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D i e g o R o m e r o V e r a , U n i v e r s i d a d d e C ó r d o b a E p i g r a f í a c í v i c a y v i t a l i d a d u r b a n a . U n b a l a n c e s o b r e e l h á b i t o e p i g r á f i c o e n l a s c i u d a d e s h i s p a n o r r o m a n a s d e é p o c a a n t o n i n a . K o n t a k t | c o n t a c t d e t a i l s : Dr. Diego Romero Vera Área de Arqueología, Universidad de Córdoba [email protected] Los centros cívicos hispanorromanos del siglo II d.C. poseyeron un paisaje arquitectónico “heredado” en gran medida del siglo anterior. En cierto sentido, es lógico que las élites y órganos rectores de aquellas ciudades que ya disponían de centros monumentales completamente equipados en lo arquitectónico focalizaran su atención en la erección de nuevos homenajes estatuarios y escultóricos durante este periodo. Atendiendo al registro arqueológico, la epigrafía y la plástica se convirtieron en las principales actuaciones en el ámbito forense de la centuria que nos ocupa. A partir de la documentación que ofrecen las ciudades analizadas, estimamos posible establecer un acercamiento general a las pautas epigráficas que se desarrollaron en ellas durante el siglo II 1 . D e s t i n a t a r i o s y d e d i c a n t e s d e h o m e n a j e s e p i g r á f i c o s . Para empezar, no existen transformaciones sustanciales en la epigrafía cívica del siglo II con respecto a la del siglo previo, al menos en lo que respecta a la concesión y recepción de homenajes. En concreto, entre los receptores de homenajes destacan sobremanera los particulares, con 26 testimonios. El segundo grupo de inscripciones en número son las consagradas a las divinidades oficiales del panteón romano, con 24 ejemplares. El ramillete de divinidades representadas es muy variado, aunque sobresalen las donaciones y homenajes a dioses con epíteto augusteo y a los genios de las comunidades cívicas; el tercer puesto lo ocupan las basas de estatuas -y en menor medida placas votivas- dedicadas a los emperadores y sus familiares, con 12 piezas 2 . A continuación, siguen en número los senadores, caballeros y funcionarios imperiales, de los que se han conservado 9 inscripciones. Otro grupo social destacado como destinatario de honores son los magistrados y decuriones, con un total de 7 documentos. En este elenco despuntan también los flamines y otros personajes relacionados con el culto imperial, con 6 testimonios. Por último, hay que citar las piezas erigidas a gobernadores provinciales y patronos, con un epígrafe de cada género. Como se observa, existe una clara continuidad en los usos epigráficos forenses con respecto a los destinatarios de los homenajes y donaciones. Por otro lado, también es interesante analizar a los dedicantes de los epígrafes cívicos del siglo II d.C., que hemos dividido en dos grupos: públicos o institucionales y privados. En lo que respecta a las instituciones, despuntan, como era de esperar, los ordines locales, con 21 inscripciones. Las curias mostraron su adhesión sobre todo a los emperadores y también realizaron dedicatorias a privados, cuyos méritos, en la mayoría de los casos no se hacen constar. Cierran esta categoría los conventos jurídicos y los collegia, con 3 y 2 piezas respectivamente. En cuanto a las dedicaciones promovidas individualmente, destacan las realizadas por particulares, con 12 documentos. Le siguen los 9 epígrafes ofrecidos por familiares. El resto se reparte entre magistrados locales (3), flamines (3), herederos (3) y amigos (2). Por su alta representación merecen mención especial los libertos, y ello a pesar de que, como es sabido, éstos solían enmascarar su condición social. En 10 ejemplares se puede distinguir que el dedicante es de origen servil, divididos entre los séviros (6) y los libertos que agasajan a su patrono con una estatua (4). P r o d u c c i ó n e p i g r á f i c a y v i g o r u r b a n o Son de sobra conocidos los riesgos y dificultades que entraña la datación de los documentos epigráficos. Con bastante frecuencia se les asigna ámbitos temporales demasiados amplios, normalmente de medio siglo e incluso más. Esta circunstancia complica la seriación precisa de la epigrafía pública de las ciudades que forman parte de nuestro estudio. De esta forma, la mayoría de epígrafes que barajamos han sido datados en una de las dos mitades del siglo II, sin que pueda concretarse más su cronología 3 . A la primera mitad de siglo pertenecen 46 epígrafes, si bien hay que indicar que el 71% de éstos se fechan con seguridad entre los gobiernos de Trajano y Adriano (33 piezas). En cambio, a la segunda mitad de la centuria corresponden sólo 12 inscripciones. Esto viene a reflejar una reducción drástica en la dedicación de epígrafes en contexto forense. Tal circunstancia choca con el elevado nivel de homenajes desarrollados en el primer tercio del siglo II, lo que, por otra parte, está en consonancia con el vigor mostrado por la edilicia pública en época trajano-adrianea. En particular, en la segunda mitad de siglo sólo las dedicaciones imperiales se incrementaron con respecto al medio siglo anterior. El descenso de inscripciones en la segunda mitad del siglo II se ha venido relacionando con la pérdida del denominado “hábito epigráfico” o “cultura epigráfica”. Parece probado que desde mediados del siglo II decae en Hispania la costumbre de dedicar pedestales de estatua a personajes relevantes de la vida social de las ciudades. Las dedicaciones honoríficas promovidas a título personal desaparecen como medio de autorrepresentación de las élites. Tradicionalmente se ha venido planteado que la reducción o desaparición del hábito epigráfico se desarrolla a partir del siglo III, pero el modesto análisis de la epigrafía forense que llevamos a cabo aquí pone de manifiesto que el retroceso de las inscripciones honoríficas comienza a mediados del siglo II, aunque se intensifica a partir de época severiana. No obstante, hay que tener cierta precaución a la hora de interpretar el descenso de la epigrafía cívica como un indicio de decadencia urbana. Existen ciertas comunidades hispanas cuya vitalidad es manifiesta en la segunda centuria y de las cuales el registro arqueológico apenas aporta evidencia de epigrafía pública. Un buen ejemplo en este sentido lo constituye el caso de Saguntum, cuya producción epigráfica se reduce drásticamente a partir de mitad del siglo II. Este hecho no deja de ser significativo porque en dicho momento el vigor de la colonia es innegable. El ejemplo más paradigmático de esta situación lo encontramos en Segobriga. Parece evidente que el foro de esta ciudad siguió en uso durante la segunda centuria y que la élite segobrigense, entre los que llegaron a contarse en esta época flamines provinciales, siguió dedicando inscripciones y representaciones escultóricas en este lapso temporal. No obstante, existe un hiato de información en este sentido. El estudio arqueológico del foro no ha revelado ningún documento epigráfico o escultórico fechado en nuestra época de estudio. Entre las causas de la falta de testimonios epigráficos podríamos citar el reempleo de piezas en época tardía, los procesos postdeposicionales, o el azar. Tampoco cabría descartar que las piezas de este periodo estuvieran confeccionadas en bronce, y por tanto, tras ser fundidas, no hubieran dejado rastro alguno. P e d e s t a l d e d i c a d o a L . L i c i n i u s S e c u n d u s ( C I L I I , 4 5 3 6 a ) 1 Las siguientes ciudades han sido analizadas en el marco de nuestra investigación: Astigi, Asturica, Baelo Claudia, Baetulo, Barcino, Bilbilis, Bracara Augusta, Caesar Augusta, Capara, Carteia, Carthago Nova, Clunia, Complutum, Conimbriga,Emporiae, Italica, Labitolosa, Lucentum, Lucus Augusti, Mirobriga Celticorum, Munigua,Pollentia,Regina Turdulorum,Saguntum, Segobriga,Valentia y Valeria. 2 De este grupo debemos excluir las inscripciones consagradas a los emperadores y emperatrices divinizados, englobados en el grupo de las divinidades. 3 Un elevado número de inscripciones, 34, se fecha de forma laxa en el siglo II, lo que supone el 58% del total. Hintergrund für Anschnitt.indd 1 24.07.2017 13:23:27

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Page 1: Epigrafía cívica y vitalidad urbana. Un balance sobre el ... · Epigrafía cívica y vitalidad urbana. Un balance sobre el hábito epigráfico en las ciudades hispanorromanas de

Diego Romero Vera, Universidad de Córdoba

Epigrafía cívica y vitalidad urbana. Un balance sobre el hábito epigráfico en las ciudades hispanorromanas de época antonina.

Kontakt | contact details: Dr. Diego Romero VeraÁrea de Arqueología, Universidad de Có[email protected]

Los centros cívicos hispanorromanos del siglo II d.C.poseyeron un paisaje arquitectónico “heredado” en granmedida del siglo anterior. En cierto sentido, es lógico quelas élites y órganos rectores de aquellas ciudades que yadisponían de centros monumentales completamenteequipados en lo arquitectónico focalizaran su atención enla erección de nuevos homenajes estatuarios y escultóricosdurante este periodo. Atendiendo al registro arqueológico,la epigrafía y la plástica se convirtieron en las principalesactuaciones en el ámbito forense de la centuria que nosocupa. A partir de la documentación que ofrecen lasciudades analizadas, estimamos posible establecer unacercamiento general a las pautas epigráficas que sedesarrollaron en ellas durante el siglo II1.

Destinatarios y dedicantes de homenajes epigráficos.

Para empezar, no existen transformaciones sustanciales enla epigrafía cívica del siglo II con respecto a la del sigloprevio, al menos en lo que respecta a la concesión yrecepción de homenajes.En concreto, entre los receptores de homenajes destacansobremanera los particulares, con 26 testimonios. Elsegundo grupo de inscripciones en número son lasconsagradas a las divinidades oficiales del panteónromano, con 24 ejemplares. El ramillete de divinidadesrepresentadas es muy variado, aunque sobresalen lasdonaciones y homenajes a dioses con epíteto augusteo y alos genios de las comunidades cívicas; el tercer puesto loocupan las basas de estatuas -y en menor medida placasvotivas- dedicadas a los emperadores y sus familiares, con12 piezas2. A continuación, siguen en número lossenadores, caballeros y funcionarios imperiales, de los quese han conservado 9 inscripciones. Otro grupo socialdestacado como destinatario de honores son losmagistrados y decuriones, con un total de 7 documentos.En este elenco despuntan también los flamines y otrospersonajes relacionados con el culto imperial, con 6testimonios. Por último, hay que citar las piezas erigidas agobernadores provinciales y patronos, con un epígrafe decada género. Como se observa, existe una claracontinuidad en los usos epigráficos forenses con respecto alos destinatarios de los homenajes y donaciones.Por otro lado, también es interesante analizar a losdedicantes de los epígrafes cívicos del siglo II d.C., quehemos dividido en dos grupos: públicos o institucionales yprivados. En lo que respecta a las instituciones, despuntan,como era de esperar, los ordines locales, con 21inscripciones. Las curias mostraron su adhesión sobre todoa los emperadores y también realizaron dedicatorias aprivados, cuyos méritos, en la mayoría de los casos no sehacen constar. Cierran esta categoría los conventosjurídicos y los collegia, con 3 y 2 piezas respectivamente.En cuanto a las dedicaciones promovidas individualmente,destacan las realizadas por particulares, con 12documentos. Le siguen los 9 epígrafes ofrecidos porfamiliares. El resto se reparte entre magistrados locales(3), flamines (3), herederos (3) y amigos (2). Por su altarepresentación merecen mención especial los libertos, yello a pesar de que, como es sabido, éstos solíanenmascarar su condición social. En 10 ejemplares se puededistinguir que el dedicante es de origen servil, divididosentre los séviros (6) y los libertos que agasajan a supatrono con una estatua (4).

Producción epigráfica y vigor urbano

Son de sobra conocidos los riesgos y dificultades queentraña la datación de los documentos epigráficos. Conbastante frecuencia se les asigna ámbitos temporalesdemasiados amplios, normalmente de medio siglo eincluso más. Esta circunstancia complica la seriaciónprecisa de la epigrafía pública de las ciudades que formanparte de nuestro estudio. De esta forma, la mayoría deepígrafes que barajamos han sido datados en una de lasdos mitades del siglo II, sin que pueda concretarse más sucronología3. A la primera mitad de siglo pertenecen 46epígrafes, si bien hay que indicar que el 71% de éstos sefechan con seguridad entre los gobiernos de Trajano yAdriano (33 piezas). En cambio, a la segunda mitad de lacenturia corresponden sólo 12 inscripciones. Esto viene areflejar una reducción drástica en la dedicación deepígrafes en contexto forense. Tal circunstancia choca conel elevado nivel de homenajes desarrollados en el primertercio del siglo II, lo que, por otra parte, está enconsonancia con el vigor mostrado por la edilicia públicaen época trajano-adrianea. En particular, en la segundamitad de siglo sólo las dedicaciones imperiales seincrementaron con respecto al medio siglo anterior.El descenso de inscripciones en la segunda mitad del sigloII se ha venido relacionando con la pérdida deldenominado “hábito epigráfico” o “cultura epigráfica”.Parece probado que desde mediados del siglo II decae enHispania la costumbre de dedicar pedestales de estatua apersonajes relevantes de la vida social de las ciudades. Lasdedicaciones honoríficas promovidas a título personaldesaparecen como medio de autorrepresentación de lasélites. Tradicionalmente se ha venido planteado que lareducción o desaparición del hábito epigráfico sedesarrolla a partir del siglo III, pero el modesto análisis dela epigrafía forense que llevamos a cabo aquí pone demanifiesto que el retroceso de las inscripciones honoríficascomienza a mediados del siglo II, aunque se intensifica apartir de época severiana.No obstante, hay que tener cierta precaución a la hora deinterpretar el descenso de la epigrafía cívica como unindicio de decadencia urbana. Existen ciertas comunidadeshispanas cuya vitalidad es manifiesta en la segundacenturia y de las cuales el registro arqueológico apenasaporta evidencia de epigrafía pública. Un buen ejemplo eneste sentido lo constituye el caso de Saguntum, cuyaproducción epigráfica se reduce drásticamente a partir demitad del siglo II. Este hecho no deja de ser significativoporque en dicho momento el vigor de la colonia esinnegable. El ejemplo más paradigmático de esta situaciónlo encontramos en Segobriga. Parece evidente que el forode esta ciudad siguió en uso durante la segunda centuria yque la élite segobrigense, entre los que llegaron a contarseen esta época flamines provinciales, siguió dedicandoinscripciones y representaciones escultóricas en este lapsotemporal. No obstante, existe un hiato de información eneste sentido. El estudio arqueológico del foro no harevelado ningún documento epigráfico o escultóricofechado en nuestra época de estudio.Entre las causas de la falta de testimonios epigráficospodríamos citar el reempleo de piezas en época tardía, losprocesos postdeposicionales, o el azar. Tampoco cabríadescartar que las piezas de este periodo estuvieranconfeccionadas en bronce, y por tanto, tras ser fundidas,no hubieran dejado rastro alguno.

Pedestal dedicado a L. Licinius Secundus (CIL II, 4536a)

1Las siguientes ciudades han sido analizadas en el marco de nuestra investigación: Astigi, Asturica, Baelo Claudia,Baetulo, Barcino, Bilbilis, Bracara Augusta, Caesar Augusta, Capara, Carteia, Carthago Nova, Clunia, Complutum,Conimbriga,Emporiae, Italica, Labitolosa, Lucentum, Lucus Augusti, Mirobriga Celticorum, Munigua,Pollentia,ReginaTurdulorum,Saguntum, Segobriga,Valentia y Valeria.2De este grupo debemos excluir las inscripciones consagradas a los emperadores y emperatrices divinizados, englobadosen el grupo de las divinidades.3Un elevado número de inscripciones, 34, se fecha de forma laxa en el siglo II, lo que supone el 58% del total.

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