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Experiencia de Mujeres Sobrevivientes de Violencia Intrafamiliar. "Grupode Autoestima" Clínica Clorita Picado T.

Eisa Jiménez Phil/ips 1.

RESUMEN.

El artículo se inicia con algunas con­sideraciones alrededor de las implica­ciones del género a nivel social, donde lasmujeres son determinadas como seresdemandados para servir, y para ignorarsu propio desarrollo; lo que originamujeres que viven en el anonimato, encondiciones que lesionan su derecho a lasubsistencia digna.

La experiencia se circunscribe al"Grupo de Autoestima" en el que partici­paron mujeres víctimas de violenciaintrafamiliar (VIF), dándose condicionesimportantes en la superación de la crisispersonal y familiar, desprendida de laagresión de la que eran objeto.

El eje central del artículo, se ubicaalrededor de la dualidad que enfrentan lasmujeres, al decidir cortar las situacionesde violencia que experimentan; teniendoque enfrentar no sólo las reacciones delofensor, sino también las de un mediosocial que las cataloga como "traidoras asu misión sustantiva" de servir y soportar

las demandas del hombre en todas susformas.

El conflicto resolutivo que enfrentan,se contrapone a sus mismos ideales yestereotipos, confrontándolas a ellas mis­mas con la validez de sus acciones.

En este encuadre se concluye conalgunas anotaciones finales, que sedesarrollan en torno a la necesidad dediseñar estrategias desde el ámbito profe­sional, para fomentar el accionar de lasmujeres considerando las dificultadesreales que enfrentan.

INTRODUCCiÓN

Parece que la sociedad en que vivi­mos se desarrolla en un mundo deparadojas. Paradojas alrededor de la vida,paradojas alrededor de la muerte; parado­jas del pensamiento y del buen vivir,paradojas del desarrollo y de la concien­cia.

Todas y cada una tienen mucho quedecir acerca de la condición humana, desus creencias y su cultura. Tambiénhablan de innumerables contradicciones yprofunda complejidad.

1Estudiante de Trabajo Social, IV nivel de carrera de la Universidad de Costa Rica.

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y en medio de este mundo paradóji­co que hemos construido hombres ymujeres, una de las mayores discusionesse relaciona con los temas de la justicia yla paz, lo que por cierto ha llevado aldesarrollo de líneas de pensamiento ydiversas posiciones teóricas, que tratande señalar nuevas perspectivas o enfo­ques de cara al nuevo milenio.

Pero en definitiva, en la vida coti­diana de muchas personas tales enfoquesno son suficientes para abordar la reali­dad que se vive, o para construir alternati­vas que operacionalicen los conceptos enigualdad de condiciones para todos y para.todas.

y es que sin duda, tal igualdad decondiciones no existe; igualdad en elplano económico, político o familiar; entales contextos predomina una marcadadiferenciación entre hombres y mujeres,que deteriora el desarrollo de unas yfavorece el crecimiento de otras.

Bien es cierto que la era de la mo­dernidad, ha traído a colación cuestio­namientos importantes acerca de dichadiferenciación; cuestionamientos que pro­mueven bases de reflexión hacia la igual­dad como seres humanos, entre hombresy mujeres. Sin embargo, el cambio denociones colectivas y sociales es un pro­ceso lento; y mientras tanto, miles demujeres sufren de la discriminación entodas sus formas en el seno de sus fami­lias, viviendo más que discursos, unarealidad amenazante.

Quienes de ellas han pretendido darun grito desesperado, salir del abandonoen busca de respuestas y apoyo, encuen­tran un medio hostil que en las más de lasocasiones, las considera irrelevantes;mujeres destr~ctoras de hogares con

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tiempo de sobra para quejarse de susasuntos privados.

No sólo deben enfrentar a quién lasagrede, sino a quienes las rodean y lasconceptual izan como rebeldes a su llama­do universal de negación a sí mismas.

Aquellas que deciden afrontar losobstáculos, entran en contradicciones conrespecto a decisiones importantes quedeben tomar; debatiéndose entre el deberser (que la sociedad le ha enseñado) y elquerer ser, producto del deseo dereconocimiento como mujer integral yposeedora de derechos.

Este artículo plantea algunas re­flexiones acerca de la dualidad quemuchas mujeres víctimas de agresióndoméstica o intrafamiliar, experimentanen su lucha por superar sus condicionesde vida lesionantes. Lucha en la quedeben romper no sólo con las concep­ciones tradicionales que su contexto par­ticular y social tiene de ellas, sino tambiénenfrentarse consigo mismas en laredefinición de ideales, que han adquiridosocialmente.

Tales reflexiones surgen a partir dela experiencia como observadora- partici­pante, en un grupo de mujeres víctimasde violencia doméstica denominado"Grupo de Autoestima" de tendenciasocio- educativa. El grupo tuvo lugar en laClínica Clorito Picado Twight, ubicada enCinco Esquinas de Tibás, como respuestaa los objetivos planteados en los"Compromisos de Gestión" para la Unidadde Trabajo Social en el presente año.

El artículo pretende no sólo señalarla difícil postura de mujeres en su intento

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de tomar decisiones, sino también pro­mover consideraciones alrededor de laimportancia de crear bases en los gruposde autoayuda, que brinden apoyo a lasmujeres en este aspecto.

1. Consideraciones alrededor de"género y sociedad".

La discusión alrededor de la temáticaha sido extensa. Se ha logrado establecerque en el marco del orden social impe­rante, la sociedad espera tanto de loshombres como de las mujeres, roles decomportamiento diferenciados.

Tales roles diferenciados, pro­mueven una ideación distinta acerca delas metas y expectativas de vida que seconstruyen; de ahí que, según lo plantea­do por la Licda. María Eugenia Mansilla,"estos modelos pasan a ser el sustento dediversas formas de discriminación, que sefundamentan en los resultados de lasdiferentes experiencias y se refuerzan porlos mismos". (Mansilla: 1996; 31).

En ese sentido, se legitima el hechode que mujeres y hombres, no tenganigualdad de opciones reales en la partici­pación social, ni mucho menos en elplano de las relaciones como sujetos(as)de derechos.

En realidad, se espera que la mujerse niegue a sí misma su capacidad desentir, de querer, de anhelar o de soñar;que viva en una dimensión objetiva dondeno se detenga a pensar en sus preferen­cias, mucho menos en la situación en quevive.

Puesto que ya todo está dado, esinverosímil que quiera trascender de laescoba y la cocina, o que tenga sueñosde conquista acerca de su futuro.

Desde niña se le enseña a que su

mlslon en la vida, será existir para queotros existan: primero su madre, padre,hermanos ... , después su pareja, hijos,sobrinos... , finalme¡:¡te -á!Js nietos o bisni­etos; en una cadena interminable que nole dejará espacio para desempeñaracciones que contribuyan a su desarrollocomo persona, porque incluso ha aprendi­do a ver su satisfacción personal en fun­ción de los demás; "soy feliz, si tú loeres ... ".

Como resultado, estos patrones sereproducen de generación en generación,reforzando el mal comprendido señoríomasculino, desde el cual los hombres hanaprendido a ser propietarios absolutos deldesempeño de la vida doméstica,incluyendo a los hijos y a la mujer.

Desde esta perspectiva, "el género yla violencia san construcciones históricasque se moldean y aprenden, siendoreproducidas y reforzadas por los dife­rentes agentes socializadores: la familia,las religiones, los medios de comuni­cación, la educación formal, la política, elEstado, como legitimador del status qua,los cuales fungen como transmisores ide­ológicos" (Chaverri: 1997; 63).

Esto ha conducido a formas de con­trol que han menoscabado la ya mini­mizada integridad de la mujer, dandopotestad al hombre para utilizar todos losmedios disponibles, con el fin de garanti­zar la obediencia y el orden establecidoen la familia.

Tales consideraciones se tejenalrededor de la experiencia de muchasmujeres, que imposibilitadas de hacersevaler por mucho más que sus oficiosdomésticos o su función reproductiva,deben permanecer en el anonimato; en elcontexto de relaciones que atentan contrasu calidad de vida emocional y física.

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Es por ello que la situación queenfrenta la mujer, enmarcada en un con­texto de principios androcéntricos y pa­triarcales, no deja alternativas de soluciónfácilmente abordables o de corto plazo.Sigñifica que cuando la mujer se movilizaen busca de apoyo extrafamiliar con el finde hacerse comprender y alcanzarmejoría en su estado general, enfrentaráimportantes obstáculos que constante­mente atentarán contra su capacidad re­solutiva.

Significa también que cuando unamujer, que a lo largo de su historia devida ha sido objeto de agresión en susmúltiples formas, se acerca en busca deapoyo institucional, está dan·do un pasoen la modificación de referentes socialesque no ha sido gratuito.

Por ende, al soñar con una mejorcalidad de vida en su búsqueda de apoyocontra la desesperanza, las mujeres ini­cian un proceso de ruptura y encuentro;en el que deberán definir si continuar oceder en la lucha.

2. Mujeres de lucha: "Grupo de Auto­estima".

La iniciativa de conformar el "Grupode Autoestima", nace de losCompromisos de Gestión que establecenpara 1999, las obligaciones contractualesa las que se compromete la Clínica CloritaPicado T. En ese contexto la Unidad deTrabajo Social de dicha Clínica, se da a latarea de brindar atención integral a ungrupo de mujeres víctimas de violenciaintrafamiliar, pertenecientes al área decobertura.

La Unidad de Trabajo Social, pone alconocimiento del público en general me­diante afiches, la conformación del "Grupo

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de Autoestima"; en el cual se inscribendieciocho mujeres provenientes de Tibás,Cinco Esquinas y León XIII principal­mente.

Las mujeres en su mayoríapertenecen a una condición socioe­conómica media y media baja.Predominantemente son casadas o con­viven en unión libre, siendo su pareja elprincipal sostén económico. Las edadesoscilan entre los diecinueve y los sesentaaños; con preponderancia de las mujeresen edad mediana (entre los treinta ycuarenta años).

El número de hijos es de 2 a 3 comopromedio, y el nivel de escolaridad bási­camente, se ubica entre primaria comple­ta y secundaria incompleta.

En el proceso seguido a lo largo denueve sesiones, se evidenció mucha frus­tración y necesidad de desarrollar estrate­gias para enfrentar su crisis personal yfamiliar, a partir de la intensa agresión, enespecial física y psicológica, de la queeran objeto.

Ello acompañado de un bajo concep­to de sí mismas, que les impedía vi­sualizar aspectos positivos de la vida y desu identidad como mujeres. Algunos delos sentimientos manifestados al inicio delproceso fueron los siguientes: "Me sientoimpotente, insignificante", "Como una per­sona sin suerte en muchos aspectos,cansada y deprimida", "en este momentodesea uno dejar todo y salir corriendo. Nosaber nada de esa persona".

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"Me siento sin valor, con ganas deno vivir", "muy cargada, desesperada;necesito ayuda, ya no aguanto más,necesito una estabilidad emocional,económica, sentimental, me siento muycansada".

Entre quienes influían negativa­mente en la condición emocional de lasmujeres, se citaron al esposo o com­pañero en primer lugar, seguido de lafamilia madre, hermanos(as), hijos(as),yernos, amigos, y la sociedad en general.

Estas personas se convirtieron enfuentes de tensión, y agresión recurrente;al recibir de ellos(as) maltrato traducidoen golpes y expresiones tales como "noservís para nada", o "sos tonta"; ademásde ofrecer constante presión, exigencias oamenazas.

La conducta o actitudes que lasmujeres asumían ante las expresiones deagresión, variaban entre la depresión,llanto, miedo, sentimientos de inutilidad,ansiedad, actitud defensiva o pasiva,visión fatalista del problema, enojo, sen­timientos de culpa o inferioridad.

En la mayoría de los casos, lasmujeres justificaban el maltrato recibidoadjudicándose la responsabilidad de loshechos de agresión.

En el transcurso del proceso degrupo, las mujeres lentamente pudierondar pasos significativos en la percepciónpositiva de sí mismas y en elreconocimiento de que la agresión en elseno de la familia, no es justificable desde

la noción de ser personas dignas derespeto.

En la medida en que fueron conoce­doras de los diversos tipos de agresión,fueron capaces de reconocer sus expe­riencias particulares de violencia, determi­narlas como experiencias desagradablesy dolorosas que no debían repetirse.

En ese sentido, su interés por cam­biar su realidad se acentuaba, con cues­tionamientos de las mismas mujereshacia la condición injusta que percibíanestaban viviendo y la posición privilegiadade los varones que les otorgaba el "per­miso" de lastimarlas: "Todas tenemosderecho a que se nos trate bien", "Haypersonas que piensan que tienen másderecho que otras".

El camino hacia la puesta en marchade acciones tendientes a liberarlas de loscírculos de violencia, se fue construyendoprogresivamente.

Sobre esa marcha surgieron impor­tantes cuestionamientos que confrontarona las mujeres con su capacidad deenfrentar las consecuencias del cambio.En ese sentido, tuvieron que hacer un ba­lance del costo de oportunidad implícitoen sus acciones; aprender que todadecisión afectará no sólo sus vidas, sinotambién su contexto inmediato.

3. Dualidad: "Ser o no ser.. ,".

En el proceso de validación de lasmujeres y de estimación como personascon oportunidades de desarrollo, se

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fueron dando las condiciones para tomardecisiones importantes, con el fin de fre­nar la agresión.

El momento indicado fue definido porcada mujer en el marco de su situaciónparticular, sin embargo; algunas de ellasretrocedieron en sus intentos debido a laenorme presión no sólo del agresor, sinode aquellos familiares, vecinos o amigosque las recriminaban por su actitud.

Ante las acciones iniciales, la ma­yoría de las mujeres dijeron haberrecibido fuerte oposición por parte de susesposos o compañeros, que se tradujo enmuchas ocasiones en actos violentos yfrases ofensivas:

"Como estás aprendiendo en lareunión de las locas". "Las estánpreparando para separarse de nosotros".

Asimismo, otros familiares de lasmujeres recriminaban las accionesemprendidas por ellas, incluso cuandodecidieron poner límites, manifestar suscriterios e imponer las denuncias poragresión.

En muchas ocasiones la familia inter­venía a favor del agresor, haciendo sentir.culpable a la mujer como principal cau­sante de la desunión familiar. Los hijos enla mayoría de los casos, se constituíanfuerte presión para las mujeres, ya que alver el distanciamiento de los padres (algu­nas mujeres dejaban el hogar, y se ,ibancon sus hijos a casa de otros familiares),pedían a la madre constantemente el

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volver a unirse.

Según lo que plantea Ana Carcedo(1999), esta situación es bastante comúnen aquellas mujeres que intentan salir delciclo de la violencia: "A pesar del apoyoque muchas veces han representado, lafamilia y las amistades también se hanconvertido en factores desestimulantes,que han limitado las acciones y deci­siones de las mujeres. Las madres y loshijos e hijas con frecuencia presionanhacia la reconciliación con el agresor yrecomiendan darle más oportunidades".

Por ello, las mujeres se cuestionan así mismas, si las decisiones que estántomando son las correctas, ya que social­mente el enfrentamiento con las deci­siones del hombre o la separación bajocualquier término, no le son legitimados.

Esto se respalda por los elementossocializantes en el que las mujeres se handesempeñado: " Las creencias propias demuchas de ellas adquiridas en la época yel medio en el que se criaron, han actua­do en la mayoría de los casos como fac­tores inhibidores. La educación tradicionalcostarricense prepara a las mujeres paraesperar a un marido, aguantarlo incondi­cionalmente, conformarse con la suerteque en ese campo se tenga y negar yocultar los fracasos matrimoniales".(Carcedo: 1999; 155).

Todo ello se refuerza por sus propiasideaciones de su rol tradicional comomadre y esposa, desde el cual debe velarpor la estabilidad familiar.

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En ese sentido, el temor ante lasopiniones de los demás y la confrontacióncon las normas propias, se manifestó enlas mujeres del "Grupo de Autoestima", yaque en sus decisiones tuvieron queenfrentar muchas dudas:

"Cuando actúo en contra de lo queél quiere, me pongo a pensar si estarábien lo que estoy haciendo, o si tengoque complacerlo, pero luego pensé queestá bien la conducta que tomé porquesino siempre se va a estar haciendo loque él quiere y no lo que yo quiero."

"Puse la denuncia contra mi esposo,y al principio tenía miedo porque no sabíaqué iba a pasar después, y mi hijo medecía ' ve mamá es que usted es la quepelea' por lo que me sentía muy culpable;pero ahora me siento tranquila; ya pasó elsusto".

"Cuando pedí la pensión alimenticiaa mi esposo, mi hija se enojó conmigo yse fue de la casa, entonces me arrepentíy no quiero hacer nada por miedo a queella me rechace".

A pesar de los elementos de presiónque las mujeres enfrentaron, la mayoríade ellas decidió continuar en la búsquedade hacer valer sus derechos, aunque enel contexto familiar la tensión aumentócomo producto de sus cambios de actitudy respuesta:

"A mi esposo no le gustó muchosaber que yo estaba viniendo a estegrupo, así que me dijo que el grupo en elque yo estaba era para las locas. Yo le

dije que no tendría que ir si él no mehiciera lo que me hace; entonces agarróla libreta donde yo apunto todo lo deltaller y me la votó, después me dijo queme fuera de la casa".

"Mi esposo me dice que parece queno tengo casa y que la tengo descuida­da".

"Le dije que ya no le tenía miedo yque el curso es importante para mí; él sedesesperó y quería pegarme, pero no lohizo".

El aumento de la tensión en el hogarse nutre de la percepción de amenazaque experimentan los esposos o com­pañeros de las mujeres, lo que despiertaen ellos una actitud de alerta, ante lasospecha de denuncia. Las manifesta­ciones violentas de intimidación por partede las parejas, ponen en encrucijada a lasmujeres que se debaten en si continuar ono con su actitud liberadora.

Las que decidieron continuar,reconocen que el camino a seguir no essencillo y que requieren de toda su volun­tad para tomar decisiones a favor de símismas.

Además han reconocido el potencialmotivador que subyace en el apoyo gru­pal, entre quienes comparten los mismossentimientos e intereses por mejorar suscondiciones de vida; de manera que handecidido continuar en contacto y consoli­dar una red de apoyo que de seguimientoa sus acciones, después de finalizadaslas sesiones grupales.

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Su decisión por salir adelante ponede manifiesto que la tan limitada capaci­dad que se le asigna al llamado "sexodébil", se contrapone drásticamente conla realidad en que muchas mujeres tomanpartido para superar las condicionesadversas, y son capaces de establecermetas e ideales de superación y cre­cimiento.

CONCLUSIONES.

La mujer en el marco de la sociedadactual, enfrenta una seria estigmatizacióncomo persona que debe vivir en funciónde los intereses y necesidades de Josotros.

Ello por cuanto no se legitima que lamujer tenga aspiraciones personales quefavorezcan la satisfacción de sus sueños,considerando como sus deberes únicos eldesarrollo de acciones de cuido y susten­to de quienes conviven a su alrededor.

En torno a este hecho se validan ysustentan ideológicamente, diversassituaciones que no sólo minimizan einhiben la capacidad pensante y reflexivade la mujer, sino que además atentancontra su integridad física, espiritual, psi­cológica y emocional. En ese sentido, lasmujeres se enfrentan a procesosdesiguales y deteriorantes de conviven­cia, en sus expresiones más cotidianas: elhogar, la familia, el vecindario, el trabajo ...etc.

En ese marco de relaciones, secometen innumerables abusos que van

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desde el maltrato físico hasta el patrimo­nial; lo que devenga en sentimientos deminusvalía, miedo, impotencia e inseguri­dad en las mujeres, sumergiéndo)as enprecarias condiciones de subsistencia.

Para quienes coexisten día a díacon estos abusos, el vivir se convierte enun "callejón sin salida", por cuanto nocuentan con mecanismos accesibles parafrenar la agresión y en general no poseenespacios en los cuales ser apoyadas oescuchadas en términos de sus sen­timientos.

Por ende, el encuentro que puedeproducirse de estas mujeres con espaciosde comunicación; donde encuentrenapoyo para expresar sus sentimientos noes sólo necesario sino que se torna fun­damental. Y es que cada una de estasmujeres, cuenta con la capacidad dereplantear sus expectativas en función delcrecimiento personal.

Este ha sido el caso de las inte­grantes del "Grupo de Autoestima";mujeres que a pesar de sus dolorosasexperiencias que al inicio planteabancomo insuperables, hoy encuentran unnuevo panorama de posibilidades, dondehan descubierto que desde ellas mismas,tienen aspectos valiosos que rescatar.

En el espacio grupal, lograron clari­ficar las situaciones vivenciadas en térmi­nos de violación a sus derechos, lo quelas motivó a anhelar una calidad de vidamejor y diferente.

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distintas a las que las y-Los actoressociales han incorporado, qtJe les dificultamejorar su calidad de vida. En ese senti­do, se requiere más que la promoción dela criticidad de las estructuras opresivas;demanda un continuo refuerzo de ese"despertar" que debe encaminarse haciael cambio en el realce de la dignidadhumana e individual.

En ese sentido, quienes decidentomar acciones para acabar con el ciclode la agresión, encontraron importantesobstáculos que las colocaron en duali­dades profundas acerca de la validez desus decisiones.

El despertar en el conocimiento deuna realidad opresiva e injusta, las colocóen el punto crucial en el cual tuvieron quedefinir sus futuras alternativas. Sin embar­go, y a pesar de que la motivación fue uninsumo muy importante, el temor y laincertidumbre ejercieron mayor influenciasobre algunas de las mujeres; lo que alfinal de las sesiones produjo un retrocesoen las firmes iniciativas.

Es por ello que se hace necesario,no sólo facilitar desde la labor profesionalprocesos de concienciación en lasmujeres, sino también que se hace pre­ciso crear estrategias de apoyo yseguimiento que empoderen a lasmujeres en la puesta en marcha deacciones tendientes a romper el ciclo deagresión que experimentan.

De ahí que el rol a desarrollar porTrabajo Social, como elemento de apoyoen el empoderamiento de las y los actoressociales es altamente significativo; paracrear condiciones que les faciliten tra­ducir sus expectativas de cambio enacción transformadora.

Ello por cuanto el papel del o la pro­fesional, se dirige a fortalecer actitudes

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BIBLlOGRAFIA

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Unidad de Trabajo Social (1999)Clínica Dr. Clorito Picado.Programación Anual. San José, CostaRica.

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