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L OS CONCEPTOS que se forma un pueblo acerca del mundo responden a la lógica de un cierto momento y lugar. La motivación inicial pudo venir de una curiosidad intelectual innata al hombre, pero lo más probable es que haya respondido a razones de orden práctico, relacionadas con la supervivencia y el dominio de las fuerzas de la naturaleza. No podemos hablar de una sola manera de ver al mundo, ya que aún dentro de un mismo pueblo, de acuerdo con las activi- dades diarias que desempeña cada individuo, se tiene una visión distinta de la realidad. Antes de entrar al con- cepto que el hombre prehispánico tuvo de su universo, quisiera dar un ejemplo de cómo conviven en Mesoa- mérica dos visiones del mundo que se ven reflejadas en los mitos y objetos que la arqueología rescata. I. NÓMADAS GUERREROS Y AGRICULTORES SEDENTARIOS Entre los territorios que hoy conocemos como Mesoa- mérica y Aridoamérica, se tiende una barrera ecológica. El índice de precipitación disminuye conforme avanza- mos hacia el norte; con él decrecen también el verdor de la tierra y la feracidad del suelo; los recursos agrícolas son cada vez menores y el riesgo de perder las cosechas au- menta. Los medios de subsistencia del hombre deben, por tanto, cambiar. La atracción de las riquezas agrícolas por un lado y las fuentes de minerales por otro, son parte de una simbiosis que motiva el intercambio, encuentro y migración de grupos humanos que tienen una distin- ta manera de ver lo que sucede a su alrededor. El norte chichimeca y el sur tolteca A los grupos del norte se les llamó chichimecas o des- cendientes del perro. Este apelativo no fue necesaria- mente despectivo, ya que en la época azteca se les reco- noció como los antepasados de las etnias dominantes, además de que a los guerreros más valerosos se les daba el título de Chichimeca. Podemos distinguir a los chi- chimecas en los códices, ya que aparecen vestidos con pieles, viviendo en cuevas y armados con arco y flechas. Se dedicaban principalmente a la caza y a la recolección, aunque en algunos casos no podemos descartar la prác- tica de una agricultura incipiente. Sus condiciones de vida eran sin duda difíciles: iban de un lado a otro, tra- tando de obtener aquello que la naturaleza les ofrecía en territorios donde el agua escaseaba y el medio ambiente, al igual que otros grupos humanos, eran sumamente agresivos. Por temporadas, a través del largo periodo que comprende la época prehispánica, hubo grupos de El universo mesoamericano Conceptos integradores Rubén B. Morante López* . : Museo de Antropología, Universidad Veracruzana. PADRE E HIJO NAHUA. FOTOGRAFÍA DE VERÓNICA BRAVO

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L OS CONCEPTOS que se forma un pueblo acercadel mundo responden a la lógica de un ciertomomento y lugar. La motivación inicial pudo

venir de una curiosidad intelectual innata al hombre,pero lo más probable es que haya respondido a razonesde orden práctico, relacionadas con la supervivencia y eldominio de las fuerzas de la naturaleza. No podemoshablar de una sola manera de ver al mundo, ya que aúndentro de un mismo pueblo, de acuerdo con las activi-dades diarias que desempeña cada individuo, se tieneuna visión distinta de la realidad. Antes de entrar al con-cepto que el hombre prehispánico tuvo de su universo,quisiera dar un ejemplo de cómo conviven en Mesoa-mérica dos visiones del mundo que se ven reflejadas enlos mitos y objetos que la arqueología rescata.

I. NÓMADAS GUERREROS Y AGRICULTORESSEDENTARIOS

Entre los territorios que hoy conocemos como Mesoa-mérica y Aridoamérica, se tiende una barrera ecológica.El índice de precipitación disminuye conforme avanza-mos hacia el norte; con él decrecen también el verdor de la

tierra y la feracidad del suelo; los recursos agrícolas soncada vez menores y el riesgo de perder las cosechas au-menta. Los medios de subsistencia del hombre deben, portanto, cambiar. La atracción de las riquezas agrícolaspor un lado y las fuentes de minerales por otro, son partede una simbiosis que motiva el intercambio, encuentroy migración de grupos humanos que tienen una distin-ta manera de ver lo que sucede a su alrededor.

El norte chichimeca y el sur tolteca

A los grupos del norte se les llamó chichimecas o des-cendientes del perro. Este apelativo no fue necesaria-mente despectivo, ya que en la época azteca se les reco-noció como los antepasados de las etnias dominantes,además de que a los guerreros más valerosos se les dabael título de Chichimeca. Podemos distinguir a los chi-chimecas en los códices, ya que aparecen vestidos conpieles, viviendo en cuevas y armados con arco y flechas.Se dedicaban principalmente a la caza y a la recolección,aunque en algunos casos no podemos descartar la prác-tica de una agricultura incipiente. Sus condiciones devida eran sin duda difíciles: iban de un lado a otro, tra-tando de obtener aquello que la naturaleza les ofrecía enterritorios donde el agua escaseaba y el medio ambiente,al igual que otros grupos humanos, eran sumamenteagresivos. Por temporadas, a través del largo periodoque comprende la época prehispánica, hubo grupos de

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cazadores-recolectores que incursionaron en las tierrasdel sur, donde se dio una mezcla de culturas y cosmovi-siones. La manera en que se dan estas incursiones es muydiversa: va desde la invasión y la guerra hasta el refugio y elreclutamiento para la milicia (especie de mercenarios).

Mixcoatl, el cielo, y Chimalma, la Tierra

Para conocer la manera en que se pudieron mezclar y/ocomplementar dos visiones distintas del mundo, al igualque los aspectos de transculturación y aculturación con-siguientes, son útiles un par de ejemplos. El primero vie-ne de la historia mítica de Ce Tecpatl Mixcoatl. Se tratade un conquistador que penetra en el Valle de México enel siglo IX d.C., proveniente del noroeste. Comanda ungrupo de guerreros-conquistadores, los cuales ya hanpasado por Chicomoztoc, el lugar de donde más tarde

saldrán varias etnias de habla náhuatl, incluidos los azte-cas. El chichimeca logra vencer a varios pueblos del Vallede México y del cercano Morelos. Luego se establece enColhuacán, cerca del mítico Cerro de la Estrella, sitio ocu-pado por grupos de origen tolteca, o sea, por agricultorescon un alto grado de cultura.Allí tomará una mujer huitz-nahuacana, a cuyo pueblo había vencido: Chimalma.

Este recorrido por tierras habitadas por culturas au-tóctonas más avanzadas, lleva a Mixcoatl a buscar unanueva identidad, como se advierte en tres hechos. Prime-ro: el paso de los chichimecas por Chicomoztoc, un lu-gar que debió ser considerado sagrado por los habitantesdel centro de México, al menos desde el Clásico Tardío.Segundo, la elección del Valle de México como lugar don-de establecerse en forma definitiva. Y tercero, la elecciónde su mujer en un pueblo con mayor cultura, con la cualva a engendrar a Ce Acatl Topitzin Quetzalcoatl, quien

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reúne las carácterísticas culturales de sus padres: por unlado, es un gran guerrero que logra vencer al asesino desu progenitor, y por otro, es el promotor de las artes másrefinadas del pueblo tolteca. Esta historia, que parece re-ferirse a personajes de carne y hueso, tiene elementos quehablan de continuas migraciones provenientes del nor-te, al igual que de las mezclas que se daban en el centrode México, generalmente después de que los invasoreslograban imponerse a los pueblos sedentarios por me-dio de las armas.

El mito tiene una fuerte presencia en esta historia. LosAnales de Cuauhtitlan dicen que Chimalman, la madrede Quetzalcohuatl, se preña “porque se tragó un chalchi-huitl”. Esta concepción milagrosa, como advierte PiñaChan (1986, 89), se relaciona con el nacimiento de Hui-tzilopochtli, cuya madre Coatlicue también se preña enun acto mágico. Mixcoatl es la serpiente de nubes, el re-presentante masculino y celeste, el nómada cazador y con-quistador, identificado con el Sol, gran guerrero del cielo,el que se halla en continuo movimiento, el que fecunda latierra. Chimalma, “escudo que yace”, es la representantefemenina, sedentaria y campesina, identificada con la tie-rra, quien espera del cielo el rayo fecundador, la lluvia fer-tilizadora. Quetzalcoatl será el héroe mítico, el guerrero yel hombre sabio, el símbolo de la fusión de dos culturas,de dos comovisiones opuestas y a la vez complementa-rias: la del norte y la del sur, la nómada y la sedentaria, lamilitar y la campesina.

La guerra-agricultura y los templos gemelos

Siglos después los aztecas llegan al Valle de México y seestablecen siguiendo el esquema de los chichimecas deMixcoatl: conquistan los pueblos agrícolas, establecenalianzas matrimoniales con los pueblos conquistados ydominan el espacio vital. El Templo Mayor de México-Tenochtitlan es un ejemplo concreto de la fusión cultu-ral que logran los aztecas, pero que ya había tenido suantecedente en Tenayuca, cuando Xolotl y Nopaltzinocupan este sitio luego de aculturarse en Tula Xicotitlan.

En el espacio de los templos gemelos de Tenayuca (ysobre todo del Templo Mayor de México-Tenochtitlan)conviven las cosmovisiones del norte con las del sur. En

Tenayuca la gran pirámide se rodea de dos tipos de ser-pientes distintas, opuestas y complementarias: una defuego, celeste y solar, y otra de agua, agrícola y terrestre.En el Templo Mayor de México-Tenochtitlan el dios tri-bal Huitzilopochtli, celeste y guerrero, que había guiado alos aztecas desde la mítica Chicomoztoc, convive con Tla-loc, el dios terrestre y acuático de los pueblos agrícolas dela Cuenca de México. Al lado de los esquemas míticos defusión cultural e ideológica entre dos pueblos con modosdiferentes de ver al mundo, se dan dos modos distintos deproducción de satisfactores: uno fundado en la agricultu-ra y otro basado en la guerra. El maíz y el tributo serán labase económica sobre la que el pueblo mexica se estable-ce, crece y domina gran parte de Mesoamérica. Al menosotros dos pueblos del norte, liderados por Mixcoatl pri-mero y por Xolotl después, habían adoptado siglos antesuna misma estrategia productiva, ideológica y social.

Cosmovisión en equilibrio

Por supuesto que hay toda una gama de tonalidades en-tre estas dos visiones del mundo, la del hombre que per-manece quieto mientras el universo se mueve en tornosuyo, y la del individuo que se traslada a través de unasuperficie terrestre estática. En el pensamiento de lospueblos mesoamericanos más antiguos, nos dice Flores-cano (1993, 27), la civilización nació con la agricultura yel maíz. Notamos aquí la división entre grupos agrícolas-civilizados y nómadas-bárbaros. Si bien durante el Clá-sico parece haber un predominio de la ideología de lospueblos agrícolas, para el Postclásico, cuando se encuen-tran dos modos de producción con distintas maneras dever el mundo, no parece dominar alguna de ellas. Creemosque ello obedece a dos factores. El primero es que los gue-rreros nómadas no abatieron a los agricultores, sino quese fundieron con ellos. Y el segundo es que, por encimade una serie de variantes y matices, en la cosmovisión pre-hispánica prevalece una noción primaria extraordinaria-mente resistente a los cambios que se dan en el tiempo yen el espacio. Este núcleo duro o profundo, como le lla-man Florescano (1993) y López Austin (1994), tiene quever con una serie de ideas acerca del universo, que tratare-mos de presentar enseguida.

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II. EL UNIVERSO MESOAMERICANO

De acuerdo con la tradición, los conocimientos del hom-bre prehispánico, inseparables de su religión, se derivaronde las enseñanzas de Quetzalcoatl, Cipactonatl y Oxo-moco. Los dos primeros son los inventores y patronosdel calendario, mientras que la tercera es la echadora desuertes, acaso relacionada con Tlazolteotl, diosa a su vezvinculada con los partos y la medicina. O sea, que eranal mismo tiempo sacerdotes y astrónomos, astrólogos ymagos, curanderos y matemáticos.

El pueblo mesoamericano entretejió todo un sistemaconceptual alrededor del mundo que habitaba. Las es-trellas, montañas, ríos, lagos, animales y plantas fueronocupando un lugar dentro de un cosmos cuya comple-jidad fue incrementándose al poblarse de fuerzas so-brenaturales, que unas veces luchaban en favor de losseres humanos y otras en su contra. Las fuerzas de lanaturaleza se movían de modo caprichoso y el hom-bre trataba de entenderlas e interpretarlas ya sea comomovimientos mágicos o como un designio divino.No podemos descartar aquí la presencia de un conoci-miento exacto y de un sistema clasificatorio, porque enel pensamiento del hombre mesoamericano convivió laciencia con la magia y la religión.

La imagen del universo

La imagen del mundo se concibió como un inmensolagarto o cipactli, que se encontraba flotando sobre elgran océano, el Cemanahuac. Las protuberancias de lapiel de este monstruo terrestre, también llamado Tlalte-cuhtli, eran las montañas; los orificios de su cuerpo, lasgrutas, y su pelambre, la vegetación de la tierra. En elhorizonte, las aguas saladas de los mares se unían alagua celeste o ilhuicatl. La piel del monstruo servía parafiltrar el agua salobre del mar y así permitir que la vidaprosperara con el agua dulce. Para crear este mundo fuenecesario que los dioses Tezcatlipoca y Quetzalcoatlpartieran en dos al cipactli y luego lo extendieran sobreel mar. A su vez, para que el firmamento permanecieseen su sitio, cuatro portadores debieron sostenerlo en lasesquinas del mundo.

Esta imagen, que proviene de la mitología náhuatl, tie-ne su paralelo entre los mayas. Florescano (1993: 26) nosdice que en los tableros del conjunto de la Cruz de Palen-que está grabado que Hun Nal Ye nació junto con el cos-mos y que uno de sus primeros actos fue levantar el cieloy construir una casa orientada hacia los cuatro rumbosdel universo, en un lugar donde también se erigió el ár-bol que simboliza los tres niveles del cosmos.

Los planos del universo

Para el hombre prehispánico el cosmos se dividía tantovertical como horizontalmente. El plano horizontal con-taba con cuatro sectores y una quinta región, donde seequilibraban las fuerzas cósmicas. Era el centro u ombli-go, un punto de gran importancia, ya que servía paraacceder a los tres planos verticales: el cielo (con sus treceniveles), la tierra y el inframundo (con sus nueve estra-dos). El mundo inferior se relacionaba tanto con la vidacomo con la muerte. Allí nacía el maíz y de allí venían loshombres, los grupos étnicos y sus dioses patronos.

Figura 1. Página del Códice Mendocino

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Este esquema ha permanecido en algunas poblacionescomo Zinacantán, Chiapas (E.Z. Vogt 1993, 66), donde elmundo se concibe como un diagrama con cinco rumbos.El centro del poblado es el ombligo del cosmos, disposi-ción que se repite en las casas y en las milpas. Lo mismosucedía en Tenochtitlan y Teotihuacan. En el mundo pre-hispánico este esquema se advierte en casi todas las crea-ciones del hombre, desde el diseño urbano y el trazo deedificios y plazas, hasta las obras de arte.

Algunos códices presentan un conjunto dinámico don-de al espacio cuatripartito del universo mesoamericanose integran otros elementos de la cosmovisión. Especialimportancia tienen los símbolos del tiempo, que apare-cen a través de glifos calendáricos y numerales. Además,en algunos de estos libros, se agregan los dioses que regíanperiodos y rumbos (en parejas o en un total de nueve),los árboles cósmicos y aves. El ejemplo típico lo tenemosen la primera página del Códice Féjerváry Meyer. En otroscódices, como el Mendocino (fig. 1), vemos la disposiciónespacial de México-Tenochtitlan, junto con otros aspec-tos sociales y políticos. El trazo urbano de algunos centrosprehispánicos, como reflejo de un ordenamiento cósmi-co, es evidente en estos documentos. Advertimos que el

centro del espacio ocupado por el altepetl (cerro-aguao población) es considerado el centro del cosmos ysimultáneamente la residencia de los ancestros, el hogarde los dioses fundadores del cosmos.

Desde épocas muy tempranas (Preclásico Inferior, 900-1200 a.C.) encontramos esquemas que nos muestran ladivisión cuatripartita del cosmos, bajo la forma de imá-genes cruciformes (fig. 2). Es interesante observar quetales esquemas se presentan en todas las culturas mesoa-mericanas e incluso hoy los encontramos en múltiplesdiseños indígenas. Las cruces, en todas sus formas y con-textos, son una manera de expresar esta concepción delespacio. La cruz de Quetzalcoatl, la cruz de Dainzú, Oa-xaca, las cruces de Palenque y Xochicalco, son algunosejemplos que expresan la importancia de este concepto.Los esquemas señalan con sus brazos un rumbo cardi-nal, un espacio que domina ciertos periodos y augurios.Las cruces punteadas que aparecen en Teotihuacan, Te-peapulco, Monte Albán, Río Verde, Chalchihuites, Uaxac-tún y otros puntos de Mesoamérica (fig. 3) se hicieron almenos desde el periodo Clásico y representan un sistemade cómputo de días que pudo predecir acontecimientosastronómicos y auxiliar en ajustes calendáricos.

Figura 2. El símbolo bandas cruzadas en el ojo del personaje del mo-numento 30 de San Lorenzo, Veracruz Figura 3. Motivo punteado teotihuacano

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III. LOS TRES PLANOS DEL ESPACIO VERTICAL

En el punto anterior hemos visto los rumbos o esquinasdel universo prehispánico. Queda ahora por tratar unasunto de medular importancia: los planos del espaciovertical.

El plano celeste

A pesar de que el pueblo mesoamericano no tuvo una vi-sión heliocéntrica del universo, el Sol ocupaba un lugarcentral en su cosmogonía. Cuando los tlatelolcas habla-ron a Sahagún de este astro, le mencionaron sus carac-terísticas más obvias, como que resplandece, calienta,tuesta y hace sudar. Pero también hablaron de otros as-pectos que les intrigaban profundamente, y que eran labase de la predicción de los acontecimientos para esedía: “A veces cuando sale el Sol, parece de color de san-gre, otras veces parece blanquecino, y a las veces, salede color enfermizo…” En ocasiones les atemorizabaporque “cuando se eclipsa el Sol, aparece colorado, pa-rece que se desasosiega o que se turba, se remece o re-vuelve, y amarillece mucho”. Entonces: “…las mujereslloran a voces y los hombres dan gritos hiriendo las bo-cas con las manos…”

El Sol ocupaba un papel central, insistimos, por su re-lación con el tiempo. La mecánica celeste determina losciclos básicos de nuestra existencia: el día y la noche, elclima, la época de lluvias, la sequía, las mareas… La di-visión del ciclo primario, a partir de la salida y la puestadel Sol, está ligada al metabolismo e indica periodos dedescanso y vigilia. Desde siempre ha sido un deseo huma-no no sólo predecir, sino controlar el caprichoso com-portamiento de los fenómenos naturales. Ello motivóque se demandase ante ciertos miembros o grupos de ca-da pueblo, una explicación acerca de las condicionesmateriales sobre las que se desarrolla la vida. Hombressabios determinaron los intervalos del tiempo: el año ylas estaciones, las semanas y los meses. Para ello observa-ron pacientemente el Sol y la Luna y en estas observacio-nes hallaron la más firme plataforma para conocer y an-ticipar etapas y ciclos en la naturaleza, para medir eltiempo y elaborar un calendario.

El símbolo al cual Joralemon (1990, 13) llama bandascruzadas, que aparece entre los olmecas desde el Preclá-sico Inferior (1200 a.C.), fue llamado en 1656 por Ja-cinto de la Serna “de los cuatro movimientos del Sol”.Más tarde muchos autores coincidirán en esta idea(León y Gama, Chavero y Paso y Troncoso en el sigloXIX, y en épocas más recientes, Franz Tichy y UlrichKöhler). Algunos de ellos también coinciden en que lasbandas cruzadas se convertirán en el símbolo ollin(fig. 4) que es un día del calendario, a la vez que el nom-bre del Sol actual (Naolin).

La importancia del Sol en la cosmovisión prehispáni-ca se observa en múltiples mitos y rituales. El pueblo az-teca fue quizá el mayor adorador del Sol, con quien seidentificaron y al que llamaron Tonatiuh, “el resplande-ciente niño precioso”, o Xiuhpiltontli,“el niño turquesa”.Era para ellos el águila que asciende por las mañanas,cuando lo nombran Cuauhtlehuanitl, y que desciendepor las tardes, cuando lo conocían como Cuauhtemoc(Caso, 1981, 47).

El Sol tenía un carácter eminentemente guerrero y sehacía acompañar desde el amanecer hasta el cenit por elalma de los guerreros muertos en combate. Al culminarsu camino en lo más alto del cielo, el astro cambiaba suguardia, para hacerse acompañar por las mujeres gue-rreras, las Cihuateo, muertas en la batalla del parto. Conellas llegaba en el ocaso hasta la boca de una cueva pro-funda, que era como el hocico de una serpiente que lo en-gullía en el occidente. En su tránsito hacia el nuevo díalibraba grandes batallas contra los astros de la noche,mientras en la Tierra reinaba el jaguar, de piel moteada,como el cielo estrellado.

Los sacrificios humanos se justificaban porque lebrindaban alimento al Sol en su continua lucha a travésdel firmamento. Como sabemos, esta explicación teníaun trasfondo político. La Triple Alianza era la encargadade alimentar al Sol con la sangre de los prisioneros. Estepapel del pueblo azteca no sólo lo legitimaba como man-tenedor del cosmos, sino que justificaba sus guerras ysacrificios. En realidad, al cumplir esas funciones trata-ban de atemorizar a sus enemigos y evitar las rebelionesde las regiones sojuzgadas. Por esa razón invitaban alos caciques de las provincias conquistadas a observar

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! !3los rituales más sangrientos, como el de la lucha gladia-toria, que terminaba con el desollamiento de los cau-tivos. Éstas y otras ceremonias religiosas eran una ma-nipulación ideológica de los ritos, cuyo fin último eraasegurar los tributos y dependencias que sustentaban lavida material del imperio (J. Broda, 1989, 453).

Los informantes de Sahagún se refieren a la Luna de es-te modo: “Dicen que los dioses se burlaron de ella y dié-ronle con un conejo en la cara… y con esto le oscurecie-ron la cara como con un cardenal.” Las diversas fases deeste astro las conocían muy bien, pues decían que nace“como un arquito de alambre delgado, aún no resplande-ce y poco a poco va creciendo; a los quince días es llena y…nace por el oriente… muy redonda y colorada, ycuando va subiendo se pone blanca o resplandeciente…”

Luego del Sol, la Luna tuvo la mayor importancia parael hombre mesoamericano. Si el Sol es masculino, la Lunaes femenina y como tal se relaciona con la fertilidad y conla mayoría de las diosas. La Luna brilla por la noche, porlo cual se vincula a la tierra y el inframundo, el lugar don-de germinan las plantas. Los 29 días que emplea para com-pletar un ciclo son semejantes a los ciclos menstruales

de la mujer, y luego de nueve periodos, elnúmero de los señores de la noche, el serhumano terminaba su desarrollo en el vien-tre materno, y por esta razón la luna era ladiosa de las parteras. Asimismo, nueveperiodos lunares es lo que dura el ciclo delmaíz, desde que se prepara la tierra parasembrar la semilla hasta que se recoge lacosecha. La Luna también se relaciona conlos dioses del pulque y sirve de modelo parala nariguera –yacameztli– que identifica aTlazolteotl, diosa terrestre, comedora de in-mundicias, pero también hembra telúrica,propiciadora de la fertilidad.

Entre las estrellas, la de mayor importan-cia fue la Huei Citlalin o Citlapolueycitlalin,Venus, la Gran Estrella (en realidad, un pla-neta). El hombre prehispánico supo que lasdos estrellas más grandes del firmamento,la que en una época del año aparecía por lamañana en el oriente y la que luego apare-

cía por la tarde en el poniente, eran un mismo cuerpoceleste. Estos conocimientos astronómicos avanzadosse interpretaron también con metáforas religiosas y he-chos mágicos. Como estrella de la mañana, se le llamóTlahuizcalpantecuhtli y como estrella de la tarde Xolotl,los gemelos divinos que se reúnen en Quetzalcoatl. Xo-lotl es representado como el perro que acompaña al Solen su viaje por el inframundo, y por eso se considerabaque el perro era el encargado de transportar el alma de losmuertos en su viaje hacia el Mictlan, donde ayudaba acruzar un río caudaloso. Xolotl es también el magueygemelo, el maguey cuate, aspecto que lo relaciona con laLuna, con la cual aparece a veces en el cielo nocturno. Se-gún Jacinto de la Serna, el signo 9 Izcuintli o 9 Perro seaplicó a los hechiceros que se transfiguraban en anima-les, hoy conocidos como nahuales.

Sahagún reporta otras estrellas: las mamalhuatzi omastalejos, o sea la constelación de Taurus. A este grupode estrellas se le hacían ceremonias cuando nuevamenteiban a aparecer por el oriente, en lo que los astrónomosconocen como salida helíaca y que hoy sabemos que se daen junio, al inicio de la época de lluvias. Sahagún explica

Figura 4. Glifo Ollin, movimiento

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que servían para predecir el futuro,pues decían: “…ya ha salido Yoalte-cutli y Yacahuiztli: ¿ qué aconteceráesta noche, o qué fin tendrá, prós-pero o adverso? En ese momentoofrecían incienso tres veces, unapara cada estrella de esta constela-ción.” En cambio, los cometas o ci-tlalin popoca, estrellas humeantes,eran motivo de premoniciones fu-nestas, como “…la muerte de algúnpríncipe o rey, o de guerra o de ham-bre”. Creían que los cometas y lasestrellas tiraban saetas y por ello erantemidos como guerreros celestes.

El plano terrestre

Aun cuando los fenómenos natura-les se atribuían a fuerzas míticas, porlo regular fueron sometidos a unaobservación cuidadosa del entornoy registrados en la memoria me-diante documentos. La gran crónicaelaborada por Bernardino de Saha-gún recogió algunos ejemplos de es-ta tradición. En el mito, Ehecatl, eldios del viento, se relaciona con Quetzalcoatl, con la agri-cultura y el maíz, ya que barre los campos antes de quesean sembrados. Él envía los vientos a los cuatro rumbos.

El origen de los vientos, como bien sabemos hoy día,da pie a predecir el clima. En la época prehispánica pros-peraron ideas semejantes. Al viento del este lo consi-deraban bueno, ya que venía de la región del Tlalocan oparaíso. Le llamaron Tlalocayotl y, como sabemos hoy,estos vientos son los que traen la humedad al Valle deMéxico, o sea que tienen gran importancia para la agri-cultura. El Mictlanpaehecatl o viento del norte era muytemido, pues con él llegaban las heladas. El viento deoccidente era considerado muy frío, pero no tan dañino.Venía de la región de las mujeres diosas y lo conocieroncomo Cihuatlampaehecatl o Cihuatecayotl. Al viento delsur se le llamó Huitztlampaehecatl y era considerado tan

maligno como el del norte, acaso porque observaron quetraía prolongadas sequías. O sea que vientos, humedady temperatura estaban íntimamente relacionados y eneste caso tenemos un cierto conocimiento de meteoro-logía, ligado a la cosmovisión. Las nubes, lluvias, neva-das y heladas, al igual que los rayos, se atribuían a Tlalocy a sus múltiples ministros que habitaban en los cerros ylas cuevas: los tlaloques.

El plano inferior

Los guardianes de los montes y los enanos ayudantes delDios de la Lluvia y el Viento vivían en los cerros y las cue-vas. Eran cuatro y pueden tener su origen en los perso-najes que vemos en algunas esculturas olmecas: hoyson conocidos como chaneques en Los Tuxtlas, Veracruz.

Figura 5. Relieve de “El Rey”, Chacaltzingo, Morelos

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También recibieron el nombre de chaques entre los ma-yas, tlaloques o tepictoton en el México central, zakiko-xoles por los antiguos cakchiqueles y aluxes por losmayas. Estos duendes cumplían funciones similares enlos distintos relatos prehispánicos. En Manatí, Veracruz,Ponciano Ortiz (1997) reporta el descubrimiento de bus-tos de madera asociados a báculos, hachas de piedra ver-de y restos de infantes que posiblemente representen a

los tlaloques, chaneques o enanos propiciadores de laslluvias. El bastón con que se les entierra es similar al queestos tlaloques empleaban para golpear las nubes, segúnlas leyendas nahuas. Sus hachas nos recuerdan a las queportan los chaques en los códices mayas.

En Chalcatzingo, Morelos, el relieve conocido como “ElRey” (fig. 5) muestra a un individuo de alto rango en elinterior de una cueva representada con las fauces de unjaguar. Estas fauces también se observan en algunos tro-nos-altares olmecas de Veracruz y Tabasco; de ellos emer-gen personajes con infantes en los brazos o sosteniendocon cuerdas a otros hombres, a manera de cordón umbi-lical que une a los miembros de una etnia rectora. Lo mis-mo veremos en el Postclásico (Doris Heyden, 1985), don-de el origen de los grupos étnicos se remite a las cuevas, decuyo interior, equiparado a una matriz materna, pareceemanar su legítimo derecho a gobernar. El dios que re-presenta el interior de los cerros es Tepeyolohtli, cuyaimagen es la del jaguar, felino que desde los olmecas serásímbolo de poder en Mesoamérica, junto con la estera.

IV. LA INTEGRACIÓN DEL ESPACIO VERTICALA TRAVÉS DEL TIEMPO Y EL MAÍZ

La planta del maíz, como poste cósmico esencial, vincu-laba los tres espacios del universo. Lo vemos claramenteen la lápida de la tumba del rey Pacal de Palenque, cuan-do el ave celeste se posa sobre una planta de maíz cuyasraíces salen del monstruo de la tierra. A través de su tallofluye el tiempo en forma de cuerpos serpentinos (fig. 6).El simbolismo de este relieve va aún más allá, pues suforma de cruz señala los cuatro puntos del cosmos.

La cruz-maíz como síntesis cósmica

La expectativa de tener buenas lluvias durante la época desiembra estaba entonces vinculada con los cambios cli-máticos, y a su vez los nombres calendáricos de los mesesdebían estar acordes con los ritos, y paralelamente és-tos debían seguir al ciclo agrícola. Xopan, la primera mitaddel año, era la época crítica para la agricultura de tempo-ral, la época dedicada a las deidades femeninas asociadasFigura 6. Lápida de la Tumba de Pacal, Palenque

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con la tierra y la vegetación, la región oscura de losmuertos y el inframundo, vinculada con la Luna, Venusy las Pléyades.

Relatos como la Leyenda de los Soles y el Popol Vuhnarran la manera en que la planta de maíz se convierteen el eje del universo al vincular sus tres planos y sus cua-tro rumbos. El Popol Vuh habla de los hombres-maíz ver-daderos, que emergen del Xibalba-inframundo, despuésde derrotar a los moradores de esa región. En la Leyendade los Soles es Quetzalcoatl quien desciende al mundoinferior para tomar los granos de maíz que retenían lashormigas. En otros casos el héroe es la hormiga, que vaal interior del cerro de los mantenimientos a traer el maízpara dárselo al hombre. La hormiga agrícola (Pogonomyr-mex barbatus) nativa de México, conocida en Chiapascomo zompopo, lleva granos de maíz y otras gramíneasa su hormiguero. Si los granos germinan los sacan, de-positándolos cerca del montículo del hormiguero. Ahí,más tarde, si las condiciones son propicias, se desarrollauna nueva planta. ¿Acaso el mito del origen del maíz en

la Leyenda de los Soles se derivó de una observación de loshábitos de estas hormigas? Los zoques, estrechamenterelacionados con los olmecas, tienen una leyenda que ha-bla del Cerro Santo de donde nuku, la hormiga chicata-na, sacaba el maíz por un hoyito.

Los colores del maíz, xiuhtotlaolli, iztactlaolli o coztict-laolli, yauhtlaolli y matlactlaolli, aparecen en relación conlos cuatro colores de los rumbos cardinales: rojo, blancoo amarillo, negro y azul. Ello vincula al maíz con los dio-ses de la noche, las montañas y las cuevas, que a su vezpodían desdoblarse en los señores de los cuatro rumbosdel universo y el centro. Tal es el caso de Quetzalcoatl, Tla-loc, Yohualtecuhtli, Tezcatlipoca, Tepeyolohtli y Tonaca-tecuhtli. El primero de ellos ha sido considerado por Flo-rescano (1993, 31) como el dios original del maíz, quetuvo a su paralelo maya en Hun Nal Ye.

La cosmovisión mesoamericana se fue construyendodurante milenios en torno a la planta por excelencia: elmaíz, el cual muchas veces se sembraba junto con el fri-jol. Los tiempos y los actores de los mitos se entretejencon el ciclo agrícola del maíz. El mismo calendario sa-grado parece regirse por el desarrollo de la planta, suje-to a su vez a los periodos de la naturaleza, regulados porel movimiento terrestre, que bajo la visión geocéntricade las culturas primitivas se interpreta como un movi-miento de los astros. Cada etapa en el ciclo de vida delmaíz es regida por un dios distinto: Tlaloc y Chalchiuh-tlicue dominan el momento de preparar los campos pa-ra la siembra, Xilonen es la diosa de la mazorca tierna;Chicomecoatl, el dios del maíz maduro; Centeotl, Cen-teocihuatl o Imatecuhtli son dioses de la semilla seca, yTezcatlipoca, de la cosecha.

Al señalar los solsticios, las bandas cruzadas indicanel xihuitl, año agrícola prehispánico, ya que el regreso delSol a los puntos solsticiales completaba el ciclo de 365días. La voz xihuitl se relaciona con el símbolo del “brotede maíz”: xiuhyoa refiere a la formación de la planta demaíz y xiuhyotia significa el brotar de los retoños. El es-quema espacial formado por cinco puntos está, sin duda,relacionado con la idea de los rumbos del universo y elcentro. Tal vez su primera representación se encuentreentre los olmecas del Preclásico Inferior, y se adviertetambién en Monte Albán.

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Coatl, el tiempo; Cuauhtli-Tepetl, el espacio

En el centro de México, los sitios sagrados se disponenen relación con los puntos significativos del paisaje, lapirámide se convierte en el cerro sagrado y el templo enla cueva que engulle al sacerdote durante los rituales quereviven el tiempo cósmico de la creación del hombre yel maíz. La montaña guarda en su interior el maíz, elagua-turquesa, o sea todas las riquezas. Al entrar al tem-plo el sacerdote reproduce el mito de la creación del hom-bre y el maíz. En ese espacio infraterreno el tiempo semaneja en otra dimensión. En la sierra náhuatl de Zon-golica (Veracruz) se cree que al entrar a las cuevas sepierde la noción del tiempo, pues al salir una personapuede creer que han pasado “…hasta siete años” (M.

Ángel Tepole, informante). Los mascarones que comien-zan a aparecer en los templos mayas desde el Preclásicoson las ventanas del inframundo: las fauces del monstruoterrestre cuyo cuerpo serpentino representa una cueva.

En los subterráneos de algunas estructuras, como la deOxkintok,Yucatán, se construyeron túneles que simulancaminos que unen el mundo de los vivos con el de los an-cestros. Son las fauces del monstruo de la tierra que en-gullen a Pacal en Palenque, desde cuyo sarcófago ascen-día una serpiente de estuco como lazo mágico entre latumba y el templo (A. Ruz, 1969: 42). En Yaxuná, Yuca-tán, hay un tipo de subterráneos estudiado por Freidel ySuhler (1998: 31), quienes les llaman estómagos-túneles,serpientes-montaña y corredores serpentinos que formanuna figura cuadrifoliada a través de la cual el gobernante

Figura 7. Diversos glifos de Kinh, según León Portilla (1986, 33)

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tenía contacto con sus ancestros y emergía como elmaíz, legitimando así su poder. De acuerdo con Juan A.Valdés (1993, 157), tales monstruos se ven en el cin-turón de los gobernantes y representan al Ahau (señor),al dios solar o al dios jaguar del inframundo. En el lla-mado Calendario Azteca dos serpientes transportan alSol por un firmamento donde aparecen los veinte díasdel calendario.

Las bandas cruzadas son una constante que simbolizael día (ollin) en casi todos los calendarios del centro deMéxico y Oaxaca. Se presentan en algunos casos como unentrelazamiento o como dos cuerpos serpentinos, lo queda movilidad al signo, haciéndolo parecer un ocho acos-tado y denominando al día “serpiente”, Coatl. En estoscasos, al parecer, se mezclan dos emblemas cósmicos:“bandas cruzadas” y ollin, difícil de separar porque unoantecede al otro. Entre los mayas encontraremos el sig-no de Kinh (fig. 7). Dice León Portilla (1986: 110) que lacronovisión de los antiguos astrónomos y sabios era unaconcepción integral del “universo en que lo espacial, loviviente y lo humano derivan su ser de la atmósfera siem-pre cambiante de Kinh, el tiempo cíclico, suma de ros-tros de la divinidad”.

Chicomoztoc, Coatepetl y Tlilan Tlapallan –la regióndel negro y del rojo (oriente)– tienen en su topónimo ala serpiente: el tiempo. Coatl es la dualidad y aquí adver-timos una concepción bipolar, que convive y que acasoengloba la visión cuatripartita del cosmos, los “…dosgrandes conjuntos de fuerzas opuestas…” a que se refie-re López Austin (1994: 224) y que están sintetizados enlos conceptos de Tamoanchan y Tlalocan, el primero co-mo el punto donde se conectan las fuerzas celestes y te-rrestres. “Tamoanchan es uno, cuatro y cinco al mismotiempo… es doble síntesis: de la horizontalidad del cos-mos, como árbol de cuatro colores, y de la verticalidaddel cosmos, como árbol de dos ramales…” (Ib., p. 225).Árbol (cuauhtli) que junto con el cerro (tépetl) sosten-drá el cielo y hundirá sus raíces en el inframundo.

Tiempo, calendario y destino

Si el tiempo es sustancia mágica que desciende de loscielos a la tierra y que desaparece en el inframundo, el

mismo calendario debía ser inventado por los dioses pa-ra regir la vida del hombre, para determinar las cargasque el destino deparaba a todo lo existente. Los sacerdo-tes zapotecos, junto con su libro adivinatorio, maneja-ban el sistema de echar suertes con granos de maíz, queen total son 13, un número clave en la calendárica zapo-teca, ya que también son 13 los dioses y los días de la se-mana en el piye (calendario de 260 días).

En los calendarios de toda Mesoamérica hubo doscuentas. Una es de 365 días, inspirada en los movimien-tos solares (xiuhmolpilli) y que se conoce como calenda-rio civil o agrícola. La otra cuenta sagrada era el periodode 260 días. Estos calendarios operaban simultáneamen-te en un periodo de 52 xihuitls y, al igual que los mesesdivididos en veintenas, son los rasgos más característi-cos del almanaque prehispánico.

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El ciclo más complejo era el tonalpohualli, y para ma-nejarlo los sacerdotes se auxiliaban del tonalamatl, librodonde se representaba el universo mediante esquemascósmicos integradores que servían para el vaticinio. Son li-bros que tratan de los diferentes periodos y sus divisionessegún las deidades que los regían. La información calen-dárica constituye la columna vertebral de estos códices:establece un orden dentro del documento y puede acep-tar múltiples lecturas. Tanto el numeral como el símbolodel periodo calendárico tienen un significado que va másallá de la simple fecha que representan. Marcan perio-dos calculados de acuerdo con cuidadosas observacionescelestes a través de varias generaciones de astrónomos.

Cada día tenía dos acompañantes: uno comenzaba suviaje a media noche con un símbolo cargado de augu-rios; el otro lo sustituía a medio día y viajaba hasta la me-dia noche. El segundo era generalmente un volátil ique-chol, el primero era su cargador imamal. Ellos tambiéncargaban el año y con su carga llevaban los augurios. Ca-so (1967, 112) les llama los “acompañados” y a los volá-tiles los nombra “señores del día”. Los dioses son figurascentrales en los calendarios o tonalamatl; los más impor-tantes son los nueve relacionados con los señores de lanoche, que aunque varían ligeramente de un documentoa otro, diremos que son Xiuhtecuhtli, Iztli, Pilzintecuhtli,Centeotl, Mictlantecuhtli, Chalchiuhtlicue, Tlazolteotl,Tepeyolohtli y Tlaloc.

V. LOS CONCEPTOS INTEGRADORES EN LA COSMOVISIÓN MESOAMERICANA

Tal vez nunca sepamos con exactitud hasta qué punto semodificaron las leyendas, qué mitos se mezclaron entresí, qué elementos se les incorporaron y cuáles se perdie-ron. De lo que no dudamos es de que el pueblo olmecade San Lorenzo, desde mil años a.C., tuvo una complejareligión que trataba de explicar los orígenes del mundopartiendo del interior de la tierra (el inframundo) y lamontaña sagrada, habitada por la hormiga que guarda-ba los huesos y granos molidos. Estos elementos vitalesde la creación del cosmos fueron comunes en los pue-blos de Mesoamérica.

Los conceptos cósmicos medulares nacen desde épo-cas muy tempranas en las culturas prehispánicas. Lassimilitudes que aparecen en épocas posteriores entre di-versas regiones indican un mismo origen y la existenciade contactos frecuentes que mantuvieron viva una tradi-ción. Las variantes regionales enriquecen un mosaicointegrado por ideas básicas compartidas. Entre los ele-mentos compartidos tenemos los esquemas cuatriparti-tos, los ejes bipolares, la integración del tiempo y el es-pacio y los mitos acerca del origen del hombre y el maíz.

La cosmovisión prehispánica queda preñada desde suorigen de una serie de características de las cuales jamáspodrá desprenderse. Se unifica en los mitos en torno alorigen-maíz, un eje sobre el que seguirá girando, porquelas plantas, como el hombre, vendrán del inframundo, delinterior de las montañas sagradas, de las cuevas-santua-rio donde los dioses guardan los más preciados tesoros:el agua y la tierra fértil. Éste es el centro del universo, elpunto que equilibra y concentra las fuerzas de los cuatrorumbos, las cuatro direcciones, las cuatro épocas, los cua-tro colores, los cuatro desdoblamientos de los dioses telú-ricos. Los astros aparecen y desaparecen en este esquemadonde el sol, como rector del tiempo, dirige el destino delhombre y le impone su ritmo al mundo en su totalidad.

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