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UU n rretazo de la Italiaborbónica que prome-te una naturaleza pro-

tegida, un rinccón de la región deCampania que exhala mediterraneidaddonde su historia aún palpita y no con-taminada por el cemento, se trata de lacomarca de Cilento: este vasto territo-rio al sur de Salerno, que de Paestumse extiende por la costa hasta el golfode Policastro y, hacia el interior, hastalos Montes Alburnos, forma parte deesa Italia por descubrir que reúne todoslos méritos paara ser explorada.

Cilento es una tierra repleta de testi-monios arqueológicos, artísticos yambientales que el Consejero deTurismo de Campania, Marco Di Lello,define rica de localidades extraordina-

En la verde y monumental Comarca de Cilento, el Palacio Belmonte rezuma su glorioso pasado durante el Reino de Nápoles

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rias que atrae un número de turistascada vez mayor.

Esta soleada zona es también lapatria de la gastronomía mediterráneacuyos productos locales de la tierra ydel mar -que resulta más sabrosa conel perejil, la albahaca y el romero almáximo de su aroma por estos parajes-constituyen un valor añadido paraCilento.

Centro de interés turístico esCastellabate, la antigua villa, dondedesde lo alto hacia el atardecer, la vistadel castillo abarca la costa entera quese va tiñendo de rojo desde PuntaTresino a Punta Licosa. Y aprovechan-do los días de atmósfera límpida seperciben todas las curvas de la CostaAmalfitana, delineándose Capri eIschia en el fondo del panorama.

Desde el puerto de Santa María deCastellabate, a sus piés, se puedealquilar una barca de pescadores en elCe-Sub, el centro submarino. Para losamantes de la inmersión, estas aguasinvitan a maravillas como un parquemarino (toda la costa es zona protegi-da) y un yacimiento arqueológico bajolas aguas.

Poco distante, otro puerto bien equi-pado es el de San Marco donde lacosta prosigue más abrupta hastaPunta Licosa, un espolón rocoso, cuyonombre se debe a la mítica sirenaLeucosia que salvó la vida a Ulises… yla gira llega a su meta en el puerto deOgliastro Marina.

Por tierra, a lo largo del primer tramode carretera que desde Santa Maríaconduce a Palinuro, hileras de olivos ylargas lenguas arenosas acompañan alviajero que ya en el puerto de Palinuro,encuentra a disposición embarcacionespara dar una vuelta por las bellas grutasque agujerean las rocas del lugar.

Volviendo a la carretera, la próximaetapa es Marina di Camerota dondetambién se puede alquilar una lanchamotora para encontrar las calitas secre-tas entre las fantasiosas grutas: CalaFortuna, Monte di Luna o Cala Bianca.

Otra sorpresa es Porto degliInfreschi, una maravillosa ensenaduranatural donde tras desembarcar, unsendero nos conduce a la iglesita deSan Lazzaro, el único testimonio depresencia humana. O la GrutaFrigorífico que debe su nombre a labaja temperatura, aprovechada hastano hace mucho para conservar el atún.

Hacia el interior del territorio, la pri-mera parada la merecen las Grutasde Castelcivita donde cinco nivelesde cuevas ascienden desde el ríoque las ha ido esculpiendo a travésde los siglos.

Camerota, Cala D’arcontePunta Licasa isolotto

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La gira continúa en la grandiosaCartuja de San Lorenzo en Padula,cuya iglesia barroca luce un magníficoaltar, antiguas cocinas en perfectoestado de conservación además de lafamosa escalera helicoidal de la biblio-teca, las frescas bodegas y las celdasde los monjes, visitables durante losmeses de Julio y Agosto.

En este espléndido territorio, entreverdes frondosidades y cristalinasaguas tirrenas, surge discretamente elPalacio de un príncipe de rancio abo-lengo, cuyas vetustas piedras y cente-naria vegetación manifiestan elambiente del lujo de antaño: silencio,privacidad y deleite de una naturalezaintacta que se respeta en esta especiede oasis florido, a los piés de la antiguavilla de Santa María di Castellabate.Edificado en el siglo XVII por voluntadde la familia del Príncipe Belmonte, fuedestinado a residencia veraniega ypabellón de caza en el que los Reyesde España y de Italia se solían retirarpara sus cacerías de jabalíes y decodornices por el vasto coto que rodeael Palacio.

En la actualidad, cinco espléndidosacres de parque componen un contex-to reservado y sereno, diseminado denaranjos y limoneros, donde estallanhibiscos, adelfas, rosas, jazmines ybuganvillas que a cascadas coloreanlas antiguas murallas.

El Príncipe, que sigue viviendo en unala privada del Palacio, fiel a la elegan-te y armoniosa arquitectura original, haadaptado el interior de este monumen-to del Seiscientos en confortablesalojamientos o suites, espaciosos ydotados de una acogedora decoraciónpara que el huésped se sienta como ensu casa.

Los apartamentos ocupan la primeray segunda planta de tres sectores deledificio, mientras que, anexo al núcleoprincipal, se yergue la llamada y suge-stiva ‘Casa de Eduardo’ con habitacio-nes que se distinguen con denomina-ciones de flores e hierbas aromáticas.Algunos de estos aposentos se embe-llecen con techos abovedados y se ale-gran con terrazas encantadoras, cuyasvistas se asoman a los jardines, al anti-guo patio de entrada o directamente almar y al centro costero de Santa María.

Para las zambullidas, se puedeescoger el agua dulce de la piscinarodeada de una espesa arboleda querepara del sol, y de un bar para el quedesee refrescarse también la garganta,o bien bajar unos escalones y accedera la playa privada de fina arena dorada,preparada para recibir a los clientesplayeros con suaves toallas, sombrillas

Templo de Paestum

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Para más información:

www.palazzobelmonte.com

e-mail [email protected]

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y cómodas tumbonas además del ser-vicio de bar-cafetería.

Cabe resaltar el menú que ofrece elrestaurante del Palacio a base de lastípicas especialidades mediterráneascon sabores enriquecidos por los pro-ductos locales, como las blancas moz-zarellas de búfala o las soleadas frutasy verduras que se pueden degustar enla terraza de la piscina durante elalmuerzo o en el llamado ‘Belvedere’ ala hora de la cena que, envolviendo consu panorama marino, fragancias natu-rales, sugestiva iluminación con antor-chas y velas y exquisito servicio, creaun ambiente mágico e irreal que, por laatención dedicada, podríamos definirde otros tiempos.

A la salida, dejando atrás las altascancelas del Palacio que protegen alafortunado visitante de este increíblelugar, a pocos metros de distancia seintroduce de lleno en la vida de SantaMaría, animada por tiendas para todoslos gustos, pequeños restaurantes,bares, cafeterías, bancos y un variadí-simo mercadillo semanal al aire libre.

Y sería un error considerar esta resi-dencia nobiliaria -que costea el ParqueNacional de Cilento, declaradoPatrimonio de la Humanidad por laUnesco- sólo como un hotel de altonivel, dado que constituye una moradahistórica en donde se invita a sus hués-pedes a vivirla como la disfrutaba unnoble de hace unos siglos, un privilegioque el Príncipe ha mantenido pararememorar el placer de los ocios princi-pescos y de las comodidades patriciasdel pasado.

Para alternar con este lujoso reposo,los lugares de la ancestral cultura deCilento proponen alguna que otra visitade sumo interés arqueológico, comolos templos de Paestum, a media horade coche; o Velia, nombre dado por losromanos a la que fue colonia griega,menos conocida turísticamente, a unos40 minutos; al igual que Herculano yPompeya, las ciudades con las ruinasmás famosas del mundo o, a aproxima-damente una hora, se puede llegar a la

grandiosa Cartuja de San Lorenzo, enPadula, fundada en 1306, uno de losmás emblemáticos monumentos de laItalia sureña. Sin olvidar Castellabate,antiguo núcleo de casas enganchadoen la colina de San Michele, en el quedomina el castillo levantado por el frai-le benedictino, San Costabile, destina-do a refugio de la población local paradefenderse de los ataques de piratasque infestaban la costa cilentana, pro-piedad de los Belmonte hasta iniciosdel pasado siglo.

Es curiosa la historia de la familiaBelmonte, de origen italiano y español,que poseía vastas propiedades en todaItalia y en el Norte de España. Erandueños de 12.000 hectáreas de tierra,cerca de Barcelona, en donde uno delos antepasados del Principe fueDomenico Pignatelli, Marqués de SanVicente, General de la Artillería y de laCaballería, General en el Principado deCataluña, Gobernador y Comandantede la provincia de Extremadura, Virrey

y Capitán General del reino de Navarray de Galicia, marido de Doña AnaAymerich la cual ligó sus títulosespañoles a la rama italiana de losPignatelli. Otros antepasados delPríncipe Belmonte han marcado lahistoria política italiana y eclesiásticacomo Antonio Pignatelli, hijo deDomenico, el embajador que firmó eltratado de paz entre el Rey de las DosSicilias y Napoleón; el Papa InocencioXII (1691-1700) o el Cardenal GennaroPignatelli de Belmonte (1908-1948).

Otro dato curioso que vincula estatierra a España es que el vino tinto pro-cedente de la propiedad de losBelmonte en Licosa, era de tan altacalidad que el Rey de Nápoles, Carlosde Borbón, tras ser coronado Carlos III,Rey de España, ordenó que se lo lleva-ran a la Corte de Madrid.

Carmen del Vando Blanco

Faro Agropoli

Entrada al parque

Vista desde el parque

Terraza de Belvedere