ensayo del sida
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SECRETARIA DE EDUCACIÓN
SUBSECRETARIA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR Y SUPERIOR
DIRECCIÓN GENERAL DE TELEBACHILLERATO
ZONA COSCOMATEPEC
TELEBACHILLERATO “MONTE BLANCO”
CLAVE 30ETH0175L
ENSAYO DE ÉTICA MÉDICA, EUTANASIA Y DERECHO A MORIR, SIDA Y
DERECHO DE LOS PACIENTES
COORDINADOR: PROF. ENRIQUE LUNA MUÑOZ
ASESOR DE LA MATERIA: PAULA GEORGINA CIRIGO GONZÁLEZ
NOMBRE: JACINTO NORIEGA ESTELA VIVIANA
2º SEMESTRE GRUPO “A”
NÚMERO DE LISTA: 10
FECHA DE ENTREGA: 28 DE JUNIO DEL 2011
MONTE BLANCO, FORTÍN DE LAS FLORES, VER.
INDICE
Prologo…………………………………………………………………………….. 4
Introducción……………………………………………………………………….. 5
Ética médica………………………………………………………………………. 6
La autonomía……………………………………………………………………… 6
Principios de Beneficencia………………………………………………………. 8
Eutanasia………………………………………………………………………….. 8
Derecho a Morir…………………………………………………………………… 9
Derechos de los Pacientes………………………………………………………. 12
Conclusión………………………………………………………………………… 14
Bibliografía…………………………………..…………………………………….. 17
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PROLOGO
El SIDA no es una enfermedad como otras. De las muchas enfermedades que se han
descubierto en los últimos años el SIDA ha sorprendido a la comunidad científica tanto
por sus repercusiones como por sus misteriosos mecanismos patogenéticos. Pero su
verdadera importancia es el haber salido de su ámbito científico y haberse hecho
protagonista de la vida de todos los ciudadanos, modificando hábitos y replanteando
cuestiones morales.
Sorprende que en este corto espacio de tiempo se pueda llegar a conocer tanto (y a la
vez tan poco) de esta enfermedad. La sociedad, acostumbrada a los avances de la
Medicina, asume sus logros como algo obvio, pero no llega a entender sus carencias.
Hasta los médicos no especializados debemos confesar que nos resulta difícil justificar
que, tras el enorme derroche de medios destinados al estudio del SIDA, los resultados
prácticos sean todavía tan limitados.
Y como no podía ser menos, desde muy pronto el SIDA también ha entrado de lleno en
nuestra profesión de oftalmólogos. Y aquí, una vez más, puede decirse que la patología
está bien y profusamente descrita, pero siguen sin explicarse los mecanismos íntimos
de muchos de los cuadros.
A nadie se le escapa la dificultad intrínseca de desarrollar esta ponencia: bibliografía
inabarcable, cuadros clínicos complejos, planteamientos terapéuticos polémicos y en
continua evolución... Su aportación fundamental es la de ofrecer de forma tanto
didáctica como exhaustiva, el estado actual de las alteraciones oculares por el SIDA
(aunque nada es «actual» en el SIDA). El autor ha comprendido la necesaria
colaboración multidisciplinar, por la propia complejidad de la enfermedad y porque casi
todas las estructuras oculares se pueden encontrar afectadas de una u otra forma.
Podemos asegurar que muchos capítulos de esta ponencia están destinados a ser
historia en un corto espacio de tiempo; probablemente, desde el momento de su
impresión. Esta futilidad, tan propia de nuestros tiempos, marca la desproporción entre
el trabajo para escribir la obra y su caducidad. Pero se trataba de un esfuerzo
necesario, un «personaje», que buscaba autor, y esto lo sabía bien quien asumió este
papel.
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INTRODUCCION
"El médico deberá respetar los derechos de los pacientes". Pero la ética sobrepasa el
derecho porque un derecho es satisfecho por el respeto a la norma en el marco de una
interpretación estricta. La ética exige del médico que sea igualmente bueno, honesto y
desinteresado, en la interpretación más amplia del concepto, lo que ningún derecho
puede garantizar.
Uno de cada 100 adultos de edades comprendidas entre los 15 y los 40 años está
infectado por el VIH, el virus que provoca SIDA. Solamente 1 de cada 10 personas
infectadas sabe que lo está. Se estima que en la actualidad hay más de 30 millones de
personas viviendo con la infección por el VIH. Para el corriente año se espera que la
cifra aumente a 40 millones.
Desde el principio de la epidemia se estima que 3,8 millones de menores de 15 años de
edad se han infectado por el VIH y que 2,7 millones han fallecido. Más del 90% de esos
niños han contraído el virus a través de sus madres seropositivas, antes o durante el
parto o a través de la lactancia natural. Más de 8 millones de niños han perdido a su
madre por causa del SIDA antes de cumplir los 15 años, y muchos de ellos también han
perdido a su padre. Se calcula que esta cifra casi se duplicará para este año 2000.
Es indudable, a nuestra manera de ver, que el primordial derecho que puede asistir hoy
a todo ser humano es el de la vida, pero cuando se ve afectado por unas condiciones
de salud lamentables, que llevan a quien las padece a verse en una situación en la cual
se ve recluido en una unidad de cuidados intensivos, de la cual no se sabe si saldrá,
donde su existencia está en la cuerda floja, donde puede existir una salida irreversible,
donde la existencia dependerá en el futuro de medios extraordinarios, conectado a
maquinas como el respirador artificial, cabe preguntarse si se está cuidando la vida o
prolongando la agonía que nos puede llevar a la muerte. En un momento así...
¿EUTANASIA?
El mundo necesita ayuda para resolver este gran problema, es por eso que se realizo
esta investigación documentada en hechos que acontecen todos los días, para que
tomemos conciencia de los líos en los que estamos metidos todos.
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ÉTICA MÉDICA
La Ética Médica entonces es una disciplina que se ocupa del estudio de los actos
médicos desde el punto de vista moral y que los califica como buenos o malos, a
condición de que ellos sean voluntarios, conscientes.
Al decir "actos médicos", hacerse referencia a los que adelanta el profesional de la
medicina en el desempeño de su profesión frente al paciente (Ética Médica Individual) y
a la sociedad (Ética Médica Social). Los actos que lleve a cabo en función de su vida
privada, no profesional, caerán en el campo de la Ética General, la misma que permite
juzgar los actos de cualquier persona.
Tres son los principios que en la actualidad hacen las veces de leyes morales en Ética
Médica y que, como ya dije, fueron propuestos, con carácter general, por el filósofo
David Ross. Son ellos; autonomía, beneficencia – no maleficencia y justicia.
LA AUTONOMIA
La autonomía hace referencia a la libertad que tiene una persona para establecer sus
normas personales de conducta, es decir la facultad para gobernarse a sí misma,
basada en su propio sistema de valores y principios. La palabra deriva del griego autos
que significa "mismo" y nomos que significa "regla", "gobierno", "ley", es decir, expresa
autogobierno, sin constricciones de ningún tipo.
La persona autónoma determina por sí misma el curso de sus acciones de acuerdo a
un plan escogido por ella misma. Por supuesto que durante el acto médico la
autonomía tiene que ver con la del paciente y no con la del médico. es un derecho que
limita lo que debe y puede hacer el médico por su paciente. Se ha tomado tan serio que
los médicos que actúan contra los deseos del paciente, aun para salvarles la vida,
pueden llegar a enfrentarse a los tribunales disciplinarios y penales.
Como corolario de esos análisis se ha llegado a la conclusión de que la autonomía
pura, verdadera, no existe. Si existe, reside en el nivel último de la conciencia, en el
más profundo que pueda poseer la persona. Es que, como bien lo señalan Mappes y
Zembaty, la autonomía puede interpretarse como libertad de acción, como libertad de
escogencia o como deliberación efectiva. Lo cierto es que la racionalidad y la libertad
de acción son fundamentales para que un individuo pueda considerarse autónomo.
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¿qué requisitos debe poseer una acción para que pueda considerarse como
autonomía? tres los requisitos necesarios, así : que se ejecute con intencionalidad, con
conocimiento y sin control externo.
Para que una acción sea intencional debe ocurrir como resultado de la intención de
hacerla. No puede, por lo tanto, ser accidental, ni ser hecha de manera inadvertida o
por error, ni ser producto de la presión física ejercida por otro. Puede decirse que la
acción intencional es una acción que se lleva a cabo de acuerdo con un plan
preconcebido.
El segundo requisito, es decir que la acción se ejecute con conocimiento o
entendimiento, hace referencia a que si la gente no entiende la acción, ésta no será
autónoma dado que es imprescindible que se comprenda cuál es la naturaleza de ella y
cuáles sus posibles consecuencias.
El tercer requisito tiene que ver con el control que desde fuera pueda ejercerse sobre la
persona, en relación con sus actos, y que puede hacerse de distintas formas o grados:
mediante coerción, manipulación y persuasión.
Por otra parte, la autonomía también puede verse interferida o restringida por factores
internos, como serían alteraciones orgánicas o funcionales del cerebro (ejemplo:
neurosis compulsiva).
Como vemos, el principio de autonomía no es más que el derecho moral al
autogobierno
Así las cosas, el principio de autonomía en ética Médica puede prestarse a conflictos de
tipo profesional y, por supuesto, de orden moral.
Si los valores morales del paciente entran directamente en conflicto con los valores de
la medicina, la responsabilidad fundamental del médico es respetar y facilitar la
autodeterminación del paciente en la toma de decisiones acerca de su salud.
Esta política de hacer primar la voluntad o autonomía del paciente frente a la del
médico limitó el poder de éste y protegió a aquél de un abusivo entretenimiento,
culpable de muchas aberraciones, como son las hospitalizaciones no voluntarias o las
cirugías no consentidas.
Sin embargo, el "yo quiero que..." del paciente, no puede interpretarse como una orden
de obligado cumplimiento por parte del médico. "Yo quiero que me practique una
operación cesárea", o "yo quiero que me aplique la eutanasia", no obstante poder ser
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determinaciones coherentes con el sistema de valores y actitudes frente a la vida por
parte del paciente, el médico tiene la obligación de consultar sus propios valores y
principios, su buen juicio, para acceder o no a la demanda que se le hace.
PRINCIPIO DE BENEFICIENCIA – NO MALEFICIENCIA
El documento perdurable que ha servido de punto de partida y de sustento a la ética
médica occidental, es el Juramento hipocrático. El médico debe "ejercitarse respecto a
las enfermedades en dos cosas, ayudar o al menos no causar daño".
NO obstante que el significado de "bien moral" puede interpretarse de diferentes
maneras, lo cierto es que se considera que un acto es bueno cuando está encaminado
a favorecer lo que naturalmente es conveniente al hombre.
No habiendo nada más conveniente al hombre que una buena salud, el mayor bien o
beneficio que puede causársele es devolvérsela cuando la ha perdido, o protegérsela
cuando la posee. Si aceptamos, como propuse atrás, que la salud debe, en ética
médica, adquirir la categoría de valor moral, corresponde al médico velar solícitamente
por ella, tenerla como fin último de su actuar profesional.
¿De qué otra manera puede beneficiarse al paciente como tal, si no es defendiendo su
salud, que es uno de sus mejores y legítimos intereses?. Sin duda, es el objeto, la meta
del llamado "acto médico".
Por eso ha sostenido J.F. Drane que el principio de beneficiencia es para la medicina lo
que el principio de libertad es para el periodismo: la norma ética fundamental.
Beneficiencia es actuar para prevenir el daño, o para suprimirlo, o para promover el
bien. De esa manera se ayuda al "otro", ayuda que simboliza el humanitarismo que ha
caracterizado a la medicina desde sus inicios.
EUTANASIA
La palabra eutanasia viene del griego, así: eu = bueno, thanatos = muerte, significa
"buena muerte", término filosófico que ha evolucionado con el tiempo y que actualmente
sigue siendo motivo de un intenso debate ético que trasciende el ámbito de la medicina
o la tanatología.
En nuestra civilización la eutanasia constituye un desafío desde el punto de vista ético y
también legal. Algunos enfermos desahuciados piden que los dejen morir para que se
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acaben sus sufrimientos. Ahí se presenta todo un dilema no sólo para los médicos y
familiares, sino también para la sociedad y los Estados modernos.
En el mundo actual, el debate acerca de la eutanasia es cada vez más intenso y
muchas personas se manifiestan a favor o en contra de la eutanasia o el derecho a una
buena muerte para evitar sufrimientos físicos y psíquicos.
Pero sólo dos países, Holanda y Bélgica, tienen una legislación que permite la
eutanasia.
En otros países la eutanasia avanza hoy a grandes pasos: China, Alemania, Japón e
India podrían en breve anunciar su legalización.
Sin embargo, que la legalización de la eutanasia avance no significa que el debate ético
haya concluido o haya sido superado.
DERECHO A MORIR
Aceptado en el mundo occidental el marco ético que reconoce a la persona humana
como sujeto de derechos que le pertenecen por razón de su esencia y que deben
respetarse, entre los cuales se halla el derecho a la autonomía —entendida como
capacidad para resolver libremente sobre todo aquello que la afecte de cualquier modo
— parece apenas lógico pedir y esperar que se permita el ejercicio pleno de esa
autonomía en todas las etapas de la vida, sin más limitaciones que aquellas que pueda
imponer la situación mental del individuo; esto incluye, sin duda, la etapa final o
‘terminal” mientras en ella se conserve la conciencia.
La muerte digna será, en ese contexto, la que llegue en las condiciones que elija quien
va a morir; tal elección deberá poderse hacer cuando se inicien esos ‘últimos días” pero
también debe ser posible en forma de voluntad anticipada, de ‘testamento vital” que la
persona ponga por escrito con determinadas formalidades cuando aún esté lejos de su
fin y que, conocido por sus parientes y por los profesionales encargados de atenderlo,
sea de obligatorio cumplimiento aunque el firmante haya perdido la capacidad mental
para exigirlo.
La “muerte digna” no es, no puede ser, solamente conseguida por eutanasia aunque
esta si debe estar entre las posibilidades para que la pida y utilice quien considere que
puede hacerlo.
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Entendidas de esta manera las posiciones, parece lógico esperar que toda persona en
uso de sus facultades mentales desee morir con dignidad y ponga de su parte lo
necesario para conseguirlo. La sociedad y el Estado deben dar las condiciones para
que la elección individual sea posible y se respete plenamente, como una de las
garantías que tiene derecho el ser humano por la sola razón de existir, como uno de los
supuestos básicos para el libre desarrollo de la personalidad, en el mejor sentido de
este concepto.
SIDA Y DERECHO DE LOS PACIENTES
Una enfermedad nunca debe ser criminalizada, sin embargo el VIH/SIDA desde sus
comienzos ha tenido una carga negativa sobre sí, la cual ha hecho que además de los
estigmas y el discrimen, aquellos que padecemos de la enfermedad tengamos que
sufrir el prejuicio en diferentes manifestaciones.
Recientemente tuvimos la oportunidad de leer una noticia sumamente alarmante, en la
cual se mencionaba el arresto y encarcelamiento de un portador del VIH quién
criminalmente y sin la más mínima concepción moral o ética tuvo relaciones sexuales
con diecisiete mujeres, cinco de las cuales ya han sido diagnosticadas con el virus.
Si bien podemos señalar este caso como uno aislado, debemos recalcar el principio por
el cual debemos dejarnos llevar cuando hacemos cualquier acto que pueda reflejar
algún efecto sobre los demás: el amor y el respeto a la vida. Debemos dejarnos llevar
por este precepto sagrado para poder vivir con entereza y en el bien, una vida
complicada, difícil y dura de llevar...
Es por ello que consideramos que las personas con el VIH debemos hacer nuestro
estatus seropositivo público. Además de servir como ejemplo vivo de que somos
personas capaces de contribuir a la sociedad a la cual pertenecemos, y que dicha
apertura sirva para derrumbar mitos sobre la enfermedad, esta acción conlleva una
responsabilidad ineludible para el que la toma. Es abrir las ventanas, dejando que entre
el sol y refulja sobre nuestros cuerpos, mentes y almas...
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Hay otras situaciones, como lo es por ejemplo la notificación de las parejas al ser
diagnosticados positivos, que deben provenir primariamente de quién ha sido
diagnosticado. El estado no debe inmiscuirse en llevar a cabo la notificación a menos
que se le dé suficiente tiempo a la persona para que vaya y le comunique la verdad a
su pareja o parejas, impidiendo la intervención de terceros lo más posible. Sin embargo,
si pasa suficiente tiempo y la persona no toma acción al respecto, entonces el estado
deberá, con profesionales de la salud que garanticen la confidencialidad de todos los
envueltos, dejar saber lo que sucede a las parejas de la persona diagnosticada
originalmente.
El estado debe intervenir en decir el estatus positivo de un individuo solamente cuando
éste esté acusado de violación, y se le dé dicha información a la víctima.
Criminalizar, después de veinticinco años, una enfermedad que afecta a todos por igual
es atrasar la lucha contra la misma. Es por eso que debemos humanizar la epidemia
hasta hacerla desaparecer...
Otro concepto, que más que concepto debe ser una forma de vida, es la necesidad de
la solidaridad entre los que padecemos la enfermedad. Es amargamente triste ver como
las diferencias entre las personas pueden tener más peso que la tragedia de vivir con
una enfermedad compartida. Hay que elevar las dimensiones de nuestras acciones
para dejar a un lado las diferencias , aunque aparenten ser abismales.
El VIH/SIDA es una radiografía del alma de la humanidad. La manera en que
breguemos con la búsqueda de una cura, una vacuna y el tratamiento decente de
quienes padecen de la enfermedad es un reflejo claro de cuán civilizados estamos. Si
tenemos la capacidad hacernos la guerra unos contra los otros, ¿por qué no la tenemos
para luchar por el bienestar de todos?
Este tema es uno que, por lo complicado, abre múltiples sub-temas, que se entretejen y
afectan, de una manera u otra, el eje central del mismo: la epidemia. Por lo tanto es de
suma importancia tratar de minimizar las complicaciones y agigantar los esfuerzos,
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basados en la comprensión, el amor y la generosidad. Si tuviésemos un mundo donde
la repartición de las riquezas fuera más balanceada, no estaríamos señalando esta
enfermedad con una íntimamente ligada a la pobreza. La mejor herramienta que
tenemos para vencer esta disparidad es la educación.
Se acerca, una vez más el 1 de diciembre, Día de Alerta Mundial Contra el SIDA. Esta
vez el tema está, como lo ha sido siempre de una manera u otra, ligado a la mujer.
Solamente que este año está claramente dedicado a la mujer.
No podremos tener ni riqueza, ni libertad, ni democracia alguna mientras nuestras
acciones, nuestra moral y nuestra ética universal no estén hermanadas en un solo
propósito, una sola acción como eje: la desaparición de la faz de la Tierra de la triste
enfermedad llamada VIH/SIDA...
DERECHO DE LOS PACIENTES
Recibir atención médica adecuada
El paciente tiene derecho a que la atención médica se le otorgue por personal
preparado de acuerdo a las necesidades de su estado de salud y a las circunstancias
en que se brinda la atención; así como a ser informado cuando requiera referencia a
otro médico.
Recibir trato digno y respetuoso.
El paciente tiene derecho a que el médico, la enfermera y el personal que le brinden
atención médica, se identifiquen y le otorguen un trato digno, con respeto a sus
convicciones personales y morales, principalmente las relacionadas con sus
condiciones socioculturales, de género, de pudor y a su intimidad, cualquiera que sea el
padecimiento que presente, y se haga extensivo a los familiares o acompañantes.
Recibir información suficiente, clara, oportuna y veraz.
El paciente, o en su caso el responsable, tienen derecho a que el médico tratante les
brinde información completa sobre el diagnóstico, pronóstico y tratamiento; se exprese
siempre en forma clara y comprensible; se brinde con oportunidad con el fin de
favorecer el conocimiento pleno del estado de salud del paciente y sea siempre veraz,
ajustada a la realidad.
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Decidir libremente sobre su atención.
El paciente, o en su caso el responsable, tienen derecho a decidir con libertad, de
manera personal y sin ninguna forma de presión, aceptar o rechazar cada
procedimiento diagnóstico o terapéutico ofrecido, así como el uso de medidas
extraordinarias de supervivencia en pacientes terminales.
Otorgar o no su consentimiento Válidamente informado.
El paciente, o en su caso el responsable, en los supuestos que así lo señale la
normativa, tiene derecho a expresar su consentimiento, siempre por escrito, cuando
acepte sujetarse con fines de diagnóstico o terapéuticos, a procedimientos que
impliquen un riesgo, para lo cual deberá ser informado en forma amplia y completa en
qué consisten, de los beneficios que se esperan, así como de las complicaciones o
eventos negativos que pudieran presentarse a consecuencia del acto médico.
Lo anterior incluye las situaciones en las cuales el paciente decida participar en
estudios de investigación o en el caso de donación de órganos.
Ser tratado con confidencialidad.
El paciente tiene derecho a que toda la información que exprese a su médico, se
maneje con estricta confidencialidad y no se divulgue más que con la autorización
expresa de su parte, incluso la que derive de un estudio de investigación al cual se
haya sujetado de manera voluntaria; lo cual no limita la obligación del médico de
informar a la autoridad en los casos previstos por la ley.
Contar con facilidades para obtener una segunda opinión.
El paciente tiene derecho a recibir por escrito la información necesaria para obtener una
segunda opinión sobre el diagnóstico, pronóstico o tratamiento relacionados con su
estado de salud.
Recibir atención médica en caso de urgencia.
Cuando está en peligro la vida, un órgano o una función, el paciente tiene derecho a
recibir atención de urgencia por un médico, en cualquier establecimiento de salud, sea
público o privado, con el propósito de estabilizar sus condiciones.
Contar con un expediente clínico.
El paciente tiene derecho a que el conjunto de los datos relacionados con la atención
médica que reciba sean asentados en forma veraz, clara, precisa, legible y completa en
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un expediente que deberá cumplir con la normativa aplicable y cuando lo solicite,
obtener por escrito un resumen clínico veraz de acuerdo al fin requerido.
Ser atendido cuando se inconforme por la atención médica recibida.
El paciente tiene derecho a ser escuchado y recibir respuesta por la instancia
correspondiente cuando se inconforme por la atención médica recibida de servidores
públicos o privados.
Así mismo tiene derecho a disponer de vías alternas a las judiciales para tratar de
resolver un conflicto con el personal.
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CONCLUSIÓN
Es verdad que, cuando se habla de eutanasia, suavizamos el termino con un lenguaje
afectivo para purificarlo de toda su carga negativa. No se quiere matar por capricho, por
egoísmo o por simple utilidad, sino que se justifica como un gesto de cariño y
compasión humanitaria, para eludir un desenlace trágico y doloroso. La buena intención
pretende quitar el carácter de violencia e injusticia que todo atentado contra la vida
encierra, como si tales sentimientos pudieran modificar el significado profundo de la
acción.
Podríamos decir que si la última alternativa para escapar de una muerte terrible,
insoportable y angustiosa fuera el empleo de la eutanasia, la condena de esta última se
haría harto difícil. Resultaría monstruoso dejar morir a una persona en medio de dolores
intolerables sabiendo que no existe ninguna posibilidad de salvación. Un espectáculo
que se haría igual de irresistible para cualquiera que lo presenciara.
Para facilitar una muerte serena y dulce, a la que todos tienen derecho, no es preciso
llegar a tanto. Con los principios dados anteriormente se consigue obtener esa misma
finalidad, pero dentro de un espacio ético y sin invadir la frontera que delimita un
derecho intangible: el respeto a la vida.
El SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) es el estado final de la infección
crónica producida por el retrovirus VIH (virus de la inmunodeficiencia humana). Es una
enfermedad que anula la capacidad del sistema inmunológico para defender al
organismo de múltiples microorganismos, produciéndose graves infecciones.
Se transmite por la sangre, por contacto homo o heterosexual, a través de la placenta
desde la madre infectada al feto y posiblemente a través de la leche de la madre
infectada. Las transfusiones sanguíneas fueron una vía de transmisión importante antes
de que se desarrollara una prueba fiable para la detección del virus en sangre. Uno de
los mecanismos principales de transmisión y difusión de la enfermedad es el uso por
drogadictos de agujas contaminadas con sangre infectada. La simple convivencia (sin
relaciones sexuales y sin compartir objetos personales como maquinillas de afeitar o
cepillos de dientes) y la donación de sangre, no son factores de riesgo.
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-La ética medica se basa en la relación profesional que existe entre médico-paciente de
acuerdo a algún problema médico.
-La eutanasia es el derecho al buen morir y los pacientes lo relacionan moralmente con
hecho de una muerte digna.
-Todos tenemos los mismos derechos médicos tantos pacientes con enfermedades
terminales o mal vistas dentro de la sociedad (SIDA).
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BIBLIOGRAFÍA
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