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66 PERFILES EDUCATIVOS Este artículo describe la trayectoria en México de las primeras piezas y colecciones museográficas destinadas a la enseñanza, en el siglo XVIII , y su posterior consolidación y reubicación en las escuelas nacionales decimonónicas, hasta su proceso de institucionalización museológica dentro de la UNAM , ya en el siglo XX. Se resalta la revaloración de los acervos artísticos, naturales y científicos de la UNAM en sus dimensiones académica y museográfica, en el contexto nacional y en relación también con algunas influencias extranjeras. Esta visión panorámica del coleccionismo y los museos universitarios invita a un replanteamiento de su cuidado, uso, difusión y proyección tanto dentro de las instalaciones universitarias, como en relación con organismos internacionales especializados. In this article, the author describes the trajectory of the first pieces and collections addressed to education, from its beginning in the 18th Century, through the consolidation and relocation phase in the 19th Century, and until its museologic institutionalization within the UNAM, in the 20th. The author highlights the reassessment of the artistic, natural and scientific heritage of the UNAM in its academic and museographic dimensions, at national level and compared with some foreign influences. This panoramic vision of collectionism and of the university museums is an invitation to raise again the question of the care they deserve, their spreading and their hold not only within the university facilities, but also in relation with specialized international organizations. Colecciones académicas / Artes / Historia natural / Ciencias / Museos universitarios Academic collections / Art / Natural History / Sciences / University museums Entre gabinetes y museos. Remembranza del espacio universitario LUISA FERNANDA RICO MANSARD*

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Page 1: Entre gabinetes y museos. - Scielo México · 2019. 9. 30. · sentar las bases de la red de museos del México moderno. Con esta semblanza no se agota el tema sobre los museos univer

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Este artículo describe la trayectoria en México de las primeras piezas y colecciones museográficas destinadas a la enseñanza, en el siglo XVIII , y su posterior consolidación

y reubicación en las escuelas nacionales decimonónicas, hasta su proceso de institucionalización museológica dentro de la UNAM , ya en el siglo XX. Se resalta la revaloración de los acervos artísticos,

naturales y científicos de la UNAM en sus dimensiones académica y museográfica, en el contexto nacional y en relación también con algunas influencias extranjeras. Esta visión

panorámica del coleccionismo y los museos universitarios invita a un replanteamiento de su cuidado, uso, difusión y proyección tanto dentro de las instalaciones universitarias,

como en relación con organismos internacionales especializados.

In this article, the author describes the trajectory of the first pieces and collections addressed to education, from its beginning in the 18th Century, through the consolidation

and relocation phase in the 19th Century, and until its museologic institutionalization within the UNAM , in the 20th. The author highlights the reassessment of the artistic, natural and scientific heritage of theUNAM in its academic and museographic dimensions, at national level and compared with some foreign influences.

This panoramic vision of collectionism and of the university museums is an invitation to raise again the question of the care they deserve, their spreading and their hold not only within the university

facilities, but also in relation with specialized international organizations.

Colecciones académicas / Artes / Historia natural / Ciencias / Museos universitariosAcademic collections / Art / Natural History / Sciences / University museums

Entre gabinetes y museos.Remembranza del espacio universitario

LUISA FERNANDA RICO MANSARD*

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MODELOS ALLENDE EL MAR

Una de las características del ser humanode todos los tiempos ha sido la de reunir,atesorar y coleccionar objetos de cual -quier tipo. Esta posesión le brinda unagran seguridad personal y social, a la vezque le permite establecer relaciones entrepasado, presente y futuro, y proyectarsede la vida terrenal a la del más allá.Aunque muchas colecciones, principal-mente las creadas por sociedades anti -guas, se limitaban a satisfacer sólo lasnecesidades suntuarias de sus dueños, conel tiempo se fueron reuniendo objetospara ser mostrados al público. Salones ymuebles comenzaron a acondicionarsepara crear galerías, gabinetes, vitrinas...todo lo necesario para conservar y exhibirlas piezas, coadyuvando con ello a unatransmisión de conocimientos sustentadaen objetos, en pruebas tangibles y no,como venía sucediendo de tiempo atrás,a una enseñanza basada en lo abstracto yla especulación.

Esta forma de enseñar cobró más fuer-za a partir de la época del Renacimiento.Las exploraciones geográficas, las investi-gaciones naturales, los descubrimientosarqueológicos, los estudios antropológicosy el intercambio económico y culturalcon personas de otras latitudes, entre lossiglos XV y XVII , propiciaron en Europaun coleccionismo desmesurado y variadoque requirió muchos años para ser estu-diado y ordenado. Inicialmente se distin-guió por su carácter individualista y pri-vado –destinado a satisfacer al aristócratay al negociante, al curioso ocasional y alespecialista–, pero debido al vertiginoso

avance de las ciencias y la tecnología, asícomo al interés de eruditos y gobernantespor promover estos adelantos, muchos delos acervos particulares se fueron convir-tiendo en institucionales, prefiriéndosepara este fin los lugares dedicados alfomento de las ciencias y la transmisiónde conocimientos. Así se intensificó laintegración formal de acervos en univer-sidades y escuelas de altos estudios envarias ciudades del mundo occidental.

Además de los textos e instrumentosbásicos para cumplir con su misión edu-cativa, estas instituciones se dedicarontambién a reunir y ordenar objetos y co-lecciones que facilitaran la enseñanza deproductos naturales (naturalia) y huma-nos (artificialia), los cuales se volvieron losnúcleos primarios de los museos laicos.

En 1661, la Universidad de Basileainstauró el primer museo universitario enEuropa, ejemplo secundado años más tar-de por la Universidad de Oxford al abrirel célebre Ashmolean Museum en marzode 1683. Éste, considerado como “el pri-mer museo público de carácter pedagógi-co”,1 marcó los lineamientos de cómodebían ser y funcionar los museos acadé-micos:2 poseer colecciones relacionadascon las especialidades de enseñanza; en-cargar a los catedráticos de diferentes ma-terias la integración, el estudio, la con -servación y la exhibición de acervos;fomentar en los estudiantes el cuidado yla preservación de piezas; utilizar las co-lecciones como apoyos didácticos de lascátedras, y, uno de los aspectos más im-portantes, abrir estos museos al públicoen general en días y horas preestablecidos.Con el tiempo, muchas universidadeseuropeas fueron abriendo sus propiosmuseos, volviéndose en más de una oca-sión no sólo elementos primordiales parala enseñanza, sino también símbolos de

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* Secretaria del Comité Nacional Mexicano del ConsejoInternacional de Museos. [email protected]

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adelanto académico y motivo de orgullouniversitario.

El pensamiento racionalista y el espíri-tu de la Ilustración de los siglos XVII yXVIII encontraron en los museos académi-cos la cuna natural para el progreso de losconocimientos humanos. Por un lado, elredescubrimiento de las artes del mundoclásico motivó el surgimiento de acade-mias dedicadas a diferentes disciplinasestéticas; por el otro, el empeño de los en-ciclopedistas por comprender y explicartodo lo que pasaba a su alrededor impul-só un coleccionismo naturalista y cientí-fico que pronto se propagaría en gabine-tes especializados y en jardines de plantasy de animales. Para este tiempo, ya no setrataba de satisfacer la curiosidad de unoscuantos, sino de conseguir la instrucciónde muchos; ya no bastaba tener sólo unapedagogía con objetos, sino que se impo-nía el desarrollo de una pedagogía del ob-jeto. El gran paso se empezó a dar con losejemplares de la naturaleza; la biología, lamineralogía y la zoología comenzaron acompartir espacios con la química y lafísica a través de acervos que al tiempoque servían como material didáctico ma-nipulable durante las horas de clase, tam-bién se usaban como piezas de exhibiciónpara el aprendizaje y el deleite de un va-riado público que, si bien no era muyletrado, sí mucho más amplio.

El sentido utilitario y el carácter uni-versal de estas prácticas y conocimientosaseguraron su rápida aceptación en la ma-yoría de las instituciones europeas, pro-yectándose poco después en estableci -mientos análogos creados en ultramar.

Aquí, en materia de coleccionismo ymuseos académicos, como en muchosotros aspectos culturales del país, tambiénse dieron los mismos pasos que enEuropa. Con los años y sobre todo a par-

tir de la proclamación de México comonación independiente, se fueron marcan-do derroteros propios hasta alcanzar, enlas últimas décadas del siglo XX, una per-sonalidad museográfica propia, reconoci-da ampliamente tanto en el nivel nacio-nal, como internacional. Si bien esteproceso no fue uniforme y estuvo salpica-do de varios altibajos –debidos funda -mentalmente a las inestabilidades políti-cas y económicas del país–, podemosdistinguir en él tres grandes etapas: for-mación (que rastreamos desde las últimasdécadas del siglo XVIII hasta el final delporfiriato), periodo dedicado a la reu-nión, investigación y exhibición de pie -zas; transición (desde la formación de laUNAM, en 1929, hasta finales de los añossetenta), época de revaloración, distribu-ción y reubicación de las colecciones, asícomo de nuevos planteamientos museís-ticos; y proyección (de 1980 hasta nuestrosdías), periodo en que la museografía uni-versitaria alcanza altos niveles de especia-lización, asumiendo papeles vanguardistasque traspasaron los ámbitos académico ynacional. Como es frecuente en estoscasos, esta clasificación, más que dividircronológica o cualitativamente los hechosen forma rigurosa, es sólo una guía paraordenarlos a fin de explicarlos más llana-mente en todo un proceso que, además delargo, se reveló bastante complejo.

El coleccionismo académico estuvo es-trechamente ligado al devenir de la Uni-versidad, aunque su importancia trascen-dió de los salones de clase a varios puntosdel país, coadyuvando en gran medida asentar las bases de la red de museos delMéxico moderno. Con esta semblanza nose agota el tema sobre los museos univer-sitarios; más bien pretende ser una invita -ción para repensar su historia y proponeralternativas de proyección social acordes

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con los retos del nuevo milenio que acabade comenzar.

Piezas y colecciones son la condiciónsine qua non para la existencia de cual-quier institución museística, por lo queechar una mirada a la trayectoria de losmuseos universitarios nos lleva, inevita-blemente, a referirnos a los orígenes desus primeros acervos. Éstos no se forma-ron de manera homogénea sino que cadauno tuvo resortes y tiempos propios. Conel fin de tener una visión del proceso ensu conjunto, decidimos en este caso, másque agotar cada tema linealmente, respe-tar la trayectoria de cada tipo de colec-ción en las etapas arriba mencionadas.Por tal motivo, en cada sección hacemosreferencia a las artes y las ciencias.

EN MÉXICO

Los monarcas ilustrados Carlos III yCarlos IV tomaron las primeras medidasrelacionadas con el coleccionismo moder-no del reino español y sus colonias.Aunque el formado en la Nueva Españadebía proveer inicialmente a los gabinetesy las vitrinas de España, también se con-templaba la formación de acervos para lailustración y el progreso de los habitantesde estas tierras. Aquí, tocó a los virreyesJuan Vicente de Güemes, segundo condede Revillagigedo, a Miguel de la Grúa yTalamanca, marqués de Branciforte y aJosé de Iturrigaray cumplir con las dispo-siciones reales. Siguiendo el modelo delcoleccionismo europeo, se dio preferenciaa los ejemplares de arte y de historia natu-ral, modelo que continuó algunos añosdespués de la culminación del movimien-to independentista.

El ingreso de México al mundo de losestados independientes, en los primerosaños del siglo XIX, fue difícil y complica-

do. La carencia de administraciones polí-ticas y económicas firmes, el predominiode una hacienda debilitada y endeudada,el brote de múltiples revueltas internas,además de varias invasiones extranjerasdeterminaron, entre otros factores, la in-estabilidad del país por cerca de mediosiglo. No fue sino hasta después del deno-minado Triunfo de la República, en 1867,cuando se logró una reorganización entodos los ámbitos de la administración y,a pesar de los ajustes y cambios que setuvieron que hacer con el paso del tiem-po, esta reforma fue lo suficientementesólida como para propiciar en los añosposteriores la paz social y el progreso eco-nómico de la nación.

Durante este ir y venir de la organiza-ción del país los establecimientos de ense-ñanza se vieron muy afectados, ya que seimplantaron múltiples ensayos que desa-fortunadamente no lograron cristalizar.La vulnerabilidad de los estudios superio-res también se hizo patente en varias oca-siones hasta que, gracias al empeño deJusto Sierra, en 1910 quedó constituidala Universidad Nacional con una estruc-tura propia e independiente, ajustada alas exigencias educativas que en aquelmomento tenía la nación.

La mayoría de las colecciones académi-cas que se habían creado hasta esas fechasen la ciudad de México pasaron a formarparte de la nueva Universidad, integrán-dose a las actividades de las diferentesescuelas. Así, los ejemplares de ciencias seconvirtieron oficialmente en material deenseñanza de los estudios preparatorianosy profesionales, y se confirmaron lasobras de arte como modelos para la Es-cuela Nacional de Bellas Artes.

En el interior de la república, en cam-bio, se siguió otro camino ya quemuchas de las colecciones académicas se

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fueron formando en los distintos Institu-tos Científicos y Literarios o en centrosafines, debido principalmente al arduo ysilencioso trabajo realizado por diferen-tes estudiosos y científicos. Con los años,muchos de estos acervos se integraron auniversidades, museos y centros cultura-les estatales, convirtiéndose en el núcleoprimario de importantes colecciones lo-cales.

FORMACIÓN

Las artes

El coleccionismo académico en México seinició oficial y formalmente con las pri-meras piezas traídas de Europa para esta-blecer la Real Academia de las Tres No-bles Artes de San Carlos, en donde losestudiantes harían sus ejercicios de dibu-jo, pintura, escultura, grabado y diseñoarquitectónico. Con la creación de estaescuela, organizada a semejanza de laAcademia de San Fernando en Madrid, sepretendía ofrecer a los jóvenes novohispa-nos el mismo nivel de adiestramiento queel que se recibía en la metrópoli.

La iniciativa tuvo buena acogida entrelos estudiantes, profesores y directivos, yaque pasado poco más de un año de sufundación, entre 1785 y 1786, en mate-ria de colecciones habían quedado bienregistrados: 96 dibujos, 96 estampas, 334medallas griegas y romanas, 3 142 meda-llas de cobre y plomo, y una caja de mol-des de azufre, además de 124 óleos querepresentaban escenas sagradas, retratos declérigos, cuadros con flores, más de 2 000estampas de “humo y buril” y 340 dibujosprovenientes de comunidades religiosas.

A ellos se agregó poco después la pri-mera colección de escultura integrada porel célebre arquitecto y escultor Manuel

Tolsá. Los yesos, que reproducían obrasselectas del mundo clásico, sobresalieronpor ser una de las mejores colecciones dela Academia, según se desprende de la opi-nión del ilustre Alejandro von Humboldt,quien las consideraba “de las más bellas ycompletas” para la enseñanza de las artes.

Dibujos, óleos, grabados, pinturas yesculturas fueron dispuestos de maneratal que los estudiantes de la Academiapudieran utilizarlos como modelos parahacer copias y ejercicios artísticos, peroigualmente para que los curiosos y losamantes del “buen gusto” los admiraranpor su cuenta.

A lo largo del siglo XIX las puertas delas colecciones artísticas se abrieron endías preestablecidos a toda persona inte-resada. También se abrían en ocasionesespeciales, como cuando se verificaban losconcursos de los estudiantes, eventos a losque concurría mucha gente. Profesores,críticos, parientes y amigos de los exposi-tores, escritores y periodistas se acercabana las salas de exhibición para externar susopiniones sobre las obras presentadas.

Durante los años difíciles por los quepasó el país en la primera mitad de esesiglo, la Academia pudo subsistir en granmedida gracias al gran apoyo de dosveracruzanos: el acaudalado político,Francisco Javier Echeverría y el célebreabogado José Bernardo Couto, quienesdesinteresadamente se ocuparon de laconservación y el incremento de obras,sobre todo óleos de diferente formato.

A partir de 1867 la Academia –paraentonces convertida por la administraciónjuarista en Escuela Nacional de BellasArtes–, estuvo en la posibilidad de aumen-tar, considerablemente, sus colecciones alconcentrar en sus galerías muchas piezasque se ubicaran antes en iglesias y conven-tos, así como por medio de compras exter-

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nas y por la adquisición de algunas de lasmejores obras realizadas por sus alumnos yprofesores. De esta época destacan los tra-bajos de José Obregón, Manuel Ocaranza,Rodrigo Gutiérrez, Félix Parra, JoaquínRamírez, Leandro Izaguirre, Adrián Un-zueta, Daniel del Valle, por mencionarsólo algunos, que actualmente se presentancon mucho orgullo en los museos másimportantes del país.

A diferencia de otras instituciones quereunían y exhibían colecciones, la Acade-mia tuvo la gran ventaja de contar desde ladécada de los cuarenta con un lugar fijo ypropio –el edificio que todavía podemosadmirar precisamente en la calle deAcademia–, situación que no sólo le permi-tió continuar trabajando en sus actividadesdocentes y organizar sus exposiciones anua-les o bianuales con cierta tranquilidad, sinoque también le garantizó la seguridad y sal-vaguarda de sus acervos.

Esto se hizo evidente cuando al iniciarel siglo XX se registró una cantidad exce-siva de obras en áreas de exhibición y enbodegas, problema que se solucionó enparte con la remisión de piezas a diferen-tes establecimientos culturales tanto de lacapital como del interior del país.

Cuando la Academia pasó a formarparte de la vida universitaria, sus colec-ciones se integraron al patrimonio de laUniversidad. En los poco más de 130años de su existencia –de 1783 a 1917–,había logrado acumular la colección artís-tica más rica y variada del país, mismaque en las décadas siguientes pasaría aocupar los espacios museográficos de di-ferentes museos mexicanos.

La historia natural y las ciencias

La formación de los primeros acervosnaturales para la enseñanza también si-

guió los cánones del coleccionismo insti-tucional español. Desde esta óptica sefomentó la investigación y la enseñaza dela “historia natural”, que entonces com-prendía las especialidades de mineralogía,botánica y zoología.

El Colegio Seminario de Minería, ubi-cado en lo que en la actualidad es el nú-mero 90 de las calles de Guatemala, abrióbrecha en este sentido al conminar en suReglamento del 30 de abril de 1789 a losdueños de minas a:

entregar en el mismo Colegio Metálico unasmuestras de sus minerales en la porción quebaste para que allí se examine su calidad y cir -cunstancias, y el beneficio que puedan recibirpara su mayor rendimiento (Becerra López,1963, p. 336).

Este primer acervo estuvo a cargo delrenombrado científico y rector de la ins-titución, Fausto Elhúyar. Desde entonces,muchos ejemplares remitidos eran anali -zados por aprendices y maestros, y poste-riormente colocados en vitrinas para quecualquier persona los pudiera admirar.

A la mineralogía siguieron los ejempla-res botánicos. Éstos se originaron a partirde la decisión del monarca Carlos III depromover la Expedición Botánica de laNueva España y establecer en la ciudadde México un Jardín Botánico con unGabinete adjunto.

La Expedición respondía a un progra-ma más amplio, ya que estaba destinadaprincipalmente a concentrar, en el Ga -binete de Historia Natural y el Jardín Bo-tánico de Madrid, los ejemplares más sig -nificativos de todo el reino español. Durócasi década y media, tiempo en el queimportantes naturalistas encabezados porMartín Sessé recorrieron desde el extremonorte del Archipiélago de Vancouver,

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hasta el Estrecho del Darién en Panamá,y desde las costas del Pacífico en la BajaCalifornia, hasta el seno mexicano delCaribe, incluyendo las islas de Cuba yPuerto Rico, para recolectar, dibujar, exa-minar, describir e indagar, entre los nati-vos de la región, el nombre de cada ejem-plar y sus usos prácticos.

Muchas de estas muestras se remitíanal Jardín Botánico de México para queaquí se registraran y prepararan, a fin detrasladarlas posteriormente a España. Elresponsable del Jardín y el Gabinete na-tural fue el eminente botánico VicenteCervantes, quien además de cumplir coneste cometido aprovechaba también losmateriales para formar aquí uno de losprimeros núcleos de ejemplares botáni-cos, tanto de muestras vivientes, como dedisecadas.

En 1793 quedaron finalmente insta -lados el Jardín Botánico y el Gabinete enlos espacios del actual Palacio Nacional.Allí se estudiaba todo lo concerniente ala flora y se promovía la reproducción delas plantas nativas, amén de contar conun agradable lugar de paseo y esparci-miento.3

La función académica de estos ejem-plares estuvo a cargo del propio Cervan-tes, quien impartía clases, dirigía herbori-zaciones, organizaba excursiones, formabacolecciones vivas y disecadas, y promovíalos “ejercicios literarios” en los que losestudiantes debían demostrar lo aprendi-do.4 Llegó a reunir junto con sus alumnoscerca de 6 000 especies, algunas de ellasmuy apreciadas por su rareza como elÁrbol de las Manitas. El trabajo realizadodurante los primeros diez años del Jardíntambién fue reconocido por el famoso via-jero alemán, Humboldt, que lo considera-ba como “muy pequeño, pero en extremorico en producciones vegetales raras o de

mucho interés para la industria y el comer-cio” (Humboldt, 1973, p. 122).

Al fallecer Cervantes, en 1829, elnaturalista Miguel Bustamante, su alum-no más distinguido, asumió el encargo delas cuestiones botánicas. Para entonces,los disturbios político-militares que ha-bían dominado al país de años atrás ame-nazaban fatalmente la existencia delJardín, mientras que las colecciones dise-cadas entraban al Museo Nacional5 parasu resguardo. Hacia la mitad del siglo,sólo sobrevivió el tenaz trabajo de PíoBustamante y Rocha, en el área de biolo -gía y el de Antonio del Castillo, en el demineralogía. Pese a varios intentos, elJardín Botánico no pudo subsistir, y paraentonces tampoco se había llegado a con-cretar la idea de un Jardín Zoológico.Sólo hasta bien entrado el siglo XX y gra-cias al inquebrantable empeño de AlfonsoL. Herrera, se formó el célebre Jardín deChapultepec que todavía podemos gozaren la actualidad.

Retornando al siglo XIX y al estudio dela historia natural, el incremento de susacervos se consolidó definitivamente des-pués del Triunfo de la República, en1867, con la magnífica mancuerna entrecolección e investigación, entre MuseoNacional y Sociedad Mexicana de His -toria Natural. Las aportaciones de cientí-ficos como Jesús Sánchez, Gumesindo(sic) Mendoza, Manuel Villada, MarianoBárcena, Manuel Urbina, entre muchosotros, acompañados por la paleta y el pin-cel del célebre pintor José María Velasco,tuvieron gran resonancia en el país y másallá de sus fronteras. En la ciudad deMéxico, las repercusiones fueron inme-diatas, especialmente en institucioneseducativas que requerían colecciones parala enseñanza, como la Escuela Preparato-ria, la Escuela Nacional de Ingenieros, la

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Escuela de Medicina, así como por traba-jos realizados por la Comisión GeográficaExploradora y la Comisión GeológicaNacional.

La Preparatoria, fundada por GabinoBarreda sobre principios positivistas, seocupó por ofrecer al estudiantado losequipos y utensilios necesarios para losgabinetes de botánica, mineralogía y zoo-logía, así como los laboratorios de física yquímica. La mayoría de estos materialesfueron importados de Europa y se com-plementaban con muestras que profesoresy alumnos conseguían cerca de la ciudadde México para las clases.

La concepción del museo como “unaescuela popular de enseñanza objetiva”comenzaba a extenderse en los círculosintelectuales de finales del siglo XIX, lle-vando a establecer desde entonces la cate-goría de Museos Escolares tanto para laenseñanza básica como para la superior.Siguiendo esta línea, en 1907 algunosprofesores propusieron a Justo Sierra laaprobación de un Museo Escolar en laNacional Preparatoria, destinado especial-mente a conservar ejemplares de la flora yla fauna mexicanas reunidos por estu -diantes y académicos preparatorianos. Elperiódico El Imparcial opinaba:

La idea de la creación del Museo Escolar esinteresante, útil e instructiva, y podría genera-lizarse en muchos establecimientos educativoscomo enseñanza objetiva, cuyos frutos no seperderán sino al contrario quedarán perpetua-dos para la instrucción de los demás.6

Célebres fueron, desde finales delsiglo XIX y durante la primera mitad del si-glo XX , los gabinetes-museo de la Na -cional Preparatoria (Sierra, 1984, pp.14-18) –ubicada entonces en el AntiguoColegio de San Ildefonso– que, además

de utilizarse para las cátedras, se abríanal público interesado en fechas preestable-cidas.

De forma semejante, la Escuela deIngenieros, sucesora de la de Minería,siguió enriqueciendo sus coleccionesmineralógicas, geológicas y paleontológi-cas del país con “máquinas y utensiliosque en diversas ocasiones se han encarga-do a Europa”.7 En el célebre Palacio deMinería, diseñado por el renombradoarquitecto Manuel Tolsá, se guardaronestos acervos hasta que las escuelas supe-riores comenzaron a dejar el barrio uni -versitario del Centro Histórico para con-centrarse en la ciudad universitaria.8

En cuanto a la medicina se refiere, gra-cias al interés personal del naturalista JoséRamírez, hijo de don Ignacio Ramírez, ElNigromante, se impulsó en la década delos sesenta la creación del Museo de Ana -tomía Patológica en la Escuela de Me -dicina, con el objeto de que los jóvenesestudiantes pudieran observar directa -mente los diferentes órganos del cuerpohumano. Estos primeros acervos se unie-ron después a los del Instituto MédicoNacional (creado en diciembre de 1888),que a su vez había logrado formar un im-portante repositorio de muestras de floramexicana. Años más tarde estas muestrasconstituirían la base originaria del actualHerbario Nacional.

Tanto la Comisión Geográfica Explo-radora como la Geológica Nacional tam-bién lograron reunir importantes acervoscientíficos. La primera, dedicada a pre -sentar ejemplares en exposiciones interna-cionales, concentró sus colecciones en eldenominado Museo de Tacubaya; mien-tras que la segunda pudo contar con elflamante edificio del Instituto GeológicoNacional, diseñado de manera expresapara cumplir con la doble función de

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investigación-exhibición, inaugurado enforma pomposa en 1906 por la adminis-tración de Díaz. Este edificio, común -mente conocido como Museo de Geolo-gía, conserva su esplendor original yalgunos ejemplares de aquella época.

La forma de integrar estas coleccionesy su uso cotidiano confirmaban el interésde los maestros por fomentar una ense-ñanza práctica basada en objetos, estable-ciendo una estrecha relación entre lasfunciones del museo y la escuela, en queprofesores y alumnos fungían a la vezcomo conservadores e investigadores,amén de iniciarse en las prácticas museo-gráficas básicas y tener que dar explicacio-nes guiadas a todo tipo de visitantes.

El otro gran paso en materia de mu-seos lo dio el propio presidente Díaz alpropiciar la creación del Museo Nacionalde Historia Natural en el edificio conoci-do como El Chopo –ubicado en los rum-bos de la ribera de San Cosme–, con lascolecciones concentradas durante casi unsiglo en el antiguo Museo Nacional. Éste,al expandir sus áreas de arqueología, his-toria y etnografía, requería más espaciosde exhibición, propiciando con ello lasalida de los acervos naturales. Así, a lavez que se extendía la museografía sobretemas sociales, también se abría otroespacio museográfico dedicado expresa-mente a las ciencias. A pesar del intensotrabajo realizado para su pronta inaugu-ración y de las grandes expectativas pues-tas en el nuevo Museo de Historia Natu-ral, esto sólo se pudo hacer en diciembrede 1913, después de la caída del régimenporfirista.

Los acervos originales se organizaronvarias veces, ya que a este recinto fue aparar la mayor parte de los ejemplaresnaturales que había en la ciudad, pues alos provenientes del Museo Nacional se

sumaron poco después los de la ComisiónGeográfica Exploradora y los del InstitutoMédico Nacional, entre otros.

Gracias al inquebrantable interés dePastor Rouaix y de Alfonso L. Herrera,entre muchos otros biólogos de antigua ynueva cepa, este Museo tuvo gran acepta-ción a lo largo de la primera mitad delsiglo XX. En 1915, pasó a formar parte dela Dirección de Estudios Biológicos de laUniversidad, y con la reestructuración deésta como Universidad Nacional Autóno-ma de México en 1929, quedó integradoal nuevo Instituto de Biología (Herrera,1998, pp. 92-120).

Con el fin del porfiriato, Méxicocerraba una importante etapa en su desa-rrollo como nación. Entre 1810 y 1910 elpaís había establecido muchas estructurassociales e institucionales que para el sigloXX se habían vuelto muy rígidas y se hacíanecesario cambiar. En cuanto a las colec-ciones académicas se refiere, en estos cienaños privó el principio de la acumula -ción, destinado a recuperar las produccio-nes naturales y artísticas. Aunque lomuseográfico no desempeñó un papelcentral, se dieron los pasos indispensablespara la vida de todo museo: la reunión, lainvestigación y el ordenamiento de losacervos tras las vitrinas. El impulso a lasartes y las ciencias se hizo conforme alos cánones implantados por las acade-mias y gabinetes extranjeros, sobre todode influencia europea. La fuerte carga po-sitivista que todavía predominaba en losmedios museístico e intelectual de laépoca resaltaba el valor didáctico de losobjetos, convirtiéndolos básicamente enmeros modelos del gusto estético y entransmisores de información. Los cam -bios en el orden social y cultural de lasprimeras décadas del siglo XX se reflejaráncon el tiempo también en las colecciones

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y los museos universitarios, dándoles unanueva imagen y función, acordes a las ne-cesidades del México posrevolucionario.

TRANSICIÓN

La reestructuración educativa que iniciaraJusto Sierra todavía bajo el régimen por-firista, encontró en José Vasconcelos elelemento idóneo para su implantaciónvarios años después. Estableció la Secre-taría de Educación Pública para el siste-ma educativo formal, además de que im-pulsó, entre otros proyectos, intensosprogramas para el fomento de la lectura,las artes y la cultura en general. Los estu-dios superiores, después de varias pro -puestas de cambio, llegaron a su puntodefinitivo y determinante en 1929 con laaprobación de la autonomía universitaria.

En materia de museos y colecciones sedio un gran paso con la inauguración, en1934, del Palacio de Bellas Artes y, diezaños después, del Museo Nacional deHistoria en su sede actual, el Castillo deChapultepec. La creación del InstitutoNacional de Antropología e Historia(INAH), en 1939, y del Instituto Nacionalde Bellas Artes (INBA), en 1946, vendríana consolidar posteriormente un sistemade colecciones, museos y exposicionesque se proyectaría a todo el país.

El nuevo impulso, promovido por elentonces secretario de Educación Pública,Jaime Torres Bodet, traspasó las fronterascon la presentación en el extranjero deimportantes exhibiciones temporales; conel apoyo directo a las actividades de larecién creada UNESCO (United NationsEducational, Scientific and CulturalOrganization), a través de la planeaciónde su Segunda Conferencia General en laciudad de México en 1947, en la que sellevó a cabo la Primera Conferencia In-

terina del ICOM (International Council ofMuseums) y en la que los trabajadores demuseos mexicanos tuvieron la oportuni-dad de compenetrarse en el movimientomuseístico internacional. Aquella era laépoca de un Daniel F. Rubín de la Bor-bolla, de un Fernando Gamboa y de unMiguel Covarrubias, tres pilares de lamuseografía mexicana.

En la década de los sesenta se dieronpasos determinantes en materia educativay museística. Gracias nuevamente al entu-siasmo de Torres Bodet, México coincidi-ría con la “Recomendación sobre los me-dios más eficaces para hacer los museosaccesibles a todos”, asentada por la UNES-CO en 1960, inaugurando ese mismo añoLa Galería de Historia: La lucha del pue-blo mexicano por su libertad y, en 1964,el Museo Nacional de Antropología, elMuseo de Historia Natural y el Museo deArte Moderno, en Chapultepec; ademásdel Museo de la Ciudad de México, en elCentro Histórico y el Museo Nacionaldel Virreinato, en Tepozotlán, Estado deMéxico.

Por otra parte, en foros internaciona-les se revaloraba la importancia de la edu-cación más allá de las escuelas, impulsan-do los conceptos de difusión cultural y lascategorías de enseñanza no formal e in -formal, dando al aprendizaje en el museouna proyección sin precedente. Esto con-llevaría a consolidar la profesionalizaciónde muchas labores indispensables en todomuseo, echando las simientes de lo quedespués sería la Escuela Nacional de Con-servación, Restauración y Museografía“Manuel del Castillo Negrete”.

En cuanto a la UNAM, además de laconcentración de la mayoría de sus acti-vidades en el actual campus universitarioy de los movimientos estudiantiles quedejaron honda huella en su vida académi-

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ca, los años sesenta y setenta también fue-ron muy significativos en materia museís-tica. Por una parte, se abrieron variassedes para exposiciones temporales y seinauguraba el Museo Universitario deCiencias y Artes (MUCA) como su escapa-rate museográfico. También surgieronmuseos académicos dependientes de insti-tutos y facultades. Por otra parte, en elámbito internacional se revisaba y actua-lizaba la categoría de museo universitario,ampliando sus funciones más allá de laconservación y exhibición de ejemplarespara convertirse en espacio cultural alter-nativo, dinámico e incluyente.

Los continuos avances en las investi-gaciones y las labores docentes de laUNAM confirmaron ser los proveedoresidóneos del coleccionismo académico ylos motores fundamentales de los museosuniversitarios, por lo que la presentaciónmuseográfica del trabajo realizado porprofesores y estudiantes fue siempre enaumento dentro del ambiente educativo.Ésta se vio fuertemente impulsada a par-tir de 1936 con la creación del Departa-mento de Acción Social que, bajo el prin-cipio fundamental de “poner la cultura alservicio de la colectividad” (véase “La ex-tensión universitaria”, vol. II, en UNAM,1979, p. 61), comenzó a proyectar a laMáxima Casa de Estudios más allá de susaulas y laboratorios. Con el tiempo sefueron adecuando otras estructuras admi-nistrativas de extensión universitaria,difusión cultural y extensión académica,a fin de perfeccionar los programas y ser-vicios culturales.

Durante la primera mitad del siglo XX

predominó la utilización de las coleccio-nes académicas con un sentido meramen-te científico y didáctico, dando lugar aexhibiciones formalistas, monotemáticasy esteticistas. No obstante esta tendencia,

la apertura de nuevos espacios de exhibi-ción, al igual que el creciente préstamotemporal de piezas, provocaron la planea-ción de exposiciones desde ópticas distin-tas, lo que conllevó propuestas museoló-gicas novedosas. De esta manera se fuegenerando una combinación entre lo es-trictamente académico y la difusión cul-tural, entre la pedagogía con objetos y lapedagogía de los objetos, ofreciendonuevos discursos museológicos al públi -co y exigiendo de éste un acercamientodistinto a los acervos y exhibiciones uni-versitarios.

Las artes

Las obras de arte siguieron concentradasen el edificio de la antigua Academia, lascuales servían como modelos a imitar porlas jóvenes generaciones de artistas. Estocambiaría con los años, ya que la divisiónde sus estudios en Escuela de Arquitec -tura y Escuela de Artes Plásticas en 1929,no sólo separó a las instituciones sino alos estudiantes también. La primera setrasladaría a la ciudad universitaria, mien-tras que la segunda permaneció durantevarios años más en el Centro Histórico,hasta que en 1979 se cambió a su nuevasede en Xochimilco.9

Durante algunos años las galerías de laEscuela fueron promovidas por la Secre -taría de Educación Pública, continuandocon los tradicionales concursos de obrasrealizadas por estudiantes y profesores. Enestos certámenes se exhibían temporal-mente las obras de los participantes parasu conocimiento público y para queperiodistas y conocedores enjuiciaran lostrabajos. Las visitas públicas seguían sien-do guiadas por los propios alumnos, quie-nes explicaban todo lo que estaba en ex-hibición.

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Sólo en algunas ocasiones se ostentó laproducción plástica de la Escuela más alláde sus muros. Uno de los momentos mássignificativos fue cuando, una vez termina-da la construcción del Palacio de BellasArtes, en 1934, se trasladaron importantespiezas de académicos para inaugurar losnuevos espacios de exhibición. Tiempodespués se organizaron exposiciones itine-rantes con pinturas de alumnos de laEscuela Nacional de Artes Plásticas en dife-rentes puntos de la república como Toluca,Zitácuaro, Ciudad Hidalgo, Morelia,Pátzcuaro, Uruapan, Jiquilpan, Chapala yGuadalajara (véase “La extensión universi-taria”, vol. I, en UNAM, 1979, p.130).

Estas actividades empezaron a combi-narse con exposiciones magistrales deartistas renombrados, como la del célebreescultor Luis Ortiz Monasterio y el famo-so paisajista José María Velasco, con locual se manifestó abiertamente, desdeentonces, el interés de la UNAM por lapromoción del arte mexicano. En losaños treinta, las únicas áreas de exhibi-ción se ubicaban en los vestíbulos del extemplo de San Agustín y del ex templo deSan Pedro y San Pablo, en el CentroHistórico.

La creación del Instituto Nacional deBellas Artes (INBA) y la celebración de laPrimera Conferencia Interina del ICOM,en 1947, impulsaron una revaloración delarte realizado en México, así como sumusealización. En consecuencia, las co-lecciones de pintura y escultura de la Aca-demia dejaron su rango institucional yuniversitario para ser concebidas comoparte de un proyecto mucho más amplio,de carácter nacional. Gran parte de lasobras pasaron a nuevas sedes desde undiscurso museológico diferente. El primerensayo en este sentido se dio el 18 de sep-tiembre de ese año, con la inauguración

del Museo Nacional de Artes Plásticasubicado en el Palacio de Bellas Artes (Ri-co Mansard y Sánchez Mora, 2000,p.14). Posteriormente, la Dirección Ge-neral de Difusión Cultural de la UNAM

organizó una exposición temporal sobreel grabado europeo en la Galería de ArteModerno, ubicada en Paseo de la Refor-ma núm. 34, con valiosísimas muestrasrepresentativas de los siglos XVI al XIX,algunas de ellas traídas desde 1785 parafundar la Academia de San Carlos.

Las semillas que se sembraran en laAcademia y sus Escuelas sucesoras a lolargo de 180 años estuvieron listas paracompartir sus frutos en la década de lossesenta. Primero, se transfirió de maneradefinitiva un buen contingente de obrasde célebres artistas extranjeros para inte-grar el acervo inicial del Museo Nacionalde San Carlos –en el antiguo palacio delconde de Buenavista, ubicado en lasactuales calles de Puente de Alvarado dela ciudad de México–, inaugurado en1968 con lo más representativo de la pin-tura, escultura y grabados europeos de lossiglos XVI a XIX.10 Después, en 1982 seinauguró el Museo Nacional de Arte(MUNAL) –en el edificio que otrora alber-gara a la Secretaría de Comunicaciones yObras Públicas y después al Archivo Ge-neral de la Nación–, con lo más represen-tativo de la plástica mexicana producidaen las aulas de la tradicional Academia.Aquí, la producción de obras de arte sir-vió fundamentalmente para integrar undiscurso museográfico desde concepcio-nes histórico-nacionalistas.

Retomando nuestra secuencia cronoló-gica y las áreas de exhibición de la UNAM,al iniciar la década de los cincuenta sólose contaba como Galería Universitariacon el vestíbulo de la Biblioteca Nacional–en el extemplo de San Agustín– (véase

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“La extensión universitaria”, vol. I, enUNAM, 1979, p.172) y con las galerías deescultura de la Escuela de Artes Plásticas(idem), que se habían reabierto despuésde algún tiempo de remodelación.

La conmemoración del IV Centenariode la fundación de la Universidad en1951 fue el marco ideal para plantear elcambio de sus instalaciones a la zona deCopilco, en el sur de la ciudad. En virtudde los pocos espacios para exposicionescon que se contaba en el Centro His -tórico, el nuevo proyecto incluyó ideassobre museos y áreas de exhibición en unsentido moderno y dinámico, al serviciode una variado público: estudiantil, enprimera instancia, y general, en segunda.

La Dirección General de DifusiónCultural11 se propuso organizar un am-plio programa de promoción artística,activo, propositivo e incluyente, de tallainternacional, adaptando algunos espa-cios académicos para este fin. Comenzócon la inauguración de la exposición“Tres siglos de pintura mexicana: XVI ,XVII y XVIII”, en el salón de lectura de laBiblioteca Central en Ciudad Universi-taria y el acondicionamiento del vestíbu-lo de la Hemeroteca Nacional, en su anti-gua sede, el ex templo de San Pedro y SanPablo. En Ciudad Universitaria siguieronotros locales, como los vestíbulos de losnuevos edificios de Veterinaria, CienciasPolíticas, la explanada frente a Rectoría olos pasillos de la Facultad de Filosofía yLetras. Las salas de exposición del enton-ces Museo de la Escuela de Arquitectura–conocido también como Museo Nacio-nal Universitario o Museo de CiudadUniversitaria–, redondearon el programade la difusión de las artes plásticas conexposiciones tales como “La arquitecturaen México”, “Exposición francesa depublicaciones científicas”, “La mujer en la

plástica mexicana”, “Primera exposicióninternacional de carteles”, “Homenaje acinco pintores mexicanos” o “Nuevos ex-ponentes de la pintura mexicana” (véase“La extensión universitaria”, vol. I, enUNAM, 1979, pp. 173-178). El programase extendió más cuando el propio rector,el doctor Nabor Carrillo Flores, quienpreocupado porque la Universidad–entonces alejada hasta el sur de la ciu-dad– mantuviera su estrecho contactocultural con la sociedad mexicana, deci -dió promover el establecimiento de dossedes alternas, ubicadas en lugares distin-tos: la Casa del Lago,12 en el legendarioBosque de Chapultepec y la GaleríaUniversitaria Aristos (GUA),13 en el con-junto del mismo nombre, sobre la ave -nida de los Insurgentes. En cambio, en elcampus universitario se inauguró en losespacios del Museo de Arquitectura, elMuseo Universitario de Ciencias y Artes(MUCA), como escaparate formal del que-hacer y las inquietudes universitarias.

La apertura de este nuevo espacio, el28 de febrero de 1960, se dio en un mo-mento crucial para la museografía mexi-cana, ya que corresponde a la época enque el secretario de Educación Pública,Jaime Torres Bodet, promovía en los forosde la UNESCO el valor didáctico que debentener los museos e, igualmente, planeabala creación de los museos que se inaugura-rían con mucho éxito en 1964.

Aunque en el Museo Universitario sevenían presentando en los últimos añosexposiciones de gran proyección social, lanueva perspectiva museológica vino aratificar la revaloración a las institucionesmuseísticas mexicanas, que fue avaladapoco después por el propio presidenteAdolfo López Mateos y por Jaime TorresBodet al inaugurar en el MUCA la exposi-ción “Tesoros artísticos del Perú”.14

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La década de los sesenta fue el periodode transición de nuestros museos haciaun mundo más abierto, especializado ydemandante. Así, a la par que en el restodel país se extendían las ideas de educa-ción no formal e informal, se planeabangrandes áreas de exhibición, se hacíanmuseografías atractivas, se organizabanservicios educativos para distintas audien-cias; en la UNAM, además, se hacía eco ala promoción del Consejo Nacional de Di-fusión Cultural15 y a la categoría de Mu-seo Universitario.

Éste dejaba atrás las ideas de acumula-ción de piezas y abría paso a una concep-ción moderna e incluyente, expresión delas necesidades e inquietudes de los pro-pios universitarios. Para 1971 y 1972 elConsejo Nacional de Difusión Cultural yla UNESCO, coincidían en la necesidad de:

dinamizar el funcionamiento de los museosuniversitarios, haciendo participar a losmiembros de la comunidad universitaria enla preparación y realización de las exposicio-nes y actividades relacionadas con ellas” (“Laextensión universitaria, vol. I, en UNAM ,1979, p. 264).

[A fin de] favorecer la difusión, la integración yla evolución cultural. [Para] fomentar el inter-cambio de conocimientos científicos, la colabo-ración interdisciplinaria y el establecimiento derelaciones entre los departamentos menos espe-cializados de la universidad (véase el IICongreso UNESCO, en Cabrero, 1987, p. 28).

Además de comprometer a los univer-sitarios en este proyecto, se pretendía que“el museo rompiera con la monotoníadel ambiente cotidiano de la Universidadcasi siempre apegada a los libros”, ofre-ciendo formas más abiertas y libres deacercarse al conocimiento.

El MUCA

En este sentido podemos considerar alMuseo Universitario de Ciencias y Arte(MUCA)16 como la punta de lanza de lanueva concepción de museo universitario,así como el lugar propicio para desarrollaruna museografía universitaria. Con unasuperficie de más de 2 800 m2 de exhibi-ción –bastante grande para esos tiem -pos–, el edificio pronto se convirtió en unlaboratorio de experimentación capaz depresentar cualquier tipo de exposición. Suubicación en un lugar de fácil acceso–cerca de la avenida de los Insurgentes yal sur de la Rectoría–, lo convertiría enun punto idóneo para la realización deencuentros culturales.

En febrero de 1960 abrió oficial -mente sus puertas con las exposiciones“Arte precolombino del Golfo” y “El pri-mer Salón de Pintura Estudiantil de laUNAM”. Fueron muestras muy concurri-das, en las que autoridades educativas yuniversitarias, además de un sinnúmerode jóvenes artistas, compartieron sus im-presiones con el público asistente.

Desde sus orígenes, el doctor DanielF. Rubín de la Borbolla, primer directordel MUCA, le imprimió un carácter uni -versal, abierto a las ciencias y a las artes,pero dando también cabida a las humani-dades. Partiendo del principio de que el“Museo es la universidad abierta”, éstedebía ser versátil y reflejar continuamentelas inquietudes e intereses de los universi-tarios. Por eso, más que exhibir coleccio-nes en forma permanente, que a la largaserían muy poco visitadas por los estu-diantes y el público en general, lo conci-bió como un espacio en constante cam -bio, un lugar donde convergieran lamultidisciplinariedad y el dinamismoacadémicos. Con el tiempo estas caracte-

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rísticas se fueron confirmando en variossentidos: echando mano de una grandiversidad de contenidos y por medio dediseños museográficos originales y nove-dosos; en el plano temporal, establecien-do puentes entre pasado y presente pormedio de exposiciones de corte históricoy social, y en el plano espacial presentan-do colecciones y exposiciones de otraslatitudes.

Al no quedar circunscrito a una solalínea de trabajo, el MUCA ha marcado unainteresante trayectoria museográfica17 dela que destacamos algunos aspectos:18

Por una parte, ha reflejado directa -mente el quehacer universitario con expo-siciones que muestran la investigación ylas actividades realizadas en el seno de sucomunidad. Las muestras de trabajo estu-diantil, los diferentes concursos universi-tarios y exposiciones como “40 dibujosde arte prehispánico” y “10 años de TallerCoreográfico”, no sólo son testimonios yvoceros de la vida universitaria en sí, sinotambién dan cuenta de la importancia dela museografía como recurso básico paraque los investigadores, maestros y jóvenesmuestren los objetos artísticos y científi-cos de su propia creación.

Por otro lado, ha ideado exposicionesque inciden directamente en temas deinterés universitario, prestando de estamanera un servicio específico a la comu-nidad. Exposiciones como “Universidaden cifras” y “LXXV Aniversario de la Uni-versidad Nacional Autónoma de México”han reconstruido, por medio de objetos,imágenes y textos, los momentos más sig-nificativos y que dejaron huella en eldevenir de nuestra casa de estudios.

Con una visión que sobrepasa el ámbi-to académico, en varias ocasiones hahecho eco de la cultura y las tradicionesmexicanas, como de otros pueblos tam-

bién. “La muerte, expresiones mexicanasde un enigma”, manejó exitosamente lasfibras esenciales de nuestra idiosincrasia,lo que llevó a que posteriormente se pre -sentaran exposiciones temáticas sobre lacultura y las costumbres de México yotros países.

También ha servido de vitrina de artis -tas de vanguardia; en sus muros se exhi-bió la obra de los creadores plásticos másrepresentativos de México y ha fungidocomo un espacio ideal para cumplir concompromisos institucionales tanto nacio-nal, como internacionalmente.

Finalmente, el MUCA destaca como unimportante laboratorio museográfico, yaque en varias ocasiones ha logrado combi-nar magistralmente la historia, la ciencia yel arte en un nuevo lenguaje museístico,lenguaje que transporta al espectador aotros mundos, a otros espacios. Exposi-ciones como “Sebastián, universo de for-mas. Una experiencia museográfica”, “Losnaguales. Un arte inexistente” o la mues-tra reciente “Tan lejos, tan cerca: a 450años de la Real Universidad de México”,por mencionar sólo algunas, son pruebafehaciente de la exitosa combinación deespecialidades, que desde una concep -ción integral fomentan el aprendizaje ydeleite de un vasto público en un am -biente agradable.

De esta manera, en los más de cua-renta años de ininterrumpida labor, elMUCA se ha ganado un sólido prestigiocomo promotor de las artes y las cienciasen los ámbitos nacional e internacional.Si bien continúa con el principio de exhi-bir sólo muestras temporales, hay quedestacar que ello le ha servido para hacerimportantes aportaciones a la museogra-fía mexicana y, por otro lado, también leha significado la donación de valiosascolecciones arqueológicas, artesanales y

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artísticas, enriqueciendo notablemente elpatrimonio cultural de nuestra máximacasa de estudios. La aceptación del MUCA

como un importante espacio de culturapropició que años más tarde se extendie-ran estas actividades, acondicionando unbello edificio de la colonia Roma –en lacalle de Tabasco núm. 73– como otraalternativa museográfica: el comúnmentedenominado MUCA-Roma o MUCA-2.

EL CHOPO Y LAS ARTES

Como mencionamos anteriormente, a lolargo de las primeras décadas del siglopasado, el edificio de El Chopo albergó alMuseo de Historia Natural. Las coleccio-nes se dispusieron para satisfacer a todovisitante curioso, no sólo al estudiantil, locual lo convirtió en una ventana abierta ala ciencia y en un lugar de paseo parabuena parte de la sociedad capitalina.

Las piezas y colecciones preparadas porlos naturalistas del siglo XIX pronto co-menzaron a compartir su fama con otrosejemplares novedosos, algunos de ellos degran tamaño como el diplodocus, reproduc-ción del dinosaurio jurásico, el facsímil dela ballena de 27 metros de longitud y elesqueleto del elefante imperial del Valle deMéxico, entre otros. Las piezas se conser-varon allí hasta la década de los sesentacuando empezó su reubicación para inte-grarse, en parte, al plan museológico pro-puesto por Jaime Torres Bodet.

En consecuencia, el tradicional museodio un giro de 180 grados. Algunas de suscolecciones pasaron al Museo de HistoriaNatural, un edificio moderno construidoespecialmente en la nueva sección deChapultepec; otras se concentraron endistintas dependencias universitarias, co-mo la Preparatoria, la Escuela Nacionalde Estudios Profesionales (ENEP) Iztacala,

el Museo de Geología y el Museo de lasCulturas. Mientras tanto, el edificio de ElChopo se ratificaba como patrimoniouniversitario e iniciaba una nueva épocadentro del quehacer museográfico.

Después de un largo proceso de restau-ración y remodelación del edificio y unareconceptuación de sus funciones, se vol-vió a inaugurar en noviembre de 1975como Museo Universitario de El Chopo.Se sustituyó su carácter estático, propiode la museografía científica positivista,por uno propositivo y moderno, toda unaalternativa de expresión cultural incluyen-te y dinámica. Las exposiciones tempora-les “De recientes órbitas celestes, unamirada al universo” (en colaboración conel Departamento de Ciencias), “Museode sitio” y “Ochenta años de cine enMéxico” (en colaboración con la Filmo-teca de la UNAM) marcaron los nuevosderroteros del para entonces ya famosoMuseo Universitario de El Chopo.

Con esta nueva concepción, El Cho-po, junto con el Palacio de Minería, laCasa del Lago y la GUA, se convertían enlos foros de difusión cultural fuera delcampus universitario.

El carácter alternativo y comunitario,abierto a la experimentación de las artesplásticas, la música y las artes escénicasque comenzó a distinguir a El Chopo apartir de 1975, se enriqueció notable -mente en la década siguiente y continúahasta nuestros días. Entre sus grandesatractivos hay que destacar que es unmuseo que ha sobrepasado las barreras desus muros, abriéndose de par en par a unagran diversidad de manifestaciones popu-lares de la cultura. Esto lo inició a travésde transmisiones radiofónicas en vivo,producidas por Radio Educación cadadomingo, desde el museo, con la instala-ción en el anexo del edificio del Cinema-

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tógrafo que ofrecía una interesante pro-gramación para los cinéfilos, y despuéscon el Tianguis de El Chopo destinado,más que a la venta comercial, al intercam-bio de discos, revistas y libros musicales.La popularidad de este tianguis hizo quese extendiera a mayores espacios, por loque con el tiempo fue trasladado a otraparte en la colonia Guerrero, dándolepersonalidad propia a la nueva sede.

Concursos literarios, conciertos derock, danza, teatro, actividades infantiles,exposiciones y talleres de todo tipo cam-biaron la faz de El Chopo tradicional,19

transformándolo en un centro original,dinámico, abierto, de avanzada; en dondejóvenes y diversos grupos sociales connecesidad de expresar sus inquietudes–como comunidades lésbico-gay o en de-fensa de los derechos humanos–, y queenfrentan obstáculos para conseguir espa-cios para exhibir sus obras y manifestarse,han encontrado en este recinto un espaciode expresión y un lugar de encuentro. ElChopo se ha convertido en la actualidaden un escaparate de todo tipo de expre-sión artística de vanguardia, no sólo enel ámbito universitario, sino en el nacio-nal también.

A fin de coordinar la intensa labor mu-seográfica desplegada en la década de lossetenta por el Museo Universitario deCiencias y Arte, el Museo Universitariode El Chopo y la GUA, entre otros espa-cios universitarios, se estableció en 1975el Departamento de Museos y Galerías dela UNAM, mismo que se reestructuró hacia1980 con la creación del Centro de In-vestigación y Servicios Museológicos.

Las ciencias

Hasta los años sesenta del siglo XX losacervos naturales y científicos continua-

ron reafirmando la triple función de in-vestigación-docencia-museografía.

Con la primera, especialistas y hom -bres de ciencia desarrollaban el “trabajode gabinete” reuniendo, estudiando, pre -servando y colocando los ejemplares parasu exhibición tras las vitrinas. Esas piezasservían simultáneamente para que losprofesores transmitieran sus conocimien-tos dentro del aula. O sea, se utilizabancomo un apoyo a la enseñanza teórica,como “material didáctico” para la docen-cia, para aplicar una pedagogía con obje -tos. Aquí, los ejemplares estaban tras lasvitrinas para ser observados por los estu-diantes y en ciertas ocasiones tambiénpodían ser manipulados por ellos para sumejor comprensión y manejo.

Finalmente, se aprovechaban paraque un público externo y no académicolos observara tras los escaparates, en horasy días preestablecidos. La mayoría de lasveces los propios profesores y los estu-diantes eran las personas que guiaban alos visitantes para explicarles lo más im-portante de las piezas.

La combinación de estas funcionesfue de gran utilidad tanto para quienespreparaban los ejemplares, como paraquienes sólo los miraban. En la UNAM

esto se tradujo en un importante incre -mento de acervos especializados, en elfomento de técnicas específicas de conser-vación y enseñanza, así como en el desa-rrollo de investigaciones especializadas.

El aumento de especialidades científi -cas conllevó a la multiplicación de colec-ciones. El manejo de cada una estuvoestrechamente ligada a la institución aca-démica que la había formado, por lo quecualquier cambio sustantivo en ésta sereflejaba directamente en aquélla. Algu-nos ejemplos de esto son los objetos cien-tíficos adquiridos por la Escuela Nacional

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Preparatoria a fines del siglo XIX y princi-pios del XX, que se siguieron utilizandopara las clases del área de ciencias hastaque se inició el proceso de descentraliza-ción de la Escuela en los nueve plantelesubicados en distintos puntos de la ciu -dad. Durante varias décadas se exhibieronestos acervos en salas adaptadas expresa-mente en el Antiguo Colegio de San Ilde-fonso hasta su desintegración definitiva, apartir del cambio del Plantel 1 a su nuevasede en Xochimilco. Una ligera idea de loque fueran los tradicionales gabinetes-museo preparatorianos sólo pudo tenerseposteriormente durante la “Exposiciónconmemorativa del centenario de la ENP”,presentada hacia 1968 en el MUCA.20

En cambio, buena parte de los acervosgeológicos decimonónicos se han conser-vado hasta nuestros días en su sede origi-nal ya que, al trasladarse el Instituto deGeología a sus nuevas instalaciones de CU

en 1956, el edificio del Centro quedó encalidad exclusiva de Museo de Geología yPaleontología. Complementariamente aesto, en el campus universitario se esta-blecieron las bases definitivas de orga-nización y funcionamiento de las colec-ciones paleontológicas con el fin deincorporar, preparar, catalogar, ordenar yalojar el material fósil recolectado, divi-diéndolo en cinco secciones destinadas,fundamentalmente, a la investigación:paleobotánica, invertebrados, micropale-ontología, vertebrados y laboratorios.

Dentro del área de ciencias, duranteestos años también prevaleció el principiode la colección como instrumento didác-tico. Diferentes facultades que de tiempoatrás venían manipulando, preparando yconservando objetos para las clases y laexhibición, destinaron en el nuevo cam-pus universitario salones especiales parasus acervos. La Facultad de Veterinaria

consolidó los suyos, mismos que puedenser apreciados actualmente en el Museode Anatomía Patológica “Manuel H.Sarvide”, ubicado en la Unidad de Pos-grado e Investigación de Medicina Vete-rinaria y Zootecnia. Cabe resaltar que losresponsables de estas colecciones son pro-motores en México y en América Latinade una museografía médica basada en latécnica de plastinación de ejemplares parala preservación del material biológico.

Por otra parte, la Facultad de Medicinaechó mano de varias técnicas de conser-vación y museografía para seguir por dossenderos que, aunque diferentes, se hancomplementado exitosamente. El prime-ro, con el que se retomó el espíritu de lascolecciones académicas del siglo XIX alabrir en 1973 el Museo de Anatomía21 enel campus universitario. Aquí, médicos delos diferentes departamentos de la Fa -cultad preparan originales y reproduccio -nes tanto para su exhibición, como paraser manipulados por los propios estudian-tes en el área del museo o en los salonesde clase. Las series de ejemplares ordena-dos temáticamente y tableros interactivospara que los jóvenes puedan comprobarsus conocimientos no sólo “ayudan a qui-tar lo árido de la anatomía”, sino que rati-fican a este museo en su triple acepciónde investigación-docencia-exhibición, enun espacio indispensable para los proce-sos de enseñanza-aprendizaje en los ámbi-tos de la educación formal e informal.

La segunda área museográfica se ubicaen el Centro Histórico de la ciudad deMéxico en lo que fuera el Palacio de laEscuela de Medicina, antes ex palacio dela Inquisición.22 Allí, en 1980 se reabrie -ron sus puertas como Museo de la Me -dicina Mexicana donde, en un esfuerzopor rescatar, preservar y difundir las tra-diciones curativas y las políticas en mate-

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ria médica más significativas de nuestropaís, se ofrece tanto a estudiantes como alpúblico en general un amplio panoramaque abarca desde la medicina prehispáni-ca y la traída por los científicos europeosa partir del siglo XVI, hasta la que se desa-rrolla en nuestros días. Este majestuosoedificio alberga también un importantearchivo histórico sobre temas médicos yse usa también para varias actividadessocioculturales.

Además de estos museos hay que seña-lar que la UNAM, como heredera directade buena parte del coleccionismo cientí-fico creado en la ciudad de México, man-tiene la tradición de fomentar importan-tísimos acervos de este tipo destinadosfundamentalmente a la investigación.Muchos de ellos contienen ejemplaresúnicos tanto en el nivel nacional comointernacional, lo que aumenta su valía eimpone sus propios cuidados. En virtudde que los acervos se preservan gracias alos más rigurosos métodos de conserva-ción, han sido catalogados como “museoscerrados”; sin embargo, pueden ser con-sultados por especialistas o estudiantes delos grados superiores. Estas coleccionesconstituyen la silenciosa muestra de ladesinteresada dedicación de cientos deestudiosos que, preocupados por cuidar ypreservar los ejemplares valiosos para lasgeneraciones futuras, han dejado en ellotodo su tiempo y esfuerzo, situación quemuchas veces ha sido poco reconocidapor la comunidad académica y la socie-dad en general.

Sólo gracias a un pequeño grupo deinvestigadores, encabezado en un princi-pio por el doctor Luis Estrada hacia fina-les de la década de los sesenta, empezó adifundirse con método y constancia eltrabajo científico de la UNAM, anteceden-te éste de lo que sería posteriormente el

Centro Universitario de Comunicaciónde la Ciencia.

Dentro de estos museos universitariosresaltamos el Museo de Zoología “AlfonsoL. Herrera” –en honor al gran promotorde las ciencias biológicas en nuestropaís–, formado en 1978 en la Facultad deCiencias (véase Museo de Zoología,1993) y el Museo de Paleontología, en lamisma Facultad, que se empezó a conso-lidar también hacia 1979, debido al inte-rés de académicos y alumnos por rescatar,reconstruir y difundir la historia geológi-ca y la diversidad en cuanto a flora yfauna del país para una mejor explotaciónde los recursos naturales (véase GacetaUNAM, 11 de febrero de 1991).

En esta misma línea hay que resaltartambién la gran labor desarrollada en elHerbario Nacional que, heredero de lasmuestras de principios del siglo XIX, halogrado reunir en un magnífico edificiodiseñado expresamente para este fin, másde 1 020 000 ejemplares, lo más repre -sentativo de la flora nacional, además demuchos ejemplares de diferentes partesdel mundo; todo ello distribuido en diezsalas especializadas. Otras coleccionesnacionales que el Instituto de Biologíade la UNAM cuida orgullosamente son las deacarología, carcinología, entomología,helmintología, herpetología, ictiología,malacología, mastozoología y ornitología,además de un sinnúmero de muchas otraspiezas que como material básico para eltrabajo de los investigadores se hallan res-guardados dentro de los muebles y vitri -nas de muchos laboratorios y cubículos.

El coleccionismo de ejemplares vivostambién ha significado un rubro muyespecial para la UNAM ; ha sido muy tras-cendente pues se ha esparcido por variospuntos del país e incluso a otras partes delmundo. No lo incluimos en estas líneas,

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ya que requiere un espacio y tratamientoespeciales. Sin embargo, hacemos hinca-pié en que se visiten el Jardín BotánicoExterior, el Invernadero “Manuel RuizOronoz” y el Invernadero “FaustinoMiranda”, creados originalmente en ladécada de los sesenta, así como el JardínBotánico de la FES-Iztacala, el invernade-ro de la FES-Zaragoza (con su herbario yzoológico) y el Museo Vivo de Plantas,recientemente abierto en el CCH-Vallejo(véase Suplemento CCH, 10 de enero de2002), para que el lector se forme su pro-pio juicio sobre todo el conocimientoacumulado de siglos atrás y de todo eltrabajo especializado destinado a la pre-servación y difusión de los acervos ytemas naturales.

Siguiendo el desarrollo que tuvieronlos estudios científicos hasta el siglo XIX,hay que anotar que las investigacionesbiológicas, ambientales y culturales de-rivaron, nuevamente, en especialidadesantropológicas.23 En nuestra Universi-dad, hacia 1963 se fundó la Sección deAntropología del Instituto de Investiga-ciones Históricas, la cual se independizóen 1973 para crear un instituto autóno-mo, el Instituto de Investigaciones An-tropológicas. Al cabo de unos años, losinvestigadores del nuevo instituto plan-tearon la creación de un Museo Univer-sitario de Antropología (MUA) con unavisión distinta, práctica y con sentidocomunitario. Más que destinarlo a la“gloria del arte” o a la “admiración delobjeto”, el museo debía ofrecer al univer-sitario los elementos fundamentales paracomprender nuestra cultura y la de lahumanidad. El reto del MUA era comple-tamente diferente del de los museos des-tinados a la investigación, pues se conce-bía como “Universidad abierta a todos” ycomo una expresión del quehacer univer-

sitario: “un museo, siempre cambiante, enel que podamos plantearnos problemas,ayudándonos con fotos, con sonido, conactividades constantes y con la participa-ción del público” (IIA-UNAM, 1982, p. 4).

Este museo buscó integrar las dife -rentes actividades de la investigación es-pecializada con las museográficas, involu-crando a un gran número de personascon distinta formación en la preparaciónde las exposiciones: “Nuestro museo estáhecho en casa, con un costo mínimo derecursos, con un mantenimiento desde supropia intendencia y con una tecnologíaque se puede adquirir en la ferretería dela esquina” (idem).

Sin perseguir diseños complicados, secalificaba como un museo que: “Utilizabásicamente, materiales didácticos de fácilelaboración y de bajo costo pues su inten-ción es servir de ejemplo a otros museospequeños de escasos recursos económicos,pero con ganas de servir a su comunidad”(Cabrero, 1987, pp. 29-30).

De esta manera y sin ostentar gran-des gastos ni museografías espectaculares,el MUA vino a confirmar la fuerza queestaban adquiriendo para entonces lasactividades museísticas especializadas. Ensu seno se trabajaron ampliamente losrubros de organización del Museo, inves-tigación de colecciones, la documentaciónde las mismas, guión de investigación,folleto, guión audiovisual y museología.Dentro de la actividad museográfica seabordaron, específicamente, los rubros deguión museológico, cedulario, diseño ymontaje, así como talleres y manteni -miento. Por último, se planteó un amplioprograma de educación y difusión (ibid.,pp. 30-42).

En 1979 inició la presentación de susexposiciones “Evolución humana” y “Ha-llazgos arqueológicos de Teotihuacan”, se-

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guidas de muchas otras de temas varia-dos. El Museo continúa con un activoprograma de exposiciones temporales ypuede visitarse actualmente en las instala-ciones del Instituto.

Relacionado más con el campo de lashumanidades podemos apuntar que enese mismo año se impulsaron algunasáreas de exhibición temporal en el nuevoedificio de la Biblioteca y HemerotecaNacionales ubicado en el Centro CulturalUniversitario. Desde entonces se hanexhibido muchas piezas valiosas del patri-monio universitario y ofrecido interesan-tes exposiciones sobre distintos temas.Puesto que en ese bello recinto se encuen-tran, además de las salas de consulta,múltiples áreas de investigación y variassalas de conferencias, la exhibición depiezas se amalgama exitosamente contodas las demás actividades, imprimiendoversatilidad y vitalidad al edificio y con-virtiéndolo en un atractivo escaparate cul-tural, tanto para universitarios como paralos lectores en general.

Proyección

Los planteamientos museológicos y mu-seográficos logrados hasta entonces ennuestro país alcanzaron mayor proyec -ción internacional a principios de ladécada de los ochenta. Esto se debió enbuena parte debido al incremento de lasactividades en los grandes museos de lageneración de 1964; al creciente inter-cambio de exposiciones en el nivel inter-nacional; al impulso a los servicios edu-cativos en los museos; al contacto devarios profesionales de museos con orga-nismos especializados y con el ICOM, asícomo a la planeación de su XII Confe-rencia General verificada en 1980 en lacapital de la república.

Durante esta reunión se analizaron es-pecíficamente temas como la política delos museos y la ética del personal de mu-seos con relación a la herencia mundial,así como las distintas funciones del museocomo preservador de la misma. Se trabajópor comités especializados, resaltando lasaportaciones del de Educación y AcciónCultural, y el de Seguridad en Museos y sepromovió la creación de un organismoque atendiera los intereses en materiamuseística de los países de América Latinay el Caribe. También fue un momentotrascendental para consolidar en todo elmundo los trabajos de la nueva museolo -gía, que con el tiempo se reflejarán en unfuerte impulso a los museos comunitariosy los ecomuseos, entre otros.

De esta manera, las ideas del museo-bo-dega, el museo/monumento, el museo-templo entraban en un proceso de re -valoración para dar cabida al museo/comunicación, museo/interactividad, mu-seo/espectáculo, en fin, al museo vivo. Elauge museístico que moviera al mundooccidental en la década de los cincuentatambién se proyectaría aquí con la reno-vación y la ampliación de edificios, la res-tauración y el incremento de colecciones,la especialización de los servicios educati-vos, la multiplicación de catálogos y obrasespecializadas, la capacitación profesional,la incursión del arte dentro del mercadoy la organización de exposiciones cada vezmás ambiciosas.

Este estímulo se reflejó en las dos déca-das siguientes a lo largo y ancho del país.En la ciudad de México, específicamente,el INAH remodelaba sus museos y abríacon gran aceptación el Museo Nacionalde las Intervenciones, el Museo Nacional deCulturas Populares y el Museo del Tem-plo Mayor. El INBA hacía lo propio a tra-vés del Museo Nacional de Arte (MUNAL).

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También se abrieron con éxito el RufinoTamayo, el Dolores Olmedo y otros másque contienen obra del pintor DiegoRivera.

La idea prevaleciente hasta entonces delEstado como único patrocinador de losmuseos comenzó a dar un gran giro, pre-sentándose nuevas alternativas de orga-nización y funcionamiento museal, entrelas que resaltamos al Museo Franz Mayery el Papalote, Museo del Niño, comoejemplo. Esta visión ha generado nuevasexpectativas en la organización de todas lasactividades museísticas, dando cabida a unincremento y diversificación de acciones,así como al establecimiento de distintosprogramas de gestión administrativa.

Para esas mismas fechas en la UNAM serevelaban inquietudes semejantes encuanto a programas específicos para ladifusión de la ciencia y el desarrollo deinvestigaciones y trabajos museográficosespecializados. Así, se crearon el Centrode Investigación y Servicios Museológicosy el Centro Universitario de Comu -nicación de la Ciencia. Con el tiempo seabrieron otros museos y se impulsaroncomo espacios museográficos varios vestí-bulos y salones tanto en CU, como en lassedes del centro de la ciudad.

A finales de los setenta la museografíauniversitaria empezó a echar hondas raí-ces en el trabajo museístico de México ya proyectarse a amplios sectores de lasociedad en el campo de las ciencias, lasartes y las humanidades. La gran acepta-ción de las exposiciones “De recientesórbitas celestes, una mirada al Universo”y “Ochenta años del cine en México” pre-sentadas en el Museo Universitario de ElChopo, las inauguraciones de “Evoluciónhumana” y “Hallazgos arqueológicos enTeotihuacan” en el Museo Universitariode Antropología, la planeación del Museo

de la Medicina Mexicana en el CentroHistórico, la multiplicación de obrasartísticas por parte de los profesores yestudiantes, el creciente interés de lacomunidad científica por tener un espa-cio donde divulgar sus conocimientos, yla fuerte proyección social de la exposi-ción conmemorativa del Cincuentenariode la Autonomía Universitaria –inaugu-rada en enero de 1979 en el Palacio deMinería– (véase “Memoria de la exposi-ción sobre la Universidad”, vol. XI, enUNAM, 1979), fueron, entre otros, losdetonantes para la revaloración de lasactividades museológicas y museográfi -cas llevadas a cabo hasta entonces en laUNAM.

Se intentó realizar los primeros ensayosde museografías formativas por medio deuna serie de pequeñas exposiciones tem-porales, a fin de conocer las expectativasdel público visitante y poder diseñar mo-delos museográficos más atractivos, máseducativos y de mayor duración. Así, conrelación a la exposición sobre la Auto -nomía Universitaria, durante 1979 seinauguraron 54 exposiciones temporales–aproximadamente una por semana–, endiferentes espacios (véase Centro de In -vestigación y Servicios Museológicos,1996, p. 24), experiencia que serviríapara actualizar las premisas museológicas.

Por otra parte, la comunidad científicatambién comenzaba a realizar exposicio-nes sencillas. A partir de entonces, en elámbito universitario el reto se enfocaría aabordar, de diferentes maneras, los aspec-tos pedagógicos, comunicativos y recrea-tivos del discurso museográfico parapoder satisfacer las expectativas de distin-tos tipos de audiencias.

Esto llevó, por una parte, a la creacióndel Centro de Investigación y ServiciosMuseológicos (CISM) y al establecimiento

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formal del Centro Universitario de Co-municación de la Ciencia (CUCC), ambosen 1980; además de diversificar y enri -quecer las exhibiciones, también propi-ciaron, con mucho, la profesionalizaciónde las actividades museísticas dentro yfuera del campus universitario.

Las artes

Desde su creación, el 21 de enero de1980, El CISM (véase CISM, 1996),24 sededicó a la áreas de museografía, investi-gación, capacitación y servicios especiali-zados, además de organizar un sinnúme-ro de exposiciones de gran variedadtemática. De esta manera, las artes, lashumanidades y las ciencias muy bienpodían ofrecer al visitante la apreciaciónde los objetos por su originalidad, anti-güedad o unicidad, a la vez de brindarletodo un discurso museográfico –apoyadoen piezas, textos, diseños y nuevas tecno-logías–, concebido previa e intencional-mente con un fin determinado.

Como funciones específicas, al CISM sele asignaron:

• La investigación en el área de losmuseos, el estudio, clasificación y con-servación de colecciones y materialmuseográfico existentes en la UNAM.

• La coordinación de los museos y gale-rías dependientes de la UNAM que losoliciten, en todo lo relativo a proyec-tos museológicos.

• La formación de técnicos y especialis-tas en el campo museográfico.

• La organización y divulgación de susactividades.

• Dar asesoría museística a las depen-dencias que lo soliciten y mantener in-tercambio cultural con museos y gale-rías del país y del extranjero.

• Conocer y relacionarse con las depen-dencias que realizan actividades cultu-rales asociadas a programas museológi-cos (véase CISM, 1996, p. 26).

Para llevarlas a cabo se retomaron losrecursos destinados anteriormente al De-partamento de Museos y Galerías (ibid.,p. 13), y se le asignaron, de manera per-manente, los espacios del Museo Uni -versitario de Ciencias y Arte y la GUA

como laboratorios museográficos. Ade-más de estas sedes, el CISM cumplía conmuchos compromisos en otras depen -dencias universitarias del campus y tam-bién en el Centro Histórico. Asimismo,se proyectó ampliamente en instalacio -nes extrauniversitarias tanto en la ciudadde México como en varios puntos delpaís.

Durante sus 16 años de existencia, elCISM alcanzó importantes logros, muchosde ellos con características vanguardistas.Clasificó sus actividades en dos rubrosbásicos: la museología y la museografía.Llegó a registrar 152 investigaciones den-tro de la primera y 562 investigaciones enla segunda.

Los montajes de la GUA y del MUCA

siempre resaltaron por su originalidad ymajestuosidad: cada exposición de la GUA

se convertía en una lección de diseño, artey color. Las paredes y los muros del MUCA

expresaban, también, un lenguaje museo-gráfico novedoso, envolviendo y transpor-tando al visitante a un mundo imaginario,creado expresamente para cada exposición.En más de una ocasión “estos muros fue -ron derribados” para convertir los jardinesaledaños a la Rectoría en paseos escultóri-cos, invitando al público a traspasar elumbral del museo.25

El CISM, desde 1980, también comen-zó a impartir la capacitación sobre aspec-

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tos teóricos y prácticos de los museos, através de diferentes cursos, talleres yseminarios, haciendo hincapié en temassobre el cuidado y la seguridad de colec-ciones, la vida y organización de losmuseos, así como en diferentes aspectoseducativos.

Si bien en sus 16 años de existenciael CISM registró la publicación de 93obras –entre catálogos de exposición ytratados especializados sobre cuestionesmuseísticas–, cabe resaltar la trascenden-cia que tienen las donaciones de obraplástica (781 piezas) que realizaron re -nombrados artistas, adquisición que haincrementado, de manera sobresaliente, elpatrimonio universitario con obras plásti-cas de primera línea.

Para 1997 el CISM registraba tenerbajo su custodia más de 17 000 piezasclasificadas en colecciones de arqueología,artesanía internacional, artesanía mexica-na, reproducciones de piezas de museos yobras plástica, producto de la creaciónhumana antigua como actual, tradicionalcomo moderna.

Como es sabido, en los últimos años laUNAM se ha enfrentado a un proceso derevisión y análisis de sus funciones, susmetas y objetivos para mantenerse comoinstitución educativa nacional de primernivel. Durante este proceso de reforma,que no culmina todavía, implantó algu-nos cambios en su reestructuración admi-nistrativa, transformando, el 13 de febre-ro de 1997, el Centro de Investigación yServicios Museológicos en Dirección Ge-neral de Artes Plásticas.

A partir de entonces cuenta con dosgrandes núcleos de conservación, exhibi-ción y difusión de objetos y colecciones,uno dedicado a las artes plásticas y elotro, a las ciencias, y al que nos referire-mos más tarde.

La Dirección General de Artes Plás -ticas heredó del CISM las funciones deestudiar, clasificar y conservar el acervoartístico de cerca de 20 000 piezas y entresus actividades sustantivas tiene tambiénla de organizar exposiciones en el cam -pus, en el denominado MUCA-Roma yotros recintos del Centro Histórico.26

Es importante resaltar que durante lasdécadas de los ochenta y noventa, el MUCA

y El Chopo,27 los dos grandes foros deexhibición plástica, desplegaron una impre-sionante labor museográfica, cada uno a sumanera. El primero, fundamentalmentepor medio de exposiciones magnas que,desde una concepción integral previa,lograba discursos expositivos novedosos yoriginales, transportando al visitante a lolargo de su recorrido a un mundo diferen-te en el que arte y museografía se combina-ban y enriquecían para crear una forma deexpresión distinta. El segundo, reafirmó sumisión comunitaria iniciada en los añosanteriores. Desde la “década emergente” delos ochenta cuando “la gente toma ElChopo” para hacer de él un foro de expre-sión, el museo se acentuó como un espaciolibre y de vanguardia, buscando siempre unequilibrio entre las actividades culturales yla museografía, y propiciando que los jóve-nes artistas utilizaran el lugar como unlaboratorio de experimentación para pre-sentar su obra plástica.

También, en la década de los noventay como parte de los programas de recupe-ración y reactivación de los edificios delCentro Histórico,28 la UNAM volvió adirigir su mirada a sus sedes tradicionales.El Antiguo Colegio de San Ildefonso y,últimamente, las antiguas galerías de loque fuera la Academia de San Carlos, hanencabezado la lista.

El Antiguo Colegio de San Ildefonsoque para entonces estaba ocupado por

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varias dependencias universitarias, fue elprimer recinto preparado como escapa-rate museográfico y espacio para cursosy conferencias, al igual que todo tipo depresentaciones culturales de primernivel.

Para esto se restauraron los cuadros dela época virreinal, los murales de Rivera,Charlot, Leal, Alva de la Canal y Re -vueltas, y se transformaron los salones declase en grandes áreas de exhibición.29 En1992 fue inaugurado con una nuevaorganización, compartida con el InstitutoNacional de Bellas Artes y el DistritoFederal, ofreciendo exposiciones magnasde proyección internacional e implantan-do distintos programas de gestión admi-nistrativa para su mejor funcionamiento.

El Antiguo Colegio de San Ildefonsoreabrió sus puertas desde esta nueva vi-sión con una exposición presentada conéxito meses antes en Estados Unidos:“México, esplendores de treinta siglos”,marcando los nuevos derroteros del recin-to universitario que lo ubicarían a la van-guardia en cuestiones museológicas ymuseográficas, así como modelo en laorganización de los museos en México.

San Ildefonso funciona con exposicio-nes temporales, sustentadas en investiga-ciones históricas, estéticas y sociales deprimera línea y con los diseños museográ-ficos más modernos. A “esplendores” hanseguido muchas otras exposiciones degran calidad, atrayendo siempre a grannúmero de visitantes.

Como antaño, cuando los jesuitas esta-blecieran su escuela para jóvenes estu -diantes y luego cuando Gabino Barredaimpulsara la educación a través de laEscuela Nacional Preparatoria, ahora SanIldefonso se convierte nuevamente en unrecinto con actividades de gran calidad yde proyección nacional e internacional.

A este ejemplo están siguiendo otros,como las salas de exhibición de la antiguaAcademia de San Carlos que pronto seabrirán convertidas “en espacios de difu-sión de esta obra artística, fundamental-mente escultura, grabado, dibujo y piezasde numismática” (véase Gaceta UNAM, 12de noviembre de 2001), y el edificio delcélebre Paraninfo –en las calles deLicenciado Verdad y Guatemala, recien-temente denominado de la “AutonomíaUniversitaria”–, otrora ocupado por laEscuela de Odontología y la EscuelaNacional Preparatoria, y en donde seplanea ubicar las colecciones de artesplásticas.

Las ciencias

El Centro Universitario de Comunica -ción de la Ciencia (Luján, 1997) tuvocomo antecedentes inmediatos las activi-dades realizadas por el Departamento deCiencias de la Dirección General deDifusión Cultural y el Programa Experi -mental de Comunicación de la Cienciasuscrito por la UNAM y la SEP en diciem-bre de 1977.

Éste tenía como propósitos fundamen-tales los de:

• Investigar los sistemas de comunica -ción de la ciencia, a fin de diseñar eimplantar nuevos canales que mejorencuantitativa y cualitativamente el co-nocimiento científico del país.

• Comunicar y difundir los logros de lainvestigación y del conocimiento cientí-fico a la comunidad nacional valiéndosede los medios que resulten idóneos parael efecto, a través de las dependenciasuniversitarias dedicadas a esta tarea(véase “La extensión universitaria”, vol.II, en UNAM, 1979, pp. 52-54).

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Se asignó a este Programa un Taller deExperiencia –ubicado en las calles de Vi-cente García Torres núm. 120, en Co -yoacán–, para la realización de sus activi-dades, pero en esa sede la exposición “Depuntos, números y otras cosas” sólo pudopresentarse por poco tiempo, ya que tuvoque ser trasladada a la Casa del Lago.

Dos años después, el 17 de abril de1980, actividades y objetivos del Progra-ma se reestructuraron en el Centro Uni-versitario de Comunicación de la Cien-cia, dependencia adscrita a ExtensiónUniversitaria.

Revistas, conferencias, artículos enpublicaciones periódicas, programas deradio y televisión, foros, exposicionestemporales, fueron los instrumentos ini-ciales para la difusión de la ciencia. Sinembargo, la preocupación de muchoscientíficos por difundir sus trabajos a lacomunidad universitaria y a la sociedaden general se proyectó en el plano museo-gráfico el 12 de diciembre de 1992 con lainauguración de UNIVERSUM, Museo deCiencias, en la zona sur del campus uni-versitario.

El museo se concibió para ser:

original, que reflejara la idiosincrasia del pueblomexicano y que incluyera temas relacionadoscon las ciencias exactas, naturales y sociales; quefuera moderno, interactivo y que motivara laparticipación activa del visitante.30

El reto consistía en “introducir la cien-cia en la cultura popular”, para lo cual sesustituyeron las ideas de la museografíaestática por las de una interactiva, endonde el visitante no sólo contempla,sino que se involucra con las piezas to-cando, manipulando, oyendo y oliendo.

Un equipo multidisciplinario de 250personas con representantes de más de 25

profesiones y oficios como físicos, biólo -gos, ingenieros, computólogos, museó -grafos, artistas, educadores y escritores,entre otros, fue contratado para hacer laciencia accesible a todos.

Antes de la museografía definitiva seidearon varias exposiciones previas, a finde constatar la efectividad de las mues -tras; exposiciones parciales presentadas endiferentes lugares de mucha afluencia sir-vieron para hacer las evaluaciones forma-tivas. La prueba inicial de este proyectofue la exposición “Los motores, creadoresdel movimiento”, que formaba parte dela Sala de Energía, inaugurada en la esta-ción del Metro La Raza en julio de1990. A decir de los propios organizado -res:

La exposición fue todo un éxito, sobre todopor lo que de negativo resultó, pues nos sirviópara diseñar aparatos más robustos y menossofisticados desde el punto de vista didáctico;en una palabra, ésta y otras exposiciones par-ciales que siguieron nos permitieron evaluarnuestro trabajo desde varios puntos de vistadidáctico, científico, estético y de resistencia ala manipulación del público (Becerra et al.,s/f).

La aceptación de esta exposición fuetal que este largo espacio fue conocidodurante mucho tiempo como el Túnel dela Ciencia. A dos años de la inauguraciónde UNIVERSUM, en 1992, el Museo teníacerca de 650 equipamientos, de los cualesmás de la mitad eran interactivos.

En UNIVERSUM el visitante puede apre-ciar los momentos más significativos de laciencia a lo largo de la historia, pero tam-bién, y quizás lo más importante para losjóvenes de hoy, la proyección de la cien-cia a futuro. En sus 11 salas se desarrollanlos temas:

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• Biología humana y salud.• Biodiversidad.• Estructura de la materia.• Energía.• Cosechando el sol.• Matemáticas.• Conciencia de nuestra ciudad.• Química.• El universo.• Una balsa en el tiempo.• Infraestructura de nuestra nación.

Además, cuenta con muchas otras ex-posiciones itinerantes que se presentan endiversos puntos de la república mexicana.

Este proyecto resultó exitoso, por loque poco después la UNAM reactivó el extemplo de San Pedro y San Pablo –antesHemeroteca Nacional–,31 como otroespacio museográfico dedicado perma-nentemente a las ciencias, transformán-dolo en el Museo de la Luz. Así, entre losmurales Los signos del Zodiaco de XavierGuerrero, El árbol de la vida o El árbol dela ciencia de Roberto Montenegro, y losvitrales La vendedora de pericos y El jara-be tapatío de Roberto Montenegro, secombinan muestras museográficas inte-ractivas en las que el tema principal es laluz y sus diferentes aspectos físicos.Exposiciones como “Naturaleza de laluz”, “Un mundo de colores”, “La luz yla biósfera”, “La visión”, “La luz de lasestrellas”, “La luz en las artes”, “La luz enel tiempo”, “La Luz en el atrio”, dancuenta de los diferentes medios plásticos,escénicos, arquitectónicos e históricos delos que se puede echar mano para hacerde la ciencia una experiencia atractiva einteresante.

Con UNIVERSUM y El Museo de la Luzse pasó de la tradicional museografíaexpositiva y demostrativa –característicasfundamentales de los denominados mu-

seos positivistas, y en fechas más recientesde primera y segunda generación–, a lamuseografía interactiva, en la que ademásde ofrecer objetos para su manipulación,se presentan colecciones de ideas, princi-pios científicos, fenómenos y procesosnaturales para ser entendidos, compren-didos y vividos por el visitante gracias asu participación.

La necesidad de consolidar, enriquecery extender los programas de difusión de laciencia hizo que el CUCC se transformaratambién en 1997 en Dirección General deDivulgación de la Ciencia. A partir deentonces, además del Museo UNIVERSUM

y el Museo de la Luz, la Dirección Ge -neral de Divulgación de la Ciencia cuentatambién con una importante Sección deVinculación destinada, entre otros, adiversificar e incrementar los medios decomunicación y los programas de educa-ción no formal dedicados específicamentea las ciencias. Los espacios especiales deexhibición y participación como la SendaEcológica, La Parcela y el Espacio Infantil;la revista ¿Cómo ves? dirigida a estudiantesdel bachillerato, así como el fomento detalleres, diplomados y cursos; el Fisilab, elAstrolab y el Invernadero, entre otros, sonresultado de estas últimas acciones.

Con estos museos la UNAM volvió aabrir el espectro museográfico entre laciencias y las artes, lo tradicional y lomoderno, reafirmándose como una insti-tución que conserva y revalora sus obje-tos y acervos más antiguos, a la vez detener una visión a futuro para los mis -mos. No se limita sólo a guardar, preser-var y exhibir lo que está bajo su custodia,sino que se preocupa por ofrecerlo alpúblico en general con una intencionali-dad didáctica bien definida, desarrollan-do una pedagogía del objeto cada vez másespecífica y versátil, enriquecida por todo

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tipo de actividades complementarias. Eneste sentido, está en la búsqueda de uncamino que, de manera equilibrada, per-mita combinar con éxito diferentes tiposde contenidos, con diversas maneras deexhibición y con programas de gestiónadministrativa alternativos.

Con relación a las ciencias, conservalos museos estáticos por su valor intrínse-co e histórico y promueve exposiciones de“tercera o cuarta generación”, en las queel visitante está en la posibilidad de inte-ractuar con lo exhibido armando su pro-pia experiencia museográfica (véase Pa-dilla, 2000, pp. 83-106). También secompromete con los movimientos inter-nacionales de preservación de la natura-leza al reconceptuar una importante ex-tensión de áreas verdes del campusuniversitario como Museo Ecológico.

Con relación a las artes, busca conser-var las concepciones museográficas origi-nales como una expresión cultural en símisma, y, simultáneamente, también hahecho suyas muchas de las inquietudes delos creadores plásticos actuales, ofrecién-doles sus espacios museográficos paraexpresarse con toda su originalidad eímpetu, e invitando al público en generala participar en estas experiencias.

En cuanto a temas históricos se refie-re, la UNAM ha recurrido al valor evocadory conmemorativo propio de los museospara resaltar a los personajes decisivos enla trayectoria de los estudios superiores enMéxico. Ponemos como ejemplo las re-cientes aperturas del recinto ManuelTolsá en el Antiguo Palacio de Minería yel salón dedicado al doctor Fastlich en laFacultad de Odontología, que si bien sonespacios que no se distinguen por su granamplitud, sí por el interés de la comuni-dad universitaria de rendir un homenajea sus insignes maestros.

Paralelamente a las exposiciones tem-porales y el establecimiento de museos,en muchos institutos, facultades y es -cuelas se ha reconfirmado la necesidad deusar objetos, utensilios y obras de artecomo instrumentos no sólo para el delei-te, sino también para la enseñanza. Cadainstitución ha abordado el problemasegún sus propias necesidades, buscandoel cuidado, la preservación y el estudio delas piezas que considera importante parasus fines; pero además se dio otro paso, alintentar encontrar mejores y variadasalternativas para la exhibición de sus pie -zas, fomentando una pedagogía del obje -to a fin de hacerlo más accesible tantopara el universitario, como para el públi-co en general.

En esta búsqueda se han organizadotodo tipo de conferencias, cursos, talle -res y diplomados sobre diversos temasmuseísticos, resaltando entre estas acti -vidades las llevadas a cabo por las Fa -cultades de Arquitectura, de Filosofía yCiencias, la Escuela Nacional de ArtesPlásticas, el Instituto de InvestigacionesEstéticas, entre otros. La enseñanzamedia-superior también ha hecho lopropio: en la Escuela Nacional Prepa -ratoria, desde 1990, se implantó una in-teresante propuesta, la Opción TécnicaAuxiliar Museógrafo-Restaurador, queda la oportunidad al estudiante deaprender a revalorar, cuidar y mostrar elpatrimonio cultural, desde que es unjoven adolescente. En este sentido hayque recordar también la labor del CCH

mediante su Museo Vivo de Plantas“Nochtli”, cuidado por los jóvenes y alque nos referimos ya con anterioridad.

Así, desde que se inició el coleccionis-mo académico en San Carlos, hace 220años, hasta las últimas inauguraciones desalas en espacios del patrimonio universi-

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tario, se ha desplegado ininterrumpida-mente una importante labor museográfica,la cual se fue transformando de apoyo eru-dito a la enseñanza, a una promoción cul-tural para toda la sociedad. Como vimos,las reformas educativas de Antonio Mar-tínez de Castro y de Justo Sierra fuerondecisivas en este proceso; pero también lasacciones tomadas en los años 1947, 1960,1980, cuando la UNAM se hizo eco delmovimiento museístico que se estaba dan-do en los ámbitos nacional e internacionalpara dirigir su actividad museística haciasus propias necesidades. Por último, en losaños 1992 y 1997, la UNAM confirmó sutradición y capacidad para modernizarsepor medio de la reconceptuación y reutili-zación de sus recintos, así como de la re-definición de funciones de las distintasdependencias especializadas en museogra-fía y museología.

Ahora bien, ¿qué perspectivas a futuropueden tener estos espacios y trabajosmuseísticos?

Puesto que en todos estos años se hagenerado una gran cantidad de acervos–históricos, científicos, estéticos– de ini-gualable valor, es importante insistir en suconservación e incremento mediante ungrupo de especialistas en las áreas depatrimonología y museología para que,con el apoyo de las nuevas tecnologías,pueda actualizar inventarios, bases dedatos, archivos, imágenes, en fin, recons-truir las historias abiertas y ocultas delpatrimonio universitario; pueda resignifi-car sus colecciones en el entorno acadé-mico, nacional e internacional, así comoproponer y diseñar nuevas alternativas deexhibición y difusión. Esto, además decontrolar y revalorar buena parte de losbienes materiales e inmateriales de laUNAM, nos permitiría manejarlos mejoren el plano real y el virtual, y estrechar

lazos con instituciones análogas de Mé-xico y otras partes del mundo.

Por otro lado, el considerable númerode dependencias que conforman actual-mente la UNAM, la gran extensión delpropio campus universitario y las diferen-tes sedes con que cuenta en el CentroHistórico, el resto del país y fuera de él,hacen necesario plantear el establecimien-to de un Consejo Universitario de Mu-seos y Colecciones que, sin interferir enlas actividades de centros, escuelas, fa -cultades e institutos, coordine y refuercesus actividades museísticas, incluso puedacrear una red de museos y áreas de exhi -bición dentro de la UNAM y hacerla exten-siva a otras universidades. De esta mane-ra se podría definir una política global demuseos y colecciones de la UNAM, tenermayor representación frente a otros orga-nismos educativos y culturales, y generaramplios programas de gestión administra-tiva que provean recursos para la preser-vación de sus acervos.

Para esto es fundamental que todoslos miembros de la comunidad universi-taria reflexionen sobre la importancia yel alcance social que puede tener el usoadecuado de los bienes muebles denuestro patrimonio universitario y suge-rir estrategias acordes con las necesida-des actuales. No estamos solos en estecamino, ya que organismos como elComité de Colecciones y Museos Uni-versitarios (UMAC) del Consejo Inter -nacional de Museos (ICOM) y el ComitéCultural, así como el de Enseñanza Su-perior e Investigación del Consejo Eu -ropeo en la Unión Europea, entre otros,también están en la búsqueda de un me-jor aprovechamiento del patrimoniouniversitario, tangible e intangible, entodos los países del mundo (Cham -pagne, 2000).

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NOTAS

1. Opinión del renombrado museólogo francés GermainBazin (1969, p. 144).

2. A diferencia de los museos escolares, que dependen de unainstancia educativa y están dirigidos fundamentalmente aalumnos de enseñanza básica, los que denominamos aquícomo académicos son aquellos que dependen de una ins-tancia educativa y están dirigidos a la educación superior.Para el caso específico de la UNAM, nos referimos a museosdestinados a la docencia, investigación y exhibición.

3. En la última remodelación del Palacio Nacional se repu-sieron algunos ejemplares del Jardín de aquella época.Invitamos a los lectores a visitarlo, con la seguridad de quetendrán una experiencia muy agradable.

4. Por disposición real estos estudios no se iniciaron en elseno de la entonces Real Universidad de México. Detallesal respecto pueden consultarse en Becerra (1963, p. 318);Lozoya (1984, pp. 47-66); Moreno de los Arcos (1988).

5. El Museo Nacional fue creado por acuerdo presidencial el18 de marzo de 1825. Tuvo una vida muy irregular du -rante las primeras décadas de su existencia hasta que en1867, por disposición de Maximiliano de Habsburgo, fuetrasladado a la Antigua Casa de Moneda, donde se con-centraron las colecciones de ciencias e historia hasta 1909.En ese año, las áreas científicas salieron para formar elMuseo del Chopo, mientras que el Museo Nacional setransformó en Museo Nacional de Arqueología, Historiay Etnografía. En 1944 salieron las colecciones de historiapara crear el Museo Nacional de Historia, ubicado en elCastillo de Chapultepec, y en 1964 las de arqueología yantropología para ubicarse en el actual Museo Nacionalde Antropología, también en Chapultepec. La antiguasede del museo se transformaría posteriormente en MuseoNacional de las Culturas, tal como lo podemos apreciaren la actualidad.

6. México, 9 de noviembre de 1907 (citado en Rico Man -sard, 2000, p. 479).

7. Véase “Memoria que presenta el Secretario de Justicia eInstrucción Pública, Ezequiel Montes, al Congreso de laUnión”, 1º de enero de 1878 al 15 de septiembre de 1881(citado en Rico Mansard, 2000, p. 444).

8. A partir de 1954 fue ocupado por diversas dependenciashasta que la Sociedad de Ex alumnos de la Facultad deIngeniería dispuso su restauración, misma que concluyóen 1976. Actualmente alberga diversas instancias de esaFacultad, el recinto Manuel Tolsá, y es sede de la FeriaInternacional del Libro.

9. En la actualidad el edificio de la antigua Academia alber -ga la División de Estudios de Posgrado.

10. En 1994 adquirió el rango de Museo Nacional.11. Fue creada en 1947, y quedó al frente de la misma el doc -

tor Alfonso Pruneda.12. Fue inaugurada oficialmente el 15 de septiembre de 1958.

Se ha distinguido, entre otras cosas, por organizar repre-sentaciones de teatro, teatro guiñol, danza, conciertos,recitales poéticos y folklóricos; exposiciones de grabado,

pintura, dibujo, escultura, serigrafía y fotografía, así comocursos libres de arte y torneos de ajedrez. Sus espacios sedividieron en Sala Principal y Sala Lumière, así como lasGalerías del Bosque, del Lago, del Sótano, Central y ForoAbierto (véase “La extensión universitaria”, vol. II, enUNAM, 1979, pp. 68-69). A partir del 31 de enero de 2002se le agregó el nombre del célebre poeta Juan José Arreola,en honor del director fundador del establecimiento.

13. Fue inaugurada en 1963.14. Fue inaugurada en 1961 (Museo Universitario de Cien-

cias y Arte, 1993, pp. 21-23).15. Promovido por el rector, doctor Pablo González Casa -

nova, y por el director general de Difusión Cultural, doc-tor Leopoldo Zea, a fin de coordinar la difusión culturalde las instituciones de educación superior (véase “Laextensión universitaria”, vol. I, en UNAM , 1979, pp. 228-243).

16. Sin cambiar las siglas por las que era conocido este Museoy debido a la proyección de UNIVERSUM en el ámbito cien-tífico, en enero de 1994 se redefinió su trayectoria deno-minándolo Museo Universitario Contemporáneo de Arte.

17. En 1966 estuvo adscrito al Departamento de Artes Plásti -cas de la Dirección General de Difusión Cultural; en1975, al Departamento de Museos y Galerías; en 1980, alCentro de Investigación y Servicios Museológicos; a par-tir de 1997, a la Dirección General de Artes Plásticas.

18. En esta revisión no se pretende hacer un recuento exhaus-tivo de las exposiciones organizadas en el MUCA, sino sólomencionar algunas. Por otra parte no quisimos limitar losejemplos a determinados cortes cronológicos, ya que que-daría fraccionada la visión de este importante museo. Paramayor información invitamos al lector a consultar lasobras Museo Universitario de Ciencias y Arte (1993);Centro de Investigación y Servicios Museológicos (1996),así como la tesis de maestría “El Museo Universitario deCiencias y Arte de las UNAM (1959-1979). Crónica de unainstitución de vanguardia”, de Bertha Abraham (en pro -ceso).

19. Fue reconceptuado y remodelado nuevamente en 1982.20. En 1992 se remodeló el edificio para inaugurarse como un

nuevo espacio museográfico. La exposición “México, es -plendores de treinta siglos” marcó la nueva era de esterecinto.

21. Llamado inicialmente Museo Necroteca.22. La Escuela de Medicina se trasladó a Ciudad Universitaria

en 1956, pero la Escuela Nacional de Enfermería y Obs-tetricia permaneció en el recinto hasta 1979.

23. Éste es un proceso natural. Aquí, las colecciones biológi -cas del Museo Nacional abrieron paso a los estudiosantropológicos y lingüísticos.

24. Inicialmente fue adscrito a la Coordinación de Humani -dades, en 1983 a la Coordinación de Extensión Universi-taria y posteriormente a la Coordinación de DifusiónCultural.

25. Como lo mencionamos anteriormente, debido a la pro -yección de la difusión de las ciencias en el ámbito museís -tico y la creación de UNIVERSUM , a partir de 1994 el MUCA

se dedicó principalmente a las artes plásticas.

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26. Debido a cuestiones logísticas y presupuestales, la GUA

cerró recientemente sus puertas.27. Reabierto en 1985 después de otra remodelación.28. Es importante anotar que en 1987 el Centro Histórico de

México fue declarado Patrimonio de la Humanidad porla UNESCO, impulsando el cuidado y la utilización de estosedificios según la Convención sobre la Protección del Pa-trimonio Mundial Cultural y Natural que entró en vigorpara los Estados Unidos Mexicanos el 23 de mayo de1984 (véase López Zamarripa, 2001, pp. 129-137).

29. Cabe aclarar que el denominado Patio Chico del ACSI nofue incluido dentro de este proceso de cambio.

30. Información proporcionada por la licenciada Clara RojasAréchiga, Departamento de Relaciones Públicas, Direc-ción General de Difusión de la Ciencia, el 11 de julio de2000.

31. En el apartado anterior ya nos referimos a este edificio.Construido en 1576 ha sido, entre otros, recinto religio -so, institución educativa, panteón para jesuitas, sede delprimer Congreso Constituyente, biblioteca, colegio mili -tar, cuartel, depósito de forrajes, café-cantante, taller tipo-gráfico, casa para dementes, caballerizas para revoluciona-rios. Fue inaugurado el 18 de noviembre de 1996 comoMuseo de La Luz (véase Gaceta UNAM, 8 de noviembre de2001).

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