esperar por otros. el desafío de esperar por los desesperanzados

50
1 FRONTERA - HEGIAN CUADERNOS DE FORMACiÓN PERMANENTE PARA RELIGIOSOS Instituto Teológico de Vida Relígíosa Vitoria-Gasteiz Tfno.: 945/216410 Fax.: 945/246258 E-mail: [email protected] Página web: www.ínvíre.net Suscripción curso 2013/2014: España: 24 euros Europa: 39 euros Resto países: 40 euros I 52 $ © Editorial Frontera Instituto Teológico de Vida Religiosa Apdo. 427 Vitoria-Gasteiz © Nurya Martínez-Gayol EDITORIAL FRONTERA Beato Tomás de Zumárraga, 67 Apdo. 427 01080 VITORIA-GASTEIZ Tf.: 945 216 410 Fax: 945 246 258 Página web: www.invire.net E-mail: invire [email protected] D.L.:SS-I013/92 ISSN - 1138-2325 Impresión: Gertu Imprimategia Oñati. Gipuzkoa Consulte los temas y contenidos de la colección FRONTERA-HEGIAN en nuestra pagoweb: www.invire.net Nurya Martínez-Gayol, aci Esperar por otros... El desafío de esperar por los desesperanzados Instituto Teológico de Vida Religiosa Erlijioso Bizitzaren Teologi Institutua Apdo. 427 - Gasteiz/Vitoria 2013

Upload: teologos-de-la-sat

Post on 13-Apr-2017

187 views

Category:

Education


0 download

TRANSCRIPT

1

FRONTERA - HEGIANCUADERNOS DE FORMACiÓN PERMANENTE

PARA RELIGIOSOS

Instituto Teológico de Vida RelígíosaVitoria-GasteizTfno.: 945/216410

Fax.: 945/246258

E-mail: [email protected]ágina web: www.ínvíre.net

Suscripción curso 2013/2014:España: 24 eurosEuropa: 39 eurosResto países: 40 euros I 52 $

© Editorial FronteraInstituto Teológico de Vida Religiosa

Apdo. 427 Vitoria-Gasteiz

©Nurya Martínez-Gayol

EDITORIAL FRONTERABeato Tomás de Zumárraga, 67 Apdo. 42701080 VITORIA-GASTEIZTf.: 945 216 410 Fax: 945 246 258Página web: www.invire.netE-mail: invire [email protected]

D.L.:SS-I013/92ISSN - 1138-2325

Impresión:Gertu ImprimategiaOñati. Gipuzkoa

Consulte los temas y contenidos de la colección FRONTERA-HEGIANen nuestra pagoweb: www.invire.net

Nurya Martínez-Gayol, aci

Esperar por otros...El desafío de esperarpor los desesperanzados

Instituto Teológico de Vida ReligiosaErlijioso Bizitzaren Teologi InstitutuaApdo. 427 - Gasteiz/Vitoria 2013

/J

Índice

Introducción...... 7

1. Desesperación y desesperanza , ,.................... 9

Il, La VR ante la crisis de Esperanza. ¿Tenemos razones para ladesesperanza? , ,.......................................... 191. La inestabilidad de un tiempo bisagra ,....... 192. Amenazados por la desesperanza... 203. Experiencia de "pérdida" , ,.......................... 244. Entre la nostalgia y el falso idealismo........................................................ 265. Convocados para ser signos de esperanza.................................................. 27

~.í!,t¡¡i't~¡.~~~

IV. La cuestión definitiva. ¿Para' quién esperamos?.............................. 47l. Esperar "en otros". La dimensión intersubjetiva de la esperanza............... 471.1. Entre el temor de perder y la alegría de soltar.................................... 471.2. La esperanza como don y confianza en el otro................................... 49l.3. Esperar del otro.................................................................................... 50

2-

-4-

2. Esperar con otros '" 512.1. El "nosotros" como sujeto de la esperanza......................................... 512.2. La esperanza en comunidad...... 522.3. Esperanza y encuentro.... 532.4. Tarea de cada generación..................................................................... 542.5. Esperar con el otro que sufre :....................................... 54

3. Esperar "para otros" y "para el mundo"..................................................... 563.1. ¿Es posible esperar para otro?............................................................. 563.2. Esperanza solo para la humanidad y no para el hombre..................... 583.3. La cuestión de la muerte en el centro del debate................................ 593.4. La condición amorosa y la necesidad de esperar para el otro amado... 603.5. Esperar para los desesperados............................................................. 633.6. Esperar para la creacióll....................................................................... 65

4. Esperar "por otros"...................................................................................... 714.1. Esperar por otro en representación-sustitución.i..... 74

Reactivar nuestra esperanza.. 79

Bibliografía , 81

RETIRO DE CUARESMA- Historia de una relación accidentada:"Tú por la luz, el hombre por la muerte"- M" Ángeles Gómez-Limón......................................................................... 85

Esperar por otros ...El desafio de esperar por los desesperanzadosNurya Martínez-Gayol, aci

fj

- Introducción -..__._--._--------

.i¡.¡¡

..':,i,

El título de estas páginas, que tratande abordar la cuestión de la esperanzaen la VR, quisiera ser el corazón, el fun-damento y la meta de todo lo escrito,,

'xI

,/o••,:f\-,f¡¡j,"!j

"Esperar por otros ... " nos hablade un deseo, pero también de una reali-dad. Nos refiere a una meta, pero nomenos a muchas realizaciones. Es cier-to que la VR hoy, en nuestro país, estáazotada por muchos vendavales de de-sesperanza, pero también lo es que laesperanza sigue viva. Vestida de pa-ciencia, deliberadamente decidida apermanecer, resiste en sus filas y ver-dea en la fragilidad y la belleza de unpequeño brote, haciéndose presenciapequeña y vulnerable, pero persistente-mente sostenida, allí donde hay un cla-mor, un lamento, una necesidad, unadesgracia, una puerta que se cierra, unailusión que se trunca, una vida que seescapa. Sin grandes Iuminarias, sintítulos provocativos, sin ruidos, sinespacio en los medios de comunica-ción, sin reconocimiento en las tertu-lias ... la pequeña luz de la esperanzasigue ardiendo, y provocando fuegosallí donde "alguien" ha dejado su tiem-po, ha anulado la cita con sus deseos,

;1"7,~-'

;:1,

I_-1

J.~--11¡¡

- "- ,{

J¡-1~~•1.~1If1i,j{J

"Si ayudo a una sola personaa tener esperanza.

110 habré vivido en vano"(MARTlN LUTT-IER KING)

se ha despedido de su legítima aspira-ción, ha pospuesto su trabajo, ha igno-rado su cansancio y olvidado sus dolo-res, sus años y sus miedos ... para saliral encuentro "del otro ", para -enmedio de la oscuridad, el sin sentido yla ausencia de futuro- hacer presente alDios de la esperanza.

Charles Péguy, el gran poeta de laesperanza, compara a la fe con una es-posa fiel o con un soldado, a la caridadcon una madre ardiente y con un hospi-tal, pero llama a la esperanza, "la her-mana pequeña ", "la pequeña esperan-za" que duerme cada noche, y que cadamañana hay que despertarla. Y este esel reto que recoge este trabajo. Dar al-gunas pistas que nos ayuden a desper-tar y reactivar nuestra esperanza.

En el primer capítulo, Desespera-ción y desesperanza, el tema es situadoen un marco más amplio: la herencia quenos ha legado la Europa del s. XX, tra-tando de forma muy diversa de hacer pieen el nihilismo, la angustia, la revolucióno la esperanza; intentando levantarse afuerza de "voluntad de poder", con "lamuerte de Dios" y hasta con "la muerte

~

del hombre". Para desde ahí experimen-tar el reto de "dar razón de nuestra espe-ranza" (lPe 3,15) en un medio fuerte-mente golpeado por la desesperación, ya un individuo históricamente situado enrealidades de no salvación.

Focalizando un poco más, en elcapítulo II nos concentramos en la VR.Más concretamente, en la VR ante lacrisis de desesperanza y sus amenazasque rondan nuestras existencias y lasde nuestras instituciones tanto desdefuera, como desde dentro. Al detenernuestra mirada, con una perspectivacritica, sobre las fragilidades y las limi-taciones de nuestra situación actual, nopretendemos regodeamos en la debili-dad, sino descubrir debajo de qué ceni-zas es preciso soplar para que se avivenlas brasas de la esperanza. Analizandonuestra realidad presente nos pregunta-mos si hay realmente razones para ladesesperanza. Esta será la cuestión cen-tral del capítulo III, en el que seremosinvitados a cambiar nuestras perspecti-vas y nuestros interrogantes acerca dela esperanza. Desde la fe -como nosrecordaba la Encíclica Lumen Fidei-"el «yo>!del creyente se ensancha paraser habitado por Otro" (LF 2i), porotros. Lo que yo espero, lo que espera-mos, pasa entonces a un segundo lugar,y lo que importa es qué e~pera Dios denosotros y qué esperan los otros.Emerge así "el deber de no desesperar"

-8 -

como una exigencia improrrogable quenos alcanza desde las víctimas, desdelos desesperados de la historia.

Una vez que "los otros" adquierenel lugar que les corresponde en nuestravida y misión -el centro--, estaremos encondiciones de afrontar la cuestión de-finitiva: ¿Para quién esperamos? (ca-pítulo IV). Permitiendo que nuestra es-peranza se despierte, se avive, se forta-lezca al encontramos ocupados y preo-cupados, no tanto de nuestras expectati-vas, sino en esperar para otros, esperarpor otros, y esperar juntos, con otros.Atrevemos a arriesgar nuestras espe-ranzas, a renunciar a ellas para sostenery alentar las vidas heridas de aquelloshombres y mujeres a los que les ha sidosustraído el futuro, iluminará sin dudanuestra espera con la estrella de laesperanza. Y es que "tiene que habermucha esperanza en aquellos y aque-llas que hacen del sufrimiento del otrosu razón de ser y estar; en aquellos quecada mañana se disponen a abrir loslabios y cantar la alabanza más allá delos acontecimientos; en tantos consa-grados que, en silencio, van haciendoposible lo imposible... solo porquecreen. Hay mucha esperanza en los quetodos los días empiezan de nuevo, lointentan una vez más, se alegran con laalegría del otro desplazando el propiosentimiento" l. A descubrir este tesoro,quisieran ayudar estas páginas.

1 GONZALO DíAZ, L. A. "¿Dónde está tu Dios?", en VR, 17/04/2010. http://www.vidareligiosa.es/

- Capítulo 1 -

Desesperación y desesperanza

"Todo se ha arruinado, todo se ha degradado ...

Podría decirse que todos están arruinados y degradados.

Porque no es este un tipo de cataclismo que viene con la llamada"ayuda humana inocente", al contrario, es por el propio juicio del hom-bre, sujuicio sobre su propio ser... en el cual, por supuesto, Dios tiene unamano, o me atrevo a decir, participa. Pero con independencia de su par-ticipación, el hombre es la criatura más horrible que puedas imaginar ...

Porque, ves, el mundo ha sido envilecido, así que no importa loque yo diga porque todo ha sido degradado, desde lo que han adqui-rido y, a partir de ello, todo, en una pelea engañosa y deshonesta. Hanenvilecido todo. Y todo lo que tocan, y tocan todo, lo degradan.

Era este el camino hasta la victoria completa, hasta el triunfo final:comprar, degradar... degradar, comprar. O te 10 puedo decir con otraspalabras: tocar, degradar y, de ese modo, comprar... o tocar, comprar, Yde ese modo, degradar.

Ha sido así por siglos. Sin parar. Esto y solo esto, a veces con disi-mulo, a veces con crudeza ... a veces amablemente ... a veces violenta-mente ..., pero sigue y sigue (...). Así que, por ahora, estos victoriososganadores, que viven con las leyes del lobo, gobiernan la tierra ... y nohay ni el más mínimo rincón donde uno pueda esconder algo de ellos ...porque todo pueden ponerlo en sus propias manos, incluso las cosasque pensamos que no pueden conseguir -pero consiguen- son tambiénsuyas. Porque el cielo ya es suyo y todos nuestros sueños les pertene-cen. Suyo es el momento, la naturaleza, el silencio eterno. incluso lainmortalidad es suya ¿entiendes? iTodo está perdido para siempre!

y aquellos bastante nobles, grandes y prominentes solo aguardanen su lugar -si se me permite expresarme así-o Se detuvieron en ese

e

- 10 -

punto, y tuvieron que comprender, tuvieron que aceptar ... que 110 hayDios ni dioses ... Y el destacado, el brillante y el noble ... quedaron obli-gados a entender y a aceptar este hecho desde el principio.

Pero, por supuesto, no fueron realmente capaces de comprenderlo.Solo aguantaron en su lugar, confundidos, pero no resignados, hastaque algo -que se activa en el cerebro- por fin, los iluminó. Y de re-pente se dieron cuenta de que no hay Dios ni dioses. De repente vieronque no es bueno ni malo. Luego vieron y comprendieron ... que si estoera aSÍ, entonces, ¡ellos mismos no existían tampoco!"

(Fragmento de la película El caballo de 7ilrín2)

La victoria del mal sobre el bien esfruto de la propia acción del ser hu-mano y, en cierto sentido, de los dio-ses ... que en realidad no existen. En-tonces tampoco existe el bien y el mal.Por tanto no hay ética. No existe lonoble, lo bueno. Solo la destrucción, elsinsentido y la nada que engulle todo lonoble y bueno, que aniquila los sueños,las utopías y toda vana pretensión detrascendencia. Ni dioses... ni hom-bres... ni esperanza. i Todo está perdidopara siempre!

"Ni dioses. ni hombres ", Así titu-laba su conferencia el profesor PeioSánchez, en el marco de las X Jornadasde Teología de Comillas dedicadas a lacuestión de los nuevos ateísrnos, tra-tando de ilustrar la situación desde elcine europeo contemporáneo. Con estaexpresión traía a nuestra memoria otrofilme, De dioses y hombres, que sin

duda la mayor parte de los lectoreshabrán visto, y en el que se nos brin-daba un verdadero canto a la esperanzapara la Vida religiosa.

El texto con el que he comenzadoestá extraído de uno de los celuloidescomentados en dicho foro: "El caballode Turin", Nos muestra una actitudnihilista que, deudora del pensamientode Nietzsche, pervive en una sociedadque ha arrojado lejos de sí a Dios; ytambién cómo, cuando desaparecen losdioses, terminan desapareciendo loshombres y todo concluye siendo absor-bido por la nada. El director de estapelícula (Béla Tarr, 2011) pone estefragmento en la boca de un personajeque toma el rol de "profeta de la cala-midad y de la desesperanza", y que seasoma a la vida de los protagonistascomo testigo y vaticinador de unasituación sin salida de perdición y

2 La película está accesible en: http://wWIV.YOutuhe.com!watch·~v;3eqUH890GVU. La escena co-rrespondiente al texto comienza en el minuto 59, dura 6 minutos. Vería puede ayudar a situarse.

-11

degradación, que ha aniquilado todaesperanza y ante la que ya no cabe másque aguardar en medio de la desespe-ración la destrucción de todo.

Corínto, que dudaban de la posibilidadde la resurrección de los muertos: "Silos muertos 110 resucitan -dirá el após-tol-, comamos y bebamos, que mañanamoriremos" (1Cor 15,32). Si. no hayfuturo para los muertos, queda total-mente descal ificada la esperanza cris-tiana y somos dignos de lástima ¿paraqué tomar la CLUZ?¿Para qué nada, sisabemos que Cristo no colmará estavida'? En este sentido, tiene razón Hork-heimer: la escatología es la esperanzade que la injusticia no tenga la últimapalabra de la historia, "una aspiraciónde que al fin la mano del asesino no pre-valecerá sobre. la víctima inocente'",Sin la victoria de la resurrección todoslos intentos por la justicia quedan ex-puestos al cinismo de los poderosos, delos más fuertes. Sin un postulado esca-tológico de 1Ul más allá, habría que re-nunciar a la justicia, por más que losateismos del s. XIX y XX intentaranmostrarse como "una protesta contra lasinjusticias del mundo y de la historia

Ya apuntaba en esta dirección san universal'": Así lo plantea BenedictoPablo al dirigirse a los cristianos de XVI en la encíclica Spe Salvi:

"Un mundo en el que hay tanta injusticia, tanto sufrimiento de losinocentes y tanto cinismo del poder, no puede ser obra de un Diosbueno. El Dios que tuviera la responsabilidad de un mundo así no seríaun Dios justo y menos aún un Dios bueno. Hay que contestar este Diosprecisamente en nombre de la moral. Y puesto que no hay un Dios quecrea justicia, parece que ahora es el hombre mismo quien está llamadoa establecer la justicia. Ahora bien, si ante el sufrimiento de este mun-

·"1':J

Desde que Dios fue desterrado delmundo intelectual, hecho que arrancabásicamente con la Modernidad, comoconstató Nietzsche, el problema de lamuerte se ha ido relegando a un se-gundo plano. La divinidad se llevóconsigo cualquier esperanza de exis-tencia que trascendiera un cosmos en elque se toma muda "la música callada".No hay dioses ni respuestas para lacuestión de la muerte. Comienzaentonces a darse por supuesta la ani-quilación personal, es decir, que al-guien desaparezca para convertirse ennadie en un mundo abocado a no sernada. Comienza también a aflorarcomo no definitiva la vida del otro ysus valores. El bien no encuentra sus-tento ni apoyo.

"~

,;.

T:f

··r

.'.,;1'

:~

ifí?:

3 Cf. MARCUSE, I-I. - POPPER, K. - HORKHEIMER. M.: A /a búsqueda del sentido. EdicionesSíguemc, Salamanca J 97G.4 BENEDICTO XVI, Spe Salvi, 11°42 (en adelante SpS).

1

- 12 -

do es comprensible la protesta contra Dios. la pretensión de que lahumanidad pueda y deba hacer lo que ningún Dios hace ni es capaz dehacer, es presuntuosa e intrínsecamente falsa. Si de esta premisa se handerivado las más grandes crueldades y violaciones de la justicia, no esfruto de la casualidad, sino que se funda en la falsedad intrínseca deesta pretensión. Un mundo que tiene que crear sujusticia por sí mismoes Ul1 mundo sin esperanza. Nadie ni nada responde del sufrimiento delos siglos. Nadie ni nada garantiza que el cinismo del poder -bajo cual-quier seductor revestimiento ideológico que se presente- no siga man-goneando en el mundo".

En sintonía con los grandes pensa-dores de la escuela de Francfort, comoTheodor W. Adomo, que ha afirmadoque la justicia, una verdadera justicia,requeriría un mundo "en el cual no solofuera suprimido el sufrimiento pre-sente, sino también revocado lo que esirrevocablemente pasado">, o con Hork-heimer para quien resultaría "inútilpretender salvar un sentido incondi-cional sin Dios", de lo que se sigue que

"la muerte de Dios es también lamuerte de la verdad eterna'", el pontí-fice da un paso más subrayando que endefinitiva "no puede haber justicia sinresurrección de los muertos?".

Sin embargo esta aniquilación "seespera", en ocasiones, incluso con uncierto optimismo. Un texto de Savaternos ofrece un ejemplo claro de estapostura:

"Cuando logra sobreponerse a la desesperación, el ser humanoconstata que no menos cierto que va a morir es que ahora está vivo. Sila muerte consiste en no ser ni estar de ningún modo en ninguna parte,todos hemos derrotado ya a la muerte una vez, la decisiva. ¿Cómo?Naciendo. No habrá muerte eterna para nosotros, puesto que estamos yavivos, aún vivos. Y la certeza gloriosa de nuestra vida no podrá ser bo-nada ni obnubilada por la certeza de la muerte. De modo que tenemosderecho a preguntar, como en el libro sagrado: «Muerte, ¿dónde está tuvictoria?» ( ... ) Podrá la muerte un día impedir que sigamos viviendo,nunca que ahora estemos vivos ni que hayamos ya vivido. Puede con-vertir en ceniza nuestro cuerpo, nuestros amores y nuestras obras, pero

5 ADORNO, Th .. Negative Dialekük (1966), Tercera parte, lll, 11: Gesammelte Schrifien, vol. VI,Frankfurt/Main 1973, p.395.

6 HORKHEIMER, M.: Anhelo de justicia. Trotta, Madrid 2000, p.85.7 SpS, 42.

~.. 13 -

no la presencia real de nuestra vida. ¿Por qué debería la muerte futurarestar importancia a la vida, cuando la vida presente se ha impuesto yaa la oscura muerte eterna? ¿Por qué debería contar más para nosotros lamuerte en que no somos que la vida que somos? Cada cual puede re-petir, con el poeta Lautréarnont: «No conozco otra gracia que la dehaber nacido. Un espíritu imparcial la encuentra completa»"8

Se espera la aniquilación y al"misino tiempo se amordaza tratando deno agitar una existencia que, tras la eli-minación de Dios, "parece" sosegada ydice vivir en la verdad y no en el en-gaño de la proyección, la ensoñación oel miedo". Se prefiere la certeza de laaniquilación que, por otra parte, nosolamente no parece molestar excesi-vamente nuestro presente, sino loensalza y recibe como gracia, como sipara ello fuera menester asegurarse deque no hay futuro. Se afirma la nadacomo fin glorificando la vida, y se laprefiere a la incertidumbre de un másallá que se inmiscuye incómoda y com-prometedoramente en nuestros días ydespierta sospechas incontrolablessobre realidades como la muerte, a lasque se pretende neutralizar sumiéndo-las en la irrelevancia epicúreal''.

Así desaparecen los sueños y lasilusiones tachados de insignificantes,frívolos o tramposos con la realidad y,así también, el proyecto que nos cons-

tituye termina deshaciéndose en lainanición, pues no hay ni anhelos niesperanzas que sean capaces de ali-mentarlo para siempre!'. El modo detratar de superar la desesperación es noesperar nada. Pero lo que en realidadacaece es que la propia vida pierdecontenido, se queda sin consistencia.

En el fondo estamos ante una cues-tión básicamente antropológica. Loque se discute, en verdad, es el carácterpersonal del sujeto humano, y si es ono propio de este la condición futuriza,expectante, esperanzada. Si como de-cía 810ch, el hombre es en tanto queaspira y proyecta, o está simplementeconstituido para quedarse encerrado ensu presente. Y entonces ¿qué haríamoscon las ilusiones, con los proyectos,anhelos y deseos que acompañan nues-tra existencia? ¿Solo tenemos el hoy yla memoria que se apaga con nosotros?

"El que pierde la esperanza en laotra vida compromete sin duda la feli-

8 SAVATER, F.: Las preguntas de la vida. Ariel, Barcelona 1999, p.277.9 Cf MARÍAS, 1.: Razon de la filosofia. Alianza Editorial, Madrid, p.17\.10 "La muerte. temida como el más horrible de los males. 110 es, en realidad, nada, pues mientras IIOSO-

tros somos. la muerte 170 es, y cuando es/a llega, nosotros /10 somos" (EPlCURO, Carta aMeneceo, 125).IIMARÍAS, J.: Breve tratado de la ilusión. Alianza Editorial, Madrid 1984, pp.55-56.

D

cidad en esta; pero el que pierde ademásla necesidad de aquella, su anhelo, aun-que fuese desesperado, destruye su pro-pia condición personal, expectante, eneste mundovl-. Si surge la angustia enel hombre ante la posibilidad de que lamuerte sea el final no es por una hiper-metropía existencial que le impideconstatar el valor del presente inme-diato, sino porque en su fondo íntimotiene hambre de perdurar,siente que su condiciónpersonal le llama a conti-nuar y se encuentra anteun muro infranqueableque se lo puede impedirt-.

14 -

amamos, que pertenecen a nuestra vi-da, que son parte de lo que somos?

Somos futurizos, vivimos en vistadel porvenir, siempre en camino, siem-pre desplegándonos hacia adelante,anticipando nuestros sueños y proyec-tándonos más allá de nuestro presentepara realizarlos, Pero nunca solos, por-que también somos seres amantes. Pre-

cisamos amar y ser ama-dos para ser lo que so-mos, y deseamos por ellocompartir esperanza yfuturo. Pero si el por-venir queda cegado, obtu-rado, anulado, tanto paranosotros como para aque-llos que amamos, deja-

mos de ser, perdemos consistencia, nosomos nada. Porque ser alguien entraen conflicto con acabar en nada 14.

Vivir es necesitar vivirpara siempre y, todavíamás, necesitar que

vivan siempre aquellosa quienes amamos ycuya aniquilación nosresulta insoportableEl texto de Savater ol-

vida que vivir es necesitarvivir para siempre y, todavía más, ne-cesitar que vivan siempre aquellos aquienes amamos y cuya aniquilaciónnos resulta insoportable. Porque,¿realmente podemos sobreponemos ala desesperación y encontrar nuestravida completa al pensar que nuestrocuerpo, amores y obras nacieron paraacabar entregados a la nada? Aun en elcaso de que no nos importara a nivelpersonal fundimos en la nada ¿es po-sible mantener esa imperturbabilidadante la desaparición de aquellos que

Como en el texto de El caballo deTurin: si no hay dioses, no hay hom-bres, no hay nada; y al contrario, sin lohumano, ¿por qué y para qué Dios?15

** ** **

Tal vez no sea este un comienzomuy ortodoxo para hablar de la espe-

12MARíAS, J.: Sobre el cristianismo, p.24.!3 Cf. HlDALGO NAVARRO, R.: Julián Mariasy la muerte. Lulu.com, 2009, p.191.14 Ibid. p.188.

15 Cf. MEENEN. B. VAN: "San s I'humain, pourquoi Dieu?" en GESCHE. A. - SCOLAS, P. (dir): Elsi Dieu 1/ 'existait pas? Cerf, Paris - Louvain 2002, pp.lll-122.

ranza ... ¡O tal vez sí! Contemplando elreverso ... la nada ... el vacío ... la an-gustia seca de la carencia de toda luz,de todo deseo, de todo anhelo y de todofuturo ... es posible que el ser humanosienta la irresistible necesidad de des-pertar de una pesadilla que parece que-rer negar lo más profundo y auténticode su persona: su capacidad de esperar,de aguardar algo, de proyectarse haciaadelante, de poder anhelar más allá delo inmediato, de lo que se encuentraobjetivamente al alcance de la mano.

"Lo estrictamente personal (... )-afírmaba con acierto Julián Marias-requiere un «para siempre», al menoscomo deseo y esperanza, para que nosea todo, a última hora, un engaí'io"16.Aparece aquí de nuevo el elemento per-sonal como abocado a la perdurabili-dad, como incomprensible sin su capa-cidad proyectiva y duradera. De ahí queexista una relación directa entre elhecho de contar con una esperanza defi-nitiva o no, y la cuestión de si somosrealmente personas o simples acciden-tes ("pasiones inútiles", dirá Sartre),

Por otra parte, es posible que con-frontamos ante una situación demoledo-ra de toda posibilidad o intento de resca-tar la bondad, la vida, y 10 eterno -comola presentada en El caballo de Turln-,resulte un revulsivo que sacuda nuestrasvidas recordándonos que es un deber pa-

16MARÍAS, J.: Mapa del mundo personal, p.94.

15 -

ra nosotros "no desesperar", pero queademás hemos sido llamados a ser testi-gos y profetas de la esperanza, e impeli-dos a dar razón de ella en todo momento.

Obviamente, la situación planteadaen la película no es el diagnóstico detoda nuestra sociedad, ni tan siquiera detodo ateísmo -el texto de Savater loconfirma-o De hecho, la crisis que nosatenaza hoy con más fuerza ya no es lade los diversos fonnatos de ateísmo, nitan siquiera la "increencia", o el tan re-petidamente mentado secularismo denuestras sociedades occidentales, sinomás bien la crisis de esperanza. Es estala que emana también de otras crisis quevive hoy nuestro mundo como desazóny peso de muerte en nuestros días: lacrisis económica, la crisis política, lacrisis social. Este cambio de diagnósticonos da la posibilidad de situamos máscerca de la experiencia que hacen ypadecen muchos de nuestros contempo-ráneos. Desde Latinoamérica y África,desde muchas de nuestras ciudadesespañolas y europeas, desde Siria,Egipto, India ... y tantas otras situacio-nes de dificil salida, llegan voces tra-tando de recomponer la maltrecha espe-ranza. Esta ausencia y este vacío deperspectivas de futuro se lee con nitidezen los ojos de quienes han caído en lacuneta de la historia y de la economía,pero también, desgraciadamente, enquienes han caído en la cuneta de la

5

irregularidad canomca dentro de laIglesia y mendigan un lugar en nuestrascelebraciones y las migajas que caen dela mesa de nuestras eucaristías. Al ladode un mundo en expansión, el mundo delas soluciones técnicas, de los vertigino-sos avances cíbernéticos, de la multipli-cidad de fórmulas de conexión y comu-nicación ... , contemplamos un inmensosector de ese mundo en abandono, ensituaciones de inhumani-dad, estancado en sus po-sibilidades de desarrollo,ahogado en la miseria, ro-zando la misma muerte [7.

- 16 -

creyentes y no creyentes, nos permitencontentamos con esperanzas particu-lares, para nosotros o para los nuestros.Una esperanza que no pueda ser "paratodos" no es esperanza, una esperanzaque no abarque la totalidad del ser hu-malla, en todas sus dimensiones, noserá una esperanza cristiana. Y de loque carece nuestro mundo es de un di-seño de futuro para todos18.

Una esperanza queno pueda ser "para

todos" no es esperanza,una esperanza que noabarque la totalidaddel ser humano, en

todas sus dimensiones,no será una

esperanza cristiana

Esta crisis tiene dosniveles, uno subjetivo-rnás personal- y otro conuna implicación más co-munitaria y social: la cri-sis de contenidos de la esperanza. Semanifiesta cuando, a partir de las cir-cunstancias actuales y los datos cono-cidos, nos preguntamos "qué es lo quepodemos esperar". Entonces nos cues-ta encontrar una respuesta, imaginartransformaciones profundas de la rea-lidad humana y social, diseños utópi-cos movilizadores de la acción huma-na. Ni la conciencia cristiana, ni la dela dignidad humana que comparten hoy

La pregunta queatenaza al cristiano hoyes la de cómo es posibleseguir aguardando, conresponsabilidad moral eintelectual, en las pro-mesas salvíficas de Dios,cuando la experiencia denuestro mundo parececontradecir, una y otra

vez, las posibilidades de salvación delo humano. Ya la primera carta dePedro, nos pone en antecedentes deesta situación, cuando nos invita a"estar siempre dispuestos a dar res-puesta a todo el que nos pida razón denuestra esperanza" (lPe 3,15). El con-texto deja claro que se está refiriendoa la incomprensión y rechazo quelevanta, la vivencia de una esperanza"no común" al resto de los humanos!",

[7 Cf. VIDAL TALENS, J.: "Creer en tiempos de desesperanza. «In spe, fortitudo vestra» (Is 30, [5)"en Scripta Theologica 33 (200113), p.844.J8lbid.

[9 "Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, noos amedrentéis POT temor de ellos ... y estad siempre preparados para presentar defensa COIl manse-dumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros".

".Por eso, si en tiempos de desesperanzauno sigue creyendo y realimentandola esperanza y el amor es cuestionadosobre el sentido de su praxis creyente,o él mismo es el que cuestiona losvalores de los demás con dicha praxis.

r

"fr Es decir estamos retados a hablarde esperanza a un individuo histórica-¡

>.

- 17 -

mente situado en realidades de no sal-vación, realidades que en muchosmomentos nos tocan también a no-sotros. Es desde ahí, desde donde seI).OS plantea el problema del sentido enmedio del sinsentido, de la salvaciónen medio de la no salvación: la cues-tión de la esperanza.

e~!"~,,.'~

~¡jt1;fJ.~'1,j:

'!i;;1',t

Para la reflexión personal y comunitaria

l. Después de la lectura del monólogo del caballo de Turln ¿qué he senti-do?, ¿qué sensaciones, preocupaciones o retos me han surgido tras esacontemplación demoledora delfinisterre de la vida y de la civilización?

2. ¿Qué me provoca el texto de Savater? ¿Hay personas en mi entorno quese sitúan en esta línea? ¿Qué respuestas tengo para mí y para dar a otrosque me pidan que les dé razón de mi esperanza?

.~

:~;r,:"©,~,~~ff¡f::1:tf,¡r~,.¡"r¡'0l~Ii

~fl>

tl.'

tiII~~iy'-

[

J~,g.,J.,,'

1

- Capítulo 2 -

La VR ante la crisis de Esperanza¿Tenemos razones para la desesperanza?"1,

f

.~f;::~.

---------------------_ .._-- -

~1J~4~J~1~~4

l·~t. ~ ,¡

:';~1,~

•;11.~'f' ..~. "Jfi¡,1..~:~~.~~j:~i1JrJIM

1~tI

1. La inestabilidad de un tiempobisagra

Este desaflo incide de una formaparticular en la VR, La cuestión noscompete muy propiamente y al mismotiempo nos afecta con intensidad tantoa nivel individual, como comunitario einstituciona 1.

La situación de desilusión y deses-peranza que tiñe nuestro contextosocial, sin duda nos golpea y nos toca.Par otro lado, somos parte constitutivade la Iglesia, y nos sentimos concemi-dos por la crisis eclesial; pero además,enfrentamos todas estas crisis en unmomento de fuertes dificultades inter-nas, Quizás estas no son percibidas delmismo modo por todos, Pesan mássobre quienes han de tomar decisioneso portan una carga de trabajo bajo laque comienzan a sentirse aplastados,Pesan menos en quienes están comen-zando la aventura de la vida religiosa,y han hecho una opción de vida por loque hay, sin mirar a lo que había antes,que les resulta ajeno.

20 GARMJLLA, 1.: Vivir en invierno. PPC, Madrid 2009, p.42.

No es momento de hacer un elencode dificultades, pero a nadie se le ocul-ta el dato estadístico, que habla por unlado de pérdidas de efectivos y por otrode un importante envejecimiento ennuestras comunidades, Muchas obrasabiertas y pocos religiosos y religiosas;comunidades que en otro tiempo esta-ban urgidas por la vorágine de laacción, hoy tienen que ocupar susesfuerzos en la sana supervivencia depaliar las dificultades propias de laedad; obras apostólicas en contextos demisión compartida, a veces más por lanecesidad que por la convicción; casasde formación reagrupadas con uncurioso giro expansivo: de lo provin-cial a lo interprovincial; de lo interpro-vincial a lo europeo continental y de loeuropeo a lo mundia1...20 Grandes titu-lares que, sin embargo, responden anúmeros mínimos que tampoco podrángarantizar en un futuro próximo la sub-sistencia de las obras que hoy tenemos,Esta es la observación del dato objeti-vo externo, Pero si nos adentrarnos unpoco más, si vamos al corazón de laVR descubrimos que este proceso de

{

adecuación al momento presente noshace luchar contra una fácil tendenciahacia la falta de esperanza, que en elmejor de los casos va dejando en elcamino mucho superviviente (van vi-viendo), algunos desazonados (amar-gados, malhumorados o resignados) yun resto de testigos (de los que vivengozando). Posiblemente esta sea laherida profunda que va generando ladesesperanza y que habremos de cuidary curar si este tiempo ha de ser, comolo es también para nuestra sociedad, untiempo bisagra para la VR. Una etapaen la que ya no está lo anterior, peroaún no sabemos qué ha de ser lo nuevo;porque la situación ha cambiado, perono nos hemos desecho todavía demuchas formas y figuras que pertene-cían a aquella etapa y que resultan ana-crónicas en esta.

Todo apunta hacia una vida reli-giosa diferente, sensiblemente distintade aquella en la cual se ha formado ycrecido la mayoría. Pero la tendenciahabitual de nuestras congregacioneses que la bisagra gire con facilidad ha-cia atrás y no tanto hacia adelante. An-damos cansados y agitados, entre el ser-vicio y la preocupación por mantener"nuestro modo de proceder" cual si allíestuviera nuestra esperanza, y gastamosen esto nuestras energías, olvidando"elegir con María la mejor parte", esaque no se nos quitará: la escucha delSeñor, de su Espíritu que todo lo renue-va, de su palabra, siempre creadora.

- 20 -

A todas estas cuestiones se unen laC11Sis de identidad, la sensación dehaber perdido el sentido profético y ca-rismático que nos ha identificado en laIglesia, la incapacidad de propuestascreativas que sean verdaderamentefecundas para el mundo. Habría queagregar también las dificultades paraacertar en los procesos de formación eintegración de los pocos jóvenes quellegan a nuestras comunidades -dada ladiferencia de edad y de mentalidad-,de sostener a las nuevas vocaciones, yde encontrar un esquema de vida co-munitaria que potencie nuestra misión,en vez de absorber las pocas fuerzasque tenemos. Además está la dificultadde encontrar personas para la anima-ción comunitaria, y la urgencia de cla-rificar la misión de los superiores-rnuchas veces reducidos a un serviciomás de enfermería que de acompaña-miento y animación de la cornunidad-,No se sabe bien cómo enfocar el temade la visibilidad; y percibimos la ur-gencia de encontrar mediaciones ade-cuadas que tercien nuestro desfase conel mundo, de atinar en el modo de arti-cular nuestra misión con el trabajo dio-cesano y de establecer relaciones másfluidas con la Iglesia jerárquica, y unlargo etc.

2. Amenazados por la desespe-ranza ...

Toda esta problemática, tanto ex-terna como interna, nos desafía y nos

asusta al mismo tiempo. Estamos, tam-bién nosotros amenazados de desespe-ranza. Esta amenaza puede convertirseen una oportunidad o bien conducimos arespuestas falsas, que nos suman en p08-turas y opciones estériles e incluso dañi-nas, tanto para nosotros como para lamisión a la que hemos sido convocados.

Uno de esos "falsos caminos" es laresignación. Más que una respuesta esuna opción y una decisión clara por lamuerte, por ahogar toda esperanza, quesin duda se asfixia en la pasividad deun conformismo frustrado. A su lado,la amargura es posiblemente la heridamás dañina, el anti-testimonio másferoz, y la amenaza más incisiva. Otravía de salida es la huida; no mata laesperanza, pero la ignora, la olvida y lapierde ... y también la fe. Se va volvien-do soledad vacía, y lleva con ella laauto-segregación que conduce al de-sespero, la desilusión, o incluso al esta-blecimiento de grupos de presión quese toman infecundos, por obrar desdefuera. El empeño por poner parchesque faciliten la supervivencia, es otraopción, que logra tan solo alargar unpoco la agonía de la esperanza, pero enabsoluto es capaz de generar ilusión.También es posible optar por la ne-gación -el "aquí no está pasandonada"-, aunque la verdad es que cadavez es más difícil. O bien distraemoscon la nostalgia y la melancolía quenos lleva una y otra vez a volver alpasado, fijando en él nuestra mirada

- 21 -

perdida, incapaces, tan siquiera, deaprender mucho de él. Solo para re-cordar, tomar un poco de aliento, yretomar a la pesadumbrosa tristeza quegenera el tiempo presente cuando se levacía de futuro. O tomar la vía del acti-vismo: no dejar de hacer cosas, reunio-nes, propuestas, pequeños cambios enre-estructuraciones interminables quesin embargo no parecen capaces ni deinnovar, ni de proporcionar una con-versión radical de nuestras estructurasy modos de vida que abran a una nuevafase de la VR más esperanzadora.

En la mayor parte de los casos, aestos falsos caminos nos empuja lainseguridad. El miedo es uno de losprincipales enemigos que atenazan laesperanza de la VR:

El miedo que nos encierra. Es elriesgo que corre la VR de terminar cur-vada sobre sí misma de tanto mirarse,de tanto querer protegerse, de tantointentar salvaguardarse, buscando "susalvación" a toda costa. Olvidando queesa preocupación debería dejarla enmanos de quien nos envía.

El miedo que hace huir y confundirel centro. Es decir, descentrarse tantobuscando fuera de sí "salvación",absorbiendo modelos de otras realida-des, adaptándose al medio para ser "re-conocida"". que al fin se diluye esté-rilmente allí donde debería entregarsehasta una muerte fecunda,

f

El miedo que paraliza y finalmentedeja que sea arrastrada por las desespe-ranzas exteriores del medio en el quevive. La política, la economía, la faltade ideales, de compromiso ... generananálisis "de bulto", sin matices, en losque todo está mal y todos están mal, yno hay nada que hacer. Nos hace mio-pes ante tantos gestos en nuestromundo en los que "la peque/fa espe-ranza ,. se abre paso.

Fácilmente podemos caer en latentación de pensar que es el. nuestroel peor de los tiempos y, sin embargo,muy posiblemente no sea así. De he-cho, si nos detenemos en los de nues-tros fundadores, encontramos situa-ciones que no tienen nada que envidiara la actual, pero en las que la pasiónpor Jesucristo y el deseo de entregaiban abriendo caminos de vida en es-tepas no mucho mejores que aquellaspor las que transitamos hoy, y gene-raron grandes cambios en sus socie-dades.

Nuestra historia de Europa, porejemplo, hubiera sido otra sin un sanBenito. Cuando este se percata de lasituación en su entomo, lo primeroque hace es parar, detenerse, tomardistancia... orar. Escuchar a Dios ydejar que Dios le transforme a élmismo, para tener una experiencia delo divino y de lo humano que com-partir. Y después salir hacia el mundo.No solo, con otros; y con ellos: es-

- 22 -

cuchar. alabar y buscar. Pero detrásde él, y en aquel mismo momento, elque todo aquello fuera posible de-pendió también de otras muchas deci- __siones, radicales, fundamentales, es-condidas, sin nombre, sin recuerdo ...pero de las que vivimos hoy. Y que per- :1mitieron reconocer aquel momento _,.concreto de la historia como kuiros,como oportunidad, como llamada, ",.,como invitación a buscar, como urgen- :f, d d ¡¡era e respon er... r

Nuestro hoy, como el de san Be- :1;nito, es también un tiempo de crisis, dejocaso de valores, de caída de refe- frencias y creencias, de certezas, y de .¡las estructuras que daban antes con-,¡fianza y firmeza a nuestro caminar. El ".1cambio epocal nos ocasiona confusión:~e incertidumbre. Es natural una prime- 1ra reacción de turbamiento en cuanto S"nos enfrentamos con transforma- fciones que interrogan nuestra identidad":iy nuestra fe hasta las raíces" (Linea-f:menta, 7). Nada está claro. Algo se¡derrumba y algo intenta salir a la luz. .~Tal vez por esta razón nuestro tiempo Jes simultáneamente dramático y jas-i.

rcinante, y exige de nosotros algo más .~que una respuesta mediocre: una res- ¡puesta dramática y suficientemente 1.

radical para ser también fascinadora.!Es decir, capaz de abrir caminos de fu- ~

Pturo. t

IAhora bien, la esperanza no po-

demos cifrarla en un cambio instan-

iáneo -como el que nos tiene acostum-brados nuestra civilización-o Incluso lacrisis económica, recibe plazos, 5 años.para remontar, 3 años para comenzar acambiar la curva.... ¡Una etemidadpara quien padece las consecuen-cias ... ! pero, en verdad, un instante enla historia de la humanidad.

Nos ha tocado un tiempo bisagray hemos de amado, conocerlo, impli-carnes en éf ;.. y ahí,fructificar, anunciando ydando razón de nuestraesperanza. Yeso signifi-ca aceptar que no corres-ponde vivir el momentoestelar de despliegue deuna nueva civilización,de una nueva cultura, nide una nueva sociedad.No vamos a estar en la cresta de la ola,pero estamos en aquel espacio quepuede hacerla posible o que puedeabortarla. Aceptación de nuestro tiem-po, no implica negligencia sino en-trega. Entrega desmedida, entregaoculta, entrega mmtirial... para que

- 23 -

"otros" tengan vida, y la tengan enabundancia (Jn 10,10).

Nuestro momento es el de la espe-ranza, "la pequeña esperanza" ... siem-pre de la mano de sus hermanas mayo-res la fe y la caridad -como decía be-llamente Péguy-. Sí, de eso se trata, dearraigamos en la fe, pero también dedejar que esta fe nos dinamice y que elamor nos haga creativos. Aceptar no

significa parar. Acogerno es detener. Habrá quedespedir muchas formasque pertenecen al pasadoy que ya no son elocuen-tes, ni en nuestro anun-cio, ni en nuestro testi-monio. Habrá que pre-guntarse una y mil vecessobre el cómo, sin COIl-

ceder ni un milímetro de terreno a laduda sobre el por qué o el para qué. Deesto se encargan la fe y el amor. Escon-didamente, sin glorias, pero abriendoun espacio en el que dejar brotar y cui-dar con fe y amor, a la pequeña espe-ranza.

Aceptación de nuestrotiempo, no implica

negligencia sino entrega.Entrega desmedida,entrega oculta, entregamartirial ... para que

"otros" tengan vida, y latengan en abundancia

"Por el camino empinado, arenoso y estrecho,arrastrada y colgada de los brazos de sus dos hermanas mayores, (fe ycaridad)que la llevan de la mano,va la pequeña esperanzay en medio de sus dos hermanas mayores da la sensaciónde dejarse arrastrarcomo un niño que no tuviera fuerza para caminar.Pero, en realidad, es ella la que hace andar a las otras dos,r

rrr

I

1

r~"r- 24 - '1'.t··~r'

y la que las arrastra':!i ..expectativas sobre la VR, sobre nues-y la que hace andar al mundo elltero¡t . tras comunidades, sobre la misión ...,y la que le arrastra. .'j .'esas grandes transformaciones con lasPorqu~ en verdad no se trabaja sino por los hijos ..j. que soñaba! no se van a realizar, Y mey las dos mayores no avanzan sino gracias a la pequeña". .;~ "resisto, sobre todo, a admitir que eso

(Ch. Péguy, El misterio de Lossantos inocentes) ,f no tiene ninguna importancia, Me.:i{· resisto a consentir, en primer lugar, que

I ,.l~..00o no elige la forma en la que quierej! . perder, y a que este "perder" sea "per-;:J diendo".", porque solo a~i será ge~le-.]f.... rador de vida y de ganancia, de sentido~f·".y alegria, y del milagro de la gozosaj;f esperanza. y en segundo lugar, me re-.~.~....sisto a desistir de la preocupación P?r:<f mí misma, a despegarme de mi propio.'~ victimismo. De nuevo: me resisto a}~ perder. Y solo se pierde verdaderamen-ir:. . te cuando se entrega la VIda a fondol' perdido por quien hay que entregaría,1~ por Cristo y por sus intereses: por lal misión que ha puesto en nuestras ma-

2. ¿Reconocemos juntamente con el carácter dramático de nuestro tiempo,¡i nos. y únicamente así se experimentasu dimensión fascinante? ¿Lo reconocemos como tiempo bisagra? ~~.' también la ganancia.¿Cómo podríamos ayudamos a "aceptarlo con alegria"? ¿PonemosJ~nuestra fe y nuestro amor al cuidado de la "pequeña esperanza"?;,1

'-------------_--.1 ;:r

Para la reflexión persona] y comunitaria

Tal vez nos sentimos cansados de lidiar con este tiempo de "decrecimiento"que se nos antoja siempre "demasiado largo ", y que no termina de alumbrarvida. Nuestro reto está en "aceptar con alegría" este impasse como "tiempode barbecho ". Lo nuestro será preparar la tierra, abonarla con nuestrasvidas. Entregar la vida y con ella "el deseo de ver florecer la tierra ", perohacerla con esperanza.

l. ¿Qué nos frena para ello? ¿Qué miedos acechan sobre nosotros y nosparalizan? ¿Cuáles son los que sustraen nuestra alegría? ¿Qué peligrosconcretos sentimos que nos asedian tentándonos de tristeza?

3. Experiencia de "pérdida" su vida, la perderá; y el que la pierdapor mi y por el evangelio, la salvará ".y con el texto, la pregunta ¿por qué nosomos capaces de abrazar este tiempocon gozo, con alegre esperanza, con~[sostenida paciencia, y con la alegre:;'certeza de que si así lo vivimos se tor- .nará ganancia? Y una y otra vez des-cubro que, lo que me OCUlTe-al menosa mí- es que me resisto. Me resisto aperder, me resisto a admitir que mis

Sin duda, los "recortes" han tocadoa la VRo>. ¡y ya desde hace bastantetiempo! ¡Tanta pérdida ...! de personas,de fuerzas, de creatividad, de obras, deproyectos, de casas, de capacidad deincidencia en nuestro mundo y de rele-vancia en la sociedad. En muchas oca-siones me viene a la cabeza el texto deMarcos (8,35): "El que quiera salvar

Cuando las personas pasan por unaenfermedad grave, que pone en riesgosu vida, o viven una situación en la queven peligrar su futuro y el de los suyos,aprenden a relativizar y a centrarse enlo esencial. A veces me pregunto ¿quémás nos tiene que pasar para que reac-cionemos? ¿vamos a vivir indefinida-mente tan ocupados en paliar las pér-didas que no nos vamos a permitir sen-tirlas como tales?

Por otra parte, también es nece-sario arrojar una mirada "crítica sobre

- 25 -

nuestras pérdidas", para no confun-dirlas con lo que no son. Muchas denuestras experiencias de pérdida partí-cipan de la ambigüedad que caracterizaa la mayor parte de las realidades denuestro mundo. Un ejemplo lo tenemosen lo que ha sido llamado crisis de rele-vancia. Esta ha afectado en primerlugar al cristianismo, que ha dejado deser decisivo en la sociedad de occi-dente, arrastrando tras de sí a la VR,sobre todo a la vida religiosa apostó-lica. Lo más grave es que ha dejado deser relevante, sobre todo, el mensajeque anunciamos. Desgraciadamente,los restos de relevancia que mantienela Iglesia. están más vinculados a lainstitución, a sus estructuras, riquezasy arte. ,. que propiamente a sumensaje.

Una de las más importantes pér-didas es la del reconocimiento social.No es tan decisivo que no nos valoren,incluso que hayamos perdido credibi-lidad, que no se nos admire, ni se reco-nozca nuestro trabajo como una apor-tación al mundo. Es decir, la pérdida derelevancia que se traduce en "no reco-nocimiento" de nuestra valía, impor-tancia o puesto social, incluso eclesial.Lo esencial es esa pérdida de rele-vancia que tiene que ver con lo peque-ño, con lo cotidiano, con ese espacio enel que justamente está llamada a desa-rrollarse nuestra vida, y donde única-mente conseguiremos adquiriría. Laúnica pérdida que debiera preocupar-nos es la de credibilidad entre los des-

G

heredados de la tierra, entre los deses-peranzados, entre los pequeños.

En ocasiones caemos en la ten-tación de buscar consuelo para nuestrasituación juzgando que "la cara de laesperanza de la actual situación de laVR", sociológicamente hablando, se hadesplazado ahora a "otros lugares"(América Latina, Asia o África). Perono la descubrimos en el modo de tra-bajar de estos pueblos, en el compro-miso con la parte del mundo más opri-mida ... No, el juicio se basa habitual-mente en el aumento de vocaciones. Yentonces, la aparente generosidad de laalegria por otros se toma en tristezaporque qué lejos de la esperanza cristia-na, cuando nuestras esperanzas depen-den solo de los números y de las esta-dísticas ... más de muerte que de vida.

Si nos atreviéramos a "perder" deverdad, el cambio de época nos ha-blaría de una situación nueva de fra-gilidad y vulnerabilidad, que apunta al"desde dónde" debemos comenzarnuestro anuncio y mision evangelíza.dora hoy: desde abajo, desde dentro,desde la pobreza y la exclusión, desdela debilidad y la humildad. Con gran-des sueños, con infinitos proyectos,con la osadía de los pequeños ... perodesde ahí.

Porque la pequeñez, vulnerabilidady fragilidad no implican una actitudtimorata, ni descreída, no son sinó-

.-26 -

nimos de falta de audacia y valentía, talvez lo contrario: otorgan esa libertadque debería posibilitámoslas. Necesi-tamos tener una "actitud y un estiloaudaz", que nos capaciten no solodescifrar los nuevos escenariosnuestra historia donde se juega lade los hombres, sino para habitar/osy transjormarlos en lugares de testi-monio y esperanza (Lineamenta n.6).

4. Entre la nostalgia y el falsoidealismo

Quizás nos convendría una ciertadosis de post-modernismo, que noshiciera capaces de olvidar un poco elpasado y no obsesionamos en excesocon un futuro que desconocemos, yque no podremos controlar, y arro-jamos en radical entrega al presente alque nos debemos, pues es ahí dondehemos sido llamados a desvivimos. "Elpasado y el futuro -creía con razón .H. Boulad-. se dilucidan en el presente;y la flecha del futuro, lejos de orien-tarse hacia un mañana indefinido,apunta hacia ese «ahora» en el quesucede todo y todo se origina. El pre-sente es esa realidad que recapitula elpasado y futuro y les confiere sentido yvalor". El maestro del cuento, el rusoAnton Chéjov, insistía en esta mismadirección al afirmar que "el pasadosolo puede parecemos maravillosocuando lo dejamos atrás". Es decir,cuando es interpretado desde el pre-sente y nunca cuando lo sustituye.

Lo más lejano del horizonte de laesperanza se halla en direccionesopuestas, pero que terminan abrazán-dose en los sótanos de la amargura y dela desesperación: el apego al pasado yla obsesión por el futuro (casi siempreel futuro de nuestro pasado). En ambasdirecciones la esperanza se desvanece.Es curioso que el infierno sea simbóli-camente, desde Dante, el horizontedonde no hay cabida para la esperanza:"Pierdan toda esperanza al traspa-sarme". En la medida en que sigamosen escapada hacia el pasado o el futuro,la VR -y cualquier vida-, seguirá den-tro de un callejón sin salida, marchitán-

- 27 -

dose progresivamente. Pues sobraránostalgia o falso idealismo, pero fal-tará la perla preciada: la esperanza-t.Lo más cercano a su dinámica es siem-pre el fluir del presente asumido conespíritu de discernimiento: "Mirad,voy a hacer algo nuevo, ya está bro-tando ¿no lo veis?" (lsaías 43).

La invitación es clara. Deberíamosandar por el mundo como "zahoris dela esperanza ".Especialistas para de-tectar en nuestro presente cualquiermínimo brote de esperanza, por escon-dido que esté. Desvivimos para cuidar-lo. Ser profetas para anunciarlo.

Para la reflexión personal y comunitaria

l. Detenemos un tiempo para identificar nuestras "falsas esperanzas" y"falsas pérdidas".

2. Compartir en comunidad cuales son nuestras resistencias personales ycongregacionales a "perder". ¿Qué resistencias nos están quitando lavida y la alegría? ¿Cómo reconocer la nueva vida que está detrás denuestros miedos?

5. Convocados para ser signos deesperanza

Sin ser ciegos al peso de influenciadel entorno social y cultural sobrenuestras propias vidas, ni del hechoincontestable de hasta qué punto la glo-

balización, el secularismo, el mercadoy la cultura postmoderna han idoimpregnando nuestras formas de exis-tencia y las de nuestras comunidades yobras, hemos de reconocer tambiénuna cierta tentación a convertir 11 uestromundo en el "chivo expiatorio de nues-

21 Cf A. D. CARRERO, [Quémalos con fuego! La vida religiosa y el presente.

't

tras crisis". Así, por ejemplo, los pro-blemas con los más jóvenes son conse-cuencia de la sociedad en la que hancrecido, de lo flojos que son hoyo delo desestructuradas que están las fa-milias. Los argumentos se repiten paraexplicamos a nosotros mismos por quéno hay vocaciones, o no tienen éxitonuestros proyectos pastorales.

Uno de los retos de nuestro mo-mento, a mi modo de ver, es el de con-vertir nuestra mirada sobre la culturaactual en 1ma mirada más amistosa,más positiva, más buscadora de posibi-lidades. Porque "la esperanza cris-tiana ama fa tierra" (K. Rahner), yesto ha de ser algo más que una con-signa de compromiso activo que nosanima a trabajar por cambiarlas, sinotambién una invitación a "empatizar"con nuestro mundo, con nuestra cul-tura, Con nuestro momento histórico.Solo así seremos capaces de descubrirlas posibilidades que esconde en su"subsuelo".

Por otra parte, no siempre somoscapaces de constatar que muchas denuestras perplejidades son parte dellote común que compartimos con elresto del mundo. La cuestión de laidentidad, por ejemplo. Es un problemaque aqueja a nuestro mundo desde laModernidad. Posiblemente la raíz deesta pregunta para la VR no haya que

- 28 -

buscaría en "nuestros tiempos", sino en ¡,esos que miramos de reojo con nos- :¡taIgia, en los que éramos muchos y .~contábamos con reconocimiento y un Jlugar destacado tanto en la sociedad icomo en la Iglesia. Nuestra identidadestaba muy clara: signos externos queno dejaban dudas y funciones propiasque solo nosotros realizábamos. Lafecundidad de estos tiempos no facili-taban las preguntas, pero anticipabanalgo que llegaría poco a poco a nuestrasociedad: el debilitamiento de todaclase de instituciones que otrora dabanuna identidad, definían lila profesión ouna vocación. "Ya no hay más vocacio-nes para nadie; la sociedad ya no estácompuesta por personas que consagransu vida en talo cual dirección particu-lar, sino por funciones que deben serdesempeñadas solo mientras exista undeseo que satisfacer'<- (los acuerdosde Bolonia y la comprensión de laUniversidad en función de competen-cias que buscan una adecuación de lapersona al mercado, son una muestra).

¿El problema es nuestra identidadhoyo procede tal vez de un entender loque éramos fundamentalmente desdelo que hacíamos? En todo caso, aunsiendo importante la reflexión sobreesta cuestión, solo valdrá la pena si elmotivo por el que la hacemos son "losotros", es decir, nos hace más capacesde ser signos de esperanza para el

22 BOYLE, N.: "Untherstanding Tatcherirm", en New Blackfiiars, p.320.

r¡; •.

,~.inundo Y de ayudarles a vivir la BuenaNueva que anunciamos. Quizás nuestraidentidad resida, más bien, en una ca-pacidad de estar abiertos a todos aque-llos cuyas vidas no van a ningunaparte, no tienen sentido, no son"nadie", no poseen nada ... mostrandoque lo específico de nuestra vocaciónes ser signo de ese destino común alque es convocado todo ser humano. Loexpresaba con mucha certeza TimothyRadcIiffe23 al afirmar que "ser reli-gioso es encamar una fundamental yesperanzada convicción sobre la huma-nidad: estamos caminando hacia Dios.Podemos no tener idea del futuro de lahumanidad, de qué desastres o violen-cias nos acechan ... pero Dios está lla-mando a toda la creación hacia El". Eseestar llamando a todo hacia El, es unaconvicción profunda de fe que nos diceque la vida tiene un sentido, que Dios/lama por su nombre a todo ser hu-mano y desea atraerlo a sí para que suvida sea una vida plena. Por eso -con-tinuaba- "nuestra vocación es maravi-llosa, no porque nosotros seamos ma-ravillosos, sino porque constituye unsign.o de nuestra maravillosa esperan-za para la humanidad entera ".

Por otra parte, no seríamos hom-bres y mujeres de discernimiento ca-paces de leer los signos de los tiempos,si no tomáramos constancia de un dato

23 RADCLlFFE, T: "¿Por qué ser religioso?" en El manantial de la esperanza. San Esteban,Salamanca 1998, pp.53-ss.

- 29 -

de novedad que acompaña a nuestromundo -VR incluida- en estos últimosmeses, como un signo inequívoco deesperanza. Inequívoco por la alegríaque provoca en el pueblo de Dios,inequívoco también por su carácterevangélico y por su identificación conlos más pequeños. Me refiero al "modode hacer" del papa Francisco. No setrata solo de que el clamor por la espe-ranza haya sido un leitmotiv desde quecomenzó su papado. Es, sobre todo, eseponer ante nuestras retinas y ante lasdel mundo, algunas palabras, algunospequeños gestos, algunos signos... ca-paces de encender los corazones y degenerar un verdadero despertar de laesperanza, en creyentes y no creyentes.

Desde los comienzos de su pontifi-cado, el papa Francisco ha querido dar-nos a conocer su forma de entender elservicio que el Obispo de Roma deberealizar: "Custodiar a Jesús con Maria,custodiar toda la creación, custodiara todos, especialmente a los máspobres". Pero también apuntaba queera un servicio al que todos estábamosllamados. ¿El motivo? "Para hacerbrillar la estrella de la esperanza ".Nos invitaba, para ello, a "encontrarcaminos de esperanza". Caminos queabran nuevos horizontes a una socie-dad que emite signos de estar adormi-lada, deprimida y desafectada. Y a los

ff

religiosos, en concreto, a ser "profetasde esperanza ".

Sin ignorar los problemas ni la si-tuación de desesperanza que por distin-tas causas sufre nuestro mundo, el Papanos remite a la situación de los discípu-los de Emaús, que decepcionados antela muerte de Jesús, se mostraban resig-nados y trataban de escapar de la rea-lidad, dejando Jerusalén, Las mismasactitudes -decía el Papa24- las pode-mos leer también en este momento his-tórico. Frente a la crisis puede existir laresignación, el pesimismo hacia todaposibilidad de intervención eficaz..; Te-nemos la tentación de pensar en claveapocalíptica. Esta concepción pesimistade la libertad humana y de los procesoshistóricos lleva a una cierta parálisis dela inteligencia y de la voluntad. La des-ilusión conduce también a una especiede fuga, a buscar "islas" o momentos detregua, Es algo semejante a la actitud dePilato: el "lavarse [asmanos". Una acti-tud que parece "pragmática" pero que,de hecho, ignora el grito de justicia, dehumanidad y de responsabilidad socialy lleva al individualismo, a la hipocre-sía, e incluso a una suerte de cinismo.Esta es la tentación que 110S acecha, sivamos por este camino de la desilusióno de la decepción,

¿Qué podemos hacer; se pregun-taba el Pontífice? Cristo salió al paso

30 -

de los discípulos de Emaús y trasformóla tragedia en euforia y triunfo. Eso sí,un triunfo que solo los que habían te-nido contacto con Cristo, comprendíany evidenciaban. Cuando el viandantedesconocido se acerca a los dos discí-pulos, tristes y desconsolados, no tratade esconder la realidad de la crucifi-xión, de la aparente denota que ha pro-vocado su crisis, sino que los invita aleer la realidad para guiarlos a la luz desu resurrección: "Insensatos y tardosde corazón ... ¿No era necesario que elCristo padeciera eso y entrara así en sugloria?" (Le 24,25-26). Hacer discerni-miento significa no huir, sino leerseriamente, sin prejuicios, la realidad.Acoger/a y amarla.

Este es el modo de proceder de'Dios. No cambia la realidad. La asume.Se introduce en ella. No niega lo evi-dente, pero nos recuerda que la rea-lidad es algo más que lo que se per-cibe a simple vista. Nos regala con lafe la capacidad de mirar desde dentro,y una luz que nos posibilita "ver" consus ojos, desde su perspectiva. "Ver" larealidad como Él la ve. Y esa luz ilu-mina los caminos de la esperanza.

Por esta razón, ante la situaciónactual la primera necesidad es la dedirigir al mundo, desde la fe, "una mi-rada de ternura y de amor", que abra"un resquicio de luz en medio de tantas

24 FRANCISCO, Discurso el) la Facultad de Teología de Cagliari (Cerdeña),

- 31 -

nubes", la luz de la esperanza. Solo así El mal "existe en nuestra historia,será posible llevar a otros "el calor de pero no es el más fuerte. El más fuertela esperanza". Esta es una convicción es Dios, y Dios es nuestra esperanza"...que el Papa no se cansa de repetir, en Por esta razón somos convocados a sersus intervenciones, homilias, en !,-vitter, signos de esperanza, a "dar espe-por doquier: "sin esperanza, 110 somos ranza ", a "tener pasión por la espe-cristianos" Yde ahí su invitación: ¡No ranza ", a hacer de la esperanza "algoos dejéis robar la esperan:;a¡25 que es de todos",

"Tal vez la esperanza es como las brasas bajo las cenizas; ayudé-monos con [a solidaridad, soplando en las cenizas, para que el fuegosalga otra vez. La esperanza nos lleva adelante. Eso no es optimismo,es otra cosa. Pero la esperanza no es de uno, la esperanza la hacemostodos. La esperanza debemos sostenerla entre todos, todos vosotros ytodos nosotros que estamos. La esperanza es algo vuestro y nuestro. Escosa de todos"26.

25 FRANCISCO, Domingo de Ramos, 25/04/2013.26 FRiI.NCISCO, Discurso pastoral a Cagliari, 22/04/2013.

1

- Capítulo 3 -

¿Tenemos razones para la desesperanza?¡Cambiemos la pregunta!

.-----_.. .----_ .._-~ ---- ----No obstante, nos acucia la preocu-

pación por cómo sacudimos de encimaesta tentación de desesperanza que nosaflige. ¿Cómo recuperar en estos tiem-pos de desencanto esa pasión por laesperanza que haga creíble nuestro.anuncio? ¿Cómo vamos a anunciar aCristo como esperanza para el mundo,si no se puede leer en nuestras vidas yen nuestros rostros que Él es nuestraesperanza, nuestra "alegre esperanza"?

En tiempos de incertidumbre einseguridad, de crisis, de cambios queno podemos controlar, en tiempos deencrucijada ... en tiempos de desolaciónes útil "hacer memoria ", aprender dela historia, rememorar los tiempos degracia. Pero también "interrogamos".No en una búsqueda estéril de culpa-bles o culpabilidades, sino tratando deponer nombre y verdad a lo que vi-vimos, detectando obstáculos que esposible vadear, veredas que tal vez hanquedado ocultas en el camino. Sin darnada por seguro, poniendo todo denuevo "en las manos de quien todo hasalido". Interrogamos, pero sobre todo"interrogarle". Interrogamos para po-nemos en actitud de escucha y de bús-queda.

Ahora bien, hemos de encontrar lapregunta conecta para poder caminarhacia la respuesta acertada. Desde Kantuna de las cuestiones que acompañan alpensamiento humano a lo largo de lossiglos es ¿qué puedo esperar? Un inte-rrogante que precisa ser modificado ...Porque si es verdad, como afirmaba elprotagonista de De dioses y hombres,que nuestra vida -en tanto que consa-grados- ya está entregada ... entonces¡no hay nada que esperar! y al mismotiempo ... ¡podemos esperarlo todo!

1. ¿De "qué" esperamos,a "Quién" es nuestra esperanza?

Esta simple verdad, nos conduce acambiar de perspectiva. Lo esencial esque nuestras vidas ya están entregadasy nuestras existencias ancladas en unfuturo que no poseemos, que tantasveces sentimos lejano y del que in-cluso podemos llegar a dudar... peroque está dado. Y porque nuestras vidasestán allí ancladas, podemos nosotroshacer este giro en la pregunta que nosconduce a descentramos y"ocuparnos"del futuro de los otros y de sus espe-ranzas, porque la nuestra habita ya enotra tierra.

rf.

- 34 - - 35 -f~Con una imagen impactante, lo

afirmaba la joven Etty Hillesum en unade las cartas escritas desde los barraco-

nes de un campo de concentración nazipara judíos holandeses en espera de serdeportados y exterminados:

mentiras que decidimos creemos para blindar esos "fondos" de todainjerencia ajena y de toda conversión posible'<''.

tf "La arteria pril1~ipal de mi vida ya

"Cuando la araña teje su red, ¿no traza primero los hilos princi--·:r· · · · · · · ·vapor delante de nu y ha ingresado enpales por los que luego asciende ella misma? La arteria principal de mi ~ otro mundo ... ", y el ancla que 'nos

vida ya va por delante de mí y ha ingresado en otro mundo. Es como !;si todo lo que está sucediendo y por suceder ya se hubiera fundido en ~'mi ser; lo asimilé, lo sobreviví y ya construyo la sociedad nueva que -;~.

~'habrá de venir después de esta"27. ~

'~en alguna parte de nuestra existencia '~que nos hagan vivir temblorosos e Iinseguros por si algo los afecta, por si :'(nos los expropian o los perdemos, por""si se devalúa~ o nos los roban. Con .1meridiana claridad lo expresaba rec¡en-Jtemente Marc Vilarassau, sj:>;[i

't'f

..~J'1".+'· :f'f:~r:':.. k.sÉ.~

;Jí,~.¡t,

.. ~

:1:,..~;"1,1

arraiga es "la esperanza" que Alguienya ganó para nosotros: Jesús, nuestraesperanza.

"Tenemos como firme y segura ancla del alma, una esperanza quepenetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, elprecursor, entró por nosotros" (Hebreos 6,19-20).

"La arteria principal de mi vida yava por delante de mí y ha ingresado enotro mundo ... ", eso es lo que implicahaber entregado ya la vida ... ¡a fondoperdido! Y entonces ... [ya no hay nadaque perder! Todo está a buen recaudo.No hay "fondos reservados'vf ocultos

La carta a los Hebreos expresa enesta imagen del "ancla" la verticalidadprimaria de esta relación. Las líneasanteriores nos invitaban a "tomar laesperanza que se nos ofrece" (en unparalelo a esa arteria principal de laque nos hablaba Etty con la metáforade la tela de araña) porque ha de serpara nosotros como un ancla sólida yfilme que nos arraiga a la vida que yanos ha sido alcanzada por el precursor:Jesús. Como el ancla desciende ver-tical y se agarra al fondo del mar, la. esperanza, sube vertical hacia lo alto,aferrándose a Dios, adentrándose enel corazón de la eternidad, y afincandoallí nuestras existencias como des-tino-".

"aguardándolo todo, esperándoJo todode Alguien". Si no somos encarnaciónde la esperanza en nuestro entornocotidiano, de modo que quienes nosmiran, entienden que "la oscuridad" y"la negrura de la vida" no es lo defini-tivo, y aun en nuestra pobreza dejamosvislumbrar la paz y la alegría del resu-citado y su oficio de consolar."El problema no es tanto lo que das -que puede ser mucho y bue-

nísimo-, como lo que te reservas -aunque sea poco e insignificante-oEs ese «fondo reservado» el que, de golpe, te pasa factura. Uno reco-noce que ha vivido a fondo, que se ha entregado generosamente, queha dado mucho; pero, aun así, por poco honesto que sea consigomismo, descubre como un resto de insatisfacción todavía no exorciza-do, una insobornable sensación de que algo falta, de que esa carta queuno guarda disimuladamente bajo la manga tiene también que entraren eljuego, si no quiere que le quede fijada en el rostro esa sonrisa quemuestra solo la mitad del alma. Y no me refiero a esas reservas legíti-mas y hasta necesarias (si uno no quiere fundirse más que darse); merefiero a esas reservas mezquinas, esa calderilla existencial que guar-damos en una caja, no como acopio para darse mejor, sino como reser-va para no darse tanto. Me refiero a nuestro tiempo sagrado, a nuestroespacio inviolable, a nuestras manías intocables, a nuestros secretosirrevelables, a nuestros pequeños vicios inconfesables, y también a las

La esperanza teologal es el "hilode lo alto" que sostiene desde el centrotodas las esperanzas humanas. "El hilode lo alto" es el título de una paráboladel escritor danés Johannes Joergen-seno Habla de la araña que se descuel-ga de la rama de un árbol a lo largo delhilo que ella misma produce. Posán-dose en un cercado teje su red, obramaestra de simetría y funcionalidad,Tensa por los lados por otros tantoshilos, todo se sostiene en el centro porese hilo del que ha bajado. Si se nuncauno de los filamentos laterales, la araña

Ciertamente, no podremos ser pro-fetas, ni testigos, ni portadores de es-peranza en nuestro mundo, si la espe-ranza no está en nosotros, si no expe-rimentamos, deseamos y vivimos

29 En bttp :llpustonllsj.org/index.php ?option=colll_ content&view=article&id= 1025&Jtemid=33(acceso el 22/10/20 13),30 CF. Van BALTHASAR, H.U.: Teodramática 5, p.144.

27 HILLESUM, ETTY: El corazón pensante de los barracones. Anthropos, Barcelona 2001, p.JOll.28 La expresión da titulo a un precioso texto de Marc Vilarassau sj, recientemente fallecido a los 45 años.

í;1:J¡<cf:t~

/ID

interviene, lo repara; pero si se rompeel hilo de arriba todo se distiende y laaraña desaparece porque ya no haynada que hacer. Es una imagen de loque sucede cuando se trunca' el hilo delo alto que es la esperanza teologal.Solo esta puede "anclar" las esperanzashumanas a la esperanza "que no falla".

No esperamos en alguien radical-mente a menos que le hayamos otor-gado crédito y confianza -<le ahí el ca-rácter inseparable de la fe y la espe-ranza-. Por esta razón el propio dina-mismo de la esperanza, reclama la con-fianza. Y una esperanza absoluta, unaconfianza absoluta ... lo que apunta ne-cesariamente a Dios. ¿De quién si nopodríamos aguardado todo, y al mismotiempo abandonamos absolutamente,con la seguridad de que nuestra vidaestá a buen recaudo? ¿Quién podría serese "alguien" de quien nos fiamos total-mente, de quien podemos "pender"como única referencia y en quien esposible desistir la propia vida sin temorde ser absorbido o disuelto, con la segu-ridad de ser afirmado en el amor?

En este sentido, es verdad quequien no conoce a Dios, aunque tengamúltiples esperanzas, en el fondo estásin esperanza, sin la gran esperanzaque sostiene toda la vida (cf. Ef 2, 12).La verdadera, la gran esperanza delhombre que resiste a pesar de todas las

- 36 -l·::J¡.

desilusiones, solo puede ser Dios, el JDios que nos ha amado y que nos sigue )iamando "hasta el extremo", "hasta el .~~totalcumplimiento"(cf..Tn ]],1; 19,30).f

.. r.Quien ha sido tocado por Su amor ]'empieza a intuir lo que sería propia- -'~

bmente la esperanza (cf. SpS, 27). T

']f·'J-.'.'~:'f":':f

:.f.~f:·}ft.'::fJ~

Pero el cambio de perspectivasupone, sobre todo, una invitación adescentrar nuestros interrogantes, demodo que el esperante (yo) no sea elcentro, que es desplazado hacia el es-perado. Entonces, la pregunta se muda,y nuestra esperanza se resitúa en unnuevo espacio, ocupada y preocupadano tanto por sí misma sino por lo queDios espera de nosotros, .. no como unpeso, como una obligación, sino comoel mayor motivo de alegría que puedeexperimentar la criatura. Es Dios elque se curva sobre nuestra pequeñez,confiando en nuestra poquedad, con-fiando a pesar de nuestra infide-lidad, aguardando nuestra respuesta,nuestra colaboración ... poniendo susueño en nuestras manos, arriesgandosu proyecto. El ser agraciados por untal don forma parte intrínseca de la es-peranza.

Ciertamente, necesitamos tener es-peranzas -rnás grandes o más peque-ñas-, que día a día nos mantengan encamino. Pero sin esta gran esperanza,aquellas no bastan.

- 37 -

"Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios,sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta elextremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto. Sureino no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nuncallega; su reino está presente allí donde Él es amado y donde su amornos alcanza. Solo su amor nos da la posibilidad de perseverar día a díacon toda sobriedad, sin perder el impulso de la esperanza, en un mundoque por su naturaleza es imperfecto" (SpS, 31).

No se trata de que no sea legítimoy justo el preguntamos qué esperamoso qué podemos esperar. Más bien lacuestión es que en nuestra vida comoconsagrados hay un necesario despla-zamiento que nos coloca en el empla-zamiento justo, que es posible darcuando sabemos de quien lo aguarda-mas todo, y en quién hemos puestonuestro amor y nuestra confianza, esdecir, en manos de quien hemos entre-gado nuestras existencias. Porque en-tonces el problema ya no es saber quéespero yo, qué esperamos nosotros o sihay esperanza para la VR en un con-texto tan poco fecundo como en el quevivimos. La pregunta radical para unavida "entregada" ya por delante, es quéespera Dios de mí, qué espera de no-sotros.

2. ¿Qué espera Dios de nosotros'?

Esta pregunta nos vuelve a desco-locar. Parecería que el hecho de esperarimplica una carencia, o la existencia deun futuro incierto, el anhelo de algoque nos es indisponible. Parecería que

Dios, por definición, es Aquel de quiense espera, el fundamento de toda espe-ranza -como hemos dicho-, y por servida, plenitud, infinitud, totalidad yetemidad ... no habría nada que Él pu-diera esperar. Parecería, en definitivaque Dios no puede ser sujeto de espe-ranza.

2.1. Dios tiene esperanza en no-sotros

Pues bien, si hablamos del Dioscristiano, del Dios-can-nosotros, delDios que se autodetermina a sí mismoa salir de sí para entrar en relación conun mundo que Él ha soñado y paratener historia con una humanidad queÉl ha suscitado, revelando su designiode amor respecto de todo lo creado yrevelándose también a sí mismo, alcomprometerse hasta el fondo, hacién-dose "uno de tantos" en el Hijo, lacuestión cambia. Pues a la luz de la his-toria que Dios ha vivido con los hom-bres, no podemos negar que es el Diosde la esperanza: el que aguarda, el queconfla, el que espera incansable de su

s¡q

creación, de su pueblo y de cada serhumano en particular-". El Dios que nodesiste de su sueño ni de su proyecto yque, una y otra vez, los reinventa,abriendo-nuevas posibilidades de logroy de futuro para nosotros.

El fundamento último de la espe-ranza cristiana es que Dios tiene espe-ranza en nosotros. Dios tiene fe en elmundo, que es obra de su amor. Esperaen el mundo, porque lo ama incondi-cional y gratuitamente.

2.2. La encarnación es la condi-ción de posibilidad de su esperanza

La encarnación es la condición deposibilidad de esta espera. Y aún más,nos habla del "precio", del costo asu-mido por Dios, del riesgo que ha abra-zado por nosotros. Ese riesgo le posibi-lita "esperar de nosotros, para nosotrosy por nosotros".

Afirmar la encarnación es recono-cer que Dios ha entrado en la lógicapropia de otro orden de seres: los serescreados, y que por ello tiene historia.El Dios de la libertad absoluta se aden-tra no solo en el universo físico, sino enel de la libertad humana limitada por lanaturaleza, y queda sometido a susleyes. Al introducirse en el mundo de laduración y el tiempo, "no solo tiene

'r-:;..,.."r .,~¡'•"~~

historia, sino destino ... , y quien está ;$bajo un destino puede ser víctima de;{otras realidades de naturaleza fijas pero 'C'J

imprevisibles y de la arbitrariedad Jque otras libertades pueden desenca- '1denar'v-. -:F Al dotamos de capacidad co-crea-

.} dora v creativa, Dios nos habilita paraEl Dios que crea, que establece una'] colab~rar con Él en la realización de su

Alianza con sus criaturas, y que se en--~-.'•.·í::., .-.... proyecto y, en ciert~ sentido, a.ir reali-cama corre el nesga de nuestras lIber-", zándolo nosotros mrsrnos. El proyectotades, se expone a ser rechazado en su' ..•... es "para todos", pero la invitación esoferta de cer~anía amoros~, de pro-",;t ..' personal, así como hay unyecto de plenitud y de destino de co-J sueño particular paramunión. Dios se ha hecho vulnerable al <~~ cada sujeto y una misióncreamos y al acampar entre nosotros..· ..::.•·I; que Dios ofelta. y regalaPero es Justamente en esta su capa-" al mismo tiempo a cadacidad de autolimitarse y de asumir el ':i uno.riesgo del rechazo, el desprecio y el <~desamor, donde podemos conocer}_fquién es Dios, el hasta dónde de sU~'I'amor y comprender el sentido de pre-,:guntarnos por su esperanza. '. :

~g2.3. Dios espera en todos y en

cada uno de nosotros

- 38 -

Pero no todo es riesgo, o mejor,este riesgo era "la condición" de lagran posibilidad para el mundo: la deun Dios que nos invita a participar conÉl en su proyecto como sujetos delibertad, capaces -por ello- de entablaruna relación amorosa con Él, y de coo-perar tanto en la realización de susueño para el mundo, como en el pro-

3! Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, o. Raíz de la esperanza. Siguerne, Salamanca 1995. p.247.32 [bid. p.249.

u.__._. ...---*--_.-.

pio ir construyendo nuestra identidadpersonal, y eligiendo el destino decomunión de vida y amor que nos ofre-ce coma plenitud.

- 39 -

sotros, aguardando el integramos en laconsumación de su vida. Porque Diosha otorgado confianza al hombre hastaeste punto y le ha encargado una mi-sión, por esa razón, podemos concluirque Dios espera en el hombre. Si Dioscuenta con sus criaturas para llevaradelante su proyecto, es que espera deellas. Y sin duda, podemos decir queesta esperanza de Dios es la forma má-xima de dignificación del ser humano,

y el fundamento último desu esperanza. Porque laradical desesperanza quepuede asolar al hombrees la que le sobrevienecuando no cuenta paranadie, ni nadie cuenta conél, cuando nadie aguarde

nada de él ni de su amor. .. porque endefinitiva no existe para nadie33.

Esta esperanza de Dioses la forma máximade dignificación delser humano, y

el fundamento últimode su esperanza

Por esta razón, lacuestión de "la esperanza de Dios"queda también remitida a esta posibi-lidad de un Dios que nos hace un en-cargo, que nos da una responsabilidad,a sabiendas de que él mismo quedaimplicado y afectado por nuestra res-puesta, en un mundo que ya formapalie también de su destino. Así Diosse nos revela como Aquel que ha otor-gado confianza al ser humano, hasta elpunto de poner en sus manos su pro-yecto para que él mismo lo lleve ade-lante; hasta el punto de entregarnos asu Hijo, en quien acompaña nuestrahistoria con amor, haciéndola suyahasta el fondo del dolor en la cruz yabriendo su propio destino para no-

33 Ibid. p.263.

El descubrimiento de esa esperanzadivina sobre nosotros es el descubri-miento de la suprema posibilidad hu-mana, y en el fondo supone compren-der la entera vida como vocación anteDios y en el corazón del mundo. Dioscuenta con nuestra vida de una formapersonalísima, y de esta esperanza de-pende no solo la propia vida, sino tam-bién la de los demás. Esto es lo que sig-nifica el que afirmemos que Dios dejael mundo en nuestras manos, que Diosnos encarga el mundo, que cuenta connosotros y espera de nosotros. Tomar

'~

;·:"'~.11L""'.:....:.:..-.""".-.". ••.•._,,_

conciencia de esto, supone una granresponsabilidad, tanto personal comogrupal, De nuestra respuesta puededepender la presencia de Dios mismocn-el mundo, de la Iglesia o la sal-vación de nuestro prójimo. El creyenteque sabe que Dios ha querido su vidaen el doble sentido de hacer que exis-tiera y de amarla, y que le ha llamadopara una tarea en su proyecto, sabe dela esperanza de Dios, y por ello estaráinclinado a desvivirse hasta el extremosintiéndose responsable de todo y detodos.

2.4. Dios espera de sus hijos

Dios espera, espera en cada uno denosotros, espera en cada ser humano,porque en definitiva cada uno es hijosuyo, y por esta razón en su destino vaimplicado el destino del Padre. Po-siblemente la parábola del hijo pródigo(Le 15), sea uno de los textos más elo-cuentes para decimos cómo es Diospara sus hijos, especialmente paraaquellos que se sitúan a mayor distan-cia y en lejanía de Él. Dios se revela enel texto lucano como un Padre que viveen perenne aguardo y activa esperanza,que no puede resignarse a perder asu hijo, pues si se pierde, también encierto sentido se pierde Él como Padre."Así la esperanza de Dios queda pen-diente hasta que cada hombre retorne yencuentre su libertad en la filiaciól1"34.

34Ibid. p.264.

- 40 -

2.5. Cada ser humano es respon-sable de la esperanza de Dios y delmundo

Aún hay otro cambio de perspec-tiva al que somos especialmente invi-tados como hombres y mujeres consa-grados a Dios y a su Reino. Tambiéneste implicará un cambio en la direc-ción de nuestra mirada, para hacerladesde Dios, descentrándonos de la pro-blemática que nos encierra en nuestraspequeñas luchas, proyectos y dificul-tades, cual si el fin de la VR estuvieraen conservamos y crecer "a toda costa".

Ciertamente es importante y casime atrevería a decir "grave", además'de tremendamente devastador, el que laVR se sienta desesperanzada. Es graveporque este estado no nos deja ser loque deberíamos ser, ni atender a lasexpectativas de Dios sobre nosotros,tal vez, por estar excesivamente preo-cupados al ver nuestras propias expec-tativas y proyectos fracasar. Grave,porque nos incapacita para cumpliralgo esencial de nuestra misión: sertestigos de esperanza; y porque noslleva a olvidar que, en medio de unasociedad desesperanzada y de tantoshermanos nuestros desesperados, he-ridos, presos del sufrimiento ... nuestramás honda y urgente obligación es"dar esperanza ", "ser esperanza paraotros ", sostener vicariamente la espe-

:~;

.:~•..

rf~.

j~f.1~e~t•i{

1tt1~j1iJ...~I1-1~4\,r;

:'1

- 41 -

ranza que naufraga en nuestro tiempo.No solamente "esperar con otros", sino"esperar para otros ". Regalar a nues-tros hermanos la experiencia de quealguien espera en ellos, confia en ellos, sesperar.

"Es necesario tener confianza en Dios, pues él bien que ha tenidoconfianza en nosotros. Es necesario tener confianza en Dios, pues élbien que nos ha otorgado confianza a nosotros. Es necesario depositaresperanza en Dios, pues él bien que ha depositado esperanza en no-sotros. Es necesario dar crédito a Dios, pues él bien que nos ha dadocrédito a nosotros. ¡Qué crédito! Todos los créditos.

aguardar algo de ellos ..., y arriesgamoshasta el punto de estar dispuestos a"esperar por otros ". De esta exigenciabrota radicalmente el deber de no de-

Es necesario tener fe en Dios, pues él bien que ha tenido fe en no-sotros. Nos ha hecho la confianza de damos, de confiamos su HijoÚnico.

y ¡ay! ¡Lo que hemos hecho de él! La inversión de todo es que esDios quien ha comenzado. ¡Es Dios quien nos ha dado crédito, quiennos ha otorgado confianza, quien nos ha entregado credenciales,quien ha tenido fe en nosotros!"

(CH. Péguy)

Para la reflexión personal y comunitaria

1. ¿Qué espera Dios de mí en este momento de mi vida? ¿Me siento res-ponsable de su sueño y de la esperanza que Dios ha depositado en mí?¿Qué podría hacer para secundarIa más explícitamente?

2. ¿Qué espera de nuestra comunidad? ¿Qué situaciones haya mi alrede-dor que están aguardando mi/nuestra colaboración para poner en ellasesperanza?

- .~.

(

,l.:

K

Quienes hemos consagradonuestra vida al Dios delReino, a su proyecto y a supromesa, somos urgidos a la

tarea inaplazable deresponsabilízarnos de laesperanza de nuestroshermanos, de ser sus

portadores vicarios, inclusode poner en riesgo nuestrapropia esperanza para

rescatar la esperanza de otros

3. El deber de no desesperar

El reconocimiento de cierto carác-ter trágico en la existencia humana pre-senté en nuestra historia y, sobre todo,de la irredención de sus víctimas, puedeconducimos bien a un escepticismo cri-tico, bien al revivido nihilismo de lospostmodemos, siempre bajo la sombrade Nietzsche. Y sinembargo a pesar del"eclipse de Dios" enAuschwitz (Buber), ode la catástrofe de Hi-roshima, de los geno-cidios en África o enlos Balcanes, de losmillones de hombresy mujeres desplaza-dos viviendo en cam-pos de refugiados encondiciones infrahu-manas, de las masa-eres de Siria, de las víctimas de Lam-pedusa ... y de tantos otros fracasos dehumanidad en pequeños o grandes lu-gares, con eco mediático o pretendida-mente silenciados para ocultar otros in-tereses, no podemos ser sordos a "otrasvoces" que reclaman de nosotros unarespuesta improrrogable->.

Emil L. Fackenheim habla de unmandamiento para todo judío, que

- 42-

brota de lo acontecido en Auschwitz,que no le permite ni dejar caer en elolvido a sus víctimas, ni desaparecercomo judíos, ni desesperar de Dios. Laesperanza -reconoce- se nos imponedespués de Auschwitz como un manda-to inesquivable-v, Un imperativo deeste tipo se cieme también sobre no-sotros. El dolor del mundo, la desespe-

ración de tantos hom-bres y mujeres, el de-sengaño de tantas víc-timas se eleva comoun precepto ético so-bre el cristiano, y nosrecuerda el deber deno desesperar. Quie-nes hemos consagra-do nuestra vida alDios del Reino, a suproyecto y a su pro-mesa, somos urgidosa la tarea inaplazable

de responsabilizamos de la esperanzade nuestros hermanos, de ser sus porta-dores vicarios, incluso de poner enriesgo nuestra propia esperanza pararescatar la esperanza de otros.

3.1. Desde las víctimas

Este deber se IlOS impone, en pri-mer lugar, desde las víctimas del pasa-do, que nos piden no desesperar, por-

35 VIDAL TALENS, J.: "Creer en tiempos de desesperanza", o.c., p.843.

36 cr f'ACKENHE1M, E. L.: "El mandamiento de esperar: respuesta a la experiencia judía contem-poránea" en AA. Vv.: Elfuturo de la esperanza. Siguerne. Salamanca 1973, pp.79-100.

[..:¡'._~.

l'....1~l,;r:~~

...:.:i..::t-'----,-~.~~

11.!,:\f'"1{

""'~:"""".~.. ---.-:,:.

·"·~JI.

.--

:1:~..t'-J.....•~.~I

que esto sería tanto como dar unasegunda victoria a los supuestos vence-dores y una segunda muerte a los ven-cidos. y se nos impone también desdeel presente, dcsdc la situación actual deinjusticia Y exclusión a nivel mundial,desde el clamor por una "supervivenciade dignidad" en la lucha diaria que sos-tienen las mayorías empobrecidas-? .Por una parte, se trata de un imperativomuy modesto en su formulación: nodesesperar, pero por ser tan asurnible,por tratarse de algo que conecta con lasentrañas del ser humano, resulta tam-bién más vinculan te. Y por otra parte,es ambicioso porque tiene vocación deconstituir la raíz y el cimiento de lo quepuede ser la esperanza históricamentefundada y abierta en su trascender.

3.2. Desde el rostro sufriente del

otro

Es un mandato que nos viene de lahistoria pero que incumbe también anuestro presente coincidiendo con unaconciencia que se ha ido avivando ennosotros tras ser testigos de tanto pade-cimiento. Son ellas, las personas su-frientes, las que han despertado esta

.~

..~

- 43 -

conciencia; y desde ellas nos alcanzauna orden, que nos saca de nosotrosmismos, de nuestras pequeñas preocu-paciones y de nuestros proyectos. Unaorden capaz de convertirse en vía deacceso a la trascendencia.

En este sentido se mueve el pen-samiento de otro autor judío, E. Lé-vinas, que pone en conexión infinitud yotreidad, de modo que ambas realida-des adquieren idéntica función: el"Otro" es el que hace tomar al "yo"conciencia de sí mismo, de su limita-ción y dependencia, de su obligación aamar, de su pecado si no accede a susdemandas. Lévinas identificará al"otro" con las figuras del huérfano, elextranjero y la viuda ... , con las cualesestoy obligado y se me manifiestan enel rostro. El otro me afecta y me impor-ta, porque me exige que me encarguede él, incluso antes de que yo lo elija.No podemos guardar distancia con elotro. Tampoco podemos escapar. El su-jeto está llamado a responder del otro,hasta de su propia responsabilidad. Deeste modo, el otro se impone como lí-mite de mi propia libertad, sin por ellosustraerla:

El rostro... "se impone, precisamente, por llamarme desde sumiseria y desde su desnudez -desde su hambre-, sin que pueda haceroídos sordos a su llamada. De suerte que ... no limita sino que pro-mueve mi libertad al suscitar mi bondad (213-214). La epifanía delrostro como rostro, introduce la humanidad. El rostro en su desnudezde rostro me presenta la indigencia del pobre y del extranjero (226) ...

37 VIDAl TAlENS, J.: "Creer en tiempos de desesperanza", O.C., p.863.

.':

~:..:¿;1.·'

<.,

.!~~

11'(

- 44-

y es mi responsabilidad frente a un rostro que me mira absolutamenteextraño lo que constituye el hecho original de la fraternidad (227)".38

En primer plano está "el rostro delotro ", que es débil y fuerte al mismotiempo, que sin hacer fuerza física obli-ga y provoca. El "rostro del otro" hacesalir al "yo" hacia el exterior de símismo, y destruye el engreimiento de laModernidad. La bondad no resulta del"yo quiero" activo en el que se recono-cía tradicionalmente la acción virtuosa,sino en que "a pesar mío, mi interés secambia en amor y el otro me incumbe".La subjetividad del yo, queda despro-vista de su fuerza y es el otro quienlleva las riendas del "mí mismo".

Sin embargo, es posible pregun-tarse si la "desnudez fáctica del otro" esrazón proporcionada o suficiente paraexplicar el carácter absoluto de estedeber-''. Una facticidad puede forzar-me o constreñirme, pero nunca obli-garme o convencenne. Yes aquí dondenos vemos lógicamente conducidos a laafirmación de la presencia en el otro(causa de mi absoluto deber) de Al-guien, es decir, un Absoluto personaldivino que, en último término, es elúnico que puede fundamentar el carác-ter absoluto de mi deber hacia "el otro".

Por otra parte, el imperativo de nodesesperar que nos alcanza desde lasvíctimas y los excluidos, si no se ha dequedar vacío de contenido, y si ha deevitar en la acción la recaída en la ge-neración de más víctimas, está pidién-donas la atención a las consecuenciasde nuestras acciones, instituciones eintervenciones, incluso de l~s humani-tarias. Aquel imperativo nos deberiaconducir a una autocritica y reformapermanente, personal e institucional,para no' silenciar la memoria de los quecayeron y van cayendo hoy en la cune-ta de la historia.

De ahí que este "deber de no de-sesperar" se tome también en "deberde resistir" en la lucha por una vidadigna para todos. Algo que solo seráviable si se comparte la resistencia detodos aquellos a los que el vivir se lesha convertido en sobre-vivir. Y estedeber, de nuevo, acarrea sus "costos".Por optar claramente por los que estánen los márgenes, muchos han de pagarun peaje gravoso, que "los situados" olos que dejan de resistir y se acomodan,ciertamente no pagan40.

38 LÉVINAS, E.: Totalidad e infinito. Sígueme, Salamanca 1987, p.227.39 Así lo hace MANZANA MARTÍNEZ DE MARAÑÓN, 1.: Ateísmo contemporáneo y teismofilo-sójico. Eset, Vitoria 1987.40 Cf. GOYTISOLO, J. y NMR, S.: El peaje de la vida. Integración o rechazo de la emigración enEspaña. Aguilar, Madrid 22001.

r·"

'.1:.,'r,

~t.~:f'~.,.{trjf:-~:.~

'11,'.. '.

'.\

En el fondo, la esperanza no se pue-de reducir ni al deber de no desesperar nial de resistir. Incluye todo: la resistenciay los tiempos de espera, el ánimo y lavoluntad, la imaginación anticipadora yel aguante, y hasta la esperanza contratoda esperanza, la confianza en que el serhumano conocerá su plenitud y la jus-ticia. Pero si lo que se aguarda es pleni-tud y justicia para todos, lo que incluyea los muertos, esa esperanza ya no puedeestar fundada tan solo históricamente,sino teologal mente. Si pedimos un "nt-turo absoluto" (Rahner) para la huma-nidad, este futuro sería inimaginable sinDios. Un verdadero futuro de plenitudpara los seres humanos y sus historias,solo puede serio el mismo Dios, un Diosde redención, de resurrección y vida.'tÍ

':~

Por esta razón, podemos decir queen el mandato de no desesperar, históri-camente fundado en cuanto nos alcanzadesde las víctimas de nuestra historia,nos alcanza también con una interpe-lación que viene de más lejos como una

..':c<

- 45 -

gracia que hace posible no solo no de-sesperar sino esperar la plenitud y lajusticia. Así, el deber de no desesperarnos alcanza simultáneamente desde lamayor trascendencia y desde la mayorintimidad de nosotros mismos. Es la vozque resuena desde las entrañas de la his-toria, y por eso la transmiten los relatosde los orígenes, relatos de una historiaprimordial de la humanidad: "¿dóndeestá tu hermano ...?" (Gen 4,9-10). Estaexigencia o este deber, es también lagracia que nos constituye en personas .Es el grito del sujeto (Hinkelarnmert)nunca apagado, que clama al cielo jus-ticia, y es "la gloria de Dios" que seexpresa en el deseo de "¡que el serhumano viva!" (Ireneo). Y ahí sí, en esagracia, que nos precede desde la aurorade la creación, puede encontrar la es-peranza su fundamento, los cimientossobre los que levantarse y sostenerse'".y así, desde esta pregunta originaria porel otro, por los otros, podremos entraren la cuestión definitiva que perse-guimos: ¿para quién esperamos?

Para la reflexión personal y comunitaria

1. ¿Desde qué realidades del mundo y de mi entorno me siento llamado ano desesperar? ¿En qué exigencias concretas se traduce? ¿Puedo iden-

tificar los costos?, ¿y los riesgos?

2. ¿Qué realidades institucionales, eclesiales ... se tornan para mí y micomunidad en exigencia y responsabilidad de "no desesperanza"?

41 Cf. VIDAL TALENS, J.: "Creer en tiempos de desesperanza", o.c., p,893.

",r,'

··' ••• 1

¿

fI1,

.~

r:,~

r

!_JJf

';I~.·.,

- Capítulo 4 -La cuestión definitiva¿Para quién esperamos?

Somos hombres y mujeres históri-cos, espacio-temporales, sin estos ejesdiflcilmente podemos pensar nada denuestra existencia, ni el pasado, ni elpresente, ni el futuro. Nuestra condi-ción es itinerante y nuestra vida undevenir a través de esa magnitud quehemos dado en llamar tiempo.....~

Pero mucho más importantes que eltiempo y espacio, aunque no sin ellos,es -a la hora de pensar la esperanza- laalteridad. Los otros. La relación,

La Metafísica de la esperanza deMareel lo puso de manifiesto con unadefinición difícil de superar: "la espe-ranza es esencialmente ... la disponibi-lidad de un alma profundamente com-prometida en. una experiencia de co-munión ".

No hay esperanza más que a niveldel "nosotros ", o quizás no solo a esenivel, pero fundamentalmente en ese,en la experiencia de comunión con elotro, donde encuentra cabida tambiénel "nosotros cósmico" del hombremundano, que no se sabría a sí mismosin una referencia a la tierra que le vionacer y desde la cual inicia la peregri-

nación su existencia. De ahí que espe-rar sea siempre: esperar en otro o enotros; esperar con otros, es decir, unatarea solidaria que se realiza en comu-nidad, en fraternidad, en sociedad;esperar para otros como rasgo especí-fico de nuestra misión cristiana y caris-mática, y si se nos da la gracia paraello, esperar por otros, mostrando elcarácter vicario de la esperanza,

1. Esperar "en otros", La dimen-sión intersubjetiva de la esperanza

1.1. Entre el temor de perder y laalegría de soltar

En su estudio sobre el ser humanoGabriel Marcel muestra, en clave pri-meramente antropológíca, el carácterintrínsecamente intersubjetivo de laesperanza, Esta no se entiende sinocomo don, don que precisa de otro, donque reclama del sujeto una actitud deacogida, don que nos recuerda que elser humano es, en tanto que se recibe yque se dona.

Sin embargo, cuando miramoshacia el futuro o chequeamos nuestrasexpectativas nos encontramos con que

~'T

1>

existe en nosotros una tensión entre eldeseo de poseer y el temor. Yo deseoaquello que no poseo, hasta poseerlo, yuna vez poseído temo perderlo denuevo=? (cf. BV 78). La manera febrilen que el hombre siempre se ha esfor-zado por proteger y defender sus pro-piedades y posesiones es, en el fondo,una manifestación de su temor a perderaquello que antaño fue objeto de susdeseos. La fragilidad del mundo semuestra en que el hombre -haga lo quehaga- no es capaz de encontrarse con-tento y realizado dentrodel cascarón de su propiahechura, encerrado en susoledad y en una preten-dida auto-suficiencia.

- 48 -

"gracia", es decir de lo gratuitamentedado. Tiene que estar dispuesto a estarabierto, a dejar espacio y a recibir. "Enla raíz de la esperanza, hay algo quenos es literalmente ofrecido"43. Ellasurge como respuesta "a iniciativascuyo centro se halla fuera de nuestroalcance, allí donde los valores songracias"44.

Con ello se confirma que la espe-ranza 110 apunta hacia aquello que estáen mí, no

Para que sea posibleesperar de verdad, elhombre tiene que fiarsede la "gracia", es decirde lo gratuitamentedado. Tiene que estar

dispuesto a estar abierto,a dejar espacioya recibir

Este círculo vicioso,inestable y destructor,donde el deseo y eltemor pugnan dialéctica-mente, empuja al serhumano, le impulsa hacia una bús-queda de estabilidad y permanencia,hacia una realidad independiente de síque pueda colmar su radical pobrezay nulidad. Pero no le conduce ni es-pontánea ni necesariamente a la espe-ranza. Para que sea posible esperar deverdad, el hombre tiene que fiarse de la

apunta hacia mí mismo,hacia mis expectativas,hacia lo que pertenece aldominio de mi vida inte-rior. Para que sea posiblevivir de esperanza -viviruna vida esperanzada- elser humano debe sercapaz de recibir algo deotro que, a su vez, seacapaz de dar u ofrecerse.

Habría que añadir, sin embargo,que el don no es recibido sin más "porun sujeto que haya hecho en sí espaciopara ella. El don es una apelación a laque hay que responder; es como si sealzase dentro de nosotros una cosechade posibilidades, entre las cuajes debe-mos elegir"45. Se da a nuestra libertad

42 MARCEL, 0.: Horno Viator: Prolegómenos a una metafísica de la esperanza. Sígueme, Salamanca2005, p.78. (en adelante HV)43 Ibid. p.80.44 Ibid. pp.SO-Sl.45 ¡bid. p.SO.

rFtJ la ocasión -el Kairos- de ejercerse y:[ ... desplegarse de una forma que no puedeJ.. hacerla cuando se encuentra abandona-J.. ..da a sí misma ... Por esta razón la espe-l ranza es don y tarea simultáneamente.

Jf

1.2. La esperanza como don yconfianza en el otro

Para conocer y entender la espe-ranza, ante todo debe experimentarse,pues es tan misteriosa como la vidamisma. Incluye necesariamente la re-cepción de algo como don de otra per-sona, 10 que es totalmente diferente deuna adquisición posesiva que brota ytermina dentro del propio ser, lo cualnos desconcierta. De ahí que una for-mulación tan simple y al mismo tiem-po profunda como "yo espero en ti",aparezca como una de las formas másauténticas de la esperanzat''.

>'!;

La esperanza es una vida que su-pera la tendencia a quedarse replegadaen sí y va más allá. El superarse se tra-duce en el trato con el prójimo. Pero laesperanza exige una apertura que solose da cuando se muestra una confianzahonda en el otro, y es el clamor de esaconfianza el que despierta el misteriode la esperanza. Es el crédito en el otro,a fondo perdido, el que e.s capaz dedespertar la esperanza. Ese saber que

46 Cf. Ibid. p.52.47 Teatro, Buenos Aires 1950, p.21 O.

- 49 -

hay alguien en que puedes apoyar tuvida, abandonada y abrirIa seguro deque será acogida en lo que es, y que endefinitiva estará salva. Es el humusfiducial donde crece la esperanza.

En una obra de teatro de Marcel lla-mada L'Émissaire, tenemos un ejemplográfico de lo que tratamos de decir.Antonio Sorgue, un católico, es critica-do y rechazado por sus compañeroscomo hipócrita por no haber participa-do en la "resistencia" durante la guerra.Solamente su prometida Silvia le per-manece fiel. Al final, desesperado de símismo, Antonio se dirige a Silvia,diciendo: " ... yo solo no puedo ... Esnecesario que alguien me haga la ca-ridad". Cuando ella le pregunta: "¿Quécaridad?", dice: "De no desesperar demí". A lo cual replica Silvia: "Tú estásmucho más cerca de mí desde hace diezminutos... precisamente porque hasdudado de ti mismo. Es singular. Comosi esa especie de vado que se ha hechoen ti fuera una llamada a la que meofreces la posibilidad de responder,,47.

La confianza sobre la que se cons-truye la esperanza es esa disposición adesistir a ser yo el único pie que sos-tiene mi existencia, y la apertura a apo-yarla en otro, a abrirla a otro ... a aguar-dar así del "otro".

r·.~"'"L.

i¡¡

i

.,.~,¡;!i,

¿e

,ill--..

1.3. Esperar del otro

Por esta razón, la esperanza se des-pierta allí donde surge la amistad, allídonde brota el amor, situándose siem-pre por encima de una conciencia pura-mente centrada en sí misma. De ahíque pueda pensarse como una especiede "entre" que se crea siempre en unarelación en la que alguien se abre a laposibilidad de acogerla al esperar en elotro. Esta acogida, a su vez, fortalecelos vínculos así como la propia espe-ranza.

Si contemplamos situaciones hu-manas en las que el abrirse paso de laesperanza resulta casi inconcebible,esto se hace aún más claro. Por ejem-plo, en los testimonios que han dejadomuchos hombres y mujeres de susexperiencias como prisioneros en cam-pos de concentración, es posible per-cibir cómo aquellos "en los que habitóla esperanza, se quedaron abiertos losunos a los otros. La esperanza creabauna especie de comunión, en el sentidofuerte de la palabra"48. Mientras que ladesesperanza aislaba convirtiendo enenemigos a los hermanos,

- 50 -

Una vez más, la exigencia decomunión se muestra como condiciónde posibilidad para la esperanza. Poresta razón el "esperar en otro" encuen-tra su lugar paradigmático en la espe-ranza en Aquel que es el otro por exce-lencia, y que abraza en sí todo otro,sosteniendo en la suya toda comunión:Dios. Si ''yo espero en ti" aparecíacomo forma acabada de la esperanzaen el otro, para dar cuenta de la rela-ción entre nuestra esperanza en Dios yen los otros, Gabriel Marcel nos brindaotra preciosa fórmula: "Yo espero en Ti .para nosotros "49, donde ese Tú conmayúsculas es experimentado comovínculo viviente, como garantía de launidad que se genera en el acto deesperanza entre dicho Tú y cada uno denosotros, pero también en toda relacióncon otro o con otros. De ahí se sigueque desesperar de mí mismo o deses-perar de nosotros seria desesperar deÉl; e inversamente, desesperar de Élsería como aniquilar en su principiotoda esperanza. Emergen aquí, además,dos modos de esperanza. Ya no se tratasolamente de esperar en 011'0, sino dela esperanza en un Otro que posibilita,genera y alimenta el esperar con otros.

48 MARCEL, G.: "Le Désir et I'Espérance", conferencia (1963) publicada en inglés corno Desire andHope, en LAWRENCE, R , Y O'CONNOR, D.,(eds): Readings in Existential Phenomenology. NewYork J 967, p.282.49 Cf. MARCEL, 0.: Hamo Viator, o.c., p.77

,,

f·.·.···f·.~~.:.

:1'

••••••••

Para la reflexión personal y comunitaria

- 51 -

l. Hago memoria de las experiencias más profundas que a lo largo de mivida he tenido de "esperar en otro ":Trato de identificar el peso que larelación, la confianza, y la vivencia de comunión ha tenido en ella.

2. Esperar con otros

.,.¡El que espera es el ser humano en-

tero, su entera persona -y por ello tam-bién como individuo-, pero como indi-viduo religado a su prójimo, a su co-munidad. El ser humano es un sersocial, en relación, y aisladamente, almargen de los otros, simplemente, noes. Pero por tratarse también de un sermundano e histórico, espera con todala naturaleza y la historia. Él esperacon ellas y con él espera la enteracreación y toda la humanidad.

2.1. El "nosotros" como sujeto dela esperanza

La esperanza es inseparable delamor solidario. Y el paradigma esCristo que esperó con todos y portodos, consumando así también nuestraesperanza, al ponerse absolutamente alservicio de los demás. De ahí que la es-peranza solo sea verdadera como ('0-

esperanza, y que el auténtico sujeto dela esperanza sea un "nosotros "50.

Desde el AT esta es una certeza delpueblo de Dios, que utiliza la refe-rencia a una esperanza común comofórmula técnica que define a los cre-yentes: "los que esperan en el Señor"(Sal 25,3; 37,9). También los discípu-los de Jesús se autocomprenden, aunen la duda que los embarga tras lamuerte de su maestro, como aquellosque "esperaban'Pl. Y las primeras co-munidades cristianas, tal como lo narrael autor de la Carta a los Hehreos, enel capítulo 11, traza una especie de his-toria de salvación, que desde Abelllega hasta su época, en la que se entre-teje el destino de los que viven en laesperanza y su estar en camino haciauna promesa única y común. La teolo-gía de los Padres continúa esta líneaque pone de relieve que tanto la sal-vación como su esperanza habían sidoconsideradas siempre como una rea-lidad comunitaria .

Somos llamados a esperar con losotros, en ese espacio común donde cadauno es responsable de los demás y rehén

50 GONZÁLEZ])E CARDE])AL. O.: Raíz de la esperanza, o.c., p.518.51 Le 24,21: "Nosotros esperábamos que él fuese el libertador de la nación de Israel ... ".

N

po

f

L

"~"~' ;

e'f¡'¡r;"

F;t:

1r

de su destino. Si nuestra esperanza esJesucristo, no podremos tenerlo al mar-gen y en independencia de los demás."La unión con Cristo es al mismo tiem-po unión con todos los demás a los.queÉl se entrega. No puedo tener a Cristosolo para mí; únicamente puedoperte-necerle en unión con todos los que sonsuyos o lo serán"S2

2.2. La esperanza en comunidad

La esperanza solo es posible radi-calmente en comunidad. Y nuestra co-munidad, la eclesial y la carismática, loes en tanto que aquellos que la constitui-mos compartimos una misma esperanza.No podríamos "estar alegres en la espe-ranza " si esta no incluyera a los otros, silo que espero para mí no lo esperaratambién para aquellos a quienes amo ypara toda la humanidad, Compartir unhorizonte de futuro une aún más queparticipar en el trabajo presente.

Las comunidades cristinas se reco-nocen por esto. Han sido convocadaspor el Señor, que ha depositado en ellasun carisma y con él una tarea, y unaesperanza. La misión de la comunidades mantener viva esa esperanza, ges-tarla e~tre todos, sostenerla entre todos,anunciarla entre todos, testimoniarlaentre todos. 'Esto supondrá que en algu-nos momentos el rol de uno será funda-mentalmente "soportar", mantener a

52 Sacramentum Caritatis. 89.

- 52 -

otros en la esperanza; y en otrosmomentos: "ser Ilevado".. ser soste-nido en la esperanza. En ocasiones noscorresponderá alumbrar el camino conla luz de nuestra esperanza, y en otrasconfiar nuestra oscuridad y nuestraceguera a la guía de nuestros hermanos,

La esperanza es un elemento deci-sivo para cualquier intento de efectuarcambios sociales que lleven a una viva-cidad, consciencia y razón mayores.Destinados a ser una "comunidad deesperanza", habrán de ser los más des-esperanzados, los privilegiados de estacomunidad. Solo así iremos aprendien-do a vivir una solidaridad con losderrotados de la historia que sea tam-bién capaz de despertar las esperanzasheridas y agotadas que se apagan.Decía 1. B. Metz que una comunidadeclesial que viva en el seguimiento deJesús puede permitirse el lujo dehacerse despreciar por los poderosos ysabios, pero si quiere mantenerse enese seguimiento, hay un h00 que no sepuede permitir, el hacerse despreciarpor los pobres y pequeños que "no tie-nen a nadie" (In 5,7) que comparta conellos su esperanza.

y es que "la esperanza está siempreligada a una comunión, por más inte-rior que ella pueda ser", hasta el puntode que uno puede preguntarse si la de-sesperanza y la soledad no habitada no

Compartir la fe esparticipar con otros enuna misma esperanza,contar con un horizontecomún, sentirse partede un sueño en el queavanzamos juntos

rI¡1! son en el fondo una misma cosa. Por

esta razón "no se puede abrir el pro-ceso de la esperanza sin instituir almismo tiempo el del amor"53.

2.3. Esperanza y encuentro¡J',,1

Esperamos "con otros "... muchomás que "contra otros", aunque hayamomentos en los que parezca que estose nos olvida y dé la sensación de quelo que nos une sea más aquello querechazamos que cuanto buscamos.

Compartir la fe esparticipar con otros enuna misma esperanza,contar con un horizontecomún, sentirse parte delID sueño en el que avan-zamos juntos. Por estarazón es posible hablar deun "lenguaje de la espe-ranza", porque lo que espero, anhelo ydeseo no puedo retenerlo dentro de míy solo para mí, preciso comunicarlo.

Cada ser humano muestra su incan-sable búsqueda de sentido habitando ellenguaje del deseo y de la esperanza.Pero esta esperanza que "habitamos"110 se da sin el encuentro con el otro:por ello, encuentro y esperanza serevelan como lugares de "sentido" para

- 53 -

el hombre. De hecho, la desesperanzase traduce habitualmente en "des-en-cuentro", aislamiento o soledad desha-bitada, mientras que la esperanza buscasiempre compañía, busca ser co-espe- .ranza desde el encuentro.

y todo encuentro alcanza su ple-nitud cuando está sígnado por un hacia,que genera un caminar juntos. DiceLaín Entralgo que "en el «hacia» dela existencia humana se integran máso menos armónicamente, pocas vecescon total armonía, el 'hacia' inmediato

y empírico del proyectoyel 'hacia' remoto y fun-damental de la esperanza,un 'hacia' proyectivo yun 'hacia' elpidico "54.y es ah i, entre la inme-diatez del proyecto y lasiempre escurridiza "ha-cia delante" esperanza,

donde se desarrollan nuestras vidas.

Es propio del hombre el proyectarcon otros y buscar en el co-proyecto larealización personal. Es propio del cre-yente la co-esperanza, el no esperarsolo, el sentir que otro/otros están im-plicados en esa espera que es la esperade los que se aman, de los que com-parten la vida, que es en fin, la esperade una comunidad.

53 MARCEL, 0.: Homo Viator, O.C., p.69 y 5I.54 LAÍN ENTRALGO, P.: Teoría y realidad del otro. 11 Otredad y projimidad. Revista Occidente,Madrid 1961, p.282.

"

:i;;1:-1

!/:;:

!L¡

tr.Lt-__

Por otra parte, también es lógico,por nuestra condición frágil y finita,que en cada espera, que es proyecto ypregunta, anide al mismo tiempo lafrustración, la pérdida, la no concreciónde una meta, la desilusión, Y lo propiode la esperanza, en estassituaciones, esel volver a empezar, Un volver a empe-zar que tantas veces no sería posible sin"los otros", porque no tenemos fuerzas,porque se ha disipado la ilusión, y elsentido. iY cuántas veces, también, ese"empezar de nuevo" es simplemente unacto de amor, de entrega silenciosa alotro que nos aguarda y reclama!

- 54 -

2.4. Tarea de cada generación

En otro orden, y también comoconsecuencia del hecho de que esperarsea siempre esperar "con otros «, es quela búsqueda, siempre nueva y fatigosa,siempre fascinante y provocadora, denuevos caminos hacia el futuro sea tareade cada generación, una tarea que nuncase puede dar simplemente por con-cluida, pero que no es posible obviar.Somos herederos de una esperanza querecibimos de otros, que hemos de cons-truir y buscar revitalizar con otros, yque al fin habremos de trasmitir a otros.

"Cada generación tiene que ofrecer su propia aportación para esta-blecer ordenamientos convincentes de libertad y de bien, que ayuden ala generación sucesiva, como orientación al recto uso de la libertadhumana y den también así, siempre dentro de los límites humanos, unacierta garantía para el futuro" (SpS, 25).

Cada generación ha de asumir estatarea, y al mismo tiempo ser capaz dedejar el espacio abierto y necesario paraque la generación siguiente pueda asumirla suya. En este sentido, esperar "conotros" es también ser capaz de asumirque los que vienen detrás precisan for-mular de un modo diverso sus esperan-zas, trazar otros caminos para alcanzar-las, y pronunciarlas con otra gramática.

2.5. Esperar con el otro que sufre

El esperar con otros encuentra unJugar paradigmático de actuación cuan-do "el otro" es el otro que sufre. El su-frimiento se torna entonces "escuela deesperanza" y el "estar con" en medidade la verdad de nuestra entrega y nues-tro amor. Lo expresa con claridad Be-nedicto XVI:

"La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente porsu relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tantopara el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no lograaceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la com-pasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado tambiéninteriormente, es una sociedad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad

rf

I- 55 -

no puede aceptar a los que sufren y sostenerlos en su dolencia si losindividuos mismos no son capaces de hacerla y, en fin, el individuo nopuede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personal-mente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y madu-ración, un camino de esperanza" (SpS, ~8).

Esperar con aquel que sufre no seráposible sin asumir de alguna manera susufrimiento, de modo que este llegue aser también nuestro. Solo así el conso-lar y el con-padecer pueden ser porta-dores de esperanza y de sentido para elotro, y no mera lástima o sentimientode conmoción tan fugaz en su apari-ción como en su desvanecerse. Cuandopadezco-con el que sufre, el propiosufrimiento se convierte en un sufri-miento compartido y solo entoncesserá posible compartir también la espe-ranza, pues la con-pasión se convierteen espacio de la presencia de otro, y "elsufrimiento queda traspasado por la luzdel amor" (SpS, 38). y esto puede serasí porque Dios ha devenido nuestra

-,]esperanza no solo otorgando un sentidoa nuestro vivir y a nuestro sufrir, sinoviviendo y sufriendo "con nosotros ypor nosotros". Bernardo de Claravalnos regaló aquella atrevida y hermosaexpresión que aleja de nuestra mente laidea de un Dios distante y ausente denuestros dolores, en su impasibilidad:Impassibilis est Deus, sed non incom-passibilise> (Dios no puede padecer,pero puede compadecer); y lo ha hechode un modo definitivo en Cristo. Poreso, "en cada pena humana ha entradouno que comparte el sufrir y el pade-cer; de ahí se difunde en cada sufri-miento la con-solatioé'', el consuelo delamor participado de Dios y así aparecela estrella de la esperanza" (SpS, 38).

Para la reflexión personal y comunitaria

1. ¿Qué experiencias tengo de "esperanzas compartidas"?

2. En la comunidad ¿cómo gestionamos nuestras esperanzas? ¿Hay algoespecífico que nos una, no solo como proyecto, sino como esperanzacomún?

55 Sermones in Canto Senn. 26.5: PL 183,906.56 En latín consolatio, consolación, sugiere un ser-con que, por romper la soledad, da consuelo.

i,-:-:

r:1_--

- 56 -

3. ¿Somos conscientes de las esperanzas recibidas de los que nos han pre-cedido, con los que estamos en deuda?, ¿y de las que como generaciónhemos de dejar como herencia? Y por último ¿nos damos cuenta de quellega un momento de abrir "zanjas" para que otros construyan caminosde realización para sus esperanzas?

4. La calidad de nuestra esperanza se mide por nuestra capacidad de con-vertir el encuentro solidario con el que sufre en motivo de esperanza.Ante el sufrimiento del otro ¿considero la posibilidad de ea-padecerpara poder esperar así con el que sufre? ¿Cuál es habitualmente nuestrareacción? ¿Le permitimos al sufrimiento tener una palabra de sentido endirección a la esperanza?

3. Esperar "para otros" y "para elmundo"

Tampoco la vocación que hemos reci-bido, ni el Corazón de Aquel que ..conabsoluta seriedad cuenta con nosotrosy espera de nosotros. "Estar para elotro" es también ser capaz de "esperarpara él", incluso "esperar por él".

Pero no basta "esperar con otros".El amor no se conforma, ni la exigen-cia que brota del rostro del "otro".

"Muy alto, el rostro se me escapa, y siendo muy débil, me inhibecuando miro sus ojos desarmados. Me resiste y me quiere, no soy enprimer término su espectador, sino soy alguien que le está obligado ...el rostro me llama en su ayuda, y hay algo imperioso en esta implora-ción: su miseria no me da lástima; al ordenarme que acuda en suayuda, esa miseria me hace violencia ... reclama como algo que le esdebido mi solicitud y hasta se podría decir, si no temiera W10 que estetérmino hubiera sucumbido al ridículo, mi caridad ... mi compañía nole basta ... ella exige que yo esté «para ella» y no solo con ella".57

3.1. ¿Es posible esperar para otro? obvia, arrastra tras de sí una historiapoblada de rechazos. Durante siglos laesperanza cristiana pivotó casi exclusi-vamente alrededor del problema de la

No es esta una pregunta ociosa.Una cuestión que hoy nos parece tan

57 FfNKlELKR.AUT, A.: La sabiduría del amor. Gedisa, Barcelona 1986, pp.27-s,.

salvación individual del alma, mal en-tendiendo, entre otras cosas, quién erael verdadero sujeto de dicha esperanza.El hombre esperaba solo para sí. Latradición ieológica, .desde Agustín yconfinl1ada posteriormente hasta santoTomás en la Summa (Parte II-IJae,q. J 7) ha respondido negativamente a lapregunta por la posibilidad de esperarpara otro. Así lo hace el Aquinate en elartículo 3: "¿Puede uno esperar paraotro la bienaventuranza eterna?". A lahora de argumentar su respuesta, y a

- 57 -

pesar de reconocer cómo el texto pau-lino de Efesios podría dar pie a pensarque así fuera: "Tengo confianza de quequien inició la obra entre vosotros, lallevará hasta el día de Cristo Jesús"(Flp 1,6), así como el precepto de rogarunos por otros para que se salven dela carta de Santiago (St 5,16), presentaen su contra el "testimonio de SanAgustín en el Enchiridiurn: La espe-ranza no es sino de cosas que perte-necen a quien las espera". A partir deahí argumenta:

" ... la esperanza hace referencia directamente al bien propio. no albien que atañe a otro. Pero, presupuesta la unión de amor con otro,puede desear y esperar algo para él como para sí mismo. Bajo esteaspecto puede uno esperar para otro la vida eterna en cuanto estáunido a él por el amor ... U/lamisma es la virtud de la esperanza conque se espera para sí y para otro".

Es decir, también para santoTomás, el sujeto primario de la espe-ranza es el esperante. Y sin embargo elAquinate logrará salvar el escollo yabrir una vía de luz en la cuestión in-vitando a no considerar la esperanza yel esperante aisladamente, sino en re-lación de simpatía, de amistad o amorcon otros, entonces estos, dejan de serpropiamente "otros", "extraños" y"ajenos", para convertirse en suyos:amigos y hermanos, y así la esperanzadel esperaute puede extenderse a ellospor añadidura, como agregados y uni-dos a sí mismo. Es el amor el que haceconsiderar a los otros como a unomismo -sicut seipsuni- y entonces

"puede desear y esperar algo para elotro como para sí mismo ".

Si alguien quisiera objetar que estaunión o vinculación por el amor podríasuponer una pérdida de individualidady personalidad, la misma reflexión dejaclaro que no es así, pues se sigue ha-blando de "otros", aunque afectiva-mente y moralmente hayan sido agre-gados a uno mismo, y formen, portanto, parte de la propia existencia.Tomás no quería contradecir la idea clá-sica de que la esperanza por sí sola noespera más que para el propio esperan-te (en línea con la tesis Agustiniana),pero con el presupuesto de la unión con

FEi.~

[~:

;,;L'.

N

el otro a través del amor, su conclusiónes que "es posible esperar para él ".

La teología posterior aceptó tran-quilamente que el sujeto esencial delamor no fuera el amante sino el amado,pero se obstinó en la idea de que el dela esperanza es el esperante, no el espe-rado. De ahí se concluyó que el que es-pera, solo puede esperar para sí mismo.y aún si hubiera otros para quienesesperar ... no podría hacerla sin esperarantes para sí mismo. Es decir, los otrosadquieren el papel de algo accidental,añadido, agregado secundariamente,mientras el esperante es algo esencial,primordial e imprescindible. Las con-secuencias de esta certeza teológicahan ido extendiéndose en la concienciacomún, de modo que cuando hablamosde la esperanza, rápidamente tomamosla primera persona, preocupados fun-damentalmente por aquello que "yo es-pero" ... o como mucho por lo que "no-sotros esperamos".

Tal vez, al llegar a este punto, seanecesario detenemos un instante, parano dar por supuesto demasiado rápidolo "errado" de esta opinión desde nues-tra óptica. Salvaguardar lo esencial del"esperante" no solamente no está refle-jando el autocentramiento de una pos-tura egoísta, sino que supone cuidar la

- 58 -

"condición de posibilidad" para espe-rar en OLIO, esperar en otros.

3.2. Esperanza solo para la hu-manidad y no para el hombre

Poner en duda esa prioridad del es-perante, a costa del esperado, es lo quehan hecho las filosofías que han tra-tado de mostrar la necedad de esperaruna inmortalidad personal. La inmorta-lidad del alma habría funcionado comopiadosa coartada para todos los eva-sionismos. Pero si se quiere devolver alser humano el gusto y el coraje por laempresa de dominar la tierra, es pre-ciso renunciar al sueiio inmortalista.Solo entonces "la humanidad se con-centraría en sí misma y en su mundodel presente" (Feuerbach),

Al hijo de este pensamiento, depretensión fuertemente presentistaadquirían un valor inesperado "losotros", pero los otros considerados noen el carácter irrepetible de su persona-lidad única, sino "los otros" conside-rados en masa, como especie, como"humanidad". La humanidad: esa esla verdadera divinidad, el único sujetode la auténtica inmortalidad, el únicosujeto de la esperanza. El individuoes mortal, pero la humanidad perma-nece.

"Tu creencia en la inmortalidad, es solamente verdadera y autén-tica cuando crees". en la eterna juventud de la humanidad"

(Feuerbach).

Por el contrario, el individuo singu-lar sería constitutivamente mortal, ytodo el talento vanamente derrochadoen probar su presunta supervivencia es-taría mejor empleado en reconciliadocon la limitación inherente a su finitudbiológica y en exorcizar el temor de lamuerte. Feuerbach aporta desde estaperspectiva una serie de motivos an-ti-inmortalistas que desarrollará mástarde el marxismo clásico. El acento re-cae aquí sobre el interés pragmático deno desarraigar al hombre de su en-torno: es en este mundo y esta historia,y no en la eternidad, donde el ser hu-mano se logra o se malogra. Solo cabeesperar "en" este y "para" este mundo,y es el hombre-humanidad, y no elhombre individuo, quien espera y el va-lor supremo a cuya realización es me-nester subordinar cualquier otro valor.

3.3. La cuestión de la muerte enel centro del debate

Sin embargo, este intento de "ex-pulsar la cuestión de la muerte" delhorizonte de la vida humana a golpe derelativización, y difuminación del serpersonal en un concepto abstracto de"humanidad" va a ser fallido, comopondrá de relieve el pensamiento exis-tencialista situando la muerte en elcentro de su reflexión, ya sea para defi-nir desde ella al hombre como un "ser-para-la-muerte" (Heidegger), ya sea

- .59 -

para liquidarla ontológicamente redu-ciéndola a puro hecho, simple dato. Lamuerte no es nunca lo que da signifi-cado a la vida (Heidegger) sino lo quese lo quita (Sartre). La muerte lo su-prime todo como un absurdo cataclis-mo, suprime todo sentido en la vida hu-mana, que aparece como pasión inútil:"Si debemos morir, nuestra vida notiene sentido, porque sus problemas noreciben solución alguna y porque in-cluso el significado de los problemascontinúa indeterminado" (Sartre).Desde este absurdo general, se afirma-rá que "todo existente nace sin razón,se prolonga por debilidad, y muere porazar".

El existencialismo cristiano Ie re-plicará a Heidegger que "la propiaangustia nos revela que la muerte y lanada se oponen a la tendencia más pro-funda e inevitable de nuestro ser: lapersona humana en su esencia propia,no es existencia hacia la muerte. Hei-degger olvida el significado antropoló-gico fundamental del deseo de imnor-talidad"58. Lo que sí es cierto es que la"muerte", pone al ser humano de unmodo concreto y radical ante la pre-gunta última sobre sí mismo, que es lapregunta sobre su futuro, El "ser-para-la-muerte" pone en cuestión el sentidototal de la existencia, acentuando sucarácter irreversible, pero la resistenciadel ser humano a caminar al encuentro

58 RUIZ DE LA PEÑA, J.L.: El hombre y su ;¡¡uene, pp.623-631.

l.:,

~

-::'~I

de la quiebra total de su proyecto vital,lo que la muerte revela es que en elnúcleo más íntimo de la persona hay unanhelo irreprimible de pervivir.

La muerte conduce al hombrehacia una inevitable opción: encerrarsedentro de los límites de la existencia enel mundo o abrirse con audacia con-fiada a la esperanza de un mundo tras-cendente. Esto es, aceptar que su exis-tencia tiene sentido como aspiración yproyecto, y con ello la aceptación de laesperanza a sobrevivir a la muerte, obien negar todo sentido a la existenciaque no sea "la muerte".

La muerte emerge así como unasituación-límite para el ser humano,que ante ella ha de optar por abrirse ala esperanza o ponerle punto final, Ydel hecho de que la muerte esté siem-pre presente en la existencia humanacomo destino inevitable y posibilidadpermanente, se sigue que toda exis-tencia humana está permanentementellamada a interpretar su propio sentidoen la respuesta -aceptación o rechazo-a su esperanza trascendental: esperar ono esperar. La llamada a la esperanzase revela así como perteneciente a laestructura fundamental del hombre.Hay una inquietud radical en su co-razón, una tensión hacia una crecienteplenitud, un dinamismo que le empujahacia el futuro, que no es sino la fuerzavital de su esperanza.

- 60 -

3.4. La condición amorosa y lanecesidad de esperar para el otroamado

Las necesidades biográficas sonmás amplias que las meramente bioló-gicas, no se reducen a estas. Yo nonecesito de igual modo algo que aalguien. Ese algo, Una cosa, puedeestar ahí, dado, acabado, mientras queuna persona es alguien viniente, quesolo puede estar dándose o bien reci-biéndose. Por otra parte, las personasno partimos de la nada. Llegamos almundo con una serie de circunstanciasque nos rodean, con los restos de unahistoria que es aquella en la que hemosnacido, que sigue influyendo sobre lasituación concreta de la que partimos yen la que nos encontramos en cada mo-mento. Se trata de una situación vitaldesde la cual acontece eso que llama-mos vivir y desde la que, en cada mo-mento, la persona ha de elegir quiénes: su argumento vital, de ahí quenuestra vida sea dramática.

Pero además, el hecho nuclear delo que hemos de llegar a ser nos vieneofrecido, por esta razón hablamos de"vocación ". La vocación no nos vieneimpuesta, sino propuesta. Se nos invitaa ella, pero a la vez nuestra realizaciónpersonal depende de la fidelidad quemantengamos respecto a dicha vo-cación. "«Nadie elige su amor», decíaAntonio Machado; más bien, somos

relegidos por él, somos «llamados» a él;el amor es una forma de la vocaciónpersonal. La vocación, en general,como proyecto vital tampoco se elige;se elige serie o no fiel, lo cual significaser o no auténtico, ser o no unomismo'P".

"El enamoramiento consiste enque la persona de la cual estoy enamo-rado se convierte en mi proyecto ". Noconsiste simplemente en que por amara otra persona, ciertos actos vitalesmíos se dirijan hacia ella; se trata deque al mirar el proyecto vital en queconsista me descubro inexorablementeenvuelto por esa persona. Ya no meproyecto hacia ella, sino con ella, y sinella no me entiendo, no soy yo. Mifuturo, mi esperanza, mis anhelos ymis proyectos no son sin ella. Hay unacomunión que nos proyecta unidos ono nos proyecta. El "esperar con"alcanza aquí la realización más plena,

- 61 -

por participación interna en la mismaesperanzas".

Superada la fase de enamora-miento, emergemos de nuevo a la rea-lidad total pero siendo otros, en Ín-tima convivencia con la persona ama-da con la cual se cuenta a la hora devivir este ella presente o no. Encuentroa la persona amada no ya en mi cir-cunstancia, síno en mi mismo proyec-to, en mi mismidad, en mi núcleo másauténtico. De allí deriva el imperiosodeseo de eternidad del amor. Parececomo si se hubiese querido a la otrapersona desde siempre y no pudieraser sino para siempre, pues no se en-tiende la vida de otro modo. Esto noquiere decir que haya aniquilado minúcleo personal, sino que, de algúnmodo, lo he plenificado, ya que nodeseo volver a como era antes. Soymás yo con el otro, a quien quierocomo tal.

"Los enamorados no quieren nunca disolver su personalidad en ladel otro, o absorberla en la propia, sino al contrario: para el que estáenamorado es delicia suprema la persona amada como tal, en ella secomplace, en su realidad irreductible, en su presencia y su figura ... ,,61

"El amor aspira a la persona amadaen su integridad, pasada, presente yfutura, corporal y anímica, sentimentale intelectual, en este mundo y en el

otr062". Por eso podemos afirmar "ana-lógicamente" que en la relación amo-rosa se da algo así como una inhabi-tacion de las personas en otras. El

59 MARÍAS, 1.: Antropología metafísica, p.168.60 [bid. p.165.611bid. p.167.62 MARÍAS, J.: La educación sentimental. Alianza Editorial. Madrid 1992, p.2S2.

.-~~...•..

o

papel de esas personas que nos "habi-tan" es excepcional y decisivo.

Todo esto nos permite comprenderpor qué "la esperanza de salvación nose puede reducir a la propia persona,sino que será preciso referirla, en pri-mer término,' a las otras personas encuanto amadas"63. Por supuesto, estose extiende a Dios en cuanto ser per-sonal, por una parte, y amado, por otra;si se prescinde de esto, toda esperanzaultraterrena pierde sentido.

- 62 -

la fe. En las Confesiones, expresa elmotivo decisivo de su compromiso, eldeseo de que su amor llegue a todos,sea "para todos ", y lo que le sostienees la certeza de que Cristo "intercedepor nosotros; de otro modo desespera-ría. Porque muchas y grandes son misdolencias; sí, son muchas y grandes,aunque más grande es tu medicina. Deno haberse tu Verbo hecho carne yhabitado entre nosotros, hubiéramospodido juzgarlo apartado de la natura-

leza humana y desesperarde nosotros'v>, Gracias a suesperanza, Agustín -defen-sor de que no se podía espe-rar por otros ... - experi-mentó quién mantenía vivasu esperanza a fuerza de

cercanía y compromiso con la humani-dad, y decidió que su amor y su vidafuera "para otros" y así, fue para otrostambién "su esperanza" (cf. SpS, 29).

No es posible amarsin esperar para elotro. No es posibleesperar para el otro,si no es amando

En la encíclica Spe Sal-vi, Benedicto XVI recogíaesta cuestión como preocu-pación: "¿no hemos recaídaquizás en el individualismode la salvación? ¿En la esperanza solopara mí que además, precisamente poreso, no es una esperanza verdadera por-que 01vida y descuida a los demás'?"(n.28). Y ponía como ejemplo a SanAgustín cuando afirma "Es el Evan-gelio lo que me asusta"64, ese temorsaludable que nos impide vivir paranosotros mismos y que nos impulsa atransmitir nuestra común esperanza. Dehecho, esta era precisamente la inten-ción de Agustín: en la dificil situacióndel imperio romano ... quiso transmitiresperanza, la esperanza que le venía de

En todo caso, se hace transparentela inseparabilidad entre el amor y laesperanza y cómo ambos procesos seea-determinan. El amor interpersonal-que tiene lID valor de comunión real-es lo que garantiza la superación de lamuerte y por lo tanto la esperanza. Noes posible amar sin esperar para el otro.No es posible esperar para el otro, si no

63 "Si se pregunta a quién necesitamos para la otra vida, se ve quienes nos importan de verdad en esta.Si esto se tuviera realmente presente (...), cada uno de nosotros procuraria "salvarse" en la pervi-vencia de los demás": MARiAS,.T.: La felicidad humana, 1987, p.352.64 Sermo 339, 4: PL 38,1481.65 Confesiones X, 43, 69: CSEL 33,279.

es amando. Será responsabilidad nues-tra crear espacios y relaciones abiertasen las que pueda prender el amor,como condición de posibilidad paraque se desencadenen procesos de espe-ranza. La primera tarea que nos incum-be como llamados a "esperar paraotros" es amarlos.

En el amor quedan entrelazadasla fidelidad y la esperanza. Se esperaporque se ama. Por esta razón se tomamás preocupante que la propia muerte,la muerte de aquellos que amamos. Heahí la verdad profunda que encierra laconocida exclamación de Edith enL 'Insondable: "Los verdaderos muer-tos, los omnipresentes muertos, sonaquellos a los que no amamos más "66.Hay una resistencia íntima en el co-razón humano a creer que con lamuerte pueda desaparecer el amor. Alcontrario, la muerte suele poner demanifiesto el amor que ha existidoentre los seres, como también trae a laluz la falta de un amor que era debido.Si se ha vivido en y para el amor, lamuerte deja de tener la última y trágicapalabra, porque el amor es más fuerteque la muerte. Por esta razón, comodecíamos más arriba, la experiencia deamor se convierte en el reclamo másfuerte de eternidad para el otro. Y sinembargo, aunque este deseo late entodo amor, es el Amor de Dios el únicoque funda la Esperanza con mayús-

66 MARCEL, G.: "L'Iusondable", en Présence et itunortaliíé, Paris 1959, p.132.

- 63 -

culas de una vida eterna, de una vic-toria radical para la muerte. Todo amordemanda eternidad, promete eternidad,pero solo el amor de Dios puede darla.Todo amor se encuentra "como en sus-penso" ante la muerte del ser amado.Preciosamente lo formulaba el mismoGabriel Marcel en aquel "Amar esdecir: «Tú no morirás»", que se con-vierte en un motiv repetido por el autora partir de su obra teatral La mort dedemain. Pero esta palabra solo es defi-nitiva y veraz en Días. La resurrecciónde Cristo es la única prueba manifiestade que el amor es ciertamente másfuerte que la muerte, de que el amorque Cristo brindó a los suyos no aca-bará con su muerte, fue más fuerte, Laatravesó para alcanzarlos nuevamentecon más plenitud y verdad, hacién-dolos partícipes de su vida, que másallá de la promesa de inmortalidad sig-nifica eternizar la entera existencia en"la resurrección de la carne".

3.5. Esperar para los desesperados

Pero la resurrección no solo posibi-lita la esperanza por encima de lamuerte, triunfando sobre ella y mos-trando que el amor es siempre másfuerte. Al revelar una nueva justiciapara los abandonados y desarraigados,la resurrección crea una nueva espe-ranza: la esperanza para los desespe-rados. Jesús recibe U1l futuro nuevo en

11-

[!.

!~

~.

~;.

el acontecuníento de la resurrección.Un futuro para sí. para el hombre ypara el mundo. Pero ese futuro absolu-to que se abre ante nuestros ojos ha deconvivir con las realidades caducas yfinitas en las que se desenvuelve nues-tra existencia cotidiana y que nos hacevivir en muchas ocasiones "perplejospero no desesperados '.'(2Cor 4,8). Dehecho, la libertad de la resurrección fuerevelada por el "Hijo del hombre"abandonado, oprimido y crucificado,que sigue siendo el signo por excelen-cia de la esperanza para los desespe-rados. Porque en él, todadesesperanza ha sido asu-mida para ser definitiva-mente salvada. Por esta ra-zón hay esperanza ... porqueÉl ha esperado todo delPadre: "Padre en tus manosencomiendo mi espíritu" (Le 23,46)para poder ser esperanza para todos.

Cristo esperó con todos y paratodos, consumando as! también nuestraesperanza, al ponerse del todo al ser-vicio del futuro de todos los demás.Cada uno es invitado a esperar para losdemás lo que necesitan y a desgastarseen la prosecución de esa esperanza. Yesto, en proporción a la necesidad sen-tida o a la plenitud ofrecida por Dios67.Pero en definitiva "la esperanza nos hasido dada para servir el los desespera-dos" (H. Marcuse). En su servicio y

- 64 -

sacrificio hemos de ejercería, comoCristo - "he venido para que tengáis vi-da y vida en abundancia" (Jn 10,10)-,dando la vida (Mc 10,45).

La esperanza es verdadera comopro-esperanza. Y se manifiesta, acre-dita y hace real para uno mismo y paralos demás suscitando esperanzas histó-ricas, siendo tanto más verdadera cuan-ta menos correspondencia y pago en-cuentra en este mundo (Mt 5,46; 6,1-5).De ahí que el servicio a los enfermos, alos pobres, a los desechados de la histo-

ria, a los estigmatizados yabandonados de nuestras so-ciedades sea la mejor verifi-cación de la esperanza de Je-sucristo. Solo as! seremossignos de la presencia de unDios que es justicia para el

pobre, que es liberación para el explo-tado y oprimido, y futuro de esperanzapara los desesperanzados y afligidos.

El ancla de la esperanza cristiana"es siempre esperanza para los demás".y si nuestra esperanza es para otros, en-tonces, no hay lugar para una pasiva re-signación, ni para un plácido ocuparsede sí mismo. La esperanza cristiana essiempre algo "dado", pero solo es talcuando se actúa en la dirección de lo es-perado, y esto implica el compromisodecidido para que también "el otropueda esperar". Y para ello somos invi-

67 Cf. GONZÁLEZ DE CARDEDAL. o.: Raíz de la esperanza, o.e.

íi

tados a poner la entera vida en juego,sabiendo que trabajar activamente, lu-char, humanizar la vida, orientarla haciasu verdadero futuro pasa por proyectosconcretos e históricos de liberación, queno nos alcanzarán la esperanza definiti-va, pero que son camino hacia ella, entanto en cuanto sean capaces de generaresperanza para otros. "Si nosfaiigamos yluchamos esporque tenemos la esperan-zapuesta en el Dios vivo" (lTim 4,10).

- 65 -

Esperar para los desesperados su-pone una negativa a pactar con la rea-lidad que trata de imponer el sistemaignorando el sufrimiento de los exclui-dos. La pobreza, el paro, el hambre, eldesahucio, la humillación, la muerte enmedio del abandono ... no son hechosirremediables impuestos por un destinoinexorable, sino espacios donde actuarnuestra esperanza activamente "paraotros".

"Quien ama y espera el futuro de Cristo no puede «conformarse»con la realidad tal como es hoy. El mundo se le hace inaguantable aquien espera «los nuevos cielos y la nueva tierra en los que habitará lajusticia» (2Pe 3,13). La esperanza no tranquiliza, inquieta; introduce«contradicción» con la realidad; genera protesta; nos despierta de laapatía y de la indiferencia propias del hombre contemporáneo; nosdesinstala. Cuando se espera y se ama la liberación, «empiezan a dolerlas cadenas»"68.

La señal inequívoca de que nos hasido regalado el don de la esperanza esque ese dolor, que comienza a hacerseirresistible, sea el de las cadenas denuestros hermanos.

3.6. Esperar para la creación

Ya hemos apuntado cómo el serhumano no puede realizar esa llamadaa la esperanza en las decisiones de sulibertad, sino es en su relación con elmundo y con los otros. Transformandoel mundo se perfecciona a sí mismo ycrece en autoconciencia y en libertad.

El ancla de laesperanza cristiana

"es siempreesperanza paralos demás"

Ij

I68 MOLTMANN, J.: "Christus. das Ende, der Folter. Gefolterte -Folterer- Chtistlicher Hoffnung?", enEvangelische Kommentare, 24 (1991), p.27

La paradoja está por una parte en queel hombre debe realizarse a sí mismoobrando en el mundo, y sin embargo enninguna decisión ni conquista de suobra intramundana logra realizarse ple-namente. Su aspiración no puede serdefinitivamente colmada dentro del ho-rizonte del mundo. La acción del serhumano sobre el mundo, lleva inscritaen su misma dialéctica interna la impo-sibilidad de una plenitud intramundana.

Pero más allá de esta imposibilidady aplicando, una vez más, un cambiode perspectiva en nuestras preguntas,

nos asalta un nuevo interrogante: ¿quéespera la tierra de nosotros? No setrata de una pregunta "de ocasión" paraaprovechar la sensibilidad crecienteque, en nuestro múñdo.iha 'desatado lacuestión de la ecoíogía. Se trata de queesperar "para otros" tiene mucho quever, en primer lugar, con esperar para"la tierra"; así como con introducir ennuestras preocupaciones un espaciopara el cosmos, para el mundo en elque habitamos y debería ser nuestracasa común; y también, con nuestrodest.ino y plenitud como seres munda-nos; pues la tierra que habitamos, dealguna manera, también nos habita ynos constituye.

y es que para que el hombre seaverdaderamente humano, tan impor-tantes como las relaciones con los otroshombres son las relaciones con lascosas, singularmente con las cosasvivas, pero también con el mundo ina-nimado. El ser humano de la mismamanera que no tiene solamente cuerpo,sino que es cuerpo, también es mundo.La mundanidad es una condición quelo identifica como tal. Las relacionesfundamentales que lo constituyen, nopueden prescindir de su entorno. Unser humano que crece sin ambiente"no-humano", sin contacto con lascosas, sin relación con el mundo ve-getal y animal, queda siempre con algo

- 66 -

inhumano dentro de é169 Porque alláen lo más profundo del alma humanahay una dimensión viva, vivifican te desu humanidad, que se pierde si se pier-de el contacto con la tierra.

El ambiente, es el complementonecesario de nuestro "proyecto gené-tico", La Tierra se hace en nosotrosvoz, mirada, acción ... así, se incorporaa nosotros, se amalgama con nuestrocerebro, con las células de nuestra re-tina. Somos la encrucijada en que serealiza este encuentro, este vínculosecreto entre la naturaleza, el paisaje,la historia más familiar y la más uni-versal, y el.espíritu humano. La tierrase constituye así en un elemento mode-lador y entrañablemente subyugador,"la tierra suave, vegetal y maternal queenvuelve con su presencia y su mis-terio la existencia de quien vive in-merso y acogido en ella"70.

En este encuentro habrá LID lugarpara la esperanza, siempre y cuandonuestra relación con la tierra no estémovida única y exclusivamente por eldeseo de satisfacer nuestras necesi-dades, o nuestra fiebre posesiva. Soloasí, la tierra se hace digna de confianzay por ello también de esperanza. Si latierra se vive como don, como realidadque se nos da y que nos acoge, y queclama porque seamos capaces también

69 ROE CARBALLO, J.: El hombre como encuentro. Alfaguara, Madrid 1973, p. J 94.70 CABADA., M.: La vigencia del amor. Afeen'vidad, hominizacion y religiosidad. San Pablo, Madrid 1994, p.70.

¡nosotros de acogerla y hacemos cargode ella, entonces la tierra podrá esperardel hombre y el hombre de la tierra.Esta relación nos humaniza y huma-niza la realidad mundana, y nos permi-te comenzar a vivir, aquí y ahora, anti-cipadamente, algo de esa comunión de-finitiva que se nos ha prometido en una"tierra y cielos nuevos" (Ap 21,1 l.

En vez de esto, el hombre modernoha pretendido apoderarse de la crea-ción y proclamarse dios soberano sobreella, tiranizándola y expoliando susrecursos hasta el extremo, sin atender aningún límite e ignorando el futuro delas generaciones venideras, constitu-yéndose en depredador insolidario delplaneta tierra. Con ello ha amenazadode forma casi irreversible la supervi-vencia del planeta, de su biosfera y dela totalidad del destino humano, olvi-dando que pertenecemos a una realidadmayor que nosotros mismos, que la"salvación", para ser tal, no es posibleregionalizarla. O nos salvamos todos ono hay salvación, o se salva la tierra ono se salvará el ser humano que en ellahabita.

La esperanza se encuentra aquí condos problemas. El de una humanidadque se enfrenta a un desafío total: lasupervivencia del planeta tierra, poco apoco más consciente de su responsabi-lidad en ello. Y el de las medidas con-cretas que esta urgencia va haciendotomar. La paradoja se hace más san-

- 67 -

grante porque las restricciones que im-ponen íos países poderosos las sufrenlos países más pobres y afectan a susmedios más básicos de subsistencia,sin que los ricos "sientan" el efecto res-trictivo en sus hábitos de consumo.Pareciera que el "esperar para la tierra"de algunos, sustrae la esperanza de mu-chos pueblos.

a) Esperar para la tierraEsperar para la tierra es una invi-

tación a reconsiderar nuestro lugar enella. Es un hecho que la poblaciónsigue creciendo a un ritmo imparable yque tenemos que lidiar con cambios enel clima, la alimentación y la biodiver-sidad. Hacerla, implica encontrar unanueva manera de relacionamos connuestro planeta. La clave de la supervi-vencia está en nuestras manos, la delfuturo de las generaciones venideras yla del presente de infinidad de especiesvivas así como de recursos naturalespara el sostenimiento de la humanidad.Pero primero tendremos que saberquiénes somos, dónde vivimos y haciadónde vamos.

En un tiempo en que la esperanza yla confianza en nuestra capacidad desobrellevar el riesgo han mermado enfavor de una actitud resignada, y en elque la insostenibilidad del desarrolloindefinido es una certeza, es precisohacer lugar a una esperanza activa ycomprometida. La aceleración del con-sumo global está superando nuestra

".-

f

:f::,'(:'

1,

1;

)'

t")~

:!

capacidad para proteger nuestro pla-neta, por no hablar de reparar el dañohecho. La tasa actual de extinción ma-siva entre las especies animales y veogetales no tiene precedentes. Capas dehielo se están derritiendo a un ritmoincreíble, con el potencial de hacersubir el nivel. del mar catastrófica-mente, Los científicos ambientalescreen que muchos de los sistemas de lanaturaleza se están acelerando hacia unpunto de inflexión, es decir que los fac-tores ambientales que parecen ser esta-bles hoy pueden derrumbarse de re-pente y de forma irreversible,

Controlar el gasto energético, ser-vimos de las energías renovables,cuidar los recursos naturales, y detenerla emisión agresiva de residuos tóxi-cos, así como reciclar aquello que seatransformable, son praxis que ya nossuenan a todos, y cuyo cumplimientoen mínimos tratan de acordar los di-versos países, a pesar de no situar estapretensión entre las prioridades de susgobiernos.

Como cristianos, somos llamados apromover el principio del cosmos y nodel caos, de la protección y no de ladestrucción, del cuidado y no de ladevastación. Quien destruye la crea-ción de Dios está haciendo contra alplan divino. Esperar "para la tierra"consiste no solo en aguardar esa mun-danidad presentida, movida por la ple-nitud y no por la necesidad, de la que

- 68 -

ya ahora tenemos una cierta experien-cia en esa relación con el mundo, quesolo aspira a humanizarlo, que ofrecela estética y la creación artística: amordesinteresado a la obra bien hecha, a laobra bella, y deseo de incrustar el espí-ritu en la materia. Este tipo de relaciónes una acción gratuita y gratificanteque ennoblece la materia en vez dedegradaría, y es dentro de una tal rela-ción donde le es posible a la tierraesperar porque en la vinculación que elser humano establece con ella hay undon gratuito en juego, que ella recibe.Algo así debería ser la mundanidaddel hombre resucitado en la NuevaCreación, que aguardamos como pro-mesa de plenitud.

Esta mundanidad consumada tam-bién sería el correctivo crítico a unmodo desordenado de relación con latierra, que envilece la materia, la de-paupera y la degrada, Este modelo nopuede ser válido porque está en contra-dicción con el definitivo. El cristianodebería criticar y denunciar esta formatecnocrática de dominio que es ex-polio, y defender una relación humani-zadora.

Esperar para la tierra exige delcreyente comenzar a obrar en la direc-ción de lo esperado. Solo amando latierra nos será posible esperar Ull futu-ro de plenitud también para ella, ycomprometer nuestra acción sobre elmundo de tal manera que sea co-crca-

ldora y no devastadora. Dios es la ver-dadera esperanza del mundo, pero nosin nosotros.

"Esta concepción de la «vida bien-aventurada» se refiere a algo que estáciertamente más allá del mundo pre-sente, pero precisamente por eso tieneque ver también con la edificacióndel mundo" (SpS, 15). Si nos fijamos,por ejemplo, en la Edad Media, po-demos ver cómo en la concienciacomún, "los monasterios aparecíancomo lugares para huir del mundo yeludir así la responsabilidad con res-pecto a él buscando la sal-vación privada. Bernardode Claraval, que con suOrden reformada llevó unamultitud de jóvenes a losmonasterios, tenia una vi-sión muy diferente sobre esto. Para él,los monjes tienen una tarea con res-pecto a toda la Iglesia y, por consi-guiente, también respecto al mundo. Y,con muchas imágenes, ilustra la res-ponsabilidad de los monjes para contodo el organismo de la Iglesia, másaún, para con la humanidad; les aplicalas palabras del Pseudo-Rufino: «Elgénero humano subsiste gracias a unospocos; si ellos desaparecieran, el mun-do perecería»", Y esta idea tuvo unaconcreción práctica para la vida de losreligiosos, que debían convertirse entrabajadores agrícolas -laborantes-,nos dice. Bernardo trata de destacar lanobleza del trabajo, sometiendo al tra-

- 69 -

bajo manual a los jóvenes aristócratasque acudían a sus monasterios, cons-ciente de que no se trata de que elmonasterio restablezca el Paraíso, perososteniendo que, "como lugar de la-branza práctica y espiritual, debe pre-parar el nuevo Paraíso" (SpS, 15). Allado de esta tarea estaba también la deentregar la propia vida como interce-sores de los otros.

b) Esperar para la tierra conotros ... y por otros

Pero volvamos a la cuestión del ne-cesario cambio de relación con la tierra

por el que clama el momen-to actual, y las exigenciasque brotan del "esperar parala tierra con otros". No setrata solo de un acuerdoentre las naciones; la cues-

tión demanda un posicionamiento claroy diferenciado que respete [as situacio-nes distintas en las que se encuentranlos diversos países, Después de que elNorte poderoso devastara durante si-glos las riquezas naturales del Sur másempobrecido, no parece de recibo quelas exigencias en el momento presentehagan tabla rasa entre unas y otras rea-lidades: entre quien depreda para enri-quecerse sustrayendo las riquezas deotros y entre quienes lo hacen para sub-sistir.

El grito de la tierrasigue siendo hoy elgrito de los pobres

El grito de la tierra sigue siendohoy el grito de los pobres. Los excesos.de consumo de Occidente solo pueden

resolverse en clave de decrecimiento,que abra una esperanza para que lospaíses pobres puedan cubrir sus necesi-dades y al mismo tiempo generen re-servas para las generaciones veni-deras, a las que no podemos dejar unsaldo negativo como herencia de espe-ranza.EI decrecimiento ha de ser portanto "equitativo y selectivo", pues loprimero que ha de decrecer son las des-igualdades, y el sistema de relacioneshumanas y mundanas en el que nos haencerrado el capitalismo liberal. Su-pone un cambio en el modo de vidaque nos invita a vivir con más sobrie-dad y más solidaridad.

La VR debería ser capaz de en-contrar caminos para ser testimoniocreíble de que no estamos ante una uto-pía irrealizable, que es posible ofertarun modelo alternativo de vida sobria ysolidaria, atendiendo a los más desfa-vorecidos, generando "esperanza paraellos", y promoviendo un nuevo siste-ma de relaciones con la naturaleza quese torne también en esperanza para latierra.

El mundo, tal como existe en elpresente, no responde al proyecto deDios. El mundo nuevo que se ha inicia-do con la resurrección de Cristo, unmundo liberado y glorioso, está toda-vía por llegar en plenitud. San Pablodescribe la creación entera viviendo en

t

- 70-

la esperanza de ser liberada de lacorrupción, "gimiendo. con dolores departo" (Rm 8,22). Los sufrimientos delmundo presente son corno los gemidosque ya preanuncian el nacimiento deese mundo totalmente libre y reno-vado. Pero a ese gemido de la creación,al que no es sordo el Dios de la espe-ranza, se unen nuestros propios ge-midos anhelantes de 1iberación: "Tam-bién nosotros, los que poseemos lasprimicias del Espíritu, gemimos ennuestro interior suspirando para queDios nos haga sus hijos y libere nues-tro cuerpo" (RIn 8,23-24), conscientesde que la creación aguarda nuestro sí,ser incorporada a nuestra tensión esca-tológica, a nuestra esperanza, siendocapaces de esperar por ella.

Tal vez la preocupación por la tie-rra sea también, indirectamente, unabuena terapia para aprender a entender-nos como VR -rnás que desde la ho-mogeneidad del asfalto y del desiertodel mundo ccnsumista- como un bos-que forestal que tiene toda clase denichos ecológicos para las distintasposibilídades de vida humana. Cuidaresta biodiversidad entre nosotros, aco-ger "al otro" tratando de generar unespacio adecuado para que pueda reali-zarse desde lo que es, Con su especifi-cidad; y velar por que existan verdade-ramente nichos ecológicos para todos,sigue siendo un desafío.

Para la reflexión personal y comunitaria

- 71 -

l. ¿Qué lugar tienen "los otros" en mi esperanza? ¿Quiénes son en con-creto "esos otros" que habitan mi vida y sin los cuales mi esperanza noes tal? ¿Sentimos como un dolor propio la desesperanza de los deses-perados? ¿Vivimos con una conciencia clara de que "la esperanza nosha sido dada para servir a los desesperados"

2. ¿Qué papel juega la Creación en mi esperanza? ¿Cómo me entiendorespecto a la tierra, al universo, al mundo que me rodea? ¿Qué pesotiene esta dimensión en mi vida religiosa y en lo que espero? (Textos:Sab 11,22-12,1)

3. ¿Estamos sensibilizados con el problema ecológico? ¿Cómo se traduceen concreto en nuestra vida ordinaria y en nuestros proyectos apostó-licos? ¿Qué implicaría, en concreto, cuidar la biodiversidad de nuestracomunidad? ¿De qué nichos ecológicos precisarían las gentes que es-peran de nosotros? ¿Qué podríamos hacer para velar por ellos?

4. Esperar "por otros"

Si hemos de esperar para elmundo, para la creación, para la his-toria, esto significará que nuestra espe-ranza no podrá renunciar al momentocrítico de la esperanza judeocristianaque se concreta en lo que podríamosdenominar "sufrimiento por la reali-dad" (Kierkegaard). La esperanza cris-tiana "ama la tierra" (Rahner), pero susí a la creación es un sí que participadel Sí del Creador, y no puede eludir el"no" a la realidad pervertida, dañada,detractora del proyecto creador. El mal,el pecado, la injusticía, el odio, la vio-lencia, la opresión ... son una contra-

dicción brutal y evidente a la promesade vida y plenitud reconciliadora quenos brinda la fe, y dañan y hieren laesperanza. El creyente no puede sinosufrir por esta realidad dañada en suproyecto y su destino, con un sufri-miento que, mucho más allá de susdolores personales o la preocupaciónpor su propio yo, significa la partici-pación en los sufrimientos de los otrosy que toma forma de servicio y entregaconcreta y preferente a aquellos quepadecen los males de nuestro mundo.Este compadecer no se entiende sinocomo la participación en la "gran com-pasión" del Señor (Benedicto XVI), ytiene en el modo de vida de Jesús, que

l~

//f

~

se identificó con los más humildes desus hermanos (cf. Mt 25,3 l 5S), su mo-delo y n0l111a.Nada más distante a estaesperanza que convertirla en una co-raza de certezas que protege de la rea-lidad y aísla del dolor del prójimo. Deahí, de nuevo, que la esperanza C11S-

tianano pueda ser silla una esperanzapor los otros, preferentemente poraquellos a quienes se les ha sustraídomás sangrantemente la posibilidad deacariciar en sus vidas dicha esperanza.

No se trata ya solo de esperar "paralos otros", de que nuestra esperanzatenga en ellos el fin denuestra entrega y servi-cio. Hablamos de esperarpor otros, es decir, de sercapaces de despojamosde nuestra esperanza paraque esta sostenga a otros,dé sentido a otros, alegrea otros y cumpla los an-helos y expectativas deotros. Hay aquí 1Ul paso más allá quenos hace perder pie y adentrarnos en laprofundidad de un misterio que se nosescapa, que no podemos ni controlarni terminar de razonar totalmente. En-tramos en un territorio donde el únicosaber que vale es el de los rnísticos, elde los santos... el de los locos porCristo, de aquellos que no han tenidomiedo alguno de dejar que el amor aCristo y el abandono total de sus per-sonas en Él como única esperanza, lesconduzca hacia experiencias y deseos

- 72 -

que los que transitamos por el asfaltono podemos -ni queremos, la mayorparte de las veces- ni imaginar ... ¡nosiendo que solamente con pensarIosnos alcancen! Un Raso más en lo quesignifica "esperar por otros" y "paraotros".

y sin embargo, el mismo Pablo nosha legado en sus cartas algunas expre-siones que vuelven locos a los exé-getas, pero que al fin hay que reco-nocer que apuntan, justamente, haciadonde no quisiéramos que apuntasen.

Tras afirmar en Rm8,39, que nada le podráseparar del amor deCristo nuestro Señor, ma-nifiesta en el versículosiguiente, "en el EspírituSanto", su dolor continuopor "sus hermanos" y quedesearía "ser él mismoanatema de Cristo" si con

ello pudiera atraerlos a Cristo. PeroPablo tuvo ya en Moisés un predece-sor, cuando tras encontrar al puebloadorando a un becerro de oro, sube a lamontaña y se ofrece a sí mismo a Dios"por los pecados de su pueblo", con esamagnífica expresión que nos lega ellibro del Éxodo 32,32: "perdónales supecado o bórrame del libro (de lavida)". No pocos Padres de la Iglesiahan defendido este acto heroico deamor en Moisés ... e invitan a no trivia-lizarlo, solo porque al ser nosotros "tan

Ser capaces dedespojamos de nuestraesperanza para queesta sostenga a otros,dé sentido a otros,

alegre a otros y cumplalos anhelos y

expectativas de otros

débiles y fríos, no somos capaces decomprender la riqueza del espíritu deMoisés que ardía en amor" (Rupertovon Deutz).

Aplicado a nosotros, y sin necesi-dad de entrar en el también espinosotema de la condenación, hay algo quepodemos retener de todo esto y que esuna implicación de nuestro afirmar aCristo como centro de nuestras vidas,como nuestra esperanza Y esperanzapara el mundo. Si Él es ciertamenteesperanza para el mundo, y ha de serlopara nuestros hermanos más desespe-ranzados, nosotros somos los responsa-bles de que así sea, y lo somos conobligación de anuncio y testimonio, ysi llega el caso, de sustitución.

Todo cristiano lo es, pero tal vez nodeberíamos contentamos con nuestratarea profética y testimonial, Yabrir almenos la pregunta en nuestras existen-cias, de cómo podríamos, y qué supon-dría exactamente para cada uno de no-sotros "esperar por otros"... ¿cómopodríamos hacemos carga de su deses-peranza?, ¿cómo sostener al que no es-pera?, ¿cómo convertir el deber de nodesesperar en la exigencia de esperarpor ellos? Esto no lo piensa la lógica,ni lo piensa la razón. En este ámbito essolo el amor el que puede adentrarse. ycuando este amor arde de pasión por elDios de la esperanza, y lleva marcada

71 PO 14, 1138s5.

- 73 -

en sus entrañas la señal de Aquel quetodo lo dio y lo arriesgó por él, enton-ces se toma "locamente ocurrente"para descubrir caminos donde el miedono detiene el deseo de cargar con lasdesesperanzas de otros para que ellospuedan portar nuestra esperanza.

A lo largo de toda la historia delcristianismo, no estamos faltos deejemplos vivos entre los que nos prece-dieron. Orígenes 71, por ejemplo, llegaincluso a comparar el ofrecimiento dePablo con la expresión de Gal 3,13,donde se habla de cómo Cristo se hacemaldición por nosotros. Estar dis-puesto a ello es para el cristiano elmejor argumento de su amor y el mejorterreno para la esperanza.

Pero entramos aquí en esas aguasprofundas en las que ningún espírituhumano hace pie. Por una parte, en lacuestión de la representación vicaria deCristo y de su portar sobre sí, asumién-dolo, nuestro pecado, para que no-sotros pudiéramos compartir su des-tino, para hacemos portadores de suesperanza; y por otra, en la de la nece-sidad de nuestro consentimiento per-sonal en orden a nuestra salvación.

y sin embargo, mirando hacia atrása Moisés y a Pablo, y a muchos hom-bres y mujeres que en su estela hansentido la necesidad de vehicular su

(

exceso de amor por Dios y sus herma-nos en el ofrecimiento de sí mismospor ellos, en el deseo de intercambiarsus situaciones, en el ansia por aliviarsus sufrimientos, se nos muestra "algo"que sin duda da valor a esta esperanza.

4.1. Esperar pOI" otro en repre-sentación-sustitución

Cuando hablábamos de la espe-ranza de Dios en nosotros, recordá-bamos que uno de sus fundamentos deposibilidad descansaba en el ser laesperanza del Padre respecto de sushijos. De esta paternidad y filiaciónresulta ie fratemtdad de los hermanos,como realidad constituyente de esta es-peranza divina. Pero además somoshijos en el Hijo, en Cristo primogénitode la Nueva Creación, que "precon-tiene la gracia de todos, se identificacon todos y carga con el destino detodos"72, para poder unirnos definiti-vamente a su destino. Y por ser hijos yhermanos, formamos una comunidadde esperanza en la que cada uno es res-ponsable del otro miembro del cuerpoy porta al hermano, en especial, losfuertes a los débiles.

En este contexto, se entiende mejorqué queremos decir al hablar de lacapacidad de representación-susti-tución que cada cual tiene respecto a su

- 74 -

hermano, como algo que está inscritoen su ser más originario, de tal maneraque "ser para sí" y "ser para elproj i-mo ", terminan siendo realidades coex-tensivas para aquel que ha sido lla-mado a configurarse con Cristo.

El punto de partida nos lo otorga elhecho de que "el destino de todos es in-terdependiente". Lo es ahora y lo serádefinitivamente. Pero no podemos per-der de vista el verdadero fundamentode esta interdependencia: paternidad deDios, comunión con Cristo, don delmismo Espíritu, desde el que vivimoscon una misma esperanza, Somos suje-tos de una misma espera divina, y lla-mados a participar de un mismo des-tino. Saja apoyados en esta verdad ten-dremos la capacidad necesaria paraasumir las consecuencias concretas quede esa unidad de destino se siguen.

La referencia para nosotros essiempre "Cristo, primogénito de mu-chos hermanos conforme al cual hemossido creados, conformados y predesti-nados, Encarnado se puso en el lugarde todos"73 Por ello, Pablo no dudaal afirmar que "la caridad de Cristonos conmueve, persuadidos como loestamos de que si uno murió por todos,luego todos son muertos" (2 Cor 5,14).Su muerte "por todos", es la condiciónde posibilidad de que su resurrección

72 GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O.: Raíz de la esperanza. o.c., pJ75.73 ¡bid.

..:]_.

1····•..

r sea también "por todos". Nos sustituyeen el paso por la muerte, para alcanzar-nos la vida. De modo que "si co-mo-rimas COII Él, reviviremos también conÉl" (Rm 6,8). Su sustitución, implicauna participación, sea en la vida seaen la muerte (Rm 6,4; 6,6), Este es elconcepto clave que nos pelmite com-prender: participación. Participacióníntima "en Él", "en Cristo" -inclusiónen ÉI-, como miembros de su Cuerpo,en la muerte y en la vida, y por ellotambién en la esperanza.

Por "existir en Cristo" hay una vidacomún que anima a Cristo y a los cris-tianos, y que clama por abrazar a laentera humanidad (¡esa es la esperanzade Dios!), que podríamos designar so-lidaridad mística, y que supone unaclara profundización respecto a la soli-daridad natural o social existente tam-bién entre los seres humanos,

I1..111

Pero aún hay otro concepto, tal vezmás dificil, sustitucion'", pero tambiénmás útil para tratar de iluminar el fun-damento y las consecuencias más ra-dicales de afirmar esta nuestra capa-cidad de ser para los otros, teniendo encuenta que dicha capacidad es partici-pada. Es decir, la poseemos solo en

- 75 -

tanto somos "en Cristo", pues es Él, endefinitiva. quien con su vida y suacción crea una vida nueva Y distintaen el hombre, quien con su fe y espe-ranza, abre una nueva posibilidad de

creer y amar, para nosotros.

"En Cristo", unos somos por losotros en la vida y en la muerte 75. Cristoexistió por nosotros, y nosotros po-demos participar en su pro-existencia,sa.crificio, intercesión, poniendo nues-tra vida como ofrenda y rescate pormuchos 76. Como Él y desde Él, po-demos interceder, esperar, sufrir ymorir por los demás. Si toda esperanzaes pro-esperanza, "en Él" podremos

esperar por otros.

El concepto "sustitución", por otrapalie, ya fue utilizado por la filosofía,encuadrándolo en el intento de clari-ficar la categoría alteridad, sobre todoentendida como alteridad del otro. Así10 hace Lévinas en un proceso que, par-tiendo de la "evocación del ser lla-mado", pasa a la obsesión por el otro,la persecución por el otro, culminandoen la sustitución por el otro, en esepunto en el que "la responsabilidad porotro" llega hasta una sustitución con laque el sujeto es convertido en rehén?7.

74 El concepto "sustitución vicaria" identifica por una parte la sing\¡laridad de la muerte de Cristo y.por otra, abre ampliamente la relación de Cristo, con todo hombre.752 Tim 2,11: "Palabra fiel es esta: Que si rnorirnos con Él, también viviremos con Él".76 GONZÁLEZ DE CARDEDAL. O.: Raíz de la esperanza, o.e .. p.37777 Así lo juzga RICOEUR, P.: Soi-méme comme un autre, p.390.

c::

2"

!!'-'

La tesis de Lévinas es la de una res-ponsabilidad por el otro quc llega hastala sustitución, en la que se pasa del"por el otro" del desvelamiento al "porel otro" de la responsabilidad. Aquí setrata de la sustitución de un "yo" por"los otros" de los que es rehén. Y elfundamento reside en la propia fuerzay poder de los otros, respecto al yo.

;:.

Nosotros abordamos la cuestióndesde otra perspectiva (explícitamentecristiana) y otro fundamento (teológicoy cristológico). Por eso no pensamos lasustitución de un yo por los otros, sinola de "los otros" (los hombres) por elyo de Cristo (entendido como per-sona), as! como de nuestra posibilidadpara participar en dicha sustitución "enCristo", es decir, en tanto partícipes dela vida de Crist078.

La cuestión de la sustitución, debase claramente cristológica, mira lacorporeidad de Cristo 79, para expre-sarse en términos espacio temporales.Cristo se coloca "en lugar" de sus her-manos gracias a la universalización delo que Él tiene como más propio de suser: su carne y su sangre, que le haceidentificable y re-identificable como el

;.,

.~

- 76 -

Señor -antes y después de su muerte-tanto dentro de un espacio y tiempopúblicos, como en el ámbito privado delos pensamientos. Por esta razón, portarsus marcas se convertirá en una refe-rencia incuestionable y un signo de per-tenencia a C11st080. Es decir, el inter-cambio que experimentamos en Cristoy que nos hace miembros de su mismocuerpo no se realiza solo en el espíri-tuSl. Se trata de una corporalidad pneu-mática, fundada en la resurrección delSeñor -el soma pneumatikás del quenos habla Pablo para dar cuenta de conqué cuerpo resucitamos, (lCor 15,44)-y en su estado eucarístíco=: Cuerpoentregado y sangre derramada.

Si pensamos la lógica de la reden-ción como sustitución, como vida con ypara los otros, que se expresa en defi-nitiva como vida por los otros, emergenfácilmente sus características esencia-les: la inclusión de los otros en la reden-ción y la donación a los otros. Nue-vamente la realidad eucarística nos per-mite comprender mejor. Al comulgar elCuerpo de Cristo, Él mismo se nos da,pero más que introducirlo en nosotros,lo que en realidad sucede es que es Élquien nos incluye en su Cuerpo. Él, que

78 GaI2,20: "Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mi",792 Cor 4,10: "Llevando siempre en el cuerpo por todas partes la muerte de Jesús, para que tambiénla vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo".80 GaJ 6,17: " ... porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús".

81 1 Cor 12,12: "Porque así como el cuerpo es LUlO, y tiene muchos miembros, pero iodos los miem-bros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo".82 Von BALTHASAR, H.U.: Teodramática I1l, pp.224-234.

asumió en su vida todo lo nuestro, car-gando con todos nuestros destinos demuerte, de fragilidad, de pecado ... , alincluimos en su Cuerpo nos posibilitala participación en su destino. Toma 10nuestro (nos sustituye) y nos da lo suyo(cf. Rm 6,5; 2 Cor 1,5)83.

Nuestras existencias son también lla-madas a "pro-existir", a ser para losotros, y en lo que concierne a nuestrotema, a "esperar por los otros", pero paraello es necesario que esta entrega seincorpore en el movimiento del "pronobis" del amor divino que se dona a símismo para otorgamos una potencia quenos permite obrar en libertad, pero hacer-la incorporados a Cristo, "en Cristo"84.

Si todo ser humano está incluido esla sustitución de Cristo, esto se actua-liza constantemente a lo largo de nues-tra vida -al igual que acontece en laeucaristía- a través de la "automedia-ción intercesora" del Espíritu Santo enla communio sanctorum (comunión delos santos )85.

Expresión de nuestra participaciónen la sustitución sería entonces la vida

- 77 -

con y para los otros, así como el extre-mo de la vida por los otros. La muertede Cristo, en este sentido, podría serinterpretada como un "puro-ser-para elotro y por-el-otro" en una unidad deamor y libertad. La Cruz, entendidacomo sustitución, nos permite com-prender cómo en la salvación que allínos es alcanzada se revela una doblealteridad de Dios como sufrimiento"pro nobis" (solo lo asumido puede sersalvado) y como inclusión de "losotros" (de todos nosotros) realizadagracias al Amor con el que Dios mira alHijo y mira a los hombres.

Así, a través de la categoría "susti-tución" se nos recuerda que es la comu-nión en el Amor con el Otro, de la quedepende la fecundidad de nuestra entre-ga, de la que se deduce la donación al"otro" y la posibilidad de ser "porotro"86. Una vez más el dinamismo delamor se presenta como irrenunciablepara hablar de la esperanza, y para abra-zar la llamada a esperar "por otros".

Además, Aquel que "esperó pornosotros", lo hizo desde dentro, desdeel conocimiento profundo de nuestras

83 Rm 6,5: "Porque si hemos sido unidos a Él en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremostambién en la semejanza de su resurrección". 2 Cor 1,5: "Porque así como los sufrimientos de Cristoson nuestros en abundancia, asi también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo".842 Cor 13,4: "Porque ciertamente Él fue crucificado por debilidad, pero vive por el poder de Dios. Así tam-bién nosotros somos débiles en Él, sin embargo, viviremos con Él por el poder de Dios para con vosotros".85 MENKE, K.-H.: Siellvertretung, p.310.86 2Cor 4, ¡1: "Porque nosotros que vivimos, constantemente estamos siendo entregados a muerte porcausa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo mortal".

oscuridades y sufrimientos. desde ladesesperanza del alejado de Dios,desde quien carga en sí mismo las con-secuencias del pecadof". Este conoci-miento de Jesús procede de su .susti-tución vicaria, pues sustituye a lahumanidad en su sufrimiento y oscu-ridad, la sustituye en su desesperacióncargando con ella, sufriéndola y disol-viéndola, para cargamos a nosotros consu esperanza.

De la misma manera podemosnosotros "esperar por otros", represen-tándolos ante Dios, por la oración;

- 78 -

en la intercesión mediadora; en las lu-chas históricas concretas que antici-pan en cierta medida y pueden hacercreíble esa esperanza; sosteniendo anuestros hermanos en la dificultad, ha-ciéndonos cargo de sus sufrimientos,asurniéndolos nosotros para liberarlosa ellos de los dolores y derrotas quetraen la desesperación; así como asu-miendo también los riesgos que con-lleva la defensa de los desposeídos dela tierra, pues allí compartimos los pa-decimientos de Cristo y al hacerlo,somos también portadores de la reve-lación de su gloria.

"en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, rego-cijaos, para que también en la revelación de su gloria os regocijéis congran alegría" (1Pe 4,13).

Esperar por otros se traducirá enocasiones concretas de no desistir en laentrega de la vida y en el gastarse enproyectos con los más vulnerados denuestro mundo. Proyectos que, tal vez,parezcan a todas luces que están abo-cados al fracaso pero en los que com-prometiéndonos "por otros", son ca-paces de transmitirles a estos que hayalguien que cree y espera en ellos, quehay alguien que apuesta por su causa,que hay alguien que aguarda su libe-ración incluso poniendo en riesgo supropia vida, que empeña su existencia

en abrir una posibilidad de vida y defuturo y que, por lo tanto, quizás la hay.

Arriesgar la vida en causas que sesaben perdidas, las fuerzas y la creati-vidad en proyectos que no van a devol-vemos más que desencanto, para podermantener viva la esperanza de otros,para ser vehículos del amor de Dioshacia sus preferidos, es "esperar porotros". Ser capaces de "arriesgar"nuestra esperanza en el servicio a losdesesperanzados, nuestro futuro en laapertura de alguna pequeña posibilidad

87 Hay que tomar en serio lo que Pablo dice de Jesús: "Dios ha querido reconciliar consigo al mundoen Cristo" y "al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que en Él llegáramos losseres humanos a ser justicia de Dios", es decir, para que la alcanzáramos (2Cor 5,18.2J l.

-:S

1~

1!I1,¡jj

para quien todo camino está bloquea-do ... ¡Estos. y otros. son rostros con-cretos que toma el esperar por otros!

Reactívar nuestra esperanza ...

Tal ve7, alguno siga pensando quelo dicho hasta aquí quizás ilustra perono es capaz de sustraemos de las de-sesperanzas. Que quizás cambiar nues-tras preguntas ávidas de esperanza sus-tituyéndolas por otras que miran anuestro mundo y a nuestros hermanosno haga más que ocultar una enferme-dad o un problema de fondo y, en defi-nitiva, no sirva para reactivar nuestraesperanza.

j

l1I1

No lo creo así. Este cambio demirada supone una verdadera conver-sión del corazón. Es una invitación aresituarnos en nuestro lugar, a redi-mensionar y aquilatar los problemasdándoles su justa medida al situarlos enel marco de la vida entregada por el

- 79 -

reino y de la esperanza de Dios. Unainvitación a volver al amor primero dedonde todo brota y a vivir con esa fe,que es confianza absoluta enAquel quereconocemos como el Señor de nuestravida, y con una esperanza que consistesimplemente en existir colgados de Él,sostenidos por el "hilo de lo alto". Unallamada a abrimos a la luz que Él nosda, para aprender a mirar la realidadcomo Él la ve, con sus ojos, con superspectiva, sorprendiendo el alba dela oscuridad de cada noche.

Nada habrá cambiado, objetiva-mente mirado, pero ¡qué distinto puedeser todo! [Qué luz tan diversa refleja elfracaso, la pérdida, la frustración ...cuando se nutren de vida entregada"por otros", de apuesta a fondo perdi-do, de esperanza regalada! Quizás nosea este el único modo, pero no puedodejar de creer que por este caminoseremos capaces de ser pequeñas lucesque hagan brillar la esperanza.

"A ellos les sucede cierto día que tropiezan con la realidad des-nuda, una visión cualquiera, o una voz los arranca de su sueño que sellama yo, contemplan el rostro de la vida, su horrible y maravillosagrandeza, su inmensa plétora de dolor, aflicción, amor irredento yanhelo equivocado. Y ellos responden a la vista del abismo con elúnico sacrificio ornnivalente y definitivo, con el sacrificio de su propiapersona. Se ofrendan a los hambrientos, a los enfermos, a los viciosos,no importa quién, ellos se dejan atraer, succionar y devorar por todadeficiencia, toda desnudez, todo dolor. Estos son los verdaderos aman-tes, los santos. Hacia ellos tiende toda la humanidad que aspira másque a la norma y a la nitina, ganados por su sacrificio. Todo otro sacri-ficio pequeño adquiere valor y sentido, en ellos se cumple y justifica

Z1

~<t¡:f,,,

,-<,',.

- 80 -

todo el problema de los solitarios, de los superdotados, de los difícilesy a menudo desesperados. Pues el genio es amor, es anhelo de abne-gación y no se satisface sino en este último y total holocausto".

HERMANN HESSE

Para la reflexión personal y comunitaria

1. ¿Qué "rostros concretos", qué actitudes, qué acciones en mi vida y ennuestra vida comunitaria son capaces de reflejar sin ambigüedad, nues-tra disponibilidad a "esperar por otros"? ¿Qué esperanzas estamos dis-puestos a perder, de qué posibilidades nos podemos retirar, qué fracasospodemos asumir, qué riesgos podemos enfrentar para que "otros" pue-dan hacer en sus existencias la experiencia de que alguien cree en ellosy los ama, y por esta razón espera "por ellos"?

..1

- Bibliografía -

PELíCULA:El caballo de Turin, Béla Tan y Ágnes Hranitzky, Hungria 2011. Accesible en:

http://W\Vw.youtube.com/watcll?v=3eqUH890GVU

OBRAS CITADAS:

ADORI'\IO,Th.: Negative Dialekuk (1966), Tercera parte, Ill, 11: GesammelteSchriften, vol. VI, Frankfurt/Main 1973.

CABADA, M.: La vigencia del amor: Afectividad, hominización Y religiosidad.

San Pablo, Madrid 1994.

FACKENHEIM, E. L.: "El mandamiento de esperar: respuesta a la experienciajudía contemporánea" en AA. VV: El futuro de la esperanza. Sigueme, Salamanca

1973, pp.79-100.·~I. 1.¡I'1.!I!j¡

.. I

j.. j

FINKIELKRAUT, A.: La sabiduría del amor. Gedisa, Barcelona 1986.

GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O.: Raíz de la esperanza. Sígueme, Salamanca

1995.

GESCHE, A. Y SCOLAS, P. (eds.): La Sagesse, une chance pour l'espérance?

Du Cerf, Paris J 998.

GOYTlSOLO 1. y NAIR, S.: El peaje de la vida. Integración o rechazo de laemigración en España. Aguijar, Madrid 2200 J.

HIDALGO NAVARRO, R.: Julián Marlas y la muerte, Lulu.com, 2009.

HILLESUM, E.: El corazón pensante de los barracones. Anthropos, Barcelona

2001.

{

HORKHEIMER, M.: Anhelo dejusticia. Trotta, Madrid 2000, p.85.

LAÍN ENTRALGO, P.: La espera Y la esperanza. Alianza Editorial, Madrid1984; Id.: Teoríay realidad del otro. /1Otredad y projimidad. Revista de Occidente,

Madrid 1961.

,>i

1]I¡;~ti' :.~--;ir~--f; ;~:;U.i.]

~ _.E:1•.r1;!i.._

-r

- 82 -

LÉVfNAS, E.: Totalidad e infinito, Sígueme, Salamanca 1987, p.227

MANZANA MARTÍNEZ DE MARAÑÓN, 1.: Ateísmo contemporáneo y teis-mofilosofico. Eset, Vitoria 1987.

MARCEL, G.: Hamo Vuuon-Prolegomenos a una metafisica de la esperanza.Sígueme, Salarnanca 2005; ld.: "La Structure de l'Espérance": Dieu Vivant19(1951) pp.71-80; ld.: "Le Désir et l'Espérance", conferencia (1963) publicada eninglés como Desire and Hope, en LAWRENCE, R. y O'CONNOR, D. (eds):Readings in Existential Phenomenology. New York 1967, pp.277-285; Id.:"L'Insondable" eii Présence el inmortalité. París 1959.

MARÍAS, .T.: Breve tratado de la ilusión, Alianza Editorial, Madrid 1984;Id.:Razón de lajilosofia. Alianza Editorial, Madrid; Id.: La educación sentimental.Alianza Editorial, Madrid 1992.

MEENEN, B. VAN: "Sans I'humain, pourquoi Dieu?" en GESCHE, A. - SCO-LAS, P. (dir): El si Dieu n 'existait pas? Cerf, Paris - Louvain 2002, pp.111-122.

MOLTMANN, J.: "Christus, das Ende, der Folter. Gefolterte -Folterer-Christlicher Hoffnung?" en Evangelische Kommentare, 24 (1991) pp.24-27.

ROF CARBALLO, 1.:El hombre como encuentro. Alfaguara, Madrid 1973.

SAVATER, F.: Las preguntas de la vida. Ariel, Barcelona 1999.

TRACY, D.: Pluralité et ambiguité. Herméneutique, religion, espérance. Cerf,Paris 1999.

VIDAL TALENS, 1.: "Creer en tiempos de desesperanza. «In spe, fortitudo ves-tra» (15 30,15)" en Scripta Theologica 33 (2001/3) pp.843-891.

LECTURAS RECOMENDADAS PARA ESTE TEMA.:

CARRERO, A. D.: [Quémalos con fuego! La vida religiosa y el presente, enencuentroconlaesperanza. com

GARMILLA,1.: Vivir en invierno. La fe a la intemperie. PPC, Madrid 2009.

GONZALO DÍEZ, L. A.: El arte de la vida religiosa en el siglo XXI, enhttp://www.hospitalariasmadrid.org/opencms/export/sites/comunicacion/galel'ias/documentos/EI_arte _de_la_vida _religiosa_del_Siglo _XXl_ 2_.pdf

,.1]

t;!

j4t,~

- 83 -

RADCUFFE, T.: El manantial de la esperanza. San Esteban, Salamanca 1998.

GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O.: La raíz de la esperal1za. Sígueme, Sala-

manca 1995.

FORTE, B.: "Cristo, (muestra esperanza», revela el sentido de la vida y de lahistoria", en Scripta Theologica 33 (2001) pp.827-841.

MOLTMANN, 1.:El experimento esperanza. Sigueme, Salamanca 1976.

GALILEA, S.: Espiritualidad de la esperanza. Publicaciones Claretianas,

Madrid 1988.

1._.;;,1_J

r1,.~

J,. ~',JJ.1j~,...'.j.~~.~

Otros ...

BALLESTER, M. (et aL): Ante un mundo roto: lecturas sobre la esperanza.Universidad Católica San Antonio, Murcia 2005.

TUTU, DESMOND: Dios tiene un sueño: una visión de esperanza para nues-tro tiempo. Norma, Bogotá 2004.

SAGAHUTU , 1.: Esperar contra toda esperanza. Testimonio de un supervi-viente a las masacres de los religiosos en República Democrática de Congo .Jbcorbión, 2012.

BERENGUER, T.: Entre la decepción y la esperanza. D.L., Madrid 1980.

MUÑOZALONSO, A.: Entre el miedo y la esperanza ante la última década delsiglo XX: reflexión cristiana. Fundación Universitaria San Pablo-CEU, Madrid

1990.

-.1-;l

:i•':~

~

¿'(

~Ff,

Retiro de Cuaresma

Historia de una relación accidentada:"Tú por la luz, el hombre por la muerte"

M3 Ángeles Gómez-Límón, fmmdp

,.':~i'j~

3"

J....~_."J•.

r)

~'

"l'I¡1 RETIRO DE CUARESMA

Historia de una relación accidentada:"Tú por la luz, el hombre por la muerte"

.--~

M" Ángeles G6mez-Limón

La propuesta para este día de Retiro es sencilla: caer en la cuenta delo que se indica en el título, la experiencia vivida de nuestra relación (real,concreta, con esa serie de vicisitudes que podemos narrar) con Dios, Enesta secuencia relacional tienen sitio tantas cosas", Tomamos como sub-título la frase del Himno de la Liturgia de las Horas en la que se reflejauna clave bien sabida, que puede ayudamos en este tiempo cuaresmal queiniciamos; "Tú por la luz, el hombre por la muerte". Es esto tan cierto...

.... ,J!I

El primer apartado (Una relación accidentada) ofrece una "refle-xión-meditación" sobre esta relación, sobre algunos momentos decisivosque son los que suelen repetirse. Cada etapa/momento de la relación vaacompañada de algunas referencias bíblicas que aconsejo encarecida-mente, pues, al final, toda palabra humana, como mucho, se queda a laspuertas. Imprescindible elegir en cada caso, para concentrarse. Estameditación y estas referencias, lógicamente, estarían como ayuda en untiempo personal suficientemente largo para el encuentro cara a cara conDios. El retiro no tiene por qué durar solo un día...

El segundo apartado (Haciéndonos preguntas) recoge algunas cues-tiones para ahondar. Solo quieren ser otra ayuda, perfectamente prescin-dible en la medida en que la oración personal y la escucha a la Palabra-Dios y cada uno- lo centre todo. Si se tuviera celebración o compartircomunitario, también podrían servir para ello.:¡

!

1

Finalmente, el tercer y último apartado (Recursos), SOl1, como se indi-ea, otros apoyos -cada comunidad tendrá sin duda materiales mucho másadaptados- para "hacer ambiente" o bien, lo que se considere oportuno,

I

1":"~~}

t-. •• -

.•...;.,..~,..• -

~:

(/)

- 88 -

1. Una relación "accidentada"

Toda historia, todo relato, constituye una unidad de sentido pero arti-culada en distintos momentos a través de los cuales la historia, la relación,evoluciona, avanza y madura o se estanca, se bloquea y/o desaparece.Miremos, si no, nuestras vidas. Miremos, si no, la historia de Israel, delmismo Jesús, de Pablo de Tarso o de nuestros santos. En esta "historia-.-c:Li-casi imposible" y, desde luego, accidentada, entre Dios y nosotros, pOL.poco que sepamos, sabemos que no todo es igual que el primer día ...

1.1. En el principio

La relación se inicia con el encuentro. Este no acontece siempre queestamos juntos, sino cuando cada uno es "afectado" por el otro.

Nuestro encuentro es realmente especial. En el principio "es Dios".No como verdad metafisica o atemporal. No, como realidad [histórica,real y concreta! que se nos impone. AIteridad soberana y libre. Tú que nosantecede y se presenta ante nosotros provocándonos, mirándonos creado-ramente, diciendo una palabra de bendición que nos constituye, reali- .zando una acción salvadora, invitando a su compañía.

- En el principio cstá Él, preparando el terreno.- En el principio está Él, buscándonos, elevando nuestra mirada,ensanchando el corazón, ahondando -quizá- nuestra desolación ...

- En el principio está Él, amando de antemano, dándose, buscándo-nos por todos los caminos.

- En el principio está Él, su iniciativa, su libertad saliéndonos al paso,su pregunta (¿qué buscáis"), su misterio seductor.

- En el principio está su escucha, su dolor por su pueblo.En el principio está su acción liberadora, sanadora, restauradora.

- En el principio está Él, siendo "con nosotros", "para nosotros".En el principio está "el que es la vida", dando vida (jse diría que nopuede hacer otra cosa!).

- En el principio está su voz, su llamada, "levantándonos a la exis-tencia", a la dignidad, a la palabra, a la libertad (casi siempre lohace "por medio de").

- En el principio ...

- 89-

ESCUCHA DE LA PALABRA:

• Ex 3. Yahvé ya está esperando cuando empezamos a mirar ...Esperando hasta que me encuentra "a punto" para dirigirmesu palabra. Ha sido necesario un largo camino ... un difícilcamino ... pero ya .

• Col 1,12-20. Todo ha sido creado en Él, por Él, para Él.

1.2. Comprometidos

El encuentro puede ahondarse hasta llegar lejos: el compromiso, laalianza, la mutua pertenencia. "Cada vez me importas más ". "Mi vida ladefines tú ". "No me entiendo sin ti ". "Mi vida es un antes y un despuésdesde que te conocí". "Al empezar contigo, tuve la sensación de habertocado puerto: ya está, este es mi sitio, tú eres mi sitio ".

Dios nos declara su amor. Se pierde por nosotros. Somos su alegría, supasión.

Exceso de amor: "Yo soy el que soy". "Yo soy el Señor, tu Dios, quete saqué de Egipto". "Yo soy Yahvé, tu redentor". "Yo soy el Camino, laverdad y la vida". "Yo soy el pan de la vida", "Yo soy la luz", "Yo soy lavid", "Yo soy el Buen Pastor", "Yo soy la resurrección y la vida", "Yo soyRey", "Yo soy santo". Lo quiero ser todo para ti. Todo eso, y más, muchomás ... , el mundo entero, la historia de salvacióri toda, es por ti y para ti.

¡Con ese Nombre y así, quién se resiste! "Yo seré tu Dios y tú serás mipueblo", desde ahora caminamos juntos, en alianza eterna. "Mi amado espara mí y yo soy para mi amado" (Cant 2,16). ¿Quieres? "Lo quiero,llevo tu ley, tu voluntad. tu amor, en las entrañas" (Sal 40). No tendréotros dioses, porque Tú me has sacado de la fosa de la muerte. me deboa ti. Lógica del amor: Todo por todo.

Y, entusiasmados, nos fuimos con Él, donde Él nos quisiera llevar,para lo que Él nos quisiera llevar.

r;¡

- 90 -

ESCUCHA DE LA PALABRA:

• Dt 6,4-15. 7,7-9. Amarás al Señor tu Dios ... aquí se concentratoda la ley y los profetas yla fe cristiana y Jesús y el Reino.Amarás con todo tu corazón. Y, para que aprendas a amar alestilo de Dios, date cuenta: has sido amado por tu insignifi-cancia. Y así sigue siendo. Mírate.

• Is 43,1-7. 44,1-5. ¿Cómo nos mira Dios para amamos así?¿Qué hay en su corazón? Derroche. Lo llevamos escrito: "deYahvé".

1.3. Lo que no se cuida, se estropea

Este "exceso" de Dios, paradójicamente, produce en nosotros tantasresistencias ... Caminar con este Dios se las trae ... "no te harás otros dio-ses", "Ve y di les todo lo que Yo te diga ... ", "Conviértete y cree en la Bue-na Noticia", "Ve, vende lo que tienes y vente conmigo", "el discípulo noes más que su Maestro" ...

Hubo algún día en que el primer amor se fue enfriando, lo fuimosenfriando. Esa hora fue llegando sin apenas damos cuenta. Ese día em-piezan a dejar de tener sentido tantas cosas ...

Cuando se pierde el centro afectivo, la vida se dispersa. O lo que es lomismo: toda vida dispersa, entretenida, evidencia la falta de centro afec-tivo, integrador, de la persona. Las motivaciones para la dispersión aveces parecen tan "sanas" (determinados descansos, por ejemplo), eincluso tan "santas" (tareas, lecturas, cursos) ... El caso es que olvidamosel amor primero, olvidamos el Tú de la persona con la que nos hemoscomprometido "en alianza eterna". Tras la rutina y el descuido, el amorpierde fuente. Se agota. Tras el refinado egocentrismo de nuestras deses-peranzas y realismos apartamos la mirada del Único, del Santo. ¿Yadónde miramos cuando no Le miramos o no reconocemos su huella, susrasgos, en sus hijos e hijas, en todas sus criaturas?

-_ .. j

I.- i

I

T- 91 -

El corazón humano está hecho para "tener dueño". Es "capacidad de", "ca-pacidad, apertura para". Aquí nuestro gran don y la gran fragilidad. Don in-menso porque es lo que nos vértebra, lo que nos permite realizar nuestra voca-ción radical: escuchar la Palabra, abrirse al otro, ser hijos e hijas en el Hijo, in-corporados por gracia a la vida del Padre y del Hijo y del EspÍlitu Santo.

Este nuestro corazón hambriento y sediento, cuando no tiene fuente, que-da a expensas de sucedáneos, "mercenarios", lo que sea. Y ahí nos tenemos:

_ cuando damos por hecha la alianza y la fidelidad de Dios y la vivi-mos como algo que ocurrió en el pasado, quizá en la juventud,cuando, reconociendo nuestras debilidades, nos tranquilizamos máspronto o más tarde pensando que son fragilidades de la condiciónhumana, sin asumir el poder del pecado en mi vida,

_ cuando nuestro "afán de Dios" se ha ensordecido envuelto en no se

sabe qué ...cuando evitamos a toda costa la soledad donde Él se hace oír ...

_ cuando renunciamos a toda tensión espiritual, a todo cuestiona-miento acerca de nuestra vocación de discípulos,

_ cuando preferimos lo que nos agrada y lo hacemos coincidir con su

voluntad,cuando ponemos tantas resistencias a ser amados incondicional-mente y nos empeñamos en ganamos a Dios, su gracia,cuando evadimos el "cara a cara" con Dios tras mil cosas que se le

parecen pero que no son Él,_ cuando miramos a los demás por encima del hombro, porque no soncomo nosotros no piensan igual, son de otro partido, de otra raza,

de otra religión .- cuando ...

1

1!11

ESCUCHA DE LA PALABRA:

Ez 16. "¡Pero tú te pagaste de tu fama ... te aprovechaste demí. .. te entregaste a otros ... mataste a los hijos que te di!" ..."Pues bien, sabrás qué vales sin Mi".

Jer 13,1-11. La faja, el cinturón ... creado para ser la honra desu dueño, su alegría y su bendición, todo podrido.

2r

- 92 -

1.4. No puedo dejar de ser yo

Así, sin irnos, resulta que ya nos hemos ido, ya no estamos. Sinromper "oficialmente", rompemos. Sin separamos, hacemos vidas inde-pendientes, COIl distancia para protegemos. Pero a veces sucede que, "enlas' cosas de dos", uno se va, se olvida ... y el otro, espera y -aceptandoincondicionalmente- sin embargo, no se resigna, ama, sigue amando, per-manece.

Dice Dios: Me importas, me importa lo que nos pasa. Aceptaré tulibertad, pero no soy indiferente. Te amaré sin respuesta, si es necesario,pero no puedo negar mi corazón. Mi entrega a ti ha sido irrevocable, noretornable, seré eternamente "el Tuyo ", "el Entregado a ti ", "Tu Dios, eltatuado, el marcado con tu nombre para siempre ", "Pero si volvieras aMi ... si bebieras del agua que Yo te quiero dar ... ". "Conviértete, cree ".

A Dios le importamos mucho más. Siempre más. Al negarle, le par-timos el corazón -literalmente, podríamos decir mirando a Jesús en lacruz-o No soporta estar lejos de nosotros. Vive echándonos de menos(Le 15), anhelando "recuperamos". Nos desea siempre. Ahora nos buscaaún más ...

ESCUCHA DE LA PALABRA:

• Mt 18,21-35. Si miráramos como somos miradas ... sijuzgára-mas como somos juzgados ... Imposible desde nosotros: se-tenta veces siete.

• 2 Tim 2,8-13. Si somos infieles, Él no puede negarse a Símismo. Pero eso no nos asegura nada: "si le negamos, Él tam-bién nos negará". ¿Cómo se compagina?

1.5. Perdóname

Toda experiencia de infidelidad necesita para ser sanada un paso deci-sivo: darse cuenta, sufrirla. Tomar conciencia de la faena que se ha hecho,

í11f

J"j'..

-j

1.¡ij.1I1

II1¡1. ~¡,1i.,ij

?

- 93 -

del amor traicionado, de la confianza rota. Toca entonces poner las cartassobre la mesa y hablar (¿sabéis cómo va esto?). Exponerse a la mirada delotro. Es verdad, he fallado: te he fallado. Me lo habías dado todo. Notenía derecho a hacerte esto. Te he hecho daño, lo sé. Y no puedo borrar-lo. Quedo a merced de ti. Tienes todo el derecho pC!ra cortar conmigo.

Si no estamos inmunes a la vida, estas situaciones nos llegan. Suelevenir en nuestro auxilio algún acontecimiento -incómodo habitualmente-que sirve de aldabonazo, de choque. Puede parecer una desgracia, perono pocas veces pueden llegar a ser la gracia de la vida. Una enfermedad,un fracaso, [a proximidad de [a muerte, un desgarro afectivo, la búsquedaque no encuentra, el hastío, la nostalgia, ese cansancio difuso y sinnombre que nos puede, [a repentina sensación de ridículo ante unomismo, [a pérdida de sentido, el desencanto ... Cada uno sabemos pordónde nos viene el toque de atención. No son situaciones mágicas, sonoportunidades ofrecidas a nuestra libertad. Ahí están, invitándonos avivirlas más adentro. Desde esas noches, asoma nueva luz, la que nos esdada: la luz de la verdad.

"Desde lo hondo ... a Ti grito" (cf. Sal J 30). ¿Dónde ir si no?

Desde el abismo en el que me encuentro. Desde la cerrazón a tu amor.Desde el vaciamiento. Desde la vergüenza. Desde buscarme fuera de Ti.Desde el escaparate en el que he puesto mi casa. Desde mi egocentrismoególatra. Desde mis componendas para no vivir al aire de tu Palabra tan,tan desestabilizadora. Desde la búsqueda de seguridad. Desde la des-confianza. Desde la dispersión, la banalidad, la soberbia, el juicio ... laposesión de la verdad y el control de la existencia .

¿Qué he hecho con tu amor; qué he hecho contigo? ¿Qué he hechocon los hermanos y hermanas que me has dado, a los que Tú amas entra-ñablemente? ¿Qué he hecho con tus pequeños, que me has confiado parasu cuidado?

Ante Ti, todo es aún más claro. Ante Ti, mi pecado duele más. Ante Ti,ante Tu mirada, ante tu Cruz ... "El pecado" me invita a decir "escón-dete ", "disimula ", "da razones ", "los otros te han llevado a esto" (las"serpientes" siguen prodigándose). lit mirada despierta otra palabra en

- 94 -

tni. la palabra de la verdad, de la luz: "aquí estoy tal cual sov", "tenmisericordia de mí, que s~v un pecador".

A Ti grito. Solo contigo puedo resolver el conflicto que tengo contigo.Estoy dispuesto a cargar con las consecuencias. Es lo menos que puedohacer '

ESCUCHA DE LA PALABRA:

• Sal 51 (50). Por favor, Señor, ten piedad ... Por ti, por el jura-mento que hiciste a nuestros padres ... por tu santo Nombre ...No merezco llamarme hijo tuyo ... Líbrame.

, Le 20,9-17. Vaya enviar a mi Hijo. Lo reconocerán. Lo respe-tarán. Le escucharán. Pero ... Jesús, "clavando en ellos la mi-rada, dijo ... ". En esa historia estoy yo.

1.6. ¡Por fin has vuelto! ¡Bienvenido, bienvenida a casa!

Cuando ocurre (porque no siempre que se da, se recibe), se tiene con-ciencia de que asistimos ante un verdadero milagro. El perdón, forma pre-ciosa y auténtica de la incondicionalidad del amor. Cuando OCUlTe,se per-cibe el misterio de una gratuidad que lo renueva todo, que nos devuelvea la vida: la reconciliación, el abrazo redentor, nacer de nuevo. CuandoOCUlTe,sana, libera, ensancha, hace saltar de alegría, de agradecimiento,de paz.

Nos ocurre a nivel humano, nos ocurre con Dios. Entonces sí quesabemos en qué consiste "ser amados porque sí". Experiencia de gracia,de don inmerecido. Tenías. tienes, todos los motivos para rechazarme (¿ono?), y después de hacel'fIle ver hasta qué punto esto era así (nunca ter-minamos de saber lo pecadores que somos) ... me has dado el abrazo, mehas sentado a tu lado, me has vestido defiesta [cantaré sin callarmel

\;Ú

¿Pero quién es este Dios que puede reaccionar así? ¿Qué amor paraseguir teniéndome ante Ti? ¿Pero qué te pasa conmigo? ¡Es una locura!

. ' .. /

1,¡

III

T¡Ií

- 95 -

r!~

Gracias. gracias, gracias. Ahora sí, más que nunca, me debo a ti. Ahorasé mejor qué es el amor, ser amado, la Alianza que Tú guardas, en la queTú, Señor. me guardas. Qué alegría pertenecerte. Mi vida 110 puede sersino para TI, para lo que Tú quieras, en misión: no mis planes, proyectos,deseos.: Estar donde Tú quieres que esté. Hágase.

Conviértete, cambia de lógica, de centro, de mirada. Mira desde Él.Date cuenta hasta qué punto el pecado te tiene ... Mira a Jesús, mírale cru-cificado, mírale mirándote desde ese "10 alto" que es su entrega hasta elextremo, mírale diciendo "perdónalos, no saben lo que hacen" ... Míraley cree que en ese Hombre muerto y resucitado Dios te perdona. Porque sí.Por pura gracia. Te amó y se entregó por ti. [Cuánto le hemos costado!Conviértete y, mirándole, cree: esta es la Buena Noticia, ÉL ES LABUENA NOTICIA, en su muerte redentora y vivificadora está la BuenaNoticia. Ha habido quien ha amado basta el final. ¡Qué Dios es nuestroDios! Ya nada puede ser igual. El poder del pecado ha quedado tocado demuerte. El Reino de Dios ha empezado, la gloria de Dios está en mediode nosotros, todo está traspasado por su victoria: JESÚS VIVE.

¡Qué asombroso beneficio de su amor por nosotros!¡Qué incomparable ternura y caridad![Para rescatar el esclavo entregaste al Hijo!Necesario fije el pecado de Adán,que ha sido borrado por la muerte de Cristo.¡Feliz culpa que mereció tal Redentor!

(del Pregón Pascuali

¡I1¡

• Jn 13. Nos amó hasta el extremo. Se inclinó ante nosotros. Nosdeja anonadados. ¿Lavanne tú a mí? Si no te lavo, no tienesnada que ver conmigo. Esta es su gloria: se anonadó hasta lamuerte y una muerte de cruz.

ESCUCHA DE LA PALABRA:

• Baruc 5,1-9. Quítate el luto. Ya ha terminado el duelo. Leván-tate. Dios 10 ha rehecho todo para que Israel camine segurobajo su gloria.

25

r

- 96 -

2. Haciéndonos preguntas

1) Tu relación con Dios ¿es una "historia" gozada y sufrida o un sen-timiento más o menos presente según momentos de la vida?

2) Detente en cada lU10 de los apartados. Haz memoria. Contemplaese/esos momentos de tu vida ...

3) ¿Quién y cómo es Dios conmigo a la luz de toda esta historia? .¿Cómo es conmigo? (no teóricamente, sino cómo 10 vivo). ¿Y yo con Él?

4) La palabra "conversión" indica transformación total, cambio de ejevital, "vivir desde otro sitio, con otro centro", en lenguaje joánico "nacerde nuevo". ¿Cuántas veces lo has intentado? ¿A qué te llevan esos inten-tos? Tendrás, quizá, que hacer camino por otro lado. Pregúntale a Jesús(cf Jn 3).

5) ¿Dónde notas dureza de corazón, resistencias? Ora con ello y entré-galo ... El Señor Jesús ya lo lleva sobre sí.

6) ¿Qué piensas-sientes ante la siguiente afirmación? "Conocemosquién y cómo es Dios por la experiencia de pecado". Ora con las reso-nancias.

7) ¿Por dónde van mis "conflictos" con Dios? Si no sabes nada de eso,es como para preguntarse por qué.

3. Recursos

Meditación: Le 7,36-50

"(Este) texto es un verdadero paradigma de la revolución de la graciaque trae Jesús.

El enfrentamiento entre Sirnón el fariseo y Jesús ¡Qué diferencia entreeJjuicio que viene de la ley y el juicio que viene de la Gracia! Simón estáal acecho. La mesa común, que en principio supone comunión de vida y

...•.....Ti,¡ir

·1!I.J,¡'j'

ij.J.L.

I

- 97 -

de fe, se transforma en tribunal de condena sentencia contra la mujerpecadora y contra el profeta. El juicio de Dios, objetivado por el justomediante la ley, se constituye en sistema cerrado. Nada queda ni a la li-bertad de Dios ni al corazón humano ¿No dijo Pablo que la ley, en simisma buena, se hace «aguijón del pecado» cuando es utilizada comoautojustificación? -

Jesús intenta abrir brecha en la fortaleza defensiva de Simón con laparábola de los dos deudores. Frente a la deuda, el perdón. La alusión nopodía ser más clara «como ninguno de los dos podían pagarle». Es decir,que Simón no era mejor que la pecadora. [Hacía falta valor y lucidez parapenetrar así en la conciencia del fariseo! Solo sirvió para endurecer sucorazón, encasquillado en la ley.

Ahí estaban, ante Jesús, la figura y la contrafigura. El uno, aferradocompulsivamente a sus derechos de hombre religioso, la otra, liberada,agradecida, entregada. La praxis mesiánica de Jesús estuvo atravesada pordicha contraposición a los que condenaban, Jesús les sometía al juicio delcorazón de Dios, desenmascarando su mentira, a los que habían sido con-denados por los justos y por su propia conciencia, Jesús les revelaba lagracia de Dios sin juicio. Son las dos caras de la misma moneda, cuyadinámica depende de la fe. Al fariseo, que cree en la ley y condena a losdemás, solo el juicio de Dios puede salvarJo. A la pecadora le basta creeren la Gracia, que no la juzga, para sentirse salvada".

(Javier Garrido, El camino de Jesús)

iI

La soledad

"La soledad, Dios mío, no es que estemos solos, es que tú estás aquí,porque ante ti todo muere o se convierte en ti. ¿De qué nos serviría ir alfin del mundo para encontrar un desierto? ¿De qué nos serviría encerrar-nos tras unos muros que nos separasen del mundo, si tú no estarás máspresente allí que en este estruendo de máquinas o en esta multitud demiles de rostros?

Somos lo bastante infantiles corno para pensar que todas estas perso-nas reunidas son lo bastante mayores, lo bastante importantes, lo bas-tante vivas, como para cegamos el horizonte cuando miramos hacia ti.

»:

- 98 -

Estar solo no es haber dejado atrás a los hombres, o haberlos abando-nado; estar solo es saber que tú, Dios mío, eres grande, que solo tú eresgrande, y que no hay mucha diferencia entre la inmensidad de los granosde arena y la inmensidad de las vidas humanas reunidas. La diferencia noafecta a la soledad, porque lo que hace más visibles estas vidas humanasa los ojos de nuestra alma, más presentes, es esta comunicación de ti queposeen, es su prodigiosa semejanza con el único que existe. Es como unfragmento de ti, y ese fragmento no daña la soledad. ¡Saber por una vezen la vida que eres único!

Haber encontrado por una vez -y quizá en un verdadero desierto- lazarza que ardía sin consumirse, la zarza del que ha instaurado en nosotrosy para siempre la soledad. Moisés, cuando encontró por única vez lainefable zarza, pudo volver entre los hombres llevando consigo un inalte-rable desierto. Así nosotros no reprochemos al mundo, no reprochemos ala vida, que nos vele el rostro de Dios. Encontremos ese rostro, porque élvelará y absorberá todas las cosas. ¡Qué importa nuestro lugar en elmundo!, ¡qué importa que esté poblado o despoblado!, en cualquier lugarsomos «Dios con nosotros», en cualquier lugar somos Emmanueles".

CM.Delbrél, La alegría de creer)

Ando por mi camino, pasajero

Ando por mi camino, pasajero,y a veces creo que voy sin compañía,hasta que siento el paso que me guía,al compás de mi andar, de otro viajero.

No lo veo, pero está. Si voy ligero,él apresura el paso; se diríaque quiere ir a mi lado todo el día,invisible y seguro el compañero.

Al llegar a terreno solitario,él me presta valor para que siga,y, si descanso, junto a mí reposa.

''''t- 99 -

Y, cuando hay que subir monte (Calvariolo llama él), siento en su mano amiga,que me ayuda, una llaga dolorosa.

(José María SouvirónLiturgia de las Horas. Hora Intermedia¡