el transferido

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    EL TRANSFERIDO VERONICA ROTH DIVERGENTEMXCO

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    El Transferido: Una Historia de DivergenteEmerjo de la simulacin con un grito. Mi labio punza, y cuando quito mi mano de l, hay

    sangre en mis dedos. Debo haberlo mordido durante la prueba.La mujer de Osada administrando mi prueba de aptitudTori, dijo que era su nombreme mira extraada mientras se jala el largo cabello negro y lo amarra en un nudo. Susbrazos estn llenos de tinta, flamas y rayos de luz y alas de halcn.

    "Cuando estabas en la simulacin... sabas que no era real?" me dice Tori mientras apagala mquina. Suena y se ve normal, pero es una normalidad estudiada, aprendida con aos deprctica. Lo noto cuando lo veo. Siempre lo hago.

    De pronto estoy consciente de mis propios latidos. Esto es lo que mi padre dijo quesucedera. Me dijo que me preguntaran si haba estado consciente durante la simulacin, y

    me dijo qu deba decir cuando me lo preguntaran."No," digo. "Si lo hubiera estado, crees que me hubiera mordido el labio hastadesangrrmelo?"

    Tori me observa por unos segundos y luego se muerde el borde del labio antes de decir,"Felicidades. Tu resultado fue Abnegacin."

    Asiento, pero la palabra "Abnegacin" se siente como un nudo en mi garganta.

    "No ests contento?" dice ella.

    "Mis compaeros de faccin lo estarn."

    "No pregunt por ellos, pregunt por ti." Los ojos y la boca de Tori se inclinan hacia abajoen los extremos como si soportaran un pequeo peso. "Esta es una sala segura. Puedes decirlo que quieras aqu."

    Yo saba cules seran mis opciones en la prueba de aptitud desde antes que llegara a laescuela esta maana. Eleg comida en vez de un arma. Me arroj frente al perro para salvara la niita. Yo saba que, despus de haber tomado estas decisiones, la prueba terminara yrecibira Abnegacin como resultado. Y no s que habra tomado otras decisiones si mipadre no me hubiera preparado, si no hubiera controlado cada parte de la prueba de aptituddesde lejos. As que, qu esperaba? Qu faccin quera yo?

    La que sea. La que sea menos Abnegacin.

    "Estoy contento," dije firmemente. No me importa lo que diga Tori; sta no era una salasegura. No hay salas seguras, ni verdades seguras, ni secretos seguros para contar.

    Todava puedo sentir los dientes del perro clavndose en mi brazo, rasgando mi piel. Leasent a Tori y comenc a caminar hacia la puerta, pero justo antes de que me fuera, sus

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    manos tomaron mi codo.

    "T eres el que tendr que vivir con tu eleccin," me dice. "Todos los dems lo superarn,seguirn adelante, sin importar lo que decidas. Pero t nunca lo hars."

    Abr la puerta y camin hacia afuera.

    -----

    Regreso a la cafetera y me siento en la mesa de Abnegacin, entre personas que apenas sime conocen. Mi padre no me permite acercarme a la mayora de los eventos comunitarios.Dice que lo arruinar todo, que har algo para daar su reputacin. No me importa. Soyms feliz en mi habitacin, en la silenciosa casa, que rodeado de la deferente y apologticaAbnegacin.

    La consecuencia de mi ausencia constante, sin embargo, es que los otros Abnegacin son

    cautelosos con respecto a m, estn convencidos de que hay algo mal conmigo, de que soymalo o inmoral o extrao. Ni siquiera aquellos dispuestos a asentirme en seal de saludo seatreven a mirarme a los ojos.

    Me siento, apretando mis rodillas, y miro a las otras mesas, mientras los otros estudiantesterminan sus pruebas de aptitud. La mesa Erudita est cubierta de material de lectura, peroninguno de ellos est estudiando; slo estn presumindolo e intercambiandoconversaciones en vez de ideas, volvindose a los libros cada vez que creen que alguien losest observando. Los Verdad estn hablando fuertemente, como siempre. Los Cordialidadestn riendo, sonriendo, sacando comida de sus bolsillos y pasndoselo a los dems. LosOsada son estridentes y ruidosos, colgados sobre las mesas y las sillas, inclinndose sobre

    los otros y pinchndose y molestndose.Yo quera cualquier otra faccin. La que sea menos la ma, donde todos han decidido yaque yo no vala su atencin.

    Finalmente, una mujer Erudita entra en la cafetera y levanta una mano pidiendo silencio.Los Abnegacin y Eruditos guardan silencio inmediatamente, pero tiene que gritar variasveces "Silencio!" para que los Osada, los Cordialidad y los Verdad la noten.

    "Las pruebas de aptitud han finalizado," dice. "Recuerden que no tienen permitido discutirsus resultados con nadie, ni siquiera sus amigos o familia. La Ceremonia de Eleccin ser

    maana en la tarde en el Cubo. Lleguen por lo menos diez minutos antes de que comience.Pueden retirarse."

    Todos corren hacia las puertas excepto nuestra mesa, donde esperamos a que todos salganantes de si quiera levantarnos. Conozco el camino que mis compaeros Abnegados tomarncuando salgamos, caminar por el pasillo y salir por las puertas de entrada hasta la paradadel autobs. Podran estar ah ms de una hora dejando que otras personas se subieran antesque ellos. No creo que pueda soportar ms este silencio.

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    En lugar de seguirlos, me escabullo por una puerta hacia un callejn a un lado de la escuela.He tomado esta ruta antes, pero usualmente camino sin prisa por aqu, sin querer ser visto uodo. Hoy, lo nico que quiero hacer es correr.

    Corro hacia la salida del callejn y salgo a una calle vaca, saltando sobre un bache en elpavimento. Mi floja chaqueta de Abnegacin ondea en el viento y me la suelto de loshombros, dejando que vuele detrs de m como una bandera y luego la dejo ir. Me remangola camisa hasta los codos mientras corro, ralentizndome hasta trotar cuando mi cuerpo yano puede soportar correr. Se siente como si toda la cuidad corre junto a m, difuminndose,los edificios mezclndose. Escucho los golpes de mis zapatos como un sonido separado am.

    Finalmente tengo que parar, pues mis msculos estn ardiendo. Estoy en el vertedero de losAbandonados que se encuentra entre el sector Abnegacin y la sede de Erudicin, la deVerdad y nuestras reas comunes. En todas las reuniones de faccin, nuestros lderes,

    usualmente hablando a travs de mi padre, nos dicen que no tengamos miedo de losAbandonados, que los tratemos como seres humanos en vez de como criaturas rotas yperdidas. Pero ellos nunca me han dado miedo.

    Me muevo a la banqueta para poder mirar a travs de las ventanas de los edificios. Lamayora del tiempo lo nico que veo es muebles viejos, habitaciones desnudas, pedazos debasura en el suelo. Cuando la mayora de los residentes de la ciudad se fueron (comodebieron haber hecho, pues nuestra poblacin actual no llena todos los edificios), nodebieron haberse ido con prisa, pues los espacios que ocupaban estaban demasiado limpios.Nada de inters qued. Cuando paso por una esquina, sin embargo, veo algo adentro. Lahabitacin ms all de la ventana est vaca como todas las otras por las que he pasado,

    pero detrs de la puerta puedo ver unas brasas, una fogata encendida.Frunzo el ceo y me detengo frente a la ventana para ver si se puede abrir. Al principio nocede, pero entonces la muevo hacia atrs y adelante y se abre. Meto primero mi torso yluego mis piernas, cayendo al suelo en un revoltijo de extremidades. Mis codos arden alrasparse contra el suelo.

    El edificio huele como a comida cocida y humo y sudor. Me inclino hacia las brasas,buscando voces que me avisen de presencia de Abandonados aqu, pero slo hay silencio.

    En la siguiente habitacin, las ventanas estn oscurecidas por pintura y suciedad, pero unpoco de luz solar logra filtrarse a travs de ellas, as que puedo ver que hay colchones

    dispersos en toda la habitacin y viejas latas con pedazos de comida seca dentro de ellos.En el centro de la sala hay una pequea parrilla de carbn. La mayora de los carbonesestn blancos, su combustible ha sido gastado, pero uno todava est prendido, sugiriendoque quien sea que haya estado aqu lo estuvo recientemente. Y juzgando por el olor y laabundancia de viejas latas y cobijas, deba de haber un buen nmero de ellos.

    Siempre me haban enseado que los Abandonados vivan sin comunidad, aislados de losdems. Ahora, mirando este lugar, me pregunto por qu lo cre. Cmo sera evitar que

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    hicieran grupos, justo como nosotros hemos hecho? Est en nuestra naturaleza.

    "Qu haces aqu?" pregunta una voz, y viaja a travs de m como una descarga elctrica.Me doy la vuelta y veo a un hombre manchado y con cara hundida en la siguiente

    habitacin, limpiando sus manos en una toalla rasgada.

    "Yo slo estaba..." Miro el fuego. "Vi fuego. Eso fue todo."

    "Oh." El hombre mete el borde de la toalla en su bolsillo trasero. Usa pantalones negros deVerdad, parcheado con tela azul de Erudito, y una camisa gris de Abnegacin igual a la queestoy usando. Est delgado como un riel, pero se ve fuerte. Lo suficiente como paralastimarme, pero no creo que lo haga.

    "Gracias, supongo," dice. "Nada est incendiado aqu, de cualquier forma."

    "Puedo ver eso," digo. "Qu es este lugar?"

    "Es mi casa," dice con una sonrisa fra. Le falta uno de sus dientes. "No saba que tendrainvitados, as que no me molest en arreglar."

    Bajo la mirada hacia las latas tiradas. "Debes sacudirte y moverte mucho si requieres tantassbanas."

    "Nunca conoc a un Estirado que se entrometiera tanto en los asuntos de las otras personas,"dice. Se acerca a m y frunce el ceo. "Te me haces un poco familiar."

    S que no puedo haberlo conocido antes, no donde vivo, rodeado de casas idnticas en elvecindario ms montono de la ciudad, rodeado de personas en un idntico gris con un

    idntico cabello corto. Entonces se me ocurre: tan escondido como mi padre intentamantenerme, aun as es el lder del consejo, una de las personas ms prominentes de nuestraciudad, y me parezco a l.

    "Lamento haberte molestado," digo en mi mejor voz Abnegacin. "Ser mejor que mevaya."

    "S te conozco," dice el hombre. "Eres hijo de Evelyn Eaton, cierto?"

    Me tenso al escuchar su nombre. Han pasado aos desde la ltima vez que lo escuch, puesmi padre no habla de ella, ni siquiera parece reconocerlo cuando lo escuche. Estarconectado con ella de nuevo, aun cuando slo es por el parecido facial, se siente extrao,

    como ponerse una vieja prenda de ropa que ya no te queda.

    "Cmo la conoces?" l debe conocerla bien como para poder verla en mi cara, la cual esms plida que la suya y los ojos azules en vez de caf oscuro. La mayora de la gente novea lo suficientemente cerca como para notar todas esas cosas que tenamos en comn: losdedos largos, las narices ganchudas, las cejas rectas y fruncidas.

    Vacila un poco. "Se ofreci como voluntaria con los Abnegacin a veces. Repartiendo

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    comida y sbanas y ropa. Tena una cara memorable. Adems, estaba casada con un lderdel consejo. Acaso no todo el mundo la conoca?"

    A veces s que las personas estn mintiendo por la manera en la que siento las palabras

    cuando se presionan en m, incmodas y errneas, como la forma en la que un Erudito sesiente cuando lee una oracin gramaticalmente incorrecta. Sea como sea que haya conocidoa mi madre, no fue porque le dio una lata de sopa. Pero estoy tan ansioso por escuchar mssobre ella que no insisto en el tema.

    "Muri, lo sabas?" Digo. "Hace aos."

    "No, no lo saba." Su boca se inclina un poco hacia una de las esquinas. "Lamento escuchareso."

    Me siento raro, parado en este lugar oscuro que huele como a cuerpos vivos y humo, entreestas latas vacas que sugieren pobreza y el hecho de que no encajan. Pero tambin hay algoatractivo sobre este lugar, libertad, negacin a pertenecer a estas arbitrarias categoras quehemos hecho para nosotros mismos.

    "Tu Eleccin debe ser maana, pues te ves bastante nervioso," dice el hombre. "Qufaccin te toc?"

    "No debo decrselo a ninguna persona," digo automticamente.

    "Yo no soy ninguna persona," dice. "Yo soy nadie. De eso se trata ser Abandonado."

    De cualquier forma, no digo nada. La prohibicin contra decir mi resultado de la prueba deaptitud, o cualquiera de mis otros secretos, est establecida con firmeza en el molde que me

    hace y me rehace diario. Es imposible cambiar ahora.

    "Ah, un seguidor de las reglas," dice, como si estuviera decepcionado. "Tu madre me dijouna vez que senta como si la inercia la hubiera llevado a Abnegacin. Era el camino demenor resistencia." Se encoge de hombros. "Creme cuando te digo, Eaton, que vale lapena resistirse."

    Siento una oleada de ira. l no debera estarme hablando sobre mi madre como si leperteneciera a l y no a m, no debera hacerme cuestionar todo lo que recuerdo sobre ellaslo porque pudo o no haberle servido comida una vez. No debera estarme diciendo nadaen absoluto; es nadie, un Abandonado, separado, nada.

    "S?" Digo. "Mira adonde te llev la resistencia. Viviendo de latas en edificiosderrumbados. No suena tan bien para m." Camino hacia la puerta por la que el hombreacababa de emerger. S que encontrar una puerta que salga en algn lugar detrs deledificio; no me importa dnde sea mientras me pueda sacar rpido.

    Sigo un camino a travs del piso, tratando de no pisar las sbanas. Cuando llego al pasillo,el hombre dice, "Preferira comer de una lata que ser estrangulado por una Faccin."

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    No miro atrs.

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    Cuando llego a casa, me siento en el primer escaln e inhalo profundamente el aire frescode primavera por unos minutos.

    Mi madre fue la que me ense a robarme momentos como ste, momentos de libertad,aunque ella no lo saba. La observaba mientras ella los tomaba, escurrindose por la puertadespus de que oscureca cuando mi padre estaba dormido, caminando de vuelta a casacuando la luz del Sol estaba apareciendo por detrs de los edificios. Los tomaba aun cuandoestaba con nosotros, parada en la tina con los ojos cerrados, tan distante del presente que nopareca escucharme cuando le hablaba.

    Pero tambin aprend algo ms al observarla, y es que los momentos libres siempre tienenque terminar.

    Me levanto, sacudindome el polvo de los pantalones, y abro la puerta. Mi padre estsentado en el silln de la sala, rodeado de papeleo. Me enderezo, alto, para que no meregae por ir jorobado. Camino hacia las escaleras. Tal vez puedo irme a mi cuarto sin queme note.

    "Hblame sobre tu prueba de aptitud," dice, y apunta a un silln para que me siente.

    Cruzo la sala, cuidadoso de no pisar una pila de papeles en la alfombra, y me siento dondeme indic, justo en el borde del cojn para poder pararme rpido.

    "Bien?" Se quita los lentes y me mira expectante. Puedo or la tensin en su voz, ese tipo

    de tensin que slo se desarrolla despus de un arduo da de trabajo. Debo ser cuidadoso."Cul fue tu resultado?"

    Ni siquiera pienso en rehusarme a decirle. "Abnegacin."

    "Y nada ms?"

    Frunzo el ceo. "No, por supuesto que no."

    "No me mires as", dice, y mi ceo desaparece. "Nada extrao sucedi en tu prueba?"

    Durante mi prueba, saba dnde estaba; saba que a pesar de que senta que estaba parado

    en la cafetera de mi escuela secundaria, en realidad sentado en una silla en la sala de laprueba de aptitud y que mi cuerpo estaba conectado a una mquina por una serie de cables.Fue extrao. Pero no quiero haberle sobre eso ahora, no cuando puedo ver el estrsbrotando de l como una tormenta.

    "No," digo.

    "No me mientas," dice, y toma mi brazo, sus dedos apretndome como un tornillo. No lo

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    miro.

    "No lo estoy haciendo," digo. "Obtuve Abnegacin, justo como esperaba. La mujer apenasy me mir cuando sal de la habitacin. Lo prometo."

    Me suelta. Mi piel pulsa donde me agarr.

    "Bien," dice. "Estoy seguro de que tienes cosas qu pensar. Deberas ir a tu habitacin."

    "S, seor."

    "Oh," dice. "Algunos de mis compaeros del consejo vendrn esta noche, as que debescenar temprano."

    "S, seor."

    -----Antes de que el sol se ponga, tomo comida de la alacena y el refrigerador: dos panecillos yzanahorias crudas, todava con las hojas, un pedazo de queso, una manzana y sobras depollo sin condimentar. Toda la comida sabe igual, como a polvo y pegamento. Mantengolos ojos en la puerta para no chocar con los compaeros de mi padre. No le agradara queyo todava estuviera aqu cuando ellos vengan.

    Me estoy terminando un vaso con agua cuando el primer miembro del consejo aparece enmi puerta, y corro por la sala antes de que mi padre la abra. Espera con la mano en laperilla, levantando sus cejas hacia m y me deslizo alrededor del barandal. Apunta a lasescaleras y subo rpidamente, mientras l abre la puerta.

    "Hola, Marcus." Reconozco su voz, es Andrew Prior. Es uno de los amigos ms cercanosde mi padre del trabajo, lo que no significa nada, pues nadie realmente conoce a mi padre.Ni siquiera yo.

    Desde las escaleras miro a Andrew. Se est limpiando los zapatos en el tapete. Los veo a la su familia a veces, una unidad Abnegacin perfecta, Natalie y Andrew, y el hijo y la hija(quienes no son gemelos pero ambos van dos aos abajo de m en la escuela), caminandotranquilos por las banquetas y saludando con la cabeza a la gente. Natalie organiza todoslos esfuerzos voluntarios para los Abandonados con los Abnegacin; mi madre debihaberla conocido, aunque en raras ocasiones iba a los eventos sociales de Abnegacin, yprefera guardarse sus secretos como yo guardo los mos, escondidos dentro de esta casa.

    Andrew cruza miradas conmigo, y corro por el pasillo hacia mi habitacin, cerrando lapuerta tras m.

    Segn las apariencias, mi cuarto es tan disperso y limpio como cualquier otro cuartoAbnegacin. Mis sbanas grises estn plegadas estrechamente en el colchn delgado, y loslibros de mi escuela estn ordenados en una torre perfecta en mi escritorio de madera. Un

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    pequeo aparador que contiene conjuntos idnticos de ropa se encuentra a lado de unapequea ventana, la cual slo deja entrar una diminuta franja de luz en las tardes. A travsde ella puedo ver la casa de al lado, que es igual a la ma, excepto que est cinco pies ms

    all.No s cmo es que la inercia se llev a mi madre a Abnegacin, si es que el hombrerealmente estaba diciendo la verdad sobre lo que le haba dicho ella. Puedo imaginarlopasndome a m tambin, maana cuando est parado frente a los tazones de los elementosde las facciones con un cuchillo en mi mano. Hay cuatro facciones las cuales no conozco oconfo, con prcticas que no entiendo y slo una es familiar, predecible, comprensible. Sielegir Abnegacin no me llevar a una vida de felicidad extasiada, por lo menos me llevara un lugar cmodo.

    Me siento en el borde de la cama. No, no lo har, pienso, y luego borro la idea de micabeza, pues s de dnde viene: esa parte infantil de m que le teme al hombre hablando en

    la sala. El hombre cuyos nudillos conozco mejor que sus abrazos.Me aseguro de que la puerta est cerrada y atoro la silla del escritorio debajo de la perillaslo por si acaso. Entonces me acuclillo a un lado de la cama y meto la mano debajo hastaalcanzar un bal que guardo all.

    Mi madre me lo dio cuando era chico, y le dijo a mi padre que era para meter las sbanas,que lo haba encontrado en un callejn en alguna parte. Pero cuando lo puso en mi cuarto,no lo llen con sbanas. Cerr mi puerta y se llev los dedos a los labios y lo puso sobre micama para que lo abriera.

    Dentro del bal haba una escultura azul. Pareca agua cayendo, pero en realidad era vidrio,

    perfectamente claro, pulido, perfecto.

    "Qu hace?" le pregunt entonces.

    "No hace nada obvio," me dijo, y sonri, pero su sonrisa fue apretada, como si temieraalgo. "Pero puede haber algo aqu dentro." Se toc el pecho, justo sobre el esternn. "Puedehacer cosas hermosas."

    Desde entonces he llenado el bal con cosas que los dems llamaran intiles: viejos lentessin cristal, fragmentos de placas desechadas, bujas, cables pelados, el cuello roto de unabotella verde y el filo oxidado de un cuchillo. No s si mi madre los habra llamadohermosos, ni siquiera s si lo son para m, pero cada una de estas cosas me llam la

    atencin de la misma manera en la que lo hizo la escultura, como si fueran cosas secretas yvaliosas por el simple hecho de ser pasadas por alto.

    En lugar de pensar en mi prueba de aptitud, tomo cada uno de los objetos y las envuelvo enmis manos, pues he memorizado cada parte de cada uno.

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    Me levanto al escuchar los pasos de Marcus en el pasillo justo afuera de mi habitacin.Estoy acostado en la cama con los objetos esparcidos por el colchn alrededor de m. Suspasos se hacen ms lentos al acercarse a la puerta. Y tomo las bujas y las placas y los

    cables y los echo en el bal y lo cierro, metiendo la llave en mi bolsillo. Me doy cuenta enel ltimo momento, cuando la perilla comienza a moverse, que la escultura todava estafuera, as que la meto debajo de la almohada y deslizo el bal bajo la cama.

    Entonces corro hacia la silla y la jalo de la perilla para que mi padre pueda entrar.

    Cuando lo hace, mira la silla en mis manos con suspicacia.

    "Qu estaba haciendo eso aqu?" pregunta. "Ests tratando de evitar que entre?"

    "No, seor."

    "Es la segunda vez que me mientes hoy," dice Marcus. "No crie a mi hijo para que fuera un

    mentiroso."

    "Yo..." no puedo pensar en algo qu decir, as que cierro la boca y llevo la silla de vuelta alescritorio donde pertenece, justo debajo del perfecto montn de libros.

    "Qu estabas haciendo aqu que no queras que viera?"

    Aprieto el respaldo de la silla con fuerza y me quedo mirando los libros.

    "Nada," digo tranquilamente.

    "Ahora van tres mentiras," dice, y su voz es baja pero dura como piedra. Camina hacia m y

    retrocedo instintivamente. Pero en lugar de llegar a m, se agacha y saca el bal de debajode la cama e intenta levantar la tapa. No cede.

    El miedo corre por mi estmago como una daga. Pellizco el dobladillo de mi camisa, perono puedo sentir las puntas de mis dedos.

    "Tu madre deca que era para sbanas," dice. "Dijo que habas tenido gripe. Pero lo quesiempre me he preguntado es, si todava tiene sbanas dentro, por qu lo cierras conllave?"

    Extiende la mano con la palma hacia arriba y me levanta una ceja. S lo que quiere: lallave. Y tengo que drsela, porque puede ver que estoy mintiendo; puede verlo todo sobre

    m. Meto mi mano en el bolsillo y pongo la llave en la suya. Ahora no puedo sentir mispalmas y la respiracin empieza, aquella respiracin poco profunda que siempre vienecuando s que l est a punto de explotar.

    Cierro los ojos mientras abre el bal.

    "Qu es esto?" Sus manos se mueven por los preciados objetos sin cuidado,dispersndolos a la derecha e izquierda. Los saca uno por uno y me los lanza. "Para qu

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    necesitas esto o esto...?"

    Me estremezco, una y otra vez, y no tengo una respuesta. No los necesito. No necesito nadade eso. "Esto es demasiado auto-indulgente!" grita, y tira el bal hacia el borde de la cama,

    haciendo que todo su contenido caiga al suelo. "Envenena la casa con egosmo!"

    Tampoco puedo sentir la cara.

    Sus manos chocan contra mi pecho. Tropiezo hacia atrs y choco contra el aparador.Entonces jala la mano hacia atrs para pegarme, y a pesar de que mi garganta est estrechapor el miedo, digo: "La Ceremonia de Eleccin, pap!"

    Detiene su mano alzada, y me acobardo, encogindome hacia el aparador, mis ojosdemasiado borrosos como para ver bien. Usualmente trata de no hacerme moretones en lacara, especialmente para das como maana, cuando mucha gente me estar observando,vindome elegir.

    Baja la mano y por un segundo creo que la violencia se acab, que la furia est controlada.Pero entonces dice: "Bien. Qudate aqu."

    Me hundo en el aparador. S que no debo pensar que se ir y reflexionar la situacin yregresar con una disculpa. Nunca hace eso.

    Regresar con un cinturn, y las cicatrices que marque en mi espalda sern escondidas poruna camisa y una obediente expresin Abnegacin.

    Me doy la vuelta y un escalofro recorre mi cuerpo. Agarro el borde del aparador y espero.

    Esa noche duermo sobre mi estmago, dolor atacndome a cada pensamiento, con mispertenencias rotas en el suelo alrededor de m. Despus de que me golpe hasta que tuveque meter mi puo en mi boca para amortiguar los gritos, pisote cada uno de los objetoshasta que estuvieron rotos o tan abollados que eran irreconocibles, y luego lanz el balhacia una pared haciendo que la tapa se rompiera de las bisagras.

    El pensamiento emerge: Si eliges Abnegacin, jams te alejars de l.

    Empujo mi cara contra la almohada.

    Pero no soy lo suficientemente fuerte como para resistir esta inercia de Abnegacin, estemiedo que me conduce por el camino que mi padre ha construido para m.

    -----

    A la maana siguiente tomo una ducha fra, no para conservar los recursos como losAbnegacin ensean, sino porque alivia el dolor de mi espalda. Me visto lentamente en misropas de Abnegacin simple y floja, y me paro frente al espejo del vestbulo para cortar mi

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    cabello.

    "Djame hacerlo," dice mi padre, desde el otro lado del vestbulo. "Despus de todo, es tuDa de la Eleccin."

    Ponto las tijeras en el borde creado por el panel corredizo y trato de enderezarme. Se paradetrs de m y vuelvo los ojos mientras las tijeras comienzan a cortar mi cabello. Slo hayuna medida para las tijeras, una sola longitud de cabello aceptable para un hombreAbnegacin. Hago una mueca cuando sus dedos estabilizan mi cabeza y espero que no lovea, que no vea cmo el menor de sus toques me atemoriza.

    Y mi corazn de repente est latiendo tan fuerte, y mi cara est tan caliente, que apenas sipuedo soportarlo.

    "No te preocupes por el dolor," le dijo. "He tenido mucha prctica."

    Por un segundo, sus ojos son como dagas en el espejo y mi furia desapareci, reemplazadapor aquel miedo familiar. Pero lo nico que hace es dejar las tijeras sobre la repisa y bajarpor las escaleras, dejndome para que barra el cabello cortado, para que me lo quite delcuello y hombros, para que me lleve las tijeras al cajn del bao.

    Entonces regreso a mi cuarto y me quedo viendo los objetos rotos del suelo.Cuidadosamente, los recolecto en una pila y los pongo en el bote de basura, pieza por pieza.

    Con una mueca de dolor, me agacho. Mis piernas estn temblando.

    En ese momento, mirando el tipo de vida que me he hecho aqu y a los restos destrozadosde lo poco que tena, pienso: Tengo que salir de aqu.

    Es un pensamiento fuerte. Puedo sentir su fuerza zumbando dentro de m como el interiorde una campana, as que lo pienso de nuevo. Tengo que salir de aqu.

    Camino hacia la cama y deslizo mi mano debajo de la almohada, donde la escultura de mimadre todava est a salvo, azul y reflejando la luz matutina. Lo pongo en mi escritorio, aun lado de una pila de libros, y me voy de mi habitacin, cerrando la puerta tras m.

    "Sabes qu esperar," dice. Cubre mi oreja con una mano mientras con la otra corta unpedazo de cabello. Hoy trata de proteger mi odo de ser cortado y ayer me peg con elcinturn. El pensamiento se siente como veneno corriendo por mis venas. Es casi divertido.Casi me dan ganas de rer.

    "Te parars en tu lugar; cuando te llamen, caminars hacia el cuchillo. Despus te cortarsy derramars la sangre en el tazn correcto." Nuestros ojos se encuentran en el espejo ypresiona su moca en algo parecido a una sonrisa. Toca mi hombre y me doy cuenta de queestamos casi de la misma altura y tamao, aunque me siento demasiado pequeo.

    Entonces agrega gentilmente, "El cuchillo slo doler por un momento. Despus tu

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    eleccin estar tomada y todo terminar."

    Me pregunto si siquiera recordar lo que sucedi ayer, o si ya pas a una seccin diferenteen su mente, manteniendo a su monstruo medio separado de la mitad de su padre. Pero yo

    no tengo esas secciones, y puedo ver todas sus identidades una sobre otra como capas,monstruo y padre y hombre y lder del consejo y viudo.

    Abajo, estoy demasiado nervioso para comer, pero logro meter un pedazo de pan tostado enmi boca para que mi padre no pregunte nada. No debera preocuparme. Ahora pretende queno existo, pretende que no me duele cada vez que tengo que agacharme para recoger algo.

    Tengo que salir de aqu. Es un grito ahora, un mantra, lo nico a lo que puedo aferrarmeque me queda.

    Termina de leer las noticias que el Erudito saca todas las maanas y yo termino de lavarmis trastes, y salimos de la casa juntos sin hablar. Caminamos por la banqueta y l saluda anuestros vecinos con una sonrisa, y todo est como siempre en perfecto estado para MarcusEaton, excepto su hijo. Excepto yo, yo no estoy en perfecto estado, estoy en constantedesorden.

    Pero hoy, estoy feliz de eso.

    Nos subimos al autobs y nos paramos en el pasillo para dejar que los dems se sientenalrededor de nosotros, una perfecta imagen de la deferencia de Abnegacin. Veo a losdems subir, chicos y chicas Verdad gritando, Eruditos con miradas estudiosas. Miro a losotros Abnegacin levantarse de sus asientos para cederlos. Todos van al mismo lugar hoy:el Cubo, un pilar negro en el horizonte, con sus dos dientes cortando el cielo.

    Cuando llegamos, mi padre pone su mano en mi hombro al llegar a la entrada, mandandochoques de dolor por todo mi cuerpo.

    Tengo que salir de aqu.

    Es un pensamiento desesperado, y el dolor slo lo estimula con cada paso que doy mientrassubo las escaleras hacia el piso de la Ceremonia de Eleccin. Lucho por aire, pero no es porel dolor de mis piernas; es por mi corazn dbil, fortalecindose con cada segundo quepasa. Detrs de m, Marcos se enjuga perlas de sudor de su frente, y todos los otrosAbnegacin cierran sus labios evitando respirar muy fuerte para que no pareciera que seestuvieran quejando.

    Levanto los ojos hacia las escaleras frente a m y me siento en llamas con este pensamiento,esta necesidad, esta oportunidad de escapar.

    Llegamos al piso correcto y todos se detienen para recuperar el aliento antes de entrar. Lahabitacin est oscura, las ventanas bloqueadas, los asientos arreglados alrededor delcrculo de tazones que contienen vidrio y agua y piedras y carbones y tierra. Encuentro milugar entre una chica Abnegacin y un chico Cordialidad. Marcus se para frente a m.

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    "Sabes qu hacer," dice, y es ms como si se lo estuviera diciendo a l que a m. "Sabescul es la decisin correcta. S que lo sabes."

    Me concentro en un punto debajo de sus ojos.

    "Te ver pronto," dice.

    Camina hacia la seccin Abnegacin y se sienta en la primera fila junto con otros lderesdel consejo. Eventualmente, las personas llenan la sala, aquellos que estn a punto de elegirse paran en un cuadrado en el borde, aquellos que miran en las sillas del centro. Las puertasse cierran y hay un momento de silencio mientras el representante del consejo de Osadacamina hacia el estrado. Su nombre es Max. Enrolla sus dedos en el borde del podio ypuedo ver, incluso desde aqu, que sus nudillos estn magullados.

    Aprenden a pelear en Osada? Deben hacerlo.

    "Bienvenidos a la Ceremonia de Eleccin," dice Max, y su profunda voz llena la habitacinfcilmente. No necesita el micrfono; su voz es lo suficientemente alta y fuerte parapenetrar en mi crneo y envolver mi cerebro. "Hoy escogern sus facciones. Hasta estepunto han seguido el camino de sus padres, las reglas de sus padres. Hoy encontrarn supropia camino y harn sus propias reglas."

    Casi puedo ver a mi padre presionar sus labios con desdn ante tal tpico discurso deOsada. Conozco sus hbitos tan bien que casi lo hago yo mismo, a pesar de que nocomparto el sentimiento. No tengo opiniones particulares sobre los Osados.

    "Hace mucho tiempo, nuestros ancestros se dieron cuenta de que cada uno de nosotros,cada individuo, era responsable por la maldad que exista en el mundo. Pero no todosconcordaron en qu era el mal," dice Max. "Algunos dijeron que era la deshonestidad..."

    Pienso en las mentiras que he dicho, ao con ao, acerca de este moretn o aquella cortada,las mentiras de omisin que haba dicho cuando mantena los secretos de Marcus.

    "Algunos dijeron que era la ignorancia, otros que la agresin..."

    Pienso en la paz de las huertas de Cordialidad, la libertad de la violencia y la crueldad queencontrara all.

    "Algunos dijeron que el egosmo fue la causa."

    Esto es por tu propio bien es lo que Marcus haba dicho antes de que me soltara el primergolpe. Como si golpearme fuera un acto de auto-sacrificio. Como si lo lastimara hacerlo.Bueno, pues no fue l quien estaba cojeando en la cocina esta maana.

    "Y el ltimo grupo dijo que era la cobarda a la que haba que culpar."

    Unos cuantos gritos se escucharon en la seccin de Osada, y el resto de los Osados rieron.Pienso en el miedo tragndome anoche hasta que no poda sentir mi cuerpo, hasta que no

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    poda respirar. Pienso en los aos que me han molido en polvo bajo los talones de mi padre.

    "As es como formamos las Facciones: Verdad, Erudicin, Cordialidad, Abnegacin yOsada." Max sonre. "En ellos encontramos administradores y maestros y consejeros y

    lderes y protectores. En ellos encontramos nuestro sentido de pertenencia, nuestro sentidode comunidad, nuestras propias vidas." Carraspea. "Suficiente con eso. Comencemos.Acrcate y toma el cuchillo, despus haz tu eleccin. El primero: Zellner, Gregory."

    Parece adecuando que el dolor me siguiera de mi antigua vida a la nueva, con el cuchilloenterrndose en mi mano. Aun as, ni siquiera esta maana saba qu faccin elegira comorefugio. Gregory Zellner sostiene su mano sangrante sobre el tazn de tierra, eligeCordialidad. Cordialidad parece una eleccin obvia para un refugio con su vida pacfica,sus huertas dulces y su comunidad sonriente. En Cordialidad encontrara la aceptacin quehe estado buscando toda mi vida, y quizs, con el tiempo, aprendera cmo sentirmecmodo conmigo mismo y con quien soy.

    Pero al mirar a la gente sentada en esa seccin, con sus rojos y amarillos, slo veo gentecompleta y sanada, capaces de animarse el uno al otro, capaces de apoyarse el uno al otro.Son demasiado perfectos, demasiado amables, como para que alguien como yo llegue a susbrazos con furia y miedo.

    La ceremonia pasa rpido. "Rogers, Helena."

    Elige Verdad.

    S lo que sucede en la iniciacin de Verdad. Escuch susurros sobre eso en la escuela unda. Ah estara expuesto a todos mis secretos, tendra que sacarlos todos. Tendra que

    despellejarme vivo para unirme a los Verdad. No, no puedo hacer eso."Lovelace, Frederick."

    Frederick Lovelace, vestido en azul, corta su mano y deja que su sangre corra hacia el aguaErudita, volvindola de un tono rosado oscuro. Aprendo fcilmente como para estar enErudicin, pero me conozco lo suficiente como para entender que soy demasiado voltil,demasiado emocional, para un lugar como se. Me estrangulara y lo que quiero es ser libre,no estar encarcelado en otra prisin.

    Toma muy poco tiempo para que la chica abnegada que est junto a m sea llamada.Erasmus, Anne.

    Anneotra persona con la que solamente he cruzado un par de palabras tropieza haciaadelante y camina por el pasillo para llegar al podio donde se encuentra Max. Ella acepta elcuchillo con sus manos temblorosas y corta la palma de su mano y la mantiene sobre elcuenco de Abnegacin. Es fcil para ella. Ella no tiene nada por lo que huir, slo unabienvenida, una comunidad a la que volver. Y, adems, ningn abnegado se ha transferidodesde hace aos. Es la faccin ms leal, en trminos estadsticos de la Ceremonia deEleccin.

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    Eaton, Tobas.

    No me siento nervioso mientras bajo por el pasillo hacia los cuencos, aunque an no heescogido mi lugar. Max me ofrece el cuchillo, y mis dedos envuelven el mango. Es suave y

    fro, y la hoja limpia. Un cuchillo nuevo para cada persona, y una nueva eleccin.

    Mientras camino al centro del cuarto, con los cuencos, veo a Tori, la mujer que me aplicmi prueba de aptitud. T eres quien vivir con tu eleccin, me dijo. Su cabello est haciaatrs, y puedo ver un tatuaje sobre su clavcula, junto a su garganta. Sus ojos tocan los moscon una fuerza peculiar y la miro fijamente, inquebrantable, mientras me sito en mi lugarntrelos cuencos.

    Con qu eleccin podr vivir? No Erudicin o Verdad. No Abnegacin, el lugar del queestoy tratando de alejarme. Ni si quiera Concordia, donde estoy demasiado quebrado parapertenecer.

    La verdad es, quiero dirigir un cuchillo hacia el corazn de mi padre, para atravesarlo contanto dolor y vergenza y decepcin como sea posible.

    Aqu hay una sola eleccin que puede hacer eso.

    Lo miro, y el asiente, y corto profundamente mi propia palma, tan profundo que el dolortrae lgrimas a mis ojos. Con un parpadeo las alejo y hago un puo con mi mano para quela sangre se concentre ah. Sus ojos son como mis ojos, un azul oscuro que con una luzcomo esta hacen que se vean negros, solo agujeros en su crneo. Mi espalda palpita, micamisa con cuello araa la carne viva all, la piel que usaba en el cinturn.

    Abro mi mano sobre los carbones. Siento que se queman en mi estmago, llenndome confuego y humo.

    Soy libre

    -----

    No oigo los vtores de los osados; todo lo que escucho es un zumbido.

    Mi nueva faccin es como una criatura de muchos brazos, estirndose hacia m. Me muevohacia ellos y no me atrevo a mirar atrs para ver la cara de mi padre. Manos dan palmadas amis brazos, elogindome por mi eleccin, y me muevo hacia la parte trasera del grupo, y lasangre envuelve mis dedos.

    Me coloco con los dems iniciados, junto a un chico erudito de cabello negro que meevala y me termina con una mirada. No debo parecer gran cosa, con mis ropas grises deAbnegacin, alto y esculido tras mi estirn del ao pasado. El corte de mi mano brota,derramando sangre en el piso y bajando por mi mueca. Hice muy profundo el corte con elcuchillo.

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    Cuando el ltimo de mis compaeros hace su eleccin, tomo el dobladillo de mi camisasuelta de Abnegacin y la rasgo. Rompo una tira de tela y la envuelvo en mi mano paraparar el sangrado Ya no necesitar esta ropa.

    Los osados sentados delante nuestro se ponen de pie tan pronto la ltima persona elige, ycorren hacia las puertas, llevndome con ellos. Miro atrs justo antes de llegar a las puertas,incapaz de detenerme, y veo a mi padre sentado en la fila delantera quieto, otros abnegadosse acercan a l. Parece aturdido.

    Sonro un poco, lo hice, yo puse esa expresin en su rostro No soy el hijo Abnegadoperfecto, condenado a ser tragado entero por el sistema y disuelto en la oscuridad. En vezde eso soy el primer Abnegado-Osado transferido en ms de una dcada.

    Me giro y corro para alcanzar a los otros, no quiero ser dejado atrs. Antes de que salga delcuarto, desabrocho mi larga y rasgada camisa y la dejo caer en el piso. La camiseta gris que

    llevo debajo es an de gran tamao, pero es ms oscura, se mezcla bien con la ropa deOsada.

    Bajan rpidamente por las escaleras (toman por asalto las escaleras) abriendo las puertas degolpe, riendo, gritando. Siento ardor en mi espalda, hombros, pulmones y piernas, y depronto me siento inseguro de la eleccin que tom, de estas personas que he reclamado.Son muy ruidosas y salvajes. Podr encontrarme un lugar entre ellos? No lo s.

    Creo que no tengo eleccin.

    Me abro paso a travs del grupo, buscando a mis compaeros iniciados, pero parece quehan desaparecido. Me muevo hacia un lado del grupo con la esperanza de ver hacia dnde

    nos dirigimos, y veo las vas del tren suspendidas sobre la calle frente a nosotros en unacaja enrejada de madera y metal. Los osados suben las escaleras y se esparcen en laplataforma del tren. Al pie de la escalera, el grupo es tan denso que no encuentro unamanera de entrar, pero s que si no subo las escaleras pronto, perder el tren, as que meabro paso para entrar. Tengo que apretar mi mandbula para evitar disculparme mientras ledoy codazos a la gente y el impulso de la gente me presiona escaleras arriba.

    No eres un mal corredor, dice Tori mientras se acerca a mi lado en la plataforma. Almenos para un abnegado.

    Gracias. Digo.

    Sabes que pasar ahora, cierto? Se gira y seala una luz a la distancia, fijada en la partedelantera de un tren en movimiento. No parar. Solo bajara la velocidad un poco. Y si nolo logras, eso es todo para ti. Sin Faccin. Es una manera fcil de que ser expulsado.

    Asiento con la cabeza. No me sorprende que la iniciacin ya haya comenzado, quecomenz el segundo que dejamos la Ceremonia de Eleccin. Y no me sorprende que lososados esperen que yo me pruebe a m mismo. Veo al tren acercarse lo puedo escucharahora, silbando sobre las vas.

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    Ella me sonre. Lo hars muy bien aqu. No es as?

    Por qu dices eso?

    Ella se encoge de hombros. T pareces a alguien que est dispuesto a luchar, eso es todo.

    El tren se acerca hacia nosotros, y los osados comienzan a acumularse. Tori corre hacia elborde, y yo la sigo, copiado su postura y movimientos mientras ella se prepara para saltar.Ella se agarra del borde de la puerta y se balancea hacia dentro del tren, as que hago lomismo que ella, torpe al principio de mi agarre y tirando de m mismo hacia dentro.

    Pero no estoy preparado para el giro del tren y me tropiezo, golpeando mi cara contra lapared de metal. Agarro mi nariz adolorida.

    Tranquilo. Uno de los Osados que est dentro dice. l es ms joven que Tori, con pieloscura y una sonrisa fcil.

    La delicadeza es para eruditos presumidos, Tori dice. l entr al tren, Amar, eso es loque cuenta.

    Se supone que l debe de estar en el otro vagn, con los otros iniciados. Dice Amar. lme mira, pero no en la misma manera en la que el erudito lo hizo hace unos minutos. lparece ms curioso que nada, como si yo fuera rareza que l debe examinarcuidadosamente para comprenderla. Si es tu amigo, supongo que est bien. Cul es tunombre, estirado?

    El nombre est en mi boca en el segundo que l me lo pregunta, y estoy por respondercomo siempre lo hago, que soy Tobias Eaton. Debera de ser natural, pero no puedo

    soportar la idea de decir mi nombre en voz alta, aqu no, entre las personas con las queespero hacer nuevos amigos, mi nueva familia. No puedo no serel hijo de MarcusEaton nunca ms.

    Por m puedes llamarme Estirado, digo probando las bromas de Osada que solo heescuchado en los pasillos y salones de clases hasta ahora. El viento irrumpe en el vagn deltren que va tomando velocidad, y es ruidoso, ruge en mis odos.

    Tori me mira extraada, por un momento me temo que est por decirle a Amar mi nombre,el cul supongo ella recuerda de mi prueba de aptitud. Pero ella solo se limita a asentir conla cabeza un poco y se relaja. Me giro hacia la puerta abierta, mi mano sigue en el borde.

    Nunca se me ocurri que alguna vez negara mi nombre, o que dara uno falso, construiruna nueva identidad para m mismo. Soy libre aqu, libre de golpear a las personas y librede rechazarlos e incluso de mentir.

    Veo a la calle entre las vigas de madera que soportan las vas del tren, slo una historia bajonuestros pies. Pero arriba, las vas viejas dan paso a las nuevas y las plataformas son msaltas, envolvindose alrededor de los techos de los edificios. El ascenso ocurre de manera

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    gradual as que me hubiera dado cuenta de lo que estaba ocurriendo si no hubiera estadomirando el suelo mientras viajamos ms y ms lejos de l, ms y ms lejos hacia el cielo.

    El miedo hace que mis piernas sean dbiles, as que retrocedo de la puerta y me hundo en

    un sof junto a una pared mientras espero llegar a donde sea que nos dirigimos.

    -----

    Sigo en esa posicin agazapado junto a la pared, mi cabeza en mis manos cuandoAmar me mueve con su pie.

    Levntate, Estirado, l dice sin amabilidad. Es casi tiempo de brincar.

    Brincar? digo yo.

    S. l sonre. Este tren no se detiene por nadie.

    Me levanto. La tela que envolv en mi mano est empapada de rojo. Tori se para detrs dem y me empuja hacia la puerta.

    El iniciado primero! Ella grita.

    Qu haces? Le pregunto con el ceo fruncido.

    Hacindote un favor! ella me responde. Ella me empuja nuevamente hacia la puerta. Losdems osados dan un paso atrs para que pase, cada uno de ellos sonrindome como si yofuera una comida. Me mezclo hasta el borde, tomando el borde tan fuerte que la punta demis dedos comienzan a entumecerse. Veo a donde se supone que debo brincarms

    adelante las vas envuelven un techo y giran. La distancia paree pequea desde aqu, peromientras el tren se acerca, se ve ms larga y ms larga, y mi muerte inminente parece cadavez ms probable.

    Mi cuerpo entero se sacude mientras los osados en los vagones nos impulsan a dar el salto.Ninguno de ellos alcanza el techo, pero eso no quiere decir que no ser el primero. Metomis dedos en la manija y me quedo mirando el techo y me empujo fuera tan fuerte comopuedo.

    Me estremezco por el impacto y caigo sobre mis manos y rodillas La grava del techo semete en mi mano herida. Miro mis dedos. Me siento como si el tiempo se lanzara haciadelante, el brinco real ha desaparecido de mi vista y memoria.

    Maldicin. Alguien detrs de m dice. Estaba esperando que quizs podramos rasparalgunos pedazos de Estirado del pavimento despus.

    Miro el piso y me siento en mis talones. El techo est inclinando y se est balanceandodebajo de mno saba que el miedo puede hacer que una persona pueda marearse.

    Ahora s que ya he pasado dos pruebas de iniciacin: me sub a un tren en movimiento y

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    llegu al techo. Ahora la pregunta es Cmo es que los osados se bajan del techo?

    Un momento despus Amar sube a una plataforma y obtengo mi respuesta.

    Ellos nos harn brincar.

    Cierro mis ojos y simulo que no estoy aqu, arrodillado en el suelo con estos locos pintadoscon tinta alrededor mo. Vine aqu para escapar, pero esto no es un escape, solamente esuna forma diferente de tortura y es demasiado tarde para escapar de ella. Mi nicaesperanza es, entonces, sobrevivir.

    Bienvenidos a Osada! Amar grita. Donde ya sea hagan frente a sus miedos y nointentar morir en el proceso, o salir como un cobarde. Tenemos un bajo registro detransferidos este ao, como era de esperar.

    Los osados que estn junto a Amar golpean al aire y gritan, dando por hecho de que nadie

    quiere unirse a ellos como estandarte de orgullo.

    La nica manera de entrar al cuartel de Osada desde este techo es brincar desde estaplataforma, Amar dice, abriendo ampliamente sus brazos para indicar el espacio vaco quehay alrededor de l. l se inclina hacia atrs en sus talones y agita sus brazos, como siestuviera a punto de caer, despus de atrapa a s mismo y sonre. Hago una respiracinprofunda y la mantengo.

    Como de costumbre, ofrezco la oportunidad de ir primeros a nuestros iniciados, nacidos enOsada o no. El baja de la plataforma y seala con la cabeza la plataforma.

    El grupo de los jvenes osados que estn cerca del techo cambian miradas. De pie a un lado

    est el chico de Erudicin de antes, una chica de Concordia, dos chicos y una chica deVerdad. Somos seis.

    Uno de los osados avanza, un chico de piel oscura que se hace seas para atraer aplausos desus amigos.

    Vamos, Zeke! una de las chicas grita.

    Zeke brinca a la plataforma pero calcula mal el brinco y se inclina hacia adelante,perdiendo su equilibrio. El grita algo incomprensible y desaparece. La chica de Verdadjadea, cubriendo su boca con una mano, pero los amigos de Zeke se echan a rer. No creoque fuera el momento dramtico, heroico que l tuvo en mente.

    Amar, sonriendo, vuelve a sealar la plataforma. Los nacidos en Osada hacen lnea detrsde ella y tambin lo hacen el chico de Erudicin y la chica de Cordialidad. Creo que tengoque unirme a ellos. Tengo que brincar, no importa cmo me sienta al respecto. Me muevodetrs de la lnea, rgido como mis articulaciones son tornillos oxidados. Amar mira su relojy seala a cada brincador intervalos de treinta segundos.

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    La lnea se hace pequea, se disuelve.

    De repente se ha ido y soy el nico que queda. Me paro en la plataforma y espero la sealde Amar. El solo se est ocultando detrs de los edificios a la distancia, la lnea irregular

    desconocida desde este ngulo. La luz brilla de dorado cerca del horizonte, y el viento correpor el costado del edificio, levantando mi ropa de mi cuerpo.

    Adelante. Amar dice.

    Cierro mis ojos y me congelo

    Cierro los ojos, y estoy paralizado; no puedo lanzarme del techo. Todo lo que puedo haceres inclinarme y caer. Mi estomago cae y mis extremidades se revuelven en el aire en buscade algo, lo que sea con el fin de sostenerse, pero no hay nada, solo el precipicio, el aire y ladesenfrenada bsqueda por tierra firme.

    Despus me golpeo contra una red.

    Se curva alrededor de m, envolvindome en sus fuertes hilos. Algunas manos me llamandesde la orilla. Engancho mis dedos en la red y me impulso haca ellos. Caigo de pie en unaplataforma de madera, y un hombre con piel morena y moretones en los nudillos me mira.Max.

    El Estirado! me da una palmada en la espalda, hacindome retroceder. Es un gusto verque llegaste tan lejos. Ve a unirte con tus compaeros. Amar bajar en un segundo, estoyseguro.

    Detrs de l hay un tnel negro con paredes de roca. La guarida de Osada esta bajo tierra

    Asum que estara colgado de una serie de cuerdas frgiles en un edificio alto, una claramanifestacin de mis peores pesadillas.

    Trato de bajar las escaleras y reunirme con los dems trasferidos. Al parecer mis piernasvuelven a caminar. La chica de Concordia me sonre. Eso fue sorprendentementedivertido, dice. Me llamo Mia. Ests bien?

    Parece que intenta no vomitar, uno de los de Verdad dice.

    Solo deja que pase, hombre, otro chico de de Verdad agrega. Nos encantara ver unaescenita.

    Mi respuesta sale de la nada. Cllense suelto.

    Para mi sorpresa, ellos se callan. Supongo que nadie de Abnegacin les ha dicho que secallen.

    Unos segundos despus, veo a Amar en la orilla de la red. Baja las escaleras, luciendosalvaje y despeinado y listo para el siguiente truco loco. El atrae a todos los iniciados, y nosjuntamos en la puerta del tnel en un semicrculo.

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    Amar coloca sus manos unidas frente a l.

    Mi nombre es Amar, dice. Soy su instructor en la iniciacin. Yo crec aqu y hace tresaos, complete la iniciacin con gran xito, lo que significa que ahora estoy a cargo de los

    iniciados por el tiempo que yo quiera. Considrense suertudos.

    Los nacidos en Osada y trasferidos hacen su entrenamiento fsico separados, as losnacidos aqu no puedan destruir a los transferidos inmediatamente-Ante este comentariolos nacidos en Osada, que se encuentran al otro extremo del semicrculo sonren. Peroeste ao estamos intentando algo diferente. Los lderes de Osada y yo queremos ver siconociendo sus miedos antes de su entrenamiento los puede preparar para el resto de lainiciacin, As que antes de dejarlo pasar al comedor a cenar, vamos a hacer unautodescubrimiento. Sganme.

    Qu pasa si yo no me quiero descubrir? pregunta Zeke.

    Todo lo que amar tiene que hacer es mirarlo para que Zeke se ocultase entre el grupo de losnacidos en Osada otra vez. Amar no es como alguien que ya he conocido afable unminuto y severo al siguiente, e incluso las dos al mismo tiempo.

    El gua el camino hacia el tnel, despus se detiene en una puerta construida en la pared yla empuja para abrirla con su hombro. Lo seguimos hacia un cuarto hmedo con un vidriogigante en la parte trasera. Por encima de nosotros las luces fluorescentes parpadean ytiemblan, mientras tanto Amar est ocupado con una maquina muy parecida a la que usaronpara administrar mi prueba de aptitud. Escucho un goteo y observo que en la esquina hayun charco y en el techo una gotera.

    Esto es el cuarto del paisaje del miedo Amar dice sin mirar hacia arriba. Un paisaje delmiedo es una simulacin en la cual te enfrentas a tus peores miedos.

    En la mesa a lado de la maquina, ordenadamente hay una fila de jeringas. Para m, se vensiniestras debajo de esa luz parpadeante, como si ellas tambin fueran instrumentos detortura, cuchillos y espadas y atizadores calientes.

    Cmo es esto posible? dice el chico de Erudicin, T no sabes nuestros peoresmiedos.

    Eric, cierto? Amar dice, Estas en lo correcto, no conozco sus peores miedos, pero elsuero que les inyectar va a estimular ciertas partes del cerebro que procesan el miedo, y tu

    solo vas a traer los obstculos, por decirlo as. En esta simulacin, en contraste con lasimulacin en la prueba de aptitud, tu estars consiente que lo que ests viendo no es real.Mientras tanto, yo estar en este cuarto, controlando la simulacin, para saber decirle enqu momento debe de cambiar al siguiente obstculo una vez que tu pulso cardiaco alcancecierto nivel una vez que te tranquilices, o en otras palabras, enfrentes tu miedo en unmodo significante. Cuando te quedes sin miedos, el programa terminar y te despertar eneste cuarto otra vez pero ahora consciente de tus propios miedos.

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    El toma un de las jeringas y hace seas a Eric.

    Permteme satisfacertu curiosa sabidura Amar dice. T sers el primero.

    Pero

    Pero, Amar dice suavemente. Soy tu instructor en la iniciacin y si te interesa un pocodeberas de hacer lo que yo te diga.

    Eric se queda paralizado por un momento, despus se quita su chamarra azul, la dobla a lamitad y la coloca en el respaldo de la silla. Sus movimientos son lentos y deliberados premeditados, sospech, para irritar a Amar lo mas que se pueda. Eric se acerca a Amar,quien inyecta el suero casi salvajemente en un lado del cuello de Eric. Despus dirige a Erical siguiente cuarto.

    Una vez que Eric est de pie en medio del cuarto detrs del vidrio, Amar lo vincula a la

    mquina de simulacin con electrodos y presiona algo detrs de la pantalla de lacomputadora para que el programa inicie.

    Eric est tranquilo, sus manos a los lados. Nos mira a travs de la ventana y un momentodespus, no se ha movido, se ve como si mirara algo ms, mientras la simulacin comenz.Pero no grita o golpea o llora como yo esperara de alguien que afronta sus peores miedos.La frecuencia de su corazn se graba en el monitor frente e Amar, sube y sube como unpjaro tomando vuelo.

    Tiene miedo, tiene miedo, pero no se est moviendo.

    Qu pasa?Me pregunta MaEl suero est funcionando?

    Asiento.

    Mir a Eric respirar profundo en sus entraas y exhala por la nariz. Su cuerpo se sacude,tiembla, como si el suelo se derrumbara bajo sus pies, pero sus respiraciones son lentas eincluso, sus msculos se tensan y se relajan cada pocos segundos, como si se pusiera tensopor accidente y despus corrigiera su error. Vi su frecuencia cardiaca en el monitor frente aAmar, lo vi ralentizarse ms y ms hasta que Amar toca la pantalla, forzando el programa acontinuar.

    Eso pasa una y otra vez con cada nuevo miedo. Cont los miedos mientras pasaban ensilencio, diez, once, doce. Despus Amar toca la pantalla una ltima vez y el cuerpo de Ericse relaja. Parpadea, lentamente, luego finge una sonrisa a la ventana.

    Me di cuenta de que los nacidos en Osada, usualmente comentan rpido cualquier cosa,son silenciosos. Eso debe significar que lo que siento est bienque Eric es alguien dequien hay que cuidarse. Quizs incluso alguien de quien hay que temer.

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    Por ms de una hora miro a los otros iniciados enfrentar sus miedos, corriendo y brincandoy apuntando armas invisibles y, en algunos casos, boca abajo, sollozando. Algunas vecestengo la sensacin de lo que ellos ven, el rastreo, temores rastreros que los atormentan. Pero

    la mayora del tiempo los villanos de los que se protegen son privados, solo conocidos porellos y Amar.

    Me quedo en la parte de atrs de la habitacin, reducindome cada vez que l llama a lasiguiente persona. Pero ahora soy el ltimo en la habitacin y Mia est terminando, sacandosu pasaje de miedo cuando est agachada contra la pared trasera, su cabeza est en susmanos. Se levanta, se ve cansada y arrastra los pies fuera del cuarto sin esperar a Amar paradespedirla. l mira la ltima jeringa en la mesa, luego a m.

    Solo t y yo, Estiradodice. Vamos terminemos con esto.

    Me paro frente a l. Apenas siento la aguja entrar; nunca he tenido problemas con las

    inyecciones, aunque algunos de los otros iniciados tienen los ojos llorosos antes de lainyeccin. Entro a la habitacin de al lado y miro a la ventana, que parece un espejo delotro lado. En el momento antes de la simulacin hace efecto, puedo verme a m mismo enla manera en que otros me han visto, encorvado y enterrado en tela, alto y huesudo ysangrando. Trato de enderezarme y me sorprende la diferencia, sorprendido por la sombrade la fuerza me veo a m mismo y justo antes la habitacin desaparece.

    Imgenes llenan el espacio en pedazos, el horizonte de nuestra ciudad, el hoyo en elpavimento, siente historias debajo de m, la lnea de la repisa debajo de mis pies. El vientose precipita por el lado del edificio, ms fuerte de lo que era cuando estaba aqu en la vidareal, moviendo mi ropa con mucha fuerza y empujndome desde todos los ngulos. Luegoel edificio crece conmigo en la punta, llevndome lejos del suelo. El hoyo se cierra y duropavimento lo cubre.

    Me encojo lejos de la orilla, pero el viento no me deja retroceder. Mi corazn late msfuerte y rpido mientras afronto la realidad de lo que debo hacer; tengo que saltar de nuevo,esta vez sin pensar que no ser doloroso cuando golpee el suelo.

    Un panqueque Estirado

    Muevo mis manos, apret los ojos cerrados, y grito por los dientes. Luego me dejo llevarpor el viento y desciendo, rpido. Golpeo el suelo.

    Abrasador, dolor al rojo vivo se precipita a travs de m, solo un segundo.

    Me levanto, limpiando el polvo de mi mejilla y espero por el siguiente obstculo. No tengoidea de qu ser. No me he tomado mucho tiempo para considerar mis miedos, o inclusoqu significa no tener miedo, conquistarlo. Se me ocurre que sin miedo, sera fuerte,poderoso, imparable. La idea me seduce solo por un momento antes de que algo me golpeefuerte en la espalda.

    Luego algo me golpea por el lado derecho, y el lado izquierdo y estoy encerrado en una

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    caja lo suficientemente grande solo para mi cuerpo. La conmocin me protege del pnico,al principio y despus respiro el aire encerrado y miro en la vaca oscuridad y mis entraasse aprietan ms y ms. No puedo respirar ms. No puedo respirar.

    Me muerdo el labio inferior para evitar sollozarno quiero que Amar me vea llorar, noquiero que le diga a los Osada que soy un cobarde. Tengo que pensar, no puedo pensarmientras me sofoco en esta caja. La pared contra mi espalda es la misma que en mimemoria, de cuando era joven, encerrado en la oscuridad en al cuarto de las escaleras comocastigo. Nunca estaba seguro de cundo terminara, cuntas horas estara atrapado con unmonstruo imaginario acercndose a m en la oscuridad, con el sonido de los sollozos de mimadre que se colaban por las paredes.

    Cerr las manos contra el muro frente a m, otra vez y otra vez, luego la ara, pensando enlas astillas debajo de mis uas. Levant los antebrazos y golpe la caja con todo el peso demi cuerpo, otra vez y otra vez, cerrando los ojos as poda pretender que no estaba aqu.

    Djame salir djame salir djame salir. Piensa en ello, Estirado! La voz se apaga y yo sigo. Recuerdo que esto es unasimulacin.

    Piensa en ello. Qu necesito para salir de esta caja? Necesito una herramienta, algo msfuerte que yo. Golpe algo con mis pies y me agach para recogerlo. Pero cuando meagach, la tapa de la caja se movi conmigo y no poda enderezarme de nuevo. Me traguun grito y encontr el extremo puntiagudo de una palanca con mis dedos. La introduje entrelas formas que formaban la esquila izquierda de la caja y la empuje tan fuerte como pude.

    Todos los bordes brincaron al mismo tiempo y cayeron al suelo a m alrededor. Respir el

    aire fresco aliviado.

    Despus una mujer apareci enfrente de m. No reconozco su cara, y su ropa es blanca, nopertenece a ninguna faccin. Me mov hasta ella y una mensa cay frente a m, con un armay balas en ella. Frunc el ceo.

    Esto es un miedo?

    Quin eres?le pregunt y ella no respondi.

    Es claro lo que se supone que hagatomar el arma y disparar la bala. El temor se construyeen mi interior, tan poderoso como cualquier miedo. Mi boca se seca y titubeo para tomar la

    bala y la pistola. Nunca antes he sostenido un arma, as que me toma unos segundosaveriguar cmo abrir la cmara de la pistola. En esos segundos pienso en la luzabandonando sus ojos, esta mujer no s, no s lo suficiente para preocuparme por ella.

    Tengo miedotengo miedo de lo que me pedirn hacer en Osada, de lo que voy a quererhacer.

    Miedo de algn tipo de violencia escondida dentro de m, forjada por mi padre y por los

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    aos de silencio a los que mi faccin me forz.

    Deslizo la bala dentro de la cmara, luego sostengo la pistola con ambas manos, la heridaen mi palma palpitante. Miro la cara de la mujer. Su labio inferior se tambalea y sus ojos se

    llenan de lgrimas.

    Lo siento.digo y jalo el gatillo.

    Veo el hoyo oscuro que la bala hace en su cuerpo y cae en el suelo, evaporndose en unanube de polvo al contacto.

    Pero el terror no desaparece. S que algo est por venir; lo puedo sentir creciendo dentro dem. Marcus an no ha aparecido, y lo har, lo s tan bien como conozco mi propio nombre.Nuestro nombre.

    Un crculo de luz me envuelve, y en su borde, veo zapatos grises usados. Marcus Eaton se

    abre paso en el borde de la luz, pero no es el Marcus Eaton que conozco. Este tiene hoyospor ojos y unas fauces negras enormes en lugar de boca.

    Otro Marcus Eaton se para a su lado y lentamente, por todo el crculo, ms y msmonstruos versin de mi padre se acercan para rodearme, su bostezo, bocas enormes sindientes totalmente abiertas, sus cabezas inclinndose hacia ngulos extraos. Aprieto mismanos en puos. No es real. Obviamente no es real.

    El primer Marcus se desabrocha el cinturn y lo desliza fuera de su cadera, presilla porpresilla, y mientras lo hace, tambin los otros Marcuses. Mientras lo hacen, los cinturonesse convierten en cuerdas se metal, con barbas el final. Ellos arrastran sus cinturones enlneas por el suelo, sus aceitosas lenguas negras se deslizan por el contorno de sus bocasnegras. Al mismo tiempo atraen hacia atrs las cuerdas de mera, y grito a tope con mispulmones, envolviendo los brazos alrededor de mi cabeza.

    Esto es por tu propio bien, los Marcus dicen en voces metlicas, unidas, como un coro.

    Siento dolor, lagrimeo, rasguos, trituraciones. Caigo de rodillas y aprieto mis brazoscontra mis odos como si pudieran protegerme, pero nada puede hacerlo, nada.

    Grito una y otra vez, pero el dolor sigue, y la voz tambin. No tendr un hijo egosta enmi casa!, No eduqu a mi hijo para ser un mentiroso!

    No puedo or, no lo har

    Una imagen de la figura que mi madre me dio viene a mi mente, sin invitacin. La veodonde la dej en mi escritorio, y el dolor comienza a alejarse.

    Concentro todos mis pensamientos en l y los dems objetos esparcidos en mi habitacin,rota, la parte superior del bal suelta sus bisagras. Recuerdo las manos de mi madre, consus dedos delgados cerrando el bal, asegurndolo y dndome la llave.

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    Una por nalas voces, desaparecen, hasta que no queda ni una.

    Dejo que mis brazos caigan al suelo, esperando al siguiente obstculo, mis nudillos raspanel suelo de piedra, que esta fro y granoso con suciedad. Escucho pasos y me preparo para

    lo que venga, pero entonces escucho la voz de Amar, Eso es todo? dice. Es todo loque hay?, Dios, estirado.

    Se para a lado de m y me ofrece su mano. La tomo y dejo que me levante. No lo miro, noquiero ver su expresin. No quiero saber lo que sabe, no quiero convertirme en el patticoiniciado con la infancia arruinada.

    Deberamos buscarte un nuevo nombre, dice casualmente, algo ms rudo que estiradocomo espada o asesino o algo. Lo nico que hago es mirarlo. Esta sonriendo un poco.Tambin veo un poco de lstima en esa sonrisa, pero no tanta como cre que vera.

    A m tampoco me gustara decirle mi nombre a la gente, dice, vamos, consigamos algode comer.

    Amar me lleva a la mesa de los iniciados ya que estamos en el comedor. Hay algunosOsada/osados sentados en las mesas alrededor, mirando al otro lado del comedor, dondeperforados y tatuados chefs an preparan la comida. El comedor es una caverna iluminadadesde abajo con lmparas azul blanquecino, dando a todo un brillo misterioso.

    Me siento en una de las sillas vacas.

    Jess estirado, te ves como a punto de desmayarte, dice Eric, y uno de los chicos Verdadsonre.

    Todos salieron vivos, dice Amar, Felicidades, lo hicieron en el primer da de iniciacin,con diferentes grados de xito. l mira a Eric, sin embargo, ninguno de ustedes lo hizotan bien como Cuatro

    El me seala mientras habla, yo frunzo el ceo-Cuatro?, est hablando de mis miedos?

    Oye Tori, Amar la llama, alguna vez escuchaste de alguien teniendo solo cuatro miedosen su paisaje?

    La ltima vez que escuch el record era de siete u ocho, por qu?

    Tengo un transferido aqu con solo cuatro Tori me seala y Amar asiente.

    Eso ser un nuevo record dice Tori

    Bien hecho, me dice Amar, luego se voltea y camina hacia la mesa de Tori.

    Todos los iniciados me miran, quietos y con los ojos muy abiertos. Antes del paisaje delmiedo, solo era alguien que podan pisar en su camino a pertenecer a Osada, ahora soycomo Eric. Alguien a quien vale la pena mirar, tal vez alguien a quien vale la pena temer.

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    Amar me dio ms que un nuevo nombre. Me dio poder.

    Cul es tu nombre otra vez? Empieza con E?, me pregunta Eric entrecerrando losojos como si supiera algo pero no estuviera seguro de decirlo ahora.

    Los otros tal vez recuerden mi nombre tambin, vagamente, de la ceremonia de eleccin, dela manera que yo recuerdo los suyos-solo letras en el alfabeto, enterrados bajo una neblina,nervioso cuando anticipaba mi propia eleccin. Si golpeo en sus memorias ahora, lo msduro que pueda, convirtindome as de memorable como mi yo osado, tal vez puedasalvarme.

    Dudo por un momento, entonces pongo mis codos sobre la mesa y alzo una ceja hacia l.

    Mi nombre es Cuatro digo. Llmame Estirado otra vez y tendremos problemas.

    El rueda sus ojos, pero s que fui claro. Tengo un nuevo nombre, lo que significa que puedo

    ser una nueva persona. Alguien que no puede aguantar comentarios de los sabelotodo deSabidura. Alguien que puede defenderse.

    Alguien que esta finalmente listo, para luchar.

    Cuatro.

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