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El presente documento presenta de manera omnicomprensiva la situación en que seencuentra las reclamaciones territoriales en los espacios Árticos por parte de los Estadosribereños. Esto es, se presenta cual es el estado actual de lo que coloquialmente se havenido en denominar el “reparto del Ártico”.TRANSCRIPT
MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES
ESCUELA DIPLOMÁTICA
EL REPARTO DEL ÁRTICO REALIDAD JURÍDICA, POLÍTICA Y ESCENARIOS DE
CONTROL Y RELACIÓN ENTRE ESTADOS. POSICIÓN E INTERESES DE ESPAÑA.
Félix Ramón López Martínez
Madrid, octubre del 2008*
* Texto revisado y corregido: octubre 2011
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forma de cesión de su uso, sin el permiso previo y por escrito del autor, salvo
aquellas copias que se realicen para uso exclusivo del Ministerio de Asuntos
Exteriores y de Cooperación.
1
A Montse, por su incondicional apoyo
más allá de toda distancia
2
RESUMEN
El presente documento presenta de manera omnicomprensiva la situación en que se
encuentra las reclamaciones territoriales en los espacios Árticos por parte de sus Estados
ribereños. Esto es, se presenta cual es el estado actual de lo que coloquialmente se ha
venido en denominar el “reparto del Ártico”.
Para el tema señalado, los objetivos que este documento pretende son: i) informar
del estado de la cuestión; ii) elaborar un marco analítico desde el que analizar el
comportamiento de la realidad ártica observada; iii) proporcionar un marco analítico
desde el que plantear proposiciones prospectivas en el Ártico; iv) informar sobre la
postura de España en el Ártico y ponerla en relación con la de la Unión Europea.
El método de trabajo ha sido el de selección, lectura y análisis de fuentes primarias
y secundarias. Desde esta base, en los capítulos uno, dos y cuatro se ha procedido a
realizar una elaboración personal de carácter eminentemente descriptivo. El capítulo
tres se basa en la formulación de cuatro modelos tipo explicativos de la realidad ártica
observada de manera histórica. Los modelos de coexistencia y cooperación son
compartidos por otra literatura. Los modelos de concertación y confrontación son
propuestas que hace este autor.
El primer capítulo presenta una descripción de la Región Ártica desde un punto de
vista físico. El segundo capítulo presenta la realidad jurídica y política del Ártico y
describe las reclamaciones territoriales planteadas por los Estados. El capítulo tres
plantea los cuatro escenarios de control de los espacios árticos y de relación entre
Estados. Y el capítulo cuarto describe la posición de España en el Ártico y la enmarca
dentro de la postura que mantiene la Unión Europea
A modo de síntesis de las conclusiones presentadas en la parte final del documento,
destacar lo siguiente:
1. El reparto del Ártico es una realidad compleja que pone en acción elementos físico-
ambientales, jurídicos y políticos.
2. Los intereses árticos se presentan en tres dimensiones: estratégicos, económicos y
ambientales.
3. Las reclamaciones territoriales que contienen están formuladas en Derecho.
3
4. Se identifican cuatro escenarios analíticos para la explicación y prospectiva de la
realidad ártica desde el punto de vista de su control y relación entre Estados:
coexistencia, cooperación, concertación y confrontación.
5. La coexistencia es el escenario explicativo de la Guerra Fría.
6. La cooperación es el escenario que mejor se ajusta a la década de los noventa.
7. La concertación y la confrontación son dos escenarios posibles de desarrollo a partir
de la situación actual.
8. La situación actual viene principalmente determinada por el concepto de seguridad
energética.
9. El cambio climático condiciona pero no determina la dinámica de las reclamaciones.
4
TABLA DE CONTENIDO
página
DEDICATORIA .................................................................................................................................. 1
RESUMEN ........................................................................................................................................... 2
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................... 5
I.- LA REGIÓN ÁRTICA .................................................................................................................. 7
DELIMITACIÓN GEOGRÁFICA Y CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES ....................................................... 7INTERESES Y RIQUEZAS DE LA REGIÓN .............................................................................................. 9EL ÁRTICO Y EL CAMBIO CLIMÁTICO .............................................................................................. 13
II.- LA REALIDAD ÁRTICA .......................................................................................................... 16
LA REALIDAD JURÍDICA ................................................................................................................... 16RECLAMACIONES Y CONTROVERSIAS EN EL ÁRTICO ....................................................................... 24LA REALIDAD POLÍTICA ................................................................................................................... 30
Unas palabras sobre la Hegemonía desde la perspectiva del conflicto .................................... 30La situación de Rusia ................................................................................................................ 31La situación de los otros Estados árticos .................................................................................. 36
III.- ESCENARIOS DE CONTROL Y RELACIÓN EN EL ÁRTICO ....................................... 41
ESCENARIO DE COEXISTENCIA ........................................................................................................ 43ESCENARIO DE COOPERACIÓN ......................................................................................................... 45ESCENARIO DE CONCERTACIÓN ....................................................................................................... 49ESCENARIO DE CONFRONTACIÓN .................................................................................................... 52
IV.- SOBRE LA POSICIÓN Y LOS INTERESES DE ESPAÑA EN EL ÁRTICO .................. 55
CONCLUSIONES ............................................................................................................................. 60
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................... 63
OTRAS REFERENCIAS ...................................................................................................................... 64
ANEXOS ............................................................................................................................................ 65
ANEXO I - FIGURAS ......................................................................................................................... 65
5
Introducción
Cuando a lo largo del día dos de agosto del 2007 los medios de comunicación
informaron de que un pequeño submarino había plantado la bandera de la Federación
Rusa sobre el lecho marino, a 4.261 metros de profundidad y sobre la vertical del Polo
Norte, la opinión pública mundial conoció de una cuestión que hasta entonces sólo
había sido discutida en los despachos de Naciones Unidas. La puesta en escena
desplegada por la expedición submarina rusa tenía un simbolismo evidente, el de
representar una conquista Y así fue percibido por todos, aun cuando no lo fuera.
Semanas después, coincidiendo con el final del verano boreal, se informaba también
ampliamente de que el retroceso de los hielos del Ártico alcanzaba su mínimo histórico,
confirmandose así las predicciones más pesimistas que anuncian una desaparición
completa de los hielos árticos a lo largo de este siglo. La concurrencia de estos dos
acontecimientos acrecentó la idea de que ante la perspectiva de un Ártico sin hielo que
facilitara su acceso y explotación, las potencias se lanzaban a una carrera por conseguir
el control de la mayor extensión posible, en el entendido de que ésta no tendría dueño.
En suma, se forjaba el mito del reparto del Ártico.
El documento que aquí se presenta pretender dar una respuesta completa a una
pregunta sencilla, en ¿qué consiste el reparto del Ártico?.
Pese a la sencillez de los términos, la pregunta esconde una realidad compleja en
donde se combinan elementos jurídicos y políticos. Es así mismo una realidad
cambiante, reflejo de la fase de transito en que se encuentran hoy las relaciones
internacionales. Y además se refiere a un espacio físico en mutación, ya que el Ártico se
modifica como consecuencia del cambio climático. Este trabajo pretende ser una
aproximación omnicomprensiva, si acaso breve, que responda a esa pregunta y que
ponga en relación todos los elementos mencionados.
La pertinencia de este documento, más allá de lo ya señalado, se ha de buscar en la
ausencia en la literatura de una aproximación global como la que aquí se pretende. El
fenómeno en sí no es nuevo, pues la formulación de reclamaciones territoriales en el
Ártico por parte de los Estados es una cuestión que tiene ya más de un siglo. Pero lo que
sí es más reciente son los instrumentos sobre los que se formulan. Como también lo es
la realidad internacional en la que se enmarca, que poco tiene que ver con la de hace tan
solo una década. Todo ello ha provocado que la literatura existente haya quedado
6
rápidamente obsoleta y en ese sentido, la realización de este documento se espera que
resulte útil.
Como se ha señalado, el documento tiene vocación omnicomprensiva y es por ello
por lo que se organizará de la siguiente manera. Un primer capítulo referido a la
descripción de la Región Ártica desde un punto de vista físico, procediendo a su
delimitación geográfica, motivos por los que resulta de interés e influencia que el
cambio climático tiene sobre la Región. El segundo capítulo aborda la realidad jurídica
y política del Ártico al tiempo que describe cuales son las reclamaciones territoriales allí
planteadas por los Estados. Estos dos primeros capítulos tienen un carácter descriptivo-
expositivo y proporcionan los elementos necesarios para comprender el análisis que
realiza el capítulo tercero. En él se plantean cuatro escenarios de control de los espacios
árticos y de relación entre Estados que pretenden servir como un marco analítico de
referencia con el que observar la realidad ártica y desplegar una actividad prospectiva.
Por último, se añade un capítulo de carácter eminentemente descriptivo sobre la
posición de España en el Ártico y como se enmarca ésta en la postura de la Unión
Europea.
Señalaba PAREJA ALCARAZ1, al referirse al reparto del Ártico, que ningún país se
puede presentar ante su opinión pública sin reclamarlo. De igual forma hay que añadir,
que tampoco se debe permitir que la reclamación se conduzca de cualquier modo. Este
documento aporta las claves para determinar cuando esto está o no ocurriendo.
1 El País, Arranca la 'guerra del Ártico', Reportaje, Ed. Digital, domingo 30 de septiembre del 2007, (en línea: http://www.elpais.com/articulo/internacional/Arranca/guerra/artico/elpepuint/20070930elpepiint_ 5/Tes)
7
I.- LA REGIÓN ÁRTICA
Como prólogo necesario al resto del documento, es obligado definir
conceptualmente lo que se entiende por Región Ártica. Consecuentemente, esta primera
sección se encarga de efectuar una delimitación geográfica de tal región así como de
proporcionar una descripción de las características principales que la definen. Por ser
todo lo que aquí se diga la base del resto del documento, es necesario también resaltar
las razones por las que la Región Ártica es objeto de interés, tanto por sus riquezas y
potencialidades como por las amenazas que sobre ella se ciernen de la mano del llamado
cambio climático. A estas cuestiones se dedicarán las siguientes páginas.
Delimitación geográfica y características principales
El Ártico ofrece unas características físicas propias que la hacen muy distinta a
cualquier otra región del planeta de tal forma que, al referirnos a ella, rápidamente nos
evoca imágenes de hielo, temperaturas extremas y osos polares2.
De manera genérica, el Ártico3 comprende todas las áreas del extremo norte de la
Tierra. Dicho esto, encontramos que no existe un criterio único que delimite de manera
exacta el contorno de la Región, sino que han sido varios los que se han propuesto. Para
algunos autores su contorno se sitúa en la línea que define el límite del crecimiento del
árbol, mientras que para otros está en la de la isoterma de 10ºC de temperatura media en
el mes de julio. Ambos criterios se asocian a características naturales de la Región,
como el clima o la ecología, y tienen la problemática de trazar un contorno irregular,
difícil de determinar de manera práctica, que además es variable de año en año y que
debido al calentamiento del planeta se encuentra en recesión4.
Puesto que para el objeto de este documento no es necesario el tener en cuenta las
características naturales que aporta las dos definiciones anteriores, aquí se va a preferir
aquella definición que circunscribe la Región Ártica al paralelo 66º33’ de latitud norte.
Este paralelo, que comúnmente se denomina Círculo Polar Ártico, delimita un área en
donde el sol no se pone al menos un día de verano al año. La definición escogida no
sólo es sencilla, sino que en ella caben tanto las imágenes que todos tenemos presentes
2 El nombre de Ártico tiene su origen en la palabra griega Arktos que significa oso. 3 De aquí en adelante se utilizará de manera indistinta los términos Región Ártica, Ártico y Región para referirse a la zona objeto de este documento. 4 Sobre este último aspecto nos referiremos en el último apartado de esta sección.
8
de la Región Ártica, como los espacios en disputa e intereses comprometidos que son
objeto de este documento.
La Región Ártica así delimitada comprende territorios de Rusia, Finlandia, Suecia,
Noruega, Islandia, Dinamarca (por Groenlandia), Canadá y Estados Unidos (EEUU);
véase un mapa de la Región en la Figura I, Anexo I. En su interior queda el Océano
Ártico el cual, junto con sus mares colindantes, ocupa tal extensión que confiere a la
Región Ártica la cualidad de ser un espacio preferentemente marino rodeado por un
amplio cinturón continental. Cabe señalar que su interior alberga un conjunto de
grandes islas y archipiélagos entre los que destaca Groenlandia, el extenso archipiélago
ártico canadiense o el archipiélago de Svalbard, bajo soberanía noruega. Ninguna isla
dista menos de 700 km del Polo Norte, de tal forma que toda la parte central del Ártico
es océano.
La característica básica de la Región es la presencia de hielo, consecuencia de las
extremas condiciones climáticas que se registran de manera continua a lo largo de todo
el año. Una gruesa capa de hielo, la llamada banquisa, cubre de manera permanente
buena parte del océano Ártico hasta el cinturón de las islas árticas. El suelo ártico,
cuando no directamente cubierto de hielo como en Groenlandia, se encuentra
permanentemente helado conformando el llamado permafrost5. Respecto a su clima, la
Región Ártica tiene inviernos fríos, largos y oscuros y veranos frescos y cortos.
Dependiendo de la zona las temperas varían entre -40ºC y 0ºC en invierno a entre -10ºC
y +10ºC en verano. Si además a todo lo dicho se le unen los fuertes vientos y los altos
niveles de radiación solar que sufre la Región, se entiende entonces cuanto de inhóspita
resulta esta zona para la vida humana.
A pesar de todo ello y a diferencia de lo que ocurre en la Antártica, en el Ártico sí
que se ha desarrollado una población autóctona que ha sabido establecerse allí de
manera permanente, adaptando sus modos de vida a las condiciones que les impone este
duro entorno. Son los pueblos polares: los lapones, los samoyedos, los ostiacos, los
tunguses, los aleutianos y los esquimales o innuits.
Las características señaladas representan las condiciones físicas y climáticas en las
que de manera histórica se ha encontrado la Región Ártica. En los últimos años, estas
5 El permafrost aparece en regiones donde la temperatura constante del suelo es inferior a los 0ºC de forma continuada durante dos años o más. Desde un punto de vista tecnológico, su presencia dificulta cualquier tarea que implique la excavación del terreno, requiriéndose para ello de maquinaria especial.
9
condiciones se están viendo modificadas con una gran rapidez como consecuencia del
cambio climático, lo que provoca que la Región Ártica se abra a la actividad humana,
más allá de aquella mantenida por los pueblos autóctonos durante siglos, en la búsqueda
del control y explotación de las riquezas que contiene la Región.
Intereses y riquezas de la Región
El interés que la Región Ártica suscita al ser humano se asocia a una serie de
cuestiones que de manera tradicional han atraído su atención, a saber: aquellas
relacionados con la guerra y la paz (o estratégicas), los intereses económicos y las
preocupaciones ambientales. Este documento se ocupa principalmente de los dos
primeros bloques de cuestiones, o de como los Estados árticos se disputan el control de
distintas zonas de la región por el valor estratégico o económico que ello les puede
reportar. Sin embargo, en la actualidad las cuestiones ambientales ya no deben de
quedar desacopladas de las otras dos dimensiones, máxime en el Ártico por ser
precisamente allí donde los efectos del calentamiento global que afectan a todo el
planeta se manifiestan de manera más patente. Esta circunstancia, a su vez, reaviva en la
Región Ártica las reclamaciones en liza y que se refieren a las otras dos dimensiones,
evidenciando la interdependencia existente entre todas ellas
Describamos uno por uno cada bloque de cuestiones comenzando por los intereses
estratégicos que ofrece la Región Ártica. El valor estratégico del Ártico quedó
demostrado ya durante la II Guerra Mundial cuando los Aliados fueron capaces de
proporcionar a la URSS grandes cantidades de suministros de guerra eludiendo la
vigilancia alemana apostada en Noruega6. Durante la Guerra Fría, el Ártico fue uno de
los espacios más calientes por ser el lugar de mayor cercanía y vecindad entre las dos
superpotencias, su frontera común. Como consecuencia, fue percibida como una zona
de extrema vulnerabilidad por cada parte7 y por ello, el Ártico experimentó una
militarización y nuclearización sin precedentes. Bajo sus hielos se desarrolló un extenso
teatro de operaciones en el que se oponían submarinos balísticos de propulsión nuclear8
6 ÁLVAREZ-MALDONADO, R. (2001), Geoestrategia del Ártico, en XIX Semana de Estudios del Mar, Asociación de Estudios del Mar (en línea: http://www.asesmar.org/conferencias/semana19/ semana19.htm) 7 COLACRAI DE TREVISAN, M. (1998), El Ártico y la Antártica. Su rol en las relaciones internacionales. Su relevancia desde la perspectiva ambiental, Rosario (Argentina), Coedición CERIR y CECAR, pp. 72 8 Los submarinos balísticos o SSBN constituyen uno de los elementos de la estrategia de la disuasión, al constituir plataformas móviles sumergidas de lanzamiento de misiles balísticos de gran alcance con cabeza nuclear múltiples. Están armados con varios de esos misiles y su propulsión nuclear, aparte de la
10
de una y otra parte, al ser las inmediaciones del Polo Norte un lugar desde el que poder
alcanzar cualquier objetivo situado en Eurasia o América del Norte. Asimismo, la
Región fue muy vigilada por el ejército estadounidense y la OTAN al considerarse
como zona de alerta temprana en caso de ataque soviético con misiles balísticos
intercontinentales, por ser la ruta polar una de las más directas para alcanzar el suelo
norteamericano desde la URSS9. Es de suponer que los soviéticos harían lo propio. De
igual manera, todo lo dicho al respecto de los misiles intercontinentales aplica también a
los bombarderos estratégicos de gran radio de acción que ambos países desplegaron por
el cielo Ártico.
En la actualidad, dentro del contexto que marca el resurgir de las reclamaciones
territoriales en el Ártico y de la emergencia de Rusia como potencia, la Región ha
cobrado un nuevo valor dentro de la agenda militar de los diferentes Estados árticos.
Los EEUU, pese a que sus únicos territorios árticos se reducen a Alaska en donde
emplazan instalaciones militares, extiende su presencia militar por zonas árticas
canadienses10 y danesas11. Canadá, que patrulla regularmente las aguas árticas, ha
anunciado que construirá en Resolute Bay una base militar sobre la que consolidar el
ejercicio de la soberanía que proclama sobre el Paso del Noroeste. Por otro lado, Rusia
ha reanudado recientemente los vuelos estratégicos con bombarderos sobre la Región
Ártica mientras que las patrullas submarinas nunca han llegado a cesar. Todo lo cual
muestra cuanto de presente aún está el clima de la Guerra Fría en la Región Ártica,
verdadera gran frontera entre EEUU y la emergente Rusia.
No obstante la dimensión estratégica, la cuestión que más expectativas levanta en la
Región Ártica se refiere a la cuestión económica. En el contexto del cambio climático
son varias las perspectivas que se presentan a los operadores económicos y que incitan a
los Estados ribereños a pretender afirmar su soberanía sobre ellas, en la búsqueda de los
beneficios que estiman que éstos les reportarán. Entre estas perspectivas destaca la
ilimitada autonomía y gran velocidad en inmersión, les proporciona la capacidad de navegar por debajo de la capa de hielo polar sin tener que salir a superficie. En caso de realizar un ataque, son capaces de emerger rompiendo el hielo de la superficie (ÁLVAREZ-MALDONADO, R. (2001), Op. Cit.) 9 En concreto, la diagonal definida por los meridianos 90º de longitud este y oeste constituye la distancia más corta entre la Siberia Central y el centro geográfico de los EEUU. Concretamente entre Krasnoyar, donde se mantienen silos de ICBM rusos y San Louis (Missouri) hay poco más de 5000 millas, siendo el alcance de un ICBM de 6000 millas (ÁLVAREZ-MALDONADO, R. (2001), Op. Cit.) 10 Canadá tiene concertado con los EEUU el acuerdo bilateral de defensa aéreo-espacial NORAD. Así mismo, en el laberíntico archipiélago ártico canadiense, utilizan de manera conjunta las bases de la bahía de Frobister en Tierra de Baffin y la de la isla de Cornwallis (Ibid). 11 La principal instalación militar de Groenlandia es la base norteamericana Thule (Ibid).
11
posibilidad de explotación de los recursos naturales que las aguas y fondos árticos
albergan así como la utilización de nuevas rutas de transporte marítimo.
En el lado de los recursos naturales, la energía ocupa un lugar de atención
preferente. Según predicciones del U.S. Geological Survey12, el Ártico puede albergar
unos 90 mil millones de barriles de petróleo, unos 1669 billones de metros cúbicos de
gas natural y unos 44 mil millones de barriles de gas natural líquido, de los cuales el
84% de estas reservas estarían situados en zonas marinas. Tales cantidades podrían
convertir la región Ártica en la zona con las mayores reservas no explotadas del planeta,
aunque hay que tener presente que estos números son sólo predicciones que varían
ostensiblemente según las fuentes consultadas, sin que se sepa con certeza la cantidad
de reservas realmente existentes. En cualquier caso, con los actuales precios de la
energía y en un mundo que demanda una media de 87 millones de barriles de petróleo al
día13 y unos 3 billones de metros cúbicos de gas natural al año14, la perspectiva de poder
controlar las áreas que albergan estas potenciales zonas de explotación se torna en un
asunto de importancia mayúscula para los Estados ribereños más allá de cualquier
incertidumbre que pueda existir acerca de los recursos realmente existentes.
Además de la energía, los fondos marinos también son ricos en otros tipos de
materiales. Sobre las plataformas continentales abundan los depósitos de arenas y
gravas que contienen minerales susceptibles de ser explotados: oro, estaño, diamantes
hierro, carbón y azufre. Más lejos de las costas, en los suelos más profundos de las
cubetas y fosas submarinas, existen cantidades importantes de fosfatos y cloruros,
nódulos polimetálicos, cortezas de manganeso ricas en basalto y lodos que contienen
aluminio, cobre y cobalto. Los nódulos polimetálicos son ricos en óxido de manganeso
y pese a que se encuentran repartidos por la mayor parte de los fondos submarinos, su
composición varía de unos lugares a otros y es en las regiones más profundas, a 4.500 m
bajo la superficie, donde contienen manganeso, níquel, cobre, cobalto y otros metales en
cantidades suficientes como para conferirlos interés económico. Las cortezas de
manganeso son revestimientos de los crestones de las rocas que pueden alcanzar varios
centímetros de espesor y constituyen parte de las cadenas montañosas submarinas.
12 U.S. Geological Survey (2008), Fact Sheet 2008-3049, Circum-Arctic Resource Appraisal: Estimates of Undiscovered Oil and Gas North of the Arctic Circle (en línea: http://pubs.usgs.gov /fs/2008/3049 ) 13 Agencia Internacional de la Energía, Monthly Oil Market Report, septiembre 2008, p. 1 (en línea: http://www.opec.org/home/Monthly%20Oil%20Market% 20Reports/2008/pdf/MR092008.pdf) 14 Agencia Internacional de la Energía, Key World Energy Statistics 2008, p. 12 (en línea: http://www.iea.org/textbase/nppdf/free/2008/key_stats_2008.pdf)
12
Frente a los nódulos, las cortezas de manganeso presentan la ventaja de que se
encuentran más concentradas geográficamente y a menor profundidad, lo que favorece
su extracción15. De la misma manera que ocurre con la energía, la importancia
económica de estos depósitos puede ser muy relevante en función de su demanda, de la
escasez de suministro desde los yacimientos terrestres y del coste de extracción. Un
coste que ha resultado tradicionalmente inviable en la Región Ártica debido tanto a la
dificultades tecnológicas inherentes a toda extracción desde los fondos marinos, como a
su transporte hasta los puntos de reelaboración y procesado, quedando ambas
circunstancias agravadas por las condiciones naturales de la Región. No obstante, en el
contexto del cambio climático, una suavización de las características árticas facilitaría
tanto la extracción como el transporte de estos minerales, estimulando con ello a las
compañías mineras para comenzar la explotación en aquellas zonas que han sido
tradicionalmente más inaccesibles del Ártico.
Al respecto del transporte marítimo por el Ártico, el retroceso de sus hielos puede
abrir dos nuevas rutas a la navegación internacional. De un lado, el paso de Noroeste,
que se extiende desde el estrecho de Bering hasta Groenlandia atravesando el amplio
archipiélago ártico de Canadá. De otro, el paso del Noreste, que también comunicaría
los océanos Pacífico y Atlántico mediante una navegación paralela a la costa ártica de
Rusia y Noruega. La apertura efectiva de cualquiera de estos pasos implica reducciones
considerables16 en la distancia de navegación entre ambos océanos frente a los trayectos
tradicionales a través del canal de Panamá o de Suez. Consecuentemente, esto traería
consigo ahorros paralelos en tiempo y coste de navegación que, dada su importancia,
podrían incluso llegar a modificar profundamente el mapa de transporte marítimo en el
hemisferio norte. Sin embargo, hay que tener también presente que, aun cuando se
vayan confirmando las previsiones del cambio climático para la Región Ártica, a medio
plazo estas rutas sólo resultarán accesibles unos pocos meses cada año, coincidiendo
15 Informaciones extraídas de ZÁRATE MARTÍN, M.A. (2003), La explotación minera de los fondos marinos, en Proyecto Multimedia de Geografía Humana, El Mar un Espacio Disputado, Madrid, UNED 16 Por poner un ejemplo, la distancia entre los principales puertos europeos (Hamburgo, Rótterdam o Le Havre) y el Puerto de Oakland en EEUU es de unos 15000 Km por el Canal de Panamá y de unos 28000 Km por el Canal de Suez. Debido a que existen limitaciones a la dimensión de los barcos que pueden atravesar ambos canales, los buques más grandes se ven obligados bien a bordear el Cabo de Hornos, con unos 26000 km, o el de Buena Esperanza, con unos 35000 km de recorrido. La distancia a través el paso del Noroeste es de unos 14000 km y por el paso de Noreste de unos 15000 km, por lo que existe un margen potencial de ahorro en tiempo y coste dependiendo del tipo de buque y trayecto (distancias aproximadas; elaboración propia utilizando la herramienta Google Earth)
13
con el final del verano. Además, su tránsito seguirá siendo peligroso por la presencia de
icebergs.
El Ártico y el cambio climático
Ya se ha señalado anteriormente que las características de la Región Ártica se están
viendo modificadas con gran rapidez como consecuencia del cambio climático. Es ahora
el momento de profundizar sobre este fenómeno y de indicar cuales son las
consecuencias previsibles para la Región.
En los últimos años, el fenómeno del cambio climático ha pasado a ser una de las
cuestiones que más preocupa a gobiernos y opinión publica internacional y ante la cual
la comunidad científica se ha esforzado por aclarar su origen y trascendencia. No
obstante estos esfuerzos, la incertidumbre sobre sus causas, consecuencias y
posibilidades de respuesta ha dominado el debate en el ámbito científico y desde allí ha
saltado al político internacional, dadas las enormes implicaciones económicas y sociales
asociadas a cualquier tipo de acción que intente abordar el fenómeno.
Por tratar de conceptualizar brevemente la noción de cambio climático, se podría
decir que el término se refiere al incremento de la proporción de los llamados gases de
efecto invernadero contenida en la atmósfera terrestre como resultado de la acción del
hombre. Como consecuencia, y dado que estos gases son los responsables de regular el
clima terrestre, su variación lleva a una modificación de los patrones básicos de
funcionamiento que gobiernan el clima de la Tierra a una escala global y local con
respecto a como los conocemos hasta ahora. A su vez, dada la estrecha relación entre el
clima y las condiciones de vida sobre la distintas áreas de la Tierra, la modificación de
los patrones de funcionamiento del clima conlleva una modificación de las condiciones
de vida en sentido amplio. Y aquí cabe incluir todo lo que guarda relación con la
actividad humana, inclusive la propia supervivencia de nuestro modelo civilizatorio, y
sin dejar de olvidar que el resto de la biodiversidad del planeta se vería igualmente
afectada.
No obstante, la noción de cambio climático ha sido muy controvertida y diversos
aspectos de la misma se han puesto en duda, empezando por la propia relación causa-
efecto entre la acción del hombre y la alteración del clima al haberse llegado a afirmar
que pudiera tratarse de otra de las evoluciones que cíclicamente tienen lugar en la
Tierra. Otras dudas se han centrado en a la incertidumbre sobre las consecuencias del
14
cambio climático, en la irreversibilidad o no del proceso, en la imprecisión sobre los
tiempos disponibles y en si se está llegando o no a un punto de no retorno pasado el cual
ya no será posible revertir el proceso aunque cesara la actividad humana que lo provoca.
En parte, el origen de estas dudas reside en la propia idiosincrasia del debate
científico. La complejidad del fenómeno y la ausencia de teorías explicativas lo
suficientemente contrastadas y consolidadas que sean capaz de abordar la cuestión de
manera omnicomprensiva produce una cierta competencia entre las distintas
comunidades científicas por encontrar aquella que de sentido último a los datos, por otra
parte ingentes, que sobre las alteraciones climáticas se recogen por todo el planeta y que
todos percibimos de una manera u otra. Es esta competencia científica la que lleva a
formular distintas teorías que no siempre coinciden ni en la interpretación de los datos,
ni en las predicciones de evolución del fenómeno. Sin embargo, también hay que
señalar que esas dudas en ocasiones han sido alentadas e incluso creadas y exageradas
artificialmente por determinados grupos de presión económicos que ven en las medidas
a tomar una amenaza directa para sus cuentas de resultados17.
Hoy en día, pese a que algunas de las incertidumbres científicas persisten, los
trabajos de Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC18) han conseguido
crear un amplio consenso científico internacional que ha desactivado las corrientes
escépticas y ha permitido pasar de un debate centrado en la existencia del cambio
climático a otro que discute sobre las medidas para su control. En concreto, el IV
informe sobre Cambio Climático19 afirma con rotundidad que el calentamiento del
17 Así, desde inicio de los años noventa cuando el debate sobre el cambio climático comenzó a entrar en las agendas mundiales, el lobby norteamericano asociado al sector de los combustibles fósiles puso en nómina a grupos de científicos para que desarrollaran y reinterpretaran los datos disponibles de una manera crítica con las teorías que afirman la existencia del cambio climático. En sus conclusiones inicialmente insistieron en que no se estaba produciendo calentamiento terrestre alguno; cuando los evidencias disponibles eran ya incontestables, pasaron entonces a afirmar que sus consecuencias eran del todo insignificantes; luego, cuando los datos nuevamente indicaban lo contrario, afirmaron que sus efectos serían beneficiosos para el planeta; y ya en última instancia, presentaron el argumento de que el cambio climático es algo cíclico e intrínseco a la historia climática del planeta y no una consecuencia de la actividad humana. 18 El Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) fue creado por las Naciones Unidas en 1988 y agrupa a más de 2000 científicos de un centenar de países. Hasta la fecha ha elaborado cuatro informes relativos al cambio climático, en los que de manera progresiva se han ido fijado los planteamientos y conclusiones ciertas que sobre el cambio climático ha alcanzado la comunidad científica, así como las medias de acción que consideran necesarias para controlar el fenómeno. Estas conclusiones y recomendaciones científicas se presentan como la base para las decisiones políticas que los gobiernos han de tomar en la materia. 19 Presentado en Valencia durante la reunión plenaria de IPCC a mediados de noviembre del 2007 (en línea: http://www.ipcc.ch/pdf/assessment-report/ar4/syr/ar4_syr_sp.pdf).
15
planeta es algo inequívoco y que este se debe20 al incremento de emisiones de gases de
efecto invernadero derivadas de la actividad humana.
Tanto el enfoque como las conclusiones y predicciones del IPCC serán las que se
adopten como ciertas en este trabajo. De esta manera, el IV Informe señala lo que sigue
para la Región Ártica. Los datos de satélites disponibles desde 1978 indican que el
promedio anual de la extensión de los hielos marinos árticos ha disminuido en un 2.7%
por década, con disminuciones estivales aun más acentuadas de hasta el 7.4 % por
década. Las temperaturas de la capa superior de permafrost han aumentado en la Región
Ártica, desde los años ochenta, en hasta 3°C. El calentamiento proyectado para el siglo
XXI apunta a unas pautas geográficas similares, con independencia del escenario, a las
observadas en las últimas décadas. Consecuentemente, durante este siglo se proyecta
una contracción de la extensión de la cubierta de nieve así como aumentos abundantes
del espesor de deshielo en la mayoría de las regiones de permafrost. Se experimentará
también una retracción de los hielos marinos en el Ártico para todos los escenarios
contemplados, e incluso ciertas proyecciones indican que el hielo marino ártico al final
del verano desaparecerá casi completamente hacia el final del siglo XXI.
Para cerrar tanto este capítulo dedicado a la descripción de la Región Ártica como
este último apartado relativo al cambio climático, no se quiere dejar pasar la
oportunidad de señalar otras de las consecuencias que traerá consigo este fenómeno y
que sin ser de un interés directo para el objeto de este trabajo, sí que resulta importante
que no se olviden. Así, el informe señala que el cambio climático en la Región Ártica
traerá alteraciones de los ecosistemas naturales con efectos perjudiciales para
numerosos organismos, en particular aves migratorias, mamíferos y predadores
superiores. En lo que respecta a las comunidades humanas, los impactos, en particular
los resultantes de la alteración de los fenómenos de nieve y hielo, serán sólo
parcialmente beneficiosos con unos efectos perjudiciales que recaerán sobre las
infraestructuras y los modos de vida tradicionales de las comunidades indígenas. Así
mismo, ciertos ecosistemas y hábitat árticos se harán más vulnerables a medida que
disminuyan los obstáculos climáticos a las invasiones de otras especies.
20 Con una probabilidad de al menos del 90% (recuérdese que en ciencia son raras las afirmaciones absolutas y que muy frecuentemente se suelen presentar en términos de probabilidad).
16
II.- LA REALIDAD ÁRTICA
A lo largo del capítulo precedente se han presentado los elementos principales que,
desde la óptica del objeto de este documento, definen la Región Ártica y que al tiempo
conforman el marco físico sobre el que se van a desarrollar las disputas y reclamaciones
que allí se plantean. A partir de este conocimiento básico de la realidad física de la
Región, se avanza ahora sobre otras dos dimensiones de la misma relativas a los
ámbitos jurídico y político.
De una parte, es necesario conocer cual es el régimen jurídico que se aplica a los
distintos espacios en que se encuentra dividida la Región Ártica y más concretamente, el
océano Ártico. Este conocimiento es esencial pues, como se verá, todas las
reclamaciones planteadas hasta la fecha se han hecho de acuerdo a Derecho, esto es,
según las disposiciones que establece el régimen jurídico que aplica a la Región. De otra
parte, es también indispensable el realizar una síntesis, siquiera breve, de cual es la
realidad política actual en los Estados árticos. Con ello se busca el ser capaz de
comprender tanto los motivos que les guían como el momento que han elegido para
plantear las reclamaciones. Entre ambas realidades, la jurídica y la política, y a modo de
puente entre ellas, se han de situar las reclamaciones planteadas. Ellas son también
objeto de este segundo capítulo, con especial énfasis en clarificar cuáles son los
fundamentos sobre los que son enunciadas.
La realidad jurídica
Tras haber delimitado la Región Ártica como aquella comprendida más allá del
paralelo 66º33’, toca ahora profundizar sobre cuáles son los distintos espacios que
conforman la misma y cuáles son los regímenes jurídicos que aplican a cada uno de
ellos. Visto esto, se estará ya en disposición de enunciar y comprender la naturaleza de
las reclamaciones que los Estados árticos plantean en la Región.
Apoyándonos en la categorización de zonas que hace el profesor PASTOR
RIDRUEJO21, en la Región Ártica vamos a distinguir los espacios siguientes: los
territorios continentales, las islas naturales, las islas de hielo y finalmente el propio
Océano Ártico.
21 PASTOR RIDRUEJO, J.A. (2006), Curso de Derecho Internacional Público y Organizaciones Internacionales, Madrid, Tecnos, pp 452-454
17
Con respecto a los territorios continentales, puesto que hoy en día las fronteras
entre ellos están perfectamente delimitadas, el control que cada Estado ártico ejerce
sobre su porción de territorio se hace de acuerdo al régimen común de soberanía
territorial. Es decir, cada Estado ejerce sobre ese territorio competencias soberanas con
total plenitud, exclusividad y autonomía22.
De igual manera, la soberanía sobre las distintas islas naturales presentes en el
océano Ártico no es motivo de discusión entre los Estados árticos. Atrás quedan los
debates sobre si dicha soberanía se adquiría según el criterio de ocupación efectiva, muy
dificultado por las adversas condiciones climáticas de la zona, o a través de la Teoría de
los Sectores23. En este sentido, es destacable la contribución que al debate tuvo la
Sentencia del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, de 5 de abril de 1933, en el
Caso del estatuto jurídico de Groenlandia Oriental24. Los fundamentos de esta
sentencia añadidos a la Teoría de los Sectores permiten que Rusia hoy tenga soberanía
sobre todas las islas al norte de su costa, incluidas las de Wrangel o las de Tierra de
Francisco José y que anteriormente estuvieron en disputa. En la actualidad el statu quo
de estas islas y las del resto de la Región Ártica es aceptado por los Estados árticos.
Además, el hecho de que las exploraciones desde el aire hayan descartado la posibilidad
de descubrir nuevas islas en el futuro hace que esta cuestión se encuentre cerrada.
Con respecto a las islas de hielo que flotan sobre el océano Ártico y cuyo volumen
y extensión permite a veces incluso el establecimiento de bases desde las que realizar
labores científicas, de exploración de la plataforma continental o de otro tipo, la
doctrina no parece ponerse de acuerdo sobre si su utilización ha de regirse en base a la
Convención de 1982 del Derecho del Mar, asimilándolas a islas artificiales, o bien
considerarlas como buques y aplicar el régimen jurídico correspondiente. Sea como
fuere, de existir conflictos a este respecto no es probable que lleguen a adquirir la
relevancia de aquellos a los que de manera central se van a tratar en este documento y
22 DIEZ DE VELASCO, M. (2006), Instituciones de Derecho Internacional Público, Madrid, Tecnos, p. 393 23 Tal y como describe DÍEZ DE VELASCO, la teoría de los sectores consiste en atribuir a cada Estado con litoral en el Océano Ártico la soberanía sobre todas las tierras comprendidas en un triángulo cuya base está formada por las costas de los Estados, el vértice es el Polo Norte y los lados los meridianos que pasan por los dos extremos del litoral de cada Estado. Mediante esta teoría se proyecta la soberanía de los ribereños sobre todas las tierras e islas situadas dentro de su sector, pero en ningún caso sobre las aguas y hielos del mismo. 24 Esta sentencia relativizó los requisitos a los que el Derecho Internacional sometía la adquisición de la soberanía territorial, en particular al control efectivo del territorio en cuestión cuando las condiciones naturales del medio así lo aconsejaran, bastando únicamente un ejercicio esporádico (en el tiempo) y aislado (en el espacio) de la autoridad estatal. DIEZ DE VELASCO, M., Op. cit, p. 541
18
por ello, planteada su problemática, no se va más allá en la cuestión, salvo para unirnos
a PASTOR RIDRUEJO en la conveniencia de concluir alguna convención especial que
regule su régimen jurídico.
Nos ocupamos finalmente del océano Ártico. Se trata de un océano que pese a la
peculiaridad de presentar grandes extensiones del mismo cubiertas de hielo, no por ello
pierde su condición de mar. Consecuentemente, su régimen jurídico queda definido por
el Derecho Internacional del Mar y en especial, por la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar25, adoptada el 10 de diciembre de 1982 en Montego
Bay, Jamaica. Para entender la manera en que este Derecho queda articulado hay que
tener presente, tal y como señala LACLETA26 citando al Tribunal Internacional de
Justicia, que la atribución de los derechos sobre el mar derivan de la soberanía del
Estado ribereño, de tal forma que es la situación territorial terrestre la que ha de ser
retenida como punto de partida a fin de determinar los derechos de un Estado costero en
el mar. Lo dicho es consecuencia de la tradicional consideración occidental del mar
como un espacio dependiente respecto del terrestre, lo que lleva a establecer la
jurisdicción del Estado ribereño sobre sus espacios marinos adyacentes partiendo
siempre de su aguas costeras27. Si a lo dicho se une la histórica tendencia que los
Estados muestran a progresar en la proyección de su soberanía sobre espacios marinos
cada vez más alejados de sus costas28, todo ello lleva a entender entonces la Convención
de 1982 como el resultado actual de un largo proceso histórico de parcelación y
extensión de la soberanía del Estado ribereño sobre sus cada vez más amplias aguas
adyacentes.
25 Convención enmendada en su Parte XI relativa a la Zona Económica Exclusiva por el Acuerdo relativo a la aplicación de la Parte XI de la Convención sobre Derecho del Mar, de 28 de julio de 1994 26 LACLETA MUÑOZ, J.M. (2007), El Derecho internacional en los arts. 74 y 83 de la Convención de Montego Bay, en SOBRINO HEREDIA, J.M. (coord.), Mares y océanos en un mundo en cambio: tendencias jurídicas, actores y factores, Valencia, Tirant lo Blanch, p. 211 27 DÍEZ DE VELASCO, M., Op. cit., p. 460 28 Como ejemplo de lo dicho, es paradigmático la declaración del Presidente de los EEUU, HARRY S. TRUMAN quien al formular en nombre de su país la primera reclamación sobre la plataforma continental lo hacía en los siguientes términos: “el Gobierno de los EEUU considera que los recursos naturales del suelo y del subsuelo de la plataforma continental en el alta mar contigua a las costas de los EEUU pertenecen a los EEUU y están bajo su jurisdicción y control”, sin que queden “en modo alguno afectados el carácter de alta mar de las aguas suprayacentes a la plataforma continental ni el derecho a la libre e irrestricta navegación por ellas” (de PASTOR RIDRUEJO, J.A., Op. cit., p. 367)
19
No se entra aquí en más detalles sobre la evolución histórica del Derecho del Mar29.
Simplemente conviene retener esos dos elementos, el concepto de Estado ribereño y su
tendencia progresiva a extender la jurisdicción que ejercen en el mar, como las claves
para entender tanto el propio Derecho del Mar como las reclamaciones entre Estados y
las tensiones que con ello someten a este Derecho. Asimismo, ambos elementos son
centrales para comprender las disputas en el Ártico a las que se refiere este documento.
El Derecho del Mar, según dispone la Convención de 1982, somete a los siguientes
espacios marinos algún nivel de soberanía respecto de los Estados ribereños: Aguas
Interiores, Mar Territorial, Zona Contigua, Zona Económica Exclusiva y Plataforma
Continental. Más allá de ellos, y de la soberanía de cualquier Estado, sea ribereño o no,
queda la Alta Mar, gobernada por el principio básico de libertad (de navegación,
sobrevuelo, ...), y la Zona Internacional de los Fondos Marinos y Oceánicos, declarada
por la Convención como Patrimonio Común de la Humanidad y con una utilización que
ha de ser en beneficio de la misma.
Con la parcelación y reparto que establece la Convención de 1982, lejos de dejar un
mar ordenado y libre de disputas entre Estados, lo que se ha hecho es establecer nuevas
reglas del juego. Además, ha prorrogado varias de las disputas ya existentes, las cuales a
su vez influyeron en el propio resultado de la Convención y dieron lugar a que varias de
sus disposiciones reflejaran textos de consenso entre las distintas posiciones
enfrentadas30. Varios son los frentes en los que éstas disputas se articulan. Entre ellos,
los de interés para el objeto de este documento son: los relativos a la definición de la
Plataforma Continental más allá de las 200 nm31 desde las líneas de base; los referentes
a la delimitación de la Zona Económica Exclusiva y de la Plataforma Continental entre
Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente; y las condiciones para el
establecimiento de estrechos utilizados para la navegación internacional. Como
dificultad añadida, se debe tener presente que uno de los Estados ribereños árticos, los
EEUU, no han ratificado aún la Convención de 1982.
29 Un resumen breve de dicho desarrollo se puede encontrar en LACLETA MUÑOZ, J.M. (2003), Fronteras en el mar. Política, derecho y equidad en la delimitación de los espacios marinos, Work Paper WP23/2003, Real Instituto Elcano (en línea en http://www.realinstitutoelcano.org/) 30 Como es el caso de la redacción de los artículos 74 y 83 relativos a la delimitación de la Zona Económica Exclusiva y la Plataforma Continental entre Estados con costas adyacentes o frente a frente. Más adelante se vuelve sobre este asunto. 31 nm es el acrónimo de nautic mille (milla náutica)
20
La Plataforma Continental es un espacio del mar en el que la Convención de 1982
reconoce para el Estado ribereño y de manera exclusiva, derechos de soberanía a efectos
de exploración y explotación de los recursos naturales del suelo y del subsuelo, que no
en la columna de agua y aire suprayacente (artículo 77). Su delimitación la establece el
artículo 76 mediante un sistema doble que da satisfacción tanto a los Estados ribereños
que carecen de una plataforma continental amplia en sentido geológico (menor que 200
nm o incluso inexistente) como a los que sí que la tienen más allá de las 200 nm. A los
primeros se les reconoce el derecho de poseer una plataforma continental, en sentido
jurídico, de hasta 200 nm, aun cuando su plataforma, en sentido geológico sea menor o
inexistente. A los segundos se les da la posibilidad de ampliar la plataforma si son
capaces de demostrar que esta va más allá, si bien dentro de los límites dictados por los
párrafos 4 a 6 del artículo 76. Para ambas circunstancias, la plataforma queda en
cualquier caso limitada por las restricciones que les puedan imponer los Estados
ribereños con costas adyacentes o frente a frente según las reglas de delimitación
establecidas por el artículo 83. Cualquier petición de extensión de la Plataforma
Continental más allá del límite de las 200 nm se ha de dirigir a la Comisión de Límites
de la Plataforma Continental establecida por el Anexo II de la Convención de 1982, en
la forma que dispone dicho Anexo en sus artículos 4 y 7. La Convención establece
además un límite temporal de diez años al que atenerse para poder presentar la
reclamación, a contar desde la entrada en vigor de la Convención para el Estado
ribereño (Anexo II, artículo 4). No obstante, este plazo ha sido modificado32 dada la
dificultad técnica, científica, económica e incluso procedimental que implica la
presentación de una reclamación, especialmente para los pequeños Estados insulares en
vías de desarrollo. Así, para todos los Estados Parte para los que la Convención de 1982
entrase en vigor antes del 13 de mayo de 1999, se acordó que el plazo de diez años
contara antes a partir de esa fecha33. Una vez presentadas las propuestas de reclamación
ante la Comisión, las recomendaciones que ésta haga a la petición formulada por el
Estado ribereño se considerarán firmes y de obligado cumplimiento. Como veremos
más adelante, en el año 2001, Rusia fue el primer Estado ártico que hizo llegar a la
32 Según decisión SPLOS/72 de la 11ª Conferencia de Estados Partes de la UNCLOS, de mayo del 2001 (en línea: http://www.un.org/Depts/los/meeting_states_parties/SPLOS_documents.htm) 33 Fecha en la que la Comisión adoptó sus Directrices Científicas y Técnicas, de forma que los Estados tuvieron ante sí los documentos básicos relativos a la información que debían presentar para conformar la reclamación. Asimismo se acordó que la Comisión fuera sensible respecto a la capacidad de los Estados, particularmente los Estados en desarrollo, para cumplir con el plazo de diez años
21
Comisión una petición de extensión de su Plataforma Continental sobre buena parte del
Ártico central.
Antes de seguir avanzando hay que señalar que a pesar de que en virtud de la
extensión máxima que la Convención otorga a Zona Económica Exclusiva pueda darse
la situación de que ésta sea plenamente coincidente con la extensión de la Plataforma
Continental, esto no significa que la extensión de la Zona Económica Exclusiva pueda
quedar también sometida a algún de revisión similar a la de la Plataforma. Aun cuando
ambos espacios se superpongan en la misma extensión, cada uno conserva su régimen
jurídico propio. Y a este respecto, la Parte V de la Convención de 1982 que reglamenta
la Zona Económica Exclusiva es clara y fija su extensión máxima en 200 nm (artículo
57), sin prever ningún mecanismo que permita su ampliación aun cuando la extensión
de la Plataforma subyacente si que hubiera sido ampliada.
La delimitación de la Zona Económica Exclusiva y de la Plataforma Continental
entre Estados con costas adyacentes o situadas frente a frente queda regulada por los
artículos 74 y 83 respectivamente. La redacción final de ambos artículos es
consecuencia del consenso logrado entre el grupo de Estados denominado equidistantes,
partidarios de que la delimitación se hiciera según la línea media cuyos puntos fueran
equidistantes a las líneas de base, y los llamados Estados equitativos, que abogaban por
una delimitación basada en principios equitativos teniendo en cuenta todas las
circunstancias pertinentes que concurrieran, aunque sin llegar a enunciar cuales podrían
ser esos principios. Como señala LACLETA34, si bien la redacción simplista del texto
puso fin al debate suscitado durante la Conferencia35 al permitir fijar la redacción de
ambos artículos, no por ello resolvió la cuestión de cuales son las reglas y principios
aplicables para la delimitación de la plataforma continental y de la Zona Económica
Exclusiva. El mismo autor sugiere que éstos hay que buscarlos en la práctica de los
Estados y en la jurisprudencia internacional. Sin entrar en los detalles que él mismo
expone en su trabajo, es evidente que la indefinición final que subyace en ambos
artículos es el motivo actual de las controversias entre Estados a este respecto.
Controversias que aparecen ya sea porque cada Estado ribereño aboga por un tipo de
delimitación distinta, uno equidistante y el otro equitativo, o porque surgen entre ellos
34 LACLETA MUÑOZ, J.M. (2007), Op. cit., pp. 199-201. En esta referencia también se puede seguir una exposición más detallada de las posturas de cada bando, equidistante o equitativo, y de la forma en que se llegó al consenso en el texto final. 35 III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y que concluyó con la Convención de 1982
22
distintas percepciones sobre lo que ha de resultar equitativo. En la actualidad, son varias
las controversias que siguen aún abiertas bajo la forma de arreglos provisionales,
desarrollándose, en principio, dentro del espíritu de comprensión y cooperación dictado
por el párrafo 3 de cada artículo. Algunas de ellas, dentro de la libertad de medios de
que disponen las partes para resolver sus controversias por medios pacíficos36, se han
llevado ante Tribunales arbitrales o ante el Tribunal Internacional de Justicia, cuya
jurisprudencia última parece decantarse por establecer soluciones basadas en una
delimitación equidistante modificada por cuestiones equitativas37 en virtud de las
circunstancias especiales que puedan presentarse en cada caso concreto. Sea como
fuere, la propia indefinición en el texto del articulado de la Convención junto con la
necesidad que impone la misma de que sean los Estados los que lleguen a un acuerdo
entre ellos, bien por sí mismos o bien sometiéndolo a terceros38, hace que la cuestión de
la delimitación persista como una fuente de controversia entre Estados en los casos en
que tal acuerdo no se alcanza. Como se verá mas adelante, en la región Ártica éste es el
caso de EEUU y Canadá en el mar de Beaufort o de Noruega y Rusia en el Mar de
Barents.
Los estrechos destinados a la navegación internacional quedan regulados por la
Parte III de la Convención de 1982, artículos 34 a 45. El elemento nuclear que
caracteriza su régimen es el hecho de que el Estrecho Internacional es considerado
como parte del Mar Territorial de un Estado ribereño que, si bien se somete a un
régimen particular. Cómo consecuencia del mismo, en las aguas del estrecho se
sustituye el derecho de paso inocente propio del Mar Territorial por el derecho de libre
paso en tránsito. Esto, a todos los efectos, implica una libertad de navegación y
sobrevuelo de manera rápida e ininterrumpida a lo largo del Estrecho Internacional, lo
que contrasta con el margen de discrecionalidad del que anteriormente gozaba el
ribereño, según establecía el régimen de 1958, para impedir el paso por los Estrechos
Internacionales situados en su mar territorial a buques extranjeros que contravinieran
sus leyes o reglamentos dictados al efecto o causaran perjuicios contra la paz, el buen
orden y la seguridad de ese Estado39. El nuevo régimen introducido en 1982 es el
resultado de las presiones que las potencias marítimas ejercieron durante la III
36 Según el art.2.3 de la Carta de Naciones Unidas y el art. 279 de la Convención de 1984 37 Un análisis detallado de las más relevantes puede leerse en LACLETA MUÑOZ, J.M. (2007), Op. cit., pp. 202-216 38 Según dispone la Parte XV de la Convención de 1984 relativa a la Solución de Controversias 39 DÍEZ DE VELASCO, M., Op. cit., p. 485
23
Conferencia del Mar que pugnaron por mantener la libertad de movimientos de sus
flotas mercantes y de guerra a través de las llaves de paso entre mares, salvaguardando
así sus intereses económicos y estratégicos. En esta pugna frente a los Estados
ribereños, estos últimos vieron como pese a reconocerse su pretensión de extender el
Mar Territorial hasta las 12 nm, sin embargo perdieron algunas de las competencias que
venían ejerciendo sobre el mismo al fijarse el actual régimen para el Estrecho
Internacional.
Todo esto nos ha de hacer ver la importancia que tanto para el ribereño como para
el resto de Estados tiene el hecho de que una franja de su mar territorial sea declarado
Estrecho Internacional y acto seguido, nos debe llevar a identificar cuales son los
elementos relevantes para que tal franja pueda ser calificada como tal. En este sentido,
la doctrina parece coincidir40 en que son tres los elementos relevantes que deben de
concurrir. Por un lado el geográfico mediante la consideración como estrecho una parte
del medio marino de paso natural entre dos áreas del mismo y en donde se contrae el
mar debido a la presencia de dos espacios terrestres próximos. Por otra el funcional, al
exigirse a ese paso que se trate de una vía de comunicación utilizada para la navegación
internacional. Y por último el jurídico, relativo a que dicho paso forme parte del Mar
Territorial de uno o varios Estados y que no quede extensión alguna de Alta Mar para la
libre navegación a través del mismo, pues en el caso de existir un canal de Alta Mar a lo
largo del estrecho desaparecería la peculiaridad de esas aguas. Como veremos más
adelante, estos elementos están presentes en las reclamaciones ya formuladas por EEUU
a Canadá sobre el llamado Paso de Noroeste y aunque todavía no han aflorado, también
se observan en puntos del Paso del Noreste.
Para terminar con este repaso a las principales claves jurídicas del Derecho del Mar
que gobiernan las disputas actuales en la Región Ártica, es necesario señalar que de los
ocho Estados Árticos y más concretamente, de sus cinco Estados ribereños, únicamente
EEUU no forma parte de la Convención de 1982. Y esto pese a que los EEUU fueron
una parte negociadora muy activa durante la III Conferencia así como del Acuerdo de
1992 relativo a la Parte XI. Sin embargo, a día de hoy aún no han ratificado ni la
Convención ni el Acuerdo41, lo que les coloca en una situación muy singular. Por una
40 Ver: DÍEZ DE VELASCO, M., Op. cit., p. 484; PASTOR RIDRUEJO, J.A., Op. cit., p. 356 41 Los que argumentan en contra de la ratificación fundamentan sus tesis en la tradicional resistencia entre diversos sectores de la sociedad americana para ceder parte de su soberanía a la autoridad de una organismo internacional, como es la Autoridad de los Fondos Marinos o el Tribunal Internacional del
24
parte, los EEUU son Estado Parte42 de las cuatro Convenciones de Ginebra de 1958. Por
otra, buena parte del Derecho fijado por la Convención de 1982 le aplica bien porque ya
tenía antes un carácter consuetudinario o bien porque ha adquirido esta condición tras su
entrada en vigor. Sin embargo, al no formar parte de la Convención de 1982 los EEUU
quedan sin voto en las cuestiones que se discuten bajo este marco normativo, como por
ejemplo en la Comisión de Límites de la Plataforma Continental, y consecuentemente
corren el riesgo de que se adopten recomendaciones que no tengan en cuenta sus
posiciones, aun cuando hoy en día nadie duda de que sus opiniones y presiones se hacen
sentir de manera notable43.
Reclamaciones y controversias en el Ártico
Tras la exposición eminentemente teórica del apartado precedente, cuyo objeto ha
sido el clarificar tanto el estatuto jurídico de los distintos espacios árticos como
presentar las bases jurídicas que adoptan las disputas en la región, es el momento de
pasar a enunciar cuales son tales controversias.
No se equivocaba RODRÍGUEZ CARRIÓN44 cuando afirmaba que, sin duda, “el
aparente desinterés (sobre el Ártico) del conjunto de los Estados se despejará en la
medida en que se concreten las posibilidades de explotación y se determine la existencia
de recursos vivos y minerales”. Cuando en agosto 2007 una expedición rusa colocó
sobre el lecho marino y en la vertical del Polo una pequeña bandera de la Federación
Rusa se hizo patente, a los ojos de la opinión pública mundial, que ese momento había
llegado. Sin embargo, ni la reclamación que subyace a la acción rusa ni el resto de
disputas presentes en la Región comenzaban en ese momento, sino que únicamente
adquirían plena visibilidad para la opinión pública mundial. Dos acontecimientos
Derecho del Mar. No obstante, la administración Bush sí que se ha mostrado favorable a su ratificación. Así, en mayo del 2007, el Presidente Bush urgió al Senado a dar su apoyo a la Convención (en línea: http://www.whitehouse .gov/news/releases/2007/05/20070515-2.html). El proceso de ratificación en el Senado sigue aun su curso. 42 Ratificadas con fecha 12 de abril de 1961 43 De otra forma no se entendería la extensión, minuciosidad y cuidado con la que los EEUU prepararon la documentación de respuesta a la propuesta de Rusia ante la Comisión para la extensión de su Plataforma Continental en el Ártico central más allá de las 200 nm. Ni tampoco que, a la postre, la decisión de la Comisión recogiera los argumentos de EEUU, si bien eran también compartida por otros Estados árticos, y consistente en dejar en suspenso la cuestión hasta que Rusia presentara datos científicos adicionales y más contrastados (documentación en línea: http://www.un.org/Depts/los/clcs_new/ submissions_files/submission_rus.htm) 44 RODRÍGUEZ CARRIÓN, A. J. (1998), Lecciones de Derecho Internacional Público, Madrid, Tecnos, p.522
25
concurrieron entonces. Por una parte, la muy preparada y mediatizada acción rusa de la
bandera así como el carrusel de declaraciones que la siguieron45. Por otro, la cruda
constatación de que la superficie helada de la Región Ártica alcanzaba al término del
verano del 2007, y como consecuencia del calentamiento del planeta, la menor
superficie medida desde que se realizan este tipo de mediciones, evidenciando que las
perspectivas de un acceso más fácil a la Región Ártica abandonaban el ámbito teórico
de las predicciones científicas y comenzaban a convertirse en realidad.
Y es que el Ártico es una región en disputa en la que sólo la dureza ambiental y su
inhabitabilidad han atemperado un ejercicio más activo de las reclamaciones, condición
que ahora parece cambiar. La reclamación rusa que subyace a la colocación de la
bandera es sólo la más reciente disputa de entre todas las que ya existen en la zona,
aunque es muy probable que se convierta en la de mayor calado y que a su vez sea
fuente de nuevas reclamaciones y controversias.
Pese al carácter conflictivo inherente que tiene toda reclamación, se puede afirmar,
no sin cierta satisfacción y alivio, que todas las presentes en el Ártico se conducen
dentro de las reglas que fija el Derecho del Mar según la Convención de 1982. Cada
reclamación en curso pone en juego varias disposiciones normativas de este Derecho, lo
que no impide que para cada se pueda identificar que disposición rige el fondo del
asunto. De esta manera, y siguiendo un modelo expositivo paralelo al empleado en el
apartado teórica precedente, se van a presentar las reclamaciones en el Ártico según
atañan a cuestiones relativas a la Plataforma Continental, a delimitación de espacios
entre Estados ribereños adyacentes o frente a frente, o respecto a la consideración o no
de un paso marino dentro de un mar territorial como Estrecho Internacional.
El 20 de diciembre del 2001, Rusia presentaba a través del Secretario General de
Naciones Unidas una propuesta oficial ante la Comisión de Límites de la Plataforma
Continental por la que reclamaba una ampliación de los límites exteriores de su
Plataforma Continental más allá de las 200 nm desde las líneas de base desde donde se
miden la anchura de su Mar Territorial46. La reclamación se refería47 a una gran parte
45 El líder de la expedición ártica, Artur Chilingarov, vicepresidente de la Duma rusa, afirmó: "El Ártico es nuestro y debemos manifestar nuestra presencia". Por su parte, el ministro de Exteriores de Canadá, Peter MacKay, protestó afirmando: "No estamos en el siglo XV, no se puede ir por el mundo plantando banderas y reclamando la posesión de un territorio". 46 Visítese la página de la Comisión para consultar toda la documentación disponible sobre la reclamación rusa así como su estado de resolución (en línea: http://www.un.org/Depts/los /clcs_new/submissions_files/submission _rus.htm)
26
del Ártico central, inclusive el Polo Norte, de tal manera que en el caso de ser aceptada
otorgaría a Rusia el control prácticamente completo del llamado sector ruso, según
delimita la Teoría de los Sectores. El supuesto principal sobre el que Rusia realiza la
reclamación es la afirmación de que tanto la cordillera submarina de Lomonosov como
la de Mendeleev son componentes naturales de su margen continental y no unas crestas
aisladas del fondo marino. Partiendo de esta consideración, la propuesta rusa se
fundamente jurídicamente en la excepción que marca el párrafo 6 del artículo 76 de la
Convención de 1982 para intentar situar su Plataforma Continental más allá de las 350
nm, aunque dentro del límite de las 100 nm desde la isobara de 2.500 m de profundidad.
En el Este, los bordes de la reclamación quedan fijados según el acuerdo de
delimitación de frontera con EEUU48 y en el Oeste, por el fondo abisal de la cara más
occidental de la cordillera de Lomonosov (para mayor claridad véase la Figura 2 en
Anexo I). La Comisión de Límites de la Plataforma Continental atendió la propuesta
rusa y la consideró dentro de la agenda de su 10º periodo de sesiones. Antes, distribuyó
una comunicación a todos los Estados miembros de Naciones Unidas informando sobre
el contenido de la misma, para permitirles así la formulación de las alegaciones que
consideraran oportunas. Cinco países contestaron a la comunicación: Canadá,
Dinamarca, Japón, Noruega y EEUU. El contenido de sus respuestas variaba desde la
consideración de que con la información disponible no se podían formar ningún tipo de
juicio sobre la propuesta rusa, hasta calificarla como errónea o científicamente mal
fundada. La Comisión finalmente ni aceptó ni rechazó la propuesta rusa, sino que se
limitó a recomendar la presentación de evidencias adicionales. Como consecuencia de
ello, Rusia, dentro de las actividades previstas para el Año Polar Internacional 2007-
2008, ha llevado a cabo un programa de investigación científica submarina con la
intención de aportar más datos y evidencias que sustenten su reclamación. Es en el
contexto de este programa en el que hay que situar la acción submarina del verano del
2007 de colocación de la bandera sobre el lecho marino. A mediados de septiembre del
2007 el ministro ruso de Recursos Naturales49 afirmaba que los análisis preliminares de
47 La reclamación incluía también peticiones sobre la Plataforma Continental de una zona del Mar de Okhotsk, entre Rusia y la península de Kamchatka, y del Mar de Bering. 48 El 1 de julio de 1990 la URSS y los EEUU firmaron un acuerdo bilateral que delimita de facto sus Plataformas Continentales y Zonas Económicas Exclusivas en el Mar de Bering y en el Mar de Chukchi (en línea: http://www.un.org/Depts/los/LEGISLATIONANDTREATIES/PDFFILES/TREATIES/USA-RUS1990MB.PDF) 49 Según informaciones de BBC news del 20 de septiembre del 2007 (en línea http://news.bbc.co.uk /2/hi/europe/7005483.stm)
27
las muestras extraídas de la cordillera de Lomonosov mostraban que su estructura era
análoga a las de cualquier otra plataforma continental y que por tanto, formaban parte
de la plataforma rusa. En cualquier caso, la reclamación sigue aún en suspenso y a la
espera de la presentación oficial de nuevos datos que permitan a la Comisión retomar el
tema para su pronunciamiento definitivo.
Hasta la fecha, a la reclamación rusa sólo ha seguido la de Noruega, que el 27 de
noviembre del 2006 presentaba ante la Comisión de Límites de la Plataforma
Continental una propuesta50 de ampliación de su Plataforma Continental más allá de las
200 nm en la zona de la cuenca occidental de Nansen en el Océano Ártico51. Los
fundamentos de la reclamación, al igual que en el caso ruso, se centran en análisis de los
fondos marinos. Cuatro Estados han presentado alegaciones: Dinamarca, Islandia, Rusia
y España. La reclamación todavía está por decidir en el seno de la Comisión, sin que se
haya emitido ninguna recomendación sobre la misma.
Nótese que tanto Noruega que ratificó la Convención de Montego Bay en el año
1996 como Rusia que lo hizo en el año 1997 han ejercido su derecho a revisión de los
límites de su Plataforma Continental dentro del plazo de diez años que establecía la
Convención sin necesidad de hacer uso la prorroga posteriormente fijada. De igual
forma, dado que Canadá ratificó la Convención en el año 2003 y Dinamarca en el año
2004, es de esperar que nuevas reclamaciones sobre la extensión de sus Plataformas
Continentales en el océano Ártico sean presentadas durante los próximos años. En la
actualidad, todos ellos junto con EEUU, que aun no ha ratificado la Convención,
realizan labores de exploración científica sobre los fondos marinos en la búsqueda de
evidencias que sustenten sus pretensiones.
Pasando al siguiente tipo de disputas que se dan en el Ártico, las relativas a la
delimitación de espacios entre Estados ribereños vecinos, se pueden señalar tres focos
principales de controversia, cada uno de los cuales en un nivel distinto de evolución. El
primero sería el que opone a Canadá con EEUU por una cuña en el Mar de Beaufort, en
una zona que se cree que alberga importantes reservas de hidrocarburos. La disputa se
50 Visítese la página de la Comisión para consultar toda la documentación disponible sobre la reclamación noruega así como su estado de resolución (en línea: http://www.un.org/Depts/los /clcs_new/submissions_files/submission_nor.htm) 51 La propuesta noruega también incluye reclamaciones de extensión en sobre otras dos zonas situadas en el Mar de Barents y en el Mar de Noruega. Parte de la documentación presentada por Noruega así como las alegaciones presentadas por otros países se pueden consultar en la página de la Comisión (en línea: http://www.un.org/Depts/los/clcs_new/submissions_files/submission_nor.htm)
28
refiere a la delimitación de la Plataforma Continental y de la Zona Económica Exclusiva
entre ambos Estados adyacentes, donde cada uno considera que se ha de aplicar un
criterio distinto de delimitación. Los EEUU reclaman la línea media mientras que
Canadá defiende la línea marcada por el meridiano 141ºW, según el Tratado que en
1825 firmaron Gran Bretaña y Rusia al delimitar Alaska y el Yukon52. En la actualidad
la disputa aún no se ha resuelto.
El segundo foco de controversia se sitúa entre Noruega y Rusia y afecta a todo el
largo de su frontera marítima común desde el mar de Barents hasta el Océano Ártico.
Mientras que Noruega defiende que el límite siga la línea media entre los territorios de
ambos países, muy afectada por la presencia del archipiélago de Svardbald sobre el que
Noruega ostenta la soberanía desde 1920 por el Tratado de Svalbard, Rusia, en cambio,
reclama que la frontera siga el curso del meridiano local53 desde el límite entre sus
aguas territoriales, y sólo acepta rectificarla muy localmente por el territorio marcado
por el Tratado de Svalbard. Así, abogando a circunstancias especiales, Rusia no
reconoce ni las 200nm de la Plataforma Continental ni las de la Zona Económica
Exclusiva de soberanía noruega desde las costas del archipiélago más allá de los límites
que establece el citado tratado. De esta manera, en la zona se superponen distintos
espacios reclamados por cada Estado, además de la propuesta de la extensión de la
Plataforma Continental de Noruega antes señalada y que incluye el llamado Loop Hole
situado en pleno Mar de Barents, justo en medio de la zona de solape. Sin embargo, a
pesar del alto grado de desacuerdo que existe entre ambos Estados en la zona, ello no ha
impedido que en enero de 1978 alcanzaran a un acuerdo de explotación conjunta en la
llamada Zona Gris, muy rica en pesca. Ya más recientemente, los acuerdos se han
extendido a actividades de explotación conjunta de los recursos energéticos.
Entre EEUU y Rusia es de destacar el acuerdo bilateral del 1 de julio de 1990,
firmado por la URSS y de la cual Rusia es sucesor, por el que quedaban delimitadas las
Plataformas Continentales y Zonas Económicas Exclusivas entre ambos Estados en el
Mar de Bering y en el Mar de Chukchi. Se trata de un acuerdo que pese a no haberse
aprobado aun por la Duma rusa, ha venido funcionando de facto desde entonces y
permitió zanjar las controversias en la zona.
52 Según nota 6 del informe Maritime jurisdiction and boundaries in the Arctic region, de la International Boundaries Research Unit de la Universidad de Durham (en línea: http://www.dur.ac.uk/ibru/ resources/arctic/) 53 Aplicando algo así como la línea del sector, según la Teoría de los Sectores y en relación al correspondiente sector ruso.
29
A pesar del tamaño un tanto anecdótico del territorio reclamado, también se podría
señalar la controversia que existe entre Canadá y Dinamarca (Groenlandia) al respecto
de la Isla de Hans, una pequeña roca deshabitada situada en el centro del canal de
Kennedy dentro del Estrecho de Nares. La disputa sobre su soberanía es el único punto
de controversia en una frontera marítima que está perfectamente delimitada en la zona
entre ambos Estados54. Su posesión, que desde 1982 ha dado lugar a diversos
desencuentros diplomáticos según se alternan de manera periódica la colocación de
banderas por expediciones de uno u otro país, parece tener más que ver más con una
cuestión de honor para cada Estado que por el potencial control efectivo de la
navegación por el paso que cada Parte señala como causa principal. Un factor el del
honor que, por otra parte, no se ha de desechar como fuente de controversia dentro de
las relaciones internacionales.
Además de las disputas comentadas, es probable que en el futuro puedan surgir
otras nuevas derivadas de la propia dinámica de reclamaciones sobre la zona central del
Ártico. En concreto, se podrían dar entre Estados frente a frente en aquellas áreas en
donde sus respectivas reclamaciones sobrepasen las líneas medias entre Estados y
consecuentemente, se solapen con las reclamadas por el Estado situado al otro lado.
Por último, se pasa a referir las controversias relativas a la navegación por los
llamados pasos del Noroeste y del Noreste, el segundo de ellos menos publicitado pero
con una naturaleza similar a la del primero. La causa de disputa en ambos pasos se
establece en torno a la consideración sobre si sus aguas se han de regir de acuerdo al
régimen jurídico de las Aguas Interiores de los respectivos Estados ribereños o si bien
han de adquirir la categoría de Estrechos Internacionales. Recuérdese que ya se señaló
en el apartado precedente, las implicaciones que tiene esta cuestión para el paso y
sobrevuelo por estos espacios de naves y aeronaves de terceros Estados.
En lo que respecta al paso del Noroeste, éste principalmente transcurre por aguas
situados en el amplio archipiélago canadiense de tal forma que Canadá sostiene que se
tratan de Aguas Interiores y por tanto de su total soberanía. A ello se opone una
comunidad internacional encabezada por los EEUU pero que también incluye a Japón o
la Unión Europea, con un gran interés en asegurar que a lo largo de todo el paso aplique
la libertad de tránsito asociada al régimen jurídico de los Estrechos Internacionales.
54 Según el tratado de delimitación de la Plataforma Continental entre Groenlandia y Canadá, ratificado por las Naciones Unidas en Diciembre de 1973, y en vigor desde marzo de 1974, y del cual se excluyó un único punto geográfico situado en la isla de Hans sobre el que no hubo acuerdo.
30
Algo similar ocurre en el paso del Noreste, aunque de una manera geográficamente
más localizada en los tramos situados en los archipiélagos de Novaya, de Sevemaya y
en las Islas Siberianas. Para estas localizaciones, toda navegación paralela a la costa
implica cruzar por pasos que Rusia considera como Aguas Interiores.
La realidad política
En el tercer apartado de este capítulo, que se dedica a describir la realidad presente
del Ártico, se va a incidir sobre los aspectos más políticos de la Región. Una vez que se
han presentado las principales controversias en el Ártico y se indicado las bases
jurídicas en las que se apoyan, es el momento de tratar las razones políticas y de
oportunidad que guían a los Gobiernos de los Estados árticos para sostener de manera
activa sus reclamaciones.
Unas palabras sobre la Hegemonía desde la perspectiva del conflicto
Tal y como recoge KERBO55, desde que nació el moderno sistema mundial siempre
ha existido una serie de naciones centrales que compiten entre ellas por la dominación
económica, la hegemonía sobre las naciones periféricas y el acceso a los recursos
mundiales. Entre ellas, una nación central domina a las demás cuando tiene un liderazgo
simultáneo en tres dimensiones económicas durante un largo periodo de tiempo: la
dominación en la productividad, la dominación en el mercado y la dominación
financiera56. Cuando una nación alcanza estas tres formas de dominación económica es
muy probable que consiga también la dominación militar. Dicho esto último, hay que
señalar también que todas las naciones centrales que previamente fueron dominantes,
lograron la dominación económica con niveles relativamente bajos de gasto en defensa
en su ascenso hacia la cima y perdieron capacidad de dominación económica con su
posterior expansión militar57.
55 KERBO, H. R. (2003), Estratificación Social y Desigualdad, El conflicto de clase en perspectiva histórica, comparada y global, Madrid, McGraw-Hill, p. 232 56 La nación que domina la productividad elabora productos de alta calidad y a bajo precio en comparación con otras naciones. La dominación en la productividad puede llevar a la dominación en el mercado, momento en el que la balanza comercial se inclina hacia esa nación dominante porque hay más naciones que compran sus productos que los que está compra de aquellas, de forma que llega más dinero a la nación de la que sale de ella. Se llega así a la dominación financiera, momento en el que los banqueros de la nación dominante suelen convertirse en banqueros del mundo con capacidad de control de los recursos financieros mundiales. 57 Sobre estas bases, KERBO realiza una interesante descripción de los tres periodos en los que un país central llegó a la cima del moderno sistema mundial, nunca por más de 100 años, señalando cuales fueron los fundamentos de su auge y declive. Estos periodos corresponderían al dominio holandés en el siglo
31
Con este breve prólogo en mente pasemos a analizar la situación de los distintos
Estados en relación con el papel que juegan dentro tablero del Ártico. La exposición ha
de comenzar necesariamente con Rusia como actor principal, pues ha sido su
comportamiento proactivo el que define los principales rasgos de la situación actual en
la Región. Luego, a partir de las consideraciones que hechas sobre Rusia, se analizaran
las posiciones del resto de Estados árticos.
La situación de Rusia
La Rusia actual ya no es la que surgió de los restos de la URSS y que la sucedió
como Estado. Desde la implosión soviética en 1991, la economía de Rusia fue cayendo
progresivamente hasta alcanzar sus niveles más bajos con la crisis de 1998. A finales de
ese año, su PIB se situó en torno a los $200 mil millones, una cantidad que era menos
de la mitad del PIB registrado en 1991. Fue entonces cuando la aplicación de una fuerte
devaluación del rublo marcó el comienzo de la recuperación, la cual a su vez se vio muy
favorecida por el enorme incremento de los ingresos derivados de la venta de petróleo y
gas, que nutrieron abundantemente las arcas públicas y ayudaron a Rusia a pagar sus
deudas internacionales. Así, la economía rusa logró cambiar de signo de tal forma que
finalizo el 2007 con el noveno año de crecimiento a una tasa media del 7% anual,
situando su PIB en los $1.3 billones58.
Si desde el punto de vista económico Rusia perdió toda la década de los noventa, no
fueron menores sus dificultades en lo político. Boris Yelsin59 gobernó por decreto y con
la Duma en contra. Durante su mandato se produjo una fuerte degeneración política,
social y moral del sistema. La llegada de Vladimir Putin60 a la presidencia rusa supuso
un punto de inflexión con la puesta en marcha de numerosas reformas en todos los
ámbitos que llevaron a la estabilización del país. A través de una centralización del
poder, parte del cual se había desviado hacia una oligarquía rusa61 nacida de las
XVII, luego al británico en el siglo XIX y finalmente el de EEUU desde el final de la II Guerra Mundial. También analiza el auge y caída de la URSS. (KERBO, H. R., Op. cit., p. 232-238) 58 Datos económicos de: BBC news, Russia Key facts, Economy (en línea: http://news.bbc.co.uk/2/shared /spl/hi/guides/457000/457038/html/default.stm) y CIA The World Fact Book (en línea: https://www.cia. gov/library/publications/the-world-factbook/geos/rs.html) 59 Primer Presidente de Rusia tras la disolución de la URSS en 1991. El 31 de diciembre de 1999 renunció a su cargo nombrando a Vladímir Putin como presidente interino hasta que se realizaran nuevas elecciones. 60 Segundo Presidente de Rusia desde la disolución de la URSS, entre los años 2000 y 2008 y actual Primer Ministro. 61 Como es el caso de Mijaíl Jodorkovski, fundador de la petrolera Yukos, y hoy condenado a prisión por delitos fiscales
32
extensas privatizaciones promovidas por Boris Yelsin, Putin ha conseguido que Rusia
sea hoy un Estado más fuerte, si bien son numerosas las críticas que advierten que por el
camino se ha minado el avance democrático62 de las instituciones de su país.
Volviendo a la economía, hoy Rusia fundamenta su base productiva en la energía.
Rusia tiene la mayores reservas conocidas de gas natural en el mundo y es el segundo
productor de petróleo después de Arabia Saudita. La importancia de esta industria es tal,
que gas y petróleo supusieron el 60% de sus exportaciones en 200563, lo cual a su vez
implica que la economía del país puede verse muy perjudicada por los vaivenes que
sufran los precios mundiales de estos recursos. Por otra parte, el resto de sus sectores
productivos, principalmente la industria, están anticuados y deben ser reemplazados o
modernizados para conseguir diversificar la economía y asegurar un crecimiento
sostenido. Ésta es una tarea de la que el Gobierno de Rusia es consciente y que pretende
abordar desde el poder económico que le aportan los fuertes ingresos derivados del
sector de la energía.
Se ha señalado que la economía rusa es susceptible de verse perjudicada por las
fluctuaciones que los precios de los productos energéticos sufran en el mercado
internacional de la energía. Unas reflexiones al respecto. En primer lugar, hay que ser
muy crítico con la cuestión de si el llamado mercado internacional de la energía es tal,
es decir, si es realmente un mercado. Lejos de entrar en consideraciones sobre su mayor
o menor grado de perfeccionamiento, lo cierto es que más bien se trata de un oligopolio
que dependiendo de la región se torna en casi monopolio. La mayor parte de los países
de la Europa del Este reciben de Rusia la parte principal de la energía que consumen.
Dada la importancia estructural que para sus economías tiene esta dependencia, ello les
deja en fuerte indefensión frente a los arbitrios de Rusia, la cual ha sido acusada incluso
de intenta ejercer un control político a través de ese instrumento sobre los territorios de
las antiguas ex-repúblicas soviéticas64 que se alejen de su órbita. Porque no se debe
62 Son varios los frentes en los que se argumentan estas críticas, como los límites a la libertad de prensa, con el caso de Anna Politkóvskaya aun por resolver, o la persecución de disidentes, en donde destaca la extraña la muerte del ex-espía ruso Alexander Litvinenko. 63 BBC news, Russia Key facts, Energy (en línea: http://news.bbc.co.uk/2/shared/spl/hi/guides/457000 /457038/html/nn2page1.stm) 64 Según informaba Cinco Días, en enero del 2006 el Gobierno ruso redujo el bombeo de gas natural hacia Ucrania una vez que este país rechazó un nuevo precio que casi quintuplicaba el anterior (de $50 a $230 por cada mil metros cúbicos). De esta forma Moscú imponía precios acordes a los de mercado a aquellas repúblicas ex soviéticas que se alejaban de su órbita, como era el caso de Ucrania desde que triunfara allí la llamada “revolución naranja” el año anterior. (Cinco Días, La guerra del gas ruso salpica a la UE, 3 de
33
perder de vista que Rusia no es únicamente un productor de energía al estilo de como lo
son los Estados de Oriente Medio. Su presencia se extiende sobre innumerables frentes
y ámbitos, lo que le dota de un plus de capacidad a la hora de delimitar el contexto en
que se fijan los precios de los productos energéticos. La actual política exterior rusa
tiene una fuerte componente energética, tanto como factor de presión como elemento de
decisión a la hora de ejecutar de acciones. La muy reciente guerra entre Georgia y Rusia
a propósito de Osetia del Sur65 ha tenido también un trasfondo energético además de los
otros que se han argüido como principales, puesto que no se le debe de escapar a ningún
observador que Georgia es línea de paso alternativo al camino Ruso del petróleo que
desde Baku, Azerbaiyán, se suministra a Europa por la vía del Mar Negro. Todo factor
que desestabilice a ese país refuerza las líneas de suministro alternativas, en este caso
sólo rusas. Unas líneas de suministro que en la actualidad se dirigen principalmente a
Europa a través de los países del Este, pero que en el futuro incluso podrían entrar
directamente en Alemania, núcleo de la Unión Europea, a través del oleoducto
proyectado por el mar Báltico66. Por una parte, esta nueva infraestructura permitirá
mejorar el abastecimiento de un mercado europeo que demanda una alta cantidad de
energía. Pero por otra, cabe también hacerse otra lectura. Con el oleoducto báltico se
aumenta la dependencia de la Unión Europea respecto del gas ruso al tiempo que Rusia
independiza los suministros para las diferentes áreas de Europa, lo que no sólo ha de
verse como un perfeccionamiento del suministro, sino como una diversificación de los
instrumentos de presión con los que el gobierno ruso podrá contar en el futuro para sus
fines políticos, dentro del marco de la geopolítica energética que desarrolla.
En suma, ambos factores, el monopolista y su capacidad como actor internacional
es lo que hoy por hoy permite a Rusia tanto influir directamente sobre los precios de la
energía como delimitar el contexto en el que aquellos se forman. Y estas dos
circunstancias otorgan a Rusia un amplio margen de maniobra con el que afrontar una
modernización de su país basada en los ingresos energéticos. En este sentido y
simplemente como apunte, no se tiene que olvidar la fuerte dependencia que toda
sociedad industrializada tiene de la energía derivada de los hidrocarburos, y que se ha
enero del 2006, Ed. digital, martes 3 de enero del 2006; en línea: http://www.cincodias.com /articulo/economia/guerra-gas-ruso-salpica-UE/20060103cdscdieco_7/cdseco/) 65 Durante agosto del 2008. 66 Proyecto también llamado North Stream. Existe otro proyecto similar, el South Stream, que llevaría el petróleo a Italia vía Mar Negro y que se encuentra en las primeras fases de definición y firma de acuerdos entre los distintos países y operadores implicados.
34
convertido en un verdadero problema civilizatorio de carácter estructural cuya solución
o rectificación no tiene visos de implementarse en el corto y medio plazo.
Por todo lo dicho, la energía aparece como el pilar central desde el que emana el
progreso y modernización de Rusia. Consecuentemente, el mantenimiento de esa
industria productiva se torna como un objetivo estratégico preferente de la política rusa,
que le exige el asegurar los recursos desde los cuales se abastece. Esta circunstancia es
un factor de primer orden que explica la reclamación rusa en el Ártico aunque, tal y
como señala BAEV67, sólo en el largo plazo se va a poder sacar provecho de ella, pues ni
la capacidad tecnológica presente, ya sea rusa o de otro país, ni las condiciones
climáticas hacen económicamente viables una extracción inmediata de las reservas que
allí puedan localizarse. Igualmente, este autor realiza otras consideraciones que interesa
destacar aquí. Por una parte, el hecho de que Rusia apueste por la explotación ártica
muestra una preocupación aparentemente escasa sobre la cuestión del cambio climático
así como poco compromiso con la búsqueda de fuentes de energía alternativas. Por otra,
BAEV señala como las reclamaciones territoriales dentro de las normas del Derecho de
Mar se acompañan de ciertos movimiento militares, como son la reanudación de los
vuelos estratégicos sobre el Ártico por bombarderos rusos. Al margen de negar tanto la
necesidad como la viabilidad a largo plazo de estos vuelos, el autor indica que con ello
lo que se pretende es medir las fuerzas y las intenciones que tiene cada Estado ártico.
Prosigue que con estas arriesgadas acciones, Rusia comienza a abandonar la política
pragmática que ha venido desarrollando en los últimos años, para adentrarse en otra de
construcción de un nuevo Estado Ruso, la cual le exige actitudes que le ayuden a
reforzar su identidad nacional. En este sentido, el control de amplias zonas del Ártico es
una reivindicación histórica rusa.
Dicho esto, es el momento de volver a conectar con las palabras de KERBO referidas
al inicio de este apartado. Rusia, hoy por hoy, controla gran parte de la tarta energética
mundial y sus reclamaciones y toma de posiciones en el Ártico se dirigen a reforzar esa
circunstancia a futuro. La alta llegada de capitales que esta industria le reporta no sólo le
vale para modernizar el país y hacer que el resto de sus industrias sean más competitivas
dentro del mercado mundial, sino que a su vez le sirve de palanca sobre la que ser más
ambicioso en sus peticiones. Siguiendo unas tesis realistas tradicionales por las cuales
67 BAEV, P. (2007), Russia’s Race for the Arctic and the New Geopolitics of the North Pole, Washington, The Jamestown foundation, (en línea: www.jamestown.org/docs /Jamestown-BaevRussiaArctic.pdf)
35
es necesario tener un gran ejército para hacer valer las posiciones propias, Rusia estaría
entonces obligado a renovar su ejército y armamento. Y puesto que ahora dispone de
capital para ello, eso es precisamente lo que está comenzando a hacer68. La lógica
realista indica que con ello se ha de obtener un sustento más firme a sus reclamaciones,
no ya desde bases legales, sino a través de la lógica de la disuasión o por medio de la
confirmación de situaciones de hecho que a través de la puesta en marcha del principio
de efectividad, valide las posiciones sobre las que ya se haya asentando69.
Además de la dimensión energética, hay que señalar otra dimensión que también
explica el interés ruso por el Ártico. Teniendo en cuenta que la geografía manda, son
innegables las consecuencias que tiene la enorme fachada costera que Rusia proyecta
hacia ese océano y la potencialidad que esto le puede reportar si su clima se suaviza.
Hay que recordar que la principal reclamación marina rusa desde el siglo XIX ha sido el
acceso a un mar caliente70. Ahora como consecuencia del cambio climático, puede
conseguir si no un mar realmente caliente, sí uno navegable en una de las rutas que, de
confirmarse la desaparición de los hielos en el Polo Norte, tiene mayor potencial de
desarrollo futuro dados los ahorros que aporta en tiempo y coste de operación en los
68 Según informaba El País, Rusia modernizará su capacidad de disuasión nuclear para 2020. Además para el año 2009 el gasto asignado a seguridad y defensa aumentará en un 27%, hasta llevarlo a unos 70.000 M€. (El País, Rusia modernizará su capacidad de disuasión nuclear para 2020, Ed. Digital, viernes 26 de septiembre del 2008, en línea: http://www.elpais.com/articulo/internacional/Rusia /modernizara/capacidad/disuasion/nuclear/2020/elpepuint/20080926elpepuint_12/Tes). El gobierno ruso lo justifica como la forma de poder hacer frente de manera rápida a los conflictos locales (también llamados congelados), como ha sido el caso de la reciente guerra con Georgia. Asimismo, sin duda también pesa en la decisión el sistema de misiles que EEUU despliega en Polonia y la República Checa. No obstante, la verdadera novedad reside en el hecho de que es ahora cuando Rusia parece ser capaz de aventurarse en este tipo de proyectos, pues no hay que olvidar que la implosión de la URSS estuvo motivada por el colapso económico de su sistema en el contexto de la carrera armamentística con los EEUU durante toda la guerra fría. 69 Este parece ser el caso de la intervención y posterior reconocimiento por parte del Gobierno ruso a la declaración unilateral de independencia por parte del gobierno de facto de Osetia del Sur tras la Guerra de Georgia. Las autoridades rusas aluden al precedente de Kosovo como sustento sobre el que declarar la legalidad de la independencia del nuevo Estado. No obstante, al igual que en Kosovo, lo que está en tensión es el principio de legalidad frente al de efectividad a partir de la perpetuación en el tiempo de situaciones consumadas. Para un desarrollo más amplio de esta dialéctica legalidad-efectividad aplicada al caso de Kosovo consúltese las conclusiones del documento: VVAA (2008), La acción de la Unión Europea en Kosovo y la misión EULEX: un comentario en clave de posición de España, Revista General de Derecho Europeo, nº 16, Junio 2008 (en línea: http://www.iustel.com/v2/revistas/detalle_revista.asp ?id=13&id_noticia=406571&id_categoria=8249) 70 Su ruta principal se ha reducido al Mar Negro en donde siempre ha buscado el control de sus estrechos. Lo intentó con ocasión de la guerra de Crimea, aunque sin llegar conseguirlo en el Tratado de Paris de 1856 que puso fin a la misma. También lo intentó con ocasión de la guerra Ruso-Turca que llevó a la firma del Tratado de San Stefano en 1878, y cuyas disposiciones fueron modificadas desfavorablemente para los intereses rusos unos meses después en el Congreso de Berlín. Ya actualmente, sus reclamaciones no las encuentran suficientemente satisfechas por las disposiciones que impone Tratado de Montreux de 1936, actualmente en vigor, y que regula el paso por los dos estrecho turcos.
36
trayectos entre Europa y Asia: la ruta del Noreste. Todo lo dicho se añade al hecho de
que las reclamaciones rusas sobre el ártico tienen ya un carácter histórico y vienen
desde la época de Stalin, pues proclamada la Teoría de los Sectores, la URSS la hizo
suya mediante Decreto de su Comité Ejecutivo de 15 de abril de 192971.
Aunque más allá del objetivo estratégico que pueda tener el control, ya sea de los
recursos energéticos subyacentes o de las nuevas rutas de navegación que se abren con
el retroceso de los hielos árticos, quizá en última instancia haya que recordar las
palabras de James Monroe para entender las motivaciones rusas: “La extensión del
territorio, sea grande o pequeña, da a una nación muchas de sus características. Indica el
grado de sus recursos, de su población, de su fuerza física. En suma, marca la diferencia
entre una potencia grande y una pequeña”72. Rusia en el Ártico es el Estado que más
tiene que ganar, siempre que sepa jugar bien sus cartas. La zona se puede convertir en el
nuevo Oriente Medio, donde a los recursos energéticos se sumen los beneficios
derivados de las nuevas rutas de navegación (como en su día lo fue para Oriente Medio
el Canal de Suez). E incluso su importancia puede hacer cambiar la forma en que
dibujamos los mapas mundi hoy en día, que bien podrían pasar a centrarse en el océano
ártico.
La situación de los otros Estados árticos
La actitud proactiva rusa ha incidido sobre la agenda ártica del resto de Estados de
la Región ya sea modificándola o ofreciéndoles una cobertura desde la que poder
desarrollarla. Este parece ser el caso de Canadá cuyo actual gobierno conservador ya
hizo campaña en las presidenciales de 2005-2006 con referencias relativas a reforzar la
soberanía ártica de Canadá. Tras el episodio de la colocación de la bandera rusa en el
verano del 2007, el actual Primer Ministro canadiense, el conservador Stephen Harper73,
calificó el acto como una táctica del siglo XV, para luego añadir que era “una prueba
más de que la soberanía del Norte y en el Ártico será un juego importante en el
futuro”74. Así mismo, Harper ha reafirmado y dado visibilidad a sus posiciones con
repetidas visitas a distintas puntos de la Región.
71 PASTOR RIDRUEJO, J.A., Op. cit., p. 452 72 James Monroe, quinto presidente de EEUU, citado en KISSINGER, H. (1996), Diplomacia, Barcelona, Ediciones B, p.26 73 Desde el 6 de febrero del 2006; próximas elecciones previstas para octubre del 2009 74 Según se señalaba en El País, La frontera blanca del oro negro, Extra Energía/hidrocarburos, Ed. impresa, 24 de febrero del 2008
37
Más allá de esta retórica, el gobierno canadiense maneja un plan de proyección de
su soberanía en el Ártico que se articula sobre cuatro pilares75: el fortalecimiento de sus
fuerzas armadas, del servicio de guarda costas y del resto de servicios gubernamentales
con presencia en la región; la discusión de los problemas territoriales en el seno de
Naciones Unidas; la elaboración de un mapa del suelo marino que de soporte a sus
reclamaciones; y el trabajo estrecho con aliados como los EEUU. Sobre cada una de
estas áreas ya se trabaja de manera activa. Así, al igual que hacen el resto de Estados
árticos, Canadá lleva a cabo actividades de topografía del lecho marino en el marco del
Año Polar Internacional 2007-2008. Al respecto del fortalecimiento de las capacidades
militares y de patrullaje, Canadá va a incrementar su capacidad con el desarrollo de un
nuevo puerto en Nanisivik, en la isla de Baffin, y una nueva base de entrenamiento del
ejército en Resolute, siendo ambos enclaves puntos estratégicos del paso del Noroeste.
Ya en el terreno de la seguridad, las actividades rusas causan gran preocupación en
Canadá y más tras observar la determinación con la que Rusia se ha conducido en la
guerra de Georgia. Como ejemplo de las peligrosas operaciones que se están realizando,
se puede señalar que tras el reinicio de los sobrevuelos estratégicos árticos por parte de
Rusia, cada vez que uno de sus bombarderos se acerca a espacio aéreo canadiense, este
es interceptado por un caza que le invita a cambiar de rumbo, sin que hasta ahora se
haya conocido la existencia de ningún incidente más grave.
En todo caso, lo que parece claro es que las motivaciones de los ambos Estados son
las mismas y lo que hasta ahora les diferencia son las formas mediante las que cada uno
se conduce. Tanto Canadá como Rusia buscan un acceso a recursos energéticos en el
subsuelo del océano Ártico, el control de las nuevas rutas marinas, en el caso de Canadá
la del Paso del Noroeste, o el control estratégico de la Región. Y es que si tras observar
un mapa de la Región se comprende fácilmente el porqué Rusia es la que más puede
ganar en el Ártico, lo mismo se debe concluir de Canadá ya que sería la segunda que
más lo hiciera.
La situación de Canadá fue particularmente difícil durante toda la guerra fría,
puesto que al encontrarse en medio de las dos superpotencias tenía que demostrar que
era capaz de enfrentar toda intrusión soviética al tiempo que resistir las presiones de los
EEUU76, para quien Canadá constituía su glacis de seguridad. En el contexto actual
75 Según afirmaba el Ministro de Asuntos Exteriores canadiense, David Emerson (http://www.ctv.ca/ servlet/ArticleNews/story/CTVNews/20080824/emerson_arctic_080824/20080824) 76 COLACRAI DE TREVISAN, M. (1998), Op. Cit., p. 75
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algunos aspectos parecen no haber cambiado, aunque Canadá sí que evidencia una
voluntad de llevar la iniciativa y de mantener una actitud más independiente. En última
instancia, no se debe de olvidar que la formulación de la Teoría de los Sectores tuvo un
origen canadiense.
En relación a los EEUU, y haciendo alusión nuevamente a la geografía, cabría
pensar están en una situación de desventaja en el escenario Ártico, al quedar reducida su
proyección a lo que se deriva del territorio de Alaska. Sin embargo, dada su vocación
omnipresente y la amplia noción de seguridad nacional que maneja, esa primera
impresión se encuentra lejos de la realidad. Y así parece que quedará plasmado tras la
revisión que de la política Federal ártica lleva a cabo actualmente el Departamento de
Estado de EEUU. Una revisión que no se hacía desde 1994 y que responde a lo mucho
que ha cambiado el teatro de operaciones Ártico en la última década. Pese a que hasta la
fecha los detalles de esta política son confidenciales, sí que son conocidas las líneas de
acción principales que se encuentran centradas en: seguridad nacional, gobernanza
mundial, extensión de la plataforma continental, fronteras, cooperación científica
internacional, navegación, cuestiones económicas incluyendo energía, protección del
medio ambiente y conservación de los recursos naturales77. Se observa que estos
intereses declarados son similares a los señalados para otros Estados, si bien es
destacable que EEUU ponga un énfasis especial en la dimensión estratégica, que se
asocia al concepto amplio de seguridad nacional que maneja y en donde incluye la
seguridad energética.
Dado que EEUU pretende ser garante de la seguridad en amplias zonas del planeta,
se siente el aliado indispensable para encarar al resurgir ruso. Así, y pese a lo limitado
de su sector ártico, está presente en todos los Estados de la zona, excluido, claro está, la
propia Rusia. Este hecho queda muy patente al fijarse en algunos de los enclaves
elegidos para situar instalaciones de su programa Ballistic Missile Defense System
(BMDS), el conocido como escudo anti-misiles. Además de instalaciones en Australia,
Israel, Japón, Reino Unido, Polonia o República Checa, coloca tres bases en la Región
Ártica: en Greely, Alaska; en la localidad noruega de Vardo, casi en la misma frontera
con Rusia; y en Thule, Groenlandia. Estas tres localizaciones cubren de manera
77 Información extraída del discurso que Margaret F. Hayes, Directora de Asuntos Oceánicos del Departamento de Estado de EEUU, dirigió el 13 de agosto del 2008 a parlamentarios árticos en Fairbanks, Alaska (en línea: http://www.state.gov/g/oes/rls/rm/108788.htm)
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equidistante todo el perímetro no ruso del Ártico y se han de ver como la muestra de la
importancia estratégica que EEUU otorga a la Región.
En un terreno más concreto, se puede hacer referencia a como los intereses
nacionales que los EEUU plantean sobre el paso del Noroeste pueden jugar en contra de
la postura de Canadá y a favor de los intereses del resto de la Comunidad Internacional.
Así, pudiera ser que el paraguas de seguridad que EEUU ofrece en el escenario de un
resurgir ruso, se convierta en moneda de cambio que logre vencer las pretensiones
soberanas de Canadá sobre esas aguas. No obstante, también cabe la posibilidad de que
ambos lleguen a una solución bilateral que incluyera igualmente un arreglo sobre las
disputas que mantienen abiertas en el mar de Beaufort.
Con respecto a Dinamarca y Noruega, hay que resaltar que más allá de las áreas
sobre las que ya tienen consolidada su soberanía, el margen de maniobra del que
disponen es escaso si se compara con el de los otros Estados árticos. De los dos, es
Dinamarca la que tiene un mayor recorrido para formular una reclamación que amplíe
su Plataforma Continental hacia el Polo Norte valiéndose del argumento de la cordillera
submarina de Lomonosov. Además, hay que recordar el contencioso ya abierto con
Canadá a propósito de la isla de Hans y la posibilidad de que formule una propuesta de
extensión de su Plataforma Continental en la parte norte del Banana Hole, en el Mar de
Groenlandia. Por su parte, la limitada capacidad de Noruega para extender su
plataforma continental hacia el polo queda reflejada en la reclamación que en
noviembre del 2006 presentó ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental
y donde se evidencia lo limitado de su petición, aun cuando se acompaña de otras
propuestas en localizaciones del Mar de Barents y en el Mar de Noruega.
En cualquier caso, ambos Estados se sitúan en una posición un tanto secundaria con
respecto a las grandes controversias árticas de tal forma que más que determinar el
resultado final de las disputas en curso, es de esperar que alineen sus posturas con los
argumentos de otros Estados en función de sus respectivos intereses nacionales. Quizás
su mayor baza sea la de aprovechar la coyuntura presente para resolver los contenciosos
bilaterales que mantienen. Concretamente Noruega que es el único que tiene frontera
terrestre con Rusia y que comparte con ella intereses pesqueros y energéticos en el mar
de Barents, debería ser muy cauto en las posiciones que adopte y que podrían hacer
retroceder los compromisos parciales que ya ha alcanzado. Por su parte, Dinamarca
también tendría que medir mucho la postura que adopta, y no sólo porque se vea
40
debilitada su posición relativa con respecto a los otros Estados árticos, sino por la
potencial utilización de los argumentos que utilice para alimentar un movimiento
nacionalista que emerge en Groenlandia. Y es que con la desaparición del hielo no sólo
quedan al descubierto los depósitos de cobre, níquel, diamantes y otros metales de la
gran isla, sino que florece la semilla del nacionalismo entre sus por más de 50.000
habitantes78.
78 Según informaciones de La Vanguardia, Menos hielo, más petróleo, Internacional, Ed. impresa, viernes 29 de febrero del 2008
41
III.- ESCENARIOS DE CONTROL Y RELACIÓN EN EL ÁRTICO
Una vez se ha completado a lo largo de los dos capítulos precedentes la descripción
tanto de la Región Ártica como de su realidad política y jurídica, y habiendo luego
presentado cuales son los fundamentos de las distintas reclamaciones que tienen lugar
allí, es el momento de plantear y analizar los escenarios posibles de control territorial y
de relación entre Estados que se pueden presentar o que se han presentado en el Ártico.
De esta manera, este tercer capítulo se interroga en primer lugar sobre cuáles son los
escenarios que han existido en la Región Ártica en los tiempos recientes. Su
conocimiento ha de servirnos para inferir después hacia donde se encamina la Región a
la vista de los acontecimientos más recientes. Ésta es una labor eminentemente
prospectiva que se aborda con objetividad a partir de los datos y las evidencias que nos
aportan las propias acciones de los Estados implicados y las declaraciones de sus
gobernantes. Huelga añadir que únicamente el paso del tiempo determinará finalmente
cuan aproximada ha sido o no la visión que aquí se aporta.
Se puede afirmar que el interés por el control jurídico-político del Ártico comienza
con la enunciación de la Teoría de los Sectores a comienzos del siglo XX. Con ello no
se pretende desconocer el interés real que durante los siglos anteriores existió por la
Región Ártica, sino que sólo se señala que este interés no estaba tan dominado por el
deseo de ejercer un control real, como por el de estudiar y explotar una región apenas
conocida. Es en ese espíritu en el que se fraguaron las míticas y penosas misiones para
descubrir los pasos del Noroeste y del Noreste durante todo el siglo XIX, e incluso
antes, o aquellas por alcanzar el Polo Norte en los albores del siglo XX. Todas ellas,
más allá del éxito que sólo algunas reportaron, lo que sí hicieron fue confirmar la
hostilidad y dureza de una Región que impedía su habitabilidad, con la excepción de los
asentamientos de nativos en sus zonas más periféricas. Siendo conscientes de esta
circunstancia y recordando la dinámica de unos tiempos en los que las potencias de la
época pugnaban por repartirse el mundo, es como ha de contextualizarse la formulación
de esa primera teoría para el reparto y control soberano del Ártico.
La Teoría de los Sectores fue formulada por primera vez por el senador canadiense
Pascal Poirier en el Parlamento de Ottawa el 19 de febrero de 1907. Consiste en atribuir
a cada Estado con litoral en el océano Ártico la soberanía sobre todas las tierras
comprendidas en un triángulo cuya base está formada por las costas de los Estados, el
vértice es el Polo Norte y los lados los meridianos que pasan por los dos extremos del
42
litoral de cada Estado. Mediante esta teoría se proyecta la soberanía de los ribereños
sobre todas las tierras e islas situadas dentro de su sector, pero en ningún caso sobre las
aguas e hielos del mismo79. La formulación de esta teoría se puede interpretar como una
transposición al Ártico del reparto de África formulado en el Congreso de Viena de
1885. Allí, los Estados europeos proclamaron su derecho al reparto del continente
africano y lo formularon de acuerdo a unas zonas de influencia históricamente
adquiridas y sobre la base de la ocupación efectiva. En el Ártico, la Teoría de los
Sectores parece que adaptó tal filosofía a las condiciones de la Región, donde la
imposibilidad de ocupación efectiva y permanente se sustituyó por la idea de
continuidad territorial.
Ya sea esta únicamente una impresión de la revisión de la Teoría desde la óptica
actual o bien la plasmación real del correr de unos tiempos en los que se imponía en
imperialismo y el darwinismo social, lo cierto es que la URSS hizo suya la tesis diez
años más tarde cuando la dejó reflejada en la ley del 15 de abril de 1926, por la que
reclamaba como suyos todos los territorios conocidos y por descubrir comprendidos en
su sector y que no los hubiera reconocido ya como pertenecientes a otro Estado
extranjero. Desde el punto de vista jurídico, la Teoría de los Sectores recibió un impulso
importante con la sentencia del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, de 5 de
abril de 1933, en el Caso del estatuto jurídico de Groenlandia Oriental, en donde el
Tribunal confirmó la posibilidad de relativizar los requisitos a que se somete el Derecho
Internacional para la adquisición de la soberanía territorial al respecto del control
efectivo del territorio, permitiendo incluso un ejercicio esporádico en el tiempo y
aislado en el espacio de la autoridad estatal cuando las condiciones naturales del medio
así lo aconsejen.
A partir de ese momento se puede decir que quedaron fijadas las posiciones en
tierra y el interés por el control en el Ártico pasó al océano helado. Desde entonces las
situaciones que este espacio ha vivido no han sido ajenas al devenir histórico del resto
de hemisferio norte. Así, el Ártico fue escenario de la confrontación este-oeste que
dominó buena parte del siglo XX. La Guerra Fría impuso un periodo de coexistencia
ártica entre sus dos grandes protagonistas. Tras la implosión y desaparición de la URSS,
se abrió una nueva fase en el Ártico. La cooperación parecía la forma de relación que se
iba a imponer en la zona, siguiendo el modelo Antártico, toda vez que las cuestiones de
79 DÍEZ DE VELASCO, M., Op. cit., p. 541
43
seguridad estratégica y militar parecían desaparecer de las agendas mundiales y
emergían al primer puesto de preocupaciones las cuestiones ambientales. No obstante,
este autor mantiene aquí la opinión de que ese momentum hoy parece alejarse. Por
contra, se avanza de manera progresiva hacia un nuevo escenario ártico caracterizado
por la renacionalización de las posturas y el refuerzo de las reclamaciones territoriales, y
dominado por cálculos fundamentalmente realistas de acuerdo a una concepción de
seguridad más compleja que la prevaleció durante la Guerra Fría y que incluye la noción
de seguridad energética. De esta forma, el escenario político ártico cambia y una de las
posibilidades de evolución es que se dirija hacia otro en el que su rasgo definitorio sería
la concertación entre Estados árticos para disponer de los asuntos de la región con
exclusión del resto de Comunidad Internacional. No obstante, aun cabe plantearse otro
escenario en el que la situación se tornaría tal que podría derivar en una confrontación
directa entre Estados, no necesariamente militar, pero en donde el denominador común
sería la dureza de términos e instrumentos bajo los que se desarrolle. Este escenario de
confrontación poco tendría que ver con la coexistencia de la guerra fría, ya que se
basaría en una verdadera lucha por la apropiación efectiva de los espacios en disputa y
su defensa frente a terceros, utilizando para ello todos los mecanismos disponibles por
cada Estado.
Analicemos en lo que sigue las características que definen estos cuatro escenarios
que se acaban de presentar: coexistencia, cooperación, concertación y confrontación.
Escenario de coexistencia
A diferencia de los otros escenarios, éste se le puede calificar hoy como de
histórico en tanto en cuanto es el propio de la dinámica que gobernó la Guerra Fría y
que al igual que ella, terminó a finales de la década de los ochenta.
Durante la Guerra Fría las características del orden internacional eran las de un
mundo dividido en dos bloques enfrentados. Cada uno de estos bloques constituía una
coalición de Estados liderada por una de las dos superpotencias. Sus relaciones estaban
marcadas por la desconfianza, las amenazas mutuas y la inseguridad que sobre cada uno
generaba la potencialmente impredecible conducta del otro. Pese a los continuos y
sonados enfrentamientos diplomáticos que tuvieron lugar durante todo el periodo de la
Guerra Fría, ambos adversarios nunca se enfrentaron directamente sino a través del
escenario ofrecido por sus respectivas áreas de influencia y que cada uno se esforzó por
44
ampliar. De esta forma, toda área intermedia entre bloques fue lugar de pugna entre
ambos con el objetivo de lograr una posición ventajosa de poder militar y de acceso a
zonas de potencial combate. A todo esto no se pudo sustraer la región Ártica al ser el
espacio de mayor cercanía y vecindad entre las dos superpotencias. Transformada en
frontera común entre los EEUU y la URSS, el Ártico fue una región en donde la
cooperación resultó imposible y en su lugar se desarrolló una carrera armamentística en
toda regla: se instalaron bases de utilización militar y de control estratégico del
oponente; las aguas árticas fueron utilizadas por las respectivas fuerzas navales; e
incluso los submarinos nucleares crearon un singular teatro de operaciones sub-glacial
con gran valor estratégico, dada su capacidad de transporte y de lanzamiento de cabezas
nucleares y por ser la vía ártica la trayectoria más corta para alcanzar objetivos en el
suelo del oponente. Tras un periodo de detente en las relaciones EEUU-URSS, los años
ochenta hicieron que toda la dinámica descrita se intensificara tras la redefinición que
Ronald Reagan80 hizo de la política de contención de los EEUU. Con este Presidente se
produjo un renacimiento de la geopolítica como principio guía de la estrategia de
contención de los EEUU de tal forma que el Ártico pasó de ser el flanco militar que
había sido estado durante los primeros años de la Guerra Fría, a convertirse en un frente
verdadero durante esta segunda fase, lo que llevó a una escalada militar y nuclear sin
precedentes81.
Todo lo dicho marcó el comportamiento de EEUU y de la URSS en el Ártico
durante este periodo. La posibilidad de una guerra estuvo siempre presente lo que hizo
que el discurso geopolítico y estratégico quedara determinado por el más crudo realismo
y por una definición estrecha de la seguridad nacional. Bajo estas circunstancias, no es
de extrañar que el conjunto de Estados árticos percibieran como muy escasos los
intereses compartidos, quedando básicamente limitados al mantenimiento de un cierto
equilibro de fuerzas y a la ausencia del conflicto. Y ello se tradujo en que durante el
periodo de la Guerra Fría la sensación de reparto del Ártico que hoy vivimos fuera poco
menos que impensable, salvo que lo que se pretendiera fuera desencadenar directamente
una guerra. Y no sólo porque en ese clima de recelo, desconfianza e inseguridad toda
acción en este sentido podría haber sido considerado casus belli, sino porque ni siquiera
existían los instrumentos con los que las controversias en el Ártico se conducen hoy en
80 Cuadragésimo presidente de EEUU entre 1981 y 1989 81 Extraído de COLACRAI DE TREVISAN, M. (1998), Op. Cit., pp. 72-76
45
día. Unos instrumentos que, como se ha señalado anteriormente, son jurídicos y
principalmente derivados de la Convención de 1982, y esto a pesar de la parafernalia de
declaraciones y actos mediáticos que suelen acompañar a cada movimiento en lo
jurídico. De esta forma, durante la Guerra Fría las reclamaciones en el Ártico estuvieron
“congeladas” y las relaciones entre los Estados Árticos se limitaron a la coexistencia.
De todo lo dicho, se pueden extraer las siguientes características como definitorias
del escenario de la coexistencia en el Ártico durante la Guerra Fría.
+ Actores implicados: dos, los EEUU y la URSS
+ Clima que define sus relaciones: desconfianza e inseguridad
+ Herramientas empleadas: aquellas relativas a la disuasión y la contención
+ Control ejercido sobre los territorios árticos: por áreas de influencia
+ Estado de las reclamaciones: “congeladas”
+ Concepto de seguridad manejado: realista tradicional; seguridad militar
Escenario de cooperación
Si bien tan sólo unos pocos años antes la posibilidad de una cooperación regional
efectiva en el Ártico era poco menos que una ilusión, el final de la Guerra Fría trajo
consigo un cambio en el clima internacional que sí que permitió que tal cooperación
resultara factible. Esta cooperación se articuló especialmente en el ámbito de la
protección del medio ambiente ártico.
Ya a comienzos de los años noventa, COPITHORNE señalaba82 como dos los factores
que habían propiciado el cambio de actitud internacional en el Ártico. De un lado estaba
la creciente percepción de la importancia del Ártico para el medio ambiente global del
planeta. Nótese que con ello acababa la unidimensionalidad del concepto de seguridad
que había dominado durante toda la guerra fría y se incorporaba la entonces emergente
dimensión de la seguridad ambiental dentro de las relaciones internacionales. De otro,
aparece de la mano de Mijail Gorbachev83 un nuevo pensamiento soviético que
propugnaba un concepto de coexistencia no como lucha entre dos sistemas opuestos,
sino como relación cooperativa que sirviera para resolver los problemas más críticos de
82 COPITHORNE, M.D. (1991), Circumpolar Environmental Management and Regulation, en McWhinney, E. (y otros), From coexistence to cooperation, International Law and Organization in the Post-Cold War Era, Dordrecht, Martinus Nijhoff Publishers, p.177-178 83 Último presidente de la URSS antes de su desaparición como Estado; de 1989 a 1991
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nuestros tiempos en un mundo crecientemente interdependiente. La expresión ártica de
esta nueva visión soviética de las relaciones internacionales quedó plasmada en el
discurso que Gorbachov pronunció en Murmansk84, en octubre de 1987, y donde
desgranó un plan de cooperación progresivo en varias ámbitos: desarme, explotación de
recursos, navegación, investigaciones científicas y medio ambiente. Pese a que esta
iniciativa fue criticada por occidente por su dimensión militar, pronto fue percibida
como una importante señal del interés soviético por la cooperación circumpolar en los
ámbitos de protección del medio ambiente, desarrollo de recursos y cooperación
científica. Como apunta PAREJA85, la iniciativa de Murmansk fue el punto de partida de
la construcción de un nuevo régimen internacional para la protección del medio
ambiente ártico que luego se desarrolló en dos pilares fundamentales: la Estrategia para
la Protección Medioambiental del Ártico y el Consejo Ártico.
La Estrategia86 permitió identificar los problemas más acuciantes que sufría la
Región Ártica y proponer diversos objetivos para hacerles frente. Así mismo, definió un
plan de acción y creó varios grupos de trabajo y supervisión que no obstante, no
lograron frenar la degradación de la Región. PAREJA apunta tres factores explicativos87:
el carácter no obligatorio de las normas que establece; la potestad que cada Estado
retuvo para decidir sobre la aplicabilidad o no de la Estrategia en función de sus
criterios e intereses nacionales; o incluso la propia insuficiencia en el propio diseño de
la misma para hacer frente al tipo de problemas de los que se pretendía ocupar. En
cualquier caso y más allá de su efectividad, la Estrategia sí que supuso un punto de
inflexión en las relaciones internacionales del Ártico y un hito de la cooperación
interestatal en materia de medio ambiente en la Región.
Por su parte, el Consejo Ártico88, tal y como el mismo se define89, es un foro
intergubernamental de alto nivel que proporciona los medios para promover la
cooperación, la coordinación y la interacción entre los Estados árticos en los problemas
84 Importante ciudad portuaria rusa en la costa del mar de Barents 85 PAREJA ALCARAZ, P. (2007), El Ártico como espacio de cooperación: evolución, contenido y límites, en SOBRINO HEREDIA, J.M. (coord.), Mares y océanos en un mundo en cambio: tendencias jurídicas, actores y factores, Valencia, Tirant lo Blanch, p. 890 86 La Estrategia es el resultado final del llamado proceso de Rovaniemi que en septiembre de 1989 los ocho Estados árticos iniciaron en la ciudad finlandesa del mismo nombre, y al que siguieron diferentes rondas negociadoras que concluyeron en esa misma ciudad en junio de 1991. 87 PAREJA ALCARAZ, P., Op.cit., p. 892-893 88 Establecido por la Declaración para el Establecimiento del Consejo Ártico, firmada en Ottawa el 19 de septiembre de 1996. 89 De la web del Consejo Ártico (en línea: http://arctic-council.org/article/about)
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comunes de la Región, en concreto los relativos a la protección del medio ambiente
ártico y la promoción de un desarrollo sostenible, y que cuenta con la participación
tanto de las comunidades indígenas árticas90 como del resto de habitantes de la Región.
Desde su creación, han sido varios los programas y proyectos específicos en el ámbito
de la protección del medio ambiente. En cambio, su actividad en relación al desarrollo
sostenible se ha visto limitada por una falta de acuerdo entre los Estados árticos. La
relativa escasez de recursos disponibles es otro de los hándicap del Consejo Ártico,
puesto que el carácter voluntario y discrecional de las contribuciones estatales genera
asimetrías en su asignación por regiones además de primar los proyectos con resultados
a corto plazo, más visibles para la ciudadanía pero no siempre coincidentes con las
estrategias más acuciantes para el medio ambiente. A todo ello se une el propio estatus
del Consejo Ártico, puesto que es un foro de alto nivel y no una organización
internacional con personalidad jurídica propia, en donde la ausencia de un mandato
claro, la indefinición de la agenda y de las prioridades de cooperación así como el uso
de la regla de la unanimidad en la toma de decisiones, lleva a que las decisiones que se
alcanzan en su seno sean acuerdos de mínimos91.
Son varios los autores92 que identifican estos dos instrumentos como puntales de un
régimen internacional emergente para la protección medioambiental del Ártico. Tal
afirmación no les impide señalar acto seguido tanto sus flaquezas como la discreción de
los resultados obtenidos y que ellos explican por el carácter de soft law de las normas
que estos instrumentos definen. Éste carácter es observado como el natural dentro de lo
que son las primeras etapas en la institucionalización y construcción de un régimen
internacional y en este sentido se señala el paralelismo que hay entre estos pasos y los
que tuvieron lugar inicialmente en el Antártico, un región que en la actualidad dispone
de un perfeccionado régimen internacional de protección y de conservación del
medioambiente93. En suma, estos autores destacan la potencialidad que para el
acercamiento y la consolidación de la confianza entre los Estados de la zona tiene la
cooperación medioambiental, pese a todas las debilidades señaladas.
90 Seis organizaciones internacionales representantes de amplias comunidades indígenas ostentan el status de Participantes Permanentes del Consejo Ártico: la Asociación Internacional Aleut, el Consejo Athabaskan, el Consejo Internacional Gwich'in, la Conferencia Polar Inuit, la Asociación Rusa de Pueblos Indígenas del Norte y el Consejo Saami. 91 PAREJA ALCARAZ, P., Op.cit., p. 895-897 92 COLACRAI DE TREVISAN, M., Op. cit.; PAREJA ALCARAZ, P., Op.cit. 93 Tratado Antártico (1959) completado por el Protocolo de Protección Ambiental Antártico o Protocolo de Madrid (1991)
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En todo caso, lo cierto es que la desconfianza entre los Estados Árticos aún persiste.
Una desconfianza que se fundamenta en las cambiantes consideraciones geoestratégicas
que cada Estado realiza y que están íntimamente relacionadas con todo lo que está en
juego en la Región, como es el acceso y explotación a los recursos naturales, el control
de rutas marítimas o simplemente, una extensión de la soberanía que les permita
incorporar nuevos territorios. Unas cuestiones que se encuentran más allá del ámbito
medioambiental y que la cooperación ártica señalada no aborda. Una desconfianza que
también se ve reflejada en el hecho de que el propio sistema no sea capaz de avanzar
desde el estado de soft law en que se encuentra a otro que implique un compromiso
vinculante para los Estados. Y ya en un plano especulativo, una desconfianza que se
puede ver también como el anticipo de lo que podría llegar a ocurrir en el Antártico
según se aproxime el fin de la moratoria que actualmente protege aquel espacio polar.
Igualmente, tampoco hay que dejar de mencionar que la dinámica de cooperación
medioambiental en el Ártico se ha visto impulsada por diferentes de actores no estatales,
que con sus acciones y presiones han condicionado las relaciones estatales y han
contribuido en cierta medida a la superación de la citada desconfianza entre Estados, al
menos en ese ámbito. El propio ejemplo del Consejo Ártico es una muestra en este
sentido, en donde además de los Estados miembros, son partícipes permanentes las
Asociaciones que agrupan a las poblaciones autóctonas y varias ONGs tienen carácter
de observador.
De todo lo dicho, se extraen las siguientes características como las definitorias del
escenario de la cooperación en el Ártico:
+ Actores implicados: Estados árticos, Comunidad Internacional y actores no
estatales
+ Clima que define sus relaciones: cooperación en materia ambiental;
mantenimiento de la desconfianza en el resto de ámbitos
+ Herramientas empleadas: acuerdos multilaterales; Estrategia y Consejo Ártico
+ Control ejercido sobre los territorios árticos: persisten las áreas de influencia
pero emerge una gestión colectiva como Patrimonio común
+ Estado de las reclamaciones: no han emergido en su plenitud (inercia de la
Guerra Fría); desde la experiencia medioambiental, tendencia a la superación a
través de la gestión colectiva del patrimonio común
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+ Concepto de seguridad manejado: seguridad ambiental, problemas globales
Escenario de concertación
Frente a la perspectiva optimista que sobre la consolidación del régimen
medioambiental en el Ártico y su extensión hacia la cooperación en otros ámbitos se
perfilaba a finales de la década de los noventa, la realidad presente muestra que se está
produciendo más bien una evolución hacia un otro escenario en las relaciones entre los
Estados en el Ártico.
La cooperación ártica se complicó desde el momento en que volvieron a
predominar las concepciones basadas en la seguridad nacional a causa de la emergencia
de la noción de seguridad energética. En esta nueva situación, la progresiva toma de
conciencia sobre los problemas globales hace que persista un espíritu colaborativo en
materia ambiental, aunque su poder de cohesión y extensión hacia otros ámbitos se
difumina. Sin embargo, en la actualidad se observa que la balanza se inclina más hacia
las consideraciones nacionales que hacia las preocupaciones globales como definitorias
de las actuaciones en el Ártico. Ahora toda colaboración en la Región no parece tan
incondicional como lo era antes sino que exige unas premisas territorialmente definidas.
Con ello, la evolución que se observa en el Ártico ya no tiene que ver con la que se
pronosticó a finales del siglo pasado y que preveía que se seguiría un camino similar al
que llevó a configurar el régimen del espacio Antártico. Hoy existen indicios para
pensar que va a ocurrir justo lo contrario, de tal manera que lo que ahora acontece en el
Ártico es el preludio de lo que vendrá en el Antártico una vez concluya su moratoria.
En este cambio de dinámica, Rusia se configura como precursor y paradigma al
que, no obstante, se han unido el resto de Estados Árticos. Tras su vuelta al primer
plano internacional, se encontró un mundo muy cambiado respecto del que dejó durante
su ausencia en la década de los noventa como resulta de la implosión la URSS. Rusia ha
pasado de ser un país acorralado y sin capacidad de respuesta, a ir recuperando una voz
propia y fuerte dentro del concierto internacional. A su recuperación económica le esta
siguiendo la militar. La primera señal vino con la respuesta dada, a mediados del 2007,
al anuncio del despliegue del escudo antimisiles norteamericano y por la que el
Gobierno ruso decidió denunciar el Tratado de Fuerzas Armadas Convencionales en
Europa, lo que le permite volver a desplegar un amplio potencial militar en la zona
50
europea94. Con ello, el Kremlin sienta unas bases que reflejan su determinación a no
seguir viendo retroceder sus zonas de influencia, como ha demostrado de manera
contundente en la guerra de Georgia durante el verano del 2008. Puesto que Rusia
fundamenta su desarrollo sobre la base de la energía, su fortaleza futura vendrá
determinada por el control que ejerza sobre las reservas, de tal forma que la energía pasa
a ser el condicionante principal en el diseño de su política estratégica. Esto, no obstante,
no le impide revestir a esta estrategia de elementos nacionalistas que actúen como
elemento aglutinante de su opinión pública.
Pero como se ha señalado antes, si bien Rusia se percibe como el precursor del
cambio y como aquel que ha manifestado primero y de una manera rotunda su estrategia
de la energía, no se trata de una cuestión nueva para los EEUU. El presidente Bush ya la
ha aplicado de forma activa durante su mandato y si se mira a futuro, los programas
electorales de los dos candidatos a la presidencia de EEUU, el demócrata Barack
Obama y el republicano John McCain, están plagados de referencias energéticas. Para
ambos, la política energética es una piedra angular de sus programas y más allá de las
diferencias, los dos coinciden en la necesidad de mejorar la eficiencia energética ad
intra y de reducir su dependencia energética ad extra, cuando no de conseguir una
verdadera independencia de suministro. Y si ambos candidatos ligaban ya la cuestión
energética a la seguridad nacional, este vínculo se ha reforzado ahora en el contexto de
la crisis financiera y crediticia que azota a las economías mundiales y que arrancó con la
crisis de las hipotecas subprime en verano del 2007. Por el efecto contagio que tiene
para los otros sectores de economía, en este momento es más obligado que nunca el
asegurar los suministros básicos como fundamento de la recuperación y el crecimiento
futuro. De esta forma, y con independencia de quien sea el próximo presidente de los
EEUU, las actitudes de los dos candidatos y el contexto mundial actual sitúan a la
energía en el centro de todas las estrategias futuras de los EEUU.
Lo mismo se puede decir de Canadá, cuyo gobierno conservador lo tiene claro y
donde además se une su deseo de asegurar el control del Paso del Noroeste. En
definitiva, las posiciones adoptadas por Rusia, EEUU y Canadá ejemplifican claramente
cual es el contexto en el que se ha de situar la realidad ártica actual y por ello, cabe
preguntarse hacia dónde evoluciona el escenario Ártico y cuáles van a ser los elementos
94 Semanario El Siglo, Vuelve la Guerra Fría, Ed. impresa, nº 801 del 22 al 28 de septiembre de 2008
51
que lo definan. Para precisar esta cuestión se traen a colación dos elementos que invitan
a pensar que un escenario muy probable podría ser el de la concertación entre Estados.
Por una parte, tal y como señala COPITHORNE95, la Convención de 1982 sobre el
Derecho del Mar contiene una relevante provisión en su artículo 123 relativa a los mares
semicerrados96. Por ella, se invita a los Estados ribereños de un mar semicerrado a
cooperar entre sí en su gestión, ya sea directamente o en el seno de una Organización
regional. No se quiere entrar aquí en la discusión de si el océano Ártico responde o no a
la definición de mar semicerrado, cosa que a este autor no le parece en absoluto.
Tampoco se desconoce que la previsión se dirige exclusivamente a los recursos vivos
marinos, la conservación del medio y la investigación científica. No obstante, sí se
quiere destacar que el propio orden jurídico internacional incorpora elementos que
invitan a la concertación en el Ártico y que, caso de llevarse a efecto, pueden dejar fuera
del mismo los intereses del resto de Estados. Dicho esto, y teniendo en cuenta que se
está en un marco en el que estos intereses ponen a prueba los límites del Derecho
Internacional, se debe señalar la potencial utilización que de esta previsión puede
hacerse como base que lleve a una extensión de su objeto a ámbitos no contemplados
por el artículo 123 y que interesen a los Estados ribereños. Es decir, la gestión integral
de todo el océano Ártico y en concreto, el ejercicio de una soberanía y una explotación
exclusiva de sus recursos por parte de los Estados ribereños.
Por otra parte, y ya en el terreno político, empiezan a aparecer los primeros
elementos que muestran que la concertación puede llegar a ser una realidad. Los cinco
Estados árticos mantuvieron una cumbre en Dinamarca el pasado mes de mayo en
donde se iniciaron conversaciones que encaminadas a realizar un reparto efectivo de la
Región97. De esta manera, estos Estados parecen confirmar el deseo de resolver sus
reclamaciones de manera directa y presentar un acuerdo cerrado ante las Naciones
Unidas, antes de que sean los expertos de esta Organización los que decidan sobre las
reclamaciones presentadas. La tentación de que los Estados ribereños actúen de esta
manera es grande, máxime si al resto de la Comunidad Internacional se le presenta el
posible acuerdo como una solución global que permita resolver la reclamaciones en la
95 COPITHORNE, M.D. (1991), Op. Cit., p. 181 96 La definición del mar semicerrado se hace el artículo 122 de la Convención de 1982 97 Según informaciones de El País, Cinco países se disputan el Ártico, Internacional, Ed. Digital, miércoles 25 de mayo del 2008 (en línea: http://www.elpais.com/articulo/internacional/paises/disputan/ Artico/elpepiint/20080528elpepiint_4/Tes)
52
Región y con ello, reducir la tensión en la zona disminuyendo así los riesgos a la paz y
seguridad internacional.
Por atractivo que parezca este idílico paisaje, lo cierto es que permitiría consumar
un reparto a cinco del Ártico por la vía del concierto de posiciones y esto no sólo dejaría
al margen los intereses de terceros Estados, sino que caería fuera de las disposiciones
establecidas por la Convención de 1982 la cual, se debe recordar, ha sido ratificada por
la mayoría de la Comunidad internacional y no sólo por los cinco Estados Árticos.
Tal y como este autor percibe el posible escenario de concertación, sus
características definitorias serían las siguientes:
+ Actores implicados: Estados árticos con exclusión del resto de la Comunidad
Internacional.
+ Clima que define sus relaciones: desconfianza creciente pero conciencia de que
el acuerdo restringido es el mejor para sus intereses.
+ Herramientas empleadas: acuerdos bilaterales o multilaterales restringidos.
+ Control ejercido sobre los territorios árticos: reparto de la soberanía de sus
espacios.
+ Estado de las reclamaciones: han emergido en su plenitud y determinan las
estrategias de cada actor.
+ Concepto de seguridad manejado: multidimensional, fuertemente influida por
la seguridad energética; seguridad ambiental en segundo plano.
Escenario de confrontación
A la vista de las actitudes y posiciones que están tomando los Estados árticos, el
escenario de la concertación no es la única posibilidad que podría derivarse de la actual
situación internacional. También se puede pensar en que se llegue a un escenario
agravado de confrontación directa entre Estados árticos, no necesariamente de carácter
militar aunque sin que esto pueda ser descartado completamente, al menos a nivel local.
De la misma manera que antes se destacaron los indicios que apuntan a la
posibilidad de que se llegue a un escenario de la concertación, ahora toca señalar
aquellos que muestran que la posibilidad de una confrontación entre Estados árticos no
es del todo excluible. Quizá el signo más evidente sea la propia remilitarización que
53
sufre la Región Ártica, ya aludida en apartados anteriores y que tiene ejemplos
concretos en la reanudación del patrullaje aéreo por parte de los bombarderos rusos, el
refuerzo de las armadas de Rusia y Canadá o el despliegue del sistema BMDS por parte
de los EEUU. Sin duda, estos despliegues no hacen sino elevar la tensión en la zona
hasta un punto en el que la eventualidad de una confrontación directa, siquiera a nivel
local, se convierte en una posibilidad más que real.
No obstante, más allá de las capacidades militares hay otras herramientas también
poderosas que podrían llegar a emplearse en caso de darse tal escenario de
confrontación. Ilustremos esto utilizando los ejemplos que nos brinda la propia Rusia, lo
que no significa que sea el único actor que dispone de ellos. Por una parte está el control
del suministro energético que ejerce sobre buena parte de Europa y Asia central y que le
sirve como potente instrumento con el que presionar en favor de sus intereses.
Recuérdese el episodio en Ucrania98. No obstante, el suministro energético no es un
instrumento del que Rusia pueda abusar ya que a largo plazo la instrumentación política
de la energía es un juego de suma cero en el que Rusia necesita al resto del mundo tanto
como el resto del mundo necesita su energía. En cambio, más preocupante y poderoso
sería el empleo de herramientas económicas y financieras. La penetración de los
llamados fondos soberanos rusos en diferentes Estados es notable y ésta no se produce
únicamente en empresas sino que incluso alcanza a Gobiernos, como lo muestra el
reciente caso de Islandia que parece que haber recibido un préstamo del Gobierno ruso
para evitar el colapso de su sistema financiero99.
En cualquier caso, lo que se plantea no es un escenario de reedición de la Guerra
Fría, sino uno más complejo. La fuerte interdependencia que hoy en día tienen todos los
ámbitos de las relaciones internacionales haría intervenir dimensiones de conflicto que
no estuvieron presentes durante la Guerra Fría. La medidas militares se podrían
acompañar o se sustituirían por las energéticas y la económicas. El conflicto estaría
despojado de todo carácter ideológico y en cambio, pondría en liza elementos que
determinan la propia supervivencia y el mantenimiento del estatus de los países.
Además, no tendría porque ser de carácter bilateral, sino que podrían aparecer
98 Ya citado en el segundo capítulo. 99 Como consecuencia de la crisis financiera mundial que se inició en EEUU en el verano del 2007 con las hipotecas subprime y que hasta la fecha ha llevado a la bancarrota a varios bancos y aseguradoras en diversos países y ha obligado a varios gobiernos a intervenir sobre sus sistemas financieros para evitar su derrumbe
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confrontaciones cruzadas a diferentes niveles, entre diferentes actores y con distintos
instrumentos según la cuestión en disputa.
Resumiendo, los elementos que según este autor caracterizarían un potencial
escenario de confrontación serían los siguientes:
+ Actores implicados: Estados más poderosos y no exclusivamente árticos
+ Clima que define sus relaciones: muy alta desconfianza; actitudes hostiles
+ Herramientas empleadas: presión/coacción económica y energética; uso de
fuerzas militares para la ocupación efectiva de determinadas zonas;
amenaza/uso de la fuerza de manera local
+ Control ejercido sobre los territorios árticos: ejercicio de una soberanía de facto
+ Estado de las reclamaciones: en conflicto abierto
+ Concepto de seguridad manejado: multidimensional (militar, energética,
económica); sin relevancia la dimensión ambiental
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IV.- SOBRE LA POSICIÓN Y LOS INTERESES DE ESPAÑA EN EL
ÁRTICO
Para dar un sentido completo a este documento, no se puede terminar sin hacer una
aproximación a las posturas que mantienen terceros Estados con respecto a la realidad
ártica actual. En este sentido, este último capítulo se dedica a presentar los intereses
españoles en el Ártico y a ponerlos en relación con los de la Unión Europea.
Comenzando sobre cuál es y cómo puede evolucionar la posición de España en el
Ártico, al menos no se deben de perder de vista los siguientes elementos. En primer
lugar, hay que notar que de manera global España ha perdido más que ganado con cada
evolución o hito dentro del Derecho del Mar. En segundo, una parte importante de los
intereses de España en los océanos se asocian al sector pesquero, cuyas competencias se
encuentran transferidas a la Unión Europea y es desde Bruselas desde donde se deciden.
En tercer lugar, es necesario destacar la actividad que determinadas empresas españolas
ejercen en el sector de la energía y en concreto, los acuerdos que puedan lograr con las
operadoras de la zona. Y por último, la posición de España se ha de fundar, más allá del
sector pesquero, en relación con la que se adopte en el seno de la Unión Europea.
Cuando se afirma que España, en general, ha perdido más que ganado con cada
evolución del Derecho del Mar, lo que se pretende expresar es el recorte progresivo que
ha ido sufriendo en los derechos de los que disfrutaba. A primera vista se puede pensar
que España, siendo una península de muy amplio litoral, se debe de haber beneficiado
ampliamente de la definición y extensión de los distintos espacios marinos que otorgan
algún nivel de soberanía al Estado ribereño. Pero lo cierto es que, sin dejar de ser eso
cierto, han sido más las perdidas que los beneficios. Y para entenderlo hay que tener
presente el hecho de que tradicionalmente España ha sido una potencia pesquera cuya
producción se encontraba principalmente en caladeros alejados de su litoral. Con esto en
mente, se entiende entonces como la progresiva extensión del mar territorial o la
implantación de la Zona Económica Exclusiva no han hecho sino alejar a las flotas
españolas de los caladeros más productivos, los cuales no se encuentran en alta mar sino
en la proximidad de las costas. Por contra, los potenciales beneficios que España pudo
obtener del establecimiento de la Zona Económica Exclusiva o de la ampliación de la
Plataforma Continental a las 200 nm, se han visto muy recortados por los solapamientos
56
de estos espacios con los de los Estados vecinos100, y de los cuales han surgido diversos
contenciosos aun no del todo resueltos. Además se debe recordar que en lo referente a la
regulación de paso en tránsito por los Estrechos Internacionales que surgió de la III
Conferencia del Derecho del Mar, España mantuvo una postura contraria a la misma y
expresó sus reservas sobre la nueva regulación. Así mismo, presentó una enmienda
formal sobre un aspecto crucial al régimen de sobrevuelo por los estrechos que sin
embargo no pudo sacar adelante en la votación. Y que incluso perdió en ese punto la
condición de objetor persistente cuando años después se tuvo que mostrar favorable al
régimen de paso en tránsito de aeronaves por el estrecho de Gibraltar, para poder
cumplir con los compromisos que le imponía su pertenencia a la OTAN101.
Sobre estas bases, es el momento de volver a recordar que lo que está en juego en el
Ártico es el acceso a Fondos marinos, e incluso a Aguas Internacionales, cuya entrada y
paso sólo ha estado limitado por las condiciones naturales de la Región pero que de
consumarse el reparto descrito bajo el escenario de concertación, podrían quedar sujetas
a un nuevo régimen jurídico que lo restringiera los Estados no ribereños. Todas estas
circunstancias podrían evolucionar de manera que resulten nuevamente limitativas para
los intereses españoles y es por ello por lo que España se ha de oponer a que ello se
consume y trabajar por alcanzar un acuerdo que satisfaga sus intereses nacionales de la
manera más amplia posible (principalmente los pesqueros y los de explotación de
fondos marinos).
Al respecto de los intereses pesqueros, puede ser ilustrativo el recordar aquí las
palabras que formulaba un responsable del Consejo Ártico para hacerse una idea de la
importancia que tiene para España el asunto. Este responsable afirmaba que “con el
calentamiento [del Ártico] la pesca se desplazará hacia el norte, y ya se sabe que si hay
100 La fachada Atlántica es principalmente portuguesa, la parte cantábrica queda limitada por Francia y Gran Bretaña y la de Cádiz por Marruecos. En el mediterráneo las limitaciones vienen de los solapes con los espacios de Francia, Marruecos y Argelia principalmente. 101 En 1996, en el marco de los bombardeos que la aviación estadounidense realizó sobre ciudades libias en represalia a un acto de terrorismo imputado a agentes de Libia, los aviones de guerra norteamericanos utilizaron el espacio aéreo correspondiente al Estrecho de Gibraltar. El Presidente del Gobierno, Felipe González, manifestó en conferencia de prensa que, en su interpretación “el sector aéreo español no había sido utilizado” y que “el paso por una situación como la del Estrecho, que son aguas territoriales españolas, marroquíes, etc... en un paso que no vulnera el espacio aéreo español”. Con estas palabras que intentaban acomodar la postura española a su pertenencia a la OTAN, favorable al régimen de paso en tránsito, y también eludir cualquier responsabilidad por los mortíferos bombardeos realizados sobre Libia, se produjo un cambio radical en la actitud de España respecto al tema del sobrevuelo de los estrechos internacionales y le privaron de la condición de objetor persistente (PASTOR RIDRUEJO, J.A. (2006), Op. Cit., p. 363)
57
bacalao, detrás aparecen los españoles”102. Pero no sólo es bacalao, sino también otras
especies que tienen en el Ártico importantes caladeros, como puede ser el caso del
fletan. Sea como fuere, hay que tener presente que estos intereses pesqueros ya no los
defiende España de manera directa sino que son gestionados por la Unión Europea a
través de la Comisión, dada la transferencia de competencias que en favor de aquella se
hizo en materia de pesca103.
Además de la pesca, existen otros sectores españoles con cierta presencia en la
Región Ártica. En el terreno económico son varios los intereses españoles con actividad
en la Región, si bien sus actividades no se encuentran en primera línea. Se pueden citar
a Iberdrola, que compra gas en el recientemente abierto yacimiento noruego de Snohvit
o a ACS que ha suministrado partes principales para la regasificadora de Hammerfest,
también en Noruega. En el ámbito científico, el buque oceanográfico Hespérides,
perteneciente a la Armada Española, realizó en el verano del 2007 una primera
exploración ártica con motivo de la celebración del Año Polar Internacional. Además
desde finales del 2007 España es observador del Consejo Ártico lo que, dados los fines
de la Organización, le debe de facilitar la actividad científica en la Región.
Todos estos intereses directos de España, que se pueden considerar hasta cierto
punto escasos, se han de poner en relación con y englobar dentro de los que a su vez
determina la Unión Europea quien, dada su vocación generalista y los amplios intereses
que maneja, no puede ser un mero espectador de los acontecimientos que se suceden en
el Ártico. Ya sea porque dos de sus miembros son Estados árticos, aunque no ribereños,
o por el hecho de que su frontera exterior llega ya hasta Rusia o por la interdependencia
que existe entre los asuntos árticos y los europeos, especialmente en el terreno de la
seguridad, de la energía y de la protección del medio ambiente, la Unión Europea se
debe constituir en un actor relevante en la Región Ártica. En este sentido, son varias las
medidas que ya se han adoptado.
Durante el Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno de marzo del 2008,
Javier Solana, Alto Representante de la Política Exterior de la Unión Europea, presentó
102 El País, El cambio climático abre el Ártico, Reportaje, Ed. digital, domingo 11 de junio del 2006 (en línea: http://www.elpais.com/articulo/portada/cambio/climatico/abre/artico/elpdompor/20060611elpdmg por_1/Tes/) 103 Un ejemplo de todo ello en la Región Ártica es el acuerdo marco que la UE tiene con Noruega desde 1991 y que a través de la negociación de acuerdos anuales viene permitiendo a la flota española la pesca de determinadas especies en el mar de Barents.
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el informe El cambio climático y la seguridad internacional104, donde se presentaban
las amenazas que emergían como consecuencia del cambio climático desde la
perspectiva de la seguridad para Europa y se recomendaban un conjunto de medidas
para combatirlas. Entre las amenazas señaladas, destacar dos: los contenciosos
fronterizos y las tensiones por el suministro de energía (cuestiones que se han tratado de
manera recurrente a lo largo de todo el documento).
En concreto, el informe indicaba que “la accesibilidad creciente a los enormes
recursos de hidrocarburos en la Región ártica está cambiando la dinámica geoestratégica
de la región con consecuencias potenciales para la estabilidad internacional y los
intereses de seguridad europeos”. Y luego afirmaba “la necesidad creciente de abordar
el debate sobre las nuevas demandas territoriales y el acceso a nuevas rutas comerciales
por parte de distintos países que desafían la capacidad de Europa para garantizar
efectivamente en la región sus intereses comerciales y sobre los recursos, y pueden
ejercer presión en sus relaciones con socios clave”. En consecuencia, el Alto
Representante recomendaba desarrollar una política activa de la Unión Europea para el
Ártico que afronte el acceso a los recursos energéticos, la apertura de nuevas rutas
comerciales, las reclamaciones territoriales y las presiones que terceros Estados pueden
ejercer sobre Europa, esto último en una clara referencia a Rusia.
En suma, el informe establece un vínculo directo entre cambio climático y
seguridad internacional. Con ello se pretende que la Unión Europea vaya más allá del
liderazgo que desempeña en la lucha contra el cambio climático y que el foco de
atención se centre en los riesgos que entraña éste para la seguridad internacional. Tal y
como el propio Solana afirma105, los países de Europa deben generar de manera urgente
estrategias para manejar las consecuencias del cambio climático ya que se corre el
riesgo de que el sistema multilateral llegue a fallar si no se es capaz de manejar
adecuadamente las amenazas que de este fenómeno emergen. Para ello, propone que la
Unión Europea desarrolle capacidades que le permitan realizar de una manera amplia
labores que van desde el seguimiento hasta la alerta temprana, desde la prevención de
conflictos a la gestión de crisis así como la respuesta a desastres. De una manera más
concreta, advierte sobre la necesidad de reforzar el Derecho Internacional,
104 Disponible en línea: http://www.consilium.europa.eu/ueDocs/cms_Data/docs/pressdata/ES/reports/ 99394.pdf 105 Según artículo de opinión del propio Javier Solana: The Guardian, Before the flood, Ed. digital, lunes 10 de marzo del 2008 (en línea: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2008/mar/10/beforetheflood)
59
particularmente el Derecho del Mar, ante las presiones a las que se ve sometida por las
reclamaciones territoriales tanto actuales como futuras.
A este respecto, está previsto que sea el próximo Consejo Europeo106 el que adopte
las medidas para luchar contra las amenazas que se señalan en el informe, tal y como se
recoge en la agenda provisional de la reunión107 bajo el epígrafe “measures to combat
climate change and improve the Union's energy security”. En todo caso, sea cual sea el
sentido de las medidas y las políticas que finalmente apruebe, lo que parece claro es que
en la Unión Europea emerge la necesidad de hacer un frente común contra los desafíos
que trae consigo el cambio climático, especialmente aquellos relativos a la seguridad
energética y que tienen uno de sus frentes principales en la región Ártica. Es en este
contexto en el que se debe de situar la acción de España en el Ártico.
106 Previsto para el 15 y el 16 de octubre del 2008. 107 En la página del Consejo Europeo: http://register.consilium.europa.eu/pdf/en/08/st12/st12713.en08.pdf
60
Conclusiones
Llegados a este punto hay que recordar que el objetivo de este documento, tal y
como se declaró en la introducción, era el de ofrecer una respuesta omnicomprensiva a
la pregunta de en qué consiste el reparto del Ártico, o de una manera menos coloquial,
informar sobre cuál es la situación en que se encuentra las reclamaciones territoriales en
los espacios Árticos por parte de sus Estados ribereños. En consecuencia con este
objetivo, las conclusiones que se presenta a continuación se dedican a darle respuesta
mediante una recopilación transversal y sintética de los principales contenidos de cada
uno de los cuatro capítulos temáticos en los que se ha organizado el documento.
1. El reparto del Ártico se refiere a una realidad compleja que pone en acción
elementos físico-ambientales, jurídicos y políticos.
2. El Ártico es una región con unas características propias que la hacen muy distinta
de cualquier otra región del planeta. Sus condiciones climáticas dificultan en extremo la
actividad humana. Su suelo y fondos marinos contienen recursos minerales y reservas
energéticas. Su vulnerabilidad al cambio climático es muy alta.
3. Existe una gran incertidumbre sobre la cantidad y localización de las reservas
energéticas que alberga. No obstante, la posibilidad de su explotación suscita grandes
expectativas e incitan a los Estados a tomar control sobre los espacios árticos.
4. Las dimensiones árticas de interés preferente para los Estados son la estratégica, la
económica y la medioambiental. La dimensión económica se descompone en energética
y de apertura de nuevas rutas marítimas: los pasos del Noroeste y del Noreste.
5. La dimensión estratégica dominó durante los años de la Guerra Fría. El escenario
de la coexistencia explica las relaciones entre los Estados en ese periodo. Los espacios
árticos quedaron sometidos a las zonas de influencia entre los actores.
6. La dimensión medioambiental repunta durante la década de los noventa y propicia
un escenario de cooperación limitado a esa dimensión. Se plantea la posibilidad de una
gestión colectiva del Ártico como Patrimonio común.
7. La consolidación y extensión del escenario de cooperación a otros ámbitos se
frustra a finales de los noventa cuando irrumpe el concepto de seguridad energética.
Según su lógica, el control de los suelos árticos se torna en objetivo estratégico de
primer orden para los Estados, dado el volumen de reservas de hidrocarburos que puede
albergar.
61
8. La irrupción del concepto de seguridad energética hace emerger las reclamaciones
sobre los espacios Árticos, “congeladas” desde la época de la Guerra Fría.
9. El cambio climático no es un factor determinante de la dinámica de las
reclamaciones, sólo potencia las expectativas sobre la zona al facilitar el explotación de
la dimensión económica (acceso a los recursos y aparición de nuevas rutas de
navegación).
10. El factor determinante es el concepto de seguridad energética. Éste se puede ver
desde el lado de la oferta (Rusia que busca asegurar sus reservas como productor) o
desde el lado de la demanda (EEUU que busca disminuir su dependencia energética del
exterior).
11. Hasta la fecha, todas las reclamaciones presentes se desarrollan de acuerdo a
Derecho, es decir dentro del marco de las disposiciones establecidas por la Convención
del Derecho del Mar de 1982.
12. De igual forma, la Convención de 1982 establece mecanismos para su resolución.
No obstante, puede resultar muy atractivo para los Estados árticos, dado su pequeño
número y la importancia de los intereses en juego, el plantear un escenario de
concertación.
13. El escenario de concertación implica un arreglo entre Estados árticos que resuelva
entre ellos sus reclamaciones y en del que quedarían excluidos terceros Estados.
14. La Comunidad Internacional debe de estar alerta ante ese escenario. Las soluciones
ex aequo et bono, según interpretación de los Estados concertados, pueden forzar y/o
violar el Derecho Internacional además de limitar los derechos de otros Estados.
15. En el actual panorama internacional existen elementos que pueden interpretarse
como indicios de una aproximación al escenario de la confrontación. Sus consecuencias
se estiman desestabilizadoras tanto a nivel local en el Ártico como a escala global.
16. En el corto y medio plazo, se encuentra como poco probable el escenario de la
confrontación, si bien si que resulta factible que se puedan llegar a utilizar algunos de
sus instrumentos de manera puntual.
17. A España le va a resultar muy difícil hacer valer sus intereses de manera individual,
dado su carácter de Estado no Ártico y la escasa presencia en la Región. Una acción en
el seno de la Unión Europea, pese a su naturaleza de consenso a 27, podría ser más
satisfactoria y efectiva.
62
18. La Unión Europea liga el cambio climático con la seguridad europea y le preocupa
la geoestrategia ártica y las presiones rusas. Por ello, está en proceso de dotarse de
instrumentos que le permitan hacer frente a las amenazas que todo ello comporta.
63
BIBLIOGRAFÍA
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documento. El resto se puede seguir directamente con las notas a pies de página.
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El País, Rusia modernizará su capacidad de disuasión nuclear para 2020, Ed. Digital, viernes 26 de septiembre del 2008, http://www.elpais.com/articulo/internacional/Rusia/ modernizara/capacidad/disuasion/nuclear/2020/elpepuint/20080926elpepuint_12/Tes El Siglo, Vuelve la Guerra Fría, Ed. impresa, nº 801, del 22 al 28 de septiembre de 2008
Informe de Javier Solana, El cambio climático y la seguridad internacional, http://www.consilium.europa.eu/ueDocs/cms_Data/docs/pressdata/ES/reports/ 99394.pdf La Vanguardia, Menos hielo, más petróleo, Internacional, Ed. impresa, viernes 29 de febrero del 2008 Reclamación noruega ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental, http://www.un.org/Depts/los /clcs_new/submissions_files/submission_nor.htm Reclamación rusa ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental, http://www.un.org/Depts/los /clcs_new/submissions_files/submission _rus.htm The Guardian, Before the flood, Ed. digital, lunes 10 de marzo del 2008, http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2008/mar/10/beforetheflood
65
ANEXOS
Anexo I - Figuras
Figura 1 - Criterios de Delimitación de la Región Ártica
66
Figura 2 - Límites y extensión de reclamación rusa en el Ártico central