el protocolo del calzado femenino en la historia

113

Upload: laurassant

Post on 23-Dec-2015

25 views

Category:

Documents


7 download

TRANSCRIPT

ESCUELA INTERNACIONAL DE PROTOCOLO DE GRANADA

PROTOCOLO DEL CALZADO FEMENINO EN ESPAÑA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

María Trinidad Rodríguez Pichel

Febrero 2009

PROYECTO TÉCNICO

PROTOCOLO DEL CALZADO FEMENINO EN ESPAÑA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

María Trinidad Rodríguez Pichel

ÍNDICE GENERAL CAPÍTULO 1. EL PRIMER CALZADO 1 CAPÍTULO 2. EL ANTIGUO EGIPTO 3 2.1 LAS SANDALIAS Y SU SIGNIFICADO 3

2.2. DIFERENTES USOS DE LAS SANDALIAS 6

2.3 LA TUMBA DE TUTANKHAMON 8

2.4 EL CALZADO FEMENINO EN EL ANTIGUO EGIPTO 9

CAPÍTULO 3. LA GRECIA ANTIGUA. 12 3.1. EL CALZADO FEMENINO EN LA ANTIGUA GRECIA 13 CAPÍTULO 4. ROMA 15 4.1 EL CALZADO EN ROMA. 15 4.2. USO DEL CALZADO 17 4.3. EL CALZADO FEMENINO EN LA ANTIGUA ROMA. 18 CAPÍTULO 5. LA EDAD MEDIA 20 5.1. LA VESTIMENTA COMO DISTINCIÓN SOCIAL. 20 5.2. LA INDUMENTARIA FEMENINA EN LA EDAD MEDIA. 21 5.3. EL CALZADO A LA “POULAINE”. 22 5.4. LA INFLUENCIA DE LAS CRUZADAS. 23 CAPÍTULO 6. LA EDAD MEDIA EN ESPAÑA. 24 6.1. EL DOMINIO MUSULMÁN. 25 6.2. LA INDUMENTARIA EN LA ESPAÑA MUSULMANA HASTA EL SIGLO XI. 26 6.3. EL CALZADO FEMENINO EN LA ESPAÑA MUSULMANA HASTA EL SIGLO XI. 27 6.4. LA INDUMENTARIA EN LA ESPAÑA MUSULMANA.

SIGLO XII EN ADELANTE. 27 6.5. EL CALZADO FEMENINO EN LA ESPAÑA MUSULMANA. SIGLO XII EN ADELANTE. 28 CAPÍTULO 7. SIGLO XIV. 30 7.1. LA INDUMENTARIA EN ESPAÑA. SIGLO XIV. 30 7.2. EL CALZADO FEMENINO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIV. 31 CAPÍTULO 8. LOS CHAPINES. 32 8.1. ORIGEN DE LOS CHAPINES. 32 8.2. USO DE LOS CHAPINES. 35 8.3. LA FABRICACIÓN DE LOS CHAPINES. 37 8.3. LOS CHAPINES COMO CALZADO JOYA. 39 8.4. CHAPINES “REALES”. 40 8.5. EL DESACUERDO DE LA IGLESIA. 42 8.6. EL CHAPÍN EN LA LITERATURA. 43 CAPITULO 9. LOS CHAPINES EN GRANADA. 45 9.1. LOS CHAPINES ENCONTRADOS EN LA ALHAMBRA. 45 9.2. REPRESENTACIÓN DE MUJER CON CHAPINES APARECIDA EN EL ALBAYZIN. 48 CAPÍTULO 10. EL OCASO DE LOS CHAPINES. 52 CAPÍTULO 11. SIGLO XVI. 53 11.1. CARLOS V. 53 11.2. FELIPE II. 54 11.3. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XVI. 55 CAPÍTULO 12. EL SIGLO XVII. 57

12.1. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XVII. 58 CAPÍTULO 13. EL SIGLO XVIII. 60 13.1. LA INDUMENTARIA MASCULINA EN EL SIGLO XVIII. 61 13.2. LA INDUMENTARIA FEMENINA EN EL SIGLO XVIII. 61 13.3. EL MAJISMO. 63 13.4. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XVIII. 63 CAPÍTULO 14. EL SIGLO XIX. 67 14.1. LA INDUMENTARIA MASCULINA EN EL SIGLO XIX. 68 14.2. LA INDUMENTARIA FEMENINA EN EL SIGLO XIX. 68 14.3. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XIX. 69 CAPÍTULO 15. EL SIGLO XX. 71 15.1. AÑOS 1900-1910. 71 15.1.1. La indumentaria femenina en 1900-1910. 71

15.1.2. El calzado femenino en 1900-1910. 71

15.2. LOS AÑOS 1910-1920. 72 15.2.1. La indumentaria femenina en los años 1910-1920. 73 15.2.2. El calzado femenino en los años 1910-1920. 73 15.3. LOS AÑOS 1920-1930. 74 15.3.1. La indumentaria femenina en los años 1920-1930. 74 15.3.2. El calzado femenino en los años 1920-1930. 75 15.4. LOS AÑOS 1930-1940. 77 15.4.1. La indumentaria femenina en los años 1930-1940. 78 15.4.2. El calzado femenino en los años 1930-1940. 78

15.5. LOS AÑOS 1940-1950. 79 15.5.1. La indumentaria femenina en los años 1940-1950. 80 15.5.2. El calzado femenino en los años 1940-1950. 80 15.6. LOS AÑOS 1950-1960. 81 15.6.1. La indumentaria femenina en los años 1950-1960. 81 15.6.2. El calzado femenino en los años 1950-1960. 81 15.7. LOS AÑOS 1960-1970. 84 15.7.1. La indumentaria femenina en los años 1960-1970. 84 15.7.2. El calzado femenino en los años 1960-1970. 85 15.8. LOS AÑOS 1970-1980. 86 15.8.1. La indumentaria femenina en los años 1970-1980. 87 15.8.2. El calzado femenino en los años 1970-1980. 87 15.9. LOS AÑOS 1980-1990. 89 15.9.1. La indumentaria femenina en los años 1980-1990. 89 15.9.2. El calzado femenino en los años 1980-1990. 89 15.10. LOS AÑOS 1990-2000. 92 15.10.1. La indumentaria femenina en los años 1990-2000. 92 CAPITULO 16. INICIOS DEL SIGLO XXI. 95 16.1. La indumentaria femenina en los inicios del siglo XXI. 95 16.2. El calzado femenino en los inicios del siglo XXI. 96 CONCLUSIONES 98

PRESENTACIÓN Con el presente trabajo realizo una aproximación al calzado que han utilizado las mujeres a través de la historia, con especial atención a España. El objetivo es conocer el protocolo que se ha seguido en su utilización, en caso de que existiera el mismo. He consultado diferentes libros, revistas y páginas web con temática referente a la vestimenta, a la historia y al calzado. Ciertamente la mayor dificultad que he encontrado es la nula bibliografía que existe (al menos yo no la he encontrado) referente a la unión del tema del calzado y el protocolo. Son pocos los libros que hay escritos sobre calzado y difíciles de localizar. Casi siempre ha tenido que ser a través de préstamo inter-bibliotecario o a través de Internet.

METODOLOGÍA El trabajo está estructurado en diferentes épocas de la historia, siglos o décadas, dependiendo de la importancia y de variedad de calzado que haya tenido en las diferentes etapas. En cada capítulo se hace una breve reseña histórica de la época, de la vestimenta general y del calzado, según la información que nos ha llegado del mismo, para dar una visión completa de cómo era la sociedad en la que se usó ese calzado en concreto. El trabajo recoge desde el primer calzado del que se tienen noticias en España hasta los primeros años del siglo XXI (época actual). En ocasiones no hay referencias estrictas al calzado en nuestro país porque las modas de otro Estado lo abarcaban. Se refleja con más detalle la época en que España se convierte en exportadora de la moda a Europa.

INTRODUCCIÓN El calzado no existe como un algo único y solitario. Es parte de un aspecto de moda global que se encuadra, a su vez, en una época determinada de la Historia, del lugar, del carácter de quien lo porta. El calzado femenino es un accesorio extraordinariamente voluble, quizás ahí esté su principal encanto. Freud lo estudió y catalogó como típico objeto fetichista que indicaba, sobre todo en el zapato de punta y tacón fino, el medio para vencer el miedo a la castración. El zapato tiene su propia historia en el cine, que influyó en la moda en ciertos años. En ciertas épocas, llevar o no zapatos era indicativo de clase social: los ricos llevaban zapatos, los pobres iban descalzos. Que determinadas órdenes religiosas vayan descalzas significa la renuncia a la pompa, riquezas y poder mundanos (por ejemplo Carmelitas descalzas). Los zapatos para la mujer se han convertido en ocasiones en verdaderos instrumentos de mortificación para hacer realidad un ideal de elegancia y sensualidad (por ejemplo en la China antigua). En Francia en el siglo XVIII los zapatos de las damas eran diminutos y estrechos, a duras penas se podía caminar con ellos. Y las mujeres seguimos sometiéndonos a los “sufrimientos” que nos impone la moda para brillar con unos imponentes zapatos de tacón que estilizan toda la figura, en detrimento de nuestros pies y nuestra columna. Pero nadie es indiferente a la fascinación que ejercen unos zapatos con tacón de aguja, independientemente de que vaya a usarlos o no. El calzado puede decir mucho de quien lo lleva desde el momento en que escoge entre una amplia oferta exactamente lo que quiere para un evento concreto. Incluso las mujeres que no son especialmente amantes de los zapatos, llegan a preguntarse ante cualquier atuendo “¿Y qué zapatos me pongo con este traje?”. Existe tal variedad de calzado en cuanto a hormas, tacones, materiales, colores, etc. que elegir se convierte en un problema. Por todo ello, el calzado femenino merece un estudio sobre lo que ha sido a través de la historia.

CAPÍTULO 1. EL PRIMER CALZADO Lo que conocemos del primer calzado de la historia ha llegado a nosotros a través de los hallazgos de yacimientos prehistóricos, puesto que los materiales en que se realizaron (fundamentalmente pieles de animales) son fácilmente perecederos. Existen evidencias que nos señalan el comienzo de la historia del calzado a partir del año 10.000 a.C., es decir, al final del período Paleolítico. Se han descubierto pinturas de esa época en cuevas de España y del Sur de Francia que hacen referencia al calzado. En la cueva de Altamira (Santillana del Mar, Cantabria) se encontraron indicios de que la piel de los animales debió utilizarse para fabricar vestidos y calzado. La piel se estiraba para su secado, en el suelo o en bastidores realizados con ramas (figura 1). También se encontraron raspadores de sílex para suavizarlas. Éstas herramientas se realizaban en una lámina estrecha y alargada del mineral, tallándolo hasta darle una forma convexa en uno de sus extremos. Figura 1. Recreación de una escena de la vida cotidiana en la que se preparan las pieles para la confección de vestimenta. Museo de Altamira. En Altamira había igualmente agujas finas realizadas en hueso y agujereadas para pasar un hilo (probablemente utilizando tendones de los animales que cazaban) realizando con ellas la confección de indumentaria, tal y como vemos en representaciones artísticas del paleolítico en las que las personas aparecen vestidas y con calzado (especie de botas de piel con las que envolvían los pies) (figura 2). De esta forma, el calzado servía de protección a los pies frente a las temperaturas extremas del entorno.

Figura 2. Recreación de una escena de preparación a la caza en la que se observa el calzado confeccionado con pieles. Museo de Altamira.

CAPÍTULO 2. EL ANTIGUO EGIPTO 2.1 LAS SANDALIAS Y SU SIGNIFICADO Parece que no siempre los habitantes del Antiguo Egipto utilizaron calzado: “En los primeros tiempos, incluso el faraón andaba descalzo, así como semidesnudo. Y esto a lo largo de dinastías. El clima, además invitaba a ello. ¡Cómo no iban a ir descalzos y desnudos sus súbditos!”, 1.

Sin embargo, con la aparición de las sandalias encontramos, probablemente, la primera pieza clave en la historia del calzado. En los primeros tiempos se reservaban a príncipes y altos dignatarios, excluidas las mujeres. El pueblo llano iba descalzo. Las sandalias consistían en una suela de fibra de papiro, cuero trenzado o madera y una tira que pasaba entre los dos primeros dedos y se unía al empeine por dos tiras (figura 3). A veces, tenían la punta levantada (figura 5).

Figura 3. Sandalia egipcia hecha de fibras vegetales. Museo Bally, Schönenwerd, Suiza. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Nuestro conocimiento del calzado en el antiguo Egipto procede de la indumentaria hallada en las tumbas y a través de relieves, esculturas o pinturas. 1. ALONSO y Royano, Felix. “Calzado y afección podálica en el Antiguo Egipto”, publicado el 26 de

Septiembre de 2007, modificado el 27 de Septiembre de 2007.

http://www.egiptologia.com/content/view/2387/41/

Los ejemplares de sandalias más antiguos son de la I dinastía, se hallaron en Abidos. En las tumbas del Reino Arcaico se encontraron sandalias como objetos votivos. Una de ellas está tallada en marfil con dibujos rojos y perforación. Se considera el objeto más antiguo que representa a una sandalia. En el Reino Medio encontramos otras sandalias votivas realizadas en madera pintada de blanco (figura 4). Figura 4. Detalle del panel izquierdo del ataúd de dama desconocida. Muestra un par de sandalias blancas. Asyut. Dinastía XI. Tomado de: Faccini, Richard y otros “Masterworks from Áncient Egypt British Museum.

En la vida cotidiana el hombre del pueblo llano iba descalzo y sólo usaba sandalias en alguna ocasión especial. Éstas se hacían de papiro, de hojas de palmera, cuero, madera con pintura blanca, plantas gramíneas y metales preciosos. Cuando tenían que ira alguna parte llevaban sus sandalias en la mano o atadas a un bastón y se las ponían cuando llegaban al destino. Al parecer, para los egipcios las sandalias eran un bien muy preciado y se asociaban a la prosperidad.

Figura 5. Sandalias de oro de Psusennes I (-1036 - 939) Diseño inspirado en modelos predinásticos. Largo 23,5 cm. Museo Egipcio del Cairo. Tomado de: Stierlin, Henri: The Gold of the Pharaohs, Terrail

Encontramos que se hace distinción entre el calzado que se usaba de forma cotidiana y los que se utilizaban para ceremonial o los de uso funerario. Para el rito funerario, conocemos el trabajo de los sacerdotes y su indumentaria: “Llevan los sacerdotes solamente vestido de lino y calzado de papiro y no les está permitido ponerse otro vestido ni otro calzado” (Herodoto II: 37). Los difuntos debían tener sandalias blancas, como símbolo de pureza en el culto funerario, indicando que se presentaba en el más allá libre de polvo y suciedad. Hubo una época en que era frecuente pintar un para de sandalias en la parte exterior del ataúd, debajo de los pies del difunto, a las que se les aplicaban unas tiras de curso. Según la egiptóloga Alejandra R. Cersósimo “el pie así como también el calzado fueron símbolos de autoridad y de la adquisición de propiedades o bienes. Los faraones usaban suntuosas sandalias con la punta realzada hacia el empeine (figura 6) y se representaba artísticamente a los enemigos capturados en las suelas de modo que mágicamente el rey los pisoteaba o aplastaba cada vez que daba un paso”, 2.

2. CERSÓSIMO, Alejandra R. “Las sandalias en el Antiguo Egipto”. Transoxiana, Journal libre de estudios orientales. Nº 4, Julio 2002. http://www.transoxiana.org/0104/sandalias.html

Figura 6. Sandalias de oro de Sheshonq II (ca. -890) Dinastía XXII. Tanis. Largo: 29 cm. Museo Egipcio del Cairo. Tomado de: Stierlin, Henri: The Gold of the Pharaohs, Terrail

Poco a poco, éste calzado fue utilizándose por la mayoría de miembros de la sociedad. El lujo se veía en las sandalias del faraón y de los altos dignatarios. El Estado proveía a los trabajadores de las tumbas del Valle de los Reyes de sandalias de junco. En cambio, los hijos de los trabajadores no usaban vestidos ni calzados hasta la pubertad.

Los obreros en ésa época cobraban en especies: recibían aceite, ungüentos, perfumes, sandalias y vestidos cada diez días. Así lo cuenta Ramsés II: “Para vosotros he llenado los depósitos con toda clase de cosas: pan, carne, pasteles, sandalias, vestidos, abundantes ungüentos de modo que podáis frotaros la cabeza cada 10 días y equiparos todo el año, y que en todo tiempo dispongáis de buen calzado”. (“Urkunden des Ägyptischen Altertumskunde” IV).

2.2. DIFERENTES USOS DE LAS SANDALIAS

Según hemos comentado, las sandalias eran un símbolo de dignidad y un prestigioso bien en el Antiguo Egipto.

Hubo épocas en que estaban asociadas a ocasiones especiales. Eran una parte importante del ajuar funerario, donde podemos encontrar modelos adornados con materiales preciosos.

Los Reyes debían llevar diferentes modelos de sandalias según la ocasión. Los sacerdotes también las cambiaban dependiendo de la función a la que fueran destinadas. Incluso el Rey, cuando actuaba en calidad de sacerdote, llevaba sandalias de plata para las procesiones.

La vestimenta del Rey en al Antiguo Egipto era tan importante, que existía un funcionario con el título nobiliario de “Porta sandalias del Rey”(figura 7). Esta figura aparece representada detrás del Rey, portando lo que parece un estuche con las sandalias en una mano, y una vasija en la otra.

Figura 7. Portasandalias. Paleta de Narmer. Detalle. Hierakómpolis. Aprox. -3100. Museo Egipcio del Cairo

Estaba mal visto llevar las sandalias puestas ante un superior.

En algunas tumbas de Reyes se han encontrado sandalias realizadas en oro con motivos vegetales. Se piensa que el uso de esas sandalias sería ceremonial, calzándolas el Rey una vez que se sentaba tras un ritual. No parece lógico que se usaran para caminar.

2.3 LA TUMBA DE TUTANKHAMON

En 1922, Carter abre la tumba de Tutankhamon cuando habían pasado más de 3.000 años desde que se depositó el cadaver. Entre los muchos tesoros que encontró, y refiriéndonos al tema que nos ocupa, el Rey llevaba puestas unas sandalias de oro y en sus dedos (manos y pies), a modo de protección había dediles tambien de oro.

No fueron éstas las únicas sandalias que acompañaban al faraón en su última morada: “Había sandalias, por ejemplo, con dibujos hechos a base de cuentas, cuyo hilado se había podrido. Tal como estaban en el suelo de la cámara parecían estar en perfectas condiciones, pero si intentábamos tomarlas se nos quedaban en las manos y todo lo que teníamos como premio a nuestros esfuerzos era un puñado de cuentas sueltas y sin objeto alguno”, 3.

En una caja de madera había unas sandalias de papiro. En otro cofre se encontraron: un par de sandalias de junco (figura 8), otros dos pares de sandalias y un par de cuero decorado con oro. En la actualidad hay doce pares de sandalias de Tutankhamon catalogadas, la mayoría de las que se conservan están en el Museo del Cairo.

3. CARTER, Howard: “La tumba de Tutankhamon”, pag 73.

Figura 8. Sandalias de papiro de Tutanjamon (ca. -1323) Largo: 30 cm, ancho 10 cm. Presenta decoloración del papiro. Buen estado de conservación. Foto original de Harry Burton entre 1922-1928. Cortesía: Copyright Griffith Institute 2000, Oxford.

2.4 EL CALZADO FEMENINO EN EL ANTIGUO EGIPTO

Según se ha encontrado en algunas tumbas privadas, las diosas, con frecuencia se representan descalzas, sin embargo, las reinas llevan sandalias.

La reina Nefertari, esposa de Ramsés II tenía en su tumba sandalias de papiro.

En un ataúd de madera pintada que correspondía a una mujer que no se ha podido identificar, se ven pintadas un par de sandalias blancas con tira negra, como mandaba el ritual.

La reina Tauseret, esposa de Sethi II, mandó construir una tumba en el Valle de los Reyes, entre cuyos restos se encontraron unas sandalias de plata grabada con motivos vegetales y con frente curvo hacia el empeine.

En Tebas se halló un par de sandalias funerarias de oro, delicadamente cinceladas, que pertenecieron a una princesa (figura 9).

Figura 9. Sandalias funerarias de oro, femeninas. Largo 25,5 cm. Tebas, Tumba de las Princesas. Dinastía XVIII. Metropolitan Museum of Art 26.8146a/b. Tomado de: Müller Hans Wolfgang y Thiem Eberhard El oro de los faraones, Libsa, figura 351.

Sandalia de madera con incrustaciones de oro, tesoro de Tutankamon. 18ª Dinastía. Tebas. Museo del Cairo, Egipto. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

CAPÍTULO 3. LA GRECIA ANTIGUA. Las sandalias es el calzado que conocemos como genuinamente perteneciente a la Antigua Grecia, sin embargo no fue el único: “Las excavaciones de Schlieman en Asia Menor, en el presunto emplazamiento de la antigua Troya, y las de Sir Arthur Evans en Knosos, han permitido una reconstitución del traje de los pélagos, egeos, aqueos, micenos, cretenses y troyanos de los siglos XX al XII antes de Jesucristo” 4.

En la época prehelénica los hombres se visten con taparrabos que forman una especie de falda corta, generalmente llevan el torso desnudo. El calzado que utilizaban eran unos borceguíes muy altos, especie de medias botas que suben hasta las pantorrillas, de cuero blanco o gamuza u otros de cuero rojo. Este calzado lleva correas que dan siete vueltas a la pierna. Aunque en el interior de las casas y de los santuarios se iba descalzo. En la época clásica, tiene gran importancia el ejército en la variedad de calzado, según los cometidos de sus miembros. Había una infantería pesadamente armada (los hoplitas) que protegen sus piernas con los “cnémides” (especie de espinilleras) (figura 10) de bronce y en los pies utilizan “crépides” con suelas fuertemente claveteadas. Figura 10. Cnémides.

3. BEAULIEU, Michele. “El vestido antiguo y medieval”, Ed. Oikos-Tau ¿Qué sé? Nª 32, Barcelona 1972.

Págs. 43-56.

Para la infantería ligera, las “cnémides” se atan sobre unas polainas de lana y como calzado utilizan sandalias con correas para proteger los pies. Los soldados de caballería utilizan unas polainas de cuero en lugar de las “cnémides”. En la época arcaica el calzado masculino se limita a unas sandalias de cuero natural o negro. El uso de las sandalias en la Antigua Grecia era privilegio de la aristocracia (figura 11). Figura 11. Sandalia griega.

Los viajeros llevan altas botas atadas (llamadas “endrómidas”). “Desde finales del siglo VI a. C. los persas introducen el calzado tapado, a veces con la punta curvada, a la moda oriental, como lo atestigua la famosa Koré de botas rojas del Museo de Atenas” 5. 3.1. EL CALZADO FEMENINO EN LA ANTIGUA GRECIA La mujer griega estaba dedicada básicamente a los hijos y a la casa. A pesar de esto, la vestimenta de la época prehelénica muestra una gran riqueza en pliegues, bordados y pasamanerías. El calzado de estos años es similar al del hombre, es decir, botas bajas de piel, tan estrechamente ceñidas que el pie debía parecer que estaba pintado. En Tebas el calzado femenino era rojo; las mujeres elegantes de Tanagra llevaban botas amarillas con suela roja. Solían incluir una especie de “alza” o tacón entre la planta del pie y el calzado para parecer más altas. Sin embargo, al permanecer la mujer más tiempo en casa, se calza con menor frecuencia que los hombres.

5. Ibid, pags 43-56.

Como excepción debemos nombrar a las prostitutas, que en esta cultura tenían mayores libertades que el resto de mujeres: salían a la calle con frecuencia, podían manejar su propio dinero y vestían con todo lujo, incluidas llamativas joyas. Su calzado solía tener un grabado especial en la suela, que dejaba una huella en el terreno por el que iban caminando. En la época clásica, la mujer viste, al igual que el hombre, sandalias de vivos colores: rojas, blancas, amarillas o verdes. Se atribuye a los griegos la fabricación de un modelo distinto para el pie izquierdo y el derecho.

EFE. Bota de la tropa de Grecia del siglo III

CAPÍTULO 4. ROMA La prenda que habitualmente vestían los romanos era la toga, tomada de los etruscos y convertida en símbolo nacional. En un principio la utilizaban tanto hombres como mujeres aunque luego pasó a ser usada exclusivamente por hombres. Las prostitutas utilizaban una prenda similar para anunciar su oficio por las calles. Comenzó siendo un trozo de tela que se enrollaba al cuerpo y con el paso del tiempo, ponerse una toga llegó a ser un arte por la complicación de pliegues y dobleces que debían hacer con la tela, lo que requería la ayuda de un esclavo especializado. Al final, la toga se convirtió en una prenda para reuniones formales o importantes eventos. La túnica era el otro elemento del vestuario de un romano. Fue tomada de los griegos. Consistía en dos piezas de tela cosidas por los costados dejando un espacio para los brazos y otro para la cabeza. Algunas tenían mangas. Se ajustaban con un cinturón, que las mujeres solían colocar debajo del busto. La túnica se adaptaba a las diferentes necesidades de sus propietarios: realizadas con tela resistente para los trabajadores del campo, que proporcionaran abrigo y comodidad a los soldados en los terrenos donde combatían...Para salir la túnica quedaba cubierta por la toga. En la mujer, las prendas que vestían llegaron a un refinamiento tal que servían para distinguir a las “patricias” (mujeres de clase alta) de las “plebeyas” (mujeres del pueblo). Podemos distinguir como prendas exclusivamente femeninas la “stola” que era una variedad de túnica que la mujer vestía inmediatamente después del matrimonio, por tanto indicadora de su estado civil. La “stola” se ponía encima de otra túnica. Otra prenda femenina era la “palla”, que consistía en un manto cuadrado o rectangular con poca extensión horizontal que iba de la cabeza a los pies, ya que generalmente se utilizaba enganchado al pelo y cayendo como un velo trasero. Esta prenda indicaba prestigio dentro de la familia. Se utilizaba para cubrir los hombros o formando una capucha cuando estaba en la calle, ya que no estaba bien visto que una mujer de clase alta caminara por las calles mostrando su pelo. 4.1 EL CALZADO EN ROMA.

Igual que sucedía con el vestido, el calzado era un indicativo de la clase social a la que pertenecía su portador y eran un símbolo de rango y fortuna.

La civilización romana tenía gran variedad de tipos de calzado, desde botas y zapatos hasta sandalias de todo tipo. Estos calzados eran, en su mayor parte, adaptaciones de otras culturas: los zapatos “calcei” eran utilizados por algunas tribus etruscas y las sandalias fueron tomadas de los griegos. El material por excelencia en la fabricación del calzado era el cuero, por su resistencia y practicidad con él se realizaban todo tipo de zapatos, botas y sandalias. Podemos enumerar varios tipos de calzado (que, a su vez, se pueden subdividir, en subtipos). Ëstos eran los más comunes:

- Los zapatos “calcei”. Con punta redondeada. Una especie de bota corta hasta el tobillo que iba acordonada por el centro. Los colores que tenían indicaban la clase social de la persona que los llevaba. Si eran rojo oscuro, pertenecían a un senador, también podían ser negros (“calcei senatorii”) (figura 13). Si eran de color marrón se trataba de un patricio (“calcei patricii”) adornados con una hebilla de plata en forma de media luna (la luna patricia). Los patricios eran los descendientes de las familias más antiguas de la ciudad. Constituían la clase aristocrática y eran considerados superiores al resto de los habitantes.

- Las sandalias “caligae”. Su diseño era un híbrido entre zapato y sandalia. Cubría todo el pie y subía hasta el tobillo, pero tenía varias aberturas. Se abrochaban con cordones o correas. Dependiendo del uso que se les diera, las suelas llevaban incorporados clavos para agarrarse mejor al terreno (figura 12). Es el calzado típico de las legiones y de la elitista Guardia Pretoriana (responsables directos de la seguridad del Emperador).

- Las sandalias “crépida”. Una sandalia acordonada que cubría gran parte del pie y que utilizaban los trabajadores.

- Las sandalias “solae”. Es la sandalia romana por excelencia. Tenían una suela a la que se unían tiras de cuero, que al juntarse en el centro abrazaban el pie. Su uso en la clase alta se limitaba al interior de la casa. Llevarlas por la calle estaba mal visto para las mujeres y la clase senatorial.

- Los zapatos “sciponeae”. Era una especie de zueco de madera. Los utilizaban las clases bajas y los esclavos.

- Los “solo alto”. Eran unas sandalias con plataforma que usaban los actores.

Figura 12. Reconstrucción de unas “caligae”, el calzado del legionario romano. Podemos ver la

suela con clavos. 4.2. USO DEL CALZADO Como hemos comentado, el calzado, al igual que el vestido en la antigua Roma tenía un uso social. Cada calzado tenía un lugar específico de utilización. Dentro de esto había diseños dirigidos a lo utilitario y diseños pensados para la elegancia y la clase social. Las sandalias eran el calzado propiamente de trabajo. Los soldados y trabajadores los utilizaban de forma cotidiana para realizar sus tareas. En la nobleza, como hemos comentado, era un calzado de uso privado en el hogar. Cuando los patricios o ciudadanos de un nivel económico elevado iban de visita solían ir con un esclavo que llevaba sus sandalias. Cuando llegaban a su destino, cambiaban sus zapatos por las sandalias. Para comer en casa del invitado, se utilizaban de nuevo los zapatos. Después de comer, para disfrutar sentados, los esclavos volvían a poner de nuevo las sandalias. Las botas eran un calzado casi exclusivo de los climas fríos que utilizaban en los países que conquistaban. También en éstos climas se solían utilizar tiras de cuero para cubrir las articulaciones y los dedos del pie. Sólo los Emperadores

Figura 13. Calcei senatorii

tenían derecho a usar botas de color púrpura. El tinte más caro y exclusivo extraído de un molusco (“purpex”), cuyo uso era signo de riqueza y alta posición. Las botas usadas por los hombres mayores no debían utilizarlas los jóvenes. En la época de las grandes invasiones, los rudos calzados sustituyeron a todo tipo de zapato. Sólo los altos dignatarios eclesiásticos o del Estado, llevaron zapatos más finos. 4.3. EL CALZADO FEMENINO EN LA ANTIGUA ROMA. En el vestido, era notable la diferencia entre hombre y mujer; sin embargo, en el calzado no ocurría lo mismo. Hay una gran similitud. Por ejemplo, encontramos la versión femenina del “calcei” (“calcei muliebres”), pero realizados en un cuero más liviano y suave. También utilizaban botas cortas, generalmente cuando viajaban a territorios embarrados o al campo. También contaban con “caligae” (“caligae muliebres”), mejor adaptadas al pie femenino. Las mujeres de las clases altas lucían zapatos cerrados blancos y rojos y, en ocasiones especiales, verdes y amarillos. También vestían sandalias decoradas con finas perlas y ornamentos de oro.

Las mujeres de menor rango calzaban sandalias de cuero de color natural, abiertas. El Emperador Aureliano (270-275) prohibió el uso del calzado de colores. Aunque a las mujeres les permitió lucir lujosos calzados, ornamentados con piedras preciosas y perlas. Como curiosidad, podemos comentar que el calzado servía de correo a las damas adúlteras, que ocultaban su correspondencia amatoria entre la suela y la planta del pie.

Sandalia de Tribuno Romano. Incluido en “Historias del calzado”, Carnero Elías, Jose María.

CAPÍTULO 5. LA EDAD MEDIA El Imperio Romano desaparece con la invasión de los llamados “Pueblos Bárbaros”, aunque mantenían su ocupación en tierras orientales, pasando a llamarse Imperio Bizantino. Se tienen escasas noticias sobre la indumentaria en los primeros siglos medievales. La ropa del Imperio Romano cae en desuso. Son característicos de ésta nueva etapa, que se inicia en el año 476, los tejidos de punto y malla. Los bárbaros introdujeron el uso de bragas que cubrían las piernas (prenda similar a los pantalones). Se bordaban y adornaban, y se ajustaban a la pantorrilla con correas entrecruzadas. Los nobles las usaban de color rojo. Las túnicas llevaban mangas. Se siguieron utilizando capas de lana rectangulares, tipo “clámide”, aunque más amplias. Los bárbaros usaban generalmente dos tonos de ropa distintos para el lado izquierdo y para el derecho. 5.1. LA VESTIMENTA COMO DISTINCIÓN SOCIAL. Como es habitual, en ésta época también la vestimenta es determinante para conocer a qué clase social se pertenece. Los siervos podían aspirar, como mucho a lino, lana o pieles baratas. Los colores se reducían a los tintes más fáciles y baratos de elaborar. Así, entre el pueblo llano abundaban los colores naturales de las telas, así como el gris y el marrón. En cuanto a la ropa de trabajo, existían delantales y calzones de pieles baratas (conejo u oveja) que utilizaban quienes pertenecían a un determinado gremio o ejercían una profesión para la que fuera necesario. Entre las clases nobles la ropa era más brillante, realizada en seda, engarzada y bordada con oro y forrada con pieles exóticas. La túnica alcanzaba las rodillas y las mangas llegaron a ser extremadamente largas. Los hombres, en ocasiones llevan botas altas y bajas, atadas delante y al lado. Cuando los carolingios dominan gran parte de Europa y Carlomagno fue coronado emperador del “Sacro Imperio Romano Germánico en el año 800, se adoptó una forma de vestir relativamente uniforme en Europa. Su indumentaria consistía en una bajotúnica, una sobretúnica con un ribete de seda de color y calzones o pantalones sujetos en la rodilla, manto semicircular sujeto en el hombro, que iba forrado de piel en invierno, y un bonete de tela. Otros monarcas europeos vestían de forma similar, constituyendo la indumentaria básica de la aristocracia, que se mantuvo, con algunos cambios hasta principios del siglo XIV.

Las clases bajas utilizan vestimenta similar, con telas más humildes y utilizando capucha en las prendas de abrigo. En cuanto al calzado, se cree que en invierno usaban zuecos de madera y en verano iban descalzos. 5.2. LA INDUMENTARIA FEMENINA EN LA EDAD MEDIA. En la vestimenta de las mujeres jóvenes se permitía un discreto escote que se tapaba con un velo de lino cerrado por un broche. La falda era extremadamente larga. Los brazos siempre tapados por una camisola de lino (clases bajas) o seda (clases altas). Los colores que utilizaban las clases pudientes eran: negro y blanco (para el luto), lilas rojos, celestes, azules, dorados, rojos, plata, verdes, amarillos, rosas y púrpura. Siempre eran tintes brillantes, ya que, al requerir una cantidad mayor de producto, demostraba un alto poder adquisitivo. Las damas de la corte, llevaban una túnica larga con la cabeza cubierta. Encima una sobretúnica que a menudo llevaba adornos en el cuello, las mangas y el bajo, y que iba sujeta por un cinturón. También utilizaban un manto hasta los pies que se sujetaba bajo el mentón y un velo que ocultaba el cabello. Durante ésta época, el calzado no hace muchas distinciones en cuanto a sexos y, tanto hombres como mujeres, usaban una especie de zapatos abiertos que tenían una forma semejante a las zapatillas, fabricados con cuero, de cabra para las clases adineradas y de vaca para el pueblo llano. 5.3. EL CALZADO A LA “POULAINE”. En la Edad Media, los gustos se orientan hacia un extraño calzado consistente en unos zapatos terminados en punta que constituyen la nota dominante en el atuendo medieval (figura 14). Parece que el origen de esta moda está en una mujer, que los hizo fabricar para disimular un defecto físico. Así lo cuenta José Díaz Morales: “Afirman los historiadores que el calzado de larguísima y afiladísima punta fue inventado en el siglo VIII por la reina de Francia, “Berthe aux grands pieds”, para disimular el defecto que le valió su poco gracioso apodo”, 6. 6. DIAZ MORALES, José. “Los zapatos de Eva hasta nuestros días”. Estampa, Madrid. V. I, nº 70 (1929), p. 2

Figura 14. Zapato tipo polaina. Museo Bally, Schönenwerd, Suiza. Incluida en el libro “Zapatos”.

Edimat libros, 2008.

La Reina comenzó a usar estos zapatos para disimular el gran tamaño de sus pies que no concordaban con el gusto de la época ni el tamaño de los diminutos pies de sus coetáneas. La influencia de esta mujer lo convirtió en moda. Cuando este zapato dejó de usarse en Europa Occidental, se puso de moda en la corte polaca. Según Díaz Morales: “Siglos después- a mediados del XIV- surgió la moda de adaptar al calzado una punta interminable, hecha con ballenas; esta punta se colocó también en los zapatos y las botas, que tomaron, desde aquel momento, el nombre de “poulaines” o polainas, o polonesas, en Francia, y de “crakowes” o cracovianas en Inglaterra, porque la novedad llegaba de Polonia”, 7. Lo que realmente ocurrió es que el zapato de la reina Berta había regresado. Hasta las armaduras de los caballeros tomaron esa forma puntiaguda en los pies. 7. Ibid, p. 2

5.4. LA INFLUENCIA DE LAS CRUZADAS. Las Cruzadas trajeron una influencia oriental en la indumentaria. En cuanto al calzado, las puntas continuaron aumentando hasta la punta retorcida hacia arriba que, en algunos llevaba su extremo atado a la pantorrilla, ya que su longitud era tal que imposibilitaba caminar (figura 15).

Figura 15.

En este tipo de calzado seguimos viendo el rango social del propietario, pues a más centímetros en la punta, mas importante era quien las llevaba. Era un calzado muy costoso, patrimonio exclusivo de la nobleza y la alta burguesía. El pueblo llano utilizaba imitaciones, zuecos de madera o gruesos borceguíes de cuero (figura 16). Las cruzadas fueron el catalizador que produjo un cambio en la forma de vestir que marcaría el principio de la época románica.

Figura 16. Zuecos de madera.

CAPÍTULO 6. LA EDAD MEDIA EN ESPAÑA. España tuvo, en ésta época, unos factores históricos que dieron un conjunto de prendas de vestir únicas, mayormente desconocidas y diferentes del resto de la Europa Occidental. Tras la dominación romana, la Península Ibérica es invadida por los suevos, los vándalos y los alanos (“tribus bárbaras”) y controlada finalmente por los Visigodos. Si nos referimos a la vestimenta, los visigodos trajeron elementos de la cultura germánica, pero también adaptaron costumbres romanas. La prenda básica de los visigodos era la túnica con mangas como la de los romanos, decoradas con tiras llamativas, y ceñidas con cinturón grueso de hebilla. Poseían otra prenda (“la armilausa”) abierta por delante y por detrás. Algunas tenían una falda abierta terminada en puntas. Aparecen prendas inusuales, como explica Maddalena Jessamyn: “Tambien hay un estilo inusual representado en el codex Armilianensis, un manuscrito visigótico. En él podemos ver tanto hombres como mujeres vistiendo lo que parece ser una túnica o traje largo con hileras de vuelos”, 8. San Isidoro hace mención especial del “mantum hispani”, un pequeño manto que sólo llegaba hasta las manos, convertida en una prenda común en España en los siglos siguientes. En el siglo XII, los peregrinajes aumentaron por toda Europa y crecieron los intercambios de conocimientos. Santiago de Compostela se convirtió en un importante lugar de peregrinaje, debido a éste movimiento de gente, los reinos cristianos del norte de España empezaron a tener cada vez mas influencias de las costumbres del resto de Europa. La vestimenta también acusó esta influencia, aunque el traje español retuvo las singulares tradiciones mozárabes, con evidentes influencias orientales. Los hombres, y posiblemente la mujeres, llevaban varios tipos de prendas que cubrían las piernas. Las “bracae” que sólo cubrían las partes íntimas, las “femoralia”, más largas cubrían hasta los muslos y los “tubrucos” que llegaban hasta los tobillos y podían ser ajustados a la pierna o sueltos.

8. JESSAMYN DI PIEMONTE, Maddalena. “España, la alta edad media: vestimenta de los visigodos, mozárabes y los reinos cristianos del norte”. (publicado originalmente en “Seams like old times”, nº 18).

http://www.zingzang.org/historiaviva/vestimenta/modas_pre12_art.shtml

Las mujeres vestían una túnica llamada “amiculum” que vestían en Roma las mujeres de dudosa reputación, pero que en España usaron las mujeres decentes. En la España visigoda, el calzado que utilizaban se llamaba “pedules” (especie de botas de caña corta que cubren el tobillo). En los siglos X y XI se utiliza con profusión por las clases altas, las llamadas “bragas soldadas”, que eran unas botas a las que añadían largas tiras de ricas telas bordadas que cruzaban sobre las piernas. La gente del pueblo utilizaba “albarcas” (calzado de cuero que se ata con cuerdas o correas) o “galochas” (zuecos). 6.1. EL DOMINIO MUSULMÁN. Los árabes ocupan una parte de España en el año 711. Tras la conquista, la clase gobernante tuvo una posición predominante en la vida social, política y económica del país. Fueron dueños de grandes territorios a los que dieron su lengua (el árabe), su religión (el islam) y su cultura. Se sabe poco acerca de la manera en que vivía el ciudadano medio y pobre. La nobleza andaluza y los ricos vivían con todo refinamiento y lujo, disfrutando de una existencia urbana con suntuosos palacios, mansiones, jardines, casas de campo y baños públicos. En el siglo X, Córdoba era, quizás, la ciudad más cosmopolita y sofisticada del mundo musulmán y de Europa y servía de modelo de construcción y moda. La España de ésta época desarrolló estilos de vestir distintos de los del resto de la Europa cristiana. En el siglo X, ésta poderosa y culta España musulmana imprimió un nuevo carácter a la indumentaria, el arte y la sociedad en los Estados cristianos del Norte. Había un gran refinamiento en el cuidado personal, con una gran variedad de ropas y joyas para hombres y mujeres, y el aseo era practicado diariamente en los baños privados por los ricos, o en los públicos que eran uno de los rasgos más importantes de las ciudades. Los andaluces disfrutaban con entretenimiento dentro y fuera de la casa. La clase gobernante y las gentes acomodadas tenían en sus casas tertulias literarias, o jugaban al ajedrez, a las damas, o escuchaban música mientras se deleitaban con las bailarinas.

El comercio de telas fue, junto al de la orfebrería, uno de los más activos durante la edad media. Los refinados y preciosos tejidos orientales son muy apreciados en Occidente que, hasta esa época, sólo fabricaban telas de uso cotidiano. La España musulmana competía con Oriente en la manufactura de telas de seda. 6.2. LA INDUMENTARIA EN LA ESPAÑA MUSULMANA HASTA EL SIGLO XI. El inicio del asentamiento de los árabes en la Península, hizo también que se impusiera su singular vestimenta de anchos pantalones “(zaragüelles”), el uso de la faja, el turbante y la túnica abotonada y ajustada (“aljuba”). Más adelante, se tienen noticias por primera vez de la camisa de lino (“lineas”) y de seda (“siricas”) que pueden ser blancas o de colores. Sin embargo en España, la túnica es la prenda más utilizada. Especialmente en nuestro país, a diferencia del resto de Europa, las encontramos en una gran variedad. La “mutebag” era ajustada y sin mangas, el “mofarage” o “mofarrex” con una abertura desde la cintura, dejando las piernas descubiertas. Las clases superiores llevaban túnicas de diferentes longitudes que llevaban superpuestas. También tenemos prendas como la “adorra”. Que se abotonaba por delante, probablemente la referencia más antigua a los botones. También hay otras túnicas alargadas por detrás hasta los tobillos, a veces en puntas y otras con una cola rectangular por detrás. Los materiales con que se realizaban eran lana, lino y seda coloreada. Las prendas se adornaban con tiras en puños, mangas y hombros (seguramente bordadas). Los tejidos se decoraban con pequeños diseños o rayas. Junto con la túnica, se desarrollaron una gran variedad de mantos: “mobatana” (forrados de piel), “barragán” (de lana), y “alifafe” (confeccionado con diferentes pieles). Se utilizan pieles de comadreja, conejo y cordero. Un estilo netamente español (que probablemente tiene su origen en la “paenula” romana), lo vemos en una prenda completamente cerrada, más corta por detrás que por delante y con una banda decorando el borde inferior delantero. Otro estilo español y que usaban tanto hombres como mujeres tenía una abertura para el brazo izquierdo. En la moda masculina española distinguimos los pantalones sueltos fruncidos en los tobillos que usaban los caballeros. Las clases inferiores los usarán más cortos. En cuanto al calzado, hay una extraordinaria variedad del mismo en la península. Se usaban zapatos de cuero curtido (“joff”), sandalias de piel de

camello sin curtir, sujetas con dos correas, una se cruzaba sobre el empeine y la otra pasaba entre el dedo gordo y el segundo (“naap”) Encontramos las “ballugas”, que suben hasta alrededor de los tobillos, los “soccos” o “albacass. También se mencionan las sandalias (procedentes de los romanos) y zapatos con la punta retorcida. Entre las clases humildes, calzados de esparto, madera y materiales similares. 6.3. EL CALZADO FEMENINO EN LA ESPAÑA MUSULMANA HASTA EL SIGLO XI. En ésta época, las mujeres utilizan pantuflas de tela de calidad (“tsabbat”), botas hechas con pieles de cabra curtidas y de varios colores (“tsorbahs”), y unos ligeros escarpines (“reya”). 6.4. LA INDUMENTARIA EN LA ESPAÑA MUSULMANA. SIGLO XII EN ADELANTE. A partir del siglo XII se produce una gran revolución en la moda, ya que, las cruzadas traen nuevos tejidos: sedas, damascos, terciopelos de brillantes colores y complicadas tramas. Hay un incremento de la vida urbana y una diferenciación por el vestido. La revolución económica trajo el desarrollo de la industria textil. El lujo se extiende a la nueva clase burguesa. En varios países aparecen las primeras leyes suntuarias. Pero además aparecen nuevos estilos. Las calzas sustituyeron a los pantalones, que fueron relegados a las clases inferiores. Las prendas se adornan con joyas, bordados y pieles. Las prendas principales para hombres y mujeres eran: - El “brial”. Era una túnica con mangas ajustadas. Las mujeres lo llevaban largo y los hombres más corto y con abertura para poder montar a caballo. Normalmente se hacía de ricas telas como la “cenda” (seda fina), o “ciclatón” (seda que se tejía con oro). Llevaban decoración de diseños geométricos en los puños. - El “pellizón” o “piel”. Era un forro de piel que se ocultaba tras otro forro de tela. Las pieles que se utilizaban eran el armiño, conejo y cordero. Se llevaba por encima del brial y podía tener una abertura en la falda. Las mangas son más cortas y anchas. En las mujeres las mangas son ajustadas, ensanchándose en la muñeca. Se decoraban con bandas alrededor del escote, los bordes de las mangas, los bajos de las faldas y atravesando la parte superior de las mangas.

- El “manto”. Se llevaban tanto en interiores como en exteriores. También era muy popular en la época una capa con abertura para la cabeza y rematada por una capucha. Las mujeres utilizaban una versión más corta del manto. La variedad de calzados en ésta época también era grande. Como más importantes podemos citar los “borceguíes” de cuero o terciopelo, ajustados a la forma del pie, las botas altas hasta media pierna o hasta la rodilla. 6.5. EL CALZADO FEMENINO EN LA ESPAÑA MUSULMANA. SIGLO XII EN ADELANTE. Las mujeres utilizan los “joff” igual que los hombres, pero adornados con perlas, pedrería y cordones de seda. También uno de los calzados árabes más celebres fue el patín (“kaptap”) (tapín, chapín), que se utilizaba encima de los “borceguíes”, y que formaba parte del traje de gala o ceremonia de los nobles orientales (figura 17). Hablaremos de éste calzado más en detalle por la extraordinaria importancia que tuvo.

Figura 17. Zapatillas de madera para boda con plataforma de mosaico de madreperla y metal. Oriente Medio, siglo XIX. Colección Cruller, Museo Internacional del Calzado Romans, Francia.

Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

CAPÍTULO 7. SIGLO XIV. En este siglo se produce la epidemia de la “Peste Negra”, provocando una enorme mortandad que mermaría la población española en un tercio. La crisis demográfica hizo escasear la mano de obra en el campo, que, unido a las malas cosechas produjo escasez de alimentos, carestía y hambre. Esta situación llevó a que en Castilla, la ganadería transhumante ovina se impusiera como principal actividad económica. El comercio continuó creciendo y fue la actividad menos afectada por la crisis. El castellano, dedicado a exportar textiles e importar sedas y especias, y el catalán, que exportaba lana e importaba productos manufacturados de lujo. Debido a la disminución de ingresos de la nobleza hizo que se intensificara la explotación de los campesinos con nuevos y más duros “derechos señoriales”. La guerra civil en Castilla, llevó al trono a la dinastía de los Trastámara a finales de siglo. 7.1. LA INDUMENTARIA EN ESPAÑA. SIGLO XIV. Respecto al siglo anterior, la vestimenta tiene algunas diferencias. El vestido se simplifica, se ajusta al cuerpo y adquiere mayor sutileza y proporción. En los hombres encontramos “camisas” y “jubones” (especie de camisa que cubría desde los hombros hasta la cintura. “Bragas” en lienzo o punto con “calzas” muy altas y ajustadas. Vestían igualmente “Hopa” (túnica o sotana cerrada) en seda o terciopelo con amplias mangas con ceñidor; ésta era una prenda considerada de lujo que solía forrarse de piel. Capillos con capucha y ricos mantos. Las gentes del pueblo que seguían habituadas a los “capototes” de paño burdo con capuchón, empezaron a usar el “tabardo” castellano, que era una especie de gabán muy ancho y largo con amplias magas, y una abertura central para introducirlo. Se utilizaba sobre todo en los días de mucho frío y lluvia. En cuanto al calzado, usaban “borceguíes” en terciopelo o brocados, botina alta y zapatos de cordobán o marroquín con punta de polaina. Las clases bajas continuaron llevando las “galochas” (zuecos). Hacia finales de siglo el calzado era de punta estrecha y se cerraba con cordones.

En las mujeres encontramos piezas similares a las de los hombres. “Cotardías” cerradas por el cuello, ajustadas al talle sin ceñidor y con aberturas laterales. Capas de altos cuellos. Los escotes son redondos y comienzan a dejar los hombros al descubierto. El traje femenino comienza a ajustarse al pecho, quedando despegado del cuerpo en cintura y caderas. Las mangas comienzan a ser colgantes. Se amplía el vuelo de los vestidos, dando lugar a la cola, que en ésta época se denominará falda. 7.2. EL CALZADO FEMENINO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIV. En el calzado, las españolas adoptan muchas tradiciones y técnicas típicamente musulmanas. El calzado que se utilizaba por las mujeres eran zapatos y chapines con alta suela de corcho y punta aguda.

CAPÍTULO 8. LOS CHAPINES. Los chapines supusieron un elemento original y trasgresor, una revolución en el calzado, sobre todo femenino y una moda que se mantuvo durante tres siglos largos. Para definir lo que es éste calzado, leemos a Francisco Dánvila: “Y ¿qué son los chapines? se preguntará ante todo. La respuesta es sencilla. Son un calzado compuesto especialmente por una alta suela, formada con más ó menos corchos, y sujeto el pie por encima del empeine con una brida ó dos orejeras de tela ó de cuero”, 9.

El término “chapín” en castellano, aparece en textos valencianos como “tapín”. Las alusiones a chapines son corrientes en documentos de la época de los Reyes Católicos. Estos zapatos de altísimo tacón figuraban en el cargamento de los barcos que de Sevilla iban al Nuevo Mundo (figura 18).

8.1. ORIGEN DE LOS CHAPINES. No tenemos un origen claro para este tipo de calzado. Para Dánvila, se encuentra en Roma: “Si mi estudio no se concretara al chapín español, y especialmente al famoso valenciano, iría á buscar su origen en los primeros pueblos del Asia; pero es suficiente encontrarle en Roma, de donde hubo de importarse en España. Y en efecto, el “kassyma” griego, bajo el nombre de “fulmenta”, calzado con alta suela de corcho, era de uso general entre las romanas”, 10. Sin embargo, Pilar Cintora afirma el origen español de los chapines: “Se puede demostrar el origen español de los chapines, frente a la opinión, muy difundida entre los historiadores del traje, de que surgieron en Venecia a fines del s. XV. El testimonio más antiguo sobre el uso en Venecia de calzados de altas suelas, es un texto de 1494 de Pietro Casola”…”En España las primeras noticias sobre tapiceros valencianos datan del s. XIII, cuando tras la Reconquista se repobló Valencia”, 11. 9. DÁNVILA y Collado, Francisco. “Los Chapines en España”. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006. Edición digital a partir de Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 12 (Abril 1888), p. 330. 10. Ibid, p. 330. 11. CINTORA, Pilar. “Historia del Calzado”, Zaragoza: Aguaviva, 1988, pp185 y 186.

Figura 18. Chapin. Venecia, siglo XVI. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Según Juan Martínez, los chapines se documentan en antiguos inventarios: “El chapín o calzado de mujer, con suelas gruesas de corcho, de cuatro dedos o más de alto, se documenta ya en 1389, inventario de Medinaceli (A. Castro, Glos. Esp. de la Edad Media, p LXXXI). Los inventarios mencionan con gran frecuencia dicho calzado", 12. La mayoría de los autores coinciden, algunos refiriendo la abundancia del corcho en España, en apuntar que éste calzado tiene su origen en los musulmanes españoles, es muy lujoso y típicamente femenino. “De origen español, pronto pasaron, con otras modas españolas, a la Italia del Renacimiento, y desde allí a otros países de Europa, en el s. XVI”, 13.

Chapín de suela de corcho, con puntera labrada. Altura 16 cm. Siglo XVI. Incluido en “Historia

del calzado”. Cintora, Pilar.

12. MARTINEZ Ruiz, Juan. “La indumentaria de los moriscos, según Pérez de Hita y los documentos de la Alhambra”. Cuadernos de la Alhambra Nº 3 (1967), p. 98. 13. CINTORA, Pilar. Op. cit, p. 183

8.2. USO DE LOS CHAPINES. En el siglo XV, la mayoría de las mujeres cubrían con sus vestidos totalmente los pies. Había tres tipos de calzado con suela de corcho: los “alcorques”, los “zuecos” y los “chapines”. En ésta época, hombres y mujeres usaron alcorques sin punta ni talón, indistintos para los dos sexos. Los zuecos, como antes hemos referido, también tienen suela de corcho, pero no son en absoluto lujosos. Los chapines se colocaban sobre las polainas, “gervillas” o “servillas” (especie de borceguíes de piel fina y suela delgada). Sin duda, comenzó a usarse para protegerse de las embarradas y poco higiénicas calles de la época, aunque no eran nada cómodos. Las damas solían llevar una escolta de hombres que les servían de soporte para poder caminar de una forma segura (figura 19). A pesar de ello, no tardaron mucho en pasar a ser un objeto de lujo, indicativo de clase social alta: “Tenemos, pues, que en la segunda mitad del siglo XIII los chapines, no solo se usan en Castilla y Valencia, sino que son considerados como una prenda de distinción que no más calzan las clases privilegiadas”, 14. En Castilla era costumbre que las mujeres comenzaran a utilizar este calzado el día de su boda, “por lo que se estableció la frase vulgar para decir que esta o aquella moza se casaba, de que á la tal se la ponía en chapines”, 15.

Chapín recubierto de cuero con diseño de volutas de hojas, mitad del siglo XVI. Solsona (Lérida). Museo Diocesano. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

14. DÁNVILA y Collado, Francisco. Op. cit.,p. 331. 15. Ibid, p. 337.

Figura 19. Dama caminando sobre chapines y su escolta, 1529, de “Escolta de una gran

señora en Barcelona”, de Christoph Weiditz. Nuremberg. Germanisches Nationalmuseum.

Este lujoso chapín parecía inimaginable que sirviera para caminar, por su incomodidad: “Por lo general, las mujeres se veían obligadas a dar pasitos cortos e incómodos”. Una vez en la iglesia, una dama solía desembarazarse de sus corchos antes de tomar asiento para escuchar el sermón”, 16. Algún historiador llega a afirmar que fueron los maridos los que, pretendiendo guardar a sus esposas en casa, las indujeron a usar este calzado, con suela de madera, que rápidamente ellas cambiaron por el liviano corcho.

16. ANDERSON, Ruth Matilda. “El chapin y otros zapatos afines”. Cuadernos de la Alhambra, Nº 5. p. 28.

8.3. LA FABRICACIÓN DE LOS CHAPINES. La fabricación de los chapines fue una especialidad Valenciana. En 1300 los zapateros y fabricantes de chapines de Valencia se separaron en dos gremios. Existen ordenanzas y otros documentos relacionados con este gremio de fabricantes de chapines (“tapiners”) de Barcelona que especifican que, en 1474, un tapiner podía hacer zapatos de cuero recubierto con un pan de metal que podían ser simples, punteados (“picades”) o pintados. Hacia 1500 se reconocen en éste gremio varias clases de artesanos. Para llegar a ser maestro se debía pasar un examen ante tres jefes del gremio que consistía en presentar tres pares de chapines lo bastante buenos como para convencerlos de su habilidad. Una vez que era maestro, podía abrir una tienda. Si un maestro o algún otro artesano se negaba a pagar “derechos” a la hermandad, se les cerraba el taller. En las citadas ordenanzas de Barcelona, se diferenciaba entre los “tapiners” (fabricantes de chapines) y los “sabaters” (fabricantes de zapatos). La línea divisoria entre unos y otros la marcaba el uso del corcho, reservado únicamente a los fabricantes de chapines. Un tapiner podía hacer zapatos de cuero recubierto con un pan de metal que podían ser simples, punteados (picados) o pintados. Igualmente se contemplan las figuras de los pintores, los costureros o los aprendices.

Dibujo imbricado de un chapín recubierto de cuero, siglo XVI. Barcelona. Museo de Indumentaria, Colección Rocamora. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

8.3.1. Legislación de los materiales utilizados y formas de confección. En Valencia se establecen unas normas en las que se nombran los materiales con los que confeccionar los chapines. En 1389, en el códice “Libre del Mustacaf” se habla de las distintas pieles y cueros con que se deben realizar las distintas partes del calzado. Así como que los corchos deben ser nuevos. Pero también nos da a conocer informaciones curiosas: “Este documento revela el hecho de que también los niños usaban ya chapines en aquella fecha, pues distingue los chapines, en mayores y menores, y para personas de 12 años, arriba ó abajo”, 17 .

El “oripell” (oropel en castellano) era un pan de plata, oro u hojalata. El “cordobán”, era piel de cabra suave, flexible y duradera que era conocida y apreciada en toda Europa. Chapín recubierto de cuero con diseño imbricado. S. XVI. Barcelona. Museo de Indumentaria.

Colección Rocamora. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

17. DÁNVILA y Collado, Francisco. Op. cit.,p. 338.

En todos los chapines dorados por dentro y por fuera, las orejas tenían que ir forradas de cuero nuevo que debía ser de piel de buey o de becerro y los cercos tenían que ser de piel de buey joven o de cordobán. Las plantillas tenían que ser de cuero nuevo. Todos los zapatos metalizados tenían que llevar la suela de piel de becerro y si el chapín iba pintado, cualquiera que fuese su color, tenía que ir barnizado (algún gremio usaba badana sobredorada, pero este calzado era considerado un engaño y un fraude. Posteriormente se publican nuevas normas sobre la confección de chapines: “las normas que se publicaron en Granada en 1523 también fueron terminantes. Los chapines de mujer se podían fabricar solamente en badana negra. Las jóvenes podían usarlos de color. Debían de ser de tres corchos de alto, más o menos. El chapín, ya fuera de badana o de piel de cabra, tenía que llevar la plantilla (“palmilla”) forrada, pero no de papel. El fabricante que no forrara de cuero la plantilla pagaba una multa de dos reales, más la pérdida de los zapatos porque eran “falsos”, 18. Posteriormente, en las ordenanzas sevillanas que se publican en 1527 se especifica que la piel de becerro o de vaca cortada de los ijares (y sin ninguna imperfección) son las que pueden usarse para las suelas. Se habla, igualmente, de chapines “abiertos” y “cerrados”. El chapín abierto (verde, azul, blanco, rojo o leonado) podía ser de badana de buena calidad. Un zapato abierto de cordobán sólo podía llevar badana en el forro de la oreja. También recoge las piezas que había que presentar a examen para ingresar en el gremio. 8.3. LOS CHAPINES COMO CALZADO JOYA. Como antes comentábamos, el vestido femenino llegaba hasta los pies de forma que dejara parte del chapín al descubierto. Los chapines eran un calzado muy vistoso, convirtiéndose en ocasiones en auténticas joyas. El material que se utilizaba con más asiduidad para forrar el corcho era el oropel y el oropel pintado, terciopelos, bordados de oro y ornamentos de plata dorada (figura 20). 18. ANDERSON, Ruth Matilda. Op. cit, p. 26.

El chapín era mejor, dependiendo de cómo estuviera hecho: “Sin embargo, el valor de los chapines dependía de los materiales empleados, por lo que las diferencias radicaban, como en otras prendas de vestir, en la calidad del material y del ornato, pues podían llevar incrustadas piedras preciosas, bordados de oro, forros y adornos de seda o/y plata, aunque también los hubo más sencillos, como así se denominaban en las cuentas del tesorero de Isabel I”, 19.

Figura 20. Chapín Veneciano ricamente adornado. Incluido en “Historias del calzado”, Carnero Elías, Jose María.

Incluso se consideran joyas a todos los efectos, según Pilar Cintora: “En algunos inventarios, los chapines se encuentran entre las joyas, como en la carta de dote de la hija de los Marqueses de Cádiz, en 1847, y en una de las relaciones de joyas de oro y plata que se hicieron a la muerte de la reina Isabel”, 20. 8.4. CHAPINES “REALES”. Conocemos a través de los Inventarios reales y otros documentos, los chapines que utilizó la Casa Real y también la nobleza de la época. Concretamente, según Gonzalo de Baeza, tesorero de Isabel la Católica, no parece haber pagado ni badana ni piel de cabra para fabricar tales zapatos. Sí se menciona terciopelo de media vara para cada par: negro, carmesí, verde, morado y azul. De las sedas se usaban el raso y el “cebti”. Entre los accesorios figuran hebillas, herretes, galones, flecos, cordoncillo de oro, cuero para solar y corcho. 19. MARTINEZ, María. “La creación de una moda propia en la España de los Reyes Católicos”. Aragón en la Edad Media, Nª 16, 2006. p. 353. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2245407 20. CINTORA, Pilar, Op. cit, p. 184.

Para la infanta Isabel se aprobaron en 1487 cinco onzas y media de plata dorada para adornos y bordado de plata y oro para dos pares de chapines de terciopelo, uno negro y otro carmesí. Y aún para su boda, utilizó este calzado: “El año de su boda (1490) se hizo bordar dos pares de chapines forrados de “cebti”, uno verde y otro morado, con hijo de oro hasta alcanzar un pero de 23 5/8 onzas. Estos chapines costaron, incluyendo la mano de obra, 17.860 maravedíes, más de las ¾ partes del precio de un par de mulas”, 21.

Doña Juana la Loca guardaba entre sus pertenencias unos 70 pares de chapines, normalmente de terciopelo en colores morado, verde, carmesí, o leonado. Algunos pares de “cebti” marrón o azul y realzados con adornos de plata dorada y canutillos de oro y plata o sólo de oro. La emperatriz Isabel contaba también con éstos zapatos plateados de Valencia. El precio más alto que se pagó por unos chapines para la emperatriz fue de siete ducados. La reina Isabel encargaba en ocasiones sus chapines a artesanos valencianos: “Además de varias compras de chapines valencianos registradas en las cuentas del tesorero, sabemos que en 1489 y 1492 se hicieron pagos al “tapiner” Jaime Bonfill, valenciano, por varios pares de chapines para la reina y las infantas. Cinco años más tarde, en 1497, se compraron en la feria de Medina del Campo “doze pares de chapines de Valencia para las infantas (María y Catalina) los seys dellos de una mano en alto””, 22.

Tenemos conocimiento también de unos lujosos zapatos de la duquesa de Alburquerque: “La duquesa de Alburquerque dejó en 1479 un par de chapines forrados de raso carmesí en los cuales las orejas son de filigrana de plata dorada y cada una con siete bastones de esmalte, quizás el mismo tronco nudoso que aparece en los naipes. La delantera, también de filigrana lleva ocho esmaltes”, 23. 21. ANDERSON, Ruth Matilda. Op. cit, p. 22. 22. CINTORA, Pilar, Op. cit, p. 185. 23. RODRIGUEZ Villa, Antonio. “Bosquejo biográfico de Don Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque”, Madrid 1881, p. 239.

8.5. EL DESACUERDO DE LA IGLESIA. La altura de los chapines dependía de las capas de corcho que se pudieran ajustar a la suela, llegando a medir normalmente de 15 a 20 cm., aunque los había más altos. En la mitad del siglo XV, tenemos ya protestas de la Iglesia, llegando a considerar este calzado como pecaminoso, ya que al aumentar una mujer de altura, la falda tenía que ser alargada, por lo que el coste del vestuario era mayor. Alfonso Martínez de Toledo, arcipreste de Talavera “se queja de que apenas había corcho bastante para satisfacer la demanda. Las hijas de la reina de Talavera, Isabel la Católica, permanecieron a modesta altura. Cuando en 1497 las infantas María y Catalina recibieron chapines de Valencia, seis pares eran de un palmo de alto, mientras que los otros seis tan sólo alzaban tres dedos”, 24.

Chapines con escarpines que sobresalen. 1572 de “La Demoiselle de Pampelune” (Collection

Gaigniéres. Albun OB, II, 4. París, Bibliothéque Nationale, Cabiner des Estampes.

Según Dávila: También hubo de gastarlos bajos Isabel I, sin duda por consejo de su confesor P. Fray Hernando de Talavera, enemigo declarado de tales objetos. En su Tratado de los pecados que se cometen en el vestir y en el calzar, dice censurándolos: “Son de diversa manera (los chapines) obrados y labrados, castellanos y valencianos; y tan altos y tan gran cuantidad, que apenas hay corchos que los puedan bastar”, 25.

24. ANDERSON, Ruth Matilda. Op. cit, p. 27. 25. DÁNVILA y Collado, Francisco. Op. cit.,p. 335.

Incluso el alto precio de los chapines, tuvo su reflejo en las críticas de la Iglesia: “el P. F. Bartolomé Jiménez Patón, en sus Comentarios á dicho tratado, añadiendo: “Se veían chapines casi tan altos como las mismas mujeres, pues los había de 24 corchos y chapines y xervillas que tenían de coste 700 reales””, 26. Con todos estos comentarios, no es extraño que se acuñase una frase satírica “ponerse en chapines” con el significado de “elevar a uno a dignidad o puesto superior a sus méritos”.

8.6. EL CHAPÍN EN LA LITERATURA. En la literatura también se reflejó este calzado, con todas las connotaciones que le rodeaban. En las “Novelas Ejemplares” de Miguel de Cervantes. “Al principio, Berganza comenta que Nicolás el Romo, su primer amo, le enseño a llevar una espuerta en la boca sin permitir que nadie se la quitara. Una madrugada, el perro, consintió que una joven “hermosa en extremo” le arrebatase la carne que llevaba en el cestillo. “Llegueme a ella, como si fuera a ver lo que me quería, que no fue otra cosa que quitarme lo que llevaba en la cesta y ponerme en su lugar un chapín viejo”, 27. En aquellas épocas el pie de las damas era una zona altamente erótica, ya que nunca se mostraba, y, por tanto, los zapatos femeninos tenían la misma connotación. “Quevedo, en el Romance satírico titulado “Dama cortesana lamentándose de su pobreza y diciendo la causa”, hace una relación de las zonas eróticas que ocultan las faldas:

“y levantando las faldas que le han alzado otras veces, descubrió dos pies pequeños

horros de todo juanete; piernas de buena persona y proporcionado vientre, y entre muslos torneados el sepulcro del deleite”, 28

26. Ibid. p. 336. 27. ALVAREZ Martínez, José Luis y GALERA Ramírez, Consolación. “Sobre tres palabras de difícil interpretación en las Novelas ejemplares de Cervantes”. p. 941. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007. Edición digital a partir de Actas del II Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española. Tomo I, Madrid, Pabellón de España, 1992, pp. 941-953. 28. Ibid, p. 944.

El hecho de querer aparentar una altura que no se tiene realmente cuando se calzan los chapines, también es un tema del que se ocuparon: “Así, Quevedo, en el Romance titulado “Instrucción y documento para el Noviciado de la corte”, dice:

“Altas mujeres verás,

pero son como colmenas: la mitad huecas y corcho, y lo demás miel y cera”, 29

Y, en el mismo sentido “Lope de Vega, en el Triunfo de la humildad y soberbia vencida:

“Si los chapines le ves, mira que no hay serafín

con tanto corcho en los pies. -Fue discreción del primero,

que en los pies corcho les puso: símbolo el más verdadero, pues su edificio compuso sobre cimiento ligero”, 30

Y, desde luego, no se podía dejar de lado el lujo con que se confeccionaban y adornaban los chapines. “Lope de Vega ya había censurado en su Gatomaquia, diciendo:

“Chapines de tabí con sus virillas entre una y otra descubriendo espacios

de la roja color de los topacios, de nuestra edad y siglo maravillas,

que lo que ser solía un medio celemín con ataujía

un pirámide es hoy de tela de oro, y cuestan sus adornos un tesoro, 31.

29. Ibid, p. 942. 30. Ibid, pp. 942 y 943. 31. DÁNVILA y Collado, Francisco. Op. cit.,p. 340.

CAPITULO 9. LOS CHAPINES EN GRANADA. Merece mención especial comentar los restos de chapines antiguos y representaciones gráficas de los mismos aparecidas en la Alhambra y el Albayzín, que nos dan una idea de que era un calzado usado por muchos siglos en Granada. 9.1. LOS CHAPINES ENCONTRADOS EN LA ALHAMBRA. Ejemplares de chapines aparecieron en la Alhambra: “Se descubrieron ejemplares de este zapato, imperfectos, pero quizá los más antiguos que aún existen, entre unos montones de escombros en el hueco de una escalera de la Alhambra. Se pudieron encajar cinco pedazos de corcho en un taco (figuras 21, 22, 23 y 24). En el fragmento más importante habían sido ajustados cuatro corchos de diverso grosor y habían sido unidos con trozos de caña puntiagudos”, 32.

Figura 21. Taco de corcho, fragmento, siglos XV-XVI. Granada. Museo Nacional de Arte

Hispano-Musulmán. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

32. ANDERSON, Ruth Matilda. Op. cit, p. 17.

Figura 22. Chapín recubierto de cuero, lateral, siglos XV-XVI. Granada. Museo Nacional de Arte Hispano-Musulmán. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

Figura 23. El mismo visto por la parte superior. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

Figura 24. Entrelazado del Chapín. Esquema. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

La forma más común del tacón del chapín se elevaba en la parte del talón, se estrechaba en la parte delantera y posterior de la suela, y se ensanchaba por los lados. En este ejemplar descubierto en la Alhambra, dado que estaba fragmentado, podemos conocer algo más sobre la fabricación de éste calzado en aquella época. Se pueden ver cuatro piezas: plantilla, cerco y dos orejas entreteladas y forradas, con el borde superior terminado en una costura y con ojetes para los cordones. El cerco y las orejas se colocaban sobre la plantilla y se cosían a ésta. Así el cerco podía doblarse había abajo y ajustarse al tacón de corcho. “Los extremos del cerco no se cosían sino que se juntaban al traslapo, quedando, a veces, el traslapo en la puntera del zapato como en la efigie de Juana la Loca, en Granada”, 33.

Chapines recubiertos de cuero ribeteados con una banda de plomo, mitad del siglo XVI.

Solsona (Lérida). Museo Diocesano. Incluido en “El Chapín y otros zapatos afines”

Otros detalles de construcción que se pueden observar son que la plantilla mostraba dos capas de cuero. El cerco y la capa externa de las orejas eran de piel de cabra completamente forradas de lona. Están agujereadas con cuatro filas de ojetes cada una y atadas por una cinta de seda de cuadros verdes y leonados. En el estampado que decora el chapín se puede intuir la fecha a la que pertenece, ya que hay un diseño de guilloquis cerca del borde superior del cerco. 33. Ibid, p.17.

“Bordeando este guilloquis hay una banda dorada y bajo la banda unas hojas largas se extienden graciosamente a ambos lados de una animal agazapado. El motivo que aparece encima del animal podría ser una estilización del pájaro que revolotea sobre una liebre agazapada o sobre un perro corriendo en los azulejos mudéjares del siglo XV”, 34. Al encontrarse este chapín en la Alhambra, es lógico que tenga una influencia hispano-musulmana. La decoración que muestra tiene cosas en común con la decoración mahometana (volutas de hojas, motivos vegetales): “pudiera estar relacionado, si bien remotamente, con uno que pudiera querer representar una piña en un tejido hispano-morisco del siglo XIII. Estas posibles semejanzas, sin embargo, ayudan poco a fechar definitivamente este ejemplar de chapín, el cual debe quedar fijado donde Oliver Asín lo dató: “Quizá del siglo XV, si no es del XVI”, 35. 9.2. REPRESENTACIÓN DE MUJER CON CHAPINES APARECIDA EN EL ALBAYZIN. En este caso nos referimos a una serie de dibujos (graffiti en la pared) o grabados que aparecieron durante los trabajos de rehabilitación de una casa de la Calle San Martín en el Albayzin. Concretamente en la primera planta del edificio, en el interior de una pequeña sala se encuentran estos dibujos. “Tras levantar los modernos enlucidos que cubrían la cara interna del referido muro, se descubrió un antiguo enlucido, sobre el que se trazó mediante incisión el graffiti objeto de nuestro estudio. Se desarrolla ocupando prácticamente la totalidad de la superficie del paño de muro existente, ofreciendo unas dimensiones de 135 cms. de alto por 90 cms. de ancho”, 36. También se localizaron otros dos graffiti más pequeños y parcialmente conservados, relacionados con el anterior. Conozcamos en qué consiste lo encontrado: “Es una figura que representa a un personaje femenino, trazada de manera poco naturalista, a la que por su simplicidad, incluso podríamos atribuirle una autoría infantil, aunque no existe nada que así lo atestigüe. Se trata de un dibujo bidimensional con ausencia total de perspectiva, donde la cabeza y el cuerpo se representan de frente y los pies miran hacia la derecha”, 37. (figura 25) 34. Ibid, pp.18 y 19. 35. Ibid, p 19. 36. BARRERA Maturana, José Ignacio. “Representación de una mujer morisca en un graffiti del Albayzin (Granada)”. Anaquel de Estudios Árabes, 2007, vol. 18 p. 67. 37. Ibid, p 68.

Figura 25. Dibujo del grafitti con figura de mujer. Incluido en “Representación de una mujer morisca en un graffiti del Albayzin (Granada)”, BARRERA Maturana, José Ignacio.. Anaquel de Estudios Árabes,

2007, vol. 18

De la figura encontrada, nos centramos en la parte que nos interesa, ya que esta mujer calza un tipo de zapato con punta redonda sobre plataformas con forma de triángulos truncados (figura 26). Hablando del calzado, Barrera expone: “Éstas hemos de identificarlas con un calzado de calle, de gruesas suelas de corcho (de cuatro dedos o más de altura), que carecía de punta y talón. Hablamos de esos alcorques (del árabe al-qurq) que se citan en las fuentes escritas andalusíes desde fechas tempranas. Este tipo de calzado fue usado igualmente en la España cristiana, aunque experimentaron algunas modificaciones, dando lugar a los conocidos chapines”, 38.

Figura 26. Detalle del calzado. Incluido en “Representación de una mujer morisca en un graffiti del Albayzin (Granada)”, BARRERA Maturana, José Ignacio.. Anaquel de Estudios Árabes, 2007, vol. 18

38. Ibid, p 69.

Y continúa diciendo: “En los grabados del siglo XVI de J. Hoefnagel, insertos en la obra Civitates Orbis Terrarum, vemos vistas de Granada y de otras ciudades del reino donde aparecen tanto mujeres cristianas con chapines, como mujeres y niñas moriscas que calzan alcorques similares a los de nuestra figura”, 39.

(figura 27).

En Granada, también existen datos en escritos de la época haciendo alusión a los chapines: “Así mismo, las alusiones a los chapines en los textos del siglo XVI son muy frecuentes, y sobre todo los encontramos citados en documentos tales como cartas de dote y arras de los moriscos granadinos y en inventarios de bienes moriscos: “Dos pares de chapines, los unos leonados e los otros berdes”, 13, noviembre, 1540, Granada, f.1275v 6-7 (Carta morisca de dote y arras, Archivo de Notarías de Granada); “unos chapines e xervillas de muger, de terciopelo verde”, 24, mayo, 1562, Granada, L-64-22, f. 6v (Inventario de bienes moriscos, Archivo de la Alhambra)”, 40.

Según reconoce el autor, en este dibujo encontrado en una casa del Albayzin, encontramos prendas y adornos relevantes y significativos de la indumentaria de las mujeres moriscas granadinas. Niña morisca con alcorques de los grabados de J. Hoefnagel. Incluido en “Representación de una

mujer morisca en un graffiti del Albayzin (Granada)”, BARRERA Maturana, José Ignacio.. Anaquel de Estudios Árabes, 2007, vol. 18

39. Ibid, p 70. 40. Ibid, p 70.

CAPÍTULO 10. EL OCASO DE LOS CHAPINES. El chapín se difundió por Italia con el nombre de “chapino” y “chiapinelo”. En Inglaterra se los conocerá como “chopitos”. En el s XVI cuando la moda había alcanzado a varios países todavía se podía decir; “dones, chapines y presunción, son tres particularidades de España, más de Castilla”. Dánvila también da su versión sobre el final de este calzado: “Quien les dió el golpe mortal lo declara D. Francisco Calderón Altamirano al exclamar, en sus Opúsculos de oro, publicados en 1707, increpando las modas francesas: “¿Qué (diremos) de unos tacones que por enanos desprecian los chapines?””, 41. Y él mismo está de acuerdo con que la moda francesa acabó con los chapines: “En efecto, los tacones rojos de Versalles, que también aumentaban la estatura de damas y caballeros, sin los muchos inconvenientes de los chapines, aunque con mayor peligro de una torcedura de pié, terminaron la agonía. En 1709 moría el último maestro chapinero de Valencia, y en el mismo año se vendía la casa gremial situada en la calle de la Tapinería para pago de deudas”, 42. 41. DÁNVILA y Collado, Francisco. Op. cit.,p. 344. 42. Ibid, p. 344.

CAPÍTULO 11. SIGLO XVI. En el siglo XVI España gobierna el mundo y, por tanto, se convierte en el centro de la moda. Carlos I (de España y “V” de Alemania) fue coronado Rey de España en 1516, dando comienzo a la dinastía de los Austrias. Las modas surgían en el ámbito cortesano, y en éste poderoso entorno se empezó a ajustar el torso y a abultar las caderas, a aprisionar los cuerpos. El atuendo era un aliado del poder y un instrumento para transmitir el estilo de la Monarquía. La moda española se impone en las cortes europeas. Durante este siglo podemos definir dos estilos de vestir: el del reinado de Carlos V y el del reinado de Felipe II. El Protocolo entra en la Corte con toda su fuerza. Se contaban por cientos las situaciones que exigían una imagen concreta: bodas, funerales, encuentros diplomáticos. Cientos de personas se ocupaban de la etiqueta necesaria para la ocasión. También los oficios pertinentes; sastres, peleteros, zapateros, sombrereros, botoneros, guanteros, cordoneros… La industria del textil vivía días grandes. La poderosa España influía sobre medio continente. El negro, como símbolo de posición social, se convirtió en el color de la Corte. «Carlos V lo descubrió en el ducado de Borgoña, pero quien lo convirtió en tendencia universal fue Felipe II», 11.1. CARLOS V. Con la llegada de Carlos V, España, abierta a Europa recibe influencia de modas de otros países que se combinaron y convivieron con las típicas del país (no olvidemos la gran influencia musulmana en el atuendo de nuestro país en aquella época). En estas primeras décadas del siglo la moda posee variedad, riqueza de colorido y libertad. En la vestimenta masculina podemos destacar las “cuchilladas” y las prominentes braguetas. El calzado que utilizan son zapatos de terciopelo con una punta cuadrada, escarpines, botines y botas altas de gamuza y tacón de color. Con el florecimiento de la burguesía urbana se impuso un zapato muy ancho y sencillo que se convirtió en modelo para todas las clases sociales.

El calzado que utilizaban los burgueses ricos era muy ancho y redondo, y era calificado de forma despectiva de pie de oso o pico de pato. Pero a pesar de su forma casi cuadrada, resultaban más bien incómodos de llevar comparados con los zapatos de pico.

Para empezar, la forma del zapato no se adaptaba a la forma del pie; además, se confeccionaba con varias con varias capas de piel muy dura, incluso con abultamientos parecidos a cuernos en las punteras -de ahí otra de sus

denominaciones: zapatos de cuernos-, que difícilmente cedían al movimiento del pie. Una de las características que poseían los zapatos de la época del Renacimiento era la apertura que tenían en la parte superior, para que las medias blancas fueran visibles hasta la altura de los dedos.

Las mujeres visten con camisa bordada de vistosas mangas y vestidos que respetan las formas naturales del cuerpo.

11.2. FELIPE II.

Con el reinado de Felipe II, la corte española impuso un rígido protocolo que se reflejó de forma expresiva en la forma de vestir. Pero al mismo tiempo, fue a partir de 1550-1560 cuando el traje de corte español sirvió de modelo al resto de Europa. El traje masculino se constituía fundamentalmente de calzas, medias calzas, ferreruelo, ropilla, coleto, jubón y muslos acuchillados. El origen extranjero de algunas prendas (influencias alemanas, italianas y flamencas), junto con prendas provenientes del mundo militar configuran la originalidad en el traje español. Alrededor de 1530 comienza una nueva etapa en nuestro país que deja de ser receptor para convertirse de un estilo típicamente español que imitará toda Europa hasta las primeras décadas del siglo XVII. Según Amalia Descalzo “En esta etapa de la historia de España, el vestido se convierte en un perfecto aliado de la monarquía más poderosa de Europa. Frente al concepto de libertad que nos ofrecían los vestidos de principios de siglo, con el nuevo estilo, hombres y mujeres sometieron sus cuerpos a las prendas rígidas e inmóviles que exigía la etiqueta española, con la finalidad de transmitir con el lenguaje corporal los gestos sosegados y altivos implícitos en los ideales de la monarquía hispánica”, 43. Las principales prendas que componían el vestido masculino fueron el jubón, que se vestía sobre la camisa; las calzas, compuestas de muslos acuchillados; y las medias. Sobre el jubón se podía vestir la cuera o el coleto, sin mangas, o la ropilla, con mangas. Como complemento, el cuello de lechuguilla, que poco a poco va aumentando su diámetro hasta alcanzar su máxima exageración en el reinado de Felipe III. Con este vestido hay una clara preferencia por prendas vueludas y cortas que dejaban al descubierto las piernas.

43. DESCALZO Lorenzo, Amalia “Apuntes de moda desde la prehistoria hasta época moderna”. Indumenta, 2007 http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-08-ADL.pdf

En cuanto al calzado, a partir del año 1565, el vistoso zapato español conquistó Europa y gracias a su suave material garantizó más comodidad.

El vestido de mujer resaltaba la estrechez de la cintura, pero borraba las formas naturales del cuerpo; para ello la moda española hizo uso del llamado “cartón de pecho”, embrión de los futuros corsés que veremos a lo largo de la historia, y del verdugado, así como las faldas ahuecadas. Sobre estas prendas interiores se vestía la saya (conjunto formado por jubón y basquiña). Las mujeres visten, generalmente de negro. Las joyas se cosían a los vestidos, porque no quedaba piel donde lucirlas. Los cambios más notorios de esta moda que se mantendrá hasta las primeras décadas del siglo XVII vienen dados por el cuello de lechuguilla, los tocados y los peinados, estos últimos cada vez más altos, y dotan a la cabeza de una forma piramidal. Como elemento común de las vestimentas femeninas y masculinas, podemos señalar los adornos en cuellos y puños de gorgueras y lechuguillas. 11.3. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XVI. A principios de siglo las mujeres de clase alta siguen utilizando los chapines. Las mujeres del pueblo calzan zuecos. El zapato de la burguesía, en general, está confeccionado en cuero y carece de tacón tanto en los hombres como en las mujeres. La servidumbre se viste con los colores del amo. Conforme avanza el siglo se van incorporando escarpines de plata, calzas de damasco, incluso calzado adornado con finísimas perlas. Los zapatos recubren el pie en su totalidad, ya que de no hacerlo así resultaría indecoroso para ambos sexos. Dentro de la influencia que ejerció la moda española, Inglaterra fue la primera en dejarse seducir. Nuestro zapato de ante recamado de seda y de metal data probablemente del reinado de María I Tudor, quien fue esposa de Felipe de España y reinó de 1553 a 1558.

Zapato de mujer. Período Enrique III. Francia, siglo XVI. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

CAPÍTULO 12. EL SIGLO XVII. En el siglo XVII la moda española comienza a perder su protagonismo en Europa igual que lo harán su economía y su política. A mediados de siglo la francesa irá paulatinamente eclipsando a la moda española como principal inspiradora del vestido y el estilo europeo. Hay que reseñar una consecuencia de la evolución social, y es la versatilidad que es común a la moda europea del XVII: el burgués y el noble utilizan básicamente las mismas hechuras y tejidos para la confección de sus trajes. Sin embargo, las clases más altas demostraban su categoría a través de un abundante vestuario en función de sus distintas obligaciones Sin embargo, España y los españoles se aferran más que nunca a sus modas y, aunque acogió influencias, especialmente de Francia, podemos decir que durante gran parte del siglo XVII se mantuvo un estilo propio, que en los últimos años del reinado de Carlos II seguirá vigente. Durante el reinado de Felipe III, tanto hombres como mujeres siguen llevando las prendas anteriores y son inapreciables las modificaciones. Quizás la más notable sea enorme tamaño que habían alcanzado los cuellos de lechuguilla. Sin embargo, en el reinado de Felipe IV se produce un cambio radical en el vestido de los españoles: las abultadas calzas se sustituyen por los calzones y el cuello de lechuguilla, por la golilla (cuello postizo hecho con una tira de tela negra que tiene sobrepuesta otra blanca almidonada y rizada). El atuendo normalmente era de color negro, y de gran austeridad. Lo formaban: un jubón sobre la camisa interior; una ropilla, sobre el jubón; y los calzones. Como complementos, medias de punto, también en color negro, y zapatos. Los zapatos masculinos se hicieron con punta cuadrada , con puente y anchas aberturas a los lados, llamadas “orejas”, tenían una pieza sobre el empeine y se cerraban con cintas, atadas; en estos zapatos apareció por primera vez el tacón independiente, que mantenía el pie inclinado y obligaba a aprender a andar sobre los dedos. Todo el mundo identificaba España con esa rígida golilla, que, como hemos comentado, estaba formada por un soporte de cartón forrado en seda negra sobre el que descansaba un cuello blanco llamado Valona (Cuello grande y vuelto sobre la espalda, hombros y pecho). Este cuello, que obligaba a mantener la cabeza erguida, se convirtió en símbolo de la gravedad y altivez de los españoles. Dicho vestido se mantendrá durante el siglo XVII y parte del XVIIII.

En cuanto a la indumentaria femenina, especialmente bajo los reinados de Felipe IV y Carlos II, se distanció notablemente de la corriente europea, igual que sucedió con la moda masculina. Las españolas no renunciaron al verdugado. El “guardainfante” (una especie de armazón hecho con aros, varillas, cuerdas y ballenas que daba forma a las enaguas), aparece alrededor de los años treinta, con grandes críticas de los moralistas y legisladores de la época. Parece que ésta prenda vino de Francia cuando ya allí había pasado de moda. Y al contrario que suele suceder, el “guardainfante” comenzó a usarse por las mujeres del pueblo llano, para luego pasar a las damas de la Corte. Alrededor de la década de los setenta el uso del guardainfante fue relegado a las ceremonias muy especiales. Más adelante, bajo el reinado de Carlos II, fue reemplazado por el “tontillo”(armazón realizado con aros que se cosían en una falda). Junto a estos armazones para ahuecar las faldas, otro elemento típico de la moda femenina fue la “cotilla” (prenda armada con ballenas), determinante de la rigidez del torso femenino. Se trata de un artilugio surgido de los ideales de belleza del siglo XVI y que se mantuvo durante todo el siglo XVII. 12.1. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XVII. En éste siglo se inicia una nueva época en la historia del calzado, con la aparición del tacón. Es de origen oriental y, en sus inicios, se fija a las botas de montar a caballo para asegurar el pie a los estribos. Desde finales del XVI pierde esta función para convertirse en un elemento estético, cobrando así una total relevancia en la moda femenina. Son típicos los zapatos cuya forma presenta un antepie adornado con una cinta dorada y con su extremo terminado en punta. Es muy importante en el tacón de la época su color, ya que llegó a convertirse en símbolo de pertenencia a una clase social. Si en un tiempo las botas rojas indicaron nobleza, con la llegada del tacón, éste pintado del mismo color pasó a tener idéntica significación.

Zapato de mujer en piel azul con bordado en plata. Italia, siglo XVII. Museo Internacional del Calzado, Romans, depósito del Museo nacional de la Edad Media, Thermes de Cluny, Paris,

Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Zapato de mujer en damasco bordado con hilos de oro y plata. Periodo Luis XIV. Museo Internacional del Calzado, Romans, depósito del Museo nacional de la Edad Media, Thermes

de Cluny, Paris, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

CAPÍTULO 13. EL SIGLO XVIII. Los reinados de Carlos V, Felipe II, Felipe III, Felipe IV y Carlos II marcaron la hegemonía española en el vestir. La ceremonia de despedida que se realizó con motivo del enlace de la Infanta Maria Teresa con Luis XIV, mostró, a un lado, la austeridad monocromática española con el negro solemne, al otro lado el gran colorido y accesorios de la Corte francesa. Esta última moda comenzó a brillar en Europa. El siglo XVIII supone la llegada de la Dinastia de los Borbones a España, que inaugura Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia. Esta época supone un cambio en las artes decorativas, la importancia de las manufacturas reales (vidrios, tapices, cerámica), las sederías (Valencia, Granada, Toledo...) cobran gran vigor gracias al proteccionismo de la Corona. Se aceleran los procesos preindustriales en un mercado que hasta ese momento había sido artesanal, que favorecen la democratización de la moda. La importancia de la burguesía determinará a partir del último tercio del siglo el desarrollo del comercio suntuario. En este siglo, avanzó mucho la industria textil, que empezó en Inglaterra. Empezó a usarse mucho el algodón, además de las tradicionales seda, lana y lino. Los ingleses lo trajeron de la India convertido en telas estampadas y también en telas muy finas como la muselina (que se convertiría en la protagonista del siglo) y pronto empezaron ellos mismos a fabricarlas. Esto representó una revolución en el vestido que se convirtió en un tejido barato, asequible por lo tanto a mucha más gente, que podía usar ahora ropas vistosas que antes no se había podido permitir, con lo que se avanzó mucho en la democratización del vestido. Los medios aristocráticos se lanzan a la búsqueda de lo raro, lo curioso, lo exótico y se pone de moda lo oriental (de “chinesco” o “turquesco”). Se busca un refinamiento formal, que va distanciando la aristocracia de la burguesía crítica e intelectual, amiga de la razón y el orden. Este siglo va a moverse, entre estos dos conceptos opuestos: de un lado lo refinado, frívolo, cortesano del rococó; de otro la ordenación racional, lo simple y lo útil que propugna el clasicismo. En el siglo XVIII, la moda tiene dos polos, uno es Francia (con su gran centro enclavado en Versalles) y el otro es Inglaterra (con predominio de los trajes de campo simples y cómodos).

En España se sigue, mayoritariamente, la moda francesa con una única concesión: “el majismo”, un detalle de originalidad propio. 13.1. LA INDUMENTARIA MASCULINA EN EL SIGLO XVIII. La indumentaria masculina estaba compuesta por tres piezas: casaca, chupa y calzón, que son el antecedente, en el traje de hombre, de la chaqueta, el chaleco y el pantalón usado hasta nuestros días. Se confeccionaban con ricas telas de seda y vivos colores, adornados con bordados y galones de oro y plata. Esta vestimenta fue en su origen diseñada para montar a caballo. Sobre las piernas, medias de seda, lana u algodón. Sobre la camisa, los hombres ricos usaban la camisola. No tenía cuello sino una abertura sobre el pecho que se decoraba con la chorrera de tela fina o encaje igual que al final de las mangas. Con esta indumentaria, los hombres llevaban grandes pelucas de pelo natural o bien de crin de caballo con grandes bucles que caían sobre los hombros. A partir de 1770 empezó a notarse en la indumentaria masculina la influencia inglesa. Los hombres, aunque fueran de clase social alta, empezaron a usar trajes de paño oscuro sin bordados. Una peculiaridad española fue la capa como prenda de abrigo. Todos los españoles la usaban, ricos y pobres. A partir de los años 90 del siglo XVIII, los hombres usaron trajes cada vez más sobrios, identificaron virilidad con sobriedad y dejaron los adornos y los colores para los vestidos femeninos. Empieza a utilizarse el sombrero de copa. El calzado masculino consistía en zapatos, generalmente de piel oscura, con un poco de tacón y cerrados por delante con dos lengüetas abrochadas con una hebilla. Más adelante utilizarán zapatos con tacón de color al que se añaden lazos o hebillas y botas altas con vueltas. 13.2. LA INDUMENTARIA FEMENINA EN EL SIGLO XVIII. La moda del siglo XVIII también tenía que reflejar el prestigio que la mujer iba adquiriendo en la vida social y en la cultura de su tiempo. En cuanto a la vida social, encontramos el “culto” a la mujer a través del “cortejo”. En la vestimenta femenina seguimos encontrando la “cotilla” y el “tontillo”. Utilizaban medias de seda, lana o algodón que eran menso importantes que las de los hombres porque no se veían casi nunca.

Dentro de la uniformidad, España, tenía peculiaridades, como nos comenta Amelia Leira: “Durante los reinados de Felipe V y Fernando VI los vestidos más usados fueron los compuestos por casaca y basquiña (una falda) de la misma tela. Aunque en el resto de Europa eran más frecuentes los vestidos enteros, lo que nos descubren los documentos de la época y la gran abundancia de estas prendas que se conservan en el Museo nos lleva a pensar que los vestidos preferidos en España fueron estos de dos piezas”, 44. Con este tipo de vestidos las mujeres llevaron las cabezas pequeñas, con rizos apretados y un pequeño adorno, una joya, una flor, un lazo, colocado generalmente en un lado de la cabeza. Por el escote se mostraba el volante de encaje que guarnecía la camisa interior, lo mismo que pasaba con los vuelos que asomaban por debajo de las mangas.

A mediados de siglo llegó a su apogeo el rococó, estilo característico del siglo XVIII, que, en cuanto al vestido femenino tuvo alguna característica especial: los pliegues que tenía en la espalda, que salían del escote y llegaban hasta el final de la cola; esta espalda amplia le daba un parecido con el vestido de estar en casa que usaban hombres y mujeres e hizo que en España se llamase “bata”. Las mujeres, dejaron que su pelo fuera creciendo cada vez más y pronto se llegó a unas cabezas descomunales en las que, sobre el peinado, muy alto, se ponía un bonetillo muy adornado con todo género de cosas (plumas, gasas, cintas) que las hacía aún más altas. Años después, la silueta femenina cambió totalmente: en vez de estar ahuecada sobre las caderas con el tontillo pasó a estar abultada hacia atrás, en una premonición del polisón (vestido a la inglesa o polonesa). En los últimos años del siglo, el cambio en el vestido de las mujeres fue espectacular. Quisieron vestirse como las estatuas clásicas con trajes enteros de telas blancas y vaporosas, con el talle bajo el pecho, mangas cortas y zapatos bajos, sin tacón. En España este traje se llamó simplemente “camisa” y se hizo con la famosa muselina. Las cabezas rebajaron su volumen, con cabellos cortos o un moño atrás, y con rizos sobre la frente.

44. LEIRA Sanchez, Amelia. “La moda en España durante el siglo XVIII”. Indumenta. 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-09-ALS.pdf

13.3. EL MAJISMO. En los últimos treinta años del siglo, encontramos el fenómeno del majismo, como un apego a lo autóctono. Fue una característica genuinamente española que tiene lugar en el siglo XVIII. Se define como el gusto de las clases altas por vestirse y actuar al modo de las gentes del pueblo de Madrid, y es frecuente encontrar elementos populares incorporados a los vestidos de moda francesa. Se llamaban majos a los habitantes de los barrios bajos de Madrid que llevaban atuendos muy coloridos. Los hombres llevaban una redecilla o cofia recogiendo el cabello y grandes patillas. No usaban corbata sino un pañuelo de colores anudado a la garganta y en su actitud eran bravucones. Las majas usaban falda que dejaba ver los tobillos, un delantal largo y estrecho como adorno y una chaquetilla similar a la masculina. Llevaban cofia en el pelo (madroños) y había un gran predominio del color negro. Tenían una actitud descarada y atrevida. Todas las mujeres españolas se ponían, para salir a la calle o ir a la iglesia, una falda negra y se cubrían la cabeza y los hombros con una mantilla negra o blanca. Es lo que los extranjeros llamaron “vestido nacional”. Todas las mujeres, independientemente de la clase social a la que pertenecieran, tenían estas prendas. Sin embargo, las damas nobles no las usaban muy a menudo porque iban casi siempre en coche (un signo de distinción importantísimo en esos años). 13.4. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XVIII. Bajo el reinado de Luis XV (1715-1774), Francia ve aparecer para la moda femenina el tacón que lleva su nombre o tacón de “carrete”. Este obligaba al pie a tomar una posición contra natura y la punta extremadamente fina comprimía dolorosamente los dedos. Estos zapatos femeninos tenían una forma semejante a los de los hombres, pero generalmente estaban forrados de seda o lino ricamente decorado o bordado. También había zapatos de rayas incrustados con diamantes o con esmeraldas. Tenían tacón más alto que el masculino. Más adelante empezó a usarse otro tipo de zapato, también con tacón de carrete, pero escotado y hecho de seda bordada. Se continúa usando el tacón rojo por parte de la nobleza francesa, una moda de la que se habían contagiado todas las cortes europeas. Para pasear, la juventud a veces calza botines de cuero rojos.

Zapato de Madame de Pompadour (1721-1764). Museo Internacional del Calzado, Romans, depósito del Museo nacional de la Edad Media, Thermes de Cluny, Paris, Francia. Incluida en

el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

El principal adorno del zapato, consistía en las hebillas o en los lazos que figuraban cerrarlo por delante. Durante una temporada se llevaron, en la costura del talón, pequeños adornos que se denominaban “venez-y-voir”, y para los cuales se escogían preferentemente las esmeraldas. Para las damas no era cosa fácil moverse con esta clase de calzado, además de con su cuerpo aprisionado por un estrecho corsé y sosteniendo en equilibrio sus altísimos peinados.

Zapato de Maria Antonieta. Recabada el 10 de Agosto de 1792. Museo Carnavalet, París, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Las mujeres no iban nunca o casi nunca a pie; lo máximo que hacían era pasear por el jardín y luego descansar en el sofá, donde se producían las veladas y se recibía a los invitados. De hecho, se fabricaban zapatos que no estaban destinados a caminar con ellos; eran estrictamente para “lucirlos”. En Londres las señoras, cuando tenían que salir de casa, se ponían en los pies unos aparatos de hierro altos y redondos, a modo de pequeños zancos. Al final de siglo, con la llegada de la Revolución Francesa, los ciudadanos republicanos para demostrar su civismo, calzan pesados zuecos de madera. A final de siglo, las mujeres comienzan a llevar zapato con tacón plano, que se llegó a convertir en sandalia sin tacón alguno

Chinelas bordadas. Francia, principios del siglo XVIII. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Zapato de mujer. Inglaterra, siglo XVIII. Colección Guillén, Museo Internacional del Calzado,

Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Chinela. Inapropiada para caminar, en cabritilla negra y satén azul cielo, pequeño cabujón en porcelana. Altura del tacón: 20 cm. Viena, Austria. Colección Guillen. Museo Internacional del

Calzado, Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

CAPÍTULO 14. EL SIGLO XIX. A lo largo del siglo XIX, la mujer comienza a integrarse en la vida pública y a formar parte activa de la historia. La internacionalización de la moda es una constante a lo largo del siglo XIX. La moda se da a conocer a través de catálogos, tarjetas de publicidad y anuncios en prensa, que revelan una actividad comercial de gran interés. Hay una eclosión de las revistas de moda. Las prendas comienzan a aparecer con la etiqueta de la sastrería o la casa de modistas, cosida en el interior de las prendas. En España, al igual que en el resto de Europa, los avances en la industria textil contribuyen al desarrollo de la moda. Se populariza la máquina de coser. Hay varios tipos de comercio de moda, según Mercedes Pasalodos: “Dos tipologías de comercios ocuparon el espacio comercial desde mediados del siglo XIX. Por una lado, las tiendas o bazares magasin de nouveautés. De otro, las casas de moda. Este fenómeno que está muy bien definido en otros lugares, como en Francia, no fue ajeno en nuestro país”, 45. Existen consejos recogidos en los manuales de comportamiento, de urbanidad o de buenos modales, así como en las revistas que muestran el sentir de la época. La instrucción femenina no sólo estaba orientada a los valores religiosos y deberes familiares y domésticos; la actitud, el porte y naturalmente la forma de vestir formaban parte del barniz que una joven recibía para conducirse en sociedad. Las diferencias sociales y las actividades determinaron y condicionaron el traje, que se convirtió en expresión de circunstancias concretas. Es un período en el que la moda está dominada por una necesidad de cambio incesante, y el lujo destacaba como el gran enemigo de la elegancia y de las economías más modestas. En tiempos de Isabel II, según avanza el siglo XIX, España se ajusta cada vez más al dictado de París. 45. PASALODOS Salgado, Mercedes. “Algunas consideraciones sobre la moda durante la Belle Époque” Indumenta 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-11-MPS.pdf

14.1. LA INDUMENTARIA MASCULINA EN EL SIGLO XIX. El traje masculino, en la época del Romanticismo restringe su paleta a cuatro o cinto tonos oscuros y en cuanto a tejidos se limita al austero paño de lana para los trajes y a los algodones para las camisas y chalecos. El traje masculino romántico bebe de fuentes militares (el frac y la levita proceden de la casaca) y de fuentes proletarias. El traje masculino es un símbolo democrático de la época, que tiene su reflejo en la moda. De hecho, un catálogo de dicha moda estaría compuesto por: trajes negros compuestos por frac y pantalones, chaleco blanco de cutí, chaleco de fantasía, propio de creativos, y un gabán o paletó, sinónimo de progresismo; o, también un frac cerrado con dos hileras de botones dorados y terminado en faldón curvo sobre la cadera –a la inglesa–, moda que no superará la fecha de 1850. El gabán, por su evidente funcionalidad, remplazó a la capa que había sido moda característica de España. En cuanto al calzado, los elegantes usan botas de montar sin tacón. Conforme avanza el siglo, zapato bajo de charol. La gente del pueblo usa calzado sin tacón. 14.2. LA INDUMENTARIA FEMENINA EN EL SIGLO XIX. La influencia de Francia en la moda es vital en ésta época y afecta a toda Europa. En los años 30 se recupera el corsé. Existen los llamados “trajes de baile” o “trajes de sociedad” que equivalen al ideal romántico y que se utilizan en las reuniones con el fin de conocer un “buen marido”. Pablo Pena nos cuenta cómo era ese ideal: “Las revistas de moda hablan de mujeres de dos edades: la joven casadera y la señora. El Correo de la Moda recomienda para la primera vestidos de tonos claros y tejidos livianos, y para la segunda, géneros de mayor cuerpo y tonos brillantes”, 46.

46. PENA González, Pablo. “Indumentaria en España: el periodo Isabelino (1830-1868). Indumentaria 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-10-PPG.pdf

Hasta mitad de siglo el ideal de la joven romántica obligaba a vestirse como un hada o una ninfa, es decir, seres ligeros, gráciles, etéreos, vulnerables. A partir de esa época, vuelve el rococó, estilo al cual era muy adicta la emperatriz María Eugenia. Los escotes se abrieron formando un triángulo, las mangas se confeccionaron cortas y desbocadas en el antebrazo y las faldas iniciaron un paulatino engrosamiento con la introducción del miriñaque. El miriñaque llegó a su máxima expresión hacia 1860, y a finales de la década formaba en la parte trasera de la falda una curva que daría lugar al “polisón”, con una tendencia a la cola que imperaría en la década siguiente. La mantilla española se exporta a Europa en los años 30. Sin embargo en los años 50, pierde la batalla a favor del sombrero y se la considera, prácticamente un atuendo folclórico que se reserva para los toros y la Semana Santa. En la década de los 80 irrumpe un afán provocador y las modas van a imponer vestidos estrechos con largas colas para los vestidos de noche o “soirées”. Las faldas se adornarán profusamente con, lazos, encajes y pasamanería y el corsé se ajustará extraordinariamente al talle, las mangas tienden a estrecharse y seguir el contorno del brazo. Los tejidos seguirán siendo sedas, otomanes, tafetanes... y los colores el borgoña, negro o verde. 14.3. EL CALZADO FEMENINO EN EL SIGLO XIX. Las jóvenes, en los años del Romanticismo calzan zapatillas sin tacón y confeccionadas en seda o cabritilla blanca.

Botín de mujer de satén bordado a mano. Realizada por Pinet, Paris, 1875. Museo Internacional del Calzado. Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Alcanzan gran popularidad los “botines de cartera”, lazadas con cordones a los lados, solo llegaban por encima del tobillo, con punta estrecha y pequeño tacón. En 1867 aparecen las llamadas botas “imperiales” que subían hasta la mitad de la pantorrilla.

Botines de Sissi, Emperatriz de Austria, siglo XIX. Museo del Cuero, Offenbach, Alemania.

Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

Surgen diferentes tipos de calzados acordes con las nuevas actividades deportivas y oficios. La moda del calzado se sucede con rapidez. Nuevos materiales, elementos decorativos...

CAPÍTULO 15. EL SIGLO XX. El siglo XX ha conocido multitud de avances, guerras, intercambios comerciales, diferentes relaciones entre países, movimientos sociales...con sus correspondientes reflejos en la moda y el calzado. El cambio más importante quizás haya sido la lucha de la mujer contra las restricciones políticas y sociales, esto indiscutiblemente se manifestó en la relación femenina con el vestuario. Por todo ello nos detendremos para analizar éste siglo más en detalle, centrándonos en la mujer. Vemos la variedad de éste siglo, década a década. 15.1. AÑOS 1900-1910. El siglo se inicia en medio de grandes adelantos tecnológicos, entre los cuales el automóvil ocupa un lugar destacado. Japón se convirtió en una nueva potencia de carácter mundial, tras la Guerra ruso-japonesa de 1905.. El imperio alemán o Segundo Reich, comenzó a forjarse en torno a Prusia. En España, el período que se inicia en 1902, con el ascenso al trono de Alfonso XIII, y concluye en 1923, con el establecimiento de la dictadura de Primo de Rivera, se caracterizó por una permanente crisis política. En la Conferencia de Algeciras de 1906 se acordó el reparto entre Francia y España del territorio marroquí. A España le correspondió la franja norte. Desde 1909 se inició un conflicto bélico, la guerra de Marruecos. Antonio Maura, líder del Partido Conservador, llegó al poder en 1907 con un programa reformista: modificó la ley electoral, estableció el Instituto Nacional de Previsión e intentó sin éxito aprobar una tímida autonomía para Cataluña. Su proyecto reformista se derrumbó en 1909. 15.1.1. La indumentaria femenina en 1900-1910.

La mayoría de las modas más destacadas del siglo anterior continuaban llevándose todavía. Desaparece el corsé y vuelve la silueta natural de la mujer. Las faldas llegaban hasta el tobillo, de modo que los zapatos se veían poco.

15.1.2. El calzado femenino en 1900-1910.

Se llevaban las botas ceñidas y abotonadas en todas las temporadas. Se seleccionaba el calzado por su corte y calidad, más que por su estilo. El negro fue el color de principios del siglo XX, y el uso del ante la única concesión al relajo en el código de vestir.

Botines de la Bella Otero. Cabritilla café y beige, entrepiezas de cabritilla plateada. París, hacia 1900. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat

libros, 2008.

Los zapatos de salón de tacón medio comenzaron a llevarse en lugar de la omnipresente bota, que había dominado los últimos años del siglo XIX, ya que las faldas se elevaron sólo un poco por encima del tobillo.

Los zapatos de noche tuvieron un corte alto hasta 1910 y poseían tiras para mantenerlos en su sitio al bailar. El calzado de tocador podía ser más seductor y se hacía de satén y seda con lazos de tul. Gradualmente, estas modas salieron del tocador a la calle. Los zapatos de noche se decoraban con lazos y pompones, y, posteriormente, con cintas o gasa plateada, incluso las hebillas del calzado para caminar se hicieron más grandes y atrevidas, fabricándose de acero cortado o bruñido. Mas tarde, se las sembró de perlas o se hicieron de pasta. 15.2. LOS AÑOS 1910-1920. En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial. Los grandes perdedores fueron loa imperios de Austria, que perdió esa distinción para siempre y el imperio Ruso cuya monarquía fue exterminada con el asesinato de la Familia Real, dando paso al sistema de gobierno Bolchevique liderado por Lenin. Estados Unidos se convirtió en potencia mundial de primer orden junto con Japón. En España la atención se centra en Barcelona, corazón en aquella época de la industrialización española, que vivió desde principios de siglo un gran auge de

las movilizaciones obreras que culminó en 1907 con la creación de la organización anarquista Solidaridad Obrera. La I Guerra Mundial dividió al país, pero trajo un periodo de prosperidad económica. España, neutral, se convirtió en abastecedora de muchos productos para los países contendientes. El mal reparto social de los beneficios del boom económico y la creciente inflación llevaron al estallido social y una profunda y compleja crisis en 1917, con la huelga general convocada por CNT y UGT. La lucha social de clases se había convertido en el gran problema del país. 15.2.1. La indumentaria femenina en los años 1910-1920. La Primera Guerra Mundial, cambió todo. Un enorme número de hombres fue reclutado en las fuerzas armadas, y las mujeres entraron en trabajos en las fábricas. La actividad de éstas proporcionó a muchas mujeres su propio dinero por primera vez, y así podían elegir gastarlo en ropa o en calzado. La escasez de los tiempos bélicos condujo al primer acortamiento de las faldas en el nuevo siglo. Se imponen las faldas tipo “tubo” y las líneas rectas. Los vestidos ajustados en la cadera. Las mujeres, con su atuendo, intentan parecerse a los hombres. 15.2.2. El calzado femenino en los años 1910-1920. El calzado se hizo de muchos colores, y las medias de seda se volvieron finas y sexys. Las nuevas libertades que la guerra proporcionó a las mujeres suponían que su calzado tenía que ser más cómodo. Se llevaban los botines de cordones en colores neutros pálidos para el verano. Las mujeres de Europa y Norteamérica andaban más, y se desarrolló calzado para la calle y para el carruaje, más anchos para mayor comodidad.Los anuncios ofrecían extras prácticos como tacones de caucho. A finales de la década, las botas altas de cordones, con tacones relativamente bajos retornaron durante la Primera Guerra Mundial, ya que no hubo escasez de cuero, a pesar de la contienda.

Duque de Guise por P. Yantorny. Terciopelo de seda carmesí bordado con hilos de oro y plata. Inspirado por atuendos litúrgicos del siglo XVII, tacón Luis XV. París, hacia 1912. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluida en el libro “Zapatos”. Edimat libros, 2008.

15.3. LOS AÑOS 1920-1930. Tras el final de la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos prosiguió su rápido desarrollo económico que se vio perturbado por la "gran depresión" de 1929. Argentina, que había suministrado mercancías a Europa durante la guerra, se había convertido en uno de los países más ricos del mundo. En España, en 1921 es asesinado el presidente del gobierno, Eduardo Dato. En 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, se subleva. El golpe contó con la comprensión y el apoyo del rey Alfonso XIII. El Desembarco de Alhucemas en 1925 puso fin a la guerra de Marruecos y le dio gran popularidad al dictador. Tras el “crash” de la bolsa de Nueva York, en 1929, los problemas económicos se extendieron con rapidez por todo el mundo. El descontento social, con la vuelta de los movimientos huelguistas, acrecentó la oposición a la dictadura, junto con la devaluación de la peseta. En 1930, Primo de Rivera presentó su dimisión al Rey. 15.3.1. La indumentaria femenina en los años 1920-1930. La Primera Guerra Mundial había finalizado, las fábricas aparecían llenas y el mercado de valores estaba subiendo. La gente tenía dinero y quería gastarlo en ropa. La moda ya no era para la élite.

La industria introdujo el lino como material de moda (debido a su bajo costo) y los materiales artificiales (como las medias de seda sintética que reemplazaron a las de seda natural por su elevado costo). 15.3.2. El calzado femenino en los años 1920-1930. En ésta década hay una ruptura con todo lo anterior en materia de calzado, según comenta Angela Pattison: “Las modas del calzado en la década de los veinte fueron excitantes y nuevas, rompiendo completamente con el pasado. Nuevos colores y tejidos llegaban en “cascada” al mercado, y los estilos cambiaban radicalmente cada temporada. El zapato de tira con puntera en punta y tacón alto, tipo Louis se considera el zapato clásico de los veinte. De hecho, los escarpines con lengüetas, de cortes transversales, tiras en forma de T y tiras entrecruzadas, se pusieron de moda en años sucesivos”, 47. Zapato de mujer en cabritilla plateada. Diseño de lunares rosa y rectángulos verdes. Tacón forrado Luis XV. París, hacia 1925. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

47. PATTISON, Angela y Cawthorne, Nigel “Un siglo de calzado: iconos de los estilos en el siglo XX”. Arrigorriaga. Status Ediciones, 1998, p. 138.

A principios de ésta década, los estilos orientales fueron populares apareciendo las chinelas y las zapatillas de harén en brocados de vivos colores. Zapatos para noche en terciopelo azul marino, diseño con cuentas de acero y tacón incrustado con strass. Creado por Hellstern, hacia 1925. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Estamos en la época del charlestón. Los zapatos tenían que ser lo bastante resistentes como para soportar la energía de los bailes. Posteriormente el calzado se hizo más ligero y elegante. Los tacones eran altos, y el tacón cubano se puso de moda para caminar y con ropa sport. En cuanto al color, los zapatos eran de piel roja, blanca y azul y la piel de cabrito dorada y el lamé dorado se pusieron de moda. Los zapatos de noche se hicieron en terciopelos de vivos colores y en sedas cubiertas con perlas. A mitad de la década los colores se vuelven más apagados, y los marrones, beiges, y grises son moda. Las hebillas van perdiendo tamaño y protagonismo conforme avanza la década.

Zapato de salón por Julienne. Hacia 1925. Gran hebilla de bakelita decorada con cuentas blancas, aplicación en cabritilla roja. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Hacia 1925, encontramos zapatos con piezas, sobre todo frontales, decoradas e inspiradas en la obsesión por los motivos egipcios. No hay que olvidar que un año antes, el arqueólogo Howard Carter había abierto el sarcófago de Tutankamón. 15.4. LOS AÑOS 1930-1940.

Adolf Hitler toma el control de Alemania 1933 con un apoyo de la población sin precedentes. Alemania se desarrolla nuevamente, la economía se relanza con el impulso que le da la industria y la inversión del estado en infraestructuras. Rusia, que entre tanto se había transformado en la URSS, fue escenario de hambrunas endémicas y una constante lucha por el poder. En Estados Unidos, el presidente Franklin Delano Roosevelt, lidera la recuperación económica del país tras la crisis provocada por la gran depresión de 1929.

En España, el rey Alfonso XIII, debido a la falta de apoyos y al avance del movimiento popular, abdica y se exilia. En 1931, se proclama la Segunda República. Tras varios avatares, el ambiente social era cada vez más tenso. La izquierda obrera había optado por una postura revolucionaria y la derecha buscaba el fin del sistema democrático. Desde abril se sucedieron enfrentamientos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas. 17 de julio de 1936 el ejército de Marruecos inicia la rebelión contra el gobierno de la República. El triunfo parcial del golpe desencadenó la guerra civil. 15.4.1. La indumentaria femenina en los años 1930-1940. En estos años, los modelos a seguir fueron actrices como Greta Garbo y Marlene Dietrich, mujeres de hombros anchos y caderas delicadas, altas y delgadas. En este período el punto erótico cambió desde las piernas hasta la espalda, que era resaltada por destacados escotes. Las modas de la pantalla se convirtieron en una influencia más importante que las casas de costura de París. Se dice que las faldas se alargan o se acortan dependiendo de la economía. El “crack” de Wall Street hizo que las faldas cayeran hasta la pantorrilla. La comodidad llegó a ser una consideración principal para las mujeres. El traje a medida estaba de moda como ropa de diario de la mujer. 15.4.2. El calzado femenino en los años 1930-1940. Los tacones se hicieron más bajos, más anchos y más angulares, tipo ejecutivo, desapareciendo totalmente las sandalias y los zapatos de sport tras el año 1934.

Zapato de salón para mujer de A. Gillet en seda verde chillón. París hacia 1928-1930. Museo Internacional del Calzado, Romans, París. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Se introdujeron los botines para actividades fuera de casa. La nueva moda para el aire libre hizo que destacaran las sandalias. Comenzaron como un calzado para la playa, de ahí pasaron a ser calzado para fiestas; y hacia el final de la década se convirtieron en calzado de diario. Los zapatos de salón aparecen con punteras y los talones abiertos. Los zapatos de noche se realizan en ante y piel de cabrito, aunque las pieles exóticas, como la de lagarto, continuaron considerándose elegantes.

Sandalia para la noche en cabritilla dorada, suela de plataforma de corcho cubierta con oro. Perugia, 1938. Colección Charles Jourdan. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

A finales de la década, aparecen los zapatos con plataformas de caucho. Estaban cubiertas de tela o cuero, y decoradas con lentejuelas como calzado de noche. En cuanto al color, el negro fue el color más popular para el calzado de diario, también los colores vino, granate y azul marino. Los colores pastel aparecen en 1935. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, hubo, de nuevo, una repentina explosión de colores vivos. 15.5. LOS AÑOS 1940-1950. Esta década está marcada por la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos y la URSS se convierten en las nuevas y únicas potencias del mundo. Todas las demás antiguas potencias pasan a un segundo nivel. La India consiguió su independencia a través de la revolución pacifista de Gandhi.

En España, la guerra civil termina en 1939 y se instaura un nuevo régimen basado en la concentración del poder político en Franco. Son años de aislamiento político y económico. Tras la guerra, y diezmada su población, el hambre y la extrema necesidad eran la realidad cotidiana de una gran parte del país. En un contexto de escasez e intervención estatal, el mercado negro, el “estraperlo”, y la corrupción generalizada se apoderaron de la economía.

15.5.1. La indumentaria femenina en los años 1940-1950. Los años cuarenta estuvieron dominados por la guerra, pues había escasez de materiales y las modas estaban reguladas por ley. En 1947, el diseñador Christian Dior abrió una casa de costura en París. Alargó las faldas hasta justo por encima del tobillo e introdujo una falda de tablas con voluminosas enaguas. Las mujeres de Europa y América se transformaron casi de la noche a la mañana. En España, en plena época de posguerra, las clases privilegiadas podían vestir a la moda, el pueblo llano, se tiene que conformar con ropas que duren, a menudo confeccionadas en casa y remendadas una y otra vez. Las medias son un artículo de lujo y se reparan “cogiendo los puntos” cuando se rompen. 15.5.2. El calzado femenino en los años 1940-1950. El Gobierno estadounidense conservaba cuero y un número limitado de calzado de seis colores. La máxima altura de los tacones se fijó en 2,5 com., y se instó a las mujeres a comprar zapatos de cuña cómodos o de tacón bajo, de modo que pudieran caminar más lejos y ahorrar gasolina. En Gran Bretaña también hubo racionamiento, pero a las mujeres británicas les permitieron llevar tacones de hasta 5 cm. Con las mujeres en las fuerzas armadas, se marca la pauta del calzado en tiempos de guerra: zapatos estrictamente de cordones o zapatos de tira y hebilla. Hubo escasez de cuero y se hizo calzado que durara.

Sandalia en nylon y piel chapada. Salvatore Ferragamo, 1947. Museo Ferragamo, Florencia, Italia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Al final de la década, vemos zapatos que van con el nuevo traje a medida de la posguerra que fue popular para vestir por la tarde. Reaparecen los zapatos de salón con suela delgada y las sandalias. En España, las mujeres de las clases altas se permiten lucir zapatos a la moda. Las mujeres del pueblo suelen utilizar zapato bajo y cómodo, que sirve para trabajar y para salir a pasear. 15.6. LOS AÑOS 1950-1960. La URSS que había sido aliada de los países que derrotaron a la Alemania y las demás naciones del Eje, rápidamente se vio transformada en el "enemigo de occidente" y el mundo vio formarse lo que se conoció como "guerra Fría". Se inicio una carrera armamentista sin precedentes que se extendería en las siguientes décadas, así la URSS y Estados Unidos hicieron acopio de un arsenal capaz de destruir todo el planeta. En España, a principios de la década, se produce un giro en la política económica. Hay una liberalización parcial de precios y del comercio y circulación de mercancías. En 1952 se pone fin al racionamiento de alimentos. Se produce una cierta expansión económica. El cambio en la política internacional y la guerra fría, propiciaron que comenzara a llegar ayuda económica norteamericana, que permitió importaciones de bienes de equipo imprescindibles para el desarrollo industrial. 15.6.1. La indumentaria femenina en los años 1950-1960. El nuevo estilo de Dior llevó de nuevo el mundo de la moda a París, restableció el poder de las casas de costura y los ricos acudían a París a ver las colecciones. Paralelamente, comienza a surgir una indumentaria propia de los jóvenes rebeldes. Al principio, estas modas de la juventud parecían marginales; pero a medida que crecían los niños de la posguerra, fueron asumiendo el control de la moda mundial. 15.6.2. El calzado femenino en los años 1950-1960. En esta década se inicia una auténtica diversificación en la moda del calzado. Desde el “tacón de aguja” a las botas de ante, desde los mocasines a las zapatillas de deporte de colores, como vamos a comprobar.

Los italianos eran una extraordinaria fuerza en la moda. Sus fábricas de calzado hicieron muchos cambios técnicos y de diseño. La ligera y elegante sandalia italiana se convirtió en su producto de exportación más característico; además, la carrera por adelgazar el tacón estaba comenzando.

Flora. Creación de Sarkis-Der-Balian. París, 1955. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Sin embargo, el nacimiento del llamado “tacón de aguja”, no está claro: “Quién creó primero el tacón de aguja todavía está abierto a debate. En Francia, Charles Jourdan preparó el terreno con un tacón de acero y madera en 1951.

Estilo creado para Sofia Loren. Salvatore Ferragamo, 1956. Museo Ferragamo, Florencia, Italia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Los fabricantes italianos de calzado llamaron “tacones de aguja” a sus nuevos tacones estrechos en 1953. Pero es a Roger Vivier, el diseñador de calzado de Dior, a quien se le atribuye haber hecho el primer tacón de aguja verdadero en 1955”, 48.

El tacón siguió creciendo y adelgazando hasta que alcanzó su apogeo en 1958. Roger Vivier hizo los zapatos, de piel de cabrito dorada y con rubíes incrustados, que la reina Isabel II llevó durante su coronación, en 1953.

Zapatillas para boda de la Reina Isabel II. Museo Bally, Schönenwerd, Suiza. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Los mocasines se extendieron fuera de las universidades y fueron adoptados por los jóvenes. Las chicas adolescentes expresan su rebeldía llevando zapatillas de deporte de colores con sus calcetines blancos. Los chicos adolescentes se pasaron a las zapatillas de aspecto “All Star”. La juventud británica adoptó el zapato muy puntiagudo, mientras se lanzaba la bota baja de ante. 48. PATTISON, Angela y Cawthorne, Nigel , Op. cit, p. 144.

15.7. LOS AÑOS 1960-1970. El régimen cubano, con su política orientada hacia la URSS, en detrimento de los intereses geoestratégicos de Estados Unidos, llevó a la llamada "Crisis de los misiles de 1962", que llevó a la humanidad a estar más cerca que nunca de una tercera guerra mundial. Se inicia la guerra de Vietnam. El presidente John F. Kennedy, es asesinado en 1963. Los Estados Unidos ganan la “carrera espacial”, colocando al primer ser humano sobre la superficie lunar en 1969. En Europa se consolida la reconciliación franco-alemana, sobre la que en gran medida se basaría la construcción de la Unión Europea que se había iniciado en la década anterior. Japón continuó desarrollando su reputación de potencia tecnológica. En España, Esta década vino marcada por un rápido crecimiento industrial y del sector servicios. La apertura económica al exterior provocó un aluvión de inversiones extranjeras atraídas por los bajos salarios. El desarrollo industrial desencadenó una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las ciudades y hacia Europa. A la vez que la agricultura se modernizaba, amplias zonas del interior quedaban desertizadas. Pese a sus limitaciones, el desarrollo económico propició la aparición de la sociedad de consumo en España. La extensión del uso de electrodomésticos, (dos tercios de los hogares tenían televisión en 1969), y del coche (un cuarto de las familias españolas poseían un automóvil en 1969), fueron los elementos que mejor ejemplificaron la nueva sociedad. 15.7.1. La indumentaria femenina en los años 1960-1970. En los años sesenta, el centro del mundo de la moda se trasladó de París a Londres, y fue el nuevo estilo de la calle, más que la alta costura, lo que guió la moda. Hubo una reacción generalizada contra los valores de la clase media de los años de la posguerra. El cliente hacía la moda, no el costurero. La moda dejó de pertenecer a las estrellas de cine y a las personas que figuraban mucho en la sociedad; todos estaban implicados y los líderes de las nuevas modas de la juventud eran las nuevas “super estrellas” del pop. A finales de la década aparece la minifalda. En estos años, los pantalones se convirtieron en ropa aceptable para las mujeres a la hora de vestir, tanto de manera formal como práctica. En España, Lola Gavarrón nos describe muy gráficamente la moda en esos años: “En España, Marisol marcaba la moda de una adolescencia tranquila, de

faldita escocesa y chaqueta blaiser. Su modelo en el cine y en la vida real supera al de sus rivales: Rocio Dúrcal o Conchita Velasco. En Barcelona, Teresa Gimpera es la musa de la modernidad catalana y supone un espíritu mucho más cosmopolita”, 49.

Hay una clara división: Alta Costura para una pequeña minoría (con el genio Balenciaga a la cabeza, pero también Manuel Pertegaz y a su lado, un jovencísimo Elio Berhanyer que empieza a sorprender) y ropa de confección y de saldos para la inmensa mayoría. La falta de términos medios expresa muy bien el desequilibrio social debido a la dictadura. 15.7.2. El calzado femenino en los años 1960-1970. Las mujeres optaron por el look de colegiala, con escarpines de tacón bajo y zapatos de tira abotonada, llevándolos con calcetines blancos largos. Mas adelante, encontramos materiales sintéticos con acabados plateados, y el charol, que apareció en fuertes colores. A mitad de la década, las seguidoras de “Coco” Chanel llevan el imperecedero zapato de salón sin talón de dos tonos (puntera negra y resto en color camel) que esta diseñadora había introducido en la anterior década y que alcanzó gran popularidad por alargar ópticamente las piernas, consiguiendo más elegancia.

Zapato creado por Raymond Massaro para Chanel. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

49. GAVARRÓN Casado, Lola. “Modas recientes (1960...). Una sinopsis/crónica apresurada”. Indumentaria, 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-14-LGC.pdf, p. 1

Las botas hasta la rodilla iban unidas a las minifaldas; y a medida que los años sesenta progresaban, las botas holgadas con costura frontal dieron paso a botas mucho más ceñidas a la pierna. Los cueros tratados y estampados sustituyeron al cuero liso y al plástico. A finales de la década, apareció un look étnico. Las sandalias de tiras africanas y las orientales. Los escarpines se abandonaron por calzado más sólido, con tacones anchos y cuadrados. Las suelas se engrosaron también, facilitando el camino para el regreso de las plataformas.

Zapatos de salón “escotados” de Marilyn Monroe decorados con strass de Swarovski rojos. Creado por S. Ferragamo para el film “Let´s make love”, dirigido por George Cukor en 1960.

Museo Ferragamo, Florencia, Italia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

15.8. LOS AÑOS 1970-1980. El conflicto árabe-israelí y la etapa final de la guerra de Vietnam dominan la mayor parte de la vida política de esta década. Las disposiciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo arrastra a los países industrializados a una crisis en el sector energético y por ende a toda la industria y la sociedad. Ahora son las naciones productoras las que fijan los precios del combustible. Nixon renuncia a su cargo de presidente de los Estados Unidos tras el escándalo “Watergate”

En Europa, los países occidentales logran igualar el nivel de vida de Estados Unidos y los países escandinavos consiguen el más alto equilibrio económico social del mundo. A finales de la década los fundamentalistas musulmanes toman el control de Irán bajo el liderazgo de Ayatolá Ruholá Jomeini. En España, esta es una década crucial. Supone el final del régimen dictatorial de Franco, su muerte en 1975 y la transición política hacia la democracia, propugnada por Juan Carlos I, que fue proclamado rey en un contexto político de gran incertidumbre. La legalización del PCE en Abril de 1977 y la amnistía de los presos políticos, llevaron a la celebración de las primeras elecciones democráticas desde la Segunda República, en junio de 1977. En 1978 se aprueba la Constitución. 15.8.1. La indumentaria femenina en los años 1970-1980. Comenzamos la década con los estilos andróginos del “rock glam”. Fue un crisol de modas, aunque las casas de costura continuaron produciendo clásicos, haciendo énfasis en la elegancia en lo posible. Hacia mediados de los setenta, la crisis del petróleo había conducido a una depresión económica mundial y asumió el control un look más conservador, más formal. Había una clara preferencia por las modas de ropa que durara más de una temporada. Al final de la década, muchos de los jóvenes se pasaron al punk y se vestían para ofender. La ropa tiene cremalleras por doquier sin ninguna función específica. En España, la moda “ad lib” propone desde Ibiza, vestimenta completamente blanca, con o sin encajes, con o sin bordados. 15.8.2. El calzado femenino en los años 1970-1980. Estamos en los años de las botas de plataforma, que eran populares tanto para hombres como para mujeres. Y esas botas fueron subiendo en altura: “Para complementar la moda de los “minishorts” más sucintos, las botas de las mujeres alcanzaron el muslo. El color era importante, y se pintaron las botas con diseños psicodélicos y se decoraron con “appliqués” de flores y frutas de ante. Las botas de “parchwork”, de colores que desentonaban, también estaban de moda”, 50.

Hacia mediados de la década, las mujeres, muchas de las cuales iban a trabajar, llevaban escarpines bajos y botas camperas en cuero negro. Por la noche, usaban escarpines sin adornos, zapatos sin talón y sandalias sencillas. La bota “Dr. Martens” comenzó su incesante crecimiento como símbolo de la rebelión urbana.

Anuncio publicitario de las botas Dr. Martens.

Pero la principal corriente de moda hizo que los acomodados se pasaran a los clásicos y a los jóvenes diseñadores prét-á-porter que estaban acudiendo a París y a New York. En España, nacen los popularísimos zuecos, bien con suela de madera o altísimas plataformas y en todos los colores imaginables, incluso juntos. También encontramos alpargatas con cuña de cáñamo y motivos étnicos como flores o rayas (estética hippie). Conviviendo con este calzado nos encontramos justo lo contrario: “ Y al mismo tiempo que los comodísimos zuecos y alpargatas, empiezan a verse zapatos sandalias de altísimo tacón –stilettos- con strass en las tiras y con unas uñas recién pintadas de colores imprevisibles”,51. 50. PATTISON, Angela y Cawthorne, Nigel . Op cit., p. 148. 51. GAVARRÓN Casado, Lola. Op. cit, p. 4

15.9. LOS AÑOS 1980-1990. En el inicio de ésta década, aumentan las tensiones entre la URSS y Estados Unidos. Crece la amenaza nuclear. Sin embargo, a mitad de la década hay un acercamiento promovido por las políticas del mandatario soviético Mijail Gorvachev. Estados Unidos ataca Libia. La hambruna devasta varios países de Africa. A finales de la década es derribado el muro de Berlín. En 1984 se detecta el primer caso de SIDA. Los países asiáticos experimentan un rápido desarrollo industrial que ya no se detiene en el resto del siglo. Los videojuegos se hacen cada vez más populares. En España, en 1981 se produce la dimisión del presidente de gobierno Adolfo Suarez y el golpe de Estado frustrado. Se aprueba la ley del divorcio. Nuestro país entra en la OTAN. Desde 1982 gobierna el PSOE. En 1986, España accede a la Comunidad Económica Europea. En 1988 se produce una huelga general. 15.9.1. La indumentaria femenina en los años 1980-1990. Los años ochenta fueron la década del diseñador, pues el complemento de moda más importante era una etiqueta de aquél. En los años ochenta era vital vestir para conseguir el éxito. Comienza la revolución de la moda al por menor. Las grandes casas de moda no pueden depender por más tiempo de una clientela exclusiva y privada, ya que ese mercado estaba disminuyendo. Tenían que diversificarse en la ropa prét-á-porter, complementos, licencia y franquicia. Los desfiles se convierten en espectáculos y las modelos en personajes sociales. La moda se convierte en una expresión de la tribu a la que se pertenece o se quiere pertenecer. En España comienza el despegue internacional de diseñadores con Sybilla. Otro nombre que ya había comenzado a trabajar en la pasada década es Francis Montesinos, que pone de moda el colorido y los estampados florales. En estos años, las más clásicas revistas de moda, tienen su edición española (Marie Claire, Vogue, Elle, Cosmopolitan). Aparecen los revolucionarios Zara, Mango y Massimo Dutti. 15.9.2. El calzado femenino en los años 1980-1990. El calzado de la década fue el escarpín negro liso que, a veces, se adornaba con una hebilla. A medida que la década pasaba, los colores comenzaron a

aparecer. Lazos y rosetas florecían sobre los zapatos de salón. Lenta y discretamente, los diseñadores comenzaron a tachonar los tacones de los zapatos de noche con “estrass”.

Zapatos de salón usados por Romy Schneider en su papel en “Francis Girod´s The Banker”.

1980. Museo Ferragamo, Florencia, Italia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

No nos podemos olvidar del personaje de los “yuppies”, que vivían de noche y durante el día iban al gimnasio o a hacer “footing”, por lo que los tenis o las zapatillas de deporte se hicieron omnipresentes. Eso si, era importante, sobre todo, la marca de las zapatillas. Sin embargo, gran parte de los jóvenes, continúan con su moda de la década anterior: “Las botas Dr. Martens fueron el uniforme del ambiente punk antimoda, pero perdieron gradualmente su imagen salvaje al convertirse en una calzado de calle aceptable para un mercado joven más amplio, más respetable, pero todavía interesado por la moda”, 52. 52. PATTISON, Angela y Cawthorne, Nigel. Op. Cit., p. 151.

Zapatilla estilo polaina. Terciopelo, colgantes y cuentas, tacón “payaso”. Creado por Roger Vivier, París, 1987. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluido en “Zapatos”,

Edimat libros s.a. 2008

15.10. LOS AÑOS 1990-2000. Tras la caída del muro de Berlín, se desencadena la desintegración de la URSS dando lugar al nacimiento de nuevos estados independientes. Estados Unidos conoce bajo el gobierno de Bill Clinton un crecimiento económico sin precedentes. China empezó a ver los beneficios de su política de transformación económica, adentrándose cada vez más en una economía de mercado. Nace la Unión Europea. Estalla la guerra del Golfo. Aparece Internet como una herramienta al alcance de la población. En España se habla por primera vez de Estado de Bienestar. En 1992 se producen dos acontecimientos (Juegos Olimpicos de Barcelona y Expo de Sevilla) que atraen la atención mundial hacia nuestro país. Posteriormente, la crisis económica disparó la inflación y el paro. Comienza el gobierno del PP con Jose Maria Aznar. El paro desciende y la economía se sanea. ETA asesina en 1997 a Miguel Angel Blanco, provocando una tremenda reacción popular. En 1999, España participa en el nacimiento del Euro. 15.10.1. La indumentaria femenina en los años 1990-2000. Hacia los años noventa, parecía que los diseñadores sencillamente reciclaban ideas de décadas anteriores, convirtiendo a los retro en una moda con derecho propio. En general, las mujeres podían elegir entre una ecléctica gama de estilos para adaptarse a cada humor, negocio u ocasión social. El nombre lo era todo. La tecnología tiene un enorme impacto. Materiales como microfibras, tejidos elásticos y varios materiales sintéticos, se utilizan con grandes resultados. Esa tecnología también ha mejorado el proceso de fabricación; y bordados computerizados y otros métodos nuevos de decoración traen elaborados diseños al mercado de masas. Hay un gusto por la decoración y la moda depurada, longilínea, “minimalista”. Son los años de las “top models”. En España encontramos colorido, raíces étnicas, chales, volantes... 15.10.2. El calzado femenino en los años 1990-2000. Varias tendencias diferentes se dan en esta década. Aparece de nuevo el zapato de plataforma. Al mismo tiempo, tenemos calzado para caminar cómodo

y de tacón bajo, zapatos de tacón de aguja y tacones de altura media. Es esencial tener en el armario calzado inspirado en el deporte, porque la gente comienza a identificarse mucho más con los estilos de vida al aire libre.

Sandalia con plataforma de corcho creada por Massaro, 1992. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Pero también hay algo de nostalgia. El renacimiento de los setenta rememoró plataformas, pero también tacones de aguja, sandalias de tiras y botas altas.

Zapato de salón abierto, a cuadros, de Louis Vuitton. París, 1998. Museo Internacional del Calzado, Romans, Francia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Oriente se levanta como un importante productor de calzado de masas. Los años noventa vieron el auge del diseñador de calzado. El español Manolo Blahnik es indiscutiblemente la estrella. Sus diseños son conocidos en todo el mundo como “Manolos”.

Algunas creaciones de Manolo Blahnik.

CAPITULO 16. INICIOS DEL SIGLO XXI. El cambio de siglo produce en la gente un sentimiento de euforia y se preparan grandes fiestas para recibirlo en los sitios más exclusivos del mundo. Se desata una fiebre por tener el “primer bebé” del nuevo siglo y todo es ilusionante. Paralelamente, existen quienes hablan del cambio de forma catastrofista, viendo cercano el fin del mundo. La realidad demuestra que todo continúa como en el siglo anterior. Sin embargo, el mundo cambia después de la cadena de atentados suicidas que lleva a cabo la red Al-Qaeda el 11 de Septiembre de 2001 en Estados Unidos. Mueren casi 3000 personas y 24 siguen desaparecidas. El 11 de Marzo de 2004 se produce otra cadena de atentados en cuatro trenes de Madrid. Mueren 191 personas y 1858 resultan heridas. El 7 de Julio de 2005, los atentados afectan a tres vagones del metro y un autobús en Londres. Mueren 56 personas y 700 resultan heridas. Es el llamado “terrorismo internacional”, del que ningún país está libre. Todos los gobiernos están en alerta y viajar en transporte público, sobre todo en avión, afecta al ánimo de los usuarios. Las medidas de seguridad son extremas. En un “mundo global”, la nueva crisis del petróleo y la crisis económica afecta a todos los países. El paro aumenta, hay recesión e incertidumbre. Todos miran esperanzados al nuevo presidente de Estados Unidos Barack Obama, el primero afroamericano, que tomó posesión de su cargo el 20 de Enero de 2009. En España, la “crisis del ladrillo”, paraliza la venta de viviendas. Las constructoras cierran o despiden a la mayoría de sus empleados. Los bancos conceden créditos con cuentagotas. A pesar de la crisis económica y la falta de trabajo, los inmigrantes africanos siguen jugándose la vida viajando en pequeñas embarcaciones para llegar al ansiado “paraíso”. 16.1. La indumentaria femenina en los inicios del siglo XXI. La crisis afecta a la compra de moda y artículos de lujo en casi todo el mundo. Sin embargo, hay mercados emergentes como Rusia, China y la India, donde ahora se concentran muchos millonarios que exigen lo más caro y exclusivo.

Hacia ellos se dirigen las firmas de alta costura, realizando incluso colecciones expresamente para estos mercados. Hay un espíritu ecléctico en la moda. Todo está permitido. Podemos destacar el fenómeno “vintage” que se extiende por todo el mundo, volviendo la vista a las tendencias de hace décadas. Esto convive con la presencia de los nuevos tejidos en las colecciones. En España se implantan los “outlets”, que permiten al gran público la adquisición de modelos de marca a precios más bajos. El “made in Spain” es reclamo internacional. 16.2. El calzado femenino en los inicios del siglo XXI. En el calzado encontramos tendencia de todo tipo que, bien conviven, o se van intercambiando el protagonismo en cada temporada. Se adquieren zapatos de firma como única opción para acercarse al glamour de la alta costura, y como garantía de calidad.

Zapato de Mouna Ayoub. Creada por Raymond Massaro para Chanel, 2000. Colección privada. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

Los zapatos fabricados en Oriente invaden los mercados con sus bajos precios, acompañados de su baja calidad. La juventud sigue las tendencias más urbanas con botas de grandes suelas (estilo militar), plataformas enormes (estilo “grounge”), chanclas (estilo “hippie”) o enormes zapatillas “surferas” con cordones desabrochados; según sea el gusto. La historia de la moda del calzado se sigue escribiendo...

Obra maestra de P. Yantorny: zapato de plumas. Museo Internacional del Calzado. Romans, Francia. Incluido en “Zapatos”, Edimat libros s.a. 2008

CONCLUSIONES La principal conclusión que extraigo del trabajo realizado es que no ha existido ni existe ningún escrito, ley o reglamento que hable sobre el protocolo en el calzado. Es decir, lo que se debe utilizar o no en cada ocasión. Leyendo el libro “Historia del luxo, y de las leyes suntuarias de España” de Don Juan Sempere y Guarinos (Madrid, en la Imprenta Real, 1788. Copia digital realizada por Google), vemos que tampoco se ocupa de éste tema en concreto. Por lo tanto, es necesario deducir ese protocolo según la información que nos ha llegado. Es en el antiguo Egipto cuando comenzamos a ver un protocolo en cuanto a la forma de calzarse. Los esclavos y los pobres van descalzos y llevan las sandalias del Rey o su señor. Eran símbolo de dignidad y de autoridad. Las que estaban lujosamente decoradas pertenecían al faraón o alto dignatario y solían utilizarse en ceremonias, no para caminar. En la antigua Grecia, la mujer se calza sólo para salir de casa. Hay calzado con diferencias para las mujeres que ejercen la prostitución. En Roma nos encontramos de nuevo el calzado como indicativo de la clase social a la que se pertenece. Encontramos en esta sociedad gran variedad de calzado y un cierto protocolo que lo diferencia por el uso que se le va a dar: calzado para el ejército, para los trabajadores, para los esclavos y el pueblo zuecos de madera, para los actores, o los exclusivos de los Emperadores. Los materiales con que se confecciona el calzado femenino marcan la diferencia entre una esclava o mujer de clase baja o una mujer de la nobleza, que añade a sus sandalias perlas y finas pieles coloreadas, en oposición a las de cuero natural de aquellas. En la Edad Media debemos diferenciar etapas, ya que al inicio de la misma, hombres y mujeres usan el mismo tipo de calzado abierto, tipo zapatilla. La distinción: en pieles finas para la clase alta, en pieles más bastas para los pobres. Conforme avanzamos en ésta época encontramos que un calzado que empieza a alargar la punta cada vez más, y que supone un signo de alta dignidad, puesto que a mayor longitud, mayor riqueza y posición de quien lo lleva. Una vez más el pueblo se conforma con imitaciones de este calzado o utiliza zuecos de madera o zapatos gruesos de cuero. En la España musulmana, las mujeres utilizan zapatillas de tela, botas de colores y ligeros escarpines. A partir del siglo XII, utilizan el mismo zapato

cerrado que los hombres, pero con adornos de pedrería y cordones de seda. Utilizan también el tapín, patín, o chapín; un calzado que formaba parte del traje de gala o ceremonia de los nobles orientales y que se utiliza encima de los “borceguíes” (un calzado fino y pegado al pie). Aquí encontramos un rasgo protocolario, ya que se usa en ceremonias y por la clase alta. Y es un calzado que se utilizará también por las damas castellanas a partir del siglo XIV. La reina Isabel la Católica y las mujeres de su familia utilizaban chapines, así como las nobles y damas de familias pudientes. Es un calzado de origen español, que se usó con profusión en Granada. Desde aquí salió con otras modas hacia Italia y de ahí a Europa en el Renacimiento. Los chapines se convirtieron con el tiempo en símbolo de ostentación por la gran cantidad de piedras preciosas, perlas y cordones de oro con que se adornaban. Las mujeres del pueblo llano seguían usando zuecos de madera o calzados similares a los chapines, pero sencillos y con el corcho de la suela a la vista. En el siglo XVI sí encontramos un fuerte protocolo en la Corte española, teniendo especificado lo que se debe hacer y usar en situaciones concretas. España manda en la moda. Las mujeres de clase alta de principios de siglo siguen utilizando chapines y las del pueblo zuecos. Las mujeres de la burguesía utilizan zapatos de piel sin tacón. Conforme avanza el siglo la mujer calza escarpines de plata o de damasco bordados ricamente, hasta con perlas El siglo XVII introduce el tacón, que también indica la pertenencia a la clase social alta si está pintado de color rojo. Las punteras se van haciendo más finas. Las mujeres de clase baja calzan zapatos sin tacón. El siglo XVIII trae desde Francia el tacón “de carrete”, que unido a la puntera fina y estrecha, convierte los zapatos femeninos en pequeños instrumentos de tortura para los dedos. Son de seda o lino ricamente bordados, pero apenas permiten caminar con ellos. Son zapatos para “lucirse”. Más adelante, los zapatos se hacen más escotados, pero igualmente lujosos e incómodos. El tacón sigue siendo rojo para las mujeres de la nobleza. Con la revolución, se pone de moda el calzado sin tacón que han llevado todo este tiempo las mujeres del pueblo. En España, además tenemos con “el majismo” unos zapatos femeninos de tacón bajo y cerrados siempre en color negro. El siglo XIX nos trae el Romanticismo y con él, las mujeres jóvenes utilizan zapatillas de fina piel blanca, similares a las ninfas de un ballet. Las mujeres no tan jóvenes calzan botines ajustados con cordones a los lados, que llegaban hasta el tobillo. Mas adelante subirán hasta la mitad de la pantorrilla. Cada mujer que realizaba un oficio, tenía un calzado específico para el mismo.

El siglo XX es un auténtico crisol de modas, estilos, colores, materiales y tendencias. A principios de siglo encontramos que existe un código para vestir bien en cada ocasión y el calzado consiste básicamente en botas de color negro, que pronto son sustituidas por zapatos de salón de tacón medio. Existen zapatos para bailar que se usan de noche. Se desarrolló un calzado para la calle más ancho y cómodo, ya que la mujer andaba más. En los años veinte los zapatos femeninos deben resistir el baile del charlestón. Vuelven los zapatos con tacón de “carrete”. La influencia oriental nos trae chinelas y zapatillas de harén brocadas. Como vemos, zapatos de todos los estilos. Con los años treinta bajan los tacones más anchos. Los zapatos de salón tienen la puntera y el talón descubiertos. Las sandalias pasan de la playa a la noche. Con la guerra, en los años cuarenta los zapatos bajan sus tacones y se fabrica un calzado cerrado con cordones o hebilla, hecho para que durara. Son zapatos para trabajar. A partir de los años cincuenta hay una extraordinaria diversificación del calzado, desde mocasines a zapatillas de deporte, botas de ante o zapatos con “tacón de aguja”. Prácticamente todo vale. La década de los sesenta acompaña a la minifalda con botas larguísimas, también son los años del famoso zapato bicolor de Chanel. Paralelamente aparece otro zapato con el tacón ancho y cuadrado. Las suelas se van engrosando para dar lugar en los setenta al regreso de las plataformas, que unidas a botas utilizan tanto los hombres como las mujeres. Con colores brillantes, apliques de flores y charol. Las botas tipo militar son otra de las tendencias de esta loca década. Las españolas calzamos zuecos y zapatos con cuña de esparto. La gente acomodada utiliza calzado de jóvenes diseñadores de “pret-a-porter” que van a comprar a Paris o Nueva York. Las altas sandalias de finísimo tacón se utilizan por la noche. En los ochenta, el calzado deportivo viste a la mujer por la mañana. Los tacones se revisten de “estrass” para la noche. Es muy importante la marca del calzado. El fin de siglo vuelve a traernos un abanico de estilos en los que encontramos botas, zapatos planos, “tacón de aguja”, plataformas, calzado inspirado en el deporte... un poco de todo, que algunas mujeres aciertan a utilizar en los momentos adecuados. Los zapatos del español Manolo Blahnik triunfan en todo el mundo. Las clases con menor poder económico comienzan a utilizar el calzado que llega de Oriente, con baja calidad, pero asequible.

Y así continuamos en los comienzos del siglo XXI, con el agravante de que no sabemos lo que la crisis económica nos traerá en cuanto al calzado. De todo lo expuesto se deduce que el calzado de las clases altas, se ha diferenciado del de las clases bajas fundamentalmente por la riqueza de sus materiales, adornos y diseños. Las clases altas tenían calzado diferenciado que utilizaban para ceremonias, salidas y vida social y otros para la casa, u otros menesteres. Las clases bajas, cuando usaban calzado, tenían un solo tipo que hacían servir para las ocasiones necesarias. Cuando no existe un protocolo como tal, el calzado se usa de un tipo u otro por tradición o por influencia de la realeza o la nobleza. Conforme se avanza en la historia, las clases bajas tratan de imitar el calzado de los pudientes en la medida de sus posibilidades. La existencia de la llamada clase media, conforme avanzan los siglos hace que haya menos cantidad de ricos y de pobres y mayor número de personas que pueden permitirse ciertos “lujos” en el calzado, utilizando zapatos de buena calidad con aceptables diseños. La diferencia la marcan los diseñadores, que sólo se pueden permitir algunas escogidas mujeres de clase alta. La mujer de clase media puede comprarse unos zapatos de firma como único acercamiento al glamour que suponen las casas de alta costura. En los últimos años, las personas con bajo nivel adquisitivo, pueden permitirse llevar unos zapatos de estética similar a los zapatos caros, pero a buen precio, comprando el calzado que viene de Oriente, fundamentalmente de China, aún a costa de la calidad (normalmente suelen estar realizados con materiales sintéticos). Desde hace unos años, la moda no es tan marcada y multitud de tendencias dispares conviven cada temporada. La mujer no es tan esclava de la moda, y puede utilizar un zapato de tacón bajo durante el día y unos tacones altísimos para la noche u ocasiones especiales. Los tacones altos han representado en los últimos años para las mujeres una especie de “nivel de autoridad”, ya que elevan literalmente a quien los lleva. En este sentido las mujeres ejecutivas han adoptado el traje de chaqueta como “uniforme” y son las nuevas adeptas del zapato de tacón. La mujer que calza un par de zapatos modernos, está llevando realmente historia en los pies.

BIBLIOGRAFÍA

ALONSO y Royano, Felix. “Calzado y afección podálica en el Antiguo Egipto”,

publicado el 26 de Septiembre de 2007, modificado el 27 de Septiembre de

2007. http://www.egiptologia.com/content/view/2387/41/

ALVAREZ Martínez, José Luis y GALERA Ramírez, Consolación. “Sobre tres palabras de difícil interpretación en las Novelas ejemplares de Cervantes”. p. 941. Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2007. Edición digital a partir de Actas del II Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española. Tomo I, Madrid, Pabellón de España, 1992.

ANDERSON, Ruth Matilda. “El chapin y otros zapatos afines”. Cuadernos de la Alhambra, Nº 5. 1969. BARRERA Maturana, José Ignacio. “Representación de una mujer morisca en un graffiti del Albayzin (Granada)”. Anaquel de Estudios Árabes, 2007, vol 18. BEAULIEU, Michele. “El vestido antiguo y medieval”, Ed. Oikos-Tau ¿Qué sé? Nª 32, Barcelona 1972. BERNIS Madrazo, Carmen. “Indumentaria medieval española”. Madrid. Instituto Diego Velazquez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1956. BOEHN, Max von. “La moda: historia del traje en Europa desde los orígenes del Cristianismo hasta nuestros días”. Barcelona. Salvat. 1928-1929. ----. “Accesorios de la moda: encajes, abanicos, guantes, bastones, paraguas, joyas”. Barcelona/Buenos Aires. Salvat. 1944. CARTER, Howard: “La tumba de Tutankhamon”. CERSÓSIMO, Alejandra R. “Las sandalias en el Antiguo Egipto”. Transoxiana, Journal libre de estudios orientales. Nº 4, Julio 2002. http://www.transoxiana.org/0104/sandalias.html CINTORA, Pilar. “Historia del Calzado”, Zaragoza: Aguaviva, 1988. DÁNVILA y Collado, Francisco. “Los Chapines en España”. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006. Edición digital a partir de Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 12 (Abril 1888).

DESCALZO Lorenzo, Amalia “Apuntes de moda desde la prehistoria hasta época moderna”. Indumenta, 2007 http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-08-ADL.pdf

DIAZ MORALES, José. “Los zapatos de Eva hasta nuestros días”. Estampa, Madrid. V. I, nº 70 (1929). GAVARRÓN Casado, Lola. “Modas recientes (1960...). Una sinopsis/crónica apresurada”. Indumentaria, 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-14-LGC.pdf JESSAMYN DI PIEMONTE, Maddalena. “España, la alta edad media: vestimenta de los visigodos, mozárabes y los reinos cristianos del norte”. (publicado originalmente en “Seams like old times”, nº 18). http://www.zingzang.org/historiaviva/vestimenta/modas_pre12_art.shtml LAVER, James “Breve historia del traje y la moda”. Madrid. Cátedra. 1988.

LEIRA Sanchez, Amelia. “La moda en España durante el siglo XVIII”. Indumenta. 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-09-ALS.pdf

MARTINEZ, María. “La creación de una moda propia en la España de los Reyes Católicos”. Aragón en la Edad Media, Nª 16, 2006. http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2245407 MARTINEZ Ruiz, Juan. “La indumentaria de los moriscos, según Pérez de Hita y los documentos de la Alhambra”. Cuadernos de la Alhambra Nº 3 (1967). MUSEO del zapato de Elda. “El zapato: 50 siglos de historia a nuestros pies”, Madrid. Madrid vive la Moda, Feria de Madrid, 2003. PASALODOS Salgado, Mercedes. “Algunas consideraciones sobre la moda durante la Belle Époque” Indumenta 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-11-MPS.pdf PATTISON, Angela y Cawthorne, Nigel “Un siglo de calzado: iconos de los estilos en el siglo XX”. Arrigorriaga. Status Ediciones, 1998. PENA González, Pablo. “Indumentaria en España: el periodo Isabelino (1830-1868). Indumentaria 2007. http://museodeltraje.mcu.es/popups/publicaciones-electronicas/2007-indumenta0/Indumenta00-10-PPG.pdf

PEZZI, Elena. “el cuero en el atavío árabe medieval: su huella en la España cristiana”. Vic (España). Colomer Munmany. 1990. RODRIGUEZ Villa, Antonio. “Bosquejo biográfico de Don Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque”, Madrid 1881. SEMPERE y Guarinos, Don Juan. “Historia del luxo, y de las leyes suntuarias de España”. Madrid, Imprenta Real, 1788. Copia digital realizada por Google. STEELE, Valerie. “Zapatos: un símbolo de estilo”. Palma de Mallorca, Cartago, 1999. “Zapatos”. Recopilación de Edimat Libros s.a., 2008.