esta traducción fue hecha sin fines de lucro. · una mano sobre mi hombro y una mirada compasiva...
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ModeradorasRominita2503 Luna West
Traductoras Angyy
noely
Danny_McFly
Leii123
Maca Delos
nicole vultur
♥...Luisa...♥
Carolina
Elle
Val_17
Cris Cras
BlancaDepp
Mel Markham
aa.tesares
Vanessa VR
Zafiro
Udane
Joss
Mary Jane♥
Lunnanotte
Vero
Correctoras Lalu ♥
Suelick*
Vericity
Nat_Hollbrook
itxi
Findareasontosmile
Zafiro
BlancaDepp
Juli
NnancyC
Melii
Revisión Final: Juli
Diseño: July
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Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Independence
Shelly Crane
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Maggie y Caleb están en las garras de un nuevo enemigo; el
Consejo Virtuoso. No sólo tienen que lidiar con las consecuencias de
tomar las vidas de los Watson, el Consejo intenta llevarse a Maggie lejos
para mantener su precioso Visionario a salvo, pero también deben
hacer frente a Marla. Todos están decididos a socavar, controlar y usar
los raros dones de Caleb y Maggie para sus propios usos, algunos
quieren destruirlos por completo. Entonces, el padre de Maggie y Bish se
ven amenazados, pero el Consejo prohíbe la presencia de humanos.
Peter y la familia luchan y permanecen a su lado en cada paso para
salvar al padre de Maggie, para mantener a Caleb y Maggie juntos
cuando el Consejo corrupto está decidido a mantenerlos separados y
detener a Marla y lo que sea que tenga escondido bajo la manga.
Entonces, Maggie recibe la sorpresa de su vida cuando descubre algo
sobre su verdadero padre. Algo que puede cambiar todo para todos.
Significance, #3
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Traducido por Angyyy
Corregido por Lalu ♥
—¡Es muy agradable conocerte al fin! —decía—. Rachel ha
hablado de ti una y otra vez durante semanas a través del teléfono —
dijo, con acento cariñoso y dulce. Pero apenas podía concentrarme en
lo que la mujer, del clan Martineze de Praga, decía.
Miré fijamente a Marla con absoluta confusión y disgusto mientras
charlaba con alguien. ¿Había dicho lo que creí que dijo? No podía ser
cierto. Sólo había estado en el “palacio” por menos de veinte minutos y
ya tenía un nuevo enemigo. Aunque supongo que Marla no era nueva,
ya que había estado trabajando detrás de las escenas, haciendo trucos
y jugando con nuestras mentes.
La mano de Caleb temblando en la mía me hizo volver a la
realidad, mientras la mujer saludaba y se despedía de mí. Miré por
encima para calmarlo, pero tuve que evitar que mi respiración se
contrajera en voz alta. No estaba temblando de miedo y confusión,
temblaba de furia. Seguí su mirada a Marcus, que se encontraba de pie
y sonriendo detrás de Marla. La mente de Caleb corrió a través de las
múltiples veces que Marcus me había perjudicado o dañado, lo más
reciente fue, cortar mi cabello cuando me había quedado dormida en
la casa de la playa. Sus dedos apretaron los míos un poco demasiado
fuerte y los flexioné para llamar su atención. Él sacudió la mirada hacia
mí y me frotó los dedos suavemente a modo de disculpa antes de
volverse hacia el alevoso pelinegro y su familia.
Marla echó a reír ya que Caleb me tiró detrás de él, mientras ella
se dirigía a nosotros una vez más.
Pero fue a alguien detrás de nosotros. —¡Donald! —cantó y le
levantó la mano en señal de saludo—. Te ves en buena forma.
—Oh —dijo un hombre mayor con sorpresa y sonrió, mostrando
una boca llena de dientes perfectamente rectos y blancos—. Vaya,
gracias, Marla querida. Ha pasado mucho tiempo desde que nos has
honrado.
—Tienes razón —respondió ella—, estoy aquí para remediar eso.
—Bueno, bueno. ¿Y tú, campeón?
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Marla se giró y ocultó su ceño fruncido con sus manos. Sacudió la
cabeza y levantó la cara hacia él. Sus lágrimas podrían haberse visto
reales para él, pero nosotros sabíamos lo contrario.
—Ha fallecido. Un terrible accidente justo ayer.
—Oh, Dios mío... eso es terrible. Pobre Sikes. Si hubiéramos sido
notificados, habríamos celebrado una conmemoración para él. Pero
como sabes, no hay teléfonos aquí.
—Sí, bueno, su mujer no habría querido llamar la atención. Es
reservada y aunque vino con nosotros, está de duelo a su manera.
El concejal asintió como si supiera exactamente lo que quería
decir. Luego dijo—: Ya veo. Es difícil, lo sé.
—En efecto, será mejor que vaya a verla ahora. —Marla avanzó y
saludó con la mano mientras ella y su séquito salieron rápidamente
hacia algunas puertas dobles que conducían a un extenso pasillo—. Fue
muy bueno verte —dijo por encima del hombro.
—A ti también, querida. —Luego se volvió hacia nosotros y me vio
por primera vez. Corrección, vio a la Vidente. Se quedó sin aliento y
cayó sobre una rodilla delante de mí. Tomó mi mano, besando el dorso
de mis dedos y asentando su cabeza en ellos antes de mirarme de
nuevo. Sus ojos se tomaron un largo tiempo antes de alejarse de la
marca en mi cuello. Traté de estar inmóvil y representar el objeto en
exhibición que aparentemente pensaba que era.
Finalmente habló—: Oh... Vidente. Estamos tan contentos de que
haya venido. Hemos esperado... largos y duros años por su regreso.
Me tragué mi respuesta sarcástica. ¿Esperado? ¿Largos y duros
años? ¿Por mi regreso? Nada de eso parecía correcto. Uno: no
parecían estar esperando. Dos: seguro que no estaban en tiempos
difíciles. Le eché un vistazo. Llevaba lo que debía ser un traje caro. Sus
zapatos eran más brillantes que el piso de mármol en el que se
encontraban, y sus cejas lucían perfectamente alineadas y recortadas.
Se veía severamente mimado. Y en cuanto a lo tercero, ¿qué pasa con
mi regreso? ¿Qué significaba eso? ¿Pensaba que había reencarnado o
algo así?
—Es un placer conocerte —dije sin convicción.
—Donald, ella es Maggie Masters, que pronto será Maggie
Jacobson —explicó Caleb. Me miró y sonrió—. Mi pareja.
Tenía mi mente cerrada como Caleb me había aconsejado.
Había dicho que con toda la adoración que iba a mi mente, podría
sobrecargarme con seguridad en este lugar. Traté de abrir un poco
para oír los pensamientos del concejal. Todo lo que oí y sentí era
repugnante. Flotaba sobre mí... casi como cuando la mente de Marcus
estaba abierta para mí. Como lodo.
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Pensé en no enfocarme en el concejal, así que me aparté de su
mente y me recosté sobre Caleb.
—Maggie. —Donald probó mi nombre en su lengua. No parecía
como que estuviese impresionado—. ¿Es la abreviatura de algo?
¿Margaret, tal vez?
Casi suspiré. Casi. —No, señor. Sólo Maggie.
—Hmm. Entonces Peter —dijo claramente, pero con un poco de
inflexión. Miró alrededor de Caleb, y yo también lo hice. Peter estaba allí
de pie con una sonrisa pegada en su hermoso rostro, una gran falsa
sonrisa tensa que arrugaba sus ojos. El concejal y Peter se miraron el uno
al otro.
—Donald —dijo Peter. Cruzó los brazos sobre el pecho,
frunciéndose y retorciéndose con la presión, su cabeza girando muy
ligeramente hacia la derecha—. ¡Cómo... me alegro de verte, como
siempre!
—Estoy seguro —refutó Donald con la misma cantidad de
sarcasmo. Me sentí seriamente incómoda y jugueteé con la manga de
Caleb—. ¿Por qué no empezamos con las presentaciones? La Vidente
tiene que conocer a su pueblo.
Mi corazón saltó a mi garganta. —¿Qué? —chillé y Caleb
descansó su brazo alrededor de mi cintura.
—Está bien —susurró—, sólo quiere decir que te va anunciar ante
todos.
—Sí, querida. ¿Salvo que quieras decir unas pocas palabras? —
compensó Donald.
—No. No, eso no será necesario —le respondí rápidamente y traté
de no tragar saliva.
—En cuanto al resto de ustedes —Donald se dirigió el resto de
nuestra familia que se encontraba detrás de nosotros—, es muy bueno
ver a todos de nuevo. Por favor, adelante. —Levantó una ceja y frunció
los labios en señal de desaprobación—. No tienes que estar ahí parada
justo en la entrada.
—Donald —pronunció Gran lentamente y se acercó a Caleb y a
mí—, no tires tu condescendencia sobre nosotros. Todos estamos
parados en la entrada, ya que estás bloqueando nuestro camino, los
años te golpearon, tonto.
—Oh —dijo Donald bruscamente y miró alrededor—. Muy bien.
Perdóname, Vidente. Debe pensar que soy terriblemente desatento.
—No. Um... no —murmuré.
Hizo un gesto con el brazo para que podamos entrar a la gran
sala. Sentí a alguien a mi espalda y me giré para encontrar a Kyle. Tenía
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una mano sobre mi hombro y una mirada compasiva en su rostro. A su
lado, estaba Lynne sujetando con fuerza su mano mientras miraba
alrededor en la sala dorada. —Es hora de dar la cara —susurró Kyle y
luego palmeó a Caleb en la espalda.
—Ustedes dos actúan como si fuéramos a la guerra o algo así —
murmuró Lynne.
Caleb se rió. —No. Sólo sabemos que Maggie va a odiar
absolutamente esto.
—¿Odiar qué? —pregunté.
—Esto —dijo y señaló. Miré hacia arriba para ver una sala llena de
gente que apenas unos segundos antes se movían y charlaban. Ahora,
en el espeluznante silencio de la habitación, podía ver a todos cayendo
sobre una rodilla y haciendo una reverencia con sus cabezas, a mí. Fue
una lucha evitar una mueca de disgusto en mi cara. Todos esperaban.
Me di cuenta de que me esperaban a mí. Mierda.
—Gracias. Pueden… estar de pie —dije.
Unos pocos se acercaron a mí y cada uno de ellos se inclinó en
una pequeña reverencia; besando mis dedos, inclinando la cabeza y
tocando a mi mano. Cuando finalmente se pusieron de pie, sonreí y
traté de no encogerme en el costado de Caleb. Todos los demás
estaban plantados mirando.
Unos pocos individuos bien vestidos se dirigieron a una plataforma
que tenía una mesa larga, cubierta de lino blanco. Los siete se sentaron
y después miraron el camino. Al principio pensé que me miraban a mí.
Pero Gran apretó mi hombro mientras pasaba. Se abrió paso y se
detuvo al final de la mesa. Todos se sentaron juntos, haciendo un total
de ocho personas aparentemente importantes.
Estaba confundida. Caleb se inclinó y me habló en voz baja. —El
concejo. O la Asamblea, como les gusta llamarse a sí mismos. Está
formado por un miembro de cada familia. Gran nos representa.
—¿Por qué no es tu papá? ¿Él es el Campeón?
—No puede ser el Campeón. El Campeón siempre debe estar
libre para nuestra familia y no atado a cualquier otra posición.
Técnicamente, Gran, ya que es un miembro de la asamblea, debería
vivir aquí en el palacio con el resto de ellos. Pero se niega a hacerlo.
—¿Pueden escoger? —pregunté, pensando en que la asamblea
probablemente no querría una vocal del tipo... “dice lo que piensas” en
el Consejo.
—Nop. Cada familia elige a sus representantes. —Sonrió—. ¿A
quién más habríamos votado sino a Gran?
Me reí, provocando que algunas personas se giren y miren. Caleb
simplemente los ignoró y pasó un brazo alrededor de mi hombro, pero
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no pude evitar preguntarme el motivo de la extraña expresión en sus
rostros. Abrí mi mente, centrándome en un tipo en particular que
parecía bastante molesto. Su mirada se aferró a la mía y sentí
inmediatamente sus celos. No estaba enfadado, sólo deseaba. Él
deseaba lo que le habían dicho durante toda la vida, que era su única
manera de tener una familia y amar a alguien. Su mente inundó la mía
con pensamientos del regreso de las imprimaciones, la posibilidad de
que su alma gemela se encuentre en esta misma habitación. Que yo
era el catalizador, la que traería todo de vuelta a ellos. Le sonreí y
parecía sorprendido por el gesto. Me devolvió la sonrisa y agachó la
cabeza.
—Ese es Paul, del clan Petrona —dijo Caleb en voz baja—, y a su
lado está Philippe. ¿Te acuerdas que te conté de él?
—Sí, el otro ser humano, además de Gran y yo. —Él echó un
vistazo y nos encontró mirándolo. Saludó a Caleb e inclinó la cabeza
hacia mí. Empezó a venir hacia nosotros, pero una niña lo agarró del
pantalón y lo hizo detenerse. Se echó a reír y cogió a la niña.
Todos miraban a Kyle y Lynne también, la expresión de sus caras
con la misma medida de anhelo. Kyle no era consciente, pero Lynne
sabía lo que estaba en juego. Se encogió al lado de Kyle en un gesto
inusual de la chica valiente que conocí.
Jen fue arrastrada por María para estar junto a nosotros. María nos
tomó a Caleb y a mí de nuestros brazos y bostezó mientras apoyaba la
cabeza contra él. Él se rió de ella. Miré alrededor de la habitación en el
momento en que Donald comenzó a dirigirse hacia todos en voz alta.
Pero lo desconecté.
La mente de todos era igual y todos parecían tan encantados
conmigo como lo había estado Donald. Querían lo que creían que
tenía para ofrecer, sus vidas de regreso. Lo que no sabían era que no
tenía idea de qué demonios hacía. Realmente esperaba poder
ayudarles porque la desesperación parecía ser el estado de ánimo del
día.
—¿Maggie? —Escuché y miré hacia atrás para ver que Donald
me observaba con curiosidad.
—¿Sí?
—¿Me preguntaba si te gustaría decir unas pocas palabras? ¿A tu
pueblo?
Lo miré y me di cuenta de que aunque me preguntó antes si
quería hablar, y le dije que no, realmente no me daba la opción, sólo
era amable.
Caleb suspiró a mi lado y lo miré para comprobar que entendió
también que la asamblea no tenía ninguna intención de dejar que me
siente en silencio. Me armé de valor. Tenía la mano de Caleb en la mía,
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su sangre y amor corriendo a través de mis venas y su corazón en mi
pecho. Podía hacer esto.
Apuesta tu bonito trasero a que puedes.
Intenté no reír ante sus palabras en mi cabeza. Apreté su mano y
giré mi cara hacia toda la sala, un ramillete de diferentes personas y
colores.
No esperé. Sólo seguí con ello. —Sólo quería decir que es
realmente bueno conocerlos a todos. Espero que podamos llegar a
conocernos bien esta semana. —Y como estaba en una posición para
que todo el mundo me escuche a la vez…—: Y por favor, no tienen que
inclinarse ante mí. Soy igual que ustedes. Sé que están ansiosos por mi
presencia aquí, y lo que podría significar, pero vamos a resolverlo todos
juntos. Me doy cuenta de la importancia de esto y prometo que lo estoy
tomando en serio, pero mi nombre es Maggie, por favor llámenme así.
—Y entonces sonreí.
Miré alrededor de la habitación. Algunos sonreían, algunos sólo
observaban, y unos cuantos estaban en absoluto estado de shock. Pero
no me miraban. Seguí sus miradas por encima del hombro para
encontrar a un Donald con la cara roja.
—Vidente —dijo claramente y entendí el significado de ello. Nadie
iba a llamarme Maggie—. Sé que eres joven, pero tienes una obligación
con nuestro pueblo, por ser lo que eres. No puedes permitir que te traten
como a algún plebeyo, porque no lo eres. Y tampoco eres más un
mísero humano —se burló alto y claro.
—Entiendo —dije—. No voy a eludir mis deberes, pero soy la
Vidente y no siento la necesidad de que me traten como a otra cosa
que no sea como... a uno de ustedes. Planeo tratar de averiguar qué es
lo que tengo que hacer mientras estoy aquí.
—Perdóname, Vidente, pero sabemos exactamente lo que se
supone que debes hacer. —Se acercó a la mesa y se puso delante de
todos—. ¡Bienvenida a casa! —resonó el eco fantasmal en la sala
grande—. Eres bienvenida para estar aquí, para siempre. La regla de
nuestro pueblo de vivir con el Consejo ha sido prevista desde hace
siglos.
—Yo... —¿Qué se supone que tenía que decir a eso? Peter tocó
mi brazo. Me miraba fijamente. Me concentré en él, asumiendo que
tenía algo que decir.
Supuse que iban a tratar de hacer esto, Maggie. Por mucho que
amo a mi pueblo, pueden ser inflexibles y francamente obsesivos
acerca de la tradición y la formalidad. Sólo... no te pongas nerviosa.
Vamos a aclarar todo esto juntos. No voy a dejar que te intimiden, lo
prometo.
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Asentí mientras Peter se giró hacia Donald y sonrió con esa misma
sonrisa de antes. La que decía “estás seriamente lleno de mierda”. —
Donald, Maggie tiene sólo diecisiete años y era un ser humano. Tiene
vínculos humanos. Un padre y su hermano, amigos. No puedes esperar
que arranque sus raíces completamente y venga a vivir aquí. Sin
mencionar a Caleb…
—¿Qué pasa con Caleb? —dijo Donald con suficiencia—. No
extendí la invitación de vivir con nosotros a Caleb.
—Es su pareja —respondió Peter con fuerza.
—Y si ella decide mantenerlo aquí, puede quedarse. Pero es a
discreción de la Vidente cómo maneja esa situación... —Mis cejas se
fruncieron por la confusión, pero siguió adelante—: Entiendo que ella
necesita su toque para sobrevivir, pero la Vidente es demasiado
importante y distinguida para ser consumida por un pequeño amor
adolescente y el uso insignificante de su tiempo. —Caleb gruñó a mi
lado y me agarró el brazo por instinto. ¿Qué es lo que el Consejo está
tratando de hacer?—. Por lo tanto, si la Vidente así lo desea, puede
mantener a Caleb aquí en los cuartos comunes, ya que no sería
apropiado quedarse con ella en su sección del palacio.
—¡Y una mierda! —gruñó Caleb.
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Traducido por Angyyy
Corregido por Lalu ♥
—Donald —rugió Peter—, te ruego que me disculpes, pero ¿estás
sugiriendo que Maggie mantenga a mi hijo aquí como una especie de...
de...?
—¿Consorte? —Terminé por él. Sólo la idea de que sugirieran que
utilice a Caleb para tal cosa fue suficiente para que me hierva la
sangre. E hirvió. Las luces empezaron a parpadear un poco encima de
nosotros.
Todo el mundo miró a su alrededor con confusión, pero nunca
quité mis ojos de las personas en la mesa. Miré a cada uno a su vez y les
dije con la mirada que esto era una idiotez. Todos miraron hacia otro
lado como si estuvieran asustados de mí, o avergonzados por estar
sentados tranquilamente mientras Donald dominaba a todos. Así que, si
tenían miedo de mí, entonces ¿por qué me tiraban esta mierda?
Excepto Gran, por supuesto. Ella se limitó a sonreír y mirar.
Donald se enfadó ante mi tono y se aclaró la garganta mientras
daba un paso hacia atrás ligeramente. Luego dio un manotazo a una
cinta de energía que flotaba en el aire cerca de su cabeza. Sus ojos se
abrieron cuando fue directamente a través de su piel. Miré hacia atrás
para ver que había un montón de cintas de energía en el aire. Tomé
una respiración profunda, dándome cuenta de la amenaza azul que
venía directamente de mí. Caleb trató de tocar mi piel, sus manos
corriendo de mis brazos a mi cara, pero honestamente, estaba tan
disgustada que él mismo no me calmaba mucho.
—¿Qué está pasando aquí? —gritó otro miembro de la
asamblea—. ¿Quién está haciendo esto?
—Yo —contesté en voz baja y todos se detuvieron. Caleb deslizó
sus manos por mi cara lentamente y giró para mirar a la asamblea una
vez más.
—No es culpa de ella. Maggie lo hace cuando está molesta. Así
que paren —gruñó.
—No fue nuestra intención molestarte, mi querida Vidente —dijo
Donald e hizo su camino de regreso a su silla en la mesa. Me alegré de
que no se encontraba lo suficientemente cerca para obtener un buen
vistazo de la condescendencia en su rostro que podía oír en su voz—.
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¿Qué parte fue qué...? —se detuvo. Seguí su mirada hacia mi muñeca.
Mierda. Se volvió un par de tonos de rojo. Miró a Peter, a continuación,
a Caleb.
Vi como su ceño se disparó en acusación. O tal vez fue
curiosidad.
—Por lo tanto, ¿has mutualizado con nuestra Vidente? —
preguntó, haciendo que el agarre de Caleb en mí se reforzara—. ¿Tú...
has contaminado a nuestra Vidente antes de casarse?
—Ahora, espera un segundo —interrumpió Peter—, no hay
ninguna ley…
—¡Es una cuestión de decoro! —gritó y se levantó, golpeando su
arrugado puño sobre la mesa. Jen atrajo a María de nuevo hacia ella y
parecía como si quisiera cubrir los oídos de su pobre hija—. ¡Algo que
deberías haberle enseñado como el Campeón de tu clan!
—Bueno, él ha estado un poco ocupado salvando nuestras vidas
—murmuré por detrás de Caleb.
—¿Qué, Vidente?
Enderecé mi espalda y me paré cerca de Caleb. Me tomó de la
mano, dejando que los tatuajes de nuestras muñecas muestren nuestro
mutuo amor, pero también el hecho de que hemos mutualizado. No era
algo sucio y el hecho de que él trataba de quitarme mi recuerdo
perfecto, feliz y delicioso de esa noche no iba a funcionar. Caleb sonrió
al oír mi perorata interior y se echó a reír cuando me giré a la mesa
delante de mí. Hablé claro y fuerte.
—Dije, que hemos estado un poco ocupados tratando de
mantenernos con vida. El hecho de sí mutualicé o no con mi pareja no
debería importarles. El hecho de que fuimos casi asesinados por
miembros de los Virtuosos que se encuentran en esta misma habitación
y no están haciendo nada sobre esto es de lo que debemos discutir. Y
es Maggie, no Vidente... señor.
—¿Qué es este engaño? —preguntó otro asambleísta—. ¿Estás
diciendo que alguien en esta sala intentó matarte? ¿Cómo? ¿Cuándo?
—No sólo a mí, pero sí. En más de una ocasión.
—¿Quién? —repitió más fuerte.
—¡Maggie está embarazada! —espetó Marla. Abrí la boca para
empezar a gritar de nuevo, pero todos en la sala, especialmente los
miembros del Consejo, se detuvieron y me miraron fijamente. O espera...
no, miraban a Caleb. Mierda. Las cosas estaban a punto de ponerse
feas.
—Eso no es cierto —gritó Caleb—, Marla está tratando de desviar
esto. Los Watson han secuestrado a Maggie y la han mantenido lejos de
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mí durante cuatro días. Luego, sólo un par de días después, mandaron a
alguien a mi casa y trataron de matarnos allí, también.
—Ahora, ¿cómo podemos creerte? —intervino Donald—. La
prueba de que has mutualizado con ella antes de casarse está ahí para
que todos lo vean. Si pudiste mutualizar con ella antes del matrimonio,
entonces ¿por qué no hacer más que eso, hmm?
—Puedes creerme porque te estoy diciendo que no hemos hecho
nada más que mutualizar.
—Y lo digo yo, también —salté en defensa de Caleb—. No estoy
embarazada y no he hecho nada para que pueda llegar a estarlo.
—La confianza hay que ganársela —dijo Donald—, y lamento
tener que decirlo, pero no te conozco lo suficiente aún para confiar en
ti de esa manera. Marla ha sido una de nosotros desde su nacimiento.
Un grande y corpulento hombre mayor se levantó de la mesa del
Consejo y dijo con voz asombrada—: ¡Pero ella es la Vidente!
—Asamblea, siento ser la rigorista aquí —continuó Marla con voz
tensa de sinceridad falsa—, pero sería tan fácil para ellos decir que no
está embarazada sin ninguna prueba. Ella no quiere que Caleb sea
castigado.
—¿Castigado? —grité y miré a Caleb—. ¿De qué está hablando?
—susurré.
Se inclinó cerca. —Te dije que nuestra especie espera hasta que
nos casemos.
—Pero no dijiste que serías castigado de otra manera.
—¿Eso es un problema, Vidente? Creí que dijo que no había
realizado indiscreción alguna —habló Donald en voz baja.
¿Indiscreción? Este día por completo iba lejos de la forma en que
lo imaginaba. Antes de que pudiera hablar de nuevo, Peter lo hizo.
—He informado al Consejo de las maniobras de los Watson y sus
planes de hacerle daño a mi familia antes de llegar. ¿Estás diciendo
que no tienes conocimiento de ello?
—Hemos recibido su mensaje, pero este es un caso típico de él —
dijo.
—¿No estarás flexionando las reglas para cubrir a tu familia o lo
harías, Donald?
—¿Cómo te atreves a acusarme de semejante cosa? —rugió
Donald—. Soy consejero y mentor de todos, no sólo de mi familia, ya
que todos estamos en el Consejo.
—Entonces, si investigas la absurda idea de que Maggie pueda
estar embarazada, sólo un par de semanas después de ser la pareja de
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mi hijo, luego podrás investigar a los Watson y lo que le hicieron a mi
familia —exigió Peter con voz ronca.
—Creo que será mejor ver… —comenzó Donald, pero Gran lo
interrumpió.
—Por supuesto que vamos a investigar a los Watson, Donald. Si tal
reclamación fue hecha en contra de los Jacobson, investigaremos eso
también. Precisamente por eso tenemos que tener una audiencia
para... Maggie y Caleb. —Todo el mundo se quedó sin aliento,
incluyéndome. ¿Qué está haciendo Gran?—. Cuando se toma una
vida, tiene que haber una audiencia para determinar si el castigo es
necesario. Dos Watson murieron en la casa de Peter por Maggie y
Caleb, y otro fue asesinado en la casa de Max por otro miembro del
clan Watson.
—Ya conoces las reglas, Winifred —dijo otro miembro—. El
asesinato de un miembro de algún clan se aborda dentro del clan. Eso
no tiene nada que ver con nosotros.
—Así que, vamos a seguir adelante con el procedimiento para
Maggie y Caleb —dijo ella, y nos miró—. ¿Quién de la familia va a
responder por ellos?
—Yo lo haré —dijo Peter y comenzó a contar todo lo que nos pasó
en su casa y en la de Kyle. Mientras él hacía eso, me giré hacia Caleb y
hablé en voz baja, incluyendo a Kyle y a Lynne que también estaba
dentro del grupo.
—¿Qué está haciendo Gran? —pregunté—. ¿Por qué iba a querer
que ellos de…?
—No quiere —me aseguró Caleb. Me tocó la mejilla y me dio una
mirada de simpatía. Su mano se deslizó hacia abajo para envolverse
alrededor de mi muñeca, su pulgar frotando mi tatuaje con posesión.
Me estremecí, incluso bajo las tensas circunstancias. Un lado de la boca
de Caleb se curvó ante mi reacción, pero Kyle lo golpeó en su brazo—.
¿Qué?
—Hombre —se quejó Kyle y rodó los ojos. Me miró de nuevo—.
Gran lo está difundiendo. Si lo saca a colación antes de dejar a los
Watson contar su versión, se verá mejor para nosotros. Nos hace parecer
inocentes.
—Somos inocentes —insistí en un siseo—. Trataron de…
—Lo sé —dijo rápidamente—. Pero ellos no lo saben.
—Está bien, está bien. —Asentí para convencerme a mí misma de
que todo iba a estar bien. Esto no era, cómo Caleb describió la
reunificación para mí. Él y Kyle lo hacían parecer como una gran fiesta.
Como que iba a ser divertido, salir, bailar, hablar. Esto no lo era.
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Lo siento. Si nos hubiéramos imprimado simplemente y si tú sólo
hubieras sido tú, no habría sido de esta manera. Pero debido a que eres
la Vidente... Como que esperaba algo de esto. Por lo general, el
Consejo sólo se sienta allí toda la semana y casi no los veo. Pero a causa
de lo que eres, sienten que tienen que hacer una escena o algo así.
¿Por qué siento como si tuviera que pedir perdón?
Sonrió y me atrajo hacia él, metiendo mi cara en su cuello. —Ah,
bebé —susurró—. No estropeaste nada. Sólo son un montón de
vejestorios, eso es todo.
—Me gusta eso —dije en voz baja—, vejestorios. —Y luego nos
sobresaltó un ruido que fue emitido fuertemente. Donald golpeaba el
puño sobre el revestimiento de la mesa de nuevo. Él y Peter estuvieron
cara a cara, mientras Peter se inclinaba hacia él.
—He contado los detalles de lo ocurrido. Mis chicos se protegían a
sí mismos, y no puedes encontrar ningún delito en eso.
—No seas mi juez y jurado, Peter. ¡Esto no es un tribunal humano
donde puedes jugar al abogado y evadir a tu manera para salir de las
reglas y tradiciones que se han establecido para nosotros hace siglos!
—Eso no es lo que estamos tratando de hacer. La Vidente y mi hijo
no se justifican sólo por sus acciones, pero estarían muertos, y muchos
de nosotros también, si no hubieran hecho lo que hicieron.
—Es irrelevante y lo sabes.
—¡Basta! —gritó Gran y cepilló su cabello que se había caído de
su moño—. Santo cielo. Tú mismo conoces las reglas, Donald Watson. —
¡Watson! Ah, todo tenía sentido ahora...
Gran continuó. —La audiencia se fijará como es habitual y vamos
a votar. No hay nada más que hacer al respecto. Ahora ambos dejen
de provocar una escena y permitan que todos conozcan a su Vidente.
—Muy bien —coincidió Donald—. Y una prueba de embarazo se
emitirá a Maggie para determinar que no lo está.
—Perdón, Donald —llamó Marla—. Pero puede que no se
encuentre lo suficientemente avanzada en el embarazo para ser
detectado en una prueba. Necesita un análisis de sangre.
Tan pronto como las palabras salieron de su boca, sabía
exactamente lo que planeaba, aunque sus pensamientos no estuvieran
abiertos para mí. Después sugeriría que su tía tome mi sangre.
—Da la casualidad que mi tía Sylvia, viuda de Sikes, tiene la
habilidad de realizar la extracción de sangre sin ningún tipo de dolor o
molestia para la Vidente.
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Peter interrumpió—: ¡Es ridículo e irrespetuoso querer realizar una
prueba con el único propósito de tratar de atrapar a la Vidente en una
mentira!
—Si no está mintiendo, no debería haber ninguna razón por la que
se negaría a la prueba. —Supe entonces que no había nada que
pudiera decir. Él nos tenía y lo sabía, al igual que Marla—. Está decidido
entonces —intervino Donald, sonando muy entusiasmado con la idea.
Cuando puso sus manos sobre la mesa, capté un destello de su tatuaje
de la muñeca, pero no podía entender el diseño.
Miré a Peter y a Caleb, para ver si entendieron lo mismo que yo.
Marla sabía que no estaba embarazada, buscaba más de mi
sangre. No había manera de rechazar la prueba sin que parezca que
estaba embarazada y Marla sabía que no correría el riesgo de que
Caleb sea “castigado”, lo que sea que eso quería decir.
Caleb me leyó todo el tiempo y asintió en complicidad. Apretó sus
dientes, pero trató de mantenerme en calma. Sonrió y frotó mi brazo.
Vamos a resolver esto. Voy a ir contigo, no voy a dejar que se
lleve tu sangre.
Asentí de vuelta. Peter se cruzó de brazos, sus ojos ardiendo en
una línea de disgusto ante Donald, pero no dijo nada. No quería abrir mi
mente en la sala, honestamente no quería saber lo que todos pensaban
en este momento, pero supuse que Peter había llegado a la misma
conclusión que teníamos. Rachel se acercó y puso sus brazos alrededor
de él. Casi sonrió e instantáneamente se calmó y la miró, con una
mirada de agradecimiento en su rostro.
Pasamos la siguiente hora socializando, como Gran pidió. Sacudí
cientos de manos, se inclinaron ante mí más veces de las que podía
contar, aunque les pedí que no, y me dijeron varios nombres que nunca
recordaría. También soporté las miradas de las chicas que no estaban
felices de que fuera la que pudo enganchar a Caleb. Traté de no
tomarme sus miradas de muerte y luego las sonrisas rápidas —para
evitar que la Vidente los convirtiera en polvo—, personalmente.
Entonces la música comenzó a sonar. Miré hacia un pequeño
escenario con instrumentos... pero nadie tocaba. Los instrumentos se
tocaban a sí mismos por así decirlo, bastante bien también, debo
añadir.
—Ellos están encantados —explicó Caleb en mí oído—. Uno de los
miembros del clan Gemino puede encantar objetos para que realicen
sus funciones normales.
—¿Así que no puede hacer que una guitarra lave los platos o algo
así? —preguntó Lynne.
—No, sólo reproducir música.
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—Pobre —se quejó en broma y nos reímos. Todavía estaba
nerviosa. La gente no podía quitar los ojos de los cuatro, todos por
diferentes razones, pero un hecho común. Estábamos imprimados.
Lynne odiaba la atención, pero Kyle los tenía comiendo de su mano. Le
encantaba el hecho de que él tenía lo que todos los demás
envidiaban.
—¿Qué tal un baile, bella dama? —oí detrás de mí y me giré para
hallar a Rodney, que me encontró y me salvó en el bosque ese día en el
complejo de los Watson. En silencio, jadeé y, sin pensarlo, salté a
agarrarlo del cuello. Me abrazó y lo sentí reír. Eché un vistazo por encima
a Caleb, esperando ver el ceño fruncido de celos, pero encontré sólo
afecto. Todavía estaba muy agradecido con Rodney también. Me salvó
la vida, después de todo.
—Supongo que eso significa que recuerdas quién soy —bromeó
Rodney mientras ponía mis pies en el suelo.
—Por supuesto que sí —contesté. Vi sus ojos captando la marca
en mi cuello y la mirada de afecto cambió a una de euforia. Sonrió e
hizo la cosa de reverencia-beso-mano.
—Vidente —susurró y sonrió ampliamente—. Me hace todavía más
orgulloso de pertenecer a tu familia.
—Por favor, sólo Maggie —insistí, y aunque asintió, sabía que iba a
tomar un poco de persuasión. Luego se giró hacia Caleb.
—Caleb.
—Rodney, hombre, es bueno verte. —Se abrazaron, chocando sus
puños y golpeando sus espaldas.
—A ti también. Y Kyle, veo que también tienes un complemento.
—Sí. Es Lynne —explicó Kyle con orgullo—. Lynne, este es nuestro
primo, Rodney.
—Mucho gusto —dijo Lynne y chocó los puños con él—. ¿Eres de
Tennessee, también? Tienes todo... —agitó su mano frente a él—, el
estilo cowboy.
Y lo tenía. Él era sustancioso, oscuro, bronceado, con vaqueros y
una camisa a cuadros. Todo lo que necesitaba para completar el
cuadro era un sombrero de vaquero.
—Soy de Tennessee, sí señora —dijo en un acento sureño
exagerado—. De hecho, vivo en una granja con cincuenta caballos.
—Nuhuh —dijo Lynne y se acercó con más interés—. ¿En serio?
—Lo juro.
—¡Amo los caballos! —dijo, y se rió con alegría. Kyle la agarró del
brazo y comenzó a arrastrarla lejos riendo.
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—Será mejor que te alejes del Señor caballos salvajes.
—Oh, no te preocupes. Puedes comprarme un caballo y entonces
estaremos bien.
—Hecho —dijo Kyle y aunque se reía, me di cuenta de que
absolutamente iba a comprarle un caballo. Él le acarició su cuello y se
rieron.
Eché un vistazo para encontrar a Caleb mirándome. —¿Qué? —
pregunté.
—Sólo me preguntaba lo que estás pensando, ya que tienes el
cerebro cerrado.
—Sólo estoy pensando que me alegro de que Kyle tenga a Lynne
—dije sin vacilar—. Estoy contenta de que esté feliz.
—Yo también. —Envolvió sus brazos alrededor mío desde atrás—.
Y no sólo porque me molestaba sin cesar sobre ti. Me alegro de que
podamos ser amigos de nuevo.
—Yo también.
—Yo, tres1 —dijo Rodney y rió mientras Caleb le dio una palmada
en el hombro—. Los he echado de menos en el rancho chicos. Mamá
también. No ha tenido a nadie por quien hacer galletas de azúcar.
—Sí —dijo Caleb, pensativo—. No hemos estado allí en meses.
—Vas a tener que venir pronto. Mamá tiene un nuevo Clydesdale.
Es el caballo más grande que he visto.
—Vamos a hacer eso. Primero sólo tenemos que lograr sacar un
par de cosas del camino —dijo Caleb y sonrió contra la parte posterior
de mi cuello.
1 Juego de palabras. Maggie y Caleb dicen: Me too (Yo también), que suena como
two (dos) y por eso Rodney dice: Me three (tres).
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Traducido por noely
Corregido por Suelick*
La noche avanzaba y no estaba realmente disfrutándola. Me
sentía demasiado expuesta, así que no estaba de humor para bailar o
con el estado de ánimo para comer, habiendo una enorme variedad
de frutas. Todo el mundo hablaba en voz baja y nos miraba de soslayo.
Y cuando miré hacia uno de ellos, sonrió y rápidamente desvió la
mirada. No sabía qué hacer al respecto.
Pero pronto, todos mis pensamientos de autocompasión se fueron
volando cuando los Watson, quienes habían sido mi poltergeist desde
que conocí a Caleb, decidieron que mi noche necesitaba un poco más
de emoción.
—Hola, pequeño humano —dijo Marcus detrás de nosotros. Nos
volteamos y agarré el brazo de Caleb intentando que no lo enfrentara.
—Lindo corte de pelo, ¿Es nuevo? —dijo con sarcasmo.
Para ese entonces no había nada que pudiera hacer. Caleb se
lanzó hacia Marcus, lanzándolo contra a la pared. Sus manos se
apoderaron de su garganta y gruñó en su rostro, haciendo caso omiso
de la multitud asombrada que observaba desde el otro lado de la
habitación.
—No hables con ella, nunca.
—Ah, el príncipe Jacobson —respondió Marcus en voz alta y se
echó a reír—. Qué suerte para Maggie tener un niño grande y fuerte
para mantenerla a salvo de mis insultos.
—Te dije que te callaras. Estamos atrapados aquí contigo esta
semana, pero eso no quiere decir que puedas torturar a Maggie todo el
tiempo. Es tu Vidente y le mostrarás un poco de respeto por eso y nada
más.
—¿Qué está pasando aquí? —gritó Donald desde detrás de
nosotros. Sentí brazos que me rodearon desde atrás y giré para
encontrar a Rachel abrazándome, con Peter flanqueándola. Donald se
acercó y se paró junto a Caleb, que todavía no había liberado a
Marcus.
—¿Qué está pasando? ¡Contéstame!
—Caleb está celoso de cualquiera que muestre afecto a nuestra
Vidente, tío —se burló Marcus.
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—Marcus, voy a… —empezó Caleb, pero Donald lo interrumpió.
—Ahora, Caleb, sé cómo te debes estar sintiendo —Donald le dio
una palmada en la espalda en simpatía—, pero no puedes ser
mezquino con nuestra Vidente.
—No lo soy y no planeo serlo. Marcus ha torturado durante
semanas a Maggie con ecos, secuestrándola y mucho más. No voy a
dejar que lo haga esta semana.
—Ni yo —dijo Donald con severidad—, por supuesto, todo lo que
pasó antes fue ruin e injustificado, pero se ha acabado, estoy seguro.
Teniendo en cuenta que es la Vidente.
Eso sonaba como una advertencia para Marcus, pero este rió e
inclinó la cabeza.
Casi abrí mi mente a él, pero estaba asustada. Tenía miedo de lo
que todos pensaban y a sobrecargarme, pero no quería verme como
una débil frente a toda esta gente que esperaba mucho de mí.
—¿Lo ves? Deja que se vaya, hijo.
Caleb lo mantuvo durante unos segundos más, como advertencia
y luego volvió a tomar mi mano.
—Creo que llevaré a Maggie a ver su habitación —dijo Caleb—.
Ha sido un día muy largo.
—Por supuesto —admitió Donald y sonrió—. Sus cuartos, Caleb, el
tuyo se encuentra en el segundo piso. Maggie se quedará aquí en la
primera planta con el resto de los miembros de la asamblea. Este año
hemos cambiado algunas cosas más, estoy seguro de que puedes
entender por qué.
—No, señor —respondió Caleb y rió con una con humor—. No
creo que lo entienda, pero estoy seguro de que hay una implicación en
alguna parte.
—Caleb —dijo Peter en voz baja y llegó junto a nosotros—.
Donald, por favor, sólo dinos qué es lo que quieres que sepamos. Todos
hemos tenido un día muy largo y deseamos retirarnos.
—Estoy seguro de que con todas las nuevas hormonas de la
imprimación, puedes ver por qué tendríamos que separar a las parejas
recién imprimados. De hecho, incluso Lynne, que no es miembro del
Consejo, se quedará en la habitación de al lado de Maggie.
—Espera, espera, espera un minuto —dijo Caleb, su voz baja y
peligrosa—. ¿Quiere decir que nos va a separar por la noche?
—Sí. Y no sólo por la noche, todas las noches. No es apropiado
para la…
—¡Donald! —dijo Peter con incredulidad. Se volvió hacia el resto
del Consejo, que se hallaba lleno de curiosos espectadores—. Ustedes
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saben que se retiraran durante la noche. ¿Es eso lo que quieren, para su
Vidente?
—Nunca hemos dejado dormir a los individuos no casados juntos.
¿Por qué deberíamos empezar ahora? —respondió otro miembro de la
asamblea.
—Nunca hemos tenido estas circunstancias tampoco —refutó
Peter—. Por lo general los individuos, como los llamaste, se casan en un
par de semanas y nunca es un problema.
—Exactamente —dijo Donald y se burló—: Sinceramente Peter,
que tú puedas sugerir que duerman juntos antes del matrimonio es…
—No estoy sugiriendo que hagan nada más que dormir, Donald —
respondió Peter secamente.
—Así mismo, nuestras maneras son las mejores y con buena razón.
La moral es la mayor obligación y responsabilidad de nuestro pueblo.
Hay planes para que se casen, ¿no?
—Por supuesto.
—Entonces... —Donald sonrió y miró a Caleb otra vez—. ¿Por qué
no ahora mismo? Resuelve todos los problemas. Eso sería como cinco
pájaros de un tiro. —Se rió de su propia broma.
—¿Qué? —dijo Caleb.
—Estamos todos aquí —explicó Donald alegremente—, se puede
llevar a cabo la ceremonia, Peter. Estoy seguro que los participantes son
los que más lo... desean —dijo, y me sonrió.
—¿Quieres que nos casemos? ¿Ahora? —solté y hasta oí el
disgusto en mi voz. Vi las miradas de asombro en los rostros de los
demás, claramente entendiendo mal mi disgusto. No es que no quería
casarme con Caleb, pero papá y Bish no estaban aquí. Eso es imposible.
—¿Te opones a casarte con Caleb? —preguntó alguien detrás de
mí—. ¿No te lo ha pedido ya?
—No, él me lo pidió, pero…
Fui silenciada por numerosas respuestas, de todos mí alrededor.
Me encogí en el pecho de Rachel y agarré con fuerza la mano de
Caleb.
—¿Tener una boda en el palacio? Eso nunca ha pasado antes.
—¿Por qué no iba a querer casarse con él?
—Humanos —se burló una mujer—. Nunca podrían cortar los lazos.
—¡Shh! Ella es la Vidente, te escuchará.
—¡Está bien, escuchen! —gritó Peter para detener a todos—. Esto
no está bien y lo sabes, Donald. Tú no haces más que hablar de la
tradición y las normas establecidas por nuestros antepasados desde el
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momento en que entramos por la puerta. Nunca hemos tenido una
boda aquí porque es una cosa sagrada que se realiza en casa del
Campeón y sólo las familias involucradas están incluidas. ¿Cómo te
atreves a ofrecer que se casen aquí tan cruelmente faltando el respeto
a las tradiciones en ello?
—Sólo estoy tratando de resolver el problema que tanto te
molesta. Si se casan, entonces no tendríamos ningún reparo en que se
queden en la misma habitación.
—El matrimonio no se trata sólo de una ceremonia o un pedazo
de papel. Es sobre la familia y hacer un compromiso mutuo para
siempre en frente de sus seres queridos. Que trates de convertirlo en
algo tan simple y trivial, es ridículo.
—Es práctico.
—¡Eres un hipócrita!
No tenía ni idea de qué decir. Miré a Caleb y me di cuenta que
todavía tenía mi mente bloqueada. Caleb había estado muy tranquilo
durante toda la cosa y ahora sabía por qué. Pensó que yo estaba
molesta, porque no quería casarme con él en este momento, a lo mejor
después de ver a su pueblo, no querría formar parte en ellos.
Me desenvolví de su madre y recorrí la pequeña distancia que nos
separaba. Me tomó en sus brazos con facilidad e incluso trató de
sonreír.
—Eres un idiota —le susurré y sonreí—. ¿Cómo puedes creer
honestamente que yo no querría?
—¿Qué? —dijo confundido, pero contuvo la respiración cuando
toqué mi cabeza con la suya, le abrí mi mente para dejarlo entrar, le
dejé sentir todo lo que había sentido desde que había llegado aquí.
Estaba asustada, confundida, inquieta, preocupada, y no tenía idea de
lo que tenía que hacer por estas personas. Pero una cosa era segura.
Quería casarme con Caleb... pero no porque un viejo me dijo que tenía
que hacerlo. Quería exactamente lo que Peter había descripto, toda la
experiencia y el sentimiento y la belleza de ello.
Así que le mostré a Caleb la visión que tuvo ese día, de mí en un
vestido rojo, para recordarle que este no era nuestro destino. La visión
mostró exactamente lo que iba a venir para nosotros: él y yo, Lynne y
Kyle, mis pies descalzos sobre la hierba verde, exuberante y muchas
caras sonrientes.
El Consejo sabía que nos íbamos a casar un día y el hecho de que
no confiaban en nosotros sobre lo que nuestro cuerpo necesitaba
durante el sueño, para protegernos de dolor, era como una bofetada
en el rostro.
Caleb levantó el rostro, un poco avergonzado y me miró. Me
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mordí el labio y sonreí, pero rápidamente se desvaneció cuando me di
cuenta de que estábamos rodeados por cintas de energía. Miré hacia
arriba y vi la foto de nosotros dando vueltas en nuestro traje de boda,
en el aire encima de nosotros. Mierda.
No había querido esto, pero ya había mostrado a toda la
habitación una visión muy particular de nosotros en nuestra boda.
Miré hacia Donald y pude ver que me miraba de una manera
diferente. Acababa de darse cuenta de que no sabía lo que yo podía
hacer.
Le sonreí mientras hablaba esperanzada para suavizar el golpe de
mis palabras.
—Tengo la intención de casarme con él, de hecho, es más que un
plan. Voy a casarme con él, pero como vieron, va a ser en nuestro
momento. Mi padre no está aquí ni mi hermano, y sé que es una
tradición para el ser humano dejar su mundo atrás cuando se une a
ustedes, pero yo no tenía mucho con lo que empezar. Bish y mi papá
son todo lo que tengo… —Me pregunté si debería contarles sobre el
hecho de que ambos sabían sobre todos nosotros pero decidí no
hacerlo—. Esto es realmente importante para mí, no es una opción si
están o no presentes en la boda. Quiero hacerlo en casa de Peter. Esto
no es porque no me quiero casar, sólo no quiero que me digan como
tengo que hacerlo. Lo siento si creen que estoy siendo irrespetuosa.
—No, por supuesto que no —dijo Donald rápida y brevemente.
Luego tragó saliva como si reconociera que cometió un error. Sonrió
con una sonrisa tonta—. Lo entiendo, y discúlpame por sugerir que
hagas algo por lo cual no están preparados.
Abrí la boca para protestar, pero Caleb me agarró del brazo.
Negó con la cabeza hacia mí en una forma exasperada que decía que
no malgaste en esfuerzo.
—Basta ya —dijo Caleb y agarró mi mano—, voy a llever a
Maggie a su habitación.
—Y la vas a dejar y luego irás a tu propia habitación, ¿no?
—Por supuesto, consejero —dijo Caleb secamente y se volvió
hacia su familia—. Buenas noches.
—Buenas noches, ustedes dos —dijo Rachel y nos abrazó a los dos
al mismo tiempo, luego nos susurró—: Por favor no los provoquen. Vamos
a salir de esto. —Se echó hacia atrás—. Caleb, sólo... dense la mano en
el camino para tocarse lo máximo como sea posible antes de salir. —
Hizo una mueca—. Lo siento, Maggie. No es... por lo general de esta
manera.
—Eso me han dicho —dije con una sonrisa. No era culpa de
Rachel lo que sucedía—. No te preocupes por nosotros. Vamos a estar
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bien.
—Muy bien, todo el mundo —llamó a otro miembro de la
asamblea en voz alta—, las luces estarán apagadas en quince minutos.
Cada uno haga su camino a su habitación, por favor.
—Vamos —me dijo Caleb y no esperó a alguien o algo más,
mientras me remolcaba detrás de él. Saludé con la mano a Peter y Jen
y nuestra familia, todos se encontraban de pie a un lado observándonos
muy tristes. Todos los demás se inclinaron un poco mientras salía de la
habitación.
A medida que nos dirigíamos a mi habitación, donde quiera que
fuera, no pude evitar hacer mis preguntas.
—¿Por qué Gran estaba tan tranquila? Es siempre tan elocuente
acerca de todo.
—Es difícil. No puede ser parcial, tiene que parecer como si no
tomaría decisiones sólo para nuestra familia, sino para todos. Si creen
que está siendo injusta, no puede participar más en el Consejo y los
Jacobson no tendrán más voto en él. Pero no pueden tocarla a menos
que ella les dé una razón.
Nuestros hombros se rozaron mientras caminábamos y envió
escalofríos a través de mí. Uno: porque era Caleb y su toque me hacía
cosas poderosas. Y dos: yo sabía que iba a estar sin su toque toda la
noche y no quería ni pensar en ello.
—Lo siento. Como he dicho, por lo general no es…
—Así —terminé por él—. Lo sé, está bien.
—El Consejo sólo está asustado de ti —dijo y suspiró, chupándose
su labio con el ceño fruncido.
—Están asustados de tu familia —le corregí—. Hay una cierta
hostilidad importante allí.
—Bueno, a pesar de que Donald es un Watson, y el líder
autoproclamado de la asamblea, nunca hemos tenido ningún
problema con él. Ha sido enemigo silencioso de mi padre durante tanto
tiempo como puedo recordar, pero nunca he había oído hablar tanto a
Donald en toda mi vida.
—Así que ¿realmente no van a castigar a los Watson?
—La ley dice que no puede haber un asesinato de otro miembro
del clan por ninguna razón. No declara nada acerca de un intento de
asesinato o secuestro. Los consejeros son muy estrictos en sus normas,
pero cuando no hay un pronunciamiento específico contra algo, se
inclinan por no interferir en absoluto.
—Eso es una mierda.
Se rió y nos detuvimos. —Sí —concordó.
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—Y Marla tiene mi sangre... en ella —le dije y tragué con disgusto y
malestar al respecto. Asintió y torció los labios—. Y los Watson van a estar
aquí todo el tiempo. —Asintió de nuevo—. Y Gran está en el Consejo
que quiere mantenernos separados o forzarnos a casarnos y tengo que
calmarme cada vez que entro en esa habitación, así que trato de no
sobrecargarme, ya que toda esa gente me quiere para arreglar todos
sus problemas. —Solté un respiro y seguí hablando—. Y todo el mundo
sigue haciendo una reverencia y volviéndome loca a pesar de que les
he pedido que no lo hagan.
—Cariño, todo eso es verdad, sí, pero tienes que acostumbrarse a
ello —dijo en voz baja—. La única manera de evitar que actúen como
un montón de idiotas es exactamente como me enseñaste. —Me miró
con intención—. Enséñales que eres fuerte, hermosa y sorprendente, sé
que lo eres y rápidamente van a entrar en razón. No tendrán más
remedio que hacerlo.
Suspiré y asentí. —Está bien, voy a intentarlo.
Sonrió y me tocó la mejilla. —Bien. Ahora, aquí estamos. Su suite,
mi reina —dijo en broma y se inclinó mientras abría la pesada puerta.
—No empieces o yo... oh, Dios...
Me quedé pasmada, esta no podía ser mi habitación. Caleb
debió haber cometido un error. Era enorme y cómo imaginaría que sería
el penthouse en el Waldorf. Nunca había visto esto y pensé que nunca
lo haría. Las paredes eran altas y estaban pintadas con líneas gruesas
de color blanco y verde junto con una alfombra que era de felpa y
gruesa. Había una cama de caoba enorme en el centro de la
habitación con almohadas blancas y un cobertor blanco que era tan
grueso y grande como una nube. Había tocadores de caoba y espejos
que iban desde el piso, pero no había ventanas. No había mucho en las
paredes, pero había una pintura sobre montañas.
Creo que me quedé atontada demasiado tiempo porque Caleb
finalmente se colocó detrás de mí, riéndose entre dientes mientras me
atrajo hacia él. Susurrándome en la piel de mi cuello—: Tu habitación
está bastante bien, ¿eh?
—¿Son todas como esta?
—Nope. Las habitaciones de la segunda planta están bien, no me
malinterpretes, pero no son así —dijo Caleb mirando a su alrededor—.
Nunca he estado aquí antes —me miró de nuevo—, es algo fuera de los
límites.
—Y sigue estando muy fuera de los límites —le dije con tristeza.
—Sí —suspiró—. Y será mejor que me vaya. Si me encuentran aquí,
no va a ser bueno.
—Sí —le contesté sin convicción. Me volví en sus brazos y no perdí
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tiempo. Lo atraje hacia mí al mismo tiempo que me puse en puntillas
con mis pies. Sus labios realmente no me consolaron. Imaginé que yo
estaba demasiado alterada o demasiado molesta. De todos modos, lo
besé intensamente.
Y oh Dios, me devolvió el beso.
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4 Traducido por Danny_McFly
Corregido por Vericity
Mis venas gritaban dentro de mí. Algo no se sentía del todo bien,
pero mi cuerpo se sentía tan feliz de que Caleb estaba aquí que no
pensé en ello.
Sentí más al oír su gruñido contra mi boca. Caramba, me
encantaba cuando lo hacía. Como si fuera un animal y me estuviera
reclamando, dejando a todo el mundo saber que era suya. Me levanté
aún más para estar cerca de él y sólo así su mano se deslizó
peligrosamente bajo mi espalda, cuando escuchamos a alguien hacer
un sonido molesto para llamar nuestra atención.
Nos giramos para ver a un hombre allí. No tenía ni idea de quién
era, pero al parecer Caleb sí.
—Guardián Michael —dijo Caleb y resopló—. Justo a tiempo.
—Caleb —reprendió el hombre, pero seguía en la puerta y no se
acercaba—. Ya conoces las reglas. Vamos, no me hagas ser el tipo
malo.
—Conozco las reglas —repitió Caleb con sarcasmo.
Se dio la vuelta y me besó una vez más en el lado de mi cuello y
me sonrió.
—Buenas noches, cariño. —Y luego se dirigió a la puerta.
Estaba un poco confundida por la facilidad con la que Caleb
acababa de salir.
—Adiós —le susurré, pero los dos ya habían desaparecido.
Cerré mi puerta y me giré para apoyarme en ella. No importaba
lo hermosa que fuera la habitación, no era mía. No quería quedarme
aquí. Se sentía más como una prisión que unas vacaciones. Pero, ¿qué
podía hacer ahora?
Miré a mí alrededor y vi mi equipaje en el sofá, a los pies de mi
cama. Tenía la esperanza de que hubiera un baño en mi habitación
porque deseaba desesperadamente una ducha. Después de explorar
algunas puertas, y encontrarme no sólo un enorme closet que pondría a
la reina Isabel en vergüenza, sino también una barra de aperitivos,
finalmente encontré el baño.
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Estaba un poco sorprendida de lo simple que era comparado con
el resto de la habitación. Tenía una bañera de garra blanca en un lado
y una ducha en el otro. Decidí ducharme esta noche, pero al menos
una vez antes de irme, me gustaría probar esa bañera de hierro fundido
hermoso. Y había incluso unos pocos matorrales y sales a un lado,
haciéndolo muy similar a un hotel. Las pocas toallas que había allí,
estaban dobladas en los diseños más pequeños.
Incluso el papel higiénico se conformaba en un punto, todo
bonito y pequeño. ¿Quién hizo todo esto? ¿Eran todas las habitaciones
de esta manera?
Decidí que no me importaba y me quité el vestido. Me metí y me
apresuré a ducharme con agua una caliente. Había pasado una
eternidad desde que había dormido sola. Me paré sobre mi equipaje
abierto y me quedé mirando los vestidos que había traído.
Mañana tendría que estar completamente bien vestida y
pretender ser su líder...
Espera. Me golpeó como si el techo se hubiera derrumbado sobre
mí. ¡Yo era una idiota! No era de extrañar que todos me trataron muy
extraño y no es de extrañar que Donald fuera un idiota.
Había actuado como un conejito asustado ahí fuera. Cerré mi
mente así que no tenía idea de lo que pasaba y lo que cada uno
pensaba y me quedé sorprendida por ello. Ellos querían usarme como
un peón, como un objeto de valor y no una persona... y se los permití.
¡Oh, cómo he podido ser tan estúpida!
No, más.
Mañana, mantendría mi mente abierta en todo momento. No iba
a cubrirme detrás de la familia de Caleb y no iba a dejar que Donald
pensara que estaba aquí simplemente para que mostrara su lado
tradicional. ¿Y Marla y Marcus? No iba a dejar que me humillaran y
pusieran a todos contra mí antes de que llegara a conocer a nadie.
Yo era la Vidente por una razón. Era la pareja de Caleb por una
razón. Fui traída a este punto de mi vida por una razón. Era yo... por una
razón. Nadie iba a tomar las riendas de mi propia vida más que yo.
Mañana sería un nuevo día y lo iba a hacer a mi manera.
Me puse una camiseta polca de punto amarillo y algo de ropa
interior de algodón blanco y me metí en la cama.
Tenía el pelo húmedo, y odiaba ir a la cama con el pelo mojado,
pero no estaba de humor para soportar estar alrededor de ese cuarto
de baño y ver si los tacos eran compatibles en Londres o no. Sólo quería
pensar.
Me quedé allí, mirando a ese magnífico techo blanco moldeado.
Agarré mi celular de la parte superior de mi bolso, pero no había señal.
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Quería llamar a papá, pero supuse que tendría que esperar. Estaba
segura de que estaba muy preocupado.
Lo había hecho pasar mucho últimamente, y a Bish, también.
Ugh... Me di la vuelta para presionar la cara contra la almohada. Olía
como limones.
Era casi cómico lo difícil que era dormirme. Me sentía incómoda.
Me froté los pies juntos, pero eso no ayudó.
Me di la vuelta a mi lado. Incluso acomodé una almohada a mi
lado como si se tratara de Caleb, pero todavía no ayudaba. Finalmente
rodé sobre mi espalda, moví el interruptor de la lámpara, y decidí hacer
estrategias para el día siguiente.
Caminaría con la cabeza alta. Mostraría que mis dos tatuajes, el
de Vidente y el de mutualizar, eran usados con orgullo y afecto.
Mostraría que Caleb no era un chico estúpido que no podía hacerse
cargo de las cosas.
Era mi chico, era mi protector, era mi todo. Y... qué... dem...
Había un pie colgando de mi techo... no, a través de mi techo.
Me senté y parpadeé un par de veces para ver si estaba realmente
despierta o me había quedado dormida de alguna manera. El pie se
sacudió y se trasladó, oí maldiciones ahogadas y luego hubo una pierna
entera con jeans azules... y luego dos. Entonces alguien cayó a través
del techo hacia mi cama. De alguna manera amordacé mi grito y me
deslicé justo cuando cayó al otro lado de mi cama grande con un
rebote.
Caleb miró al techo.
—Apestas en esto, para que lo sepas, tío Kev.
Miré hacia arriba para ver la cabeza de un hombre que sobresalía
del techo.
—Lo siento. No eres tan pequeño como solías ser, ya sabes —
gruñó el hombre y luego cambió su mirada hacia mí. Sonrió y guiñó un
ojo—. De nada.
Un par de zapatos cayeron a través del techo, aterrizando en el
estómago de Caleb, y luego se había ido.
—Caleb —suspiré mientras me sentaba aún más—. ¿Qué estás
haciendo aquí?
Sonrió y me di cuenta de que estaba descalzo, con sus vaqueros y
una camiseta blanca. Se deslizó más cerca con sus rodillas y me atrajo
hacia él.
—No había manera de que te dejara salir de mi vista esta noche.
Me reí en silencio y lo abracé, levantándome el ánimo. Él aún era
el bálsamo para mi dolor, y siempre lo sería.
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Sus manos se deslizaron arriba por mis piernas... y no se detuvo. Me
di cuenta de que iba a parar en el dobladillo de mis pantalones cortos,
pero no llevaba ninguno así que no tenía punto de parada. Cuando se
dio cuenta de lo mismo, sus manos me apretaron, dejó de respirar y su
corazón latió con fuerza contra mi pecho.
Por fin dejó escapar el aliento lentamente cuando me quedé
perfectamente inmóvil. Sus manos se movieron un poco para confirmar
lo que ya sabía que estaba usando y luché por no temblar. Se echó
hacia atrás y me miró a la cara de cerca.
—¿Qué diablos es esto, Maggie?
—Es mi ro-ropa interior —tartamudeé.
—Estos no son pantalones cortos —gruñó.
—No pensé que te vería esta noche —me defendí en un susurro.
Se mordió el labio y levantó una ceja mientras me miraba.
—¿Te pusiste esto porque no creías verme? —Se rió al ver mi
expresión confusa—. Sólo estoy... bromeando bebé. —Expulsó un suspiro
significativamente largo—. Creo que será mejor que te pongas algo
encima, antes de que deje de estar tan en control.
—Sí —concordé, pero no podía moverme.
¿Sabía lo increíblemente caliente que estaba en sus pies
descalzos y camiseta blanca? ¿Se había dado cuenta de que sus
manos estaban aún justo debajo de mi trasero sobre las piernas? ¿Sabía
lo agradecida que me sentía con él por encontrar alguna forma de
llegar a mí, incluso cuando había sido prohibido?
Lo besé con toda la intención de mutualizar con él. Llámame
descarada, llámame poniendo a prueba su control, llámame lo que
quieras, pero no podía esperar ni un segundo más. Mi cuerpo, mi
imprimación, exigía por él.
Me empujó de nuevo con facilidad a la cama y tomó mis brazos
para presionarlos por encima de mi cabeza. Le susurré—: ¿Por qué
siempre haces eso? ¿Sostener mis brazos?
—Porque si me tocas en este momento... —Sacudió la cabeza
como si no pudiera pensar, y empezó a besarme de nuevo.
Abrí mi mente y esperé por el hormigueo, la chispa, el
enfriamiento de mi sangre, pero nunca llegó. Estaba caliente, de hecho
estaba en llamas, pero eso eran las hormonas, no mutualizar.
Se echó hacia atrás y parecía confundido, también. Entonces su
mirada se transformó en una de ira.
Se sentó sobre los talones y se rió sin humor.
—Esos bastardos —gruñó.
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—¿Qué? —Me senté—. ¿Qué es lo que hicieron?
—Encantaron la habitación —explicó. Se pasó las manos por el
pelo—. Pensé que era extraño que antes no sintiera nada cuando me
tocaste. Pero asumí que ambos estábamos muy nerviosos, muy
molestos, y ese era el por qué.
—¿Quieres decir —dije, asimilándolo en mi mente—, que
consiguieron que alguien usara su habilidad para hacerlo de manera
que no haya habilidades en esta habitación?
Asintió.
Yo no había oído nada de sus pensamientos y él tenía razón, me
había sentido algo extraña cuando me había besado antes, cuando
dijo adiós. Se sintió raro porque éramos sólo nosotros y no la
imprimación.
—¿Sin toque sanador, ni leer las mentes, ni... mutualizar?
—Nop.
Suspiré con exasperación. Probaban los límites de mi control.
—¿Y tu tío? ¿El que te tiró por el techo?
—El tío Kev —explicó.
—Sí. Su capacidad es de... ¿qué? Porque si él fue el que hizo esto,
voy a ir... a romper todas sus bombillas.
Se rió en silencio. —Su habilidad es hacer básicamente lo que
hizo. Puede pasar los objetos o las personas, a través de las paredes, las
puertas, y al parecer el techo. —Sonrió—. ¿Te sorprendió?
—Uh, sí. —Me mordí el labio en el pensamiento—. Así que incluso
aunque duermas aquí conmigo, seguiremos separándonos por la
mañana, ¿no es así?
—Sí. —Su sonrisa se convirtió en un ceño—. Tenían que haber
hecho esto antes de que viniéramos. Sabían que íbamos a luchar
acerca de ello. Querían cubrir la totalidad de sus bases.
—¿Por qué nuestra vida sexual es tan interesante para ellos? —
solté.
Me dio una mirada que podría fundir huesos.
—Quiero decir, nuestra vida... mutualizar... ¿sabes qué? Lo que
sea, ya sabes lo que quiero decir.
Se echó a reír. —Eres tan linda cuando estás nerviosa.
—No estoy nerviosa.
—¿No? —desafió y se acercó más.
Tragué saliva y volvió a reír.
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—Vístete, preciosa. Te voy a sacar de aquí.
—¿A dónde?
—Ponte. Algo. —Sonrió mientras se recostaba en la cama,
poniendo sus brazos detrás de su cabeza en la almohada—. Adelante
—ordenó—. Consigue algo de ropa.
Me di cuenta de que iba a ver como me pavoneaba en
calzoncillos mientras buscaba algo de ropa. Bien. Si quería ver, y al
parecer así era, podía mirar todo lo que quería. Había recobrado mis
fuerzas, mi razonamiento, mi sentido común y nunca más iba a ser la
tonta, pequeña, asustada Maggie.
Sonreí mientras me levantaba y bailaba hacia la maleta. Saqué
un par de jeans, mi único par de jeans que había traído, y empecé a
deslizarme en él. Lo sentí en mi espalda. A pesar de que no podía leer su
mente en este momento, de alguna manera sabía que no iba a ser
capaz de sentarse allí y mirar.
Me hizo sentir poderosa.
—Malvada —se burló y besó la parte de atrás de mi cuello.
—Sólo hacía lo que me dijiste.
—Touché. —Besó mi cuello una vez más y miró alrededor de la
habitación—. Vas a necesitar un suéter o algo así.
—Tengo una chaqueta en esa bolsa —le dije, y señalé mientras
abotonaba mis jeans.
Me puse mis Converses azules mientras él traía mi chaqueta. Me
ayudó a ponérmela y luego se puso sus zapatos rápidamente.
—¿Qué hay de ti?
—Voy a estar bien. Vamos.
—¿Vas a decirme a dónde vamos? —le pregunté mientras me
arrastraba hacia la puerta.
—No. —Abrió la puerta y se asomó. Me dio una última mirada—.
Sé muy silenciosa. Tanto como un ratón.
—Lo tengo —le susurré.
Me tomó la mano y ambos nos detuvimos por un segundo
mientras nuestro contacto nos golpeaba. Podía sentirlo otra vez con sólo
entrar en la sala. Suspiré y me empapé con ello. Era cierto, entonces, sin
duda, que habían encantado mi habitación.
Sí, no empecemos otra vez o voy a hacer algo que lamentaré.
Nos arrastramos por el pasillo hasta la habitación de al lado, hacia
abajo. Rascó la puerta con la uña y Lynne inmediatamente abrió la
puerta con una sudadera con capucha rosa. Abrió la boca como para
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gritar mientras sonreía, pero guardó silencio. Saltó sobre sus pies mientras
salía de la habitación y se apoderaba de mí en un fuerte abrazo.
Caleb cerró la puerta sin hacer ruido y le cogió la mano, también,
haciéndola callar mientras nos arrastraba por el pasillo. Nos llevó a
través de unas puertas dobles grandes en el otro extremo de la sala.
Todo estaba oscuro, iluminado sólo por pequeños apliques de gas en la
pared. Los oía silbar a nuestro paso.
Una vez que estuvimos por las puertas, abrió una que daba a las
escaleras. Estaba fría y con corrientes de aire, pero nos instó a seguir.
Lynne fue primero y volvió a su antiguo yo, saltarina, sonriente, alegre,
casi molesta en su manera atolondrada.
Comprendí lo que pasaba. El montaje y toda esa gente
mirándonos antes, habían sido muy intimidantes y ahora se sentía libre
para ser ella misma otra vez.
Cuando finalmente llegó a la cima de la escalera, me enteré de
por qué estaba tan vertiginosa. Gritó cuando llegamos al aire frío del
exterior y corrió a Kyle, que nos esperaba allí. Saltó a sus brazos y lo
rodeó con sus brazos y piernas.
Me reí mientras me volvía a Caleb.
—Tú planeaste esto. Todo esto.
—Sí.
—¿Cómo?
—Tengo mis maneras —dijo en broma.
Lynne se alejó de Kyle lo suficiente como para reírse y decir—: Sí,
tu tío Kevin me asustó como la mierda cuando asomó su cabeza a
través de mi puerta para decirme.
Nos reímos y Caleb tomó mi mano una vez más. Suspiré mientras
me daba una dosis de su cosquilleo, el toque sanador.
—Vamos, preciosa —susurró—. Esta no es la sorpresa. Sólo estamos
empezando.
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Traducido por Carolina
Corregido por Nat_Hollbrook
Nos encontrábamos en una especie de balcón. Los tejados nos
rodeaban, conectados y extraños, como cima de colinas. Kyle sacó a
Lynne detrás de él para que lo siguiera.
—¿Vamos al techo? —pregunté.
—Sep —respondió Caleb—. Y mientras estamos en el techo con
genial servicio de celular…
—El único servicio de celular —gritó Kyle.
—Pensé que tal vez quisieras llamar a tu padre. Estoy seguro de
que está preocupado. Es de día allí.
Sonreí. —Sí, quiero. Gracias. —Me dio su celular y marqué el
número mientras Caleb me ayudaba a lo largo de los pequeños bordes
de la azotea. Sólo sonó dos o tres veces antes de que papá lo
recogiera.
—Hola ¿Maggie? —dijo sin esperar respuesta.
—Papá.
—Oh, gracias, Dios. He estado muy preocupado.
—Lo sé. No hay ningún teléfono aquí en el pala… huh, en la casa.
—Me aclaré la garganta y traté de parecer feliz y en paz para que no
se preocupe más—. Pero nos estamos divirtiendo. Es un lugar enorme y
hermoso.
—¿Caleb te ha llevado a Londres, has visto la ciudad ya? Es
bastante bonita por lo que he oído.
—Todavía no, pero… —Tuve que recuperar el aliento cuando
Caleb me llevó a la cima de la última loma y se puso detrás de mí.
Teníamos vista hacia la ciudad en ese momento, y era impresionante.
Todas las luces, los edificios, las personas…
—Si Jim hubiera esperado sólo un minuto más para hacerte esa
pregunta —bromeó Caleb en mi oído.
—¿Maggie? ¿Hola? —dijo mi padre en voz alta.
—Oh, perdón. Sigo aquí.
—¿Qué está pasando?
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—Nada. Ahora sólo… miramos la ciudad. Me gustaría que
estuvieras aquí, papá —dije, y lo dije enserio—. Desearía que pudieras
ver esto.
—Yo también, nena. —Suspiró largamente.
—¿Cómo está Bish?
—Tenía una entrevista hoy. No sé cómo le fue todavía, pero tengo
los dedos cruzados por él.
—Yo también. Espero que salga bien.
—Oye, ¿la hermana de Caleb fue contigo?
—Umm… sí —respondí cuidadosamente, no me gustaba adonde
iba la conversación.
—Sólo me preguntaba. Bish está deprimido. Pensé que tal vez
pudieran almorzar o algo. Tiene que salir.
Suspiré. Caleb puso su frente contra mi hombro y gimió. Incluso en
Londres, no podíamos salir del drama-Bish.
—Toda la familia de Caleb vino con nosotros, papá, excepto los
padres de Kyle. Se van mañana… u hoy supongo. Tenían un par de
cosas que hacer primero.
—De acuerdo. Bueno, tienes un paquete aquí.
—¿De quién?
Lo oí sacudiéndolo y arrugando el papel. —Está marcado de
Florida, pero no hay dirección del remitente.
—Oh. —Miré a Caleb sobre mi hombro, que ya había oído la
conclusión en mi mente—. Es probablemente que sea de Chad,
entonces. —Caleb hizo una mueca y cruzó los brazos sobre mi pecho
más apretado—. Sólo ábrelo, papá. Es probable que sea una remera de
su escuela, o algo así.
—Voy a abrirlo más tarde. Me encantaría hablar todo el día,
nena, pero tengo que ir a trabajar. Ya te echo de menos.
—Lo sé, yo también. Prometo llamar en cuanto pueda.
—De acuerdo. Te quiero, niña.
—Te quiero, papá.
El clic me dijo que se había ido y me volví en los brazos de Caleb.
—Gracias por permitirme llamarlo. Muy amable de tu parte.
—Lo intento. —Me giró para volver a mirar la ciudad—. Si fuese
durante el día, esto se vería exactamente igual que la pintura en tu
habitación. Aquí fue donde se pintó.
—¿Cómo sabes eso?
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—Porque Gran la pintó —susurró.
—¿Gran pinta?
—Mmhmm. —Acarició mi cuello—. ¿Te gusta?
—Es más bonito de lo que debe permitirse que sea —dije
sinceramente.
—Buena respuesta. —Kyle y Lynne comenzaron a dirigirse al otro
lado. Caleb asintió para que podamos ir, también—. Sé que hoy fue
horrible —empezó—. No tengo idea de lo que va a suceder. Por lo
tanto, quería que vieras un poco del palacio, mis partes favoritas, antes
de que mañana empiecen las cosas apropiadas de la Vidente.
—¿Tu parte favorita es el techo?
—No, pero es esto —respondió y sonrió genuinamente. Miré hacia
adelante para ver un enorme invernadero. Kyle y Lynne ya dirigían
dentro.
Hicimos nuestro camino despacio, lánguidamente. Solo quería
disfrutar de Caleb durante el tiempo que sea posible. Tuve la sensación
de que esta noche iba a pasar rapidísimo.
Cuando entramos en la pasarela para el invernadero, miré
alrededor de lo que Caleb consideró su lugar favorito. E
inmediatamente supe por qué. Había rosas por todas partes. ¡Todas
partes! El camino estaba iluminado por pequeñas luces solares y lleno
de piedras de todos colores y formas, aporreando el suelo para una
caminata suave. Las rosas fueron plantadas, colgadas en macetas y
brotando por todas partes. Era magnifico.
Nos dirigimos a la puerta y me tapé la boca para ahogar un poco
algún chillido femenino que se habría escapado. Todo el muro oeste
estaba cubierto de rosas amarillas, del piso al techo, de todo tipo y
tamaño.
Es como si hubiera sido hecho para ti ¿eh?
Asentí sin volverme hacia él. —Es hermoso. Es… nunca he visto
tantas en mi vida.
—Pensé en este lugar cuando vi en tu mente que las rosas
amarillas son tus favoritas. No podía esperar para traerte aquí. —Arrancó
un pequeña del arbusto y me volvió hacia él. La puso en mi nariz y olí y
exhalé. Sonreí mientras la colocaba detrás de mi oreja.
Asintió con la cabeza para que lo siguiera, sin embargo tomó mi
mano y demandó que vaya.
Lynne y Kyle reían y se lanzaban piedras caliza uno a otro. Kyle se
acercó y puso su brazo alrededor de mi hombro. —¿Cómo lo llevas,
Maggs?
—Estoy bien.
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—Tan mentirosa —bromeó—. Va a mejorar. Tiene que hacerlo.
¿No?
—No necesariamente. Ese dicho ya no sostiene mucha agua
conmigo.
—Seh —concordó con un gemido—. Supongo que no.
—¿Qué estás haciendo, Lynne? —le pregunté mientras nos
sentábamos en una zona de césped en el medio. Kyle fue a la pared y
tiró de una cuerda, y siguió tirando hasta abrir el tragaluz. Sin las luces
de la cuidad sesgando la vista, el cielo se hallaba completamente
negro, salpicado de estrellas. Escuché el jadeo de Lynne y supe que
olvidó todo acerca de contestarme.
Sentí a Caleb tirarme hacia atrás para apoyarme contra él, mi
cabeza sobre su pecho. Kyle se acercó y nos quedamos todos juntos
mirando el cielo. Se veía igual que lo hacía desde mi casa, o el lago al
que Caleb me llevó, o la playa. Mismo cielo, pero bien podría haber
sido un mundo diferente.
—Lo hemos utilizado para colarnos aquí todo el tiempo cuando
los vestidos de baile y el champán falso era mucho para nosotros —
explicó Kyle y se echó a reír. Miré para ver que acariciaba con los dedos
el brazo de Lynne—. Mentiríamos y diríamos que tendríamos que ir al
baño. Nos íbamos por horas y nadie se preocupaba o notaba.
—Seh, no eras tan lindo en ese entonces. Nadie se daba cuenta
que te habías ido —incitó Caleb.
—Cállate. Yo era bastante lindo. Tenía tantas chicas siguiéndome
como tú.
—Difícilmente —se burló Caleb.
—Eww —me metí—. No creo que necesite escuchar esto.
—Secundo eso —concordó Lynne—. Las he visto comiéndote con
los ojos mientras estuve allí. Ya es bastante malo verlo, no quiero oírlo
también.
—Bien —le dijo Kyle rápidamente—. Hecho. Cerrado. —Hizo un
cierre de cremallera en sus labios y sonrió.
—Entonces, ¿qué va a pasar mañana? —pregunté—. ¿Va a ser
igual toda la semana? ¿Sólo estar allí y pelear?
—No —contestó Kyle—. Siempre tienen diferentes eventos
planeados para todos los días. Las cosas van a ser un poco diferentes,
ya que estas aquí, pero estoy seguro de que tienen un montón
planeado para mantenernos ocupados.
—¿Tu cuarto también está encantado? —le preguntó Caleb.
—¿Encantado? —dijo Kyle confundido—. ¿Qué…oh en serio?
Guau, golpe bajo.
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—Seh.
—No sé si el mío lo está. Y no sabemos si el de Lynne lo está…
todavía —bromeó y le guiñó un ojo a Caleb. Luego tosió y se rió
mientras Lynne le daba un codazo en las costillas—. ‘Lynne! —se quejó.
—¡No insinúes cosas! —dijo en voz alta.
—Nunca lo haría —dijo, y sonrió. Ella sólo se derritió, y pude ver por
qué. Kyle tenía una nueva luz, algo que nunca le había visto. Era tan
obstinado. Podrían haberse ahorrados un montón de dolores de cabeza
si él hubiera esperado por ella. Pensó que estaba enamorado de mí,
pero no era así. Estaba enamorado de la idea de estar enamorado, de
imprimarse, de empezar una nueva vida, y ser el hombre de la misma.
Me alegré por él, y nunca me miró como la miraba a ella.
Caleb me frotó el brazo, y en silencio concordó conmigo.
—Y ¿qué está pasando aquí? —dijo la voz de un hombre.
—Jodido —dijo Kyle, y todos nos sentamos para hacer frente a
nuestro descubridor.
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Traducido por Leii123
Corregido por Itxi
—¡Rodney! —Caleb se echó a reír golpeando los puños en donde
estábamos sentados—. Nos encontraste.
—No fue muy difícil, hombre. Siempre corríamos aquí para
alejarnos de las chicas. Pero esta vez trajiste a alguien contigo —me
sonrió—. Hola, Maggie, tiempo sin verte. Y Lynne, ¿todavía estás por
aquí? ¿Kyle todavía no te ha ahuyentado con su ingenio no tan
inteligente y su falta de encanto?
—Cállate, hombre —dijo Kyle y empujó su pierna cuando se sentó
con nosotros.
—Así que ¿solías venir aquí, también, y escapar de todo el drama
de las chicas? —dije y reí entre dientes cuando sus mejillas se tornaron
un poco rojas.
—Nah —refutó—. Siempre fueron estos dos los que las chicas
querían. Los Jacobson son el producto de moda caliente por aquí.
—¡Tonterías! Las tenías comiendo de tu mano con esas estúpidas
historias de “Soy un vaquero” y lo sabes —le gritó Kyle—. Y la historia de
que salvabas a tu hermana de aquel toro es un clásico. ¡Un clásico!
—Cómeme —dijo Rodney, avergonzado.
Fue muy gracioso ver cómo hablaban de las mismas cosas. Se
notaba que habían crecido juntos.
—Entonces —dijo Rodney, claramente buscando un cambio de
tema—. Creo que voy a ser tu escolta durante el resto de la semana.
—¿El mío? —dije sorprendida—. ¿Para qué?
—Bueno, la asamblea no quiere que estés sola si sales de tu
habitación. Así que a donde quiera que vayas, voy a estar contigo.
—¿Por qué Caleb no puede estar conmigo? —le pregunté y me
volví hacia Caleb para leer su mente, pero me había bloqueado.
—¿No se lo has dicho ya? —preguntó Rodney—. Lo siento, sólo
pensé que ya te lo había dicho.
—¿Decirme qué? —Caleb suspiró y se incorporó cuando yo lo
hice—. ¿Decirme qué, Caleb?
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—Le pregunté a Rodney si quería ser voluntario para ser tu escolta
porque sabía que ibas a necesitar uno. Porque... cuando tengamos
nuestro juicio mañana, no van a dejar que baje.
—¿Qué? Yo... —¿Qué decía?—. ¿Por qué estás bloqueado?
—Quiero explicártelo —dijo gentilmente y tomó mi cara—, no
quiero que lo leas de mi mente y hagas volar el invernadero porque
estás cabreada.
Miré hacia arriba y vi que el vidrio zumbaba en la puerta al lado
de nosotros. Respiré hondo y le puse una cara para decirle que
continuara.
—Eres la Vidente, no quieren, no, no pueden, por ley, castigarte.
Igual que los miembros de la asamblea no pueden ser castigados a
menos que sea algo que se hizo frente a otro miembro de la asamblea
—suspiró, su aliento calentó mi rostro—. ¿Pero a mí? Van a meterme en
una celda mañana.
—¿Cómo sabes eso? —dije, la ira que sentía calentaba mi sangre.
—Porque sé las leyes. Nadie puede matar a otro miembro del
clan, por ninguna razón, ni siquiera por defensa propia.
—Pero no fue por defensa propia —grazné y me aclaré la
garganta esperando que no se me fueran a salir las lágrimas—. Lo has
matado para salvarme.
—No creo que vaya a importarles eso. Y quería que alguien
estuviera contigo, alguien en quien confío, por lo que no estarías sola
y… asustada.
—¿Por cuánto tiempo?
—Cuando te encuentran culpable de algo, tenemos una
audiencia y luego nos ponen en las celdas de modo que no podemos
disfrutar de la semana con todos los demás. Antes de que salga, tienen
otra audiencia para ver si me prohíben para siempre.
—Así que, si matas a un chico ¿te meten en una celda y no te
dejan ir de fiesta? ¿En serio? ¿Ese es el castigo?
—No es el único castigo —intervino Rodney. Me dio una mirada
de simpatía—. No se le permiten recibir visitas, para nada, por ninguna
razón.
Sus palabras se estrellaron contra mí.
—No voy a ser capaz de verlo. No será capaz de verme. Estará en
la retirada toda la semana.
—Bueno ya —gruñó Caleb—. Voy a tratar de llegar a algún tipo
de acuerdo con ellos. Dudo que le digan a la Vidente que se vaya y
sienta dolor. Probablemente me dejen verte durante unos minutos al
día, sólo por eso.
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—Esto es ridículo.
—Pero está pasando. Quería asegurarme de que se ocuparían de
ti.
—Pero, ¿qué hay de ti? —le susurré. Inclinó mi barbilla cuando
intenté agachar mi cabeza.
—Voy a estar bien. Sabía en lo que me metía al venir aquí.
—Voy a luchar contra ellos en esto —le dije, y cuadré mis
hombros—. Voy a hacer algo, voy…
—No, cariño. Sólo... haz lo que dicen. Rodney estará contigo
todos los días y papá no les dejará hacer ninguna locura.
—Ni yo tampoco —soltó Kyle.
No sabía qué decir. No sabía qué hacer.
—Estoy muy enojada contigo por fingir que todo estaba bien —
repliqué—. Es por eso que hiciste algo muy importante al venir a mí esta
noche. Me preguntaba por qué te correrías el riesgo.
—Hubiera tomado el riesgo a pesar de lo que pasara mañana —
dijo ásperamente—. No sabía que tu habitación estaba encantada. No
quería que estuvieras apartada por la mañana, pero supongo que ha
sido inútil de todos modos.
Me asomé a ver a los demás tratando de no mirar a nosotros, así
que en cambio hablé en su mente.
Somos un equipo, tú mismo lo dijiste. Entonces, ¿por qué sigues
ocultándome las cosas?
No quería que la pasaras mal la noche entera.
Pero esto no es algo estúpido y trivial, Caleb. ¿No crees que
podría haber sido peor no saber nada y luego tener que decirme todo
mañana? Habría roto todas las ventanas en el lugar. Si me adviertes, lo
voy a manejar mejor. No me gusta perder el control.
Lo sé, lo sé. Tiró de mí para sentarme en su regazo y no protesté,
aunque pensó que podría hacerlo. Físicamente me duele hacerte infeliz.
Quería ahorrarte aunque sea un minuto de dolor. Lo siento si no te
gusta, pero siempre te protegeré, incluso si eso te pone furiosa. Cogí el
menor de dos males.
¿Y ahora qué?
Se mordió el labio. No sé, Maggie.
No digas mi nombre como si estuvieras decepcionado de mí.
No lo estoy. Me miró de cerca. —Nunca podría estar
decepcionado de ti. Ni siquiera hiciste nada malo.
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—Pero lo hice, ¿no? Si no me hubiera asustado cuando llegamos
aquí, si no hubiera sido tan débil y… asustadiza, no habrías sentido la
necesidad de ocultármelo y protegerme.
—Eso no es por lo que lo hice. Y no creo que seas débil. —Aparté
la mirada, porque mirarlo a sus ojos azules cuando era tan sincero, tan
intenso, me daban ganas de romper a llorar. Pero no me dejó apartar la
mirada. Inclinó de mi cara hacia él—. Mírame. Eres la persona más
fuerte que conozco. Lo que hay dentro de mí, mi imprimación, mi
necesidad de protegerte, no tiene absolutamente nada que ver con lo
que pasó hoy. Creo que manejaste todo muy bien, teniendo en cuenta
que fuimos totalmente sorprendidos y traicionados.
—Pero estoy asustada —le susurré.
—Eso no te hace débil. —Lo miré fijamente y luché con mis
emociones. Cedió, doblándose como una baraja de cartas. Tiró de mi
cara a la suya, una constante que he aprendido a apreciar mucho—.
Nena, lo siento. Sé que odias perder el control. Estaba siendo egoísta.
Sólo que no quiero que te preocupes por mí toda la noche.
—Entiendo —le dije, y era cierto—. Y no quiero que te preocupes
tanto por mí.
—Inevitable e impensable. —La comisura de su labio se levantó, y
su hoyuelo me guiñó como siempre lo hacía—. Realmente no quieres
que sea uno de esos novios bobos, ¿verdad? ¿Olvidando cumpleaños?
¿Dejando sus llamadas al correo de voz? ¿Llegando tarde para ir al
cine?
Me reí y sacudí la cabeza. —No, no quiero eso.
—Entonces tienes que tomarlo como es. Soy el tirano. Eso no va a
cambiar, nena.
—Lo sé —suspiré—. Y no quiero que cambie. Lo siento. Me
encanta el tirano, generalmente.
Se rió y negó con la cabeza. —No, no lo haces.
—Tal vez no —concordé y sonreí—, pero no quiero que cambie.
—¿Todavía estás molesta conmigo? —preguntó e inclinó la
cabeza hacia un lado. Sus manos se deslizaron arriba y abajo de mi
espalda con un movimiento suave.
—No. Y no vas a estar molesto conmigo mañana cuando le haga
saber al Consejo que esto es estúpido y traté de detenerlos, ¿verdad?
—Inténtalo de lejos.
—Bueno —le contesté y me recosté contra él, presionando mi
rostro en su cuello—. De acuerdo, todo el mundo. El momento
incómodo ha pasado. Pueden hablar ahora.
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—¡Gracias, Dios! —gritó Kyle—. Estaba a punto de pretender
seriamente que me dormí aquí.
—Lo mismo digo, amigo —se rió Rodney—. A pesar de que
técnicamente fue mi culpa.
Caleb le dio una patada con el pie. —Sí, lo fue un poco.
Todos nos reímos y nos acomodamos en un agradable silencio
mientras nos recostábamos nuevamente en el pasto. Entonces Lynne
rompió el silencio. —Así que, ¿alguien sabe que vamos hacer mañana?
—Bueno —empezó Rodney y se frotó su corto pelo castaño—, de
lo que me dijeron, la audiencia es sin duda una cosa.
—Genial —se quejó todo el mundo al mismo tiempo. No pudimos
evitar la ridiculez del momento. Todos nos reímos.
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Traducido SOS por Lunnanotte
Corregido por Sofí Fullbuster
Estaba tranquila, calmada y cálida y mi cuerpo vibraba de
felicidad. Como siempre lo hacía cuando despertaba con Caleb.
Despertar con Caleb…
¡Mierda!
Me enderecé de golpe y miré alrededor con mis propios ojos.
Todos nos habíamos dormido fuera y ya era de mañana. Caleb se había
levantado automáticamente conmigo, sintiendo mi momento de horror.
Sí, horror.
Caleb maldijo en su mente mientras me ayudaba a ponerme de
pie rápidamente y daba una patada a Kyle y a las piernas de Rodney.
—¡Levántense! ¡Levántense!
Kyle inmediatamente se dio cuenta de la misma cosa, seguido
rápidamente por Rodney. Kyle tiró de la cuerda para cerrar el tragaluz y
las crestas de la parte trasera del techo hasta la terraza. Tiró de la
perilla, pero estaba cerrada con llave.
—¡Oh, hombre! ¡Oh, hombre! ¡Estamos muertos! —gritó.
—Muévete, Kyle —dije y lo empujé suavemente fuera del camino.
Tomé un lento y largo aliento e intenté con la cerradura. Recordé que
sólo funcionaba cuando me enojaba y pensé en Donald. Sólo tomó un
segundo y la cerradura y la puerta, golpearon contra la pared, la
cerradura voló a través de la terraza y se fue por encima del borde. Me
encogí—. Lo siento.
—No hay tiempo para disculpas —dijo Caleb—. Vámonos
—¡Ah! —Ahogué un grito cuando finalmente capté la escena de
la ciudad a la luz del día—. ¡Mira eso!
—Nena —gruñó Caleb—. Te llevaré a la ciudad un día, o a
cualquier lugar que quieras ir, pero no hoy. Tenemos que regresar a tu
habitación antes de que vengan a despertarte. Si no estás aquí, va a ser
más que una celda para mí.
Eso me puso en movimiento. Todos corrimos abajo hacia los
innumerables tramos de escaleras. No había sido raro ayer cuando
llegamos a la cima y ninguno de nosotros estuvo sin respiración. No
había pensado en ello, pero ahora, me parecía extraño. Mmh. Bueno,
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ahora estaba sin aliento e incluso sentí que debía tomar una respiración
pero no me atreví.
Rodney se detuvo al final de la escalera y levantó una mano
hacia nosotros.
—Déjenme ir. Haré una señal si todo está despejado.
—Pero, ¿no te meterás en problemas por estar fuera? —susurré.
—Nah. Sólo voy a decirles que estoy viniendo a verte. —Me guiñó
un ojo y chocó el puño de Caleb—. Te veo más tarde, Vidente.
Estaba demasiado preocupada para rebatir. Sólo esperé. Caminó
dentro del corredor y contoneó su camino hacia el pasillo. Era un
vaquero serio. Casi me reí. Cuando llegó cerca de nuestra habitación,
movió sus dedos hacia nosotros. Tomé la mano de Lynne y comencé a
ir, pero Caleb también se movió. Me detuve. —No tienes que venir.
Todavía tienes que llegar a tu habitación sin ser atrapado.
—Voy a llevarte hasta tu habitación —dijo tercamente.
—Pero Rodney está allí —le dije—. Dijiste que confiabas en él, así
que confío en él. No será bueno para ti, ser atrapado rompiendo las
reglas, especialmente con todo lo que está sucediendo hoy. Por favor.
—Frunció el ceño—. Cariño —agregué y se apoyó contra la puerta.
—Vete, preciosa, antes de que cambie de opinión —dijo con su
hoyuelo causándome dificultad.
Tiré de su cuello así él podría reunirse con mis labios. Me di cuenta
de que este podría ser nuestro último beso antes de que lo pusieran en
la “cárcel”; por lo que puse todo en ello. El ruido que hizo, condujo mi
pulso a toda marcha. Kyle sacudió la mano para llamar nuestra
atención. Suspiré y se echó hacia atrás a regañadientes.
El cabello de Caleb era un lindo desastre de picos y crestas. Pasé
mi mano a través de él y se río mientras cerraba sus ojos como si fuera la
mejor cosa que nunca hubiera sentido. Una vez más, sentí esa fortaleza
inspirando asombro apoderándose de mí. Besé sus labios una vez más y
llevé a Lynne conmigo hacia el pasillo. Rodney abrió primero su puerta y
ella rápidamente fue dentro e hizo una cara tonta hacia mí, mientras
cerraba su puerta.
Luego abrió la mía. —Te veré en unos treinta minutos. Nos
reuniremos en el salón de baile para instrucciones sobre lo que vamos a
hacer hoy.
—Está bien —respondí—. Oye, ¿por qué nos habríamos metido en
un gran problema, si nos hubieran pillado fuera de nuestras
habitaciones?
—Son realmente estrictos sobre las luces apagadas. Y a nadie se
le permite salir de su habitación antes de las ocho de la mañana. Es
para impedirnos iniciar romances con alguien que no sea nuestra
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pareja. Lo empezaron cuando se dieron cuenta que las imprimaciones
se habían detenido, y las personas empezaron a casarse de todos
modos.
—Oh. —Bueno, realmente no podía culparlos por eso, supongo—.
Bueno. Voy a tomar una ducha. Estaré lista cuando regreses.
—Ponte algo bonito. —Arrugó su nariz—. Tengo la sensación de
que tu día siendo la Vidente apenas está comenzando.
—Así que, ¿no hay diversión para mí? ¿Eso es lo que estás
diciendo? —bromeé.
—Claro que te divertirás. Estarás conmigo —respondió y guiñó un
ojo de nuevo—. Adiós, Vidente.
—Maggie —corregí—. Por favor, ya es bastante difícil sin ti,
también. Necesito a alguien que me trate normalmente. Todavía soy la
misma chica que rescataste en el bosque.
—Está bien —concedió después de una pausa—. Y aunque no
eres la misma chica que rescate en el bosque, ni mucho menos, voy a
intentarlo.
—Bastante bien. Te veo en un rato.
—Sí —concordó, y se despidió con la mano mientras destellaba su
sonrisa de vaquero y cerré la puerta.
—¿En qué me he metido? —murmuré antes de ir a tomar otra
ducha de agua caliente y después averiguar qué ponerme para mi
primer día oficial como líder de los Virtuosos.
No pasó mucho tiempo después de que saltara fuera de la
ducha, para que hubiera un golpe en mi puerta. Miré hacia el reloj de
alambre en mi pared y supe que no podía ser Rodney. Era demasiado
pronto y podría llegar tarde si tenía que entretener a los visitantes en
lugar de prepararme.
Me asomé por una rendija y sonreí mientras abría la puerta de par
en par para dejar que Gran, María, Jen y Rachel entraran. Escuché los
pensamientos de Gran primero.
Ella se ve… descansada.
Rachel me jaló dentro de un largo abrazo. Me hundí en él. Ella era
lo más parecido que tenía a una madre y era muy buena en eso. Se
inclinó un poco hacia atrás y sonrió con tristeza, como si hubiera
escuchado mis pensamientos. —¿Cómo lo estás llevando?
—Estoy bien —respondí y cepillé mi cabello mojado—. Sin
embargo, tengo que estar lista.
—Eso es por lo que estamos aquí —dijo Jen y levantó mi mano
para mirar mis uñas—. ¿Tienes algún esmalte transparente?
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—¿Qué? ¿Qué estás…?
—Seremos tus damas de honor —intervino María—. ¿No es así
como se llaman, Gran?
—Algo así, señorita “Leo demasiadas novelas” —respondió y me
abrazó—. Chica bonita, el Consejo quiere que seas preparada y
mimada en buenas manos esta mañana… ya que estás ciertamente en
retiro de Caleb… al estar lejos de él toda la noche —dijo irónicamente y
arqueó una ceja hacia mí.
—Oh, sí. —Aclaré mi garganta y me alejé de Jen y las sonrisas de
suficiencia de Rachel—. Me siento simplemente terrible —dije
rotundamente y una doble dosis de sarcasmo. Todas se rieron y Rachel
sacudió su cabeza.
—Sabía que él no iba a permanecer lejos —sonrió con orgullo—,
ese es mi chico.
—¿Así que las enviaron aquí para que me vistieran?
—Sí —continuó Gran y fue hasta mi maleta—. Ponte este. —Me
estregó un largo vestido azul hasta la rodilla—. ¡Puedes imaginarlo! —
Jadeó y puso una mano sobre su corazón—. ¡La Vidente vistiéndose
sola!
—No tienes que hacer esto —le dije.
—Oh, cállate. Quiero hacerlo. Sólo que no me gusta que ellos me
digan lo que tengo que hacer porque piensan que la etiqueta de
Vidente también significa incompetente. Deberías sentirte
verdaderamente insultada, niña. Incluso la Reina se pone sus propios
vestidos.
Me eché a reír. —Voy a tratar de no sentirme insultada. Me alegro
de que ustedes estén aquí. —Atrapé el chillido en mi garganta y lo
tragué.
—Pase lo que pase hoy, Maggie —comenzó Rachel y la vi
rompiéndose. Tuve que apartar la mirada—, estamos aquí. Siempre
serás nuestra familia.
—Incluso si tenemos que secuestrarte y ser un clan granuja —
murmuró Gran en voz baja.
—¡Gran! —reprendió Jen en un susurro—. Te patearán fuera del
Consejo por decir cosas como esas.
—¡Déjalos! —resopló ella—. Ya he tenido unas palabras con esos
vejestorios. Dicen un insulto más o lastiman a mi chica —frotó mi
cabello—, y entonces voy a atarlos de manos y pies y daremos un largo
paseo.
Me reí tontamente contra mis bien cerrados labios. Entonces
Rachel soltó una risita. Luego todas nos reímos.
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—¿Qué quieres decir con “atarlos de manos y pies”? —preguntó
María—. ¿Te refieres a atarlos como si fueran cerdos?
—¡En el verdadero sentido de la palabra! —Gran río a carcajadas
y volvió levantando unos pendientes hacia mí—. ¡Son unos vejestorios y
unos cerdos, todos ellos!
—Bueno, simplemente no entiendo de qué se trata tanto alboroto
—dije—. Sé que soy su… quiero decir que soy una…
—¿Nuestra líder? —dijo Gran y sonrió ante mi malestar.
—Sí. Eso. Pero, incluso los líderes ponen una pierna a la vez en sus
pantalones como todo el mundo. Prometo con toda mi alma que voy a
tratar de ser lo que se supone que debo ser y descubrir lo que tengo
que hacer. Pero creo que la razón más importante de que estén siendo
castigados por Dios, o lo que sea que controla su poder, es debido a
este tipo de cosas. No deben ponerme en un pedestal sólo por una
marca en mi cuello. Debería ponerme a trabajar. Trabajar en descubrir
por qué la Vidente está aquí y lo que necesita ser ahora.
—Hablas como un verdadero líder. ¿Realmente tienes que
preguntar todavía por qué eres la Vidente? —dijo Gran
intencionadamente y dejó caer un pendiente en forma de una lágrima
de plata en mi mano.
—Espero no defraudarte —murmuré.
—No es posible —dijo Rachel mientras cepillaba mi corto
cabello—. Te amamos Maggie. Y creemos en ti.
—Yo también los amo —dije sinceramente.
Era la primera vez que veía a Gran aturdida. Me miró fijamente y
entonces estalló en una gran sonrisa. —Niña, eres un regalo de dios. No
dudé de ti ni por un minuto.
Entonces Jen desató la plancha y el secador mientras María
comenzaba a pintar un tenue velo de acabado transparente en mis
uñas. Me di por vencida. Puse el vestido sobre mi regazo y me senté en
el banco de la vanidad. Cerré mis ojos y dejé que me pusieran hermosa.
***
María tomó mi mano mientras caminábamos por el largo pasillo.
Rodney se encontraba a mi otro lado. Estuvo sorprendido cuando llamó
a mi puerta para encontrar un grupo de mujeres riéndose, en lugar de
una sola. Todos caminábamos juntos y mi estómago gruñó ante el festín
que vi cuando llegamos a la puerta del salón de baile. Esperé y no entré
todavía. ¿Quién cocinó todo esto? —¿Contratan a alguien, me refiero a
humanos, para venir aquí y cocinar y cosas como esa?
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—No —contestó Rodney e inclinó su cabeza para señalar a un
grupo de personas a un lado—. Tomamos turnos sirviendo. Todo el
mundo tiene un trabajo al menos un día durante la semana que
estamos aquí.
—Pronto es el día de cocina de los Jacobson —dijo Rachel—. Mi
día favorito de la reunificación, si me preguntas. —Me reí. Ella besó mi
mejilla—. Sé fuerte hoy, cariño. Todo es por una razón.
Asentí.
Jen me dio una mirada de simpatía. —No quisiera estar en tus
zapatos, eso es seguro. —Asentí nuevamente mientras me abrazaba.
Le susurré—: Hablé con mi papá anoche. —Se puso rígida—. Bish
está haciendo algunas entrevistas de trabajo en Tennessee.
—Se merece algo bueno. Espero que… funcione para él.
Me incliné hacia atrás para ver su rostro. Parecía al borde de la
histeria. Me di cuenta de lo que había hecho. Lo había visto antes. A
pesar de que ellos aún no se habían imprimado, sus cuerpos sabían que
era inevitable.
Sus imprimaciones se alcanzaban el uno al otro. Ella estaba en
retiro y ni siquiera lo sabía. Por mucho que deseaba fingir que no estaba
enamorada de mi hermano y podía ser normal, yo sabía que no era
verdad. Esta cosa los conduciría a ambos a la locura en algún
momento. Tenía que encontrar una manera de detener la visión, tenía
que hacerlo.
Ella pareció entender algo de mi revelación porque se apartó y
lamió sus labios nerviosamente. Tomó la mano de María y se giró
volviendo hacia mí.
—Ten cuidado hoy. Donald es muy… astuto, como el resto de su
familia.
—Gracias.
—Espera aquí por Caleb —dijo Rachel antes de girar para irse—.
Se supone que estás en retiro, ¿recuerdas?
Asentí y me mantuve cerca de la pared con mi espalda. Rodney
se quedó como pensé que lo haría. Traté de imaginar cómo iba a ser mi
día. Me había prometido que no sería como un conejo, sino una oveja.
Podía ser tímida y suave, pero obstinada si lo necesitaba.
La primera cosa que hice fue abrir mi mente. No más
acobardarme en las esquinas de mis propios pensamientos.
Necesitaba saber lo que mis enemigos tenían bajo sus mangas y
necesitaba saber lo que mis aliados pensaban sobre todo esto. Tan
pronto como la puerta de mi mente se abrió, los pensamientos de
Rodney me golpearon.
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¡Uf! Puedes hacer esto. Ella te necesita. Caleb va a ir a una celda
hoy, no hay ninguna duda de eso, y van a arrastrarlo fuera y hacerlo
doloroso porque son un montón de idiotas sádicos. Pero tienes que
mantenerla tranquila, cuidarla de volar el lugar por los aires. Caleb dijo
que Maggie era poderosa. Podría lastimarse a sí misma sin querer.
Podría traer la montaña abajo sobre nosotros.
—Rodney —dije suavemente.
—¿Sí?
—Por favor, detente. —Lo miré cuidadosamente, pero con una
sonrisa. Lo último que necesitaba en este momento era que me tuviera
miedo—. No derribaré la montaña.
Su mandíbula cayó, pero luego me miró avergonzado. —Mierda,
me olvidé de eso.
—Lo siento. No trataba de escuchar a escondidas. Sólo… me
mantuve cerrada ayer y ahora me arrepiento de ello. Tengo que
mantener mi mente abierta, así sabré lo que está pasando. Así sabré lo
que han planificado ciertas personas.
—Lo siento. No quería decir que estuvieras fuera de control o algo
así.
—No, está bien. Pierdo el control fácilmente y usualmente el
toque de Caleb es lo único que me trae de regreso —sonreí—. Así que
esto debería ser divertido, ¿eh?
Sonrió pero se detuvo. —Sólo quiero que entiendas algo. Ellos
jugaran sus juegos, van a comer y beber y actuar como que todo está
bien. Luego, te lo soltaran. Caleb irá a una celda hoy —dijo Rodney con
seguridad—. Obedecen hasta la L de La ley, aunque parezca como si lo
hubieran olvidado, no lo hacen.
—Estoy preparada ahora, he pensado largo y arduamente en
ello. Tengo un plan.
—¿En serio? ¿Incluye que revientes cabezas del Consejo? Porque
podría entrar en acción —sonrió.
Mordí mi labio. —Bueno, mi plan es ir con mi instinto. Supongo que
no es realmente un plan en absoluto, pero tengo que comenzar siendo
esta vidente y creo que una buena primera acción será liberar a mi
esposo de la cárcel. —Me encogí de hombros.
—Esposo —dijo en voz baja y rió entre dientes. No me había dado
cuenta de que había utilizado esa palabra. Sonreí—. Estoy realmente
feliz por Caleb. Merecía la imprimación.
—Tú también lo mereces —dije. Se encogió de hombros, evasivo.
Eché un vistazo alrededor del marco de la puerta para mirar dentro de
la habitación, y él me detuvo con un brazo. Su piel golpeó la mía, y tuve
la primera visión desde que llegamos aquí.
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Traducido por Mel Markham
Corregido por Sofí Fullbuster
Di un grito ahogado, como siempre me dejó sin aliento, y me
aferré a él para no caernos. Todo lo que podíamos ver eran pies; pies
descalzos. Se balanceaban, bailando. Varias piezas. Lo miré
desconcertada. Casi siempre, las visiones eran bastante claras sobre lo
que iba a pasar, pero esta era extraña.
Cuando salí de la visión, sentí a Caleb detrás de mí. Suspiró en mi
nuca y dijo—: Es una boda. —“Tomó prestada” mi habilidad y había
visto lo que vi.
—¿Qué? —jadeó Rodney—. ¿Qué era eso? Una boda…
—Tú boda —aclaró Caleb y envolvió sus brazos alrededor mío—.
La visión que ella tuvo fue contigo, lo que significa que era sobre ti. Esa
era tu boda, hombre.
La cara de Rodney tenía una mirada embelesada. Su boca se
abrió y se cerró varias veces antes de que finalmente dijera algo. —Mi
boda.
Asentí. Él tragó saliva. Me miró y habló con desesperación. —Dime
que es real. Las visiones que tienes, se hacen realidad, ¿no?
—Hasta ahora sí, a menos que las detengamos.
—¿Así que estás diciendo que voy a imprimar? Porque nunca me
casaría sin estar imprimado —dijo rápidamente.
—Entonces estoy diciendo que creo que vas a imprimar. —
Rodney me atrajo a un abrazo y me “impacté” contra su pecho.
—Amigo —se quejó Caleb, pero se rió—. Despacio con la carga.
—Oh —dijo Rodney y me soltó gentilmente—. Lo siento,
discúlpame, por favor. Yo sólo…
—Lo entiendo —dije y me reí—. Está bien.
—¿En serio? —dijo Rodney una vez más—. ¿Cómo, de verdad?
¿La voy a encontrar?
—De verdad.
—Maggie, no puedo decirte cuanto… —intentó, pero se detuvo.
Besé su mejilla y sentí una ligera quemadura y cosquilleo cuando lo hice;
mi imprimación regañándome por ser tan descarada—. Gracias.
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Cuando la encuentre, nunca voy a ser capaz de agradecerte lo
suficiente.
—No necesitas agradecerme. De todos modos hoy me estarás
ayudando plenamente, estoy segura —dije, recordando de repente la
melancolía del día.
—Los dejaré, tienen un minuto —dijo Rodney, todavía aturdido
mientras caminaba dentro de la habitación.
Caleb me giró hacia él, tomó suavemente mi cara y me besó. No
era una despedida, entendí eso. Se inclinó hacia atrás y sonrío. —Mamá
y Gran hicieron bien.
—¿Sabías que iban a venir a arreglarme?
—Papá me dijo. —Asintió hacia un punto a su espalda. Peter se
encontraba ahí y había estado ahí todo el tiempo, con la visión y todo,
porque tenía un aspecto embelesado similar en su rostro.
Se acercó a nosotros y besó la cima de mi cabeza. —Mi hijo
siempre tiene razón. Eres increíble.
Me ruboricé y empujé mi pelo detrás de mi oído. —Es la Vidente,
no yo.
—Eres tú, no la Vidente —me corrigió—. La Vidente no es un ser
reencarnado como le gusta pensar al Consejo. —Sostuvo su barbilla
entre el pulgar y los dedos, pensando, mirando a la nada—. Siempre he
sabido que sería alguien increíble, si alguna vez pasaba. Siempre he
estado entre dos aguas sobre si se trataba de un cuento de hadas o no.
Pero eres real, eres humilde, estás en control. La Vidente es sólo un
agregado en ti, Maggie. No importa cuán fuera de control te sientas a
veces, estás en completo control. Son tus decisiones las que van a
definir a mi pueblo a partir de ahora, y la parte Vidente tuya es sólo una
herramienta para hacer eso.
Asentí y me enderecé. —Me cansé de estar asustada de esto. No
voy a decepcionarlo.
—Ni en un millón de años —dijo y palmeó el hombro de Caleb
antes de agitar su brazo hacia la puerta—. ¿Vamos?
—Sí, pero primero —me giré hacia Caleb—, no te enojes conmigo
después. Sé lo que van a hacer, pero yo también sé lo que tengo que
hacer,. No me voy a ir sin una pelea.
Sonrió con una sonrisa endiabladamente sexy. —Esto va a ser
bueno.
—Esperemos que no explote la cabeza de Donald —murmuré
mientras hacíamos nuestro camino.
—Oh, no lo sé —murmuró Peter—. Eso suena bastante entretenido.
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Caleb y yo nos reímos mientras me llevaba al buffet y casi pierdo
mi paso. Una extensión tan larga como mi pasillo en casa… y llena hasta
la mitad con bollos de miel.
—¿Quién les dijo?
—Oh, estoy seguro que tienen sus formas —dijo y se rió entre
dientes mientras cargaba su plato. Tomé una respiración profunda y
traté de ser normal, sin enfocarme en nada en particular, pero sin
cerrarme a nada tampoco.
¡Ah! ¡Ella está comiendo los bollos de miel! ¡Bien! ¡Espero que le
gusten!
¿Qué está usando? ¡Es un anuncio caminante de moda de la
temporada pasada!
Me giré a eso, y levanté una ceja. Las dos mujeres que me
miraban se giraron rápidamente.
—Estás abierta completamente —murmuró Caleb—. ¿Es esa una
buena idea?
—Eso creo —respondí y olí el café de la taza que tenía en mis
manos. Hice un ruido de placer al pesado aroma, causando que Caleb
se riera y mientras nos guiaba a una de las mesas de en medio—. Ayer
decidí que habría sabido todos los pensamientos de Donald, sus trucos y
todos los planes del Consejo si me abría. No puedo estar cerrada.
Necesito saber que está pasando. Voy a tratar de mantener un control
sobre ello.
—Estoy de acuerdo, sólo quiero que estés a salvo.
—Estoy a salvo. Estoy bien.
Asintió y acarició mi pierna bajo la mesa mientras me veía devorar
mi bollo de miel con una sonrisa de hoyuelos. Pronto se nos unieron
Lynne y Kyle.
—Estos no son ni de cerca tan buenos como los de Rachel, ¿está
bien? —soltó Lynne incluso mientras devoraba la mitad de uno en una
sola mordida—. Deja que se sepa.
Sonreí. —Entonces ¿alguien sabe que planearon para hoy?
—Casi siempre, el primer día completo corremos —dijo Kyle con
naturalidad.
—¿Corremos? —pregunté.
—Seh —dijo con su boca llena—. Ellos tienen todas esas carreras
que hacemos, juegos y cosas. El perro de tres patas, el recogedor de la
cereza, la carrera de ratas.
—Mi amor —dijo Lynne sarcásticamente—, podrías por favor
explicar todo eso y no hacernos rogarte.
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—Pero me gusta cuando tú ruegas —dijo bajo y entre risas.
Caleb vino al rescate. —¿Alguna vez alguien te dijo que eres
completamente inapropiado?
—Lo han dicho. Y sabes, tuve una pequeña charla conmigo
mismo sobre eso. Resulta ser que, estoy bien con eso.
Rodamos nuestros ojos mientras Lynne actuaba como si fuera la
línea más cómica jamás dicha. Luego Kyle explicó—: Está bien, uh… el
perro de tres patas es donde tres personas atan una de sus piernas
juntas y luego corren. El recogedor de cerezas es donde llenan una
bañera con batido fresco y echan un manojo de cerezas ahí dentro.
Tienes que sacarlas con tus dientes y sin tener crema en ti. Y la carrera
de ratas es la más divertida —sonrió.
—Nunca lo has jugado —le dijo Caleb—. No tienes idea de si es
divertido o no.
Kyle continuó como si no hubiese sido interrumpido—: Es donde se
vendan los ojos de los hombre, los imprimados, y tenemos que tratar de
encontrar nuestra pareja mezclados con todos los demás. Pero lo bueno
es que llegan allí de Barcelona —señaló a un hombre alto y delgado en
la esquina—, para encantarnos así no podemos sentirnos a nosotros
hasta que el juego termine. Y… sólo podemos tocar las manos de los
demás.
—Eso no suena tan difícil —dije, pensando que sabría
exactamente como se sentirían las manos de Caleb.
—Eso crees, pero es más difícil de lo que parece. Y quien sea el
elegido debe ser tu cita en la cena esa noche, incluso si no es tu pareja.
Hice una mueca. —Eso no suena para nada bueno.
—Es un ejercicio de camarería, para que nos mantengamos en
contacto con el otro y no formar camarillas o permanecer dentro de
nuestra familia todo el tiempo. Se supone que hace que nos mezclemos.
Casi siempre hacen bailes tontos esa noche, como el vals y la aleatoria,
así que es divertido y no raro, ¿sabes?
—Mmh. Lo entiendo.
—Pero dudo que dejen a su preciosa Vidente jugar nuestros
juegos —se burló Kyle.
—Por el contrario —dijo Donald detrás de nosotros. Todos nos
dimos la vuelta para verlo parado ahí, con una bonita, pero vieja, rubia
en su brazo—. El Consejo podría elaborar su propia versión de la carrera
de ratas sólo para Maggie. —Me miró y sonrió. Traté de leerlo una vez
más y no obtuve nada. Sin pensamientos, sin memoria, nada… salvo
maldad. La sentí. Me odiaba. Y por alguna razón no podía leer sus
pensamientos, pero el resto era fuerte y claro. Odiaba mis entrañas. Y no
sólo las mías, odiaba a los Jacobson en su conjunto.
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—Vamos, cariño —dijo la rubia—, estoy hambrienta.
—Muy bien, Priscilla. Maggie, espero que disfrutes del ejercicio y lo
tomes en tu corazón —dijo con una voz dura.
Sonreí una sonrisa genuina. —Eso planeo. Gracias.
Se enfadó ante mi bondad y se acercó a la barra de café.
—¡Mátalos con bondad, hermana! —dijo Lynne triunfantemente.
Ella me recordaba mucho a Beck. La extrañaba. Asentí y luego miré a
mi izquierda mientras nos uníamos a las otras parejas.
—Philippe, ¿cierto? —pregunté. Él y su esposa lucían sorprendidos.
—Sí. Y ella es mi amada esposa, Marcella —dijo, su acento era
marcado y áspero como el azúcar negra. Sonreí ampliamente cuando
ella saludó y se fue de vuelta a su desayuno. Cuando se volvió hacia su
esposa y dijo algo en francés, ambos bajaron sus cabezas hacia mí y
agradecí que al menos ellos escucharon ayer y no hicieran un show
completo.
Bajé mi cabeza en respuesta y vi un brillo en los ojos de Philippe,
pero se recuperó rápidamente.
Ella es tan humilde… es tan humana…
Presioné mis labios juntos.
—¿Estás leyendo mis pensamientos, Vidente? —preguntó, la
esquina de su boca elevándose—. Está bien. No trataba de
avergonzarte. No debería importarle a nadie que no tenga nada que
ocultar si la líder, la que va a ayudarnos a todos, puede leer sus
pensamientos o no, ¿correcto?
—Mmh —murmuré—. Dudo que la mayoría de las personas en
esta habitación estén de acuerdo. No estoy tratando de leer tus
pensamientos —le dije—. Es como que… elige a quien leer o no cuando
estoy así de abierta.
—Entiendo. No te preocupes, tienes un aliado en mí —susurró
conspirativamente y luego se inclinó hacia delante—. ¡Caleb! ¿Cómo
estás?
—Estoy bastante bien, Frenchy —lo pinchó Caleb y puso un brazo
alrededor de mi hombro—. Bastante bien.
—Ah, ustedes americanos. —Philippe negó con la cabeza—. Tan
alegres y felices —Caleb se rió y chocaron puños. ¿Alguien hacía eso
por aquí?—. Marcella no habla mucho inglés, pero dice que le
encantaría tomar un té luego.
—Uhm… claro —respondí—. Eso suena genial.
—¡Todos, por favor, su atención!
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Nos volvimos para ver al tipo grande y corpulento del Consejo. Su
pelo gris estaba enrollado en un peinado perfecto y sus ojos eran
iguales de grises. Sus ojos pasaron por todos y se detuvieron sobre mí
antes de moverse rápidamente y seguir con algo en la pared de atrás
mientras tragaba saliva.
Oh… ¿Está leyendo mi mente en este momento? ¿Va a tener una
visión para mí? Qué si descubre sobre aquella vez que aposté mi sueldo
en Nueva Zelanda y le mentí a mi familia diciendo que fui asaltado. ¡Oh,
mierda! ¡Acabo de decirle! ¡Puede leer mis pensamientos! Vidente, por
favor, perdóname. No me condenes a una vida de soledad por mis
pecados.
Me rogaba, hablándome directamente sabiendo que podía
escucharlo y todos los demás lo miraban, esperando a que termine su
anunció. Agarré la mano de Caleb por un segundo y luego me levanté.
Los ojos del hombre estaban inquietos mientras hacía mi camino hacia
él.
—¿Cuál es tu nombre? —pregunté suavemente una vez que
llegué a él.
—Paulo —respondió en voz baja—. Paulo, mi Vidente.
—Bueno, Paulo, soy Maggie. —Extendí mi mano. La tomó, pero no
la movió. Yo tuve que moverla—. Sé que soy la Vidente, pero no estoy
aquí para juzgarte. Estoy aquí para cambiar las cosas que hacemos a
partir de ahora —dije para que sólo él pudiera escucharme—. Tuve una
visión de tu gente…
Luego me di cuenta que todos necesitaban ver, no sólo Paulo. Me
volví hacia la habitación y empecé a decir algo, pero la mirada en la
cara de Marla me detuvo. Tenía algo bajo la manga dada por su
sonrisa alegre. Tenía que ser inteligente sobre esto. Me concentré en la
habitación.
Lo primero que sentí fue la ira de Caleb. Él leía todo a través de
mí, y pudo ver la mirada de Marla tan plenamente como yo. Deslicé mi
mirada por todos los rostros. Cada vez encontré una persona con malas
intenciones, alguien que no se preguntaba qué podría decir, sino que
miraba con anticipación, lo que me hizo temblar con ansiedad así que
me concentré más intensamente en ellos…
Y no obtuve nada.
Obtuve pensamientos al azar de otras personas en la habitación,
pero era como si cada Watson en la habitación me estuviera
bloqueando y yo no era capaz de escuchar sus pensamientos… como
Marla.
¡Santo Dios, era una idiota! Por supuesto que Marla iba a darle mi
sangre a cada miembro de su familia. Ella ya había probado su teoría
en el callejón del club aquella noche en la limosina. Sabía que sus
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pensamientos estaban a salvo con mi sangre en sus venas, y tenía algo
planeado para esta semana, de eso estaba segura.
Le dio mi sangre a todos los Watson así sus pensamientos estarían
fuera de mi alcance. Así no tendría idea de lo que iban a hacer ¡Ding!
Pillada por sorpresa de nuevo.
Mantuve mi cabeza en alto. Sonreí y me volví hacia Paulo. —Sigue
y has tu anuncio.
—Está bien —dijo con voz temblorosa y se aclaró la garganta,
incómodo—. Todos, perdón por el retraso. Uh… sólo quería empezar los
juegos por el día de hoy.
No te rindas tan fácilmente, Maggie.
Me encogí y di un paso atrás cuando escuché la voz en mi
cabeza. Miré a mí alrededor, pero no pude descifrar de quién provenía.
Las cosas no son siempre lo que parecen. Presta atención. Eres lo
suficientemente inteligente como para descifrar esto, para detener lo
que está ocurriendo.
¿Qué? No me estoy dando por vencida. Pensé de regreso,
aunque no estaba segura de que pudiera oírme.
—¿Maggie? —preguntó Jen y agarró mi brazo—. ¿Cuál es el
problema? Te ves asustada.
—No lo sé. Escuché algo… uh, a alguien. —Pasé los dedos por mi
pelo, sintiendo todavía la rareza de que fuese tan corto—. No puedo
imaginar quién es y están siendo muy crípticos. Creo que Marla está
planeando una trampa.
—No dejes que te afecte. Eso alimenta su ego.
—No estoy tratando de hacerlo. —Caleb se unió a nosotras y no
lucía más feliz que antes—. ¿Escuchaste?
—Sí —dijo bruscamente—. Ni idea de lo que significa, pero mejor
que se quede fuera de tu cabeza.
¿Cómo está tu padre?
Miré alrededor de nuevo desesperada mientras la voz aparecía
de nuevo. ¿A qué se refería con cómo está mi padre?
Cállate. No hables de mi padre.
—¡Vamos todos! —decía Donald. Dejé todo de lado y puse lo que
supuse era una bonita sonrisa en mi cara. Necesitaba aparentar estar
en control y sin miedo.
Caleb tomó mi mano y susurró—: Creo que tienes razón sobre tu
sangre. Es la única cosa que tiene sentido a porque no puedes
escucharlos a ellos, y sólo ellos. No vayas a ningún lado sin mí o Rodney,
¿está bien?
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Asentí.
—¡Amigos! —cantó Donald y levantó sus manos en show—.
¡Vamos a empezar con las actividades de hoy! ¿Podrían todos elegir a
su compañero mientras el personal ordena las cosas?
Hice mi camino con Caleb, mientras me explicaba el juego. No se
podían usar las habilidades y teníamos que caminar en zigzag en vez de
en línea recta. Alguien dibujó el contorno de nuestros caminos en el
suelo con su habilidad y vi que este sería un desafío a ciencia cierta. Los
caminos serpenteaban juntos y nosotros teníamos que superar a
nuestros oponentes.
Mientras Caleb empezó a atar nuestras piernas juntas, con una
soga dorada, alguien que no pude leer me tocó el hombro. Otra
revelación me golpeó. Él tenía mi sangre también, lo que significaba
que sabía todo lo que Marla sabía.
Le sonreí. —¿Sí, Donald?
—No es apropiado para alguien de tu importancia jugar a estos
juegos, Vidente. Ven a sentarte con nosotros en la mesa de la
asamblea.
—¿Qué mejor manera de conocer a las personas que se supone
estaré dirigiendo que hacer lo que ellos hacen? —Se enfureció, pero
seguí sonriendo—. ¿Quizás el Consejo debería jugar también? —sugerí y
escuché un gruñido de disgusto—. De hecho —hablé más fuerte—,
miembros de la asamblea, ¿por qué no se nos unen?
—Vidente —murmuró uno de ellos. El grandote y corpulento—,
sabemos que eres joven…
—La juventud está en el corazón, no en el cuerpo —interrumpió
Gran mientras prácticamente saltaba de la silla del Consejo—. ¿O tiene
su corazón envejecido y arrugado, Lucius?
Se burló y volvió a beber su té de la fina porcelana de china. Un
par de miembros del Consejo hicieron su camino hacia abajo, aunque
después de mucha deliberación interna, pero la mayoría se quedó en
su lugar, mirando cada poco, al vejestorio grandilocuente al que
habían sido nombrados.
Gran tocó mi mejilla. —Lo estás haciendo bastante bien para tu
primer día, niña bonita.
—Sí, bueno, recién está empezando —dije y soplé una muy
necesitada respiración.
—Eso es —dijo y besó la mejilla de Caleb. Fue a buscar a María
para que fuera su pareja. Vi la pierna de Jen ser atada por alguien, un
chico que nunca había visto antes. Era lindo, y sus pensamientos eran
inocentes y limpios. Estaba enloquecido porque no tenía idea de que
Jen iba a decir que sí cuando le preguntó y ahora, le asustaba de que
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el enamoramiento que tenía por ella desde siempre, vendría brillando
como una mancha en una camisa de cuello blanco.
—Maggie —dijo Caleb para captar mi atención, claramente sin
intenciones de mirar a través de la inexistente vida amorosa de su
hermana—. ¿Eres buena en esto?
—Eso suena como un desafío —le respondí y reí mientras casi nos
caíamos al suelo. Aunque los brazos de Caleb pudieron sostenernos
bastante bien—. Soy bastante buena, supongo, aunque no he jugado a
esto desde jardín de infantes.
—Y apestabas en ese momento, si quieres saber la verdad —dijo
Kyle desde fuera—. Sólo para tu información.
—Oh, muérdeme —me reí.
—Mmh —gruñó Caleb por lo bajo y envolvió sus brazos alrededor
mío en una prisión—. Eso suena como un desafío —me imitó.
Mordí mi labio y luego sonreí antes de besar su hoyuelo.
—¿Lista? —preguntó—. No estoy de humor para perder, así que
vamos a enseñarles como la Vidente los patea.
—Lista.
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Traducido SOS por *~ Vero ~* & Mel Markham
Corregido por Sofí Fullbuster
Ganamos ocho de diez rondas.
Caleb estaba extasiado. Lo único que le faltaba era inflar el
pecho. Era bastante adorable. Al principio, pensé que era bastante
tonto. Quiero decir, estaba apretada contra Caleb así que no es como
si me estuviera quejando realmente, pero me pareció infantil, supongo,
el jugar a estos juegos. Pero rápidamente aprendí lo divertido que era, y
lo mucho que los unía a todos.
El recogedor de cerezas fue el peor. Parecía fácil, pero no lo era
en absoluto. Kyle ganó y se regodeó en ello sin cesar. Seguía
manchándome la nariz con crema justo antes de que pudiera
maniobrar el tallo en mi boca. Kyle dijo que era porque yo era
“entrometida”2.
Traté de no reír, pero él era el viejo Kyle. El Kyle con el que solía
pasar el rato y holgazanear. El payaso de la clase.
Incluso los miembros del Consejo que habían decidido unirse a
nosotros, parecían estar gozando. Creo que Peter y Rachel eran
probablemente los más lindos. Eran apropiados y atentos, pero tan
pronto como sonó el silbato —el silbido que se hizo sonar solo, ya que
también había sido encantado— se concentraron completamente.
Rachel incluso chilló cuando ganaron, pero pronto recobró la
compostura. Y luego, justo como Rodney había dicho, Donald saltó con
la noticia de juicio de la nada.
—Amigos —golpeó las manos juntas, su bufanda quedando
atrapada en sus manos—, es muy bueno ver que todos estén pasando
tan buen rato. Lamentablemente, todavía hay asuntos que atender y la
asamblea tiene que reunirse para discutir el asunto. Por lo tanto, si los
miembros del Consejo vienen a mi encuentro, iremos a la habitación
verde cuando hayamos terminado.
—¿La habitación verde? —le pregunté a Caleb.
2 Es un juego de palabras: “nosy”: entrometido / “nose”: nariz.
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—Ellos codifican las habitaciones en colores —respondió mientras
los veía dirigirse a la mesa del Consejo—. No quieren ser prejuzgados por
lo que si nombran a la habitación con un color, en lugar de una función,
entonces parece más atractivo y menos amenazador. —Le di una
mirada inquisitiva—. ¿Cuál sería el nombre del cuarto verde? ¿La sala
de la condena?
—Oh —le contesté y tragué saliva—. Lo entiendo. ¿Así que esta es
la sala dorada?
—Sí.
Asentí y me lamí los labios repentinamente secos. —¿Van a decidir
nuestro destino en esa habitación, y ni siquiera podemos verlo?
—Nadie está autorizado para tomar decisiones en materia de
disciplina, salvo los miembros del Consejo.
—¿Así que esta es una monarquía? —Solté un bufido de fastidio.
—Más o menos —dijo en voz baja—. Todo va a estar bien.
—Ahora —comenzó Donald, y me pregunté si alguien más en el
Consejo alguna vez podía decir algo—. Hemos tenido un recuento de
los acontecimientos que tuvieron lugar el día en que dos del clan
Watson fueron asesinados.
—Matados —corrigió Peter—, en defensa propia.
—Las manzanas y las naranjas, ¿verdad? —se burló Donald y
continuó—: Ahora, no tengo ninguna duda de que Caleb pensaba que
hacía lo correcto al proteger su pareja, la Vidente nada menos, pero
eso no significa que sea aceptable el tomar una vida.
—¿Ni siquiera cuando trataron de matarte primero? —gritó Kyle.
—Ni siquiera entonces —rechinó Donald—. Sé que esto parece
duro, pero las leyes son las leyes y tenemos que estar de acuerdo con
ellas. Ahora bien, no se han reunido todavía, pero estoy seguro de que
todos sabemos que a la Vidente se le concederá el indulto por sus
acciones sobre este asunto, ya que debe haber visto la necesidad de
hacerlo…
—¡No puedes dejarme fuera y luego dejar a Caleb solo con las
consecuencias! —le grité. Todo el mundo me miró, pero mantuve mis
ojos en la mesa de la gente que trataba de llevarse al amor de mi
vida—. Si yo tuve una buena razón, entonces eso quiere decir es que
Caleb también la tuvo ¿no?
—En mi opinión —gritó Donald con tanta fuerza, que me incliné un
poco hacia atrás involuntariamente—, las leyes son las leyes, señorita, y
si piensas que sólo porque tienes ese tatuaje en el cuello puedes entrar
aquí y cambiar la forma en que siempre hemos hecho las cosas de
manera que puedan encajar perfectamente en su cajita humana, vas
a una tener una gran decepción… Vidente.
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—¡Donald! —rugió Peter.
—¡Nunca —gritó Caleb en un gruñido—, le hables a ella de esa
manera otra vez!
—Las leyes son las leyes —repitió Donald incluso cuando Lucius
trató de tirar de su manga y hacer que se sentara—. No se puede negar
que fue elegida, tiene la marca, pero eso no quiere decir que es capaz
de…
—Le sugiero sentarse antes de que moleste a su Vidente y haga
algo por lo que podría tener que conceder el indulto —continuó Caleb
y me atrajo hacia él más de cerca. Luego me tiró detrás de él por
completo cuando Donald se levantó.
Se quedó sin aliento. —¡No te atrevas a actuar como si le hubiera
hecho daño, pues estoy actuando simplemente como una voz para
nuestro pueblo!
—¿Una voz? —preguntó Peter—. Parece que eres la única voz
que cualquiera puede oír. Hay muy pocos miembros junto a ti que
tienen la misma cantidad de autoridad que tú y todavía tienes que
dejar que hablen.
Donald miró hacia la mesa en ambos sentidos, mientras estaba
sentado en el centro. —Bueno, ¿alguien más tiene algo que decir?
Lucius fue a decir algo, pero Donald le cortó sin siquiera mirar. —
¡Mira! No necesitan hablar cuando está claro que estoy siendo
diplomático y justo. Las leyes son las leyes. ¿Y sabes que es la única cosa
más importante que las leyes? Es mantener y hacer cumplir esas leyes.
No podemos ser mentores mediocres y guardianes del camino.
—Ese es un discurso bastante real —me oí decir, mis ojos
centrados en su rostro. No quería perderme ni una cosa—. Pero he sido
enviada aquí, la Vidente fue enviada aquí, para cambiar las cosas. Tuve
una visión específica sobre esta… Espera, ¿no hay algún registro del
último Vidente?
—Por supuesto que sí —soltó Donald mientras alisaba el frente de
su camisa—. Pero los registros están sellados. Sólo alguien que…
—¿Estás diciendo que la Vidente no puede leer los registros del…
Vidente? —dijo Caleb y suspiró con fastidio—. Vamos, ese ni siquiera es
un buen argumento.
—No sé de dónde viene toda esta hostilidad, señor Jacobson —
dijo Donald sarcásticamente—, pero no lo aprecio y no creo que nadie
más lo haga aquí.
—Viene de ti tratando de taimar a mi chica, que también resulta
ser tu líder. No puedo ver donde tienes la autoridad para decirle lo que
puede y no puede hacer. Tienes que dejarla hacer lo que fue enviada
aquí a hacer.
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—Donald, suficiente —dijo Peter, la victoria era clara en su voz—.
Caleb tiene razón y no estoy diciendo eso porque es mi hijo. Estábamos
todos tan deslumbrados por Maggie como todos ustedes lo estuvieron
cuando se enteraron de quién era ella. No sólo merece tu respeto, sino
tu lealtad. No a Maggie, sino a lo que ella representa. Ya no puedes
pretender seguir siendo el vínculo que nos mantiene unidos, Donald.
Dale los registros.
—Sí, Donald —dijo Lucius con dureza—, y la culpa es tuya por
hablar con la Vidente de tal manera.
Donald miró a su alrededor y vio que las cartas se habían girado.
Lo pude ver en su rostro. Pensó que sus largos años de “servicio” le
ganarían la votación sobre cualquier cosa que dijéramos, pero insultar a
la Vidente aparentemente iba demasiado lejos. Traté de no tomarlo
como algo personal, que se preocupaban por la Vidente y no por mí.
—Está claro que ha habido un malentendido. —Juntó las manos
delante de él, contra su pecho—. ¡Simplemente estoy tratando de
despertar a la Vidente! —Se echó a reír—. Ha sido una observadora
humilde y silenciosa desde que llegó. Quería despertar algo para sacar
su fiereza —gruñó y sacudió un puño mientras sonreía como triunfante—.
¡Y funcionó! ¡Mírenla! —Me sonrió cariñosamente—. Hemos esperado
muchos años para ver esa chispa. Gracias, Vidente, por regresar y
tomar tu legítimo lugar entre nuestro pueblo.
Y entonces, lo peor que me podría haber imaginado ocurrió. Todo
el mundo se puso de pie y aplaudió y se inclinó hacia mí. Sonreí y me
incliné en respuesta, pero sabía que esto era ahora un juego. Y yo
necesitaba entender todas las reglas antes de poder jugar.
Donald me usaba para algo, y tenía que averiguar por qué. Pero,
por ahora, había jugado mi parte, la dulce, pero valiente, Vidente.
***
Con el tiempo se calmaron y querían empezar a jugar su último
juego tradicional antes del almuerzo. El juego era la Carrera de Ratas y
yo estaba preparada para ser tocada por cada hombre que buscaba
a su pareja.
Todos los hombre imprimados se encontraban en el centro de la
habitación y las mujeres se quedaron fuera. Seguía pensando que era
tonto. Quiero decir, los chicos debían saber cómo olía su esposa y como
se sentían sus manos, ¿no?
Pero me equivoqué.
Una vez que estaban encantados y todos sus sentidos
despojados, eran como ratones ciegos en busca de un agujero en la
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pared. Observé cómo cada uno de ellos intentaba decidir cuáles eran
las manos de su esposa. Había sólo dos personas que no estaban
casadas: Caleb y Kyle.
Un par acertaron, la mayoría no, pero ninguno vino hacia mí por
el momento. Cuando fue el turno de un hombre mayor, parecía
caminar directo a mí. Movió su brazo como si hiciera señas en vez de
tratar de encontrarme. Su cresta familiar era una negra media gota de
lluvia, o de sangre. Los Watson. Cuando nuestra piel se tocó, tuve una
visión y me sentí estúpida por no saber que cada chico que me tocara
me daría una visión.
Su visión era borrosa. Luchó conmigo y tuve que enfocarme en
ver lo que era. Pero sentí una urgencia —una necesidad— de ver esta
visión. Así que agarré su mano y la sostuve. Trató de alejarse, lo que me
hizo querer ver más. ¿Qué ocultaba?
Escuché mi nombre, y luego suspiros y sonidos de sorpresa. Luego
sentí una familiar mano cálida en mi codo y supe que Caleb se había
unido a mí. Su toque parecía darme el empuje extra que necesitaba y
la visión se hizo más clara y en tiempo real.
Vi flores y una acera. Vi y sentí las pisadas de un hombre mientras
se abría camino por el sendero. Saludó a un cartero con un movimiento
de sus dedos y luego esquivó a un niño en una bicicleta. Se detuvo en el
césped y observó mientras otro hombre tocaba el timbre en una casa.
Era un hombre de cabello oscuro en una chaqueta de cuero
negro con un dragón negro en la espalda… y estaba de pie delante de
mi casa.
La visión se me fue arrancada con un rugido. Vi un hombre
parado lejos de mí, sosteniendo su mano como si lo hubiera quemado,
lo cual hice, o más bien él me quemó con un signo de ofensa.
—¿Qué hacías fuera de mi casa? —pregunté calmadamente,
aunque por dentro sentía de todo menos calma.
Sostuve mi mano en mi pecho y ni siquiera había pensado sobre
la marca de ofensa. ¡Este tipo estuvo en mi casa!
—Quería ver donde vivía la Vidente —respondió lentamente y se
paró más derecho. Marla se acercó a él y le tranquilizó con palmaditas
en el brazo.
—No vuelvas a ir a mi casa —dije—. Esa ni siquiera es mi casa ya, y
mi padre no tiene nada que ver con esto.
—Entendido, Vidente —dijo Marla dramáticamente y más
inclinada—. Él sólo pretende rendir homenaje, estoy segura.
—Cuestionable —refutó Caleb detrás de mí, sus manos todavía
envueltas en mi cintura—. Mantente alejado de esa casa, y mantente
alejado de Maggie.
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—Por supuesto —arrastró Marla dulcemente y batió sus pestañas
hacia él—. No tenemos el hábito de desobedecer a los que nos
gobiernan. —Se volvió hacia su subordinado—. ¿No es así, Gaston?
—No —respondió cortamente y me miró.
—¡Ya está! Mucho mejor —tranquilizó Marla y tomó el brazo de
Gaston—. Vamos a seguir por nuestro camino.
La observé irse con un carbón ardiendo en mi estómago. ¿Qué
tramaba?
Caleb me volvió hacia él y sentí la marca de ofensa desaparecer,
a medida que se aferró a mí. Me di cuenta que nadie debió ver la
marca, salvo Caleb.
Donald debió sentir que esta ronda de los juegos había terminado
y él llamó a todos al orden. Luego explicó que era tiempo de mi prueba
de embarazo, demasiado fuerte e innecesariamente.
Me preguntaba si esta era su diversión. ¿Trataban de evitar que
me tope con el juicio de Caleb por preocupación? Una vez más, no
podía decir si iba a tomar la prueba porque eso me hacía lucir
culpable.
—Vamos —le dije a Caleb—. No pueden tener tu juicio si no estás
ahí, ¿cierto? —Empecé a llevarlo conmigo, pero me detuvo.
—No estamos permitidos en nuestros propios juicios, Maggie. Voy
contigo, pero eso no los detendrá si están tratando de desviar la
atención de eso a ti.
—Bueno, todavía quiero que vayas conmigo.
Se burló. —Por supuesto que iré contigo.
Sonreí. —Vamos.
Él aparentemente sabía hacia donde iba. Nos llevó por varios
pasillos antes de llegar a una blanca puerta lisa donde se marcaba
“Enfermería”.
Dio unos golpecitos en la puerta y luego la abrió para revelar a la
esposa de Sikes, la mujer que tomó mi sangre cuando me secuestraron.
No lucía enferma, o mentalmente inestable del dolor. De hecho, lucía
demasiado feliz. La oí en mi mente.
Gracias al Señor.
—Maggie —suspiró y pareció aliviada—. Me alegra que estés
bien. Entra —pero detuvo a Caleb—, tú no.
—Yo iré… —empezó él, pero se movió hacia un lado para mostrar
que no estaba sola. Había un hombre allí, aunque no era un Watson.
Atrapé algo en su mente acerca de ser un acompañante imparcial y
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pensé que, probablemente Gran había insistido en alguien que no sea
un Watson para estar presente.
—La asamblea es muy meticulosa —dijo ella secamente—. Estaré
terminando en poco tiempo.
Caleb pasó una mano por mi pelo enojadamente y me observó
mientras ella cerraba la puerta. Me senté en la cama como si no tuviera
sentido luchar.
Se acercó a la cama a mi lado y se inclinó sobre la mesita de
noche. Miré hacia otro lado.
—Recuerdo que odias las agujas. —Sonrió como si no hubiera
ninguna historia entre nosotras—. Lo haré tan poco doloroso como la
última vez.
—Sí —dije sarcásticamente—. La última vez tomaste mi sangre y se
las diste a ellos.
—Las circunstancias son las mismas como lo fueron en ese
momento. Soy una Watson, eso no se puede cambiar incluso si mi
esposo no está con vida —dijo en voz baja y me miró a la cara por una
fracción de segundo.
Pensé en lo que dijo. Pensé en lo que hizo y de dónde vino.
Recordé que dijo que era humana, y que su toque no me lastimaría
como los otros, quienes deseaban lastimarme. Recordé que Caleb no
sabía que ella era humana…
—¿Cómo pueden los otros clanes no saber que eras humana?
—Porque Sikes no quería que ellos lo supieran, y siempre obtiene lo
que quiere. Siempre —dijo y escuché la amargura en su voz.
Sus dedos tocaron mi cara y salté por el frío de su piel. Se disculpó
en un susurro mientras guiaba la aguja expertamente hacia mi piel. Era
buena en esto, y no dolió mucho, pero eso no significaba que no lo
sintiera esta vez.
Hice una mueca y Caleb asomó la cabeza por la puerta. —¿Todo
bien aquí?
—Sí, príncipe —dijo sarcásticamente mi guardia mientras cruzaba
sus brazos en la esquina—. Un pinchazo no debe sentirse como cerezas
en primavera.
Ahogué una risa. Caleb levantó una ceja hacia mí con una
mueca en sus labios. —Estoy bien, lo prometo —le dije.
Asintió a regañadientes y se echó atrás.
Me volví a mirarla, pero la aguja todavía sacaba la vida de mí, así
que tragué la bilis y me volví. —Estás teniendo un montón —reflexioné—.
Parece extraño tomar tanto para un análisis de sangre.
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—Cariño, sabes que no estoy haciendo una prueba de embarazo.
Levanté mi mirada hacia ella, sorprendida por su amabilidad. —
¿No lo estás?
—Marla quiere más de tu sangre, y estoy obligada a hacer lo que
dice.
—¿Y porque es eso? —pregunté y miré al guardia que
permanecía en silencio. Nunca nos miró, aunque sabía que podía
escucharnos—. ¿Por qué siquiera me dices todo esto?
—Porque —empezó y detuvo sus cuidados para mirarme
directamente a los ojos—, sé lo que se siente que un día tomen tu vida
sin ritmo ni razón, sin causa, sin vuelta atrás.
—¿De qué estás hablando?
—No me imprimé con Sikes de la forma tradicional.
—¿Qué? —dije con tanta irritación como pude reunir a la mujer
con una aguja en mi brazo.
—Yo era como tú: humana, viva, una típica adolescente donde
todo lo que te pasa es lo peor que te puede pasar. Porque lo es. Es lo
peor cuando aún no has vivido todavía. Sikes me sacó de las calles un
día, me llevó a su campamento y me hizo una prueba. Una prueba de
sangre.
Me miró de modo conmovedor y sabía que las siguientes palabras
que salieran de su boca cambiarían mi mundo. El mundo Virtuoso,
también.
—Él era exactamente el mismo en ese tiempo de cómo es
ahora… bueno —palideció—, era. —Se aclaró la garganta—. Estaba
decidido a ganar la mano por encima de su carrera… Estaba
empeñado en que la clave se hallaba en su sangre. Me mantuvo por un
par de semanas, y yo no era su única prisionera. Tenía muchos allá
abajo.
—Pero —me sentía confundida—, lo ayudaste a secuestrarme.
Actuaste como si tú… lo amaras.
—Oh cariño, lo amaba. Y él me amaba a mí, después de la
imprimación, claro. —Sólo negué con la cabeza en confusión así que
ella continuó—: Verás, él usó mi sangre, y la sangre de los otros, para
realizar experimentos en cada uno. Estaba seguro que podría forzar una
imprimación. —Suspiró y tomó una larga respiración—. Y tuvo éxito.
—¿Qué? —jadeé.
—Cuando realizaba sus experimentos en mí, terminó dándome su
sangre. Luego un día, por ninguna razón en particular, tocó mi mano
para sentir mi pulso… yo sentí la imprimación, vi las visiones, sentí la
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atracción hacia él, sabía que tenía algún tipo de sentimiento por mí…
porque nunca me hizo gritar.
—¿A qué te refieres? —pregunté, a pesar del hielo en mis venas
mientras leía la respuesta en su cabeza rogando para que no le
preguntase.
Tomó una profunda respiración, una llena de arrepentimientos,
anhelo y culpa. —Durante los experimentos, nunca me hizo gritar como
lo hizo con los otros.
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Traducido SOS por aa.tesares
Corregido por Sofí Fullbuster
La bilis subía justo cuando Caleb corrió de regreso a la habitación.
Apenas podía pensar, pero pronto comprendí que mi corazón latía a mil
por minuto. Presioné mi mano contra mi pecho mientras Caleb me
tiraba de la mesa poniéndome detrás él. La mujer mayor de cabello
canoso y el hombre que aún no había movido un músculo, no resultó ser
lo que me causaba terror.
Se volvió hacia mí, mientras mantenía un ojo en los otros dos. —
¿Qué pasa, Maggie?
Tuve que ignorarlo por ahora. Tuve que entender lo que ella
decía. Me moví alrededor de Caleb hacia ella y me di la vuelta para
mirarlo. Sentí el rápido latido de su corazón en mi pecho, y sabía que
primero tenía que calmarlo. —Estoy bien. Está bien.
—¿Qué sucedió? ¿Te hizo algo?
—No, sólo me dijo algo que no me gustó. —Asentí hacia ella—.
Tengo que terminar con esto. Estoy bien —le aseguré.
—Estoy aquí —dijo, mientras me daba la vuelta—. Y no me voy a
ninguna parte.
—Uh… ¿Cuál es tu nombre? —le pregunté antes de ir más lejos.
—Ruth —respondió ella en un susurro.
—Ruth, ¿qué te hizo él? —le pregunté y sentí a Caleb sacando las
respuestas de mi cabeza por detrás de mí. Gruñó cuando vio de lo que
hablábamos y agarró mi mano como si nunca la hubiera dejado ir.
—Al principio él no hacía cosas estúpidas. Trataba de intimidarlos
hasta conseguir una reacción en sus cuerpos, como si ellos lo
escogerían sobre el dolor o la muerte, pero no funcionaba de esa
manera. Y cuando nos imprimamos las cosas cambiaron. Él ya no era
capaz de dar su sangre.
—¿Por qué no? —pregunté con embelesada curiosidad.
—Porque estaba celosa —dijo y sonrió—. Más que eso, porque su
imprimación le exigía ser sólo mío.
—¿Así que realmente se amaban?
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—Sí —respondió con cuidado—. Estábamos obligados, estábamos
juntos y nos pertenecíamos el uno al otro. Pero no era lo correcto. No
era lo mismo que los demás.
—Ruth —le dije con exasperación—, estás dándole muchas
vueltas al asunto y me pone un poco loca. ¿Podrías por favor, no
hacerme sonsacarte todas las respuestas?
Suspiró y asintió. —Es sólo que nunca le he contado esto a nadie.
No se me permitió cuando Sikes estaba vivo y ahora todavía se siente
como una traición. —Empecé a preguntarle por qué pero levantó la
mano—. Estoy llegando a eso, señorita impaciente.
Luché por no rodar los ojos y le hice señas para que continuara.
Me hundí en el pecho de Caleb, sintiendo la necesidad de su calma y
tranquilidad. Tenía la sensación que guardaba lo mejor para el final. Ella
continuó—: No se me permitía ir contra él. No por mi propia voluntad.
Prácticamente pertenecía a Sikes y no en el sentido romántico en el
que ustedes se pertenecen. Él me controlaba, si quería o no. Mi cuerpo
era sometido a su voluntad subconsciente. Su sangre en mis venas hizo
algún tipo de conexión que me permitió imprimar con él, pero no era
real. —Nos miró a ambos y frunció los labios un poco—. Sikes nunca me
miró del modo en que ese chico te mira.
—Pero dijiste que se amaban —discutí.
—Y así fue, pero era porque no tenía otra opción. Ya sabes, es
como si tuvieras un familiar que te ha herido. ¿Todavía los amas, pero no
te gusta? —trató de explicar. Asentí. Sí, sabía lo que se sentía,
demasiado bien—. Desde el momento en que imprimamos, sabía que
las cosas eran diferentes para nosotros, éramos únicos en la especie.
—Espera —dijo Caleb bruscamente detrás de mí, su aliento sobre
mi oído—. La imprimación seguía funcionando entonces. Sikes se habría
imprimado de forma natural si sólo hubiera esperado. ¿Qué intentaba
lograr?
—Los Watson comenzaron a perder la imprimación mucho antes
que los otros clanes —respondió y sentí el tirón de Caleb—, pero no le
dijeron a nadie. Se avergonzaban y no querían parecer más débiles
para ustedes. Sólo eran unos pocos al principio, y el clan lo encubrió.
Escondieron a esos hombres y no dejaron que nadie lo supiera. Cuando
Sikes llegó a la edad de imprimarse y se dio cuenta de que iba a ser uno
de lo que iba a estar atrapado lejos en el recinto, se negó a someterse
a eso. Así que empezó sus experimentos secretos. Nadie nunca bajó al
recinto. Estaba viejo y desgastado. Él sabía que no sería atrapado, y no
lo fue.
—Todo este tiempo, cada vez que te he visto, ¿estás diciendo que
tu imprimación no ha sido real? —dijo Caleb lentamente.
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Ella levantó su muñeca. Vi la mitad de una gota de agua negra
en su muñeca. —Es un tatuaje —reveló y lo frotó con sus dedos—. Un
tatuaje real. Y me dolió muchísimo.
La miré boquiabierta. —No lo conseguiste cuando… —Me sonrojé
ante lo que estaba a punto de preguntarle.
—No —dijo y me dio una pequeña y dulce sonrisa—. Sikes y yo
nunca mutualizamos. No nos era posible. Incluso tuvo que tatuarse mi
nombre. Nunca apareció y no quería que nadie supiera que no era real.
Cuando me reveló a su familia como su pareja, se mostraron escépticos.
Era un poco mayor que la mayoría, pero no lo cuestionaron una vez que
vieron los tatuajes y el modo en que podíamos leer nuestras mentes.
—¿Por qué Sikes no le dijo a nadie? Pudo haber imprimado a toda
su familia de ese modo —dije y estaba realmente desconcertada. Si él
tenía el poder para hacerlo, era increíble que no lo hubiera hecho.
—Porque sabía que estaba mal. —Bufé y me miró bruscamente—.
No estoy tratando de justificarlo. Lo amaba y lo odiaba. Lo quería y
quería salir corriendo cada segundo de cada día. Necesitaba su toque
y ansiaba sus caricias, pero también quería vomitar cada vez que me
tocaba. Él sentía lo mismo. No estaba bien, no era una forma de vida.
Era una prisión para ambos. Sí, ganamos habilidades, sí, podíamos
comunicarnos con nuestras mentes, sí, nos curábamos mutuamente,
pero faltaban las partes íntimas, la parte de la unión de almas de la
imprimación. Para nosotros era todo químico. Todo físico y metamorfosis,
y Sikes siempre se arrepintió de lo que me hizo.
—¿Por qué? —susurré porque no pude evitarlo.
—Porque me amaba, aunque lo quisiera o no, me amaba, y
herirme estaba en contra de su imprimación.
—Está bien —le contesté, empapándome de todo—. Así que si
ese fuera el caso, entonces ¿por qué te hizo ayudarlo y por qué me
secuestraron?
—Bueno —comenzó y oí sus pensamientos.
Oh vaya… aquí es donde se pone difícil.
—Sólo tócame entonces —le dije—. Déjame ver todo a través de
ti, si no te importa.
—Eso sería más fácil. Ya no tengo secretos —dijo tristemente y me
dio su mano. Fue la visión más rápida y ansiosa que jamás había tenido.
Supongo que era porque ella se ofrecía en vez de que yo tenga que
tomarla. Despertó mis sentidos y sentí sus emociones tan crudas y reales
como si fueran mías.
La vi con Sikes. Los dos lucían tan jóvenes mientras eran nuevos en
su relación. Era difícil para ellos, incluso más difícil de lo que había sido
para mí, pero no podían negar la necesidad de uno por el otro. La
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atracción era más del lado de él, se había sentido extraño con ella
desde que la había secuestrado. Se sintió algo protector hacia ella.
Después de que se imprimaron, se sintió culpable. Ruth se hundió en su
culpa de cómo él la había atrapado, cuando la verdad, era que eso
era lo que él había estado intentando hacer. En lugar de deleitarse en
su relación, se revolcó en su vergüenza y dolor. Con los años, se convirtió
en amargura.
Cuando Caleb y yo nos imprimamos, fue la gota que colmó el
vaso. Él lo hizo como su nueva misión para rehacer la imprimación en su
familia, sin importar las consecuencias de los involucrados. Sabía que su
imprimación sería rota y defectuosa, pero ya no importaba. Estaba
cegado por la ira.
Marcus fue su primer aprendiz. Le dio instrucciones de todo,
acerca de cómo forzó la imprimación con Ruth, de cómo planeaba
llevarme y usar mi sangre para liberar a su familia. Cómo Marcus iba a
ser el primero en imprimarse después de que Sikes descubriera la
manera de hacerlo de nuevo. No había sido un científico muy bueno.
Ella se rió, negando con la cabeza y habló en voz alta. —Estaba
tan furiosa y llena de rabia cuando empezó todo, ni siquiera realizó sus
pruebas de una manera constructiva. No tenía ni idea de porque nos
imprimamos. Hacía mucho tiempo que no me daba su sangre. La
imprimación parecía ser casualidad, pero lo sabíamos.
—Lo siento, pero no me dijiste nada tan terrible. ¿Por qué estabas
tan preocupada de decirme esto?
—La parte que estaba reacia a decirte, es que Marla me dio tu
sangre. No sólo a mí, si no a cada Watson. Lo cual, a su vez significa que
todo tenemos tu sangre.
—Maggie ya se había dado cuenta de eso —desestimó Caleb—.
Hay algo más que no nos estás diciendo.
—Espera —dije—. Si ella te dio mi sangre, no debería ser capaz de
leer tus pensamientos.
—Lo sé —contestó—. Soy la única humana. Sólo puedo suponer
que es por eso. Pero Marla no sabe que puedes hacerlo. Estoy unida a
ella como una Watson; algo que pasó cuando me imprime con Sikes,
que me hizo estar bajo su poder. Incluso aunque Sikes ya no está aquí,
tengo su sangre, por lo tanto aún la sigo.
Procesé todo eso con un suspiro. Caleb hacía lo mismo detrás de
mí, sus brazos aún eran como esposas para evitar cualquier daño. —
Entonces, ¿qué es lo quiere Marla?
—Ahí está el truco, no te puedo decir.
—¿Por qué?
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—Porque me lo prohibió. No me dijo nada acerca de no decirte
mi pasado, pero específicamente dijo que no diga nada de lo que
estábamos haciendo.
—Bueno al menos está manteniendo las cosas interesantes —
gruñó Caleb.
—Entonces, ¿tenía razón? Todos los que tengan mi sangre en su
sistema son inmunes a mi habilidad. Pero, ¿por qué? Eso no tiene ningún
sentido para mí.
—Como estoy segura que un montón de cosas no las tienen —dijo
en voz baja y me acordé del hombre en la habitación con nosotros. Su
tatuaje era la mitad de una nube. No era un Watson, de seguro. ¿Por
qué ella hablaba tan tranquila delante de él?
Volví mi mirada hacia él. Se retorció de manera apropiada y tosió.
—Soy Rodrigo, Vidente —respondió mi pregunta no formulada y se
inclinó. Volvió la mirada hacia arriba y sonrió—. ¿Puedo besar sus
dedos?
—Eso no va a suceder —dijo Caleb. Si era por celos ante la
declaración de Rodrigo de que tan delicada y deliciosa lucía yo, o
porque él sabía que yo odiaba las reverencias no estaba claro. Está
bien, estaba bastante claro—. Se puede ir ahora, señor Gonzales. Estoy
seguro que la señora Gonzales no apreciará las miradas lascivas a la
Vidente.
—¿Lo conoces? —le pregunté a Caleb.
—Nena —dijo sarcásticamente—, los conozco a todos. Nací con
esta gente.
—Oh, sí, cierto.
Rodrigo sonrió. —Sí, Caleb era un niño travieso —explicó con un
fuerte acento—. Veo que ha crecido para ser un travieso joven.
—¿Confías tanto en él? —Lo ignoré y le pregunté a Ruth—. No es
de tu clan.
—Pero —comenzó—, es el que encantó esta habitación para que
nadie pudiera oír nuestra conversación.
Habitación encantada… algo trabajaba en mi mente. Di un grito
ahogado cuando entendí el significado.
—Tú —lo acusé señalándolo con mi dedo—, encantaste mi
habitación.
—Ya sabía quién lo hizo —confesó Caleb. Me volví hacia él. Puso
sus manos en la parte superior de mis hombros—. Sabía quién lo había
hecho, sólo estaba molesto con la asamblea por hacerlo hacer eso.
—Hacerlo hacer eso —medité—. ¿Así que no puede decir que no
o ellos pensaran que pasa algo? ¿Es eso?
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—Básicamente —contesto—. No es poco frecuente que utilicen
nuestras habilidades si la situación lo requiere.
—Usen nuestras habilidades —reflexioné. Me volví hacia Rodrigo—.
Lo siento.
—Está bien —interrumpió Rodrigo—. En realidad no creí que
estarías feliz por eso, pero no tenía muchas opciones. También pensé
que te tomaría un tiempo darte cuenta… ya que Caleb tenía que estar
en su habitación la noche anterior, no en la tuya —comentó con una
ceja arqueada y una sonrisa de satisfacción.
Traté de no sonrojarme de nuevo. —Por lo tanto, estás ayudando
a Ruth, ¿por qué?
—Porque, como ella, sé lo que siente ser utilizado por sus
habilidades. Y como tú, no quiero que las cosas sigan igual, Vidente.
Se acercó a mí y se puso en una rodilla, pero no me molestó. Me
di cuenta de que esto era más que ciega adoración.
—Estoy dispuesto a ayudarte de cualquier manera que me
permitas, pero también debo hacer mi parte en el Consejo. Todos
debemos. Cuando me enteré de que la Vidente se encontraba aquí —
sonrió brillantemente—, supe que el cambio se avecinaba. Mi familia y
yo estamos más que felices de estar a tu servicio.
—Entiendo y lo agradezco. No tengo ninguna duda que vamos a
necesitar a tantas personas como podamos conseguir. —Me volví hacia
Ruth mientras Rodrigo se levantaba—. ¿Esto quiere decir que estás con
nosotros también?
—Creo que sabes la respuesta a eso —contestó. Y lo sabía. Ella
quería ayudar, pero no podía. Estaba vinculada con la sangre de Marla
y no podía ir contra eso, su cuerpo no lo permitía. Pero nos deseaba lo
mejor y ayudaría si podía.
—¿Así que no todos son ciegamente devotos a la asamblea
como había pensado? —pregunté a nadie en particular.
—No —respondió ella y me apretó la mano—. Pero todos tienen
un papel que jugar, también.
—Conozco ese sentimiento —le susurré.
—Pero Marla no es lo que piensas. Es una niña mimada, egoísta,
con un ego del tamaño del Delaware, pero ha sido entrenada desde su
nacimiento de que es mejor que todos los demás, ya sea porque son
humanos y está muy por encima de ellos, o porque no son Watson y por
lo tanto no son tan buenos como ella. Sikes le lavó el cerebro como lo
hizo con Marcus. Es inteligente, con pensamiento rápido y astuta, pero
es arrogante. Cree que no puede perder pero está equivocada.
Asentí. Tenía una pregunta más para ella. Una que haría que
Caleb explotara si estaba en lo correcto, así que lo bloqueé, pero
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inmediatamente se dio cuenta. —¿Qué estás haciendo Maggie? —me
preguntó con rudeza.
Me abrí de nuevo, miré a Ruth, y me armé de valor.
—Tengo otra pregunta y quiero que me digas la verdad. —Sentí la
comprensión de Caleb golpear dentro mí. Esperó conteniendo el
aliento—. Sikes mató al abuelo de Caleb en un eco ¿verdad? No fue un
ataque al corazón.
Nos miró en silencio un largo tiempo y tuvimos nuestra respuesta.
Caleb suspiró bruscamente y me volví rápidamente y lo abracé.
Sé lo que está pensando. ¿Por qué lo hice? ¿Por qué no los dejé
creer que el abuelo de Caleb murió de causas naturales? Debido a que
su familia necesita saber la verdad, por eso. Los amo. Amo a la familia
de Caleb. Eran dulces, eran fieles los unos a los otros. Eran eficientes y
muy trabajadores. No eran apasionados acerca del cambio. No podían
estar en la misma página que el Vidente, y realmente estar de mi lado,
hasta que se molestaran. Y saber que su Campeón fue asesinado era
suficiente para eso.
—Lo siento —susurré en su cuello—. Lo siento tanto.
—Siempre lo supe —dijo, la angustia marcando su voz—. Siempre
supe que había sido algo más. Ah, hombre, abuelo…
Comencé a arrepentirme del proceso de mi pensamiento. Tal vez
no valía la pena el dolor de su familia para traerlos a la superficie del
problema.
—No —me refutó Caleb—. No, ellos necesitan saber. Tienes razón.
Tal vez no somos el problema, pero sentarnos sabiendo que está
pasando algo y no hacer nada para detenerlo, era suficientemente
malo. —Suspiró con frustración cerca de mi rostro, apoyé la palma de mi
mano en su mejilla para extraer algo de su angustia—. Tenemos que
decirle a mi familia.
—Caleb, tal vez deberías pensarlo —comencé, pero presionó el
pulgar sobre mis labios.
—No, tienes razón —dijo y besó la punta de mi nariz.
—Lo siento mucho por él. Me gustaría que hubiera otra manera,
pero apuesto a que tu abuelo hubiera hecho lo que fuera necesario
para llevarlos ahí, ¿eh?
—Tienes toda la razón, Vidente. —Sonrió ante mi ceño fruncido—.
No me frunzas el ceño —dijo en broma y me atrajo más cerca. Levantó
mi barbilla para besar mis labios y luego habló contra ellos—. Te amo,
nena.
—Te amo —empecé a retroceder por más de esos besos cuando
vi el movimiento por el rabillo del ojo. Rodrigo salía por la puerta—.
Espera, gracias.
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—No me lo agradezcas, sólo hay que hacer lo que hay que hacer
y no dejes que te intimiden. Tienes todo lo que necesitas contigo y
dentro de ti —dijo ominosamente.
—Está bien —apenas salió mi voz, pero ya se había ido.
—Vamos —dijo Ruth y me empujó suavemente con una mano en
mi codo—. No quiero que Marla sospeche porque estamos tomando
demasiado tiempo. —Vi los contenedores de sangre envueltos
suavemente en sus dedos. Siguió mi línea de visión—. Tengo que hacerlo
—dijo.
—Lo sé. —Tenía que llevarle la sangre a Marla, no tenia opción—.
No te preocupes por mí, vamos a arreglar todo esto. —Cerré mis ojos y
traté de enfocarme—. Tan pronto como se me ocurra donde empezar.
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Traducido por Maca Delos
Corregido por Zafiro
La caminata de vuelta a la sala dorada fue tranquila. Caleb
pensaba en cómo decirle a su familia. Pero en cuanto entramos al salón
de baile, supe que no íbamos a decirle nada a nadie en ese momento.
La familia se hallaba dispersa en todo el lugar mientras que
miraban a Kyle haciendo malabares en el centro. Él estaba riendo y
luego comenzó a bailar. Movía los pies y mantenía el ritmo de las
naranjas con las que hacía malabarismo. Caleb y yo fuimos a pararnos
al lado de Gran mientras todos observaban con grandes sonrisas en sus
rostros. Cuando empezó a hacer la Caminata lunar3, perdí la
compostura.
¡Era tan bueno haciéndolo! Caleb y yo reímos inquietamente y
Gran se palmeó la rodilla de alegría mientras se reía entre dientes. Lynne
saltaba arriba y abajo, aplaudiendo y riendo mientras
observaba. Cuando hubo terminado, recogió sus naranjas y se
inclinó. Lynne saltó sobre él mientras se acercaba y Kyle casi se cayó
mientras ella envolvía sus brazos alrededor de su cuello.
Mientras todos reían ante el espectáculo que hacían, María
caminó hacia nosotros. Me abrazó alrededor de mi cintura y sonrió
antes de decir—: Tío Caleb, ¿tocarías para mí?
—¿Tocar qué, M? —dijo, y se inclinó hacia abajo para escucharla
por encima del alboroto.
—La guitarra. Mamá va a tocar el piano y quiero cantar Brighter
Than The Sun. —Caleb gimió en broma y María presionó sus palmas
juntas frente a su cara y suplicó—. ¡Por favor!
—Oh, está bien —concedió y se volvió hacia mí—. Ya vuelvo. Una
pequeña humillación pública nunca hace daño a nadie, ¿verdad?
Vi en su mente que tocaba cada vez que se juntaban para la
reunificación. Sólo estaba siendo modesto.
Reí y acepté su beso en mi mejilla. Cuando empezaba, Gran
enganchó su brazo con el mío.
—¿Te hicieron los análisis de sangre?
3 Moonwalk, el conocido baile característico de Michael Jackson.
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—Sí, señora —respondí—. ¿Ya los convocaron a todos ustedes por
Caleb?
—No, señora —dijo y me codeó para asegurarse que había
entendido su broma—. Estoy segura de que saldrá a colación tarde o
temprano.
—¿Disfrutas estar en el Consejo?
—Ni un minuto de ello —admitió—. Pero fui designada e imaginé
que mi Raymond habría querido que lo hiciera.
A la mención del nombre del abuelo de Caleb, hice una mueca.
—¿Qué va mal? —preguntó con preocupación.
—Nada, sólo... —Me estanqué. Caleb quería decirle a su familia
sobre su abuelo estando todos juntos. Era una sorpresa grande perder a
alguien. Una vez que tienes una pareja, siempre podrías ser sanado, así
que la muerte temprana no era común entre su raza. Y el hecho de que
no fuera un accidente y fuese asesinado tan maliciosa y taimadamente
sólo hacía las cosas peores—. Sólo estoy tratando de... hacer estrategias
—le dije.
Le sonreí a Caleb mientras rasgaba a lo largo de la dulce y
melodiosa voz de María, llevada a través de la sala al ritmo de Colbie
Caillat. Me guiñó un ojo y no pude evitar sonreírle.
—Bueno, logra estrategias, chica —dijo—, porque aquí vamos.
Empecé a preguntarle qué quería decir, pero vi a Donald
viniendo a través del cuarto con un pelotón de los miembros del
Consejo detrás de él. María apenas terminaba su canción y Caleb se
levantó con una mueca antes de dar rápidos pasos hacia mi
lado. Tomó mi mano y me puso detrás de sí. Quería decirle que no era
yo la que estaba en peligro, sino él.
—Ven, Winifred —demandó Donald—. Vamos a comenzar el juicio
en este momento.
Gran fue con ellos en silencio y todos salieron sin otra palabra.
El resto del largo día de espera, se pasó viendo a todos los que
querían actuar para nosotros. Todos tenían talentos, algunos lo hacían
con sus habilidades. Unos eran bastante hilarantes y algunos
increíblemente magistrales.
Caleb envolvió sus brazos alrededor mío por detrás. Podía sentir
sus risas mientras veíamos a un chico con cabello rubio y una pajarita
verde hacer trucos de magia. Caleb trataba de poner mi atención en
otras cosas y no lo que sucedía en la habitación de atrás. Le agradecía
por ello, pero no iba a dejarlo pasar.
—Todo va a estar bien —dijo contra la piel debajo de mi
oreja. Besó el mismo lugar—. Lo prometo.
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—Tienes razón, lo estará. —Sonreí—. Porque voy a entrar.
—Maggie…
Me volví a él. —Te lo dije, no voy a sentarme y mirar.
Levantó sus manos como si fuera a decir, como sea,
adelante, con su hoyuelo en pleno apogeo.
Lo besé e hice mi camino a la sala que los otros habían
atravesado. Peter me alcanzó.
—Sólo puedo adivinar lo que vas a hacer —dijo con sarcasmo.
—Caleb simplemente no se sentaría ahí mientras mi juicio
estuviera ocurriendo, ¿verdad? —le pregunté. Vi el rostro de Peter
iluminarse. Su mente aún, incluso después de las semanas que habían
pasado, no podía adaptarse al hecho de que su hijo me pertenecía y
que yo era tan entusiasta acerca de su seguridad y felicidad como él lo
era acerca de la mía.
—Sé que esto no va a cambiar nada —dijo cuidadosamente—. Su
decisión ya es inamovible, pero me pone tan orgulloso que lo intentes.
—Tengo que hacerlo —fue todo lo que pude decir. Caminé a la
“sala de sentencia”. Pensé que simplemente debería llamarla por lo que
era.
Me quedé en el pasillo, esperando el momento de entrar de
repente con mi proclamación de liberar a Caleb de la responsabilidad
de esto. Me salvó, ¿no debería contar eso para algo?
Esperé... y esperé y esperé. Hablaron de todo menos de
Caleb. Estuve allí durante más de una hora esperando que llegaran al
punto. Cuando empezaron a discutir la formación de grietas en el techo
de la sala dorada una vez más, me deslicé por la pared a mis muslos
exasperada. ¿Qué diablos estaba mal con ellos? Hablaban en círculos.
Pero entonces me di cuenta que la conversación era
exactamente igual que antes. Palabra por palabra. ¡Maldita sea!
¡La habitación estaba encantada! Al igual que cuando Ruth
había hecho que Rodrigo encantara la habitación de la enfermería
para que nadie escuchara lo que hablábamos. Traté de concentrarme
en la sala, para oír lo que decía Gran y lo que se estaba diciendo, pero
no pude. Sus pensamientos estaban bloqueados y tuve mi respuesta
definitiva.
¡Esos chacales!
No me demoré más e irrumpí por la puerta de la habitación. Todos
levantaron la mirada sorprendidos mientras se sentaban preparados
detrás de una mesa redonda para poder enfrentarse todos entre sí. Se
levantaron y se inclinaron ligeramente. Esta habitación tampoco
carecía de embellecimiento, pero me volví al problema en
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cuestión. Antes de que pudiera hablar, Donald se dirigió a mí en su
formal e irritante forma.
—Ah, Vidente. ¡Justo discutíamos los resultados de tu embarazo y
resulta que no lo estás! ¿No es maravilloso? —Sonrió y esperó a ver si le
correspondía.
—Ya lo sabía —le contesté rudamente—. Estoy aquí para pedir
clemencia para Caleb. Quiero explicar lo que pasó para que entiendan
que lo que hizo fue absolutamente necesario.
—Nunca dudamos que Caleb pensó que actuó adecuadamente
—dijo Paulo y se inclinó ligeramente hacia mí otra vez, como si recién
ahora lo recordara—. Vidente. Nuestra preocupación es que la ley
establece sin importar los términos…
—Lo sé, he escuchado esto antes. Sin embargo, estoy diciendo
que no fue en defensa propia. Hizo lo que hizo para salvarme. Uno de
los miembros del clan Watson venía detrás de mí con una pistola.
—¡Una pistola! —rugió Donald y se echó a reír ruidosamente—
¿Por qué diablos un Ace necesitaría una pistola?
—Porque no tienen ninguna habilidad —le recordé, aunque me
hizo sentir casi apenada por los Watsons al tener que recurrir a
eso. ¿Qué otra cosa era un villano sin poder para serlo?
—Un arma —musitó otra vez y se rió entre dientes, molestándome
como la mierda—. Si hubieras dicho un cuchillo tal vez, o incluso un bate
de béisbol, podría haber sido más creíble.
—¿Qué estás diciendo, Donald? —siseó Paulo, sus ojos lanzándose
furiosamente en la indecisión.
—Sólo estoy diciendo que creo que nuestra Vidente está
estresada... y tal vez un poco confundida. —Se levantó amenazante y
alto—. Hablé con Marla sobre este tema y me informó de todos tus
pequeños problemas con tu nuevo poder; romper cristales, bombillas de
luz. Incluso vimos tu pequeña demostración ayer con las... cosas azules.
—Cintas de energía —espeté.
—Sí, esas. No creo que haya ninguna vergüenza en admitir que las
cosas están llegando a ser demasiado para ti.
—No lo son —le respondí, pero los vasos sobre la mesa
comenzaron a traquetear, salpicando gotas de agua en toda la
superficie de madera. Respiré hondo, rogando que Caleb no
apareciera aquí para ver cuál era el problema—. Esta es sólo una
reacción que sucede cuando me molesto. O me enojo —dije
duramente a Donald—. No significa que no esté bajo control y mi visión
de lo que sucedió ese día no es confusa por la impotencia. Recuerdo
todo perfectamente claro. Caleb recibió un disparo en el estómago —vi
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a Gran flaquear—, y tuve que salvarlo con mi tacto. De hecho, se los
mostraré.
Abrí mi mente para hacerlo, pero olvidé que necesitaba a Caleb
para hacer este tipo de cosas.
—Esperen sólo un segundo. Déjenme ir por Caleb y les mostraré…
—Caleb no puede estar presente en su propio juicio —refutó
Donald seriamente—. ¡Vidente, existen reglas!
—Pero les estoy diciendo que no fue su culpa —
argumenté. Nunca me había sentido tan temperamental en toda mi
vida. Sacaban mis peores atributos de chica adolescente y me
molestaba aún más—. Necesito a Caleb para mostrarles de lo que estoy
hablando. Él es el gatillo para mis habilidades de Vidente.
—Absurdo —dijo lentamente él, pero su ojo brillaba con algo que
no entendí—. No hay forma en que tu habilidad necesite de alguien
para hacerla funcionar. El Vidente es su propio poder, su propia
habilidad.
—Te estoy diciendo la verdad. —Me enfurecí—. Y estoy un poco
cansada de que me llames mentirosa.
—Perdóname, eso no es lo que quise decir —respondió, pero la
exasperación en su voz desmintió cualquier disculpa en ella. Lo observé
duramente con ojos entrecerrados, dejándole saber que sabía que sus
pensamientos no estaban a mi disposición—. Sólo quiero decir que hay
leyes y reglas que no pueden ser violadas por nadie, sin importar la
razón. Las leyes son por lo que nosotros hemos vivido durante siglos, y no
podemos cambiar eso por un chico que las rompió con la esperanza de
usar a su pareja como pase libre.
—Caleb no me pidió que viniera aquí. He venido por mi cuenta,
por mis propias razones.
—Seguiremos el juicio —dijo Donald como si yo no hubiera
hablado—, y llegaremos a un acuerdo. Vidente, por favor espera afuera
mientras deliberamos. No sería apropiado que estés presente durante la
sentencia porque estás muy involucrada emocionalmente, de lo
contrario serías más que bienvenida.
—¿No está hecho ya el veredicto? —dije sarcásticamente y miré
a Gran. Estaba parada quieta y estoica—. ¿No ha sido decidido ya el
destino de Caleb?
—Chica bonita, algunas cosas no se pueden cambiar por sólo
voluntad —dijo ominosamente. Le entrecerré los ojos—. Algunas cosas
simplemente son —dijo enfáticamente.
A menos que las cambies. Tienes que jugar de acuerdo a sus
reglas hasta que estés en posición de hacer algo diferente.
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Suspiré y traté de seguirle el juego como si Gran no me estuviera
hablando en privado.
—Bien —solté y miré a Donald y sólo a Donald—. Esto no ha
terminado, para mí o la Vidente.
Tragó enojadamente, pero asintió una vez en concesión. Salí de la
habitación y me dirigí de vuelta a la sala dorada. Echaba humo, pero
también trataba de procesar lo que había sucedido. Gran claramente
intentaba enviarme un mensaje que necesitaba para tomar las riendas,
pero no sabía cómo o por dónde comenzar.
Me preocupaba Caleb. Me preocupaba cómo iba a enseñar o
guiar a estas personas. Sólo estaba preocupada. Y cuando los
candelabros de gas comenzaron a temblar por mi preocupación, me
cansé.
Puse mi frente contra la pared fría y rogué. Rogué a quien sea o lo
que sea que controlaba todo esto que me diera una pequeña señal,
una mano, una pequeña pista, algo. Estaba perdida. Flotaba en un
mar de propias dudas e incertidumbres. Tenía el deseo de hacer lo que
fuera necesario, pero no me sentía como si tuviera las herramientas. Fue
entonces cuando lo sentí.
La sensación de agua fría se precipitó sobre mí, tocando todos
mis sentidos, por dentro y por fuera. Me estremecí al darme cuenta de
que esta era la respuesta a mi plegaria. Tuve una sensación como la
que había sentido el día que me enteré que era la Vidente. Una ola de
calmado conocimiento, pero intensa emoción me invadió. Ahora sabía
para qué estaba aquí.
El Consejo tenía que golpear el camino polvoriento. Esa era la
número uno.
La número dos, era que tenía que detener a los Watsons. Durante
demasiados años, jugaron con las brechas en las leyes Virtuosas, por lo
que prácticamente podían hacer lo que quisieran, porque las leyes
humanas no tenían consecuencias para ellos. Habían lastimado a los
humanos durante años, y aunque parecía que mucha gente sabía que
algo extraño pasaba, nadie saltaba arriba y abajo para hacer algo al
respecto.
Y eso tenía que cambiar.
Tan pronto como reconocí la tarea y dejé que se aferrara a mí,
me sentí comenzar a calentarme otra vez. Mi mente se despejó, tan fina
y ligera, y todo simplemente parecía más abierto a mí. Podía oír a todo
el mundo, casi al mismo tiempo, mientras reían y bromeaban sobre su
cena. Podía descifrar y saber quién era quién y qué era qué. Era muy
diferente a la manera como era antes, donde tenía que esforzarme
mucho y concentrarme para captar vistazos. Esto...
Era como si un mundo nuevo se hubiera abierto para mí.
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¿Era esto lo que había estado mal conmigo todo el
tiempo? Había luchado contra la Vidente y no la acepté. Gemí y me
quejé cuando debería haber entendido la magnitud de este don. Podía
ver cosas. ¡Podía ver el futuro! Había estado totalmente contenida
desperdiciando eso para ir tras ser una adolescente normal. Pero no, no
podía. ¿Y sabes qué? No quería. Ya no. Tenía un hambre después de
ver a los de la especie de Caleb; la gente buena, feliz, que sólo quería
paz e imprimaciones para poder tener sus vidas de vuelta y un futuro
que esperar.
Antes, ¿entendía plenamente siquiera que esta habría sido su
última generación si las imprimaciones no volvían? Supuse que lo harían,
en el fondo lo supuse, o lo esperaba. Y por muy enojada que estuviera
con los Watson, ellos estaban desesperados al igual que todos los
demás y en lugar de sentarse, intentaban tomar la iniciativa. Sí, eran
crueles y sádicos, pero por lo menos hacían algo. Y el resto de los Aces
sería mejor que se pusieran a hacer algo también así podíamos
alcanzarlos. Necesitábamos contrarrestar a los Watsons, aprender de su
inteligencia y expulsar su odio y amargura de la gente en conjunto.
No necesitábamos que nos gobernara algún sistema complicado
con un montón de personas que no tenían nuestros mejores intereses en
el corazón. Y yo tampoco quería gobernarnos. Nuestra gente era fuerte
y capaz de llevarse a sí misma. No era tan difícil.
¿Por qué todo el mundo no podía simplemente seguir la Regla de
Oro? ¿Por qué no todos podían simplemente vivir sus propias vidas y
luego encontrarse de nuevo una vez al año para una reunión? ¿Era tan
difícil? Tal vez sea ingenuo pensarlo, pero por ahora, iba a
concentrarme en eso. Conseguir que estas personas se dieran cuenta
que tenían poder y aunque puede que lo hubieran olvidado porque las
imprimaciones parecían dejarlos sin esperanzas, estaban lejos de eso.
Así que los observé. Me paré en la puerta de la gran sala dorada
y los observé a todos sin anteojos coloreados en rosa, sin anteojeras, sin
nociones. Simplemente los observé, y sonreí. Realmente eran buena
gente. Sólo dejaban que las cosas se les fueran de las manos. Me reí en
mi puño cuando María lanzó una uva al aire y la atrapó con su
boca. Jen estaba con la boca abierta de asombro por ello y se rió
mientras le pedía que lo hiciera de nuevo.
Peter y Rachel eran los mismos de siempre, una imagen perfecta
del ejemplo del aplomo y preocupación. Discutían en sus mentes uno
con el otro sobre esta noche cuando tomaran a Caleb; acerca de
cómo reaccionaré y cómo voy a estar en retiro por la mañana. Caleb y
yo lo haremos.
Estaban tan preocupados por mí como por Caleb. Me molestaba
eso. Y Rodney, sentado con Caleb, Kyle y Lynne, soñaba sobre la visión
que yo había tenido de su boda. Mis ojos se deslizaron pasando a
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Caleb, que me había estado mirando todo el tiempo con su
característica sonrisa, e intenté no reír, de Kyle y Lynne. Él frotaba su
muslo y Lynne lo regañaba por ser tan descarado, aunque su risita
probablemente no solidificaba su argumento.
Philippe, su esposa y su joven hija arrasaban con algunas
papás. Todo el lugar olía a delicioso bacalao y patatas fritas, pero a mí
simplemente no me daría hambre. Estaba demasiado cargada, llena
de anticipación.
Entonces observé el resto de la habitación. Todo el mundo
parecía tan normal y humano; una fachada sumamente
competente. Luché tanto como pude antes de obligar a mis ojos a
dirigirse a los Watson. Se habían puesto en cuarentena a sí mismos con
el propósito y el compromiso de ser los villanos y marginados. Miré sus
espaldas mientras cruzaba los brazos y silenciosamente les decía que
todos iban a caer en un exaltado choque de justicia y humillación. Y lo
disfrutaría enormemente.
—¿Un exaltado choque de justicia y humillación? —Escuché a mi
lado y levanté la mirada a Caleb. Me encogí de hombros y volví a mi
observación—. Esa es una venganza ingeniosa.
—Estoy de un humor ingenioso —dije secamente—. Y no tengo
hambre, así que no, pero gracias —respondí a sus preguntas antes de
que las hiciera.
—Necesitas comer, nena —ordenó suavemente y suspiró—. Va a
ser una noche larga.
Sabía de lo que hablaba, pero aún así no quería comer.
—¿Vienes conmigo? —le pregunté y tendí la mano con una
sonrisa tímida.
—Evasora —acusó y sonrió torcidamente mientas tomaba mi
mano. Las luces se apagaron y se prendieron una vez para indicar que
era casi hora de acostarse—. Como sea, prefiero llevarte a tu
habitación que verte comiendo pescado, de todos modos.
Me mordí los labios ante sus palabras y le di una mirada de
lado. Se rió silenciosamente y tiró de mí debajo de su brazo mientras
besaba mi sien. Caminamos silenciosamente a mi habitación. La tristeza
que me había plagado durante todo el día se estableció de vuelta
cuando me di cuenta que nuestra noche estaba a punto de terminar, y
el resultado del mañana era incierto. Lo escuché intentar calmarme.
No quiero que asumas que todo simplemente resultará a nuestro
favor esta noche. Por favor no enloquezcas.
—Sin embargo, ¿cómo pueden hacer esto, Caleb? Sólo no sé lo
que va a lograr además de hinchar sus pechos.
Gruñó su molestia que igualaba a la mía.
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—No lo sé —dijo y miró a nuestras manos entrelazadas entre
nosotros—. No sé a qué juego están jugando.
—La última vez que estuvimos separados fue... —Me estremecí al
pensar en estar en el recinto de los Watson. Ahora estaba rodeada de
Watsons cada vez que doblaba la esquina. Simplemente no estaba
bien. No se sentía bien, y el hecho de que la asamblea era una
máquina de hacer sentencias a lo diente por diente me hacía sentir aún
más molesta. Qué montón de vejestorios hipócritas.
—No pienses en eso —me ordenó Caleb suavemente y pasó una
mano por mi pelo, desde el cuero cabelludo al cuello. Me estremecí,
pero no porque tuviera frío.
Caleb había sido muy codicioso de mi tacto desde que llegamos
aquí, como si supiera que la asamblea iba a tratar de sacar algo como
esto. Él y su padre eran magníficos. Me defendieron, a nuestra familia,
nuestras acciones y motivos para matar a los Watsons, todo. Pero al final
no importaba y aunque me habían concedido clemencia porque era la
preciosa Vidente, el destino de Caleb estaba en el aire e indeciso.
Decía que no le preocupaba, me dijo que todo estaría bien y al
final de nuestra noche aquí en Londres, en este hermoso castillo
subterráneo que era tan siniestro como agradable a la vista, casi le
creí. Pero ahora, mientras nos encontrábamos parados en el largo
pasillo de habitaciones que estaban presentados en elegancia por
“rango” entre los Virtuosos, miré a mí alrededor. El lugar estaba
simplemente muerto. Si pelaba un trozo de ese bonito empapelado
dorado con la uña, me preguntaba qué encontraría. ¿Hormigón?
¿Barras de la prisión? O algo mucho más vivo y malicioso, como una
presencia fantasmal que parecía cubrir todo a la vista.
Las luces oscilaron en el pasillo, lo que nos dijeron que indicaría el
“apagar las luces”. Sip. Estaba comprometida, tenía casi dieciocho,
estaba en Londres con la familia de mi prometido, era la Vidente, un
artefacto estimado y venerado de una antigua raza, y todavía tenía un
toque de queda.
Y esta sería la primera noche de Caleb y yo aquí y la verdadera
primera noche separados. Respiró profundamente, sus dedos
excavaron más en mi pelo y me llevó contra él. La asamblea ha
hablado de la decencia, de la moral, de las reglas y regulaciones, las
ceremonias y un montón de otras cosas que se suponía que Caleb y yo
debíamos o bien estar haciendo o haber hecho ya. Cuando habían
visto nuestros tatuajes, marcándonos como pareja que había
mutualizado, explotaron como una cafetera.
¿Así que qué iba hacer cuando se me colocara en una posición
donde me estuvieran controlando y diciendo exactamente qué hacer,
sin nada que hacer al respecto? Naturalmente, diría—: Jódete,
decencia.
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Traducido SOS por *~ Vero ~*
Corregido por Itxi
Me volví y presioné la espalda de Caleb en la pared, dejando que
sus brazos me aplastaran contra él. Cuando murmuró contra mis labios,
me alejé lo mínimo indispensable para escucharlo.
—Dije, me gustas así. Deberías estar enojada más a menudo —dijo
bajo y riendo entre dientes, pero hablaba muy en serio también. No
hice caso de Lynne y Kyle mientras iban rápidamente a la habitación
contigua a la mía. La besó y ella entró. Nos sonrió antes de caminar
hacia la escalera en el otro extremo de la sala.
—¿Habrá un montón de interrupciones ahora que ya es hora de
apagar las luces? —pregunté sin aliento.
—No. —Me besó en la mandíbula—. Todos tomarán la escalera
sur. De esa manera está más cerca de la sala de baile al segundo piso.
—Así que… ¿no más interrupciones? —dije con picardía.
Caleb tomó mis labios con los suyos, sabiendo que ya rompíamos
las reglas por no estar en nuestras habitaciones separadas en el casi
toque de queda. Su mano extendida en la parte baja de mi espalda,
arrugando la tela en la mano, la parte posterior de mi vestido levantado
ligeramente. Su otra mano trabajó en mi pelo, como si no pudiera
acercarse lo suficiente.
Cuando agarré su cuello, escuché los pensamientos de otras
personas justo antes de que nos interrumpieran. Me aparté, pero Caleb
me llevó detrás de su brazo, protegiéndome. Me pregunté por qué,
pero cuando volví a mirar a los demás, vi que eran guardias.
Oh no. La asamblea ya ha convocado a Caleb, y no parecía
como si la clemencia se extendiera. Se lo llevaban a su celda.
—No —dije involuntariamente.
—Está bien —dijo Caleb y se volvió hacia mí—. Está bien. Ya se me
ocurrirá algo.
—Siempre dices eso —reflexioné y le sonreí con tristeza—, pero no
está todo resuelto esta vez, Caleb —tomé una respiración profunda
mordiendo mi labio inferior. Uno de los chicos detrás de nosotros se
aclaró la garganta e hizo un ruido que decía “date prisa”.
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Extendí mis manos y las puse en su cara, causándole un gruñido
por la fuerza de mi tacto. Los dos lo absorbimos con ferocidad. Temía
esto, pero tenía que ser fuerte. Necesitaba demostrarle a Caleb que
estaría bien. Si él pensaba por un segundo que estaba a punto de
romperme, haría un berrinche para quedarse conmigo. Lo necesitaba
tranquilo, tenía que frenar mi latido.
—Vamos, Caleb —ladró uno de ellos.
Caleb miró con el ceño fruncido. —Puedes esperar un segundo,
Wayne mientras estoy con mi pareja. ¿Cómo esta Michelle, por cierto?
Wayne se sonrojó y apartó la mirada, incómodo.
—Estoy bien —le aseguré a Caleb y lo atraje hacia mí—. Sólo ve
con ellos. No hagas daño a nadie —le dije rápidamente.
Sonrió y se rió en silencio. —No hacerle daño a nadie, ¿eh?
—Sí. —Me enderecé y sonreí valientemente, pero vio a través de
ello.
—No sé cómo, pero voy a hacer esto bien —prometió con voz
fuerte, convincente y me miró hasta que asentí. Uno de ellos intentó
agarrar su brazo y Caleb hizo un gesto con el brazo hacia atrás—. No
me toques. Puedo caminar por mi cuenta. —Me miró de nuevo—. Sé a
dónde vamos.
Me besó dulcemente en los labios, persistente y profundo.
Te veré pronto. Recuerda, no debes salir de la habitación sin
Rodney.
Asentí y se fue por el largo pasillo. Observaba y esperaba.
Realmente no sabía qué esperaba. Sabía que el Consejo no llegaría a
sus habitaciones hasta más tarde, aunque me gustaría un altercado con
ellos ahora.
Decidí que lo mejor era irme a mi habitación a esperar. Esperar
qué, no lo sabía, pero estar de pie en la sala y mirar después de que
Caleb ya se había ido, no ayudaba nada.
La puerta se abrió con facilidad, sin un crujido o sonido. Puse mis
zapatos en la puerta y entré en el cuarto de baño. Era blanco, tan
brillante y fuerte, con su sencillez, que casi me volvía loca. No quería lo
brillante, quería un cuarto oscuro en el que pudiera revolcarme, pero
eso no era lo que necesitaba. Tenía que estar despierta y aguda. Así
que tomé una ducha de agua caliente, el vapor fue hacia mi
habitación desde la puerta del baño abierta. Hacía tanto calor.
Me enjaboné el pelo, me lavé el cuerpo y me afeité, aunque
parecía tonto. Me lavé los dientes, completamente desnuda y mojada.
Regresé a mi habitación todavía completamente desnuda y goteando
sobre la alfombra fina. Era mi pequeña rebelión, lo único que parecía
que podría controlar esta noche. Me senté en mi habitación, o más bien
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paseé de un lado a otro, y pensé en el día siguiente. Me pregunté qué
había en la tienda; más juegos, más baile, más alimentos, más de lo
mismo.
Decidí que tenía que empezar a hablar con los demás. Tenía que
presentarme correctamente, no sólo como la Vidente, sino como yo.
Tenían que verme como alguien que podía hablar con ellos y acercarse
si tenían un problema. La penumbra que había cubierto el palacio
desde que llegamos no era sólo de nuestra familia, parecía emanar de
todo el mundo. Y tenía que averiguar por qué. No quería parecer
arrogante, ¿pero no deberían estar contentos de que estuviera aquí?
¿La Vidente? ¿No era esto lo que habían estado esperando?
Decidí a rebelarme más mientras me puse unos pantalones de
dormir y una pequeña camiseta Metal Petals que Caleb debió haber
metido en mi bolsa. Sonreí ante su gesto, pero rápidamente se convirtió
una vez más en estoico. Levanté la llave pequeña que Caleb me había
dado y la froté entre los dedos. Entonces tomé mi pulsera estrella y me
la puse de nuevo en la muñeca, como hacía cada vez que salía de la
ducha. Encontré mis chanclas por la puerta y la abrí. No tenía ni idea a
dónde iba, pero sabía exactamente lo que buscaba. Sólo esperaba
que la parte Vidente estuviera trabajando esta noche a todo volumen.
Abrí mis sentidos mientras me dirigía sigilosamente por el pasillo. En
verdad todo lo que faltaba era la música de Misión Imposible, pero si
era honesta, se reproducía en mi cabeza de todos modos. Casi me reí
de mí misma por ser una tonta, pero era un nuevo yo. Y tenía un plan.
Podía oír los pensamientos de Lynne mientras elegía su traje para
el día siguiente mientras pasaba por su habitación. Decidía entre un
vestido verde o un suéter de color rosa. Realmente quería usar ambos,
pero quería ser respetable por el amor de Kyle. Todas las otras
habitaciones se hallaban vacías.
Llegué a la escalera en el momento exacto en que oí voces
detrás de mí en el pasillo. No estaban allí todavía, pero sería en cuestión
de segundos. Abrí la pesada puerta y apreté la mano en la parte
posterior de la misma para evitar que golpee. Facilitó su cierre y me
asomé al pasillo para ver que el Consejo al fin iba a sus habitaciones. Al
parecer, las luces de fuera no eran para ellos.
Estaban peleando. A pesar de que habían bajado la voz, oí en mi
mente a cada uno, a excepción de Donald. Discutían sobre qué hacer
conmigo, en mi retiro. Donald les decía que sería perfectamente
aceptable para mí visitar a Caleb en la celda durante unos minutos
cada mañana.
Todavía era tan extraña su forma de pensar. No es que creía que
Caleb estaba destinado a estar en una celda, ¿pero el castigo por
matar a alguien sólo era eso? ¿Ser puesto en una celda durante una
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semana y luego posiblemente desterrado? Parecía un poco como un
grano de arroz en contra de una bolsa de azúcar.
Pero vi en sus mentes que creían que la ley era la única manera
de mantener la paz, sin embargo parecía inconsistente y ridículo en
algún momento. Creían que no podían enseñar a alguien a no matar
por matar. Bien, sonaba lógico cuando lo decías así, pero en realidad,
esa no era la manera en que funcionaban las cosas. Todo el mundo
necesitaba límites y si se hizo algo mal se necesitaba una consecuencia,
lo que era un elemento de disuasión para evitar hacerlo.
Me di cuenta de que mi idea de una sociedad utópica donde
todo el mundo se encargaba de sí mismo era imposible. También me di
cuenta de que alguien iba a tener que gobernar. ¡Maldita sea! Casi me
quejo en voz alta, pero mantuve la compostura. Todos se separaron y se
fueron a sus habitaciones. Subí la escalera y busqué mi objetivo.
Había muchas habitaciones en el segundo piso. ¡Era enorme!
Pasillo tras pasillo, sala tras sala de habitaciones. Oí todo detrás de sus
puertas cerradas, grises y pesadas, mientras se apresuraban para ir a la
cama y hacerse cargo de sus familias. Me pisé el pie en señal de
frustración ya que sabía que iba a tomar un milagro para pasar a través
de todo el mundo para encontrarlo.
Y entonces ocurrió un milagro. Desde mi estallido, llegaron unas
pocas cintas energéticas. Se cernían en el aire delante de mí, como si
estuvieran esperando a ver que tenían toda mi atención. Me quedé
mirando cómo se acurrucaban en una pequeña bola. Sólo había unos
diez de ellas y comenzaron un camino lento por el pasillo. Dejaron una
pequeña materia etérea detrás de ellas en un rastro azul misterioso,
solamente miré hacia arriba y ya me quedaba atrás, así que me
apresuré para alcanzarlas.
Me llevaron por varias salas a una puerta. Suspiré de alivio cuando
me di cuenta de que era Rodney quien se encontraba detrás de esa
puerta. Entonces oí sus pensamientos... ¿fuga? Rompí a través de su
puerta sin llamar y se quedó boquiabierto. Me miró con sorpresa
mientras sostenía su camisa en el aire, mitad puesta, mitad fuera. Se
había estado vistiendo y yo —como idiota que era— había irrumpido.
Gracias a Dios que lo había agarrado sin la camisa y no sin sus
pantalones. Rápidamente me giré.
—¿Vidente? —preguntó, el humor en su voz haciéndome sonrojar
cuando me asomé de nuevo y le vi poniéndose la camisa. La metió por
dentro de sus pantalones vaqueros, mostrando la hebilla del cinturón.
Tenía las letras JR en él. Me pregunté qué significaba eso. ¿Jacobson
Ranch?
Hizo un ruido profundo desde su garganta para llamar mi
atención y subí la mirada para ver su cara divertida. —Si fueras
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cualquier otra chica, me preocuparía de que estuvieras coqueteando
conmigo.
Me sonrojé aún más. —Lo siento. Estaba admirando... quiero decir,
mirando la hebilla de tu cinturón. —Por Dios, eso no ayudó—. Lo siento
por irrumpir, pero necesitaba tu ayuda y cuando escuché tus
pensamientos… No es que tratara de leer tus pensamientos, sólo estaba
tratando de encontrar... al leer tus pensamientos... Esto no está saliendo
bien —murmuré en vergüenza.
Se echó a reír. —Está bien. Iba a buscarte en realidad.
Lo miré, objetivamente por supuesto, y vi que se había vestido con
ropa de día, no nocturna. —¿Ibas a buscarme?
—Sabía que no había manera de que dejaras que Caleb se
sentara en esa celda —sonrió—. Intentaba darme prisa antes de que te
fueras sin mí, pero supongo que fui demasiado lento.
Sonreí y me mordí la uña del pulgar, mientras miraba alrededor de
la habitación. —¿Soy tan predecible? —Su habitación estaba muy bien,
pero no tan elaborada y elegante como la mía.
—Más o menos —dijo—. Vamos a movernos.
—Quiero hacer una parada primero, en la biblioteca o donde sea
que pudieran guardar un diario de la vidente.
Entrecerró los ojos, confundido. —¿Los diarios de la Vidente? Oh...
Eres la Vidente, obviamente. Claro que los quieres. No creo que sea lo
que crees que es sin embargo.
—¿Qué quieres decir?
—Bueno —dijo cuidadosamente, y su mente estaba en blanco.
No es como si estuviera ocultando algo, pero no lo sabía—. Nunca he
visto uno antes, pero por lo que he oído, no es un libro. —Sacudí la
cabeza para decirle que todavía no lo entendía—. Vamos y lo puedes
ver por ti misma.
—Está bien —concordé—. Muéstrame el camino, vaquero.
—¡Ja! —Se echó a reír—. No hagas demasiado caso a las historias
sobre mí. No soy un héroe de rodeo como lo hacen parecer.
—Estoy segura —bromeé. Abrió la puerta y se asomó. Me agarró
del brazo para guiarme por la puerta en vez de hablar. Me sacudí
ligeramente de la advertencia que mi piel me dio. Volvió a mirar a su
brazo y luego mi cara.
—¿Te he hecho daño? —susurró, horrorizado ante la idea.
—No —le aseguré—. No es nada, estoy bien. Vamos.
Nos arrastramos hacia fuera y cerró la puerta sin hacer ruido. El
pasillo estaba iluminado apenas por los candelabros de gas, pero
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pudimos ver lo suficientemente bien como para arrastrarnos por nuestro
camino. Una vez que llegamos al final, miró antes de llevarnos por otro.
Oí un montón de pensamientos mientras pasábamos, pero uno en
particular parecía ser más fuerte que el resto. Un tipo se encontraba en
los pasillos, un tipo que había sido asignado para estar de guardia esta
noche.
Empujé a Rodney hacia atrás antes de que se asomara por la sala
donde estaba el tipo. Se golpeó la espalda en la pared y me dio una
mirada extraña.
¿Qué demo...?
Gesticulé con la boca—: Hay alguien ahí.
Articuló—: ¿Quién?
Me encogí de hombros y me miró incrédulo cuando articulé—:
¡No conozco a esta gente!
—Bien, lo siento. Podemos volver por aquí, pero es más largo.
Negué con la cabeza antes de articular—: Ya lo tengo.
Miré al hombre para ver lo que pensaba. Estaba picando algo
debajo de la uña —asqueroso— y luego utilizó ese mismo dedo para
rascarse la nariz. Estaba aburrido, así que no prestaba atención.
Me asomé muy rápido e hice un recuento de cuántas luces había
alineadas en el pasillo. Conté diez antes de volver al pasillo. Era como
un laberinto aquí. Me pregunté si era de donde Peter tuvo la idea para
su casa. Miré de nuevo a Rodney y pronuncié—: Sígueme. —Asintió.
Para ponerme furiosa, pensé en cómo Marla había sugerido con
sarcasmo y picardía que estaba embarazada y no pasó mucho tiempo
antes de que todas las luces estuvieran reguladas hasta que estaban a
oscuras.
—Qué dem... —dijo el hombre y no perdí el tiempo.
Agarré la mano de Rodney y corrí por el pasillo oscuro, dejando a
la pared guiarnos así no nos encontramos con nada ni nadie. El tipo
había estado en el lado opuesto, tenía la esperanza de que todavía
fuera así. Cuando supe que estábamos bien, aceleré. Tan pronto como
llegamos al final, nos giramos hacia el nuevo pasillo y esperamos
apoyados en la pared. No había pasos y el chico no dijo nada más,
excepto murmurar en voz baja mientras buscaba a tientas en la
oscuridad hacia algo que él pensó que ayudaría.
Me volví a Rodney y pronuncié—: Ahora, ¿dónde?
—¡Eres un genio! —articuló.
Rodé los ojos y dejé que me ayudara a levantarme de mi posición
en cuclillas. Abrió el camino. Los pasillos se convirtieron en escaleras, las
escaleras se convirtieron en más pasillos y finalmente se detuvo en la
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parte inferior de un conjunto de escaleras de caracol de oro en el
centro de una amplia habitación. Era muy alta, hecha de acero y malla
de alambre, tenía que estirar el cuello para ver la parte superior.
—Esto es todo. La biblioteca está allí, pero como he dicho, nunca
he estado allí antes.
—¿Por qué no?
—Fuera de los límites —dijo, y sonrió con tristeza—. Caleb dijo que
la reunificación iba a ser algo totalmente diferente ¿no es así?
—¿Por qué dices eso?
—Porque cada vez que menciono algo como reglas, haces una
mueca, lo que me lleva a creer que Caleb estaba tan entusiasmado
que vinieras que pudo haber sido cegado sobre lo estricto y organizado
que es todo. Es divertido, pero siempre tienen reglas y límites fuera del
wahoo.
¿Que era un wahoo?
—Tal vez un poco —admití—. Sin embargo me dijo todo acerca
de esto antes de que se enterara que era la Vidente. Pudo haber
explicado las cosas de manera diferente si lo hubiera sabido.
Asintió. —Probablemente. ¿Lista?
Di el primer paso y me agarré al pasamano con fuerza. —Te das
cuenta de que esto es como tres pisos de escaleras, ¿no?
—Cuatro —corrigió y empezó a subir las escaleras detrás de mí.
¡No era un paseo, era una caminata! Una ridícula caminata que me
hizo cuestionar la cordura de quien los construyó, o el palacio para el
caso.
—¿Por qué habría que poner estas escaleras aquí, en el centro de
una habitación así y luego hacerlos subir cuatro pisos? —grité sin aliento,
y traté de calmarme.
Se echó a reír y dijo—: Su respuesta está en la parte superior, mi
dama.
Cuando llegamos a la cima, lo entendí. Construyeron la
biblioteca, y utilizaron ese término vagamente, en el vórtice del edificio.
La habitación era circular, sólo aproximadamente el ancho de una sala
de estar normal de una familia de clase media estadounidense, pero el
techo seguía y seguía, todo el camino hasta la parte superior de la
azotea, donde se colocó una luz del cielo, pero sin ofrecer mucha luz.
Rodney encendió un sistema de iluminación de velas. Observé mientras
encendía una y la inclinaba hacia un lado para encender la siguiente, y
con la siguiente hizo lo mismo, y así sucesivamente, hasta llegar al otro
lado de la pared circular. Era casi mágico y romántico.
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—Debería decir que esto es lo que estamos buscando —
interrumpió mi embobamiento. Le miré y le vi asentir a la pared. Me
acerqué un poco más para ver que estaba escrito en la pared.
Bellamente escrito y cuidadosamente espaciadas palabras llenaban las
paredes en racimos. Cada grupo parecía tener un tema y eran viejos, la
caligrafía era algo que siempre había anhelado, por lo que su aspecto
la hizo envidiosa.
Había una pluma, negra y larga, en un bote de tinta en una
mesita en el centro de la habitación con una pila de papel de
pergamino antiguo. Había una silla y eso era todo. El resto de las
paredes se hallaban llenas de estantes y en los que no había estantes
estaban los escritos. Pasé los dedos por ellos para leer los títulos de los
libros. Casi todo lo que había era literatura de las mujeres y poesía. No
era una biblioteca muy diversa si me preguntabas.
Rodney parecía estar haciendo lo mismo que yo, mirando todo a
su alrededor. Era extremadamente polvoriento, diciéndome que nadie
más había hecho ese viaje loco por las escaleras últimamente. Llegué a
la pared que no tenía escritos ni estantes. Tenía una cadena en la parte
superior de la pared, así que, naturalmente, tiré.
Grité y salté hacia atrás cuando la pared se me vino abajo.
Rodney pasó por encima y puso su brazo como si fuera a protegerme...
de la cama polvorienta escondida que había sacado de la pared.
—Lo siento —murmuré justo antes de escuchar a Caleb en mi
mente.
¡Oye! ¿Cuál es el problema?
Nada. Sólo me asusté... de algo. Una araña.
Inmediatamente cerré mi mente para que no viera nuestro plan.
Iba a tratar de convencerme de no hacerlo.
Maggie...
Te amo, Caleb, pero no ahora.
Y luego lo eché por completo. Odiaba hacerlo, pero tenía que
hacer esto para que pudiera ir a salvar su lindo trasero. Tan loco como
sabía que se iba a poner, tenía que hacer todo esto. Y tenía que ser
ahora, esta noche.
—¿Por qué habría una cama aquí? —reflexionó Rodney y la
empujó de nuevo en la pared—. ¿En la biblioteca?
—Espera... una biblioteca llena de novelas, una pared llena de
divagaciones Videntes o lo que sean, y una cama. Aquí es donde la
Vidente se quedaba. Este era su cuarto.
—¿Pero por qué iba a querer quedarse aquí completamente sola
en medio de un palacio como este?
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—No tengo idea —respondí y luego pasé las manos por mi
cabello—. Pero esperaba por un libro o algo para leer después. Nunca
voy a recordar nada de esto y quería leerlo todo. —Toqué la pared,
frotando mi pulgar sobre la palabra restitución—. Esto no va a hacerme
mucho bien. No puedo colarme de nuevo hasta aquí cada noche para
leer.
—Las chicas y sus preocupaciones —se burló y me sonrió—. ¿De
verdad crees que vine sin prepararme?
—¿Qué? —pregunté mientras sacó su celular y comenzó a tomar
fotos de todos los bucles de palabras. Me eché a reír—. ¡Oh! ¡Eres un
genio!
—Debo haberme contagiado de ti —dijo en broma y una vez que
consiguió todo, se volvió hacia mí—. ¿Ahora vamos a rescatar al
marido?
—Por favor —dije, y ya empezaba a sentir el dolor en mi espalda
de estar sin él.
Yo iba delante, pero bajar las escaleras era mucho más fácil. Una
vez que llegamos al fondo, me condujo por otro pasillo diferente del
que vinimos.
—¿Cómo sabes dónde está todo en este lugar?
—He estado viniendo aquí toda mi vida. Caleb, Kyle y yo. —Negó
con la cabeza mientras pasaban recuerdos en su mente—. Siempre
corriendo y tratando de encontrar pasadizos secretos y cosas por el
estilo. Jugábamos a los piratas en el techo cuando teníamos seis, a las
escondidas en los pasillos cuando teníamos nueve, y corríamos de las
chicas con piojos cuando teníamos trece. —Se rió para sus adentros—.
Pasamos mucho tiempo juntos cuando éramos pequeños. No tanto
últimamente, sin embargo. —Me golpeó en el hombro—. Te culpo a ti.
Le sonreí tímidamente. —Acepto la culpa. Siempre he sido una
alborotadora.
—No creo eso ni por un segundo, señorita.
—Oh, no lo sabes. Kyle solía meterme en todo tipo de problemas.
—No pude evitar sonreír al pensar en ello—. Siempre empezaba cosas
en la escuela, bromas y esas cosas, y entonces arrastraba a todos con
él. Solía iniciar cantos en medio de los discursos del director y le
ayudábamos, pero al final todos nos metíamos en problemas. Todos nos
hundíamos con el barco —me reí.
—Podría ver a Kyle hacer eso —también se rió—. Sabes, sé que
puede ser difícil para ti, pero recuerdo la primera vez que Kyle me habló
de ti.
—¿Kyle te habló de mí? —pregunté con bastante curiosidad.
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—Sí —respondió y sonrió con tristeza. Metió el dedo pulgar en el
bolsillo—. Me dijo que había una chica que era humana y la iba a tener
—se rió, pero negó con la cabeza—. Le dije que estaba loco. Que sus
padres lo matarían, que la chica pensaría que estaba loco una vez que
se reuniera con la familia, pero no quiso escucharme. Lo tenía todo
planeado. Iba a pedirte una cita la noche de graduación y si decías
que no, iba a poner ojos de cachorro hasta que te derrumbaras. —Mi
boca se abrió en shock, porque eso era exactamente lo que Kyle había
hecho. Se rió al ver mi expresión—. Entonces iba a llevarte a comer y al
cine, y luego al parque donde planeaba derramar sus tripas enfermas
de amor. Iba a decirte que había estado enamorado de ti por siempre
y no quería ser tu amigo tonto nunca más.
Guau. En realidad, habían sido sólo pocas horas de ese mal
momento. Caleb había impedido eso cuando lo salvé. Aunque fuimos a
una cita, excluyó lo del parque y la confesión. Me pregunté qué le
habría dicho si habría puesto todo para mí y no había un Caleb
involucrado. Me dolía el corazón un poco al pensar en eso.
—Guau —fue lo único que pude decir.
—Sí —dijo con ironía—. Así que es un poco extraño para mí verlo
tan feliz con Lynne cuando estaba tan contento de ser miserable
esperando. —Le lancé una mirada, levantó las manos y se echó a reír—.
Sólo digo. Pero así es como funciona la imprimación. Los que no se han
imprimado se quejan un poco porque parece que te roban tus
opciones, pero no es así. Kyle eventualmente hubiera renunciado a ti y
cuando se fuera a la casa de verano en California, se habría topado
con Lynne en ese club de todos modos. Y habrían comenzado algo. Es
el destino, pero el destino sólo nos da un empujón en la dirección
correcta en el carril rápido, te garantizo que no tiene las manos en tus
bolsillos mientras lo está haciendo.
Le miré fijamente. —¿Eso es lógica de vaquero?
—Sí, señora, lo es —respondió con su mejor acento sureño y sonrió.
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Traducido por Nicole Vulturi
Corregido por Itxi
—Y aquí estamos —dijo, se llevó un dedo a los labios y susurró—:
Tienen guardias aquí abajo con él, sin duda.
—Guardias —me burlé—. ¿Te refieres a alguien que ha sido
asignado a ser un guardia nocturno y en realidad sólo quiere volver a su
habitación?
Movió su cabeza de lado a lado. —Principalmente.
—Yo me encargo de ellos —dije con confianza, pero realmente
no sabía lo que iba a hacer. Me estiré y entré en la baja escalera de
piedra que nos llevaría a ellos. Le oí balbucear detrás de mí, tratando
de detenerme, pero no queriendo gritar. Seguí adelante.
—Oye, ¿quién está aquí abajo? —oí a alguien preguntar y un
metal raspándose, como una silla moviéndose.
Maggie, joder, ¡saca tu culo de aquí!
No, Caleb. Ya estoy aquí. Puedo ver los alojamientos.
Suspiró entrecortadamente en mi mente.
—¡Oye! He dicho, ¿quién está aquí abajo? —repitió el hombre
justo cuando di la vuelta en la esquina. Palideció y se inclinó—. Vidente,
lo siento, no sabía que eras tú.
—¿Hace alguna diferencia ahora que sepas que soy yo? —
pregunté sarcásticamente.
Me dio una sonrisa triste. —Lo siento. Sé que esto no te parece
correcto, pero nuestras leyes y tradiciones son todo lo que tenemos.
Estaba harta de reglas y tradiciones. Me metí rápidamente en su
mente, sabiendo que ahora que había reclamado y aceptado mi
destino, también había aceptado mi poder. Sus recuerdos pasados
eran normales. Su familia era hermosa, y era un padre realmente bueno.
Era paciente y cariñoso, les mostró el camino correcto. Explicó porque
algunas cosas no se pueden hacer, y la forma en la que lo hizo no fue
diciendo “porque lo digo yo”.
Su hijo mayor tenía casi veintidós años y el hombre estaba
preocupado de que no se fuese a imprimar como el resto de ellos, de
que nunca tuviese su propia familia, que nunca supiese lo que era estar
unido a alguien; cuerpo, corazón, alma.
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—No —le dije y cuando abrí los ojos supe que vio todo lo que
había visto en su mente—. No, te equivocas. Reglas y tradiciones no son
lo único que tienes. ¿Esas cosas en tu mente? ¿Esos recuerdos? Eso es lo
que tienes. Esas son las cosas que todo el mundo aquí debería tener. No
estoy tratando de entrar y tomar el control, estoy tratando de devolver
la única cosa que significa todo para todo el mundo; su futuro. Si las
imprimaciones no vuelven, nuestra especie no tiene futuro. Esta
generación será la última. Eso no puede ser lo que todo el mundo
quiere.
Sus ojos se humedecieron y cayó de rodillas moviendo su cabeza.
—No, no quiero eso, pero desde que nacimos nos han dicho que un
camino es la única manera. Hemos seguido las leyes establecidas por el
primer Consejo todas nuestras vidas y para ti romperlas abiertamente y
desafiar al Consejo es una violación directa de la ley. Yo… simplemente
no sé lo que hacer.
Vi destellos de cosas en su mente mientras rápidamente
procesaba todo.
Reglas para elaborar un trabajo; sólo había ciertos oficios que
podías realizar y tenía que ser uno de respeto y riqueza.
Reglas para la familia; nadie tenía permitido casarse/ser
“amigable” con un miembro del clan rival, donde no habían tenido
cualquier tipo de conflicto porque eso podía causar un distanciamiento
de la raza.
Reglas para el colegio; todo el mundo iba a la universidad, sin
importar si querías o no, porque la universidad criaba a gente de
buenos modales y de alta sociedad.
Reglas para el Consejo; la asamblea manda sobre todos los
asuntos y su palabra es definitiva y se rigen únicamente por la ley
Virtuosa.
Reglas para la salud; los padres deben vigilar de cerca lo que
comen sus hijos, porque la obesidad no era permitida en alguien joven
que no había sido imprimado. Dando por hecho la curación entre sí una
vez estés imprimado por lo que no era un problema, porque se curaran
entre sí incluso de eso.
Se me ocurrió que Gran era la única que estaba en el lado
pesado de toda la gente que había visto.
Había reglas para todo en su vida. Quienquiera que sea el que
escribió todas esas reglas, no tenía el mejor interés de los de su clase en
el corazón. Pueden haber pensado que lo hicieron, que limitándolos tan
firmemente los moldearían y les formarían, pero las reglas sólo abordan
cosas superficiales. En cuanto al carácter y la moral y… y… ¡felicidad!
Eso no era una preocupación.
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—Déjame pasar. Voy a sacar a mi pareja fuera de aquí y mañana
me voy a dirigir al Consejo para hacerles saber que las cosas tienen que
cambiar.
—Yo… —sacudió su cabeza—. Desearía poder ayudar.
—Puedes —le dije y sonreí—. No le digas a nadie que me has visto
en pijama —bromeé y ahogó una risa de sorpresa.
—Eres tan diferente. Siempre dijeron que serías así de hermosa,
regia, y una magnifica mujer. Y lo eres —dijo rápidamente—, no
pensamos que serías humana, y definitivamente no pensamos que te
imprimarías. La última Vidente no lo era. Era simplemente una de nuestra
clase y la marca del Vidente apareció un día, así como su don.
Simplemente asumimos que serías igual.
—Lamento decepcionar —murmuré.
—No, no, no, no es una decepción en absoluto. Es un milagro. Si
vas a tener un lugar en el Consejo, entonces es mejor que seas
verdaderamente uno de los nuestros, una pareja imprimada que sea
capaz de reflejarnos.
—Estoy de acuerdo. Y esta pareja imprimada ya está en retirada
—gemí y presioné mi mano en mi estómago—. Por favor. Déjame ir.
—Iré contigo. Creo que el Consejo se imaginó que podrías intentar
esto —sonrió tímidamente—. Pusieron ocho guardias allí con él.
—¿Ocho? —grazné y miré atrás hacia Rodney, quien lucía muy
aterrorizado en el momento—. Bueno, no tenemos otra opción. Vamos.
Cogió una linterna de camping y nos llevó por las escaleras de
piedra. Cuando llegamos al final, soplé una respiración de disgusto por
el olor. ¿Qué había allí abajo aparte de gente?
—¿Quién anda ahí? —retumbó una voz profunda y luego sus ojos
se abrieron de par en par—. ¿Qué estás haciendo trayéndola hasta
aquí?
—Vine a buscar a Caleb. —Miré a las celdas de detrás del
hombre, pero se movió para bloquearme la vista. Le miré con furia, dio
un paso atrás y tragó saliva.
Estaba confundida. Tenían miedo de mí, pero también les
asustaba el Consejo. No lo entendía. Era como si el Consejo y yo no
estuviéramos del mismo lado y todo el mundo lo supiese.
—Déjala ir —dijo Rodney con exasperación y se acercó a mi
lado—. ¿De verdad tenemos que pasar por todo el rollo individualmente
con cada persona?
—¿Qué rollo? —resopló.
Rodney cruzó sus brazos. —El rollo de Maggie siendo tu maldita
Vidente y mejor que muestres un poco de respeto o freirá tu trasero.
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—Uh… —Los ojos del hombre iban de Rodney hacia el otro tipo y
hacia mí—. Bien. —Hizo un gesto con la mano para que fuésemos—. De
todos modos no vas a llegar muy lejos.
Pasé junto a él y golpeé mi cara directamente en el pecho de un
hombre alto. —Ow —murmuré y miré hacia arriba antes de ver su
rostro—. Donald.
—¿Has terminado de hacer el ridículo? —dijo pomposamente—.
No te conozco y sin embargo eres tan predecible. Esta es la razón por la
que la Vidente no debería imprimarse. Estás dejando que tus emociones
tengan lo mejor de ti en lugar de hacer lo correcto.
—¿Y lo correcto es mantener a alguien encerrado para proteger
a alguien más? —contesté de manera uniforme.
Suspiró. —Vidente, eres completamente irracional. La ley no se
rige por la emoción y la pasión.
—¡Debería ser así! —le grité—. Si no eres pasional sobre eso ¿cómo
puedes incluso decir que eres dedicado? Todo lo que debería importar
es lo que es correcto y lo que es bueno para estas personas. ¡Y Caleb
siendo encerrado con un castigo tonto por defenderme no está bien! Y
sigues diciendo que soy la Vidente. —Las barras cercanas a nosotros
empezaron a repiquetear. Miró nerviosamente hacia allí y luego de
vuelta a mí—. Y sigues diciendo que soy importante y que necesito
dirigir, así que déjame. ¡Sal de mi camino!
Donald miró por encima de mi hombro. —¿Es esta tu patética
excusa de apoyo?
—No, sólo están viendo el show. Y tan loca como estoy, va a
haber uno enorme si no te mueves.
Se burló. —¿Estás intentando abusar de tu autoridad sobre mí?
—Estoy intentando pasar. —Simplemente se quedó boquiabierto,
así que dejé mis sentimientos ir a la deriva y cuando las cintas de
energía vinieron, retrocedió y avanzó lentamente a mí alrededor.
Tampoco había parecido muy encariñado con ellas la primera vez que
las vio.
Sé que parecía que intimidaba a todos para hacer lo que yo
quería, pero explicaría todo mañana cuando estuvieran todos juntos.
No podía dejar a Caleb encerrado aquí abajo.
Seguí a Donald con mis ojos y le vi haciendo señas a unos pocos
que se encontraban de pie a un lado. Al principio, pensé que les
ordenaba que me atacasen, pero le siguieron por detrás hacia la
escalera de piedra. Ahh… les usaba como un escudo.
Cobarde.
Me volví hacia las celdas. Había cuatro y Caleb estaba en la
última, en completa oscuridad. Mis cintas de energía iluminaron sus
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brazos que sobresalían de las barras mientras descansaba los codos ahí.
Corrí hacia él como si no le hubiese visto en semanas.
Agarró mi cara y suspiró mientras los dos nos liberábamos de los
dolores en espiral. Cogí todas sus emociones de una vez. Estaba
enfadado por haberme puesto en “peligro” por venir a buscarlo, pero
estaba muy feliz y orgulloso de mí. Por hacerle frente a Donald… pensé
que estaría enfadado por eso, que diría que actué infantilmente por
jugar la carta de la Vidente, pero en su lugar estaba desbordante de
orgullo.
—Ábrela —dijo bruscamente.
—¿Llaves? —llamé a Rodney y al guardia.
—No usan llaves aquí abajo, nena —explicó Caleb. Hizo una seña
a los barrotes y me di cuenta de que no había cerradura. Tiré de la
puerta, pero no se movió. Le miré inquisitivamente—. Está encantada.
Resoplé. —¿Está todo encantado en este lugar?
—Sí —respondió en voz baja—. Así es. Nuestras habilidades son lo
que todos tenemos en común cuando estamos aquí.
—¿No puedes simplemente pedir prestado su poder y sacarte?
—El interior de la celda está encantado. No son tan estúpidos. —
Hizo un gesto de nuevo—. Ábrela. Estoy preparado para besarte como
un loco. —Casi sonreí mientras intentaba tirar de nuevo. Me corrigió—.
No, nena, magia para magia. Tu fuerza humana no la abrirá, tú
habilidad lo hará.
Lo entendí. Hice lo que tenía que hacer y tiré para abrirla con mi
mente. Dio un portazo contra otra celda y chillé mientras me movía a un
lado. Caleb se tambaleó hacia delante y me envolvió en sus calientes y
anchos brazos. Con sus labios en mi frente, habló contra mi piel. —Mmm,
estás en muchos problemas. —Me miró y sonrió—. Te niegas a escuchar,
¿no?
—¿Cuándo es sobre ti y la cárcel? Sí. —Sonreí de vuelta—. Vamos,
precioso, vámonos.
—Oye, esa es mi línea —rió y se estremeció cuando pisó algo. Miré
hacia abajo y vi que estaba descalzo.
—¿Dónde están tus zapatos?
—Los cogieron. Creo que es una cosa de humillación. —Sentí mis
labios frunciéndose en señal de desaprobación. Me incliné más cerca y
vi que pisaba huesos; huesos de ratón.
—¡Ew! —grité y prácticamente lo arrastré a las escaleras—.
Repugnante, asqueroso. ¡Presos reales en cárceles reales son tratados
mejor que esto!
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Caleb me sonrió con humor y luego se volvió hacia Rodney. —
Hombre, pensé que ibas a vigilarla.
—¡Oye! —me enfadé.
—Quiero decir cuidar —sentenció Caleb con dulzura. Sabía que
me lanzaba un hueso, pero me rendí de todos modos. Especialmente
cuando pasó su brazo por mis hombros y me besó en la sien.
—Este soy yo vigilándola —dijo Rodney—. Si yo no hubiera venido,
habría venido sola.
—Y tú, Aleza —dijo Caleb, duro y enfadado—. ¿Qué estás
haciendo aquí? —El hombre con el que hablé para poder ir a ver a
Caleb estaba torpemente de pie y bajó la mirada a sus zapatos—.
Aleza, me metiste en esa celda tú mismo, así que ¿por qué ayudarla a
sacarme?
—Por la misma razón por la que lo hizo —contestó Rodney—. Tu
chica puede ser muy persuasiva. El hecho de que puede hacer lo que
quiera, y no se ha dado cuenta todavía, es la parte más aterradora.
Aleza levantó la vista. —Lo hice porque me hizo ver que algunas
cosas son más importantes que mi lealtad a una causa ciega.
—Espero que siga así —se lamentó Caleb y me empujó enfrente
de él por la escalera. Podía sentir el tirón y el cosquilleo de mi tacto
mientras curaba los pies de Caleb. Aleza tomó otro camino y Rodney
caminó con nosotros hacia mi puerta. O Caleb y mi puerta, debería
decir, porque no le iba a dejar fuera de mi vista esta noche. O cualquier
otra noche.
—Bueno, voy a dejarlos que se metan en la cama —dijo Rodney y
se giró. Agarré su brazo y le abracé alrededor del cuello.
—Gracias.
—Gracias a ti —susurró—, por cuidar de mi chico.
—Siempre haré eso.
Se echó hacia atrás y sonrió, guiñó un ojo a Caleb y se fue se
sigilosamente por el pasillo.
Sin decir una palabra, Caleb me metió dentro de la habitación y
fue directo a la ducha... dejando la puerta del baño abierta. Se quitó la
camiseta con un tirón desde atrás por encima de su cabeza y luego se
desabrochó el pantalón, dejándolos colgar libremente en él mientras
encendía el agua. Se volvió y me miró mientras los dejaba caer y se
quedaba solamente en sus calzoncillos bóxer.
Calzoncillos… bóxer…
Mi cuerpo reaccionó extrañamente mientras me apoyaba en la
pared de mi cuarto. Tragué, respirar era cosa del pasado y mis ojos se
negaban a parpadear por miedo a perderse algo. No sonreía, no
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sonreía con suficiencia o guiñaba, sólo me miraba. Metió sus dedos en
la banda elástica y tiró de ellos hacia abajo.
Y como una idiota, cerré los ojos en la mejor parte.
Me reí de mí misma, de mi ridiculez absoluta. Era mi prometido, ya
me había visto desnuda. Me pregunté qué era a lo que tenía miedo,
pero en realidad, lo sabía. Tenía miedo de empezar algo que no estaba
lista para terminar. Cuando abrí los ojos, ya estaba en la ducha. Y esta
habitación encantada mantuvo sus pensamientos en privado, y estaba
casi contenta por ello, durante una fracción de segundo, ya que
también mantuve mi secreto.
Caminé hacia la puerta del baño. Pude ver su silueta a través del
cristal pulido de la ducha. De acuerdo, Maggie, ya no eres una niña.
Vas a tener dieciocho años en un par de días, estás a punto de casarte,
estás a punto de técnicamente dirigir a una raza de gente.
Con valentía anduve hacia el lavabo y agarré mi cepillo de
dientes. Cogí la pasta de dientes y extendí una línea gorda que cayó
fuera del cepillo y goteó en el lavabo. Me sacudí la cabeza y regañé a
mis manos temblorosas. Era sólo cepillarse los dientes, esto no era íntimo.
Abrí el grifo, mojé mi cepillo y lo metí en la boca. Tan pronto como
empecé a cepillarme, me incorporé y miré a Caleb. Se lavaba el pelo y
mi estómago tenía un gracioso nudo mientras veía sus brazos flexionarse
y moverse. Seguí lavándome los dientes y miré a la chica del espejo.
Guau, realmente ya no era la misma chica. No era sólo mi
aspecto, sino mis ojos, incluso podía ver el cambio, la determinación en
ellos.
La ducha se apagó y cogió la toalla de la parte superior. Luego,
unos segundos después la puerta de la ducha se abrió y estaba de pie
ahí, la toalla baja en sus caderas. Me miró con fascinación. Sonreí
ligeramente alrededor de mi cepillo de dientes antes de escupir y mojar
el cepillo otra vez y cepillarlos de nuevo. Esta vez cuando me enderecé,
se encontraba detrás de mí. Lo miré en el espejo mientras me
enjuagaba, después me giré.
Negó con su cabeza lentamente, sus labios estaban
entreabiertos. Luego se movió hacia mí, me rodeó, y abrió un cajón
cercano a nosotros. Había un almacén de artículos de baño allí, todo
colocado y derecho, por supuesto. Sacó un nuevo cepillo de dientes,
abrió el envoltorio y se fue a mi lado a cepillarse los dientes.
Me quedé ahí. Creo que ambos sabíamos que esto era un nuevo
paso para nosotros; ser normales, ser humanos, haciendo cosas
humanas al rededor del otro que se consideran íntimas pero necesarias.
Esto era algo que hacía la gente casada.
Cuando terminó, se enderezó y me miró. Me incliné y besé su
barba desaliñada. Sonrió mientras pasaba mis nudillos sobre ella. Se
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acercó a la ducha y cogió mi maquinilla y crema de afeitar, y se puso
delante del espejo. Se mojó la cara y empezó a poner la crema de
afeitar con toques ligeros y a extenderla. Luego cogió la cuchilla —mi cuchilla— y empezó a afeitarse cerca de las patillas, después bajó
hacia la barbilla. Salté sobre el mostrador y le miré. De vez en cuando,
me echaba un vistazo, mirando el lugar exacto donde estaban mis ojos
como si supiera en todo momento donde estaban, y sostenía mi mirada
unos pocos segundos antes de volver al trabajo.
Cuando hubo terminado, todo enjuagado y seco, inclinó la
barbilla en mi dirección, y finalmente la sonrisa de suficiencia estaba allí.
Esperaba a que le inspeccionase y le diese mi aprobación. Tiré de él
para que estuviese de pie entre mis rodillas. Se inclinó un poco hacia
delante y puso sus brazos a mis lados mientras le besaba la barbilla de
nuevo. Puse una cara objetiva, como si simplemente fuera un
espectador imparcial. Después pasé mis nudillos por su mandíbula y
asentí. Luego rocé mi mejilla contra la suya, contra su barbilla y su
mandíbula. Y por último, besé su labio superior, sólo una vez, y me incliné
hacia atrás.
Asentí y se rió silenciosamente. Entonces se inclinó, envolvió sus
brazos alrededor de mi cintura y apoyó su cabeza en mi pecho. Su
oído… escuchaba el latido de mi corazón. Sentí su respiración en mi
cuello y en el pecho a través de la camiseta. Me estiré y pasé los dedos
por su pelo mojado, amando las pequeñas puntas y rizos que hacía.
—El sonido de tus latidos… es mi sonido favorito en el mundo
entero —dijo, su voz áspera y ronca. Me di cuenta de que ni una
palabra había sido dicha desde que entramos en mi habitación hasta
ahora. Habíamos tenido un centenar de conversaciones con los ojos,
con nuestros sentidos, con nuestras manos y movimientos, sin una
palabra hablada.
Levantó la cabeza y me miró antes de sumergir su cabeza y
besarme en el cuello. Tragué saliva sorprendida y gemí al sentir sus labios
calientes. Sonrió contra mi piel. —Y ese es mi segundo sonido favorito.
Cuando me miró esta vez seguía sonriendo ligeramente, pero no
había nada de su arrogancia o gracia habitual.
—No te he dado las gracias por venir a salvarme —dijo en voz
baja.
—No pensé que lo harías —respondí con sinceridad.
—No estoy enfadado —dijo incluso más bajo—, simplemente odio
que lo tuvieses que hacer. Odio que estés viendo todas las partes malas
de mi gente y ninguna de las buenas.
—He visto lo suficiente como para saber que simplemente están
asustados. No saben a quién o qué creer y cuando no te tienes sólo a ti,
sino a tu familia a la que mantener a salvo, es una gran responsabilidad.
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Estoy orgullosa de ellos por al menos tomar esa responsabilidad
seriamente. Sólo necesito hacerles ver que pueden confiar en mí, y que
tengo sus intereses en mente.
Me sonrió e incluso sin nuestras habilidades, pude ver el orgullo
rezumando de él. —Y lo harás. —Su sonrisa se convirtió en una mueca—.
Ahora, a menos que quieras tener la oportunidad de echar otro vistazo,
te sugiero que vayas a la habitación. Ya.
Prácticamente salí espantada de allí. Le oí reír, pero no cerró la
puerta. Me fui a ordenar un poco la cama. Entonces pensé que podría
oler. Había estado deambulando por el palacio, subido escaleras de
caracol e incluso a través de mazmorras. Caleb acababa de ducharse,
así que quizás yo necesitase otra. Un rápido olfateo de mi camisa dijo
que estaba en lo cierto.
Un minuto más tarde apareció en toda su gloria en sus calzoncillos
bóxer. Me tapé la boca ligeramente con los dedos. Le observé mientras
se dirigía hacia el interruptor y apagó la luz. Me quedé en la habitación
sin ventanas color negro alquitrán y esperé. Sin hacer ruido logró, de
alguna manera, llegar a mí y no salté cuando sentí sus manos en mi
cintura. Nos dirigió hacia la cama con cuidado, pero aun así tropecé
con una chancla y nos reímos mientras caíamos en el borde de la
cama.
Tampoco me sorprendí cuando me empujó para tumbarme y se
inclinó para besar mi boca riéndose. Estaba de un humor extraño. Un
estado de ánimo que era maduro, íntimo y seductor. Sin embargo, no
me atacó, sólo me besó. Después de un tiempo de profundos besos y
labios hinchados, acercó las almohadas y nos cubrió con el edredón.
No le expliqué que era puramente ornamental y que la verdadera
manta estaba debajo nuestro, simplemente me acurruqué contra él.
Cada respiración que daba, sonaba en mis oídos y me di cuenta
de lo tranquilo que estaba. Apoyé la oreja en su pecho y me limité a
escuchar nuestros corazones latiendo. Casi había esperado no
encontrar mi ritmo cardíaco ahí, por el encantamiento en la habitación,
pero debería haber sabido que sería así. Dudaba que algo en este
mundo pudiese sacar mi corazón de su pecho, ni el mismo infierno. Me
imaginaba a Satanás tratando de negociar por ello y Caleb diciéndole
que aflojase.
—¿Qué es gracioso? —preguntó en el silencio. Debo haber reído
mientras soñaba despierta.
—Nada. Sólo pensaba.
—Sabes —se movió, quitando su brazo de debajo de mí para que
pudiera pasar sus dedos por mi pelo mientras hablaba—, sé que apesta
no poder leer la mente del otro. Sé que por la mañana, realmente será
una mierda, pero esto es casi un regalo.
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Levanté la vista, pero no podía verlo en la oscuridad. Se explicó
más a fondo. —Nunca hubiéramos sabido lo que es ser simplemente
normal. Siempre he sabido cómo te sientes acerca de las cosas, qué tan
lejos puedo… presionarte —me dijo, su voz baja y ronca, diciéndome a
que se refería—. Es totalmente diferente cuando tengo que adivinar lo
que estás pensando. Cuándo tengo que decidir si lo que estoy
haciendo es porque quiero hacerlo, o si creo que te gustaría y quieres
que lo haga. —Le sentí negar con la cabeza—. En estos momentos
somos prácticamente humanos.
Asentí. —Sí. Me siento así, también. —Pasé la mano por su, ahora
lisa, mejilla—. Sin embargo tienes razón. Es algo bonito… tener que
adivinar. También es bueno saber todo lo que hay que saber sobre ti.
—Sí —contestó bajo—, sin duda eso es genial.
Cambié de tema. —Mañana voy a tener que dirigir a todos. —
Tragué, el sonido fue fuerte y casi vergonzoso—. Voy a tener que
decirles que las leyes son lo que nos impide prosperar.
Caleb suspiró y sinceramente no pude decir si era un suspiro
bueno o malo. Esperé, me tensé, y pareció saber que estaba
confundida.
—Te he oído decir todo el día… nosotros, nuestra gente, nuestra
raza. —Giró, por lo que estaba un poco sobre mí—. Me hace muy feliz
que ya no tengas que pensar acerca de si eres uno de los nuestros o no.
—Soy una de ustedes —le dije con certeza—. Para bien o para
mal.
Me besó de nuevo y me pegó a él protectoramente, y dormimos
en la comodidad de los brazos del otro, justo fuera del alcance de
nuestro toque curativo, pero por ahora eso era todo lo que necesitaba.
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Traducido por ♥...Luisa...♥ & SOS por CrisCras
Corregido por Nat_Hollbrook
Sabía que iba a venir, el dolor, las molestias, la tensión en los
huesos y los músculos, pero despertar para algo que no había sentido
desde que me secuestraron, era un tiro cegador de dolorosa realidad.
Gemí mientras presionaba mi cara en el pecho de Caleb y utilizaba su
brazo como palanca para empujar hacia arriba. La alarma sobre la
cómoda, decía que eran las siete en punto, pero apenas podía ver
mientras mi visión rebotaba haciendo que los números rojos en la cara
del reloj se volvieran borrosos y entrecruzados.
Caleb se agitó debajo de mí y gimió, deteniéndose en medio de
su estiramiento cuando sintió los dolores lanzarse a través de él, también.
—Gaaah... ¿Maggie?
—Estoy despierta —dije sin aliento, pero mi brazo no me soportó
más y caí de regreso contra su pecho patéticamente.
Me dio la vuelta y quedé boquiabierta por una fracción de
segundo antes de que me levantara en sus brazos y buscara a tientas su
camino a la puerta. La abrió y me llevó al salón. Tan pronto como
pasamos el umbral al aire no contaminado, el toque sanador nos
golpeó tan fuerte que ambos caímos contra la pared. Caleb dejó que
mis pies fueran al suelo, pero me cogió la cara entre sus manos y gimió
cuando ambos sentimos la liberación de los músculos e incluso nuestras
articulaciones de la espalda pareciendo estallar en su lugar.
Y podía estar en su cabeza de nuevo. Y él estaba enojado.
Abrí los ojos para ver por qué estaba tan molesto y me miró con el
ceño fruncido. —¿Qué te pasa?
Gruñó las palabras contra mi frente mientras se apoyaba allí. —
¿Cómo pudieron hacerte esto sabiendo lo qué iba a pasar?
—Te conocen desde hace mucho y lo hicieron por ti —discutí.
Soltó un suspiró largo que se convirtió en un gruñido mientras
pensaba en eso. —Estoy listo para que se termine esta semana. Estoy
listo para llevarte a casa.
Me pregunté dónde estaba mi casa. Él oyó mi pensamiento y
sentí el golpe de sus pensamientos mientras me bloqueaba. Empezó a
abrir la boca para decir algo, pero la cerró rápidamente. —Vamos a
vestirnos.
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Bajé la vista hacia él y vi que todavía estaba en ropa interior. No
podía dejar de sonreír, pero luego nos enfrentamos a una puerta
abierta. Gran salió de su habitación, deteniéndose abruptamente al ver
a su nieto en calzoncillos.
Esperé a que se sonrojara, o algo, cualquier cosa, pero sólo se
quedó allí. Caleb tosió incómodamente y me llevó delante de él. Era la
primera vez que me había puesto delante de él para protegerlo. Por lo
general, era al revés. Y entonces empezó el cacareo de Gran. Se echó
a reír con tanta fuerza y señaló, incluso doblándose mientras lo hacía.
—Gran, vamos —se quejó Caleb ante ella y luego inclinó la
cabeza para mirarme cuando me eché a reír, también.
—Lo siento —le dije—, ¡pero es divertido!
—Caleb —Gran reía y jadeaba—, dime que no caminaste todo el
camino desde tu celda de esa manera y estaré bien.
Dejé de reír. —Sabías que estaba en una celda anoche... pero no
te ves sorprendida de verlo aquí.
Escuché su pensamiento, sabía que iría a buscarlo. No se había
preocupado por un segundo que tuviésemos que pasar la noche
separados. La miré boquiabierta mientras guiñaba un ojo y se iba por el
pasillo, sin dejar de reír.
Caleb me tiró en la habitación y cerró la puerta rápidamente
mientras encendía las luces. —Bueno, eso fue genial —dijo con
sarcasmo.
—Estoy segura de que ha visto ese lindo trasero antes —le dije
mientras iba a mi maleta—. Estoy segura de que cambió un montón de
tus pañales.
Hizo una mueca. —No quiero pensar en ello.
Me reí más de él. Fue al baño y se puso su ropa. Sabía que tenía
que ir arriba a ponerse algo de ropa real que no fuera la ropa sucia de
la celda. Salió y se detuvo frente a mí.
—Voy a tener que tomar otra ducha. —Olió la camisa y arrugó la
nariz—. Las celdas eran bastante asquerosas, pero voy a volver tan
pronto como pueda. Deja que Rodney te acompañe, ¿bien?
—Sí, tirano —le dije con dulzura y besé su hoyuelo.
—Voy a tenerte consciente de que esto no es ser tirano —
respondió en broma—. Si fuera tirano, tendrías que vestirte y luego venir
conmigo. Creo que me va bastante bien, teniendo en cuenta.
—¿Teniendo en cuenta que?
—Que mi prometida puede patearme el trasero sin mover un
músculo. Hace que uno se sienta un poco innecesario.
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—Aww, y que lindo trasero que es —lo estimulé y sonrió a través
de una falsa mueca—. Te necesito —le dije con seriedad—. Te necesito
mucho, sobre todo esta semana. Especialmente hoy. Nunca creas que
no te necesito.
—Lo sé —dijo, dejando que sus dedos se enredaran y
cascabelearan en mi pulsera de estrella.
—¿En serio? —le pregunté con sinceridad.
—Absolutamente —respondió con seguridad, con los ojos azules
clavándose en los míos—. Oye, estoy bien. ¿Por qué estás de repente
tan preocupada por mí?
—No quiero que pienses eso por todas.... las cosas de ser Vidente,
que voy a ser una especie de robot que sólo se ocupa de todo y no…
—Eres tan niña —interrumpió dulcemente, poniendo su cabeza
contra la mía—. Estoy completamente seguro. Confío en ti más que en
nadie. No te preocupes por nada. No vamos a cambiar, pase lo que
pase esta semana. —Lamí mis labios y asentí. Se inclinó para besarme—.
Te veré en unos pocos minutos, ¿de acuerdo?
—Está bien —le dije y lo vi ir hacia la puerta—. Te amo.
Se dio la vuelta mientras abría la puerta. —Te amo, nena.
Tan pronto como se fue, empecé a alistarme para el día, aunque
no estaba al tanto de los detalles que implicaba. No tenía idea de qué
ponerme, casual o elegante, o si iba a llevar mi mejor juego hoy, tenía
que estar preparada.
El golpe en la puerta me llamó la atención y fui hacia allí. Me
asomé sólo para encontrar una vez más mi mano de criadas.
—Ah —suspiré—. Muchísimas gracias chicas. Me estoy volviendo
loca acerca de que ponerme.
Dejé que Gran entrara primero y Rachel estaba justo detrás de
ella. Jen se acercó con las manos en los hombros de María antes de
que corriera y saltara del aire a la tierra en un montón de risas en mi
cama.
—Hmmm —dijo Rachel mientras me miraba—. Una vez más,
pareces estar bien descansada y de buen humor, pero sin Caleb a la
vista. Hmm.
Miré a Gran, segura de que había derramado el pastel de que
Caleb estaba en calzoncillos en el pasillo. Ella me guiñó un ojo. Nuestro
secreto, lo tengo. Sonreí y me senté en el banco en mi tocador. No
discutí o esperé. Sólo cerré los ojos y dejé que trabajaran en mí.
Parecían tan contentas de hacerlo y estaba emocionada por una cosa
menos de qué preocuparme.
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Cuando finalmente abrí los ojos, Jen había terminado mi pelo. Lo
había acurrucado con un gran rizador y colgado en fantásticos rizos
que enmarcaban mi cara. Los pendientes que alguien había deslizado
en mis oídos eran pequeñas plumas de plata, y cuando miré el vestido
que Gran había colocado en el extremo de la cama, me mordí el labio.
¿Cómo era que esa anciana tenía tan buen gusto?
Era un vestido hasta la rodilla, azul sin tirantes y con una cinta de
plata. María sostenía las sandalias de plata en sus manos y miraba el
arco brillante con envidia. —¿Por qué no pueden quedarme zapatos
como este?
—Un día —prometió su madre—. Esos son zapatos de niña grande.
Me eché a reír. —Parecen cómodos zapatos de niña grande.
Muchas gracias por eso.
—De nada —dijo Rachel y me sonrió—. Le dije a Caleb que te
dijera que no llevaras nada, pero me dijo que insistes en traer tus propias
cosas.
Y tenía razón. A pesar de que técnicamente no había llevado
nada mío, salvo mi pijama, el sólo tener mis cosas allí y saber que podía
usarlas era suficiente para acariciar mi necesidad de parecer como si
estuviera en control.
—Gracias chicas —les dije y oí la captura en mi voz. Me aclaré la
garganta—. Sé que todas tenían que estar listas mucho antes que yo y
luego venir aquí y ayudarme... y sé que lo hacen porque soy yo y no la
Vidente. Gracias.
—Oh, cállate, niña o me vas a hacer llorar —dijo Gran y me atrajo
desde el banquillo—. Alza los brazos.
—¿Cómo dices?
—Brazos. Arriba —dijo con altivez—. No tienes nada que no haya
visto.
Mi boca formo un “oh”, pero nunca salió de ella mientras
obedecí. Me quitó la camisa y el sujetador. Sentí que me ardían las
mejillas a los niveles del horno. Entonces Rachel la ayudó a poner un
sujetador azul sin tirantes de encaje antes de dejar caer el vestido por
encima de mi cabeza.
Me miré en el espejo mientras Rachel me subía la cremallera.
Hombre, me encantaba este vestido.
—¡Tus zapatos! —dijo María como si hubiera olvidado irme sin ellos.
—Oh, gracias —dije amablemente para su beneficio mientras me
los ponía.
—Hoy es el almuerzo dignatario —explicó Jen—. Y después esta
noche es el baile.
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—¿Baile? —le pregunté, de repente sintiéndome enferma.
—No como el que estás pensando, estoy segura. Una familia de
diferente reunificación elige una danza autóctona de su región y nos la
enseña a todos nosotros. Durante un año fue el vals, la rumba, el año
pasado fue el tango. —Se rió—. ¡Eso fue tan divertido!
—Pero... —Estaba confundida—. No lo entiendo. Rodney dijo que
hacen luces con el propósito de mantener separadas a las personas
para que no se construyan... relaciones fuera de las impresiones que no
funcionan bien al final. Así que ¿por qué un baile, especialmente como
en los que se permiten que las personas estén unas sobre otras?
—Oh, sólo parejas imprimadas pueden participar, pero aún así es
divertido de ver.
—¿No puede tu tío simplemente enseñar a todos el baile de una
manera rápida?
—Sí, pero entonces no habría diversión en verlos cayendo y
tropezando, tratando de hacer las cosas bien. —Se rió y señaló a
Rachel, quien puso los ojos gentilmente en blanco. Supuse que había
una historia allí, pero con la habitación encantada, solamente tuve que
asumir.
—Muy bien, vamos a ir —dijo Gran—. Ya eché un vistazo allí y los
Vanderbilt han cocinado algo delicioso.
—¿Los Vanderbilt? —le pregunté.
—Sí. Una familia diferente prepara la comida cada día.
—Eh —fue todo lo que dije.
Nos dirigimos a la sala donde Rodney me esperaba. Parecía a
punto de quedarse dormido allí mismo, en el pasillo. No entendía, pero
luego arrugué mi nariz mientras me acordé de que me había guiado
por todo el palacio la noche anterior y no tenía una pareja con la que
recuperas la energía como yo. —Ouch —dije con simpatía y él tiró al
sonido.
—¿Qué? —gimió—. Lo siento, ¿qué?
—Dije ouch. Lo siento. No pensé en que estuviste fuera tan tarde
conmigo.
—¿Es una broma? —respondió afablemente. Se inclinó un poco y
habló con claridad y con un nuevo fervor—. Siempre estoy aquí para
servirte, Vidente.
—Y estoy agradecida, pero por favor no hagas reverencias.
Se quedó inclinado. —Después de verla en acción anoche, con
mis propios ojos, al ver al Vidente en su elemento y con un propósito, no
puedo fingir que eres sólo una chica más. Eres la Vidente y es justo que
te trate como tal.
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—Oh, Dios —me quejé.
—¿Qué es?
—Sólo pensé que de entre todos podía contar contigo para
mantener una cabeza sana de todo esto. —Le seguí la corriente
juguetona y le hice una reverencia—. Puedes levantarte, mi humilde
guardia. Hay cosas que debemos atender en esta hermosa mañana.
—Ha —dijo y se rió mientras tomaba el brazo ofrecido.
—Bueno, si quieres tratarme como una princesa mimada, voy a
actuar como tal.
—De acuerdo, apunte tomado. —Se detuvo y me miró—. Pero no
prometo nada. Si conoces al Presidente y trata de chocar puños
contigo, ¿lo harías, o te sentirías incómoda por estar siendo
irrespetuosa?
—Haría lo que él quisiera —repliqué—. Si soy tan especial —le dije
con inteligencia—. ¿No deberían contar mis deseos para algo?
—Por supuesto —admitió—. Pido disculpas.
—No quiero que te disculpes, quiero que seas normal.
—Nunca he sido normal. —Se rió entre dientes—. No tienes suerte
en esa parte.
—Voy a tomar lo que puedo conseguir en este momento. —Olí el
aroma que sólo podía ser descrito como divino a medida que nos
acercábamos a la habitación—. ¿Qué es eso? —le pregunté
distraídamente.
—Huele como panqueques. —Sus ojos se iluminaron—. ¡Oh, son los
Vanderbilt! Hacen éstas tortitas de calabaza y plátano, que son tan
buenas, que dan ganas de abofetear a tu mamá.
—Ya quiero —dije en voz baja.
—¿Qué es eso?
—Nada. Vamos. Caleb bajará pronto.
—Awww. —Escuchamos a nuestras espaldas y nos giramos para
encontrarnos con Marcus—. ¿Es nuestra pequeña Vidente grabando su
camino en la línea de los Jacobson?
—Sugiero que sigas caminando, Marcus —dijo Rodney con una
voz que no le había oído antes.
—Eres tan testarudo como Caleb —dijo y rió—. Sólo quiero pasar
unos pocos segundos con mi Vidente. No se le da muy bien ser una
chica imparcial. Los Watson apenas la han visto en absoluto.
—Y no la verás sin mí. Sigue andando, Marcus —gruñó con ese
gruñido característico de los Jacobson. Sentí una extraña sensación de
orgullo.
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Marcus se rió. —¿Vas a luchar conmigo aquí en el pasillo?
—¿Vas a marcharte? —preguntó Rodney y me empujó un poco
para colocarme detrás de él.
—¿Qué dices, pequeña humana? —Sonrió, y fue una sonrisa
malvada—. ¿Quieres pasar un poco de tiempo a solas conmigo?
—Ya he pasado suficiente tiempo a solas contigo, creo —espeté,
recordando el secuestro y la celda en la que estuve—. ¿Fue realmente
cosa tuya, o sólo seguías órdenes?
—Todo cosa mía, nena. —Sonrió—. Yo digo que hagamos una
segunda ronda, ahora que Sikes no está aquí para arruinar mi diversión.
—Era tu tío… ¿no te importa en absoluto que haya muerto?
Se burló—: Sikes estaba fuera de sí, siempre lo estuvo. Intentó fingir
que quería ayudar, pero no lo hacía. Me usaba a mí y a toda mi familia
para conseguir lo que quería.
—¿Y qué era eso?
—Tú me enseñas lo tuyo, yo te enseño lo mío. —Se rió—. Lo justo es
justo. —Rodney se arqueó hacia Marcus y él saltó hacia atrás para
esquivarlo. Luego frunció el ceño y comenzó a descender por el pasillo
otra vez—. Sólo porque te quiera muerta no significa que no podamos
ser amigos, pequeña humana —gritó y se rió.
—Ese tipo… —dijo Rodney, casi echando humo—. Qué…
—Estoy bien. Tengo hambre, sin embargo. Marcus no es ninguna
novedad.
Intentó un poco con todo lo de las damas primero, pero yo quería
esperar tanto como pudiera por Caleb. No hizo falta mucha persuasión
para que Rodney empezara a acumular comida en su plato. Conté
hasta ocho cuando él pasó. —¿Ocho? —dije con incredulidad.
—Estoy protegiendo el futuro de nuestra raza —dijo y sonrió—. Un
hombre tiene que mantener su fuerza al máximo.
Me burlé de él y se rió. Decidí seguir adelante y pasar a través de
la línea. Dos panqueques de plátano eran un montón y cogí una taza
de café también, entonces me giré para enfrentar la habitación. Los
pensamientos de todo el mundo me golpearon a la vez. Algunos habían
oído hablar de mi “fuga” por sus parejas. No estaban seguros de qué
pensar de mí. Sabían que yo iba a ser temida y respetada, pero las
dudas estaban en cuál sería la respuesta dominante hacia mí. No
quería ser temida. Por lo tanto me dirigí hacia ellos.
Vi a los Jacobson sentados todos juntos y supe que sería tan fácil
sentarme y tener un desayuno cómodo, pero tenía que empezar a
dejar que estas personas me vieran por quien era yo.
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Me sentí como el niño nuevo a la hora del almuerzo. Todo el
mundo tenía los ojos clavados en mí, preguntándose si yo elegiría su
mesa para sentarme, ya que era obvio que buscaba un lugar donde
detenerme.
Algunos me miraban como un juez y pensaban que yo mostraba
desafío y honradez.
Algunos pensaban que parecía la típica americana; como si lo
supiera todo y estuviera completamente mimada. Algunos pensaban
que era fascinante. Unos pocos me miraban con esperanza, querían
que me sentara allí, pero yo estaba en una misión. Y lo encontré. Paulo,
el concejal que a veces hablaba cuando Donald se hallaba fuera de
lugar, estaba sentado con su familia y vi un asiento libre al final. —Hola
¿te importa si me siento aquí?
Paulo pareció seriamente confundido, pero hizo un gesto con la
mano para que yo procediera.
—Vidente —se dirigió a mí—, espero que hayas dormido bien.
—Dormí bien, sí. Y sé que sabes que liberé a Caleb de la celda. Y
también sé que sabes que mi habitación está encantada, y que incluso
a pesar de que Caleb y yo estábamos juntos anoche, los dos
estábamos separados esta mañana.
Su boca estaba abierta cuando lo miré de nuevo. Le sonreí y al
resto de la mesa, que habían dejado de masticar para mirarme
boquiabiertos.
—Está bien —les dije y me reí silenciosamente—. Sólo quería que
todo estuviera claro. Ahora empezamos de cero. Soy Maggie.
Algunos se relajaron un poco, pero un par de ellos no parecían
poder apartar los ojos de mi marca de Vidente.
Tomé la mano de la mujer que se encontraba a mi lado. —¿Te
importa si veo tu marca? Sólo he visto la de los Jacobson. —Eso era una
pequeña mentira, pero ella no lo sabía.
Giró el brazo y vi que era la mitad de un capullo de rosa
esbozado en negro, como lo estaban todos. El nombre que había
alrededor del borde decía Paulo, y le sonreí. —La rosa es muy bonita.
—Gracias —respondió con su acento y miró a Paulo con diversión
antes de posar su mirada en mí—. ¿Cómo está tu desayuno?
—Oh, es genial —dije casualmente y miré a mí alrededor—.
Entonces, ¿qué es un almuerzo de dignatarios?
—Es el único día del año en que el Consejo nos atiende —
contestó alguien y se ganó una mirada de Paulo—. Quiero decir, que
nos sirve el almuerzo. Por supuesto, nos atiende todos los días.
—Así que vives aquí —le dije a Paulo y luego a su esposa—: ¿Y tú?
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—Sí —respondió en voz baja—. Vivimos aquí el año completo.
—¿Y tienes hijos? —Ya sabía que tenía dos hijos, pero necesitaba
hacer una pequeña charla.
—Sí —respondió otra vez y miró hacia dos adolescentes sentados
uno al lado del otro. Vi en su mente la culpa, el dolor y la miseria. No
entendía de dónde procedía eso, así que profundicé más. Ella echaba
de menos a sus hijos, pero por qué… casi me quedé sin aliento cuando
la respuesta apareció en sus pensamientos. Los niños no tenían
permitido vivir allí con ellos. Sólo los miembros del Consejo y sus parejas
podían. Estas personas sólo veían a sus hijos una vez al año. Busqué más,
porque no entendía su miseria. Si ella eligió esto, ¿entonces por qué
sentirse molesta por ello?
Era la ruptura entre su marido y ella. Tenía que estar con él para
sobrevivir y viceversa, pero él estaba tan dedicado a su pueblo. O al
menos eso pensaba él. Pensaba que hacer lo que el Consejo había
hecho durante siglos era la mejor manera de servir a su pueblo. Gran
era el único miembro del Consejo de todos los tiempos en no vivir en el
palacio. Ella también había sido la única sin una pareja, pero Donald les
había asegurado que sólo causaría problemas.
Ver eso hizo que me hirviese la sangre. Si vas a ser un purista sobre
las reglas, entonces sé uno. Pero ser tan estricto en un fallo de las leyes, y
luego darte la vuelta y decir que esto es algo que está bien romper
porque no quieren la molestia, les hace a todos unos hipócritas.
Aparté esos sentimientos y me concentré. Ella estaba triste, igual
que él. Paulo sentía como si le hubiera fallado a su familia porque por
una estúpida ley que impedía que sus hijos vivieran en el palacio con
ellos, dejó a sus hijos vivir con la familia. Tomó la decisión de ser un
miembro del Consejo, a sabiendas de que cada persona que lo era,
tenía que hacer algunos sacrificios. Pero también era un hombre
valiente. Sabía que si no era él, alguien más sería elegido y pasaría tanto
dolor como él. Sentía que era fuerte, sentía que era capaz de soportar
la tarea y todas las consecuencias. Pero todavía vadeaba la culpa,
todos los días.
Miré a los miembros del Consejo que había alrededor de la
habitación, comiendo. Todas sus historias eran iguales. Familias divididas,
rotas por negociaciones políticas. Pero no era culpa de ninguno de
ellos, en realidad. Hacían lo que creían que era lo correcto.
—Lo siento, ¿puedes decirme dónde están escritas las leyes
originales? Realmente me gustaría leerlas —dije, y Paulo elevó las cejas
en mi dirección—. Bueno, si me voy a unir al Consejo, tengo que
conocer los límites, ¿no?
Sonrió, y sus pensamientos me confirmaron que era una sonrisa
genuina. —Están guardados bajo llave abajo en la biblioteca. Voy a
buscar a alguien para que te los traiga pronto.
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—¿La biblioteca? —pregunté, recordando la pequeña habitación
en la que había estado—. ¿Hay alguna más grande en algún otro lugar
que yo no conozca?
Enarcó las cejas aún más. —¿Has estado en la biblioteca?
Oops. Mierda. Vaya. —Umm…
—Sólo hay una biblioteca. Nunca he estado en ella, es tan vieja y
se usa tan poco que está en malas condiciones. Pero estoy seguro de
que puedo conseguir que alguien recoja los pergaminos para ti.
—¿Pergaminos?
—Sí, pergaminos. —Sonrió—. No tenían bolígrafos y papel de lujo
con membrete entonces.
—Oh, claro —murmuré—. Sí.
—No le hables a la Vidente de esa manera —le regañó su esposa
en un siseo. Él volvió a mirarme de manera diferente.
—Lo siento, Vidente. Simplemente pareces…
—¿Normal? —ofrecí, y sonreí—. Es porque lo soy —me burlé—. No
te desprecio ni voy a hacer que te quedes ciego sólo por hablar
conmigo.
La mesa estalló en carcajadas. Oye, si pensaban que era
divertido, eso me parecía genial, pero aparentemente no había
captado mi propio chiste.
Paulo se secó los ojos y se rió mientras explicaba—: Esa es mi
habilidad, Vidente. ¡Hacer que la gente se quede ciega! ¡Diste justo en
el clavo!
Rugió de risa y me uní a pesar de que traté de luchar contra ello.
Todo el mundo en la habitación nos miraba con diversión. Era
temporada abierta después de eso. Todo el mundo estaba ansioso por
hacerme preguntas acerca de ser la Vidente y sobre mi imprimación
con Caleb. Unas pocas chicas de ojos soñadores al final de la mesa se
deshicieron en suspiros y miradas melancólicas a través de esa historia,
pero en general fue una buena forma de conocer y saludar.
Y así fue como Caleb me encontró.
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Traducido por Carolina
Corregido por Itxi
—Pareces ser un éxito —murmuró detrás de mí. Había estado tan
envuelta en la conversación, que no me había dado cuenta de que
estaba allí. Me levanté y acepté su brazo alrededor de la cintura.
—Gracias, Vidente, por su humilde sentido del humor —dijo Paulo,
sintiendo mi partida.
—No, no —refuté—, estoy agradecida por permitirme ser yo
misma. Si alguna vez quieren hablar de algo o pedir o… lo que sea,
pueden venir a mí.
Todo el mundo miró a su alrededor y Paulo asintió hacia mí. —
Eres… la mujer más extraordinaria, si no te importa que lo diga.
Me sonrojé y sacudí la cabeza. —Gracias.
—Caleb —dijo, y se levantó a estrecharle la mano—. No podría
estar más orgulloso o más feliz por ti.
Caleb chupó su labio por un segundo antes de hablar. —¿A pesar
de que se supone que debo estar encerrado en estos momentos?
—Sí… bueno. Nos enteramos que la Vidente montó un buen
espectáculo. —Miró a su esposa—. Pero sabes, si mi situación fuera la
tuya, haría lo mismo y aceptaría mis consecuencias. Me estoy volviendo
muy bueno en eso —dijo, y suspiro.
—Señor —dije suavemente—, por favor, asegúrate que alguien
me consiga los pergaminos. Realmente necesito verlos. Hay cosas… —
Elegí mis palabras con mucho cuidado, sin saber hasta qué punto
llegaría a ser mi aliado—. Espero que podamos trabajar en algunas
cosas.
Me miró intrigado e igualmente horrorizado de esa idea, pero
asintió y se inclinó ligeramente. Entonces toda la mesa hizo lo mismo,
pero nadie me besó la mano y mantuvieron sus sonrisas en su lugar, así
que estaba bien con eso.
—Eres divertida —dijo Caleb mientras nos alejábamos—. ¿Pero
qué en la tierra podría haber sido tan divertido para todos?
—¿Estás dudando de mi capacidad para entretener? —reí y me
senté con mi familia.
Entonces, la misma voz que había oído antes volvió a mí.
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Estás haciendo un buen progreso. Eres un muy buen líder. Pero no
bajes la guardia. No se detendrán hasta que toda esperanza se pierda.
Miré hacia atrás y observé las caras. ¿Por qué no puedo encontrar
a quien me hablaba? Nadie parecía sospechoso, pero lo ocultaban
muy bien. ¡Debería ser capaz de encontrar al que me volvía loca
hablándome en mi mente!
Y Caleb no había oído la voz. Todavía hablaba con su papá y
seguramente se hubiera alarmado si hubiera escuchado la voz que oí.
Me di la vuelta en mi silla, y lo escuché de nuevo.
¿Cómo está tu padre?
Habló bajo, como una advertencia en lugar de ser social.
—¿Qué está mal, Maggie? —preguntó Jen desde el otro lado de
la mesa.
—No lo… sé.
Caleb se volvió hacia mí, sintiendo mi ansiedad y escuchando mis
pensamientos. —¿Qué es? ¿Qué voz?
—Un tipo. Alguien de aquí sigue hablándome. Me preguntó cómo
estaba… mi padre. —Me quedé sin aliento al recordar algo. El momento
en el que había hablado con papá desde el móvil de Caleb en el
techo, y me dijo que tenía un paquete con sello postal de Florida.
Supuse que era de Chad porque no tenía remitente, pero él
definitivamente hubiera querido que tuviera su nueva dirección. No era
de él… Y entonces hubiera tenido la visión con ese tipo frente a la casa
de mi padre… Oh Dios no…
Caleb tomó mi mano, tirando de mí, y Jen se abrió paso después
de nosotros, me llevó a la sala, luego a la derecha de la escalera, a la
azotea. Trepamos los muchos escalones hasta la cima y emergimos sin
aliento, pero no por el esfuerzo, sino de terror.
Caleb marcó el número de teléfono de mi padre y escuchó
mientras me puse delante de él.
Oí la voz de mi padre—: ¿Hola? ¿Caleb? —dijo rápidamente.
—Jim —suspiró Caleb y me miró con una sonrisa—, aquí esta
Maggie.
—Papá —dije mientras prácticamente tiré del celular de la mano
de Caleb para escuchar su voz por mí misma.
—Hola, niña. —Sonaba bien, incluso feliz—. ¿Cómo va todo?
—Bien… Umm… Sólo llamaba para ver como estabas.
—Ah, estoy bien.
Dejé escapar un suspiro. —Eso es bueno. ¿Cómo está Bish? —Los
pensamiento de Jen venían hacia mí, pero fingí no verlos.
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—Está bastante bien —dijo, y oí el orgullo en su voz—. Ha estado
en unas cuantas entrevistas de trabajo, y se ve realmente prometedor.
—Eso es bueno. Um… no abriste el paquete que tengo ¿verdad?
Contuve la respiración, rezando por lo que me diría que tenía, y
esperando que fuera una sudadera.
—Sí, lo hice. No había nada, sólo una hoja de papel en blanco.
Caleb y yo nos miramos el uno al otro en la confusión. —¿Una hoja
de papel en blanco?
—Sí, la tengo… aquí. —Lo oí haciendo crujir papeles—. Nada,
sólo… espera… hay palabras.
—¿Qué?
—Hay palabras que aparecen en el papel.
—¿Qué papá?
Hizo un sonido ahogado, como si estuviera aterrado. —Maggie,
¿qué está pasando?
—¿Qué dicen las palabras papá?
—Dicen: No deberías haber dejado a tu padre atrás. Maggie, por
qué… ¡AY! —jadeó y empezó a respirar con fuerza—. Maggie, algo
huele raro.
—¿Qué quieres decir? —dije histéricamente—. ¿Qué huele mal?
—Vi a Jen cubrir su boca detrás de Caleb.
—Huele a… gas… Oh no… Están tratando de matarme, Maggie
—dijo con una calma que heló mi sangre.
Caleb tomó el celular y empezó a hablar con mi padre. —Sal de
la casa, Jim. ¡Ahora!
Dijo algo más acerca de irse, algo de Bish. Jen se acercó y me
abrazó, aunque no tenía ni idea de lo que pasaba realmente, sabía
que era algo malo y que yo estaba molesta. La agarré como a un
salvavidas mientras intentaba recuperar el aliento. Caleb ordenó y gritó,
pero sus palabras escapaban de mi comprensión. Luego colgó el
teléfono y marcó un número, y comenzó a gritarles a ellos también.
Cuando colgó el teléfono, me apartó de Jen. Enmarcó mi cara
con sus manos, sus respiraciones fuertes soplando sobre mi rostro. —
Respira Maggie —ordenó ásperamente.
—Tengo que irme. Tengo que ir —jadeé y me quebré a través de
mi suplica.
—Respira, nena —dijo más suave.
Aspiré una bocanada de aire que me atragantó, pero tomé unas
cuantas respiraciones más y me calmé lo suficiente para escucharlo.
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—Está a catorce horas de distancia. Nunca llegarías a tiempo. Le
dije que se fuera de la casa y se llevara a Bish. Tío Ken no pudo
marcharse hasta hoy, así que lo llamé y va a buscar a tu papá y
asegurarse de que esté bien. Estará bien. —Gemí, pero Caleb no había
terminado—. ¿Me escuchas? Estará bien.
Una lágrima escapó de la esquina de mi ojo, y la maldije, pero fue
la perdición de Caleb. Me atrajo hacia su pecho y envolvió sus brazos a
mí alrededor, presionándome contra él. Me hizo callar y me murmuró
cosas para mantenerme tranquila y juntos. Estaba cerca de un colapso.
—Vayamos dentro —dijo después de algún tiempo—. Estás
temblando.
Temblaba, pero me pareció una tontería preocuparme por tener
frío, cuando tu padre podría estar muerto. Sin embargo, dejé que Caleb
me llevara al interior y todo el camino hasta la parte inferior de las
escaleras mientras explicaba a Jen lo que había pasado. Necesitaba
calmarme, así que agarré a Caleb para que se detuviera.
—Sí —concordó, y me miró con tristeza—. No puedes dejar que
sepan que los hemos atrapado. No sé lo que harán, o como lograron
ese truco, pero tenemos que actuar con normalidad.
Asentí. —Tienes razón.
—Me iré, así no llegaremos juntos —ofreció Jen. Me abrazó con
fuerza—. Lo siento, Maggie.
—Jim y Bish están bien —le recordó Caleb severamente.
—Por supuesto que lo están —dijo, y me sonrió antes de salir por la
pesada puerta, y al pasillo.
Me senté en el escalón inferior, incapaz de mantenerme en mis
temblorosas piernas.
—Aquí —dijo Caleb y se sentó a mi lado. Me llevó a sus brazos y
pasó sus dedos por mis mejillas manteniendo su toque sanador en mí—.
Lo siento mucho, nena.
—Esto es demasiado —dije y oí mi voz quebrarse por la ira—. Esto
es demasiado, Caleb. Fue demasiado malo metiéndose con nosotros,
pero ¿mi papá? No les hizo nada y no tenía nada que ver con esto.
—Lo sé.
Nos sentamos allí por unos minutos más y Caleb me miró con
impotencia. —¿Estás lo suficientemente bien para volver a salir? Está
bien si no lo estas.
—No, vayamos. —Me limpié bajo mis ojos una vez más y gemí—:
¿Me veo toda manchada?
Trató de no sonreír pero falló. Me tomó la cara con las manos y
me frotó las mejillas con sus manos. —No, no estás manchada… o lo que
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sea que eso quiera decir. —Sopló aire en mi cara, enfocándose en mis
ojos. En cualquier otro momento, me habría derretido a sus pies—. Ya
está. Ahora sólo estás colorada, como si te hubiesen besado
seriamente.
Asentí. —Está bien.
—Maggie… —Miró algo en el suelo—. Me gustaría que hubiera
algo que pudiera hacer. Debería haber sabido que podrían intentar
algo, pero honestamente pensé que estaría a salvo sin nosotros.
—Lo sé —le dije—. Tú hiciste algo. Tu tío está ayudando, al menos
intentaste hacer algo. Fui yo quien no podía dejar de estar
suficientemente histérica para pensar.
Sacudió la cabeza para discutir, y dijo—: Es tu padre. Enseguida
voy a llamar a tío Ken y asegurarme que todo esté bien. Sin embargo,
tenemos que volver allí.
Asentí lentamente y envolví mi brazo a su alrededor para
apoyarme. ¿Cómo podía fingir que estaba todo bien cuando mi padre
podría estar muerto en este segundo y no lo sabía?
Cuando volvimos, la familia de Caleb nos vio primero. Parecía
como si nos hubieran estado buscando y cuando nos vieron, sonrieron y
nos dieron una rápida mirada antes de mirar hacia otro lado,
desestimando efectivamente nuestra ausencia, como Caleb había
dicho. Escondí mi rostro en el hombro de Caleb para ocultar las lágrimas
que ya querían aparecer.
Los Watson se encontraban alrededor de la chimenea y nos
observaron cruzar la habitación. Traté de no mirarlos. Si querían ver si su
plan había entrado en juego, no iban a tener suerte. No les iba a seguir
la corriente.
Me llevó a sentarme en la mesa con Kyle y Lynne. Nos sentamos,
pero se hallaban en sus propias burbujas, ajenos a nosotros o a
cualquier otra cosa, ya que se susurraban cosas en la cara y en el oído.
Lynne lanzó una bofetada juguetona a la mandíbula de Kyle y cuando
lo hizo, lo vi. En la parte interior de su muñeca derecha estaba el tatuaje
con el nombre de Kyle. Habían mutualizado en algún momento la
noche anterior. Todo el mundo había enloquecido porque yo tenía el
tatuaje y era humana, pero Lynne tenía uno, así que debe ser algo
nuevo para añadir a las imprimaciones.
Y parecían tan despreocupados y tranquilos que sólo podían ser
felices y juntos.
Los envidiaba, porque aunque mi recuerdo de esa noche era la
perfección en su verdadero sentido, ellos podían ser vertiginosos y
deleitarse en ello. Caleb y yo nos vimos forzados a ser adultos en un
mundo de adolescentes y eso todavía era una grieta en mi piel.
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Y entonces me regañé por pensar en eso cuando mi padre podría
estar muerto.
Me volví a Caleb para encontrarlo mirándome. Decidió que tenía
que hacer algo drástico para sacar esas cosas de mi mente y Kyle se
había convertido en el chivo expiatorio perfecto.
—¿Su dormitorio no está encantado como el de Maggie? —
preguntó repentinamente a Kyle, quien se sacudió y torció sus labios,
sabiendo exactamente de lo que Caleb hablaba.
—Amigo, vamos —dijo entre dientes—, no hagas una gran cosa
de ello.
—Pero tiene el tatuaje —dijo Caleb con entusiasmo—. Y es
humana. Es una gran cosa.
—Déjame ver, Lynne —dije de repente intrigada sobre si poseía o
no el símbolo de infinito. Con sus mejillas rosadas por un segundo, puso
su brazo sobre la mesa. Caleb y yo nos inclinamos para mirar y vimos
que sí, que el símbolo estaba allí.
—No me di cuenta de eso anoche —murmuró Kyle y frotó con el
pulgar la marca de infinito—. Eso es lo que ustedes tienen ¿no? ¿Cómo
se me pudo olvidar?
—Probablemente se me ocurren varias razones —dijo Caleb con
ironía.
—¡Amigo! —Kyle silbó de nuevo y tiró del brazo de Lynne hacia
atrás, pero ya era demasiado tarde.
María lo había visto y estaba muy emocionada y… ruidosa. —Oh
mi Dios, quiero un tatuaje también. No es justo.
Toda la mesa sacudió su mirada hacia nuestro camino e
inmediatamente sobre Kyle y Lynne con “ohh” y “ahh” y
“sinvergüenzas”. Caleb le hizo señas a María y le dio unas palmaditas en
la rodilla para que se sentara. —Choca los cinco, chica, porque eres
simplemente increíble.
Le dio una palmada en la mano. —¿Lo soy? —sonrió.
—Por supuesto. —Se volvió hacia mí con María enfrentándome—.
¿Ves? Ahora nadie está mirando.
—¿Te das cuenta de que eso lanzó a Kyle directamente abajo del
autobús? —le dije—. ¿Cómo tirarlo debajo y luego poner reversa? —Se
rió, María también, pero en sus pensamientos estaba feliz de ser incluida.
No tenía ni idea de porque lanzarlo debajo del autobús sería divertido.
Tenía que adorarla. Tomé su mano y la apreté—. Gracias por ayudarme
a prepararme esta mañana.
—Oh, de nada. En cualquier momento —dijo, toda crecida.
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—¿Ayudaste a Maggie a prepararse esta mañana? —preguntó
Caleb.
—Sí. Pinté sus uñas. Mira. —Sacudió mi mano en su cara.
—Ya veo —dijo con humor desbordante.
No quería escuchar a escondidas, pero con todo el mundo
haciéndole todas aquellas preguntas, su mente las contestó incluso si su
boca no lo hizo. Él y Lynne habían mutualizados en el otro lado del
invernadero. Había un patio allí con sillas y tumbonas.
En la mente de Lynne había luciérnagas por todas partes, las luces
tenían un brillo nebuloso a su alrededor y las estrellas brillaban como
diamantes. Me pregunté si sus recuerdos se distorsionaban como los de
Bish. Los buenos recuerdos de ella, los hizo parecer como sueños y él
hizo sus malos recuerdos parecer extra horrorosos con su ambiente
caricaturesco irreal. Era extraño que así fuera como veía las cosas, pero
creo que yo las veía como esa persona las vio.
Traté de dar apartarme y dejarlos, pero el recuerdo de la noche
anterior de Kyle empezó a reproducirse, y en el interés de la ciencia, me
quedé. Tenía razón.
El recuerdo de Kyle mostró algunas luciérnagas, y sí, las estrellas
seguían ahí, pero era más realista. Las sillas estaban descoloridas por el
sol, y en las luces había bichos pululando a su alrededor, el factor de
ensueño no era tan de ensueño. Satisfecha con mis resultados, me eché
atrás y cerré a todo el mundo. Tenía que estar en mi propia cabeza. Me
apoyé en Caleb mientras sostenía a María, y reiría con su familia
mientras se metían con Kyle. Casi sonreí.
Casi.
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Traducido SOS por Elle & CrisCras
Corregido por BlancaDepp
—Bien, chicos —llamó Paulo y aplaudió para llamar su atención—.
Para aquellos que vamos a servir, es hora de dirigirnos a la cocina, ya
que se acerca la hora del almuerzo. Todos los demás, pueden disfrutar
su tiempo escuchando la nueva ópera del clan de Namy.
Me levanté, sabiendo que entre los que servían estaba yo, pero
cuando escuché murmullos a mí alrededor, miré hacia arriba. Todos
parecían pasmados ante el hecho de que intentaba servirles.
Aparentemente, no esperaban que ayudara con el almuerzo de los
dignatarios.
—Estoy segura de que no se referían a ti para ayudar, Vidente —
dijo una mujer cerca de mí.
—Dijeron que todos los miembros del concejo estaban para servir.
Entonces supe que necesitaba servir. Necesitaba hacer algo para
bajarme de ese pedestal en el que me habían puesto y de vuelta a la
realidad. Miré a Caleb y asintió, escuchando todo lo que yo pensaba.
Además, con suerte me distraerá de las cosas.
Probablemente.
¿Puedes llamar al tío Ken?
Por supuesto.
Me fui a la cocina y miré el ancho salón. Sería intimidante para
cualquiera, especialmente para alguien que no tenía idea de cómo
cocinar. Tragué. Paulo me miró y sonreí. —Vidente, ¿vienes a ver lo que
estamos cocinando?
—Algo así. ¿Dónde me quieres?
—No esperábamos que ayudaras con esto. Quise decir los
miembros del concejo, pero tú no… —Parecía estar buscando las
palabras, y las que cruzaron su mente me enojarían, él lo sabía.
Entonces recordó que yo podía leer sus pensamientos y se sonrojó antes
de apurar su explicación—. No se espera que ayudes. No puedo
imaginar ser servido por la Vidente.
—Tal vez es precisamente por eso que necesito servirte —dije
claramente.
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Sus ojos se abrieron más y me miró con un nuevo respeto. Siempre
pensaron que la Vidente era sólo un título, rango y respeto, pero yo era
todo lo opuesto a lo que esperaban. —Como desees.
—Gracias.
—¿Puedes cocinar? —preguntó cuidadosamente.
—Ni un poquito —dije y me aclaré la garganta—. Pero pelo
patatas.
Se rió y fue hasta una enorme caja de madera cerca de la
puerta. —Esta es la caja de la raíz. Hay patatas y cebollas ahí, y
necesitamos ambos cortados en pedazos pequeños para algunos
platos que estamos haciendo. El goulash es para morirse.
—De acuerdo —dije y me fui a buscar un cuchillo y una tabla de
picar. Me rehusé a pedir ayuda. Pueden llamarlo tozudez, yo lo llamo
independencia.
Después de encontrar todo lo que necesitaba, me paré frente a
la meseta, donde podía ver una parte del gran salón de baile. Marla me
vio observándola y se paseó tranquilamente hasta mí. La ignoré hasta
que estuvo a mi lado.
—Maggie —dijo dulcemente.
—Marla —respondí secamente.
—Así que, ¿cómo van las cosas?
—Genial.
—Un comentario muy sarcástico para un dignatario tan
respetable.
Dejé el cuchillo sobre la meseta de metal y resonó. —¿Tienes algo
que decir además de irritar? Estoy un poco ocupada aquí.
—Sólo quería ver cómo iba todo. Sé que esta semana puede ser
extenuante. —Se inclinó un poco y habló suavemente—: Y con todo lo
que está haciendo el concejo, no puedo imaginar que te estés
divirtiendo mucho.
—Si no me hubieras amenazado, a mi familia y a todo lo que
represento, el primer día que llegué aquí, podría creerte.
Se rió, el sonido dando vueltas en mis oídos. El cuchillo tembló en
mi mano. —Oh, ¿eso? Sólo intento cuidar de mi familia. Sikes nunca tuvo
a nuestra familia en sus pensamientos, sólo a sí mismo —dijo
amargamente.
—Y ahora tú vas por el mismo camino.
—No, no es así —replicó con cuidado, mirando alrededor para ver
si alguien nos observaba—. Estoy en el camino proactivo. La
investigación de Sikes era fascinante, pero la usó de manera egoísta
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porque había obtenido lo que quería y no quería que nadie más lo
tuviera.
Imaginé que hablaba de la imprimación forzada. —Intentaba
salvarte del mismo destino que tuvo con Ruth. No estuvo bien y no estoy
hablando de moral. Le dolió haberle hecho eso a ella. ¿No puedes ver
que estuvo intentando salvarlos a ustedes de vivir con la culpa que él
vivió?
Su rostro se enrojeció con ira. —La tía Ruth se ha ido de la lengua
con las mentiras.
Reconocí mi error muy tarde. —Sólo estoy asumiendo cosas por lo
que me dijo cuándo me secuestró. Tu tío es el que se fue de la lengua.
—Claro —dijo condescendiente—. Bueno, está bien. Sé cómo
lidiar con esa gente, ¿cierto? Sólo pregúntale a Sikes.
Entonces se alejó hacia su familia. Miré y Ruth no se encontraba
con ellos. Necesitaba encontrar un modo de alejarla de la familia.
Estaba atada a Marla mediante la sangre, pero Sikes se había ido, ella
debía ser libre. Encontraría un modo, pero de momento, estaba
concentrada en mis patatas.
***
Seguí las instrucciones de Paulo de agregar las cebollas y las
patatas a los calderos. Ahora tenía una excusa legítima para lucir
llorosa. Estaba realmente sorprendida de que Donald no hubiera dicho
una palabra acerca del hecho de que yo ayudaba. Parecía enojado
por algo y podía adivinar qué era. Probablemente lo había
avergonzado en las celdas. Oh, bueno.
Una vez hecho eso, ayudé a Gran con las mesas. No hubiera
pensado que la ópera era lo mío, pero mientras escuchaba la suavidad
y agudeza de su voz maniobrando alrededor del barítono, me asombré.
Era hermoso. No era nada como lo que había imaginado y todo el
mundo debía estar de acuerdo conmigo, porque estaban parados
alrededor, mirándolos extasiados.
Caleb regresó. Me di cuenta de que se había ido por un buen
rato. Me vio y cerró su mente de inmediato. Entré en pánico. Oh, no, mi
padre había muerto.
¡No! Estoy seguro que está bien. Sólo que no pude localizar al tío
Ken por teléfono. Intentaré otra vez más tarde.
Asentí y regresé a alinear la ridícula cantidad de platería y a
escuchar a Gran explicar, una vez más, que los tenedores van a la
izquierda.
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Caleb caminó hacia Lynne y Jen, que miraban un acalorado
juego de ajedrez entre Rodney y Kyle. Comenzó a hablarles y me miró
un par de veces. Empecé a moverme hacia él, porque su mente aún
estaba cerrada, pero Gran atrapó mi mano y me regresó a la cocina. —
Puedes ir a acurrucarte con él después —cacareó.
Quería decirle que no e ir hacia Caleb, pero aparentemente él
tenía una razón para cerrar su mente. Confiaba en él, así que me
quedé donde estaba y recé porque no me estuviera escondiendo
nada.
Pusimos el cristal en la mesa y comencé a verter el ponche que
Gran había hecho. Marla vino y me relevó cuando mi jarra estuvo
vacía. —Toma, ayudaré. Puedo hacer un ponche muy bueno.
La dejé tomarlo, aunque el acto de chica buena no me
engañaba. Definitivamente se traía algo entre manos. Llamaron a todo
el mundo a sentarse y se apilaron ansiosos. El goulash que habían hecho
olía como algo salido del libro de cocina de Wolfgang Puck4.
Pasé la siguiente hora y media sirviendo tragos, trayendo platos
de sopa y paneras con rollos frescos rellenos de mantequilla de canela
a quien quiera que se atreviera a preguntarme. Intenté sonreír y
mostrarles que no tenían qué temer, y parecía funcionar. Ser servido por
quien se suponía que debían deberle reverencias era humilde y
esclarecedor.
Hice bromas sobre ser camarera y estar hecha para servir en el
almuerzo de dignatarios. Se rieron y alabaron cuando llevé los platos
bajo mi brazo como lo solía hacer en el 25 Hour Skillet.
Entonces fue mi turno de sentarme. Estaba exhausta. Al menos,
me sentía como debía. Mi cuerpo imprimado podía soportar mucho
más ahora, pero la memoria que tenía de hacer un trabajo como este
jugaba con mi mente y me hacía sentir adolorida y cansada.
Cuando me senté junto a Caleb, ya tenía un plato en la mano
pero no un vaso. Lo mandé al demonio y comencé a comer.
Eventualmente vi a Marla rellenando los vasos. ¿Qué hacía?
Llegó a nuestra mesa y vio que yo no tenía vaso. Se marchó y
regresó con uno, así como con una jarra llena. Sonrió y puso el vaso a mi
lado, mientras rellenaba los demás vasos con líquido rojo. Caleb me dio
la mirada del “qué demonios” y me encogí de hombros.
Aparentemente intentaba jugar al ángel con todo el mundo.
Oh, bueno. Comí del plato y tomé del ponche con cautela.
Nunca había sido una fan, siempre me había parecido algo vacío, pero
4 Wolfgang Johannes Puck es un famoso chef austriaco, restaurantero, empresario y
actor ocasional.
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este sabía muy bien. Una buena mezcla de dulce, fuerte, picante y
efervescente.
Tomé el último rollo de la cesta y le puse mantequilla, pero el
cuchillo se deslizó de mi pan con mantequilla, sonando ruidosamente
contra mi vaso. —Lo siento —murmuré.
—¿Estás bien? —preguntó Jen frente a nosotros.
—Sí.
—Tus ojos lucen graciosos —dijo.
—Tuve que cortar cebollas —le dije.
—¿Tuviste que hacer qué? —preguntó y me miró curiosa. Miré
hacia Caleb y también me miraba de manera rara.
—Dije que tuve que cortar cebollas —dije, pero sonaba como si
mi lengua fuera el triple de su tamaño y mis palabras sonaban
amortiguadas. De pronto era lo más cómico que había visto el mundo.
Reí tontamente y el cuchillo se deslizó de mi mano al plato, una vez
más, con un sonido metálico. Este pareció viajar por la sala como
música.
Intenté morder el pan, pero erró completamente mi boca,
untándome un poco de mantequilla en un lado de mi boca. Caleb se
rió nerviosamente mientras usaba su pulgar para limpiarme. Me incliné y
le besé. Parecía una cosa perfectamente aceptable para hacer
cuando él estaba siendo dulce y sexy, limpiando mi boca por mí.
Pero cuando me apartó y me miró a la cara, me enfadé. —Oh,
¿no quieres besarme ahora? —grité.
—Por supuesto que quiero —me tranquilizó y me hizo callar—.
¿Qué pasa? ¿Se trata de tu padre? —susurró.
—No, ¡esto se trata de que no me quieres! ¿Por qué? ¿Qué he
hecho? —gemí y le oí mandarme callar de nuevo—. ¿Por qué me estás
mandando callar? —grité de nuevo.
—Porque estás gritando, nena —dijo y miró alrededor de la
habitación. Yo también miré alrededor y la señora que estaba a mi lado
llevaba gafas. Me di cuenta de que era Gran. ¡Sus gafas parecían
enormes! ¡Eran gafas de payaso! Me reí tan fuerte que me doblé en dos
y me caí por la parte de atrás del banco contra el duro suelo. Me reí
más mientras Caleb se apresuraba a ayudarme a levantarme.
—¿Qué está pasando? —Oí decir a alguien.
Alguien más dijo—: Algo sucedió.
—Oye, es una fiesta… un poco. ¡Alégrense, gente! —grité y me
apoyé en Caleb cuando la habitación empezó a girar como el
Gravitron de la feria del condado.
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—Maggie —dijo Caleb dándome palmaditas en la mejilla. No
sabía por qué hizo eso. Le miré directamente—. Maggie —dijo más alto
y sostuvo mi cara—. Di algo, nena.
Intenté decir—: ¿Qué problema hay contigo? —Pero fue un
revoltijo de palabras masculladas. Entonces sentí un malestar asaltar mi
estómago y la diversión se acabó. Ya no pensaba que las cosas fueran
divertidas. Estaba a punto de lanzar el estofado sobre toda mi pareja.
Me quejé y me apoyé más en él. Le sentí alzarme por debajo de
mis rodillas y mi espalda, sosteniéndome contra él, y parece que me
desmayé, por cuánto tiempo no lo sé. Entonces, de repente me
desperté, y los gritos ya habían empezado. —Marla le ha echado licor a
la bebida de Maggie, ¡y está diciéndome que me calme! ¡Podría
haberla matado, y aún podría! No puede simplemente sentarse y no
hacer nada por el momento.
—¿Dónde podría ella conseguir alcohol dentro del palacio,
siquiera? —decía Paulo, creo.
—No guardamos ese veneno aquí.
—¡Marla aparentemente lo trajo con ella! —gritó Rachel, y eran
como garras arañando mi cabeza—. Paulo, concejales, esto es
demasiada prueba como para dejarlo pasar. Maggie es…
—¡No hay pruebas! —le rugió Donald.
—No vuelvas a hablarle de esa manera a mi esposa —dijo Peter y
oí a Rachel tranquilizarle, lo cual quería decir que él estaba a punto de
golpear a Donald en la cara. Quise reírme de eso, pero mi cuerpo se
sentía entumecido de una forma nauseabunda.
—Perdóname, Rachel —dijo Donald—. Lo que quise decir era que
nadie la vio echar licor en nada. Maggie podría haber tomado alcohol
por su cuenta. Era humana, después de todo.
—No —le gruñó Caleb—. Le hablé a Maggie acerca de lo que
nos hace el alcohol. No habría hecho eso, especialmente en medio de
una cena con todo el mundo alrededor.
—Yo nunca haría algo como eso —dijo Marla, sorbiendo por las
narices, más alejada que los demás—. Sólo intentaba ser amable con
ella, demostrarle que podía ser humilde, también.
—Bueno —interrumpió Donald—, inocente hasta que se
demuestre la culpabilidad es lo que mejor funciona en este asunto,
creo. Marla no puede ser culpada por algo que son claramente
rumores, y no sabremos que no fue Maggie la que hizo esto hasta que
esté despierta. E incluso entonces, podría mentir. Es un como una
pequeña manipuladora.
—¡Donald! —gritó Paulo—. Eso es suficiente. Sólo porque no puede
oírte, no significa que puedas ser tan irrespetuoso.
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—Y puede oírte —dijo Caleb—. Está despierta, sólo no puede
moverse.
Estaba despierta. Así que esto no era alguna clase de sueño.
Estaba allí tumbada y podía oírles a todos de pie a mí alrededor
mirándome como el espectáculo de circo que era.
—Sí —me dijo suavemente, riéndose tristemente—. ¿Dónde puedo
llevarla? —le preguntó a alguien—. Su habitación no servirá, ya que ha
sido encantada —ladró furiosamente, interrumpiendo a alguien.
—Llévala a mi habitación —se ofreció Gran. Sonaba como si
estuviera realmente enfadada. Me pregunté por qué—. Vamos.
Me sentí siendo transportada. Sus pasos eran muy ruidosos y
desagradables, el vaivén era sumamente grande, como si él estuviera
intentando hacerme enfermar.
—No —dijo Caleb—. Sólo estás borracha.
—¿Borracha? —dije arrastrando las palabras—. Nunca he estado
borracha.
—Y no deberías estar borracha ahora —dijo Peter a nuestro lado,
sorprendiéndome. Me sentí siendo bajada hasta una cama. Me hundí
en la comodidad de la misma—. Sigue tocándola —dijo Peter
rápidamente.
—Sí, no apartes las manos de ella en absoluto —ordenó Rachel y
sentí su caricia en mi pelo mientras el calor de Caleb se instalaba a mi
lado—. Esta nueva vida no ha sido muy buena para ti hasta ahora,
¿verdad?
—Estoy bien —intenté decir, pero aún no podía hacer salir las
palabras. Mi cabeza daba vueltas—. ¿Podemos detener el balanceo?
Caleb me mostró una vez más esa pequeña sonrisa triste. Como si
fuera divertido, y al mismo tiempo no lo fuera.
—No nos estamos balanceando, nena, sólo tú.
—Mantén tus manos sobre ella —le recordó Peter—. Si el alcohol
sigue unos segundos más sin tu curación para contrarrestarlo, será
demasiado tarde.
—Lo tengo. No podrías hacer que me fuera, de cualquier modo.
—Suspiró y luego hizo un gesto con la cabeza—. Oye, ¿papá? ¿Puedes
llamar al tío Ken por mí?
—Por supuesto. ¿Para qué?
El recuerdo de que papá estaba en peligro, o peor, de causarle
una histeria fue peor que la de la primera vez que lo escuché. Lloré con
grandes sollozos contra el cuello de Caleb. Podía oír el estruendo de su
voz vibrando en su cuello y pecho mientras les explicaba a sus padres lo
de mi padre. Oí a Peter regañar a Caleb por no decir algo antes. Caleb
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volvió a decir que no había nada que su padre pudiera hacer para
detenerlo más de lo que podíamos hacer Caleb o yo.
Luego se marchó para hacer la llamada y sentí a alguien frotando
mi espalda desde mi otro lado. Lloré en un extraño sueño, donde la
mitad de las cosas estaban completamente fuera de mi alcance y la
otra mitad eran confusas y desenfocadas. El tiempo no tenía
importancia en absoluto y no tenía ni idea de cuánto tiempo estuvimos
allí tumbados de esa manera. Oía a la gente ir y venir, sin distinguir
quiénes eran. Sentí manos sobre mí todo el tiempo, las de Caleb o las de
alguien más, no importaba. Y el golpeteo de mi sangre en mis oídos era
el único sonido real que podía distinguir.
***
Cuando finalmente me desperté de verdad, me di cuenta de que
era yo misma otra vez. Y también de que iba a vomitar. Salté encima de
la cama, asustando a Caleb, que pensaba que dormía. Llegué al
bonito baño blando de Gran justo a tiempo para que el estofado
hiciera su reaparición. Y Caleb estuvo de pie detrás de mí todo el
tiempo, con su mano sobre mi espalda.
—Uuugh —me quejé—. Vete.
—Nop —respondió y se puso en cuclillas para estar a mi altura—.
¿Has acabado? —preguntó, la preocupación y la dulzura totalmente
incorrectas con la situación. ¿No debería estar corriendo y
estremeciéndose de asco?
—Sí. —Tragué saliva—. No. —Vomité un poco más. Expulsé tanto
que me dolían los músculos del estómago como si hubiera tenido un
entrenamiento. Finalmente me detuve el tiempo suficiente como para
respirar. Apoyé la cabeza en mi brazo y sentí a Caleb dejarme. Bueno,
ahora que todo había terminado se iba.
Pero no, sólo se había ido para traerme un paño caliente. Me
limpié la boca y la cara con él. Luego puso un vaso de agua en mi
mano, asegurándose de que yo lo tenía bien sujeto antes de soltarlo.
Recordaba todo lo que había sucedido. Bueno, suponía que lo hacía.
—Déjame ver si lo entiendo —empecé y tosí antes de dar un sorbo
del vaso de agua que me había dado—. Marla puso algo, algún tipo de
alcohol, en mi bebida en la comida y yo actué como una completa
loca frente a todo el mundo, con los que me había esforzado tanto
para demostrar que soy una persona realista y sincera.
—Más o menos —dijo y tiró de mí para ponerme de pie—. Oh, y se
te olvidó la parte en la que casi te mueres —dijo enfadado—. Nunca he
pensado en estrangular a una chica antes, pero te juro que si la veo…
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—No harías nada porque ella mantiene a su familia a su alrededor
como a un grupo de guardaespaldas —ofreció Kyle desde la puerta—.
Acabo de abrir la puerta —dijo—, no te preocupes. Tu pequeño acto de
vomitar fue privado, lo prometo.
—Vaya —dije, molesta—. ¿Podrías gritarlo un poquito más alto?
Se rió, lo que me enfadó con rapidez. Le lancé una mirada feroz y
en verdad él retrocedió un paso.
—Será mejor que salgas de aquí antes de que ella te convierta en
una tostada —le dijo Caleb y me pareció oír humor en su voz, su voz no
sonaba enfadada. Kyle nos hizo un gesto de despedida y nos sonrió
mientras regresaba a la habitación. Me puse de pie y usé el enjuague
bucal de quien fuera, que se hallaba en el fregadero.
Salí del baño y me detuve en seco. Casi toda la familia de Caleb
se encontraba en la habitación. Todos me habían visto correr al baño y
posiblemente me habían oído vomitar a través de la puerta. ¿Podría
este día ser mucho peor?
Luego todo el mundo empezó a hablar a la vez. Espera… no,
pensaban. Intenté apagarlo, intenté centrarme, pero eso sólo lo
empeoró. Mi mente se sobrecargó y caí en los brazos de Caleb mientras
quedaba fuera de combate… otra vez.
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Traducido SOS por aa.tesares
Corregido por Zafiro
Cuando me desperté esta vez, estaba en el suelo y todo el
mundo se había ido, excepto Caleb, Gran y Peter.
Suspiré y me tapé la cara.
Gran habló primero. —Simplemente no puedes tomar un
descanso, ¿cierto, niña?
—¿Por qué hice eso? —le pregunté amortiguada a través de mis
manos—. ¿Por qué me sobrecargué? Ahora sé cómo manejarme.
Peter me contestó. —Tus sentidos están en mal estado debido a
que tu cuerpo está trabajando extra fuerte para corregir el daño que el
alcohol hizo.
¿Qué podía decir a eso? Pero recordé que Peter había llamado al
tío Ken. —¿Cómo está mi padre? ¿El tío Ken llegó a tiempo?
—En primer lugar, debes cerrar tu mente, Maggie. —Me miró de
cerca—. Tienes que darte tiempo para sanar antes de hacer cualquier
otra cosa. —Asentí—. Muy bien, llamé a Ken y no respondió, pero Caleb
tenía un mensaje de voz de él diciendo que fue a la casa y tiene a tu
padre y a Bish. No tengo ni idea donde planea enviarlos, no dijo, sólo
que los tenía. ¿De acuerdo?
—Bien —suspiré de alivio—. De acuerdo.
—Está bien, ustedes dos —dijo Gran y se levantó, sus rodillas
craqueando—. Tenemos que ir a la sala de oro para el baile. Todos
ustedes necesitan meter sus traseros en esa cama y dormir. Quiero mi
cama de nuevo esta noche.
Traté de protestar, pero Caleb ya me levantaba. Me llevó a la
cama y nos acostamos sobre las cubiertas. —Pero no estoy cansada —
mentí, cuando en verdad, podía verme durmiendo durante un día o
dos—. Y no quiero perderme el baile.
Tenía planes para el baile. Quería hablar, reír y conocer a la
gente.
—Eso tendrá que esperar hasta otro día —dijo Gran y se pegó al
brazo de Peter—. ¿Cuándo fue la última vez que lanzaste a tu vieja
mamá en la pista de baile?
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—Ha pasado mucho tiempo, mamá. —Sonrió al decirlo. Siempre
lo había oído llamarla Gran—. Vamos, entonces.
—Ustedes niños descansen. Volveré por mi cama más tarde.
—Gran —dijo Caleb y se aclaró la garganta—, podríamos
cambiar de habitación, ya sabes. Así no tendríamos que preocuparnos
acerca de Maggie estando en retirada en la mañana.
Me miró y luego de vuelta a él. —No va a estar en cualquier
estado de ánimo o condición para mutualizar contigo esta noche,
señor.
—Gran —suspiró y le dio una mirada que sólo un nieto podría dar
a una abuela dominante—. Vamos, eso no es de lo que estoy
hablando.
—Ajá —respondió poco convencida—. En cualquier caso, ya han
dejado claro que no hemos de cambiar de habitación. Quieren estar
seguros de que no mutualicen y ya se han parado para asegurarse de
que entendía las reglas. Tenemos que elegir nuestras batallas. No
podemos luchar contra ellos en todo.
—Oh —dijo, y oí su decepción—. Está bien, supongo.
—Lo siento, cariño —dijo mientras salía y cerraba la puerta detrás
de sí.
Me miró. —Hablaba acerca de los retiros no de la mutualización.
Sabes eso, ¿cierto? No trataría de hacer eso cuando estás... así.
Asentí y me acerqué más. —Lo sé. —Estaba tan somnolienta, mis
ojos pelearon.
—Está bien. Duerme —ordenó.
—¿Vas a dormir?
—No —dijo, y cogió un control remoto de la cómoda. Apretó un
botón y las puertas del armario se abrieron para revelar una pantalla
plana—. Están pasando Los Juegos Olímpicos de verano.
—¿Vas a ver a los nadadores? —murmuré en su cuello.
—Sí —dijo, y se rió mientras besaba mi frente—. Voy a ver a los
nadadores.
Me quedé dormida pensando en lo afortunada que era de tener
un chico con los pies en la tierra. Gran nos despertó más tarde,
prácticamente espantándonos de la habitación. Caleb me llevó a la
cama y esta vez durmió.
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A la mañana siguiente fue una repetición de la mañana del día
anterior, menos Caleb en su ropa interior. Nos despertamos, apestaba
estar en dolor y agonía, aunque estábamos justo al lado del otro, Caleb
me arrastró al pasillo y suspiramos de alivio.
Vi que había dormido con la ropa puesta y su barbilla desaliñada
estaba de vuelta. Me sentí mal. Parecía estar siempre cuidando de mí y
no de sí mismo. Pero me sentí toneladas mejor, ningún rastro de alcohol
quedó en mi sistema, por lo que mi mente estaba clara y fue
directamente a mi padre.
Caleb escuchando mis pensamientos, dijo—: Escucha, voy a
cambiarme y luego llamar al tío Ken otra vez.
—Gracias. ¿Alguna idea de lo que está planeado para hoy?
—No, no estaba realmente prestando atención ayer —dijo, y
sonrió.
—Sí, supongo que no. —Arrugué mi nariz—. ¿Hay alguna
posibilidad de que todo el mundo vaya a olvidar lo que pasó ayer?
—No. —Besó la punta de mi nariz—. Pero serán agradables sobre
eso o me ocuparé de ellos.
Sonreí un poco. —Está bien, ve a llamar al tío Ken.
—Hecho. —Se fue bostezando y frotándose el pelo hacia atrás y
hacia adelante.
Volví a entrar y tomé otra ducha hirviendo y me envolví en una
toalla, luego salí para encontrar a Jen y María esperándome. Jen sonrió.
—El día de los Jacobson para cocinar es hoy. Mamá y Gran han
estado en la cocina toda la mañana.
María rebotó. —Pero nosotros no tuvimos que ir porque íbamos a
ayudarte a vestir.
—Por mucho que aprecio que me estén ayudando, puedo
vestirme.
—No lo aceptarán —dijo Jen—. Tienen la necesidad de hacerte
sentir importante, pero incompetente al mismo tiempo.
—Está bien —suspiré en derrota—. ¿Qué voy a usar hoy?
María gritó y corrió hacia el armario. —Gran no está aquí así que
puedo vestirte yo.
Lancé una mirada asustada a Jen, pero ondeó la mano y
murmuró un “de ninguna manera”.
Después de que estuve vestida, encontramos a Rodney en el
pasillo y se vertió en simpatía. Estaba luchando enojado con Marla y no
tenía ninguna duda de lo que había sucedido. Dijo que vino a vernos
ayer en la habitación de Gran, pero estuvimos durmiendo durante
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horas. Le aseguré que estaba bien y temía la recepción que iba a
recibir.
Pero me acordé de algo con lo que necesitaba que me ayudara.
Tiré de su brazo para detenerlo. —Oye, ¿puedes hacer de guardia para
alguien más?
—¿Quién? ¿Qué?
—Ruth. —Se quedó perplejo, con la mente proclamando a todo
volumen obscenidades por cuidar a una Watson—. Algo que Marla dijo
me hizo pensar que podría hacerle daño y apenas la veo salir de su
cuarto. Me contó algunas cosas sobre los Watson que la meterán en
problemas.
—Ooooh —dijo con crescendo—. Está bien, claro. Trataré de
mantener un ojo en ella.
—Bueno. Gracias.
Caminamos hasta el salón de baile y me detuve en la puerta.
Sonrió ante mi conciencia y le dejé tomar mi mano mientras me llevaba
a la mesa del desayuno. Esperé por el ataque de negatividad, de la
gente pensando que era tonta e inmadura y riéndose a mis espaldas
del espectáculo que les había dado ayer.
Pero eso no fue lo que encontré.
La gente empezó a venir para ver cómo me encontraba. Estaban
preocupados por mí. Preocupados... por mí. Rachel me encontró y me
llevó con ella, envolviendo los brazos a mí alrededor. Se echó hacia
atrás y me miró.
—Estás mejor hoy —observó.
—Sí, mucho mejor.
—Bueno. No te preocupes por nada. Peter y Caleb no dejaran
que nadie se meta contigo. ¿Está bien, querida? —Asentí—. Será mejor
que vuelva al desayuno
—¿No se supone que voy a ayudar? —pregunté.
—No, cariño. Sólo descansa.
—Pero quiero ayudar. Me siento bien. —Me miró y decidió sobre la
conveniencia de pelear o no conmigo en esto—. Rachel, vamos. No
puedo actuar como si esto me hiriera. Necesito que vean que puedo
manejar las cosas.
Asintió. —Tienes razón —suspiró—. Vamos. —Sin embargo me miró
con una expresión extraña—. Pero deja que yo me ocupe del tocino.
Me reí y la dejé poner su brazo a mí alrededor, mientras íbamos
hacia la cocina. Rodney nos siguió y se paró a mi lado.
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—Querida niña, necesito ayuda con estos huevos —llamo Gran—.
Es hora de que levantes tus perezosos huesos y ve a ellos. Ahora rompe
estos huevos y luego ponles una pizca de pimienta por mí.
—Claro —le dije, totalmente divertida por la forma en que Gran
nunca le dio a mi estatus de Visionario un segundo pensamiento. Decía
lo que pensaba y nada cambiaba ese hecho.
—¿Puedo ayudar? —preguntó Rodney.
Asentí. Rompí huevos, y él batió y espolvoreó pimienta hasta que
terminamos. Entonces cogí una taza de café y me encaminé hacia el
comedor. Tomé una respiración profunda y me volví hacia la
habitación. La esposa de Paulo fue la primera en acercarse. Todo el
mundo trataba de actuar como si estuvieran comiendo y no
mirándome.
Les aseguré que estaba bien y gracias a Caleb, estaba cien por
ciento a la par. Rodney tenía su propia taza, pero sólo caminaba con
ella. Empecé haciendo las rondas con la bebida caliente. Todo el
mundo estaba muy preocupado y ni una persona pensaba otra cosa
sino simpatía e ira hacia la persona que me hizo esto. Y,
sorprendentemente, la mayoría de ellos coincidieron en que Marla era
la culpable, pero nadie quería apuntar el dedo en esa dirección, por
temor a Donald.
Y aún más sorprendente fue lo mucho que aprendí esa mañana.
Donald era al que todo el mundo le tenía miedo. Pensé que Sikes había
sido una especie de genio malvado, pero eso había sido un juego de
niños. Donald tiraba de los hilos de todos. A pesar de que Marla era la
que me había herido, todo el mundo suponía que era Donald, de
alguna manera a hurtadillas donde no fuera conectado, quien la había
puesto a eso.
En mi opinión, su pequeño plan fracasó. En lugar de que todo el
mundo pensara que era una borracha furiosa, se sentían mal por mí.
Hablé con casi cada miembro del Consejo Virtuoso esa mañana. Traté
de llevar la conversación a temas neutros y terminé hablando de dónde
eran, a qué escuela fueron o, que empresa su familia operaba.
Para el momento en que había terminado y me dirigí de nuevo a
los Jacobson, era casi hora de almuerzo y se preparaban para otra
ronda de servir. Me senté con Rodney durante un segundo para
recobrar el aliento y beber un vaso de té dulce.
—Hola —le dije y me di cuenta de que Caleb nunca había
bajado.
Caleb... Caleb, ¿dónde estás?
No respondió, y al instante me entró el pánico. Había dicho que
se iba a cambiar y luego a llamar a su tío.
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—¿Qué te pasa? —preguntó Rodney a mi lado mientras deslizaba
su plato.
—¿Dónde está Caleb? —me dije a mí misma más que a él.
—Oh, vino a mi habitación esta mañana. Dijo que iba a
escaparse para ir a esta tienda de motocicletas italiana.
—¿Qué? —dije con incredulidad. No me habría dejado así, sin
decir una palabra, mientras mi padre estaba posiblemente muerto y el
día después de que casi me muero de intoxicación alcohólica por mi
enemigo.
—Sí. A mí me pareció que era un poco extraño, quiero decir con
todo lo que pasó anoche, pero me dijo que estabas bien y que sólo
sería un momento. Dijo que te vigilara hasta que regresara.
Realmente no sabía qué decir a eso. Así que me levanté y fui de
vuelta a la cocina. Me siguió y me preguntó si estaba bien. Le dije que
sí, pero definitivamente me sentía confundida. Decidí sólo picar algo, así
que le pregunté a Gran que había que hacer. Dijo que haríamos una
especie de ensalada griega y que podía manejar las aceitunas. Traté
de no estar insultada de que el único trabajo que me daba era abrir
tarros de aceitunas. Supongo que no era un secreto que era un desastre
en la cocina.
—Entonces —pregunté a Jen—, ¿viste a Caleb esta mañana?
—Sí —respondió—. Se acercó y me pidió que mantenga un ojo en
ti.
¿Qué? ¿Qué hacía?
—Está bien —saqué con sarcasmo.
—Dijo que tenía que hacer una diligencia —dijo, y se encogió de
hombros mientras cortaba tomates.
Hacer una diligencia... Bien, tenía que retroceder un poco. Estaba
a punto de convertirme seriamente en una chica pegajosa. Tomé una
respiración profunda. Podía ir a una maldita tienda de motocicleta si
quería, ¿no? Era un hombre con su propio dinero y yo estaba aquí con
su familia y un montón de protección. Estaba totalmente bien.
Al menos eso fue lo que traté de decirme a mí misma. Así que me
mantuve ocupada y ayudé con todo lo que me dejaron ayudar. Luego
servimos el almuerzo, con Rodney como mi sombra, y, finalmente, era
hora para el evento de la tarde.
Hoy era un partido de fútbol sala. Los chicos jugaban primero, así
que me senté a un lado con Jen y miré... y puse un poco de mala cara.
La música empezó a tocar desde los altavoces generales. “King of Pain”
de The Police de todas las cosas. Rodney quería jugar, podía verlo.
—Anda —le dije—. Me sentaré aquí y no voy a mover un músculo.
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—¿Estás segura? —dijo emocionado.
—Por supuesto. Ve.
—Está bien. —Empezó a ir y luego dijo—: Voy a buscar a alguien
para que venga y se siente contigo.
—No tienes que… —comencé, pero ya se había ido.
Unos minutos más tarde, un chico con el que había hablado
brevemente antes, se acercó a nosotros. Era el mismo hombre que
había hecho la carrera de tres patas con Jen. Era alto y delgado, pero
muy guapo con pelo rubio. Tenía una sonrisa tímida mientras se
inclinaba ligeramente hacia mí.
—Vidente —dijo, y luego se volvió hacia Jen y fue una historia
completamente diferente—. Jenna —prácticamente tarareó.
Mis labios se fruncieron mientras la observaba.
Oh, genial.
—Hola, Jonathan. ¿Cómo estás? —dijo cortésmente.
—Estoy muy bien —dijo, y le sonrió—. Antes no tuvimos mucha
oportunidad de hablar. ¿Cómo están todos?
—Bien —respondió ella—. ¿Cómo va la escuela?
—Finalmente conseguí mi título de abogado —dijo, y negó con la
cabeza—. He estado trabajando duro para comprar mi primera casa.
—Eso es lindo —dijo ella y se sonrojó ante la mención de su casa.
Las casas eran una gran cosa para su raza. Las casas eran sus
anillos de compromiso y que él considerara tener su propio lugar,
significaba que había renunciado a la espera de su pareja. Jen
comprendió las implicaciones.
Jonathan, sin embargo, sólo se centró en una cosa y su monólogo
interior y exterior era todo lo que yo podía oír.
Guau, se ve tan bien.
—María ha resultado ser una pequeña belleza, ¿eh? —dijo
nervioso.
Ah, tan idiota. Ella no quiere tener nada que ver contigo, hombre.
—Sí —dijo Jen y colocó su cabello detrás de la oreja—. Es un lío.
Ah, me encanta cuando hace eso.
—Lo apuesto. Um... ¿quieres un trago? ¿Te puedo conseguir un
vaso de té o algo?
Jen se detuvo, sus pensamientos salvajes.
¿Por qué no? No es como si dolerá ni nada. Tal vez alejará a Bish
de mi mente si nada más.
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—Claro, me encantaría.
Él sonrió de alegría. —Muy bien. Ahora vuelvo. —Prácticamente
corrió a cumplir sus órdenes.
Me paré riéndome y Jen codeó mi brazo mientras nos
apoyábamos en la parte superior de la mesa juntas. —Cállate —dijo a
través de una triste risa.
Él regresó con dos vasos y dulcemente me dio uno a mí también.
Le di las gracias y empecé a darles un poco de espacio. Jen se dio
cuenta y atrapó mi manga.
No te atrevas a dejarme con él.
Me mordí el labio para detener la sonrisa. Vimos el partido en el
que Jonathan no tenía interés mientras se inclinaba junto a Jen. Pasó la
hora entera tratando de llegar a puntos de interés únicamente para
hablar con ella.
Había estado enamorado de ella desde que era pequeño. Tenían
la misma edad y crecieron juntos. Una vez que llegaron a la edad
adolescente, y Jen se desarrolló muy bien, él se enganchó. Nunca
rompió ninguna regla de citas, pero lo haría si ella se lo pedía.
Cuando fue el turno de jugar de las chicas, me entusiasmé. Hoy
tenía una ira y una frustración que necesitaban ser resueltas. Jen no
quería jugar, pero quería deshacerse de Jonathan por lo que estaba en
mi equipo, junto con Marla.
Me parecía raro jugar en nuestras ropas normales, a pesar de que
todas jugamos descalzas. Yo estaba en un vestido por amor de Dios,
pero a nadie más le parecía extraño. Ataron estas fajas amarillas en
nosotros y azul en el equipo contrario.
Tomamos nuestro lado y nos preparamos. Había que jugar con las
manos detrás de la espalda en todo momento en sus reglas, así que
enlacé los dedos detrás de mi espalda y traté de no rodar los ojos por
las elecciones de música. Hasta ahora habíamos oído de “The Way You
Make Me Feel” de Michael Jackson, “Sunday Bloody Sunday” de U2 y
“Free Fallin” de Tom Petty. Estas personas estaban gravemente
atascadas en los años noventa, en serio.
Sonó el silbato —¿Qué pasaba con el silbato?— y comenzamos.
Cerré mi mente. No quería ser una tramposa, leyendo sus próximos
movimientos directamente de sus cabezas. Iba detrás de la pelota y fui
golpeada por mi lado izquierdo. Caí sobre mis rodillas y levanté la
mirada para ver lo que había sucedido. Marla rebotó feliz y me devolvió
la mirada.
—Ups —articuló y se rió.
Oh, era ahora. Me levanté y fui tras ella.
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—Estamos en el mismo equipo, sabes —dije en voz alta mientras
finalmente recuperaba el balón y lo pateaba a Jen.
—¿Ah sí? —dijo sarcásticamente—. Pensé que éramos enemigas
mortales.
—Cómo quieras —le dije, y choqué su hombro con el mío mientras
me deslizaba entre ella y alguien del otro equipo. La oí gruñir y echar
humo detrás de mí, pero no miré hacia atrás. Una muchacha del clan
Petrona tenía la pelota y fue cambiándola de un pie a otro, pero no
moviéndose mucho hacia la meta. Me abalancé desde atrás y se la
robé. Le di una patada fuerte una vez y pasó como un rayo derecho
dentro de la meta. Me preguntaba si alguien había usado su habilidad
para hacerme ganar ese tiro. Parecía muy limpio y cerrado para alguien
que ni siquiera jugaba fútbol.
Escuchamos el silbato y estábamos a punto de ir de nuevo
cuando vi a Caleb por la puerta. Mi respiración se detuvo y me
encontré corriendo hacia él.
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Traducido por aa.tesares
Corregido por Juli
Él me encontró a la mitad del camino cuando desaceleré el paso.
—Oye —dijo rápidamente—, sé que estás confundida, lo puedo sentir,
pero ven conmigo.
—¿Que está pasando? —preguntó Jen detrás de mí y Caleb
sacudió la cabeza.
—Vamos —nos dijo y apretó mi mano con fuerza. Soplé un aliento
tranquilizador ante el contacto, pero me pregunté que escondía de mí
ya que todavía tenía la mente cerrada.
—Esto es lo que estoy escondiendo —dijo, y tiró la puerta de mi
dormitorio hasta abrirla sólo para arrástranos a Jen y a mí rápidamente
a dentro y cerrar la puerta.
—¿Qué…? —Me interrumpí a mí misma cuando vi el secreto de
Caleb—. ¿Papá?
—Hola —dijo, y parecía contento de verme feliz de verlo.
—Por supuesto que estoy feliz de verte —le dije y lo abracé con
fuerza alrededor de su torso, aunque no podía leer sus pensamientos—.
Me preocupé tanto.
—Ah, estoy bien. Ken apareció y nos montamos en el primer
avión. Caleb nos recibió en el aeropuerto. —Me inclinó hacia atrás para
verme a la cara—. Estoy bien ahora, no llores —dijo dulcemente.
—No lo hago —mentí e inhalé—. Me alegro de verte. Te extrañé
mucho, papá.
—Yo te extrañé mucho, mi niña. —Me abrazó fuerte esta vez y abrí
los ojos para ver a Bish detrás de él. Me sonrió, pero también hojeó
nerviosamente a Jen.
Solté a mi padre y fui a Bish, sólo para ser levantada en un enorme
abrazo de oso. —Estás recolectando enemigos de izquierda a derecha,
¿no es así?
—Parece que sí. —Me atraganté con un sollozo—. Lo siento
mucho.
—¿Por qué? Tú no lo hiciste —razonó mientras ponía mis pies en el
suelo.
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—Pero fueron detrás de ti para llegar a mí.
—Y si yo hubiera estado en casa cuando dejaron su regalito,
estaríamos teniendo una conversación muy diferente. ¿Y qué? Sólo
pensaron que podrían confundirte, pero no pueden, porque no eres
débil como piensan.
Torcí mi boca hacia un lado, porque no quería estar en
desacuerdo, estaba muy feliz de tenerlos aquí, vivos y bien. No pude oír
los pensamientos de Jen y Bish, pero supuse que necesitaban algún tipo
de saludo. Ambos se miraron con tristeza y sorprendente descaro.
Retrocedí un poco, pero Bish no liberó mi brazo.
—Hola —dijo él, su voz no tenía su rudeza habitual. Parecía más
ligero y más brillante ahora que la veía. Pero había una tensión en su
cuello, una opresión sobre él.
—Hola. —Ella se lamió el labio inferior—. Estoy… realmente muy
contenta de que estás bien. Y usted también, Sr. Masters.
—Yo también —bromeó papá.
Bish me miró antes de mirarla de nuevo. —Te ves muy bien.
Ella se sonrojó y se hizo aún más bonita. —Gracias. Hemos estado
uh, jugando al fútbol. —Se frotó el pelo conscientemente—.
Probablemente soy un desastre.
—No —dijo Bish y sonó como un suspiro.
—Bueno —le dije para frustrar la incomodidad—. No tengo ni idea
de qué hacer con ustedes, pero estoy tan contenta de que estén aquí.
Sé que el Consejo no estará feliz.
Papá habló primero. —Caleb nos contó acerca de todo en el
camino. Va a tratar de explicarles la situación. Vamos a estar bien, no te
preocupes por nosotros. Me sentaré cerca a esta habitación todo el
tiempo si tengo que hacerlo, pero Caleb parecía muy preocupado por
volver contigo con rapidez. ¿Estás bien?
Caleb. En mi prisa por saludar a mi padre y asegurarme de que
estaban bien, me había olvidado de Caleb. Me volví para encontrarlo
apoyando su espalda contra la puerta, sólo mirándonos y esperando.
Sonrió cuando mis ojos se encontraron con los suyos. Hice un camino
rápido hacia él y le tomé la mano. Lo arrastré conmigo al baño y cerré
la puerta. Lo empujé contra ella mientras devoraba su boca con
gratitud y amor. No podía decir lo que pensaba en el cuarto
encantado, pero me besó y me abrazó con tanta fuerza alrededor de
mi cintura que la respiración no era viable, así que me sentía feliz por el
momento.
Cuando se cambió de lugar conmigo y me apretó contra la
puerta en su lugar, me sentí aún más feliz. Su mano me apretó la
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espalda y su otra mano se apoyó en la puerta para apoyarse a sí
mismo. Se apartó un poco, dejando su frente contra la mía.
—No me quejo, ni siquiera un poco, ¿pero por qué fue eso?
—Por todo —le contesté—. Te encargaste de todo ayer para
asegurarte de que mi papá llegara de forma segura, me sostuviste
durante toda la noche mientras me sanabas, y luego le mentiste a
Rodney sobre ir a una tienda de motocicletas para poder recoger
personalmente a mi papá por mí.
Sonrió. —Tenía que asegurarme de que llegara bien. Sabía cuánto
significa para ti, así que lo hice yo mismo.
—Lo sé. Ese es el porqué del beso. Porque me amas tanto qué
harías cualquier cosa por mí. —Toqué su mejilla, riéndome del
desorden—. Nunca he estado tan agradecida de algo en mi vida como
lo estoy por ti.
Sonrió, mostrando los dientes y todas sus emociones. Me besó la
palma de la mano, manteniendo sus labios allí para dar énfasis. —Te
amo —susurró.
—Te amo. —Lamí mis labios—. ¿Puedo preguntarte una cosa?
—Dispara.
—¿Por qué no me dijiste a dónde ibas? ¿Por qué le mentiste a
Rodney?
—Porque si se enteraban que yo traería humanos aquí, habrían
bloqueado el palacio, y eso no habría sido bueno para nadie.
—Oh —suspiré y mantuve los ojos cerrados ante la idea de estar
atrapada aquí sin él—. Esa es una buena razón, supongo.
—Lo siento. Sé que probablemente pensaste que era un idiota por
dejarte…
—Acabas de hacer la cosa más dulce que jamás han hecho por
mí. No sólo te arriesgaste a problemas, sino que ya estás en la cuerda
floja con el Consejo. No importa lo que haya pensado, no lo sientas. —
Lo abracé alrededor de su cuello—. Estás acumulando tantos puntos en
estos momentos.
Se rió y me apretó con afecto. —Eso es lo que buscaba.
Negué con la cabeza hacia él, me besó una vez más antes de
abrir la puerta y enfrentar a mi padre. Tenía una mirada irónica en el
rostro. Fue entonces cuando me di cuenta de lo bien que se veía. Había
estado cuidando mejor de sí mismo, podría decir.
—Muy bien, primero lo primero —dijo Caleb, serio—. Tengo que
encontrar a mi padre y traerlo a toda velocidad. Lo siento —le dijo a
papá y Bish—, pero tendrán que estar tranquilos hasta que resuelva
esto.
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—¿Nos trajiste de una zona de peligro directo a otra? —se quejó
Bish.
—Bish —le regañé—, acaba de escaparse para ir a buscarte. Sé
amable.
—Muy bien —sentenció con el ceño fruncido.
—Maggie y yo vamos a ir a aclarar todo —dijo Caleb y tomó mi
mano. Sabía lo que eso significaba, me venía con él y no iba a dejarme
ir.
—Voy a... quedarme —ofreció a regañadientes Jen—, con Jim y
Bish, hasta que ustedes regresen. Dile a María que se quede con mamá
—le dijo a Caleb. Él asintió y empezamos a salir. Abrimos la puerta y nos
encontramos con Jonathan. Él había estado esperando en la sala por
Jen.
—¿Jonathan? —dijo ella y la cara de Bish pasó de pasivo a
cabreado.
—¿Quién es este? —preguntó Bish, sin ni siquiera importarle que
parecía irracional, más el hecho de que él no debía siquiera estar aquí.
—Jonathan —dijo Jonathan y se cruzó de brazos, arqueando una
ceja con curiosidad—. ¿Y quién eres tú?
—Bish, el hermano de Maggie. —Bish también se cruzó de brazos.
—Odio preguntar, pero ¿qué está pasando? —dijo Jonathan.
—Este es mi padre y mi hermano. Estaban en peligro por lo que los
traje aquí —le contesté. Se inclinó y sacudió la cabeza.
—No me corresponde a mí cuestionar a la Vidente. —Se enderezó
y miró a Jen—. Siempre un placer. Espero verte esta noche, ¿Jenna?
Ella asintió y trató de espantarlo cortésmente, pero el gruñido de
Bish nos detuvo a todos. Nos miró y luego entró en el baño y lanzó la
puerta. Me mordí el labio. Me podía imaginar lo que pensaba, pobre.
—Voy a irme —dijo Jonathan torpemente mientras Jen trataba de
cerrar la puerta, pero ya era demasiado tarde.
—¿Qué es esto? —resonó Donald y abrió la puerta—. ¿Humanos?
¿En el palacio? —Me miró en acusación—. Lo has hecho tú —dijo, y se
rió—. Acabas de terminar tu pequeña farsa. Nuestra gente no va a
apoyar esto.
Se dio la vuelta y se dirigió fuera, a chismearle al Consejo estaba
segura. ¡Demonios!
Cerré la puerta y me apoyé. —Simplemente no podemos tener un
descanso, ni siquiera por un día. ¿Qué diablos?
—¡Maggie! —me regañó papá por mi lenguaje.
—Lo siento, papá, pero ¿qué diablos? —dije más fuerte.
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Puso los ojos en blanco y se sentó en el sofá como si estuviera
agotado.
—Bien, bueno... ahí se fue ese plan —le dije, frotándome los ojos
con irritación—. A la mierda. —Miré a Caleb—. Vamos a salir, todos
juntos.
—Maggie —dijo papá cuidadosamente—, no estoy seguro de
que ahora es el mejor momento para lanzar un Ave María.
—No, está bien —respondió Caleb—, vamos. Vamos a ir como si
nunca hubiéramos planeado mantenerlos ocultos, que Donald sólo nos
ganó de mano.
Asentí, pero papá se levantó. —Espera. ¿Están actuando como si
fueran a lanzarlos en el calabozo o algo así? —Eso no estaba muy lejos.
Caleb y yo compartimos una mirada—. ¿Así que no debería haber
venido? ¿Eso es lo que estás diciendo? Pensé que se trataba de tu
clase, tu gente. ¿Por qué estás tan asustada de ellos?
—Tienen reglas —explicó Caleb y se mordió el labio por un
segundo—. Ningún ser humano ha puesto un pie en el palacio antes.
Acabo de romper una ley de siglos de antigüedad.
—Pero Maggie es un humano —argumentó.
—No, señor, no lo es —sentenció Caleb en voz baja. Los ojos de mi
padre crecieron con cansancio.
—Papá, estás tratando con un... casi gobierno. Tienes que
pensarlo así. El original Consejo hizo todas estas leyes y estas personas las
han seguido durante un tiempo muy largo. No son personas malas, pero
han sido un poco mal aconsejados y el cambio después de tanto
tiempo no es fácil de tragar. Ni siquiera hemos comenzado realmente a
romper nada de eso. No los juzgues todavía, ¿de acuerdo?
Levantó las manos y negó con la cabeza. Él no era feliz, pero
sentía que no había nada que pudiera decir. Eso tendría que hacer. Bish
salió del baño. —¿Estamos realmente atrapados en este cuarto?
—No —respondí—. Pero tienes que estar en silencio durante un
rato. Cuando lleguemos allí, no puedes escupir tu sarcasmo y ser... tú
mismo.
—Oh, vamos —se quejó.
—Lo digo en serio, Bish. No me puedes defender. Ese es el trabajo
de Caleb y sabe lo mucho que puede decir. Sólo te verán como una
falta de respeto. Por favor, Bish.
—Bien —refunfuñó—. No quieres mi ayuda, está bien.
Caleb abrió la puerta. —Bueno, vamos a ir antes de que Donald
envíe los guardias aquí abajo. —Me tomó la mano y nos condujo por el
pasillo.
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—¿Los guardias? —Oí a mi padre murmurar detrás de nosotros.
Miré hacia atrás para ver que papá se encontraba entre Jen y Bish.
Tomé una respiración profunda cuando entramos en la habitación.
Donald causaba un alboroto con los miembros del Consejo en un rincón
mientras todos los demás se preguntaban qué pasaba.
Todo el mundo se detuvo y se quedó sin aliento. Nadie movió un
músculo, sólo nos miraban cuando entramos y nos dirigimos hacia el
centro. Decidí que era hora de que me vean como la Vidente, de
verdad. Agarré la mano de Caleb más fuerte, cerré los ojos, y comencé
a mostrar todo. Vi las cintas de energía en el aire y supe que las visiones
se mostraban por encima de mí para que todos las vieran.
Les mostré cómo Caleb y yo nos conocimos, qué dulce y amorosa
fue su familia conmigo, como yo era tan humana y estaba asustada en
el principio. Cómo Marcus se había metido en mis sueños y entonces me
secuestró de la playa. Les mostré todas las cosas que los Watson me
hicieron en el complejo y en el pozo, entonces mi rescate. Nos mostré
en California cuando Marcus cortó mi cabello, cuando los Watson le
metieron miedo a las personas tratando de robar mi sangre por ellos. Les
mostré a Marla venir al club y verles en el callejón y luego lo que pasó
cuando nos fuimos a casa de Caleb y se encontró con los chicos de las
motocicletas. Entonces Caleb recibiendo un disparo antes de tener
oportunidad de defendernos, y nosotros matándolos. Entonces Sikes y
los Watsons reteniendo a todos en donde el tío Ken y asustando a la
pequeña María con el fuego. Entonces, uno de los Watson
apuñaleando a Sikes y matándolo antes de pedir clemencia. Nuestro
vuelo de aquí, lo que me dijo Marla en la entrada cuando llegamos, lo
que el Consejo me dijo cuando traté de impedir que pusieran en una
celda a Caleb, qué pasó con mi padre con la nota y el gas. Y por
último, lo que Caleb había pasado para asegurarse de que mi papá y
Bish llegaran aquí con seguridad. Entonces estábamos de regreso en el
presente y todo el mundo se levantó, catatónicos y aturdidos.
Me adelanté un poco, pero me detuve. Me di cuenta de que
había dejado fuera la parte sobre mí siendo la Vidente. Traté de
mostrarles un par de veces, pero siempre hubo algo que me detuvo.
Ahora era demasiado tarde, tenía que terminar esto. —Ahora pueden
ver por qué tenía que traerlos aquí. Mi padre y mi hermano no tienen
nada que ver con esto, pero los Watson se niegan a dejarlos ser. Los
dejé atrás en Tennessee, pero no los dejan en paz. Lo siento, no estoy
tratando de pisotear sus leyes y tradiciones, pero no sabía qué más
hacer.
—¿Él sabe de nosotros? —Una mujer dio un paso adelante—.
¿Sabe de nuestra especie?
—Yo le dije —dijo Peter en voz alta mientras él y Rachel se movían
para estar a nuestro lado—. Con la situación única, pensé que era lo
mejor. Las imprimaciones habían estado inactivas durante mucho
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tiempo, y para que Caleb se imprimara con un ser humano tenía que
significar algo.
—¿Cómo pudieron los Watsons hacer esto? —gritó alguien—.
¿Cómo pudieron hacer esto?
—Ella no era la Vidente entonces —razonó otra persona.
—Sí, lo era. ¿No lo ves?
Todos comenzaron a gritar a la vez, y aunque sonaba como si
estuvieran enojados con nosotros, no era así. Estaban consternados por
los Watson. Vi a Marla tragar saliva, cuando su plan se derrumbó. Miró a
Donald, quien la miró y entornó los ojos.
Corrió hacia adelante, empujando a la gente para estar cerca de
nosotros. —Eso fue todo Sikes —gritó ella—. Si te vi, traté de ayudarlos en
el callejón aquella noche.
—Pero dijiste que estaba en tu camino —dijo alguien. Se acercó
un poco y vi que se trataba de Jonathan—. Dijiste que planeabas alzar
a tu familia de vuelta al poder.
—Yo estaba molesta, ¿de acuerdo? Eso no quería decir que tenía
intención de hacerle daño. ¡No hemos hecho otra cosa que ser
agradables y tranquilos desde que llegamos aquí! —chilló.
—¡Fuiste tú quien la envenenó! —dijo la esposa de Paulo y agarró
su pecho con horror—. Trataste de matar a nuestra Vidente, aquí
delante de todos nosotros.
—¡No, no lo hice! —Miró de nuevo a Donald—. ¡Donald, ayuda!
Su rostro adquirió una expresión diferente mientras lo miraba. Se
pellizcó la barbilla y miró alrededor de la habitación cuando sobrevino
el caos. Todo el mundo gritaba de ida y vuelta y aunque Marla estaba
gritando, no podía oírse por encima de los demás.
Donald asintió a Gaston que dio un paso adelante y un trueno
resonó en la sala. Por lo tanto, esa era su capacidad. Marla tenía razón,
su poder apestaba. ¿Qué podrías hacer con truenos?
—¡Muy bien! —resonó Donald y levantó las manos—. Está bien.
Ahora, sé que lo que Marla hizo no estuvo bien, pero no hay leyes que
fueron rotas…
—¿No hay leyes que fueron rotas? ¿Y este hombre fue castigado
por matar al Campeón de su clan? —La mujer señaló al hombre que
había apuñalado a Sikes.
—Bueno, me he hecho cargo de forma honoraria de los deberes
del Campeón hasta que otro pueda ser nombrado —informó Donald
con un aire de realeza.
—¿Donald —dijo Peter—, rompiendo la reglas tú? El Campeón no
puede ser un miembro del Consejo, ¿recuerdas?
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—Bueno, no hay nadie más —dijo en defensa.
—No importa. La ley es la ley. Hay un montón de hombres
elegibles que pueden tomar tu lugar en el Consejo si deseas renunciar y
asumir el papel del Campeón.
—¡No! ¡Nunca! —gritó Donald, su cara del color de los tomates.
—Entonces debes designar a alguien para que sea el Campeón
de tu clan —le dijo Peter, mirando completamente intrigado hacia el
lugar donde se habían ido las cosas.
—No hay nadie para manejar ese trabajo, tampoco —murmuró
Donald.
—Bueno, me temo que te has descalificado —continuó Peter y
empecé a ver la luz en los ojos de la gente, ya entendían el
significado—. Al romper la ley de mantener un solo oficio a la vez, y
admitirlo delante de otros miembros del Consejo, se te descalifica como
un miembro del Consejo y el clan Watson debe nombrar a un nuevo
miembro para representarlos.
—Ten cuidado, Peter —amenazó el.
Peter se echó a reír. —Tú te hiciste esto a ti mismo. No se puede ser
un hipócrita y un líder. —Donald se lanzó como si fuera a correr por
Peter, pero varios de los otros miembros lo detuvieron mientras Peter
continuaba—: Ahora, tenemos que hacer frente a nombrar a un nuevo
miembro del Consejo antes de pasar con el padre y el hermano de
Maggie.
—Me sugiero como miembro del Consejo —dijo Marla y sonrió,
alisándose el pelo como si eso la redimiera. Le dio una mirada insolente
a Donald mientras él la pasaba caminando majestuosamente.
—Nunca en la vida —se burló Marcus.
Un hombre que puso una mano en el hombro de Marcus, habló
después. Supuse que era su padre. —Nombro a Haddock Watson como
miembro del Consejo. Todos a favor, digan sí.
—Sí —dijeron los Watson detrás de Marla y ella hirvió.
Marcus esperó hasta que todos los demás habían votado y luego
dijo—: Sí.
—¡Marcus, pequeño traidor! —gritó Marla.
—Algunas cosas son más grandes que tú, hermana —gruñó y
cruzó los brazos como un niño hosco.
—Genial —anunció Paulo—. Haddock, pasa al frente.
Un hombre dio un paso adelante de la parte posterior del grupo.
Nunca lo había visto antes y parecía como si fuera muy bueno en
mezclarse. Me miró, incluso mientras él subía las escaleras hasta la mesa
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del Consejo. No podía leer sus pensamientos, por supuesto, pero sus ojos
tenían algo familiar en ellos y me sentí intrigada al instante. Se sentó y
finalmente apartó la mirada de mí. Caleb puso el brazo alrededor de mi
cintura y se inclinó hacia mí. —Aquí vamos —susurró.
—Está bien —comenzó Paulo y le indicó a los otros miembros del
Consejo que se reúnan con él. Gran apretó mi brazo cuando pasó—.
Ahora, Vidente, lo siento, pero una vez más este asunto le concierne,
por lo tanto no tienen derecho a votar. —Asentí con la comprensión y
continuó—: Ahora, sabemos que nunca ha habido seres humanos en el
palacio, ya que es nuestro lugar sagrado para vivir, trabajar y reunirse.
Sin embargo...
—Paulo, no. ¡No tiene importancia! —dijo Donald desde un lado.
—En realidad sí. No podemos elegir qué leyes seguir. —Paulo se
aclaró la garganta—. No hay ninguna ley específica en contra de un ser
humano aquí. Esto es lo que dice la ley. —Se puso un par de gafas de
lectura pequeñas de la mesa y echó un vistazo a las páginas de un libro
grande de cuero rojo que no me había dado cuenta que estaba allí—.
A nadie, ni de nuestro tipo o conocimientos, se le permitirá atravesar la
entrada de nuestro pueblo. Este es un viaje sagrado de orgullo y
reconocimiento de los hábitos y cuidado de nuestra gente. Ahora. —Se
quitó las gafas de lectura—. Con la entrada de nuestro pueblo se refiere
a la escalera de la casa de campo que fue esculpida por las manos de
nuestros antepasados. Una carga que llevaron con orgullo y
reconocimiento del sacrificio por el bien común, para que tengamos un
lugar libre de la persecución y el miedo de ser nosotros mismos. Todos
estábamos aquí y sé que no trajiste a los humanos por la entrada,
Caleb, te habríamos visto. —Caleb asintió y escuché los pensamientos
en su mente. Estas personas y sus tecnicismos.
—No, señor. Los traje por la entrada sur, cerca del invernadero, y
entramos por el techo.
—Entonces no veo ninguna ley rota. Dicho esto, hay una ley en
contra de decirle a los seres humanos lo que somos —dijo, y parecía
que no quería ni decir las palabras.
—Esa fui yo —espeté—. No podía perderlos y yo…
—Maggie —dijo Peter y me miró. Sonrió—. Está bien.
Negué con la cabeza. —Tú no tienes que hacerlo.
—Sí. —Volvió a mirar a Paulo—. Yo fui el que le dijo a Jim acerca
de nuestra especie. Yo fui el que le dijo lo que era y qué le había
sucedido a Maggie.
—Pero yo fui la que le dijo a Bish, mi hermano —insistí,
determinada a que Peter no tomara toda la culpa.
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—Gracias por tu honestidad, Vidente, pero si le habrías dicho a tu
padre tampoco habría problema. —Entrecerré los ojos con confusión
antes de recordar la ley y justo antes de que hablara—: A la Vidente se
le concede el indulto. A Peter, sin embargo, no. —Miró a Peter con
tristeza—. Sabes lo que pasa.
—No —dijo Caleb mientras leía los pensamientos de Paulo a
través de mí. Peter tenía que ceder su puesto como Campeón por el
castigo.
—No, no —le dije, aunque no sirvió de nada. Peter ya había
reconocido la ley y se bajó en una rodilla.
—Renuncio como Campeón de los Jacobson, y como castigo, sé
que no estoy autorizado a nombrar a mi sucesor.
—Jacobsons —dijo Paulo voz alta—. ¿A quién van a designar
como su nuevo líder?
Todo está cayendo en su lugar, Maggie. Lo estás haciendo muy
bien.
Contuve la respiración y traté de bloquear la voz, entonces
escuché los pensamientos resonantes que nos rodeaban. Caleb se puso
rígido justo antes de que Gran gritara con claridad y con tanta
convicción como yo nunca le había oído—: Caleb.
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Traducido por Leii123
Corregido por Suelick*
—¡Caleb! —gritó Rodney.
—Caleb —siguió Jen junto con el tío Ken y todos los demás. Caleb
estaba horrorizado. ¿Cómo iba a tomar algo de su padre así? ¿Cómo
podía simplemente aceptar algo que a su padre le gustaba y de lo cual
se sentía orgulloso?
—Caleb —dijo Peter, pero él no votaba, llamaba a su hijo. Caleb
miró obediente a Peter—. Está bien hijo.
—¿Cómo puede estar bien?
—Todo sucede por una razón. Iba a ser así, este día, este motivo,
esta causa.
—No puedo, papá.
—Sí puedes —le dijo Peter más fuerte—. Caleb, ¿realmente
pensaste que te ibas a imprimar con la Vidente de nuestro pueblo y que
te quedarías al margen de todo?
—No... no, no pensé eso, sólo...
—Todavía estoy aquí. Todavía estamos aquí como una familia.
Ahora tienes la última palabra —dijo Peter y sonrió—. Es lo que siempre
quisiste cuando eras pequeño de todos modos.
Caleb no se rió de la broma y me mordí el labio mientras
escuchaba la diatriba interna de Caleb consigo mismo. Tenía que hacer
algo, así que froté mi mano contra su espalda. Me miró de forma
instantánea.
¿Esto es real? ¿Estamos durmiendo en algún lugar y todavía no lo
he descubierto?
Negué con la cabeza. Tu familia cree en ti, al igual que yo lo
hago. ¿A quién crees que habrían escogido si hubieran esperado hasta
más tarde para elegir? Siempre supe que un día ibas a ser tú.
Sonrió con una sonrisa torcida. ¿En serio? ¿O simplemente estás
diciendo esto ahora?
En serio. Tú me diste un empujón cuando luché por ser Vidente,
ahora yo te estoy dando un empujón a ti. Hazlo, cariño. Tu papá tiene
razón, estás hecho para esto.
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Vas a hacer que te bese delante de toda esta gente.
Me reí en silencio. Él se volvió hacia el Consejo. Mis ojos se
dispararon alrededor nerviosamente cuando me di cuenta de que
Caleb no estaba avergonzado de aquella conversación con su padre
delante de toda esa gente. No ocultaban nada a nadie, eran como
una gran familia. Con altibajos y todo.
—Acepto —dijo la voz de Caleb al Consejo en un profundo
estruendo que significaba que hablaba en serio y lleno de todo tipo de
emociones.
—Dale el objeto, Peter —le dijo Paulo y esperó.
Peter caminó del asimiento de Rachel hasta donde estaba Caleb.
Hubo algún límite del que me di cuenta y di un paso atrás para darles
un minuto y cerré mi mente.
Peter puso su mano sobre el hombro de Caleb y le dijo algo en
voz baja. Caleb asintió y le extendió la palma de su mano. Peter le puso
algo pequeño, pero significativo al parecer en la palma extendida de
Caleb. Pude ver la emoción inundarlo y lo metió en su bolsillo sin decir
una palabra.
—Ya está hecho —anunció Paulo—. Los deberes de los Jacobson
ahora descansan en tus manos, Caleb. —Caleb asintió una vez y luego
se sobresaltó un poco cuando su familia comenzó a aplaudir. Los miró y
sonrió tímidamente antes de hacerme señas hacia él con los dedos
extendidos.
—Ahora —comenzó Paulo otra vez y me pregunté si ahora él era
el portavoz designado—. Hay que abordar la cuestión de qué hacer
con el padre y el hermano de la Vidente.
Apreté la mano de Caleb y empecé a hablar, aunque no estaba
segura de qué decir, cuando papá habló detrás de mí.
—Me he sentado aquí en silencio todo el tiempo. —Todo el
mundo lo miró con interés—. He visto las cosas horribles que algunos de
ustedes le han hecho a mi hija. —Aspiré el aire a través de mis dientes.
Había olvidado que cuando les mostré todo lo que me había pasado,
mi padre se encontraba en la habitación. Lo había visto todo también—
. Ella me dijo algo, pero algo de lo que yo no sabía nada y estoy furioso.
No entiendo cómo todos ustedes pueden sentarse aquí y seguir y seguir
hablando sobre sus leyes, normas y reglamentos cuando lo único que yo
quiero hacer es golpear a ese muchacho de pelo oscuro en la cara por
lo que le hizo a mi niña. —Marcus nos observaba sin una pizca de
humor—. Ahora, sé que estoy mirando esto desde el punto de vista
humano, así que voy a tratar de bajar el tono. Pero creo que es un poco
tonto para ustedes estar tan preocupados por mí y mi hijo. Todos tienen
habilidades y capacidades que yo nunca voy a tener. ¿Y tienen miedo
de mí? ¿En serio?
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Paulo se aclaró la garganta y comenzó a hablar, pero se detuvo.
Lo intentó de nuevo, pero se detuvo. Finalmente encontró su voz.
—¿Prometes cumplir las reglas, siempre y cuando estés en nuestro
palacio y no causar ningún problema?
—Sí —contestó mi padre aunque en su mente dijo que esto
parecía un jardín de niños.
—¿Prometes nunca decir una palabra de nuestra especie a otro
ser humano?
—Por supuesto. No me creerían de todos modos.
Paulo asintió. —¿Y tú? —Miró a Bish—. ¿Lo mismo?
—Síp —fue la respuesta recortada de Bish.
Miró a los otros miembros del Consejo y asintieron
—Entonces digo que todo está arreglado. Se levanta la sesión.
Cerró el libro grande, de cuero rojo con un ruido fuerte que me
recordó a un martillo e hizo su camino hacia abajo de la mesa.
—¿Eso es todo? —dijo papá—. ¿Hacen tanto alboroto y después
acaban así como así?
—Papá —le repliqué incrédula—, toma una victoria de dónde
venga, ¿está bien?
—Lo que sea, sólo decía. —Metió las manos es sus bolsillos. Se veía
muy incómodo—. ¿Qué diablos se supone que debo hacer aquí
mientras ustedes gobiernan el mundo, eh? —Frunció el ceño—. Siento
como si me hubiera caído en una boda.
Me reí y le sugerí—: Puedes estar feliz de que estás vivo.
—Está bien —dijo y se suavizó un poco—. Está bien, tienes razón.
La música comenzó a sonar detrás de nosotros. Miré a ver a la
banda invisible que se había puesto en marcha. Los ojos de papá
miraban, como los instrumentos se movían, con miedo y fascinación. La
gente empezó a bailar y a aliviar la tensión en la sala. Era una danza
folclórica donde se baila con un grupo en un círculo.
Parecía bastante fácil de seguir. Todo el mundo siguió a la
persona a su lado.
—¿Quieres bailar, Jenna?
Apreté mis ojos antes de dar la vuelta para asegurarme de que
Jonathan seguía vivo. Y así era, su mano estaba abierta dispuesta a
esperar a que Jen aceptara su invitación. Bish miró hacia otro lado y
puso sus manos sobre su cabeza. Me dolía el corazón por él. Tenía que
encontrar la manera de detener esta cosa entre ellos o hacerles ver que
no valía la pena vivir en la preocupación. Me dejaría la piel para
intentar detener esa visión.
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—Vamos, Bish —le dije y agarré su brazo, mis dedos ni siquiera
abarcaban todo su brazo—. ¿Bailas conmigo?
—Me siento mal —dijo en un gemido de agonía. Vi como Jen
mandó una expresión culpable a la espalda de Bish antes de tomar el
brazo de Jonathan y dejar que la llevara. Cuando ella lo tocó, él esperó
a que ocurriera la imprimación y se sintió decepcionado. Él creyó sentir
una verdadera conexión con ella, pero no era nada comparado con
Bish y Jen. Me volví hacia Bish mientras hablaba—: Me sentí muy bien de
volver a verla, como si mi cuerpo estuviera entero... o algo así. Pero
ahora... acaba de dañarlo.
—Lo sé, y lo siento. Me gustaría que hubiera algo que pudiera
hacer —le dije y me dio una mirada extraña.
—Tú sabes algo. ¿Qué sabes?
Bish estaba extrañamente abierto y crudo. Nunca fue así y odiaba
negarle algo cuando se veía tan ansioso.
—Creo que los dos están en retirada... el uno para el otro. La
imprimación que ocurrió cuando se tocaron quiere que estén juntos. No
has podido dejar de pensar en ella, ¿verdad? Pero es diferente. Es
como si no tuvieras control sobre ello.
—Sí —suspiró—. Es como si ella estuviera... en mi cabeza, en mi
piel. No puedo hacer nada sin tenerla allí conmigo. A veces se siente
como si estuviera allí mismo. Y cuando la vi en tu habitación, me tomó
cada onza de control no apretarla contra mí. —Hizo una mueca—. Odio
esto, Maggie.
—No, no lo haces —le dije.
—Sí, lo hago. Y también deseo que a ella le duela mucho, si no
quiere tener nada que ver conmigo y le molesta tanto la idea de estar
conmigo, entonces tal vez debería irme.
—Te quiere, Bish, pero está asustada.
—No era mi intención asustarla —respondió y la miró. Cuando la
vio, miró hacia otro lado como si fuera algo doloroso.
—No, ella tiene miedo de las consecuencias. Piensa en ti todo el
tiempo. Lo sé —le dije y lo miré—. Estoy en su cabeza. Estoy en la
cabeza de todos. A ella también le duele. Su cuerpo también se siente
extraño cuando piensa en ti. Sólo hace lo que cree que es correcto. Y
no lo dice… —Dejé su pensamiento y no di partida a la compasión—. Es
tuya, ¿verdad?
—Gah, sí —se quejó.
—Entonces, lucha por ella. Demuéstrale que vale la pena dar un
paso más.
Suspiró y su mente parecía despejarse. Se enderezó mucho más.
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—Está bien —asintió—. Sé que está preocupada por María.
Porque se quede sola, pero tengo plena confianza en ti. —Me miró y
pasó el brazo por encima de mis hombros mientras caminábamos por el
pasillo—. Has cambiado tanto en tan poco tiempo. Por lo que he visto,
no estoy seguro de que haya muchas cosas que no puedas hacer.
Me mordí el labio con fuerza.
—Gracias. —Vi a Marcus paseando tranquilamente al final del
pasillo y me di cuenta de que un altercado se avecinaba. Marcus no
sería capaz de mantener la boca cerrada—. Y Caleb... —dijo Bish e hizo
un ruido molesto—… dejó que ese tipo se fuera después de toda la
mierda que te hizo.
—Bueno, Caleb trató de estrangularlo cuando llegamos aquí,
pero todo el mundo lo detuvo. Son muy estrictos en las normas, sobre
todo si los demás pueden verte.
—Huh —dijo y sonrió—. Bueno, no hay nadie alrededor en estos
momentos. —Se giró, al mismo tiempo que Marcus comenzaba a decir
algo inteligente, y lo golpeó en la boca. Sacudió el puño mientras yo
me quedaba boquiabierta ante su movimiento instantáneo.
Se encogió de hombros. —¿Qué? Supongo que no he cambiado
mucho en eso.
Me reí en mi puño y acepté su brazo cuando empezamos a
caminar de nuevo por el pasillo. Sin embargo, María corrió a nuestro
encuentro. —¿A dónde... van? —Se detuvo cuando vio a Marcus en el
suelo, inconsciente. Luego sacudió la cabeza y continuó—: ¡Yo quería
bailar contigo!
—¿Conmigo? —le pregunté.
—No, tonta. Contigo —le dijo a Bish y tendió su mano con una
seguridad infantil—. Todos los demás chicos ya están bailando. ¿Por
favor?
Él le dirigió una sonrisa de príncipe azul y se inclinó mientras
tomaba su mano. —Muy bien, vamos a bailar, pero me tienes que
enseñar cómo.
—¡Claro! —Pasaron al lado de Marcus para volver a la sala de
baile. Caminé a su alrededor y lo dejamos “dormir” mientras volvíamos a
entrar. No era una danza íntima, como ya había dicho anteriormente,
era un círculo en el que sólo se tocaba el brazo de la persona que
estaba a tu lado.
Rachel y Peter se encontraban al lado de Gran y Caleb,
obviamente había sido ella quien lo había sacado a bailar, dado su
ceño juguetón. Los observé durante un rato. Bish estaba siendo un chico
realmente dulce, dejando que María le enseñara cómo hacer los
movimientos y riendo con ella. Cogí a Jen mirándolos varias veces con
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una mirada aturdida. Ella no quería pensar en las posibilidades o
consecuencias, por lo que sólo los miró inexpresivamente.
Finalmente, alguien se acercó y me tocó el hombro suavemente.
Me volví para ver al Watson que había sido nombrado nuevo miembro
del Consejo.
—Haddock, ¿verdad? —le pregunté.
—Eso es correcto —dijo con una voz profunda y rica—. Y tú eres
Maggie —dijo a sabiendas.
—Sip. Y gracias por no llamarme Vidente.
Asintió una vez. —¿Quieres dar una vuelta conmigo?
—Claro —le dije.
Decidí que tenía que parecer diplomático, así que lo dejé. No
llevaba guantes, que había notado que la mayoría de los Watson
usaban, y él debía tener la misma sangre que yo, porque estaba
completamente ciega a su mente.
Nos metimos a un círculo. No estaba segura de qué camino
debían seguir mis pasos así que tropecé un poco.
—Sólo sígueme, Maggie —dijo, y sentí una extraña calma, como si
pudiera confiar en que él no me engañaría. Así que dejé que me guiara
y pronto, caminaba con el resto de ellos. Y eso fue muy divertido.
La risa se oía por todas partes y cuando la música por fin se
detuvo, estaba un poco sin aliento. Haddock me sonrió de una manera
extraña, pero no espeluznante.
—Gracias por eso —le dije
—Realmente fue un placer —dijo y se inclinó—. Espero muchos
más en los años, Vidente.
—Claro —le respondí y le sonreí.
Algo me pareció muy extraño en él. Me volví para buscar a Caleb
y casi tropecé con Marla y un hombre. Ella sonreía y parecía muy
orgullosa de sí misma. El hombre, que no era un Watson, pero del cual
no podía escuchar sus pensamientos, sólo me miró.
—¿Qué? —ladré, aunque incluso pretendía ser amable con ella.
—Tengo alguien que quiero que conozcas, pero primero me
gustaría decirte esto en alguna parte privada.
—No voy a ninguna parte contigo —le dije.
—Trae a tu precioso Caleb, no me importa, pero tienes que
escuchar lo que nosotros tenemos que decir. —Agarró el brazo del
anciano, indicando que él era importante.
—Está bien, está bien. Vamos a la azotea.
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—¡Perfecto! —ronroneó y sonrió—. Nos encontraremos allí,
mientras tú traes a tu chico juguete.
Puse los ojos en blanco y fui a buscar a Caleb. Lo encontré con
una chica joven, creo que era una de los miembros del clan de Paulo, y
ella obviamente ya estaba medio enamorada.
Me reí para mis adentros mientras me acercaba a Caleb. —Oye.
—Oye, nena —dijo ásperamente e hizo un ruido con la
garganta—. Esta es, uh...
—Jacquelyn —dijo la joven, dolida de que él hubiera olvidado su
nombre con tanta rapidez.
—Sí, Jacquelyn, lo siento. Es la hija de Paulo. —Ajá—. Jacquelyn,
ella es mi prometida, Maggie, la Vidente.
—Hola —dijo la joven en voz baja—. Le preguntaba a Caleb qué
había cambiado desde la última vez que estuvimos aquí juntos. —Ella le
sonrió y parecía que sus pestañas se batearan solas.
—¿Ah? —le pregunté y sentí que Caleb se tensó a mi lado—.
¿Cuántos años tienes, Jacquelyn?
—Tengo diecinueve años, aunque sé que no lo parece. —Sonrió
de nuevo—. De todos modos, desde la última reunificación, Caleb me
mostró la azotea. Y fue tan… maravilloso estar allí esa noche.
Bien, ahora sí que no me reía por dentro. —¿Ah? —repetí.
Así que le había mostrado a otra chica la azotea. Nuestra azotea
que había sido tan romántica. ¿Y qué? ¿Y qué si yo quería meterle un
cóctel de camarones en la garganta? Me aclaré la garganta para no
decir las palabras en voz alta.
Cariño, no es así. Ella estaba llorando, estaba triste por algo.
Realmente nunca hubiera ido con ella si no fuera porque lloraba. Fue el
año pasado. La llevé a la azotea para que tomara aire. No fuimos al
invernadero. ¿Me oyes? Eso es tuyo y mío.
Sacudí mi cabeza con un “no”. Está bien. No estoy molesta.
Solamente es raro escuchar a otras chicas hablar de ti, eso es todo. Me
froté el pecho. Mi imprimación no está muy feliz contigo llevando a otras
chicas a la azotea.
Te prometo que no fue así.
Ya lo sé. Miré de nuevo a Jacquelyn, que nos miró con disgusto al
darse cuenta de que hablábamos sin que ella estuviera involucrada.
Recordaba la noche en que engañó a Caleb para que la llevara a la
azotea. Había estado llorando de manera falsa en el pasillo y dijo que
necesitaba un poco de aire cuando él se detuvo para preguntarle que
le pasaba. Naturalmente, la llevó al único lugar con aire, la azotea. Ella
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trató de tocarlo varias veces, pero finalmente él salió de allí y la dejó
sola tomando aire.
Ella trataba de darme celos con sus insinuaciones, pero ¿por qué?
—Está bien, fue un placer conocerte —le dije, y tomé la mano de
Caleb—. Marla nos está esperando, quiere que sepamos algo así que es
mejor que nos vayamos.
Ella miró a Caleb con nostalgia. —Sabes que siempre pensé que
tú y yo nos imprimaríamos. Era como... no sé, un sentimiento. Estaba tan
segura de eso. Así que cuando me enteré de ustedes dos, como es
natural, me... molesté.
—Lo siento —le dijo Caleb.
—Tal vez si me hubieras dado una oportunidad en lugar de ser
siempre un niño bueno, podría haber sido… —comenzó.
—No, voy a detenerte ahí —dijo Caleb y me acercó a él. Habló
con suavidad, pero con firmeza—. Todo sucede por una razón. Puede
que no pareciera al principio, pero todo esto tenía que suceder. Lo
siento, espero que encuentres a tu pareja algún día, pero no voy a
escuchar como deseas que desaparezca el hecho de que yo encontré
la mía.
Ella se encogió de hombros y se alejó. Me quedé sin habla acerca
de todo el asunto. Sabía que en algún momento me toparía con alguna
de las chicas que tenían sus ojos puestos en Caleb, especialmente
después de todas esas historias sobre él huyendo de las chicas, pero de
hecho, conocer a una y escuchar lo amargada que se sentía por eso,
fue toda una sorpresa. Uno esperaría a que toda esta gente estuviera
feliz por él.
—Sólo vamos… a olvidar toda esta conversación —sugirió Caleb,
con ojos de cachorro para empezar.
Me reí con tristeza y eché la cabeza hacia atrás.
—Oh, Dios mío, esa es una buena idea. —Miré hacia atrás y solté
un suspiro—. Está bien, vamos. Veamos qué es lo que la bruja quiere.
El aire frío se sintió como un aliento del cielo en mi cara cuando
Caleb abrió la puerta de la azotea. Yo estaba lista para unos minutos de
descanso y normalidad pero parecía que eso tendría que esperar.
—Bien, ¿qué quieres, Marla? —le dije tan pronto como la puerta
se cerró detrás de nosotros.
—Voy a ir directamente a las presentaciones —dijo, y sonrió al
hombre—. Maggie, conoce a tu padre.
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Traducido SOS por Joss
Corregido por NnancyC
—Lo siento, ¿qué? —dije con voz ronca y miré al hombre que
parecía tan ajeno a mí como cualquier extraño.
—Dije que este es tu padre.
—¿Cómo sabes que mi padre no es mi padre y este hombre es en
realidad mi padre? —dije y tenía sentido en mi cabeza, pero sonó raro.
Debió haber entendido la esencia, porque sonrió y continuó.
—Debido a que hemos hecho nuestro trabajo para descubrir
estas cosas. —Comenzó a caminar, sus dedos recorriendo el largo de la
superficie de la pared de piedra corta—. Verás, cuando usamos tu
sangre nos enteramos de que era sangre Ace. —Esperó a que la
conmoción se instalé, y definitivamente lo hizo. Qué…—. Así que me
puse a buscar lo que había sucedido y por qué tenías sangre mezclada.
Sabíamos que tenía que ser porque un Ace se había acostado con tu
madre, un ser humano —de estremeció e hizo un pequeño ruido de
náuseas—, y así que comenzamos la búsqueda. Hemos estado
buscando desde que Sikes te tenía en el recinto. Este es David del clan
Reinhardt de Tennessee. Y es tu padre.
Caleb se inclinó contra mí, o tal vez yo caía sobre él. —
¿Muéstrame la prueba?
—Cuéntale —le gritó Marla. Se estremeció y me miró.
—Tuve un romance en tu casa con tu madre mientras tu padre se
encontraba en el trabajo. Supe que quedó embarazada, así que decidí
salir del romance.
—¿Sabías que estaba embarazada? —pregunté y justo en ese
momento me di cuenta que no había sido capaz de leer ninguno de sus
pensamientos—. Espera un minuto. ¿Por qué no puedo escuchar tus
pensamientos? ¿Tomaste su sangre? —acusé y se apartó un poco.
—No —respondió Marla por él—. No puedes escuchar sus
pensamientos, porque él te hizo. Tienes su sangre corriendo por tus
venas y no puedes utilizar tu habilidad en él. Tiene sentido que no seas
capaz de leerlo.
—Pero puedo leer los pensamientos de mi madre.
—Pero no era un Ace —alargó innecesariamente. De acuerdo,
eso tenía sentido y me molestó. Mis manos temblaban mientras miraba
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a ese hombre. Ese hombre no podía ser mi padre. Era muy delgado,
pelo castaño en la cima de la cabeza en forma de huevo con una
barbilla puntiaguda. Era débil y no se parecía en nada a mí mientras se
encogía cerca de Marla.
—No puedo creer esto —dije—. Simplemente no puedo. ¿Por qué
me dices esto, ahora?
—Bueno, no había pensado en decirte todo, pero trajiste a tu
querido papi aquí, y la posibilidad del drama y el dolor que podía
provocar era demasiado para dejarla pasar. —La miré con un odio que
no sabía que era capaz de tener—. Pregúntale algo —cantó Marla—.
Va a hacer que le creas porque es verdad.
Pensé en la visión que había tenido de mi madre y él. —Dime lo
que solías decirle a mi mamá, cuando... la dejarías —dije las palabras a
través de mi arcada.
Suspiró y apretó los labios. —Diría: a la misma hora mañana.
Eso fue todo para mí. Me volví hacia Caleb con lágrimas de rabia
picando en mis ojos. Me abrazó y pude sentir el calor de su mirada por
encima de mi hombro hacia el que me hizo llorar.
Su voz era severa. —Eres una basura, ¿lo sabías?
—Sin embargo ahora estoy aquí —decía mi padre con poca
convicción. No, borra eso, borra eso doblemente. No le iba a llamar mi
padre. Mi padre estaba abajo. Este desgraciado era sólo un donante
de esperma. Caleb se atragantó con su risa ante mi pensamiento
cuando me di vuelta para mirar a David, el donante de esperma.
—Tengo un padre.
—Yo... me siento mal. —Se acercó a darme un abrazo torpe, y no
retrocedí. Tenía puesto guantes, pero un pedacito de piel de la manga
de su guante estaba expuesta y tocó la mía. Tiré hacia atrás con un
siseo. No de una visión... pero sí una marca de ofensa. Di un grito
ahogado ante el horror de mi padre queriendo causarme daño, pero
todo explotó a partir de ahí, cuando Caleb se echó hacia atrás y
golpeó la mandíbula del donante de esperma con tanta fuerza que
escuché el crujido mientras caía hacia atrás contra la piedra.
Dos veces en la misma hora, dos de los hombres de mi vida
habían dejado fuera de combate a dos maleantes que me habían
hecho daño.
—¿Estás loco? —le gritó Marla.
—Nop —dijo Caleb y miró al hombre que se quejaba y sostuvo su
cara magullada—. ¿Quieres otra de esas? Ven y métete con mi chica
otra vez.
Entonces agarró mi mano y me llevó hacia la escalera.
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Estaba aturdida. Me sentía orgullosa y asustada y enojada y frágil
a la vez. Me sentía como si estuviera a punto de sobrecargarme de
nuevo. Caleb se detuvo a mitad de camino por las escaleras y me miró.
Tomó mi brazo en su mano e hizo un medio gruñido a la marca de
ofensa que había ahí. Su toque comenzó a desvanecer la marca
oscura y pronto fue sólo un mal recuerdo.
—Simplemente… —comenzó—. Sé que esto es una locura, me
refiero a las implicaciones de lo que dijeron tranquilamente…
—Lo sé. —Negué con la cabeza—. Están diciendo que era un Ace
antes de conocerte.
Era su turno para sacudir su cabeza. —Nunca he oído hablar de
que un Ace y un ser humano tuvieran hijos. Tenemos que decirle a papá
y a Gran y ver lo que piensan.
—Sí, pero primero tenemos que ocupar a mi padre y a Bish. No
pueden descubrirlo.
Asintió y me preguntó en silencio si estaba lo suficientemente bien
como para bajar. Le sonreí, de alguna manera era capaz, incluso
después de todo. Salimos a la sala de baile para ver una fiesta en serio.
La música sonaba a todo volumen por los altavoces y todo el mundo
hacía mil cosas a la vez.
Mi padre estaba involucrado en un partido de herrón con Peter y
Rachel. Rachel lo engañaba. Me reí mientras mi padre se rascó la
cabeza y tomó su herradura una vez más con confusión. Cuando se dio
la vuelta, Peter y Rachel rieron y rieron. Me podría haber sentado allí y
verlos toda la noche.
Bish lanzaba una pelota de fútbol de un lado a otro con alguien.
Mis pasos vacilaron cuando me di cuenta que era Jonathan. Pero
entonces comprendí de nuevo cuando Bish le lanzó el balón y Jonathan
hizo una mueca de dolor y le estrechó la mano cuando él la atrapó. Jen
y María miraban la masacre de lanzamientos con Gran, quien reía y los
incitaba. Bueno, todo el mundo parecía estar muy ocupado, así que
primero fuimos hacia Gran.
Él trató de encontrar un poco de algo que contarle a Gran y una
idea corría a través de su mente con un escenario. Tenía una idea. Si
sólo nos hubiéramos encontrado con Marla y a ese tipo en mi
dormitorio, nunca habríamos sabido que algo pasaba con él porque no
habría habido ninguna marca de ofensa. Estaba agradecido por el
conocimiento de que mi padre aparentemente pretendía hacerme
daño, pero odiaba como tuvimos que averiguarlo.
Caleb preguntó si Gran podía venir con nosotros por un momento,
pero eso alcanzó el punto máximo del interés de Jen... lo que alcanzó el
punto máximo del interés de Bish y abandonó su partido para llegar a
nosotros.
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Entonces una idea me golpeó, haciéndome jadear. Bish y Jen me
miraron preocupados, pero Caleb había oído mi pensamiento.
Entrecerró los ojos, pensando en ello, luego se encogió de hombros.
Podría funcionar.
—Vamos —le dije a Jen y a Bish—. Gran, ¿puedes cuidar a María
aquí por un momento?
—Por supuesto, cariño.
Bish frunció el ceño. —¿De qué se trata, Maggie?
—Sí —coincidió Jen—, lo que él dijo.
—Vamos a explicarles todo, pero no aquí. —Dirigí el camino hacia
mi habitación. Una vez que entramos, me volví hacia la puerta para
reunir mis pensamientos. Lo que Caleb dijo me había dado la idea. Si
hubiéramos tenido la “reunión” aquí en su lugar, nunca hubiéramos
descubierto que mi verdadero padre era una escoria porque la marca
de ofensa no hubiera aparecido… porque mi habitación está
encantada.
Entonces ¿por qué no funcionaría para que Jen y Bish pudieran
tener unos minutos juntos, y de hecho tener contacto después de
desearlo por tanto tiempo, y sin preocuparse por la impresión?
Me di vuelta y vi a una Jen muy incómoda y a un Bish intrigado.
—Repito —dijo Bish—, ¿de qué se trata esto?
—Está bien, escúchenme —dije y levanté mis manos hacia ellos—.
El Consejo encantó mi habitación, así Caleb y yo no seríamos capaces
de... —Me detuve y miré a Bish. Mmm, no iba a sacar a colación la
mutualización—. Um, tener alguna habilidad aquí. Así que mis
habilidades no funcionan en Caleb, y tampoco podemos tener nuestro
toque sanador y ya hemos estado en retirada dos mañanas por ello.
—Bien. —Bish claramente no entendió, pero Jen sí. Me dio su
mejor mirada entrometida de cuñada.
—Maggie, no.
—Jen, sí. —Di un paso adelante y coloqué su mano en la mía—.
He estado viéndolos y he hablado con los dos, ya estás en retirada por
él. Sus cuerpos entienden que debería haber una imprimación
conectándolos y algo está impidiendo que ocurra. Ahora, mientras esto
no va a ayudar con esa parte, debido a que su toque no te sanará,
tampoco se imprimaran aquí. Simplemente pueden tener unos minutos
para estar juntos.
Ella lo miró, y vaya, ahora él lo entendía. Parecía dispuesto a
abalanzarse, pero ella negó con la cabeza.
—No puedo, Maggie. —Su mirada se dirigió a la suya como si
fueran imanes atrayéndose—. Bish... no resolverá nada.
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—Pero no dolerá nada, tampoco —dijo con humildad y le suplicó
con sus ojos—. No voy a hacerte daño. Voy a permanecer lejos de ti, si
eso es lo que realmente quieres, pero necesito que sepas que no es lo
que yo quiero. Cada segundo que vivo suplico estar contigo.
Ella suspiró un ruido doloroso. —Yo… —Me miró de nuevo.
—Si no podemos resolver esto, y detener la visión, entonces esta
puede ser su única oportunidad para tocarse mutuamente. Estos pocos
días, en esta habitación.
—Esto va a doler mucho cuando se acabe —razonó Jen—. Caleb.
—Imploró su ayuda—. Tú no querrías tocar sólo una vez a Maggie y
nunca más tocarla, ¿verdad? Dolería demasiado, ¿sería demasiado
tener un recordatorio de lo que no puedes tener?
Él frotó su nunca ante la incomodidad de tener esta discusión con
su hermana. —La habría tocado si hubiera sabido que sería mi única
vez. Hubiera valido la pena.
Eso fue todo. La contención de Bish se rompió y tomó los pasos
hacia Jen. Su respiración era fuerte mientras ella retrocedía a la pared.
Justo antes de alcanzarla, finalmente habló.
—No lo hagas —suspiró ella, con su brazo extendido, pero todos
podíamos oír la mentira en esas palabras.
Él chocó con ella en un estruendo de todo lo que se había estado
acumulando entre ellos. No le dio besitos y la tomó en sus brazos como
alguna mariposa, inmediatamente fue a ponerle fin. Él gimió cuando la
atrajo hacia sí y prácticamente consumió todo su pequeño cuerpo con
su enorme cuerpo. Ella ya no luchaba mientras se aferraba a su pelo
con una mano, mientras que la otra quedó atrapada entre ellos. Pero
sus bocas... Sus bocas eran suaves y llenas de amor mientras se
besaban, pero cuando Jen suspiró su nombre, era hora de irse.
Saqué a Caleb de la habitación. Ya había cerrado sus ojos y se
pellizcaba el puente de su nariz.
—¡Oh, madre mía! ¡Funcionó! —dije con emoción. Era un
pequeño regalo, una pequeña batalla en medio de una guerra, pero
incluso eso se sentía tan enorme con todo lo que ocurría. Bish y Jen eran
unas de las mejores personas que conocía y me dolía verlos pasar por
tanto dolor.
Caleb me miró. —Tan asqueroso como fue eso... gracias.
—Conseguí la idea de ti —le dije.
—Pero tu cerebro lo encajó, y fuiste la que lo hizo posible. Creo
que nunca había visto a Bish tan… —Buscó la palabra adecuada.
—¿Suave? —suministré.
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—Sí —gruñó—. Siempre pensé que iba a ser malo y bruto, pero
cuando mira a mi hermana... —Hizo una mueca—. Bueno, suficiente de
esto. Vamos, Sherlock. Tenemos más misterios que resolver.
—Sí, como la forma de ocupar a mi padre mientras hablamos con
el tuyo. Bish está definitivamente ocupado —dije y me reí ante la
expresión de Caleb—. Así que, ahora hay que improvisar con… algo. —
Me detuve con los ojos muy abiertos. En el medio de la sala de baile del
palacio, mi padre enseñaba The Shuffle5 a un grupo de personas que se
reunieron en torno a él. Volví la cabeza hacia el lado del espectáculo.
La gente en vestidos de cóctel y tacones... bailaban en línea. Mmm.
—Está bien —dije—. Papá está ocupado. ¿Dónde está el tuyo?
—Está allí, con Gran. —Los señaló y les hizo señas. También llamó a
Rodrigo, el chico que encantó mi habitación, para que hiciera lo mismo
para nosotros así podíamos hablar libremente. Gran nos llevó a la sala
de sentencia. Me estremecí cuando entramos, pero Caleb se puso
manos a la obra. Afortunadamente habló largo y tendido sobre todo,
así yo no tenía que hacerlo y explicó todo, desde mi mamá
apareciendo en la casa, hasta ahora con el donante de esperma en la
azotea.
Peter se frotó la barbilla entre el pulgar y sus otros dedos, su
mirada perdida y pensando. Gran tenía las manos en su regazo,
mostrando su tatuaje, y sólo se sentó allí, suspirando de vez en cuando.
Después de un tiempo, no pude soportar más el silencio —Por
favor, digan algo.
—Fuiste un Ace todo el tiempo —dijo Peter con incredulidad—.
¿Todo se resolvió de esa manera? ¿Las consecuencias acumulándose
una encima de la otra? Él tiene una aventura con ella, ibas a
encontrarte con Kyle y en su lugar te imprimas con Caleb, ¿luego eres la
Vidente? No —negó con la cabeza—, no, es demasiada coincidencia.
No le creo a Marla ni a este hombre.
—Sabía cosas —le recordé—. No quiero que sea verdad más de lo
que tú quieres. Estaba perfectamente bien para olvidar que alguna vez
descubrí la verdad. —Tomé aire cuando las palabras se nublaron en mi
garganta—. Mi padre es mi padre, eso no va a cambiar. No tenía
ninguna intención de buscar a mi verdadero padre.
—Ven aquí, chica bonita. —Gran me hizo señas. Fui con un
suspiro. Me senté a la mesa a su lado y pasó su brazo por encima de mi
hombro—. Escucha, sé que es difícil a veces, pero la verdad es siempre
lo mejor. Aunque parezca que no tenga sentido. —Miró a Peter—. Sé
5 The Shuffle Melbourne (también conocido como oscilación o simplemente The
Shuffle) es un delirio y club de baile que se originó a finales de 1980 en la escena de la
música rave underground en Melbourne , Australia.
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que pensaste que Peter estaba loco cuando dijo que fue el único que
le contó a tu padre, cuando podía haber dejado que el Consejo asuma
que fuiste tú y te habrían concedido el indulto y todo estaría bien. Pero
la verdad es importante, la verdad es lo que nos hace personas libres.
No es la culpa o la vergüenza lo que nos retiene. Es por eso que digo lo
que pienso en este mismo momento, de esa manera nadie puede decir
que estoy ocultando o guardando nada. —Me apretó el hombro—.
Puede que no hayas querido saber acerca de tu padre, pero es bueno
saber la verdad. Luego tienes todos los hechos y sabes que tu decisión
se basa en algo real.
Caleb y yo nos miramos el uno al otro, al mismo tiempo, con el
mismo pensamiento. Era el momento de hablarles del abuelo Ray.
No, Caleb. No necesita saber. Sólo está tratando de hacer que
me sienta mejor, se arrepentirá de decir todo esto si le dices acerca de
tu abuelo.
Creo que tengo que hacerlo.
Miró a ambos. Estas son las dos personas a las que más les dolería,
la esposa de Raymond y su hijo. —Papá... Gran, descubrimos algo. Um,
cuando Ruth le sacó sangre a Maggie, ellas hablaron. Contó de Sikes y
algunas de las cosas que había hecho.
Caleb les contó sobre Sikes forzando la imprimación en Ruth. Peter
se levantó y caminó, pasándose las manos por su pelo ante eso, pero
cuando Caleb llegó a la parte que no queríamos decir, redujo su voz y
se puso delante de Gran.
—Gran. Tuvimos una sospecha sobre Sikes. Así que le preguntamos
a Ruth y respondió a nuestra pregunta. El abuelo…
—No —cortó Gran y se levantó—. No, mi Raymond murió de un
ataque al corazón. Fue mi culpa, mi cruz que soportar todos estos años.
—No, Gran. Sikes entró al sueño del abuelo y…
—¡No! Ni una palabra. —Se tapó los oídos y sacudió la cabeza—.
Ni una palabra más.
Peter tomó a Caleb por los brazos y fue el único dispuesto a
conseguir la información de Caleb. —¿Lo mató con un eco? —preguntó
Peter y volvió la cabeza como si anticipara un golpe. Cuando Caleb
respondió, Peter se sacudió como si hubiera sido golpeado.
Se dirigió a su madre que estaba histérica en la esquina. Ella
sacudió su cabeza y dijo una y otra vez—: No, no, no. —Lo dejó atraerla
en su abrazo y dejó escapar un sollozo que me hizo llorar y temblar junto
con ellos, pero este era el dolor de Caleb, no el mío. Ni siquiera miré a su
rostro mientras envolví mis brazos alrededor de él y traté de quitarle una
pizca de dolor.
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A juzgar por su agarre, aceptaba mi oferta. Así que llegué de
puntillas para llegar más a él y dejar que me levante, presionando el
rostro en mi cuello. Traté de no escuchar los gritos de agonía de la mujer
y su hijo destrozados.
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Traducido SOS por Joss, Udane♥ & MaryJane♥
Corregido por BlancaDepp
No estaba de humor para más fiestas y tampoco lo estaba la
familia Jacobson. Peter finalmente se había calmado lo suficiente para
decirle a Caleb que se iba a reunir con la familia más tarde, en una de
las habitaciones del segundo piso. Sería muy sospechoso llamarlos a
todos juntos sin el resto de los clanes. Por lo que cenamos, aunque no
tenía hambre. Gran estaba de un humor hosco y todo el mundo se dio
cuenta porque ella no era una mujer hosca. Caleb se sentó junto a ella
en la cena y no paró de mirarla por el rabillo del ojo, probablemente un
millón de veces, para asegurarse de que seguía de una pieza.
Ella eventualmente dijo que estaba cansada y se fue a la cama.
Abrazó a Caleb tan fuerte y largo que me dolió por ella de nuevo.
Después me abrazó y sentí que tenía que decir algo. Había sido tan
buena conmigo y siempre tenía algo ingenioso e inteligente que decir.
—Gran, lo siento mucho —dije ahogadamente contra su
hombro—. Ojalá pudiera hacerles daño por lo que te hicieron.
—Sikes se ha ido, cariño —se inclinó—, pero los Watson son
personas crueles. Nunca he conocido a un grupo de gente más egoísta
y cruel. Sólo sé cuidadosa. No quiero que nada te pase.
—Estaré bien. Sólo desearía saber qué hacer. Esperar por señales y
visiones no me hace sentir muy productiva.
—No puedes poner un horario al destino, niña —dijo
descaradamente. Caleb se rió entre dientes detrás de ella—. Tienes que
entender que todo… está destinado a ser de esta manera —dijo
despacio.
—Se supone que estoy haciendo que te sientas mejor —le dije—,
no al revés.
—Oh no te preocupes por esta anciana. Voy a seguir peleando
como siempre lo hago.
La vimos irse y me sentí fatal. Papá se acercó y preguntó dónde se
encontraba Bish. Casi había olvidado dónde estaba él. Le aseguré que
Bish estaba bien, que él y Jen hablaban en algún lado.
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Papá me sorprendió seriamente. Disfrutaba mucho. ¡Y era todo un
éxito! Todo el mundo lo amaba y lo adulaba. Era como si estuviera
hecho para ser uno de ellos.
Caleb y yo fuimos a mi habitación cuando todos comenzaron a
pensar en la hora de acostarse. Llamé suavemente a mi puerta y
cuando no oí nada, asomé la cabeza en la habitación. No vi a nadie y
me sentí un poco decepcionada. Esperaba que Bish y Jen disfrutaran su
poco de tiempo y sacaran el máximo provecho de él, pero parecía que
ambos lo habían dejado.
Caleb cerró la puerta detrás de mí cuando fui a quitarme los
zapatos a los pies de mi cama y escuché un ronquido. El ronquido de
Bish. La cama se hallaba vacía, así que fui al sofá cerca al armario y allí
estaban. Ambos seguían vestidos con la misma ropa de antes, pero sus
zapatos estaban en el piso. Bish estaba tumbado sobre su espalda y Jen
se acurrucaba a su lado, con las manos sobre su pecho. Él tenía un
brazo detrás de la cabeza y uno en su espalda. Sus rostros se apoyaban
uno contra el otro.
Giré mi pendiente dudosa mientras los miraba. Caleb pasó el
brazo alrededor de mi hombro, tan fácil como respirar. —Oye, vamos a
dejarlos dormir aquí. Tu padre puede tener la cama.
—¿Dónde vamos a dormir?
—Bueno…
La puerta de atrás se abrió y Rodney tenía la respiración pesada
mientras luchaba por dejar salir sus palabras. —Tu… tu padre…
—¿Mi padre qué? —le pregunté, pero no podía ser cortés si algo
iba mal—. ¡Rodney, bien puedes escupirlo o salir de la habitación, y así
pueda leer tu mente!
Respiró hondo y soltó—: Tu padre acaba de imprimarse.
Mi respiración se detuvo, junto con el tiempo. ¿Qué acaba de
decir?
Caleb y yo salimos corriendo. Llegamos a la escena con
espectadores que habían sido testigos de un accidente. Quería mirar,
pero tampoco lo hice. No estaba segura de lo que me iba a encontrar
o de lo que iba a ver.
Mi padre se retorcía las manos, una belleza rubia se encontraba
de pie junto a él mientras escuchaba a Peter y Paulo explicarle sobre las
imprimaciones, sobre la forma en que nunca pasan en frente de otras
personas y el hecho de que mi padre era un ser humano y que lo que
acababa de pasar era increíble.
La mujer, que no era tan mayor como mi padre, lucía radiante de
una manera tímida y miraba a mi padre de una manera que decía que
era todo lo que podía pedir. Vi como los ojos de mi padre se movían de
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ella a Paulo y de vuelta. Él había amado a mi madre una vez, pero
nunca había estado tan embelesado.
No sabía si tenía la energía para caminar por la avalancha de
emociones, pero me sentía contenta por él. Y el hecho de que era un
ser humano y se había imprimado en frente de todos, pudo haber sido
el empuje que estas personas necesitaban para superar su aversión
humana. Había sido un día largo y un drenaje emocional, y que
terminara de esta manera era bastante creíble.
De hecho, no estaba para el entusiasta amor que sabía que
había en sus cerebros, así que me cerré a todo el mundo, menos a
Caleb.
Buena idea. ¿Estás bien?
Sí, estoy muy sorprendida. Pensaría que alguien más joven se
había imprimado. Y me temo que alguien pueda estar enojado. Como
si papá le hubiera robado su oportunidad para imprimar con
quienquiera que sea.
No, no creo eso. En todo caso esto obligará a ver que las
imprimaciones van a volver, si sólo prestan atención al cambio que está
por venir. Todo lo que quieren es la imprimación. Esto va a cambiar
todo, Maggie.
Era sincero incluso en sus temores. Tenía la esperanza de que él
tuviera razón.
—Maggie.
Papá me llamó y cuando lo miré, lo encontré mirándome. Sonrió
un poco y vino hacia mí. La mujer se acercó a él, por supuesto.
—Maggie, yo, eh…
—He oído —dije, Parecía que era todo lo que podía decir.
—Hola, Fiona —se incluyó Caleb y le estrechó la mano con
cortesía.
—Caleb, hola —dijo y se rió con esta risita entrecortada y
vergonzosa—. Nunca pensé que me sentiría así de extraña. Pensé que
estaría extasiada… y lo estoy —dijo a toda prisa y le sonrió a papá—.
Pero esto también es muy embarazoso. Siento que me acabo de dar
cuenta de que me olvidé de mi camisa o algo así.
Los ojos de papá se desviaron hacia su pecho instintivamente al
hablar de camisas y se enrojeció antes de desviar la mirada
rápidamente.
—¿Esto ocurrió justo aquí delante de todos? —le preguntó Caleb y
sonaba como si casi no lo creía.
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—Es extraño. Quiero decir, tengo 34, y nunca pensé que me
imprimaría. Había renunciado a eso y estábamos bailando y me
mostraba este giro y… simplemente sucedió.
Se miraron el uno al otro.
—Simplemente sucedió. —Papá sonrió. Mis ojos se desorbitaron.
¿Qué? Mi papá no sonríe.
—Está bien. Maggie me dijo todo lo que pasó con Caleb cuando
se imprimaron. Entiendo. Es un poco extraño ser expuesto a una
exhibición como esta, pero está bien. —Entonces volvió su atención
hacia mí y pareció recordar que yo estaba allí—. Oh, lo siento. Maggie,
esta es Fiona. Fiona… esta es mi hija, Maggie.
—Sí —dijo ella—, la Vidente, lo sé, estoy encantada de conocerte.
—Se tropezó con sus palabras y removió sus dedos nerviosamente—. Me
gustaría haberte conocido en otras circunstancias. Y sólo voy a ser
franca y honesta, no tengo ni idea de qué hacer contigo. ¿Debería
inclinarme? ¿Debería besarte los dedos? ¿O debería seguir de pie aquí
torpemente y esperar que no me hieras por haberme imprimado con tu
padre?
Caleb y papá quedaron callados. Apreté los labios. No sirvió de
nada. Me eché a reír y traté de cubrirlo con la mano, pero fue inútil.
Papá fue el siguiente. Fiona fue la última, como si no supiera si nos
reíamos de ella o con ella. Así que le eché una mano y la abracé. ¡Ella
iba a ser mi maldita madrastra!
—Fiona, no voy a golpearte —le dije en broma, a la misma vez me
eché hacia atrás y abracé a mi papá—. Papá, estoy… tan feliz por ti —
le susurré.
—Yo, también —respondió—. Pensé que iba a tener que vivir a la
sombra de tu madre el resto de mi vida.
—Papá —gemí—. Esa es la cosa más triste que jamás he oído.
—Lo fue —dijo, y se rió—. Sin embargo estoy bien. No te
preocupes por tu padre.
—Todavía no puedo creer que esto sucedió. ¿Te das cuenta de
que eres el único hombre de 42 años que se ha imprimado?
—¡Oye! —dijo, y se rió—. Podrías haber dejado ese número entre
nosotros —bromeó.
—Oh, está bien —dijo Fiona dulcemente—, la edad mejora el vino
y a los hombres.
Todavía me sentía conmocionada. Decidí dejar el ruido de la
habitación para que pudiera dejar de sentirme así. Quería ver si la gente
realmente se molestaba en ello o quizás no quisieron ser más abiertos al
cambio, siempre y cuando lo que obtuvieran a cambio fuera la
imprimación.
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El ambiente de la habitación se estrelló contra mí y contuve mi
sonrisa. Sí, había celos, deseo, incluso un poco de rabia, pero la idea
general era que la gente se preguntaba por qué los Jacobson, y ahora
mi familia, lo hacían bien. Y ellos estaban a punto de tirar todo por la
ventana.
Y mi padre por fin comprendía. Finalmente consiguió comprender
mi loca necesidad por Caleb, que no eran más que hormonas
adolescentes. Fiona se sentía honrada y, literalmente, saltaba de su piel.
Todo lo que quería hacer era salir con mi padre de allí y estar solos, para
sentir de verdad lo que era tener una pareja sin un par de cientos de
personas mirándote.
—Oye, nos vamos a la cama —les dije ya que mi padre parecía
estar esperando por mí, antes de que él fuera a hacer otra cosa—. Estoy
tan cansada. Tenemos tantas cosas que hacer, y estoy segura de que
ambos están dispuestos a estar lejos de toda esta gente. —Ambos
asintieron y astutamente se miraron—. Pero… Bish y Jen están en mi
habitación.
Papá parpadeó. —Bish y Jen están en tu habitación… ¿qué?
—Durmiendo —le contesté con ironía. Soltó el aliento—. Se
quedaron dormidos en el sofá y los dejamos allí, así que…
—Está bien, bueno. —No sabía a dónde ir o qué decir sin ser
presuntuoso.
—Mi habitación está en el segundo piso —ofreció ella y sonrió—.
Podemos superar la rareza ahora, supongo. Si no dormimos juntos, nos
lamentaremos por la mañana.
—Sí, lo sé. —Chasqueó la lengua—. Está bien, vamos. Buenas
noches, Maggie. Te… te veo en la mañana.
—Buenas noches, papá —le dije con diversión.
—Vaya —dijo Caleb y se inclinó.
—Sí, vaya —dije entre mi bostezo.
—Vamos, tengo el lugar perfecto. —Entró en la cocina de forma
rápida y luego hacia Rachel y le dijo que Jen se quedó dormida en mi
habitación. Él preguntó si podía mantener a María con ella esta noche.
Por supuesto, ella estuvo encantada. Dejamos la parte de Bish a un lado
ya que nadie sabía de ellos y nadie sabía acerca de la visión que tuve
de ellos, tampoco.
—¿Vamos a dormir en tu habitación? —le pregunté mientras me
dirigía por el pasillo.
—Asumo que mi habitación está encantada también —respondió
y me empujó contra la pared de mi habitación—. Quédate.
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Asentí con otro bostezo cuando entró y volvió a salir con una
almohada y una manta.
—¿Acamparemos? —bromeé.
—Sí —dijo, y sonrió.
Una vez que llegamos a la escalera, sabía exactamente a dónde
me llevaba. Sonreí mientras subíamos las escaleras. Una vez que
llegamos a la terraza, donde se habían producido dos casos
desagradables hoy, me di cuenta de que Caleb fue un poco más
rápido.
Tomó mi mano y me ayudó a lo largo de los bordes de la azotea.
Llegamos al invernadero y se puso a preparar todo. Abrió el tragaluz y
luego puso la manta y la almohada y me hizo señas para que me
dirigiera hacia él. Me acosté con él, disfrutando de su calor.
—Podríamos haber dormido en tu habitación —le dije mientras
sacaba el borde de la manta sobre nosotros.
—No voy a pasar otra noche en algún lugar donde sufrirás por la
mañana. —Me besó en la frente—. Va en contra de todo.
Asentí y acepté. —¿No crees que la habitación de Fiona está
encantada?
—No —dijo, y sacó algo que arrugó la funda de la almohada—.
No creo que hayan encantado todas las habitaciones, sólo aquellos en
los que pensaban que tendrían un problema.
—Un problema —me burlé y se acurrucó más cerca mientras yo
sonreía ante lo que tenía en la mano. Oreos. Separó una galleta y la
tendió hacía mí para lamerla. Me reí cuando lo hice y luego la dejó
puesta en de mi boca, sus dedos tocando mis labios. Mordí y luego sacó
otra para mí. Lamí y luego la terminó, se veía tan lindo masticando
ruidosamente.
—Por lo tanto, ¿eso es todo lo que hiciste cuando escapaste?
¿Buscar a mi papá? —le pregunté.
—Deja de tratar de averiguar si te he comprado una casa.
Le sonreí. —No lo hacía —dije inocentemente—. Sólo era
curiosidad. Te fuiste por mucho tiempo.
—Es muy difícil hacer planes y realizar investigaciones para buscar
casas cuando no hay teléfonos, no hay Internet, y no hay servicio
celular —dijo—. Pero no te preocupes. Tengo un plan que va a
funcionar.
—¿Ni siquiera una pista?
—Ni siquiera una pista —dijo divertido.
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—¿Y qué hay de la boda? —El corazón de Caleb dio un vuelco
debajo de mi cabeza y me mordí el labio—. Ahora eres el Campeón,
¿quién va a realizar la ceremonia?
—Oh… —Casi había olvidado que él era el Campeón—. Papá
todavía la hará, supongo. No estoy seguro de cual es el protocolo para
esta situación, pero voy a luchar para que papá lo haga. Él quiere, yo lo
sé.
—Sí. ¿Así que tu padre sabía cuándo le dijo a mi padre acerca de
que tu tipo podría ser removido de ser el campeón y todavía lo hizo?
—Por supuesto. —Rodó un poco para ponerme debajo de él—.
No estás sólo casándote conmigo. Estás casándote con mi familia. Mi
padre te ha amado desde que puso los ojos en ti. —Se rió y se inclinó
aún más hacia abajo—. Haría cualquier cosa que le pidieras, eres
demasiado modesta para pensar siquiera en preguntarle.
—Hmm —me quejé—. Bueno, quiero que tu padre nos case,
también, así que voy a decirles a todos que no estorben si tienen un
problema con eso.
Caleb se rió, sacudiendo su pecho contra el mío. —Eres tan
graciosa. Pero tienes razón. Si no puedes usar la tarjeta Vidente en algo
así, entonces, ¿qué?
—Exactamente.
—Además, eres muy linda para que te digan que no. —Sonrió,
con el pelo cayendo alrededor de su frente y orejas. Pasó los dedos por
mi pelo y alrededor de mi oreja, y luego frotó el lóbulo de mi oreja entre
sus dedos suavemente—. Eres tan suave… y sorprendente. Creo que
puedes hacer casi lo que quieras. Deja de ser tan dulcemente ingenua
y empieza a creer que eres tan increíble como yo creo que eres.
—Eres el chico más dulce por decir eso —refuté en un susurro y
exhalé todas mis preocupaciones.
—No soy dulce, estoy diciendo la verdad. —Besó mis labios y
permaneció allí—. Tú eres fuerte —besó mi mejilla—, y vas a sacudir todo
el funcionamiento de nuestro pueblo. —Sonrió antes de tomar mis labios
otra vez… y se tomó su tiempo. No tenía ninguna prisa y sus movimientos
eran casi lentos. Sus labios se movieron de mis labios a mi cuello. Incliné
mi cabeza hacia atrás y en silencio le pedí nunca dejar de hacer eso.
Cuando rodamos por lo que estaba debajo de mí, hice lo mismo
con él. Su cuello, por sus músculos fuertes y duros, también su piel era
suave. Sus manos se movieron a mi cara y tomó el control. Me llevó a sus
labios. Descansé en la forma “U” de sus piernas y levanté su camisa un
poco para sentir sus costillas. Conté las cuestas duras de su abdomen y
se rió en nuestro beso y se retorció por las cosquillas.
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Era un maestro… besando. Soltó una carcajada ante mi
pensamiento y nos reímos juntos. Los pensamientos se arremolinaban en
nuestras mentes, y creo que los dos sabíamos lo que necesitábamos.
Teníamos que estar lo más cerca que podíamos esta noche. Así que
cuando rodó y me puso debajo de él, con los brazos sosteniendo los
míos por encima de mi cabeza, sabía lo que venía.
Lo dejé abrir las puertas de nuestra mente y cuando el hormigueo
empezó a vibrar a través de mi cuerpo, me acerqué para darle un beso
y me aferré con las piernas envueltas alrededor de él. No puedo decir si
fue mejor que la última vez, pero fue tan hermoso y aprendí muchas
cosas nuevas acerca de él desde el mutualizar de nuestras mentes. Le
encantaba ver campeonatos de skate, después de todo lo que pasó
todavía quería mudarse a Arizona y ser un maestro, y no quería nada
más en este momento que llevarme lejos del palacio para siempre.
Sentí su mano moviéndose hacia arriba a la parte posterior de mi
muslo, pero sus manos reales seguían sosteniendo las mías. En mi mente
envolví mis brazos alrededor de su cuello y me aferré a él cuando el
mutualizar llegó a su fin y las cintas de energía rebotaron alrededor de
nosotros antes de iluminarse y expandirse en una ráfaga. Recordé
respirar esta vez y fue ruidoso y desigual. Cuando se recostó con su cara
en mi cuello, sentí su respiración fuerte contra mi piel antes de que
rodara a su lado y me atrajera a él. Nuestros corazones golpeaban unos
contra otros y establecían un ritmo que nos recordaba cómo respirar
correctamente. Levantó mi barbilla con un dedo y me besó en los
labios. —Realmente necesitaba eso —dijo bruscamente.
—Yo también —le dije y reí en voz baja—. Tal vez más que tú.
—Cariño —reprendió, haciendo que mi corazón saltara—, nunca
me vas a necesitar más de lo que yo te necesito. —No discutí en voz
alta, aunque mi mente dejó en claro que estaba loco si creía que era
verdad.
Su suspiro estaba lleno de felicidad y agotamiento mientras él me
metía debajo de su barbilla. Apreté los dedos contra su corazón a
medida que cerramos los ojos.
Quería quedarme así toda la noche, pero la razón del
campamento comenzó a golpearnos. No podíamos curar sueño y ya
era tarde, y las estrellas eran prácticamente una luz de noche.
Levantó mi cabeza para que descansara en él y pasó sus manos
por mi pelo. Mientras dormíamos, la mente de Caleb corría con
pensamientos de su abuelo y la abuela. La mía estaba llena de Bish,
papá y sus problemas de mujeres.
Un largo día, por cierto.
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Nuestro sueño pacífico fue interrumpido por alguien tirando
nuestra manta. Me levanté, esperando ver a Marla y Marcus, pero no
había nadie. Estaba confundida y pensé que a lo mejor me lo imaginé,
así que empecé a recostarme de nuevo, pero mi cuerpo se levantó de
la cama. Traté de moverme, y hacer algo, pero no tenía control de mí
misma. Empecé a caminar lejos de la cama, y de Caleb, así que grité—:
¡Caleb!
Se sacudió de inmediato y se apresuró detrás de mí cuando me
vio salir.
—¿Qué pasó? Alguien entró… —Se detuvo cuando leyó mis
pensamientos. Saltó delante de mí y me agarró de los hombros para
detenerme. Pero mis brazos lo arrojaron contra la pared a mi izquierda.
Di un grito ahogado de horror cuando se estrelló contra él y se deslizó
hacia el camino de piedra.
—¡Caleb!
—Estoy bien —gimió y se levantó. Se acercó de nuevo a mí, pero
no me tocó—. ¿Qué es esto?
—No lo sé —grité con frustración—. Es como si algo me controlara.
Quería ayudarme, pero no quería tocarme de nuevo. Pero mi
cuerpo no se controlaba, se alimentaba con un propósito que yo no
entendía. Cuando llegamos a la escalera, nos dirigimos hacia abajo. El
gas era la única luz y ruido, pero cuando llegamos al fondo, mi cuerpo
se volvió y se fue por otro pasillo.
Entonces, como si estuviera viendo una visión, todo cambió. El
ladrillo y la piedra eran más coloridos, los candelabros de gas en la
pared eran linternas ahora. Y había una chica delante de nosotros. Ella
caminaba con su camisón blanco, manga larga y parecía estar a la
cabeza. Ahora yo tenía el control de mi cuerpo y me aferré a Caleb,
que suspiró cuando fui liberada.
Nos detuvo y la chica giró. Pensé que nos miraba, como si fuera
un fantasma, pero entonces gritó y corrió hacia otro lado. Nos dimos la
vuelta y vimos a un hombre que la perseguía con una antorcha en la
mano para iluminar su camino. Caleb me tiró detrás de sí mientras nos
pegaba a la pared, pero el hombre no nos dio una segunda mirada.
Entonces sentí el frío en mí. ¡Esta era una visión! Miré a Caleb y lo
entendió.
La seguimos.
Corrieron todo el camino a través de los pasillos y túneles y
escaleras hasta llegar a la escalera de caracol. Me detuve recordando
esta habitación. La biblioteca a la que Rodney me había llevado a
mostrarme los registros de Videntes.
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Corrió por las escaleras con un conocimiento que me hizo pensar
que lo había hecho tantas veces. La persiguió, pero se detuvo cuando
ella entró. Él gritó—: ¡Te lo advertí!
Entonces el hombre se alejó, pasándonos a Caleb y a mí sin decir
nada más. Me resultaba familiar, pero no sabía quién era. Estaba
confundida en cuanto a lo que veíamos. Entonces oímos el llanto de la
chica. Si ella no nos podía ver, entonces no importaba si la veíamos,
¿no?
Subimos las escaleras y una vez llegamos a la puerta, nos
detuvimos. Se encontraba tendida en el suelo, llorando y frotándose los
brazos y el estómago. Estaba en tal agonía, pero era algo más que
físico. Parecía retraída.
Por fin se levantó y se acercó a la pared. Tomó la pluma, la mojó
en el tintero y empezó a escribir palabras pequeñas y delicadas.
Era la Vidente.
Pero me habían dicho que la Vidente anterior no se había
imprimado, que era una debilidad y un lujo que la Vidente no podía
permitirse. Así que la observé en silencio, Caleb me cogió la cintura
como para salvarme en cualquier momento. Entonces nos tiró
rápidamente de esa visión a otra.
Era la chica otra vez, la Vidente. Se encontraba en la mesa con
los miembros del Consejo y se veía muy junta y real. Una vez más, nadie
nos vio, a pesar que destacábamos mucho en nuestra ropa en la
habitación llena de gente bien vestida. Por su ropa, esto fue hace
mucho tiempo.
Los ojos de la chica se quedaron en algo detrás de nosotros
mientras un miembro del Consejo se levantaba y hacía un anuncio.
Miré hacia atrás y no vi nada, pero justo cuando estaba a punto
de girar, vi al chico. La miraba con la misma expresión melancólica. Miré
a los dos y traté de reconstruir. Cuando el hombre que hablaba golpeó
su copa sobre la mesa, ella se sacudió de nuevo en posición vertical y lo
miró. Levantó su vaso como todos los demás hicieron y brindaron por
una larga vida y prosperidad.
Pero la chica parecía muerta por dentro.
Entonces esa visión cambió a otra. Ella avanzaba poco a poco
por un pasillo oscuro. Zigzagueante y retorcido y lo recordaba como el
camino hacia las celdas. Me encogí en el lado de Caleb y observé
mientras se deslizaba lentamente pasando un guardia dormido,
recostado contra la pared.
Un hombre habló desde una de las celdas. —Ashlyn.
Ella se quedó sin aliento con alegría y corrió hacia él, pero antes
de que lo alcanzara, el guardia la agarró por detrás. El hombre de la
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celda y ella extendieron sus dedos, para un solo toque… pero no sirvió
de nada. Era tan pequeña y diminuta y aunque podía sentir su energía
irradiar, ella no podía hacer nada en su miedo y angustia.
El hombre siseó y se echó hacia atrás antes de agarrar su brazo y
arrojarla hacia la puerta. Vi la marca de la ofensa a través de su cuello y
ella gritó en agonía antes de caer al suelo. La agonía era por su
supuesta pareja.
El conocimiento de lo que pasaba me golpeó de una vez. Ella era
la Vidente. Había sido conocida como la Vidente desde que tenía
diecisiete años. Siempre había conocido al niño o el hombre debería
decir, Richard de las reunificaciones, pero nunca había hablado con él.
Cuando tenía veintitrés, parecía estar tan tomada por él, atraída y él a
su vez no podía apartar los ojos de ella toda la noche. Finalmente
encontraron un segundo para hablar en el pasillo y justo cuando estaba
a punto de rozar un rizo de su rostro, el hombre que la había perseguido
en la visión apareció.
Él no estaba muy contento y gritó para que el chico se fuera. Se
inclinó ante Ashlyn y se fue, pero no tenía intenciones de mantenerse al
margen. El hombre entró en la luz de la linterna y me quedé sin aliento a
la semejanza de Donald y Sikes en ese hombre. Él gruñó a la chica—:
¿Tenías o no prohibido tocar a cualquier hombre?
—Soy la Vidente, pero no me dejas hacer nada de lo que se
supone que debo hacer. No comparto mis visiones, no me dejas hablar
con nadie. Es como si fuera un adorno en lugar de una persona.
—No me hables de esa manera —gruñó—. ¡Yo soy tu mentor!
—¡Y yo soy tu Vidente! Debes de dejarme hacer lo que se supone
debo hacer. ¡Voy a volverme loca si no lo haces!
Él se echó hacia atrás como si fuera a golpearla e incluso Caleb
se inclinó hacia delante como si quisiera detenerlo, pero el hombre se
detuvo. Asintió en su lugar a alguien y se la llevaron por el pasillo, con
cuidado de no tocar su piel. —¡No! Por favor —rogó—. La única vez que
me dejas salir es para la reunificación. ¡Por favor!
—Tal vez deberías haber pensado en eso antes de portarte mal.
La arrastraron de vuelta a su habitación en la biblioteca y la
dejaron allí, sollozando en el suelo.
Más visiones llegaron. El hombre, Richard, trató de visitarla varias
veces. Cuando empezaron a comprender que se imprimarían si sólo
pudieran tocarse, empezaron a escaparse. Pero cada vez que casi se
tocaban, alguien aparecía para detenerlos y eventualmente lanzaron a
Richard en las celdas para que no lo intentara. Así que empezó a tratar
de encontrarlo en su lugar.
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Entonces Caleb y yo nos encontrábamos de pie en su habitación.
Las paredes de la biblioteca estaban llenas de palabras ahora, al igual
que cuando estuve allí el otro día. Estaba de espaldas a nosotros y
escribía en una parte limpia de la pared. La cama estaba sin hacer y
lejos de la pared. Había varias bandejas de comida y bebida junto a la
puerta, sin tocar. Sus pies estaban casi negros de suciedad y hollín, y
cuando se dio la vuelta, entendimos. Se había vuelto loca, tal y como
ella dijo.
Era un poco mayor y vi en su mente que Richard todavía estaba
en las celdas, incluso después de todos estos años. Todas las cosas que
tenía que hacer y enseñar a su pueblo y le había sido negado el
derecho. El miembro del Consejo Watson la mantenía bajo llave y lejos
de todos. Los otros miembros del Consejo tenían sus sospechas, pero
nadie quería ser el que lo acusara de algo así, para arruinar su
reputación si fuera cierto.
Ashlyn había arañado sus manos y brazos hasta que sangró y
había costras. Llevaba el pelo recogido y faltaba en algunos lugares. Su
cuello, donde se suponía que estaba su marca de Vidente, fue
quemada y tenía una fea herida. Cuando vi en su mente cómo la había
quemado con una cuchara de hierro fundido que había calentado
junto al fuego, lo perdí. Empecé a llorar y me giré en el hombro de
Caleb.
Era demasiado. ¿Esto era así? ¿Esto era lo que había dentro de
mí? Ella era la cáscara rota de una mujer que había vivido algo que
nadie debería tener que vivir, pero no creía en sí misma. Ni siquiera
trataba de usar su poder en contra de ellos cuando llegaron a ella.
Podría fácilmente haber luchado, podría haberse hecho escuchar, pero
era débil por su miedo.
Y a causa de eso, se volvió loca por estar lejos de su pareja,
aunque nunca llegaron a tocarse, y el hecho de que su capacidad era
inútil sin una audiencia para verlo.
Lo primero que vino a mi mente fue Bish y Jen. Se volverían locos
como ella si no se tocaban e imprimaban. Yo sufría por ellos. Sufría por
Ashlyn y Richard. No estaba bien. Las imprimaciones eran una cosa
hermosa y feliz, y para que pudieran convertirse en algo más cercano a
una carga y una maldición por los Watson, incluso tan atrás como
entonces, era imperdonable.
No escapó a mi atención cómo las situaciones de mi situación
reflejaban la de ella, a excepción de detalles que eran irónicamente
contrarios. Los dos encontramos nuestra pareja, pero conocí a la mía a
los diecisiete años y me imprimé mientras que ella lo conoció a una
edad normal a los veintitrés. Yo era un ser humano y ella no lo era. Me
imprimé antes que alguien que lo supiera pudiese habernos detenido.
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Incluso mi capacidad de Vidente no funcionaba sin el toque de Caleb.
Y todo tenía sentido ahora.
Cualquiera que controlara a la Vidente conocía los errores que se
cometieron la primera vez, simplemente calcularon mal la
determinación de los malos para detenerlos. Así que arreglaban todas
estas cuestiones conmigo.
Miré a Caleb, que lucía tan asqueado como yo por lo que había
visto. Me prometí a mí misma, a Caleb, a Ashlyn y quienquiera que diera
algo por escuchar mis pensamientos, que no iba a ser débil. No iba a
dejar que me controlaran y me hicieran alguna novedad en lugar de
hacer lo que vine a hacer aquí. Nunca, nunca, nunca dejaría que
alejaran a mi pareja de mí. Tomaría las decisiones difíciles y sacrificios y
encontraría una manera para que Bish y Jen estuvieran juntos en el
camino hermoso que merecen en lugar de esperar para el desastre.
¿Y los Watson? No había nada más que hacer. Tenían que irse.
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Traducido por Val_17
Corregido por NnancyC
Nos encontramos de pie en la biblioteca del Vidente y estábamos
de regreso en la realidad.
—¿Esta es la biblioteca? —preguntó Caleb y miró alrededor—.
Nunca he estado aquí.
Asentí. —Rodney me trajo aquí la noche que fui y te saqué de la
celda. —Sonreí tristemente antes de caer en un sollozo de nuevo.
Vino y me envolvió. —Nena, ella te mostró eso para que no
cometieras sus errores —dijo suavemente—. No trataba de asustarte.
—Lo sé. Es que no puedo olvidar lo que le hicieron. Quiero decir,
literalmente, les impidieron tocarse uno al otro. Puedes imaginar... —
Caleb gruñó y tiró de mí apretándome más.
—No —susurró—. No puedo.
—Y me siento tan fría y extraña cuando tengo mis visiones. No me
puedo imaginar no ser capaz de tener a alguien que ver. Realmente
me volvería loca.
Inhalé y tomé una respiración profunda antes de exhalar. Caleb
secó bajo mis ojos con sus pulgares. —Vamos a salir de aquí —ordenó
con voz ronca—. No te quiero en esta prisión.
Lo seguí cuando nos llevó todo el camino de vuelta al pasillo
principal. Quería ir con Bish y Jen. Quería decirle a los dos que dejaran
de ser idiotas y fueran felices, se encontraron uno al otro en un palacio
donde cientos de personas esperaban encontrar justo lo que ellos
tenían. Quería decirles que tengan fe en mí y no duden. Pero no podía.
Sabía que tenían que verlo por sí mismos. Ser empujados a ello era lo
mismo que ser empujados para no hacerlo. No tomaría su elección, tan
estúpida como yo creía que era su aversión.
Caleb me llevó de vuelta a la azotea, pero ninguno de nosotros se
durmió. Nos quedamos allí hasta la mañana y cuando el sol coronaba el
tejado, decidimos que era el momento para enfrentar el día. Ambos
lucíamos horribles. Caleb se estaba arrastrando y vi en su mente que me
veía lánguida y cansada.
Oh, bueno. Seguí a Caleb a su habitación y reunió todas sus
cosas. Las llevó abajo a mi habitación, sin importar si íbamos a usar mi
habitación o no, quería todas nuestras cosas juntas. Después de lo que
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vimos anoche, no se preocupó demasiado por mi seguridad desde la
estúpida broma Watson, él temía por mi vida.
Entramos en mi cuarto despacio, para no molestar a Bish y Jen,
pero ya estaban despiertos. Se encontraban sentados uno junto al otro
en la cama, con sus brazos y sus piernas tocándose. Jen reía de algo
que él dijo, pero se detuvieron al vernos.
—¿Qué pasó? —gritó Bish y vino a mí, agarrando mis hombros con
sus manos—. ¿Qué te pasa?
—Nada —respondí con sarcasmo—. ¿Qué? —pregunté cuando
siguió mirándome.
—Sólo luces terrible.
—Gracias.
—No, lo digo en serio. ¿Cuál es el problema? —dijo con su voz de
hermano mayor.
—No puedo decirte —dije con un suspiro, pero cuando vi su cara,
proseguí—. Lo digo en serio. Hemos tenido… bastante por una noche y
estoy cansada y no puedo repetirlo todo en este momento, ¿de
acuerdo?
—Está bien —respondió con cuidado.
Me acordé de la buena parte de la noche. —Sin embargo hay
algo que voy a decirte. —Sonreí un poco—. Papá —negué con mi
cabeza—, papá se imprimó.
—¿Qué? —susurró Jen, pero fue fuerte.
Asentí hacia ella. Caleb explicó más. —Se imprimó con Fiona, en
el salón de baile... en frente de toda la sala.
—No —jadeó y se cubrió el pecho con su mano—. Oh, Dios. —
Llegó a estar al lado de Bish en frente de nosotros—. Me pregunto lo que
significa.
—Esto significa que las imprimaciones están regresando —dije—.
Pero tenemos un montón de trabajo que hacer. Caleb y yo aprendimos
mucho anoche. Esto va a ser tan difícil.
—¿Qué quieres decir?
—Más tarde —le dijo Caleb y tomó mi mano, llevándola hasta su
pecho—. Y tenemos que hablar con ustedes dos. Hemos aprendido
algo sobre ustedes, también.
—¿Sobre nosotros? —dijo Jen y dio un paso atrás.
—Sí.
—Pero, no hay nosotros... fuera de esta habitación —dijo y miró a
Bish—. Entendiste eso, ¿verdad?
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—Sí —respondió y la esperanza murió allí. Él había entendido, pero
aún tenía esperanza—. Lo sé. —Se acercó a ella y tocó su cara
suavemente mientras la besaba una vez—. Voy a ir a buscar a papá.
—Probablemente no sea una buena idea caminar solo —agregó
Caleb.
—Puedo manejarlo, creo —dijo, y justo cuando abrió la puerta,
fue agarrado por un pequeño puño determinado. Lo sacó de la
habitación y lo estrelló contra la pared. Todos salimos a ver lo que
pasaba. Jacquelyn, la chica que había estado tan molesta por Caleb y
yo imprimados, le plantó un beso a Bish que haría sonrojar a las rosas
rojas.
—¡¿Qué demonios estás haciendo, Jacquelyn?! —gritó Jen y
agarró el brazo de la chica. Ella retrocedió un poco y miró a Bish, quien
lucía atónito.
Maldijo en voz alta y dio fuertes pisadas. —¡Él es el único humano
que queda! Pensé que si lo tocaba, se imprimaría conmigo desde que
la imprimación de humanos parece ser el tema recurrente.
—Bueno —traté de explicar—, hay que estar un poco atraído por
la persona de antemano. Él nunca te había visto antes de que lo
besaras.
—Y creo que un simple toque en el brazo habría sido suficiente —
se quejó Jen.
—¿Qué sabes tú? —gritó Jacquelyn y luego sus ojos se acordaron
de quién era por la marca en mi cuello—. Quiero decir, Vidente, tienes a
tu pareja, así que no veo cómo puedes juzgar a alguien que está
tratando de encontrar la suya.
—Eso es verdad, supongo —admití para calmarla—. Pero ni
siquiera eres mayor de edad para la imprimación todavía.
Se encogió de hombros y se fue, rozando mi brazo mientras
caminaba. Vi una escena de su pasado y me preparé para algo
desagradable. Esta visión era sucia y casi podía saborear una sensación
salada en el aire.
Ella había pasado una gran cantidad de su tiempo en saltarse las
clases y mentir a su familia. Suspendió su primer año en la universidad y
ya tenía un poco de actividad extracurricular que involucraba chicos.
Un montón de chicos. Casi vomité en mi boca mientras luchaba para
liberarme de la visión.
—¿Cómo hiciste eso? —chilló.
—Soy la Vidente —dije, y vaya que estaba harta de decirlo.
Caminé por el pasillo con Caleb, Bish y Jen siguiéndome. Había llegado
el momento. Ya era hora de que todos puedan ver la visión que tuve
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cuando me convertí en la Vidente, y ya era hora de que supieran lo que
le habían hecho a su última Vidente.
Entramos en el salón de baile y de inmediato busqué a papá.
Escuché sus pensamientos mientras se servía café. —Ahí está, Bish —le
dije.
Bish le miró y se acordó de su pelea con él. Quería verlo, pero se
sentía culpable por tener envidia. —Sólo ve —dije—. Vas a estar bien.
Me dio una mirada torcida de soslayo y luego se dirigió a papá y
su nueva protagonista. Papá todavía parecía incómodo, pero de una
manera emocionada. Caleb dijo que iba a buscar a su padre por lo
que una vez más podríamos derramar un amontonamiento
desagradable de malas noticias.
Jen se quedó conmigo y vio que Bish se acercó a la nueva pareja
imprimada. Enrollé mi brazo con el suyo y suspiré con su simpatía. Vería
de primera mano, y sentiría, lo que era mantenerse lejos de la única
cosa que tu cuerpo piensa que más necesita. Cerró sus ojos con fuerza
cuando los dedos de Fiona discretamente se extendieron para rozar a
mi padre.
—Jen —comencé en voz baja—, necesito decirte algo.
—Lo amo —espetó y luego me miró. Sus ojos se llenaron de
húmeda tristeza—. De verdad. No es sólo María la que me preocupa. Si
nos imprimamos y tu visión se hace realidad, él también morirá. ¿No lo
entiendes? No puedo dejar que eso suceda.
—Pero puede que no tengas otra opción —le imploré—.
Realmente tengo que decirte algo y necesito que me escuches y no
intentes simplemente deshacerlo.
—Si se trata de intentar conseguir que toque a Bish, entonces
guárdatelo. —Se apartó con suavidad—. Lo siento, sé que sólo quieres
ayudar y estoy... muy agradecida por lo que hiciste por mí. Caleb tenía
razón —sonrió—, una noche merece la pena. Pero no puedo lastimarlo.
Algo más de esto y nos perjudicará a los dos. Tengo que parar esto.
Luego se volvió y se dirigió directamente a Jonathan. Él sonrió
sorprendido por ella y movió su brazo para que le pase en la fila para el
desayuno. Me asomé a Bish, preguntándome si lo vio. Él lo hizo.
Genial.
Rápidamente me dirigí hacia él tan dama como pude y le impedí
golpear a Jonathan hasta hacerlo polvo. —Bish —dije y puse una mano
en su pecho para detenerlo—. Piensa en ello. Solo estás demasiado
alterado porque tu cuerpo está loco porque ella está con él.
—¡Me está molestando justo ahora!
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—Es sólo la imprimación. Te hace sentir sobreprotector. Jen está
sufriendo y tratando de averiguarlo. Si haces una escena en este
momento, vas a moverte hacia atrás, no hacia adelante.
Suspiró en una queja. —¿Así que se supone que debo quedarme
sentado y mirarla hacer cosas para hacerme enojar a propósito y fingir
que no me molesta?
—¿Por ahora? Sí. Por favor. Voy a resolver esto por ti, pero ahora
tenemos algunas cosas gravemente jodidas de las que ocuparnos y
tienen que ser tratadas en primer lugar.
Levantó las manos en su nuca y cerró sus ojos. —Está bien. No
tocaré al niño bonito.
—Gracias.
—Voy a... uh... —Sus ojos se clavaron en María. Sonrió. Miré para
ver, también. María lanzaba uvas en el aire capturándolas en su boca.
Entonces riéndose para sus adentros mientras no había nadie más a la
mesa con ella. Bish se fue sin decir una palabra y caminó derecho a
ella. Miré y pude escuchar la conversación en su mente.
—Hola, María. Eres muy buena en eso, niña —dijo.
—Lo sé —soltó—. Este muchacho en la escuela me enseñó. Pero
luego sacó mi cola de caballo en el patio al día siguiente, así que ya no
soy muy amiga de él.
—¿Por qué tiró de tu cola de caballo?
—Mamá dice que los niños las tiran cuando les gustas —susurró
con voz de disgusto—. Pero creo que mamá ha estado mal informada.
Bish soltó una carcajada y me tapé la boca para que la mía no
saliera y la gente pensara que estaba loca por hablar conmigo misma.
—Bueno, tu madre tiene razón, más o menos. Los muchachos a
veces lo hacen cuando les gusta una chica, pero también son muy
agradables cuando les gusta una chica.
—¿Así que te gusta mi mamá? ¿Por eso eres tan amable con ella?
—preguntó con indiferencia.
—Me gusta tu mamá. ¿Está bien?
—¡Sí, por supuesto! Tal vez debes decírselo a ella —razonó y lanzó
otra uva en el aire atrapándola con facilidad—, entonces apuesto a
que a ella realmente le gustarías.
—Tal vez —le dijo Bish con una sonrisa triste.
Parece estar funcionando tan bien para ella.
Salté de la mente de Bish y busqué a Caleb. Teníamos que mostrar
a todos las visiones que había tenido. Teníamos que poner fin a esto de
una vez por todas. Por alguna razón, las visiones se habían detenido a sí
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mismas o algo siempre parecía empezarlas. No entendía por qué, pero
no podía dejar que eso vuelva a suceder.
Caleb y Rodney discutían algo en la puerta. Rodney le decía que
había estado siguiendo a Ruth y ella estaba en problemas. Caleb miró
en mi dirección, pero ya estaba llegando a ellos.
—Vamos —dijo Rodney y dirigió el camino—. Estaba un poco
dudoso porque nunca bajó a cenar anoche, por lo que esta mañana
fui a ver cómo estaba, ya que parecías tan preocupada por ella antes.
Pero cuando llegué a su habitación, se encontraba vacía. Tan vacía
como podía, sus cosas habían desaparecido, también.
—¿Qué? —pregunté horrorizada. ¿Qué hicieron con ella?
Tomamos las escaleras de dos en dos y nos dirigió a una puerta.
La abrimos para encontrarla vacía.
—¿Dónde está? —pregunté en una ráfaga—. ¡¿Dónde está ella?!
—Cálmate —dijo Caleb y miró alrededor antes de conducirme a
la sala—. La encontraremos.
—¿Cómo? —pregunté con histeria.
—Bueno, es la única Watson a la que podías oír los pensamientos.
Puedes buscarla. —Caleb estaba calmado y mirándome seguro. Tomé
una respiración profunda y la contuve durante unos segundos antes de
exhalar lento y largo. Podía encontrar personas si me concentraba, lo
había hecho antes.
Me acordé de ayudar al chico de la heladería en California y a su
madre. Y así, allí se hallaban delante de mis ojos. Ella estaba de
compras para él, tratando de alcanzarlo para dejarla comprar una
camisa de botones. Él se rió y negó con su cabeza y luego señaló a una
camiseta ¡Cabs Here! en su lugar. Ella puso los ojos en blanco y tomó la
camisa de la barra. Sonrió mientras ella le pasó el brazo por sus hombros
y la apretó. Seguían en California, nunca se fueron a casa, y eran
maravillosamente felices y estaban bien. Ambos trabajaron juntos en el
restaurante y tenían un pequeño apartamento de mierda que amaban.
Me empecé a sentir culpable por espiar, también por quedar
atrapada en algo más cuando tenía una misión. Caleb me miró con su
frase favorita en la punta de la lengua. —No digas eso —le dije.
—¿Qué? Eres increíble.
Suspiré, realmente no me sentía increíble en estos momentos. Me
concentré en Ruth, en cómo nos contó todos los secretos de su familia
que podía y trató de ayudarnos. Sentí algo. Algo que marcó su camino
dentro de la parte de mi cerebro y volví mi cabeza para enfocarlo. Dejé
ir todos mis sentidos y lo sentí por ella.
—¿Maggie? —Escuché e hice callar a quienquiera que fuese—.
Maggie, ¿a dónde vas?
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—¿Qué? —Abrí los ojos para encontrar a mis pies moviéndose.
—¿Está sucediendo otra vez? —preguntó Caleb, refiriéndose a
nuestra noche de visiones.
—No —respondí y me detuve—. Estoy en control, es que... no sé.
Vamos a ver a dónde va esto, ¿de acuerdo?
—Después de ti —dijo, y me siguieron. Fuimos todo el camino
hasta la azotea mientras mis pies parecían conocer el camino. A dónde,
todavía no sabía. Pasamos el invernadero y Rodney vio la manta y la
almohada allí.
—Han estado durmiendo aquí, ¿eh? ¡Pequeño triturador de
reglas!
—¿Por qué asumes automáticamente que soy yo? —dijo Caleb.
Los escuché cuando mi pie sonó suavemente sobre la azotea—. Podría
haber sido Kyle. Él es el que siempre nos ha metido en problemas.
—Debido a que Kyle no es tan romántico —incitó Rodney con voz
soñadora y oí forcejeo, como si estuvieran jugando a pelear.
Chicos.
Llegamos al borde del techo y parecía detenerse. Pero mis pies no
lo hicieron. Di un grito ahogado cuando sentí el brazo de Caleb ir
alrededor de mi cintura por la espalda y atraparme. Volví la cara para
encontrarlo allí y se golpeó la nariz contra mi mejilla.
—¿Por qué no dejas que mis pies se hagan cargo? —dijo sin
aliento—. Ella está aparentemente en la ciudad si está llevándote en
esa dirección.
—Bien —suspiré—. ¿Cómo llegamos abajo?
Me liberó, no sin antes asegurarse de que Rodney tenía un agarre
sobre mí, por si acaso, y fue a la pared justo debajo de un techo bajo, el
último en la azotea del palacio. Llegó alrededor del borde, sobre la
enorme caída desde la azotea hasta la ciudad de abajo, y tanteo la
pared. Su mano regresó con una cuerda y tiró de ella hasta que oí el
chirrido del ascensor que convocaba. Genial. Por supuesto, el camino
tenía que ser un maldito ascensor de madera sobre un enorme paso
hacia nuestra muerte.
Caleb se rió de mi pensamiento y me miró. —No tengas miedo a
las alturas.
—No, tengo miedo de conocer mi destino en la parte superior de
una torre de la iglesia. ¿Por qué pondrían esto aquí de esta manera?
—Este lugar fue construido hace siglos —explicó Caleb—.
Necesitaban rutas secretas de entrada y salida, y no disponían de
ascensor en ese entonces.
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Rodney se echó a reír, pero los ignoré a ambos cuando Caleb
agarró la cuerda y abrió la puerta de la máquina de la muerte. Entró y
luego Rodney y ambos me miraron expectantes. Rodé los ojos mientras
subía dentro. Cuando Caleb nos empezó a bajar, nos sacudimos y
chillé, aferrándome a Caleb como la niña patética y asustada que soy.
Él sólo sonrió y Rodney se hizo cargo de la polea. Con el brazo de
Caleb a mí alrededor, miré la ciudad a medida que nos acercábamos
a la parte inferior. Fue realmente espectacular. Era una pena que no
pudiéramos venir aquí para unas vacaciones de verdad.
—Vendremos un día —prometió Caleb—. Londres es una de mis
ciudades favoritas.
—Eso me gustaría mucho —dije con sinceridad. Me besó en el
cuello mientras veíamos el ajetreo debajo de nosotros.
—¿Vas a dejarme soltarte y sin siquiera quejarte? —dijo Caleb en
broma en mi oído.
—No voy a soltarte ya que soy tu esposa —dije y sonreí cuando
me di vuelta para mirarlo. Me miró por un momento antes de presionar
su rostro en el mío, mejilla y frente tocándose. Era una cosa extraña de
hacer, supongo. Lo había hecho casi desde el primer día que lo conocí.
Y me gustó tanto, ya olía la canela.
Finalmente llegamos a la parte inferior y cuando nos bajamos del
ascensor, nos encontrábamos de nuevo en un pequeño nicho de
colinas. Nos escondió del bullicio de la ciudad a sólo un poco de
distancia. —¿Y ahora qué? —pregunté.
—Ahora, podemos averiguar dónde está Ruth y luego conseguir
un taxi.
—Bien —dije y me concentré. Lo sentí más fuerte ahora. Nos
acercábamos. Cuando llegué, sentí todas sus emociones mientras se
preguntaba dónde iba a vivir, dónde iría, cómo iba a llegar sin dinero.
¿Qué quería decir? Ah... que ellos la denunciaron del clan.
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Traducido SOS por Zafiro
Corregido por Nat_Hollbrook
—Vamos —dijo Caleb y tiró de mi mano para que me mueva.
Rodney se adelantó corriendo el par de cuadras hasta la calle y paró
un taxi. Subimos y me aplastaron en el centro. Caleb le dijo al conductor
que simplemente conduzca hasta que le demos una dirección. Él asintió
y empezó a bajar por las estrechas calles.
Me concentré para poder ver algo a su alrededor, signos o
señales que me dijeran dónde se encontraba. Pude ver una iglesia, pero
el nombre no estaba a la vista. Estaba sentada en los escalones allí,
sosteniendo su muñeca contra su pecho, y parecía estar esperando por
algo o alguien.
Caleb debe haber reconocido la iglesia de mi mente, porque le
dijo al conductor a dónde ir y fue. A los pocos minutos, nos detuvimos
frente a una gran iglesia y salimos rápidamente. Caleb sacó algo de
dinero de su cartera y pagó al conductor antes de correr para
igualarse.
Me acerqué a Ruth suavemente. Debería estar furiosa conmigo.
Yo era la razón por la que fue denunciada y ahora no tenía adónde ir.
Todo lo que tenía era una maleta. Su muñeca seguía apretada contra
su pecho y se sacudió cuando vio que alguien se aproximaba.
—¿Maggie? —dijo con los ojos muy abiertos—. ¿Qué estás
haciendo aquí?
—Le pedí a Rodney que te siga a todos lados, porque tenía miedo
de que Marla pudiera hacerte algo. Cuando se enteró de que te habías
ido, me buscó y vinimos a encontrarte.
—¿Cómo me has encontrado?
—Puedo encontrar a alguien si conozco a quien estoy buscando.
Tragó saliva. —Ventajas de la Vidente, supongo —murmuró.
—Algo por el estilo. —Me puse en cuclillas para estar en frente de
ella y continué en voz baja—: ¿Qué pasó?
—¿No puedes sacarlo fuera de mi cerebro? —soltó y sollozó.
—Sí, pero preferiría que me lo digas.
Se quedó en silencio y miró la calzada de adoquines.
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¿Por qué es tan hostil contigo? ¿Está molesta porque te dijo?
Miré a Caleb para responder a su pregunta. Le hicieron algo,
Caleb. Debí haber insistido en vigilarla mejor.
Hemos estado más que un poco ocupados, nena.
Sí. Suspiré. Y ella pagó el precio porque yo estaba ocupada.
—Ruth —la incité.
—Descubrieron que te conté —dijo y aspiró su enfado una vez
más—. Encontraron la brecha que he usado y me denunciaron por ser
una traidora.
—Lo siento —dije sinceramente—. Eso fue mi culpa. Dejé escapar
algo cuando hablé con Marla. Lo siento mucho.
—Ahora, ¿qué se supone que debo hacer? —casi gritó—. Puede
que no hayan sido buenos conmigo, o buenos para mí, pero han sido mi
familia durante tanto tiempo, ¡que son todo lo que conozco! —Aspiró de
nuevo y movió sus ojos a los míos—. No he visto a mi familia real desde
que Sikes me llevó. No puedo ir a casa de nuevo. Y no tengo el dinero
para llegar allí de todos modos.
—Ruth, lo siento. Dime lo que puedo hacer.
—No hay nada que puedas hacer —respondió, y se estremeció
cuando movió su cuerpo. Vi el pequeño destello en su mente mientras
recordaba al hombre de cabello oscuro, de pie sobre ella, cortando a
través de su tatuaje.
Agarré su brazo con suavidad, y no me detuvo. Saqué la muñeca
lejos de su pecho para ver una toalla envuelta alrededor de ella.
Desenvolví la toalla, tragando cuando vi la sangre, y luego contuve mi
grito cuando encontré lo que había visto en su mente.
Habían tomado un cuchillo y cortado dos líneas a través de su
tatuaje de la muñeca en forma de una torpe “X”.
—¿Marcus ha hecho esto? —dije con incredulidad al recordar a la
persona de pelo oscuro sobre ella.
—No. Marcus no lo hizo, fue Donald.
La verdadera memoria vino a mí mientras ella recordaba, y yo lo
veía ahora, los hombros más amplios, el hombre alto y corpulento
saliendo de las sombras, gruñendo que los había deshonrado y que ya
no era bienvenida en su familia. Ruth había pensado que la matarían,
pero Donald dijo que mandarla a bajar el ascensor en la parte posterior
del palacio y dejarla defenderse por sí misma era un castigo más
apropiado para un traidor.
Que merecía vivir en el mundo humano de donde vino y morir en
él, también. Y ahora, esperaba en los escalones de la iglesia, con la
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esperanza de que alguien pudiera decirle como ir a un refugio o algo
así.
Cuando regresé a mí misma no podía recordar un momento en el
que alguna vez me hubiera sentido tan culpable.
—Ruth —intenté, pero las palabras no salían. Negué con la
cabeza. Sentí a Caleb ponerse en cuclillas detrás de mí y descansar su
mano en mi espalda.
—Ruth, ¿dónde está tu familia? —le preguntó.
—No lo sé. Los busqué una vez, pero se mudaron lejos. No sé
donde están ahora.
—Está bien, escucha. —Se inclinó hacia adelante y le tocó el
brazo.
Vi a mi Caleb hacerse cargo y poner la enorme curita en las cosas
para las que él era tan bueno. Era sorprendente en una forma que aún
parecía brillar una nueva luz en él todos los días.
Le dijo que la enviaría donde sea que quisiera ir. Ella alegó que no
podía tomar el dinero de su familia, él argumentó que era su propio
dinero y que absolutamente lo tomaría. Sentí que Caleb podría estar
tratando de pagar mis errores, pero me lanzó una mirada por ese
pensamiento. Rodney se sentó en silencio a un lado mientras Caleb y
Ruth trabajaron en los detalles finales. La hospedaría en un motel aquí,
ya que no estaba interesada en volver a Tennessee. Trataría de
conseguir un trabajo y hacer una nueva vida. Realmente no había
nada más que hacer.
Todavía me sentía terrible y me encontré permaneciendo
bastante callada. Todos nos pusimos de pie mientras Ruth se preparaba
para entrar en su taxi a una nueva vida. —Nada de esto importará
realmente, sabes —dijo, y se cruzó de brazos como si tuviera frío.
—¿Por qué? —le dije, pero escuché su pensamiento—. Oh, no
había pensado en que la sangre de Marla está en ti.
—Sí, me puede encontrar o prácticamente usarme en cualquier
momento que quiera, siempre y cuando esté obligada a su linaje.
Pensé. Saqueé mi cerebro por una solución, pero fue Rodney
quien tuvo la idea. Me volví hacia él. —Eso es brillante.
Se quedó perplejo, pero luego se iluminó con la revelación. —No,
sólo lanzaba ideas en mi cabeza.
—Es la única manera —le respondí y miré a Ruth—. ¿Recuerdas
cómo le dio a esa gente mi sangre? ¿Sabes cómo es eso?
—Sí —cantó en indecisión.
—Aquí. ¿Uno de ustedes tiene una navaja de bolsillo? —pregunté,
el temor obstruyendo mi garganta.
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—No —respondió Caleb con fuerza—. No, no tenemos e incluso si
lo tuviéramos, no.
—Yo tengo —respondió Rodney, sacó una pequeña navaja de su
bolsillo y la abrió mientras sonreía con ironía—. Todos los vaqueros llevan
una navaja.
—Increíble. —Tomé aire y tendí la mano—. Córtame.
—Espera, ¿qué? —dijo, su tono cambiando por completo.
—No —le dijo Caleb y me miró—. Vamos, Maggie. No vas a hacer
que te corte.
—Caleb, vamos, tengo que hacerlo. —Me lamí los labios—. ¿Lo
harás?
—Absolutamente no —gritó y luego suspiró—. Mira, Maggie. Mi
cuerpo no me deja hacerlo. Va a ser bastante difícil estar aquí, mientras
alguien más lo hace.
—Oh —le contesté, y entonces miré a Ruth.
Frunció los labios. —Así que, déjame asegurarme de que estoy
entendiendo. Quieres que tomé un poco de tu sangre, porque será la
última sangre que tomé, así que será la única a la que estaré obligada,
¿verdad?
—Sí.
—Pero ¿no puedes simplemente controlarme entonces? ¿Serás tú
en vez de ella?
—Sí, pero no lo haré.
Vino a mí lentamente. Extendió la mano a Rodney por la navaja
sin apartar los ojos de los míos. —Hay viales de sangre adicionales en mi
bolso, Caleb.
Bufó, pero consiguió uno después de hurgar en su bolso, gruñendo
en su mente. Se lo entregó y le dio un mensaje silencioso con la mirada.
Tomó mi mano entre las suyas y le dio la vuelta. Cortó mi palma sin
esperar a que tenga que pensar en ello. Me estremecí y miré mientras
dejaba que la sangre gotee en el vial. Tan pronto como me soltó la
mano, Caleb tomó su lugar y de inmediato comenzó a sanarme.
Cuando la quemadura terminó, miró a su alrededor pero sabía
que no iba a encontrar nada con que limpiar mi sangre. Así que tomó la
esquina de su perfectamente buena camisa y limpió todo rastro de mi
lesión. Lo miré por debajo de mis pestañas. Sus ojos se quedaron en mí
mientras hablaba. —Rodney, ¿puedes conseguirle a Ruth un taxi?
—Mmmm —tarareó y se fue a la calle. Me volví a Ruth para
disculparme una vez más, pero estaba llorando. Me sentí aún peor.
—Lo siento mucho —intenté, pero me detuve.
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—Me liberaste.
—¿Qué?
—Me liberaste. No estoy molesta contigo —me aseguró, y tomó
mis manos. Miró la mano donde me había cortado y luego de vuelta a
mis ojos—. Si no hubieras hecho lo que hiciste, lo que fuera, para dejar a
Marla saber que los había traicionado, entonces todavía estaría
obligado a ellos y aún estaría bajo sus pulgares. —Sostuvo el vial con mi
sangre en su agarre como si fuera lo más preciado—. Esto cambiará
todo para mí.
No sabía qué decir, así que sólo la abracé a mí. Que extrañas
vueltas y giros había dado nuestra relación. Primero ayudó a
secuestrarme y tomar mi sangre en contra de mi voluntad, luego tomó
mi sangre de nuevo en prácticamente contra mi voluntad, pero dejó
completamente en claro que estaba de mi lado. Y ahora había
tomado mi sangre otra vez, pero esta vez fue un regalo.
Me apretó y luego cogió su única maleta. Sonrió, encantada de
tomar la tarjeta de crédito que Caleb le dio de su cartera, y se dirigió al
taxi que Rodney detuvo para ella. Caleb me abrazó por detrás mientras
la veíamos marcharse.
—Vamos, chicos. —Rodney hizo señas con un movimiento de su
brazo—. Vamos a caminar. No tengo ninguna prisa por volver al
palacio.
—Buena idea —dijo Caleb y dejó su brazo colgado sobre mi
hombro—. Ya estamos fuera. Vamos a agarrar algo de almorzar antes
de la caminata de vuelta. —Me sonrió—. Conocemos donde están
todos los buenos lugares.
—No me cabe duda de eso —dije recordando que conocía todos
esos lugares en California y Tennessee—. ¿Van a saber tu nombre,
también?
—Nah. Ha pasado mucho tiempo —se mofó mientras sostenía
abierta la puerta para mí. Tan pronto como entramos por la puerta y
Caleb saludó a la señora detrás del mostrador, ella sonrió y levantó las
manos en el aire.
—¡Ustedes, los muchachos Jacobson no vienen a verme!
Rodé los ojos con humor. Cielos, Caleb conocía a cada persona
en el planeta.
Señaló con la cabeza hacia un lado para que yo mire. En el
interior de la vitrina de cristal había cada clase de rollo de canela,
croissant y danés conocido por el hombre. Me mordí el labio y se rió de
mí.
Terminamos nuestro almuerzo, y los bollos de miel canela recién
hechos, y caminamos despacio y tranquilamente por las pequeñas
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tiendas y calles. Caleb me tiró en esta pequeña tienda de joyería
donde todo era hecho a mano. Nos fijamos en los diseños intrincados y
extravagante de los anillos y collares. Rodney miró hebillas de cinturón.
Le sonreí y sacudí la cabeza. No compramos nada, pero nos
trasladamos a la siguiente tienda. Dejé que Caleb me compre una
bufanda allí, una preciosa fina bufanda negra y plata. La dejé envuelta
holgadamente en mi cuello y miré alrededor a los edificios altos
mientras nos demorábamos y tratábamos de encontrar excusas para no
regresar.
Luego caminamos por las calles de vuelta al bien escondido
ascensor. Quería comprar más o hacer turismo, pero necesitábamos
volver y no estaba realmente de humor para mucho más con la
molestia que crecía dentro de mí. Tenía que mostrar a todos mi visión
para que supieran lo que pasó y por qué las cosas tenían que cambiar,
pero cada vez que lo intenté, algo me detuvo. Tenía que averiguarlo.
—Teletranspórtame, Scotty —dijo Rodney sonriendo y se apartó
para dejar que Caleb haga todo el trabajo, ya que él fue el que nos
hizo bajar.
Caleb tiró y tiró de la polea, con los músculos tensándose y
estirándose. El tatuaje en su brazo bailaba cuando usaba los músculos.
Me mordí el labio mientras lo observaba.
Salimos del ascensor y me sentí bien. Encontramos a Ruth e
impedimos que fuera torturada para siempre por los Watson. Ahora, si
sólo pudiéramos patearles los traseros sobre el borde del balcón, las
cosas serían más fáciles para todos.
Caleb se detuvo para usar el teléfono, ya que era nuestra última
oportunidad de servicio celular. Rodney se fue adentro después de que
le di las gracias por su ayuda. Caleb llamó a su oficina, al servicio de
tutoría para ver cómo iban las cosas. Hacía semanas que no había
estado en ninguna de las instalaciones y lo echaba de menos. Le
encantaba el trabajo. Enseñar y estar rodeado de niños todo el día era
definitivamente algo que podía verse haciendo.
La señora que contestó el teléfono le dijo que todo estaba bien,
pero lo extrañaban. Colgó el teléfono y luego envió un mensaje a Vic,
una mentira rápida:
Todavía estamos en California. Vamos a verte pronto.
Luego me pasó el teléfono. Arqueé una ceja en pregunta y él
arqueó una hacia mí en broma. —Sé que quieres llamar a Beck.
Sonreí y marqué su número, pero antes de que pudiera contestar,
escuché los pensamientos de los demás. Me asomé por el borde del
invernadero para ver a Donald, Paulo y Haddock.
Estropeado de nuevo.
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Caleb me atrajo a su lado, deslizando su teléfono en el bolsillo de
atrás. —Consejeros. Y Donald —se dirigió, asegurándose de que Donald
entendía que ya no lo vemos como nuestra autoridad. Era el Campeón
de su clan ahora, y Haddock era el consejero.
—Caleb y... Vidente —dijo Donald con voz amenazadora—. La
azotea está fuera de límites.
Caleb respondió—: Estaba dejando que Maggie llame a su amiga
para que no se preocupe por ella.
—Nuestra Vidente tiene que aprender que hay cosas que son más
importantes que los amigos y mantenerse al día con los últimos chismes
humanos. No es más un ser humano. No puedes seguirle la corriente a su
pasado humano, Caleb.
Resoplé un respiro, pero Caleb continuó—: Y tú ya no eres un
consejero, así que me pregunto qué es lo que estás haciendo aquí. No
eres mi Campeón, así que esto ya no te concierne.
—Soy quien le dijo al Consejo que habías alejado a nuestra
Vidente de sus obligaciones.
Me enfadé de nuevo. —¿Y qué obligaciones son esas?
—Aprender a ser uno de nosotros y discutir su convivencia en el
palacio.
—Eso no va a ocurrir —le dije.
—Niña tonta —gruñó bajo.
—Donald —reprendió Paulo—. Caleb tiene razón, después de
todo. No eres un miembro del Consejo y aunque nos dijiste dónde
encontrarlos, esto ya no te concierne. Haddock y yo podemos hacernos
cargo desde aquí.
Donald se volvió lentamente para mirar a Paulo. Tenía una
urgencia abrumadora golpeándome para tocar la piel de Donald. Era
más como una idea de último momento, porque mi cuerpo ya se
movía. Cuando toqué su brazo, la visión de él regañando a Marla y
Marcus por dejarme manipular a Ruth se representó. Después consiguió
pasar todos los detalles para denunciarla, ordenó a Marcus cortarle el
tatuaje, para avergonzarla, pero Marcus se negó. Se encogió contra la
pared y sacudió la cabeza “no”.
Donald, enfurecido, se trasladó hacia los que retenían a Ruth y lo
hizo él mismo. Arrojó el cuchillo con un ruido metálico y se dirigió a la
puerta. Se detuvo frente a Marla y Marcus. Se movió con rapidez y le dio
un puñetazo a Marcus en el estómago. Marcus se dobló en un grito
silencioso mientras caía de rodillas. Entonces él extendió la mano y
agarró la mandíbula de Marla. Ella se sacudió y luego se quedó inmóvil.
Más aún de lo que era humanamente posible. La había congelado con
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su capacidad, pero no con hielo. Era como si fuera de piedra, pero no
lo era.
—Voy a convertirlos a todos en piedra y dejarlos en una celda si
me fallan otra vez.
Luego se marchó y Marla jadeó mientras se desplomaba junto a
su hermano. Marcus la atrajo hacia sí, en un movimiento poco habitual
para él. La abrazó mientras ambos miraban el camino que Donald
había hecho.
Luego volví en mí y retrocedí cuando el lugar donde toqué a
Donald ardió y me impactó. Él siseó también y se echó hacia atrás. Nos
miramos a los ojos, sabiendo que lo había visto todo. Paulo lucía
horrorizado por la marca en mi mano y se dirigió automáticamente a
acusar a Donald de querer hacerme daño, pero Donald fue inteligente.
—Me dio una marca de ofensa —dijo Donald, como si doliera y se
cubrió el brazo. Volvió los ojos a Paulo y luego de regreso a mí—. ¿Por
qué quieres hacerme daño?
—No quiero hacerte daño, ¡tú me lastimaste!
—De acuerdo —nos tranquilizó Paulo—, está bien. Vamos todos a
dar un paso atrás. Estoy seguro de que esto es sólo un malentendido. —
Volteó su mirada hacia Caleb—. Ahora, Caleb. Sabes que no puedes
venir aquí, y mucho menos traer a la Vidente. Es peligroso.
—Sí, podríamos ser cagados por una paloma —refutó Caleb
sarcásticamente—. Vamos, Paulo, no hay nada aquí. Sólo
necesitábamos alejarnos por unos minutos, eso es todo.
—Me temo que eso es exactamente lo contrario de lo que
necesitan. —Suspiró como si estuviera entregando noticias tristes a un
paciente moribundo—. Hemos decidido que la Vidente debe socializar
un poco. Tiene que ser algo más que tu pareja, tiene que ser la Vidente
para todos.
—He tratado de hacerlo —argumenté—. Me he asegurado de
hablar con otros clanes e incluso sentarme con ellos en el almuerzo. Ya
lo sabes, me senté con tu familia.
—Lo sé, y aunque fue un buen esfuerzo, tiene que haber más. Así
que —dio una palmada con sus manos y sonrió completamente
orgulloso de sí mismo—, hemos orquestado un baile en tu honor. Muchos
bailes, de hecho. Cada noche, durante el resto de nuestra estancia
aquí, serás escoltada por un miembro diferente de cada clan. Ya hemos
preparado tu habitación con todo lo necesario.
—¿Estuviste en mi habitación?
—Winifred estuvo —corrigió—. Escogió todos los vestidos.
Vestidos... y vi en su mente exactamente lo que tenían
preparado. Cada clan suministraba un collar. Yo elegía un collar cada
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noche, sin saber a quién pertenecía, y quien sea que fuera el
afortunado ganador, sería mi escolta por esa noche. De esta manera
no puede haber prejuicios ni trampas. Sería justo y todo el mundo tenía
que seguir las reglas.
El truco era que a los Jacobson no se les permitió poner ningún
collar en el bote. Este era mi castigo por querer estar tanto con Caleb,
mi maldita pareja y prometido.
Caleb también obtuvo la plena comprensión de las reglas, y
zumbó un ruido de disgusto. —Esto es ridículo. No puedes esperar que
me siente y observe como todos los hombres en el lugar luchan por un
baile con mi pareja. ¡Todos actúan como si no supieran cómo funcionan
las imprimaciones! —bramó—. Saben que mi cuerpo se rebelará contra
esto.
—Sí, y es muy buena práctica para ti —declaró Paulo—. Tienes
que aprender a compartirla, por incómodo que sea.
—¿Quieres compartir tu esposa? —gruñó Caleb.
—No, no lo haría —gruñó Paulo de regreso—, pero no estoy
casado con la Vidente tampoco.
—Estas son estupideces. —Caleb me agarró del brazo,
suavemente incluso en su ira, y empezó a llevarme a la puerta.
—Cumplirás las reglas, Caleb —escuchamos a nuestras espaldas.
Nos giramos para encontrar a Haddock, estoico como siempre—. Es
importante que lo hagas.
Haddock había estado muy tranquilo durante todo. Ladeé mi
cabeza hacia él, pero sólo me miró. Cambié mi mirada a Donald, quien
parecía tan contento con el resultado de las cosas. Luego a Paulo, que
nos miraba a todos como si una pelea fuese a estallar en cualquier
momento.
—Vamos a seguir las reglas —les dije, llevé a Caleb conmigo y abrí
la puerta de golpe.
—Como el infierno vamos a seguir las reglas —gruñó Caleb
mientras nos abríamos camino. Me detuvo—. ¡No me voy a sentar allí
mientras te empeñan al mejor postor!
—Tienen algo bajo la manga —le dije en un susurro—. Lo sé. Esta
es nuestra oportunidad de entenderlo todo y terminar esto con los
Watson para siempre.
—Razón de más para no hacerlo. No lo haré a sabiendas de
ponerte en peligro.
Nos podríamos haber quedado allí toda la noche discutiendo, así
que tomé su mano y lideré el camino a mi habitación. Cuando llegamos
allí y encendí la luz, me quedé atónita. Había magníficos vestidos
cubriendo las paredes en bastidores. Un vestido, uno color crema que
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me hizo suspirar en su magnificencia, estaba desplegado en la cama. Y
cerca del armario había una mesa llena de joyas.
Me alejé de todo y atraje a Caleb para que me bese. Suspiró al
principio, pero pronto me besaba como yo quería. Probablemente
pensó que trataba de distraerlo con besos, pero no lo hacía.
Me aparté un poco y apoyé mi cabeza contra la suya. —Gracias
por lo que hiciste por Ruth.
—Ella nos ayudó —razonó a través de una respiración
entrecortada—. Era lo correcto. —Dejó escapar un suspiro diciendo
mucho—. Bien, está bien. Sé que tienes que hacer esto, pero no me
tiene que gustar y no voy a pretender que lo hace.
—Trato —dije en gratitud—. Tendré a Rodney sentado contigo.
—¿Te refieres a sosteniendo mis brazos para que no aporreé nadie
—medio bromeó.
—Síp —respondí. Esta vez fue él quien me besó. Envolví mis brazos
alrededor de su cuello, agradecida de que estaba aquí y era mío.
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Traducido SOS por Vanessa VR
Corregido por NnancyC
Después de que Caleb se marchó para vestirse, tomé un largo
baño caliente, porque tenía un montón de tiempo para perder. Caleb
necesitaba ir a ver a su padre. Me dejaron para que me las arregle sola,
así que estuve metida en la ostentosa bañera con burbujas hasta el
cuello, hasta que el agua se volvió fría.
Después de eso, me peiné el cabello y me maquillé antes de
ponerme el vestido que estaba sobre la cama. Gran tenía un gusto
increíble y este vestido no era la excepción. Me deslicé en él. Tenía la
sensación de que hoy nadie iba a venir a ayudarme a vestir. Se
ajustaba como si estuviera hecho para mí y subí la cremallera del
costado. Traté de ignorar la etiqueta del diseñador, pero Dolce era
Dolce.
El vestido era hermoso, pero se sentía largo y pesado. Nunca
había sido una fan de los vestidos largos y, al parecer, la belleza del
vestido no tuvo efecto sobre ese hecho. Me frotó las piernas y los tobillos
de una manera que sabía que me iba a afectar toda la noche.
Miré el tocador una y otra vez. Sí, el tocador. La sala del Consejo
me había atrapado en ella y era extravagante, imposible de creer y sin
razón. Como eran los collares que tenía ante mí. Para elegir, elegir... No
era fácil. No tenía idea de quién me dio cada collar y el collar de mi
elección tenía mi destino para el acompañante de la noche. Iba a ser
atrapada con algún otro chico por toda la noche por culpa de uno de
esos hermosos collares. Y por supuesto, a los Jacobson no se les permitió
ofrecerme collares. Tuve que “extender la cortesía" de que lo habían
mencionado. Aunque yo pertenecía a los Jacobson, no debería mostrar
favores a ese clan. Y los collares; parecía inapropiado que el Consejo
estuviera usando algo tan hermoso y elegante para molestar a Caleb
descaradamente.
Reflexioné sobre los sucesos de la semana hasta aquí y acumulé
todo así podría armarme a mí misma y tratar de estar lista para lo que
tenía que ser esta noche. Esta noche era la noche y los Watson iban a
caer. Así que empecé con Caleb.
El arranque de Caleb no había ayudado a las cosas. Sin embargo
no podía culparlo una pizca. En realidad, yo reventaba de orgullo
mientras él le dejaba saber al Consejo toda la hipocresía que fueron
arrojando en nuestro camino. Por supuesto, que ellos lo liberaran del
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“calabozo” no era exactamente cómo nosotros planeamos las cosas
tampoco.
Y mi posterior fuga de la cárcel y amenaza a los guardias sólo fue
la cereza en la cima de este helado de locura.
No tenía ni idea de lo que hacía. La forma en que todos me
miraban y me hablaban, todo el mundo tenía miedo de mirarme a los
ojos o tocarme por temor a lo que leería o averiguaría sobre su pasado.
O futuro. El poder es una cosa extraña. Es destructivo, es adictivo, a
veces es idiota, pero también es extrañamente hermoso cómo el caos
simplemente fluye a su alrededor. El latido del corazón humano se
desarrolla para eso, pero no el de este corazón.
Estaba lista para terminar con esta semana. Quería casarme con
Caleb. Y a pesar del hecho de que el Consejo trató de reclamar por
nuestro abrupto y casarnos el primer día, afortunadamente, Peter era un
pensador rápido. Quería casarme con él, pero no porque alguien me
dijera que tenía que hacerlo. Sé que estaba tan en contra del
matrimonio antes, pero ni siquiera podía recordar por qué. ¿Y la cosa de
la edad? Bla. Ahora no significaba nada. Estaba tan dispuesta a ser
todo para el hombre que amaba y no era sólo para escapar de las
cosas del Vidente. Sinceramente esperaba aprender cómo ser una
pareja, por nuestra cuenta, sin distracciones, con Caleb.
Cielos, la mirada de orgullo en el rostro de Peter... viendo a Caleb
ponerse rojo y defender mi honor... los poderosos brazos de Caleb
sacudiéndose y moviéndose para protegerme... Incluso ahora podía
sentir el dolor en el pecho, de orgullo y deseo. Las estúpidas normas y
tradiciones del Consejo me habían alejado demasiado de Caleb y ya
sentía la retirada de nuevo.
Me armé de valor, levanté la barbilla, birlé la lágrima que escapó
y me reprendí a mí misma por dejarla. Recogí el llavero encima de la
cómoda y froté la superficie fría y suave de la obsidiana. Era la Vidente,
era todo lo que dijeron que era y más, podía sentirlo, e iba a utilizar sus
palabras contra ellos. Estaban a punto de ver que las cosas iban a
cambiar. No sería puesta en exhibición y adoración, y pasando por
todas partes como alguna baratija o mercancía. Era yo y tenía mi
familia detrás de mí.
Desafiar la forma cómo son las cosas es la única manera de
aceptar lo que viene. El Consejo había sido adorado y venerado
demasiado tiempo por un montón de vejestorios sin nada que hacer,
excepto conseguir manicuras y vivir bajo tierra. Y los Aces necesitaban
aprender que complacencia era aceptación, aún si querían creer lo
contrario.
Y nosotros no íbamos a aceptarlo más.
Por lo tanto, puse mi llavero abajo y elegí mi collar. Era hermoso y
combinó mi vestido tan perfectamente con sus hojas de color crema,
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filigrana de oro intrincado y piedra lunar. Me pregunté a quién
pertenecía y con quién estaría atorada por la noche. Me lo puse,
poniendo el chal dorado alrededor del cuello para cubrirlo mientras me
informaba. Revisé si mi rímel se había corrido y luego abrí la puerta para
encontrar a mi guardia, Rodney.
—¿Estás lista para ir, señora? —bromeó.
—No —dije mientras agarré su brazo y lo dejé que me guíe—. No,
en absoluto.
—No te preocupes. Voy a mantener una mano sobre Caleb en
todo momento —dijo. Así que sabía exactamente lo que iba a suceder
esta noche—. A él no le va a gustar esta noche, pero estará bien. Sólo
tiene que aprender a compartir —dijo y me guiñó un ojo.
—Ja, ja. Esta es una estúpida tradición, lo siento, no estoy tratando
de ofender, pero es verdad. ¿Cuál es el propósito de esto? El Consejo ni
siquiera me conoce. ¿Cómo saben cómo reaccionaría a otros clanes?
Planeé ser amistosa, como lo he sido desde que llegamos aquí —me
enfurruñé—. No tenían que ir a los extremos y hacerlo así era la única
forma de difundirme por todas partes.
—No sé, Maggie. No hemos tenido un Vidente en cualquiera de
nuestras ocasiones anteriores. Todos hacemos lo que el Consejo dice
que es costumbre.
—Lo sé —dije enfáticamente—. Eso es lo que más me asusta.
—Llegamos —declaró lo obvio y se detuvo en las puertas—. Vas a
estar fabulosa. Sólo sé la chica dulce y locuaz que sé que eres y
deslúmbralos con una sonrisa. Te garantizo que los tendrás comiendo de
tu pequeña palma Vidente.
—Gracias —dije sinceramente—. En serio. Hacer todo esto sin
Caleb se siente mal, pero contigo aquí, al menos lo hace soportable.
—Es para mí un honor y un placer. —Hice un mohín a la alabanza
Vidente y lo entendió—. Maggie. Es para mí un honor y un placer,
Maggie. Eres de mi familia y Caleb es como un hermano para mí. Haría
cualquier cosa por él, incluso —abrió las grandes puertas dobles a la
habitación llena de gente ansiosa—, escoltar a su chica a otro tipo —
dijo irónicamente y sonrió.
Miré por encima del mar de rostros. Incluso los Aces casados
querían una noche con la Vidente. Esto era prestigio y les daba derecho
a alardear y una mirada a la mesa de los vejestorios me dijo que
disfrutaban del espectáculo. Aunque, traté de no hacerlo, miré a Caleb.
Casi me perdí mientras mi corazón saltó violentamente, pero Rodney tiró
su brazo a mí alrededor y aunque sabía que rompería el “protocolo”, lo
abracé. Oí unos gritos ahogados, pero todavía no veía en su dirección
porque mis ojos se quedaron bloqueados en mi pareja.
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—Gracias. ¿Quieres por favor ir con él ahora?
Asintió y sonrió mientras se abría camino hacia el grupo de
Jacobson. Todos daban el visto bueno por como lucían las cosas y sus
pensamientos. Caleb les había explicado todo y estaban listos para una
pelea si la noche pedía una. Finalmente se habían hartado de ser una
familia que se quedaba al margen. Entonces oí el sonido más hermoso
en mi mente.
Te ves tan... terriblemente... hermosa.
Tú también te ves muy bien, astuto.
Siento mucho haberte traído aquí.
No es para siempre. Sólo están tratando de sacarte de tus casillas.
Todos ellos envidian a los Jacobson tanto si lo admitan o no.
Pero no es justo para ti. Ya estás en retirada, puedo sentirlo, y ni
siquiera se me permite tocarte esta noche.
Pude ver su color en aumento. Su padre le puso una mano en su
hombro y Rodney puso una mano en el otro. Incluso Kyle se acercó a él,
flanqueándolo. Nos mostraban una vez más que estaban detrás de
nosotros. Teníamos que aguantar las reglas del Consejo y también las
llamadas “tradiciones” hasta que pudiéramos cambiarlas para todos,
no sólo para nosotros. Teníamos que salvar a la raza, no sólo a nuestra
familia. Y la raza se hallaba tan consumida por la tradición que sería un
caso difícil de liquidar. Se volverían todos contra nosotros si no hacíamos
esto bien. Así que... jugábamos con sus reglas. Por ahora.
Yo estoy bien y lista para hacer esto.
Yo no.
Sonreí. Te amo, Caleb Jacobson.
Te amo, Maggie Jacobson. Y no te atrevas a olvidarte de eso.
Sonreí de nuevo cuando usó el apellido de su familia para mí, y
mantuve mi risa ahogada a las vibras protectoras que recibía de él. Me
sorprendió que cada persona en esta sala no pudiera verlas flotando a
su alrededor. Era realmente estúpido para ellos hacer un ritual como
este. Conocen la naturaleza de la pareja; ser posesiva y protectora. Así
que ¿por qué hacer tantos problemas para empujarme hacia otros,
sabiendo que nuestros cuerpos se rebelarían contra ello?
Me volví hacia la multitud entusiasta. El primer hombre que yo
buscaba era mi padre. Mi verdadero padre. No lo veía por ninguna
parte. Bish se encontraba de pie con los Jacobson, pero mi papá
estaba con el clan de Paulo porque de ahí era su pareja. Me di cuenta
entonces que mi padre no era parte de mi clan. Rachel me había dicho
en California que cuando te imprimas, sigues a tu esposo a su clan y
que incluso pocas veces veías a tus otros familiares. Me pregunté con
espanto si así sería para papá y yo, ahora que él era familia de ella.
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Pero el clan de ella lucía muy feliz y orgulloso. Sonrieron a mi papá
y a Fiona con un verdadero sentido de alegría. Por lo menos así era allá.
Miré hacia el resto de la habitación. Todos los hombres se
alinearon al frente, sus mujeres detrás de ellos. Asumí que esperaban
que revelara mi collar, así podrían reclamar su premio. Así que abrí el
chal y lo dejé deslizar fuera del lugar. Los gemidos de decepción eran
evidentes, pero otra voz sonó clara y verdadera.
Un Watson.
Él avanzó, todo sonrisas malvadas. Se veía extremadamente
satisfecho por mi incomodidad. Decidí en ese mismo momento que si
iba a estar atorada en esto, también sería una jugadora. Así que
también sonreí y le hice una reverencia. Titubeó y casi tropezó sobre sí
mismo, tuve que presionar mis labios para detener la risa. Cuando me
alcanzó, esperé y le tendí mi mano con una sonrisa dulce.
—¿Vamos? —dije, goteando con dulzura.
—Por supuesto, Vidente —dijo suavemente, pero obviamente le
sorprendía mis acciones o intenciones, pero sonrió de nuevo y me llevó
a la pista de baile. Cuando nos detuvimos en el círculo de granito verde
en el medio, miró a Marla, quien asintió. Él me miró de regreso con un
renovado vigor en su tarea.
Estupendo, pensé. Dos pueden jugar este juego.
Me sorprendí cuando pusieron música real en lugar de los
instrumentos tocando. Alguna balada de John Mayer sonaba por los
altavoces y el hombre comenzó a guiarme. Tenía guantes blancos, lo
que no había escapado de mi atención, para combinar con la camisa
blanca de su esmoquin. Pero sabía que los guantes eran para evitar
poner una marca de ofensa en mí.
—¿Cómo te llamas? —pregunté para empezar.
—Walker —dijo y sonrió con malicia—. Y tú eres Maggie. —Sonrió y
luego recordé dónde lo había visto antes. Fue uno de los que ayudaron
a Sikes a vigilarme en el pozo—. Sé todo acerca de ti.
—¿Lo sabes ahora? —Me arrastré hacia fuera—. Dudoso.
—Sé que te encantan los bollos de miel, odias ser el centro de
atención y no te gusto mucho.
Sonreí. —Todo eso se podría haber concluido con bastante
facilidad, ya que es notoriamente obvio.
Se rió de mi respuesta. —Probablemente. También sé que quieres
que las cosas cambien aquí. —Miré a Caleb y vi que nada había
cambiado con él. Todavía me miraba. Como si el hombre se diera
cuenta, su mano derecha se deslizó unos centímetros más abajo en mi
espalda. Utilicé mi mente para volver a subir su mano y él se rehusó con
confusión.
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—¿Pensaste que no podía hacer eso porque tienes mi sangre en
ti? —Su cara decía que tenía razón—. Eso sólo me impide ver tus
pensamientos y tu futuro. Tu mano es un objeto que puedo mover, así
que no importa. —Tragó un poco ruidosamente—. Marla te envió a la
guerra sin el conocimiento adecuado del enemigo, ¿eh? —lo provoqué.
—Esto no es un juego —dijo en voz baja.
—Tienes razón, no lo es. Entonces, ¿qué están planificando tú y
Marla para mí esta noche? Por qué no me lo dices y entonces podemos
seguir adelante.
—Buen intento —dijo y bajó en mi espalda un poco. Fue tan
repentino que me sacudí por la sorpresa. Sonrió y me inclinó hacia atrás.
Cuando lo hizo, me giré fuera su brazo y di un paso atrás.
Sonreí. —Tienes razón sobre el cambio. Creo que también
necesitamos cambiar las reglas de esta noche. —Me acerqué al primer
chico que vi que no era un Jacobson o un Watson y le pregunté si
quería bailar. Lucía eufórico, casi en una forma espeluznante, y me dejó
que lo lleve a la pista de baile. Aunque él no podía bailar bien. Mantuve
mis ojos en el Consejo así sus ceños fruncidos serían su pequeño secreto,
aunque sabía que se hallaban allí.
Después que la canción terminó, agarré otra pareja y lo dejé que
me gire, y me gire, y me gire. Era un experto bailarín y parecía ser
aficionado a los ritmos de giros de Salsa. Me reí mientras me guiaba y le
mostré como nuestros pies serpenteaban entre los demás. Volví a mirar
a Caleb y aunque él quería mirar pareciendo furioso, me sonreía y
miraba.
Rodney golpeó el pecho de Caleb con el puño antes de dirigirse
a mí. —¿Me concedes este baile?
—Por supuesto —respondí y sonreí al hombre que era relevado—.
Gracias. Eres realmente bueno en esto.
—Gracias, Vidente, por darme la oportunidad de enseñarte.
Asentí y me volví hacia Rodney. Sonrió y me tomó de las manos y
la cintura formalmente. Nos movimos de un lado al otro con suavidad.
Rodney miró atrás y se echó a reír en voz baja.
Caleb está seriamente encendido de amor.
—Yo también —le respondí y miré a Caleb por encima del
hombro de Rodney. Todavía me observaba mientras Kyle cantaba la
música asquerosa en el oído de Caleb—. Tu primo es muy bueno, sabes.
—Síp. No puedo esperar —dijo y se rió un poco—. Es casi peor
ahora que tuve la visión. Cada chica que veo ahora, me pregunto si
ella es la indicada.
—¿Entonces saber es peor que no saber?
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—De cierta forma, pero me alegro de saber. —Lucía de manera
diferente en su esmoquin. Su cabello estaba peinado hacia un lado, en
lugar de su indisciplina normal—. ¿Qué? —dijo cuándo me atrapó
mirando.
—Ustedes los Jacobsons... simplemente son un grupo apuesto.
—¿En serio? —dijo, su ego inflado por un segundo, deducido por
su sonrisa arrogante.
—Sí, realmente. Mi amiga Beck vino a California con nosotros y
fuimos a nadar. Casi se desmaya cuando Peter llegó a la playa en su
traje de baño.
Se río. —Bueno, ese tipo está construido como una fábrica de
carne. Es comprensible.
—¿Una fábrica de carne? —pregunté a través de mi risa—.
Extrañas el rancho, verdad.
—Claro que sí. Tendré que comprarme mi propio rancho después
que encuentre a la señorita. Vamos a hacer una hacienda acogedora,
allí mismo en Tennessee, ¡con tocino y carne corriendo salvaje en el
campo! —dijo con una reverencia con sombrero.
Me eché a reír otra vez y luego giré cuando Caleb puso su mano
en mi brazo. Me volví para encontrar su rostro divertido ingeniosamente
disfrazado. —¿Qué está pasando aquí?
—Nada —dijo Rodney arrastrando las palabras alegremente—.
Sólo trato de robar tu chica, es todo.
—Bueno, entonces será mejor que yo la tenga —dijo y sonrió
mientras ponía sus manos en mis caderas—. No está disponible para ser
robada.
—Creo que estás perdiendo el punto de robar, primo —incitó
Rodney mientras saludó y se dirigió a la mesa de comida.
Caleb sonrió, pero no se fijó en su camino. Nos movimos juntos,
sabiendo que no pretendíamos estar bailando esta noche, y llegué a
atrapar a Marla burlándose de nosotros sobre el hombro de Caleb. La
miré, ella me miró de nuevo. Luego sonrió. Era una sonrisa que estaba
apoyada con muchas cosas: aturdimiento, crueldad, maldad, odio, y
hasta un poco de envidia. Todo eso me molestó y precisamente
mientras Caleb la miró por encima del hombro, ella frunció los labios
como si le enviara un beso. Entonces vi su cara azotada hacia un lado
como si hubiera sido abofeteada.
Se volvió y me miró. Mordí mi labio. Yo había hecho eso con mi
habilidad y la ira. Miré de nuevo a Caleb que me miraba con diversión.
—Se lo merecía —dijo y me aplastó de nuevo a él.
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La canción que sonaba por encima de nosotros era “You And
Me” de Lifehouse y presionó su rostro en mi cabello y cantó en voz baja
las palabras para mí.
¿Qué día es hoy? ¿Y de qué mes?
Este reloj nunca pareció tan vivo
No puedo mantener el paso y no puedo regresar atrás
Estoy perdiendo mucho tiempo
Porque somos tú y yo, y toda la gente
sin nada que hacer, nada que perder
Y estamos tú y yo y toda la gente
Y no sé por qué no puedo apartar mis ojos de ti.
Podría haber muerto... o llorado… o suspirado. No estaba segura
de lo que quería hacer más. Él miró hacia abajo a mí, todo el trayecto
hasta los dedos de los pies, y lentamente hacia arriba de nuevo. —Te
ves muy bien. —Presionó su cara en mi cabello otra vez. Gimió sus
palabras—: Podría devorarte.
Mi corazón patinó y sonrió de nuevo con una sonrisa de
suficiencia. Apenas había tomado mi aliento cuando llevó una mano
arriba para colocarla contra mi corazón. —Caleb —suspiré—, no
puedes hacer ese tipo de cosas aquí.
—¿Y por qué no?
—Porque tengo que ser femenina y formal y me estás haciendo
querer arrastrarte a mi habitación.
Apoyó la cabeza contra la mía y gimió. —¿Fuiste a una escuela
que dice exactamente qué decir para volver loco a un chico?
—Tal vez —dije alegremente, pensando que tenía que mezclarme
más con los otros, antes de que terminara la noche, aunque me podría
haber quedado justo ahí.
Se inclinó y besó mi mejilla. Se cernió y luego arrastró mis labios a
los suyos en un ataque lento y agonizante que me dejó suspirando y
aferrándome a la parte delantera de su esmoquin. —Uno para el
camino —dijo cuando por fin me dejó ir—. Ahora ve a mezclarte.
Sonrió ante mi incapacidad para decir nada. Levanté mi mano a
mi cabello, mi pulsera de estrella tintineo en mi oído. Entonces miré a mi
próxima víctima. Bish se encontraba ahí de pie observando a Jen, quién
había sido llevada por Jonathan para tomar un poco de ponche con él.
A ellos no se les permitió bailar juntos. Sólo las parejas imprimadas
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podían bailar... y yo. Así que elegí a Bish, aunque técnicamente él no
podría ser considerado como mezclarme.
—Oye, tú —dije. Se volvió hacia mí y trató de sonreír—. Vamos —le
hice señas con la mano abierta.
Fue voluntariamente pero fuimos detenidos por María. Agarró la
mano de Bish y lo miró. —¿Ahora puede ser mi turno?
—Puedes apostarlo —dijo y me miró—. Lo siento.
Sacudí mi cabeza. —No lo sientas. —Sonreí mientras los
observaba. Ella tenía sus manos sobre los brazos de él y observaba sus
pies. Todo el mundo los miraba con una sonrisa. Jen también miró, y
tragó saliva mientras lo hacía. Jonathan puso los ojos en blanco y pensó
que Bish trataba de usar a María en contra de Jen como un golpe bajo.
Qué poco sabía.
Walker aprovechó la oportunidad para engancharme de nuevo.
Me tomó del brazo y comenzó a caminar hacia la puerta conmigo. —
Quiero discutir algunas cosas contigo, si te gustaría ir a un lugar más
privado.
—¿A solas contigo? Hmm.
—Voy a hacer que valga la pena el rato —prometió, pero lo hizo
sonar como una insinuación.
Pensé en ello. Esto fue todo, todo lo que él había planeado
estaba a punto de ser ejecutado. Eché un vistazo por la habitación
casualmente para ver que ni Marla, Marcus o Donald estuvieron
presentes por más tiempo. Caleb nos podría seguir sin que el chico
sepa. Tenía que hacer algo. —Está bien, vamos.
Caleb, síguenos. Dijo que tenía algo que decirme.
Lo sé. He estado escuchando. Estoy detrás de ti. Ten cuidado.
—Sígueme por este camino —dijo Walker y extendió el brazo para
mí. Lo tomé y lo dejé guiarme por el pasillo. Una vez que llegamos al
final, abrió la puerta de la escalera que conducía a la azotea. Titubeé
por un segundo, pero luego continué. En cuanto me di la vuelta, lo sentí
envolver sus brazos alrededor mío por detrás y presionar un trapo a mi
boca. Grité, pero eso era lo que no debía hacer. Cuando inhalé por
gritar, el veneno fue justo dentro de mí... y me fui derecho a dormir.
***
Me desperté sobresaltada con mi corazón volviéndose loco en mi
pecho. Me acordé de todo perfectamente. Había sido drogada y
ahora estaba atada a uno de los postes del invernadero para estar en
posición vertical. Miré a la cuerda y la tiré, pero cuando lo hice recibí
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una descarga. Di un grito ahogado que provocó la risa de alguien.
Levanté la mirada para ver al hombre que me había llevado.
—¿Te gustan esas cuerdas encantadas? —dijo y sonrió.
Me pregunté dónde se encontraba Caleb. Me seguía... pero
luego grité cuando mis ojos lo encontraron. Es por eso que mi corazón
latía tan rápido. Había estado alertándome que él estaba en peligro.
Deben haber estado esperando por nosotros para marcharse y
por Caleb siguiéndonos. Maldita sea, por supuesto que saben que él
nunca me deja ir sola. Y lo habían golpeado dándole una paliza
sangrienta.
Estaba despierto y mirándome por el rabillo del ojo. Uno de sus
ojos se cerró por la hinchazón y el otro era apenas una rendija para ver.
Estoy bien.
¡No estás bien!
Ellos saltaron sobre mí. Tienes razón, sabían que te seguiría. Y eso
no es todo.
Tiró su cabeza hacia el otro lado del invernadero y ahí se
encontraban Kyle y Lynne. Ambos fueron atados uno frente al otro y
ambos todavía sin sentido con lo que sea que me habían dado.
¿Cuánto tiempo pasó desde que habíamos desaparecido?
Mucho tiempo. Por lo menos una hora. He estado... despierto.
Eso provocó que el sollozo en mi garganta se libere. Negó con su
cabeza para detenerme, pero no pude. Antes que pudiera decir algo
más, una sombra cruzó por encima de mí y levanté la mirada,
parpadeando contra las fuertes lámparas de arriba, para ver a Donald.
—Vidente, en qué lío te has metido.
—No hables con ella —le gruñó Caleb, mi héroe siempre listo.
—¡Caleb, no estás en posición de ordenarme cosas! —Rió—. El
príncipe Jacobson, ahora el Campeón Jacobson. —Sacudió su cabeza
y puso sus manos en sus caderas—. Realmente, los tiempos han
cambiado para bajar nuestros estándares tan drásticamente.
—¿Qué tienen que ver con esto Kyle y Lynne? —pregunté para
evitar que continué con su vociferación.
—Nada. Sólo odio que se imprimaran. Y necesitaba alguna
influencia.
—¿Influencia para qué?
—Influencia para que aceptes venir a vivir en el palacio y me
dejes controlarte. —Sonrió—. Verás, estas personas realmente piensan
que tienes algo para ofrecerles y te seguirían ciegamente incluso si te
creciera una pequeña espina dorsal, para asustarlos con ella. Pero en
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cambio, quiero que vengas aquí y mantengas tu boca cerrada. Nada
necesita cambiar, nada necesita ser arreglado. Soy el nuevo Campeón
de mi familia y Haddock es el concejal. Todavía prevalece el control
sobre todos que siempre hemos tenido. Contigo encerrada, pensarán
que estamos siguiendo tu guía. Piensa en ello —se inclinó para estar al
mismo nivel visual conmigo—, serás consentida y cuidada. Nunca
tendrás que levantar un dedo aquí. Serás mimada mucho más allá de
tus sueños más salvajes.
—Tengo una pareja para mimarme —discutí.
—Sabía que ibas a decir eso.
—Además, vi donde mantenías a la última Vidente. No estaba
siendo muy bien cuidada, ¿verdad?
—No sabía que ibas a decir eso —dijo secamente—. ¿Andando
furtivamente alrededor del palacio? Marcus no hacía un muy buen
trabajo vigilándote, ¿verdad?
—Has estado tirando de todas las cuerdas todo este tiempo.
Marla, Marcus...
—Por supuesto que sí. Y también puedes agregar a Sikes a esa
lista. Pensó que nadie podría averiguar sobre su pequeño experimento
con su esposa, pero yo sabía. Le dije que pusiera en marcha otro
experimento, tú. Se negó, así que utilicé a Marla y Marcus con un poco
de persuasión. Él no sabía que me ayudaban y ellos tampoco sabían
que yo lo tenía a él. Fue muy agradable de ver.
—Todo este tiempo... —No, detuve ese pensamiento. No me
lamentaría por Marcus o Marla—. Puedes tomar tu pequeño trato y
empujarlo directamente…
—Sabía que no aceptarías mi oferta tan fácilmente, así que traje
a Lynne y Kyle para persuadir tu elección. —Se acercó a ellos y palmeó
la cara de Kyle hasta que despertó. Inmediatamente llamó a Lynne en
su atontada desorientación, pero cuando vio a Donald sobre Lynne, se
sacudió de la ira, luego se sacudió por la descarga que recibió de las
cuerdas. Exhaló por la ira y la confusión, pero cuando se volvió y nos vio,
tuvo esta mirada de desesperanza. Hizo una mueca de dolor a Caleb y
se volvió a Lynne.
Donald tenía el rostro de Lynne en sus manos y definitivamente
ella estaba despierta. Me mordí el labio por sus pensamientos asustados.
Pero cuando Donald sacó una navaja de la mesa junto a él, ya no me
quedé en silencio y quieta. Utilicé mi mente para golpear la navaja de
sus manos... pero recibí otra descarga de las cuerdas cuando lo hice y
parecía agotarme.
Se rió mientras recogía la navaja. Intenté una y otra vez, usando
mi poder para alejarlo de Lynne, pero cada vez que lo intenté, mi
habilidad parecía debilitarse.
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Finalmente, me sentía desgastada, agotada, y todo lo que podía
hacer era mirar con horror mientras Donald ponía la navaja en la mejilla
de Lynne. Kyle gritaba y lo maldecía, pero Caleb sacó el poco poder
que yo tenía y lo usó para forzar la mano de Donald hacia abajo. Su
mano enguantada se sacudió mientras luchaba, pero Caleb consiguió
cortar una de las líneas de la cuerda antes de que finalmente también
se desplomara contra sus cuerdas y gimió en señal de derrota.
Donald había terminado sonriente. Miró a Kyle quién le dio una
mirada de muerte. —Ahora, puedes ver a tu pareja humana sangrar y
gritar mientras no puedes hacer nada. Pero no te preocupes; no voy a
matarla, ni a ti. No, voy a dejarte aquí el tiempo suficiente para que no
puedas curar su rostro. Y entonces quiero que vivas para siempre
mirando la cicatriz y recordando cómo te sentaste allí y observaste esto
mientras pasaba.
Luego cortó la mejilla de Lynne en una pasada. Ella trató de no
gritar, pero no pudo, y la rabia de Kyle completó un rugido que era aún
más fuerte.
Me tiré contra mis cuerdas, la consecuencia dolorosa sea maldita.
Kyle hacía lo mismo, aunque maldecía en voz alta sus pensamientos de
dolor. Donald miró a Kyle y frunció los labios en disgusto antes de que mi
acompañante, Walker, llegara. Le dio un puñetazo a Kyle tan fuerte que
su cabeza crujió hacia el lado y cayó tanto como pudo, estando atado.
Él y Donald comenzaron a hablar en voz baja. Miré a Caleb para
ver que apenas se sostenía y mi corazón sufría por él. Empujé hacia
abajo el dolor para concentrarme en sacarnos de esto. Sentí mis manos
siendo maniobradas y un “Shh” en mi oído. Rodney.
Pero él no fue el único nuevo invitado a la fiesta. Marla, Marcus,
Gaston e incluso otros vinieron por encima del tejado.
Ya que Rodney movió mis manos libres, las mantuve detrás mío así
nadie sabría que estaba libre. Y luego Rodney intentó arrastrarse hacia
Caleb. Se hallaba bastante oculto por los arbustos, pero alguien podría
verlo si buscaban.
Traté de enfocar su atención en mí mientras conspiraban en
grupo.
—Está bien, supongo que voy a considerar tu oferta para
quedarme aquí —le dije a Donald.
Se echó a reír. Eso se convirtió en una carcajada. —Oh, mi
querida, ese trato ya ha pasado.
—Pero acabas de decir… —Traté de entretenerlo hasta que
escuché el chirrido de una silla siendo movida rápidamente y vi al resto
de los Watson llegando a través el patio.
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—Eso fue antes de que supiera que sabías sobre la Vidente
anterior. Y has visto la evidencia sobre la Vidente. —Chasqueó la
lengua—. Ahora no puedo dejar que te quedes aquí. Voy a tener que
matarte a ti y a tu pareja.
Eché un vistazo para ver que las manos de Caleb estaban libres y
no me contuve más. A pesar de que Hadoock era el único Watson
ausente, dejé que mi habilidad salga disparada a la parte más enojada
de mí y la liberé. Los vidrios del invernadero no vibraban y las ventanas
no se agitaban. No, se hicieron añicos.
Cada ventana en el edificio, de piso a techo, inmediatamente
estalló en una lluvia furiosa. Fue como si una explosión y el vidrio lloviera
a nuestro alrededor. Vi a mis enemigos huyendo y me negué a dejarlos
ir. Yo controlaba todo y sabía exactamente qué hacer. Forcé a que los
fragmentos dirigidos a mis blancos se agrandasen. Cortaron piernas,
brazos y espalda mientras los cobardes corrían. Marcus lloriqueó y gimió
mientras Marla chillaba. Walker gritó mientras una esquirla cortó su cara
y cuello.
Pero Donald estaba empeñado. Caminó a través del ataque
directo a mí, sólo pausándose cuando le di con una esquirla. Cuando
casi me había alcanzado, vi a Caleb saltar por él. Le agarró la cabeza
por detrás y Donald se quedó tan quieto como siempre.
Caleb se apropió de la habilidad de Donald, usándola en su
contra. Todo el mundo acababa de ver como Donald se congeló y
hasta pareció dejar de respirar. Podría haber sido una figura de cera
que cayó en las manos de Caleb y Donald había dejado de estar ahí.
Marla gritó de rabia, estaba toda ensangrentada y descontrolada, y
corrió directo por Caleb. Se tambaleó sobre sus pies, pero la detuve
empleando mi habilidad. No vi a Walker aparecer detrás de él hasta
casi muy tarde. Golpeé a Walker de nuevo en el poste, tan fuerte, que
la estructura del invernadero se sacudió. Realmente teníamos que salir
de aquí.
Rodney surgió detrás de mí diciendo prácticamente lo mismo que
yo, que el invernadero estaba acabado.
Corrí hacia Caleb, poniendo mis manos bajo su camisa para
curarlo y evaluando la situación mientras él suspiraba y dejaba que mi
tacto lo cure otra vez. Marla estaba en las garras de la habilidad de
Caleb. Walker estaba inconsciente. Donald era una estatua y Marcus
lloraba en el suelo y el resto de ellos contemplaban horrorizados en
silencio. La mayoría no estaban imprimados por lo que no poseían
mucho poder como un conjunto y los que lo hicieron, no tenían buenos
poderes.
Caleb empujó a Marla con su mente para que se cayera hacia
ellos. Ella corrió de nuevo hacia una mujer que sólo podría haber sido su
madre. No entendía por qué los dejó controlar a su hija de esa manera.
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Rodney tomó mi otro lado y esperamos que hicieran un movimiento
mientras el vidrio crujía bajo nuestros pies.
Caleb, viendo resistencia en algunos de ellos, se encargó de
demostrar que no se sentaría tranquilamente mientras trataban de
destruirnos. Levantó la mano y permitió que la llama venga. El hombre
que retuvo a la pequeña María en contra de su voluntad en la casa del
tío Ken hace apenas unos días, maldijo y se adelantó para detener a
Caleb por apropiarse de sus habilidades, pero alguien lo detuvo con
una mano en el pecho.
—Lo entendemos —dijo Marla—. Venciste a Donald, eso es todo
lo que importa. Ha estado controlándonos a todos por años.
—Ustedes toman sus propias decisiones —les dije y miré a Marcus
que me miraba—. De hecho, Donald era sólo un hombre que repartía
órdenes. ¡Todos ustedes fueron sus sicarios!
—¡Amenazó con denunciarnos! —dijo Gaston y rogó—. Tienes que
creernos. Sólo lo hicimos para salvar nuestros propios cuellos.
—Todavía no hacen lo correcto —dije, y esperé que discutiera. No
lo hizo.
El crujido y el desplome de metal nos alertó y Caleb se movía
antes de que yo tuviera tiempo de pensar. El lado norte del invernadero
colapsaba. Saltamos fuera de la puerta del invernadero básicamente
directo a los brazos de los Watson, y fue demasiado tarde para hacer
algo al respecto. Marla me tenía agarrada alrededor del cuello con su
larga manga del vestido y reía en una forma seriamente diabólica
mientras empujaba un gran fragmento de vidrio en mi espalda para
motivar mi cooperación.
Caleb pensó en abalanzarse por ella o apropiarse de mis
habilidades para tirarla, pero tenía miedo de que yo saliera herida en el
proceso.
—¡Realmente creíste todo este regateo! —gritó y se rió más—.
Donald era un fanfarrón, pero nunca me estuvo dirigiendo. Sólo creía
que lo hacía.
—Yo... —Empecé a discutir, pero recordé que la visión que había
tenido del pasado de Donald sería su percepción de los eventos, no
hechos.
Caleb y Rodney daban vueltas alrededor de ella con las palmas
levantadas. Walker y otro Watson comenzaron a avanzar poco a poco
hacia ellos y sacudí mis dedos hacia ellos para detenerlos. Caleb se
volvió a tiempo para ver a otro llegando, por lo que tomó prestado el
fuego del hombre y colocó una línea de fuego entre ellos y Rodney
fuera de los escombros del invernadero. Estallaron de cólera en el otro
lado y traté de hacer un plan mientras Marla me arrastraba. Podía sentir
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el vidrio raspar mi espalda y sabía que un poco de sangre corría por la
parte trasera de mi vestido.
—Vamos a dar un paseo —dijo y me di cuenta de dónde nos
encontrábamos. El ascensor. Alcanzó la cadena y abrió la puerta, todo
mientras me sostenía firmemente.
—Vamos, Marla, detente —Caleb trató de hacerla razonar—.
¿Qué estás haciendo?
—Yendo por una charla de chicas —dijo y me empujó sobre el
ascensor. Se sacudió y chirrió cuando saltó conmigo y comenzó a
bajarlo.
—¡Detente! —gritó Caleb.
—Estoy bien, Caleb —traté de calmarlo, pero fue inútil. Podía
sentir sus latidos cardíacos irregulares hacer su camino en mi pecho.
—Así que —cantó y sonrió mientras arrojó el fragmento de vidrio
sobre el borde. Su pelo era un revoltijo por el viento y su vestido se rasgó
en varios lugares por las esquirlas que habían caído sobre ella—, sólo
chicas. Gracias por sacar a tío Ego —bromeó.
—Caleb lo sacó, no yo.
—Eso es correcto. Fue bastante impresionante. Podría usar
realmente ese don. —Inclinó la cabeza hacia un lado y parecía seria—.
Ahora, a los negocios. Mi trabajo no está hecho. Tengo tu sangre y sé
que hay algo en ella que me dará algún poder, pero tengo poco. Así
que, lo que quiero de ti, ya que no puedo matarte, es que estés de
acuerdo en verme una vez al mes para darme un suministro de tu
sangre. —Guau, era ilusa. No se podía obtener poder de la sangre.
Como si pudiera leer mi mente, o tal vez sólo mi rostro, explicó—: tío Sikes
logró lo imposible por nunca renunciar a sus investigaciones e intento
hacer lo mismo, consiguiendo los resultados que quiero.
—Estás delirante —le dije, y negué con la cabeza a la chica loca
que me miraba fijamente—. No puedes manipular todo sólo para
conseguir todo lo que quieres. ¿No entiendes que el hecho de que tu
familia se haya entrometido y sido una amenaza, fue la razón por las
que las imprimaciones fueron eliminadas en primer lugar?
—¿Estás hablando sobre la otra Vidente? No me importa eso. Por
supuesto que siempre hemos sabido que el abuelito Lionel lo hizo. Cada
Campeón en nuestra línea ha alardeado de ello durante años.
—¿Alardeado? —dije, sintiendo mi sangre calentarse.
—Sí. —Extendió su mano. Su mano enguantada—. ¿Tenemos un
trato, Vidente? —se burló.
—¿O qué?
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—O enviaré la orden a mi hombre, que tiene a tu precioso
hermano y su trágica amante Jen encerrados en tu habitación. Bajo
custodia —se burló
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Traducido por CrisCras
Corregido por Melii
Reconocí a Caleb en mi mente y supe que él lo había oído todo.
Le indiqué que siguiera adelante, pero se hallaba dividido entre
salvarme y salvar a su hermana. Pero resulta que era una idea discutible,
porque escuché la mente de Bish mientras se abría paso hacia nosotros.
Y chico, estaba enfadado.
Pero ahora me preocupé porque él iba detrás de los Watson, lo vi
en su mente, y tenía a Jen con él. Le supliqué a Caleb que fuera con él
y se asegurara de que estaba seguro. Yo podía manejar a Marla. Soltó
una retahíla de maldiciones en su mente, pero con el tiempo se marchó
tras dejarle instrucciones a Rodney para que no abandonara el borde
del tejado.
—¿Entonces? —dijo Marla—. ¿Trato?
—No —respondí y agarré la barandilla del ascensor—. No, eso no
funciona para mí.
Me planteé si tendría las agallas de matar a esta chica. Podría
llegar a ello.
—No —se burló—. ¿No?
—No. No voy a participar en tus juegos juveniles. ¿Puedes oírte
siquiera? ¿Reúnete una vez al mes conmigo y dame tu sangre o le haré
daño a tu hermano? —me burlé—. ¿Cuál era tu plan de respaldo si yo
no te seguía la corriente?
—Ya tengo tu sangre —dijo—. Ya no puedes leer ninguno de
nuestros pensamientos o futuros. Sólo empeoraría para ti. Y una vez que
descubra el secreto que descubrió Sikes, acabaré contigo.
—Te invito a que lo intentes.
Le soltó un gruñido a su hombre de confianza. Cuando no
consiguió respuesta, casi sonreí con satisfacción porque ella no tenía ni
idea de lo que pasaba en la parte de arriba. Pero luego pareció
captarlo. Volvió su mirada asesina hacia mí y contuvo un aliento furioso
por la nariz. Entonces cargó contra mí. El ascensor se balanceó cuando
cruzó los pocos metros que había entre nosotras e intentó embestirme
contra el poste del lateral. Quería derrotarla y usar mi habilidad, pero
tenía miedo de que se cayera por un lado si lo hacía.
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Mantuve sus manos hacia atrás e intentó estrangularme. Era fuerte
para una chica, pero yo era más fuerte porque había ascendido. La
aparté de un empujón y se tambaleó, pero recuperó el equilibrio
rápidamente. Volvió a la carga.
—¿Qué estás resolviendo con esto? —pregunté mientras me daba
un tirón en el pelo.
—¡Te voy a matar! ¡Voy a arrancarte los pelos! —chilló con una
rabia tan sorprendente que me habría divertido si no se hubiese dirigido
a mí—. Eres tan especial y mimada, ¿verdad?
Sostuve su brazo por encima de su cabeza mientras intentaba
lanzarme otro golpe. Retorció su cuerpo, intentando conseguir
agarrarme, supuse, pero se giró demasiado deprisa y su trayectoria la
lanzó justo por el borde, rompiendo la barandilla del lateral del
ascensor. Agarré la mano que ya sostenía mientras me tiraba al suelo
con un tirón cuando me aferré.
—¡No me sueltes! —gritó—. ¡No me sueltes!
—¡No lo haré! —grité en respuesta—. Vamos, tira hacia arriba.
—Sólo no me sueltes —dijo histéricamente.
—¿Por qué te cogería sólo para dejarte ir?
—¡Porque eres malvada!
Podría haberme reído. —Vamos, deja de ser una reina del drama.
—No —dijo, su voz seria—. No. No me dejes ir.
—Estoy ayudándote, ahora vamos.
Empecé a tirar de su brazo, pero sus guantes se deslizaban. Tiré
más fuerte, pero se deslizó más. Empezó a enloquecer y le dije que se
calmara, pero se negó.
—¡Estás haciendo eso a propósito! —me acusó.
—¡Estate quieta y deja de sacudirte!
—Eso es. Si yo me voy, tú vas conmigo —prometió y tiró todo su
peso para alcanzar con su otra mano mi brazo. Con todo su peso
centrado y pesado, me sentí deslizarme un centímetro de la plataforma.
Ella estaba determinada, pero yo también. Una vez que empezó a
intentar llevarme con ella, se acabó el juego. Abrí los dedos y ya no la
sujeté más, y empezó a deslizarse. Su agarre fue más y más alto, hasta
que finalmente uno de sus guantes se desprendió y sentí su dañina
marca ardiendo en mi muñeca. Se sacudió, chilló y luchó para
aferrarse, pero al final…
… Se cayó.
Cerré los ojos ante la escena de su caída en el suelo por debajo
de mí. Rodé sobre mi espalda sobre la plataforma y no pude evitarlo
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mientras las lágrimas nublaron mi visión. Me alegré por ellas. Esto quería
decir que una parte de mí todavía era humana y que yo no era la
baratija —el objeto sin vida traído aquí para ser moldeado a voluntad—
para lo que me hicieron ser. Todavía podía sentir y tomar mis propias
decisiones y aceptar mis propias consecuencias.
Sabía que Marla nunca se detendría y que intentaría matarme
más de una vez, pero eso no significaba que me sintiera feliz por verla
morir.
Pero entonces me acordé de la batalla que se libraba por encima
de mí. Me puse de pie de un tirón y tiré de la cuerda una y otra vez
hasta que finalmente llegué a la cima y salí de un salto del ascensor
hasta la hierba del borde de la montaña.
Ahora la mitad del invernadero era un montón quemado. Kyle y
Lynne seguían atados en el lado que se mantenía en pie, todavía
inconscientes. Pero les vi de pie fuera en el otro lado, así que corrí hacia
la espalda de Caleb, que los sostenía, tomando prestada una habilidad
que hacía temblar la tierra bajo sus pies. Toqué su espalda y sus brazos y
le permití saber que estaba allí, pero él ya lo sabía.
Lo siento, nena, pero estamos demasiado hundidos aquí.
Estoy bien, le dije. Sólo vamos a acabar con esto.
Jen y Bish se encontraban cerca del muro. Bish bloqueaba a Jen,
pero sin tocarla. Pensé en lo que había que hacer. Sabía lo que había
que hacer, pero no sabía cómo hacerlo.
Y ellos venían de nuevo. El tipo que tenía las manos de fuego iba
primero. Le golpeé inmediatamente con un rayo de mis dedos contra la
pared más cercana. No tenía ganas de que me criticaran severamente
mientras trataba de pensar y estaba por encima de todo.
Empezaron a venir hacia nosotros otra vez y Caleb ya no podía
mantener a todos apartados. Uno lo agarró por el cuello, incluso
mientras él luchaba y se balanceaba para rechazarles.
Fue entonces cuando llegó la caballería. La menuda y hermosa
madre de Caleb sacudió la barandilla del borde del balcón, cargando
con todos ellos. Vi a Peter esquivar y luego golpear la mandíbula de un
hombre, luego le dio un rodillazo en el estómago a ese mismo hombre.
Bish le dio un puñetazo a un hombre, luego a otro, luego a otro. Una vez
que él le daba un puñetazo a alguien, quedaba fuera de combate. El
tío Ken le hacía algo a alguien en la esquina que no podía ver y el otro
tío de Caleb, que controlaba las plantas, había hecho que un rosal
espinoso se tragara a un hombre. Caleb y Marcus daban vueltas y
vueltas. Caleb le dio un puñetazo en el estómago a Marcus, haciéndole
retroceder.
Pero cuando vi que Marcus comenzó a cargar contra Caleb otra
vez con un trozo de tubería en las manos, ya había tenido suficiente.
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Eso era todo. No podía aguantar ni un segundo más. Mi cuerpo
vibraba con energía contenida y la sentí elevarse hacia la superficie
como si la hubiera llamado para ello. Mis brazos parecieron extenderse
por delante de mí filtrándose hacia el lado. Todos los Watson
retrocedieron en una ola como si hubieran sido derribados por alguna
fuerza. Las cintas de energía se hallaban por todas partes; en nosotros, a
través de nosotros y alrededor de todos nosotros. La energía sólo
parecía afectar a los Watson y todos se pusieron de rodillas en reacia
obediencia y me miraban con asustada anticipación.
Mi familia me observaba mientras me convertía en lo que estaba
destinada a ser.
—Todos han arruinado vidas. Su familia ha tomado todo lo que se
le ha proporcionado y lo ha convertido en algo que nunca debió haber
sido. Que nosotros seamos diferentes no quiere decir que seamos
mejores. Somos poderosos, eso no quiere decir que podamos dañar al
impotente. Si hay algo para lo que estamos destinados, es para ayudar
a los seres humanos y a los de nuestra especie que están debatiéndose.
Su familia es la razón por la que las imprimaciones han desaparecido. —
Se quedaron sin respiración ante la implicación y me llamaron mentirosa
y cosas peores. Seguí adelante—. Y su familia es la razón por la que
volverá.
Me miraron perplejos durante unos segundos. Entrelacé los dedos
de una de mis manos con los de Caleb y rogué para que él entendiera
y confiara en mí. Le dio un apretón a mis dedos para mostrar su acuerdo
antes de conectar conmigo. Los lazos de energía llenaron el aire con luz
verde y nada estaba a salvo de su brillo. Empezamos a extraer la
energía de los Watson, sus habilidades, su fuerza vital, su lugar en
nuestra especie, su historia y su futuro. Se alejó de ellos en lazos negros
de energía que se mezclaron con las verdes y luego se disolvieron. Dolía
ver las miradas en sus caras cuando lo sintieron y se dieron cuenta de lo
que sucedía, pero era mi carga para soportar como Vidente.
Me suplicaron y gritaron para que les diera otra oportunidad e
intentaron correr, pero mi poder se negó a dejarlo ir hasta que estuviera
terminado. Marcus fue el último en bajar y sabía que él no había
aprendido ninguna lección. Su mirada era de venganza, no de pesar.
Se desplomaron y cayeron derrotados y después todo había terminado,
o al menos yo pensaba que lo había hecho. Rodney se puso a mi lado y
enlazó mi brazo con el suyo.
—Eres algo impresionante, ¿sabes? —dijo con admiración. Sólo
sonreí—. Entonces, ¿cuándo voy a conocer a mi chica de ensueño?
¿Hay un marco de tiempo en esas visiones tuyas?
Sacudí la cabeza hacia él. —Me temo que no —respondí, pero
entonces oí un gruñido detrás de mí.
—¡Nada de finales felices!
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Justo cuando me di la vuelta, Rodney estaba justo enfrente de mí.
Yo estaba confundida cuando bajó la vista hacia mi rostro al principio.
Él no era el que gritó, ¿verdad? Oí pasos golpeando contra el techo y
miré para ver a Haddock cargando contra nosotros. Agarró al tipo de
las manos de fuego y lo arrojó lejos de la espalda de Rodney. Él tropezó
y cayó de espaldas, golpeándose la cabeza en la barandilla de hierro
fundido.
Rodney intentó sonreírme un poco, pero sus pensamientos me
dijeron que sentía dolor. Le agarré antes de que pudiera caer y oí a
Caleb gritar antes de ayudarme a bajarlo al suelo.
Antes incluso de que tuviera idea de lo que había pasado, una
lágrima se deslizó por mi nariz y cayó sobre el cuello de Rodney. —No —
dije—. No.
Manos de fuego había despertado y cargado contra nosotros
cuando nos encontrábamos de espaldas. Había tomado un largo
fragmento de vidrio y había apuñalado a Rodney después de haberle
oído hablar de la visión que había tenido de él. Esto no tenía que
suceder. —Pero la visión… yo tuve la visión en la que te casabas con tu
pareja. Esto no se suponía que debía pasar.
Haddock se agachó y miró en los ojos de Rodney abriéndolos,
haciendo palanca con sus dedos. Peter se arrodilló, apartó las manos
de Haddock y empezó su propia inspección, pero Haddock todavía me
habló. —Algo ha cambiado. Algo cambió para hacer que la forma en
que la visión se suponía que tenía que suceder, cambiara. —Me miró—.
No es tu culpa.
La familia de Caleb miró a Rodney con horror mientras me volvía
hacia Haddock.
—¿Por qué estás ayudándome? —dije, mi garganta y ojos
atascados por las lágrimas. Empeoró cuando Caleb agarró la mano de
Rodney en una comprensión fraternal y se miraron el uno al otro.
—Sé lo que se siente cuando no sabes qué está sucediendo a tu
alrededor. Te sientes tan seguro de una cosa, pero algo cambia y lo
convierte en otra cosa. —Volvió a mirar a Rodney—. Lo sé todo sobre las
visiones, sé cómo funcionan. Mi familia hizo un montón de investigación
sobre estas cosas de las historias. —Volvió a mirarme—. No sé qué pasó
para cambiarlo, de forma que tu visión no se hiciera realidad para
Rodney, pero eso no significa que no puedas confiar en tus visiones.
Me aparté de él, sin comprender siquiera por qué un Watson me
ayudaba. Podía no haber sido la cosa más inteligente para hacer, darle
la espalda a un Watson, pero Caleb me necesitaba. Cuando me di la
vuelta, ya era demasiado tarde. Rodney se había ido. Atraje a Caleb
hacia mí y dejé que me apretara contra él. Su piel casi chisporroteaba
de rabia y energía y parecía sisear cuando se encontró con la mía y él
consiguió un poco de calma.
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Los padres de Kyle les habían despertado a él y a Lynne. Todos
corrían hacia nosotros y el rostro de Kyle tenía una mirada que decía
que entendía lo que había sucedido. Se arrodilló con un duro golpe
junto a Rodney y se pasó las manos por su propio pelo antes de recostar
su cabeza en la mano de Rodney. Lynne frotó la espalda de Kyle. Sus
mejillas lucían rojas y aún había sangre en su rostro en donde Donald la
había cortado. Vi en su mente que Kyle había intentado sanarlo lo
mejor que había podido, pero vieron lo que nos pasaba y corrieron
hacia nosotros en su lugar.
Kyle se sacudió para tirar a Lynne contra él y hundió la cara en su
pelo. Esperé, pero su toque no la sanó, Kyle estaba demasiado turbado,
y cerré los ojos a todo lo demás, excepto a Caleb y mi propia angustia.
Rodney había cuidado mí, me había salvado, me había protegido. Él
era de la familia, y dolía tanto, era tan malo saber que se había ido sin
ningún sentido.
Después de un rato, más personas comenzaron a llegar a la
azotea. Yo todavía no me había movido y los gritos de los padres de
Rodney eran la cosa más horrible que escuchar, así que retrocedimos y
les dejamos espacio. Alguien puso sus manos en mi espalda y me giré
para ver a papá y a Bish.
—¿Qué ha sucedido? —preguntó papá, mirando alrededor, a
toda la destrucción—. ¿Tú hiciste todo esto?
—En su mayoría —admití a través de mis lágrimas. Luego abracé a
papá, y a Bish también. Les estreché y les rogué en silencio que nunca
me dejaran. La vida era demasiado corta para que la gente sea tan
cuidadosa y esté tan llena de odio, y las repercusiones del día me
superaron. Demasiadas vidas perdidas, demasiado tiempo malgastado.
Todo esto podría haber sido evitado y me comprometí a no permitir
nunca que las cosas se pusieran tan mal otra vez.
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Traducido por BlancaDepp
Corregido por Melii
Caleb y yo pasamos alrededor de mi ahora habitación
desencantada y traté de no pensar demasiado. Los dos últimos días en
el palacio habían sido un lugar solemne. Tuvimos una ceremonia por
Rodney, pero íbamos a llevar su cuerpo a casa para enterrarlo. Los
Watson habían sido retirados del palacio. Ahora humanos, iban a tener
que tratar de vivir una vida normal y verse obligados a llevarse bien con
todos los demás en el mundo. Si un día encontraban el amor, sería
precisamente eso. Sin imprimación, ni ascendientes, ni habilidades. La
justicia por fin se había servido para esa familia.
Y no había sido tan difícil luchar contra el Consejo y todos los
demás como pensé que sería. Finalmente bajamos de la azotea ese día
y fuimos al Consejo y les explicamos todo. Caleb y yo mostramos a todo
el pueblo mis visiones de cómo y por qué los problemas habían venido.
Cuando la visión del Vidente anterior entró, eso fue más o menos el
desencadenante. El Consejo se disculpó por no hacer más. Paulo
admitió saber que algo pasaba con Donald, al igual que un par de los
demás, pero no quería empezar a cavar. Quería estar enojada con
ellos, pero el tiempo de la ira había terminado. El tiempo para el cambio
y la curación era ahora.
Donald todavía era una “estatua” o algo así. Caleb tomó
prestado su capacidad para convertirlo de esa manera, pero ahora no
lo podía pedir prestado para tráelo de vuelta.
Todo el mundo estuvo sorprendentemente comprensivo e
incluso… aliviado de que los Watson ya no eran de los nuestros. Me
senté a la mesa del Consejo por primera vez y me sentí bien por primera
vez, también. Las reglas y las tradiciones antiguas estaban siendo
cambiadas una por una. Nos sentamos y dijimos lo obvio. Al igual, se
declaró que ninguno de los miembros del Consejo vivirían en el palacio
más. Era muy importante para ellos estar con sus familias y estar aquí por
el simple hecho de ser importante y especial no servía para nada en mi
libro. No tuve ninguna queja al respecto cuando lo sugerí y no me
sorprendió.
El único problema que quedaba para hacer frente era Haddock.
Él era el único Watson que se fue y no había estado en la azotea
cuando un montón de cosas se cayeron. Más tarde supe que él era el
único que dejó salir a Jen y Bish de mi habitación. Habían planeado
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utilizar el mismo gas de encanto que habían tratado de utilizar en mi
padre. Él los salvó. Y después de eso, se dirigió al Consejo y suplicó
perdón. Les dijo todo lo que habían hecho los Watson; el uso mi sangre,
mi secuestro, sobre Marla y Donald y sus parcelas y obras de teatro para
destruir todo y a todos.
Incluso los padres de Marla y Marcus sabían que sus hijos eran los
que los utilizaban y no hicieron nada para detenerlo. Así que ellos
estaban bien y no tuvieron problemas cuando Caleb y yo tuvimos que
exponer nuestro caso y mostrar la visión. Luego, cuando se habían dado
cuenta que el resto de la familia había subido, corrió para ver lo que
pasaba y nos encontró sobre Rodney. Sabía que Haddock no tenía una
habilidad porque nunca se había imprimado. Decidimos concederle el
indulto —gah, odiaba esa palabra— ya que era tan comunicativo y
dispuesto a ayudar, aunque todavía no entendía por qué.
Las cosas se volvían a sentir un poco normal. Nos vamos a casa
mañana y todo estará resuelto para entonces. Algo irónico, y por
desgracia, era encontrar un correo electrónico en el teléfono de Caleb.
Rodney había escaneado todos los pergaminos de los Videntes que
habíamos tomado ese día que estuvimos juntos en la biblioteca. Había
planeado buscarlos y estudiarlos. Él lo había pensado antes, aunque no
sabía lo que planeaba con anticipación.
Así eran las cosas, papá y Fiona habían decidido vivir en nuestra
casa, o… su casa. Eso iba a tomar algún tiempo para acostumbrarse.
Caleb trataba de averiguar lo que significaba ser el Campeón de
nuestro clan. Y en cuanto a mi casa, cada vez que incluso pensaba en
ello, Caleb cerraba su mente para impedir que mirara a escondidas.
Supuse que trabajaba en la compra de nuestra casa. Se suponía que la
tendríamos para antes de la boda. Y yo iba a tener dieciocho años en
sólo dos días.
Alguien llamó a la puerta y Caleb me dio un beso en la frente
antes de levantarse de la cama y contestar. Era Haddock y
mi verdadero padre.
—¿Qué? —ladró Caleb.
—Tiene algo que decir —explicó Haddock—, a Maggie.
Caleb me miró.
Voy a echarlos a ambos, sólo di la palabra.
Hice un ademán con la mano y me paré junto a él.
—Entren. No quiero que nadie oiga. —Obedecieron y cerré la
puerta—. ¿Qué? —le pregunté al hombre que me dio la vida y nada
más.
—Lo siento. Tenía deudas de juego. Estaba deprimido porque no
tenía a nadie.
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Negué con la cabeza. —¿Qué significa eso?
—Marla vino a mí y me dijo que me daría algo de dinero si te
decía que yo era tu padre —admitió y se miró los zapatos. Haddock
sacudió su rostro por el pelo del hombre.
—¡Mírala! Merece verte a los ojos mientras le dices cómo le
mentiste.
Tomé una respiración profunda cuando Caleb y yo nos miramos el
uno al otro. Miré al hombre. —Entonces, ¿no eres mi padre? Y no eres un
Watson. ¿Cómo puedes ocultarme tus pensamientos?
—Marla me dio de beber algo. Dijo que haría que no pudieras leer
mis pensamientos y no vieras que mentíamos.
—Y estuviste de acuerdo con esto. Estuviste de acuerdo en
mentirme sabiendo que sería algo muy doloroso.
Asintió en miseria. —Lo siento. De verdad. Me sentí como si no
tuviera otra opción.
Resoplé. —¿Qué pasa con todo el mundo y actuar como si no
tuvieran opciones? ¡Tenías una opción! ¡Y elegiste hacerme daño! Vete.
—Lo siento… —comenzó, pero Caleb hizo un ruido que incitó al
hombre que retroceda. Salió y cerró la puerta tras de sí.
Ni siquiera había visto a ese hombre desde que dijo ser mi padre,
¿y ahora viene y dice que todo era una mentira? Apreté los ojos con
fuerza y los froté con los dedos. Sin abrirlos me dirigí a Haddock.
—¿Cómo sabías que no era mi padre?
Suspiró. Abrí los ojos y lo vi meter la mano en los bolsillos. Me miró
desde debajo de sus pestañas y tuve la misma sensación extraña que se
apoderó de mí antes. Era alto, pero su pelo castaño era ondulado y
grueso. Sus ojos eran verdes y honestos. Recibí una irónica mirada triste
en su rostro y me tendió la mano. La tomé vacilante y dejé que la visión
viniera.
Estaba en mi casa con mi madre. Él estaba feliz. Fue cautivado
por ella. Mi madre lo conoció en la tienda de flores que tenía y que hizo
a mi padre ser un monstruo. Ella dijo que era odioso y dañino, mostrando
su no atención. Que él sólo quería una esposa bonita para mostrar a sus
amigos. Haddock salía con mi madre desde hace casi diez meses antes
de que lo suspendiera. No tenía planes de casarse con ella y llevársela.
Pasó la edad de la imprimación y sabía que no había esperanza de esa
manera, pero pensaba que podía ser feliz con mi mamá.
Cuando ella le dijo que se había acabado, estaba devastado. No
le dio ninguna razón, excepto que ya no estaba interesada en él. Él hizo
varios intentos para verla después, pero lo amenazó con llamar a la
policía. Con el tiempo, respetó sus deseos y la dejó sola. Él no sabía que
tenía un bebé y que era suyo. No quería tener nada que ver con su
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familia, pero estaba atado a ellos por la sangre así que no tenía control
de la lealtad que les debía, si lo requerían. Nunca les ayudó con sus
trucos, pero oyó cosas en las reuniones familiares.
Cuando oyó decir que tenía la sangre de la Vidente, que era una
chica humana de Tennessee que se había imprimado con el chico
Jacobson, y tenían planes para darles toda su sangre para mantener
escondida su capacidad, estaba intrigado. ¡La Vidente! Todos habían
esperado toda su vida para que ella regresara y que su familia tratara
de usarla de manera inconsciente era pésimo. Y fue aun peor, cuando
se dio cuenta de quién era yo.
Marla les hacía preguntas acerca de qué mujeres habían
conocido fuera del clan. Nadie quería hablar, pero Marla reclamó
necesitar la información. Esto intrigó más a Haddock y terminó por
divulgar toda su aventura con mi madre. Pero al final, ella nunca le dijo
por qué lo necesitaba. Así que comenzó su propia investigación. Al oír
mi nombre completo, puso todas las piezas juntas. Yo era la hija perdida
de Sarah Masters, el único amor de su vida, y él no sabía que yo existía.
Así que se pasó toda la semana tratando de encontrar una
manera de ayudarme. No podía dejar a su familia. Quería estar dentro,
por lo que podría ayudar si lo necesitaba. Él podía saber lo que
pensaban, y sabía lo que habían planeado para Bish y Jen en mi
habitación y esperó a que estuviera despejado para salvarlos. Luego se
fue a arreglar las cosas con el Consejo.
Abrí los ojos para mirarlo. Habló—: Así es como sabía que él no era
tu padre, porque yo lo soy.
Se veía tan avergonzado. ¿Qué se supone que tenía que decir?
¿Ven aquí, papá, todo está bien? Negué con la cabeza. —Me alegro
de que me lo dijeras. Eras tú ¿verdad? ¿El que ha estado en mi cabeza,
advirtiéndome? Fuiste el que me advirtió de que iban a hacerle daño a
mi padre, ¿no?
—Era todo lo que podía hacer por ti —dijo bruscamente—.
Hubiera dado cualquier cosa por saber que tenía una hija. Nunca pensé
que tendría una familia, esposa, hijos… Si hubiera sabido…
—Realmente aprecio eso —le dije con cuidado—, pero tuve un
padre. Tengo un padre —me corregí—. No quiero que se entere de
esto.
—No pienso decírselo. No voy a hacer nada que no quieras.
—Yo… —Sentí la mano de Caleb en mi espalda y respiré hondo—.
No sé qué decir en estos momentos. Estoy agradecida por lo que hiciste,
pero tan lejos como una relación… entre tú y yo, es que… no lo sé.
—Está bien —dijo, y se aclaró la garganta—. Nunca esperé nada.
Hice lo que hice porque sentí que te lo debía.
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—¿Pero tú ni siquiera sabías de mí? No es como si te fueras.
—Pero aun así me perdí todo contigo. Yo era parte de la familia
que trató de destruirte. Tuve que hacer mi parte en mi familia. Me
hicieron un miembro del Consejo por la parte que me tocaba hacer,
pero no quería hacer nada de eso. Y estuve tan ocupado con el
Consejo que no sabía lo que Marla planeaba, o juro que los habría
detenido. Nada de lo que hice fue real, excepto mi silenciosa devoción
a ti. —Se inclinó ligeramente por la cintura—. Nada más, tú eres mi
Vidente, y lo único que quiero es servirte y protegerte.
Agaché la cabeza en reconocimiento y se puso de pie. El
momento incómodo aumentó y no tuve más palabras. Apenas podía
pensar en este momento. Asintió como si lo comprendiera y se dio
vuelta para irse. Se detuvo con la mano en el picaporte y miró hacia
atrás. —Si alguna vez cambias de opinión, podemos llegar a un
acuerdo. Nunca le diré a Jim lo que soy, pero me encantaría que
pudiéramos llegar a conocernos.
Luego se fue sin decir una palabra.
Caleb me rodeó con sus brazos, un capullo de curación y calor.
No tenía idea de cuánto tiempo estuve así, pero una cosa era segura
en mi mente, el cambio era necesario y la verdad era siempre la mejor
opción, pero eso no quería decir que iba a ser un viaje sin dolor.
***
Esa noche nos preparamos para nuestra última cena juntos en la
reunificación. Aunque era solemne, también era un soplo de aire fresco
y alivio. Todos se quedaron con todo el mundo. No había mesa del
Consejo, nadie servía al otro. Todos nos manejamos nuestro propio
negocio y eso era lo que todos necesitamos.
Papá y Fiona estaban sentados con nosotros, lo que me
sorprendió. Pensé que estaría con el clan de Fiona. Ella me sorprendió
viéndolos sentados uno junto al otro, y sonrió.
¿Vidente? Probó.
Asentí, pero pronuncié: “Maggie”.
Maggie. Sólo quería decir que me gusta lo que estás haciendo.
Estoy de acuerdo contigo. La familia es lo más importante y no tengo
ninguna intención de alejar a tu padre. No veo por qué no podamos ser
parte de ambos clanes. Tiene sentido. Y he aceptado vivir con Jim en su
casa, así que vamos a estar cerca de todos ustedes.
Era lo mejor que podría haberme dicho en ese momento. Pensé
que estaba perdiendo a mi padre sólo para encontrar un reemplazo en
Haddock. Me sentí agradecida de que ella apoyara nuestra necesidad
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de cambio. Me levanté y me acerqué a ella. La levanté del banco y la
abracé. Se sentía incómodo, no voy a mentir. Pero me devolvió el
abrazo con fuerza y Gran, siempre inapropiada, comenzó a picotear
abiertamente.
—Ya era hora de que le dieras a esa mujer un abrazo. Va a ser tu
madrastra, ya sabes.
Fiona se puso rígida y se echó hacia atrás. —Vamos a seguir con
Fiona, si eso está bien.
—Definitivamente —respondí, y sonrío, pero tuve ese pequeño
zumbido de infelicidad de nuevo. Miré alrededor de la habitación hasta
que pude precisarlo. Había una chica de otro clan sentada cerca del
fuego. Fui y me senté a su lado en la chimenea y apreté mis manos en
mi regazo.
—Hola.
—Vidente —dijo y bajó la cabeza una vez.
—Pareces… triste —le dije.
—No sé lo que me pasa. Siento este… dolor dentro de mí. Quiero
decir que sé que muchas cosas han sucedido y todo es diferente, y con
Rodney… apenas lo conocía, pero él era un hombre muy dulce.
Lo entendí entonces, y aspiré y me hizo enojar de nuevo. Esta era
la pareja de Rodney, sólo que todavía no habían tenido tiempo de
juntarse. Esta era la chica que vi en mi visión. Esta era la chica con la
que se habría imprimado y, aunque ella no lo entendía, su imprimación
sentía la pérdida. Le froté el hombro y sonreí.
No había manera de que pudiera explicárselo.
—Sé que es un momento loco para todos —traté de calmarla—,
pero tengo un buen presentimiento acerca de a dónde van las cosas.
Eso sí, no te rindas, ¿de acuerdo?
Me miró por primera vez. —Realmente eres muy agradable. El
Consejo te hace ver como si fueras a ser una… —Escuché la palabra en
su mente y se mordió el labio—. No es agradable —terminó.
—Está bien. Fue un placer conocerte.
—A ti también. —Luego rápidamente procedió a levantarse—.
Caleb es un tipo muy agradable. Eres muy afortunada.
—Lo sé —le dije y le sonreí cuando me di la vuelta.
Después de la cena, todos se despidieron. Estaríamos yéndonos
todos en los diferentes momentos en la mañana. Encontré a Bish en mi
habitación cuando regresamos. No lo había visto en todo el día y me
preguntaba dónde había estado. Su mente dijo que había estado en la
azotea, pensando.
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—Oye —dije cuando Caleb cerró la puerta detrás de mí.
—Oye. —Se levantó de la cama—. Me voy.
—¿Por qué? Todos nos iremos juntos por la mañana.
Se pasó la mano por el pelo, la mandíbula cuadrada y dura. —He
estado pensando y yo… creo que es mejor si no veo Jen nunca más.
—Bish… va a venir, sólo está preocupada —me entretuve—. Ni
siquiera he podido hablar con ella de algo que tienen que escuchar.
Estarás enojado si no…
—Lo que sea, no puedo sentarme aquí y fingir que no la quiero.
Entiendo si necesita tiempo o lo que sea, así que le voy a dar un poco
de tiempo y espacio. No voy a ser la razón por la que esté molesta. Si
quiere que me quede lejos de ella, lo haré.
—Bish… —empecé. Estaba a punto de rogarle que me escuchara
cuando alguien llamó a la puerta y Jen entró sin esperar. No había
estado en la cena tampoco.
—Oye, uh… —empezó a preguntar dónde estaba Bish, pero se
detuvo después de verlo. Jugueteó con el borde de su suéter que hacía
juego con sus pantalones vaqueros como una joya—. Ahí estás.
—¿Yo? —dijo Bish y se cruzó de brazos—. Creo que es bueno que
estés aquí. Yo, eh… me voy. Así que no tendrás que preocuparte más
por tropezar conmigo.
Ella le sonrió. Bish estaba confundido al principio, pensando que le
alegraba su decisión. Cogió la bolsa de lona que contenía su ropa y se
volvió para irse, pero ella se dirigió a él lentamente. Escuché sus
pensamientos prácticamente gritando a través de la habitación y mis
ojos se llenaron de lágrimas mientras hablaba.
—Después de ver a Rodney… me hizo pensar. Él nunca supo quién
era su pareja, y eso es una vergüenza. Nunca se sentirá de la manera en
que me siento por ti. —Él abrió la boca, pero no dijo nada. Ella
continuó—: No quiero volver a dar esto por sentado. Y sé ahora,
después de verlo con mis propios ojos, que Maggie puede detener la
visión si dice que puede. —Se detuvo a centímetros de él y Bish esperó
con impaciencia, esperando y rezando. Levantó la mano y dejó que se
cierne sobre la piel de su brazo. Lo miró y esperó—. ¿Todavía quieres
esto? —preguntó en un susurro.
—Más de lo que quiero respirar —dijo en un gemido.
Ella sonrió con lágrimas llenando sus ojos también. Se levantó
sobre la punta de sus dedos de los pies, las manos conectando con sus
brazos carnosos, y lo besó como si no hubiera nadie mirando, como si
ninguna otra cosa en el mundo importara.
Sus visiones felices de la imprimación se reprodujeron frente a mis
ojos y mi propia pareja me envolvió en sus brazos. Eso me hizo sonreír
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más que cuando Jen tomó la decisión sin que yo tuviera que decirle.
Ella acababa de decidir y se basó en su propio corazón, nada más. Ellos
habían terminado y cuando vimos la imprimación, me di cuenta de que
era la mejor sensación del mundo.
Cuando estás ahí, no te arrepientes, no hay vuelta atrás, sin
importar las consecuencias. Se sentía muy parecido a la libertad.
Caleb inclinó la barbilla y limpió una lágrima de debajo de mi ojo
con el pulgar. —Eres tan increíble —susurró, escuchando todos mis
discursos internos en mi cabeza—. No puedo esperar para que seas mi
esposa.
—Entonces no esperemos —le dije, y disfruté de la sonrisa que se
dibujó en su atractivo y fuerte rostro, antes de tomar mi boca con la
suya con la promesa de mucho, mucho más.
Muy pronto…
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En la cuarta y última entrega, Maggie y Caleb
deben atar todos los cabos sueltos de sus vidas y
encontrar una manera de estar juntos
completamente solos. Con todo lo que pasó con
Bish y el padre de Maggie, ella está casi reacia a
seguir adelante y mudarse. Y ahora tiene que
resolver todas estas... cosas... con Haddock.
Pero, por supuesto, nada puede permanecer
simple para los Jacobson. Los enemigos que
pensaron que habían desaparecido, han
decidido no irse tan fácilmente. Y las viejas
llamas vienen a reclamar algo más que sólo a
Maggie. Caleb se debate entre guiar a su familia
y sus deseos personales. Maggie se debate entre Caleb y ser la líder de
su pueblo. Pero ninguno está dispuesto a abandonar lo que más
necesitan. Están decididos a hacer todo el trabajo, diseñar un plan
hacia el destino, y hacer todo bien para sí mismos y su familia.
Y luego hay una boda...
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Shelly es de un pequeño pueblo en Georgia y
le encanta todo lo relacionado con el sur. Ella
es la esposa de un marido fantástico y madre
de dos niños ruidosos y traviesos que la
mantienen en alerta. Actualmente viven en
todas partes de EE.UU. mientras felizmente
viajan con el trabajo de su marido. Le encanta
pasar tiempo con su familia, salir a comer a
restaurantes nuevos, comprar libros de bolsillo
en las librerías pequeñas, escuchar música en
todas partes y también le encanta leer.
Sus propios libros suceden por accidente y se
deleita en la escritura y el proceso de
imaginación. Ella no va a ninguna parte sin su bloc de notas, por temor
a que le llegue una idea desprevenida y no ser capaz de escribir de
inmediato, incluso en medio de la noche, donde nacen sus mejores
ideas.