elías canetti sobreviviente

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 101 El poder ha sido una de las obsesiones del pensamiento del siglo XX. Uno de sus más destacados estudiosos, críticos y comen- taristas es sin duda el escritor vienés El í a s Canetti, cuyo centenario celebramos este a ñ o. Alejado de la reflexión política inme- diata y de la sociología clásica, Canetti ex- ploró con la pasión de un poeta y la pre- cisión de un científico los recovecos del sometimiento y el dominio en ese libro fas- cinante, casi hipnótico, titulado Masa y poder, un verdadero clásico del pensamiento del siglo XX. Nacido en Bulgaria, en el seno de una familia de origen judío español, Canetti se trasladó con sus padres a Viena, donde habría de abandonar el ladino, su lengua materna, para aprender el alemán, la len- gua que habitó y con la que escribió toda su obra. Canetti, pese a considerarse aus- triaco, cuando recibió el Premio Nobel de Literatura afirmó que le gustaría que se le considerase como un viejo español. El paso del ladino íntimo y familiar de su origen s e f a rdita al alemán de la Viena de Kraus, Freud o Musil constituye el tema central del primer tomo de sus memorias, titulado La lengua absuelta. En su ensayo El otro proceso de Franz Kafka, Canetti eleva al escritor checo a la altura del mito, de una manera mucho más perdurable que la pobre imagen del santo que fabricara Max Brod. El Kafka de Canetti es mucho más cercano y al mismo tiempo misterioso. Al reconstruir la relación entre Kafka y Felice Bauer —las dudas del escritor con respecto al compromiso matrimo- nial—, Canetti nos ofrece el retrato heroi- co del escritor que, frente a las presiones familiares y sentimentales, frente a lo pro- vechoso de un trabajo y la supuesta felici- dad de un matrimonio, frente a esta vida útil y feliz, antepone el compromiso exis- tencial y vital con las palabras, con la escri- tura, con el rigor de una obra que se cierra sobre sí misma. Canetti fue uno de los grandes viajeros de nuestro tiempo. Habitante de las inme- diaciones del siglo XX, fue testigo de las atrocidades del nazismo, de la conversión del ser humano en cifra para el exterminio, de la sensación del fin del mundo que tu- v i e ron los sobrevivientes de Hiroshima. El silencio ensordecedor de las multi- tudes sometidas al Führe r, al líder máxi- mo, tiene su correlato en el espléndido análisis de la locura de Schreber. Como es sabido, Schreber era un hombre que ima- ginó que era el último ser viviente sobre la Tierra. Su problema era que creía pro- fundamente en esto: estaba loco. El propio Sigmund Freud, después de sostener una serie de sesiones con él, lo declaró como im- posible de analizar. Schre b e r, sin embar- go, escribió un libro donde relata todas sus visiones. Según Canetti, Schreber estable- ce un retrato sombrío de la naturaleza del líder: el líder es el último sobreviviente, se sitúa por encima de una multitud amorfa que se somete a sus designios. Al estar por encima, contempla a una multitud de sere s sin identidad, recostados como cadáve res s o b reel horizonte. Hitler, Pinochet, Stalin, Mao son imágenes ambiguas del sobre v i- Elías Canetti, sobreviviente Mauricio Molina El sobreviviente es aquel que se pregunta por el destino de los muertos y que parece habitar esa delicada frontera entre la vida y la muerte que sólo los grandes poetas han explorado. Elías Canetti, 1972

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Page 1: Elías Canetti Sobreviviente

REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 101

El poder ha sido una de las obsesiones delpensamiento del siglo X X. Uno de sus másdestacados estudiosos, críticos y comen-taristas es sin duda el escritor vienés El í a sCanetti, cuyo centenario celebramos estea ñ o.

Alejado de la reflexión política inme-diata y de la sociología clásica, Canetti ex-ploró con la pasión de un poeta y la pre-cisión de un científico los re c ovecos delsometimiento y el dominio en ese libro fas-cinante, casi hipnótico, titulado Masa yp o d e r, un ve rd a d e ro clásico del pensamientodel siglo X X.

Nacido en Bulgaria, en el seno de unafamilia de origen judío español, Canettise trasladó con sus padres a Viena, dondehabría de abandonar el ladino, su lenguamaterna, para aprender el alemán, la len-gua que habitó y con la que escribió todasu obra. Canetti, pese a considerarse aus-triaco, cuando recibió el Premio Nobel deLiteratura afirmó que le gustaría que se leconsiderase como un viejo español. El pasodel ladino íntimo y familiar de su origens e f a rdita al alemán de la Viena de Kraus,Freud o Musil constituye el tema centraldel primer tomo de sus memorias, tituladoLa lengua absuelta.

En su ensayo El otro proceso de Fra n zK a f k a , Canetti eleva al escritor checo a laaltura del mito, de una manera mucho

más perdurable que la pobre imagen delsanto que fabricara Max Brod. El Kafkade Canetti es mucho más cercano y almismo tiempo misterioso.

Al re c o n s t ruir la relación entre Kafkay Felice Bauer —las dudas del escritorcon respecto al compromiso matrimo-nial—, Canetti nos ofrece el retrato heroi-co del escritor que, frente a las pre s i o n e sf a m i l i a res y sentimentales, frente a lo pro-vechoso de un trabajo y la supuesta felici-dad de un matrimonio, frente a esta vidaútil y feliz, antepone el compromiso exis-tencial y vital con las palabras, con la escri-tura, con el rigor de una obra que se cierras o b re sí misma.

Canetti fue uno de los grandes viajerosde nuestro tiempo. Habitante de las inme-diaciones del siglo X X, fue testigo de lasa t rocidades del nazismo, de la conve r s i ó ndel ser humano en cifra para el exterminio,de la sensación del fin del mundo que tu-v i e ron los sobrevivientes de Hi roshima.

El silencio ensordecedor de las multi-tudes sometidas al Führe r, al líder máxi-mo, tiene su correlato en el espléndidoanálisis de la locura de Schre b e r. Como essabido, Schreber era un hombre que ima-ginó que era el último ser viviente sobrela Tierra. Su problema era que creía pro-fundamente en esto: estaba loco. El pro p i oSigmund Freud, después de sostener una

serie de sesiones con él, lo declaró como im-posible de analizar. Schre b e r, sin embar-go, escribió un libro donde relata todas susvisiones. Según Canetti, Schreber estable-ce un retrato sombrío de la naturaleza dellíder: el líder es el último sobreviviente, sesitúa por encima de una multitud amorf aque se somete a sus designios. Al estar porencima, contempla a una multitud de sere ssin identidad, recostados como cadáve re ss o b re el horizonte. Hi t l e r, Pinochet, St a l i n ,Mao son imágenes ambiguas del sobre v i-

Elías Canetti, sobre v i v i e n t eMauricio Molina

El sobreviviente es aquel que se pregunta por el destino de los muertos y que parece habitaresa delicada frontera entre la vida y la muerte que

sólo los grandes poetas han explorado.

Elías Canetti, 1972

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viente, al mismo tiempo héroe y pesadilladel siglo X X.

Pese a que escribió una extraord i n a r i an ovela, titulada Auto de fe, acerca de lasrelaciones incestuosas entre la eru d i c i ó ny la locura, Canetti fue antes que nada ungran pensador, sólo que su pensamientose movía mejor en las imágenes que en lasabstracciones. Y una de sus imágenes cons-tantes es la del sobreviviente, ya sea delholocausto, de la bomba atómica o de loss e res más cercanos. Canetti nos re c u e rd aque de algún modo somos sobre v i v i e n t e sde todos aquellos que han muerto en elp a s a d o. El sobreviviente es aquel que sep regunta por el destino de los muertos yque parece habitar esa delicada fro n t e r ae n t re la vida y la muerte que sólo los gran-des poetas han explorado.

De ahí proviene la lectura y estudio deuno de los textos más antiguos que se cono-cen: Los poemas de Gi l g a m e s h, texto sume-r i o de unos siete mil años de antigüedadque antecede con mucho a cualquier otrotestimonio escrito por la especie humana.Los poemas de Gi l g a m e s h cuentan la his-toria del primer héroe sumerio que decidedescender al mundo de los muertos parabuscar a su amigo Enkidu. Bajo esta tramasimple el Gi l g a m e s h es ante todo un gritocósmico de protesta primigenia: ¿por quéexiste la muerte?, y esconde un alegatoen contra de los dioses que no muere n .Gi lgamesh pretende que las leyes cambi-en y que el hombre pueda ser inmort a l ,p e ro nadie lo escucha.

La lectura de Canetti de este poema escomparable a la que hicieran Nietzsche yFreud sobre la tragedia griega o la inter-p retación de La odisea l l e vada a cabo porJames Joyce. Al acercar al siglo X X el textomás antiguo de la literatura, Canetti noso f rece una profunda reflexión acerca delos arquetipos más profundos de la espe-cie humana.

A partir de un punto preciso en el tiem-po, la historia dejó de ser real. Sin darsecuenta de ello, la totalidad del género hu-mano se habría salido de la realidad. To d olo que habría sucedido desde entonces yano sería en absoluto ve rdad, pero no po-dríamos, ya, percatarnos de ello. . .

A. Paul Weber, El rumor, s/f

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