el rey de los cafres

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EL REY DE LOS CAFRES Antes de nada una aclaración. Solemos utilizar la expresión “no seas cafre” y tal vez ni siquiera sepamos a qué se refiere en realidad. Normalmente, el apelativo cafre se aplica a toda persona o situación que encarna lo opuesto a la civilización y la cultura. En realidad, se llaman cafres a los habitantes de Cafrería o País de los cafres, grupo de pueblos bantúes que habitaba la región oriental de África del Sur, en El Cabo y Natal. La Cafrería es un nombre de origen árabe con el que los geógrafos de los siglos XVII y XVIII denominaban a la parte de África situada al sur del ecuador poblada por infieles (kafir, en árabe), es decir, no musulmanes. La acepción de la palabra Cafrería se redujo gradualmente, primero a las regiones de lengua bantú, después a la zona marítima que se extiende a lo largo del océano índico, desde la colonia de El Cabo hasta las regiones del Zambeze y, finalmente, a zonas reducidas de esta región costera. Éstas son la antigua Cafrería británica o British Kaffaria, anexionada a la colonia de El Cabo en 1863, y la Cafrería propiamente dicha, que hoy coincide con Transkei. El padre Silveira fue destinado a Monomotapa, en la Cafrería, para evangelizar a aquellas buenas gentes. Como todo buen misionero, incipiaba su misión con redoblada oración y consagrándose a la Virgen Inmaculada. Hubo de recorrer su camino a pie, cargado de un grueso paquete conteniendo todos los ornamentos, su cáliz, breviario, y algunos otros libros. Cruzó montañas, torrentes, jarales hasta que, por fin, llegó ante la presencia del rey que le recibió con mucha cortesía. El rey le brindó una humilde chocita donde lo primero que hizo fue celebrar la Santa Misa en honor a Nuestra Señora. Tras la Santa Misa entronizó un cuadrito que llevaba consigo de la Inmaculada Concepción lo que atrajo la curiosidad de los mirones que habían invadido la choza del padre. Y fueron con el chisme al rey: el blanco guarda en su cabaña una mujer de hermosura admirable. El rey quiso curiosear y mandó llamar al padre blanco y a su hermosa Señora. El Padre Silveira, adivinando la intención de la Señora, envolvió el lienzo en un velo de seda y lo llevó al palacio con gran pompa. Ya a solas con el rey, el apóstol le dijo: Antes de mostraros a Mi gran Señora debéis conocer sus virtudes para que podáis venerarla como yo

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EL REY DE LOS CAFRES

Antes de nada una aclaracin. Solemos utilizar la expresin no seas cafre y tal vez ni siquiera sepamos a qu se refiere en realidad. Normalmente, el apelativo cafre se aplica a toda persona o situacin que encarna lo opuesto a la civilizacin y la cultura. En realidad, se llaman cafres a los habitantes de Cafrera o Pas de los cafres, grupo de pueblos bantes que habitaba la regin oriental de frica del Sur, en El Cabo y Natal. La Cafrera es un nombre de origen rabe con el que los gegrafos de los siglos XVII y XVIII denominaban a la parte de frica situada al sur del ecuador poblada por infieles (kafir, en rabe), es decir, no musulmanes. La acepcin de la palabra Cafrera se redujo gradualmente, primero a las regiones de lengua bant, despus a la zona martima que se extiende a lo largo del ocano ndico, desde la colonia de El Cabo hasta las regiones del Zambeze y, finalmente, a zonas reducidas de esta regin costera. stas son la antigua Cafrera britnica o British Kaffaria, anexionada a la colonia de El Cabo en 1863, y la Cafrera propiamente dicha, que hoy coincide con Transkei. El padre Silveira fue destinado a Monomotapa, en la Cafrera, para evangelizar a aquellas buenas gentes. Como todo buen misionero, incipiaba su misin con redoblada oracin y consagrndose a la Virgen Inmaculada. Hubo de recorrer su camino a pie, cargado de un grueso paquete conteniendo todos los ornamentos, su cliz, breviario, y algunos otros libros. Cruz montaas, torrentes, jarales hasta que, por fin, lleg ante la presencia del rey que le recibi con mucha cortesa. El rey le brind una humilde chocita donde lo primero que hizo fue celebrar la Santa Misa en honor a Nuestra Seora. Tras la Santa Misa entroniz un cuadrito que llevaba consigo de la Inmaculada Concepcin lo que atrajo la curiosidad de los mirones que haban invadido la choza del padre. Y fueron con el chisme al rey: el blanco guarda en su cabaa una mujer de hermosura admirable.El rey quiso curiosear y mand llamar al padre blanco y a su hermosa Seora. El Padre Silveira, adivinando la intencin de la Seora, envolvi el lienzo en un velo de seda y lo llev al palacio con gran pompa. Ya a solas con el rey, el apstol le dijo: Antes de mostraros a Mi gran Seora debis conocer sus virtudes para que podis venerarla como yo lo hago. Y aprovech esta ocasin para explicarle los principales artculos de la fe, la grandeza y bondad de la Reina del Cielo. Despus descubri el lienzo y puesto de rodillas ante l, lo vener con profunda devocin.

A la vista de la virginal y serena hermosura, el rey enmudeci de admiracin. Cay de rodillas, imitando al misionero y prometi al padre no levantarse hasta haber recibido la seguridad de que la imagen sera suya, al menos por unos das. Ya en su poder el precioso lienzo, la Santsima Virgen quiso acabar en persona la obra de conversin comenzada por medio de su imagen. Durante tres noches consecutivas dicen que se apareci al prncipe acompaada de un magnfico cortejo. Las palabras empleadas por la Virgen eran, a propsito, incomprensibles a los odos del brbaro. Inquieto, pidi la explicacin de sus sueos.

La Madre de Dios te habla en lenguaje del Cielo. Para comprenderlo se debe ser cristiano. En tu mano est merecer este favor recibiendo el Bautismo.

Tras dos das de madura y atenta reflexin pidi al Padre Silveira: Instryame. De ahora en adelante quiero ser cristiano.

El 25 de enero de 1.561 el apstol derramaba las aguas bautismales sobre la cabeza del rey y 300 de los principales de la nacin.

P. Javier Andrs Ferrer, mCR