escribir un arbol

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???????? ?? ????El miedo. Poderoso arma que ralentiza y paraliza nuestros actos ypensamientos. El miedo a lo nuevo. Necesitamos estímulos para crecer,???? ?????? ???? ??????? ??????? ???????Me gusta ser un provocador. Bajo mi aspecto serio lo practico conasiduidad. Sólo los más allegados conocen esta faceta de mi persona.Soy un tímido reconvertido. Necesito estímulos que den sentido anuestra existencia. Dejar pruebas de que un día estuvimos aquí.Convencido de que en el grupo de grandes lectores siempre hay unbuen contador de historias, lancé el guante con la certeza de que seríarecogido. A las pruebas me remito. Historias cercanas llenas de vidaconforman los relatos donde se vislumbran los balbuceos de lasprimeras sílabas. Una vez más la escritura se erige como elementodiferenciador de la especie humana.

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  • ESCRIBIR UN RBOL

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    PRLOGO

    ? ? El miedo. Poderoso arma que ralentiza y paraliza nuestros actos y pensamientos. El miedo a lo nuevo. Necesitamos estmulos para crecer, ? Me gusta ser un provocador. Bajo mi aspecto serio lo practico con asiduidad. Slo los ms allegados conocen esta faceta de mi persona. Soy un tmido reconvertido. Necesito estmulos que den sentido a nuestra existencia. Dejar pruebas de que un da estuvimos aqu. Convencido de que en el grupo de grandes lectores siempre hay un buen contador de historias, lanc el guante con la certeza de que sera recogido. A las pruebas me remito. Historias cercanas llenas de vida conforman los relatos donde se vislumbran los balbuceos de las primeras slabas. Una vez ms la escritura se erige como elemento diferenciador de la especie humana. ? Apostar por la cultura en estos tiempos se antoja como un acto de excentricidad, o quizs valenta?. Tener un libro para mimarlo, quererlo, abrazarlo. Proyectar en l nuestros anhelos, miserias, frustraciones. A nuestra imagen y semejanza. La mejor herencia para nuestros descendientes. ? Con mimo. Eliminando malas hierbas para que crezca sano y fuerte. Con la incertidumbre del destino que le espera. Generando alegras y tristezas. Superando los miedos iniciales, aparecieron los relatos interiores. Historias prximas en lo afectivo y en lo geogrfico. Vivencias y locuras irrealizables. No os dejarn impasibles. Sorprendentes. Escribir un hijo, plantar un libro, tener un ? ?Vuelvo a olvidar el orden establecido. Es necesario.

    Francisco Snchez Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de El Carpio. Crdoba. 2014

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    NDICE

    Ttulo Pg.

    EL BUEN COMIENZO 4

    SILENCIO 6

    CALLE DE LA ALEGRA 8

    EL VIAJE 13

    AMISTAD Y AMOR EN LA BATALLA 16

    ALGO HA PASADO! 27

    DISTANCIA 30

    EN PERSONA 52

    LA VIDA 55

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    EL BUEN COMIENZO Amparo Garca Al salir a la calle mir la hora y viendo que faltaban 15mn para llegar a mi cita decid dar un paseto por el parque cerca de m casa, el da era soleado un magnifico da de principios de noviembre, me mir y pens que no haba elegido bien la ropa que llevaba. Las gafas de sol me venan como anillo al dedo pero la camisa quizs debera de haberla acompaado con un jersey, el sol hoy apretara poco. Al pasar por la zona de juegos vi que estaba muy concurrido ? qu raro pens- despus me di cuenta claro es sbado!. Los nios ms peques jugaban con la arena y los ms grandecillos se suban por los toboganes mientras eran vigilados por los adultos; padres, madres, abuelos en fin, de todo haba, entre ellos estaba m vecina con Jaime, su hijo, un nio encantador que al verme salud, adis Paloma. Segu camino de la cafetera -que por cierto no conoca ? haba quedado all con unos compaeros de carrera para ponernos al da sobre nuestras aventuras veraniegas. Por lo que me haban contado la cafetera era lo ltimo en diseo, la haba decorado un chico de estos sper fashion, iba gente guapa y haba buena msica. Al aproximarme a la calle donde estaba ubicada enseguida los vi, qu guapa estaba Pilar con su pelo rubio rizado, alta espigada como siempre, poco haba cambiado, pantalones vaqueros rajados muy de su estilo, jersey rojo que le quedaba de fbula a juego con el color de labios eso s taconazo, pulseras, cadenas y todo lo que pill, seguro, a algn morillo el pasado verano. Tena la misma sonrisa maravillosa que siempre luca y empez a saludar alzando el brazo, pareca un molinillo en pleno temporal. A su lado como siempre, menos expresivo pero igual de guapo estaba Emilio con su raya en el pelo, camisa a cuadros con un jersey, pantaln vaquero, por supuesto sin desentonar!. Los salud efusiva-mente y ellos tambin m: - Hola Pilarica cmo ests? Pues muy bien guapa y t? -Tambin divina- nos dimos un par de besos-. - Despus mir a Emilio Y mi Emilio cmo est? - Tambin estupendo como t Paloma.

  • 5

    - Bueno qu, pasamos a tomar algo? -pues claro, a ver qu nos contamos-. Primero Pilar y yo, Emilio el ltimo, tan atento. Nos encontramos con una cafetera moderna de paredes rojo y plata, lmparas con montones de cristale ? ? ? ? ? madera oscura con relieves y luces indirectas, todo muy acogedor. Nos sentamos en un rinconcito en la nica mesa que quedaba libre y enseguida nos atendi una chica, pedimos unas copas, empezamos a hablar y yo como siempre preguntando; - cmo va la vida Pilar? - pues muy bien, este verano en casita, menos una semana que fui con mis padres a la playa, menos mal. - y t Emilio? - pues yo tambin en casa, todo el verano buscando trabajo, he pateado toda la ciudad entregando currculum pero nada -y a ti como te ha ido Paloma?- Estuve trabajando en McDonald 15 das sustituyendo a una cajera, cobre bien, pero las horas se hacan eternas esto es lo que nos queda muchachos! Veo que el trabajo nos va como al resto de espaoles fatal! En un momento en el que nos quedamos en silencio la pantalla que haba a nuestra derecha daba una noticia; Un tornado en Filipinas que haba arrasado casas, los nios deambulaban buscando a sus familias, una escena horrible. Entonces dije; - chicos nosotros preocupados por nuestra maravillosa vida, claro tenemos familias que nos quieren y nos protegen Pilar se queda callada observando -Emilio s habl- Bueno, hay gente que lo est pasando mal pero como no los tenemos cerca. -Entonces Pilar con ojos expresivos como si se hubiera despertado en ese instante o se le hubiera encendido una lucecita, de repente dijo -Por qu no vamos al centro cvico y nos informamos sobre las necesidades de la gente que vive en ese barrio al que nunca queremos ir? Se me encogi el corazn! -Vamos a ver Pilar -contesto Emilio- estamos aqu para echar un buen rato no para complicarnos ms la vida. -pero hombre no seas as cambia el chip seguro que te ir mejor. Ella sin mediar palabra decidi por nosotros se levant y pidi la cuenta! Fuimos tras ella sin emitir sonido alguno. Un buen comienzo para no s qu final.

  • 6

    SILENCIO Carmen Baena

    En silencio, as era como les gustaba compartir sus tardes de aquel otoo del 96, a Mario y a Luca. Vivan en un pueblo de la sierra de Cazorla, en Andaluca. Cada da, salan a pasear durante la cada del sol, dejaban el pueblo atrs y se adentraban por el sendero que acompaaba al ro Guadalquivir hasta llegar al embarcadero. Una vez all, l se sentaba a observar el fluir del agua entre las rocas y ella escuchaba atenta la voz de las aves residentes, despus retomaban su camino hacia el pueblo y se paraban en un parque cercano a casa, hasta que se haca de noche. Aquella tarde se presentara diferente y rompera su rutina. Mario caminaba cabizbajo, con sus manos metidas en los bolsillos del pantaln vaquero desgastado y la cabeza cubierta por la capucha de una sudadera azul marino. Sus zapatillas arrastraban por el suelo y en su boca un chicle haba perdido el sabor a fresa cida. Ella le acompaaba, guardiana de sus pasos, le segua de cerca. Su melena danzaba a voluntad del viento, del mismo color eran sus ojos, negros y profundos. Su comunicacin se basaba en un intercambio de miradas. Con ellas haban llegado a entenderse, prescindiendo de las palabras... Ya haca 10 aos que se conocan, cuando an eran pequeos. As, Mario, ensimismado en sus pensamientos, sin ser consciente del paseo y llevado por unos pies que se conocan el camino, lleg al parque. En ese momento, el silencio se rompa por el suave crepitar de las hojas secas que alfombraban el suelo con tonos ocres. Continuaron con el ritual, ella seguira caminando por el parque y l se sentara en el respaldar de su banco de madera tallado de envejecidos corazones. Mientras la observaba alejarse record cmo se encontraron en la primavera del 86, en aquel mismo parque, pero que en aquel momento vesta el rojo de las flores de las gitanillas. Mario haba conservado el mismo carcter taciturno, pero ella, haba perdido su desconfianza y su miedo. De pronto, Mario despert y se situ en el presente, percatndose de que ella haba desparecido. Algo inquieto, se levant y comenz a buscarla, pero no la vea por ningn sitio. Entonces la llam: - Luca!!. Una seora se gir y se dirigi hacia l. Era una mujer octogenaria, iba de luto riguroso desentonado por un moo blanco. Haba perdido la visin por haberla dedicado a la costura durante

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    dcadas y usaba unas enormes gafas de pasta, frunci el ceo y mirndolo por encima de sus gafas, le pregunt: - Quin eres? - Perdone pero creo... - Mario no pudo terminar la frase. - Ah ya ya, t eres el hijo de Mara, de Mara "la Negra". Ah, si, si, claro, ya te he reconocido. Que tu abuelo Miguel, trabajada en la fragua, la que est frente a la va del tren, y qu tal?, cmo ests? , eran preguntas que no esperaban respuesta - bien, pero es que.. - pero deja, deja que te vea, muchacho, le cogi de la mano y le hizo girar sobre s mismo, cual bailarina, pero si estas hecho un hombrecito! -exclam - pero... Mario intent hablar, pero se senta intimidado por aquella presencia y no consegua hacer brotar con firmeza sus palabras. - me acuerdo de cuando eras pequeo y nos fuimos tu familia y la ma a trabajar a la fresa en Francia, fuimos en el tren, te acuerdas que te mareaste? Tu abuela....

    Mario insisti un par de veces ms, entrar en una conversacin, pero viendo que sera imposible, opt por rendirse. Decidi salir de aquel monlogo e introducirse en su mundo. Slo escuchaba de fondo, primero como si fuera un enjambre de abejas y ms tarde como el suave rumor del mar. Pens que ya que se haba roto el silencio, escuchara msica, en su cabeza comenzaba a sonar "Losing my religion" de REM.

    De repente y cuando no pensaba en ella, la encontr y el ver la le dio fuerza a su voz para salir del cuerpo con un grito contundente: Luca. La seora le mir confundida, -a quin le hablas? pregunt. Esta vez esper a escuchar la respuesta, pero se dio cuenta de que Mario no la escuchaba. As que sigui la direccin de la voz y la mirada de Mario que se diriga por encima de su hombro. Se dio la vuelta... y qu se encontr? Casi no lo poda creer., a poco estuvo de darle un sncope a la pobre mujer cuando vio que la tal Luca era una perrita negra, moviendo el rabo, contenta por encontrarse con su amo, pero ms feliz estaba Mario por encontrarla. Luca y Mario continuaron su paseo por aquel pueblo. Silencio.

  • 8

    CALLE DE LA ALEGRA Carmen Castao ACTO PRIMERO Esta es la historia de los perdedores, de todos aquellos que un da se equivocaron una y mil veces tropezando infinidad de ocasiones sobre tremendos pedruscos. La historia de personajes entrelazados como hilos de seda, que forman capullos a punto de reventar en mariposas. La historia de Ana, a quienes os present en la cola del paro, con sus labios carnosos y esos ojazos avellana tan grandes que emanaban luz y que se tornaban apagados cuando al hablar, no poda controlar un tartamudeo, que llevaba asido durante 40 aos a sus cuerdas vocales. La historia de Javier, que tras 20 aos de casados, decidi equivocarse aquella noche sin peculiaridades, no hubo alcohol, tampoco amigotes a los que impresionar, ni su matrimonio atravesaba un mal momento, tan slo decidi que aquel da sucumbira a los encantos de aquella pelirroja de largas piernas, cuya sonrisa apabullaba al ms sieso, y es as como pas una noche memorable de sexo duro, sin maana, ni reproches, pero con una hipoteca a la conciencia que ni a 40 aos de carencia. Y es la historia de la vecina de Javier que contempl atnita como este entraba en el Hotel Paraso frente a su nuevo trabajo, de la mano de aquella despampanante mujer. No lo poda creer!!, llevaba media vida enamorada de este hombre, jams se insinu entre millones de razones , la principal ,no era otra que la amistad que le una a su mujer Julia. As que se conformaba, con contemplar su vida desde un segundo plano, mientras el matrimonio se coma a besos a veces, otras tornaban tormentas, en otras ocasiones charlaban sobre los viajes que haca Soraya y que luego ellos gustosos repetan, cuando el dinero se lo permita y podan colocar a los nios con los abuelos, o baboseaban, cuando en el ltimo de sus viajes Soraya se pas 15 das en EEUU y desde all a Vancouver. As es como el tro de vecinos conviva desde la ceguera del desconocimiento mutuo, en el que el enamoramiento de una, se amalgama con la envidia por la independencia que te confiere la

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    soltera de la otra. Y mientras Javier se reconcoma por dentro y no lograba racionalizar el porqu de algo tan biolgico, estaba poniendo en jaque a su conciencia. Tambin es la historia de Jaime que no se decida a salir del armario, porque los paos eran tan viejos y pesaban tanto, que opriman su cuerpo , es que a nadie se le haba ocurrido comprar nrdicos, en aquella casa? As que segua all metido, entumecido y tornndose rancio como su carcter. Su mujer Claudia acostumbrada a sus desaires, haba logrado la paz interior de manos de la organizacin ? ? ? desastroso matrimonio, quizs las relaciones sexuales eran tan tarda (pensaba su mujer) mientras le imploraba una vez ms por el retoo que nunca vino. O slo, tal vez y como causa ms viable "la vasectoma" que por muto propio, tom Jaime hace ahora 20 aos, decisin est ltima de las ms coherentes en su maltrecha vida. O quizs sea mi historia, la de un mirn inconfesable que los observaba desde el caf Melancola a la misma hora, casi todos los das del ao. Todos ellos, sin excepcin, al igual que el que suscribe, eran autmatas de costumbres, su rutina, lloviese, tronase o inundara los rayos de luz el espacio, nos reunamos entorno a ese caf amargo, tempranero, que cala el alma y le inyecta esa fuerza, que a nuestras vidas tanta falta les haca. Creo que todos ramos conocedores de la presencia del otro, pero a excepcin de Soraya, Javier y Julia, que siempre se sentaba en la mesa frente a la barra, el resto que tambin lo hacamos como animales de costumbres, en el mismo sitio, no nos conocamos .Mi voyerismo no de sexo, sino de sociologa, haca que mi imaginacin volase constantemente y de ah estas lneas. No! no !, olvdense de pensar si es que por algn momento, paso por sus cabezas que fuese un escritor, articulista o qu s yo , nada ms lejos de la realidad, solamente otra alma solitaria , con carencias, desarraigos, que observa a los dems con el afn de completar su vida. Y digo completar y no contemplar, porque todos necesitamos rellenar esos espacios que la vida dejo vacos. As Ana tras su tartamudeo de niez se le sum una anorexia enfermiza que nunca la deja ver cun guapa era. A Javier cada da el lastre de su desliz le oprima el pecho de tal modo ,que aquel da todos contemplamos como la ambulancia del Samur tuvo que asistirle en la

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    propia cafetera , el mdico gritaba .- Le perdemos , le perdemos no ? Julia no poda creer lo que estaba sucediendo , esto no poda estar pasando,15 aos de un tico sin pagar, la parejita de 8 y 6 aos respectivamente , el viaje a San Petersburgo a la vuelta de la esquina ......Llevaban unos meses en los que el sexo se pospona cada vez ms , mientras que las discusiones iban en aumento. La noche anterior, sin ir ms lejos Soraya los haba odo discutir a grito pelado desde la azotea. Qu iba a ser de su vida sin Jaime! , le conoca desde segundo de BUP, su confidente, con quin prob su primer porro, su primer cubata, su primera vez... Soraya se desmay, el Samur tambin tuvo que intervenir, el tcnico coloc el tensimetro, le inyectaron desconozco el que, va intravenosa y volvi en s. En aquellos segundos que parecieron das, Julia pens en por qu jams se haba sincerado con Soraya, ella era conocedora de l amorque le procesaba en silencio a su marido, pero el miedo la paralizaba, igual que estos meses en los que intua que algo pasaba dentro de la cabeza de Jaime. Era ms fcil seguir con la farsa, que descubrir un pastel que estaba a punto de desmoldarse. Su vida no haba sido fcil, haba dejado los estudios en 3BUP para hacerse cargo de la economa familiar, hace apenas 2 aos con 38 aos, haba por fin acabado su carrera, el nico aliciente ltimamente, porque senta como la casa, los nios, un marido corrodo por la culpa y una amiga enamorada de quien hasta ahora haba sido compaero de viaje, estaban somatizando en esas calvas que de un da a otro aparecieron en su cabeza. Mientras Jaime ,del mismo modo que el resto contemplbamos el cuerpo de Javier , cosido de cables ,vas ,olor nauseabundo a medicamentos, en su cabeza slo resonaba porqu, porqu , cuando dejar de ser un cobarde, cuando afrontar que tengo un problema con la cocana , que me gustan los hombres, que soy MARICN , con todas las letras, que quiero vivir, sus palabras haban tomado vida y consciente o inconscientemente se tornaron en sonido, as que todos los presentes , escuchamos los que algunos como yo, intuamos desde el momento, que observaba como se coma con los ojos al camarero del Melancola.

  • 11

    ACTO 2 Han pasado ocho meses. Sigo en el bar de siempre pero hoy he decido tomar un capuchino, no s, parece que me importa menos esta tripa prominente, hasta el bigote que esta maana retoqu con esmero, me hace sentirme atractivo. Jaime volvi a casa esa misma maana, de aquel fatdico da, faltando al trabajo, descolg el mvil desde el propio bar y todos omos como pronunci las siguiente palabras - "Disculparme, pero hoy no voy a trabajar, hoy comienza el da en que empezar a reconstruir una vida llena de verdades. Por cierto, maana os presento la dimisin, me tenis hasta los cojones, los mismos que me han faltado toda mi vida. S, es lo que ests pensando por fin sali la MARICONA mala que llevo dentro. Hoy Jaime ha entrado al Melancola con el pelo azul, una sonrisa de oreja a oreja y su porttil de funda fucsia, ha cambiado de sitio y a gritado al camarero.- "Guapo, me sirves un Viens, pero mira que cada da ests ms rico, maricn ? mientras Rafa el camarero le ha soltado un pico y se han hecho un gesto carioso en la espalda. Observ como el Melancola ya slo tiene nombre, desde que Jaime decidi aterrizar en el mundo de los vivos y dejar un trabajo agobiante en la imprenta, su creatividad ha subido como la espuma, no paraba de crear y crear, el bar es un fiel reflejo de su xito. Ana est radiante, entra por la puerta y se dirige a la mesa de Jaime, le suelta un beso en los labios y aturullada y con evidencias de un tartamudeo que perdurara por siempre, le cuenta todos los planes de la Escuela Social que el prximo mes se pondr en marcha, Jaime ha redecorado los espacios ni el arco iris pudiese dar ms luz!, toda esa que faltaba en su vida pasada. De pronto entran Javier y Julia cogidos de la mano cuan dos adolescentes, acompaados de Soraya. Parece mentira, esta ltima, no s cmo puede caminar con esa barrigota tan tremenda. No os parece que sera fantstico asistir a un parto en el Melancola!! Se sientan todos juntos y Julia le presenta toda la documentacin que acaba de recoger del Ayuntamiento, ya tienen la licencia " La

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    esperanza" as se va a llamar la escuela. Julia est deseando ejercer de Pedagoga junto con Ana, ironas de la vida psicloga de profesin. Soraya les sonre y comenta.-" Estos mis mulatos cuando nazcan, tendrn una escuela a la que ir", es curioso, quien me iba a decir a m que de un polvo encima mal echado, saliera esta mi nueva vida. Solo faltabas t , ren todos , no nos vayas a dar otro susto ms Javier , por Dios!. "Que va chicos, mi vida empez de nuevo ese da, el mismo en que todos nosotros decidimos cambiar de gafas, y nos pusimos las de abeja, el da que cambiamos la miel, por la gafas negras que slo tenan mierda. Y joder tos que bien me sienta la vida desde que la he ? Y junto con Rafa, que porta en la bandeja nuevos cafs y el chocolate antojo de Soraya, me uno al grupo para seguir viviendo esta vez una vida un poquitn ms dulce.

  • 13

    EL VIAJE Carmina Oltra

    Mi abuelita acababa de morir. Mi abuela, valenciana, naranjera, con la que pasaba los veranos en la playa, se haba ido a los 91 aos con todos sus sacramentos dados de sobra, pues su hijo, fraile franciscano, la tena "a demanda" en las extremas unciones. Yo misma, haba presenciado dos. Y cuando preguntaba a mi abuela qu es lo que mi to la untaba, ella me explicaba que se iba al cielo y que tena que llevar esa grasa en la frente. "al cielo? ...cundo...? si mi madre est calentando la cena.

    Todos estbamos all ese da, en el que de verdad nos haba dejado.

    Me mont en el coche que conduca mi hermano mayor, junto a mi madre. Arranc el motor, y un toc toc en el cristal. "van ustedes al cementerio? soy Amparn, la del 1 izquierda; mi marido ya no coge el coche y jugaba el valencia...podra....? "Si hombre, cmo no, pase, Nena, deja sitio a la amiga de la abuela. "t qu eres, su nieta? ...Carmia! , cmo te quera la abuela!!! Ay su nieta! todo para su nieta. Siempre te tena en la boca. Y ahora, mira, enterrndola que estamos(lloraba).Se van siempre los buenos, como yo digo,...era una santa, una santa ...y ahora me he quedado solita en la escalera...usted qu es, su nuera....ay lo que la quera! lo guapa que era, me deca ,lo bien que lo pasaban las dos....y t ...su nieto...Robertn, el que se parece a su madre ,y quique ? ah...ah en el otro coche...el rubio...."

    Yo ya no prestaba atencin. Miraba los naranjos que se deslizaban ante mis ojos sin abuela, como una franja naranja con alambrada, y pensaba en el cuadro de mi abuela, el que tena en todas las casas a las que se haba mudado: en un marco grande y apaisado tena encuadrados a Sara Montiel en una foto fumando un puro en tecnicolor, y en direccin al humo, al papa Pablo VI saludando a su hijo y a su cuado, que tambin era fraile. Era su tesoro. Quin se iba a quedar ahora con l? Tambin pensaba en su casa, vaca, en mi padre, hurfano...en el examen de lengua que me haran al volver....

    El pueblo de mi abuelo nos reciba, el de mi abuela estaba ms adelante....la casa donde se cri...el rbol....todo se quedaba ah, mi ? ? ? ?nos tenan que ensear a manejar estos lugares una vez que desaparece la referencia humana.

  • 14

    "Se van los buenos como yo digo" Y usted que lo diga, deca mi madre mirando al infinito del coche. Busqu la mirada de mi madre. No la encontr. No quera mirarme.

    "Parece que la estoy viendo en la terraza, regaando al Padre, a su hijo. Le trataba como a un nio. Yo me rea desde mi ventana-"chiquet... ? ? ? fray, que es otro santo refunfuaba....ay! con ese geniecillo...y su marido ? ? ?siempre contando chistes, y su suegra que no los entenda pero se rea lo mismo...ah s que va ah delante, con la finada...ya". "Me vino a pedir la batidora que me haba dejado para hacer la papilla a mi bisnieto... y ? ? ? ? ? ? ? ijo que se la haba amarilleado con la zanahoria de la papilla (me puse a escuchar ,aunque estbamos llegando, mi madre haca si con la cabeza) ?y yo-Vicentica! que no ,que se quita, y ella ...que si Amparn, y as un buen rato.."

    Es que mi suegra no tena geniecillo, tena genio....y malo. "eso, genio, se enfad y lleg mi hijo cuando estbamos en la escalera, discutiendo y me dijo, "mam, maana le compro otra a esta mujer,.. a casa y se calla usted" y mire...no ha dado lugar, ya no le hace falta"

    Pues a m me la hizo peor, cuando naci sta(yo) vino a mi casa a ayudarme y una vecina le pidi que se quedara con su beb mientras ella se lavaba la cabeza y mi suegra le dijo que para lujos ni hablar...mi vecina Ave, la pobre , que tena 5 hijos ,pues eso le solt.

    "A m una vez me dijo que no fuese con ella, que llevaba prisa, y es que iba a robar aceitunas a las tierras de mi cuado, y no quera que la viera"

    Pues en su pueblo ,bueno aqu en este que estamos entrando, sus sobrinos tienen una administracin de lotera...esa, esa casa verde que se ve al final de la calle, y un ao dieron el gordo ,y le toc a todo el pueblo ,a todo el pueblo menos a ella que no compr ,porque ella deca que esa administracin era muy "destartal " ,y que ella la compraba en Valencia, se le estuvo bien...,y a sta no la quera (a m!) Porque deca que era muy negruzca (?qu? ),slo quera a Quique porque era rubio...si nena a ti no te quera.

  • 15

    "Pues a m, Carmia, me deca que ella era la ms guapa del pueblo...y yo...como no la conoc, pues me tena que callar"

    Eso le deca? Pero si era muy basta, y la nariz....de bruja...no vala nada, se lo digo yo ,que la conoc cuando tena cuarenta y tantos y ya ? ? ? ?" Cantar? igual que un gato, y que era muy buena trabajadora...buena? pero si la engaaban ,y que su marido la adoraba...pero si mi suegro tena siempre cuatro o cinco mujeres al retortero... y que si su boda...que si sus hijos...que si su tipo....

    Hemos llegado, dijo mi hermano "ay, Vicentica" otra vez a llorar... ayyyy!

    Mi abuelita sali de Denia siendo una santa, y llego a Carcagente siendo Cruela de Vil.

  • 16

    AMISTAD Y AMOR EN LA BATALLA Francisco Gaitn Caballero

    Palacio de los Vivero, Valladolid. Diecinueve de octubre de 1469. La reina de Castilla, Isabel II, y el rey de Aragn, Fernando I, contrajeron matrimonio. Un gran banquete con numerosos invitados anunciaba los tiempos de gloria y expansin que se le avecinaba a Castilla, Aragn y la futura Espaa. Desde que en 1475 llegaron al poder tras derrocar a los partidarios de Juana la Beltraneja, hija de Enrique IV de Castilla, los Reyes Catlicos implantaron una poltica interior que mantena, como idea principal, la construccin de castillos sobre los que se desprendan los poblados. La campaa de la Reconquista, iniciada en el ao 722 con la rebelin de Pelayo, estaba llegando a su fin. En uno de los numerosos castillos de Len, una de las primeros reinos anexionados al reino conjunto de Castilla y Aragn, se encontraba Fernando de Montalvo, un soldado, que decidi hace 10 aos abandonar a su familia de Valverde de la Virgen para adiestrarse en el ejrcito. Su lugar de entrenamiento era el saln militar del castillo de Ponferrada, construido en 1178 por los Templarios. Tena jornadas de entrenamiento muy duras, pues sola pelear con os hombres ms experimentados del castillo. Fernando tena cualidades y sobre todo, reflejos para la pelea. Era un hombre muy culto, ya que cada noche sola escribir su diario, as como leer libros sobre filosofa, prohibidos en aquella poca. Compaginaba la filosofa con las enseanzas que reciba de su capitn, Carlos de Perales. En 1482, Fernando vera recompensado todo su esfuerzo y preparacin durante aos, ya que comenzaba la campaa de la conquista de Granada, el tramo final de la Reconquista. Carlos de Perales ser el capitn del XII escuadrn del ejrcito de Castilla, II de Len. En un largo desplazamiento por tierra hasta Jan, lugar de residencia temporal del escuadrn, conocera a Alonso de Haro, soldado leons que se haba preparado en las Torres de Len. Un viaje por senderos de tierra, barro en caso de lluvia y con bajas temperaturas y nieve, generaba dificultades para continuar dicho viaje y duraban das y semanas, pero Fernando contaba con la compaa de Alonso y sus hbitos literarios para ser fuerte. Cada paso en una gran villa, como Segovia, Madrid o Toledo, venan siempre acompaada de msica y comida por parte de los vecinos que vean en los escuadrones unos autnticos hroes. Fernando era un hombre fuerte y apuesto, por lo que en dichas paradas solan conquistar el corazn de muchas mujeres. En Toledo,

  • 17

    Fernando conoci a Laura, una joven toledana de cabellos castaos y ojos verdes. Las estancias duraban dos das y en un paseo por el parque, Laura vio revisar a Fernando su diario y le pregunt:

    - Por qu vos no enva cartas a sus padres, en lugar de acumularlas?

    Fernando contest: - Me desped de ellos cuando pas por Valverde de la Virgen, mi

    pueblo, y les promet volver cuando conquiste Granada. Quiero que vean todas mis aventuras y experiencias que he aprendido en esta campaa.

    Aquel paseo feliz por el parque finaliz en la puerta del cuartel militar de Toledo, donde estaba alojado el escuadrn. Era el ltimo momento que iban a estar juntos, entonces Fernando le regal a Laura una pequea rplica de una torre castellana ?hecha por l mismo-. Laura, emocionada, le dio un beso y le suplic:

    - Fernando, escrbeme por favor. - Nunca me olvidar de vos, Laura. Mis escritos son mi familia, y t

    siempre aparecers en mis pergaminos.

    Laura rompi a llorar en la puerta del cuartel al ver cmo Fernando le soltaba las manos y se marchaba para su habitacin. A la maana siguiente, el escuadrn emprendi el camino hacia la siguiente parada, una Crdoba ya conquistada y donde el escuadrn deba pasar revista ante los Reyes Catlicos, que se hospedaban en el Real Alczar para planificar el asalto final de la Reconquista. Durante ese trayecto, el rostro de Fernando mostraba la prdida de una oportunidad, un dulce ngel haba pasado por sus manos y el destino dir cundo se volvern a cruzar, o si se encuentran en alguna parte. Alonso se preocup por su compaero:

    - Qu te preocupa o te desanima, Fernando? - Alonso, he estado con la mujer de mi vida, pero solamente me

    ha dado tiempo a un paseo por el parque y a darle una de mis torres.

    - No pondr en duda que aquella doncella fuese la ideal para ti, pero las campaas son as de duras. Dios sabe nuestro destino y siempre quiere lo mejor para nosotros.

    Ante esta reflexin, Fernando se enerva y responde: - Morir en una guerra, no ver a tu amada? - Fernando, en la hora de la verdad, la felicidad inundar tu alma.

  • 18

    Fernando se tranquiliz al verse sorprendido, entre risas, por los consejos de su amigo Alonso, un hombre que le gustaba la fiesta, las mujeres, la cerveza y el vino, pero que a la hora de apoyar era nico. Una vez en Crdoba, el escuadrn del capitn Carlos de Perales lleg al Real Alczar, donde se alojaban los Reyes Catlicos junto a los generales de las distintas divisiones del ejrcito para preparar el ltimo asedio a Granada. Despus de la jornada de revista, los soldados disfrutaron de una tarde de descanso. Fernando y Alonso visitaron la ya Mezquita-Catedral. Una vez dentro, los dos soldados castellanos quedaron maravillados con el amplio despliegue de columnas y arcos que decoran el recinto rabe de la que fue, en su da, capital del mundo.

    - Qu maravilla!, exclam Alonso. - La Mezquita de Crdoba es una de las maravillas del mundo. Este

    mar de columnas rojas y blancas refleja el poder y la inteligencia de los rabes. De ah el tiempo de dominio en estas humildes tierras. All se ve una luz al fondo.

    Ambos soldados se acercaron ms a esa luz hasta que vieron un retablo barroco baado en oro que estaba iluminado por la cpula del techo que dejaba entrar un rayo de luz blanca y resplandeciente que iluminaba toda la parte cristiana del inmueble rabe. En una banca, haba un joven rezando al mismo tiempo que lloraba. Una vez que termin su tiempo de rezo, Fernando y Alonso se acercaron al joven al ver su estado de nimo.

    - Compaero, qu le pasa a vos?

    Se trataba de Pablo de los Santos, un joven cordobs de 18 aos que acababa de perder a sus padres por una mala indigestin y diarreas despus de la comida.

    - Acabo de quedarme hurfano, estoy buscando el consejo de Dios todopoderoso al mismo tiempo que intento contener mi rabia. ? seal Fernando entre llantos y pausas provocadas por su difcil situacin.

    - Pablo, queremos acompaarte a tu casa. ? propuso Alonso. - No quiero volver all! ? seal Pablo. - Joven, hgase la idea de que no queremos dejarle solo. Haga lo

    que vos crea adecuado.- sentenci Fernando.

    Pablo dej de llorar. Se puso de rodillas.

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    - Por qu os preocupis por este joven que debe sufrir trabajos de esclavo para llevar algo de comida a su casa? ? pregunt Pablo.

    - Es joven y tiene una vida por delante. En el duro camino de la vida siempre hay que ser fuerte y superar todo tipo de adversidades. En cualquier lugar, ante circunstancias diversas, debe ser usted mismo y luchar hasta la ltima gota de sangre para ser alguien. ? Alonso explic.

    Pablo les hizo reverencia y se fue corriendo a casa. Fernando y Alonso se fueron, ya de noche, al cuartel provisional. A la maana siguiente, justo en el momento en que el escuadrn se preparaba para marchar a la pea de Martos, en Jan, Pablo se present en la puerta con su hermano de dos aos, Marcos de los Santos. Pablo llevaba una camisa verde desgarrada con unos pantalones de color marrn oscuro, sin zapatos, con una bolsa con pocas cosas atada a un palo y con su hermano en brazos, lleg a la puerta del cuartel ante la mirada atnita de Fernando, Alonso, el capitn Perales y todo el escuadrn. Pablo tena los ojos relucientes y en su rostro se podan reflejar los surcos de sus lgrimas.

    - Ilustre Capitn, acabo de ver el entierro de mis padres y esto es lo nico que tengo. Quiero que ste cro que tengo en mi brazo izquierdo, no conozca nada de sus races. Yo me ir a otro lugar a ganarme un porvenir. Llvenlo con ustedes, por favor, se lo suplico.

    Ante tal discurso, el capitn Carlos de Perales respondi: - Chaval, una persona nunca debe sentir vergenza de sus races,

    pues de ellas son la base del rbol que vos es ahora. De la sabia y el agua que vienen de la tierra se aprende, es la fuente del saber para toda la eternidad. Joven, el pequeo se va a venir con nosotros. Vos lo llevars en vuestro regazo. Ser un hombre de provecho, pero el pequeo debe saber dnde estn sus orgenes. Forme con sus compaeros de fila.

    Pablo se puso junto a Fernando, que estaba detrs de Alonso. La ltima travesa les iba a llevar al castillo de la Pea de Martos, edificio adscrito a la orden de Calatrava, construido sobre una antigua fortaleza rabe. All, el escuadrn de Perales se entrenara duramente para preparar, junto al resto de divisiones del ejrcito comandadas por el

  • 20

    general Armando Martnez, el asedio que supondra el final del reino de Granada. La primavera se acercaba a su final y el calor ya acechaba por las tierras y olivares del Sur. Tras un camino marcado por el calor y la sequa absoluta en campos y cultivos, el escuadrn lleg al castillo y se asentaron en los diferentes aposentos del castillo jiennense. Fernando, Alonso y Pablo estaban alojados junto a todos los soldados en la primera planta del castillo, ya que en la planta superior estaban los capitanes de las tres divisiones alojadas en el recinto amurallado, as como el general Armando Martnez, que planificara desde all el ataque definitivo. El hermano pequeo de Pablo, Marcos, se encontraba en una habitacin con las matronas de los nios de los altos mandos militares residentes all. Pablo slo poda ver a su hermano una hora por la noche, una vez finalizada su jornada de adiestramiento y antes de irse a dormir. Los das en el castillo de la Orden de Calatrava eran de ms intensidad, pues la batalla se aproximaba y los soldados deban estar preparados para en cualquier momento emprender la aventura de sus vidas. Solamente se descansaban los domingos por la tarde, pero los soldados deban a acudir a misa en la capilla del castillo y despus podan beber en la cantina. A falta de un da para emprender el camino a Granada, el general Martnez vio un entrenamiento del XII escuadrn y se sorprendi al comprobar la diferencia en cuerpo de Pablo respecto al resto de soldados.

    - Nio, cmo te llamas? ? pregunt Martnez. - Pablo de los Santos, mi general. Soy de Crdoba y he decidido

    venir al ejrcito para luchar por mi pas y por una vida mejor para mi hermano pequeo, Marcos.

    - El nio que hay con las matronas es tu hermano? Joven, cualquier trabajo es mejor que esto, la sangre y las ganas de matar te van a superar y terminars igual que una flor en medio del campo de batalla: pisoteada con la primera cabalgada enemiga. Mrchate! ? le respondi empujndole al suelo.

    El capitn Carlos de Perales observ en todo momento la conversacin y reaccion rpidamente al ver su soldado tumbado en el suelo.

    - Mi general, este chico tiene buenas cualidades con la espada y tiene rpidos movimientos ? explic el capitn en tono exacerbado.

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    - Capitn, es muy joven para morir. Y respete a su superior ? asever el general.

    - A la orden mi general, pero le sugiero que haga una prueba con este joven muchacho. Es uno de mis mejores hombres del escuadrn. ? suplic Carlos de Perales.

    El general Martnez llam a un hombre, moreno de piel, con una musculatura bestial, era el hombre ms alto de todas las divisiones residentes en el castillo. Se trataba de Leonard, ms conocido como la ? ? uraban poco tiempo y terminaban picadillo. Se puso frente a Pablo y era tres cabezas superior al joven cordobs. Pablo le miraba fijamente, en ningn momento temblaron sus piernas y no se le notaban sntomas de rendicin o desvanecimiento. Tena ganas de luchar.

    - He vivido muchas tragedias en mi vida, no tengo nada que perder. Mi hermano ya est a salvo. ? pens Pablo.

    Todo el castillo estaba expectante al ver ese imprevisto combate con espadas de madera. Fernando y Alonso vean en Pablo una actitud y un carcter fuerte, pero se asombraron ante la valenta que mostr ante la presencia de aquel hombre invencible.

    - Pablo ya ha ganado mucho con su plante en la arena. ? coment Fernando a Alonso.

    Ms an cuando Pablo empu su espada, apret el puo izquierdo y emprendi el primer ataque contra Leonard. Todo el personal del castillo qued maravillado y apoyaba al joven valiente. Incluso Leonard mostr en su cara una reaccin de incredulidad. Ambos hombres atacaban: Leonard utilizaba su fuerza de brazos y constante presin, mientras que Pablo, ms inteligente, busc agotar al rival con sus reflejos, rpidos movimientos y hbiles giros de mueca con su espada. En un momento de la pelea, Pablo esquiv un golpe frontal de Leonard para situarse en su espalda. Ante tal circunstancia, Pablo asest un golpe de lado en el costal derecho de Leonard que le hizo tambalearse, rematando su tctica con un golpe en la cabeza que le desplom en el suelo. Nadie poda creer lo que haban visto. Una batalla de cuartel que levant an ms la moral de todo el ejrcito, al ver que todo era posible y en Pablo se reflejaba el futuro de lo que deba ser la futura Espaa: un pas que nunca se rinde en medio de la tragedia. Fernando y Alonso se abrazaron entre lgrimas al ver la victoria de su compaero, mientras que Carlos de Perales le daba una palmadita en la espalda al general Martnez, que nunca olvidar lo que acaba de ver.

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    Martnez se dirigi a Pablo, puso sus manos sobre sus hombres y le dijo:

    - Este seor le ha subestimado. Acabo de encontrar el reflejo de mi espritu de guerrero cuando luchaba en el campo de batalla. Mis respetos. ? termin el general inclinndose de rodillas ante Pablo.

    Esa noche era una fiesta en la habitacin de los tres compaeros, que ya eran hermanos. Fernando y Alonso abrazaron efusivamente a Pablo por su hazaa y durmieron con ganas de levantarse y conquistar Granada, superando todo lo que se les ponga en el camino. Aunque Pablo tendra la guinda a su da de gloria. La mujer que cuidaba a su hermano, Ajmadina Alsad, haba subido a la habitacin de los tres soldados ya que tena ya mucha confianza, debido a las visitas que cada da realizaba Pablo a su hermano. Ajmadina, sujetando en brazos a Marcos, llam a la puerta:

    - Ajmadina, qu le ocurre a vos? ? pregunt Pablo sorprendido tras abrir la puerta.

    - Mi amo ha protagonizado la mejor batalla que estos verdes luceros han visto. Ha sido un hroe ? contest Ajmadina con voz susurrada y una mirada fija.

    - Ajmadina, nunca le he considerado mi esclava. ? afirm Pablo despus de tragar saliva.

    - Ha sido un hroe, vos ser el rey de la batalla. Buenas noches. ? susurr al odo Ajmadina para despus darle un beso.

    - Buenas noches, que descanse, princesa. ? exclam Pablo dndole un beso a ella y en la frente de su hermano, antes de cerrar y volver a la cama.

    Amaneci un da soleado. Todos los caballos estaban bien cuidados, las armaduras de los soldados relucan con el brillo del sol. Fernando, ? ? hacan todos juntos: comer, beber, Fernando le gustaba conversar, a Pablo las risas y la diversin y a Pablo, le gustaba leer. El general se puso al frente de sus tropas, y apunt la espada hacia el horizonte, hacia Granada. Las matronas tenan un carruaje para ellas, all estaba el pequeo Marcos. Durante la marcha, Pablo vio el carruaje y decidi subirse en el escaln para darle un beso a su hermano, puede que sea el ltimo beso que le pueda dar despus de la batalla. El destino lo dir. Mientras en la capital nazar, el rey Mohammed XI haba reclutado los ltimos bastiones que le quedaban para defender lo poco que quedaba

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    de Al-ndalus, pero aun as eran superiores en nmero a las tropas cristinas, pues se encontraban 60.000 infantes y 10.000 soldados de caballera, frente a los 40.000 soldados castellanos. Pero en cuanto a moral, los castellanos doblegaban a los castellanos ya que los rabes tenan aoranza por el terreno perdido. El rey Boadil estaba avisado del potencial en artillera que presentaban las tropas enemigas, pues un emisario de la torre Boadil de Porcuna alert al monarca pocos das antes de comenzar la batalla. El escuadrn de los tres hermanos y el capitn Perales avanzaron por el sendero sin complejos y todos los pueblos eran tomados con suma facilidad. La llegada a Granada tuvo lugar a la medianoche del da 24 de diciembre de 1491, da de Navidad. Carlos de Perales decidi atacar por la cara este de la ciudad, donde habra menos poblacin civil, y de esta manera llegaran a la parte trasera de la Alhambra. El terreno, eso s, sera un poco ms abrupto. A su llegada, los tres hermanos se desplazaron con el resto de soldados de su escuadrn por un sendero tranquilo, en medio de la noche y con la luz de la luna llena como gua, para llegar a un monte alto donde se asentaron en la falda trasera del mismo. Una vez formado todo el campamento temporal, Fernando, Alonso y Pablo subieron sigilosamente en lo alto de dicho monte. Las antorchas iluminaban las calles de una ciudad comandada por la majestuosa Alhambra. ste es el legado de un imperio que perdurar para siempre por sus escritos y avances arquitectnicos y cientficos ? puntualiz Fernando. Bonita ciudad, en pocos das la disfrutaremos nosotros. ? destac Alonso para provocar las risas de los tres hermanos. Fernando tena muchsimas ganas de llegar a Granada para cumplir su promesa. l regres antes que Alonso y Pablo para escribir un pequeo manuscrito a Laura, su amada toledana. Cuando ellos volvieron, Fernando ya estaba durmiendo con su escrito debajo de la almohada. Con el primer rayo de sol que entr en la tienda, Fernando busc un guila para decirle: Ave imperiosa, t vas a ser la centinela de un acontecimiento que marcar mi vida y la del resto de mis generaciones. Llvala a Toledo. Una semana despus, en la ciudad del Alczar y el estuario del Tajo, Laura tocaba el arpa y cantaba dulcemente canciones romnticas de amor. An ningn pretendiente haba pedido su mano y declarado ante ella, a pesar de su bella expresin facial y el brillo de sus ojos azules. El guila se postr ante ella para darle el pergamino. Laura se agach a cogerlo y ley: Laura, estrella que ilumina cada maana y mi razn de vivir, ya estoy en Granada, la ciudad del encanto, de las casas blancas y la Alhambra.

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    He cumplido mi primera parte de la promesa. Han sido das duros, y an quedan jornadas de sufrimiento y lucha para terminar la Reconquista. Bellos paisajes disfruto, pero no importan nada cuando junto a ti me halle en cualquier paraje. Fernando de Montalvo. La joven se arrodill junto a la carta y sus lgrimas de alegra cayeron sobre el guila, al que abraz. Laura no escribi nada, pero s le dej al guila un pequeo frasco de vino de las bodegas de Toledo. Fernando bebera el sabor de la victoria cuando el reino nazar sea historia. El 28 de diciembre, los otros dos escuadrones comenzaron a atacar por la cara norte, donde se encontraba la mayor parte de las casas civiles que eran utilizadas por los arqueros para atacar desde las azoteas, causando numerosas bajas. Adems, los muros de la parte norte de la Alhambra eran los ms reforzados, con los arqueros de la Guardia Real. Este cuerpo destacaba por la infinidad de su cuerpo, la inmensa cantidad de flechas, as como la ventaja de atacar desde lo alto del muro. Al da siguiente, Perales decidi emprender su estrategia. La parte trasera de la ciudad era la menos vigilada y si atacabas de noche, el camino estaba prcticamente despejado. La poblacin civil tena miedo de todo, por eso nadie alertaba a nada. Tras pasar la zona urbana, en la ladera, Perales coloc a la artillera: los caones, que lanzaban bolas de plvora de 100 kilos desde 1.300 metros de distancia. Eran necesarios cuatro hombres por can. As, cuando la maquinaria de guerra comenz su actividad, los muros de la Alhambra demostraron su escasa inestabilidad. Los arqueros intentaron acudir a esa parte del recinto, pero no afrontaron con garantas otra segunda batalla en menos de un da y muchos de ellos causaron bajas, que se sumaron a las de la batalla de la maana. Los tres hermanos entraron, junto a los 700 hombres de su escuadrn, juntos en la lucha, reforzando as su pseudnimo. Podan venir todos los hombres que quisieran, pero Fernando, Pablo y Alonso siempre peleaban juntos, ayudando uno a otro en momentos de dificultad. Los tres hermanos entraron en la habitacin de Boadil, que estaba vistindose para defender su patria. Los tres soldados le empuaron la espada en su cuello y gritaron: Boadil rndete! El rey levant las manos, se arrodill entre lgrimas. Se acabaron los das de gloria del imperio islmico y la sabidura. Llega la ignorancia y el poder de la Iglesia para traer la miseria y el hambre a las calles del nuevo reino. ? relat Boadil mirando en cuclillas hacia La Meca, como si de un rezo se tratarse.

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    Cllate, zagal sin alma! ? acus Alonso dndole una patada en el costado. Fernando y Pablo se rean de la situacin. Los tres hermanos cogieron al ltimo rey de Al ? ndalus de los brazos. Por todos los pasillos haba hombres peleando. El paso de los tres hermanos con el rey cado traa el silencio y la paz a cada rincn del palacio. Los soldados rabes se postraban ante su rey, sabiendo el camino que deban seguir, ya fuera de su ciudad. Haba que cruzar el Patio de los Leones para llegar al balcn de la Alcazaba. En la fuente se poda ver el lago de sangre que se haba convertido como muestra de la batalla. Al fin, los tres hermanos contemplaron Granada desde el balcn. La ciudad era un caos de gente huyendo de sus calles, mientras el resto de soldados comandados por el general Martnez arrasaban con todo lo que encontraban a su paso: casas, tabernas, mezquitas, etc. Granada ahora es un infierno, pero su legado perdurar por los siglos. ? grit desesperado Boadil. Los pasos del capitn Carlos de Perales se acercaban. Esta ciudad va a empezar de nuevo, la haremos an ms majestuosa, pero conservaremos esta maravilla para recordar vuestro legado, al igual que la mezquita que pudimos contemplar en Crdoba. Tambin lo haremos para que recuerden esta hazaa: 700 hombres enfrentndose a 2.000 infantes y los arqueros de la Guardia Real en la Alhambra de Granada, ltimo bastin de Al-ndalus. El capitn coloc una bandera blanca en seal de rendicin en la torre de la Alcazaba, bandera que presida toda la ciudad a la maana siguiente. La enorme comitiva de los Reyes Catlicos lleg un 2 de enero de 1492. En la puerta de entrada, se encontraron los Isabel Y Fernando presidiendo, juntos de la mano, la comitiva que recibira la llave de Boadil, que encabezaba el bando derrotado. Al lado de Mohammed XI se contraban los padres de Ajmadina, Abdullahh Alsad y Jasmine Alzzullah, que al ver a su hija coger al pequeo Marcos y caminar de la mano junto a Pablo, rompieron a llorar. Misma familia, distinto destino. Boadil entreg la llave y al cruzarse, los padres agarraron a Ajmadina y dijeron: Nosotros dejamos de verte, pero sabemos que ests en buenas manos. Que el legado de nuestra familia contine presente en el tiempo. Ajmadina no dijo nada, simplemente dej caer una lgrima mientras sus padres se alejaban ms de su hija. Boadil expres su deseo de tapiar la puerta por la que haba pasado, para que l fuera el ltimo musulmn en salir de Granada y ningn otro pudiera pasar debajo de aquel arco.

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    A la tarde, todos los soldados celebraron la victoria por las calles y en las plazas improvisando grandes banquetes donde la comida abundaba y la bebida nunca escaseaba. Los tres hermanos se sentaron y comenzaron entre risas: Brindemos por lo vivido, el presente y lo que nos vendrn. ?expres Alonso. Una fiesta que se prolong hasta altas horas de la madrugada. Boadil, mientras el resto de la poblacin rabe caminada, subi a una pequea colina para contemplar la ciudad por ltima vez. Su madre se acerc y le dijo: Llora como un cobarde lo que no supiste defender como un hombre. A la maana siguiente, todos los soldados marchaban a su destino para continuar el camino de su vida. Pero antes, se celebr la ceremonia de condecoracin del mrito militar. El XII escuadrn de tierra de Ponferrada recibi la medalla del guila y el sol, figura que presida la unin de los escudos de los reinos de Castilla y Aragn, al mrito militar. El capitn Carlos de Perales recibi la condecoracin al mejor capitn, que le obsequi adems con el estandarte que deba presidir el Castillo de las Torres del municipio leons. All empez esta gesta. Mientras, los tres hermanos recibieron tambin la medalla de la valenta. Los tres juntaron sus brazos, se arrodillaron y rezaron. Terminaron este improvisado acto dndose un abrazo fraterno de despedida. Alonso de Haro decidi regresar a Ponferrada para seguir en el ejrcito, mientras que Pablo de los Santos decidi comenzar su nueva junto a Ajmadina y el pequeo Marcos en la antigua casa granadina de Ajmadina. Por ltimo, Fernando de Montalvo cabalg en solitario hacia Toledo para cumplir la segunda parte de la promesa. Fernando acudi al mismo parque donde Laura sola tocar el arpa. Fernando, al tenerla en frente, levant su caballo en seal de podero y triunfo. Fernando se baj para abrazar a Laura. Mientras los dos amantes sollozaban tiernamente, el valiente soldado abri una pequea caja para ensearle un anillo dorado coronado por un diamante azul, que iluminaba con la misma intensidad que el astro mximo. Fernando de Montalvo y Laura de Castelar contrajeron matrimonio el segundo da de 1494. FIN.

  • 27

    ALGO HA PASADO! Gloria Caballero Me diriga, como todas las maanas, despus de dar mil vueltas alrededor de la plaza para encontrar aparcamiento, a tomar un caf con mis amigas de la infancia. Por cierto, haba retomado mis relaciones con ellas, en otro tiempo un poco abandonadas, al no coincidir, debido a nuestras diferentes ocupaciones. En esta ocasin dej el coche cerca de la casa de Manuela, caminando rpidamente porque iba tarde, me top con ella: Dnde vas Manuela? Voy a mi casa, me han llamado para que me acerque, algo debe de haber ocurrido. Pero, por qu piensas eso? - le contest. - Ser una tontera. Que va, que va, ellas jams me llaman, saben que estoy tomando el caf y no me gusta que me molesten. Algo pasa! Pens dirigirme a la cafetera con las dems, esperando su regreso, pero en un instante cambi de decisin, como un resorte, una fuerza extraa me empuj a seguirla, contestndole: Vamos, te acompao, Manuela, a ver qu pasa. Manuela iba a introducir la llave en la cerradura, pero no le dio tiempo, antes abri Andrea, la muchacha que est cuidando de su madre Juani. Andrea esperaba su llegada. Con la cara descompuesta, blanca, con frases entrecortadas, nos puso en situacin. He ido a casa de tu ta Carmen. Tiene la puerta cerrada. No contesta. Las casas de las dos hermanas, Juani y Carmen, se comunican por el patio. En sus orgenes era una sola casa, perteneciente al antiguo Palacio Ducal de los Marqueses, dividido ste en casas para los vecinos del pueblo. Las familias formadas por las dos hermanas, junto con sus maridos y sus hijos, mientras criaban a los hijos, haban compartido la cocina, el cuarto de bao, as como patios y corrales. Cuando los hijos se hicieron mayores, decidieron construir dos viviendas separadas, pero comunicadas por un patio trasero. Andrea haba entrado por casa de Juani y de su hija, mi amiga Manuela. Como todos los das fue a llamar a Carmen, por la puerta del patio que daba acceso a su cocina, que bien temprano sta abra para que pudiera entrar Andrea a echarle una mano. Sigui contndonos la situacin:

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    Por la ventana he visto que est apoyada en la mesa, pero no se mueve. Todas estaban nerviosas. Nunca sabemos cmo reaccionaremos ante situaciones imprevisibles. Mantuve la calma. En primer lugar llamaremos al mdico. No s el nmero!- pens. Me acord de mi cuada que es enfermera y haba trabajado algn tiempo en el ambulatorio. La llam: -Diga? - Mara, dame el nmero de urgencias, a la ta de Manuela, Carmen, le ha ocurrido algo. Est en la cocina sin moverse, parece que le ha dado un infarto. - Pero, cmo est? - Yo, an no la he visto. - Apunta, es el 076 543 200 - Cuelga, ya llamo. Inmediatamente marqu el nmero. Buenos das, Centro Mdico, Urgencias, dgame. Hay una seora inmvil en la cocina, le ha ocurrido algo grave, no se mueve. Dgame la direccin. Plaza de la Alegra, nmero 2. En unos momentos se desplazar el mdico de guardia hacia all. Nadie se atreva a ir a la cocina de Carmen por temor a encontrarse con lo peor. Vamos- dije. Me dirig, junto con Manuela y Andrea hacia la cocina de Carmen. Efectivamente, estaba inmvil, sentada en un taburete, apoyada la cabeza en la mano, que a la vez descansaba por el codo en la mesa de la plancha. Por supuesto, nadie se atrevi a tocarla. A pesar de la postura, ms propia de haberse quedado dormida, sabamos que estaba muerta, slo quedaba que lo corroborar el mdico. Algo que nos haca mantener la esperanza. Ya nos movamos de un lugar a otro de la casa, salamos fuera a esperar al mdico, llamamos a los vecinos, Antonio e Irene. Nos plantebamos todo tipo de conjeturas. Por fin, lleg el mdico, interrogndonos sobre la hora en la que la haban encontrado. Si tomaba medicamentos, si se haba encontrado ? ? ? Le tom el pulso, comprob que estaba muerta. - Qu le habra pasado? por qu ha muerto? ?nos preguntbamos.

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    El mdico, serio, demostr ser hombre de pocas palabras, pues se limit a dirigirse a nosotros con un: Podis proceder al levantamiento del cadver. Ha sido un infarto fulminante. Todos callamos, quizs nuestra perturbacin, no nos llev a formular las preguntas que todos nos hacamos en nuestro interior: - Pero cmo es posible?, una mujer sana, que no tomaba ningn medicamento. Qu habr desencadenado este fatal desenlace? La sobrina, mi amiga Manuela, nos aclar, que Carmen odiaba los mdicos, y aunque tuviera algn padecimiento nunca acuda a las consultas, por lo que si tena algn achaque ni ella misma lo saba. As que, nos limitamos a desempear la orden del doctor. Pero entonces, se nos present un problema: Cmo lo trasladamos hasta su dormitorio? Traed una sbana- inst el vecino Antonio. Manuela fue a su casa a por la sbana. Antonio nos indicaba, tras extender en el suelo la sbana, para usarla a modo de sudario: Vamos a cogerla entre los cuatro- Antonio, Andrea, Irene y yo- para colocarla encima. Todava estaba caliente. Todas acatamos sus rdenes, sin un asomo de sentimientos, con gran frialdad exterior, era necesario actuar para solventar la situacin. Carmen fue, as, depositada en su cama, para ser velada hasta su enterramiento.

  • 30

    DISTANCIA Mnica Campillo l miraba a travs de la ventana, la oscuridad de la noche que solo se rompa por algunas luces lejanas de los edificios. Era una noche clara en que se podan contemplar todas las estrellas en su mximo esplendor. Intentaba encontrar en esa gran inmensidad del cielo estrellado alguna seal, alguna luz que le ayudara a pensar con claridad, a poner orden en sus pensamientos. En la penumbra de la habitacin, a su espalda, la cama, en ella todava guardaba la forma que haba dejado su cuerpo momentos antes. Junto a esa huella dorma plcidamente ella, Valeria. Al observarla all dormida, a lex le vino a la cabeza el momento en que se conocieron, hace ya ms de dos aos. Aquel da lex fue a buscar a su madre para ir a comer, siempre que iba al despacho miraba la gran placa que haba en la calle, le llamaba la atencin sus grandes letras, como si a mayor tamao mayor prestigio. Subi las escaleras y fue a anunciarse en recepcin donde haba una chica, la cual su cara no le sonaba en absoluto, la observ de arriba a abajo para asegurarse de que no la conoca, tena una melena larga y negra, sus ojos oscuros e intensos, una mirada en la que podras quedar atrapado, su rostro tena gran armona aunque no posea una belleza de gran impacto. Tena algo en su rostro que llamaba la atencin y no podas apartar la vista de ella. Pareca bastante alta, ya que cuando la conoci estaba sentada frente delante del ordenador, lo que le hizo pensar que era una recepcionista nueva, salvado el malentendido, se saludaron. Valeria se qued paralizada, tena frente a ella al hijo del prestigioso abogado Puigmajor, un seor hecho a s mismo y que posea el ms importante bufete de abogados de toda Barcelona. Ella segua impactada ante tal descubrimiento , cuando por fin reaccion, le observ y se dio cuenta que era lo mejor que le poda haber pasado ese da, acababa de conocer al mejor partido que una chica pudiera desear, adems era guapo hasta aburrir. Para lex el encuentro fue agradable pero no le provoc la misma reaccin que en ella, aunque si le quedaron ganas de volver a verla. lex volvi a la cama, junto a ella, a ver si Morfeo vena a por l y al fin conseguir quedarse dormido.

  • 31

    Cuando ms a gusto estaba durmiendo son el despertador y los dos se despertaron a la vez, se ducharon, desayunaron y se despidieron como todas las maanas con un beso en la mejilla, uno hacia el hospital y ella a su estudio de arquitectura. lex se diriga hacia el hospital donde era cirujano peditrico, aunque su padre hubiera preferido que siguiera sus pasos y fuera abogado como l, propuesta que l siempre rechaz, ya que crea que no reuna las condiciones apropiadas para sobrevivir en ese mundo. Su relacin siempre se resinti por ello, siempre fue tirante, en cambio su relacin con su madre era completamente distinta, en ella Encontraba su gran apoyo, poda hablar con ella casi como una amiga y l la cuidaba hasta el exceso. Pero esa maana iba a ser especial, iba a ser la maana en que iba a cambiar su vida y l todava no lo saba. Su jefe en el hospital le hizo llamar a su despacho, le cont que haba pensado en l para un proyecto humanitario en frica, iba a ser para un perodo corto de tiempo, a Alex la propuesta le pill algo desprevenido. l quera un cambio en su vida, pero ste quizs era un gran cambio aunque no le cost mucho pensar la respuesta que por supuesto era afirmativa. Lo primero que hizo fue llamar a su madre para decirle que tena una noticia que darle. Lleg a casa de su madre, le abri la puerta la chica de servicio, la casa segua teniendo ese aire seorial, como perteneciera a otra poca, como si el tiempo se hubiera detenido, se hubiera quedado atrapado en esa cuatro paredes, quedando esa esencia de otros tiempos ya vividos. Su madre estaba leyendo un libro en sof, levant la vista de su entretenida lectura, se sent en el cmodo sof, junto a su madre. Le pregunt que como estaba, que la vea tan guapa como siempre pero algo ms triste, ella sonri, pero no le contest. Como decirle que ya no poda ms, que en esas cuatro paredes, la estaban asfixiando, que se senta inmensamente sola. Pero aunque ella estuviera callada, l intua que algo le rondaba, tenan esa especie de conexin. l dejaba que ella se diera cuenta de que poda contar con l, que cuando ella pidiera ayuda, l estara all para ayudarla incondicionalmente. Empezaron la conversacin con preguntas de cortesa, preguntas del tipo. Cmo ests?, y el trabajo? Hasta que Alex pronunci la frase que saba su madre que haba venido a decirle y que por los rodeos que estaba dando, le recordaba como cuando era nio y haba hecho una trastada, daba mil vueltas hasta confesar su trastada.

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    -Tengo que darle una noticia, no s cmo te lo vas a tomar. _Pues dmera de una vez. _Me voy a frica en un proyecto humanitario. Laxe mir a su madre como empezaba a ver pequeas lgrimas, lgrimas de dolor, lgrimas de alegra, se mezclan tantos sentimientos y de entre todos ellos le surgi el ms egosta de todos, que era que no quera que se marchara que se quedaran las cosas tal como estaban como si nunca hubiera escuchado nada de lo que Laxe le haba contado. Se perdi en sus pensamientos durante un buen rato, no le salan las palabras, se le quedaron atropelladas en la garganta, todas all atascadas sin poder salir, sin emitir ruido alguno. _Mam, dime, algo te has quedado muy callada. _No s qu decir, Alex, estoy digiriendo la noticia. _Es por poco tiempo, necesito un cambio. _Para eso no hace falta ir tan lejos. _Pero podr ayudar a otra gente y pondr mis ideas y mi vida en orden _Si te va hacer feliz, yo tambin lo ser. _Saba que me apoyaras, t estars bien? _oh!, claro, cundo te vas? _Pasado maana. Eso era ya mismo, su madre se contuvo las enormes ganas de llorar que tena, las ganas de gritar, de que saliera todo ese dolor que se le fue almacenando en su maltrecho corazn. Sinti esa punzada de dolor, ese dolor tan intenso que parece que en cualquier momento se te va a romper el corazn en mil pedazos diminutos, difcil una vez roto recomponerlos de nuevo. Una vez se fue Alex, ella se qued unos momentos como si estuviera ida, fuera de la realidad, su nico hijo se marchaba de su lado, la dejaba hurfana de su amor, la dejaba a solas con esa vida que como una losa haba tenido que cargar durante toda su existencia. Mer que era como se llamaba la madre de lex, siempre quiso ser mdico, pero sus padres tenan otros planes para ella, la casaron con el mejor partido que haba en aquella poca, Jaume Puigmajor, siempre estuvo all, siempre al lado de un hombre para el que ella era invisible, siempre al lado de un hombre del que crey que estaba enamorada, para as poder soportar esa vida que otros haban decidido por ella, viva una vida que nunca lleg a ser suya, que jams le perteneci, sino

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    que fue el resultado de una mezcla de sueos y ambiciones de otros que no eran ella. Se dio cuenta con el pasar de la vida que jams lleg a amarlo, amarlo con esa pasin que quema dentro, con ese hambre que todo lo devora a su paso, esa sensacin de que falta el aire, de no poder respirar si no est junto a ti, de no poder vivir un segundo sin su presencia, esa sensacin solo la experiment una vez en la vida y no fue con su marido. Pero una vez ms a pesar de descubrir que no amaba a su marido sigui adelante con su vida, segn el plan marcado. Su vida transcurra gris y montona, pero todo cambi cuando naci Alex, l lo llen todo de luz y felicidad. Fue el nio ms guapo de toda la maternidad, con su pelo moreno y esos intensos ojos azules y esa perenne sonrisa que todava hoy la conservaba. Mer se dirigi a su tocador, mir la imagen que le devolva el espejo, ah estaba ella, sentada frente a l, todava conservaba esa belleza serena que dan los aos. No tena apenas canas, conservaba su melena rubia, algo ms corta y sus ojos seguan teniendo esa intensidad azul, como los de Alex, asomaba alguna arruga, pero era algo que no le llegaba a preocupar, no como sus amigas que estaban abonadas al botox y al cirujano plstico. Ella aceptaba el paso del tiempo y la huella que este dejaba en su piel. Mere se mir de nuevo en el espejo y segua viendo a la Mer resignada, la Mer derrotada, la que estaba hundida en sus miserias, la que no haca nada por cambiar, la que se ahogaba en su insustancial vida, ahora su mayor apoyo se marchaba lejos de ella, ahora estara a solas con su vida. Se quit el maquillaje y a medida que lo haca, iban apareciendo las huellas del paso del tiempo y de las pocas veces que fue feliz. Se prepar un bao para relajarse, para despejar esos pensamientos tan negativos, para ver si como el agua desaparecan por el sumidero y se perdan por las caeras. De mientras Alex estaba preparando la cena cuando escuch el girar de las llaves en la puerta, era Valeria. Ella apenas salud y fue directamente a darse una ducha, cuando sali del bao, la cena ya estaba preparada, una vez sentados en la mesa, Alex le dio la noticia de su marcha a frica, Valeria casi se atraganta con la comida y a punto estuvo de necesitar asistencia sanitaria, bebi agua, respir hondo y puso cara de asombro como que no acababa de creer lo que estaba escuchando.

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    Valeria le hizo repetir la noticia para que no le quedaran dudas de que haba escuchado perfectamente lo que haba dicho. Al comprobar que s, que haba odo bien, la primera vez se qued petrificada, su cuerpo estaba all, pero su mente estaba intentando procesar toda la informacin que Alex le haba arrojado sin apenas anestesia. Su mente corra y corra... mientras de fondo como en un hilo musical. Oa las palabras que l deca, las oa lejanas pero no consegua entenderlas, porque su mente insista en soltarle frases tpicas que nos decimos para tranquilizarnos y volver a recuperar el control de la situacin. Puso su mejor cara, esa cara de no pasar nada, pero por dentro me va a dar un jama-cuco ya!!!!, esa cara de que ya puede caer el diluvio universal que yo no me despeino. Respir profundamente como si de esta manera pudiera sacar de dentro todo lo que haba callado, lo que verdaderamente pensaba sobre la idea genial que haba tenido or era la de matrimonio y no ese absurdo viaje a donde Jess perdi la zapatilla. Un lugar lleno de enfermedades, lleno de penalidades, de miseria, ya eran ganas de vivir emociones fuertes sin ms. Ella que llevaba tanto tiempo esperando pacientemente como la araa que va tejiendo su tela, hilo a hilo, para despus caer sobre su presa sin compasin alguna. Llevaba esperando esa proposicin desde el primer da que se encontr con l y supo quin era. No le llam la atencin esos intensos ojos azules, que cuando los mirabas pareca que estabas viendo el mar con toda su intensidad de matices, tampoco le llamaba la atencin, ese cuerpo que pareca haber sido creado para pecar, no le sobraba ni le faltaba nada, pareca que haba sido esculpido por los dioses. Tampoco puso mucha atencin en esa sonrisa que iluminaba cualquier da por muy gris que hubiera amanecido, era el yerno que toda suegra quisiera tener. Pero de todas las cualidades que l posea, la nica que siempre destac por encima de todas era su apellido: Puigmajor. Para l en ocasiones su apellido supona un lastre, pero para ella era una puerta que se le abra ante la alta sociedad catalana. Despus de este parntesis mental consigo misma, intent recomponerse, poner su mejor cara, interpretar su mejor papel, como la buena actriz que era. Le mir a los ojos de un infinito azul y le dijo que lo entenda y que esperara ansiosa su vuelta, le dio un beso en la frente y se fue a dormir, todo de una forma muy mecnica.

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    Lleg el da de la marcha, Alex estaba nervioso, tena una mezcla de sentimientos entre la ilusin por emprender un nuevo reto en su vida y la tristeza por dejar a su madre sola y a la vez senta esos nervios por no saber lo que all le esperara. El momento de la despedida lleg, tambin lleg l de las lgrimas, el de las ltimas preguntas de confirmacin de que llevamos todo y esas preguntas que solo una madre se le pueden ocurrir de hacer. Valeria se mantena en un discreto segundo plano dejando espacio entre Alex y su madre. Y rezando para que la despedida se acabara ya y poder seguir con su vida. Alex se dirigi hacia ella, la abraz y la bes con un intenso beso que la dej fuera de juego. Las dej all, a las dos, atrs a su espalda, mientras iba a embarcar, no quiso volver la vista atrs porque llevaba el corazn en un puo, senta tanta presin en l que le costaba un gran esfuerzo respirar, no quera volverse para no tener que arrepentirse de su decisin, tena que ser fuerte y sigui caminando hacia delante. Las dos mujeres se marcharon a reencontrarse con sus vidas, apenas hablaron durante el viaje de vuelta a casa. Mer lleg a su casa que cada vez se le haca ms grande, estaba rodeada de cuadros de gran valor, aunque de ninguno nombre de su pintor, muebles exclusivos, objetos de todas las partes del mundo, Pero nada de todo eso lograba llenar esa inmensa soledad que ella senta en su corazn. Ese vaco existencial no se logra llenar por mucho cuadro caro que adorne las paredes. Mientras Valeria se dirigi a su estudio de arquitectura, ya ha haba perdido mucho tiempo en esa estpida despedida, su mundo no se iba a detener porque Alex hubiera sacado como por arte de magia ese dichoso viaje, tan solo lo iba a posponer, de su plan inicial. Alex iba en el avin y no dejaba de mirar continuamente por la ventanilla, miraba todo lo que estaba dejando atrs, pero a la vez estaba nervioso por lo que iba a venir. Intentaba calmarse, sosegarse, quera dejar de sentir esa presin en el pecho, que senta desde que se despidi de su madre y Valeria en el aeropuerto. Le vinieron recuerdos agradables de las dos, del tiempo compartido con los dos, aunque su debilidad siempre fue su madre, siempre estaba ah, con Valeria era simplemente diferente, su relacin haba sufrido cambios con el pasar del tiempo, al principio vivan como si no hubiera un maana, solo exista ese momento, el instante vivido.

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    Despus toda esa pasin se fue diluyendo como agua en un da de lluvia. Con el transcurrir del tiempo fue perdiendo intensidad, al menos as lo senta Alex. Cada vez compartan menos tiempo debido al trabajo que tenan tan absorbentes los dos, antes robaban tiempo al tiempo, cualquier excusa serva para pasar un momento por minsculo que fuera juntos, ahora cada vez parecan estar ms lejos el uno del otro. Segua mirando a travs de la ventanilla, ya empezaba a vislumbrar un bello paisaje, donde no consegua ver ningn edificio destacable, el color que ms se apreciaba era el verde, incluso el cielo pareca ms azul que en Barcelona. Ahora quizs estaba ms nervioso, ya que estaba a punto de tocar tierra y repas mentalmente una vez ms, por si acaso los nervios le jugaban una mala pasada y no se acordaba de todas las instrucciones que le haba dado su jefe. Deba buscar un chico con un cartel con su nombre, l sera el encargado de llevarlo al poblado, donde le estaban esperando. Al bajar del avin, se dispuso a buscar el dichoso cartelito con su nombre, pas un buen rato buscndolo, pero el nico cartel que tena su nombre, a no ser que su vista le engaara era una chica, la observ desde la distancia, no era muy alta, ms bien menuda, pero de complexin atltica, su color de piel de un ligero tono chocolate, su cabello era tan negro como una noche cerrada y caa sobre sus hombros en una cascada de indefinidos rizos. Pero lo que ms llam su atencin una vez estuvo delante de ella y comprob que era ms bella que cuando la observaba en esa discreta distancia, fueron sus felinos ojos verdes. Se dirigi hacia ella para preguntarle quera comprobar que eran ciertas sus sospechas. _ Perdona, eres Dani Williams? _ Es que no sabes leer? _ Si s leer pero.... _ Ya te pensabas que era un chico, no es al primero que le pasa. En aquel primer impacto, en el primer momento cuando la vio, su imaginacin empez a volar y esa imagen cndida que cre en su mente, se rompi como mil cristales en cuanto ella articul la primera palabra y rompi esa primera y errnea visin de ella. Entonces esa primera imagen se desvaneci de sus pensamientos y se dio de bruces con la realidad. _ Yo soy.... _ Alex Puigmajor. _ Solo Alex.

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    _Bueno solo Alex vmonos ya o no llegaremos nunca. Se subieron al todo terreno y se dirigieron al poblado, ella conduca de una manera brusca y rpida. El trayecto hasta llegar al poblado se le hizo eterno, entre la manera de conducir de ella, que le haca encomendarse a Dios y a todos los santos posibles para que llegara de una pieza y que el silencio invada todo el espacio, era tan denso que se notaba pegado a la piel como el sudor en un da caluroso. Alex tena la sensacin de que el tiempo pasaba lentamente, aunque no pudo dejar de mirarla durante todo el trayecto. Ella empez a darse cuenta de la curiosidad que provocaba en l, aunque l absorto en su insistente observacin no se diera cuenta de que en ella, l provocaba la misma curiosidad. Como no dejar de mirar esos intensos ojos azules, ese cuerpo tambin modelado, era realmente bello, pero si lugar a dudas la atrap nada ms verlo fue su magntica sonrisa, senta esa atraccin hacia sus labios como si de un imn se tratase, como si su fuerza la atrajese sin remedio hacia su boca y no pudiera evitar el deseo de besar su boca. Pero por poner algn pero, es que pensaba que sera el tpico hijo de pap que va hacer su obra de caridad y se va de la misma manera que vino, que vena a limpiar su conciencia y que despus volvera a su acomodada vida y solo lo recordara como un viaje de aventuras ms. Al fin llegaron al poblado, all tal como dijo su jefe lo esperaba una pequea comitiva para darle la bienvenida. Se hicieron las presentaciones pertinentes de los dems cooperantes y fue estrechando la mano a todo al que le presentaban hasta que le toc el turno a Daniella, que all era enfermera y traductora. Alex estrech su mano, al sentir ese pequeo contacto, ese pequeo roce de su mano con la de ella sinti como un escalofro le recorra todo el cuerpo, desde el ltimo pelo hasta el dedo gordo del pie. Daniella not el escalofro y reaccion quitando la mano y apartndola como si le hubiera dado la corriente, apart su mirada y la dej fija, clavada en el suelo para evitar encontrarse con los ojos de l y evitar que viera en los suyos su misma reaccin. Se senta mal con ella misma porque jams haba sentido esa sensacin de la prdida de control sobre s misma, y menos por un hombre, ella que los consideraba como poco ms que un dolor insoportable dolor de cabeza. Le ensearon las instalaciones que por decirlo de alguna manera era como una gran nave industrial donde estaba todo concentrado. Haba una parte que haca de dispensario donde las vitrinas estaban casi vacas y el poco material que haba pareca del siglo pasado, en la

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    otra sala estaba habilitada como un hospital con no ms de diez camastros. No consigui ver ningn espacio que sirviera como quirfano, al preguntar por l not que causaba cierta risa su pregunta. Le contestaron que no haba, que se arreglaban como podan y que aunque no eran muy creyentes, rezaban cada da para que les hiciera el milagro, el milagro para que no se les muriera el paciente y para que no hubiera muchos casos urgentes que operar. La comitiva de bienvenida se disolvi, cada uno volvi a sus tareas, Alex se qued solo ante el desolador panorama, asimilando la realidad ms cruda y no esa que l haba imaginado un poco ms edulcorada. De pronto oy la voz de Daniella, not su aliento detrs en su espalda supo que era ella porque volvi a sentir el mismo escalofro que le recorri cuando sinti el leve contacto de su piel en la presentacin. _ Vas a estar parado, ah , sin hacer nada, mucho tiempo? Al girarse se encontr con la mirada agresiva de ella y una vez ms la magia se esfum. Pero Alex se pona tan nervioso que no consegua articular una palabra con sentido, cada vez que ella estaba cerca. Era una sensacin rara para l, porque jams la haba sentido ni cuando conoci Valeria ,nunca perdi el control, nunca se puso tan nervioso ante ella que le impidiera articular palabra. Tampoco nunca se par a pensar en esos detalles, a compararla con nadie, jams haba tenido esa necesidad y ahora por primera vez lo haca sin saber muy bien el motivo. Fueron hacia el dispensario, ella seguida por l, ella andaba unos pasos por delante de l. Alex la contemplaba, parndose a observar cada centmetro de su menudo cuerpo, miraba el contorneo de sus caderas, la seguridad con la que pisaba el suelo, pareca que no haba obstculo que por difcil que fuera ella no pudiera superar. Tambin se dio cuenta de un pequeo detalle que le haba pasado desapercibido en el primer momento al verla en el aeropuerto, donde solo pudo quedar atrapado en su mirada y sus hechizantes ojos verdes, era su juventud, era realmente joven, al menos unos diez aos menos que l. Se aferr a ese pequeo detalle como si fuera su tabla de salvacin ante el sunami de emociones que senta en su interior, un sunami que devastara su vida hasta ahora vivida. Al entrar en el dispensario ya tenan varios enfermos esperndolos, ella al ver las caras de desconfianza de los pacientes, les tranquiliz y diciendo que era un mdico nuevo, que vena ayudarlos, que se ira pronto y que por supuesto deban confiar en l. Esas palabras de ella a los enfermos obraron el cambio y a partir de ese momento empez a ganarse la confianza de los habitantes del

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    poblado. Al pasar de los das ya se haba ganado toda su confianza, sobre todo la de los nios, que eran su debilidad, ante ellos se mostraba tal y como era. Cuando venan a consulta, l intentaba que ese momento fuera un trance agradable, inventaba cuentos que Daniella traduca, cuentos que siempre tenan un final feliz y siempre consegua que le dieran su mejor regalo: su sincera sonrisa. Esos nios vivan en la ms absoluta de las miserias, si tablets, sin saber que era internet, sin apenas nada que comer, pero siempre tenan una sonrisa que regalarle a Alex y cada da vea como esos nios le daban una gran leccin de vida. Para ser feliz no se necesita tener grandes cosas, en los pequeos detalles est la esencia de la felicidad. Y Daniella mientras tanto le observaba, miraba con la ternura que los trataba, el amor con que les hablaba y ella deba luchar contra esos sentimientos que no saba por cunto tiempo ms podra detener, eran como el mar al que se le ponen diques para detener su furia, pero una vez cede esa primera contencin, el mar entra con toda su fuerza y lo arrasa todo a su paso. Ella intentaba enterrar esos sentimientos en lo ms profundo de su corazn, creyendo que de ese modo lograra que cayeran en el olvido y poder as apagar el fuego que arda en su pecho. Pero ese sentimiento que por ms que intentaba desterrar de su corazn, estaba echando races y por ms que luchaba no consegua arrancarlo de donde estaba anidando, su corazn. Viva en una constante tortura, deba compartir gran parte de su tiempo con l en el dispensario. Tiempo en que deba contenerse como ese dique, contenerse de tocarlo, de sentir su contacto, de respirar el mismo aire que l respiraba, de imaginar cmo sera besarlo, sentir ese fuego en sus ese labios. Y para ocultar ese amor que la consuma, le trataba mal, apenas le hablaba y cuando lo hacia sus palabras eran duras y a veces hasta hirientes, evitaba en todo lo que poda todo contacto con l. Alex se volc en su trabajo, estar ocupado evitaba pensar en ella y del modo en que lo trataba. Se le ocurri que en la parte del hospital hubiera una zona para los nios, con pinturas de colores alegres, dibujos, un lugar donde jugar para que su estancia all fuera ms agradable y no se sintieran en un hospital. Al fin lleg el da en que lleg todo el material, despus de haber hecho unas cuantas gestiones para conseguirlo y se puso manos a la obra.

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    Al pasar por all Daniella, se sorprendi del ruido que vena de esa parte del hospital y pens que haban entrado ladrones, cogi un tronco para defenderse del supuesto ladrn, antes de entrar dej caer el tronco al suelo al comprobar que su misterioso ladrn era Alex. _Que demonios haces? _Pintando, no lo ves? _Ya te veo, pero por qu? _Se me ha ocurrido que podramos hacer como un espacio que sirviera a los nios para tener un lugar para jugar mientras estn en el hospital. _Y piensas que con pintar cuatro paredes, poner cuatro juguetes se van a olvidar de su realidad, de porque estn aqu. _No, pero el tiempo que pasen aqu, al menos si. No tuvo ms palabras que reprocharle a Alex y se ofreci a ayudarlo. En un momento coincidieron los en la cubeta de la pintura, sus manos volvieron a rozarse y en ese impulso que ella siempre tena de apartarse le manch la cara a Alex, que la mir primero algo enfadado y despus se ech a rer y la manch, tomndose la revancha. Y sin apenas darse cuenta empezaron a jugar como nios, acabando uno en frente del otro, consumidos por sus miradas, estaban tan cerca que se podan escuchar los acelerados latidos de sus desbocados corazones. Y toda esa pasin contenida, callada empezaba a derramarse sin poder detenerla por cada poro de su piel. Ella intent librarse de l, pero todos sus intentos fueron en vano, l la atrajo hacia s, estrechndola contra su cuerpo, le retir el cabello que le caa por su rostro y ya no pudo detener el deseo contenido de besarla, de hacerla presa de sus labios, prisionera de su cuerpo. Sinti el suave contacto de sus labios y verti en ellos toda esa pasin negada, todos esos sentimientos prisioneros. Ese beso la desarm ante l, la dej indefensa, de esa primera resistencia pas a abandonarse a esa pasin que estaba naciendo y que ya no poda contenerla por ms tiempo. Ya no haban muros que derribar, cay rendida ante la evidencia de su amor. Los besos siguieron recorriendo el mapa de su cuerpo, detenindose en cada rincn de su piel, ya no pudo contener todo lo que llevaba tanto tiempo negndose. Se amaron con esas ganas desmedidas, sin importar nada ms que ellos y el momento que estaban compartiendo. Ese momento que ya les pertenecera a ellos para siempre, ese momento en que compartieron su cuerpo y su alma. Cuando Daniella se dio cuenta de lo que haba pasado en esa habitacin sali corriendo, no saba hacia donde, pero lejos de ah, lejos de l.

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    Alex se sorprendi al ver esa reaccin, l todava tena el sabor de Daniella en sus labios, todava tena su olor impregnado en su piel lo que le recordaba que ella haba sido suya y que todo no haba sido un sueo. La senta como si estuviera todava all, junto a l, compartiendo ese momento mgico. Hizo el intento de ir tras ella, corri unos pasos con la intencin de atraparla pero ella era ms rpida y la dej marchar. Empez a ser consciente de lo que haba pasado entre los dos, se haba dejado llevar por esos sentimientos que haba intentado reprimir desde el primer da que la vio, luego aparecieron remordimientos, que ella era apenas una muchacha y l ya no era tan joven, adems l estaba comprometido, no haba pensado en Valeria hasta ese preciso momento en que necesitaba una excusa, para poder silenciar lo que su corazn le gritaba. l no llegaba a entender en ese mar de sentimientos en el que nadaba se senta como si fuera a contracorriente, l luchaba por llegar a la orilla, pero cada vez que lo intentaba las olas los devolvan al mar de dudas de nuevo. Pareca estar a la deriva entre lo que senta y lo que deba sentir. Nada pareca tener sentido, jams haba estado tan agitado por lo que senta, ni cuando conoci a Valeria, no sinti ese desasosiego. Todo segua una aparente calma, como si siguiera un guion, sin sobresaltos, se haban acostumbrado l uno a la otra, sin ms emocin Pero Daniella irrumpi en su vida sin avisar, como un huracn que devasta todo a su paso, rompiendo todos sus esquemas, alterando su montona existencia. Esta situacin le haca pensar en cmo era esa vida antes de que Daniella entrara en ella, de cmo no existan los colores y solo exista el color de la monotona en su vida. Pasaron los das sin que ninguno de los dos hiciera mencin a lo ocurrido, se evitaban, huan el uno de la otra. Pero pronto iba a cambiar esa situacin, todo iba a dar un giro. Lleg a la consulta un nio que estaba muy enfermo, al examinarlo, Alex se dio cuenta de que con los escasos recursos de los que contaba en el dispensario ese nio no iba a sobrevivir, viva con impotencia como all no podra hacer nada por l. No se lo pens dos veces y empez a llamar a Barcelona en el hospital en el que trabajaba. Fue en busca de Daniella, necesitaba una enfermera pero sobre todo una traductora. Entr en el dispensario, pero no estaba, su corazn lata con tanta fuerza que a punto estuvo de que se le saliera del pecho.

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    Fue al hospital, all la encontr al pie de la cama del nio enfermo mirndolo entre la compasin y la pena ms absoluta. Se acerc a ella y pos su mano sobre su hombro y a ella le volvi el recuerdo de ese momento vivido con Alex. Se dej abandonar en ese pensamiento y volvi a sentirlo como si acabara de pasar. Y casi sinti de nuevo sus besos en su piel, como l le recorra su cuerpo con sus suaves caricias, senta como l fue ganado cada batalla hasta hacer caer toda su resistencia y la hizo suya. Su cuerpo se estremeci solo con recordar ese momento en que se haba dejado llevar por su corazn.

    Alex le cont que haba conseguido poder llevar al nio enfermo a Barcelona para operarlo y as salvarlo. Ella oa su voz como un leve susurro en el odo y de todas las palabras que l deca, tan solo unas se le encendieron como en un anuncio de nen, BARCELONA, VIAJE, ALEX, las dems palabras andaban perdidas en su cabeza sin encontrarles sentido alguno. Ella se levant y le abraz, a l su reaccin le pill por sorpresa. Se fundi entre sus brazos y cuando se dio cuenta de lo que haba hecho quiso volver atrs, pero Alex la mantena entre sus brazos, estar ah le proporcionaba una sensacin, de calma,podra vivir entre sus brazos el resto de su vida. Lleg el da del viaje a Barcelona, Alex estaba nervioso, nervioso por el viaje, por ver a su madre, por la operacin, por Daniella. All estaban todas sus preocupaciones dando vueltas en su cabeza se enredaban unas con otras,como en una madeja en la cual esperaba encontrar ese hilo de que tirar y librarse de ese embrollo mental en el que andaba metido. Lleg a quedarse dormido sus preocupaciones le haban dado una pequea tregua, en el otro lado del asiento, lo observaba Daniella, lo miraba con esa ternura en sus ojos, esa mirada que no poda ocultar lo que senta su corazn. Despus de unas horas llegaron al aeropuerto y lo primero que vio nada ms bajar del avin fue a su madre, que corri a abrazarlo y llenarlo de todos esos besos pendientes que se deban. Una vez repuesto de la bienvenida, nadie pareci darse cuenta de que Alex no vena solo y que all estaban Daniella y el nio. Una vez se dieron cuenta de su despiste, se hicieron las presentaciones oportunas. Se fueron hacia el hospital donde se volvieron a repetirse los besos, abrazos y presentaciones. Una vez cumplido el protocolo de bienvenida, Daniella se qued con el nio y Alex fue con su madre a su casa para prepararse para la operacin.

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    De camino a casa, Alex pregunt por Valeria, ella estaba de viaje y no volvera hasta dentro de dos das. l segua inmerso en sus propios pensamientos, dentro de nada le esperaba una operacin realmente complicada. La vida de ese nio estaba en sus manos y eso era una gran responsabilidad. Se dio una ducha esperando eliminar esa presin y el recuerdo de Daniella martilleando constantemente su cabeza. Al bajar su madre haba hecho caf y ese olor le trajo recuerdos de otros tiempos en los que l haba vivido en esa casa. All estaba ella con su mejor sonrisa, esperando compartir un momento con su hijo, para ponerse al da respecto a sus vidas. Pero Alex no tena tiempo para conversaciones, deba ir hacia el hospital para reunirse con los dems mdicos para discutir los detalles de la operacin. Una vez terminada la reunin fue a comunicar a Daniella los detalles de la reunin. Se asom a la puerta de la habitacin, estaban jugando con unos coches que el nio siempre llevaba con l. Dio unos golpes en la puerta, Daniella gir su cabeza y se encontr con la mirada de Alex,le hizo una seal para que saliera de la habitacin para hablar con l. La operacin iba a ser al da siguiente y existan muchas posibilidades de fracasar. Daniella segua mirndolo a los ojos, intentando encajar toda la informacin recibida, hacindose la fuerte para no derrumbarse, l, la abraz y sinti su calor. Notaba que ya nada malo le poda pasar estando all, entre sus brazos All en ese espacio se senta segura. Le propuso que fuera un rato a casa de su madre para despejarse, propuesta que al principio rechaz, quera quedarse all, junto al nio Le dio un beso en la frente y se ofreci a quedarse con el nio hasta que ella volviera. Mer fue a buscar a Daniella que tuvo la misma sensacin que con Alex, que por muchas penurias no haban pasado en su vida, pero al igual que con l, que su opinin cambi despus de conocerlo, le dara esa oportunidad. Y al igual que con l se encontr de nuevo con esos ojos azules que tanto la cautivaban. Le ense toda la casa, aquella mujer la hizo sentir cmoda, como si siempre hubiera pertenecido a ese lugar. Despus volvieron al hospital y antes de llegar a la puerta Alex ya saba, que era ella, la poda sentir sin verla, poda notar su presencia.

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    Al oler su perfume sus sentidos quedaron inundados por esa fragancia y despertaron en l un deseo de besarla, pero tuvo que frenar ese primer impulso porque vena con su madre. Aunque su madre no le pas por alto esa revoluci