el tiempo o historia del hombre que no parecía loco

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El Tiempo o Historia del hombre que no parecía loco. -Decía que el Tiempo vendrá y nos aplastará las cabezas. -¡Locos! Si te contara, no me creerías la cantidad de locos que he conocido en mi vida. -No parecía loco. -Eso dice la gente que les cree. Sácate el uniforme para que no se te manche – la mujer caminó hacia la cocina del departamento – ya herví agua, ven a tomar once conmigo. Mario obedeció. Fue a su dormitorio y se desvistió. Dejó ordenadamente el uniforme azul sobre la silla situada al frente de su cama y se puso una polera descolorida y unos pantalones en igual estado. Antes de salir de su pieza, marcó con una raya el doce en el calendario de la pared. Volvió donde la mujer y se sentó a la mesa que estaba puesta. Habían dos tazas y solo una de ellas contenía una bolsa de té. -No es que le crea – dijo, continuando la conversación – es que sentí que de alguna manera estaba diciendo algo verdadero. -Eso es creerle. ¡Ay Mario! Andas creyéndoles a todos los locos que pasan por el centro. Tú deberías trabajar más cerca, así no te tendrías que topar con tanta gente rara. -La empresa ya tiene las personas para los bancos de acá. Me quedaré en Huérfanos hasta que los jefes digan.

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Page 1: El Tiempo o Historia Del Hombre Que No Parecía Loco

El Tiempo o Historia del hombre que no parecía loco.

-Decía que el Tiempo vendrá y nos aplastará las cabezas.

-¡Locos! Si te contara, no me creerías la cantidad de locos que he conocido en mi vida.

-No parecía loco.

-Eso dice la gente que les cree. Sácate el uniforme para que no se te manche – la mujer

caminó hacia la cocina del departamento – ya herví agua, ven a tomar once conmigo.

Mario obedeció. Fue a su dormitorio y se desvistió. Dejó ordenadamente el uniforme

azul sobre la silla situada al frente de su cama y se puso una polera descolorida y unos

pantalones en igual estado. Antes de salir de su pieza, marcó con una raya el doce en el

calendario de la pared. Volvió donde la mujer y se sentó a la mesa que estaba puesta.

Habían dos tazas y solo una de ellas contenía una bolsa de té.

-No es que le crea – dijo, continuando la conversación – es que sentí que de alguna

manera estaba diciendo algo verdadero.

-Eso es creerle. ¡Ay Mario! Andas creyéndoles a todos los locos que pasan por el

centro. Tú  deberías trabajar más cerca, así no te tendrías que topar con tanta gente

rara.

-La empresa ya tiene las personas para los bancos de acá. Me quedaré en Huérfanos

hasta que los jefes digan.

Terminaron con el té y fueron a ver la televisión. Vieron dos noticias sobre atropellos,

cuatro sobre asaltos, la nota del completo más grande de Santiago y la entrevista a un

político, pero ninguno de los dos entendió de qué se trataba.

-Me voy a acostar. Ándate a la cama luego tú, que mañana tienes que levantarte

temprano.

-Me voy a dormir después de los goles, mamá.

Page 2: El Tiempo o Historia Del Hombre Que No Parecía Loco

Después de ver los goles, Mario se fue a acostar. No pudo conciliar el sueño hasta las

2:24 de la madrugada. No dejó de pensar en el hombre en ningún momento.

¡El Tiempo vendrá y nos aplastará la cabeza a todos…!

Se despertó con el sonido de su celular a las seis en punto. Se incorporó de la cama y

recordó lo que había soñado tan claro como recordaba los nombres de los jugadores

del Colo Colo. Trató de contar todas las veces que se despertó por la noche pero no lo

pudo calcular, el número se le escapó de la cabeza. Fue a la ducha y pensó nuevamente

en el hombre. Se preguntó qué haría si lo que había escuchado fuese cierto.

Seguramente renunciaría a su trabajo. Llegaría a su casa a sacar todos los ahorros que

guardaba en su cómoda, iría rápidamente al mall más cercano y se compraría la

televisión más grande que con el dinero le alcanzara. Luego de ese último

pensamiento, salió de la ducha.

Desayunó con su madre, con las mismas tazas que habían ocupado el día anterior. No

le comentó acerca de los sueños que había tenido porque ya casi no se acordaba de

ellos. Se mantuvieron callados casi en todo momento, lo único que se escuchaba era la

televisión encendida. La voz del lector de noticias informando de otro asalto.

Mario se despidió de su madre y salió. Con ritmo calmado bajó las escaleras del block.

Siguió caminando del mismo modo y sólo se apuró cuando vio a la micro acercarse al

paradero. Ya arriba del bus pensó por última vez en el hombre. El resto del tiempo se

entretuvo observando fijamente a los pasajeros que lo acompañaban en el viaje. Ellos

no se daban cuenta que los estaban observando, sus caras eran absorbidas por las

pantallas de sus celulares.

En cuanto llegó al banco se preocupó exclusivamente de su trabajo. Desempeñó su

actividad mientras su mente quedaba completamente despejada.

Page 3: El Tiempo o Historia Del Hombre Que No Parecía Loco

Seis minutos antes del término de su jornada, Mario miró su reloj. Esbozó una sonrisa

que hasta la señora del aseo pudo notar. Fue a la sala de los funcionarios y dejó la

luma y otros objetos en su locker. Marcó su tarjeta en el aparato electrónico que

aguardaba en un rincón. Con números digitales, la máquina marcaba 12-11. Mario dijo

adiós a un par de cajeras y abandonó el banco por la puerta principal. 

Justo cuando salía alcanzó a escuchar unos gritos que provenían de la calle, a unos

treinta metros de distancia. Se acercó curioso y se encontró con un grupo de personas

que rodeaban a quien gritaba con todas sus energías. Avanzó por entre la gente y

conoció al hombre. Con sorpresa descubrió que no era un vagabundo como supuso en

un principio sino que se trataba de un hombre de mediana edad, vestido de traje y que

llevaba un corbata roja adornando su pecho.

-Escúchenme ahora que no habrá momento para repetirlo… ¡el Tiempo vendrá y nos

aplastará la cabeza a todos! Créanme lo que les digo porque les juro que es cierto…

Mario percibió que sus ojos parecían los de una persona que no mentía.

-…a mí me lo dijeron y no les creí, pero entendí lo real de esto… vendrá el Tiempo,

créanlo por favor, y nos aplastará la cabeza contra el concreto que nosotros mismos

hemos cimentado. ¡No hay escapatoria, no hay remedio!...

Esa tarde calurosa configuraba un círculo de personas transpiradas, que no se

quedaban a escuchar al tipo más de 5 minutos. La corbata roja se movía, pero no por

alguna brisa, sino que por la compleja gesticulación de quien gritaba.

-…arrepiéntanse de sus errores y refúgiense en quien quieran, en Dios, en sus familias,

en lo que sea… ¡porque el Tiempo viene y no podemos hacer nada para evitarlo!...

Page 4: El Tiempo o Historia Del Hombre Que No Parecía Loco

Luego de un rato presenciando la situación, Mario se alejó del grupo. Entre kioskos y

vendedores ambulantes dejó atrás los gritos. Lo que acababa de escuchar le daba

vueltas en la cabeza. Siguió confuso hasta el momento que tomó la micro de vuelta.

Los ojos del hombre… sus ojos abiertos no eran los de un loco, menos los de un

mentiroso… ese hombre sabe algo importante y nadie le hizo caso ¿cómo no se dieron

cuenta de sus ojos?... hemos existido por mucho tiempo ¿por qué no debería acabarse

todo? No sería una gran pérdida…

72 minutos después de haber visto al hombre, Mario llegó a su casa y encontró a su

madre viendo la teleserie.

-Hoy día, cuando salía del banco, me quedé escuchando a un hombre que gritaba cosas

como del fin del mundo.

-¿Sí? ¿Y qué decía?

-Decía que el Tiempo vendrá y nos aplastará las cabezas.

-¡Locos! Si te contara, no me creerías la cantidad de locos que he conocido en mi vida.

-No parecía loco.

Basado en el poema "Calcular:”