escribir la historia de las mujeres - michelle perrot

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  • 7/29/2019 Escribir La Historia de Las Mujeres - Michelle Perrot

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    Escribir la historia de lasmUJoeres:

    una experiencia francesa

    Michelle Perrot

    Escribir la historia de la s mujeres es una tentativa relativamen-te nueva y en s misma, reveladora de un profundo cambio. Se basaen la adhesin a la idea de qu e las mujeres tienen una h i s t o r i a ~ queno estn nicamente dedicadas a la reproduccin, que son a me-nudo protagonistas y que hay una historicidad de los actos cotidia-

    n o s ~ un a historicidad de la s relaciones entre los sexos. Escribir estetipo de historia es tomarla en serio, querer salir triunfante del es-pinoso problema de la s fuentes (

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    68 MicheLle Perrol

    l'Histoire des Femmes en Occident (La J/istoria de las mujeres en Oc-cidente), bien conocida por los historiadores e historiadoras espao

    las a travs de la traduccin publicada en Taurus, edicin conside

    rablemente embellecida por la eleccin de unas ilustraciones mucho

    ms abundantes, y sobre todo por las contribuciones qu e tratan ms

    particularmente de la historia de la s mujeres espaolas, insuficiente

    mente tenida en cuenta en las versiones italiana y francesa. Aunque

    considerando la s dificultades y las carencias de una tarea de esta n-

    dole, s se pone de manifiesto la posibilidad de un proceso dinmicode desarrollo de la investigacin.

    Ahora bien, en esta ocasin me centrar en la experiencia francesa. ,Qu significa sta en el campo de las investigaciones histricas

    y en aquel, ms amplio, de las ciencias humanas? Qu significa en

    conexin con el feminismo y con las relaciones de sexos en la soeie-

    dad francesa?

    Tratar ante lodo de situarla. Despus evocar su gnesis. Final

    mente hablar de algunos de los problemas y debates qu e ha gene

    rado y de los que ha tratado un coloquio reciente 1.

    1. Situadones

    En primer lugar, algunas palabras de presentacin: de mi itine-

    rario intelectual como testimonio 2; de l'}fisloire des Femmes en Oc-cident como objeto-test.

    En lo que a m concierne, en un principio he sido -durante lar

    go tiempo e incluso todava ahora- una historiadora de lo social y

    del mundo obrero. Pertenezco a una generacin en la que los maes

    tros fueron Camille-Ernest Labrousse y Fernand Braudel: la s coyun

    turas y las estructuras, las crisis y la economa-mundo, la larga du

    racin de la evolucin campensina y el movimiento obrero fueron

    nuestros primeros horizontes. En los aos cincuenta la clase obrera

    era la protagonista, encarnacin de la injusticia, llave de nuestro

    1 Es po r ello que hemos organizado en octubre de 1992 un coloquio en la Sorbona a propsito de I'Hisloire des Femmes en Occidenl, suscitando nosotras mismas

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    Escribir la historia de las mujere.

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    70 il1ichelle Perrot

    desde haca algunos aos, la historia de las mujeres (Le chevalier, lafcmme y la prtre. Le mariage dans la France fodale, Pars, 1981),as corno en sus cursos en el Colegio de Francia, convencido de que

    las relaciones entre los sexos eran una dimensin mayor de la histo

    ria y de nuestro tiempo. Si subrayo este punto es para responder a

    las objeciones ulteriores que se no s han hecho por aquellas que ha

    bran deseado una total autonoma femenina en esta empresa. Sin

    duda, esto ilustra nuestra debilidad objetiva en el campo institucio-nal y editorial, quiz una cierta falta de ambicin que merecera se ranalizada, pero tambin la va que por fuerza y por eleccin habamos seguido: la de la integracin ms que la de la secesin.

    Estas son, adems, en cierta medida, las mismas razones que noshicieron escoger para la edicin francesa no la s Editions des Fem

    mes, que, sin embargo, nos haban hecho ofertas, sino una editorialms importante (la de Lvi-Strauss, Aries y Foucault en su s inicios),Plon, en la que trabajaba por entonces una de nuestras amigas, Laure

    Adler. Las Editions de s FemmeslAntoinette Fouque eran conocidas

    por su opcin Psicoanlisis y Poltica, su rechazo inicial al feminismo igualitario, su escaso inters por la historia. Muchas de entre

    nosotras habamos tenido, en los aos 1975, altercados con Antoinette Fouque -mujer muy notable por otra parte- sobre la cues

    tin de las siglas del MLF. Pero en el fondo haba sin duda entre ella

    y nosotras una diferencia relativa a la concepcin de las relaciones

    entre los sexos. Nosotras permanecamos en la lnea, quiz ms tra

    dicional, de Simone de Beauvoir, cuya trayectoria global se integraba

    mejorco n

    nuestrotrabajo

    dehistoriadoras que la reflexin sobre lo

    femenino, brillantemente desarrollada por Hlene Cixous, Luce Irigaray o Julia Kristeva. Estos problemas fundamentales, sobre los quevolver, son de otro orden. Pero corno puede verse nada es inocente

    y la s decisiones ms anodinas en apariencia envuelven opciones ms

    profundas. El campo de los estudios feministas no escapa ms que

    otros a una sociologa de intereses que los jvenes discpulos de

    Pierre Bourdie, por otra parte, han decidido aplicarle :{.Pero volvamos, para terminar en poco tiempo, a la llDFO (a par

    tir de ahora abreviaremos el ttulo completo de Histoire des Femmesen Occident). Aceptarnos, por tanto, la proposicin de Laterza. Pau-

    :1 Tcsis de Sandrine Carca sobrc el feminismo francISs contempornco, bajo la di reccin de Pierre Bourdieu, Escuela de Altos Estudios cn Ciencias Sociales, 199:l.

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    74 Michelle Permtmenina. Etnlogos e historiadores colaboraron en una Histoire de la

    famille lO derivada de esa corriente de antropologa histrica de laqu e algunos, trabajos como los de Christiane Klapish-Zuber sobre la

    familia florentina del Quattrocento, proporcionan una brillante de

    mostracin. Gracias a estas circunstancias el tema haba adquirido

    garra.

    Por otra parte, bajo la influencia de investigadores como Philippe

    Aries, Georges Duby, la vida privada apareci como campo de exploracin y de discusin de problcmas. Qu es lo privado de una so

    ciedad? Hacer esta historia de una frontera, ver en un espacio los confines de lo pblico y de 10 ntimo, es incorporar la familia, la historia

    de la casa, la del individuo, la de la sexualidad a la cual Michel Fou

    cault consagraba ya en 1976 un libro resonantc, La volonl de sa-voir. Todo ello indicaba preocupaciones nucvas. Pero se puedc ha

    blar de la familia y de la vida privada sin abordar frontalmente el

    tema de las mujeres y de su historia como sujeto. Los que lo hacan

    se situaban un poco al margen del mbito universitario: pienso, por

    ejemplo, en las biografas quc Edith Thomas (archivera y adems re sistente y mujer de izquierdas) ha consagrado a Pauline Roland y a

    Louise Michel.

    El factor decisivo fue, aqu como en otras partes, picnso, el propio movimiento de las mujeres. En Francia se desarroll a partir de

    los aos sctenta, aos de la fundacin del Mouvement dc Libration

    des Femmes (MLF). Gracias al libro de Fran.,;oise Picq, Li6rationdes Femmes. Les annes-Mouvement (Pars, 1993), conocemos mejorlos episodios, las actrices, la s apuestas y los conflictos. Verdadero movimiento social por su amplitud, no tuvo en su s principios una preo

    cupacin prioritaria por escribir la historia de la s mujeres. Pcro ten

    dr efectos casi inmediatos. As, la cuestin de la diferencia de los

    sexos ser, desde comienzos de los setenta, objeto de reflexin y de

    debates intensos, incluso dc divisin entre las feministas esencialis

    tas, ms ligadas al psicoanlisis (Luce Irigaray, Antoinette Fouque yel grupo Psychanalysc et Politique, denominado Psychpo), a la lin

    gstica (durante algn tiempo Julia Kristeva) y a toda una vertientede estudios literarios (Hlene Cixous y los trabajos sobre los cscritos

    lO Bajo la direccin de B U H C l J l 1 ~ I U : , Andr; KLAPISCII-ZUBEH, Christiane, y SECA-LEN, Martine, 2 tornos, Pars, 1987; KLAPISII-ZUBEH, Christiane, La Malson el le Nom.Slmlgies el Ruels dans l'!tae de la Renaissance, Pars, 1990.

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    crearon en las universidades m s dinmicas plazas de estudios femi

    nistas. Ibamos hacia un feminismo de Estado? Algunas teman esta

    recuperacin acadmica y la ruptura entre movimiento e investi-

    gacin. Se deben, no obstante, a la izquierda la s escasas posicionesadquiridas, irrisorias en comparacin con los Women 's Studiesamericanos, modelo envidiado, ensalzado especialmente por nuestras

    colegas de los Departamentos de estudios anglfonos, acerca de las

    cuales hay que subrayar una mediacin cultural, muy eficaz. Porellas, el pensamiento feminista americano fue pronto conocido e in-fluyente en Francia.

    2.3. lEs posible una historia de las mujeres?

    y qu papel desempe la Historia en todo esto? No estuvo en

    primera lnea. En primer lugar debido a la amnesia semivoluntaria

    de un movimiento que se consideraba como punto de partida abso

    luto: Liberation des femmes: anne cero, que fue el ttulo de un c -lebre artculo (Christine Dupong, Partisans, octubre-diciembre de1970). Adems, muchas historiadoras, qu e haban tenido experiencia en la historia del movimiento obrero, desconfiaban de una histori a militante, en busca de una edad de oro (Matriarcado, Amazonas)

    y de antepasadas heroicas. De qu forma conciliar la fuerza de la

    protesta, de una subjetividad explosiva, y la trayectoria de una disciplina slidamente constituida? La s feministas hablaban a menudo

    de ciencia feminista, de ruptura epistemolgica. Qu sentido te

    n a esto en historia?

    No obstante, las preguntas afluan. Haba que tirarse al agua, organizar cursos, seminarios, proponer temas de investigacin. Lo quese hizo mejor que peor. Tesinas y tesis se multiplicaron y llenan hoy

    en da los estantes de las bibliotecas. En veinte aos se ha formadouna acumulacin primitiva.

    Tres fechas simblicas darn una idea de l camino recorrido:

    1973: Les femmes ont-elles une histoire?. Tal era el ttulo del

    primer curso impartido en Jussieu. Traduca nuestra incertidumbre,

    as como nuestra falta de prctica y de materiales. Incapaces de tratar el tema, habamos invitado a socilogos -Andre Michel abri elcurso- y a historiadores, entre los m s prestigiosos -Vidal-Naquet,

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    Escribir la historia de las mujeres: un a experiencia francesa 77Le G o f f ~ Le Hoy L a d u r i e ~ O z o u f . . . - ~ para tratar de responder a estapregunta a partir de su s propias investigaciones.

    1983: Une histoire des femmes est-elle possible?. T t u l o ~ estav e z ~ de un coloquio celebrado en Saint-Maximin (Var.). Ya no du dbamos de qu e las mujeres tuvieran una h i s t o r i a ~ sino qu e nos pregu ntbamos cmo escribirla 1s.

    1990-92: se publica 1'Histoire des Femmes en O c c i d e n t ~ cristalizacin de trabajos a c u m u l a d o s ~ bien entendido que no slo en Franc i a ~ pero q u e ~ por s u p u e s t o ~ est lejos de integrarlos a todos.

    En veinte aos se ha constituido un campo de investigacin. Haevolucionado tanto en sus objetos como en su s mtodos y sus puntos

    de vista. Se trat en un principio de hacer visible lo qu e tstaba es-e o n d i d o ~ de volver a eneontrar huellas y de interrogarse sobre la s razones del silencio qu e rodeaba a las mujeres eomo sujetos de la his-

    toria. Y esto llev a una reflexin sobre la historia como producto de

    la dominacin masculina que aetuaba de esta forma en un doble pla

    n o el de los aconteeimientos y el de su puesta en eseena por el relato(sto 'Y e histo'Y).

    En el mismo movimiento se han interesado en primer lugar por

    las figuras femeninas ms oprimidas: p r o s t i t u t a s ~ muchachas de serv i c i o ~ o b r e r a s ~ mujeres maltratadas ... es d e c i r ~ por la s v c t i m a s ~ ex -presin de la condicin femenina.

    D e s p u s ~ la cuestin del euerpo f e m e n i n o ~ su a p r o p i a c i n ~ su re-p r e s e n t a c i n ~ ha aparecido como elemento central.

    F i n a l m e n t e ~ nos hemos interrogado sobre las mujeres como actrices

    de su destino individual yc o l e c t i v o ~

    sobre sus aptitudes para laresistencia y el cambio. Se ha intentado aprehender el papel de la s

    mujeres en los movimientos sociales y las revoluciones. Se ha hechola historia del feminismo. El problema del acceso de las mujeres a los

    distintos niveles del eonocimiento ( l e c t u r a ~ e s c r i t u r a ~ tcnica... ) de lacreacin y del poder ha suscitado -y suscita- numerosos trabajos.

    Los puntos de vista tambin han c a m b i a d o ~ creo qu e de formacomparable a los de la historiografa americana. Se ha pasado de una

    historia de las mujeres un poco cerrada a una historia del gender (g-nero) y de las relaciones entre los sexos; de una historia social a una

    historia ms preocupada por las representaciones y consciente del

    \;, Bajo la direccin de PEHHOT, Michelle, Marsella-Pars, 1984; trad. inglesa, IVri-ting Wmen's Hislory, Oxford, 1992.

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    peso de los smbolos. Se ha reflexionado mucho sobre la s nociones de

    cultura y de poder de la s mujeres. Y la cuestin del poder poltico retiene particularmente hoy la atencin.

    Pero todo esto no es tan sencillo. Se ve en la s crticas formuladas

    acerca de la HDFO. Se ha visto en el momento del coloqu io Mujeres

    e Historia organizado en la Sorbona (13-14 de noviembre de 1992),

    especialmente en las lecturas crticas que, por otra parte, haba

    mos suscitado nosotras mismas 1() . En fin, quisiera terminar evocando estos debates como una apuesta para la reflexin m s amplia su

    gerida por este coloquio.

    3. Problemas

    3.1. Ligados a l'Histoire des Femmes en Occident

    Recordar cules han sido nuestras preferencias respecto a este

    trabajo:

    La larga duracin, desde la Antigedad grecoromana hasta nues

    tros das.

    Un espacio relativamente restringido: Occidente, es decir, Euro

    pa Occidental y Amrica del Norte.

    No se trata de una Enciclopedia, sino de una historia crono

    -temtica, que pone de relieve para cada perodo los temas ms per

    ceptibles, los que permiten comprender una poca o medir un cam

    bio, todo ello en funcin de las investigaciones disponibles de la s quedependemos absolutamente.

    Una historia de la diferencia de los sexos, de la s relaciones entre

    los sexos, as como una historia de la s mujeres que, segn nuestro cri

    terio, no puede comprenderse ms que en esta perspectiva. Tal fue,

    al menos, la peticin formulada a los autores, satisfecha de forma

    desigual por cada uno de nos. Aparte de esta recomendacin, no hay

    en estos volmenes ninguna lnea, ninguna doctrina; simplemente

    la afirmacin comn y tranquila -por el hecho mismo de escribir

    la- de que las mujeres tienen una historia y que supone un asunto

    serio el hacerla.

    16 Femmes el Hisloire, bajo la direccin de DUBY, e., y PERROT, M., Actas del co-loquio de la Sorbona, 13-14 de noviembre de 1992, Pars, 1 9 9 ; ~ .

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    Escribir la historia de las mujeres: una experiencia francesa 79Numerosas crticas, espontneas o suscitadas, ha n acogido esta

    HDPO. No citar ms que la s principales:

    1. En primer lugar, la existencia misma del objeto; sin duda pre

    maturo, apresurado y que tiene el riesgo de crear un canon de refe

    rencia obligada. Es el riesgo de canonizacin formulado por Bon

    nie Smith, co n motivo de un debate en Amsterdam 17.

    Es verdad. lIay que recordar que esta empresa es modesta, quese pretende una historia de la s mujeres (no la historia de las muje

    res)? Y que el campo de investigacin, del que por otra parte se ha

    nutrido, es infinitamente ms amplio, sobre todo en el extranjero,

    aunque tambin en Francia; que se enriquece casi cada da con tra

    bajos nuevos. En el otoo de 1993 -por no dar ms que un ejem

    plo- cuatro tesis ha n sido defendidas en Pars en este campo: sobre

    la militancia de la s mujeres en la regin de Saint Nazaire (Loiseau),

    sobre las mujeres en el Partido Comunista entre las dos guerras (Tardivel), sobre el feminismo francs en el perodo de entreguerras

    (Bard) y especialmente sobre Les rles fminins dans la vie prive.mus la Troisime Republique, doctorado de Estado presentado porAnne-Marie Sohn, bajo la direccin de Maurice Agulhon. Este gigan

    tesco trabajo de archivo (la autora ha examinado sistemticamente

    todas las series judiciales -denominadas series U- sobre la totali

    dad de Francia entre 1880 y 1930), que aporta una masa de infor

    macin concreta, especialmente sobre la vida y la s actitudes de lasmujeres de dases populares, se sita justamente fuera de los estudiosm s feministas, a los cuales aporta, no obstante, mucho. Prueba, si

    las hay, de la vitalidad de un campo de investigacin que se desarro

    lla de forma autnoma y pluralista.

    2. Problemas de espacio y de tiempo: La nocin de Occidente

    es globalizadora, abstracta y, en estos tiempos de ofensivo racismo,

    quiz peligrosa. I-la hemos escogido por comodidad, necesidad (hayque tener en cuenta los trabajos existentes) y, a pesar de todo, conla hiptesis subyacente de que existe un Occidente de relaciones

    entre sexos. Pero es v er da d q ue e st a nocin niega diferencias

    (nacionales, regionales, induso locales) y subrepticiamente produce

    una categora dudosa: las mujeres occidentales. Es tambin demasia

    do estabilizadora y no tiene suficientemente en cuenta los desplaza-

    17 SMITII, Bonnic, Can'onizalion in Women's lJistory, en .Jover Lileraluurover-zic!tl voor de vrouwenbeweging, Amstcrdarn, 1994.

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    mientos incesantes de poblacin, los contactos migratorios y cultura-

    les, los efectos de la colonizacin en ambos sentidos, la presencia delIslam en el corazn de Europa. Los problemas actuales de la ex-Yu

    goslavia muestran los peligros que hayal desestimar los hechostnicos.

    En cuanto a la cronologa, hemos elegido la larga duracin (en

    la tradicin de la Escuela de Annales) y adoptado las divisiones cl-

    sicas de la historia de Europa Occidental, al menos ta l y corno las

    ha n definido los historiadores del siglo XIX. Se podra construir otra

    cronologa sobre las relaciones entre sexos que tuviera en cuenta los

    virajes ms importantes, los verdaderos puntos de ruptura, los acon-tencimientos esenciales? A esta pregunta, continuamente hecha pornuestros interlocutores, no tenernos una respuesta satisfactoria.

    3. Historia de las mujeres o historia de las relaciones entre lossexos? Desde un ngulo terico, la diferencia entre Sexo y Gnero(casi intraducible en francs), que debernos sobre todo a los trabajosamericanos (cl'. .loan W. Scott) , constituye uno de los ejes de renexinde los ltimos aos. Adems, la idea de que la diferencia de lo mas-culino y lo femenino no es un dato natural inamovible, sino una cons-truccin histrica y cultural, es algo que conviene particularmente ala marcha de la historia. Puesto que la diferencia de los sexos es unaconstruccin, entonces se puede deconstruin a todos los niveles (teoras y prcticas, representaciones y hechos materiales, palabras y cosas). Una disciplina se presta mejor que otras a un anlisis de estetipo: el Derecho, porque es el objeto de definiciones precisas.

    Sin embargo, hay puntos de vista diferentes. Gianna Pomata escribe en su contribucin a las Lecturas crticas del coloquio Fem-

    mes et Histoire:

    I think that gender history is a per1'ectly legitimate and extremely usefularea 01' historical research. Bu t it should no t be confused with women's his-tory and it cannot preempt the need for a social history of women. 1 see theforemost task of women's history not in deconstruction of the male discourse

    about women but in the effort to overcome that scarcil;y offacts about theirlives. (Pienso que la historia de gnero es un rea de investigacin histricaperfectamente legtima y extremadamente til. Pero no debe confundirse conla historia de las mujeres y no puede tener prioridad sobre la necesidad de

    una historia social de las mujeres. Veo la principal tarea de la historia de la smujeres no como una deconstruccin del discurso machista sobre la s mu-

    je re s, si no como un esfuerzo para superar la escasez de hechos acerca de

    sus vidas.)

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    E.';cri6ir la historia de las mujeres: una experiencia francesa 81Segunda objecin: el riesgo de una tautologa qu e acecha al in-

    cesante sealamiento de lo femenino y10

    masculino. El estudio delas categoras indecisas o subversivas ( a n d r o g i n i a ~ t r a s v e s t i m i e n t o ~h o m o s e x u a l i d a d ~ por ejemplo) es una forma de pallarlo.

    Tercera o b j e c i n ~ mucho ms fundamental: el debate sobre losinmutables qu e o p o n e n ~ directa o s o t e r r a d a m e n t e ~ historia y psico-a n l i s i s ~ cuando este ltimo toma la categora de sexo como dato na-tural y estructura elemental. La distancia qu e separa a Freud de La-

    ca n permite un respiro. La mujer no existe dice el ltimo, 10 qu eencanta a las historiadoras, empeadas en aprehender las pluralida-

    des y las singularidades. Y gran nmero de psicoanalistas admiten al

    menos la existencia de una historicidad de las formas de la femini-

    dad y de la masculinidad. Lo que hace el dilogo perfectamente po-

    sible. Podernos llegar ms lejos en el rechazo de los inmutables y

    hacer de la diferencia de los sexos una pura creacin del lenguaje ydel simbolismo?

    4. ",'[listoria social o historia de las representaciones? Se ha re-prochado a laHDFO se r ante todo una historia del discurso y por con-

    siguiente una historia de la palabra y del imaginario masculinos.

    En la medida en qu e este reproche es merecido, se explica al me-nos por dos razones: 1) la cuestin de las f u e n t e s ~ por supuesto mas-culinas; 2) la conciencia del peso de 10 s i m b l i c o ~ de las representa-ciones y de las i m g e n e s ~ la larga duracin de los sistemas de valoresqu e fundamentan una dominacin masculina que, ciertamente, evo-luciona en sus formas, pero se reconstituye sin cesar.

    La tesis de Ana Mara Sohn, de la que he hablado, es un ejemplode protesta alternativa. Utilizando las fuentes judiciales se introduce

    diestramente 10 ms cerca posible de los propsitos y de las conduc-

    tas de las mujeres del pueblo, traducidos en Justicia. Subraya su ex-

    traordinaria resistencia al discurso dominante (igualmente en mate-

    ria de natalidad), su accin cotidiana para organizar sus parcelas delibertad y su voluntad de ser felices.

    Me he referido mu y brevemente a algunas de las objeciones y cr-

    ticas qu e se han hecho a la HDFO. Es evidente que se refieren al con-

    ju nto y van, sin d u d a ~ incluso ms all de la disciplina histrica pro-piamente dicha.

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    82 Michelle Perrot

    3.2. Htoria de Las mujeres, Universidad y sociedadfrancesaEl xito relativamente importante de la historia de las mujeres y

    particularmente de la lIDFO, que, desde este punto de vista, ha ju gado un papel ciertamente mediador con referencia al pblico en ge-

    neral, contrasta con la prudente reserva de l mundo universitario.Las razones del xito habran de ser analizadas. Ms all del so-

    porte mu y activo de los medios que no ha n regateado su atencin(tanto en el mbito audiovisual como en la prensa escrita), pareceser que un cierto nmero de hombres, pero ms an de mujeres, hanapreciado este tipo de mirada sobre la historia. Muchas mujeres bastante alejadas del mundo acadmico han dicho al mismo tiempo que

    tenan a veces problemas para leer estos libros, pero que estaban fe-lices con su existencia, como si de repente tomaran conciencia de suidentidad como sujeto y de su presencia en el mundo.

    La resonancia sobre la disciplina histrica parece mucho m s d

    bil. Si la historia de las mujeres se muestra a partir de este momento

    como legtima g (y desde este punto de vista la eleccin de la Sorbona como lugar para la celebracin del coloquio Femmes et Histoi

    re no ha sido indiferente), su s bases institucionales permanecen ex

    tremadamente dbiles, debido a la rigidez de la organizacin de loscursos y de las disciplinas. Por otra parte, no ha llevado a cabo laruptura epistemolgica con la que soaban ciertas feministas de

    los aos setenta. Solamente podemos esperar haber conseguido una

    inflexin de la mirada que lleve a considerar la cuestin de las mu

    je re s y de la diferencia de sexos como algo a tomar en serio. La evo-lucin actual de la historia hacia una historia poltica e intelectual

    centrada en la s grandes obras, los grandes textos, los acontecimientos, etc., por mu y necesaria que sea no deja de plantear problemas.Llama la atencin comprobar la escasa atencin que se concede al

    tema de las mujeres en obras de envergadura tales como Les Lieux

    de La Mmoire (Nora editor) o en las conmemoraciones del Bicente-

    nario de la Revolucin francesa. Quiz en los Estados Unidos se hablara de un backLash en lo que se refiere a la historia de la s mujeres!

    la Lo s Annales ha sido la revista ms abierta a la historia de las mujeres. Hanpublicado un artculo de nuestro equipo, Culture et Pouvoir des femmes. Essai d'his-toriographie, 2, marzo-abril de 1986, y en su nmero de septiembre-octubre de 199:3,lecturas crticas del coloquio Femmes el Hisloire.

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    Escribir la historia de las mujeres: una experiencia francesaEllo nos lleva necesariamente a preguntarnos acerca del sentido

    de esta experiencia en cuanto a las relaciones entre sexos en la socie-

    dad francesa. Las investigadoras francesas aspiran ms a entrar en

    las instituciones existentes que a crear otras nuevas. L,a estrategia

    (si se puede hablar as) de la historia de las mujeres apunta a la in-

    tegracin y a la confrontacin ms que a la separacin radical. Mu

    chas razones pueden aducirse. He aqu al menos tres: la rigidez y la

    centralizacin del sistema universitario, ya mencionadas; pero tam

    bin el deseo de evitar el enfrentamiento con el sexo opuesto, intentar una voluntad de acuerdo co n l (desde este punto de vista tam

    bin Simone de Beauvoir era un ejemplo, incluso si su modelo ha envejecido) P). Finalmente, la fuerza de un individualismo a la francesa, que encontramos tambin en la historia del acceso de las mujeresa la ciudadana poltica, recientemente estudiada por Pierre Rosanvallon. Preguntndose acerca de las razones del singular retraso de

    las mujeres francesas en alcanzar el derecho al voto, l considera quese deben a la estructura misma de los sistemas polticos y a los prin

    cipios filosficos y polticos que los sustentan: utilitarismo y comu

    nitarismo en los pases anglosajones, individualismo universalista en

    Francia. Admitidas a votar en los primeros en razn de su especifi-cidad, las mujeres han sido excluidas en Francia por la misma ra-

    , ')0 L .. d' 1 dI' f'zon ~ a concienCia e genero, e nosot ras e as mUjeres ran-cesas les impide, en esta democracia individualista, alcanzar el nivelo al menos tomar las mismas formas que en la sociedad comunitaria

    americana. Como las relaciones entre los sexos son diferentes, la for-

    ma de escribir la historia tambin 10 es.

    lfiptesis, desde luego, y que en todo estado de la cuestin puedediscutirse.

    Traduccin: Alicia Langre.

    J' ) El arteulo qu e .Tosyane Savigneau, directora de lo (