el nuevo trato y la idea del estado

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El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusivo de los estudiantes de la materia de Historia de Estados Unidos siglo XX de la facultad de Humanidades y antropología de la Universidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Y con el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena. ARTÍCULO 32: “Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título de ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones, emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de los límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de enseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación de mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”. Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena. ARTÍCULO 22: Sin prejuicio de lo dispuesto en el Capítulo V y en el Artículo anterior, será lícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remuneración alguna, los siguientes actos: b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para la realización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificada por el fin que se persiga, artículos lícitamente publicados en periódicos o colecciones periódicas, o breves extractos de obras lícitamente publicadas, a condición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la misma no sea objeto de venta o transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro;...”.

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Trabajo de Allan Brinkley sobre la manera en la que el New Deal transformó el papel del Estado

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Page 1: El Nuevo Trato y la idea del Estado

El siguiente material se reproduce con fines estrictamente académicos y es para uso exclusivo de los estudiantes de la materia de Historia de Estados Unidos siglo XX de la facultad de Humanidades y antropología de la Universidad ICESI, de acuerdo con el Artículo 32 de la Ley 23 de 1982. Y con el Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo de Cartagena. ARTÍCULO 32: “Es permitido utilizar obras literarias o artísticas o parte de ellas, a título de ilustración en obras destinadas a la enseñanza, por medio de publicaciones, emisiones o radiodifusiones o grabaciones sonoras o visuales, dentro de los límites justificados por el fin propuesto o comunicar con propósito de enseñanza la obra radiodifundida para fines escolares educativos, universitarios y de formación personal sin fines de lucro, con la obligación de mencionar el nombre del autor y el título de las así utilizadas”. Artículo 22 de la Decisión 351 de la Comisión del Acuerdo Cartagena. ARTÍCULO 22: Sin prejuicio de lo dispuesto en el Capítulo V y en el Artículo anterior, será lícito realizar, sin la autorización del autor y sin el pago de remuneración alguna, los siguientes actos: b) Reproducir por medio reprográficos para la enseñanza o para la realización de exámenes en instituciones educativas, en la medida justificada por el fin que se persiga, artículos lícitamente publicados en periódicos o colecciones periódicas, o breves extractos de obras lícitamente publicadas, a condición que tal utilización se haga conforme a los usos honrados y que la misma no sea objeto de venta o transacción a título oneroso, ni tenga directa o indirectamente fines de lucro;...”.

Page 2: El Nuevo Trato y la idea del Estado

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ESTADOS UNIDOS VISTOPOR SUS HISTOzuADORES

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UNIVERSIDAD AUTONOMA METROPOLITANA

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Instituto de Investigaciones Dr. JoéMarla Luis Mora

Hfta dc GonariRabíeloDirector Ceneral

V\ HugoVaryes&rnsiüe-I Coordinadorde Publicaciones

0f:l Universidad Autónoma Menopolitana(\-\ Clwtalwc@IoC-astriñares

-$ Rector General

íNorc¡

El populismoArturo Grurutein

Comprendiendo a los populistasJanesTu¡ner

La guerra de 1898 y los orígenes del imperialismonorteamericanoVíctor A. Aniago

Un momento crucial: los años de'McKinley(1896-1900)rYaher LaFebcr

La era del progresismo (1890,1916)Arturo Grurctein

Capitalismo y liberalismo corporativosMartinSklar

El nuevo tratoArturo Grunstein

El nuevo trato y la idea del estadoAIür.Bt'lml<IcJ

los orígenes de la guerra fríaVíctor A- ,\niago

16

46

52

86

94

1,10

150

\f nno,r" Femández FassnachtSecrcwrb Generul

GsorinaPétezhíaDirectora de Dñ¡,sión Cultural

C-onsqo&lilrlrialNicole Giron, Hira de Gortari,Carlos Marichal y Jam Patula

Portada: Domingo Noé Martínez

Primera edición, l99l

@Derchos reewadosconforme a la ley, l99l

Instituto de InvestigacionesDr. José María Luis MoraPlaza Valentfn Cómez Farfas núm. 12San Juan, Mixcoac,México 03?30, D. E

ISBN 968.6382-51-8 obra completaISBN 968,ó382.53.4 tomo 2

Impreso en MéxicoPrinrclinMexico

t93

Page 5: El Nuevo Trato y la idea del Estado

AlanBñl@ 151

EL NUEVO TRATO Y LA IDEA DEL ESTADO

Ar¿N BRINIa-Er

Alvin Hansen llevaba ya casi tres años siendo uno de los principa-les asesores económicos del Nuevo Tiato cuando fi¡e a Cincinnati enmarzo de 1940 a hablar a un grupo de hombres de negocios. Despuésde su discurso, alguien del público le hizo la que debió de pareceruna pregr¡nta perfrctamente razonabls "En su opinión, iestá, en loeconómico, bien fundamentado el principio básico del Nuevo Tiato?"Hansen no pudo contestar. "En realidad, no sé cuál será el principiobásico delNtrevo TLato -replic&; por mi propia experiencia en el go-bierno, sé que entre los miembros de este gobiemo, en Washington,hay tantas opiniones conflictivas como en el paG en general."l

[a conñ¡sión de Hansen no er¡¡ insólia en la atrnósfera polfticaat$tada y a veces incoherente de finales del Nuevo Trato. El gobiernode Roooevelt habfa avanzado en tantas direcciones a la vez que ya na-die podfa encontrarle sentido. Desde luego, todos estaban conscientes

* "The N*' Deal and the idea of tlte Sate" en Sterrc Frarer y Gary Gersde(ompo.), Thc rilc crd fd of tl'c Nat bd ode¡ 1930. l9&, Princeto¡¡ Unlverstty Precs'Princeton, 1989. Tradrrdón de Juan Jocé Utrllla. For cu geactocidad sl come¡ta¡ ante.rlcc¡ redaccionea de eate eruayo, el autor ectá agradectdo a Danid Ae¡or¡' Brian Balogh,RobcrtCuft, Frankheidel, GaryC'ercde, Hugh Hcclo' &edfotd tce' MarLlcfi, VilliamI-etrchtenbr:rg Nd¡on Lichten¡tein, Richerd L McCorniclq Mióad Mcccra Jame¡ TPatteoon, Rory Rooenaveiet Jrd¡th SMar y Tlteda Skocpd.

I H¡n¡c¡¡, dbcuno "Tina¡d full crnploymcnf, en la Unlvq¡ldad de Ctrclnna'ti, 15 de ma¡zo de l9¿O, Alvin Hansen Papers, 3.10' Cambridge, Harvard UniversityArchive¡.

de lo qtr habfa hecho el Nuer¡o Tiato: de las leyes que habfa ayudadoa promulgal de los programas que habfu creado, de las institrrcionesgue habla lanzado o modifrcado. hro eorno lo sqgirió Hansen, po-cos podlan notar en todo esto algún "principio báslco", algrna cllraprescripción para el futuro.

- A pesar de todo, unos cuantos añc despuÉg la mayorfa de los libe.rales norieamericanos habfa llegado a consiáerar al N'evo Trato corno{go más que-q ecléctico grupo de medida políticas y de prognimas.Al término de la segunda gu€¡ra mundial" ñ.ft"

"*gia"-.oñro ,rr,"

idea: un credo, rarcnablemente coherente, en 6mo éel cual podfanunirse los liberales, un concepto del Estado que dominarfa su pensa-miento y su rciSn al n¡enos durane oda r¡na gerrcmión. y haacierb punto, por mucho qw se le haya combatidoyvihpendiado, con-tinúa en el centro de la vida polfdca norteamericana.- E$e ens¿¡yo intena explicar cómo y por qué las ide liberales delo grre tenfa que hacer el gobiemo e¿erát evolucionaron, ante todo,en respr.Esta a la recesirin de finales de lc treinta, y ltrgo a lá expe-riencia de la seqund_a euerra mundial Desde lrrgo, el cornepto liberaldel Estado no ftr el 6ctor único 1ni siquiera á mas irnpo'rtane-aideterminar Ia forma qtre adoptarfael gobicmo se Estadc Unidos. yE¡mpoco frr la ideologfa liberal un credo unifornp o estático. krolos principales hneamienbs de b que serfa csrocido corno "libera.lismo del Nrrvo Tiato" segufan ba$ane coristanes varias décadas&spués dc la segunda gwrra mundial; ycsas ideas d€sempeñaron a ve.ces un papel impo-rtanrc, d€Erminando lr principales cipansiones deh oTp"t""Uilidad federal que han transfonmado ei gobiemo de EsadosUnidc y en aflc nÉ recientes, la polftica r¡orteamericana.

I

Entre las naciones indrstriales avanzadas, Estados Unidos ñ¡e una delas más lentas en de6nir un, p?pel social yeconómico importanüe parasu gobiemo naciond. Desde lue-go, el Estado norea¡nericano ro'p.r,maneció estátkoen los últimcdecenios del sigloxlx y en los primirosdecenios del)O(; pero creció en forma lenta, vdiknte, incompiea.z t-a

2 Vé¿re, por_€oplo, Morton k?llet Afh¡n of Statc: F.bIb Aft h Ia¿ nircteatthcataq Anrr*t, Harva¡d Univerrity Preer, Cambridge , 1977; V Stephen Sbcr¡uteb150

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t52 El Nr¡¿r,o Two 1la idea del F:taü

gran depresión, que habrfa sido un desafto diftcil para cualquier Estado,resultó doblemente temible en Estados Unidos porque hasta entonceslos norteamericanos habían tomado pocas decisiones acerca de lo quesu gobiemo debla hacer y cómo debfa hacerlo. Como resulado, elNuevo Tlato no sólo fue un esñ-¡er¿o por enfrentarse a los problemasparticulares de los treina; mmbién fue un proceso de formar institu-ciones de gobiemo donde no existfa ninguna, de elegir enffe diversasprescripcione para un Estado norteamericano en expansión.

Sin embargo, durante los cuatro primeros años del gobiemo deRooaevelt, elegir enne opciones pareció casi lo último que estaban in-teresados en hacer los partidarios del Nuevo Tiato. En cambio, avan.zaron con toda desenvoltura y hasta jactanciosamenrc en innumera-bles direcciones, orgullosos de su esplritu experimental, y, por reglageneral, sin preocuparse por el eclecticismo de sus esfuerzoe. Acasofuchard Hofstadter exagerara cuando lo describió como un programacarente de ideologfas, 'un caos de experimenaciónn. En realidad, elNr¡evo Thato estaba imbuido de ideologfas. Empero, lo que faltabaera un solo principio que uniera sts muchas y diversas iniciativas.¡ Aveces, hubo estridentes peticiones, dentroy ftrera del gobiemo, de ma-yor coherencia ideológica; predicci,ones de que sin ella, el Nuevo Tiatoacabarfa por desplomarse en la conñrsión. kro mientras el gobiemopareciese políticamente inatacable y la economfa pareciese en caminode recuperación, era tácil desentenderse de dichas advertencias.

Empero, en 193? el panorama, tanto polftico como económico,se modiñcó. El malhadado plan del presidente, de "manipular" alTribunal Supremo, propuesto por primera ocasión pocas semanas des,pués de su segunda toma de posesión, desencadenó una prolongada re-belión entre loe conservadores dentro de su propio partido, y cauó laerosión de la fuerza del presidente, en el Congreso y entre el pue-blo, erosión de la que nunca se recuperarfa por completo. Un golpeahn mayor contra su gobiemo y su confianza fue la recesión, desalen-tadora y casi totalmente imprevista, que comenzó en octubre de 1937:un desplome económico más rápido y en cierto modo más severo queel de 1929. [,a nueva recesión destruyó prontamente las ilwiones de

BuührgananvrürnSt¿u: tlvert¡rlttsünof natünulaÁmini,stratieupities, 1877.1920,Cambridge University Precs, Cambridge, 1982.

3 Richard Hofstadte!, Tfu age of rdon¡ Alfred A. Knop( Nuwa Yorb 1955, p.307. Villiam Letrchtenbtngdesafla la idea de la uinocencia ideológica" del Nt¡evo Ta¡o,en Fr¿nllin D. Rooeveb and úw Neu Dcnl, Harper & Roq Nueva York, 1963 , p . 34 .

'lii

AlznBdnldey

que la gran depresión habfa pasado, y obligó a hacer una seria reeva.luación entre los liberales norteamericanos de las medidas pollticas yla flosofia del Nuevo Tiato. Mucho llegaron a creer que de la marañade ideas y realizaciones de comienzos del Nrrevo Tiao habfa de saliruna visión coherente que guiara todos los esñrerzos fun¡ros. En suma,era necesario definir el concepto de liberalismo del Nuer¡o Ti.ato.

I I

A finales de los neinta, quienes s€ comprometieron en este esfuerzopodfan enconrar muchas definiciones potenciales, y por entonces nopareció haber mucha razón para suponer qtre alguna de ella-s prontoprevalecería. En particula¡ dos pauas generales de gobiemo parecíancompetir por el favor general. Cada una tenfa sus rafces en los primerosaños del Nuevo Tiato y en anteriores periodoo de reforma; y cada unatenfa partidarioo importantes.

Por un tiempo al menos, pareció que el principal efecto de la re,cesión de 1937 sobre el liberalismo norteamericano sería una fe inten-si6cada en el valor de un Estado "administrativo" o "regulador', ungobierno que ejerciera cierto nivel de autoridad sobre la estructura yla conducta de las instituciones capitalistas privadas. Los esfuerzos porremodelar o'amansar' al capialismo habían ocupado un puesto cen-tral en la ideologla reformisa norteamericana desde 6nes del sigloXlX,sobresaliendo particularmente en los primeros años del Nuevo Trato.De hecho, la convicción de que el capitalisnrc tenía algo malo, y quearreglarlo era responsabilidad del gobiemo era una de las formas másimporantes en que progresistas y liberales se habfan definido a sf mis.mos durante loo primeros decenios del sigloxx.

En la secuela inmediata del desplome de 1937, un poderoso grupode jóvenes partidarios del Nuevo Tlato adoptaron esta tradición y sindarse cuenta por completo, empezaron a transformarla. Constitufanuna especie de nueva fuerza dentro del Nt¡evo Trato, una nueva ge-neración de liberales que pasaron a ocupar los puestos que dejaranvacantes los miembroe del original "grupo de cerebros" que, en su rrlá-yorla, habían abandonado la vida prlblica. Algunos ocuparon impor-tantes puestoc de influencia en el gobiemo mismo: Thomas Corcoran(considerado, a menudo como lfder exrao6cial), Benjamin Cohen,Thurman Arnold, I-eon Henderson, James Landis y Robert Jackson,

t53

Page 7: El Nuevo Trato y la idea del Estado

I154 El N¡erp Trao y la ideo del Estaü

gntre orro-s: Algunos hicieron sentir su infuencia como escritores deNew Republb,TheNotiony otras revisas y periódicos. Rlix hankfur-1er (q_uien en un tiempo- había dado clases a algrrnoe de ellos en laEscuela de Derecho deHaward y qtre habfa s¡doioda

"o" ,g;;.i" i;

gmp]eo_para las dependencias del ñr'rerro Thab), conservó ,=* n.*o,desde Cambri{Se. Heny Wallace y- Harold Ickes sirvierorr,

" ,rn

"Á,como aliados de todos ellos en el gabinete. se les llamó l.n''new dea-lers, término que antes se había_re6rido al gobierno y a sus partidariosen general pero qr¡e ahora usualmente describía a un grupoparticulardentro de esa órbia ma)¡or.

Varias cosas los distingufan de otros miembros del gobiemo y deoüos parridarios de la reforma. una de ellas era s" t¡oslti¿a¿ a lnaidea qtre habfa fascina$o a los progresistas duranre décadc y úbi;desempeñado un papel imporante en loo prinrros años del ñu*oTLato: la idea de una economla asociativa, .n qr* el gobiemo p-io-verfa y-regularfa la cartelización de las industrias privárg

"n tri for*"

ey9¡edu¡ese la competencia-desurrtiva y m"r,t,roio. los precios. Lavisión asociacioniste habfa determinado el primero y más-céleb,re delos_experimentos reformistas del Nr¡evo Trato: la Adáinistración oara13k^.¡1trlryiónNacional.(NationalRecoveryAd*i"is;Jo;;-\íRltde t933-35.t Y el concepto continr¡ó desperando ur.,"go y-ár;,i:co afecto en algunoe rincones del gobiemo. DonaH Ricf,Érg t;;",continuaron cabildeando a finales de los treinta, por el to.r!.,,i.rrode una polftica similar a la d-e laune, y el presidente mostró, a veces,cierta inclinación a hacerlo.5 Pa¡a lc jóvenes libe¡ales de 6nes de lostreinta, el fracaso de IaNRA era prueba de la bancar¡ota de la visiónasociativa. Repetidas veces se refirieron a la " NRA de inhrst" me.moria', al "desastre de laNRA", al "mal concebido experinrento de laNRA'' El intenb de crear una "comunidad de negocd" cartelista, ca-paz de ordenar sus propios Íxlunros, habfa producldo, segtn

"6r*"ü"",4 El mejor relaro de lor or(gcner {e la r.rne y su acruación es el de E¡lb Hawrey,Tlv Nant ,Deal an tle prol/.etn of nrorcpry, ptnceá univercity her¡, pri"-rrilxl,

pp. 19.14ó..

t Dg"{_d Ri.hberg a Man in Mclntyre, l0 demuzo de 193g, y FDRa Füchberg 15de enero de 1941, ambo en Riclrbas IISSZ, tvta-r_ryscrtpts pirtsion, I$;t;ó;ñ._(en adelante, rc); dtscn¡lo de,l-amálarley en Wi*ti" Satem, ó'de feb,rero J; i!ó;J*:q! Tq.trv_Mts ó0, rc; "Vhat do they mean: monopoly?'Fárc, ;bril ;; újé,gt^lz!;_!orert$kson, bo¡rador.de una aurcbiograla ¡"i¿iá, tg44, p. r¡i,]""ü*MSS 188' ¿c. villram Leuchtenbrag aft

" q*-.r precidente e¡aba convencido del

enfoqle de la_ xru1 y nunca dejó de inter¡a¡ áatnerlo", Franllin D n*,"*¡, "¿

,1,Neur&al p. 1,16).

NanBrnW t55

sólo intensificadas concentraciones de podeq y precios artificialmenteinflados. La "idea de la Nn¡ es, simplemente, el tn¿st recubierto deazltcar', a6rmó Tl:e Naüon" "y la capa de azrlcar pronto desaparece".6

Una segunda caracterfstica -relacionada con la anterior- de estosjóvenes liberales era su retórica. Casi todos ellos rechazaron el tonoconciliador de eomienzos del Nuevo Trao, que había tratado de atraeral mundo de las finanzas a una prodrntiva asociación con el gobiemo.En cambio, prefirieron el combativo lenguaje de la campaña presiden-cial de Franklin Rossevelt en 1936, con su estridente denuncia de los"monarquistas de la economfa". Para gran parte de la prensa y delp(rblico, lo qrre caracterizaba a los nei¡r dcabs era una marcada and.pada al mundo de los negocios y una fewiene decisión de emplear algobiemo para castigarlo y amansarlo.?

De hecho, las actitudes hacia loc hombres de negocios variabanmucho entre los tleut fualers, y casi ninguno de ellc era tan hostil dcapitalismo corporarivo como a veces losugiriera su retórica. Algunosen realidad crelan que la nueva recesión era resultado de una conspi.ración de lm empresas: una deliberada'huelga" del capital, destinadaa frusnar y a debilitar al gobiemo.s hro aun muchos de quienes expli.

ó Creorge Soulg "Toward a planned societf, Nco Rcpólic, 8 de novicr¡¡bre de1939, p. 3l; "Anew NnA", Th. No,¡bn,ZS demarzo dc 1939, p. 337; Thuman Amold,Tlu follürc of cl¡¡t¿l¡srn, Yale University Ptccc, Nw, Flaven, 1937, pp. 221,268; Ar.nold. "Feathers and prhce', Comnun Sensg juüo de 1939, p. 6; David Ctshman Coyle,"The twilight ofnational planning", Ilarpr\, octub,¡e de 1935, pp. 557.559. Véasetambién Hayley, Tla Nat fual ail tlre prctlanof nofropob, pp. 143.146.

7 I-a existencia dc r¡na red o¡taoficial de liberales a 6nale¡ de loo reinta fi¡e temade comentarioo fiecrsnt¡¡ de la prema populae Véase, por ejemplo, Joeph Alsop yRobert Kintner, "Ve chall make America orrer: the nen, dealer¡ move ln", SaorrdalEoeni4g brt, 12 de no¡iemb,te de 1938, pp. 8-9; Beverly Smith, "Corcoran and Cohen",Ansican agosto de 1937, p. 22; Alva Johnston, "I[/hite Hou¡e Tommy",Sco¡r¿c, Errniqg h$, 3 l de julio de 1937, pp. 5-?; a New NnA", p. 33?. La corres.pondencia, qw re ha con¡ewado, c¡tre miemb¡oo del grupo ayuda e con6rmar taleslnforme¡. Véa¡e, por ejemplo, Archibald Macl¡i¡h ¡ Thora¡ Corcoran, 2 de mayode 192, Meclei¡h lrlSS 5, rc; Maclei¡h a Feltx Franl¡fr:rte,r, 26 de er¡ero de 19,O,MacLci¡h MSS 8, l¡; Mlliam Douglar a Thun¡ran Amold, 8 de Gb,rero de 193E, yArnold a Douglas, I I de feb,rero de 1938, ambos en Douglas MSS 14, rc; Hugo BlacL aHarold lcl<cr, 15 dc agooto de 1935, Black MSS 34, rc; Benjamin Cohen a Hugo Black,2 dcfebrerode 1938, BlaclMSS23, rc.

I La idca de una "hrrlga de capitalea" fue a¡ociada por entonces, rcb,re todo, atsubprocrnador gencrd RobcrtJacLscr, conocido en 1937 como favorito del preaiderrte.Jacbor re valió de crta Éarc y explicó el concepto en r.rn discureo que dcrpeftó contro.verciar, pronunciado ante la American Folitícal Science Ar.roclation, el 29 de didembrede 1937 (ackson MSS 30, rc). Tan de¡eooo eataba d gobiemo de creer ecta explicación

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156 El Nrcr,n Trato y la idea del Estdo

caban estas teorfas ter¡fan cuidado de establecer distinciones entre loscapitalistas "tiránicos" y aquellos "más ilt¡srados" jefes de los negociosque ya estaban abrazando algunos elementos del Nuevo Thato.

Sin embargo, cualesquiera que fuesen sus opiniones del capita.lismo empresarial, virtualmente todos los n¿w dealcrs convenlan enque una solución a los ma.yores problemas del pa6 exigía que el go-bierno federal interviniera en el mercado para prlteger bs interesesdel público. Creían que los acontecimientos de 1937 y 38 habían de-mostrado que el mundo empresarial, si se le dejaba libre, frustrarla na-turalmente el espontáneo funcionamiento del mercado; que los jeGsde empresa a menudo conspiraban enne sf para imponer altoo "pre-cios administrados" a sus clientes; que el resultado era una limiaciónartificial del poder adquisitivo y, por ende, un nivel innecesariamentebajo de producción. Por consiguiente, sólo por medio de una vigo.rosa campaña contra el monopolio se podrfa lograr que la economíafuncionase a toda su capacidad.

Asf, al menos en la superfcie, el impulso más poderoso dentrodel Nuevo Thato desde comienzos de 1938 fue el resurgimiento de laantigua cruzada contra el "monopolio". Por todo el gobiemo ¡€soD?-ron ataques oratorioo contra la concentración económica, mientraslos r¡ew dealers Eataban de enconüar una explicación a los retroce,soo del año anterior. El presidente hizo que el asunto ocupase lu-gar cenral en un imporante mensaje al Congreso, en 1938, en quepidió la creación del que llegarla a ser el Comité Económico NacionalTemporal (Temporary National Economic Committee, TNEC) paraexaminar "la concentración de poder económico en la industria nor.teamericana y el eGcto de dicha concentración sobre el declinar de lacompetencia". Por entonces, Roosevelt comisionó a Thurman Amold,

que a 6nales de 193? el presidente ordenó al m¡ efectua¡ una investigación sobre lapooibilidad de una conspiración criminal. $¡ p,nrbar para el cargo eran extraordina.riamente tenues: una carta no con6rmada de r¡n c¿marero de r¡n hotel de Chicago quedecfa haber oldo una conversación errre ejecutivos del ferroca¡ril. Segrln el camarero,estaban conspirando para despedir obreroo como parte de un "boicot del desempleo" queobligarla a Roocevelt y "a su pandilla" a "llegar a un acr¡erdo". El FEt no encont¡ó nin-guna prueba eri epoyo de e¡a acr.sación (Varilia N, Getz a Roo¡evelt, 19 de noviembrede 193?, Roosevelt a Homer Cummingn, 2ó de noviembre de 1937, yJ. Edgar Hoover aRoocevelt, I I de dtciembrc de 193?, todos en Corcoran MSS 203, tc). Véase tambtén"The administration gtrikes back", Irleur RcWUb,5 de enero de 1938, p. 240; Arthu¡D. Gayer, "\7hat is ahead?n, Neo Reúblic,2 de febre¡o de 1938, p. 391; George Soule,"'What has happened and v¡trose fault is itl', Neur Replblic, 2 de febrero de 1938, p. 381;Iwing Brant a Thomas C-orcoran, 5 de junio de 1938, Brant MSS 5, rc.

ll"*..iII

profesor de la Escuela de Derecho de Yale y prohfico teórico de lapolítica, para que sucediera a Robert Jaclson como jefe de la DvisiónAntitn¡st del Departamento de Jtsticia. Pronto Amold hizo que su o6-cina fuese una de las más activas y comentadas del gobierno federal.e

Sin embargo, en realidad no eran los "atomizadores" -los parti-darios del concepto brandeisiano de una economía descentralizada enpequeña escala- quienes estaban pasando a ocupar el centro del esce-nario. Aunque los activistas antitn¡st de finales del Nuevo Trato em-pleaban la familiar retórica contra los monopolios, sus esfuerzos teníanmuy poco que ver con una auténtica descentralización. En cambio, sehablan comprometido a defender al consumidor y a promover la plenaproducción extendiendo las funciones reguladoras del Esado.

los antecedentes de Thurman Arnold eran indicación de la formaque ahora adoptaba el impulso "antimonopólicon. Amold se hablaganado a pulso su reputación de director más activo y competente en lahistoria de la División Antitrust. Para cuando salió del Departamentode Justicia en 1943, habfa aumentado radicalmente el presupuesro y,alavez, el personal de su división; y habfa presenrado (y ganado) másacr¡saciones antitrust de las que el Departamento de Juticia hubieseiniciado en tda su historia anterior.l0

Pero Amold no estaba empleando las leyes antitrust para promo.ver algo que aun de lejos se asimilara al concepto brandeisiano de des-centralización. Por lo conrrario, durante años habfa estado diciendo

c FDR a Rob€rtJackrcn, 19 de agocto de 1937, e Isador Lubin a Marvin Mclntyre,25 de agosto de 1937, ambos en el Expedierrte del Secretario del presidente (err adelantersr) p. 7?, Franklin D. Roosevelt Library Hyde Park, N¡rcva York (en adelane, ronr).Vaync C. Gylor a FD& 2ó de ¡rarzo dc 1938; borrador de "Monopoly mersage" sinfecha, 1938; Hurton Thompson a Mclntyre, 25 de abril de 1938; todoo en el Oñcial File(en adelantc os) 27?, ronr. Samuel Roegnman, comp,, The Puülic fuplr nú Aüre*sof FrcnIJiaD Rooser,e[, 13vols. Random House,NuevaYork, 1938-1950,pp.305-20;Abop y Kinmer, "\(/e shall maLe America over', p. 8ó; Public Re¡olurion n(rr¡. I13,?5th Congrera "'Ib creatc ar temporary national economlc committee", or 3322, ronr;"Tr¡stbr¡ster's goal", Eusiruss Ve\ 22 de febrero de 1941, p. 35; Homer Cummings a

AIanBrhüey ts7

FD& 2l de abril de 1938 (y memorándrmr anexo, de Amold), o¡ 277, ronq Gene M.Gessley, "Thurman Amold, antieust, and the Ne*, Deal", Busin¿ss His¡o¡r Reviet¿, núm.Grecsley, uThurman antieust, and the Ne*, Deal", Business Hisrory Revieur, núm.38, 1%4, p. 217; Vaker Millis, "C¡oss purposes in the New De¡I", Mr8intu QlaarttcrbRevieu¡ núm. 14, 1938, pp. 359-ó1.

r0 "Jir.¡st Buter Benched", Tinr,.22 de febrero de 1943, pp. 32-34; C¡rwin Ed-wards, "Thurman Amold y ttre antier.st Laws', &lirical *iarc¿ Qu¿rterh, nfinr. 58,1943, pp. 353-355; J. David Ster a Robert S. Allen, 9 de diciembre de 1939, ThurmanAmold MSS, University of Wyom ing; huchtenburg Fr¿nklin D. Rooserrl¡ atú tlv New*a| pp.259-2&.

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158 El Ns¿r,n Tmto y b ide4 dcl Esw¿o lüúrBzi;ddet 159

en sus libros, artfculos y discursoo, que la idea de "atomizar" la eco.nomfa era una simple locura nostálgica; que las instituciones en gntnescala eran consecuencia inwiable -y tal vez hasta deseable- del in-dustrialismo, y que todo esfuerzo por desmantelarlas serfa no sólo vanosino peligroso.tt EnTIw folldore of capiwlism, su célebre libro de 1.93?que hacfa la crónica de los insensatos "rituales" ideológicos que losnofteamericanos empleaban para disimular las realidades polfticas yeconómicas, prestó atención especial al que consideró como uno delos más absurdos de dichos rituales: las leyes antitnst. Eran, escribió,

la respuesta de una sociedad que inconscienternente senúa la nece.sidad de unas grandes organizaciones y que al mis¡no tiempo habíade negarles un lugar en Ia ideologfa moral y lógica de la estructurasocial. Eran parte de la lucha de un credo de bronco individualismopor adaptarse a una sociedad que estaba volviéndose sumamenteorganízada,12

En opinión de Amold, el papel de la División Antitrust Do con.sistía en defender la "pequeñez' ni en quebranar combinaciones, sinoen supenrisar la conducta de las grandes empresas. En sf mismo, eltamaño no importaba. "Reconozco la necesidad de las grandes organi.zaciones para alcanzar una eficiente producción en masa', escribió en1939, poco después de ocupar su cargo. "Reconorco que es vano el ata.que a los tn¿sts por el simple deseo de quebrantar grandes unidades."Ties añoo después, al acerca¡se al fin de su gestión, insistfa, aun máscategóricamente: "L¡s grandes negocios no son un peligro económicomientras que se entregr¡en a la efciencia en la prodtrcción y la dis-tribwión. No puede haber mayor insensarez que la idea de que unaépoca mecanizada puede seguir adelante sin grandes negocios."

iCómo habfa de medir el gobiemo la "e6ciencia en la produccióny la distribución"? La respuesra de Arnold fue sencilla: por el pre,cio al consumidor. Cualesquiera precios ardficialmente inflados y,-portanto, actividad económica reducida -ya fuesen las prácticas anticom-petitivas de un monopolio gigantesco, las actividades coludidas de pe.queñoo prodrctores rratando de estabilizarsw mercados, o bien (yeito

tl "Domonopolies retard or advence business recoveryl",TolunMeethg 30 de ju.nio de 1939, pp. I l- 12, 16; "Horv far should govemmenr control businc¡s?", Cons¿r¡s¿s,núm. 23, ma¡zo de 1939, p. l?; Amold R. $r'eery, "Mr. Amold and üe rlsf, Ner¡rReWblic, 8 dc jmio de 1942, pp. 803-804.

rz A¡nold, Tb folldore..., op. cir-, p. 2ll.

causó la ira de algunos de sts colegas liberales) las excesivas deman-das cle organizaciones laborales an poderoeas como los sindicatos de laconstn¡cción- debfan ser branco dé actsaciones antitnst Toda org".nización que no dañara al consumidoq, cualesquiera qo fuo.";;4.mensiones, no tenfan nada que temer. por arrio, .n manos de Amolá,las leyes altitrust se conviráeron

"n *.di* para extender el ámbito

regulador del Estado, y^no en armas para alterár h.""i" á. f* "rg"Jzaciones económicas. Su aplicación, afi.n¿, "es problema ¿. f".i"á-

nua dirección del tráfco eionómico [...] L"'l".h".o.p.ti;;;;i" ;;;e6caz apliación antitn¡st es co¡¡ro uná pelea de boxeo ii" erui..o"ii--

En esro, desde luego, Arnold .rtib" di.i"ndo poco qu. ""

n o.coherenre con la auténtica historia de la aplicaciónie la ley antitrust,y ciertamente, nada que no embonase

"on l* anteriores anteceden,

tes del Nuevo Tiato al hacer frente a la concentración económica.sin embargo, era una declaración que sf esaba en marcado conüastecon,la ya vieja-ideologfa antimonofrtoo. I ^e opiniones de Arnold re-cordaban más la visión nacionalista de la economfa de Theodor. noo-sevelt. (o la preocupación de Thorstein Veblen por la efciencia) queras oplnrones más auténricamente nronopólicas de los populistas o deBrandeis o del \Tilson de 1912.1r Nadie reconocio estoton mayor cla-n9"d.qT,l"r.viejos progresisras del medio oesre, para quienes anritrrstaún signiñcaba (como lo dijo William Borah en un agrio intercambiode palabras durante las audiencias de confirmación d-e Amold) ";;.-

_ 13 Amold, "Fearhers and prices", 5.6; Thurman Amold, "Con'dence mu¡¡r ¡e.place fear", vrul sP¿ct.n,s, r de juüo de t942, p. 5ór. ve"* .".uei-Á;¡'d;fi"bttlerccks of bus¡rusr, Harcou¡t lla.e-Jovano.,Lir, Nueya york, ló¡¡;;:- iti; il;ü"The ablf of p-¿ rents,, Athntic Motray tO a" ¡,rf ó a" f eiZ.¡' nasta órandeie' santo pacón der antimcroporio, corsideró lar leyes and'usr1ls lmopeca¡nismoe reguladorer que como vehfcut- j"r" ,, abierto dmbate a los"¡¿5¿

reroófandeiEysr¡raliado'cr€yerofisicurprequeraregulrciónpodra,porsfmisma,impedir la concearración económica, qrc ra teauóión a ri prácticas desreare¡ en er co-mercio impedila la creación de grandes consorcios. Bcribió en 1933, "Bt"f ;;;;-me¡E convencido de q.. ra unidad grande no e* tan cficiente -y me reñero a ra unidadmuy grande- como la unidad peq,reria, que creo que si h"y ñrer" p*$É i";;;; h"grandes empreaas acn¡aran dgacr¡erdo con lo que, l"d"dÁ1.;;;;;;;; tacuerdo en que debían ser las,reglas del comercio, ,ro * L"rf" ninquna emoresa in-menra o, de ser creada, no tendli árito." Amold no endJ;ür;;il;;:i,; .-importanre análisis de la ñrorofa reguradora de-Brandeis, véanse Tiro.* K. M"¿r"*,hofiuuof rcgulat n" Han'arduniváitvprers,camb,ri¿-Á rs8a,pp.ti:lui,tls-tqriy McGraw, "Reüinking rhe qrlt questigc], m Mc€raJ(cornp.li ,'pg,rl"rj_r'r^ rrre":tiw: historical essays, Haward Btsiness School, Bocton, iSSf, pp, f -iS.

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1ó0 El Nr¡etn Tmto y la idea del E,uda

brantar monopolios". Desconfiados de Amold desde el principio, con-sideraron un desast¡e su gesrión en el Departamenro de Jwticia [...],lo cual, según sus norrnas, efectivamente resultó cierto. El que lograraemplear las leyes antitnst para supewisar y no para prevenir "el grantamaño" fi¡e un grave golpe, tal vez el último al antiguo concepro deaquellas leyes como camino a la auténtica descentralización. y esahabfa sido precisamente la intención de Amold.ls

De manera similar, elfN¡c constitufa una investigación antimo-nopólica, más en el papel que en srstancia. Entre sus miembros incluíaa tan inveterados antimonopolistas del Congreso como Borah, el repu-blicano Hatton Sumners de Texas y el senador Joseph O'Mahoney de'tüTyoming

(presidente). Pero la mayola de sus miembros del Congresopronto perdieron el interés y la fe en el comité cuando el auténticotrabajo de investigación fue ca1rendo, cada vez más, bajo el controlde loo jóvenes new d,ealers nombrados para representar al gobiemo:Arnold, Jerome Frank, rüTilliam O. Douglas, Isador Lubin, y (dirigiendoal personal de investigación) león Henderson, hombre mucho me-no6 preocupado por el tamaño de las instituciones de la economfaque por su efecto sobre los consumidores y su responsabilidad ante elEstado. A veces sutilmente, a veces explícitamente, la invesrigacióndelTNEc, refutó las viejas suposiciones antimonopólicas de que las em.presas pequeñas, por serlo, eran esencialmente preferibles a las gran.des; citó una y otra vez el valor de las eficiencias de escala; y tra¿ó deenconbar nuevos modos en que el gobiemo interviniera en la eco.nomía para proteger al público contra los efectos adversos de uDa con-centración de poder que, parecfa reconocerlo ahora, era inevitable.t6

15 Audiencias anre un subcomié del Comié de la Judicarura. United StatesSenate, 751¡ Cong, lera. sesión, ll de mar¿o de 1938, en r07endell Berge MSS 15,rc; Her¡ry Hyde a lVilliam Borah, ó de julio de 1938, tüTalter Villiams a Bo,rah, 23 defebrero de 1939, ambos en Borah MSS ?22, rc. La hosrilidad de Bo¡ah a Amold erasin duda_el_resuhado, en garle de la condescendiente descripción hecha de la propiacarrera de Borah en Tlu folldore of capiulísn "Hombres como el senador Borai¡ fun-damentaron carreras polfticas en la continuación de estas cruzadae antitrusg que eranenteramente inútiles pero enormemente pintoreccas, y qué pagaron grandes dividendosen marctria de prestigio personal" 1p.217).

ro Max Lerner a Thr¡rman Amold, 4 de diciembre de 1938. Amold MSS. VéaseespecialmenteAdolfA. BerleJr,,"Merno¡andum of suggestions", 12 de juliode 193g,yBe¡le a Steve Ea¡ly, 15 de,¡ulio de 1938, ambos enor 3322,ronr; el extenó merr¡orándr¡mde Betle, escrito a petición de Jerome Frank y de Thurman Amold, prerendla aportar un'tundamento para una ¡ama de la investigación"; y al parecer sus sugestionec tuvieron

AIanBdnüel 161

La labor del rNgc se prolongó duranre casi tres años. El comiüéexaminó a 655 testigos, produjo 80 vohimenes y más de 20 000 pági-nas de testimonioo, publicó 44 monograffas y, con el paso del tiempoy al hacerse claro que la labor no tendrfa fin, gradualmente perdió laatención del público y, a la vez, del presidente. Su informe 6nal, emi-tido en abril de 1941, virtualmente no arajo arención seria en unanación ya preocupada por la guerra; y todo el episodio pronto fueolvidado, tildándosele de "colosal tontefa' o, más piadosamente, de"magní6co fracaso". "Con todas las municiones que el comié habíaalmacenado", comentó a la postre la revista Time, "habrfa podido es-perarse una formidable andanada. En cambio, el comité colocó unahem¡mbrosa arma de balas de pequeño calibre lyl lanzó un míserodisparo contra los problemas económicos de la nación."17

La triste conclusión de la investigación del TNEC mostró hastaqué punto los entusiasmos andmonopólicos de 1938 se habían casidesvanecido en 1941. Pero el carácterde la invesrigación durante sustres años de esfrrerzos mosfió cómo la retórica antimonopólica, aunen su periodo más intenso, había dejado de reflejar todo verdaderocompromiso con la descentralización. Si la conceneación económicaera un problema -y coi todos los liberales conrinuaban creyendo queasf era- la solución no estaba en desnuirla, sino en someterla a unma)¡or conhol del Esado.

Losnew dealers de finales de los Eeinta emplearon muchos diver.sos nombres para describirsts ideas polfcicas: "antimonopolio", "regu.lación", "plani6cación", Pero mientras que, en un dempo, esas pala-

considerable influencia. Gran parte del informe se cencaba en lo que Berle llamaba"suposiciones injusti6cadas" que elrN¡c debfa evitar, especialmente la supooición de quehabfa alguna conexión inherente enre laE dimensiones de una empresa y 3u eficiencia,capacidad comoetidva v trato humano.'

t? "Finai ,t"r-uot of senator Josheph C O'Mahoney, Chairman of theTNEc, at tlre dcing public session", ll de marzo de 1941, reproducido en RaymondClapper MSS 182, rc; O'Mahoney a FD& 2 de abril de 1941, or 3322, ronuRaymond Moley, "Monopoly mptery", Saarrdcl Errning &sr, 30 de mar¿o de 1940,pp. 9-ll, y "Business in üe woodshed',ibi¿,6 de mayo de 1940, pp. 62,68; ErnmetF. Connely "l,et bwiness roll its own: the r¡Ec, stuart chase, and the nor,6nancing",Hatp's, mayo de 1940, pp. 644-651; Lawrárce Dennis, "the ecsenrl¡l factual det¡il¡abourt ther¡sc", informe de negocioe que circuló en privado, lJ de octubre de l938,op3322 onr; "Tvilight ofrrrc", Tizr, 14 de abril de 1941, pp. 8ó.8?; " rNne uragnifrcentfailue', Busdrrss Weelg 72 demarzode 1941, pp. 22.2?; RobertBrad¡ "Reporta and con.clusions of therr.rec", &notnie. joumal, núr¡. 53, 1943, p. 415; Richard N. Chapman,"Contou¡g of public policy, 1939- 1945', tesis para el doctorado, Yale Universiry, 1976,pp .153 - l ó3 .

I l * .

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t62 El Nraw Ttarc 1lo idet del Btado

bras habfan parecido representar conceptos enteramente distintos dereforma, ahora describían una visión común del gobierno: una visiónde capaces y dedicados adminisaadores qr¡e se pondrlan al man-do de las instituciones del Estado, vigoriándolas, aumentando suspoderes cuando ft¡ese necesario y convirtiéndolas en fuerzr perma-nentes en el funcionamiento del mercado. La area de los liberales,escribió William Douglas en 1938, era "combatir por lograr el controldel actual gobiemo para que srs diversas partes puedan mantenersevivas como fuerzas viales de la democracia". L,o que los norteameri-cano6 necesitaban, ante todo, arguyó Thurman Amold, era una "re-ligión de gobiemo que nos permita hacer frente, con tda franqueza,a los factores psicológicos inherentes al desanollo de organizacionescon responsabilidad pública". ta

James Landis, presidente de la Comisión de Valorese Inrcrcambio(Securities and Exchange Commission) de 1935 a Í937 y después di-rector de la Esct¡ela de Derecho de Haward, publicó en 1938 una me-ditación sobre su propia experiencia en el gobiemo, en la cual expre-saba algo de esu nueva fe. "No sin razón +scribió en Tlre Adminktrati-rr Procasr, una nación que cree profundamen@ en la e6cacia del lwrocomo motivo duda al mismo tiempo de las posibilidades eugenésicas deengendrar superhombres para que dirijan los asuntos, extraordinaria.mente complejoo, de lre ramas más grandes de la industria privada."Pero la imposibilidad de enconrar "superhombres" para gobemar laeconomfa, como alguna vez lo habfan señado loo congresistas, no era,en opinión de landiq razón para retirarse del activismo del Estado. Erarazón para ensanchar la democracia federal, para sustituir al inalcan'zable "superempresario" por la experiencia colectiva de centenares deadministradores individuales. "Una consecuencia del creciente interésdel gobiemo en varias fases del escenario indusmial -insiiti&debe serla creación de más dependencias administrativas [...] la mejor manerade sewir a la efciencia en loo procesos de regulación gubemamentalserá la creacíón de más dependencias, y no de menos."l9

Desde luego, aumentarlas funciones reguladores del gobiemo fe.deral no era una idea nueva en loo treinta. Quebrantar el poder delas empresas, atacar los monopolios, imponer el orden a un mundo

l0 Villtam Douglas a Kark Llewelyn, 20 de dlciernbre de 1938, Dowlas MSS 18'rc; Amold, Tfu folltors, op. cit, p. 389.

19 famer M. Landit,TlÉ o¿minttaratjrr Proc¿rs, Yale Untvenity Prers, New Haven,1938, pp. 24.25. M{naw, Pmürts ol rcgulÁttn\ pp. 212-16, analiza el argumento deLandis.

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económico desordenado: tales habfan sido los sueños de generacionesde reformadores desde la llegada ¿. ü1"áü*"lir".iirr-.n ;;;:cala; pero el concepro de-un Éstado

"¿*¡-"1*",ivo que iba cobrandoaceptación a 'nales del.Nuevo T."t",

",rrr!,r. retóricamente familiar,era considerablemente distinto de 1",

"i;;;1,* habían anafdo a losreformadores aun cinco año, ".,*r-

[^ iiü;k más jóvenes seguíanhablando el lenguaje de l* t ml."n* ¡.pil"ü,.brmadores; pero sindecirlo por completo, estaban üh"r"ndá "i*

¿. b. ;;;;:;;J*de esos impulsos.

, . Durante décadas, los reformadores norteamericanos habfan so.ñado con crear una economfa indwtrial "Áonioo,

un sistema quepudiese florecer sin una extensa inrcrvención .,t";ü;;;;;.,1,;zas

.syficie¡ges paia resolver lo. m¿s g.""", p.bl.mas sociales dL hnación. Habfa habido ya ideas sumamenre variadas *b* ¿¿;; ;;;semejante economía, desde las visiones asociativas de crear ;;_ú;orgánico,que fi¡ncionarasin tropiezoo,a p"J. a. d p;;"d;;;del capitalismo modemo, hasta ei anhelo'""rimonopolico de una eco-nomfa descenualizada en pequeña escal4 libre de l" rr.f"rta irrii;;i"de.los-grandes consorcios.- pe'ro .l ,*ñ;;;-ó""¿. *f ,""no ¿";r.lsolver" de-algún modo los p."bl.-"s J.f .Aüiir*" modeme habfasido uno de los más evocarivos ¿. .J", lü!-Ip.*r,r", de reforma yel objetivo

{e.la-¡nargrra de los progre.ir* y1ilr"b q;;á;;;';;malor papel del Estado en la economfa.

A ñnales de los treinta, la fe en soluciones tan generares iba en re-tir3da, Las prescripciones de ros liberales p"o un" fotiti."..onJ*rc"federal iban apartándose de-la "it¡on

J.'unlioonioso mundo capi-talista. los liberales empezaban "

.r..i-qu. .ir"aa. ". *ji";i..solver" en alguna forma fundamental los piobrei"s d. la economía. [¡economfa indr¡strial era demasiadl cran{e, **pf.¡" v irv-áT"l*iningún plan económico, por sr soblpo¿rta

"t"i"nioJ " dd;.

-i;

norteamericanos tendrfan que aceptar lo ineviable d.l .*ni"r ñinesmbilidad en sus vidas económica. Tendrfan que aprender a de-nen{e1del Esado para que regulase o" ."nñi.r y esa inestabilidad.

- Dn cleftos aspectos, esta nueva visión del Btalo era más agresivaI

ttTt . q.. lT prescripciones a las que reemplazaba. y debfa esto alos límites mismos de sus ambiciones últimas. L"

"*;"-g.;..;;;de administradores no actuarfa b"ra"¿ü.." "n.plan

*il;;,;;:*co fl¡e3{a a un punro en que l"s ,.form", .conómicas evitaran lanecesidad de sus propios servicios. entes b¡ei, serfan árbinos siempre

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r6+ El N¡ar,r¡ Tmto 1lo idea del F:tado

activos y hasa vigilantes (o, como gustaba de decir Amold, "agentesde bánsito"), siempre dispuestos a intervenir en el mercado para supri-mir "cuellos de botella", para proteger la eficiencia y la competencia ydefender los intereses de los consumidores, que estaban reemplazandoa loo prodrrctores como meta úldma de la preocupación liberal.zo Losreguladores no podrían ni debeían crear una armonla y un orden du-raderos, sólo comprometerlan al Estado con la diftcil tarea de sacar elmejor partido pooible de un mundo económico imperfecto.

Las ideas agresivamente estatistas de los nuevos liberales provo-caron una intensa y constante controversia que reveló lo insosteniblede su posición. La idea de una perpetua participación de un gobiernointruso en el funcionamiento de la economía, sin ninguna esperanzade enderezar un día las cosas de tal manera que le permities€ retirarse,fr¡e un mends tanto a los impulsos antiestatistas, muy arraigados enla cultura política norteamericana, como al natural anhelo de encon-trar soluciones sencillas y completas a problemas importantes. Ni si-quiera la mayorfa de los liberales se sintió nunca plenamente a gustocon la idea de que no hubiese una verdadera "respuesta" a la cuestióneconómica. For tanto, tal vez no sorprenda que cuando empezó a sur.gir otra "solución", de una atractiva y casi deslumbrante simplicidad,encontrara seguidores bien dispuestos y hasa impacientes.

ilI

Aunqne algunoo ¡vw denlcrs estuvieran expresando su entusiasmo porun extendido Estado regulado¡, otros miembros del gobiemo estabanpromoviendo un diferente curso de acción que, a la postre, serfa másimportante al determinar el futuro del liberalismo. Propusieron que elgobiemo diese un uso más enérgico a sus poderes 6scales +u capaci,dad de gravar y de gastar- para estimular el crecimiento económico yresolver los problemas sociales. Los partidarios del enfoque fiscal, co-mo los partidarioo de la regulación, estaban interesados principalmenteen ayudar a los consumidores y en aumentar la capacidad adquisitivade las masas; pero escogieron diférentes annas. Su visión era la deun gobiemo esencialmente compensado¡, qtre enderezarla las flaque,zas y desequilibrios de la economfa privada sin hacer frente directo

20 Arnold, bulenccks-.., op. ciL, pp. L22-126.

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al funcionamiento intemo del capialismo. Semejante Estado podrfaadminisnar la economía sin administrar las instituciones económicas.

A comienzoo de 1937 hubo pocas señales de que una política fis-cal nueva y más ambiciosa asomaba p por el horizonte. En cambio,el gobiemo comenzó el año mootrando con6anza, y pareció dispuestoa volver a la ortodoxia, aún atracdva, de unos presupuestos equilibra-dos y un gesto menor. Al pareceq, la depresión, por ñn, habfa pasado.Desde luego, el desempleo segufa siendo alto, pero en cambio habíaoras señales alentadoras: la prodrcción de las fábricas, la inversión decapitales, el precio de las mercancfas. Inspirados por estoo aparenteséxitos, los conservadores en materia fiscal insistieron en su argumento,con un vigor casi jubiloso.

[a campaña de "responsabilidad 6scal" era encabezada por HenryMorgenüau, hijo, secretario del Tes,oro, cuyos inagoables esfi¡erzosprivados por obtener el apoyo de Roosevelt a un presupuesto equi-librado refutaban su imagen pública de simple adulador sin grandesideas propias. Morgenthau y sus aliados reconocfan que habla sido ne-cesario un gasto deñcitario durante la emergencia económica, peronunca habfan atribuido auténtica legitimidad a ese concepro. Y ahoraque el Nuevo Tiato habfa "vapuleado a la gran depresión", co[ro €s-cribió en 1937 un funcionario del Tes'oro, había llegado el momento devolver a poner en orden las finanzas de la nación. El presidente, qtrenunca se habfa reconciliado por completo con los dé6cit presupues.tarios que tan condnuamene habfa acumulado, fue sensible a talesargumentos. En la primavera de 1937 aceptó hacer una serie de re.cortes considerables al gasto Heral gue, según crefa, equilibrarlan elpresupuesto en 1938.21

La idea de un presupueso equilibrado era arnrctiva por razonesque iban más allá del simple dogma heredado. Morgenthau logró con-vencer al presidene de que sólo eliminando los dé6cit podrfa real.mente el Nuevo Trato demostrar su éxito; arguy6 que el gasto Heralse habfa vuelto una especie de muleta parÍ¡ sootener a una economfaque gracias a los logros del gobierne ahora podla renerse en pie porsf sola. Además, Roosevelt recordó las acusaciones de irresponsabili.dad fiscal que él mismo había lanzado contra Hoover en 1932 y vio unpresupr¡€sto equilibrado como modo de jutificar sts anteriores ata.

2t Herbert Stein, Th¿ fscdl ranhtdon h y'arrtk4 Univenity of Chicago hess,Chicago, lf)ó9, pp. I 14.1 18; Dean L Ma¡ Irom lrlew &al to ,xlrtt @otronti.t: tfu ancri.carübaal rcspta to tlc t.tresün of f 93Z Garlurd BooLr, Nrleva Yck" 1981, p. 95.

165

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iI

166 El N¡¡¿to Trua y la ider del Esrado

ques. Además, economistas del Departamento del Tesrcro argüfan queahora existía un peligro de inflación y que recortar el déficit Heralcontribuiría a la estabilidad de precioo.22

Hubo disidentes. Entre ellos sobresalió Marriner Eccles, presiden.te de la Junta de la Resewa Heral (Federal Reserve Board) , quien dijoque los esfuerzos por equilibrar el presupuesto eran "peligrosamenteprematuros" y defendió los dé6cit como "forma necesaria y comPen.satoria de la inversión, la cual daba vida a una economla qu€ estabaoperando por debajo de su plena capacidad".23 Pero nada pudo preva.lecer contra el optimismo y la inriga burocrática de Morgenthau y susaliados. "El presidente me dio todo lo que le pedf", di¡o Morgenthau,radiante, en la primavera de 1937. "Fue una ltrcha larga y diftcil, pero,en algún rnomento durante las semanas en que discud con é1, sin dudallegó a la conclusión de qtre si quiere que su gobiemo lleve adelante suprograma de reformas, deberá tener una sólida base financiera."24

El desplome económico del atoño de 1937 desnuyó todas las es-peranzas de tener un presupuesto equilibrado en 1938. Y, de mayor im-portancia, desacreditó muchos de los argumentos en que se habfan ba.sado tales esperanzas. "Nadie puede dudar escribió New Republic queel súbito retiro de cientos de millones de dólares de loo fondos de asis-tencia federal, el desplome de miles de proyectos por todo el pafs, con'tribuyeron materialmente a la creación de nuestra actual miseria."25En pocos meses, hasta muchos que habfan sido defensores de la or'todoxia ñscal llegaron a creer que los recortes al gasto de la prima'vera anterior habían sido causa importante y tal vez hasta decisivade la recesión. El centro del poder en el debate por la política ñscalcambió súbitamente de lugar.

Morgenthau y sts aliados en el Deparamento del Tesoro con-tinuaron defendiendo esforzadarnente el conservadurismo 6scal, aunante los nr¡evc desastres. Pero ahora eran casi los únicos en argüir.Durane los primeros meses de 1938, Eccles organizó reuniones confuncionarios favorables del gobiemo, para presionar a favor de un ma'yor gasto, y pronto logró movilizar a influyentes partidarios: Henry\íallace, Harold lckes, Harry Hopkins, Aubrey Williarns, I¡on Hen'

22 H. Stein, oD. ci¿, pp. 91,100; D. L May, op. cit, pp. l?'37.23 H. Stein, óp. c¡¿, p. 93. Las frases ciadas son de la dercripción hecha por

Morgen Stein del consejo de Eccler al presidente.2{ D. L May oF cit , p. 89.25 Bruce Súvü "e;ñ¿endat: to the preridenf, New Re¡ólic, 20 de abril de

1938, p. 328.

NanBrhldey r67

derson, Lauchlin Currie, Mordecai Ezekiel, Beardsley Ruml, IsidorLubin, comprometidos con un nr¡evo y vigoroso programa contra larecesión. En marzo, un grupo de partidañoo del-mayor gasto se re.unió en \7arm Springs, donde el presidente se hallaba de vacaciones.Y mienras \üTilliams, Ruml y Henderson se reunfan en una posada cer-cana, preparando sus armas, Hopkins se sentó con el presidente en lapequeña "Casa Blanca", tendió las cartas en la vacilante mesa de nai.pes que Roooevelt usaba como escritorio, y lo convenció de cambiarde curso.6 Focas semanas después, el presidente envió al Congresoun mensaje gue proponfa un considerable programa nuevo de gas.tos: otros 1 5@ millones para alivio a los trabajadores, otroe I 500glll-ones para obras prlblicas, y una expansión de crédito de cerca de2 000 millones de dólares. Eso no basaba, sootuvieron algunos clti-coo. kro en una é-poca en que el presupuesto de la nación -en tiemposde paz- nunca habfa superado toi tO OOO millones de dólares, -oilo,consideraron realmente susranciales esos 5 000 millones de dólares.z?

- P-articularmente signifcativo fue el modo en que Roosevelt ex-plr:9 l* nu:va-s plopuestas. Durante su primer periodo, generalmenrehabía justificado los programas de gastocorno *e¿io ¿Jt *er frenea ciertos problemas en forma particulan ayudar a los desempleadoo,subaidiar a los granjeros o a los propietarios de casas o de industriasen diñcultades, volver a aprovechai el valle del Tennessee. Ahora,juti6có el gasto como medio de devolver la salud a la economfa engeneral.4 "Sufrimos básicamente de Élta de poder de compra", ex-plicó err una "charla juno a la chimenea" a iomienzos ¿e ig¡é (s"

¡9xto fu9 omado en parte de un memorándum de Beardsley Ruml).Ya era tiempo d9 que el gobiemo "hiciese adiciones deñnitiv'as al po-der adquisitivode la nación". Acompañó su anuncio, como le $"áU"hacerlo con referencias a los precedéntes hisróricos de su deciíión:

q el pnTer Tglo de nt¡estra república noe faltaba capital, nos fal.taban trabajadores y nos faltaba producción indusuiali pero eramosricos en derras gratuitas, madera gratuita y dqueza mineral gratuita.El gobiemo federal asumió, corectamenre, á deber de piomover

1: p_. L May, op. cit, pp. t23.r25, r32-t31.¿r H. Stein, oD, cir, po. 109-1 15.

. 28 Tlreda skocpol y Margaret ver¡, "S.etc ¡cr¡ctr¡es and the pocstbilideo for key.

nerian r:pgm€r to the great deprecsion in Sweden Briain, and thc Urrttd St e.;,1n $tct B. Evanr, Detrich Rr¡e¡clemeler y Skocpol (co¡rp.), Brl¡úU ilrs St¿u b<r;k tn,Cambridge University Prers, Nrcva yor! iCgS, pp. ilZ.tZó.

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rll

168 El Nr¡erp Truo 1la ,¿aa del F-stado

loe negocios y diviar la depresión otorgando subeidios de tierra y deotras riquezas.

Asf, desde nuesnos primeros dfas, hemos t€r¡ido úra nadiciónde considerable ayuda del gobierno a nu€stro sistema de empresaprivada, Mas, en la actualidad, el gobiemo ya no tiene v¿¡stas ex-tensiones de ricas tierras para enuegar [.,,] Ahora tenemos abun-dancia de capital, de bancos y de aseguradoras cargadas de dineroocioso; abwrdante capacidad productiva industrial y varios millo.nes de trabajador€s en busca de empleo, Siguiendo la tradición yobedeciendo a la necesidad, el gobiemo se esfuerza por poner enacción dinero ocioso y hombres ociosos, por aumentar nuestñ¡ ri.queza pública y por edificar la riqueza y la fuerza del pueblo: ayudara ñ.urcionar a nr¡esEo sisterna de empresa privada.2g

las tranquilizadoras referencir de Roosevelt al pasado no logra.ron ocultar la naturaleza realmente sin precedentes de su declaración.El presidente explicaba ahora que el gsto del gobiemo ya no era unmal necesario, que habfa de usarse con cuidado para resolver proble,mas especlfcos. Era un bien positivo, que podfa aplicarse abundante.mente, a vec€fi, para estimular el crecimiento económico y el progresosocial. Sin darse cuenta por completo, estaba abrazando la esenciade lo que pronto serla conocido como economfa keynesiana. Esabaanunciando una nr¡eva época de polftica 6scal del gobiemo.

En mrrchos Írspectos, el activismo 6scal no era más nuevo para lostreinta que las innovaciones reguladoras con las que coexisda. El otor'gamiento de subsidios federales a los intereses privadc era tan antiguocomo el propio gobierno federal. Pero el tipo de gasto que apoyabanloe n¿w d¿alcrs de los treinta, y la razón que gradualmente iban des'arrollando para justificarla, sugierieron una invoción muy imporante.En el pasado, los suboidic del gobiemo hablan promovido casi siem'pre las capacidades productivas de la nación. Se habfan destinado aayudar a los coristructores de caminos' Pr¡ent€s, Presas, ferrocarriles yotro6 elementos esenciales de la infraestn¡ctura económica. Habfanfavorecido la colonización del oeste yel desarrollo de nuevÍ¡s fronterasagr{colas. Más reciente¡nente' habfan ayr¡dado a los bancos y a otrasinstituciones financierc a sorear las empestades de la depresión.

Pero las ideas acerca del gasto gubemamenal se n¡odificaron con'siderablemente a finales del Nuevo Tiato. En lugar de ProPoner una

29 Frankll¡ D Rooccvelg Tl:r prbl:* Wpr ud &rcslrs of F,anüin D Rrr,g.t¡eb'Macrnlllan, N¡pa Yorlq 1941, vohmren de 1938, pp. 240'241,243.

I

polftica fiscal federal que contribuyese directamente a la produccióny al desarrollo económico, los liberales pedlan unas medidas políti-cas que promovieran el consumo en m6a. Alvin Hansen, uno de losprimeros economistas norteamericanos importantes que captarcrn ypromovieron las enseñanzas de Keynes, tomó nota de este importantegiro. El mejor modo de ¿¡segurar un fururo próspero, argumentaba aúnales de los treina, era "esforzarse por una economfa de ma)¡or con-sumo', hacer que la demanda del consumidor ft¡ese la fuerza que im.pulsara la producción y la inversión, y no al revés. Y el modo más efi-ciente de crcar semejante demanda serfa que el gobiemo introdujesemayor poder adquisitivo en la economfa, por medio de obras públicas,s€guro social, mecanismos federales de cédito y otros métodos. "Elconsumo -{ostuve es la frontera del futuro."3o

A1ürBñnLlet 169

lanzan una vigoroa campaña antitru¡t como omplemento nanrral de loc ecñmzoo porrm mayor gasto. Véase Robea FL Jackson, bonador de autobiografta inédita, 1944, p.

v

Estas dos aproximaciones generales a los problema de la economfa,-mayor regulación por medio del Esado y mayor empleo de la polftica6scal- coexistieron con relativa hcilidad a finales de los neina. Dehecho, la mayorfa de lcs¡ww dulcrs las consideraba como las dos mira,des de una sola estrategia y rara vez pensaron mtrho en las diferenciasque habla entre ellos.3l' t'o que mannn¡o más unide estas dos estrategias fue una supo-sición acerca de la economfa norteamericana que imbuyó el pensa-miento general a 6nales de los neinta y a¡rdó a impulsar los esfuerzos

30 lünsen "'Iowa¡d full employmerf, 15 de marzo de 1940, Hanrn MSS, 3.10."El vez me esté volvierrdo Lo¡neaiano", dijo Fünren en broma, a si¡ Dennic FL Robert-son. Hansen a Robertson, 29 de sepriemb,re de 1939, üid. Vé¡ge rambién d Hanserr,'Economic progreco and decllning population growth" , Atrrican fuonomic R¿r,ie{ra, núm.29, 1939, pp. 1.15, versión publicada del discuso presidencial de Hansen el año ante.rlor, antc laAnrrican &orvunltic '4ssr:r;iatbr'

- 3¡ For ejemplo, Lcon Flenderrcn sirvió sünultáneamente como rno de toe prin.

clpaleo partidarioo de un mayor gasto y uno de los qeadores de esñrerzoo de regulacióncomo laT¡Ec. Cuando Rooceveh volvió a Verhington despuéa de la reunión err Warm

lnrinf en la que aceptó aur¡entar suo peticicrea de pneoupuesto, Robert Jackson yBenjamin Cohen se le l¡nieron en el tren. En el ct¡rso del viaj-, lo convencieron de que

l3l,Jacbon MSS 188,rc.FL Jackson, bonador de autobiografta inédita, 1944, p.

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170 El Nr¡eto Tmto 1 Ia ¡dea dcl Es¡qdo

por descubrir un nuevo papel para el Estado. Desde antes de la re-cesión de 1937 habían estado surgiendo dudas dentro del Nuetro Tiatoacerca de la capacidad de la nación para volver a disfruar del tipo decrecimiento económico que habfa experimentado durante el medio si-glo anterior a la gran depresión. [¡s renocesos de 1937 sólo reforzaronestas preocupaciones. La economfa había esmdo rezagándose durantecasi una década; un lenb desarrollo y un alto desempleo empezaban aaparecer como parte del orden natural de las cosas. De estos temoressurgió el concepto de la "economía madura'.32

La idea de que la expansión económica no era, ni podfa volverseilimitada procedfa de una larga radiciOn de predicciones semejantesen Estados Unidos, que se remontaban al menoo al sigloXD{. (Tambiénse anticipaba a algunas de las ideologías de "no desarrollo" de los se-tenta.) Tenfa nexoo particularmente directos con la "tesis de la fron-tera", de Frederick Jackson Tümeq, que durante los treina serla unmodelo de interpretación histórica norteamericana. El senador l¡wisSchwellenbach de Washington, ardiente rcw dcaler (y después, secre-tario del Thabajo, en el gobiemo de Truman) sugirió esra conexión enun discurso pronunciado en 1938:

Mientras tuvimoo r¡n oeste no explotado: nuevas tierr¿s, nr.tevaliriquezas, nl¡€nfis oporü¡nidades, no tuvimos ci¡usas para preocu-pamos. Pudimoo permitir la concentr¿ción de la riqueza. Pudimospermitir una especulación de nr¡esra herencia. Pudimos pemitird despilfarro y la erosión por el üento y el agua, pero luego nosemparejamos. Alcanzamos nuestra última frontera.l3

No sólo era el agotamiento de las tienas y de otros r€cursos Datu.rales los que presentaba problemas. Tampoco era el menor aumentode población durante los treinta, que habla llevado a muchos analis-tas a predecir muy lentos aumentos futuros y un estancamiento en175 000 O0O de habiantes, cerca del año 2000.H La catsa más im.

32 Para un p,roñrndo análist¡ de la tdea de "economfa madura" véase TheodoreRooerrof, Pattcnts of pütical eotuÍry i¡ A'rrs¡ün: tlc failure a devbp a deno<:'ratic bftrt¡trthes{, 1933-1950, Garland Publishing Nrrva York, 1983, pp. 39-46.

rr Discurso de Schwellenbach er Seatde, 15 de julio de 1938. SchwellenbachMSS3,rc.

3a La predicció'n procedfa de r¡n informe e¡¡ 1938, Thc probl:rru of a clvngingp-pna¡¡t publicado por el Nadonal Recouceg Commiree (que después ¡e volverfa laNational Resotnce Planning Board). De hecho, la población ruperaba lc 1?5 000 000

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AIanBdnlcbl I?L

portante de "madurez económica", afirmaban los defensores del con-cepto, era el fin de la "acumulación de capitales". Por riltimo, habíaterminado la gran época del crecimiento indutrial. Ahora esaban yaedificadas las industrias básicas. Y no era probable que surgiesen set-tores nuevos, capaces de aprovechar los ferrocarriles, el acero y los au-tomóvile como morores para la expansión. Y puesto que el desarrolloeconómico ya no basarla para satisfacer las necesidades de la socie-dad, ahora serían esenciales unas formas nrlevas de adminisración sise quela que las limitadas riquezas de la nación fuesen sensata y jus-tamente asignadas.

En adelante -€scribió el popular economisa Stuart Chase- a me-no6-qu€ V9 -haVa i-uzgado muy mal la corriente de loo tiempos y elcarácter del pueblo, los sisternas económicoe serán admin¡snadosdeliberada y directamente en favor de aquelloe ñnes que todos sa,ben que deben tener prioridad [...] Et bienestar de lá comunidadserá el supremo.35

La idea de la economía madura dio poderoeo apoyo a los argumen-tos en favor de aumentar las funciones reguladoras del Esadó. Unaeconomfa en que )¡a no era posible un crecimiento dinámico ejerclapresiong casi intolerables para qr¡e, en el mercado, se evibsen riesgosy se coludiesen las fuerzas para elevar ("o administrar") los precio.Sólo un poderoso Estado administrativo podía combarir esta pihgr*"corriente. Pero el mismo concepro añadió fr¡erza a los argumlntos enpro del mayor gasro gubemanrental. A falta de una inversión privadaen gran escala, sólo el gobiemo tenfa los recursos (y la vastá visión"nacional" del problema económico) necesarios para mantener vivoun desarrollo económico, asl ft¡ese modesto.

Los escritos de Alvin Hansen muesran cómo la fe en la madu-ración económica iba ayudando a unir las ideas de regulación y de ma-y-or gasto. Hansen convino en que "ha pasado la época de la inversiónde capital"; y explicó el resultado con la idea de l-o que llamó "estan-camiento secular", concepto que llegarfa a ser una de las principalescontribrrciones a la teorfa keynesiana (y que el propio Keynes nuncaaceptó por completo). las instituciones privadas, a6rmó Hansen, ha-blan perdido la capacidad de crear un desarrollo económico en gran

desde antes del cen¡o de 1960, Philip W Warkerr, A lristor¡ of ctc Nalbrrrl Resutv-.PbtningBr,atd, 1933.1943, Garland Publishing, Nueva york- l9?9. pp. g5.g6).

r: Sruart Chage, "Éeedom from want", I,larpr's, ocubre de i{lZ, p. lóe.

l . -? .

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t7z El Nr¡ew Trata y la tdea dzl Fstaü

escala; de hecho, probablemente retardarfan hoy ese desarrollo pormedio de prácticas anticompetitivas, mientras luchaban por sobrevi-vir en un mundo más diftcil. For consiguiente' una solrrción seríanunos vigorosos esñ¡erzos antitrust para devolver la fluidez al mercado.Sin embargo, como Keynes, Hansen crela qr.re la fluidez, por sí sola, nobasarla. El gobierno también tenía la responsabilidad de sostener y,cuando firese necesario, de aumentar el poder adquisitivo Para man'tener los más altos niveles de consumo de los que ahora tendría quedepender la economfa madura. Los mecanismos reguladores y fiscalesnabajalan unidos para producir un desarrollo económico.

Pero la asociación de las visiones reguladora y compensadora, quedurante un tiempo había parecido tan natural y fácil, no duró, al menosno en condiciones de igualdad. Para 1945, la idea del Estado adminis'trativo, que habfa parecido tan poderosa a finales de los treina, estabaen decadencia. Y la fe en la política fiscal, tan tentÍ¡tivamente abra'zada en 1938, había pasado al centro de las esperanzas liberales. Larazón de ese cambio no fue sencillamente, que las iniciativas de gastode finales de los treinta parecieran funcionar; aun cuando lo hicieron,muchos liberales siguieron considerando que el gasto era Poco más queun recurso temporal y siguieron crelando qu€ era necesarias solucio'nes estatistas más duraderas. Este cambio también ftle resultado de laexperiencia de Estados Unidos en la segunda guerra mundial.

v

La primera guerra mundial engendró dos décadas de enconadas recri-minaciones entre los norteamericanos, que crefan que la nación habfaintewenido en el conflicto sin ningún propósito útil. Pero tambiénayudó a crear brillantes sueños entre los Progresistas' acerca de unmundo económico más armonioso en su patria, sueñoo de una eco'nomía vagamente corporativista en que las instittrciones privadas a-prenderían a cooperar en bien del interés phblico y en que el Estadopresidirfa, benignamente, una nueva época de desarrollo y de progreso,Estos sueños, aunque no se apegaran a las realidades de la experienciade guerra, desencadenaron tda una generación de esñ¡erzos reformis'tas que ayudaron a dar forma a los comienzos del Nuevo tato.36

36 La mejo¡ descripción de la movilizacidn económica de la primera gr¡e¡re mu¡r-dial y de la brecha entre la realidad de su decempeáo y su imagen posterior se e¡cu€ntra

AlanBrinkley t73

Por contraste, en los cuarenE, la guerra misma -las razones de ellay su necesidad- produjeron pocas conroversias y pocas recriminacio-nes. Pero tampoco desperaron ent¡e loo liberales nada comparableal enrusiasmo de la primera guena mundial por una economfa refor-mada y reordenada. Por lo contrario, la guerra ayudó a reducir el en-tr¡siasmo por un Estado regulador y a legitimar la idea de un gobiemobásicamente compensador.

Mrchos factores contribu)reron a esta evolución de la opinión du-rante la guerra. El clima polftico iba en rápido cambio: loo republica-nos habfan resurgido en las elecciones de 1938 y 1940; los conser.vadores habfan logrado mayor fuerza en el Congreso; en el prlblicose notaba una creciente antipada hacia los rasgos más agresivos delNuevo Tiato y una menor hostilidad a los grandes negocios. los li.berales respondieron reduciendo sts miras y modificando sus fines.3?De manera similal el movimiento laboral encontró durante la guerrauna intensa hostilidad popular junto con poderosas presiones del go,bierno para que abandonara sus metas polfticas más ambiciooas. Suarreglo con el Estado y su alianza con el Partido Demócrata limita-ron su capacidad de actuar como fuer¿a polftica independiente y deexigir unas reformas económicas estnrcturales.¡8 Liberales qrre en un

en Robert D. Cuff, Tfu sw htdusttbs boad; b*siruss- gotnwnent rclatiotts durirg uorll utarI, Johns Hopkinr University Press, Bahimore, núm. 7, p. 147-55,220,28-69,y orrs-sirn VéasetambiénRobenD.Cu6"Americanmobilizadonforwarlgl?.1945;politicalculru¡e vs. bu¡eaucraric adminiscation", en N.F, Deiszinger (comp.), lvbbilitttbn fortotal waq tlu canadia4 arcrban, atú}r:üish aptune, 1914-1918, 1937-1945,U/'tfredLaurier Univenity hess, Waterloo, 1981, p, 80; David M. lGnnedy, Grcr here : tlv frstunüurar an¿ aÍErican w.iet1, O:dord University hess, Nrcva York, 1980, pp. 113.143,Villiam E Leuchtenburg "The New Deal and óe analogre ofwar", en John Braeman eraL, (comps.), C)wtge anlcowkuitl innmúeth-carwq Anwia Ohio State UniveniryPress, Columbw, l9ó4, pp. 8l-143, sugiere la medida en que el legado de la primeraguerra-mundial sirvi6 como inspiración para los es6rerzos del Nuevo Jieto.

r/ Para actitudec públicas hacia loo grandes negocios de loe treinta, véase LouisGalambos, Tle pilb hruge of bQbuircss in Anvrica, l88f,.l94o, Johns Hopkins Uni-versiry Press, Baltimore 1975, pp. 222-252. "En la gran depresión, arguye Galambos,los norteamericano de clase media sólo lanzaron un b,rwe y bastante débil ataque con-ca las grandes emp¡esas [...] Las nuevas normas bu¡ocráticas sofocaron la hosrilidadhacia la empresa, y en vlsperas de la segrrnda guerra mundial ayudaron a hacer que losnorteamericanos acepraran los grandes nqocíos" (pp. 246-247).

rü Véase Nelso¡r Lichtenstein, lzbr's unr ulwnu: tllecLO a¡VotV War II, Cau¡-bridge Univenity kess, Nueva York, 1982, pp. 9.25; Bruce Catton, The war lords ofWasüngnn, Harcourt, Brace and C-ompany, Nueva York, 1948, pp. 92-9ó; Mike Davis,"The barren marriage of american labo and the Democratic Party", Nett Ldt Pa.úw,nr1m. 124, 1980, pp. 43-50.

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174 El Nu¿rr Tmto 1 lo idet del &;l.adn

tiempo habían admirado el carácter colectivo de algunos gobiernos eu-rope6, ahora miraban horrorizados a los Estados totalitarios con losque Fstados Unidos estaba luchando, y en ellos vefan una advertenciade lo que podía llegar a ser un Estado excesivamente poderooo. Y elsurgimiento de un importante papel de Estados Unidos en el mundo,que virtualmente tdos los liberales llegaron a creer que se extenderíaindefinidamente, tras el 6n de la guerra, apartó de los ideales de re.forma en el interior la atención y las energías.3g

Pero la gr¡erra tuvo otros dos efectos directos sobre las esperanzasliberales puestas en el Estado. En realidad, obligó al gobiemo nortea-mericano a poner a prueba muchas de las agresivas tareas empresaria-les que durante tanto tiempo habían estado pidiendo los reformado-res. L,os resultados de estos esfuerzos no sólo no lograron aumentarla fe en la capacidad del estado para administrar una economía racio-nalizada, sino que, de hecho, la disminuyeron. Al mismo tiempo, laguerra fomentó un resurgimiento de la economla que disipó algunasde las dudas que en un tiempo habfan tenido los liberales acerca dela capacidad del capitalismo para extenderse y de la capacidad de lasinstituciones privadas para gobemarse a sí mismas.

Al principio, al menos, muchos liberales habfan crefdo oma cosa.La guerra, esperaban, foralecerla el argumento en pro de un papel delgobiemo al administrar la economía, aumentando la influencia y elprestigro de las burocracias y los administradores del Estado.

Ya hemos aprendido, escribió Clifford Dt¡rr e¡ 1943, que no pode,mos obter¡er la prodrcción que necesitamoc para entablar la gue-rra como subprodrcto indirecto de aquello a lo que comúnmentenoo referimos como "sano6 principios de neggcioo". Támpoco po-demoo esperar que ese subproducto nos dé, después de la guena,el nivel de vida qtre tendrfamos derecho a €sperar [...] Debe haberalguna fuente general de dirección más interesada en (estos) obje.

39 Barry D. K*l,Tburcaq Stat¿: TlcUnitctstausfron l9l5 n 1945, Univeni-ty of Chicago keso, Chicago, 1983, establee un argumento en favor de la importanciaceritraldelantiestatismoenEstadoUnidosdelaiglon<;véareespecialmerrtepp. l.l?,155.181, 205.239. Véase también Theodore Roeno( "hedom, planning and totali-tarianism: tüe reception of F. A. HayePs Rmd n fidod', C-arudianReuiapof ArwticanS¡udi¿s, n(un, 5, otoño de 1974, pp. 149.1ó5, que sopesa la repensión del esc¡ito an-tiestarista de \6n Hayek de 1940, sobre el pensamiento liberal norteamericano; y RobertD. Cuft, "C-ommentary" en James Titus (comp.), Thc llllll¡re f¡ont ant snr in tlu ttrrrtü,hcenrlry United StatesAirForceAcademy, 1984, pp. Il4-lló.

AlanBrhHel 17s

tivgs qle en las pérdidas y ganancias de las empreas de negociosindividuales.s

O bien, como Herbert Emmerich, otro funcionario del NuevoTrato, escribió en 1941: "Con un adiós a la normalidad y una apre.ciación de las-malores opornrnidades que pre€enta la crisis de la gue.{, hoy los adminisnadores públicos óenen la oportunidad de inien-siñcar y establecer permanenremente el prestigio de su vocación."4l

- Sin embargo, para 1945, la experiencia dela guerra había llevadoa la mayorfa a otras conclusiones: que ni un nuevo-orden económico niuna activa adminisración estatal del actual eran necesarios, posibleso deseables, que la estnrctura existente del capitalismo, inciuyendosu'reladva independencia de todo control del Éado, ..pr.r"rráb" hmejoresperan za para el progreso social; y que la tarea más importantedel gobiemo no era tanro regular la economfa privada como áyudarlaa agrandarse y compensar sts ocasionales frrcasos.

Desde el principio, el gobiemo enfocó la tarea de organizar la eco-nomía de guerra de una manera que demostró cierto grado de anties-tatismo. Dos años antes de Pearl Harbo¡, el presidente y casi todos susprincipales asesores se resistieron a la idea de crear un solo v cenrali,zado foco de autoridad para la movilización y prefirieron, en cambio,disp-ersar ampliamente el poder enue toda una serie de comiés, juntasy-oficinas cd hoc. Toda una serie de crisis de la producción acabó porobligar a Roosevelg a comien zos de 1942, a creaiuna sola dependenciacon un solo directo¡, encargado de supervisar la economla áe gu€rra.Pero el cambio ft¡e más aparente que real. La auroridad

",rlérrtj."siguió dividida, y el único árbitro final del caos -<l propio Roosevelt-siempre estaba demasiado preocupado por otros problemas, o dema-siado incapaciado por su salud, que iba empeorando, para resolver laconfr.¡sión. [a segunda guerra mundial nunia produjo un mecanismoburocrático comparable a la funta de Indwrias de duerra 1918; tam-poco produjo un adminisrador de la producción comparable a BemardBaruch. For tanto, no hubo un comparable modelo de planeacióneconómica que aumentara las esperanzas liberales.lz

{o Oifford D¡r!, "The postwa¡ ¡eladonship between government and btrsiness",Atneún fuor¿orúc Revievr, núm. 3i, 1943, p. 4?. Véase ambién Ceorge Soule, "Thewar in V_ashington", Neu Reprbh, 27 de septiembre de 1939, W.205.206;"Neu, Dealplans industry council", Brsiners We( 20 de mazo de 1943, p.

-15.

4t R. D. Cuf[, op. cir, p. 83.42 James MacCnegor Iiuns, RooarL: the otdicrof freeÁonaHarcourt BraceJova-

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t76 El Nr¡¿uc Truto y la i¿et del FÁta¿o

De manera similaq, el gobiemo se resistió a la idea de poner elcontrol de la economfa de guerra en manos de servidores civiles pro-fesionales o de otros miembros de la burocracia estatal pennanente.Desde luego, esto no fue simplemente por gusto. El gobiemo federal,pese a su considerable expansión durante los treinta, aún carecla detodo lo que se aproximaba siquiera a una capacidad burocrática su6-ciente para administrar un esfuerzo de movilización. El servicio civil yla comunidad pollrica profesional tenían poca experiencia en supewi-sar las instituciones de la economfa industrial. El único gran esñrerzopor usupervisar" la burocracia federal y equiparla para desempeñar la-bores administrativas más avanzadas +l plan de reorganización eje-cudva de Roosevelg de 1938- habfa tropezado con considerable opo-sición poktica y, a la posne, sólo habla producido reformas modestas.{3Y por ello tal vez fue inevitable que el Estado buscase administrado-res talentosos en el sector privado. Pero también hubo un elementode preferencia consciente en esta elección. En el clima más conserva-dor de loe cuarenta, Roosevelt preñrió un enfoque conciliador con Iamovilización de guerra, un enfoque al que los críticos liberales a vecesacusaron de abdicación del poder ane las figuras empresariales peroque el presidente consideró qr¡e era tan sólo una polftica prudente.

La dependencia central para la movilización ftre la Juna de Pro,ducción de Guerra (wrn), cuya existencia, de cuatro años, fue unapugna casi ilimitada. Roosevelt creó la rvPB en 1942, pocas s€manas

novich, Nueva York, l9?0; Oris L Cvraham lr., Tantard a plarrnlled sociecyr fom Rooseueltto Niroq Oxford University kess, Nueva York, 19?6, pp. 69.72; Richrd Polenberg,War arú:ocirrry: tleU¡ited Sut¿s, 1919-l%5, J.B.Uppincott Company, Filadelña, 1972,pp. ó-9; Eliot Janeway, Struggle for surviwl: a chrc¡bb of ecarcmic Ípbüzgtion k sorWtu¿r ll, Yale University Press, New Haven, 195 l, pp. 123-L25. Hugh G'regory Gallagher,FDR'S sfuúiddezption, Dodd, Mead, Nueva York, 1985, oÉece una dircutida y francaevatuación del estado ffsico y menal de Roogevelt en sw últimos años, véanse especial-mente pp. l?8-206.

4l Véanse Barry K atl, fueantiv otganizgtion a¡d reform in úc Neu &al, UniversityofChicago Press, Chicago, l9ó3, y Richard Polenberg Reorganiring Rooserrlr! gouern.ne¡t 1936-1939: the conüoterq over.aecuthr reotgari¡¿¡bq'Harvard University Prees,Cambridge, 1966. Las discr¡siones sobre loc lfmite¡ de la capacidad del Estado y la in-fluencia de tales lfmites sobre el N\¡evo Tiato incluyen Theda Skocpol, "Polirical res'ponse to capitalist crisis", &litics ad fubty, n(un. 10, 1980' pp' 155-201; Skocpoly Kenneth Finegold, "State capacity and economic intervention in the New Deal",h¡it¡ca¡ Scúm6€ Quatted¡ núm. 9?, 1982, pp. 255-278; James'Il Pattenon, Thc Neu¡fuaI M¿ tle states: fe&ralLsm in ¡r4?¡sitbr\ kinceton Univcrsity kess, kinceton, l9ó9,pp. 201.20?. La falta de ucapacidad del Estado" para administrar la economla habíasido visible, cobre todo, duranrc el experimento de laxnA de 1933-35.

NanBrhúdc, 177

después de la entrada oficial de la nación en la guerra, como sucesorade 1od.a una larga lista deesfuerzos organizativosTallidos. promedó qtreserla la única oficina de produccién, con un solo adminisrrad'oq,que muchos crfticob habfan estado pidiendo desde hacla tiempo.+iPero la VPB, en varios niveles, no concretó las esperanzas puesras enuna e6ciente supewisión de la economía por el gobiemo. En primer lu.gaB no era' en senrido real, una auténrica institución ¿él Estado.Era, antes bien, como una colección de ejecutivos y abogados de e-.presa, muchos de los cuales aún recibían salarios áe sdpauones detiempos de guerra y que nabajaban temporal-.rrt p"r" .l gobiernopor un pago simbólico (de ahf el nombre "hombres de unlólar alaño" por el cual, como sus equivalentes en la primera guerra mundial,fueron generalmente conocidos). Muchos de los priñcipales funcio.narios de lavpB mostraban una-implacable hostlidad a todo lo queoliese a planificación cennalizada y consideraban que su misión nosólo era acelerar la movilización de guerra sino resistir a todos los in.,:Trj" d: hqger de la guerra ,rna ocarlón para la expansión permanentedel Estado.l5 "El arsenal de la democracia [...] aún se mane¡a con unojo 9¡ !a guena y el ot¡o en la conveniencia de los grandes negocios",escribió el siempre escéprico I. F. Sone po.* *.á desp"es?e.m-pezar las opera_ciones de la wpB. "El progieso logrado hasia hoy en laprodwción es fruto de la necesidad y de la imprñisación y no de la vi.

a{ Paul A. C. Koistinen, "The hammer ar¡d rhe suord: labo!, the military antlindr¡strial mobilizarion, 1920- 1945", r."is para el doctorado, Univenity

"f C"lif;l;

Berkeley, lt4, pp. ó0-??; Kois,tinen,-Mobilizing üe world war II u"o.ro-y" labor ñüe indwrial-milirary alliance", fucfrc-Htstgrd Revíeru, nún. 42, noviembre de l9i],pp.. 443-478; Chapman, "C-ontourc of public policy", oF cür., pp. 91.93; D.""ld ú:Nelson, Arsenat of áenoac!: a)É st'ry of ñ,oitÁ,. r*, pra""tUi-ftancourt, Brace and9bmpaly, Nneva York, l%6, pp. -24--195; Michael Straight, "Mctory." ;i; facü;fronf,.NeurXep:ü1rc, 2ó de ene¡o d e 1942, pp. 105.106. "

_ :, D. M.Nelson, op. cir., pp. 329-346; Koirtirr"rr, op cir., p. óó3; "Don Nelson,smen" B¡¿si¡¡¿ss r¡relc 4 de iulio de 1942, pp. 46.58; Jutius Krug a Manly Flei*hm;;ti{e 1g1iembr9 {e l%3, Krug MSS l, rc; ¿The paürand thu nl*sitv", Tíné, 29 de ¡tmioI:YZ, p. 18; lJli war producdon board:- is it?, For¡¡r¡¿, mar¿o de 1943, pp. 94.9J; "Tiuman and Nelson", Neur Repótdc, 29 de junio de 1942, pp. g?9-gge üan erBemstein, "Polirical ideas of selected of ame¡ican business joumals", rurl" orL;Qua'nzdy, n(rm. l?, 1953, pp. 258-267; David Vogd, "rü7hy b-tsinessrn.r, disrrt¡sJ thArlqte $e political consciousness of american

"orpor"tu execurives", B¡itírh loynal of

bh¡ca¡ Sc¡enc€, nún, 8, 1978, pp. 45.28; Roland N. Smomberg, "Á;;; ñ;;lgd_$lapproach of war, 1935 - i94 l", Joumal of fuorom¡c Hir¡o; nún. 13, f SSi, pp.58.78; Edwin M. E¡stein, "The social role of br.¡siness enterprise in Britain; en amiáperspective: panl,"TfuJounvlof Mauge¡r'nt Sa¿d¡¿s, n&n. 13, l9?ó, pp. 213-233.

I

Page 19: El Nuevo Trato y la idea del Estado

1?8 El Nrallo Trua 1la ideo del FÁta¿o

sión y la planeación, y quienes dirigen el prograrna no están dispues.tos a combatir los intereses de las empresas en nombre de la buenavolunad y las buenas intenciones."{6

[,os tres años siguientes intensificaron dichas quejas, como lo ob-servó Bruce Catton, quien había servido en laVr'PB, en una memoriapublicada en 1948:

Una consideración debe guiar toda planifcación de reconversión,tal como la ven los "hombres de m dólar al año"; las viejas pautascompetitivas de la economfa de guerra deben conservase intactas.Cuando se evaporen los riltimos vestigios de la economla de pre-guerra, cada indurial deberá empezar exactamente donde dejó lascosas,47

Asf pues, seg(rn muchos liberales, la v/PB no sirvió como inspi.ración sino como indicación alarmante de lo que podía volverse la ad.minisración de la economía por el gobiemo: un mecanismo por elcual los miembroo del mundo empresarial podrfan adueñarse del pro.ceso regulador y aprovecharlo para su propia ventaja. Más aún, lo quehizo particularrnente perturbadora la experiencia de lavp¡ file el he'cho de no s€r una aberración. La "toma" de instituciones del Estadopor las empresas habfa sido la queja de mr¡chos liberales durante años;el hecho de que la guerra no sólo dejase de invertir esta tendenciasino que pareciera fomentarla, planteó preguntas acerca de si las for-mas Eadicionales de regulación eran en realidad viables'

El auténtico desempeño de lawPB hizo poco más que su estructurapara fomentar las esperanzas en la plani6cación del Estado. Aunquelogró evitar toda auténtica catástroÉ, la oficina estuvo en continuodesorden administrativo. Desde el principio se vio nrenoscabada porfalta de una autoridad adecuada para resistir a otros centroo de poder(especialmente lc militares) en la batalla por dominar las decisionesde producción. hacasó miserablemente en su intento de proteger losintereses de los pequeños negociosr pese a grandes esfuerzos hechosdentro y fuera de la oficina por obligarla a hacerlo.s Sufrió condnua'

1ó I. F. Stq¡e, "Nelson and Guthrie", Tt'e Natim,27 de junio de 1942, p. 731.{7 Cacon, oD. ci¡., p. 24?.$ lbá, iiOl¡ t t; litr" ttt*t"" Blum, V uus for útory pütics a¡d an:r¡ican cn¿l'

cwe dw/rng unrlÁ r¡¿r II, Harcot¡rt Brace Jovanovich, Nuer¡a Yortq 197ó, pp. 124'l3liNelson, Arsenal of demrcrrc1, pp. 269-289i Jim F' Heath, "American war mobilizadonand the r¡¡e of smdl ln

"ouf"ic"i.rs , Lg3g . 1943" , fnlsirrss Hirrory Revieu4 núm. 46, 1972 ,

NanBrhrllel

Bl,l-T^3J,lj!f"-.l "Trl,g " J*-.F. Bymes a 6nate! de le42: "Este probtema dell:fo:j".-r.:-me ha etudido, Lmo bi..l;L;ñ;;;ffi tr "ñ:1,T;Tl:l^"_$_.- t :ry f g.* *. q:* f * ;;¿;;;;;" Til&T:rrli:Tft ::l¡:lltg: ¡i,"pú xá".ay ¡-e a. i;ü'e.Jft:Fd,fifrilff::"¿ffiI*15Y-1,":,:gi.n"*ir1"yrct,der;l;ü;;ffiil;:ilff ;:f i::"'"i, :;3.ry":H'S_lf : d: h n"o qf nqociü Kq"""d;,*i;l; ;i*..i:'5*"(:*tj:":1.::'^,91"]i-t*"JE"áÑt.l'ü"jü;!"#;'ffi*,:::n f*i¡-c*¡,..t"..T9 "9 ; p"rru¡. ü-¡",-¡e" fiü'r]iff ,lt:Ti:0,*:1"!19.Éóü-';l'ñT"i"d;ffi ;:",!fr il#:"rtsi*,Tj:enero de 1943, oF 4235-E FDRJ_

il lp",l"¡,*¿u5u9n!g{:-ir itt,, p. 94.s Fhrold I"i-; üüBüi*-;i;:í¡il^"e.. de le42, rckeg Mss 16l,Lqanbién-JulirsXrug, ñlanly Fleirct *""", z¡iu idL'#¿",sor, Kn,o Mesvéare ambién Julirs Krug a ñlanly

?3 d: lAiembre.je 1943, Krug MSS,l. ,q

"" que Knrg dice rát

"rti"á.*e, ha';¡; ¡;ü;.*;ü;tttr;TJntefgante viaie. de nodo orn ¡hmo r*--mñn*":"¿*-d. S: 1.: 1!.: á..;-;;;';;ü rtrH;,T:ffij;

179

mente por Ia renuencia del presidente a apoyar sin reservas sus decisio,nes; Franklin Roosevelt prefi rió mantener ráh.irr"rrr.rrt débiles todoslos potenciales cenros dl poder (v

"ri " tJ* l* p"ribh ;;;ió;

su gobiemo.

- los problemas inherentes a laVpB ñ¡eron amplificados por la in-eficienciade su preidente, Donald N.b";,;-j*utivo de Sean Roe-DucK. Nebon era hombre-serio,-inteligene y laborioso, pero carecfade los tamaños y' por lo visro, del desio de h"c.. fr.ri.

" ,*ü*-

petidores. Para comienzos de 1943, s" dirección de lavpse.áb;i;,talmente desprestigiada, sobre t"¿á ¿."a" ¿. la profia;.i"". ;ñ;estoy muy fguro de que.las opiniones del señor ñ.iso. p*;ü;;;:l l1,rr-1B", dijo-un subordinado d. NJ;;;; reporrero en marzo de1943. "Parece funcionar como una especie de juna de directores. sinuna clara dirección sobre a dónde deÉmos ir".ítH;;rd üü fi'.J;franco.

9T qo la vps ha fracasado malar¡ente en su tarea_ escribió afinales de 192-. Nelson es d fracasado que muchoe temfan oueñrcra, pero esperaban qr.re no lo ñr.'u. D.r¿;;;iüi*jülli¿ülo que signiñca que tiene que €n*ar .,r compottenaas. hecuente-mente da marcha anás o divide sts decisiones sobre una ¡ase ¿e50-50, cuando.l dguien debiera

"egá;l" ;Á. V o i"."p"i ¿"despedir gente,s

. Nelson--logró conservar su pr¡esto durane otro año, después decieras batallas burocráticas int -"r rorpr.ndentemente decisivas. pe-

¡

*.r3

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decisiva a la que no hemo acoctrm¡brado."

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180 El Nr¡¿rp Truo y la idea del Bltado

ro gradualmente fue perdiendo el grueso de su autoridad, que fue dele.gada a varias nuevas estrucn¡ras administrarivas.sl En agosto de 1944(para salvarse del ridículo) aceptó una invitación a visitar China enmisión presidencial; al retomaE, poco6 meses después, renunció a lawPB. Un hombre adulado en 1942 por sus capacidades "sobrehuma-nas" al hacerse cargo de "el encargo más grande del mundo" desapa-reció calladamente en la oscuridad.sz

La experiencia de los años de guelra, a finales de los treinta, re-sultó desalendadora hasa para algunos de los más decididos partida-rios de los esfi¡erzos reguladores federales, En 1937, Thurman Amoldhabfa pedido a los norteamericanos que desarrollaran una "religiónde gobiemo". Para 1943, esaba desilt¡sionado e impaciente con loque le habfa parecido el control esatal de la economía. "Los plani.ficadores económicos siempre son demasiado complicados para mf',escribió a su amigo \íilliam Allen \?hite. "Tenían que subir al poderdurante un periodo de frustación"; p€ro dio a entender que su tiempoya habfa pasado.53 L¡e sueños de un extenso Estado regulador empe-zaban a parecer irreales y tal vez hasta peligroeos. Y esta comprensiónfomentó una brlsqueda de otros vehfculos, menos extraños, de administración económica.

5l Acomenzos de 1943, los crftico de Nelson en el gobiemo (y en particula¡en elDepartamento de Guera) convcncleron al presidcntc de que lo dertinryem y nombraraa Bemard Banrch en ru luga& corro iefe de lavrn. Pero Nelson cc e¡teró de la decisiór¡ante¡ de qr.re ñrera públicamente anr¡nciada y logó cvitarla derpidiendo a FerdinandEberstad, uno de sur a¡.rdantee mltr poderosoc y dircutido, y en el proceso hizo ul gran

alarde público de recolució'n. Roocevelt rerocedid, calladamente, pcrmitiendo a Nelsonseguir en su cargo. Véase Cattur, op, cit-, pp.205.207; Robert K. Murrag "Governmentand labc duringworld war II", CunantHisaq, nún' 37, 1959' pp. 146'149; Charles E.Vtl¡c'n a FDR, 23 dc agosto de 1944, y Harold lcke¡ a FDR, l7 de ab¡il de 1943, ambosen or 4?35, ronq Fl"try S. Tr¡nan a [¡u E. Holland, 20 de iunio de 1942, SenatoridFile I 1ó, Harry S.'Ii.rmran Librry (dc aquf err adelante,asrr), Indeperrder¡ce, Missot¡ri;I. F. Stqre, "Net¡on vs Vilscr", Tñc N¿rioq 22 de repdecrbrc de 1944, pp, 259.2&;Nelson,Arsenal ddcnwq, pp. 381.39Q Bum,op cia, pp. ll7-131.

52 "Dear Charlie',Tatu, 4 de reptiembrc de 1944, W. 18.19; J. P McEvoy, uThe

nadon'¡ br.rie¡t buclneasman", Rcfu's Digest, ir¡nio de 1942, pp. 4l-43; "Nelcon getsworld'¡ biggeat ¡ingle ioH, Ul¿, 2ó de eaero de 1942, p. 29.

53 lñnold aVÉite,9 áe ¡eptiembre de 1943, vhite MSS C413,rc.

AlatrBrirú<üc¡ 181

VI

La decreciente fe en las capacidades empresariales del Estado coinci.dieron con orro hecho que tuvo profundbs efectos en las suposicionesde los liberales sobre el futuro: él resurgimiento del capitjismo nor-teamericano. Tias una década de depreiión, de declinánte confianzaen la economfa y de duda acerca delas perspectivas de crecimientofuturo, la economía indtsmial se restau¿ y jtal ,rez más importantepara_el futuro de la política nacional- * ,.ái*ió de un solo gtlpe.s+, -En.el plo!es9, ayudó a socavar uno de los baluartes del hLralismode hnales <le la depresión. [¿ experiencia de la economía de guerra. 11 eran expansióh, el virtual 6n del desempleo, la creación d. n'u*",industrias y nuevas "fronteras'- sirvió com'o un menrns a la idea de la"economía madura'y colocó el concepto de crecimiento en el centrode las esperanzas liberales.

.La economfa capitalista, descubrieron de pronto los liberales, noestaba irremisiblemente estancada; la expansión económica podía al-canzar y de hecho había alcanzado dimensiones que iban más allá delos sueños,más optimistas de los treinta. For tanto,'el avance económi.co y social podfa proceder sin cambios esrrucrurales del capiaüs;;tsin una continua administación de la economía por un Esaio intuso.Podfa proceder por virtud del crecimiento.

Desde.l9rCI empezaron-a surgir aaques al concepto rJe "madurezeconómica", que cobraron ftrerza durante la guerra. El propio AlvinHansen rechazó, parcialmente, la teorfa en t-g4t "todos nóotros te-nfamos miras demasiado vagas", reconoció.55 New Republic y The Nc-tion, que habfan abrazado la idea en 1938 y 1939, la richazaion abier.tamente durante los cuarenta y no sólo la rechazaron sino que cele-braron su caída. El pafu habfa "roto", insistió The Natian,"con el pen.samiento derrotisa que nos mantuvo en una servidumbie econóinica

- , tr_E:g. 1939 y 1944, elrN' norteamericano (medido en dólares ñrmes) c¡eció en

más de 50%. Ar.rnque el grueso del crecimierrto ñ¡e ¡esultado ¿" r" p.Jr*"re* i¡i.tar, ta econom[a de consLuno aumentó 12% durante loo mtsmoa años. El desempleo, elT-á:

p.ITFl* y dificil problema económico de los Eeinta, casi se habla dou"rrido(Atan ü Mifward, War, eonony and acbq: 1939-1945, Univenity of Califomia kess,Berkete¡/bs Ángeler, l9Z?, pp. ó3-ó5; Bhmr, o¡ cir., pp. 90.93).

- .rJ A.lvin Hansen, "planningfull ernploymáe, türva¡ior¡,21 de octubre de 194r,p.492.

I

Page 21: El Nuevo Trato y la idea del Estado

t82 El Nram Tiuo y la idel del F:tÁdo

durante los treinta, cuando se suponfa qr¡e no podfarnos permitirnosel pleno empleo o la plena producción en este país.56

Pero creer que el crecimiento era factible no era necesariamentecreer que era inévitable. "[¡ su6ciente para todoe es Potibl-.' h9V' norprimera vez en la historia", informó en 1943 un estudio del gobiemo.aPero la simple existencia de abundante mano de obra, materias pri'mas, capital y capacidad organizativa no es garanda de que se cubrirántodas lai carencias razonabla [...] o de que en realidad se prodr.rcirá ri'queza." Con la posible excepción de la penpectiva de derroa miliar(penpectiva rar¿¡ vez considerada por los norteamericanos), nada ins-piro más temor durante los años de la guerra que el fantasma de un des-plome económico de tiempos de paz y de un retomo a los altos niveles

de desempleo que habían sido el problema más PreocuPante- o-intrata-ble de los-treinta. Cómo impedir tal colapso se convirtió en el elementocentral del programa polftico nacional; y para los liberales, corno para

otros, ello significaba un básico cambio de visión. En lupr de discutirsobre cómo distribuir mejor una producción limitada y cómo admi'

nistrar más eficientemente una economla estancada, los reformado-

res empezaron a discutir sobre cómo mantener el auge económico.entiempoi de guerra -y los altos niveles de ingreso y epPle-oo que habfaproducide los años de posguerra. uPleno empleo" fue el nuevo grito

ie batalla de loo economistas liberales; y todos los demás objetivos gra'

dualmente llegaron a ser secundarios. Y el camino d p,leno empleo,parecfa demosnar la guerra' no era la administración de las institucio'nes capitalisas por el Estado, sino una polftica fiscal qu¡ promoviera

el consumo, estimulando asf el crecimiento económico'S?El nr¡evo enfoque ftre particularmente claro en las deliberaciones

de quienes estaban comprometidoo con la idea de "plani6cagión".y'ante todo, tal vez, en la obra de la |unta Nacional para Planificación

f "I¡ there a nen, frontietl", Nco Rapüt&, 27 de noviesrb¡e de 1944' Pp. ?08-? l0; iA. new bill of rlghta", Tttd Ndtit\ 20 de mano de 1943' p. 402; Stein' oF cil' Pp't?5.r77.'

:r ¡rnta Nacional para la Planiñcación de Recr¡noc [Nadonal Reaowceo Plan'

ning m- jrdl

(en adelante,xnro), "National Reootncec Development Report for 1943"'

p. i, PSF t'gS, FDRu Milwa¡d, op' cir, p. 330. Las e¡cr¡e¡tas de la opinión gúllica d.y'

iante la guera indicarct qw la mayorfa del público empezaba a creer qrr el doarrollo

cconómtco de porgrrrra oÉecerfa el mejor camino para sadrfacer lar neceridadea ¡ocia-

lce de la nación y lw $a dccvaneciéndoee et lnteré¡ en lo programar del gobiemo por

crear arpleos (veü office of Publtc Opinion Research, "Presenung post'g {a11!.eto the piblb",or 435l,ron¡; Fl"'lo* S Per¡on a Morri¡ L Cooke, 3 de octub¡e de 1944'

President'o Peñonal File, 9'O, roru-

AlanBrínl<Je1 183

de Recursos 6¡RpB). En loo primeroo años de la guerra (antes de moriren 19'13 a manos de congresistas conser.,adoresiostiles), l"xnra p.o-dujo una serie de infornps q.re esbozaban un ambicio;'p-g*# ¿crecimiento y seguridad económicos dumnte la posgrrerra. Eln el pro-ceso' ¡nosrró qtre el ideal de la "plani6cación" ilba ápanándose d'e lavisión de una economfa racionalmente ordenada (qL ocupara lrrgarimporrante a comienzos de los treinta) y de ra ideá del Es'tado ac"ti-vista regulador (rqgo central de la reforma de finales de los treinta),nacla et concepto de una acción compensadora. La plani6cacirSn per-mitirla al gobierno estimular el crecimiento económico, por medó deuna polftica fiscal. Permitirla al-Btado compensar t"" o-lriono y trufallas del-capitalismo mediante la expansión de programr de beáe6-cencia. No tenla que incluir una más intensi6cada id-irrlrt

".ió., d.

las instituciones capitalistas por el Estado.isLaNnpe se habfa inaugurado en 1933, bajo las órdenes de Harold

Ifkes encl Departamento del Interior Durante la mitad de su mediadocena de años de exbtencia (con c.atrc nombres dil"br t;;ri*esnr¡ctura-diferentes),-en general habfa reflejado una idea de la pla-nificación derivada de los antecedentes de -Lh* ¿. t* -i.r¡l.*,que hablan sido-plani6cado¡es-urbanq, y de le experiencia de plani-f:*iól regional de la Autoridad del Vaile de Ten'r¡essee [T."ri.üValhy Authorityf y de otros proyecbs más peqwñc del N¡r-r¡o Trao.La plani6crión urbana y la planifrcrción regional Ja

""*¿i"".riá.p¡ogramas gubemamentales en lcalidades farticulares para modiñcarel medio social, ffsico y económice sirvierbn, d"oot

"lg.i; ai."rp",

como rnodelos microscópicoo para un concepto m& generi-l d. *"L-ciedad planificada. El gobiemo federal, medlante uná combinación deinversión pública, beneficencia y una exrensa regulación, podfa llegara ser importante actor en el fi,¡ncionamieno de la econom-fa naciorial,podfa dirigir su curso y forjar su futuro.59

El concepto de plani6cación con el cual la NRpB se comprome,tió-principalme.t€ en los p_rimeros años de la g'erra ñ.¡e sutil pero sig.nificadvamente disdnto. [a junta continu6 Lu"*r¿" pr"ü;;, i.

- 58.Champman, "Contours.of public po,lrcyr, pp. 30-31, 342.345,35g; Office ofFacrs and Rgurea,'Var aims and poetuar frlbi"';,'i? du."r- de l94i,fr,fiaJ[usi

5,rc; Milward, oh cf., o. 330.-..-,,

-_flltp,J. funigie[", Ttc chal/lrlge a urfutliü€rc¡b?n feeaalcq rd¿doru d,ringya,auw !.t, Universiry o{linnesaee h-eso, Kncvilh, l9?g,-vol. a pp. teOteS, tfZitrraham, tol,aúdfun:rE¿ lociear, pp. 52-58; Chapnan,"Contoun.. op cit-,p. l4Z.343.

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Page 22: El Nuevo Trato y la idea del Estado

184 El Nr¿rp Tmto 1 ln ¡dea del B,tada

obras públicas e insisriendo en su importancia; pero, habitualmente,ahora presentaba tales proyectos menos como medios para alterar elambiente que como oportunidades para un gasto gubernamental con.tracíclico. Su misión sería crear un "estante" de potenciales empre.sas públicas, del cual podrla el gobiemo sacar pro),ectos" como segurocontra el desplome indusrrial y el desempleo"; el valor intrlnseco deloe proyectos como medioo de planificación urbana o regional se hablavuelto secundario. Loo programas de beneficencia (y, ante rdo, unaexpansión del sistema del seguro social) mientras ranto habían pasadoa ocupar el cenno de la prescripción de laNnpB de acrivismo social fe.deral, tanto porque tales programas ahora parecfan permisibles, dadala nueva abundancia que, al pareceq estaba al alcance de la nación,como porque, en sf mismos, podía servir a la causa del crecimiento,aumentando y redistribuyendo el poder adquisitivo.&

El informe de 1942 de la juna, Security, work, andrelief policies, pu.blicado por la presidencia a comienzos de 1943, esbozaba un programade "seguridad social" de al envergadura y ambición que en general sele llamó "lnforme Beveridge Norteamericano', por el estudio casi si.multáneo que condujo a la creación de un nuevo Esado benefactorbritánico; p€ro en realidad las propuesas de IaNRPB eran considera-blemente disdntas -en cierto modo más extensas- que srls comperi.doras briránicas. El Informe Beveridge casi se limiaba a un análisisde la bene6cencia social y los mecanismos del s€guro; la NRPB pro.ponfa tales mecanismos en el marco de lo que consideraba como unameta más general la conservación del pleno empleo.6l Su "lnforme de

@ Frederic Delano ¿ ¿l a FDR, 24 de agosto de l943,os 1092, ronq NRro, uPost-

war plrr and progan", febre¡o de 1943, Senatorial File 43,xsrr-ó I NRP4 Secrüy, urorl atú rdief plbie¡ Vashinstoo, Govemmerrt Printing Ofñ-

ce,1942. Beveridge a6rmó que el pleno ernpleo era una ueupooición básica" de su pro-pic plan, y er claro qr:e creda que 3r¡s p¡opr.Esta¡ de beneñcencia social y de seguro -prop,F ta! con¡ide¡able¡¡¡e¡te má¡ extencas que lar de la¡ntr conducirfan a ese 6n.Pero el Informe Beveridge no tenfa mecanismos di¡ecros para asegurar el pleno empleo,y en realidad el propio Beveridge habh adve'rtjdo en cont¡a de la acumulación de ladeuda pública e'n bura de objetivoo eocial6. [áNR¡B propo,nfa, además de un enrpleodinámico del garto federal, hacet que el gobierno ñre*e el empleador como último re-curso; y sus mieurbtos trwieron pocas inhibicionec acerca del gasto deficitario como me-dio para dcanzar e* 6n (véase por ejenrplo, Eveline M. Burns, "C-omparison of theNnr¡Reportwith the Beveridge Reporf, 2ó de diciembre de 1942,sx.8, 16?, Public Reco¡dsO6ce (en adelante,rno, londrer) Tl.'Wcr.frafu, a Roger Evans,20 de ab,ril de 1943,y Alvin Flanren a Beveridge, 3 de ¡ulio de 1943, ambo en Villiam Beveridge MSS,XV-31, Britirh Lib'rary of Polirical and Economic Science, london, School of Economics.

desarrollo de los recursos nacionales", de L943, pedfa explfcitamenreunos programas gubemamentales que mantuviesen un" ¿dinámi."..conomía en expansión, del orden de 100 000 a 125 000 millones delingreso nacional". Focos añoo antes, semejante cifra habfa parecidoridículamente exagerada. "Hemos de planéar para el pleno empleo",escribieron miembros de la junta en urrartículo de L94Z,en que expli,caban sus proposiciones. "Hemos de planear para equilibrar ,rrr.r*opresupuesto nacional de producción y consumo a un alto nivel conpleno empleor ] no con un bajo nivel y con desempleo en masa."62

La junta no abandonó por completo su intérés en la adminis.tración de las instituciones económicas por el Estado. Aún a fines desu existencia, continuó incluyendo en sus informes recomendacionesde nuevos esfuerzos antitnst, de nt¡evos mecanismos reguladores y deotras_extensiones del papel administrativo del gobiemo. De hecho,uno de sus documentos de 1943 hablaba tan .*plncitamenre acerca deuna drástica-expansión del control de la economfa por el Estado queobquvg el aplauso hasta de I.F. Stone, quien generalmente había criti-cad.o la "timidez" del gobiemo, pero que ahora vela en las propuestasde IaNRPB unos "objetivos gtandes e históricos".63

Pero este interés duradero en lo que Franklin Roosevelt en untiempo llamó, desdeñosamente, "esquemas grandiosoo", ahora era se-cundario --pfra

los propioe miembros de laluna y, en mayor grado,para otros liberales que interpretaban su tarea-, quedando'deties d.la tarea mayor y más sencilla de mantener el crecimiento económico.Escribieron los autores del "lnforme del desanollo de los recursos":

Ya sabemos que el camino hacia Ia nt¡eva democracia corre a lolargo de la carretera de ura economfa dinámica, del pleno uso denuestos recursos nacionales, del pleno ernpleo y de niveles de vida

ó2 Nn¡4 "National Resources Development Reporf,Nn¡o, "TheNpBin \üarrime"Frontbrs of brccr'c\ núm. 8, febrero de l%2, p. 143. Véase también memorándum aSrepehn

larly-(:esúm,erres por teléfono), 4 de febre¡o de l943,oF lO92 (5),rDru; L. B.flke¡ a Rep. Harry Sheppard, I I de marzo de 1943, or 435 I (2), ronq'Éru." Bliu.r,,Max l-e:ner y George Soule, "Charter of America", Ne.., Repüb¡ic, 19 de abril de 1943,428; J- Raymond Valsh, 'iA,ction for postwar planning", arut[ Iteuietr, nr1nr. 3,lg43',p p . 1 5 3 - l ó 1 .

u, I..F: Pql.,"Planning and politics", The Nation, 20 de marzo de 1943, p. 405.

Yé"- gl-brer "Postwar porten{, Netl,llluela,22 de matzo de 1943, pp, 3l-34,'y L G.Rocku¡ell, "The nadonal resource planning board in the United X"á", e"bW Á¡rrirr,núm. ó, 1942, pp. 9-13.

'^JanBrht<)e¡ 185

iiJi l

Page 23: El Nuevo Trato y la idea del Estado

186 El Nr¡em Truo 1b idea dcl F:tn¿o

cada vez más altos [..,] F¡tamos en el rrnbral de rna economfa deabr¡ndancia. Esta generación tiene en su poder no sólo el prodrriren abundancia sino el distribuir esa abrmdacia.

Como lo obeervó el columnista Emest K. Lindlery, "la caracterfsticamás notable de los dos informes (de la NRPB, en 1943) es su esencialconservadurismo. La posgue¡ra estará encaminada a la resauracióndel sistema de libre empresa y a su fomento y esdmulo".6{

En este nuwo hincapié en el crecimiento fr¡e básica la crecientefuerza de las ideas de John Maynard lGynes y del n(rmero, cada vezmayor de economistas norteamericanos que estaban adoptando susteoías. A ñnales de loo treina, el propio Keynes trabó amistad conalgunas de lr principales figuras del Nuevo Thato. Importallt€s €co-nomistas norteamericanos estaban volviéndose partidarios de las ideaskeynesianas. Alvin Hansen, Mordecai Ezekiel y Gardiner Means, porejemplo, todm los cuales participaban en la NRPB, y que llegaban aphblicos más vastos por medio de sw ensalos en revistas de economlay publicaciones liberales, en los primeros añc de la guerra se habfanconvertido al menos a una parte de la teorfa general de Keynes.65

En particula¡, Hansen -uno de los principales aubres de lc in.formes de 1943 de IaNRPF a comienzc de los cuarenta, ñrc llamadoa menudo "el equivalente norteamericano de Keynes", "uno de loshombres más influyentes de Washington", "el ¡efe de toda una escuelade economfa". Sirvió como ejemplo no sólo de la repercusión cadavez mayor de Keynes sobre los economistas norteamericanos, sino delmodo en que los kqrnesianos de Esados Unidos estaban abrazandosólo los aspectos más moderados de una filosofta económica que, enmanos del propio K.yno, a veces consideraba un cambio mucho más

ó4 NRpq "National Resou¡cec Derrelopment Reporf, p, 4; Emegt K. Lindley,"How the postwar repore carne to be", Neqruck, 22 de mano de l9{3, 2?. Bliven,"Charrcr fo¡Americ:",539.542,er r.nr buen ejernplo de cómo algrnc libetales hici€ronmayc hincapié en las propuestas de reforma est¡uca¡ral de la nnra, qtle la propiaNRPB.Véase ambié¡ Chapman,'Contous..." op. cit,, p. 3ó3; Harold Smtth a FDR, 2? deabril de l942,or ?88, FDIIL

ó5 Villiam O. Douglas a lGlmes, 29 de julio de 1937, Douglas MSS 8, rc; FelixFranldr¡rter a AIH Harcot¡rr. 2 de febrero de 1939, MacKeish MSS 8, ¡-c; ArchibaldMacleish a Keynes, 8 de julio de l94l y 10 de octubre de 194, an¡boo er¡ Macl¡i¡h MSS12, LC; Chapman, "C-ontourc of publtc policy", pp. I 1.13. Véase Robert LckachmanTlu age of Krt¡us, Random House, Nr¡eva York, 196ó, pp. 124-143, para un análisis delsurgimicnto de r¡na "escr¡ela keynesiana" norteamericí¡na de econo'mistas detpués der937.

AlanBrid<k¡ 187

fundamental. Las anteriores y- tamosas preocupaciones de Hansen porel 'esrancamiento

secular' ahora habian enmudecido. En s., lürhabía una feen la capacidad-de la polltica 6scal para

"*g;;;o;;-arrollo económico continuado. "Sin duda la polftica 6sc"l o hoy y,e.guirá siendo un factor poderoso en el funcionamiento de la economfamodema", escribió Hansen en 1942. Tales medidas debfan.-pt.".*,continuó, "para desarrollar una economfa de alto consumo d; -;;que podamos alcanzar el pleno empleo [...] Una mayor propensión aconsumir.pod{ bgoo., en parte, mediante una prof¡resiva €struc-tura fiscal combinada con- seg,'o social, benefi..rr"i" io.i"t y;;;de consumo de la comunidad."6ó

- La expansión de la época de guerra había demosmado a los libe,rales que, con suficientes estímuló, la economfa podfa crecer a ,rnritmo impresionante. Las doctrinas económicas di lGynes (y la masnumerosa constelación de ideas, derivadas de ellas) sugerfan modosde introdt¡cir en, tiempos de paz las clase de estímdü q". n"ui""creado la impresionante expansión de la época de guerra.

-De hecho,

ofrecfan una solución "

unó de bs más pr"o.rrp"n-to dilemas del li.beralismo y un mecanismo que los refonnadores habhn estado bus-cando largo tiempo. Ofrecfán un rnodo de administra. la economiasin desafiar directamente las prerrogativas de los capitalisas. El d.,a.rrollo no necesariamente reqlería Je ,rna participaóión constanre enlos asuntos de las institt¡ciones privade qui, 1"oroo ayudaba a d.mos-trar la experiencia de la moviliiación .n ti.*pc de juerra) ;r;;;;Lvez, infinitamente complejos y polfticamente'diftcilJ. No'.*lj" u""enorne gxpansión de las funciones reguladoras del Estado. "pioduciren abundancia" sólo requerfa la manipülación indirec;¡;i" *;;;;;mediante..l*

9r'palancas" 6scales y monetarias; y "dismibuir esaabundancia" exigfa la creación de un e6cienre sistemá de bene6cen.cia. Tales medidas no eran (como en otro tiempo lo habfan...i¿.L,liberales) simplemente recurso. temporales q'e'mantuvieran las cosasfuncionando hasta-que pudiese encontrarse una solrcion ¡e"i."; .o",en sf mismas, la solución.6?

- _1 $-"t"¿ Strout, "Hansen of Harvard", Nan, R pub]&,29 de dicie¡nbre de 1941,p.p...{8.19^r AlvjJr ll-ansen y Guy Crree{, "The federjdebt and the tu;.;;H;A;i;abril-de,l92, p. 50; Hansen, "Wanted:. re¡¡ million jobc", Adaruic, ;pr¡..b¿¡; ít4j:pp. ó8.ó9.

Shdelsky, "I(eynea r¡d the reconstnrcdon of überali¡m", Ewwrta, 29.32i991' op cir, pp. ló9. 19ó DP.{ T 9gfr]or,.The polrrical -"tro¡

"f rf,u.""Ávideñctt spending as a political belief, l932-195i,, pr¿W UirrrU^, n(un. 3, l9gl, ó.

I:I

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188 El Nrcto 'truo

1la idea del Estado

La renovada fe de tiempos de guerra en el desarrollo económicocondujo, en suma, a varias conclusiones ideológicas de considerableimportancia para el futuro del liberalismo. Ayudó a relegitimar el ca.pitalismo norteamericano en un cfrculo de hombres y mujeres entrequienes habían surgido serias dudas sobre su viabilidad en una eco-nomía avanzada. Quitó a las ideas reformistas "reguladoras" de finalesde los treina toda urgencia y en cambio hizo creer en las ideas keyne-sianas de administración indirecta de la economía. Y fundió la idea delEstado benefactor con la visión, mas vasta, de un desarrollo económicosostenido, al definir los mecanismos de seguridad social como n¡ediode distribuir el ingreso y aumentar el poder adquisitivo. Ningún onofacto¡, en sl mismo, era tan básico para la redefinición de las metasliberales como la simple realidad de la abundancia y el resurgimientode la fe en el capitalismo que la propia abundancia ayudó a inspirar.

VII

Al terminar la segunda guerra mundial, el concepto de liberalismo delNuevo Trato había adoptado una forma nueva. Y en stn supooicio'nes podían verse los lineamientos de un mundo político transformado.

Quienes se habfan p\¡esto a la cabeza definiendo un programa liberal alterminar la guerra segulan llamándose neu., deabrs, pero moscaban re'ladvamente poco interés en las ideas corporarivistas y reguladoras queen un tiempo desempeñaran un papel tan grande en la formación delNuevo Tiato. En gran parte se olvidaron de los aborados experimen'tos de Nuevo Tiato en materia de planeación económica, de sus falli'dos esñ¡erzoe por crear unas disposiciones de asociación armoniooas,de sus vigorosas aunque effmeras cruzadas reguladoras y antimonopo'lisas, de su abierto escepticismo hacia el capitalismo y sus "capitanes",de su celebración del Estado. En cambio, subrayaron aquellasrealizaciones del Nuevo Tiato que más fácilmente podfan reconciliarsecon la visión de un gobiemo esencialmente compensador' Elogiaronlas innovaciones delNuevo Tiato en marcria de bene6cencia socialy de segwo social. Una década antes, muchos habfan considerado de

5.22; Herbert Feis, "IGyneo in resrospecf, Foreign Affahs, n&n. 29, 1951, pp. 576'577; AlÉed H. Bomemann, "The keynesian paradigm and economic polict¡", Atrvrican

lounal of Errllwmics a¡ú Sociolog, n(¡m. 35' 19?ó' pp. 126'128.

1JoinBrírn<lel

68-un arisbo revelador de la amarg.ra dellenderson desp'ée de 1942 rcenc'entra

XiT:i:I**li*:,::-t"¡¿"r,¡,eii""."VXiTierdeunbanquetecn un informe de Richard Mile¡ a la

1; 3F* y 1'_T q .i H;"d.,*; il'",ilü}.i ;il:":i:ffi i i:n:HH::(y, sqfrn parece, sin paár) ac, t uuq¡¡r

¡ Gladwrm rehh jo ¡. -^.,,--T-':::',:::03:*:.d"9S'biemo liberal (Redvers opie

189

segunda importancia a ales iniciativas. Deron crédito al Nuevo Tratopor legitimar la polfdca fiscar del gobi;r";;;; medio de r,"..in "[a las fluctuaciones del ciclo de t_": r.;;*; garantirar el pleno em-pleo. Durante los reinta, pocos liberaL l,áúrá" comprendido _ya nodigamos apoyado- ales medidas políticas.-f""L r"¿o, talvez,los libe-

Tl* 9. la posguerra celebraron "t

ñr."á +;;; po, ú¡". ¿.*r¡ilrásoluciones a aquellos problemas del capialismo que no requerfan unaalteración de la es'uctura del capitalir_o; po, n"¡.. ¿.niiJ;;;;-pel para-el Esado que no le hicid."""*.i."*;;;#; il5;:nomfa. En años anteriores, muchos liberales habfa" .onrlá.."áo ori.uno de los fracasos del Nuevo Trato e.a ü;;;;i; d.;;;;áH;institucional considerable.

Esa nansformación se había efectuado lenemente, a vec€s enP11rI*

impercepdble, de modá q;il;;;; un dempo mrrchos li.Derales no se enteraron siquiera de qué había ocurrido. Mas Dara ouie.nes obsewaban, eran abundantes tJs,gnos a.l ;;bi..'F"|lilil'éste era visible en el carácrer de ra comuñidadliberat oe posguerra. los"plani6cadores", " reguladores" y - " an timonoiotirr"r" .ir. ?;;;ñ.;antes habían dominado los cfrculos liberales,

"t "o .lr"¡* ;;J;;:

1"r.l,...ltqf, si_n B_ran influencia sobre;üü; público. ThurmanAlnol$,.Rolert Jackson y William Dougl", f"..aban parte ¡;-ñ;:nales Gderales. T Corcoran practicaba-el derecho. d,J"ñi" d'ñ;aceptaba ocasionales nombramientos de a.t.g"ao "

.;f";;;#;:temacionales. I-eon Henderson, uno de bs ñlumos auténticos Nanrdeafrs.e-ue-ocupó importan$ puestos administrativ* d;;r. l" ;r;rra, había dimitido como jefe ¿L ta Oncina J. Ao*inir.r"ción de pre-cios [Ofñce of price Adminisnation] en diciembr. d; it4t;;iil"convertido en furibundo crítico de las tallas d. g"bi.*o, .fi.,;;id;d. gT sin plani'cación y regulación ;;;;;gr.as por el Estado, lanación se enfrenarfa a un desasre económico j'.rpu& a" f" g".r*.iiL !

Nunca pudo decio qt. una red "o*p"obl..nente

poderosa hu-1ty

surqido e¡ 1945 para ocupar su lugar; de hecho, ;";il;lrb..ra¡es estaban ahora tan preocupados-por cuesdones intemacionares vpor el naciente cisma dentro di sus fiias d.bid. ;ú üil;-s"il;"1

it :f '| ?

r Gladwyn Jebb, 30 dle noviembre J" rsa3, i"jilJS¡oe-;lo,.

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190

que prestaban menos atención a las cuestiones intemas. Pero los quesí nataron de definir un programa doméstico ñrcron, en gran parte,peÉonari entusiasmadas por la visión de una economfa de pleno em-pleo, personas que consideraban que el mapr legado del Nuevo Tratoera la idea de un empleo eficiente de la polftica fiscal y la expansiónde los programas de seguro y de benefrciencia social. En lugar de losliberales "esüaristas" que habfan ayudado a definir el discurso prlblicodurante los treinta, había personas como Alvin Hansen, uno de loscreadores de la principal iniciativa liberal de 1945, el proyecto de I-eydel Pleno Empleo;69 o Chester Bowles, úlrimo director de la Ofcina deAdministración de hecios, cuyo libro Tmwnow witlwttt fedr, de 1946,no pedía expansión y ni siquiera continuación de los experim€otos r€.guladores en que había participado durante la guerra, sino una malordependencia de la polftica fiscal.?o

El programa demócrata de 1944 ftre otra señal del cambiante pa'norama político. Cuatro años antes, el partido había formado su pla'taforma con ataques a la "desenftenada concennación de poder eco'nómico y la explotación del consumidor y del inversionista". Se habíaenorgullecido de las innovaciones regulares del Nuevo Trao, de suagresiva polftica antitrust, de la guena a los "metodoe de extorsión delmonopolio".?t L"a plataforma de 1944 también elogiaba los esñrerzosantimonopólicos y reguladores del gobierno". pero sólo en una brevefrre cerca del 6n. La mayor parte de su limitado análisis se centraba enver cómo el Nuevo Tiato habfa "encont¡ado el camino de la prospe'ridad"mediante enérgicas medidas compensatorias: innovaciones depolítica fiscal y de beneficencia social.?2

El cambiante panorama del liberalismo ambién fue visible en al-gunas de las primeras celebraciones retrospectivas del Nuevo Thato' enla forma en que los tempranos defensores de su legado trataron de de6'nir sus logros. En 1948, Arthur M. Schleingeq hi¡o, publicó un ensalointitulado "Las realizrciones generales del Nuevo Trato". Reconocíaque el Nuevo TLato "no hizo un intento fundamenal por enfrentarseal problema de las economfas de concenffación o de las menguantes

ó9 Alvin Hansen, "Sugestcd reüsion of rhe ñ¡ll ernplqment bill", Han¡en MSS

3.10.?0 Cheste¡ Bowl a,Torrrou wüblr' fror, Simon & Schute¡, Nueva York, 194ó.?l "Democratic pladorm of 19'10", reproducido en Democratic National Commi-

tte, Detoaatb canlnpign Handbnlq t9'10' pp. 84-90.' 72 "The l944,-democraüc pladorm", Derocrar¡c D(rs¡, agooto de 1944, pp. 13'

2?.

El Nr¡ew Tram y b ideo d.l Estdo NalnBritú.let L9l

oportunidades de inversión. pero eso, afirmó, no era en realidad elproblema.-Las principales realizacioná del Nuevo Tfato eran .""1r"más sencillas e importantes: "El Nuevo Tbato tomó un pafu quebrado,l"Trp.Ty"lo,

y le dio nueva conf anza en sf mismo [.. j l¡das las so_luciones [de Roosevelr] fueron incompletas. Mas, para el caso, todoslos grandes problemas son insolubles.43

uu

La importancia del Nuevo Ti-ato se halla en parre, desde luego, en susauténticas realizaciones legisladvas e instiruiionaies. pero o-*'¡ie" *:n:y."T"

en su repercusión ideológica sobre ulteriores generacionesde liberales y sw efectos sobre dos décadas de activismo-del gobiemode-posguerra. Asf, el Nuevo Tiato no solo aparece como un momentob¡illante en que las energías reformistm p'revalecieron b..;.*.;;,sino como parte de un largo pro9ery de adáptaciones ideológicas.

Durante más de medio-siglo, los norteamericanos prei,cupadospor los efectos de la industriaháion sobre su sociedad -por l" ñ;;-lilidad polftica, las dislocaciones sociales, las injusricias manifiesarhabían albergado profundas y continuas áudas acerca de las insdtu-ciones det capialismo. Relativamente pocos habfan deseado desnuirestas instituciones, pero muchoe sí habfan deseado emplear los poderes<lel gobiemo para modificarlas o al menos para dominarlas. y'ese je.seo habfa sido central en las esperanzas-de'"progresistas, y "U¡.iáo"desde finales del sigloXD{ hasa-fnares de ra áecada de los reinta.

les año6 que_ siguieron a l93l hasta la conclwión de la guerra, es la his-toria de un lento rechazo de ales compromisos y la eláación ¿.

"n",esperanzas que loo reemplazaran. Fara 1945, los liberales nor,."*._ricanos, como resultado de incontables pequeñas adaptaciones a unav¿xsta gama de experiencias, habfa llegado á un

".ornód..rrr .r

""fi-alismo g*-d: hecho, sirvió para zanjar mwhoo de los conflic.o"niÁenconados de las primeras décadas dei siglo. [o habían hecho con,ren-ciéndose a sf mismos de que las realizacioies del Nuevo Túr;;;ü;;;

^ 73 Ardrur M. Schlesinpr, Ir,

.The broad accomplíshmer¡ts of the Nen, Deal",fl.lleVmogr_Harris (comp.), Srrohry muicaa catstalint en"¿ a. Knopf, Nu.rra ior{1948, pp. ?8-80.

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192 El Nww Trao 1 Io idea del Esuü

eliminado las caracterfsticas más peligrosas del sistema capitalista;comprometiéndose con el credo de que el desarrollo económico era elcamino más seguro hacia el progreso social; y definiendo un papel parael Btado que, segrln crefan, le permirirla compensar las inevitables fa-llas y omisiones del capitalismo sin afectar su funcionamiento intemo.Así reconciliados con la estructura de su economla, los liberales delmundo de la posguerra pudieron pasar a nuevas cruzadas: lucha porlos derechos civiles, eliminación de la pobreza, salvarel ambiente, pro-teger a los consumidores, oponerse al comunismo, reformar el mundo:cruzadas que producirfan sus propias realizaciones y sus propias frus-traciones, y que un dla conducirfan a otra transformación ideológica,aún inconclusa.

LOS ORíGENES DE LA GUERRA FRíA

Vícton A Ann¡eoa

l¿ rivalidad e^tre Estalas lJnjdo s y la u nün gviética -situación c onrci¿a.coma "guerÍa frío"- ho dete¡minada en gran nwd,ido eI curso de ta políticaetterbr twrteamericana a panir de 1945. El analkLt de los oígalei de es.te-conflicm y- estr cornpetencia de naturaleza ecanómica, potftia, milítar eideológíca, dmle rc Iu lú.bido un enfren,,,mi*,n'o onioio direcn ni usoabieno fu Í*no awe l,as d,os futencias, lw sido un tema. de anptio debateentre los hisnrialores y los politóIogos estaduniderces dedícadoi al estudbdel papel de Estalos Unidos at eI o,rdn intetrwrional dc la posguena y aIexan'en de las responv.bílidades 1 cornpronins dcl pak comoiid,el1 pririropotencia del grupo de norbrcs capitalistu.

. , Al.fuwliaar Ia egundo gtena munÁial, Estados lJnid,os ocupo utra po-sbión de incuestianabb liderazgo conw potencia ecorcmica y miiin doirrodel sistema internacb¡ttl. A consecuencia de bs efecms datastalores de laynq, las antiguas potenci.as anropeos eerimennron utw pérdída relativade poder e influencia n el plarc de ta pihica internacbnat. Et ,*;prúde amtas ntclcares reforTó l¡zs bases del pderío miüur rorteanwricati.

Durglte la guena, dos países parcialhnente narginalos de Ia potíticaanropea del periodo de entreguenas panictparon ,onwátiado, p*o rirt^",a.las asp iraciones he ge¡nonicet de la Aleo.ania, nazí los orígiles in *i,r,*-4 g*n" fr. p*fu" ser razalos en los años de Ia gr:an aliarya Á,treVashingmn, londres y Morcú. Esta alianza resultafu-mul ertraña. buesincluía a dos nacianes organiTadas fuio pr'''cipbs democráíicos ü]*ribs tutw nación ile eco¡tomía centralmmte planificada gofumata por un partidí

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