el suelo morrás

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22 l suelo es la capa superficial natural de la Tierra. Como delgada epidermis del pla- neta, tiene un cometido fundamental en el desenvolvimiento de la vida. Posibilita el cumplimiento de diversas funciones ecológicas cruciales, forma parte del ciclo hidrológico e interviene en la regulación de las características de la atmósfera. Las plantas dependen del suelo para obte- ner el agua y los nutrientes que necesitan para vivir. Por esa razón, la vida animal también depende indirectamente del suelo. Su delgado manto poroso actúa como reservorio de agua y de carbono; filtra y regula los flujos de nume- rosas sustancias; constituye el hábitat de una vasta diversidad de organismos y, por ello, un reservorio de genes en su mayor parte descono- cidos. Dicho brevemente: sin suelo, la Tierra no sería lo que es. Dada su función ambiental, como base de la sostenibilidad de los ecosistemas, los suelos constituyen también un componente funda- mental de la actividad económica: posibilitan la producción de alimentos, a pesar de que, por restricciones de diverso tipo, solo una pequeña proporción de ellos es cultivable. Son también un componente central del paisaje y parte del patrimonio de la sociedad. Pero diversos procesos de degradación o ero- sión producen una disminución de calidad de los suelos, e incluso su pérdida completa. Como recurso difícilmente renovable, se hallan en La vida en la Tierra, tal como la conocemos, sería imposible si no existiera el suelo. Las plantas dependen del suelo para la provi- sión de agua y nutrientes, y de ellas depende la vida animal. Héctor J M Morrás Instituto de Suelos, INTA Castelar El suelo , la delgada piel del planeta E Fuente: www.sxc.hu Ciencia Hoy #103 2 27/2/08 11:38 Página 22

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l suelo es la capa superficial natural de laTierra. Como delgada epidermis del pla-neta, tiene un cometido fundamental en

el desenvolvimiento de la vida. Posibilita elcumplimiento de diversas funciones ecológicascruciales, forma parte del ciclo hidrológico einterviene en la regulación de las característicasde la atmósfera.

Las plantas dependen del suelo para obte-ner el agua y los nutrientes que necesitan paravivir. Por esa razón, la vida animal tambiéndepende indirectamente del suelo. Su delgadomanto poroso actúa como reservorio de agua yde carbono; filtra y regula los flujos de nume-rosas sustancias; constituye el hábitat de unavasta diversidad de organismos y, por ello, unreservorio de genes en su mayor parte descono-cidos. Dicho brevemente: sin suelo, la Tierra nosería lo que es.

Dada su función ambiental, como base de lasostenibilidad de los ecosistemas, los suelosconstituyen también un componente funda-mental de la actividad económica: posibilitan laproducción de alimentos, a pesar de que, porrestricciones de diverso tipo, solo una pequeñaproporción de ellos es cultivable. Son tambiénun componente central del paisaje y parte delpatrimonio de la sociedad.

Pero diversos procesos de degradación o ero-sión producen una disminución de calidad delos suelos, e incluso su pérdida completa. Comorecurso difícilmente renovable, se hallan en

La vida en la Tierra, tal como laconocemos, sería imposible si noexistiera el suelo. Las plantasdependen del suelo para la provi-sión de agua y nutrientes, y de ellasdepende la vida animal.

Héctor J M MorrásInstituto de Suelos, INTA Castelar

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riesgo a causa de las actividades humanas. Sinembargo, y paradójicamente por su dependencia delos suelos, las sociedades humanas desconocen laimportancia y el funcionamiento de estos. Sinduda, para poder preservarlos, debemos conocerlosmucho mejor.

La disciplina científica que se ocupa del estudiode los suelos tiene varias denominaciones, entreellas edafología, pedología y ciencia del suelo. Solorecientemente, con los estudios de VasiliiDokuchaev (1846-1903), en Rusia, y la publicaciónen 1883 de su obra más renombrada, Russkii cherno-zem (La tierra negra rusa; traducción al inglés:Russian chernozem, Israel Program for ScientificTranslations, Jerusalén, 1967), comenzó a com-prenderse a los suelos como un cuerpo natural,resultante de la interacción de los factores que losformaron y variable en el tiempo y el espacio.

Para la ciencia del suelo, este se define como laparte externa de la corteza terrestre que fue someti-da al influjo de diversos factores (o factores formado-res del suelo) y resultó transformada en el medioapto para el desarrollo de la vida.

Los factores formadores del suelo son el mate-rial inicial o parental –generalmente de origenmineral–, el clima, los organismos biológicos y elrelieve, que interaccionan a lo largo del tiempo.Así, en la visión actual, los suelos se forman y evo-lucionan al compás de la dinámica ecológica.

Esta visión difiere de la tradicional, que sepodría denominar desarrollista, según la cual lossuelos evolucionan progresivamente hacia sumadurez en ambientes climáticosesencialmente estables. En cambio, lasconcepciones ecológicas y evolutivasrecientes los conciben como entidadesen continuo cambio, junto con las cir-cunstancias ambientales.

Los suelos contienen el registro delos climas del pasado, por lo que elestudio de sus formas en tiempos geo-lógicamente recientes o remotos (sue-los y paleosuelos) ayuda a comprenderla evolución ambiental del planeta.

Como consecuencia de la menciona-da interacción de los factores formado-res, se producen numerosos procesosfísicos, químicos y biológicos que alte-ran el material parental. Ellos puedenclasificarse en cuatro grandes grupos:

1. Adiciones (como la incorporaciónde materia orgánica).

2. Translocaciones (como la migra-ción vertical de arcilla o de sales).

3. Transformaciones (como la modificación de losminerales de las rocas en otros propios de los suelos).

4. Pérdidas (como la migración de iones en solución ola erosión).

Las características e intensidades de estos diversosprocesos varían en cada ambiente. Su resultado es unmedio complejo, de composición orgánica y mineral,organizado y jerarquizado, con una estructura en per-manente pero lenta evolución, demasiado lenta para serfácilmente percibida por un observador. La evidenciamás visible de esa organización está constituida por lascapas o los estratos que forman el espesor del suelo. Uncorte o sección vertical del terreno pone en evidenciaesa sucesión de estratos y se denomina perfil de suelo.

La profundidad del suelo es variable según el tipode suelo de que se trate: puede oscilar entre pocos cen-tímetros y varios metros. Las capas predominantemen-te horizontales cuya sucesión revela el perfil se deno-minan horizontes y se diferencian por sus característicasmorfológicas y su composición (figura 1). Tienen colo-res, estructura física y propiedades químicas que difie-ren significativamente de los de las rocas duras y lossedimentos subyacentes.

La presencia de ciertos horizontes, su morfología ydemás características físicas y químicas varían segúnlos tipos de suelo. A los efectos de la descripción de losperfiles se utiliza una nomenclatura en la que los hori-zontes principales se designan con las letras mayúscu-las A, B, C y E, y determinadas características subordi-nadas se indican con letras minúsculas y números(figura 2). De tal manera, unos pocos símbolos trans-

Figura 1. Dos perfiles de suelos característicos de la región pampeana. Izquierda: área de Junín NE dela provincia de Buenos Aires (suelo Hapludol). Derecha: área de Oliveros, SE de la provincia de SantaFe (suelo Argiudol). Cada cambio de color en las reglas que dan la escala significa 10 centímetros.

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miten una importante cantidad de información sobre laformación y el estado de los suelos.

Salvo una pequeña cantidad de suelos orgánicos,como las turbas, la parte sólida de la enorme mayoría delos suelos está constituida por material mineral, tantoprocedente de rocas como formado en el mismo suelo porlos procesos de formación de este. Esos procesos sondiversos y varían en intensidad según la combinaciónespecífica de los factores de cada sitio. Así, en las zonasáridas, debido a la escasez de agua y de actividad biológi-ca, los suelos experimentan poca evolución y sus minera-les constitutivos son principalmente los de las rocas origi-nales. En zonas templadas y húmedas, como la regiónpampeana rioplatense, tienen lugar procesos de acumula-ción de materia orgánica en la superficie, de translocaciónde constituyentes en el perfil de suelo y de moderada for-mación de nuevos minerales. En suelos de zonas subtro-picales cálidas y húmedas, como los de la provincia deMisiones, los minerales provenientes de las rocas tiendena desaparecer casi por completo y los suelos terminanconstituidos fundamentalmente por arcillas, resultado delos procesos formadores.

La parte mineral del suelo se diferencia por el tama-ño de sus granos, determinado por la proporción dearena, limo y arcilla que existe en cada horizonte. Laproporción en que están presentes esos tres materiales sedenomina la textura del suelo, que también es productode los procesos de alteración y translocación de materia.Las diversas texturas y composiciones mineralógicas delos suelos definen las numerosas propiedades físicas yquímicas de la parte mineral de estos.

Unas características de los suelos de las que derivannumerosas propiedades y funciones fundamentales parael equilibrio de los ecosistemas son su contenido demateria orgánica y su capacidad de albergar diversosprocesos biológicos. La materia orgánica específica delos suelos, que se denomina humus, es un producto com-

plejo y diferente de la materia orgánica primaria que ledio origen (restos vegetales y animales).

El humus resulta de diversos procesos químicos ybiológicos que generan nuevas y variadas moléculasorgánicas. Aunque la proporción de materia orgánicade los suelos es reducida –en promedio constituye alre-dedor de un 5% de su parte sólida–, es responsable dediversas propiedades relacionadas con la formación,organización y funcionamiento específico de los sue-los. Asimismo, los restos de plantas y animales sonreciclados en el suelo, pues proveen nutrientes parasustentar nueva vida.

Todos estos procesos pueden tener lugar gracias a laenorme diversidad de organismos que habitan los sue-los, sobre todo un amplio conjunto de microorganismos–en gran medida aún desconocido–, responsable de lamayor parte de las transformaciones bioquímicas queallí ocurren. Además de esa actividad microbiológica,particularmente intensa en la zona por la que se extien-den las raíces de pastos y otras plantas, los suelos estánpoblados por artrópodos, lombrices, crustáceos, etcéte-ra, que aseguran la mezcla y el transporte vertical demateria orgánica y microorganismos.

También pueblan el suelo diversos mamíferos exca-vadores, en especial roedores, que a veces no son teni-dos en cuenta pero desempeñan un papel no desprecia-ble en la formación y actividad de los suelos. La conser-vación de toda esa biodiversidad es esencial para elequilibrio y funcionamiento de los ecosistemas asenta-dos sobre cada suelo.

La porosidad de los suelos es otro rasgo crucial, puesposibilita tanto la retención como la circulación delagua que requieren los organismos vivos integrantes decada ecosistema. La porosidad puede definirse como laproporción de espacios libres con relación al materialsólido –valor que, en términos generales, suele oscilar entorno al 50%–, y por el tamaño, forma y distribuciónespacial de los poros. La proporción y geometría de losporos se relacionan con diversas características de cadasuelo, tales como la composición de sus partes mineral yorgánica, la actividad biológica y determinadas propie-dades físicas y fisicoquímicas.

Entre las propiedades fisicoquímicas de los suelos, esimportante destacar su capacidad de intercambiar iones,es decir, átomos o moléculas con carga eléctrica (seanegativa –en cuyo caso se llaman aniones– o positiva –encuyo caso se llaman cationes–). Numerosas partículas delsuelo, como las de arcilla o de humus, que son sustan-cias coloidales, tienen en su mayor parte carga eléctricade signo negativo. Como consecuencia, los cationesdisueltos en el agua del suelo (como calcio, magnesio opotasio) pueden ser adsorbidos (es decir, resultar adheri-dos) en la superficie de esos componentes del suelo. Lasfuerzas de adsorción son relativamente débiles, lo quepermite un intercambio o reemplazo continuo entre los

Figura 2. Horizontes superficiales de un perfil de suelo Argiudol, en los quese presentan diferencias de color, textura y estructura. La regla estágraduada en centímetros.

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iones libres en la solución del suelo y los que se encuen-tran adsorbidos a la fracción coloidal de suelo.

Debe tenerse presente que las plantas se nutren prin-cipalmente de los iones libres existentes en el suelo. Enconsecuencia, esa propiedad de retención de iones quetienen los coloides del suelo es de fundamental impor-tancia: por un lado, evita que una buena parte de losiones libres en el agua del suelo se pierdan en las capasprofundas como consecuencia de la circulación delagua que, por la gravedad, tiende a descender por losporos. Por otro lado, la retención de iones en la super-ficie de los coloides conforma un reservorio de ionesfácilmente accesible para las plantas. Es así como granparte de la fertilidad de los suelos radica en estas pro-piedades de retención e intercambio iónico, y explicagran parte de las diferencias de aptitud agrícola queexisten entre diferentes suelos.

Otra característica importante de los suelos, relacio-nada con la propiedad anterior, es su acidez o alcalini-dad, expresada por su pH. Este valor indica la concen-tración de iones de hidrógeno en la solución del sueloy se mide en una escala numérica que va de 0 a 14: entérminos generales, los suelos ácidos oscilan entre pH 3y 6; los alcalinos entre pH 8 y 12. El pH 7 correspondea suelos neutros. El pH natural del suelo, o el que resul-ta de su uso, influye en numerosos procesos que se pro-ducen en su seno, como la alteración de los mineralesque lo constituyen, la actividad biológica que tienelugar en su interior, la formación de humus y la nutri-ción de las plantas. La acidificación del suelo se produ-ce a veces naturalmente, pero puede ser acelerada poractividades humanas como la utilización de ciertos fer-tilizantes, la contaminación de origen industrial o vehi-cular y la lluvia ácida.

Relacionados también con la capacidad de intercam-bio iónico se hallan los procesos de floculación y disper-sión, que afectan a las partículas coloidales del suelo;estos procesos –que consisten básicamente en el acerca-miento o la repulsión de los coloides como consecuen-cia de sus cargas eléctricas y las de los iones– tienen unafunción destacada en la formación de la estructura y laporosidad del suelo, cuyas características e importanciase mencionaran antes.

Los suelos han sido históricamente clasificados de diver-sa manera. Actualmente, una de las clasificaciones másdifundidas es la del Departamento de Agricultura de EstadosUnidos, adoptada también como sistema de referencia en laArgentina. Está publicada con el título de Soil Taxonomy. ABasic System of Soil Classification for Making and InterpretingSoil Surveys, y puede ser consultada en http://soils.usda.gov/technical/classification/taxonomy/. En el ámbito delas Naciones Unidas existe otro sistema clasificatorio de lossuelos, desarrollado en los últimos años y denominadoWorld Reference Base for Soil Resources, que comienza a seraplicado en diversos países. Puede consultarse en

http://www.fao.org/ag/agl/agll/wrb/. Hay asimismo clasifica-ciones realizadas en función de la aptitud agrícola de lossuelos o para otros usos específicos.

La cartografía de suelos estudia la distribución geográfi-ca de los diversos tipos, y la representa en mapas dibujadosen diversas escalas (figura 3). El inventario de los suelos deuna región o país sirve para numerosos propósitos econó-micos y sociales, como la asignación de usos al territorio, laevaluación de aptitud agrícola, el análisis de los riesgos dedegradación, la localización de obras de ingeniería, etcétera.

Los trabajos cartográficos sobre suelos se iniciaron en laArgentina a principios del siglo XX, con el auge del procesoinmigratorio y la consecuente colonización de nuevas áreas.

Figura 3. Mapa de los órdenes de suelos dominantes en las distintasregiones del país. Los órdenes constituyen el nivel taxonómico más elevadoen el sistema de clasificación de la Soil Taxonomy. En esta clasificación lossuelos se dividen en doce órdenes. Los niveles taxonómicos son seis: aorden siguen el gran grupo y el subgrupo. Como ejemplo se puedemencionar que el orden dominante en la región pampeana es el Molisolcaracterizado por suelos humíferos y fértiles. La denominación de los suelosen este sistema se construye yuxtaponiendo en los sucesivos nivelestaxonómicos sílabas o palabras con contenido conceptual. Así por ejemplo,un suelo Argiudol (como aquellos representados en las figuras 1 derecha y2) es un Molisol caracterizado por un régimen hídrico húmedo o údico (ypor lo tanto clasificado en el nivel de gran grupo como Udol) y por unhorizonte B con acumulación iluvial de arcillas denominado Argílico(porque se lo clasifica en el nivel de subgrupo como Argiudol).

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el sistemático corte de arbustos para leña, han hechodisminuir la cobertura vegetal, desaparecer especiesforrajeras valiosas e incrementar las áreas cubiertas porgrandes médanos (figura 5).

La salinización de suelos en zonas de agricultura irri-gada, como algunas de la Patagonia, Cuyo y el noroesteargentino, producida por un deficiente manejo del aguao por la falta de sistemas de drenaje, ha llevado tambiéna la degradación de ambientes y pérdida de importantesextensiones para el uso productivo.

Además de las pérdidas visibles que producen los pro-cesos de erosión y salinización, existen formas más suti-les de degradación, que tienen lugar en los suelos demejor aptitud agrícola y son consecuencia de la agricul-tura continua. Una de ellas es la extracción sin reposiciónde sustancias nutrientes por parte de los cultivos, queconstituye una pérdida de fertilidad química. Hay siste-mas de laboreo que conducen a la degradación física, porejemplo la formación de costras superficiales u otrascapas compactadas que disminuyen la porosidad delsuelo y perturban el ciclo natural del agua (figura 6).

El mayor uso de productos agroquímicos, comoinsecticidas o herbicidas, genera riesgos de contamina-ción, que en la Argentina todavía son menores, pero noestán realmente cuantificados.

La degradación de los suelos no es exclusiva delmedio rural o de los ambientes naturales. También enlas áreas urbanas y periurbanas ocurren numerosos pro-cesos de degradación del suelo, entre otras causas, porexplotación de canteras, instalación de basurales, fabri-cación de ladrillos y actividades industriales, así como laalteración del escurrimiento natural de las aguas, quecontribuye a que se produzcan inundaciones.

Como conclusión de lo expuesto, se puede afirmarque el suelo conforma un sistema extremadamente com-plejo, que no solo constituye un recurso para las activi-

Figura 4. Erosión hídrica en el noroeste argentino.

Sin embargo, solo en la década de 1960,poco después de la creación del InstitutoNacional de Tecnología Agropecuaria(INTA), este organismo inició un releva-miento sistemático y detallado de los sue-los del país. Como resultado, hoy laArgentina dispone de mapas de suelos enescalas razonables de una porción impor-tante de su territorio.

Los suelos son un elemento funda-mental de la producción de alimentos,fibras y madera, con lo que el aumentode esa producción, por el crecimiento dela población y de la economía mun-dial, los somete a presiones y a riesgoscrecientes. Junto con otros recursos delambiente, los suelos pueden sufrir pro-cesos de degradación como consecuen-cia de su mal uso.

La erosión es un proceso de pérdida del materialsuperficial (que también puede afectar capas profundas)por efecto de arrastre del viento y del agua. Se habla, así,de erosión eólica y erosión hídrica. Sucede por diversascausas, relacionadas con la pérdida del equilibrio de losecosistemas, aunque, por lo general, desencadenadaspor la disminución de la cobertura vegetal. Tal disminu-ción puede tener su origen en el desmonte de áreasforestales, el inadecuado pastoreo, las labranzas agríco-las inconvenientes o la quema de restos vegetales (o unacombinación de estos factores). Características propiasde cada suelo y del ecosistema influyen en los procesosde erosión, entre ellas la estructura del suelo, la intensi-dad de las precipitaciones o de los vientos, el gradientey la longitud de las pendientes, etcétera.

Se estima que un 20% del territorio argentino estáafectado por erosión hídrica o eólica, es decir, unos 60millones de hectáreas. Las consecuencias de la erosiónde los suelos no se agotan en la pérdida de su producti-vidad agrícola; pueden incluir la destrucción de vías decomunicación, inundaciones en zonas urbanas y rurales,sedimentación de lagos y embalses, y deterioro generalde ecosistemas y agroecosistemas (figura 4).

La erosión hídrica afecta particularmente las zonasde clima húmedo con agricultura intensiva. El aumentode las precipitaciones ocurrido en las últimas décadas endiversas áreas del país ha llevado a una extensa defores-tación con el propósito de poner nuevas tierras bajo cul-tivo. Esto sucede en el Chaco semiárido, que constituyeun ambiente frágil y con alto riesgo de erosión. Ello hacenecesario un manejo cuidadoso de las prácticas agrope-cuarias, para conservar las propiedades de los suelos.

En zonas de clima seco, que abarcan una gran por-ción de la Argentina, se dan situaciones de extensa ymuchas veces irreversible desertificación. Así, en laPatagonia el excesivo pastoreo por hacienda ovina, más

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dades agropecuarias sino, también, una fuente de servi-cios ambientales o ecológicos. Este bien colectivo y fini-to se encuentra bajo presiones crecientes, que llevan asu deterioro o su pérdida integral. Si bien el suelo haconstituido siempre un elemento esencial para las activi-dades humanas, no es sino recientemente que se hatomado conciencia de la trascendencia social que tieneneste y otros recursos naturales, y que se han generado losconceptos de agricultura y de desarrollo sostenibles.

El cambio global, el uso intensivo, la extensión de lafrontera agrícola y la expansión de las áreas urbanas sontodas circunstancias actuales que requieren tanto unmejor conocimiento como una mejor utilización de losrecursos naturales en general y de los suelos en particu-lar. Además de la aplicación de tecnologías adecuadas, laconservación de los suelos requiere de legislación y polí-ticas de Estado apropiadas. Y, paralelamente, de accioneseducativas dirigidas a todos los sectores de la comuni-dad. Solo con estas se logrará difundir la conciencia delasunto y permitir que se tomen las acciones necesariaspara transmitir el legado a las generaciones futuras. CH

Figura 5. Erosión eólica en la meseta patagónica.

LECTURAS SUGERIDAS

CASAS, R, 1998, ‘Los procesos de degradación y la conservación desuelos en la República Argentina, en DURÁN, D (ed.), La Argentinaambiental. Naturaleza y sociedad, Lugar Editorial, Buenos Aires.

INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGÍA AGROPECUARIA, 1990,Atlas de suelos de la República Argentina, 2 tomos, Buenos Aires.

INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGÍA AGROPECUARIA, 1995,El deterioro de las tierras en la República Argentina. Alerta amarillo,Buenos Aires.

MORRÁS, H, 2003, La ciencia del suelo en la Argentina. Evolución y pers-pectivas, Ediciones del INTA, Buenos Aires.

PREGO, A (ed.), 1988, El deterioro del ambiente en la Argentina,Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Buenos Aires.

ROBERT, M, 1996, Le sol: interface dans l’environnement, ressource pourle développement. Masson, París.

Héctor J M MorrásDoctor, Universidad de París VII, Francia.

Profesor adjunto, Departamento de Ciencias Geológicas, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, UBA.

Profesor titular visitante, Escuela de Posgrado, Facultad de Agronomía, UBA.

Profesor asociado, Carrera de Agronomía, Universidad del Salvador.

Investigador, Instituto de Suelos, INTA Castelar.

[email protected]

Datos del autor

Figura 6Arriba:

Encostramiento delsuelo producido por

la agriculturaintensiva en el sur

de Santa Fe.

Abajo: Detalle deotro caso similar.

Las fotos de las figuras 1 y 2 fueron tomadas por el autor. Lasdemás provienen del archivo documental del Instituto de Suelos delINTA. El mapa de la figura 3 es del Atlas de suelos de la RepúblicaArgentina, INTA, 1990 (actualizado por G Cruzate, 2007).

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