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El Rol de los Equipos de Salud para Lograr
una Campaña de Vacunación Exitosa
ANA MARÍA MORALES
El Rol de los Equipos de Salud para Lograr una Campaña de Vacunación Exitosa
Ana María MoralesPeriodista y Directora de Comunicaciones del Instituto de Políticas Públicas en Salud de la Universidad San Sebastián (IPSUSS), Santiago de Chile
Introducción
¿Las vacunas son peligrosas? Desde que Edward Jenner realizó la primera incursión en este campo a través de
la inoculación y posteriormente, Louis Pasteur inventara la primera vacuna de laboratorio, siempre han surgido
voces detractoras que ponen en tela de juicio su seguridad y eficacia.
El miedo a lo desconocido y a los eventuales efectos secundarios fueron parte de los argumentos utilizados en
las campañas anti vacunas aparecidas a principios del siglo XIX1.
El caricaturista inglés James Gillray graficó en su obra The cow-pack or the wonderfull effects of the new
inoculation en 1802, la sensibilidad ciudadana que existía en torno al tema (Figura 1). Más tarde, en 1853
cuando en Inglaterra se aprobó la vacunación obligatoria para los niños que sancionaba incluso con multas o
encarcelamiento a los padres que no inoculaban a sus hijos, surgieron nuevos argumentos en contra, como por
ejemplo, si esta medida constituía una violación de los derechos individuales de las personas. Fue así como en
los inicios de 1900 surgieron las primeras ligas anti vacuna en Nueva Inglaterra y Nueva York.
Figura 1. Caricatura de James Gillray: The Cow-Pack or the Wonderful Effects of the New Inoculation (1802)
Esa discusión no es muy distinta a la que se
tiene actualmente. Al analizar los titulares
de las noticias que emiten los medios de
comunicación, en los diferentes países de
la región, es posible advertir la resistencia
que hay hacia las vacunas (Figura 2). Esto
particularmente por opiniones discordantes
entre los actores políticos, líderes de
opinión y técnicos sobre esta materia, que
son referentes para la ciudadanía.
Fuente: British Museum
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Figura 2. Titulares de Medios de Comunicación en América Latina
Esta resistencia está influenciada por diferentes factores: la disminución en la percepción de riesgo de las
enfermedades que se previenen mediante vacunas; la sobrecarga de los programas de inmunización y
cuya necesidad no ha sido siempre bien transmitida a la población; el mayor conocimiento sobre efectos
secundarios o adversos, así como de los accidentes o errores en el suministro; la presión de líderes de opinión;
el lobby de los grupos anti vacunas y la desconfianza hacia las compañías farmacéuticas.
Un rol preponderante en este escenario juega los medios de comunicación y las redes sociales, los que actúan
como caja de resonancia, a veces divulgando información de origen dudoso o contradictorio que influye en la
toma de decisiones de la población.
Todos estos elementos inciden en que exista una cierta aprensión hacia el sistema de salud, representado por
los proveedores y generadores de políticas.
Un ejemplo que grafica el efecto del lobby de los grupos anti vacunas fue lo que sucedió en Chile en 2013 con
la tramitación de la ley que prohíbe el timerosal como preservante. La influencia de estos sectores llevó a que
un grupo de parlamentarios, de distintas corrientes políticas, presentaran un proyecto de ley que fue aprobado
en el Congreso, pese a que la responsabilidad de rectoría en este tema le corresponde al Ministerio de Salud. La
iniciativa fue votada sin considerar las señales de protesta de la propia Organización Panamericana de la Salud
(OPS) y de las sociedades científicas2. La ley debió ser vetada por la Presidencia de la República, dejándola sin
efecto; sin embargo, de igual forma produjo un daño en la confianza de todo el programa de inmunización.
Esto se tradujo en una baja en las cifras de cobertura y en muchos casos hubo incluso controversias legales
entre padres que se negaban a vacunar a sus hijos y los servicios de salud, las que debieron zanjarse en los
tribunales de justicia.
Otro ejemplo conocido fue lo ocurrido recientemente en Colombia con la introducción de la vacuna contra
el Virus del Papiloma Humano (VPH). La resistencia de grupos de la población, incluso apoyados por sectores
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religiosos y líderes de opinión, argumentaron sin pruebas sólidas, que la vacuna en niñas pre púberes implicaría
una suerte de permisividad para el inicio más precoz de la actividad sexual, lo que se transformó en una bandera
de lucha que llevó a coberturas insuficientes en el grupo objetivo, situación que después se replicó en otros
países de la región.
Pero sin duda un factor preponderante es la baja percepción de riesgo de enfermedades, situación que se
presenta en varios países de América, particularmente en sectores de la población con mayor nivel educacional
o ingreso económico que han dejado de vacunar a sus niños, porque no lo ven como una acción preventiva
necesaria, como es el caso de la BCG. Esto es considerado un error en una zona en que la tuberculosis es
todavía un problema de salud pública prevalente, y en el que la falta de inmunidad adquirida por la vacuna
puede derivar en manifestaciones más graves de la enfermedad.
El arte de la persuasión
Hay que considerar que el capital de confianza de los programas de inmunización no es infinito. Las acciones
realizadas en décadas pasadas para controlar enfermedades como la viruela o la poliomielitis y que fueron
exitosas, ya no son suficientes como políticas de prevención.
Como reflejo de esto hoy se puede apreciar que las coberturas de vacunación contra la influenza en adultos
mayores de 65 años, en la mayoría de los países, particularmente en aquellos de mayor desarrollo, no alcanza al
80%, según el último informe sobre Indicadores de Salud de la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE) de 2015. Y precisamente el éxito de una campaña depende del nivel de protección de su
población susceptible.
Para que las personas quieran vacunarse deben comprender que el beneficio que obtiene es mayor al costo
que implica colocársela. Costo entendido no como dinero, ya que las vacunas incluidas en los programas de
inmunización de los diferentes países suelen entregarse gratuitamente; sino como tiempo de traslado, espera, dolor,
algún efecto adverso, una pequeña cicatriz en el brazo.
¿Cómo lograr este objetivo? La respuesta, de acuerdo a los cambios culturales propios de las últimas décadas,
es que las personas tienen no solo que estar convencidas que la vacuna es buena para ellos o sus hijos; sino que
prácticamente, tienen que elegir libremente vacunarse.
Actualmente existe una mayor demanda por información. La comunidad se ha organizado para exigir evidencia
confiable y especializada. Hay un mayor control social sobre las políticas de Estado y esto trasciende las fronteras.
Para los programas de inmunización esto representa una verdadera revolución cultural, porque se necesita cambiar
el paradigma con el cual se ha trabajado durante los últimos años, principalmente modificar la forma de comunicar.
El no hacerse cargo de esta exigencia de educación tiene costos muy altos para las autoridades o los funcionarios
que desempeñan un rol público y tiene consecuencias inmediatas.
Es imprescindible que quienes trabajan en el sector salud puedan comunicar eficientemente. Cuándo no se anticipan
los problemas no se tiene ninguna capacidad de control. Esto no es un tema banal. La salud de la población guarda
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una estrecha relación con el acceso y la utilización de la información, sin embargo, ésta no siempre se encuentra
disponible, o bien, no de la manera o calidad adecuada. Los ejemplos de la vacuna contra el Virus Papiloma Humano
(VPH) en Colombia son demostrativos.
Los errores más comunes que se cometen por parte de los equipos técnicos de salud es que se da por supuesto que
“las personas saben o conocen” la importancia de la vacunación, en circunstancias que el analfabetismo sanitario en
nuestra población es alta, particularmente en los grupos con menos años de escolaridad3.
El otro supuesto equivocado es que se piensa que lo que resultó en otros países es perfectamente aplicable a
la realidad local, sin considerar las distintas idiosincrasias al interior de los pueblos. Incorporar, por ejemplo, una
nueva vacuna a un plan de inmunización como la del virus del papiloma humano (VPH), sin evaluar previamente
los escenarios que se van a enfrentar, como: la resistencia cultural de grupos más conservadores de la población,
de sectores religiosos, de los pueblos originarios, de organizaciones anti vacuna, de los jóvenes que son el grupo
objetivo de la inmunización, o incluso la ofensiva de la propia industria farmacéutica, es un fracaso anticipado.
Cómo no hay una rápida capacidad de respuesta por parte de los equipos técnicos o las autoridades la
incertidumbre y desinformación se instalan en la opinión de la ciudadanía y es muy difícil recuperar la confianza
pública. Y lo que ocurre habitualmente es que se produce una menor cobertura de vacunación a la proyectada para
asegurar la protección de la población objetivo, así como la costo-efectividad de la medida.
Cambio de paradigma
Existe un concepto errado: que la manera de informar o educar a la población es a través de una campaña de
comunicación que se emite por medio de un spot de televisión, frases radiales o folletos informativos. Y eso no
es más que un instrumento dentro de una estrategia global.
Precisamente cambiar el paradigma significa abandonar esa escuela y reformular la manera de hacer las cosas.
Hay que comprender que no se trata tan sólo de un tema de conocimiento, sino de convencimiento. La
estrategia comunicacional entonces debe apuntar a estimular, escuchar, aprender y transferir la responsabilidad
del autocuidado.
El éxito de una campaña de vacunación está condicionado por la responsabilidad que asuman las personas
en el cuidado de su salud, el cual está fuertemente determinado por su nivel educacional y la de su entorno
familiar, donde existe una profunda brecha de inequidad.
Las personas con un bajo nivel educativo o una alfabetización en salud deficiente tienen un mayor riesgo de
mortalidad, acuden más frecuentemente a los servicios de urgencia por descompensación o grave deterioro
de su estado de salud, condición que en algunos casos resulta irreversible y tienen una tasa de hospitalización
superior al promedio. Y precisamente, realizan menos cuidados preventivos como ir a vacunarse o someterse a
exámenes4.
Es por ello que se necesita generar espacios de educación. En la atención de salud, los equipos profesionales
hacen los esfuerzos por educar a la población, a través de actividades de promoción o, en la consulta,
sin embargo, esto no siempre es compatible con las exigencias de las labores que desempeñan y con el
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cumplimiento de las metas sanitarias que se les imponen, muchas veces orientadas a indicadores de cobertura,
más que de educación o calidad asistencial.
La estrategia comunicacional para una campaña de vacunación debe complementarse:
� Realizar un análisis del escenario antes de introducir una nueva vacuna en el plan de inmunización o
cambiar un esquema ya preestablecido.
� Identificar los problemas e implementar acciones para anticiparse a una eventual ofensiva por parte
de otros actores opositores a la medida. En ese contexto, evaluar el nivel de prejuicios que tiene una
determinada población sobre las vacunas. La información transmitida por radio, televisión, y redes
sociales llega a todos. Es ingenuo pensar que los opositores a las vacunas no han hecho su trabajo.
� Definir una estrategia de trabajo con actividades de comunicación permanentes para generar las
condiciones para impulsar un cambio de política como ésta y una evaluación permanente de aquellas
acciones.
� Buscar aliados o socios estratégicos que avalen técnicamente el trabajo que se está desarrollando,
como organismos internacionales (OMS, OPS, CDC otros ministerios de Salud de la Región), sociedades
científicas, colegios profesionales, organizaciones de la sociedad civil u otros agentes públicos o
privados, para que se sumen a su campaña y hablen de manera independiente.
� Articular la red de salud para que todos los equipos técnicos manejen la misma información en forma
oportuna y con la definición de tareas para que tanto autoridades o funcionarios técnicos realicen
actividades en terreno.
� Diseñar un programa de actividades. No basta sólo con el lanzamiento de la campaña de vacunación. Se
requiere una serie de acciones que deben implementarse en secuencia. Una conferencia de prensa para
contextualizar la importancia de la vacunación y mostrar casos de personas afectadas por la enfermedad
o secueladas; realizar visitas a distintos centros de salud para constatar cómo va la cobertura de
inmunización y focalizar el mensaje en aquellos grupos más rezagados; sumar a la campaña rostros que
sean creíbles para la población y que apoyen la iniciativa.
� Promover estrategias que acerquen la vacunación a las personas, a través de charlas en colegios u otros
establecimientos educacionales, organizaciones de vecinos, centros de adulto mayor y/o agrupaciones
de pacientes, donde las personas puedan preguntar y aclarar sus dudas.
� Vacunación en terreno. Salir a buscar al grupo objetivo y no esperar que llegue al centro de salud. Esto
a través de vacunatorios móviles, visitas a salas cunas, jardines infantiles, colegios o centros de adulto
mayor, según sea el segmento al cual se quiera llegar.
� Educar y entregar información permanente a los medios de comunicación no sólo de alcance nacional,
sino los comunitarios, porque a través de ellos, es posible llegar a la población. Suministrar material que
ellos puedan difundir didácticamente, por medio de entrevistas a los voceros técnicos en programas de
alcance masivo principalmente radios, elaborar mensajes que ellos puedan replicar en redes sociales y
páginas web.
Conclusión
En síntesis, mantener a la población protegida de enfermedades para las que existen vacunas efectivas requiere
un cambio profundo en la forma de hacer las cosas. Lo más importante es comunicación efectiva y el liderazgo
que deben tomar las personas que se desempeñan en los programas de inmunización. El trabajo en terreno es
un requisito insoslayable. También lo es el establecimiento de un conocimiento de la población y su nivel de
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aceptación del Plan de Inmunizaciones, y antes de proceder al período de vacunación, desarrollar las estrategias
aquí descritas para entusiasmar, convencer y asociar a quienes son líderes de dicha comunidad. Cada una
diferente a la otra.
Es importante tener presente que al comunicar:
� Hay que hacerse cargo en la forma y en el fondo de lo que realmente preocupa a las personas, lo que
implica escuchar activamente.
� Al momento de hablar emplear un lenguaje sencillo.
� El mensaje que se quiera transmitir debe ser directo y claro. Definir frases claves que la gente pueda
recordar, particularmente, la importancia de proteger a su familia.
� La persona que asuma el rol de vocero debe ser creíble, empático y ser honesto cuando haya una
situación adversa, reconociendo las dificultades.
Una campaña de vacunación mal planificada, que no sea sensible al entorno cultural, y no se base en un
fuerte liderazgo local, puede correr el riesgo de no alcanzar las coberturas mínimas. Un programa fallido no
sólo genera pérdidas directas en tiempo de personal, costo de las vacunas e insumos; sino que también un
gran costo indirecto: la aparición de casos de la enfermedad que se busca prevenir, descrédito de la autoridad
sanitaria, y un manto de incertidumbre para todo el programa.
Referencias
1. Robert M Wolfe, assistant professor and Lisa K Sharp, assistant professor. Anti-vaccinationists past and present. https://www.ncbi.nlm.
nih.gov/pmc/articles/PMC1123944/.
2. Declaración Sobre la eliminación de las vacunas multidosis que contienen timerosal. Revista Chilena Infectología 2013; 30 (4): 346-
349. http://www.scielo.cl/pdf/rci/v30n4/art01.pdf.
3. Monsalves, MJ., Durán, D., Romero, MI., Mañalich, J., (2015). Alfabetización en salud en pacientes crónicos atendidos en atención
primaria, en cuatro comunas de chile. En XXXII Jornadas Chilenas de Salud Pública. Santiago de Chile.
4. Berkman ND, Sheridan SL, Donahue KE, Halpern DJ, Viera A, Crotty K, Holland A, Brasure M, Lohr KN, Harden E, Tant E, Wallace
I, Viswanathan M. Health Literacy Interventions and Outcomes: An Updated Systematic Review. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/
pubmed/23126607.
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