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1 EL UNIVERSO EXPANSIVO DE ISAAC ASIMOV Autor: Rubén Ávila Alonso Dirigido a: Jóvenes mayores de 15 años y adultos Duración: 5 sesiones de dos horas cada una “La ciencia es una sola luz, e iluminar con ella cualquier parte, es iluminar con ella el mundo entero” Isaac Asimov Introducción: ¿Por qué hablar de ciencia ficción? Porque es uno de los géneros literarios que refleja los tiempos contemporáneos, su velocidad, sus historias exageradas en apariencia, que expresan situaciones que competen a los seres humanos. Explora caminos, problemas y busca soluciones nuevas; no sólo son cuentos o novelas que sirven de recreación para adolescentes, sino que permite reflexionar e imaginar muchas cosas, avances, inventos y tecnologías actuales. Éste 2017 se celebra el 25 aniversario luctuoso de Isaac Asimov, quien fuera en vida Profesor de Bioquímica de la Universidad de Boston, gran conocedor de la historia; un incansable divulgador de temas científicos y uno de los más importantes escritores de ciencia ficción. Ganador de los Premios Hugo y Nébula. La ciencia actual le debe las tres leyes de la robótica. Y el mundo de la literatura una gran cantidad de ideas, cuentos y novelas extraordinarias. El presente taller es una sencilla aproximación a su obra, que es extensa y variada; Asimov podía escribir casi sobre cualquier tema. A veces irónico, otras terriblemente lógico. Comenzaba a intuir los alcances de Internet y comprendía perfectamente, que el ser humano debe poner atención a los errores del pasado para no repetirlos. Y que son importantes los impulsos para aprender a aprender. En pleno siglo XXI las nuevas generaciones necesitan disfrutar y difundir su cultura, usar lo mejor de lo mejor, reflexionar e inspirarse con nuevas ideas y trascender como humanidad mucho más allá del tiempo y el espacio. Si el conocimiento puede crear problemas, no es a través de la ignorancia que los resolveremosIsaac Asimov Objetivo: Difundir la biografía del escritor Isaac Asimov, así como algunos de sus aportes al mundo de la divulgación científica y reflexionar sobre las tramas de algunos de sus cuentos y novelas. Así como parte de su obra literaria, con respecto al espacio, la educación, los robots, y las aventuras. Requerimientos: Hojas de rotafolio; plumones; computadora con Internet y cañón; cámara fotográfica si desean subir fotos a sus redes sociales; cajas de cartón; pintura (colores, crayolas); material de reúso para armar robots por equipos; cables de reúso; botellas de plástico; resistol; pedirles a los usuarios que lleven batas, lentes, guantes de plástico (que tengan en casa), y otros elementos como decoración científica para realizar una “tertulia científica” en la sesión 5.

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EL UNIVERSO EXPANSIVO DE ISAAC ASIMOV

Autor: Rubén Ávila Alonso Dirigido a: Jóvenes mayores de 15 años y adultos Duración: 5 sesiones de dos horas cada una

“La ciencia es una sola luz, e iluminar con ella cualquier parte, es iluminar con ella el mundo entero”

Isaac Asimov Introducción: ¿Por qué hablar de ciencia ficción? Porque es uno de los géneros literarios que refleja los tiempos contemporáneos, su velocidad, sus historias exageradas en apariencia, que expresan situaciones que competen a los seres humanos. Explora caminos, problemas y busca soluciones nuevas; no sólo son cuentos o novelas que sirven de recreación para adolescentes, sino que permite reflexionar e imaginar muchas cosas, avances, inventos y tecnologías actuales. Éste 2017 se celebra el 25 aniversario luctuoso de Isaac Asimov, quien fuera en vida Profesor de Bioquímica de la Universidad de Boston, gran conocedor de la historia; un incansable divulgador de temas científicos y uno de los más importantes escritores de ciencia ficción. Ganador de los Premios Hugo y Nébula. La ciencia actual le debe las tres leyes de la robótica. Y el mundo de la literatura una gran cantidad de ideas, cuentos y novelas extraordinarias. El presente taller es una sencilla aproximación a su obra, que es extensa y variada; Asimov podía escribir casi sobre cualquier tema. A veces irónico, otras terriblemente lógico. Comenzaba a intuir los alcances de Internet y comprendía perfectamente, que el ser humano debe poner atención a los errores del pasado para no repetirlos. Y que son importantes los impulsos para aprender a aprender. En pleno siglo XXI las nuevas generaciones necesitan disfrutar y difundir su cultura, usar lo mejor de lo mejor, reflexionar e inspirarse con nuevas ideas y trascender como humanidad mucho más allá del tiempo y el espacio.

“Si el conocimiento puede crear problemas, no es a través de la ignorancia que los resolveremos”

Isaac Asimov Objetivo: Difundir la biografía del escritor Isaac Asimov, así como algunos de sus aportes al mundo de la divulgación científica y reflexionar sobre las tramas de algunos de sus cuentos y novelas. Así como parte de su obra literaria, con respecto al espacio, la educación, los robots, y las aventuras. Requerimientos: Hojas de rotafolio; plumones; computadora con Internet y cañón; cámara fotográfica si desean subir fotos a sus redes sociales; cajas de cartón; pintura (colores, crayolas); material de reúso para armar robots por equipos; cables de reúso; botellas de plástico; resistol; pedirles a los usuarios que lleven batas, lentes, guantes de plástico (que tengan en casa), y otros elementos como decoración científica para realizar una “tertulia científica” en la sesión 5.

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Sesión Uno. Isaac Asimov y sus cuentos de ciencia ficción Al iniciar la sesión, da la bienvenida a los participantes y muestra la exposición bibliográfica de Isaac Asimov. Puedes compartir estos datos en el periódico mural, o colocar una fotografía del autor en la red social de la biblioteca. Dinámica de presentación. ¿Cómo sería y qué haría mi robot? Pide al grupo que formen un círculo, de pie; cada uno dirá su nombre, presentándose y respondiendo a la pregunta: ¿Cómo sería y qué haría mi robot? Un robot es una máquina, creada o inventada por el hombre, con algún objetivo específico; principalmente, para hacer un trabajo o muchos trabajos. Ejemplo: Yo soy Rubén y si pudiera fabricar un robot serviría para trasladarme de un lugar a otro, más potente y veloz que una moto; organizador y editor de libros; con habilidades para expresarse correctamente; audífonos y bocinas; acceso a Internet; con pantallas y cámara; con un escudo atómico y con un pequeño dispositivo purificador de aire. Jueguen con la idea, se trata de que se presenten, crear un clima de confianza, y comenzar a romper el hielo. Luego, comenta datos de este célebre escritor. Isaac Yudóvich Asimov nació el 2 de enero de 1920 en Petróvichi, Rusia. Cuando tenía tres años, sus padres Judah Asimov y Anna Rachel Berman, ambos de origen judeo-ruso, viajaron para radica en Nueva York. Curiosamente, él nunca habló ruso. A sus cinco años, aprendió a leer por sí mismo. De joven estudiaba y trabajaba en las tiendas de golosinas que su padre rentaba en Brooklyn. Entre esos estantes llenos de revistas, se encontró por primera vez con la ciencia ficción, en las llamadas “revistas pulp” (con formato rústico de encuadernación, muy barato y popular, de narraciones e historietas de horror, suspenso, amor, vaqueros, cómicas, policiacas y ciencia ficción). Concluyó sus estudios de bachillerato y a los quince años de edad ya se encontraba preparado para realizar estudios superiores.

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Ingresó a la Universidad de Columbia, Nueva York, en 1935 donde obtuvo el título de Licenciado en Bioquímica. Decidió que su futuro profesional estaba vinculado con la literatura. Aprovechó el potencial que tenía para usar los descubrimientos científicos, que avanzaban día con día, para jugar con su imaginación y escribir relatos. Siempre se sintió atraído por las historias sobre aventuras con alienígenas, monstruos o viajes espaciales. A sus 19 años inició la publicación de sus primeros cuentos de ciencia ficción. Gran lector, como Julio Verne, procuraba informarse de casi cualquier descubrimiento científico. Con el tiempo, él mismo sería también compilador de su propia revista, “Isaac Asimov. Revista de Ciencia Ficción” (Asimov´s Science Fiction). Temía volar (cuentan que sólo voló en dos ocasiones en su vida) y padecía de claustrofilia, una atracción y encanto por los lugares cerrados y pequeños. Paradójicamente, en sus cuentos y novelas expande historias, libertades y universos, y muchas de éstas surgieron de su mente, luego de permanecer encerrado, escribiendo. Era muy metódico en su escritura. Harlan Ellison, dijo: “Isaac Asimov tuvo bloqueo de escritor una vez. Fueron los peores diez minutos de su vida.” Se casó el 26 de julio de 1942 con Gertrude Blugerman, con quien tuvo dos hijos: David y Robyn. Se divorció en 1973 y a finales de ese mismo año se casó con Janet O. Jeppson. Murió el 6 de abril de 1992. Su serie de novelas más famosa es la Fundación o Ciclo de Trantor; también Viaje Fantástico; El Fin de la Eternidad; Un guijarro en el cielo; Bóvedas de Acero; Yo, Robot; Robots e Imperio; la serie de novelas de “Lucky Starr, Ranger del Espacio”; y gran variedad de cuentos, como “Anochecer”, “Sueños de Robot” o “El hombre bicentenario”. Actividad de escritura. ¿Cómo podría ser el mundo futuro? Muestra las siguientes imágenes. Comenta que son estampas de cómo han imaginado el futuro de la humanidad, en otras épocas. Si quieren ver un poco más, consulten: http://www.abc.es/ciencia/20140808/abci-como-imaginaban-futuro-hace-siglo-201408071705_1.html.

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Policías y bomberos con alas

Aparato proyector de voz e imagen

Son parte de la Exposición Universal de París (1900). Algo así se imaginaban en el pasado, con respecto al futuro.

Reparte a los usuarios bolígrafos y papel; pide que individualmente o por equipos, escriban la respuesta a alguna de las siguientes cuestiones: ¿cómo podría ser el mundo futuro? ¿Cómo imaginan si se usaran páneles solares, energía libre, viajes espaciales, cultivos de alimentos en edificios, sociedades con robots? ¿Naves voladoras portátiles, robots domésticos que cuidaran de la salud humana? ¿Podría la humanidad vivir equilibradamente, si se utilizara de forma adecuada la tecnología por el bien de todos? Al terminar sus escritos, solicita que los lean en voz alta.

Comenta que muchos inventores se han inspirado en libros de ciencia ficción y grandes escritores imaginaron y plasmaron en sus escritos situaciones que podrían ser posibles en el futuro. Pide que guarden sus trabajos, pues les servirán para su “tertulia científica”, en la sesión 5.

Actividad de lectura Coordina un círculo de lectura con el siguiente texto:

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Asnos estúpidos

Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federación Galáctica. En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados con anterioridad: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biofísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo. Sin embargo, en el libro pequeño nunca se había tenido que tachar ninguno de los nombres anotados. En aquél momento, Naron, enormemente corpulento e increíblemente anciano, levantó la vista al notar que se acercaba un mensajero. –Naron –saludó el mensajero–. ¡Gran señor! –Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias. –Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez. –Estupendo, estupendo. Hoy en día ascienden muy aprisa. Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son? El mensajero dio el numero clave de la galaxia y las coordenadas del mundo en cuestión. –Ah, sí –dijo Naron –lo conozco. Y con buena letra cursiva anotó el dato en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo. Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes. Escribió, pues: La Tierra. –Estas criaturas nuevas –dijo luego– han establecido un récord. Ningún otro grupo ha pasado tan rápidamente de la inteligencia a la madurez. No será una equivocación, espero. –De ningún modo, señor –respondió el mensajero. –Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto? –Sí, señor. –Bien, ese es el requisito –Naron soltó una risita–. Sus naves sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación. –En realidad, señor –dijo el mensajero con renuencia–, los observadores nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio. Naron se quedó atónito. –¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial? –Todavía no, señor. –Pero si poseen la energía termonuclear. ¿dónde realizan las pruebas y las explosiones? –En su propio planeta, señor. Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó: –¿En su propio planeta? –Sí, señor. Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable, como nadie, en la galaxia.

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–¡Asnos estúpidos! –murmuró. Al terminar de leer, pregunta sus opiniones y escúchalos. Procura que los usuarios reflexionen, sobre los avances científicos que se han empleado de forma negativa, y que han dañado al planeta o a la humanidad. En este caso, el problema es la energía nuclear; ¿qué otros avances científicos han sido peligrosos para la humanidad? Por citar ejemplos: la contaminación, los químicos, los conservadores, etc. Recalca que los descubrimientos científicos son positivos; el problema es el uso inadecuado que les da el ser humano. Información en internet. Presenta a los usuarios el video:

Isaac Asimov: Ciencia y Belleza Subido por Homínido Adogmático Duración 7:08 Publicado el 30 de mayo de 2011

https://www.youtube.com/watch?v=SX-LexiN8wg

El texto de ese video lo encuentras en: http://kerchak.com/ciencia-y-belleza-isaac-asimov/

CIENCIA Y BELLEZA Éste es uno de los poemas más conocidos de Walt Whitman:

Cuando escuché al astrónomo erudito, cuando las pruebas, las cifras, fueron puestas en columnas delante de mí,

cuando me enseñaron los mapas y los diagramas, para sumarlos, dividirlos y medirlos,

cuando sentado escuché al astrónomo, con gran aplauso en el salón, qué extrañamente rápido me harté,

hasta que levantándome y deslizándome me alejé solo, en el aire nocturno, místico y húmedo, y de tiempo en tiempo,

miré en perfecto silencio las estrellas.

Me imagino que muchas personas que leen estas líneas se dicen a sí mismas, exultantemente “Es cierto. La ciencia sólo les chupa toda la belleza a las cosas, las reduce a números, tablas y medidas. ¿Para qué molestarse en aprender toda esa basura cuando puedo simplemente salir a ver las estrellas?”

Ese punto de vista es muy conveniente, pues no sólo hace innecesario, sino de plano estéticamente erróneo, intentar seguir las cosas más difíciles de la ciencia. En cambio, basta con echar un vistazo al cielo nocturno, darse un rápido baño de belleza e irse a una discoteca.

El problema es que Whitman está diciendo tonterías, pero el pobrecillo no tenía de otra. Yo no niego que el cielo nocturno es hermoso, en mi momento me he explayado en el monte por horas, y he visto las estrellas y me ha apabullado su belleza (y he recibido piquetes de bichos cuyas marcas desaparecían hasta después de semanas).

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Pero lo que veo –esos puntos de luz quietos y cintilantes– no es toda la belleza. ¿Debo quedarme mirando amorosamente una sola hoja e ignorar el bosque? ¿Debería estar satisfecho con mirar el sol alumbrando un solo guijarro y repudiar cualquier conocimiento de la playa?

Esos puntos brillantes en el cielo que llamamos planetas son mundos. Ahí hay mundos con densas atmósferas de bióxido de carbono y ácido sulfúrico; mundos de líquido rojo caliente con huracanes que pueden tragarse toda la tierra; mundos muertos con silenciosas marcas de varicela como cráteres; mundos con volcanes que tosen plumas de polvo a la nada; mundos con desiertos rosas desolados; cada uno de una extraña belleza no terrestre que se reduce a una chispa de luz si admiramos el cielo nocturno.

Esos otros puntos brillantes, que son estrellas más que planetas, son realmente soles. Algunos de ellos son de grandeza incomparable, cada uno brilla con la luz de mil soles como el nuestro; algunos son meros carbones al rojo vivo que destellan su energía tacañamente. Algunos de ellos son cuerpos compactos tan masivos como nuestro sol, pero con toda su masa aplastada en una bola menor que la Tierra. Algunos son aún más compactos, con la masa del sol aplastada al volumen de un asteroide. Y algunos son aún más compactos, con su masa encogiéndose al volumen de cero, cuya localización está marcada por un intenso campo gravitacional que se traga todo y no regresa nada; arrastra la materia a un hoyo sin fondo en medio de un loco y fatal alarido de rayos “X”.

Hay estrellas que pulsan sin cesar en un gran respiro cósmico; y otras que, consumida su energía, se expanden y enrojecen hasta que se tragan sus planetas si es que tienen alguno (y algún día, dentro de miles de millones de años, nuestro Sol se expandirá y la Tierra se chamuscará y marchitará y evaporará como gas de hierro y roca, sin señal de la vida que alojó alguna vez). Y ciertas estrellas explotan en un vasto cataclismo cuyo estallido feroz de rayos cósmicos alcanzará a tocar la Tierra tras miles de años luz y le dará algo del impulso de la evolución.

Esas poquísimas estrellas que vemos cuando miramos en perfecto silencio (unas 2,500, no más, en la noche más oscura y clara) están unidas a una vasta horda que no vemos, hasta trescientos mil millones –300,000,000,000-– , para formar un enorme toro de fuegos artificiales en el espacio. Este toro, la Vía Láctea, se estira tanto que es necesario que la luz viaje, a 300,000 kilómetros por segundo, durante cien mil años para atravesarla de cabo a rabo; y gira sobre su centro en una vuelta vasta y constante que le lleva doscientos millones de años completar; y el Sol y la Tierra y nosotros mismos damos esa vuelta.

Más allá de la Vía Láctea hay otras galaxias, una veintena o más de ellas, unidas a la nuestra en un enjambre de galaxias, en su mayoría pequeñas, sin más que unos cuantos miles de millones de estrellas cada una; pero una, por lo menos, la Galaxia de Andrómeda, duplica el tamaño de la nuestra.

Más allá de nuestro enjambre hay otros enjambres y otras galaxias; algunos enjambres están formados por miles de galaxias. Se extienden hacia afuera, tan

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lejos como pueden ver nuestros mejores telescopios, sin señal visible de un final; tal vez sean cien mil millones.

Y nos hemos percatado de la violencia en el centro de estas galaxias: de grandes explosiones y radiaciones, que indican la muerte de acaso millones de estrellas. Hasta en el centro de nuestra galaxia existe una increíble violencia oculta a nuestro Sistema Solar, que está en las afueras, por enormes nubes de polvo y gas entre nosotros y el palpitante centro.

Algunos centros galácticos son tan brillantes que pueden ser vistos a distancias de miles de millones de años luz, distancias desde las cuales las galaxias no pueden verse y sólo parecen los brillantes centros de energía desencadenada. Algunos de éstos se han detectado a más de mil millones de años luz.

Todas estas galaxias se separan unas de otras en una expansión universal que comenzó hace quince mil millones de años, cuando toda la materia del Universo se encontraba en una esfera diminuta que explotó en incontables astillas para formar las galaxias.

El Universo se puede expandir por siempre o puede llegar el día en que la expansión aminore y se vuelva una contracción para reformar la diminuta esfera y comenzar el juego de nuevo, de modo que el Universo exhala e inhala con respiraciones que duran tal vez un trillón de años.

Y toda esa visión –más allá de la imaginación humana- fue hecha posible por el trabajo de cientos de astrónomos eruditos. Todo, todo fue descubierto después de la muerte de Whitman (1892), la mayoría durante los últimos 25 años, así que el pobre poeta nunca supo qué belleza tan limitada y anulada observó cuando “miró en perfecto silencio las estrellas”. Y tampoco podremos saber o imaginar ahora la belleza sin límites por revelarse en el futuro. Con la ciencia.

Isaac Asimov

Pregunta a los jóvenes si imaginaron alguna vez el tamaño del universo; escucha sus respuestas.

Cierre

Recomienda la lectura de otros cuentos de Asimov, que pueden encontrar en Internet, como “Los ojos hacen algo más que ver”, “Cronogato” o “La amenaza de Calixto”, uno de sus primeros cuentos (ver bibliografía). Agradece a los asistentes su atención y aprovecha para invitarlos a tramitar su credencial de préstamo a domicilio.

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SESION 2. Asimov y sus ideas acerca de la educación y el aprendizaje

Al iniciar la sesión, comenta que Isaac Asimov sentía respeto por el aprendizaje y valoraba los descubrimientos de los científicos, inventores, hombres y mujeres de ciencia. Era consciente de que progresamos gracias a los esfuerzos de muchas mentes. Al respecto, nos dejó esta frase genial:

“La ciencia es una sola luz e iluminar con ella cualquier parte, es iluminar con ella el mundo entero”.

Intuía que la ciencia podría llevar a la humanidad muy lejos y que siempre hay momentos de adaptación por cada invento. En su libro Momentos estelares de la ciencia, explica los aportes que 22 inventores y científicos hicieron para bien de la humanidad. Recordaba que gracias a la imprenta se potencializó la publicación de libros y eso fue maravilloso para la difusión de las ideas. Era un gran lector.

Actividad de lectura

Coordina un círculo de lectura con los siguientes textos, relativos al invento de Gutenberg: la imprenta. Si lo deseas, puedes preparar cada número en una tarjeta.

JOHANN GUTENBERG

1.- En 1454 se estaba preparando para su publicación la primera edición impresa del libro más vendido del planeta. El lugar, Alemania; el editor, Johann Gutenberg. Venía experimentando con pequeños rectángulos de metal desde hacía veinte años. Todas las piezas tenían que ser exactamente de la misma anchura y altura para que encajaran perfectamente unas con otras. La parte superior de cada rectángulo estaba moldeada delicadamente en la forma de una letra del alfabeto, sólo que invertida.

2.- Imaginémonos estas piezas de metal colocadas unas junto a otras formando filas y columnas muy apretadas; las entintamos uniformemente y apretamos con fuerza sobre ellas un pliego de papel. Levantamos el papel: como por arte de magia, aparece cubierto de tinta con la forma de las letras, pero mirando en la dirección correcta. Las letras forman palabras, y de palabras se compone la página de un libro.

3.- Trescientas veces se estampó la primera hoja de papel contra los tipos entintados, y de allí salieron otras tantas hojas impresas idénticas. Luego se reordenaron los tipos para componer la segunda página, después la tercera, etcétera, hasta un total de 1282 páginas diferentes, con 300 ejemplares de cada una. Una vez encuadernadas, salieron 300 ejemplares idénticos de la Biblia: la edición más importante de cuantas se han hecho de este libro, por ser la primera que se imprimió en el mundo occidental. Hoy día sólo se conservan 45 ejemplares

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de la Biblia de Gutenberg. El valor de cada una es incalculable, pero a Gutenberg no le reportaron ni un céntimo.

4.- Antes de que Gutenberg fabricara sus pequeños rectángulos de metal, todos los libros eran escritos a mano. La preparación de un libro suponía muchas semanas de trabajo agotador. Poseer un libro era cosa rarísima, tener una docena de ellos era signo de opulencia. Destruir unos cuantos libros podía equivaler a borrar para siempre el testimonio de un gran pensador.

5.- Cualquier persona puede tener en su casa cientos de libros en ediciones nada caras, y cualquier ciudad modesta puede poseer una biblioteca equiparable a la de Alejandría o Constantinopla por el número de volúmenes.

Los conocimientos del hombre son hoy en día tan inmortales como él mismo, porque sólo pueden desaparecer con la destrucción total de la raza humana. Gutenberg murió en la ruina, pero su obra fue uno de los grandes logros de la humanidad.

Explica al grupo que Asimov fue el claro ejemplo de cómo sacarle provecho a la imprenta. Fue un escritor muy creativo y prolífico; un hombre inteligente que supo poner sus conocimientos al alcance de todos los lectores. A la hora de escribir, lo hacía a máquina, es decir, sin corrección, porque no le agradaba revisar más de una vez sus escritos, lo consideraba una pérdida de tiempo. Trabajaba 8 horas al día, todos los días a la semana. Su horario era prácticamente intocable. Su promedio era de 35 páginas diarias.

¿Qué cuántos libros escribió? Parece que un poco más de ¡Quinientos!; casi uno por mes desde su primera publicación. Lo mismo novelas de ciencia ficción y de misterio que de matemáticas y astronomía.

Escritura creativa. ¿Qué más puedo aprender, gracias a los libros y las computadoras? Forma tres equipos y pide que reflexionen un poco y escriban sus puntos de vista acerca de las siguientes cuestiones: 1.- Escriban tres ideas, acerca de ¿cómo podría ser más divertida la educación? 2.- ¿Qué temas les han apasionado en la vida, al punto de querer aprender de manera autónoma un poco más? 3.-¿Qué de cosas podemos aprender gracias a los libros, las bibliotecas y el internet, siguiendo nuestra curiosidad, descubriendo nuestra vocación? ¿Niños, jóvenes y adultos, podemos aprovechar mejor el aprendizaje? 4.- ¿Qué valor tienen, en éstos tiempos, los libros, las bibliotecas, y el acceso a internet? ¿Se imaginan el mundo actual, sin ellos? 5.-¿Qué tan importante es saber comunicarnos con claridad y brevedad, sea por escrito, de palabra viva, o en video? ¿Es útil revisar videos o información en internet, con calma?

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Pide que lo reflexionen y escriban sus respuestas; las platicarán después de escribirlas. Y que las conserven pues nos servirán más adelante, para la tertulia científica de la sesión 5. Dinámica de animación ¡Gracias a mis compañeros y maestros! ¡Gracias a mis libros, y computadoras! Prepara hojas blancas y bolígrafos. Solicita a los equipos que escriban, rápidamente, la frase: ¡Gracias a mis compañeros y maestros! Y, a continuación qué les agradecen. También que anoten, rápido, ¡Gracias a mis libros y computadora!, y enlisten qué les agradecen. Ganará el equipo que tenga el mayor número posible. Comenta que en este caso no es importante ganar, sino tener consciencia plena de sus aprendizajes. Actividad de lectura Lee en voz alta el cuento:

¡CUÁNTO SE DIVERTÍAN! Margie incluso lo anotó esa noche en su diario. En la página del 17 de mayo del 2157 escribió: “¡Hoy, Tommy se ha encontrado un libro de verdad!”. Era un libro muy viejo. El abuelo de Margie contó una vez, que cuando él era pequeño, su abuelo le había contado que hubo una época en que los cuentos siempre estaban impresos en papel. Uno pasaba las páginas, que eran amarillas y se arrugaban, y era divertidísimo ver que las palabras se quedaban quietas en vez de desplazarse por la pantalla. Y, cuando volvías a la página anterior, contenía las mismas palabras que cuando la leías por primera vez. –Caray –dijo Tommy– qué desperdicio. Supongo que cuando terminas el libro lo tiras. Nuestra pantalla de televisión habrá mostrado un millón de libros y sirve para mucho más. Yo nunca la tiraría. –Lo mismo digo –contestó Margie. Tenía once años y no había visto tantos telelibros como Tommy. Él tenía trece- ¿Dónde lo encontraste? –En mi casa –Tommy señaló sin mirar, porque estaba ocupado leyendo- En el ático. –¿De qué trata? –De la escuela. –¿De la escuela? ¿Qué se puede escribir sobre la escuela? Odio la escuela. Margie siempre había odiado la escuela, pero ahora más que nunca. El maestro automático le había hecho un examen de geografía tras otro y los resultados eran cada vez peores. La madre de Margie había sacudido tristemente la cabeza y había llamado al inspector regional. Era un hombrecillo regordete y de rostro rubicundo, que llevaba la caja de herramientas con perillas y cables. Le sonrió a Margie y le dio una manzana; luego, desmanteló al maestro. Margie esperaba que no supiera recomponerlo de nuevo, pero sí que sabía y, al cabo de una hora, allí estaba de nuevo, grande, negro y feo, con una enorme pantalla donde se mostraban las lecciones y aparecían las preguntas. Eso no era tan malo. Lo que más odiaba Margie era la ranura donde debía insertar las tareas y las pruebas. Siempre tenía que redactarlas en un código

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que le hicieron aprender a los seis años, y el maestro automático calculaba la calificación en un santiamén. El inspector sonrió al terminar y acarició la cabeza de Margie. –No es culpa de la niña, señora Jones –le dijo a la madre-. Creo que el sector de geografía estaba demasiado acelerado. A veces eso ocurre. Lo he sintonizado en un nivel adecuado para los diez años de edad. Pero el patrón general de progresos es muy satisfactorio. –Y acarició de nuevo la cabeza de Margie. Margie estaba desilusionada. Había abrigado la esperanza de que se llevaran al maestro. Una vez, se llevaron al maestro de Tommy durante todo un mes porque el sector de historia se había borrado por completo. Así que le dijo a Tommy: –¿Quién querría escribir sobre la escuela? Tommy la miró con aire de superioridad. –¡Por que no es una escuela como la nuestra! Es una escuela como la de hace cientos de años. –Y añadió altivo, pronunciando las palabras muy lentamente: Hace siglos. Margie se sintió ofendida: –Bueno, yo no sé qué escuela tenían hace tanto tiempo. Leyó el libro por encima del hombro de Tommy y añadió: –De cualquier modo, tenían maestro. –Claro que tenían maestro, pero no era un maestro normal, era un hombre. –¿Un hombre? ¿Cómo puede un hombre ser maestro? –Él les explicaba las cosas a los chicos, les daba tareas y les hacía preguntas. –Un hombre no es lo bastante listo. –Claro que sí. Mi padre sabe tanto como mi maestro. –No es posible. Un hombre no puede saber tanto como un maestro. –Te apuesto a que sabe casi lo mismo. Margie no estaba dispuesta a discutir sobre eso. –Yo no querría que un hombre extraño viniera a casa a enseñarme. Tommy soltó una carcajada. –¡Qué ignorante eres, Margie! Los maestros no iban a las casas. Tenían un edificio especial y todos los chicos iban allí. –¿Y todos aprendían lo mismo? –Claro, siempre que tuvieran la misma edad. –Pero mi madre dice que a un maestro hay que sintonizarlo para adaptarlo a la edad de cada niño al que enseña y que cada chico debe recibir una enseñanza distinta. –Pues antes no era así. Si no te gusta, no tienes por qué leer el libro. –No he dicho que no me gustara –se apresuró a decir Margie. Quería leer todo eso de las extrañas escuelas. Aún no habían terminado cuando la madre de Margie llamó: –¡Margie! ¡Hora de la escuela! Margie alzó la vista. –Todavía no, mamá… –¡Ahora –chilló la señora Jones. –Y también debe ser la hora de Tommy. –¿Puedo seguir leyendo el libro contigo después de la escuela? –le preguntó Margie a Tommy. –Tal vez –dijo él con soberbia, y se alejó silbando, con el libro viejo y polvoriento debajo del brazo.

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Margie entró en el aula. Estaba al lado del dormitorio, y el maestro automático se hallaba ya encendido y esperando. Siempre se encendía a la misma hora todos los días, excepto sábados y domingos, porque su madre decía que las niñas aprendían mejor si estudiaban en un horario regular. La pantalla estaba iluminada. …la lección de aritmética de hoy… –habló el maestro– … se refiere a la suma de quebrados propios. Por favor, inserte la tarea de ayer en la ranura adecuada… Margie obedeció, con un suspiro. Estaba pensando en las viejas escuelas que había cuando el abuelo del abuelo era un chiquillo. Asistían todos los chicos del vecindario, se reían y gritaban en el patio, se sentaban juntos en el aula, regresaban a casa juntos al final del día, aprendían las mismas cosas, así que podían ayudarse con los deberes y hablar de ellos. Y los maestros eran personas… La pantalla del maestro automático centelleó. –…cuando sumamos las fracciones ½ y ¼… Margie pensaba que los niños debían adorar la escuela en los viejos tiempos. Y se quedó pensando, pensando en cuánto se divertían. Al terminar de leer, pregunta a los jóvenes: ¿Al aprender, es importante el contacto y la atención con otros seres humanos? ¿No hay cierta frialdad al querer todo rápido, mecanizado o detrás de las pantallas? ¿No sería mejor aprender a aprender, aprovechar el tiempo y estar dispuesto a aprender a cualquier edad? ¿Cómo lograr un equilibrio en el aprendizaje? Escucha sus respuestas. Pide que anoten algunas ideas clave, acerca de sus reflexiones, mismas que podrán servirles para la tertulia científica de la última sesión. INFORMACIÓN EN INTERNET. Presenta a los usuarios el video: Isaac Asimov previendo el impacto de internet Subido por Verónica Vera. Publicado el 11 de octubre de 2010. Duración 7:54 https://www.youtube.com/results?&search_query=isaac+asimov+previendo+el+impacto+de+internet Al terminar de ver el video, comenta que Asimov escribió un texto llamado “La biblioteca global computadorizada” en el que preveía el impacto y potencial de Internet y las redes sociales. En sus cuentos tenía una supercomputadora llamada Multivac. “La Biblioteca Global Computadorizada hará que la gente aprenda con facilidad. Y la gente desea aprender”. “Cada individuo será maestro y alumno”. Recuérdales que pueden volver a ver el video para que reflexionen acerca de la importancia de seguir alimentando sus aprendizajes o buscar su vocación, utilizando con equilibrio las computadoras. Cierre Reitera al grupo que pueden aprovechar las instalaciones y el mobiliario de la biblioteca, que valoren los libros y la información. Lee en voz alta la siguiente frase de Asimov al respecto: “Cuando leo acerca de la forma en que los fondos de las bibliotecas están siendo recortados y recortados, solo puedo pensar en que la sociedad americana ha encontrado una nueva forma de destruirse a sí misma”.

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En la sesión de mañana conocerán un poco acerca de creaciones mecánicas con decisiones lógicas que este escritor disfrutó imaginar y presentó en sus cuentos: los robots. Sesión 3. Máquinas, programas, computadoras y robots. Al iniciar la sesión, menciona que Asimov aportó al mundo las leyes de la robótica en 1940, como un “Código Moral del Robot”, para evitar el “Complejo de Frankestein”, es decir, un temor que el ser humano podría desarrollar frente a unas máquinas que, hipotéticamente pudieran rebelarse y alzarse contra sus creadores. Lineamientos que sirvieron para presentar a los robots en sus cuentos y desarrollar historias geniales, explicando siempre qué pasaba cuando eran seguidas al pie de la letra; si por un error, olvido o descuido humano, algún robot dejara de obedecerlas. Desde su punto de vista, un robot no razona, sólo es lógico. Para ilustrar, puedes proyectar alguna de las películas basadas en libros de Asimov, como “Yo, robot” o “El hombre bicentenario.” (el día queda a tu consideración). Escribe en una hoja de rotafolio para que los usuarios lean: Las tres leyes de la robótica 1.- Un robot no debe causar daño a un ser humano, ni por inacción, permitir que un ser humano sufra ningún daño. 2.- Un robot debe obedecer las órdenes impartidas por los seres humanos, excepto cuando dichas órdenes estén reñidas con la Primera Ley. 3.- Un robot debe proteger su propia existencia, mientras dicha protección no esté reñida ni con la Primera ni con la Segunda Ley. Ley Cero de la robótica: Un robot no hará daño a la humanidad, o por inacción, permitir que la humanidad sufra daño. Comenta que basándose en esas leyes, Asimov escribió historias memorables, aquí tres ejemplos: 1.- En “Robbie”, un robot doméstico sirve para cuidar a una niña pequeña; esa es exclusivamente su función. Con el tiempo, su madre ya no quiere, así que lo sustituyen por un perro; la pequeña lo extraña tanto que tratan de distraerla con juegos, regalos y otras cosas. Finalmente, realizan una visita guiada a la fábrica de robots, donde lo regresaron para que ayudara a fabricar otros. En un descuido, ella salta del barandal y cae al piso, justo en el camino de una pesada grúa. Robbie la reconoce y le salva la vida, actuando al instante. La madre de la niña dice que él puede quedarse con ellos, hasta que se oxide.

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2.- En “El hombre bicentenario”, un robot con apariencia humanoide, Andrew Martin, está al servicio de una familia. En su tiempo “libre”, se pone a leer, y construye artesanías de madera. Habla con su amo y aprende a venderlas. Ahorra, sigue leyendo y aprende a hacer prótesis robóticas para gente enferma; pasa el tiempo y las generaciones, él quiere comprar su libertad. Lo logra, es un robot libre. Se transforma su apariencia pues fabrica prótesis orgánicas, se mejora a sí mismo.

Sigue leyendo y aprendiendo, decide que quiere que lo consideren como un ser humano. Comprende que los humanos le temen, pues sus baterías son infinitas.

“Tengo la forma de un ser humano y órganos equivalentes a los de los humanos. Mis órganos son idénticos a los que tiene un ser humano con prótesis. He realizado aportaciones artísticas, literarias y científicas a la cultura humana, tanto como cualquier ser humano vivo. ¿Qué más se puede pedir? Los seres humanos pueden tolerar que un robot sea inmortal, pues no importa cuánto dure una máquina; pero no pueden tolerar a un ser humano inmortal, pues su propia mortalidad sólo es tolerable siempre y cuando sea universal. Por eso no quieren considerarme humano”.

Andrew Martin toma una decisión: se arregla poco a poco para tener prótesis orgánicas, que van degenerando con el tiempo, y así “morirá”. El robot valora la libertad. Y comprende lo hermosa que es la vida humana, con todo y sus límites temporales.

Éste cuento fue escrito en 1976 y ganó los Premios Hugo y Nébula en 1977, por mejor relato de ciencia ficción. Es una reflexión acerca del trabajo, el aprendizaje, y los ideales de humanidad desde el punto de vista de un robot. Fue llevada al cine por Chris Columbus (1999) y protagonizada por Robin Williams como el androide Andrew Martin.

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3.- En el cuento “Sueños de robot”, la robopsicóloga Susan Calvin dialoga con Elvex, un robot experimental, a cargo de la doctora Rash, joven robotista curiosa, quien inserta un programa de geometría fractal en el cerebro positrónico de éste, sin mala intención, sólo quería ver qué sucedía con su mente. Pero resulta que, entre diálogos, Elvex le explica que “sueña” con imágenes de robots, mientras está desconectado; éstos trabajan bajo el mar, bajo tierra, en el espacio, sin descanso, lo que le resulta injusto, y en estos sueños un “hombre” quiere liberar a su “raza”.

Calvin nota que el programa de geometría fractal insertado no se desactiva; al preguntarle por el “hombre” en sus “sueños”, dice ser él mismo y lo que quiere es justicia. La doctora con su desintegrador destruye de inmediato al robot; comprende que si éste se comunica con otros y sigue su sueño, querrá destruir a los seres humanos. (Chequen “Yo, robot”, película con Will Smith; la misma idea es el corazón de la cinta “Terminator”, con Arnold Schwarzenegger. Robots exterminadores conectados con supercomputadoras que quieren deshacerse de la raza humana. Un asunto verdaderamente escalofriante).

Invita a los usuarios a buscar esas historias y leerlas completas.

Escritura creativa: ¿Para qué podrían servirnos los robots? ¿Cómo serían?

Forma equipos con los jóvenes. Pide que comenten acerca de los problemas de la humanidad actual; que, jugando, imaginen cómo serían los robots que podrían ayudarla a resolver sus problemas. Escucha sus ideas y que las conserven para la tertulia científica. Solicita que dibujen algún modelo de robot, de su invención. También podrían representarlo con un collage o diseñarlo por equipos, con material reciclado, como cartón, papel, botellas de plástico, cables de audífonos, etcétera.

Asimov desarrolló una forma de pensar demasiado lógica. Era locuaz, sabía tomarse muy en serio y, asimismo, Asimov sabía también reírse de sí mismo.

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Pregunta a los usuarios: ¿las computadoras podrían ser útiles para ayudarnos a encontrar pareja? ¿Cómo sería su “pareja ideal”? ¿Qué características tendría, o no les gustaría que tuviera su “verdadero amor”? Escucha sus respuestas y pide que pongan atención. El siguiente cuento sigue vigente, da mucho qué pensar acerca de “buscar pareja” por medio de las computadoras o si uno debe “eliminar” ciertas “características” al momento de buscar el “amor ideal”.

Actividad de lectura.

AUTÉNTICO AMOR

Mi nombre es Joe. Así es como me llama mi colega, Milton Davidson. Él es un programador, y yo soy un programa de computadora. Formo parte del complejo Multivac, y estoy conectado con otros componentes esparcidos por todo el mundo. Lo sé todo. Casi todo. Soy el programa privado de Milton. Su Joe. Milton sabe más acerca de programación que cualquiera en el mundo, y yo soy su modelo experimental. Ha conseguido que yo hable mejor que cualquier otra computadora puede hacerlo. –Es simplemente cuestión de hacer encajar sonidos con símbolos, Joe –me dijo–. Así es como funciona el cerebro humano, pese a que no sabemos todavía qué símbolos particulares emplea el cerebro. Sé los símbolos que hay en el tuyo, y puedo convertirlos en palabras, uno a uno. De modo que hablo. No creo que hable tan bien como pienso, pero Milton dice que hablo muy bien. Milton no se ha casado nunca, aunque está a punto de cumplir los cuarenta años. Nunca ha encontrado la mujer adecuada, me dice. Un día me comentó: –Algún día la encontraré, Joe. Quiero lo mejor. Quiero conseguir el auténtico amor y tú vas a ayudarme. Estoy cansado de mejorarte a fin de que resuelvas los problemas del mundo. Resuelve mi problema. Encuéntrame el auténtico amor. –¿Qué es el auténtico amor? –pregunté yo. –No importa. Se trata de una abstracción. Simplemente encuéntrame a la chica ideal. Estás conectado con el complejo de Multivac, de modo que tienes acceso a los bancos de datos de todos los seres humanos del mundo. Resuelve mi problema. Encuéntrame el auténtico amor. –Estoy listo –dije. –Primero elimina a todos los hombres –dijo él. Eso era fácil. Sus palabras activaban símbolos en mis válvulas moleculares. Podía entrar en contacto con los datos acumulados de todos los seres humanos del mundo. Como resultado de aquellas palabras, descarté a 3.784.982.874 hombres. Mantuve el contacto con 3.786.112.090 mujeres. –Elimina a todas las menores de veinticinco años .me dijo; a todas las mayores de cuarenta. Luego elimina a todas las que tengan un CI inferior a 120; a todas las que midan menos de 150 centímetros y más de 175 centímetros de estatura. Fue dándome instrucciones exactas; eliminó de su base de datos a las mujeres con hijos vivos, eliminó a las mujeres con diversas características genéticas.

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–No estoy seguro del color de los ojos –dijo-. Dejemos ese dato por el momento. Pero elimina a las pelirrojas. No me gustan. Al cabo de dos semanas, habíamos reducido la lista a 235 mujeres. Todas ellas hablaban correctamente el inglés. Milton dijo que no quería problemas con el idioma. Aunque podía recurrir a la traducción por computadora, eso resultaba un engorro en los momentos íntimos. –No puedo entrevistarme con 235 mujeres –dijo–. Tomaría demasiado tiempo; la gente podría llegar a descubrir lo que estoy haciendo. –Eso traería problemas –le advertí. Milton había arreglado las cosas de modo que yo pudiera hacer cosas que no estaba diseñado para hacer. Nadie sabía nada al respecto. –No es asunto tuyo –dijo él, y su rostro enrojeció ligeramente–. Te diré lo que vamos a hacer, Joe. Te proporcionaré holografías, y comprobarás la lista en busca de similitudes. Me alimentó holografías de mujeres. –Esas tres son ganadoras de concursos de belleza –dijo–. ¿Alguna de las 235 encaja con ellas? Ocho de ellas encajaban, y Milton dijo: –Bien, tienes sus bancos de datos. Estudia las demandas y necesidades del mercado de trabajo y arregla las cosas de modo que sean asignadas temporalmente aquí. Una a una, por supuesto. –Pensó unos instantes, agitó sus hombros arriba y abajo, y dijo–: Por orden alfabético. Esta es una de las cosas que no estoy diseñado para hacer. Trasladar a gente de trabajo a trabajo por razones personales es algo llamado manipulación. Puedo hacerlo ahora porque Milton lo agregó así. De todos modos se suponía que sólo lo hacía por él. La primera chica llegó una semana más tarde. Milton enrojeció cuando la vio. Hablo como si realmente le costara hacerlo. Estuvieron juntos durante mucho rato, y él no prestó la menor atención. En un momento determinado le dijo: –-Permítame invitarla a cenar. Al día siguiente me informó: –De alguna manera, no era lo suficientemente buena. Le faltaba algo. Es una mujer hermosa, pero no capté nada del auténtico amor. Probemos la siguiente. Ocurrió lo mismo con todas las ocho. Eran muy parecidas. Sonreían mucho y tenían voces extremadamente agradables, pero Milton encontraba siempre algo que no encajaba. –No puedo comprenderlo, Joe. Tú y yo hemos escogido a las ocho mujeres de todo el mundo que parecen más adecuadas para mí. Son ideales. ¿Por qué no me gustan? –¿Tú les gustas? –pregunté. Alzó las cejas, y dio un puñetazo con una mano contra la palma de la otra. –-Eso es, Joe. Es como una calle de dos direcciones. Si yo no soy su ideal, ellas no pueden actuar de tal modo que se conviertan en mi ideal. Yo debo ser también su auténtico amor, pero, ¿cómo puedo conseguirlo? –Pareció pensárselo todo el día. A la mañana siguiente vino a mí y dijo:

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–Voy a dejártelo a ti, Joe. Todo a ti. Tienes en tu poder mi banco de datos, y además voy a decirte todo lo que sé de mí mismo. Llenarás mi banco de datos con todos los detalles posibles, pero guarda los añadidos para ti mismo. –¿Qué debo hacer con ese banco de datos, Milton? –Lo compararás con los de las 235 mujeres. No, 227. Deja aparte a las ocho que ya hemos visto. Arregla las cosas de modo que se sometan a un examen psiquiátrico. Llena sus bancos de datos y compáralos con el mío. Busca correlaciones. (Arreglar exámenes psiquiátricos es otra de las cosas que están en contra de mis instrucciones originales). Durante semanas, Milton no dejó de hablarme. Me contó de sus padres y de sus demás familiares. Me contó de su infancia y de sus días de escuela y de su adolescencia. Me contó de mujeres jóvenes a las que había admirado a distancia. Su banco de datos fue creciendo, y él me ajustó de modo que yo pudiera ampliar y profundizar mi comprensión simbólica. –¿Te das cuenta, Joe? A medida que voy introduciendo más y más de mí en ti, te voy ajustando para que encajes mejor conmigo. Si llegas a comprenderme lo suficientemente bien, entonces cualquier mujer cuyo banco de datos puedas comprender perfectamente será mi auténtico amor. Siguió hablándome, y yo fui comprendiéndole cada vez mejor y mejor. Podía construir frases más largas, y mis expresiones se hacían más y más complicadas. Mi forma de hablar empezó a sonar muy parecida a la suya en vocabulario, sintaxis y estilo. En una ocasión le dije: –¡Sabes, Milton? No se trata tan sólo de encontrar en una chica un ideal físico. Necesitas una chica que encaje contigo personal, emocional y temperamentalmente. Si eso ocurre, su apariencia es algo secundario. Si no podemos encontrar entre esas 227 la que encaje, entonces buscaremos en otra parte. Encontraremos a alguien a la que no le importe tampoco tu aspecto, si las personalidades encajan. Al fin y al cabo, ¿qué es la apariencia? –Absolutamente de acuerdo –dijo–. Hubiera debido darme cuenta de eso si me hubiera relacionado más con mujeres a lo largo de mi vida. Por supuesto, pensar en ellas lo hace todo ahora más claro. Siempre estábamos de acuerdo; pensábamos de forma tan parecida. –No vamos a tener ningún problema, Milton, si me permites hacerte algunas preguntas. Puedo ver donde hay lagunas y contradicciones en tu banco de datos. Lo que siguió, dijo Milton, fue el equivalente de un cuidadoso psicoanálisis. Por supuesto, yo estaba aprendiendo del examen psiquiátrico de las 227 mujeres… con todas las cuales me mantenía en estrecho contacto. Milton parecía completamente feliz. –Hablar contigo, Joe, es casi como hablar conmigo mismo. Nuestras personalidades han empezado a encajar perfectamente. –Como lo hará la personalidad de la mujer a la que escojamos –dije. Porque ya la había escogido, y después de todo era una de las 227. Su nombre era Charity Jones, y era catalogadora en la Biblioteca de Historia de Wichita. Su banco de datos ampliado encajaba perfectamente con el nuestro. Todas las demás mujeres habían

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sido desechadas por uno y otro motivo a medida que los bancos de datos iban engrosando, pero con Charity la resonancia era cada vez más perfecta. No tuve que describírsela; Milton había coordinado tan perfectamente mi simbolismo con el suyo propio que pude transmitirle directamente la resonancia. Encajaba conmigo. El siguiente paso fue ajustar las hojas de trabajo y los requerimientos laborales de modo que Charity nos fuera asignada a nosotros. Eso debía hacerse muy delicadamente, de modo que nadie se diera cuenta de que se producía algo ilegal. Por supuesto, Milton lo sabía muy bien, puesto que era él quien lo había arreglado todo y había cuidado de ello. Cuando vinieron a arrestarlo bajo la acusación de abuso de sus atribuciones, fue, afortunadamente, por algo que se había producido hacía diez años. Me había hablado de ello, por supuesto, gracias a lo cual había sido fácil arreglarlo todo… y él no iba a hablar de mí, porque eso haría que su delito fuera considerado mucho más grave. Ahora él ya no está, y mañana es el 14 de febrero, el Día de San Valentín. Charity llegará entonces, con sus frías manos y su dulce voz. Le enseñaré cómo manejarme y cómo cuidarme. ¿Qué importa la materia cuando nuestras personalidades resuenan de tal modo? Y le diré: –Soy Joe, y tú eres mi auténtico amor. Al terminar la lectura, pregunta a los jóvenes su opinión respecto al cuento y escucha sus reflexiones. Información en video. Presenta a los usuarios el siguiente video en you tube, en internet: TOP 10 ROBOTS HUMANOIDES MÁS AVANZADOS DEL MUNDO Subido por DRAKOTAKO CHANNEL el 24 de Julio de 2015 Duración 13:54 https://www.youtube.com/watch?v=FZ3t20aYBpg En el video pueden descubrir imágenes de robots creados actualmente. La robótica es una realidad que presenta soluciones, problemas y posibilidades para el presente y el futuro inmediato. Si no puedes proyectar el video, aquí te presento algunos ejemplos.

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Robot Nao, de aspecto humanoide, programable y autónomo. Utilizado para fines educativos. Actualmente lo usan estudiantes en varias universidades de Estados Unidos. Incluye sistema multimedia, reconocimiento facial y de formas.

Geminoid F, robot japonés. Inspirado en una joven de 20 años, capaz de realizar hasta 65 expresiones faciales distintas. Parece un ser humano, habla y canta. Proyectan utilizarlo en centros comerciales, anuncios publicitarios, o actuación en el cine.

Asimo, fabricado por la Compañía japonesa Honda. Es uno de los robots humanoides más popular del mundo. Se llama así en honor a Isaac Asimov. Distingue varias personas por su cara y su voz, aunque están hablando todas a la vez. Puede subir escaleras y correr hasta 9 kilómetros por hora. Tiene manos que realizan movimientos complejos.

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Robonaut 2, está activo a bordo de la Estación Espacial Internacional desde 2011, para mantenimiento técnico dentro y fuera de ésta.

REX. Es un modelo de hombre con órganos artificiales. Tiene como el 70 por ciento de las funciones humanas y sirve para mostrar avances en diseño de prótesis experimentales.

Cierre

El espacio, la educación, computadoras, robots… Asimov era un hombre versátil en la elección de los temas para sus cuentos, pero lo fuerte e impresionante está en sus novelas. Era un visionario.

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Agradece a los usuarios su asistencia. Recuérdales que reflexionen un poco acerca de sus apuntes para la tertulia científica.

Sesión 4. Asimov y las aventuras espaciales

Al iniciar la sesión, comenta que bajo el seudónimo de Paul French, creó a David Starr, (Lucky Starr, “El Ranger del Espacio”), quien quedó huérfano a la edad de cuatro años, durante un ataque de piratas espaciales. Sus padres lo enviaron en un cohete-salvavidas a la órbita entre Venus y la Tierra, lo encontraron gracias a que la radio de su nave emitía mensajes de auxilio. Lo adoptaron dos sabios del Consejo de Ciencias: Héctor Conway y August Henree. En su primera aventura, Starr viaja a Marte, habitado por seres humanos, en busca de pistas para descubrir a los culpables del envenenamiento de alimentos enviados a la Tierra.

Allí se alía con John “Bigman” Jones, un pequeño agente. Unas entidades de energía poderosas, que viven bajo el suelo marciano, y le leen la mente, le otorgan un regalo: una mascarilla de luz, energía y humo misterioso que le sirve como escudo ante casi cualquier eventualidad.

Los libros fueron otro éxito de Asimov. En cada novela procuraba imaginar descripciones de los planetas del Sistema Solar, basadas en los últimos adelantos científicos. Así publicó: Lucky Starr, el Ranger del Espacio (1952); Lucky Starr y los piratas de los asteroides (1953); Lucky Starr y los océanos de Venus (1954); Lucky Starr y el gran Sol de Mercurio (1956); Lucky Starr y las lunas de Júpiter (1957) y Lucky Starr y los anillos de Saturno (1958).

Actividad de lectura

Lee en voz alta el siguiente texto y al terminar, dibujarán lo que imaginaron.

Fragmento de Lucky Starr, el Ranger del Espacio

No se veían ni el Sol ni el cielo azul. La misma cúpula era translúcida, y cuando el Sol incidía sobre ella, la luz se difundía, uniforme, por toda la superficie de casi cinco kilómetros cuadrados. Bajo la cúpula, la intensidad de la luz era tan pobre que el “cielo” para cualquier habitante de la ciudad, resultaba amarillo, de un amarillo pálido. Sin embargo, el resultado final equivalía al de un día nublado en la Tierra.

David se puso en marcha, pero de pronto, en forma involuntaria, quedó inmóvil, fascinado. Por primera vez contemplaba el cielo nocturno de Marte. Las estrellas eran las antiguas y familiares de la Tierra, las mismas constelaciones. A pesar de ser grande, la distancia de Marte hasta la Tierra no alteraba de modo perceptible la

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posición relativa de las lejanas estrellas. Pero si bien no habían cambiado de posición, su brillo estaba aumentando.

El aire ligero de Marte apenas las suavizaba; se veían duras y resplandecientes, como piedras preciosas. Los dos satélites de Marte, Deimos y Fobos, eran dos objetos diminutos, a diez o veinte mil kilómetros de distancia, sólo montañas flotando en el espacio. Aunque se hallaban mucho más cercanos a Marte que la Luna a la Tierra, su masa no destacaba, sino que brillaban como dos estrellas cualesquiera.

Buscó los satélites, si bien comprendía que podían encontrarse ambos al otro lado del planeta. Con movimientos pausados giró. Era la luz más intensa de todo el firmamento, con un tinte azul verdoso que superaba la belleza de todo lo visto por él en los cielos. Separado de éste por una distancia casi igual al tamaño del Sol poniente en Marte, otro cuerpo, más amarillento, brillaba empañado por la intensa luz de su vecino. David no necesitaba una carta estelar para la identificación de esos cuerpos. Eran la Tierra y la Luna, la doble “Estrella vespertina” de Marte.

Al terminar la lectura, pide que hagan un dibujo de lo que imaginaron.

Viaje a las estrellas. Asimov como asesor científico.

La ciencia ficción creció con muchos otros escritores, y gracias a la radio y la televisión, se difundieron nuevos programas. Uno de los más exitosos es la serie “Viaje a las estrellas” (Star Trek), creada por Gene Rodenberry.

La serie de televisión se presentó en 1966, y ha ganado millones de seguidores en todo el mundo. En 2016 la serie cumplió 50 años, y ha evolucionado con las historias en el cine y en la televisión, alimentando la imaginación futurista de nuevas generaciones. En las pantallas, representa la evolución de los “pulps”; de esas historias de astronautas solitarios, a todo un conjunto de exploradores representantes del Planeta Tierra. Parte del éxito de “Viaje a las estrellas” se debe a la multiculturalidad de la tripulación, y al balance entre los impulsos del Capitán Kirk, y la fría lógica del vulcano Spock; ambos guían a la tripulación de la Nave USS Enterprise NCC-1701, todos juntos exploran en el espacio profundo y se atreven a ir “a dónde nadie ha ido jamás” en cada divertido capítulo.

Isaac Asimov escribió a Gene Rodenberry, dando su punto de vista acerca de algunas historias. Gracias a las cartas, Rodenberry le pidió que fuera asesor científico de la serie, para darle más realismo a la misma. También fue asesor de la primera película, en 1979. En la forma de pensar, algunas veces, Spock es como Asimov.

Asimov reconocía que era muy vanidoso. Al respecto, escribió:

“He actuado de “asesor” en varias ocasiones. Gene Rodenberry me pidió algunos consejos en relación con la primera película de Star Trek. Nunca había aparecido mi nombre en una película, así que fui a verla. Al final, todo el mundo empezó a salir, mientras una interminable lista pasaba por la pantalla. Janet y yo esperamos tozudamente mientras el cine se vaciaba y por fin, lo último que se leía era: “Asesor

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científico: Isaac Asimov.” Naturalmente, aplaudí ruidosamente, y pude oír una voz que con toda claridad, desde el pasillo, decía: “Es Asimov que aplaude a su propio nombre.” Acababa de nacer otra anécdota sobre mi vanidad.”

Información en internet. Escuchen y miren las siguientes melodías en You Tube.

StarTrek (Main Theme/ Alternate Version) Subido el 27 de abril de 2010 por Jason Legget Duración 3:46 (Tema compuesto por Alexander Courage).

https://www.youtube.com/watch?v=CTVNPmD3Nb8

Star Trek Theme ° Jerry Goldsmith Publicado el 14 de Abril de 2014 por HD Film Tributes Duración 3:17

https://www.youtube.com/watch?v=zI9YYe-jgHI

Escritura creativa. “Misión al espacio”

Con los mismos equipos, pide a los jóvenes que escriban una lluvia de ideas para una “Misión al Espacio”. Si lo desean, pueden usar libros e Internet para inspirarse con elementos de un viaje espacial. Al concluir leerán sus trabajos al grupo.

Comenta que ahora conocerán otro cuento de Asimov. Al terminar charlarán acerca de un posible final; el día de mañana terminarán de conocer la historia.

Lean en voz alta el cuento:

ANTICUADO.

Ben Estes iba a morir y no le servía de consuelo saber que había convivido con esa posibilidad durante los últimos años. La vida de un astrominero que recorría la inexplorada vastedad del cinturón de asteroides podía ser tan ingrata como breve. Claro que siempre cabía la posibilidad de encontrarse con una sorpresa que lo hiciera rico de golpe, y Estes se había topado con una sorpresa. La mayor sorpresa del mundo; pero no lo haría rico, lo convertiría en un cadáver. Harvey Funarelli gruñó en su litera y Estes hizo una mueca al sentir un tirón en los músculos. Estaban bastante maltrechos. Pero Estes se encontraba menos afectado que Funarelli porque éste era más corpulento y había estado más cerca del punto de impacto. Estes miró a su compañero. –¿Cómo te sientes, Harvey? Funarelli gruñó de nuevo. –Siento todas las articulaciones rotas. ¿Qué demonios pasó? ¿Con qué chocamos? Estes se le acercó cojeando. –No trates de levantarte. –Puedo conseguirlo con sólo que me tiendas la mano. ¡Ay! Debo de tener una costilla rota. ¿Qué ha pasado, Ben? Estes señaló la tronera principal. No era grande, pero era lo mejor que podía esperarse de una nave astrominera de dos plazas. Funarelli se aproximó despacio, apoyándose en el hombro de Estes. Miró hacia fuera.

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Había estrellas, por supuesto, pero la mente de un astronauta experimentado las excluía automáticamente. Las estrellas siempre estaban allí. Más cerca había un banco de rocas de diverso tamaño, desplazándose despacio como un enjambre de abejas perezosas. –Nunca vi nada semejante –se asombró Funarelli-. ¿Qué hacen ahí? –Sospecho que esas rocas son los restos de un asteroide destrozado y están girando en torno de algo que las despedazó, lo mismo que nos ha despedazado a nosotros. –¿Qué es? Funarelli escrutó en vano la oscuridad. –¡Eso! –dijo Estes, señalando un resplandor tenue. –No veo nada. –Claro que no. Es un agujero negro. A Funarelli se le erizó el cabello corto y sus ojos oscuros destellaron de horror. -–¡Estás loco! –No. Hay agujeros negros de todos los tamaños. Eso dicen los astrónomos. Éste tiene la masa de un asteroide grande y nos estamos desplazando a su alrededor. ¿Qué otra cosa podría retenernos en su órbita? –No hay datos sobre… –Lo sé. ¿Cómo podría haberlos? Es algo que no se puede ver. Es pura masa… ¡Eh, ahí está el Sol! –La nave, que rotaba lentamente, tenía en ese momento el Sol a la vista y el vidrio de la ventana se polarizó automáticamente.-. De cualquier modo, somos los primeros en tropezar con un agujero negro. Sólo que no viviremos para hacernos famosos. –¿Qué sucedió? –Nos acercamos tanto que el efecto de marejada hizo que nos estrelláramos. –¿Qué efecto de marejada? –No soy astrónomo, pero, según tengo entendido, aunque el tirón gravitatorio de esa cosa no es muy grande, te puedes acercar tanto que el tirón cobra intensidad. Esa intensidad decae tan deprisa con el aumento de la distancia que un extremo del objeto es atraído con mayor fuerza que el extremo contrario. El objeto se estira. Cuanto más cerca está el objeto y cuanto mayor tamaño tiene, peor es el efecto. Se te desgarraron los músculos. Tienes suerte de que no se te hayan roto los huesos. Funarelli hizo una mueca. –No estoy seguro de que no… ¿Qué más ocurrió? –Los tanques de combustible fueron destruidos. Estamos atascados en esta órbita… Es una suerte que nos hallemos en una órbita tan alejada y circular como para reducir el efecto de marejada. Si estuviéramos más cerca o si nos aproximáramos a un extremo de la órbita… –¿Podemos enviar un mensaje? –Ni una palabra. El sistema de comunicaciones está destrozado. –¿Puedes repararlo? –No soy experto en comunicaciones, pero aunque lo fuera. El daño es irreparable. –¿No podemos improvisar algo? Ben Estes sacudió la cabeza. –Tenemos que esperar… y morir. Eso no es lo que más me fastidia.

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–Pues a mí me fastidia bastante –gruñó Funarelli, y se sentó en la litera con la cabeza entre las manos. –Tenemos las píldoras –dijo Estes–. Sería una muerte sencilla. Lo peor es que no podemos enviar un mensaje sobre eso. –Señaló a la tronera, que estaba de nuevo despejada, pues el Sol se alejaba. –¿El agujero negro? –Sí, es peligroso. Parece estar en órbita solar, pero quien sabe si la órbita es estable. Y aunque lo fuera tiene que crecer. –Supongo que devora cosas. –Claro. Todo lo que encuentra. Traga polvo cósmico continuamente y despide energía al engullirla. Por eso ves esas chispas de luz. De cuando en cuando, el agujero traga un fragmento grande y suelta un destello de radiación, la cual incluye rayos X. Cuanto más crece, más fácil le resulta absorber material desde mayor distancia. Ambos miraron la tronera un instante; luego, Estes continuó: –Ahora se puede manipular. Si la NASA pudiera traer hasta aquí un asteroide grande y dispararlo a cierta distancia del agujero, lo arrancaría de la órbita por la atracción gravitatoria mutua entre él y el asteroide. Se puede hacer que el agujero se curve en una trayectoria que lo llevaría fuera del sistema solar, con un poco de ayuda y de aceleración. –¿Crees que era muy pequeño al principio? –Quizá sea un microagujero que se formó en los tiempos del Big Bang, cuando se creó el Universo. Tal vez ha estado creciendo durante miles de millones de años. Si continúa creciendo, podría volverse inmanejable y, con el tiempo, convertirse en la tumba del sistema solar. –¿Por qué no lo han encontrado? –Nadie lo ha buscado. ¿Quién se podía esperar que hubiese un agujero negro en el cinturón de asteroides? Y no produce bastante radiación ni posee masa suficiente como para hacerse notar. Tienes que tropezar con él, como nosotros. –¿Estás seguro de que no tenemos ningún modo de comunicarnos, Ben? ¿A cuánto estamos de Vesta? Podrían llegar aquí sin mucha demora. Es la base más grande del cinturón de asteroides. Estes negó con la cabeza. –No sé dónde está Vesta ahora. El ordenador también se ha estropeado. –¡Cielos! ¿Queda algo operable? –El sistema de aire funciona. El purificador de agua también. Tenemos bastante energía y alimentos. Podemos durar dos semanas, tal vez más. Se hizo un silencio. –Mira –dijo Funarelli al cabo de un rato–. Aunque no sepamos dónde está Vesta, sabemos que se encuentra a unos cuantos millones de kilómetros. Si lanzamos una señal, podrían mandar una nave robot al cabo de una semana. –Una nave robot, claro –repitió Estes. Eso era fácil. Una nave no tripulada podía alcanzar niveles de aceleración que el cuerpo humano no resistiría. Podía efectuar viajes en un tercio del tiempo. Funarelli cerró los ojos, como bloqueando el dolor.

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–No te burles de la nave robot. Podría traernos vituallas de emergencia y a bordo llevaría material que podríamos usar para instalar un sistema de comunicaciones. Podríamos resistir hasta que llegaran a rescatarnos. Estes se sentó en la otra litera. –No me burlaba. Sólo pensaba que no hay modo de enviar una señal. Ni siquiera podemos gritar. El vacío del espacio no transmite el sonido. –No puedo creer que no se te ocurra nada –rezongó Funarelli-. Nuestras vidas dependen de ello. –Quizás hasta la vida de la humanidad dependa de ello, pero no se me ocurre nada. ¿Por qué no piensas tú? Funarelli gruñó al mover las caderas. Se sujetó a las agarraderas de la pared próxima a la litera y se puso de pie. Se me ocurre una cosa. ¿Por qué no apagas los motores de gravedad, y así, ahorramos energía y forzamos menos los músculos? –Buena idea –murmuró Estes. Se levantó, fue al panel de los controles y cortó la gravedad. Funarelli flotó hacia arriba, emitiendo un suspiro. –¿Por qué esos idiotas son incapaces de encontrar el agujero negro? –protestó. –¿Cómo lo encontramos nosotros? No hay otro modo. Sus efectos no son llamativos. –Todavía me duele –se quejó Funarelli– incluso sin gravedad. Bueno, si me sigue doliendo así, no lo lamentaré tanto cuando llegue el momento de tomar las píldoras. ¿Hay algún modo de lograr que el agujero negro aumente su actividad?

Fin de la primera parte de “Anticuado”. Pide que hagan equipos y charlen acerca de un final alternativo; escuchen sus comentarios. Recuerda que mañana leerán el final.

Cierre

Pregunta a los jóvenes ¿qué opinan del ingenio y la imaginación de Isaac Asimov? ¿Consideran que algunas de sus ideas siguen vigentes, pueden ser útiles para recrearse e imaginar? Escucha sus comentarios.

Comenta que revisen sus apuntes de lo escrito durante el taller, mañana harán una tertulia científica y conocerán el final del cuento. Para ello, pide que lleven objetos que puedan servir como decoración para charlar de ciencia, como batas, guantes, matraces, lentes, telescopios, microscopios, cascos… Se trata de jugar con lo que tengan en casa, no que compren nada nuevo.

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Sesión 5. Tertulia científica

Al iniciar la sesión, pregunta a los participantes si recuerdan en qué se quedó el cuento de ayer. Escúchalos y continúen la lectura.

Actividad de lectura. Final del cuento “Anticuado”

–Si uno de esos trozos de roca cayera en el agujero, lanzaría un destello de rayos X. –¿Lo detectarían en Vesta? Estes negó con la cabeza. -Lo dudo. No están buscando nada parecido. Pero sin duda lo detectarían en la Tierra. Algunas estaciones espaciales vigilan el cielo constantemente para verificar si hay cambios de radiación. Detectan destellos increíblemente pequeños. -De acuerdo, Ben, no me importaría poner sobre aviso a la Tierra. Enviarían un mensaje a Vesta para que investigara. Los rayos X tardarían quince minutos en llegar a la Tierra y las ondas de radio tardarían otros quince en llegar a Vesta. -¿Y entre tanto? Los receptores pueden registrar automáticamente un estallido de rayos X en tal dirección, pero, ¿quién sabrá de dónde proceden? Podrían venir de una galaxia distante que se encontrase en esta dirección. Un técnico notará el cambio y estará alerta a nuevos estallidos en el mismo lugar, pero no habrá ningún otro y le restará importancia. Además, no va a suceder, Harvey. Sin duda hubo muchos rayos X cuando el agujero negro destruyó ese asteroide con su efecto de marejada, pero eso pudo ocurrir hace miles de años, cuando no había nadie que pudiera verlo. Actualmente las órbitas de esos fragmentos deben de ser bastante estables. -Si tuviéramos los cohetes… -Déjame adivinarlo. Podríamos conducir la nave hacia el agujero negro y utilizar nuestra muerte para enviar un mensaje. Eso tampoco funcionaría. Seguiría siendo una pulsación de cualquier parte. -No era eso lo que pensaba –protestó Funarelli-. No tengo interés en morir heroicamente. Pensaba en que tenemos tres motores. Si pudiéramos sujetarlos a tres rocas de buen tamaño y enviarlas de una en una al agujero, se producirían tres estallidos de rayos X y, si los lanzáramos con un día de diferencia, la fuente se detectaría perfectamente entre las estrellas. Eso sería interesante, ¿no? Los técnicos lo captarían de inmediato, ¿verdad? -Tal vez. De todos modos, no tenemos cohetes y no podemos sujetarlos a las rocas aunque… -Estes se calló de pronto. Luego, añadió, con la voz alterada-: Me pregunto si los trajes espaciales están intactos. -¡Las radios de los trajes! –exclamó Funarelli. -Qué va, sólo llegan a pocos kilómetros. Estoy pensando en otra cosa. Estoy pensando en salir. –Abrió el armario de los trajes-. Parecen estar en buen estado. -¿Para qué quieres salir?

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-Quizá no tengamos cohetes, pero aún tenemos músculos. Al menos yo. ¿Crees que podrías arrojar una piedra? Funarelli intentó mover el brazo y una expresión de dolor le cruzó el semblante. -¿Puedo saltar al Sol? –se lamentó. -Pues yo saldré a arrojar unas cuantas… El traje parece estar en buenas condiciones. Quizá pueda echar unas cuantas en el agujero. Espero que funcione la burbuja de aire. -¿Tenemos aire suficiente? –se alarmó Funarelli, con inquietud. -¿Tendrá eso importancia dentro de dos semanas? –replicó Estes, con aire cansado. Todo astrominero debe salir de la nave en ocasiones: para efectuar reparaciones, o para recoger un trozo de material. Por lo general, se trata de un momento emocionante, ya que al menos supone un cambio. Estes no sentía mucha emoción, solo una gran angustia. Era una idea tan primitiva que le daba vergüenza. Morir ya era bastante malo, pero morir como un tonto era peor. Se encontró en la negrura del espacio, con las estrellas rutilantes que había visto cien veces; pero con la diferencia de que, bajo el reflejo tenue del pequeño y lejano Sol, estaba también el fulgor opaco de cientos de trozos de roca que en otro tiempo debieron de formar parte de un asteroide y en ese momento componían una especie de pequeño anillo de Saturno en torno de un agujero negro. Las rocas parecían inmóviles, pues se desplazaban junto con la nave. Estes evaluó la dirección en que giraban los astros y supo que la nave y las rocas se desplazaban en dirección contraria. Si podía arrojar una piedra en la dirección del movimiento de las estrellas, neutralizaría parte de la velocidad de la piedra en relación con el agujero negro. Si neutralizaba poca velocidad o si neutralizaba demasiada, la piedra caería hacia el agujero, lo rozaría y regresaría al punto de partida; si neutralizaba la suficiente velocidad, se aproximaría hasta ser pulverizada por el efecto de la marejada, y los granos de polvo perderían celeridad y caerían en espiral hacia el agujero, liberando rayos X. Utilizó su red de acero de tantalio para recoger piedras, escogiéndolas del tamaño de un puño. Agradeció que los trajes modernos permitieran plena libertad de movimientos y no fueran ataúdes, como los de los primeros astronautas que llegaron a la Luna más de un siglo atrás. Una vez que tuvo suficientes piedras, arrojó una y vio su brillo trémulo y cómo se desvanecía en la luz solar mientras caía hacia el agujero. Aguardó, pero no pasó nada. No sabía cuánto tardaría en caer en el agujero negro, suponiendo que cayera allí, pero contó hasta seiscientos y arrojó otra. Una y otra vez repitió la operación, con una enorme paciencia nacida del temor a la muerte, y al fin se vio un repentino resplandor en la dirección del agujero negro: luz visible y un estallido de radiación de alta energía que sin duda incluía rayos X. Tuvo que parar a recoger más piedras, y luego consiguió ya el adecuado cálculo de la distancia. Estaba acertando casi siempre. Se orientó de tal modo que el tenue destello del agujero negro se pudiera ver por encima de la nave. Ésa era una relación que no cambiaba mientras la nave giraba sobre su eje. Notó que acertaba casi siempre. Aquél agujero negro debía de ser mayor de lo que él creía y engullía a su presa desde una mayor distancia. Eso lo hacía más peligroso, pero aumentaba las probabilidades de que los rescataran.

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Regresó a la cámara de presión y entró en la nave. Tenía los huesos molidos y le dolía el hombro derecho. Funarelli lo ayudó a quitarse el traje. –Ha sido sensacional. Estuviste arrojando piedras al agujero negro. Estes asintió con la cabeza. –Si, y espero que mi traje haya detenido los rayos X. No quiero morir envenenado por la radiación. –Se verá esto en la Tierra, ¿verdad? –Sin duda, pero quién sabe si le prestarán atención. Lo registrarán y se preguntarán qué es; pero, ¿qué los hará venir a echar un vistazo? Tengo qué pensar en algo que los haga venir, en cuanto haya descansado un poco. Una hora después, se puso otro traje espacial. No tenía tiempo para esperar a que las baterías solares del primero se recargaran. –Espero no haber perdido la puntería –dijo–. Salió de nuevo, y resultó evidente que, aún concediendo un mayor margen en cuanto a velocidad y dirección, el agujero negro seguía engullendo las piedras que se le acercaban. Estes recogió tantas piedras como pudo y las dejó cuidadosamente en una hendidura del casco de la nave. No se quedaban allí, pero se desplazaban con suma lentitud y, cuando Estes hubo apilado todas las que pudo, las que estaban allí al principio no se habían dispersado más que bolas en una mesa de billar. Luego, las arrojó, tenso al principio, pero con creciente confianza, y el agujero negro centelleó una y otra vez. Le pareció que era cada vez más fácil acertar en el blanco, que el agujero negro crecía con cada impacto y pronto los devoraría con sus fauces insaciables. Era sólo su imaginación, desde luego. Finalmente, se le acabaron las piedras, aunque de todos modos no hubiera podido arrojar más. Tenía la sensación de haberse pasado allí horas enteras. Cuando estuvo de regreso en la nave, Funarelli lo ayudó a quitarse el casco. –Es todo –dijo Estes–. No puedo hacer más. –Provocaste bastantes destellos –lo animó Funarelli. –Muchísimos, y sin duda los registrarán. Ahora tendremos que aguardar. Tienen que venir. Funarelli lo ayudó a quitarse el resto del traje a pesar del dolor. Luego, se quedó de pie, gruñendo y jadeando. –¿De veras crees que vendrán, Ben? –Yo creo que sí –respondió Estes, como si pudiera forzar los hechos por la mera fuerza del deseo–. Tienen que venir. –¿Por qué dices que tienen qué venir? –preguntó Funarelli, en el tono de alguien que desea aferrarse a una esperanza, pero no se atreve. –Porque me he comunicado. Somos no solo los primeros que se topan con un agujero negro, sino los primeros que lo usan para comunicarse. Somos los primeros en usar el sistema de comunicación más avanzado del futuro, el que podría enviar mensajes de una estrella a otra y de una galaxia a otra, y que también podría ser la máxima fuente de energía… -resollaba, y parecía fuera de sí. –¿De qué estás hablando? –He tirado las piedras con un ritmo concreto, Harvey, y los estallidos de rayos X surgieron a ese mismo ritmo: tres destellos consecutivos, una pausa, tres destellos espaciados, otra pausa y otros tres parpadeos consecutivos; y así sucesivamente. –¿Y?

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–Es anticuado, muy anticuado, pero es algo que todos recuerdan de los tiempos en que la gente se comunicaba usando cables por donde circulaba corriente eléctrica. –¿Te refieres al fotógrafo…, perdón, al fonógrafo? –El telégrafo, Harvey. Esos destellos que produje se registrarán y la primera vez que alguien mire ese registro se armará un revuelo. No sólo detectarán una fuente de rayos X, sino una fuente de rayos X moviéndose lentamente contra las estrellas, lo que será indicio de que se produce en nuestro sistema solar. Pero además verán una fuente de rayos X que una y otra y otra vez produce la señal de S.O.S. Y, si una fuente de rayos X grita pidiendo socorro, sin duda vendrán a toda prisa… al menos… para ver qué… hay… Se quedó dormido. Cinco días después llegó una nave robot. Al concluir el cuento, escucha sus comentarios. Tertulia científica Pide que se sienten cómodamente, formando un círculo. Imaginarán que están dentro de un laboratorio; pide que expongan sus ideas, basándose en las preguntas y respuestas que hicieron durante el taller. Pueden representarlas, disfrazándose de científicos: con batas, guantes y lentes. Anímalos a exponer, ya que tienen bastantes elementos y apuntes de lo visto a lo largo de la semana, para responder algunas de las siguientes preguntas: ¿Cómo podría ser el mundo futuro? ¿Qué más puedo aprender, gracias a los libros y las computadoras? ¿Hay que usar la ciencia y la tecnología con prudencia? ¿Ideas clave, sobre el aprendizaje en los libros y las computadoras? ¿Para qué podrían servirnos los robots; cómo serían los robots a la mexicana? ¿Cómo sería una misión al espacio? ¿Para qué puede servirnos la tecnología, si se descuida la humanidad? ¿Cómo podría contribuir la tecnología para mejorar nuestras condiciones de vida actuales y la vida en el planeta Tierra? Pueden presentar también su modelo de robot creado por equipos con material de reúso. Procura crear un clima de confianza y anímalos para que se diviertan jugando y reflexionando en la tertulia científica. Si disponen de una computadora, pueden usar Internet y videos para enriquecer la tertulia; o incluso pueden grabarse y subir sus respuestas a sus redes sociales, para compartirlas. Cierre Invítalos a conocer más de la obra de Isaac Asimov y compartan algunas de sus frases o textos en sus redes sociales. Otras tres novelas muy recomendables son Viaje fantástico, Fundación, y El fin de la Eternidad. Comenta que es considerado, junto con Robert A. Heinlein y Arthur C. Clarke, uno de “los tres grandes” escritores de ciencia ficción. En 1981, se nombró al Asteroide 5020 “Asimov” en su honor. Agradece a los usuarios su participación y curiosidad y comenta que la biblioteca pública es un espacio para reflexionar sobre la tecnología; divertirse imaginando con los libros; y un lugar de encuentro muy importante para aprender a aprender.

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BIBLIOGRAFIA. Asimov, Isaac, Cuentos completos I, Ediciones B, 2005. Asimov, Isaac, Fundación. 2005, Debolsillo, 2003, 259 pp. Asimov, Isaac, Sueños de robot, Debolsillo, 2004, 435 pp. Asimov, Isaac, Viaje alucinante, Debolsillo, 2003, 240 pp. Asimov, Isaac, Yo, robot, Debolsillo, 2003. Asimov, Isaac, Momentos estelares de la ciencia, 2010. Asimov, Isaac, Cuentos completos 2. México, Zeta Bolsillo, 2005, 731 pp. Asimov, Isaac, Lucky Starr, El Ranger del espacio. España, Bruguera Todolibro, 1984. Referencias electrónicas Isaac Asimov – Asnos Estúpidos Subido por Hermógenes Rivas. Duración 3:07 Publicado el 3 de febrero de 2016 https://www.youtube.com/watch?v=q_dNn-4-Mgo Isaac Asimov: Ciencia y Belleza Subido por Homínido Adogmático Duración 7:08 Publicado el 30 de mayo de 2011 https://www.youtube.com/watch?v=SX-LexiN8wg Isaac Asimov previendo el impacto de internet. Subido por Verónica Vera. Publicado el 11 de octubre de 2010. Duración 7:54 https://www.youtube.com/results?&search_query=isaac+asimov+previendo+el+impacto+de+internet TOP 10 ROBOTS HUMANOIDES MÁS AVANZADOS DEL MUNDO Subido por DRAKOTAKO CHANNEL el 24 de Julio de 2015 Duración 13:54 https://www.youtube.com/watch?v=FZ3t20aYBpg StarTrek (Main Theme/ Alternate Version) Subido el 27 de abril de 2010 por Jason Legget Duración 3:46 (Tema compuesto por Alexander Courage). https://www.youtube.com/watch?v=CTVNPmD3Nb8 Star Trek Theme ° Jerry Goldsmith Publicado el 14 de Abril de 2014 por HD Film Tributes Duración 3:17 https://www.youtube.com/watch?v=zI9YYe-jgHI http://www.abc.es/ciencia/20140808/abci-como-imaginaban-futuro-hace-siglo-201408071705_1.html http://jus.com.mx/revista/el-aporte-de-la-ciencia-ficcion/ https://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Asimov https://es.wikipedia.org/wiki/Pulp_(literatura) http://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/asimov.htm https://es.wikipedia.org/wiki/Asimov's_Science_Fiction https://www.papelenblanco.com/metacritica/que-manias-tienen-los-escritores http://kerchak.com/ciencia-y-belleza-isaac-asimov/ http://www.librosmaravillosos.com/momentosestelaresdelaciencia/pdf/momentosestelaresdelaciencia%20-%20Isaac%20Asimov.pdf https://es.wikipedia.org/wiki/Tres_leyes_de_la_rob%C3%B3tica http://antropicos.blogspot.mx/2013/10/asimov-y-star-trek.html

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http://jus.com.mx/revista/el-aporte-de-la-ciencia-ficcion/ https://www.guioteca.com/literatura-fantastica/el-sorprendente-universo-de-los-robots-creados-por-isaac-asimov/ TEXTOS EN PDF “Cuánto se divertían!” https://docs.google.com/document/d/1_vaXqVwmpBRZrnd7drXjO1mQgGmBxg5B8FhuzrFZ9Wk/edit “Early Asimov” en pdf: (Nota: los cuentos están en español): Incluye La amenaza de Calixto, Cronogato y El sentido secreto. http://laprensadelazonaoeste.com/LIBROS/Letra.A/A/Asimov,%20Isaac%20-%20Early%20Asimov.pdf El hombre bicentenario y otros cuentos. Incluye: El hombre bicentenario, La clave, Padre fundador, Aniversario, Cómo ocurrió, Lenny, Lluvia, lluvia, vete lejos; Luz estelar; Necrológica; Razón; La última pregunta; los ojos hacen algo más que ver. http://bdigital.binal.ac.pa/VALENZANI%20POR%20ORGANIZAR/ORDENADO../1OTROS%20DOCUMENTOS/ASIMOV,%20Isaac%20%5BBiblioteca%5D/6%20-%20ISAAC%20ASIMOV-PDF/Isaac%20Asimov%20-%20(varios%20cuentos)%20Varias%20Historias.pdf “Robbie” 14 cuartillas. http://www.ieslaaldea.com/documentos/doculengua/relatosrobot.pdf Sueños de robot.. Incluye: El pequeño robot perdido, Sueños de robot; La máquina que ganó la guerra, Amor verdadero. http://laprensadelazonaoeste.com/LIBROS/Letra.A/A/Asimov,%20Isaac%20-%20Suenos%20de%20Robot.pdf VIDEOS RECOMENDADOS Columbus, Chris. El hombre bicentenario. (Bicentennial man). Distribuida por Columbia Pictures. Estados Unidos, Alemania. 1999. Ciencia ficción. Duración 132 minutos. Con Robin Williams, Sam Neill, Oliver Platt, y Kiersten Warren. Proyas, Alex. Yo, robot. (I, robot). Distribuida por 20th Century Fox. Estados Unidos, 2004. Ciencia ficción. Duración 115 minutos. Con Will Smith y Bridget Moynahan