españa literatura xix

Upload: inesplasencia

Post on 14-Jan-2016

222 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

España en la literatura del Siglo XIX

TRANSCRIPT

  • 1

    LAS TRAMPAS DE LA LITERATURA DE VIAJES

    Ana Moreno Garrido

    Licenciada en Historia Moderna y Contempornea por la Universidad Complutense de Madrid

    Profesora de Geografa Turstica

    A menudo pensamos en la literatura de viajes como en una diversin, una forma de

    evadirnos de la cotidianeidad, una forma de viajar y recorrer con la imaginacin aquello

    que no podemos experimentar fsicamente; es cierto que no se puede negar ninguna de estas

    afirmaciones pero no es menos cierto que a veces olvidamos algunos de los otros intereses

    que puede y tiene la literatura de viajes. Como gnero es una gran desconocida y olvidada

    para historiadores y fillogos. Quizs sea por este carcter de diversin o evasin, unos y

    otros se la lanzan mutuamente ya que escapa a cualquiera de las dos disciplinas. Para los

    historiadores es poco fiable, demasiado subjetiva (cmo si otras fuentes histricas no lo

    fueran!) poco seria. Para los fillogos (que le han hecho un poco de ms caso) es, en

    ocasiones, demasiado descriptiva, abunda en cuestiones artsticas e histricas que a ellos se

    les escapan, es poco ficticia, y ,en ocasiones tan realista que no presenta mucho inters.

    Curiosamente a todo aquel a quien preguntes le gusta la literatura de viajes, pero lo cierto

    es que, salvo raras excepciones, es una de las grandes olvidadas de entre los gneros

    literarios.

    Hace ya unos aos prepar un trabajo de investigacin que pretenda rescatar del

    olvido a los viajeros y sus libros de viajes para conocer un poco ms la historia de Espaa.

    La hiptesis que me plante era analizar Espaa y su historia a travs de los libros de viajes

    de algunos de sus visitantes para llegar a algunas conclusiones que no nos permiten otras

    fuentes histricas ms convencionales. El resultado fue ms interesante de lo que yo me

    esperaba. Empec buscando distintos relatos que coincidiesen en su cronologa pero que, al

    mismo tiempo, fuesen muy distintos para contrastar y acercarme a esa Espaa que me

    apeteca estudiar. No era la de los historiadores ni los cronistas, ni siquiera era nuestra

    Espaa, era la que haban descrito aquellos que venan de fuera y al analizaban ms

    aspticamente. El tiempo elegido fue el siglo XIX, en concreto la dcada entre 1830 y

    1840.

    El siglo XIX fue un gran siglo viajero, puede que en sentido estricto del trmino el

    ltimo de los siglos viajeros, el que culmina la gran edad del hombre explorando el planeta.

    No slo eso, para nuestro pas fue la edad de oro de los viajes ya que en ese siglo Espaa

    se puso de moda y fueron cientos los hombres que vinieron a visitarla. Volviendo sobre la

    literatura de viajes, a lo largo del trabajo fui descubriendo parte de su inters. Es un espacio

    nico para poder analizar cuestiones que, de otra manera, seran difciles de estudiar como

    por ejemplo la comparacin de culturas nacionales. Todo libro de viajes pone en contacto

    dos mundos: el que el viajero empieza a conocer y el que lleva puesto como una segunda

    piel, su cultura de origen. El choque de culturas, el contraste entre los dos mundo, a veces

    brutal, otras simplemente curioso, suele ser muy interesante para hacer estudios

    comparativos de culturas nacionales, incluso simplemente para hacer anlisis de historia

    intelectual. En este sentido, el siglo XIX era muy interesante porque plante algunos

    debates que siguen abiertos hoy en da: la cuestin sobre el atraso y desarrollo de las

    naciones y el concepto mismo de europesmo.

  • 2

    En estos primeros aos del siglo convivan la visin ilustrada y romntica sobre el

    atraso de las naciones y la inevitable brecha abierta entre los pases del norte europeo ms

    industrializado y un sur que luchaba por salir del Antiguo Rgimen. Nadie mejor que un

    viajero para contrastar sobre el terreno las diferencias entre ambos modelos.

    En segundo lugar, la literatura de viajes es la que nos da la clave sobre la imagen

    que proyecta un pas en el exterior y es, al mismo tiempo, una de las grandes creadoras de

    opinin. Todo esto, claro est, en un mundo en el que no existan las tecnologas de la

    informacin y comunicacin como las entendemos ahora: grandes agencias de prensa,

    internet, televisin o tecnologa digital. En ese mundo que, cremoslo, no est tan lejano

    quines eran los que determinaban la imagen que tena un pas en el extranjero? Los

    viajeros y sus relatos de viajes. No eran los diplomticos y sus informes, ni los militares o

    los hombres de negocios, eran los viajeros. Sus libros eran, en algunos casos best-sellers de

    la poca y la imagen, afortunada o desafortunada de un pas poda llegar a depender de la

    estampa acertada o no que dibujase un viajero. Algo de eso le pas a Espaa en el siglo

    pasado.

    En el siglo XVIII Espaa era un pas poco atractivo, sin ningn reclamo para el

    visitante. En el siglo XIX se puso tan de moda que todo intelectual que se preciase tena

    que venir a nuestro pas. Qu haba pasado para que la sensibilidad viajera hacia Espaa

    cambiase tanto? Qu justificaba esa hispanofilia europea? Haba variado la forma de

    viajar. Los viajeros dieciochescos eran ilustrados, hombres de ciencia, empeados en viajar

    para conocer y sistematizar, y sus intereses estaban en los viajes cientficos y de

    exploracin o los viajes de estudios; los hombres del siglo XIX heredaron algunas formas

    de viajar del siglo XVIII pero anticiparon algunos modelos de viajes que todava hoy

    mantenemos. Entre estas nuevas formas de viajar est el llamado viaje romntico que fue

    especialmente caracterstico del siglo XIX. Los viajes universalistas, enciclopdicos y

    cosmopolitas de siglo XVIII dieron paso a una forma de viajar ms intimista, ms esttica,

    ms aventurera, ms vital. Con el viaje romntico del siglo XIX naca la forma de viajar

    como la conocemos hoy da.

    En este sentido, Espaa jug un papel fundamental en los itinerarios y las

    predilecciones de los viajeros del siglo XIX pero, una vez ms por qu? Porque se

    convirti en un smbolo de la nueva sensibilidad europea decimonnica. Comenz el siglo

    con un acontecimiento que tuvo un gran impacto ante los ojos de los europeos: la Guerra de

    la Independencia. Con ella llegaron dos acontecimientos importantes para nuestro pas, por

    un lado empezaron a llegar hombres de fuera (militares y corresponsales de guerra que

    popularizaron nuestro pas con cientos de pginas) y, por otro lado, gener una simpata

    inmensa ante los ojos de las mentes ms sensibles del continente ya que esta lucha desigual

    contra el enemigo francs, esta nueva metfora de David contra Goliat con los guerrilleros

    refugiados en las montaas puso a nuestro pas en el punto de mira de toda Europa. A partir

    de entonces, el nimo continental no abandon a Espaa. Empezaron a llegar los viajeros.

    Algunos especialistas han llegado a contabilizar en miles los relatos de viajes por la Espaa

    del XIX. Algunos son relatos de gran inters, otros ms modestos, unos hombres ilustres,

    otros grandes desconocidos, lo cierto es que Espaa atesora un gran patrimonio cultural en

    las pginas de estos relatos de viajes.

  • 3

    Sin embargo, con los viajeros llegaron tambin los mitos y los estereotipos. Ya he

    comentado el enorme valor que tena para estas sociedades un relato de viajes a la hora de

    forjar la opinin sobre un pas. En el caso espaol, fueron estos hombres los que

    determinaron la imagen que en el exterior se formaron de nuestro pas, hasta el punto de

    que an hoy en da estamos pagando las consecuencias de la imagen ficticia que el

    romanticismo, a travs, sobre todo, de sus viajeros cre sobre nuestro pas.

    A pesar de ser miles los visitantes por nuestro pas, los dos grupos ms

    representativos fueron los ingleses y los franceses. Sus tipos de viaje, y, sobre todo sus

    relatos de viajes, fueron muy distintos y tuvieron consecuencias dispares. Los viajeros

    franceses fueron los verdaderos creadores del mito romntico de Espaa. Hombres como

    Vctor Hugo, Prosper Merime o Alfred de Musset popularizaron una imagen de nuestro

    pas de la que hoy todava no nos podemos sacudir: sol abrasador, mujeres apasionadas,

    toreros, bandoleros, quijotes y pcaros. Decenas de operetas, vodeviles, dramones

    histricos, novelas de mayor o menor fortuna llenaban de fantasa las cabezas de los

    europeos que pensaban en un pas lejano y extico en cuanto cruzaban los Pirineos, un

    espacio entre Europa y Africa, la civilizacin y la barbarie.

    Los ingleses, sin embargo, siempre fueron ms templados a la hora de percibir

    nuestro pas. Para empezar, para ellos Espaa no fue un descubrimiento decimonnico, ya

    llevaban viniendo desde finales del XVIII y adems, nunca les hizo demasiada gracia el

    mito romntico de Espaa. Inglaterra adems fue mucho ms hbil que Francia a la hora de

    proyectar su imagen sobre Espaa, tena una industria editorial ms articulada y a ellos

    debemos las primeras guas de viajes (propiamente dichas) sobre nuestro pas. El famoso

    editor londinense John Murray ya tena en su haber la publicacin de algunas guas de

    viajes sobre pases europeos y public la correspondiente sobre Espaa en 1845; adems

    era propietario de la prestigiosa Quartely Review una publicacin que agrupaba a todos los

    hispanfilos y conocedores de los temas de Espaa. En definitiva, sin tanta capacidad para

    llegar al gran pblico como lo tena el romanticismo francs, pero ms riguroso y templado,

    la industria editorial inglesa estaba vendiendo una imagen muy distinta de nuestro pas

    entre sus lectores. Todos ellos, lectores ingleses y franceses, estaban entusiasmados por los

    libros de viajes que se publicaban en sus pases y para la mayora de ellos, incapacitados

    para viajar, hacerlo a travs de estos relatos era la mejor y nica manera de hacerlo.

    De entre todos estos viajeros seleccion tres. Me interesaban tres hombres que

    hubieran venido a Espaa casi al mismo tiempo y que hubiesen proyectado imgenes muy

    distintas del pas, tan distintas que su comparacin, a modo de puzzle pudiese dar una

    imagen completa de Espaa. Eleg adems hombres que fueran representativos de estas

    formas tan distintas de pensamiento ya comentadas: un romntico francs, un empirista

    britnico y un tercero, un hombre que estaba a medio camino ya que era britnico pero al

    mismo tiempo tena alma de romntico. Eran Thophile Gautier, Richard Ford y George

    Borrow, respectivamente. Da la casualidad que entre ellos se conocan. John Murray fue el

    editor, tanto de Borrow como de Ford, y ambos conocan el mito espaol creado por los

    franceses y la obra de Gautier fue traducida en los aos cincuenta en Londres.

  • 4

    Richard Ford escribi un relato por Espaa que era, en realidad una gua de viajes

    para futuros visitantes que ya seran ms turistas que viajeros, en el sentido estricto del

    trmino. En su libro recopil datos, diseccion el pas por temas (historia, literatura, arte)

    por regiones, aport datos de inters (precios, distancias...), coment aquello que se poda

    ver, la comida que se deba tomar, cmo combatir el clima o evitar a un bandolero. En

    resumen, anticip un nuevo prototipo literario emergente: las guas de viajes.

    Thohile Gautier escribi un libro de viajes al uso, ya se sabe, un recorrido por el

    pas en el que coment sus impresiones de viaje. Con su relato nos topamos con el

    caracterstico modelo de viaje romntico: paseos por Toledo y la Alhambra, sangrientas

    corridas de toros, espectaculares catedrales gticas, evocacin de caminos de pcaros y

    caballeros andantes, sol y mujeres de belleza morena.

    George Borrow nos ha dejado un libro de aventuras enmascarado bajo la forma de

    un libro de viajes. Era la sucesin de aventuras y desventuras de un hombre que vino a

    Espaa con la increble misin de vender y difundir biblias protestantes aprovechando un

    pequeo respiro liberal en medio de una asfixiante historia de clericalismo catlico.

    Despus de pedir permiso a las autoridades liberales se recorri el pas en mula, caballo o

    diligencia vendiendo esta biblia sin aparato crtico entre las clases populares espaolas de

    norte, sur, este y oeste.

    Aunque estos tres libros son, hoy en da, desconocidos para el gran pblico, fueron

    en su momento grandes xitos de ventas. El libro de Ford tuvo, slo en el siglo XIX, seis

    reediciones; el de Borrow, cuatro y el de Gautier, tres. Todo eso sin contar las que se han

    hecho con posterioridad en el siglo XX y las respectivas traducciones. Podemos pensar, por

    tanto y sin riesgo a equivocarnos que miles de personas viajaron a Espaa a travs de

    estos libros y que los comentarios de estos viajeros fueron determinantes para nuestro pas.

    Qu dijeron sobre nosotros? Para el romanticismo francs de Gautier, Espaa era

    un paraso de barbarie un pas pintoresco y original que todava no haba sido anulado

    por el cosmopolitismo fro, urbano y gris que invada a la Europa septentrional; un pas

    lleno de vitalidad, de naturaleza agreste, de pasado orientalizante, un lugar anclado en un

    pasado que se le iba, el de los caballeros, las leyendas, la magia.... ms que un pas, con su

    relato Viaje por Espaa, uno puede recorrer el mundo de los smbolos y las metforas que

    cre el romanticismo europeo. Para Richard Ford, Espaa era un pas que estaba entrando

    torpemente en la modernidad y que acusaba graves problemas estructurales.

    Inconscientemente compar nuestro sistema con el britnico, que en esos aos era

    modlico para el resto del continente, y nuestro pas sali muy mal parado: el sistema

    poltico era muy frgil, el sistema liberal no terminaba de triunfar y econmicamente,

    Espaa estaba muy por debajo de la media europea. Espaa era, para Richard Ford, un pas

    decadente y depauperado, con pocas esperanzas para el futuro y con un pasado glorioso que

    apenas era capaz de sostener. Cuando uno lee su libro lleno de acidez y crtica mordaz se

    sobrecoge, y eso a pesar del comentario de Azorn que aseguraba que el verdadero

    patriotismo debe desear libros como ste.

  • 5

    George Borrow era un enamorado de Espaa. Pas en nuestro pas los cinco

    mejores aos de mi vida lleg a decir y todo lo que vio y juzg lo hizo con comprensin

    por la simpata con la que siempre mir a nuestro pas. La guerra carlista, la intolerancia del

    clero, el analfabetismo del pueblo espaol no fueron nada para un hombre que nos

    describi como la masa viviente ms extraordinaria del mundo entero.

    Qu pensaran sus lectores de nuestro pas? Algunos que Espaa era un pas

    apasionante, otros que era decepcionante. Lleno de peligros para unos, lleno de aventuras

    para otros. Son algunas de las trampas de la literatura de viajes. En general, la imagen que

    proyect nuestro pas en las primeras dcadas del XIX apenas pudo escapar del mito

    romntico. Definitivamente ste termin engullendo a Espaa, pero esto no quiere decir que

    todos los hombres que se acercaran a ella fuesen viajeros romnticos en sentido estricto ni

    que sus relatos correspondiesen al modelo del viaje romntico. Ms que ningn otro pas

    europeo, Espaa sufri y padeci las imgenes y los mitos que crea el mundo de las ideas,

    que en esos aos primeros del siglo fue el romanticismo; otros lo crearon y Espaa no tuvo

    fuerza para luchar contra l. En cualquier caso, fue afortunada porque fue visitada como

    pocos pases lo fueron en esos aos; porque adems de ser amada y criticada, analizada

    rigurosamente y al mismo tiempo incomprendida, siempre tuvo la habilidad de mostrarse

    pero esconderse y dejar a sus otros viajeros, los que lo hacemos en el tiempo, la posibilidad

    de seguir preguntndonos hoy las mismas preguntas que se hacan estos hombres hace cien

    aos.

  • 6

  • 7