el ruidn, el trabajo la higiene mental · tes y, por tanto, son simples. los ruidos s;ecundarios...
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POR EL DR. SAMUEL RAMIREZ MORENO
El Ruidn, el Trabajo yla Higiene Mental
ESTUDIANTES:
MEXICODE
que pueden originar serios errores deconducta.
La psicología y la física enseñan ladiferencia teórica entre ruidos primarios y ruidos fusionados o compuestos. Los primeros son aquellos queestán formados por excitaciones acústicas que no son discriminados en eloído humano en vibraciones diferentes y, por tanto, son simples.
Los ruidos s;ecundarios están integr~dos por grupos de vibraciones acúst ¡e'as de los anteriores, que son diferenciables entre sí merced a la coincidencia y al cruzamiento, y cuandoson reconocidos por el sensorio, esdecir, cuando toman el carácter depercepciones, se hacen desagrables y,molestos. Este último carácter, es deapreciación psicológica en lo general.con excepciones, como veremos adelante, pues la definición de la palabraruido, que viene del latín rugitas, es:. 'sonido inarticulado y conf,uso máso menos fuerte."
Cuando la fusión de excitantes elementales acústicos se percibe en el oídosin fatiga y además es agradable, seorigina el sonido. La voz sonido, difícil de definir, viene del latín soni·tus, y es, según la Real Academia Española, "la sensación que excita en elórga~o del oído el movimiento vibratorio de los cuerpos transmitido pOrun medio elástico, como el aire".
Simplificando y sin entrar en complejidades físicas; por la índole ,de este, trabajo, puede decirse. desde unpunto de vista psicológico, que el sonido "es la percepción acústica de vibraciones regulares, de carácter en general agradable para el hombre", y elruido es "la percepción acústica devibraciones irregulares habitualmentede tonalidad afectiva desagradable".
Es un hecho también de observación y de experiencia general, que losruidos son molestos cuando es posible diferenciar sus componentes y objetivarl~s en forma aislada. "La percepció~ de determinado ruido. de modo inconsciente, busca una orientaciónrespecto qe aquél. para nuestra tran-quilidad", dice Sacristán. '
De manera automática, se analizatodo ruido que se percibe, pero cuando surge del medio ruidoso habitual
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ren medios de defensa que puedan reducir al mínimo las serias consecuencias a que están expuestos.
Como queda dicho, los ruidos intensos causan alteraciones auditivasde carácter orgánico, así como perturbaciones psicológicas, y en la esferaintelectual o representativa, es la atención la primera y más seriamenteafectada.
A este respecto se ha señabdo ladiferencia entre el ruido continu·o. difuso, cualquiera que sea su .intensidad.como el producido por máquinas y elruido, insólito, imprevisto y fuerteque atrae bruscamente la atención. Elprimero acaba por habituar a quienlo sufre, tal como acontece en muochas oficinas y centros industriales.en los cuales obreros o empleados, según ellos mismos relatan, llegan a
'acostumbrarse en tal forma, que nisiquiera se dan cuenta de su existen-'cia y aun creen que dejan de percibirlo: mas ello sólo' es en apariencia,pues precisamente estos tipos de ruidos constantes son los que provocanmayor fatigabilidad sobre las funcio~
nes mentales, especialmente, como yase indicó, disminuyendo la atención:en cambio, los súbitos o inesperadosproducen reacciones emocionales demiedo, 'sorpresa, angustia, etc., queno dejan huella, salvo en casos especiales y en personalidades hiperemotivas.
1
Experimentalmente en algunos paí-ses como Rusia, Francia, Alemania,Estados Unidos, etc., se ha demostrado de acuerdo con la racionalizaciónde los métodos de trabajo que, si sedisminuyen los ruidos mediante ada'ptaciones convenientes a máquinas ya obreros, el rendimiento de éstos esmu'y superior y su capacidad de trabajo se conserva íntegra o casi íntegra.
El obrero en algunos oficios,' asícomo e! intelectual cuando labora,tienen que realizar gran esfuerzo deconcentración y a veces es suficienteel más pequeño desvío de la a~nción
para' que se altere su disposición altrabajo, y en las personalidades deconstitución psiconeurótica se produzcan reacciones anormales que son verdaderos episodios de irascibilidad conde~cargas psicomotoras impulsivas,
1 La fonometría, o sea la ciencia que sededica a la medición de la intensidad de lossonidos, ha tropezado con grandes obstáculos, y ya Broca decía, desde el año de 1899,que para determinar la agudeza auditiva sería menester graduar el sonido como se gradúa la luz con el "fotometro" y declarabacomo insoluble el problema, pues se desconocían los precisos métodos electrónicos actuales.
Distinguidos físicos y fisiólogos se hanocupado de este asunto, como: Galton, Koening, Helmholtz, Hughes, Despretz, Lord Rayleigh, Politzer, G. Weiss, A. Broca, C1audioBernard, D'Arsonval, Weber, Fechner y desde hace mucho tiempo se han venido inventando diversos tipos de '''acúmetros'' comolos de Itard y Politzer, Magnus, Gaiffé.Hughes, D'Arsonval, etc. El aparato llamado
'''Balanza de Torción", de Rayleigh, fué delos más empleados para medir la intens!c1addel sonido, pero todos éstos han sido sllhstituídos por los aparatos actuales para medir la agudeza auditiva, que tienen como baselos métodos electrónicos y son los "otoaudiones" o audiómetros que contienen un oscilador de 'frecuencias audibles generadas porun sistema heterodino, controladas por IInprocedimiento preciso. El aparato usualmente empleado y de manejo sencillo es el "De-
. cibelmetro". El fonio o el Bell y el decibell,que es la décima parte, son muy útiles, puespueden valorizarse en vatios, lo que permite que los métodos de audiometría sean precisos.
ruido continuo' e intenso que producen los disparos de rifles, ametralladoras, cañones y bombas; pero además, hay individuos cuya sensibilidadpara los ruidos es extraordinaria, locual era ya citado desde hace tiempopor Schopenhauer, quien decía que
. "son precisamente estas personas lasmismas a quienes e! arte, la poesía yel puro pensamiento dejan insensibles, a causa quizá de la textura de sumasa cerebral".
El fonio, nombre que viene de lapalabra inglesa phone, que despuésha sido substituída por algunos porla palabra Bell, en homenaje a Alexander Graham Bell, descubridor delteléfono, es la unidad usada para medir la intensidad del sonido y del ruído y su empleo ha sido muy útil enla higiene de! trabajo, pues se ha demostrado que todo ruido cuya intensidad ~ea superior a 10 fonios, puedecausar alteraciones del oído medio. Esuna unidad subjetiva referente a laintensidad de la voz hablada con unaaltura media entre 500 y 1000 hertz(vibración doble por segundo) per
cibida claramente a 50 cms. del oíd6.Los fonios o Bells, pues, miden cualquiera intensidad acústica con referencia al límite inferior de la sensibilidad auditiva. 1
Los obreros industriales que estáncondenados a trabajar continuamenteen medio de intensos ruidos, requie-
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El ruido de las ciudades en las cal1es y en las plazas y el ruido queacompaña al trabajo en las fábricasy en los talleres, origina un difícilproblema cuya solución compete einteresa a la higiene psíquica, pues e!intelectual y el obrero son las victimasinmediatas.
Es un hecho de observación que elruido producido por algunas máquinas que manejan los trabajadores,disminuye la c~pacidad de rendimiento de éstos y en muchas industrias seles producen alteraciones permanen- 'tes del oido, que revisten manifiestaseriedad, pues en ocasiones llegan hasta la sordera.
Los ruidos continuos que actúan especialmente sobre personalidades neuróticas o hiperemotivas, pueden favorecer perturbaciones psíquicas de tipoemocional que se han designado poralgunos psiquiatras con el nombre de"neurosis del ruido". Son citados pordiversos auto'res, casos de perturbaciones mentales sufridas por los soldadosen la guerra, como consecuencia del
12 * UNIVERSIDAD DE MEXICO
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cesidad de suprimir o atenuar en 10posible la influencia de estos factoresen la vida de los obreros de fábricasy talleres, o en los que manejan ene! campo y a la intemperie instrumentos y herramientas ruidosos. pues tódos sabemos e! tormento que significan, en las horas de trabajo o de descanso. el barullo callejero. las bocinasde los automóviles, e! rodar de los'tranvías y camiones. los gritos de losvendedores y los no menos molestosruidos provocados por sinfonolas, radios, etc., que han originado tantasprotestas en todos los países. las cuales llegaron a ser escuchadas en al gunos. y así vemos que una ciudad como Roma, por ejemplo. antes de esta última guerra, prohibió terminantemen-te se hicieran muchas de estas clasesde ruidos callejeros, lo cual tambiénse ha logrado en varias otras: en losEstados Unidos, de manera principal.En México está prohibido. bajo sanción severa, sonar las bocinas de losautomóviles después de las 10 de lanoche.
Entonces. ¿cómo no comprender el'ruido perturbador de! trabajo en unapersona que durante ocho horas diarias, o más, está sujeta a chirridos, agritos, a máquinas sonoras. a martilleos, a ruidos metálicos? Esto, porcompensación, en muchos casos favorece que e! obrero subconscientemente.busque en el alcohol y en el libertinaje algo que contraste con su molestotrabajo. El ruido le fatiga de maneraintensa sus facultades mentales y enesas condiciones está' expuesto a errores y accidentes.
"¿Es el ruido -dice Lessing- accidente casual o mero síntoma del desengaño del alm~ moderna. expresiónde un instinto humano imposible demodificar?' .
Para este autor, lo que él llama instinto del ruido no puede ser vencidomediante órdenes y disposíciones administrativas o policíacas, sino enmuy limitada p.arte. Tras el ruido sehalla un impulso, un proto-instintoen el cual radica e! positivo carácterde placer del mismo. El ruido es parael hombre una especie de narcosis dela conciencia, e! estupefaciente másprimitivo. Sirve como éste para limitar, amortiguar, reprimir las funciones subjetivas ante nuestro espíritu,es decir, intelectuales. racionales yconscientes. Dígalo, si no, esa mal llamada música de jazz, de congas, debuzui bugui, propia de cabarets y sitios donde el hombre busca aturdirse,análoga a los ruidos de tambores monótonos y gritos de los pueblos salvaJes.
Ello, sin embargo, está en oposiciónevidente entre este proto-instinto deLessing y la tendencia a superarse delhombre culto. o de otro modo, entreel ruido. y 'la cultura. Ya decía Leo·nardo de Vinci que "donde se grita'
no har.¡ verdadera ciencia".
tor Hugo y Zola, fueron muy sensibles al ruido.
Sanz del Río, citado por el propioSacristán. a quien hemos señalado va·rias veces por sus estudios acerca de!ruido. tapizaba con mantas su cuartode trabajo en busca d~ silencio, y Marcel Proust pasó gran parte de su vidacncerrado en un cuarto tapizado decorcho, así como Ricardo Wagner.quien colocaba bajo su ventana, quedaba a la calle, cascos de botella y guijarros para :tlejar a los chiquillos delas cercanías de su casa, cuando llega~
ban haciendo algarabía.Tengo catalogados numerosos ca
sos de esta "neurosis de! ruido", ~ntre
ellos el de un escritor americano queha buscado en numerosos países delmundo un lugar de verdadera quietudy tranquilidad y quien con frecuencia va a refugiarse a una casa aisladay silenciosa en las afueras de Cuernavaca. Ha bastado a este individuo.en alguhas ocasiones, oír los ladridosde un perro durante la 'noch¡:, paraalejarse no sólo de la casa donde habitaba, sino de la ciudad y aun delpaís.
Otro caso curioso es el de dos aricianas señoritas, que buscaban siempre habitación en las calles más apartadas y silenciosas de la ciudad de México, y no conformes con esto, cl:lbríanlas paredes con capas de paja sostenidas con costales y hacían dobles puertas para impedir la llegada de los ruidos hasta ellas.. Estos casos son simplemente ejem
plos, que ponen de manifiesto la acción que e! ruido puede producir ~ndeterminadas personalidades' humanas; pero limitándonos a la acciónpura, fisiológica,' del estímulo acústico de! ruido, independiente del modode reacción psíquica, se 'puede afirmarque basta éste por sí solo para que ene! órganismo humano se verifiquenvariaciones y alteraciones cuantitáti:vas, secretoras y excretoras, fuera dela acción de la voluntad, y que en muchos casos la conciencia no percibe queexisten, como ya ha sido señalado porPavlow, merced a sus experimentos sobre los reflejos condicionados.
Hace siglos se pensaba que determinados tonos ejercían gran influencia sobre algunos órganos, de dondenació en la Edad Media una curio~a
terapéutica, .la cual .pretendía curarcieitas enfermedades mediante' la acc;ón de instrumentos musicales, y así,[or ejemplo, se intentaba sanar hi hi-
/
c'ropesía con el sonido de una flauta¿e madera; la fiebre. mediante los<'ca/des menores de una flauta de caña, ett'.
Los hechos psicológicos y fisioló-sicos nos revelan que la sensación acústica produce cambios y modificaciones en el organismo. muchos de loscuales son .conocidos. como los citados por Pavlow y otros muchos ignorados, pero desde el punto de vistade la higiene menta!, se impone la ne-
?tz, SOLIDOPRESTIGIO flúIZaUNA SOLIDACONSTRUCCION
excepcionales. pues la regla general.como dice Sacristán. la constituyenlos casos contrarios, "aquellos quebuscan el paraíso de las ideas puras dePlatón en la región del silencio jamásquebrantado" .
Schopenhauer. en su campaña filosófica contra el ruido. aludía continuamente. tomando como punto deap;)yo las biografías de grandes hombr:'s, a las eternas quejas de éstos contra el ~uido.
y muy curioso a este respecto es elcaso de Carlyle. considerado como unode ]os más típicos de la llamada "neurosis del ruido": para su esposa, comojo expresa en su diario y en su corr:sponJencia, la continua preocupa·ción era encontrarle un lugar silenciosode trabajo. Er la vida de él, todo dep2ndía de cómo hubiese pasado la noche. pues era suficiente un ligerísimoruido, el lejano cantar de un gallo. e!rodar de un coche, e! suave tic-tac dcun reloj, para provocarle insomnio ymal humor.
Retirado a ·una solitaria casa deChelsea. su mujer' tuvo que comprartodos los gallos y gallinas de los alrededores para evitar que pasara malasnoches. Su cuarto estaba provisto dedoble pared de turba. y aun así, anunciaba a los suyos que escribiría susnuevos libros en el desierto o en unbarco en" medio del mar.
. El matemático inglés Babbage notoleraba a los organillos que en sutiempo se tocaban en algunos pueblosde Inglaterra.
El mismo Goethe no podía habituarse al ruido de la ciudad de Estrasburgo y marchaba alIado de los tambores en las paradas militares para endurecer su oído, como él plismo decía.pero en toda su vida no pudo lograrlo'y en los últimos años compró en Wei-
.mar una casa junto a la suya para tenerla deshabitada y así preservarse delruido ~ue provocarían sus vecinos.
Muchos otros, como Schiller, Beethoven, Byron. Shelley. Musset. Víc-
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donde actuamos. 6teo diferente cuyanaturaleza y origen se desconocen. entonces se sufre grandemente. debido aque se desajusta nuestra adaptación. Esevidente que los ruidos son muy desagradables para la mayor parte de lasgentes, y esto explica que muchas busquen, para vivir, sitios tranquilos ysilenciosos.
Sin embargo hay excepciones. puesse cita que Mozart, por ejemplo. cuando trabajaba requería hallarse rodeado de sus hijos entregados al juego,sin que el ruido que ellos producíanle originase la menor molestia, perosi a ese ruido se añadía otro aisladodiferente. perdía la atención necesariapara continuar su trabajo.
Otro caso curioso es el que se rc·fiere a Stuart Mili, quien necesitaba,para sacudir su apatía y obtener es·tímulo. que en la habitación contiguaa la suya alguien tocara insistentemente el tamBor, pero en cambio no podí.lsoportar otra clase de ruido.
y dentro de estos casos raros, hayaún otros más en los c'Jales el ruidofavorece e! trabajo mental, como elmuy conocido del filósofo alemán'Hegel, quien terminó su mejor obradurante la noche de la batalla de Jena, amparado por el estampido de loscañones y e! fuego de los fusiles, yaque después aseguraba "que tales ruidos estimulaban y afinaban su pensamiento".
~essing. en su interesantísimo ensayo sobre el' ruido, señala que la actividad del pensamiento ejercitada enel momento de "gran intensidad afectiva o agotamiento mental" necesitade cierta excitación anormal indispensable para labora.r y conseguir la energía adecuada.
.Algo parecido sucede a ciertos individuos acostumbrados a la vida urbana, a quienes el campo o las montañas sumergen en un estado especialde desánimo y tristeza. que alguienha lla'mado "neurosis del silencio".Pero tales casos son evidentemente