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Antonio Morales 1 POR UN NUEVO MODELO ENERGÉTICO SOBERANÍA ENERGÉTICA LA MILONGA DEL GAS Energías renovables y desarrollo sostenible II Encuentro con la ciudadanía Antonio Morales #NContigo

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Ponencia sobre el "Energías renovables y desarrollo sostenible" II Encuentro con la ciudadanía 15 de noviembre. Corralejo, Fuerteventura

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Antonio Morales! 1

POR UN NUEVO MODELO ENERGÉTICO

SOBERANÍA ENERGÉTICA

LA MILONGA DEL GAS

Energías renovables y desarrollo sostenible

II Encuentro con la ciudadanía

Antonio Morales

#NContigo

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POR UN NUEVO MODELO ENERGÉTICOLa Primera Revolución Industrial, surgida en el siglo XVIII en Gran Bretaña, produjo profundas transformaciones en Europa y, más tarde, en una buena parte del mundo. Se pasó de una economía basada en la agricultura y la artesanía a un sistema sustentado fundamentalmente en el carbón como fuente energética, lo que propició cambios tecnológicos, sociales y económicos trascendentales. A finales del siglo XIX, la humanidad volvió a dar un salto cualitativo. La Segunda Revolución Industrial supuso también una innovación energética de enorme calado. El petróleo y el gas se convirtieron en elementos claves y dieron paso al motor de explosión, la automoción y la electricidad. En apenas doscientos años el avance tecnológico, industrial y económico ha sido imparable. No ha tenido parangón. Jamás, en ningún periodo de la historia, se ha progresado tanto en el desarrollo productivo. Pero nunca, del mismo modo, se ha producido tanto daño al medio ambiente.

En los dos últimos siglos hemos apurado el consumo energético hasta límites insospechados y usado con enorme voracidad los recursos energéticos fósiles que se fueron generando en la Tierra durante millones de años. El crecimiento demográfico, la colonización del suelo, las emisiones de CO2 a la atmósfera, el agotamiento de los recursos naturales, la desregulación de los mercados y el consumismo sin tino, como sustento del sistema capitalista que gobierna el mundo, son algunas de las consecuencias de este modelo.

El carbón, el petróleo y el gas siguen siendo imprescindibles para sostener el sistema económico mundial, pero su uso indiscriminado e irracional nos está llevando a un agotamiento de las reservas y a un cambio climático de peligrosas consecuencias. A la utilización cada vez mayor en el primer mundo de recursos fósiles para mantener su nivel de vida, se suma en los últimos años la demanda de China, India y los países emergentes de Asia, África y América. Ya casi nadie duda de que estamos en el cénit del petróleo, que estamos en una marcha atrás irreversible y que se están apurando precipitadamente y peligrosamente los últimos recursos que van quedando. Al tiempo que el alza de los precios compromete la economía de los estados (los precios del petróleo y el gas se han multiplicado por cuatro en los últimos 15 años), su soberanía frente a los países productores y la convivencia pacífica en el planeta y mientras la comunidad científica nos advierte de un calentamiento global que avanza hacia el punto de no retorno que pone en riesgo la salud, la alimentación, el agua y la supervivencia, la AIE considera que la demanda de combustibles fósiles crecerá, al ritmo actual, en un 60% hasta el año 2030. Una previsión a todas luces suicida.

Pero es como quién oye llover. Pasan los años y pasan las décadas y todo sigue igual. Nadie va más allá de manifestaciones de buenas intenciones. El modelo actual, que responde a intereses geoestratégicos y de poderosos lobbies económicos que compran partidos y gobiernos, no parece que se vaya a modificar. De nada han servido las cumbres ni las conferencias mundiales (Estocolmo, Río, Bali, Copenhague Kioto…), las declaraciones de la ONU (Ecodesarrollo, comisión Brundtland, Declaración del Milenio…) ni los informes de comités científicos (informe Stern, Club de Roma…). La propuesta de desarrollo controlado, de desarrollo sostenible, se ha adulterado. El término ya se utiliza para justificar lo injustificable…

No cabe la menor duda de que tenemos que pelear por otro modelo de desarrollo. Teóricos como Jeremy Rifkin plantean una Tercera Revolución Industrial que gire en torno a las energías renovables (las fuerzas de la naturaleza), las nuevas tecnologías, el almacenamiento y las redes eléctricas inteligentes. Pero muchos otros apuntan a que hay que ir más allá. Que no solo hay que revisar el sistema energético sino también el sistema económico. Que es necesario pensar en un modelo que no se sustente en el crecimiento permanente; que se plantee romper con el pensamiento puramente economicista que nos induce a pensar que solo valemos si producimos, frente a otros valores que nos reconcilien con la vida y el bienestar integral. Con la equidad, la igualdad, los derechos humanos y la democracia; que defienda el valor de lo cercano y lo

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inmediato, en sus concepciones humanas y económicas (agricultura, agua, energía…); que sea consciente de que crecer no es solo consumir. Que los medios de producción no pueden condicionar nuestro presente ni nuestro futuro. Que no pueden estar en manos de unos pocos. Que hay que democratizarlos; que debemos potenciar el valor de lo público para el control de los bienes colectivos, de las materias primas (agua, energía, alimentos, minerales…); que tenemos que propiciar un cambio de modelo energético sustentado en la eficiencia, el ahorro y las energías renovables democratizadas, distribuidas (con microredes y pequeños almacenamientos) y cercanas con autoconsumo (en nuestros hogares, naves industriales, etc) y balance neto (vendiendo a la red lo que nos sobre en nuestras casas)…

He comentado en distintas ocasiones que estamos viviendo a nivel planetario una auténtica guerra civil global entre las energías fósiles y las renovables. En España el Gobierno de Mariano Rajoy ha optado por ponerse en manos de los que pretenden frenar las energías limpias. De hecho ha puesto en marcha medidas “ejemplificantes” para el resto del planeta. Y Canarias se ha convertido en uno de sus bancos de prueba más importante. Pretenden imponernos extracciones de crudo poniendo en riesgo nuestro medio natural y el sector turístico del que dependemos para subsistir; intentan obligarnos a que el gas se convierta en nuestro principal generador de energía; le ponen todas las trabas del mundo al desarrollo de las renovables (afecciones territoriales y aeroportuarias, retribuciones disuasorias, freno a la central hidroeléctrica de Chira-Soria…). Y esto, ¿inexplicablemente?, se hace en un territorio que reúne las mejores condiciones para convertirse en vanguardia mundial en renovables. En un archipiélago donde cuesta mucho más barato producir con energías limpias que con fósiles. En una Comunidad que padece un sobrecoste de más de 1.500 millones de euros por producir electricidad con fuel. En unas islas que dependen para todo del exterior y que podrían alcanzar la soberanía energética y acuífera con nuestro sol, nuestro mar, nuestro viento, nuestra geotermia…

Pero no podemos esperar a que estas transformaciones se realicen desde el Gobierno de España, entregado como está a las eléctricas y a las petroleras, ni desde el Gobierno de Canarias con todos sus planes energéticos fracasados y con unas Directrices en ciernes que se centran, especialmente, en introducir el gas en Gran Canaria y en Tenerife. Estos cambios profundos deben surgir de la sociedad civil y de las instituciones públicas locales más concienciadas. Y juegan un importante papel para hacerlo posible las organizaciones políticas progresistas, las asociaciones eólicas y fotovoltaicas repartidas por todo el Estado y los movimientos ciudadanos como la Plataforma Por Un Nuevo Modelo Energético, que está adquiriendo cada día un papel más relevante proponiendo alternativas y propiciando complicidades de la ciudadanía y que ya tiene sus réplicas en Tenerife y en Gran Canaria y muy pronto en las otras islas. O también, los grupos que se han creado y se están creando en cada una de las islas oponiéndose a las extracciones de crudo y apostando por las energías verdes. O las organizaciones ecologistas que pelean cada día por un planeta más habitable. La esperanza está en las movilizaciones sociales, como las convocadas para el próximo día 10 de mayo en contra de las prospecciones por Ben Magec y la Px1NME en Las Alcaravaneras y otras organizaciones en otros lugares de otras islas, con cadenas humanas, talleres y festivales de música. Y es que no nos puede faltar energía para defender un modelo energético distinto, una sociedad más justa y un planeta habitable.

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SOBERANÍA ENERGÉTICALa central hidroeólica herreña de Gorona del Viento se ha convertido en una esperanzadora realidad. El binomio del agua y el viento permitirá, a partir de ahora, que las necesidades energéticas y de agua de El Hierro queden cubiertas sin que apenas se tenga que recurrir a los combustibles fósiles. Un sistema completo de depósitos y bombeos, aerogeneradores e innovación tecnológica consiguen situar a esta isla canaria en el mapa mundial de las energías renovables y la autosuficiencia energética. Con un presupuesto de 82 millones de euros -que prevén amortizar en veinte años, aunque pueden ser muchos menos si sigue aumentando el precio del crudo- Gorona del Viento evitará el consumo anual de 40.000 barriles de petróleo y la emisión a la atmósfera, en el mismo periodo de tiempo, de casi 19.000 toneladas de dióxido de carbono, cien toneladas de dióxido de azufre y 400 toneladas de óxidos de nitrógeno.

Se trata probablemente de la propuesta más avanzada, pero afortunadamente hoy existen otros sistemas aislados en el mundo que nos demuestran que la soberanía energética en unas islas como éstas es perfectamente posible. Así lo han entendido desde hace muchos años distintos territorios insulares en el planeta. Islandia, tras la crisis del petróleo en la década de los setenta, se decidió a apostar por la geotermia para calentar sus hogares, lo que le ha permitido ahorrar el 2% de su PIB; en la actualidad casi la totalidad de sus fuentes de producción de electricidad se basan en la geotermia y la hidráulica. Y así lo han entendido también otros territorios insulares: la Isla de Eigg, en Escocia, se autoabastece con agua, viento y sol. Y están también en ello Tokelau, en Nueva Zelanda, Samso, en Dinamarca, Hawái, en EEUU, San Eustaquio, en Grecia, Tuvalu, en Polinesia, Vormsi, en Estonia, Jeju, en Corea, y tantas otras.

A finales de 2012, la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) convocó en Malta un encuentro mundial de representantes de territorios insulares, al que concurrieron 48 países, para defender la garantía de un futuro más seguro y más próspero para las islas del mundo, cimentado en un desarrollo sostenible ligado a las fuentes energéticas renovables y a las nuevas tecnologías. Para Adnan Z. Amin, director general de la Agencia, “la mayoría de las islas de todo el mundo dependen, para cubrir sus necesidades de energía, de la importación de combustibles fósiles, caros y con fluctuaciones de precios drásticas”, lo que deja a las regiones insulares en una situación de precariedad preocupante. La cumbre concluyó que la alternativa de las renovables reforzaría la seguridad energética, generaría empleo y aumentaría el bienestar social y económico y se reafirmó en que las energías solar, eólica, hidráulica, geotérmica y oceánica, así como los biocombustibles, se pueden generar a nivel local, con soluciones adaptadas a cada isla.

Gorona del Viento es, sin duda, una auténtica revolución tecnológica y la demostración palpable de que ésta es la senda por la que debemos transitar en los próximos años en Canarias. Y cuanto antes, mejor. Pero las intenciones de los gobiernos central y canario no parecen ser éstas. Todos se llenan la boca hablando de las bondades de las renovables y de sus opciones para este archipiélago y el mundo. Paulino Rivero nos insiste en que las renovables son el futuro y las fósiles el pasado. El Gobierno español que más daño ha hecho a las energías limpias también opina que este es el ejemplo a seguir. Pero la realidad es que unos y otros tienen la vista puesta en otros modelos. Sus palabras se las lleva el viento y detrás aparecen las verdaderas intenciones de apostar por el gas y el petróleo como elementos sustentadores de nuestro modelo energético. Emparedadas entre las prospecciones petrolíferas del ministerio de Industria y la elaboración de las Directrices de Ordenación del Sector Energético de la consejería de Industria de Canarias, que prevé la introducción del gas para abastecernos de un 37% de energía, las renovables -mucho más baratas- siguen instaladas en ese absurdo 4% -6% a lo sumo - en el que llevamos varias décadas, al vaivén de la corrupción, la inoperancia, normativas territoriales, servidumbres aeronáuticas, presiones oligopólicas y otros desatinos.

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En la actualidad nos abastecemos en Canarias en más de un 97% de petróleo, lo que nos supone un desembolso económico de alrededor de tres mil millones de euros. Importamos más de siete millones de toneladas (más de 53 millones de barriles al año, casi 150.000 cada día) de las que un 53% se destinan a consumo interior y un 47% al transporte de navegación marítima o aérea. Por tipos de consumo, el 32% se dedica a la producción de electricidad, el 20% a transporte interior, el 13% al transporte aéreo y el 34% al transporte marítimo. Nuestra dependencia del exterior y de las fluctuaciones de los precios de los combustibles fósiles es brutal. En estos momentos generar energía en Canarias cuesta más de mil millones más que en la península –algunos datos apuntan a 1.500- aunque pagamos lo mismo porque estamos subvencionados, pero en cualquier momento el Gobierno central podría decidir que ya no nos subvenciona esta diferencia con lo que los precios de la electricidad se dispararían.

El encarecimiento de los combustibles fósiles por escasez o por cuestiones geoestratégicas tendría para Canarias unas consecuencias catastróficas. La situación que se vive en estos días en el planeta alrededor del gas y el petróleo deberían alertarnos al máximo y obligarnos a buscar a marchas forzadas las alternativas necesarias a la dependencia de las energías convencionales. La crisis de Rusia y Ucrania ha forzado a Europa (que gasta al año más de 500.000 millones en comprar energía) a elaborar precipitadamente un protocolo de actuación para romper la dependencia del exterior; por supuesto, la escalada del precio del crudo por la guerra de Irak no ayuda a relajar la tensión.

Argelia, Rusia y Nigeria han sido los países que más combustible han vendido a España en los primeros meses de este año. Para echarse a temblar. Mientras, justo en estos momentos, le damos un golpe mortal a las renovables y les suprimimos con carácter retroactivo unas primas que apenas suponían un 10% de lo que nos gastamos en importar combustibles fósiles contaminantes e inseguros. La Agencia Internacional de la Energía nos advierte una y otra vez que tenemos que ir prescindiendo de los combustibles fósiles para producir energía, que llegar al 30% de renovables en 2030 ahorraría 547.000 millones en CO2. Pero aquí navegamos en sentido contrario: las inversiones en energías limpias se sitúan en estos momentos en los niveles de 2001; los inversores extranjeros demandan al Gobierno, un día sí y otro también, ante los tribunales europeos y las empresas españolas (punteras en el mundo, vanguardias en tecnología), tienen que salir al exterior (donde si que están haciendo una apuesta enorme por las renovables) para invertir en parques eólicos terrestres o marinos o en plantas solares.

Europa, que ha conseguido reducir su CO2 en casi un 20% ocho años antes de lo previsto, gracias a la crisis, las renovables y la eficiencia energética, mira con lupa las políticas españolas favorecedoras del oligopolio eléctrico y gasístico, que lucha denodadamente por apuntalar la inversión de más de 25.000 millones de euros que hicieron en plantas de gas que hoy apenas entran en funcionamiento por la acción de la energía eólica. Mientras España pierde posiciones en la producción de energías limpias, Suecia, por ejemplo, se acerca en estos momentos a un 49%.

A todos les parece estupendo el ejemplo de Gorona del Viento, pero no suena más que a escaparate exculpatorio tanto para el Gobierno canario como para el Gobierno español. Para que lo que necesita Canarias no quede confinado a la isla del Meridiano hacen falta algo más que palabras. Hace falta que se eliminen las trabas a la energía eólica, a la solar y a la hidráulica. Hace falta que se potencien los biocombustibles, las energías marinas y las geotérmicas. Hacen falta alternativas de almacenamiento cada vez más accesibles. Hace falta romper los compromisos retorcidos con los oligopolios energéticos. Hacen falta muchas “goronas del viento”. Hace falta soberanía energética.

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LA MILONGA DEL GASNo al petróleo, pero sí al gas. No a las prospecciones petrolíferas cercanas a las costas, pero sí a la construcción de plantas de gas en medio de la población. Sí a una consulta popular para palpar la opinión de la ciudadanía sobre las perforaciones para la detección de crudo en aguas cercanas al archipiélago, pero se niegan a recabar la opinión de los canarios, de la misma manera, sobre la implantación del gas en esta tierra y la necesidad de apostar por un modelo energético limpio y soberano. Las energías fósiles son el pasado y las renovables el futuro, según Paulino Rivero, pero su Gobierno apuesta decididamente por hacer soportar nuestro sistema energético en el gas en un 37%.

Hace unos días en el Parlamento canario el PP, el PSOE y CC votaron al unísono en contra de una propuesta de NC que defendía un debate amplio sobre la oportunidad o no de introducir este combustible fósil en Canarias. Y para defenderlo recurrían a los tópicos de siempre: que si es más barato, que si es más limpio, que si es necesario para diversificar el mix energético, que si facilita la penetrabilidad de las renovables. Falsedades como puños. Milongas. La utilización del lenguaje político para que las mentiras parezcan verdades, como señaló George Orwell. El gas produce CO2, óxidos nitrosos inductores de la lluvia ácida, que provocan fundamentalmente enfermedades pulmonares y cardiovasculares; genera metano en su extracción y transporte, más dañino para el calentamiento que el CO2; proviene de lugares conflictivos e inseguros; su explotación masiva a través del fracking está generando enormes y peligrosos daños medioambientales; su tratamiento en plantas regasificadoras pone en riesgo a la ciudadanía cercana; sus precios están cada vez más homologados a los del crudo... Lo acaba de señalar el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU: ante el imparable deterioro del Planeta tenemos que hacer urgentemente la transición desde una economía basada en el carbón, el gas y el petróleo hasta otra nula o baja en carbono. Y eso, desde luego, no se consigue cambiando petróleo por gas y construyendo para ello dos grandes plantas regasificadoras, puertos, gaseoductos, etc… La inversión, costosísima y más en esta tierra por economía de escala, hipotecaría la introducción de otras energías. Lo que hace unas décadas pudo ser una opción válida se ha convertido en estos momentos en un modelo obsoleto. Y más cuando los expertos plantean la alternativa de propiciar un modelo de generación distribuida instalando grupos diesel cercanos a la demanda, apoyados en aerogeneradores y en una central eólica reversible que a lo mejor no sería imprescindible.

Y entonces, ¿por qué tanto interés por el gas? La realidad es que en torno a su implantación se han movido, desde siempre, intereses opacos. La creación de Gascan –empresa encargada de su introducción- insistía en profundizar inicialmente en el monopolio de Endesa en Canarias y en favorecer, a dedo, la participación en el negocio a los diez más importantes empresarios de Tenerife y Gran Canaria. Posteriormente se decidió que fuera Enagás la compañía que se hiciera con el proyecto negociando con los empresarios y Endesa su salida. La gasista transportadora española por excelencia se encuentra en estos momentos, casualmente, controlada por el PP y el PSOE. De los quince miembros de su consejo de administración nueve son y han sido militantes y cargos públicos significados de estos partidos políticos. El presidente, Antonio Llardén, fue subsecretario de Obras Públicas con el ministro socialista Josep Borrell y Ramón Pérez Simarro, ha sido exdirector general de Energía, exsecretario general de Energía y exsecretario general técnico de Industria con el PSOE. Fue, paradójicamente, el encargado en su día de negociar el suministro de gas a España para los ciclos combinados a instalar. Los siete restantes pertenecen al PP: Marcelino Oreja (hijo), exdiputado europeo, es el consejero delegado; Antonio Hernández Mancha, exsecretario general del partido; Ana Palacio, exministra; Isabel tocino, exministra; Gonzalo Solana, expresidente del Tribunal de Defensa de la Competencia; Luis Valero, exsecretario general del ministerio de Industria, Energía y Turismo y Rosa Rodríguez, exviceconsejera del Gobierno canario y exvicepresidenta del Cabildo grancanario… Es, por cierto, más o menos parecido a lo que pasa en las otras eléctricas del oligopolio energético de este país.

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El trasfondo es oscuro. Muy oscuro. Roberto Centeno habla claramente de la corrupción política del gas. En los últimos años se han invertido en la construcción de instalaciones de regasificación y de ciclos combinados más de 25.000 millones de euros. Se han beneficiado de primas para incentivar las inversiones y para garantizar la continuidad del suministro, con cargo a la factura de la luz, (mientras pagaban campañas mediáticas para denunciar torticeramente las primas a las renovables), pero apenas están funcionando en estos momentos en torno a un 10% ó un 15% de su capacidad. Hay plantas como la de El Musel (Gijón) que no se han puesto en funcionamiento desde su inauguración y otras se están cerrando e hibernando a la carta dado que la producción eólica en España es mayor y mucho más barata. REE acaba de hacer público un informe en el que se asegura que ve posible el cierre de más de 10 centrales de gas “sin riesgo” y que el grado de utilización hoy día de las centrales de gas es de un 7%. Iberdrola anunció recientemente, para más INRI, que piensa llevar al Gobierno a los tribunales para reclamar “daños y perjuicios” tras prohibírsele cerrar la central de Arcos de la Frontera que se encuentra parada.

La gran burbuja del gas se inicia en la época de Felipe González y avanza a piñón fijo durante los mandatos de Aznar, Zapatero y Rajoy. Las inversiones y las plantas e infraestructuras construidas o por instalar en España es tres veces superior a la necesaria y solo este país tiene en estos momentos una tercera parte de la capacidad de regasificación de toda Europa. En 2001 los ciclos combinados aportaban al sistema 0 MW y diez años después lo hacían con más de 22.000 MW. Los últimos datos apuntan a que, en el primer semestre de 2014, se ha elevado en 3.656 millones el déficit eléctrico español y el sector gasista registró un desajuste de 365 millones, el 46,4% sobre el mismo periodo del año pasado, mientras que las renovables redujeron el precio del mercado eléctrico en un 37%, según un estudio de la universidad del País Vasco. Demencial. Pero siguen insistiendo en ello. Les conviene también a las grandes petroleras pues les permite prolongar la vida y los usos de todas las infraestructuras destinadas a las extracciones de crudo. Y todavía aseguran que no se trata de un exceso de inversión sino de una infrautilización de las plantas debido al auge de las renovables. Y por eso han ido a por ellas hasta hacerlas desaparecer. Por eso en lo que va de año el sector eólico solo ha instalado un molino en España según la AEE. Por eso las grandes empresas españolas del sector se tienen que marchar a realizar sus inversiones a Australia, Brasil, México, Chile, China o África. Por eso distintos inversores han demandado a España ante el Banco Mundial y le reclaman más de 1.000 millones por la reforma eléctrica y por los recortes realizados a las inversiones y primas a las energías renovables. Es la misma cantidad que se ha visto obligada la banca a asumir como impago por parte del sector, que se ha convertido en la segunda actividad con más riesgo comercial del país, solo por detrás de la construcción.

La generación eólica ha sido en el mes de julio la más alta de la historia en ese mismo mes y el precio de la electricidad ha sido el más bajo en ese mes desde 2010. Cuatro comunidades ya cubren más del 50% de su demanda eléctrica con el viento. La Unión de Bancos Suizos ha elaborado un informe, hecho público por The Guardian, en el que asegura que la época de las grandes centrales de generación ha llegado a su fin y anima a sus clientes a “unirse a la revolución de las renovables”. Y habla de generar energía en los hogares y en las pymes… Y nosotros por aquí en el mínimo -apenas producimos un 5%- y apostando por el gas.

EL PP y el PSOE a lo suyo y los nacionalistas de CC hipotecando nuestra soberanía energética. ¿Entienden de qué va la cosa? Lo que está claro es que el gas, limpio lo que se dice limpio, no es.

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