el túmulo funerario neolítico de san quílez. san martín ... · originales en el cuarto milenio...

24
A finales de junio y principios de julio de 2007 hemos procedido a la excavación, y primera valo- ración del lugar funerario de San Quílez, situado en la localidad de San Martín Zar (Condado de Treviño): se trata de un túmulo de mediana enver- gadura que acogía restos parciales de varias inhumaciones y un muy reducido número de ele- mentos de ajuar. No se han descrito en el área ver- daderos megalitos, a pesar de ser un territorio intermedio entre la Rioja y la Llanada alavesa, regiones ambas con dólmenes de gran dimen- sión, por lo que el yacimiento llena parcialmente, y MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 59 133-156 SAN SEBASTIÁN 2008 ISSN 1132-2217 Recibido: 2008-07-03 Aceptado: 2008-11-10 El túmulo funerario Neolítico de San Quílez. San Martín Zar – Treviño: un dispositivo y unos ritos originales en el cuarto milenio a. C. The Neolithic funerary tumulus of San Quílez. San Martín Zar - Treviño. An original deposit and rites in the fourth millennium BC. RESUMEN Se presentan los resultados preliminares fruto de la excavación arqueológica llevada a cabo en el túmulo funerario de San Quílez, situa- do en la localidad de San Martín Zar, Treviño. A partir del trabajo de campo se definió la estructura del túmulo, conformada por bloques de pequeño tamaño y de marcada diferencia con respecto a los depósitos funerarios de los territorios colindantes (La Llanada alavesa y La Rioja). Asimismo, se recuperaron restos parciales de varias inhumaciones y un reducido número de elementos de ajuar, que a partir de su tipología y a la espera de las dataciones radiocarbónicas, nos han permitido situar provisionalmente el conjunto a finales del IV milenio a. C. A partir de los datos disponibles presentamos una interpretación del dispositivo funerario, entendiéndolo como un enterramiento secundario que llena el vacío documental existente con respecto a este tipo manifestación arqueológica en la zona. ABSTRACT We present the preliminary results of the archaeological excavation carried out at the funerary tumulus of San Quílez, located in San Martín Zar, Treviño. The structure of the tumulus was defined during field work. It consists of small blocks, quite different from burial deposits from other near territories (La Llanada alavesa and La Rioja). Also, the partial remains of several burials were retrieved as well as a small number of funerary elements, which according to their typology and waiting for the radiocarbon results, allow us to locate the assemblage by the end of the IVth millennium BC. From the available data we present an interpretation of the funerary deposit. We understand it as a secondary burial, which results a new type of archaeological manifestation in the region. LABURPENA Trebiñuko Sanmartinzar herriko San Quilezko hileta-tumuluetan egindako indusketa arkeologikoaren atariko emaitzak aurkezten ditugu. Landa-lanaren ondorioz, neurri txikiko blokeek osatzen duten tumuluaren egitura definitu ahal izan zen. Hileta-tumulu haien egiturak eta inguru- ko lurretako (Arabako Lautada eta Errioxa) hileta-tumuluenak oso desberdinak dira. Halaber, zenbait ehorzketatako hondakinak eta etxeko hor- nidura gutxi batzuk ere berreskuratu ziren. Aurkikuntza horien tipologia kontuan hartuta, tumulua K.a. IV. milurtekoaren amaierakoa da. Hala ere, datazio erradiokarbonikoen zain gaude oraindik. Eskura ditugun datuak abiapuntutzat hartuta, hileta-tumuluaren interpretazioa egin dugu. Gure ustez, bigarren mailako ehorzketa da, eta ingurune horretako mota horretako agerpen arkeologikoen hutsune dokumentala betetzen du. Alfonso ALDAY (1) , Estibaliz GUNDÍN (2) , Judith LÓPEZ DE HEREDIA (2) , Adriana SOTO (3) , Andoni TARRIÑO (4) PALABRAS CLAVES: Megalitismo, Inhumación, Neolítico, Treviño. KEY WORDS: Megalithic, Burial, Neolithic, Treviño. GAKO-HITZAK: Megalitismoa, ehorzketa, Neolitoa, Trebiñu. (1) Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la U.P.V.-E.H.U. Facultad de Letras. Paseo de Las Universidades s/n. 01006, Vitoria-Gasteiz. [email protected] El trabajo de campo y la investigación en general participa de los criterios del Grupo de Investigación Consolidado y Alto Rendimiento en Prehistoria (GIU 06/55) de la Universidad del País Vasco y del proyecto Unidades regionales del Paleolítico Superior a comienzos del Neolítico en el Pirineo occidental y aledaños: entidades del paisaje y comportamientos industriales y simbólicos del Ministerio de Educación. (2) Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la U.P.V.-E.H.U. (3) Becaria FPI del Gobierno Vasco, Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la U.P.V.- E.H.U. (4) Investigador del CENIEH Avda. de la Paz, 28 Entreplanta, 09004.

Upload: doanh

Post on 11-Oct-2018

217 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

A finales de junio y principios de julio de 2007hemos procedido a la excavación, y primera valo-ración del lugar funerario de San Quílez, situadoen la localidad de San Martín Zar (Condado deTreviño): se trata de un túmulo de mediana enver-gadura que acogía restos parciales de varias

inhumaciones y un muy reducido número de ele-mentos de ajuar. No se han descrito en el área ver-daderos megalitos, a pesar de ser un territoriointermedio entre la Rioja y la Llanada alavesa,regiones ambas con dólmenes de gran dimen-sión, por lo que el yacimiento llena parcialmente, y

MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 59 133-156 SAN SEBASTIÁN 2008 ISSN 1132-2217

Recibido: 2008-07-03Aceptado: 2008-11-10

El túmulo funerario Neolítico de San Quílez. San Martín Zar – Treviño: un dispositivo y unos ritos

originales en el cuarto milenio a. C.

The Neolithic funerary tumulus of San Quílez. San Martín Zar - Treviño. An original deposit and rites in the fourth millennium BC.

RESUMEN

Se presentan los resultados preliminares fruto de la excavación arqueológica llevada a cabo en el túmulo funerario de San Quílez, situa-do en la localidad de San Martín Zar, Treviño. A partir del trabajo de campo se definió la estructura del túmulo, conformada por bloques depequeño tamaño y de marcada diferencia con respecto a los depósitos funerarios de los territorios colindantes (La Llanada alavesa y LaRioja). Asimismo, se recuperaron restos parciales de varias inhumaciones y un reducido número de elementos de ajuar, que a partir de sutipología y a la espera de las dataciones radiocarbónicas, nos han permitido situar provisionalmente el conjunto a finales del IV milenio a. C.A partir de los datos disponibles presentamos una interpretación del dispositivo funerario, entendiéndolo como un enterramiento secundarioque llena el vacío documental existente con respecto a este tipo manifestación arqueológica en la zona.

ABSTRACT

We present the preliminary results of the archaeological excavation carried out at the funerary tumulus of San Quílez, located in San MartínZar, Treviño. The structure of the tumulus was defined during field work. It consists of small blocks, quite different from burial deposits fromother near territories (La Llanada alavesa and La Rioja). Also, the partial remains of several burials were retrieved as well as a small numberof funerary elements, which according to their typology and waiting for the radiocarbon results, allow us to locate the assemblage by the endof the IVth millennium BC. From the available data we present an interpretation of the funerary deposit. We understand it as a secondary burial,which results a new type of archaeological manifestation in the region.

LABURPENA

Trebiñuko Sanmartinzar herriko San Quilezko hileta-tumuluetan egindako indusketa arkeologikoaren atariko emaitzak aurkezten ditugu.Landa-lanaren ondorioz, neurri txikiko blokeek osatzen duten tumuluaren egitura definitu ahal izan zen. Hileta-tumulu haien egiturak eta inguru-ko lurretako (Arabako Lautada eta Errioxa) hileta-tumuluenak oso desberdinak dira. Halaber, zenbait ehorzketatako hondakinak eta etxeko hor-nidura gutxi batzuk ere berreskuratu ziren. Aurkikuntza horien tipologia kontuan hartuta, tumulua K.a. IV. milurtekoaren amaierakoa da. Hala ere,datazio erradiokarbonikoen zain gaude oraindik. Eskura ditugun datuak abiapuntutzat hartuta, hileta-tumuluaren interpretazioa egin dugu. Gureustez, bigarren mailako ehorzketa da, eta ingurune horretako mota horretako agerpen arkeologikoen hutsune dokumentala betetzen du.

Alfonso ALDAY(1), Estibaliz GUNDÍN(2), Judith LÓPEZ DE HEREDIA(2), Adriana SOTO(3), Andoni TARRIÑO(4)

PALABRAS CLAVES: Megalitismo, Inhumación, Neolítico, Treviño.KEY WORDS: Megalithic, Burial, Neolithic, Treviño.GAKO-HITZAK: Megalitismoa, ehorzketa, Neolitoa, Trebiñu.

(1) Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la U.P.V.-E.H.U. Facultad de Letras. Paseo de Las Universidades s/n. 01006,Vitoria-Gasteiz. [email protected] El trabajo de campo y la investigación en general participa de los criterios del Grupo de InvestigaciónConsolidado y Alto Rendimiento en Prehistoria (GIU 06/55) de la Universidad del País Vasco y del proyecto Unidades regionales delPaleolítico Superior a comienzos del Neolítico en el Pirineo occidental y aledaños: entidades del paisaje y comportamientos industriales ysimbólicos del Ministerio de Educación. (2) Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la U.P.V.-E.H.U.(3) Becaria FPI del Gobierno Vasco, Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la U.P.V.- E.H.U.(4) Investigador del CENIEH Avda. de la Paz, 28 Entreplanta, 09004.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 16:01 Página 133

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

con sus matices, un vacío documental hasta ahorano explicado. Junto a ello sospechamos, comorazonaremos en el texto, que los ritos seguidos enel dispositivo funerario no dejan de ser originalespor cuanto se salen de la norma de lo previsto enlos documentos contemporáneos. A falta de valo-raciones radiocronológicas directas considera-mos, según el escaso ajuar recuperado, que elrecinto se ubica a finales del cuarto milenio a.C.

1. CIRCUNSTANCIAS DEL HALLAZGO Y OBJETIVOS

La noticia del hallazgo nos fue facilitada por T.Urigoitia, quien junto a J. A. Madinaveitia reconocióel sitio por primera vez, mostrándonos su ubica-ción tiempo después. La recogida de unos pocosfragmentos óseos de apariencia humana permitíansospechar que estábamos ante un yacimientoarqueológico funerario, de tipología “anómala”para lo común en la región: no obstante el descu-brimiento posterior, en visitas de control sobre ellugar, de alguna pieza lítica tallada nos permitíarelacionarlo con el bien conocido fenómeno mega-lítico, dado que tales elementos son relativamenteabundantes en las fases antiguas del mismo.

El túmulo estaba cortado por un camino deparcelaria, que, por informaciones orales, sabe-mos existía desde mediados del siglo pasado,pero que ha ido sufriendo diversos ensanchamien-tos, razón del hallazgo de los restos humanos. Enesta situación, uno de los primeros objetivos denuestra intervención buscaba la salvaguarda delos materiales arqueológicos que se recogíansobre el perfil del túmulo, el cual, en lógica, se ibadeteriorando paulatinamente a lo largo de losinviernos.

Por otra parte, dado que la tipología de losobjetos rescatados nos hacía sospechar en unacronología neolítica, un segundo objetivo buscabala concreción del dispositivo funerario, que a prio-ri, se nos aventuraba como atípico. Su correctadescripción y compresión era un deber necesario,más dada su excepcionalidad en el contexto en elque se enclava. Queremos recordar que el valle enel que se asienta el monumento, el del Río Rojo, fueintensamente prospectado en la década de los 80del pasado siglo, localizándose un buen númerode agregados prehistóricos: rebasan el centenar,que se concibieron unos como poblados, otroscomo talleres, y no faltaban hallazgos sueltos vin-culados a explotaciones del sílex de “Treviño”(FERREIRA et alii, 1990). Sin embargo entre la

abundante documentación no se reconoció ningu-no con carácter funerario. El túmulo de San Quíleznos abre, entonces y por primera vez, las puertashacia la compresión, en un valle bien poblado entiempos holocénicos, de los sistemas de enterra-miento seguidos.

Por último, y como es lógico en toda actuaciónarqueológica, la intervención buscaba también,mediante la clasificación de los artefactos y lasvaloraciones de cronología absoluta, aún por tasar,su inserción en el denso entramado prehistóricoreconocido en la zona. Y más en concreto, la com-prensión de su razón de ser que, como deducire-mos desde varias perspectivas, parece va mas alládel mero alojamiento de unos cuerpos humanospara adquirir un valor simbólico de cierto interés.

2. SITUACIÓN GEOGRÁFICA Y DESCRIPCIÓNDEL YACIMIENTO

El yacimiento funerario de San Quílez se tratade un pequeño túmulo situado en el arranquedel valle del Río Rojo, entidad geográfica que,en su cabecera alta y media, pertenece admi-nistrativamente al ayuntamiento de Treviño.Concretamente, el terreno donde se ubica seadscribe al pequeño núcleo rural de San MartínZar, muy cercano, a unos 700 metros, del deArana (también del mismo ayuntamiento). Suscoordenadas geográficas son: 30T 05232124727227 a 705 m.s.n.m. (mapa 1).

Desde el punto de vista geológico, nossituamos al sur de la Cuenca Vasco –Cantábrica, más detalladamente sobre el flan-co Sur de la Depresión Miranda – Treviño. Elárea se caracteriza por la deposición de poten-tes series continentales entre el Paleoceno y elMioceno, compuestos principalmente por con-

134 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Mapa 1. Ubicación geográfica del túmulo de San Quílez, en la cabeceradel Río Rojo.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 134

glomerados, areniscas, margas y calizas lacus-tres: convergiendo en el entorno del túmulodichos elementos, al amparo de la falla abiertapor el diapiro de Peñacerrada – Moraza.Conviene decir que en dicho medio son abun-dantes los afloramientos silíceos –tanto de lasvariedades de Loza como de Treviño-: a pesarde que los bancos de sílex más adecuados selocalizan a unos pocos kilómetros del recinto,también es factible recoger nódulos de sílex enlas inmediaciones del yacimiento.

Para la ubicación del dispositivo funerariose eligió un promontorio natural de no dema-siada elevación que, aunque sin estructura lla-mativa que lo denuncie, es visible hoy, en unambiente de deforestación, desde buena parte

del valle y sus estribaciones montañosas. Laaccesibilidad al yacimiento no presenta dificul-tad alguna: basta tomar el desvío que en lacarretera Vitoria – Peñacerrada nos dirige a lalocalidad de San Martín Zar, al poco y desdeuna primera curva muy cerrada, parte un cami-no de parcelaria que asciende a los Altos deArana, tras recorrerlo unos 80 – 100 m nossituamos en su mismo borde.

Nos parece elocuente que fue la alta visibi-lidad que ofrece el lugar causa decisiva de laelección del sitio frente a otros de similarescaracteres –y también con promontorios natu-rales-: ciertamente en un ambiente más bosco-so que el actual, plausiblemente más próximo ala realidad prehistórica, este valor estratégicoquedaría parcialmente menguado. Desde elemplazamiento el dominio visual es muy llama-tivo (mapa 2 y foto 1): a) la totalidad del valledel Río Rojo –de unos diez kilómetros longitudi-nales- hasta, prácticamente, su desagüe en elAyuda, llegando a distinguir desde el sitio losriscos de Bilibio en las Conchas de Haro y lalocalidad de Miranda de Ebro; b) la sierra deMoraza hasta la localidad de Portilla, que cierrapor el sur el Valle y de gran interés en la pre-historia por contener el llamado “sílex de Loza”y; c) la Sierra de Araico, hacia el noroeste,sobre la que se abren los riquísimos aflora-mientos del “sílex de Treviño”.

135EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Mapa 1. En gris áreas de control visual inmediato y accesible en menosde una hora de marcha desde el túmulo de San Quílez y hacia el valle delRío Rojo, calculando sobre un metro y medio del terreno.

Foto 1. Vista del Valle del Río Rojo desde el túmulo de San Quílez: sobre las montañas del fondo se abre el paso de Pancorbo.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 135

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Los caracteres señalados (valle de fácil control ybien comunicado, abundancia de materias primaslíticas) debieron ser tenidos en cuenta por las nume-rosas sociedades prehistóricas que allí se asenta-ron. Como hemos indicado antes, las minuciosasprospecciones realizadas el pasado siglo denuncia-ron más de un centenar de localizaciones ubicadas,culturalmente, entre el Neolítico medio-final y las pri-meras edades de los metales –sin descartar algúnenclave del Paleolítico superior- (FERREIRA et alii,1990) con la identificación de algún poblado deenvergadura, Larrenke Norte, objeto de excavación(ORTIZ et alii, 1983). El caso que nos ocupa, sinembargo, se desmarca de esta serie de evidenciaspor su carácter funerario, constituyendo además,una alternativa a las manifestaciones dolménicas y alos enterramientos espeleológicos de zonas geo-gráficas cercanas. Las anteriores prospecciones no

fueron capaces de denunciar el enclave, dada sugran capacidad para mimetizarse, una vez camufla-da con vegetación, en el entorno: no obstante seseñalaron en sus inmediaciones la presencia deobjetos arqueológicos que convendrá en un futurocotejar con lo hallado en el túmulo, más teniendo encuenta que el mismo ha sido parcialmente removidopor distinta maquinaria y, por tanto, dispersado partede su ajuar.

Actualmente, el yacimiento se encuentrarodeado de fincas de cultivo cerealístico, situán-dose sobre una estrecha franja amesetada ylleca, y en el cruce de dos caminos: el que locortó que permite el acceso a los Altos de

Arana, y otro de dirección NW dirigido hacia lalocalidad del mismo nombre.

Precisamente la destrucción parcial sufrida porel ensanchamiento del primero de los caminosdañó la morfología y dimensiones del depósitofunerario, pero su reconstrucción es factible. Alcomenzar su excavación el promontorio se elevabaunos dos metros visto desde la vertiente norte delrellano amesetado en el que se enclava, y en tornoal metro y medio desde la cara sur –es decir desdela ladera de acceso al centro del valle- (fotos 2 y 3):desde el plano 0 que tomamos como referencia sucota superior está a unos +125 centímetros y subase a unos -96. Su eje longitudinal, en paralelo alcamino, tendría unos 22 metros, mientras que eltransversal sólo se ha conservado parcialmente,con unos 6 metros, estimando como probable quesu anchura se acercara hasta los 10 m.

136 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Foto 3. Vista del túmulo desde el noreste antes de empezar lo trabajosarqueológicos.

Foto 2. Vista del monumento antes de iniciar los trabajos arqueológicos: puede notarse el corte del camino de parcelaria.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 136

3. LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA

La intervención arqueológica, que contó conlos permisos pertinentes de la Consejeríacorrespondiente de la Junta de Castilla y León -con número de expediente 07.26-, incluyó dosfases complementarias: los trabajos de campopropiamente dichos, y los de laboratorio lleva-dos a cabo en la Facultad de Letras de laUniversidad del País Vasco.

Se desarrollaron durante la segunda quince-na del mes de junio del año 2007, dedicando lasprimeras jornadas a la limpieza general delentorno, recogiendo diverso material superficial,y la planificación de la cuadriculación del túmu-lo y de su área de excavación. Se usó el sistemade coordenadas cartesianas, ajustando unplano 0 de referencia sobre una estructura roco-sa al noreste del yacimiento y a unos 60 cm delsuelo base de la terraza. Proyectados los ejes

frontal y sagital se parceló el terreno en unida-des de un metro de lado. Por las particularida-des del sitio la intervención incidió sobre labanda 3, la más alta: afectó a los cuadros D3, E3y F3 extendiéndose después hacia los colindan-tes E5, D5, F5 –trabajados parcialmente- y G3.El objetivo perseguido fue el reconocimiento delárea funeraria, por tanto antrópica, del promon-torio. (Figuras 1 y 2).

Como paso previo al rebaje de las tierras fuenecesaria la limpieza del denso estrato arbusti-vo que cubría y camuflaba el túmulo: maleza,espinos, enebros, algún acebo y residuosvarios. (Fotos 4 y 5).

El levantamiento de las tierras. Realizadocon instrumental fino por semitallas de cincocentímetros o de menor espesor en el caso decambio de nivel. Los hallazgos localizados insitu fueron coordenados tomando como X ladistancia desde el norte del cuadro al objeto,como Y la distancia desde el oeste del cuadro alobjeto y como Z la relación respecto al plano 0.Las tierras fueron cribadas en areles de mallafina. Se redactaban diarios individualizados porcuadro más otro general donde se indicaban losobjetivos previstos para cada jornada y las

137EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Fig 1. Planta y cortes (longitudinal y transversal) del túmulo al iniciar los trabajos de campo. Las letras superiores marcan la denominación de la cuadrícula deexcavación, cada unidad tiene un metro de lado.

Fig 2. Reconstrucción en tres dimensiones del alzado del túmulo –cadacuadrado tiene un metro de lado.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 137

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

138 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Foto 4. Vista del túmulo desde la cara sur tras la retirada de la vegetación que lo cubría

Foto 5. Vista del túmulo desde la cara norte tras la retirada de la vegetación que lo cubría.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 138

acciones que, efectivamente, se llevaban acabo en el día. Se levantaron diversas planime-trías de los horizontes, se preparó un corte estra-tigráfico, y se fotografiaron varias situaciones dela excavación.

La recuperación del material arqueoló-gico. El procedimiento seguido en la exhuma-ción permitió coordenar in situ la mayor parte delos restos arqueológicos en cada una de las

capas levantadas, el resto, de pequeño tamaño,se recuperó en las labores de cribado. Enambos casos, cualquier tipo de evidencia fueanotada y registrada en los diarios de cada cua-dro, lo que permitió, una vez finalizada la inter-vención arqueológica, la reconstrucción fidedig-na de lo acontecido y hallado en el mismo.

En el laboratorio se ha registrado, inventa-riado, siglado y comenzado el estudio de los

lotes arqueológicos, a la vez que se planifica-ba la remisión de muestras para su valoraciónmediante C14, y preparación del material parasu futuro estudio antropológico. La siglaqueda conformada por el número de expe-diente suministrado por el Museo de Burgos(07.26), el cuadro de pertenencia del hallazgoy un número de orden (que empezaba a con-tar desde uno para cada cuadro). V. g.:07.26.D3.47.

La excavación del túmulo alteró, en lógica,el paisaje original del entorno (foto 9), creyen-do por nuestra parte oportuno reconstruir suaspecto primario. Para ello rellenamos laszanjas que habíamos abierto con la propia tie-rra extraída, y que reservábamos junto al áreade criba. Raseados los desniveles cubrimos eltúmulo con una básica estructura vegetal (foto10), esperando que el tiempo haga su labor.

139EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Foto 9. Estado del túmulo al final de la excavación.

Foto 10. Reconstrucción del túmulo tras los trabajos de campo.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 139

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

4.- LA SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA

El corte que el camino produjo sobre eltúmulo nos permitió proyectar, con anterioridada la propia excavación, una secuencia estrati-gráfica básica (figura 3). Distinguíamos, deabajo hacia arriba, un primer nivel de margasmeteorizadas sobre el que se disponía un hori-zonte de conglomerados dispuesto en fuertebuzamiento E-W, y que encuentra su prolonga-ción más allá del propio túmulo –al aflorar sobre

el terreno-. Una última capa de sedimento arci-lloso daba paso, según zonas, al relleno antrópi-co o a la cubierta vegetal natural. El horizontearqueológico se alcanzaba a los 10 / 15 centí-metros sobre el suelo actual: sin embargo no semanifestaba en toda la extensión del promonto-rio natural, al contrario se limitaba, únicamente,a los cuadros centrales (fundamentalmentesobre D3 y E3) a partir de una concentración declastos y bloques junto a diverso material.

140 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Fig 3. Corte estratigráfico abierto por el camino sobre la cara sur del túmulo: una franja de bloques con buzamiento este - oeste interrumpe las arcillas natu-rales. El relleno arqueológico ocupa el tramo superior central de la elevación. Cada tramo representa un metro.

Foto 6. Corte sobre el cuadro C3. Obsérvese la evolución del componente terroso con elementos meteorizados de la base, arcillas en la mayor parte y enri-quecimiento de elementos terrosos y vegetales en el tramo final.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 140

Como puede observarse en la fotografía 6, enlas áreas del montículo no alterado por el dispositi-vo funerario, la secuencia estratigráfica es, en lobásico, un continuum con, describiendo desdeabajo, una capa dura producto de la meteorizacióndel sustrato rocoso, un nivel arcilloso natural queconstituye la mayor parte del rellano levantado y,finalmente, una unidad enriquecida por elementoslimosos y vegetales –sobre la que se asentaba lacobertura vegetal que camuflaba en el túmulo-.

A partir del cuidadoso rebaje de las tierras,con el auxilio del corte estratigráfico y a través delreconocimiento de diferencias en la textura, colo-ración y grado de compactibilidad de las tierras,se pueden distinguir y delimitar los diferentes nive-les estratigráficos.

Nivel superficial:

Se toma a partir del despeje de las formacio-nes arbustivas actuales, y se caracteriza por unastierras de coloración marrón grisácea, con aisla-dos bloques y abundantes raíces procedentes deaquella cobertura vegetal. Es un sedimento suelto,básicamente arenoso y seco presente en todoslos cuadros excavados (o limpiados) con unapotencia máxima de 15 cm de espesor. Se reco-gieron pocos materiales, principalmente piezasdentarias y algunos fragmentos óseos –al parecerpertenecientes todos ellos a fauna moderna-, sinun contexto arqueológico definido.

Nivel 1:

Estrato constituido principalmente por tierrasde color marrón oscuro y textura arenosa-limosa(estructura natural que entendemos como prolon-gación del anterior) y definido por la alta presenciade bloques calizos y de conglomerados depequeño y mediano tamaño (excepcional la pre-sencia de algún bloque grande): este lecho cubríaúnicamente, el tramo central del túmulo, y estabaausente en los demás (figura 4 y fotos 7 y 8). Ensu interior, a medida que nos aproximamos al nivelinferior, se aíslan pequeños lentejones de tierramás arcillosa y compacta. El espesor de este niveloscila entre los 10 y los 24 cm, dependiendo delos cuadros. Es sobre esta capa donde se reco-gen las primeras evidencias materiales contextua-lizadas y en posición arqueológica definida,aumentando su número justo por debajo de lacapa de piedras ya en contacto con el nivel infe-

rior. Es muy evidente la estrecha relación existen-te entre los materiales y la capa de piedras delpresente estrato.

Nivel 2:

Capa caracterizada por tierras arcillosas biencompactadas y de coloración marrón anaranjada.Sólo en la primera de sus unidades (2.1), y sobredos de los cuadros de la excavación, pueden ais-larse algunos bloques calizos, continuidad de losanteriormente descritos. Es la primera de sussemitallas la que entregó la mayor parte del regis-tro óseo, siempre en relación con las concentra-ciones de bloques del nivel 1: por lo tanto y prin-cipalmente en el cuadro E3 y D3 y con algunaextensión sobre los E5 y D5. Como se refleja en elinventario, la mayor parte de los elementos sonrestos mandibulares –incompletos- y piezas den-tarias sueltas. En el proceso de excavación seidentificó también una clavícula y un fragmento detibia, sin embargo, los demás restos son peque-ños elementos de difícil identificación. No hay,excepto las mandíbulas, conexiones anatómicas,y aunque tal vez se perciba algún ordenamientoen la posición de los huesos (huesos largos enparalelo, en orientación oblicua respecto al ejemayor del túmulo…) la impresión general es la dedescuido en la deposición de las partes anatómi-cas que se eligieron para enterrar.

141EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Fig 4. Planimetría con evolución del lecho de bloques y cantos. Derechalecho superior, izquierda lecho inferior. Fuera de los cuadros representa-dos la capa estaba ausente.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 141

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

El registro arqueológico de este nivel se com-pleta con el hallazgo de algunas pocas piezas desílex (retocadas y no) y de pequeños fragmentoscerámicos.

A medida en que se va profundizandosobre el estrato, los elementos arqueológicoscomienzan a escasear hasta su completa des-

aparición. Las arcillas se endurecen, adquierenuna coloración más anaranjada dando paso auna situación con margas meteorizadas. Lapotencia máxima del estrato –en lo excavado-alcanza los 15 centímetros, y al concebirsecomo la base natural se abandona la excava-ción del túmulo.

142 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Foto 7. Planimetría del lecho de bloques y cantos en su tramo superior

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 142

143EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Foto 8. Planimetría del lecho de bloques y cantos en su tramo inferior.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 143

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

5. EL MATERIAL ARQUEOLÓGICO RECUPE-RADO: EL INVENTARIO

Conviene distinguir entre el corto lote mate-rial recopilado los fragmentos óseos humanos(del que hacemos una valoración provisionalen espera de un estudio antropológico fino), delas cerámicas y de los sílex.

5.1. Fragmentos óseos

Siete centenares y medio de fragmentosóseos en su mayor parte de pequeño tamaño ypor tanto de difícil identificación (fotografías 11a 13). A destacar:

- un fragmento de tibia, una clavícula com-pleta, cuarenta y dos piezas dentarias suel-tas y once agrupaciones mandibulares par-ciales (a lo que debe sumarse recogidas

previas a la excavación: un pequeño frag-mento de cráneo, uno posible de tibia y otrode peroné).

La distribución del lote por unidades de exca-vación queda:

- a la unidad 1.1. le corresponden aproxima-damente el 2,6% del lote;

- a la unidad 1.2. el 9,4% -recogidos entre losbloques-;

- a la unidad 2.1. el 77,3% -en contacto conla anterior unidad y justamente debajo desus bloques-;

- a la unidad 2.2. el 0,2%.

Lo que falta provienen de prospeccionesprevias, retirada de los elementos vegetales ybarridos superficiales.

Debe anotarse la alta frecuencia de losrestos sobre el cuadro E3, al aglutinar algomás de las tres cuartas partes del inventario:ello indica que sobre el promontorio naturalse eligió su punto central, y más alto, para ladeposición de lo inhumado, el resto no seacondicionó ni, al parecer, se utilizó (figuras5 y 6).

En una valoración provisional, que tieneen cuenta el recuento de las piezas dentarias,sueltas o agrupadas en fragmentos mandibu-lares, suponemos un número mínimo de inhu-mados de 6 a 8 (estimación a corregir en elestudio antropológico definitivo).

144 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Foto 11. Mandíbulas en el proceso de exhumación.

Foto 12. Huesos largos, obsérvese el estado de conservación, con mul-titud de verniculaciones.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 144

145EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Foto 13. Las piezas dentarias son los componentes más abundantes en la colección osteológica.

Fig 5. Distribución plani-métrica de una buenaparte del material arqueo-lógico sobre las unidades1.2 y 2.1. Obsérvese laposición concentrada dehuesos y dientes y la ten-dencia más exterior de lacerámica y del sílex.

Fig 6. Detalle de la distribución planimétrica de los restos óseos segúnapuntes al natural.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 145

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

5.2. Cerámica

En lo que respecta al material cerámico se hanrecogido 13 fragmentos de muy pequeño tamaño(el de dimensión mayor mide tan sólo 3x2'5 cm.).Como es lógico por la cronología estimada aldepósito, se trata de alfarería elaborada a mano,de cocción reductora en su mayoría y mixta reduc-tora-oxidante en unos pocos casos (tal vez unfragmento sea de cocción oxidante a juzgar porsus coloraciones anaranjadas externas e inter-nas). Pertenecen a partes inconcretas de las pan-zas (no hay bordes ni fondos), y carecen de ele-mentos de decoración. No hay pues elementospara juzgar su cronología concreta, que solo esinferida por la globalidad del dispositivo funerario.

A tenor de las variantes en los desgrasantes(composición y cantidad), los grosores y las colo-raciones, distribuiremos el lote en siete grupos: noquiere el proceder identificar necesariamentecada grupo con un recipiente individualizado, tansólo busca una descripción homogénea delinventario. Ninguno de los fragmentos, individual-mente o reunidos en grupos, permite un acerca-miento siquiera mínimo a la morfología de las vasi-jas. Es más, manejamos la hipótesis de que nuncade alojaron piezas completas, tan sólo algunos desus fragmentos.

- Grupo 1: pequeño fragmento de color grisá-ceo, pared gruesa y desgrasantes grandes yabundantes de caliza;

- Grupo 2: fragmento de coloraciones rojizas alinterior y al exterior, pared fina que mezcladesgrasantes muy grandes junto a otros muypequeños todos de caliza;

- Grupo 3: tres fragmentos localizados sobre elmismo cuadro, de coloraciones negruzcas,paredes gruesas e incrustaciones de desgra-santes calizos y pequeños de cuarzo.

- Grupo 4: cuatro pequeños fragmentos concoloraciones rojizas al exterior y negruzcas alinterior, la pasta es porosa y carece de des-grasantes.

- Grupo 5: fragmento de color parduzco alexterior y tonalidades rojizas y negras al inte-rior, paredes finas con abundantes desgra-santes de pequeño tamaño de caliza comoelementos dominantes y algunos de cuarzo.

- Grupo 6: fragmento de coloración negruzca(al interior y al exterior) de pasta fina y porosa

con pequeños desgrasantes calizos dominan-tes y otros posiblemente de mica.

- Grupo 7: dos fragmentos de coloracionesnegras/parduzcas, de pared gruesa y condesgrasantes de caliza muy pequeños.

Por lo que respecta a su localización topográ-fica los fragmentos se recogieron mayoritariamen-te en la unidad 2.1., salvo uno hallado en la 1.1. yotro sobre la 1.2. Observamos, además, una ten-dencia a su concentración en el cuadro D3 –adiferencia de los restos óseos más abundantes enel E3-. Deducimos entonces que, a pesar de lofragmentado de la colección, no se tratan de pro-ductos exógenos al ritual funerario, sino intencio-nadamente depositados con esas características–en variedades y tamaños- y en determinada sec-ción del monumento.

5.3. Industria lítica

Las evidencias líticas, 35 en total, todassobre sílex, contando tanto con matrices, comocon restos de talla y piezas retocadas.

El primer objeto es el ápice superior de unnúcleo piramidal, de pequeñas dimensiones,recuperado sobre el primero de los niveles. Sepueden apreciar negativos de extraccionesmicrolaminares. No ha podido determinarsecon seguridad su base material –a que varie-dad silícea se adscribe- a pesar de tratarse, sinduda, de formación evaporítica. En el estudiode A. Cava (1984) sobre las industrias líticas delos dólmenes del País Vasco meridional se des-criben distintas matrices nucleares enEskatxabel, La Chabola de la Hechicera,Kurtebide, San Martín, El Sotillo yAznabasterra, siempre más completas que ladel túmulo treviñés.

Los elementos retocados se limitan a (foto 14.):

- un triángulo simétrico con un lado ligeramentecurvo recuperado sobre el corte del camino–posiblemente del nivel 2.1-, de 31x12x2 mm.Tiene como base sílex Evaporítico del Ebro(figura 7.1);

- otro de similar porte –aunque fracturado enun extremo- del nivel 2.1, al que le calcula-mos unas dimensiones de casi 40 mm delongitud por 11 de anchura por 4 de espesor.Es de la misma variedad silícea que el ante-rior (figura 7.2);

146 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 146

- un trapecio asímétrico, con un lado cóncavo,del nivel 2.2 y dimensiones de 29x17x2,9 mm.Se elaboró con sílex de Loza (figura 7.4).

Los restos de talla son:

- 19 esquirlas;

- una lámina larga fina y estrecha de bordesligeramente sinuosos que alcanza los 90 mmde longitud por 12 de achura y 4 de espesor.Sobre sílex evaporítico del Ebro y muy posi-blemente extraída por presión (figura 7.3);

- un par de lascas –destacando aquella deorientación transversal y carenada de38x58x17 (figura 7.5)- y dos fragmentos deotras más;

- cinco fragmentos de láminas (figura 7.7);

- un fragmento de avivado de núcleo y

- un fósil silíceo.

No hace falta un repaso exhaustivo para com-probar la frecuencia de los geométricos trapecia-les y triangulares en el interior de estructurasmegalíticas. Reteniendo lo descrito para las cer-canas estaciones dolménicas, recuperamos lasreferencias de: El Moreco, Las Arnillas, La NavaNegra, La Cabaña, Fuentepecina I, II (una treinte-na), III y IV, (hasta medio centenar), La Mina, SanQuince, Valdemuriel y Nava Alta todos en La Loraburgalesa (DELIBES, ROJO y REPRESA, 1993);La Chabola de la Hechicera (APELLÁNIZ yFERNÁNDEZ MEDRANO, 1978), San Martín(hasta 40 mayoritariamente de la fase inferior de lacámara) (BARANDIARÁN y FERNÁNDEZMEDRANO, 1964) y El Sotillo (BARANDIARÁN,FERNÁNDEZ MEDRANO y APELLÁNIZ, 1964)estos en la Rioja Alavesa; y La Lastra en el con-junto de Turiso.

A las convergencias formales de los geo-métricos se añaden las tipométricas: la mediade los trapecios y triángulos dolménicos delárea vasca es de 27,3 mm de longitud por 11,7mm de anchura (CAVA, 1984). A pesar de quelos de San Quílez están algo por encima deestos valores medios, entran dentro de los ran-gos generales. En esa misma publicación seconstata que a diferencia de lo hallado en nues-tro túmulo, son más numerosos los trapecios -62%- que los triángulos -37%- y anecdóticos lossegmentos. Asimismo, todas las producciones,como las rescatadas aquí, siempre se encuen-tran realizadas mediante retoques abruptos.

La incorporación como ajuar de láminas com-pletas, o fragmentadas, de proporciones esbeltasy sección delgada es habitual en el megalitismodel entorno vasco. Sin hacer una relación detalla-da de casos, retenemos aquí los sitios de: Argarbi–casi en exclusividad suma la totalidad del ajuar-,Aizkomendi, Arzabal –por todo ajuar-, Bernoa -quizá la más similar a San Quílez en su tipometría-, Axpea –más anchas y largas y con la mismacombinación junto a armaduras geométricas-,Corona de Hualde –ahora también sólo con geo-métricos-, Galupa I –prácticamente no hay otracosa en sílex-, Galupa 2 –combinando con geo-métricos-, Gurpide Sur –varias de muy bella factu-ra y retocadas-, Gorostiarán Este –de similaresproporciones a la treviñesa-, La Mina –un bellocatálogo no muy distante a San Quílez-,Landarbaso I –por todo catálogo láminas y geo-métricos abruptos-, San Martín –en su nivel infe-rior-, San Sebastián Sur –con la consabida combi-nación con lo trapecios y triángulo- (APELLÁNIZ,1973; ARANZADI Y ANSOLEAGA, 1915; ARAN-ZADI, BARANDIARÁN y EGUREN 1919a, 1919b y1920; ATAURI, ELÓSEGUI, y LABORDE 1951;BARANDIARÁN y FERNÁNDEZ MEDRANO 1964;BARANDIARÁN, FERNÁNDEZ MEDRANO yAPELLÁNIZ 1971; CAVA 1984). Como informa A.Cava (1984), las láminas simples aparecen en el65% de los dólmenes vascos, representando untercio de los objetos líticos, estando el 75% de lasmismas fragmentadas. Las dimensiones absolu-tas de las láminas halladas en San Quílez, y suproporcionalidad, en los casos en los que ésta hapodido ser establecida, es propia de la fase anti-gua del megalitismo. Este hecho, junto con la pre-sencia de geométricos, permite definir una crono-logía para el dispositivo funerario, situándolo en elúltimo tercio del cuarto milenio.

En el repaso de las bases materiales silíceasnos resulta llamativo que, ubicado el túmulo en lasinmediaciones de la Sierra de Araico, que sumi-nistra con calidad y cantidad el llamado sílex deTreviño –mayoritario en un buen número de nivelessedimentarios de los yacimientos próximos- éstecontribuya solamente con un par de elementos–una esquirla y una lasca-. Además, un trozo fósilde sílex, recogido en la capa de los restos huma-nos, proviene, sin duda, de las inmediaciones delmonumento.

En estas circunstancias sorprende la frecuen-cia de la variedad del sílex de Loza, cuyos bancos

147EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:42 Página 147

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

distan poco más de cinco kilómetros (o inclusoalgo menos para algunos puntos con afloramien-tos de no demasiada calidad). Hasta 11 piezastienen esta base: 7 esquirlas, 2 fragmentos deláminas, otros 2 de lasca y el trapecio.

Más llamativa es la presencia de sílexEvaporítico del Ebro, no tanto por su cantidadsino por que su abastecimiento obliga a un reco-rrido de en torno al centenar de kilómetros: 5esquirlas, la fina y estrecha lámina y los dos trián-gulos.

Hay además otras piezas elaboradas sobresílex evaporítico, sin poder distinguir -macro o

microscópicamente- si se trata de la varianteLoza o Ebro: una esquirla, un fragmento de avi-vado y un par de fragmentos laminares.

El catálogo se completa con un conjunto deunidades indeterminadas, al no poder ser enca-jadas en las demás variantes: es un grupo homo-géneo muy posiblemente local y otro alterado poracciones térmicas –de, casi siempre, los estratossuperficiales o superiores-.

Externamente las diferencias entre los sílexde Loza y los Evaporíticos del Ebro (y en conse-cuencia de aquellos que deben pertenecer a unode ambos afloramientos), que representan al

148 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Foto 14. Elementos representativos de la industria lítica: Microlitos geométricos (1 a 3), lámina estrecha y alargada (4), ápice de núcleo (5), lasca (6) y frag-mento proximal de lámina (7).

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 148

68% de los sílex de San Quílez (o bastante mássi descartamos los no identificados y los altera-dos) son poco perceptibles: es en su examenmicroscópico como pueden identificarse conseguridad. Por tanto lo que parece que interesacon relación a los ritos funerarios seguidos en eltúmulo es el depósito de unos objetos de texturasuave y color blanquecino traslúcido, en cuyaelaboración puede exigirse alguna pericia técnica–al menos para la larga lámina- y que además no

son comunes en las tareas domésticas: no pare-cen que trapecios y triángulos abruptos seanhabituales –más bien faltan- en los espacios dehabitación aproximadamente contemporáneos altúmulo, pues, desde el Neolítico antiguo, los geo-métricos habituales serán los segmentos en doblebisel –y con una tipometría menor a los microlitosdolménicos-. Prima pues el valor simbólico enestos ajuares (¿y tal vez sean, según su tipología,una reminiscencia de un pasado anterior?).

149EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

Fig 7. La industria lítica: Microlitos geométricos (1, 2 y 4), lámina estrecha y alargada (3), lasca (5), ápice de núcleo (6) y fragmento proximal de lámina (7).

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 149

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

6. DISCUSIÓN

Con los datos que hemos ido recabandodurante el proceso de excavación más los poste-riores trabajos de laboratorio, y a falta de otrascomprobaciones (tales como valores radiocrono-lógicos o, si es posible, estudios de ADN) pode-mos aventurar tanto una descripción como unavaloración del yacimiento y su significado.

No cabe duda que estamos ante un dispositivofunerario ligeramente atípico para lo común en elárea y en la época, al aprovechar un promontorionatural que apenas si alteran mediante estructuras–al menos perdurables-. El altozano sobresalía aliniciar su excavación unos dos metros sobre laterraza en la que se asienta, y era –es- bien visibledesde varios puntos del valle: sobre el mismo, ensus cotas superiores y sólo en su tramo central,depositaron los restos humanos correspondientes,en una estimación provisional, entre 6 y 8 indivi-duos. Posteriormente los recubrieron con un lechode piedras y bloques seleccionados por su tamañoy composición. Al parecer no se cubrió con tierras.

Para comprobar el carácter selectivo de loscomponentes del lecho tomamos las tres dimen-siones de 50 de sus elementos –aleatoriamente- ylos cotejamos con otros 50 bloques recopiladosen la terraza. La gráfica adjunta (figura 8) visualizalos volúmenes calculados de todas las unidadescomputadas: se comprueba que los módulos delas piedras del lecho son sensiblemente mayoresa los de la terraza –en donde con dificultadesencontraríamos los bloques mayores-.

Por otra parte según a) la naturaleza-texturade los bloques y cantos, y b) sus aristas, hemosdistinguido entre: 1) calizas, conglomeradosgruesos y conglomerados finos y; 2) angulososy redondeados. Entre los elementos del túmuloel 72% son de caliza, el 14% conglomeradogrueso y el 14% restante conglomerado fino.Entre las rocas del entorno, en el mismo orden,los porcentajes son del 94%, 4% y 2%, dedonde deducimos una preferencia a favor de losconglomerados para la confección de la estruc-tura (en su saldo están sobrerrepresentados enun 22%). Respecto a las aristas, éstas son angu-losas en un 48% de las unidades del túmulofrente a un 4% en la terraza: una diferencia de 44puntos que, lógicamente a la inversa, se mantie-ne entre las rocas redondeadas, reafirmando loscriterios de selección mencionados

Como se sabe los túmulos son elementoshabituales en las arquitecturas megalíticas, peroal parecer no en todos los casos responden anecesidades tecnológicas (para la correcta edi-ficación del monumento). Quizá por eso no hayrelación evidente entre túmulos y cámaras,superando con creces, a menudo, las dimensio-nes del galgal a las exigencias constructivas: sedesprende en estos casos un interés social,posiblemente vinculado a la visibilidad del pan-teón, en su elaboración (ANDRÉS, 1977, 95-96y 1978 56-57).

Dentro de la heterogeneidad arquitectónicadel llamado fenómeno dolménico vasco convi-ven muy diversas arquitecturas: simples unas,más complejas otras, con cámaras casi todas.Entre las más atípicas, y cercanas tipológica-mente a San Quílez, debe destacarse el túmulode Trikuaizti I, levantado sobre un promontorionatural que le daba un aspecto más impresio-nante del que verdaderamente corresponde asus elementos constructivos: elevado a partir deuna masa de piedras en forma de casqueteesférico de 15 por 17 metros de diámetro y unaaltura de 60 centímetros (si bien junto a la lomanatural se elevaba casi dos metros y mediosobre la pradera). Las piedras usadas eran degran tamaño, comúnmente inclinadas y apoya-das unas sobre otras, y al monumento le perte-nece una cámara y un peristilo. Quizá mayoressimilitudes puedan encontrarse entre el disposi-tivo treviñés y Trikuaizti II: también aprovechauna loma natural que se eleva en unos 30 centí-

150 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Fig 8. Representación volumétrica de 50 bloques del lecho y otros tantosde la terraza: medido en mm3 en el primer caso por debajo de 100 hay 21elementos, de 100 a 200 6, de 200 a 300 7, de 300 a 400 3, de 400 a 5004, de 500 a 600 3, de 600 a 900 2, de 900 a 1300 y de 1300 a 4400 4; enel mismo orden en el segundo los valores son: 26, 10, 6, 3, 0, 1, 2, 2 y 0,

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 150

metros a partir de un galgal de bloques no bienorganizados. A diferencia de su vecino carecíade cámara, aunque sus excavadores no des-cartan que acciones no controladas hayan des-mantelado parcialmente el monumento.Cercano a ambos es la construcción de Larrartetambién con apariencia tumular aunque posible-mente muy deteriorado en el momento de sudescubrimiento y excavación (MUJIKA yARMENDÁRIZ, 1991). Tanto el primero como elúltimo nos remiten al último tercio del sexto mile-nio BP (I-144499 5300±140 Trikuaziti I; I-149195070±140 Larrarte), fechas que pensamos sonadecuadas para San Quílez.

Tampoco pueden considerarse gemelos aSan Quílez, a pesar de ser descritos como túmu-los, los monumentos del conjunto Arrolamendi-Jentiletxe, por cuanto éstos suelen conformaruna estructura poderosa mediante lajas imbrica-das mientras que en San Martín Zar se satisfa-cen con una lecho plano a partir de bloques demenor talla: presumimos un distancia cronológi-ca entre los guipuzcoanos y el treviñés (ALTU-NA, APELLÁNIZ y RODRÍGUEZ DEONDÁRROA, 1964).

La tumba ideada por las poblaciones quemoraban en Treviño es, por su concepción, sen-cilla, y no exigió grandes esfuerzos sociales ensu elaboración. Lógicamente lo hallado en suinterior son restos humanos, en estado de con-servación deficiente que, en su suma, no permi-ten la reconstrucción de ningún individuo: no selocalizaron restos en posición anatómica –fuerade conexiones dentales-. Entre lo rescatado fal-tan numerosos huesos: de manos, de pies,caderas, de costillas, de cráneos –un pequeñofragmento-, de los huesos largos (alguno hay,pero parcial)… En consecuencia los elementosmás numerosos son las mandíbulas y piezasdentarias sueltas –al margen de una clavícula ypartes de tibias, de cúbito…- El resto son frag-mentos que por su tamaño no servirán para sucatalogación anatómica- Dos hipótesis cabeinferir de esta situación:

- que el fenómeno sea consecuencia de unaconservación diferencial de carácter natural;

- que la anomalía tenga un trasfondo cultural(o ritual si se prefiere), que promociona unaspartes esqueléticas frente a otras (e inclusopudiera pensarse en una tercera vía quecombine las dos señaladas).

Si bien la primera opción no se puede des-cartar, consideramos que algunos otros huesoscompactos, además de los recogidos por nos-otros, deberían también, haberse conservado–cuando menos parcialmente-. Haciendo unrepaso rápido sobre necrópolis neo-eneolíticasde excavación reciente –suponiendo entoncesuna buena recogida del material arqueológico-observaremos que:

a) es habitual en las cuevas el hallazgo denumerosos restos humanos con una relaciónaceptable de las distintas partes anatómi-cas. Ocurre por ejemplo en Nardakoste IV(estimando una docena de individuos sobreun estrato de unos 30 cm, a partir de mediocentenar de fragmentos craneales, unadecena de maxilares, numerosos dientes,más de dos centenares de fragmentos devértebras, y un centenar de costales y bas-tantes evidencias de húmeros, radios, meta-podios, falanges –más del centenar-… -ARMENDÁRIZ, ETXEBERRIA y HERRASTI,1998-), Urtao II (más de medio millar de res-tos craneales y un centenar de maxilares,casi un millar de dientes, más de 800 frag-mentos vertebrales y una gran cantidad dehuesos largos -ETXEBERRIA, 1989-),Iruaxpe I (aquí poco más de una docena deenterrados según se desprende de más de81 fragmentos de cráneo, una treintena demaxilares inferiores-superiores, tres centena-res de dientes, dos centenas y media defragmentos vertebrales y casi medio millarde fragmentos costales… - ETXEBERRIA,1987-), Pico Ramos (donde aproximada-mente en torno al 50% de los huesos largosestarían representados, comparando con losdientes, situación que se explica o bien porel alto grado de fractura de los huesos , queimpide una mejor clasificación, o bien porremociones selectivas y/o deposiciones pri-marias y secundarias –BARAYBAR y RUA,1995), Gobaederra (unas ocho decenas deinhumados con cuatro cráneos completos ycasi 300 fragmentos de otros, 700 piezasdentales, más de 500 vértebras, y 300 frag-mentos de costales, 80 fragmentos de claví-culas y gran cantidad de huesos largos–ETXEBERRIA, 1986) y Las Yurdinas II (aquí44 cráneos completos y más de 3.000 frag-mentos, unos 400 elementos maxilares,2.500 dientes sueltos, 120 fragmentos de

151EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 151

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

esternón, más de 4.500 de costillas y unas2.200 de vértebras, 179 de fémures, 200 deperonés y algo menos de tibias entre otroshuesos completos y no para un número míni-mo de individuos de 95 -GÓMEZ, 2003-). Larelación ejemplariza bien que, en estas situa-ciones, a pesar de pérdida del material óseoes fácil el reconocimiento de todas las partesanatómicas de un esqueleto –por descom-pensadas que estén-;

b) en los dólmenes el panorama parece bas-tante similar –si bien los datos no gozan depublicaciones tan detalladas como lasexpuestas para las cuevas-. Las antiguasexcavaciones de Aizkomendi indican el tras-lado en carretas de numerosísimos restosóseos pero sin más precisión (ALDAY, ORTIZDE URBINA, SÁENZ DE BURUAGA, 1993),en Kurtzebide, sobre una arquitectura difu-sa, se mencionan fragmentos mandibulares,81 dientes, 11 fragmentos de costales, 2 cla-vículas, 6 fragmentos de húmeros, algunatibia, cinco rótulas y bastantes restos demanos y pies, todo para unos seis individuos(VEGAS, 1981). Para la cercana estaciónmegalítica de la Rioja Alavesa los comenta-rios sobre el material antropológico son muyescuetos, y poco resolutivos: en San Martínse citan casi una veintena de cráneos másalgunos dientes, huesos largos y fragmentos(BARANDIARÁN y FERNÁNDEZ MEDRANO,1964); de las excavaciones en el de LosLlanos se han editado fotografías con ungran número de elementos óseos –como loson también, y muy variados, los del sitio –noexactamente dolménico- de San Juan antePortam Latinam. También deben ser muynumerosos, y variados, los restos óseos delno lejano centro megalítico de Sedano:como ejemplo recordar que se cifra en uncentenar de individuos los hallados en el deLas Arnillas, conservándose restos de todaslas partes anatómicas (DELIBES, ROJO YSANZ, 1986). Pero frente a esta situaciónvarios de los monumentos del País Vascocantábrico carecen, en muchos casos demanera absoluta, de restos óseos: la estruc-tura basáltica sobre la que se asientandichas tumbas no permitiría la conservaciónde los fragmentos óseos. En estos casos síque nos encontramos ante un problema deconservación, ya que en dichas ocasiones

se destruyen tanto los huesos más livianoscomo los más densos. De los tres monu-mentos antes citados, la estación deMurumendi Larrarte entregó algún materialantropológico (se calculan al menos 12 indi-viduos según los fragmentos de cráneos, 10mandíbulas, 6 escápulas, escasas vérte-bras, pero numerosos huesos de pies ymanos así como fragmentos de 11 húmerosentre otros), en Trikuaizti I se recogieron tresdientes y Trikuaizti II carece de inventarioóseo (MERINO, 1991);

c) una situación nueva nos la proporcionanaquellos abrigos bajo roca que, puntualmen-te y tras un largo periodo de uso del espaciocomo lugar de hábitat, sirven para el aloja-miento de inhumaciones. En Fuente Hoz seaislaron diversos esqueletos en perfectasconexiones anatómicas y, con alguna fre-cuencia, junto a estructuras que limitaban elrecinto funerario. En Atxoste al menos dosde los individuos fueron depositados enposición fetal forzada, y no faltan otras cone-xiones anatómicas. En ambos lugares lohabitual es rescatar la mayor parte de loshuesos de los muertos, no habiendo ningúntipo de selección entre lo alojado ni son noto-rios los problemas de preservación.

Es evidente que en San Quílez hay algunosproblemas de conservación diferencial, ya quela excavación permitió el hallazgo de dientesperfectamente alineados pero sin quedar unidospor sus correspondientes maxilares: la ramamandibular no aguantó el paso del tiempo.

No obstante, calculando, aunque sea provi-sionalmente, que los restos óseos pertenecen aun número mínimo de entre 6 y 8 individuos–contabilizando algunas piezas dentarias- ydado que el espacio limitado por el lecho de blo-ques, bajo el que se depositaron los restos, estáen torno a los dos metros cuadrados, y que lapotencia de este estrato es reducida, considera-mos muy improbable que en dicho espacio sealojaran los cuerpos completos de los cadáve-res. Recordemos que en las cuevas sepulcrales(en las anteriormente citadas y en otras) lascapas que alojan los restos superan los 30 cen-tímetros y llegan en ocasiones a los 60; para losmonumentos megalíticos la situación sería muypareja. En el túmulo treviñés el estrato es neta-mente menos potente.

152 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 152

Si el razonamiento anterior es válido deberí-amos aceptar que estamos ante una acción cul-tural premeditada, donde lo que interesó fue ladeposición secundaria de unos restos que, pre-viamente, habrían sido descarnados en otrolugar –por exposición, enterramiento primario...-. Al túmulo de San Quílez se trasladaría unaselección de los esqueletos –y no necesaria-mente los huesos de más fácil transporte-.Desde luego de ser así estaríamos ante unhecho nada habitual: se ha señalado que no hayindicios seguros de inhumaciones secundariasen cuevas y dólmenes cantábricos (ONTAÑÓNy ARMENDÁRIZ, 2005-2006), pero no debe des-cartarse tal posibilidad según apuntes de arqui-tecturas burgalesas (DELIBES, ROJO y REPRE-SA, 1993, 30).

En estas circunstancias, si aceptamos queestamos ante un enterramiento secundario, pudie-ra discutirse la verdadera naturaleza como ajuarde los escasos y pequeños fragmentos cerámicosy los restos y piezas sobre sílex: sin embargo,dado que no formó parte del ritual la cubrición contierras de los inhumados, el material se debióincorporar junto a los muertos. En este sentido esllamativa la información que proporciona la indus-tria lítica: buena parte de los restos son esquirlasmínimas que denotarían acciones de talla.Sugerimos que el ápice de núcleo y las esquirlassean resultado de la talla in situ, y como posibleacción del ritual funerario, de los geométricos y dela fina y estrecha lámina –tal vez también de lasdemás-. Es factible que el grupo, con un pequeñostock de sílex de Loza y Evaporítico del Ebro, sededicara a la talla y retoque de unos útiles conclaro propósito votivo. Residuos de talla se hanrescatado en otros dispositivos funerarios –sirvande ejemplo Kurtzerbide o la estación dolménicade Murumendi-. Es llamativo el uso de dos varie-dades silíceas de aspecto externo muy similar (losevaporíticos de Loza y del Ebro) en lo que parecela búsqueda de un resultado estético preciso: ypor lo mismo el desprecio hacia el sílex de Treviño,cuyos bancos, como se ha señalado, afloran enlas inmediaciones del túmulo. Y recordamos queal abordar el componente cerámico del monu-mento deducimos, por su localización que no setratan de productos exógenos al ritual funerario.

De ser acertadas nuestras suposiciones SanQuílez representaría, por ello, una variante intere-sante dentro de los complejos dispositivos fune-

rarios que comienzan a generalizarse a partir delneolítico avanzado en el área vasca. Frente a lossepulcros megalíticos que se erigen a finales delcuarto milenio BC, y frente a las cuevas de utili-dad funeraria que se popularizan poco después,se opta por una frágil estructura tumular, naturalpero reacondicionada. Dado que el valle, por elsustrato geológico que le es propio, no suministralosas de cierta envergadura, la erección de arqui-tecturas megalíticas no sería posible y el entornotampoco ofrece cavidades donde recoger a losmuertos –práctica que como desvela el intere-sante depósito de Las Yurdinas (FERNÁNDEZERASO, 2003) a unos diez kilómetros de SanQuílez, sería algo más tardío que la fecha queotorgamos al túmulo treviñés, del último tercio delIV milenio BP -. La solución ideada –sin menos-cabo de otras posibles como las fosas, conoci-das contemporáneamente en áreas meseteñasno megalíticas- encuentra en estas circunstan-cias un aval: su escasa visibilidad, dado que secamuflaba perfectamente en el paisaje, nos obli-ga a estar alerta ante otros posibles casos queestén mimetizados.

Se trata, por tanto, de una tumba colectiva,en realidad para, posiblemente, un realojo defracciones de esqueletos ya descarnados: sos-pechamos además que la deposición de todosellos debió ser simultánea, sellando el panteóncon el lecho de bloques y cantos. ¿Qué razones,si no son estrictamente ideológicas y por ellodifíciles de desentrañar con los datos arqueoló-gicos, motivaron al grupo a actuar de aquellamanera? Quizá el hecho de que la sepulturapuede ser divisada desde bastantes puntos delvalle y sus estribaciones montañosas, y así ser-vir de referencia territorial. A colación traemos lacircunstancia de que el linde entre las localida-des de San Martín Zar y de Arana pasa, preci-samente a unos muy pocos metros del túmulo: olo que es lo mismo, prácticamente en él se sepa-ra el valle del Río Rojo del de Inglares.

En el cuarto milenio antes de Cristo se afian-zan las formas económicas productivas experi-mentadas desde el último tercio del quinto. Sonparalelos al fenómeno la consolidación delpoblamiento al aire libre y, con bastante seguri-dad, un aumento demográfico notable. En el RíoRojo esta dinámica, que se extiende por el ter-cer milenio, toma cuerpo, a tenor de la cronolo-gía que se otorga a los numerosos poblados

153EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 153

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

reconocidos. Si a esto añadimos que los nuevosvectores económicos, especialmente la agricul-tura, fuerza el sedentarismo de los grupos, lafijación de fronteras no debe demorarse muchotiempo. El conjunto del Río Rojo, a pesar de susdimensiones reducidas, ofrecería buenas posi-bilidades: tierra fértil en el valle, pastizales y bos-ques donde cazar en los relieves montañosos, yunos muy ricos afloramientos de sílex -bancosde Loza y de Treviño- que eran explotados conregularidad. Y quienes allí vivieron sintieron, talvez, la necesidad de delimitar su ámbito frente aotro, mostrando para ello a sus antepasadoscomo advertencia de su larga permanencia enel sitio: debiendo para ello idear un dispositivofunerario heterodoxo que emula a los dólmenesque en áreas cercanas (Rioja Alavesa, LlanadaAlavesa, Ribera Baja…) habían comenzado alevantarse. Es oportuna aquella reflexión de T.Andrés según la cual frente a explicacionesmecanicistas del colectivismo funerario observala necesidad de entender cada caso dentro desu propio contexto, en toda su magnitud, desdelo tecnológico a lo ideológico… pues surgencomo realidades históricas y sociales (ANDRÉS,1998, 137-138): así se entienden adecuadamen-te las particularidades del dispositivo funerariode San Quílez.

En definitiva el panteón de San Quílez es el pri-mer caso de tumba prehistórica del Condado deTreviño, cifrada a finales del sexto milenio BP queengarza, por su posición geográfica intermedia,con las estaciones dolménicas de la Llanada ala-vesa – Turiso/Ebro – Rioja alavesa. Aunque partici-pa del mismo espíritu se desmarca de ellas por losingular de su estructura: un pequeño túmulo alamparo de un montículo natural, sin cámara, pasillou otro elemento de losas, tan sólo un lecho de blo-ques posiblemente realizado en un momento con elfin de recubrir unos restos humanos, que creemosseleccionados y en deposición secundaria.

7. CONCLUSIONES

El túmulo de San Quílez representa una nove-dad tanto por la ubicación en la que se localizacomo por las singularidades que incorpora al yade por sí complejo mundo funerario que se abreen el Neolítico avanzado/final. Se emplaza en unacomarca que desde esa época conocerá un granesplendor, a juzgar por el número de yacimientosal aire libre que le son contemporáneos, en la quefaltaban, precisamente, mortuorios: situación queno dejaba de sorprender al encabalgarse geo-gráficamente entre dos áreas alavesas conimportante número de megalitos.

154 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

Fig 9. Recreación del túmulo de San Quílez.

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 154

La ausencia de cuevas y la imposibilidad deobtener grandes losas para la edificación de dól-menes motivó la erección de una estructura atípi-ca: el túmulo de San Quílez. Se aprovecharon deun pequeño altozano natural, estratégicamenteubicado en la cabecera del valle, para depositaren él huesos seleccionados de varios individuos:sobre ellos se dispuso un lecho de bloques y pie-dras cuidadosamente trabado. El cotejo de lo quees usual en otros conjuntos sepulcrales contem-poráneos nos lleva a pensar que hubo una discri-minación de los huesos a enterrar –no se trata deun fenómeno de conservación diferencial-: es portanto un enterramiento secundario.

Hay en San Quílez toda una esfera ritual queva más allá del mero alojamiento de cadáveres: lalocalización del dispositivo, el tratarse de inhuma-ciones secundarias y el ajuar que acompaña a losmuertos dota a la arquitectura de un carácter pro-pio. Efectivamente, los escasos utensilios se sig-nifican: por el uso de unas variantes silíceas muyespecíficas en cuanto a sus caracteres externosy su procedencia exógena, cuando en el entornoinmediato del monumento hay abundantes ban-cos silíceos de gran calidad; y por una fragmen-tación del menaje cerámico que se distribuyealrededor del área donde se alojaron los huesos.

Lo ritual, lo simbólico supera las necesida-des funerarias y dota de significado al túmulode San Quílez.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos a T. Urigoitia, descubridor juntoa J.A. Madinaveitia, del monumento, su amabili-dad al habérnoslo mostrado, y su disposicióndurante la excavación;

A Irantzu Elorrieta, Hugo Huidobro, IratxeIturriaga, Olga Juárez, David Larreina y UnaiPerales por participar en las labores de campo ylaboratorio;

Al Ayuntamiento de Treviño por subvencionarparcialmente la excavación.

BIBLIOGRAFÍA

ALDAY, A., ORTIZ DE URBINA, C. y SÁENZ DE BURUAGA, A.

1993 Aproximación al pensamiento prehistórico en la historio-grafía del siglo XIX: el dolmen de Aizkomendi y la supe-ración de los mitos históricos, Boletín de la FundaciónSancho El Sabio, año 3, 2º época, núm. 3, 19-67.

ALTUNA, J., APELLÁNIZ, J. M., y RODRÍGUEZ ONDARRA, P.

1998 Excavación de la estación de túmulos de Satui-Arrolamendi. Legazpia (Guipúzcoa), Munibe, XVI (1-2).

ANDRÉS RUPÉREZ, T.

1977 Los sepulcros megalíticos de Artajona. Príncipe deViana, 148/149. Pamplona (Navarra).403-422.

1978 Estudio tipológico-arquitectónico de los sepulcros delNeolítico y Calcolítico de la cuenca media del Ebro.Universidad de Zaragoza, Zaragoza.

1998 Colectivismo funerario neo-eneolítico. Aproximaciónmetodológica sobre datos de la cuenca alta y mediadel Ebro. Institución Fernando el Católico. Diputaciónde Zaragoza, Zaragoza.

APELLÁNIZ, J. M.

1965 Monumentos Megalíticos de Vizcaya y Álava, MunibeXVII (1-4), 72-86.

1973 Corpus de materiales de las culturas prehistóricas concerámica de la población de cavernas del País Vascomeridional, Munibe, suplemento nº 1. Sociedad deCiencias Aranzadi, San Sebastián-Donostia.

APELLÁNIZ, J. M. y FERNÁNDEZ MEDRANO, D.

1978 El sepulcro de galería segmentada de la Chabola dela Hechicera (El Villar, Álava). Excavación y restaura-ción, Estudios de Arqueología alavesa, 9, 141-221.

ARANZADI, T. y ANSOLEAGA, F.

1915 Exploración de cinco dólmenes de Aralar, Pamplona.

ARANZADI, T., BARANDIARÁN, J. M. Y EGUREN, E.

1919 Exploración de seis dólmenes de la sierra de Aizkorri.Euskalerriaren Alde 9, 9-47.

1919b Exploración de nueve dólmenes del Aralar guipuzcoa-no, Diputación de Guipúzcoa, San Sebastián-Donostia.

1920 Exploración de siete dólmenes de la sierra de Ataun-Burunda, Diputación de Guipúzcoa, San Sebastián-Donostia.

ARMENDÁRIZ, A., ETXEBERRÍA, F. Y HERRASTE, L.

1998 Excavación de la cueva sepulcral Nardakoste IV(Oñati, Gipuzkoa). Munibe (Antropologia-Arkeologia),50. San Sebastián-Donostia,111-120.

ATAURI, T., ELÓSEGUI, J. Y LABORDE, M.

1951 Exploración de tres dólmenes de la estación dolméni-ca de Igoin-Akola (Guipúzcoa), Grupo de Ciencias“Aranzadi” de la Real Sociedad Bascongada delAmigos del País, 4. 1. Sociedad de CienciasAranzadi, San Sebastián-Donostia.

BARAIBAR, J. P. y DE LA RUA, C.

1995 Estudio antropológico de la población de Pico Ramos(Muskiz, Bizkaia), Munibe, (Antropologia-Arkeologia),47. Sociedad de Ciencias Aranzadi. San Sebastián-Donostia, 151-175.

BARANDIARÁN, J. M.

1971 Excavaciones arqueológicas en Álava en 1957 y 1958,Investigaciones arqueológicas en Álava 1957-1968,91-110.

155EL TÚMULO FUNERARIO NEOLÍTICO DE SAN QUÍLEZ. SAN MARTÍN ZAR – TREVIÑO: UN DISPOSITIVO Y UNOS RITOS ORIGINALES EN EL CUARTO MILENIO A. C

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 155

Munibe Antropologia-Arkeologia 59, 2008pp.133-156

S. C. Aranzadi. Z. E. Donostia/San SebastiánISSN 1132-2217

BARANDIARÁN, J. M. y FERNÁNDEZ MEDRANO, D.

1964 Excavaciones del dolmen de San Martín (Laguardia),Boletín de la Institución Sancho el Sabio, VIII, 41-66.

BARANDIARÁN, J. M., FERNÁNDEZ MEDRANO, D. YAPELLÁNIZ, J. M.

1964 Excavación del dolmen de El Sotillo, Boletín Sancho elSabio, t. VIII, nº 1-2, 9-28.

1971 Excavación del dolmen de El Sotillo (Rioja Alavesa),Investigaciones arqueológicas en Álava 1957-1968,33-86.

CAVA, A.

1984 La industria lítica en los dólmenes del País Vasco meri-dional, Veleia 1, 51-156.

DELIBES DE CASTRO, G., ROJO GUERRA, M. Y REPRESABERMEJO, J. I.

1993 Dólmenes de La Lora. Guía Arqueológica. Junta deCastilla y León. Consejería de Cultura, Valladolid.

DELIBES, G, ROJO GUERRA, M. Y SANZ MÍNGUEZ, C.

1986 Dólmenes de Sedano II. El sepulcro de las Arnillas enMoradillo, Noticiario Arqueológico Hispánico, 27, 9-39.

ETXEBERRÍA, P.

1986 Paleopatología de los restos humanos de la Edad delBronce procedentes de Gobaederra (Álava).Munibe: 38, Sociedad de Ciencias Aranzadi, SanSebastián-Donostia, 3-17.

1987 Los restos humanos de la cueva sepulcral de IruaxpeI (Aretxabaleta, Guipúzcoa), Munibe: Antropología yarqueología, 39, Sociedad de Ciencias Aranzadi, SanSebastián-Donostia, 77-79.

1987b Paleopatología de los restos humanos de la Edad delBronce procedentes de Gobaederra (Álava), Munibe:Antropología y arqueología, 38, Sociedad de CienciasAranzadi, San Sebastián-Donostia, 3-18.

1989 Restos humanos de época calcolítica procedentesde la cueva sepulcral de Urtao II (Oñati, Guipúzcoa),Munibe: Antropología y arqueología, 41, Sociedad deCiencias Aranzadi, San Sebastián-Donostia, 63-70.

FERNÁNDEZ ERASO, J.

2003 Las Yurdinas II (Peñacerrada Urizaharra, Alava): undepósito funerario entre finales del IV y comienzos delIII milenio BC, Memorias de Yacimientos Alaveses, 8,Diputación Foral de Álava.

FERREIRA, A. et alii.

1990 El hábitat en la prehistoria en el valle del Río Rojo(Álava), Isturitz: Cuadernos de prehistoria - arqueolo-gía, 3, Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián.

GÓMEZ JUNGUITU, A.

2003 Los restos humanos: análisis de los restos morfológi-cos, FERNÁNDEZ ERASO, J. (dir.) Las Yurdinas II(Peñacerrada Urizaharra, Alava): un depósito funera-rio entre finales del IV y comienzos del III milenio BC,Memorias de Yacimientos Alaveses, 8, 109-126.

MALUQUER DE MOTES, J.

1963 Notas sobre la cultura megalítica de Navarra, Príncipede Viana, 92-93.

MERINO, I.

1991 Estudio del material óseo humano de los yacimientosde Lerrarte y Trikuaizti I (Guipuzkoa), Munibe:Antropología y arqueología, 43, Sociedad de CienciasAranzadi, San Sebastián-Donostia, 105-165.

MUJIKA, J. A. y ARMENDÁRIZ, A.

1991 Excavaciones en la estación megalítica de Murumendi(Beasain): Túmulos de Trikuaizti I y II y dolmen deLarrarte. Munibe: Antropología y arqueología, 43,Sociedad de Ciencias Aranzadi, San Sebastián-Donostia.

ONTAÑÓN, R. Y ARMENDARIZ, A.

2005-2006 Cuevas y megalitos: los contextos sepulcralescolectivos en la Prehistoria reciente cantábrica.Munibe: Antropologia-Arkeologia 57-2, Sociedadde Ciencias Aranzadi, San Sebastián-Donostia,275-286.

ORTIZ, L. et alii.

1983 El núcleo de poblamiento postpaleolítico de Larrenke(Mijancas-Santude), Estudios de ArqueologíaAlavesa, 11, 187-285.

RÚA, C. DE LA Y BARAYBAR, J. P.

1995 Estudio antropológico de la población de Pico Ramos(Muskiz, Bizkaia): Consideraciones sobre la demogra-fía, salud y subsistencia, Munibe: Antropología yarqueología, Sociedad de Ciencias Aranzadi, SanSebastián-Donostia, 151-175.

RUIZ DE AZÚA, P.

1918 Sepultura tardenoisiense de Axpea, cerca deTrespuentes (Álava), Boletín de la Real Sociedad deHistoria Natural, 18, 483-495.

VEGAS, J. I.

1981 Túmulo-dolmen de Kurtzebide Letona. Memoria de laexcavación, Estudios de Arqueología Alavesa, 10, 19-66.

156 ALFONSO ALDAY, ESTIBALIZ GUNDIN, JUDITH LÓPEZ DE HEREDIA, ADRIANA SOTO, ANDONI TARRIÑO

arqueo59art08.qxd:munibepajaros2008.qxd 23/12/08 14:43 Página 156