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3/9/2015 Escáner Cultural, Revista Virtual. http://www.escaner.cl/especiales/culturag4.html 1/21 Santiago de Chile. Revista Virtual. Año 3 EDICIÓN ESPECIAL nº 11 Enero de 2001. ESTUDIOS DE HISTORIA DE LA CULTURA SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (1648- 1695) O LAS TRAMPAS DE SER MUJER. Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge "(...) la mejor manera de hacer imposible la comprensión de una figura histórica es arrodillarse en su presencia". ERMILO ABREU GÓMEZ1. DISCUSIÓN INICIAL. ¡Qué se puede decir de nuevo sobre Sor Juana Inés de la Cruz, cuando existe un libro como el que escribiera Octavio Paz, sobre esta excepcional mujer!2 Creemos que mucho, a partir de lo que él nos dejó encaminado. Pero no es lo nuevo aterrador lo que aquí nos interesa, sino la profundidad de la reflexión que el estudio de la vida y obra de esta mujer puede provocarnos. Octavio Paz nos dejó un buen trecho de terreno abonado, para internarnos en la amplia gama de posibilidades que la presencia de Sor Juana Inés de la Cruz evoca en la historia de la cultura occidental. El panorama de la investigación heredado es tan vasto, así como rica fue la producción intelectual de la monja, y las ambiciosas

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Santiago de Chile. Revista Virtual.

Año 3

EDICIÓN ESPECIALnº 11

Enero de 2001.

ESTUDIOS DE HISTORIA DE LA CULTURA

SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ (1648-1695)

O LAS TRAMPAS DE SER MUJER.

Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge

"(...) la mejor manera de hacer imposible la comprensión de unafigura histórica es arrodillarse en su presencia".

ERMILO ABREU GÓMEZ1.

DISCUSIÓN INICIAL.

¡Qué se puede decir de nuevo sobre SorJuana Inés de la Cruz, cuando existe un librocomo el que escribiera Octavio Paz, sobreesta excepcional mujer!2 Creemos quemucho, a partir de lo que él nos dejóencaminado. Pero no es lo nuevo aterradorlo que aquí nos interesa, sino la profundidadde la reflexión que el estudio de la vida yobra de esta mujer puede provocarnos.Octavio Paz nos dejó un buen trecho deterreno abonado, para internarnos en laamplia gama de posibilidades que lapresencia de Sor Juana Inés de la Cruz evocaen la historia de la cultura occidental. Elpanorama de la investigación heredado es tanvasto, así como rica fue la producciónintelectual de la monja, y las ambiciosas

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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.

aspiraciones que se hallan en su lírica y supensamiento. Este tomó varios rumbos, ynosotros en esta ocasión, vamos a tratar deescuchar a la mujer, lo que fue capaz dedecirnos, lo que no nos dijo, y aquello queapenas nos insinuó. Recordemos que en ellalos silencios son de una gran importancia3,puesto que transmiten el significado que losespacios vacíos del poder dejan sin expresiónconcreta. Por eso a veces resulta más útiltratar de comprender lo que no se dice, queaquello que se verbaliza con estridencia.

En esta oportunidad vamos a tratar deaclararnos algunas cosas, sobre todo cuandojunto al trabajo de Paz, existen otros conperspectivas analíticas diferentes y tambiénmuy prometedoras. Alguien podríaargumentar que la vida personal de unamonja debe ser muy aburrida, ya queescasamente ven por encima de los muros desus conventos. Bueno, esas son las cosas que queremos averiguar: ¿qué tan lejos pudo verSor Juana Inés de la Cruz por encima de esos muros? ¿Hasta dónde llegó su visión? ¿Quévio, cómo lo vio, cómo lo entendió y cómo verbalizó lo visto? Porque su mirar se sale delas codificaciones al uso. Por más que queramos con simpleza clasificarla como una poetabarroca4, debemos dejar claro que su mirar se produce desde América, donde el Universoadquirió otra textura, después de la conquista, de tal manera que el barroco aquí debe serestudiado y comprendido de forma diferente. Esas son las diferencias sobre las quequeremos escribir y reflexionar en este ensayo.

Nuestra autora felizmente tiene una obra importante, no sólo nos dejó poesía sinotambién prosa, lo que nos hace el trabajo más fácil. Poesía y prosa son parte de uncosmos literario que la escritora quiso legarnos y nosotros vamos a ponderar el impactoque nos ha producido tal legado.

El problema es que se han cometido muchos errores de apreciación y de contexto, parallamarlo como les gusta a los norteamericanos. Errores que Abreu ha encontrado entrabajos de autores de mucha monta, tales como Menéndez y Pelayo, cuando la considerauna simple prolongación del esteticismo barroco español del siglo XVII, y sostiene que lamonja es una discípula acrítica de Góngora5. Con Abreu también anotemos que lasediciones de las obras de Sor Juana han sido muchas, pero que sólo el siglo XX le hahecho real justicia. Sin mencionar que en el siglo XVIII casi no se habló de ella6. Susobras dejaron de publicarse después de 1725.

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Con este artículo seremos obedientes a la tradición crítica y analítica de este siglo, al ponerel énfasis en el estudio y discusión de tres obras esenciales para el buen entendimiento desu labor poética y reflexiva. Nos referimos a La carta Athenagórica, La respuesta a SorFilotea de la Cruz y Primero Sueño. Debemos dejar claro que no presumimos de serexpertos en los trabajos de esta brillante mujer, pero sí de ser lectores atentos y curiososde lo que sucede en el mundo de la cultura, sobre todo cuando ésta es producto delquehacer de las mujeres, y más aún cuando se trata de una latinoamericana.Organizaremos nuestro trabajo entonces en torno a cuatro ejes temáticos:

1. El México de Sor Juana Inés de la Cruz.

2. La teología del silencio.

3. ¿Cómo se era mujer en el siglo XVII sin perder la cabeza?

4. La vigilia de los sueños

EL MÉXICO DE SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.

Veamos lo que dice Octavio Paz en su obra clave sobre Sor Juana, con relación al Méxicoque ella vio y al que tenemos hoy:

"En el siglo XVII Nueva España era una sociedad más fuerte, próspera y civilizada queNueva Inglaterra pero era una sociedad cerrada no sólo al exterior sino al porvenir.Mientras la democracia religiosa de Nueva Inglaterra se transformó, al finalizar el sigloXVIII, en la democracia política de los Estados Unidos, Nueva España, incapaz deresolver las contradicciones que llevaba en su seno, estalló y, en el siglo XIX, sedesmoronó. Con sus restos hemos construido nosotros, sus descendientes, los mexicanosmodernos, nuestra morada. El paso de la sociedad tradicional a la moderna se hizo en losEstados Unidos de un modo natural.: el puente fue el protestantismo. El dilema que sepresentó a los criollos mexicanos al otro día de la Independencia era tal vez insoluble: lacontinuidad condenaba a la nación a la inmovilidad y el cambio exigía la ruptura brutal, eldesgarramiento. Continuidad y cambio no eran términos complementarios como en losEstados Unidos sino antagónicos e irreconciliables. México cambió y ese cambio fue undesgarramiento: una herida que aún no se cierra"7.

¿De qué manera gravita la figura de Sor Juana Inés de la Cruz en esta historia que noscuenta Paz? Porque resulta que el siglo XVII es un siglo muy mal conocido en la historiade América Latina, y nuestro autor siempre ha tenido desacuerdos serios con loshistoriadores de su país por algunas de las afirmaciones que ha hecho, muy malsustentadas documentalmente. Esto, sin parar mientes en las valoraciones políticas oculturales, que no siempre podemos compartir.

Sin embargo su propuesta es útil, porque nos da una excusa para aproximarnos al mundode Sor Juana Inés de la Cruz en un momento de crisis importante para el desarrollo del

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imperio español.

Decíamos que el XVII en América Latina es un siglo que presenta problemas para serestudiado con propiedad, debido en gran parte a que, entre 1588 y 1660, es decir, entre elmomento de la destrucción de la armada española por los ingleses y los inicios de la crisisde las monarquías europeas, América se ha convertido en el botín por el que se desangranla mayoría de los mercaderes del momento y por supuesto sus monarcas. Entonces, lalarga crisis que en realidad es el Siglo de Oro en España, se traduce en un reforzamientode los controles peninsulares sobre sus colonias, lo que las convierte en caldo de cultivopara las rebeliones y los alzamientos, como sucedería en México hacia fines del XVII.

Es muy válida en consecuencia la reflexión que hace Paz sobre la distinta textura quetendría el siglo XVII para los latinoamericanos y los norteamericanos. Pero el costo dedicha reflexión es que se queda atorada en la comparación, y terminamos haciendo lahistoria de aquello por lo que somos diferentes y no la historia de nosotros mismos que esla nos interesa. Estaríamos atrapados en el lugar común en el que hemos estado porsiglos: apreciar nuestras grandezas y miserias a partir de las que tienen lugar en losEstados Unidos. En América Central por ejemplo, nuestra ignorancia del siglo XVII esbastante significativa.

Sor Juana Inés de la Cruz vino al mundo en un momento en que las cosas y los hombresestán cambiando mucho en América. Y los cambios no son el resultado directo de lo queestá aconteciendo en España, sino, en gran parte, producto de la riqueza y del progresoque se dejan sentir de forma diferencial en los distintos estratos de la sociedad mexicana.Los levantamientos que tienen lugar en la década de los noventa, son premonitorios delos que vendrán a todo lo largo del siglo XVIII no sólo en México, sino también en elresto de la América española.

Pero en Nueva España, la cultura, reflejo noble y crítico de los conflictos de los hombres,ha llegado a unas alturas, alcanzadas con dificultad en otras latitudes de esta América, queya se está hartando de la expoliación de que es víctima. No fue en vano que los centrosadministrativos y económicos del imperio español en América eran el foco de lasrevueltas que sacudían a todo el siglo XVIII, a partir de un cúmulo de fracasos yfrustraciones enardecidos desde la segunda parte del siglo XVII.

Eran años tristes y tormentosos aquellos de las postrimerías del siglo, puesto que en elNorte del país los indios se levantaban violentamente contra las misiones cristianas. Lospiratas en la costa hacían de las suyas, y los insurgentes en el interior y la capital generabancierto estado de inseguridad en los sectores sociales más poderosos de la sociedadmexicana. El tráfico de mercancías se vio afectado en serio, las carreteras fueron dejadas ala buena de Dios, por lo que permanecían enfangadas una buena parte del año, y lacarestía de los productos básicos hacían más virulentas las recurrentes protestas sociales.Los indígenas resucitaron algunas de sus viejas prácticas rituales de inmolación depersonas para conjurar la crisis8. El Virrey Conde de Galve, temiéndo por su vida,

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abandona el palacio, atropellado por la multitud, y se esconde en el convento de SanFrancisco. El 8 de junio de 1692, los edificios del Cabildo y del Archivo del Estado eranreducidos a cenizas por la multitud embravecida. La rebelión fue reprimida de maneracruel y violenta. "En el ardiente verano de ese año se podían ver diariamente flagelacionespúblicas, degollaciones, procesiones expiatorias, pasando frente a las iglesias cerradas. Lasenfermedades se propagaban, cortejos fúnebres interminables pululaban a través de laciudad, y muchos de los admiradores, amigos, hermanos conventuales y parientes de SorJuana, perecían. No era extraordinario que bajo tales impresiones, renunciara a todafruslería exterior; a sus estudios, joyas, figulinas, y regalos con los cuales la sociedadcortesana la había colmado; y aun al más amado consuelo de su celda, su quita pesares, esdecir, su biblioteca compuesta de 4000 volúmenes; sus instrumentos astronómicos ymusicales, todo eso lo entregó al obispo de México, para que lo vendiera y repartiera entrelos pobres el importe recolectado"9.

El siglo XVII en América plantea problemas de mucha monta al investigador de lahistoria de estas latitudes, porque es un siglo que es al mismo tiempo filtro y cristalizaciónde los mejores y peores elementos de la herencia española. El XVI es el de la fractura,aquel en el que el imperio español abre la enorme herida que aun hoy sigue siendo motivode amores y desamores para la investigación historiográfica latinoamericana másrevolucionaria. El XVIII es el de la larga crisis del poder monárquico y el ajuste decuentas por parte de una burguesía que no alcanza a reconocerse a sí misma. En eltránsito se ubica un barroco tardío, el latinoamericano, que es a la vez síntesis y expansiónde los aciertos del Siglo de Oro y de las premoniciones del siglo de las luces10.

Es que resulta muy complejo trabajar con los grandes haces de causas y efectos queintegran la textura histórica del siglo XVII. En él confluyeron las frustraciones, laviolencia y toda la brutalidad de la conquista y los inicios de la colonización. Para lapoblación indígena fue el momento en que tomó cuerpo la realidad de que su pérdida deindentidad era irreversible. A todo lo largo del siglo XVI la labor genocida fue tancompleta que casi podríamos calificarlo como el siglo de la "larga perplejidad". El colapsodemográfico y cultural fue tan completo que sería en el siglo XVII cuando emergeríancon timidez las primeras señales del desastre11. El XVIII fue el de la cosecha, el de lasgrandes rebeliones como la de Túpac Amaru en Perú en 178112.

La que sería la monja jerónima Sor Juana Inés de la Cruz entonces nacería en un siglo detransiciones, de procesos sincréticos y de mimesis cultural, tanto así que hoy más quenunca todavía lo estudiamos y tratamos de entenderlo, puesto que el siglo XX ha sido elde las grandes preguntas y también el de las grandes respuestas. Por eso es que hasta estesiglo la monja recibió toda la atención y el interés debidos a una intelectual de su talla13.

El siglo XVII es un siglo silencioso para las mujeres, es el momento en que vuelven aexperimentar las peores expresiones de la opresión masculina, cuando después delcapítulo renacentista, que parecía anunciar algún grado de flexibilización de preeminenciaracionalista, han de volver a la cocina, al fregadero y a la maternidad. En América la

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situación es más grave, porque al lado de la condición de ser mujer, las nuestras tuvieronque tolerar también la discriminación por su signo étnico, su procedencia social yeconómica, y sus actos de fe religiosa.

El intercambio atlántico, como lo llama la historiadora norteamericana Peggy Liss14,prueba en el caso de Sor Juana, que el cruce de influencias culturales, económicas ypolíticas, debe ser desagregado, según el buen decir de los economistas, porque de locontrario, podríamos vernos en el caso de afirmar con contundencia dogmática queNueva España no era una colonia, sino una especie de protectorado de la coronaespañola en esta parte de América15.

La conquista y colonización de los nuevos mundos, definieron a cabalidad el porte quetendría la relación entre Europa y las Américas. Resulta extemporáneo entonces que a raízde la investigación reciente alguien venga y nos diga que alguna de las colonias españolasen América, no fue concebida con dicho talante. Sin embargo, intentaremos comprenderla afirmación de Paz a la luz de que el sincretismo que detectamos en el siglo XVII,encuentra en una personalidad como la de Sor Juana Inés de la Cruz, el vehículo máslúcido del intercambio cultural que tiene lugar entre América y Europa, cuandoparadójicamente quienes hacen posible el mismo son las órdenes religiosas y algunoscuras rebeldes que encuentran espacio para recoger parte de la herencia que la revolucióncientífica en Europa transfiere a las Américas, la mayor parte de las veces víacontrabando16. Aún está por investigarse la envergedura real del "contrabandointelectual" que tuvo lugar hacia la América española durante el siglo XVII.

El siglo XVII en América española, en términos culturales, fue del predominio de loscuras. No sólo eran dueños de una porción decisiva de la riqueza que aquí se producía,sino que también eran los amos y señores de la cultura que aquí se generaba. Ellosdecidían qué estaba bien y qué estaba mal, en una sociedad para la cual tales cuestiones nocompetían sólo a la moral, sino también a la política y a la ideología en general, definidapor sus claros perfiles, no teológicos, sino de acuerdo con la religiosidad másconvencional, la de confesionario.

En la Nueva España del siglo XVII, las mujeres principales tienen un confesor privado,un consejero que cuida por la salud espiritual de aquellas vinculadas con los círculos másestrechos del poder colonial. Las materias del corazón y la cabeza, la razón y la pasión, nopodían ser dejadas al libre arbitrio de seres humanos considerados frágiles y vulnerablescomo las mujeres17. Estas divisiones afectivas y mentales, más bien establecidas por elpoder de los hombres, que por la naturaleza o la sociedad misma, aún con todas susmanías jerarquizadoras y discriminatorias, no pasaron desapercibidas para nuestra ilustremonja.

Era presuntuoso y arrogante hacer preguntas. La estructura del poder, con todas susramificaciones y sus instrumentos para el buen ejercicio de los hombres, no eracuestionable. La aceptación debía ser sumisa y silenciosa. Cuando a Sor Juana se le

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ocurrió hacer preguntas, terminó silenciada de la manera más tosca y brutal a que podíaacudirse en aquellos días, tratándose de una intelectual de sus quilates: se le prohibió leer yescribir18.

Pues bien, este será el eje de nuestra reflexión: la verdadera dimensión de ese hecho,prohibirle leer y escribir a una mujer sabia y talentosa, porque en algún momento, deforma irónica y velada, se le ocurrió cuestionar a la maquinaria del poder eclesiástico,controlado en esencia por hombres. Tres años después de tan infame decisión la mujermoría. Algunos dicen que se dejó contagiar por la peste. Otros que murió de sufrimientoy soledad; o tal vez debido a la peor de todas las enfermedades imaginables: el silencio.

LA TEOLOGÍA DEL SILENCIO.

Para empezar esta parte de nuestro ensayo, veamos lo que nos recuerda Octavio Paz: "Lateología tuvo en el siglo XVII la misma función polémica que las ideologías sociales ypolíticas en el siglo XX: la disputa por la interpretación de un pasaje de las escrituras era laforma en que se manifestaban los pleitos de intereses y las querellas de personas"19. Si laforma de conciencia social hegemónica en este siglo es el cristianismo, desprenderse deella, para ver desde afuera cómo funcionaba y qué fisuras tenía, era una tarea ingente paraquienes se atrevieran. Sor Juana Inés de la Cruz corrió el riesgo, y con su acción nos abrióun surco que todavía no acabamos de cruzar20.

La monja, antes que por cualquier otro interés, se veía atraída por los asuntos de la razón;era, en el más estricto sentido del término, una intelectual. La teología, en tanto que"corpus scientiarum" tenía que haberle llamado la atención, pues su curiosidad eraimbatible, en lo que concierne al poder de hacer las preguntas correctas. Ya lo decíamos,las mujeres no preguntan indicaban los inquisidores. Sobre todo después de que laContra-Reforma Católica las envió de nuevo a la cocina. Juana Ramírez, como se conocetambién a nuestra monja, ya que las mujeres acostumbraban utilizar el apellido de susmadres en el siglo XVII; o Juana de Asbaje por parte de padre, no tenía más opciones queel matrimonio o el convento, una oferta que la precoz adolecente atendería aregañadientes21. Como todo lo demás en su vida; más cuando se trataba de verdadesaprendidas y no siempre bien digeridas.

Su gran problema, en una sociedad de dureza jerárquica, con roles sociales bien asignadosy casi sin posibilidades de realización personal para las mujeres, era que se le ocurríaopinar y discutir sobre temas que nadie pensaba podían ser de interés femenino. Sabemosque aprendió a leer y escribir muy temprano; a los tres años dicen algunos de susbiógrafos como el padre Calleja22. "Estudiar era su religión" dicen otros23. Pero el estudioestaba reservado para los hombres y por lo tanto era considerado increíblementesubversivo en manos de las mujeres, cuando lo poco que lograron avanzar en elRenacimiento les fue arrebatado dizque para bien de ellas mismas.

Como fue educada y atendida en casa de un abuelo que tenía muchos libros, en un

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momento importante de su infancia, cuando sólo contaba con ocho años de edad, lasdisciplinas académicas, el latín, y otros esfuerzos del espíritu no le resultaron amargos. Supoesía se resiente de eso, de efectismo, de artificiocidad, tanto así, que algunos autores nola consideran en realidad una poeta24. Es que sus preocupaciones racionalistas no siempreencajan bien con las estructuras formales del gongorismo, el conceptismo o la complejapoesía de Góngora (1561-1627), Quevedo (1580-1645) o Lope de Vega (1562-1635).Reconocida como una discípula crítica de estos tres grandes poetas del barroco español,Sor Juana Inés se sirvió de sus enseñanzas estilísticas con el único propósito de expresarsus ideas más profundas sobre Dios, el hombre y la condición de las mujeres en sutiempo.

Se quejaba con frecuencia de que ni en el convento tenía paz para estudiar y escribir, enun medio que había llegado a volvérsele estrecho y asfixiante en virtud de su doblecondición de mujer e intelectual. Sus lamentos de que carecía de interlocutores que lapudieran igualar tal vez suenen presuntuosos y cargados de una vanidad intolerable, peroes muy cierto también que se la llegó a conocer en Europa mejor que en Nueva Españamisma, esa que Paz decía que no era una colonia sino un reino más de la corona española.

De tal manera que cuando la mujer polemiza, debate e ironiza sobre losconvencionalismos racionalistas de algunos prelados, que se suponían más iluminados einteligentes que ella, lo hace con la conciencia plena de que está sola, de que nadie, encaso de ser reprimida, como sucedería, estaría de su lado al final. Desde la más oscuracelda de su convento de las Carmelitas Descalzas primero, y de las Jerónimas después, SorJuana Inés de la Cruz supo que estaba sola.

La teología del silencio que se le aplicó a Sor Juana, nos hace recordar a Giordano Bruno(1548-1600), a Copérnico (1473-1543) y a Galileo (1564-1642), ejemplos superiores de laindependencia de pensamiento en un mundo controlado por la superstición y el cepo. Elsilencio del convento, elección libre hecha por la monja, no dejó de estar sujeto a losdespreciables avatares de la vida cotidiana. Pero los intentos del obispo de México porcallarla no tienen que ver tanto con los mecanismos operativos del poder estructurado,sino en el fondo con la misoginia que vertebra a la mayoría de las religiones estatuídas. Esdecir que el hecho de ser mujer, es una razón más para que el silencio produzca resultadostangibles cuando la iglesia pontifica sobre la condición sexual de las personas. Hasta esasprofundidades de pensamiento crítico se atrevió a llegar Sor Juana. No sólo en teoría sinotambién en la práctica, ya que, si es cierta su presunta homosexualidad, hizo saltar enpedazos la constitución moral y física de los muros de su convento y de su comunidadreligiosa25.

Nos encontraremos autores que la acusan de neurótica, de andrógina, de sufrir elcomplejo de castración, de irreverente, irrespestuosa e insolente, porque se le ocurrióexpresar su opinión sobre un tema, que desde nuestra perspectiva actual, nos parecebaladí e intrascendente26. Creemos más bien, que el nudo de la segregación a que fuesometida, no está en el tema mismo como en la persona a la que osó contradecir y

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corregir.

El célebre Padre Jesuíta Antonio Vieira (1608-1697), respetado en toda Europa como unaautoridad en el pensamiento teológico, confesor de la reina Cristina de Suecia, y uno delos más reputados oradores con que contaba la iglesia católica por aquellas fechas, seencontró de repente bajo la mira de una "humilde monjita" en el remoto Virreinato deNueva España, que se atrevía a corregir algunas de sus afirmaciones sobre ciertos padresde la iglesia prestigiados de intocables27. Lo curioso de esta historia, es que parece que elpadre Vieira no se dio cuenta del debate que habían suscitado sus sermones, y a la monjale publicaron sus reflexiones sobre los mismos sin su autorización28. Al fin y al cabo, estan evidente que los involucrados en la discusión tenían intereses muy concretos, que aveces nos resulta inaceptable la ingenuidad con que se maneja. Se trataba de silenciar a lamonja, y de ensalzar la autoridad indiscutida del jesuita.

Pero cuando una mujer tiene la osadía de reflexionar sobre el libre albedrío, todas lasfronteras de lo permitido y lo tolerado terminan violentadas y a esa persona debedevolvérsela al redil. Reclamar ese derecho ante Dios era todavía una mayor transgresióndel espacio concedido a una mujer, puesto que su condición psicológica nos decíanalgunos escritores, no le permite visualizar con claridad dónde está la diferencia entre bieny mal29.

En la célebre Carta atenagórica (digna de la sabiduría de Atenea-1690), notable crítica alos sermones del padre Vieira, no molesta tanto la agudeza, solidez y claridad con que sediscuten las tesis del respetado jesuita, sino el argumento de que el gran beneficio que lehace Dios al hombre, es darle libre elección sobre sus actos, y que, entre menos se sientasu presencia, es todavía mejor , puesto que así, le quedan al hombre todas lasposibilidades abiertas para la construcción personal de su destino30. Esas son algunas delas "finezas" de Dios.

Pero, como señalaba con mucha sabiduría el gran poesta inglés Robert Graves (1895-1985), algunas mujeres tienen la desgracia de ser portadoras de los tres grandes poderesde la divinidad: la inteligencia, la belleza y la soledad. El sentaba a Sor Juana al lado de dosde las grandes poetas-mujeres de la antigüedad: Safo de Lesbos (600-560 AC) y Liada deCorkaguiney, quienes se atrevieron a ser ellas mismas. Osaron elegir. El delito está en laelección, un tema que no se ha enfatizado con suficiente fuerza. Ni aún en el eruditotrabajo de Menéndez y Pelayo, muy preocupado por los aspectos formales de los trabajosde la monja, y por descubrir si era poeta o no. Lo mismo podemos decir de ensayossimilares de Gerardo Diego, el ilustre bardo de la generación del 27 en España, de AmadoNervo, de Xavier Villaurrutia, de José Gaos, y otros más que sería muy tedioso enumerara plenitud31.

Sor Juana Inés de la Cruz es una mujer sola, y su soledad es, triste paradoja, el medio enque se desenvuelve como poeta de la inteligencia, en que sufre, llora, se autocritica y seresiente de ser objeto de tantas atenciones banales y de circunstancia. Algunos ensayistas

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insisten en que su poesía sigue teniendo una gran vigencia en el presente. No estamosmuy seguros de eso, pero sí hay algo en que a los historiadores nos resulta muy útil, y esdebido a su potencia para explicarnos las circunstancias en que vive la monja. ParaMenéndez y Pelayo Sor Juana es una poeta mediocre (comentario muy discutible), de unamediocridad que el historiador de hoy encuentra valiosa porque, si está interesado enciertos aspectos de la cotidianidad del siglo XVII, un siglo difícil como hemos anotadovarias veces, en el lenguaje y los temas de su poesía hallará testimonio cierto de laspreocupaciones de una mujer encerrada, con su inmensa soledad entre las cuatro paredesde un convento en el que se suponía se enclaustraban para atemperar aquella. "Historiar"esa soledad es en realidad la difícil tarea que le espera al historiador, no tanto medir lascualidades literarias de la obra de Sor Juana, algo que ya demostró con amplitud OctavioPaz.

La soledad conduce al sueño, a la ensoñación, y al final, a la toma de conciencia de que seestá en total desventaja frente al poder estructurado de la sociedad colonial, una sociedaden que los mecanismos opresores de la ideología tienen una potencia tan bien articuladaque con dificultad podemos ignorar en el momento de hablar y reflexionar sobre elcolonialismo y el imperialismo, como objetos de estudio historiográfico. A este respectoOctavio Paz anota: "Su suerte de escritora castigada (la de Sor Juana) por preladosseguros de la verdad de sus opiniones nos recuerda a nosotros hombres del siglo XX, eldestino del intelectual libre en sociedades dominadas por una ortodoxia y regidas por unaburocracia"32

¿Cómo se era mujer en el siglo XVII sin perder la cabeza?

En el siglo XVII, para tener intereses académicos y realizar alguna obra de valor, unamujer tenía que asumir roles masculinos. Pero ya vimos, en un ensayo anterior publicadoen esta misma revista, que a la reina Isabel I de Inglaterra no le fue muy bien tampoco enese sentido, pues incluso en el lenguaje cotidiano las personas, los varones sobre todo,tenían problemas para definir a la reina-rey que los gobernaba. Y veremos más adelante,que también con el reinado de Victoria (ESCÁNER CULTURAL No.24), así comosucedió con Hashepsut hace miles de años en el antiguo Egipto (ESCÁNERCULTURAL No. 23), las mujeres tenían que cortarse el pelo, verstirse como varones,hablar como ellos, y razonar como tales.

La extraordinaria Virginia Woolf (1882-1941) con su novela Orlando (1928) sistematizó laambigüedad desconcertante que nos produce la androginia de ciertas personas vinculadascon la cultura y el poder en Occidente33. La Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (1691)(publicada después de muerta la monja-en 1700), constituye una larga reflexiónautobiográfica sobre los comentarios que el obispo Manuel Fernández de Santa Cruz (SorFilotea) le hiciera después de la publicación de la Carta atenagórica, y recoje asímismo losmás íntimos momentos de análisis sobre lo que significaba para Sor Juana la tareaintelectual34. Hay en ella una aguda y sostenida argumentación sobre el derecho de lasmujeres a ser educadas, sin que por ello se deba perder la identidad sexual, pero parece

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que el ejercicio constante de las presiones del poder, representado por diversos figuronesdel catolicismo mexicano, hicieron su mella en la voluntad de la monja, y de ahí emergenuna serie de contradicciones de suma importancia para entender sus reales intenciones,como intelectual y como mujer.

Sus nutridas referencias a mujeres brillantes de la historia (Hipatia entre muchas otras) noconstituyen el despliegue erudito de alguien que busca un espacio para respirar en laacademia, sino que son el ejemplo arriesgado de una mujer que se ha atrevido a opinarsobre materias consideradas privativas de los hombres. A Sor Juana se le llama la atenciónporque lee y reflexiona mucho sobre asuntos profanos, y muy poco sobre temas sagrados,pero es evidente la contradicción cuando al atreverse a hacerlo sólo se buscó silenciarla.

La cruenta mordacidad que la monja tuvo que enfrentar de parte de las más altasautoridades eclesiásticas mejicanas, refleja una misoginia visceral que es fácil rastrear enlos más sublimes testimonios bíblicos. Esto en realidad no sorprende si pensamos que lasuperioridad del intelecto de Sor Juana no es el resultado de su estricta disciplina deestudio, sino de una condición natural ineludible que desconcierta a prelados hambrientosde creer que la inteligencia es el véctor fálico de la creación de Dios.

Junto al esfuerzo escandaloso que tuvieron que hacer algunas de las otras mujeres ligadascon Sor Juana, el rastreo mítico que elabora la monja cumple el propósito deejemplicarnos cuál es el futuro que les espera en un mundo articulado para que lossilencios sean más amplios que las sonoridades de la sabiduría. Su madre analfabeta, capazde hacerse cargo de la hacienda que le dejara su esposo, y al frente de la educación y elcuidado de seis hijos ilegítimos todos, le permiten a la monja percatarse de que las laboresde la inteligencia y del espíritu irán aparejadas de manera inevitable con los tiestos de lacocina, el tejido de los vestidos y las vanidades personales. De tal forma que, entre elconvento, el concubinato, la prostitución y el matrimonio las opciones primera y últimareflejan las verdaderas proporciones de la soledad ciclópea en que las mujeres sedesenvuelven.

Ellas viven, como nadie más, las profundidades más asertivas del poder, porque sucondición social y sexual particular las obliga a los manejos derechos algunas veces y muyretorcidos otras, para sobrevivir su perenne estado de "necesidad". Así lo expone GerdaLerner en su maravilloso trabajo: "La sociedad humana se divide en dos sexos: el varón,racional, fuerte, que tiene la capacidad de procrear, con un alma y apto para gobernar; y lamujer, pasional e incapaz de controlar sus apetitos, débil, que sólo aporta la materia en elproceso de procreación, sin alma y destinada a ser gobernada. Y puesto que así son lascosas, la dominación de unos hombres sobre otros queda justificada si se les atribuye a losúltimos las mismas cualidades que a la mujer"35.

A todo lo largo de la historia entonces, es condición básica de la explotación tener ydesarrollar cualidades de mujer. Tanto los esclavos de la antigüedad clásica, como lostrabajadores del capitalismo industrial, han tenido que ser débiles, irracionales, y

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destinados a ser gobernados. Así lo indicaban con lúcida claridad Aristóteles (384-322AC) y Jeremy Bentham (1748-1832). Habría que anotar bajo esa luz que Octavio Pazolvidó mencionarnos que Sor Juana Inés es la primera mujer en la edad moderna que seatrevió a reflexionar sobre esa "debilidad"(social) particular de todos los seres humanosbajo las mismas condiciones de opresión36.

El amor por el conocimiento y los amplios afanes académicos de Sor Juana la hacen uncaso excepcional en la historia occidental, porque en la Respuesta ella nos deja ver junto asus preocupaciones temáticas, sus disquisiciones metodológicas, teóricas e instrumentalespara la construcción de ese mismo conocimiento que tanto la afanaba. Recordemos quecuando se le prohíbe estudiar, este también un caso único en la historia intelectual deOccidente, ella decide deshacerse hasta de sus instrumentos científicos y matemáticos.Las cuestiones prácticas no le eran ajenas y en su defecto la simple observación metódicale salvó el trance.

Son muchas las mujeres que ella menciona, dignas representantes de la historia intelectualque nos insinúa. Por otro lado, nos deja entrever, el oprimido por asuntos de conciencia,a la larga, no sufre opresión por la sola y objetiva razón de su sexo, sino, y ésta es una delas grandes ironías del poder, por la forma en que el "otro" lo percibe. Si te percibencomo diferente eres fácil víctima de quienes ejercen el poder, porque la diferencia puedeser un elemento subversivo al interior de estructuras que fueron concebidas para lapermanencia y la homogeneidad. Y el gran atrevimiento de Sor Juana fue demostrar quenada es permanente en lo que concierne al poder.

Sor Juana trató de sostener una vida conventual regular y rutinaria, proyecto difícil en unacomunidad tan cerrada y donde su celda era una especie de academia, a la que asistíanconstantemente sus compañeras para consultarla sobre todo tipo de materia. Cuando alos diecisiete años fue sometida a una especie de confrontación ante varios académicos,especialistas en las más diversas disciplinas, el prestigio de la monja creció tanto que, aúnen Europa, aquellos maestros con los que sostenía una correspondencia importante, noacabaron de asombrarse y de preguntarse cómo hacía para tener tal nivel de desarrollointelectual en un medio tan limitado y lleno de mutilaciones.

El volumen de correspondencia que Sor Juana sostiene con los académicos europeos essorprendente porque es premonitorio y muy moderno37. Uno de los elementos másnotables que nos trae consigo la revolución científica en Europa, es haber abierto laposibilidad del intercambio y de la socialización de los descubrimientos, de las lecturas, delas publicaciones, corriente sobre la cual Sor Juana cabalga con solvencia y autoridad.Ignoramos si fueron algunas de las virreinas, supuestas amantes suyas, quienes lefacilitaron esos libros, o los instrumentos de los cuales hace tanto alarde, pero de lo que síestamos ciertos es que nadie en América tenía contactos académicos de tales alcances.Para mayor abundamiento, nos resulta irrelevante la sexualidad de la monja, puesto que,tratar de explicar su sabiduría y sus contradicciones, a partir de sus opciones de alcoba eshacerse eco de un tipo de psicología que lo quiere deducir todo desde las pulsaciones de

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la entrepierna. Los errores que se han cometido con este tipo de óptica nos han llevado aponer el énfasis más en la misoginia del obispo de México (que no debe ser subestimada),antes que en la amplitud y profundidad de la estructura de poder que el hombrerepresenta. Sin que haya posibilidad de que ambas órbitas de análisis sean factibles, nosparece que la figura de Sor Juana es tan rica y tan compleja, que puede resultar degradanteprivilegiar uno de los dos tipos de enfoque.

Compartimos con Paz la aseveración de que la actitud de la mujer está repleta decontradicciones, pero también suponemos que la tirantez de su escenario no dejabaespacio más que para sobrevivir escamoteándo, hoy sí mañana no, los embates del poderde la iglesia. Es muy posmoderno criticarla, pero a la larga las conclusiones sonahistóricas. Lo mismo se desprende de llamarla "la primera feminista de América"38.

Puede resultarnos inevitable hablar de un "baile de disfraces" cuando se trata de larelación epistolar que mantuvieron Sor Juana y el obispo Santa Cruz, del movimientopendular de pesos y contra pesos entre uno y otro protagonista, pero no olvidemos que esella quien está intentando mantener su cordura y al menos sobrevivir, puesto que elobispo, junto al de México Aguiar y Seixas, o al confesor de la monja Núñez de Mirandaintegraron una máquina de chantaje ideológico tan efectiva y sádica que al final no lequedó a ella más que ceder39. Sorprende en todo lo que vale su valentía y coraje paramantenerse incólume hasta el final Si eso es feminismo no vemos ningún problema enllamarlo de esa manera, a pesar de los escrúpulos nominalistas de Paz que no enfrentan elverdadero meollo de la cuestión: la modernidad que nos hereda Sor Juana, no tanto consus escritos como con su actitud. El es muy prudente para reconocerle a la monja dicholegado. Nosotros, que lo somos menos, nos vemos tentados a hablar de mitificación y dela leyenda de Sor Juana, porque resulta que la modernidad hizo posible eso, laencarnación de las leyendas, y tal vez, sólo tal vez, la monja pudiera haber sido laprimera40. De hecho es el Renacimiento, la modernidad, el que descubre a Juana de Arco(1412-1431) , por ejemplo. En la Edad Media, como nos sugiere el historiador francés LeGoff, el asunto de las encarnaciones no es posible porque el cielo y la tierra estánseparados41. O se es un santo, o un hombre. No hay término medio ni mucho menos unasíntesis entre ambos componentes. La modernidad, y sobre todo la Reforma, los acercó ehizo posibles las encarnaciones de uno en el otro. La Contra-Reforma visualizó éstocomo una herejía y acusó a sus promotores de heréticos y terminó quemándolos en lahoguera. Sor Juana sabía bien que si se atrevía a sostener que el mismo interés merecían laliteratura profana que la sagrada, corría el riesgo de que la visitara la Inquisición. Elpapado era el único enlace posible entre ambos mundos. La soledad de Sor Juana bajoesta luz no sorprende entonces.

Al haberse atrevido a merodear los espacios entre el mundo celestial y el mundo de lacarne, la monja tuvo que enfrentar también la rabia de aquellos que se sintieron asaltados,usurpados en su legítimo derecho de proteger tales predios. Los prelados a quienes aquíhemos mencionado tantas veces, no eran sólo hombres llenos de lacras y prejuicios queasombran42, sino también hombres políticos, dispuestos a todo por proteger su cuota de

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poder económico, social, político y cultural, en un mundo tan bien jerarquizado que si eranecesario aplastar a la monja para impedir que la enfermedad se extendiera, ella estabasegura de que así sucedería. Sólo la salvó en parte su precaria relación con ese mismopoder, que la toleró por su investidura y por su inteligencia. Así se nos permite hablar deuna derrota y no de una conversión por parte de ella.

LA VIGILIA DE LOS SUEÑOS.

Sostenemos que Primero sueño es tal vez la primera utopía jamás formulada en el NuevoMundo43. Las distintas aproximaciones exegéticas que este largo y complejo poema haprovocado de parte de una miríada de distintos autores, mexicanos y extranjeros, muestracon amplitud el interés que la pieza despierta todavía44. Tanta atracción no viene de losvalores estéticos o estilísticos que pudiera tener, sino a decir verdad, de los problemas queplantea, su tratamiento de la naturaleza, de la historia humana, y de las aspiraciones queportan en sus corazones los hombres y las mujeres de Occidente.

Primero sueño es una obra escrita con toda la intención de seguir las enseñanzas ydescubrimientos formales de Luis de Góngora y Argote, el gran creador del culteranismobarroco español. Anotemos que la poesía de este último es compleja, rica y exultante decolores, temas y formas. Pero es oscura, es de difícil lectura y requiere de parte del lectorcierto nivel de cultura literaria, mitológica, iconográfica e histórica. Sor Juana Inés sesirvió de estas pistas trazadas por Don Luis de Góngora, y alcanzó a soñar la fuerzaindescriptible de la soledad humana en el universo. Primero sueño es una obra compuestade cinco partes: la media noche, el dormir, el sueño, el despertar y el amanecer. "Se tratade una composición de una simetría perfecta en torno a un centro: en los extremos, lamedia noche y el amanecer; el dormir y el despertar, entre los extremos y el centro; enéste, el sueño. Esta estructura resulta reforzada por el número de versos de las cincopartes: 150 la noche, 115 el dormir, 560 el sueño; 59 el depertar; 89 el amanecer. Lasdescripciones de la noche y del dormir son, sobre poco más o menos, dobles de largasque las del amanecer y del despertar, respectivamente; pero la de la noche guarda con ladel amanecer una proporción muy cercana a la del dormir con la del despertar".

"Pero la simetría no es meramente cuantitativa. Es, además, de la siguiente índolecualitativa o espiritual por los temas: en los extremos, los procesos y fenómenos físicosdel conticino y el amanecer; entre los extremos y el centro, los procesos fisiológicos deldormir y del despertar; en el centro, el proceso psíquico y espiritual del sueño. Pero lasimetría de la composición entraña aún otras más sutiles que se destacan al adentrarse porla textura íntima y móvil del poema"45.

Octavio Paz resume el tema principal del poema de esta manera: "En Primero sueño noscuenta cómo, mientras dormía el cuerpo, el alma ascendió a la esfera superior; allá tuvouna visión de tal modo intensa, vasta y luminosa, que la deslumbró y la cegó; repuesta desu ofuscamiento, quiso subir de nuevo, ahora peldaño por peldaño, pero no pudo;cuando dudaba sobre qué otro camino tomar, salió el Sol y el cuerpo despertó. El poema

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es el relato de una visión espiritual que termina en una no-visión. Esta segunda ruptura dela tradición es todavía más grave y radical" 46.

En su ensayo de exégesis Paz logra uno de los balances más lúcidos del célebre poema dela monja 47, y nos permitió una reconstrucción de sus fuentes, lecturas e influencias comopocos autores han logrado. Con él nos asombramos también de la enorme masa deconocimiento que Sor Juana había logrado acumular a lo largo de muchos, silenciosos ydisciplinados años de estudio.

Esa clase de saber no lo daba la religión, y su búsqueda llevó a Sor Juana a tocar puntosde una excepcional sensibilidad académica. Por lo que el poema parece estructurado sobrela plataforma de un conjunto de influencias distintas, tan bien articuladas que lo que nossorprende no es tanto el enorme e incuestionable saber y la solicitud con que la monja lodispone, sino su extraordinaria lucidez plástica, verbal e intelectual para componerlo conautores que, en manos de otras personas menos bien relacionadas con el poder que ella,hubieran provocado las iras de la Inquisición.

El sueño en este poema no es simplemente una excusa para insinuar otras cosas, porquesi algo tiene la poesía de Sor Juana, es su tersa y luminosa franqueza; se trata en realidad,de un poema en el que todo el corpus teórico del saber existente hasta ese momento, essintetizado y transmitido como una reflexión general sobre las posibilidades de una vidaespiritual superior.

Hay diferentes vías de acceso a esa vida espiritual, y las mismas deben ser delucidadas consuficiente precisión como para que los hombres y mujeres que se propongan llegar a ella,encuentren también las formas de solucionar su propia historia. Es extraordinario, porqueal mismo tiempo que la poeta nos está planteando, a través de su magnífica erudición, losrecursos de que dispone la ciencia para el engrandecimiento de los hombres, a éstos se lesinvita a que participen en la reconstrucción de su historia, en una odisea de avances yretrocesos hacia la mayor de las glorias posibles: el saber48.

Se trata entonces de establecer los conductos mediante los cuales ese saber va a serconstruido. Los viajes espirituales, viajes del alma o viajes astronómicos eran frecuentesen los trabajos de algunos eruditos hacia finales de la Edad Media49. Por lo tanto, esoportuno anotar que Sor Juana, muy vulnerable a este tipo de conocimiento, estuvotambién bajo la influencia del pensamiento hermético de creadores como Kircher,Teodidacto, Macrobio y otros. Ella acude a un haz muy rico de imágenes mediante lascuales se compone un recuento de mitos, leyendas, historias y fábulas en las que siempreestará presente el afán de conocimiento50.

Como toda utopía que se precie de tal, Primero sueño fue diseñado a partir de lospedazos de información que ofrece la realidad. Cada uno de sus pedazos a su vez tieneuna procedencia hermética, científica o práctica. Sor Juana los recoge uno a uno y lograarmar un "sueño" dentro del que todo es posible. Por eso es fácil sostener que en él seencuentran reunidos todos los grandes pensadores a los que tuvo acceso la monja, y con

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un propósito racional, mal calificado de arrogante por algunos críticos posteriores, ellarealiza la síntesis de la manera que le resulta útil para exponer sus pensamientos másprofundos. Se creía que las mujeres eran incapaces de estructuraciones argumentaleslógicas y dialécticas. Sostenían algunos que ellas únicamente alcanzaban a llegar alrazonamiento descriptivo, jamás al inferencial51.

Si Hipatia fue la primera mujer en destacar en ciencias exactas y naturales, y sus aportesaún se discuten para comprender el desarrollo del pensamiento matemático alejandrino ymedieval, Sor Juana surge de igual forma como una mujer cuyas contribuciones seminalesal pensamiento utópico aún no alcanzamos a entender del todo. Porque ella nos heredaun problema: la tangibilidad eventual de los sueños poéticos. Esta clase de onirismo líricotiende puentes con poetas contemporáneos como Rilke (1875-1926) o Eliot (1888-1965),quienes escribieron páginas de gran belleza sobre los "sueños", como hiciera Sor Juanahace tres siglos.

Descubrirnos la capacidad de ensoñación, de permitirnos rozar la piel de la utopía sonelementos que hacen de Sor Juana una puerta, como hemos venido argumentando, haciala modernidad. A partir del momento en que nos fijamos en la realidad natural y social,surgen las utopías, no antes. Esto es muy moderno, y lo es más el gran acontecimiento desoñar con la experimentación entre las manos: ahí están Newton (1642-1727) y Einstein(1879-1955) para probarlo.

La utopía que nos propone Sor Juana es aquella que yace en el umbral de la modernidad:es posible conquistar la vida, el mundo, los sueños, sólo con disponer de la sabiduríasuficiente para emprender el camino, a pesar de los obstáculos que el mundo físico yespiritual puedan ofrecernos. Es moderno creer en el poder casi absoluto de la razón,también lo es la nostalgia y la melancolía que produce el extrañamiento de los sueñoscuando éstos han estado a nuestro alcance, y nuestra propia estupidez hace que seevaporen. Con ese propósito en mente, Sor Juana acudió a todos los recursos disponiblesen su época, y por ello, por atreverse a soñar, terminó derrotada, no en realidadconvertida como muchos hubieran querido. La conversión hubiera tenido sabor adefección, a traición de sus ideales, convicciones y esperanzas más entrañables. Y lautopía de Primero sueño no se hubiera dado en ninguna otra parte del planeta. EnAmérica tenía que ser.

BALANCE FINAL.

El ejemplo de Sor Juana Inés de la Cruz es un caso clásico en la historia de las mujeresoccidentales. En América Latina ella representa el más consumado símbolo de la libertadde pensamiento y de los afanes por conservarla. Entre otras grandes como Flora Tristán,Manuelita Sáenz, Rigoberta Menchú, Eunice Odio y Yolanda Oreamuno, Sor Juanarecoge los más ennoblecidos intentos por conservar la vida, física y espiritual, en mediossociales, culturales y políticos controlados por hombres dispuestos a todo por impedirque ellas desarrollen la imaginación suficiente para remontar y atacar las estructuras en las

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que ellos por su parte se apoyan.

Decía Graves que la soledad de las mujeres intelectuales y artistas es mayor porque ellascarecen de las musas que inspiran a los hombres. Ellas son mujeres y musas al mismotiempo, lo que imposibilita una inspiración asexuada52. Por eso mismo, la capacidad deformulación utópica de parte de las mujeres es mayor y más fértil que en el caso de loshombres, ya que está matizada con los dispositivos de una imaginación elaborada desde laopresión, el sarcasmo y la humillación masculinas.

La soledad que uno detecta en la historia de Sor Juana, está habitada por los percances delaislamiento que se gesta en el convento. Sus desacuerdos con los prelados a quienes aquíhemos mencionado tantas veces, parecieran haber sido necesarios para que tal soledadtuviera sentido, para que sus enfrentamientos con el poder alcanzaran la expresividadnecesaria que los convertirían eventualmente en una herencia cierta y aleccionadora.

Cuando la monja murió muchos se abalanzaron a hurgar en los despojos de su celda delconvento de las jerónimas con las que había convivido durante tantos años. Tal vez no ala caza de símbolos divinos dignos de adoración eterna, sino más bien en búsqueda delterror que hubiera quedado en esa celda ante las muchas amenazas que sufrió la monja envida, de parte del poder eclesiástico. Algo similar le sucedió al obispo de México, pero ensu caso lo que se buscaba eran rastros al menos de las riquezas que había acumulado consu célebre prurito "limosneril" como lo llama Paz53. Aparentemente el hombre vivíaobsesionado con acumular "caridades", las que parece invirtió muy bien.

Sor Juana es una monja, una mujer, una intelectual que vivió gran parte de su vida llena demiedo. El poder de la iglesia estaba tan bien orquestado que todo tipo de disidencia erafácilemnte detectado y destruido. Lo admirable de la historia de esta mujer es que duranteun buen período fue capaz de jugar con las sinuosidades de la represión, hasta quefinalmente fue sometida, jamás convertida. Su historia en realidad, es la de muchaspersonas que por sus opciones sexuales, su condición social o étnica, terminan aplastadospor una maquinaria que no ceja un según en perseguir y aniquilar, a quien se le ocurrahacer de su "diferencia" algo atractivo o digno de ser elegido. En este sentido, el siglo XXtodavía tiene mucho que aprender del siglo XVII.

CITAS.

1 "Semblanza de Sor Juana Inés de la Cruz". En THE SOR JUANA INES DE LA CRUZPROJECT (http://www. dartmouth. Edu/¨sorjuana/). P. 2. (De ahora en adelante THE

PROJECT).

2 PAZ, Octavio. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ O LAS TRAMPAS DE LA FE. (Barcelona:Seix-Barral. 1988). 656 páginas.

3 Idem. "Homenaje a Sor Juana Inés de la Cruz en su tercer centenario (1651-1695)". Revista SUR(No. 206. París, Diciembre de 1951) Pp. 29-40. En THE PROJECT.

4 PALOMO VÁZQUEZ, María del Pilar. " La poesía y la novela en la época barroca". En

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MENÉNDEZ PIDAL, Ramón (Editor). HISTORIA DE LA CULTURA ESPAÑOLA. EL SIGLODEL QUIJOTE.1580-1680. (Madrid: ESPASA. 1996) Capítulo IV. Tomo II. P. 444.

5 ABREU GÓMEZ, Ermilo. Op. Loc. Cit.

6 Idem. Loc. Cit.

7 PAZ, Octavio. Op. Cit. 1988. P. 67.

8 VOSSLER, Karl. "La décima musa de México".(1936). En THE PROJECT. Op. Loc. Cit.

9 Idem. Loc. Cit.

10 FUENTES, Carlos. EL ESPEJO ENTERRADO (México: Fondo de Cultura Económica. 1992)Capítulos VIII y IX.

11 KONETZKE, Richard. AMÉRICA LATINA. LA ÉPOCA COLONIAL. (México: Siglo XXIeditores. 1971) Tomo 22 de la colección HISTORIA UNIVERSAL SIGLO XXI. Capítulo 4.

12 VALCÁRCEL, Daniel. LA REBELIÓN DE TÚPAC AMARU. (México: Fondo de CulturaEconómica. 1996. La edición original es de 1947) Capítulo 1.

13 HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro. "Sor Juana Inés de la Cruz". En ENSAYOS (San José, CostaRica, España: Colección Archivos.) Vol. 35. Pp. 296-315.

14 ATLANTIC EMPIRES. THE NETWORK OF TRADE AND REVOLUTION. 1713-1826.(The John Hopkins University Press. Baltimore. 1983) Capítulo VII.

15 PAZ, Octavio. Op. Cit. 1986. "Nueva España era otro de los reinos sometidos a la corona, enteoría igual a los reinos de Castilla, Aragón, Navarra o León". P.28.

16 HALL, Albert Rupert. THE REVOLUTION IN SCIENCE. 1500-1750 (Londres: LongmanGroup Limited. 1983). Capítulo 8.

17 FRANCO, Jean. HISTORIA DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA (Barcelona:Ariel. 1986) Pp. 27-35.

18 FUENTES, Carlos. Op. Loc. Cit.

19 PAZ, Octavio. Op. Cit. 1988. P. 84.

20 Así lo decíamos en una conferencia nuestra reciente, titulada: DESDE LA MANIGUA. LAINMENSIDAD DE LA ESPERANZA EN AMÉRICA LATINA. CONFERENCIAINAUGURAL. ENCUENTRO REPERTORIO AMERICANO Y LAS REVISTAS

CULTURALES. HOMENAJE A JOAQUÍN GARCÍA MONGE. (Universidad Nacional, Heredia,Costa Rica. Octubre de 1999). P. 1.

21 HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro. Op. Loc. Cit.

22 Citado por PAZ, Octavio. 1988. Op. Cit. Varias páginas..

23 HENRÍQUEZ UREÑA, Pedro. Loc. Cit.

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24 Idem. Loc. Cit.

25 FUENTES, Carlos. Op. Cit. P. 215.

26 PFANDL, Ludwig. DIE ZEHTE MUSE VON MEXICO. JUANA INÉS DE LA CRUZ. IHRLEBEN, IHRE DICHTUNG. IHRE PSYCHE. (Munich. 1942). Capítulo V. P. 5.

27 RICARD, Robert. "Antonio Vieira y Sor Juana Inés de la Cruz". REVISTA DE INDIAS. Vol.11. Nos. 43-44. Enero-Junio de 1951. Pp. 61-87. En THE PROJECT. Loc. Cit.

28 Idem. Loc. Cit.

29 PFANDL, Ludwig. Loc. Cit.

30 DE LA CRUZ, Sor Juana Inés. "Carta atenagórica". En OBRAS COMPLETAS. (México:Editorial Porrúa. 1997) Pp. 811-827.

31 Le sugerimos al lector continuar sus estudios con el valioso banco de datos que aquí hemosvenido citando como THE PROJECT, donde encontrará referencias a los autores mencionados y

sus ensayos.

32 PAZ, Octavio. 1988. Op. Cit. P. 629.

33 WOOLF, Virginia. ORLANDO (Barcelona: Lumen. 1994).

34 DE LA CRUZ, Sor Juana Inés de. "Respuesta a Sor Filotea de la Cruz". En OBRASCOMPLETAS. Pp. 827-848.

35 LERNER, Gerda. THE CREATION OF PATRIARCHY (Oxford University Press. 1986) P.305.

36 PAZ, Octavio. 1988. Op. Cit. Pp. 628-631.

37 BALLÓN AGUIRRE, Enrique. "Los corresponsales peruanos de Sor Juana". En LEXIS 21, no.2 (1997) : Pp. 273-325.

38 BEGGS, Donald. "Sor Juana's Feminism: From Aristotle to Irigaray". En HYPATHIA'SDAUGHTERS: FIFTEEN HUNDRED YEARS OF WOMEN PHILOSOPHERS. Editado por

LÓPEZ MACALISTER, Linda. (Bloomington. Indiana University Press. 1996) Pp. 108-127.SCHONS, Dorothy. "Some obscure points in the life of Sor Juana Inés de la Cruz". MODERN

PHILOLOGY. Vol. 24. 1926. En THE PROJECT. Loc. Cit. Véanse las críticas que hace PAZ a estetipo de interpretaciones en 1988. Op. Cit. P. 628.

39 BRESCIA, Pablo A. J. "Sor Juana y el padre Vieira: un baile de disfraces". En NUEVOSTERRITORIOS DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA. Universidad de Buenos Aires.

1997. Pp. 34-47.

40 BENASSY-BERLING, Marie-Cecile. "La mitificación de Sor Juana Inés de la Cruz en el mundohispánico (finales del siglo XVI-principios del siglo XVIII)". En REVISTA DE INDIAS 55, no. 205

(Setiembre-Diciembre de 1995) Pp. 541-550.

41 LE GOFF, Jacques. LOS INTELECTUALES EN LA EDAD MEDIA (Barcelona: Gedisa.

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1986) Pp.115-153.

42 PAZ, Octavio. 1988. Op. Cit. Pp. 606-607.

43 DE LA CRUZ, Sor Juana Inés de. El Sueño. En OBRAS COMPLETAS. Pp. 183-201.

44 GAOS, José. "El sueño de un sueño". HISTORIA MEXICANA 10. No. 1 (julio-setiembre de1960). Pp. 54-71. En THE PROJECT. Loc. Cit.

45 Idem. Loc. Cit.

46 PAZ, Octavio. 1988. Op. Cit. P.482.

47 Idem. Loc. Cit.

48 CRUZ, Jacqueline. "Estrategias de ocultación y autoafirmación en El sueño de Sor Juana".REVISTA CANADIENSE DE ESTUDIOS HISPÁNICOS 19, No. 3 (Primavera de 1995) Pp. 533-

541.

49 LE GOFF, Jacques. Op. Loc. Cit.

50 PASTOR, Beatriz. "Del círculo a la espiral: claves del pensamiento utópico en la obra de SorJuana". ANALES DE LITERATURA HISPANOAMERICANA, No. 24 (1995) Pp. 91-129.

51 RUILOBA, Rafael. "Sor Juana Inés de la Cruz, ingrata, indómita y engreída o la batalla entre elsaber y el poder". En REVISTA CULTURAL LOTERÍA. No. 407 (mayo-junio-julio de 1996) Pp.

20-43.

52 GRAVES, Robert. Op. Loc. Cit.

53 PAZ, Octavio. 1988. Op. Cit. Pp. 529 y ss.

Rodrigo Quesada Monge (1952), historiador costarricense con publicaciones en varias revistas deAmérica Latina. Tiene nueve libros sobre la historia económica, social y cultural de América Central

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