en todo el tiempo que dios me conceda de vida miraré a la ... al servicio del evangelio de ......

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En todo el tiempo que Dios me conceda de vida miraré a la tierra y a los hombres de este suelo cordobés como razón plena y definitiva de mi existencia, como norte de los designios de Dios sobre mi persona, como medio entrañable de mi total comunión con la Iglesia, como vida de mi propia vida. Por eso he decidido aguardar el tiempo de la resurrección entre los muros de la Catedral-mezquita. Y se cumplirá entonces lo que ha sido lema de mi escudo episcopal: que lleguemos todos a la unidad de la fe. JOSÉ ANTONIO INFANTES FLORIDO 1920-2005

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Page 1: En todo el tiempo que Dios me conceda de vida miraré a la ... al servicio del Evangelio de ... ción San Juan de Ávila. ... de una manera de-terminante, de su situación económica

En todo el tiempo que Dios me conceda de vida miraré a la tierra y a los hombres deeste suelo cordobés como razón plena y definitiva de mi existencia, como norte de losdesignios de Dios sobre mi persona, como medio entrañable de mi total comunión conla Iglesia, como vida de mi propia vida. Por eso he decidido aguardar el tiempo de laresurrección entre los muros de la Catedral-mezquita. Y se cumplirá entonces lo queha sido lema de mi escudo episcopal: que lleguemos todos a la unidad de la fe.

JOSÉ ANTONIO INFANTES FLORIDO1920-2005

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II

El Obispo de Córdoba, Mons. Juan JoséAsenjo Pelegrina, tiene el deber de co-municar a los sacerdotes, miembros dela Vida Consagrada y fieles de la Dióce-sis que a las 14´15 h. de hoy domingo,6 de noviembre, ha fallecido en su domi-cilio familiar de Gelves (Sevilla) el Exc-mo. y Rvdmo. Sr. D. José Antonio In-fantes Florido, Obispo emérito deCórdoba.

Al mismo tiempo que comunica, tam-bién a las autoridades provinciales, au-tonómicas y municipales, esta triste no-ticia, ruega a todos los fieles de laDiócesis que encomienden a Dios eleterno descanso de nuestro querido Sr.Obispo emérito, para que Jesucristo,Buen Pastor, al que representó y sirvióen nuestra Diócesis, premie los largos

trabajos al servicio del Evangelio dequien fue un pastor bueno, fiel y ejemplar.

El Obispo de Córdoba pide tambiéna sus diocesanos que encomienden alSeñor el consuelo de su familia, que leha cuidado hasta el último momentocon devoción y amor. Para todos ellos,la condolencia más sentida de toda laDiócesis y de su Obispo.

La capilla ardiente quedará instaladaen la Iglesia del Seminario de San Pelagio(C/ Amador de los Ríos, 1) a partir delas 17 h. de mañana lunes. El sepeliotendrá lugar el martes, día 8, a las 17,00h. en la Santa Iglesia Catedral.

Descanse en paz.

Córdoba, 6 de noviembre de 2005

ANTE LA MUERTE DE DON JOSÉ ANTONIOComunicado del Obispo de Córdoba

Con motivo del fallecimiento de D. JoséAntonio Infantes Florido, Obispo eméri-to de Córdoba, la Oficina de Informacióndel Obispado dio a conocer a los mediosde comunicación los siguientes actos:

• El lunes 7 de noviembre, a las 17:00horas, tuvo lugar la recepción del féretropor D. Juan José Asenjo junto a losmiembros del Cabildo de la Santa IglesiaCatedral, Curia diocesana, sacerdotes,religiosos y religiosas, alumnos de losseminarios diocesanos de San Pelagioy Redemptoris Mater y fieles. En esemismo momento se rezó un responsosolemne y se condujeron los restosmortales de D. José Antonio hasta lacapilla ardiente, instalada en la iglesiadel Seminario Mayor de San Pelagio.Hasta las 16:00h del día siguiente secelebraron de forma continuada Misasen sufragio por su alma junto a mo-mentos de oración.

• El martes, 8 de noviembre, a las16:45 horas, se produjo el traslado delféretro desde el Seminario Mayor hastala Iglesia Catedral que presidió el Obispoal que acompañaron los miembros delCabildo de la Santa Iglesia Catedral, Cu-ria diocesana, sacerdotes y seminaristas.

La Misa Exequial estuvo presididapor el Sr. Cardenal Carlos Amigo Valle-jo, Arzobispo Metropolitano de Sevillay concelebrada por D. Juan José Asenjojunto a otros obispos, Cabildo Catedral,Curia y Sacerdotes.

DIÓCESIS DE CÓRDOBA, 6 DE NOVIEMBRE DE 2005RUEDA DE PRENSA

RUEDA DE PRENSA

RECEPCIÓN DEL FÉRETRO

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III

Don José Antonio Infantes Florido na-ció en Almadén de la Plata (Sevilla) el24 de enero de 1920. Ingresó en el Semi-nario Metropolitano Hispalense dondeestudió Filosofía y Teología, siendoordenado Presbítero el 19 de mayo de1951. Se doctoró en Derecho Civil porla Universidad de Sevilla y en DerechoCanónico por la Universidad Gregoria-na de Roma. En la Diócesis hispalensedesempeñó varios cargos pastorales.

El 21 de septiembre de 1967 fue con-sagrado Obispo de Canarias. Tras onceaños en esta sede, el 25 de mayo de 1978tomó posesión de la Diócesis de Córdo-ba. Como pastor de la Diócesis cordo-besa, promovió intensamente las voca-ciones sacerdotales, reabrió losSeminarios Mayor y Menor de San Pe-lagio. Asimismo realizó continuas visitaspastorales, creó nuevas parroquias yedificó nuevos templos como los deSanta Beatriz de Silva, en la urbanizaciónAzahara o Nuestra Señora de la Aurora,en la barriada de Fátima, Santa Luisa deMarillac, en el Polígono del Guadalqui-vir y la parroquia del Inmaculado Cora-zón de María, en la urbanización Miral-baida. Creó e inauguró la CasaSacerdotal “Medina y Corella” y el Mu-seo Diocesano de Bellas Artes de Cór-doba.

Fundó la Casa Sacerdotal y creó laCaja de Compensación y la Pía Funda-ción San Juan de Ávila. La primera trata

de asegurar que todos los sacerdotes enactivo reciban el mínimo vital, que enestos momentos está fijado en 135.000ptas. Y la segunda trata de asegurar otrotanto a los sacerdotes jubilados. DonJosé Antonio ha dejado en su testamentoel grueso de sus bienes a la citada PíaFundación.

Trabajó intensamente por el ecume-nismo, fruto del Concilio Vaticano II yde los Pontificados de Juan XXIII yPablo VI. En la Diócesis de Canariastrabajó sin descanso por fortalecer lasrelaciones fraternas y la mutua colabo-

ración con las otras confesiones cristia-nas. El fruto más visible de este compro-miso de Mons. Infantes Florido es laedificación del Templo Ecuménico enla Playa del Inglés en Las Palmas. Sushermanos Obispos de España reconocie-ron esta faceta eligiendo tres veces a D.José Antonio Presidente de la ComisiónEpiscopal de Relaciones Interconfesio-nales de la CEE. También fue Delegadopara el Patrimonio Cultural de los Obis-pos del Sur.

Por su parte, el Patriarca Atenágorasle concedió la Cruz de oro del MonteAthos en reconocimiento a sus múltiplesservicios a la causa de la Unidad.

En 1996, al cumplir los 75 años, pre-sentó su renuncia como Obispo dioce-sano, que le fue aceptada.

Don José Antonio Infantes Floridofundó el periódico de información reli-giosa «Iglesia en Andalucía» y fue co-laborador en el diario ABC de Sevillay Diario Córdoba. Entre sus libros pu-blicados destacan: sus estudios sobre elObispo Tavira: El diario de Tavira(1998) y el Obispo Tavira y la Ilustra-ción (1997), 25 años de pastoral (1992),Meditaciones de Teología Bíblica Co-frade (2004) y La Iglesia en el día a día(2005).

Su fallecimiento se produjo a las14:15h del domingo 6 de noviembre de2005 en su domicilio familiar de Gelves,(Sevilla).

DON JOSÉ ANTONIO INFANTES FLORIDO«PASTOR BUENO Y FIEL»

El día 6 de noviembre falleció Don José Antonio Infantes, que fue Pastor de la Diócesis de Córdoba durante 18 años.

DON JOSÉ ANTONIO DURANTE UNA VISITA AD LIMINA

MISA CRISMAL 2005

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IV

Querido señor Vicario General, VicariosEpiscopales, miembros del Excelentísi-mo Cabildo, autoridades, sobrinos delseñor Obispo, Paco y Provi, queridoDon Manuel, durante muchos años se-cretario y capellán del señor Obispo,queridos hermanos y hermanas:

Acabamos de escuchar los momentossupremos y postreros de la vida delSeñor en los que culmina su misteriopascual. Con su Pasión, Muerte y Resu-rrección, realiza nuestra salvación y seconstituye en Salvador único, Redentorúnico, único Mediador entre Dios y loshombres y único acceso a la realidad dela salvación.

Como su Señor y Maestro, nuestrohermano, padre y amigo, Don JoséAntonio, acaba de completar su pere-grinación en esta tierra incorporándosedefinitivamente al misterio pascual deCristo muerto y resucitado, incorpora-ción que se incoó hace 85 años en la pilabautismal de su pueblo natal, Almadénde la Plata, que después ha ido acrecen-tándose a través de su participación enlos sacramentos y que hoy llega a suculmen.

En esta tarde lo recibimos con cariñoen la iglesia del Seminario Mayor de SanPelagio. Ayer a las dos y cuarto de latarde, rodeado del afecto infinito, delcariño emocionante, de los cuidadosexquisitos, de sus sobrinos y familiares,a los que nunca agradeceremos bastante

el amor que han derrochado cuidandoa Don José Antonio hasta el últimomomento, entregaba su alma a Dios.Esta tarde con el mismo cariño lo reci-bimos por expreso deseo suyo en estaiglesia del Seminario Mayor de San Pe-lagio. Hace aproximadamente un mes,me pidió expresamente que instaláramossu capilla ardiente en esta iglesia delSeminario, centro de su vida y de suministerio entre nosotros. Quería estarbajo la mirada maternal de la SantísimaVirgen, pintada por Valdés Leal, a laque profesó siempre una devoción filial,tierna y entrañable.

Efectivamente el Seminario constitu-yó el centro de su corazón, la pupila de

sus ojos. En tiempos difíciles, los tiem-pos difíciles del postconcilio, decidiótraer el Seminario de nuevo a Córdobarefundándolo prácticamente desde suscimientos. Apoyó y acompañó muy decerca a los superiores, renovó y fortale-ció el claustro de profesores y siempreestuvo cerca de los seminaristas acom-pañándoles en su formación. No es unacasualidad que haya querido pasar estasveinticuatro horas en las que velamossus restos mortales en esta casa, queciertamente es su casa.

Esta tarde damos gracias a Dios porla vida, por el ministerio y por el testi-monio de este sacerdote, de este Obispo,pastor bueno, fiel y ejemplar. Damosgracias a Dios por el don de la vida queel Señor le regaló hace 85 años, por loque ha supuesto de amor, de cercanía,de enriquecimiento y de testimonio parasus sobrinos, y para su familia, con sulimpia trayectoria de vida sacerdotal yepiscopal. Damos gracias a Dios además,por el don grande que ha supuesto tam-bién para nuestra Diócesis.

Don José Antonio, nuestro queridoseñor Obispo, amó entrañablemente ala Diócesis. Amó entrañablemente a sussacerdotes a los que trató, no desde ladistancia o desde la fría lejanía, desdeun podio elevado, desde el que podíahaber contemplado a sus sacerdotes enla distancia. Los amó acercándose a ellos,tratándolos como padre, como hermano,como amigo, ocupándose cercanamente

PALABRAS DE DON JUAN JOSÉ ASENJO, OBISPO DECÓRDOBA, EN LA INSTALACIÓN DE LA CAPILLAARDIENTE DE DON JOSE ANTONIO INFANTES FLORIDO

EL OBISPO DURANTE EL RESPONSO

CAPILLA ARDIENTE

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V

de su bienestar material, de su progresoespiritual e incluso, de una manera de-terminante, de su situación económica.

El día que fue intervenidoquirúrgicamente, el miércoles 26, porla tarde, después de recibir piadosamentede mis manos el sacramento de la Un-ción de Enfermos, quiso tener unaconversación a solas conmigo. Despuésde hacerme algunas indicaciones sobreel destino de sus escasos bienes, puestoque a lo largo de su ministerio episcopaly a lo largo también de su vida de obispoemérito fue entregando continuamentesus ahorros con destino a la Pía Funda-ción San Juan de Ávila, que se preocupade la honesta sustentación del clero, es-pecialmente de los sacerdotes jubilados,en esa tarde me demostró lo mucho quequería a los sacerdotes, lo mucho quequería al seminario, lo mucho que queríaa nuestros cristianos laicos. Hizo men-ción expresa y me encomendó que mepreocupara de las hermandades y cofra-días, cauce, según él, formidable de evan-gelización, de formación cristiana, deevangelización y de fraternidad en estatierra.

Don José Antonio amaba entrañable-mente a nuestra Diócesis y nuestra Dió-cesis, estoy convencido, lo he podidopercibir a lo largo de los dos años quellevo sirviéndola, le respondió con lamisma moneda. Don José Antonio hasido un obispo muy querido por lossacerdotes, por los consagrados a losque alentó también en su fidelidad, porlos seminaristas y por los fieles laicos.

En esa tarde Don José Antonio mepidió dos cosas concretas; en primerlugar que os pidiera a todos que le en-comendarais fervientemente al Señor.El se sabía débil, él se sabía de barro.Con mucha gracia me comentaba la frasefinal de una lapida sepulcral de un ar-zobispo de Toledo, cordobés de origenpuesto que nació en Palma del Río, elprimado Portocarrero, el cual, despuésde reseñar en su lauda sepulcral todossus títulos cardenalicios terminaba conesta frase latina “homo tamen”, y , apesar de todo, y sin embargo, hombre;y por ello pedía a los que contemplensu lauda que lo encomendaran al Señor.Don José Antonio citándome un párrafoen latín de la carta de Santiago me dijoin multis offendimus omnes, en muchascosas erramos, nos equivocamos y pe-camos todos.

Desde una confianza absoluta en lamisericordia de Dios me pedía que ossolicitara humildemente la oración paraque el Señor le purifique de sus faltas y,ya desde estos días, ya desde hoy, co-mience a gozar de la compañía de lossantos, comience a contemplar la hermo-sura infinita del rostro de Dios. Me pidió,al mismo tiempo, que os dijera que ofre-cía su muerte, sus sufrimientos, su dolorfísico, por la Diócesis, por la fidelidady santidad de los sacerdotes, por la fide-lidad a su consagración de los religiosos,por la fidelidad de los seminaristas, porla fidelidad a las profundas raíces cristia-nas de los hijos e hijas de esta Diócesis. Me dijo además que ofrecía sus sufri-mientos y dolores por su querida familia,que con tanta devoción la ha cuidado.

Me comentó, lo habéis escuchadotambién los sobrinos, los sacerdotes quehabéis estado cerca de él en estos días,

que moría en paz, que moría con gozo,que moría sereno. El sabía bien que semoría. Moría también con alegría puestoque, en definitiva, se iba a encontrar conAquel al que a lo largo de su vida haservido, ha anhelado, por el que ha lu-chado, al que ha amado en lo más pro-fundo de su corazón.

En el Evangelio que acabamos de pro-clamar hemos escuchado que, junto ala Cruz del Señor, estaban su Madre, lahermana de su Madre, María la deCleofás y María la Magdalena. En estatarde Don José Antonio, nuestro queri-do señor obispo emérito, reposa tambiénbajo la mirada maternal de Santa María,Madre de la Iglesia, Madre de todos loscristianos, Madre por un título muyespecial de nosotros, los sacerdotes, con-figurados sacramentalmente con Jesu-cristo Sacerdote, su Hijo.

Pues bien, a la intercesión maternalde la Virgen encomendamos a sus sobri-nos y a vuestra familia, para que Ella osdé fortaleza y consuelo desde la fe hondaen la Resurrección del Señor que es elfundamento más firme y la certeza másclara, más segura, de la resurrección delos muertos. Que Ella tome de la manoa nuestro querido Don José Antonio ylo lleve, ya desde ahora, ante el tronode Dios para que reciba la corona queel Señor tiene prometida a los siervosbuenos y cumplidores.

Que así sea.

Córdoba, 7 de noviembre de 2005.

CAPILLA ARDIENTE

RELIGIOSAS QUE CUIDARON DE D. JOSÉ ANTONIO

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VI

MONS. RICARDO BLÁZQUEZObispo de Bilbao yPresidente de la CEE

Conocí a Don José Antonio siendo yoentonces profesor de Teología en Sala-manca. Tuve la oportunidad de hablarcon él con más detenimiento con ocasiónde un cursillo para la formación perma-nente del clero en el que participamostres profesores de Salamanca, dos de laFacultad de Filosofía y yo. Tuvimosreuniones en Córdoba ciudad, en Mon-tilla y en la parte de la sierra, en Peña-rroya o cerca. Para mí fue la oportunidadde un encuentro excelente. Recuerdoque de vez en cuando bajaba por lanoche a charlar con nosotros, interesán-dose por cómo habían ido las cosas; ypara entones descubrí un pastor celosode su Diócesis, con una gran aperturade espíritu, intentando servir lo mejorque pudiera a la formación permanentede los sacerdotes que, sin duda, habíade repercutir después en un serviciopastoral más cualificado.

MONS. JAVIER MARTÍNEZArzobispo de Granada

Desde que conocí a Don José Antonioal comienzo de mi ministerio episcopalen los años ochenta siempre he percibidoen él un caballero, lleno de delicadezay con una exquisitez cristiana envidiable.Luego, como sucesor suyo en la sedede Córdoba, pude apreciar lo que habíansido sus años de ministerio al serviciode la Diócesis de Córdoba. De esos añosdestacaría que, sobre todo, le tocó viviren gran medida el inmediato post-concilio y las sacudidas que vivió laIglesia y la sociedad española. En esosaños, sin duda, aquellas circunstanciasle hicieron sufrir mucho y, sin embargo,supo mantener la nave de la Iglesia conla misma delicadeza y la misma exquisi-tez que siempre le había caracterizado.

Señalaría sobre todo la labor de reco-menzar el Seminario. El seminario deCórdoba había vivido años de muchísi-ma dificultad, hasta el punto de queprácticamente había desaparecido, y éllo recomenzó con prudencia y con unadiscreción muy grande; de manera que,cuando llegué a Córdoba, me encontréun seminario muy sólido, que estabacreciendo y que no había más que hacerque ayudarle a crecer, y eso creo quenunca se lo agradecerá bastante la Dió-cesis de Córdoba a Don José Antonio.

En todo caso, ha sido un buen pastorde su pueblo y, a la hora de su muerte,pedimos al Señor que le acoja y lo re-compense con la recompensa que elSeñor ha prometido a los buenos pasto-res.

MONS. RAMÓN ECHARRENYSTÚRIZObispo de Canarias

D. José Antonio, ayudado por la gene-rosidad de algunos de sus colaboradoresmás cercanos y por no pocos cristianos,sacerdotes, religiosas, religiosos y segla-res, llevó a cabo la inmensa tarea deaplicar el Concilio Vaticano II a nuestraDiócesis, creando estructuras, institucio-nes, movimientos, ministerios y relacio-nes, que reflejaban el espíritu conciliar,en un esfuerzo que entrañaba una pro-funda modificación de criterios y actitu-des, de estilos y contenidos pastorales,y de tantas realidades eclesiales más quevenían exigidas por una lectura auténti-camente creyente del Concilio, a la luzde la Revelación y a la luz de la verdaderaTradición de la Iglesia”.

No fue una tarea fácil. Suponía eltránsito de una pastoral de cristiandad,a una pastoral evangelizadora, dentrode una sociedad que se resistía, comoaún hoy se resiste, a salir de rutinas queno respondían a una Tradición auténtica,sino a una inercia costumbrista y marca-damente cultural.

MONS. IGNACIO NOGUERCARMONAObispo de Huelva

La muerte de Don José Antonio ha sidopara mí una tristísima noticia. No sóloera compañero, colega y hermano en elepiscopado, sino que era un amigo desdehace muchísimos años. Los dos somossevillanos y nos conocíamos desde haceal menos cincuenta años. Después he-mos tenido ocasión de relacionarnoscuando estaba en Canarias y cuandoestaba en Córdoba.

Ha sido un hombre de un enormecorazón, con una inteligencia privilegia-da y con un amor a su diócesis increíble.Tuve la oportunidad de comprobar estoen las veces en las que he estado enCórdoba; tengo parientes en Córdobay mis mismos parientes decían que DonJosé Antonio era un hombre excepcional.Creo que se pierde en la Iglesia un granobispo y en la Iglesia de Córdoba ungran obispo emérito y espero que elSeñor lo tenga en su seno. Mi pésamesincero a la diócesis, a su familia y atodos los amigos.

MONS. ADOLFO GONZÁLEZMONTESObispo de Almería

Al recibir la noticia del fallecimiento delExcmo. y Rvdmo. Sr. D. José AntonioInfantes Florido, Pastor de esa diócesis

TESTIMONIOS

MISA CRISMAL 2005

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VII

durante casi veinte años, quiero hacertellegar mi sentido pésame a ti, al clero,religiosos y religiosas y fieles laicos quehoy lloran su pérdida.

Tuve relación y pude gozar de subondad personal durante los años quepresidió la Comisión de Ecumenismoen la Conferencia Episcopal Española.Su preparación y preocupación por laIglesia hicieron de él el Pastor bueno yfiel de sus fieles cordobeses y antes desu diócesis canaria.

Encomiendo al Señor su alma paraque le dé el descanso merecido junto aÉl, al que supo representar y anunciardurante su vida terrena.

MONS. JOSE MARÍA CIRARDAObispo emérito de Pamplona–Tudela

Conocí a Don José Antonio siendo obis-po auxiliar de Sevilla y él era párrocodel Salvador. Luego le hicieron obispoy no me extrañó nada porque el cardenalBueno Monreal le estimaba mucho. Fuea Canarias, allí me despisté de él, si queconocí la publicación de un libro queescribió sobre un obispo de Canarias(Tavira). Cuando fui trasladado a Pam-plona, después de un servicio breve yabreviado en Córdoba, no estuve másque seis años, pedí quedar de adminis-trador apostólico con plenas facultadesde obispo. Estuve seis o siete meses hastaque él tomó posesión en el mes de julio.Después me vine al norte y estuve enPamplona durante muchos años, perosolía ir por Córdoba casi todos los añosa dar una vuelta, a ver amigos del mismoCórdoba, de Palma del Río, de Priego,etc., y con ése motivo estuve varias vecescon él y vi todas los obras que yo había

empezado pero que él las terminó congran acierto, saliendo la diócesis ganando,porque él era mucho más artista que yoy lo que yo hubiera hecho de una mane-ra elemental, él lo hizo espléndidamenteen la casa sacerdotal y la residencia delobispo que yo había empezado a prepa-rar pero que él la terminó. Estaré muyunido a los cordobeses en el funeral.

MONS. ANTONIO MONTEROMORENOObispo emérito de Mérida–Badajoz

Me conmueve bastante la muerte deDon José Antonio Infantes a quién visitéhace tres días en Sevilla. Viéndolo muydébil pero no creyendo que el desenlaceestuviera tan próximo. Nos tratamoscomo siempre, como hermanos y comoamigos. Nos conocíamos desde los años60 después del Concilio, sobre todo élfue el primer obispo que yo recuerdeque nombraron después del concilio ypor lo tanto se le podía llamar conciliarcon pleno título.

Nuestra vinculación personal nacióde varias cosas, entre otras, porque fui-mos ordenados de sacerdotes, él en Se-villa y yo en Roma, el 19 de mayo de1951; él era mayor que yo porque habíahecho una carrera civil, luego ya coinci-dimos como sacerdotes y como obisposde la misma generación porque yo fuiobispo dos años después que él y fuipisándole los talones a Sevilla, porqueél se había ido a Canarias en 1967 y yollegué en 1969 a Sevilla. Venía con fre-cuencia a Sevilla, había dejado una huellamuy agradable, una estima de sus paisa-nos que pude comprobar en mis conver-saciones con el señor cardenal Bueno

Monreal, que le tenía una gran estima;de hecho fue el primer obispo de ladiócesis que salió siendo él Cardenal,por lo tanto la imagen la tengo dada porél. El clero de Sevilla de su edad y pos-terior lo trataron y querían bastante ypor ellos tuve más información porqueCanarias estaba muy lejos.

Le visité una vez en Canarias, iba conel señor Cardenal. Tengo un recuerdoimborrable de esos tres o cuatro díasque pasamos juntos. Pude comprobarcómo había encontrado una diócesisanclada en la época anterior de la Iglesiay pasó el estrecho de pasar al concilioy a otro ordenamiento pastoral, de unadiócesis grande, importante y con pro-blemas propios. Lo vi entrañado allí, aun sevillano lo vi insular y eso me edificóbastante. Me fui a Badajoz poco antesde que él se fuera a Córdoba, hemossido limítrofes aunque estuviéramoslejanos uno del otro, pero no lejanos enel corazón. Nos hemos felicitado al me-nos tres veces al año: el día de Navidad,el día de San Antonio y el día de SanJosé y nos hemos tratado mucho en laConferencia Episcopal Española. Lorecuerdo como un obispo ejemplar ymuy bueno, de temperamento sereno yafable, siempre dispuesto a conciliar ,equilibrado en criterio, era un hombremaduro, bueno y capaz.

Lo recuerdo siempre como un hijode la Iglesia por los cuatro costados, sinser riguroso con nadie pero identificadocon la causa a la que servía. Un buencristiano, un buen sacerdote, un buenobispo, un buen amigo.

ILMO. ALFONSO FERNÁNDEZ-CASAMAYORVicario General de la Diócesis de Málaga

Estando nuestro Obispo D. Antonioen peregrinación por Tierra Santa,quiero comunicarle que la Diócesis deMálaga se siente hoy muy unida a laDiócesis hermana de Córdoba en eldolor por el fallecimiento de D. JoséAntonio Infantes Florido, Obispo eméri-to de esa Diócesis. Elevamos a Diosnuestra oración por su alma, recordandotodo el bien que hizo, no sólo comopastor de la Diócesis de Córdoba, sinoa niveles más amplios, por su preocupa-ción por el ecumenismo, promoción delas vocaciones sacerdotales y la renova-ción de la Iglesia. Descanse en paz estepastor bueno.

TESTIMONIOS

VISITA DEL ARZOBISPO NICODIN A CÓRDOBA

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VIII

Don José Antonio venía de Canarias ylo recibimos con muchísimo deseoporque era un hombre de nuestra tierra;a los andaluces, como él era andaluz,nos entendería muy bien y fue así luego.Tenía una relación muy cordial, era unhombre muy culto, tenía su carrera civil,había sido ayudante de la cátedra deCossío en la Universidad de Sevilla ytenía una cultura profana amplia, y luegouna buena formación eclesiástica enRoma.

Era muy respetuoso. Una de sus ca-racterísticas era el ser muy respetuosocon los sacerdotes y los fieles, y, desdeese respeto, gobernaba la diócesis. Lascosas muy importantes de los sacerdoteslas trataba con los sacerdotes, ni siquieracon el Consejo de Gobierno o el equipode gobierno, porque eran cosas muypersonales de los sacerdotes y, por res-peto a los sacerdotes, lo trataba muy

directamente él, con el sacerdote quefuera. Procuraba ser amigo de los sacer-dotes. Con el pueblo era un hombre,quizá por respetuoso, que parecía tímido.Escribía muy bien, era un gran escritor.

Un hombre profundamente creyente,amigo de los sacerdotes, y el Seminariofue la niña de sus ojos, lo llevaba en elalma. Fue repetida la anécdota de ir abuscarlo para despachar y no encontrar-lo por ninguna parte porque se había

metido en una clase con los seminaristas.La vida cotidiana del Seminario era delos seminaristas, era del Rector y era delObispo.

Le gustó mucho estar en la Misa Cris-mal del año pasado y lo dijo en la homilía.Al ser ya mayor le encantaba que loquisieran y se sentía muy querido aquí.Recordó, casi exigiéndolo desde la con-fianza y la familiaridad, “que mequeráis”.

TESTIMONIOS

El Seminario era una dimensión de lavida de la diócesis por la que tenía mu-cho interés; y verdadera prisa porquese levantase el Seminario Mayor, y luego,en 1982, el Seminario Menor para quelos chicos se preparasen en los años debachiller en orden a la decisión vocacio-nal. Yo estaba estudiando en Madrid yme llamó para que ese verano, si pudié-semos, hiciésemos un plan de formaciónsacerdotal, de vida comunitaria, de 12chicos que estaban para empezar losestudios del Seminario Mayor. Se veíacomo una obra muy querida suya.

Tenía muy en el corazón diseñar lacasa de los 12 que empezaban el Semina-rio Mayor, y enseguida nos dijo quehabía que ir por los pueblos donde esta-ban los jóvenes haciendo las propuestasde la vocación sacerdotal; y así estuvimosdos años prácticamente cinco sacerdotes,siete horas diarias dedicados a ir por lospueblos a la Enseñanza General Básicadesde 6º hasta 8º y el bachiller a hablarde la vocación, a organizar una estructu-ra de recogida de jóvenes en el SeminarioMenor, y eso fue una obra suya. Locompartía con nosotros, pero no sóloporque quería estar al día de lo que

ocurría en el Seminario, sino porqueeran sus hijos, era el futuro de la Diócesis,era donde cuajaban las vocaciones dejóvenes que más tarde empuñarían elrelevo de los sacerdotes mayores, queya iban llegando a una edad media muyalta, más de 60 – 65 años.

El Seminario lo hizo con gran senci-llez y gran cercanía a nosotros; DonJosé Antonio, hombre muy culto, cono-cedor de la historia y del arte, todo lomanifestaba desde una profunda senci-llez y cercanía al más pequeño y al mássencillo. No daba ostentación de saber,su saber lo veíamos después en sus cartas,editoriales, en sus artículos del ABC…una gran sencillez, un gran amor al Se-minario; había asimilado mucho el es-píritu del Concilio Vaticano II, de granamor a la libertad y de saber que laIglesia se construiría no cortando lasalas de la libertad de los colaboradoresdel obispo, sino todo lo contrario, quese sintiesen colaboradores en libertad.Un hombre que amaba profundamentela libertad. Desde el punto de vista inte-lectual era un liberal convencido, deaquellos liberales de las Cortes de Cádiz;uno de los autores que él más estudiófue el Obispo Tavira, un obispo liberaldel s. XIX. No un liberalismo que lellevara a la indiferencia ante los grandesvalores; para él, el valor de la doctrina,

del Credo, de la disciplina de la Iglesia,el valor de la Comunión eran valoresque no se tocaban, que no se tocabancon alegría y con libertad y con espíritude participación.

Era un hombre muy familiar, muysencillo, muy humano, todo corazón yeso lo vivió en su vida episcopal. Siendoun hombre de mucha altura, porquepara nosotros era el sucesor de los Após-toles, era un hombre muy llano, muysencillo, muy abierto, cercano y cordial.

ALFREDO MONTESRector del Seminario San Pelagiocon Mons. Infantes Florido

VALERIANO ORDENVicario General con Mons. Infan-tes Florido

MISA XXV ANIVERSARIO DE SU ORDENACIÓN EPISCOPAL

ORDENACIÓN DIACONAL

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IX

MISA EXEQUIAL

Señores arzobispos y obispos, queridoshermanos sacerdotes, señora alcaldesa,autoridades, queridos hermanos y her-manas:

Pero, ¡qué bonito es vivir!, pero, ¡quéhermoso es vivir y romperse la vida porlos demás! y compartir el poco pan quese tiene con aquellos que no tienen nada,y llorar con el que llora y hacer fiestacon el que está alegre y visitar al enfermoy perdonar los pecados y mirar a Diosy poderle decir “Tú eres mi Pastor nadame falta”.

¡Qué hermoso es vivir! Pero parececomo si la muerte nos robara todo aque-llo que de más bello tiene la vida, y noes así. La voz de la verdad, decían losclásicos, solamente se escucha en la elo-cuencia del silencio y ¡cuántos silenciosprocura la muerte! Pero ese ahondar de

la muerte en el silencio hace que resuenecon más fuerza la Palabra: “No os pre-ocupéis Yo soy la Resurrección y la Viday aquel que cree en mi vivirá parasiempre”. Pero ¿cómo un padre iba adejar morir a su hijo?, sería una crueldadque el Padre estando en su mano dejaramorir a su hijo y ¿cómo Dios Padre, elmás bueno y el más santo iba a dejarque se muriera su Hijo? En este silenciode la muerte resuena esa palabra de Je-sucristo “Yo soy la Resurrección y laVida”.

San Agustín, haciendo la alabanza delos obispos que le habían precedido,decía que aquellos santos pastores guar-daron lo que recibieron y bien podemosaplicar estas palabras a nuestro queridí-simo hermano, Obispo, Don José Anto-nio. Aquello que recibieron lo guardarony él, toda su vida, guardó como un teso-

ro inapreciable todo aquello de la Iglesiade Córdoba o que la Iglesia de Córdobahabía recibido: su historia, sus santos,su espíritu, sus parroquias, los sacerdoteseran su tesoro, que él guardaba. Y tam-bién dice San Agustín que aquello queguardaron lo enseñaron y toda esa sabi-duría que venía de la historia, de laespiritualidad, de la vida de la Iglesia deCórdoba él lo hizo fecundo magisterio.Como el hombre del Evangelio que sabesacar de lo antiguo para dar luz a lonuevo. Un magisterio fecundo hechoen mil publicaciones distintas, en esepasearse por los distintos problemas dela sociedad y del momento, en ese estaren las parroquias y en todas las circuns-tancias y momentos predicando la pala-bra de Dios.

Y hay más, aquello que recibieron loguardaron, y aquello que guardaron lo

Quiero que me pongáis en el altar de vuestrocorazón y allí ofrezcáis sacrificios por míA las cinco menos cuarto del pasado día 8 de noviembre se iniciaron las exequias por Don José Antonio con el trasladode sus restos mortales desde la capilla del Seminario hasta la Santa Iglesia Catedral, presidido por el Obispo al queacompañaban el Consejo Episcopal, Cabildo Catedral, sacerdotes y seminaristas. Al llegar a la Catedral se incorporaronlos obispos: Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada; Mons. Antonio Montero, Obispo emérito de Mérida-Badajoz;Mons. Antonio Ceballos, Obispo de Cádiz-Ceuta; Mons. Juan García-Santacruz, Obispo de Guadix-Baza y el Sr. CardenalCarlos Amigo Vallejo, Arzobispo Metropolitano que presidió la Misa Exequial en la que pronunció la siguiente homilía.

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X

enseñaron y aquello que enseñaron lovivieron. Igual que el sacerdote cuandole dicen “aquello que vas a leer hazlovida”. Y nuestro querido obispo difuntohizo vida su propio magisterio. Ese ma-gisterio en los largos años de sacerdote,de obispo en Canarias, el largo periodode Córdoba y, después, con el silenciode una vida callada, sencilla, humilde,desbordante de amor a alguna personaque en ese momento podía necesitarle.Así es la vida del sacerdote, así es la vidadel obispo, en esa entrega incondicionala los demás.

Sí, ¡qué hermosa y qué bonita es lavida! Pero la muerte parece que se llevala mejor parte, que nos roba todoaquello y que queda la vida casi comoun recuerdo de algo que fuera, pero queya no es. La muerte no nos mata, pero,¡nos deja cada desgarrón! La muerteno nos aniquila, pero, ¡nos deja cadaherida!... unas veces de desilusión “nomerece la pena”, otras veces de descon-fianza, otras veces de indiferencia, otrasveces incluso de desesperación. Peroesas heridas que causa la muerte tienenun remedio, tienen un bálsamo y esebálsamo es siempre el amor de Jesucristo:

“Vosotros sois mis amigos”, os he elegidoa vosotros, sacerdotes, “vosotros sois mishermanos”, he dado la vida por vosotros,¿qué prenda y garantía querías mejorque el amor de Jesucristo?

Job, el santo que tanto y tanto habíatenido que sufrir, cuando pasa ya

aquellos está hablando con Dios y ledice “Señor he oído hablar muchas vecesde ti pero fíjate han tenido que arrancar-me la piel a tiras para poderte ver caraa cara”. A los largo de la vida se nos vaasí como arrancando la piel y la muerteya es ése último zarpazo que se robatodo lo material de nuestra existenciapara que toda la persona quede comple-tamente poseída, llena de Cristo.Muchas heridas nos deja la muerte peroesas heridas tienen también un bálsamoy es el bálsamo de la misericordia delamor de Cristo. Para recordar unas pa-

labras de un santo tan querido que vivióen Córdoba, en Montilla, ejemplo ymodelo de sacerdote, San Juan de Ávilacuando dice al sacerdote: “Si tienes mu-chas heridas vete al hospital de las mise-ricordias de Dios porque en ese hospitalla enfermera es la Santísima Virgen Ma-ría. Pueden ser muchas las heridas peroqué admirable es este hospital y quésanta Enfermera la que pone los bálsa-mos y aceites de la ternura de Dios sobrenuestras fatigas y nuestros dolores”. Poreso el funeral solemne que nosotrosestamos celebrando no es una despedidaapoteósica, solemne, de una persona quefuera obispo queridísimo de esta diócesisde Córdoba, sino es la celebración de laPascua de nuestro hermano. Es el trán-sito, es el camino y es el camino llenode luz que Jesucristo nos ha dado consu Resurrección gloriosa “Yo soy laResurrección y la Vida, y el que cree enmí vivirá para siempre” y, por si fuerapoco, dijo el Señor: “Yo soy el Pan Vivobajado del cielo y el que coma de estapan vivirá para siempre”. Y aquí terminala homilía; pero como en algunas com-posiciones ¿dónde vais a enterrar a DonJosé Antonio?, fue lo que le preguntóSan Agustín a su madre ¿dónde quieresque te enterremos?, y la madre respon-dió a sus hijos “lo mismo da. Lo quequiero es que me pongáis en el altar devuestro corazón y allí ofrezcáis sacrificiospor mí”.

MISA EXEQUIAL

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XI

MISA EXEQUIAL

EL NOVENARIO POR EL ETERNO DESCANSO DE DON JOSÉ ANTONIO TEN-DRÁ LUGAR DEL 9 AL 17 DE NOVIEMBRE EN LA MISA CAPITULAR QUE SECELEBRA EN LA SANTA IGLESIA CATEDRAL A LAS 9:30 HORAS. FINALIZARÁEL DÍA 18 DE NOVIEMBRE CON UNA SOLEMNE EUCARISTÍA A LAS 20:00HORAS PRESIDIDA POR EL OBISPO.

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“Finis venit, venit finis”; llega el fin.Aquí se queda Córdoba, ciudadinvisiblemente amurallada, celosaguardadora de su claridad secreta,honda y viva. He aprendido aacercarme a ella de puntillas paragozar la intimidad religiosa de susconfidencias. Puedo decirles a los defuera: si un día os abre su puertaconoceréis la sabiduría y el misteriode su vida, porque su verdad esinterior y recogida, con sabor aclaustro y retiro. Aquí nada es

clamoroso, todo lo más recónditoclamor. Hasta su pena llega así a lapleamar, aguantando firme con sucorazón al raso, que ni agigantamiedos ni teme la poda en plena vida.Su trabajo, la siembra y la moliendade cada día, es parco, escueto ysosegado, como es su fe, que la gozapacífica y tranquila mientras alEspíritu da hospedaje en su silencio.

MONSEÑOR INFANTES FLORIDOHomilía pronunciada en la Eucaristía

con motivo de su despedida de la Diócesis

«OS LLEVO EN MI CORAZÓN»