espinas de una flor. francisco camprodón

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  • 4 3 4 4

    EL TEATRO.

    DE OBRAS DRAMTICAS Y LHCAS.

    ESPINAS DE UNA FLOR,

    ^RAMA EN TRES ACTOS EN VERSO, Y. UN EPL060

    NOVENA EDICIN.

    MADRID:IMPRENTA DE JOS RODRGUEZ, CALVAR^18.

    1866.

  • CATLOGO[>E LAS OBRAS DRAMTICAS Y LRICAS DE LA GALERA

    EL TEATRO.

    Al cabo ! mejor cazador...Achaque finieren las cosas.Amor es sucio.A. caza de cuervos.\ caza de herencias,vnior, poder y pelucas.Amar por seias.A l'ita de pan...Artculo porartierlo.Aventuras imperiales.

    i'onito viaje.Boadicea, drama herieo.Batalla de reinas.Berta ia namenca.Bariiictro conyugal.Bienes mal adquiridos.

    Corregir al que yerra.

    .

    Caizares y Guevara.Cosas suyas,CalainidHlfs.Como do.i ;;

  • ESPINAS DE UNA FLOR,

    SEGUNDA PARTE DE

    jFLOR DE UN DA!!DRAMA EN VERSO, EN TRES ACTOS Y UN EPILOGO,

    ORIGIKAL DE

    m mmm mmm.

    Eepiescntado por primera vez en el teatro del Drama, en Marzo

    de 1852.

    JNOVENA EDICIN.

    -i>T,la;;Al)i

    -.a.VaDa. 3S1

    A?A i'.. 4 r. .4_______

    MADRID: " *IMPRENTA DE JOS RODRGUEZ, CALVARIO, IS.

  • La propiedad de este drama, la del de

    Flor de un dia. Una rfaga.Libertinaje y pasin.

    y la del libreto de las zarzuelas

    El Domin azul. Un pleito.Los Diamantes de la Corona. Beltran el aventurero.Tres para una. Un Cocinero.Guerra muerte. Quien manda manda!!El Vizconde. El diablo las carga.El Diablo en el poder. El zapatero y el banquero.El Lancero. El gran bandido.Juan Lanas. Del palacio la taberna.Una vieja. Los dos mellizos.Una nia. Los suicidas.La Jardinera. Marina.Por conquista.

    pertenece D. Francisco Camprodon, y nadie podr, sinsu permiso, reimprimirle ni representarle en los teatrosde Espaa y sus posesiones, ni en los de Francia y lassuyas.

    Los corresponsales de la galera dramtica y lrica ti-tulada El Teatro, son los encargados exclusivos de laventa de ejemplares y del cobro de derechos de represen-tacin en todos los puntos.

  • p-o

    EXCMO. SR. D. LUIS JOS SARTORIS,

    Con^e )e 0an Cma.

    Muy Sr. mo: Creo que pesa un deber de deli-cadeza y gratitud sobre todos los que cultivancon f la literatura dramtica, de pagar un tri-buto de justa correspondencia los desvelos ylaudables esfuerzos del hombre que en el poderpretendi hacer c^e la literatura una carrera dig-na, considerada y gloriosa.

    Yo, que la he emprendido con tanta f comoel que mas, pens desquitarme de esta deuda,dedicando V. E. mi primera produccin: en-tonces era V. E. ministro, y este fu el nicomotivo que me impidi hacerlo: la poca con-ciencia de la propia fuerza me hacia apocado, yel temor de que mi insignificante dedicatoria pa-reciese una adulacin, me hacia orgulloso.Hoy que estas consideraciones han perdido al-

    guna parte de su fuerza, tengo el honor de de-dicarle Las espinas de una flor, sintiendo soloel que esta obra no sea tan digna de su buen ta-lento como yo quisiera.Con esta ocasin me complazco en renovar

    V. E. mis respetos, y en repetirme de V. E.

    S. S. Q. B. S. M.

    r- Madrid i 3 de Marzo de 1852.

  • Digitized by the Internet Archive

    in 2011 with funding from

    University of North Carolina at Chapel Hill

    http://www.archive.org/details/espinasdeunaflorOOcamp

  • lSr. D. Francisco Gamprodon.

    Muy Sr. mi, de todo mi aprecio: La cartacon que me ha honrado V. ayer ofrecindome ladedicatoria de su segunda comedia Espinas deUNA FLOR, es para mi una flor sin las espinas queen otras tantas he hallado. En ese mismo co-nato mi que ha movido V. dedicarme suobra, en el deseo que siempre me ha animado deproteger al talento y de estimular cuantos pue-den demostrar al mundo que nuestra pobre pa-tria produce aun dignos descendientes de los quecon sus trabajos literarios llevaron el nombre es-paol todos los mbitos de la tierra, cuntasespinas me han punzado, no ya las manos, sinoel corazn y el alma!

    Sea, pues, bien venida esa flor que V. tiene labondad de enviarme. Ella ser para m una siem-previva, que conservar toda mi vida con grati-tud sincera. Solo siento que en cambio de undon que tanto estimo por su ndole y por la ilus-trada persona de quien procede, nada puedaofrecer V. sino la estril, pero verdadera amis-tad de su afectsimo y atento servidor

    Q. B. S. M.

    o CoOe Oe ait Jlau.

    Madrid 14 de Marzo de 1852.

  • PERSONAJES. ACTORES.

    D. DIEGO CARVAJAL, de36 aos. D. Joaqun Arjona.

    D/ ELENA DE VILLENA,su esposa, de 20 aos D." Mara Rodrguez.

    LOLA, Marquesa de Monte-ro, de 27 aos D.* Teodora Lamadrid.

    P. JOS, de 70 aos D. Enrique Arjona.CARLOS, negro de 22 aos. D. Manuel Ossorio.EL DOCTOR, de 50 aos.. D. N. N.UNA DONCELLA D." N. N.UN CRIADO D. N. N.UN MARINERO D. N. N.LA .\BADESA Sra. Campos.LA PORTERA D.'' N. N.

    Comunidad de religiosas.

    La poca es en 180, y el lugar donde pasa laaccin la rada de Antn Lizardo, cuatro leguas

    de Veracruz.

  • ACTO PRIMERO.

    Sala de una quinta elegantemente amueblada: dos puer-tas a la derecha, que comunican las habitacionesinteriores: dos puertas en el centro, de las cuales lade la derecha se supone que baja al jardin

    , y la otracomunica con el exterior: la izquierda, en primertrmino, ventana, balcn mirador, con vista almar, y puerta en segundo.Al correrse el teln sev Carlos en la puerta de entrada, como si estuviesehablando con un criado, que no est la vista del es-pectador: habr dos mesas; encima de la una varioslibros, y en la que est mas cerca de la ventana, unanteojo marino, etc.

    ESCENA PRIMERA.

    So ha vuelto aun? pues lo siento:preciso es que me resuelva esperar hasta que vuelva: (Entrando.)en fin, tomemos asiento.(Se sienta y observa los muebles.)Qu lujo tan especialtiene ese hombre en todo! Es justo.todo respira aqui el gustode don Diego Carvajal.Es raro por vida ma,que jams de l se despinte

    608704

  • 8

    ese sombreado tintede vaga melancola;tiene talento, valer,

    tiene hacienda, posicin,un hidalgo corazn,y una mujer... qu mujer!Cuando la fortuna ingrata,el poder hispano hundiendo,le oblig dejar, huyendo,las orillas de la Plata;emigrando tierra extraanos trajo todos ac,que es en Amrica yael postrer resto de Espaa.Hasta aqui todo se explica;lo que hallo mas singulares que hiciese ediicaresta posesin tan ricajunto al mar, en una rada,tan lejos de Yeracruz...Por la Yrgen de la Luzque es excntrica humorada:vamos ver, quin le quitavivir como un potentado?

    y prefiere estar aislado

    aqui como un cenobita.Aunque pensndolo bien,con tan galana beldadla mas triste soledadse convierte en un edn.Qu mucho que con tal perlasea feliz un esposo,

    si yo me siento dichosocon soar, callar y verla!

    Dios mi, por qu ravionnos pint la suerte avaratan distinta nuestra cara,siendo el mismo el corazn!Ah! si lo menos vivierami padre, cul gozara hoyal ver que tan joven, soyun capitn de carrera,

  • 9

    de un bergantn suyo, el Diego,con seis caones por banda,que es relmpago si anday un castillo si hace fuego.Bien que en la poca presente,(Levantndose.)

    no mandarlo asi armar,;quin se atreve navegarcon tanto buque insurgente?(Mirando la venlana.)All est: es una monadaverlo cuando la mar crecelo coqueton que se mecesobre la muerta oleada.Por Cristo! ganas me dande topar un insurgentepara probar mi gente,

    ESCENA l.

    D. DIEGO y DICHO.

    Diego.

    Carlos.

    Diego.Carlos.Diego.Carlos.

    Diego.

    Carlos.

    Diego.

    Buenos dias, capitn:cundo os ponis en franqua?Completo ya el cargamento,aprovechar el buen vientozarpando este medioda.Vais contento?

    No por Dios.Qu falta vuestro reposo?Nada: me voy pesarosoporque os dejo triste vos.Desechad esa aprensin:es mi genio siempre asi.Mas alegre os conoci.Quiz no os falte razn;mas hoy, quin puede vivirplacentero en esta tierra,si en todas partes la guerrahace su estrago sentir?las colonias espaolas

    son presa de males graves,

  • 10

    sin que ni una de sus navesvenga surcar estas olas;

    y del continente hispanoen la opulenta regin,

    '

    solo nos queda el girnde este reino mejicano.

    Cahlos. Dejad que ruede la bola,vos no la habis de parar.

    Diego. Es que no puedo olvidarque tengo sangre espaola.

    Caulos. Verdad que es iin sacrificiodejar el nativo hogar:mas vos no os debis quejar;fuera quejarse de vicio;sois joven, sois poderoso,el cielo os dio una mujerque cifra todo su seren el amor de su esposo.Don Diego, no es tan siniestravuestra estrella combatida:muchos darian su vidapor un dia de la vuestra.

    Diego. Quin sabe, Carlos, quin sabe!Carlos. Pues no puedo adivinar...Diego. Sois joven para juzgar

    lo que dentro un alma cabe.Carlos. Pues si posicin mas alta

    conquistar aspiris,no tenis cuanto anhelis?

    Diego. Excepto lo que me falta.Carlos. Qu os falta a vos?Diego. Nada, Carlos;

    y pues tranquilo me veis,males que no comprendisno queris adivinarlos.

    Carlos. Si os pudiese yo dejartan feliz como deseo...

    Diego. Lo creo, Carlos, lo creo:(Estrechndole la mano.)y bien, os gusta la mar?

    Carlos. Mucho: os juro por mi nombreque al perderme en su extensin

  • 41

    encuentro mi profesinla sola digna del hombre;porque lo menos alllucha solo el pensamientocontra cielo y agua y viento,que se vienen contra m.Y en tanto mi dignidadlisonjeo satisfecho,porque siento algo en mi pechomayor que la tempestad.Y es el aliento divinoque en medio de la tormenta,se levanta y acrecientaen el alma del marino.

    Diego. Por cierto que me gustabaesa escena grandiosaen poca mas dichosaen que tambin navegaba;nunca he podido encontrarsobre la tierra sombra,la dulce melancolaque hay en las noches del mar.

    Carlos. Cuando la luna benditasobre las aguas retratasus anchas cintas de plataque el mar ondulando agita; sus tibios resplandores,seria un edn la vidacon una mujer queridapara razonar de amores:pero solo, sin consuelo,

    un suspiro el alma arroja,y no hallando quien le acojase v mi suspiro al cielo.

    Diego. Suspirar vos, y por qu?Carlos. Porque vivo en soledad.Diego. Vamos, decid la verdad:

    tenis amor?Carlos. No lo s.

    vos debo la carreraque de concluir acabo,

    y el alma de un pobre esclavo

  • la-se levant de su esfera.Vuestra experiencia conoceque llega cierta ocasinen que nuestro coraznpide su parte de goce.De mi marina viviendaen la inmensa soledad,siento la necesidadde un alma que me comprenda,y la mirada afligidahacia el amor se dirige,sin hallar donde se fijeen mi raza envilecida;en su msera abyeccinno hay quien pueda concebircierto modo de sentirhijo de la educacin.Y qu mujer distinguidaamar con entusiasmoque no parezca un sarcasmo?

    Diego. Oid, Carlos: en la vidahay tropiezos invenciblespara toda criatura;

    y nuestra mayor torturaes desear imposibles.Hoy fermenta en vuestro pechoun germen de amor fecundo;capitulad con el mundo,tomadlo como est hecho:tras un bien vais desaladoque nunca habis conocido;

    y creedme, el bien perdidoes peor que el bien no hallado:quiz algn dia encontrisuna angelical criatura,

    quien dar vuestra ternura:del porvenir qu sabis?para ser afortunado,para vivir y gozar,

    el que nada ha de olvidartiene mucho adelantado.

    Caulos. Pero en los mas verdes aos...

  • 13

    de nuestra vida en la flor,el que vive sin amor...

    Diego. Se muere sin desengaos.Carlos. Sentencia desesperada

    vuestro labio me predice.DfEco. La experiencia es quien lo diee;

    yo, Carlos, no digo nada.

    ESCENA III.

    DICHOS y ELENA.

    Elena. Y qu dice la experiencia?Carlos. Que el mortal afortunado

    que tiene una Elena al lado,halla un cielo en la existencia.

    Elena. Diego, lo crees t asi?Diego. Quieres t donosa idea!

    que en los ngeles no creacuando yo te tengo t?

    Elena. Pues por qu ests triste?Diego. Elena.,.Elena. Me tienes muy enfadada;

    te fuiste sin decir nada,y esto me d mucha pena.Ests disgustado, Diego?

    Diego. No, querida, no; al contrario,fu un olvido voluntario.

    Elena. Que no los tengas te niego,porque no quiero que el lazode nuestro amor tenga fin:yo ni aun bajo al jardinsin ir darte un abraco.

    Diego. Eso consiste, querida,en que eres mejor que yo.

    Elena. Perdona, Diego, eso no,pero no soy distrada.

    Carlos. (Dios mi, cunto le adora!)Don Diego, si permits .. (En acUlufl de irse)

    Elena. Carlitos, cundo parts?Carlos. Dentro de un rato, seora.Elena. Llamadme Elena, pardiez,

  • u no quiero tanto cumplido:acaso vos no habis sidomi amigo de la niez?Si lo repetis me enfado,con que tenedlo entendido.

    C\?aos. Elena, yo no me olvidoque soy hijo de un criado.

    Elena. Perdonad, Carlos, si os digoque ac nadie os ha tratadocomo al hijo de un criado,sino como nuestro amigo.

    Carlos. Lo s, Elena, y sentiramorir sin haceros vercul lo sabe agradecer

    y lo aprecia el ahna mia.Si algo tenis que mandar,partir en breves instantes.

    Elena. Nada, pero espero que antesnos volvis saludar.

    ESCENA IV.

    ELENA V DIEGO.

    Elena. Has visto qu gallarday apenas le apunta el bozo?

    Diego. Por cierto que vale el mozolo que su padre valia.

    ELE^A. no amarle con la vidahoy por la primera vezte hablara con esquivez.

    Diego. De qu le quejas, querida?Elena. Cumpleaos de nuestra unin

    es hoy, y lo has olvidado.Diego. Galla, es verdad, he faltado.Elena. Diego, no tienes perdn.Diego. Son los recuerdos mejores

    que conserva el alma mialos de tan hermoso dia...voy cogerte mis flores.

    Eleva. No te incomodes por m,que ahora al jardn me bajo.

  • do

    y te ahorrar el trabajocogindolas para t.

    ESCENA Y.

    (vindola salir.)Y siempre asi: de qu rebelde hechuraest formado el corazn humano,que no pueda pagar esa ternura^capaz de embellecer una existencia,con el amor inmensoque merece esa santa criatura?En dnde est la voluntad que quiere,que no sabe curar la acerba llagade una llama voraz que no se apaga,de un recuerdo de amor que nunca muere?Bien se conoce en todoque form Dios el corazn de lodo.

    ESCENA VI.

    DIEGO y el P. JOS.

    P. Jos. Y bien, Diego?Diego. (Tendindole la mano.) SoiS VOS?P. Jos. Ni en este dia,

    en que de bienandanza mensajeroesplndido de luz, el sol enviasu rayo placentero,ha do haber una tregua la trisiezaque anubla vuestra frente?Esta aurora de amor nada os inspira?

    Diego. Para el alma doliente que suspira,es el dia y la noche indiferente.

    P. Jos. Y siempre ha de durar?Diego. Hace cuatro aos

    que apur, padre, del dolor la copaal dejar con mis solos desengaoslas encantadas playas de la Europa:vos solo conocis mi triste historia;

  • 16

    muri mi corazn dosde aquel dia,dejando en mi memoriaun velo de mortal melancola.

    P. Jos. Conque ni el casto amor de vuestra Elenaha bastado amenguar en vuestro pechola funesta pasin que os encadena?

    iEco. menguarla decis? Bulle en mi mente,arde en mi corazn, hierve en mi idea;ella es quien surca en mi tostada frente,y quiere Dios que mi martirio sea.

    P. Jos. Callad, callad por Dios: si los odosllegan de vuestra esposa esas palabras,cuntos sueos de amor desvanecidos,cunta ilusin perdidavendran amargar de esa criaturala riente alborada de la vida!

    Diego. Harto os lo dije, que era un sacrilegioir al altar coronar de floresla sien de un ngel que de amor viviendo,necesita aspirar aura de amores.

    P. Jos. Diego, no destruyis con vuestra penala mas bcrmosa accin de vuestra vida:cuando su padre, el general Villena,herido mor tal mente,fi vuestro cuidadoel porvenir de su adorada Elena,jurasteis ampararla, como honrado.Mi hija te ama, os dijo, eres mi amigo;si tu cario y amistad le falta"uo le queda en la tierra mas abrigo.

    Diego. Por la misma razn que ella es un ngel,en cuya frente la inocencia asoma,no deb darle un corazn marchitocomo una flor que evapor su aroma.

    P. Jos. Y por qu no? El nima esforzadaque, ahogando sus pesares,coloc entre ella y la mujer amadala zanja inmensa de las anchos mares,haba de ser dbil y encogidaal encontrar un ngel como Elena,para caer vencidaante un deber que la moral ordena?

  • 17

    Diego. Pero, sabis que entonces como ahoraen m llevaba una mortal herida,que el alma me devora,y durar lo que mi triste vida.

    P. Jos. Diego, esos sentimientos de ternuraque dan al alma ensanchey que honda huella en nuestra vida imprimen,el cielo no ha querido que los mancheni los sepulte el lodazal del crimen:conozco su influencia,

    y s que pasan cual botn de fuego,que deja im hondo surco en la existencia:mas s tambin que en nuestros corazoneshay fuentes mil que no se secan nunca,y al escuchar el llanto de los hijos,brota un nuevo raudal si otro se trunca.Y os lo dije: si cabe un lenitivoque reanude de! vivir los lazo-i,solo le encontrareis sobre la tierracuando estrechis un hijo en vuestros brazos,

    Diego. Si: vos reanimasteis mi esperanza(Con abatida distraccin.)mostrndome en lejana perspectivauna poca de olvido y bienandanzaque no espero alcanzar.

    P. Jos. No de esa suerteaumentis el sombro coloridoque en vuestro rostro sin cesar se advierte:anime ese semblante decadola f que infunde al alma combatidael sentimiento del deber cumplido.No tenis una esposa que os adora?

    Diego. Padre, no ser por vos, mas de mil veceshubiera dado rienda mi tormentopidindola perdn de mi injusticia,pues tengo de su amor remordiniient-o.

    P. Jos. Qu hubieras conseguido Amargar la ilusin de esa alma bella,matando sus placeres con decirleque vuestro corazn no es para ella?Y es este el pago que su amor merece?

    DiGO, Tenis razn, despus lo sentirla:

  • ~ 18

    sabis que yo la quiero, y si en el almano queda mas amor, no es culpa niia.

    P. Jos. Bien, Diego, bien; vuestra alma es generosa:todo infeliz en vos bail consuelo,

    y no permita el cieloque seis solo injusto con la esposa.

    ESCENA Yll.

    IJICHOS, ELENA, que etilra con una porcin de flores.

    Elkna.

    P. Jos.

    ELLrSA.

    P. .fOS.

    Elena.

    Diego.Elena.

    Diego.Elena.P. Jos,

    Elena.

    P. JosElena.

    No me caben en la mano,vacio dej el jardin.(ai p. Jos.) Gracias que os vemos al fin;por qu os fuisteis Lan temprano?Hija, tuve que cumpliruna obligacin sagrada.Entonces no be dicbo nada.Qu, me querais reir?No por cierto: bueno fueraque eu tan placentero dia su ayo y su guiasu discipula riera.(Dando las flores Diego )Tmalas.

    Gracias, querida.Son el don de mis amores,menos bellas que las floresde tu amor soljre mi vida.Angelical criatura!(Al P. Jos.) Vamos, decidme algo vos.Que la bendicin de Dioshaga eterna tu ventura.Siempre lucir serenami existencia entre los dos,porque siempre fuisteis vosel ngel bueno de hiena.Fuisteis de mi infancia el guia,formasteis mi corazny os debo mi eclucacion.

    . Y me envanezco, bija mia.Pobre discipula be sido.

  • 19

    P. Jos. Sabes lo que has de saber:la ciencia de la mujeres amar su marida.Y Carlos?

    FILENA. H poco vino;cuando entrabais, l salia.

    P. Jos Cundo parte?Elena. Al medio da.Diego. Ser un bizarro marino,

    que honrar al padre Jos.P. Jos. Es muy honrado y cumplido:

    tan leal y agradecidocomo su padre lo fu.

    DiEf.o. Si vieseis cul se amedrentaante el ajeno pesar...

    P. Jos. No importa: su alma en la marse crece con la tormenta.

    Veris cul sabr cumplirel lleno de su deber:yo le he enseado creery el mar le ensea sufrir.

    ESCENA VIL

    DICHOS y CARLOS.

    Carlos. (Oesde U puerta.)Seores, si dais permiso...

    Diego. De vos se est hablando; entrad.Carlos. Dispuesto hacerme la vela,

    me ocurre un estorbo.

    Diego. Cul?Carlos. Que en el lejano horizonte

    me parece divisar

    un buque de grueso porte,que no mentir la seal una goleta espaoladando viva caza v.

    Diego. De veras?Carlos. Dadme el anteojo.

    (Lo toma y se acercan todos la ventana.)(Mirando.) No me egao, no,

  • 20

    (Dndolo Diego.) ITliradjla veis?

    Diego. Efectivamente.Flotando en su tope estel escudo de Castilla;

    y parece navegarcon rumbo hacia Veracruz:es de guerra.

    Carlos. Ahora observadal que tiene barlovento.

    Diego. Es un buque colosalcon bandera colombiana.

    Carlos. Que no lo trague la mar!No os lo dije? Un insurgente.

    Diego. Bien pronto la alcanzar,porque le ha ganado el rumboy es buque de mas andar.

    Carlos. Vira y larga todo el trapo,que asi te salvas quizs.

    Diego. Pues no vira.Carlos. Es que sin duda

    quiere el combate aceptarcon su cascara de nuez.

    P. Jost. Dravo ser el capitn.Diego. Pone la ensea media asta.Carlos. Pidiendo socorro est,

    y no creo que la puedande Veracruz divisar.

    DiBGO. Hola... (Soltando el anteojo.Criado. (Saliendo.) Seor...Diego. Al momento

    que ensillen el alazn.Hierve la sangre en mis venassin poderlo remediar,al mirar asi humilladonuestro orgullo nacional.

    Carlos, os atreverais

    esa goleta librar?

    Garlos. Que si yo me atreviera...(Acercndose la ventana y pon indosc las manos los lados de los labios, grita.)

    Ah del bergantn, zarpad;

  • 21

    raarineria, las bergas,pronto el aparejo izar.(Se oye ud pito qae marca \a maniobra.)Listo!

    BiEGO. Carlos, en vos fio.Carlos. Veris la que se armar;

    pero y si pierdo mi buque?Diego. Con tal que vos no os perdis,

    baced de su casco astillas,que buque no os faltar.

    Elena. Carlos, tened mucbo juicio;por Dios que no os expongis.

    Carlos. Seora, nadie d fondosino cuando lo ha de dar:si est escrita all mi bora,lo que baya de ser, ser.

    DiBGO. Carlos, yo parto al galope:si algn buque de guerra hayde Veracruz en el puerto,que ir ayudaros, contad.

    ESCENA LTIMA.Salen juntos un CRIADO, que se dirige D Diego, y un MARINO,

    que se dirige al Capitn.

    Criado. El caballo est ensillado.Marino. El buque zarpando est.Diego. (Alargando la mano su esposa.)

    Adis, Elena.P. Jos. (Abrazando ai Capitaa.) Adis, CrlOS.Diego, ( su criado.) Veracruz.Carlos, ( su marino.) la mar.

    (Saliendo ambos.)P. Jos. (Levantando los ojos al cinlo )

    Proteja el cielo al marinoElena. Dios me lo devuelva en paz.

    (Se asoma la ventana para verlos salir, y saludn-dolos con el pauelo cae el teln.)

    FIN DEL ACTO PRIMERO.

  • ACTO SEGUNDO.

    ESCENA PRIMERA.

    KI.ENA su doncella, CARLOS que entra despus de la piimeraredondilla.

    Elena. Bien, su cuarto tornady estad con mucho cuidado;no os separis de su lado:cuando despierte avisad.

    Carlos. (Entrando.) Qu novedad os desvelaque estis tan madrugadora?

    Elena. Por cuidar esa seorarae pas la noche en vela:era tan triste su estadoal desembarcar ayer...

    Carlos. Es verdad.Elena. Pobre mujer,

    cunto debe haber pasado!Carlos. Por cierto no cre yo

    salir tambin del percance,porque fu apurado lance.

    Elena. Contadme lo que pas. .Carlos. Al zapar ayer maana,

    las dos horas de viento,tenia ya sotaventola fragata colombiana:la goletilla espaola,

    de balas acribillada,se batia encarnizada

  • casi tiro de pistola.Un marino distinguiaque a! tope se encaramaba,y la bandera amarrabay la zgula rompia.Bien, dije, bien por Espaa;sin rendirse se v hundir.

    Elena. Y eso, qu quiere decir?Carlos. Que no lo entendis me extraa;

    equivale contestar;me bato hasta que me pierda,porque cortando la cuerdaya no hay medio de arriar. tan honroso acicatedej yo flotar pareja,del pico de mi cangrejala bandera de combate,y como salva de honor nuestro espaol escudo,

    dieron juntas un saludolas seis piezas de estribor.Para la fragata fumi salva poco oportuna,pues de las seis balas, una flor de agua la clav.No le hizo gracia la broma,porque me prob tambinque conoca muy bienel juego de daca y toma.Pues devolviendo cortssus saludos Castilla,me mand una peladillaque me derrib el bauprs.Bramando yo de corajeal ver lisiado mi Diego,le puse la proa ciegoordenando el abordaje:del sol la serena luz

    en lontananza alumbrababuque espaol, que asomabadel puerto de Veracruz.La goletilla entre tanto.

  • 24

    hecha trizas ia obra muerta,con sus hroes cubiertase iba liundiendo y disparando.Ala, dije la fragata,que ya nos viene refuerzo;hacha en mano y un esfuerzoy hundimos ese pirata.

    '

    Debilo de adivinar,pues dijo: si':' pues me escapo:

    y largando todo el trapopuso la proa la mar:seguir la caza quera,porque alcanzarla contaba,pero mi intento estorbabala fragata que se hundia: socorrerla acud,sus marinos trasbord,y esa seora encontrtambin, desmayada all.De un general de valorser la esposa me han contado,que iba Veracruz, nombradode nuevo gobernador;

    y parece que en la accinbatallando decidido,perdi la vida, partidode una bala de canon.El nombre quise saberdel buque batallador:fu la goleta Candor,salida de Santander.

    Elena. Carlos, cunto os agradezcotan bizarro proceder.

    Carlos. Por cumplir con su deber,seora, no la merezco.

    Elena. Cuando Diego sepa el hechosu gratitud ser inmensa.

    Carlos. Yo tengo ya recompensaen el placer de mi pecho.Y esa dama, cmo est?

    Elena. Me alarm anoche su estado,mas su delirio ha cesado

  • ~ 25

    y duerme tranquila ya.

    ESCENA 11.

    DICHOS y la DONCELLA.

    Do.^c. Seorita...

    Elena. Quin me llama?DoNc. Esa dama despert,

    y por mas que ruegue yose obstina en dejar la cama,

    Ele:^a. Qu locura! La deten;si tenerse no podr.

    Carlos. Asi se distraer;seal que se siente bien:

    dejad hacer esa dama,porque, i; lena, en casos tales,

    las afecciones moralesno se curan en la cama.

    Elena. Creis que sea mejor?Carlos. Yo al menos la dejara.Elena. Voy hacerla compaia. (vnse.)Carlos. (Mirndola.) Carioso ngel de am.or,

    cunta ternura y encantohay en tu casta sonrisa!cuan inocente es tu risa,cuan puro ha de ser tu llanto!Feliz el mortal que alcanzavivir en tu corazn,que es bella hasta la ilusinde amarte sin esperanza!

    ESCENA III,

    LOLA, que sale apoyada en el hombro de ELENA,

    Elena.

    Lola,Elena,

    Bendiga el cielo la anhelada horaque en la suerte contraria,me permite mi estrella bienhechoratenderos una mano hospitalaria.Gracias sin fin: cmo os llamis?

    Elena.

  • 26

    Lola. Tras el atroz naufragio,vuestra mirada de ternura llena,de la piedad de Dios es el presagio.

    Elena. Al menos hallareis un seno amigo,que en vuestros sinsaboresy en vuestra adversa suerte os preste abrigo.

    Lola. Estoy tan avezada sus rigores!...Elena. Sus mercedes en m, con tanto extremo

    el cielo ha prodigado,que siempre pido Dios, cual bien supremo,el poder consolar im desgraciado:ni un celaje ha turbado de mi vidael bello azul sereno;

    juzgad si debo pues agradecidapartir el cliz del dolor ajeno.

    Lola. Por mi desgracia, Elena, vuestra manoque tantos males calma,su influjo bienhechor probara en vanopara curar la soledad del alma.

    Elena. Y por qu, amiga mia? si el quebrantohoy contra vos se afana,veris cmo es mas dulce vuestro llantovertindolo en el seno de una hermana.

    Lola. Alma de ngel tenis.Eleva. Creis, seora,

    que no me prodigaraisel bien escaso que os ofrezco ahora,si en mi lugar y caso os encontrarais!

    Lola. Procurara imitar con eficaciasentimientos tan bellos,mas s que hay sufrimientos, por desgracia,que la mano mortal no llega ellos:cuando os hayan rasgado, amiga mia,del mundo los abrojos,comprendereis, Elena, que hay un diaen que falta hasta el llanto vuestros ojos.

    Elena. Ya lo comprendo, porque un hombre adorocon ciega idolatra,(Con candoroso senlimienlo.)

    y si Dios me robara este tesoro,yo creo que el dolor me matara.

    Lola. Os engais: apurarais muda

  • 27

    una existencia amargay sentirais que esa pena agudamata despacio, y la agonia es larga.Tambin m me sonri la vidacon verjel de flores,brindndome su copa sin medidael ngel tutelar de mis amores,y con el corazn embriagadomiraba en lontananzael sendero mortal todo sembradode dulce y melanclica esperanza.

    Elena. No erais feliz entonces?Lola. Mucho, Elena;

    pero yo no sabia

    que esa corriente lmpida y serenapudiese el mundo envenenarla un da;en una hora de olvido infortunada,mi mala estrella quisoque el corazn de la mujer formadaborrase de la nia el paraso.

    Elena. Pero la que bien ama, nunca olvida.I.OLA. Harto mi mal lo llora:

    hubo una fatal poca en mi vida,en que el buen ngel me dej, seora;ahog un momento mi recuerdo santola vida bulliciosa;

    y al advertir que me ahogaba el llanto...Elena. Volverais en vos?Lola. Ay! ya era esposa.

    Entonces comprendi el alma afligidatras tanta pena juntaque hay dardos que se '^altan de la heridadejando dentro su acerada punta.Con la mente febril oa atentade un hombre la pisada,que iba venir demandarme cuentade una existencia entera marchitada.Del corazn se alz una voz extraa,que gritaba potente,es l, es l, y el corazn no engaacuando las horas de su mal presiente:lleg por fin en pos de su ventura,

  • y en su dolor sombro,lanz solo un acento de amarguraque rasg como un garfio el pecho mi.Ay! yo le oia hablar cual si me vieradel cielo despedida,vibrando aquella voz tan placenteratodas las ilusiones de mi vida. su acento de amor se renovabala antigua pasin viva,y detener en vano me esforzabael corazn que mi pesar se iba.Iba partir, era el postrer momentoque en el mundo le hallaba,y el labio, entre el sollozo y el lamento,le dijo que sufria y que le amaba.

    i-LE.XA. Qu hicisteis?Lola. Confesar lo que sentia

    costa del reposo,pues cuanto el labio en su pasin decalo estaba oyendo el marques, m esposo.Ciego, celoso y de furor sedientosali y le ret muerte,queriendo ahogar un triste sentimientoen la brbara lucha del mas fuerte:l batallaba porque ver creasu nombre mancillado,y el otro con su sangre defenda la mujer que le hizo desgraciado:Dios protegi su brazo y mi inocencia,y l respet la vidadel hombre que atentaba su existencia,dueo y seor de la mujer querida.Montero, asi mi esposo se llamaba,al ver tanta hidalgua,comprendi en aquella alma que luchabauna grandeza que l no conoca;y respetando entonces los pesaresde un alma lacerada,mudo le vio surcar los anchos mares,para morir muy lejos de su amada.

    Ei.E.NA. Entonces hallarais el reposo

    tras tanto sufrimiento!

  • 29 --=

    Verdad? porque yo creo que al esposole debemos tambin el pensamiento;yo, lo menos, que nunca he conocidomas cario que el suyo,con mi f, con mi idea y mi latido,la dicha que me d le restituyo:y en languidez de amor, tranquilamenteresbala el tiempo alado,pensando en l cuando lo lloro ausentC;embebecida en l si est mi lado;y por tanta merced inmerecidaante mi Dios me postro,yendo despus reanimar la vidaen la expresin de su moreno rostro.

    Loi.A. Guardad la santa f de esa ternura,Elena; al cielo pleguque una nube sombra de amarguranunca enturbiar vuestro horizonte llegue;pero si un dia esa mortal batallavuestra vida atropella,veris que el corazn tiene una vallacontra la cual la voluntad se estrella.Elena, si en un dia desgraciado,no culpable, ligera

    hubierais vuestra dicha arruinado,alzando entre los dos una barrera,

    y al descender despus la conciencia, examinar el hecho,vieseis que habis jugado la existenciadesterrando la paz de vuestro pecho,Jpfu hicierais vos?

    Ele>a. Hubiera sucumbidovelando mi tormento,buscando en vano bienhechor olvido.

    Lola. Y volara tras l el pensamiento.Y cuando luego sostener desciendeel alma, suspirando,la ruda lucha en que su honor defiende,pero en que lo defiende agonizando;cuando entre los objetos que nos cercanen vez del placer de antes,hay dos labios enfermos que se acercan.

  • 30

    cuyas almas se encuentran muy distantes;cuando anhelando desahogar la queja,del alma dolorida,ansiis llorar, pero el deber no os deja,comprendis la tristeza de esta vida?

    Elena. Me hacis estremecer.Lola. Asi he pasado

    mi juventud, Elena;y costa del dolor. Dios me ha dejadola frente, al menos, levantar serena.

    Elena. Y no os am el marqus?LoLv. Vivi sombro.

    y en su dolor profundo,mostraba la existencia de un vacioque no podia compensarle el mundo:vido de emociones, procurabaechar de su memoriael oculto pesar que le aquejaba,y fij sus miradas en la gloria;era un soldado de alma generosa,y mi ,se acerc un di a,dicindome: doy gracias mi esposade haber guardado intacta la honra mia:del opulento reino Mejicanoen las lejanas olasaun, de mil valientes en la mano,tremolan las enseas e.spaoias:no espero ya gozar dias serenos,

    porque el vivir me hastia;pero mi triste vida quiero al menosdarla en provecho de la patria mia:quizs del campo en el bullicio inquietose alejar esta sombra:Su Majestad, en un real decreto,gobernador de Veracruz me nombra:yo parto aquel pais: tan solo os pido

    con favor postrero,

    que como el sufrimiento hemos partido,dividamos la hacienda de Montero.Intent disuadirle de su idea,pero todo fu en vano;

    le empujaba sin duda la pelea

  • lie un fatalismo el misterioso arcano:pues bien, le dije yo, ya que no puedatorcer vuestro camino,sacro un deber para llenar me queda,que es dividir, marqus, vuestro destino:nuestra triste existencia anud un lazode infortunio y de pena:hasta que llegue de la muerte el plazo,quiero vivir con vos. Enhorabuena."Hay un buque de guerra en la bahiapronto surcar las olas:maana, Lola, al despuntar el dia"dejaremos las playas espaolas Llegbamos con bien estas regiones,hasta que el insurgenteel paso nos cerr con sus caones,obligando al combate nuestra gente.Ya sabis lo dems: all ha caldo,luchando cara cara,y all hubiramos todos perecido,si vuestro capitn no nos salvara.

    Klena. Quizs discurra mas tranquilo ahorael tiempo que os espera,y luzca al fin una serena auroratras vuestra nebulosa primavera.

    Lola. Creis que pueda ser?Elena. En nuestra vida,

    del tiempo la mudanzatras de las penas, al placer convida.

    Lola. Si, Elena, si, habladme de esperanza:si alienta ese mortal quien he amadocon ciega idolatra,ayudadme creer que no ha olvidadoseis aos de infortunio y agona:al divisar la costa apetecida,pareca que el vientorefrescaba m freuie envejecidacon brisas empapadas en su aliento

    Elena. Sabis dnde se encuentra?Lola. ' Nada, Elena;

    pero hallarle confio,

    (Coa f y expansin.)

  • Elena.Lola .

    Elena.Lola.

    Elena.

    Lola.Elena,

    Lola.

    Elena.Lol a .

    Elena.

    y si la muerte respet su pena,no lo dudis... su corazn es mi.S^ mas no os agitis.

    No temis nada;dejad buscar salida una triste pasin desventurada,que ha vivido seis aos comprimida.(Se oyen caonazos.)Ali!... (Con sobresalto.)

    Qu tenis!Decid, por. qu lia sonado

    este fuego horroroso?(Acercndose la ventana.)F]s nuestro buque que en la rada ancladohace salva la vuelta de mi espo.so.No vais recibirle, amiga mia?Si fueseis vos tan buenaque me lo permitieseis, bien iria.(Abrazndola.)Id gozar de vuestra dicha, Elena.Pero sola qu haris?

    Estoy temblandoy he menester reposo: mi cuarto me ir.

    Vuelvo volandoen cuanto abrace mi querido esposo.(Aoompaa Lola hasta la puerta de su cuart).)

    ESCENA IV.

    ELENA, tomando la capota.

    Cul late el coraznalborozado en el pecho,por tanta felicidad

    como me depara el cielo!Me parece oir rumor;sin duda est cerca Diego.(Acercndose la ventana.)

    Dios mi, ya est en el patio.Has venido bien?... Me alegro.Carlos le cuenta el combate.

  • 33

    Di que te lo cuente presto;que quiero darte un abrazo,..Bajo?... Pues sube al momento...TantOj que parece que bayini siglo que no te veo.

    ESCENA V.

    EI,E>"A y DIEGO, que entra con el brazo sobre el hombro fieGARLOS.

    Diego. Muy bien, Carlos, muy bien, vuestra bravuraestrecha mas los lazos

    de amistosa ternura,con que al hijo de Juan he distinguido:qu queris hoy de m?

    Carlos. Yo? vuestros brazos,si creis que los haya merecido,

    Diego. Tomadlos, pues pagisme con usurael bien escaso que os brind mi mano.(Volvindose Flena.)

    Cmo ests t, querida?Elena. Feliz cual pueda serlo una criatura.Diego. Dios te hizo, Elena, un ngel de ternura

    para endulzar los males de la vida.Elena. Tenemos una huspeda. Si vieras

    cuan bella y desgraciada!

    Diego. No puede serlo junto t.Elena. De veras?Diego. No soy quien lo digo, amiga mi-a,

    que es la comarca entera,que su consuelo en tus bondades fia.

    Elena. Yo lo aprend de t.Diego, (con mucho cario.) Anda, y procura

    que el rico manantial de tus cuidadoshaga menos cruel su desventura.

  • o4

    ESCENA Vi.

    IIIEI'O y CARLOS, que se ha quedado lng-uidamente exllico

    escuchando Elena.

    DiECO. (Echndole el brazo en el hombro.)Carlos, en qu pensis';'

    Carlos, (volviendo en s.) En nada,Diego. En nada?

    Vamos, abridme el corazn entero,que en taa bella jornadanubes en torno de pesar no quiero.Tenis algn oculto sufrimiento?

    Carlos. Es una idea vagaque absorbiendo constante el pensamiento,no s si me atormenta si me balaga.Se me antoja que estis enamorado...Muclio lo sentiriajporque ya veis, seor, cunto perdieraun sentimiento tierno y delicadobajo la tinta de la cara ma.Tenis razn, pues todos comunmentecuando abrimos el alma l los amores,con nuestro corazn solo contamos,sin fijar nuestra iTinte

    en que el delirio aquel que nos aquejade un hermoso semblante le heredamos.

    Carlos. Por qu Dios no nos dejaque cuando, al menos, por amor penamosdemos siquiera curso nuestra queja?

    Diego. Ay, pobre Carlos, qu espinosa sendaempezis c seguir! No es poca dichasi podis encontrar quien os comprenda;cruzis la edad de goceen que se entrega el corazn sin dolo:cuando el primer harpon oslo destroce,consuleos el pensar que no estis solo.Veis esa humanidad que se rebulle?Pues figuraos ver un cementerioen que, como la huesa al muerto engullo,

    cada cual va escondiendo su misterio:

    Diego.(JARLOS

    Diego-.

  • o

    y de su pena y de su afn cargado,va siguiendo adelante,llevando su misterio sepultadoen sa nicho ambulante.Un misterio de lgrimas que aterra,que solo Dios distinguirlo alcanza,

    y en urna santa de recuerdos cierrala marchitada flor de la esperanza.Si pudiese leerse en lo mas hondo,donde la hil su liquido acibara,en cada corazn vierais un fondomas negro que el color de nuestra cara.Entonces es mentidala esperanza feliz que nos diseacomo un verjel de llores nuestra vida.Si asi lo es, gozad de ese paisajecontemplando las hojas purpurinas;mas no metis la mano en el ramaje,porque os van hacer sangre las espinas.Qu saca, pues del mundo aquel que no am;i?Muchas veces me he hecho esa pregunta.

    Carlos. Se me antoja, don Diego, que esta lamaes cuanto tiene de placer la vida;pues cuanta gloria nuestro esfuerzo juiUn.es para darla la mujer querida.Desear y esperar, esa es la herenciaque nuestras madres al nacer nos legan,y nutrir de ilusiones la existencia,que nunca acaso realizarse llegan.Aquel que un puro amor siente y cnncibfdentro su corazn, tiene un aromaque solo el que lo tiene lo percibe,que el ser dilata, que el dolor amengua;y al quererle dar forma la palabra,no sabe traducirlo nuestra lengua:no lo fijis en nadie, os lo aconsejo,porque castiga Dios con mano duraal que gasta el aroma de su vidaen el profano amor de una criatura.

    ; Y vos me aconsejis de esa manera?vos, que cruzis el mundo venturosoen florida y perpetua primavera?

    Carlos.

    KlEGO.

    CarlosDiego.

    Diego.

    (jarlos.

  • 36

    hiKGo. Por la misma razn que soy dichoso,os puedo hablar mejor de la materiay desmentir aquel refrn que dice,cmo habla cada uno de la feria:escuchad: si el objeto quien dais cultoen lugar del amor, el oro fuera,pondrais vuestros fondos en las manosde un comerciante que quebrar pudiera?Verdad que no lo harais? Pues entonces,por qu vais imprudente arriesgar la ilusin de vuestra vida,dejndola pendientedel corazn de la mujer querida?Vos me daris sin dudauna sola respuesta que os abona,que cuando uno ama, la razn es muda,y con el corazn no se razona:tambin eso es verdad; mas si aun es tiempo,guardad intacta esa ilusin hermosaque surge embellecer vuestra existencia:guardad esa esperanza venturosaque en vos se ha despertado,adorando en la idea, en la creencia,pero no en la mujer que os lo ha inspirad o;porque ese vago anhelo, esa esperanza,que sin duda crear el cielo quisopara alentar nuestra mortal miseria,es una bella flor del paraso,que muere al acercarse la materia:pensis que es poca dicha la que os prestaese bello ideal en la memoria,y tener siempre el alma predispuesta los bellos arranques de la gloria?

    Dad vuestra ilusin el parecido,. el tierno sentimiento

    y k lnguida faz de vuestra amada:mas no le deis su vida ni su aliento,si queris conservarla inmaculada:porque al vivir en vos, vive robustasin sor mas que una hebra:si una mujer la guarda entre sus manosun dia otro sin pensar la quiebra.

  • 57

    Carlos.

    IEf.O.

    Carlos.

    Diego.

    Pero asi no se alcanza

    un dia de placer en nuestra vida.(Con intencin

    .)

    Mas vale que muris con esperanzaque el que vivis y la lloris perdida;idos, si no, decid una criatura,yo cuajo el ser y el pensamiento miy absorto de mi vida la ternura,y todo junto tu pasin lo fio:desde este instante liabreis enajenadola dicha y el placer de vuestra vida,porque amanece un dia desgraciadoen que ama el hombre y la mujer olvida.Pero entonces, don Diego, mi vez la ingrata olvidarla,Creis que el hombre que ha quedado ciegollegue olvidar jams la luz del dia?No olvida, Carlos; la recuerda triste,y en funesta oscuridad sumido,mirando atrs, el alma se resiste renunciar un bien que se ha perdido,y medida que avance nuestra planta(En esle momento aparece en la puerta el P. Jecabe el fm de la fnebre existenciasentiris que implacable se levantala cruel necesidad de su presencia:constante en la memoria,os seguir este amor hasta la muertecomo un sueo de perdida gloria,como sigue la sombra al cuerpo inerte,y en el alma dormido,al mas ligero son que le despierte,se levanta encarnado en el latido;

    y arrastrando la vida tropezones

    y consumido por la ardiente llamaen la melancola,preguntareis al cielo cada dia:dpnde est el desenlace de este drama?

    )

  • _ 38

    ESCENA Vil.

    DICHOS y el P. JOS,

    '. Jos. (Xomnilole ]a mano.)En Otra parle, en donde la ventura,cifrada en otro objeto, no dependede la fragilidad de una criatura.

    Diego. Bendito, padre, vuestro suave acento,

    que sostiene la planta vacilantede un cansado mortal, falto de aliento.(Se abisma en un silln, apoyando la cabeza en la

    mano.)Carlos. (Ap.) Qu es lo que escucho? qu mudanza

    En esta santa y plcida morada [es esa.'tambin el infortunio deja impresala salvaje seal de su pisada?A.y! pobre ilusin mia:vive en mi corazn inmaculada,y embriagado en tu mstica dulzurayo te guardar puraen el seno del alma sepultada.

    P. Jos. Carlos.Carlos. Qu me queris?P. Jos. Elena os llama

    para que deis el brazopor los jardines esa hermosa dama.

    ESCENA VIII.

    DIEGO y el P. JOS.

    P. Jos. (Acercndose cariosanente Diego.)Dominad ese trastornoque agita vuestras pasiones,

    y escuchad las bendicionesque se alzan de vos en torno.

    No veis que vuestro dolorpuede llenar de amargurael alma de esa criaturaque vive de vuestro amor?

  • 59

    Diego. Tenis razn, padre mo:cuando en recuerdos me pierdo,encuentro algo en el recuerdoque domina mi albedrio.

    P. Jos. Olvidad lo que pas:no veis que es ya una quimera?

    Diego. Olvidad! quemas quisieraque poder olvidar yo?

    P. Jos. No veis vos que de esa suerteenconis mas vuestra herida?

    Diego. Esa mujer fu mi viday ser tambin mi muerte.

    P. Jos. Diego, me enfado de verassi dais en esos extremos.

    Diego. Tenis, razn padre: hablemosde cosas mas lisonjeras.Decidme: habis ido ver ios nufragos?

    P. Jos. He ido,y todos he socorrido,cual me mandasteis hacer:todos vierten sobre vosun colmo de bendiciones:creed, Diego, que esos donesson los mas gratos Dios;hay una noble seoraque en el combate horrorosovio sucumbir su esposo:con ella est Elena ahora.

    Diego. Me lo ha contado al llegar.Es espaola?

    P. Jos. Si tal,

    y esposa de un generalque venia aqu mandar:se queda en el mundo sola.

    Diego. Uno mas en la familia.P. Jos. Qu pronto el bien se concilla!Diego. Y cmo se llama?P. Jos. Lola.Dl^GO. (Exlremeciilo.) Qu decis?P. Jos. Qu agitacin!

    Se llama Lola os repito.

  • 40

    Diego. Ahora que te necesito,no me ahogues, corazn.

    P. Jos. Ser posible quizque fuese...

    Diego. Ah... si el destinola trajese mi camino...Pronto, padre, dnde est?

    ESCENA XI.

    Entran por la puerta del jardn LOLA, lnguidamente apoyadaen el brazo de CARLOS, y su lado ELENA,

    P. Jos. La tenis vuestra vista.Diego. (Lanzndose ella con toda la efusin de su alii-.n.)

    Lola, Lola!

    Lola. (ai verle y al oir su voz lanza un grito agudo y caesin sentido en los brazos de Carlos.)

    i^y!Elena. (Azorada, yendo arrojarse en les brazos del P. Jos.)

    Virgen pura!era uu sueo mi ventura.

    Carlos. (Estupefacto.) Qu se esto?P. Jos. (Recibiendo a Elena en sus brazos y levantando los

    ojos al. cielo.)Dios nos asista!

    FIN DEL ACTO SFGUNDO.

  • ACTO TERCERO,

    Al levantarse el teln aparece Elena sentada en el sillnde la derecha melanclica y pensativa; Carlos entra-r respetuosamente hasta encontrarse cerca de ella.

    ESCENA PIDIERA.

    CARLOS y ELEISA.

    Carlos. Estis plida, abatida;decid, qu tenis, Elena?

    Ele:

  • 42

    se quedara en el infiernosin ver nunca el paraso:

    y lo diria cualquieraque en el sufrimiento agudodevorara el dolor mudocomo un mrtir en la hoguera.

    Elena. Carlos, esa voz no cabe (Con viveza.)sino en un hombre que ha amado.

    (jAflLOS. (Procurando reponerse.)No, Elena; ese es un tingladoque el hombre de mar no sabe.

    Ei-ENA. Sufro mucho; dadme ayuda.Carlos. (Enternecido,) Elena, estis en error.

    Don Diego es mi bienhechory os ama, no tengis duda.

    Elena. No, Carlos; la dicha miaha muerto con su pasin.

    Carlos. Seora, en su coraznno cabe una villana:mas si del dolor al pesoresistir no os fuese dado,en m tendris... un criado;no sirvo mas que para eso.

    Elena. (/\p.) Pobre Carlos, cuan sincerasu manera es de sentir.

    Carlos. Elena, voy partir,porque ya la mar me espera:maana larga distancianos separar los dos:querris acordaros vosdel amigo de la infancia?Cuanto en mi corazn cabeen tres objetos se encierra;mis afectos en la tierrasois vos, don Diego y mi nave:mi suerte ser siniestrasi s que sois desgraciada;mas si sois afortunadami dicha ser la vuestra.

    Elena. Ah, Carlos, mis sufrimientoshallan en vos un sosten.

    El cielo os devuelva el bien

  • 45

    que me hacen vuestros acentos, :Carlos. Adis, seorita.Elena. Adis,

    criatura generosa.

    Carlos. Dios proteger la esposa.Elena. Solo puede hacerlo Dios.

    (Carlos se v por la puerta del fondo y Elena por la

    primera de la derecha.)

    ESCENA II.

    I). DIEGO sube pensativo del jardn y se para frente de la puer-ta de Lola, que es la secunda de la derecha.

    Ella es libre! cuando Elenaest de los dos en medio:libre! cuando no hay remediode romper esta cadena.Libre y no me queda ahorani donde exhalar mi queja...yo creo que Dios me dejade su mano bienhechora.No puedo vivir asi;es demasiado penartenerse que dominarcuando un infierno hay aqui.Termine este afn tan fiero:suceda lo que suceda,huyamos adonde puedadecir siquiera, me muero.(Se sienta escribii.)(Escribiendo.) No pucdo hacerte feliz,Elena mia...(Se para, tira la pluma, y rasga el papel.)

    Eso fueratener corazn de fiera:harto sufre la infeliz.Y en dnde encontrar abrigoen tan agudo tormento,que amor y remordimientono vayan juntos conmigo?imposible; no hay valor

  • 44

    para huir indiferentede un ngel, que solamentese sostiene de mi amor.Klla viene; me precisadominar mi agitacin:mientras muere el coraznbusquemos una sonrisa.

    ESCENA m.

    DIEGO y ELENA, que sale de su habitacin llorosa.

    Diego.Elena,

    Diego.

    Elena.

    Diego.Elena.

    Diego.Elena.

    Diego.

    Elena.

    Por qu lloras t, mi bella?Porque en tu faz se retratauna pena que te mata,

    y yo soy la causa de ella.(Pobre criatura!) Qu pename puedes t acarrearsi para sufrir y amareres un ngel, Elena?Diego, la mujer que sienteuna pasin concentrada,cuando fija la miradav el corazn trasparente.Qu ves?

    Una cicatrizque vuelve abrirse.

    (Qu escucho!)Y veo que sufres muchoy que yo te hago infeliz.(Turbado y disimulando.)No tal: qu quieres que yo hagapara disipar tu error?

    Qu me devuelvas tu amor,nico bien que me halaga;(C.n candor y pasin.)

    tengo tu f en los altares:

    si comprendes lo que te amo,por compasin te reclamola mitad de tus pesares:cuando tengas de alegrasdulces horas placenteras^

  • ^ 45

    prtelas coi quien t quieras,mas tus lgrimas son mias.

    ikKco. (Dios mi!) Quiz obr malcuando te hice mi esposaen no decirte una cosaque es mi tormento mortal.En mi juventud, queridaen Espaa viv yo,y esta mujer absorbitoda la flor de mi vida:la am con tal frenesque la adoraba de hinojos;no viertan llanto tus ojos,no te conoca t;este mundo ruin, de lodo,debi ser para los dosun paraso, mas Dioslo dispuso de otro modo.Una ausencia dilatadatres aos me tuvo aqui,

    y cuando Europa volvella ya estaba casada:Entonces comprend lo que eraesta palabra jams,y para no verla maspuse la mar por barrera.Mas como no est el destinosacio aun de mi congoja,hoy el infierno la arrojaen mitad de mi camino.

    Elk^a. ^'o es ella por quien me asaltaeste llanto en que me anego:lo que m me mata es, Diego,tu corazn, que me falta.

    I.)tK

  • Elena.

    Diego.

    Elena.

    46

    es como una enfermedadque nuestro cuerpo atropella,que para librarnos de ellanos Basta la voluntad:para recobrar la calmapedir tu amor ayuda,y l disipar sin dudaesta enfermedad del alma.Respeta, pues, mis pesarescon la f en el corazn,y ella... tenia compasin,tambin ha llorado mares...Yo ceso de padecersi oigo tu voz cariosa.Bien. Hablemos de otra co&a;cmo sigue esa mujer?La dej ya levantada.

    ESCENA VI.

    DICHOS y el DOCTOR.

    Elena. Pero aqui sale el Doctor,que nos lo dir mejor.Cmo est?

    Doctor. Muy mejorada;pero ha menester reposo,pues su estado es delicado,

    y se halla muy excitadotodo el sistema nervioso.

    Elena. Pero ese acceso de fiebreque le d en horas constantes.

    Doctor. A merced de los calmantesprocuraremos que quiebre.Ese delirio, esos sustos

    que extravian su razn,restos todavia son

    de los pasados disgustos;cuando cese el frenesde ese diurno accidente,ser quizs conducenteel alejarla de aqui.

  • 47

    Mas durante ia accesin,cuidad con muclia blanduraque ni una palabra durahiera su imaginacin:por Dios, nada de rigor,mientras exceso no sea;no contrariis su idea.

    Elena. Y si d en llorar?Doctor. Mejor.

    Para curar su dolenciaes necesario.

    DiEfio. Qu escucho?Doctor, (Bajo D. Diego )

    (Don Diego, conviene muchoque evite vuestra presencia.)Si pudierais alejarla,fuera lo mas acertado;no le conviene en su estadonada que puede excitarla.

    Elena. Si, pero yo no podrpermitir que tal cual se halla...

    Doctor. Descuidad, de esa batallacuidar el padre Jos,que l sabe mejor que yocmo se ha de gobernar;con que asi, dejadle obrar.

    Diego. (Ap.) Voy perderla... eso no.Doctor. Con vuestro permiso, pues,

    ver los dems ahora.Elena. Cuidadles mucho.Doctor. Seora,

    asi lo har: vuestros pies. (Vse

    )

    ESCENA IV.

    diego y ELENA. Elena, aaercniloss Diego, que ha rjue.ladoprofuiiiiamente abismado en el silln.

    Elena. Diego, te abruma un pesary has menester un amigo;por qu no lloras conmigo?

    Diego. (Friamente.) Porque... no puedo llorar.

  • 48

    Elena. (Ap.) Dios mo! qu he hecho yopara castigarme asi?

    ESCENA V.

    DICHOS y el P. JOS, qofi sale apresuradamente del suarto il eLola.

    P. Jos. Pronto, pronto idos de aqui.Diego. Qu ocurre?P. Jos, El delirio entr

    con tal fuerza^ que aunque luchopara dominar su estado,temo no me sea dadopoderlo alcanzar.

    Diego. Qu escucho!P. Jos. Abrasada su frente arde

    por la voraz calentura;me horroriza su locura.

    Ele>".v. (Azorada.) Vmonos, Diego,P. Jos. Ya es tarde,

    ESCENA VI.

    DICHOS y LOLA, que en estado completo de enajenaci-on se

    precipita Diego, como si estuviese perseguida por una visin.

    Lola. Amprame por Dios. Ay! te buscaba,no te separes de la vista mia,pues se me figurabaque la sombra del muerto me seguia.(Fijando los ojos en la direccin por donde ha Te-nido.)

    Mrale, hacia aqui su planta mueve;(Con desesperacin.)di que ser tuya solamente puedo:le ves... aproximarse no se atreve...se v... te tiene miedo.(Pasando sus manos por la frente.)(con fatiga.) Qu congojosas son esas visiones!DO s por qu van turbar los lazos

  • 49

    de (los enamorados corazones...Diego, qu inmensa dicha hay en tas l)razM-

    !

    (Mirndole atentamente con cario.)

    Qu tienes? tu semblante est sombro...destierra esa tristeza, que me daas;no sabes, Diego mi,que t eres el amor de mis entraas?(Bajo.) No te separes nunca de tu Lola.Esa turba de espritus que vuelancuando me encuentran sola,me cuentan unas cosas que me hielan.(Con tierna melancola.)Des que dej mi cama abandonadade mi padre la sombra bienhechora,siempre esconden debajo la-almohadualguna pesadilla aterradora.Al ver que loro de congoja llena,estremecen mi cuerpo y mis sentidos,tirando un caonazo que resuena

    como un eco de muerte en mis oidos.(Con vag-uedad.)

    Y se van al jardin, tronchan las floresque habia yo dejado preparadaspara corona virginal de' amores,

    y dejan... rosas blancas "marchitadas...(Con amargura.)La rosa blanca es una flor tan triste,hay en su palidez tanta amargura,que la mano tocarla se resiste;me parece una flor de sepultura,

    y luego fingen una voz dolienteque viene fatigarme la memoria,(Procurando recordar.)escribiendo en mi frentede... yo no s qu nufrago la historia.fComo rocordando de repente.)

    Ya me acuerdo: de un alma enamoradaque antes de hundirse en las amargas olas,volvia cnrifiosa la mirada las risueas playas espaolas.(Parndola atencin.)Oyes, Diego esa voz tan candorosa?

  • 50

    es la esperanza que en acento suave

    promete convertirme en mariposapara seguir el rumbo de una nave.De todas las visiones, solo esano viene henchirme de terror el pecho.(Con cariosa candidez.)Crees t que me cumpla su promesa?verdad que si me engaria est mal hecho'!'porque veces me empuja un torbellino(En creciente desiden )y me hace andar, sin ver que estoy cansada,

    y si pido reposo en el caminome dice que hasta fin de la jornada:y cruzamos un valle pedregoso

    y arncales tostados por el luego,

    y al fin me dice que hallar reposo,(Con fatiga.)

    y camino... y camino... y nunca llego.Cruc una inmensa tierra, en que las floresen lugar de roci tienen llanto:cuntos son del mundo los dolores!nunca cre que se llorara tanto.(Dieg'O seca una lgrima que se le cae.)

    Me vas hacer llorar tambin ahora?qu oculto afn tu corazn esconde?(Repara en Elena y coge la mano de Dieg'C.)Ves Diego, alli hay otra mujer que llora;quin es? la he visto y no recuerdo dnde.(Llamndola.)Venid: ( Deg-o.) llmala t, vacila... vamos,se figura quizs que tengo celos;(Coii melanclica sonrisa.)

    no sabe que nosotros nos amamoscon el amor tranquilo de los cielos.(Mirando Elena.)jQu semblante tan lnguido y tan tierno!parece un ngel que al Seor invoca.(Acercndose Elena.)Venid; (ai acercarse Elena v retrocedien/lo Lol adespavorida, frotndose suente con desesperacin.)

    es... es...

    (Dando un grito ag-udo ) 'Elena, Dios etemo,

  • ol

    (Con desesperacin )no quiero la razn! vol... ved... me loca.

    (Cae sin sentido en brazos del P. Jos, que la sienta

    en el silln contig-uo la mesa de la derecha.)

    P. JOS. (Cogiendo Diego y Elena.)Idos por Dios, idos presto;

    antes que vuelva ella en s;fiad su reposo en m:la religin har el resto.

    ESCENA VII.

    El P. JOS y LOLA.

    P. Jos Dios mi, haz que en m se notede tu apstol la eficacia,

    *

    y no retires tu gracia

    .del laho del sacerdote.

    (Toma la Biblia, que deja abierta en la mesa al ladode Lola: coge un pomo de esencia, y al dar seal de

    volver en sj se retira tres pasos detrs del silln.

    Lola abatida pasa la mano por la frente, sin ver

    nadie su alrededor.)

    Lola. Lazada de amor estrecha,bella esperanza soada,como una arista tronchada,como una nube deshecha,por qu en la tierra desiertame dejas llorar cautiva?quin sostendr el alma viva,si est la esperanza muerta?(ai ir dejar cajr la cabeza sobre la mesa reparaen el libro abierto, y cogiiidoie maquinaimenle,

    Ea sus quebrantos acudael alma justa al Seor;))l infundir valor,su aliento le dar ayuda.E1 saberbio, satisfechocon la soberbia en que vive,)>recuerda el mal que recibeuy olvida el mal que l ha hecho.

  • 52

    (Suelta el libro conmovida y levantando los ojos alcielo.)

    Dios mi, justo es tu azote,el castigo merec.Quin pondria el libro aqui?

    P. Jos. {Av.inzando.) Esto luimlde sacerdote.Lola. Grandes verdades revela.P,. Jos. Por cualquier parte que se abra

    se encuentra en cada palabraalgo grande que consuela.

    Loi.A. Consuelo*! no le hay aquisin esperanza en maana.

    P. Jos. Seora, un alma cristiananunca debe hablar asi:si de Dios n la balanzavuestra alma no est en el fiel,levantad los ojos l,y no os faltar esperanza.Veamos : cuando abrumadaos encontris de sufrir,en qu pensis?

    Lola, En morir.P. Jos. Y que veis en torno?Lola. Nada.P. Jos. Vuestro lenguaje me ensea

    que Diego os conoce mal,os cree un alma colosaly en la lucha sois pequea.

    Lola. (Herida.) Padre, si con un compsse midieran los tormentos,conocierais sufrimientosque no comprendis quizs.

    P. Jo.s. Hija, no tenis razn:no quiera el egosmo aleveque de,mis canas la nievebaje nunca al corazn;setenta aos de existenciaconsolando mis hermanos,en los tormentos humanosme han dado alguna experiencia:y cuando Dios me deparauna herida cual la vuestra

  • 55

    pongo otra herida por muestra,y digo': mira y compara.

    Lola. Si mi herida comprendis,decidme, hay quin lo resista?

    F.Jos. Si: tenis otra la vista,

    y no ohstaate no la veis.

    Un virtuoso corazndentro de esta casa mora,que no ha sentido, seora,mas que una sola pasin^jams Dios ha pedidobienes de fortuna, ni oro;no ha anhelado mas tesoroque el amor de su marido; impelida siempre al bienpor un pecho puro y santo,

    ,

    nunca ha visto correr llantosin que llorara tambin.Sucedi(3 que una maanaacogi una mujer bella,que encontr en los brazos de ellatodo el amor de una hermana:y al fijar la vista en vossin cuidar su bienestar,exclam: la he de amparar,lo manda la ley de Dios.Pues bien, des que aquella damapis esta casa, seora,la infeliz esposa llora,porque su esposo no la ama;y si hoy l solo es adusto indiferente su amor,es que le falta valorpara ser del todo injusto.Otra aialquiera criaturamenos angelical que ella,maldecirla su estrella

    y a quien causa su ternura;pero la infeliz solloza,

    y el propio dolor venciendo,se vuelve su Dios, lamiendola mano que la destroza:

  • U

    porque hay all un corazncreyente que espera y ruega,

    y lo que el mundo le niegalo busca ea la religin.

    Lola. (Anonadada.)Rugoos que de cualquier modopronto de aqui me saquis.

    V. Jos. Y lo que os diga, lo haris?LoL-^. Menos olvidarle, todo.P. Jos. Y por qtf olvidarle no?Lola. Porque lo ofreciera en vano;

    ved que eso no est en mi mano,mi amor puede mas que yo.

    P. Jos. Lola, para remediarel mal, os debis volver Europa.

    Lola. (Desfallecida.) No pucde ser,me morira en el mar.(Con expresioik.)

    Tengo el alma desgarrada,

    mi amargo llanto no veis?(Llora.) por piedad, no me obliguis morir desesperada!

    P. Jos, Desventurada criatura,cul es, pues, vuestra intencin?

    Lola. (con ansiedad) Buscar cualquiera rincndonde encuentre sepultura:llevadme pronto, en seguida, un claustro, padre, un desiertodonde sepis que hallen puertolas borrascas de la vida.

    P. Jos. (Atnito.) Y tendris resolucin?Lola. (Con entereza.)

    Irrevocable, os lo juro.P. Jos. Ved que este paso es muy duro.Lola. Dios me dar el galardn;

    y al meno s all el Seoramparar mi orfandad,y encontrar su piedadcuando me mate el dolor.

    ^

    P. Jos. (Enternecido.)Confiad en l, seora,

  • r 55

    que en su precepto sagradodice: bienaventuradoaquel que en la tierra llora:su sama gracia os inspira,l sostendr vuestra f.

    IjOLA. (Ap. y con desfaUecida resig-nacion.)Y al menos respirarel mismo aire que l respira.

    I*. Jos. Partamos, hija, los dos^la paz de Dios merecis.

    Lola. Y salir me obligareissin darle el ltimo adis?

    P. Jos. Para qu, hija? Si sinceraes vuestra resolucin,vais aumentar su afliccin.

    Lola. Ser por la vez postrera.No temis que por la bocasalga el fuego de esta pira;el amor que ese hombre inspiraengrandece cuanto toca.(Vse el P. Jos por la puerta de la izquierdi perdonde.se ha ido Diego.)

    ESCENA VIII.

    LOLA sola.

    Valor, corazn, valor,que tu rumbo no se tuerza;salga un exceso de fuerzadel exceso del dolor.

    ESCENA IX.

    LOLA y DIEGO, plido, como un hombre gastado por el sufri-miento.

    Lola. (Fijando la vista en Diego y procurando dominar sujiropia emocin con cariosa languidez.)Diego, yo os hice llamarporque... me alejo de vos;el buen ministro de Dios

  • 56

    ,f,aiia mi planta al altar.JJiEGO. (Con nerviosa eneig'ia.)

    Y podris dejarme asi?Lola. No estorbis esa partida;

    ved que lio hay otra salidadigna de vos y de ra.

    Diego. (Con doloroso excepticismo.)Nuestras almas peregrinasque el ami^habia unido,Lola, qu habr recogido?

    Lola. Nada, nada mas que espina-.Desgarradora es la senda,pero en la tribulacindando Dios mi coraznser digna de l la ofrenda.(Con afectuosa expresin.)Y hasta que el atadhunda mi cuerpo el dolor,yo os conservar este amordigno de vuestra virtud.

    DlL'OO. (Con desesperada sonrisa.)Callad: mi virtud es vana,porque vacila mi f,y ya ni yo mismo squ SQr de m maana.Ay, Lola, me vuelvo loco, (Con pasin.)

    y en esta lucha homicidadejo pedazos la vida.

    LoL\. Valor, que ya falta poco. .Apuremos como buenosesta senda dp tortura,ya que no sin amargura,sin remordimientc al menos.(Breve pausa. )Lancemos, Diego, la postrer miradasobre el verjel de la pasada vida,pues podemos aun inmaculadaalzar la frente al cielo en la partida;

    de hil, lgrimas tristes hoy derramael alma dolorida y sin consuelo;

    .

    solo uno queda, y es que nuestra llamafu digna, de los ngeles del cielo.

  • Valor, que al cabo la jornada es breve.(Llorando.)En la bondad de Dio.s, Diego, esperemo.s;y aunque boy en ambos el dolor se cebe,al fiu de la jornada nos veremos.(Dieg'O se seca las lg-iimas y Lola las suyas.)

    Vendr aqui Elena si la llamo ahora'.'J)iKGO. Nunca su corazn se llama en vano:

    (Acercndose la pueita.)Elena, ven.

    ESCENA X.

    DICHOS, ELEKA y el P. JOS.

    Elena.

  • que si mi f vacila en la plegaria,vuestra virtud me servir de ejemplo.

    P. JOSr:. (Cog-indola enternecido.)

    Vamos, hermana, recobrar la calma:bajo la santa bveda del templo,pediremos Dios la paz del alma.(Vse Lola lentamente, apoyada en 61, enjugandosus lgiimas; Di' g-o la sigtie con los ojos, debiendo

    procurarse que antes de llegar la puerta hayalugar para ls tres siguientes versos de Elena.)

    Elena. (Mirando Lola.)En los rudos embates del destinola mano del Seor calme tu penay borde de azuzenas tu camino.(Al llegar Lola la puerta de salida se quita el pa-jiuelo de los ojos para TOirar lnguidamente DiegOi

    y desaparece. Al recibir Diego esa mirada, se leven-

    ta desencajado del silln, y al advertirlo Elena seprecipita l sujetndolo en sus brazos.)Diego, Diego, por Dios.(El primer movimiento de Diego es para desasirse de

    cuanto le sujeta; pero al fijar los ojos en la sufrida

    fisonoma de Elena, vuelve caer aplomado en elsilln con la vista vaga y la voz apagada.)

    Diego. No es nada, Elena.(Elena alza los ojos al cielo y se cclii llorar.)

    FIN DEL ACTO TERCERO.

  • EPILOGO,

    Humilde celda de una monja: alcoba con las cortinascadas, reclinatorio con libros, puerta de salida laizquierda, etc. Al levantarse el teln estar la comu-nidad arrodillada orando con el libro en la mano.

    ESCENA PRIMERA.

    Se levanta la ABADESA y las monjas la rodean.

    Abadesa. Hermanas mas, de virtud modelov al fin conseguir das mejores, Dios tendiendo su sereno vuelo,Sor Maria Delores.El alma ya luchando se despegadel fri engaste del carnal ropaje,el peregrino fatigado llegaal fin de su viaje.Roguemos, pues, que en sus postreras horaspara alcanzar el cielo que la aguarda,la ampare con sus alas protectorasel ngel de la Guarda.La santa antorcha de la f cristianaalumbre su alma en su postrera via;y mientras v doblando la campana

  • 60 ~

    el toque de agonia,vamos al templo alzar la pura ofrendadel alma recogida y solitaria,

    y envuelta en el incienso Dios asciendala voz de la plegaria.

    ESCENA II.

    El P. JOS y el DOCTOR, saliendo de la alcoba.

    P. Jos. Si pudiese hallarse mediode calmar su agitacin!

    Doctor. Lesiones del corazn,padre, no tienen remedio.Su agona ser corta,pues se advierte de contadoque palpita dilatadoel cayado de la aorta;de la sangre el movimientose percibe al simple oido,turbacin en el latido...acongojado el aliento...

    P. Jos. Y bien, qu podria hacerse?Doctor. Poco, nada; es cosa seria

    un aneurisma en la arteriaque est prxima romperse.

    P. Jos. No la abandonis. Doctor.Doctor. Se encuentra lan delicada;

    si no, en un silln sentadarespirara mejor;y esa alcoba es tan caliente

    y un vaho pesado exhala...que la saquen esta sala,donde es mas puro el ambiente.

    P. Jos. Vos que tenis experienciade lo que la ciencia alcanza,no abrigis una esperanzade conservar su existencia?

    Doctor. De mi ciencia las nocioneslas he estudiado completas,y he aprendido hacer recetas,pero no hacer corazones;

  • ~ 61

    y aun asi en edad madurael trisle saber se adquierede qu mal uno se muere,pero no cmo se cura.

    f-". Jos. Vuestra sentencia me aterra.Doctor. Lo siento, padre, por vos,

    mas si no viene de Diosno hallo remedio en la tierra;si otro desmayo la asaltala daris ter oler.

    P. Jos. Nada mas queda que hacer?Doctor, ^'ada mas.

    I'. Jos. Lo har sin falta.Doctor. (Sacando e reloj.)

    Me he de ir, vos la fio.P. Jos. Yolved pronto.Doctor. Si por cierto,

    pero mi virelta os adviertoque hallar el cadver fri. (Vse.)(E1 P. Jos se acerca la puerta; entran cuatro

    monjas que sacan de la alcoba - Lola desmaj-aila enun silln, y al estar en la escena les seala qne se

    retiren.)

    ESCENA 01.

    P. JOS y LOLA.

    P. Jos. Eterno Dios, que de tu inmensa alturatiendes una mirada cariosa la pobre criaturacuyo despojo v cubrir la losa;cuando se rompan los vitales lazoscon bien. Seor, tu presencia arribe,

    y abrindole tus brazosen tu misericordia la recibe.(Toma un frasqnillo de ter y lo iace oler Lola,que hace un pequeo cstremccimifinlo y abre los

    ojos.)

    Se vuelve reanimar;animacin pasajera!es la rfaga postrera

  • - 62

    de una luz que v espirar:creed -y esperad, hermana,que Dios os v recibir.(Se oye el lejano y grave taido de una campana.

    Lola. Padre, qu quiere decirel toque de esa campana?

    P. Jos. (Con gravedad.)Es, hermana, un signo externocon que el creyente ha marcadoel toque de un desterradoque llama al hogar paterno.Es la voz de la oracincon que los fieles .se avisa,que hay un alma que divisalas palmeras de Sion.

    Lola. Y cunto tardo en llegar!Hacedme oir vuestro acento,y hasta mi postrer momentoayudadme, padre, orar.

    P. Jos. En esta augusta ocasinconsuela mi alma angustiadaal ver en vuestra miradatan santa resignacin.(Con mstica ternura.)El cielo rompe los lazosde nuestra mortal fatiga,

    y la muerte es una amigaque nos aduerme en sus brazos:y el alma en ' sumergidatranquila espera Dios bueno,que viene rasgar de llenoel misterio de la vida.Visteis del mar la braveza '

    cuando del viento azotada"trae impreso en su oleada)>el sello de su grandeza?"Asimismo visteis vos

    1 Los ycrsos virg-ulados se pueden atajar en la representa-

    cin!

  • eo-

    lios llmanos corazonesque en sus inmensas pasiones"traen el sello de Dios."Creis que puede apagar))el silencio de la tumbaese mas all que zumba))Cual eco vago en el mar?))No, hija, se queda el duelo

    ,

    i)del cuerpo en la muda calma,pues tiene un aliento el almaque ha menester el cielo.Tened confianza en Dios.

    Lola. S tengo; que esta pasinha abierto en mi coraznfuentes de ie y de esperanza:cuando la materia inertese v ya enfriando en m,aun siento, padre, algo aquque no puede helar la muerte:un mas all que se encierraen mi manera de amar,que no lo lleg alcanzarel polvo vil de la tierra;porque el amor leve y ruinque en la materia germinacon la existencia termina,y mi amor no tiene fin.Y estrecho en la cavidadde mi mortal corazn,pidiendo est la expansindel cielo y la eternidad.

    W Jos. Dios os quiso destinarpara luchar y vencer.

    Lola. Padre, le quisiera ver,porque voy pronto espirar.

    P. Jos. Procurad, hija extinguiresa mundanal idea.

    Lola. Dejad que una vez le veala mujer que v morir.

    P. Jos. Pensad, hija, en vuestro estado.LoL.A. Endulzur mi agona.P. Jos. Tanto le amis todava?

    .

  • 64 -

    Lola. (Con cpiteza.)Como nunca le haya amado:cuando en religioso anheloruego Dios, pienso en ese hombre,y veo escrito su nombresobre Jas puertas del cielo.

    P. Jos. Refrenad ese deseoy ofrecedlo al Criador,que es el principio de amor,y creed en l.

    Lola. (Alzando los ojos al cielo.) Yo CPOO.P. Jos. En vuestro lance postrero

    '

    su santa ayuda implorad,y esperad en su bondadque os dar el cielo.

    Lola. Yo espero.

    ESCENA IV.

    DICHOS y U PORTERA, (lino:indose al P. Jos.

    PiT. De negro velo cubierta,una dama principal

    ' por sor Maria Doloresacaba de preguntar.

    P. Jos. No le habis dicho su estado?PoiiT. La hemos informado ya,

    y pide con grande empeoque se la permita entrar.

    P. Jos. Ha dicho cmo se llama?Poax. Elena de CarvajaLLola. Dejadla entrar, padre mi.P. Jos. ( la portera.)

    Decid que puede pasar.(Vse la portera.)

    ESCENA V.

    DICHOS y ELENA, que eutra despus de los cuatro primero

    versos.

    P. Jos. Hija, procurad tener

  • 6o

    el corazn bien contrito.Lola. Padre mi, necesito

    el perdn de esa mujer.Elena. Lola, Lola, amiga mia.

    (Ap.) Eterno Dios, en qu estado!P. Jos, ( Elena.) No la agitis demasiado,

    porque se halla en la agonia.Lola. Amiga, aunque os cause pena

    la angustia de un moribundo," la que se v del mundo"tendedle la diestra, Elena.(Tendindole la diestra.)De vuestro buen coraznturb la paz y la calma;le amaba con toda el alma;perdn, Elena, perdn.Solo Dios que nos escuchasabe el amor que hay en m:mientras pude combat,y veis el fin de esta lucha;yo dom mi voluntad,mas el humano albedriopuede guiar el navio,pero no la tempestad.

    Elena. Hermoso y candido lirioque marchit el padecer,id al cielo recogerla corona del martirio;

    y endulce vuestra agoniacomo prenda de perdnesta, de mi corazn,ferviente lgrima mia.

    Lola. Elena, de mi concienciaun peso me habis quitado,

    y esa lgrima ha borradolas culpas de mi existencia.Y l? .

    Elexa . Al saber vuestro estado, fin de poderos ver

    ,

    se fu corriendo obtenerun permiso del preladopara entrar.

  • 66

    Loi.A. Al cielo plegu.Elhna. Si, Lola, vendr volando.Lola. Mi vida se v apagando.

    Ser tarde cuando llegue.Ante.s de morir quisiera))0ir su acento de amor.l fu la primera florde mi hermosa primavera,))de mi vida el primer paso;)>yo la aspir blanca y pura:iqu triste es hoy su hermosuramirada desde el ocaso!

    P. Jos. Hija, esa flor viviren el verjel del edn.

    Lola. Si, padre, si; hacedme bien:habladme de un ms all.( Elena.) Por lo que por l sufr, vos que su amor tenis,os suplico que le amispor vos, Elena, y por m.Y si el alma desprendidapuede volar desde el cielo dar un leve consuelo los que amamos en vida,en las horas de quebrantoyo volar dulcementeen torno de vuestra frentepara secar vuestro llanto.(Ligero estremecimiento.)Cubre... mis ojos... un velo.(Con voz apagpada.)Padre., vuestra bendicin.

    P. Jos. (Con conmocin y so'emnidad.)Del sacerdote el perdn,te abra las puertas del cielo!(Queda Lola un momento eo estertir, y al oir lavoz de Diego desde fuera hace un violento esfuerzo

    para detener su ltimo aliento, cayendo cadver cu

    la siUa: Elena de rodillas teniendo su mano izquier-

    da, y el P. Jds la derecha)(Desde afuera.

    )

    Diego. Es del prelado el permiso;

  • - 67

    he de entrar.PoriTEiiA

    .

    Es U vedado

    .

    DiE(X). Haceos, hermana, un lado.

    ESCENA VI.

    DICHOS, DIEGO y cuatro monjas, que se colocarn junt.cadver.

    Diego. (Entrando con desesperada ansiedad.)Lola!

    P. Jos, Est en el paraso.Diego. (Mirndola con ojos desencajados.)

    Ah!... (Pausa.)

    P. Jos. (Con marcnda conmocin.)Hijo, delante de Dios

    gozando de gloria est,y vos olvidis que acotro ngel llora por vos,(Sealando Elena.) que una vida de hilvuestro dolor la condena.(Levantando los ojos al cielo.)Dios mi, doblad mi pena,pero que no sufra l(Mirndola y aparte.)Elena! Cunto sufriren aquel llanto se encierra!

    (Con amarg'ura y resignacin.)Corazn, hay en la tierradeudas santas que cumplir.(E1 P. Jos levanta Elena, y la acerca Diego

    Elena. (Lkrando.)Si te pesan ya los lazosde mi amor, yo ir buscarun claustro donde llorar.

    Diego. (Un tanto conmovido.)Ven, ngel, llora en mis brazos.

    Elena. (Con arrobamiento.)Oh, gracias, gracias, Seor!

    Diego. Seca el llanto.Elena. Es de placer;

    Elena.

    Diego.

  • 68

    (Con expansin de lgrimas.)porque hay en mi seno un serque necesita tu amor.

    Diego. (Extremecido.)Elena, Elena, Dios santo,gracias por tu compasin,que un herido coraznabres las fuentes del llanto.

    P. Jos. Lo veis? el dolor humanoDios con tierno llanto borra:hijos, venir, y que corrasobre el pecho de este anciano:vuelva la calma los dostras tan ruda tempestad.

    Elena. Bendita vuestra bondad!P. .Jos. Bendito el nombre de Dios!

    (Se oyen en lejano trmino las confusas armonias dtlrgano mientras cae el teln.)

    FIN DEL DRAMA.

  • y Maria.en (Xtsli vista de pA)arol)re hojuelas,s de Polonii.I ola liiiipaix'dadu.

    ' Blanco.se entiendo, un lioiii-

    niido. i1 contra noMcza.

    j

    odo oro lo que reluce.

    P-I

    to de enniieoda.i rio revuelto.

    |

    I y i)nr el,:ridas las de honor, o elI-avio del Cid.iierta del jardn. 1io caliallero es O. Dinero,veniales.

    |

    y catigo, la conquis-Ronda.

    nvido al Coronel!... 'nuiio abarca. ifcrte la ma'

    j

    ?s el autor? i

    y Medoro.3i)uena ley.as leo.

    a la Gitana..Marte,lora.

    indo.iquita.anto, el Alcalde pro-

    1er.00.de ana pera,roy la maja.iell)ortelano.y en Marruecos,i la ratonera.mono,

    le carnaval.Idrama lrico.) IjndolaRioja iAJvsica),edeLetorieres. '

    QuiCn es el padre?

    Kelieca.Rival y amigo

    Su imagen.Se salvo el lionorSanto y peana.San Isidro f/'/-o de Madrid)bueiios (ie amor y ainhicion.Sin prneia piona.Sobresaltos de un marido

    Tales padres, tales hijos.Traidoi-, inconfeso y mrtirTrabajar por cuenta ajena.Todos unos.

    n amor a la moda.Cna conjuracin femeninaUn dmine como Uav pocosUn pollito en talzaa prietas.Un husped del otio mundoUna venganza leal.Una foiucidenoia alfabtica.Una noche en blanco.Uno de tantos.

    ZARZUELAS.V.l mundo escape,lil capitn espaol,lil corneta,lil hombre feliz.Kl caballo blanco.El Colegial.

    Harry el Diablo.

    Juan Lanas.ul/iisica.iJacinto.

    La litera del Oidor.La noche de nimas.La familia nerviosa, o el suegromnibus.

    Las bodas de Juanita, (jl/sca iLos dos llamantes.La modista.La colegiala.Los conspiradores.La espada de Bernardo.La nijadela Providencia.La roca negra.La estatua encantada.Los jardines del liuen Retiro.Loco de amor v en la corte.La venta encautaua.

    n marido en suerte.Una leccin reservada.Un niaiido sustituto.Una equivocacin.Un retrato a queiuarnuaUnTiberiolUn lobo v uca raposaUna renta vitiUi.:,a.Una llave y un sombrero.Una mentira inocente.Una mujer misteriosa.Una leccin de corteUna falta.Un paje y un cadalieroUn si y un no.Una lgrima y un besoUna leccin de mundoUna mujer de historia.Una herencia completa.Un hombre lino.Una poetisa y su marido.Un regicida!Un marido cogido por los cabe-

    llos.

    Ver y no ver.

    Zamarrilla, o los bandirlos de laSerrana de onda.

    La loca de amor, las prisionesde Edimburgo.

    La Jardinera liMsica]La toma de Tetuan.La cruz del Valle.La cruz de los Humeros.La Pastora de la .Mcarria.Los herederos.

    Mateo T ^atea.Moreto. J/stf.

    Nadie se muere hasta que Diosquiere.Nadie toque I a Reina.

    Pedro y Catalina.Por sorpresa.^or amor al prjimo.

    Tal para cual.

    Un primo.Una guerra de familia.Un cocinero.Un sobrino.Un rival del otro mando

    *dodel!'-z^Sa!"="" ''"da Madrid, calle del Pe., n m, 40.

  • PUNTOS DE VENTA.

    Madrid: Librera de Cuesta, calle de Carretas, Dm. 9.

    PROVINCIAS.

    Adra Robles.Albacete Prez.Alcoy Mart.Algeciras Almenara.Alicante Ibarra.Almeria Alvarez.Avila Lpez.Badajoz Ordoez.Barcelona Sucesor de Mayol.dem Cerd^.Bejar Coron.Bilbao Astuy.Burgos Herva?Cacares , Valiente.Cdiz VerdU|ijo Morillas

    y compaa.Cartagena Muoz Garca.Castelln Perales.Ceuta Molina.Ciudad-Real Arellano.Ciudad-Rodrigo.. Tejeda.-Crdoba Lozano.Corua Lago.Cuenca Mariana.Ecija Giuli.Ferrol Taxonera.Figueras Bosch.Gerona Dorca.Gijpn Crespo y Cruz.Granada Zamora.Guadalajara Oana.Habana Charlain y Fernz.Haro Quintana.Huelva Osorno.Huesca Guillen.L de Puerto-Rico. Jos Mestre.Jan Idalgo.Jerez Alvarez..eon Yiuda de Min.Lrida Sol.Logroo Verdejo.Loica Gmez.

    Lacena Cabeza.Lugo Viuda de Pujol.Malion Vinent.Mlaga Taboadela.dem Moya.Malar Clavel.Murcia Oered.de AndrionOrense Robles.Oribuela Berruezo.Osuna Montero.Oviedo Martnez.Palencia Gutirrez hijosPalma Gelabert.Pamplona Barrena.Pontevedra Verea y Vi la.Pto. deSta. Mara. Yalderrama.Reus Prius.Ronda Gutirrez.Salamanca Huebra.San Fernando. .

    .

    Martnez.Sinlcar Esper.Sta.C. de Tenerife Power.Santander Hernndez.Santiago Escribano.San Sebastian . .

    .

    Garralda,Segorbe Mengol.Segova Salcedo.Sevilla Alvarez y compSoria Rioja.

    Talavera Castro.Tarragona Font.Teruel Baq.uedano.Toledo Hernndez.Toro Tejedor.\^lencia Mariana y Sanz.Valladolid H. de Rodrigue;Vigo , .

    .

    .

    Fernandez DiosVillan.* y Geltr

    .

    Creus.Vitoria Illana.Ubeda Bengoa.Zamora Fuertes.Zaragoza Lac.