es el hombre un ser social

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PARROQUIA EL SANTO CRISTO Nit. 800.047.419-7 COLEGIO PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO” EDUCACIÓN BÁSICA PRIMARIA, SECUNDARIA Y MEDIA VOCACIONAL Aprobación Oficial Secretaría de Educación del Distrito por Resolución No. 7454 del 13 de Noviembre de 1998 Calle 23G No. 111-96 Fontibón Las Flores Teléfonos 2 98 35 85 2 67 13 85 Email [email protected] ASIGNATURA Democracia LECTURA ¿Es el hombre un ser social? PROFESOR JEFFERSON WILES GRADO Sexto FECHA Miércoles, 20 de febrero de 2013 UN MAL RADICAL HABITA EN EL HOMBRE Hay en el hombre una propensión natural al mal; y esta propensión misma, puesto que ha de ser finalmente buscada en un libre albedrío y, por lo tanto, puede ser imputada, es moralmente mala. Este mal es radical, pues corrompe el fundamento de todas las máximas; a la vez, como propensión natural, no se lo puede exterminar mediante fuerzas humanas, pues esto sólo podría ocurrir mediante máximas buenas, lo cual no puede tener lugar si el supremo fundamento subjetivo de todas las máximas se supone corrompido; sin embargo, ha de ser posible prevalecer sobre esta propensión, pues ella se encuentra en el hombre como ser que obra libremente. Kant, Emmanuel. La religión dentro de los límites de la mera razón (1793), Traducción de Felipe Martínez Marzoa, Alianza Editorial, 1991. CONTRA LOS AMANTES DEL ORDEN A. ¿Hay que civilizar al hombre o hay que dejarlo abandonado a su instinto? B. ¿Debo responder con precisión? A. Sin duda B. Si os proponéis ser su tirano, civilizadlo; envenenadlo como mejor podáis con una moral contraria a la naturaleza; ponedle trabas de todas clases; interceptad sus movimientos con toda clase de obstáculos; atadlo a fantasmas que lo atemoricen; eternizad la guerra en el interior de la caverna y que el hombre natural está siempre encadenado a los pies del hombre moral. ¿Queréis que sea libre y feliz? No os metáis en sus asuntos: bastantes incidentes imprevistos se encargarán de conducirlo a la luz y a la depravación; y tened para siempre la seguridad de que no fue para vos sino para ellos mismos por lo que aquellos sabios legisladores os amasaron y os manipularon como lo fuisteis. Apelo a todas las instituciones políticas, civiles y religiosas: examinadlas profundamente; o me equivoco mucho o veréis a la especie humana plegarse, siglo tras siglo, bajo el yugo que un puñado de tunantes se habían prometido imponerle. Desconfiad del que quiere restablecer el orden. Ordenar es siempre convertirse en dueño de los demás molestándolos. Diderot, Denis. Suplemento al viaje de Bougainville (1773), en Viaje a Tahití, Traducción de Mateo Gamalt, Viajeros y Filósofos, pequeña biblioteca Calamus Scriptorius, editor José J. de Olañeta EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE. Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los obligue a todos al respeto, están en aquella condición que se llama guerra; y una guerra como de todo hombre contra todo hombre. Pues la guerra no consiste solo en batallas, o en el acto de luchar; sino en un espacio de tiempo donde la voluntad de disputar en batalla es suficientemente conocida. Y, por tanto, la noción de tiempo debe considerarse en la naturaleza de la guerra; como está en la naturaleza del tiempo atmosférico. Pues así como la naturaleza del mal tiempo no está en un chaparrón o dos, sino en una inclinación hacia la lluvia de muchos días en conjunto, así la naturaleza de la guerra no consiste en el hecho de la lucha, sino en la disposición conocida hacia ella, durante todo el tiempo en que no hay seguridad de los contrario s. […] Puede resultar extraño para un hombre que no haya sopesado bien estas cosas que la naturaleza disocie de tal manera a los hombres y los haga capaces de invadirse y destruirse mutuamente. Y es posible que, en consecuencia, desee, no confiando en esta inducción derivada de las pasiones, confirmar la misma por experiencia. Medite entonces él, que se arma y trata de ir bien acompañado cuando viaja, que atranca sus puertas cuando se va a dormir, que echa el cerrojo a sus arcones incluso en su casa, y esto sabiendo que hay leyes y empleados públicos armados para vengar todo daño que se le haya hecho, qué opinión tiene de su prójimo cuando cabalga armado, de sus conciudadanos cuando atranca sus puertas, y de sus hijos y servidores cuando echa el cerrojo a sus arcones. ¿No acusa así a la humanidad con sus acciones como lo hago yo con mis palabras? Pero ninguno de nosotros acusa por ello a la naturaleza del hombre. Los deseos y otras pasiones del hombre, no son en sí mismos pecado. No lo son tampoco las acciones que proceden de esas pasiones, hasta que conocen una ley que las prohíbe. Lo que no pueden saber hasta qué leyes. Ni puede hacerse ley alguna hasta que hayan acordado la persona que lo hará. Hobbes, Thomas. Leviatán, I, XIII (1651), edición preparada por C. Moya y A. Escohotado, Ed. Nacional, Madrid, 1980. EL PODER POLÍTICO Y SU ORIGEN Para entender correctamente el poder político y derivarlo de su origen, debemos considerar cuál es el estado en que todos los hombres se encuentran naturalmente, que no es otro que el de una libertad perfecta para ordenar sus actos y disponer de sus propiedades y propia persona como les plazca, dentro de los límites de la ley natural, sin necesidad de autorización ni dependiendo de la voluntad de otro hombre. Es un estado de igualdad en el que todo el poder y jurisdicción es recíproco sin que nadie tenga más que cualquier otro…

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PARROQUIA EL SANTO CRISTO Nit. 800.047.419-7

“COLEGIO PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO” EDUCACIÓN BÁSICA PRIMARIA, SECUNDARIA Y MEDIA VOCACIONAL

Aprobación Oficial Secretaría de Educación del Distrito por Resolución No. 7454 del 13 de Noviembre de 1998 Calle 23G No. 111-96 Fontibón – Las Flores – Teléfonos 2 98 35 85 –2 67 13 85

Email – [email protected]

ASIGNATURA Democracia

LECTURA ¿Es el hombre un ser social?

PROFESOR JEFFERSON WILES

GRADO Sexto

FECHA Miércoles, 20 de febrero de 2013

UN MAL RADICAL HABITA EN EL HOMBRE Hay en el hombre una propensión natural al mal; y esta propensión misma, puesto que ha de ser finalmente buscada en un libre albedrío y, por lo tanto, puede ser imputada, es moralmente mala. Este mal es radical, pues corrompe el fundamento de todas las máximas; a la vez, como propensión natural, no se lo puede exterminar mediante fuerzas humanas, pues esto sólo podría ocurrir mediante máximas buenas, lo cual no puede tener lugar si el supremo fundamento subjetivo de todas las máximas se supone corrompido; sin embargo, ha de ser posible prevalecer sobre esta propensión, pues ella se encuentra en el hombre como ser que obra libremente.

Kant, Emmanuel. La religión dentro de los límites de la mera razón (1793), Traducción de Felipe Martínez Marzoa, Alianza Editorial, 1991.

CONTRA LOS AMANTES DEL ORDEN A. –¿Hay que civilizar al hombre o hay que dejarlo abandonado a su instinto? B. –¿Debo responder con precisión? A. –Sin duda B. –Si os proponéis ser su tirano, civilizadlo; envenenadlo como mejor podáis con una moral contraria a la naturaleza; ponedle trabas de todas clases; interceptad sus movimientos con toda clase de obstáculos; atadlo a fantasmas que lo atemoricen; eternizad la guerra en el interior de la caverna y que el hombre natural está siempre encadenado a los pies del hombre moral. ¿Queréis que sea libre y feliz? No os metáis en sus asuntos: bastantes incidentes imprevistos se encargarán de conducirlo a la luz y a la depravación; y tened para siempre la seguridad de que no fue para vos sino para ellos mismos por lo que aquellos sabios legisladores os amasaron y os manipularon como lo fuisteis. Apelo a todas las instituciones políticas, civiles y religiosas: examinadlas profundamente; o me equivoco mucho o veréis a la especie humana plegarse, siglo tras siglo, bajo el yugo que un puñado de tunantes se habían prometido imponerle. Desconfiad del que quiere restablecer el orden. Ordenar es siempre convertirse en dueño de los demás molestándolos.

Diderot, Denis. Suplemento al viaje de Bougainville (1773), en Viaje a Tahití, Traducción de Mateo Gamalt, Viajeros y Filósofos, pequeña biblioteca Calamus Scriptorius, editor José J. de Olañeta

EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE. Es por ello manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los obligue a todos al respeto, están en aquella condición que se llama guerra; y una guerra como de todo hombre contra todo hombre. Pues la guerra no consiste solo en batallas, o en el acto de luchar; sino en un espacio de tiempo donde la voluntad de disputar en batalla es suficientemente conocida. Y, por tanto, la noción de tiempo debe considerarse en la naturaleza de la guerra; como está en la naturaleza del tiempo atmosférico. Pues así como la naturaleza del mal tiempo no está en un chaparrón o dos, sino en una inclinación hacia la lluvia de muchos días en conjunto, así la naturaleza de la guerra no consiste en el hecho de la lucha, sino en la disposición conocida hacia ella, durante todo el tiempo en que no hay seguridad de los contrarios. […] Puede resultar extraño para un hombre que no haya sopesado bien estas cosas que la naturaleza disocie de tal manera a los hombres y los haga capaces de invadirse y destruirse mutuamente. Y es posible que, en consecuencia, desee, no confiando en esta inducción derivada de las pasiones, confirmar la misma por experiencia. Medite entonces él, que se arma y trata de ir bien acompañado cuando viaja, que atranca sus puertas cuando se va a dormir, que echa el cerrojo a sus arcones incluso en su casa, y esto sabiendo que hay leyes y empleados públicos armados para vengar todo daño que se le haya hecho, qué opinión tiene de su prójimo cuando cabalga armado, de sus conciudadanos cuando atranca sus puertas, y de sus hijos y servidores cuando echa el cerrojo a sus arcones. ¿No acusa así a la humanidad con sus acciones como lo hago yo con mis palabras? Pero ninguno de nosotros acusa por ello a la naturaleza del hombre. Los deseos y otras pasiones del hombre, no son en sí mismos pecado. No lo son tampoco las acciones que proceden de esas pasiones, hasta que conocen una ley que las prohíbe. Lo que no pueden saber hasta qué leyes. Ni puede hacerse ley alguna hasta que hayan acordado la persona que lo hará.

Hobbes, Thomas. Leviatán, I, XIII (1651), edición preparada por C. Moya y A. Escohotado, Ed. Nacional, Madrid, 1980.

EL PODER POLÍTICO Y SU ORIGEN Para entender correctamente el poder político y derivarlo de su origen, debemos considerar cuál es el estado en que todos los hombres se encuentran naturalmente, que no es otro que el de una libertad perfecta para ordenar sus actos y disponer de sus propiedades y propia persona como les plazca, dentro de los límites de la ley natural, sin necesidad de autorización ni dependiendo de la voluntad de otro hombre. Es un estado de igualdad en el que todo el poder y jurisdicción es recíproco sin que nadie tenga más que cualquier otro…

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PARROQUIA EL SANTO CRISTO Nit. 800.047.419-7

“COLEGIO PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO” EDUCACIÓN BÁSICA PRIMARIA, SECUNDARIA Y MEDIA VOCACIONAL

Aprobación Oficial Secretaría de Educación del Distrito por Resolución No. 7454 del 13 de Noviembre de 1998 Calle 23G No. 111-96 Fontibón – Las Flores – Teléfonos 2 98 35 85 –2 67 13 85

Email – [email protected]

[…] Así pues hemos nacido libres y racionales. No es que podamos hacer uso inmediato de ambas facultades: es con la edad cómo al adquirir la uno adquirimos parejamente la otra… […] De este modo la libertad del hombre y su potestad de obrar de acuerdo son su voluntad, se basa en que posee la razón, la cual es capaz de instruirle en la ley por la cual ha de regirse él mismo y le permite saber hasta qué punto puede llegar en el ejercicio de su libre albedrío… […] Pero aunque este sea un estado de libertad, no es un estado de licencia (libertinaje); aunque el hombre tenga en este estado una libertad incontrolada para disponer de su persona o de sus posesiones, no tiene la libertad de destruirse a sí mismo o a cualquier otra criatura bajo su mando, de no ser que un uso más noble que la mera conservación así lo exija. El estado de naturaleza tiene una ley que lo rige, obligatoria para todos: la razón, que es esta ley, enseña a toda la humanidad, con tal que quiera consultarla, que siendo todos iguales e independientes, ninguno debe dañar al otro en su vida, salud, libertad o posesiones.

Locke, John. Ensayo sobre el gobierno civil, Cap. 11

EL HOMBRE COMO SER SOCIAL La comunidad perfecta de varias aldeas es la ciudad, que tiene, por así decirlo, el extremo de toda suficiencia, y que surgió por causa de las necesidades de la vida, pero existe ahora para vivir bien. De modo que toda ciudad es por naturaleza, si los son las comunidades primeras; porque la ciudad es el fin de ellas, y la naturaleza es el fin. En efecto llamamos naturaleza de cada cosa a lo que cada una es, una vez acabada su generación, ya hablaremos del hombre, del caballo o de la casa. Además, aquello para lo cual existe algo y el fin es lo mejor, y la suficiencia es un fin y lo mejor. De todo ello resulta, pues, manifiesto que la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar o es mal hombre o más que hombre, como aquél a quien Homero increpa: «sin tribu, sin ley, sin hogar», porque el que es tal por naturaleza es además amante de la guerra, como una pieza aislada en los juegos. La razón por la cual el hombre es, más que la abeja o cualquier animal gregario, un animal social es evidente: la naturaleza, como solemos decir, no hace nada en vano, y el hombre es el único animal que tiene la palabra. La voz es signo del dolor y del placer, y por eso la tienen también los demás animales, pues su naturaleza llega hasta tener sensación de dolor y de placer y significársela unos a otros; pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo dañoso, lo justo y lo injusto, y es exclusivo del hombre, frente a los demás animales, el tener, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y de lo injusto, etc. Y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la casa y la ciudad. La ciudad es por naturaleza anterior a la casa y a cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte; en efecto, destruido el todo, no habrá pie ni mano, a no ser equivocadamente, como se pueda llamar mano a una piedra; una mano muerta será algo semejante. Todas las cosas se definen por su función y sus facultades, y cuando éstas dejan de ser lo que eran no se debe decir que las cosas son las mismas, sino del mismo nombre. Es evidente, pues, que la ciudad es por naturaleza y anterior al individuo, porque si el individuo separado no se basta a sí mismo será semejante a las demás partes en relación con el todo, y el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios.

Aristóteles. Política, Libro I. cap. 2 (1252b 27 - 1253a 29)

GUÍA DE TRABAJO # 1

No olvide anexar este documento a la carpeta. Lea atentamente las lecturas y resuelva en su cuaderno las preguntas que a continuación encontrará. Recuerde que sobre esta guía habrá sustentación oral.

1. Realice un glosario de los términos y conceptos que desconoce indicando su significado. Mínimo 25 entradas diferentes.

2. ¿Cuál es el tema tratado por las diferentes lecturas?

3. ¿El hombre es por naturaleza malo? Justifique su respuesta.

4. ¿Qué es y qué no es un hombre civilizado? Explique.

5. ¿El hombre es por naturaleza bueno? Justifique su respuesta.

6. ¿El hombre es bueno por naturaleza y la sociedad lo corrompe? Explique.

7. ¿La organización social es un obstáculo para la libertad y la felicidad del hombre? Justifique su respuesta.

8. ¿Estaríamos mejor nosotros los hombres si no viviéramos en sociedad? Justifique su respuesta.

9. ¿Es el hombre un lobo para el hombre? Justifique su respuesta.

10. Realice un cuadro comparativo de las diferentes lecturas en el que muestre las diferentes formas de comprender la naturaleza social del hombre.

11. Investigue qué es la vida buena en Aristóteles y haga una pequeña reseña de ello. No olvide indicar de dónde procede la información.

12. Para finalizar, ¿es el hombre un ser social? Justifique su respuesta apoyándose en lo aprendido.