eneida9
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NISO Y EURÍALO
LIBRO IX
Juno envía a su mensajera Iris para avisar a Turno de la oportunidad que
le brinda la ausencia de Eneas. “Turno -le dice- lo que ningún dios osaría
prometerte si lo pidieras, mira cómo te lo acaba de brindar el transcurso
del día. ¿Qué dudas? Ahora es el momento de reclamar caballos, carros.
Interrúmpelo todo, desbarata y arrasa su campamento.”
'Turne, quod optanti diuum promittere nemo
auderet, uoluenda dies en attulit ultro (…)
quid dubitas? nunc tempus equos, nunc poscere currus.
rumpe moras omnis et turbata arripe castra.'
Parte enseguida Turno siguiendo el consejo de Iris. Los troyanos ven
desde el campamento un negro río de hombres fluir hacia ellos.
Siguiendo las órdenes de Eneas, aguardan armados al enemigo tras las
murallas.
¿Qué es ese torbellino de negra bruma, ciudadanos, que se nos echa
encima? ¡Ceñíos rápido las espadas, coged las lanzas, subid a lo alto de
los muros, el enemigo está aquí, vamos!
'quis globus, o ciues, caligine uoluitur atra?
ferte citi ferrum, date tela, ascendite muros,
hostis adest, heia!'
Como Turno ve que los troyanos se recluyen en el campamento, decide
prender fuego a las naves. Se lanza la juventud con antorchas, pero
Cibeles, que amaba el bosque que proporcionó la madera para su
construcción, había pedido la inmortalidad para las naves.
De manera que éstas sufren una
transformación. Se sumergen las
naves con forma de delfines y
emergen de nuevo como ninfas
marinas.
Clama Turno asegurando
que los troyanos tienen los
días contados y que de nada
les servirán sus vallas ni la
ayuda de Venus.
Y deja a Mésapo de guardia frente a las puertas troyanas con unos cientos
de hombres, que van pasando la noche entre juegos, celebraciones y vino.
Pero los hombres de Eneas están muy atentos.
Sobre todo el joven Niso, que, durante la guardia, comunica a su amigo
Euríalo que va a aprovechar la ebriedad rútula para arremeter contra
ellos y matar a cuantos pueda: “Emprender combate o algo grande, me
lo pide la mente y no se contenta con la placidez del descanso.”
aut pugnam aut aliquid iamdudum inuadere magnum
mens agitat mihi, nec placida contenta quiete est.
Comunican los jóvenes al consejo de los troyanos que están dispuestos a
ir en busca de Eneas. Ascanio les promete grandes premios. Euríalo
pide sólo que, en caso de desgracia, se ocupe de su madre.
Sacian los jóvenes su sed de venganza: matan a cuantos pueden. Pero
Euríalo comete un error. Se coloca el yelmo que acaba de arrebatar a
Mésapo y su brillo atrae la atención de Volcente. Euríalo cae prisionero.
Niso mata a sus enemigos desde un escondite.
'me, me, adsum qui feci, in me conuertite ferrum,
o Rutuli! mea fraus omnis, nihil iste nec ausus
nec potuit; caelum hoc et conscia sidera testor;
tantum infelicem nimium dilexit amicum.'
„A mí, a mí, soy yo el responsable, volved a mí las espadas, rútulos. Mía
ha sido la idea, éste ni ha osado ni ha podido. El cielo y las estrellas lo
saben, lo juro: sólo ha amado en exceso a un amigo infeliz„.
Volcente hace entonces pagar
a Euríalo los crímenes de
ambos. Niso sale desesperado
a ofrecerse en su lugar. Pero
es tarde.
Y al ver cómo asesinan a
Euríalo, se arroja sobre
Volcente con un coraje
enorme y entre una lluvia
de flechas muere matando.
Las cabezas de los
jóvenes acaban
clavadas en picas y
exhibidas ante la
madre de Euríalo.
figite me, si qua est pietas, in me omnia tela
conicite, o Rutuli, me primam absumite ferro;
Atravesadme a mí, rútulos, arrojadme a mí todas las lanzas, si os
queda compasión, matadme a mí la primera con la espada.
Ataca a continuación Turno, seguido por sus hombres, que insultan a
los troyanos con gran insolencia: “¡Frigias, nada de frigios, id a
pasear por el Díndimo!”
o uere Phrygiae, neque enim Phryges, ite per alta Dindyma.
Ascanio no puede soportar la humillación y, con el consentimiento
de Júpiter, que guía su flecha, atraviesa al rútulo insolente.
Con todo la batalla es de los rútulos. Turno consigue entrar en el
campamento de los troyanos que, contra lo esperado, vuelven la
espalda y van cayendo como moscas.
Sólo Mnesteo reacciona frente a Turno:„¿Qué otros muros o qué otras
murallas tenéis más allá?¿Un solo hombre y además encerrado por todas
vuestras vallas, ciudadanos, va a causar tantos estragos impunemente por
la ciudad?
'quos alios muros, quaeue ultra moenia habetis?
unus homo et uestris, o ciues, undique saeptus
aggeribus tantas strages impune per urbem
ediderit? iuuenum primos tot miserit Orco?
Reaccionan por fin los jóvenes troyanos y Turno debe saltar
armado al agua para salvar la vida.