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José García Cano
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El último tesoro del castillo de Consuegra
(ó cómo los balcones del palacio prioral aparecieron en el aljibe)
Con este título,
pretendemos
recuperar una historia
ocurrida en
Consuegra, hace 200
años, y que recupera,
una vez más, aquella
trágica época de la
Guerra de la
Independencia. Las consecuencias de aquellos actos, todavía
perduran en nuestra ciudad, y no hay más que recordar, la pérdida de
algunos monumentos emblemáticos para Consuegra (parroquia,
palacio, hospital, el aula de gramática…) o la desaparición de los
archivos parroquiales y sanjuanista, con los que desapareció una parte
de nuestra historia.
En 1815, cuando ya Consuegra había sido liberada de manos
francesas desde hacía 3 años, nuestros vecinos se intentaban
recuperar de aquella crisis, que afectó a todos los sectores económicos
de la población. Gracias a un documento conservado en el Archivo del
Palacio Real de Madrid, conocemos los sucedido a tres
consaburenses, llamados Vicente, Alfonso y Julián Francisco López-
Aparicio, posiblemente hermanos, los cuales se encontraban en el
castillo de Consuegra, intentando extraer algunos ladrillos con un fin
que desconocemos, quizá utilizarlos como material de construcción
reciclado en otras obras ó reformas. En esos años, nuestro castillo se
encontraba sin ningún uso, había sido utilizado por el ejército francés
como cuartel y almacén, y achacaba el grave deterioro que sucesivos
ataques y bombardeos le habían producido. Desde 1785, la ermita del
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castillo estaba vacía. Su más importante inquilina, nuestra querida
Virgen de la Blanca, patrona de Consuegra, había sido bajada a la
primitiva parroquia de Santa María la Mayor, donde
desgraciadamente desaparecería bajo el fuego, la noche del 22 de
febrero de 1809. Nadie vivía ya en el castillo, y la figura del castillero
se mantenía
de alguna
manera, en la
figura de José
Gómez Lobo,
funcionario
de la orden de
San Juan, y al
que considero
último
castillero del
castillo de Consuegra, porque fue la persona a la que administración
sanjuanista, encomendó la vigilancia de las ruinas del castillo y de los
restos de la iglesia de Santa María y palacio prioral, pastos ambos de
las llamas. Nadie subía ya a misa al castillo, ni se bajaba en procesión
ó rogativas a la Virgen. Aquella mole de piedra, antaño sede del
Priorato de Castilla, mantenedor del riquísimo archivo de la orden, se
encontraba sin uso, prácticamente desmoronado.
En aquellas circunstancias, a uno de nuestros tres paisanos,
mientras trabajaban, se le cayó el azadón al aljibe del castillo, el cual
tenía bastante agua, aproximadamente unas 5 ó 6 varas de
profundidad (entre 4,15 y 5 metros). Fue entonces, cuando al ir a
buscar el azadón en el interior del aljibe, notaron que en el fondo del
mismo, había un cajón grande, así como otros efectos de bastante
peso, que quizá podrían haber echado allí los franceses, tiempo atrás.
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Fue entonces cuando la imaginación se disparó. Se pensó que
podría haber allí algún cofre con alhajas que los franceses hubieran
ocultado. Quién sabe si un valioso tesoro. Inmediatamente, los
López-Aparicio contactaron con el administrador de tercias de
Consuegra, don Sinforiano Vélez y Medrano, para pedirle permiso
para desagüar el aljibe y comprobar lo que allí había escondido, y
confirmar –quien sabe-, si podría tratarse de objetos de valor o de un
importante tesoro. El administrador Vélez, comunica acto seguido a
las instancias superiores de la orden en Madrid esta petición, que fue
contestada por el Ilmo. Sr., Antonio María Izquierdo, el cual, en
nombre de S. A., autoriza a que se haga el desagüe solicitado, pero
con presencia de persona de confianza del administrador de rentas.
Finalmente, el 30 de enero de 1816, después de varias horas de
trabajo en el aljibe, y después de haber sacado muchas piedras y
mucha broza, los citados Vicente, Alfonso y Julián, consiguen hallar
diferentes objetos en la parte inferior del aljibe; objetos, que
desgraciadamente, no podemos calificar de tesoro, porque su valor
fue mucho menor de lo que todos esperaban. Allí no había alhajas, ni
plata, ni monedas, ni aljófar; eran objetos de mucho menos valor. La
relación declarada de elementos encontrados en el aljibe fue la
siguiente:
-3 soleras de balcón procedentes del palacio prioral. -3 cubos útiles -4 cántaros de barro -5 clavos -1 sable partido
Es curioso cómo se encontraron algunas piezas de los balcones
del palacio prioral ubicado en el centro de la población de Consuegra,
en el fondo del aljibe. Sabemos por otros documentos, que algunas
piezas de madera, hierro y otros materiales fueron subidos desde la
población al castillo en tiempo de la dominación francesa.
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Se ordenó que todos estos objetos se custodiaran en la casa
tercia. Posteriormente, según oficio de fecha 6 de febrero de 1816, se
indica que todo lo encontrado se entregase a las personas que lo
habían desagüado, imaginamos que como pago al trabajo realizado.
Y este será el triste desenlace de aquél episodio, en el cual no
aparecieron ni tesoros, ni monedas… y que dejó a nuestros vecinos,
los López-Aparicio, con la ilusión perdida de haber encontrado el que
quizá hubiera sido el último tesoro del castillo de Consuegra. Aunque
quien sabe, quizá ese último tesoro, siga todavía allá arriba, oculto,
esperando a ser descubierto…
José García Cano 10/03/2016
Fuentes:
-Archivo del Palacio Real de Madrid. Fondo del Infante don Gabriel de Borbón. Sección
Secretaría, legajo 110.
-Archivo del Palacio Real de Madrid. Fondo del Infante don Gabriel de Borbón. Sección
Secretaria, legajo 125.
Vista frontal del Palacio Prioral de Consuegra. Cuarto conocido
como “el cuarto del balcón” frente al patio de abajo
Otro de los balcones del palacio, mirando hacia el sur, y que daba directamente a la iglesia de Santa María y posiblemente alguno de los que aparecieron en el aljibe del castillo. Por él, el
Prior don Juan José de Austria escuchaba misa desde su cuarto