ensayos críticos en historia del pensamiento económico: la
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TESIS DOCTORAL
ENSAYOS CRÍTICOS EN HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO:
LA EVOLUCIÓN DE LAS INSTITUCIONES CAPITALISTAS A TRAVÉS DE
TRES PROYECTOS RADICALES
ESTEBAN CRUZ HIDALGO
PROGRAMA DE DOCTORADO EN ECONOMÍA Y EMPRESA
2020
TESIS DOCTORAL
ENSAYOS CRÍTICOS EN HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONÓMICO:
LA EVOLUCIÓN DE LAS INSTITUCIONES CAPITALISTAS A TRAVÉS DE
TRES PROYECTOS RADICALES
ESTEBAN CRUZ HIDALGO
PROGRAMA DE DOCTORADO EN ECONOMÍA Y EMPRESA
Conformidad del director
Fdo. Francisco Manuel Parejo Moruno
AGRADECIMIENTOS
Con esta Tesis doctoral finaliza el primer trayecto de mi carrera académica que, supongo
le pasará a todo el mundo, no sé muy bien cómo y cuándo comenzó. No obstante, existen
algunos eventos críticos que, pese a los vaivenes, marcan el haber llegado hasta aquí y
que tenga muchas personas a las que expresar mis agradecimientos. Espero no olvidarme
de nadie, y si lo hago que me perdone.
Sin ninguna duda, este viaje es impulsado por el momento histórico que me ha tocado
vivir, la Gran Recesión. Pero no fue hasta cuarto de carrera cuando comenzó a interesarme
realmente lo que estudiaba, Economía, no muy lejos de la emergencia de un 15M que ya
se respiraba en el ambiente. El 2 de julio de 2011 comenzaría a escribir mi primer blog:
Aldeas Potemkin (http://aldeaspotemkin.blogspot.com/). Aún no tenía como objetivo
dedicarme a la carrera docente y científica.
La primera vez que se me pasó por la cabeza realizar la tesis fue casi dos años después de
aquello, y sinceramente, ni siquiera fue idea mía. Fue João Leitão, mi profesor de
Macroeconomía durante mi estancia en Universidade da Beira Interior (Covilhã,
Portugal), quien en una de nuestras conversaciones sobre la crisis sacó el tema. Le debo
mucho a esta experiencia, a las personas que conocí y a todo lo que aprendí de ellos. La
comunidad académica que encontré en Covilhã tenía una actividad intensa y vibrante, y
fue, sin duda, decisiva para tomarme en serio esta posibilidad. Las largas conversaciones
con mi ilustrado hermano portugués, Ronaldo, siguen hoy ocho años después en Lisboa,
donde disfruto de una estancia de doctorado en estos momentos. A él y a Alba, siempre
alegre, atenta, y con una perspectiva diferente de la vida que me fascina, estaré
eternamente agradecido por su amistad y su hospitalidad. Ellos, y mi amigo sevillano
Nacho, son lo mejor que me llevé de Covilhã, y desde entonces forman parte
indispensable de mi vida. Gracias por apoyarme en los momentos de desánimo y poder
seguir disfrutando juntos en los mejores, en cualquier lugar del mundo.
En aquella etapa Erasmus en Universidade da Beira Interior ya compartía puntos de vista
habitualmente con quien hoy es mi director de tesis, maestro y amigo, Francisco Manuel
Parejo Moruno, que me diese clases de Historia Económica e Historia del Pensamiento
Económico años atrás. No me fue fácil centrarme, encontrar una línea de investigación
que me apasionase y con la que estuviese comprometido. Tras finalizar mis estudios de
máster, también en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Badajoz, Fran
me tendió la mano en un momento de flaqueza. Desde entonces me orientó, me cuidó y
me dio plena confianza. Si he llegado hasta aquí es gracias a su comprensión, su empuje,
y la seguridad que me ha transmitido. Es un honor trabajar y aprender de alguien a quien
sus alumnos admiran.
Cuando volví de Covilhã a Badajoz, intenté reproducir lo que me había encontrado allí.
Traté de organizar un movimiento de reflexión, discusión y crítica. Pronto obtuve
respuestas y comenzamos a reunirnos de forma regular. Creamos el Instituto de Economía
Política y Humana. Éramos muy pocos, pero aprendimos mucho juntos. Con algunos de
ellos me une un vínculo muy fuerte. Isabel, Javier, y José Carlos, compañeros y amigos
con los que sigo compartiendo proyectos hoy, a pesar de la distancia. No sabéis cuánto
echo de menos aquellas reuniones y conversaciones. Y los kebabs frente a los cañones.
Esta tesis doctoral tiene la esencia de todos aquellos momentos.
En 2015 choqué con la Teoría Monetaria Moderna por las redes sociales. Por aquel
entonces ya tenía mi segundo blog: el postkeynesiano
(http://elpostkeynesiano.blogspot.com/). Conocí a unos entusiastas partidarios de este
enfoque que querían montar una asociación y fui a Madrid a conocerles. Stuart y Carlos
son, seguramente, las dos personas que más esfuerzos han hecho por difundir la Teoría
Monetaria Moderna en España. A ellos le debo mucho de lo que hoy sé, y son con quienes
empecé en enero de 2017, junto con Javier y José Carlos, el proyecto Red MMT España.
Hoy somos más de treinta aguerridos miembros. No puedo dejar de mencionar a Luís,
Enrique y Miguel A., por su afecto y lo útiles que han sido sus puntos de vista,
agradecimientos que extiendo a quienes he conocido a lo largo de este compromiso con
la sociedad que tenemos.
En el año 2017 también asistí a mis primeros congresos académicos. Fran no me dejó
solo en la presentación de las comunicaciones hasta que estuve preparado. Ese momento
fueron las Jornadas de Economía Crítica de septiembre de 2018 en León, aunque,
realmente fuese precipitado por un imprevisto. Un mes después inicié mi andadura como
docente en el Centro Universitario de Plasencia. Allí estaba un antiguo compañero de mi
etapa de estudiante de Licenciatura, José Francisco Rangel Preciado, quien había
comenzado meses antes su carrera como docente. Pronto nos hicimos inseparables.
Supongo que compartir el mismo director de tesis tiene mucho que ver. Formamos un
gran equipo. Poder contar también con él en esta etapa de iniciación a la docencia y de
madurez investigadora ha sido y es, sin duda, un apoyo fundamental.
Después de unos meses en el Centro Universitario de Plasencia, continué dando clases
durante gran parte del año 2019 en la Facultad de Empresa, Finanzas y Turismo de
Cáceres. Me siento muy afortunado con las compañeras y compañeros que me he
encontrado. Quiero agradecer a Toñi, Ana y Pilar el haberme facilitado tanto las cosas
con su comprensión, afecto, y buenos consejos. No puedo más que admirar vuestro
entusiasmo por la docencia y el compromiso que mantenéis con la institución,
compañeros y alumnos; entusiasmo y compromiso que me contagiáis. Debo hacer aquí
una mención especial a Toñi, gracias por tu atención en todo momento.
Los últimos meses en Lisboa también están siendo muy fructíferos para el desarrollo de
esta tesis doctoral y las líneas de investigación que parten de ella. Estoy recibiendo un
excelente trato en el Instituto Superior de Economia e Gestão da Universidade de Lisboa.
Debo agradecer a la profesora Amélia Branco toda su atención y amabilidad. También
expresar mis agradecimientos al profesor Carlos Bastien por compartir su sabiduría
conmigo, cosa que ya hace siempre que coincidimos en congresos. Es una lástima que se
haya interrumpido mi etapa allí por culpa de la epidemia.
Dentro de la comunidad académica, aún me quedan algunas personas con las que he
colaborado estrechamente o me han permitido trabajar en alguno de los proyectos
estudiados en esta tesis a las que quiero explícitamente mostrar mis agradecimientos. A
los profesores Francisco Pedraja Chaparro y Esteban Cortijo, por haberme acercado a la
figura de Juliá de Luna y de la Peña. A Eduardo Garzón Espinosa, con quien me une un
interés temático que también él está trabajando en su tesis. Nuestras colaboraciones me
han ayudado a tomar perspectivas distintas de ideas aquí desarrolladas. Y por último, a
los profesores Dirk Ehnts y Pavlina Tcherneva, por darme la oportunidad de realizar
colaboraciones internacionales en temas donde son una referencia mundial. Debo
expresar mi agradecimiento especial a Pavlina, quien pasó julio de 2019 en Cáceres con
su familia por motivo de un Curso de Verano donde contamos con su participación
desinteresada. Durante este tiempo tuve la suerte de compartir muchos momentos con
ella, y aprender mucho de nuestras conversaciones y de su forma de ser.
En lo más personal, tengo la fortuna de poder haber contado con mis amigos de siempre,
Pedro y Carlos, justo cuando más solitario me sentí en este viaje que, en algunos
momentos, es ciertamente una incursión hacia el interior de uno mismo. También con mi
amigo Arturo, quien desde que apareció en mi vida forma parte permanente de ella,
aunque esté lejos. También tengo presente en estos momentos a Pilo, Eli, Pablo, Kike,
Rebe, Marcos, José, Raquel, Sandra, Rocío, Jonny P., Maheba, Joni S., Toyi, y Pepe, por
su afecto en algún momento de este largo camino.
Por último, mi agradecimiento a mi círculo más próximo por estar ahí para todo lo que
necesitamos. A Chus y Félix, por tratarme como un hijo más y facilitarnos tanto el día a
día. A Esther y Adol, por su fraternal afecto. A mi hermana Carmen María y Luismi,
siempre atentos a que me tome un descanso para restaurar energía y disfrutar de la familia.
A mi tía Juli, a mis padres Meri y Antonio, y a mi pareja Telma, porque esta tesis doctoral
no podría haber visto la luz sin vuestro apoyo, comprensión y amor incondicional. Papá,
mamá, desde el principio confiasteis en mí, me alentasteis y me acompañasteis a donde
tuviera que ir. Me alegra poder compartir con vosotros este logro. Ahora comenzamos
una nueva etapa.
Gracias.
RESUMEN
“Ninguno de estos tres elementos – trabajo, tierra y dinero – han sido
producidos para la venta, por lo que es totalmente ficticio describirlos como
mercancías” (Polanyi, 1944 [1989], pp.127-128).
La forma que toman el trabajo, la tierra y el dinero bajo las relaciones sociales de
producción históricas del sistema capitalista definen, en esencia, la estructura de una
Economía Monetaria de Producción. Las condiciones de existencia y de reproducción del
sistema se han mantenido estables tras la ruptura completa con las instituciones del
Antiguo Régimen. Ciertamente, formas no capitalistas de estos tres elementos pueden
rastrearse desde mucho antes; pero es en este momento de la Historia donde la
dependencia e interrelación entre ellos provoca la emergencia del mercado como
mecanismo de asignación de recursos.
Con el término de emergencia queremos hacer hincapié en cómo el desarrollo del
capitalismo no se puede entender como una sucesión lógica de etapas, comprendidas
meramente por la extensión de los intercambios a partir de una economía natural de
trueque, susceptible de ser denominada como una Economía de Intercambio Real. Son
las contradicciones que producen los diferentes modos de producción históricos en su
seno las que crean las fuerzas materiales que mueven el sistema, transformándolo. Ésta
es una concepción materialista de la historia, orgánica y evolutiva.
Desde esta perspectiva histórica, los individuos son la personificación de estas fuerzas
materiales. No entendemos los individuos como entes ahistóricos y atomistas; y por este
motivo, investigamos las instituciones que gobiernan sus comportamientos y estructuran
las relaciones entre ellos.
La hipótesis que seguimos en esta tesis doctoral es que también las teorías económicas
son un producto de esta realidad material, de los conflictos e instituciones específicas que
describen, discuten, y que pretenden transformar. En base a ello, examinamos tres
planteamientos críticos con el sistema capitalista que ilustran diferentes etapas o
regímenes de acumulación del sistema capitalista, que son: i) Socialismo Utópico; ii)
Crítica de la Economía Política; y iii) Teoría Monetaria Moderna. A través de estos
proyectos podemos examinar en qué parte de la superestructura se localiza el conflicto,
lo que responde al estado de madurez de las relaciones sociales de producción; y cómo
estos conflictos incitan la transformación de la superestructura, derivando el conflicto
hacia el cambio institucional y la formación de nuevas estructuras. Primero, desde la
propiedad de la tierra al control de los medios de producción, y después, desde el control
de los medios de producción al control sobre el dinero.
Con respecto al primer proyecto, el Socialismo Utópico, la obra del extremeño Julián de
Luna y de la Peña, quien fuese uno de los primeros catedráticos de Economía Política del
país, refleja las contradicciones aparecidas en el paso de un sistema feudal a un sistema
plenamente capitalista. La institucionalización de la propiedad privada de la tierra y la
aparición de masas de desempleados, que dependían de su trabajo para mantenerse ellos
y sus familias, son discutidos en relación al mejor modo de organizar el trabajo para lograr
la felicidad general. La exposición de Luna se centra en cómo establecer un régimen
asociativo donde los intereses de todas las clases converjan en la creación eficiente de
riquezas, tanto materiales como inmateriales. El telón de fondo material de su disertación
es la denominada “Cuestión Social”, que en la España de la primera mitad del siglo XIX
tendría su punto álgido con la controversia entre Álvaro Flórez Estrada y Ramón de la
Sagra en relación a la desamortización de Mendizábal. Luna critica el pesimismo
malthusiano y apunta a la propiedad privada como causa de todos los males y vicios que
asolan a todos aquellos que poseen únicamente su fuerza de trabajo, sin poder emplearla
libremente en la tierra privatizada.
El segundo proyecto examinado es la Crítica de la Economía Política. En el contexto de
una economía capitalista madura e industrializada, Marx analiza cómo el dinero, el
trabajo y la riqueza tienen unas características cualitativamente diferentes a la economía
“natural” imaginada por los clásicos. Estos elementos no pueden entenderse en sentido
universal. Las instituciones, estructuras e individuos están sujetas a unas relaciones
sociales de producción históricas y específicas. El conflicto se traslada del campo a la
fábrica, de la desposesión de las tierras a la desposesión de la fuerza de trabajo. Los
obreros socializan entre ellos y se organizan para defender unos intereses opuestos a los
propietarios de los medios de producción de capital. En este contexto histórico, Marx
desarrolla la noción de la forma-valor, la cual es su principal innovación teórica frente a
la Economía Clásica. La forma accidental que una institución como el dinero toma en
aquel momento histórico es esencial para nuestra investigación. El significado de la
creación de riqueza en una Economía Monetaria de Producción requiere de una
investigación minuciosa del valor que no puede sustituirse por el estudio del movimiento
de los precios.
El tercer y último proyecto estudiado encarna otro régimen de acumulación diferente, el
posfordismo. Estudiamos los desarrollos analíticos de una novedosa escuela de
pensamiento de raíz poskeynesiana: la Teoría Monetaria Moderna. La perspectiva
histórica que guía esta tesis doctoral culmina con la investigación sobre la naturaleza del
dinero, de las operaciones fiscales y las operaciones monetarias; ofreciendo una
comprensión de la conexión fundamentalmente institucional que el dinero tiene con los
interrogantes surgidos en los trabajos presentados en los dos proyectos previos en torno
a la organización del trabajo y el valor.
Dada la estabilidad de la estructura para el período que abarcamos en esta investigación,
no debe catalogarse como un estudio de ideas pasadas, sino de una investigación en el
presente extendido. La investigación histórica permite separar las características
institucionales esenciales de las accidentales; es decir, de aquellas que fueron
convenientes para momentos históricos específicos. De esta forma, se induce la re-
evaluación de desarrollos teóricos prematuramente desechados a la luz de diferentes
arreglos institucionales, dándoles una nueva oportunidad para la comprensión de los
hechos económicos actuales. Así, los resultados de esta tesis doctoral abren fructíferas
líneas de investigación hacia temas cruciales para el análisis económico como la Teoría
del Valor; la paradoja de los beneficios; o el diseño de estabilizadores automáticos.
Además, este trabajo pone en valor la relevancia de una disciplina como la Historia del
Pensamiento Económico, ofreciendo puntos de vista alternativos a una interpretación
cerrada del material empírico que pueden ayudar a la formulación de las políticas
económicas; frente a la tensión entre ontología y método que parece hoy llevar a un
callejón sin salida.
ABSTRACT
“None of these three elements - labor, land, and money - have been produced
for sale, so it is entirely fictitious to describe them as commodities” (Polanyi,
1944 [1989], pp. 127-128).
The form that labor, land and money take under the historical social relations of
production of the capitalist system define, in essence, the structure of a Monetary
Production Economy. The conditions of existence and reproduction of the system have
remained stable after the complete break with the institutions of the Old Regime.
Certainly, non-capitalist forms of these three elements can be traced back much earlier;
but it is at this moment in history where dependency and interrelation between them
causes the emergence of the market as a mechanism for allocating resources.
With the term emergency we want to emphasize how the development of capitalism
cannot be understood as a logical succession of stages, understood merely by the
extension of exchanges from a natural barter economy and which can be called an
Exchange Economy. Pure. It is the contradictions that the different historical modes of
production produce within them that create the material forces that move the system,
transforming it. This is a materialistic, organic and evolutionary conception of history.
From this historical perspective, individuals are the personification of these material
forces. We do not understand individuals as ahistorical and atomistic entities; For this
reason, we investigate the institutions that govern their behavior and structure the
relationships between them.
The hypothesis that we follow in this doctoral thesis is that economic theories are also a
product of this material reality, of the specific conflicts and institutions that they describe,
discuss, and seek to transform. Based on this, we examine three critical approaches to the
capitalist system that illustrate different stages or regimes of accumulation of the capitalist
system, which are: i) Utopian Socialism; ii) Criticism of Political Economy; and iii)
Modern Monetary Theory. Through these projects we can examine where in the
superstructure the conflict is located, which responds to the state of maturity of the social
relations of production; and how these conflicts incite the transformation of the
superstructure, deriving the conflict towards institutional change and the formation of
new structures. First, from ownership of land to control of the means of production, and
later, from control of the means of production to control over money.
Regarding the first project, Utopian Socialism, the work of the Extremaduran Julián de
Luna and de la Peña, who was one of the first professors of Political Economy in the
country, reflects the contradictions that appeared in the transition from a feudal system to
a fully capitalist. The institutionalization of private land ownership and the appearance of
unemployed masses, who depended on their work to support themselves and their
families, are discussed in relation to the best way to organize work to achieve general
happiness. Luna's exposition focuses on how to establish an associative regime where the
interests of all classes converge on the efficient creation of wealth, both material and
immaterial. The material backdrop for his dissertation is the so-called "Social Question",
which in Spain in the first half of the 19th century would have its climax with the
controversy between Álvaro Flórez Estrada and Ramón de la Sagra in relation to the
Mendizábal Confiscation. Luna criticizes Malthusian pessimism and points to private
property as the cause of all the evils and vices that plague all those who have only their
labor power, without being able to freely use it on privatized land.
The second project examined is the Critique of Political Economy. In the context of a
mature and industrialized capitalist economy, Marx analyzes how money, labor and
wealth have qualitatively different characteristics under the capitalist system. They
cannot be understood in a universal or natural sense. Institutions, structures and
individuals are subject to specific and historical social relations of production. The
conflict moves from the field to the factory, from the dispossession of land to the
dispossession of the labor force. The workers socialize among themselves and organize
to defend interests opposed to the owners of the means of capital production. In this
historical context, Marx develops the notion of the form-value, which is his main
theoretical innovation against Classical Economics. The accidental form that an
institution like money takes at that historical moment is essential for our research. The
meaning of wealth creation in a Monetary Production System requires a careful
investigation of value that cannot be replaced by the study of price movements.
The third and last project studied embodies a different accumulation regime, post-
Fordism. We study the analytical developments of a novel post-Keynesian school of
thought: Modern Monetary Theory. The historical perspective that guides this doctoral
thesis culminates with research on the nature of money, fiscal operations and monetary
operations; offering an understanding of the fundamentally institutional connection that
money has with the questions raised in the papers presented in the two previous projects
around work organization and value.
Given the stability of the structure for the period covered in this investigation, it should
not be classified as a study of past ideas, but rather an investigation in the extended
present. Historical research allows separating essential institutional characteristics from
accidental ones; that is, those that were convenient for specific historical moments. In this
way, the re-evaluation of theoretical developments prematurely discarded in the light of
different institutional arrangements is induced, giving them a new opportunity to
understand current economic facts. Thus, the results of this doctoral thesis open fruitful
lines of research towards crucial topics for economic analysis such as the Theory of
Value; the Paradox of Benefits; or the design of Automatic Stabilizers. Furthermore, this
work highlights the relevance of a discipline such as the History of Economic Thought,
offering alternative points of view to a closed interpretation of the empirical material that
can help in the formulation of economic policies; facing the tension between ontology
and method that seems today to lead to a dead end.
CONTENIDOS
1
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 2
1. Justificación y objetivos de la tesis doctoral ............................................................ 3
2. Por qué estudiar Historia del Pensamiento Económico ............................................ 5
2.1. Una mente maravillosa ...................................................................................... 5
2.2. ¿Diferencia metodológica u ontológica? ........................................................... 9
2.3. Disparar al mensajero ...................................................................................... 20
2.4. ¡Es que aquí tengo más luz! ............................................................................. 26
3. Economía es lo que hacen los economistas ............................................................ 35
3.1. Historia de las ideas no, por favor; somos economistas .................................. 35
3.2. Un gigante con pies de barro ........................................................................... 37
3.3. Economía “patas arriba” .................................................................................. 54
3.4. Aprendiendo a convivir con el Límite Inferior Cero ....................................... 57
3.5. El retorno de la Política Fiscal ......................................................................... 66
3.6. Hamlet sin el príncipe… y sin castillo ............................................................ 71
ESTRUCTURA DE LA TESIS DOCTORAL ............................................................... 76
BLOQUE 1 ................................................................................................................. 77
CAPÍTULO 1 ......................................................................................................... 78
BLOQUE 2 ................................................................................................................. 79
CAPÍTULO 2 ......................................................................................................... 80
BLOQUE 3 ................................................................................................................. 81
CAPÍTULO 3 ......................................................................................................... 82
CAPÍTULO 4 ......................................................................................................... 83
CONCLUSIONES .......................................................................................................... 84
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 97
NOMENCLATURA ..................................................................................................... 116
INFORME DEL DIRECTOR DE LA TESIS .............................................................. 117
2
INTRODUCCIÓN
3
1. Justificación y objetivos de la tesis doctoral
“No existe un discurso económico que no corresponda a ciertas condiciones
sociales, y es necesario aclarar la lógica (que no es evidente) de las relaciones
sociales que involucran las situaciones y acciones que se reflejan en los
discursos producidos y diseminados en una coyuntura histórica dada”
(Bastien, 1989, p.34).1
Este estudio se realiza con el objetivo de analizar cómo las visiones críticas que han
surgido en las diferentes etapas del sistema capitalista responden al estado específico e
histórico de madurez de las instituciones y las relaciones sociales de producción a las que
dan forma. Los tres proyectos que son abordados en la tesis discuten el lienzo dibujado
por una realidad social concreta. Su discurso corresponde a unas relaciones sociales
particulares, donde unas instituciones determinadas gobiernan las motivaciones de los
agentes, las estructuran y organizan. Es en la historia, y no en la naturaleza humana, donde
debe buscarse la personificación de las relaciones sociales de producción que existen
entre ellos. Esto es lo que se conoce como Materialismo Histórico, y es el motor de
búsqueda que guía esta investigación.2 Si bien cada discurso es el reflejo de una situación
particular, la estabilidad del modo de producción o raison d’être que conecta los tres
proyectos es suficiente para estudiar la evolución que presentan los elementos singulares
de una Economía Monetaria de Producción, categoría con la que definiremos al sistema
capitalista. Basta decir, por ahora, que el movimiento en este sistema lo marca la
acumulación constante de capital, que depende de la existencia de beneficios monetarios.
Los distintos momentos nos informan sobre qué características de estos elementos son
accidentales o necesarios, ayudándonos a comprender mejor, a través de su
transformación, la naturaleza de las instituciones que dirigen los asuntos económicos.
Refiriéndonos a los objetivos de la investigación, manifestamos que el objetivo principal
es examinar cómo los planteamientos críticos con el sistema capitalista responden al
diferente estado de madurez de unas relaciones de producción específicas e históricas,
1 Se han traducido al español todas las referencias tomadas de publicaciones que están escritas en inglés,
portugués e italiano. 2 Dejemos que Marx y Engels lo expliquen:
“El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante todo, de la
naturaleza misma de los medios de vida con que se encuentran y que se trata de reproducir.
Este modo de producción no debe considerarse solamente en cuanto es la reproducción de la
existencia física de los individuos. Es ya, más bien, un determinado modo de la actividad de
estos individuos, un determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida
de los mismos. Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide,
por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo cómo
producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones materiales de su
producción” (Marx y Engels, 1931 [1974], pp.19-20).
4
que reflejan conflictos y marcos institucionales derivados de las mismas. La lucha de
clases se trasforma conforme el desarrollo de las relaciones sociales de producción, y el
antagonismo que emana de ellas empuja cambios en las instituciones, trasladándose la
pugna a nuevas estructuras o modificándolas, nunca desapareciendo. Desde la propiedad
de la tierra al control de los medios de producción, y después, desde el control de los
medios de producción al control sobre el dinero. Si bien tales cuestiones no son
independientes entre sí, el grado en que el conflicto se concentra en unas u otras depende
de la dinámica cambiante del sistema. La investigación histórica nos permite así analizar
cómo las instituciones son esenciales para la comprensión de los hechos económicos; y
cómo cualidades accidentales de las instituciones en un momento dado pueden inducir a
que desarrollos analíticos que permiten mejorar esta comprensión sean desechados
prematuramente.
Podemos también precisar una serie de objetivos secundarios, no por ello de menor
importancia.
Incorporar la figura del extremeño Julián de Luna y de la Peña a la Historia del
Pensamiento Económico español decimonónico.
Compatibilizar el análisis del valor de Marx con una concepción materialista del
dinero coherente con los testimonios históricos y la evolución de los modernos
sistemas monetarios de dinero fiduciario-crédito.
Exponer cómo las instituciones son esenciales también para la comprensión del
análisis marxista, analizando cómo la lógica dialéctica y las suposiciones ad hoc
no son suficientes para mantener la coherencia interna de este programa de
investigación.
Analizar los fundamentos analíticos de la Teoría Monetaria Moderna a la vista de
una Economía Monetaria de Producción, con el objetivo de examinar si se
circunscriben únicamente a un diseño institucional accidental, o si en cambio, se
ajustan a las instituciones y estructuras que gobiernan el funcionamiento del
sistema capitalista.
Comprobar si dos paradigmas aparentemente opuestos como la Economía
Marxista y la Teoría Monetaria Moderna tienen puntos en común que permiten
reforzar las herramientas analíticas desarrolladas desde sus respectivos enfoques.
5
2. Por qué estudiar Historia del Pensamiento Económico
2.1. Una mente maravillosa
“Los economistas son propensos a pensar que su obra es el resultado de un
juego de la libre inteligencia sobre problemas lógicamente formulados.
Pueden reconocer que sus ideas se han visto influidas por la lectura y la
enseñanza que fueron lo bastante sensatos para elegir, pero muy rara vez
comprenden que su inteligencia libre ha estado moldeada por las
circunstancias en las cuales crecieron; que sus mentes son productos sociales;
que, en cualquier sentido serio, no pueden trascender a su entorno” (Mitchell,
1967, I, pp.36-37).
Para buena parte de los economistas, metodología es sinónimo de modelo matemático.
Todo lo que debe saber un investigador es especializarse en alguno de los múltiples
modelos que hay, aplicarlo a unos datos a los que no se haya aplicado antes y comparar
sus resultados con la evidencia previa. Si se quiere ser aún más original se puede tomar
uno la molestia en codificar y crear su propia base de datos sobre la que experimentar.
No solo el modelo elegido y su calibración modifican los resultados obtenidos, también
cómo se recogen los datos influye en los resultados. Los programas informáticos ofrecen
un menú inabarcable de posibilidades para este tipo de investigación. Como me aseguró
uno de mis profesores ante una duda que tenía con un modelo en mi etapa de alumno de
máster, solo sabía utilizar un porcentaje bajo de las opciones que daban estos programas.
Las preguntas sobre un diferente tipo de modelos econométricos a otro de mis profesores
y la falta de respuestas que encontré, en relación a la construcción de los modelos que
trabajó en sus propias publicaciones, fue algo desconcertante. Por entonces, el 15M
surgido como reacción a la gestión de la Crisis Financiera Global y sus efectos agitaba la
escena económica y social; yo estaba recién llegado de una etapa de un año en la
Faculdade de Ciências Sociais e Humanas de la Universidade da Beira Interior (Covilhã,
Portugal). Allí tuve la suerte de relacionarme estrechamente con alumnos de otras ciencias
sociales en un entorno académico muy vivo y de profesores que me inspiraron; y la lectura
de los textos clásicos de Hume, Locke o Stuart Mill las alternaba con libros más actuales
de Stiglitz, Krugman; Taleb o Acemoglu. El llamado “Momento Minsky” estaba de moda
entre estos economistas. Que el tema de mi Trabajo de Fin de Máster fuese la transmisión
de movimientos y volatilidad entre mercados bursátiles internacionales no parece, así
visto, ninguna sorpresa (Cruz, 2015). Trabajar en ello durante dos años agravó un
escepticismo que ya arrastraba. Y también lo transformó. La cuestión ya no estaba en
elegir correctamente la herramienta matemática en la que encajar el material social
6
codificado de aquella manera, era algo más profundo. Esta tesis doctoral es, sin más, el
producto social de ese camino.
En esta investigación no hay modelos matemáticos. Nuestra búsqueda no está guiada por
ningún menú de técnicas econométricas de los que hay disponibles en el mercado. Esta
decisión es consciente y reflexionada, pero también irracional atendiendo a la restricción
normativa que existe en el mercado de las ideas construido por los economistas. Es el
material social, sus estructuras, instituciones, conflictos y cambios lo que guiará nuestra
búsqueda de conocimiento. La perspectiva histórica que trabajamos debe verse como una
forma más de realizar análisis económico, o al menos, como un primer nivel exigible
sobre el cual establecer significado, sentido y relaciones causales. El análisis económico
nunca puede ser ateórico, puramente empírico. Como advierte Schumpeter, debe haber
un “acto cogniscivo preanalítico” (Schumpeter, 1954 [2012], p.78). Unas determinadas
reglas de juego o supuestos siempre son suministradas a priori, y ésta es una cuestión
ontológica que subyace al análisis que se realiza, aunque sea habitualmente ignorada. Tal
problemática debe ser admitida por una razón muy sencilla: “el requisito de modelar el
comportamiento matemáticamente es una restricción efectiva sobre lo que puede ser
abordado” (Dow, 2007, p.460). Buena parte de nuestros colegas, economistas como
nosotros, serán reacios a hacer tal concesión. La discusión sobre los motivos no nos
corresponde a nosotros exponerla, sino a aquellos investigadores y estudiosos de la
Sociología del Conocimiento, quienes estudian los mecanismos por los cuales los
economistas como comunidad construyen, adoptan y propagan las normas metodológicas
y su sistema de creencias compartido,3 a lo que nos referiremos como ontología, y que
marca la agenda de la disciplina.
Esto es una manifestación de relatividad histórica per se (Hollander, 1998, p.33). Siendo
sinceros, creemos que esta negación es un síntoma producido por la socialización dentro
de la comunidad de economistas y no procede de la ideología de cada uno. Así lo vemos,
3 A lo largo de esta introducción, la mención de los aspectos sociológicos en la creación de conocimiento
científico aparecerá de forma continua. Esto es así porque la comunidad sociológica dominante de
economistas establece un fuerte vínculo entre la metodología tolerada y las ideas que pueden desarrollarse.
En este sentido, tal y como subraya Coats:
“El análisis sociológico puede proporcionar un puente que vincule la metodología económica
con la historia de la economía. Este es especialmente el caso cuando la metodología se
considera como el estudio y la evaluación de las reglas de procedimiento, los principios
heurísticos y las convenciones científicas utilizadas por los economistas, y la historia de la
economía se centra en los orígenes, el desarrollo y la importancia de cambiar los estilos de
actividad profesional, en lugar de simplemente el estudio de ideas sin cuerpo o contribuyentes
individuales sobresalientes a la disciplina” (Coats, 2003, pp.513-514).
7
de forma objetiva.4 Y pese a todas las barreras, una tenue luz aún alumbra los aspectos
estructurales de una disciplina que no se cuestionan en absoluto. Una disciplina donde la
especialización y fragmentación de temas dificulta a los investigadores sumergirse en la
oscuridad de las profundidades de la teoría económica; algo que, siendo honestos,
desincentiva a indagar en los cimientos, pues es en la colorida y elegante superestructura
donde está el premio, como apunta Evensky (2012, p.17). Esta antorcha, que capacita
para analizar los supuestos “naturales” que habitualmente tomamos y para considerar
supuestos alternativos tales como las estructuras y las instituciones, es la Historia del
Pensamiento Económico (en adelante HPE). Lo que Roncaglia (1996, p.299) describe
como evaluar el dominio de la aplicabilidad de las teorías basadas en diferentes enfoques,
al poner en evidencia las “visiones del mundo” que subyacen a las mismas.
Como veremos en el siguiente apartado de este punto, tampoco la HPE escapa a la inercia
mecánica de la Economía Neoclásica, que es como denominaremos a la mayor parte de
la Economía que se hace hoy en la disciplina, cuyo motor de investigación son los
modelos matemáticos. La división de enfoques aquí puede entenderse también en el plano
ontológico, de la visión del mundo que tienen los investigadores sobre el material social
con el que trabajan. Así, por ejemplo, hay quien defiende un modo de acercarse a la
historia de las ideas neutral, independiente de ideologías y residuos históricos que
contaminan la esencia analítica, donde todo lo que es necesario es encapsular dentro de
los modelos matemáticos modernos aquello “recuperable” de la teoría de un economista
pasado. Tenemos aquí la tensión tradicional entre método y ontología, característica de la
disciplina, pero ahora en una simulación de perspectiva (a)histórica. Por supuesto, no
diremos que este proceder no es legítimo. Pero más que HPE nos parece un argumento
de autoridad a modo de reclamo publicitario.5 Este tipo de lecturas selectivas pueden
4 En relación a la ideología, Backhouse (2005) argumenta que ésta puede entenderse cómo el conjunto de
valores que determinan la elección metodológica y que, por tanto, el formalismo matemático en sí es un
reflejo de una elección ideológica. Probablemente, y dada la naturaleza “política” de la Economía, tenga
razón a nivel agregado. Como ya mencionamos, la investigación de estos aspectos cae en el terreno de la
Sociología del Conocimiento y no será aquí abordada, si bien un compromiso con la pluralidad de métodos
requiere que los economistas seamos conscientes de este hecho. Para Schumpeter, la tendencia de algunos
grupos a creer que están exentos de ideología no es más que una “parte particularmente viciosa de su propio
sistema de ilusiones”; y concluye más adelante: “[…] Los juicios de valor de un economista revelan a
menudo su ideología, pero no son su ideología” (Schumpeter, 1954 [2012], pp.73-74). De ahí que, por
ejemplo, sea habitual que no exista una conexión lógica entre individualismo metodológico y político
(Schumpeter, citado en Louzek, 2011, p.459). La ideología está anclada a la visión del mundo u ontología
de partida, y no podemos desprendernos de ella en niveles superiores de análisis sustituyéndola por
sentimientos humanistas o filantrópicos.
5 Siguiendo al profesor Carlos Bastien, no creemos que la HPE deba ser empleada como un dispositivo
retórico destinado a legitimar o glorificar el estatus social de los economistas; de hacer justicia a nuestros
8
motivar la exaltación o creación de héroes; o utilizadas de manera contrafactual, la
demonización y creación de villanos. No obstante, economistas que de otro modo serían
descuidados podrían, así, proporcionar una ocasión para estimular la atención y reflexión
de su herencia intelectual (Dimand, 2007, pp.92-93; Trautwein, 2017, pp.1151-1152). Las
caricaturas y vilipendios pueden ser aprovechados entablando una conversación que de
otra forma raramente tendría lugar.6
Más allá de resquicios pasajeros y anecdóticos (rara vez alguien se ha leído a, por ejemplo,
Adam Smith), el momento histórico que vivimos parece haber avivado la llama con que
la HPE ilumina el corazón del análisis económico. En mitad de la tormenta, la fuerza de
los acontecimientos puede llevarnos a una crisis de confianza en las creencias de la
comunidad neoclásica; si bien no tiene por qué ser así.7 Sí, las instituciones gobiernan las
relaciones estructurales de la economía y los caminos que pueden tomar los fenómenos
que aparecen en la superficie, posición que defendemos en esta investigación; pero la
figura del Evaluador de Último Recurso siempre puede inducir la estabilización de las
mismas. La razón es muy simple: el que se mueve no sale en la foto. Y la presión por
publicar cada vez es mayor.
Es un hecho que la Gran Recesión ha removido las placas tectónicas de la disciplina.8 El
Límite Inferior Cero (en adelante ZLB, por sus siglas en inglés) ha quebrado la sabiduría
convencional. Y no sabemos qué nos encontraremos tras la epidemia que sufrimos
antepasados injustamente olvidados; buscar antecedentes nacionales de las teorías de modas; resaltar alguna
solución encontrada por economistas del pasado a fenómenos específicos de su tiempo para aplicarlos al
presente sin un análisis de los hechos y las instituciones; ni para legitimar el paradigma actualmente
dominante en la disciplina al presentarlo como la culminación de un proceso acumulativo de revelación
que ocupa siglos. En este sentido, la HPE:
“debe construir una visión crítica de los procesos sociales de producción, circulación y
consumo de formulaciones teóricas e ideológicas económicas, así como la relatividad
histórica de los patrones de pensamiento, para que los economistas puedan conocer los
mecanismos inherentes a su actividad, superando punto de vista ideológicos o de sentido
común” (Bastien, 1989, p.15-16). 6 Desde el modo de pensar económico de maximizar nuestra utilidad y optimizar nuestras elecciones como
individuos racionales, no es probable que investigadores inmersos en la vorágine de conseguir méritos
estudien economistas cuyas contribuciones no aparecen reflejadas en el último manual de referencia. Lo
más probable es que sean economistas ya fuera del circuito de méritos quienes se acerquen a la HPE como
hobby, viéndola como una simple curiosidad o tomándosela como un ejercicio lúdico de reconstrucción de
maquetas de antigüedades que coleccionar. 7 Por Economía Neoclásica denominaremos a aquella parte mayoritaria de la disciplina que comparte unos
métodos y una ontología propia de una Economía de Intercambio Real o de sistema cerrado, donde las
características que constituyen la naturaleza del objeto de estudio emanan de una ontología universal
inherente al individuo y son tratadas como leyes naturales. 8 Utilizamos a lo largo de la tesis indistintamente Gran Recesión y Crisis Financiera Global para referirnos
al periodo comenzado en 2007 y los cambios permanentes que ha traído. Ambos términos de utilización
generalizada en la literatura.
9
mientras escribo estas páginas. Presenciamos un momento especialmente favorable para
la HPE (Bastien, 1989, p.43; Álvarez y Hurtado, 2010, p.289; Boettke, Coyne y Leeson,
2013, p.531; Aspromourgos, 2016, p.4).
Decía Almodovar que, incluso las ideas que se crean y desarrollan en un entorno
académico hermético, cerrado a aquellas que no son consideradas en ese momento como
científicas, no existen independientemente del uso social que se les dé. Y que tampoco
existen independientemente de un soporte material dado. Lo que viene a decir que
nuestras ideas son producto de nuestras circunstancias y del momento:
“si aceptamos esta perspectiva, es decir, si estuviéramos dispuestos a
enfrentar las ideas como una realidad cultural y material, como un producto
cultural que, para existir, necesariamente debe ocupar un espacio dentro de
las prácticas e instituciones de una sociedad concreta, hay un lugar para que
podamos preguntarnos no solo sobre el proceso genérico y abstracto de la
formación y el desarrollo de ideas, sino que también podemos abordar los
procesos concretos de emergencia y desarrollo que se están desarrollando en
las más variadas culturas y sociedades” (Almodovar, 1993, pp.7-8).
La HPE nos hace conscientes y nos compromete con la forma en que nos enfrentamos al
análisis económico de la realidad social, entendida esta como un producto social
específico e histórico. También nuestros patrones de pensamiento son un producto social.
El materialismo histórico es un buen antídoto para el idealismo en ambos sentidos. La
perspectiva histórica que aquí trabajamos nos permite advertir si lo que guía nuestra
investigación son las técnicas utilizadas en lugar de las características del material social
que es objeto de estudio; y relacionado con la naturaleza de éste, nos advierte de la tensión
que existe entre la visión del mundo u ontología asumida por nuestra pertenencia a una
comunidad sociológica construida sobre unas creencias concretas y la metodología
derivada de ellas. No existe una Economía Aplicada independiente de la Teoría
Económica; la adopción de una serie de supuestos ex ante irremediablemente determina
lo que nos puede decir el contenido empírico observado. Incluso el técnico más ahistórico
y ateórico es víctima de la relatividad histórica al interiorizar unos principios dados que
articulan las preguntas que hace y cómo las hace, aunque no quiera.
2.2. ¿Diferencia metodológica u ontológica?
[…] Les digo a mis alumnos que la mejor manera de evaluar cualquier modelo
lógico es considerar al constructor de modelos como si fuera un mago. Los
creadores de modelos rara vez cometen errores lógicos al pasar de los axiomas
a las conclusiones, al igual que los prestidigitadores profesionales dejan caer
el mazo mientras realizan un truco de cartas. […] se requiere un examen
cuidadoso de los conejos políticos puestos en el sombrero para evaluar los
10
conejos que se sacan del sombrero. Los conejos políticos sacados del
sombrero no pueden ser criticados, si los conejos que entran ya son aceptados
(Davidson, 1994. p.545).
La introducción tradicional de los economistas al análisis económico en perspectiva
histórica es la Historia del Análisis Económico de Schumpeter (1954 [2012]). Esta obra
tiene diferentes interpretaciones. Hay quienes sugieren que esta obra de referencia debe
verse como un manual que enfatiza los contenidos objetivos de la ciencia y su evolución
a lo largo de diferentes períodos.9 Semejante juicio solo se sostiene si tomamos como
recomendación para el análisis únicamente algún fragmento aislado de ella. Sobre
Schumpeter, esta apreciación es coherente no solo con respecto a su Historia del Análisis
Económico, sino a todo su trabajo. Schumpeter se enfrenta al análisis económico con una
ontología como la que aquí seguimos; una visión del mundo histórica, institucional, y
orgánica.10 La prescripción de una Historia del Análisis Económico “objetiva” cuadra con
todo lo contrario, una ontología universal, mecánica y atomista. Puede admitirse que
existe una declaración de intenciones que pretende fijar un criterio subjetivo a partir del
cual poder valorar objetivamente el progreso científico; es decir, un producto intelectual
compuesto bajo la camisa de fuerza dada por el grupo de economistas dominante. Este
elemento sociológico del análisis económico es importante para él, tanto que le dedica un
capítulo. No obstante, Schumpeter no pudo resistir complementar la vestimenta de su
obra con múltiples complementos. Cuando no prescindió de ella ante la introducción de
elementos discordantes (Winch, 2002, pp.16-17; Cardoso, 2016, p.396).
Dio tres conjuntos de técnicas que debían distinguir a un economista y constituyen el
análisis económico: “historia, estadística y teoría” (Schumpeter, 1954 [2012], p.47); las
cuales no desligó de la sociología económica. Indudablemente, las creencias del grupo
afectan a la relación de este conjunto de técnicas que caracterizan al economista aceptado
como “científico”, entendido de manera estrecha. En el caso de la Economía moderna,
historia y teoría quedan subordinadas al modus operandi de la técnica matemática o
estadística. Para Schumpeter es la historia económica la que debe prevalecer: “nadie pude
tener la esperanza de entender los fenómenos económicos de ninguna época –tampoco de
la presente- si no domina adecuadamente los hechos históricos” (Schumpeter, 1954
9 Por ejemplo, véase Cesarano (1983, pp.64-65); Moore (1995, pp.73-74); Perdices de Blas (2004, pp.510-
512). 10 Al igual que Marx y Keynes, Schumpeter también diferenció a lo largo del conjunto de su trabajo una
Economía Monetaria de Producción de una Economía de Intercambio Real. Algunos trabajos que destacan
y desarrollan la ontología seguida por Schumpeter son Bellofiore (2002); Bertocco (2007); Bertocco y
Kalajzić (2019b).
11
[2012], pp.47-48). Estos hechos, que no son puramente económicos (es decir,
cuantitativos), son “institucionales”. Es la ausencia de perspectiva histórica, según él,
donde se encuentran la mayor parte de los errores “básicos” cometidos en el análisis
económico. Debe hacerse hincapié en que esta deficiencia no es una cuestión de la
necesidad de obtener más datos históricos; sino que es de carácter ontológico.
Se han presentado múltiples formas de estructurar cómo hacemos los economistas HPE.
En este apartado realizamos una revisión de la tipología más influyente y utilizada de
Blaug (1962 [1985]; 1990); si bien, también consideraremos dos tipologías que tienen en
cuenta el papel de la heterodoxia económica para el análisis económico presente, como
son las de Khalil (1995) y Lapidus (2019).11
La tipología canónica, que es generalmente la que manejamos para resaltar las
características o diferencias del enfoque o enfoques utilizados, es desarrollada por Mark
Blaug. En verdad, no se trata de una única tipología, sino de tres. La primera distingue
entre “absolutismo” y “relativismo” (Blaug,1962 [1985]). La segunda entre “historia del
espíritu”; “reconstrucción histórica”; “reconstrucción racional” y “doxografía” (Blaug,
1990); y la tercera entre “reconstrucción racional y reconstrucción histórica” (Blaug,
1997, citado en Lapidus, 2019). La historia del espíritu y la reconstrucción histórica se
encuadran dentro del relativismo; mientras que la doxografía y la reconstrucción racional
lo hacen en el absolutismo. Cardoso interpreta estos cambios como una cuestión de
énfasis, una consecuencia de cómo la profesión económica ve la HPE, de una actitud cada
vez más crítica de Blaug hacia el uso de vestir a los economistas del pasado con atuendos
modernos (Cardoso, 1997, pp.216-217). Si bien el elemento histórico siempre estuvo
presente, con el paso de los años Blaug completó un viaje desde el absolutismo al
relativismo, alejándose totalmente de su maestro George Stigler:12
11 En esta tesis doctoral se realiza fundamentalmente un análisis teórico y doctrinal, con un enfoque
materialista de la historia como guía. Se trata de una investigación exploratoria en perspectiva histórica de
teorías o planteamientos económicos que permite examinar cómo tales discursos son el reflejo de un
contexto social e institucional específico. Además, su comparación nos permite establecer un seguimiento
al desarrollo de las instituciones, estudiar su transformación paralela al conflicto que emana del modo de
producción del sistema capitalista para analizar qué elementos son accidentales a unos momentos
particulares y cuáles no.
Bajo tal lógica analítica, y siguiendo los métodos o aproximaciones al estudio de los hechos económicos
reconocidos en el campo de la HPE expuestos en este punto, definimos nuestro enfoque como: relativista
(Blaug, 1962 [1985]); nacional (Cardoso y Lluch, 2000); reconstrucción histórica (Blaug, 1990);
historiografía evolutiva (Khalil, 1995); e intensivo (Lapidus, 2019). 12 Sus concepciones sobre qué es la HPE no pueden ser más diferentes. Para Stigler ésta no tiene ninguna
utilidad para el análisis económico del presente, asumiendo que todo lo que es válido de los economistas
del pasado ya está expresado en su forma moderna de modo más “elegante” y “puro” (Stigler, 1969, p.107).
12
“por supuesto, si una persona tiene un martillo, todo parece un clavo y si un
economista tiene herramientas modernas, entonces cada problema parece una
oportunidad para aplicar esas herramientas. Siempre es bueno tener clavos
nuevos para martillar, pero las reconstrucciones racionales en última instancia
hacen prescindible la HPE porque si el único punto es usar las herramientas
modernas de uno, hay muchos otros lugares para hacerlo” (Blaug, 2001,
pp.151-152)
Los términos enfoque relativista y reconstrucción histórica aparecen en la literatura como
sinónimos. Es común que sean utilizados indistintamente uno u otro, si bien el segundo
parece ser el que más ha calado. La historia del espíritu se disuelve dentro de la
reconstrucción histórica. El propio Blaug parece creer lo mismo al prescindir de ella en
la última revisión de su tipología, siendo coherente consigo mismo cuando señaló que:
"la historia de las ideas no es tanto una cuestión de lo que se dijo, sino de por qué se dijo"
(Blaug, 1958:4). Es importante identificar qué preguntas motivaron el desarrollo de las
teorías por sus autores y las causas materiales que concurrieron para que fuesen centrales
en su pensamiento (Blaug, 1990, p.27). Por ejemplo, ciñéndonos a uno de los tres
proyectos radicales estudiados en esta investigación, el interés mostrado de Julián de Luna
y los socialistas utópicos en la organización del trabajo debe entenderse como una
consecuencia del pauperismo provocado por las nuevas instituciones liberales donde
aparecen el fenómeno del desempleo, el pauperismo que define la existencia de
trabajadores pobres en mitad de la abundancia productiva, y el desnivel entre las
expectativas generadas por la Revolución Francesa y la realidad material (Estapé, 1990,
pp.64-65; Fuentes Quintana, 2000, p.185; Cruz, 2017; p.66; Cruz, Parejo y Rangel, 2019,
p.339). Pero los méritos de lo que se dijo no pueden exponerse sin conocer la teoría que
se discute.
Debemos analizar estos méritos en su propio contexto; esto es, si el autor en cuestión
pudiese leer la descripción moderna que hacemos de su teoría, bajo la terminología actual,
debería ver reflejado el significado original de la misma (Skinner, 1969, p. 28).13 Esto es
Blaug plantearía su Teoría Económica en Retrospección (1962 [1985]) como un libro de texto que fuese
relevante para el análisis económico moderno. Backhouse señala que el estado de erudición de entonces
era muy diferente del actual, donde la actitud antihistórica es generalizada (Backhouse, 2001, pp.33-34).
La opinión de Blaug sobre la Economía Neoclásica es muy diferente hoy, tachándola de “formalismo vacío
en el que el objetivo principal de la teorización parece ser la elegancia analítica” (Blaug, 2002a, p.32);
donde “las teorías que no se prestan al tratamiento técnico se dejan de lado y con ellas los problemas que
abordan” (Blaug, 2002a, p.36). 13 No se trata de fingir que el investigador ha olvidado lo que sabe del futuro. Tampoco de realizar
anacronismos trayendo las ideas de nuestros antepasados al presente ignorando el contexto histórico y
específico donde surgieron, como visionarios o precursores. Simplemente se aconseja no reformular sus
preguntas o su teoría como si sus protagonistas estuvieran equipados con nuestro marco de análisis moderno
y nuestra experiencia (Winch, 2002, p.16). Siempre habrá una dosis de “absolutismo”, es imposible que
13
lo que podría denominarse como Historia de las doctrinas económicas (Perdices de Blas,
2004, p.581). Puesto que muchas de las ideas económicas de autores pasados no son
familiares y, en muchas ocasiones, son difíciles y pesadas de leer y descifrar, estando
entrelazadas con aspectos históricos, políticos, morales, filosóficos, etc., ajenos a
nosotros; y que imponen una carga de significado específica, deben hacerse intentos
serios por transmitirlas en lugar de ignorarlas sin más (Backhouse, 1994, pp.120-121). La
reconstrucción histórica no solo está justificada para aquellos identificados como héroes
desde la Economía Neoclásica. La perspectiva histórica presupone pluralidad y
diversidad de puntos de vista; dada la realidad económica multifacética que es motivo de
estudio y que está en continua mutación. Las instituciones y estructuras que gobiernan y
organizan el comportamiento individual evolucionan; los motivos también cambian,
tensando la transformación institucional. Las ideas económicas son el espejo de aquello
que reflejan, de estos conflictos, cambios, y contextos históricos.14 Si nos guiamos por las
relaciones materiales y no presuponemos un proceso de descubrimiento acumulativo de
leyes universales consensuado por un grupo de personas, no podemos ignorar la
formación y evolución de diferentes escuelas de pensamiento económico,15 y tampoco el
pensamiento económico en los diferentes contextos nacionales (Cardoso, 1997, p.210).
La circulación de las ideas económicas a través de las fronteras confiere a estas ideas una
vida propia, particular a la realidad social que las importa, y que desarrolla rutas
autónomas.16 Esto es lo que se conoce como Historia nacional de las doctrinas
olvidemos lo que sabemos (Blaug, 1990, p.28). Lo que se requiere es que afecte lo menos posible al
significado de lo que queremos transmitir, pues corremos el riesgo de distorsionar algo que de otro modo
podría ser útil en su recuperación para la conversación con el presente. O aún peor, podríamos convertirlo
en una parodia histórica. 14 Y tiene tantas contradicciones como las que tenemos nosotros mismos. Emmet examina los problemas
que aparecen al realizar un análisis crítico de un texto en busca de un sentido de conjunto (Emmet, 2003),
lo que Skinner denomina como “mitología de la coherencia” (Skinner, citado en Emmet, 2003, p.528). En
función del pasaje que uno elija podría adjudicar a casi cualquier economista anterior a la profesionalización
de la disciplina diferentes adelantos de una teoría contemporánea. La “solución” rápida es interpretar la
relación que tiene con la comunidad neoclásica. La “solución” compleja es realizar un análisis profundo
sobre el autor, su entorno, contexto social, y una amplia variedad de materiales complementarios como
correspondencia, textos publicados y no publicados, etc. 15 La HPE es, por estos motivos, un campo de investigación propicio para la Economía Heterodoxa. Los
economistas neoclásicos insisten en ver el hecho de que este terreno sea un “refugio” para la “disidencia”
como un problema personal con las técnicas matemáticas, echando así balones fuera a responsabilizarse de
la tensión entre su método y la ontología que subyace al mismo, de las propiedades del material social que
es objeto de estudio por los economistas. Blaug responde a este desprecio resaltando que la heterodoxia
“sin duda tiene muchas fuentes, pero desde su fundación se desprende, sospecho, de cierto tipo de mente,
un cierto estilo de pensamiento agradable” (Blaug, 2001, p.147) 16 Para Marshall, uno de los principales héroes neoclásicos, los economistas clásicos descuidaron un “gran
grupo de hechos” y un “método de estudio de hechos” que no cabían en las modernas herramientas
matemáticas, poniendo de ejemplo las “peculiaridades” que tenía la población rural y los hindúes frente a
los hombres de ciudad ingleses (Marshall, 1885 [2005], pp.155-156). Hodgson ha examinado la simpatía
14
económicas (Perdices de Blas, 2004, p.603), o Historia nacional del pensamiento
económico (Lluch, 1980; 2000; Cardoso. 1997; 2003). Además, Lluch hace hincapié en
la utilidad de estudiar las figuras secundarias del panorama nacional, ya no por lo que
puedan aportar por sí mismas, sino porque “expresan la herencia intelectual común de
una sociedad y describen la imagen económica del grupo social en su conjunto” (Lluch,
2000, p.462).
En cuanto a las reconstrucciones racionales, éstas pueden ser entendidas como la
inspección de las ideas de los economistas pasados sujeta a la metodología moderna,
buscando limpiar sus teorías de los errores que contienen y procurando también verificar
el progreso intelectual. También la doxografía o “escritura de himnos de alabanza” cabe
aquí, una especie de ejercicio de acumulación de pruebas que aspira a demostrar cómo la
economía presente contiene la verdad absoluta (Blaug, 1990, pp.27-29). Esta perspectiva
ahistórica es característica de los juegos intelectuales de la comunidad neoclásica, para
quienes todo lo que un economista debe conocer del pasado ya está incluido en el último
libro de texto estándar. Esto es lo mismo que declarar que la HPE no tiene nada que
aportar al análisis económico (Stigler, 1969, p.218; Samuelson, 1987, p.52). Todo lo
valioso ya fue absorbido y transformado en su ropaje moderno en un lenguaje más
riguroso; es decir, en forma de ecuación matemática. Un supuesto implícito para tomar
esta posición es que el mercado de las ideas es eficiente (Blaug, 2001, p.148). Más
adelante hablaremos de este mercado.
Desde posiciones históricas se ha popularizado el término whiggism para desacreditar el
enfoque absolutista de progreso racional (Klaes, 2003, p.493), que no se entiende más
allá de ser instrumental, un arma retórica de propaganda para darle mayor empaque a un
trabajo encajando el nombre de algún economista difunto con buena prensa dentro de la
comunidad. Si contemplamos semejante panorama, no es de extrañar que, como afirman
Boehm, Gerke, Kurz y Sturn (2002, p.xxii): “es por definición que los historiadores del
pensamiento económico son “anti-whiggish”. No puede ser de otra forma. Tal proceder
no es fraudulento porque vacíe de contenido y significado las teorías al reemplazarlas por
símbolos algebraicos; sino porque intenta hacernos creer que el autor podía haber tenido
ese modelo en su cabeza cuando la concibió.
hacia la Escuela Historicista Alemana de Marshall, quien admitía la consideración de las condiciones
sociales específicas adecuadas a diferentes etapas de desarrollo, e incluso sugirió que fuese “probable que
cada cambio en las condiciones sociales requiera un nuevo desarrollo de doctrinas económicas” (Marshall,
citado en Hodgson, 2005, p.134).
15
La división de enfoques entre relativismo / reconstrucción histórica y absolutismo /
reconstrucción racional consigue recoger, según nuestro criterio, el contraste entre una
ontología histórica, institucional y orgánica y una ontología universal, mecánica y
atomista. Como dijimos, con ontología o visión del mundo nos referimos a las
características ex ante que se presuponen y definen al objeto de estudio. La naturaleza de
las cosas. La ontología elegida determina la metodología utilizada. Pero la realidad es que
el investigador no elige la ontología, o al menos no es consciente de su elección. Una vez
la metodología viene impuesta por el grupo social al que pertenece y que fija los requisitos
exigidos para la progresión en él, la propia inercia del proceso de formar parte del grupo
marca la agenda. Lo más probable es que el investigador nunca haya pensado
profundamente sobre lo que está haciendo. La superestructura de la investigación opaca
por completo la estructura. Existe un coste de oportunidad demasiado elevado para que
no sea así.
La problemática sobre las características del material social, sobre la naturaleza y el
conocimiento de las cosas y del individuo mismo se remonta a la Edad Antigua. Los
precursores de la Economía Política meditaban sobre ello cuando el gradual desarrollo de
las relaciones sociales de producción capitalistas fue empujando al individuo hacia el
centro de la escena. La Ilustración luchará por combatir y retirar todos los estorbos que
obstaculizan que individuos libres reclamen sus derechos naturales y se logre el plan de
la naturaleza, la armonía divina.17 Locke, Hume o Smith en Inglaterra; Condillac,
Condorcet, Destutt de Tracy; o Fourier en Francia, fueron filósofos reconocidos en su
época que escribieron sobre estos temas. Además de ser conocidos por sus muy
influyentes obras de Economía Política; y algunos de ellos también ocuparon puestos
clave en la Administración. Porque aquí, en el terreno político, era donde se jugaban las
cartas, no en revistas indexadas.18 Entonces no había una comunidad que fijase las normas
17 Esta armonía divina denota un estado de equilibrio, cuyas características comparte con aquel estado
natural de cosas en el que en una tribu de cazadores uno tiene mayor destreza en hacer arcos y flechas y
otro en cazar, e intercambian el producto de aquello que a cada uno se le da mejor. En las sucesivas etapas
de la civilización la división del trabajo reproduciría una extensión de estos intercambios originales o
primitivos, los principios que guían las relaciones de intercambio siguen, en esencia, gobernando:
“la certeza de poder intercambiar el excedente del producto del propio trabajo con aquellas
partes del producto del trabajo de otros hombres que le resultan necesarias, estimula a cada
hombre a dedicarse a una ocupación particular, y a cultivar y perfeccionar todo el talento o
las dotes que pueda tener para ese quehacer particular” (Smith, 1776 [1996], pp.46-47). 18 Esto de ninguna manera quiere decir que había algo que pueda llamarse un mercado de las ideas, ni
mucho menos perfecto. Quienes participaban en estos debates eran una minoría social que utilizaba y
corregía los argumentos económicos importados para promover cambios institucionales interesados
(Bastien,1989, pp.18-19; Cardoso y Lluch, 2000, p.477). La nueva burguesía comercial y los profesionales
liberales, como los juristas, eran los otros dos grupos que, mayormente, participaban en estos debates. El
16
técnicas o metodológicas a las que ceñirse. Las preguntas que podían hacerse y las
observaciones que podían incluir en sus escritos y reflexiones eran, en ese sentido, menos
limitadas. Es cierto que los principios universales que caracterizan una Economía de
Intercambio Real (en adelante EIR) como la que modelan los economistas neoclásicos
fueron postulados ya por los economistas clásicos.19 Y que su ropaje moderno es mucho
más complejo y elegante. Pero la dicotomía economía positiva / economía normativa no
tenía el fuerte significado moderno, dada la preocupación por la relevancia empírica de
la Economía Política (Moura y Almodovar, 2016, p.63); esto es, por influir decididamente
en la sociedad. No era una cuestión de hechos frente a valores. El punto es el siguiente:
mientras que los principios universales caían en el dominio de la ciencia, sus aplicaciones
descansaban en lo que Stuart Mill denominase como arte.20 No formaban un cuerpo de
conocimiento único, sino que debían estudiarse con enfoques distintos (Colander y Su,
2015, pp.159-160).
Neville Keynes, bajo la supervisión de Marshall, apuntaló en su influyente Alcance y
método de la economía política (1891 [2009]) la distinción emprendida por Stuart Mill,
remarcando la subsunción de la perspectiva histórica a los principios universales de la
ciencia.21 Para Moore, esta estrategia conciliadora equivalía a “preservar cada uno de los
principios fundamentales del marco ortodoxo releyendo los elementos asociados del
marco historicista a lo largo de líneas ortodoxas” (Moore, 2003, pp.17-18). En definitiva,
y a pesar de la simpatía de Marshall por el análisis histórico y su convivencia pacífica con
el análisis matemático, la obra que promocionase de Neville Keynes supondría el fin de
un fuerte movimiento historicista, poniendo coto al desafío que suponía para la ciudadela
idioma era una importante barrera para la circulación de las ideas; pero quizás más importante lo era la
censura, que implicaba exilio, destierro, confinamiento y cierre de periódicos. En el proceso de transición
del Antiguo Régimen a un sistema capitalista plenamente funcional aquellos que escribieron de Economía
Política debieron tener mucho cuidado con cómo se vendían y adoptaban las ideas propias y ajenas para no
ser censurados o caer en desgracia (García Sanz, 1996, pp.164-165). Cuando la revolución liberal triunfó y
el nuevo modo de producción traído por la burguesía creó sus propias contradicciones; las ideas censuradas
ahora pasaron a ser aquellas que iban contra el sistema capitalista (Elorza, 1975, pp. XCV-XCVII.;
Almenar, 2012, p.283). Hoy podría parecer que la censura ha desaparecido. Los mecanismos que protegen
una serie de principios no debatibles con unas implicaciones políticas fuertes son mucho más sutiles. 19 Estos principios serán desarrollados en el punto 3.2. En concreto son cinco: la Ley de Say; ii) la Teoría
Cuantitativa del Dinero; iii) la Equivalencia Ricardiana; iv) la Teoría de los Fondos Prestables; y v) la
Dicotomía Clásica. 20 “La ciencia se da cuenta de un fenómeno y se esfuerza por descubrir su ley; el arte se propone un fin y
busca los medios para lograrlo” (Mill, citado en Colander y Su, 2015, p.159). 21 Skidelsky señala que Marshall mandó corregir en varias ocasiones el manuscrito y se opuso
particularmente a las agudas distinciones lógicas de Neville Keynes, criticando que concediese más
importancia a los principios deductivos que a la naturaleza de los hechos y de la vida (Skidelsky, citado en
Moore, 2003, p.15).
17
clásica (Moore, 1995, p.75). No obstante, el dique impuesto por Marshall en la expansión
de la obra de Jevons, Walras y Menger mantuvo durante cierto tiempo viva esta llama
(Hutchison, 1955: 14).22 Es por ello que, como argumentan Chick y Dow, Keynes pudo
completar el proyecto de Marshall para la comprensión del modo de pensar adecuado para
un sistema abierto (Chick y Dow, 2001, p.715).23 Este dique aguantaría hasta la Segunda
Guerra Mundial, cuando la autoimagen de la Economía como la reina de las ciencias
sociales desplazó a la economía marshalliana e institucionalista, con evidentes raíces
históricas (Backhouse y Fontaine, 2010, p.343).24La fórmula de Samuelson de mezclar
algunos elementos keynesianos sin dejar de lado la microeconomía neoclásica, dando
lugar a la Síntesis neoclásica, configuró el primer libro de texto utilizado por los
economistas profesionales tras la posguerra (Ruíz-Villaverde, 2019, pp.14-15).25 Esto
daría la puntilla final al enfoque histórico y marcaría el comienzo de una hegemonía
ontológica que reinstala los principios de una EIR. Un “Caballo de Troya” metodológico
que dura hasta hoy y amenaza con conquistar el último reducto que se le resiste, la HPE.
Dos tipologías que recogen detalles más específicos de cómo hacemos Economía quienes
investigamos desde una perspectiva histórica son las de Khalil (1995) y Lapidus (2019).
En el primer caso, cuatro son los tipos de historiografías principales. El primero es el tipo
“rectilinear”; que es en esencia una categoría que engloba lo que conocemos como whig.
Pero aquí cabe no solo aquella visión de progreso acumulativo mantenida por la
comunidad neoclásica, la cual Khalil identifica con la subcategoría “incrementalista”.
Junto a la historiografía rectilinear incrementalista, habría una historiografía rectilinear
22 En Francia tenía lugar otro importante debate metodológico en torno a la conveniencia de las matemáticas
para el conocimiento económico. Aquí, Walras y Cournot, las dos figuras de la Economía matemática
francesa, tomaron posiciones opuestas. Mientras Cournot aludía a la naturaleza orgánica del material social
para explicar cómo las matemáticas nunca podrían explicar los hechos económicos, Walras mantenía una
ontología cerrada (Mueller, 2016, p.18). Cournot ni siquiera asume que un enfoque matemático sea mejor
que un enfoque histórico para el análisis de los hechos (Ragni, 2018, pp.92-93) 23 Para Marshall las matemáticas no eran teoría como tal. La carta que escribe el 12 de octubre de 1899 a
William A. S. Hewins, primer director de la London School of Economics, es ilustrativa del lugar principal
que daba a la perspectiva histórica para el análisis económico:
“el hecho es que soy el hombre aburrido, que considera que la economía es un todo orgánico,
y tiene poco respeto por la teoría pura (por lo demás, como una rama de las matemáticas o la
ciencia de los números), en cuanto a esa cruda colección e interpretación de hechos sin la
ayuda de un alto análisis que a veces afirma ser parte de la historia económica” (Whitaker,
citado en Hodgson, 2013, p.961). 24 Para una exposición de la Economía Institucionalista, que puede entenderse como una derivación
americana de la Escuela Historicista Alemana, véase Hodgson (2006). Un desarrollo actual de estos
enfoques es la Economía Política Institucionalista (García-Quero y López-Castellano, 2016). 25 Admitimos la observación de Stigler de que debe hacerse una distinción entre el período anterior a la
Segunda Guerra Mundial dominado por “controversias sobre políticas”, y el período posterior a esta, donde
los “académicos profesionales” toman los mandos. Como subraya: “el sistema económico no se volvió
lineal hasta alrededor de 1946” (Stigler, 1960, p.38).
18
“estadial”, la cual acepta que el progreso científico ocurre a través de diferentes
programas de investigación o escuelas de pensamiento y no en una única. Además, este
progreso del conocimiento científico puede ser tomado a la inversa; es decir, como que
nuestro conocimiento actual ha sido distorsionado y es peor que las escrituras sagradas
puras debido al eclecticismo o el reformismo.26 Puede decirse que parte de la
historiografía rectilinear estadial es en cierto sentido atemporal; no porque ignore una
ontología histórica, institucional y orgánica como punto de partida, sino porque establece
un horizonte a la evolución social previamente determinado. Un segundo tipo es
“historicista”, y puede definirse como aquellas investigaciones que se quedan en el “qué
se dijo” y “por qué se dijo”, pero sin entrar a valorar los méritos de tales discusiones bajo
ningún criterio analítico. El análisis económico requiere, por la propia esencia del
material social bajo investigación, del estudio de contexto histórico en todas sus
dimensiones y manifestaciones. El entorno cultural, ideológico o biográfico de un autor
puede aportar pruebas o conexiones que podrían ser relevantes para la comprensión de
las estructuras y las instituciones; y los motivos por los que se tomó un camino teórico y
no otro. En otras palabras, de las limitaciones accidentales de la propia teoría y la
existencia de otras vías que podríamos explorar. El tercer tipo es “universalista”, no en el
significado ahistórico conque venimos utilizando esta noción a lo largo de este trabajo en
el aspecto ontológico. La categoría capta la aparición de unas mismas preguntas o
problemáticas en diferentes momentos históricos que pierden la atención y luego vuelven
a reaparecer con fuerza. Este sería el caso de la teoría monetaria que, aparentemente, solo
es discutida por la Economía (Neoclásica) en episodios de crisis cuando el dinero
entorpece el funcionamiento armónico del sistema capitalista. El último y cuarto tipo de
la tipología de Khalil es la historiografía “evolucionista”. Este enfoque rectifica la
categoría universalista al enfatizar el cambio y la innovación. En lugar de concebir la
teoría monetaria como una causa del surgimiento de manchas solares periódicas;
establece un nexo histórico estructural con el proceso dinámico e interdependiente de
evolución entre las relaciones sociales de producción y la superestructura de la sociedad;
esto es, las instituciones que gobiernan y organizan los comportamientos individuales.
Khalil realiza una metáfora para ilustrar cómo el conocimiento económico requiere la
consideración de aspectos universales, históricos, y evolutivos. Y pluralidad, porque “el
26 Khalil apunta que, desde un punto de vista heterodoxo o estadial, la comprensión de los fenómenos
económicos de la actual comunidad dominante en Economía es habitualmente vista de forma regresiva
(Khalil, 1995, p.56).
19
cambio teórico no es rectilíneo al avanzar a lo largo de una escalera ni arbitrario al rodar
sobre una alfombra parcheada” (Khalil, 1995, pp.78-79). Debemos ser capaces de contar
simultáneamente la continuidad del tronco; pero también el cambio de las ramas. Sin
embargo, no estamos de acuerdo con Khalil en colocar el enfoque universal como imagen
del tronco. Es el enfoque evolutivo, que coloca los elementos históricos y las instituciones
en el centro del análisis lo que debe guiar una perspectiva histórica para el análisis
económico; no la aparición de anomalías hipotéticamente aleatorias que deban parchearse
y que son olvidadas durante largos períodos. Las crisis económicas siempre pueden salvar
la HPE del ostracismo y atraer una atención fugaz, pero este es un coste altísimo para una
disciplina como la Economía y, por extensión, para la sociedad para la que pretende ser
de alguna utilidad. La actual Gran Recesión debería servir de advertencia de las
consecuencias de esta hibernación auto-infligida.
Por último, tenemos la tipología propuesta por Lapidus (2019), que gira decididamente
sobre la HPE como trabajo de renovación de la sabiduría convencional en materia
económica. Como fuente de ideas para encontrar planteamientos que lo desafían y lo
transforman. Lapidus distingue entre tres enfoques: extensivo, retrospectivo e intensivo.
El enfoque extensivo se corresponde en esencia con la reconstrucción histórica de la
tipología canónica de Blaug; mientras que el enfoque retrospectivo se asimila a la
reconstrucción racional. En el enfoque intensivo no se abordarían todas las declaraciones
históricas, de naturaleza económica o no; pero tampoco reduce su investigación
únicamente a aquella parte de las declaraciones económicas que prefiguran desarrollos
actuales. Existe un espacio para el análisis económico en perspectiva histórica que
contribuya a renovar el conocimiento de los hechos, y donde entran las ideas alternativas
o heterodoxas y la identificación de ideas olvidadas. Creemos que, pese a dar un espacio
concreto a la HPE para el análisis económico contemporáneo, Lapidus parece restringirlo
a una especie de auditoría de la Economía Neoclásica que es simplemente transitoria para
poner a punto la maquinaria lógica; sin plantear desafío o contradicción alguna entre su
método y la naturaleza del material social bajo estudio (Lapidus, 2019, p.18). Solo
podemos sostener que las ideas heterodoxas y olvidadas son absorbidas por el análisis
económico convencional si suponemos paralelamente la existencia de un mercado de las
ideas eficiente que implemente el enfoque intensivo en el retrospectivo, disolviéndolo en
él. Pero para esto las piezas deben encajar en el proceso matemático de descubrimiento
20
de la Economía Neoclásica; la cual ignora, como principio ontológico, los aspectos
institucionales y estructurales de los cuales esas ideas no pueden separarse.
2.3. Disparar al mensajero
“La economía fue condenada hace un siglo como la ‘ciencia lúgubre’, pero la
ciencia lúgubre de ayer fue mucho menos lúgubre que la escolástica
soporífera de hoy” (Blaug, 2002b, p.36).
El pluralismo y el “anti-whiggismo” están intrínsecamente entrelazados, separados del
monocultivo que parece sugerir Lapidus (2019), cuya tipología para la HPE de otro modo
podría ser ciertamente útil. Esta advertencia no debe hacerse únicamente en relación a la
comunidad neoclásica, sino que también es conveniente para aquellas escuelas
heterodoxas que contienen elementos deterministas y, por lo tanto, ahistóricos, detalle
que manifiesta la tipología de Khalil (1995). Como sugieren Freeman, Chick y Kayetekin:
“en cierto sentido, los principales defensores de la mayoría de las escuelas de pensamiento
son, por esta misma razón, los enemigos designados de su propia causa” (Freeman et al.,
2014, pp.527-528). La perspectiva histórica no casa demasiado bien con custodiar la
pureza de la obra de Keynes, Marx, Ricardo o Smith. Existe el peligro de visitar el pasado
y quedarse atrapado allí.
La relación entre la HPE, la pluralidad y la heterodoxia es reconocida por toda la
profesión económica. La creación de HPE como campo especializado estuvo ligado a
cómo muchos economistas utilizaron ideas del pasado para criticar los desarrollos
recientes (Duarte y Giraud, 2016, p.435). Una muestra de la imagen que tiene nuestra
profesión de nuestro campo se encuentra en los códigos de clasificación del Journal of
Economic Literature, publicados por la American Economic Association desde 1991. El
código B aúna en una misma categoría a “Escuelas de Pensamiento Económico y
Metodología”, en concreto: Código B1 Historia del Pensamiento Económico hasta 1925,
B2 Historia del Pensamiento Económico desde 1925, B3 Historia del Pensamiento
Económico: Figuras Individuales; B4 Metodología Económica, y B5 Enfoques
heterodoxos actuales.
Goodwin sugiere que es la homogeneidad, más que la ortodoxia, el verdadero peligro
para la HPE (Goodwin, 2000, pp.180-181).27 Esta homogeneidad no debe entenderse en
términos de preguntas o temas, sino en cuanto a metodología. Por un lado, el avance de
la homogeneidad matemática desplaza la perspectiva histórica que caracteriza a esta
27 Homogeneidad que ha extirpado las controversias y la vivacidad de la discusión (Klamer, 2007, p.231).
21
especialidad. Por el otro, sucumbir a esta homogeneidad, como se sugiere desde la
defensa del enfoque absolutista, restringe nuestra investigación a componer
reconstrucciones racionales sin ningún valor para el análisis económico. Esta disyuntiva
dibuja un horizonte muy pesimista para los economistas heterodoxos y para el campo de
la HPE. La presión por someterse a la modelización matemática y por extensión, a la
visión del mundo subyacente a esta metodología, se agudiza con la generalización de la
profesionalización de la Economía a partir de la Segunda Guerra Mundial (Backhouse,
1998). Las lamentaciones sobre la situación de marginación dentro de la disciplina son
unánimes. La Tabla 1 presenta las conclusiones de una serie de trabajos que han tratado
de valorar de algún modo este declive: menor peso relativo en el total de publicaciones
de la disciplina; desplazamiento desde las principales revistas de Economía hacia revistas
propias especializadas en el campo; pérdida de relevancia al no aparecer en las principales
revistas; reducción de los recursos dedicados al área para investigar; desaparición de los
planes de estudios excepto como cursos optativos; y falta de reemplazo de doctores en el
área debido a una especialización arrinconada y pocos incentivos para el éxito en la
carrera académica. Podemos asegurar, como hace Kurtz, que somos una especie en
peligro de extinción (Kurtz, 2006, p.464).
La actitud pesimista hacia a donde vamos está, como vemos, justificada. Ante las quejas
de los economistas especializados en HPE la respuesta de los economistas neoclásicos es
la misma: “es el mercado, amigo”. En el mercado de las ideas económicas, dichas ideas
compiten entre sí aceptándose las que son buenas, mientras que las que son rechazadas lo
son por ser meramente malas ocurrencias. Las mejores ideas se publican en las revistas
más importantes, son las más citadas, y sus autores obtienen los más altos honores. Este
es el mercado whig de Stigler y Samuelson (Boettke, et al., 2013, p.534). Un mercado
perfecto donde el conocimiento es acumulativo y es depurado.28 La depuración,
evidentemente, consiste en que la perspectiva histórica es sistemáticamente rechazada. Si
no juegas con las reglas establecidas estás fuera. Reglas que son negociadas dentro de las
comunidades de científicos (Backhouse, 1994, p.115).29
28 Aspromourgos apunta a una noción ingenua generalizada sobre la ontología que subyace a la Economía
como consecuencia de esta inquisición metodológica. Pero esta ingenuidad no es convincente sin más. La
Economía, por su naturaleza fundamentalmente política, es “siempre y en todas partes vulnerable a la
corrupción o la captura ideológica” (Aspromourgos, 2017, pp.4-5). 29 El mercado de las ideas no es un árbitro neutral; no obstante, tal y como mencionamos en el apartado 2.1,
la forma en que se adoptan y propagan las metodologías es un estudio que descansa en la disciplina de la
Sociología del Conocimiento, por lo que no lo trataremos aquí.
22
Tabla 1. Revisión de la literatura sobre la situación de la HPE.
Autor/es (año) Herramienta Datos/población Principales conclusiones
De Marchi y
Lodewijks (1983)
Journal of Economic
Abstract y Journal of
Economic Literature.
Revista History of Political Economy y 7
revistas principales de la disciplina (1969-
1980).
Descenso relativo de las publicaciones de la HPE frente al total. El
surgimiento de revistas del campo no desplaza a las publicaciones
en las revistas generales.
Colander y Klamer
(1987)
Encuesta. Estudiantes de doctorado de Economía en 6
de las principales universidades americanas
Existe un proceso de socialización que arrincona el estudio de la
HPE por falta de incentivos para el éxito profesional.
Cardoso (1995) Encuesta. Profesores de HPE. Predominan cursos de menos de 50 horas, optativos, y que no
requieren la asistencia de los estudiantes.
Fogarty y Naples
(1998)
EconLit. Revistas con un
mínimo de artículos HPE.
46 revistas principales de economía (1969-
1995).
Desplazamiento desde las principales revistas hacia revistas del
campo, internacionales y heterodoxas
Backhouse (2002) Encuesta. Profesores de Economía en 45 universidades
y escuelas de negocios británicas.
Menor presencia de la HPE en las universidades que tienen mayor
financiación gracias a su mayor puntuación en el Research
Assessment Exercise (RAE).
Gayer (2002) Encuesta. Jefes de departamentos de Economía y
profesores de HPE de esos departamentos
Declive en la especialización de doctorandos en la HPE y poca
oferta de cursos de doctorado en el área.
Gallardo (2004) EconLit,
Códigos JEL.
5 principales revistas (1991-2000). La importancia de la HPE con respecto a otras áreas es mínima.
Colander (2007) Encuesta y análisis
comparativo con encuesta de
Colander y Klamer. (1987)
Estudiantes de doctorado de Economía en 7
de las principales universidades americanas.
Los estudiantes de doctorado están hoy más seguros del valor de su
disciplina, son una comunidad más homogénea metodológicamente
y no dan importancia a la HPE.
Kelly y Bruestle
(2011)
EconLit,.
Códigos JEL.
Todos los artículos de la base de datos
(1969-2007).
De las 27 áreas o subcampos analizados, la HPE ocupa el puesto 25,
con una influencia mínima (0,94% del top 100 de revistas).
Duarte y Giraud
(2016)
EconLit,
Códigos JEL.
8 principales revistas de economía (1991-
2011).
Poca presencia en las principales revistas, mayor y más constante
hasta mediados de 1990.
Marcuzzo y Zacchia
(2016)
Econlit Subject
Classification System.
Conjunto de artículos (1955-2013); 10
revistas especializadas (1993-2013).
Disminución revistas interesadas en la HPE, tendencia más marcada
en Europa. Creciente publicación de artículos de HPE en revistas
interdisciplinares.
Fuente: Elaboración propia.
23
Este proceso ha sido reforzado con la cultura de “publicación o muerte”. La comunidad
neoclásica ha establecido un sistema de evaluación y acreditación a medida para mantener
su status quo. El rendimiento de la investigación es juzgado en función de los estándares
metodológicos requeridos para la publicación en las revistas indexadas de mayor
prestigio; así, el comportamiento racional de los departamentos es contratar
investigadores con el perfil adecuado al objetivo de maximizar los resultados en estas
publicaciones. Estos investigadores también son docentes, que se limitan a transmitir a
los aspirantes a economistas todo lo que necesitan saber para que la rueda del mercado de
las ideas whig siga girando.30 Freeman, Chick y Kayatekin han dado un término muy
adecuado a este sistema, parafraseando a Sraffa: “producción de monocultivos mediante
monocultivos” (Freeman et al., 2014, p.524). La reproducción de las ideas es determinada
en un circuito cerrado metodológico que guía las preguntas que pueden hacerse para
lograr ser parte del grupo. Y las estructuras se nutren de estos nuevos miembros que así
socializados reproducirán la misma actitud vigilante, supervisando que nadie que pueda
causar molestias o incomodidad se cuele en la fortaleza. Si las universidades y los
investigadores están bajo presión para acceder a financiación o ser certificados en función
de unos estándares cerrados, y estos estándares discriminan campos como la HPE por su
propia naturaleza, las perspectivas no prometen ser halagüeñas (Backhouse, 2004,
pp.120-121; Corsi, D’Ipolitti y Zachia, 2019, p.12).
El resultado es, como indica Bertola, la autolegitimación de una comunidad sociológica
de economistas concreta gracias al “fortalecimiento de una ‘función de producción’ que
no es neutral en términos de resultados, temas, enfoques y metodología” (Bertola, 2013,
p.8). El sistema impone qué HPE debemos realizar. Fijémonos en el trabajo de Palma
(2008), donde se hace una revisión de las publicaciones de las tres principales revistas del
campo desde 1993 hasta 2006: History of Political Economy (HOPE), Journal of the
History of Economic Thought (JHET), y European Journal of History of Economic
Thought (EJHET). Palma distingue las categorías en que se dividen los trabajos por
periodos, y resalta que solo un 5.9% de estos está dedicado a investigar la Economía que
se ha hecho desde 1945 hasta hoy; además, este porcentaje empeora si tenemos en cuenta
que se enfocan en autores heterodoxos, y que apenas hay artículos que estudien el periodo
30 La caída de la docencia en HPE está relacionada con este mercado. Se invoca generalmente el coste de
oportunidad: si los Planes de Estudio tienen un número de horas específico, los estudiantes perderán una
clase en un campo presumiblemente más relevante para su éxito académico. No obstante, Caldwell declara
que cuando los cursos de HPE se ofrecen, como por ejemplo hace la Universidad de Duke dentro de sus
cursos de verano, las solicitudes multiplican por cinco las plazas (Caldwell, 2013, p.765).
24
posterior a 1970, al tiempo que ocurre que aquellos trabajos que se centran en la teoría
convencional lo hacen a menudo oponiéndose a ella (Palma, 2008, pp.85-86). Hemos
replicado este trabajo para el período 2007-2020 añadiendo dos revistas adicionales:
History of Economic Ideas (HEI) e Iberian Journal of the History of Economic Thought
(IJHET). Los resultados se muestran en la Tabla 2.
Tabla 2. Artículos en revistas de HPE
EJHET HEI HOPE JHET IHET Total
n % n % n % n % n % N %
Pre-clásico 51 11,36 24 8,82 25 4,74 28 9,12 5 9,26 133 8,27
1770-1870 102 22,72 36 13,24 67 12,71 64 20,85 9 16,67 278 17,28
1870-1945 151 33,63 59 21,69 91 17,27 96 31,27 8 14,81 405 25,17
1945-2020 106 23,61 103 37,87 181 34,35 84 27,36 20 37,04 494 30,70
Otros 39 8,69 50 18,38 163 30,93 35 11,40 12 22,22 299 18,58
Total 449 100 272 100 527 100 307 100 54 100 1609 100
Fuente: Elaboración propia a partir de las webs de las revistas.
Hemos modificado ligeramente las categorías. Estos cambios no afectan a la cuestión que
pretendíamos comparar: si las investigaciones centradas en la Economía posterior a la
Segunda Guerra Mundial han aumentado dentro del campo. Las reseñas, comentarios de
libros y obituarios han sido suprimidos de la base de datos, publicaciones que ocupaban
alrededor de un 40%. En el periodo pre-clásico Hume tiene una notable presencia, lo que
no es de extrañar dado el interés que ha despertado su teoría monetaria entre los
economistas contemporáneos que lo ven como antecedente de la noción de no neutralidad
a corto plazo y también, por su proximidad empirismo-metodológica. En menor medida
aparecen autores de cariz fisiocrático, como Cantillon o Steuart. Sobre la Economía
Clásica destaca Smith, pero también Stuart Mill, Ricardo, Thornton, Marx y Malthus, en
ese orden.31 Debe enfatizarse que los enfoques nacionales tienen una presencia
anecdótica, con una ligera visibilidad de autores italianos y franceses; si bien la revista
IJHET parece dispuesta a rellenar este hueco durante los próximos años para el
conocimiento de los economistas españoles y portugueses
Para el periodo 1870-1945 sobresalen sobre todo Keynes y Marshall. También los
trabajos sobre antecedentes de la Teoría Cuantitativa del Dinero, principalmente de Fisher
o las tradiciones monetarias de Chicago y Harvard. Hay diferencias entre las revistas
anglosajonas (JHET y HOPE) y no anglosajonas (HEI, EJHET o IJHET). En las segundas
31 Hemos incluido a Marx en esta categoría, aunque debe advertirse que su enfoque es la Crítica de la
Economía Política Clásica.
25
también destacan aquí autores como Schumpeter y Walras, corrientes como el
Institucionalismo norteamericano con Veblen como figura destacada, la Escuela austriaca
con Hayek y Menger, y algunos economistas italianos como Sraffa y Luigi Einaudi.
También tiene una notable presencia la búsqueda de antecedentes de nociones como
equilibrio o monopolio, las cuales son esenciales para la teoría convencional. Este periodo
destaca por la pluralidad de temas que se abordan; siendo el que presenta una mayor
heterogeneidad en todas las categorías.
Atendiendo al período 1945-2020, el que realmente nos interesa, he incluido en el análisis
tanto desarrollos heterodoxos como ortodoxos. No así los artículos centrados
específicamente en Keynes. Investigaciones sobre Samuelson, Hicks, o Modigliani
también están en esta categoría; aunque ciertas referencias fuesen de publicaciones
previas a 1945, su papel fundamental para comprender la síntesis neoclásica posterior a
la Segunda Guerra Mundial justifica tal decisión. Además, debe destacarse que son
habituales monográficos relacionados con nociones como la Tasa Natural de Desempleo
o la Curva de Phillips; el desarrollo de métodos matemáticos y econométricos; o los
desarrollos en Economía en relación con la Psicología y la Economía del comportamiento.
En la categoría Otros / Metodología se han metido aquellas publicaciones
correspondientes a estudios monográficos en torno a organizaciones como el MIT y el
NBER, que también corresponden a este periodo, pero que al caer en el terreno
meramente historicista hemos convenido que estarían mejor ubicados aquí. Como
mostramos en la Tabla 2, un 30.7% de todas las publicaciones corresponden a estudios
sobre la Economía más reciente. Claramente, estos resultados apuntan a que la orientación
de la investigación dirigida por los estándares académicos del mercado de las ideas está
teniendo éxito en determinar cómo hacemos HPE.
Un trabajo reciente de Edwards (2020), que lleva a cabo un análisis bibliométrico con
motivo de los cincuenta años que cumple la revista HOPE, ofrece resultados en este
sentido también. El mayor grupo de publicaciones encontrado es sobre “Macroeconomía
y Economía reciente”, con un 23.72%; si bien también aparece un grupo con temas
relacionados con Buchanan, teoría de la elección pública” o fallos de mercado (12.25%)
que podría sumársele. Además, debe subrayarse que Edwards encuentra que la
investigación sobre la macroeconomía keynesiana ha caído por primera vez en cinco
décadas; y que las publicaciones sobre Marx, que durante los primeros veinte años fueron
habituales, hoy prácticamente han desaparecido.
26
El arrinconamiento y presión a la que somete la comunidad neoclásica a aquellos que no
comparten una ontología de una EIR está transformando cómo se hace HPE. El sistema
de evaluación y certificación seguramente haya incentivado la velocidad de estos
cambios, que son retroalimentados con la desaparición del Plan de Estudios de aquellas
asignaturas que ofrecen una perspectiva histórica hacia aquellas metodológicas más
técnicas, que no ayudan a los futuros investigadores a replantearse críticamente los
principios dados y la naturaleza del material social. Las controversias han desaparecido y
han sido sustituidas por determinar cuál es la mejor calibración para un modelo concreto.
Indica Bastien que en el transcurso de los ciclos económicos “los antagonismos están
regulados y contenidos dentro de ciertos límites y no amenazan de inmediato la
reproducción de la estructura que en cierta etapa define la esfera del conocimiento
económico” (Bastien, 1989, p.43). Esta etapa acabó en 2007. Las crisis siempre vienen al
rescate de la HPE (Goodwin, 2000, p.183); son momentos donde las contradicciones
latentes de las estructuras e instituciones reales omitidas en los modelos alcanzan su
máxima visibilidad.32 No hay ninguna duda de que las crisis vendrán al rescate, pero si
no se deja lugar en la Academia para la HPE puede que la próxima vez no quede nadie
allí. Y el coste de oportunidad para la sociedad y la disciplina que es la Economía de
perder el sentido y rumbo de lo que hacemos, y que emerge en estos momentos como un
terremoto que destruye la economía y las vidas de las personas, es demasiado elevado.
2.4. ¡Es que aquí tengo más luz!
“Escribir la Historia del Pensamiento Económico es una tarea que
consideramos indispensable, no para que podamos hacer una aplicación
positivista al presente de la solución mágica que la historia nos enseña, sino
para descubrir las enseñanzas que nos ayudan a reencontrarnos tanto las raíces
como los horizontes del mundo en el que ahora vivimos” (Cardoso, 2016,
pp.392-393).
Es popular la parábola o historia de Kaplan donde un borracho está buscando las llaves
de su casa bajo una farola. Las llaves las ha perdido mucho más lejos, pero insiste en
rebuscar una y otra vez en el mismo sitio. Preguntado por qué no mira allí donde se le
32 Estos temas y problemas son la investigación fundamental de la HPE. En torno a ellos se forman una
serie de teorías u orientaciones de base que, como ilustran Screpanti y Zamagni,
“son como ríos en piedra caliza que a veces desaparecen bajo tierra, dando la impresión de
que se han secado; pero pueden continuar su vida clandestina durante mucho tiempo,
prohibidos en la academia y privados de respetabilidad científica. Luego salen a la luz
nuevamente, cuando nadie lo espera, y se vuelven más poderosos y ruidosos hasta que
silencian a sus oponentes” (Screpanti y Zamagni, 2005, pp.9-10).
27
cayeron las llaves, responde: ¡es que aquí tengo más luz! A pesar de la tormenta, los
economistas siguen dando vueltas alrededor de la farola.
La HPE ayuda a recuperar la cautela y fomentar el análisis crítico, a recordar los pasos y
elementos olvidados o que por la falta de claridad y dificultad para su codificación
injustificadamente han sido desplazados del análisis mediante generalizaciones que
reducen su significado. La rigurosidad matemática que ilustramos con la ayuda de la
parábola de Kaplan no parece ser un instrumento útil para nuestro objetivo de comprender
los hechos económicos como economistas. La lógica interna de un modelo cualquiera no
es sinónimo de objetividad en el terreno ontológico, lo cual subyace a la elección
metodológica.33 Dada sus diferencias en el terreno ontológico, la perspectiva histórica y
la perspectiva matemática deben reconocerse como enfoques distintos e
inconmensurables (Roncaglia, 2006, p.28). Esta diferencia de enfoques es la que está en
el origen de la exposición clásica de la dicotomía Economía positiva y Economía
normativa; y también de la oposición de Marshall al caballo de batalla lógico de Neville
Keynes, que disolvía o sustituía la diferencia ontológica por una validación empírica de
los principios dados para explicar las diferencias en los resultados observados. A
diferencia del absolutismo científico extendido por los estándares construidos por la
comunidad sociológica de los economistas neoclásicos, la HPE incentiva a reflexionar
críticamente la percepción de la ontología o cosmovisión que está detrás de las diferentes
teorías.
33 Boulding describía hace casi 50 años los efectos sobre la disciplina de lo que él llamó el “método
antihístorico” del siguiente modo:
“el método antihistórico lleva al desarrollo de técnicos hábiles que saben cómo usar las
computadoras, ejecutan correlaciones y regresiones masivas, pero que realmente no saben de
qué lado el pan está untado, que son increíblemente ignorantes de los detalles de las
instituciones económicas, que no tienen ningún sentido en absoluto de la sangre, el sudor y
las lágrimas que se han producido en la formación de la economía y muy poco sentido de
cualquier realidad que esté más allá de sus datos. Parece que ahora estamos produciendo una
generación de economistas cuya principal preparación consiste en analizar datos que no han
recopilado y que no tienen ningún interés en lo que podría llamarse una función de realidad
de datos; es decir, en qué medida un conjunto de datos corresponde a cualquier realidad
significativa en el mundo. El enfoque antihistórico, además, conduce a un rechazo de
cualquier información que no pueda almacenarse fácilmente en tarjetas perforadas, o sus
equivalentes, y por lo tanto produce una distorsión de la entrada de información en la
dirección de la que se puede cuantificar fácilmente y lejos de aquellas intangibles e
imponderables que, sin embargo, pueden ser una parte esencial de la realidad. La escuela
antihistórica, además, conduce a lo que he llamado economía Ptolemaica, es decir, una
modificación interminable de variables y ecuaciones en regiones de rendimientos muy
reducidos en la función de conocimiento, y aún más nítido – disminuyendo los rendimientos
en la función de significación. Parece que estamos comprometidos en descubrir más y más
números, lo que significa cada vez menos” (Boulding, 1971, pp.222-223).
28
Evensky reproduce un diálogo ficticio con alumnos de posgrado que, gracias al mercado
de las ideas neoclásico, ya no se oferta. Pregunta a los estudiantes si es mejor el análisis
económico puramente matemático por ser más sofisticado; y si estos datos numéricos son
suficientes para capturar las interacciones humanas que buscamos comprender (Evensky,
2012, pp.15-16). Evensky incide en que la fortaleza de los modelos está justamente en la
debilidad de sus supuestos.34 Pero existen cada vez menos lugares donde los alumnos
puedan preguntarse por estos supuestos, reproduciendo el sistema de creencias
compartido por inercia; dando validez automática a la ontología o naturaleza de las cosas
que se ajusta a la metodología utilizada (Evensky, 2012, p.17). En este sentido, podemos
decir que la ideología de los economistas viene dada, y, como sugiere Roncaglia, la HPE
es una educación para la democracia (Roncaglia, 2006, p.33).
Schumpeter negó que el análisis económico consistiese en “el liso descubrimiento
progresivo de una realidad objetiva, como pudo serlo, por ejemplo, la exploración de la
Cuenca del Congo” (Schumpeter, 1954 [2012], p.38). Distinguió al economista
“científico” bajo tres criterios: historia, estadística y teoría. Y planteándose la situación
de si tuviese que comenzar de nuevo su formación y solo pudiese elegir un campo, no
duda en declarar que elegiría la Historia Económica. Las razones expuestas por
Schumpeter son tres: i) los fenómenos económicos tienen lugar en un tiempo histórico,
con sus especificidades propias; ii) refleja hechos “institucionales” que muestran cómo
los hechos económicos están relacionados y conectados con los hechos no económicos;
y iii) porque los errores habituales del análisis económico son consecuencia de su
deficiencia en este campo, no en el instrumental matemático del economista.
(Schumpeter, 1954 [2012], pp.47-48). Puede deducirse de las declaraciones de
Schumpeter que daba prioridad a la perspectiva histórica frente a la lógica interna de la
metodología matemática. El problema está en la naturaleza del material social objeto de
estudio, no en la insuficiencia de datos numéricos o de la calibración del modelo.
Después de Schumpeter, son muchos los economistas que han expuesto argumentos a
favor de la perspectiva histórica por diferentes razones, algunos de ellos desde la HPE.
Desde nuestra interpretación materialista de la historia, lo que los economistas dicen o
han dicho es reflejo de una realidad material e histórica, gobernada por unas estructuras
e instituciones específicas. También la comunidad sociológica de moda forma parte de la
34 En esta apreciación sigue a Keynes, quien escribe que “[Si] la economía ortodoxa tiene la culpa, el error
no se encuentra en la superestructura que se ha erigido con gran cuidado para la coherencia lógica, sino en
la falta de claridad de los supuestos” (Keynes, citado en Evensky, 2012, p.18).
29
ecuación; y el peso de los diferentes componentes, o de la propia especificidad histórica
del momento, determina las elecciones de ideas que los economistas hacen o en las que
fijan su atención.
Considerando los elementos tan dispares que forman parte del cuadro, no podemos hacer
otra cosa que negar la pretensión de que el conocimiento en el análisis económico sea
acumulativo. La Economía como disciplina se desarrolla a través de las elecciones que
hacen los economistas, y no podemos sin más negar los múltiples nodos y bifurcaciones
que han quedado atrás por muy diversos motivos. Frente a la visión whig, encontramos
en la literatura la metáfora del “árbol del conocimiento” (Boulding, 1956, p.95), que
representa un árbol de decisiones con todas sus secuencias, ramas y bifurcaciones. Si
algunas ideas fueron descartadas de forma prematura, o las preguntas que fueron
ignoradas ahora son de importancia crucial, podríamos identificarlas y reconsiderarlas
(Vaughn,1993, p.180; Backhouse, 1994, pp.118-199). Advierte Leijonhufvud que “la
savia todavía corre en algunos lugares sorprendentes” (Leijonhufvud 2006, pp.4-5);35 y
apunta Trautwein que “las ramas más antiguas puede conducir a nuevos conocimientos
sobre los fenómenos en cuestión” (Trautwein, 2017, pp.1151-1152). La “recombinación”
o “re-evaluación” a través de un nuevo contexto de estas antiguas ramas puede dar lugar
a nuevas hipótesis útiles que amplían la perspectiva del teórico moderno (Cesarano, 1983,
pp.78-79; Graziani, 2002, p.33; Kurz, 2006, p.476). Esto solo puede lograrse si tenemos
una serie de economistas que están familiarizados con las ideas rechazadas; que son,
como muy adecuadamente son descritos por Barber, “custodios del inventario de ideas
económicas” (Barber, 1990: 112). Es así como la familiaridad con la literatura económica
temprana puede dinamizar el análisis económico actual y ser una fuente potencial
importante para nuevos desarrollos (Hollander, 1998, p.31).
Esto puede ser así por lo que Boulding denomina como “presente extendido”, donde los
economistas modernos no son ni pueden ser sustitutos de los anteriores; excepto en el
caso en que sus méritos puedan entenderse como una contribución a un modelo cualquiera
(Boulding, 1971, p.232). Las nuevas contribuciones más avanzadas en matemáticas
sustituyen enteramente a los anteriores, pero esto no ocurre en Economía. Si, como afirma
35 Es muy instructiva la conclusión de Leijonhufvud:
“Si no puedes pensar fuera de la caja, ¿cómo sabes que estás en la caja correcta? […] Si las
decisiones sucesivas han reducido las opciones hasta el punto en que la caja se vuelve
claustrofóbica, el seguimiento de la posición anterior vuelve a abrir las vistas perdidas”
(Leijonhufvud, 2006, p.16).
30
Blaug, el conocimiento económico tiene “profundidad multidimensional y amplitud”, y
estas dimensiones incluyen “análisis, datos, historia, instituciones y cuestiones de
política” (Blaug, 2001, p.150), el pasado reciente en el que ocurrió la actividad intelectual
de una misma realidad material es relevante. Nos da información sobre los caminos
tomados y también de aquellos que no se escogieron; y, por ejemplo, si su elección pudo
haber sido precipitada por un momento institucional concreto que ha evolucionado desde
entonces y que permite rehacer las preguntas y las teorías olvidadas desde otra
perspectiva, dándole una nueva oportunidad de desarrollo. Esta conversación extendida
con los economistas del pasado nos permite comprender que la teoría económica es un
proceso de retroalimentación con la realidad material de la que surge, no un resultado
imperfecto de una realidad natural (Álvarez y Hurtado, 2010, pp.293-294). La HPE se
fusiona con el estudio del análisis económico actual (Walker, 1999, p.19).36 No
estudiamos a Smith, Marx o Marshall como figuras perdidas en sus ubicaciones
temporales y geográficas. Sino por cómo desafían nuestros puntos de vista sobre lo que
fue, y quizás hoy también es, importante y preciso reformular (Brennan, 2014, pp.51-
52).37
Si consideramos esta investigación como un presente extendido, y no ignoramos que los
economistas especializados en esta área no parten de una tabula rasa (sino que han sido
formados en los mismos textos y técnicas que el resto de economistas que luego se han
especializado en otros campos de la disciplina), debe inferirse que el análisis neoclásico
no puede sino formar parte consustancial de la conversación. Los economistas somos
productos de nuestro entorno y, aunque nos hayamos desviado del camino establecido,
nuestros trabajos tendrán inevitablemente ciertos elementos que podríamos denominar
como absolutistas.38 Esto no es una debilidad. El conocimiento de la caja de herramientas
36 Walker apunta que, dada la relevancia del “presente extendido” para el análisis económico, no podemos
entender el campo independientemente del resto de la disciplina. Por ejemplo, en Macroeconomía se
debería dar, junto con los instrumentos de análisis habituales; una comprensión adecuada de los problemas
que se abordan, y de las fortalezas y debilidades de las teorías en competencia, junto con un estudio
intensivo de los aspectos esenciales de escritos anteriores que sean de gran valor para la materia (Walker,
1999, p.23). 37 Seguimos a Roll, quien es comúnmente citado como uno de los ejemplos de reconstrucción histórica por
antonomasia:
“muchas ideas del pasado tenían sus raíces en estructuras institucionales, en las relaciones
entre grupos económicos diferentes y en los intereses opuestos de éstos. Ahora bien, las ideas
a las que dieron vida no han muerto en la medida en que todavía existen estructuras y
relaciones iguales o similares” (Roll, 1939 [1974], p.12). 38 Palma menciona la crítica común hecha a los economistas con perspectiva histórica de que son atrapados
por “viejas ideas”. Como acertadamente apunta, uno puede ser atrapado tanto por viejas ideas como por las
ideas más nuevas de cualquier otro campo de especialización (Palma, 2008, p.96). Si bien existen dos
31
neoclásica es condición sine qua non para no caer en el posmodernismo. Ampliar esta
caja de herramientas y apostar por el pluralismo no es sinónimo de “todo vale” (Dow,
2004, p.280). Existen fundamentos ontológicos para el pluralismo metodológico, sí; pero
esta posición no implica que el análisis económico se convierta en un “cajón de sastre”.
De otro modo, por ejemplo, podemos caer en la lógica de una ontología de una EIR sin
ser conscientes de ello; y sin ni siquiera mantener la coherencia interna que se le requiere
a un sistema cerrado. Ésta es de forma manifiesta una fortaleza de la HPE: el saber
reconocer las presuposiciones que inevitablemente hacemos (Caldwell, 2013, p.762).
Una dificultad adicional para el análisis económico con la cual la perspectiva histórica
debe lidiar y hacer hincapié es que el significado de las nociones utilizadas cambia a lo
largo del tiempo. Por ejemplo, ¿tiene sentido crear una serie de tiempo sobre el nivel
general de precios que abarque desde el siglo XVII hasta hoy?; o, ¿tiene validez dibujar
una regresión para hallar un único nivel general de precios en la España del siglo XVIII?
Igual de problemáticos son los estudios que presuponen mercados de trabajo en
sociedades precapitalistas sin avanzar todo tipo de advertencias para la interpretación de
los economistas que, a lo sumo, considerarán que las diferencias son fruto de la falta de
refinamiento en la guía del interés racional de los individuos, no cualitativas. El cambio
evolutivo de las instituciones subvierte su significado constante (Chick y Dow, 2001,
p.709-710).
Además, siguiendo con la problemática del significado, la metodología matemática ha
obligado a restringir éste, vaciándolo de aquellos aspectos de la realidad que son cruciales
y, por lo tanto, reduciendo su campo de aplicabilidad a la cosmovisión subyacente
(Roncaglia, 1996, p.301). Así, tenemos la pretensión de que la Economía ha conseguido
traducir a Smith o a Ricardo en el lenguaje moderno de las ecuaciones y exponer sus
teorías mejor que ellos; sin tener en consideración, como señala Dow, que “el requisito
asimetrías en un caso y otro. Primero, todos los economistas han sido formados en las ideas nuevas que son
aceptadas por la comunidad sociológica dominante, pero pocos conocen las viejas. Y segundo, los estímulos
y heterogeneidad de las viejas ideas contrastan con la homogeneidad de las nuevas, restringida a aquellas
que superan los estándares metodológicos impuestos. Como subraya Coats: “como el historiador tiene una
opción más amplia de declaraciones para procesar que el economista, las explicaciones históricas son, por
lo tanto, más complejas y esquivas que sus contrapartes en economía” (Coats, 1993, pp.238-239). Frente al
prejuicio científico de que todo lo que un estudiante debe saber está en el último libro de texto, los
estudiantes que conocen la historia de la economía son más conscientes de que hay otras opciones
disponibles y, por lo tanto, de este conocimiento surgen un conjunto de preguntas y puntos de vista
(Caldwell, 2013, p.761). Aspromourgos plantea que la HPE es como visitar un país extranjero, que ayuda
al investigador a distanciarse de las creencias preconcebidas y desde lejos, mirar a su propio país con la
particular especificidad que le caracteriza (Aspromourgos, 2017, p.4).
32
de modelar el comportamiento matemáticamente es una restricción efectiva sobre lo que
puede ser abordado” (Dow, 2007, p.460). Es más, Stigler llega al extremo de asegurar
que si Smith o Ricardo hubiesen tenido disponibles nuestras aplicaciones informáticas y
técnicas de análisis hubiesen anticipado los modelos analíticos actuales cien años (Stigler,
1965, p.23).39 Cuando todo lo que importa es la coherencia lógica del modelo, no hace
falta levantar la vista de él.
Estas normas o restricciones analíticas son consecuencia de la comunidad sociológica
dominante hoy. Por suerte, tenemos una gran cantidad de sugerencias e ideas en los
economistas clásicos que escapan de este enfoque reductivista. Los economistas, antes de
la miopía impuesta por la profesionalización de la disciplina, respondían con sus teorías
a la materialización cambiante, a los problemas económicos apremiantes: “es la misma
realidad que se observa lo que influye en el alcance y los límites para la formación de
categorías conceptuales abstractas” (Cardoso, 2016, pp.396-397). Esto ha cambiado por
completo en los últimos 75 años. Ya no es la realidad material de donde surgen las
preguntas y las categorías conceptuales abstractas construidas para explicar el fenómeno.
La realidad material viene dada, y todo lo que debe hacerse es descubrir la mejor forma
de que los datos encajen en ella. Este es el Zeitgeist de nuestro tiempo. El “formalismo”
o adoración de la técnica, tal y como lo define Blaug, ha dado “prioridad absoluta a la
forma de teorías económicas en lugar de su contenido”, dirigiéndose hacia la resolución
de “enigmas intelectuales” que los economistas se han inventado (Blaug, 2002a, pp.34-
36). Por definición, se cierra la puerta a aquellas cuestiones que no se prestan a un
tratamiento matemático riguroso.
Mientras que estas cuestiones o problemas pueden obviarse mientras la Economía está
aparentemente en calma, no pueden esconderse bajo la alfombra eternamente. Los efectos
reales para la sociedad de este tipo de censura en el análisis económico deben valorarse.
Utilizando la imagen de Pasinetti sobre el proceso de teorización económica como un tipo
de telescopio que magnifica aquellos aspectos en los que el teórico ha elegido
concentrarse y, a la vez, reduce la irrelevancia del resto de elementos, cabe preguntarse:
“¿quién va a elegir los aspectos que se van a magnificar y los que se van a reducir?
(Pasinetti, 2002, p.133). Los aspectos particulares del proceso de formalización crean
39 Las diferencias entre un economista del siglo XIX y otro del siglo XXI sobre temas fundamentales
reflejan en esencia diferencias de intención y convención. No pueden verse de ninguna manera como una
percepción evolutiva de “lo Absoluto” (Skinner, 1969, p.52).
33
serios problemas para su aplicabilidad al material social que es el objeto de estudio. La
tensión entre ontología y metodología de la comunidad neoclásica no puede obviarse
cuando la Economía salta por los aires. La pregunta de Pasinetti, que puede reformularse
como por qué no deben fomentarse perspectivas diferentes como la histórica, fuera de los
estándares metodológico-matemáticos, no es una pregunta meramente académica.
Lodewijks plantea otra pregunta en relación a esta: “¿está la HPE marginada porque está
dominada por economistas heterodoxos, o los economistas heterodoxos se sienten
naturalmente atraídos por los esfuerzos de investigación no ortodoxos y, por lo tanto,
marginados?” (Lodewijks, 2003, p.662). Ya que los estos economistas conocen tanto la
Economía contemporánea como el resto de cosechas anteriores, saben mejor qué es lo
que se ha ganado y perdido con el tiempo. El conocimiento de alternativas, asegura Kurtz,
hace a estos economistas “casi ex definitione, en un grado mayor o menor, heterodoxos”
(Kurtz, 2006, pp.468-469). Weintraub asegura que ser una cantera de herejes fomenta la
hostilidad hacia la HPE de la comunidad neoclásica, y afecta a la presión sobre los
recursos comunes en el Plan de Estudios y en los departamentos” (Weintraub 2002, p. 6).
Como hemos visto en el apartado 2.3, el mercado de las ideas está dirigiendo la
investigación en el campo hacia posiciones que no estén en conflicto con el resto de la
disciplina. No vemos problema en ello; pero sí es un problema que se suprima la
dimensión crítica característica de la perspectiva histórica. Nada de esto excluye lo que
se publica actualmente (Kates, 2015, pp.148-149).
Aunque no todo son malas noticias para la HPE. Dos procesos están en marcha con
expectativas positivas para reforzar su posición dentro de la Economía. Por un lado, una
Economía más aplicada es síntoma de que la disciplina está involucrada en un proceso de
cambio de teoría. La evidencia producida debe confirmar continuamente la teoría
neoclásica y, si no es así, deberá revisarla (Davis, 2019, p.7). Si la Economía Neoclásica
está en problemas lo estudiaremos en el punto 3. Por otro lado, la tendencia en la
fragmentación de la disciplina hacia espacios de análisis aplicado cada vez más
especializados crea dificultades de interacción dentro de la disciplina. Esto tiene dos
consecuencias: por un lado, aumenta los puntos de vista aceptables (Colander, Holt, y
Rosser Jr., 2004, p.487); y por el otro, crea la necesidad de un grupo de economistas
especializados en ser el “pegamento” que mantiene la profesión unida en torno a las
cuestiones generales (Trautwein, 2017, p.1142). Aun sin generar una concepción
pluralista, la creciente brecha de competencia-dificultad que abre la especialización
34
puede, según sugieren Cedrini y Fontana, “favorecer involuntariamente tanto la
inconmensurabilidad del tema (que impide la resolución "racional" de disputas entre
teorías en competencia) como la inconmensurabilidad entre disciplinas vecinas” (Cedrini
y Fontana, 2018, p.19). La especialización de la actividad científica extiende el punto de
vista de Adam Smith sobre los efectos indeseables que la división social del trabajo
provoca; al perseguir objetivos de investigación “locales”, la investigación pierde su
significado en relación con las preguntas más generales de su ciencia (Kuhn 2000, 120;
Davis, 2019, p.10).
No obstante, la tendencia hacia la especialización tiene sus propias contradicciones. Crea
la necesidad de generalistas, pero la inercia marcada por los estándares impuestos en el
mercado de las ideas dificulta que haya especialistas en HPE. Desde nuestro campo debe
exigirse que se vuelva al espíritu pluralista que la disciplina ha tenido desde sus orígenes
y que, por ejemplo, Edgeworth hace patente como editor del Economic Journal. En su
primer número anuncia que la revista: “estará abierta a escritores de diferentes escuelas.
Las doctrinas más opuestas pueden encontrarse aquí como en un campo justo […].
Tampoco se intentará prescribir el método, más que el resultado, de una investigación
científica” (Edgeworth, 1891, p. 1). No es casualidad que el periodo precedente a la
profesionalización de la Economía tras la Segunda Guerra Mundial se conozca como los
años de la “alta teoría” (Shakle, 1967); o que buena parte de la investigación reciente
pueda ser calificada de “talmúdica”, en el sentido de que es la traducción al lenguaje
matemático de ideas que estaban implícitas en Adam Smith o Ricardo (Boulding, 1971,
p.29). Hoy, por mucho que rebusquemos en las líneas editoriales de las revistas
académicas de Economía medianamente bien indexadas, es prácticamente imposible
encontrarse con declaraciones abiertas de pluralismo. Ésta no es una elección personal de
los editores. Es un problema sistemático y sistémico, cuyas raíces se hunden en la
insistencia en una visión del mundo que encaje con la encapsulación matemática. La
tensión entre una ontología histórica, institucional y orgánica y la metodología inherente
a un sistema cerrado construida por la comunidad sociológica de los economistas
neoclásicos merece ser abordada en esta tesis doctoral.
35
3. Economía es lo que hacen los economistas
3.1. Historia de las ideas no, por favor; somos economistas
“La construcción del modelo macroeconómico desde los días de Lucas ha
consistido en gran medida en aceptar primero que un ‘sistema real’ determina
el equilibrio y luego inventar imperfecciones en la estructura económica, el
sistema monetario o los mercados financieros para que resulte la no
neutralidad” (Minsky, 1993, p.77).
Esta es la mejor descripción que conozco sobre el procedimiento tradicional por el cual
los economistas hacen Economía.
En esta investigación no vamos a discutir cuál es la mejor forma de establecer uno o
múltiples equilibrios, de introducir imperfecciones en forma de rigideces o fricciones que
permitan insertar todo tipo de ocurrencias más o menos plausibles que se ajusten a los
datos. Admitimos que habrá calibraciones mejores y peores, y que tendrán una lógica
interna coherente, o al menos un encaje probable.40 La cuestión que aquí investigamos es
más profunda. Nuestra atención se dirige a todo aquello que debe ser aceptado a priori y
que establece las reglas de juego, marca los límites del análisis, su método y las preguntas
que se pueden hacer. Es una cuestión ontológica, de la visión del mundo que subyace al
análisis; de la naturaleza del objeto de estudio; de las estructuras e instituciones que
gobiernan el comportamiento de los agentes. Así, ateniéndonos a la descripción de
Minsky con la que hemos encabezado este apartado cabe realizar unas preguntas iniciales:
¿qué es ese sistema real?; ¿es el sistema capitalista?, ¿qué instituciones caracterizan a un
sistema de mercado?; ¿cumple el sistema analizado por los economistas con tales
especificaciones? Defendemos que este debe ser el punto de partida para el análisis
económico, lo que supone por tanto una actitud crítica y a menudo incómoda frente a la
40 Siendo claros, en esta investigación no nos importan los problemas técnicos de elegir un cierre u otro en
un modelo determinado. Los modelos matemáticos pueden incorporar cierres con características marxistas
o postkeynesianas y podrán adaptarse sus resultados en apoyo de cualquier política (Chick y Dow, 2005,
p.365; Lawson, 2006, pp.497-498). Nuestra investigación se dirige al terreno de la ontología. Defendemos
este punto de partida y sus implicaciones para el análisis económico. Esfuerzos como el de Lavoie (2009),
por ejemplo, que aprovechan el eclecticismo fruto de la necesidad que ha emergido en el marco analítico
de la Economía Neoclásica para ofrecer una nueva carta de cierres no serán abordados aquí. Estamos de
acuerdo con Lawson en que no tenemos por qué estar más interesados en un modelo que apoya una
conclusión preferida que en cualquier otro (Lawson, 2009, p.767). Somos coherentes con la división
ontológica que desarrollamos en esta investigación. Si bien no negamos la utilización de modelos
econométricos bajo el criterio guiado por el enfoque histórico; sí creemos que ningún modelo matemático
puede establecerse como motor de la investigación ni es suficiente para interpretar los datos dada la
naturaleza y complejidad del objeto de estudio. Deben ser parte de un enfoque más amplio en el que la
pluralidad metodológica se considera en diferentes niveles. La metodología no puede definirse por sí misma
por el formalismo matemático (Dow, 2007, pp.457-458), requiere dar prioridad ante todo a la naturaleza
del material social frente a los hechos estilizados y vaciados de significado por conveniencia operativa o
disponibilidad técnica.
36
inercia de seguir avanzando en el tablero dado por nuestros profesores y en el cual hemos
sido entrenados durante todos estos años de formación. Ambas vías son legítimas. No
tenemos nada de lo que avergonzarnos, dado que no es una decisión que dependa
únicamente de la voluntad individual.41 Como hemos mostrado en el punto 2, el mercado
de las ideas económicas tiene su propia inercia construida colectivamente, y ni siquiera
los nuevos economistas somos conscientes en la mayoría de los casos de que estamos
siendo arrastrados por ella. Una vez te asomas a la vorágine de “publicar o perecer” las
preocupaciones son otras. Lo que no debe ser admisible, si pretendemos ser vistos como
una ciencia, es que los economistas neguemos la pluralidad de enfoques para acercarnos
a un objeto de estudio inherentemente complejo como es la sociedad. Como advirtiese
Keynes en una de sus muchas críticas en sobre el “abracadabra metodológico” de colegas
contemporáneos como Edgeworth, Timbergen, Pigou o Kalecki, el material social con el
que trabajamos arroja atributos que muy difícilmente pueden reducirse al tratamiento que
hacemos de los datos: unidad orgánica, discreción, discontinuidad, falacias de
composición, inconmensurabilidad e incomparabilidad, efectos de bola de nieve, falta de
proporcionalidad y heterogeneidad (Keynes, 1972, p.262; Carabelli y Cedrini, 2017,
p.11). El precio a pagar por arrogarnos un halo de virtuosismo neutral y de elegancia
técnica es la irrelevancia para el debate público. Para una disciplina que surgió con la
clara voluntad de modificar el mundo esto resultaría un desastre.
En este apartado analizamos qué es ese “sistema real” sobre el cual trabajan los
economistas, cuáles son las estructuras y conexiones bajo las cuales los agentes operan
para reproducir y reforzar el sistema. Sobre estos detalles suele pasarse de puntillas,
dejándose generalmente vagos (Chick, 2004, p.5). Lo hemos estructurado de la siguiente
forma: primero, definimos qué podemos entender por Economía de modo convencional,
la Economía que aprendemos en las universidades, y que a lo largo de esta introducción
hemos denominado como Economía Neoclásica. También en este punto mostramos por
qué, pese a las discusiones sobre el término, creemos que es una conceptualización
correcta para nuestra investigación. Segundo, desarrollamos los principios esenciales
41 Coats describe este hecho incuestionable de la siguiente forma:
“Se dice que la economía, con cierta justificación, es una ciencia ‘avergonzada’ en ‘crisis’ o
al menos en ‘desorden’. Sin embargo, es cierto que la mayoría de los economistas
occidentales (en comparación con el bloque oriental) han sido entrenados y asimilados en las
teorías micro y macroeconómicas básicas que hoy en día se denominan neoclásicas, por
mucho que puedan desviarse de estas enseñanzas en sus años profesionales maduros.
Además, la gran preponderancia de estos profesionales da por sentadas las teorías ortodoxas
como punto de partida para un análisis más refinado o al considerar problemas de política”
(Coats, 1993, p.230).
37
sobre los que descansa la Economía Neoclásica, caracterizándola como una EIR frente a
una Economía Monetaria de Producción (en adelante EMP). Tercero, exponemos cómo
la Gran Recesión fue inicialmente recibida por el Paradigma. Cuarto, analizamos cómo
los efectos permanentes de este fenómeno han motivado un repliegue dentro del enfoque
neoclásico. Cinco, exponemos cómo la fuerza de los hechos ha motivado el buscar un
protagonismo para la Política Fiscal que pueda ajustarse a los modelos, tras ser
inicialmente apartada como respuesta a la crisis que se iniciase en 2007. Por último,
concluimos este punto sobre la tensión entre método y ontología de la Economía
Neoclásica con una reflexión sobre cómo la confusión que parece reinar dentro de este
paradigma atomista y universal se deriva de las características del material social bajo
escrutinio, no de las herramientas utilizadas.
3.2. Un gigante con pies de barro
“El fuego arde de la misma manera en la antigua Atenas y en la Sídney
moderna, pero la organización de la actividad económica humana difiere
radicalmente” (Aspromourgos, 2017, p.3).
En esta investigación utilizamos el término neoclásico para establecer una categoría
concreta que englobe todo análisis económico que comparte unos elementos comunes.
Para aquellos que niegan o ignoran la relevancia de la pluralidad en el análisis económico
tal clasificación puede parecer inútil. Lo que suele haber detrás de este rechazo es la
contrariedad a dividir la Economía en paradigmas o programas de investigación
competitivos, pero que a fin de cuentas no tiene otro fin que negar que haya análisis
alternativos al programa de investigación neoclásico. La disciplina se dividiría
simplemente en buena y mala Economía, y por supuesto, no es casualidad que todo
aquello que entra en buena Economía coincida con aquellos desarrollos que son aceptados
dentro del marco de análisis neoclásico.
Lo primero que debo aclarar es que esta forma de categorización no es una acción hostil
hacia mi formación, profesores y colegas. No es mi intención hacer de menos el trabajo
de otros investigadores, algo que sería absurdo dada la posición en la que me encuentro.
Mi propósito es arrojar luz sobre cómo los economistas hacemos Economía, o mejor
dicho, cómo los economistas enseñamos a otros economistas a hacer Economía, ya que
tras la etapa formativa algunos deciden desviarse y cortar con la herencia recibida, algo
que quizás no pueda hacerse completamente. En su Introducción a la Economía Política
(1925), Rosa Luxemburgo advierte que la Economía es una ciencia muy particular: “los
problemas y las controversias aparecen apenas se da el primer paso en esta rama del
38
conocimiento, apenas se plantea la pregunta fundamental: de qué trata esta ciencia”
(Luxemburgo, 1925 [2015], p.2)
En este trabajo el término neoclásico no se va a utilizar como una categoría más de la
clasificación de lo que comúnmente entendemos como paradigmas, esto es, el paradigma
marxista, postkeynesiano, institucionalista, etc. Nuestro criterio va a seguir la
interpretación de Lawson, que expresa una asociación entre método y ontología, o, mejor
dicho, refleja una tensión entre método y ontología (Lawson, 2013, p.950), manifestada
por la aplicación de herramientas de análisis de un sistema cerrado a un material social
caracterizado por atributos de sistemas abiertos. Las diferencias no estarían en el
contenido sustantivo concreto o en las orientaciones políticas, que cambian y son muy
diversas entre economistas, sino en la dependencia de una metodología concreta: el
modelado matemático, el conjunto de técnicas que comparten más allá de los temas que
abarcan (Colander, 1993, p.32; Colander, 2000a, p.137).
No obstante, dado que nuestro interés únicamente está en las cuestiones
macroeconómicas y, en concreto en este apartado, en la macroeconomía neoclásica, será
suficiente por ahora establecer la que es la división ontológica fundamental para nuestra
investigación: una EIR que es objeto de estudio de la Economía Neoclásica;42 y una EMP,
que es el marco de análisis de lo que podemos llamar Economía Heterodoxa.43 Las
implicaciones que se derivan de tal división no son irrelevantes, determinando las
herramientas con las que procedemos a analizar la realidad económica. Sigo a Keynes y
a Marx en la división realizada entre estas dos categorías.44 El procedimiento u orden
42 Marx observa que desde esta visión del mundo se considera el estado social donde los individuos ejercen
el intercambio como su estado natural; esto es, conforme a su concepción de la naturaleza humana. Ello no
es un producto de la historia, donde, se mire por donde se mire, son dependientes de unas relaciones sociales
determinadas. El trueque original es tomado como la casilla de salida (Marx, 1857 [1903], pp.132-133). Y
se analiza la sociedad “como si” fuese una mera extensión de semejante ficción. 43 Desde el enfoque de Sistemas Abiertos se pueden poner algunas objeciones al modo de proceder de
muchos economistas etiquetados como heterodoxos por motivo de la tensión que aflora entre la ontología
de partida y el método utilizado (es el caso de Lavoie, 2014). No vamos a discutirlo aquí. Entenderemos la
división entre Economía Neoclásica y Economía Heterodoxa a nivel meta-metodológico (Dow, 2007,
p.449). 44 “Una economía que utiliza dinero, pero que lo utiliza únicamente como un eslabón neutral entre
transacciones de bienes y de activos reales, y que no permite introducirlo en las motivaciones y decisiones,
podría ser denominada, a falta de un nombre mejor, economía de intercambio real. La teoría que me
interesa, en contraste con la anterior, es la de una economía en la que el dinero juega un papel por sí mismo,
y afecta las motivaciones y las decisiones, y en la que, en síntesis, es uno de los factores operativos de la
situación, de modo que no se puede predecir el curso de los acontecimientos, ni en el largo plazo ni en el
corto plazo, sin saber qué papel juega el dinero entre el estado inicial y el estado final. Y esto es lo que se
debería entender cuando hablo de economía monetaria” (Keynes 1933 [1998], pp.246-249). Por su parte,
Marx lo expresa así: “mercancía y dinero como tales no son sino las formas opuestas de la mercancía misma
y, por tanto, modos de existencia diferentes de una misma magnitud de valor. Por consiguiente, el ciclo
39
lógico a seguir en el análisis económico es determinante sobre las posibilidades de
analizar la realidad social con la consideración de sus atributos característicos. Es decir,
en la concepción de Keynes, "el análisis lógico necesariamente precede al análisis formal"
(O'Donnell, 1997, p. 156). El análisis lógico debe controlar la aplicabilidad del
formalismo a temas concretos. Debe verificar qué tipo de relaciones de ordenamiento
entre las variables bajo investigación están involucradas, y también cómo reflexionar
sobre la naturaleza del material económico disponible para el analista. Es decir, se
requiere un conocimiento específico de los hechos, de las características e instituciones
distintivas que los gobiernan, para pasar de “un estudio cualitativo de las características
de un sistema de dinero representativo” a “un estudio cuantitativo de los hechos tal como
existen en los principales sistemas monetarios de hoy en día” (Keynes, citado en Carabelli
y Cedrini, p.11). De otro modo, concluye Keynes, los resultados que tendremos son
“meramente brebajes, tan imprecisos como los supuestos iniciales en los que se basan,
que permiten al autor perder de vista las complejidades e interdependencias del mundo
real en un laberinto de símbolos pretenciosos y poco útiles” (Keynes, citado en Carabelli
y Cedrini, 2017, pp.20-21).
Cuadro 1. Visiones del mundo u ontología del análisis económico
Economía de Intercambio Real
(M-D-M)
Economía Monetaria de Producción
(D-M-D)’
Intercambio - reproducción simple Producción - reproducción ampliada
Productos - riquezas Productos - mercancías
Dinero como medio - exógeno Dinero como fin - endógeno
Individualismo, atomismo Holismo, organicismo
Instituciones universales / armonía natural Instituciones históricas / en evolución
Sistema cerrado Sistema abierto
Fuente: Elaboración propia.
En el Cuadro 1 se muestran las características de cada visión del mundo. Es de esperar
que, si entendemos el sistema capitalista como una extensión de una economía de trueque,
𝐷 − 𝑀 − 𝐷 oculta bajo las formas dinero y mercancía relaciones de producción más desarrolladas” (Marx
1859 [1989], 83). Debe destacarse cómo Keynes admite similitudes de su análisis con Marx, coincidencias
de principios. Escribe que el concepto de demanda efectiva “solo pudo vivir furtivamente disfrazado, en
las regiones del bajo mundo de Carlos Marx, Silvio Gesell y el mayor Douglas (Keynes 1936 [2004], 40).
En uno de los borradores encontrados de la Teoría General, Keynes utiliza la terminología de los esquemas
de reproducción de Marx para su propia conceptualización (Keynes, 1979, p.81). La relación entre el
análisis marxista y poskeynesiano ha sido expuesta más de cerca en Cruz, Rangel y Parejo (2019) y Cruz,
Parejo, Rangel y Garzón. (2020).
40
utilicemos instrumentos capaces de ajustar nuestros principios ex ante establecidos a las
relaciones que se den dentro del mismo, si es que no elegimos el sistema sobre el cual
trabajamos en función de si se ajusta mejor o peor a las herramientas que tenemos
disponibles.45 Tales características son comunes a todos los enfoques que coexisten
dentro de la Economía Neoclásica y que son presentados en el libro de texto de referencia
de Woodford (2003), o en el más reciente de Blanchard, Amighini y Giavazzi (2018). A
simple vista el contraste es evidente e intuitivo: mientras la Economía Heterodoxa es
genuinamente macroeconómica, la Economía Neoclásica no parece ser más que
microeconomía agregada (Sawyer, 2010, p.284), donde los individuos no son más que la
personificación de las relaciones de intercambio que existen entre ellos. Para el análisis
estrictamente macroeconómico no se requiere una comprensión detallada de las
decisiones individuales, más bien, como sugiere Sawyer, se requieren formas de pensar
sobre las principales influencias en las decisiones clave (Sawyer, 2010, p.294), o en
palabras de Lawson, “iluminar las estructuras que gobiernan los fenómenos superficiales”
(Lawson, 1994, p.117). Mientras que bajo la Economía Neoclásica el mundo es
comprendido como una interpretación de regularidades superficiales basadas en la
experiencia obtenida a partir de los datos; en la Economía Heterodoxa el mundo se
concibe por estructuras, mecanismos y poderes que subyacen a los acontecimientos
reales, los gobierna y los produce, aunque tal vez no sean directamente observables
(Lawson, 1994, pp.114-115).46
45 Colander sugiere que la tecnología informática ha impulsado la sustitución del análisis teórico profundo
por la búsqueda de patrones asistida por un ordenador (Colander, 2000b, p.129-130). Solow nos regala una
imagen fiel a su estilo: “podrías dejar caer a un economista moderno desde una máquina del tiempo, un
helicóptero, tal vez como el que tira el dinero, en cualquier momento, en cualquier lugar, junto con su
computadora personal; él o ella podrían establecerse en el negocio sin siquiera molestarse en preguntar la
hora ni el lugar” (Solow, 1985, p.333). La cantidad de datos y programas a los que tenemos acceso desde
nuestros ordenadores personales hoy nos dan un espejismo de rigor analítico que puede verse definido muy
apropiadamente por la “cuantitofrenia” que denunciasen Bilbao y Llopis (1992, p.20) en el II Encuentro
sobre Didáctica de la Historia Económica que tuvo lugar hace casi 30 años en la Facultad de Ciencias
Económicas y Empresariales de la Universidad de Extremadura. Como Colander, creemos que seguir una
estrategia de investigación donde las herramientas y la disponibilidad de datos definen la investigación que
se realiza, en lugar de las preguntas, no es muy interesante (Colander, 2007, p.17). 46 Para Leontief, los métodos econométricos no logran ni pueden lograr "avanzar, de ninguna manera
perceptible, una comprensión sistemática de la estructura y las operaciones de un verdadero sistema
económico” (Leontief, 1982, p. 104). Una declaración más reciente la hace Blaug, para quien: “la tendencia
ahora es recurrir a técnicas cada vez más esotéricas en el intento de producir modelos que no tengan más
ambición que replicar series de tiempo reales. La ‘calibración’ como método de elección entre las teorías
macroeconómicas es, por decirlo suavemente, algo fraudulento porque simplemente no puede dejar de
confirmar casi todos los modelos” (Blaug, 2002b, pp.43-44). Colander es igual o más tajante: “dicho sin
rodeos, la economía moderna aplicada es esencialmente la minería de datos con cierta apariencia de ‘prueba
empírica científica’ añadida para que parezca menos ad hoc” (Colander, 2000a, p.140).
41
Paradójicamente, los microfundamentos de la macroeconomía neoclásica son vistos como
su mejor fortaleza. No es nuestro cometido tratar este “cuento de hadas” aquí (Hartley,
2014, p.237). Nuestro esfuerzo se va a dirigir a revelar las leyes tácitas o principios sobre
los que descansa una EIR y sobre los cuales en los pasos siguientes se van añadiendo
cierres ad hoc para probar empíricamente la calibración del modelo. El objetivo general
de nuestra investigación de estudiar el desarrollo de las instituciones capitalistas y sus
implicaciones para el análisis económico a través de proyectos críticos con la economía
convencional merece, al menos, una ligera reflexión. Dada la hegemonía del pensamiento
neoclásico en nuestra disciplina ello puede verse como una obligación. Sin un análisis
histórico, institucional y evolutivo, podemos estar cayendo en la observación de Solow
sobre cómo el trabajo de los economistas consistiría únicamente en refinar “sus métodos
econométricos, sus métodos estadísticos, más allá de la capacidad de los datos” (Solow,
1993, p.40).
En la Figura 1 hemos dibujado esquemáticamente la evolución de la Economía
Neoclásica desde 1945. Podemos entender los modelos IS - LM como formas reducidas
o sintetizadas de modelos de Equilibrio General Dinámico Estocástico (DSGE por sus
siglas en inglés) utilizados como herramienta pedagógica o como modelos de juguete de
fácil y sencilla interacción. Como explican Clarida, Galí y Gertler (1999), en el modelo
DSGE canónico denominado como “Nuevo Keynesiano”, etiqueta que levanta mucha
controversia,47 la política monetaria afecta a la economía real a corto plazo, al igual que
en el marco tradicional IS - LM. Las dos diferencias esenciales son que las ecuaciones de
comportamiento agregadas evolucionan explícitamente a partir de la optimización por
parte de los hogares y las empresas y que el comportamiento económico actual depende
fundamentalmente de las expectativas del curso futuro de la política monetaria, así como
de la política actual. Pero los principios en el corazón del modelo son los mismos. A
grandes rasgos, el marco de análisis puede resumirse del siguiente modo: la política
monetaria esencialmente no tiene impacto en las variables reales como el producto y la
tasa de interés real a largo plazo. Sin embargo, debido a la rigidez de precios y salarios,
47 Según Chick y Tily, Keynes ha desaparecido de la Economía Neoclásica reduciéndose sus ideas bajo este
marco de análisis a la economía de la depresión (Chick y Tily, 2014, pp.681-682). Para Wood la pregunta
no es "¿Keynes está muerto?", sino "¿vivió alguna vez?" (Wood, 2014, p.118). Dado que ni el dinero ni la
incertidumbre son características de los modelos neoclásicos per se, es difícil defender la pertinencia del
apellido Nuevo Keynesiano en esta forma de realizar análisis económico.
42
la política monetaria es importante a corto plazo.48 Además, en caso de flexibilidad
perfecta de precios el modelo plasmaría una dinámica similar a la de un modelo de Ciclo
Económico Real, donde la política monetaria afecta únicamente a las variables nominales
(Clarida et al., 1999, p.1665). Como dicen Christano, Eichembaum y Trabant, estos
modelos “encarnan la cosmovisión fundamental articulada en el discurso presidencial
seminal de Friedman (1968) a la Asociación Económica Americana” (Christiano et al.,
2018, pp.115-116).49 Por cosmovisión fundamental puede entenderse lo que nosotros
referimos como visión del mundo u ontología. Esta cosmovisión, que se corresponde con
una EIR, tiene cinco principios o equilibrios implícitos: i) la Ley de Say; ii) la Teoría
Cuantitativa del Dinero; iii) la Equivalencia Ricardiana; iv) la Teoría de los Fondos
Prestables; y v) la Dicotomía Clásica. El rango de resultados del análisis viene
predeterminado por la adopción de tales principios, a los cuales se les ha ido añadiendo
una serie de cierres ad hoc necesarios para poder manejar el modelo, al tiempo que se han
ido relajando para adaptarse a los hechos reales; es decir, que de manera instrumental
todo acaba encajando para representar el comportamiento reflejado por los datos.50
48 Para una exposición extensa de los microfundamentos de estos modelos véase Ball, Mankiw y Romer
(1988), y Ball y Romer (1990). 49 Laidler ha definido el nuevo consenso que ha surgido en la Economía Neoclásica como "Monetarismo
sin dinero" (Laidler, 2014, p.19). El término simplemente ilustra el reemplazo del control del crecimiento
de la oferta monetaria del monetarismo por una tasa de interés establecida por el Banco Central; esto es, la
sustitución de un control directo de la oferta monetaria por uno que se supone lo hace indirectamente. Este
cambio puede parecer una aceptación de la endogeneidad de la oferta monetaria frente al enfoque
tradicional de dinero exógeno, o al menos es más coherente con esta posición tal y como desarrollamos en
Cruz y Parejo (2016); pero no refleja la importancia y el significado del dinero endógeno. Cualquier
inestabilidad observada en el contexto del análisis Nuevo Keynesiano provendrá de decisiones inapropiadas
sobre la tasa de interés óptima del Banco Central y no tendrá ningún efecto real en el largo plazo (Sawyer,
2010, p.297). Por lo tanto, la Dicotomía Clásica se mantiene. Puede parecer paradójico que, girando el
modelo en torno a una política de tipo de interés, un aspecto práctico importante de estos modelos sea que
no hacen referencia al dinero o al crédito, y el sector financiero cuando se introduce solo lo hace como una
fuente de fricciones (Goodhart, 2009). El dinero, por lo tanto, sigue jugando el mismo papel que en las
teorías precedentes. El dinero continúa apareciendo como un simple aporte técnico para efectuar el
intercambio; la inflación es un fenómeno monetario y los bancos centrales tienen el poder de controlarla
(Dow, 2017, p.1541). 50 El instrumentalismo es una posición metodológica establecida por Friedman (1953 [2008]) que viene a
decir simplemente que los supuestos no importan; sino sus conclusiones. Esto es coherente, por tanto, con
el individualismo metodológico, el positivismo y la exigencia de verificabilidad empírica, donde el método
inductivo no sirve más que a la calibración o encaje de los datos del a priori del método abstracto-deductivo
(Louzek, 2011, p.460). Pero otra consecuencia que tiene es el de desterrar el enfoque histórico a cuestiones
de calibración. El instrumentalismo puede verse, no como una posición metodológica nueva, sino un
refuerzo de la posición metodológica implantada por Neville Keynes al dividir la economía en la popular
distinción entre economía positiva/normativa, ciencia/arte, teoría/política, hechos/valores, clasificación
realizada con el objetivo de poner punto y final al “methodenstreit” inglés, importado desde Alemania, y
que colocó una cúpula alrededor de los criterios positivistas para resguardarlos del enfoque histórico, que
quedarían relegados a criterios normativos sujetos a cierta flexibilidad y discusión dado el contexto
específico (Moore, 2003). Esta posición tiene una gran influencia en Economía, tanta que hasta sugiere
ignorar las discusiones y el tedio de reflexionar sobre aspectos metodológicos (Klamer, 2007, pp.230-231).
El instrumentalismo permite construir hipótesis plausibles inventadas que se ajusten a la explicación de
43
Figura 1. Evolución del análisis de una Economía de Intercambio Real
Fuente: Elaboración propia.
cualquier cosa; permite seleccionar conclusiones de tal manera que el resultado no afecte a los supuestos;
y sobretodo, como señala Bunge, atenta contra un objetivo básico de la ciencia que es revelar la verdad más
allá de las apariencias (Bunge, 1999, pp.169-170).
44
La “ciudadela” neoclásica ha reforzado los muros de la clásica y construido sobre ella,
pero los materiales son los mismos (Carabelli, 1991; Davidson, 1999).51 Esto es
precisamente a lo que Friedman se refería con que la Economía Neoclásica es “vino viejo
en odres nuevos” (Friedman, 1991, p.33).
Una vez los cimientos del edificio neoclásico son expuestos a luz y taquígrafos una
consecuencia se hace evidente. Los economistas empíricos no existen. Como ya reparasen
economistas como McCloskey, “la elección, en otras palabras, no es entre teoría y no
teoría, sino teoría explícita, formulada conscientemente y teorización implícita e
inconsciente” (McCloskey, 1976, p.448).
Los cinco pilares que sostienen una ontología de sistema cerrado-intercambio puro están
fuertemente interrelacionados, uno lleva lógicamente al siguiente. La conocida Ley de
Say viene a decir simplemente que la oferta crea su propia demanda y que en su versión
fuerte es una identidad ex ante entre la oferta y la demanda agregada. En una EIR, la
extensión de los intercambios requiere que los individuos incrementen su oferta
excedente para que otros individuos sean incentivados a incrementar la suya, con el fin
de beneficiarse de los intercambios. Para acceder al intercambio general, el individuo
debe ofrecer algo a cambio. La oferta total de productos, por lo tanto, está determinada
por el lado de la oferta, lo que los economistas definimos como producción potencial. Las
mejoras de productividad que permitan aumentar el excedente que los individuos
bombean al intercambio o el incremento de los factores productivos son, por lo tanto, los
modos de aumentar la Frontera de Posibilidades de Producción que marca las dotaciones
de bienes y servicios que puede producir la sociedad empleando completamente unos
recursos dados. Este sería el equilibrio natural del mercado.52 Cuando introducimos el
dinero en el análisis el acto de intercambio se separa entre compra y venta, lo que incluye
la variable tiempo. Esto crea ciertos inconvenientes, imperfecciones, fricciones, rigideces,
y errores de coordinación, que cambian el equilibrio natural hacia una Tasa de Desempleo
Natural que establece una relación de compensación entre inflación y desempleo. En el
51 Estamos de acuerdo con Colander en su observación sobre el poder de los datos: “la precisión es útil para
extraer el 20 por ciento final del conocimiento que se puede extraer de un conjunto de datos y para publicar
en revistas, pero, la observación simple, los estudios de casos, conocer las instituciones, leer la literatura y
solicitar opiniones de las personas informadas a menudo le dan primero el 80 por ciento de lo que puede
saber sobre un problema. Pasar a un análisis estadístico preciso antes de haber utilizado estas otras técnicas
imprecisas es a menudo una forma ineficaz de entender un problema (Colander, 2007, p.17). 52 Para profundizar en la cuestión de la aparición y desarrollo del concepto, véase, por ejemplo, Roncaglia
(2006, pp.225-229).
45
apartado 3.3 detallaremos la situación actual de lo que conceptualizamos como Curva de
Phillips.
El dinero es, por lo tanto, introducido en un sistema de trueque ya en marcha. Veamos
cómo se presenta, por ejemplo, en el manual de Juan Manuel Blanco, que con frecuencia
es tomado como bibliografía básica en las asignaturas de Microeconomía y
Macroeconomía que ofrecemos a los alumnos en la Universidad de Extremadura:
“El precio es la relación a la que se intercambian dos cosas (por ejemplo, si
en una tribu primitiva una lanza se intercambia por 3 cocos, se diría que el
precio de la lanza es igual a tres cocos). Pero a medida que el intercambio se
va haciendo más complejo y comienzan a aparecer más bienes, el trueque
(intercambio directo de un bien por otro) comienza a plantear muchas
dificultades: cuantos más bienes hay más complicado resulta para una persona
encontrar a alguien que desee cambiar lo que él desea por lo que él tiene.
Aparece entonces la necesidad de utilizar algo común para todas las
transacciones: el dinero” (Blanco, 2008, pp.12-13).53
Diferentes versiones del mismo cuento del trueque se les narra a los estudiantes en cada
Facultad de Economía nada más entran por la puerta de la clase.54 El dinero es usado por
la conveniencia de superar los costes ocasionados de buscar a aquellos que quieren el bien
que deseas intercambiar y que producen el bien que tú quieres. Lo que se conoce como el
problema de la doble coincidencia de deseos. Los individuos son eso, individuos. No son
empleados, industriales, financieros, autónomos, rentistas, etc. Solo son individuos que
intercambian. Y el dinero no es más que un medio para facilitar este intercambio. La
53 Un apunte anecdótico; el término “Ley de Say” ni aparece. Si bien está implícito en la presentación del
contexto analítico ahistórico al que los estudiantes van a dedicar sus energías durante, al menos, los
próximos 4 años:
“el funcionamiento del mercado se basa en el intercambio voluntario. Los individuos
intercambian bienes entre sí y lo hacen porque lo desean ya que, al contrario que en el sistema
de autoridad, nadie les obliga a hacerlo […]. En el sistema de mercado las decisiones se
llevan a cabo de manera descentralizada. Cada uno se especializa en la producción de algo y,
tras producir, cada cual intercambia una parte de los bienes de su propiedad por los de otros
para poder consumir de todo” (Blanco, 2008, p.12). 54 El manual de Mankiw, que también es común en la bibliografía de estas dos asignaturas, no aborda el
tema del dinero hasta el capítulo 29 (Mankiw, 2012, pp.619-620). Uno puede estar tentado a reprochar que
estos manuales son libros de texto introductorios y que en la investigación de vanguardia todo es mucho
más complicado. No es nuestra intención construir un hombre de paja neoclásico. De hecho, la intención
es la contraria: hacer hincapié en la revisión y atención a los principios implícitos que a lo largo de nuestra
formación a través de los años como economistas hemos interiorizado y cuya consideración dejamos a un
lado, ignorándolos. Que no los hagamos explícitos no significa que no estén ahí. Están desde el principio.
Otra opción es negar los hechos expuestos en esta investigación y echar balones fuera, asumiendo que esta
Tesis es en HPE o que dirijo mi crítica a la Economía Neoclásica debido a las barreras de entrada que la
exigencia del manejo de técnicas matemáticas impone. Todo esto no cambia nada. No es una cuestión de
preferencias subjetivas, ni hay en este trabajo nada contra las matemáticas en sí mismas; aunque la elección
de la ontología que sustenta la investigación sea, evidentemente, una decisión meditada, a la par que no
racional en el sentido que entendemos los economistas los criterios que deben guiar nuestras decisiones.
46
institución clave es el mercado, donde las leyes de oferta y demanda gobiernan a
individuos libres impeliéndoles a intercambiar sus productos. Friedman, citando a Stuart
Mill, resume el papel del dinero en este sistema del siguiente modo:
“no puede haber intrínsecamente una cosa más insignificante, en la economía
de la sociedad, que el dinero; excepto en el carácter de una invención para
ahorrar tiempo y trabajo. Es una máquina para hacer de manera rápida y
cómoda, lo que se haría, aunque de manera menos rápida y cómoda, sin ella:
y como muchos otros tipos de maquinaria, solo ejerce una influencia propia
e independiente cuando sale de su servicio” (Friedman, 1968, p.12).
Pero eso no es todo lo que necesitamos saber de esta máquina, según Friedman. Esta es
una máquina “muy dominante, cuando se sale de servicio, arroja una llave inglesa en la
operación de todas las otras máquinas” (Friedman, 1968, p.12). El dinero debe
mantenerse en correspondencia con la producción total de bienes y servicios, porque de
no ser así causa un desorden generalizado en la economía. Si es insuficiente, aparecerá la
deflación; mientras que si es excesivo provocará inflación. Esta es la razón por la cual
existe un espacio para la política monetaria: para establecer una correspondencia entre
dinero y precios, y que ésta no sea una fuente de perturbaciones. El sistema funcionará
correctamente si y solo si los agentes económicos tienen plena confianza en la estabilidad
de precios para formarse sus expectativas sobre el futuro. Una vez tiempo y dinero
aparecen, una nueva regla o principio al que ajustarse aparece en el tablero de juego: la
Teoría Cuantitativa del Dinero (en adelante TCD).
Como sugiere Pilkington, la TCD es la tradicional “economía del hombre de la calle”
(Pilkington, 2016, p.161).55 Sin duda, éste es el caballo de batalla de la Economía
Neoclásica, simplemente porque es el más intuitivo de todos los principios. Su
“descubrimiento” es atribuido a los escolásticos de la Escuela de Salamanca, producto de
la observación de los incrementos de los precios provocados por la entrada de oro y plata
de América tras la conquista de los europeos del continente (Grice-Hutchinson, 1989,
Hamilton, 1934 [1975]); si bien normalmente se cita a Hume como su primer exponente
(Schabas, 2008; Arnon, 2011). La identidad canónica que ilustra esta teoría es:
𝑀. 𝑉 ≡ ∑𝑝. 𝑄
Donde 𝑀 es la cantidad de dinero, 𝑉 es la velocidad del dinero o la cantidad de veces que
circula en un período determinado, 𝑄 es la cantidad de bienes y servicios vendidos y, lo
55 La observación de Clower nos parece muy acertada: “¿Cuánto de la economía es simplemente vestir el
sentido común con un lenguaje difícil?” (Clower, 1993, p.23).
47
más importante, 𝑝 es el nivel de precios. Esta identidad es popularmente considerada una
ecuación que se lee de manera unidireccional, de izquierda a derecha. El postulado básico
es que existe una función estable del dinero en relación al ingreso, que es lo mismo que
decir que existe una velocidad de circulación del dinero constante o estable para los
cambios en la cantidad de dinero circulante (Kaldor, 1983, pp.156-157). Puesto que la
cantidad de bienes y servicios se mantiene constante, dado que la producción potencial
está gobernada por la Ley de Say, la lógica que nos sugiere esta ecuación es que un
aumento o disminución de la oferta de dinero conducirá a un aumento o disminución de
los precios. Si nos abstenemos de los cierres que determinan el resultado de esta identidad
y la transforman en una teoría que expresa todo lo que hay que saber para el correcto
funcionamiento de una EIR; es decir, si no imponemos desde el principio la neutralidad
del dinero con la separación del análisis en real y monetario; la Identidad Cuantitativa del
Dinero está abierta a interpretaciones que parecen seguir más de cerca la realidad de los
acontecimientos.
Utilizaremos el ejemplo expuesto por Pilkington porque dibuja la coyuntura histórica que
justificó el descrédito de la política fiscal y la hegemonía de la política monetaria como
mecanismo de estabilización. Imaginemos que el precio del petróleo aumenta
precipitadamente porque su producción cae. Por causa de la sensibilidad de la economía
a los cambios en los precios del petróleo, los precios del resto de bienes y servicios se
incrementan. En la Identidad de Fisher este hecho sería sinónimo de una caída en 𝑄, que
a su vez aumentaría 𝑝, y por extensión, dada la dependencia del resto de actividades de
esta fuente de energía, el conjunto de precios ∑ 𝑝. Los capitalistas verían aumentar sus
costes, que trasladarían a los consumidores a través de precios más elevados. Los
trabajadores responderían, probablemente y si tienen el poder de negociación adecuado,
exigiendo salarios más altos. Seguidamente tendría lugar un nuevo aumento de precios
fruto del incremento de los costes laborales. A medida que la espiral precios-salarios se
activara, tanto la velocidad de circulación del dinero como su oferta probablemente
aumentarían. Los trabajadores tratarían de gastar sus ingresos monetarios antes del
aumento futuro de los precios que haría caer sus ingresos reales; si bien las empresas
experimentarían un aumento de sus costes antes de recibir estos ingresos ante la demanda
de los trabajadores, obligándoles ello a abrir líneas de crédito con sus bancos. En
definitiva, la lectura de la ecuación resultante de este ejercicio especulativo es de derecha
48
izquierda, desde los precios a la oferta de dinero. Justo al revés de la creencia popular
(Pilkington, 2016, pp.161-165).56
Lo que realmente expresa la dirección en la que se lee la ecuación es la diferencia entre
un enfoque de dinero exógeno, donde la TCD gobierna un proceso de intercambio
generalizado; y un enfoque de dinero endógeno, donde el crédito ocupa un lugar central
en el proceso de producción. A primera vista, el cambio de gestionar la estabilidad de los
precios a través del control de tasa de crecimiento de la oferta monetaria sugerida por los
monetaristas (Friedman, 1968, p.14), hacia la política de tipo de interés establecido por
los bancos centrales supone una aceptación tácita del enfoque de dinero endógeno.57 Esta
es una observación superficial derivada simplemente del instrumento indirecto utilizado.
De acuerdo con Rochon y Setterfield, en la Economía Neoclásica no existe una teoría de
dinero endógeno (Rochon y Setterfield, 2007, p.14). Una teoría de dinero endógeno
entraña una ontología de una EMP, no de una EIR. Requiere un estudio del
funcionamiento y evolución del sistema económico y sus instituciones, cuyo análisis,
como exponemos en otro lado, “debe ser planteado en tres niveles: los vínculos entre
empresas y bancos para la financiación de la producción; segundo, la relación entre el
Banco Central y los bancos; y tercero, la relación entre el Estado y el Banco Central (Cruz
y Parejo, 2016, p.36). En un enfoque de dinero exógeno el dinero es un mero lubricante
de los intercambios, no tiene efectos reales sobre el empleo y la producción; mientras que
un enfoque de dinero endógeno el dinero no es neutral, tiene efectos reales tanto a corto
como a largo plazo. La inversión precede al ahorro, las reservas crean los depósitos y los
bancos no son simplemente intermediarios de un sistema de Fondos Prestables, otro de
56 Desde una perspectiva histórica Ryan-Collins y van Lerven analizan la coordinación entre el Banco
Central y el Tesoro para llevar a cabo la Financiación Monetaria Directa como forma de apoyar el
crecimiento económico. Sus resultados encuentran que:
“los gobiernos débiles y los poderes de recaudación de impuestos, la corrupción y la guerra,
la pérdida de control sobre los tipos de cambio o los cuellos de botella donde la economía
está a plena capacidad pueden ser candidatos más fuertes para explicar períodos prolongados
de inflación o hiperinflación” (Ryan-Collins y van Lerven, 2018, p.25).
Esto no implica automáticamente negar que bajo ciertas condiciones la Financiación Monetaria Directa no
conduzca a la inflación. Cómo se introduce el dinero en la economía importa, por lo cual, introducir el
dinero a cambio de trabajo tiene efectos diferentes que, por ejemplo, lanzarlo desde helicópteros. La primera
posición es coherente con el enfoque de dinero endógeno específico de la ontología de una EMP. Esta
coordinación la hemos estudiado en el marco de la Eurozona en Cruz, Ehnts y Tcherneva (2019) y
Tcherneva y Cruz (2020). 57 Cukierman afirma que economistas keynesianos como Tobin y Modigliani reconocieron que los cambios
en la política de tasa de interés y en la base monetaria eran dos caras de la misma moneda (Cukierman,
2013, p.379).
49
los pilares de la Economía Neoclásica. En definitiva, como afirma Sawyer, una vez se
toma en serio el dinero endógeno:
“simplemente no es posible construir un modelo similar al marco de
equilibrio general walrasiano donde el dinero se introduce como una idea de
último momento para proporcionar la unidad de cuenta. […] el ‘dinero
endógeno’ tiene implicaciones para el análisis macroeconómico que no se
pueden resumir simplemente reemplazando la curva LM por una línea
horizontal en la tasa de interés” (Sawyer, 2010, p.297-298).
Pese a que la Economía Neoclásica parece plantear que el tipo de interés es exógeno al
ser determinado por los bancos centrales, lo que sugeriría que la oferta monetaria es
endógena, mantiene un elemento “natural” y no observable que fija el equilibrio real de
una EIR representada por la Ley de Say, y, por tanto, que determina la producción
potencial de la economía. Este elemento es la “tasa de interés natural”, también conocida
como tasa de interés real o de mercado.58 Esta tasa equipara el ahorro y la inversión y lo
hace a una brecha de producción cero, que supone implícitamente que es consistente con
el pleno empleo de la mano de obra y una inflación constante (Sawyer, 2008, pp.70-71).
Es decir, la tasa de interés natural es “la tasa que se obtendría en una economía sin bancos
y sin dinero bancario y que contiene un mercado crediticio dentro del cual los bienes de
capital se intercambiarían directamente” (Bertocco, 2013, p.311). A la tasa de interés
natural una EIR con dinero imita a una economía de intercambio real o sin dinero. Lo que
ocurre es que la Economía Neoclásica no plantea la existencia de una única tasa de interés.
Siguiendo a Wicksell (1898), junto a la tasa de interés natural se distingue una tasa de
interés nominal o monetaria. Esta es la tasa que los bancos controlan, siempre guiados
por la tasa de interés real. En el caso de que la tasa de interés nominal sea igual a la tasa
de interés real, la presencia de dinero bancario no altera la estructura del sistema
económico. Como apunta Sawyer, a todas luces “se restablece una visión de fondos
prestables de la determinación de la tasa de interés (Sawyer, 2008, pp.68-69). El nivel de
precios no depende directamente de la brecha entre la demanda y la oferta del dinero
como en el enfoque monetarista, sino del precio del dinero que establece el Banco Central,
58 Bertocco y Kalajzic advierten que en una EMP esta tasa de interés natural no existe. La tasa de interés
natural:
“caracteriza solo un sistema, por ejemplo, una economía de maíz, en el que los ahorros se
intercambian en especie. Este concepto no puede aplicarse a una economía monetaria en la
que: (i) el dinero coincide con el dinero bancario y la tasa de interés sobre el dinero no puede
tener un valor negativo; (ii) el desarrollo económico depende de la introducción de
innovaciones y de las decisiones de los bancos de ofrecer crédito creando dinero nuevo. En
una economía monetaria, no existe necesariamente un valor positivo o negativo de la tasa de
interés que lleve a las empresas a alcanzar un flujo de inversiones consistente con el nivel de
ingresos que refleja el equilibrio en el mercado laboral” (Bertocco y Kalajzic (2019a, p.17).
50
de la tasa de interés nominal. La TCD, por lo tanto, es restablecida indirectamente por
este mecanismo.59
La Política de Tipo de Interés del Banco Central mantiene la “atracción” de la Dicotomía
Clásica (Mankiw, 2001, pp.48-49), esto es, la separación entre el lado real de la economía,
donde la oferta establece la producción potencial, y el lado monetario, donde la demanda
es ajustada a corto plazo utilizando la tasa de interés nominal para incentivar /
desincentivar la inversión en función de la guía de la estabilidad de precios coherente con
la TCD.60 Volvemos a hacer hincapié en ello dado el lugar central que ocupa el dinero en
esta tesis: bajo la ontología de la Economía Neoclásica de una EIR el dinero es visto como
un “velo”,61 un expediente técnico sin ningún papel causal; es neutral, introducido al
análisis por la puerta trasera. Siguiendo a Schumpeter hemos omitido intencionadamente
el uso de “análisis monetario” o “política monetaria” para referirnos a la Economía
Neoclásica. Si bien hemos preferido la terminología utilizada por Keynes para mostrar la
división ontológica que separa una EIR y una EMP, podemos asimilar ambas al “análisis
real” y al “análisis monetario” en Schumpeter (1954, 2012, pp.323-324).
Si se percibe que la economía está recalentándose, éste es un indicador de que la tasa de
interés nominal está por debajo de la tasa de interés natural y las autoridades monetarias
subirán el tipo de interés que les corresponde para que haya una demanda de dinero menor
para invertir; pero si se da la situación contraria, lo subirán con el objetivo de fomentar la
demanda de dinero para incentivar la inversión. Aunque implícito a la secuencia que
opera en este mecanismo está la disposición de explotar la compensación que existe entre
inflación y desempleo, que es representada por la Curva de Phillips. Para evitar que los
gobiernos aprovechen esta vía para estimular la economía a corto plazo sin considerar las
consecuencias inflacionarias a largo plazo, la teoría neoclásica decreta como
imprescindible la independencia de los bancos centrales, como garantía de la estabilidad
59 Este restablecimiento del control de la oferta monetaria vía tasa de interés para controlar la inflación no
es que sea opuesto al monetarismo, más bien, como apunta Sawyer, es “una resaca de los días del
monetarismo (Sawyer, 2009, p.230). 60 La cantinela de que a corto plazo prevalecen resultados keynesianos y a largo plazo resultados clásicos
no trae más que confusiones (véase, por ejemplo, Palacio-Vera, 2005, p.764). El adjetivo keynesiano no
parece más que una forma de persuasión o un artilugio retórico en manos de la Economía Neoclásica, la
cual se aleja de Keynes en la ontología, en el método, y también en este punto sustantivo. Como indica
Holt, son “sus ideas sobre la naturaleza del largo plazo en una sociedad capitalista avanzada” lo que importa,
no sus puntos de vista a corto plazo (Holt, 2007, p.95). 61 La popular y breve descripción de los atributos del dinero a la que evoca esta acertada imagen ha sido
adjudicada a Schumpeter (Klausinger, 1990).
51
de precios (Alesina y Summers, 1993, p.159; Masciandaro y Romelli, 2015, pp.267-
268).62
Decretar la elasticidad de la inversión para la funcionalidad de la política monetaria es
fundamental, aunque los hechos parecen refutar la existencia de dicha elasticidad
(Garegnani, 2015). La teoría parece admitir esta relación en condiciones normales. Si bien
lo que se entiende por condiciones económicas normales ha cambiado en los últimos años,
como veremos. La elasticidad de la inversión al precio del dinero se justifica mediante el
concepto de productividad marginal del capital, por lo tanto, se fundamenta en el
mecanismo de sustitución directa entre los factores de producción, es decir, trabajo y
capital. Según la teoría neoclásica una caída de las tasas de interés nominales induciría a
las empresas a invertir en métodos de producción intensivos en capital. Como explican
Deleidi y Mazzucato, la denominada “Controversia del Capital” ofrece los argumentos
para refutar este mecanismo de ajuste al que la Economía Neoclásica fija toda su fe para
administrar el sistema.63 En el momento que asumimos:
“varias técnicas de producción y bienes de capital heterogéneos, el cambio de
técnicas y la profundización inversa del capital socavan el supuesto
62 La relación entre Independencia del Banco Central e inflación estable no está del todo clara (Acemoglu
et al., 2008; Posso y Tawadros, 2013; Ryan-Collins y van Lerven, 2016) Además, la nueva etapa que
comenzase en 2007 con la Gran Recesión caracterizada por el Límite Inferior Cero, la Histéresis y el
Estancamiento Secular ha empujado a los bancos centrales a tomar medidas no convencionales que suponen
y avanzan una coordinación más estrecha entre los tesoros nacionales y sus bancos centrales, como
exploramos en el punto 3.4. 63
La culpable de esta disputa fue Joan Robinson al arremeter contra la Economía Neoclásica del siguiente
modo: “la función de producción ha sido un poderoso instrumento de mala educación. Al estudiante de
teoría económica se le enseña a escribir 𝑌 = 𝐹(𝐾, 𝐿), donde 𝐿 es la cantidad de trabajo, 𝐾 una cantidad de
capital e 𝑌 una cantidad de producto de mercancías. Se le enseña a suponer que todos los obreros son
homogéneos y a medir 𝐿 en horas de trabajo por hombre; algo se le dice acerca del problema relativo a los
números índice, que surge al escoger una unidad de producto. Pero luego se lo arrastra hasta el siguiente
problema, en la esperanza de que olvide preguntar en qué unidades se mide 𝐾. Antes de que se le haya
ocurrido hacerlo, ya se ha convertido en profesor. Así, tales hábitos poco rigurosos de pensamiento se
transmiten de una generación a otra” (Robinson, 1953-1954, p. 81). Samuelson intentó presentar una
respuesta intentando demostrar la existencia de una sustancia especial capaz de dar forma a todo tipo de
bienes de capital sin éxito, por lo que admitió su fracaso. La controversia se desplazaría entonces a la
función de producción agregada (Felipe y Mccombie, 2015). Los economistas neoclásicos estimaron a
partir de la distribución entre salarios y ganancias los productos marginales de ambos factores tomados
como sus recompensas, derivándolos de una función Cobb-Douglas. Y así quedó. La solución fue
instrumental. Si es que puede calificarse de solución a este “humbug”, pues como demuestra Shaikh, “la
fuerza empírica del análisis de la función de producción agregada no es en realidad nada más que un reflejo
estadístico de la constancia (inexplicada) de la participación en los ingresos” (Shaikh, 1974, p.119). El
propio Douglas lo expresa así: "lo más importante es que la coincidencia aproximada de los coeficientes
estimados con las partes reales también fortalece la teoría competitiva de distribución y refuta el marxismo”
(Douglas, 1976: 914). Como el magnífico observador que es, aunque él mismo no se vea como tal, y sobre
todo como uno de los protagonistas de esta controversia, Solow también tiene un comentario sobre esto,
como cuenta Fisher en relación a una conversación con él sobre ello: "si Douglas hubiera encontrado que
la participación del trabajo era del 25 por ciento y la del capital del 75 por ciento en lugar de lo contrario,
ahora no estaríamos discutiendo las funciones de producción agregada" (Fisher, 1971 p.305).
52
neoclásico basado en el mecanismo de sustitución entre trabajo y capital. Para
ser claros, las diferentes tasas de interés permiten a los productores utilizar el
mismo método de producción y, por lo tanto, el mismo factor de intensidad.
Posteriormente, no podemos esbozar un cronograma de demanda de inversión
con pendiente descendente que resuma una relación negativa general entre la
tasa de interés y el nivel de inversión ya que ningún mecanismo automático
garantiza que las empresas adopten una técnica de producción más intensiva
en capital cuando la tasa de interés disminuye” (Deleidi y Mazzucato, 2019,
pp.4-5).
Independientemente de que la teoría esté mal desde el principio, la relación entre tasa de
interés e inversión queda en suspenso cuando entramos en territorio del “Estancamiento
Secular” (Hansen 1939, Summers, 2014). Y esta es la nueva normalidad que hoy ya
muchos admiten tras la Gran Recesión. El Estancamiento Secular sucede una vez que la
tasa de interés nominal alcanza el ZLB. A este nivel, la política de tipos de interés
convencional se vuelve inútil (Blinder et al., 2017), lo que tradicionalmente se ha
denominado “Trampa de Liquidez”. Debemos puntualizar que ambos conceptos no son
iguales. El Estancamiento Secular es una Trampa de Liquidez en el Límite Inferior Zero,
pero puede darse este fenómeno antes de que caer hasta aquí. La diferencia es importante.
Una Trampa de Liquidez puede surgir por un problema de confianza, mientras que el
Estancamiento Secular denota problemas más profundos. El impacto de las
intervenciones fiscales es muy diferente en ambos casos (Mertens y Morten, 2014, p.2).
Hansen definió el Estancamiento Secular como "recuperaciones enfermas que mueren en
su infancia y depresiones que se alimentan de sí mismas y dejan un núcleo de desempleo
duro y aparentemente inamovible" (Hansen, 1939, p.4).64 Pese a no ser refutada por los
acontecimientos, esta noción ha estado desaparecida del análisis económico hasta que
Summer la rescatase (Summers 2014). Backhouse y Bouianovsky sugieren que esta
omisión tiene una dimensión política conflictiva por dos motivos: primero, niega el papel
dinámico de los empresarios; y segundo, apunta a una expansión del gasto público más
allá de la fase depresiva del ciclo económico (Backhouse y Boianovsky, 2016, p.19). El
Estancamiento Secular es, según Summers, “una imperfección natural del mercado”, que
describe de la siguiente forma:
64 La noción de Estancamiento Secular es otro ejemplo más de cómo los conceptos y teorías modifican su
significado entre autores y a lo largo del tiempo. En este caso, la hipótesis aparece por primera vez en los
economistas clásicos, que denominaron como “Estado Estacionario”, enlazándolo a la idea de que existen
límites a la expansión económica. Estos límites serían los rendimientos decrecientes motivados por la
escasez de tierras fértiles en el caso de los economistas clásicos, o en Marx las contradicciones entre la
tendencia al aumento de la composición orgánica del capital y su relación inversa con la tasa de ganancia,
la cual depende directamente de la extracción de plusvalía (Backhouse y Bouianovsky, 2016, pp.3-4).
53
“si se supone que la inversión es una función decreciente de la tasa de interés
y que el ahorro es una función creciente de la tasa de interés y que el nivel en
el que se produce el equilibrio con pleno empleo requiere una tasa de interés
nominal negativa, entonces el ajuste tendrá lugar en la forma de un nivel de
producción más bajo, y ese nivel de producción más bajo puede continuar
indefinidamente” (Summers, 2015, p.61).
Por último, falta mencionar la Equivalencia Ricardiana: “¿la emisión de deuda pública es
equivalente a los impuestos? Esta es una pregunta antigua en la teoría de las finanzas
públicas. David Ricardo presentó el caso de manera afirmativa” (Buchanan, 1976, p.337).
65 La teoría enuncia que los agentes económicos aumentan sus ahorros exactamente en la
misma cantidad que aumenta el déficit público; o al revés, reducen sus ahorros conforme
aumente el superávit público. Que el modo de financiación de un mayor gasto público sea
un aumento de los impuestos o un aumento de la deuda pública es indiferente para el
resultado a nivel macroeconómico. La lógica de este razonamiento es que los
contribuyentes anticipan el comportamiento futuro del Gobierno debido a su comprensión
sobre el ciclo de vida del presupuesto público. Por ejemplo, un aumento del déficit
público hoy se compensaría más adelante con aumentos de impuestos, por lo que
responderían aumentando su ahorro, y, por lo tanto, perjudicando el consumo y la
inversión. El resultado sería que el déficit público no causaría ningún impacto en la
actividad económica (Barro, 1989, pp.38-39).
La Equivalencia Ricardiana surge en la discusión de Barro de la hipótesis de que la
emisión de deuda pública conduce a los agentes privados a pensar que su riqueza neta es
más elevada, y, por lo tanto, aumentan su gasto y la producción. Esto se conoce como
“efecto Pigou” (Pigou, 1943), 66 o también “efecto riqueza” o “efecto de saldos reales”
(Barro, 1974, pp.1095-1096). Para Barro, las deudas del gobierno no son riqueza neta
para los agentes privados, simplemente reflejan el valor presente de las obligaciones
65 Existe cierta controversia en relación a la atribución a Ricardo de la relación que expresa este término
(O’Driscoll Jr., 1977; Aihakpor, 2013). Barro, a quien se debe su versión moderna y, por tanto, el
significado que tiene hoy, apela a la “Ley de Stigler” para otorgar a Ricardo su teoría y atribuirle
correctamente así el honor de llevar su nombre como descubridor, incluso aunque haya sido expuesta de
modo imperfecto (Barro, 1989, 39). Barro ve su teoría como la versión mejorada de lo que quería expresar
Ricardo, lo que es un claro síntoma de whiggismo. 66 Dimand indica que el “efecto Pigou” fue discutido por Keynes y Kalecki en la correspondencia mantenida
por ambos como consecuencia de la labor de editor de Keynes en el Economíc Journal y la recepción de
un comentario a la revista sobre el trabajo de Pigou escrito por Kalecki. Ambos estuvieron de acuerdo en
que el “efecto Pigou” se refiere a cambios en la riqueza neta, pues si el interés sobre la deuda es financiado
por impuestos no agrega nada al ingreso total (Dimand, 1991, pp.289-290). Este también es el argumento
que Kalecki lanza contra el planteamiento de Luxemburgo sobre cómo el gasto en armamentos y el
imperialismo atrasan el fin del capitalismo (Levy-Orlik, 2014, pp.26-27). La única fuente de creación de
activos financieros netos es el gasto respaldado por el Banco Central, y que no se hace depender de los
impuestos.
54
tributarias futuras. Esto ocurriría en un mundo ricardiano. Pero, ¿y si el mundo no es
ricardiano? Supongamos que no se respetan las restricciones presupuestarias del
Gobierno, esto es, la restricción presupuestaria intertemporal que establece que en el largo
plazo el déficit y el superávit públicos fluctúan sobre el presupuesto equilibrado. La
imagen que se evoca es que las finanzas del Gobierno son iguales que las de cualquier
hogar o empresa.67 Si el Banco Central Independiente no se coordina con el Gobierno y
se ocupa únicamente de su objetivo de la estabilidad de precios, la dificultad cada vez
mayor de colocar su deuda “corregirá” los excesos. Pero si el Banco Central responde por
la deuda pública, la TCD aparece y el aumento de la oferta monetaria se corrige mediante
un ajuste del nivel general de precios, transformándose en inflación y la desvalorización
del dinero. Esta teoría que relaciona la TCD y el intento de escapar de la Equivalencia
Ricardiana por los gobiernos se conoce como Teoría Fiscal del Nivel de Precios, y se
puede describir sencillamente como una Teoría Cuantitativa de la Deuda (Blancheton,
2016, p.105).
3.3. Economía “patas arriba”
“Si no hay una tasa natural de desempleo, o una tasa de interés neutral,
entonces toda la noción de la conveniencia de someter la política monetaria
para intentar alcanzar una meta de tasa de inflación dominante e inmutable se
derrumba” (Davidson, 2006, p.691).
Para Mishkin, la Crisis Financiera Global fue una anomalía que pasa “una vez cada cien
años” y fue simplemente causa de un “tsunami crediticio”. Los economistas y los
banqueros centrales “no tienen que volver a la mesa de dibujo y tirar todo lo que han
aprendido en los últimos cuarenta años. Gran parte de la ciencia de la política monetaria
permanece intacta” (Mishkin, 2011, p.47). Esta es también la opinión explícita de
Blanchard, Dell’Ariccia y Mauro: “La mayoría de los elementos del consenso previo a la
crisis, incluidas las principales conclusiones de la teoría macroeconómica, aún se
mantienen” (Blanchard et al, 2010, p.207), que manifiesta las pobres intenciones de
cambio de la economía convencional y que contrastan con las intenciones surgidas a raíz
de la crisis económica de “Repensar la política macroeconómica”.
La crisis actual nunca ha llevado al replanteamiento del núcleo del paradigma, que no ha
cambiado nada desde la Segunda Guerra Mundial, más allá de pomposos titulares, o de
67 Keynes expone así su disconformidad con esta creencia popular: “es el Estado, más bien que el individuo,
quien necesita cambiar su criterio; es el concebir al Canciller del Tesoro como un gerente de una especie
de sociedad anónima, lo que hay que descartar” (Keynes, 1933 [2013], p.145).
55
observaciones dispersas sobre múltiples problemas que subyacen al método utilizado
expresadas como un mero reflejo del cargo de conciencia que emerge como consecuencia
de encontrarse en un callejón sin salida, o de las confesiones o confusiones permitidas
únicamente a los primeros espadas sobre los procedimientos habituales de hacer ciencia
económica.68 La “revolución” en el pensamiento económico tradicional provocada por la
crisis se ha reducido a una advertencia sobre el funcionamiento de los mercados
financieros y los efectos persistentes, derivados meramente por estos “excesos” externos
a la economía real pero que causan un impacto prolongado y agudo en la misma. El
comportamiento de la inflación por sí solo no sería lo único que proporcionase la señal
que alerte a las autoridades monetarias. La tasa de interés natural o tasa de interés real,
que guía a las autoridades monetarias y que iguala la demanda agregada y la producción,
potencial requiere ser complementada por otras señales que alerten de la acumulación de
desequilibrios financieros (Borio, 2016).69 La crisis ha puesto de manifiesto para la
corriente principal una serie de puntos que a grandes rasgos son apuntados por Mishkin,
que: i) Los desarrollos en el sector financiero tienen un impacto mucho mayor en la
actividad económica de lo que nos dimos cuenta anteriormente; ii) La macroeconomía es
altamente no lineal, siendo azotada por los “espíritus animales” y la psicología de los
inversores que tienen periodos de “exuberancia irracional”; iii) El ZLB es más
problemático de lo que pensamos; iv) El costo de la limpieza después de las crisis
financieras es muy alto, refiriéndose a la posibilidad de impagos de la deuda soberana; y
68 La minuciosidad con la que Mavroedis, Plagborg-Møller y Stock lo exponen en su investigación es
encomiable, y su conclusión tajante: “A pesar del aparente éxito empírico temprano del NKPC, la literatura
que encuestamos está llena de acertijos. Lo que deberían ser cambios relativamente inocuos en los
instrumentos utilizados, en las cosechas de datos y en la especificación del modelo, parecen tener una
importancia significativa para los resultados” (Mavroedis et al., 2014, p.126) 69 La producción potencial puede definirse como el nivel de producción que se obtendría si las rigideces
reales y nominales que obstaculizan el ajuste flexible de precios y salarios estuvieran ausentes; esto es, si
la Ley de Say pura de que los productos compran productos prevaleciese una vez incluimos el dinero. Como
afirma Sawyer, en tanto que la Economía Neoclásica se base en esta visión del mundo, la brecha de
producción tenderá a promediarse en cero por construcción, dado que las estimaciones de la tendencia de
la producción se derivan del producto real (Sawyer, 2010, p.289). Una vez incluimos el dinero, que funciona
como un enlace entre los productos en el intercambio general monetario, la tasa de interés real equilibra
una demanda agregada que no es la óptima a consecuencia de fricciones u obstáculos aparecidos al separar
en el tiempo los actos de compra y venta. El precio del dinero determina así su demanda influyendo sobre
la inversión para aproximarla a la producción potencial, rellenando así la diferencia entre la producción real
y la tendencia de la producción. La producción potencial sugiere el pleno empleo de los factores sustitutivos
y la sustitución perfecta entre capital y trabajo. El desempleo involuntario de facto desaparece como
problema económico. La Frontera de Posibilidades de Producción puede desplazarse hacia la derecha
únicamente como consecuencia de mejorar la productividad de los factores o aumentar la oferta de los
mismos. La demanda no juega ningún papel en tanto que el dinero se considera, en esencia, neutral, sin
efectos reales sobre la producción y el empleo. La Teoría Cuantitativa del Dinero (y la dicotomía clásica,
que implica la separación del sector real y sector monetario, son pilares básicos de la ontología mecánica
del sistema cerrado construido por la Economía Neoclásica.
56
v) La estabilidad de precios y producción no garantiza la estabilidad financiera, por lo
que se sugiere que la estabilidad financiera gestionada a partir de políticas
“macroprudenciales” ocupe un lugar destacado en los objetivos de los bancos centrales
(Mishkin, 2011, pp.23-30).
Parafraseando a Friedman (1963, p.17), la economía convencional establece que "la
inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario" como primer principio
que guíe la política monetaria, y advierte de que una política fiscal irresponsable
caracterizada por amplios déficits presupuestarios puede llegar a “dominar” la política
monetaria obligando a expandir la oferta monetaria para pagar los gastos
gubernamentales (Mishkin, 2011, pp.3-4).70 Resumiendo lo que dijimos en el punto 3.2:
las finanzas del Estado no pueden escapar de la TCD, la separación entre los ámbitos real
y monetario siguen vivos a pesar de todo, solo hay que incluir ciertas “fricciones
financieras” a la caja de herramienta junto al resto de obstáculos que producen falta de
flexibilidad en la economía real. En esencia, la demanda de dinero aparece para comprar
bienes y servicios, el dinero no tiene otra función que ser un lubricante de los
intercambios, y por ello, se toma como cualquier otra mercancía, cuyo valor se considera
sujeto a la oferta y demanda del mercado. El dinero, en principio, no afecta a las variables
reales. Sin embargo, la separación entre el acto de compra y venta introduce en el análisis
el tiempo, y con ello problemas o distorsiones al ajuste completo entre oferta y demanda
debido al comportamiento de los agentes, caracterizado por rigideces reales y nominales
y el papel de las expectativas. Así, el dinero es introducido por la puerta de atrás en el
análisis económico para otorgarle efectos reales con el fin compensar tales distorsiones,
gestionando su demanda mediante el tipo de interés, otorgándole de este modo influencia
en las variables reales a corto plazo, pero no a largo plazo (Riera i Prunera y Blasco-
Martel, 2016, pp.15-16 y 22). Sujeto a esta ontología de una EIR mediada por dinero
como medio de intercambio de un sistema cerrado donde encajan los agentes racionales
atomísticos, la estabilización de una variable nominal como la tasa de inflación es la
característica clave de la política monetaria. Se da por sentado que la política monetaria
no puede impulsar el empleo y la producción a largo plazo, donde opera la Ley de Say.
70 La introducción en la literatura del concepto de régimen de dominancia fiscal se debe a Sargent y Wallace
(1981), quienes lo utilizaron para mostrar cómo cuando los asuntos fiscales se colocan por encima de las
decisiones de política monetaria el banco central debe responder a los desequilibrios fiscales monetizando
déficit, abandonando su objetivo de estabilidad de precios. Vemos aquí otra separación o dicotomía tan
común a la literatura económica convencional, en este caso la separación entre política monetaria y política
fiscal.
57
Solo la existencia de una serie de rigideces que distorsionan las respuestas derivadas de
shocks adversos de la demanda permiten que la reducción de la tasa de interés nominal
sea la manera efectiva de contrarrestar estos efectos a corto plazo, dejando un estrecho
espacio al dinero en el análisis. En otras palabras, el precio del dinero es utilizado para
influir en la inversión. No obstante, “tal acción política puede verse obstaculizada si las
expectativas de inflación a largo plazo no están firmemente ancladas” (Mishkin, 2011,
pp.10-11). Todo lo que habría que hacer es que el Banco Central se comprometa de
manera creíble con el objetivo de la estabilidad de precios. Esta es la forma que tiene la
economía convencional de lidiar con el control de la oferta monetaria de forma indirecta.
Si la economía se calienta el tipo de interés nominal debe subir, reduciéndose la demanda
de dinero. En la situación contraria, si el motor económico necesita más madera se supone
que la bajada del tipo de interés es la herramienta adecuada para añadirla. El mecánico
mundo construido por los economistas neoclásicos parecía adaptarse bien a la economía
real hasta que llegó la Crisis Financiera Global y la anómala trampa japonesa se convirtió
en la situación normal de las economías occidentales (Krugman, 1998; Eggertson y
Woodford, 2004).71 Estos economistas se ven obligados a lidiar con el ZLB, un agujero
negro que amenaza con llevarse por delante los principios más fundamentales. El tiempo
dirá si dejarlos en suspenso momentáneo mediante la inclusión en el análisis ciertos
artilugios será suficiente o si la economía convencional debe reinventarse. De momento,
la fe en la flexibilidad de los modelos DSGE para acomodar las nuevas ideas surgidas de
la Gran Recesión es inquebrantable (Brancaccio y Saraceno, 2017; Vines y Wills, 2018;
Christiano, Eichenbaum y Trabandt, 2018); lo que en ocasiones parece que sea más por
inercia, pragmatismo o compromiso que por ceguera particular.
3.4. Aprendiendo a convivir con el Límite Inferior Cero
“Encontrar formas de aumentar la demanda de gasto, sin importar cuán
contradictorio sea, probablemente es una parte importante del camino a
seguir. La economía no es una obra de moralidad. El hecho de que varios
tipos de despilfarro hayan contribuido a nuestra situación actual no constituye
un argumento a favor de la austeridad como la estrategia principal para su
resolución” (Summers, 2015, p.65).
71 Como señalan Blanchard y Summers, el problema del ZLB de Japón se interpretó como el resultado de
una sucesión de fracasos en las políticas y no como un desafío al paradigma prevaleciente, que seguiría por
entonces como si nada hasta el punto de inflexión que ha sido la Gran Recesión (Blanchard y Summers,
2017, pp.7-8).
58
Los economistas comienzan a aceptar el ZLB como algo más que una anomalía
temporal.72 Este es el punto en el que nos encontramos ahora. La política de tipo de interés
ha saltado por los aires y ha dejado un escenario donde reina la confusión. La negación
inicial ha dado paso a la negociación, la economía convencional se resiste a dejar marchar
al mundo neoclásico. La aceptación de una ontología probablemente inadecuada para la
naturaleza del objeto de estudio no está sobre la mesa. Sería demasiado costoso para la
disciplina. Ya sabemos que la economía convencional es un mundo cerrado caracterizado
por dicotomías: monetario/real; corto plazo/largo plazo; Estado/Mercado;
desempleo/inflación; ocio/empleo; capital/trabajo; etc. Es en este mundo donde se
insertan individuos racionales y atomísticos. Volveremos a esto en el apartado siguiente.
Ante la nula utilidad de la política de tipo de interés en una situación de ZLB los bancos
centrales se han visto obligados a experimentar con nueva artillería. En este contexto se
aplica, como admiten Blinder, Ehrmann, de Haan y Jansen, aquello de que “la necesidad
es la madre de la invención” (Blinder et al., 2017, p.710). Las investigaciones sobre los
efectos de instrumentos monetarios no convencionales con los que están experimentando
los bancos centrales durante los últimos años se ha convertido así en la línea de
investigación de vanguardia de los economistas. Como apunta Williamson, el punto de
partida no se deriva de un marco teórico establecido sino de la urgencia de las medidas
tomadas sobrevenidas por los hechos.73 Sus palabras son muy relevantes sobre la
confusión que reina en el paradigma dominante en torno a la “Flexibilización
Cuantitativa” o “Quantitative Easing” (QE por sus siglas en inglés): “no hay trabajo, que
yo sepa, que establezca un vínculo entre la QE y los objetivos finales de la FED: inflación
y actividad económica real. De hecho, la evidencia casual sugiere que QE ha sido ineficaz
en el aumento de la inflación” (Williamson, 2016, p.929).74 Es más, la necesidad de seguir
72 En sus comienzos, el enfoque convencional ni siquiera valoraba que el ZLB pudiese ser una realidad.
Véase por ejemplo como Friedman rechaza una situación donde la preferencia de liquidez absoluta
prevalece (1970, p.221). 73 Según apunta White, aunque lo modelos DSGE sean el método de análisis general de las instituciones
académicas, no es así para los bancos centrales. Es más, asegura que la relevancia de estos modelos para
las decisiones políticas de las autoridades monetarias es bastante limitada (White, 2013, p.13). Ello no
quiere decir que los modelos DSGE no estén ampliamente difundidos dentro de las instituciones
formuladoras de la política monetaria y no formen parte de su narrativa. Ésta es la narrativa estándar, y de
tal forma que Sergi califica este consenso de fenómeno “impresionante” (Sergi, 2020, pp.8-9). 74 Rochon y Vallet exponen cómo estas medidas no convencionales caben perfectamente en el marco de
análisis neoclásico. La teoría nos diría que un aumento de las reservas impulsaría los préstamos bancarios,
siguiendo la lógica del multiplicador bancario (Rochon y Vallet, 2019). Debe señalarse que la creación de
dinero a través de la Política del Tipo de Interés funciona al contrario de lo que la teoría del multiplicador
dice (McLeay, Radia y Thomas, 2015). No obstante, la QE desplaza la atención de la política monetaria
hacia la cantidad de dinero en lugar de su precio. Una explicación alternativa sobre el mecanismo que activa
59
manteniendo estas medidas a lo largo del tiempo ha llevado a los bancos centrales a
legitimar mediante simulaciones contra fácticas para defender sus efectos
macroeconómicos positivos (Ronkainen y Sorsa, 2018, p.9); es decir, se están dedicando
esfuerzos simplemente a justificar que sin esta respiración asistida ofrecida por los bancos
centrales las cosas estarían peor. La dependencia de las políticas monetarias no
convencionales es, como afirman Borio y Zabai, causa de la incomprensión de las fuerzas
que mantienen la inflación baja y que reducen de forma drástica la efectividad de la
tradicional política de interés seguida por los bancos centrales (Borio y Zabai, 2018, p.34).
No obstante, la preocupación sobre los enormes aumentos de los balances de los bancos
centrales de todo el mundo es prácticamente unánime. Claramente, este es un síntoma de
cómo la TCD está incrustada en las mentes de los economistas (Reis, 2016; Beckworth,
2017; Auerbach y Gorodnichenko, 2017).75 Algo que también es unánime es que estas
medidas no convencionales tienen importantes efectos distributivos especialmente
beneficiosos para bancos y grandes empresas, lo que abre también un importante debate
sobre la necesidad de control político de los bancos centrales, una vez han traspasado su
marco de actuación hacia atribuciones propias de la política fiscal (Bowman et al., 2012-
2013; White, 2013, 17-18; Blanchard y Brancaccio, 2019, pp.9-10). Pero también
tuvieron que involucrarse activamente en los mercados de deuda pública. Si la
coordinación entre los bancos centrales y los bancos comerciales necesita ser más
explícita, también tiene que serlo la relación entre bancos centrales y gobiernos. Si, como
ya se empieza a admitir generalmente tras más de una década, el ZLB está aquí para
quedarse, no solo es importante estudiar políticas monetarias no convencionales, sino que
también se requiere estudiar el papel de la política fiscal en este escenario, el cual ha
pasado de ser una anécdota que ni siquiera se tenía en cuenta a convertirse en la nueva
normalidad (Williams, 2009, Belgibayeva y Horvath, 2019).
Otro tema que ha atraído atención tras la Crisis Financiera Global es la noción de
histéresis (Yellen, 2016). Economistas como Mankiw gustan de elevarse sobre los
la QE y que no tiene que ver con la creación de nuevos créditos directamente es la siguiente: el banco
central compra una cantidad de activos financieros en el mercado secundario, normalmente bonos del
gobierno. Los vendedores de estos bonos se quedarán con los depósitos así creados, pero es probable que
no quieran mantener este dinero sin más, sino que lo utilicen para comprar activos de mayor rendimiento
como acciones emitidas por empresas. Esto eleva el valor de esos activos y reduce el costo de las empresas
de financiarse en los mercados financieros, lo que llevará a un gasto mayor en la economía (Bowdler y
Radia, 2012, p.619). 75 La posición de Blanchard y Summers sobre que el tamaño de los balances de los bancos centrales no
ejerce, en sí mismo e incluso a largo plazo, presión inflacionaria, no es una posición muy extendida en la
literatura aún (Blanchard y Summers, 2017, pp.25-26).
60
hombros de Hume para sostener cómo la compensación entre inflación y desempleo a
corto plazo tiene una tradición de larga data (Mankiw, 2001, p.46). No obstante, se coloca
a sí mismo en la minoría de autores (cada vez mayor) que sugieren que “los shocks
monetarios dejan cicatrices permanentes en la economía” (Mankiw, 2001, p.48).76 Este
hecho, que podría abrir una fisura en la dicotomía clásica, es perfectamente consistente
con el marco tradicional de análisis si únicamente es entendido de manera asimétrica.77
Es decir, solo se acepta la introducción de la no neutralidad a largo plazo como resultado
del papel que el dinero desempeña en la asignación de recursos, lo que lo relaciona
directamente con el “misterio” de la relación dinámica entre la inflación y desempleo.78
Este “misterio” deja en el aire tanto la “Curva de Phillips Nuevo Keynesiana” como la
Tasa Natural de Desempleo no Aceleradora de la Inflación o NAIRU (Klenow y Willis,
2016; Hooper, Mishkin y Sufi, 2020).79 En palabras del propio Mankiw, son: “acertijos
76 Para Solow, el trabajo de los economistas neoclásicos de buscar una explicación formal sobre la rigidez
de los precios que encaje cómodamente en los modelos de optimización racional no tiene mucho sentido.
Según este autor: “la rigidez de los precios y los salarios no es un acertijo intelectual importante a menos
que insista en convertirlos en uno” (Solow, 2005, p.510). 77 Hay economistas de la corriente principal que se han asomado a este abismo, pero la cuerda que los sujeta
a su visión del mundo está bien atada. Este es el caso de, por ejemplo, Solow, quien “siente que el corto y
el largo plazo no pueden ser completamente independientes”; y se pregunta “si un episodio importante en
el crecimiento de la producción potencial puede ser impulsado desde el lado de la demanda. ¿Puede la
demanda crear su propia oferta?” (Solow, 1997, p.232). Su respuesta es afirmativa, si bien tomando la
distancia oportuna al aludir a la cláusula de “circunstancias especiales”, que restringe a dos situaciones: i)
si una economía tiene mano de obra disponible para movilizar; y ii) si la fuerte demanda agregada puede
inducir un aumento de la Productividad Total de los Factores. La razón de que en ambos casos pueda la
demanda inducir el crecimiento de la oferta es que los trabajadores ganan habilidades conforme las
emplean. Tal reflexión de Solow es plenamente coherente con el principio de demanda efectiva, no
obstante, este punto subyace al planteamiento ontológico que sigue el análisis de la naturaleza de las
estructuras de una EMP y no de una EIR. La tensión entre la exigencia ontológico-causal del marco de
análisis de Solow y la categoría epistemológica de semejante “intuición empírica” es irresoluble dentro de
un sistema cerrado como la Economía Neoclásica, como veremos en el siguiente apartado. 78 Economistas de paradigmas competitivos diferentes al neoclásico, como es el caso de la Economía
Postkeynesiana, ven la noción de histéresis como “el principal competidor de la hipótesis de la tasa natural”
(Jump y Stockhammer, 2019, p.2). Para ellos la NAIRU no se entiende como la tasa de desempleo de
equilibrio a largo plazo, sino como una barrera de inflación a corto plazo (Lavoie, 2006, Stockhammer,
2011). Una ontología diferente les lleva no solo a rechazar la existencia de la NAIRU en los términos
propuestos por los economistas clásicos, sino a proponer mecanismos para gestionar la relación entre
inflación y desempleo diferentes, como es el caso de la NAIBER, acrónimo de “Non-Accelerating Inflation
Buffer Employment Ratio” (Mitchell, Wray y Watts, 2019, pp.304-305). 79 NAIRU es el acrónimo de “Non-Accelerating Inflation Rate of Unemployment”. Puede definirse como
"el nivel que se basaría en el sistema walrasiano de ecuaciones de equilibrio general, siempre y cuando
haya incrustadas en ellas las características estructurales reales de los mercados laborales y de productos
básicos, incluidas las imperfecciones del mercado, la variabilidad estocástica en las demandas y los
suministros, el costo de recopilar información sobre vacantes laborales y disponibilidad de mano de obra,
los costos de movilidad, etc.” (Friedman, 1968: 8). Resumiendo: la tasa de desempleo que no crea inflación
considerando las características de las economías reales que impiden una flexibilidad completa de los
ajustes de precios y salarios. Si el desempleo cayese por debajo de la NAIRU, una posición favorable de
los trabajadores en la negociación salarial empujaría la tasa de crecimiento de los salarios monetarios, lo
que a su vez lleva a las empresas a aumentar la tasa de crecimiento de los precios para reflejar el aumento
de sus costes. El aumento de la inflación volverá a provocar mayores demandas de salarios nominales y
61
científicos pendientes de resolver” (Mankiw, 2001, pp. 59-60). En concreto, el reto de la
histéresis para los economistas convencionales es el de integrar en el análisis elementos
que ayuden a explicar la “persistencia” de los shocks monetarios en el tiempo dentro de
su marco de análisis. Seguirá habiendo una tasa de desempleo consistente con una
inflación estable, simplemente, lo que nos dice la histéresis es que la NAIRU cambia con
el tiempo (Ball y Mankiw, 2002, p.120). Las implicaciones políticas del hallazgo de la
existencia de histéresis son importantes:
“si existe histéresis, una lección general es que es peligroso para los bancos
centrales centrar demasiado la política en la inflación, ya sea a través de
objetivos de inflación explícitos o de otra manera. Si la tasa natural es
independiente de la política monetaria, centrarse en la inflación puede, en el
peor de los casos, exacerbar los movimientos de desempleo a corto plazo. Con
la histéresis, por el contrario, un objetivo de inflación dado es consistente con
más de un nivel de desempleo, incluso a largo plazo. Un banco central podría
alcanzar su objetivo de inflación, pero crear un desempleo innecesariamente
alto en el proceso” (Ball, 2009, pp.25-26).
Una vez se acepta la presencia de histéresis, se sigue que la política del banco central de
lograr una meta de inflación específica tiene costes sociales altos y permanentes. La
gestión de la demanda requiere de una respuesta activa (Stockhammer y Sturn, 2011,
p.2753; Jump y Stockhammer, 2019, pp.14-15). Vale la pena señalar que,
independientemente de la causa de esta histéresis, la presencia de rigideces reales y
nominales o algún tipo de mecanismo que modele las expectativas para reflejar los
movimientos reales son necesarios para generar una respuesta positiva del gasto
gubernamental al empleo y la producción; es decir, funcionan como un mecanismo de
amplificación de estos efectos (Chang, Gomes y Schorfheide, 2002, p.1515;
D’Alessandro, Fella y Melosi, 2019, p.1414).80 Como señalan Fatás y Summers, esta es
desencadenará una espiral de salarios y precios. Esta situación requerirá una subida del tipo de interés
nominal del Banco Central, que afectará a la producción real al inducir una menor inversión y, por lo tanto,
mayor desempleo. La NAIRU, por lo tanto, tiene dos significados para la Economía Neoclásica: por un
lado, es aquella tasa de desempleo que corresponde a una tasa constante de inflación; pero también es la
tasa de desempleo que disciplina a los trabajadores disipando las presiones salariales y resuelve así el
conflicto entre el capital y el trabajo sobre la distribución del ingreso (Shapiro y Stiglitz, 1984, Bowles y
Boyer, 1988). 80 El mecanismo que opera es expuesto por estos autores del siguiente modo: “Bajo configuraciones de
parámetros que son tanto plausibles como estándar en la literatura, el aumento en la productividad futura
reduce los costos marginales futuros y, por lo tanto, la tasa de inflación esperada. La caída en la inflación
esperada da como resultado una reducción persistente en la tasa de política y las tasas de interés reales a
corto plazo y, por lo tanto, reduce la tasa de interés real a largo plazo y aumenta el consumo” D’Alessandro
et al., 2019, p.1428). En definitiva, un aumento del gasto público considerando la acumulación de
capacidades que los trabajadores adquieren siendo empleados aumenta el consumo privado, aumenta la
productividad, y reduce la inflación. Sin embargo, debe remarcarse que, en última instancia, la histéresis
sea desencadenada por la existencia de rigideces y encadenada a la tendencia a producción potencial debe
verse como una limitación al desarrollo e implicaciones que subyacen a esta noción en relación a la función
62
la lógica se entiende fácilmente si pensamos que el crecimiento a largo plazo es endógeno
y permitimos la posibilidad de que los ciclos económicos interrumpan temporalmente
estas dinámicas a largo plazo (Fatás y Summers, 2018, p.144).
Blanchard sugiere que los efectos persistentes de los shocks monetarios en la producción
provienen de dos fuentes: el empleo y la productividad (Blanchard, 2018, p.107-109). La
explicación del empleo como causa de tal persistencia se plantea como una consecuencia
del poder de los sindicatos para otorgar un peso desproporcionado entre aquella parte de
la fuerza laboral que está empleada y los que no para la fijación de los salarios (Blanchard
y Summers, 1986; Galí, 2016). Pero es en el canal que apunta a la productividad donde
más están intensificando sus esfuerzos los investigadores, tomando consideraciones sobre
el efecto del desempleo en la moral, la salud física y mental, la situación familiar, la
delincuencia, los malos hábitos, y, en definitiva, sobre la empleabilidad de los
desempleados de larga duración. Voy a detenerme un momento en este punto porque la
investigación sobre los males de desempleo no se cierra solo a la Economía, sino que está
reuniendo una cantidad de literatura abrumadora tanto en las ciencias sociales en general
como, principalmente, en Ciencias de la Salud.
Los efectos negativos del desempleo en el individuo pueden dividirse en dos categorías:
costes monetarios y costes no monetarios. Dentro de la primera categoría introduce la
reducción de ingresos que acompaña a la pérdida de empleo, e incluye problemas
asociados al ajuste que el individuo debe hacer en sus gastos como cambios en la dieta,
vivienda y atención médica; mientras que en la segunda abarca aquellos costes no
pecuniarios relacionados con la pérdida de hábitos, autoestima y autorrealización, el
sentido de control, relaciones laborales y sociales, la estabilidad conyugal, etc. Existe una
mezcla de angustia financiera y vital que afecta a la salud mental de la persona
desempleada (Ansa, 2016). A nivel macroeconómico la separación entre estos costes es
difusa. Siguiendo la hipótesis de histéresis, Farré, Fassani y Mueller relacionan los
periodos de alto desempleo motivados por un shock económico con un dramático
deterioro de la salud mental que se transforma en un círculo vicioso para los
desempleados. Peor salud mental afecta a las posibilidades de conseguir empleo, y
conforme la situación de desempleo se alarga, peor es la salud mental (Farré et al. 2018,
de la demanda (Ciccone y Stirati, 2019, p.177). Esto encaja la aparición del fenómeno principalmente a
episodios de recesión, y, por lo tanto, solo bajo estas condiciones excepcionales se plantea la posibilidad
de que el aumento de la demanda tenga efectos expansivos persistentes.
63
pp.29-30). No obstante, más que un círculo vicioso, podría definirse como una espiral.
Conforme el desempleo de largo plazo se hace más crónico aumenta la probabilidad de
informar problemas de salud como depresión, ansiedad e insomnio, de hospitalización,
de abuso de sustancias como alcohol y drogas, intentos de suicidio, delincuencia,
ludopatía, ruptura de familias, factores que implican una mayor mortalidad de los
trabajadores desplazados por el mercado laboral. Todo ello implica una pérdida de
habilidades individuales y, por lo tanto, de productividad (Darity y Goldsmith,1996;
Goldsmith, Veum y Darity 1997; Paul et al., 2018). Y todo ello tiene un coste monetario
para la sociedad en su conjunto y da como resultado una determinada asignación de los
recursos reales. De estos estudios conviene resaltar un resultado importante para la
política económica: también los trabajadores sujetos a trabajos precarios y parciales
muestran síntomas como los descritos, y que no son explicados simplemente por la
pérdida de renta asociada a la inseguridad de no tener un trabajo estable o a tiempo
completo (Ansa, 2016, p.56). Fijando nuestra atención a nivel individual, un resultado
destacado de estos trabajos es que los costos no pecuniarios del desempleo superan con
creces los costos pecuniarios asociados con la pérdida de ingresos (Winkelmann y
Winkelmann, 1998, p.13). Además, las oportunidades laborales se complican si
consideramos factores étnico-raciales, el paso por prisión, o a aquellos trabajadores con
discapacidades. Estos grupos de población sufren discriminación de manera sistemática
y, por tanto, sufren unas tasas de desempleo más elevadas (Darity, 2003; Gouvier,
Systsma-Jordan y Mayville, 2003; Smith et al., 2017; Sundar et al., 2018). Otro grupo
cuyas circunstancias motivan unas perspectivas laborales más débiles son los enfermos
crónicos, para quienes una situación socioeconómica difícil unida a su enfermedad se
relaciona con una mayor desatención del paciente en su tratamiento y autocuidado, que
incluye responsabilidad con la dieta, la medicación, el ejercicio, y el resto de pautas
relacionadas con su atención como las revisiones médicas. Esto también podría verse
como una conducta suicida, con efectos fatales si son mantenidos en un largo espacio del
tiempo (Roessler y Rumrill Jr., 1998; Kimmel, 2001; Chikotas, Gunderman y Oman,
2006); Reichard et al., 2019). Por último, habría que visibilizar una situación que
raramente se considera diferente de aquellas que se producen por los cierres de empresa
o la caída de la inversión, la discriminación sistemática o la enfermedad propia: la
“exclusión voluntaria” temporal del trabajo para cuidar a la familia, la cual tiene un
componente evidente de género (Weisshaar, 2018). Más investigación de tales
circunstancias son importantes desde el enfoque del cuidador, pero también para la
64
persona cuidada, pues, por ejemplo, el bajo nivel socioeconómico asociado a una
situación de empleo a largo plazo también aumenta las preocupaciones de los niños
enfermos, quienes se ven culpables de las privaciones y sufrimientos de sus cuidadores,
provocando en ellos alteraciones psicológicas que arrastrarán en su edad adulta (López,
2003, pp.28-29).
Ateniéndonos solo a los efectos y factores aquí mencionados, creemos que el estudio la
histéresis no recoge las implicaciones más profundas de los efectos del desempleo a largo
plazo, que van más allá de simple ineficiencia a explotar producida por la existencia de
rigideces nominales y reales. Los efectos sociales y económicos que Tcherneva (2017,
p.7) denomina como “la marca del desempleo” desbordan los estrechos cierres del marco
analítico neoclásico, reducido a una interrupción en la tendencia normal de la
acumulación de habilidades sujeta a una producción potencial dada (véase, por ejemplo,
Arévalo-Pachón, 2012). El desempleo: “se comporta mucho más como un virus o una
enfermedad infecciosa que un evento de choque aleatorio. No solo se propaga en un
patrón geográfico específico, sino que también inflige graves consecuencias en los
individuos y las comunidades” (Tcherneva, 2019, p.4). Es decir, el desempleo tiene una
dimensión social que implica una serie de interrelaciones entre los individuos y las
comunidades donde se ubican que merecen ser consideradas, provocando fenómenos
emergentes que no tienen cabida en el marco de análisis neoclásico.81
En resumen, y volviendo al desarrollo de la noción de histéresis dentro de la economía
convencional, durante una recesión los gastos en I+D+i son menores porque la inversión
total es menor, y si la productividad total de los factores depende en parte de la
acumulación de esfuerzos anteriores de investigación y desarrollo, entonces la tendencia
de la productividad total de los factores puede ser permanentemente menor de lo que
hubiera sido si la recesión no hubiera ocurrido. La acumulación de habilidades recibe un
revés que es difícil recuperar, dado que la recesión ha generado un mayor número de
desempleados a largo plazo que tienden a separarse del mercado laboral o a perder su
81 Los costes económicos para la sociedad asociados a una situación de desempleo a largo plazo son
incalculables. Si como sugieren Nersisyan y Wray “las cajas registradoras no discriminan” y, en términos
de inflación, da igual si un euro es gastado en contratar recursos productivos que provengan del sector
público o del sector privado, las implicaciones de mantener a las personas en esta situación es que el
resultado económico refleja una asignación de recursos altamente ineficiente (Nersisyan y Wray, 2019,
p.17). Estos autores exponen el ejemplo del sector sanitario norteamericano. Su argumento para que el
Gobierno atienda y solucione directamente esta situación es el siguiente: “si el gasto privado en costos de
atención médica cae más que el gasto incrementado por el gobierno, el movimiento hacia un solo pagador
será deflacionario, no inflacionario” (Nersisyan y Wray, 2019, p.31)
65
empleabilidad, reduciendo la producción potencial que se vislumbra en el horizonte. Una
porción del largo plazo se pierde por culpa de la existencia de histéresis, y evitar esta
pérdida es relevante para la política económica.
A los canales de empleo y productividad debemos añadir un tercer canal que ya hemos
mencionado. Borio localiza la persistencia de los shocks monetarios a largo plazo en el
sistema financiero. El dinero no puede aumentar la producción a largo plazo, pero si
puede generar costes económicos duraderos al contribuir a auges y caídas de activos
financieros que provocan una asignación incorrecta persistente de los recursos reales
(Borio, 2016, p.233). Desde esta perspectiva, las fricciones financieras son uno de los
elementos a considerar para resolver el misterio al que se refiere Mankiw. El
aplanamiento de la Curva de Phillips que los Nuevo Keynesianos ven desde el terreno de
las rigideces reales y nominales, también puede identificarse desde el análisis de las
expectativas racionales. Por ejemplo, Angeletos, Collard y Dellas utilizan las creencias
de orden superior (las creencias de las creencias de los demás) para explorar las
implicaciones de olas de pesimismo y optimismo de los agentes, desconectándolas por
completo de cuestiones relacionadas con la productividad (Angeletos et al., 2018).82 Por
su parte, Pfajfar y Roberts establecen dos hipótesis. La primera es que ante una inflación
más baja las empresas realizan un ajuste de precios menos frecuente. La segunda, que
frente a esta situación los hogares y las empresas desatienden la inflación en sus
decisiones económicas (Pfajfar y Roberts, 2018; Coibion y Gorodnichenko, 2015;
Cavallo, Cruces, y Perez-Truglia, 2017). En todo caso, el misterio sigue sin resolverse,
como señalan sus autores: “Estos hallazgos naturalmente plantean la cuestión de dónde
proviene la variación en la confianza. Habiendo atribuido esta variación a un shock
extrínseco, no podemos ofrecer una respuesta útil a esta pregunta” (Angelinos et al.,
p.1719).
Podemos decir simplemente que la Economía Neoclásica tiene calibraciones alternativas
para mostrar la existencia de histéresis que no son capaces de explicar. Pese a todo, el
aplanamiento de la Curva de Phillips es relevante para la política monetaria, pues implica
un sacrificio de recursos mayor asociado al tipo de interés objetivo. Las personas que han
dejado el mercado laboral o que han visto deteriorada su empleabilidad dejan de competir
82 Angeletos define su enfoque como “un primo cercano al núcleo del nuevo marco keynesiano” (Angeletos,
2018, p.590) Las creencias jugarían un papel similar al del monopolio en el modelo Nuevo Keynesiano;
mientras que la brecha entre la producción real y potencial sería causada por la fricción en la coordinación
de las creencias y las decisiones económicas de agentes heterogéneos y no de rigideces.
66
y, en consecuencia, de ejercer una presión a la baja sobre los salarios y la inflación, de
ahí que la Tasa de Desempleo Natural suba. Como ilustra la literatura que hemos
referenciado aquí, tras la Crisis Financiera Global éste es un tema de investigación
recurrente. Debe señalarse que también se han ofrecido algunas observaciones que no
están de acuerdo con la llamada a políticas activas que la existencia de histéresis parece
respaldar. Se sugiere que, bajo una política de control óptima, la correlación entre un
objetivo de política y un instrumento de política cae a cero, invocando lo que se conoce
como la “Ley de Goodhart”: cualquier relación estadística observada tenderá a colapsar
una vez se ejerza presión sobre ella con el propósito de controlarla (Goodhart, 1984). Esto
se suele usar para explicar las políticas de estabilización sub-óptimas seguidas por las
autoridades monetarias. Si la política monetaria cambia el comportamiento subyacente
que explica la curva de Phillips los intentos de explotar el trade-off entre inflación y
desempleo fracasa. En ese sentido, más que de Ley de Goodhart, este hecho merece
enfocarse más convenientemente desde la Crítica de Lucas (1976), dados los mecanismos
implicados.83 En todo caso, y suponiendo que tal relación sigue en pie absteniéndonos de
cualquier consideración sobre las expectativas, Mcleay y Tenreyro muestran cómo existe
un problema de identificación en la propia estimación de la curva de Phillips que tiene el
potencial de proporcionar inferencias engañosas para la política monetaria (Mcleay y
Tenreyro, 2019).
Pese a estas debilidades propias de las herramientas de análisis, la investigación está
encaminada a mostrar caminos para la intervención en la economía tras el fracaso de las
políticas de austeridad que se admiten como “más costosas”, en términos de una mayor
pérdida de producción a largo plazo bajo la hipótesis de histéresis (Engler y Tervala,
2018, p.22; Gechert, Horn y Paez, 2019, p.664). Si bien las llamadas a la austeridad siguen
muy vivas, especialmente entre aquellos en posición de poder exigirla a los demás, como
ilustran las diferentes posiciones entre los países del norte y del sur de la Eurozona, las
cuestiones morales deberían dejarse de lado.
3.5. El retorno de la Política Fiscal
“Nuestra política pública bien puede estar hipotecando a la próxima
generación, pero no es ‘el déficit’ lo que lo está haciendo” (Eisner, 1989,
p.76).
83 Dos evaluaciones que exponen y discuten los aspectos ontológicos de la Crítica de Lucas son Lawson
(1995) y Moos (2019).
67
Con poco o ningún margen para la política monetaria tradicional, la política fiscal se está
haciendo hueco entre los estudios sobre las nuevas herramientas monetarias no
convencionales, desplazando la investigación sobre las reformas estructurales (Delong y
Summers, 2012; Panizza y Presbitero, 2013; Blanchard y Leigh, 2013). La evidencia de
que los multiplicadores fiscales tienen un tamaño más elevado de lo que se pensaba parece
haber facilitado este cambio, pero lo fundamental del cambio en la investigación, sin
duda, es la persistencia de una situación que indica una nueva etapa, un nuevo régimen
de acumulación en el histórico y transitorio sistema de producción capitalista (Christiano,
Eichembaum y Rebelo, 2011; Gechert, 2015; Ramey y Zubairi, 2018).84 La triada
Estancamiento Secular, Límite Inferior Cero e Histéresis, vista en su contexto estrecho,
ha cambiado la Economía Neoclásica desde la Crisis Financiera Global (Summers, 2014).
Como apunta Eggertsson, en un escenario de ZLB lo que se requiere es aumentar la
demanda agregada a través del gasto total, no la oferta. No hay suficientes compradores.
En sus palabras: “A tasas de interés cero, la producción está determinada por la demanda”
(Eggertsson, 2011, p.61). O como afirma Summers, “estamos viendo muy poderosamente
una especie de Ley de Say invertida”, donde la demanda crea su propia oferta (Summers,
2014, p.71). Aún en el sistema cerrado construido sobre la ontología neoclásica tal
declaración de inversión de principios bajo ciertas condiciones abre toda una serie de
posibilidades. Como el mismo Eggertsson advierte: “Una vez que se establece el principio
general, es sencillo considerar una serie de otros instrumentos de política fiscal, cuyo
efecto a primera vista puede parecer desconcertante” (Eggertsson, 2011, pp.61-62). Con
poco que abramos la lente y miremos a través de ella, hacer nuevas preguntas no resulta
tan descabellado. Una de estas preguntas, quizás la principal, es: ¿cómo puede el gobierno
aumentar el gasto a pesar de la enorme deuda acumulada durante estos años? Dejemos
que responda Blanchard: “si la tasa de interés pagada por el gobierno es menor que la tasa
de crecimiento, entonces la restricción presupuestaria intertemporal que enfrenta el
gobierno ya no es vinculante” (Blanchard, 2019, p.1198).85 Como vemos, Blanchard hace
referencia a cómo sortear aparentemente el principio Equivalencia Ricardiana por el
84 La literatura macroeconómica también trata de hallar las causas para explicar la existencia de una tasa
de interés real históricamente baja como la actual. Los factores que más aparecen en estos trabajos son: el
alto grado de integración financiera global; la disminución del precio relativo de los bienes de capital; el
aumento de la desigualdad; el envejecimiento de la población; o la acumulación de reservas en forma de
activos seguros por parte de los bancos centrales de los países emergentes, entre otras. Véase Summers
(2014, pp.69-67; 2015, p.62); y Blanchard y Summers (2017, pp.17-19). 85 En este contexto Blanchard y Summers lanzan la siguiente pregunta: ¿puede el estado emitir deuda sin
pagarla y, si puede, debería hacerlo? (Blanchard y Summers, 2017, p.20).
68
Estado. Pero ya hemos visto, en un mundo donde la TCD prevalece en último término,
como es un sistema cerrado de intercambio real, la falta de compensación de la deuda del
Estado con impuestos futuros puede verse indirectamente afrontada mediante aumentos
generales de precios, o al menos, eso nos dice la Teoría Fiscal del Nivel de Precios ¿Qué
dice Blanchard sobre ello?:
“la relación econométrica entre el desempleo y la inflación actual está en
desacuerdo con la hipótesis aceleradora, lo que sugiere que las expectativas
de inflación han dejado de responder en gran medida a la inflación real. Si
bien la mayor credibilidad de la política es claramente un factor, la evidencia
de las expectativas de los consumidores sugiere que la disminución de la
prominencia también puede estar en el trabajo. En la medida en que estas
expectativas, junto con las de las empresas, sean los determinantes relevantes
de las decisiones salariales y de precios, entonces, mientras la inflación siga
siendo lo suficientemente baja, puede haber una compensación explotable,
persistente, si no permanente, entre desempleo e inflación” (Blanchard, 2018,
p.116).
Los pilares del edificio neoclásico expuestos en el apartado 3.2 quedan en suspenso de
manera inexplicable. Los factores que determinan las expectativas tampoco son
explicados. Podemos llegar al mismo lugar para analizar la realidad que refleja la
evidencia empírica comenzando por una ontología diferente, sin vernos obligados a
prescindir de ella para hacer frente a los problemas que nos surgen y realizar malabares
estadísticos que encajen en el modelo de moda.
Pero esto no es todo. La emisión de deuda de los Estados bajo las políticas monetarias no
convencionales de Flexibilización Cuantitativa generalizadas por los bancos centrales
puede verse como una Política de Gestión de la Deuda (Greenwood et al., 2014, p.2). El
Estado cubriría la demanda de activos seguros reduciendo la tentación de los
intermediarios financieros privados de fabricar sus propios activos muy líquidos por vía
de la titulización y su distribución, los cuales jugaron un perverso papel en la gestación y
transmisión de la Crisis Financiera Global (Blanchard y Summers, 2017, p.26). El
resultado de este crowding out o efecto desplazamiento sería una reducción de la cantidad
de transformación de liquidez en el sistema financiero, limitando así la probabilidad y
gravedad de futuras crisis financieras (Greenwood, 2014 et al., p.25). Por supuesto, otra
forma de controlar la transformación de liquidez privada es mediante la regulación
directa, si bien tales iniciativas incentivan la transformación de liquidez hacia las sombras
no reguladas. La ventaja de la Política de Gestión de la Deuda coordinada por Tesoro y
Banco Central es que llega a todos lados, también allá donde la regulación no llega. Bajo
69
esta perspectiva, la coordinación del Tesoro y Banco Central no solo permite financiar al
gobierno a un costo más bajo y aislar la política fiscal de las exigencias de los mercados;
también complementa la nueva tarea encomendada a los bancos centrales en la nueva era
en la que estamos, al promover la estabilidad financiera. Si bien existen reservas sobre el
margen que tienen los gobiernos para llevar a cabo esta práctica (Caballero, Farhi y
Gourinchas, 2017), Gabor y Vestergaard avanzan la clave institucional para que esta
Política de Gestión de la Deuda: “la deuda del gobierno permanece segura mientras el
banco central esté listo para intervenir cuando la liquidez del mercado se evapore como
creadores de mercado de último recurso” (Gabor y Vestergaard, 2016, p.8).86
El lugar del Banco Central en la economía manifiestamente está entrando en una nueva
etapa (Goodhart, 2011, p.136).87 La Independencia del Banco Central nunca ha
sobrevivido una crisis y, de acuerdo con Capie y Wood, nunca puede hacerlo (Capie y
Wood, 2013, p.379). Es más, desde una ontología de una EMP donde el Estado no es un
participante cualquiera éste es un diseño institucional fallido y disfuncional. La novedad
histórica radica en que esta vez los bancos centrales han aprendido que deben ayudar a
los gobiernos para evitar la reestructuración legal; han anticipado la reacción de deshacer
este divorcio institucional entre la mano izquierda o fiscal del gobierno y su mano derecha
o monetaria. Han “endogeneizado” la necesidad de participar en la liquidación de la deuda
pública, como dice Blancheton (2016, pp.106-107). Los bancos centrales han “cruzado la
línea” que separa la política monetaria de la política fiscal al hacer de prestamistas de
último recurso para toda la economía y extender sus balances comprando activos privados
y públicos como nunca antes mediante programas de Flexibilización Cuantitativa. Lo que
se conoce popularmente como medidas no convencionales no resulta de un exhaustivo
análisis ex ante efectuado con la caja de herramientas neoclásica. Es terreno inexplorado
que cae fuera de esta caja, y que tiene importantes efectos distributivos en la economía.
El Límite Inferior Cero parece desterrar también la creencia de que la inversión puede
inducirse a través de la Política de Tipo de Interés. La sabiduría convencional podría verse
86 En este trabajo los autores tratan los esfuerzos de la Unión Económica y Monetaria (UEM) para crear un
único activo seguro para toda la eurozona. Los eurobonos vistos como un activo dejado a la disciplina del
mercado son definidos como una Política de “Perseguir Unicornios”. Una Política de Gestión de la Deuda
debe tener al Banco Central Europeo detrás (Gabor y Vestergaard, 2016, p.20). 87 Concretamente, en una cuarta época. Desde que los primeros bancos centrales nacieran para financiar a
los gobiernos en situaciones de guerra, Goodhart (2011, pp.135-136) precisa que han existido tres períodos
definidos por diferentes roles, con espacios coincidentes con eventos turbulentos importantes donde estas
etapas quedan en suspenso por la urgencia: una era victoriana/eduardiana (1840s hasta 1914); las décadas
de control gubernamental (1930s hasta finales de 1960s); y el triunfo de los mercados con la Independencia
del Banco Central (1980s hasta 2007).
70
en apuros, los hechos podrían llevar a una comprensión de la variable tasa de interés como
una variable distributiva tal y como se constata desde la ontología que aquí es defendida.88
Si bien no podemos predecir cuánto tiempo se podrá eludir el tema, o si el comodín de la
imperfección natural bajo el representativo punto de vista instrumentalista de la
Economía Neoclásica simplemente persuade a pensar siquiera en ello y seguir como si
nada.
El caso es que la interconexión de la estabilidad monetaria y financiera con la política
fiscal no puede ignorarse. Bancos centrales y bancos privados necesitan recuperar una
relación de cooperación más explícita entre sí, y también los bancos centrales y los
gobiernos (Chick, 2017, p.1553). Es posible que vivamos un período de progreso en la
teoría monetaria. Como nos dice Cesarano, grandes conmociones son seguidas de
progresos en este ámbito (Cesarano, 2014, p.189). Hicks aprobaría esta observación
(Hicks, 1967, p. 158), pero la atracción que la Dicotomía Clásica ejerce parece funcionar
como un dique de contención para el desarrollo de sus consecuencias últimas. Dados los
pilares sobre los que se erige el gigante neoclásico es menos desconcertante que, como
asegura Cesarano, los avances en la teoría monetaria se detuviesen “cuando todo el cuerpo
de la teoría económica comenzó a hacer los avances más importantes” (Cesarano, 1983,
p.72). La ciudadela clásica es un potente inhibidor y hasta ahora ha resistido muy bien
todos los asaltos. Esta tesis está muy lejos de pretender tal cosa. A lo sumo, dada la
magnitud de la cuestión, puede tratarse como un pequeño campamento frente a sus muros,
un punto de partida. Pero con una capacidad de crecer y establecer contacto con otros
campamentos dispersos bastante fructífera.
Los economistas convencionales están estupefactos con por qué la inundación de liquidez
promovida por los mecanismos monetarios no convencionales de los bancos centrales no
ha inducido una explosión en los préstamos, y esto tras haber caído la conexión entre tasa
de interés e inversión que sostiene su marco analítico. Los acontecimientos mirados con
una ontología de una EMP ayudan a despejar cierta confusión. Quien en la caja de
herramientas solo tiene un martillo cree que todo son clavos. El énfasis en el modelo
88 Rochon y Setterfield exponen cómo existen tres posiciones específicas dentro de este paradigma sobre
en qué nivel debe establecerse la tasa de interés: i) lo más cerca posible de cero, lo que denominan como la
regla de Smithin; ii) la regla de Kansas City, defendida mayormente por aquellos que se adscriben al
enfoque de la Teoría Monetaria Moderna y que afirman directamente que la tasa de interés “natural” es
cero; y iii) la regla de tasa justa, que estipula que la tasa de interés debe ser igual a la tasa de crecimiento
de la productividad laboral. Las dos primeras promueven la “eutanasia del rentista” promulgada por
Keynes, y la tercera es neutral, dejando a los rentistas en la misma situación relativa con respecto a la
distribución (Rochon y Setterfield, 2007).
71
matemático sin precederle una perspectiva histórica e institucional, por mucho que se
martillee con martillos de diferentes modelos y colores, puede no ser consistente con el
material social que está bajo análisis. La tensión entre ontología y método llega un
momento que es irresoluble. Esto no es caer en el determinismo, el fin de la historia del
análisis de una EIR. La Economía Neoclásica ha demostrado siempre que puede
evolucionar encontrando formas de preservar su núcleo añadiendo nuevas hipótesis a su
cinturón protector. Tampoco creemos que sea inútil. La forma de entrenamiento y
construcción de modos de pensamiento lógico-deductivo-probabilístico, probando
escenarios mediante cierres transitorios, puede ser útil para la toma de decisiones en
política económica. También es una eficiente herramienta pedagógica si se le da el lugar
adecuado. Siempre debemos dejar “en la parte posterior de nuestras cabezas” las
limitaciones que no pueden solventar estas herramientas y que son inherentes al propio
material social, no al método (Chick y Dow, 2001, p.715). Siendo estudiante en el Máster
Universitario de Investigación en Ciencias Sociales y Jurídicas en esta Facultad de
Economía, un profesor nos afirmó que “torturando los datos al final terminarían diciendo
lo que quieres”. Ciertamente, con un poco de persistencia se puede obtener casi cualquier
resultado que se desee. Pronto descubrí que este camino no era para mí. Nuestra posición,
siguiendo el método de Keynes, es que primero viene el conocimiento de los factores
significativos, luego la precisión cuantitativa (Keynes, 1973, 308). Este es el proceso
contrario a cómo estamos socializados los economistas, a quienes se nos hace creer que
siempre hay un modelo verdadero “que se puede descubrir o imponer si solo se hacen las
suposiciones adecuadas y se imputa validez a los resultados econométricos que carecen
de poder de manera transparente” (Solow, 1985, p.330).
3.6. Hamlet sin el príncipe… y sin castillo
“Un economista que avanza sin una pierna histórica, a menos que sea un atleta
de decathlon, tiene una perspectiva estrecha sobre las ideas económicas
actuales y superficiales, poca apreciación por las fortalezas y debilidades de
los datos económicos y poca capacidad de aplicar la economía a grandes
problemas” (McCloskey, 1976, pp.444-445).
Siguiendo a Kregel (1985) vemos muy conveniente la imagen que evoca la obra de
Hamlet sin el príncipe. Una Economía sin dinero, sin su protagonista; y que sería aún más
borrosa prescindiendo del contexto donde la trama tiene lugar. Es difícil imaginarse la
representación de la famosa obra de Shackespeare donde solo aparece el fantasma del rey
Hamlet, pero los economistas sí somos capaces de imaginar un sistema y una trama sin
72
unas instituciones específicas que gobiernan el desarrollo de los argumentos. Esto
caracteriza a la Economía como “un sistema teórico que flota en el aire y que tiene poca
relación con lo que sucede en el mundo real" (Coase, citado en Lawson, 2006, pp.492-
493); o en términos de Heilbroner y Milberg: “algún tipo de estudio socialmente
incorpóreo” (Heilbroner y Milberg, 1995, p.6). Como el ectoplasma del rey Hamlet
colocado en una casa encantada cualquiera escandinava sin una razón de ser. Exponemos
en esta tesis doctoral que una EMP tiene un argumento específico, una historia que contar,
un contexto institucional muy concreto que gobierna la trama y su desarrollo. Una trama
cuyo desenlace no está escrito pero que, como la historia nos enseña, no es eterno. Cuyo
desarrollo está caracterizado por conflictos que nos trasladan a nuevos actos. Los actores
improvisan sujetos a estructuras, se agarran a una base material sobre la cual
interaccionan entre ellos, modificándolas. La economía no es una imagen fija, universal
y ahistórica de la sociedad representada por intérpretes aislados unos de otros y a cuya
obra solamente deban ponérsele filtros comunes que nos sugieran relaciones plausibles
para que justifiquen su exposición conjunta en una galería cerrada. La Economía está
viva.
La visión del mundo u ontología de una EIR es establecida en base a una armonía natural
que es personificada en el mercado, como simple extensión de los individuos
optimizadores y racionales. Los cinco pilares que hemos escudriñado del edificio
neoclásico establecen equilibrios. i) la Ley de Say plantea un equilibrio en el lado real; ii)
la TCD sugiere un equilibrio en el lado monetario; iii) la Equivalencia Ricardiana lo hace
entre impuestos y gastos del Estado siendo caracterizado como un agente más junto a
hogares y familias; iv) la Teoría de los Fondos Prestables que establece una igualdad entre
ahorro e inversión, o entre ahorradores e inversores en su versión fuerte; y finalmente, v)
la Dicotomía Clásica, que implica una separación entre el análisis real y el análisis
monetario en el largo plazo; esto es, la producción viene determinada por la oferta y el
dinero no tiene ningún efecto en la producción potencial. El dinero entra en una EIR por
la puerta trasera, sin tener ninguna importancia por sí mismo. Es una innovación técnica
que facilita la extensión de los intercambios, un “velo” entre ellos. No obstante, la
existencia de rigideces, fricciones u obstáculos provocados por la separación del
intercambio en el tiempo en los actos de compra y venta dejan un margen para la
influencia del dinero en la Economía a corto plazo. Mediante la Política del Tipo de
Interés, la producción real es ajustada a la producción potencial guiada por la Tasa de
73
Interés Natural, que reajusta el equilibrio de los cinco principios dados a priori. La
verificación empírica consiste en la invención de cierres plausibles coherentes con tales
hipótesis, un enfoque inductivo que opera como motor de investigación no para plantear
nuevas teorías, sino más bien para encajar los datos en las hipótesis abstracto-deductivas
previamente establecidas. La teorización existe, aunque disfrazada bajo el hincapié en el
material empírico.89
La Gran Recesión que se iniciase en 2007 ha planteado problemas a la Economía
Neoclásica y su modelo canónico. Lo que se veía inicialmente como una anomalía
provocada por fricciones financieras que llevaron a una mala asignación de recursos, la
cual debería solucionarse mediante el sufrimiento provocado por la austeridad, se ha
aceptado como una nueva normalidad fundamentada en profundos cambios estructurales
de la economía. La triada Límite Inferior Cero, Estancamiento Secular e Histéresis
plantea retos a un paradigma dominante donde hoy reina la confusión. La mesura y
prudencia con las palabras y resultados contrasta con las declaraciones vertidas en plena
Gran Moderación, hacia donde algunos aún siguen girando su vista con “saudade” (Lucas
Jr., 2003; Taylor, 2011). La confianza en el marco analítico aparentemente sigue intacta.
La profesión continúa encerrada en la inercia de especular diferentes calibraciones de
modelos adecuados para el estudio de una dimensión social alternativa donde gobiernan
las leyes naturales; en lugar de estudiar esta dimensión con sus relaciones sociales de
producción e instituciones específicas e históricas. La investigación histórica tiene la
fuerza necesaria para abrir ese portal a la otra dimensión y traer a los economistas de
vuelta a nuestro mundo. Eso sí, advirtiéndoles que aquí no se puede controlar la mente de
los individuos para que cada uno de ellos se comporte, a la vez, como una unidad y el
conjunto que forman, a lo “Stranger Things”.
El retorno de la política fiscal es bienvenido, pero la suspensión de los principios
inherentes al análisis mediante artificios ad hoc adicionales no puede ofrecer una buena
explicación. Es más, creemos que no puede aceptarse como explicación. Interrumpir las
leyes naturales establecidas a priori invocando una “imperfección natural” y saltar a otra
cosa no puede obviarse sin más. Nos encontramos con callejones sin salida, anomalías o
como quiera nombrarse, provocados por sacudidas en la economía real, que pueden llevar
89 La discusión no es que teoría y hechos sean irreconciliables, sino cómo se interpretan los datos a la luz
de la teoría, y es esta adscripción ontológica o visión de la naturaleza del material social donde los
economistas difieren (Moura y Almodovar, 2016, p.61).
74
a cambiar radicalmente de enfoque abandonando el absolutismo impuesto por la
ontología de una EIR; cediendo a la perspectiva histórica el espacio propio concebido por
los economistas clásicos y por Marshall.90
En esta investigación exponemos que no solo importa la batería de respuestas nuevas que
llevan a flexibilizar o incluso pausar el marco de análisis de un sistema cerrado para dar
cabida a los acontecimientos que agrietan la ciudadela clásica moderna.91 Sobre todo, esta
investigación se enmarca en un marco de análisis referente a una visión del mundo más
realista; una ontología de sistema abierto que es guiada por el desarrollo material de las
relaciones sociales de producción gobernadas por unas instituciones específicas e
históricas. Con una perspectiva histórica, las preguntas no solo alcanzan una comprensión
distinta, sino que se permite elaborar diferentes cuestiones. Además, contextualizar
históricamente los problemas; otorgarles una base institucional adecuada, ayuda a evitar
o moldear adecuadamente las interpretaciones que hacemos de los datos sin caer en
anacronismos (Almodovar, 1998, pp.128-129); y previene el sociocentrismo y el
etnocentrismo (Godelier, 1976, p.290; Polanyi, 1944 [1989], p.85). Esto incentiva las
relaciones e intercambios con otras ciencias sociales.92 Como se cuestiona Solow: “¿Por
qué debería creer, cuando se aplica a estrechos datos del siglo XVIII, algo que no tiene
ninguna convicción cuando se hace con datos más amplios del siglo XX? (Solow, 1985,
p.330). La diferencia en la interpretación que podamos dar a la explicación del fenómeno
que queramos abordar en uno u otro caso, evidentemente, no está en la disponibilidad de
90 Besomi ilustra cómo también encontrarse con falacias de agregación o paradojas de composición lleva a
los economistas a abandonar este armazón teórico (Besomi, 2006, p.3). Las paradojas de composición son
fenómenos donde el comportamiento agregado tiene unos resultados diferentes a la suma de los
comportamientos individuales. Lavoie expone hasta ocho paradojas: i) del ahorro, ii) de los costes; iii) de
los déficits públicos; iv) de la deuda; v) de la estabilidad; vi) de la liquidez; vii) del riesgo y viii) de la
demanda dirigida por los beneficios (Lavoie, 2014, p.18). El concepto de fenómenos emergentes de Lawson
es muy similar, ya que plantea que la organización de los elementos de nivel inferior en una organización
de nivel superior posee atributos que ninguno de los elementos de nivel inferior contiene. Así, la
irreductibilidad ontológica de los elementos que componen el sistema apunta a su análisis a nivel agregado,
de sus estructuras y relaciones organizativas (Lawson, 2012, pp.352-353). En resumen, la experiencia
individual no se puede extrapolar al conjunto de la sociedad para establecer causalidades o leyes. La
diferencia entre la Microeconomía y la Macroeconomía sería cualitativa, no cuantitativa. 91 Este es el caso, por ejemplo, del “raro” y desacostumbrado trabajo de investigación que valora o debate
la financiación desde la Política Fiscal del Tesoro directamente con la coordinación de su Banco Central,
claro está, bajo un ZLB vinculante (Beck-Friis y Willems, 2017; Galí, 2019). 92 Se podría alegar que la Economía Neoclásica ha recibido influencia de enfoques y disciplinas como la
psicología experimental y la neurociencia; la teoría del caos y dinámica no lineal procedentes de la física y
la teoría de juegos desde el campo de la organización industrial. Admitimos que la Economía Neoclásica
es más plural hoy gracias a estas contribuciones. Pero estas contribuciones no provocan ninguna tensión
entre la visión ontológica del paradigma y su método, lo que las hace aceptables dentro del paradigma
(Colander et al., 2004, p.492).
75
los datos.93 Esta deformación profesional se agudiza cuanto más ampliamos el horizonte
temporal. El éxito de la investigación no puede valorarse en “garantizar que el modelo
imita alguna característica particular de los datos históricos” (Blaug, 2002b, pp.42-43).
Seguramente haya diferentes formas de conseguirlo, si bien no tiene ningún sentido. No
estoy refiriéndome a utilizar modelos diferentes para cada caso considerando cierres
particulares que pretendan capturar la esencia histórica. Simplemente, puede ser
imposible capturar la esencia de las cosas usando como motor de investigación
herramientas matemáticas porque presuponen una visión ontológica que no coincide con
la naturaleza de lo que se pretende investigar.94 Más que una pierna histórica y una pierna
matemática, como sugiere la cita de McCloskey que encabeza este apartado, el enfoque
histórico debe entenderse como la médula espinal que transmite impulso y sentido a todo
el análisis, ordenando el movimiento.
93 Excepto si el historiador económico en cuestión es, simplemente “un economista con una alta tolerancia
al polvo” (Solow, 1985, p.331). Estamos de acuerdo con solo en que este no puede ni debe ser el trabajo de
los historiadores económicos. Si uno desea analizar el Feudalismo, la Grecia Clásica o el imperio, deberá
estudiar las relaciones entre las instituciones y los individuos de aquella época, otorgándole su propio
sentido, no el nuestro. De ello se desprende que, si las relaciones sociales de producción cambian, la teoría
no sirve (Chick y Dow, 2001, p.713). La alternativa de establecer leyes ahistóricas y universales es sustituir
tautologías precisas por explicaciones imprecisas. 94 Resulta sorprendente echar la vista atrás y ver cómo los pioneros de la “Economía matemática” tenían
especiales reparos con la pretensión de que los datos recopilados se pudiesen encajar en ecuaciones y
pretender que ello fuese una explicación suficiente de los hechos (Mueller, 2016; Ragni, 2018) El caso más
notable es Marshall, cuya visión organicista del proceso económico está presente y es clave en la tesis
doctoral presentada en el Área de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Extremadura
por el profesor José Francisco Rangel Preciado (2018). Siguiendo a Marshall, creemos que “los hechos por
sí mismos son silenciosos” (Marshall, 1885, p.166). Como apunta Hodgson, para Marshall “la teoría
económica como una condición previa esencial de la investigación empírica, en lugar de algo que surgió
automáticamente de la recopilación de datos” (Hodgson, 2013, p.961). Marshall fue un economista sensible
a la perspectiva histórica, y pasó una etapa en Alemania bajo la tutela de miembros de la Escuela Historicista
Alemana (Hodgson, 2005, p.333). Pigou escribió sobre él lo siguiente: "Aunque era un matemático experto,
usaba las matemáticas con moderación. Vio que una dependencia excesiva de este instrumento podría
llevarnos por mal camino en la búsqueda de juguetes intelectuales, problemas imaginarios que no se ajustan
a las condiciones de la vida real y, además, podrían distorsionar nuestro sentido de proporción al hacernos
descuidar los factores que no se podrían resolver fácilmente en la máquina matemática” (Pigou, 1925, p.84).
76
ESTRUCTURA DE LA TESIS DOCTORAL
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BLOQUE 1
SOCIALISMO UTÓPICO
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CAPÍTULO 1
Título:
“LA CUESTIÓN SOCIAL” EN EL TRATADO DE ECONOMÍA POLÍTICA DE JULIÁN DE LUNA Y DE LA PEÑA
Autores:
Francisco M. Parejo Moruno1, Esteban Cruz-Hidalgo2
1 Universidad de Extremadura
2 Universidad de Extremadura
Revista:
Iberian Journal of the History of Economic Thought, 5:1 (2018), pp: 1-15.
DOI:
http://dx.doi.org/10.5209/IJHE.60277
Resumen:
El artículo analiza la contribución de Julián de Luna y de la Peña al debate sobre el
aumento del pauperismo en las primeras etapas de la revolución liberal, el cual se ha
asociado al término de “cuestión social”. Dicha contribución se sintetiza en su Tratado
de Economía Política, un documento inédito elaborado en la primera mitad del siglo
XIX, que ha llegado a nuestros días gracias a su conservación por su nieto, el astrónomo
y escritor Mario Roso de Luna. En el tratamiento de esta cuestión, Julián de Luna estuvo
profundamente influenciado por las aportaciones de Malthus sobre las Poor Laws y sus
implicaciones negativas para la generación de riqueza, y también por el pensamiento de
Álvaro Flórez Estrada en lo que respecta a la propiedad privada de la tierra, aspectos
estos que fundamentan el sustrato principal del pensamiento del autor con relación al
proceso de generación de riqueza.
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BLOQUE 2
CRÍTICA DE LA ECONOMÍA POLÍTICA
80
CAPÍTULO 2
Título:
THE TWO FACES OF ABSTRACTION: A MONETARY ADJUSTMENT OF
MARX’S LABOR THEORY OF VALUE
Autores:
Esteban Cruz Hidalgo¹, Francisco M. Parejo Moruno², José F. Rangel
Preciado³
¹ Universidad de Extremadura
² Universidad de Extremadura
³ Universidad de Extremadura
Revista:
History of Economic Ideas (en prensa)
Resumen:
In this article, we defend a monetary interpretation of labor theory of value. We believe
that Marx’s attempts to develop a theory of money from his dialectical method contain
certain deficiencies. The genesis of money is no more than a more complex theory of the
naturalist approach. The money-form continues anchored in the metal as a last condition
to the value of money and as a first measure on which to compare the relative value of
the commodities. We do not reject the historical arguments given by Marx about the
derivation of fiduciary or symbolic money from money as commodity, but we propose
these as a moment in the history of the alternation between periods dominated by metals
and those in which an abstract account unit rule. This leads us to study the theory of
money as a theory of credit. The deepening of the evolution of fiduciary money and the
institutional innovations that took place until it was possible to separate it from its
conjunctural forms allows for a more complete picture of the modern monetary systems.
Thus, following the research on the value-form and the concept of abstract labor, we will
analyze how the theory of value is essential for understanding full employment with price
stability sustained by the current of thought known as Modern Monetary Theory. Finally,
we will include within the capitalist dynamic those jobs that Marx considered as
nonproductive, whereby those activities that take place within the capitalist system and
are not creators of surplus value can be integrated as part of universal abstract labor.
81
BLOQUE 3
TEORÍA MONETARIA MODERNA
82
CAPÍTULO 3
Título:
EL DINERO MODERNO Y EL ENFOQUE CARTALISTA INSTITUCIONAL
Autores:
Esteban Cruz Hidalgo¹, Francisco M. Parejo Moruno², José F. Rangel
Preciado³
¹ Universidad de Extremadura
² Universidad de Extremadura
³ Universidad de Extremadura
Revista:
Revista de Economía Institucional, 22:43 (2020), pp: 57-78.
DOI:
https://doi.org/10.18601/01245996.v22n43.XX
Resumen:
Este trabajo contrasta las bases de la economía monetaria metalista con los fundamentos
monetarios institucionalistas del cartalismo. Impugna la concepción del dinero que
permea las doctrinas económicas y políticas contemporáneas, y propone una concepción
más ajustada a la realidad y a la evidencia histórica, en la que el dinero impulsa a las
variables reales. Resalta la naturaleza del dinero-crédito moderno como unidad de cuenta,
cuya transferibilidad incorpora al Estado como deudor. Concluye que una concepción
moderna da a la autoridad monetaria herramientas de política útiles y concretas para
afrontar los problemas de pleno empleo y estabilidad de precios que sacuden a las
sociedades actuales
83
CAPÍTULO 4
Título:
LA CONCEPCIÓN DEL «DINERO MODERNO» Y SU CONTRIBUCIÓN A UN
NUEVO MARCO POLÍTICO MONETARIO-FISCAL
Autores:
Esteban Cruz Hidalgo¹, Francisco M. Parejo Moruno²
¹ Universidad de Extremadura
² Universidad de Extremadura
Revista:
Revista de Estudios Políticos, 181 (2018), pp: 167-186
DOI:
https://doi.org/10.18042/cepc/rep.181.06
Resumen:
La ruptura del nexo entre las políticas monetaria y fiscal, derivada de la cesión
supranacional de la soberanía monetaria que han realizado los Estados, es origen de los
grandes desequilibrios macroeconómicos que sacuden hoy a algunas naciones de la UEM.
En este trabajo exponemos los fundamentos de la denominada teoría monetaria moderna,
de los cuales subyace la urgencia de recuperar el vínculo monetario-fiscal, y
consecuentemente, la necesidad de concebir las finanzas públicas de manera funcional.
En contraposición a las recetas ortodoxas, que sugieren el equilibrio fiscal y la austeridad
como medidas de estabilización macroeconómica, los desarrollos de la TMM contemplan
el equilibrio de los sectores gubernamentales y no gubernamentales de forma conjunta,
siendo deseable la expansión fiscal en períodos de recesión para el logro del objetivo de
pleno empleo, sin desatender el relativo a la estabilidad de precios.
84
CONCLUSIONES
85
“Si yo tuviese hoy el poder, seguramente me aplicaría a dotar a nuestras
ciudades capitales de todas las exigencias y comodidades del arte y la
civilización de los más altos estándares de que son capaces sus ciudadanos,
convencido de que podría permitirme el lujo de lo que crease, en la creencia
de que el dinero así gastado, no solamente sería mejor que cualquier dádiva o
limosna dada para los sin empleo, sino que haría innecesaria tal limosna”
(Keynes, 1933 [2013], pp.143-144).
El modo en que los economistas tienden a aproximarse al análisis económico se
corresponde con una ontología o cosmovisión específica. Aunque a menudo pasa
inadvertida, dada la fragmentación que la especialización ha provocado en la disciplina,
la visión predominante sobre la naturaleza del objeto de estudio es universalista, mecánica
y atomista. Desde este enfoque, que definimos como ahistórico, lo único que se requiere
son datos y modelos para tratarlos. La inercia profesional de la comunidad académica
privilegia así la disponibilidad técnica frente a los elementos históricos, institucionales y
culturales, aspectos todos ellos problemáticos para su codificación y simplificación
conceptual. Las dimensiones histórica y espacial del análisis quedan relegadas a verse
como otros lugares ocupados por los mismos individuos, cuya diferencia con nosotros es
meramente cuantitativa; no cualitativa. A partir de una etapa natural de trueque, las etapas
evolutivas posteriores evidencian nada más que una extensión de estas relaciones de
intercambio. Por ello, podemos decir que nuestras ideas son superiores, nuestras técnicas
mejores, y nuestras instituciones más flexibles sin necesidad de considerar el pasado. Las
instituciones son entendidas, a grandes rasgos, como todo aquello que crea fricciones en
relación a un ideal de una EIR con el que se miden. Éste es el estado natural que los
supuestos teóricos introducidos en el análisis ex ante reflejan. Podemos prescindir de la
Historia sí, pero también del resto de Ciencias Sociales que no aporten puntualizaciones
que sean adaptables a la metodología que gobierna el análisis, que guía las preguntas que
se hacen y cómo se hacen y, por lo tanto, que presenta un menú de resultados probables
muy estrecho.
La evolución, la incertidumbre y el conflicto estructurado a través de unas instituciones
específicas e históricas sobre las cuales los individuos se organizan, y que no son el fin
de la historia, son sustituidas por un estado de cosas natural, un fin de la historia
preconcebido. Un mundo ideal dentro del cual los escenarios probables son definidos por
la imperfección de información y la falta de confianza que motivan nuestros
comportamientos racionales; alterados por fricciones de todo tipo que nos alejan del
equilibrio que obtendríamos en una EIR. En definitiva, no es que las ideas de nuestros
86
antepasados sean peores que las nuestras per se, es que las leyes de la naturaleza son todo
lo que necesitamos descubrir. Y como el descubrimiento es acumulativo, todo lo que
necesitamos conocer está ya absorbido por la Economía de ahora. En concreto, aparece
compactado en el último libro de texto de la comunidad sociológica dominante que
establece las normas adecuadas que el mercado de las ideas aprueba. No hay lugar para
la HPE aquí. No obstante, la Gran Recesión ha vuelto a evidenciar cómo el material social
objeto de estudio para el análisis económico se resiste a ajustarse al molde presupuesto
por una ontología natural, universal y atomística. El mundo real conspira contra la
autoproclamada reina de las Ciencias Sociales.
Buena parte de los investigadores no estarán de acuerdo con lo que se ha planteado en
esta tesis doctoral. La ciencia, si no es crítica, cae en omnisciencia. Y la Economía
Neoclásica puede inferirse como un ejemplo de omnisciencia débil, en virtud de sus raíces
naturales pre-establecidas en lugar de históricas. Se aducirá, probablemente, que los
modelos se ajustan a los datos o viceversa. No es un conflicto entre método inductivo o
deductivo. En ningún momento hay dudas de que, si se persevera, así lo harán. La lógica
y coherencia interna del modelo es todo lo que se exige. La rigurosidad en este sentido es
lo buscado. Pero, cabe preguntarse, ¿esa rigurosidad técnica capta las características
particulares de la realidad material que es objeto de estudio?; ¿otorga una mejor
comprensión del funcionamiento de la economía real o solo es instrumental para la
elegancia matemática que se reclama desde la comunidad dominante? La tensión entre
metodología y ontología es más que patente si observamos el estado actual de la
Macroeconomía. Las controversias no pueden limitarse al modelo elegido o su
calibración. El problema es más profundo: cómo definimos el objeto de estudio y qué
características le otorgamos. Si es una cuestión ontológica, la elección metodológica no
es neutral ni objetiva; y, por lo tanto, debe darse su lugar a la perspectiva histórica en el
mercado de las ideas de los economistas, reafirmándose su utilidad en los Planes de
Estudio.
La introducción a los trabajos presentados en esta tesis doctoral ha servido para reclamar
la utilidad de HPE para el análisis económico actual; así como para evidenciar que este
campo puede servir de guía para la búsqueda de ideas alternativas que lleven a una mejor
comprensión de aquellos hechos económicos que se han dejado fuera de los modelos; en
este caso, la Crisis Financiera Global.
87
En el árbol de decisiones que dibujan las elecciones teóricas de los economistas, la mejor
forma de sumergirse en la búsqueda de nuevas ideas es trepar por las ramas más alejadas.
La elección realizada en esta tesis doctoral de tres proyectos críticos con la teoría
dominante, correspondientes a tres estados de madurez o regímenes de acumulación
distintos del sistema capitalista, responde a esa estrategia. Los fenómenos históricos
particulares definen las preguntas que los economistas han hecho y los caminos que han
tomado. Antes de la profesionalización de la Economía tras la Segunda Guerra Mundial,
es absurdo hablar de que las ideas escogidas sobreviven por su lógica interna. Estos
estándares son, por suerte, recientes, y tenemos una multitud de sugerencias y teorías
incompletas o rechazadas prematuramente que pueden tener una nueva vida a la luz de
diferentes recombinaciones o siendo redefinidas considerando la evolución de las
instituciones.
Esto no quiere decir que la lógica interna de una EIR no fuese identificada por los
economistas clásicos en el origen de la Economía Política, postulando una serie de
principios sobre los cuales la Economía Neoclásica ha construido su armazón, vestido de
ropajes modernos, en concreto: i) la Ley de Say; ii) la TCD; iii) la Equivalencia
Ricardiana; iv) la Teoría de los Fondos Prestables; y v) la Dicotomía Clásica. No; estaban
allí; solo que no era lo único. En sus disquisiciones se mezclaban todo tipo de
observaciones que caían en el terreno histórico, en la política, y en la filosofía. Aquí
hacían su presencia aspectos claves del material social. Con ellos se incluía la
flexibilización de los principios; cuando no directamente la contradicción con los mismos.
Esta falta de coherencia, que se le achaca muchas veces a los economistas del pasado en
sus escritos, no es fruto del atraso de las ideas o de la técnica per se; es la misma tensión
que subyace hoy a la relación entre ontología y método expresada por vías diferentes, con
mayor o menor acierto.
Así, por ejemplo, podemos ver en la obra de Julián de Luna una contradicción manifiesta
entre los dos libros que forman su Tratado de Economía Política. Mientras que en el
primero especula con aquella organización del trabajo racional con la naturaleza humana
y la armonía de las pasiones; en el segundo considera la realidad institucional de la
“civilización” para proponer una serie de intervenciones con el fin de mejorar la situación
de una mayoría social que no posee nada más que sus brazos para mantenerse. Si el
asociacionismo es el estado ideal en la primera parte; en la segunda existe un
posicionamiento alineado con el censo enfitéutico, que es defendido por economistas
88
como Flórez Estrada en España o Simonde de Sismondi en Francia. La “Utopía” y la
“Cuestión Social” son dos manifestaciones de una misma realidad. Ambas nociones son
reflejo de lo existente, si bien la Utopía va más allá de la reforma; es su negación. Además,
debe destacarse que el Socialismo Utópico de Luna no implica un rechazo absoluto de
los principios de una EIR. Su particular adaptación de las ideas de Smith, Say y Flórez,
con nociones cogidas, pero no atribuidas, a Fourier, es una contribución original en el
campo de las historias del pensamiento económico nacionales. La brecha con la Economía
Política Clásica no surge de una profunda crítica a las contradicciones que emanan de las
nuevas relaciones sociales de producción. Es tanto un juicio formado de manera
superficial, de las injusticias de las que es observador en primera línea política; como de
una noción de la naturaleza del individuo que es, inseparablemente, parte activa de una
comunidad, no atomística; donde la racionalidad no se puede medir sin más por el valor
de las cosas.
Pero, y más allá de lo dicho hasta ahora sobre el primer proyecto radical examinado en
esta investigación, ¿qué puede ofrecer el estudio de las ideas de Julián de Luna y del
Socialismo Utópico a los economistas modernos? Primero, éstos críticos fueron unos
agudos observadores de la época, que denunciaron, quizás de la forma más cruda, la
contradicción traída por las nuevas instituciones capitalistas de un crecimiento sin
parangón de las riquezas materiales que dejaba tras de sí un reguero de pauperismo.95 Y
segundo, una línea en la que nos encontramos ya trabajando: su análisis y alternativas en
torno a los efectos perversos que la división social del trabajo y la especialización
provocan en el trabajador. Este punto merece ser tenido en cuenta en relación al campo
de la Economía de la Felicidad, en el cual ya se realizan congresos propios y existen
asociaciones específicas, aportando con su autonomía mayor fragmentación a la
disciplina. La noción de “trabajo atrayente”, que, pese a ser formulada con todos sus
elementos no es hecha explícita en Luna, cae en el terreno de la satisfacción laboral, y
puede también ser tomada en consideración en relación al diseño de los Planes de
Garantía de Empleo o Trabajo Garantizado (en adelante TG) que son esbozados en el
tercer proyecto estudiado.
95 Para Marx y Engels la importancia del Socialismo Utópico está “en razón inversa al desarrollo histórico
de la sociedad”. Cuanto más desarrollado está el capitalismo y más emergen las contradicciones, más difícil
es también “conciliar lo inconciliable”, como pretendían estos autores (Marx y Engels, 1948, [2013] pp.88-
89). Debe señalarse que no apelaban, como se les reprocha, a la “humanidad” de los capitalistas, sino a su
“enriquecimiento”. Para Fourier el “nuevo mundo industrial y societario” cuadruplicaría las riquezas y
ahorraría recursos reales que podrían ser asignados a usos más elevados (Fourier, 1829, p.18 y 317).
89
Considerando ahora la Crítica de la Economía Política, no podemos dejar de hacer
hincapié en cómo el análisis de Marx pone sobre la mesa, por primera vez, las relaciones
sociales de producción específicas e históricas que diferencian cualitativamente el sistema
capitalista de cualquier otro modo de producción anterior. Las instituciones, las
estructuras y el conflicto pasan a un primer plano. En una EMP, una clase vende su fuerza
de trabajo; y otra decide si compra y en qué utiliza esta fuerza de trabajo. Pero estas
cuestiones no son decididas como clase, sino de forma fragmentada y privada por cada
capitalista individual. No hay ningún plan divino o natural que debemos descubrir.
Tampoco hay individuos homogéneos envueltos en una relación de intercambio. Las
riquezas ya no son riquezas sin más, son mercancías; y el valor que importa no es el valor
de uso, sino aquel valor en proceso que permite la acumulación constante de capital. La
acumulación de capital es el motor del sistema, guía la inversión sujeta a un proceso de
producción de valor incierto; y los beneficios monetarios continuados son la señal de que
los capitalistas han tenido éxito en la dirección del trabajo. La fuerza de trabajo comprada
es el único valor de uso que interesa al capitalista. Los productos donde es gastada le
importan únicamente en tanto que sean validados como trabajo abstracto socialmente
necesario; esto es, que realicen el “salto mortal” de la mercancía a través de la venta. Por
su valor de cambio, mostrando que el trabajo es así dirigido de manera útil. Y todo ello
bajo la supervisión de las finanzas.
Es habitual que Marx sea metido en el mismo saco que Smith y Ricardo, como el último
eslabón de una tradición clásica caracterizada por la Teoría del Valor (en adelante TV).
Sin embargo, su TV es cualitativamente diferente. Que él mismo defina su contribución
como una “Crítica de la Economía Política” debería verse como un aviso. El valor, el
trabajo, las riquezas y el dinero se transforman bajo el capitalismo, toman formas
particulares. La forma valor es, sin duda, la gran innovación del análisis económico
marxista. Existen dos razones por las cuales los economistas modernos ignoran semejante
desarrollo. Primero, porque la revolución marginalista ofreció los instrumentos para que
los economistas saltasen directamente al análisis de los precios y de la distribución. El
marxismo era visto como una teoría socialmente conflictiva para los intereses de la clase
dominante. Una justificación para ignorarlo, aunque sea instrumental, fue suficiente para
mandar la TV al olvido. De todos modos, no era necesaria. Desde entonces, la teoría
económica se centra en el estudio del intercambio, no de la producción. Los precios y sus
movimientos son todo lo que se requiere para el análisis moderno. Y segundo, la
90
formulación de la TV de Marx falló al no tener una teoría del dinero coherente con la
misma. Ello es, claramente, culpa de las características accidentales que en el momento
histórico que Marx escribía daban forma a las instituciones: el patrón oro. La teoría del
dinero de Marx es un fiel reflejo de la realidad institucional de su tiempo. Si bien intentó
escapar del ancla natural del metalismo hacia una argumentación basada en el
materialismo histórico, su génesis del dinero siguió dependiendo en último término del
oro. Pero no es en el último paso en relación al dinero simbólico donde la teoría se
derrumba, al caer en la circularidad de explicar el valor del dinero en el conjunto de
mercancías las cuales requieren a su vez ser medidas en dinero. También en el paso de la
forma caracterizada por los precios relativos a la forma equivalente general existe una
indeterminación lógica para explicar cómo un equivalente general se postula con éxito
frente al resto de equivalentes potenciales. Y la especulación histórica sobre el trueque
agregado de Marx, a lo sumo, da como resultado que el número de ecuaciones a resolver
sea menor; no un único equivalente general.
Lo más sorprendente de esta deficiencia en el corazón el análisis marxista es que para
buena parte de la Economía marxista no importa. Su “sistema” puede mantenerse de
forma instrumental dando una “Expresión Monetaria del Tiempo de Trabajo” (MELT por
sus siglas en inglés) ad hoc, que implica una identidad cuantitativa ex post que no hay
que explicar y que, de facto, no tiene nada que decir sobre el dinero. Es una mera
tautología.96 El análisis no monetario es característico de aquellos teóricos
comprometidos con la Ley de la Tendencia Decreciente de la Tasa de Ganancia, un
elemento determinista que está en manifiesta tensión con el Materialismo Histórico.
Hecha esta breve observación sobre un enfoque claramente whig, se deduce que nuestro
interés y esfuerzo se dirige a desarrollos muy diferentes que, creemos, son más fructíferos.
La línea de investigación surgida del estudio de este segundo proyecto tiene varias
ramificaciones, todas ellas relacionadas con el tercer proyecto analizado en esta tesis
96 Como señalan Fine, Lapavitsas y Saad-Filho, la definición del valor del dinero de lo que se ha venido a
llamar la “Nueva Interpretación” permite apartar el llamado “Problema de Transformación” de los valores
en precios. No proporciona ninguna alternativa a la teoría del dinero de Marx, sino que:
“proporciona un instrumento teórico para la transformación ex post de las cantidades
monetarias en equivalentes de valor, especialmente de los salarios en el valor de la fuerza de
trabajo. […] al definir el valor del dinero de esta manera, la NI excluye el análisis del proceso
de determinación del valor del dinero y su interacción con otros factores socioeconómicos”
(Fine, Lapavitsas y Saad-Filho, 2004, pp.7-8).
Gracias a esta definición instrumental del dinero, la Economía marxista es capaz de medir la tasa de
explotación y vincularla a otros aspectos de la acumulación de capital como el cambio técnico (Foley, 2000,
p.28).
91
doctoral. Baste decir, por ahora, que a la luz de la evolución de las instituciones
monetarias la TV puede tener una nueva oportunidad de retomar su posición privilegiada
en el análisis económico. En este tercer proyecto se expone un desarrollo que pone el foco
en la naturaleza del dinero y de las operaciones fiscales y monetarias: la Teoría Monetaria
Moderna. La ontología del dinero es importante porque arroja claridad sobre la dirección
de la causalidad de las operaciones implicadas. La fortaleza de este enfoque es la
recombinación de elementos que habían sido olvidados durante un tiempo, dándoles una
existencia conjunta distinta a las posibilidades que ofrecen independientemente.
Uno de esos elementos es la teoría cartalista o de dinero del Estado, que es presentada
como una teoría del origen del dinero plausible, histórica y lógica. No es el curso legal,
sino que son los impuestos los que establecen la condición “suficiente” para la postulación
del equivalente general y su circulación, forzando el uso de la moneda que el Estado emite
al ser aceptada en el cumplimiento de las obligaciones fiscales. Ponemos suficiente entre
comillas para resaltar que, en principio, no se desecha que haya otras formas de que un
equivalente general tenga una circulación estable en el tiempo y en comunidades grandes,
con una división social de trabajo encaminada al comercio general. Simplemente, no
hemos encontrado literatura que ilustre tal hecho. La investigación histórica sobre el largo
camino recorrido hasta que el dinero moderno se deshizo de sus formas accidentales es
una interpretación materialista de la historia alternativa a la génesis del dinero marxista.
Esta es otra de las líneas de investigación en las que estamos trabajando originada en esta
tesis doctoral, y que nos lleva a plantear la teoría metalista o de dinero-mercancía como
un momento o momentos específicos de la teoría cartalista.
Las Finanzas Funcionales de Lerner y el TG son los otros dos pilares que sostienen la
Teoría Monetaria Moderna. El concepto de Finanzas Funcionales atrajo la atención
durante la Segunda Guerra Mundial de dos economistas tan dispares como Friedman y
Keynes, quienes lo acogieron muy favorablemente.97 Debe entenderse como un marco de
97 Ambos comprendían la naturaleza de las operaciones fiscales y monetarias de la forma que el gasto
público introducía dinero en la Economía; es lo que Friedman describe como una “reorganización muy
necesaria del caso de archivo mental que se ha estado utilizando para clasificar los factores involucrados
en las operaciones fiscales gubernamentales” (Friedman, 1947, p.412-413). Los impuestos lo detraían; y
los bonos cambiaban un activo por otro. El problema estaba en cómo políticamente se ejecutaba la teoría,
esto es, a través de qué mecanismos se lograba el principio general de pleno empleo con estabilidad de
precios:
“Antes de que la teoría general en sí misma pueda traducirse a la práctica, debe mezclarse
con la política y las pasiones como cualquier otra forma de pensar, y la naturaleza del
resultado es algo que no puedo prever en detalle" (Keynes, citado en Aspromourgos, 2014,
p.419).
92
operaciones que no es ilimitado, que tiene reglas; solo que estas reglas difieren del marco
de operaciones de la Hacienda equilibrada de la Economía Neoclásica. Esta regla es una
regla macroeconómica, no presupuestaria. El presupuesto en lugar de ser un objetivo es
un medio o instrumento para lograr los objetivos económicos y sociales decididos como
sociedad. La discrecionalidad política de la que parecía venir acompañada el difuso
principio teórico de Lerner, que el gasto total debería ser aquel necesario para mantener
la economía en el nivel de pleno empleo con estabilidad de precios, creemos que podría
ser una de las causas que contribuyese a su descuido tras la Segunda Guerra Mundial.98
Es en este punto donde el TG entra en juego. También conocido como Garantía de
Empleo de Último Recurso, debe entenderse como un estabilizador automático
institucionalizado a través de una nueva constitución monetaria.99 Ello significa una
coordinación mucho más estrecha entre el Tesoro y el Banco Central a la reclamada con
la nueva normalidad sobrevenida tras la Gran Recesión. Es un retorno de la Política Fiscal
sobre la base de admitir la endogeneidad de la oferta monetaria y el principio de demanda
efectiva más allá de la imperfección del Límite Inferior Cero. Teóricamente, cambiar a
esta perspectiva histórica permite una mejor comprensión de la evidencia empírica que el
marco de análisis de la comunidad sociológica de economistas dominante. Con un
estabilizador automático como el TG, el Estado fijaría el precio que paga a los
Esta es una más de las líneas de investigación en curso. Estamos estudiando cómo la comprensión de las
Finanzas Funcionales estaba bastante generalizada en este período a través de economistas como Simons
(1942, p.196) o Ruml (1946, pp.35-36). 98 Debe hacerse hincapié en que ésta no es la única hipótesis con la que estamos trabajando. Podría parecer
que caemos en la simpleza de apuntar a la imperfección de las ideas y obviamos sin más la realidad material
de la que las ideas son un reflejo. Dos eventos importantes deben ser estudiados en relación a la noción de
finanzas funcionales y su ocaso: primero, cómo se gestionaron las políticas de reactivación de la economía
del New Deal; y segundo, la gestión económica de la Segunda Guerra Mundial. El reto aquí era doble:
prevenir la inflación ante la detracción de recursos reales hacia la Economía de guerra; y la posterior
reasignación de estos recursos reales empleados en la guerra para evitar la deflación por falta de demanda.
Las lecciones que extraigamos serán importantes para tiempos de paz, pero estimamos que sobretodo
podrán guiarnos para gestionar el cierre total o parcial de la economía en tiempos de pandemia como los
que estamos viviendo. 99 En lugar de fijar una regla contradictoria con el funcionamiento de una EMP como es la ampliación de
la oferta de dinero a una tasa constante, o seguir la Regla de Taylor para gestionar la oferta de dinero
indirectamente vía tipo de interés (que como hemos visto caen en el terreno de una ontología de EIR), se
diseñaría una regla funcional no discrecional en el terreno operativo. Es en este sentido que el TG puede
verse como una regla constitucional a lo Buchanan “bajo el gobierno del Leviatán” (Brennan y Buchanan,
1981, p.351; Barro y Gordon, 1983a, p.608; Moreno, 2017). Debe señalarse que, si bien el tamaño del TG
no dependería de las decisiones políticas; sí decidirían a qué se dedicarían los recursos reales movilizados
de esta forma. Además, si hubiese urgencias que requiriesen detraer recursos reales empleados por el sector
privado para hacer frente a la lucha contra el cambio climático mediante, por ejemplo, un Green New Deal,
éstos podrían liberarse restringiendo los ingresos privados mediante impuestos (Nersisyan y Wray, 2019,
p.8). No obstante, debe remarcarse que el TG en sí mismo provoca una liberación de recursos reales más
eficiente al reducir los costes sociales y económicos ocasionados por la marca del desempleo a largo plazo.
Es evidente que aquí tenemos otras dos líneas de investigación transdisciplinares a desarrollar.
93
desempleados en los programas que son diseñados localmente, con el fin de atender las
necesidades comunitarias. Si bien, en el caso de que los aumentos de productividad sean
un objetivo deseable por la presión de la restricción externa, mantener niveles más altos
de empleo privado con una inflación estable requerirá que los planes sean coordinados a
niveles más elevados de la administración, con el fin de estar orientados a estimular el
desarrollo de las capacidades individuales. La situación concreta de cada país y las
preferencias de sus ciudadanos serán determinantes para decidir qué tipo de programas
diseñar. En todos los casos, también en los países en vías de desarrollo, el tamaño de estos
programas no será discrecional, sino que se ajustará a las demandas de ingresos / ahorros
/ beneficios del sector privado. Los niveles de bienestar alcanzados por esta vía serán muy
dispares para cada país, y estarán en función de sus recursos reales disponibles. Aumentar
la Frontera de Posibilidades de Producción de la Economía requerirá complementar el TG
con una batería de políticas comerciales y fiscales adecuada para mejorar su situación.
Porque el TG es una herramienta útil para el desarrollo endógeno y la estabilidad interna
de los países, pero no es una varita mágica que haga crecer recursos reales allí donde no
los hay instantáneamente. Esto abre la puerta a un comercio internacional sobre bases
más firmes; en vez de perpetuar la estrategia neomercantilista de empobrecer al vecino o
de verse envuelto en una carrera hacia el fondo basada en el dumping fiscal, la ausencia
de derechos laborales o regulación ambiental para atraer Inversión Extranjera Directa.
Como puede inferirse, las líneas de investigación que abre el TG en el campo del
Desarrollo son complejas y, a su vez, esperanzadoras. Primero viene la teoría y luego las
estadísticas. Cada país o región cuenta con unas características concretas que deben
incluirse en los escenarios analizados con el fin de tomar las decisiones adecuadas para
el diseño de los programas de garantía de empleo. No es una tarea fácil. La regla de
alcanzar la estabilidad de precios a través del pleno empleo, en lugar de mediante el
desempleo, crea una asignación de recursos reales más eficiente social y
económicamente, al eliminar buena parte de los costes económicos ocasionados por la
marca del desempleo y que no se reducen únicamente al desgaste de las capacidades
individuales. Estos costes son la exclusión social, la prisión, la ansiedad, la depresión, el
alcoholismo, la drogadicción, la ludopatía, la mala salud, la desestructuración de la
familia, etc. Considerando estas “externalidades” del desempleo incluso puede llegar a
decirse que el TG se paga solo. Pero la financiación no es el problema, como se desprende
de la ontología del dinero expuesta en esta tesis doctoral.
94
Si nos abstraemos de plantear una introducción del dinero autónoma por parte del emisor
de moneda, el análisis sobre cuál es la fuente de los beneficios monetarios que mueve la
acumulación del capital y, por lo tanto, la inversión y el empleo, nos muestra que existen
únicamente dos opciones alternativas, ambas insostenibles. La primera ya la hemos
mencionado, absorber el poder adquisitivo de los países vecinos. Esta posibilidad está
disponible para un grupo de países muy reducido. Depende de que la balanza comercial
de otros países sea negativa, y a nivel global las exportaciones e importaciones se
equilibran. Por mucho que aumente la competitividad de los países esta es una media
móvil. La distribución cambia, pero el poder adquisitivo total no se incrementa así. La
segunda posibilidad es el endeudamiento privado. La creación de burbujas puede sostener
los beneficios durante varios períodos; hasta que se hace evidente que los agentes
privados, usuarios de moneda, no tienen la capacidad de ingresos futuros para sostener
esta deuda y la burbuja pincha. La paradoja de los beneficios, la pregunta a de dónde salen
los beneficios para proseguir la acumulación del capital, es otra de las líneas de
investigación que estamos trabajando a partir del esquema de reproducción ampliada de
Marx. Esto nos lleva al estudio de cómo el dinero es introducido en el sistema capitalista
para financiar los procesos productivos y cuáles son las condiciones específicas para la
reproducción ampliada del sistema. Del antagonismo entre capitalistas-trabajadores es
imposible que surja. El salario debe verse como un adelanto de los capitalistas a los
trabajadores que éstos luego gastan en comprar los bienes producidos en los procesos
productivos. A lo sumo, solo puede volver a los capitalistas tanto como han gastado
previamente. Y si sugerimos que los capitalistas se compran entre ellos, el resultado es
que a nivel de clase han cogido el dinero de un bolsillo para meterlo en el otro. Además,
necesitamos incluir en el análisis una demanda autónoma que no sea un ingreso inducido
para estudiar cómo se forman las expectativas de las que la inversión depende. Una línea
prometedora aquí es investigar cómo el TG puede ser compatible con el multiplicador
sraffiano.100
100 Dejuán identifica las exportaciones con la demanda autónoma verificando cómo el flujo persistente de
demanda inducida y la sobreutilización que ocasiona empuja a las empresas a aumentar el nivel de
capacidad hacia la tendencia autónoma de forma estable (Dejuán, 2016, p.21) No obstante, ya hemos visto
como la vía del comercio exterior no es ni autónoma ni sostenible, aunque sí sea tomada como tal en este
modelo. El déficit del Estado puede verse como un “excedente artificial de exportaciones” (Kalecki, 1952
[1973], pp.53-54), plenamente autónomo, y que incluye “implícitamente una teoría del comportamiento del
grado real de utilización de la capacidad a largo plazo” (Serrano, 1995, p.85). Este aspecto es importante
para la teoría del crecimiento en relación al estudio de los efectos producidos por el cambio tecnológico en
la economía (Cesaratto, Serrano y Stirati, 2003, pp.50-51).
95
Volviendo a la oportunidad abierta para la TV a la que hacíamos referencia al pasar a
comentar el tercer proyecto radical estudiado, creemos que el replanteamiento de ésta a
través de la teoría cartalista permite desarrollar una teoría monetaria del valor trabajo
donde el TG funciona como patrón de valor. Mientras que la TV de Marx solo se ocupa
del trabajo abstracto universal que es validado socialmente de manera indirecta en el
mercado, el TG permite completar el puzle del trabajo abstracto universal, al incluir aquel
trabajo directamente social comandado por la Administración. Podemos dividir este
trabajo abstracto directamente social en un elemento fijo, que alude a aquellos empleos
permanentes en el sector público, y un elemento transitorio, que se refiere a los empleos
resultantes del programa de TG. El salario ofrecido en el TG funcionaría como un ancla
al resto de precios de la economía. El pleno empleo alcanzado por esta vía, evidentemente,
tendrá importantes efectos distributivos que deberán ser estudiados; fijando un suelo a los
salarios y conteniendo la espiral precios-salarios al sustituir el ejército de reserva de
desempleados por un ejército de reserva de empleados, con sus plenas facultades
operativas. Pero eso no es todo. Las apuestas realizadas por los bancos privados al
financiar nuevos procesos productivos pre-validan el trabajo abstracto universal. Los
fracasos de estas apuestas significan que se ha introducido dinero en la Economía que no
se corresponde con las necesidades sociales. Las quiebras son inherentes al
funcionamiento de una EMP y no se pueden suprimir sin más. Siempre habrá ciclos, pero
podemos suavizar sus efectos. Las estrategias propuestas por la Escuela Regulacionista
francesa para hacer frente al “dinero extra” que tales quiebras dejan en la economía son
dos: o los agentes envueltos en la quiebra corren con las pérdidas, lo que afecta al empleo
y la demanda empujando hacia la deflación; o las pérdidas son absorbidas por la sociedad
mediante la desvalorización de la moneda; lo que lleva a la inflación. Dada la realidad de
las quiebras, el TG puede verse como un apoyo a la primera estrategia, absorbiendo a los
empleados despedidos y neutralizando en parte con ellos los efectos de las malas apuestas
privadas en la provisión social de bienes y servicios. No habría razón para permitir la
existencia de empresas zombis que son mantenidas a costa de la sociedad por vía del
crédito. La introducción de dinero por parte del Estado vía TG sería un mecanismo
endógeno anti-inflacionista, mientras que el dinero introducido por los bancos en función
de la demanda de crédito solvente es potencialmente inflacionista.
En resumen, el estudio de los tres proyectos radicales nos describe una imagen lo
suficientemente estable de las instituciones que gobiernan y estructuran el modo de
96
producción capitalista. Debemos comprender las ideas enunciadas en ellos como
argumentos que forman parte de un presente extendido; no del pasado. Por otro lado, las
diferentes etapas reflejan cambios en la superestructura que ayudan a identificar los
elementos accidentales de las instituciones que limitan en su momento el alcance de las
teorías, y que vistos hoy ofrecen nuevas posibilidades de desarrollo a ideas
prematuramente rechazadas, ideas que un economista especializado en HPE puede
rescatar, recombinar y reformular. El “derecho al trabajo”, análogo al “derecho de
propiedad” que reclamaban los socialistas utópicos puede ser una realidad bajo la
institucionalización de un moderno estabilizador automático como el TG. Y la TV puede
ocupar nuevamente su lugar en el centro del análisis económico en su versión monetaria
actualizada. Son cuantiosas las líneas de investigación que la perspectiva histórica abre a
futuros conocimientos útiles para el análisis económico, algunas de las cuales hemos
reseñado en estas conclusiones. No se requieren cambios en la estructura. No hay que
“aplicar” un sistema monetario nuevo. Las operaciones fiscales y monetarias ya operan
de una forma que escapa al entendimiento de la Economía Neoclásica. La sabiduría
convencional es sepultada por la fuerza de los acontecimientos; y la coordinación
requerida entre la política fiscal y la monetaria no puede reducirse a una simple cuestión
moral. Estamos, seguramente, ante un nuevo régimen de acumulación al que debe aún
darse su forma concreta. Y la teoría económica que surja debe ser un reflejo de ello, no
pudiendo esta ser expresada por la armonía estética de una ontología natural.
Parafraseando a un conocido filósofo marxista del siglo XX, la teoría económica no puede
ser “tan abstracta como lo han llegado a ser las relaciones entre los hombres” (Adorno,
1970 [1983], p.49).
97
BIBLIOGRAFÍA
(no incluida en ninguno de los capítulos)
98
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116
NOMENCLATURA
HPE – Historia del Pensamiento Económico
EIR – Economía de Intercambio Real
EMP – Economía Monetaria de Producción
TCD – Teoría Cuantitativa del Dinero
ZLB – Límite Inferior Cero (Zero Lower Bound, en inglés)
TG – Trabajo Garantizado
TV – Teoría del Valor
DSGE – Equilibrio General Dinámico Estocástico (Dynamic Stochastic General
Equilibrium, en inglés)
117
INFORME DEL DIRECTOR DE LA TESIS
La tesis doctoral de Esteban Cruz Hidalgo, que aquí se presenta, supone sin duda una
contribución significativa a la historia del pensamiento económico. Entre los estudios
(agrupados en bloques temáticos) que componen dicha tesis doctoral podemos comprobar
como el doctorando es capaz de analizar de forma magistral tres momentos históricos que
marcan la concepción que a día de hoy tenemos de la disciplina económica, siendo capaz
de contextualizar con éxito cada uno de los postulados sobre cuestiones monetarias y
sociales en el momento del tiempo en el que fueron descritos por los economistas, así
como la teoría económica que en ese momento la amparaba. Todo ello, bajo un contexto
histórico de las ideas y del pensamiento económico, ámbito al que se circunscribe su
investigación.
A lo largo de los estudios que han ido siendo publicados en su prolífica experiencia como
doctorando, Esteban Cruz ha demostrado haber adquirido la capacidad de publicar en las
revistas más importantes para la disciplina de la Historia del Pensamiento Económico,
que, para ser honestos, en la actualidad ofrece pocos reductos en los que poder postular
las investigaciones, al ser especialmente difícil encontrar revistas de impacto que traten
temas como la historia del pensamiento. En este sentido, hay que decir que las 4 grandes
publicaciones internacionales de la disciplina “History of Economic Thought” se
encontraban fuera del Journal Citation Report en su edición de 2018, estando, eso sí,
referenciadas en distintos cuartiles del Scimago Journal Ranking recientemente publicado
para 2019. Esto ha cambiado con la publicación reciente del Journal Citation Report 2020
que incluye los índices de impacto de 2019.
Realizar una temática doctrinal para alguien en su periodo de formación como
investigador es una difícil tarea y ha sido realizada con éxito, y lo ha hecho con una
metodología puramente lógica y con un enfoque muy novedoso y ambicioso, por la
amplitud temporal que abarcan cada uno de los proyectos económicos que analiza.
La tesis empieza en su bloque 1 centrándose en la etapa denominada como Socialismo
Utópico, que el doctorando aborda con el texto “La cuestión social” en el Tratado de
Economía Política de Julián de Luna y de la Peña, publicado en la revista Iberian Journal
of the History of Economic Thought, la cual cuenta se encuentra indexada y es evaluada
en:
- Latindex (evaluada en catálogo de 2018 cumpliendo 36 de las 38 características).
- ERIH PLUS by Dimensions
- CIRC 2020. Categoría C.
118
- MIAR 2020 con un ICDS de 5.8 sobre 11
También está indexada en otras bases de datos de prestigio para la disciplina como son
Econbiz y EconLit.
Aunque esta revista no tiene impacto en JCR o SJR, dada su juventud (comenzó a editarse
en 2014) es reconocida en la disciplina de Historia del Pensamiento Económico como la
mejor revista en habla hispana, contando en su consejo de redacción, en su consejo asesor
y en la nómina de autores que han publicado los mayores expertos nacionales e
internacionales en historia de las ideas económicas.
En el bloque 2 se centra en la Critica de la Economía Política y, en particular, aborda la
teoría económica asociada al socialismo de Marx con el texto The two faces of
abstraction: A monetary adjustment of Marx´s labor theory of value. Este artículo está
aceptado para su publicación en la revista History of Economic Ideas, que es una de las 4
publicaciones más importantes de la disciplina a nivel internacional, contando con el
siguiente impacto para el año 2019 (Impact factor: 0,178):
- Q2 en History, Q3 en Sociology and Political Science y Q4 en Economics and
econometrics en el Scimago Journal & Country Rank (índice de impacto principal
en el área de Historia e Instituciones Económicas junto con JCR).
Como se ha dicho, se trata de una de las publicaciones de Historia del Pensamiento
Económico mejor posicionada en los rankings internacionales, habiendo formado parte
de la edición del JCR hasta 2017, en que abandonó la indexación junto a las otras dos
principales revistas internacionales de la disciplina, Journal of the History of Economic
Thought y European Journal of the History of Economic Thought debido al elevado
número de autocitas existentes en las tres publicaciones. Siendo las únicas publicaciones
de la disciplinas en el JCR hasta 2017 a nivel internacional, puede entenderse que el
elevado número de autocitas se debía más a que en ellas acababan (y acaban) publicando
los mejores expertos de la disciplina, y no a prácticas editoriales de las publicaciones
relacionadas para promover sus índices de impacto.101 No obstante, en los días que se
registra esta tesis ha sido publicado el JCR 2020 con los índices de impacto de 2019 donde
esta revista vuelve a esta indexación.
El bloque 3 está centrado en el novedoso enfoque denominado comúnmente como Teoría
Monetaria Moderna y cuenta con dos contribuciones que, por el incipiente desarrollo de
este enfoque, pueden ser consideradas como doctrinales. La primera de ellas es el artículo
101 En un artículo de www.ineteconomics.org se explicaba muy bien lo courrido
(https://www.ineteconomics.org/perspectives/blog/boycott-the-journal-rankings).
119
titulado El dinero moderno y el enfoque cartalista institucional, publicado en la Revista
de Economía Institucional, una de las más influyentes a nivel internacional en estudios
relativos a la escuela económica del marco institucional. Esta aportación cuenta con el
siguiente impacto para el año 2019 (Impact factor: 0.12):
- Q4 en Economics and Econometrics en el Scimago Journal & Country Rank
(índice de impacto principal en el área de Historia e Instituciones Económicas
junto con JCR).
Se optó por esta revista para la publicación del artículo porque el enfoque cartalista, que
se aborda en el artículo, se ajusta al marco teórico y analítico institucionalista. Además,
a pesar de su indexación en el cuarto cuartil, es, sin duda, una de las más publicaciones
más respetadas a nivel internacional sobre economía institucional. Una muestra de la
relevancia de esta publicación es que el artículo comparte número de la revista con textos
de autores tan relevantes como L. Randal Wray, una de las figuras más destacadas de la
economía institucionalista en la actualidad.
El segundo texto del bloque 3 titulado La concesión del «dinero moderno» y su
contribución a un nuevo marco político monetario-fiscal publicado en la Revista de
Estudios Políticos, la cual cuenta con el siguiente impacto para el año 2018 (año de
publicación del artículo) (Impact factor en JCR: 0.37; Impact factor en SJR: 0,28):
- Q2 en Political Sciences and International Relations y Q” en Sociology and
Policatl science en el Scimago Journal & Country Ranking; y Q4 en Political
Sciences Políticas en Journal Citation Report (JCR).
Fuera ya de la tesis, hay que mencionar también que durante su etapa predoctoral el
doctorando también ha sido autor de otros trabajos indexados en rankings internacionales,
aunque por motivos de temática se han decidido dejar fuera de su tesis doctoral como son:
Parejo, F. M., Rangel, J. F., y Cruz, E. (2020). The insertion of China in the international
garlic market. A descriptive analysis, 1960-2014, Economía Agraria y Recursos
Naturales -Agricultural and Resource Economics, 20 81), 77-101.
https://doi.org/10.7201/earn.2020.01.04. SJR: Q3 Enviromental Science
(miscellaneous).
Rangel, J. F., Parejo, F. M., y Cruz, E. (2019). Distrito rural y ciclo de vida. El caso de la
comarca de Vegas Altas del Guadiana, Extremadura, España, Espacios, 40 (40).
http://www.revistaespacios.com/a19v40n40/19404013.html. SJR: Q3 Business,
Management and Accounting.
120
Cruz, E., Parejo, F. M. y Rangel, J. F. (2020). Reflexiones sobre el dinero moderno. La
emergencia del cartalismo, Athenea Digital: Revista de pensamiento e investigación
social. (en prensa). SJR: Q3 Social Science (miscellaneous).
Es por todo ello, que se considera que el doctorando cumple con el criterio establecido en
la normativa vigente, el cual explicita: “De estas aportaciones al menos dos tendrán que
estar publicadas en revistas indexadas en el ISI-JCR o tratarse de alguna contribución
relevante en su campo científico según los criterios de la Comisión Nacional Evaluadora
de la Actividad Investigadora (CNEAI).”; entendiéndose que las 4 publicaciones que se
presentan son relevantes para el área de Historia e Instituciones Económicas bajo criterios
de la CNEAI, en concreto para la disciplina Historia del pensamiento económico,
vinculada a esta.