el sentimiento de lo fantástico, de cortázar

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  • 7/27/2019 El sentimiento de lo fantstico, de Cortzar

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    El sentimiento de lo fantstico*

    Julio Cortzar

    Yo he sido siempre y primordialmente considerado como un prosista. La poesa es un poco mi juego secreto, laguardo casi enteramente para m y me conmueve que esta noche dos personas diferentes hayan aludido a lo queyo he podido hacer en el campo de la poesa. (...) he pensado que me gustara hablarles concretamente deliteratura, de una forma de literatura: el cuento fantstico.

    Yo he escrito una cantidad probablemente excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa mayora son cuentos detipo fantstico. El problema, como siempre, est en saber qu es lo fantstico. Es intil ir al diccionario, yo nome molestara en hacerlo, habr una definicin, que ser aparentemente impecable, pero una vez que lahayamos ledo los elementos imponderables de lo fantstico, tanto en la literatura como en la realidad, se

    escaparn de esa definicin.Ya no s quin dijo, una vez, hablando de la posible definicin de la poesa, que la poesa es eso que se quedaafuera, cuando hemos terminado de definir la poesa. Creo que esa misma definicin podra aplicarse a lofantstico, de modo que, en vez de buscar una definicin preceptiva de lo que es lo fantstico, en la literatura ofuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propiomundo interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el problema de esas situaciones, de esasirrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen laimpresin de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se estn cumpliendo deuna manera parcial, o estn dando su lugar a una excepcin.

    Ese sentimiento de lo fantstico, como me gusta llamarle, porque creo que es sobre todo un sentimiento eincluso un poco visceral, ese sentimiento me acompaa a m desde el comienzo de mi vida, desde muypequeo, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negu a aceptar la realidad tal como pretendanimponrmela y explicrmela mis padres y mis maestros. Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentsiempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales,

    para m al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no poda explicarse con leyes, que no poda explicarsecon lgica, que no poda explicarse con la inteligencia razonante.

    Si quieren un ejemplo para salir un poco de este terreno un tanto abstracto, piensen solamente en eso queutilizamos continuamente y que es nuestra memoria. Cualquier tratado de psicologa nos va a dar una definicinde la memoria, nos va a dar las leyes de la memoria, nos va a dar los mecanismos de funcionamiento de la

    memoria. Y bien, yo sostengo que la memoria es uno de esos umbrales frente a los cuales se detiene la ciencia,porque no puede explicar su misterio esencial, esa memoria que nos define como hombres, porque sin ellaseramos como plantas o piedras; en primer lugar, no s si alguna vez se les ocurri pensarlo, pero esa memoriaes doble; tenemos dos memorias, una que es activa, de la cual podemos servirnos en cualquier circunstancia

    prctica y otra que es una memoria pasiva, que hace lo que le da la gana: sobre la cual no tenemos ningncontrol.

    Jorge Luis Borges escribi un cuento que se llama Funes el memorioso, es un cuento fantstico, en el sentidode que el personaje Funes, a diferencia de todos nosotros, es un hombre que posee una memoria que no haolvidado nada, y cada vez que Funes ha mirado un rbol a lo largo de su vida, su memoria ha guardado elrecuerdo de cada una de las hojas de ese rbol, de cada una de las irisaciones de las gotas de agua en el mar, laacumulacin de todas las sensaciones y de todas las experiencias de la vida estn presentes en la memoria deese hombre. Curiosamente en nuestro caso es posible, es posible que todos nosotros seamos como Funes, peroesa acumulacin en la memoria de todas nuestras experiencias pertenecen a la memoria pasiva, y esa memoriasolamente nos entrega lo que ella quiere.

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    Para completar el ejemplo si cualquiera de ustedes piensa en el nmero de telfono de su casa, su memoriaactiva le da ese nmero, nadie lo ha olvidado, pero si en este momento, a los que de ustedes les guste la msicade cmara, les pregunto cmo es el tema del andante del cuarteto 427 de Mozart, es evidente que, a menos deser un msico profesional, ninguno de ustedes ni yo podemos silbar ese tema y, sin embargo, si nos gusta lamsica y conocemos la obra de Mozart, bastar que alguien ponga el disco con ese cuarteto y apenas surja eltema nuestra memoria lo continuar. Comprenderemos en ese instante que lo conocamos, conocemos ese tema

    porque lo hemos escuchado muchas veces, pero activamente, positivamente, no podemos extraerlo de esefondo, donde quiz como Funes, tenemos guardado todo lo que hemos visto, odo, vivido.

    Lo fantstico y lo misterioso no son solamente las grandes imaginaciones del cine, de la literatura, los cuentos ylas novelas. Est presente en nosotros mismos, en eso que es nuestra psiquis y que ni la ciencia, ni la filosofaconsiguen explicar ms que de una manera primaria y rudimentaria.

    Ahora bien, si de ah, ya en una forma un poco ms concreta, nos pasamos a la literatura, yo creo que ustedesestn en general de acuerdo que el cuento, como gnero literario, es un poco la casa, la habitacin de lofantstico. Hay novelas con elementos fantsticos, pero son siempre un tanto subsidiarios, el cuento en cambio,como un fenmeno bastante inexplicable, en todo caso para m, le ofrece una casa a lo fantstico; lo fantsticoencuentra la posibilidad de instalarse en un cuento y eso qued demostrado para siempre en la obra de unhombre que es el creador del cuento moderno y que se llam Edgar Allan Poe. A partir del da en que Poeescribi la serie genial de su cuento fantstico, esa casa de lo fantstico, que es el cuento, se multiplic en lasliteraturas de todo el mundo y adems sucedi una cosa muy curiosa y es que Amrica Latina, que no pareca

    particularmente preparada para el cuento fantstico, ha resultado ser una de las zonas culturales del planeta,donde el cuento fantstico ha alcanzado sus exponentes, algunos de sus exponentes ms altos. Piensen, los quese preocupan en especial de literatura, piensen en el panorama de un pas como Francia, Italia o Espaa, elcuento fantstico no existe o existe muy poco y no interesa, ni a autores, ni a lectores; mientras que, en AmricaLatina, sobre todo en algunos pases del cono sur: en el Uruguay , en la Argentina... ha habido esa presencia delo fantstico que los escritores han traducido a travs del cuento. Cmo es posible que en un plazo de treintaaos el Uruguay y la Argentina hayan dado tres de los mayores cuentistas de literatura fantstica de la literaturamoderna. Estoy naturalmente citando a Horacio Quiroga, a Jorge Luis Borges y al uruguayo FelisbertoHernndez, todava, injustamente, mucho menos conocido.

    En la literatura lo fantstico encuentra su vehculo y su casa natural en el cuento y entonces, a m personalmenteno me sorprende, que habiendo vivido siempre con la sensacin de que entre lo fantstico y lo real no habalmites precisos, cuando empec a escribir cuentos ellos fueran de una manera casi natural, yo dira casi fatal,cuentos fantsticos.

    (...) Elijo para demostrar lo fantstico uno de mis cuentos, La noche boca arriba, y cuya historia, resumida muysintticamente, es la de un hombre que sale de su casa en la ciudad de Pars, una maana, en una motocicleta yva a su trabajo, observando, mientras conduce su moto, los altos edificios de concreto, las casas, los semforosy en un momento dado equivoca una luz de semforo y tiene un accidente y se destroza un brazo, pierde elsentido y al salir del desmayo, lo han llevado al hospital, lo han vendado y est en una cama, ese hombre tiene

    fiebre y tiene tiempo, tendr mucho tiempo, muchas semanas para pensar, est en un estado de sopor, comoconsecuencia del accidente y de los medicamentos que le han dado; entonces se adormece y tiene un sueo;suea curiosamente que es un indio mexicano de la poca de los aztecas, que est perdido entre las cinagas yse siente perseguido por una tribu enemiga, justamente los aztecas que practicaban aquello que se llamaba laguerra florida y que consista en capturar enemigos para sacrificarlos en el altar de los dioses.

    Todos hemos tenido y tenemos pesadillas as. Siente que los enemigos se acercan en la noche y en el momentode la mxima angustia se despierta y se encuentra en su cama de hospital y respira entonces aliviado, porquecomprende que ha estado soando, pero en el momento en que se duerme la pesadilla contina, como pasa a

    veces y entonces, aunque l huye y lucha es finalmente capturado por sus enemigos, que lo atan y lo arrastranhacia la gran pirmide, en lo alto de la cual estn ardiendo las hogueras del sacrificio y lo est esperando el

    sacerdote con el pual de piedra para abrirle el pecho y quitarle el corazn. Mientras lo suben por la escalera, enesa ltima desesperacin, el hombre hace un esfuerzo por evitar la pesadilla, por despertarse y lo consigue;vuelve a despertarse otra vez en su cama de hospital, pero la impresin de la pesadilla ha sido tan intensa, tan

    fuerte y el sopor que lo envuelve es tan grande, que poco a poco, a pesar de que l quisiera quedarse del lado dela vigilia, del lado de la seguridad, se hunde nuevamente en la pesadilla y siente que nada ha cambiado. En el

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    minuto final tiene la revelacin. Eso no era una pesadilla, eso era la realidad; el verdadero sueo era el otro. lera un pobre indio, que so con una extraa, impensable ciudad de edificios de concreto, de luces que no eran

    antorchas, y de un extrao vehculo, misterioso, en el cual se desplazaba, por una calle.

    Si les he contado muy mal este cuento es porque me parece que refleja suficientemente la inversin de valores,la polarizacin de valores, que tiene para m lo fantstico y, quisiera decirles adems, que esta nocin de lofantstico no se da solamente en la literatura, sino que se proyecta de una manera perfectamente natural en mivida propia.

    Terminar este pequeo recuento de ancdotas con algo que me ha sucedido hace aproximadamente un ao.Ocho aos atrs escrib un cuento fantstico que se llama Instrucciones para John Howell, no les voy a contarel cuento; la situacin central es la de un hombre que va al teatro y asiste al primer acto de una comedia, ms omenos banal, que no le interesa demasiado; en el intervalo entre el primero y el segundo acto dos personas loinvitan a seguirlos y lo llevan a los camerinos, y antes de que l pueda darse cuenta de lo que est sucediendo,le ponen una peluca, le ponen unos anteojos y le dicen que en el segundo acto l va a representar el papel delactor que haba visto antes y que se llama John Howell en la pieza.

    Usted ser John Howell. l quiere protestar y preguntar qu clase de broma estpida es esa, pero se da cuentaen el momento de que hay una amenaza latente, de que si l se resiste puede pasarle algo muy grave, puedenmatarlo. Antes de darse cuenta de nada escucha que le dicen salga a escena, improvise, haga lo que quiera, el

    juego es as, y lo empujan y l se encuentra ante el pblico... No les voy a contar el final del cuento, que esfantstico, pero s lo que sucedi despus.

    El ao pasado recib desde Nueva York una carta firmada por una persona que se llama John Howell. Esapersona me deca lo siguiente: Yo me llamo John Howell, soy un estudiante de la universidad de Columbia, yme ha sucedido esto; yo haba ledo varios libros suyos, que me haban gustado, que me haban interesado, a tal

    punto que estuve en Pars hace dos aos y por timidez no me anim a buscarlo y hablar con usted. En el hotelescrib un cuento en el cual usted es el protagonista, es decir que, como Pars me ha gustado mucho, y ustedvive en Pars, me pareci un homenaje, una prueba de amistad, aunque no nos conociramos, hacerlo intervenira usted como personaje. Luego, volv a N.Y, me encontr con un amigo que tiene un conjunto de teatro deaficionados y me invit a participar en una representacin; yo no soy actor, deca John, y no tena muchas ganas

    de hacer eso, pero mi amigo insisti porque haba otro actor enfermo. Insisti y entonces yo me aprend el papelen dos o tres das y me divert bastante. En ese momento entr en una librera y encontr un libro de cuentossuyos donde haba un cuento que se llamaba Instrucciones para John Howell. Cmo puede usted explicarmeesto, agregaba, cmo es posible que usted haya escrito un cuento sobre alguien que se llama John Howell, quetambin entra de alguna manera un poco forzado en el teatro, y yo, John Howell, he escrito en Pars un cuentosobre alguien que se llama Julio Cortzar.

    Yo los dejo a ustedes con esta pequea apertura, sobre el misterio y lo fantstico, para que cada uno apele a supropia imaginacin y a su propia reflexin y desde luego, a partir de este minuto estoy dispuesto a dialogar y acontestar, como pueda, las preguntas que me hagan.

    FIN

    *Conferencia dictada en la U.C.A.B.