciones deproduccin slo puede haber dos tipos de relaciones:a~ls~osas u hostiles. ~icho de otro modo, slo puedecx isur entre ellas o bien correspondencia o bien an-tagonismo. Cuando hay correspondencia las relacionesde pro~uccin coadyuvan al desarrollo de las fuerzasproductivas, esto es, el avance de la tcnica y por tantoal progreso materi~l de la sociedad. Cuando hay an-tagornsrno, las relaciones de produccin se convierten eno?stculos a dicho desarrollo. Pero como, segn vimos,dicho desarrollo es inevitable, el obstculo termina porser destruido: "se abre una poca de revolucin social"que opera una transformacin radical de las relaciones deproduccin, adaptando estas ltimas al estadio y al ritmode desaITol~o alcanzado por las fuerzas productivas. Delo que se infiere que la nocin de "correspondencia"remite a lo que podramos llamar "funcionalidad" de lasrelaciones de produccin con respecto a las fuerzasproductivas, mientras que la nocin de contradiccin sedeja pensar adecuadamente con arreglo al modelo"fuerza vs. obstculo".

    IV) De acuerdo con la clsica formulacin del Prefacioa la Contribucin a la Crtica de la Economa Poltica(l8?9), sobre la base de la estructura econmica de lasociedad "se eleva un edificio jurdico y poltico, al cual

  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA INTRODUCCION

    corresponden formas determinadas de la conciencia so-cial. El modo de produccin de la vida material dominaen general el desarrollo de la vida social, poltica e in-telectual". Se trata de lo que Marx y la tradicin marxistahan denominado las "superestructuras", vocablo queconnota ya una determinada concepcin del papel y laposicin relativa de los registros o esferas de que estcompuesto el mundo social.

    Estructura econmica, superestructura jurdico-poltica y superestructura ideolgica: a partir "de laprecaria topologa construida por la superposicin deesas tres "instancias" (e inspirada en gran medida en losdos o tres difundidos prrafos del clebre Prefacio) cobrforma una concepcin de la sociedad -y subsecuente-mente del Estado- que habra de hipotecar gravementeel futuro terico del marxismo, tendiendo a clausurarloen un enfoque rgido y dogmatizado de la estructura "in-variable" de las sociedades humanas y en una concepcinevolucionista seudocientfica de su dinmica histrica,supuestamente regida por leyes naturales que se cumpli-ran "con una frrea necesidad". Cierto es que esasteoras fueron ms bien la materia de manuales y de fo-Iletos de divulgacin que no hacan ningn favor a la ri-queza heurstica virtualmente presente en el marxismo,pero tambin lo es que muchos textos de Marx y de En-gels alimentaron esas simplificaciones -sin contar elhecho anexo de que una buena cantidad de los referidosmanuales gozaron del privilegio de definir una ortodoxiade la cual, en ciertos casos, fue considerado criminalapartarse.Por otra parte, sin embargo, el marxismo de Marx y de

    Engels no habra de agotarse en ese conjunto deproposiciones dogmticas con cuya formulacin parecaquerer pagar su debido tributo al optimismo "cientfico"del siglo XIX. A menudo insinuado apenas, impedido dealcanzar su pleno desarrollo y debiendo superar arduasdificultades para abrirse paso, hay otro "elemento" quedespunta en las obras de juventud de Marx y reapareceintermitentemente en su obra madura (y con menos

    frecuencia en la de Engels, quien, por lo 'dems, tienderpidamente a asfixiarlo).

    La aparicin de ese "elemento" representa unanovedad capital en la historia del pensamiento occiden-tal. Se manifiesta con un bro no exento de causticidadnide talento literario en las obras de juventud de Marx yvuelve a aparecer recurrenternente en sus obras demadurez, inaugurando un linaje que otros desarrollarn yenriquecern en distintos registros: Labriola, RosaLuxemburg, el austromarxismo y, en particular, Gramsci(ver infra). Nos referimos a aquella dimensin del pen-samiento marxiano que se manifiesta ante todo comovoluntad de dar un golpe mortal a la filosofaespeculativa, proclamando que no se trata ya de inter-pretar, sino de transformar al mundo y que es preciso su-perar a la filosofa realizndola. Se trata de ese sesgo dela reflexin de Marx que se rehsa a otorgarse de an-temano la solucin al problema global de la historia y amunirse de una "dialctica" acabada e infalible y queafirma, en una frmula filosficamente profunda y com-pleja, que el comunismo no es un estado ideal hacia elcual se encaminara fatalmente la sociedad, sino elmovimiento real que suprime. el estado de cosas exis-tente. Es ese "elemento" el que se pone de manifiestocuando Marx insiste sobre el hecho de que son loshombres quienes hacen su propia historia sobre la. basede condiciones dadas y que, en estricta coherencia conesto ltimo, declara que la emancipacin de los.trabajadores ser la obra de los trabajadores mismos. Esen base a ese punto de vista que Marx ser capaz dereconocer en la Comuna de Pars, cuyos emblemas prin-cipales eran Proudhon, Blanqui y el anarquismo, pero noMarx ni el "Manifiesto Comunista", no slo acon-tecimientos insurreccionales. sino tambin y sobretodola creacin por parte de las masas explotadas de nuevasformas solidarias y equitativas de vida social. ", ",

    Poco importa, en estos aspectos que queremos resaltar,el hecho de que a menudo las instituciones de,.Marxhayan permanecido, simplemente como tales,siri'tdat

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  • J. C. PORTANITERO - E. de IPOLA

    lugar ni a desarrollos positivos ni tampoco a reflexionescrticas sobre otros tpicos, al mismo tiempo ms presun-tuosos y ms estriles, del pensamiento marxista. Aunadmitiendo estos hechos --que de todos modos narranslo una parte de la historia=-, queda en pie que en esosplantees se enuncia el proyecto de una transformacin, radical de la sociedad, se buscan sus condiciones deposibilidad eh la historia efectiva y se definen suorientacin y su sentido a partir de la situacin y la ac-cin de los hombres que podran llevarlo a cabo. Elhombre no adviene al mundo para observarlo o paranevar pasivamente una existencia que lo sojuzga y queotros han decidido que lleve; el destino humano no es laservidumbre, siquiera sea por la simple razn de que nohay un destino humano prefijado (por las "leyes" divinaso por las "leyes" de la ciencia, o que en el fondo esequivalente). Hay una accin a encarar que, apoyndosesobre aquello' que existe, puede hacer realidad aquelloquequere'mos que exista. Mas all de una actividadheternoma, no consciente de' sus fines ni de sus resul-tados reales -que es la actividad "normal" de la inmensamayora de los hombres-, puede y debe haber lugar parauna praxis histrica que transforme al mundo transfor-mndose a s misma, que se deje educar educando a losotros y que prepare lo nuevo rehusndose a predeter-minarlo, porque sabe que los hombres hacen (es decir,crean, inventan) su propia historia.

    Estas posiciones y planteos que, como dijimos,vuelven ntermitenternentc en la obra de Marx (peronunca desaparecen de ella) no se resuelven en merasespeculaciones. Por el contrario, pueden servir de guametodolgica y tambin poltica para abordar lo que cabeconsiderar, al margen de criticas parciales y de aspectosya superados histricamente, el aporte terico ms im-portante de Marx, esto es, su anlisis descriptivo y ex-plicativo del sistema capitalista, tal como se exponefundamentalmente en su gran obra inacabada, "ElCapital". Ya que aqu tambin, apoyados en algunasfrmulas inexcusablemente marxianas, podemos optar

    ''ji'\ ;

    INTRODUCCION

    --G?m?, "por razones. ~i~5ricas y polticas, opt ma-yontanamente la tradicin socialista- por una lecturade esa obra. que l~ convirtiera en una suerte deSagrada Esc:Itura. CIentfica cuyo, objeto sedan le-yes. de funcionamiento y de transformacin de lasSOCIedades humanas en general. Sin dud .te t "El . a, existenx os, en Capital" y en muchos otros escritos

    que apoyan esa mterpretacin --o, al menos no la re~cusan. '

    ~in embargo, ms all de pequeeces hermenuticases md~dab.le que sobre la base de esas "claves" de lecturalos ,!llas bnllante~ anlisis marxianos del capitalismo per-d~nan todo sentido. No slo los captulos, tantas vecescI~ados, sobre la "acumulacin originaria", en los cualesleJOS de m?~trar el mecnico despliegue de unas fuerza~de pro~ucclOn que provocaran la bancarrota histrica delfeudah~mo y el nacimiento de la nueva clase destinada ac?nstrmr y desarr~llar el rgimen capitalista de produc-cin, ~arx de~cnbe un complejo proceso a la vezec~nom~co, .S,OCIal,poltico, jurdico e ideolgico, dondela In:'-agm.aclOn, los deseos, los objetivos y, por Unto, lapraxis de ~o~ actores sociales desempean un papelcre~do: deCISIVOpara la emergencia y consolidacin delc~pItahsmo. ~? slo -decimos- esos conocidos ycelebres anlisis perderan significacin, sino tambintodos aquellos otros en que Marx pone al descubierto nola presunta regularidad de una ley, sino al contrario' losavatares a m~nudo inciertos de conflictos, proyectos y, en,~en~ral, a~clOnes humanas. Luchas de los obreros porhmI~ la jornada laboral, humanizar sus condiciones detrabajo o mejorar s':ls salarios (13): en esos anlisis -quealgu~~s menospreciaron como "descriptivos"- no sloes vl~!ble el papel decisivo de la praxis humana, sinotam~ien el hecho de que, desde el punto de vista de dichapraxis, no existe una "economa" ontolgicamenteseparada de una poltica y de una ideologa ancilares conr~specto a ella y obedientes de sus "determinaciones"SIllOun cOI?plejo juego de fuerzas y de antagonismos e~cuyo despliegue y en cuya resolucin, siempre parcial y

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  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA

    abierta, los hombres van poniendo a prueba sus proyectosy construyendo su historia. Una historia donde hanpredominado, hasta hoy, la explotacin y la opresin,pero en la cual es posible ~y Marx apuesta por ello-que reine en el futuro la equidad y la cooperacin entrelos hombres.El Marx mecanicista y economicista tendr, segn 10

    veremos, su herencia. Pero, como tambin 10 veremos,tambin la tendr este Marx "prxico", antipositivista,poltica e intelectualmente innovador, y a la vez com-prometido en su pensamiento y en su accin con la luchadelos explotados del mundo.

    1ISTUART MILL Y TOCQUEVILLE:

    LA LIBERTAD EN UN MUNDO DE MASAS

    La primera mitad del siglo XIX pondr las bases -histricas e intelectuales- de las grandes preguntassociolgicas. AlIado de las respuestas ms estructuradas,en particular las de Durkheirn y Marx ya examinadas, seerigirn otros discursos que, como los de John StuartMill (1806-1873) YAlexis de Tocqueville (1805-1859)habrn de centrar su reflexin en un tema tambin crucialpara la emergente sociedad de masas: ~1de las tensiones~l1tr,~_hL!&.ualdadcolectiva y la libertad in,gividuaLEldilema, de hcho:es-peciticaralasaflnl,(jades y las c()"i."'ti;aa(cciones'entre dos"gfaridescorri

  • J. C. PORTANTIERO - E. de lPOLA

    Tocqueville: si la libertad se mide por la posibilidad deexpresin de la diferencia entre los individuos, eligualitarismo atenta contra esa personalizacin. Eligualitarismo masifica, aplana la individualidad, lo quetrae como consecuencia una uniformidad apta para que sedesarrolle "la tirana de la mayora", el "despotismodemocrtico". Al anlisis de estos riesgos dedica Toe-queviHe pginas brillantes de "La Democracia enAmrica": su contemporaneidad deriva de que, alanalizar las difciles relaciones entre trminos como losde igualdad y libertad, se enfrenta a un dilema per-manente de la moderna sociedad industrial, est ella or-ganizada alrededor del mercado o el plan. Es cierto queal acentuar las dificultades para asociar esos dos anhelosde la humanidad, Tocqueville sesgaba su discurso haciael pesimismo histrico. Pero con ello no buscabadescribir un destino ineluctable sino tratar de influir paraevitarlo o al menos para atenuar sus consecuencias msextremas.

    Cmo contribuir a que las relaciones entre sociedad yEstado en las condiciones de la democracia no conduzcana una nueva forma de despotismo? La frmula la en-contraba Tocqueville tambin en la experiencia nor-teamericana y era el refuerzo, ya mencionado al referir-nos a Durkheim, de las asociaciones voluntarias de losciudadanos, capaces de organizar la competencia y dis-minuir, por tanto, las tendencias ala centralizacin delpoder. El desarrollo del federalismo y de la libertad deinformacin ayudaran a consolidar ese proceso.

    En el mismo ao en que mora Tocqueville sepublicaba el texto quizs ms famoso de John StuartMill: "Sobre la Libertad". El ao 1859 fue particular-mente significativo para la historia de las ideas; ademsdel libro de Mill, las prensas dan a conocer la antes men-cionada "Contribucin a la Crtica de la EconomaPoltica" de Karl Marx --que incluye el famoso Prefacio,tambin comentado-e- y "El Origen de las Especies", deCharles Darwin.

    Las-primeras dos obras de Stuart Mill fueron el "Sis-

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    INTRODUCOON

    . tema de la Lgica" (1843) y los "Principios de laEcnomaPoltica" (1848). Sus libros polticos. signifi-C~ltlVOS~el citado "Sobre la Libertad" y las "Con-sldera~lones sobre el Gobierno Representativo",aparecieron a fines de la dcada del 50 y principios de adel 60.

    Mill fue en su tiempo un pensador ms completo e in-fluyente que Tocque~i~le.~!l~LE~t.t~)(i)_nsocial y polticar~0~edi~d__~~_P!2~~~~~_~~~q!!~.~!l,rg;~J)r.tJscamenteala-lUZ;a m a os del ei 1 1 al---- ...--- ..----_ .._;__~;-~----~~-.~de.,los,gr;mc!~smO~lrolentos.d~lA&:-_pm:un-.lg)_~_~1J.~~.t;i?jl~iafjon~Y,por otro, la ntegracondejas clases obreras al sistemap~fi:c.o. E.n una palabra, la incorporacin a la prcticadel ~lberahsmo de temas que eran patrimonio del pen-samiento democrtico. Sus "Consideraciones sobre elGo?ierno ~epresentativo" son un intento de pensar elmeJ,o.rcammo p~a construir una forma de organizacinpolluca. demacrau.ca en una situacin de masas. El puntode partida de MIlI era la presuncin de que quienesposeen el poder, por una tendencia natural de las cosas?us~ar:n abusar del mismo, de modo que el papel de la~msntuciones no es otro que el de regular la eventualidadde esos desbordes. '

    Como continuador de la .tradicin. doctrinaria delliberalis~o, la obsesin de Mill es el mantenimiento (y elrefo~amIento, en su caso) de las libertades personales.Admiraba a Tocqueville (a quien calific como "el Mon-tesquieu de nuestro tiempo") y en ese sentido compartasus temores sobre el lugar que el individuo poda tener enuna situacin de igualdad en la que poda fcilmentedarse la tirana de la mayora". En una resea que~scri?i s,?bre ".La Democracia en Amrica" dijo que latirana mas 'temible no era ya la que se ejerca sobre loscuerpos, sino la que actuaba sobre las mentes. .Esa preocupacin ordena las pginas centrales de

    "Sobre la Libertad" y hace de ese libro un texto clsicoms all de su poca y, por lo tanto, de las limitacionescon que ella puede marcarlo.

    Se ha sealado, con razn, que el concepto de libertad

  • J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA INTRODUCCION

    crisis econmica qu~ se inicia en 1873 y que culminaren el umb!al del siglo XX modificar profundamentevalores. y sistemas. Elmundo de la modernidad generadoa parur del R~naCIr~lIento y consolidado con elIlumIm~mo y.el LIberalIsmo abrir paso a otro, expresivodel poslIberalIsmo en lo econmico, lo poltico lo so . 1Y 10 cultural. ' era

    ~~ Durkhern es el exponente de una de las lecturasteoncas posibles de e~a gran transformacin, Max Weber(I80-1~21), ,T?arcara la otra dimensin con que lasoc~ologIa clsica habr de encarar las relaciones entresoc~ed~~y Estad? SI,! pensaq~ient

  • J. C. PORTANTIERO - E. de lPOLA

    de presencia cada vez m~~::!:~E-~~_~'?J~~i!lj!....~tt!"~.~~!l~soclaC-mas~;-qu"'y"a-o pueden ser tratada. s --en suspalaoras- como un objeto puramente pasivo de ad-ministracin. . . . , .

    Esta contradiccin entre burocrauzaclOn Y SOCIa-lizacin no es otra cosa que la tensin insuperable entretcnica y democracia o, como veremos, entre los dostipos principales de racionalidad que saca ~ la luz yveber:la formal y la sustantiva. Mientras el marxismo vela ~~:ldesarroUo de las fuerzas productivas la c.ondiclOnnecesaria para la expansin. de. la democracl~ ~n elproceso de sustitucin ?el capltahs~o PO! el soc ial isrno ,Weber aprecia esa relacin como antmomlc~.. .

    La democracia, como forma de legitimidad quedependa de la sumisin a la le~, abstracta ~, general,tiene como necesaria consecuencl

  • J. \.......rV.I\,.J..r\.1"(~~Cn.v - n. uc~rVL.t-\.

    samiento sociolgico alcanza su ms vasta y acabadasntesis. Una sntesis que es tambin la coronacin de undesarrollo que expresa emblemticamente, en esas dosobras fundamentales que son "La Estructura de la AccinSocial" (1937) y "El Sistema Social" (1950), las dosorientaciones opuestas asumidas alternativamente por lareflexin sociolgica en el curso de su historia, a saber, lasociologa entendida ya como teora de la accin o de la. "praxis", ya como teora de los sistemas o estructurassociales.El joven Parsons, lector inteligente y creativo de los

    socilogos clsicos, no slo "opta" por la primera de esasdos alternativas, sino que tambin la profundiza y desa-rrolla minuciosamente en su ya citada obra de 1937 y envarios otros textos. Por entonces, Parsons encuentra queaquello que pensadores a primera vista tan dispares comoDurkheim, Weber y Pareto poseen en comn es el hechode haber sentado las bases conceptuales y episte-molgicas de 10 que llama una "teora voluntarista de laaccin". El adjetivo "voluntarista" tiene un alcanceclaramente polmico: no solamente se plantea en abiertacontraposicin con las teorizaciones "utilitaristas" que,para decirlo rpidamente, caracterizan a la accin comopredeterminada a la bsqueda de ciertas metas juzgadas apriori beneficiosas para los individuos y las colec-tividades, sino que adems enfatiza el papel eficaz, y enltimo trmino decisivo, de la voluntad del actor y, por lomismo,el carcter relativamente indeterminado, contin-gente, de la accin --en el sentido de que es imposiblepredecirla tomando como conjunto de condiciones sufi-cientes a los datos de la situacin "objetiva" en que ellase realiza.Este "accionalismo"del joven Parsons ha querido ser

    explicado, y en buena medida descalificado, invocando lainfluencia de factores ideolgicos y extraideolgicos: as,por ejemplo, el colapso del sistema econmico en ladcada de los 30, analizado "en clave conservadora" porParsons, lo habra llevado a la bsqueda de gratifi-caciones no econmicas -y ms precisamente

    m.orales- de la accin, con vistas a que esta con-U:lbuyera,~ pesar de las privaciones, a la integracin so-CIal. ~e ah pr

  • J. C. PORTANTIERO - E. de lPOLA

    En la teora parsonsiana de la accin, esta afirmacinde la prioridad de lo construido sobre lo dado. seespecifica en la forma de un anlisis de lo que en dichateora se denomina las "orientaciones de la accin" (seala "unidad actuante" un individuo o un grupo). Fiel a sudeclarado anclaje en los aportes de la sociologaweberiana, Parsons dir que la accin posee unaorientacin slo cuando es guiada por el significado queel individuo o el grupo le confieren en relacin a susmetas o intereses. Entre esas orientaciones, juegan unpapel fundamental en el joven Parsons ,,-.-'1 esto. perduraen el Parsons maduro-- las llamadas orrentacrones devalor", esto es, las normas cognoscitivas, apreciativas. y,sobre todo, morales con arreglo a las cuales los In-dividuos y las colectividades regulan su conducta.La afirmacin del primado de las normas ticas va en-

    tonces a la par de la tesis que afirma con nfasis el carc-ter significante de la accin humana, lo que hace de Par-sons un precursor de enfoques tericos que cobrarnac-tualidad muchos aos despus de la publicacin de "LaEstructura de la Accin Social".

    Sin embargo, ya en los escritos primeros y fundamen-tales de Parsons despunta, aunque apenas esbozada, laidea segn la cual 10 social debe ser pensado baj~ lacategora de sistema. Pese a que Parsons .aun no diga,como dir mucho ms tarde, que la sociedad es unasuerte de sistema homeosttico que se mantiene a smismo, los primeros elementos de lo que ser el Parsonsfuncionalista de la posguerra estan ya, 1arvadamente, enel joven. Decimos bien: "los elementos", ya que, dehecho, en "el Parsons de "La Estructura de la Accin So-cial" no es aun posible delimitar con claridad una con-cepcin explcita y desarrollada de la sociedad y del Es-tado.En los aos 40 y 50 Parsons inscribir resueltamente

    su reflexin en el marco de la sociologa estructural-funcionalista. Sin duda, imprimir a dicha escuela susello .propio, .manteniendo sus tesis sobre el papeldecisivo de la orientacin de valor y, por tanto, sobre el

    38

    INTRODUCCION

    componente tico de la accin humana; pero ahora estaaccin estar fuertemente condicionada por las distin tas'esferas o "subsistemas" (la familia, la escuela, la culturaen general) que socializan al individuo inculcndole lasnormas y valores socialmente establecidos. De. estamanera, aun conservando el papel principal, la dimensinvalorativa aparece ahora articulada en una topologa delo social que, paradjicamente, se asemeja desde el pun-to de vista forma.i. a la que plantean ciertas corrientesdel marxismo contemporneo, en particular el althusse-rismo (14). '

    Cul es, en ese enfoque sistmico sobre la sociedad,la funcin del poder poltico y, por tanto, del Estado?Parsons tiene una concepcin sutil y hasta cierto puntooriginal del poder. "Concibo al poder --dice- como unmedio simblico generalizado que circula de modo muyparecido al dinero, cuya posesin y uso permiten desem-pear ms eficazmente el cometido de un cargo conautoridad en una colectividad" (Parsons: 124). En esesentido, la autoridad se distingue del poder del mismomodo en que un status se distingue del instrumento conel cual llevar ms adecuadamente a cabo los roles quedicho status supone. .

    La analoga del poder con el dinero es, en Parsons,fructfera: por una parte, le permite tomar las debidas dis-tancias' con respecto a los defensores de la tesis llamadadel "poder suma cero". El poder est sin duda, entre otrascosas por razones que hacen al buen funcionamiento so-cial, desigualmente repartido. Pero todos tienen algo depoder, como todos tienen siquiera un mnimo de dinero, yla adicin de esas magnitudes --que son todaspositivas- no puede nunca dar-como resultado cero. Queuno de mis adversarios aumente su cuota de poder nosignifica necesariamente que disminuya la ma - la deotros.Por otra parte, dicha tesis da lugar a metforas 'fcil-

    mente manejables, no carentes de verosimilitud: para sereficaz, una autoridad debe disponer de un cierto ingresode poder, estar dispuesta a gastarlo (acordndolo a otras

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    J. C. PORTANTIERO - E. de IPOLA INfRODUCCION

    autoridades, por ejemplo) y, en todo caso, proceder con'cautela en su administracin. No es malo, sino al con-trario bueno y, por lo dems, indispensable para laseguridad de la colectividad y la buena marcha del sis-tema social, que ciertas unidades concentren magnitudesconsiderables de poder; en particular, las estructuraspolticas. Estas comprenden el subsistema administrativoo burocrtico y el subsistema de liderazgo (que co-rresponde aproximadamente a lo que se entiende engeneral por "gobierno").

    En un rgimen democrtico, las estructuras polticas-cuentan con lo que Parsons llama "sistemas de apoyo",esto es, instituciones normativas que coadyuvan alrefuerzo de dichas estructuras: el ms importante de esossistemas de apoyo es, sin duda, la institucin del sufragiouniversal, igualitario y secreto. Se comprende que los sis-temas de apoyo no equivalen a lo que comnmente se en-tiende por "sistemas de legitimacin". Estos ltimos fun-cionan siempre como formas obligatorias de sostn alrgimen o gobierno instituido. Los sistemas de apoyo'consolidan las estructuras polticas sin por ello impedircambios de liderazgo (sino, al contrario, garantizando suposibilidad).

    Estos son los elementos bsicos de la concepcin par-sonsiana de las estructuras y del poder polticos. Restadecir, para completar este esquema, que en cuanto a lasfunciones del sistema poltico en su conjunto, Parsonssigue con bastante fidelidad las tesis estructural - fun-cionalistas sobre la cuestin, insistiendo sobre el papel deregulacin y control de los intercambios entre losdiferentes subsistemas sociales y entre las sociedadesglobales que las estructuras polticas cumplen.

    1889, de la Segunda Internacional, lo corrobora. 'En va-rios pases de Europa y notablemente en Alemania, lospartidos socialdemcratas que reconocen a Marx y a En-gels como sus fuentes de inspiracin, se transforman.enimportantes mquinas electorales, influyen decisivamentesobre, los sindicatos y transforman a la teora delmaterialismo histrico en una doctrina poltica que valecomo evangelio para grandes masas de trabajadores.El '. establecimiento ..del sufr~gio., universal, .. la

    po"siDlliadae' inter'yenciij..en 16sPwlinent()s~nasfa en-'nic'es-cerradO's"a]()strabajadores, plantea la urgenciadelarelIeXion~sobre:el~'Esldo~-Es's-caiaCierisIcas.Juntocon' el anlisis de los cambios sufridos por el capitalismoluego de la Gran Depresin -que marcarn el fin de laetapa concurrencial y el ingreso de la fase "organizada" omonopolista- definirn los rasgos del llamado mar-xismo de la Segunda Internacional. En los primeros aosdel siglo, tres lneas se irn consolidando: ~!lla,da. "revisionista", cuya figura central ser el aleman EduardRems'fi-:la "orto,doxa", que reconocer el liderazgo in-telectual de Karl Kautzky y la "revolucionaria", que seprecipitar luego de la revoluIfi' rusa de 1905, cuyasfiguras centrales sern las de Rosa Luxemburg, LeonTrotzky y Vladimir Lenin.

    La revolucin rusa de 1905 replanteaba para los.....-t, ..~ __ ,__ ....."-O-~.;.;. . ~"- ....=,..-'-"'~.~~......-~.....------." ., "~_':'''''''''"--'''''-'-. -.

  • r' J. c. PORTANTIERO - E. de IPOLA

    talistas de la teora -aquellos segn los cuales el Estadono era sino un mero "comit administrativo de losnegocios comunes de la burguesa", como rezaba el"Manifiesto Comunista" que Marx y Engels habanpublicado en 1848, bajo el calor de la explosin re-volucionaria en Europa.El texto clsico de esta visin centrada en la utopa de

    una desaparicin progresiva de la estructura estatal comoresultado del triunfo de la insurreccin proletaria es "ElEstado y la Revolucin", escrito por Lenin en 1917 y porlo tanto contemporneo del proceso revolucionario ini-ciado en febrero de ese afio, proceso que habra de cul-minar con el ascenso de los bolcheviques al poder el 7 denoviembre. En la medida en que otra vez se planteaba laactualidad de una salida revolucionaria, las alas radicalesdel marxismo retomaban, para su caracterizacin de lasformas estatales, las proposiciones con que Marx habacomentado la comuna parisiense de 1870.

    La idea central del texto de Lenin se afirmaba en lacerteza de la destruccin - transformacin del Estadoburgus por parte de la clase obrera y su partido, quedara lugar a un estadio de transicin -la dictadura delproletariado-- en el que la figura del ciudadano, comotitular de la soberana, sera reemplazada por la delproductor. Este desplazamiento constituira la base de unnuevo tipo de Estado, el Estado de los consejos (o"sovitico", en la expresin rusa), es decir, la realizacindel sueo rousseauneano de la democracia directa, slopensable en rigor en el marco de una organizacinsocialista de la economa. La especificidad del hecho es-tatal se dilua absolutamente como problema; de "ad-ministracin sobre los hombres" iba a pasar a ser "ad-ministracin sobre las cosas". Y las dificultades de la ges-tin especializada seran minimizadas por una visin in-genua, que Lenin expresa en el texto ya citado, segn lacual el desarrollo capitalista "simplifica la administracindel Estado (y) permite desterrar la administracinburocrtica". al reducir el manejo de los asuntos pblicosa operaciones de "inspeccin y anotacin accesibles a"

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    INTRODUCCION

    cualquiera que sepa leer y escribir y para las cuales bastaconocer las cuatro reglas aritmticas y con extender losrecibos correspondientes" (Lenin: 377). .

    Es evidente hoy que esas profecas no se cumplieron.La ola revolucionaria no se extendi ms all de Rusia y,como contrapartida, en la dcada del 20 y ms aun luegode la crisis de 1929, la intervencin creciente de los.Es-tados capitalistas sobre la sociedad obligar a unareflexin diferente sobre el tema. En el interior del mar-xismo, dicha reflexin tendr como figura cimera a An-tonio Gramsci (1891-1937).El pensamiento de Gramsci, fragmentario, poco sis-

    temtico, dadas las restricciones que su prisin bajo elfascismo le impusiera, gira alrededor de la capacidad queel capitalismo ha demostrado luego de la guerra pararecomponer su"dominacin. Los nudos problemticos desu reflexin estarn centrados en los rasgos modernos dela hegemona burguesa y, en la medida en que suspreocupaciones no eran simplemente acadmicas sinosobre todo polticas, las caractersticas que asume lacrisis en esa nueva situacin. Teora de la hegemona yteora de la crisis aparecern as entrelazadas como temascomplementarios de un enfoque que privilegiar lamediacin que las instituciones efectan en la relacinentre clases dominantes y clases subordinadas.Para Gramsci, en el ltimo cuarto del siglo XIX da

    comienzo una fase distinta en el desarrollo "dela polf'ticay del Estado: ste comienza a penetrar en la sociedadcivil, y en el interior de sta, a su vez, las masas se or-ganizan en grarides masas y sindicatos.

    A travs de la recuperacin que efecta de un conceptoclsico de la filosofa poltica. el de sociedad civil,redefinido en clave ms hegeliana que liberal como"hegemona poltica y cultural de un grupo social sobrela sociedad entera, como contenido tico del Estado",Gramsci logra superar, dentro de la tradicin marxista,una visin unidimensional de la dominacin j2QJitica.~1almis;elE'sfidOnol'uede-gf>concebido demanera mecnicamente instrumentalista: "Es todo el

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    complejo de actividades prcticas y tericas ~on lascuales la clase dirigente no slo justifica y mantI~ne sudominio sino tambin logra obtener el consenso activo delos gobernados" (Gramsci: 107). "El Estado -agrega-es concebido como organismo propio de un grupo des-tinado a crear las condiciones favorables para la mximaexpansin del grupo, pero este desarrollo" y esta expa~-sin son concebidos y presentados como la fuerza motnzde una expansin universal, de un desarrollo de todas lasenergas nacionales. El grupo dominante se c

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    NOTAS

    (1) Rousseau formula con gran claridad el problema en unclebre prrafo de "El Contrato Social": "Encontrar una formade asociacin que defienda y proteja con la fuerza comn lapersona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno,unindose a todos, no obedezca sino a s mismo y permanezcatan libre como antes". Tal es el problema fundamental cuyasolucin da "El Contrato Social". (Rousseau: 9)(2) Disputa que, dicho sea de paso, no carece de altibajos ni de

    inesperados cambios de posicin. En efecto, ni en la sociologaest ausente la preocupacin por el cambio social (incluso en sufundador, Durkheim, quien pese a su conservatisrno tuvosiempre presente la necesidad de reformas sociales para con-solidar y hacer progresar la Il.I Repblica), ni tampoco en elpensamiento socialista se desatiende la cuestin del orden y dela aut9ridad como requisitos para el buen funcionamiento de lasociedad. Sobre este ltimo punto ver, ms adelante, el anlisisdel enfoque marxista.(3) Los problemas insolubles que plantea, por ejemplo, la ver-tiginosa urbanizacin; el insospechado peso de ciertas restric-ciones y regularidades econmicas; la terca vigencia de ciertastradiciones tanto como el vigor de los factores que promuevenel cambio: he ah algunos tozudos hechos que cuestionan el"voluntarismo " en que estaba basada la tesis iluminista del con-trato social.(4) Ms que de las ciencias biolgicas como tales, habra que

    hablar de la representacin imaginaria que tenan de esas dis-ciplinas en pleno auge los pensadores sociales. A vecesmoderado y realista, a veces fantasioso, ese factor imaginarioconstituy sin duda una poderosa fuente de inspiracin para lanaciente sociologa.(5) Desde su tesis sobre "La Divisin del Trabajo Social",Durkheim discute speramente con Comte y con Spencer sobreel alcance y los lmites de las analogas biolgicas aplicadas alo social. Esa discusin retomar intermitentemente en toda laobra posterior de Durkheirn.(6) No sin razn, dado el papel que en ella desempearon 10,5intelectuales, la III Repblica Francesa fue llamada la"repblica de los profesores".(7) El general Boulanger, ex ministro de Napolen lII, haba

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    INTRODUCCION

    logrado una fcil popularidad por su nacionalismo, su fuertehostilidad contra el Imperio Alemn y su defensa de unapoltica de revancha, El ferviente chauvinismo de que hizo gala.estimulado con entusiasmo por bonapartistas, realistas y otrosenemigos de la III Repblica, lleg a convertirlo en una suertede hroe nacional. Elegido diputado por el Norte y luego porPars, reiter sus demandas en la Cmara de Diputados y lleg aamenazar con un golpe de Estado -arrienaza verosmil, pues sepensaba que dispona de un poder ms que suficiente para de-rrocar al gobierno y abolir la Constitucin-o Finalmente elgobierno tom la decisin de arrestarlo y Boulanger, en vez dehacer el esperado llamamiento a la Nacin para que lo apoyara,huy a Bruselas y todo su movimiento se. desmoron.Procesado por traicin y condenado en ausencia, se suicid dosaos mas tarde en la capital belga.(8) En efecto, Durkheim no se desprendi nunca acabadamente

    de la tentacin de ontologizar el objeto de la sociologa. Unpoco a la manera de Adam Smith, quien postulaba la existenciaemprica de realidades estrictamente econmicas -sin lascuales su ciencia carecera, pensaba Smith, de objeto-,Durkheim planteaba tambin que lo social exista real y efec-tivamente y era, a pesar de la opinin de ciertos psiclogos,cualitativamente distinto de lo individual y autnomo conrespecto a este ltimo.(9) En sus "Lecciones de Sociologa" Durkheirn escribe que elindividualismo slo es posible gracias a la accin de esas"fuerzas colectivas" que son, por una parte, el Estado y. porotra, los grupos secundarios (en particular, los gruposprofesionales).(10) y tambin por la accin de los ya mencionados gruposprofesionales.(11) Esta tesis que otorga a las fuerzas productivas un papeldinmico socialmente autnomo est en el origen de la distin-cin entre las exigencias "tcnicas" de toda produccin y lasrelaciones "sociales" en el marco de las cuales sta se desa-rrolla. El texto de Engels "De la Autoridad" asume por entero yacrticamente dicha distincin.(12) Las relaciones de produccin (concepto que en el mar-xismo se emplea siempre en plural) son de dos tipos: relacionesentre los hombres y los medios de produccin --o "relacionesde propiedad"- y relaciones entre los hombres mismos. Estas

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    ltimas pueden ser relaciones de cooperacin o bien, como enlas sociedades divididas en clases, de explotacin.

    (13) Como se ve, las luchas en cuestin son siempre luchas declases, las que, para Marx, desempean un papel protagriico enla historia humana y, particularmente, en el capitalismo.(14) Como dice Lockwood: "Aun cuando este ltimo no puedeser comparado con el primero en trminos de desarrolloanaltico, existe una indudable correspondencia entre el con-cepto de Parsons sobre la 'jerarqua ciberntica' de la accin, enla cual los valores tienen el rol de finalmente determinantes, yla nocin althusseriana de totalidad social, compuesta deniveles o instancias relativamente autnomas y cuya unidadestructural se logra a travs de la determinacin en ltima ins-tancia por la economa" (Lockwoo d: 479).

    BIBLIOGRAFIA CITADA (*)

    Foucault, M.: "Las palabras y las cosas". Ed. Siglo XXI, Bs.Aires, 1969.Gramsci, A.: Notas sobre Maquiavelo, sobre la poltica y sobreel Estado moderno, Ed. Juan Pablos, Mxico, 1975.Lenin, Y.: "El Estado y la Revolucin", en Obras escogidas, T.Il,Mosc, s/f.Lockwood, D.: "T'he weakest link in the chain? Sorne commentson marxist theory of actiori", en Research in the Sociology ofWork. Vol. 1. 1981.

    . Rousseau, J.J.: "El Contrato Social o Principios de DerechoPoltico" (seguido del "Discurso sobre las Ciencias y las Artes"y del "Discurso sobre el Origen de la Desigualdad"), Ed, Po-rra, Mxico, 1979.

    (*) No se mencionan los textos que figuran en este volumen.

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    John Stuart Mill (1806..1873)

    "Sobre la Libertad" (1859)- Primera Parte

    * Traduccin: Lorenzo Benito y de Endara.

    portan.pdfPage 1TitlesColeccin de Estudios Socio-Polticos \ \ Juan Carlos Portantiero y Introduccin

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    Page 3ImagesImage 1

    Page 4TitlesNOTAS

    Page 5TitlesBIBLIOGRAFIA CITADA (*) John Stuart Mill (1806 .. 1873) "Sobre la Libertad" (1859) * Traduccin: Lorenzo Benito y de Endara.