esa ultima semana

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    ESA ÚLTIMA SEMANA

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    Portada de la primera edición

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    COMISIÓN NACIONAL PARA CONMEMORAR EL 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO

    DEL DICTADOR RAFAEL L. TRUJILLO

    MIEMBROS

    LIC. LUIS MANUEL BONETTIMinistro Administrativo de la Presidencia

    LIC. JOSEFINA PIMENTELMinistra de Educación

    LIC. JOSÉ R AFAEL LANTIGUAMinistro de Cultura

    LIC. JUAN DANIEL BALCÁCER Presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias

    LIC. R AFAEL PÉREZ MODESTOSecretario de Estado, Gerente General Comisión Nacional

    de Seguridad Social

    DR . EDUARDO DÍAZ DÍAZPresidente de la Fundación 30 de Mayo

    DR . ANULFO R EYES

    Presidente de la Federación de Fundaciones PatrióticasDR . FRANK  MOYA PONS

    Presidente de la Academia Dominicana de la Historia

    Mayor GeneralAntonio Imbert Barrera , Héroe Nacional

    Lic. Luis Manuel Pellerano Amiama 

    Sra. Lindín González Vda. Tejeda 

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    ESA ÚLTIMA SEMANAVol. VII

    Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de Trujillo

    Santo Domingo, República Dominicana2012

    ANNE C. R EID CABRAL

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    Título de la publicación:Esa última semana 

    Autora:Anne C. Reid Cabral

    Primera Edición:Intergrafic S. A., 2002

    Segunda Edición:Colección 50 Aniversario del Ajusticiamiento de TrujilloComisión Permanente de Efemérides Patrias, 2012Volumen VII

    Cuidado de la segunda edición:Luis Fernández

    Diagramación de la primera edición:Lucía Amelia Cabral

    Ilustración de portada de la primera edición:Juan B. Vicini Lluberes

    Composición y diagramación de la segunda edición:Eric Simó

    Diseño de cubierta de la segunda edición:Roberto Tejada 

    ISBN: 978-9945-462-47-0

    Impresión:

    Editora Búho

     Impreso en República Dominicana/ Printed in Dominican Republic 

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     Para mis muy queridos sobrinos  Armando y Robbie 

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    Si cada uno describe la rendija por la que fue testigo de un pedazo de nuestra

    historia, podremos reconstruirla entre todos.

    ANNE R EID CABRAL

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    CONTENIDO

    Presentación ..................................................... 15

    Unas palabras ................................................... 17

    A modo de prólogo............................................ 21

    Dr. Robert Reid Cabral ....................................... 25

    Antes ........................................................................... 39

    Esa última semana .............................................. 47Domingo 4 de junio de 1961. Día de los padres......... 51Martes 6 de junio de 1961 ......................................... 63

    TestimoniosInterrogatorio en la cárcel de La 40la noche del domingo 4 de junio de 1961 ................... 75

    Relato de Josefina Vargas ...................................... 76

    Octavia Pérez de Baquero...................................... 81Margarita Sardiñas viuda Cabral .......................... 81Freddy Caamaño Deñó......................................... 82Dr. Rafael (Fellé) Acra ........................................... 84Dr. Freddy Litghow .............................................. 85Dr. Mario Tolentino ............................................. 88Nuestra última visita médica al tío Robbie ............ 97Recordando a Robbie ........................................... 98Semblanza de Robbie .......................................... 100

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    COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

    A su memoria Cambio de nombre de hospital infantil ................... 105

    Soneto póstumo ..................................................... 107Robbie in memoriam..................................................... 108Elegía a la muerte de Robert Reid Cabral ................ 109¡Basta ya!................................................................ 110

    De los periódicos de la época Como el terror se apodera del feudo dominicano .... 117Víctima de Trujillo recordado aquí ......................... 123

    Esposos Reid-Fdez. Siempre estuvieron prestosa luchar contra la tiranía de Trujillo ........................ 125A la memoria del Dr. Robert Reid Cabral ............... 129Trabajadores observan un minuto de silencioa víctima ................................................................ 133Robert Reid Cabral. Hoy hace ya 31 años ............... 135Dr. Robert Reid Cabral a los 38 años de su muerte,aún vive.................................................................. 139

    Pésames recibidosDos de los “pésames” recibidos... ........................... 145“Pésame” dirigido a una cuñada nuestra ................ 147

    ApéndicePalabras de Federico Henríquez Gratereaux con motivodel lanzamiento de la primera edición de  Esa ÚltimaSemana ......................................................................... 151Palabras de Lucía Amelia Cabral con motivo dellanzamiento de la primera edición de Esa Última Semana....................................................... 155Palabras de Anne Reid Cabral durante la puesta encirculación de la primera edición de Esa Última semana. 158Carta de Wenceslao Vega ........................................ 159Artículo en el periódico  El Caribe ............................... 161

    Índice onomástico...................................................... 165

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    PRESENTACIÓN

    El 12 de mayo del 2011, el Excelentísimo Señor Pre-sidente de la República, doctor Leonel Fernández, me-diante el Decreto No. 311-11, creó la Comisión Nacionalpara Conmemorar el 50 Aniversario del Ajusticiamientodel dictador Rafael L. Trujillo, cuya misión principal con-sistía en organizar y coordinar todas las actividades rela-cionadas con la divulgación de la historia política domi-nicana contemporánea.

    Dentro de las actividades programadas con el fin deconmemorar los primeros 50 años del ajusticiamientodel dictador Trujillo y del nacimiento de las libertadespúblicas así como del sistema de la democracia en la Re-pública Dominicana, la Comisión Nacional ha conside-rado oportuno la publicación de diversas obras y ensayos

     —ya agotados— que abordan el tema de Trujillo, sus díasfinales y la conspiración patriótica que la noche del 30de mayo de 1961 logró eliminar físicamente al tirano.

    El presente volumen recoge, como bien afirma su au-tora Anne C. Reid Cabral, los pormenores vividos por elDr. Robert Reid Cabral (Robbie) la semana siguiente alajusticiamiento de Rafael L. Trujillo cuando “dio alber-

    gue en su casa a Juan Tomás Díaz, Antonio de la Maza ySalvador Estrella Sadhalá, tres de los participantes en el

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    COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

    ajusticiamiento del tirano, que en busca de protección to-caron su puerta acompañados de su amigo el Dr. Marce-lino Vélez Santana. Implacablemente buscados en todoslos rincones nacionales, permanecieron allí refugiadoscinco días, hasta que al anochecer del domingo 4 de juniode 1961 decidieron abandonar su escondite. A poca dis-tancia de la residencia del Dr. Reid Cabral, dos de losconjurados fueron asesinados”.

    Esta obra, que vio la luz por primera vez en el año

    2002, contiene, además del relato de su autora, hermanadel Dr. Reid Cabral, el prólogo que escribiera el siemprerecordado Fray Vicente Rubio, O.P.; un conjunto de va-liosos y esclarecedores testimonios de un conjunto depersonalidades que conocieron al Dr. Reid Cabral; ho-menajes a su memoria como fue la designación con sunombre del hospital infantil de Santo Domingo; reseñas

    variadas aparecidas en los periódicos de la época, des-pués de su muerte en el 1961, y algunos escritos cuandola primera edición de esta obra fue puesta en circulación,especialmente las palabras pronunciadas por su presen-tador, el escritor Federico Henríquez Gratereaux.

    La Comisión Nacional para la Conmemoración del50 aniversario del Ajusticiamiento del dictador Trujillo

    agradece a la señora Anne C. Reid Cabral su gentilezapor cedernos los derechos de la presente edición con elpropósito de contribuir a una mayor difusión de las inte-rioridades de la gesta heroica que hacia mediados del año1961 hizo posible que el 30 de Mayo se convirtiera, paratodos los dominicanos, en el Día de la Libertad.

    Santo Domingo, R.D.Abril, 2012.

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    UNAS PALABRAS

    HACE UNOS MESES QUE DECIDÍ QUE EL  título sería  Esa últi-ma semana, pero sus inicios datan de casi veinte años atrás.¡Tanto tiempo hace que empecé! Entonces anotaba, des-organizadamente, sin secuencia, recuerdos aún muy vi-vos en la memoria. Esperaba que algún día Dios me dierala oportunidad de que el dolor diera paso a un testimoniode amor y justicia, con el único anhelo de colocarlo en lasmanos de Armando y Robbie, mis queridos sobrinos, hi- jos de mi inolvidable hermano Robbie.

    Ha sido un camino verdaderamente tortuoso. Volví allorar muchas veces viviendo paso a paso una mínimaparte de lo que Robbie tiene que haber pasado. Siemprecallándose lo que llevaba por dentro. Siempre evitandoinvolucrar a terceros. En el proceso, constantemente re-

    proché mi falta de facilidad de expresión que me hacíatodo tanto más difícil. Sin poderlo remediar, me agobiabaen detalles por mi obsesión con la verdad. Drenó mis fuer-zas físicas y emocionales. Pero a cambio, cuánto recibo.Hoy me reconforta la paz de conciencia al haber podidocumplir con un deber inevitable.

    Mi primer borrador lo leyó hace unos tres años mi hijo,

    José Antonio. Desde entonces, fue él quien más me alen-tó a convertir mi proyecto en realidad. Nelly, su esposa,

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    COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

    también leyó mis páginas en sucio. Ambos me dieron suvalioso respaldo, sus preguntas y observaciones.

    En el año 2000, llegué con mi borrador donde mi pri-ma Lucía Amelia. Lo leyó de corrido delante de mí en suoficina de Intergrafic. No puedo olvidar que ella, con lá-grimas en los ojos, a intervalos exclamaba según iba le-yendo: “Annie Reid, esto tienes la obligación de compar-tirlo. Es para los hijos de tío Robbie, pero no sólo es deellos. Es de todos los que le conocieron y le guardan en el

    recuerdo. Es de las nuevas generaciones de la familia, esde José Antonio, de los sobrinos y primos que no vivie-ron la tragedia y también de los mayores que sí la vivie-ron pero jamás han hecho referencia a ella. Es ese el des-tino de tu trabajo valioso”.

    Así fue que me animé a presentarle a mi cuñada Cla-ra, siempre tan atinada en sus percepciones, una versión

    ya más pulida. Al devolvérmela, recuerdo cómo me im-pactó saber que había leído mi borrador con emoción,que lo estimaba necesario y contaba con su anuencia.

    Entre el final del año 2000 y noviembre del 2001, nosreunimos cuatro veces en mi casa Fray Vicente Rubio(quien conoció mucho a Robbie y yo deseaba que se ani-mara a escribir el prólogo), Octavia Pérez de Baquero y

    Joaquín Santana, amigos muy queridos de mi familia yque tan de cerca vivimos esa época.Ellos se constituyeron en un formidable trío de apo-

    yo, sin el cual esta publicación nunca hubiera sido posi- ble. Sola no podía leer mis borradores de corrido, se meoprimía el corazón. Con el grupo aprendí a afrontarlos.Los leía como si se tratara de un trabajo ajeno, sin que me

    agobiara la emoción. Yo agradecida, cambiaba signos depuntuación, acortaba oraciones, ordenaba párrafos, con-frontaba detalles y aceptaba las acertadas sugerencias.

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     Esa última semana ANNE C. R EID CABRAL

    El nuevo siglo XXI me encontró impaciente pues hu- biera preferido terminar todo antes de que concluyera elsiglo pasado. Necesitaba ya no dilatar más mi retrasadatarea. Desde entonces, cuando creí estar en la recta final,¡cuán arduo se hacía lo que aún faltaba! Revisar sin nun-ca acabar, angustiantes trastadas de mi computadora, ho-ras interminables en la imprenta corrigiendo la versiónfinal y el deseo imperioso de alguna vez regresar a mivida normal, soportando todo únicamente por la necesi-

    dad de compartir con sus seres queridos la realidad de losúltimos días de Robbie.

    Retomar mi vida, eso ansío, ahora que pongo en lasmanos de tantos que me acompañaron, de cerca con sucontribución o de lejos con su comprensión, este testimo-nio compartido. Doy las gracias a mi familia y a todosmis amigos que, generosos, me permitieron este espacio

    conmigo misma.Cuánto agradezco a todos los que me obsequiaron con

    esos valiosos testimonios personales, los que el lector irádescubriendo poco a poco.

    A mi buena amiga Marta Lugo agradezco que me con-venciera de poner algo que yo quería incluir, porque re-fleja el régimen en que se vivía, pero que a la vez me pro-

    ducía aversión. A Freddy Caputo Yunes, sobrino decariño, agradezco su persistencia enrollando manualmen-te hacia delante y hacia atrás una vieja grabadora para yotranscribir el testimonio guardado. A José Oscar Azar,Leopoldo Espaillat y Wellington Ramos por las fotos quequisieron facilitarme.

    Agradezco también a Luis Nova, figura cimera del arte

    de la fotografía en nuestro país, por su tiempo y desintere-sado aporte. A mi querido sobrino segundo Juan, a quienal yo ver uno de sus retratos, quise confiarle la portada. Y

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    qué feliz me ha hecho regalándome un dibujo de trazos tansuaves y fieles que refleja la bondad y simpatía de Robbie.

    Nuevamente a Fray Vicente por el prólogo que abreestas líneas y sella eternamente mi agradecimiento y hon-do cariño. Y a mis hermanos y a esas cuatro hermanasque por fortuna la vida me deparó, Ligia, Clara, Margari-ta, Noemí y a Georgia también porque juntas hemos cre-cido en el dolor y la esperanza.

    Para unos y otros, no tengo palabras que digan, con el

    fervor que quisiera, gracias, ¡por siempre gracias!

    27 de mayo de 2002.

    ANNIE

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    A MODO DE PRÓLOGO

    ESTE  LIBRO  QUE  AHORA  EN  TUS  MANOS acoges, ha sido es-crito siguiendo la más estricta verdad por Annie ReidCabral. Y más que en honor de su difunto hermano(q.e.p.d.), es un obsequio perenne y amoroso a toda sufamilia, especialmente a los hijos de aquel mismo herma-no que partió para siempre a la eternidad de una maneraimpensada para él y para los demás.

    Robbie Reid Cabral desplegó en Santo Domingo unavida magnífica de casado, elevando una primera banderalimpia, clara, brillante, con el color blanco de la Paz, nosólo por su feliz matrimonio y el primer retoño que lellegó, como por todo el desarrollo de su labor profesio-nal. Como juvenil hombre serio y como pediatra de bien,entregóse de lleno a su trabajo, compartiendo entrañable-

    mente con sus colegas, y, singularmente, con los pobresque a él acudían procurando la salud de sus pequeñas ynecesitadas criaturas. No era extraño oírle decir: “Mismejores oraciones son mis pacienticos”. Por eso, a cuan-tas gentes de todas las esferas sociales hubieron de cono-cerle y tratarle, siempre les dejó el vivo e imborrable re-cuerdo de una noble atención, una dedicación intensa y

    un admirable ejemplo.

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    COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

    Tres héroes, en una noche justiciera, llamaron a lapuerta de su casa. Encontraron lo mejor. Aparte de unagenerosa recepción, un sitio seguro donde permanecie-ron casi cinco días, con la tranquilidad de que nada ninadie les molestaba bajo ningún aspecto. Pero aquellostres campeones decidieron salir a guarecerse en otro refu-gio. Esto les acarreó su postrimería vital, y, a decir ver-dad, cayeron defendiéndose como valientes. Encumbrá- base ahora sobre aquel recinto hogareño de nuestro

    pediatra, el cual alojó a ese heroico trío, la segunda ban-dera, de color rojo, como la sangre. Es que todavía unahora de infortunio aguardaba, de modo siniestro y marti-lleante, a la familia que Robbie había criado. Ya contaba —según hemos dicho— con su primer vástago y prontosu amada y docta esposa le traería el segundo. El últimoabrazo de Robbie a todos ellos fueron dos frases memo-

    rables y lapidarias: “¡Dios mío, perdóname!”, y “¡No medejen morir!”.

    El programa con que seremos cuestionados por Diosa la hora suprema de ingresar o ser rechazados en el Rei-no, lo expone Jesús así: “Tuve hambre y me diste de co-mer, tuve sed y me diste de beber, peregriné y me acogis-te...” (San Mateo, cap. 25, 31-46). Dar posada al peregrino

    es una obra de caridad que abre las puertas del Cielo.Ahora bien, dar posada, no a uno, sino a tres peregrinos,cuyas vidas corrían el máximo peligro por tantos infamesque en aquellos trágicos momentos sólo obedecían a susarmas de fuego, eso equivale a levantar vigorosamenteuna tercera y última bandera, que sólo Dios puede ayudara enarbolar. Lleva color azul, al igual que la Bóveda celeste.

    Son, pues, tres colores, que juntos y bien dispuestos en unalternado equilibrio en forma de cruz, constituye la enseña

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     Esa última semana ANNE C. R EID CABRAL

    nacional de este pequeño y sufrido rincón del mundo. Enesta bandera de su Patria: blanca, roja y azul, yo piensoque Robbie se envolvió espiritualmente desde el instanteglorioso de su ascenso.

    Para concluir, este modesto prólogo, cabe ratificar que,si bien la autora de estas páginas ha escrito, con todo elcariño y amor que le merece la memoria de su hermano,no se encuentra en ella sino aquello que tiene por testi-monio cierto y comprobado, como absoluto apego a la

    veracidad, por distintas certificaciones. Y este es el me- jor tributo que ha podido hacerle Annie a una personaque, como Robbie, vivió y murió ajustado al bien.

    Mayo de 2002.

    FRAY  VICENTE R UBIO, O.P.

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    De las últimas fotografías de Robbie probablemente para el pasaporte,antes de viajar a Cuba a casarse, en 1959.

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    DR. ROBERT REID CABRAL

    R OBERT  R EID  CABRAL  (R OBBIE) NACIÓ  EL  5 DE  MAYO  de1929 en la ciudad de Santiago de los Caballeros, Repúbli-ca Dominicana. Fueron sus padres William C. Reid, ban-quero escocés, y Auristela Cabral Bermúdez. Fue el cuar-to de los cinco hermanos Reid Cabral, precediéndoleDonald (Donnie), William (Billie), Charles (Charlie) yseguido por Anne (Annie).

    Casó con la médico de origen cubano, Dra. Ligia Fer-nández Hidalgo-Gato, en enero de 1959 en Güines, Pro-vincia La Habana, Cuba. Su hijo Armando nació en 1960y Robert, en 1961, después de su infausta muerte.

    El Dr. Reid Cabral realizó sus estudios primarios ysecundarios en el Colegio Luis Muñoz Rivera y en laEscuela Normal de la Ciudad Capital. En 1953 se gra-

    duó de Doctor en Medicina en la Universidad de SantoDomingo.

    La especialidad en Pediatría la hizo en The Children’sHospital National Medical Center de Washington, D.C.,EE.UU.A. Luego pasó al Baltimore City Hospital en Bal-timore, Md., EE.UU.A. Es allí donde, compartiendo lamisma rama de especialización, conoció a la que luego

    fuera su esposa quien al igual que él, se contaría entre losmás reputados pediatras de la sociedad dominicana.

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    COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

    Antes de su regreso a Santo Domingo, tomó el examende la Academia Americana de Pediatría la cual le otorgó elmérito del  Foreign Special Certificate , siendo el Dr. José R.Puig (Baquiqui), y el Dr. Reid Cabral los dos primeros mé-dicos dominicanos en recibir dicha distinción.

    Cuando terminó su residencia en pediatría en el Balti-more City Hospital en Baltimore, Maryland, EE.UU. leofrecieron el puesto de Jefe de Pediatría del hospital. Res-pondió: “Es el mayor honor que haya podido recibir. Pero

    aquí hay muchas personas preparadas de donde escoger,mi país, en cambio, me está necesitando”.

    En el año de 1958 retornó al país. Estableció su consul-ta privada, trabajó en el hospital infantil que hoy lleva sunombre y además fundó en Arroyo Hondo el consultoriopediátrico de la Casa de la Providencia donde generosa-mente atendía dos veces por semana a niños marginados.

    Robert Reid Cabral fue de los pioneros de la rehidra-tación oral en el mundo de la medicina dominicana. Asi-mismo, aún cuando el concepto de las indicaciones deluso de la exsanguíneo-transfusión (procedimiento parasalvar la vida del niño con incompatibilidad sanguíneacon la madre) era conocido en el país, fue él quien inicióaquí la aplicación del mismo.

    De carácter jovial, el Dr. Robert Reid Cabral fue unverdadero aficionado a la vida, sólo intransigente con larectitud de sus convicciones. Su irrenunciable vocaciónhumanitaria engrandeció su amor a los niños, lo que uni-do al acervo de sus conocimientos, definieron su consa-gración a la medicina y le reservaron un sitial en la histo-ria de la pediatría dominicana. Sin embargo, el destino

    quiso que en nuestro país ejerciera su profesión pocomenos de tres años.

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     Esa última semana ANNE C. R EID CABRAL

    Aunque consciente del inminente peligro que impli-caba, la noche del ajusticiamiento de Rafael Trujillo dioalbergue en su casa a Juan Tomás Díaz, Antonio de laMaza y Salvador Estrella Sadhalá, tres de los participan-tes en el ajusticiamiento del tirano, que en busca de pro-tección tocaron a su puerta acompañados de su amigo elDr. Marcelino Vélez Santana. Implacablemente busca-dos en todos los rincones nacionales, permanecieron allírefugiados cinco días, hasta que al anochecer del domin-

    go 4 de junio de 1961 decidieron abandonar su escondite.A poca distancia de la residencia del Dr. Reid Cabral,dos de los conjurados fueron asesinados.

    Enseguida el Dr. Reid Cabral fue detenido y conduci-do a la mal recordada cárcel La 40, donde fue interrogadoy esa misma noche despachado a su casa, sentenciadocon una amenaza precisa.

    Fue él un trágico protagonista de las circunstancias.Marcado como hombre muerto, su última decisión fue unacto de conciencia. Su reivindicación de esperanza.

    Infructuosamente, se desplegaron todos los esfuerzospor salvarle la vida. Robert Reid Cabral murió en CiudadTrujillo el martes 6 de junio de 1961, a la edad de treinta ydos años.

    Pero su sangre no corrió en vano. Sirvió para inscribiren la eternidad su ejemplo de vida y junto a la de otrosmuchos dominicanos valiosos, para señalar el camino delpensamiento y la acción de un pueblo víctima de la máscruel y cruenta tiranía.

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    Robbie, 1933.Robbie, 1941.

    Robbie, 1941.

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    En la galería de la casa del Lic. Carlos Sánchez y Sánchez y doña ToñitaVidal, sita en la calle entonces Sabana Real (hoy Pedro Henríquez Ureña)cerca de la calle Rosa Duarte. Atrás, de izq. a der., Charlie, Donnie, MartaSánchez y Billie. Delante, Robbie y Yolanda (Yoyo) Schad. 1931.

    Velada del Colegio Luis Muñoz Rivera, de izquierda a derecha, Félix(Puchuco) Rodríguez Medina, José Oscar Azar, Robbie, Freddy Garrido,Andrés Dauhajre, Wellington Ramos, Frank Garrido.

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    Robbie, el día que cumplía sus 2 años. Atrás, de izquierda a derecha, No

    identificada, Billie, Julia Tavares Espaillat, Charlie, Laura Vicini Cabral,Donnie, Manuel Enrique Tavares Espaillat. Delante, Robbie y GustavoTavares Espaillat. 1931.

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    Robbie y Annie, 1939.

    La familia en Boca Chica. Atrás, de izquierda a derecha, Charlie, Billie,Mamá, Papá, Donnie. Delante, Robbie, Annie. Verano 1941.

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    Graduación de octavo curso del Colegio Luis Muñoz Rivera. Primera fila,de izquierda a derecha, María Cristina Sánchez, Leopoldo (Polín) A. Espai-llat Nanita, Theonil Mercado, Josefina (Lelita) A. Espaillat Nanita, Alejan-dro Read Gómez, Angélica Valera Objío, Robbie, Lillian (Lilita) Nanson,No identificada, y Annette Enfrey. Segunda fila, de izquierda a derecha,

    Danilo Canó Mejía (bajo sombra), Roger Tomás Torres, Rafael (Chichí) A.Hernández Bonnelly, Luis A. Caamaño Deñó, Juan Padilla, Marcelo DeMoya, C. Aníbal Valera Objío (semi oculto), y José Morel. Julio 1943.

    Kayak construido por Robbie. Luego Billie y Charlie lo ayudaron a que lalona quedara bien estirada. Enero de 1947.

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    Robbie, 1948.

    En el patio de nuestra casa. Atrás, de izquierda a dere-

    cha, Robbie, Luis Mauricio Bogaert. Delante, de izquierdaa derecha, Billie, Margarita, Annie, Rosario Espaillat.1953.

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    Robbie el día de la inauguración y bendición de su consultorio en la calleSantiago esq. Hermanos Deligne. 1958.

    En esa fecha memorable, la familia en el consultorio de Robbie.Atrás, de izquierda a derecha, Donnie, Billie, Charlie, Robbie,Annie. Delante, Mamá y Papá. 1958.

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    En la misma ocasión de la bendición del consultorio, asomados al bal-cón, aparecen de izquierda a derecha, Dr. José Alonso (Chichí) Puig,Dr. Mario Tolentino, Dr. Manuel Galán, Dr. Rafael (Fellito) FernándezBáez, Charlie, Eladio Victoria (de espaldas), Rogelio (Tuturo) Pellera-no, Billie. Delante centro, Papá, Robbie, Gianni Vicini, Santana BonettiBurgos, Dr. Mairení Cabral, José Antonio (Piampa) Úveda y Donnie.1958.

    Ese día en el consultorio, de izquierda a derecha, MargaritaBaquero de Reid, Ligia Evangelina Bonetti Guerra, Josefina

    Cabral Vega, Robbie, Fray Vicente Rubio, O.P., Alma Llube-res de Vicini, Mamá, Ligia Guerra de Bonetti y Micaela Sán-chez Vda. Guerra. 1958.

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    THE HERALD OF THE DOMINICAN REPUBLICSATURDAY 14 1959

    BodaEl doctor Robert Reid Cabral y su esposa, ladoctora Ligia Fernández Hidalgo quienes secasaron el 24 de enero de 1959, en Güines,Provincia La Habana, Cuba. Se conocieronen Baltimore, Maryland, mientras amboshacían su especialidad en pediatría.

    Traducido del inglés por ACRC.

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    Receta indicada por Robbie a la niña María de las Nieves Ovín Herrera, 31de mayo 1961, al otro día de llegar los tiranicidas a casa de Robbie y Ligia.

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    ANTES

    DURANTE EL AÑO 1960 Y HASTA ABRIL DE 1961, mi primoGianni (Juan B. Vicini Cabral), puso en mis manos cartasmanuscritas dirigidas, entre otros, al Papa Juan XXIII, alPresidente Eisenhower, a J. F. Kennedy (primero siendocandidato y luego como presidente) ambos mandatariosde los EE.UU.A., para que las pasara a máquina. El pro-pósito de esas cartas era edificar a dichos líderes de pro-minencia internacional contra el régimen tiránico de Ra-fael L. Trujillo Molina, contribuyendo así a losacontecimientos que sucederían más adelante.

    Para mí, mecanografiar clandestinamente estas cartasa altas horas de la noche resultaba emocionante. Giannime proporcionó para este propósito una máquina de es-cribir manual Underwood ¡del 1920! con largos años en

    desuso, rescatada de un viejo depósito. Para mayor “mis-terio”, también me entregó un par de guantes blancos conlos que debía escribir y manipular las misivas. El papel ylos sobres eran adquiridos en diversas pulperías, no enpapelerías establecidas, como Pol Hermanos, para que nopudiera rastrearse su origen.

    Recuerdo que “Juan el Campesino” era uno de los

    seudónimos usado por Gianni en estas cartas. Otras es-taban firmadas con distintos nombres supuestos, que yo

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    desconocía a quienes correspondían. Las cartas salían delpaís en los zapatos de personas de confianza, entre ellos,por ejemplo, Claus von Amsberg1, Primer Secretario dela Embajada de Alemania en Santo Domingo (entoncesCiudad Trujillo), años después Príncipe Consorte de laReina Beatriz de Holanda; y José Luis Herrero Tejedor2,Agregado Cultural de la Embajada de España. En esaépoca alguien me comentó que Joseph (Joe) Fantino, Vi-cecónsul de los Estados Unidos de América, también

    ayudaba a sacar cartas del país en la misma forma. Nóteseque aún siendo ellos diplomáticos, no se atrevían a llevarlas cartas en los bolsillos. Estos “couriers privados”(presumo que habrían más) echaban las cartas al correoen el primer puerto fuera del país.

    Durante 1959 y principios de 1960, Angelita TrujilloMartínez, hija del tirano, invitaba los lunes en la noche,

    entre muchos otros jóvenes, a Gianni y su esposa AlmaLluberes de Vicini a jugar tenis en su casa. Por supuesto,ellos no podían faltar para no llamar la atención, pero siem-pre iban con cierto temor de haber sido ya descubiertos.

    Más adelante, Alma acompañó a Gianni a Nueva York desde donde éste hacía labor de cabildeo ante Washingtonen pro del derrocamiento de Trujillo. A final del año 60,

    Alma regresó a Santo Domingo sólo por un par de meses

    1 Claus luchó arduamente en la clandestinidad y ayudó a muchas personas asalir del país. (Nota de la autora).

    2 José Luis, gran luchador contra la tiranía de Trujillo, tuvo el agravante deque su superior, el entonces Embajador de España acreditado en CiudadTrujillo, defendía con igual intensidad la causa contraria.Era hermano de Fernando Herrero Tejedor, quién se había pensado fuera

    primer Presidente gubernativo de España tan pronto como Francisco Francotraspasara todo su poder al actual Rey Juan Carlos I; pero Fernando fue muertoa destiempo por una bomba lanzada a su automóvil. (Nota de la autora).

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    con el deseo expreso de que el hijo que esperaba naciera enRepública Dominicana. Para principios de enero de 1961,Alma y su primogénito Felipe Augusto, recién nacido, sepreparaban para viajar a Nueva York y unirse a Gianni.

    El día que Alma y el niño se iban pasé por su casa adespedirlos. Mientras ella se vestía me pidió que, comose le hacía tarde para salir hacia el aeropuerto, fuera yo acasa del Dr. Luis Manuel Baquero3, a fin de que él mediera un mensaje en clave que ella debía llevar a N.Y.

    Luis Manuel me dio dicho recado, relacionado con lallegada de unas armas, debiendo delante de él aprendér-melo de memoria para pasárselo verbalmente a Alma,quien a su vez lo memorizó para transmitirlo a Gianni enN.Y. Para que la respuesta a dicho mensaje mediante te-legrama no llamara la atención de las autoridades nacio-nales, Luis Manuel indicó que no debía enviársele a él.

    Decidió que lo mejor sería remitirlo a mi hermano Robbiepara que, en su calidad de pediatra de Felipe Augusto,pasara desapercibido. Una vez en N.Y., Alma debía en-viar el telegrama a Robbie preguntándole sobre la fechaen que le tocaba la próxima vacuna al niño. La fecha deesta “próxima vacuna” correspondería a la fecha en quese requerían las armas en el país.

    A Alma di el recado de Luis Manuel y nos despedi-mos. Seguí donde Robbie para advertirle que cuandorecibiera un telegrama de Alma se lo pasara seguido aLuis Manuel para éste instruirle cómo contestarlo.

    3 Prominente psiquiatra, quien luego fue Secretario General de Unión CívicaNacional. Luis Manuel me contó tiempo después que fue a él a quien le tocódarle por teléfono la noticia de la muerte de Trujillo al Dr. Viriato Fiallo,

    opositor del régimen y futuro líder de Unión Cívica. Simplemente le dejódicho con su esposa, doña Atala: “Las palomas están en el freezer”. (Notade la autora).

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    Robbie y yo no estábamos en el complot contra Truji-llo, simplemente éramos personas de confianza de los quesí estaban.

    Al igual que nosotros, había muchas personas entera-das de lo que se estaba tramando.

    Entre las diversas posibilidades de cómo traer las ar-mas al país se llegó a pensar que podrían dejarse abando-nadas en la costa para ser recogidas. Considerando estaposibilidad, mi hermano Donnie llegó a hacer un curso de

     buceo en N.Y. Hoy sabemos que las armas nunca llegaron.Henry Dearborn, el entonces Cónsul General de los

    EE.UU.A (hasta mediados de 1961), fue invitado al paísel 30 de mayo del 2001 por la Editora El Caribe para laconmemoración de los cuarenta años del tiranicidio. Tantoa él como a Lorenzo (Wimpy) y Flérida Berry quienestanto ayudaron en la causa contra Trujillo, les fueron en-

    tregadas cartas de reconocimiento por la Fundación 30de Mayo en la persona de su presidente, Lic. EduardoDíaz Díaz. Dicha ceremonia tuvo lugar en el Monumen-to a los Héroes del 30 de Mayo, ubicado frente al lugardonde fue ajusticiado el tirano en la Autopista 30 de Mayo.

    En esa misma oportunidad, fueron reconocidos consendos pergaminos por su colaboración patriótica y des-

    interesada con la gesta heroica del 30 de mayo de 1961,Homero Hernández, Bienvenido García Vásquez, Gian-ni, Donnie y, póstumamente; Ángel Severo Cabral, Ma-nuel Enrique Tavares Espaillat, Andrés Freites y LuisManuel Baquero.

    Durante el agasajo posterior a la ceremonia de reco-nocimiento, tuve la oportunidad de conocer y conversar

     brevemente con el señor Dearborn. En respuesta a mi inte-rrogante, éste me relató: “Heredé tres carabinas M-1 delAgregado Naval de nuestra Embajada con autorización

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    de entregarlas a un agente del Gobierno de losEE.UU.A.”. Así lo hizo y luego no supo más del parade-ro de las mismas.

    Para esta fecha, Donnie, su esposa Clara Tejera y sushijas Georgia Anne y Clara Emilia, ya estaban viviendoen N.Y. Por cierto, era precisamente Juan Tomás Díazquien lograba conseguirles los pasaportes con Héctor(Negro) Trujillo, hermano del dictador. La amistad deJuan Tomás y Donnie nace de la estrecha relación desde

    niñas entre Cristiana (Chana) de Díaz y Clara. Donnie,desde sus años universitarios, mostraba frialdad hacia elrégimen por lo que no se le concedía pasaporte. A Clara,siendo hija de don Emilio Tejera, historiador, y doña Gra-cita Álvarez, educadora, ambos reconocidos antitrujillis-tas, tampoco se le facilitaba viajar. En una oportunidad,acompañando Donnie a Clara a buscar sus documentos

    en el Palacio de la Policía, él alcanzó a ver sobre un escri-torio una lista y al lado de su propio nombre decía: “Ti- bio hacia el régimen”.

    ***

    Gianni y Donnie pasaban la mayor parte del tiempo enWashington, D.C. como parte de una acción que buscabaimpulsar una política contra el régimen imperante aquí.Entre los dominicanos residentes en dicha capital antesde la muerte de Trujillo que colaboraban con tanto empe-ño en pro de la democracia dominicana, sacrificando

    su tiempo y seguridad personal, se encontraban el Lic.José Antonio (don Toño) Bonilla Atiles, Alfredo Lebrón,el Dr. José Rafael (Baquiqui) Puig, Dr. Arturo Calventi,

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    el Dr. Conrado Bogaert, Mario Rodríguez Mansfield, LuisGalván y Camilo Lluberes.

    Surgieron de esa etapa algunas anécdotas que recuer-do. Gianni y Donnie, con la intención de pasar desaperci- bidos, se hospedaban en hoteles económicos. Y de tantoquerer pasar inadvertidos, se hacían precisamente másobvios. Al final del primer mes recibieron una visita del jefe de seguridad del hotel, intrigado, primero, porque lacuenta de teléfono sobrepasaba por mucho la cuenta de la

    habitación y, segundo, por sus horarios tan erráticos, ade-más de los muchos mensajes que recibían a cualquier horadel día y de la noche. Después de explicarle lo mínimonecesario para disipar las dudas surgidas, resolvieronmudarse. Con esa experiencia, decidieron en lo adelanteusar menos el teléfono del hotel y llevar consigo una fun-da llena de monedas de 25 centavos para los teléfonos

    públicos.En una ocasión en que nuestro hermano Billie viajó a

    Nueva York, pasó a verlos en Washington. Durante lasmañanas, Donnie y Gianni salían a hacer sus contactos yBillie seguía su propio rumbo visitando la ciudad paraluego reunirse los tres al final del día. Una noche, regre-sando Billie acompañado de Alfredo Lebrón, no pudo

    identificarse en la recepción del hotel porque había ol-vidado el nombre supuesto que le habían asignado. Alrecordarle al recepcionista que él lo había visto esa ma-ñana junto a su hermano y primo, éste entonces le pre-guntó sus nombres. Como tampoco recordaba los nom- bres ficticios de éstos, y ante la evidente extrañeza delrecepcionista, llegó a pensar que no tendría más remedio

    que cruzar a dormir esa noche al hotel de enfrente. Impa-ciente ya, Billie volteándose hacia Alfredo le preguntó:

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    “¿Y quién diablos soy yo?”. Por suerte, Alfredo salvó lasituación dándole al recepcionista el nombre supuesto deBillie. Al confrontar su lista, el recepcionista no tuvo másremedio que dejarlo pasar, pero a seguidas exclamó eninglés “¡estos malditos cubanos!”.

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    EL MIÉRCOLES 31 DE MAYO DE 1961, a través de varias per-sonas me entero que han matado a Trujillo y que el gene-ral Juan Tomás Díaz es de los que tiene que ver en elasunto. Hacía diligencias rutinarias en mi carro y me per-cato que ya la bandera nacional ondea a media asta en elZoológico, (en la Avenida Bolívar, antiguamente Cuevasde Santa Ana; hoy día, Conservatorio Nacional de Músi-ca), aunque no así en el Palacio de la Policía ni en el Ban-co Central. Se me ocurre ir a comentar el “rumor” conRobbie. Era media mañana y lo encuentro en su consul-torio, que ocupaba en la planta baja de su casa.

    Aún ahora, al escribir estas líneas siento un fuerte es-calofrío. Recuerdo vivamente que Robbie me recibe enla entrada y me dice con voz muy calmada: “Ven, senté-

    monos en la galería. Ligia está arriba, no se siente bien”.Su comentario no me extrañó ya que ella estaba embara-zada de su segundo hijo, Robbie.

    Le cuento lo que he oído, agregando: “Hasta dicenque Juan Tomás, el amigo de Donnie, está involucrado”.Al rato me pongo de pie para irme. Robbie también selevanta y echándome el brazo sobre la espalda comenta:

    “No creo que sea verdad. Pero si lo fuera, ya esos hom- bres tienen que estar en una yola rumbo a Puerto Rico”.

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    ¡Cómo sospechar que “esos hombres” estaban preci-samente en casa de Robbie desde la noche anterior!

    La finca de Juan Tomás en La Victoria fue de las pri-meras propiedades allanadas. Se había iniciado una largacadena de atropellos. Un día Josefa y Julia Cruz, quienestrabajaban desde siempre en la casa de Clara y Donnie4,me llaman. Exaltadas me informaron que unos hombresacababan de registrar la casa de arriba abajo, techo y alji- be incluidos. Robbie vivía a sólo una cuadra de Donnie.

    Fui donde él para contarle del incidente, y sobre todo paraque me acompañara a tranquilizar a los que estaban alcuidado de la casa de nuestro hermano.

    Normalmente Robbie hubiera dejado todo lo pendientepara acompañarme en algo como esto. Es más, en esascircunstancias, hubiera insistido en que yo me quedarayendo él sólo. Extrañamente, ese día no fue esa su reac-

    ción. Al contrario, poniéndome la mano en el hombro medijo: “Annie, ve tú sola. Yo voy luego, cuando pueda”. Suactitud, tan poco propia de él, me resultó inusitada. Fuemás tarde que comprendí que, como ya comenzaban aallanar las casas, Robbie temía no estar junto a Ligia, elniño y los demás, cuando se presentaran en la suya.

    ***

    Al enterarse de la muerte de Trujillo, Billie escondióuna pistola que mantenía con permiso legal en su casa. Sele ocurrió guardarla en el plafón de su aposento, para loque desmontó un foco empotrado y la colocó dentro. No

    4 Esta casa fue la primera en ser allanada. (Nota de la autora).

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    tardó en venir un grupo de militares en traje de campaña aregistrar la casa. Explicaron que buscaban armas, y fueronmuy minuciosos. Mientras registraban en el aposento, Bi-llie sufrió un largo rato de ansiedad al notar que el focoque había desmontado y vuelto a colocar se estaba des-prendiendo, llegando a bajar una pulgada del plafón. Porsuerte, no pasó de ser un gran susto. Hasta el día de hoy,Billie nunca ha querido arreglar ese foco que de vez encuando vuelve y se zafa.

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    DOMINGO 4 DE JUNIO DE 1961DÍA DE LOS PADRES

    EN LA MAÑANA DEL DÍA DE LOS PADRES, Robbie pasó consu hijo Armandito, de once meses, a darle un abrazo aPapá. Mamá y yo echamos de menos a Ligia. Pero esanoche alrededor de las 8:305, estando Marta Ofelia delCampo (hoy de Paiewonsky) en casa felicitando a Papá,llegó Robbie esta vez con Ligia. Nos sentamos en lagalería lateral de la casa y recuerdo que Robbie me dijo:“Annie, apaga la luz, por favor, que Ligia no está arregla-da y a las mujeres no les gusta que las vean así”. Ahorapienso que no querían que sus rostros delataran lo quehabían pasado hasta ese momento.

    Como a la hora, oímos tiros de ametralladora que nosparecieron muy cerca. Marta Ofelia y yo corrimos fuera

    de la casa hasta la acera, al igual que otros vecinos, peronada divisamos. Luego Robbie, que evidentemente ima-ginaba de lo que se trataba, se apresuró a la sala de estarpara encender la televisión. Todos fuimos tras él. Al poco

    5 Al otro día nos enteramos que a esa hora Juan Tomás Díaz, SalvadorEstrella Sadhalá, Antonio de la Maza, y el Dr. Marcelino Vélez Santana yahabían salido de casa de Ligia y Robbie. Allí habían permanecido desde lanoche del martes 30 de mayo hasta el anochecer del domingo 4 de junio de1961. (En esa época el Día de los Padres se celebraba el primer domingo de junio). (Nota de la autora).

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    rato se anunciaba que Juan Tomás Díaz y Antonio de laMaza habían sido abatidos a balazos frente a la FerreteríaRead (Avenida Bolívar esq. calle Julio Verne). Robbieapaga la televisión y al voltearse veo que dos lágrimas lecorren por la cara. Dirigiéndose a Ligia le dijo: “Tene-mos que irnos enseguida”. Al insistir nosotros en que sequedaran un poco más, repitió: “Nos tenemos que ir”.

    Obviamente regresaron a su casa pues Robbie no que-ría comprometernos. Tenía que pensar que lo próximo

    sería buscarlo a él. Efectivamente, al otro día supimosque miembros del terrible SIM (Servicio de InteligenciaMilitar) se apersonaron a su casa, alrededor de las 10:00de la noche, para llevarlo a interrogar. Antes revoltearony escudriñaron groseramente cada rincón de la casa.Robbie tuvo que hablar fuertemente a los hombres paraque dejaran los improperios delante de Ligia, a lo que el

    capitán que dirigía el grupo les llamó la atencióndiciéndoles: “Respeten al Dr. Reid y a su señora esposa”.Esperaron a que Robbie se quitara la pijama y se pusierala ropa y se lo llevaron. Ligia insistía en que ella quería irtambién. El capitán le aseguró que no podía ser, que ellano se preocupara, que el doctor regresaría pronto.

    Esa misma noche, después de enterarme del asesinato

    de los dos tiranicidas, no podía conciliar el sueño, aunqueestaba yo absolutamente ajena a lo ocurrido en casa deRobbie. A medianoche me siento en la cama y abriendo laventana de mi habitación (que daba a la Avenida Bolívar)miro pensativa hacia afuera. Como a los veinte minutosvi que Robbie, sólo en su carro, se detuvo frente a nues-tra casa seguido por tres hombres en un “cepillo”, como

    se llamaba a los Volkswagen que usaban los miembrosdel SIM. Tan pronto el policía de servicio en la Embaja-da de Guatemala frente a nuestra casa vio el “cepillo”

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    con los hombres del SIM, cruzó la calle para hablar conellos. Oí que éstos le dijeron: “Vuelva a su puesto que nopasa nada”. Entonces vi que Robbie abrió la pequeñapuerta de hierro que daba entrada al patio y pasó seguidode los tres hombres. No sabía a qué había venido Robbiecon esa gente pero como lo vi tranquilo, no me preocupésobremanera, aunque la presencia de los caliés me descon-certaba. No fue hasta el día siguiente que supe que Robbievenía directamente del interrogatorio en La 406 de donde

    lo “dejaron ir” después de darle las instrucciones preci-sas a seguir...

    Era una noche de enorme luna llena que iluminabatodo el patio. Los hombres se quedaron en la parte de-lantera del jardín mientras Robbie se dirigió hacia el patiode atrás. Le pregunté desde la ventana: “¿qué quieres? ¿Ne-cesitas algo?”. Con toda la calma del mundo, él me contes-

    tó: “Annie, no pasa nada, acuéstate, nos vemos mañana”.Por supuesto, no me acosté sino que lo seguí por den-

    tro de la casa a ver qué iba a hacer atrás en el patio. Pron-to regresó a la claridad de la entrada de ladrillo del frentede la casa con un macetero de barro sobre el hombro. Eraun tarro con una pequeña palma sembrada. Me tranquili-zó que los hombres conversaban sosegadamente con Ro-

     bbie, mientras él arrancó y tiró la palmita sacando lo quedesde la ventana parecía una prenda de vestir color caquiy algo, que al chocar con el borde del tiesto, tenía un soni-do sordo, “como de una pistola”, pensé en el momento.

    Robbie alzó la vista y al ver que seguía en la ventaname dijo, siempre muy calmado: “¿No te has acostado?Hazme el favor de encender la luz de la marquesina”.

    6 Cárcel de tortura a cargo del tristemente célebre Johnny Abbes.

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    Tarro de barro donde Robbie guardó la camisa de caquide Juan Tomás y el revólver de Trujillo, en el patio de lacasa de Mamá y Papá. Lo rellenó con tierra y le sembróuna palmita manila. Las letras apenas visibles: Dr. Ro-

     bert Reid Cabral, 5 de junio de 1961, las hizo poner Mamáen recordación de la madrugada entre el 4 y 5 de juniocuando Robbie regresó de ser interrogado por el SIM.

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    Como el interruptor estaba dentro de la casa yo no pudever qué hizo él mientras yo encendía la luz. Al otro díame enteré que con anterioridad Robbie había enterradoal lado de la marquesina el maletín con los US$100,000que Trujillo llevaba siempre consigo. Salí a la galeríaoscura para tratar de hablar con Robbie, pero ya él ibasaliendo y sólo me dijo: “Bueno, me voy, duérmete”.Ya en la calle, entró en su carro y lo seguí con la miradahasta la esquina, donde dobló por la calle José Joaquín

    Pérez, rumbo a su casa. Los tres hombres permanecie-ron un par de minutos más, entrando en el “cepillo” lascosas que Robbie les había entregado. Esquiva yo, tam- bién a ellos seguí con la mirada, comprobando que con-tinuaron recto por la avenida Bolívar.

    Al día siguiente supe lo que había en el tarro: la cami-sa caqui de Juan Tomás y el viejo revólver de Trujillo.

    Aún conservo ese macetero ya con las letras apenas visi- bles del nombre de Robbie y la fecha de aquella nocheque Mamá le hizo poner.

    Papá, que me había oído desde la cama, me preguntócon quién hablaba. Le contesto: “Con Robbie que vino a buscar más ropa vieja”. Mamá agregó: “¿Por qué será quesiempre viene tan tarde a buscar ropa para regalar?”. Ha-

    cía referencia a las visitas tarde en la noche que Robbiehabía hecho a mediados de semana buscando ropa de laque mis hermanos, al casarse, habían dejado en sus clo-sets de la casa solariega.

    En la última semana Robbie había venido con esepropósito en tres ocasiones. Como yo le iba detrás, metuvo que explicar que “buscaba ropa vieja para regalar a

    los pobres” por lo que me puso a ayudarle a quitar losnombres y marcas con que Papá identificaba sus cami-sas para que los muchachos no usaran las suyas. De más

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    está decir, que luego supimos que esta ropa Robbie lanecesitaba para Juan Tomás7, Antonio, Salvador y Mar-celino.

    Al día siguiente, lunes 5 de junio, Billie llegó a casa antesde las 6:00 de la mañana para decirnos que Fausto Caama-ño Deñó había pasado rápidamente por donde él, para en-terarlo de que las personas que mataron a Trujillo habíanestado refugiadas donde Robbie. Como Billie había pasadoprimero por la casa de Ligia y Robbie, nos tranquilizó ase-

    gurándonos que ellos se encontraban bien. Nos pidió quenos vistiéramos de inmediato para llevarnos a verlos.

    Ese día los periódicos reseñaban su propia versión delos hechos. Al gobierno le interesaba hacer creer queRobbie había sido encañonado por los tiranicidas paraentrar por la fuerza a su casa.

    Le conté a Billie que Robbie había estado la noche

    anterior en casa y que había desenterrado unas cosas. Élme contestó: “Sí, Robbie regresaba de ser interrogado enLa 40 y vino a buscar, para entregarlos, el revólver y eldinero de Trujillo que Juan Tomás y los demás le habíandado a guardar”.

    Al llegar a casa de Ligia y Robbie, nos encontramosque ya había vecinos acompañándolos pese a que desde

    ese día estarían en “desgracia” (como se decía de toda

    7 Chana me contó que a ella la sacaron de la cárcel del Nueve (Km 9 de lacarretera Duarte) a las 2:00 de la madrugada de esa misma noche en quemataron a Juan Tomás, y a Antonio. Ella no tenía la menor idea de adóndela llevaban. En el trayecto fue muy maltratada de palabras. La condujeron ala morgue del hospital militar de la Base Aérea de San Isidro para mortificar-la enseñándole el cuerpo ya limpio y sin vida de Juan Tomás en el depósitosuperior. En el inferior, le mostraron el cuerpo de Antonio de la Maza.

    Al otro día en la cárcel, es a Chana a quien le toca decirle a Marianela (hijade Juan Tomás), y a las hermanas de Antonio: Idalia, Olguita, Lourdes,Colombina y Pura que a ambos los han matado. (Nota de la autora).

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    persona contraria al régimen). Recuerdo, muy especial-mente, a Marcia Guerrero de Alterio, entre otros amigosmuy queridos.

    Allí es cuando nos enteramos que tarde de la nochedel martes 30 de mayo se había apersonado el doctorMarcelino Vélez Santana, acompañado de Juan TomásDíaz, Salvador Estrella Sadhalá y Antonio de la Maza. Li-gia y Robbie acostumbraban a acostarse temprano, así quela casa estaba a oscuras. Marcelino vocea para despertar a

    Robbie, como solía hacerlo cuando en horas de la nochenecesitaba tratarle algún caso de un pacientico.

    Alrededor de las 11:00 p.m., el grupo de cuatro entróagitadamente a la galería apagada mientras Robbie baja- ba a abrir la puerta. Marcelino le explicó que quienes leacompañaban acababan de matar a Trujillo y necesitabanesconderse por un par de horas hasta pasada la mediano-

    che, cuando llegarían los americanos. Robbie los hizoentrar y enseguida fue a avisar a Ligia para hacer los pre-parativos de lugar.

    El día después, Ligia le dice a Josefina Vargas, la jo-ven que trabajaba en la casa, que su hijo Armandito habíaamanecido enfermo y que ella se quedaría arriba sola conél, ocupándose también de la limpieza. Josefina, por tan-

    to, no tendría por qué subir.A la hora de las comidas, Ligia y Robbie llevaban fun-das plásticas a la mesa para guardar parte de sus racionesy compartirlas con Juan Tomás, Antonio, Salvador yMarcelino. Robbie, además les proporcionaba leche delas muestras de alimento infantil de las que disponía comopediatra. No aumentaban la compra del colmado para no

    llamar la atención de Josefina y de Jabalí (nunca supe suverdadero nombre), el jardinero, precauciones normalesde la época en que se vivía.

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    Juan Tomás le contó a Ligia y a Robbie que habiendoresultado herido Pedro Livio Cedeño hubo que buscar undoctor. Luego supe8 que Bienvenido García Vásquez fuequien salió a buscar un médico y consiguió a su amigo Dr.Marcelino Vélez Santana; Marcelino constató que nada po-día resolver porque Pedro Livio se encontraba en condicio-nes muy delicadas y sugirió llevarlo a la Clínica Internacio-nal. Bienvenido García Vásquez, con su chofer, llevó a PedroLivio junto a Marcelino a la clínica. Al llegar, Marcelino se

    quedó en el carro, pues siendo médico no quería ser recono-cido. Quien recibió a Pedro Livio, acompañado de Bienve-nido, fue José Joaquín Puello9, en ese momento estudiantede término de medicina. También atendieron a Pedro Liviolos entonces estudiantes de cuarto y quinto año Irwin Fran-co y Sergio Bisonó Castellanos, quien lo anestesió10. En esascircunstancias, Bienvenido no les dio mayores explicacio-

    nes del “accidente”, prometiendo hacerlo luego cuando es-tuviera “más enterado de los detalles”.Dejando a Pedro Livio interno11, Bienvenido y Mar-

    celino siguieron a casa del Dr. Arturo Damirón Ricart,director de la clínica, a quien le explicaron lo ocurrido.Este se apersonó al centro de inmediato, con la excusa dever una paciente que había operado ese mismo día.

    Bienvenido12

     y Marcelino regresaron a casa de Juan To-más, donde también se encontraban Salvador y Antonio. Esallí donde le dicen a Marcelino13: “En este momento tú eres

    8 Referido por el Lic. Eduardo García Michel. (Nota de la autora).9 Narrado por el propio Dr. José Joaquín Puello. (Nota de la autora).1 0 José Batlle Nicolás, quien fuera yerno del Dr. Damirón, me lo relató. (Nota

    de la autora).1 1 Relatado a mí por José Batlle Nicolás. (Nota de la autora).1 2 Referido también por el Lic. Eduardo García Michel. (Nota de la autora).1 3 Contado por Juan Tomás a Ligia y a Robbie. (Nota de la autora).

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    la única persona que sabe lo que ha ocurrido. Necesitamosque nos busques un lugar donde escondernos”. Marcelinoles contestó: “La única persona por la que meto la mano encandela, que no nos delatará, es Robbie Reid”.

    Mamá no dejaba de rezar el rosario mientras Robbie yLigia seguían narrando lo ocurrido. Después de mucho rato,Robbie le dice: “Mamá, ya deja de rezar y alégrate. Gra-cias a Dios estoy vivo. Llegué a pensar que podría no es-tarlo en este momento”. Papá estaba tan sobrecogido por

    los acontecimientos que permanecía en profundo silencio.A Robbie le digo: “Lo que no me explico es por qué el

    Dr. Vélez no los llevó a su propia casa”. A lo que Robbieme contestó: “Annie, no digas eso. Marcelino se portómuy bien. Los que estaban aquí le entregaban todas lasmañanas unos mensajes escritos dirigidos a amigos su-yos en procura de los que aceptaran en sus casas por unos

    días. Como a Marcelino no lo estaban buscando, bien po-día él salir y no volver donde nosotros. Sin embargo, siem-pre regresaba a pasar la noche aquí”.

    “La mayor parte de las noches nos la pasábamos sen-tados en fila en el suelo. En la tranquilidad nocturna losruidos aumentaban y nuestros oídos se agudizaban. Oía-mos los cepillos acercarse a la casa, oíamos cuando los

    caliés abrían las puertas de los carros, sentíamos sus pisa-das camino a la marquesina, cómo se acercaban paso apaso a la puerta de entrada. Cuando ya creíamos que es-taban frente a la puerta y que la iban a derribar para en-trar, de repente, se hacía un largo silencio. Al nada pasar,respirábamos aliviados. ¡Qué bueno, no es aquí!”.

    Supimos entonces que Juan Tomás le pidió a Robbie

    que le consiguiera una píldora de cianuro, para cuando sa-liera de la casa, puesto que no se iba a dejar coger preso.Robbie le contestó que lo ayudaría en cualquier otra cosa

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    menos en ésa pues él era, ante todo, médico y sólo podíaayudar a salvar vidas. Por esto cuando Juan Tomás aban-dona la casa, sólo se lleva su pistola.

    Como a los dos días de estar escondidos en casa deRobbie, después del almuerzo, llega una señora con suniño enfermo y pide ver a Robbie urgentemente. Por lapremura, Josefina se olvida que no debía ir al segundopiso y corre escaleras arriba. Al subir, Juan Tomás la arrin-cona en una esquina y le grita nerviosamente. Robbie, con

    su habitual calma, le pide a Josefina que se siente a sulado. Le comenta que ya ella debe haber adivinado quié-nes son esos hombres. Tranquilamente le hace la obser-vación de que no debe ir a la Policía porque esas personastienen varios días allá y no le van a creer que ella, vivien-do allí, no lo supiera desde el principio. Y le agrega: “Lasuerte que yo corra, también la correrás tú”.

    Ya enterada, Josefina fue muy consecuente y fiel, lomismo hay que decir de Jabalí. Ambos siempre estuvie-ron prestos a ayudar en lo que fuera. Cuando se necesita- ba, iban con Robbie al Colmado Dominicano a dos cua-dras de la casa. Más adelante Josefina narra cómo ella yJabalí acompañaron por unas cuadras a Juan Tomás, Sal-vador, Antonio y a Marcelino cuando éstos se dispusie-

    ron abandonar su escondite.Juan Tomás, al despedirse el domingo en la noche deLigia y Robbie, quiso regalarles su anillo de brillante14

    para que en el futuro “se lo entreguen a Armandito”. Ellosse lo agradecieron pero no lo aceptaron.

    1 4 Existen tres versiones sobre el rumbo que tomó este anillo de Juan Tomás.Me voy a limitar sólo a cómo y dónde apareció, ya que es lo único realmente

    irrefutable.Mucho después de que salieran todos los Trujillo del país, durante el Con-sejo de Estado, apareció en el Aeropuerto Internacional de Las Américas

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    El lunes 5 de junio, familiares y amigos pasamos todoel día en casa de Ligia y Robbie. Ya tarde en la noche,Billie y su esposa Margarita (Baquero) les piden, luegoles ruegan, que vayan a dormir a casa de ellos para des-cansar tranquilos. Robbie responde que de ninguna ma-nera, que no se van de la casa.

    Él sabía que era muy posible que volvieran a buscarloen cualquier momento pues ya en el interrogatorio lo ha- bían sentenciado. Una vez más, no quiso involucrar a otros.

    A las 7:30 de la mañana del día siguiente, martes 6de junio, mientras me alistaba para mi primer día de tra- bajo en el Consulado de los EE.UU.A.15, sonó el teléfo-no. Era Josefina que llamaba para decir: “Ha pasado algohorrible, el doctor se ha matado. Don Billie lo llevó a laclínica, avísele a don Charlie”. Conociendo a Robbie,

    una pasajera que llamó la atención de muchos por su vestimenta, “canillas”,y manera de conducirse. Estas características no escaparon a la vista de losagentes de inmigración.La llamaron aparte, descubriendo que además de llevar pasaporte falso,resultó ser un reconocido calié vestido de mujer con todo y peluca.De haber ocurrido esto cualquier otro día no hubiera pasado de un simpleepisodio más para la Policía y el anillo que llevaba el calié hubiera pasado amanos de cualquiera para perderse en el anonimato.Fue providencial que esto pasara cuando se encontraba en el aeropuerto un

    grupo de deudos y amigos que esperaban el cadáver de un ser querido quellegaba desde Nueva York. Entre este grupo de dolientes se hallaban lasviudas de los héroes del 30 de Mayo, los héroes sobrevivientes de aquellagesta heroica con sus respectivas esposas, el Jefe de Seguridad del Estado y elJefe de la Policía, todos muy cercanos a Juan Tomás.Dichas personalidades militares, policiales y de seguridad se ocuparon delcaso. Al grupo le llamó la atención el vistoso anillo. Al cuestionar al calié sobreel mismo, éste contestó: “es sólo un fondo de botella”. De más está decir queel hombre fue llevado seguido al Palacio de la Policía y el anillo de tantísimovalor sentimental para Chana se encuentra desde entonces en su poder.

    (Nota de la autora).1 5 Ubicado en el edificio de la calle El Conde esquina 19 de Marzo. (Nota de la

    autora).

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    automáticamente, con absoluto convencimiento, pen-sé que la realidad tenía que ser otra. De inmediato lla-mé a nuestro hermano Charlie, y le dije: “Rápido, vete ala Gómez Patiño, que han matado a Robbie”.

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    MARTES 6 DE JUNIO DE 1961

    LA  MAÑANA  DEL  MARTES 6 DE  JUNIO, Robbie se levantó alas 6:00. Ya afeitado, bañado y vestido, se sentó a leer elperiódico  El Caribe  en el balcón de la segunda planta desu casa. La prensa traía la noticia de que él había sido“forzado a punta de pistola” a darle refugio a los “asesinosde Trujillo”16. Él le comentó a Ligia: “¿Qué pensarán misamigos al leer todo esto?”. A lo que Ligia le apuntó: “Larealidad. Todos te conocen muy bien y saben cómo seescribe la historia aquí”.

    Para esa época, el Dr. Joaquín Santana vivía con sufamilia, en la casa contigua a la de Robbie, con frente a lacalle Santiago. Joaquín recuerda haber visto desde su casaa Robbie leyendo el periódico en el balcón. Recuerda tam- bién que hacía largo rato había observado unos diez “ce-

    pillos” del SIM rondando la cuadra. Alrededor de las 7:30,nota que comienzan a estacionarse en fila frente a la casade Robbie en la calle Cervantes, dando la vuelta a la es-quina hasta su propia casa en la calle Santiago. Algunoscaliés proceden a abandonar sus carros. Joaquín piensa que

    1 6 Luego supimos que los propios conjurados fueron los que le declararon estoa la prensa y a las autoridades para librar a Robbie de toda responsabilidad.(Nota de la autora).

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    si él los vio, Robbie desde arriba, tiene que haberlos vistoaún mejor. Es en este momento cuando Robbie debió en-tender que ya no tenía alternativa alguna. En el interroga-torio de la noche del domingo había sido amenazado demuerte. La decisión final tenía que ser suya.

    De repente, Robbie se puso de pie. Se dirigió al cuartode baño donde encuentra a Ligia sacando toda la ropa suciaque habían acumulado los héroes del 30 de Mayo duran-te su estadía allí.

    Mostrando prisa, Robbie le pide que salga pronto quetiene que entrar al baño. Ligia le dice que espere un mo-mento que está recogiendo la ropa para entregarla a lavar.Ante la insistencia de Robbie, ella se apresura, saca la ropay baja. No deben haber trascurrido diez minutos, sube, tocaa la puerta del baño insistentemente y, al no tener respues-ta, se asusta. Llama por teléfono a Billie para que vaya en-

    seguida. Billie llega rápidamente. Le da una patada a lapuerta del baño haciendo ceder el pestillo interno. Al abrir,horrorizados encuentran a Robbie en la bañera, inmersoen agua caliente con diversas heridas en su cuerpo.

    Billie en el acto llama por teléfono a la Clínica GómezPatiño. El Dr. Escipión Oliveira llega inmediatamente. Sacaa Robbie de la bañera y lo coloca en el suelo. Los tres oyen

    cuando Robbie dice quedamente: “Dios mío, perdóname”.El Dr. Oliveira carga otra vez a Robbie y lo baja hasta elvehículo tipo camioneta de la clínica que era el que se usabapara trasladar los enfermos. Los agentes del SIM prestosya a entrar en la casa, a pesar de su grave estado, insisten enllevárselo. El Dr. Oliveira tuvo que forcejear con los caliéspara impedir que éstos le arrancaran a Robbie de sus brazos.

    Con su gran tamaño y fuerza, logró por fin entrarlo en elvehículo guiado por el chofer José Pérez.

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    Habiéndose enterado de que algo pasaba, llegó presu-roso a la casa el Dr. Rafael (Fellito) Fernández Báez, granamigo de Robbie y de Ligia. Ligia quien salía de la casatras el Dr. Oliveira que llebaba a Robbie, abraza a Fellitoy le encomienda que se vaya con Robbie en el vehículode la clínica y le de respiración de boca a boca si fueranecesario, urgiéndole que enseguida se comunique desdela clínica con Mairení (Dr. Mairení Cabral N., nuestrotío, reconocido cirujano).

    Fellito llama cuanto antes a Mairení al Hospital Mor-gan, hoy Dr. Luis E. Aybar, pero al éste encontrarse encirugía sólo puede dejarle un mensaje. Rápidamente en-tonces localiza al reputado cirujano Dr. Miguel ÁngelDelgado Batlle, en el Hospital Dr. Salvador B. Gautier.

    Serían las 8:00 a.m., en la Clínica Gómez Patiño, cuan-do el Dr. Miguel Ángel Delgado Batlle empieza a poner-

    se los guantes para suturar las heridas. Ligia, desespera-da, no quiere perder un solo minuto, y exclama: “¡quéguantes! Doctor, deje los guantes. Ojalá le dé una infec-ción. Significaría que vivirá por lo menos unos días”.

    Ligia no se desprende de Robbie un solo instante. Per-manece a su cabecera hablándole constantemente al oído,instándolo a luchar.

    Los médicos se van llamando uno a otro. Se turnan ypermanecen alrededor de la camilla. Fellito me cuenta quees el Dr. Tabaré Álvarez Pereyra, apreciado amigo de lafamilia y reconocido otorrinolaringólogo, quien procede ahacerle la traqueotomía a Robbie, luego de ser anestesiadopor el también reconocido y apreciado Dr. Milton Bello.Hacia el final del día conté una veintena de médicos que

    en ningún momento se despegó de Robbie. Pasan las horasy todos continúan allí afanados por salvarle la vida. Todos

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    ostensiblemente tan acongojados que todavía hoy puedorecordar las lágrimas de muchos.

    Oí a uno de los doctores decir: “Si no hubiera sido mé-dico pudiéramos haberlo salvado, él sabía lo que hacía”.Días después, en el cuarto de baño de la casa, se encon-traron dos ampollas rotas de anticoagulantes.

    El Dr. Cosme Gómez Patiño me relató que Robbieen un momento le dijo con voz entrecortada: “No medeje morir”.

    Como se necesitaban urgentes transfusiones, Máximode Moya, con quien mis hermanos y yo crecimos comoprimos, improvisó en el pasillo del segundo piso de laclínica un puesto de toma de muestras de sangre. Era im-presionante ver el número de donantes voluntarios for-mando colas interminables.

    A las 6:00 a.m. del mismo martes 6 de junio en San-

    tiago, nuestro tío Marco, (Lic. Marco A. Cabral), mien-tras se afeitaba escuchó en la radio la noticia de que losajusticiadores de Trujillo estuvieron escondidos en casade Robbie. Le dice a su esposa: “Rosita (Rosa TavaresBatlle), rápido, arréglate para ir a la Capital. Tenemos quesalir inmediatamente para ver si logramos pasar de LaCumbre17. A esta hora ya debe de estar toda la familiapresa allá”. Al llegar a la Capital van de casa en casa de lafamilia, encontrándolas todas desiertas, hasta que se en-teran que estábamos con Robbie en la clínica.

    A media mañana, en compañía de un grupo de milita-res en traje de campaña, llegó a la clínica un enviado de

    1 7 Para viajar de Santiago a la Capital, y viceversa, se necesitaba pasar por elpuesto de policía en La Cumbre. Allí todo pasajero tenía que detenerse,

    identificarse, enseñar la cédula personal de identidad y contestar cualquierpregunta que los agentes consideraran de lugar. Era un control, como si seviajara fuera del país. (Nota de la autora).

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    Ramfis Trujillo Martínez con dos pintas de sangre que“el General envía porque no se puede dejar morir alDr. Reid”. El enviado agrega, dirigiéndose al Dr. Cos-me Gómez Patiño: “Por favor saque a todos los familia-res, médicos y enfermeras de la habitación del Dr. Reidpues tenemos algo pendiente con él”. El Dr. Gómez Pati-ño aclara: “El doctor no está consciente y dudo que reco- bre el conocimiento”. El enviado puntualiza: “Debe deavisarme tan pronto lo recobre”. Y el Dr. Gómez Patiño

    le responde: “Mientras tanto haga el favor de sacar a to-dos estos militares de aquí. Esto no es un cuartel”.

    De ese doloroso día, guardo en la memoria, ademásde los médicos ya mencionados, a los doctores Jaime Jor-ge, Rafael Santoni Calero, Nicolás Pichardo, Freddy Li-thgow, Félix Goico, Aulio Brea, Mario Tolentino y Rafael(Fellé) Acra y que me perdonen quienes haya dejado de

    nombrar. Igualmente a los incontables donantes de sangre,así como a los que no pudieron llegar a donar, que Diosretribuya con creces el empeño de todos los allí presentes.

    A los donantes de sangre se les acostaba en una camillaal lado de la de Robbie para hacerle la transfusión directa-mente ya que no había tiempo que perder. Al llegar mi turnode donar sangre tuve que cedérselo a mi primo Felipe ya

    que nuestro tío José (Lic. José M. Cabral Bermúdez) habíahecho las diligencias desde temprano para que éste salieracuanto antes del país18. Luego de esta última transfusión

    1 8 Felipe era el único de los hermanos Vicini Cabral que se encontraba en SantoDomingo y después de lo ocurrido, tío José temía que su vida también pudieracorrer peligro (ya que Robbie era hermano de Donnie y Felipe hermano deGianni, y se sabía que éstos tenían ya dos años en Washigton buscando el

    apoyo del gobierno norteamericano en su lucha contra Trujillo). Felipe salióhacia el aeropuerto a las 3:00 p.m., abordando el último vuelo disponible haciael extranjero. (Nota de la autora).

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    de sangre el Dr. Escipión Oliveira dispuso que a Robbiesólo se le pasara plasma.

    Serían las 5:00 p.m. cuando vi que el Dr. Aulio Breale desconectó a Robbie el suero y el plasma. Yo me apre-suro a tomar al doctor por el brazo. Le digo: “¡No, no!¿Y por qué?”. Aulio no me contesta, sólo me mira y meabraza...

    Me refiere Billie ahora, con motivo de yo escribir es-tas líneas, que el tío Mairení le urgió muy temprano en la

    mañana que preparara una tumba para Robbie y regresa-ra cuanto antes para poder estar presente en sus últimosmomentos. Billie sentía tal tensión en el ambiente quetemía que la tumba pudiera ser ultrajada. Por eso preparóel encofrado con varillas, como si fuera una caja fuerte,para evitar que ésta pudiera ser violada.

    Tan pronto Felipe arribó a San Juan, Puerto Rico, lla-

    mó para saber de Robbie. Al enterarse del deceso, telefo-neó enseguida al apartamento de tía Amelia (Cabral Vda.Vicini) en el Hotel Croydon de N.Y. Allí, ansiosos, esta- ban reunidos esperando noticias Donnie, Clara, Gianni,Alma, Giuseppe19, Julia y Eduardo Álvarez Perelló y otrosfamiliares y amigos queridos.

    Yo, sintiéndome desolada e impotente, hago lo únicoque podía hacer: entregar a Dios el alma de Robbie. Mefui sola a la última misa del día, en la iglesia de NuestraSeñora de las Mercedes.

    Al regresar a casa, encontré que mis tías y amigoscercanos de la familia presurosos recogían los mueblesde la sala y del comedor a fin de hacer espacio paraacompañar allí el cuerpo de Robbie hasta su entierro al

    1 9 Nuestro primo José M. Vicini Cabral. (Nota de la autora).

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    día siguiente. La casa se creció de adoloridos familia-res, vecinos, amigos y hasta desconocidos, amigos deRobbie, algunos, y padres de sus pacienticos20, otros. Laconsternación y la solidaridad congregaban a los que lle-naron la casa toda la noche. Cada uno presente se consi-deraba personalmente deudo. Amaneció en un silenciodenso sólo interrumpido por las oraciones y quedos so-llozos, tan denso el silencio que se podía oír el vuelo deun mosquito.

    Esa noche se acercó a mis padres y a mí una pareja paracontarnos de la visita hecha a Robbie el día anterior. Laseñora nos refirió “Tan pronto vimos en el periódico lanoticia de que los ajusticiadores se albergaron en casa deldoctor nos apresuramos a visitarlo. Sabíamos que él caeríaen desgracia con el régimen y quisimos llevarle el dineroque podíamos ya que él nunca nos volvió a cobrar por el

    abnegado cuidado a nuestros niños después que mi maridofue despedido de su cargo público. El doctor no quiso pornada aceptar el dinero, diciéndonos: “Estoy vivo demilagro. He hecho una promesa de no cobrar a ningúnpacientico por espacio de un año”. Luego supimos que fueronrepetidos los casos en que a padres de sus pacienticos, quehabían perdido sus trabajos en los últimos tiempos, Robbie

    dejaba de cobrarles tan pronto se enteraba de ello.Robbie recibió cristiana sepultura por considerarse sumuerte un violentísimo acto impuesto por el nefasto régi-men. Fray Valentín Camarero, buen amigo de la familia,fue quien ofició las honras fúnebres.

    En el cementerio se reunió un enorme grupo de afligi-dos familiares, amigos, padres de pacienticos y conocidos

    2 0 Robbie siempre usaba el término “pacienticos”, nunca decía “pacientes”.(Nota de la autora).

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    que deseaban acompañar a Robbie a su última morada, ya nuestra familia en el dolor. Cuatro autobuses con perso-nas provenientes de los barrios más pobres llegaron alcementerio. Todos querían hacerse presentes, tanto porel mismo Robbie como en desafío al culpable régimenque dio lugar a su muerte prematura.

    Recuerdo aquella mañana de julio cuando se cumplíael primer mes de su partida. Al llegar Mamá, Papá y yo a latumba de Robbie, encontramos varios velones encendidos.

    Coincidimos con Margarita Copello de Rodríguez, conquien tenemos una gran amistad que data de dos genera-ciones atrás, quien acababa de encender otro velón. Noscomentó que no podía dejar de estar presente “en un díatan especial”. Al final del día la tumba resplandecía cu- bierta de velas, velitas y velones.

    En esos días otro caso trágico fue el de Ramón H. (Bi-

     bín) Román Fernández. Bibín era muy apreciado por to-dos los que le conocieron, persona gentil y siempre en lamejor disposición de atender a los que acudían a él en eldesempeño de sus funciones en el Banco de Reservas.

    Fue llevado a la cárcel de La 40 donde fue interroga-do y salvajemente torturado. Días después fue puesto en“libertad” por encontrarse en el país una comisión de laOEA que había venido a investigar las violaciones a losderechos humanos que se estaban cometiendo. Recuerdoque en esa época se comentó que al dejarlo libre le devol-vieron su revólver (cosa insólita entonces) diciéndole:“usted sabrá qué hacer”.

    A la noche siguiente de ausentarse la comisión de laOEA, pasadas las 11:00, varios agentes de seguridadarmados con carabinas, tocaron a la puerta del hogar Ro-

    mán Piñeiro. Primero le pidieron a su hijo, José Ramón(Momón), que les entregara las armas de su padre con

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    sus respectivos permisos de porte. Al éste dárselas, losagentes agregaron subiendo la voz: “A lo que vinimos fuea buscar a don Bibín. Entréguenoslo”.

    En esos instantes resonó en toda la casa el disparo fa-tal del “suicidio”21.

    2 1 Momón relata vívidamente esta tragedia en su emotivo y revelador librotitulado  La vida que nace del perdón. (Nota de la autora).

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    INTERROGATORIO EN LA CÁRCEL DE LA 40LA NOCHE DEL DOMINGO 4 DE JUNIO DE 1961

    EN  1962, VIVIENDO  YO  EN CARACAS, Venezuela, SalvadorAybar Castellanos, amigo de mi familia, me relató al re-greso de su primer viaje a Santo Domingo después delajusticiamiento del tirano, que un calié que estuvo pre-sente en el interrogatorio de Robbie el 4 de junio de 1961le había referido lo siguiente:

    “El Dr. Reid Cabral era una persona muy valiente”.Según explicó, a Robbie le presentaron un documentodirigido a la OEA cuyo propósito era incriminar a Rómu-lo Betancourt, Presidente de Venezuela, en la muerte deTrujillo.

    Este documento dirigido al organismo interamerica-no explicaba que las personas escondidas en casa de Ro- bbie le habían confiado que “Betancourt les había paga-

    do US$10,000 para matar a Trujillo”22.“El Dr. Reid Cabral les contestó varias veces que no

    podía firmarlo porque: —Esas personas nunca me dije-ron eso. Al contrarió en todo momento expresaron quehabían actuado por cuenta propia.”

    2 2 Debemos recordar que muchos países de la región rompieron las relacionesdiplomáticas con R. D. luego del atentado que hiciera Trujillo contra el

    presidente venezolano Rómulo Betancourt, por lo que Ramfis Trujillo quisoaprovechar la muerte de su padre para incriminar a Betancourt desacreditándolo.(Nota de la autora).

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    “A esto le replicaron: —¿Pero usted no se da cuentaque es un hombre muerto, que lo único que puede hacer essalvarle la vida a su esposa embarazada y a su hijo? A loque el doctor contestó: —Sí, ya sé que soy hombre muerto.Ustedes podrán quitarme la vida pero no el honor”.

    “A continuación le instruyeron que para salvar a lossuyos le concedían hasta el martes (6 de junio)23 a las 8:00a.m. para quitarse la vida. De no acatar las instruccionesse lo llevarían junto a su esposa e hijo y tendrían “un acci-

    dente de automóvil”. Agregaron: —No puede fallar por-que si lo salvan o por alguna razón queda vivo, todos losde su apellido irán presos”.

    Hasta aquí lo que me relató Salvador.

    RELATO DE JOSEFINA VARGAS

    En agosto de 1997, conversé con Josefina, quien trabajóen casa de Ligia y Robbie en esa época. Quería que mecontara sus recuerdos de lo que vivió en los días entre elmartes 30 de mayo y el martes 6 de junio de 1961.

    “Doña Ligia y don Robbie me habían dicho que nosubiera al segundo piso porque el niño tenía gripe y ellase quedaría con él y haría la limpieza de arriba”. Es por

    esta razón que Josefina no se entera de la presencia de lostiranicidas hasta un par de días después cuando sube sú- bitamente las escaleras a avisar de un pacientico que es-peraba abajo.

    2 3 Especulando yo, pienso: Cuando el 6 de junio en la mañana el enviado deRamfis Trujillo llega a la clínica con dos pintas de sangre para Robbie (pp. 66-67de esta edición) y le dice al Dr. Gómez Patiño: “Por favor, saque a todos losfamiliares, médicos y enfermeras de la habitación del Dr. Reid pues tenemosalgo pendiente con él”. Se ve que insistirían en que firmara el documentodirigido a la OEA al que se hace mención en la página 75. (Nota de la autora).

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    “Los señores que llegaron a casa de don Robbie y doñaLigia a esconderse la noche del 30 de mayo de 1961 fue-ron don Juan Tomás Díaz, don Antonio de la Maza, donSalvador Estrella Sadhalá y el Dr. Marcelino Vélez San-tana que fue quien los llevó”.

    Después que Josefina descubre a las personas escon-didas allí cuenta que: “Don Robbie le pidió a los señoresque se cambiaran a un cuarto en la primera planta que seusaba de depósito y se comunicaba con la cocina. Yo ayu-

    dé a don Robbie a desocupar la habitación. Después loacompañé a hacer una compra en el pequeño ColmadoDominicano de la calle Cervantes. Don Robbie decía queabajo estaban más seguros porque los señores manteníanla luz de arriba encendida hasta tarde en la noche y se veíade la calle. Pero don Juan Tomás Díaz no quiso estar abajoporque se sentía más en control arriba desde donde podían

    ver a todo el que entraba y salía de la casa”.“En la segunda planta, los señores estaban en la habi-tación que daba a la calle Santiago, don Robbie y doñaLigia en la que daba a la Cervantes, y Armandito en suhabitación frente a sus padres. Yo dormía abajo”.

    Al preguntarle sobre el ánimo de los tiranicidas, Jose-fina me explica: “Don Juan Tomás estaba siempre inquie-to; don Salvador Estrella Sadhalá rezando con un rosarioen la mano; don Antonio de la Maza tranquilo, así comoel Dr. Marcelino Vélez Santana”.

    Josefina sigue contando que, según pasaban los días yal estar todos al tanto de las noticias de los periódicos, seiban sintiendo cada vez más nerviosos. Robbie y Ligiano salían al mismo tiempo de la casa24. Cuando él salía a

    2 4 Esto me parece lógico. Pienso que era necesario que uno de los dueñossiempre estuviera en la casa, para así poder atender a cualquier persona oeventualidad que se presentara. (Nota de la autora).

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    COLECCIÓN 50 ANIVERSARIO DEL AJUSTICIAMIENTO DE TRUJILLO

    visitar sus pacienticos o a diligencias, Ligia permanecíaen la casa.

    Juan Tomás, Antonio, Salvador y Marcelino se sen-tían que habían sobrepasado su estadía, ya que llegaron ala casa pensando que allí estarían sólo unas cuantas ho-ras. Cada mañana hacían planes para salir al anochecer,pero luego al oscurecer rectificaban que era mejor dejarlopara temprano al día siguiente.

    La casa no había sido registrada, pero precisamente

    por esto se sentían cada vez más vulnerables, considerandoque las probabilidades de la casa ser allanada eran cadavez mayores.

    En la mañana del viernes 2 de junio de 1961, LigiaMarchena (casada con Ricardín Hernández), llama aRobbie para que vaya a ver a su hijita (María Isabel), dedos años, quien se encontraba con fiebre. Le explica que

    vaya a la casa de su hermana Amelia y su cuñado Dr.José Horacio Ornes, ya que Amelia, Lourdes y Ligia, lastres hermanas, querían estar juntas para acompañarsemutuamente en estos momentos25.

    Esa mañana Robbie llega a ver la niña de Ligia M. yRicardín cerca de las 9:00 a.m. Ligia M. notó que Robbielucía “muy cansado” y que después de examinar la niñaal escribir la receta en vez de entregársela a ella, hace elademán de entrarla en su maletín. A esto, Ligia M. le dice:“Robbie, tú luces muy cansado, necesitas unas vacacionesfuera del país”. A lo que Robbie le contesta: “sí, puedeque tengas razón”. (Por supuesto, no fue hasta después deLigia M. enterarse de todo lo que estuvo pasando Robbieque comprendió sus reacciones.)

    2 5 Hay que recordar que las hermanas Amelia, Lourdes y Ligia eran MarchenaMartínez –por tanto, sobrinas de María Martínez, esposa de Trujillo–, porlo que querían estar juntas en momentos tan inciertos. (Nota de la autora).

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     Esa última semana ANNE C. R EID CABRAL

    Al Robbie despedirse de Ligia M. y luego de José Ho-racio Ornes26, quien estaba solo en el patio, éste le dice:“Robbie, sal aquí que quiero hablarte algo. Esto es muyconfidencial. Resulta que Gladys, la esposa de nuestroamigo Marcelino (Vélez), me ha llamado muy preocupadapara que vaya a verle la hija que está enferma con gripe yfiebre. Luego de yo examinar la niña en su casa, doña Gla-dys me refirió que ella solamente quería notificarme que elmartes en la noche fueron a buscar a Marcelino a la casa y

    no ha regresado desde entonces; que ella no sabe qué ha-cer. ¿Que si debía llamar a la policía o qué? Yo le dije queprobablemente la desaparición de Marcelino estaba rela-cionada con la muerte de Trujillo, que no notificara a lapolicía y esperara que ya él (Marcelino) aparecería”.

    “Al regresar a mi casa para saber si Robbie había ido avisitar a María Isabel, lo encontré chequeándola y final-

    mente le extendió a Ligia M. la receta. Ya saliendo Robbiede la casa, le dije que llegaba de visitar a la hija de Marce-lino y que doña Gladys me había dicho