el mural no 4

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El Mural Banderilla Jesús Arroyave, Director de Departamento Jennie Peña, Coordinadora de Programa Daniel Aguilar Dirección El Muro Participaron en este número Kell Pozo, Alberto Martínez Alejandro Ángel Felipe Amalfi Isaías Molina Andrés Jaramillo Giovanni Echeverry Óscar Tobón Leonid Pinzón Gabriel Guillén Eder Jiménez El muro de los lamentos Estudiante (ofuscado): ¿Compromiso?...¿A usted le parece que no estoy comprometido con esta materia? ¡si es la tercera vez que la repito!!…¿Si eso no es compromiso, enton- ces no sé qué es??? La función primaria de la co- municación escrita es facilitar el sometimiento.. Claude LeviStrauss El invitado fotográfico de esta semana es Felipe Amalfi, estudiante de Comunicación Social, quien se desempeña como una de las figuras claves para el Canal Uni 5 TV, de la universidad del Norte, además de ejercer como secretario de cultura del consulado Bogotano. Acá una muestra de su trabajo…¡Ala! Órgano informativo de publicación quincenal Junio de 2010 Año 1, No. 4 Si el Junior juega un partido Vs. Si el Junior fuera un partido Por Kell Pozo Si el Junior juega un partido usted se saluda con el que está su lado, le da la mano, se abra- za, le dice en la cara de mil maneras: “Hijueputa” y su compañero asiente, acepta la palabrita sin censura y se decepciona igual que usted. Si el Junior juega un partido y es la fi- nal van sesenta mil doscientos espectadores, se transmite por canal nacional, internet, se to- man fotos desde el aire, en el terreno de juego, desde los lados, con flash, con flash, con teleobjetivos, ojo de pesca- do, se llenan las primera páginas de los periódicos locales con cinco notas todas alusivas a la victoria. Si el Junior juega un partido algunos se quedan en casa, en un esta- dero o alrededor del estadio para no perder de vista ningún momento. Y el equipo va casi siempre de la descalificación a la calificación, de los últimos lugares a los primeros, de la semifinal a la final no cabe duda que enciende la afición y la movilización de niños, jóvenes y adultos. Si el Junior juega un partido usted llora, grita, abraza. No importa si el que está al lado, además de ser un perfecto anónimo, sea hombre, mujer, moreno, trigueño, blanco, albino, lampiño, peludo, se convier- te en su hermano, porque tienen un mismo papá. Si el Junior fuera un partido, usted no se saludaría con el de al lado, la mano apenas se si saca para señalar o para pedir. Si el Junior fuera un partido sus asistentes serían unos comemierda porque además no habría ni canal nacional, ni internet, ni fotos desde abajo, ni desde arriba, ni llenaríamos las primeras páginas de los periódicos, ni nos invitarían a un desafío. Si el Junior fuera un partido todos nos quedaríamos en casa, a puerta cerrada, sin salir a celebrar, porque no hay ojos para el momento, por- que ya estaríamos de entrada descalificados, no subiríamos a los pri- meros lugares, siempre en la banca de suplentes, esperando que los directores técnicos de esta democracia nos regalaran el milagro de ju- gar los últimos minutos del primer tiempo o los primeros del segundo para tener que cumplir con la demanda social de la participación. Si el Junior fuera un partido nunca habría segunda vuelta y en la pri- mera los votos no suman, ni restan, ni dividen a lo sumo sólo nos dar- ían carácter hipotético de existencia. Si el Junior fuera un partido nos encendería a tiros o a falsos o a positivos. Si el Junior fuera un partido usted lloraría, gritaría para que desapare- ciera, porque los sinónimos que lo conforman son líderes que no hablan bien en púbico y se visten como corronchos, hablan como co- rronchos y le dan gracia a un dios por la incapacidad de no poder su- mar votos. Porque Si el Junior fuera un partido no compartiríamos el mismo papá sino que la madre nos dolería porque madre es madre y papá es cualquier hijueputa. Adenda post partitum Siempre invoco un Ojala a todo sueño, como suspirando victoria, an- helando esa misma fuerza para que ojalá pudiéramos hombro a hom- bro construir una mejor sociedad. ¿Será que tenemos que convertir- nos en equipo de fútbol para conseguir tantos adeptos?. Perdimos más de setenta mil votos anoche ojalá nos movilizáramos el 20 de ju- nio para depositar nuestro voto en la urnas con la misma pasión con que anoche nos unimos. Lecciones de periodismo (3) Agarre fuerte las riendas de ese potro Por Alberto Martínez M. Cuando Ernest Hemingway trabajaba en el Toronto Star, un periódico que circulaba en el área metropolitana de esa ciudad ca- nadiense, recibió un teletipo (el e-mail de aquella época) de un joven periodista, a quien un día antes había enviado a Nueva Escocia para cubrir las inundaciones pro- vocadas por un huracán que se había for- mado en el mar Caribe. Todo parecía indicar, a juzgar por las in- tenciones de aquel texto, que la tragedia poseía unas dimensio- nes extraordinarias y comprometía numerosas víctimas huma- nas y daños materiales irreparables. Los canadienses no tenían noticias, ni tendrían después, de un desastre natural tan grande. Pero la catástrofe también daba lugar a la esperanza. Dos me- nores de edad, que debieron fallecer a causa de la fuerza de los vientos, sobrevivieron milagrosamente al embate de la natura- leza. Los socorristas los hallaron aferrados a un árbol endeble, encima del cual habían flotado durante toda la noche. El joven periodista, conmovido seguramente por la escena, empezó así su texto: “Y allí estaba Dios…”. Hemingway, que esperaba ansiosamente la nota para cerrar el periódico, interrumpió el teletipo, sin ningún pudor: “Forget about the floodings and interview God”. La lección para el muchacho (lección 3) era indiscutible: A la hora de escribir, la imaginación es una especie de caballo des- bocado, al que hay que agarrarle fuertemente las riendas so pe- na de perder la verosimilitud de la información. Para un cre- yente ordinario, y es probable que el reportero lo fuera, la figu- ra narrativa no necesitaba mayor explicación, pues su fe infini- ta aceptaba la presencia del Ser Supremo en esa conmisera- ción divina. Pero un periodista no puede dar certezas del co- razón que no le consten a su razón. Por eso Hemingway le pidió que se olvidara de las inundacio- nes y entrevistara a Dios, no para que relegara la tragedia y concertara evidentemente una cita periodística con Dios; mu- cho menos, para que dejara de creer. La idea, simplemente, era que recogiera su conmoción y cabalgara con prudencia en el caballo de la redacción. Cotidianidad, qué palabra tan repetida últi- mamente. Qué se puede hacer, los espacios recorridos pi- den -cada vez más- ser retratados. Tropezar con personajes, ideas, objetos y con- ceptos cada día y dejarlos que mueran en el aire sin dejarlos plasmados en alguna parte se me hace egoísta, no con nadie, conmigo mismo, habrá algún momento en el que quiera mirar atrás a mis viejos días y saber cómo era, qué pasaba, qué me encontraba. Los buses de una ciudad siempre son espacios narrativos, digan lo que digan, en ellos se viven y se perciben historias de vida, frag- mentos de desaires, llamadas a deshoras, intrigas, pesares, sonrisas, amores y desamores, peleas, reconciliaciones, gritos. Voy mirando por la ventana, me gusta que la brisa me pegue en la frente y pensar en el aire, la mente en blanco visualizando los espa- cios por los que voy pasando. Un grito de voz ronca me saca de mi ensimismamiento. - ¡Qué es la vaina, nojoda!!- Grita un jardinero o algo parecido, desde el andén. - Eche qué, te vas a poner pesado, era mamando gallo- le responde su compañero de faena. Los dos están arreglando el césped, o algo por el estilo, en un par- queadero cerca de la 93, el agresor le lanza un poco de hierba al agredido, al que parece no gustarle esta simple broma. - Te voy a clavar la mano como sigas hecho el huevón- grita ofen- dido. - Ñerda, cule pesa, hey. No se te puede es hacer nada- le responde en tono jocoso su compañero. Desde el bus sale la frase típica, indispensable. - El que parte papaya menta mamá. El bus estalla en risas, la pregunta que me hago es: ¿por qué yo no me río? ¿es por tanto escuchar esa broma cliché? o ¿es mi mismo ensimismamiento? o ¿qué carajos es?. El Urbaplaya sigue su marcha. En la mitad de la cancha de básquet de la imitación de parque de Villa Santos hay un personaje de esos difícil de describir: pantaloneta de varios colores, aretes o algo que se le parece en las orejas, una gorra de campaña política y un balón imaginario con el que lanza cestas de una cancha a la otra. No alcanzo a imaginar qué puede haber en esa mente para estar lanzando balones de aire, balones imaginarios a las 2 de la tarde, con un sol que quema las neuronas, pero algo me dice que hay más de un cable zafado, a ése le falto más de un hervor, diría una amiga mía. Me bajo del bus, voy a entrar a la universidad y un tipo con traje y corbata, totalmente fuera de lugar en el canicular sol de la tarde cu- rrambera, habla por su celular. - Sólo te voy a agradecer una cosa, a esa vieja hay que pegarle un buen susto para que sea seria y se organice. Nada del otro mundo pero tiene que saber quién es el que manda. La frase fuera de contexto me da mucho para pensar, miro al tipo de reojo y sigo caminando. Definitivamente, lo dicho, el habito no hace al monje. Cotidianidad Por Alejandro Ángel Alberto Salcedo en el intersemestral Alberto Salcedo Ramos, a quien la crítica reconoce actualmente como el mejor cronista de Colombia, estará en la Universidad del Norte durante el período intersemestral, por invitación del Centro de Educación Continuada y el Departamento de Comu- nicación Social. Colaborador permanente de las revistas SOHO, Malpesantente y Gato Pardo, Salcedo dictará un taller sobre Pe- riodismo creativo, del 12 al 17 de julio próximos. Para entonces habrá publicado en Soho, precisamente, el esperado perfil del cantautor Diomedes Díaz en el que trabajó durante dos años. Salcedo es, según Juan Gossaín “el aliento que revivió la cróni- ca en Colombia, cuando todos pensábamos que había muerto”. Mayores informes: Centro de Educación Continuada (primer pi- so del edificio de postgrados), teléfono 3509351 o correo [email protected] . El Rincón del Programa OFERTA CURSOS INTERSEMESTRALES Comunicación Corporativa Filosofía y Comunicación Medios Masivos y Conflicto Seminario Comunicación Organizacio- nal CURSOS ESPECIALES CON PROFESORES INVITADOS Relaciones Públicas: teorías, conceptos y relacionamientos María Aparecida Ferrari. Ph.D . en Ciencias de la Comunicación,. Coor- dinadora de la carrera de Relaciones Públicas y Periodismo de la Universi- dad Metodista de São Paulo Periodismo Internacional Miguel Ángel Bastenier . Licenciado en Historia y Derecho de la Universidad de Barcelona y en Lengua y Literatura inglesa de la Universidad de Cambridge. Articulista y Columnista del Diario El País. Periodismo Deportivo y Sociedad moderna Darío Cuesta Cristóbal . Periodista, Uni- versidad Gabriela Mistral. Director Escuela de Periodismo y de Comunica- ción Audiovisual, Instituto Profesional Santo Tomás, Santiago de Chile. Periodismo Creativo Crónica Alberto Salcedo Ramos . Cronista co- lombiano, considerado uno de los mejo- res periodistas narrativos latinoamerica- nos. ¿Barranquilla, Una Ciudad Posible? Libardo Barros Hoy día se debe matizar aquella antigua historia en la que se afirma que Barranquilla fue “fundada” por unos galaperos que trajeron a pas- tar sus ganados a un lugar llamado “Barrancas de San Nicolás”. La in- vestigación antropológica e histórica ha develado entre otras cosas que aquel relato está más cercano a una leyenda que puede tomarse como un referente (oral o literario), pero no como una verdad incontroverti- ble. Desde una perspectiva histórico crítica podemos afirmar entonces que Barranquilla no fue fundada, sino poblada por trashumantes de variadas procedencias: in- dios, negros, criollos y mestizos de diversas raleas. Esto facilitó una mentalidad cosmopo- lita en el nativo. Luego, a mediados del siglo pasado (1870 a 1920) la ciudad logró un au- ge importante en lo social, cultural y económico. Pero cincuenta años después notamos que los habitantes de entonces no previeron el crecimiento y los cambios que se suscitar- ían, por todo lo expuesto y por la posición estratégica de la ciudad. Barranquilla ya no es una ciudad registrable a simple vista donde casi todos se conocen. Aunque se ha ganado el prestigioso título de ciudad-región, se ha quedado corta en lo que a políticas sociales, culturales y urbanísticas se refiere (el sentido que tiene el barranquille- ro de lo público es lamentable). Hace falta construir convivencia ciudadana de calidad y aquello de lo que hoy se conoce como sociedad civil organizada. De lo que es o puede ser la ciudad en un mundo globalizado, no sabemos más que lo que produce el mercado y los medios de comunicación masiva. No hay todavía una interacción tangible entre estado y ciudadanos. Además, existe una prensa complaciente (acrítica) y partidista; que atiende más a los deseos de sus pautantes que al bien público. En lo que se traduce en un proyecto de ciudad coherente, es mucho lo que nos queda por pensar y resolver. Son demasiadas las preguntas que nos asisten sobre este hecho; relacio- nadas con lo que la ciudad espera y necesita a corto plazo. Estamos llamados a darle un carácter más humano, interactivo y sistemático a la administración pública. Para tener una ciudad menos caprichosa y autoritaria; pero más habitable y más culta. En la que todos nos convenzamos y tengamos la certeza que: Si nuestros vecinos viven mal, todos corremos peligro.

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Año 1, No 4

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Page 1: El Mural NO 4

El Mural

Banderilla

Jesús Arroyave,

Director de Departamento

Jennie Peña,

Coordinadora de Programa

Daniel Aguilar

Dirección El Muro

Participaron en este número

Kell Pozo,

Alberto Martínez

Alejandro Ángel

Felipe Amalfi

Isaías Molina

Andrés Jaramillo

Giovanni Echeverry

Óscar Tobón

Leonid Pinzón

Gabriel Guillén

Eder Jiménez

El muro de los lamentos

Estudiante (ofuscado): ¿Compromiso?...¿A

usted le parece que no estoy comprometido

con esta materia? ¡si es la tercera vez que la

repito!!…¿Si eso no es compromiso, enton-

ces no sé qué es???

La función primaria de la co-

municación escrita es facilitar

el sometimiento..

Claude Levi—Strauss

El invitado fotográfico de esta semana es Felipe Amalfi, estudiante de Comunicación Social, quien se desempeña como una de las figuras claves para el Canal Uni 5 TV, de la universidad

del Norte, además de ejercer como secretario de cultura del consulado Bogotano. Acá una muestra de su trabajo…¡Ala!

Órgano informativo de publicación quincenal Junio de 2010 Año 1, No. 4

Si el Junior juega un partido Vs. Si el Junior fuera

un partido

Por Kell Pozo

Si el Junior juega un partido usted se saluda

con el que está su lado, le da la mano, se abra-

za, le dice en la cara de mil maneras:

“Hijueputa” y su compañero asiente, acepta la

palabrita sin censura y se decepciona igual que

usted. Si el Junior juega un partido y es la fi-

nal van sesenta mil doscientos espectadores, se

transmite por canal nacional, internet, se to-

man fotos desde el aire, en el terreno de juego,

desde los lados, con flash, con flash, con teleobjetivos, ojo de pesca-

do, se llenan las primera páginas de los periódicos locales con cinco

notas todas alusivas a la victoria.

Si el Junior juega un partido algunos se quedan en casa, en un esta-

dero o alrededor del estadio para no perder de vista ningún momento.

Y el equipo va casi siempre de la descalificación a la calificación, de

los últimos lugares a los primeros, de la semifinal a la final no cabe

duda que enciende la afición y la movilización de niños, jóvenes y

adultos.

Si el Junior juega un partido usted llora, grita, abraza. No importa si

el que está al lado, además de ser un perfecto anónimo, sea hombre,

mujer, moreno, trigueño, blanco, albino, lampiño, peludo, se convier-

te en su hermano, porque tienen un mismo papá.

Si el Junior fuera un partido, usted no se saludaría con el de al lado,

la mano apenas se si saca para señalar o para pedir. Si el Junior fuera

un partido sus asistentes serían unos comemierda porque además no

habría ni canal nacional, ni internet, ni fotos desde abajo, ni desde

arriba, ni llenaríamos las primeras páginas de los periódicos, ni nos

invitarían a un desafío.

Si el Junior fuera un partido todos nos quedaríamos en casa, a puerta

cerrada, sin salir a celebrar, porque no hay ojos para el momento, por-

que ya estaríamos de entrada descalificados, no subiríamos a los pri-

meros lugares, siempre en la banca de suplentes, esperando que los

directores técnicos de esta democracia nos regalaran el milagro de ju-

gar los últimos minutos del primer tiempo o los primeros del segundo

para tener que cumplir con la demanda social de la participación.

Si el Junior fuera un partido nunca habría segunda vuelta y en la pri-

mera los votos no suman, ni restan, ni dividen a lo sumo sólo nos dar-

ían carácter hipotético de existencia. Si el Junior fuera un partido nos

encendería a tiros o a falsos o a positivos.

Si el Junior fuera un partido usted lloraría, gritaría para que desapare-

ciera, porque los sinónimos que lo conforman son líderes que no

hablan bien en púbico y se visten como corronchos, hablan como co-

rronchos y le dan gracia a un dios por la incapacidad de no poder su-

mar votos. Porque Si el Junior fuera un partido no compartiríamos el

mismo papá sino que la madre nos dolería porque madre es madre y

papá es cualquier hijueputa.

Adenda post partitum

Siempre invoco un Ojala a todo sueño, como suspirando victoria, an-

helando esa misma fuerza para que ojalá pudiéramos hombro a hom-

bro construir una mejor sociedad. ¿Será que tenemos que convertir-

nos en equipo de fútbol para conseguir tantos adeptos?. Perdimos

más de setenta mil votos anoche ojalá nos movilizáramos el 20 de ju-

nio para depositar nuestro voto en la urnas con la misma pasión con

que anoche nos unimos.

Lecciones de periodismo (3)

Agarre fuerte las riendas de ese potro

Por Alberto Martínez M.

Cuando Ernest Hemingway trabajaba en

el Toronto Star, un periódico que circulaba

en el área metropolitana de esa ciudad ca-

nadiense, recibió un teletipo (el e-mail de

aquella época) de un joven periodista, a

quien un día antes había enviado a Nueva

Escocia para cubrir las inundaciones pro-

vocadas por un huracán que se había for-

mado en el mar Caribe.

Todo parecía indicar, a juzgar por las in-

tenciones de aquel texto, que la tragedia poseía unas dimensio-

nes extraordinarias y comprometía numerosas víctimas huma-

nas y daños materiales irreparables. Los canadienses no tenían

noticias, ni tendrían después, de un desastre natural tan grande.

Pero la catástrofe también daba lugar a la esperanza. Dos me-

nores de edad, que debieron fallecer a causa de la fuerza de los

vientos, sobrevivieron milagrosamente al embate de la natura-

leza. Los socorristas los hallaron aferrados a un árbol endeble,

encima del cual habían flotado durante toda la noche.

El joven periodista, conmovido seguramente por la escena,

empezó así su texto: “Y allí estaba Dios…”.

Hemingway, que esperaba ansiosamente la nota para cerrar el

periódico, interrumpió el teletipo, sin ningún pudor: “Forget

about the floodings and interview God”.

La lección para el muchacho (lección 3) era indiscutible: A la

hora de escribir, la imaginación es una especie de caballo des-

bocado, al que hay que agarrarle fuertemente las riendas so pe-

na de perder la verosimilitud de la información. Para un cre-

yente ordinario, y es probable que el reportero lo fuera, la figu-

ra narrativa no necesitaba mayor explicación, pues su fe infini-

ta aceptaba la presencia del Ser Supremo en esa conmisera-

ción divina. Pero un periodista no puede dar certezas del co-

razón que no le consten a su razón.

Por eso Hemingway le pidió que se olvidara de las inundacio-

nes y entrevistara a Dios, no para que relegara la tragedia y

concertara evidentemente una cita periodística con Dios; mu-

cho menos, para que dejara de creer. La idea, simplemente, era

que recogiera su conmoción y cabalgara con prudencia en el

caballo de la redacción.

Cotidianidad, qué palabra tan repetida últi-

mamente.

Qué se puede hacer, los espacios recorridos pi-

den -cada vez más- ser retratados.

Tropezar con personajes, ideas, objetos y con-

ceptos cada día y dejarlos que mueran en el aire

sin dejarlos plasmados en alguna parte se me

hace egoísta, no con nadie, conmigo mismo, habrá algún momento

en el que quiera mirar atrás a mis viejos días y saber cómo era, qué

pasaba, qué me encontraba.

Los buses de una ciudad siempre son espacios narrativos, digan lo

que digan, en ellos se viven y se perciben historias de vida, frag-

mentos de desaires, llamadas a deshoras, intrigas, pesares, sonrisas,

amores y desamores, peleas, reconciliaciones, gritos.

Voy mirando por la ventana, me gusta que la brisa me pegue en la

frente y pensar en el aire, la mente en blanco visualizando los espa-

cios por los que voy pasando.

Un grito de voz ronca me saca de mi ensimismamiento.

- ¡Qué es la vaina, nojoda!!- Grita un jardinero o algo parecido,

desde el andén.

- Eche qué, te vas a poner pesado, era mamando gallo- le responde

su compañero de faena.

Los dos están arreglando el césped, o algo por el estilo, en un par-

queadero cerca de la 93, el agresor le lanza un poco de hierba al

agredido, al que parece no gustarle esta simple broma.

- Te voy a clavar la mano como sigas hecho el huevón- grita ofen-

dido.

- Ñerda, cule pesa, hey. No se te puede es hacer nada- le responde

en tono jocoso su compañero.

Desde el bus sale la frase típica, indispensable.

- El que parte papaya menta mamá.

El bus estalla en risas, la pregunta que me hago es: ¿por qué yo no

me río? ¿es por tanto escuchar esa broma cliché? o ¿es mi mismo

ensimismamiento? o ¿qué carajos es?.

El Urbaplaya sigue su marcha. En la mitad de la cancha de básquet

de la imitación de parque de Villa Santos hay un personaje de esos

difícil de describir: pantaloneta de varios colores, aretes o algo que

se le parece en las orejas, una gorra de campaña política y un balón

imaginario con el que lanza cestas de una cancha a la otra.

No alcanzo a imaginar qué puede haber en esa mente para estar

lanzando balones de aire, balones imaginarios a las 2 de la tarde,

con un sol que quema las neuronas, pero algo me dice que hay más

de un cable zafado, a ése le falto más de un hervor, diría una amiga

mía.

Me bajo del bus, voy a entrar a la universidad y un tipo con traje y

corbata, totalmente fuera de lugar en el canicular sol de la tarde cu-

rrambera, habla por su celular.

- Sólo te voy a agradecer una cosa, a esa vieja hay que pegarle un

buen susto para que sea seria y se organice. Nada del otro mundo

pero tiene que saber quién es el que manda.

La frase fuera de contexto me da mucho para pensar, miro al tipo

de reojo y sigo caminando.

Definitivamente, lo dicho, el habito no hace al monje.

Cotidianidad

Por Alejandro Ángel

Alberto Salcedo en el intersemestral

Alberto Salcedo Ramos, a quien la crítica reconoce actualmente

como el mejor cronista de Colombia, estará en la Universidad

del Norte durante el período intersemestral, por invitación del

Centro de Educación Continuada y el Departamento de Comu-

nicación Social. Colaborador permanente de las revistas SOHO,

Malpesantente y Gato Pardo, Salcedo dictará un taller sobre Pe-

riodismo creativo, del 12 al 17 de julio próximos. Para entonces

habrá publicado en Soho, precisamente, el esperado perfil del

cantautor Diomedes Díaz en el que trabajó durante dos años.

Salcedo es, según Juan Gossaín “el aliento que revivió la cróni-

ca en Colombia, cuando todos pensábamos que había muerto”.

Mayores informes: Centro de Educación Continuada (primer pi-

so del edificio de postgrados), teléfono 3509351 o correo

[email protected].

El Rincón del Programa

OFERTA CURSOS

INTERSEMESTRALES

Comunicación Corporativa

Filosofía y Comunicación

Medios Masivos y Conflicto

Seminario Comunicación Organizacio-nal

CURSOS ESPECIALES CON PROFESORES

INVITADOS

Relaciones Públicas: teorías, conceptos y

relacionamientos

María Aparecida Ferrari. Ph.D. en

Ciencias de la Comunicación,. Coor-

dinadora de la carrera de Relaciones

Públicas y Periodismo de la Universi-

dad Metodista de São Paulo

Periodismo Internacional

Miguel Ángel Bastenier. Licenciado en

Historia y Derecho de la Universidad

de Barcelona y en Lengua y Literatura

inglesa de la Universidad de Cambridge.

Articulista y Columnista del Diario El

País.

Periodismo Deportivo y Sociedad moderna

Darío Cuesta Cristóbal. Periodista, Uni-

versidad Gabriela Mistral. Director

Escuela de Periodismo y de Comunica-

ción Audiovisual, Instituto Profesional

Santo Tomás, Santiago de Chile.

Periodismo Creativo – Crónica

Alberto Salcedo Ramos. Cronista co-

lombiano, considerado uno de los mejo-

res periodistas narrativos latinoamerica-

nos.

¿Barranquilla, Una Ciudad Posible?

Libardo Barros

Hoy día se debe matizar aquella antigua historia en la que se afirma

que Barranquilla fue “fundada” por unos galaperos que trajeron a pas-

tar sus ganados a un lugar llamado “Barrancas de San Nicolás”. La in-

vestigación antropológica e histórica ha develado entre otras cosas que

aquel relato está más cercano a una leyenda que puede tomarse como

un referente (oral o literario), pero no como una verdad incontroverti-

ble.

Desde una perspectiva histórico crítica podemos afirmar entonces que

Barranquilla no fue fundada, sino poblada por trashumantes de variadas procedencias: in-

dios, negros, criollos y mestizos de diversas raleas. Esto facilitó una mentalidad cosmopo-

lita en el nativo. Luego, a mediados del siglo pasado (1870 a 1920) la ciudad logró un au-

ge importante en lo social, cultural y económico. Pero cincuenta años después notamos

que los habitantes de entonces no previeron el crecimiento y los cambios que se suscitar-

ían, por todo lo expuesto y por la posición estratégica de la ciudad.

Barranquilla ya no es una ciudad registrable a simple vista donde casi todos se conocen.

Aunque se ha ganado el prestigioso título de ciudad-región, se ha quedado corta en lo que

a políticas sociales, culturales y urbanísticas se refiere (el sentido que tiene el barranquille-

ro de lo público es lamentable). Hace falta construir convivencia ciudadana de calidad y

aquello de lo que hoy se conoce como sociedad civil organizada. De lo que es o puede ser

la ciudad en un mundo globalizado, no sabemos más que lo que produce el mercado y los

medios de comunicación masiva. No hay todavía una interacción tangible entre estado y

ciudadanos. Además, existe una prensa complaciente (acrítica) y partidista; que atiende

más a los deseos de sus pautantes que al bien público.

En lo que se traduce en un proyecto de ciudad coherente, es mucho lo que nos queda por

pensar y resolver. Son demasiadas las preguntas que nos asisten sobre este hecho; relacio-

nadas con lo que la ciudad espera y necesita a corto plazo. Estamos llamados a darle un

carácter más humano, interactivo y sistemático a la administración pública. Para tener una

ciudad menos caprichosa y autoritaria; pero más habitable y más culta. En la que todos nos

convenzamos y tengamos la certeza que: Si nuestros vecinos viven mal, todos corremos

peligro.

Page 2: El Mural NO 4

La camisa recién comprada se le manchó de

salsa de ciruelas, pero no le importó. En su ro-

pero aún colgaba media docena de ellas sin

usar. Ahora su único interés era aliviarse de

una indigestión hecha con rodajas de carne,

arroz con coco y puré de papa cocida.

Del apartamento vecino se filtraba una música

alegre, risas y un olor a salchicha frita. Eso lo

sumió en una intranquilidad exasperante y para

soportarla se sirvió una copa de vino tinto, de

su cava personal. Desató los cordones de sus zapatos brillantes, adquiri-

dos en un almacén exclusivo, se aflojó el reloj y colocó su anillo de oro

en la mesa de noche.

Quería descansar con placidez en su colchón espumado y liberar su barri-

ga de la presión del pantalón de lino. Soltó la hebilla de su correa, se

quitó las medias y masajeó los dedos de los pies. Al poco rato comenzó a

estornudar por culpa del pestilente aceite quemado, que se colaba por una

ventana que olvidó cerrar.

Cuando volvió a expeler sus secreciones nasales por cuarta vez miró

hacia allí con odio… Quiso arrojarles la botella o disparar unos tiros al

aire para amedrentarlos, pero reprimió esa idea irracional. En vez de eso

centró su atención en las luces de colores que alumbraban el árbol de pi-

no artificial que mandó instalar en la sala. El elemento decorativo era

parte de una costumbre extranjera, que no comprendía muy bien, pero le

agradaban sus hojas verdes, salpicadas de nieve química y las bolas de

vidrio que colgaban de sus puntas…

El rafagazo del pasado parecía tan real que creyó sentir la vitalidad de los

38 años de ese recuerdo lejano, animando su cuerpo otra vez. Sin embar-

go, cuando los minutos pasaron se resignó a que su desgracia aún seguía

allí, tal como la había dejado. Quiso confirmarlo palpando con su lengua

en el sitio donde debían hallarse sus dientes y al tropezarse con las encías

vacías tuvo la certeza definitiva que ya no era el de antes.

Sus ojos no poseían la agudeza del pasado, el pantalón no le combinaba

con las medias, su camisa era barata y desteñida. Además, el cuero de sus

zapatos había perdido el lustre de otras épocas, ya no existían sus joyas ni

sus propiedades y el hambre lo acosaba puntual como un prestamista dis-

ciplinado.

Observó con detenimiento sus manos arrugadas, bañadas de lunares cafés

y las frotó con fuerza, aunque sabía que eso no le regresaría su lozanía.

Después de una hora de permanecer allí pensó abandonar su lugar en la

fila. Lo que más deseaba, en esos momentos, era salir corriendo, pero su

terquedad fue más fuerte y lo detuvo. Estaba integrado a una hilera larga

de hombres sudorosos, mal vestidos y con rostros de cartón, quienes ya

completaban 4 horas y 26 minutos uno detrás del otro. Ninguno se iría

hasta que les dieran lo que tanto anhelaban: un empleo.

De repente, percibió el tibio aroma del pan fresco, que provenía de una

panadería cercana y sus ácidos digestivos saltaron en su estómago como

niños hiperactivos. No tenía dinero y llevaba dos días sin comer, así que

cuando llegó su turno, su moral estaba deshecha y la espera, en vez de

ablandarlo, lo enfureció.

La recepcionista, de 22 años de edad, era briosa como la nieta que lo

abandonó para irse a vivir con su novio, pero no tan delgada. Tampoco

era dueña de unos labios sensuales ni de unos ojos grandes y expresivos.

Su cabello pintado con un tinte postizo, unos senos de silicona y su piel

trigueña eran su mayor atractivo.

Esperaba ser tratado con amabilidad, pero ella sólo le mostró su rostro

más duro y una displicencia exagerada. Eso aumentó el nivel de su ira.

La vio taparse la nariz con un pañuelo, para no aspirar su aliento y fue

cuando recordó que hacía tres días no se lavaba la boca. No se sintió cul-

pable, sino humillado, sacó los dedos crispados de sus bolsillos y es-

cuchó con claridad el despiadado tono de voz, que comparó con la esto-

cada final en una corrida de toros torturante y salvaje:

-El trabajo disponible no es adecuado para su edad…Y ¿Qué le pasó en

los dientes?, la verdad es que se ve horrible, peor aún ¡Espantoso!

La paciencia del viejo explotó y desató su resentimiento golpeando la

mesa con sus puños, los ojos se le enrojecieron y su tensión arterial se

elevó. Ella lo miró con terror. Después de tanto tiempo de aguardar como

un idiota detrás de esos desconocidos que ni siquiera hablaban, lo único

que aceptaría era la decencia de una oferta laboral, para comer de nuevo

un plato de comida caliente. Ella le destruyó esa ilusión.

La mujer no perdió la calma, en lugar de eso no le quitó la vista e intentó

con sigilo ponerse de pie, pero él sobresaltado por la adrenalina, que

corría por su torrente sanguíneo, pateó la mesa como cuando jugaba

fútbol en su niñez. Vio en ella el horror y la manera cómo controlaba la

situación, su uniforme azul con blanco y los papeles que volaron, junto

con un vaso lleno de agua, que acabó destruido contra el suelo.

Entonces, se le abalanzó e intentó agarrarla con sus manos temblorosas,

resoplándole su halitosis de oso en su nariz respingada y la ofendió con

las palabrotas más gruesas de su archivo mental. Quería desmenuzarla

como si fuera de arena, arrancarle su maldita insensibilidad para que

jamás dañara a otros y hundirle los nudillos en su asquerosa incompren-

sión.

Sin embargo, un garrotazo certero, en la cabeza, lo derribó y lo obligó a

rendirse ante el poder aplastante de sus adversarios enceguecidos. Ahora

era ella, quien lo pisaba como si fuera una cucaracha con sus tacones al-

tos, mientras el guardia de seguridad dejaba a un lado la porra para ases-

tarle una serie de patadas en las costillas.

A pesar de su llanto, los puntapiés eran cada vez decididos y cargados de

una juventud que arremetía una y otra vez contra su humanidad desgasta-

da, mientras él jadeaba con su aliento podrido revuelto con dolor y lágri-

mas. Esta vez no fue capaz de articular ninguna palabra indecente.

-¡Para la gente como usted nunca habrá una oportunidad!, le gritó la re-

cepcionista bajo la mirada de aquellos seres anónimos, quienes no inter-

vinieron a favor del anciano. En el fondo esperaban a que el incidente pa-

sara rápido, para obtener el trabajo temporal que vinieron a buscar y

mientras tanto se divertían observando al guardia, armado con un revól-

ver y sacando a empujones al abuelo sublevado. Él se perdió en la distan-

cia sin decir nada, arrastrándose como una morsa demacrada y sin colmi-

llos, sobre el concreto gélido de la ciudad.

Gente como usted

Por Isaías Molina

¡Josep Guardiola! Un estilo de vida!

Por Andrés Jaramillo

Desde niño siempre he sido un gran

seguidor del futbol mundial, más no

un fanático. Siempre me ha interesa-

do en saber cómo le va al equipo de

mi ciudad (Atlético Junior) y al FC

Barcelona. Pero me confieso un au-

tentico fanático del segundo. Quizás

porque me brinda más alegrías qué el

primero. Y es que este sentimiento no

es que haya nacido de la nada. Re-

cientemente salió de lo más profundo

de mi corazón, y sé quien fue la per-

sona que logró brotarlo por mis poros.

Esa persona se llama Josep Guardiola. Aunque prefiero decirle:

“Pep”. Su modelo de pensamiento y convicciones futbolísticas

han dejado un rastro lleno de cicatrices por todos mis pensa-

mientos y gustos. Mi madre siempre dice: “las cicatrices duran

para toda la vida” y sí que duran. Desde que Pep llegó al ban-

quillo del primer equipo, nunca pensé tan inigualable éxito. “Si

no fuera por Messi, estaría todavía dirigiendo la B” si claro, to-

dos los que conocemos o analizamos a Pep, sabemos que él

nunca se acreditaría con todos los éxitos. Siempre humildemen-

te prefiere rendirles homenaje a sus pupilos por todo lo que ga-

naron. Pero aun así sabemos que siempre hay una cabeza líder,

quien lidia y ordena a su ejército, y simplemente es él (como en

aquella película del gladiador o 300 espartanos. Dos muy bue-

nos filmes que reflejan la autoridad y compromiso que estos

líderes expresan a sus soldados mientras caminan hacia la victo-

ria) Por eso todos mis aplausos y dedicatoria en este artículo son

i n s p i r a d o s e n e s t e l í d e r .

Este joven entrenador ha marcado tanto en mi vida por su forma

de pensar, qué estoy seguro qué he aprendido infinidades de co-

sas para tomarlas y adaptarlas a mi nuevo estilo de vida. Sus

grandes palabras que lo definen: “persistiré e intentaré” reflejan

a ese gran luchador que seguro derramará hasta la última gota

de sangre mientras sobrevive o muere en la batalla. Batalla que

me ha enseñado a saber cómo lucharla. He aprendido que tanto

en el futbol como en la vida, tenemos que persistir e intentarlo

todas las veces que sean necesarias para lograr todo lo que nos

proponemos. Y es que mientras existen muchas maneras de en-

tender las palabras logrando una mentalidad fuerte contra las ad-

versidades, preferí escuchar las de Pep. Suena más interesante

comprenderme desde otra perspectiva (siempre saliéndome por

la tangente, he buscado los métodos más paradójicos e inocente-

mente extraños para identificarme) pues se pueden entender mu-

chas cosas de nuestra vida diaria mientras una persona enseña a

sus jugadores a cómo manejar una pelota de futbol al 100%.

“Todos los estilos son buenos. Intentare convencer de lo que

siento. Sin ello, no puedo ganar.” Es más sencillo de lo que pa-

rece. Mientras Pep expresaba de cómo transmitiría ese estilo

propio a sus jugadores. Yo analizaba cada una de sus palabras y

lograba una analogía fascinante para mi vida. Caminaba y deta-

llaba a cada una de las personas de mi alrededor. Y veía en ellas

un estilo propio pero muy diferente al mío. Por ejemplo: “El

profesor que dicta su clase, siempre intenta convencer a sus

alumnos de que lo qué está enseñando les servirá para su vida.

Eso sí, estampa su propio estilo al momento de enseñar.” Por

eso existen profesores extraordinarios, excepcionales en todo el

sentido de la palabra. Pues sus estilos son tan propios que con-

vence hasta al más inquieto.

Y es que todos los estilos son buenos, unos dan más resultados

que otros. Pero nunca garantiza el éxito. Esto es así en el futbol,

son más las probabilidades de perder qué ganar, como también

en la vida. Las oportunidades de triunfar en el trabajo; en el

amor; en el mundo entero, Son escasas. Tenemos que saber mol-

dearlas, aprovecharlas y ajustarlas a nuestro propio estilo de vi-

da para que seamos completamente felices. Y es que de eso se

trata todo esto, ser feliz en lo que más nos gusta hacer aunque

nos quedemos calvos como Pep. Pero estoy seguro que tanto él,

como, así como también muchas otras personas en el mundo, se

gozan su trabajo reflejando su propio estilo de vida, estilo de vi-

da que sin querer él me enseñó…

Manifiesto

Por: Daniel Aguilar.

A propósito del período

electoral, muchos temas

salen a la luz pública. Al-

gunos importantes, otros

no, pero que logran una

buena exposición, debido

a que favorecen o cubren

los intereses de unos y

otros dentro de la contien-

da. La cantidad de estupi-

deces que se han llegado a

decir en contra y a favor de los candidatos ha sido

tal, que carece de todo sentido y demuestra, de triste

manera, lo ramplona que es la política en nuestro

país. Sin embargo, el historial de ciertos miembros

de la vida política del país, quienes ahora se perfilan

como posibles miembros del futuro gobierno, me

lleva a retomar un pensamiento que me viene dando

vueltas en la cabeza, desde que comenzaran las libe-

raciones de secuestrados y, con ellas, los reclamos y

en un momento dado, denuncias en contra de Piedad

Córdoba, con cargos de traición a la patria.

¿No es traidor de la patria quien patrocina grupos al

margen de la ley, forzando a otros compatriotas, tan

colombianos como ellos, a irse de sus terrenos, a fin

de incrementar sus propiedades? ¿No traiciona a la

patria el miembro de las fuerzas armadas que asesi-

na al civil a quien, se supone, debe proteger? ¿No

traiciona a la patria quien desde su cargo poderoso

permite la violación de derechos humanos en el

país? ¿No traiciona a la patria el Juez que libera al

criminal que tanto daño le hace a nuestra sociedad?

¿No es un traidor de la patria quien asigna tierras in-

cautadas a grupos al margen de la ley, no a los cam-

pesinos que las poseían anteriormente, sino a grupos

de explotación industrial de aceite de palma? ¿No

traiciona a la patria el abogado que representa a la

firma privada que sale victoriosa de un contrato que

no le cumplió al estado? ¿No es acaso, un traidor de

la patria el político que utiliza absurdas cantidades

de dinero para promover su imagen, mientras cien-

tos de niños de nuestro país padecen de hambre y

mueren bajo precarias condiciones de vida?

Si vamos a hablar de traición a la patria hagámoslo

bien. Abiertamente y sin tapujos. Independiente-

mente de orientaciones de tipo partidista, o de color

político, es necesario denunciar al mayor y más cos-

toso flagelo que ha vivió este país: la corrupción,

que se enquistó en todas las instancias del poder y

succionó, desde los pedestales en que se encuentra,

toda la riqueza nacional. La misma corrupción que

todos los gobiernos han prometido acabar de modo

tajante, pero que en plena contienda electoral vuelve

y surge en apoyo de aquellos que prometen acabarla.

Por todo lo anterior, propongo lo siguiente. Que se

abran procesos por cargos de traición a la patria en

contra de:

1. Aquellos que asaltan el erario público.

2. Funcionarios que reciben o recibieron preben-

das de criminales comprobados y condenados, a fin

de favorecerlos en sus procesos judiciales.

3. Los corruptos que impiden el desarrollo regio-

nal, robándose el dinero de las regalías.

4. Que los delitos de desaparición forzosa, la tor-

tura y el exterminio masivo y/o selectivo sean consi-

derados, en Colombia, actos tan criminales como el

secuestro.

5. Militares y policías a quienes se les encuentre

culpables por delitos en contra de los derechos

humanos.

Soy consciente de que es tan sólo una idea loca, des-

cabellada y, dada las condiciones del país, hasta pe-

ligrosa. Pero ¿qué más da?

Si tiene algún aporte a esta lista de crímenes que

debieran ser considerados traición a la patria,

por favor, anótelos abajo o envíelos a nuestro co-

rreo.

El Mural Ese día (Nov 6 de 1985) no censuramos

a ningún medio...sólo promovimos que

se autocensuraran ellos mismos.

Noemí Sanín

Breve encuentro con la Seguridad Democrática Por Eder J. Jiménez

Intentaba leer un libro pero la vibración no me lo permitía. El frío dentro

de aquel rectángulo con ventanas y ruedas era suficiente como para mante-

ner refrescante la gaseosa que había comprado hace una hora y media en la

terminal de Cartagena. Los pilotos de la nave interdepartamental deciden

apagar las luces del interior del vehículo y poner una película argentina…

ahora sí, leer era imposible, y además tocaba ver el cine de los que se cre-

en europeos.

A una velocidad lenta y desesperante, el bus viajaba hacia mi ciudad natal,

Barranquilla. Había hecho el mismo viaje ese mismo día, para encontrarme

con una gran amiga, pero en la mañana. Ahora de noche, ni para ver el mis-

mo paisaje aburrido de siempre a través de la ventana. Dos horas y medias

de viaje en la mañana, un día agitado y otras dos horas y media de viaje en

la noche… o por lo menos ese era el plan, pero la llamada Seguridad De-

mocrática le dio un punto de giro obligatorio a la historia.

El bus se detiene lentamente, todos abordo se extrañan pues el viaje era ex-

preso. El asistente del conductor entra a la cabina de pasajeros y detiene la

película que más de una vez me hizo pensar en bajarme en cualquier lugar

de la carretera y caminar hasta Barranquilla. Unas luces parpadeantes, rojas

y azules, entran por el parabrisas invadiendo la oscuridad de la cabina, ilu-

minando los rostros de aquellos que se asomaban para averiguar qué estaba

pasando afuera.

Una figura eclipsa las luces al entrar al único lugar que hasta el momento

parecía seguro y prende una linterna que golpea las pupilas de todos los pa-

sajeros. “Buenas noches damas y caballeros —dice el hombre que además

portaba una cámara en su otra mano— somos la Policía Nacional de Co-

lombia. Este es un control de seguridad y vamos a grabar sus rostros”,

agregó apuntado su lente y la intensa luz blanca al primer pasajero de la fila

derecha.

Con expresiones en su cara, como las de alguien que intenta leer la mente y

un tono de voz nada amigable, el agente le pide a cada uno de los viajeros

que mire a la cámara, diga su nombre y muestre su identificación. A mitad

del pasillo, se encuentra con dos jóvenes que viajan juntos, uno de ellos lle-

va un pasamontañas sobre su cabeza y el otro viste un buso con capucha ne-

gro.

El agente le ordena al primer muchacho quitarse el pasamontañas. Acto se-

guido, con su linterna -como si se tratase de un descubrimiento rupestre de-

ntro de una cueva tecnológica y con ruedas- el oficial revela una serie de

figuras dibujadas por algún peluquero hábil de barrio con una cuchilla sobre

la cabeza del chico. Al agente “Holmes” le parece sospechoso y le pregunta

si es un pandillero, el joven responde que no, pero el experto sentido deduc-

tivo del interrogador -que no tiene en cuenta las modas de hoy-, no cree en

la respuesta y manda bajar a los sospechosos para una requisa más intensa.

Más adelante me enteraría que los dos jóvenes son hermanos y viven en un

pueblo del departamento de Bolívar, ambos son delgados y de tez morena.

Después de ver aquella prejuiciosa escena, me doy cuenta que olvidé mi do-

cumento de identidad en casa. A dos puestos de mi turno a la cámara caza

criminales; era hora de inventar una buena historia y llevar a cabo la actua-

ción de mi vida.

—Mire a la cámara señor, diga su nombre y muestre su identificación— me

dice el hombre de uniforme.

—Mi nombre es Eder Jiménez…

—¿Y su identificación? — me pregunta, interrumpiendo mi minuto de fama

judicial.

—Bueno… la verdad es que, justamente ésta tarde, dos hombres me asalta-

ron en el centro de Cartagena. Se llevaron mi dinero y mis documentos…

pero aún tengo el carnet de mi universidad— le respondí sosteniendo el li-

bro que había vuelto a sacar del maletín antes de ser interrogado y, con mi-

rada sufrida a través de las gafas, que me había vuelto a poner para comple-

tar mi personaje: el de un joven periodista y culto, victima de la inseguri-

dad. Todo eso hacía juego con la camisa gris de mangas largas que lucía

además de mi cabello despeinado, que me hacía parecer más a un ratón de

bibliotecas que a un pandillero.

El agente creyó mi historia, pero de igual forma ordenó a todos bajar del

vehículo para una requisa y, fue allí, cuando baje y tomé la fotografía de

ésta historia a escondidas de los oficiales. Luego volvimos a abordar el bus

y continuamos nuestro camino, dejando atrás a los hombres motorizados de

uniforme verde, a las luces parpadeantes azules y rojas y al interrogador

prejuicioso.

Por primera vez, había sentido temor de aquel fantasma llamado “Seguridad

Democrática” que, según nuestro actual presidente (Álvaro Uribe), le ha

traído tanta paz a los colombianos.

Page 3: El Mural NO 4

A nivel mundial la corrupción política es

un flagelo que golpea a todas las sociedades.

Está claro que dentro del marco de la legali-

dad, lo ideal sería la transparencia. Sin em-

bargo, en Colombia parece que es imposible

vivir jornadas electorales libres de corrup-

tos, muestra de esto fueron los pasados co-

micios en cuales se elegían a nuestros con-

gresistas, nada más y nada menos estaba en

juego la elección de los encargados de guiar

por buen camino el futuro del país.

Cada contienda electoral colombiana siempre termina disfrazada con

el traje de la corrupción. La compra de votos, es quizá el punto más

negro, en las pasadas elecciones parlamentarias esto se vivió desca-

radamente, muchos de los congresistas electos el pasado 14 de Mar-

zo, se vieron salpicados en hechos de compra y venta de votos. La

idea era mantener o alcanzar una curul a como diera lugar. Nada raro

que sea así, ya que es un sueldo envidiable el que tienen los congre-

sistas, que parece que en las universidades y casas donde recibieron

sus enseñanzas aprendiendo a ser „picaros‟, y en realidad no es mu-

cho lo que hacen por el bien del país, son pocos los que realizan co-

mo deben su labor.

Sin embargo, la duda que surge cada vez que se aproximan unas

elecciones, es por qué las personas venden su voto, será por falta de

educación, la falta de bases políticas fuertes, o por lo contrario la

gente se aburrió de escuchar siempre el mismo discurso y le da igual

saber quiénes son sus líderes, y lo único que le interesa es conseguir

algunos cuantos pesos que de verdad lo puedan ayudar y ser más úti-

les en su vida.

Otro acto de corrupción que aparece en medio de las contiendas elec-

torales, es la poca transparencia en la financiación de campañas

políticas, este factor que los empresarios perciben como problemas

graves de corrupción, debido a que las grandes empresas o personas

que apoyan ciertas campañas, lo hacen para recibir favores a futuros,

es decir apoyan y respaldan cierta campaña, con el fin único de ma-

nejar la política a su antojo, es decir en Colombia las cosas se ganan

con plata, todo aquel que tenga el poder, o más bien el factor dinero

seguramente tendrá apoyo de alguna parte del gobierno.

Pero tratando de aterrizar un poco más cerca c el tema, podemos si-

tuarnos en Soledad, que según el propio gobierno es uno de los mu-

nicipios más corruptos de todo el país, y seguramente así es, los so-

ledeños a diario ven como su pueblo se desbarata a pedazos, de los

últimos alcaldes pocos han podido terminar su mandato, al verse su-

mergidos en varios problemas de corrupción. Y como para no ser aje-

nos a uno traducción corrupta de muchos años, para las pasadas pri-

mera y cercana segunda vuelta de las elecciones presidenciales, se

presentaron, se presentan y se presentaran la compra de votos.

Según Máximo Noriega líder de la campaña del candidato Gustavo

Petro, en Soledad estuvieron comprando los votos para los comicios

del 30 de mayo, por la mínima suma de 30 mil pesos, claro está que

si el candidato superaba la primera vuelta, recibirán más plata por

un nuevo voto. El líder del Polo Democrático, no dio nombres pero

quiso poner alerta a todas las autoridades electorales, para evitar lo

sucedido en las pasadas elecciones parlamentarias.

Quizá nuevamente aparecerá la compra y venta de votos, no es des-

cabellado pensarlo, ya que para muchas personas recibir cualquier

peso es una ayuda extra muy importante, además tienen marcado en

su mente que todos los políticos son iguales, y que pase lo que pase

nada nuevo pasará y seguiremos viendo como se repite la historia.

Sin embargo ojalá que en esta segunda vuelta de elecciones presiden-

ciales que se aproximan, prevalezca la transparencia sobre la corrup-

ción, y que la gente vaya a las urnas segura y convencida de que su

opción es la mejor, que luego de haber escuchado todas las propues-

tas han decidido votar por la iniciativa que llevará al país por buen

camino. Si se logrará esto, seguramente en estos futuros comicios

podremos decir que ganó la democracia, sí es que aún existe en este

país de corrupción.

La Corrupción Electoral Colombiana

Por: Leonid Pinzón

El Mural

Historia de un titulo anunciado

Por Giovanni Echeverry

Esta historia comenzó el 14 de diciembre

de 2009, justo un día después de terminar

la copa mustang II, cuando Diego Edison

Umaña aterrizo en el Ernesto cortissoz de

la arenosa. Las primeras palabras del técni-

co vallecaucano fueron “quiero ser cam-

peón y vengo para eso”, palabras que que-

darían en el aire tras una nueva decepción

del plantel, quedando eliminado de la copa

libertadores a manos del Racing club de

Montevideo en el mes de febrero.

Pero el futbol da revancha y eso era precisamente lo que querían

todos los junioristas, quienes no aguantaban una caída más. La an-

tigua copa mustang se convertiría ahora en la liga postobon y Uma-

ña conformaría un sólido equipo que ya su base traía varios torneos

en línea.

La liga comenzaría para los tiburones en el estadio Hernán Ramírez

Villegas de Pereira con un empate a dos goles, resultado que era

positivo mirando el pasado de visitante del onceno barranquillero,

luego, una semana después se verían las caras en Barranquilla con

la equidad, al cual vencieron fácilmente dos goles contra cero, el

equipo tomaba buena cara y comenzaba a ser protagonista del tor-

neo desde muy temprano, después vendrían una seguidilla de bue-

nos partidos: 2-2 con Tolima en Ibagué, victoria 2-0 vs millonarios,

derrota 1-0 en el Atanasio contra nacional, contundente victoria 3-0

en el metropolitano al Cali, la primera victoria de visitante ante el

colero Quindío por 2-1 y un empate a un gol contra el DIM en Me-

dellín.

A esta altura del semestre, la liga en la fecha ocho se encontraba

animada por el líder invicto Real Cartagena, seguido de Medellín,

junior y Tolima.

Llegaría la anhelada fecha de clásicos en donde junior recibiría en

casa al superlíder y vecino Real Cartagena, con un estadio colmado

por mas de 30 mil almas, el junior volvería a decepcionar a su hin-

chada cayendo por goleada tres goles a cero, muchos hinchas se re-

tirarían del Roberto Meléndez por varias jornadas.

Con la sangre en el ojo por esta derrota el siguiente rival fue el

Cúcuta, quien pago los platos rotos perdiendo 2-0 en Barranquilla

ante un majestuoso estadio con pocos espectadores, posteriormente

junior caería una vez mas por fuera de su cancha ante el once cal-

das que últimamente amarga a los tiburones con mucha frecuencia,

pero Umaña, Giovanni, Bacca y el resto del plantel pondrían pare a

esta situación, en los siguientes cinco partidos junior sacaría 3 vic-

torias y dos empates que lo dejaban al borde de la clasificación,

siempre y cuando consiguiera 4 de 6 puntos restantes.

La cita ahora seria en el Jaime Morón León en donde el Cartagena

que venia de capa caída recibía a junior, luego de un partido violen-

to y polémico, el arquero Didier Muñoz en los últimos segundos

del partido, como es costumbre en el, cometería una terrible falta

en el área que dio paso a una pena máxima y la victoria agónica del

Real sobre los rojiblancos. A la espera de otros resultados junior re-

cibía en la ultima fecha del torneo regular al eliminado envigado,

partido que comenzaría con la temprana expulsión de Didier Mu-

ñoz, lo cual hizo sufrir a los pocos asistentes que allí se encontra-

ban, finalmente junior daría vuelta a la situación negativa y se

pondría ganador dos goles contra cero, tras una maravillosa actua-

ción del cancerbero Carlos Rodríguez.

Los resultados esperados se dieron y junior logro la agónica clasifi-

cación a las semifinales en donde enfrentaría al deportivo indepen-

diente Medellín, primero, en Barranquilla y luego en la capital de

la montaña, el público volvió a creer y se acerco a las tribunas.

En dos interesantes partidos venciendo 3-1 en casa y perdiendo 0-1

de visita, el junior logro su paso a la final del futbol profesional co-

lombiano de la mano del peto Rodríguez, aquel que en principio

era el tercer arquero del plantel.

La equidad seguros fue el otro finalista, quien el 26 de mayo reci-

bió y derrotó al junior en el Nemesio Camacho “el Campin” de la

capital de la republica 1-0, tras ocho días teñidos de política debido

a la elecciones presidenciales, el junior recibiría a los capitalinos en

su fortín, el estadio metropolitano Roberto Meléndez totalmente

colmado por 65.000 hinchas, una pantalla nueva y una lechuza de

la suerte; cuando corría el minuto 85 de juego el partido se encon-

traba 2-1 a favor del local, lo que llevaría a definir el titulo desde

los once pasos, pero la historia no terminaría aun, un rebote que pe-

go en Carlos Bacca y dejo descolocado al arquero Nelson Ramos,

le daría el triunfo, el trofeo de goleador a bacca y la sexta estrella al

conjunto de la costa, lo que desato la algarabía en las tribunas y en

una sola voz se escuchaba el coro, CAMPEÓN, JUNIOR CAM-

PEÓN…

Abrazo de gol

Sentado en su cubículo y mientras

termina su última crónica sobre el le-

gendario boxeador, colombiano Anto-

nio Cervantes ,” KID PAMBELÉ “ ,

es ahí cuando comienzo a lanzarle ,

mis inquietudes a este gran cronista

deportivo llamado Estewil Quezada

Fernández Por qué dicen que usted le

teme a la muerte, si le gusta tanto el

boxeo siendo un deporte tan rudo y donde tantas veces se llega a la

muerte .-a lo que este hombre que parece más un emigrante chino

responde ,como tratando de esquivar este fuerte golpe. Yo no le te-

mo a la muerte, incluso cuando comencé a trabajar, lo hacía enfren-

te del cementerio, lo que no me gusta es ver sufrir a las personas

frente a sus muertos.- Me contengo de lanzar otro golpe , a mi con-

trincante ,mientras este contesta el teléfono que repica insistente-

mente, momento en el cuál , aprovecho para observar a su alrede-

dor y veo un gran desorden , cuando este cuelga el auricular , le

pregunto volviendo , al infighting , por que este gran desorden , el

deja esbozar una sonrisa en su rostro y contesta “es que estamos

haciendo limpieza, yo no soy desordenado” , yo vuelvo al ataque :

y pregunto si usted volviera a nacer fuera periodista de nuevo , a lo

que el sintiendo un fuerte golpe bajo responde pues claro querido

amigo para eso fue a lo que vinimos a este mundo. Entra el árbitro

al teléfono y otra vez con sus insistente repicar nos sepa-

ra ,momento en el cuál, le pregunto a uno de sus compañeros de la-

bores, de apellido capella, que tal es este personaje como compa-

ñero y persona, y este me responde con una fuerte voz, de locutor

de radio, “el hombre es un buen compañero, 1A, y como periodista

es todavía mucho mejor”, cuando Quezada deja el teléfono a un la-

do, lanzo un gancho de derecha, a mi fuerte contrincante: a usted le

gusta tomar del pelo a sus compañeros, el acomodándose en la si-

lla, y de paso su camisa, me dice que horror, quien te informo eso,

me imagino que fue Capella, o Franco, eso es falso, yo soy un tipo

muy serio y soltó una fuerte carcajada que hizo que todos sus

compañeros voltearan para ver que sucedía. Esta vez el clava su

cabeza en la pantalla del computador y me dice espera un momento

y a la vez también abre una gaveta de metal la cuál golpea mi rodi-

lla y él sin mirar me dice perdón. Al cavo de unos segundos volve-

mos al intercambio de golpes y yo le lanzo un golpe a su rostro

preguntándole cosas de tipo personal, la primera que se me vino a

la cabeza fue preguntarle por su familia, en específico, como hace

usted para pasar un fin de semana con su hijo y el muy claramente

contesta “pues cuando estaba pequeño yo me lo llevaba para el es-

tadio los domingos y pasaba con el todo el día pero como ya cre-

ció ya no me acompaña”. Sin darle descanso lanzo otro golpe más:

¿Por qué su hijo ya no va a el estadio? por que el no vive acá, vi-

ve en Bogotá y es así cuando la campana me indica que ha acaba-

do el primer asalto de esta dura pelea. El día domingo comenzó el

segundo asalto de este combate periodístico, mientras espero en la

puerta del Periódico El Tiempo, al personaje en cuestión, recuerdo

algo que me dijo Javier Franco sobre Estewil “Estewil es muy

buen compañero, siempre se preocupa por nuestro bienestar por

que estemos integrados, por eso es el presidente de nuestra Coope-

rativa”. Cuando en mi reloj marcaba la una menos cuarto de la tar-

de, apareció de nuevo este singular personaje, que me saludó muy

amablemente y proseguimos con este combate de preguntas y res-

puestas. Mi primer golpe esta vez fue directo a su corazón: le pre-

gunté por qué le gustaba ayudar a los demás y este, como de cos-

tumbre, sacando algo de su gaveta de metal me respondió “pues

eso va en uno, pues antes de ser presidente de la cooperativa y no

tener ningún cargo en el periódico yo ya hacía las cosas”, y sin dar-

me tiempo a golpear de nuevo con mis preguntas, Estewil reposta y

dice "acerca de eso tengo una anécdota, se iba a organizar una fies-

ta y yo conseguí hasta el ron fiao, y la fiesta se hizo”, otra vez el

repicar de ese pequeño aparato llamado teléfono detiene el comba-

te y me doy cuenta que lo que se rumora de él, que es tomador de

pelo, es totalmente cierto, pues a la persona que está al otro lado de

la línea le dice que si, que ahí esta Mema y dice espera un momen-

to y comienza a llamar a otro compañero al cual él llama “Mema,

Mema…”.Pasándole el teléfono a ese compañero me dice

“prosigamos” y sigue esta lucha, es en este momento donde vuelvo

a golpear el sentir periodístico de Estewil, y le pregunto quién fue

su maestro en su iniciación en el periodismo, y el recibe aquel gol-

pe y responde muy alegre “mi maestro fue el gran Fabio Poveda

Márquez”, agacha la cabeza “el no solo fue mi maestro sino mi

amigo” y con un dejo de tristeza en la voz me comenta que él estu-

vo con Poveda en los últimos instantes de su vida, y que fueron

compañeros de viajes cuando salían a cubrir un evento boxísti-

co. Dejo que mi contrincante tome aire nuevamente y contraataco

con otro golpe directo a los sentimientos, y me deja ver la parte

humana de este ilustre personaje, cuando le pregunto, “¿qué sigue

en su carrera profesional?” y el me dice “escribir crónicas” pero yo

muy hábilmente contraataco nuevamente “¿pero, de qué tipo?”, y

el responde “de tipo humana porque aunque usted no lo crea, esa

son las que me gustan a mi”. Estewil mira el reloj y yo aprovecho

para lanzar los dos últimos golpe en este combate, y pregunto

“¿usted por qué ayuda tanto, usted que piensa de los demás cole-

gas?” y el muy hábilmente se defiende y esquiva el golpe respon-

diendo “prefiero no hablar por qué yo no hablo mal de mis cole-

gas”. Y para darle el golpe de nocaut, le pregunto sobre un apodo

que le tienen sus compañeros: paciencia, así me aseguró su com-

pañero Javier Franco a lo que Quezada respondió con un breve

“uhum” y su palabra favorita “que horror”. Con lo cual damos por

finalizado esta lucha, que nos muestra que a pesar de ser un hom-

bre reconocido por su labor en el periodismo también es una perso-

na que se preocupa mucho por sus semejantes.

ESTEWIL QUEZADA: LA BIBLIA DEL BOXEO

Por : Oscar Tobón

Photo-Shop

líquido

P S 120º de Felicidad

libre de culpas Cosecha de 2010

Más de 25 años haciendo el bien, sin mirar a quién...

Nota: Idea original de Gabriel Guillén, profesor del programa de Diseño Gráfico, Universidad del Norte.

Si estas vacaciones lo aburren más que a un

pescado en un tetero, le tenemos la solución...

Consulte las ediciones anteriores en nuestra

página:

http://issuu.com/el_mural

Mejor aún, mándenos sus textos originales, fo-

tos, comentarios, dedicatorias, declaraciones,

etc., al correo:

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Sea parte de este proyecto…!Todos, absoluta-

mente todos, pueden serlo!!!

“If you´d come today, you would have rea-

ched a whole nation...But Israel in 4 B.C.

had no mass communication”

Judas en Jesus Christ Superstar