en el paisaje (pensando la fotografía)

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Un ensayo sobre la Fotografía. Un paisaje de ideas sobre la Fotografía. Para leer sin orden, para entrar y mirar desde cualquier parte.

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Salvador Solé Soriano (Barcelona 1965)

Se inicia en la fotografía con la Kodak Instamátic que le regalaron en su primeracomunión. A los catorce años (1979) consigue que su abuelo le preste dinero para comprarsesu primera cámara réflex, una Pentax ME. Ese mismo año al ingresar en los “Scouts” inaugurauna relación pasional con la naturaleza que ya desde entonces correrá paralela al ejercicio dela fotografía.Entre los años 1982 y 1998 practica el alpinismo y la escalada. En 1989 conoce a Enric Asín yjuntos realizarán excursiones y escaladas memorables (para ellos) durante largos años.Hacia 1997 le nace una desmedida afición por la ornitología y empieza a viajar por Europa yel resto del planeta en pos de las aves, pero aún asi, a pesar de que ahora sus visitas a la altamontaña son esporádicas, sigue siendo la naturaleza su inclinación fotográfica predilecta.

Enric Asín Ollé (Barcelona 1957)

A los dieciseis años rompe su primera cámara, una “Balda” de 1936 que le cedió su abuelo. Era la primeravez que llevaba una cámara en una escalada. A pesar del precedente, convenció a su padre para que le permitierausar la suya, por lo demás idéntica a la del abuelo. A los veinte años (1977), sufre una caída durante una ascensiónen solitario en el Pirineo, a la que afortunadamente sobreviven los dos: aunque él va a parar al hospital, consigueque la cámara de su padre resulte ilesa. Dos cámaras más tarde (1989) conoce a Salvador Solé quién, en eltranscurso de una primera escalada conjunta, deja caer desde treinta metros de altura su nueva Pentax (lasegunda), demostrando así su valía como fotógrafo de naturaleza. Desde entonces su estima mutua no ha hechomás que aumentar, sobreviviendo incluso a la tormenta digital y a la desmedida afición de Salva por las aves. Lasegunda cámara en caer fue una Canon AE-1, esta vez desde tan sólo veinte metros de altura. Resistió muy bieny la pudo seguir usando durante un tiempo, hasta que una ráfaga de viento volcó el trípode en una cima. Latercera, una Canonet 80 de telémetro que usaba donde era difícil llevar una cámara más grande, se “ahogó”durante el descenso de un cañón en Cotiella. La cuarta en accidentarse es una Nikon FM2 de 2001, que en unospocos años se ha convertido en una reliquia analógica. Fué víctima de la impaciencia en medio de un raptofotográfico: metiole el pulgar en las cortinillas del obturador, en un vano reflejo para evitar su caída.En varios años de escaladas y excursiones, a base de romper cámaras y malograr carretes, consigue hacerse conuna selección de fotografías sin archivar, que recordaba exactamente hasta que cumplió los cuarenta. Después,durante la quinta década de su existencia, en un intento de clasificar y ordenar el fruto de más de veinticinco añosde actividad, descubre que paulatinamente ha ido olvidando detalles y nombres de su colección de fotos, pero

gracias a ello tiene una nueva perspectiva de su obra, que le lleva a valorarla y a creer por ello que su vida no ha sido en vano. Ahora le queda pordemostrar que las cámaras digitales también pueden acompañarle hasta donde lo hicieron las analógicas y que desde allí también son dignas deseguir fotografíando la naturaleza.

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Una introducción

Este libro trata de la fotografía de paisaje tal como nosotros la entendemos y de los aspectos

emocionales e intelectuales que su ejercicio nos comporta.

Este libro NO trata la vertiente técnica, ya que utilizamos los conocimientos y trucos obligados para

cualquier fotógrafo que quiera plasmar lo que ve. Y no es esto lo que nos define, ni lo que podemos aportar.

Lo que pretendemos es mostrar para compartir, la belleza del paisaje y nuestras reflexiones respecto

al tema de la fotografía DE y EN el medio natural.

Hacemos fotos porque la Fotografía es una poderosísima herramienta para crear imágenes, cosa que

necesitamos hacer para desarrollarnos y comunicarnos, ya que las imágenes nos parecen esenciales para

cada persona y porque para nosotros además, son una inagotable fuente de felicidad.

Por todo ello, -después de salvar todos los escollos de software, hardware, soportes de imagen, tintas y

demás, que forman la procelosa costa de la reproducción gráfica-, en el libro únicamente hemos incluido

imágenes lo más fieles posible al modelo original. No porque nos parezca que las imágenes fotográficas

creativas sean menos valiosas, sino por algo que emocionalmente nos liga con el paisaje donde se han

desarrollado muchos de nuestros mejores momentos.

Consideramos que gran parte del atractivo que todavía tienen las fotografías, reside en que de un modo

u otro podemos relacionarlas con la realidad. Aunque en otras partes del libro discutamos esa “realidad” de

las fotografías, deseamos que nuestras imágenes permitan al espectador/lector, creer que los paisajes

donde han sido tomadas las fotografías existen todavía. Por lo menos podrán creer que existían y que la

luz, el color y la forma, no son únicamente producto de nuestra imaginación.

Nos gustaría que los lugares donde hemos estado no sean destruidos y aunque eso no esté en nuestra

mano, sí lo está compartir esos fogonazos de belleza que nos hacen sentir que todavía hay paisajes

cercanos donde vale la pena vivir.

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Cómo se hizo este libro

La amistad, -como los cocodrilos-, pertenece a ese género de cosas que cuanto más envejecen más

tienden a robustecerse. De la amistad pues y de una pasión compartida nace este libro. Como dice Enric

“podemos hacer un libro juntos porque podemos salir juntos a hacer fotos y porque también, a veces,

desearíamos haber conseguido la foto que hizo el otro”. Aunque hay que matizar que poseemos, además

de inclinaciones comunes, diferencias de estilo. Enric hace fotos como quien saborea un inmenso helado

que jamás volverá a saborear; lentamente y a conciencia. Yo hago fotos como quién devora el helado

porque no es éste sino el mundo el que se acaba; veloz y compulsivamente. Luego, -verbigracia- no es

siempre fácil decir a quién pertenece cada foto, pero hay tendencias. Enric suele buscar lo sutil y abstracto

mientras que a mi me tira más lo vigoroso y concreto. Pero parte de lo que cada uno hace se asemeja al

estilo del otro, porque ninguno de los dos descarta recurso alguno para lograr una buena imagen y con el

roce, hemos ido aprendiendo la visión del otro.

Respecto a los textos hay que aclarar que no los hemos realizado al alimón, si no que en una primera fase,

cada uno escribió lo que más le urgía decir y en una segunda, nos repartimos los temas pendientes, según

las apetencias. Así, cada texto pertenece básicamente a una sola pluma, al igual que cada foto corresponde

a una sola cámara. Sin embargo cada uno influyó algo en lo escrito por el otro y participó en la selección,

de lo que en un principio fue un fondo común de fotografías. De este modo tan mestizo como respetuoso

de las individualidades, hemos intentado enriquecer, conceptual y visualmente, los contenidos de este

nuestro libro, hecho por nosotros para nosotros y para todo aquel que en él busque, el solaz de la palabra

y de la imagen.

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El libro como paisaje

Lo único que desde el principio hemos tenido claro, es que queríamos hacer un libro como un paisaje

amplio y abierto, donde entrar y salir sin restricciones, porque la fotografía del paisaje exige entrar en él y

recorrerlo. Desde luego nunca podrá ser lo bastante “grande” y lo de “entrar”, habrá de ser solamente en

sentido metafórico. El caso es que de un modo u otro, ha de evocar algo de lo que sentimos en el paisaje

de verdad.

Un paisaje no es anárquico, contrariamente a lo que parece, no es el resultado del azar, al contrario. Sí es

cierto que llueve y nieva cuando quiere y que las rocas se erosionan a su ritmo, pero un paisaje es un

entorno construido siguiendo unas leyes, que en nuestro caso son las de la Naturaleza.

No entraremos en analizar si un paisaje humanizado es más o menos anárquico o cuales son las leyes que

rigen los paisajes industriales o urbanos, el nuestro es aquí, un paisaje natural.

El caso es que, como en un paisaje, queremos que en el libro haya algunas leyes internas que le den

coherencia. Un paisaje es distinto según el punto de observación y por tanto, no es el mismo según el

camino seguido para penetrar en él. En consecuencia no debemos conformarnos con recorrer un espacio

en una sola dirección, a veces basta con girarse, para descubrir un encuadre nuevo que a la ida nos ha

pasado inadvertido.

En un libro la lectura por regla general es lineal, se empieza por un extremo y se sale por el otro. Se sigue

un camino trazado de antemano por el autor que desde luego, es el adecuado para muchos tipos de libro.

Sin embargo, muchas veces accedemos a los libros sin seguir ese orden, cuando la secuencia narrativa o

la función para la que está concebido lo permiten. Incluso en ocasiones, una vez leído accedemos a él en

aquellos puntos que más nos apetecen. Muchos libros de fotografía se ven de ese modo, a pesar de que

la distribución de los temas, textos e imágenes, se corresponda con un orden cronológico o se asimile al

tiempo de un viaje o nos cuente un relato.

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Este no es un libro de relatos, aunque sí expliquemos alguna historia. Tampoco es un catálogo de fotografías

porque no se han ordenado siguiendo un criterio cronológico o de estilo. Y ¿qué hacer con los textos?, que

sólo explican directamente las fotografías en algunos casos y que no están ilustrados por ellas.

Como en un paisaje, queremos que se pueda entrar en el libro por varios caminos, que se pueda leer en

varias direcciones. Por eso lo hemos creado a base de rincones, -pequeños lugares de texto e imagen-,

dentro de un contexto único, ideas parecidas escritas de distintos modos, conceptos relacionados que

esperan en distintos lugares. Nos gustaría que el libro se quedara por ahí, y que de vez en cuando entrarais

en él a pasear, a recorrerlo de nuevo. Sólo para leer o también pararse a mirar, como un paisaje conocido

que recorremos muchas veces para relajarnos y disfrutar.

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Desmontando un tópico

Si intentamos describir una fotografía, la inmensa cantidad de detalles que puede contener, hace que

sea necesario emplear muchas palabras si queremos dejar constancia de todo lo que en ella se representa.

Para describir esto, se ha acuñado la frase “una imagen vale más que mil palabras”.

Como en la mayoría de las frases hechas y prácticamente para todo el refranero, una frase afortunada que

se aplica a una circunstancia concreta, se convierte para muchos en “sabiduría popular” incluso en “sentido

común”, tomando la frase como un aserto de validez general.

Parecerá entonces que siempre es mejor una fotografía que un texto, cuando esto dista mucho de ser

cierto. “Sensu estrictu” que diría un obispo, no se puede explicar una imagen con palabras, a menos que

con ellas se pueda evocar o citar una imagen anteriormente compartida por los interlocutores. Del mismo

modo inversamente, (lo diga o no un obispo, que tanto da) tampoco se puede con una imagen, ilustrar

absolutamente un texto, ni siquiera una palabra, si no designan un objeto. No digamos una narración. Un

ejemplo claro de esto último, lo dan las adaptaciones cinematográficas de novelas. A 24 fotogramas por

segundo, una hora y media de película contiene exactamente 129.600 fotogramas. Según el proverbio

equivalen a 129,6 millones de palabras ¿Habéis leído el guión de “2001 una Odisea del espacio”? es un

librito de nada, que no contiene ni por casualidad las palabras que se supone hacen falta para explicar la

película. A fuer de sincero, debo admitir que aquí he hecho un poco de trampa. Naturalmente que el guión

no describe hasta el último detalle de las imágenes que muestra el film, pero el caso es que todas ellas son

necesarias para explicarlo. Lo mismo ocurre con los paisajes y los entornos donde se desarrolla una historia,

hay que localizarlos o crearlos, aunque en el texto estén nada más que esbozados. Incluso las películas

“mudas” de los inicios del cine, recurrían a insertar textos para explicar la acción, como un medio eficaz de

informar al espectador sin necesidad de introducir prolijas explicaciones visuales, que se podían resolver

con una sola frase. De hecho, las películas mudas no han sustituido a las narraciones, sino que como todos

sabemos, el cine ha evolucionado hasta ser una fructífera simbiosis de imagen y palabras, que constituye

un lenguaje especial en si mismo. Como podéis ver (¿mejor diríamos “leer” verdad?), no es evidente

entonces, que una imagen valga más que mil palabras, por muy claramente visible que sea.

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Sobretodo porque la literatura y las imágenes tienen por separado su propia sintaxis, no son el mismo tipo

de lenguaje y no pueden traducirse mutuamente mas que de forma aproximada.

Hay quien hace un arte de ese intento de traducción, tanto en un sentido como en otro. La descripción de

un paisaje mediante un texto requiere de gran creatividad y mucho léxico, pero en última instancia siempre

se tratará de un intento de apelar a la imaginación del lector, de inducirle a la creación de imágenes propias

con que ilustrar el texto. No es pues ninguna paradoja afirmar que haber visto muchas fotografías de

paisajes,- incluso haber visto muchos paisajes -, nos permitirá entender y disfrutar mucho más de la

lectura.

Este libro aspira, como una buena película, a ser una simbiosis de textos e imágenes, pero las imágenes no

ilustran el texto y el texto no explica las imágenes. Las fotografías no han sido escogidas como ejemplos

de lo que se dice en el texto, tienen “vida propia”, se justifican por sí mismas y el libro entero debe

considerarse como un paisaje textual, el contexto al que se refieren cada una de las fotografías. Ambos,

textos y fotografías, explican lo que pensamos de la Fotografía y del paisaje y lo que nosotros entendemos

que es fotografiar el paisaje.

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¿Qué hacemos cuando hacemos fotos?(Un alegato sentimental y tres retruécanos)

Como la naturaleza nos ha atraído desde la infancia, tanto como experiencia física como estética,

para fotografiar necesitamos integrarnos y para integrarnos nos viene de perilla fotografiar.

Nos acercamos a la naturaleza de un modo totalmente distinto de nuestros ancestros que la tenían por dios

y por castigo. Nuestro modo de ver nace en el siglo XIX, cuando el entorno urbano empieza a resultarle más

natural que el silvestre a una parte de la humanidad que se halla en condiciones de desarrollar nuevas

sensibilidades.

Normalmente fotografiamos el paisaje por aproximación: sentimental y estética. La fotografía guarda un

mayor o menor parecido con la realidad, pero de lo que se trata es de que las diferencias no sean notorias

y en todo caso que hagan justicia a lo que sentimos y vimos.

Naturalmente podemos imaginar una cámara con pantalla gigante y cámara oscura, que nos permita

ajustar y modificar la imagen “in situ” con tanta aproximación como queramos. Entonces estaríamos en

condiciones de hacer una fotografía “tal como lo vemos”. Pero realmente ¿es eso lo que deseamos? La

respuesta convencional, la de sentido común, sería afirmativa. Sobretodo porque parece que la razón de

ser de la Fotografía de paisaje, no sea otra que reflejar la realidad con la mayor verosimilitud, algo así como

que una imagen especular, -si no estuviera invertida y fuera fija-, sería la mejor foto posible. “Espejito,

espejito, dime cual es el paisaje más bonito”. Pero una fotografía no es un espejo, al contrario, está hecha

para ser contemplada fuera de su contexto, tanto en la distancia como en el tiempo.

Confrontar la foto directamente con el paisaje, sería una especie de retruécano de imágenes, donde la

imagen del paisaje está ahora en su interior. ¿Qué pasa si miras la foto frente al paisaje? Una buena

ampliación, no una pantallita digital o una copia instantánea. Pasan estas cosas y seguramente algunas

más que ahora no se me ocurren:

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• Que tienes la foto en la mano y el paisaje en cambio, te tiene a ti.

• Que la imagen es un objeto, la mayor parte de las veces de forma rectangular.

• Que en la foto no está el paisaje entero.

• Que la foto es plana y el paisaje no.

• Que hace frío o calor y en la foto no se nota

• Que aunque no se ve desde aquí, tú sabes que detrás del meandro del río hay una poza de agua

cristalina de color verde profundo.

• Que de aquí a escasos segundos, empezará a caer un aguacero de verano y que más vale que

estés preparado, a cubierto y cámara en ristre.

Constatar todo eso nos hace conscientes de algo que puede parecer obvio, pero que casi todo el mundo

olvida: la Fotografía no es la realidad y aunque nos la recuerde mucho, la mayoría de las veces ni siquiera

es una copia fiel de su imagen.

La Fotografía más que expresar la realidad, usa la realidad para expresarse, hace referencia a ella y siempre

la manipula.

Pero no seamos engañosos, no todos los fotógrafos piensan que son ellos los que se están expresando con

la Fotografía. Sobretodo si se trata de fotografiar paisaje, seguro que encontramos las opiniones divididas

en un viejo debate. La discusión es estéril si se plantea en esos términos de blanco-negro, verdadero-falso,

yo tengo la razón-tú no, la Fotografía, como hemos dicho en la definición, no es una entelequia es una

actividad, así que la Fotografía es tal como la hacen los fotógrafos. No es una cuestión a debatir, no se trata

ahora de dar una opinión, lo que importa es saber lo que estás haciendo cuando haces fotos: reproducir

(dejar que la realidad se exprese) o expresarte tú.

En nuestro caso hemos querido que todas las fotografías de este libro, nos permitan expresar lo que nos

gusta, lo que nos proporciona un placer estético y en definitiva, los lugares donde hemos sido muchas

veces felices haciendo fotos.

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El fotógrafo del paisaje

El fotógrafo del paisaje, empieza a serlo cuando emplea los medios técnicos más simples, para

obtener las imágenes que busca. Buscar imágenes en un paisaje es una actividad intelectual intensa, que

va más allá de captar el paisaje con la cámara. En el fondo, fotografiamos la abstracción, no la realidad. La

realidad la fotografía la cámara, el fotógrafo usa la cámara para fotografiar su mente.

El fotógrafo no es solamente fotógrafo, sino que también debe desarrollar otras actividades, habilidades,

incluso oficios. Esto es especialmente cierto en el caso de la fotografía del paisaje tal como nosotros la

entendemos. Cuanta más actividad asociada puedes desarrollar, más opciones, más caminos hacia la

belleza y la creatividad tendrás abiertos. La fotografía del paisaje exige entrar en él y recorrerlo. Caminar

es la manera más inmediata de entrar en un paisaje. Pero hay lugares en los que “caminar”, ya es por sí

misma una actividad especializada. Esquiar, escalar, navegar, bucear, son actividades que los fotógrafos del

paisaje han asociado a la fotografía y que en muchas ocasiones son también tan importantes como ella.

Al ser actividades que proporcionan sus propios retos y placeres, ayudan a desarrollar una sensibilidad que

de otro modo quizá no tendrías.

La persona puede ser o no la medida del paisaje, pero cuando interactúa y se ve afectada por el entorno,

se integra en él. El fotógrafo puede sentirse a merced del entorno, pero en tanto que experto conocedor

se siente integrado cuando conoce y acumula experiencia. No se trata de la “vuelta al campo”, o del

naturismo ingenuo de ¡quiero volver a ser Australopitecus! Se trata de conocimiento. Porque paisaje es un

término amplio, que no solo se refiere al entorno natural. Fotografiar el paisaje urbano puede ser enormemente

gratificante, incluso peligroso y cada fotógrafo se integra en el entorno para encontrar aquello que busca.

Todo el mundo conoce las ventajas de la experiencia en cualquier actividad. Nosotros, que llevamos treinta

años el que más y veinticinco el que menos, de vivencia fotográfica, también sufrimos su mayor inconveniente:

tras tanto buen ver y bien hacer, ¿cómo mejorar?

Aquella imagen que diez años ha ponderamos sublime, hoy la tenemos muy vista y necesitamos superarla.

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Lo necesitamos porque, aunque libres de toda presión externa, sentimos una urgencia interna que nos

exige profundizar en la visión y trascender los vicios y clichés. Y como seres humanos, fieles a nuestra

imperfecta naturaleza, siempre nos pedimos más de lo que somos capaces de dar. Aun así, empeñados en

la persecución de la inalcanzable zanahoria, cuando miramos atrás nos descubrimos agradable aunque

insuficientemente lejos, del punto de partida. Conforme uno afina su sensibilidad y pericia, cada vez resulta

más difícil y más atractivo el perfeccionamiento. He aquí pues el simple mecanismo de la auto superación:

lo agradable justifica el esfuerzo realizado y lo insuficiente nos espolea a no cesar de esforzarnos.

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Alce muerto en un lago noruego: Imágenes que desde otro ángulo y encuadre producirían desagrado, cobran una inquietante

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cualidad estética. De tarde en tarde se presenta la ocasión de arrancarle a la belleza una faceta sombría.

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Me separé de mis amigos y subí solo al pequeñolago para guardar silencio y reposar. La cámarasiempre me acompaña o casi siempre, porquenunca se sabe cuando puede suceder. Y sucedió.Sentado en una roca apenas sobre el agua, vicomo a mi alrededor, una leve brisa cambiantetransformaba el agua en una joya insuperable detransparente superficie, en la que cada facetareflejaba un sol y mostraba un tono de verdeesmeralda.No hizo falta una alta velocidad de obturación,todo era suave y tranquilo y esta vez, inclusopude ver, lo mismo que la cámara capturó.

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El paisaje real

La realidad cotidiana es lo que nuestras limitaciones nos permiten percibir. No vemos con poca luz

y tampoco vemos: el infrarrojo, el ultravioleta, las ondas de radio, lo microscópico ni lo submicroscópico,

que para nosotros existen, porque vemos la televisión, oímos la radio y vemos a través de un microscopio.

Actualmente, la Fotografía como técnica permite generar imágenes infrarrojas totalmente irreales o fotografiar

en la oscuridad al captar bajísimos niveles de luz durante minutos u horas. A pesar de ello, también está

limitada: no capta la tercera dimensión y del movimiento hace una interpretación muy peculiar. En definitiva

de un modo u otro captamos sólo una parte de la realidad.

La realidad es aparente y lo que llamamos paisaje no es más que una interpretación desde nuestra

subjetividad, si tuviéramos ojos de pez, realmente el paisaje sería otro.

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El placer de la fotografía

Para nosotros, uno de los mayores placeres consiste en lograr arrancarle una imagen realmente

buena, (según nuestros cánones) a un motivo accesible y de suyo escasamente espectacular. Constatar

que se supo ver el ángulo y el instante correctos, para convertir unos guijarros mojados en un pequeño

poema, -ese poema que llevábamos rato husmeando-, es justo premio para los largos ratos de búsqueda

y empeño. Entonces sientes que tu sensibilidad ha logrado extraerle al lugar una perla oculta.

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Pernoctar en la Naturaleza. Salir tarde y calcularlas horas de luz restantes para alcanzar la cima alatardecer y tener el tiempo justo para montar elvivac, antes de que anochezca. Observar la nocheestrellada, el crepúsculo lunar.Dormir a ratos.

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Muchas veces no importa alcanzar la cima.Lo cierto es que en cualquier circunstancia

disfrutar del camino es lo esencialy llegar a la cima es el mejor modo

de iniciar el regreso.

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El ojo de la mente

Es aquello de que “no pensábamos mientras lo hacíamos”, pero está ahí y lo descubrimos más tarde,

cuando analizamos las fotos en casa, lejos del lugar donde las tomamos.

Es lo que nos hace ver que el encuadre es el mejor, que si sale, el color será perfecto. Ese algo es un órgano

mental, es el “ojo de la mente”, que no habla, no dice lo que piensa, pero existe y trabaja para nosotros.

El ojo de la mente usa los ojos de la cara como herramientas, para mirar por el visor de la cámara. Es algo

así como un astrónomo que, a simple vista, ve en el cielo mucho más que cualquiera, pero cuando enfoca

el telescopio usando la mente, entonces ve más allá, ve galaxias y constelaciones. El ojo de la mente es el

telescopio del fotógrafo, que enfoca detalles, que capta relaciones, allí donde los demás sólo ven un cielo

estrellado.

En ocasiones, el paisaje nos llama con imágenes como cantos de sirena, llenos de melodía. Mucha nube,

mucho prado, una montaña lejana, una valla, un camino que se aleja... una cola de pescado. El dibujante,

el pintor, pueden poner lo que falta, quitar lo que sobra...al final su ojo mental siempre gana. Pero el

fotógrafo no siempre puede reflejar en una imagen fotográfica lo que el paisaje le sugiere. Los elementos

están, incluso es posible que la composición sea idónea. Pero algo sobra, ¿qué falta? ¿Quizá en otro

momento?

La mente ve una buena foto, pero la razón, nos dice la verdad: que no se puede apretar el disparador, que

será una foto perdida. Porque el ojo de la mente y la razón no son lo mismo, no siempre se dan la mano.

La razón tiene muchos argumentos: que si hay demasiado desorden, que nos hará falta un centro de

atención, ¡qué lástima! Se ha ido el sol. Que el primer plano queda excesivamente fuera de foco, que si

pudieras desenfocar el fondo destacaría más el primer plano, pero claro, con tanta luz ¡cualquiera abre más

el diafragma! Déjalo, con tan poca luz tendrás que usar el trípode y aunque soples al revés ¿no pararás el

viento verdad?

Pero no siempre es así, a veces ocurre que todo cuadra, es como encontrar cárabos de verde metal brillando

debajo de cada piedra. Es cuando una lluvia somera llena de goterones oscuros las rocas grises y las

transforma. Cuando nos giramos en el camino por el que acabamos de pasar y el contraluz añade lo que

estaba pidiendo a gritos y pasamos antes sin escuchar.

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Solamente después de mucho tiempo de convivir y encontrarse en los vericuetos del pensamiento, cuando

la técnica se ha vuelto secundaria, el ojo mental y la razón se dan cuenta de que tienen algún parentesco,

que no es cuestión de dejar a la familia en la estacada.

Entonces la razón empieza a buscar soluciones en lugar de poner pegas: quizá con este viento quede una

buena foto movida, ¿qué te parece? No sé no sé, no lo acabo de ver, tanto verde sobre verde. ¡Allí, allí!,

son cuatro hierbajos pero ¡ponte cabeza abajo! ¡Ponte del revés! Y te arrastras por el suelo, miras las

hierbas a contraluz y el ojo mental empieza a segregar la hormona del placer de fotografiar, durante ¡uno,

dos, tres disparos! ¡Cuatro, cinco!

¡Qué suerte, qué suerte! Hace viento, ¿y qué?

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La primera luz del este nos saluda en la cima amás de tres mil metros. Ayer escalamos la granpared y no quisimos abandonar la montaña quefue la madre del pirineismo antes del siglo XX.

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El rapto

Esa hormona, esa hormona...ella es la culpable de todo. Porque el ojo mental es un poco díscolo. A

veces le gusta “colocarse” un poco.

De tanto en tanto nos sucedía que unas fotografías de las que esperábamos grandes cosas, se quedaban

en casi nada. Durante años nos encogíamos de hombros pero terminábamos preguntándonos ¿qué ha

pasado? Hasta que descubrimos la hormona.

De pronto ocurre, te viene la sobredosis de hormona fotográfica. A base de forzar la visión estética, ésta

se sobreexcita hasta”pasarse de rosca” y acabas viendo maravillas donde no hay para tanto. La fiebre

estética se apodera de ti. Si estás solo nadie puede ayudarte, aunque los síntomas son inequívocos ¡te lo

pasas tan bien!

Correteas de aquí para allá, deambulas sin quitar el ojo del visor, los carretes no duran nada. Es un alucine,

un “viaje”, es una falsa percepción, una hiper-percepción. Acabas viendo lo que deseas en lugar de lo que

hay; buenos contrastes donde estos apenas se insinúan, composiciones vigorosas que se quedan en el

intento. Es hacer diez fotos del agua en movimiento. Todas iguales. Acabas fotografiándote el pie porque

tienes una uña morada que va perfecta sobre el verde de la hierba.

! No se podría vivir así ¡

Días después, con el material en la mano y libres del “RAPTO”, sólo nos queda el fantasma de lo que

recordábamos haber visto.

Ahora, reconocida la anomalía, nos avisamos unos a otros en cuanto detectamos el peligro, pero aún así,

a veces, todavía...nos damos algún “viaje”.

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Lo que parece cielo gris es en realidad una capa de hielo traslúcido sobre un lago. Lo que parecen copos de nievees granizo pequeño. La hierba ha sido aplastada hasta casi tocar el hielo por el peso de la nieve.

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Estar a tres mil metros en inviernoy quedar envuelto en la nieblapuede ser una maldición… o unregalo.Desde la cresta de la Munia fuimosespectadores de excepción de unaetérea danza que duró horas.Cada vez que se abría el telón elespectáculo tenía nuevos actores:Robiñera, Añisclo, Monte Perdido,Tromouse.Nos la jugamos y tuvimos suerte.Una fiesta.

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Relatos

Excursión de cuatro días en solitario al área de Escarpinosa-Perramó (Pirineos de Huesca)

marzo de 1994.

El tercer día, tras bajar de una ascensión a la Tuca de Ixeia, pasé la soleada tarde a orillas del lago

semi-helado, inmerso en el lugar. Rescato unos fragmentos de mi diario:

“Y aquí estoy tumbado a la sombra, salpicado de sol bajo las ramas, respirando paz y viendo pasar el

día...Veo una sola hebra de seda tejida por una araña que ya no está aquí. El sol le da de tal modo que sólo

es visible un corto tramo flotando en el aire iluminado. No se ve de donde parte ni donde acaba...

Aiku

Murmullo de agua

Reverberando en la nieve

Blanco, negro

Una rama se balancea

“...La quemadura del glúteo izquierdo (producida en un descenso “a escoba” especialmente largo y veloz),

me molesta y no será una ayuda para dormir...Me visto para pasar la noche, con mi habitual profusión de

pijamas y calcetines...La puesta de sol se presenta sosita...Entro en el iglú cuando ya anochece...En la

quemadura del culo me he puesto un apósito improvisado con gasa, papel de cocina y esparadrapo...Espero

que sirva de algo (supuraba mucho). Cuando todo está en su sitio, me meto en el saco y apago la vela...”

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Un modo de estar en el paisaje.

No, no me pasé horas sentado sobre el iglú, la foto me la hice poco antes

de marchar tras los tres días que pasé en Escarpinosa (y las dos noches

que dormí dentro) y constituye el recuerdo de una experiencia tan recia

como serena.

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Un Helicóptero rojo

Había llegado el día anterior con la puesta de sol, a la cabaña de piedras amontonadas en la linde del

bosque. Después de haberme levantado a las cinco de la madrugada para encontrar la nieve en buenas

condiciones para el descenso y tras cuatro horas de andar con los esquís en los pies por un silencioso valle,

mientras la salida del sol impulsaba un ligero viento en el cielo inmaculado, por fin nos encontrábamos en

la última pendiente ya a la vista de la cima. De repente un ruido atronador rompió el paisaje en más de mil

pedazos cuando un helicóptero rojo, subiendo desde las pistas de esquí de Andorra, sobrevoló la cima del

Pic Negre d’Envalira a unas escasas decenas de metros de altura. Al vernos tan cerca de la cima, el piloto

dio dos pasadas y nos hicieron fotos, supongo que espectaculares, desde el aire. Yo le disparé con mi

cámara, pero no cayó. Desde aquí lo maldigo a él y a sus fotos.

Acto seguido se acercó a una zona más llana debajo de la cima sin llegar a tomar tierra, pero lo suficientemente

cerca para permitir el salto de un esquiador. Inmediatamente el helicóptero se alejó y el esquiador inició con

estilo envidiable, un vertiginoso descenso de vuelta a las pistas. La del “heli-esquí”, al igual que otras plagas

que nacen en los mismos focos de infección, amenaza con invadir el paisaje atribuyéndose derechos pero

no obligaciones.

Aunque el descenso fue magnífico, -porque a pesar de todo sólo nos habían hecho fotos sin lanzarnos

ningún maleficio-, ese día quedó roto.

Hice fotos desde la cima pero tengo el convencimiento de que no habrían sido las mismas si el helicóptero

no nos hubiera interrumpido. No he vuelto al Pic Negre desde entonces.

Una ley tabú de la fotografía dice que las fotos habrían sido iguales con helicóptero que sin él. Vamos, que

haciendo un análisis simple de la situación, se puede captar lo mismo del paisaje sea cual sea el modo en

que accedemos o las circunstancias en que nos encontramos. El esquiador que saltó del helicóptero,

¿habría hecho las mismas fotos desde la cima si, como yo, hubiera subido a pie? Quizá sea verdad que las

cámaras son objetivas, en todo caso lo que si puede ser cierto es que responden de manera parecida, con

ajustes de exposición equivalentes. Pero eso les pasa a las cámaras no a los fotógrafos.

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Tras el paso del helicóptero mis ajustes, tan minuciosa y pacientemente preparados durante dos días, se

desajustaron. La parte mecánica de mi cámara no se alteró por una nimiedad como esa, puede resistir

golpes más fuertes, pero la parte psicológica, esa si sufrió una sacudida de nivel siete en la escala de

Ritchter.

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El arte de confundir

Me dijo Almudena un día: “…el arte es siempre incompleto…”, y se quedó tan fresca. Yo le dije que sí,que tenía razón y se lo di por escrito: Más tarde me di cuenta de que en esa frase podía haber mucho más,que era como abrir la caja de Pandora, como una chistera mágica llena de conejos saltarines. ¿Podría haberuna confusión,-afortunada porque me ha hecho reflexionar un poco más-, pero confusión al fin y al cabo?¿Habrá dicho “el arte” cuando pensaba en los productos del arte, como suele hacer la gente sin reflexionar?¿Habrá dicho “arte” del mismo modo que decimos fotografía y confundimos La Fotografía con la foto? Perono, Almudena es demasiado inteligente para confundir el resultado con la acción. Ella sí que sabe. El artees el proceso de creación y no el objeto artístico. Por eso el arte es siempre incompleto, porque está enandar y no en llegar: cuando llegas, se acabó lo que se daba y ¿alguien quiere pararse? La Fotografía delpaisaje es dos veces arte, porque es necesario ponerse en camino para fotografiarlo, entrar en él, elfotógrafo del paisaje anda dos caminos y en el camino hace arte al andar.

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La burbuja de soledad

Esta fotografía la tomé tras pasar doce horas de vivac bajo una nevada de diciembre. Yo estaba allí porgusto, -mi objetivo era subir el Puigmal de Llo-, pero gracias a ese “gusto” tan peculiar se me presentó laoportunidad de captar esta imagen. Recuerdo que lo más difícil fue reunir ánimos para desenterrarme dela nieve que me abrigaba y enfrentarme a los –14ºC de temperatura ambiente, para montar el trípode ypermanecer unos duros minutos en la cresta mientras realizaba varias largas exposiciones.Ya entonces tenía conciencia de que a cambio de esos momentos de tiritona podía obtener algo en lo querecrearme por el resto de mi vida. La conclusión es que ciertas imágenes no pueden irse a buscar, pero quea veces se encuentran si uno frecuenta el lugar al que la belleza se asoma.He hecho varios vivaques invernales en crestas del Pirineo, pero sólo en esa ocasión obtuve una fotografíaque pueda considerar “histórica”.

Una forma de compensar el poco tiempo que uno pasa en el interior de los paisajes es visitarlos a lo bestia,vivaqueando en su meollo. Así, la puesta y la salida de sol, -por lo general proveedoras de la mejor luz deldía-, pueden ser presenciadas por entero desde un lugar privilegiado. E incluso cabe realizar fotografíasnocturnas. Ese método permite la integración del fotógrafo en el paisaje, adaptándose a su ritmo yofreciéndolo, con suerte, variados aspectos de un mismo entorno por en el mero hecho de permanecer ahícomo mínimo un día completo.Con la práctica resulta educado el concepto de confortabilidad; términos como “mullido” pasan a formarparte de otro tipo de vida (perdiendo valor o adquiriendo otro significado en el proceso) y uno se da porsatisfecho si la pendiente del lugar no le obliga a despertarse a menudo para regresar al aislante. Una buenanoche es aquella en que no llueve y el frío se mide más según la velocidad del viento que por el termómetro.Durante unas horas o unos días, se lleva una existencia curiosamente ruda en lo físico y sublime en loestético. Tanto es así que cuando regresaba de mis travesías de seis días por el Pirineo, mi reingreso en la“civilización” resultaba difícil; la gente se me antojaba un hacinamiento de megáfonos vestida como unahorda de bufones. Eran la antítesis de mi burbuja de soledad, del entorno duro pero bello con el que mehabía llegado a identificar y de una existencia sencilla cargada de sentido.

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No se como se hizo. Parece un manto de aguacongelada antes de empapar la hierba. El caso esque estaba ahí, una escultura efímera sobre elsuelo helado esperando la primavera.

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Otra introducción

Si tal como decíamos en la Introducción (o como diremos en ella), este libro pretende emular laestructura del paisaje y por ello se presenta sin cabo ni rabo, poco importa empezar por una u otra tapa.Por eso hemos decidido reforzar la idea con otra,- que no segunda-, introducción. Y el Epílogo en el centro,¡hala!Aquí, de la pluma de Enric, se tratarán temas fundamentales que incluyen,-pero rebasan-, el asuntoespecífico de la fotografía de paisaje. Prologo yo, pues y suscribo mayoritariamente un texto cuyo contenidoversa sobre fotografía y fotógrafo, arte y realidad. Ideas larga y amorosamente gestadas que definen labase tanto práctica como filosófica de nuestro quehacer fotográfico.

Cuando uno piensa sobre cualquier tema y sobretodo si verbaliza lo que piensa, es fácil darse cuenta deque el empleo de palabras inadecuadas para expresar determinados conceptos, hace que finalmentelleguemos a conclusiones erróneas o que no alcancemos ninguna de la que podamos afirmar que esverdadera.La mayoría de las veces empleamos erróneamente las palabras porque partimos de supuestos tácitos sobrelos que no hemos meditado suficientemente y también, porque queriendo llegar forzadamente a determinadasconclusiones insistimos en usarlas en un sentido excesivamente general o poco definido.No queremos que eso nos ocurra y aunque no pretendemos afirmar verdades absolutamente ciertas,deseamos que las opiniones e ideas reflejadas en éste libro sean verdaderas, en el sentido de que esténlibres de ambigüedad y su significado pueda inferirse claramente de las palabras con que han sido expresadas.Este libro va del paisaje y de cómo fotografiarlo. Siendo consecuentes con nuestro principio de veracidad,debemos precisar que va del paisaje y de cómo lo fotografiamos nosotros, los autores. Por eso lo queafirmamos, -lo que opinamos-, es veraz en tanto que refleja nuestro modo de fotografiar y entender elpaisaje y ponerlo por escrito es una manera de compartir y de aumentar el placer que esa actividad nosproduce.

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Unas definiciones

Una buena definición, permite explicar conceptos que van más allá de su estricto enunciado, o comomínimo zanjar polémicas y evitar la formulación de tesis que aparentemente no tienen una clara resolucióny se convierten en caminos sin salida. Como muestra de ello, damos unas pocas definiciones, sobre las quese basa este libro.

El Paisaje: cualquier entorno tridimensional cuya extensión permita, tomando al ser humano como unidadde medida, viajar en su interior.

En nuestra definición, una habitación no es un paisaje, a menos que entendamos mal lo que significa viajar,pero una ciudad sí puede llegar a serlo, porque viajar no implica necesariamente el empleo de un medio detransporte y puede hacerse a pie. Se puede viajar por los túneles del metro y por ello sería posible, segúnnuestra definición, hacer fotografía del paisaje en el metropolitano.

Ambientarro: dícese de aquellas conjunciones de luz y paisaje que alcanzan una gran fuerza estética enbase a factores atmosféricos transitorios y/o morfológicos.

Un ejemplo: atardecer, tras una tormenta de verano, en la cuenca lacustre de un macizo montañoso. Afuerza de años no sólo le brota la sensibilidad al fotógrafo; a veces hasta crea léxico.

La Fotografía: una forma de arte, sea lo que sea el arte.

Si supiéramos qué es el Arte habría la posibilidad de saber si la Fotografía lo es o no. De entrada, aunqueno hayamos definido el Arte, sí sabemos que algunos tipos de imágenes son consideradas “obras de arte”,entre ellas muchos dibujos y pinturas.

La Fotografía del Paisaje: el arte de fotografiar un paisaje

Fotografiar: actividad consistente en la obtención de fotografías, empleando la radiación electromagnéticaemitida o reflejada por los objetos.

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Una fotografía: imagen fijada temporal o permanentemente, sobre un soporte cualquiera, obtenida apartir de la información registrada en un medio sensible a la radiación electromagnética.

Un espejo no es una fotografía, porque a pesar de que permita reconocer una imagen, no la fija sino querefleja la luz recibida como cualquier otro objeto, pero sin dispersarla desordenadamente.Según nuestra definición, los dibujos y pinturas comúnmente denominados “realistas” y/o “figurativos”,pueden catalogarse como fotografías, puesto que son imágenes fijadas sobre un soporte, obtenidas apartir de la información registrada en un medio sensible a la luz emitida o reflejada por los objetos. Que ésemedio sensible sean los sentidos y la memoria del artista puede considerarse incluido en la definición. Dehecho, el dibujante ilustrador ha sido durante mucho tiempo, el encargado en exclusiva de mostrar enimágenes todo aquello que los viajeros y científicos no podían expresar en menos de mil palabras.

Fotografiar a máquina: hacer fotografías mediante el empleo de una cámara fotográfica o de cualquierotra máquina, capaz de registrar la radiación electromagnética en un soporte sensible a ella.

Fotografiar a mano: hacer fotografías sin emplear una máquina de fotografiar.

De un dibujo, por muy parecido que sea al modelo, lo máximo que en la actualidad suele afirmarse es que“parece una fotografía”, nunca que es una fotografía. En esa afirmación está implícita la idea de que lafotografía permite obtener el mayor grado posible de parecido con el modelo en una representación gráfica.Sin embargo, haciendo una concesión a la máxima amplitud en el análisis y permitiendo que las imágenesconsideradas fotográficas se beneficien de la gran generalización que permiten las definiciones, podemosver también que la condición de parecido con el modelo, no es un requisito imprescindible para que unaimagen pueda ser considerada fotográfica. De hecho una fotografía hecha a máquina, desenfocada omovida, puede formar parte de una exposición sin que nadie cuestione qué tipo de imagen es. Ello se debea que es un lugar común, que la única imagen fotográfica, es la obtenida “a máquina”. Llegados aquí,parece que habría sido mucho más sencillo definir una fotografía, como una imagen obtenida mediante elempleo de una cámara fotográfica. Pero con ello habríamos convertido en fotógrafo a cualquiera que tengamovilidad en el dedo índice y nos habríamos olvidado de que “La Fotografía puede ser Arte, sea lo que seael arte”.

¿Qué nos queda por definir? Nos queda el fotógrafo: si la fotografía es un arte, el fotógrafo será unartista. El fotógrafo es pues un artista que se dedica a la Fotografía.

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Algunos pensarán que lo suyo no es arte. Otros que no desean ser artistas y aún los habrá que opinen quela fotografía tiene demasiadas aplicaciones prácticas para ser arte. Allá ellos, que sean lo que quieran, peronosotros pensamos que, hablando del arte y de los artistas, hablamos de los fotógrafos.Del mismo modo que usar con éxito una calculadora y aplicar correctamente el teorema de Pitágoras no nosconvierte en matemáticos, obtener instantáneas tampoco nos hace fotógrafos. Al que piense que obtenerfotografías es mucho más fácil que hacer cálculos correctos y aplicar profesionalmente las matemáticas, -por mucho que eso pueda ser cierto-, le recomiendo que compare su colección con la producción decualquier profesional, sea en una sala de exposición o en formato impreso y que empiece por hacer unabuena cura de humildad, antes de considerare un fotógrafo.

Finalmente y para terminar, fijémonos en que la aparente sencillez de la definición anterior, es el origen demultitud de conflictos. Entre ellos el de decidir si una imagen obtenida con una cámara fotográfica yposteriormente manipulada, es o no es una fotografía. Desde su inicio, la técnica fotográfica ha incluidocomo parte de la obtención de una fotografía, el tratamiento de la información originalmente contenida enel soporte sensible con objeto de hacerla visible y de fijarla definitivamente. Esto ha permitido que lasfotografías puedan tener diferentes versiones según el proceso seguido para su revelado y fijado. De hechono han cesado de publicarse tratados de método para la manipulación de negativos, positivos, papeles decopia, alteración de procesos fotoquímicos y en la actualidad, la aparición de programas informáticos parael “tratamiento de imágenes”, permite afirmar que no hay imagen latente, que no pueda ser la madre deinnumerables fotografías, todas ellas más o menos parecidas al modelo.

Este análisis debería habernos servido para mostrar que al hablar de fotografías en general, el contexto másfrecuente se refiere tácitamente a imágenes obtenidas mediante técnicas fotoquímicas y desde hace pocosaños, también a las obtenidas mediante técnicas fotoeléctricas, pero que al eliminar expresamente esesupuesto de las definiciones, hemos podido mostrar que hay dilemas que sólo lo son aparentemente o almenos, señalar dónde se originan conceptualmente: ¿el usar una cámara hace que la imagen obtenida seapor ello menos artística? ¿El parecido con el modelo, es la meta del arte? Parece ser que sí. Para la mayoría,aunque el espejo no hace fotografías, la cámara es como un espejo que sí las hiciera, bastaría con colocarlaante el sujeto para que lo refleje y presionar el botón para que fije su imagen. De la calidad de la cámaradependerá que la imagen obtenida contenga tanto detalle como sea posible ver.

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Es un liquen de varios metros de largo. Habríaque trepar para llegar al extremo superior. Tieneaños, puede que sea incluso más viejo que yo.Vive agarrado a una grieta húmeda, en un rincónumbrío, disolviendo la roca despacio y añadiendoel color de la vida al mundo mineral.

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Las bajas velocidades de obturación posibilitan un universo estético distinto al que habitualmente percibimos.

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Despreciar el arte de La Fotografía

Algunos desprecian la facilidad en el arte y valoran más la dificultad aparente de la ejecución que lapropia obra de arte y por ello sólo consideran artísticos, aquellos objetos para los cuales son capaces deestablecer o inventar un criterio de dificultad en la realización: por ejemplo, cuando se habla de pintura, la“exactitud fotográfica” suele ser uno de los criterios de valoración más comúnmente aceptados, pues sesupone que es muy difícil obtener el “parecido” con el modelo. No se tiene en cambio en consideración, queobtener esa “calidad fotográfica” es difícil debido a la técnica empleada que a pesar de haber sido desarrolladadurante siglos para ese cometido, requiere de una destreza y habilidad notables para su aplicación, inclusohoy en día en que el pintor dispone de colores y herramientas que siglos atrás había de fabricar él mismo.La facilidad en la captación de los detalles es la que hace que muchos nieguen a la Fotografía su categoríade actividad artística. Es como si el artista hubiera de tener una especial habilidad, una técnica depurada,algo que le hiciera capaz sólo a él, de interpretar la realidad en un medio que nada tiene en común con elmodelo.De este modo se infravalora la fotografía como obra de arte y únicamente se aprecia si ha sido el fruto deun esfuerzo especial, pues así se evita valorar el fruto de la creatividad y la capacidad y no del esfuerzo.

Esta forma de pensar lleva a muchos al convencimiento, de que usando una cámara cuanto más sofisticadamejor, (la cual se supone que incorpora en su tecnología toda la técnica necesaria), podrán obtenerresultados tan buenos como los de un buen fotógrafo profesional. Naturalmente yerran y constatan, -comotantos otros antes que ellos han podido experimentar de primera mano-, que siguen haciendo los mismospaisajes anodinos que antes con la cámara compacta. Lo único que consiguen es cometer un menornúmero de errores y aún así, ni siquiera llegan a aplicar correctamente la tecnología disponible en la cámara,puesto que su postura mental es la siguiente: la cámara debe encargarse de todo, así que solo tengo queescoger la escena y llevármela a casa en forma de maravillosa foto de paisaje. Eso refiriéndonos a lafotografía de paisaje, que es la más trasnochada de todas las temáticas fotográficas y se da por hecho queestá al alcance de cualquiera. Pero si nos ponemos a revisar los retratos que hacen del niño o de la amante,constataremos que sólo son dignos de ser vistos por la familia o en las páginas de porno amateur,respectivamente. Aún así, estos pseudo-fotógrafos, -que no fotógrafos aficionados, porque si verdaderamentetuvieran afición, se preocuparían al menos de aprender el abc de la fotografía-, no reconocen nunca su errore incapacidad y siempre atribuyen la fealdad de sus fotos, a factores externos a ellos que expresan enfrases del tipo:

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· Bueno no he hecho muchas fotos porque la cámara y los objetivos pesan demasiado y molestany abultan y son cansados de llevar y no disfrutas de la fotografía.

· Es que el teleobjetivo no tiene estabilizador de imagen, porque ya era demasiado caro.· Es que no tendría porqué usar el trípode y además no lo llevaba, porque la cámara sola ya es

bastante engorrosa, además no tengo cable disparador, porque vale una pasta para esta cámara.· No debe haber funcionado bien el flash (aunque tiene un flash externo dedicado y exclusivo de

la cámara, que no usa nunca), pero casi no se notan los ojos rojos.· Es que ya se sabe, los niños nunca se están quietos.· ¿A que está buena? Pero es que no se deja, le da vergüenza.· Es que había tanto vapor en la ducha que se me empañó el objetivo y además no me funcionó

bien el flash.· Esta marca de diapositiva no debe ser muy buena, porque los colores salen pálidos· No hay manera de conseguir que se calle y ponga un gesto bonito.· ¡Nooo! ¿cómo voy a tirar ninguna foto? ¡Las he hecho yo y cuestan dinero! (porque valer, no

valen nada)

El repertorio puede variar, según el grado de idiotez del individuo en cuestión (hombres en su mayoría, paraqué engañarnos).

La ignorancia refleja la mayor parte de las veces la arrogancia y la incapacidad del espectador paracomprender lo que es el arte.

Por inseguridad, hay quien no puede aceptar que alguien a quien considera un igual, sea capaz de haceralgo que supere sus propias capacidades, su lema es: “si yo quiero también puedo hacerlo”. De ese modo,únicamente valora aquello que está manifiestamente fuera de sus posibilidades y por ello sólo aprecia lasobras que puede valorar tomándose a sí mismo como referente. Si no puede hacer una estimación de ladificultad de realización en función de lo que él o ella se considera capaz de hacer o bien declarará que nose trata de una obra de arte, o bien supondrá que no cuesta nada hacerla. Se negará a valorar la ideasubyacente en la obra artística, la originalidad en la ejecución, o cualquier otro valor que no sea el de ladificultad de ejecución material del objeto artístico. Si estima, -aunque sea erróneamente-, que es algo queestá a su alcance construir, inmediatamente lo considerará de poco valor artístico. Esto refleja baja autoestima,inseguridad y falta de recursos contra la frustración.

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Malvadamente, otras actitudes que defienden la dificultad en la ejecución como un modo de valorar lasobras de arte, se basan en la desconfianza de tipo mercantilista, según la cual no se reconoce el valor deun objeto, puesto que ello representa aceptar su precio: si el autor reclama un precio que aunque elevadocorresponde a su coste, se tiene tendencia a pensar que el resultado, -aunque notable-, no merece elesfuerzo realizado, si en cambio se pide un precio que permitiría vivir al autor con un nivel de vidaclaramente por encima de la media, aunque corresponda al valor del mercado para esa pieza, se insiste enque el arte en general es inútil y en que no genera ningún beneficio social. En cambio ninguno de los queasí se expresan, renunciará a obtener un beneficio tan alto como pueda de la venta de un objeto artístico,si se le presentara la ocasión, en una actividad que nada tiene que ver con el arte. Negarían así al autor loque ellos, sin intervenir en la creación artística, sí creen merecer porque son muy listos.

Así pues, la idea de que el valor del arte radica únicamente en la dificultad de aplicación de una técnicaconcreta, se afianza en la ignorancia, la inseguridad y la maldad, que en síntesis se reúnen en una solaexpresión: desprecio por el arte.

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84Por una vez, esos enemigos del paisaje que son los tendidos telefónicos, han proporcionado una foto original.

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Epílogo

¿Cómo, aquí en medio? Aquí como en cualquier otro sitio. Puesto que el paisaje carece de presentación,nudo y desenlace, estando constituido por una topología dentro de la cual, -que no frente a la cual-, sesitúa el observador, hemos querido para nuestro querido libro, similar ausencia de estructura lineal. Ya queno en lo físico, al menos en lo intelectual pretendemos cierta tridimensionalidad.

Para el epílogo hemos escogido un tema que bien podría estar en una de las introducciones. Pero no, tantoda.Vamos a hablar de aquello que perseguimos tan denodadamente con el ejercicio creativo de la Fotografía:La Belleza.Esa es la dama que cortejamos perennemente: una belleza más alta.Para amenizar el modus operandi del libro se me ocurrió proponer un experimento: cada uno escribirá untexto sobre la belleza, sin estar obligado a referirla a la Fotografía ni a ningún otro enfoque constrictor.Pero ninguno debe conocer el texto del otro ni debatir el tema, al contrario de lo que hemos hecho en elresto del libro. Así se evitan mimesis involuntarias y se promueve la emergencia de armonías y contrastes,convergencias y disonancias.

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La belleza del Salva

Dada su naturaleza intrínsecamente subjetiva, la búsqueda de una definición “objetiva” es apasionantepor infinita y contradictoria. Pero para acabar postulando que lo bello es lo que causa una impresiónestética e intelectual placentera, a unas personas sí y a otras depende, mejor me ahorro las efusioneseruditas. Lo que a mi me interesa es hallar, plasmar y crear la belleza según vayan evolucionando miscapacidades sensitivas.

Pocas cosas como la percepción de la belleza son tan exclusivamente humanas. De hecho no hay percepciónde la belleza, sino invención de la misma, ya que fuera del cerebro humano no existe, es indemostrable.Cuando un orangután mira a su alrededor detecta presencia/ausencia de alimentos, de congéneres, deenemigos… capta la estructura tridimensional de la selva, los colores y en fin, todo lo que está físicamenteallí, dentro de su alcance perceptivo. La belleza no lo está. Pongo el ejemplo del orangután por aludir a unode los animales cuyo cerebro está más evolucionado. Girando noventa grados dentro del sistema yobviando eslabones evidentes, me pregunto: ¿cuál es la utilidad evolutiva de la “invención” de la belleza?¿Acaso los primeros homínidos protopoetas, eran sementales más aptos o mejores madres? ¿Se defendíanmejor del leopardo? Otras habilidades mentales, -que debieron desarrollarse más o menos simultáneamente-sí que dotaron de grandes ventajas para la supervivencia a nuestros antepasados, pero la sensibilidadestética no les ayudó a sobrevivir mejor; les ayudó a vivir mejor. Esa insondable distancia cualitativa entresobrevivir y vivir es lo que nos hace humanos, seres de otra dimensión dentro del reino zoológico en el queestamos inscritos en términos de pura taxonomía.

De unos años a esta parte, más que guiarme me impulsa, la idea de que un ser se hace humano, conformedesarrolla esas increíbles potencialidades privativas del género Homo. Nuestro genoma es un noventa ymucho por ciento idéntico al del lemur. Nuestra mente para nada. El amor, la creatividad y los sentimientossuperiores, (compasión, empatía, etc.) nos definen. O deberían definirnos. La auto-conciencia, el cientifismoy el conocimiento de la muerte nos definen. El dinero nos degrada pero también nos define. Hay un buenpuñado de aspectos mentales que nos separan radicalmente del resto de la biota y la localización de dichosaspectos en el genoma es discutible. Pero aquí estamos, recién surgidos de la sabana africana en eraspaleontológicas rabiosamente modernas. Somos lo último. Somos de otro palo, uno hecho de cartas dondese alberga lo mejor y lo peor que un organismo vivo, tal como lo conocemos, puede producir. Y para mí,la belleza se halla en el meollo de este hermoso y terrible enigma, -junto a la imaginación y el amor- que

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constituye el ser humano. Así lo siento y mi vida es eso.Este es un libro que trata sobre un tipo concreto de belleza; una visión de la naturaleza expresada a travésde la fotografía, en la cual hay mucho de ese amor exclusivamente humano que nada tiene que ver con lareproducción y que lo tiene todo que ver con la capacidad creativa y la imaginación.

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La belleza de Enric

Después de milenios de crear y mirar objetos bellos, creo que es hora de que alguien de nosotros lodiga: la belleza no existe, los objetos sí. Los mares, los naufragios y las tormentas y la luz del sol sí existen.La belleza, no.Alguno dirá que sí, que existe porque “yo la veo”, solipsismo se le llama a eso. Pero no vamos a discutirahora, con el buen rollo que llevamos en este libro, venga pues sí, que sí existe ¿pero dónde?Hace poco tiempo, ha sido reconocida y premiada en un certamen internacional, una fotografía tomada porun periodista, en una de las más recientes guerras étnicas que han asolado los Balcanes. Muestra el llantoen el sepelio por el hijo y hermano muerto. La imagen, iluminada por una luz maravillosa, parece un cuadrodel Giotto o de Rafael. No es posible dejar de apreciar la exquisita belleza de esa atmósfera luminosa: elmodelado de los rostros, la armonía de los colores, la perfección de la composición. Pero esas figuras sonla huella de luz que han dejado la madre, la esposa, la hermana, que igualmente llorarán esa muerte bajocualquier luz y que la seguirán llorando en la oscuridad. Por eso digo que la belleza no existe como unaparte de la Naturaleza, no existe como una propiedad del mundo, porque ¿cómo puede ser que sea belloel sufrimiento? Puede parecer perverso, ver la belleza en imágenes que muestran el horror, la pena, el dolor,la miseria y la muerte indigna y violenta. Pero está ahí. Sólo son bellas las imágenes, porque así han sidocreadas y ningún contexto, aunque sea infame, puede privarlas de ella. La belleza es una capacidad denuestras mentes, (fijaos que no digo “la Mente”), de la de cada uno. Es una propina, un modo de ver y depensar, algo que paradójicamente, no es del mundo pero nos permite disfrutar más de la vida. En definitiva,los objetos no son bellos, simplemente son. A veces los vemos bellos, otras horrendos y las más ni siquieralos vemos.

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Imágenes buenas e imágenes malas

¿Hay imágenes buenas e imágenes malas? ¿Las imágenes, pueden ayudarnos a alcanzar la tranquilidad,la serenidad, a obtener la paz interior o la alegría?

Nos alimentamos de imágenes, tanto como de sonidos y sensaciones procedentes de los otros sentidos.Hace unos días, mi hijo de trece años me contaba que las pesadillas le despertaban en medio de la nochey que el miedo que le habían causado, le impedía dormir hasta que el sueño podía con él. Esa sensaciónde miedo tan intensa, era debida a que los sueños contenían imágenes muy claras y precisas de lo que leocurría: era perseguido por monstruos de horrorosa fealdad y asesinos despiadados, veía rodar la cabezade sus compañeros con toda claridad, seccionada por afiladas espadas.No tuve ninguna duda respecto a cuál era el origen de esas imágenes tan precisas: los juegos de ordenador,el vídeo y el cine. Eran lo que veía durante varias horas a lo largo del día, sobretodo, eran las imágenes enlas que ponía mayor concentración.Esas imágenes habían alimentado su mente como un veneno nefasto y hacían su trabajo por la noche,poblando sus sueños de monstruos de realidad espeluznante. De ese modo su mente tenía material desobra para ilustrar sus “creaciones” nocturnas. Más adelante, saqué la conclusión de que posiblemente, laspropias imágenes podían haberlas inducido. Nada más fácil para la fantasía que ponerle guión a unconjunto de imágenes, de hecho, como el cine nos muestra constantemente, sirve cualquier guión sencillode persecuciones y matanzas.Pensé cuan distinto hubiera sido, si en lugar de meterse en la cabeza esas imágenes, hubiera estado en otrolugar, donde viera algo hermoso, algo bello. No quiero decir que lo que vio no estuviera bien hecho, soloque evidentemente, no era algo que pudiera sosegarlo y darle tranquilidad.En este caso no tengo ninguna duda de que las imágenes que alimentaban los sueños de mi hijo eranmalas. Lo eran porque en el contexto en el que actuaban, literalmente causaban terror.

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Los recuerdos dormidos

Es un tópico que los olores tienen una gran capacidad para despertar recuerdos. Por esta vez, aunquesea un tópico, tengo una experiencia personal que lo ratifica. Pero a mí, lo que ese olor concreto me hizorecordar, con una intensidad que casi me tomó al asalto, fue una imagen.En realidad me transportó a un bosque para mí archiconocido, lo vi. Literalmente, lo vi sin cerrar los ojos,lo vi con el ojo de la mente. No recuerdo una “visión” de intensidad parecida que no haya sido un sueño.Sin embargo, se esfumó tan deprisa como un sueño al despertar.Los recuerdos resisten muy mal convivir con el presente, con el aquí y ahora. Puedo recordar un lugar “casicomo si lo estuviera viendo”, pero la mayor parte de las veces no es así. Porque con las imágenes ocurrecomo con el resto de los recuerdos, se vuelven borrosas, van perdiendo nitidez y cuantas menos veces lasllamamos, más profundamente caen en el pozo del olvido. Pero están ahí, no se cuantas son, pero sí sontodas las que de algún modo, nos han llamado la atención, o se han repetido lo suficiente. Las imágenesson algo tan primigenio en nuestra mente, que la razón, mucho más moderna, no conoce ese lenguajeprimitivo de olores y sonidos que las convoca con tanta claridad.Por eso las imágenes son como recuerdos dormidos, que la conciencia no puede despertar.

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El poder evocador de las imágenes

Los recuerdos pueden ser imágenes y tal como hemos dicho en otro lugar, las imágenes pueden serrecuerdos dormidos, como sueños que sólo recordamos por poco tiempo al despertar. Puedo recordar unlugar casi como si lo estuviera viendo, incluso si me esfuerzo puedo intentar hacer un dibujo que describalo principal. Pero al poco tiempo, la dificultad está no sólo en dibujar, sino incluso en recordar los detallescon claridad.

Hasta que la fotografía fue inventada, únicamente las técnicas gráficas asociadas al dibujo y la pinturapodían tener ese poder evocador de recuerdos. Es necesario señalar, que ese poder de evocación se debeal carácter de imagen que tienen los objetos gráficos desde los tiempos de Altamira, y que incluso unaimagen aproximada puede bastar para evocar un recuerdo.Las fotografías, con su capacidad para retener hasta los más mínimos detalles visibles, son un mediomagnífico para evocar recuerdos. Incluso cuando no hay imágenes “dormidas” asociadas a un episodio denuestra vida, las fotos pueden ayudarnos a recordar. A veces son incluso el único “recuerdo” que tenemos.Ése es el uso que mayoritariamente les damos. Nosotros, que hacemos fotografías con la intención de crearimágenes que puedan valorarse por sí mismas, no podemos tampoco sustraernos al valor de iconos delpasado que pueden tener muchas de ellas.

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No somos los únicos que contemplamos el paisaje.

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De excursión a Coma de Vaca me tope con uno de los aludes que no son raros en ciertaszonas del Valle del Freser. A Miquel Bonet y a mí se nos ocurrió regresar allí para tallar,en los grandes gruesos de nieve semiprensada, nada menos que una pequeña habitación.Nos costó casi ocho horas de arduo trabajo a piolet y pala pero esa noche dormimosen una suite exclusiva.Para fotografiar tan efímera obra me levanté todavía prácticamente de noche, encendíun par de velas en el interior, busqué un buen ángulo, monté la cámara en el trípode yrealicé esta larga exposición.

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La fotografía y el lenguaje de las imágenes

Las imágenes, junto con las sensaciones derivadas del sentido del tacto, son los principales estímulossensoriales que utilizamos para construir la sensación de espacio tridimensional. La visión nos permite crearel concepto de distancia, mientras que con el tacto obtenemos el de forma. La vista y el tacto combinados,permiten reunir información a priori, para poder reconocer a posteriori, objetos fuera de nuestro alcance.De este modo, las imágenes son en sí mismas una suerte de lenguaje, basado en el orden, la proporción,el color y la luminosidad, con el que interpretamos el mundo y que nos permite atribuir una forma a todoaquello que no podemos alcanzar. Mediante las imágenes, los objetos y el paisaje nos hablan desde lejos.Mantenemos un diálogo incesante con nuestro entorno cambiante, al que respondemos no sólo connuestro comportamiento, sino también creando sin cesar nuevas sensaciones.

Las fotografías, pueden ser leídas como soporte de imágenes que son y como ocurre con el lenguajeescrito, pueden también usarse para crear mensajes que no correspondan a la realidad, algo así como lapoética de la imagen. Como tantas veces se ha dicho, la poesía miente, pero ¿pueden mentir las imágenesfotográficas? Claro que pueden. De entrada, el lenguaje fotográfico no se corresponde exactamente con lainterpretación que hace el cerebro, de las imágenes que le llegan directamente a través de la vista.Características asociadas a la propia técnica de la fotografía, como la latitud de exposición, la profundidadde campo, el campo de visión, el punto de vista único, la respuesta del color, el rango tonal, el formato, lasensibilidad ISO, el formato de reproducción y el soporte, determinan la forma en que se representa larealidad en una imagen fotográfica. La poética de la imagen en fotografía, puede expresarse partiendo dela realidad y alterando las normas de su representación. Algo que el ojo por sí solo no podría hacer sincausarnos un grave perjuicio.

Por tanto, aunque una fotografía es un objeto susceptible de ser leído en lenguaje visual, porque emplealos mismos símbolos, -precisamente los sujetos fotografiados-, para los mismos significados, permite queel fotógrafo actúe como un intérprete un poco díscolo, que empleando precisamente una imagen interpuesta,altera las normas visuales de representación y por tanto presenta a la mente del observador contenidospoéticos que en muchas ocasiones la propia realidad no exhibe. En esa posibilidad es donde reside el arteen la expresión fotográfica. En esa perversión del código visual, en esas falsas apariencias, podemosencontrar el margen necesario para la creatividad y la belleza.

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La chiripa

Las cosas no salen bien porque sí (dos golpes simultáneos con ambos puños sobre el pecho). Lascosas bien hechas se meditan mucho (cuatro golpes). Las cosas sólo alcanzan la excelencia cuando elcontrol de todos los factores es absoluto (seis u ocho golpes feroces). ¡Nada queda librado al azar! (entredoce y dieciséis golpes acompañados de cabezazos y un desaforado pataleo).

Ciertamente resulta habitual que muchos profesionales, -y ya no digamos aquellos aficionados que sonmás papistas que el papa-, afirmen hasta la extenuación que el azar no debe existir. Que toda obra de artees fruto de la técnica y la mente, ambas sometidas a un férreo control racional. A mí esa forma de ver lafotografía, me parece más definitoria de la ingeniería que del arte, pero para una inmensa mayoría depersonas escasas de creatividad y de honradez, ese es casi un credo. Así hallaremos gentes que se gastanuna fortuna en material de última generación para poder seguir haciendo, impasibles, las mismas fotosmeramente correctas de siempre. O lo que marque la moda de la temporada.Mi experiencia es que basta un dominio cabal de la técnica, algo que cualquier persona inteligente eilusionada puede aprender en menos de un año si tiene un buen profesor, para estar en situación de hacerfotos tan brillantes como su creatividad e ingenio le permitan. Por supuesto, creatividad e ingenio soncualidades difíciles de aprender si no se dispone de un cierto capital innato y se está dispuesto a una grandedicación.

¿Y dónde aparece la chiripa? Pues aparece tan pronto como empiezas a percatarte que el azar tanto puedecolaborar al éxito o a la ruina de una imagen. Es común luchar contra una luz adversa y lograr apenasrescatar la honra aliándose al enemigo, maniobra que aún siendo más astuta que luchar contra él, nosiempre te permite lograr una buena instantánea. El azar indiscutiblemente, está en el mundo y negar suinfluencia resulta pueril. Existe incluso en la fotografía de estudio y ya no digamos en los exterioresnaturales, donde todo cambia de color, de volumen y de protagonismo, según dictan los caprichos de la luz.La luz…siempre la luz pero, ni mucho menos, sólo la luz; pasas treinta segundos comprobando el enfoquede un lirio y justo cuando disparas, un golpe de aire lo hace oscilar. A menudo fastidia pero a veces teobsequia una imagen insospechada llena de encanto y mucho más valiosa que la que tenías en mente.Absorto en la composición del encuadre, se te pasa por alto que un claro entre las nubes está aproximándosepor la espalda y justo al hacer la foto, ha empezado a iluminar el primer plano, haciéndolo resaltar contrael fondo, que por comparación, queda más oscuro. La imagen ha cobrado una fuerza con la que no se

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contaba y es, otra vez, muy superior a lo que uno había previsto. Huelga decir que a cualquiera se leocurrirían nuevos ejemplos.Una proporción significativa de mis mejores fotos deben buena parte del mérito a los imponderables másdiversos y eso le pasa a todos los fotógrafos.Desde luego hay que comprar números si quieres que te toque la lotería y en fotografía eso significa queMahoma ha de ir mucho a la montaña, ha de pasar muchas horas, tener unas nociones técnicas bienasimiladas, un equipo que funcione correctamente y la creatividad y el buen ojo suficientes para saber ver,en un momento dado, que la Chiripa te acaba de hacer un regalo.

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Ver para creer

Ver es conocer, conocer el mundo, conocer las personas. Mucho de lo que sabemos lo hemos conocidoporque lo hemos visto. Si no lo veo no lo creo, llegan a decir algunos filósofos. Pero, ¿podemos creer todolo que vemos? En la fotografía del paisaje esto es tan cierto como en cualquier otro ámbito de la Fotografía,¿hasta dónde podemos admitir que una fotografía refleja fielmente el paisaje? Recibimos una cantidad deimágenes increíbles de parajes paradisíacos, pero a pesar de saber que no son ciertas, nos fascina suaparente realidad. Basta con que el cielo sea azul, la nieve o la arena lo bastante blancas y los pradossiempre verdes, para que muchos crean que lo que ven existe. Las puestas de sol y los bosques otoñalesamarillos y rojizos, se han incorporado a nuestro acervo de imágenes habituales, cuando de hecho, lamayoría no ha visto nunca un paisaje así ni de lejos. Lamentamos deciros que no podéis creer todo lo queveis impreso.En cambio hay otras imágenes que a pesar de ser ciertas, nos pueden parecer increíbles y si no me creéis,mirad, mirad.

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El placer de la belleza en el paisaje

¿Cuánto tiene que ver la belleza con el placer?La música es el paradigma del arte identificado con el placer porque pocas veces se acepta como bella unacomposición que no cause placer al oyente.¿Pasa lo mismo con las imágenes? ¿Nos producen algún tipo de placer las imágenes? No hay duda respectode algunas en las que se representa un sujeto que por sí mismo consideramos bello. De éstas dice el tópico,que producen su efecto independientemente de su valor estético. Pero puestos a elegir, preferimos unaimagen, que sume la suya a la belleza del sujeto en lugar de ocultarla.¿Pero, en qué consiste el placer que obtenemos de las fotografías?Ocurre que podemos juzgar bella una imagen, en la que se muestra algo que si estuviera presente, nosparecería desagradable o incluso asqueroso. Quiero citar una anécdota: un amigo nos presentó unacolección extraordinaria de diapositivas con colores y formas abstractas. Las imágenes fueron obtenidas apartir de sandías podridas, teñidas en el proceso de putrefacción con colorantes artificiales. Según noscontó luego, no se podía entrar en el sótano donde se podrían las sandías por el hedor que desprendían,sólo le permitía soportarlo, la posibilidad de obtener bellas imágenes. Pero en las fotos no estaba el malolor, solo el color y la forma que no podían relacionarse con su contexto real.

Sin entrar a cuestionar el gusto de algunos, pueden aceptarse algunas piezas manifiestamente desagradablescomo arte, pero es que el arte no es por definición, estéticamente bello: la belleza en una obra artísticapuede estar en su significado o en su concepción y no en su composición o en su forma. Las fotografíasde paisajes no son precisamente una excepción y por ello se las ha manipulado hasta la extenuación; lo quecasi siempre se nos presenta como significados o contenidos emocionales del paisaje, pueden explicarsesin ninguna metafísica como contenidos gráficos y estéticos de la fotografía: la “atmósfera”, el “romanticismo”,el “lirismo” o la “dureza” de los paisajes, no son otra cosa que conceptos que hemos aprendido a asociar,con sus referentes estéticos de color, forma o definición de la imagen. Son significados convencionales, nocaracterísticas de la imagen. Si no somos capaces de apartarlos, no podremos crear buenas fotografías depaisaje.Rodearse de imágenes convencionalmente bonitas, bellas por definición, es una buena manera de no verni disfrutar la belleza real cuando la tenemos delante.

Ver es un anticipo. La belleza de muchas imágenes está en esa promesa de tacto, que evoca la sensación

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de la textura, del recorrido de la forma.De ese modo las imágenes estáticas pueden sugerir el movimiento sin ser cine; el recorrido visual de laredondez, de la sinuosidad, la continuidad de las formas en superficies de suave transición, es parte de loque haríamos siguiendo a la mano.Con la vista se pueden acariciar objetos enormes, paisajes enteros: se acarician montañas nevadas, pradoslejanos, campos de trigo, dunas onduladas y las onduladas olas.La vista es una forma especial de tacto que nos deja tocar imaginariamente hasta lo intocable: las nubescambiantes, la superficie cambiante del agua, las llamas, los hielos, los filos más perfectos, la espuma y laspompas transparentes que la forman. Las superficies más abruptas pueden parecer redondeadas si lascontemplamos con suficiente distancia. Parte del placer que obtenemos de la contemplación de imágenes,proviene pues de esa evocación e imaginación del tacto. Las imágenes nos acarician por dentro tanto comonosotros las acariciamos.

Pero hay otras fuentes de placer en las imágenes. Asociamos la visión a otras acciones, a otros modos derelación con la realidad y en eso radica su potencia y su poder de sugestión. Ve más quién tiene másexperiencia, el que ha sufrido y la que ha disfrutado, el que sabe más. Mirar permite anticipar las acciones,salir de nosotros mismos: el que esquía se ve bajando laderas, la que vuela, surcando los aires entre vallesy gargantas. El andarín seguirá con la vista el camino, subirá pendientes y atravesando las sombras, sedejará acariciar por el sol entre los árboles. Los escaladores ven abismos donde los demás sólo un bonitoescenario para un calendario. Todo eso puede estar en el paisaje y también quedar atrapado en unafotografía.También podemos entrar donde nunca podremos estar: planear sobre finas capas de hielo en lagosdorados, brillar como gotas de rocío colgadas del extremo de un hierbajo. Fotografiar un paisaje en fin, esver todo eso. Significa haber tenido una experiencia que asociar con ese lugar y en cualquier caso, laoportunidad de tenerla.

La belleza en nuestro entorno, entendida como placer estético, puede contribuir a nuestra felicidad. Nopuedo afirmarlo como una verdad universal, pero sí como una experiencia personal y por eso, porque espersonal e intransferible, no puede ser convencional, se comparte pero no se disfruta por consenso. Esperopor vuestro bien que me creáis, porque la belleza está en la mente del observador, es decir: el placer estáen vuestra mente y en vuestras manos.

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Restos de tapicería en una playa o el poder de los elementos para «naturalizar» incluso la basura.

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Las nieves del Kilimanjaro

La ventisca y el frío suelen ir juntos de manera desagradable si estás inmerso en ellos, pero vistosdesde la puerta del refugio o desde la ventana de casa, la fuerza del viento y las formas que adquiere lanieve arremolinándose y fluyendo, pueden dar muchas satisfacciones estéticas.Ver una fotografía de la ventisca es en cierto modo, como estar en la ventana del refugio. Aunque la fotose haya hecho con el fotógrafo inmerso en los torbellinos, el espectador no apreciará nunca directamenteel frío o la fuerza del viento, pero si la fotografía es suficientemente buena, sí que podrá disfrutar de unaparte del estímulo estético que la motivó.

Ahora, con una cámara digital, esto que digo está aún más claro, porque es posible ver la fotografíaacabada de tomar, justo en el mismo contexto que el fotógrafo. Una parte del éxito de las cámaras digitalesy no la menor, se debe precisamente a que la “pantallita” permite ver la foto, justo en su contexto y formaasí parte de lo que se está viviendo. Paradójicamente, el salto digital permite que la imagen fotográficarecupere aunque sea fugazmente, una credibilidad perdida hace tiempo como testigo fiel de los hechos. Almismo tiempo esta obviedad, hace a todo el mundo consciente de que la foto es un objeto aparte, algo queno puede de ninguna manera confundirse con la realidad. Por eso queda claro que cuando ves la foto lejosdel lugar donde se tomó, no cabe duda que esté “fuera de contexto” y que sea necesario darle alguno.

Al sacarla de su contexto, la fotografía es una imagen vacía de significado. Como las fotografías permanecenmás allá del momento en que fueron tomadas, acaban siendo solamente eso, una fotografía, un objeto quecontiene una imagen gráfica. Solamente el recuerdo intransferible, que es exclusivo del fotógrafo, puededar algo de su significado original a la foto. Algo tan sencillo como mostrar una fotografía fuera de contextoy callar, es lo que permite al fotógrafo crear algo nuevo, algo bello.

Podemos crear un nuevo contexto para la foto, algo así como otras imágenes o bien un texto, o cualquierotra cosa, dentro o fuera de la imagen, que pueda añadirle un significado, por ejemplo: -20º, 120km/h, 70ºlatitud norte, cima del Aneto. O bien: “el fotógrafo murió después de tomar esta fotografía”, “era el décimodía de la travesía en el hielo norte”, “salí a la puerta del refugio y la ventisca era insoportable”, y cosas porel estilo. Naturalmente pueden ser todas falsas, aunque coherentes con la imagen. Entonces, ¿qué nosqueda cuando la fotografía se presenta sin contexto? Respuesta: el relleno de una huella gráfica quepodemos reconocer o no.

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Aunque en esencia la fotografía no es más que una huella dejada por la luz y puede llegar a crear imágenesde manera muy compleja, la mayoría de nosotros seguimos relacionándola con nuestra vida cotidiana y losobjetos que nos rodean. Por eso ante una imagen abstracta, cuando nos dicen que es una foto, insistimosen aferramos a la idea de que ha de tener algún vínculo con la realidad y en que es la huella dejada por algoexistente o que ha existido, aunque no podamos encontrar en ella nada reconocible.

Con las fotografías de paisajes parece que tendríamos que estar a salvo de toda incertidumbre. La fotografíadel paisaje parece especialmente refractaria a la abstracción, pero si pensamos en cuántas fotografías depaisajes desconocidos vemos continuamente, podemos plantearnos si verdaderamente somos capaces dereconocerlos. ¿Cuántos glaciares hemos visto realmente, cuántos hielos flotantes veremos nunca, cuántosrelámpagos, cuántas auroras boreales, quién ha estado en el Gran Cañón y en el desierto de Tabernas enAlmería? ¿Significan algo para nosotros las fotografías de todos esos lugares en los que no hemos estado?Seguramente sí, pero nunca nada directamente relacionado con el paisaje real, sino con el contexto en quelas vemos o nos las muestran. Un contexto que puede no ser otra cosa que nuestras propias fantasías.Nunca veremos las nieves del Kilimanjaro, porque se están fundiendo ante nuestros ojos.

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Los hábitos en la percepción del paisaje

La abstracción, en el sentido de sacar del contexto, priva a la imagen de significado y le permiteexpresar un contenido que pasa desapercibido al considerarla como parte de su entorno.Ocurre también que al mirar una fotografía, su poder de evocación de imágenes visuales identificables, estan grande, que olvidamos que no es más que una superficie cubierta de manchas de color. El poder deestas representaciones es tan fuerte, porque tienen una correspondencia fisiológica: las imágenes visualesse proyectan invertidas, en la superficie de la retina al fondo del globo ocular. Son imágenes en dosdimensiones, que el cerebro ha aprendido a procesar como representaciones del espacio tridimensional enel que aparentemente nos movemos.

La abstracción gráfica se puede encontrar entonces a dos niveles, la ausencia de significado en la forma yla discordancia con la visión. Las representaciones gráficas totalmente abstractas lo son en esos dosniveles.

En las fotografías de paisaje, la abstracción gráfica puede ser sólo aparente: basta con usar un punto devista poco habitual o un cambio de escala, sin que haya distorsión o deformación alguna, para que laimagen sea incomprensible para muchas. Es decir, se toma por abstracta una fotografía, simplementeporque se saca del contexto pre-cocinado en los hábitos de la percepción. Esos hábitos son el “contextopor defecto” que asignamos a todas las imágenes, algo que en la mayor parte de las ocasiones nos ayudaa reconocer rápidamente nuestro entorno real. Pero como ya hemos leído en otro rincón del texto lasfotografías, aunque sean de paisaje, no son más que la apariencia de las apariencias.

Mucho de lo que miramos no lo vemos, porque nuestros hábitos de percepción no nos los permiten.Analizamos el paisaje como si estuviera compuesto de símbolos, en lugar de estar formado por objetos concaracterísticas propias. Todo ello en aras de obtener un rápido reconocimiento, aunque sea esquemático,de nuestro entorno inmediato.Nuestros hábitos de percepción son útiles para no chocar con los árboles, pero no sirven de nada parafotografiarlos.

Cuando se hacen fotos sin desprenderse de los hábitos, sólo nos salen padrenuestros y avemarías y nuncaharemos un buen retrato más allá del seis y el cuatro.

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Un rayo lo mató y ahora un liquen se aferra a sutronco sin corteza, pelado por el agua y el viento.

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Cámaras amaestradas y la “ley del ende”

Aunque sea un tópico más, creo que éste es uno de esos temas casi obligados que puede expresarsecon algunas frases parecidas a estas: “claro, con un modelo así también hago yo buenas fotos” o bien, “esque en ese sitio, con apuntar seguro que tocas”, o esta otra perla, “son buenas, pero parece que hayaencontrado el sitio desde donde se sacan todas las postales” y la peor: “claro, ¡como que tiene la cámaraamaestrada!”.

No seamos mezquinos, ya sabemos que a esto se le llama envidia. Además es una envidia por partidadoble: del modelo y de la fotografía. Los más nobles, más de lo primero que de la segunda.Es la clásica confusión entre “en” y “de”, la belleza en una fotografía y la belleza de una fotografía, es decir:la belleza del modelo que se refleja en la fotografía y la belleza de la propia fotografía, independiente delmodelo. Admito que no es una gran sutileza conceptual, pero por su omnipresencia casi que puedeconsiderarse como un hecho experimentalmente constatado.

¿Quién no ha intentado fotografiar “artísticamente” al amor de sus amores, sea varón, fémina o animal decompañía? ¿Quién no ha tenido por ese motivo una amarga “decepción fotográfica”, al no encontrar en lafotografía más que un pálido reflejo de la belleza del modelo? Siempre se puede decir que el modelo nocolabora o que no es fotogénico.

En realidad se debe a la inexorable ley del ende.

Por suerte para nosotros, por muy raros que seamos, el paisaje “siempre se deja”. Pero muchachos, inclusoel más convencionalmente bonito de los paisajes puede salir mal en una foto convencional. De hecho porla ley del ende, lo más habitual es que no encontremos la belleza que vemos en el paisaje como una partede la fotografía. La ley del ende nos muestra (¡y cómo!) que muchas veces no basta con hacer fotografíasconvencionales, aunque sea de modelos convencionales, para obtener siquiera una fotografíaconvencionalmente bella.

La existencia de esta ley responde a un hecho físico incuestionable por evidente y que increíblemente, lamayoría de los fotógrafos convencionales ignora: las cámaras fotográficas no capturan la belleza por sísolas. Antes al contrario, como todos los fotógrafos gandules saben, hay que amaestrarlas. Y ya se sabe

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que amaestrar una cámara, por buena que sea, siempre cuesta el equivalente de un montón de carretes.Hay que reconocer no obstante, que amaestrar una cámara es una tarea difícil que no todo el mundo sabehacer bien y por ese motivo, hay tantas cámaras asilvestradas por ahí, generando fealdad en pequeñasdosis de algunos centímetros cuadrados. Es una suerte que hasta ahora, la mayor parte de esa contaminaciónvisual se quede en casa.

Bromas incluidas, lo que se sigue de todo esto es que fotografiar la belleza es, para evitar la ley del ende,hacer una bella foto. Dicho de otro modo, que la belleza del modelo debe tener algún equivalente en labelleza de la fotografía. Por ende, el buen fotógrafo puede definirse como un transformista, de la bellezadel modelo en la belleza de la fotografía. En ese truco está la magia del fotógrafo, hacer esa transformación,que no es automática ni programable, significa ser creativo.

Efectivamente hay una colección de trucos para ser creativo, o por lo menos para meter algo de belleza enuna fotografía, que se explican en todos los manuales conocidos de fotografía del paisaje. No se han dedespreciar en absoluto, porque son el “abc” del buen amaestrador de cámaras. Pero cuando por fin lacámara ya está amaestrada, entonces es el momento de hacer magia.

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La polaridad del arte

Me dijo Almudena un día: “…el arte es siempre incompleto…”, y se quedó tan fresca. Yo le dije que sí,que tenía razón y se lo di por escrito: Saco un conejo de la frase – chistera. Uno transparente que apenasse ve, un efímero espejismo hecho de aire, como si en lugar del conejo estuviéramos viendo el hueco quedejó en su rapidísima huida. Podemos imaginar una forma transparente que tenemos ahora en la mente,un conejo imaginario que sólo está en vuestra cabeza. Un hueco mental que rellenamos con cada conejoque vemos.Nos metemos en el paisaje y andamos con la cámara en la mano y la mente llena de huecos que llenar.Apuntamos con la cámara y proyectamos huecos mentales en las formas del paisaje. Cada cual tiene lossuyos, aprendidos mirando otros paisajes, adquiridos día tras día de la mañana a la noche, quietos y enmovimiento, patrones que nos permiten reconocer objetos, lugares, que a veces encajan y al siguientedesaparecen, patrones mentales, huellas que el mundo nos deja al pasar y que nosotros proyectamosluego en otras partes en otros momentos, luces que sugieren, formas que se parecen, algo nos gusta, algonos llama, algo nos dice que nos llevemos el visor a la cara. Traducimos el paisaje a nuestro lenguaje visual.Pero eso es sólo la mitad. Luego fuera ya de contexto, somos espectadores de nuestra propia obra, losprimeros espectadores, los primeros en cerrar el círculo: proyectamos en el paisaje con el ojo de la mentenuestra búsqueda incesante y esa luz invisible, reflejada en el mundo nos llega otra vez a través de lacámara. Vemos la luz de nuevo reflejada en la fotografía y comprobamos si se acomoda en el hueco mentalque seleccionamos al hacerla. El arte de fotografiar el paisaje queda completo, cada espectador renueva alcontemplar la fotografía una parte del ejercicio mental que nosotros hemos hecho. Ver o no ver esa es lacuestión.

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Manipular o manipular

Con el advenimiento de la era digital y los programas para el tratamiento de imágenes, los forosfotográficos bullen con las premisas sobre la pureza de la obra. Parece que se olvida que toda obra es frutode un trabajo y todo trabajo manipula los materiales que le son propios. Cuando se trata de una obracreativa, además, la imaginación entra en el ruedo con su infinita capacidad para interpretar, transformary abstraer la realidad. Y si la fotografía es una obra creativa… ¿a qué viene encaramarse sobre un taburetepara denostar la manipulación? El arte es manipulación como lo es a su modo la fontanería y si no puedesmanipular no puedes obrar.Así pues, en términos absolutos no ha lugar al debate.Lo interesante está -como siempre- más allá de los fundamentalismos.Ahora que con un ¡Clic! Uno puede convertir un rojo tristón en un rojo campeón, desazular las sombras yperfilar el enfoque… ¿cuáles son los límites? Nos hallamos, una vez más, ante el ancestral dilema de lalibertad: ¿Todo lo que es posible es también legítimo? Esta es una pregunta que se plantea en incontablescampos, desde lo laboral, al uso de las nuevas tecnologías pasando por el sexo.Y no, no hay una respuesta. Al menos no hay una al estilo de los diez mandamientos: no robarás, noforzarás la gama cromática que es. Parece o debiera parecer natural, no untarás de Nocilla el caviar…

La respuesta que la libertad necesita acerca de cuales son sus límites no puede venir de fuera, aunque suelerecurrirse a lo eterno (la ley, la costumbre…) para simular una contestación. Si viene, vendrá de dentro, delo que cada uno desarrolle y establezca como ética personal respecto a sí mismo y compatible con la de losdemás. En el caso de la manipulación fotográfica basta recordar un par de cosas:

Que no tiene sentido auto engañarse yQue nadie desea ser engañado. Seducido sí, paro no estafado.

Así pues, he aquí mi particular postura. Como diría el Jedi Yoda, “Mojarse hay que”.Puesto que si a la honradez la asiste la inteligencia, no tiene porque estar reñida con la creatividad, cuandodeseo mejorar lo que veo me doy, cómodamente, dos opciones:

En lo abiertamente fantasioso la evidencia se encarga de aclarar el propósito.En lo sutilmente manipulado, una nota de aviso evitará que nadie se sienta engañado.

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En los casos intermedios mejor pecar de explícito que dejar con la duda.Si no adjunto las explicaciones y la imagen que presento no muestra desviaciones importantes respecto aun siempre discutible “modelo natural”, lo que pretendo es que la imagen se tome por una obra demanipulación elemental: encuadre, distancia, composición, diafragmado…o sea, los “mínimos clásicos” deloficio.

Ese es mi estilo ético y desde luego no se trata más que de una dirección que tomo por guía y no de unreglamento milimetrado. En todo lo humano cabe el error, la ambigüedad y ya no digamos la Tentación. Esalgo incierto pero o lo asumimos o reventamos.Una conciencia ética evolucionada, tan empática con el espectador como honesta con los propios deseos,es todo lo que, a mi parecer, se precisa para resolver decentemente este nudo gordiano.Irrevocablemente abocados a manipular o a no poder obrar, manipulemos sin empacho ni disimulo.Manipulemos para expresar nuestra visión y si esta subvierte la realidad de tal modo que un espectadorcabal puede sentirse estafado, avisemos y a por todas.

Puesto que las imágenes de este libro proceden de diapositivas y fueron concebidas como tales, la laborde tratamiento de imágenes tras el escaneado ha estado orientada a recuperar la lozanía del original. Si enalgún caso se nos ha ido la mano o nos hemos quedado cortos, hay que tener en cuenta lo difícil queresulta trasladar una diapositiva hecha para ser mostrada mediante la luz proyectada, al papel donde sólose muestra la apariencia de la luz reflejada.

Muchas y hermosas transformaciones podrían aplicárseles, pero en el presente volumen pretendemosmostrar un tipo de belleza coherente con la visión de la fotografía y la naturaleza que dio origen a talesimágenes. Las fotos más antiguas son del año 1980 y todas las demás, salvo alguna excepción, sonanteriores a la era de las cámaras digitales y a la concepción tan ampliamente manipulable que a estasacompaña. Incluso las excepciones se ciñen al estilo del resto.Lo que hagamos a partir de aquí seguirá dos caminos: el clásico que tan querido nos es y el contemporáneoque tantas nuevas posibilidades ofrece. Pero las nuevas imágenes ilustrarán libros futuros y no se recogenaquí.

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154Como niños, cedimos a la tentación de tirar piedras al agua. La forma más sencilla de «land art».

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¿Se expresa la realidad en la fotografía?

A pesar de que la fotografía como actividad tiene ya más de cien años, todavía sigue presente en librosy foros, una vieja y trasnochada idea sobre lo que es la fotografía. Todavía hay quién opina que la realidadse expresa en la fotografía y de ello extrae la consecuencia de que la fotografía no es arte, porque ¿cómova a ser arte? Si la realidad lo hace todo ella sola. Por eso pensamos que es necesario discutir este punto,sobretodo en un libro de fotografía del paisaje, donde la realidad es siempre el sujeto de las fotos.

Para empezar, tenemos claro que la realidad no se expresa en estas páginas, aquí somos nosotros los queexpresamos, aunque a veces seamos un poco fantasmas.

Expresarse nos parece una acción consciente, expresarse lo que se dice expresarse, sólo puede hacerlo elfotógrafo, porque el paisaje por muy real que sea, no tiene voz ni voto. Otra cosa sería si el modelo fuerauna persona o un sujeto capaz de una actividad específica para comunicarse. El modelo sí podría entoncesposar, ponerse de acuerdo con el fotógrafo, incluso darle instrucciones. El resultado final sería así el frutode la colaboración consciente entre el modelo y el fotógrafo.

Por eso al decir que la realidad se expresa a través de nuestras fotografías, parecería que nos referimos aque los objetos de nuestro entorno, el aire, el cielo, incluso una mierda en el suelo, estaban esperando aque apareciesen las cámaras fotográficas, para por fin poder contarnos todo lo que hasta entonces habíantenido que callar. Algo así como darle un boli y un papel a un cronista mudo. La cámara como mágicointérprete de la voz mineral, el fotógrafo como convidado de piedra del espectáculo de la polifónicarealidad. ¡Qué asco!

Perdonad que dude,-para qué andarme con rodeos-, no tengo ninguna duda: las mariposas no danzan nise paran para que las fotografiemos, las nubes no vuelan, ni llueven, para que las fotografiemos y tampocolanzan rayos y truenos para quedar bien en nuestras fotos de paisajes y dar así expresión a su naturalezasalvaje y electrostática, ¿o mejor electrodinámica?

Como máximo podemos admitir que el paisaje como rostro de la Naturaleza, es como es y se puedeobservar por su mera existencia como fenómeno, el más básico: reflejar o emitir luz. Al fin y al cabo es laúnica cosa que en todo caso queda expresado en la fotografía, hayamos fotografiado un quinqué o un pezabisal fosforescente. Lástima que esa expresión la podemos manipular como nos de la gana.

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¡Pobre de mí! ¡Nunca sabré que quería decirme la lluvia con el arco iris! ¡El viento ¿querrá envenenarme alagitar un acónito delante de mi cámara?!¡¿Qué demonios querrá decir que la realidad se expresa en la fotografía?¡Como mucho y haciendo un alarde de flexibilidad en la interpretación del significado de “expresar”, podemosadmitir que las rocas se muestran como son, aparentando solidez, o fragilidad pulverulenta, brillo metálicoy una perfecta inmovilidad. O al contrario, una terrorífica capacidad para rodar y caer. Que todo en nuestroentorno se “expresa” siendo lo que es. Pero eso vuelvo a decir, no pasa para que lo podamos fotografiar.Pensar lo contrario es caer en un antropocentrismo tan poco fructífero como siempre ha sido, en que loúnico que afirmamos es que nuestro entorno es eso, nuestro entorno y le negamos la posibilidad de seralgo más. Efectivamente lo que vemos alrededor existe por y para nosotros, pero tan sólo porque sonnuestras apariencias, el resultado de nuestras limitaciones de percepción.

La tormenta se expresa empapándote hasta los tuétanos y haciendo que te parta un rayo. Cómo lo cuentesluego es cuestión tuya. La montaña nevada se expresa sepultándote bajo un alud, a ti y a tus fotos.Seguramente no será porque le hayas sacado su mejor perfil.

El mundo en fin es una erupción volcánica, no una obra de teatro. Al mundo no le hace falta público, al artesí. Por eso no hay forma de quedarse en platea tranquilamente, haciendo fotos y dejando que el paisajese exprese. Si queremos teatro, habrá que hacer de actores y inventarnos nosotros mismos el guión, elescenario ya está montado.

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Al atardecer, encendimos las luces del crepúsculotras las montañas.Detuvimos el viento, pedimos silencio.Pusimos un enorme espejo sobre el lago.Duró un instante pero nos bastó.

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A veces, subo solo a la montaña en invierno.A veces, paso la noche en vela en un agujero, enla nieve, con la cámara en el trípode dentro delsaco de dormir.A veces, se congela el objetivo cuando apunto alinfinito a veinte bajo cero.A veces al nacer el día, las imágenes más sencillasme llenan de emoción.

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Marcas sobre un lienzo blanco

Como cada invierno, la vieja montaña arrugada y rotarecupera la tersura y el silencio de las formas perfectas.Líneas simples, superficies lisasrasgadas por crestas de dragones gigantes en un sueño invernal.

Es el momento de salir en busca de cielos azules de sinuosos horizontesde blancos senos de aterciopelado saténde oscuros grises tormentosos,de negros lagos de tinta en paisajes helados.

Y en ese perseguircomo garabateadores infames del lienzo de la perfecta soledaddejamos la marca de nuestra presencia insignificante.Sólo nos queda como consuelo para sentirnos poetas y no cirujanosla poesía hecha realidad.

¿Cómo andar sin dejar huella? ¿Cómo hollar sin profanar?¿Cómo no abrir camino, sólo estelas en la mar?

Los paisajes de montaña contienen a veces metáforas insospechadas.Como Tintín, como Reinhold Messner, el primer alpinista que ha puesto los pies y las manos sobre todasla cimas de más de ocho mil, andamos absortos, concentrados en esa especie de meditación Zen, queconsiste en poner un pie delante del otro y trazar tu propio camino sobre la nieve helada.Las botas apenas marcan la nieve endurecida por el frió atardecer.

En ese momento mágico en que el último hálito solar acaricia las cumbres sobre nosotros con su amarillentoaliento, nos gustaría que como a Tintín, como a Reinhold, un escalofrío –más aún-, nos recorriera laespalda al hacer un descubrimiento, una súbita revelación cuando ahí, atravesadas en nuestro camino -

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perdiéndose en el interior del más abrupto barranco-, profundamente marcadas en la nieve helada yseparadas casi un metro y medio en cada paso, encontramos las mismísimas huellas de unas patazas, sinbotas, con todos los dedos y dos palmos de larga cada una. Descubrimos entonces que estamos solos enla senda del Yeti, ese ser mítico, esa alpinista primigenia que imaginamos enorme y peluda representantede las soledades heladas, como el alma misma de la montaña.

¿Lo habrá hecho a posta? ¿Habrá atravesado nuestro camino sólo para sorprendernos? Divertirse sabiendoque estaremos toda la noche en vela en medio del páramo blanco iluminado por la luna, esperando ver susilueta atravesar sobre el lago helado.

Naturalmente sacamos la cámara ¿qué otra cosa podemos hacer?Pero por muchas fotos que hagamos, sabemos que nadie nos creerá. Les ha pasado a todos los que hanvuelto con fotos de las huellas del Yeti.Habría que sacar un molde de las huellas, eso sería más impresionante que una simple imagen. Pero ¿porqué no creer en la foto, si al fin y al cabo también es un molde? Un molde de la imagen real de las huellasdel Yeti.

Aunque a veces las cámaras también tienen alucinaciones.

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Cuando los androides sueñen con ovejaseléctricas y en el “Negro de Banyoles”

Por si antes al pasar no os habéis dado cuenta y para que lo leáis en otro momento si todavía nohabéis pasado por ahí, os diré aquí y ahora lo que es el Arte: el Arte es una Chapuza. Eso sí, ha de estarbien hecha.

Como dice Almudena, que es periodista y no va por ahí de crítico de arte y eso siempre es garantía deveracidad: “el arte es siempre incompleto”.Esta es una afirmación que contiene la esencia del arte, porque el artista es alguien que intenta decir algoque no puede expresar con los medios a su alcance. En eso consiste el arte: en volar sin alas, en llorar singanas, en pintar lo que sólo la luz puede crear, en modelar lo inerte para que tenga la suave, lánguida,fuerte o apasionada forma de la vida.

Los objetos artísticos son malas traducciones bien hechas y en esa inexactitud, en esa imperfección, en esaimpostura está el Arte. ¿Qué más da que copiemos lo que vemos, o intentar plasmar lo que no vemos ysólo imaginamos? Nunca podremos hacer una copia exacta pero sí una obra de arte magníficamenteimperfecta.La magia del fingimiento da margen a la creación. La música nos pone alegres o nostálgicos, nos amansao nos agita y todo eso sin hacer otra cosa que acariciarnos el oído: no nos besa, no nos hace regalos ni nosda fiesta en día laborable. ¡Qué magia! ¡Qué arte! Hacernos sentir sin tener motivos para ello. Aunque elarte no tiene por qué ser bello y arte no es sinónimo de belleza, -porque la belleza existe sin el arte, existeen nosotros-, el arte sí puede fingir la belleza, puede fingir bello lo que no es bello: puede lograr que labelleza del objeto nos haga olvidar al sujeto.

Hace unos años tuvimos en Catalunya una polémica pública que trascendió el ámbito local. El “Negro deBanyoles”, que estaba expuesto en un museo de esa ciudad, provocó las quejas de un colectivo por suexhibición pública. Algunas aducían en defensa de esa exhibición que podía considerarse al “negro” comouna obra de arte, algo así como un tótem. No quiero aquí reavivar la polémica, pero la historia viene acuento como ejemplo de lo que no es un objeto artístico. El “Negro de Banyoles” era un cadáver disecado,una obra de arte desde luego no era, porque contenía una parte de la persona a la que pretendía evocar.Nadie le había pedido a aquel desgraciado si quería ser una malísima copia de sí mismo.

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¿Hasta donde llegaremos en nuestro afán de copiar el original? ¿Hasta cuando seguirá creyendo la gente,que la reproducción fiel y exacta es la finalidad del arte, cuando en realidad sería su final?Los artistas contemporáneos, incluso los modernos, los más figurativos y realistas de los actuales, sabenque su arte radica en parecer, nunca en ser y que si no parece, basta con que exprese: la emoción delartista, las ideas, el pensamiento, la belleza o el gesto, la proporción, la armonía y el orden. A vecesfelizmente todo ello a la vez.

Cuando los androides sueñen con ovejas eléctricas, cuando sientan y se emocionen, entonces dejarán deser copias para ser personas. Personas eléctricas. Dejarán de ser obras de arte para ser como nosotros,dejarán de ser objetos artísticos para ser sujetos del arte.

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172De nuevo la tormenta pasó sobre nosotros, dejándonos un regalo de luz y de color.

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Un arte mestizo

Me dijo Almudena un día: “…el arte es siempre incompleto…”, y se quedó tan fresca.Supongo que pensaría que yo desde mi madurez, sin duda sabía de qué estaba hablando ella desde sujuventud. Pues sí, sí lo sabia, pero eso sólo porque me lo ha dicho ahora, -que estoy escribiendo este libro-, desde la madurez. Almudena me lleva más de veinte años de ventaja, porque yo he necesitado todo estetiempo para aprender algunas cosas. He tardado tanto porque he leído poco sobre el arte, la mía ha sidouna educación “de ciencias” de las de después de Newton, cuando la fiebre mecanicista había barrido yaa la filosofía y al arte, dejándolas fuera de las ciencias de la naturaleza. En lugar de estudiar sobretodo mehe dedicado a hacer, a crear imágenes y a vivirlas, por eso me parece divertido coincidir aquí con Almudenaveinte años después. Divertido por paradójico, aunque bien pensado, la paradoja no es tal, al fin y al cabohe entrado en estas cuestiones con la cámara fotográfica en la mano, un ingenio mecánico que heaprendido a usar autodidactamente porque soy de ciencias, un aparato mestizo, un tubo que se puede usarpara hacer arte y filosofía de las imágenes: para hacer fotografías.

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Mirar o Apuntar…esa es la cuestión

Todo aquel que hoy en día se lleva la cámara compacta a la cara para hacer una foto, o lo hace enprivado, o corre el riesgo de que le tomen por un avaro recalcitrante, conservador y pasado de moda, queno sabe adaptarse a los tiempos. Sin embargo, esta nueva gestualidad que ha nacido con la cámara digital,tiene un precedente que se remonta a los primeros tiempos de la fotografía y que ha tenido continuidadhasta ahora mismo.Las cámaras digitales están popularizando una forma de hacer fotografías, que hasta hace poco tiempo eraprivilegio de los fotógrafos que usaban cámaras caras de formato medio o grande. Las cámaras de formatomedio, con pantalla superior de cristal esmerilado, son las responsables de esa postura característica delfotógrafo de estudio, que medio inclinado sobre la cámara la sostiene a la altura de la cintura o del pecho.Las cámaras de gran formato, disponen de una pantalla en las que se enfoca y compone la imagen, situadaen el respaldo justo donde se coloca la película en placas. Se parecen a las antiguas cámaras de cajón yfuelle, en las que el fotógrafo se cubría la cabeza con un paño negro para no quedar deslumbrado y poderenfocar correctamente. Justamente un buen paño negro para taparse la cabeza, es lo que haría falta parapoder ver algo en las pantallitas digitales en pleno día, un “toque kisch” que podría ir incorporado en algúntipo de gorro de diseño especial para fotógrafos digitales del siglo XXI.

La diferencia más radical entre las pantallas de las cámaras digitales y las de cristal esmerilado de lascámaras clásicas, es que las pantallas electrónicas no invierten la imagen de izquierda a derecha. Compartencon ellas, que permiten componer la imagen sin apuntar al sujeto. Pero a diferencia de las cámaras clásicas,la pantalla digital a duras penas alcanza las 3” pulgadas, que se anuncian como una “superpantalla” y estono cambiará, porque las dimensiones de la pantalla se ajustan al criterio de reducido tamaño y poco pesoque hace tan atractivas las cámaras compactas. Este hecho aparentemente sin importancia, marca unadefinitiva diferencia. Mientras que en las cámaras compactas el fotógrafo compone imágenes sin mirardirectamente al sujeto limitándose al reducido tamaño de la pantallita, las cámaras de visor óptico permitencomponer apuntando directamente al paisaje y sin alterar su gama de color, como si la cámara fuera unaprolongación del ojo, así no hay restricciones de escala y se compone al mismo tamaño relativo con quevemos la imagen real.

Apuntar o no, abrirá una brecha cada vez mayor entre los usuarios de cada tipo de cámara. Es la diferenciaentre disfrutar de la fotografía en todo su esplendor en el momento de crearla o conformarse con visualizarlaúnicamente en 3”. Mirar a través de la cámara ya no será nunca lo mismo que mirar con la cámara.

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Manipular o no manipular

La fotografía del paisaje se parece a la práctica de la experimentación científica, fruto de teoríasgestadas a lo largo del siglo pasado que demostraron que no se puede averiguar algo de un sistema sinque el propio investigador intervenga en él y lo altere más o menos significativamente. Algo así como quepara saber que tan bueno es el pastel, hay que meterle el dedo. Lo mismo pasa con los paisajes, solo queen lugar del dedo nos metemos enteros, porque para descubrir y conocer hay que penetrar y recorrer: aveces abriendo una senda a golpe de machete, otras deslizándose sobre el manto virgen, las más recorriendosenderos añosos ya incrustados en el terreno. El caso es que para fotografiar un fragmento inmaculado,hay que alterar algo en otra parte. Los mejores apenas dejan señales de su paso y los que vendrán podrándisfrutar de la fantasía de entrar en un lugar inmaculado.

Con los años he aprendido que mi presencia forma parte del paisaje, por eso intento que sea un factor demínima alteración y acorde con el entorno. Consideraciones estéticas me llevan a esforzarme en esquiarmejor para dibujar trazas perfectas y a no dejar ni esconder restos ajenos al paisaje. Hasta hace poco, estaera una norma que sólo tenía obligaciones pero no derechos. Me obligaba a aceptar las cosas como son ya dejarlas como están. Las huellas en la nieve son inevitables pero perecederas, puedo volver la semanapróxima y prácticamente habrán desaparecido, la senda está ahí, no la he abierto yo y debo aceptarla comoparte del paisaje. Pero si puede hacerlo una vaca, ¿porqué no yo? Si una marmota puede cavar madriguerasaquí y allá, ¿porqué no yo, que estaba antes?

Así que un día decidí concederme derechos además de obligaciones, como con toda ley justa y adecuadaa su objeto. Desde entonces tengo derecho a manipular el paisaje, aunque el derecho a manipularlo no mepermite modificarlo tan manifiestamente que pierda algo de su esencia. Desde entonces voy dejando unrastro de pequeñas modificaciones: piedras que no estaban ahí, rocas mojadas que estaban secas, ramastorcidas que estaban tiesas…y otros pecados que no os voy a contar.

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185Pensé que la querrían como a una hija adoptiva y que compartirían el mismo destino.

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De la lucha contra el olvido

Salvo excepciones, lo que las personas tenemos por memoria es una de las formas de la imaginación.Si bien podemos recordar durantes años un número o un nombre sin deformarlo, con las impresionesvisuales – entre otras cosas – no pasa lo mismo. Un atardecer recordado, al cabo de cinco años, es unatardecer medio inventado. Y al cabo de diez... Quizás lo hayamos olvidado o confundido con otro.El fotógrafo que logra captar su visión de un paisaje o fenómeno lo que está impidiendo es que la imagense fugue haciendo jerigonzas a través del inestable campo memorístico y termine siendo otra cosa –probablemente más simple y espectacular – que nunca existió.Ese afán por retener la “realidad” (mi subjetiva versión) de lo que veo me ha llevado al extremo de negarmea salir de excursión si no tenía dinero con el que comprar los carretes necesarios para fijar toda imagen queme valiera la pena conservar. Eso raya en la patología y no lo presento como modelo si no como muestrade actitud llevada a sus últimas consecuencias. Pero gracias a ello hoy dispongo de veintiséis años deimágenes fieles a la casi totalidad de las cosas más hermosas que he visto en la naturaleza. Fieles a comolo vi y a como lo supe captar en su momento. Un tesoro inestimable del cual, aún así, se hubieran podidoperder o tergiversar las emociones asociadas y de hecho, gran cantidad de los datos que estuvieronasociados a las imágenes. Por eso, también desde los catorce años, escribo y describo todo lo que dememorable veo y siento en las excursiones y la vida en general.Mi lucha contra el olvido y el fantaseo involuntario es una bella batalla. Perdida en lo absoluto pero ganadaen lo esencial. O al menos eso creo... Y es que, a los seres transitorios y relativos nos corresponden tantovictorias como derrotas relativas y transitorias.

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El puzzle del mundo

Nuestro mundo es una esfera, donde cada parte encaja en las demás. Mediante la geología, lapaleontología, la ecología y otras logías, la Humanidad a aprendido que el mundo es compuesto perounitario: los continentes encajan físicamente unos en otros, aunque en el pasado hayan estado en otrasposiciones, las especies encajan unas con otras mediante relaciones de dependencia mutua: competencia,parasitismo, simbiosis, sinergia y no podrían existir las unas sin las demás. Las fronteras políticas se hanextendido ya sobre toda la tierra de nadie y cada estado encaja en los otros. Nuestras casas lindan con lasde nuestros vecinos, nuestro espacio vital, -el que nos acompaña a todas partes-, se adapta y encaja enel de nuestros amigos, nuestras familias y en la gente de la calle. A pesar de ser todos distintos, somospiezas parecidas con mil modos de encajar. Los sentimientos encajan unos en otros: el odio en la venganza,la pena en la tristeza y el sufrimiento en la esperanza o el dolor, la pasión en la acción, el amor en todos,y cada uno de ellos puede transformarse en los demás.

La humanidad y el mundo son como un puzzle de piezas con múltiples formas y facetas en continuavariación que encajan en todo momento. El pensamiento es un puzzle de ideas que navegan de unos aotros mediante las diferentes formas del lenguaje, viven en nuestras mentes, mutan y se transforman unasen otras, en un paisaje siempre cambiante que ninguno puede abarcar en su totalidad. Pero así como enun pequeño charco puede reflejarse entera una gran montaña, hay ideas brillantes que permiten entendermucho más que las demás del paisaje que las rodea. Fragmentos de un todo que contienen mucho de latotalidad.

Cada texto de este libro encaja con todos los demás, refleja un paisaje de ideas que han nacido al intentarapresar las apariencias de la realidad, distintas formas de decir cosas parecidas, facetas de nuestro modode ver una realidad que nunca podemos captar en su totalidad.

¿En qué consiste el arte de fotografiar el paisaje?, la respuesta está en el paisaje mismo, en ese paisaje deideas que llamamos Mundo. No importa por donde se empieza, porque no existe final, lo verdaderamenteesencial es ponerse a montar el puzzle y hacerlo encajar. Cada idea con la otra, cada imagen con las demás,el que era con el que es, el que fuiste con lo que serás.

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TEMASUna introducción .................................................................................................... 5Cómo se hizo este libro ........................................................................................... 7El libro como paisaje ............................................................................................... 9Desmontando un tópico......................................................................................... 12¿Qué hacemos cuando hacemos fotos?................................................................... 18El fotógrafo del paisaje.......................................................................................... 22El paisaje real ....................................................................................................... 30El placer de la fotografía ....................................................................................... 31El ojo de la mente................................................................................................. 36El rapto ................................................................................................................ 42Relatos ................................................................................................................. 46El arte de confundir .............................................................................................. 54La burbuja de soledad........................................................................................... 56Otra introducción .................................................................................................. 64Unas definiciones .................................................................................................. 66Despreciar el arte de La Fotografía......................................................................... 78Epílogo................................................................................................................. 86La belleza del Salva ............................................................................................... 88La belleza de Enric ................................................................................................ 92Imágenes buenas e imágenes malas ...................................................................... 96Los recuerdos dormidos....................................................................................... 100

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El poder evocador de las imágenes ...................................................................... 102La fotografía y el lenguaje de las imágenes .......................................................... 108La chiripa ........................................................................................................... 114Ver para creer .................................................................................................... 122El placer de la belleza en el paisaje ...................................................................... 124Las nieves del Kilimanjaro.................................................................................... 132Los hábitos en la percepción del paisaje ............................................................... 134Cámaras amaestradas y la “ley del ende” ............................................................. 140La polaridad del arte ........................................................................................... 146Manipular o manipular ........................................................................................ 150¿Se expresa la realidad en la fotografía? .............................................................. 158Marcas sobre un lienzo blanco ............................................................................. 164Cuando los androides sueñen con ovejas .............................................................. 170Un arte mestizo .................................................................................................. 176Mirar o Apuntar…esa es la cuestión ...................................................................... 178Manipular o no manipular.................................................................................... 184De la lucha contra el olvido ................................................................................. 188El puzzle del mundo ............................................................................................ 193

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LAS FOTOS

FOTO SITUACION FECHA AUTOR Portada Circo de Armeña. Cotiella. Prepirineo de Huesca (1-05-1998) E.A. Pag 1 Aiguamolls de l´Empordá (17-10-2004) S.S. Pag 8 Valle del Freser, Ribes de Freser (16-03-1996) S.S. Pag 10 Aiguamolls del Empordà (les Llaunes) (12-04-2006) S.S Pag 11 Rio Garona. Valle de Bielsa, Pirineo de Huesca (21-07 2003) E.A. Pag 14 Valle de Estós, Pirineos de Huesca (13-04-1992) S.S. Pag 15 M´Hamid, Sahara Norte, Marruecos (9-09-1995) S.S. Pag 16 Estany del Cap d’Anglós. La ribagorza. Pirineo de Huesca (08-2001) E.A. Pag 17 Egergoa, Bosque de Iratí, Navarra (25-10-1998) S.S. Pag 20 Ibón de Armeña. Cotiella. Prepirineo de Huesca (3-05-1998) E.A. Pag 21 Hayedo de Les Agudes, Montseny (8-02-1986) S.S. Pag 23 Montserrat desde el Tagamanet, Montseny. Barcelona (8-12-1993) S.S. Pag 24 Stabursdalen, Noruega (20-08-1999) S.S. Pag 25 Platja Garbet, entre Colera y Llançá (31-12-1999) S.S. Pag 26 Lagos de Cabanes. Pallars Subirà. Pirineo de Lleida (1994) E.A. Pag 27 Valle de Ordesa, Pirineos de Huesca (3-04-1994) S.S. Pag 28 Lago de Trébens. Región del Carlit. La Cerdagne, Francia. (05-1997) E.A. Pag 29 Lago de Trébens. Región del Carlit. La Cerdagne, Francia. (05-1997) E.A. Pag 30 Valle de Salenques. La Ribagorza, pirineo de Huesca. (10-10-2004) E.A. Pag 31 Riera de Sant Celoni, Montseny, Barcelona. (9-02-1992) S.S. Pag 32 Cima del pic de Centfonts. Arinsal, Andorra. (02-1993) E.A. Pag 33 Valle d’en Garcia. Pic de la coma d’Or. La Cerdagne, Francia. (15-04-2000) E.A. Pag 34 Jardín de plantas bulbosas, Montjuïc, Barcelona (11-06-1997) S.S. Pag 35 Valle de Perramó, Pirineos de Huesca (20-09-2001) S.S. Pag 38 Lago del Cap de Port, Montardo d’Arán. Val d’Arán. (01-11-1996) E.A. Pag 39 Dunas del Erg Chebbi, Merzouga, Marruecos (25-05-2002) S.S. Pag 40 Desde la cima de la Pique Longe. Vignemale. Pirineo francés. (08-1992) E.A. Pag 41 Lago dels Gabatxos. Subenuix,P.N. Aigüestortes-Sant Maurici (03-09-1994) E.A. Pag 43 Lagos de Gerber. La Bonaigüa P.N. Aigüestortes-Sant Maurici (31-10-2004) S.S. Pag 44 Pico de Robiñera desde la Munia. Bielsa, Pirineo de Huesca. (4-12-1994) E.A. Pag 45 La Molçó, Vall del Freser, Ribes de Freser. Pirineo oriental. (1-01-1993) S.S. Pag 47 Orillas del Lago de Escarpinosa, Pirineos de Huesca (29-03-1994) S.S. Pag 49 Desde el Pic Negre d’Envalira. Pirineo catalán. La Cerdanya. (03-1995) E.A.

FOTO SITUACION FECHA AUTOR Pag 50 Sierra de Llauset. Vallibierna. Pirineo de Huesca. (5-01-1997) E.A. Pag 51 Collado de Barbarisa. Valle de Sahún. Pirineo de Huesca. (31-07-2002) E.A. Pag 52 Embalse de Cavallers. Vall de Boí. Pirineo de Lleida. (07-2005) E.A. Pag 53 Estany de Tumeneja, Vall d´Aran (25-06-2005) S.S. Pag 55 Vall de Noufonts. Vall de Nuria, Pirineo Oriental. (01-10-1993) E.A. Pag 57 Rio Urtxuria, Iratí, Navarra (31-10-1999) S.S. Pag 58 Playa de Trunvel, Bretaña, Francia (1-01-1999) S.S. Pag 59 Lagos de Rius. Val d’Arán. (10-07-2004) E.A. Pag 60 Ibón de Armeña. Cotiella. Prepirineo de Huesca (3-05-1998) E.A. Pag 61 Riera de Sant Celoni, Montseny (16-10-1993) S.S. Pag 62 Rio Arazas. Valle de Ordesa, Pirineo de Huesca. (01-1994) E.A. Pag 63 Valle de Ordesa. Area de servicio del P.N. de Ordesa. (01-1994) E.A. Pag 65 Fuga de estorninos, Delta del Llobregat, Barcelona (21-11-2004) S.S. Pag 69 Estany de Santa Fe del Montseny (8-02-1997) S.S. Pag 70 Estanys Tort de Rius, Vall d´Aran (10-07-2004) S.S. Pag 71 Desde el Pic de la Coma d´Or al norte. La Cerdagne, Francia. (15-04-2000) S.S. Pag 72 Planell de Sartari, Unarre. El Pallars, Pirineo de Lleida. (05-1996) E.A. Pag 73 Rio Garona. Valle de Bielsa, Pirineo de Huesca. (21-07 2003) E.A. Pag 74 Delta del Llobregat, Barcelona (21-11-2004) S.S. Pag 75 Platja Garbet, la Costa Brava, entre Colera y Llançá. Girona. (6-01-2006) S.S. Pag 76 Torrente de Coronas, La Maladeta. Pirineo de Huesca (9-08-1996) S.S. Pag 77 Olifantbos, provincia de El Cabo. Sudáfrica (12-10-2003) S.S. Pag 81 Platja de La Masona, Aiguamolls de l’Empordá. Girona. (14-10-1995) S.S. Pag 82 Estanys de Gerber. P. N. Aigües tortes. Pirineo de lleida (31-10-2004) S.S. Pag 83 Artzapar, Bosque de Iratí, Navarra (24-10-1998) S.S. Pag 84 Cap de Creus, la Costa Brava. Girona. (27-03-1997) S.S. Pag 85 Orbaizeta, Bosque de Iratí, Navarra (24-10-1998) S.S. Pag 87 Estany de Tumeneja, Vall d´Aran (26-06-2005) S.S. Pag 89 Playa del Tregandín, Noja, Asturias (8-01-2005) S.S. Pag 90 Coma de Vaca, Vall del Freser, Pirineo oriental (31-12-1990) S.S. Pag 91 Jardín botánico J.Costa i Lloveres, Montjuïc,Barcelona (31-10-1995) S.S. Pag 93 Roc Melé. Pas de la Casa. Pirineo de Andorra. (21-12-1995) E.A. Pag 94 Estanys de Tort de Rius, Vall d´Aran (11-07-2004) S.S.

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FOTO SITUACION FECHA AUTOR Pag 95 Torrent de Bagadé, Vall del Freser, Pirineo oriental (10-11-1991) S.S. Pag 97 Rio Urtxuria, Bosque de Iratí, Navarra (31-10-1999) S.S. Pag 98 Valle de Airoto. Isil, El Pallars. Pirineo de Lleida. (1995) E.A. Pag 99 Montseny Viladrau, Barcelona. (8-02-1997) S.S. Pag 101 Dunas de Corralejo, N.E. de Fuerteventura. Las Canarias. (17-07-2000) S.S. Pag 103 Sur de Iratí, Navarra (22-10-2000) S.S. Pag 104 Cala Bozo (costa Cantàbrica, Asturias) (9-04-2004) E.A. Pag 105 Cala Bozo (costa Cantàbrica, Asturias) (9-04-2004) E.A. Pag 106 La Molçó, Valle del Freser, Ribes de Freser. Pirineo oriental (16-03-1996) S.S. Pag 107 Playa del Tregandín, Noja, Asturias (8-01-2005) S.S. Pag 109 Platja Garbet, entre Colera y Llançá (8-01-2006) S.S. Pag 110 Rio Estós, Valle de Estós. Benasque. Pirineo de Huesca. (12-01-2003) E.A. Pag 111 Rio Estós, Valle de Estós. Benasque. Pirineo de Huesca. (12-01-2003) E.A. Pag 112 Collado de Añisclo desde Sestrales. Bielsa. Pirineo de Huesca. (08-1993) E.A. Pag 113 El Bosquet d’Agulles. Les Agulles de Montserrat. Barcelona. (1989) E.A. Pag 115 Vallivierna (les Riberetes) (16-08-2006) S.S. Pag 116 Ibón de Ribereta i Barbarisa, Pirineos de Huesca (31-07-2002 S.S. Pag 117 Playa del Tregandín, Noja, Asturias (8-01-2005) S.S. Pag 118 Circo de Armeña. Cotiella. Prepirineo de Huesca (1-05-1998) E.A. Pag 119 Passada dels Neres. Vall de l’Artiga de Lin. La Vall d’Arán. (05-1995) E.A. Pag 120 Lago Vidal d’Amunt. Cabdella, Vall Fosca. Pirineo de Lleida. (27-09-1994) E.A. Pag 121 Desde la cima del pico de la Font Blanca. El Serrat. Andorra. (15-02-2003) E.A. Pag 123 Collado Orión, Bosque de Iratí, Navarra (13-10-2001) S.S. Pag 126 Platja Garbet, entre Colera y Llançá (8-01-2006) S.S. Pag 127 Cap de Creus (Cala Jogadora) (8-01-2006) S.S. Pag 128 Montsent de Pallars. Llesui. Pirineo de Lleida. (27-09-1994) E.A. Pag 129 Platja de La Masona, Aiguamolls de l´Empordá (4-04-1996) S.S. Pag 130 Sierra de Llauset. Vallibierna. Pirineo de Huesca. (5-01-1997) E.A. Pag 131 Volcán Montaña del Mojón, Norte de La Graciosa, Canarias (23-07-2000) S.S. Pag 135 Rio Estós, Valle de Estós. Benasque. Pirineo de Huesca. (12-01-2003) E.A. Pag 136 Cotiella desde el Pic del Boc. Sahún. Pirineo de Huesca (31-07-2002) E.A. Pag 137 Puigmal, Vall de Nuria. Pirineo Oriental. (12-1991) E.A. Pag 138 Valle de Airoto. Isil, El Pallars. Pirineo de Lleida. (1995) E.A. Pag 139 Cap de Creus, la Costa Brava. Girona. (6-01-1992) S.S. Pag 141 Agulla gran de la portellla. Montserrat. Barcelona (1989) E.A. Pag 142 Punta de La Rasca, S.O. de Tenerife (1-08-2000) S.S. Pag 143 Valle de Pineta desde La Munia. Bielsa, Pirineo de Huesca. (4-12-1994) E.A. Pag 144 Circo de Armeña. Cotiella. Prepirineo de Huesca (1-05-1998) E.A. Pag 145 Collado de Añisclo desde la Munia. Bielsa, Pirineo de Huesca. (4-12-1994) E.A.

Pag 147 izq Rio Garona. Valle de Bielsa, Pirineo de Huesca. (21-07-2003) E.A. Pag 147der Congosto de Ciscar. Caladrones i Ciscar. La Franja, Aragón. (08-2001) E.A.

FOTO SITUACION FECHA AUTOR Pag 148 Cabaña de Moredó, Vall de Linyola. Bagergue, Vall d’Arán. (12-1994) E.A. Pag 149 Puigmal, Vall de Nuria. Pirineo Oriental. (12-1991) E.A. Pag 152 Port de la Selva, Empordá (7-01-2006) S.S. Pag 153 Platja Garbet, entre Colera y Llançá (18-03-2001) S.S. Pag 154 Lago de Barbarisa. Valle de Sahún. Pirineo de Huesca. (31-07-2002) E.A. Pag 155 Playa Castello, Cantabria (28-07-1997) S.S. Pag 156 Platja Garbet, entre Colera y Llançá (6-12-2002) S.S. Pag 157 Circo de Conangles. La Ribagorça. Pirineo de Lleida. (26-08-1995) E.A. Pag 160 Estany de Cap de Port. Malls de Rius. Vall d’Arán. (01-11-1996) E.A. Pag 161 Cinturón de Orión desde el pico de Balandrau. Pirineo oriental (20-11-1993) E.A. Pag 162 La Morera, Montsant (4-02-2000) S.S. Pag 163 Skuleskogen, Suecia (27-08-1999) S.S. Pag 166 Lago de Saboredo, valle de Ruda. Vall d’Arán. (27-09-1994) E.A. Pag 167 Lagos de Rius, Pico de Conangles. Vall d’Arán. (27-09-1994) E.A. Pag 168 Torrent de Conangles, Vall d´Aran (5-04-1997) S.S. Pag 169 Cal Francés, Delta del Llobregat, Barcelona (30-12-2000) S.S. Pag 171 Pic de Segre, cabecera del Valle de Núria (9-12-1990) S.S. Pag 172 Cresta del Pic del Boc, circo de Barbarisa. Pirineo de Huesca. (31-07-2002) E.A. Pag 173 Picos de Eriste, desde el pic del Boc. Pirineo de Huesca. (1-08-2002) E.A. Pag 174 Vall de Finestrelles, cabecera del Valle de Núria (9-12-1990) S.S. Pag 175 El Casco desde el Cilindro de Marboré, Pirineos de Huesca (17-08-1991) S.S. Pag 177 Salva en el Glaciar de Ossoue, Vignemale. Pirineo francés. (3-08-1992) E.A. Pag 179 Desde el terrado de mi casa, Ciutat Vella, Barcelona (21-12-1999) S.S. Pag 180 Vall de Montgarri (9-10-1993) S.S. Pag 181 Lago Tort de Rius. Vall d’Arán. (27-08-1995) E.A. Pag 182 Artzapar, Bosque de Iratí, Navarra (22-10-2000) S.S. Pag 183 Ibón inferior de Batisielles, Perramó, Pirineos de Huesca (20-09-2001) S.S. Pag 185 Oulettes de Gaube, Vignemale. Pirineo Francés (3-08-1992) E.A. Pag 186 Egergoa, Bosque de Iratí, Navarra (22-10-2000) S.S. Pag 187 Cala Bozo (costa Cantàbrica, Asturias) (9-04-2004) E.A. Pag 189 Lago de Barbarisa, Pirineos de Huesca (30-07-2002) S.S. Pag 190 Desde el Pico de Marboré (18-08-1991) S.S. Pag 191 Estanys de Tort de Rius, Vall d´Aran (11-07-2004) S.S. Pag 192 Montardo d’Arán reflejado en un charco. Restanca, Vall d’Arán. (01-11-1996) E.A. Pag 194 Sant Llorenç de Montgai, Montsec (21-02-1999) S.S. Pag 197 Coll des Aranesos. La Maladeta-Aneto. Benasque (03-1993)

Contraportada Playa de las Conchas, Norte de La Graciosa, Canarias (23-07-2000) S.S.

Autor: S.S.: Salvador Solé E.A.: Enric Asín