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“El marketing étnico es un hecho” En “Etnicidad SA” investigaron cómo ciertas etnias se transforman en corporaciones y pelean en el mercado por sus derechos. Aquí, los sudafricanos Jean y John Comaroff adelantan “Teoría desde el sur”, que explica por qué el 2001 argentino anticipó el crash económico mundial de 2008. POR VIVIAN SCHEINSOHN Al conocerse a fines de julio el asesinato de las turistas francesas en Salta, muchos periodistas argentinos les preguntaron a sus pares extranjeros si ese hecho afectaba la imagen de la Argentina en Francia. Lo curioso es que cuando un hecho de este tipo sucede en otra parte del mundo e involucra a una víctima extranjera, ningún periodista local se pregunta si podría afectar la imagen de su país. ¿Por qué entonces el crimen tiene un valor distinto cuando ocurre aquí? Jean y John Comaroff, un matrimonio de antropólogos sudafricanos, realizaron una serie de trabajos que pueden aportar una respuesta. Invitados recientemente a la Argentina por el IDAES (Universidad Nacional de San Martin) conversaron con Ñ. -¿Cómo definirían la antropología? -John: Tradicionalmente la antropología era el estudio de otras culturas. Pero el campo de la antropología se expandió, convirtiéndola en una disciplina que trata de explicar fenómenos de la vida cotidiana, tomando lo que damos por sabido y sometiéndolo a un extrañamiento. Por ejemplo, al hablar del crimen, los criminólogos estudian estadísticas. Nosotros, en cambio, estudiamos lo que significa para la población. Muchos antropólogos trabajan con otras culturas, pero hay antropólogos que aplican aquello que tenía que ver con el estudio de sociedades tradicionales al estudio de los contextos urbanos contemporáneos. -Jean: La sociología y la antropología nacieron del mismo linaje. Hay aspectos de la sociología que la acercan a la antropología. Ése es el tipo de antropología que hacemos nosotros y que apunta no sólo a buscar significado cultural, sino a ocuparse de estructuras mayores; particularmente, el orden global. -John: La antropología siempre fue esencialmente comparativa. En Buenos Aires escuchamos a la gente decir “esto sólo pasa en la Argentina”. Y luego vamos a Sudáfrica y escuchamos que se dice lo mismo. Cada uno se piensa excepcional y, en realidad, suceden las mismas cosas en ambos 1

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Antropología

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Page 1: El Marketing Étnico Es Un Hecho y Ethnicity, Inc. (2 Art)

“El marketing étnico es un hecho”

En “Etnicidad SA” investigaron cómo ciertas etnias se transforman en corporaciones y pelean en el mercado por sus derechos. Aquí, los sudafricanos Jean y John Comaroff adelantan “Teoría desde el sur”, que explica por qué el 2001 argentino anticipó el crash económico mundial de 2008.

POR VIVIAN SCHEINSOHN

Al conocerse a fines de julio el asesinato de las turistas francesas en Salta, muchos periodistas argentinos les preguntaron a sus pares extranjeros si ese hecho afectaba la imagen de la Argentina en Francia. Lo curioso es que cuando un hecho de este tipo sucede en otra parte del mundo e involucra a una víctima extranjera, ningún periodista local se pregunta si podría afectar la imagen de su país. ¿Por qué entonces el crimen tiene un valor distinto cuando ocurre aquí? Jean y John Comaroff, un matrimonio de antropólogos sudafricanos, realizaron una serie de trabajos que pueden aportar una respuesta. Invitados recientemente a la Argentina por el IDAES (Universidad Nacional de San Martin) conversaron con Ñ.

-¿Cómo definirían la antropología?

-John: Tradicionalmente la antropología era el estudio de otras culturas. Pero el campo de la antropología se expandió, convirtiéndola en una disciplina que trata de explicar fenómenos de la vida cotidiana, tomando lo que damos por sabido y sometiéndolo a un extrañamiento. Por ejemplo, al hablar del crimen, los criminólogos estudian estadísticas. Nosotros, en cambio, estudiamos lo que significa para la población. Muchos antropólogos trabajan con otras culturas, pero hay antropólogos que aplican aquello que tenía que ver con el estudio de sociedades tradicionales al estudio de los contextos urbanos contemporáneos.

-Jean: La sociología y la antropología nacieron del mismo linaje. Hay aspectos de la sociología que la acercan a la antropología. Ése es el tipo de antropología que hacemos nosotros y que apunta no sólo a buscar significado cultural, sino a ocuparse de estructuras mayores; particularmente, el orden global. 

-John: La antropología siempre fue esencialmente comparativa. En Buenos Aires  escuchamos a la gente decir “esto sólo pasa en la Argentina”. Y luego vamos a Sudáfrica y escuchamos que se dice lo mismo. Cada uno se piensa excepcional y, en realidad, suceden las mismas cosas en ambos lugares. Entonces ¿por qué cada uno piensa que es excepcional?¿Qué significa esa excepcionalidad?

-¿Qué fue lo que los llevó a estudiar antropología?

-Jean: Tenemos una historia particular porque crecimos como africanos blancos bajo elapartheid. Nos criamos como si la única cultura o civilización fuera la europea y blanca, aunque en la calle todo era africano. Pero ese mundo, no contaba culturalmente. Y si ibas a la universidad y estudiabas literatura, estudiabas literatura europea. Antropología era la única disciplina que hablaba del mundo donde estábamos y que se centraba en África. Como dijo John, se trataba de una disciplina relativizadora y comparativa, lo cual era bastante radical porque en la universidad era la única disciplina que se planteaba extrañarse de esa realidad. 

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-John: Ante el apartheid, en tanto jóvenes, teníamos que optar entre cerrar los ojos y hacernos cómplices del neocolonialismo, o cuestionarlo profundamente, pero sin tener demasiados puntos de partida. No podíamos leer a Marx ni textos producidos por la izquierda. Todo estaba profundamente constreñido. La antropología, que para la crítica era vista como parte del colonialismo, para nosotros fue una de las pocas formas de escapar de él.  

-¿Entonces su elección tiene que ver con una especie de militancia política?

-Jean: Sí, era tratar de darle sentido al mundo en que vivíamos. Vivías en una casa cuyo frente daba hacia la ciudad europea, pero en el patio de atrás había música, energía, otra vida y ahí era donde entraban los negros. Posiblemente las relaciones afectivas más cercanas, las más emocionales, las tenías con los negros. Es muy interesante  que la mayoría de las mujeres novelistas sudafricanas, como Nadine Gordimer, hablen de esa división entre un escenario y una trastienda. Las mujeres blancas compartían la esfera doméstica con mujeres negras. 

-John: Pero el régimen también había producido antropólogos que justificaban elapartheid. 

-Jean: La gente que nos daba clases era muy conservadora. Monica Wilson, hija de un misionero que creció en una comunidad de lengua africana, a las 8 de la mañana y con 40 grados, nos daba clases con su uniforme de Cambridge. Pero lo que nos enseñaba era subversivo: nos decía que había otra forma de entender la vida. En el terreno de la antropología lo subversivo era el descentramiento, darse cuenta de que la forma en que se organizaba la ciudad era política: nunca pasabas por casas pobres, porque la ruta no iba por ahí. 

-John: Monica Wilson escribió sobre la brujería y terminaba diciendo que para entenderla había que mirar los juicios del maccartismo en los EE.UU. Así, mostraba que la brujería, supuestamente una práctica supersticiosa africana, tenía  la misma lógica que el anticomunismo norteamericano. Entonces una perspectiva africana le arroja una luz  totalmente distinta al capitalismo norteamericano contemporáneo. Estábamos entre 1964 y 1966, un momento de bastante agitación en la universidad, a pocos años de la masacre de Sharpeville y de la prohibición del Congreso Nacional  Africano y el Congreso Panafricanista, en la época del Poqo, brazo armado del Congreso Panafricano. Muchos profesores comenzaron a dejar la universidad. 

-En “Violencia y Ley en las poscolonias…” ustedes proponen algo parecido. Dicen allí que el desorden del Sur está íntimamente relacionado con el orden del Norte.

-Jean: Se tiende a ver el sur como el lugar de los totalitarismos, las dictaduras, el fascismo. Pero el nacionalismo Afrikáans, de Sudáfrica, fue modelado sobre la base del nacionalismo alemán. 

-John: Casi todo el gabinete del primer gobierno que le dio existencia formal al apartheid, durante la guerra, estuvo en la cárcel.

-Jean: –La gente piensa que esto sólo pasa en el Sur, pero basta con ver el caso de Irlanda del Norte o el de Oriente Medio…

-O los recientes disturbios de Londres…2

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-Jean: Exacto. Y la situación en Londres se relaciona más con Theory from the South[Teoría desde el Sur], un libro nuestro, que pronto se va a traducir aquí. Lo que argumentamos ahí es que, bajo las condiciones actuales, las fuerzas locales se juegan primero en el Sur y anticipan lo que va a pasar en el Norte. Ese es el caso de las políticas de rebelión contra el desgaste de las clases medias, la falta de empleo, la falta de previsión social, que estuvieron dándose durante largo tiempo en el sur y que ahora empiezan a manifestarse en el Norte.  

-John: El 2001 en Argentina, el 2008 en EE.UU. La misma teoría económica. Pero los norteamericanos no podían pensar que Argentina fuera su antecedente porque está en el Sur.

-Jean: El crimen pasa en el Sur, mientras que en el Norte todo es legal. Pero esos negocios oscuros del sur están conectados con los que en el Norte son legales. La conexión no se ve por la colonización de la conciencia, vale decir, a la gente que fue colonizada no sólo le sacaron sus tierras sino que también le colonizaron la forma de ver el mundo. 

-John: Frantz Fanon, Régis Debray, Steve Biko consideraron que los sureños se hicieron cómplices de su propia dominación y por eso insistieron en una descolonización de la mente. En nuestro libro sólo le damos voz  y un andamiaje teórico a una larga tradición del Sur. Las voces más preclaras y revolucionarias siempre vinieron del Sur, pero nunca fueron escuchadas por el modo en que se estructura el poder en el mundo.

-¿Cómo fue recibido ese libro?

-Jean: Escribir desde Africa o sobre el Sur implica saber que va a haber mucha gente que jamás va a leerte. Muchos editores nos dijeron: “No pongan África en el título de su libro”. Coetzee tiene una novela llamada La novela en África donde plantea que un escritor africano no puede hablar con una voz universal. Y creo que eso es un poco verdad para todos nosotros. Muchos colegas de la India, Africa o Latinoamérica sienten que, aunque escriban en inglés, no son leídos. 

-John: –Nuestro libro Etnicidad SA vendió 20.000 ejemplares en un año y medio en EE.UU. y Europa. Probablemente si se hubiera llamado “Etnicidad SA en Africa” no habría vendido eso. 

-Al escribir “Etnicidad SA”, ¿pensaron en un público académico o extra-académico? 

-Jean: En ambos, porque el fenómeno se da en ambos mundos. El concepto de etnicidad ha sido usado de manera diferente en la academia y a nivel popular. Pero la incorporación del marketing a la etnicidad es un hecho y tiene que ver con cambios en la naturaleza del mercado y del trabajo, pero también con un proceso de convertir ciertos fenómenos en mercancía. Cada vez se convierten más y más cosas del mundo en mercancía: la cultura, la ética, etcétera. Vemos un proceso por el cual la gente trata de hacer política y, al mismo tiempo, ganarse la vida con este fenómeno. Así, mientras se comparte la lógica del capital, con frecuencia también significa que la gente emprende negocios más sustentables: hace viable que gente que tiene algo bello que ofrecer, como artesanías o danzas, pueda ganarse la vida

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con ello. Pero muy pronto eso se convierte en una mercancía que el capital competitivo trata de apoderarse. O sea que, a largo plazo, no es sustentable.

-John: Para prosperar, el capital corporativo debe excluir. Y cuando el grupo se transforma en una mercancía, es más la gente que queda excluida que la que es incluida. Finalmente, termina haciendo lo que hace el capital. Replica las desigualdades en su interior. Es un fenómeno complicado ya que los sectores más desposeídos son los que más  retienen la conexión emocional con la identidad. Si se piensa en la era de Bush, surge la pregunta: ¿por qué los estadounidenses lo votaron de nuevo? Hay norteamericanos profundamente empobrecidos que te dicen: “Pero este es el mejor país de la Tierra… si sólo pudiera encontrar una forma de realizarme, el sueño americano sería mío”. Ven el problema como una cuestión individual y no colectiva.

-Ustedes en “Etnicidad SA” dicen que las etnias se convierten en corporaciones. ¿Por qué?

-Jean: Los grupos étnicos, en lugares como Latinoamérica y Sudáfrica, reclaman su soberanía. Como grupos soberanos son preexistentes al colonialismo. Los nativos norteamericanos reclaman un derecho previo a la colonia y por lo tanto el derecho a ser una excepción a la ley. Por eso abren casinos, algo que la ley no permite. Estos grupos hicieron fortunas y comenzaron a comportarse como una corporación. En Sudáfrica, ciertos grupos que realizan reclamos históricos de territorios también tienen derecho a la explotación del platino y se conforman como corporaciones donde las jefaturas tradicionales se mezclaron con los CEO y los miembros del grupo son accionistas. Si se empieza con la cultura y se la transforma en una mercancía, lo que pasa con frecuencia es que el grupo se organiza como una corporación. La idea de una corporación étnica es que todos sus miembros son iguales. Se supone que comparten una cultura, que no hay virtuosismo individual. Por otro lado, esos grupos que se convierten en corporaciones comienzan a reinventar su identidad cultural.

-John: Por ejemplo, los Bafokeng –que manejan la explotación de platino en Sudáfrica– tienen como empleada a una alumna nuestra, antropóloga norteamericana. El rey encargó un programa de enriquecimiento cultural, su primera tarea fue leer Etnicidad SA. 

-¿Tras estas corporaciones está la idea de tomar el poder?

-Jean: No. Nosotros hablamos de esto con unos líderes indígenas de EE.UU. y ellos nos dijeron que lo que hace ahora a la política es el mercado. “Si queremos vencer a nuestros dominadores coloniales,  tenemos que vencerlos en el mercado”, nos dijeron. Los seminole ahora son propietarios del Hard Rock Cafe y te dicen: “Nuestros ancestros vendieron Manhattan  por un puñado de cuentas de collar, nosotros vamos a recuperarla, de a una hamburguesa por vez”. 

-John : El caso de Evo Morales es distinto: movilizó una base étnica en la lucha por los derechos del agua y eso lo catapultó a la política nacional. Y no es algo distinto a lo que hizo Zuma, el actual presidente de Sudáfrica, que usó su base zulú para proyectarse en la arena política. Pero eso no es lo mismo que cuando los grupos

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étnicos se convierten en corporaciones. El último paso se da cuando las naciones se convierten en corporaciones. Pasó con Rusia y con Brasil. Y Escocia se está transformando en una marca. Y una de las primeras cosas que vendieron fueron sus genes. Si uno supone que el derecho a la existencia más apremiante está en la vida misma y la ciencia contemporánea ve a la vida recayendo en los genes, entonces se produce la conexión: identidad es genética. Sin los genes no podés llegar a la existencia. Después viene la elección.

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Ethnicity, Inc. Reseñado por Rodrigo Llanes Salazar* John L. Comaroff y Jean Comaroff, Ethnicity, Inc., The University of Chicago

Press, Chicago, 2009, 234 pp. * Posgrado en Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma Metropolitana,

Unidad Iztapalapa <[email protected]>. ¿Qué formas está tomando la etnicidad en la actualidad? ¿Podemos entenderla

como un fenómeno meramente político? ¿Se trata sólo de un fenómeno cultural? ¿Seguimos dependiendo de enfoques primordialistas, constructivistas e instrumentalistas para entenderla? En Ethnicity, Inc., los antropólogos sudafricanos Jean y John Comaroff ofrecen sugerentes propuestas para analizar las formas que está cobrando la etnicidad actualmente, en particular la etnicidad corporada o Etnicidad, S.A. ¿A qué alude este concepto?Ya desde hace aproximadamente 30 años los Comaroff han estado trabajando y

defendiendo una antropología histórica y neomoderna que analice procesos dialécticos entre formas socioculturales locales y fuerzas externas (Comaroff, 1982; Comaroff y Comaroff, 1991 y 1992); en este sentido, explican la Etnicidad, S.A. como una dialéctica entre dos fenómenos históricos: por un lado, la incorporación de la identidad, por otro, lamercantilización de la cultura. En efecto ninguno de estos dos procesos es reciente, pero su progresivo entrelazamiento adquiere un nuevo sentido en el actual momento neoliberal, en el cual se encumbra a la propiedad intelectual; ocurre un desplazamiento de lo político hacia el dominio de la ley, y las identidades suelen naturalizarse cada vez más. Es así que surge la Etnicidad, S.A. como un fenómeno contemporáneo en el que organizaciones comúnmente caracterizadas como "étnicas" y "tribales" se están convirtiendo en corporaciones. Tales son los casos de la organización Gikuy, Embu, Meru Association (GEMA) en Kenia, que ha mutado en la corporación MEGA; o de Congress of Traditional Leaders of South Africa (Contralesa) en Sudáfrica, que se ha convertido en una compañía consultora; entre muchos otros. ¿Cómo entender este fenómeno?Los Comaroff trabajan sobre tres ejes teóricos para analizar la Etnicidad, S.A.

Primero, los procesos de mercantilización de la cultura. A diferencia de enfoques como los de la teoría clásica o la teoría crítica, argumentan que la mercantilización y masificación de la cultura no necesariamente conduce a la pérdida de su "aura" (noción que toman de Walter Benjamin). No nos hallamos ante un proceso lineal y teológico en el que el mercado hace desaparecer la diferencia y diversidad cultural. De hecho, encontramos casos opuestos: grupos étnicos que, como los tswana, consideran que "vender" su cultura es una forma de supervivencia. O los san, quienes sostienen que la mercantilización de su cultura constituye un modo de reconocimiento. Y es que no se trata sólo de la mercantilización de la cultura sino, ante todo, de una transformación de la racionalidad económica neoliberal, donde se aprecia un cambio en la producción del valor de lo material a lo inmaterial (conocimiento, propiedad intelectual, autenticidad, experiencia, etcétera). También se hace más difícil distinguir entre capital económico y capital cultural, o entre productores y consumidores (los balineses, observan los autores, no sóloproducen sus danzas para los turistas, además son sus consumidores). La cultura se mercantiliza, nos dicen los Comaroff, pero también las mercancías se están haciendo explícitamente más culturales. Las etnomercancías se reproducen sin perder necesariamente su aura, y cada vez más entran a la lógica de la propiedad

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intelectual, de las patentes y del copyright. Pero esto es sólo una parte de la Etnicidad, S.A.El segundo eje teórico examinado por los Comaroff es, desde luego, la etnicidad. Ya

en trabajos anteriores han destacado y criticado los diversos problemas que acarrean los enfoques primordialistas e instrumentalistas (Comaroff, 1991 y 1996; Comaroff y Comaroff, 1992), y han argumentado que la etnicidad "siempre tiene su origen en fuerzas históricas específicas, fuerzas que son al mismo tiempo estructurales y culturales"; que "describe [tanto] una serie de relaciones como una forma de conciencia"; que "tiene sus orígenes en la incorporación asimétrica de grupos de estructura diferente en una sola economía política"; que si bien es histórica, "tiende a adoptar el aspecto 'natural' de una fuerza autónoma" y que, cuando esto sucede, "puede ser perpetuada por factores muy diferentes a los que provocaron su origen" (Comaroff y Comaroff, 1992: 112, 116, 118, 124 y 125). En Ethnicity, Inc., los investigadores trascienden estos postulados formulados hace ya más de 20 años. Sus argumentos sobrepasan el tema de la etnicidad y se extienden a otras formas de identidad cultural. Más que nunca, señalan, la identidad cultural se experimenta como el producto tanto de una esencia compartida como autoconstruida. Los esencialismos ya no son sólo de índole racial o cultural, sino también biológicos y genéticos. Diversos grupos étnicos recurren a la genética y a las pruebas de ADN para "buscar" sus "orígenes" y su "descendencia", muchas veces con fines claramente instrumentales. Al mismo tiempo, los Comaroff argumentan que reducir el análisis de las identidades a los planos de lo cultural y lo político nos hace perder de vista la complejidad de su integración en la economía política neoliberal. Muchos grupos étnicos, hoy corporaciones legales, están luchando ya no sólo por el reconocimiento de su diferencia y de sus derechos particulares, sino además por entrar al mundo del capital de riesgo, al mundo financiero. En pocas palabras, se están definiendo asimismo como grupos económicos.Las nuevas formas de subjetividad política, de identidad y de nacionalidad

constituyen el tercer eje teórico discutido por los autores. Comienzan reconociendo que los Estados–nación tienen que lidiar como nunca antes con la heterogeneidad, en una condición que caracterizan como policulturalismo: poliplural y polipolítica. Pero no son los mismos Estados–nación que tenían que tratar con la heterogeneidad en el siglo XIX o en buena parte del XX (tampoco es la misma heterogeneidad). Son Estados–nación en pleno régimen neoliberal, a cuyas poblaciones conciben como ensambles de empresarios calculadores y consumidores, como "capital humano", autorresponsables de sus necesidades y problemas. Éste resulta un contexto proclive para el surgimiento del et–noempresarialismo, el cual implica el manejo y mercadeo de prácticas y productos culturales qua propiedad intelectual, donde destaca el empleo del lenguaje de la ley, un verdadero "fetichismo de la ley", no siempre exento de violencia (Comaroff y Comaroff, 2009).A partir de los ejes teóricos anteriores, los investigadores examinan diversos casos

de la Etnicidad, S.A., que vienen gestándose al menos desde mediados del siglo XX: los casinos de los First Peoples en Estados Unidos, algunos de ellos verdaderas empresas millonarias; los san del desierto del Kalahari, que mediante la mercantilización del cactus Hoodia gordonii (cuyas propiedades eliminan la sensación de hambre) se constituyeron como corporación; así como los bafokeng, también en Sudáfrica, quienes al incorporar su identidad lograron insertarse en el mercado de las minas de platino.Todos estos casos son controvertidos y complejos, en ocasiones trágicos, pero en

todos ellos los Comaroff detectan siete propiedades constitutivas de la Etnicidad, S.A.: 1) Dinámicas de inclusión y exclusión, de definición de fronteras de pertenencia. Como ya se ha mencionado, las pruebas genéticas y de ADN son cada vez más recurrentes en estas autodefiniciones, a partir de las cuales se ha excluido a

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personas acusadas de, por ejemplo, "no ser san". 2) Etnogénesis producidas por el comercio: por ejemplo, los cazadores y recolectores bosquimanos se definieron como el "pueblo san" tras el proceso de mercantilización de la Hoodia gordonii, así como diversos grupos nativos norteamericanos se han constituido como tales a partir de los negocios de los casinos. 3) Inversiones de capital por parte de actores externos. 4) Si bien importa la diferencia cultural, el contenido de ésta puede no importar en lo más mínimo. 5) Cuando los grupos étnicos han obtenido su soberanía, tienden a afirmarla en contra del Estado, sobre todo a partir de luchas legales. 6) La tierra como propiedad juega un papel relevante para la constitución de los grupos étnicos, de su incorporación y de la mercantilización de su cultura. Incluso los territorios "virtuales" se vuelven cruciales, pues la mayoría de estas etnocorporaciones tienen ahora un sitio web (¿etnicidad.com?). 7) Por último, la dialéctica misma entre incorporación de la identidad y la mercantilización de la cultura. Punto en el que vale la pena detenerse.En los casos explorados, el proceso de Etnicidad, S.A. puede comenzar con la

mercantilización de la cultura (como en el caso san) o con la incorporación de la identidad (caso bafokeng). Lo importante es que cada uno de estos procesos suele necesitar cada vez más del otro; con mayor frecuencia se complementan y requieren mutuamente: sin la incorporación de la identidad la Etnicidad, S.A. no tendría materialidad soberana, y sin la mercantilización de la cultura sería indistinguible de cualquier otra empresa. Aún más, se trata de una dialéctica abierta, siempre indeterminada y que no abarca a todas las poblaciones étnicas por igual, ni siquiera las abarca a todas. Asimismo, esta dialéctica no funciona como una fuerza histórica abstracta, sino que siempre se traduce en términos de las prácticas "locales" de la vida cotidiana (aunque la expresión "local" no deja de ser problemática cuando, por ejemplo, los san se enfrentan a compañías farmacéuticas europeas y reciben asesoría legal también de foráneos). Su forma es general y similar en todas partes, pero su sustancia varía ampliamente de acuerdo con las diversas configuraciones de los términos de la dialéctica y de sus siete propiedades constitutivas.De hecho, la dialéctica entre incorporación de la identidad y la mercantilización de

la cultura no se encuentra únicamente en el terreno de la etnicidad. También la hallamos en la nacionalidad, la divinidad y otros ámbitos. En la Nacionalidad, S.A., plantean los autores, los Estados–nación se están convirtiendo en empresas: venden sus productos y marcas nacionales (que son también productores de nacionalidad) y se comportan como verdaderas corporaciones mercantiles: son evaluados en términos de cuánta inversión atraen, cuántos activos logran gestar, cuánta es su capacidad de acumular y, sobre todo, impulsan el surgimiento del voluntarismo neoliberal, frente al cual las convenciones modernas de responsabilidad social dan lugar a las idealizaciones posmodernas de la responsabilidad ética. Como ya vimos anteriormente, los sujetos con los que lidia la Etnicidad, S.A. (y lo mismo sucede con la Nacionalidad, S.A.) son ante todo sujetos empresariales. Algo semejante ocurre con la religión, advierten los Comaroff, cuando las corporaciones religiosas comienzan a mer–cantilizar la "esencia numinosa de la fe". Así, la abierta e irresuelta dialéctica que conecta la incorporación de la identidad a la mercantilización de la diferencia "parece estar extendiéndose en todas direcciones. Etnicidad, S.A., Nacionalidad, S.A., Localidad, S.A. y otros S.A. hasta ahora no nombrados" (p. 138).Ante este fenómeno, caben desde luego muchas preguntas. Atiendo por el momento

sólo dos. ¿La Etnicidad, S.A. está beneficiando a los grupos étnicos? Como proceso dialéctico–abierto, argumentan los Comaroff, es difícil saber: en efecto, está generando mejorías en las condiciones materiales de algunos grupos, pero al mismo tiempo, como ya se ha visto, excluye a ciertos individuos y reproduce y produce desigualdad. Aún más, como un fenómeno estrechamente vinculado al capitalismo neoliberal, se beneficia y sufre de sus promesas ambiguas y en muchas ocasiones

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contradictorias. incluso las etnocorporaciones más exitosas no están exentas de sucumbir frente a los peligros de la actual economía de riesgo.Por último, ¿qué está sucediendo con la etnicidad en México?, ¿encontramos formas

de Etnicidad, S.A.? Ciertamente no puedo abordar aquí la cuestión. Sin embargo, las más recientes políticas neoindigenistas que buscan transformar a los indígenas en "productores competitivos y rentables" (Oehmichen Bazán, 1999: 230), las políticas de "gestión étnica" que pretenden constituir "empresarios indígenas" –como los artistas purépechas (Vázquez León, 2010)–, la conformación y desarrollo de casinos de la tribu —¿binacional?, ¿nación fronteriza?— kikapú al otro lado de la frontera norte del país (Mager Hois, 2008), así como los diversos modos de mercantilización de la cultura maya en distintos enclaves turísticos en el sureste (Marín Guardado, 2010), nos hacen pensar que la Etnicidad, S.A. será también un etnofuturo en México, o una forma ya de etnopresente, para el que los Coma–roff nos ofrecen sugerentes herramientas de análisis. BibliografíaComaroff, Jean y John L. Comaroff. 1991. Of Revelation and Revolution.

Christianity, Colonialism and Consciousness in South Africa. Volume One, The University of Chicago Press, Chicago, 414 pp.         [ Links ]–––––––––– 2009. Violencia y ley en la poscolonia: una reflexión sobre las

complicidades Norte–Sur, Katz, Madrid, 131 pp.         [ Links ]Comaroff, John L. 1982. "Dialectical Systems, History and Anthropology: Units of

Study and Questions of Theory", en Journal of Southern African Studies, vol. 8, núm. 2, Taylor & Francis, pp. 143–172.         [ Links ]–––––––––– 1991. "Humanity, Ethnicity, Nationality: Conceptual and Comparative

Perspectives on the U.S.S.R.", en Theory and Society, vol. 20, núm. 5, pp. 661–687. [ Links ]–––––––––– 1996. "Ethnicity, Nationalism, and the Politics of Difference in an Age of

Revolution", en Edwin N. Wilmsen y Patrick McAllister (eds.), The Politics of Difference: Ethnic Premises in a World of Power, The University of Chicago Press, Chicago, pp. 162–183.         [ Links ]Comaroff, John L. y Jean Comaroff. 1992. Ethnography and the Historical

Imagination. Studies in the Ethnographic Imagination, Westview Press, Chicago, 337 pp.         [ Links ]Mager Hois, Elisabeth. 2008. "Relaciones de poder en la Kickapoo Traditional Tribe

of Texas: el caso del casino Lucky Eagle", tesis de doctorado en Antropología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, 570 pp.         [ Links ]Marín Guardado, Gustavo. 2010. "Turismo, globalización y mercantilización del

espacio y la cultura en la Riviera Maya: un acercamiento a tres escenarios", en Ricardo López Santillán (coord.), Etnia, lengua y territorio. El sureste ante la globalización, Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales–UNAM, Mérida, pp. 17–55.         [ Links ]Oehmichen Bazán, Cristina. 1999. Reforma del Estado. Política social e indigenismo

en México 1988–1996, UNAM, México, 259 pp.         [ Links ]Vázquez León, Luis. 2010. Multitud y distopía. Ensayos sobre la nueva condición

étnica en Michoacán, Programa Universitario Méxco Nación Multicultural–UNAM, México.         [ Links ]

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