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La pieza, impresa en Francia bajo altos estándares de seguridad, fue diseñada en formato de hoja filatélica, un tipo de especie postal en el cual se destacan uno o varios sellos perforados, utilizado generalmente para emisiones conmemorativas. Su esquema incluyente permite mostrar y sobretodo evidenciar, numerosos ele- mentos visuales que se pueden apreciar más fácilmen- te, gracias a su tamaño ampliado. El diseño de la estampilla conmemorativa de los 100 años de El Tiempo fue realizado por Beiman Pinilla Cas- tañeda, editor gráfico del periódico, buscando repre- sentar la forma como ha evolucionado la producción del diario, desde la época de los linotipos en plomo hasta el color, la sistematización, las modernas tecnolo- gías y la revolución de internet; una incesante búsque- da que ha llevado al centenario matutino a mantener- se siempre a la vanguardia. Generador de opinión, defensor de la verdad y forma- dor de talentos, el periódico, que hace un siglo nació con una circulación de 300 ejemplares en formato un poco mayor de octavo, impresos en una prensa de madera, hoy integra toda una organización multicanal, que mantiene informadas y actualizadas de manera constante a sus diversas audiencias, y da cabida igual- mente a la libre expresión de las mismas. Que la presente estampilla de correo lleve a todos los rincones de Colombia y el mundo los valores de tole- rancia, verdad, institucionalidad, innovación y libertad que han caracterizado a El Tiempo, y que su centenaria historia siga inspirando con su ejemplo de grandeza, esfuerzo, dignidad y fortaleza, la patria colombiana. Juan Ernesto Vargas Uribe Presidente Servicios Postales Nacionales S.A. 4-72 Bogotá D.C., martes 13 de diciembre de 2011 El Tiempo no pasa en vano El Tiempo comenzó como una pequeña publica- ción de cuatro hojas editadas en un modesto lo- cal del centro de Bogotá. Nació “venciendo resis- tencias de poderosa entidad”, según sentenció el editorial del 30 de enero de 1911. En aquella primera edición su fundador, Alfonso Villegas, enarboló la bandera del republicanismo, una es- pecie de llamado a la unión nacional para un país que se había desangrado en la más pavo- rosa de sus múltiples guerras civiles y que tenía todavía abierta la inmensa herida que le dejó la separación de Panamá. Corrían los tiempos de la presidencia de Carlos E. Restrepo, quien hacía poco había llegado al poder, y abría, en un espíritu de tolerancia y con- cordia, una puerta que conduciría al que sería el periodo de paz más extenso de nuestra con- vulsionada historia. Esa época, a pesar de las dificultades, fue particularmente propicia para el surgimiento de nuevas publicaciones, pues El Tiempo era apenas una más de las múltiples pro- puestas periodísticas que existían en una capital que apenas llegaba a los 120.000 habitantes. El comienzo, vale la pena recordarlo, no fue fá- cil. En un ambiente de tanta competencia, los números en rojo no demoraron en aparecer y Alfonso Villegas tomó la decisión de cerrar la em- presa. Pero antes que lo hiciera, su futuro cuñado, Eduardo Santos, le hizo una propuesta de com- pra que no pudo desdeñar y que llevó a este últi- mo a adquirir unos pocos activos por la suma de $5.000 pesos a mediados de 1913. Una de las primeras decisiones tomadas por el nuevo propietario fue definitiva para la supervi- vencia de la compañía: suspender las suscrip- ciones de cortesía, una práctica que parece haber durado hasta nuestros días. Gracias a esa medida, la circulación cayó a menos de 900 ejemplares, pero al cierre del primer mes de ope- raciones bajo la nueva administración, el balan- ce dejó una utilidad de 20 pesos. Para lograr que el diario se destacara entre los demás fue necesario el concurso de Enrique Santos Montejo, quien llegó de la fría Tunja en 1915 sin otro equipaje que el de una extraordi- naria labor al frente del periódico “La Linterna”. Ese desempeño en la capital boyacense, vale la pena aclarar, le valió unas cuantas excomu- niones, que dieron origen a las malas relaciones que el diario llegó a tener con la Iglesia Católi- ca. Pero sus textos demostraron que los quilates periodísticos del nuevo jefe de redacción de la todavía joven publicación pesaban más que los lazos de sangre que le unían al director. Así lo comprobarían los lectores durante más de medio siglo y así lo ratificaron sus descendien- tes, quienes desde Hernando y Enrique Santos Castillo, hasta Enrique y Rafael Santos Calderón, entendieron el legado que llegó a sus manos y supieron preservarlo y acrecentarlo para bien de las actuales generaciones de colombianos. Tam- bién lo comprendió Luis Fernando Santos, cuya extraordinaria visión empresarial en décadas recientes fue definitiva para conducir la marcha de la compañía en épocas buenas y malas. Por esa razón esta Casa Editorial estará por siem- pre asociada al apellido Santos, una familia por cuyas venas podría decirse que corre más tinta que sangre y que ha hecho, hace y seguirá ha- ciendo del periodismo su propia razón de vida. La conformación de tan formidable equipo fue desde un principio la clave que le permitió a este Presentación El Tiempo de hoy, protagonista de su propia noticia El Tiempo es un referente que ha documentado la historia de nuestro país en los últimos 100 años, al cumplir una importante misión como medio de in- formación, educación y entretenimiento de varias generaciones de colombianos. Asimismo, es pilar y ejemplo de la libertad de prensa, uno de los más im- portantes valores que enriquecen la democracia de nuestra nación. El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Tec- nologías de la Información y las Comunicaciones y de 4-72, empresa oficial de correos de Colombia, se sumó al aniversario de este prestigioso diario, reco- nociendo su centenaria trayectoria y aportes al pe- riodismo colombiano, a través de la emisión filatélica: 100 años del periódico El Tiempo”, en conmemora- ción al primer siglo recorrido por este destacado ca- nal de comunicación, que en su loable tarea como transmisor de noticias, hoy se constituye en protago- nista de su propia noticia. Con principios y valores asociados a su significativo desempeño, los colombianos hemos crecido de la mano de El Tiempo, que también ha sido cogestor de nuestra historia, pues desde sus toldas se han per- filado dos Presidentes de la República y un Vicepresi- dente. Nuestro primer mandatario nacional, Dr. Juan Manuel Santos Calderón ejerció la Subdirección del periódico entre 1982 y 1991. Plasmar para la posteridad la centenaria celebra- ción de El Tiempo en las estampillas de correo im- puestas sobre las cartas y paquetes que circulan a través de la red postal oficial de 4-72, nos permitirá llevar a todos los rincones de Colombia y el mundo esta buena noticia, que en su contexto honra igual- mente el esfuerzo, la iniciativa, el espíritu emprende- dor, el servicio social y la constancia como fortalezas que han permitido alcanzar su primer centenario. Especificaciones técnicas EMISIÓN POSTAL Emisión: 100 años del periódico El Tiempo Motivos: Uno (1) Valor facial: Cuatro mil ($ 4.000) pesos Cantidad: Cien mil (100.000) estampillas Presentación: Hoja filatélica con una (1) estampilla Tamaño estampilla: 40 X 30 milímetros Tamaño hoja filatélica: 100 X 70 milímetros Color: Policromía más una tinta especial fluorescente invisible Papel: Truwhite Goma: PVA. Dentado: 13 x 13 1/4 Sobre de primer día: 1 motivo, 600 unidades numeradas Dirección editorial: Marianella Garzón Vergara Asesora de Comunicaciones 4-72 Textos boletín informativo: Roberto Pombo Director El Tiempo Diseño: Beiman Pinilla Castañeda Diagramación: Milena María Monguí Estupiñan Impresión: Offset Impresor estampilla: Cartor Security Printing Impresor piezas complementarias: JH Impregraf Ltda. Primer día de circulación: Bogotá D.C., martes 13 de diciembre de 2011 100 años del periódico El Tiempo diario crecer y convertirse gradualmente en lo que es hoy. Pero detrás de esa frase está la labor continua de escribir todos los días bajo la presión de la hora de cierre y el ánimo de llegar a los lectores con la noticia exacta y el análisis completo de los hechos. Es por eso que el trasegar de este medio lo es también el de miles de personas que con su trabajo abnegado y muchas veces anónimo construyeron a lo largo de varias generacio- nes la casa que hoy habitamos. La revolución que significó Internet cambió para siempre los paradigmas de este oficio. Sin embargo, para quienes nos formamos oyendo el tecleo de las máquinas de escribir y sabemos qué cosa es un linotipo, suenan todavía esas palabras aparecidas en El Tiem- po hace 90 años: “Nada más actual, más lle- no de vida y animación que un diario en el día de su fecha; nada más caduco que un periódico viejo”. Quizás por ese motivo, esta empresa siempre supo mirar para adelante. Lo hizo, por su- puesto, en el contexto de cada época y en el de la respectiva coyuntura nacional que, para decirlo de la manera más suave posi- ble, en estos 100 años no ha estado exenta de grandes y graves acontecimientos. Y es que al lado de las guerras, los inventos, las confrontaciones ideológicas o los desastres naturales que marcaron el ritmo de la huma- nidad en las diez décadas pasadas, Colom- bia ha experimentado cambios muy profun- dos, no siempre para bien. La sociedad rural de entonces pasó a ser ma- yoritariamente urbana y hoy tiene la mayor expectativa de vida y el nivel de prosperidad

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La pieza, impresa en Francia bajo altos estándares de seguridad, fue diseñada en formato de hoja filatélica, un tipo de especie postal en el cual se destacan uno o varios sellos perforados, utilizado generalmente para emisiones conmemorativas. Su esquema incluyente permite mostrar y sobretodo evidenciar, numerosos ele-mentos visuales que se pueden apreciar más fácilmen-te, gracias a su tamaño ampliado.

El diseño de la estampilla conmemorativa de los 100 años de El Tiempo fue realizado por Beiman Pinilla Cas-tañeda, editor gráfico del periódico, buscando repre-sentar la forma como ha evolucionado la producción del diario, desde la época de los linotipos en plomo hasta el color, la sistematización, las modernas tecnolo-gías y la revolución de internet; una incesante búsque-da que ha llevado al centenario matutino a mantener-se siempre a la vanguardia.

Generador de opinión, defensor de la verdad y forma-dor de talentos, el periódico, que hace un siglo nació con una circulación de 300 ejemplares en formato un poco mayor de octavo, impresos en una prensa de madera, hoy integra toda una organización multicanal, que mantiene informadas y actualizadas de manera constante a sus diversas audiencias, y da cabida igual-mente a la libre expresión de las mismas.

Que la presente estampilla de correo lleve a todos los rincones de Colombia y el mundo los valores de tole-rancia, verdad, institucionalidad, innovación y libertad que han caracterizado a El Tiempo, y que su centenaria historia siga inspirando con su ejemplo de grandeza, esfuerzo, dignidad y fortaleza, la patria colombiana.

Juan Ernesto Vargas UribePresidenteServicios Postales Nacionales S.A. 4-72

Bogotá D.C., martes 13 de diciembre de 2011

El Tiempo no pasa en vano

El Tiempo comenzó como una pequeña publica-ción de cuatro hojas editadas en un modesto lo-cal del centro de Bogotá. Nació “venciendo resis-tencias de poderosa entidad”, según sentenció el editorial del 30 de enero de 1911. En aquella primera edición su fundador, Alfonso Villegas, enarboló la bandera del republicanismo, una es-pecie de llamado a la unión nacional para un país que se había desangrado en la más pavo-rosa de sus múltiples guerras civiles y que tenía todavía abierta la inmensa herida que le dejó la separación de Panamá.

Corrían los tiempos de la presidencia de Carlos E. Restrepo, quien hacía poco había llegado al poder, y abría, en un espíritu de tolerancia y con-cordia, una puerta que conduciría al que sería el periodo de paz más extenso de nuestra con-vulsionada historia. Esa época, a pesar de las dificultades, fue particularmente propicia para el surgimiento de nuevas publicaciones, pues El Tiempo era apenas una más de las múltiples pro-puestas periodísticas que existían en una capital que apenas llegaba a los 120.000 habitantes.

El comienzo, vale la pena recordarlo, no fue fá-cil. En un ambiente de tanta competencia, los números en rojo no demoraron en aparecer y Alfonso Villegas tomó la decisión de cerrar la em-presa. Pero antes que lo hiciera, su futuro cuñado, Eduardo Santos, le hizo una propuesta de com-pra que no pudo desdeñar y que llevó a este últi-mo a adquirir unos pocos activos por la suma de $5.000 pesos a mediados de 1913.

Una de las primeras decisiones tomadas por el nuevo propietario fue definitiva para la supervi-vencia de la compañía: suspender las suscrip-

ciones de cortesía, una práctica que parece haber durado hasta nuestros días. Gracias a esa medida, la circulación cayó a menos de 900 ejemplares, pero al cierre del primer mes de ope-raciones bajo la nueva administración, el balan-ce dejó una utilidad de 20 pesos.

Para lograr que el diario se destacara entre los demás fue necesario el concurso de Enrique Santos Montejo, quien llegó de la fría Tunja en 1915 sin otro equipaje que el de una extraordi-naria labor al frente del periódico “La Linterna”. Ese desempeño en la capital boyacense, vale la pena aclarar, le valió unas cuantas excomu-niones, que dieron origen a las malas relaciones que el diario llegó a tener con la Iglesia Católi-ca. Pero sus textos demostraron que los quilates periodísticos del nuevo jefe de redacción de la todavía joven publicación pesaban más que los lazos de sangre que le unían al director.

Así lo comprobarían los lectores durante más de medio siglo y así lo ratificaron sus descendien-tes, quienes desde Hernando y Enrique Santos Castillo, hasta Enrique y Rafael Santos Calderón, entendieron el legado que llegó a sus manos y supieron preservarlo y acrecentarlo para bien de las actuales generaciones de colombianos. Tam-bién lo comprendió Luis Fernando Santos, cuya extraordinaria visión empresarial en décadas recientes fue definitiva para conducir la marcha de la compañía en épocas buenas y malas.

Por esa razón esta Casa Editorial estará por siem-pre asociada al apellido Santos, una familia por cuyas venas podría decirse que corre más tinta que sangre y que ha hecho, hace y seguirá ha-ciendo del periodismo su propia razón de vida.

La conformación de tan formidable equipo fue desde un principio la clave que le permitió a este

Presentación

El Tiempo de hoy, protagonista de su propia noticia

El Tiempo es un referente que ha documentado la historia de nuestro país en los últimos 100 años, al cumplir una importante misión como medio de in-formación, educación y entretenimiento de varias generaciones de colombianos. Asimismo, es pilar y ejemplo de la libertad de prensa, uno de los más im-portantes valores que enriquecen la democracia de nuestra nación.

El Gobierno Nacional, a través del Ministerio de Tec-nologías de la Información y las Comunicaciones y de 4-72, empresa oficial de correos de Colombia, se sumó al aniversario de este prestigioso diario, reco-nociendo su centenaria trayectoria y aportes al pe-riodismo colombiano, a través de la emisión filatélica: “100 años del periódico El Tiempo”, en conmemora-ción al primer siglo recorrido por este destacado ca-nal de comunicación, que en su loable tarea como transmisor de noticias, hoy se constituye en protago-nista de su propia noticia.

Con principios y valores asociados a su significativo desempeño, los colombianos hemos crecido de la mano de El Tiempo, que también ha sido cogestor de nuestra historia, pues desde sus toldas se han per-filado dos Presidentes de la República y un Vicepresi-dente. Nuestro primer mandatario nacional, Dr. Juan Manuel Santos Calderón ejerció la Subdirección del periódico entre 1982 y 1991.

Plasmar para la posteridad la centenaria celebra-ción de El Tiempo en las estampillas de correo im-puestas sobre las cartas y paquetes que circulan a través de la red postal oficial de 4-72, nos permitirá llevar a todos los rincones de Colombia y el mundo esta buena noticia, que en su contexto honra igual-mente el esfuerzo, la iniciativa, el espíritu emprende-dor, el servicio social y la constancia como fortalezas que han permitido alcanzar su primer centenario.

Especificaciones técnicas

EMISIÓN POSTAL

Emisión: 100 años del periódico El Tiempo

Motivos: Uno (1)

Valor facial: Cuatro mil ($ 4.000) pesos

Cantidad: Cien mil (100.000) estampillas

Presentación: Hoja filatélica con una (1) estampilla

Tamaño estampilla: 40 X 30 milímetros

Tamaño hoja filatélica:

100 X 70 milímetros

Color:Policromía más una tinta especial fluorescente invisible

Papel: Truwhite

Goma: PVA.

Dentado: 13 x 13 1/4

Sobre de primer día: 1 motivo, 600 unidades numeradas

Dirección editorial:Marianella Garzón VergaraAsesora de Comunicaciones 4-72

Textos boletín informativo:

Roberto PomboDirector El Tiempo

Diseño: Beiman Pinilla Castañeda

Diagramación: Milena María Monguí Estupiñan

Impresión: Offset

Impresor estampilla: Cartor Security Printing

Impresor piezas complementarias:

JH Impregraf Ltda.

Primer día de circulación:

Bogotá D.C., martes 13 de diciembre de 2011

100 años del periódico El Tiempo

diario crecer y convertirse gradualmente en lo que es hoy. Pero detrás de esa frase está la labor continua de escribir todos los días bajo la presión de la hora de cierre y el ánimo de llegar a los lectores con la noticia exacta y el análisis completo de los hechos.

Es por eso que el trasegar de este medio lo es también el de miles de personas que con su trabajo abnegado y muchas veces anónimo construyeron a lo largo de varias generacio-nes la casa que hoy habitamos.

La revolución que significó Internet cambió para siempre los paradigmas de este oficio. Sin embargo, para quienes nos formamos oyendo el tecleo de las máquinas de escribir y sabemos qué cosa es un linotipo, suenan todavía esas palabras aparecidas en El Tiem-po hace 90 años: “Nada más actual, más lle-no de vida y animación que un diario en el día de su fecha; nada más caduco que un periódico viejo”.

Quizás por ese motivo, esta empresa siempre supo mirar para adelante. Lo hizo, por su-puesto, en el contexto de cada época y en el de la respectiva coyuntura nacional que, para decirlo de la manera más suave posi-ble, en estos 100 años no ha estado exenta de grandes y graves acontecimientos. Y es que al lado de las guerras, los inventos, las confrontaciones ideológicas o los desastres naturales que marcaron el ritmo de la huma-nidad en las diez décadas pasadas, Colom-bia ha experimentado cambios muy profun-dos, no siempre para bien.

La sociedad rural de entonces pasó a ser ma-yoritariamente urbana y hoy tiene la mayor expectativa de vida y el nivel de prosperidad

y siempre cambiante, como la de Colombia y el mundo en estos tiempos en que, como nunca antes, cualquier evento en el más apartado de los rincones del globo tiene consecuencias al otro lado del planeta.

Nuestra labor, por supuesto, será la de informar al público con independencia, oportuna y ve-razmente, mientras se construye el mañana. No tenemos norte diferente al del bienestar de la ciudadanía, por lo cual renovamos nuestros vo-tos orientados a desarrollar en forma responsa-ble una labor periodística que puede cambiar de formato en su presentación, pero no en sus principios de fondo.

Decía Alberto Lleras en 1955 que “en la historia del país El Tiempo no tiene sustituto posible”. Y para seguirla escribiendo, tendremos todo El Tiempo del mundo.

Roberto PomboDirector El Tiempo

La investigación, información y opiniones aquí expresadas son res-ponsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensa-miento del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comu-nicaciones, ni de Servicios Postales Nacionales S.A.

to de siglo los sacos de arena que protegían nuestro edificio o las baterías antiaéreas que nos defendían de narcoterroristas dispuestos a todo y quienes, a pesar de su arrogancia, acabarían sucumbiendo ante el poder del Estado.

Así hemos llegado a la situación de hoy, en la cual nos encontramos frente a un mundo diferen-te, en donde la globalización es una realidad in-cuestionable y las tecnologías de la información nos obligan a dar a conocer las noticias en for-ma distinta, en un ciclo continuo de 24 horas en el que junto a la palabra escrita están las fotogra-fías, los videos o los aportes de nuestros lectores.

En un país diverso y complejo, en el que hay pocos medios de comunicación de alcance nacional, es nuestro deber servir como canal de expresión de posturas múltiples, con el fin de contribuir a que las discusiones se den con altu-ra, fundamento y variedad.

A diferencia de lo que planteó en un comienzo Eduardo Santos, El Tiempo es la cabeza visible de un grupo de medios que incluye diarios, re-vistas, un canal de televisión abierta y otro de noticias por cable, además de un buen número de sitios de Internet tanto de carácter comercial como informativo. Esa evolución ha sido conse-cuencia de la fragmentación de las audiencias, la revolución tecnológica y de las comunicacio-nes, junto con el convencimiento de que en un escenario de creciente competencia es necesa-ria la solidez económica.

Aceptadas esas innovaciones que rompen con ciertas prácticas del pasado, sabemos que es nuestra obligación ser fieles a una tradición de rigor informativo y de respeto por las opiniones, manteniendo la capacidad de mejorar todos los días. Así lo exige una actualidad dinámica

Galán o Abdón Espinosa Valderrama, por solo mencionar algunos.

También - es necesario reconocerlo - las circuns-tancias políticas llevaron al diario a cerrar filas en momentos en que la polarización llegó a su punto máximo. Hoy suena increíble escucharlo, pero el periódico se abstuvo de informar sobre la posesión de Laureano Gómez en 1950 y les dejó en claro a sus columnistas que debía existir plena identidad con la línea editorial fijada por el director.

Años después, el rechazar la lucha armada llevó a que a esta publicación se le tildara de reac-cionaria, como si defender los cambios a través de las instituciones democráticas no fuera la for-ma adecuada de lograr las grandes transforma-ciones que exige la sociedad. Hoy, con el catale-jo de la distancia, se puede argumentar que el apoyo dado por El Tiempo a experimentos como el Frente Nacional, ayudó a un proceso que aca-bó atrofiando la política, sin que otras corrientes ideológicas fuera de los partidos tradicionales tuvieran espacios para expresarse. Pero en ese momento la prioridad era restablecer un clima de confianza que permitiera que antiguos ene-migos enterraran por siempre las hachas que estuvieron a punto de llevar a Colombia a otra guerra civil.

Por último, el combate continuo a los jinetes de la cocaína, sin otra herramienta que la del poder de la palabra, nos puso en la mira de los asesi-nos que creyeron que matando o secuestrando sería posible silenciar las rotativas y obtener a punta de intimidaciones lo que no consiguieron ni siquiera quienes incendiaron nuestras instala-ciones en 1952 o los censores de la dictadura que nos obligaron a un cierre temporal pocos años más tarde. Todavía recuerdo hace un cuar-

más alto de su historia, a pesar de todo lo que le falta para ser considerada justa y próspera. Hay que reconocer, además, que ese tránsito nos dejó hondas cicatrices. Debo mencionar entonces la absurda pola-rización política que marcó la vida del país durante buena parte del siglo XX y que dejó una estela de destrucción y sangre, por cuen-ta del sectarismo que acabó fomentando la violencia. También hay que citar el surgimien-to de los grupos armados, que al amparo de un ideal de igualdad acabaron sembrando la muerte en los campos, quedando atrapa-dos en las redes de su propio salvajismo. No menos lamentable es la aparición del narco-tráfico que vino acompañado de la cultura del dinero fácil y el exceso; del sicario que mata por un puñado de monedas o del polí-tico que cree agarrar el cielo con las manos después de hacer un pacto con el diablo.

Todos esos eventos se reflejaron profunda-mente en la vida o en el cubrimiento hecho por El Tiempo. El haber abrazado las banderas liberales, que en su momento fueron sinónimo de una renovación sin antecedentes en las instituciones colombianas, lo convirtieron en fuente de ideas, blanco de los ataques de sus enemigos y semillero de dirigentes.

De hecho un par de presidentes de la Repú-blica y un vicepresidente llevan el apellido Santos y se formaron en esta casa, así en los dos casos más recientes eso haya ocurri-do sin agitar la bandera roja liberal. Para no adentrarme en la coyuntura política, debo recordar que por la redacción del periódico pasaron hombres tan ilustres como Carlos Lle-ras Restrepo, Tomás Rueda Vargas, Alberto Lle-ras Camargo, Germán Arciniegas, Luis Carlos

Ministerio de Tecnologíasde la Información y las Comunicaciones

República de Colombia

Fecha de emisión Date d’émissionDate of issue

Boletín informativo No.22 de 2011

13 de diciembre de 2011

EMISIÓN POSTALJuan Manuel Santos CalderónPresidente de la República

Diego Molano VegaMinistro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones

María Carolina Hoyos TurbayViceministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones

Miguel Felipe Anzola EspinosaDirector de Comunicaciones

Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones

Alexander ManriqueSubdirector de Asuntos Postales

Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones

Junta Directiva Servicios Postales Nacionales S.A.Ramón Angarita Lamk

Rubén Darío Mestizo ReyesFrancisco Ortiz Rebolledo

José Fernando Torres Fernández de Castro

Juan Ernesto Vargas UribePresidente Servicios Postales Nacionales S.A. 4-72

Sonia Patricia Cáceres MartínezSecretaria General Servicios Postales Nacionales S.A. 4-72

Guillermo Eduardo Márquez FerroVicepresidente Comercial Servicios Postales Nacionales S.A. 4-72

Martha Lucy Giraldo DuqueJefe Nacional de Filatelia Servicios Postales Nacionales S.A. 4-72

[email protected] center (571) 4199299 y 4199292 ext. 4302 en Bogotá

01 8000 111 210 a nivel nacional www.4-72.com.co