espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

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Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante en la construcción de reconciliación hoy. Una propuesta para víctimas del desplazamiento forzado en Colombia Nerio Solís Chin, S.J. Directora: Dra. María del Socorro Vivas Albán Este trabajo es presentado para obtener el título de Teólogo Facultad de Teología Carrera de Teología Bogotá, D.C., Colombia 11 de diciembre de 2017

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Page 1: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante en la

construcción de reconciliación hoy.

Una propuesta para víctimas del desplazamiento forzado en

Colombia

Nerio Solís Chin, S.J.

Directora: Dra. María del Socorro Vivas Albán

Este trabajo es presentado

para obtener el título de Teólogo

Facultad de Teología

Carrera de Teología

Bogotá, D.C., Colombia

11 de diciembre de 2017

Page 2: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

Con todo mi agradecimiento a la Compañía de Jesús

por destinarme a estudiar Teología en la Pontificia Universidad

Javeriana, a mis profesores de la carrera y de manera especial

a la Dra. Socorro Vivas Albán por su acompañamiento

profesional y humano durante la redacción de este trabajo.

Page 3: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

TABLA DE CONTENIDO

Introducción ............................................................................................................................ 1

Objetivos ............................................................................................................................. 8

Método de la Investigación ................................................................................................. 9

I. Espiritualidad y desplazamiento forzado ...................................................................... 10

1.1 Descripción de la realidad de las personas víctimas de desplazamiento forzado. ...... 10

1.2. Espiritualidad o religión ......................................................................................... 15

1.3. Espiritualidad del encuentro con la realidad .......................................................... 21

II. Antropología relacional como base de una espiritualidad del encuentro. ....................... 26

2.1 El modelo trinitario como fundamento para una antropología relacional .................. 27

2.1.1 Comprensión de persona y Trinidad en los Padres capadocios ........................... 27

2.1.2 Dios Trinidad y sus implicaciones antropológicas ............................................... 29

2.1.3 La comunión trinitaria .......................................................................................... 32

2.1.4. Apertura del amor trinitario hacia la humanidad ................................................ 34

2.2. El encuentro como estructura antropológica ............................................................. 35

2.2.1. El tú único ........................................................................................................... 37

2.2.2. Carácter mutuo .................................................................................................... 38

2.2.3. Libertad-Gratuidad .............................................................................................. 39

2.2.4. Nueva creación .................................................................................................... 40

2.3 Características de la espiritualidad del encuentro ....................................................... 45

2.3.1. Kénosis ................................................................................................................ 45

2.3.2 Perijóresis ............................................................................................................. 47

2.3.3 Amor..................................................................................................................... 49

2.3.4. Creación .............................................................................................................. 52

III. La espiritualidad del encuentro como estrategia para la reconciliación ......................... 54

3.1. La reconciliación y sus implicaciones en el contexto de post-violencia. .................. 55

3.2. El encuentro como acceso a la verdad. ...................................................................... 58

3.3. El encuentro como camino hacia el perdón. .............................................................. 60

3.4. El encuentro como apertura a la comunidad. ............................................................. 63

3.5. El encuentro como creación de sentido ..................................................................... 66

Conclusiones ......................................................................................................................... 69

Bibliografía. .......................................................................................................................... 73

Page 4: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

1

Introducción

Colombia desde hace más de cinco décadas ha padecido una marcada situación de

violencia a causa de los diferentes grupos armados que convergen y las problemáticas

sociales tan acuciantes que ha vivido el país por muchos años. La violación a los derechos

humanos se convirtió en una experiencia cotidiana para muchas personas. Son miles los

desaparecidos, muertos, secuestrados y las comunidades afectadas se extienden hacia todas

las coordenadas del territorio nacional. No es desconocido que más de siete millones de

colombianos han tenido que dejar todo aquello que tenían para salvar sus vidas y asentarse

en zonas más seguras donde su integridad corra menos riesgo.

El desplazamiento es una realidad que se impone. Para entender mejor la

problemática, resulta necesario definir que un desplazado: “es toda persona que se ha visto

obligada a migrar dentro del territorio nacional abandonando su localidad de residencia o sus

actividades económicas habituales, porque su vida, integridad física o libertad, han sido

vulneradas o se encuentran amenazadas”1 Las causas de estos desplazamientos pueden ser

diversas. En el caso colombiano, como bien sabemos, se debe a la violencia por el conflicto

armado y por violaciones masivas a los Derechos Humanos.

La realidad de este sector de la población que ha sido tan golpeado, requiere ser

atendida desde diversos frentes y emprender acciones que traten de recomponer el tejido

social fracturado. En este sentido, el Gobierno Nacional junto con las FARC-EP2 ha pactado

acuerdos para la instauración de la Paz en el territorio colombiano. En los acuerdos se procura

tener como centro a las víctimas para cobijarlas a través de un sistema integral de Verdad,

Justicia, Reparación y No repetición que tratan de retribuir a las víctimas por los daños

recibidos.

Las medidas enunciadas resultan altamente pertinentes, sin embrago, cabe

preguntarnos, por la lectura teológica ante esta tragedia nacional. ¿Qué puede aportar un

teólogo ante los extremos del despojo y del dolor humano?, ¿Será suficiente reconocer los

derechos de las víctimas de desplazamiento forzado y reparar materialmente aquello que han

1 Castro y García, Porque era desplazado y me acogiste, 21. 2 Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo.

Page 5: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

2

perdido?, ¿Qué pasa con el dolor de las pérdidas humanas?, ¿Dónde queda la reconstrucción

interna de las víctimas?, ¿Cómo redireccionar el rumbo y el sentido de las vidas de quienes

han padecido estos atropellos?

Ante esta situación el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) – Colombia, ha querido

responder de manera efectiva y una de sus categorías principales a trabajar con la población

desplazada es la de Reconciliación. La perspectiva de reconciliación para el SJR es bastante

amplia y abarcadora pues comprende los aspectos políticos, sociales y espirituales. Estas tres

dimensiones son necesarias para pensar en una recomposición y reconciliación social a todos

los niveles. Sin embargo, en este trabajo nos abocaremos a la dimensión espiritual que

requieren los procesos de reconciliación.

Ciertamente las personas afectadas necesitan y solicitan de manera directa e indirecta,

ser consoladas, resignificar sus experiencias traumáticas, superar el miedo constante,

recuperar la confianza básica en el prójimo y encontrar nuevamente el sentido a sus vidas,

entre otras necesidades. De cara a este clamor, la espiritualidad puede ofrecer respuestas al

mismo. Una primera pregunta en este trabajo es: ¿Qué tipo de espiritualidad puede ser la más

adecuada para afrontar la situación de estas personas?, Dentro de la amplia gama de formas

de entender y practicar la espiritualidad, probablemente las prácticas piadosas y los rituales

religiosos no responden a la altura de las necesidades del pueblo profundamente herido. Por

ello resulta imperioso proponer espiritualidades más acordes a los padecimientos del pueblo.

Las secuelas que ha dejado el conflicto armado se presentan como un desafío. Por

ello, desde el terreno teológico, es menester ir más allá de los rituales o los preceptos que

postula una religión. De hecho, quizá sea necesario prescindir de ciertas creencias que

encapsulan el espíritu en lugar de liberarlo. Mariano Corbí enuncia: “La creencia, pues, no

es una exigencia espiritual, sino una exigencia de programación.”3 No se trata de realizar una

labor de adoctrinamiento o de adhesión a una religión específica, sino de conducir a los

sujetos hacia una sanación interior y una dinamización de sus relaciones en línea de

proposición y construcción, de tal manera que puedan trascender las experiencias pasadas.

3 Corbí, Hacia una espiritualidad laica, 220.

Page 6: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

3

“La espiritualidad nos conduce a otra dimensión de la existencia: nos guía a la

dimensión Absoluta, nos conduce a ampliar nuestro ser, a afinar nuestro discernir y nuestro

sentir, a pacificar y serenar nuestro interior; nos conduce a la ternura, al interés incondicional

por todos y por todo, al amor y a la paz.”4 Con la cita anterior podemos comprender que la

espiritualidad transforma la mirada de los seres humanos, de modo tal, que la lectura de la

realidad no será caótica ni desesperanzada sino que abre paso a la construcción de un nuevo

futuro con esperanza.

La espiritualidad que se propondrá en este trabajo está basada en la Antropología

Relacional y en un Modelo Trinitario Relacional. El tipo de espiritualidad que se desprende

de este modelo he decidido llamarle Espiritualidad del Encuentro. Esta categoría tiene su

fundamento en las relaciones intra-trinitarias y en la manera de constituirnos como seres

humanos. De esta manera se observa que profundizar en el Dios Trino y en el modo de ser

del hombre nos ayudará a comprender por qué una espiritualidad genuina ha de ser edificada

sobre la base del encuentro.

El encuentro es posibilidad de transformación profunda y reconfigura al hombre en

su ser más auténtico, por eso postulo en la espiritualidad del encuentro un camino eficaz para

la vivencia de procesos de reconciliación, aún en las situaciones límites del dolor y el despojo.

La pregunta que será la espina dorsal de este trabajo investigativo es la siguiente: ¿De

qué manera la espiritualidad del encuentro puede contribuir a los procesos de reconciliación

en víctimas del desplazamiento forzado? Esta es la cuestión que dilucidaré en los capítulos

posteriores.

El proceso para comprender cómo la espiritualidad del encuentro puede ayudar a

procesos de reconciliación, requiere la profundización de tres categorías fundamentales:

Espiritualidad, Encuentro y Reconciliación.

La Espiritualidad no ha de ser entendida netamente como un conjunto de prácticas

piadosas o un asunto intimista de las personas a donde nadie tiene acceso más que Dios. Es

tiempo de vencer la idea de una espiritualidad excesivamente privada que disocia a la persona

de su entorno y de los demás. Incluso es necesario comprender que la espiritualidad va más

4 Ibíd., 245.

Page 7: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

4

allá de la apropiación de ciertos ritos y categorías religiosas que en muchas ocasiones marcan

lineamientos específicos a seguir, pero no logran transformar las relaciones en un grupo o

comunidad.

Ya se ha mencionado que para Corbí, la espiritualidad, además de conducirnos hacia la

dimensión Absoluta, amplía nuestro ser y nos conduce al interés por lo otro y los otros. “La

espiritualidad no es la solución, pues es solo un espíritu que hace de nosotros un ser nuevo.

Ni las tradiciones religiosas del pasado ni la espiritualidad nos dan construcciones, dan solo

un espíritu nuevo a los constructores.”5 Es así como la espiritualidad capacita para encontrar

soluciones válidas a los problemas de la realidad vividos en el plano interpersonal,

comunitario o incluso socio-político, pero no es la solución en sí misma.

Con base en lo dicho anteriormente, se puede entender que la espiritualidad nos lanza

a la realidad y de hecho, nos compromete con ella. Por tal motivo, algunos teólogos de la

liberación pueden dar una idea bastante clara de la relación entre espiritualidad y realidad, lo

cual servirá como punto de arranque para la espiritualidad del encuentro que postularemos

más adelante.

Para Leonardo Boff la vida espiritual consiste en “una creciente toma de conciencia

sobre la responsabilidad de la fe en los cambios sociales, que propician más justicia y

participación de las grandes mayorías pobres de nuestros países.”6 Al respecto Jon Sobrino

señala que espiritualidad “es el talante del sujeto, su forma de ser que se relaciona con la

totalidad de la realidad, en lo que ésta tiene de trascendente e histórica”7. Y Segundo Galilea

menciona: “La espiritualidad - la mística con que los cristianos viven en un cierto contexto

histórico-social las exigencias o tareas de su fe – no es independiente de los dinamismos

históricos, sociales y culturales del lugar en que ella se vive.”8 Estos tres teólogos de la

liberación presentan en sus definiciones una evidente relación con lo “otro”, con aquello que

sucede fuera del individuo con la realidad en la cual se hallan inmersos y que se modifican

mutuamente.

5 Ibíd. 6 Boff, De la espiritualidad de la liberación a la práctica de la liberación, 8. 7 Sobrino, “Espiritualidad de Jesús y de la liberación”, 59. 8 Galilea, “El rostro latinoamericano de la espiritualidad”, 69.

Page 8: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

5

La categoría de Encuentro tiene como fundamento la comprensión de que el hombre

es un ser ontológicamente relacional, que se constituye con base en las relaciones que

establece. Por ello, el encuentro con el otro nos configura y nos hace ser quien somos.

Respecto a esto, Barbara Andrade postula: “El hombre […] cada día de nuevo es

creado como persona a partir de los otros con quien se encuentra. No por ser pequeñas sus

alegrías y consolaciones, sus dudas y frustraciones, son marginales en su proceso de

autorrealización, sino que llegan a ser realmente formadoras de ese hombre con sus

características propias.”9 Se puede apreciar que el hombre no es un ser ya dado o

determinado, sino que se halla en constante transformación, en la medida en que se encuentra

con personas y realidades. Esta idea se contrapone al sustancialismo inmutable y nos abre

paso a las múltiples posibilidades humanas, ente ellas la capacidad de conversión, de

crecimiento y de reconciliación.

Por su parte Ioannis Ziziulas habla de la ontología de la alteridad y comunica que “la

persona es alteridad en comunión y comunión en alteridad. La persona es una identidad que

emerge a través de la relación; es un ‘yo’ que existe solo en tanto que relacionado con un ‘tú’

que confirma su existencia e identidad.”10 Una persona no puede serlo sin la existencia y la

relación con otra persona, es precisamente en este encuentro como se da mutuamente la

constitución personal. De aquí se deriva la contundencia que tiene el encuentro para la

modificación del ser humano en sus raíces más profundas y constitutivas.

Existen muchas maneras de entender y definir la Reconciliación y en esto radica lo

confuso que puede resultar esta categoría. No se trata de una categoría exclusivamente

teológica sino que tiene fuerte raigambre psicológica, sociológica, filosófica e incluso

política. Aquí se mostrarán algunas maneras de entender qué es reconciliación que

corresponde más directamente a la realidad de postconflicto o de conflicto armado.

Bloomfield la define como “un largo, amplio y profundo proceso de construcción de

relaciones, entre cuyos elementos constitutivos se hallan la justicia, la verdad, la sanación y

9 Andrade, El camino histórico de salvación, 24-25. 10 Ziziulas, Comunión y alteridad. Persona e Iglesia, 23.

Page 9: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

6

la reparación.”11 Esta perspectiva añade elementos que remite a una reconciliación tras un

conflicto social violento, como es la situación colombiana.

Cercanamente a esto Lederach entiende reconciliación como: “los procesos

dinámicos y adaptables encaminados a la construcción y la sanación y como un proceso de

cambio y redefinición de relaciones.”12

Por su parte Ares Mateos enuncia:

La reconciliación significaba un intento de vivir una vez más, con las propias heridas y

fragilidad; la reconciliación significaba un intento de enfrentarse al propio miedo, pedir y

aceptar la ayuda de los demás, incluso los que habían destruido nuestro hogar y habían

asesinado a nuestros seres queridos. La reconciliación significaba un proceso y un camino de

apertura. La reconciliación significaba aprender a querer a los demás de nuevo.13

La reconciliación es un eminente asunto relacional, “creación de relaciones justas”,

de esta manera se puede comprender la íntima interrelación entre encuentro y reconciliación.

Sin la vivencia de una espiritualidad entendida como el encuentro con el otro, con la realidad

y con lo trascendente, no será posible un proceso de reconciliación. Por ello, el interés de

mostrar la manera cómo la espiritualidad del encuentro puede contribuir a procesos de

reconciliación en el marco del pos-acuerdo de paz y de reconstrucción social que atraviesa

Colombia.

La categoría de espiritualidad del encuentro que se plantea en este trabajo, ha de ser

enmarcada dentro de la propuesta teológica relativa a la relacionalidad. Teólogos como

Andrade, Zizuilas, Cambón, Coda, Zarazaga, entre otros, apuestan por una teología que parte

de la concepción del Dios Trinidad, lo cual tiene implicaciones fundamentales en la

comprensión del hombre.

La comprensión de la trinitariedad se remonta hasta el pensamiento de los Padres

Capadocios quienes postulaban que “Las tres personas de la Trinidad son un solo Dios, pues

están tan unidas y mantienen entre sí una comunión tan sólida, que ninguna de ellas puede

concebirse al margen de las otras. […] El ‘uno’ no solo no precede al ‘varios’ sino que

requiere al ‘varios’ desde su mismo inicio para poder existir.”14 De tal forma, que no hay

11 Bloomfield, “¿Qué podemos entender por reconciliación?”, 17-18. 12 Lederach, Sociedad civil y reconciliación, 847. 13 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 39. 14 Ziziulas, Comunión y alteridad. Persona e Iglesia, 202.

Page 10: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

7

lugar para la separación o el individualismo en el ser de Dios, sino una comunión plena de

las tres Personas, que lo son precisamente por esa relación comunional.

Las consecuencias antropológicas de la Trinidad no son menores, pues, si se parte de

que el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios se deduce que el modo de ser del

hombre es el modo de ser de Dios, esto es, ser Persona. Ser Persona implica la relación, el

amor y la libertad. No se puede ser persona si se vive aisladamente o con una obsesión por

el cultivo de la individualidad. Esta reflexión posiciona el tema de la relación y, por ende,

del encuentro como elementos constitutivos del hombre, lo cual sirve de base para la

propuesta de reconciliación como posibilidad humana.

Respecto a la trascendentalidad del encuentro, se ha escrito desde su capacidad para

modificar al hombre y constituirlo en persona. Los humanos no son seres acabados o

determinados desde la comprensión esencialista sino que se van construyendo a través de las

relaciones. Andrade ha vinculado el encuentro con la transformación integral y le ha atribuido

las notas de mutuo, gratuito y creador para ahondar en la comprensión de la categoría.

Rupnik toma como punto de partida el amor para explicar la relacionalidad de las tres

Personas divinas. El amor es una realidad diádica, no puede existir si no es entre dos personas,

pero a su vez, la persona no llega a ser tal si no es a través del amor. “Vemos que toda la

naturaleza humana, a través de su núcleo fundante constituido por la dimensión del amor

objetivante, exige el amor en su dimensión personalizante que es el núcleo constitutivo de la

persona.”15 Al ser el amor lo que nos constituye como personas, y al ser el amor una realidad

diádica, entonces podemos deducir que la relación y el encuentro son inherentes a la

configuración personal.

Por otra parte, existe ya un marcado interés por construir una antropología trinitaria

con miras a repercutir en el terreno misional tan como lo presenta Coda y Cambón. En este

sentido también ya se han hecho intentos por encontrar caminos para que la reconciliación

se vaya instaurando en los diversos ámbitos sociales. Evidentemente, cada iniciativa tiene su

propia perspectiva de reconciliación. Algunas más enfocadas en la reconciliación como un

estado final, otras más como un proceso constante que es parte de la vida, otras más se centran

15 Rupnik, Decir el hombre, 96.

Page 11: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

8

únicamente en la acción de acercar a las víctimas y los victimarios. Además algunas acciones

tienen un tinte más confesional y otras van en la dirección del desarrollo social y comunitario.

Por otro lado hay organizaciones en Colombia que trabajan con las víctimas del

desplazamiento forzado que realizan acciones de variada índole. Se han dado experiencias

de trabajo mediante el uso de las narrativas bíblicas, de tal manera que éstas susciten la

reflexión y el análisis de las situaciones personales y comunitarias que atraviesan los

desplazados y busquen modos de afrontar las distintas problemáticas.

El presente trabajo pretende contribuir a la reconciliación en medio de esta difícil realidad

a través de la espiritualidad, con especial énfasis en la categoría encuentro. La apuesta es la

propiciación de experiencias y no la comunicación de unas doctrinas o de conductas morales.

Se trata de poner en funcionamiento las capacidades humanas, dadas por la imagen y

semejanza del Dios Trino, y acrecentar la conciencia de las mismas.

Objetivos

El objetivo general que se persigue consiste en presentar aspectos de la espiritualidad

del encuentro que pueden contribuir a la construcción de reconciliación en personas

víctimas del desplazamiento forzado, por medio de la hermenéutica crítica, para ofrecer

algunas estrategias que permitan afianzar procesos de reconciliación.

Los objetivos específicos correspondientes a cada uno de los capítulos se enuncian a

continuación:

1. Presentar aspectos de la espiritualidad del encuentro que pueden contribuir a la

construcción de reconciliación en personas víctimas del desplazamiento forzado en

Colombia.

2. Realizar una lectura hermenéutica crítica desde la antropología relacional para

dilucidar categorías referentes a la espiritualidad del encuentro.

3. Ofrecer estrategias encaminadas al desarrollo de una espiritualidad del encuentro que

permitan afianzar procesos de reconciliación.

Page 12: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

9

Método de la Investigación

El método teológico que se empleará en este trabajo es el hermenéutico crítico. Éste

ha de ser entendido como “la relación directa que se establece con un texto o su equivalente

en la realidad y la necesidad de comprender y explicarlo.”16 La teoría sobre el encuentro,

dentro del marco de la teología relacional, encontrará sustento en la realidad que viven los

colombianos en un contexto de desplazamiento por violencia.

La hermenéutica en teología, no se comprende como una serie de pasos o fases que

la componen en su ejecución, sino que se refiere a una racionalidad, en una lógica

comprensiva desde la cual se aborda una problemática. Este método contempla la

interpretación de la realidad a la luz de la teoría, de tal modo que esta interpretación repercuta

en beneficio de la realidad misma.

A través de la categoría encuentro es posible construir horizontes de sentido para

afrontar las situaciones de duelo, enojo, injusticia y rencor que pueden estar presentes en las

víctimas del conflicto armado.

Por otra parte, la metodología propia del trabajo investigativo será de índole

cualitativa, es decir, incorporará la exposición de las categorías que pueden iluminar la

comprensión de la realidad del desplazamiento y que pueden contribuir a la reconciliación

de las personas afectadas. Para ello, se recurrirá a la teología trinitaria relacional y a la

reflexión percibida desde la situación misma de los desplazados.

Finalmente, se presentarán algunas propuestas conceptuales y que se pueden aplicar

en el trabajo con las personas desplazadas, para contribuir en sus procesos de reconciliación

en distintos niveles. Para ello se tomará como punto medular, la reflexión categorial sobre la

espiritualidad del encuentro ya debidamente realizada.

16 Suárez y Noratto, “La racionalidad hermenéutica en teología”, 121.

Page 13: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

10

I. Espiritualidad y desplazamiento forzado

En este capítulo primero se presentarán algunos aspectos de la espiritualidad del

encuentro con la realidad que pueden contribuir a la construcción de reconciliación en

personas víctimas de desplazamiento forzado en Colombia. Para ello, en un primer momento

se realizará una descripción de la realidad que atraviesan las personas que han vivido este

fenómeno, después se distinguirá entre religión y espiritualidad, y posteriormente se

explicará en qué consiste el encuentro con la realidad planteado principalmente por los

teólogos de la liberación.

La descripción de la población víctima se llevará a cabo mediante un bosquejo general

del estado actual en materia de desplazamiento en Colombia, y a través de la presentación de

los múltiples efectos que este hecho arrollador tiene en la vida de quienes la han padecido en

sus distintas dimensiones humanas.

Para la distinción entre religión y espiritualidad será necesario definir ambos conceptos.

Se mostrará que la religión puede ser entendida como hecho social, como sistema cultural o

como sistema de creencias a diferencia de la espiritualidad que se dirige en la línea de la

dotación de sentido y medio para enfrentar las situaciones vitales.

El apartado anterior servirá como preámbulo para plantear la espiritualidad del encuentro

con la realidad, expuesta enfáticamente por la teología de la liberación. Se propondrá este

tipo de espiritualidad como un camino para las personas víctimas, mediante la relación de la

noción de espiritualidad con categorías que evidencian las urgencias sociales de la realidad,

incluido el desplazamiento forzado.

1.1 Descripción de la realidad de las personas víctimas de desplazamiento forzado.

La guerra que ha padecido Colombia por más de cinco décadas ha dejado daños

incalculables para el pueblo en todos los niveles. Según cifras oficiales, el resultado a 2016

de personas afectadas por el conflicto armado es de 8’320,874.17 De este número, el 80%, es

17 Total víctimas en el RUV de la Unidad para la atención y reparación integral a las víctimas con corte de

Febrero de 2017.

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11

decir, 7’083,118, han sufrido desplazamiento forzado, mientras que el otro 20% ha sido

víctima de homicidios, atentados, amenazas, desapariciones forzadas, secuestros, etc.

Una de las acciones más significativas por parte del Gobierno colombiano para afrontar

la problemática del desplazamiento fue la promulgación de la Ley de Víctimas y Restitución

de Tierras de 2011. Esta ley requiere de grandes retos para las nuevas instituciones

gubernamentales que deben crear las condiciones necesarias para hacer valer los derechos de

las víctimas y proveerlas de la seguridad pertinente.

No obstante los esfuerzos por parte del Estado para garantizar mejores condiciones de

vida para la población desplazada, la implementación de sus diversos programas resultan

completamente insuficientes para superar su situación y recobrar una vida estable. La

Comisión de Seguimiento y Monitoreo a la implementación de la Ley 1448 de 2011 afirma

que: “tan sólo el 2% de la población víctima por desplazamiento forzado ha superado la

situación de vulnerabilidad”18 Esto se debe a importantes problemáticas que impiden la

oportunidad y eficacia en la respuesta del Estado para atender las necesidades de la población.

Ha imperado una estrategia asistencialista, la cual no promueve la creación de proyectos de

vida viables y duraderos para los desplazados.

Lo anterior denota una situación muy compleja para el país ya que el fenómeno del

desplazamiento forzado persiste en el panorama nacional pues no sólo se asocia a las lógicas

bélicas entre grupos armados sino que se relaciona con la consolidación de economías de enclave,

junto a prácticas de violencia suscitadas por asociaciones criminales de empresarios, políticos y

narcotraficantes que tienen por motivación razones rentistas funcionales a un modelo de

desarrollo anclado en la acumulación de poder, tierra y riqueza.19

Resulta evidente que el flujo de personas dentro del territorio colombiano es una realidad

presente debido a la prevalencia de diversos modos de violencia, y que los desplazados de

las últimas décadas aún no encuentran la estabilidad anhelada.

No se puede pasar por alto el momento coyuntural que atraviesa Colombia. El año 2016

marcó un hito en la historia colombiana con la firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno

18 Tercer informe Comisión de Seguimiento y Monitorea a la implementación de la Ley 1448 de 2011, 2016,

7 19 Informe de Contexto Anual 2016, SJR-Colombia, 6

Page 15: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

12

Nacional y la guerrilla de las FARC-EP. Esto se logró después de cuatro años de diálogos y

negociaciones en La Habana, Cuba. Con este pacto se puso fin a toda acción bélica a través

del cese al fuego entre ambas partes, y se procedió a la creación de los medios necesarios

para la participación política de las FARC-EP. Los excombatientes fueron trasladados a

diversas Zonas Veredales de Transición Nacional (ZVTN) distribuidas en todas las latitudes

del país, para su pronta reincorporación a la vida ciudadana.

…la negociación política como salida al conflicto, no sólo ha reducido considerablemente

los índices de violencia y las víctimas que año tras año dejan las confrontaciones armadas, sino

que ha presentado el diálogo como la única vía posible para lograr un acuerdo amplio y reflexivo

que permita –algún día– la cesación de todas las violencias en el país.20

Ciertamente, los Acuerdos de Paz constituyen un gran avance en el ámbito político y

social de Colombia, sin embargo, aún existen amenazas y riesgos para que se pueda hablar

de una paz estable y duradera. La permanencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN),

los grupos paramilitares que, después de la desmovilización, se han reorganizado y

consolidado aún siguen coartando las intenciones de paz. Además la violencia contra líderes

sociales, defensores de Derechos Humanos, defensores de la Tierra, etc., es una realidad a la

cual el Estado no logra atender. La sociedad está lejos de experimentar una auténtica

seguridad pública. Estos fenómenos son los que constituyen las causas de los

desplazamientos actualmente.

Ante esta panorámica, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) de Colombia ha emprendido

diversas acciones en línea de apoyo hacia la población desplazada. El SJR como organización

humanitaria tiene como misión:

…Acompañar, servir y defender a las víctimas del desplazamiento forzado y población

vulnerable, en la búsqueda del ejercicio pleno de sus derechos, contribuyendo a la transformación

de las dinámicas de la violencia hacia procesos orientados al afianzamiento de la justicia, la paz

y la reconstrucción del tejido social.21

El SJR- Colombia se ha caracterizado por estar en las fronteras, no solamente geográficas

sino en las fronteras humanas del dolor y la vulnerabilidad, ahí donde las ayudas no llegan,

20 Informe de Contexto Anual 2016, SJR-Colombia, 4. 21 http://www.sjrcolombia.org/que-hacemos/mision

Page 16: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

13

donde nadie quiere estar, entre los olvidados, y donde se puede lograr el bien más universal.

Por tal motivo, se ha desarrollado, por más de 22 años, el acompañamiento cercano a

personas, familias y comunidades colombianas con el afán de contribuir a la transformación

social de los grupos desplazados. Esta población es mayoritariamente campesina, indígena y

afrodescendiente.

El trabajo que se realiza, además de buscar dar alivio a necesidades materiales o mejorar

la situación económica de la población atendida, también pretende brindar una ayuda psico-

social y un fortalecimiento espiritual para el afrontamiento del duelo que atraviesan y la

superación de su condición de vulnerabilidad extrema.

Las principales carencias que presentan las personas desplazadas por la violencia son

en materia de alimentación, agua consumible, techo, educación, salud y todos los servicios

básicos. Por otra parte, están as necesidades psicológicas y espirituales en donde se observa

una pérdida del sentido de la vida y de la conciencia de dignidad, angustia extrema, después

de los ultrajes que la gente ha sufrido.

De acuerdo con Castro y García algunas consecuencias del desarraigo experimentado

por los desplazados son las siguientes: Sentirse extranjeros de sí mismos y en su propia patria,

deterioro de la calidad de vida debido a la pérdida de sus bienes y al abandono de su

ocupación ordinaria, desestructuración familiar, situación permanente de incertidumbre, la

dependencia y la invalidez social.22

La población campesina se encuentra íntimamente vinculada con la tierra, de modo

que ella constituye parte fundamental de su identidad y representa un valor familiar que se

transmite generacionalmente. “Una situación de desplazamiento implica la ruptura con el

proyecto vital o con el tejido social que se poseía. Sus raíces vitales van quedando en el

camino y solo algunos elementos culturales pueden ser implantados en los sitios a los cuales

llegan, en su mayoría culturas urbanas.”23 Esta situación genera una confusión personal y

social que en muchas ocasiones los aísla y es fácil que se apropien de la identidad de

“victimas” que la misma sociedad y las instituciones gubernamentales les imponen.

22 Castro y García, Porque era desplazado y me acogiste, 35-37. 23 Ibíd., 36.

Page 17: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

14

La calidad de vida del desplazado se ve seriamente afectada al quedar despojados de sus

hogares, sus tierras y el patrimonio por el que habían luchado quizá toda la vida. El

desplazado se ve obligado a enfrentar una situación para la que no estaban preparados:

…En su mayoría los desplazados llegan a formar parte de los barrios periféricos de las ciudades

donde improvisan sus sitios de vivienda. Igualmente, debido a la falta de preparación académica

y/o técnica que poseen son rechazados de la mayoría de los empleos, de tal forma que tienen que

aventurarse en el mundo de la economía informal […]. El panorama se vuelve incierto en materia

económica para el desplazado; su existencia pasa de un vivir a un sobrevivir.24

Uno de los efectos más dolorosos es la desestructuración familiar. Los lazos familiares

se fracturan por la muerte de alguno de los integrantes y de manera súbita, cada miembro de

la familia asume un rol diferente al que antes tenía. Tras la ausencia, principalmente del

padre, muchas madres reciben todo el peso de la situación y muchos hijos varones se ven

obligados a asumir roles de adulto cuando aún no alcanzan la mayoría de edad. “Estas

mujeres familia y niños-hombre, por tanto, deben introyectar de manera intempestiva,

actitudes que no corresponden explícitamente a su psicología, con el fin de sanear el vacío

dejado por un ser querido.”25

La eterna incertidumbre que experimentan, genera sentimiento de impotencia y de culpa.

Los desplazados toman actitudes de autocrítica muy severa por no haber podido evitar el

desplazamiento y por los deseos de venganza que les surgen. Además la impunidad visible

ante su caso, les genera sentimientos de frustración y rabia ante el Estado que no les garantiza

ningún tipo de justicia de manera inmediata.26

Otra problemática percibida entre los desplazados consiste en una excesiva dependencia

y una autopercepción de invalidez social. La identificación con el rol de víctima puede

resultar cómodo para algunas personas y provocar el deseo de instalarse en la posición de

menesteroso. “A partir de la ayuda asistencial de la que han sido parte, introyectan una figura

paternalista de la solidaridad que los hace netamente dependientes, dejando la solución de su

problema a terceros sin llegar a propuestas concretas.”27 Esta actitud retarda el proceso de

incorporación social, pues la zona de vulnerabilidad se ha convertido en una zona de confort.

24 Ibíd. 25 Ibíd. 26 Ibíd. 27 Ibíd., 37-38.

Page 18: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

15

A manera de corroboración con lo mencionado, Sacipa y su equipo identificaron algunos

sentimientos recurrentes en los desplazados a través de múltiples entrevistas realizadas a

estas personas. Entre los sentimientos que encontraron resaltan: temor, vergüenza, ira, odio,

desconfianza generalizada, dolor, frustración, devaluación personal, impotencia y pérdida de

esperanza. Sin embargo, algunas personas sí expresan su deseo de resignificar el dolor y de

mirar los aspectos positivos que aún permanecen en sus vidas.28

Esta combinación de esperanza y desesperanza resulta un indicador de la apremiante

necesidad de un acompañamiento psicológico y espiritual de manera cercana, directa y

eficaz. Como se puede notar, las dimensiones de esta problemática y del sufrimiento son

enormes y la atención teológica-pastoral se ha de convertir en un imperativo ético para

quienes se hacen llamar cristianos.

El contexto de violencia extrema que se vive, el clamor de un pueblo que sufre grandes

dolencias, el clima de injusticia reinante, la situación de muerte que se respira y la

fragmentación del corazón humano, son realidades que exigen una respuesta pastoral con

profundas raíces teológicas. En esta línea Castro y García afirman:

…los desplazados son personas concretas, rostros que nos interpelan y nos convocan a una

respuesta solidaria y misericordiosa, que nos invitan a bajarlos de la cruz, a aportarles para

reconstruirse como sujetos autónomos y reconciliados; en otras palabras, el desplazado por la

violencia es una realidad dramática y desbordante que interpela radicalmente la realidad pastoral

e institucional de nuestra iglesia demandando una respuesta.29

Ahora bien, resulta pertinente preguntar: ¿Cuál es el aporte de la teología hacia esta

realidad desbordante? ¿Tendría la Iglesia que esmerarse en difundir las doctrinas y prácticas

propias del catolicismo para aliviar los dolores de la población desplazada? ¿Sería más

oportuno la promoción de una religión o el afianzamiento de una espiritualidad? Estas

interrogantes se aclararán en el apartado siguiente.

1.2. Espiritualidad o religión

En el camino rumbo a la propuesta de espiritualidad que se planteará en este trabajo como

respuesta al desplazamiento forzado, resulta de suma importancia aclarar que religión y

28 Sacipa, Stella y otros, “Psychosocial Accompaniment to liberate of suffering associated with experience of

foced displacement”, 592-594. 29 Castro y García, Porque era desplazado y me acogiste, 47.

Page 19: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

16

espiritualidad no son una misma cosa. Si bien es cierto, que las religiones postulan una

espiritualidad, no se puede decir que la religión es una espiritualidad en sí misma.

Para esta distinción se enfocará la atención en el trabajo analítico y sintético realizado

por Manuel Marzal al comparar dos definiciones del concepto religión que enfrentan

perspectivas muy diferentes, para después construir su propia definición.

En primer lugar, la perspectiva propia de Émile Durkheim dirigida a entender la

religión como un hecho social: “un sistema solidario de creencias y prácticas relativas a las

cosas sagradas, es decir, separadas e interdictas, creencias que unen a una misma comunidad

moral, llamada Iglesia, a todos aquellos que se adhieren a ella.”30 Para este sociólogo francés

la idea de sociedad es lo fundamental en la religión. El énfasis recae en la comunidad, por lo

menos entendida como adhesión de personas para conformar un grupo humano, llamado

Iglesia. Cabe resaltar también los elementos de sistema de creencias y las prácticas de cosas

sagradas que constituyen el sujeto de esta definición.

La perspectiva de la religión como sistema cultural postulada por el antropólogo

estadounidense Clifford Geertz reza de la siguiente manera:

…un sistema de símbolos, que actúan para establecer en el hombre estados de ánimo y

motivaciones, que son fuertes, penetrantes y duraderos, por medio de concepciones globales

del sentido de la vida y que reviste dichas concepciones de una atmósfera tal de verdad, que

los estados de ánimo y motivaciones parecen efectivamente de acuerdo con la realidad.31

Dentro del sistema de símbolos que menciona Geertz se encuentran las creencias, los

ritos, la organización y la ética de la religión, las cuales construyen un entramado de sentido

que afecta la manera de ver la vida y de concebir el mundo. La atmósfera de verdad que se

menciona en la definición viene dada por la autoridad de Dios. Para este autor, las religiones

sobreviven gracias a la repetición de los ritos. Es así como se puede notar que para Geertz

las creencias, los ritos y la verdad ya dada por Dios, no son negociables en una religión sino

que constituyen la savia que le da permanencia.

La misma definición sugiere que “la perspectiva religiosa sirve para hallar sentido a la

vida, para convertir en cosmos el amenazante caos de lo que no se entiende, no se soporta o

30 Marzal, “Tierra encantada”, 25. 31 Ibíd., 26.

Page 20: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

17

se considera injusto.”32 Esta parte embona muy bien con la desesperada realidad de los que

padecen o han padecido violación de sus derechos fundamentales y los han despojado de

todo.

Marzal realiza una síntesis entre las definiciones de Durkheim y Geertz para plantear su

propia definición de la siguiente manera: “sistema de creencias, de ritos, de formas de

organización de normas éticas y de sentimientos, por cuyo medio los seres humanos se

relacionan con lo divino y encuentran un sentido trascendente de la vida.”33 Marzal retoma

la noción de sistema de creencias mencionada por Durkheim, incorpora los ritos y normas

como medio para relacionarse con Dios. Resulta aún más evidente la importancia de las

creencias, los ritos y la ética, en las siguientes líneas:

…la religión es un sistema porque hay una interrelación entre las cinco dimensiones del hecho

religioso. Por ejemplo entre creencias y ritos, pudiendo decirse que los ritos dependen de las

creencias, pero también lo contrario, que las creencias dependen de los ritos. […] Existe también

interrelación entre creencias y normas éticas, pues si una persona no tiene el comportamiento

ético exigido por sus creencias, poco a poco deja de creer en éstas.34

Evidentemente, los elementos de creencias, ritos y verdad revelada son fundamentales en

una religión y de ellos se desprende un comportamiento ético que vaya en consonancia con

ese bagaje de pensamientos ya estipulados por la religión misma. Esto lleva a pensar en la

religión como un sistema cerrado, en donde todo está dicho, en donde el fondo y la forma ya

están delineados y las personas deciden enlistarse en la religión, permanecer en ella o

abandonarla para ir en busca de otros sistemas de sentido.

Respecto a las religiones Mariano Corbí afirma que están caducas y en su lugar propone

una espiritualidad libre de creencias y dioses. Para este epistemólogo español los símbolos,

mitos y narraciones propios de una religión han tenido una función programadora en favor

de sociedades estáticas, en donde el cambio se perciba como amenaza. Esta estrategia

programadora respondía a las sociedades preindustriales que ya han muerto, pero sus mitos

y narraciones como sistemas de creencias aún perviven:

…Los hombres y mujeres de las nuevas sociedades deben rechazar la creencia en todos sus

ámbitos, también y especialmente en los ámbitos de la moralidad y de la religión; y tienen que

32 Ibíd., 27. 33 Ibíd. 34 Ibíd., 28.

Page 21: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

18

hacerlo porque, para integrarse en la nueva sociedad, han de abandonar los patrones que

construyeron los sistemas de vida y programación de las sociedades estáticas preindustriales.35

El montaje de sistemas de creencias para regular el comportamiento ético de los

miembros de una religión, ya no ha de ser el modo de acercarlos a la divinidad. Corbí atribuye

a los dirigentes de las tradiciones religiosas, la responsabilidad de mantener la función de los

mitos, narraciones y símbolos como meros indicadores de conducta moral, lo cual deja de

lado la nueva estructura social, así como los avances en el conocimiento en el campo de la

ciencia y la tecnología.

“Mientras las tradiciones religiosas se apoyen en un sistema de creencias, no habrá

teología de la liberación capaz de romper el lazo que une la creencia con el poder.”36 Esta

afirmación deja claro que Corbí establece un fuerte vínculo entre las creencias y el poder; y

la búsqueda de poder y dominio sobre otras personas, nunca podrá conducir hacia una

espiritualidad. Por este motivo descalifica a las religiones como caminos para una vida

espiritual.

…Para que la espiritualidad sea viable en las nuevas sociedades, es necesario separar la

espiritualidad de toda creencia y toda sumisión. La sumisión al espíritu, que es discernimiento,

no es sumisión ni a formas ni a fórmulas, por tanto es compatible con las nuevas sociedades […]

Ligar la espiritualidad a cualquier tipo de creencia es un obstáculo, y un obstáculo definitivo.37

La idea es clara, las religiones someten el pensamiento y el espíritu de las personas a

través de sus sistemas de creencias. En lugar de las creencias ha de prevalecer la fe, la cual,

en la línea de Corbí, es un hecho de conocimiento, pero es un don. No se obtiene la fe por

mero acto voluntarista, se trata de una gracia concedida por Dios, aunque sí requiere de la

disposición personal. Se reconoce a través de las certezas que se tienen en la vida que otorgan

soporte a las acciones, aunque a veces resulten difíciles de argumentar. La fe se trata de una

certeza vacía de todo concepto o simbolismo, incluso de toda representación. Una certeza

que abre el espíritu humano, lo llena de confianza y lo habilita para discernir ante las

situaciones concretas de la vida. La fe es como un rayo de luz que, en palabras del Maestro

Eckhart se dona de “esencia a esencia”. Sin embargo, esta afirmación resultará problemática

de acuerdo a la propuesta de espiritualidad que se propondrá más adelante.

35 Corbí, “Hacia una espiritualidad laica sin creencias, sin religiones, sin dioses”, 216. 36 Ibíd., 221. 37 Ibíd., 218.

Page 22: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

19

Las sociedades actuales se encuentran ávidas de propuestas de sentido que ofrezcan

calidad y vinculación a la realidad, que permitan la libre adhesión “no a fórmulas o modos

de vida fijados, sino a una calidad que es un estado del pensar y del sentir que genera certeza

sin, por ello, someterse a formas reveladas de pensamiento y de vida.38

La espiritualidad requiere entonces, ensoñar la realidad para poder amarla y adquirir un

compromiso con ella. “Solamente esa ensoñación puede proporcionarnos el respeto, el amor,

la veneración y el reconocimiento por todo lo que existe y vive en el planeta y por nosotros

mismos.”39 Pero la incorporación a esa ensoñación en completamente libre, por convicción,

y entonces la capacidad de ensoñar tendrá la fuerza para transformar la realidad.

“La espiritualidad nos conduce a otras dimensiones de la existencia: nos guía hacia la

dimensión Absoluta, nos conduce a ampliar nuestro ser, a afinar nuestro discernir, a pacificar

y serenar nuestro interior; nos conduce a la ternura, al interés por todos y por todo, al amor y

a la paz.”40 Respecto a la ampliación del ser y la agudeza en el discernimiento de lo que

acontece en la vida, resultan válidas y necesarias para la realidad que hemos planteado. En

medio de un contexto de desplazamiento forzado, el discernimiento se convierte en una

práctica obligada para tomar las decisiones que fortalezcan la paz y el amor y no se reaccione

únicamente bajo la lógica del “ojo por ojo, diente por diente” que perpetúa el círculo vicioso

de la violencia. El ser se amplía en la medida en que la persona se reinventa, se reconstruye,

supera las adversidades de la vida y adquiere una visión más amplia de su propia situación,

y de la realidad circundante.

Ciertamente, la espiritualidad no es una solución al hambre, al despojo, a las carencias

materiales, al desempleo de los desplazados, a la injusticia, a la impunidad o a los enormes

dolores producidos por la guerra. Sin embargo, sí consiste en una instancia de

transformación. La espiritualidad sí conduce al hombre hacia un renacimiento, pues el

espíritu tiene la capacidad de crear seres nuevos. Es así como la espiritualidad se puede

entender, no como la solución sino “como una fuente fecunda de soluciones válidas.”41

38 Ibíd., 222. 39 Ibíd., 242. 40 Ibíd., 245. 41 Ibíd.

Page 23: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

20

En efecto, frente a la crudeza de los acontecimientos, para las víctimas de desplazamiento

forzado no parece viable el camino de la religión entendida como sistema de creencias. La

estrategia de adoctrinamiento resulta insuficiente para la restitución del proyecto vital que

han extraviado. Un listado de preceptos o de normas morales venidas por imposición externa

puede agravar aún más la condición de víctimas de los desplazados, pues además de los

acontecimientos desafortunados que han atravesado también deben ceñirse a un código de

conducta que se presenta inoportunamente.

Por otra parte, la espiritualidad vacía de representaciones propuesta por Corbí, tampoco

parece viable para este sector de la población colombiana, caracterizado por campesinos con

una arraigada religiosidad popular católica, la cual ha sido acuñada a través de uso de

imágenes materiales de la divinidad y de las mediaciones para llegar a ella como los santos,

los sacramentos o el excesivo uso de ornamentos. En el caso de los afrodescendientes y los

indígenas, sus tradiciones incorporan un manejo amplio y profundo del simbolismo a manera

de camino para contactar y mantener la cordialidad con sus deidades. Las representaciones

no necesariamente tienen que ser creencias inamovibles y coercitivas sino imágenes

dotadoras de motivación y sentido.

De las definiciones de religión se rescata la de Geertz en cuanto a que la religión suscita

estados de ánimo y motivaciones que dotan de sentido a la vida. Las personas desplazadas sí

requieren de un acompañamiento a sus emociones, de una detonación y perfilamiento de sus

motivaciones y la recuperación de sentido. No obstante, esto también se logra a través de la

espiritualidad, entendida como el camino conducente al amor, a la paz, al sentido y que hunde

sus raíces en el encuentro con la realidad, con el otro y con Dios.

En la propuesta de trabajo espiritual con los desplazados, ciertamente no se apostará a

una religión centrada en las creencias, sino que se optará por una espiritualidad basada en la

fe, en el fortalecimiento y el surgimiento de hombres y mujeres capaces de enfrentar las

situaciones más crudas de la vida con mayor entereza y con una mirada renovada. Para ello

el conocimiento amplio y reflexionado del contexto y la lectura profunda de la realidad

aparecen como indispensables.

Page 24: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

21

1.3. Espiritualidad del encuentro con la realidad

Mirar la realidad con los ojos de Dios, requiere de una espiritualidad totalmente

encarnada. La teología de la liberación dio varios pasos adelante en la tarea por fortalecer el

vínculo entre realidad y espiritualidad. Las tradicionales prácticas cristianas como las

devociones, las oraciones de repetición o los sacramentos mismos, han sido duramente

cuestionados en cuanto a la vigencia de su sentido, en tanto que no siempre responden a los

tiempos y lugares. Diversos teólogos de la liberación se han dado a la tarea de plantear una

espiritualidad más allá de las prácticas piadosas para llegar a una espiritualidad que lleve al

hombre hacia el encuentro con la realidad, lo comprometa con ella y sea un agente para la

construcción del Reino de Dios. En este apartado se resaltará la perspectiva de encuentro que

subyace en las ideas y propuestas de espiritualidad de algunos teólogos latinoamericanos.

Segundo Galilea fue uno de los teólogos más interesados en reformular la comprensión

de esta categoría. La define de la siguiente manera: “La espiritualidad viene a ser las

motivaciones, la mística que anima e inspira una determinada manera como los cristianos se

encarnan en la sociedad y en la historia. […] Es la motivación evangélica de las renovaciones

históricas del catolicismo, de la misión…”42 Los elementos de motivación e historia están

muy presentes en la concepción de este teólogo chileno. La motivación se ha de referir a los

modos como los cristianos se adentrarán en la historia y responderán a ella. De este modo, la

espiritualidad tomará los matices que el encuentro con la realidad misma señale y esto

implica una constante transformación, adaptación y renovación en las prácticas pastorales.

Más radicalmente, Leonardo Boff resalta las categorías de: conciencia, cambio social,

justicia y pobres: “Lo que ha caracterizado la vida espiritual latinoamericana, en los últimos

años, ha sido una creciente toma de conciencia sobre la responsabilidad de la fe en los

cambios sociales que propician más justicia para, y participación, de las grandes mayorías

pobres.”43 Presenta la fe como un posible motor de cambio social y de justicia con el

protagonismo de los pobres. La fe auténtica lanza al cristiano hacia las raíces profundas de

su entorno, hacia las heridas abiertas de la sociedad para desde ahí, brindar el agua fresca del

amor solidario y la esperanza en la justicia.

42 Galilea, “El rostro latinoamericano de la espiritualidad”, 70-71. 43 Boff, “De la espiritualidad de la liberación a la práctica de la liberación”, 8.

Page 25: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

22

Y continúa: “Toda experiencia espiritual significa un encuentro con un rostro nuevo y

desafiante de Dios, que emerge de los nuevos retos de la realidad histórica.”44 Dios mismo

sale al encuentro del hombre a través de la historia. Es en ella donde tiene su origen la

experiencia espiritual. El encuentro profundo con la realidad histórica es a su vez encuentro

con Dios y esto es una experiencia espiritual. “De este modo Dios […] surge como

acontecimiento de sentido, de esperanza, de futuro absoluto para el hombre y su historia.”45

Este tipo de espiritualidad brinda muchas posibilidades de restauración para aquellas

víctimas de desplazamiento forzado, cuyo momento histórico demanda tocar las venas

personales, sociales y políticas del contexto.

En esta misma línea Galilea también señala: “La espiritualidad es el encuentro del espíritu

(que se manifiesta preferentemente en algunos “lugares históricos”) con el pueblo cristiano

(un pueblo preciso, con sus aspiraciones, luchas, culturas, opciones cristianas y

misioneras).”46 Los lugares históricos de manifestación preferencial de la presencia de Dios

mencionados por el teólogo, quedan muy claramente ejemplificados con los asentamientos

de desplazados y también con los grupos que aún no se instalan en un sitio. Es en estos lugares

donde la espiritualidad debe emerger con toda su fuerza para vivificar sus aspiraciones,

carencias, dolores y luchas.

Existe el riesgo latente de que ocurra aquello que en muchos sectores de la Iglesia ha

tenido lugar: la evasión alienante de lo histórico, el paralelismo entre vida espiritual y la

acción sobre la historia, la esperanza pasiva como fruto de una imagen de Dios paternalista

y una humanidad infantilizada. “Estas tentaciones típicas de la espiritualidad nos llevan a

plantear el problema de la espiritualidad en la correcta relación del sujeto con la historia, del

espíritu del sujeto con el propio peso objetivo de la historia, con su propio espíritu.”47

Jon Sobrino habla de mantener una honradez con lo real que es la vida de los hombres.

La negación de lo real se traduce en muerte, pues es la negación de la vida humana y las

condiciones para su crecimiento. Lo real tiene su propio peso y sus propias exigencias que

son necesarias de encarar para adentrarnos auténticamente en la dinámica de lo espiritual.

44 Ibíd., 9. 45 Ibíd. 46 Galilea, “El rostro latinoamericano de la espiritualidad”, 71. 47 Sobrino, “Espiritualidad de Jesús y de la liberación”, 59.

Page 26: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

23

Cerrar los ojos ante la injusta situación de los desplazados equivale a darlos por muertos.

Dejar de responder a sus necesidades es contribuir a su aniquilamiento. Por otro lado,

mantenerse en actitud pasiva y de autoconmiseración por parte de las víctimas tampoco es

tocar lo real responsablemente. Es así, como el compromiso con la realidad corresponde tanto

a las víctimas como a la sociedad entera.

Una de las maneras para responder a estas exigencias es a través de la afirmación de la

vida. Ante las amenazas determinarse por decir sí a dar vida. La misma realidad exige un sí

al amor. Abrirse al encuentro con el otro para acogerlo y hacerlo parte de mi realidad. Sin

embargo, la vida y el amor no han de ser impuestos como deberes morales o máximas

religiosas, pues se caería en la contradicción de las mismas. En lugar de esto, la espiritualidad

podrá mostrar caminos para la vida y el amor, pero nunca impondrá rutas únicas, unilaterales

o excluyentes de otros caminos.

…La espiritualidad que se base en la honradez con lo real no debe ser ciertamente alienante,

es decir, que abdique de esa honradez en nombre de la religión o de cualquiera de sus

sustantivos, pero ni siquiera debe ser precipitada al plantear el amor – como símbolo de dar

vida- desde nociones teológicas o ideológicas de plenitud, de modo que de esa forma se

ignorase el dato primario de la necesidad de dar vida en los niveles primarios.48

Por tal razón, resulta favorable abandonar la imposición de dogmas como verdades

inamovibles y vacías de significación. Esto es, dejar por fuera la emisión de contenidos

específicos para que el pueblo crea sin cuestionarlos y el arraigo a principios irrefutables que,

en muchos contextos, resultan obsoletos y obstaculizan el crecimiento personal, social y

espiritual de la gente. Pero además, aun aquello que se puede considerar herramienta

espiritual viable para la situación de desplazamiento, no puede, en ningún caso, ser impuesto

de manera arbitraria o como un “deber ser” porque se provocaría una revictimización hacia

aquellos que se intenta servir. Es importante que sea la realidad misma quien marque el ritmo

de todo intento de trabajo espiritual a pesar de las dificultades y obstáculos que se presenten

en el camino. De otra manera, se caería en el adoctrinamiento distante a un acompañamiento

espiritual.

Sobrino también hace mención de la fidelidad a lo real. Ésta asume lo negativo de la

historia y conlleva a obrar desde la realidad misma, con los medios y estructuras que posee.

48 Ibíd., 61.

Page 27: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

24

La fidelidad a lo real implica no manipularla, no ocultarla ni endulzarla artificialmente. Se

trata de fomentar la vida digna en todas sus formas y erradicar las situaciones de sufrimiento

que son fruto del pecado.49 Falsear la realidad impide el verdadero encuentro con la misma

y, consecuentemente, desvía cualquier intención de espiritualidad auténtica. La fidelidad

como condición de base para la espiritualidad, permitirá incorporar en la misma tanto lo

positivo como lo negativo de la situación. Solamente en la aceptación de los dolores como

de los gozos y esperanzas, se puede abrir la brecha para caminar desde el espíritu.

La espiritualidad basada en el encuentro con la realidad, con el otro y con Dios es el

modelo de espiritualidad que se propone en este trabajo. Las palabras de Galilea tienen

sentido cuando menciona:

…Un modelo de espiritualidad no es un fenómeno espiritual aislado y autónomo sino que es

siempre coherente, y es también el resultado de los demás factores que constituyen la vida de la

Iglesia en un determinado tiempo y lugar. […] lo habitual será que a un cierto modelo de Iglesia

corresponda un modelo de pastoral, de teología y de espiritualidad.50

Como Iglesia no se considerará únicamente a los católicos sino que habremos de

entenderla como el pueblo de Dios que es la humanidad entera. Sin embargo, la propuesta

que se presentará sí pretende interpelar a la Iglesia desde sus prácticas pastorales y al pueblo

cristiano desde el compromiso que su fe implica.

La espiritualidad del encuentro con la realidad tan promovida por los teólogos de la

liberación centra su mirada en los pobres, oprimidos y víctimas de injusticia. Es así como “la

espiritualidad cristiana puede considerarse como un humanismo. La plenitud del

humanismo,”51 pues el ser humano se convierte en el centro de esta espiritualidad y el deseo

de superar su situación de sufrimiento e injusticia. Esto nos lanza a buscar un fundamento en

la línea antropológica para una mayor comprensión del hombre y sus dinamismos. Además

abre paso a un conocimiento del actuar de Dios en el corazón humano y en la historia.

Gustavo Gutiérrez afirma: “La percepción de la alteridad del pobre y el oprimido nos

permite comprender cómo se puede dar en él un agudo sentido de Dios, que no desdeña la

fiesta y la alegría con una situación de despojo y de lucha por la justicia.”52 Así se pude ver

49 Ibíd. 50 Galilea, “El camino de la espiritualidad, 29. 51 Ibíd., 70. 52 Gutiérrez, “Gustavo Gutiérrez. Textos de espiritualidad”, 108.

Page 28: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

25

que el encuentro con Dios tiene lugar gracias a la alteridad, al encuentro real con el otro,

dentro del marco del dolor y la alegría.

A lo largo de este capítulo se ha develado paulatinamente la pertinencia de promover una

espiritualidad basada en el encuentro con la realidad. Esto requiere dejar atrás viejas nociones

de autoritarismo religioso para abrir paso a una espiritualidad que conecte al ser humano con

lo profundo de su realidad interior y exterior, en miras de encontrar rutas para la superación

de situaciones de vulnerabilidad extrema como es el desplazamiento forzado que se ha vivido

durante décadas en Colombia.

En el capítulo siguiente se profundizará en la naturaleza del encuentro con la alteridad y

cómo este encuentro constituye el fundamento de la espiritualidad que se propone en este

trabajo.

Page 29: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

26

II. Antropología relacional como base de una espiritualidad del encuentro.

En este segundo capítulo se realizará una lectura hermenéutica crítica del modelo de

Dios como Trinidad, para mostrar su vinculación con la antropología relacional, es decir,

mostrar cómo el tipo de relaciones que mantienen las Personas de la Trinidad puede ser un

modelo de convivencia humana y desprender desde ahí, elementos que ayuden para el

entendimiento y la construcción de una espiritualidad del encuentro.

El capítulo está compuesto por tres partes: en la primera de ellas se explicará el

modelo trinitario para encontrar en él algunas claves antropológicas. Este modelo está basado

en algunos aportes en teología y antropología trinitarias hechos por autores como Barbara

Andrade, Ioannis Ziziulas, Gonzalo Zarazaga, Piero Coda, Enrique Cambón, entre otros,

quienes han profundizado en la semejanza que los humanos guardan respecto a un Dios

Trinidad y las implicaciones que conlleva dicha semejanza. La relación y el encuentro entre

las Personas de la Trinidad y la relación y el encuentro entre las personas humanas

constituyen puntos medulares en esta reflexión. Para comprender mejor este modelo se

dilucidarán algunos conceptos fundamentales como kénosis, perijóresis y comunidad

trinitaria.

En el segundo apartado se expondrá la categoría encuentro y el modo de

comprenderlo en el dinamismo humano y también trinitario. Aquí se incluirán las

características del encuentro, así como el esclarecimiento de cómo el encuentro con otros

puede constituir, ya en sí mismo, un encuentro con Dios.

Por último, en el tercer bloque se presentarán algunas características indispensables

para que la espiritualidad del encuentro pueda ser considerada como una auténtica

espiritualidad. Estas características tendrán como base el modo de comprender el encuentro

y las relaciones, que se dan de manera semejante tanto entre los seres humanos como entre

las tres Personas divinas.

Todo este capítulo segundo estará encaminado a delinear una espiritualidad del

encuentro capaz de contribuir en procesos de reconciliación para personas que han sufrido

desplazamiento forzado en el contexto del conflicto armado colombiano.

Page 30: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

27

2.1 El modelo trinitario como fundamento para una antropología relacional

En el camino de búsqueda de una espiritualidad que responda a las realidades

sufrientes de los desplazados, resulta indispensable mirar en lo más profundo del ser humano,

para descubrir su identidad, aquello que está llamado y el ejercicio de sus posibilidades

humanas. Para realizar esta tarea, desde la tradición cristiana, se cuenta con la revelación

hecha por Jesucristo en todos los aspectos de su vida, muerte y resurrección; las

manifestaciones de la relación con su Padre y la efusión del Espíritu Santo que revelan la

Trinidad de Dios.

Es precisamente el Dios trino en quien se encuentran claves antropológicas que

servirán de referencia para encauzar al hombre hacia su mayor plenitud, a pesar de las

circunstancias de vida que atraviese. “No existe una antropología más plena y elevada que

aquella que apela a un modo de ser persona verdadero y pleno.”53 Y en este sentido, no puede

existir mejor antropología teológica que la fundamentada en Dios mismo y sus relaciones

trinitarias. Emprender esta comprensión del hombre requiere el rastreo histórico de la

Trinidad y enfatizar las perspectivas trinitarias que más se puedan constatar en la realidad

humana. Por ello, los aportes de los Padres capadocios resultan ampliamente iluminadores.

2.1.1 Comprensión de persona y Trinidad en los Padres capadocios

Los Padres capadocios fueron un grupo de teólogos que pertenecían a la comunidad

cristiana de Capadocia durante la segunda mitad del siglo IV. Las contribuciones en las áreas

antropológica, filosófica y teológica fueron de gran importancia debido, entre otros motivos,

a que ponían en cuestión el humanismo griego clásico.

Una de las temáticas principales de los capadocios fue precisamente el de la Trinidad,

y para abordarla, era necesario adentrarse en la comprensión de la idea de persona. Los

Padres identificaron la idea de persona con la de hipóstasis. La hipóstasis era equiparada con

ousía, es decir, sustancia. La etimología de hipóstasis se refiere a aquello que está debajo, el

soporte, por ellos se le entendía como sustancia. Sin embargo, los capadocios, hicieron un

giro radical en la comprensión de persona al disociar hipóstasis de ousía y al asemejarla a

prosopón, este término se utilizaba en el teatro griego para designar las máscaras que un

53 Ziziulas, Comunión y alteridad. Persona e Iglesia, 213.

Page 31: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

28

mismo actor podía utilizar en sus representaciones. Prosopón hace referencia a la

exteriorización, a aquello que se presenta. En palabras de Gonzalo Zarazaga:

La persona es una realidad sustancial, un sujeto autónomo, un singular que está en sí, y es un

ser autónomo, que es per se. Esto es lo que se señalaba cuando se definía a la persona como

hypóstasis. Pero por otro lado la persona es un ser comunicativo, siempre en relación, abierto

a la realidad, es conciencia de sí mediada en relación con lo distinto de sí, es manifestación

de una identidad propia que sólo se define y se capta por referencia a todo lo otro, a partir de

lo cual ella se contra distingue, en constitutiva comunicación y apertura. Y esta es la realidad

de la persona a la que se refiere el término prosopón.”54

De esta manera se evidencia una diferencia entre entender persona como hipóstasis y

entenderla como prosopón. Sin embargo, las tres personas de la Trinidad se pueden entender

tanto desde su carácter diferenciado como desde su apertura a la relación. Ambas vertientes

constituyen su ser persona.

“Los capadocios sugirieron que la ousía de Dios debería considerarse en el sentido de

categoría general que se aplica a más de una persona.”55 Así, las tres personas pueden ser tres

hipóstasis pero no tres sustancias o tres naturalezas divinas. La naturaleza divina la

conforman y la comparten las tres personas de la Trinidad sin que esto diluya su distinción.

Con lo anterior se entiende que Dios mismo es relacionalidad, es comunicación y

comunidad, no como nota secundaria sino como parte de su ser mismo. Entender a Dios de

esta manera trae un nuevo modo de concebir al ser humano más allá de sustancias separadas

que guardan en sí mismas la codificación programada para llegar a ser personas. El ser

humano también se ha de entender como relacionalidad y comunicación como parte

constitutiva de su ser persona.

Para los Padres, el hombre es imagen de Dios, no en cuanto a su naturaleza, pues éste

ha sido creado, pero sí está llamado a existir del mismo modo que existe Dios. Los capadocios

entienden persona como modo de existencia y ese modo sólo se puede predicar de un ser,

sería la particularidad de ese ser que lo hace único; mientras que la naturaleza o sustancia

apunta al hecho de que algo existe, al qué de algo, y puede predicarse a más de una cosa.56

Esto es aplicable tanto para Dios como para el hombre.

54 Zarazaga, “Hacia una antropología trinitaria”, 58. 55 Ziziulas, Comunión y alteridad. Persona e Iglesia, 200. 56 Ibíd., 209.

Page 32: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

29

El modo de ser de Dios y del hombre es la relación. La persona no puede existir

aislada. De acuerdo con los capadocios “el verdadero ser personal no proviene del

aislamiento individualista del yo respecto a los demás, sino del amor y la relación con los

otros, de la comunión. Sólo el amor, el amor realmente libre puede generar seres

personales.”57 Esto en realidad es Dios, amor que se entrega permanente y libremente hacia

otros. La Trinidad consiste en una relación personal y amorosa entre las personas que la

conforman.

Ziziulas subraya el amor relacional de la Trinidad y menciona: “Dios no está solo; es

comunión. El amor no es un sentimiento, una percepción que brote de la naturaleza como la

hoja de un árbol. El amor es relación; supone la salida en libertad de uno mismo, la ruptura

con la propia voluntad, una sumisión libre a la voluntad del otro.”58 Las tres personas se

relacionan libremente en el amor.

Con lo expuesto se puede afirmar que “La esencia de la antropología resultante de la

teología trinitaria de los Padres capadocios reside en la significación de lo personal de la

existencia humana. Estos Padres donaron al mundo el concepto más precioso: el de persona

como concepto ontológico en sentido último.”59 Dilucidar la ontología de la persona, es una

tarea vital para emprender cualquier camino espiritual que responda a aquello que la

humanidad realmente vive.

2.1.2 Dios Trinidad y sus implicaciones antropológicas

Los capadocios presentan a un Dios dinámico, vinculado y vinculante como parte de

su ontología. Zarazaga lo expresa claramente:

Esto implica que Dios realiza su existencia misma como vinculación y relacionalidad. Una

ontología trinitaria es posible porque en su misma revelación Dios se ha manifestado no como

una substancia o un solitario sujeto autónomo sino como lo que realmente es en sí mismo: el

único origen plural de todo, una pluralidad originaria en perfecta unidad originaria.60

57 Ibíd., 213. 58 Ibíd., 211. 59 Ibíd., 210. 60 Zarazaga, “Hacia una antropología trinitaria”, 55.

Page 33: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

30

Pluralidad y unidad originarias constituyen el ser de Dios. Pluralidad revelada en las

tres Personas y unidad entendida en su naturaleza divina. Ahora corresponde hacer el puente

hacia el hombre, es decir, entender al hombre con base en la lógica Trinitaria. “Dios Trinidad,

en su autocomunicarse en la historia del hombre es el horizonte dado una vez por todas en la

historia de Jesús, del sentido del hombre, de su verdad y su vida.”61 La revelación hecha por

Jesús incluye a la Trinidad. Dios se revela a sí mismo como camino para la humanidad.

Para profundizar en la dinámica trinitaria se incorporará dos conceptos muy

iluminadores respecto a la misma. El primero se refiere a la perijóresis que “significa el

mutuo contenerse de las Personas divinas, el recíproco estar dentro una de la otra, la presencia

o compenetración que se da recíprocamente entre ellas, las cuales se unen distinguíendose y

se distinguen siendo una sola cosa.”62 Este término fue utilizado por primera vez por Juan

Damasceno para explicar que las tres Personas están unidas pero no se confunden o fusionan,

sino que habitan una en las otras. La perijóresis evoca un elevado grado de intimidad, de

compenetración profunda, de no poder ser sino por el otro y con el otro.

El segundo concepto que se incluye es el de kénosis, “significa despojarse de lo propio

por amor, darse totalmente para hacerse uno con los demás, para vivir el otro, para permitirle

al otro realizarse y de este modo poner las condiciones para llegar a ser plena y felizmente

uno mismo.”63 La lógica de la kénosis implica una entrega amorosa y completa hacia las

otras personas, quienes también se entregan completamente, y en este ejercicio encuentran

su propia identidad.

La perijóresis y la kénosis tienen consecuencias muy importantes en el ser humano.

Una antropología basada en la trinidad implica acercarse a la vivencia de una actitud

perijorética y kenótica, lo cual resulta un gran reto para la humanidad.

Pensar en una actitud perijóretica conduce a pensar en humanos capaces de adentrarse

en la otra persona. Evoca un fuere sentido comunitario y de conocimiento e implicación en

la realidad humana. Habitar en la otra persona y dejarse habitar por el otro requiere una

apertura radical a dejarse formar y transformar por el otro. Los seres humanos no son

61 Coda, “Trinidad y antropología”, 27. 62 Cambón, Trinidad ¿modelo social?, 31. 63 Ibíd., 34.

Page 34: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

31

entidades independientes, se configuran y se hacen personas en el encuentro con el otro y

con la realidad. Ciertamente, cada persona tiene un modo de ser único e irrepetible, pero eso

no significa que no necesite de los otros para poder desplegar incluso sus diferencias y ser

quien está llamado a ser.

Una actitud kenótica precisa un vaciamiento, dejar de perseguir los propios intereses

y quereres para estar dispuesto a adentrarse en los deseos y necesidades del otro. La donación

por amor, al hacerse recíproca, produce un efecto entre los que se donan, se vive el amor en

su plenitud y en esa dinámica de dar y recibir amor se crea un vínculo profundo, y es

precisamente en los vínculos que se forman que el ser humano descubre su identidad,

encuentra quién es en su sentido más hondo. Cambón señala: “Para vivir en sentido trinitario,

es necesario siempre tomar la iniciativa en el amor fraterno, siempre acoger, siempre unir”64

Es así, como la humanidad está llamada a relacionarse en el amor, las relaciones

constituyen el fundamento del ser persona. “Una nueva antropología trinitaria en la teología

actual, supone una nueva comprensión de la relación como acto constitutivo del ser personal

en cuanto tal, es decir, como acto que es a la vez y simultáneamente constitutivo-

comunicativo.”65 La relación no es momento segundo de ser persona, a manera de accidente

o de elección volitiva, sino que constituye su más profundo fundamento. La persona solo

puede ser persona gracias a las relaciones que establece, los vínculos que crea, no como

unicidad autónoma y carente de la cualidad de ser modificable por sus relaciones.

Por otro lado la humanidad está llamada a la apertura y donación como forma de vida.

“Una fenomenología de la donación permite comprender la riqueza plural de lo creado como

manifestación, prolongación y apertura de la eterna autodonación intratrinitaria, abriendo así

el camino hacia una nueva ontología trinitaria.”66 La donación abre la posibilidad de recibir

y de ser transformado, por ello es de suma importancia librarse del egoísmo soberbio que

cierra el corazón humano a toda posibilidad de transformación y reconstitución. Solamente

desde esta actitud de donación-vaciamiento es posible comprender la realidad que tenemos

delante y responder a ella.

64 Ibíd., 23. 65 Zarazaga, “Hacia una antropología trinitaria”, 62. 66 Ibíd., 51.

Page 35: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

32

En síntesis, “las personas divinas se constituyen precisamente en virtud de que ellas

realizan en toda su perfección el movimiento infinito de donación y recepción, este vivir

dándose y recibiéndose sin límites las unas desde y hacia las otras, en mutua constitución

amorosa.”67

2.1.3 La comunión trinitaria

Un concepto de vital importancia respecto a la dinámica trinitaria es la comunidad.

La Trinidad, integrada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo forman una comunidad de

amor. Cada persona divina realiza el movimiento amoroso de manera única, propia de su

persona y distinta. Son comunidad porque son unidad en la distinción, en donde cada uno se

da y se recibe de manera única e irrepetible. La comunidad se crea gracias a la vinculación

que se establece entre las personas.

El Padre “es la donación absoluta pero que, por eso mismo, no puede constituirse

como Padre sino como recibiéndose a su vez a sí mismo desde y por la aceptación filial y la

donación eucarística de sí del Hijo.”68 El Padre al donarse por completo necesita ser

constituido como Padre a través de la respuesta del Hijo. Sin el Hijo no hay Padre.

El Hijo “se vive como enteramente recibido desde el Padre pero sólo entregándose a

su vez en filial acción de gracias, aceptando su filiación mediando y confirmando así la

paternidad del Padre.”69 Así, el Padre es donación amorosa hacia el Hijo y el Hijo al asumir

su ser Hijo se entrega al Padre y se genera el vínculo amoroso en su reciprocidad filial.

“El Espíritu realiza y recibe al ser personal como lo distinto del amor del Padre y el

Hijo, como condilectus de ese amor. Él es quien consuma de manera personal el amor del

Padre y el Hijo como un amor distinto, como realidad objetiva y objetivante del amor”70. El

amor del Padre hacia el Hijo y el amor del Hijo hacia el Padre son distintos. El movimiento

de donación y recepción generan un amor único que es el Espíritu Santo. “Padre e Hijo,

67 Ibíd., 63-64. 68 Ibíd., 64. 69 Ibíd. 70 Ibíd., 65.

Page 36: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

33

contrapuestos en la direccionalidad de su amor, confluyen en el Espíritu como un destino

común de su amor, en el que se encuentran, unen y plenifican.”71

Esta comunión profunda que viven las personas trinitarias constituye un modelo de

comunidad para la humanidad. El movimiento de amor recíproco de donación y recepción es

el llamado que Dios hace a sus hijos e hijas para alcanzar la plenitud humana, y su

divinización. Lo más radical y central del hombre es el amor. Cuando se vive en el amor, la

persona se halla en sintonía con el Espíritu divino, que es donación, vaciamiento (kénosis) y

por ello cada persona llega a ser quien está llamada a ser. “En esto consiste el Amor que es

Dios. En morir a sí dándose al otro, para recobrarse unido al otro y distinto de él.”72A modo

del Espíritu Santo, cuando el hombre vive en el amor, se vuelve fecundo, es decir, capaz de

comunicar vida a través de su persona, su presencia, sus palabras, sus obras y sus operaciones.

“El Espíritu Santo, fruto de la recíproca entrega del Padre y el Hijo, al mismo tiempo que

cimienta la unidad del Padre y el Hijo (haciéndolos vivir perijoréticamente el uno en el otro),

abre su amor, lo hace fecundo.”73 Aquí radica la comunicación del Espíritu de Dios a través

de sus criaturas que posibilita la vivencia comunitaria de manera auténtica y profunda. La

comunicación amorosa de Dios que construye y vivifica la comunidad, la lleva a vivir en

Dios y para Dios a través de los hermanos.

Para que esto sea posible es fundamental que exista la diferencia, la cual es ineludible

y hace distinta y única a cada persona, sin ella, la danza de amor no puede realizarse. El amor

requiere de quien lo brinda y de quien lo acoge. Dos personas que en su diferencia, deciden

uniese en el amor y entregarse a él, generan un amor único y distinto. Por ello cada relación

es única y cada comunidad es irrepetible. En esta dirección, Piero Coda afirma: “Dios es

Trinidad, es decir, co-originalmente, unidad y distinción, porque Padre, Hijo y Espíritu Santo

son cada uno Dios, en comunión de amor con los demás.”74 Y por esta comunión de amor

con los demás, ninguna comunidad, que realmente lo sea según el modelo trinitario, puede

permanecer cerrada en sí misma, o ufanarse de exclusividades, pues se caría en una idea de

amor egoísta y excluyente que precisamente por esto dejaría de ser amor.

71 Ibíd. 72 Coda, “Trinidad y antropología”, 127. 73 Ibíd., 128. 74 Ibíd., 140.

Page 37: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

34

La comunidad humana basada en el amor trinitario exalta la diferencia, la percibe

como don, riqueza y posibilidad de transformación personal y comunitaria. Nunca excluye,

discrimina o coacciona para que el otro adopte modos específicos o se adapte a moldes

establecidos para ser admitido en la comunidad. “La fórmula trinitaria de la existencia es: yo

soy (yo) porque tú eres, por tanto yo soy para que tú seas, de modo que tú puedas ser tú

mismo. Este es un paso, antropológicamente decisivo.”75 Se trata entonces, de acoger a la

otra persona tal como es, para ser transformado por ella y transformarla a través del

encuentro. Sobre esto se profundizará más adelante.

2.1.4. Apertura del amor trinitario hacia la humanidad

Ya se ha dicho que una comunidad al estilo trinitario no puede dejar a nadie por fuera,

esto es porque Dios Trinidad, no se encapsula únicamente como comunidad amorosa entre

las tres Personas divinas sin mirar hacia su creación o desentendiéndose de la humanidad,

pues el amor no es limitado, ni se agota en la donación a una persona, sino que el amor filial

que viven el Padre y el Hijo lo irradian hacia sus criaturas. “Porque las personas divinas son

este darse y recibirse de manera total y superabundante, es que se abren libremente en una

nueva y continua donación ad extra, para crear y vincularse comunionalmente con lo no

divino, con lo otro del mundo, de lo temporal y finito.”76

Una persona o una comunidad que vive la lógica del amor trinitario siempre es

apertura y motivo de vida para otros, es buena noticia, es fecundo para su propia realidad y

para otras realidades, es consuelo ante el sufrimiento, es esperanza ante la pobreza y sanación

frente al dolor. “El ser de Dios como creador, la creación misma, es expresión de este

intrínseco acto de amor interno siempre fecundo, generante y generado, que se derrama sobre

el mundo como lugar de proyección y realización extática de ese amor intratrinitario.”77 Por

esto, la comunidad no solamente es fuente de amor y vida para ella misma sino que es

evangelio palpable para la realidad.

Coda incorpora el elemento de la intencionalidad de Dios para abrirse a la humanidad

y derramar sobre ella su amor infinito. De esta forma, los hombres pueden vivir dentro del

75 Ibíd., 141. 76 Zarazaga, “Hacia una antropología trinitaria”, 64. 77 Ibíd., 66.

Page 38: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

35

amor trinitario. “La intencionalidad consiste en acoger hasta el fondo en la conciencia

cristiana la intencionalidad que guía la auto-comunicación de Dios Trinidad a la humanidad

en Cristo, y el hecho de que pretende hacer a todos partícipes de la vida trinitaria.”78 Así, el

vínculo entre Dios y el hombre conduce a este último hacia el amor divino. El camino para

participar del amor de Dios es no oponer resistencia a recibirlo y ser comunicación del

mismo. La realización humana radica en incorporarse plenamente en la vida trinitaria.

En este sentido, la humanidad tiene un reto desafiante pero esperanzador y

corresponde a la teología dilucidar los modos de vivir en la trinidad:

“El desafío para la teología, no es solo pensar la Trinidad, sino pensarla en la Trinidad, es

decir, trinitariamente. El nuestro, en definitiva no es solo un laboratorio que toma el tema de

la relación entre la Trinidad y la antropología, sino un laboratorio llamado a pensar lo que se

da en nosotros y entre nosotros de esta realidad.”79

Con el ánimo de adquirir mayores elementos que brinden lucidez a aquello que se da

entre los humanos de la trinidad, se profundizará en una categoría fundamental que muestra

con claridad y precisión la radicalidad de la relacionalidad amorosa que se da el hombre y el

Dios trinidad, la categoría de encuentro.

Una antropología trinitaria supone entonces una ontología trinitaria que descubra el

fundamento de toda la realidad en el ser relacional del mismo Dios, que establece la realidad

de Dios y del mundo no como algo extraño y ajeno, sino como su creación siempre

intrínsecamente vinculada a él por su origen y destino.80

2.2. El encuentro como estructura antropológica

A lo largo del camino teológico la categoría encuentro ha sido abordada y

desarrollada desde diferentes perspectivas, algunas de ellas con la intención de exponer la

dimensión existencial de la fe y otras para adentrarse al tema de la revelación. Las maneras

de entender el encuentro son múltiples y diversas. Sin embargo, la intención en este apartado

no consiste en presentar un rastreo exhaustivo de dicha categoría a lo largo de la historia,

78 Coda, “Trinidad y antropología”, 144. 79 Ibíd., 50. 80 Zarazaga, “Hacia una antropología trinitaria”, 54.

Page 39: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

36

sino tomar de algunos pocos autores, las reflexiones que ayuden a construir, de la mejor

manera, una espiritualidad del encuentro.

De acuerdo con Barbara Andrade: “El lugar más privilegiado para encontrase a sí

mismo y para devenir yo es el encuentro con el tú. En este encuentro se expresa de la manera

más clara y más radical que la persona es relación a otros.”81 En este proceso en el que el ser

humano se hace persona en encuentro aparece como elemento constitutivo, de tal modo que,

en primera instancia, uno mismo se reconoce como persona a partir del contacto con otras

personas que a su vez se descubren a sí mismas en ese encuentro. Al modo de la Trinidad,

los humanos adquieren su identidad en su grado más profundo en el encuentro con otros

humanos y con Dios.

Se podría pensar que el hombre se constituye como tal únicamente a partir de sus

experiencias más extremas de dolor y de amor, pero esto sería un enfoque más de índole

psicológico basado en las experiencias traumáticas o eufóricas con alto contenido de

emocionalidad. Esto no es así, “el hombre no se experimenta a sí mismo sólo en estas

situaciones límite sino cada día de nuevo es creado como persona a partir de los otros con

quienes se encuentra.”82 Por tal motivo, hacerse persona es un proceso constante e ineludible

en el contacto cotidiano con los otros. Andrade asegura:

Soy yo gracias a toda la realidad mía, pero soy de una manera privilegiada por las relaciones

interhumanas. Mi identidad está codeterminada por las personas con quienes convivo. Por

consiguiente soy yo privilegiadamente encontrándome con personas humanas, o bien

encontrándome a mí mismo con ellas.83

Con lo anterior queda claro que el contexto en el que vive una persona, los encuentros

que vive, los vínculos que crea, van tejiendo una forma de ser única e irrepetible para cada

uno. Es así como se va formando el ser histórico que cada hombre y cada mujer es. Por esta

nadie puede decir que es una pieza terminada, porque cada día en el encuentro con otras

personas, que a su vez se han modificado por el encuentro con otras, se tiene algo nuevo que

81 Andrade, Dios en medio de nosotros, 113. 82 Andrade, El camino histórico de salvación, 24. 83 Ibíd., 27-28.

Page 40: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

37

ofrecer y que recibir en cada encuentro aunque éste sea con las mismas personas, pero

constantemente modificadas.

Andrade plantea cuatro características del encuentro que resultan muy iluminadoras

para comprender el carácter reconciliador y espiritual que conlleva el encuentro. A

continuación se explicará cada una de ellas.

2.2.1. El tú único

“Todas las posibilidades del yo, la búsqueda trascendental que el yo es, se concentran

en este tú único: en la persona que está conmigo, que en este momento está delante de mí y

con la que ahora entro en relación.”84 Cada encuentro es irrepetible porque en cada encuentro

se coloca el ser de cada persona hasta donde ya es pero con todas sus capacidades de ser.

Ocurre una reducción del ser de una persona durante el encuentro con la otra persona, pues

se da una focalización hacia la persona con la que se está teniendo el encuentro, y así se

coloca en paréntesis los encuentros anteriores (aunque los encuentros previos ya están en la

persona) para que el encuentro se pueda dar en su máxima intensidad.

Una reflexión muy pertinente respecto a las relaciones de víctimas y victimarios que

se crean en un contexto de desplazamiento forzado, es la siguiente:

El tú, en quien encuentro mi identidad, se convierte en el criterio para la interpretación de la

totalidad de mi realidad relacional interpersonal e histórico-social. Mi realidad entera pasa

por el filtro de ese tú. Todas mis relaciones reciben de él sólo su sentido: mis trabajos, mis

metas, mis éxitos y fracasos.85

En esta cita la autora se refiere a la dotación de sentido que dos personas se pueden

dar entre sí para sus vidas como en el caso de los enamorados o de la relación de un enfermo

con su terapista, también es posible entenderla como la afectación que un victimario puede

ejercer sobre su víctima cuando la agresión es mayúscula. De tal modo, que una persona

cuando se identifica íntimamente como víctima de otra persona, comienza a interpretar toda

su realidad bajo la sombra de ese acontecimiento específico. Sus relaciones se trastocan, su

realidad entera pasa por el filtro del hecho victimizante y todas sus proyecciones a futuro se

redireccionan a causa del encuentro desafortunado con su victimario.

84 Andrade, Dios en medio de nosotros, 115. 85 Ibíd., 119.

Page 41: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

38

El anterior es un caso extremo, pero ejemplifica claramente ese encuentro con el tú

único donde se condensa la persona en todas sus posibilidades, pues se pone en juego toda

su persona en ese encuentro. No todos los encuentros tienen este grado de impacto en la

configuración personal pero sí en cada encuentro se coloca la propia identidad que sólo se

puede hallar gracias a la presencia del tú.

2.2.2. Carácter mutuo

“Se da sólo cuando el otro me acepta a mí como yo lo acepto, en compenetración

mutua, en transparencia mutua y por eso en el ofrecimiento mutuo de un nuevo yo. Sólo

puedo devenir yo cuando me es permitido condensar todas mis posibilidades en ese tú.”86

Por este motivo es posible la transformación de ambas personas en el encuentro, pues se crea

un espacio de intimidad en el que ambos se dan y se reciben. Así pueden afirmar quienes son

hasta el momento del encuentro y de esta manera enriquecer el ser de la otra persona de

manera recíproca, sin que necesariamente esto sea perceptible.

El otro se adentra en el interior de la autopresencia de cada uno: yo soy tu manera de verme

y tu experiencia del yo que he objetivado. De la misma manera tú eres mi experiencia de ti,

mi manera de verte y mi apertura hacia ti. Nos creamos mutuamente como un-yo-mediado-

por-ti. El proceso de la mediación mutua tiene algo de sustitución: yo me adentro en ti y llevo

tu vida, y tú te adentras en mí y llevas la mía.87

Al remitir nuevamente a la situación del desplazamiento forzado, resulta entendible

que la manera como se haga un acercamiento a las personas afectadas, repercutirá en la

manera como ellos se perciben, es decir, en su autopresencia y viceversa. La sociedad entera

y las personas que se acercan a los desplazados con la intención de brindar apoyo, necesitarán

un encuentro auténtico con aquellas personas para realizar procesos transformantes.

La categoría de sustitución resulta especialmente esperanzadora, pues el encuentro

posibilita un intercambio de valores, de perspectivas y sensibilidades. El encuentro de dos

realidades históricas lleva a entender que existen alternativas de vida, las situaciones que se

atraviesan en un momento histórico determinado son susceptibles de ser mutados a partir de

encuentros que abran caminos de transformación. Gracias a la sustitución, los cambios de

vida se hacen palpables.

86 Ibíd., 115. 87 Ibíd., 120.

Page 42: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

39

2.2.3. Libertad-Gratuidad

Esta característica hace referencia a la búsqueda de los seres humanos por ser ellos

mismos, por realizarse libremente y ejercer aquello que cada uno está llamado a ser. “Esto

hace que yo me busque a mí mismo libremente en este otro, en este momento y en estas

circunstancias, y este otro se busca a sí mismo libremente en mí.”88 Este encuentro tiene un

componente de gratuidad, el cual es un elemento inseparable de la libertad, pues ser libre

pasa por estar abierto a dar y recibir al otro con todo su ser y todos sus dones. El hombre no

puede ser él mismo si no es mediante el encuentro que se pone en frente a manera de

obsequio. La gratuidad se concreta en que “cada uno se ofrezca libremente al encuentro que

depende de esta actuación libre, hace que el encuentro siempre aparezca a cada uno como

don gratuito e inesperado del otro.”89

Andrade es muy lúcida al decir: “Soy tanto más libre, cuanto más auténtica llegue a

ser mi autorrealización en relación con los demás y dentro de mi condicionamiento

concreto.”90 El ejercicio de la libertad de ser yo mismo se desenvuelve siempre dentro de un

contexto histórico y tiene como rasgo fundamental el hecho de colocar al otro como meta.

Esto implica desplazarse a sí mismo del centro de la búsqueda de la realización del propio

yo. Este acto de libertad-gratuidad sienta las bases para que se dé la liberación mutua entre

las personas que se encuentran.

En situaciones de profundo dolor resulta complicado colocar al otro como meta de la

propia búsqueda de libertad y autorrealización, debido a que se puede dar un centramiento

en el propio padecimiento. Sin embargo, comprender el dinamismo gratuito-liberador del

encuentro ayuda a tener elementos claros y propositivos para afrontar las situaciones

extremas como el desplazamiento forzado. Esta parte quedará problematizada y explicada

más ampliamente en otro apartado de este trabajo.

88 Andrade, El camino histórico de salvación, 28. 89 Ibid., 29. 90 Andrade, Dios en medio de nosotros, 122.

Page 43: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

40

2.2.4. Nueva creación

Comprender que el encuentro es creación también arroja una buena noticia. Al

encontrase verdaderamente dos personas ocurre un cambio ineludible en ambas:

El encuentro es creador. En él acontece la creación del nuevo yo de ambos. Es cierto que cada

una de las dos personas entra en el encuentro con una identidad previa, pero aun así el

encuentro ilumina y transforma la realidad personal que antes tomaba por mía y la convierte

en algo nuevo. En el proceso creador del encuentro aprendemos que tanto el yo anterior al

encuentro como el que brota de él es tan sólo preliminar. En cada nuevo encuentro mi yo es

creado como nuevo.91

Con cada encuentro surge una nueva creación. Nadie sigue siendo exactamente el

mismo antes y después de un encuentro. Aquello que cada uno es hasta el momento del

encuentro es la identidad previa y, evidentemente inacabada, que ofrece al otro. Para

explicarlo más gráficamente, el bagaje que cada persona trae hasta ese instante, sirve como

material de insumo que se ofrece de manera condensada y que el otro recibe gracias a su

apertura y desde donde puede nutrirse, aun inconscientemente, de aquello que la otra persona

tiene para ofrecerle. En este intercambio surge una nueva creación para ambas partes. Más

aún, el nuevo vínculo tejido es, en sí mismo, una creación.

…el encuentro contigo hace que tú me puedas decir: tal como yo te veo eres para mí. Me

ofreces este yo escondido y potencial, para que yo me reconozca en él. Entonces el cuestionar

tu ofrecimiento trascendentalmente consiste en mi aceptación del yo que tú has iluminado

para mí como mi autopresencia posible.92

Ciertamente en el encuentro no se muestra más que el yo condensado, no se logra

percibir la totalidad de quién es una persona, pero al mismo tiempo cada persona es quien es

en cada momento por las experiencias previas que lo han conformado. Las personas son unas

para las otras a partir de su imagen, es decir, sólo aquello que objetivan de sí mismas, pero

no se agotan en esa objetivación palpable. La objetivación es un nivel de encuentro que crea.

En otro nivel, en el encuentro más íntimo y cercano existe la posibilidad de reconocerse uno

en el otro, para ello ha de darse esta actitud de apertura en la cual se reafirme o se cuestione

el propio yo, de tal manera que se acoja para sí el don que el otro ofrece o se rechace, pero el

hecho de que se dé un rechazo no significa que ambas partes no hayan sido cambiadas por

ese encuentro. Ese reconocimiento de uno en el otro, ya sea por afinidad o por disonancia,

91 Ibíd., 115. 92 Ibíd., 125.

Page 44: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

41

producen una nueva creación en ambos que incide en la imagen que se tiene de sí mismo y

por ende, los posibles caminos hacia dónde puede dirigir su vida.

Los desplazados tienen la oportunidad de recrearse como personas gracias a esta

característica del encuentro que crea, transforma y renueva.

Las cuatro características del encuentro propuestas por Barbara Andrade servirán

como terreno fértil para comprender aquello que la espiritualidad del encuentro tiene para

ofrecer a las víctimas de desplazamiento forzado hacia un camino de reconciliación.

Sin embargo, únicamente con la propuesta de Andrade, no se entendería a cabalidad

dónde se halla el elemento espiritual en el encuentro persona a persona. La mirada

antropológica desde lo fenomenológico brinda las pautas humanas para la construcción de

una espiritualidad. Pero si se comprende a la espiritualidad como un camino de acceso para

el encuentro con Dios, entonces resulta necesario abundar en la categoría encuentro, pero

ahora desde lo dicho acerca del encuentro con Dios.

El teólogo Jorge Zazo Rodríguez realiza un recorrido amplio sobre los modos como

se ha entendido teológicamente la categoría encuentro y presenta la óptica de ocho autores.

Para efectos de este trabajo, se destacará algunos aportes de Hans Urs Von Balthasar y del

mismo Zazo Rodríguez.

Lejos de entender el encuentro con Dios como una praxis netamente intimista que se

da únicamente en el diálogo directo con el Creador en medio del silencio absoluto sin

necesidad de mediación alguna, Von Balthasar hace un rescate de las categorías personalistas

para explicar el acto de comunicación de Dios con el hombre pero sin dejar de lado la acción

primera de Dios y la dinámica trinitaria.

Una categoría básica para captar el encuentro consiste en la corporalidad. Es a partir

del cuerpo desde donde se puede entablar cualquier relación ya sea con los otros o con Dios:

Mediante el cuerpo está el hombre en el mundo, se expresa e interviene responsablemente en

la situación de la comunidad humana, inscribe sus acciones en la historia de modo indeleble;

y ésta, le guste o no, conserva su huella y arrastra siempre consigo su imagen. Al menos en

esto se percatará que él no es el dueño de sí mismo, pues ni es capaz de dominar libremente

su propio ser de manera que pudiera darse forma a sí mismo, ni es libre en su comunicación,

Page 45: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

42

ya que, en cuento cuerpo, es de antemano compartido y, más aún, sólo es capaz de recuperarse

a sí mismo a partir de su coparticipación.93

Las palabras de Von Balthasar dejan clara la importancia del cuerpo para que el

hombre sea partícipe del mundo. Es a partir de estar en el mundo que se puede contactar con

Dios. Ya desde el primer capítulo se destacó que la espiritualidad surge del encuentro con la

realidad. El encuentro con la alteridad es el fundamento de la espiritualidad. A través de la

intervención humana en el mundo Dios se revela y se construye la historia de sanación y de

liberación.

Parece muy radical la afirmación de que el hombre no es dueño de sí mismo, pero

Von Balthasar se dirige hacia el sentido de que nadie puede darse forma a sí mismo sino es

través del encuentro. Es así como nadie entra en contacto con el Dios transformador por otro

camino que no sea el de la realidad. El encuentro con Dios que se da en el encuentro con el

otro es la posibilidad de transformación humana.

El hombre está definido por su corporalidad, por su estar en el mundo, y éste “es el

escenario abierto en el que se realiza el encuentro de la totalidad de Dios con el hombre

integral, un escenario que no es mero vacío, sino elemento cooperativo de la forma bilateral

unificada en el encuentro.”94 Dios que se revela a sí mismo, no desprecia su creación ni a sus

criaturas sino que las asume, les da vida y espíritu mediante la revelación que ofrece a través

de ellas. Dejar de hacerlo para reducirse a vivencias subjetivas o intimistas sería disociar la

corporalidad y materialidad de la espiritualidad.

Para seguir en la afirmación de la mediación corporal Zazo Rodríguez también señala:

“El Dios personal de la Sagrada Escritura nos sale al paso con una forma sensorial perceptible

para nosotros.”95 Esto se evidencia con toda radicalidad gracias a la encarnación. Dios sale

al encuentro del hombre en la persona de Jesús de Nazaret. Dios toma par sí la realidad

humana y se adentra en la dinámica del encuentro con el otro que es fundante. Además en la

persona de Jesús se da en plenitud el encuentro de la divinidad y la humanidad. Más aún,

Jesús da la pauta para que la humanidad sea capaz de abrir los ojos a la revelación. Es decir,

93 Von Balthasar, Gloria. Una estética teológica, 25. 94 Ibíd., 271. 95 Zazo Rodríguez. El Encuentro. Propuesta para una teología fundamental. 60.

Page 46: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

43

mediante la encarnación del Hijo, Dios nos revela que se revela en toda la realidad,

especialmente los más pobres y oprimidos.

Lo anterior evidencia que Dios encarnado en Jesús constituye la revelación por

antonomasia pero además esta opción de la divinidad resalta la encarnación como medio de

revelación. Es decir, que Dios se revela encarnadamente, en la realidad, a través del encuentro

con hombres y mujeres quienes son reflejo del Dios vivo, actuante y presente en el escenario

de la vida.

A manera de síntesis se puede decir que desde el dinamismo antropológico “el

encuentro es así, la clave de acceso a la realidad, a toda realidad, pero no como una epifanía

del tú que se manifiesta ante el yo para que le conozca, sino como un proceso dinámico que

para desarrollarse requiere la respuesta.”96 Se puede observar la importancia de responder a

la realidad que se coloca de frente para adentrarse a la lógica constitutiva de dar y recibir.

Pero además desde la mirada teológica “Dios se manifiesta simultáneamente como el Creador

único, absoluto y trascendente que, sin embargo, ama personalmente cuanto ha hecho,

interviene en la historia de los hombres como un Tú que espera ser correspondido.”97 Es así

como Dios sale a nuestro encuentro. Él toma la iniciativa y corresponde a los humanos dar

respuesta ante la revelación que Dios hace de sí mismo.

Evidentemente no todos los encuentros humanos son revelación de Dios y no toda la

revelación de Dios mediada humanamente es leída como tal. Para que el encuentro con Dios

sea captado se requiere del sentido espiritual de la fe. “El centro del encuentro ha de estar ahí

donde los sentidos humanos profanos, haciendo posible el acto de fe, devienen espirituales,

y la fe, para ser humana, se vuelve sensible.”98 Los sentidos físicos son las puertas de acceso

para Dios que se revela, pero el sentido espiritual de la fe produce que una realidad se capte

más allá de lo sensorial y remita hacia una verdad teológica que se descubre a través del

encuentro. Sólo mediante la luz de la fe se adquiere conciencia de que se ha tenido un

encuentro con Dios.

96 Ibíd., 68. 97 Ibíd., 69. 98 Von Balthasar, 323.

Page 47: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

44

La realidad mundana y la realidad espiritual se funden. Esto queda claro cuando Von

Balthasar enuncia: “Ni la relación yo-tú, ni la que existe entre hombre y mujer, entre Dios e

Israel o entre Cristo y la Iglesia pueden entenderse de un modo puramente espiritual. Se trata

siempre del hombre espiritual-sensible en su realidad vital concreta.”99

Ha quedado superada la disociación entre espiritualidad y realidad concreta. Pero

quisiera añadir en qué consiste la máxima revelación de Dios que es su mismo ser, su mismo

carácter trinitario-relacional-amoroso. “El misterio de la Trinidad equivale a afirmar no sólo

que Dios se manifiesta como amor o que se hace amor al encarnarse, […] sino algo más

importante que resuelve positivamente el proceso dialéctico, a saber, que Dios es amor.”100

Con esto quiero decir que el encuentro con Dios es básicamente el encuentro con el amor.

Dios coloca el amor en el corazón del hombre: “lo que hace Dios en el ser humano es abrir

el centro de su yo para implantar ahí el Tú divino, o sea, entablar con el hombre una relación

basada en el amor.”101

El amor surge de manera concreta y específica a partir de un encuentro concreto y

específico. No se puede amar una idea abstracta. Cuando después de un encuentro se

experimenta el amor auténtico, se está experimentando a Dios. A través de los ojos de la fe

es posible identificar el amor de Dios en el amor que brida el prójimo y que se experimenta

hacia el prójimo. Pero estos ojos de la fe siempre son dados por la gracia de Dios. Siempre

Dios tiene la iniciativa.

Claro está, que sería inadecuado reducir el amor de Dios simplemente al amor

humano. Dios no es una persona quien dentro de sus atributos se encuentre la capacidad de

amar. Dios es el amor mismo, es fuente y origen de todo amor. Los humanos son quienes

necesitan experimentar el amor en un receptor y dador concreto para poder identificar el amor

de Dios y amar a Dios. “Pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios

a quien no ve” (1 Jn. 4, 20). Es importante tener presente que todo este dinamismo amoroso

es pura gracia de Dios quien invita al hombre a ser partícipe del amor trinitario.

99 Ibíd., 339-340. 100 Zazo Rodríguez. El Encuentro. Propuesta para una teología fundamental, 70. 101 Ibíd., 65.

Page 48: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

45

Es así como el encuentro se erige como la puerta de entrada a la espiritualidad, en

primer lugar, porque hace posible el acceso del hombre a la revelación; y en segundo lugar,

debido a que lo incorpora en la dinámica amorosa de Dios, lo cual le otorga principio y

sentido a la existencia humana.

2.3 Características de la espiritualidad del encuentro

Después de explicar el modo como se entenderá la categoría encuentro y sus

implicaciones, ahora corresponde exponer las concreciones que conlleva la unión de la

espiritualidad y el encuentro, es decir, las características que ha de tener una espiritualidad

que contemple el encuentro como un camino posible para adquirir consciencia del contacto

con Dios o con lo trascendente. La riqueza de esta reflexión puede dar claros insumos para

los procesos reconciliatorios de las poblaciones desplazadas en Colombia y en el mundo.

Las categorías abordadas en los apartados de antropología trinitaria y del encuentro

conforman la materia prima con la cual se proponen las características que serán citadas.

“Aquello que es verdadero en Dios tiene que tener una importancia decisiva para la vida

humana. Este es el motivo por el cual no hay realidad de la fe tan cargada de consecuencias

operativas para la existencia humana como la fe en el Dios Uno y Trino.”102 No se tiene la

pretensión de presentar un análisis exhaustivo, sino únicamente brindar elementos que sirvan

para adentrarse al terreno de la espiritualidad del encuentro de manera práctica al mismo

tiempo que profunda y radical.

Las características de la espiritualidad del encuentro que se explicarán son: Kénosis,

Perijóresis, Amor y Creación. Estos elementos ya han sido abordados con anterioridad en

otros apartados de este trabajo, sin embrago ahora se desarrollará con mayor claridad las

implicaciones humanas que éstas reclaman.

2.3.1. Kénosis

Se ha dicho ya que kénosis se entiende como el despojo de lo propio por puro amor.

La kénosis demanda un vaciamiento de las búsquedas de los intereses personales para poder

entrar en la lógica de las búsquedas e intereses de aquél con quien se tiene el encuentro. Esto

102 Cambón, Trinidad ¿modelo social?, 45.

Page 49: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

46

resulta en un desplazamiento del ego para colocar en el centro de la vida al otro. La kénosis

diluye el egoísmo que inunda el corazón del hombre y lo colma con amor y compasión que

abre las puertas a las realidades que el otro ofrece.

Enrique Cambón recuerda:

La persona humana existe más plenamente, se realiza, es feliz, en la medida en que sabe

donarse. Se trata de una ley, una característica típica y constitutiva de la vida divina, que

como consecuencia constituye un criterio-guía que puede ser constatado en todos los niveles

de la existencia humana.103

Esta lógica se encuentra en las relaciones trinitarias. “En la vida trinitaria, cada

persona es ella misma donándose totalmente a las otras, haciendo ser las otras.”104 El ser

humano que se viva en actitud de donación-vaciamiento constante, cuyas intenciones y

acciones radican en dar respuesta a las necesidades y realidades de dolor o gozo que se le

ponen en frente, esa persona se estará dejando conducir por el Espíritu de Dios, estará

adentrándose en la lógica relacional-trinitaria y así, participará de ese amor divino.

Un obstáculo frecuente para vivir la actitud kenótica radica en el deseo de controlar

al prójimo, de moralizar las acciones o el ser de los demás. Fácilmente se califica o descalifica

una situación, una realidad, un modo de ser y peor aún se cae en el autoritarismo de señalar

al otro el camino que debe tomar o el asunto que le urge corregir. Al respecto cabe tener

presente que “ninguno es si prohíbe que los demás sean, o solamente llego a ser yo mismo

cuando los demás llegan a ser ellos mismos.”105 El afán de control o manipulación no sólo

afecta a la persona manipulada sino también a la manipuladora debido a que ninguna de las

partes llega a ser quien es, por la razón de que se coarta la posibilidad de un encuentro real.

La emisión de juicios hacia el otro cierra el corazón de quien juzga y esto le impide

relacionarse adecuadamente y por ende, la vinculación. “Una persona aislada en modo

totalmente narcisista es un contrasentido y una situación patológica. Pero esto no es un

accidente que puede suceder, de manera causal u ocasional; si sucede es porque el ser humano

es tan solo relacionándose en modo adecuado.”106 La kénosis requiere la abstención de todo

juicio, por lo menos en un primer momento. Para que, vaciados de todo juicio, ambas partes

103 Ibíd., 46. 104 Ibíd., 45. 105 Ibíd., 49. 106 Ibíd., 50.

Page 50: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

47

puedan adentrarse en la realidad del otro, haciéndola suya, afectándose por ella y realizándose

en ella. Después es comprensible la estructuración de un discurso posterior al encuentro, pero

no se puede llegar con el discurso armado previo al encuentro pues entonces, éste no se

concretaría.

Si se mira con detenimiento a las víctimas de desplazamiento forzado, se puede decir

que vivieron una experiencia de desencuentro con sus victimarios, pues éstos últimos

irrumpen la historia de los primeros, se apropian violentamente de sus vidas y los coloca en

una situación de marginalidad. Las palabras de Andrade son explícitas al respecto:

En la medida en la que tú me regalas tu mundo relacional y lo haces mío, acepto tu regalo y

lo transformo. Tu realidad ahora me pertenece a mí y te margina a ti o te excluye.

Precisamente porque el encuentro con este único tú es tan intenso, y precisamente porque no

es sólo subjetivo sino que trasforma la realidad también objetivamente, la ruptura del

encuentro no es sólo sufrimiento personal, sino el colapso de un mundo de experiencia.107

En el caso del desplazamiento forzado no se trata de un regalo del mundo relacional

sino de un despojo, pero esta acción tiene las mismas consecuencias catastróficas. La

posibilidad del desencuentro no-kenótico sino autoritario y violento es una realidad palpable

en muchos ámbitos. En el tercer capítulo de este trabajo se abordará con mayor especificidad

la necesidad de encuentros genuinos que contribuyan a la sanación y reconciliación de

quienes han sufrido violencia extrema.

A manera de síntesis, la espiritualidad del encuentro ha de ser kenótica en la medida

en que es entrega hacia el otro. Deja por fuera el egoísmo, la manipulación, el narcisismo

desvinculante y la violencia para convertirse en actitud humana de acogida, afectación

sensible por el otro, abstención de juicio para la aceptación del prójimo y dejarlo ser tal cual

y como es.

2.3.2 Perijóresis

La segunda característica de la espiritualidad del encuentro consiste en la perijóresis.

Como es observable, al igual que la kénosis, se trata de un atributo propio de la trinidad. La

perijóresis tiene como fundamento de su movimiento la reciprocidad, la unidad en la

distinción o la distinción en la unidad. “Cuando esto (donación) se vive recíprocamente,

107 Andrade. Dios en medio de nosotros. 129-130.

Page 51: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

48

nuestro vivir para el otro hace que nosotros mismos seamos más plenamente lo que somos,

lo que estamos llamados a ser.”108

El encuentro de la realidad de dos personas trae consigo un momento de conexión,

una compenetración íntima en el que cada parte dona aquello que es y toma a manera de don

el ofrecimiento de la otra parte. Es precisamente en esa conexión que se da el intercambio, la

reciprocidad y durante ese canje la persona está siendo ella misma con todo su ser y concreta

simultaneamente sus posibilidades de ser.

La espiritualidad del encuentro brinda contención y teje una red de relaciones.

Ninguna espiritualidad puede llamarse así, si no habilita para la urdimbre de nuevas

relaciones y la profundidad de las mismas. La danza perijorética no se limita a un único tipo

de personas, más bien, abre el corazón y la mente hacia la entrega y recepción de personas

capaces de transformar y ser transformadas.

Esta vivencia puede darse de manera grupal, cuando se genera un espacio libre y

favorecedor del crecimiento de todas las personas que lo integran. “Un claro indicador de la

madurez unitrinitaria de un grupo es la medida en la cual no sólo socializa a las personas,

sino también les facilita ser plenamente ellas mismas.”109

De hecho, muchos grupos de víctimas de desplazamiento forzado se han contenido a

ellos mismos, se han ayudado a caminar y a reapropiarse de su dignidad atropellada, lo cual

ejemplifica cómo el encuentro perijorético propicia que las personas sean ellas mismas, más

allá de su condición de desplazadas.

Aún más iluminadoras son las palabras de Cambón al mencionar:

Cuando se vive una fuerte unidad trinitaria entre varias personas se experimenta una misma

Palabra expresada por muchas palabras diversas pero integradoras, una misma Realidad

expresada al mismo tiempo por la comunidad en su conjunto y por la singularidad de cada

uno de sus miembros.110

Lo anterior es un reflejo de la sintonía perijorética que se puede alcanzar en una

relación interpersonal o grupal. La unidad en la diversidad se evidencia cuando todos los

108 Cambón. Trinidad ¿modelo social?, 55. 109 Ibíd., 56. 110 Ibíd., 59.

Page 52: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

49

integrantes de un grupo viven una misma realidad, comparten una perspectiva, persiguen un

propósito o vivencian una salud y un gozo que los unifica, los cohesiona y le da sentido a su

congregación. Cada uno aporta su ser, y el ser único de cada uno conforma el cuerpo amoroso

que sostiene y que nutre a cada uno de sus miembros. A esto se puede llamar comunidad,

pero sobre esta categoría se discutirá en el tercer capítulo.

Existe el riesgo de que diversos grupos intenten moldear las conciencias de sus

integrantes, postulen ideologías o enarbolen causas a las que sea imperioso adherirse, sin

embargo, bajo estas circunstancias, se incurriría en una falta a la kénosis al accionar de

manera coercitiva y esto dejaría por fuera cualquier posibilidad para la espiritualidad del

encuentro.

Dado lo anterior, resulta indispensable que si se desea practicar la espiritualidad del

encuentro, exista un absoluto respeto y valoración por el modo de ser de cada persona, así

como el Padre respeta y deja ser al Hijo sin engullirlo, sino que le da su identidad y lo deja

ser con esa identidad en la que el mismo Padre se reconoce.

Finalmente, la perijóresis, que deja ser sí mismo a cada persona, redunda en muchas

gracias: “produce igualdad, respeto del otro, autonomía, acompaña sin sustituir, espera con

paciencia su decisión libre con lo cual le da posibilidad de amar a su vez, de ser auténtico

protagonista, de conquistar su propia maduración y realización en todos los campos.”111

Precisamente esto sería un estado ideal para todos los seres humanos y es el clamor de la

población desplazada.

2.3.3 Amor

La espiritualidad del encuentro no puede dejar de lado el elemento del amor, pues el

amor da sentido y solidez a cualquier intento de kénosis y perijóresis. Sin amor no es posible

hablar de espiritualidad debido a que el amor es Dios y Dios se encuentra en lo más íntimo y

fundamental de los seres humanos. El camino espiritual es el camino hacia el encuentro con

lo trascendente, es decir, con Dios y por consiguiente, con el amor.

111 Ibíd., 62.

Page 53: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

50

El tipo de amor que caracteriza la espiritualidad del encuentro es el amor ágape. Para

entender mejor su significado Cambón explica: “Las primeras comunidades cristianas,

cuando quisieron expresar el amor que es la participación más plena posible por parte de la

persona humana al Amor a Dios, usaron el vocabulario griego: ágape.”112 El amor agápico

es el modo como Dios ama dentro de su fluir trinitario y a la humanidad. Pero este amor no

es exclusivo de Dios, sino que Él ha puesto esa capacidad de amar en hombres y mujeres,

por ello los humanos podemos participar del amor divino y comunicarlo, revelar a Dios a

través del amor que experimentamos en nuestro interior y que compartimos exteriormente

con otros y hacia otros.

El ágape no se limita a un sentimiento o al afecto que se puede experimentar hacia

una persona, supera esto y se convierte en una entrega absoluta por el otro. El afecto es

importante pues todo ser humano los experimenta y actúa como un motor que conduce hacia

ciertas acciones o decisiones, sin embargo, el amor agápico va más allá de las sensaciones o

emociones que el amor puede producir.

Lo que hace el amor/ágape es explicitar todas las potencialidades positivas con las cuales los

seres humanos somos capaces de amar. Mientras el afecto está expuesto a sus peores

enemigos, es decir, la inercia y la rutina que provocan acostumbramiento, lo deterioran y

desgastan, el ágape es capaz de superar este obstáculo […] informando el amor desde dentro,

enriqueciéndolo, embelleciéndolo, purificándolo y renovándolo constantemente.113

Ciertamente, a nivel humano resulta difícil alcanzar el amor agápico, pero por ello,

es necesario aclarar que la ruta para lograrlo no es el puro voluntarismo, más bien, la vía de

acceso al ágape es disponerse a recibir el amor de Dios, dejarse amar por Él, para incorporarse

en la fuente de todo amor y fluir junto con ese amor. Por esto amar no solo requiere de

donación sino también de recepción del amor primero y fundante de Dios.

El encuentro con el amor de Dios capacita al hombre para el amor ágape, el cual,

como se ha visto en el amor trinitario, es donación y recepción. Pero el paso inicial siempre

es la disposición a la donación, si el paso primero fuera la espera de recibir antes que darse,

entonces el encuentro se dormiría en la espera de quien dé el primer paso. La lógica del amor

112 Ibíd., 36. 113 Ibíd., 36-37.

Page 54: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

51

de Dios consiste en que Él nos amó primero, luego entonces, desde el plano criatural nos

corresponde ser los primeros en amar para iniciar la danza perijorética.

El deseo de vivir el amor puede ser desviado o malentendido. Dentro de un contexto

de apoyo a personas en situación de vulnerabilidad extrema como los desplazados. Uno

puede autoengañarse al creer que sirve a los desfavorecidos por amor, por el deseo de que

tengan mejores condiciones de vida, sin embargo, en muchas ocasiones, estas labores se

realizan por la búsqueda consciente o inconsciente de un deseo por sentirse útil, por

recompensa afectiva o por un cumplir con un deber ser que la ética religiosa o social ha

esculpido detalladamente. Estas son distractores del amor ágape.

El ejercicio distorsionado o deteriorado del amor trae como consecuencia el

descentramiento de las personas con quienes se ha tenido el encuentro. Se interrumpe el don

gratuito del encuentro para enaltecer el deseo de la realización personal pero sólo por los

beneficios que tú puedes ofrecer. Ocurre entonces la primacía del recibir sobre el donar.

Entonces deja de existir el dinamismo de yo-ser-en-ti y tú-ser-en-mí, con la dosis de dolor

que esto conlleva. “No hay sufrimiento más grande que el de comprender que tú ya no puedes

ser liberado por mí. Cuando sucede esto, caigo con toda mi realidad en la no-relación.”114 Sin

amor, se obstruye la liberación y las relaciones se debilitan en su fuerza vinculante.

Al otro lado de la moneda, cuando se da una apertura para dejarse permear por el

amor de Dios Trinidad, entonces el impulso primero es la entrega kenótica, esta es la lógica

amorosa de Jesús, “como el Padre me ha amado, así yo los amé; permanezcan en mi amor”

(Jn. 15, 9). La entrega kenótica, como iniciativa personal en la relación interpersonal, se ve

bien ilustrada en la siguiente cita y de la cual me sirvo para concluir esta tercera característica:

Cuando […] alguien pone su confianza en la capacidad de altruismo, de entrega

desinteresada, de compartir, que existe en los seres humanos y promueve una cultura del dar

y una economía de comunión, sabe que está proponiendo un tipo de sociedad arduo de

realizar, pero no utópico o paranoico: apuesta a la parte mejor de los seres humanos, a su

posibilidad y capacidad de amar.115

114 Andrade, Dios en medio de nosotros, 131. 115 Cambón, Trinidad ¿modelo social?, 64.

Page 55: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

52

2.3.4. Creación

El último indicador de la espiritualidad del encuentro, es la capacidad de crear

personas nuevas, situaciones nuevas que comuniquen sanación y liberación. Barbara

Andrade hablaba de la nueva creación como característica del encuentro. Por ello, se espera

que una espiritualidad basada en el encuentro, genere transformaciones radicales y

fructíferas. “Quien vive la vida del Dios Uno y Trino debe siempre prepararse al asombro.

En todo amor hay un elemento de sorpresa, un sorprender y ser sorprendidos. Es uno de los

aspectos que renueva y mantiene fresco el amor.”116

La novedad y la sorpresa “forman parte de la dinamicidad y riqueza inagotables de

la vida divina.”117Dios también se abre a la sorpresa del encuentro con cada uno de sus hijos

e hijas. Un encuentro afortunado en línea trinitaria puede originar, en aquellos que se

encuentran, una nueva manera de mirar y entender un acontecimiento, una acción, una

condición o la realidad toda. Equivale esto a un cambio de óptica por la cual todas las cosas

se observan de un nuevo modo. “Cuando comienzan a vivir el amor trinitario adquieren una

capacidad nueva de ver la realidad; la vida se les transforma en una permanente novedad, en

una aventura que abre horizontes siempre nuevos para la inteligencia y para toda la propia

existencia.”118 Nada es más urgente en el contexto de las víctimas que la creación mujeres y

hombres renovados por el amor, que el cambio de perspectiva de su realidad presente para la

adquisición de nuevas posibilidades de vida y así, abrir paso a un futuro distinto a su situación

de despojo extremo.

Los problemas surgen nuevamente cuando una de las partes que se encuentra, se

apresura en colocar expectativas en el otro, es decir, delinearlo de acuerdo a aquello que

aspira hallar en el encuentro. Entonces, muy probablemente sobrevenga la frustración debido

a que las expectativas no han quedado cubiertas. También es cierto que ningún encuentro con

otra persona constituirá el único elemento de transformación. El encuentro humano es

limitado pero también muy fecundo. Al respecto Andrade hace notar que: “Tu poder creador

es insuficiente, y así, por ser yo-en-conversión, te rebaso. No obstante sigue siendo cierto

116 Ibíd., 99. 117 Ibíd., 100. 118 Ibíd.

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53

que sólo tú puedes crearme, y por eso me haces incompleto, no-sanado. El encuentro contigo

es la promesa de un nuevo yo, y no puedes cumplirla”119

Si bien es cierto que en muchos tipos de relaciones las expectativas son ineludibles,

también es cierto que éstas pueden ser puestas entre paréntesis o pueden mutarse si se da una

apertura al factor sorpresa del encuentro y las expectativas iniciales pueden ser retiradas del

foco de las relaciones.

Precisamente por esta cualidad creacional que tiene el encuentro, es que se puede

plantear como un medio que ayude a la generación de procesos de reconciliación. La

reconciliación requiere pasar de un estado inicial de víctima a la apropiación de la dignidad

y autonomía perdidas, trasladarse de una postura asistencial a un protagonismo social,

librarse de los miedos y las culpas para retornar al amor propio y la determinación

constructiva. Este será el centro de atención en el capítulo que se presenta a continuación.

119 Andrade, Dios en medio de nosotros, 131-132.

Page 57: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

54

III. La espiritualidad del encuentro como estrategia para la reconciliación

Este tercer capítulo presentará algunas estrategias encaminadas al desarrollo de una

espiritualidad del encuentro que permitan afianzar procesos de reconciliación. Lejos de

procurar la emisión de un compendio de recomendaciones o de ofrecer un plan pedagógico

para la aplicación de un programa específico. La pretensión de este capítulo es poner sobre

la mesa cuatro categorías de pensamiento que se consideran altamente propiciadoras de

procesos de reconciliación debido a que se relacionan íntimamente con dinamismos de

encuentro, al modo como se ha entendido en los capítulos anteriores. El encuentro como

categoría teológica y como dinamismo divino, funge como una estrategia de reconciliación

en sí misma. De esta forma, en las siguientes páginas no se expondrá un manual sino

categorías capaces de detonar reflexiones, acciones concretas y actividades específicas para

la reconciliación.

El capítulo se encuentra dividido en cinco partes: la primera de ellas brinda un marco

general de lo que es la reconciliación y las implicaciones de emprender un trabajo decidido

en pro de la misma. También se pone en evidencia la urgencia de que las personas se vinculen

de manera diferente, esto es, construyan un nuevo tipo de relaciones humanas en miras de la

reconciliación en su sentido más amplio.

El segundo apartado trata acerca del encuentro entendido como acceso a la verdad. Aquí

se pretende poner de relieve el papel del conocimiento de la verdad para coadyuvar a los

procesos de reconciliación en el contexto social pero también en el terreno personal, pues el

enfrentamiento con la propia verdad y con la del victimario desencadena una transformación

interior en vías hacia la reconciliación.

El perdón es el tema central del tercer bloque de este capítulo, entendido desde la

perspectiva del encuentro, es decir, el encuentro real facilita los procesos de perdón que

liberan principalmente a las víctimas y también a los victimarios. El perdón se explica como

una decisión personal pero también como don que proviene de Dios.

En la cuarta sección se destacará el papel de la comunidad como mediación para la

reconciliación dada su naturaleza de tener el encuentro como materia prima de su

Page 58: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

55

conformación. Se mostrará cómo la comunidad, basada en el modelo trinitario, en sí misma

es ya vivencia de reconciliación humana.

Finalmente en el último apartado se aborda el encuentro como creación de sentido, para

ello se señala la necesidad de retomar el pasado y proyectar el futuro para construir el presente

y se destaca el papel que tiene la reconstrucción de los hechos a través de la memoria

resignificada.

3.1. La reconciliación y sus implicaciones en el contexto de post-violencia.

Aunque la reconciliación es una categoría muy utilizada en el contexto político

colombiano, resulta importante recordar que es un concepto eminentemente teológico. San

Pablo escribe: “Y todo proviene de Dios que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió

el ministerio de la reconciliación. Dios estaba reconciliando al mundo consigo por medio de

Cristo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombre, al tiempo que nos confiaba

la palabra de la reconciliación.” (2 Cor 5, 18-19). El primer interesado en la reconciliación

es Dios y de Él proviene toda posibilidad de que ésta se lleve a cabo. Es obra de Dios y los

seres humanos son invitados a colaborar.

“La reconciliación realizada en Cristo tiene su centro en la Cruz, por eso la urgencia

cristológica de estar cerca de los crucificados, donde Cristo revela su rostro, y estar

dispuestos a asumir las consecuencias.”120 Las encrucijadas humanas que requieren

reconciliación son fronteras muy difíciles de explorar, de permanecer y de florecer en ellas.

La cruz de la persecución, del señalamiento o del desánimo y la frustración es inevitable.

Cualquier conflicto que necesite ser reconciliado demanda entereza personal y espiritual para

que se pueda ser confiable y creíble en esta labor.

Comprometerse con la reconciliación exige encontrarse cara a cara y corazón a corazón

con aquéllos que han sufrido en carne propia los avatares del desplazamiento a causa de la

violencia. El encuentro kenótico, perijorético y agápico constituye el derecho de admisión

para quienes desean trabajar por la reconciliación. Sin un encuentro genuino, no se dejará de

ser un extranjero que hace turismo en las fronteras del dolor humano, pero sin involucrarse

vívidamente. Velasco expresa: “La acción de Reconciliación de Dios en sus tres dimensiones

120 Velasco, “Reconciliación y justicia”, 14.

Page 59: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

56

de esa única reconciliación, está relacionada con el anuncio del Reino de Dios y su Justicia,

al estilo de Jesús, desde los pobres.”121

Formar parte de la misión de reconciliar a la que los cristianos son enviados implica

entender en qué consiste esta acción tomando en cuenta el momento histórico y los diferentes

contextos. Un modo de entender la reconciliación que resulta de gran utilidad para el contexto

de desplazamiento forzado y la espiritualidad del encuentro es la creación de relaciones

justas. Esta definición va más allá de reunir a la víctima y el victimario para que se estrechen

las manos, sino que abre el espectro hacia todo tipo de relaciones humanas en las que la

equidad y la reciprocidad sean elementos constitutivos de la justicia en las relaciones.

El conflicto armado en Colombia y las excesivas violaciones a los derechos humanos,

han dejado a su paso más de siete millones de víctimas y victimarios que se pueden encontrar

entrampados bajo este adjetivo calificativo, el cual les reduce significativamente sus

posibilidades de salir de esa situación y tener vidas más prósperas en todas sus dimensiones.

Aquí se abre un campo desafiante para la labor de reconciliar. John Paul Lederach señala:

“La reconciliación está basada en la construcción de relaciones entre los antagonistas. La

dimensión relacional incluye los aspectos psicológicos y emocionales del conflicto y la

necesidad de ocuparse de los agravios pasados y explorar la futura interdependencia.”122

Lederach enfatiza la dimensión relacional en la reconciliación y el modo de

reconstruir las relaciones entre los antagonistas. Esto puede aplicarse para el caso de las

víctimas y victimarios, pero también para toda relación en la cual exista un conflicto. El

camino de la espiritualidad del encuentro considera los elementos psicológicos y

emocionales que pueden favorecer o entorpecer el encuentro. De la misma manera dichos

elementos pueden ayudar o estorbar los procesos de reconciliación, debido a que el encuentro

es una vía para la reconciliación.

Cabe aclarar que el encuentro como ruta para la reconciliación no se limita a entablar

un encuentro entre la parte ofendida y el agresor, esto es de suma ayuda, sin embargo, en

ciertos casos resulta contraproducente, como se explicará en el apartado relativo al perdón.

121 Ibíd., 13. 122 Lederach, Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas, 69.

Page 60: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

57

El encuentro real y profundo con otras personas es un mecanismo altamente sanador y

reconciliador, pues a su vez, se trata de un encuentro con la propia interioridad e identidad.

Cuando se vive desde la identidad de víctima, el modo de relacionarse con los otros

será al modo de víctima, es decir, desde la ventanilla de los reclamos o desde el muro de las

lamentaciones. La postura de víctima trae consigo la imagen de un Dios que le ha fallado,

que se ha olvidado de su persona o que debe retribuirle por el sufrimiento que ha padecido.

Todo esto dificulta el logro de una vida independiente y superar la situación de extrema

vulnerabilidad, pues identificarse primeramente como víctima puede resultar ser una postura

cómoda que produzca humanos pasivos respecto de su propia historia.

De la misma forma, instalarse en la postura de victimario, activa un mecanismo de

culpabilidad que se puede traducir en una narcotización indolente respecto de las propias

atrocidades cometidas o un sentimiento de profunda devaluación personal que lleve a la

persona hacia una autodestrucción consciente o inconscientemente a manera de castigo para

penar por los males cometidos.

Por estos motivos, el camino de construir nuevas relaciones y fortalecer las relaciones

sanadoras es una tarea ineludible para la reconciliación. “La reconciliación ha de invitar a la

búsqueda de un encuentro donde las personas puedan replantearse sus relaciones y compartir

sus percepciones, sentimientos y experiencias, con el fin de crear nuevas percepciones y una

nueva experiencia compartida.”123 El encuentro con otros exige hacer una pausa respecto del

propio sufrimiento para acoger el sufrimiento de la otra persona, sin embargo, esta acción,

en lugar de acrecentar el dolor, lo vuelve más llevadero y lo remueve del centro de la vida de

las víctimas.

La espiritualidad del encuentro puede ser una estrategia eficaz para consolidar los

procesos de reconciliación. A continuación se presentarán cuatro aspectos que se pueden

enfatizar en el trabajo con las comunidades desplazadas o violentadas y que conducen hacia

la vivencia de una espiritualidad del encuentro. La verdad, el perdón, la comunidad y la

creación de sentido conforman una propuesta para el encauzamiento de la espiritualidad del

encuentro. Esta propuesta surge con base en la experiencia del trabajo que ha realizado el

123 Ibíd., 65.

Page 61: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

58

Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), desde hace varios años, con comunidades desplazadas.

Esta cercanía ha brindado nociones más claras y certeras de las rutas que conducen hacia una

sanación y reconciliación capaces de transformar a la persona hacia mejores condiciones de

vida. Evidentemente, los cuatro aspectos incluidos no agotan los ejes que requieren atención

para que la reconciliación sea completa. La intención únicamente es presentar aspectos

sustanciales para que la reconciliación tenga cabida en el corazón humano. Las condiciones

políticas y sociales que se precisan, no serán abordadas con contundencia a causa de las

proporciones de este trabajo.

3.2. El encuentro como acceso a la verdad.

Frank Turner, jesuita británico, recuerda que: “La reconciliación ha de estar enraizada en

la verdad y en la búsqueda de la verdad.”124 Francisco de Roux también menciona: “todo

acuerdo de paz requiere que se asuman positivamente la verdad y la justicia como

condiciones para la sostenibilidad del proceso.”125 Y también trae a la memoria las palabras

del Evangelio de Juan: “conocerán la verdad y la verdad los hará libres” (Jn. 8, 32). La verdad

es postulada como condición de posibilidad para la reconciliación, la paz y la libertad. La

verdad es el cimiento sólido sobre el cual se pueden edificar acciones reconciliatorias que

redunden en una sociedad más justa y fraterna. Se puede decir que la verdad es el primer

paso.

En Colombia se han hecho importantes esfuerzos por sacar a la luz la verdad acerca de

tantos miles de muertos a causa del conflicto armado y todas las atrocidades que se derivaron

de él. Se ha creado la “Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no

repetición” con el objetivo de contribuir al esclarecimiento de los crímenes ocurridos,

promover el reconocimiento de las víctimas y favorecer la convivencia en los territorios.

Ciertamente esta iniciativa política es novedosa y completamente pertinente para poder

hablar de reconciliación política en este país. Sin embargo, el conocimiento explícito de la

verdad no es una empresa sencilla de realizar debido a que muchos de los asesinatos ocurridos

no cuentan con testigos presenciales aún con vida que puedan dilucidar la verdad. La

124 Turner, “Reconciliación en el orden político actual”, 29. 125 De Roux, “Verdad y justicia: la verdad para la reconciliación y la justicia para la transición son pasos en la

ruta para reconciliar nuestro país”, 76.

Page 62: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

59

envergadura de los crímenes perpetrados es tan grande que la consecución de datos

fehacientes parece escaparse de las manos.

La incapacidad de obtener datos reales y pruebas contundentes de los hechos con toda su

completitud, no es la única dificultad. La verdad parece esconderse tras los muros de la

corrupción pasada y presente que impide tener la información atinada de aquello que pasó.

“La búsqueda de reconciliación siempre requiere discernimiento, a fin de que no encubra

ideológicamente la negación de justicia.”126 Ni se quede como un mero discurso político para

proyectar una imagen y ganar adeptos. La verdad, en el terreno de lo político, es un derecho

que muchas veces se cumple a medias o simplemente no se cumple.

Las preguntas que surgen a partir de lo anterior son: ¿será la verdad, entendida como la

obtención de datos y pruebas de lo ocurrido, la única manara de colocar los cimientos para

la reconciliación?, ¿A qué otras verdades necesitará aproximarse la población victimizada

para poder encontrar la paz y reconciliación que tanto añora?

“La verdad es el deseo de que se reconozca el mal sufrido y la validación de las

experiencias y pérdidas dolorosas, pero va acompañada de la misericordia que expresa la

necesidad de aceptación, de dejarse estar y de comenzar de nuevo.”127 El reconocimiento del

daño que se perpetró es ya una primera verdad que ha de suscitar actitudes de misericordia.

El encuentro con la verdad produce una transformación interior que libera la incertidumbre

y la angustia o la indignación y la rabia. “La reconciliación proporciona un punto de

encuentro para la verdad y la misericordia, donde está ratificado y aceptado que se exponga

lo que sucedió y se cese en favor de una relación renovada.”128

Otro modo de entender la verdad como camino para la reconciliación consiste en la

adquisición de conciencia acerca de la hondura de los acontecimientos sucedidos, es decir,

cuando una persona se encuentra con la profundidad de su ser persona, entonces es capaz de

trascender la rabia o la depresión que desencadena el hecho victimizante. De igual forma,

cuando se llega al encuentro con el victimario y se conoce la realidad que lo llevó a cometer

sus crímenes, entonces es más fácil la reconciliación. Encontrase con la miseria y el dolor

126 Turner, “Reconciliación en el orden político actual”, 27. 127 Lederach, Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas, 64. 128 Ibíd., 65.

Page 63: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

60

del victimario libera una parte del resentimiento y se abona el terreno para la reconciliación.

En muchas ocasiones el careo entre víctima y victimario no es posible, sin embargo, el

encuentro con otras personas que han cometido una falta similar a la del victimario real,

ayuda a descargar aquello que constriñe las emociones.

El ideal de la espiritualidad del encuentro, es que los desplazados se encuentren con su

verdad más radical la cual cosiste en que la divinidad radica en ellos, que los sucesos que han

atravesado no los definen, sino que son seres capaces de reconstruirse, renovarse, renacer, en

una palabra: reconciliarse.

A manera de síntesis tomaré las palabras de Alberto Ares Mateos cuando dice: “Es el

esclarecimiento de la verdad el auténtico enlace entre justicia y verdadero perdón. No solo

porque el sacar a la luz la verdad sea una importante expresión de justicia, sino porque éste

contribuye al propio proceso de sanación de las víctimas.”129

3.3. El encuentro como camino hacia el perdón.

Quizá la categoría más relacionada con la reconciliación es el perdón. Incluso algunas

personas suelen equipararlos, no obstante, es pertinente distinguir entre ambos conceptos

pues tienen matices diferentes.

Maritze Trigos explica el origen de la palabra perdón de la siguiente manera:

La palabra perdón viene del hebreo semitah, cuya raíz samat significa dejar libre, soltar. Según

la etimología perdonar significa dejar libre, soltar a la persona deshumanizada. En este orden

espiritual, moral, ético y evangélico, el perdón busca la humanización y la dignificación de la

persona, pero siempre está condicionado por exigencias de justicia como el perdón de las deudas

o el perdón de las ofensas.130

Paradójicamente, perdonar significa dejar libre a aquél que decidió apresar a otro. No

es el victimario quien toma la iniciativa en la liberación del perdón, es la víctima quien decide

soltar la persona que le hizo un mal y de esta manera, liberarse e invitar al otro a la liberación

que otorga el perdón. El perdón pasa por el reconocimiento de la dignidad humana de las dos

partes. Cuando Jesús perdonaba los pecados, como en el caso del paralítico (Mt.9, 1-8), les

restituye su dignidad perdida, les reconoce su humanidad y los reincorpora a la sociedad. El

129 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 42. 130 Trigos, “¿Será posible la reconciliación?”, 38.

Page 64: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

61

perdón es altamente dinamizador de quien lo brinda y de quien lo recibe. El encuentro de

Jesús con los marginados era, en este sentido, un encuentro profundamente sanador y

reconciliador.

La exigencia de justicia de la que habla Trigos resulta completamente aplicable para

el caso del conflicto armado y desplazamiento forzado. El acto de perdonar no excluye la

aplicación de las sanciones correspondientes o las restituciones adecuadas. “Perdón no

significa olvido o impunidad. El perdón tiene que ver con recordar, pero de otra manera, de

una forma diferente. Un recuerdo que puede hacernos salir del círculo vicioso del

resentimiento y que nos puede ayudar a ser verdaderos agentes de cambio.”131 El rechazo que

sufre la palabra perdón tiene que ver con la idea de que el perdón consiste en eximir de la

sanción y esta idea es completamente equívoca. Tampoco se trata de olvidar pues además de

que el olvido es imposible, también es poco conveniente, pues no contribuye a afianzar la

no-repetición. En su lugar se halla la memoria resignificada que puede ser causa de mucha

vida y superación personal y social.

Sin embargo, en muchos casos la impunidad se impone y los castigos consecuentes a

los crímenes cometidos no se ejecutan. Aunque la justicia es un elemento de suma

importancia en el proceso de perdón y reconciliación, la impunidad no ha de ser un

impedimento para que el perdón y la reconciliación puedan darse. Edgar López señala: “En

Colombia, el perdón es una gracia que debe ser dispensada por las víctimas, muchas veces

sin que sea pedida por quienes han actuado contra la dignidad humana y sin que haya lugar

para una sanción, legal o social proporcional al daño causado.”132 Esta es una realidad que

por más indignante que sea, no puede truncar las acciones en línea del perdón y la

reconciliación.

El perdón es un don gratuito, por lo que no debe esperar nada a cambio, ni la

impartición de justicia, ni que el perpetrador reconozca sus faltas, se arrepienta y pida perdón.

Alberto Ares Mateos explica lo siguiente:

La sanación comienza con la víctima. En los procesos de reconciliación migratoria, en

ocasiones la persona que causa el daño no siempre está presente en el proceso. La acción

131 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 42. 132 López, “Perdón, memoria y justicia. Proyección teológica de la reconciliación en Colombia”, 154.

Page 65: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

62

divina permite cierta sanación a las víctimas incluso cuando el perpetrador no cambia o no

está presente133

El encuentro entre la víctima y el victimario es necesario, si no puede hacerse de

manera real y directa, entonces puede efectuarse de manera simbólica o con un representante

del grupo de victimarios. La parte afectada ha de comprender la situación de conflicto armado

y de desplazamiento como un entramado que va más allá de la voluntad real de los agresores.

Comprender los bloqueos, engaños, resentimientos sociales y manipulación que han

decantado en crímenes contra hombre y mujeres, ayuda a la adquisición de una perspectiva

más amplia de su propio dolor, el cual ha de ser reconocido, nombrado y respetado pero no

exaltado como la única verdad. Encontrarse con la realidad dolorosa del victimario genera

sentimientos de compasión, de sentirse inmersos en una misma situación irracional e

inhumana y se trasladará de la posición confrontativa hacia la posición de un semejante.

Entonces el encuentro habrá generado un sentimiento más de igualdad, aunque el dolor

persista en el interior de las víctimas.

El principal beneficiario del perdón es para quien lo brinda. Quien guarda en su

interior odio y rencor, se vinculará con las personas que lo rodean con base en ese odio y

rencor, lucirán como seres amargados carentes de una vida plena y fecunda. Sin embargo, es

importante subrayar que el perdón nunca ha de ser impuesto como un imperativo moral o un

deber ético-religioso. Imponer el perdón sería revictimizar a las víctimas debido a que se

inocula un sentimiento de culpa por no cumplir con el mandato religioso. Ciertamente, sí es

importante hacer conciencia en las personas víctimas o desplazadas, que si bien, no se sienten

preparadas para perdonar en un determinado momento, no se cierren a la posibilidad de

perdonar, pues esto las libera de gran parte de su sufrimiento. Al respecto De Roux enuncia:

Entiendo por perdonar una decisión personal de quien ha sido vulnerado, de renunciar a

someter al victimario a actos violentos que le causen un sufrimiento igual o semejante al que

él sometió a la víctima; una decisión personal de la víctima de tomar la iniciativa de abrirse

al victimario con el equipaje de confusión y de peligro que carga; una decisión personal por

transformar los propios sentimientos de odio y de venganza contra el victimario por

sentimientos de comprensión; y una decisión personal de renunciar a promover el rechazo

133 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 40.

Page 66: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

63

social contra el victimario, y disponerse interiormente a acciones afirmativas para que el

victimario sea incluido en la sociedad.134

El jesuita colombiano enfatiza en que el perdón es una decisión personal, no puede

haber coacción sobre su otorgamiento. Cabe señalar que, con base en la expresión de este

autor, una persona capaz de llegar a esos niveles de perdón, requiere también de niveles

espirituales muy elevados. Esa persona habrá tocado su ser en relación, su ser en comunidad

y sociedad. Pronunciarse en contra del rechazo y la exclusión, más aún, trabajar en pro de su

verdugo, revela a un ser humano que se ha encontrado profundamente con su victimario

(aunque nunca lo haya visto) y ha decidido relacionarse con él de manera proactiva. Decir

que lo hará de manera amorosa es demasiado ambicioso, pero ya una actitud de paz y desear

el bien a su victimario constituye una liberación humana asombrosa.

Con base en lo anterior, se puede entender que el perdón proviene de Dios. No es un

acto netamente voluntarista sino una apertura al encuentro con el Trascendente, una

disposición a que Dios actúe en el interior. “El perdón es, para los cristianos, una experiencia

profunda en la que se comparte la manera de ser de Dios mediante la práctica de la

misericordia.”135 Se trata de que la persona se incorpore al dinamismo amoroso de la

Trinidad, explicado en el segundo capítulo, y a partir de esa incorporación tenga inicio la

danza perijorética de esa persona con todos los que la rodean, incluso su victimario. Aquí

radica el nivel ideal de encuentro con Dios y con la realidad del victimario que capacita para

el perdón y para la reconciliación.

Es así como el encuentro con la realidad del victimario y el encuentro con Dios

Trinidad contribuyen en gran medida a la reconciliación personal y comunitaria.

3.4. El encuentro como apertura a la comunidad.

Uno de los medios más poderosos para la reconciliación lo conforma la comunidad. Es

ya muy conocido el papel que juegan los grupos de contención o de apoyo para la superación

de ciertos traumas o la vivencia del duelo. Sin embrago, la comunidad va más allá que un

mero grupo de apoyo psicológico. En palabras de Lederach: “La reconciliación como un

134 De Roux, “Reflexiones sobre el perdón”, conferencia en la Facultad de Psicología de la Pontificia

Universidad javeriana, Bogotá, 2013. 135 López, “Perdón, memoria y justicia. Proyección teológica de la reconciliación en Colombia”, 157.

Page 67: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

64

locus crea un espacio para el encuentro de las partes, un lugar donde puedan reunirse las

energías y los intereses diferentes pero relacionados.”136 En una comunidad se empiezan a

fraguar nuevas relaciones sanas y constructivas y la urdimbre de este tejido relacional es

sanador y reconciliador en sí mismo.

“Las personas necesitan la oportunidad y el espacio para expresar el trauma y el dolor

provocados por lo que se ha perdido y la ira que acompaña el dolor y las injusticias que se

han sufrido.”137 Nada mejor para ello que una auténtica comunidad. En el capítulo segundo

se presentó la dinámica amorosa de la comunidad trinitaria, la cual es el ideal para toda

comunidad humana. Ésta ha de estar basada en la aceptación de cada miembro, sin exclusión

alguna, la valoración de la identidad de cada uno y la especial atención por los que se hallen

más débiles o atraviesen dificultades.

Las características de la espiritualidad del encuentro cobran toda su fuerza en la

comunidad: kénosis, perijóresis, amor ágape y la nueva creación. La comunidad es el espacio

propicio para vivir la espiritualidad del encuentro y a su vez la vivencia de una auténtica

comunidad facilita los procesos reconciliatorios.

No se trata únicamente de que el encuentro con otras personas que han padecido los

mismos dolores vuelve el dolor propio más llevadero. Esto es cierto, pero además la

comunidad tiene la capacidad de trasmutar el dolor en gozo, el gozo de la hermandad, de

sentirse parte de un cuerpo que anima, motiva, soporta y moviliza la vida entera. Incorporarse

en el dinamismo comunitario, es vivir ya la propia humanidad en su expresión más divina,

pues es adentrarse en el modelo trinitario. La comunidad humana al estilo trinitario es ya el

Reino de Dios en la Tierra. Es la reconciliación en su sentido más amplio y profundo. La

comunidad reconcilia a todos y los vuelve un solo cuerpo, un mismo espíritu.

Rafael Velasco al hablar de la comunidad menciona lo siguiente:

En un mundo roto por la injusticia, anunciar un nuevo estilo de vida en Cristo implica intentar un

nuevo modo de vida. Implica buscar el Reino de Dios y su justicia en nuestras comunidades,

reflejarlo de algún modo. […] Más que nuestras competencias y habilidades, lo que da testimonio

136 Lederach, Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas, 69. 137 Ibíd., 61.

Page 68: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

65

de la Buena Noticia es la unión entre nosotros y con Cristo. Y esto es un desafío, pero es

fundamentalmente gracia…138

Lo anterior hace pensar que la creación de comunidades según el modelo trinitario, es

todo un reto que se acrecienta en dónde se ha padecido la injusticia extrema. Si se quiere

trabajar la espiritualidad del encuentro como medio para la reconciliación resulta

imprescindible comenzar a crear nuevas relaciones de confianza, apostar por quienes nadie

apuesta, abstenerse de juicios excluyentes o clasificadores, mirar al otros como hermano,

entablar relaciones amorosas y abrirse a la acción del Espíritu de Dios. De este modo se puede

comenzar a plantar las raíces de una comunidad en vías de reconciliación.

Debido al desplazamiento forzado, es común que surjan nuevos asentamientos

poblacionales, los cuales no necesariamente se convierten en comunidades. De hecho, es

común, que surjan nuevos problemas sociales, y nuevos conflictos se gesten al interior de

estos aglutinamientos poblacionales o en relación con los pueblos que están a la redonda.

Estos asentamientos se convierten en el caldo de cultivo perfecto para la delincuencia y las

bandas criminales. Ahora bien, esto no tiene que ser así necesariamente, los nuevos

asentamientos también pueden convertirse en áreas de oportunidad para el forjamiento de

comunidades. Sin caer en ingenuidades, es posible favorecer pequeñas células comunitarias

capaces de generar vida a pesar de los contextos en los que se hallen insertas. El encuentro

mismo con las características ya explicadas, puede tener esa fuerza de regeneración social.

Es fundamental en todo proceso de reconciliación tener presente a la comunidad de recepción, la

cual es bueno que reconozca las circunstancias y contexto de los procesos de migración, y la

bondad de construir un futuro social común e inclusivo. Todo proceso de reconciliación se vive

dentro de otro proceso más amplio de integración con una dimensión bidireccional e intercultural,

alejada del mero asimilacionismo o del multiculturalismo más radical.139

Con lo anterior se trata de dejar en claro el papel fundamental de las comunidades

receptoras de los hombres y mujeres desplazadas. Estas son también una población

susceptible para trabajar la reconciliación. De alguna manera, sus habitantes se sienten

invadidos, violentados en sus derechos y en su tranquilidad habitacional. Es así como no se

puede pasar por alto que este fenómeno afecta a un rango más amplio de ciudadanos además

de los agraviados directamente. Aquí se produce una nueva frontera para la reconciliación.

138 Velasco, “Reconciliación y justicia”, 14. 139 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 41.

Page 69: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

66

Si bien es cierto que la espiritualidad del encuentro no proveerá de soluciones directas a

los conflictos sociales y políticos, sí proporcionará un punto de vista certero y esperanzado

para creer en la posibilidad de construir una humanidad más centrada, basada en relaciones

igualitarias de intercambio amoroso.

3.5. El encuentro como creación de sentido

La espiritualidad del encuentro cuenta también con la estrategia de crear nuevo

sentido de vida. El desplazamiento forzado genera un despojo absoluto de los bienes

materiales, pero no solamente eso, la situación se agrava pues muchos de los desplazados

han sido torturados o les han matado a familiares y seres queridos. Estas personas han sido

arrancadas de la tierra y el entorno que les ha dado identidad. Al perderlo todo, los

desplazados también pueden experimentar que se les esfuma el sentido de la vida. El pasado

es doloroso y el futuro produce incertidumbre y angustia. Estas personas pueden caer en una

terrible desesperación, depresión o ansiedad al no poder regresar a su estado original y no

saber hacia dónde conducirse, qué ruta tomar en la vida.

En esencia, la reconciliación representa un lugar, el punto de encuentro donde se pueden

aunar los intereses del pasado y del futuro. La reconciliación como encuentro plantea que el

espacio para admitir el pasado e imaginar el futuro son los ingredientes necesarios para

reconstruir el presente. Para que esto suceda las personas deben descubrir formas de

encontrarse consigo mismas y con sus enemigos.140

La construcción del nuevo sentido a sus vidas retoma las fortalezas del pasado, los

aprendizajes y la identidad originaria de quienes han sido desplazados; y además proyecta el

futuro de manera realista pero esperanzada. En algunas ocasiones la planificación del futuro

requiere incluir a los victimarios, es decir, procesar el modo como se relacionarán con ellos

ya sea de manera directa o al contactarlos mediante los recuerdos. Si la relación es de rabia

o con deseos de venganza, entonces se permanecerá con un anclaje en el pasado aún

sangrante, pero si la relación es de búsqueda de paz, de proactividad o, mejor aún, de perdón,

entonces se abrirá paso a un futuro prometedor. La construcción de sentido no desecha ni

trata de anestesiar el dolor de lo ocurrido, sino que lo utiliza como motor y fuerza para crear

oportunidades de vida nueva.

140 Lederach, Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas, 61.

Page 70: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

67

Las palabras de Ares Mateos son muy iluminadoras al expresar:

El proceso de reconciliación convierte a la víctima y al perpetrador en nuevas personas. En

ocasiones, se puede imaginar que el resultado del proceso de reconciliación llevaría a la

víctima y al victimario al estado inicial, pero esta situación idílica podríamos decir que no

existe. Víctimas y perpetradores sufren cambios en nuevos espacios de relación, por lo que

el proceso de reconciliación lleva a ambos a un nuevo estado o lugar. Dios lleva a ambos a

un nuevo estado donde no se niega, ni se olvida el pasado, pero se pone en un nuevo marco

que convierte a víctima y victimario en nueva creación141

Con esto queda claro que no se ha de procurar negar o borrar el pasado por más

doloroso que sea, ni prometer el regreso a la situación inicial. Ni las víctimas ni los

victimarios volverán a ser los mismos. Es menester reinventarse de manera creativa. El

encuentro con agentes de reconciliación puede darles nuevos horizontes de realización,

comprometerlos en actividades que los entusiasmen y se enganchen con sus deseos de superar

su situación de vulnerabilidad extrema. Es increíble el agua de vida que puede surgir a partir

de una situación de muerte. Aquí la acción de Dios se manifiesta a través del encuentro con

realidades esperanzadoras, con nuevas oportunidades productivas y educativas, formas

novedosas de organización y el acercamiento a la atención personal desde lo emocional o

espiritual. Esto se suele combinar con la conformación de comunidades que en sí mismas

dotan de sentido la vida.

Para la creación de sentido, la memoria juega un papel medular. A través de la

construcción de la memoria personal y colectiva se propicia una narrativa de los hechos que

puede decantar hacia un himno de lamentaciones o hacia el empoderamiento de la propia

historia pasada, presente y futura. Son múltiples las experiencias en las cuales “la memoria

de las víctimas los ha llevado a generar procesos, crear organizaciones sociales, a crear

representaciones artísticas y diversos tipos de textos que buscan hacer visibles sus historias

frente al resto de la sociedad.”142 Con el hilado de una memoria resignificada, se pretende

generar mayor conciencia sobre la situación de injusticia y promover cambios a nivel social

e institucional.

Es muy importante generar espacios y caminos seguros para las víctimas, en los cuales sean

capaces de reformular y reelaborar dichos recuerdos. Nuestra identidad está constituida por

historias de vida, y para que esa identidad se vaya construyendo desde el proceso de

141 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 40. 142 Servicio Jesuita a Refugiados Colombia, Herramientas para la reconciliación, 58.

Page 71: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

68

reconciliación, los recuerdos necesitan ser “desintoxicados” hasta que la narración y el

entramado de relaciones puedan ser puestos en correlación con la gran historia vital de la

víctima, y a ser posible también del victimario.143

Las narrativas construyen realidad y sentido, por ello son un mecanismo altamente

eficaz para promover la reconciliación. De hecho la capacidad de crear sentido es un signo

de reconciliación y ésta se logra mediante el encuentro con nuevas perspectivas,

oportunidades, personas motivadoras o inspiradoras, la comunidad y el encuentro con su

realidad personal más escondida o inexplorada.

Se puede decir que el encuentro con el sentido de vida es el encuentro con el Dios de

la vida, que es capaz de vencer cualquier situación de muerte, pues, como se palpa en la

pascua de Jesús, siempre después de la cruz viene la resurrección con toda su fuerza

glorificadora.

Las cuatro estrategias presentadas en este capítulo se hallan estrechamente

vinculadas: verdad, perdón, comunidad y sentido, se fortalecen unas a otras y la vivencia de

una redunda en beneficio de la vivencia de la otra. Se puede decir que el fomento de una de

ellas, genera condiciones de posibilidad para que las otras se desarrollen más fácilmente.

“Una vez que se esclarece la verdad, acompañada con el proceso de perdón y justicia,

y se produce una sanación de los recuerdos junto a una nueva narrativa, es entonces cuando

se ven algunos frutos.”144 Uno de los más importantes, es que la persona desplazada o

violentada recobra su capacidad para tomar las riendas de su vida. Pasa de ser excesivamente

dependiente a ser más autónoma, a ser protagonista de su propia historia.

143 Ares Mateos, “Reconciliación y migraciones: un proceso que nos pone en camino”, 42. 144 Ibíd.

Page 72: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

69

Conclusiones

A lo largo de este trabajo se ha dejado en claro que, ante la situación de vulnerabilidad

extrema que padecen las víctimas de desplazamiento forzado, es recomendable trabajar una

espiritualidad que venza los meros rituales, las doctrinas y la centralidad de los dogmas, para

salir al paso de una espiritualidad encarnada en la realidad.

Las religiones tienen como fortaleza que dotan de sentido la vida humana, sin

embargo, resulta más viable proponer una espiritualidad, independientemente de la religión

a la que los grupos de desplazados estén afiliados. Si bien es cierto, que la espiritualidad no

es la solución a los problemas de hambre, carencias, inseguridad, etc., lo que sí provee es de

las certezas y la fuerza necesarias para enfrentar dichas problemáticas. Se trata de que estos

hombres y mujeres renazcan con esperanza y se proyecten hacia una nueva vida con

determinación y empoderados de sus propias vidas.

La espiritualidad propuesta se caracteriza por el encuentro con la realidad. En palabras

de Jon Sobrino, la espiritualidad ha de permanecer fiel a lo real sin encubrirla o manipularla.

Es la misma realidad la que marca la pauta para el avance o crecimiento espiritual. El

encuentro con la realidad empobrecida es el punto que detona una respuesta activa y a su vez

enraizada en un sentido profundo de trascendencia. El encuentro con Dios se realiza mediante

el encuentro con el otro y sus vivencias de dolor y también de celebración cuando es el caso.

Mirar a Dios en los desplazados ha de impulsar en los cristianos, el deseo por construir el

Reino de Dios en medio de ellos y junto con ellos.

El fundamento de esta espiritualidad se halla en la Trinidad. Es precisamente en Dios

Trino en quien se encuentran claves para entender la humanidad. Dios es relación: el Padre,

el Hijo y el Espíritu Santo, son ellos mismos a través de las relaciones que entablan unos con

otros. La relacionalidad es parte constitutiva de Dios. De este modo, Dios es dinámico,

vinculado y vinculante. Es pluralidad en unidad.

Page 73: Espiritualidad del encuentro como un elemento integrante

70

El hombre no es de la naturaleza de Dios, dado que ha sido creado, sin embargo, el

ser humano sí está llamado a existir del modo como Dios existe. Es importante subrayar que

el hombre se constituye a sí mismo a través de las relaciones que establece, del modo como

se vincula con otros, solo se llega a ser persona gracias a las relaciones con los otros.

El modo de ser de la Trinidad, es modelo de vida personal y comunitaria para el

hombre. El dinamismo divino y humano de donación y recepción que crean la danza amorosa

entre las personas divinas así como también entre las relaciones humanas. Esto coloca como

punto central el encuentro entre las personas (tanto divinas como humanas) para lograr ser

quien se está llamado a ser, es decir, para la plenitud.

De aquí se desprenden los aspectos que conlleva el encuentro que son: el tú único, el

carácter mutuo, la libertad-gratuidad y la nueva creación. El encuentro es la clave de acceso

a toda la realidad, y Dios se revela a través de la realidad, luego entonces, el encuentro

posibilita el contacto con Dios, aquí radica su importancia.

Con base en lo anterior, el encuentro es la puerta de entrada para la espiritualidad. En

este trabajo se presentaron las cuatro características de la espiritualidad del encuentro basadas

en la Trinidad: kénosis, perijóresis, amor ágape y la creación. Éstas invitan a un estilo de

vida, que implica incorporarse al dinamismo del Espíritu divino, fluir con Dios, dejarse

conducir por Él a través del encuentro cercano, auténtico y profundo con los otros. Actuar en

consecuencia de los encuentros genuinos que se tienen es permitir a Dios hacer su obra

sirviéndose de sus criaturas.

Desde esta espiritualidad es posible responder a la realidad de desplazamiento forzado

que se vive en Colombia, y para ello se presentaron cuatro perspectivas del encuentro que

pueden contribuir a la reconciliación espiritual: el encuentro como acceso a la verdad, como

camino hacia el perdón, como apertura a la comunidad y como creación de sentido.

Estas perspectivas que se desarrollaron en el tercer capítulo, pretender abrir camino

de reflexión para la creación de estrategias pedagógicas específicas que contribuyan a que la

reconciliación se haga palpable en la sensibilidad y afectividad de quienes han sido víctimas

y victimarios. Es el corazón humano el primer sitio donde se han se sembrar semillas de

reconciliación para que ésta vaya germinando a nivel comunitario y socio-político. No se

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quiere decir con esto, que no se puedan trabajar los otros niveles de manera simultánea, por

el contrario, apostar por el trabajo reconciliatorio en todas sus dimensiones ayuda a que se

fortalezcan unas a las otras. Lo que se intenta remarcar es que el punto de origen y de llegada

en cualquier proceso de reconciliación es la persona misma. Desde la persona surge la

reconciliación y es en ella en quien recaen los beneficios consecuentes.

La espiritualidad del encuentro coloca las bases para la comprensión de un ser

humano en sus posibilidades más elevadas, en el sentido de que actualiza la divinidad que ya

posee y que está llamado a desplegar con toda su fuerza de transformación.

El traslado de la posición de víctimas hacia ser humanos en plenitud es un salto

abismal que requiere acompañamiento cercano y de encuentros que les reflejen su ser más

auténtico. Por ello la importancia de generar espacios propicios de encuentro y de que los

agentes que facilitan estos espacios sean personas altamente reconciliadas consigo mismas,

con su entorno y con lo Trascendente para que puedan transformar a las víctimas a través del

encuentro. Esto es mucho más radical y eficaz que el diseño de métodos de intervención y

metodologías específicas para enseñar la reconciliación que en muchas ocasiones acaban en

el olvido.

Los encuentros formativos en torno a la reconciliación, han de tener como fortaleza

principal la calidad de los encuentros que se establezcan, los vínculos sanadores que se

generen y las necesidades humanas que se solventen a través de la comunidad que se vaya

tejiendo. Pues el encuentro, el vínculo y la comunidad nos hablan del ser de Dios, un Dios

que ha reconciliado todo y a todos en sí mismo.

El camino que se propone para reconciliar apuesta por la grandeza de la humanidad,

grandeza venida de Dios que es amor y que ha colocado el amor como centro de la identidad

humana más radical. Esto puede parecer demasiado ambicioso, pero también es cierto que

después de la cruz viene la resurrección, es decir, cuando el hombre ha llegado hasta los

límites del dolor y del despojo, es posible que, en su afán por salir de esta situación de duelo,

opte por afianzarse de la balsa salvadora de la espiritualidad y se entregue por completo a

ella, dejándose conducir con esperanza.

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Es así como la espiritualidad del encuentro se convierte en una herramienta para la

reconstrucción social que tanto clama el pueblo Colombiano, pues reconoce la dignidad que

hombres y mujeres poseen por su identidad de hijos e hijas de Dios, resignifica sus dolores,

les renueva el sentido de vida, los hermana con otros formando comunidad y los impulsa a

ser agentes para la creación del reino de fraternidad, justicia y paz.

Finalmente, cabe afirmar que la espiritualidad del encuentro, en su promoción por la

búsqueda de la verdad, el acompañamiento a procesos de perdón, la vinculación de unos con

otros en tejido comunitario y la resignificación activa de la memoria, impulsa decididamente

la reconciliación. El encuentro real con el prójimo que proponen estas cuatro estrategias,

puede verdaderamente reconstruir a las personas víctimas de desplazamiento forzado, les

abre posibilidades de comenzar de nuevo y de reconciliarse en todas sus dimensiones.

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