el riesgo de editorializar

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LA COLUMNA DEL DIRECTOR 7 7 7 7 FELIPE DE J. MONROY [email protected] “EL BUENA ESPERANZA” El riesgo de editorializar el timón de la barca de Pedro y representar la unidad de la Iglesia universal. Sin caridad ni justicia se intenta afirmar por el sofismo más retorcido de la ló- gica que si el pontífi- ce tiene un deber con el pasado político de su atribulado país es por la complicidad de toda la Iglesia católica con cualquier tipo de régimen (absolutista, monárquico, despóti- co, represor, militar, dictatorial) y por la suprema ignorancia de su pueblo que aba- te todo argumento de libertad, pensamiento y compromiso en una institución fundada hace dos milenios. Los segundos, son los edi- torialistas de todo. Aquellos que sin análisis, sin tratar de explicar lo que ha pasado ni razonando el porqué, co- mienzan a intentar conven- cer a todo mundo de lo que debería haberse hecho y de lo que habrá por hacer. No es de sorprenderse, estamos acos- E ntre las frases más famosas del escritor argentino Jorge Luis Borges se encuentra la siguiente: “Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas suelen referirse a doctrinas contrarias a las su- yas”. Y el gobierno pontifical de Francisco, ya tiene varios de estos críticos de arte. Los primeros, solemos ser los medios de comunicación que –como dice la máxima del periodismo –, publicamos nuestros errores en lugar de enterrarlos como lo hacen los médicos. En sendos juicios inmediatísimos (tan inme- diatos que aún no nacen y ya los enviamos a lucir sus galas en periódicos, artículos y co- mentarios) se busca articular tras cada noticia un remate de sabiduría moralina que nos permita decir “se los dije” a la vuelta de los días a nues- tras audiencias y asegurar que no lo apostamos todo, que no fuimos tan ingenuos. A Jorge Mario Bergoglio le alcanzó el pasado de la dictadura mili- tar argentina para llamarle, no por su nombre, sino por el que ha elegido para tomar tumbrados a ver discutir a los eruditos sobre la naturaleza del lodo mientras el alfarero hace vasijas. He escuchado de varios amigos que Bergo- glio le hace ‘pobre favor a la naturaleza del papado’, como si la naturaleza del sucesor de Pedro fuera divina y no huma- na. La naturaleza del papado es la del hombre debajo del compromiso de tender puen- tes, de conservar la común-unión de los pueblos cristianos y de confirmarlos bajo la misma fe; su naturaleza cuen- ta en ocasiones con mayores o menores defectos y virtudes. Mientras estudia- ba periodismo en la universidad, mis maestros constan- temente advertían sobre los riesgos de editorializar las noticias, de incli- nar la balanza de la opinión hacia derroteros insalva- bles que lo único que revelaban eran nuestras fobias, pre- juicios y sentimentalismos irracionales. Cuando los gestos de sen- cillez y humildad del papa Francisco comenzaban a acumularse en los medios, pude escuchar muy diversas reacciones de fieles, religio- sas, clero y el episcopado la- tinoamericano. Comparto dos muy divertidas. Una mujer confesó que se declaraba auténtica fanática de Francisco y opinó a propó- sito de los zapatos negros de Bergoglio: “Ojalá todos, carde- nales, curas, obispos, todos, usaran así los zapatos que humildemente usa el Papa”. Ortopédicos, según lo que con- fesó el propio pontífice. La otra es de un obispo que al caminar le pregunté qué opinaba de los gestos de sen- cillez y humildad de los que tanto se hablaba y decía en los medios de comunicación. Sin detenerse a reflexionar mucho respondió divertido: “Ojalá no se pongan de moda”. Días como flechas T ensados el arco y la cuerda, solo resta lanzar la flecha o arrepentirse, echar marcha atrás. En esta situación expectante, para algunos y angustiante para otros, se encuentra la Iglesia latinoamericana y muy particularmente la mexicana respecto a los nombramientos episcopales que habrán de suceder en la era del papa Francisco. Aunque no es exclusiva la misión para los obispos, la realidad apremia a líderes que enfrenten situaciones que parecen tatuadas a fuego sobre la piel de nuestros pueblos como la rampante corrupción, el pragmatismo inmoral, la complicidad indolente y el egoísmo inhumano. Más que hacer frente a personas o instituciones concretas, hay que construir cultura propositiva que ofrezca palabras y ejemplos de humanización. En el espíritu de corresponsabilidad y compromiso, el tema compete a todos; pero la estructura pontificia, tiene el primer lance por ejecutar, vendrán días como flechas y veremos si han dado en el blanco o no. Suena el mar

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La naturaleza del papado es la del hombre debajo del compromiso de tender puentes, de conservar la común-unión de los pueblos cristianos y de confirmarlos bajo la misma fe...

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Page 1: El riesgo de editorializar

▶LA COLUMNA DEL DIRECTOR

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FELIPE DE J. [email protected]

“EL BUENA ESPERANZA”

El riesgo de editorializar

FELIPE DE J. [email protected]

el timón de la barca de Pedro y representar la unidad de la Iglesia universal. Sin caridad ni justicia se intenta a� rmar por el so� smo más retorcido de la ló-gica que si el pontí� -ce tiene un deber con el pasado político de su atribulado país es por la complicidad de toda la Iglesia católica con cualquier tipo de régimen (absolutista, monárquico, despóti-co, represor, militar, dictatorial) y por la suprema ignorancia de su pueblo que aba-te todo argumento de libertad, pensamiento y compromiso en una institución fundada hace dos milenios.

Los segundos, son los edi-torialistas de todo. Aquellos que sin análisis, sin tratar de explicar lo que ha pasado ni razonando el porqué, co-mienzan a intentar conven-cer a todo mundo de lo que debería haberse hecho y de lo que habrá por hacer. No es de sorprenderse, estamos acos-

Entre las frases más famosas del escritor argentino Jorge Luis Borges se encuentra

la siguiente: “Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas suelen referirse a doctrinas contrarias a las su-yas”. Y el gobierno ponti� cal de Francisco, ya tiene varios de estos críticos de arte.

Los primeros, solemos ser los medios de comunicación que –como dice la máxima del periodismo –, publicamos nuestros errores en lugar de enterrarlos como lo hacen los médicos. En sendos juicios inmediatísimos (tan inme-diatos que aún no nacen y ya los enviamos a lucir sus galas en periódicos, artículos y co-mentarios) se busca articular tras cada noticia un remate de sabiduría moralina que nos permita decir “se los dije” a la vuelta de los días a nues-tras audiencias y asegurar que no lo apostamos todo, que no fuimos tan ingenuos. A Jorge Mario Bergoglio le alcanzó el pasado de la dictadura mili-tar argentina para llamarle, no por su nombre, sino por el que ha elegido para tomar

tumbrados a ver discutir a los eruditos sobre la naturaleza del lodo mientras el alfarero hace vasijas. He escuchado de varios amigos que Bergo-glio le hace ‘pobre favor a la naturaleza del papado’, como si la naturaleza del sucesor de Pedro fuera divina y no huma-na. La naturaleza del papado es la del hombre debajo del compromiso de tender puen-

tes, de conservar la común-unión de los pueblos cristianos y de confirmarlos bajo la misma fe; su naturaleza cuen-ta en ocasiones con mayores o menores defectos y virtudes.

Mientras estudia-ba periodismo en la universidad, mis maestros constan-temente advertían sobre los riesgos de editorializar las noticias, de incli-nar la balanza de la opinión hacia derroteros insalva-bles que lo único que revelaban eran nuestras fobias, pre-

juicios y sentimentalismos irracionales.

Cuando los gestos de sen-cillez y humildad del papa Francisco comenzaban a acumularse en los medios, pude escuchar muy diversas reacciones de � eles, religio-sas, clero y el episcopado la-tinoamericano. Comparto dos muy divertidas.

Una mujer confesó que se declaraba auténtica fanática de Francisco y opinó a propó-sito de los zapatos negros de Bergoglio: “Ojalá todos, carde-nales, curas, obispos, todos, usaran así los zapatos que humildemente usa el Papa”. Ortopédicos, según lo que con-fesó el propio pontí� ce.

La otra es de un obispo que al caminar le pregunté qué opinaba de los gestos de sen-cillez y humildad de los que tanto se hablaba y decía en los medios de comunicación. Sin detenerse a re� exionar mucho respondió divertido: “Ojalá no se pongan de moda”.

Días como fl echas

Tensados el arco y la cuerda, solo resta lanzar la fl echa o arrepentirse, echar marcha atrás. En esta situación expectante, para algunos y angustiante para otros, se encuentra la

Iglesia latinoamericana y muy particularmente la mexicana respecto a los nombramientos episcopales que habrán de suceder en la era del papa Francisco. Aunque no es exclusiva la misión para los obispos, la realidad apremia a líderes que enfrenten situaciones que parecen tatuadas a fuego sobre la piel de nuestros pueblos como la rampante corrupción, el pragmatismo inmoral, la complicidad indolente y el egoísmo inhumano. Más que hacer frente a personas o instituciones concretas, hay que construir cultura propositiva que ofrezca palabras y ejemplos de humanización. En el espíritu de corresponsabilidad y compromiso, el tema compete a todos; pero la estructura pontifi cia, tiene el primer lance por ejecutar, vendrán días como fl echas y veremos si han dado en el blanco o no.

Suena el mar

033-06_07_COLUMNAS_alta 7 4/2/2013 11:14:09 AM